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"CORAZON DE HIERRO"(18+) COMPLETO
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Re: "CORAZON DE HIERRO"(18+) COMPLETO
wow!!!!!!!!!!!!------que buena historia....quede enferma despues de leerla...
Jane- .
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Re: "CORAZON DE HIERRO"(18+) COMPLETO
WOW....que intensooo...
me encanto el capi sube otro pliss!!
me encanto el capi sube otro pliss!!
Qamiila Quinteros- .
- Cantidad de envíos : 170
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Re: "CORAZON DE HIERRO"(18+) COMPLETO
WOW,WOW Me quedo sin habla jajaja
sube mas papitulis porfa xque esta muy interesante jajaja
sube mas papitulis porfa xque esta muy interesante jajaja
isabel- Cantidad de envíos : 23
Fecha de nacimiento : 10/06/1990
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"CORAZÓN DE HIERRO" (+18)
Historia Beteada por Gabriela (- Lady Ava'dore-)
Los personajes le pertenecen a Stephanie Meyer, y la historia es de propiedad de Tiwii... a quien agradezco enormemente que me alla dado su permiso para poder públicar está historia MARAVILLOSA... MIL GRACIAS TIWII
Los personajes le pertenecen a Stephanie Meyer, y la historia es de propiedad de Tiwii... a quien agradezco enormemente que me alla dado su permiso para poder públicar está historia MARAVILLOSA... MIL GRACIAS TIWII
8. PECADO CAPITAL
Martes
-Buenos días Señorita Swan- me saludo la alegre voz de Rachel- es un hermoso día ¿no lo cree?
-Si, lo creo- le dije mas convencida que nunca.
-El Señor está en la biblioteca- me dijo mientras me daba la pasada
-Gracias- ya no se me prohibía entrar cuando él estaba encerrado, si no el tenia más que claro que iba a pasar por encima de la puerta igual.
Camine lentamente hacia la puerta y la abrí con el mismo ritmo, Edward estaba sentado en la orilla del escritorio, tenía sus mangas subidas y como era de costumbre estaba hablando por teléfono, no estaba como otros días, su rostro se veía sereno y hablaba con un tranquilo tono de voz. Lo observe por un segundo y un golpe de imágenes impacto mi mente, su rostro lleno de placer, sus labios gimiendo mí nombre, sus manos sobre mi piel, suspire muy fuerte para dejar todos esos recuerdos retenidos en mi mente. Edward se giro hacia donde estaba yo y vi una pequeña sonrisa en sus labios, seguida por una evaluadora mirada en sus ojos, cuando volvió a poner su vista sobre la mía aquellos orbes verdes estaban de un color oscuro. Hablo unos minutos más por teléfono y colgó.
-Buenos días- le salude como siempre, ¿habría alguna diferencia entre ayer y hoy día?, su galante cuerpo se acerco raudo a mi encuentro antes de poder decir algo mas sus labios se pegaron a los míos dándome un recibimiento que no esperaba.
Su beso era apasionado y sin ninguna contemplación, su lengua se metió en mi boca explorando todo lo que tenia para ofrecerle, salí del shock que me produjo y pase mis manos por su cuello atrayéndolo más a mí. Nos fundimos en el calor abrazador que nos daba el contacto, sus ávidas manos me recorrieron la espalda y parte de mi trasero, sus dedos presionaron la piel de mis caderas pegándolas aun más a su entrepierna. El roce que se creo que hizo gemir contra sus labios, las caricias eran intensas y muy ardientes, solo pasaron unos minutos más antes de que necesitáramos respirar.
-¡Ah!- Edward gimió de placer y a la vez busco aire, su pecho tenía un ritmo frenético- anoche no debí dejarte ir- me dijo haciéndome estremecer.
-Debías hacerlo- le respondí fundiendo mis dedos en su espalda y disfrutando de sus lamidas en mi cuello
-No, no debía- dijo contra mi piel- eso incremento aun más la necesidad que tengo.
-Edward- exclame por la intensidad de sus caricias
-Eso- dijo haciendo más brutos y ardientes sus movimientos- gime para mi Bella, gime por mí.
Sus manos tocaron las partes sensibles de mi cuerpo, haciéndome arquear contra él. Sus dedos pellizcaron con delicadeza pero a la vez con maestría mis pezones, su boca bajo desde mi cuello hacia mi pecho, la blusa que traía hoy también fue víctima de esa pasión brutal abrió los botones haciendo saltar uno de ellos.
-Contigo tendré que comprarme ropa nueva- le dije metiendo mis manos en su suave cabello, sentí que sonreía mientras besaba mi cuerpo, sus manos bajaron hasta mis mulos y sentí que gruño al comprobar que traía pantalones.
-¡demonios!- dijo y yo me reí- nada es imposible- una sonrisa apareció en sus labios, cuando se disponía a sacar mi botón un suave golpe en la puerta nos hizo salir de la burbuja- no hables- me dijo continuando su trabajo y obviando el golpeteo.
-Edward- tome sus manos y trate de pararlas, el a cambio frunció su ceño y continuo tocándome- Edward- lo volví a llamar.
-¡maldita sea!- grito y casi salte- ¿Quién demonios es?- estaba iracundo pero a la vez sabía que no estaba enfadado conmigo, ya que aun me tenía entre sus brazos y por la fuerza que ponía en su agarre no planeaba dejarme salir.
-William señor, tiene una llamada del Señor Black- Edward lentamente me soltó no sin antes darme un beso
-Quédate aquí- me pidió y salió afuera a contestar.
Lleve mis manos a la cara y ordene mis ropas, dios… llevaba menos de diez minutos dentro de la casa y el ya me quería comer viva y lo peor de todo es que estaba disfrutando de esta situación. Me sentía viva, deseada, solo que esos sentimientos aparecían cuando era él quien me tocaba. Respire profundamente y trate de controlar mi libido, alguien tenía que ser la "sensata" en todo esto, creo que esa tendría que ser yo ya que por lo visto Edward no estaba acostumbrado a reprimirse. Medite unos minutos más, sentí la puerta abrirse y cerrarse en un rápido movimiento, mire hacia mis espaldas y Edward venia caminando hacia mí como un león asecha a su presa.
-¿terminaste?- le pregunte
-Si, lo hice- me dijo y se acerco a mí, sin tocarme ni nada, solo con su respiración hizo que el calor de la parte baja de mi vientre erosionara.
-Edward- suspire, su nariz rosaba la piel de mi cara
-¿dime?- me pregunto mientras me acariciaba la mejilla.
-Es hora de irnos- le dije intentando distraerlo- ya es hora de que nos vamos a la oficina.
-Si, lo sé- me respondió casi sacándome de quicio. Este hombre me iba a volver loca. Tomo mi mentón y lo atrajo a su boca, intente quitarme pero él no me dejo, su otra mano tomo mi cintura y no me dejo moverme- pareces un gato que estuviera a punto de morir- me dijo
-Edward- intente salirme de su agarre.
-Mi nombre en tus labios- pensó- que placer- susurro antes de darme un beso nuevamente, el ritmo fue el mismo que hace unos momentos, antes de que me diera cuenta Edward metía sus rápidas manos por mi camisa buscando la piel de mis pechos.
Solo pasaron unos minutos para que nuevamente viéramos interrumpido el momento, hoy las cosas no estaban a su favor, agradecí internamente por esta nueva interrupción, un minuto más y no respondía de mi cuerpo.
-Juro que si… - agrego unas cuantas maldiciones entre dientes. Ambos nos acomodamos la ropa y cuando estuvimos decentes y a una buena distancia del otro dio la entrada- adelante.
-Sr. Cullen- dijo la voz cantarina de Rachel- el Doctor Mc. McCarthy ha llegado.
-Hágalo pasar- le dijo, en su cara se denotaba lo enfadado que estaba, si Emmett no hubiera entrado en ese momento me habría carcajeado en su cara.
-Buenos Días Edward, pero que bien te vez- le dijo avanzando hacia él para darle la mano.
-Buenos Días y gracias- lo saludo y se sentó en la orilla de su escritorio, cruzo sus brazos sobre el pecho.
-¡Bella!, que bueno verte, ¿Cómo estás?- Emmett se acerco a mí y me abrazo, deposito un suave beso en la mejilla que yo respondí. Sentí un gruñido desde el otro lado de la habitación y me sorprendió ver a Edward con los puños totalmente apretados y con su rostro crispado.
-¿A qué demonios viniste Emmett?- le pregunto casi como un insulto.
-Pero veo que tu carácter sigue igual- bromeo- bueno he venido a avisarte que esta semana deberás viajar a Houston nuevamente pero yo no podre acompañarte.
-¿a qué?- le pregunto serio y sin mirarme.
-Debes practicarme una resonancia magnética, quiero ver el estado real de tu cerebro en este momento, Bella- me llamo- ¿Cuántas crisis ha tenido Edward en estos días?
-Solo una, ayer por la tarde sufrió de un fuerte dolor de cabeza-
-Bueno- pensó el médico- ¿vez? Es por esto que necesito ese examen.
-¿y no lo toman en Chicago?
-Sí, pero los de Houston tienen equipos más avanzados así que por eso te recomiendo que vayas allá.
-Bien- acepto sin chistar- ¿Qué día?- pregunto dirigiéndose a su enorme escritorio.
-Podría ser el jueves así el sábado ya estarás de vuelta.
-Bien, es un hecho.
-Ya que yo no podre ir deberás llevar a Bella contigo, solo por precaución- mis ojos se ensancharon hasta casi salir de orbita, estaba parada en el medio de la biblioteca y no podía mover un musculo ¿viajar? Sola con Edward… ¡Demonios!
-Eso también es un hecho- le dijo Edward a Emmett sin mirarme, podría jurar que sus ojos brillaron mientras procesaba lo que esto implicaba.
-Qué bueno que ya se estén llevando mejor- dijo Emmett inocente a todo lo que pasaba entre nosotros.
-Claro, nos llevamos de maravilla- dijo Edward y sentí que me desmayaba
-Con permiso, iré al baño- me excuse y Salí de la habitación.
-¿desea tomar un café? Señorita Swan- me pregunto Will antes de entrar a la biblioteca
-No gracias- le dije rápidamente y me perdí en las escaleras hacia el segundo piso.
Agradecí enormemente no encontrarme con nadie en el camino. Me metí al primer baño que encontré y casi grite en contra de los azulejos de la muralla.
Esto no puede estar pasando- me pregunte a mi misma contra el espejo, tenía mis mejillas sonrosadas, mi respiración era rápida y nerviosa. Saber que tendría que estar dos días con Edward completamente sola me hacia querer salir corriendo, no porque no quisiera si no porque tenía miedo de comenzar a sentir cosas que no venían al caso en una situación como esta. Mi mente comenzó a pensar rápidamente en los pro y los contras de la situación, mi padre, mi hermana aparecieron en mi mente ¿con quién los dejaría? ¡Rose!, pensé de inmediato- ¡qué demonios estoy haciendo!- dije mientras abría la llave y me lavaba la cara, ni quiera debía considerar en irme con el de viaje, no era una opción.- no lo es, no lo es- repetía mientras frotaba mis manos bajo el agua.
Saque una de las toallas del mueble y me seque, no podía ir a ese viaje, no podía estar dos días sola con él, si en solo diez minutos me hacía perder la cabeza en dos días ¿perdería mi corazón también? Abrí la puerta del baño y observe los pasillos, no andaba nadie por allí. Camine en dirección a la escalera cuando una mano me jalo hacia una muralla, impacte de lleno con la espalda y levante la vista para saber de qué se trataba. Mi boca se abrió hasta tocar el suelo cuando vi a Edward parado frente a mí y con sus ojos negros, nuevamente preso de su deseo.
Edward pero que…- intente reclamar pero sus labios fueron mas rápidos pegándose a los míos, un beso hambriento devoró la carne de mi boca. Sus movimientos eran rudos y fuertes. Sus manos sujetaban las mías contra la muralla imposibilitándome el escapar- Edward- le llame para ver si reaccionaba pero nada, estaba cegado por el deseo. Su cara se fue contra mi oreja y una suave brisa tibia se caló por la piel que allí se extendía
-Shhh- susurro contra mi oído, una descarga de placer cayó sobre todo mi cuerpo. Haciéndome exhalar aire muy fuertemente- silencio o nos descubrirán- dijo en un tono endemoniadamente sexy, el susurro contra mi oído me excito rápidamente.
-Edward- gemí sin poder evitarlo
-Si alguien nos descubre será tu culpa- dijo en susurros- shhhh, guarda silencio me pidió con voz suave y sensual.
Los besos atacaron nuevamente mi boca, sus manos no le dieron tregua a mi piel, sus movimientos eran salvajes y casi rayaban en el exceso pero mi cuerpo estaba enardecido con cada uno de los movimientos. Una de sus manos apretó mis muñecas contra la pared, mi espalda se arqueaba contra la madera al sentir sus caricias. Lo que siguió fue una sucesión de movimientos rápidos y ansiosos, la mano de Edward sujete firmemente mis muñecas contra la pared, la que quedo libre comenzó a hacer estragos por mi cuerpo, sus dedos acariciaban toda mi figura y buscaban un contacto más prolongado con mi piel.
-Edward… nos descubrirán- le dije mientras metía sus manos dentro de mi blusa
-¿y te preocupa?- me pregunto- ¿no quieres que vean como te toco?- dijo pellizcando fuertemente mi pezón - ¿no quieres que vean como te hago gozar?- volvió a susurrar, su mano bajo rauda hacia mis bragas, apretó mi centro haciéndome gemir audiblemente por el sensación de placer. Un beso se poso en mis labios comiendo mis jadeos- shhh- nuevamente me hizo callar, su mano se adentro en mi braga llegando directamente a mi centro, uno de sus dedos comenzó a jugar con aquel botón mandando una ola de placer hacia todo mi cuerpo, sin poder evitarlo me arqué contra su mano y me comencé a mover para crear mas fricción, el parecía estar disfrutando de verme así ya que una enorme sonrisa adornaba su sensual rostro. La desinhibición se apodero de mí, no me interesaba que la casa estuviera llena de criadas o que Emmett estuviera en el piso de abajo lo único que quería era sentirlo dentro de mí, quería devorarlo en este mismo pasillo.
-Te arrepentirás por haberme provocado- le dije mientras el roce aumentaba de manera alarmante el placer.
-Demuéstramelo- me reto y no necesite una invitación más descarada para seguir.
Saque la mano que tenía en mi parte baja y con un sensual movimiento la lleve a mi boca, la cara de Edward estaba un poco sorprendida por lo que estaba por hacer, siguiendo cada paso que daba lamí cada uno de sus dedos, los ojos de Edward se tornaron aun más oscuros y brillantes. Su cuerpo se pego al mío contra la madera de la pared. Era una clara invitación a continuar.
-Me vuelves loco, tengo deseos de arrancarte esa ropa aquí mismo- dijo mientras embestía mi centro aun con nuestras ropas, el roce de sus movimientos me excitaba mucho mas, sus manos buscaban desesperadas la piel que estaba escondida en mis ropas, sin siquiera pensarlo llegaron a mis pechos y sacaron uno de ellos a la vista, la boca de él se apodero de la piel de mi seno, mi pezón fue víctima de caricias aun mas placenteras.
-Hazlo- le respondí segada por la Lujuria, me deje llevar por ese nuevo sentimiento que descubríamos juntos, el ansia de tenernos.
Sus ojos brillaron en la tenue oscuridad en la que estábamos, en dos segados sus manos volaron hacia mis bragas sacándolas rápidamente, libero su formada erección de sus pantalones, mis piernas se apoderaron de sus caderas logrando montarme sobre él, Edward sin contemplaciones ni preámbulos me penetro bestialmente, sus embestidas eran rápidas y hacían que mi espalda se refregara contra la madera de la pared. Me aferre a su cuello quedando al lado de su oreja, mordí y lamí el lóbulo de esta haciendo que su erección me penetrara más fuerte, gemidos bastante audibles comenzaron a salir de mi boca, pero no me importaba no me interesaba que fuéramos visto el me estaba dando el mejor orgasmo de mi vida y nadie podría meterse contra ello.
-Eso- me dijo aun embistiéndome- gime Bella, gime para mi ¡ah!
-Edward ¡ah!- se desprendió de mi boca cuando el ritmo se hizo frenético, Edward estaba ido, su vista se cerraba fuertemente y su cara se perdía en la piel de mi cuello. El ritmo se hizo salvaje al igual que las penetraciones, ambos soltamos gemidos de placer y el calor que se formo en mi parte baja se esparció por todo mi cuerpo llevándonos al orgasmo más bestial y placentero del mundo.
El movimiento no cesó hasta que ambos dejamos de gemir, Edward me beso y acaricio mis mejillas, yo solo respire sobre su boca intentando calmar mi respiración y luchando por poner mi mente en claro. Estábamos en ese pasillo, semi desnudos y a la vista de cualquiera que pasara por allí.
-Estás loco- susurre
-Y tú no lo haces nada mal.- me respondió besándome- no te ibas a escapar de mi.
-Eso nunca lo dude, ¿emmett aun esta abajo?- le pregunte y el asintió mientras pegaba su frente con la mía, me dio la sensación de que disfrutaba aun mas de este encuentro de lo que demostraba, sin duda Edward era como una caja de sorpresas, no dudaba que algún día me sorprendiera con respecto a sus sentimientos.
-Entonces debemos bajar- solté una risita nerviosa, sus labios se fueron a mi frente besándola de una manera dulce que me acelero el corazón.
-Vamos- me dijo saliendo de mi cuerpo. Recogí mis bragas y me las puse nuevamente, sin duda ahora tendría que andar con una muda extra de ropa, sabía que este tipo de encuentros no iban a ser esporádicos, sentía que este sería el primero de muchos en este pasillo o en alguna parte de esta casa.
Me arregle las ropas y comencé a caminar por el pasillo, la mano de Edward me detuvo en la mitad y nuevamente me pego a su cuerpo, su boca busco la mía como imanes, parecíamos dos polos opuestos atrayéndose completamente, mi atracción por este hombre crecía de una manera alarmante. Después de unos cuantos besos y caricias mas bajamos a la sala nuevamente, como nunca los pasillos y estancias de esta casa se veían vacíos, entramos nuevamente al despacho y Emmett conversaba animadamente con Will, llevo una taza de café a su boca y nos dedico una mirada un tanto extraña.
-Bien ¿en qué íbamos?- dijo Edward, mire su rostro y aun tenía sus mejillas sonrosadas, yo no parecía diferente sentía las miradas de Will y Emmett sobre mí, eso hacía que me sintiera aun mas cohibida.
-En lo del viaje- dijo Emmett dejando su café sobre la mesa, will hizo una reverencia y se retiro llevándose la bandeja.
-Ah sí- agrego mi jefe- bien, entonces hare todo lo necesario para viajar esta semana, la Srta. Swan y yo iremos a Houston a practicarme esos exámenes.
-Bien, avisare en el hospital y sacare las horas correspondientes- Emmett nos dio un último saludo y se retiro- ¡Ah! Bella- me dijo llamando mi atención- necesito que me mantengas informado de todo lo que pasa, el doctor discutirá los resultados contigo para que tú me des un informe por teléfono.
-Bien, no hay problema- le dije con una sonrisa- adiós Emmett
-Adiós- dijo saliendo rápidamente por la puerta del despacho, cerro e inmediatamente mi mirada se dirigió a Edward, el parecía saber lo que iba a decir ya que sus ojos me evaluaron completamente el rostro.
-Edward yo…- le dije intentando zafarme del viaje.
-Viajaremos el día jueves, así que ten todo preparado, por lo normal son 2 o 3 días que estaremos fuera. Hare de inmediato los arreglos- tomo el teléfono y rápidamente se puso a llamar a una aerolínea
Asentí sin poder negarme, el ya daba por hecho que viajaríamos juntos. Mi mente comenzó a pensar de inmediato en mi padre y hermana, Salí del despacho dejando a Edward solo, busque el celular en mi bolsillo y marque el número de Rosalie.
-¿Bella?
-Hola Rose, si soy yo- le dije
-¿Qué pasa amiga? ¿estás bien?
-Si no te preocupes, solo tengo un problema
-¿Cuál?
-En día jueves el Señor Cullen tiene que viajar a Houston y tengo que acompañarlo, va a hacerse unos exámenes.
-¿viajaras con el plomo?- dijo soltando un sonoro suspiro- wow Bella, ahora sí que te la pondrán difícil.
-Si lo sé- sabia que viajar con el seria pasar la mayoría del tiempo en su cama complaciéndolo y mi cuerpo aun así se sentía emocionado por aquel pensamiento- pero tratare de volver lo más pronto posible. Necesito saber si puedes quedarte con mi padre y Kate esos días, partiremos el jueves.
-Claro que si amiga, tengo que hacer unos planos para el lunes pero me llevo todo a tu casa, yo los cuidare en esos días- una sonrisa se disparo en mi boca, Rosalie era la mejor amiga del mundo.
-Gracias amiga no sabes lo mucho que me has ayudado.
-Lo se así que ve tranquila que yo me quedo aquí y cualquier cosa te llamare.
-Gracias amiga- reprimí un gritito de emoción y me despedí de ella.
Ya por lo menos tenía esa parte cubierta, lo que ahora me preocupaba era estar sola en una ciudad desconocida con él, sabía lo que pasaría pero me daba miedo seguir involucrándome con el porqué tenía más que claro que la única que saldría destruida seria yo. Volví al despacho y el estaba sentado en su escritorio revisando sus papeles, no levanto la vista para cerciorarse quien entraba, siguió concentrado en su papeleo.
-¿ira a la oficina hoy?- le pregunte
-Eso no es asunto suyo- me respondió con voz fría, siempre que pasaba algo así Edward al momento después actuaba frio y distante. ¿esto se convertiría en una constante?, estaba segura que sí. Me gire y camine hacia la puerta- no le he dicho que se retire- me dijo aun con la vista perdida.
Reprimí las ganas de lanzarle lo primero que tenia por la cabeza, mordí mi labio inferior y me fui a sentar en uno de los sillones aledaños. Odiaba sentirme así, completamente utilizada, hace solo unos momentos estábamos arriba juntos y ahora actuaba así conmigo. Sin duda era una caja de sorpresas y no siempre me gustarían todas las que me daba.
Ese mismo día en la noche me volví a olvidar de todo lo que sucedía o de lo que pensaba, una vez más fui de él y no me arrepentí que sucediera.
-Edward ¡Ah!- grite cuando ya el placer no cavia en mi cuerpo.
-Dios, Bella- susurro contra mi piel, aun después del orgasmo que habíamos tenido seguía penetrándome, momentos después cuando el placer dejo la tranquilidad del encuentro, se salió de mi cuerpo.
Jueves
Toda la semana había sido igual, Edward me tomaba cada vez que nos quedábamos solos, su actitud a veces me dejaba muy contrariada, era el mejor amante que jamás podría haber imaginado, le hacía justicia a todos los comentarios que decían del incluso me atrevía a pensar que se quedaban cortos, la pasión con la que me tomaba me hacia volar a partes impensadas. Cada vez que estábamos juntos la pasión parecía brotar con más fuerza, el no escatimaba en los lugares, me había tomado en diferentes partes de su casa sin importar quien estuviera por ahí, el día miércoles nos habíamos quedado hasta altas horas de la noche en la oficina, no precisamente trabajando. Hoy es día jueves, el día del viaje. Mi cuerpo no podía evitar estar nervioso y ansioso a la vez, estaba a punto de irme por casi dos días completos con ese hombre que me hacía sentir deseada y completamente mujer.
-¿Cuándo volverás?- preguntaron los ansiosos ojos de Kate mientras preparaba su colación para el colegio.
-Creo que en dos o tres días, aun no lo sé, pero prometo llamarte todas las veces que pueda.
-Está bien- nosotras jamás nos habíamos separado, por el hecho de tener a Carmen metida en la casa no podía ni siquiera pensar en irme de viaje a alguna parte, esta sería la primera vez que estaría fuera de casa por tantos días.
-Bella, cuídate hija por favor- me pidió mi papa antes de salir.
-Si papa no te preocupes, Rosalie llegara en unos minutos ya venía de camino.
-Si no te preocupes.
-Y tu pequeña ¡pórtate bien!- le pedí, aunque ella era grande siempre la vería como la pequeña que había tenido innumerables veces en mis brazos.
-Si no te preocupes, con Rose iremos de compras así que estaré muy bien- Kate tenía una loca fascinación por la ropa, ahora que tenia para costearle le había dado hasta una mesada para que se comprara todo lo que quisiera.
-Está bien, pero cuídate. Sue llegara a las 8:30 papa
-Bien hija- Sue era la nueva mucama de mi casa, ella además de hacer las cosas cuidaba de papa mientras estaba trabajando. Esta semana había sido muy movida, por parte de Edward y por mi casa. Encontré un hermoso colegio para mi hermana y además una excelente mucama para mi casa, estaba feliz ya que todos los aspectos que me faltaban estaban completos, ahora sabía que podía partir de viaje en paz.
-Bien, ya me voy. Los amo- le dije abrazándolo a ambos
-Y nosotros a ti- respondieron al unisonó.
-Salí de la casa y James me esperaba con una radiante sonrisa.
-Buenos días señorita Swan.
-James, buenos días- le salude- ¿algún motivo por el cual el señor Cullen mando por mí?
-Si, el señor la estará esperando en el aeropuerto Señorita.
-Ah, bien entonces vamos.
James tomo mi equipaje y nos subimos al mercedes. De camino hacia el aeropuerto mis nervios se acrecentaron aun mas, no tenía idea de qué hacer cuando ya no tuviéramos a nadie que nos pudiera descubrir, iba a estar sola con Edward Cullen por unos cuantos días y no sabía cómo demonios actuar. Llegamos al enorme aeropuerto pero no nos fuimos a la parte común de embarques, James camino con mi maleta hacia otra sección. Llegamos a una enorme puerta de vidrio y una azafata nos recibió de inmediato.
-¿Srta. Swan?- pregunto con una sonrisa
-Sí, soy yo.
-El señor Cullen la espera, sígame por favor.
-Hasta aquí llego yo señorita, que tengan buen viaje y nos vemos al regreso.
-Si- le di una pequeña sonrisa y tome mi equipaje.
La azafata me condujo por unas cuantas habitaciones y pasillos más. Llegamos a un enorme y lujoso hall, mis ojos se ensancharon al ver a ese hombre parado en el medio del, mi vista se recreo con tamaña belleza, Edward Cullen era un dios, un dios en todo sentido, poseía una belleza celestial, de un carácter fuerte pero a la vez un apasionado amante y lo mejor de todo es que era un dios del sexo, Mi dios del Sexo.
Se giro al darse cuenta de mi presencia, nuestras miradas se conectaron y sentí un extraño vacio en mi estomago, era uno nervioso, mi cuerpo se estremeció solo porque su mirada recorría mi figura. No sabía cuál era este nuevo sentimiento, pero asustaba comenzar a tener otro tipo de sensaciones que no fuera placer o lujuria ya que rápidamente se podrían convertir en algún sentimiento aun más serio.
-Buenos días- me saludo gentilmente
-Buenos días Sr. Cullen- le dije con una sonrisa
-Sr. Cullen- lo llamo la azafata pero él no desvió su mirada de mis ojos, la mantuvo sostenida por unos cuantos segundos más hasta que la mujer nos obligo a romper el contacto- Sr. Cullen- lo volvió a llamar
-Dígame- le dijo volviendo a poner sus ojos en mi, su completo escrutinio me puso la piel a temblar, era ilógico pero podía sentir sus manos en mi cuerpo, sus besos en mi piel y sus dedos tocando mi centro. Me estremecí solo de pensar en el.
-Su Jet está listo, señor. Pueden abordar cuando gusten.
-Bien- respondió girándose hacia la mujer- abordaremos ahora mismo.
-Si señor- la molestosa azafata se perdió en una de las puertas, me acerque unos pasos mas pero ninguno dijo nada solo nos mirábamos mutuamente, intente buscar lo que sentía en sus ojos pero hasta estos parecían tener una muralla impenetrable. No podía diferenciar las emociones que pasaban por ellos.
Minutos más tarde el piloto del Jet salió a la sala de abordaje para llevarnos, Edward lo saludo amistosamente y conversaron un poco, yo seguí a una de las azafatas que nos conducía hacia el avión. Mientras caminábamos observaba por los ventanales al colosal Jet en el que viajaríamos, no me extrañaba que él tuviera uno, en todas partes decían que él era inmensamente rico, que su dinero llegaba a tanto que podría alimentar a todo un país y aun así le sobraría. Mire de reojo hacia atrás y el parecía tan feliz hablando con el hombre, por un momento me imagine a su lado, de la mano y acompañándolo en ese momento de felicidad, no podía evitar pensar en ser su compañía, para siempre. Mi cuerpo reacción con mis pensamientos y un escalofrió recorrió mi espalda, eso nos seria así y yo tenía que tener más que claro lo que sucedía, el quería solo sexo conmigo y nada mas de hecho cada vez que habíamos estado juntos solo intercambiábamos unas cuantas palabras y nada más, a él parecía no interesarle nada de mi aunque yo muriera por conocerlo un poco más. El me intrigaba a niveles que ni siquiera yo podía imaginar, sabía que tenía un pasado y que él era un hombre cerrado a cualquiera pero aun así mi mente me pedía a gritos descubrir los misterios que atesoraba ese corazón que estaba cubierto con Hierro, Edward Cullen era un hombre lleno de misterios que nadie había podido resolver y con un corazón tan frio como el hierro.
-Bienvenidos- nos saludo la azafata cuando estábamos dentro del jet. Avance un poco mas y me senté poniéndome el cinturón de seguridad.
El viaje no iba a ser en solitario, Edward Cullen llevaba a dos de sus asistentes personales, todo el viaje me vi inmersa en un ambiente de trabajo y de estrés laboral. El no entendía el concepto de relajarse o de dejar de trabajar por tres días, sabía que tenía una enorme responsabilidad en sus hombros pero debía comprender que tenía que descansar, estaba segura que por medio de esos ataques su cuerpo se lo pedía a gritos. Luego de algunas horas llegamos al aeropuerto, los hombres que venían con él se quedaron arriba del avión. Avanzamos hacia el aérea de desembarque, una amistosa y libidinosa azafata nos entrego nuestras maletas no sin antes desnudar a Edward con la mirada, le quite la mía de las manos con más fuerza de la necesaria por lo que me dio una fea mirada, pero no me interesaba maldita zorra susurre en mi mente. Nos vimos en el viaje hacia el hotel inmersos en un confuso silencio, no habíamos hablado desde ese tenue saludo en el aeropuerto, ahora estábamos en una ciudad desconocida y sin hablarnos, demonios, este viaje no podría ir mejor.
Bienvenidos- nos saludo el gerente de un exclusivo hotel del centro de Houston.
-Gracias- le respondí, Edward paso a su lado sin decirle nada, odiaba cuando el millonario altivo salía a flote.
Edward ni siquiera paso por la recepción, toco el botón del ascensor se subió a él, un botones que nos tomo las maletas cuando llegamos subió rápidamente al ascensor de al lado, siguiéndonos. Cuando llegamos al último piso del hotel habían unas enormes puertas de madera, un cartel que había anexado a ellas me indico donde estábamos, Suite Presidencial. Camino hacia la puerta y espero hasta que el botones se la abriera, con la mano temblorosa deslizo la tarjeta por la ranura y la puerta se abrió automáticamente.
-Muchas gracias- le dije cuando estábamos adentro, el chico que no debía de pasar de los 19 años me sonrió, fui por mi bolso y le di algunos dólares de propina, sin duda tener que soportar al plomo de Edward Cullen era un trabajo que merecía una recompensa. El muchacho me agradeció y salió de la habitación.
En la cuenta del hotel siempre incluyo una propina bastante suculenta para las personas que me atienden- dijo haciéndome girar a verlo, estaba en los ventanales de habitación contemplando la vista.
Qué bien, pero igual el chico merecía tener algo ahora, es todo un reto aguantar tu mal carácter- Edward se giro rápidamente como si algo lo hubiera molestado, yo me cruce de brazos y me apoye en una de mis piernas, no me interesaba si él se había molestado, es más que sabido que tiene un pésimo carácter y trata aun peor a las personas que lo rodean.
-Nuevamente haciendo uso de su carácter señorita Swan- me dijo estrechando sus ojos.
-No Señor Cullen- le dije remarcando las últimas palabras- es solo que hay veces que debemos afrontar la realidad- le respondí con una increíble valentía- pero ahora necesito la tarjeta de mi habitación ya que ha sido un viaje bastante agotador y necesito refrescarme.
-¿Qué habitación?- me pregunto enarcando una ceja, se acerco a unos de los elegantes sofás y puso sus manos en el respaldo. La mirada que tenía en sus ojos me hacía pensar lo que estaba tramando, yo estaba bien, necesitaba una habitación, unos momentos más nos condujeron a un nuevo silencio. Una pequeña sonrisa apareció en sus labios y volvió a hablar- ya entiendo, usted quiere saber en donde dormirá, bueno… lo hará aquí- sentencio dejándome completamente pasmada.
-¿Aquí?, ¿con él?... demonios, a caso pensaba que ¿íbamos a dormir juntos? Mi cuerpo fue víctima de los nervios y no pude contener los estragos que hizo su declaración en mí, los nervios se me tensaron.
-¿aquí?- pregunte aun sin creerlo- ¿con usted?- volví a preguntar en un susurro.
-No- dijo tajante desarmando cualquier probabilidad que se había formado en mi mente- usted dormirá aquí pero en una de las habitaciones de esta suite, hay dos más aparte de la mía.
-Ah- una parte de mi mente agradecía el saber que iba a ser así ya que tener encuentros casuales era una cosa pero pasar tres días juntos en todo el sentido de la palabra era un compromiso mayor y no estaba segura que estuviéramos en esa clase de instancia- bien.
Bueno escoja cualquier habitación de las que están al lado izquierdo, la mía está en la otra ala, hacia la derecha.
-Si señor- respondí con fijada excitación, aunque no lo quería aceptar había un lado que se había desilusionado nuevamente con sus palabras.
Tome mis cosas y me dirigí hacia el lado donde él me había indicado, escogí la primera habitación, no me interesaba el lujo o las comodidades de las demás. A pesar de lo que sentía me permití observar la belleza de la habitación y del lugar en el que estábamos, era todo un sueño. La suite de una belleza europea era adornada con los muebles y decoración más exquisita que había podido ver. Tenía enormes pilares de color blanco, las paredes eran de la misma tonalidad, había otros colores pero todos eran tenues. Deje mi maleta en el suelo y me senté en la cama, no sé cuanto estuve sin hacer nada solo pensando en las palabras de Edward, ese hombre me sacaba de quicio, ha sido tanto mi asombro que llegue a pensar que sufría de personalidades múltiples, sus cambios de humor me dejaban mareada. Después de un rato y llegando a la misma conclusión siempre decidí refrescarme, era alrededor del medio día y Edward tenia la primera hora a las 17, por lo complicado del examen tendría que dormir esta noche en el hospital, dependiendo de cómo saliera era si nos quedábamos un día mas.
Cogí mis pertenencias y me fui a dar una ducha, la habitación tenía un baño enorme, muy espacioso. El lavamanos era de color marfil con un enorme espejo con luces alrededor. Me saque toda la ropa aun con la pereza del viaje, me metí a la ducha disfrutando al máximo del agua, lave cada parte de mi cuerpo disfrutando de las especias que habían en el baño, me puse una que dejo mi piel con olor a rosas. Cuando salí todo afuera lucia igual, me puse unos jeans cómodos, una camiseta y una chaqueta de color negro, deje mi cabello suelto y lo acompañe con un suave maquillaje. Deje mis cosas ordenadas y mi pijama listo para dormir. Salí de la habitación y no vi a Edward por ninguna parte, ahora que podía observar bien me daba cuenta que estábamos en una lujosísima habitación, tenia los ventanales y la vista más espectacular que podría haber imaginado la mayor parte de la suite tenía acceso a esos ventanales y se podía ver toda la ciudad a través de ellos.
Alrededor de media hora después salió Edward de su habitación, mi boca cayó un poco y tuve que contener el suspiro que amenazaba por salir, detrás de esas puertas salió el hombre que definitivamente me robaba más que un suspiro. Edward venia tan casual como yo, tenía unos jeans de color azul oscuro, se le pegaban peligrosamente a sus caderas y trasero, una camiseta de color blanco ceñida a su torso y un bléiser de mezclilla. No pude evitar mirarlo y comérmelo con los ojos, se veía guapísimo, si tuviera la oportunidad lo…. No, no debía hacer nada, mas encuentros complicarían las cosas. Esto debía parar.
-Iremos a almorzar al restaurant- me dijo pasando por el lado sin ni siquiera mirarme.
-Claro- respondí algo nerviosa, me quede contemplando su figura, caminaba moviendo sus caderas en un vals que me hacia flaquear, el poseía el trasero más bien torneado del mundo y yo era una de las que podían haberlo comprobado.
-¿se va a quedar ahí mirándome?- me dijo sacándome de mis pensamientos, reaccione con un salto y mis mejillas ardieron, me había visto observándolo. Camine con la vista baja y me puse detrás de él para seguirlo.
Salimos de la Suite y nos dirigimos al hotel, el camino en el ascensor fue un martirio. No entendía como este hombre cambiaba tanto, había tenido la semana más espectacular del mundo, llena de sexo, erotismo y placer por doquier pero no era más que terminábamos y el se volvía de hierro nuevamente, como si no quisiera que alguien atravesara su capa de metal y llegara hasta el verdadero Edward ese que estaba segura casi nadie conocía. El almuerzo fue en un completo hermetismo, Edward hablaba por teléfono cada cinco minutos dando órdenes y regañando a la gente que había quedado en la oficina. Cuando por enésima vez sonó el teléfono no contesto de la mejor manera.
-¡diga!- casi grito enojado- Aro- dijo nuevamente, el tono de voz se suavizo pero se agarro firmemente el puente de su nariz- no, no estoy en la ciudad- sus ojos se calvaron en las ventanas, la mano con la que sostenía el teléfono lo apretó con gran fuerza, sus nudillos cambiaron de color piel a casi blancos- no es asunto tuyo y si tienes problemas con eso llama a mi padre, de seguro el te prestara ayuda- corto y apago el teléfono.
-¿algún problema?- pregunte mientras degustaba de mi copa de vino.
-No- tomo un sorbo de la de el- negocios, nada mas- siguió comiendo.
Estaba aburrida, el no hacía nada más que comer y dar órdenes, mi mente comenzó a divagar en todos los momentos que pasábamos juntos, si Edward era así solamente cuando estaba teniendo sexo, prefería que estuviéramos en la cama todo el día. Cuando el reloj marco las la una y treinta minutos se levanto de la mesa. Rápidamente tome lo que quedaba de mi copa y lo seguí, me extrañe que nadie nos pidiera la cuenta ni nada por estilo, el tenia que tener todo pagado desde antes. Llegamos nuevamente a la habitación, Edward se sujetaba constantemente le puente de la nariz, me acerque por su espalda y le tome el brazo para girarlo, después de tener sexo tantas veces con él debía de tener algo más de confianza, en no podría rechazarme o rechazar mi ayuda para siempre.
-¿estás bien?- le pregunte, apretó fuertemente sus ojos y negó- debes recostarte hoy no has hecho nada más que discutir y pelear con tus subordinados. Vamos ven conmigo-como sucedía en estos casos él ni siquiera chisto, lo lleve a su habitación y lo recosté sobre el edredón de color damasco. Cuando estaba ya en su cama le jale los zapatos y le solté los primeros botones de su camisa.
-Si querías desvestirme podrías habérmelo dicho- me dijo con sus ojos cerrados.
-Morirás antes de que te lo pida- le dije con fingido enojo, ambos sabíamos lo que pasaba entre nosotros pero éramos incapaces de aceptarlo- llamare a la clínica para que te corran la hora de tus exámenes.
-¿se puede?- pregunto casi adormilado.
-Claro, Eres Edward Cullen. te vendrían a atender aquí si lo pidieras- el sonrió- llamare y vuelvo enseguida.
-Está bien.
Salí de la habitación, llame y obviamente me dijeron que llegáramos a la hora que estimáramos conveniente, el poder del dinero decía en mi mente. Saque del bolso de sus medicamentos unas pastillas para el dolor de cabeza, del mini bar un jugo de durazno y se lo lleve. Cuando estuve nuevamente dentro junte un poco las cortinas ya que le entraba mucha luz y eso podría aumentar el dolor de la cabeza.
Sr. Cullen- le llame el abrió sus ojos perezosamente y me quedo mirando
¿Señor?- pregunto
No me pida que lo llame Edward ya que ni siquiera sé cuando puedo llamarlo así, prefiero decirle siempre Sr. Cullen así no lo importunare- el me miro algo contrariado pero parecía entender el punto, se sentó un poco mas ágil de lo que se acostó y se tomo las pastillas- bien ahora duerma porque es eso lo que necesita- deje el jugo en su mesa de noche y Salí.
-No te vayas- me pedido haciéndome parar en el medio de la habitación, me gire para verlo y seguía sentado mirándome atentamente- no me dejes solo- me dijo nuevamente y mi corazón casi se partió, no sé porque tenía esta reacción, unas locas ganas de correr y lanzarme en sus brazos aparecieron en mí, lo único que quería era cobijarlo y cuidarlo cuando se sentía mal. Solté un sonoro suspiro y me gire para ir con él. Edward se recostó nuevamente en la cama y yo me senté a su lado- pero no te quiero así- me dijo, sus manos tomaron mi cintura y me alzaron por arriba de su cuerpo hacia el otro lado de la cama, caí con el trasero y di unos cuantos rebotes.
-¡demonios Edward!- lo reprendí, el me sonrió y se recostó a mi lado. La cama parecía enorme para nosotros, estábamos separados por unos cuantos centímetros de distancia. Me recosté a su lado mirando su apacible rostro, se veía tan tranquilo cuando dormía, no parecía el hombre duro y sin contemplaciones que era.
-Te vas a quedar mirándome todo el tiempo- me pregunto abriendo sus ojos lentamente.
-¿desea que le abanique señor?- le pregunte con sarcasmo.
-No, pero tengo una idea mejor- me dijo y se pego a mi cuerpo. Pensé que me iba a besar pero a cambio de eso pego su cabeza a mi pecho y la descansó en ella. mi estomago exploto en mariposas solo por ese movimiento. Estábamos abrazados, casi fundiéndonos con el otro, sentía el calor de su cuerpo atravesando las ropas. Paso sus brazos por mi cintura pegándome más a él, sus piernas se entrelazaron con las mías dejándonos completamente unidos.
-Si te sientes mal me avisas- susurre contra su cabello, error. Mi nariz inhalo todo el dulce aroma que desprendía y me perdí en una burbuja de calor que emano de la parte baja de mi cuerpo, ese aroma me recordaba las tantas veces que habíamos estado juntos.
-Claro- me dijo y su cabeza subió para refugiarse en mi cuello.
Con solo estar así con él me sentía diferente, el corazón me latía con un ritmo frenético y no podía evitar sentir, ¿sentir?... si sentía cosas por él, tan fuertes y tan graves que no era capaz ni de pronunciarlas, sabía que un contacto más prolongado me haría…. Confundirme aun mas, pero no podía evitarlo porque yo quería estar así con él, no me importaba lo duro que fuera conmigo o lo indiferente que se portaba a veces, si todas esas veces iban a terminar así entonces… valía la pena.
Me desperté cuando la habitación estaba muy oscura, moví mis brazos y aun seguía teniendo ese cuerpo a mi lado, la luz de la luna se colaba por las ventanas haciendo aun más hermoso el momento. Me removí un poco pero solo conseguí que Edward me atrajera aun mas a su cuerpo, sus manos recorrieron mi cintura subiendo casi hasta la base de mis pechos, solo la respiración acompasada me decía que aun seguía durmiendo. Como pude mire el reloj que estaba en una de las paredes y marcaba las siete de la tarde, ¡maldición! Dije en mi mente, era muy tarde.
-Edward- susurre, subí mi mano para acariciar sus mejillas, dude un poco, si lo hacía era un paso más a mi perdición. Demonios ¿Qué hago?
-Bella- dijo también con la voz pastosa, sin imaginármelo subió el una de sus manos a mi mejilla y la acaricio, su dedo pulgar paso desde mi mejilla hasta mis labios, no pude evitar sentirme excitada con solo el roce de su piel, mi centro comenzó a actuar por su cuenta y a ansiar que él me tomara en ese mismo momento- ¿Qué hora es?- pregunto
-Son casi las siete, llegaremos tarde al hospital.
-No me importa-susurro pegándose a mi cuerpo- además tu lo dijiste, soy Edward Cullen, que se esperen- dijo haciéndome reír, era la primera vez que él se mostraba gracioso en algún sentido.
Edward paso nuevamente sus manos por mi cintura, me gire para quedar de espaldas a él, no era capaz de mirarlo a la cara, el teniendo un momento de paz y yo excitándome cuando él me tocaba, si que estaba perdida. Sus manos me pegaron a su cuerpo y mi trasero se fue contra la parte baja de su estomago. El movimiento pareció despertarlo ya que me volvió a acercar pero esta vez con más fuerza de la necesaria, al segundo intento sentí su erección despertar.
-Bella- me llamo- ¿Cuánto tiempo tenemos para llegar?- me pregunto
-No lo sé- suprimí un gemido, el me estaba provocando, rozaba descaradamente su erección por mi trasero- creo que unas horas
-¿unas horas?- pregunto, se puso sobre mi sorprendiéndome, abrió mis piernas y se metió entremedio- tiempo suficiente- me dijo, sonrió al igual que yo. Lo estaba esperando, lo quería, una vez más quería que me hiciera el amor como solo el sabia.
Su boca se adueño de la mía, se adueño de mis labios que lo ansiaban como nunca, fue tanta la excitación que despertó en mí que sin su permiso comencé a arrancar sus ropas. Mis manos fuertes por primera vez rasgaron los botones de su camisa haciéndolos saltar por toda la habitación. Su pelvis y la mía comenzaron a arquearse una contra la otra rozándose de manera exquisita, creando una fricción que nos excitaba aun más. Comenzamos a movernos aun con ropas, las manos de Edward se decidieron rápidamente de mi ropa, estaban desnuda frente a él en unos pocos segundos, jale sus pantalones hacia abajo y él se los termino de quitar con sus pies. La urgencia que sentíamos fue demostrada cuando me penetro, lo hizo rápidamente, sus movimientos nunca bajaron la intensidad, las embestidas que me daba eran salvajes y llenas de una pasión que solo él podía demostrar.
-Bella- gimió contra mis pechos. Mientras me embestía tomo uno de mis pechos con sus dientes y mordisqueó uno de mis pezones. Me arquee contra su cabeza por la intensidad, el ritmo se hizo frenético, pegue mis caderas a las suyas y me moví al compas, mi centro se rosaba con fuerza a su piel creando fricción, no basto mucho tiempo para que ambos llegáramos al orgasmo.
-¡Edward!- grite su nombre cuando ambos nos descargábamos, el cuerpo de Edward cayó sobre el mío, ambos estábamos cubiertos con algo de sudor, sus manos tomaron mi cuerpo y giramos quedando yo encima de él. Mi cabeza se recostó en su pecho y pude sentir los latidos desbocados de su corazón- un día… te prohibirán el sexo-le dije y el soltó una risita.
-No haría caso- me dijo levanto mi cabeza para besarme- hoy no me hare los exámenes- me dijo haciéndome levantar de su pecho.
-¿Qué? No, no puedes tienes que hacértelos.
-Me los hare mañana temprano, estoy cansado además…- sus manos recorrieron mi espalda- tengo un plan mucho mejor para esta noche- me dijo y su erección rozo mi piel.
-Edward- lo iba a reprender cuando él en un sucio juego me beso asiéndome olvidar lo que iba a decir.
-Hoy me quiero quedar aquí, contigo- mi cuerpo casi brinco de alegría al igual que mi corazón pero mi mente estaba aterrada previendo el peligro de esas palabras.
-Entonces quedémonos- le dije besándolo- pero mañana no hay excusas.
-No las habrá… ahora ven aquí- me pidió…
Esa noche hicimos el amor 4 veces más. Me desperté a eso de las 7 de la mañana, mire hacia arriba y estaba en brazos del hombre de mis sueños, Edward me tenia rodeada con sus brazos sin dejarme escapar, ya quisiera yo que el sintiera algo por mí. Me separe un poco y al igual que la noche anterior me pego más a su cuerpo.
-Edward, despierta- le pedí dulcemente, puso su cabeza cerca de la mía y me beso aun con los ojos cerrados- ¡vamos despierta!- le dije separándome de él e intentando levantarme.
-¡no quiero!- me dijo y me tumbo nuevamente en la cama.
-¡ya basta! ¡hoy tienes que examinarte, dijiste que sin excusas!- me beso unos minutos más y se paro sin decir nada.
-Si señorita Swan- respondió con sarcasmo.
-¡vamos! ¿estás enojado?- le pregunte riendo, me pare frente a él con los brazos cruzados sobre mis desnudos pechos.
-Creo que si… pero intentare no enojarme mas si vienes conmigo.
Antes de que pudiera reaccionar el ya me había tomado en sus brazos y me llevaba hacia la ducha, el agua caliente nos relajo y a la vez nos hizo conectarnos en un nivel que no tenía previsto, jamás pensé que compartiéramos algo tan intimo como una ducha. A eso de las nueve con treinta ya estábamos vestidos y listos para partir. Desayunamos algo rápido y salimos a la clínica.
En consecuencia por habernos saltado el horario Edward paso todo el día y toda la noche que siguió internado, tenían que hacerle muchísimos exámenes y para casi todos tuvieron que sedarlo así que paso gran parte del día y de la noche durmiendo. Al otro día ya teníamos que volver a Chicago, me fui a cambiar al hotel y a recoger nuestras maletas, por las prisas tendríamos que irnos directamente al aeropuerto, era día sábado por la mañana pero Edward tenía una junta urgente de accionistas en la tarde, Will lo había llamado muchas veces el día de ayer. Llegue a la habitación y el aun estaba dormido, lo mire desde el umbral de la puerta y no pude evitar maravillarme por lo hermoso que era, sin darme cuenta habíamos estado casi todo el fin de semana juntos y ansiaba aun mas, me sonroje al pensar en eso, este hombre me estaba convirtiendo en una clase de ninfómana que solo pensaba en estar con él a cada momento. Abrió lentamente sus ojos y me miro.
-Buenos días Sr. Dormilón- le dije bromeando.
-Bueno días- me respondió aun muy sedado- ¿Qué hora es?
-Son las nueve de la mañana, ¿sabes que día es?
-Si, hoy es sábado
-Bien ¿y quién soy yo?
-Bella- me dijo haciéndome saltar, eran las preguntas de rigor que le hacíamos a los pacientes cuando están mucho tiempo sedados- ¿Cómo salieron los exámenes?
-Muy bien, por lo menos estas bien físicamente, lo que nos lleva a otra cosa.
-¿a qué cosa?- dijo intentado sentarse en la cama
-¡no lo hagas!, después de un rato se te pasara el efecto de la anestesia así que te podrás mover libremente.
-Debo volver a Chicago.
-Lo sé, ya le dije a Will que llamara al aeropuerto para programar nuestro regreso, así que no te preocupes.
-Bien- susurro cerrando sus ojos.
Al cabo de unas cuantas horas ya estaba como nuevo, le dieron el alta y el doctor mando los informenes de los exámenes a Emmett, el camino hacia el aeropuerto fue silencioso, Edward aun estaba un poco adormilado. Esperamos una hora más en el aeropuerto y al fin pudimos subirnos al jet, el piloto nos dio la bienvenida y se fue para comenzar, la azafata se acerco a Edward, él le susurro algo al oído a lo cual ella asintió con una sonrisa, me dio una miradita de complicidad que no entendí y se perdió en la cabina del piloto cerrando la puerta por dentro.
-¿a qué hora te dijo Will que comenzaba la reunión?
-A las cuatro de la tarde
-Bien llegaremos justo- estábamos sentados en un sillón solo separados por unos centímetros, mi cuerpo comenzó a reaccionar, conocía ese tono de voz- bien señorita Swan- me dijo con algo de risa y sarcasmo-espero que le haya quedado claro que no debe llamarme mas Sr. Cullen
-¡oh! Si por supuesto Sr. Cullen- bromee, se acerco rápidamente hacia mí y me sentó a ahorcadas.
-¿me está desafiando señorita?
-Siempre- le dije aprovechándome de que él había iniciado el juego, me pegue a sus labios y una vez más nos perdimos en apasionado beso.
-El viaje a casa prometía ser tan fructífero como todo este fin de semana, había descubierto el significado de uno de los pecados capitales: La Lujuria.
Ebys Cullen- .
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Re: "CORAZON DE HIERRO"(18+) COMPLETO
Hola chicas ahora si me van a volver a ver mas seguido... mi marido empezo a trabajar, si me ve que estoy en Inmortal se pone celoso... ja ja ja, bueno si Rob estubiera cerca tendría razón de ponerse celoso.... ja ja ja.
Ayer subi este cap de "Corazón de Hierro" pero como me demore bastante aca les voy a dejar otro.
Me alegra mucho que les guste, relamente es una historia apasionante de pies a cabeza yo la adoro.... bueno les dejo muchos besitos y las extrañe mucho
Ebys
Ayer subi este cap de "Corazón de Hierro" pero como me demore bastante aca les voy a dejar otro.
Me alegra mucho que les guste, relamente es una historia apasionante de pies a cabeza yo la adoro.... bueno les dejo muchos besitos y las extrañe mucho
Ebys
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"CORAZÓN DE HIERRO" (+18)
Historia Beteada por Gabriela (- Lady Ava'dore-)
Los personajes le pertenecen a Stephanie Meyer, y la historia es de propiedad de Tiwii... a quien agradezco enormemente que me alla dado su permiso para poder públicar está historia MARAVILLOSA... MIL GRACIAS TIWII
Los personajes le pertenecen a Stephanie Meyer, y la historia es de propiedad de Tiwii... a quien agradezco enormemente que me alla dado su permiso para poder públicar está historia MARAVILLOSA... MIL GRACIAS TIWII
9. CRISIS
― Tu piel huele a rosas—me dijo suspirando contra mi cuello.
― Lo sé, ¿no te agrada?—le pregunte, buscando sus ojos, lo único que pude encontrar fue su cara incrustada en mi piel tomando de mi esencia. El no me respondió solo se quedo ahí, inhalando mi aroma.
Estábamos en la oficina, esta semana había sido muy ajetreada, Edward se había enfrentado a miles de problemas y por consiguiente había tenido 3 crisis mas, una de ellas llevándolo nuevamente al hospital. Hacia algunas horas que estábamos sentados en uno de los sillones de la oficina, Edward me había sorprendido acurrucándose contra mí y descansando su cabeza en mi hombro, no le tomo mucho tiempo para llegar a mi cuello y absorber el aroma que había en mi piel.
― Me duele la cabeza—susurro contra mi cuello—maldita cabeza—gruño enojado
― Entonces es señal para que nos marchemos, además ya has terminado aquí, debes descansar esta noche.
― Lo sé, tengo 32 años se exactamente lo que hacer con mi vida—me dijo haciéndome enfadar, me pare del sillón y su cabeza cayó junto con su cuerpo hacia el sofá—¡hey!—me regaño
― Entonces si sabes lo que tienes que hacer, toma tus cosas y vámonos. Antes de que nuevamente te de una crisis—camine hacia donde estaba mi bolso, acomode mis ropas y comencé a salir hacia la puerta. Edward murmuro algo más a mis espaldas pero no me detuve a escucharlo.
Llevábamos dos semanas "juntos", Edward y yo hacíamos el amor a cualquier hora y en cualquier parte. Sentía la necesidad de tenerlo cada vez que podía las primeras veces el había iniciado nuestros juegos y encuentros pero con el pasar de los días era yo la que ansiaba sentirlo conmigo. Su carácter seguía igual, muchos días andaba de un humor de perros por los problemas que tenia, habíamos discutido unas cuantas veces en la semana por su comportamiento descuidado con su enfermedad pero todo nos llevaba a lo mismo, cuando el día se acababa siempre terminábamos amándonos en donde el deseo nos encontrara. Me gire para verlo y estaba recogiendo sus pertenencias del escritorio a la tenue luz de las lámparas se veía magnifico, mi mente traicionera no podía evitar imaginanarlo sin ropa y llamándome para entrar en su cama. Reprimí un gemido e intente controlar mi libido.
― Vámonos—me dijo pasando por mi lado algo enojado, toda la semana le había pedido que se cuidara pero el parecía no hacer caso, Edward era un tipo muy testarudo y llevado a su idea, jamás tenía en consideración las opiniones de los demás y por supuesto que tampoco tendría las mías. Caminamos hasta el ascensor inmersos en un incomodo silencio, la "relación" que llevábamos no era convencional, aquí no primaba el amor y el cariño si no los bajos instintos y el deseo irrefrenable que teníamos por el otro. No podía negar que lo deseaba tanto o más que cuando lo conocí, ahora mismo mientras estamos distanciados, lo deseaba, sería capaz de desnudarlo aquí en el ascensor y hacerle el amor sin su permiso. Negué con mi cabeza ante tales pensamientos, no lo haría, no lo haría.
Llegamos al subterráneo ahí estaba James con una amable sonrisa, nos abrió la puerta del auto a ambos y corrió para subirse también.
― A la casa de la Señorita Swan—le dijo Edward con voz pasiva.
― Si señor—el chofer asintió y emprendió camino hacia mi casa, a la mitad del camino vi que Edward se apretaba fuertemente las cines conteniendo la puntada que seguramente atravesaba su cabeza. Mire de reojo hacia donde James y el botón que nos podría dar un poco de privacidad, no lo pensé dos veces y lo apreté dándonos un poco más de espacio. El vidrio subió hasta arriba dejándonos separados del conductor por un grueso cristal tintado.
― ¿te sientes mal Edward?—el asintió levemente mientras se dejaba caer sobre el asiento—te daré una de tus pastillas—le dije abriendo mi bolso y buscando entre sus medicamentos—mierda—exclame fuerte cuando me di cuenta que hoy nos habíamos terminado todas las dosis, eso no era nada bueno tendría que hablar con Emmett.
― ¿Qué sucede?—pregunto en un susurro
― No te quedan dosis de pastillas, hoy te tomaste todas las que traía.
― Demonios, se me va a partir la cabeza—me dijo poniéndome inquieta, no soportaba que sufriera si en mis manos estaba evitarlo.
― No te preocupes ya tengo la solución—levante el intercomunicador del auto y hable con James—James, date prisa en llegar a mi casa.
― Si señorita Swan—respondió e inmediatamente acelero la marcha
― ¿Qué harás?—pregunto cerrando fuertemente sus ojos y conteniendo el dolor.
― Te llevare a mi casa, ahí tengo algún medicamento que te podría servir—el solo asintió y comenzó a dormitar.
Realmente me estaba preocupando, si bien los exámenes de Edward habían salido normales las crisis aun continuaban y eso no era bueno, no me podía imaginar que le pasara algo malo, seria… terrible. Mañana temprano hablaría con Emmett acerca de lo que está sucediendo si Edward estaba sano yo presentía que el problema erradicaba más en su mente que en su cuerpo. James en solo unos cuantos minutos llego a las puertas de mi casa, moví a Edward y el reacciono de inmediato.
― ¿Qué sucede?—me pregunto con voz adormilada, la distinguía de todas ya que la había escuchado muchas veces.
― Vamos—le dije tomándole el brazo, el no parecía incomodo—entremos a mi casa debo darte un analgésico.
― Está bien—dijo aun con la voz pastosa, salió perezosamente del auto y se encamino conmigo, al erguirse tomo su natural altura, unos buenos centímetros por encima de los míos.
Caminamos por el jardín y todas las luces de la casa estaban apagadas. Hoy hacia un frio tremendo por lo que papa y Kate se tienen que haber recostado temprano. Abrí la puerta cuidadosamente seguida muy de cerca por Edward, tenerlo dentro de mi casa era algo completamente nuevo, jamás me lo había imaginado aquí en mi estar o en el recibidor, mire hacia atrás y el observaba toda la casa pero no se veía alguna expresión en su rostro, me permití grabar esa imagen en mi mente ya que sabia tal vez jamás se volvería a repetir. Camine a oscuras por el estar, solo nos iluminaba la luz de la chimenea que estaba encendida.
― Ven sígueme—le pedí indicándole la otra ala de la casa, la que estaba bien alejada de los cuartos. Caminamos y entremos en la enorme cocina que había en mi nueva casa, estaba provista de lo jamás podría haber soñado. No prendí las luces ya que no quería despertar a mi padre y hermana.
― Linda cocina—me dijo mirando todo
― Gracias, esta casa la rente hace poco.
― Ah—dijo casi sin expresión, camino hacia donde estaba yo. Comencé a buscar en todos los cajones que tenía, sabía que en alguno había metido los mismos analgésicos que toma Edward, después de unos intentos infructuosos di con ellos.
― ¿y vives sola?—me pregunto sacándome de contexto, ¿quería saber algo de mí?... ¿además del sexo?
― No—respondí un poco nerviosa—aquí vive mi padre, mi hermana y yo—el solo escucho—bien ahora to…
― ¿y donde están?—volvió a interrumpir.
― En sus habitaciones, durmiendo, creo—solté aire y volví a la carga—aquí encontré los analgésicos, tómatelos por favor.
Puse las pastillas en su mano junto con un jugo de Durazno, el no dudo y se las llevo a la boca bebiendo también todo el jugo del vaso. Cuando termino me lo extendió nuevamente devolviéndome mi gesto.
― Gracias—me dijo con sus ojos clavados en mí.
― De nada—un zumbido interrumpió cualquier cosa que iba a seguir, era su celular. Me miro y luego su mano se fue al bolsillo de su pantalón, tomo el aparato y lo llevo hasta su oreja.
― Frederick—susurro al contestar—no, ya me fui de la oficina. Dile que espere hasta mañana, no me interesa—le dijo agitándose cada vez más, el pareció recordar en donde estaba ya que apretó sus puños y bajo al máximo el tono de su voz—no voy a decir como debiera esto pero dile a ese mal nacido que vaya a joder a otra parte, no me interesa quien sea Frederick ¿te recuerdo quien soy yo?—le pregunto alzando la barbilla en un tono altivo y orgulloso—que bueno que lo tengas claro, haz lo que te dije y no llames mas—le dijo cortándole la comunicación.
Apretó fuertemente el celular en su puño llegando a hacer crujir el aparato, me acerque rápidamente a él y puse una mano encima de su agarre, momentos como estos le producían sus constantes malestares.
― Ya basta—le pedí—aumentaras el dolor de cabeza—el escucho, soltó un poco el teléfono y lo guardo. Su rostro se volvió a crispar pero esta vez la expresión que tenía era de horror— ¿vez?, maldición, si sigues así tendré que llevarte al hospital—le dije poniendo una mano en su frente.
― No—me dijo deteniéndola—solo necesito calmarme.
― Eso está claro, ven siéntate aquí—le tome la mano y lo arrastre hasta uno de los banquillos del mesón, se sentó y hecho hacia atrás su cabeza. Tome uno de los paños limpios de la cocina y lo humedecí un poco. Cuando lo pase por su frente dio un pequeño respingo pero parecía que después disfrutaba con el frio del agua—mejor ¿verdad?—el asintió.
Estuvimos así unos minutos más, detuve el cuidado por la hora, era casi media noche, debía levantarme temprano.
― Ya es tarde, deberías irte—le pedí, el enderezo su cabeza y me miro con sus ojos, no me había dado cuenta pero estaba entre sus piernas, mi rodilla rozaba peligrosamente su entrepierna. Me puse nerviosa al percatarme del pequeño detalle, me hice hacia atrás pero sus manos cancelaron el intento.
― Antes—susurro enderezándose, movió su cabeza hacia mi cuello y lo lamio.
― Edward—susurre en la oscuridad de la cocina—empeoraras tu dolor.
― No lo creo—susurro contra la piel de mi cuello, el sentir su respiración en mi piel me hizo estremecer, la piel me quedo de gallina en todas las partes que el respiraba. Sus manos sujetaron firmemente mi cintura sin darme la posibilidad de escapar.
― Mi padre—le dije intentando que recapacitara pero ya mi cuerpo me pedía a gritos que continuara.
― Si no quieres que escuche entonces baja la voz—termino en un susurro haciéndome gemir nuevamente, sus manos subieron hasta mi espalda acariciándola por sobre mi blusa, algo pareció molestarle ya que con el ceño fruncido levando aquella y puso sus manos en contacto directo con mi piel, haciéndome gemir nuevamente. La clandestinidad de estos encuentros le daba un toque aun más placentero, la adrenalina que sentía cuando él me tocaba así en la oscuridad y en secreto me excitaba aun más.
― Esto está mal, nos pueden descubrir—susurre, una de sus manos bajo hacia mi muslo y comenzó a recorrerlo subiendo mi falda en el camino, sus dedos juguetearon con el elástico de mis medias que llegaban hasta el muslo, toco más arriba y alzo la mirada con sus ojos negros.
― ¿y esto?—me pregunto jugando con las ligas del portaligas nuevo que había comprado por consejo de Rosalie.
― Es mío—le susurre.
― Quiero verlo—me dijo poniéndose de pie
― No, Edwa—antes de que pudiera replicar me tomo en sus brazos y me sentó sobre el mueble de la cocina, sus ávidas manos subieron hasta mi cintura la falda dándole la vista que tanto ansiaba, sus dedos subieron lentamente por mis muslos despertando las terminaciones nerviosas que iba tocando. Cuando llego a la orilla del portaligas sonrió y deslizo sus dedos dentro del llegando a mis bragas, me estremecí cuando sus dedos rozaron mi centro. Mire su rostro y el parecía muy feliz por lo que estaba pasando—Edward, James te esta…
― Shhh—me dijo siguiendo con lo que se proponía, acaricio suavemente las líneas de mis bragas y comenzó a deslizarlas por mis piernas, cerré mis ojos e intente calmarme, él era el ninfómana no yo. Tenía que ponerle orden a esta situación, antes de que siguiera pegue un salto y me baje del mesón, el me miro sorprendido
― Edward no puedes hacer esto aquí, mi padre esta…
― ¿de verdad eso quieres?—me pregunto con una picara sonrisa—porque tu cuerpo no está de acuerdo—fijo sus ojos en mis pezones, me sonroje al ver que estaban completamente erectos, una clara invitación para que él los pellizcara hasta hacerme arquear.
― Si… si— tartamudeé me gire hacia el mesón no quería que el viera mi sonrojo, mala idea. Cuando menos lo espere Edward estaba pegado a mí, su entrepierna de amoldaba perfectamente a mi trasero, empujo hacia delante y un golpe de excitación llego a mi centro.
― ¿vez?, tu cuerpo habla por sí solo cariño—me estremecí al escuchar ese peculiar sobrenombre, hasta ahora no había recordado que Edward era británico y que tenía ese peculiar acento para hablar, mi nombre en sus labios sonaba diferente a todo el mundo además porque se veía hermoso cuando lo decía.
― Eres un— ¡maldito provocador! Le quería gritar pero su mano ahogo cualquier cosa que quisiera gritarle, la puso en mi boca acallando lo que quería gritar—shhh, guarda silencio cariño o nos descubrirán—su halito golpeo con fuerza en mi lóbulo, su lengua se apodero de el succionándolo y haciéndome perder en la sensación. El placer que sus caricias provocaban en mi fueron tan intensas que sin pensarlo lamí la mano que tenia sobre mi boca, el la aparto un poco pero la tome rápidamente y comencé a lamer cada uno de sus dedos.
― ¡Oh!... eso es— dijo disfrutando de mi caricia, sus caderas rozaban mas descaradas las mías haciéndome fantasear con la potente erección que escondían esos pantalones—bella— gimió aumentando el placer—pequeña— susurro contra mi oído.
Su mano bajo hacia mis bragas y de un solo tirón las saco, sentí la tela de estas rasgarse un poco pero no me importaba, estaba tan inmersa en el placer de sus caricias que unas bragas no arruinarían el momento, lo único que quería era que me lo hiciera aquí y ahora. Subió la mano hacia mi centro, mientras yo aun succionaba sus dedos, el contacto de la yema de sus dedos con mi centro fue abrumador. Mis manos se fueron contra la madera del mesón, tenía que afirmarme o me caería ahí mismo muerta por el deseo. Comenzó a juguetear con mi clítoris mandando corrientes eléctricas a todo mi cuerpo y despertándolo, al mismo tiempo, cada parte de mí ser deseaba ser tocada por él. Los gemidos comenzaron a salir de mi boca, el apretaba, masajeaba y pellizcaba mi centro cuantas veces se le antojaba, me tenia total y completamente arqueada y derrumbada psicológicamente por el placer, mi mente no concebía hilar dos palabras, definitivamente la clandestinidad le daba un plus diferente al encuentro.
― Edward—gemí fuerte y él me hizo callar
― Si vuelves a hablar fuerte parare y me marcho—me amenazo con voz sexy, era capaz de coser mi boca con tal de que continuara, reprimí todos los gemidos que amenazaban con salir, sus caricias comenzaron a bajar de ritmo hasta que saco sus dedos de mi ya empapado centro. Sus dedos estaban mojados por la intensidad de las caricias que me dio, seguí la trayectoria de su mano y esta se fue directamente hacia su boca, un nuevo golpe de excitación golpeo mi cuerpo, eso había sido lo más sexy que había visto.
― Sabes bien—pronuncio desarmándome por completo, este hombre sí que sabía dejarte lerda con solo unas palabras—me pregunto si— callo. Sus manos me tomaron de la cintura y me alzaron nuevamente hacia el mesón, sentándome. Miro hacia mi espalda y corrió unas cuantas cosas que habían detrás, me empujo hacia la mesa y no pude contener el gritito que salió de mi boca cuando su lengua lamio mi clítoris, me arquee fuertemente contra la madera y mordí mi labio inferior hasta casi romperlo para contener los gemidos que quería gritar—si es igual el sabor—dijo adentrando su lengua en mis pliegues.
¡Demonios! ¡Maldición! ¡Mierda!, gritaba incesante en mi mente, no sabía cómo mierda sacar toda la jodida excitación que tenía en este momento, mis uñas se enterraron en la madera de la mesa contuve todos los gemidos hasta que con el siguiente Edward me desarmo. Dos de sus dedos se introdujeron en mi, penetrándome primero lentamente para después ir subiendo el ritmo, la explosión se dio cuando el agrego su lengua. Me penetro, lamio, succiono todo lo que pudo, mi espalda estaba en un verdadero arco, no podía bajarla al suelo porque cada vez que intentaba dejar de sentir esto el me sorprendía con una nueva lamida que me hacia volver a mi ya estado original.
― Edward, no aguantare—le dije jadeando en voz baja, mis caderas se movían al mismo ritmo de su cabeza en mi centro. Mire sus ojos y estaban negros de tanto que disfrutaba tenerme así, a su merced. Unas pocas envestidas mas y el ritmo paso a frenético, sus dedos se movían como locos, su lengua trabajaba rápidamente.
― Vamos Bella, vente—me provoco—quiero ver cómo te corres—me dijo y solo esas palabras mandaron lo poco que necesitaba para que mi orgasmo se desatara, me convulsioné con fuerza sobre la mesa y el absorbió todo lo que mi orgasmo produjo. Mi respiración era frenética al igual que los latidos de mi corazón, me quede estática en la mesa intentando tranquilizarme. Edward dejo de lamer y saco sus dedos. Sentí sus paso llevarlo hacia donde estaba apoyada mi cabeza—exquisita— susurro rozando su nariz con la mía—ahora tengo la certeza que soñaras conmigo—agrego— me tengo que ir cariño, nos vemos mañana Bella—susurro contra mis labios, me beso aun con más pasión que la de antes, pude sentir aun en su boca mi propio sabor, aunque parecía imposible me sentí nuevamente excitada por esa acción
― Edward—lo llame intentando ponerme de pie, solo conseguí apoyarme en los codos mirarlo, se paro en la puerta de la cocina y me dio una pervertida mirada.
― Un privilegio verte así—me dijo mirando mi cuerpo aun expuesto para el—no te preocupes que ya me imagino cómo salir. Lo bueno de todo es que el dolor ya paso, tus medicinas son geniales—me dijo haciéndome sonrojar—buenas noches—susurro cuando iba saliendo por la puerta, eche mi cabeza hacia atrás y solté un enorme gemido— ¡Ah! Y algo mas—volvió para agregar, me levante nuevamente—me gustan los ligueros en ti, te vez endemoniadamente sexy—me guiño un ojo y se fue.
La boba sonrisa de siempre se apodero de mis labios, ¿Qué me estaba haciendo?, así parecía tan abierto, tan humano, tan Edward… que nada hace presagiar sus cambios de humor. Me baje con una pereza enorme, a pesar de que no habíamos hecho nada tan "físico" me dolía el cuerpo, las constantes arqueadas y la fuerza con la que me aferre a la mesa hicieron que mis músculos dolieran, arregle mis ropas y Salí hacia el living. La chimenea seguía encendida y dándonos todo el calor que necesitáramos, me acerque a la ventana y Edward estaba contemplando la casa, uno segundos más tarde se subió al auto y partieron. Me deje caer por la ventana y suspire.
― Me volverá loca de tanto placer—bufe—y una ninfómana—me reí de mi misma.
Me levante, ordene y limpie el desastre, borre cualquier huella que haya quedado de este fugaz encuentro en mi nueva casa. Cuando ya todo estaba listo me fui a la cama, contenta, feliz y mas que saciada, ese hombre sabia como hacerme pensar en él y tenía razón, esta noche si soñaría con el de eso estaba segura.
El otro día no fue muy diferente al anterior, Edward parecía obsesionado con verme llegar o tal vez con darme placer ya que en reiteradas ocasiones fui presa de sus manos o de su lengua, cuando ya no aguantaba más me bajaba de donde estuviera y arremetía contra él, terminábamos haciendo el amor salvajemente. Cuando dieron las 7 de la tarde Edward término con lo que hacía, este día tendría que pasar de estar con él después del trabajo ya que Kate tenía que llevar unas cosas y debía pasar por ellas. En un extraño gesto Edward me dijo que fuera con James pero desistí, no quería que nadie me viera de compras en el auto de mi jefe… o el de tu amante susurro mi mente.
Nos despedimos a regañadientes por parte de los dos y me fui. Tome el metro hacia el centro y camine buscando lo que necesitaba mientras iba por una de las callecitas consultando negocios me pare en seco al ver quien estaba en frente mío.
― Pero que sorpresa más grande—me dijo con su voz alcolisada—pero si es mi hija, la pequeña Bella—dijo con desdén en sus palabras
― Carmen—susurre
― La misma que viste y calza querida, veo que me abandonaron los mal nacidos ¿A dónde se fueron? ¿a un acilo?
― Eso no es asunto tuyo, ahora déjame pasar—le dije intentándola esquivar
― No tan rápido princesita—me dijo jalándome del brazo contra la pared. Mi espalda choco dura contra el concreto. Jadee cuando el dolor se apodero de aquella parte.
― ¿Qué demonios quieres?
― ¿Qué crees? ¿Dónde está mi hija?
― ¡tú no tienes hija!—le grite, como una maldición nadie pasaba en estos momentos por la calle como para pedir ayuda
― Claro que si, esa perra que es igual a ti, dime donde esta quiero que se venga conmigo
― ¡eso ni lo sueñes! ¡zorra!—le grite empujándola ella se tambaleo pero rápidamente se recupero
― A mí no me digas así, maldita bastarda ahora ¡dame dinero!
― No lo hare
― ¡dámelo hija de puta! O te lo quito
― Déjame en paz—intente huir de ella pero fue imposible, con una fuerza que solo se la daba el alcohol me puso contra la muralla y me registro a fuerzas, los manotazos y arañazos iban y venían, uno de sus puños golpeo mi mejilla haciéndome caer al suelo, sentí de inmediato el liquido caliente emerger de mi piel
― Mierda—grite pasando mis manos por la boca, sentía el palpitar de mi labio y el ardor de mi mejilla
― Eso es lo mínimo que te hare maldita y te lo vuelvo a decir tendrás que entregarme a Kate o te juro que te mato
― No lo hare ¡perra maldita!—le grite y con su pie pateo mi abdomen haciéndome retorcer de dolor.
Registro mi cartera y saco mi dinero, sonrió con malicia desapareciendo en las calles de la ciudad. Intente ponerme de pie como pude, tome mi celular y llame a la única persona que me podía ayudar.
― Rosalie—susurre jadeante
― ¿Bella? ¡Bella! ¿Qué demonios pasa? ¡Bella!—grito asustada por mi tono de voz
― Carmen salió de la cárcel—jadee aun sin recuperarme del golpe en mi abdomen—me la encontré… en la calle, ven por mi—le pedí casi sin aire
― Si voy enseguida ¿Dónde estás?
― En la calle Frucktuke—ya no podía hablar más, solté un jadeo y me quede tendida en el piso, escuche a Rose maldecir y cortar la llamada.
Quince minutos después Rosalie llegó a salvarme, le pedí de favor que me llevara a su casa, por la cara que puso sabía que estaba en lo correcto el golpe en la cara no iba a pasar desapercibido.
― ¡mierda!—exclame cuando paso el algodón con antiséptico por mi herida
― Esa maldita perra, si me la encuentro la estranguló—dijo curándome, se veía visiblemente afectada, las lagrimas las tenia al borde de escapar.
― Tranquila, llamare a la policía y notificare de este ataque. Espero ellos hagan algo—le dije maldiciendo nuevamente, la mal nacida me había reventado parte del labio y dejo mi mejilla muy morada además de un enorme moretón en mi abdomen.
Me mire al espejo y casi me retorcí al ver mi reflejo esperaba que mi padre y hermana no se dieran cuenta tan rápido de lo que había sucedido. Con la ayuda de Rose me maquille lo que más pude y regrese a casa, me arrepentía de no haber aceptado la oferta de Edward de ir con James a comprar. Al día siguiente Salí lo más temprano que pude de mi casa, deje todo listo y un papel en la mesa para mi familia, mientras caminaba me puse mis lentes de sol y me mire a un pequeño espejo.
― Demonios, se ve peor—dije con desgana, puse un poco mas de base sobre el moretón y camine segura de mi, esperaba que Edward con lo poco que me mira realmente a la cara no se enterara tan rápido.
Llegue a la casa y como era de costumbre me recibió Will.
― Buenos días Señorita Swan, ha llegado temprano—pase con mi cabeza mirando hacia otra parte.
― Buenos días Will, si me vine antes ¿el señor?—pregunte
― El Señor Cullen aun está en su habitación, pero si gusta puede pasar. —me estremecía pensar que este hombre supiera lo que había entre nosotros.
― Gracias—asentí y comencé a subir las escaleras.
Primero lo hice rápidamente para perderme de la vista del hombre pero a medida que avanzaba mi ritmo se fue aminorando. Tenía que estar confiada él no lo notaria, además Edward no se fijaba mucho en mi cara, a él solo le importaba mi cuerpo, acepte con mucho pesar. Gire la manilla de la puerta y entre. La habitación estaba vacía y se escuchaba bulla desde el baño, Edward se estaba duchando. Me senté en uno de los cómodos sillones de su sala de estar, saque el espejo que traía en mi bolsillo y mire nuevamente mis golpes, esperaba que nadie lo notara pero sabía que era imposible. El sonido del agua seso y Edward salió por la puerta completamente desnudo.
― ¡dios!—dije tapándome los ojos, lo había visto innumerables veces desnudo pero aun me daba algo de vergüenza.
― Lo sé—me dijo con sobrancia, me miro divertido y comenzó vestirse—llegaste temprano—me dijo, me miro nuevamente y sus ojos se clavaron en mi rostro, sentí como una gota de sudor atravesó mi espalda ¿me abría descubierto?, Frunció un poco el ceño y continuo vistiéndose.
― ¿hoy tienes mucho trabajo?—le pregunte intentando sacarle otro tema, el solo asintió. Cuando estuvo listo se acerco a mí, me puse de pie en un solo respingo. ¡demonios! Ahora sí que estaba perdida.
― Bella ¿Por qué estas…?—comenzó a hablar, sus ojos viajaron de los míos hacia mi mejilla ¡maldita sea! Se dio cuenta. Su expresión se volvió dura, mire atentamente cada uno de sus movimientos y estos parecían embrutecidos, con un rápido movimiento se llevo un dedo a la boca y lo humedeció. Mi boca soltó un quejido de desesperación, el había notado los golpes y yo tan estúpida pensé que no lo haría. Su húmedo dedo se deslizo con suavidad por mi cara sacando parte de la base y dejando a la vista mi moretón, sus dedos viajaron hasta la herida que tenía en la boca, sus ojos se estrecharon y comenzó a hablar
― Edward… yo—intente replicar
― ¿Quién demonios te hizo esto?—me pregunto con la voz ronca y la mandíbula apretada la mano que tenía en mi boca bajo, seguí la trayectoria, cuando llego abajo su puño se apretó con fuerza, no entendía su reacción ¿se había molestado?
― No es asunto tuyo—le dije escondiendo mi mirada, intente alejarme pero él me sujeto.
― ¡Dime quién demonios te hizo esto!—me pregunto con un tono fúrico, mi respiración se entrecorto donde no sabía que responderle, no tenía idea, mi mente estaba completamente en blanco. Unos golpes en la puerta distrajeron mi atención pero la del seguía puesta en mi. Comencé a pensar pero nada se me ocurría.
― Sr. Cullen— Will entro por la puerta y sentí un alivio, a Edward se le crispo el rostro.
― ¡VETE AL DEMONIO WILL, NO VUELVAS A ENTRAR!—grito enfurecido, ambos saltamos por su reacción, Will cerró la puerta pálido por la reprimenda de Edward, trate de retroceder unos cuantos pasos y me encontré acorralada en la muralla—responde—hablo un poco más bajo pero aun sentía la ira en su voz.
― Me… me asaltaron… ayer—le mentí, el estrecho nuevamente sus ojos y maldijo entre dientes.
― Te dije que fueras con James a comprar, mujer terca—asentí aun pegada en la muralla, el se giro y comenzó a avanzar hacia la puerta—desde ahora en adelante te irás y vendrás con James todos los días—sentencio, aun tenía miedo, mis piernas flaquearon por verlo tan enojado, debe odiar los asaltos o a los ladrones como para ponerse así. Abrió la puerta de la habitación y se giro para hablarme—hoy, Emmett irá a tu casa a revisarte, no aceptare un no por respuesta, espérame en el comedor que bajare enseguida—me dijo extendiendo la puerta para que saliera. Corrí afuera con el corazón en mis manos, me metí al baño que estaba en el segundo piso a intentar calmar mi respiración. Si me hubiera sentido tan intimidada por su carácter explosivo le habría recriminado sus ordenes pero ni eso alcance a hacer.
Me lave el rostro y me retoque todo el maquillaje baje hacia donde tenía que esperarlo, Will aun con la cara descompuesta me recibió con un intento de sonrisa. Edward llego al cuarto de hora después, desayunamos en silencio y el día comenzó como siempre. Ese mismo día Emmett nos visito en la casa, Rosalie estaba ahí también, quería saber cómo andaba todo.
― Hola Bella—me saludo Emmett alegre desde la puerta, lo salude con un abrazo que me hizo arrepentirme de inmediato, me retorcí cuando el solo oprimió un poco mis costillas.
― Es peor de lo que Edward me dijo, necesito examinarte—me miro preocupado. Entramos a la casa y Rosalie conversaba animadamente con mi padre, el ceño de mi amiga se frunció de manera graciosa al ver a Emmett
― Y ¿este jovencito quién es?—pregunto mi padre y los tres nos miramos sin saber que responder, papa no podía saber que Emmett era doctor porque o si no sospecharía, mire a Rose y ella a mí, el segundo pareció eterno pero ella reacciono más rápido que yo.
― ¡Es mi novio!—grito en medio de la estancia, Emmett me miro con sus ojos ensanchados.
― ¿tu novio?, no me dijiste que tenias algún pretendiente Rose—le dijo mi papa contento por la "noticia".
― No Charly lo siento—se acerco a Emmett y lo tomo del brazo. El la miro aun mas sorprendido, Rose le dio una mirada de "sígueme el juego", ella le apretó suavemente el brazo y mi amigo reacciono.
― ¡Oh!, perdón que mal educado, Emmett McCarthy Señor.
― Emmett, mucho gusto, Charly Swan.
― Es un placer conocerlo, Rose me ha hablado mucho de usted—mintió con una gracia increíble, debería agradecerles eternamente este favor.
― Bueno mi amor—dijo Rosalie con burla—ahora vamos para que veas el color de la habitación de Bella es así como quiero la mía.
― Claro que si bebe, vamos—le dijo siguiéndole el juego. Ambos se dirigieron a mi habitación y yo los seguí, cuando nos perdimos en el pasillo junte la puerta dándonos privacidad. Ambos miraban un extremo de la habitación son sus brazos cruzados y con expresiones de molestia.
― ¡perdón!—les pedí— ¡discúlpenme! No había pensado en este problema
― Bueno. Da igual yo no me enojo por hacerme pasar por el novio de la rubia—dijo Emmett con burla a lo que Rose bufo
― Ya quisieras grandote, ya quisieras—dijo Rosalie con suficiencia.
― Está bien, a lo que he venido. Bella recuéstate por favor.
El examen de Emmett fue completo cuando vio mi estomago casi se puso blanco de la impresión, tenía un hematoma gigante en la barriga
― Demonios Bells—susurro mientras palpaba el moretón
― Lo sé, pero no fue por que quise—me defendí con una sonrisa
― Claro que no, fue por esa— dijo Rose, la hice callar sin que Emmett lo notara—por esos malditos ladrones.
― Tienes suerte que no te mataran Bella.
― Lo sé—Emmett me receto unos analgésicos y me mando a tomar rayos X, mientras hablábamos el móvil de Rose sonó.
― Bueno amiga me tengo que ir, mi coche ya lo tienen listo en el taller—se le había salido una manguera hoy en la mañana.
― Bien, gracias por venir.
― Yo también me voy—dijo Emmett guardando sus cosas—tomate los analgésicos y procura descansar.
― Si gracias por venir Emmett.
― ¿para dónde vas rubia?—le pregunto Emmett
― Al centro, pero no es asunto tuyo.
― ¿y andas sin coche? Vamos yo te llevo—dijo mi amigo, Rose dudo un poco pero de mala gana acepto, ella odiaba caminar.
Todas las visitas se fueron y los analgésicos dieron paso a un sueño reparador, uno que necesitaba después de todo esto. Al otro día todo fue un desastre, por suerte los moretones se tapaban mejor con el maquillaje, Edward colapso en el trabajo se desmayo en el medio de una junta de accionista. El caos se desato ya que nadie sabía cómo reaccionar solo yo. En cosa de segundos lo llevaron hacia su oficina y lo examine, esta vez la crisis fue más corta ya que despertó a los pocos minutos. A pesar de sus reclamos le dije que tendría que irse a descansar, llame a Emmett y el me dijo que se dirigiría de inmediato a la casa. Tome a Edward casi de las greñas y lo arrastre hasta el auto, a regañadientes se subió pero no reclamo mas.
Llegamos a la casa casi a la hora de mi antigua partida, a las seis de la tarde, porque desde que comenzaron nuestros encuentros yo me iba mucho mas tarde de lo que salía. Will nos recibió, yo traía a Edward del brazo apoyándolo casi en mi cuerpo, el mayordomo nos miro curioso.
― Sr. Cullen—dijo Alarmado
― Will viene saliendo de un desmayo y creo que viene otro en camino ayúdame a subirlo a su habitación.
― Si—respondió de inmediato el hombre, lo tomo del otro brazo y juntos lo llevábamos hasta su habitación. Lo dejamos suavemente encima, le quite los zapatos, la chaqueta y desabotone los primeros botones de su camisa.
― Will dile a una de las mucamas que me traiga una fuente con agua y compresas.
― Si señorita—el mayordomo salió de la habitación
― Odio cuando esto sucede—me dijo en un susurro, aun tenía sus ojos cerrados
― Yo también, odio verte así.
― Soy un maldito débil—se dijo a sí mismo.
― ¡hey!, no seas tan duro contigo además vele el lado positivo te libraste de la junta y del libidinoso de Aro—le dije ganándome una hermosa sonrisa en su rostro, ¡dios! Le tendría esa sonrisa siempre en la cara.
― Si, tienes razón además—abrió un poco sus ojos—aquí puedo besarte—me dijo haciéndome desfallecer, mis piernas temblaron por sus palabras y mi estomago exploto en mariposas. Sus dedos por primera vez los sentí tiernos sobre mi piel, acariciaron la mejilla que tenia aun dolida, me acerque a él sin dudarlo sus labios se entreabrieron esperándome, roce su boca con mi lengua y sentí como su cuerpo reacciono, se estremeció por completo, una risa se soltó de mis labios. Un golpe en la puerta nos interrumpió, salte afuera de la cama y Edward bufo.
― ¡Emmett!—dije saludando al doctor que venía entrando
― Hola, ¿Cómo estas Edward, Bella?
― ¿Cómo me vez?—le dijo haciéndome reír un poco, había notado que ahora Edward se notaba más expresivo, hasta el sentido del humor le había descubierto.
― Mal, déjame decírtelo. Bien te examinare.
Emmett comenzó con su examen, mientras él trabajaba en Edward mi teléfono móvil sonó. El número era desconocido, mire a Edward y estaba hablando con Emmett, tome el teléfono y conteste.
― Si quieres volver a ver a la perra de tu hermana, ven al antiguo departamento, si le dices a alguien la mato. —la voz de Carmen retumbo en mis oídos, tenía a Kate… pero eso no podía ser, ¡no podía! El tono de colgar salió, corte y marque rápidamente a mi casa.
― ¡papa!—grite intente calmarme, mi padre no podía verme nerviosa—hola papa
― Hola pequeña ¿Cómo estás?
― Bien papa, dime ¿Kate esta por ahí?—di que si, di que sí.
― No Bella, me extraña que aun no haya regresado, tiene que haberse quedado en alguna parte con una amiga—un silencio me atravesó de pecho a espalda.
― Si… si—tartamudee— eso debe ser, bueno papa nos vemos en la noche.
― Nos vemos—me dijo y colgó.
Mi cuerpo sintió los estragos del panico, Carmen tenia a mi pequeña Kate y tan loca como estaba es capaz de matarla. Sentí unos ojos en mi piel, mire hacia enfrente y Edward estaba mirándome atentamente, trate de retener las lagrimas de desesperación e intente calmarme.
― Edward—le dije, Emmett me miro divertido el aun no sabía que nos tratábamos de tu—tengo que irme—él se enderezo
― ¿sucede algo?- pregunto con semblante preocupado, examino mi rostro, intente no mirarlo para que no descubriera la ansiedad que tenia por salir corriendo.
― No, solo un problema familiar- mentí
― Bien, ve entonces—me extraño que fuera tan considerado, antes jamás me habría permitido salirme un poco más temprano, en esos gestos me daba cuenta de que Edward había cambiado.
― Nos vemos mañana—le dije y salí corriendo de la habitación.
El camino se me hizo eterno, Salí corriendo de la casa de Edward y anduve lo más rápido que mis piernas me permitieron, estaba asustada, segada por el miedo, tenía un pánico enorme y no podía reprimirlo. Media hora después de correr a todo lo que pude llegue al edificio en donde vivíamos, el barrio seguía aun de malo, estaba lleno de drogadictos, asesinos y proxenetas. Camine lentamente por las escaleras hacia el piso en donde vivíamos, sentía el corazón bombearme en los oídos, mis manos temblaban por miedo de que algo le sucediera a mi hermana. Llegue a la puerta y estaba abierta, con todo el valor que sentía dentro entre sin mirar a atrás.
― ¡Kate!—grite— ¡Kate! ¿Dónde estás?—sin medir las consecuencias entre y la busque en todos los cuartos, cuando volví a la sala de estar me estremecí al ver quien estaba de pie esperándome.
― Tonta Bella, siempre he pensado que eres una maldita imbécil— me dijo y comprendí de inmediato que Kate no estaba aquí, ni siquiera la habían secuestrado.
― ¿Qué demonios quieres Carmen?—le pregunte con rabia
― ¿Qué quiero?—rio muy fuerte— ¡verte muerta!—me dijo y balanceo un bate de beisbol que tenía en sus manos. Trague saliva temiendo que no saldría bien parada de aquí.
― Que interesante, el sentimiento es mutuo—le dije burlándome de ella, tenía que ser valiente, ¡vamos Bella tu puedes!
― Maldita engreída, siempre fuiste igual. Te creías la gran cosa ¿no?, pero no eras nada ¡nada!, ni siquiera la mal parida de tu madre era buena, si ni te aguanto a ti, vienes de una mala fabrica—se burlo, mis puños se apretaron y sentí la rabia fluir de mi sangre.
― ¡eres una maldita zorra!—le grite enfurecida.
― Lo sé, ahora esta maldita zorra te partirá el cerebro así que dile adiós a tu bello hogar.
Me dijo Alzando el bate, pensé en mi padre, en mi hermana, en Rosalie…. La cara de Edward se apareció en mis pensamientos, tan clara y vivida, Edward, susurré en mi mente. Carmen se abalanzó hacia mí para atacarme, sabía que si no me defendía no volvería a ver a ninguna de esas personas.
Carmen arremetió contra mí, esquive un golpe con el bate y tome lo primero que pille, un sartén. Con mi nueva arma la comencé a atacar, ella esquivaba todos mis golpes.
― Nunca serás lo suficientemente buena para nadie—decía mientras me intentaba golpearme como loca—tú y tu familia se van a morir—me amenazaba constantemente.
Intente refugiarme detrás de los vigones pero ella seguía golpeando como si su vida dependiera de ello, y sabía que era así. Corrí hacia donde habían unos muebles y los tire al suelo, sin darme cuenta me caí con algo en el suelo y Carmen se aprovecho de ese momento.
― Ahora morirás ¡maldita!—grito y me golpeo con fuerza bruta en la espalda, un grito desgarrador salió de mi boca, las lagrimas saltaron solas de mis ojos— ¡perra, perra, perra!—decía mientras me golpeaba por todo el cuerpo. Me dolía hasta la última partícula de mí ser. Me retorcía en el suelo incapaz de escapar, lloraba, gimoteaba, jadeaba pero nada parecía ablandar el corazón y la locura de esta mujer.
Mi conciencia poco a poco se fue perdiendo, mientras sentía los múltiples impactos en mi piel recordé los rostros de mi familia, mis amigos… el rostro angelical de Edward…, si tan solo…. Tan solo…
Antes de que pudiera seguir pensando mi conciencia se apago volviendo todo oscuro. A lo lejos sentía una voz que me llamaba pero no era capaz de responder me deje llevar por el silencio y por la oscuridad que me abrazaba…
No supe nada más…
Ebys Cullen- .
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Re: "CORAZON DE HIERRO"(18+) COMPLETO
ooohh Ebys no puedes dejarnos asi por Dios esta buenisima!!!!!
gracias Lindaaa
cariños Nejix
gracias Lindaaa
cariños Nejix
Nejix- .
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Re: "CORAZON DE HIERRO"(18+) COMPLETO
Nejix escribió:ooohh Ebys no puedes dejarnos asi por Dios esta buenisima!!!!!
gracias Lindaaa
cariños Nejix
Baje 2 cap linda Nejix... y justo quedo ahí, te juro que no fue intencional.
Perdon por la demora... pero ya estoy a full y voy por el 5to cap de mi finc (ya lo estoy promosionando ja ja ja)
Perdon por la demora... pero ya estoy a full y voy por el 5to cap de mi finc (ya lo estoy promosionando ja ja ja)
Ebys Cullen- .
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Re: "CORAZON DE HIERRO"(18+) COMPLETO
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
tienes que subir el otro capitulo!!!
quedo pero justo ahi!!!
cariños cuidate
qamii
tienes que subir el otro capitulo!!!
quedo pero justo ahi!!!
cariños cuidate
qamii
Qamiila Quinteros- .
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Re: "CORAZON DE HIERRO"(18+) COMPLETO
omg!!!!!!!!!!!!!.......what happen next???????.....muero!!
Jane- .
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Re: "CORAZON DE HIERRO"(18+) COMPLETO
Historia Beteada por Gabriela (- Lady Ava'dore-)
Los personajes le pertenecen a Stephanie Meyer, y la historia es de propiedad de Tiwii... a quien agradezco enormemente que me alla dado su permiso para poder públicar está historia MARAVILLOSA... MIL GRACIAS TIWII
Los personajes le pertenecen a Stephanie Meyer, y la historia es de propiedad de Tiwii... a quien agradezco enormemente que me alla dado su permiso para poder públicar está historia MARAVILLOSA... MIL GRACIAS TIWII
10. INVIRTIENDO LOS PAPELES
La oscuridad era todo lo que podía apreciar, estaba inmersa en un oscuro lugar del cual no podía salir. Sentía a la distancia como voces familiares y desconocidas me llamaban pero no podía decirles si, aquí estoy, viva aun. Mi cuerpo no respondía, parecía muerto pero mi mente aun seguía trabajando. No sé cuánto tiempo paso pero el dolor seguía allí, aunque luego de millones de minutos no sentí mi cuerpo y al fin pude descansar. Desperté no se cuanto después, mi inconsciencia aun seguía nublando mis sentidos, la oscuridad me comenzaba a poner nerviosa, no podía ver solo oía algunas cosas a la lejanía como mi nombre, sentía que una voz me llamaba pero no lograba distinguir de quien era. Intente abrir mis ojos cuando esta me estaba llamando pero nada sucedía, mi cuerpo no respondía ni tampoco mi boca.
¿Qué estaba pasando?, no recordaba porque estaba así, tal vez tuve un accidente y estoy en coma o quizás andaba en un bus y me caí golpeándome la cabeza, no lo sabía pero era algo que me encantaría averiguar. Paso no se cuanto tiempo y nuevamente sentía una voz que me llamaba pero esta vez era un poco más clara, bella, bella, Isabella. Claramente aquel ser que pronunciaba mi nombre me conocía. Sentí un tacto, algo que me imaginaba debía ser una mano pasaba por mi cabeza y mis labios, la piel que rosaba la sentía estremecerse por lo frio de sus dedos, ¿Quién sería?, ¿sería la misma persona que me llamaba?, mas preguntas sin resolver. Cuando menos lo espere algo suave y cálido presiono mis labios y luego mi frente, ¿Qué será?, me sentí ansiosa como si el mundo dependiera de lo que estaba pasando ahora, ¿Quién era?, quería gritar, quería saber pero no podía, ¡esta conciencia que no quería despertar! Intente calmarme, no sacaría nada poniéndome nerviosa, debía estar tranquila sabía que tenía que despertar, no… no lo sabía, no sabía si iba a despertar pero tenía que hacerlo confiaba en que así sucedería.
¿Voces?, si, eran voces cada vez más claras, estaba despertando de eso estaba segura. La luz se coló por mis ojos, intente pestañar pero era demasiada intensidad ¿Por cuánto había estado así? Parecían años.
― ¿Bella?— exclamo la conocida voz de Rose— ¡despertó! ¡Bella despertó!— grito con su inconfundible voz. intente sonreír pero sentía mi cara adormilada.
― ¿Rosalie?— conseguí decir, abrí mis ojos y me encontré con una habitación vacía, mire hacia los lados y estaba en un hospital de eso estaba segura. Sentí nuevamente los gritos de mi amiga en el pasillo pero cada vez haciéndose más fuerte, debía de estar acercándose
― ¡Emmett! Despertó mírala, mírala— le decía levante el rostro y tenía a tres personas observándome, Emmett, Rosalie y Edward.
― ¿Edward?— le llame, mire sus ojos y estos se veían extremadamente oscuros, tenía grandes ojeras y su rostro se notaba muy demacrado, la incipiente barba me decía que he estado así por más de una noche— ¿Qué paso?— pregunte al que me quisiera responder, Rosalie me miraba con lagrimas corriendo por sus mejillas, Emmett la aparto un poco y se acerco para hablarme, Edward se quedo mirándome desde la punta de la cama, estaba muy atento de lo que decía.
― Hola— me saludo Emmett
― Hola—susurre débilmente
― ¿sabes cómo te llamas?— me pregunto
― Bella— le respondí
― Bien cariño, ¿sabes donde estas?
― En un… hospital
― Si, ¿sabes porque estás aquí?
― No— le dije y gemí por un dolor que se produjo en mi espalda— ¿Qué demonios me paso?— pregunte con la voz un poco más clara.
― Carmen salió de la cárcel— Rosalie me respondió de un poco más atrás, inmediatamente los recuerdos espantosos vinieron a mi mente, Carmen, yo, el departamento, el bate de Béisbol, Kate…
― ¡KATE!— grite casi llorando por el dolor que producía— ¡mi hermana! ¿Dónde está mi hermana?— comencé a preguntar segada por el miedo.
― Tranquila Bella, Kate está bien. Carmen te tendió una trampa
― Dios— susurre intentando calmarme— ¿pero cuanto a pasado?
― Llevas 2 días inconsciente
― ¿dos días? ¡oh por dios!, papa debe estar muriendo.
― El no lo sabe— agrego Rosalie— no sabe que estas aquí
― Pero ¿Cómo?.. ¿Qué le dijeron?
― Tu je…— Edward miro a Rose con el ceño fruncido— Edward…— cambio— Edward invento que ustedes habían tenido que ir de viaje así que yo me fui a quedar a tu casa, de hecho ahora me escape para venir a verte Bella.
― ¡dios mío!, esto es una locura— cerré mis ojos
― ¿Cómo te sientes Bella?— pregunto Emmett— ¿sientes dolor?
― Algo, siento como si una aplanadora hubiera pasado por mi cuerpo, ¿estoy muy mal?— pregunte y todos se miraron, ahí estaba mi respuesta— el que calla otorga— les dije intentando reír.
― Mírate por ti misma— me dijo Rosalie, me extendió un espejo y lo tome, cuando mire mi reflejo casi me desmaye nuevamente.
― ¡maldita hija de…!— no alcance a terminar cuando el aire escapo de mis pulmones— dios mío casi me partió la cara.
Mi reflejo mostraba el evidente daño que había hecho en mí, tenía la cara amoratada, los ojos hinchados y la nariz prácticamente doblada, estaba hecho un desastre.
― Demonios, nunca me he preocupado por esto pero me veo horrible— les dije sacándole una sonrisa a todos, inclusive a Edward.
― No te preocupes que después todo desaparecerá, pero necesitamos tiempo— dijo Rose
― Maldición— bufe— pero ¿Qué paso con Carmen?
― Esta detenida— la voz aterciopelada y varonil de Edward irrumpió en la habitación— ella fue arrestada y no saldrá jamás de la cárcel.
― ¿está nuevamente presa?— le pregunte con cierta emoción, para mí eso era un completo alivio.
― Si, ya no tienen de que preocuparse— me dijo haciéndome sonreír.
― Gracias— respondí mirándolo directamente a los ojos.
― Bien Bella, ahora necesito examinarte, ¿podrían esperar afuera por favor?
― Claro— le respondió Rosalie, se acerco a mí y beso mi frente— volveré enseguida amiga, te quiero— susurro en mi oído
― Y yo a ti— le dije antes de que se apartara, Edward me miro una vez mas y suspiro, salió de la habitación junto con Rose.
― Bien, ahora veremos como estas. ¡nos diste buen susto!— dijo tomando su estetoscopio y poniéndoselo para escuchar
― Lo siento.
El examen de Emmett duro bastante, por lo que le me decía tenía una costilla rota, múltiples hematomas y lo más grande era un golpe en mi cabeza, me había partido la frente la muy desgraciada. Cuando termino de examinarme abrió la puerta y Rosalie estaba parada en el marco pero Edward no apareció, ella entro hacia la habitación, miro a Emmett y este comenzó a hablar.
― Bueno nena— le dijo y solté una risita me arrepentí de inmediato ya que todo mi cuerpo dolió en un solo movimiento.
― ¿nena?, ya te dije que odio que me llamen así— le dijo mi rubia amiga con el ceño fruncido, ¿Qué demonios pasaba entre estos dos? Emmett sonrió y siguió hablando sin tomarle atención.
― Bella tiene una costilla rota, moretones y hematomas por todas partes y un enorme golpe en la cabeza que requiere cuidado.
― Dios, pero ¿se podrá bien?
― Claro que sí, ya despertó que eso era lo que más me preocupaba, lo demás sanara
― ¿Cuánto me demorare en estar bien?—
― Creo que una o dos semanas como máximo
― ¡dos semanas!, demonios Emmett no tengo ni dos días— me queje— mi papa no se creerá la mentira del viaje.
― Es nuestra única opción— dijo Emmett— además el se la creerá mas si te escucha a ti decirlo— saco de su bolsillo su celular
― ¿quieres que lo llame?— le pregunte incrédula
― ¡claro! Es verdad que no se lo tragara, yo acompañe a Rose a decirle que ibas de viaje con Edward y te aseguro que no le gusto nada de nada.
― ¡demonios!— dije tomando el aparato, marque el numero de mi casa y de inmediato contesto mi padre.
― ¿Bella?— dijo sin ni siquiera escucharme
― Hola papa…
― ¡BELLA! ¿Cómo demonios sales de viaje así de repente? ¡no sabes lo que hemos estado pasando por tu ausencia! ¡nos preocupamos mucho! ¿Dónde carajos estas?
― ¿Qué dónde estoy?— pregunte mirando a Rose
― En…— Rose me susurro la respuesta— En Australia
― ¿Australia?
― Si, el señor Cullen tiene negocios acá y es por eso que tuve que acompañarlo de urgencia uno de ellos pendía de un hilo
― Ah— exclamo sin emoción— bueno eso explica las prisas, pero de igual manera dile que no te haga viajar así de repente, dile que tienes una familia que se preocupa por ti— rodé los ojos, sabía que la tenia pero a veces mi papa exageraba un poco con los cuidados aunque entendía el motivo— además ¿Cómo lo harás con tu vestuario? Ni siquiera te llevaste ropa.
― Rosalie tiene que hacerme la maleta ya que los asistentes del señor Cullen viajaran mañana así que ahí me traerán mis cosas, pero no te preocupes por ahora está todo cubierto.
― Qué bueno, le diré a Rose cuando vuelva que prepare tu maleta pero dime ¿Cuándo volverás?
― No lo sé, creo que podría ser en una semana pero aun no estoy segura.
― ¡una semana! Dios Bella, ese hombre te explota— gruño mi padre enfadado
― Si yo también lo pienso, bueno papa me tengo que ir, cuídate mucho y dale besos a Kate de mi parte, los llamare a penas pueda
― Cuídate Bella, te amamos. Hasta pronto
― Yo también, Adiós— colgué.
Solté un sonoro suspiro, Edward entro en la habitación algo distraído parecía estar pensando muchas cosas.
― Bueno— continúe— entonces ¿Cuál es el plan?
― Mira, estaba conversando con Edward y Emmett. Aunque me pesa y no sabes cuánto yo no te puedo llevar conmigo porque tengo que irme a quedar a tu casa mientras tu estas fuera, si no parecerá sospechoso.
― Te entiendo no te preocupes me iré a un hotel— les dije con una sonrisa.
― No— dijo Edward serio— te irás a mi casa, ahí descansaras los días que necesitas— mis ojos se abrieron a todo lo que daban, mi corazón se acelero de inmediato
― ¿a… tu… casa?— susurre con la respiración entrecortada.
― Si y no hay discusiones sobre eso— su rostro era serio y al parecer no podría convencerlo de lo contrario, solté un suspiro y asentí con mis ojos cerrados.
― Bien entonces está todo arreglado, ¿Cuándo le darás de alta?— pregunto Rose.
― Esta tarde le practicaremos todos los exámenes nuevamente y si todo sale bien podre darle el alta mañana.
― Bien— Rosalie le sonrió— entonces Bella— se dirigió a mi— mañana podre venir a verte si no parecerá sospechoso, además te traeré tus cosas, trata de llamar a Charly esta noche para que se quede aun más tranquilo
― Si está bien— susurre, me dolía la cabeza— lo hare, ¡dios!— exclame
― ¿Qué sucede Bella?
― Me duele todo, la cabeza, el cuerpo— cerré mis ojos y contuve un quejido
― Bien entonces tendremos que sedarte nuevamente
― ¿estará inconsciente?— pregunto Edward mirando al doctor.
― Si pero solo por unas horas, le practicaremos los exámenes y despertara por la noche.
― ¡demonios!— me estaba matando el dolor de la espalda.
― Bien Bella a dormir— me dijo Emmett preparando la jeringa, la inyecto en el goteo del suero y poco a poco mis ojos se fueron cerrando, lo último que vi fue el rostro de Edward, su boca me susurro algo pero no alcance a escuchar.
Fue tanto en cansancio que en la noche no fui capaz de despertar, nuevamente sentí la voz de alguien hablándome pero no fui capaz de abrir los ojos. Al otro día recibí mi alta, James me fue a buscar, no se me hacia raro que Edward no hubiera venido por mí, de seguro que habían cosas más importantes en el mundo para el que mi alta en el hospital. James me condujo hacia la casa, ahí estaban todos esperándome, hasta Will.
― Bienvenida Srta. Swan— me saludo el mayordomo, venia en silla de ruedas—
― Gracias Will, son muy amables
― Esperamos que se sienta como en casa mientras esté con nosotros— asentí.
Con gran dificultad subí las escalas, se me hacía muy difícil movilizarme por la casa, Will y James me condujeron hacia el tercer piso ¿me alojaría en el piso de Edward? creía que esa área estaba reservada solo para él. Cuando llegamos ellos me guiaron hacia la parte norte de la estancia, nos detuvimos en la segunda habitación al lado del pasillo, era la que estaba junto a la de Edward.
― Bien señorita llegamos— me dijo Will abriendo la puerta, aquella habitación era un verdadero sueño.
― ¿aquí me quedare?— pregunte incrédula entrando
― Si, aquí es. Esta es la habitación de huéspedes pero solo es ocupada por las personas que nos indica el señor Cullen, las demás se quedan en el bungaló que está detrás de la mansión— era una especie de cabaña pero que contaba con todos los lujos de la casona
― Ya veo— le dije sentándome en la suave cama, tenia pilares en las 4 puntas y velos colgaban de ellos entrelazándose— es hermosa.
― Espero que sea de su agrado
― Si claro— le respondí
― Bueno señorita cuando guste ocupe el intercomunicador y le subiremos sus alimentos o puede bajar a comerlos al comedor.
― Bien, muchas gracias.
Ambos asintieron y se retiraron, la brisa que se colaba por las ventanas de la habitación era refrescante, aunque eran días muy fríos me hacía falta un poco de aire helado para enfriar mis ideas. ¿Qué me estaba pasando? Realmente no sabía cómo explicar todo lo que sucedía en mi en este momento, mi casa, mi vida, Edward… suspire, Edward en este momento se convertía en la madre de todos mis problemas, ¿Qué me pasaba con Edward? Mi mente y mi corazón decían dos cosas diferentes ¿pero cuando metí a mi corazón aquí? Ahí estaba mal, no tenía ni la menor idea de cuando había metido a mi corazón en esta conversación pero me asustaba pensar cuanta implicancia tenia Edward en mi vida, ¿Qué era él para mí? Todas esas preguntas se quedarían sin respuestas porque jamás podría contestar eso, yo solo me veía como una entretención en su vida, nada más que eso, Edward me tomaba cuando quería, no respetaba nada, no preguntaba nada, solo sexo y mas sexo, solo sexo y nada más. Ahí es cuando me dolía el pecho, el darme cuenta de que para él no era más que un poco de diversión me hacía sentirme mal y poca cosa, pero él jamás lo sabría no dejaría que traspasara hasta ese punto mi corazón, aunque sabía que para otras cosas ya era muy tarde pero aun no podía afrontarme a ese tipo de pensamientos.
Estuve en mi habitación todo el día, no quise bajar a comer abajo, en mi cuarto había de todo. La habitación era tan grande como la de Edward y tenía casi las mismas cosas que la de él, un estar, un gran baño y una cama del porte de un estacionamiento. Eran alrededor de las diez de la noche cuando desperté, la luz de la luna entraba por la ventana y se reflectaba a lo largo de mi cama, me enderecé en la oscuridad y frote mis ojos ¿había dormido toda la tarde? Al parecer sí. Mire mis piernas y estaban tapadas con un colcha de color purpura, me extrañe ya que yo no me tape al dormir, la ventana de la habitación también estaba cerrada. Intente levantarme pero un garganta aclarándose me detuvo
― No te levantes— me pidió una suave voz que podría reconocer donde fuera, su intervención me hizo saltar. Mire de donde provenía y pude verlo parándose de uno de los sillones de la sala de estar.
― ¿Edward?— dije simulando mi inocencia— ¿Qué haces aquí?
― He venido a ver si estabas bien, como estabas durmiendo no quise despertarte— se acerco lentamente a la cama y se sentó a mi lado aun traía puesto el traje de la oficina pero el cuello de su camisa estaba abierto y la corbata en sus manos. A la luz de la luna su rostro se veía aun más hermoso, el solo contemplarlo así me hacia reaccionar el cuerpo, miles de mariposas volaban de la mano de sentimientos aun más hermosos pero que solo se sentían en mi corazón.
― ¿hace mucho que estabas aquí?— le pregunte cuando estaba a solo unos cuanto centímetros de distancia, sus manos pasaron por mis piernas situándose a un lado de mi muslo, recargo todo su cuerpo en ella.
― Digamos que si, nunca te lo he dicho pero me gusta verte dormir— agradecí infinitamente que no hubiera luz en la habitación porque mi cara tomo un color que me haría verme a muchos kilómetros de distancia. Su mano se extendió a mi mejilla y con sus fríos dedos la acaricio— esto también me gusta— susurro al sentir el ardor en mi cara.
― Edward— susurre envuelta en esos sentimientos que producía su contacto, acerco lentamente sus labios a los míos y me beso, lo hizo como siempre lo ha hecho, llevándose gran parte de mis suspiros con él. No tuvo más que besarme para que mi piel se erizara y todo mi cuerpo reaccionara solo con su caricia
A pesar del dolor prolongué el beso, sabía que mi cuerpo me lo pedía, estaba ciega, sorda y muda en este momento lo único en lo que podía concentrarme era en sus besos, en esa mano que acariciaba mi piel y en todo lo que él me producía. Estaba perdida y lo sabía pero era incapaz de aceptarlo.
― ¿Cómo te sientes?— me pregunto separándose un poco de mi boca
― Bien— agregué soltando un suspiro— estoy mejor, la hinchazón no ha bajado ni tampoco el color de mis golpes pero de ánimo me siento mejor.
― Qué bueno— sus manos pasaron por mi cintura y acariciaron mi espalda, las mías se fueron instintivamente a su espalda esperando encontrar un cálido abrazo… y así fue. Edward me pego a su cuerpo fundiéndonos en un abrazo, esta era la primera vez que lo sentía cerca sin que el sexo estuviera de por medio. Por un momento mi cabeza empezó a hacerse ideas ¿querrá estar conmigo esta noche? Y si yo no puedo ¿buscara a otra? La sola idea de ese pensamiento me hizo tensarme, me separe de el de inmediato buscando un espacio para respirar, me sofocaba el solo pensar en Edward al lado de otra mujer.
― ¿Qué pasa?— me pregunto siguiéndome a la ventana, me pare delante de ella observando la hermosa noche que estaba afuera de los cristales
― Nada… es solo que— no podía hablar, las palabras se quedaban enganchadas en mi garganta. Tal vez Edward pensaría que estaba hablando de mas o que me estaba haciendo ideas erróneas de "nuestra relación"
― ¿Qué cosa?— pregunto, sus manos rodearon mis ya cruzados brazos y su cabeza descansó en uno de mis hombros, definitivamente esto era algo nuevo para mí, además de hermoso— vamos Bella háblame, ¿te sientes bien? ¿quieres que llame a Emmett?
― No— susurre dando la cara, me gire sobre mis talones y quede mirando su pecho, uno de sus dedos levanto mi barbilla, subí mi vista y me encandile con el brillo de su mirada.
― ¿entonces?— insistió una vez más.
― Es solo que… lamento que esta noche… tu y yo— tartamudee, no podía ni siquiera expresarme, la sola idea de que el saliera corriendo por otra me hacia petrificarme. escondí la mirada de sus ojos
― Bella— me llamo y no lo mire— Bella— insistió y aun seguía con la vista perdida— ¡Bella!—alzo su voz haciéndome estremecer— ¿piensas que estoy aquí contigo por sexo?— me pregunto, ni siquiera fui capaz de asentir— se que no nos conocemos bien, aún, pero…— sus manos tomaron mi rostro y lo besaron gentilmente— esta noche solo quiero dormir contigo, cariño.
Solo con esas palabras mi espalda se arqueo contra su cuerpo, sus brazos me recibieron y sentí la conexión que había o que yo quería ver entre nosotros, ¿era más que sexo?, ojala pudiera responder, por ahora me conformaría con dormir a su lado y disfrutar su compañía estas dos semanas.
― Iré a sacarme este molesto traje y volveré para quedarme contigo— asentí— ¿necesitas ayuda con tu pijama?— me pregunto, no conteste de inmediato ya que estaba atónita intentando procesar la información— porque si quieres yo te ayudo— me dijo con una picara y coqueta sonrisa, mi corazón reacciono de inmediato.
― No, no te preocupes yo puedo—
― Bien entonces, volveré— me dio un suave beso en mi frente y salió de la habitación
¿Qué había sido esto?, dios mío… suspire, me senté en la orilla de mi cama sin poder creer lo que había escuchado, mi cuerpo aun seguía anonadado por lo que había escuchado ¿habría sido una alucinación? ¿Mi mente estaba jugando conmigo?, pensaba que sí. Mientras estaba pensando en lo que había sucedido recordé que no tenía pijama ¿Qué usaría? Si me acostaba desnuda eso sería un crimen, mi cuerpo amoratado no era deseable para nadie en este momento. Comencé a pensar pero nada se me ocurría, solo minutos después alguien toco la puerta, esta se abrió y Edward apareció nuevamente.
― Antes de que se me olvide, sé que no tienes tus cosas aun así que te traje esto— me extendió una tela— es una de mis camisetas, espero te guste. Úsala para dormir mientras llegan tus cosas.
― Gracias— le dije con visible asombro. Volvió a salir de la habitación y nuevamente las preguntas se agolparon en mi mente.
Me saque toda la ropa que no iba a ocupar quedando solo en mi ropa interior, añadí la polera a mi cuerpo y sonreí al ver que me quedaba grande. Tenía la insignia de Harvard seguramente Edward había estudiado allí. Camine lentamente hacia la cama, cuando estuve sobre ella me metí en las cobijas esperando la nada, ¿Edward de verdad vendría?, mis nervios estaban alterados con la sola idea de tenerlo para mí una noche, pero solo para mí. Nuevamente golpes se escucharon en la puerta y esta se abrió.
― Hoy creo que será una noche algo fría— comento mientras tomaba el encendedor de la chimenea— encenderé el fuego para que duermas cómoda— dijo girándose hacia la muralla
― ¿no hay calefacción en la casa?
― Claro, pero yo no la ocupo. Prefiero las chimeneas me gusta bastante el fuego— cuando la madera comenzó prender él se aparto y examino que todo estuviera en orden, cuando así lo pareció se acero al otro extremo de la cama, abrió las tapas y se recostó.
― No es necesario que te quedes— le dije, el giro su cara y me miro
― ¿no quieres que me quede?— me pregunto, yo negué de inmediato.
― No es eso, es solo que no quiero que te sientas obligado.
― Bella— se acerco a mí y a la vez se recostó llevándome con él, sus manos pasaron por mi cintura y me pegaron a su cuerpo, su cabeza descansó en mi pecho como aquella vez mientras estábamos de viaje, estaba escuchando los latidos frenéticos de mi corazón— no lo estoy, hoy quiero dormir contigo ¿no puedo?— ladee mi cabeza para encontrar sus ojos pero estos estaban cerrados, sus manos me pegaban a su cuerpo, sentía que se estaba quedando dormido
― Edward— iba a replicar
― Shhh— me dijo bajando el tono de voz— duerme bella durmiente, tienes que descansar para que tu cuerpo se recupere— ahí salió el Edward mandón, odiaba que me dijera lo que tenía que hacer— y no vayas a replicar porque sabes que lo necesitas— agrego haciéndome bufar.
― Demonios— replique con algo de enojo.
― Cuando te sanes podemos discutir todo lo que quieras incluso podemos hacer el amor en el techo si quieres— sonrió contra mi piel— pero por ahora duerme— la sola idea de pensar en un futuro haciendo el amor con él o solo estando a su lado me hacía sentirme feliz.
― ¿dormirás?
― Si, ¿tú no?
― No tengo sueño— abrió sus ojos y se acomodo quedo mirándome su mentón se apoyaba en mi pecho
― Entonces ¿Qué quieres hacer?
― No lo sé— me reí, esto era algo nuevo para mi
― Bueno…— pensó— cuando de niños no podíamos dormir recuerdo que mi mama se sentaba a conversar con nosotros. ¿de niños?— recordé en ese preciso instante que Edward tenía una hermana
― Si, a mi hermana y a mí, yo tengo una hermana más pequeña que yo su nombre es Alice.
― Y ¿Dónde está ella?
― En Inglaterra, mi país natal. Allí vive con su esposo y mi pequeño sobrino.
― ¿Cuántos años tiene?
― Dos, es pequeño pero parece un torbellino. Es igual a mi hermana y tiene un poco de Jasper, su marido que casualmente fue uno de mis mejores amigos en la Universidad, el también es de aquí.
― Ah… ¿tú estudiaste aquí?
― Si, en Harvard, estudie economía y Marketing, además hice un post grado y un magister en administración de empresas.
― Wow, eres muy inteligente— sonrió
― ¿y tú?
― ¿yo?, Bueno…— pensé antes de contarle mi historia, debía omitir las partes de Carmen— yo estudie enfermería como te debes imaginar y luego quede trabajando en el County, mi trabajo y mi familia lo son todo para mi, sin ellos no podría vivir.
― ¿Qué paso con tu madre?— pregunto de repente evaluando mi mirada
― Murió cuando yo solo era una bebe— mi vista se perdió en la infinidad de la habitación, las manos de Edward comenzaron a deslizarse por mi piel acariciándola, sus dedos subieron de mi brazo hasta mi pecho pero sin tocar mis senos. No sentí nada de lujuria en su caricia solo las ganas de descubrir la piel que había a su paso.
― ¿siempre has vivido con tu padre?
― Sí, siempre, él y mi pequeña hermana lo son todo para mí.
La noche que se extendía a nuestros ojos nos refugio, hablamos por largo rato solo contándonos cosas de la vida, el me preguntaba y parecía de gran interés para el todo lo que yo decía, me sentía feliz de estar así y explorar este nuevo lado. A eso de la una de la madrugada el se acurruco contra mi espalda presionándome suavemente contra su cuerpo.
― Duerme cariño, descansa tu cuerpo— el solo escucharlo llamarme así me hacían ganas de besarlo, sin aguantarme las ganas me gire y bese sus cálidos labios, el tomo mis mejillas y los presionó contra los de él. Aunque mi cuerpo me dolía no podía evitar sentirlo así de cerca, sin duda esta sería una noche excepcional. Cuando el beso comenzó a tomar otros matices fue el mismo Edward el que lo paro, dio cortos besos sobre mis comisuras y se recostó a mi lado— buenas noches Bella— susurro besando mi piel
― Buenas noches— le dije y me gire para pegar mi espalda con su pecho.
Esa noche si bien dormí como los dioses, decidí no preocuparme por nada, aunque fuera solo por un tiempo iba a disfrutar mis semanas con Edward, aunque la única que sufriera después seria yo. Cuando el sol de amanecer pego en la ventana la habitación lentamente se comenzó a iluminar, abrí mis ojos extrañada no sabía dónde estaba, sentí un cálido y fuerte brazo sujetando mi cintura, mire su mano y era de piel blanca tanto como la sabana que nos acunaba, me gire para mirar el rostro de mi captor y sonreí tiernamente al verlo dormir. Edward estaba acurrucado contra mi espalda durmiendo plácidamente, trate de girarme sin despertarlo, mire sus labios y no pude evitar sonreír. En un impulso pase mis dedos por su mejilla, se sentía tan suave y cálida, me sorprendí al ver que también estaban sonrosadas. Con mi tacto su cuerpo se estremeció y lentamente abrió sus ojos.
― Buenos días— me susurro, volví a sonreír sin poder evitarlo
― Buenos días— le conteste con mis dedos aun en la piel de su rostro.
― ¿Cómo dormiste?
― Muy bien— le mentí, había sido la mejor noche desde hace mucho tiempo.
― Qué bueno— sonrió y cerró sus ojos— ¿Qué hora es?
― No deben ser mas de las 7 ya que el sol todavía está entre las colinas— abrió sus hermosos orbes verdes y los entrecerró enseguida, se quedo pensando en algo y suspiro.
― Debo levantarme— sentencio
― Lo sé, debes ir a la oficina, el imperio Cullen no funciona sin su monarca— solté una risita.
― Aunque no lo creas es verdad, mucho depende solo de mi
― Y te entiendo, así que levántese Sr. Cullen
― ¿nuevamente con el Sr. Cullen?— sonrió
― No pero si no te levantas lo volveré a decir, Sr. Cullen— juguetee, pase uno de mis dedos sobre su desnudo pecho, su respiración se entrecorto y soltó un bufido.
― ¡dios!— dijo, su rostro se veía un poco consternado pero aun así sonriente.
― ¿Qué sucede?— le pregunte con mi mano aun en su piel.
― Nada— rio— algún día lo sabrás— tomo mi mano y beso mis dedos, se destapo y salió de la cama— hoy será un día horrible— comento
― ¿tienes muchas reuniones?
― Algo así
― Que lastima.
Me recosté nuevamente en la cama mientras lo veía pasearse de un lado hacia otro, se metió en el baño y luego volvió a salir.
― Iré a bañarme y cambiarme de ropa, vuelvo enseguida—
― Está bien, yo también me bañare— me miro una vez más, asintió y salió por la puerta de mi habitación.
― ¡demonios!— dije exasperada ¿serian todos los días así de maravillosos?, esperaba que sí. Al cabo de una hora Edward volvió cambiado y listo para salir. Yo ya estaba vestida y esperándolo en el estar.
― Bien ya me voy— me anuncio— le pedí a Will que subiera tu desayuno a la habitación.
― Gracias— se acerco a donde estaba y se arrodillo frente a mí.
― No quiero que hagas ningún esfuerzo, debes recuperarte— sus ojos se clavaron en los míos, por un momento vi preocupación en ellos, me emocione solo de pensar en que de verdad sentía algo mas por mí que una química sexual.
― No lo hare, no te preocupes—
― Buena chica— llevo su mano a mi mejilla, sus dedos recorrieron la piel que ahí se extendía, descendió a mi mentón rosando suavemente mis labios. Su boca se entreabrió y sabia lo que venía, me acerque sin que él me lo pidiera y pegue mis labios a los suyos, nos besamos por un momento que me pareció eterno podría haber estado así por siempre, solo besándonos y disfrutando de el momento, nuestro momento— nos vemos mas tarde.
― Nos vemos— susurre aun contra sus labios, al parecer ninguno de los dos quería separarse ya que nuevamente nos volvimos a besar alargando aun mas lo que nos producía esa simple caricia.
Solo un momento después el se separo de mi dándome la más hermosa de las sonrisas, dios… como adoraba verlo sonreír, con solo una de esas sonrisas mi día podía comenzar muy bien. Solo las había experimentado desde hace muy poco pero aun así ya podía acostumbrarme a verlas todos los días. Cuando el salió me quede ahí mirando la misma puerta por la que se había marchado, las frases, las palabras o los simples gestos se acoplaban en mi cabeza, Edward me estaba cuidando podía sentirlo aunque el tratara de disimularlo con su carácter, el estaba cuidando de mi, se habían invertido los papeles ahora era él quien velaba por mi seguridad. Un suave golpe en mi puerta me saco de mis pensamientos.
― Adelante—
― Buenos días señorita Swan— dijo Will muy cortes y con una amable sonrisa en sus labios, entro en la habitación seguido de Margarite, ella traía un pequeño carro con cosas— sírvele el desayuno a nuestra invitada Margarite.
― Si señor— asintió la mucama, me dio una rápida sonrisa y comenzó a servir la mesa.
― ¿ha dormido bien señorita Swan?—pregunto el mayordomo, no sé porque tenía la impresión de que él sabía exactamente lo que pasaba entre Edward y yo. Mi cara tomo un tinte rosáceo.
― Si bien, muchas gracias— Margarite se despidió de mi y salió por donde mismo había entrado.
― Espero que la estancia en esta casa le sea muy placentera, le aseguro que nosotros estamos felices de que nos acompañe, es usted una persona muy buena señorita Swan, le servimos con mucho agrado— parpadee muchas veces, el mayordomo hizo una reverencia— que disfrute su desayuno, con permiso—
― Adelante— tartamudee, salió por la puerta dejándome aun pasmada por sus palabras.
Si antes pensaba que sabía, ahora casi podría estar segura. Mire mi desayuno y se veía increíblemente apetitoso, el sol que se colaba por las ventanas me hacía sentirme cálida y abrigada, comí mis alimentos pensando en lo que estaría haciendo Edward ahora, ¿notaria mi ausencia en la oficina?, creo que no, yo no lo ayudaba mucho. El día se me hizo algo eterno, el reloj parecía confabular en mi contra, se movía lento y nada parecía presagiar que avanzaría rápido. En la tarde era tanto el aburrimiento y la pereza que decidí salir de la casa, me puse un buzo deportivo y mis zapatillas, me mire por enésima vez en el espejo y mi horrible rostro seguía igual, decidí no volver a mirarme en lo que quedaba de día.
― Srta. Swan— me llamo Rachel mientras salía de mi habitación.
― Si, dime—
― Lo siento señorita pero no puede salir de su habitación—
― ¿Qué?— pregunte incrédulamente— ¿Cómo que no puedo salir?
― Lo siento son ordenes del señor Cullen— la chica parecía muy acongojada por lo que me decía. Mi cara a pesar de los magullones y golpes la sentía roja, tanto como un tomate. Maldije no sé cuantas veces
― Entonces no te preocupes que yo cargo con la responsabilidad de mis actos. Saldré al jardín y espero que nadie me siga— le dije con un tono amenazador, la muchacha asintió y se retiro, sabía que ella no tenía la culpa pero aun así no me podía evitar enojar.
Camine por los pasillos desiertos de la casa, esta se veía aun mas solitaria sin Edward. La sentía fría como si no hubiera vida en ella, recorrí las partes que nunca había visto, yo solo caminaba por determinados lugares día a día, entre en habitaciones que jamás había visitado, una de ellas fue la que mas llamo mi atención, un estudio de música. Entre sin que nadie me viera, el lugar parecía desolado, es como si nadie hubiera entrado en años, camine por el hermoso piso de madera brillantes hacia el centro en donde se encontraba un hermoso piano de cola.
― Esta habitación no se usa hace años— pegue un salto al sentir a alguien además de mi, era una voz a mis espaldas, me gire y Will y estaba en el marco de la puerta con la misma sonrisa amable de esta mañana.
― ¿no?— pregunte— ¿a quién pertenecía?
― Al Sr. Cullen— mi boca se entre abrió un poco, a caso a Edward le gustaba la música
― ¿enserio?, wow… no lo veo como un hombre que escuche o toque música.
― Me tomare una atribución que no me corresponde— dijo el hombre entrando en la habitación— pero sé que usted es de confianza, además goza de la del señor— me sonroje— Edward Cullen no era el hombre que es ahora, yo le sirvo desde hace mucho tiempo, llegue a esta casa cuando el recién estaba en la universidad estudiando lo he acompañado a lo largo de todos estos años— me quede en silencio escuchando al hombre parecía ser una historia muy interesante— el señor Cullen era un chiquillo como cualquier otro, tenia sueños, esperanzas, era alegre y muy entregado a lo que hacía, amaba por sobre todas las cosas los estudios y la música. Me sorprende que no le haya hablado de esto aun pero el tocaba el piano como nadie en este mundo, sin duda era un prodigio— sus ojos se perdieron en el piano.
― ¿y qué paso?— pregunte con un nudo en mi corazón
― La vida señorita, la vida lo cambio. Luego de salir de la universidad el señor Cullen se comenzó a preocupar de sus empresas internándose en el mundo laboral, ya no había tiempo para los amigos, las fiestas o las cosas que hacia un chico de 22 años, el tiempo paso y cada vez se fue absorbiendo mas en las empresas hasta que pasaron estos 10 años y él se convirtió en lo que es ahora, un hombre duro de corazón. Pero sé que un día alguien— giro su rostro hacia mi— podrá penetrar ese corazón y traer de vuelta al Edward Cullen que conocí yo, al que tenía el alma más hermosa del mundo y que si hubiera seguido así sería un hombre de un corazón de oro. Volveré a mis labores, que pase buena tarde señorita Swan.
― Gracias— tartamudee.
William Lickwood se perdió de la habitación, no podía creer lo que me acaba de decir, Edward Cullen era un hombre bondadoso que por azares de la vida se convirtió en el hombre duro y orgulloso que es ahora. El corazón de Edward estaba recubierto, su alma y su corazón eran hermosos pero estaban escondidas en alguna parte de su pecho cubiertas por esa capa de impenetrable hierro. Me acerque al piano y lo descubrí, estaba lleno de polvo y partículas de tierra, se notaba que nadie lo había ocupado en años, mis dedos se deslizaron por las hermosas teclas de marfil, sentí un estremecimiento al pensar en lo maravilloso que debía tocar Edward en su juventud.
Mis paso me sacaron de allí, cerré la puerta no sin antes contemplar la habitación nuevamente, ojala algún día tuviera el placer de oír a Edward tocar para mi, sin duda seria una experiencia muy hermosa. Camine por la casa, hasta llegar a una puerta que conducía al jardín, era el lugar más hermoso y colorido del mundo, jamás había visto esta parte de la casa. El suelo estaba cubierto con flores y con árboles de frutos. Había cerezos por doquier, césped que se extendía hasta donde mis ojos se perdían. Salí y una brisa me hizo estremecer, aunque fuera de día hacia un frio tremendo, pensé en todo lo que Will me dijo, la imagen de Edward bailaba entre mis pensamientos, ¿Cómo podía ser que alguien cambiara tanto?, ¿Edward podría ser un hombre bueno?, yo sabía que él era bueno pero me preguntaba si era bueno como persona, yo misma había comprobado su frialdad al despedir gente o reprender a los que debía. Sabía que tenía el criterio muy frio y duro a la vez pero ¿le sucedería algo al ser así? ¿Sentirá algo al ser malo con las personas?, no lo sabía y tenía la impresión de que tal vez esas preguntas jamás se responderían.
El crepúsculo se mostro en el cielo y sentí que ya era hora de entrar, volví a subir a mi habitación y me recosté en mi cama. Mi vida, mi corazón y muchas cosas más estaban en una etapa de confusión, ¿Cómo podía comportarse así conmigo y ser diferente con las demás personas? ¿Será una careta su impenetrable carácter? Con estas mismas preguntas me dormí, sus hermosos ojos me acunaron y me hicieron perderme en el mundo de los sueños. Desperté nuevamente cuando el sol ya no estaba en las ventanas, recordé a mi padre y su preocupación, tome mi celular y marque el conocido número de mi casa.
― Diga— respondió la voz de Kate, mi corazón se acelero al saber que mi hermanita estaba bien.
― Kate, soy Bella—
― ¡Bella!— grito emocionada— ¿Cómo estás? ¿Cómo es Australia?— suspire
― Hermosa, es todo tan lindo.
― Wow Bella ¡qué suerte tienes! Pero ¿estás bien?
― Si de maravilla, estoy muy feliz. El señor Cullen tiene mucho trabajo pero aun así está todo bien, he tenido tiempo hasta de salir a conocer las ciudades.
― Que genial— la voz de mi padre sonaba en el fondo— espera que papa quiere hablarte.
― Está bien, adiós peque y pórtate bien con Rose, hace tus tareas y cuida de papa.
― Si está bien, lo hare. Te quiero mucho hermana.
― Y yo a ti, pásame a papa— me senté en el estar.
― Hola hija
― Hola papa ¿Cómo va todo?— extrañaba muchísimo a mi familia, mi pecho se comprimió de la pena que tenia por no poder estar con ellos, lagrimas se juntaron en mis ojos.
― Bien hija, por aquí todo bien. Hemos estado muy entretenidos, imagínate que el novio de Rose ha venido a cenar con nosotros y es muy divertido, bella ¿sabías que es Doctor?— mi boca se entreabrió soltando un suspiro, aguante la risa que sentía, Rose tendría que estarme odiando por esto.
― Si papa, Emmett es el doctor de cabecera del señor Cullen
― El chico es un chiste, vieras lo mucho que quiere a Rose. Ayer por la tarde paso por aquí y me hizo reír todo el rato, lo deje invitado para la semana, el prometió que vendría cuanto pudiera
― Qué bien papa, Emmett es un gran tipo.
― Si hija, me encanta para Rose, ¡ah mira! Aquí anda la señorita, te la paso.
― Bien cuídate mucho Bella, te amamos nunca lo olvides pequeña.
― No papa, y yo a ustedes— el teléfono cambio de manos— así que invitando al novio a cenar— me reí, se sintió que Rosalie se cambiaba de habitación.
― Ese imbécil vino a la casa y no pude mentirle a Charly— susurro muy enojada— el muy desgraciado parece disfrutar diciendo que es mi novio y lo peor es que Charly y Kate lo aman, mas encima el muy… muy… imbécil le ofreció a Charly una revisión por lo de su problema y el quedo feliz
― ¿enserio?
― ¡sí!— grito exaltada— ya verá cuando me lo agarre afuera— peliono susurrando
― Si me imagino que le harás— comértelo a besos, dijo mi mente—
― ¿Cómo va todo con Cullen?— suspire y cerré mis ojos
― De maravilla, el tipo es genial Rosalie, estoy en la confusión más grande de mi vida.
― Demonios amiga, suenas realmente mal
― Y lo estoy, lo estoy.
― Espero que todo esto te lleve por buen camino.
― Yo igual. Espero no sufrir más, bueno Rose te dejo cuídate mucho y nos estamos hablando.
― Está bien, cuídate tu igual. Te quiero
― Y yo a ti, adiós
― Adiós.
Colgué el teléfono y me quede pensando, Emmett vendría mañana a revisarme así que ahí le preguntaría que pasaba con mi rubia amiga. Me pare de donde estaba y me encamine hacia el baño, desde que desperté sentía un molesto dolor en mi espalda y en mi cara, mire la hora en el reloj de pared y eran casi las 7 de la tarde, Edward debe estar aun en la oficina. Las contusiones que había en mi rostro aun estaban muy feas, los diferentes hematomas de mi cuerpo seguían de un color amoratado. Me estremecí de solo pensar que mi piel quedaría así para siempre, pero sabía que la gran magia de la regeneración haría su trabajo en mi y que mi piel en unos días estaría nuevamente como antes.
La puerta de la habitación sonó, alguien estaba entrando a mi cuarto. Debe ser Will, me arregle un poco el pelo y Salí a ver quién me visitaba, me sorprendí al ver de quien se trataba.
― Edward— susurré con sorpresa— llegas temprano
― Si, no había mucho que hacer después de todo— nos miramos por largos minutos, sin poder evitarlo ambos nos fuimos acercando cada vez mas hasta que quedamos frente a frente, sus manos fueron las primeras en reaccionar se pasaron por mi cintura pegándome a su cuerpo, su cabeza descansó en mi cuello, mandando corrientes eléctricas a toda mi piel— ¿Cómo te has sentido?
― Bien— respondí subiendo mis manos a su cabello y acariciándolo. Se sentía tan suave y sedoso, me sentía feliz con solo sentirlo así entre mis brazos— ahora solo me duele un poco la espalda y la cara, pero nada que un buen relajante no cure— ambos nos reímos, nos quedamos así mucho tiempo, solo disfrutando del contacto de nuestra piel, se sentía tan bien estar así.
Edward luego de unos momentos, levanto su cabeza para mirarme, una de sus manos subió a mis labios y los acaricio, cerré mis ojos involuntariamente con su caricia, este definitivamente era mi momento preferido del día, cuando nos volvíamos a ver. Acerque mi cara a la suya, juntamos nuestras frentes y nos quedamos así, sintiendo nuestras respiraciones. Sabía que el sentimiento no era el correcto pero lo deseaba, si, en este mismo momento moriría porque me tocara, sabía que estaba así y que nadie podría excitarse con una mujer llena de moretones y magulladuras pero lo necesitaba, quería sentir sus manos deslizándose por mi cuerpo, solté un jadeo en sus labios y mi boca hambrienta por sus besos se pego a la de él, al parecer el sentía de la misma forma ya que mi ansioso beso fue correspondido de la misma manera, quería sentirlo dentro de mí, que me tocara, que me hiciera estremecer, no podía evitarlo más, quería que él me tomara en este mismo momento.
― Edward— jadee entre besos, los matices se tornaron aun mas confusos, nuestro beso era hambriento pero al parecer Edward no quería responderme mas allá, sus manos se apretaban con fuerza a mi cintura, sabía que estaba intentando controlarse pero no quería que lo hiciera.
― Bella… no puedo, no me hagas esto— me dijo totalmente aproblemado, su voz sonaba excitada al igual que la mía pero sabía que estaba teniendo una batalla interna consigo, ¿debía o no debía responder?
― Te necesito — gemí pegándome a su cuerpo, ignore el dolor que me provoco hacer eso— hacerme el amor Edward.
― Bella— jadeo con su voz ronca, corrompida por el deseo— no me hagas esto, estas herida, adolorida— me dijo entre besos.
― Por favor— rogué con desesperación, si él no lo hacía podría morir de deseo por él.
― Bella—volvió a repetir, pero ya no sentía atisbos de su renuencia, sus manos subieron por mi espalda haciéndome estremecer, solo una caricia me convertía en una mujer llena de deseo, salvaje que solo buscaba saciarse.
Me tomo en sus brazos cual novio lleva su novia por las puertas de su casa, camino conmigo hacia la cama y me dejo suavemente ahí, mi cuerpo se contraía solo por las ansias de sentirlo conmigo. Edward se desvistió completamente dejando su desnudes a la vista, se subió a la cama y comenzó su trabajo conmigo.
― Hoy solo se tratara de ti, cariño. Prometo ser gentil— me susurro contra mi oído haciéndome gemir.
― Edward— dije mientras mi cuerpo experimentaba una bomba de placer.
Sus manos me desvistieron lentamente, parecía que el disfrutaba haciéndolo. Me quito mi chaleco, polera y pantalón dejándome solo en ropa interior frente al, el fuego de la chimenea que estaba a nuestras espaldas no se comparaba con el que había en mi corazón que estaba encendido por una pasión que sabía que algún día me consumiría, sus manos acariciaron toda mi piel, dejo besos en cada parte que pasaba, su lengua lamio el contorno de mi brasier, saco lentamente la tela que lo separaba de mi piel y juro que sus ojos brillaron al tenerme desnuda. Sus manos tomaron delicadamente uno de mis senos llevándoselo a la boca, sus dientes apretaron y su lengua lamio suavemente uno de mis pezones. Su otra mano recorría con ansia mi muslo, llegando a mi centro, bajo mis bragas dejándome completamente expuesta a sus caricias, sus dedos juguetearon con mi centro produciendo aun mas placer. Sus besos y caricias siguieron bajando llego a mi estomago y lo beso con una ternura que jamás espere, su nariz rosaba la piel que ahí se extendía solo con esa demostración hizo que mi mente volara, ahí podría acunar a su hijo ¿Cómo sería cargar al hijo de Edward Cullen?, sin duda seria un privilegio.
― Tu piel es tan suave— me dijo tomando el aroma de ella— siempre hueles a fresias o a rosas, me encanta tu aroma— susurro, sus besos acariciaron la piel de mi estomago bajando hacia mi centro nuevamente, acaricio mi centro y dejo abiertas mis piernas para él. Se posiciono entre aquellas con su ya excitado miembro— no te preocupes— me susurro al oído, una de sus manos se afirmaba en el endeudaron y la otra sujetaba mi muslo en el aire— te hare el amor despacio, tendré cuidado— no me quedo nada más que asentir, tome su rostro y junte nuestros labios, susurre un hazlo, el entendió el mensaje y su miembro rozo mi entrada haciéndome estremecer de placer, estaba previendo todo lo que se venía— eres hermosa— beso mis labios— y eres mía.— un nuevo sentimiento apareció mientras él me penetraba, gemidos de placer y de emoción salían de mi pecho, había ansiado tanto sentirlo dentro de mí y ahora podía estar feliz. Sus movimientos siempre fueron lentos pero cargados de excitación, el lento vaivén de su penetración hacia que el placer fuera más largo y aun más potente, mis caderas también ayudaron en este encuentro moviéndose de la misma manera que él, ambos cerramos los ojos y nos besamos mientras lo hacíamos, gemimos, jadeamos y nos tocamos mientras disfrutábamos del placer mutuo que estábamos consiguiendo, el ritmo de incremento un poco y mi corazón parecía estallar, estaba descubriendo algo que me daba terror pero al mismo tiempo era capaz de gritárselo a los cuatro vientos.
― Edward— gemí cuando sentía el orgasmo formarse en mi interior
― Bella— dijo también él y sentí que podría estallar de felicidad, el ritmo se hizo constante y más rápido, su cabeza se fue hacia atrás al igual que mi espalda se arqueo contra su cuerpo, el placer del orgasmo llego para ambos mientras nuestros besos acallaban los audibles gemidos que salían de nuestros pechos.
Su cuerpo se recostó al lado y como ya era una costumbre a la que podría hacerme adicta me pego contra él, nos cubría una suave capa de sudor, la habitación estaba caliente por el calor de la chimenea y por nuestro mismo calor corporal. Beso mi hombro y mi cuello, sus ojos estaban cerrados y parecían estar disfrutando el momento ya que sus labios estaban adornados por una encantadora sonrisa, yo solo cerré mis ojos y disfrute de lo que sentía.
Mi corazón me había escondido este sentimiento desde hace mucho tiempo, quizás tenía miedo en mostrármelo pero ahora se había dejado ver y ya no podría escapar del, Edward Cullen era un hombre frio, tal vez con un corazón enterrado en lo más profundo de su cuerpo, orgulloso y de un carácter algunas veces insoportable pero aun así, lo necesitaba, quería estar con él, ansiaba sentirlo cerca, sentir sus besos y sus caricias. Sabía que no podía escapar nunca más de lo que sentía porque esto ocupaba todo mi corazón y era imposible no verlo.
Edward Cullen era un hombre de un corazón de hierro pero aun así estaba incondicional e irrevocablemente enamorada de él, lo amaba hasta con la última fibra de mí ser.
Ebys Cullen- .
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Re: "CORAZON DE HIERRO"(18+) COMPLETO
Buenos chicas no las quiero dejar con el suspenso... ya que la historia la tengo completa y no tengo que esperar que la autora la actualice... esa es una suerte, ja ja ja
Les dije que era una histoira genial....
las quiero Ebys
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Re: "CORAZON DE HIERRO"(18+) COMPLETO
woooooooooooow!!...q historiaaaaaaaaaaa!!...me encanta Ebys!!......awww el Sr. Cullen
Jane- .
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Re: "CORAZON DE HIERRO"(18+) COMPLETO
Jane escribió:woooooooooooow!!...q historiaaaaaaaaaaa!!...me encanta Ebys!!......awww el Sr. Cullen
Si, Jane lo se... Ssssrrrr. Cullleeennnnn
Ebys Cullen- .
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Re: "CORAZON DE HIERRO"(18+) COMPLETO
WOW! Esto si que esta fuertee!!! es impresionanteee!!!!
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Re: "CORAZON DE HIERRO"(18+) COMPLETO
Ebys Cullen escribió:Jane escribió:woooooooooooow!!...q historiaaaaaaaaaaa!!...me encanta Ebys!!......awww el Sr. CullenSi, Jane lo se... Ssssrrrr. Cullleeennnnn
no se si soy un poco masoquista o que, pero me encanta cuando pintan a edward de malo pero buenooooo, me vuelvo locaaaa!
me encanta este fiiiiiiiiiiiiiiiiic
Pandy_Cullen- .
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Re: "CORAZON DE HIERRO"(18+) COMPLETO
Te confieso que a mi tambien Pandy... y ver como va aflojando y se va desprendiendo de todas sus rudezas para sucumbir totalmente a los encantos de Bella UUUffff!!!! y lo que saca el es MARAVILLOSOOOOO!!!
Besotes Ebys
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Ebys Cullen- .
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Re: "CORAZON DE HIERRO"(18+) COMPLETO
Lo Amooooooooooo Sr. Cullen!!
Jane- .
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Re: "CORAZON DE HIERRO"(18+) COMPLETO
esta geniilal esta hiistoriia jeje iia actualiisa cap nos tiienes intriigadas con qk mas vaiia a pasar
estreliitap- .
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"CORAZÓN DE HIERRO" (+18)
Historia Beteada por Gabriela (- Lady Ava'dore-)
Los personajes le pertenecen a Stephanie Meyer, y la historia es de propiedad de Tiwii... a quien agradezco enormemente que me alla dado su permiso para poder públicar está historia MARAVILLOSA... MIL GRACIAS TIWII
Los personajes le pertenecen a Stephanie Meyer, y la historia es de propiedad de Tiwii... a quien agradezco enormemente que me alla dado su permiso para poder públicar está historia MARAVILLOSA... MIL GRACIAS TIWII
11. SENTIMIENTOS
― ¿en qué piensas?—me pregunto mientras pasaba sus dedos por mi espalda—estas muy callada
― En nada, solo estaba mirando las llamas de la chimenea—Edward rio
― ¿y qué tiene eso de interesante?
― Nada—reí—no tiene nada de especial.
Eran casi las 2 de la madrugada, en consecuencia de mi libido rebelde habíamos hecho el amor una vez más y aun sentía que mis hormonas quemaban por tenerlo dentro de mí nuevamente. Los dedos de Edward acariciaban mi desnuda espalda, estaba recostada sobre la cama y el a mi lado, la luz de la luna se colaba por la ventana y alumbraba todo el lecho. tenía una extraña sensación en mi estomago, el descubrir que lo amaba sin duda marcaba un antes y un después, hacia de estos encuentros diferentes, el sexo tomaba otros matices, se hacía más tierno y lleno de emoción, lamentablemente sabia que eso era solo de mi parte y tendría que aprender a vivir con todos estos sentimientos en mi corazón. Mientras sus dedos trazaban formas en mi piel sentí un escalofrió.
― ¿tienes frio?—me pregunto inclinando su cara para mirarme.
― Un poco pero—antes de que dijera algo mas sus manos volaron veloces hacia las sabanas y el edredón, nos cubrió, sonreí con su gesto, ahora todo lo que él hacia me parecía tierno y afectuoso ¿sería consecuencia del amor?
― No es bueno que te resfríes—me tomo con sus fuertes brazos y me pego a su cálido pecho, lo único que pude hacer fue soltar un audible suspiro.
Así paso casi toda la noche, dormí cobijada en los brazos de mi amor, sentirlo así de cerca hacia que mi corazón saltara de tanta alegría, Edward era todo lo que yo quería, todo en el me gustaba incluyendo su faceta de Hierro. Sabía que era un poco masoquista amarlo así pero ¿Cuándo no debes hacerlo tal cual es?, Los días se nos pasaron un poco rápido, hoy ya era sábado, lo mejor es que Edward no iría a trabajar hoy así que podría disfrutar su compañía un momento más. Amanecí otra vez entre sus brazos, y casi desperté llorando de alegría, me sentía feliz con solo estar con él, cerré mis ojos y me permití disfrutar de este momento. Edward aun dormía su respiración acompasada delataba su profundo sueño. pase mis manos por su pecho y estomago sentí cada fibra de su piel en mis dedos, mire maravillada como todo su cuerpo reaccionaba a mis caricias, sus brazos me estrecharon mas y sus manos se enterraron en mi piel mandando una serie de corrientes eléctricas a todo mi cuerpo, lo amaba sin duda que lo hacía.
― Buenos días— me susurro, su cara se recargo en mi cabeza y sentí que aspiraba mi aroma— ¿Cómo amaneciste hoy?—pregunto abriendo sus ojos perezosamente.
― Bien, me siento un poco mejor—y no mentía, si bien los moretones y magulladuras aun seguían en mi piel ya no me dolía tanto, los días que habían pasado me estaban mejorando lentamente.
― Qué bueno, hoy Emmett vendrá a revisarte—me conto con su voz somnolienta, el otro día no pudo venir ya que había tenido unas emergencias pero ahora sí que era mi oportunidad para preguntarle por su posible relación con Rosalie, estaba ansiosa. Esta semana había hablado con Rose por lo menos dos veces en el día y ella no quería soltar nada, tal vez porque siempre estaba acompañando pero esperaba que cuando tuviéramos la oportunidad de hablar me contara que sucedía con Emmett.
― ¿hoy tienes que trabajar aquí?—le pregunte de repente, sabía que no tenía que ir a la oficina pero de seguro querría trabajar aquí.
― No—respondió con sus ojos aun cerrados—creo que es hora de que me tome las cosas con más calma, no quiero que mi cabeza colapse nuevamente.
― Tienes razón, buena manera de pensar—me arrime contra su pecho y descansé mi cabeza en el, sentía sus latidos, eran tranquilos y llevaban un ritmo que era capaz de mecerme. Aun era temprano para levantarse pero Edward se comenzó a removerse con la intensión de levantarse, creo que no quería que lo vieran salir de mi habitación. No le dije nada y solo me solté de su abrazo, tome una de mis almohadas y la puse debajo de mi cabeza esperando para decirle adiós.
― ¿A dónde vas?— pregunte con inocencia, se puso la bata y camino hacia la puerta
― Ahora vuelvo, quédate aquí, no te muevas—me guiño un ojo y salió por la puerta de mi habitación con una sonrisa, ¿Qué estaba tramando? Una sonrisa traviesa atravesó mi cara, Edward hace días se comportaba de una manera diferente, aun seguía siendo implacable con el mundo pero conmigo sentía un cambio, no sabía si era mi imaginación o el hecho de que lo amara, pero sentía todo diferente en el, sus besos, sus caricias todo. Cada gesto que el tenia tomaba otro matiz para mí.
Me quede recostada en la cama mirando el cielo de la habitación, mi cabeza no podía pensar en nada más que en Edward, estaba patéticamente enamorada y lo peor de todo es que no era correspondía pero yo había aceptado esta vida, tal vez algún día podría ser algo más que la "querida" de Edward, estaba consciente de que tal vez ese día nunca viera la luz pero por lo menos tendría que tener alguna vaga esperanza. Mi estomago gruño, tenia abre esta semana había estado comiendo más de la cuenta, aquí trataban en lo posible de suplir todas mis necesidades, me sentía como una verdadera reina, sin duda todo era genial, mi descanso se había dado al 100%. Sentí pasos en el pasillo y el sonido de unas ruedas, Edward le debe haber dicho a Will que me subiera el desayuno, me baje corriendo de la cama y me puse una de mis camisolas y la bata, me sorprendí enormemente de la velocidad sobre humana con la que actué. Me volví a sentar en la cama en el momento preciso, la puerta se abrió al igual que mi boca, creo que mi expresión reflejaba la enorme sorpresa que me produjo la imagen que tenia frente a mis ojos.
― Edward ¿Qué haces?— le pregunte, entro en la habitación empujando el carrito con el que siempre me servían las mucamas, me sorprendió bastante ya que jamás vi a Edward parado ni a diez centímetros de aquellos carros.
― ¿Qué tiene?— me pregunto extrañado, se paso la mano por su cabello, gesto que repetía cada vez que estaba nervioso— ¿No te gusta el desayuno?— me pregunto mirando la carriola, una sonrisa del porte de mi cara destello en mi rostro, Edward me había traído el desayuno.
― No, no es eso. Estoy sorprendida—le comente—jamás pensé viéndote traerme el desayuno—sonreí nerviosa y un poco avergonzada, su actitud me había tomado por sorpresa
― Bella—me dijo riendo— ¿de verdad piensas que soy tan esnob?
― Yo solo digo lo que veo, no eres del tipo que sirven desayuno—acerco la carriola a la mesa del pequeño estar y la acomodo.
― Yo sé hacer muchas cosas que tú no sabes—me dijo acercándose lentamente a la cama, se subió acechándome, me reí de la comparación pero parecía un león acechando a una inocente ovejita.
― ¿Qué cosas si se puede saber?— le pregunte mientras me recostaba en la cama, el quedo a la altura de mis muslos subió con sus dedos mi bata de satén rosado, abajo llevaba un camisón del mismo color. Sus ojos y manos fueron descubriendo mi piel, mientras avanzaba iba dejando suaves besos.
― Algunos talentos ocultos que tengo— llego a la parte superior de mis muslos, se detuvo en la orilla de mi braga y beso la parte a la cual llaman "el monte de Venus", me estremecí completamente al sentirlo ahí—tu ya conoces algunos— ronroneo con voz sexy, el solo tono de su voz encendía todas las llamas habidas en mi interior.
― Si, unos muy buenos si puedo agregar— reí mientras su cabeza subía hacia mi estomago, beso por sobre la tela de mi camisón, paso por mis pechos hasta llegar a mis labios. Sus besos me hicieron delirar, subí mis manos hacia su cabello y lo acerque a mi boca, mi lengua se mezclo de inmediato con la suya dejando un sabor dulce en mi boca, amaba sentirlo tan cerca y poder disfrutar de sus besos. Su cuerpo se recargo sobre el mío pero sin provocarme algún daño, sus manos acariciaron mi cara, bajaron a mis hombros y continuaron hacia mi cintura, sentirlo así de cerca en mi cuerpo me hacia volar y siempre ansiar mas.
― Tus besos son adictivos— me confesó haciéndome delirar—son como un dulce manjar, una droga de la cual no se puede escapar— susurró mientras me besaba—podría besarte todo el día.
― Hazlo—le pedí pasando mis manos por el cuello y atrayéndolo para que me besara.
― Algún día— sonrió, aunque no era una promesa me conformaba con esas palabras. Otra consecuencia de mi amor por él, la conformidad. Mi estomago fue el vil intruso entre nuestros besos, un grave rugido delato el hambre que sentía, la risa de Edward inundo la habitación haciéndome sonrojar. Sus manos acariciaron mis mejillas y dejo suaves besos mientras aun sonreía—tu estomago te delato, vamos a desayunar
― Está bien—asentí a regañadientes. Se separo de mí y me ayudo a levantarme, su mano guio mi andar hasta la mesa, cuando iba a hacer el ademan de sentarme lo detuve—tu lo subiste, yo serviré—le dije con una sonrisa, el se encogió de hombros y se sentó.
Me pare en frente de la bandeja y descubrí lo que venía tapado, había de todos los exquisitos manjares que siempre servían en la casa Cullen, pastas, mermeladas, cosas saladas además de pan, café para Edward y te para mi, sin duda después de una semana aquí Will y las chicas ya conocían mis gustos. Le serví el café como ya sabía le gustaba, prepare unas rodajas de pan con algunos aderezos y los deje en el plato para que se sirviera, Edward me miraba cada movimiento que yo hacía.
― Cuando me miras así recuerdo los primeros días que trabajamos juntos, cuando no me quitabas los ojos de encima, sabía que eras desconfiado pero observabas todo lo que hacía— Edward soltó una enorme carcajada y negó con su cabeza.
― Tú eras la culpable de que te mirara—me dijo con una seductora sonrisa.
― ¿Por qué?—pregunte mientras me sentaba en frente suyo. Edward me miro extrañado como si la situación fuera la más clara del mundo
― ¿me preguntas el porqué?—me dijo con voz de incredulidad.
― Claro, me gustaría saber.
― Bueno ya que insistes, era por…— unos golpes en la puerta nos interrumpieron, Edward me miro con disculpas en sus ojos y dio la entrada, me avergoncé demasiado al ver a Will entrar por la puerta. El mayordomo actuaba lo más normal del mundo como si la escena que veía era algo típico en la casa, ¿le habrá servido desayuno a alguna de las conquistas de Edward?, moví mi cabeza y trate de alejar esos pensamientos esperaba no volver a pasar esas ideas por mi cabeza y arruinar el momento.
― Buenos días—saludo en general, asentí dándole de vuelta el saludo—Sr. Cullen tiene una llamada del Señor Jacob Black—Edward miro al mayordomo y frunció su ceño.
― Will, este fin de semana tienes el permiso de decir que tengo cualquier otra cosa que hacer, pero por favor no me pases llamadas de nadie más que no sea de mi familia. No quiero molestias—El mayordomo extrañamente sonrió y me dio una dulce mirada, me sentí cohibida por el momento y me sonroje, Edward seguía mirándolo a él y el a mí, pasaron unos cuantos segundos cuando Will hablo nuevamente.
― Con todo el gusto señor, me retiro, que disfruten su desayuno
― Gracias—le contesto Edward, Will salió cerrando la puerta y nos devolvió la intimidad que habíamos tenido.
― ¿trabajo?—pregunte dándole un sorbo a mi te.
― No, cosas personales pero nada de importancia—reprimí una mueca, cosas personales que obviamente no podía saber, no era que necesitaba saber todos sus movimientos pero si lo pensaba detenidamente yo no conocía mucho de Edward y eso me hacia entristecer, con suerte sabia de donde venia y quienes integraban su familia—¿en qué piensas?—me pregunto cuando me vio pensando sus palabras
― En nada, hoy hace un hermoso día ¿no crees?—le pregunte cambiando el tema, sus ojos me observaron por unos segundos más y asintió.
Seguimos hablando de cosas triviales, nada de importancia, aunque fueran cosas ínfimas yo las disfrutaba, sabía que estos momentos se acabarían el día que me fuera de aquí y quería aprovechar lo que más pudiera. Mientras terminábamos de desayunar una pregunta asalto mi mente.
― Mañana me imagino que es el día libre de tus empleados—le pregunte, su expresión se torno sorprendida, si hoy era sábado y los había visto a todos toda la semana por consiguiente mañana seria su día festivo, ¿no?
― ¿día libre?—tocio—ellos tienen sus días libres dentro de la semana.
― ¿dentro de la semana? ¡Edward! eres un explotador—le dije entre risas y afirmaciones
― ¿explotador? Vamos Bella, no en todos los trabajos tienes días feriados justo en los fines de semana—abrí mi boca de lo sorprendida, Edward pareció evaluar mi expresión y continuo hablando—no me digas que soy explotador, para que sepas ninguno de mis empleados se ha quejado de las condiciones de trabajo, jamás he sido un explotador—asentí— ¡dios mujer!, ahora soy un ogro déspota y mas encima explotador—solté una enorme carcajada.
― Bueno Sr. Ogro déspota y explotador es hora de vestirnos, mira la hora son casi las diez y todavía estamos en pijamas—me puse de pie dirigiéndome al baño—me duchare Sr. ogro así que vuelvo en unos momentos—Edward iba a replicar pero me metí en el baño antes de que dijera algo, me aguante la risa que me produjo la escena.
Me saque la camisola y la bata quedando desnuda, el frio del lugar golpeo mi piel haciéndome temblar. Estaba tan inmersa en mis pensamientos mientras me duchaba que no fui consciente de lo que pasaba a mí alrededor, levante la cabeza y deje que el agua caliente golpeara en mi frente, el calor que se esparcía por mi cuerpo no fue nada comparado con lo que sucedió segundo después. Unas manos ardiendo se pasaron por mi cintura, gire mi cabeza y el rostro de Edward estaba atrás, sus manos me pegaron a su cuerpo dejándome sentir toda su piel, mi cabeza se fue involuntariamente hacia atrás y reprimí un gemido por la excitación que provoco el sentirlo así de cerca.
― Edward— gemí mientras cerraba los ojos—¿Qué haces?—pregunte
― ¿Qué parece?—me contesto con una pregunta—me estoy bañando, dijiste que era tarde y que ya era hora de vestirnos así que me vine a bañar—una sonrisa torcida de esas que me dejaban sin aliento apareció en su cara, unos ojos picaros acompañaron a la hermosa expresión, sonreí y me gire para atraparlo con mis brazos. Tome su cuello y lo atraje hacia mí, sus manos recorrieron mi espalda fundiendo sus dedos en la piel que ahí se extendía, sentía el calor recorrer como una llama abrazante por cada fibra de mi ser, Edward despertaba hasta la más ínfima de mis células, todas se veían envueltas en las combustiones espontaneas que él me provocaba—además estamos en la época del calentamiento global, hay que ahorrar recursos, por eso las duchas deben ser compartidas— una hermosa sonrisa torcida acompaño a la que se desplego por mi cara, jamás podría ganarle.
La ducha se prolongo aun más de lo que pensaba, si bien no hicimos el amor bajo el agua nos besamos y acariciamos, era maravilloso compartir cosas tan cotidianas como la ducha, me hacía sentir feliz. Salimos del baño aun besándonos, el sonido de mi celular fue lo único que nos interrumpió el momento.
― No contestare— le dije susurrando en sus labios, el negó con su cabeza y me separo. Camino hacia el buro y tomo mi celular.
― Debes hacerlo es de tu casa— me dijo mostrándome el visor, la palabra Casa me hizo gruñir, le quite el celular a regañadientes y conteste.
― Hola papa— salude animadamente, Edward se puso a un extremo de la habitación a secarse mientras yo me sentaba en la cama a hablar.
― Hola cariño ¿Cómo estás?
― Bien, aquí todo es maravilloso— reprimí el suspiro.
― Qué bueno hija mía, espero que vuelvas pronto, mira que ya te extrañamos mucho—decía mi padre con voz de nostalgia
― Si papa, al igual que yo, espero volver pronto pero prometo que estaré de regreso y todo será como antes.
― Qué bueno hija mía, Kate te manda saludos al igual que Rose.
― Oh si, pásamela papa por favor.
― ¿ah Rose?, ella no esta salió con Emmett.
― ¿salió con Emmett?—dije volteándome a ver a Edward con incredulidad, el miro y solo movió los hombros— que bien papa, me alegro que ella y su novio se lleven tan bien— ahora Edward me miraba con un semblante extraño
― A mi igual, Emmett es un chico fabuloso.
― Me imagino—comente aguantándome la risa— bueno papa ya debo irme, cuídate mucho y envíale saludos Kate.
― Si mi amor yo le digo, cuídate mucho y llámanos—
― Si papa lo hare, adiós
― Adiós— colgué
― ¿Emmett anda con tu amiga?— me pregunto cuándo colgué el teléfono.
― No, pero una vez tuvieron que hacerse pasar por novios en mi casa y creo que les quedo gustando el papel— comente con alegría.
― Sería algo bueno, desde que conozco a Emmett jamás le he visto una novia.
― ¿ustedes son amigos?
― Si—respondió—desde hace años, conocí a Emmett cuando salió de la facultad, cuando me comenzaron a dar esas "crisis" el de inmediato acepto ser mi médico de cabecera. Es una de mis personas de confianza— la puerta de la habitación sonó, me pare en dos segundos tenía solo una toalla puesta en mi cuerpo, corrí hacia el baño bajo una risita de Edward.
― Dime Will— dijo desde dentro de la habitación, parece que el mayordomo estaba entrenado en estas situaciones.
― El Doctor McCarthy y la Señorita Hale lo esperan en el estar
― Bien, bajamos enseguida.
Los pasos del mayordomo se sintieron en el pasillo, Salí nuevamente del baño y me fui a colocar ropa, me puse solo un buzo y una camiseta, aun sentía dolor en mi piel y hasta la ropa más pesada me molestaba, me tome el pelo en una coleta y estaba lista.
― Me gusta tu cabello suelto— me dijo Edward, se paro atrás mío en el espejo de la habitación, sus dedos tomaron la coleta que había puesto en mi cabello y lo soltaron, en su rostro se formo una de esas sonrisas torcidas que tanto me embobaban, paso sus dedos por mi húmedo cabello y volvió a sonreír— bajemos— me pidió, yo asentí y salimos de la habitación.
Bajamos las escaleras y nos encontramos en el recibidor con Rosalie y Emmett, ella nos miro por unos minutos y solo sonrió.
― ¡bella cariño! ¿Cómo estás?— extendió sus brazos para abrazarme tiernamente
― Bien, mejor, el descanso me ha sentado de maravilla— amabas sonreímos y nos tomamos de las manos.
― Hola Edward— rosalie saludo con una cálida sonrisa
― Buenos días Rosalie— le respondió el tan correcto como siempre— Buenos días Emmett
― Edward, Bella. Me alegro que estés mejor Bella.
― Gracias Emmett.
― Pasemos a la biblioteca, ahí podrás revisar a Bella con mayor comodidad.
― ¡vamos!, no necesito que me revisen Edward, recuerda que yo soy enfermera y sé que estoy bien.
― Bella— comenzó a decirme— es para estar seguros— vi en sus ojos un resquicio de suplica, ¿de verdad le interesaba si estaba bien o mal?, sabía que si pero no estaba segura hasta que punto.
― Está bien— acepte, Rosalie y Emmett soltaron una risita, camine hacia la biblioteca seguida de todos los demás. Edward entro en la habitación y cerró las puertas con pestillo.
― Bien Bella, siéntate— me pidió Emmett señalando un sofá.
Emmett me examino bajo la intenta mirada de Rosalie y Edward, a ratos los miraba y ellos conversaban de algo, pero lo hacían tan bajo que no podía escuchar que era. Emmett me reviso la herida en la cabeza y los hematomas en mi espalda y extremidades por su cara supe que tenía razón y en verdad estaba mejorando.
― Bien Bella tenías razón, estas mejor, el golpe en la cabeza ya casi está cerrado y los hematomas del cuerpo ya casi desaparecen, así que con solo unos días más de descanso estarás como nueva y podrás volver a casa.
― Qué bueno— conteste contenta por estar bien pero no con la idea de volver a mi casa, mire a Edward y el tenia la vista perdida entre los libros de los estantes— Rosalie ¿me acompañas?
― Claro— contesto mi amiga acercándose a la puerta
― Caballeros, volveremos enseguida— camine fuera de la habitación y arrastre a Rosalie al tercer piso.
― Esta casa es hermosa, toda una joya arquitectónica— su vista estaba maravillada con toda la decoración de la casa— tiene el gusto de los dueños impregnado en todas partes— la arrastre a mi cuarto y cerré la puerta con pestillo— ¡Wow!— dijo mirando mi habitación, las chicas en el poco rato que estuvimos abajo subieron a asearla por lo que se veía perfecta— sin duda el hombre te tiene como reina— se giro para encontrar mis ojos.
― Me enamore de él, Rosalie— le dije sin poder contener la angustia que esto me generaba, la boca de Rose se entre abrió un poco y soltó un jadeo.
― ¿te enamoraste?— se cubrió la cara— ¡demonios Bella!— exclamo cayendo en un sillón, me senté en el de enfrente.
― Lo hice y no pude evitarlo, fue más fuerte que yo. — la mirada de Rose se veía decepcionada y a la vez preocupada.
― Bella no sé qué decirte, el tipo es un plomo si de eso estamos claros pero además es un mujeriego Bella, es un hombre de un corazón duro como piedra, ¿no escuchas las noticias?
― Rosalie yo… yo aprendí una cosa ¿sabes?, el amor tiene una y mil formas y una y mil maneras de ser demostrado y de ser descubierto, no solo amas las cosas buenas de las personas que las cuales te enamoras como una condenada, de cada insignificante defecto, cuando estas enamorada de verdad estas jodida de mil maneras posibles pero estas feliz y orgullosa de ello, porque al fin y al cabo se puede ir a la mierda el mundo y sus porquerías, el corazón no razona y el amor no tiene lógica ni pies ni cabeza y cuanto más lo niegues o trates de ocultarlo más fuerte se hace..—suspire, no sabía cuando había agarrado esta sabiduría pero así era, yo lo amaba y lo hacía por encima de cualquier cosa, Edward era tan importante para mí con todo lo que traía con él, virtudes y defectos poco me importaba que tuviera un corazón de hierro porque yo sabía que debajo de esa coraza existía un hombre de carne y hueso. Rosalie suspiro y sus ojos brillaron.
― Déjame decirte que ese es el discurso mas romántico que he escuchado en toda mi vida, ¡Bella te estás muriendo por el!— me grito, sus brazos nuevamente me sujetaron— aunque no me guste mucho, sabes que tienes mi apoyo ¿verdad?— dijo con lagrimas en sus ojos— Bella no quiero verte sufrir.
― Lo sé amiga, no podre asegurarte nada pero prometo que apenas sienta amenazado mi corazón me alejare de él.
― Eso espero Bella, no quiero que marques tu vida por el— yo solo sonreí, mi vida ya estaba marcada de por vida por el amor de ese hombre.
― Bien y pasando a otro tema ¿Cómo se ha portado esta semana?— la sonrisa fue inevitable.
― Ah sido la semana más maravillosa del mundo Rose, no puedo creerlo… es genial— comente con la emoción saliendo por mi pecho
― Me alegro, estoy feliz de que por lo menos puedas estar contenta después de todo lo que paso Bella.
― Pero ya nada volverá a ser como antes, desde ahora podemos estar tranquilos, por lo que Edward me dijo Carmen estaba en la cárcel y ahí se iba a fundir para siempre—tres golpes suaves en la madera de la puerta nos hicieron parar nuestra conversación—adelante.
― Sr. Swan—la mitad del cuerpo de Rachel se apareció por la puerta—el Señor y el doctor McCarthy las esperan.
― Muchas gracias, dígale que bajamos enseguida—no podía irme sin preguntarle a Rose.
― Si señorita—la mucama cerró la puerta y nos dejo solas nuevamente.
― Y bien Rose—la cara de Rose se torno sonrosada, sabía que le iba a preguntar—ya que estamos en el momento de las confesiones, ¿Qué pasa con Emmett? Porque déjame decirte que la mentira de los novios era solo para mi papa.
― Bueno yo…— tartamudeo—hay esta bien ¡te contare!, si al final igual ibas a saber, Emmett y yo estamos saliendo— una sonrisa y un jadeo de asombro salieron de mi pecho al mismo tiempo.
― ¿estás saliendo con él? ¿pero cómo? Si ustedes se cayeron mal desde el principio, bueno a ti te cayó mal.
― Fácil, el tipo es un dulce Bella— cambio su expresión— es un oso, si lo vieras es el tipo más dulce del mundo, tal como buscaba yo – me reí.
― A ti sí que te pego fuerte el amor—una carcajada se soltó de mi pecho— quien lo diría.
― Pero así fue y ahora estoy muy feliz Bella, Emmett es grandioso, retiro todo lo dicho de él y no sabes—sus ojos se tornaron picaros— me hace el amor de una manera ¡bestial!—
― ¡Ah!— un grito salió con una expresión de asco, ambas reímos— ¡dios Rose! No me digas eso, ahora cada vez que vea a mi medico lo imaginare con cara de Oso hambriento por sexo— nos reímos hasta que lagrimas se asomaron por nuestros ojos. Cuando estuvimos un poco mas calmadas seguimos hablando—espero que si esto sigue sean muy felices—desee sinceramente.
― Eso espero, hasta el momento no tengo ninguna queja y quien quita que en un futuro no podamos salir los cuatro.
― No lo creo Rose, por mucho que ame a Edward yo no caigo en su mundo, ¡fíjate!— comente con amarga expresión apuntando la habitación que nos rodea—creo que yo no soy tan buena para él como todos piensan
― ¿todos piensan?
― Sí, creo que tengo un Team de apoyo aquí en la casa, el mayordomo William Lickwood me dijo entre líneas que yo era buena para Edward.
― Wow, sí que lo quieren ver con alguien.
― No sé si será eso, cuando antes venia todos los días siempre a ciertas horas veía entrar a mujeres hermosas al cuarto de Edward. ¿recuerdas que te conté?
― Si claro, pero eso no significa nada Bella— mi expresión se amargo aun más.
― Claro que significa, una vez me devolví por algo que se me quedo y cuando entre en la habitación Edward estaba teniendo sexo con la misma mujer que yo vi entrar momentos antes— la boca de Rose cayo un poco y se llevo a su cara la mano.
― Demonios
― Lo mismo dije yo, Edward tenia sexo con cada mujer que entraba en su habitación y lamentablemente yo fui una de ellas— me dolía hasta la última parte del alma aceptarlo pero así era.
― Pero Bella yo no creo que él sea así mira cuando estábamos en…— Rose comenzó a contar pero un nuevo golpe en la puerta nos interrumpió
― Será mejor que bajemos, Edward se debe estar poniendo ansioso.
― Pero Bella escu…— golpearon otra vez.
― ¡ya vamos!— me gire y camine hacia la puerta cuando abrí Edward estaba parado en ella— ¿Qué haces aquí?— me reí.
― Emmett necesita darte algunas indicaciones, me pidió que viniera por ustedes.
― Bien ya bajamos, Salí de la habitación seguida por Edward y Rosalie.
Cuando llegamos abajo, pude ver claramente las miradas que se mandaban Rosalie y Emmett, también podía ver la cara de desesperación de Edward porque estuviéramos solos, podía leer claramente su expresión. Emmett me dio unos cuantos consejos más y se fueron, Rose y yo nos hicimos señas de "me llamas" y se retiraron. Cuando estuvimos solos ya era casi medio día, hora de almorzar en la casa Cullen.
― Hoy comeremos en el jardín— me anuncio ante mi incredulidad, habíamos pasado toda la semana encerrados y ahora me iba a sacar a comer a su jardín ¿delante de todo su personal?, bueno ingenua era si no sabía que ya todos estaban enterados de lo nuestro, no por nada pasamos metidos en esa habitación toda la semana.
― Está bien—
― ¿algo en especial?— me pregunto con una sonrisa.
― No, prefiero probar las sorpresas de la cocinera— Martha era una excelente Chef por lo que Will me había contado trabaja para Edward desde hace muchos años.
― Bien entonces ¿vamos a dar un paseo?— me pregunto extendiéndome su mano
― ¡claro!— acepte con gusto.
Salimos al jardín y en efectivo el día era maravilloso, aun se sentía la helada que había pasado en la noche pero los tibios rayos de sol ya casi tenían el ambiente temperado, caminamos alrededor de los hermosos jardines de la mansión, todo era tan lindo, Edward sonreía cada vez que yo lo hacía, me pregunto sobre muchas cosas distintas, hablamos sobre gustos, preferencias, cosas que no me gustaban y sorprendentemente teníamos varias cosas en común, jamás me imagine que a Edward le gustara tanto el campo como a mí.
― ¿tus padres tienen un campo?— pregunte incrédula cuando él me lo conto, a decir verdad era una de las primeras veces que sus padres salían en la conversación.
― Si, al norte de Inglaterra. A mi familia no le gusta la vida ajetreada de la ciudad por eso se compraron una hacienda y construyeron una casa, es ahí en donde viven hace ya muchos años. Mi hermana se caso y vive con ellos también, la casa es tan grande que caben muchas familias completas allí.
― Wow— comente con asombro— y dime ¿Qué hace tu familia?
― Son empresarios al igual que yo, Cullen Enterprise es una empresa familiar, mi hermana no estaba interesada en dirigirla es por eso que yo tome el cargo, además ella era muy pequeña cuando mi padre decidió retirarse. Mi hermana también tiene su empresa ella es diseñadora y tiene su casa de modas en Inglaterra y en algunos países mas, por ahora está un poco más alejada por la crianza de mi sobrino. Su marido Jasper Whitlock es enólogo y tiene una producción propia de vinos, son bien famosos en Europa.
― Toda una familia de empresarios— Edward me miro curioso pero asintió.
― Nos ha costado toda la vida llegar a donde estamos pero ha valido la pena el esfuerzo.
― Ya lo creo— me sentía feliz de estar compartiendo esto con él, saber de su familia o de su historia me hacía sentirme un poco más cerca de su corazón.
Caminamos por largo rato por los senderos del jardín, bromeábamos, jugueteábamos y hacíamos cosas normales, como dos novios. Me sentía extraña por estar así con él, Edward se veía contento, feliz, jamás había visto esa expresión de tranquilidad en su cara. Cuando llegamos al final del jardín Will nos estaba esperando, nos indico que lo siguiéramos, cuando doblamos por un lado de la casa mis ojos se maravillaron al ver hacia donde nos diríamos, en el medio del jardín y rodeado de flores había una hermosa terraza, nos esperaban Rachel y una mesa para dos, exquisitamente decorada si puedo agregar.
― Es hermosa— dije conteniendo la sorpresa, Edward subió y me extendió su mano como un caballero, me acompaño hacia mi silla y la saco para que yo me sentara, Rachel me miraba con una enorme sonrisa en la cara, ¿Por qué sentía que todos apoyaban mi relación con Edward? Will como siempre tan educado nos dio el menú para el día de hoy y apareció la cocinera junto a otra mucama con el carro de la comida. Todo era una exquisitez, almorzamos y seguimos hablando de cosas triviales, detalles de nuestra vida y cosas que nos importaban, después de esta semana podía decir que conocía muchísimo más a Edward. — ¡Wow!— exclame al terminar mi postre— tu cocinera es un ángel, mis felicitaciones para ella Will— me gire para mirar al mayordomo que asintió con una sonrisa, retiro las cosas y se marcho junto con la servidumbre.
― ¿te ha gustado el almuerzo?— pregunto con una hermosa sonrisa, sus dedos jugaban con la incipiente barba que aparecía en su mentón.
― Si, estaba exquisito— suspire, me recargue sobre el respaldo y deje que los sonidos de la naturaleza invadieran mis sentidos, cerré mis ojos cuando una brisa acaricio mi rostro.
― Un millón de dólares por tus pensamientos— abrí mis ojos y bufe.
― No es nada importante
― Pero parecías concentrada
― Solo disfrutaba del momento, es exquisito el estar aquí disfrutando de la naturaleza.
― Lo sé, como aquí cada vez que puedo, aunque es la primera vez que lo hago con alguien más.
― ¿Qué?, ¿nunca has comido con alguien más aquí?
― No, no creo que nadie valga la pena como para invitarlo a almorzar en mi lugar preferido, bueno hasta ahora— corrigió con una sonrisa.
Me sonroje furiosamente sin poder evitarlo, el hombre además de amarlo me confundía de manera alarmante, esos cambios de ánimo y de ser me dejaban completamente mareada, Edward Cullen podía ser muchos hombres a la vez y lo peor de todo era que no sabía con cual trataba a cada segundo, mi corazón aun no lograba distinguir si sus sentimientos hacia mi eran verdaderos y lo más terrible era que ni siquiera sabía si existían. Will entro en la estancia con el teléfono en la mano.
― Sr. Cullen, tiene una llamada— dijo con tono solemne, Edward me miro y cerro sus ojos
― ¿es de mi familia?
― Sí señor, es su madre— le extendió el teléfono y Edward lo tomo se recargo en la silla y contesto.
― Hola mama— saludo con voz apagada como si no le causara ninguna dicha saber sobre su familia, cuando Edward hablaba de ella sentía que algo tenia con ellos ya que no sentía el apego del hacia sus familiares, quizás no tenían buena relación aunque Edward me había dicho que su familia era su vida— si lo sé, si mama lo tengo presente. ¿Cuándo se casara?, ¡Oh! Qué bien no queda mucho— Edward tomo el puente de su nariz y frunció su ceño, mi atención se desvió de la conversación y comencé a pensar como seria conocer a los padres de Edward, no podía imaginármelos, me costaba mucho pensar en cómo actuaban de hecho sabia que eran muy educados y ricos pero aun así me costaba pensar como serian los progenitores de mi amado. Unos minutos más tarde Edward se comenzó a despedir.
― Si mama, no te preocupes claro que iré, todavía faltan unos meses así que podre organizarlo todo, si claro, nos vemos cuídate y saludos a Alice, adiós— colgó, no había palabras de amor, ni buenos sentimientos, era la conversación más fría que había escuchado en mucho tiempo— disculpa— dijo dirigiéndose a mí.
― No, no te preocupes— le dije agitando mis manos, su rostro se torno sombrío y apagado.
La tarde fue un poco diferente, cada uno hizo alguna actividad, hoy era fin de mes puesto que Edward tenía que firmar todos los pagos de sus empleados, a los de la casa le gustaba pagarle el mismo, a los demás dejaba que los contadores se encargaran. Estuvo en la biblioteca por alrededor de dos horas llamando uno por uno a cada uno de ellos, el ultimo pero no menos importante fue Will con él se encerró alrededor de media hora más. Yo estaba sentada leyendo un interesante libro cuando Will salió de la biblioteca mas pálido que de costumbre, me asombre al verle la cara parecía que le habían dado una noticia atroz o algo que lo había dejado estático, camino por los pasillos hasta perderse, como había dejado la puerta abierta me escabullí dentro de la biblioteca. Edward estaba sentado en si enorme sillón del escritorio contemplando los ventanales, el sol de la tarde se colaba por ellos pero era tan tenue que anticipaba el crepúsculo. Sus ojos perdidos en la vista brillaban con una intensidad que yo desconocía, no quise interrumpir su momento y me recargue en el marco de la puerta a observarlo. La luz que daba justo en donde él estaba, adornaba su cabello y su rostro, su cobriza melena se veía aun mas encendida al igual que su piel que tomaba un color parecido al del sol. Me maraville con la vista Edward era un tipo soberbio y orgulloso, endemoniadamente sexy y apasionado pero que escondía un corazón tan cálido como el mío o el de cualquier otra persona. Su cara se irguió y sus ojos se cerraron, inspiro audiblemente y soltó el aire que tenia contenido, en estos momentos muchos sentimientos se situaban en mi corazón ¿Cómo un hombre podía tener tantas caras? No lo sabía aunque me encantaría conocer la razón. ¿Por qué él se abra convertido en un hombre duro y severo? ¿Algo lo abra generado? O tal vez alguien, era extraño pensarlo pero mi curiosidad era más fuerte y en especial cuando se trataba de él.
― ¿no vas a entrar?— pregunto sorprendiéndome, mi cuerpo dio un respingo, ¿Cuándo se había dado cuenta de que estaba allí?
― No quería molestarte— confesa en un susurro.
― Ven— me extendió su mano, camine hacia donde él estaba situado y me pare justo a su lado, ahora el calor del sol de la tarde nos abrazaba a ambos— ahí no— me dijo con el ceño fruncido, su mano rápida tomo la mía y me jalo hacia su regazo. Me senté sobre su regazo y el de inmediato pasó sus manos por mi cintura pegándome a su cuerpo, su cabeza se fue hacia mi cuello y ahí se escondió. Mi cuerpo se estremeció con miles de escalofríos que pasaron por mi piel, aunque había estado con el ya muchas veces seguía provocándome las mismas reacciones.
Nos quedamos así mucho tiempo solo sentados disfrutando, cuando la habitación se oscureció completamente Edward se paro y nos condujo hacia el comedor en donde la cena nos esperaba. El termino del día fue totalmente pacifico, Edward y yo solo disfrutamos de la compañía del otro, un dolor de cabeza le impidió seguir hablando, aunque rezongo mucho lo lleve a dormir. Tenía miedo de que le viniera una recaída habían pasado ya muchos días desde su ultimo dolor de cabeza y no esperaba que le diera otro. Edward durmió toda la noche acurrucado entre mis brazos, cuando intentaba pararme a algo él me apretaba contra si, así que al segundo intento desistí quedándome dormida junto con él.
Al otro día, un sol radiante pegaba en las ventanas, me removí en la cama, estire mis brazos para sentir el suave respirar de Edward en mi brazos pero me tope con una cama fría y vacía, abrí mis ojos de golpe, comencé a buscarlo con mi mirada por todas partes, me levante y me puse una suave bata de satén azul. Mire hacia la salida y la puerta de la habitación estaba abierta. Sentí la voz de Edward en el pasillo pero se escuchaba algo exaltada.
― No me interesa lo que tu opines— decía mientras se paseaba de un lado a otro— ¿Quién eres tú para decidir sobre mi?— pregunto con rabia en sus palabras— ¡no! Y jamás hare lo que tú me digas, esta es mi vida, mi dinero, mi casa así que no te metas en lo que no te importa y te pido que no me vuelvas a llamar en lo que queda del día, nadie contestara tu llamada, adiós— le dijo y colgó, me quede estática en el medio del pasillo, Edward llevo sus manos a la cara y ahogo un grito en ellas, se veía totalmente aproblemado con la llamada, avance hacia donde estaba el, sabía que me arriesgaba mucho metiéndome con algo de su vida cotidiana pero aun así corrí el riesgo, camine hacia su espalda y pase mis manos por sus cintura, me pegue a su cuerpo intentando darle algo de apoyo, mi cara descansó en la cálida piel de su espalda, Edward giro un poco su cabeza y sonrió, era un gesto simple pero que tenía mucho más valor para mí que cualquier cosa, quería decir "si, aquí estoy contigo, apoyándote", esperaba que el llegara a sentir mi apoyo aunque no llegara a decírselo por ahora. Sus manos se fueron hacia donde estaban las mías y las aparto un poco para girarse, estire mi cabeza y besos deje un tierno beso en sus labios, era algo lento y solo para que los dos pudiéramos disfrutarlo, la luz de la mañana colaba por las ventanas, sentí un escalofrió pasar por mi espalda.
― Hace frio aquí afuera— le dije.
― Sí, creo que todavía no se tempera bien la casa, acabo de prender la calefacción y esta recién entibiándose— algo de esa oración no me calzaba.
― ¿acabas tu de… prender la calefacción?— le pregunte con una sonrisa.
― Si— respondió con otra— ¿Qué tiene?
― ¿tu… prendiste la calefacción de tu casa?— volví a preguntar incrédula
― ¡ah! Ya se… te preguntas porque no mande a alguien a hacerlo ¿cierto?— asentí— bueno eso es porque cierta señorita me dio unas locas ideas y decidí que nunca era tarde para probar, hoy estamos solos pequeña— se acerco a mi oído— Will y todas las personas de esta casa se han ido, no queda nadie más que tu y yo— mis ojos se abrieron a lo más grande que dieron, la sorpresa fue sin duda algo que no esperaba ¿Edward había tomado en cuenta lo que le dije?, eso sí que era nuevo.
― ¿les diste libre a todos?— le pregunte incrédula.
― Si, así es. Así que vamos a preparar nuestro desayuno, de hecho todos se fueron anoche cuando les pague— mi boca formo una teatral O, no podía creer lo que él había hecho, sin duda era un gesto bastante benevolente.
― Bien entonces vamos— le dije aun sin creer lo que me había dicho.
La mansión Cullen lucia completamente desierta, los pasillos completamente limpios y desolados era lo único que encontrábamos mientras caminábamos, llegamos al primer piso y nos dirigimos a la cocina, era la primera vez que entraba allí, era ¡enorme! Edward llego hacia donde estaban los aparatos y tomo el hervidor de agua para llenarlo, algo tan simple como el hacer el desayuno él lo hacia una actividad celestial, parecía un dios en el medio de la cocina.
― ¿Supongo que no haces esto a menudo?— le pregunte mientras buscaba unas tasas y el pan
― ¡demonios Bella! ¡tu realmente piensas que soy un completo esnob!— ambos nos reímos.
― Mas o menos, es que la verdad no te imagino horneando pasteles y cosas así.
― ¿a qué no?, para que sepas yo aprendí solo a cocinar y hacerme mis propios platillos, no comía solo comida rápida cuando vivía solo.
― ¿viviste solo?
― Si por unos meses antes de entrar a la universidad, era solo un chico, según yo quería probar la vida de adolescente solo en un país extraño, me vine a vivir a este país cuando termine mis estudios en el colegio y estuve por mi cuenta por un tiempo.
― ¿por tu cuenta? ¿osea trabajaste y todo eso?— mi boca se cayó solo un poco pero trate de que él no lo notara.
― Si, lo hice… tocaba el piano en un restaurant, me pagaban bastante bien para hacerlo solo en la semana.
― ¿tocas el piano?— fingí no saberlo— ¡esa sí que es una sorpresa!— el solo sonrió, tomo una manzana y le dio una mordida, el sonido del hervidor era lo único que se escuchaba en la gran estancia.
― Si, en realidad lo hacía, ya hace muchos años que deje de hacerlo
― ¿Por qué?— era mi momento para saber.
― Tengo otras responsabilidades, hay cosas mucho más importante que el estar perdiendo el tiempo en el piano— su semblante cambio, se veía más oscuro y deprimido.
― Ya veo— jugué nerviosa con una de las puntas de mi cabello, el sonido del hervidor nos saco de la conversación, camine a buscar lo que nos faltaba para el desayuno, los ingredientes para el pan y los panecillos que a Edward le gustaban. Nos sentamos en una pequeña mesa que había al lado de un ventanal en donde se veía todo el jardín. Desayunamos en silencio, sentía el corazón de Edward triste, de hechos su rostro se veía acongojado — ¿Qué haremos hoy?— le pregunte tratando de sacarlo de su ensimismamiento. Ambos habíamos terminado de desayunar.
― En esta casa hay muchas cosas en que te puedes divertir, después del desayuno ¿vamos a nadar?— me pregunto con una sonrisa.
― Pero hace mucho frio— le dije mirando lo escarchado que parecía el jardín.
― Si pero no en la alberca de afuera, si no en la de aquí adentro.
― ¿tienes una piscina temperada?— pregunte incrédula— ¿Dónde?
― Vamos a cambiarnos y te diré.
Edward se levanto de la mesa y consigo llevo al fregadero todo lo que estábamos ocupando, me tomo una de mis manos y me llevo hacia la habitación, caminamos rápidamente hasta llegar a la puerta.
― Pero… pero— intente replicar— Edward, no tengo traje de baño— él se giro cuando ya estábamos en la puerta de mi habitación y me dio una torcida y sexy sonrisa, creía que me iba a caer en el mismo momento.
― Eso no será problema— me dijo con su voz en un tono aun más sensual.
― No nadare desnuda— le dije intentando leer lo que estaba pensando
― Lo sé, no me refería a esa, mi hermana siempre tiene algo de ropa aquí, creo que debe tener algún traje de baño, espérame aquí.
Edward se metió en una de las habitaciones del fondo del pasillo y se perdió por unos momentos, este hombre sí que estaba loco, volvió con sus manos llenas de prendas de vestir.
― Espero que algo de esto te sirva— las puso sobre mis manos— son de mi hermana Alice— asentí algo desconfiada, los trajes de baño no lucían como la imagen que tenia de la hermana de Edward, alguien igual a él.
― Bien, me los probare— Edward me dio un beso en la coronilla y se fue a cambiar.
Me metí en la recamara y rápidamente me probé todo lo que él me había entregado, debo decir que los bañadores dejaban muy poco a la imaginación, intente acomodarme el que me quedó mas grande o me tapaba mas piel y Salí de la habitación envuelta en una polera larga, cuando iba caminando por el pasillo Edward me alcanzo en la escalera. Me miro de pies a cabeza y sonrió. Llegamos al primer piso y nos dirigimos por el mismo camino para ir a la cocina, cuando llegamos a una puerta que estaba antes de ella nos metimos y bajamos unas escaleras, el calor abrazador de la alberca se sentía a medida que iba bajando, cuando por fin estuvo frente a mis ojos me maraville por el tamaño y la forma que tenia, era como una pequeña cascada en un subterráneo.
― Wow— exclame, Edward me llevaba de la mano hacia dentro, caminamos por los suelos de cemento pulido, el ambiente caluroso y abrazador provoco que pequeñas gotas de sudor se formaran en mi frente y nariz.
― Si es genial, esta alberca venia con la casa, a los dueños anteriores les encantaban así, como cascadas.
― Es hermosa
― Bien, ¿vamos a nadar?— me pregunto, mientras se sacaba la playera con la que andaba, el short con el que quedo se ajustaba perfectamente a sus caderas, era corto y ceñido, una pequeña combustión comenzó a arremolinarse en mi cuerpo, sentí la excitación con solo mirar su hermoso cuerpo— ¡vamos!— me dijo antes de lanzarse al agua, por primera vez en el día lo veía feliz y relajado, era como siempre me gustaría verlo, disfrutando de alguna actividad. Con un pudor que no supe de donde salió me saque la playera, Edward me miraba atentamente del agua, sus ojos oscuros y esa sonrisa dejaban al descubierto lo que pasaba por su mente, que curiosamente era lo mismo que pasaba por la mía. Metí un pie al agua y mi cuerpo se estremeció, el calor del agua y el frio de mi cuerpo hicieron mal contraste provocándome una sensación de frio.
― ¡vamos Bella!— me dijo lanzándome un poco de agua, sonreí y al mismo tiempo fruncí un poco mi ceño, baje un poco más las escaleras de la alberca hasta que mis rodillas estuvieron dentro del agua, Edward nado hacia donde yo estaba antes de que pudiera retroceder ya estaba casi a mi lado, salió del agua rápidamente y se paro en frente mío— ¿estarás aquí todo el rato?— me dijo cerca de mi boca, sus húmedos labios se aplastaron contra los míos, sentí sus respiraciones rápidas sobre mi piel al separarnos. Uno de sus tibios dedos pasó por mis hombros y se deslizo por la hendidura de mis pechos— lindo bañador— me dijo con voz provocativa.
― Igualmente— respondí con tono sensual, baje mis labios hacia sus hombros y lamí la parte inferior de su cuello, el gimió.
― Bella— me dijo tomándome de la cintura y aplastándome contra su húmedo cuerpo.
― ¿no querías nadar?— le dije separándome un poco— entonces vamos— sonreí.
― Niña mala— murmuro cuando pase por su lado. Me metí en el agua y nade unos cuantos metros seguida por él.
La mañana la pasamos metidos en la alberca, creo que nos divertimos como pocas veces lo habíamos hecho, fue una mañana muy sensual y erótica, el agua nos sirvió para explorar cosas que jamás habíamos probado, Edward Cullen era un maldito vicioso y me había convertido a mi también, no sé porque pero no podía dejar de tocarlo, su cuerpo, su piel y en especial su corazón me invitaban a hacerlo.
― Iré al baño, vuelvo enseguida— le dije alrededor del medio día.
― Ve— me dijo y se lanzo nuevamente a la piscina.
De verdad no quería ir, solo quería pensar. Camine por los pasillos de la casa y casualmente di con el cuarto del piano, gire la manilla y estaba abierto. Mire hacia los lados y al parecer nadie me estaba viendo, ¡Bella! No había nadie en casa hoy, dije solo para mí. Entre en la enorme habitación y estaba igual que como la recordaba, el piano nuevamente cubierto me hacia una invitación para que lo mirara. Saque la sabanilla que lo cubría y deslice mis dedos nuevamente por las teclas, cerré mis ojos y casi podía imaginar a Edward tocando para mí pero sabía que ese era un sueño. Me senté y puse uno de mis dedos en la tecla, ¿Cómo el tiempo podía cambiar tanto a alguien?, ¿realmente Edward había olvidado todo lo que le gusta en la vida? ¿Había olvidado como ser feliz? O peor aun ¿lo habría sido en algún momento?, las preguntas no dejaban de aparecer en mi mente, quizás algún día podría responder aunque sea alguna.
― Edward— susurre solo para el enorme piano y para mi, mi dedo bailo sobre algunas teclas pero sin conseguir que el sonido fuera armonioso, yo era un desastre jamás había logrado juntar ni una sola nota musical pero tenía la impresión de que lo que decía Will era verdad y el tocaba como toda un prodigio, la tecla sonó una vez mas y cerré mis ojos, ojala el recuperara la vida que perdió cuando dejo de tocar, cuando perdió la alegría de vivir o cuando dejo de ser humano para convertirse en ese corazón de hierro. Una vez mas sonó una de las piezas de marfil que llamábamos teclas solo que estaba vez un sonido nuevo acompaño al otro, y otro, otro más, una melodía. Abrí mis ojos de manera estrepitosa y mire hacia mi lado, el rostro de Edward estaba en mi hombro, sus manos pasaban por al lado de mis brazos alcanzo las teclas del piano, su cuerpo estaba sentado justo detrás del mío, estaba tocando Edward nuevamente estaba tocando el piano
― Así no se hace— me dijo mientras la melodía suave llenaba la habitación— dime ¿Qué compositor te gusta más?— pensé rápidamente
― Chopin— le dije alucinada con solo verlo tocar. Siguió tocando una dulce melodía, parecía estar pensando.
― Chopin, Op. 9 Nº2… Nocturnal ( h t t p : / / www . youtube . com / watch?v=YGRO05WcNDk ) (quitenle los espacios)
Los dedos de Edward comenzaron a tocar, no podía creerlo, ¡estaba tocando! Y lo hacía solo para mi, mis ojos se llenaron de una emoción que me fue difícil controlar, jamás había esperado que el tocara algo para mí. La melodía comenzó a envolverme, miraba hacia cada lado y los dedos de Edward parecían bailar sobre el teclado, ¡dios! Era un prodigio, la melodía era suave y demasiado hermosa. No sé porque pero definitivamente sonaba más bella en sus dedos. Me sentía feliz, sin duda este era el momento culmine de una semana que no podría ser mejor, estaba en los brazos de mi amado disfrutando de su música.
― Tocas hermoso— susurre emocionada, las manos de Edward seguían deslizándose por el piano, el sonrió y perdió sus ojos y los míos, sin poder evitarlo acorte la distancia y bese sus labios, no pude resistirme. La música lentamente dejo de sonar, sus manos al verse libres de tocar se fueron hacia mi cara y acariciaron mis mejillas, ¡como era dulce! ¿Cómo no amarlo? Si era el ser más hermoso que pisaba la tierra.
― Gracias— susurro dando besos en las comisuras de mis labios— hace años que no lo hacía.
― Deberías hacerlo un habito— sonreí
― Siempre que tú seas mi público— me dijo, mi corazón latió desbocado y perdí la cordura.
― Siempre, siempre que tú quieras estaré aquí, siempre que me quieras a tu lado, aquí me tendrás, aquí estoy— le dije sentándome a ahorcadas sobre él.
― Y aquí te quiero— repitió— quédate— acaricio mi cabeza y mis labios— quédate— susurro nuevamente.
Mi beso fue salvaje, este hombre despertaba todo en mí, podía amarlo y desearlo con la misma intensidad con la que quería que fuera mío por siempre, estaba enamorada y daría la vida si fuera necesario, por ese hermoso corazón, pagaría hasta el más ínfimo de mis pecados. Sus manos me sujetaron de la cintura pegándome aun mas a su regazo, mi cuerpo comenzó a moverse espontáneamente creando una fricción con su entre pierna, gemí muy despacio sobre sus labios cuando sentí que mis movimientos tenían el efecto que quería, lo deseaba en este mismo momento.
― Bella— gruño contra mi piel, saco rápidamente el traje de baño que nos estorbaba dejándonos completamente expuestos, el sol entraba por la ventana bañándonos de cálidos rayos que aumentaban un poco el calor que ya sentíamos, la combustión espontanea que el causaba jamás la había sentido con nadie, no hacía falta nada más que me tocara para sentirme deseada.
Me tomo en sus brazos y me beso fieramente, mi pecho quedaba contra el suyo y mis piernas se enrollaban en su cadera apretándolo más hacia mí. Me deposito sobre el teclado del enorme piano de cola, sus caderas se refregaron contra la mía con lujuria anticipando lo que venía, beso mis pechos, mi abdomen, mis muslos, sentí el deseo recorrer por cada parte que había, estaba frentica, ansiaba sus caricias, sus besos y todo lo que él me producía, quería que recorriera mi cuerpo y me hiciera gemir su nombre mientras lo sentía dentro de mí.
― Tan hermosa— me susurro contra la piel de mi cuello, tomo el aroma de mi piel y siguió besándome hasta llegar nuevamente a mi boca, mis manos se aferraron al piano, su cuerpo nuevamente se presiono contra el mío, su potente erección rozo mi entrada haciéndome lanzar un gritito de placer, la corriente que se disperso por mi piel fue la misma pero que se acrecentó en el momento que entro en mi.
― ¡Ah! Edward— gemí contra su lóbulo, mi lengua lo lamio y jadee cuando sus manos me sujetaron de la cintura y comenzó a bombear, embistió mi cuerpo suavemente, como si se tratara de una figura de porcelana, su cabeza se iba hacia atrás gimiendo mi nombre.
Sentía que el placer me estaba jugando una mala pasada, mi cabeza giraba y no era capaz de pensar en nada solo en sentir el cuerpo de mi amado cerca del mío. El ritmo que el mismo llevaba se incremento al igual que los sonidos que salían de nuestros pechos, las respiraciones se volvieron erráticas y las manos buscaron mas piel de la cual acariciar, el vaivén fue frenético y los jadeos llenaban por completo la habitación, estaba alcanzo el clímax, Edward embistió solo unas cuantas veces más y su grito rompió todo mi control, alcance solo unos segundos después un maravilloso orgasmo uno que solo él podría haberme producido.
― Ah— jadeo muy fuerte, su cuerpo colisionó contra el mío, su cabeza quedo en mi pecho, la mía estaba completamente arqueada hacia la cola del piano, ambos respirábamos como si hubiéramos corrido por un cerro toda una mañana. Subió sus manos y me paro del teclado del piano, mis piernas nuevamente pasaron por sus caderas, me condujo hacia unos sofás que habían en un rincón, nos dejo caer sobre ellos sin poder evitar el cansancio, mi cabeza se apoyo en su pecho, su corazón estaba desbocado al igual que el mío.
¡Dios como lo amaba!, no me importaba nada, solo lo necesitaba a él, siempre mío, por siempre para mí. Edward Cullen lo era todo, era mi dios, mi sol y mi amor, no necesitaba nada más.
― Te Amo— deje escapar en un suspiro, de inmediato sentí el peso de mis palabras, el cuerpo de Edward se tensiono por completo y dejo escapar un jadeo de sorpresa.
― Bella ¿Qué fue lo que dijiste?— me pregunto y me congele de inmediato. Mi cuerpo se convirtió en piedra sobre la piel de su cuerpo.
¿Le había dicho que lo amaba?, con un demonio ¡lo había hecho!, le había dicho lo que mi corazón quería gritar pero que jamás iba a dejar salir, hasta ahora, ya estaba expuesta, le había entregado en bandeja de plata mi corazón para que el hiciera lo que le plazca con lo poco que queda de mí, porque lo demás se lo había entregado en secreto a este amor que ahora estaba expuesto ante sus ojos. Este era mi fin…
Ebys Cullen- .
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Re: "CORAZON DE HIERRO"(18+) COMPLETO
OMG!!....quiero lloraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaar!!......muero por saber q dira Edward.....
Jane- .
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Re: "CORAZON DE HIERRO"(18+) COMPLETO
=D geniial capiitulo no nos dejes tanbto tiiempo con la duda ??? qk reacciion trndra edward :P
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Re: "CORAZON DE HIERRO"(18+) COMPLETO
sigo sufriendo por la angustia.. Ebys!!!!.......es tu culpaaaaaa....no duermo ni como ( bueno si como ) buuuuuu buuuuuuu!!!......
Jane- .
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Re: "CORAZON DE HIERRO"(18+) COMPLETO
Jane escribió:sigo sufriendo por la angustia.. Ebys!!!!.......es tu culpaaaaaa....no duermo ni como ( bueno si como ) buuuuuu buuuuuuu!!!......
¿Por mi culpa?... yo soy inocente a todo lo que se me acuse.... jejeje.... Ta bien tengo la respuesta de Edward guardada en mi PC... bueno quizas si sea un poquitin culplabel por dejarlas con la duda... pero... no es linda la duda en este momento??? jejeje
Ebys Cullen- .
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Re: "CORAZON DE HIERRO"(18+) COMPLETO
esa duda me esta comiendo viva.....!!....
Jane- .
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