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Curando un corazón (+18) Completo
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alejandra_vazquez88
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Curando un corazón (+18) Completo
Les traigo un nuevo fic de nuestra amiga Sarah -crish cullen la misma autora de un cuento de hadas moderno. Una vez más le doy las gracias por poder publicar esta nuevo fic que es muy hermoso.
Sinopsis: Bella es una joven doctora, con una dolorosa infancia; Edward es un eminente cirujano que perdió lo que más quería en un accidente. ¿Qué ocurrirá cuándo se conozcan?
Prefacio
Miraba distraída por la ventanilla del avión, mientras las horas del viaje iban pasando.
Dejaba atrás mi vida entera, para poder huir de las constantes peleas y reproches con mis padres, deseando poder encontrar un poco de paz, dedicarme a mi vocación, la medicina, y...por qué no, ser un poco feliz. Tampoco le pedía tanto a la vida.
Un pequeño gorjeo a mi lado me distrajo de mis pensamientos; mi pequeña hija de apenas dos meses se removía en su capazo. Amorosamente acaricié su rosada y rechoncha mejilla, mientras miraba ese pequeño trocito de cielo, mi única motivación para seguir luchando...y viviendo.
Me llamo Isabella Marie Swan, y tengo veinticuatro años. Nací en Forks, un pequeño pueblo del Estado de Washintong, allí me crié, junto con mis padres y mi hermano Jacob.
Mi padre es el reputado y famoso neurocirujano Charlie Swan, jefe su especialidad en el hospital McAllens de Seatle; es un médico respetado en todo el país, aunque no muy querido, debido a su carácter orgulloso y altivo.
Su gran profesionalidad en la materia le obligaba a viajar por todo el país, dando numerosos cursos y seminarios, lo que hizo que el matrimonio de mis padres hiciera aguas. Eso hizo que mi madre buscara consuelo en brazos ajenos, y mi padre se limitara a tener aventuras en todas las ciudades a las que acudía.
Más de una vez el trató de ser inteligente, pidiéndole que se divorciaran, pero la orgullosa Renee Swan nunca quiso ni oír hablar del tema; para ella guardar las apariencias y no dar que hablar era su razón de vivir, por no hablar en que posición quedaría, económicamente hablando.
De modo que desde que yo tengo uso de razón, de puertas para fuera éramos la típica familia modelo, unida y feliz, envidiada por todos.
De puertas para dentro, las constantes disputas y peleas entre ellos eran el pan nuestro de cada día; por lo que los últimos cinco años prácticamente cada uno hacía su vida, llegando incluso a dormir en habitaciones separadas.
No se hablaban si no era estrictamente necesario.
Todavía recordaba con pena cómo, las noches en que ellos se tiraban los trastos a la cabeza, me iba corriendo a la habitación de Jake, para abrazarme a él mientras llorábamos en silencio.
Los recuerdos más bonitos de mi niñez eran los fines de semana en que nos quedábamos con la abuela Swan, a la que considerábamos nuestra verdadera madre. Para ella era muy doloroso presenciar todo aquello, pero siempre decía que no debes meterte en medio de un
matrimonio, y así lo hizo.
Pero la abuela Swan ya no está , hace tres años su corazón ya no pudo más y se fue, y Jake y yo nos quedamos solos.
Debido a todo lo que viví en mi casa, me convertí en una chica tímida y poco sociable, dedicada por y para mis estudios; aunque también, cómo cualquier adolescente, tuve mis enamoramientos y citas, aunque sin pasar de unos inocentes besos, porque el chico que realmente me gustaba era un cretino y no me hizo ni el más mínimo caso.
Martha, la única amiga que tenía, y la única que sabía lo que ocurría en mi casa, fue mi apoyo incondicional en esos años, hasta que hace seis años se marchó a Los Ángeles, para estudiar derecho; aunque seguíamos en contacto y nos veíamos siempre que podíamos.
La única vez que vi a mi padre entusiasmado por algo que yo hacía, pero tampoco mucho, fue cuándo le dije que estudiaría medicina; el abuelo Swan también fue médico, de modo que mi vocación estaba clara de dónde venía.
Mientras cursé los cinco años de medicina general, en la universidad de Seatle, me esforcé al máximo; muchos pensaban que ser la hija del doctor Swan significaba aprobar exámenes por la cara; si ellos supieran que mi padre apenas se molestó en echarme una mano...tan sólo me preguntaba por los exámenes, suspendiera o aprobara siempre ponía la misma mueca de indiferencia.
Cuando me preguntó sobre la especialidad que haría en mis años de residencia, lo único que me dijo era que esa especialidad estaba infravalorada y que no tenía la relevancia de la cirugía o neurología.
Me enfrenté a él, añadiendo que hacer anestesiología y reanimación era tan importante y respetable...y era lo que yo quería.
No dijo nada más, pero sabía que no le gustaba, pero era mi vida, no la de él.
Pero la guinda del pastel estaba por llegar.
Al acabar los cinco años de medicina general, pasé el verano en Forks, antes de mi traslado a Nueva York, donde haría mi residencia. Ya lo tenía todo listo y solucionado.
Me fui con Marha y algunos ex-compañeros de instituto a Port-Ángeles, para cenar y tomar unas copas. Mis padres habían tenido una bronca monumental...y a mi no se ocurrió otra cosa que ponerme a beber y a bailar cómo una loca para distraerme y olvidarme de todo; recuerdo que movía mis caderas sin control alguno, y un chico se me acercó por detrás, pegando su cuerpo al mío y también borracho cómo una cuba.
Mi siguiente recuerdo es en la cama de un pequeño hotel, tapada por una fina sábana color crema... desnuda y sola. Me dolía horrores la cabeza, y no recordaba nada...pero era evidente que algo había hecho.
Sé que es triste, pero así perdí mi virginidad, con un tío que ni recuerdo su cara, ni sé su nombre...nada.
Pero las consecuencias llegaron enseguida, al tener que explicar a mis padres, que me había quedado embarazada...y qué no sabía quién era el padre.
Mi madre puso el grito en el cielo, y me dio una tremenda bofetada, pegando alaridos sobré que pensaría la gente.
Mi padre me llamó, entre otras lindezas, caprichosa e irresponsable, llegando incluso a sugerirme que interrumpiera el embarazo.
Pero ese pequeño ser ya se había adueñado de mi corazón; sabía que había sido una irresponsable, pero cargaría con las consecuencias y responsabilidades y criaría a mi bebé sola, si era preciso...y le daría todo el cariño y amor del mundo.
Obviamente tuve que cancelar mi residencia en Nueva York y quedarme en Forks, por lo menos hasta que la niña naciera.
Mis padres apenas me dirigieron la palabra en los ocho meses y medio que duró mi embarazo; y un 7 de abril mi pequeña Megan apareció en este mundo. Era preciosa, con unos ojitos azul grisáceos, unos mofletes rosados, y un fino pelito castaño, cómo el mío.
Tenía la vaga esperanza de que mis padres, al ver a su nieta, se ablandaran un poco, pero no fue así; mi padre no apareció por el hospital, y mi madre ni se molestó en mirar a la niña una vez.
Mi hermano estaba emocionado con su sobrina...y hablando con él, tomé la decisión, pensando en mi niña y en mi carrera.
Gracias a las gestiones que había hecho en los últimos meses de mi embarazo, conseguí una plaza de anestesista residente en el North-Union Medical Center, uno de los mayores hospitales de San Francisco.
Jake y su mujer Leah vivían allí, después de que mi hermano se marchara de casa, harto de la situación.
Gracias a mis pequeños ahorros y el dinero que la abuela Swan nos dejó en herencia a mi y a mi hermano, podría alquilar un pequeño apartamento, suficiente para Megan y para mi, y con mi sueldo, podría sacar adelante a mi pequeña.
Cierto que no sería un sueldo cómo el de un médico adjunto, y aunque fuera residente, era doctora, ganaría suficiente.
Los sollozos de mi hija me sacaron de mis recuerdos; con cuidado la cogí del capazo y llamé a una azafata, pidiéndole por favor que calentara el biberón que le entregué.
Mientras le daba el biberón, no dejaba de pensar en lo afortunada que era...mi niña me había salvado...y ahora empezaba una nueva etapa.
Sinopsis: Bella es una joven doctora, con una dolorosa infancia; Edward es un eminente cirujano que perdió lo que más quería en un accidente. ¿Qué ocurrirá cuándo se conozcan?
Prefacio
Miraba distraída por la ventanilla del avión, mientras las horas del viaje iban pasando.
Dejaba atrás mi vida entera, para poder huir de las constantes peleas y reproches con mis padres, deseando poder encontrar un poco de paz, dedicarme a mi vocación, la medicina, y...por qué no, ser un poco feliz. Tampoco le pedía tanto a la vida.
Un pequeño gorjeo a mi lado me distrajo de mis pensamientos; mi pequeña hija de apenas dos meses se removía en su capazo. Amorosamente acaricié su rosada y rechoncha mejilla, mientras miraba ese pequeño trocito de cielo, mi única motivación para seguir luchando...y viviendo.
Capítulo 1: Dejando todo atrás...
Me llamo Isabella Marie Swan, y tengo veinticuatro años. Nací en Forks, un pequeño pueblo del Estado de Washintong, allí me crié, junto con mis padres y mi hermano Jacob.
Mi padre es el reputado y famoso neurocirujano Charlie Swan, jefe su especialidad en el hospital McAllens de Seatle; es un médico respetado en todo el país, aunque no muy querido, debido a su carácter orgulloso y altivo.
Su gran profesionalidad en la materia le obligaba a viajar por todo el país, dando numerosos cursos y seminarios, lo que hizo que el matrimonio de mis padres hiciera aguas. Eso hizo que mi madre buscara consuelo en brazos ajenos, y mi padre se limitara a tener aventuras en todas las ciudades a las que acudía.
Más de una vez el trató de ser inteligente, pidiéndole que se divorciaran, pero la orgullosa Renee Swan nunca quiso ni oír hablar del tema; para ella guardar las apariencias y no dar que hablar era su razón de vivir, por no hablar en que posición quedaría, económicamente hablando.
De modo que desde que yo tengo uso de razón, de puertas para fuera éramos la típica familia modelo, unida y feliz, envidiada por todos.
De puertas para dentro, las constantes disputas y peleas entre ellos eran el pan nuestro de cada día; por lo que los últimos cinco años prácticamente cada uno hacía su vida, llegando incluso a dormir en habitaciones separadas.
No se hablaban si no era estrictamente necesario.
Todavía recordaba con pena cómo, las noches en que ellos se tiraban los trastos a la cabeza, me iba corriendo a la habitación de Jake, para abrazarme a él mientras llorábamos en silencio.
Los recuerdos más bonitos de mi niñez eran los fines de semana en que nos quedábamos con la abuela Swan, a la que considerábamos nuestra verdadera madre. Para ella era muy doloroso presenciar todo aquello, pero siempre decía que no debes meterte en medio de un
matrimonio, y así lo hizo.
Pero la abuela Swan ya no está , hace tres años su corazón ya no pudo más y se fue, y Jake y yo nos quedamos solos.
Debido a todo lo que viví en mi casa, me convertí en una chica tímida y poco sociable, dedicada por y para mis estudios; aunque también, cómo cualquier adolescente, tuve mis enamoramientos y citas, aunque sin pasar de unos inocentes besos, porque el chico que realmente me gustaba era un cretino y no me hizo ni el más mínimo caso.
Martha, la única amiga que tenía, y la única que sabía lo que ocurría en mi casa, fue mi apoyo incondicional en esos años, hasta que hace seis años se marchó a Los Ángeles, para estudiar derecho; aunque seguíamos en contacto y nos veíamos siempre que podíamos.
La única vez que vi a mi padre entusiasmado por algo que yo hacía, pero tampoco mucho, fue cuándo le dije que estudiaría medicina; el abuelo Swan también fue médico, de modo que mi vocación estaba clara de dónde venía.
Mientras cursé los cinco años de medicina general, en la universidad de Seatle, me esforcé al máximo; muchos pensaban que ser la hija del doctor Swan significaba aprobar exámenes por la cara; si ellos supieran que mi padre apenas se molestó en echarme una mano...tan sólo me preguntaba por los exámenes, suspendiera o aprobara siempre ponía la misma mueca de indiferencia.
Cuando me preguntó sobre la especialidad que haría en mis años de residencia, lo único que me dijo era que esa especialidad estaba infravalorada y que no tenía la relevancia de la cirugía o neurología.
Me enfrenté a él, añadiendo que hacer anestesiología y reanimación era tan importante y respetable...y era lo que yo quería.
No dijo nada más, pero sabía que no le gustaba, pero era mi vida, no la de él.
Pero la guinda del pastel estaba por llegar.
Al acabar los cinco años de medicina general, pasé el verano en Forks, antes de mi traslado a Nueva York, donde haría mi residencia. Ya lo tenía todo listo y solucionado.
Me fui con Marha y algunos ex-compañeros de instituto a Port-Ángeles, para cenar y tomar unas copas. Mis padres habían tenido una bronca monumental...y a mi no se ocurrió otra cosa que ponerme a beber y a bailar cómo una loca para distraerme y olvidarme de todo; recuerdo que movía mis caderas sin control alguno, y un chico se me acercó por detrás, pegando su cuerpo al mío y también borracho cómo una cuba.
Mi siguiente recuerdo es en la cama de un pequeño hotel, tapada por una fina sábana color crema... desnuda y sola. Me dolía horrores la cabeza, y no recordaba nada...pero era evidente que algo había hecho.
Sé que es triste, pero así perdí mi virginidad, con un tío que ni recuerdo su cara, ni sé su nombre...nada.
Pero las consecuencias llegaron enseguida, al tener que explicar a mis padres, que me había quedado embarazada...y qué no sabía quién era el padre.
Mi madre puso el grito en el cielo, y me dio una tremenda bofetada, pegando alaridos sobré que pensaría la gente.
Mi padre me llamó, entre otras lindezas, caprichosa e irresponsable, llegando incluso a sugerirme que interrumpiera el embarazo.
Pero ese pequeño ser ya se había adueñado de mi corazón; sabía que había sido una irresponsable, pero cargaría con las consecuencias y responsabilidades y criaría a mi bebé sola, si era preciso...y le daría todo el cariño y amor del mundo.
Obviamente tuve que cancelar mi residencia en Nueva York y quedarme en Forks, por lo menos hasta que la niña naciera.
Mis padres apenas me dirigieron la palabra en los ocho meses y medio que duró mi embarazo; y un 7 de abril mi pequeña Megan apareció en este mundo. Era preciosa, con unos ojitos azul grisáceos, unos mofletes rosados, y un fino pelito castaño, cómo el mío.
Tenía la vaga esperanza de que mis padres, al ver a su nieta, se ablandaran un poco, pero no fue así; mi padre no apareció por el hospital, y mi madre ni se molestó en mirar a la niña una vez.
Mi hermano estaba emocionado con su sobrina...y hablando con él, tomé la decisión, pensando en mi niña y en mi carrera.
Gracias a las gestiones que había hecho en los últimos meses de mi embarazo, conseguí una plaza de anestesista residente en el North-Union Medical Center, uno de los mayores hospitales de San Francisco.
Jake y su mujer Leah vivían allí, después de que mi hermano se marchara de casa, harto de la situación.
Gracias a mis pequeños ahorros y el dinero que la abuela Swan nos dejó en herencia a mi y a mi hermano, podría alquilar un pequeño apartamento, suficiente para Megan y para mi, y con mi sueldo, podría sacar adelante a mi pequeña.
Cierto que no sería un sueldo cómo el de un médico adjunto, y aunque fuera residente, era doctora, ganaría suficiente.
Los sollozos de mi hija me sacaron de mis recuerdos; con cuidado la cogí del capazo y llamé a una azafata, pidiéndole por favor que calentara el biberón que le entregué.
Mientras le daba el biberón, no dejaba de pensar en lo afortunada que era...mi niña me había salvado...y ahora empezaba una nueva etapa.
Espero les guste, se las recomiendo....es muy bella....
Última edición por Atal el 31/7/2010, 11:50 am, editado 1 vez
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Re: Curando un corazón (+18) Completo
que primer capitulo ..........si que parece interesante ....
Atal ya espero el siguiente
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Re: Curando un corazón (+18) Completo
amiga es muy linda¡¡¡
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Re: Curando un corazón (+18) Completo
eso seguro .........ya que todas las historias que subes o escribes son fantasticas confio plenamente en tu gusto
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Re: Curando un corazón (+18) Completo
hola chicas aki me tiene en este fic me encanto ya kiero saber ke va a pasar con bella y la pequeña megan y kiero ver cuando vea por primera vez a edward me gusto mucho atal espero el siguiente capitulo pronto
besitos chicas la kiero
adiosin
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Re: Curando un corazón (+18) Completo
aqui ando tambien
me llamo mucho la atencion la trama del fic
y bueno el primer capitulo me gusto mucho creo que va a ser una historia muy interesante, espero pronto subas el proximo atal que ya me enganche jajaja
me llamo mucho la atencion la trama del fic
y bueno el primer capitulo me gusto mucho creo que va a ser una historia muy interesante, espero pronto subas el proximo atal que ya me enganche jajaja
Citly Patzz- .
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Re: Curando un corazón (+18) Completo
mira que bien citly que te enganchaste...esta historia es bien bonita aun no esta completa pero la autora me ha dejado publicarla para q las disfruten tanto como yo jiji
bueno aqui dos nuevos capítulos...
bueno aqui dos nuevos capítulos...
Capítulo dos: San Francisco
Por fin tomamos tierra en nuestro nuevo hogar; Megan, después de la comilona, se volvió a quedar plácidamente dormida, y así permaneció mientras bajamos del avión.
Agarré mi enorme bolso y el capazo de mi niña y desembarcamos., esperando a que saliera la única maleta que traía, ya que había mandado el resto unos días antes, y el carrito.
Después de armar el carro y coger la maleta, pasamos las grandes puertas del cristal; no tardé en divisar a un muchacho alto, moreno y fuerte, junto a una chica también morena y ojos marrones.
Se adelantaron corriendo, y me lancé a unos fuertes brazos.
-¡Jake!- dije emocionada.
-Hola Bells...pequeña, qué ganas de verte- me dijo mientras me levantaba del suelo.
-Y yo a ti- le contesté aún abrazada a él.
-¿Cómo estás?- me preguntó una vez me bajó al suelo.
-Bien, estamos bien; muy contentas de estar aquí- le contesté; supuse que en casa charlaríamos largo y tendido.
Me giré y abracé con fuerza a mi cuñada.
Unas vez nos abrazamos los tres, miraban ansiosos el carrito, pues no conocían en persona a la niña. Eché hacia atrás la capota, para que la viesen.
-Oh Jake...es preciosa, mírala- dijo Leah pasando un dedo por su piernecita, mientras la contemplaba extasiada.
-Que chiquitina es...- dijo mi hermano en un susurro; se estaba emocionando.
Miraba con cariño a mi cuñada, sabía por Jake que llevaban un tiempo buscando familia, pero aun no lo habían conseguido, por lo que para Leah era una alegría que hubiésemos venido.
Una vez contemplaron a Megan, que ni se inmutó en su sueño, Jake cargó con la maleta y nos dirigimos a casa.
Mientras buscaba un apartamento me quedaría en su casa con ellos; eran principios de junio, y mi trabajo en el hospital no empezaba hasta el 15 de julio; esperaba que en un mes y medio pudiese encontrar un apartamento y acomodarme.
Una vez en casa, mientras desembalaba las maletas que habían llegado hace un par de días, Jake se enfrascó en el montaje de la cuna y Leah bañaba y daba de cenar a Megan.
-¿Cuál es el tornillo C?; ¿y dónde leches está la ranura A?; ésto no me cuadra mucho- murmuraba enfadado, mientras se rascaba la cabeza.
-Jake...me parece que estás mirando el dibujo al revés- le dijo Leah alzando una ceja, mientras mecía amorosamente a su sobrina.
-Ah...aún así, eso de montaje sencillo y rápido se lo podían ahorrar- bufaba mi hermano, mientras daba la vuelta al papel.
Leah y yo no podíamos disimular la risa. Una vez la cuna estuvo montada y segura y Megan dentro de ella, de nuevo placidamente dormida, nos sentamos a cenar.
-He preparado lasaña de verduras Bells, se que te encanta- me dijo Leah con una sonrisa.
-Hum..., que rico, gracias- dije, pinchando el tenedor en las capas de pasta.
Un minuto después, mi hermano empezó a hablar.
-¿Cómo se tomaron que vinieras a vivir aquí?- preguntó mi hermano con cautela.
-Pues...creo que les importó bien poco Jake, ya sabes cómo son- le contesté con un suspiro.
-Pensé que la niña les haría replantearse su postura- agregó Leah.
-Yo también tenía la esperanza....pero no, para ellos creo que fue un alivio...que pensaría la gente...la hija de Renne Swan, madre soltera- dije esas dos últimas frases imitando la estridente voz de mi madre.
-¿Cómo pueden ser así?, ¿qué les hemos hecho?; somos sus hijos...y quienes hemos pagado las consecuencias de ese....no se ni cómo llamarlo....matrimonio- Jake empezaba a enfadarse.
-No te tortures más, cielo, y tú tampoco Bells- nos suplicó Leah, tomando a su marido de la mano.
-Espero que nos se les ocurra aparecer por aquí a molestaros... si lo hacen ahora SI se las verán conmigo- siseó mi hermano, completamente furioso.
-Tranquilo Jake, no saben vuestra dirección, y no sabrán la mía; aparte, no creo que se presenten aquí- le dije con una mueca.
Leah cambió rápidamente de tema.
-Bien Bells, espero que busques un apartamento cerca nuestro- me dijo mientras tomábamos el postre.
-Eso quisiera, lo poco que he visto del barrio me gusta, está bien comunicado con el hospital, tiene jardines y parques para poder pasear, hay muchos comercios- empezó a enumerar Bella.
-Está bien comunicado con el centro- añadió Leah.
-Y lo más importante, nos tendrías cerca para ayudarte con la niña- agregó Jake.
Reflexioné un momento sobre lo que mi hermano había dicho, y tenía razón, ya que tendría diferentes turnos y guardias en el hospital.
-Cuándo vaya al hospital les pediré los cuadrantes de las guardias....espero que no se pasen- murmuré para mis adentros.
-Yo me quedaré con ella por las mañanas, sabes que mi trabajo de recepcionista es por la tarde- me dijo mi cuñada.
-Y los fines de semana podemos encargarnos los dos, y cuándo tengas guardia de noche- dijo Jake convencido.
-El problema será cuándo tenga turno de tarde- dije con fastidio.
-No te preocupes, yo puedo escaquearme, para eso soy el dueño del taller Bells- añadió Jake en tono burlón.
-No Jake, tampoco es justo- le reproché.
-Por lo menos hasta que encontremos otra solución; piénsalo Bells- me suplicó con un puchero.
-Está bien, vale, acepto.- contesté rodando los ojos.
-Esa es mi doctora- dijo en tono burlón.
Ese mes y medio pasó rápido, con la ayuda de Jake y Leah encontré un coqueto apartamento, reformado y a dos calles de dónde vivía mi hermano. Tenía dos habitaciones, una baño y cocina con barra americana, suficiente para mi pequeña y para mi. Lo que más me gustaba eran los grandes ventanales del salón, que daban a un parque precioso.
Además tuve suerte de que la cocina y el salón estaban amueblados; con la ayuda de Leah elegí un dormitorio sencillo para mi y algo más para el cuarto de Megan. Me ayudaron a hacer la mudanza, y una semana antes de empezar a trabajar estábamos instaladas.
También acudí al hospital, para firmar mi contrato y presentarme al que sería mi adjunto y supervisor, la doctora Lucy Sanders. Era una mujer de unos cincuenta años, amable y educada. Me llevó a la unidad de cuidados intensivos, dónde también trabajaría en reanimación, aparte de quirófanos.
Una vez me despedí de ella pasé por personal a recoger mis identificaciones y los uniformes de color azul clarito.
Dos horas después salía del hospital, mirando el cuadrante de turnos; de momento tenía turno de mañana las tres primeras semanas, y dentro de dos fines de semana, guardia.
Suspiré aliviada, Jake no tendría que dejar el taller y Leah se quedaría con Megan por la mañana.
La semana pasó muy rápido; el lunes sonó el despertador a las seis y media de la mañana; me levanté contenta, fui a echar un vistazo a Megan, que dormía como un lirón, y me dirigí a la ducha; Leah vendría en media hora para quedarse con la niña.
Me puse unos vaqueros claros con una camiseta lila y mis converse negras; dí un besito mi niña y me despedí de mi cuñada; salí, dispuesta a enfrentarme a un nuevo reto.
Capítulo 3: La doctora Swan
Llegué al hospital, y rápidamente me puse el uniforme, colgué mi estetoscopio por los hombros y me puse mi identificación, al llegar al despacho de la doctora Sanders un nudo se apoderó de mi estómago; tomé aire y llamé a la puerta.
-Pase- dijo mi adjunta, sin dejar de mirar unos papeles.
-Buenos días doctora Sanders- saludé mientras cerraba la puerta.
-Buenos días doctora Swan- dijo amablemente, mientras levantaba su vista del ordenador.
-¿Soy la primera?- pregunté en susurro para mi, pero la doctora me oyó, y esbozó una sonrisa cómplice en su cara.
-Eres la primera...y la única residente de anestesiología este año- me dijo tan tranquila.
No salía de mi asombro, por lo que ella siguió.
-No hay mucha gente que haga esta especialidad; estate tranquila, esto no es la residencia de cirugía, ya sabes que hay son muchos más autoritarios- me contó amablemente.
-Ya...- fue lo único que pude murmurar, todavía alucinada.
-Ven, vamos a reanimación, te presentaré al resto del servicio, sígueme- me ordenó amablemente, mientras abría la puerta.
Al llegar, un grupo se giró hacia nosotras; eran cuatro chicas y cuatro chicos.
-Buenos días chicos- saludó.
-Buenos días doctora Sanders- dijeron casi a coro.
-Quiero presentarles a Isabella Swan, nuestra nueva residente- dijo con una sonrisa.
-Bienvenida- respondieron casi a coro de nuevo.
La doctora Sanders iban a decir algo más, pero un sonido la interrumpió, miró su busca y se apartó.
Una chica rubia, alta y guapísima, de mirada amable, se acercó a mi.
-Soy Rosalie Hale, enfermera, es un placer- dijo mientras se acercaba para darme dos besos.
-Encantada- le contesté con una sonrisa.
Otras dos chicas y uno de los chicos se acercaron también.
-Angela Weber, enfermera también- me dijo una chica bajita, con el pelo negro recogido en una enorme coleta.
-Un placer- la respondí mientras la besaba, al igual que Rosalie.
-Amanda Donaldson, llámame Mandy, residente de tercer año, un placer Isabella.- me dijo otra de las chicas, con ojos azules y pelo castaño claro no más abajo de los pómulos, con un gracioso flequillo ladeado.
-Encantada, igualmente, y por favor, llamadme Bella- le dije después de devolverle otros dos besos.
-Ellos son Jasper Whitlock y Tyler Crowley, adjuntos- me dijo señalando a dos de los muchachos; Jasper no muy alto, con el pelo un poco largo, ligeramente ondulado y ojos de color miel ; y Tyler, afroamericano de piel no muy oscura, ambos de unos treinta y pocos años, incluso menos.
-Bienvenida al equipo Bella- me dijo Tyler con una sonrisa, mientras me estrechaba la mano.
-Por fin una cara nueva, aquí estarás muy bien, somos una gran familia- me contó Jasper con otra sonrisa mientras estrechaba mi mano.
-Un placer estar aquí, me siento muy halagada, no esperaba una bienvenida así- les dije con una sonrisa; estaba muy contenta, me esperaba rechazo e indiferencia.
-Esto no es cirugía, aquí no somos tan malos- me dijo otra voz masculina, que siguió hablando -Mike Newton, residente de último año- me dijo alzándome su mano para estrecharla.
-Vaya, es un consuelo saberlo; seguro que estaré muy bien aquí- respondí alegre.
-Pero aún así eres la novata...así que pringarás con muchos informes este año- añadió Jasper con una sonrisa perversa.
-Jazz, no la aturulles; disculpa, es muy bromista, soy Alice, enfermera...y esposa de este médico que te quiere atemorizar- dijo con una gran sonrisa; era bajita y menuda, con un pelito negro corto y despuntado a cada lado.
-Vaya...encantada- dije riéndome.
-El es Seth Clearwater, nuestro único chico enfermero...y un amor- me dijo señalando a un chico moreno, con el pelo un poco largo.
-Me haces sonrojar Alice; es un placer que alguien haga residencia aquí, no sois muchos anestesistas- me dijo.
-Cierto- le contesté.
Una vez se presentaron todos, me rodearon y me empezaron a interrogar.
-¿Dé dónde eres?- me preguntó con amabilidad Mandy.
-Nací en Forks, estado de Wasinhtong- le respondí.
-Eso es cerca de Seatlle, ¿no?- inquirió Seth.
-Así es, estudié allí en la universidad- le respondí de nuevo.
-Perdona mi indiscreción....¿tienes algún parentesco con Charles Swan, el neurocirujano?- preguntó curioso Jasper.
Cómo no...ya sabía que mi apellido saldría a reducir.
-Soy su hija- respondí encogiéndome de hombros, y poniendo una mueca de indiferencia que a ninguno les pasó inadvertida; pero gracias a dios, no preguntaron nada más.
Mandy, Angela, Tyler y Mike se marcharon enseguida, ya que habían hecho guardia de noche y, según ellos, se había quedado para conocerme.
El resto nos pusimos enseguida a trabajar; de momento estaría en reanimación para vigilar a los pacientes que salían de quirófano, siempre bajo la supervisión de alguien.
Asentí contenta, ya tendría la oportunidad de ir a quirófano.
A media mañana nos fuimos al pequeño cuarto que teníamos cómo área de descanso, dentro del servicio. Equipado con tele para las guardias, un frigorífico, un enorme sofá y, lo más importante, una monumental cafetera; en el centro una mesa redonda y sillas.
Nos servimos un café y nos pusimos a charlar de nuevo.
-Cuéntanos un poco más de ti...¿tienes pareja?- interrogó Alice de manera directa.
-Cielo...¿sabes que eres una cotilla en potencia?, disculpa su indiscreción- me dijo Jasper, mirando con enojo a su mujer.
-Jajajjajaj...no pasa nada; no, no tengo pareja- dije con una sonrisa.
-Bueno saberlo- añadió Seth, al que me quedé mirando perpleja, arqueando las cejas.
-Tranquila...era una broma, tengo novia, se llama Leslie y trabaja en pediatría- siguió explicando, mientras me guiñaba un ojo.
-Ahhhhh....vale, me dejas más tranquila- le dije en plan broma, riéndome, y el resto también acompañaba mis carcajadas.
-¿Conoces a mucha gente aquí?- me preguntó Rose mientras me extendía un bote con galletas.
-No, sólo a mi hermano Jake y a su mujer Leah; por eso vine aquí- les conté mientras tomábamos el café.
-Tenemos que quedar fuera del hospital, así conoces más San Francisco, ¿te parece bien que salgamos el viernes a cenar?, Jazz tiene guardia- me dijo Alice dando palmaditas, cómo una niña pequeña.
-Vamos, anímate, le diremos a Mandy que venga también, y a Angela- me dijo Rose en tono súplica.
-Angela tiene guardia esa noche- añadió Seth con una sonrisa perversa.
-Pero...¿a qué se la cambiarías?- preguntó Alice poniendo un puchero.
-Alice...no empieces...eso es chantaje...y no me valen pucheros de ningún tipo... vale vale, me lo pensaré- bufó Seth, mirando la cara de cordero degollado que ponía Alice.
-Esto...no se si podré, si mi hermano y Leah tienen planes...-empecé a tartamudear.
-¿Planes de qué?- preguntó Alice, que me miraba con confusión.
-Veréis...tengo una niña de tres meses y...-no pude continuar, un gritito me interrumpió.
-¿Eres mamá?- me dijo Rose con una gran sonrisa.
-Si, se llama Megan- contesté alegre.
-Pero...¿no has dicho que no tenías pareja?- ahora era Seth el confundido.
-Y no la hay...mi hija lleva mi apellido- suspiré con un poco de tristeza.
-Vaya, ha debido ser muy duro, me refiero a estar criándola sola- me dijo Jasper .
-Si, pero bueno...supongo que el verla crecer feliz vale la pena- le contesté, esbozando otra sonrisa mientras me acordaba de mi niña.
-Por supuesto...y por cierto, tienes que traerla un día- me dijo Rose tomándome de la mano y animándome.
-Entonces cambiaremos la cena por una merienda, y por supuesto te traes a la niña- me dijo Alice con cariño.
-Hecho- contesté con una sonrisa.
Seguimos hablando de mil y un temas; no pensaba mencionar a mi hija, pero por otro lado tampoco tenía por qué no hacerlo, es más, me sentía aliviada de que lo supieran.
Al rato, una voz nos sacó de las animada conversación.
-¿Hooolaaaa?; ¿que pasa, que los de renimación no trabajan?- preguntó una voz burlona a nuestras espaldas. Al girarnos nos encontramos con un chico moreno y musculoso, con unos ojos verdes, parecía un portero de discoteca de lo grande que era.
-Em, ¿que tal?- le saludó Jasper chocándose las manos.
-Pasaba a ver cómo se encontraba la señora Font- respondió mientras cogía una taza y se ponía un café.
-¿La que operaste ayer por el procedimiento de Rashkind*?- respondió Seth.
-La misma- respondió mientras se sentaba y me miraba con curiosidad.
-¿Tenemos chica nueva en la oficina?- preguntó divertido.
-Es la doctora Bella Swan, residente de primer año- le dijo Rose mirando unos informes.
-Encantado, por fin una cara nueva, soy Emmet Cullen, cirujano especialista en cardiología- me explicó tendiéndome la mano.
-Un placer conocerte- le contesté mientras se la estrechaba.
-Llámame Em; me verás mucho por aquí- dijo con una sonrisa.
-Bueno chicos, nosotros vamos a lo nuestro- dijo Seth, mientras él y Alice se levantaban.
-Nos vemos- dijo Emmet.
-Yo me voy también, Bella ¿vienes?- me preguntó Rose mientras se levantaba.
-Claro- contesté.
-Hasta luego chicos- me despedí de ellos.
-Rose, ¿cuándo vas a aceptar la invitación para ir a cenar conmigo?- le preguntó Emmet justo antes de que saliéramos por la puerta.
Rose bufó, y se dio la vuelta para contestarle.
-Hum...a ver...cuándo me vendría bien...deja que consulte mi agenda...¿nunca?- contestó molesta, mientras alzaba una ceja.
-Me fascinan las mujeres con carácter- respondió Emmet con una sonrisa perversa.
-Y yo detesto a los hombres arrogantes y vacilones- le contestó ella con una mueca.
-Me encantas, Rosalie Hale- la siguió éste.
-Adiós Emmet- añadió mientras cerraba la puerta del gabinete.
Para mis adentros me moría de la risa, hasta que Rose me vio y se empezó a reír ella también.
-Bufff....que plasta- dijo ella rodando los ojos.
-Hombre...es simpático, un poco vacilón, eso sí- le comenté.
-Lleva dándome la murga casi un año- respondió con fastidio.
-Pues si que es insistente- musité.
-Y que lo digas...en fin, vente conmigo- me dijo tomando unas carpetas.
-Vamos a ello- le dije animadamante.
La mañana pasó muy rápido, yo más que nada observando y familiarizándome con el servicio. Al dar las tres fui a cambiarme, despidiendo a mis compañeros.
Salí del hospital con una montaña de informes bajo el brazo, con paso ligero, quería ir a ver a mi niña, nunca me había separado tanto tiempo de ella.
Tan concentrada iba que choqué con alguien; no llegué a caerme, pero los informes volaron por todo el hall del hospital.
Torpemente me agaché para recogerlos, cuándo una voz suave y dulce habló.
-¿Estás bien?- preguntó con tono preocupado.
-Si, discúlpame por favor, no te vi- murmuré avergonzada, ¿cómo podía ser tan patosa?
-Tranquila, no pasa nada, discúlpame tu a mí también- dijo mientras recogía algunos papeles.
Al incorporarme y levantar la cara me quedé estupefacta. Un chico alto, guapísimo, con el pelo color bronce despeinado y unos ojos verdes preciosos me miraba con una mezcla de amabilidad y sorpresa.
Llevaba puesto un uniforme azul oscuro, por lo que trabajaba en el hospital.
Recuperé la compostura para hablar.
-Disculpa de veras; la verdad es que soy un poco torpe, gracias por ayudarme- le dije mientras tomaba el resto de informes que me tendía.
-N...no, tranquila, no pasa nada...debo irme, adiós- dijo atropelladamente y nervioso, mientras se daba la vuelta y se iba.
No me dio tiempo a reaccionar de lo asombrada que me quedé, ni siquiera me había dado tiempo a presentarme; pero no le dí más vueltas y reanudé mi camino a casa.
Llegué tarde, ya que el autobús tardo un siglo en llegar; me despedí de Leah, me di una ducha y me senté un rato en el sofá con el pilón de informes, hasta que oí a Megan protestar; me dirigí a su habitación.
-Hola cariño- le dije mientras la cogía y le daba un besito en la cabeza, al momento un olor nada agradable nos envolvió.
-Vaya, con razón te quejabas...vamos a cambiarte- le dije entre risas.
Después de cambiarla, y viendo la tarde soleada que hacía decidí salir a dar un paseo. Vestí a la niña y la coloqué en el carrito.
Me puse unos piratas negros con una camiseta blanca, y unas sandalias planas, hacía bastante calor.
Mientras iba por las calles del barrio, iba absorta en mis pensamientos, y sobre todo pensando en esos ojos verdes con los que había chocado. Eran muy parecidos a los de Emmet, pero tenían un brillo de tristeza infinita. No me di cuenta de que me llamaban por detrás hasta que alguien me tocó el hombro.
-Hola Bella- me saludó esa persona, me di la vuelta y era Mandy, mi compañera.
-Hola, qué sorpresa- le dije contenta.
-No sabía que vivías por aquí- me contestó alegre.
-Si, vivo en la calle Sailing, esquina con Baker- le expliqué mientras echaba el freno del cochecito de Megan.
-Yo vivo en Main con Rochester...somos vecinas- me explicaba.
-Vives cerca de mi hermano entonces- le expliqué a mi vez.
-¿Dando un paseo?- me preguntó curiosa mientras miraba a mi hija.
-Si, hay que aprovechar el buen día; esta es mi hija- le dije apartando la capota.
-Ohhh...que cosita, ¿cómo se llama?- me preguntó sin apartar la vista de mi pequeña.
-Megan- respondí.
-Hola Megan, eres muy guapa, ¿lo sabes no?- le dijo a mi hija, que por una vez iba despierta y la miraba fijamente, mientras Mandy le hacía cosquillas en la tripita.
-Es raro que la pilles con los ojos abiertos- le conté.
-Entonces la tita Mandy es afortunada- replicó con una sonrisa.
-Bueno, me voy, voy a ver a mi hermano Jake al taller; ¿te veré mañana?- le pregunté mientras agarraba el cochecito de nuevo.
-Esta semana voy de noches, pero ya coincidiremos...además, creo que el viernes tenemos sesión de café y tortitas- me recordó.
-Cierto...esta Alice- le dije riéndome.
-Tengo que irme, he quedado con mi novia, nos vemos Bella, adiós Megan- lo primero que dijo me dejó un poco...helada. No tenía nada en contra de las relaciones de gente entre su mismo sexo, pero si es cierto que aún es sorprendente enterarte.
Disimulé lo mejor que pude para despedirme.
-Hasta el viernes Mandy-.
Las tres primeras semanas pasaron muy rápido. Ese mismo viernes fui a merendar con las chicas, llevando a Megan conmigo, convirtiéndose a su vez en el centro de atención. Mis compañeras no paraban de hacerla carantoñas, mientras iba pasando por los brazos de todas ellas, incluso Rosalie se empeñó en darle el biberón, y Alice la cambió el pañal en el servicio.
Definitivamente, Megan tenía cuatro nuevas titas postizas.
Mi trabajo en el hospital iba muy bien, enseguida me habitué al ritmo del servicio, y puede decirse que estaba completamente integrada. La doctora Sanders alabó mi progreso y mi integración, estaba muy contenta, si todo seguía así en pocos meses podría empezar en los quirófanos.
En esas tres semanas no dejaba de pensar en ese chico de ojos verdes, me había impactado su mirada, tan bonita y profunda, pero a la vez tan triste. Cada vez que entraba y salía del hospital lo buscaba con disimulo, pero nunca lo veía.
Hasta aquel sábado, que tuve mi primera guardia.
*Procedimiento de Rashkind: ampliación por defecto de un tabique interauricular.
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Re: Curando un corazón (+18) Completo
Jake con un taller montando y desmontando piezas y no sabe ni montar una cuna
que genial todos medicos o enfermeras ..........me gusta el royo que llevan Rosalie y Emmet ....el siempre tan chulito y gracioso ....
Edward si que sabe salir corriendo que le pasara??
que genial todos medicos o enfermeras ..........me gusta el royo que llevan Rosalie y Emmet ....el siempre tan chulito y gracioso ....
Edward si que sabe salir corriendo que le pasara??
xole- .
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Re: Curando un corazón (+18) Completo
hola chicas como han estado espero ke esten bien atal me gusto mucho la historia ahorita voy de salida pero cuando regrese me pongo a leer la historia esta muy interesante ya estoy poniendome al corriente de las historias estasn muy buenas todas las kiero chicas nos vemos mas tarde
besitos
hasta al rato
besitos
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alejandra_vazquez88- .
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Re: Curando un corazón (+18) Completo
es verdad todas estan genial .......
espero que tu tambien estes bien guapa besitos cuidate
espero que tu tambien estes bien guapa besitos cuidate
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Re: Curando un corazón (+18) Completo
si estoy muy bien gracias xole la kiero las veo mas tarde chicas mil besos
alejandra_vazquez88- .
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Re: Curando un corazón (+18) Completo
eres tu la de la foto del avatar ?? que guapa estas
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Re: Curando un corazón (+18) Completo
sii esta muy guapa jijij bueno aqui en este foro se caracteriza por tener chicas muy guapas
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Re: Curando un corazón (+18) Completo
si chicas soy yo la de la foto y gracias por lo de guapa
alejandra_vazquez88- .
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Re: Curando un corazón (+18)
muy buena la historia ya me tiene atrapada ya kiero ke se vuelva a encontrar con edward el sera el papa de megan espero ke se sepa pronto ke ya me tiene los pelos de punta
las kiero chicas besitos
hasta luego
pd: si soy la de la foto y gracias por lo de linda
las kiero chicas besitos
hasta luego
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alejandra_vazquez88- .
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Re: Curando un corazón (+18) Completo
que bueno que te haya gustado la historia amiga, espero seguir viendote con tus comentarios, besitos y de veredad estas muy guapa
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Re: Curando un corazón (+18) Completo
claro ke me tendras aki poniendo mis comentarios fiel a tus historias ata y de vdd gracias x lo de guapa
alejandra_vazquez88- .
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Re: Curando un corazón (+18) Completo
qUIIERO UE SIIGA! .
Qué pasaa con Edd y Bella?
Quiiero saberr...
Muy lindaa historia
Qué pasaa con Edd y Bella?
Quiiero saberr...
Muy lindaa historia
Twilight_Edwella- Cantidad de envíos : 25
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Re: Curando un corazón (+18) Completo
Capítulo Cuatro: Casualidades
PVO EDWARD
Estaba tumbado en el incómodo catre que había en la salita de guardia del departamento de cirugía, con un libro apoyado en mi regazo y entrecerrando los ojos. Por suerte mi hermano Emmet no estaba de guardia y no me daría la lata, lo quería muchísimo...pero a veces era un poco cargante.
No dejaba de pensar en aquella chica con la que me había cruzado hace casi un mes, sobre todo en esos ojos del color del café, que eran tan parecidos a los de ella. Pero no la había vuelto a a punto de caer en un profundo sueño, cuándo mi busca empezó a pitar. Nada más mirarlo me levanté de un salto y bajé corriendo a urgencias. Al llegar allí me encontré con un hombre en una camilla, con el cuello inmovilizado y cubierto de sangre. Una de las enfermeras me puso una bata verde y me acerqué a él.
-¿Qué tenemos?- pregunté cogiendo el historial que estaba a sus pies.
-Varón, cincuenta y dos años, accidente de tráfico, múltiples heridas en abdomen y piernas, constantes vitales estables, tensión 12/9; le hemos sedado, no paraba de moverse - me informó Jessica, una de las enfermeras de la ambulancia.
-Abdomen distendido, posible rotura de bazo, por eso te hemos avisado- me respondió Carlisle, médico de urgencias...y mi padre.
-Pasadme un ecógrafo- ordené mientras que con mis dedos presionaba el abdomen del paciente. Rápidamente miré la pantalla, mi padre no se había equivocado.
-Bioquímica, hematocrito y pruebas cruzadas; avisad a quirófano, tiene el bazo roto; después inmovilizad la pierna derecha y llamad a trauma, tiene fractura abierta de tibia y peroné- respondí mientras firmaba la autorización para los análisis. Una vez lo subieron me quedé charlando unos minutos con mi padre, me despedí dándole una palmada en el hombro y subí a hacer mi trabajo.
Mientras me lavaba y desinfectaba, oí la puerta abrirse, y Jasper apareció.
-Hola Edward- me saludó mientras abría el grifo que estaba al lado.
-Hola Jasper, pensé que no tenías guardia hoy- le respondí amablemente.
-Yo tampoco...me avisaron esta mañana, Tyler ha tenido una emergencia familiar y no está en San Francisco- me dijo con una mueca de fastidio.
-¿Y Newton y Mandy?- pregunté alzando una ceja.
-Newton está en el quirófano tres con una apendicitis, Mandy libraba hoy, y a Bella no la íbamos a mandar, así que vengo yo- respondió mientras se secaba las manos.
-¿Bella?- pregunté extrañado.
-Es nuestra nueva residente, empezó hace un mes más o menos...¿Emmet no te ha hablado de ella?- me preguntó curioso.
-Mencionó que había nueva residente, pero nada más, no hemos coincidido, he estado de tardes todo este mes- le dije mientras una enfermera me ataba la bata.
-Pues es muy simpática y trabajadora, por cierto...¿sabes que es hija de Charlie Swan?- me dijo en plan cotilla.
-¿De verdad?- pregunté incrédulo.
-Si...pero hay algo raro...apenas habla de él...¿y por qué vendría aquí?, podría estar en el McAllens de Seatlle con su padre- meditaba Jazz en voz alta.
-¿Sabes que Alice te está pegando el alcahueteo?- le respondí riéndome.
Reímos los dos, mientras entrábamos al quirófano.
Una vez terminada la operación, me lavé y me dispuse a rellenar el consiguiente informe para reanimación, una vez acabado se lo dí a Jasper, quedando en pasar por allí luego.
Me estaba poniendo un café, mientras miraba el reloj de la pared, todavía eran las cuatro y media de la madrugada, cuándo mi padre entró.
-Hola hijo, ¿cómo ha ido todo?- me dijo a modo de saludo.
-Bien, si todo sale cómo espero se recuperará; ¿quieres un café?- le pregunté.
-Doble por favor- me dijo mientras tomaba asiento.
Serví los cafés y me senté frente a él.
-¿Cómo te va viviendo solo?, ya sabes, mamá está algo preocupada- me preguntó con cautela.
Esbocé una pequeña sonrisa, mi pobre madre no hacía mas que vivir para Emmet y para mí, aparte de para mi padre... y eso que Emmet ya tenía 33 años y yo veintinueve. Desde que Sophie, mi novia desde la universidad, falleciera en ese accidente de tráfico, hace un año y medio, la preocupación de mi madre por mi era angustiosa.
Volví con ellos unos meses, hasta que tuve fuerzas para volver hasta el que había sido nuestro hogar, y eso inquietaba a mi madre, que viviera sólo no le hacía nada de gracia, pero debía retomar mi vida, aunque los recuerdos me golpearan nada más entrar por la puerta de mi apartamento.
-Dile a mamá que no se preocupe, estoy bien, y que me doy cuenta de qué pasa por casa para planchar- le contesté divertido.
-Ya la conoces... no te lo dijo porque supuso que te negarías- me respondió.
-Y supuso bien...pero creo que por más que le diga no cambiará de opinión- dije resoplando.
-Jajajajja...no te enfades, y no trates de llevarle la contraria, yo no lo hago- me contestó carcajeándose.
-Gracias por tus consejos papá- rodé los ojos- bueno me voy, tengo que pasar por reanimación. Dale un beso a mamá y dile que mañana iré a comer- me despedí levantándome.
-Se lo diré, hasta mañana hijo- me contestó mientras se dirigía al ascensor para volver a urgencias.
Entré a cuidados intensivos; estaba todo muy tranquilo. Busqué a Jasper y no lo veía por ningún lado, así que me dirigí a la salita. Una chica estaba sentada, de espaldas a la puerta, mirando unos informes.
-Disculpa, estoy buscando al doctor Whitlock, ¿sabes dónde está?- pregunté.
-No está en este momento, puedo ayudarle yo- me dijo mientras se daba la vuelta...y se quedaba petrificada...y yo también.
Ante mi estaba aquella chica con la choqué hace un mes; tenía un rostro amable y simpático, su piel pálida tenía aspecto de ser suave y delicada, y su largo cabello castaño estaba recogido en una cola de caballo, y sus ojos...tan grandes y expresivos, del mismo color que los de Sophie... por eso me impresionó tanto ese día que chocamos, y por eso huí, preso de los nervios.
Me quedé atontado, y me percaté que ella empezaba a sonrojarse; recuperé la conciencia cuándo me habló.
-Soy Isabella Swan, la nueva residente- se presentó, con un deje nervioso en su voz.
-Me llamo Edward Cullen, cirujano; ¿así que tú eres la nueva residente?- le pregunté, mientras alzaba mi mano para estrechársela; al contactar ambas, un escalofrío recorrió mi columna, su mano era pequeñita y suave; algo debió sentir ella también, porque se puso aún más colorada, era adorable.
-Si, llámame Bella por favor- se quedó en silencio, pensando un instante, y de nuevo me preguntó -¿eres algo de Emmet no, primos o algo así...?-
-Soy su hermano- le contesté con una sonrisa, y después repliqué -y tú llámame Edward, nada de doctor Cullen-.
-¿De verdad?...vaya...no os parecéis mucho...y no sabía que tenía un hermano- me contestó algo tímida.
-Veo que ya le conoces, ¿sigue persiguiendo a Rose, verdad?- le pregunté divertido.
-Si...siempre que Rose y él tienen el mismo turno se pasa por aquí...es...digámoslo así... persistente- me dijo medio riéndose.
-Yo más bien diría que es un poco pesado- contesté rodando los ojos.
Ella rió por mi comentario, asintiendo con la cabeza.
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No podía creerlo, ante mi estaba el chico con el que había cruzado hace un mes...y además es hermano de Emmet; me quedé un poco en shock mirándolo, casi podría afirmar que sólo se parecían en el color de los ojos.
Era bastante más alto que yo...y guapísimo, ahora lo afirmaba con todas las de la ley. Tenía una voz suave y aterciopelada, era música para mis oídos. Al estrecharnos la mano una corriente eléctrica me recorrió el brazo, a la vez que en mi estómago empezaban unas cosquillas extrañas. Además era simpático y amable, en eso se parecía bastante a Emmet, pero a la vez más reservado y tímido. Cuándo me recuperé de mi trance, hablé.
-Supongo que vienes a ver al señor...- cogí la historia de la mesa- Arthur Reggs, intervenido de urgencia por rotura de bazo y después por fractura abierta de tibia y peroné- le pregunté.
-Si, le dije a Jazz que pasaría por aquí- me respondió.
-Si, me lo advirtió; Jasper ha subido a dilatación, a poner una epidural, te acompaño- le expliqué.
-Gracias- me respondió mientras me cedía paso para pasar primero.
Al llegar a la cama del paciente, comprobé las constantes y la tensión; Edward le quitó la sábana para mirarle la sutura...cuándo el monitor empezó a pitar.
-¡Cae la tensión, está en 9/6!- le dije mientras tumbaba del todo la cama para auscultarle y mirarle el pulso.
-¡Se está chocando, está entrando en parada!; una ampolla de atropina intravenosa- me indicó; se la inyecté en la vía, pero no respondía, un sudor frío cruzó mi frente, no podía reaccionar.
-Rápido, carga las palas a 260- me dijo mientras empezaba con el masaje cardíaco.
Lo más deprisa que mis nervios me dejaban, preparé y cargué el desfibrilador; en esos momentos llegaba Seth para ayudarnos, que miró la carga.
-260- confirmó Seth.
-¡Fuera!- grité mientras se apartaban y le daba la descarga al señor Reggs, pero seguía en parada.
-Carga a 300, y otra ampolla de atropina- le ordené a Seth, mientras Edward seguía con el masaje y asentía con la mirada.
-Atropina puesta, 300- contestó Seth.
-¡Fuera!- volví a darle otra descarga...y el ritmo cardíaco recobró la normalidad; suspiré de alivio...y temblaba de los nervios.
-Buen trabajo Bella- me felicitó Seth, Edward asentía con una sonrisa; al momento Jasper venía corriendo.
-¿Qué ha pasado?- preguntó jadeante por la carrera.
-El señor Reggs entró en parada...pero ya está estabilizado- le contó Edward.
-Bien hecho Bella; ahora controlad las constantes durante dos horas; si no hay alteraciones, por la mañana podrá pasar a planta- me felicitó Jasper con una sonrisa.
-Gracias a Edward, el me ha indicado- respondí con timidez.
-Pero sólo al principio, después tú has tomado el control, lo has hecho muy bien, de verdad- me contestó animándome.
-Lo siento Jasper, al principio me costó reaccionar- admití un poco frustrada.
-No Bella, es normal, todos hemos empezado y aprendido, y tú estás aquí para eso- me siguió animando Jasper.
-Has reanimado a tu primer paciente; eso se merece un café- me ofreció Seth tomándome de los hombros.
-La verdad es que lo necesito, ¿os tomáis uno con nosotros?- les pregunté a Edward y Jasper.
-Yo no puedo, tengo que regresar a mi guarida, pero te tomo la palabra para otro día- me contestó Edward.
-Voy contigo, quiero comentarte algo sobre la laparotomía de mañana, volveré enseguida, cualquier cosa me llamas al busca- añadió Jasper.
-Adios chicos- me despedí de ellos.
-Adiós Seth...adiós Bella- nos dijo a los dos, pero mirándome fijamente.
Tuve que desviar mi vista de sus ojos, pues empezaba a ponerme muy nerviosa, y no sabía por qué.
-Adiós- volví a murmurar, casi para el cuello de mi camisa.
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Suspiré aliviada cuándo a las ocho de la mañana fui a cambiarme para irme; estaba agotada, y para colmo, mi primera guardia, que yo esperaba pasar tranquilamente, sin agobios, se había convertido en toda una experiencia.
Y lo había vuelto a ver, a esos ojos que no dejaban de perseguirme en mi memoria; la verdad es que se portó condenadamente amable, educado, simpático...¿este hombre era real?; si lo era, pero estaría más que comprometido, un chico así no podría estar soltero y sin compromiso.
Salía por la puerta del hospital, cuándo vi a mi autobús arrancar; genial, encima hoy domingo, había menos transporte que otros días. Al llegar a la parada miré el panel de información, 20 minutos para el próximo.
Me senté, mientras encendía mi I-Pod y me relajaba un poco. Por suerte, Megan estaba en casa de Jake y Leah, y yo iría a comer con ellos, así podría dormir un poco. El lunes tenía turno de tarde. Menos mal que el hospital tenía una pequeña guardería para los trabajadores, ya que Leah no podía, además podría ir a echarla un vistazo de vez en cuando.
Cuándo me quise dar cuenta, ya llevaba tres meses en el hospital. Estábamos a mediados de octubre, y era mi época favorita del año. Me encantaba ir con Megan a pasear por el parque, ver ese color marrón y dorado en las copas de los árboles, además, en San Francisco hacía una temperatura suave casi todo el invierno.
Mi trabajo iba muy bien, mi relación con mis compañeros era estupenda, incluso tomé cariño a Emmet; cierto que a veces sus bromas podían llegar a ser un poco pesadas, pero era como un oso de peluche a lo grande.
Y Edward...la verdad es que últimamente no habíamos coincidido mucho; supe por Emmet que estaba siguiendo un seminario por las tardes, por lo que solo le veía cuándo ambos teníamos turno de mañana, que en mi caso, en esos tres meses habían sido escasos. Pero siempre me invitaba a un café cada vez que me veía, y así nos íbamos turnando.
Me preguntaba cómo iba mi trabajo, y él me contaba cómo iba el suyo, era un gran médico. Carlisle, su padre y jefe del servicio de urgencias, era un hombre encantador, a la vez que un excelente médico. Se notaba de donde les venía la vocación a él y a Emmet.
Pero nunca hablábamos de nuestra vida privada; estuve tentada a sacarle el tema más de una vez, pero algo en su mirada me impedía hacerlo.
Alguna vez que le pregunté a Alice, pues Jasper conoce a Edward y Emmet desde que eran niños, ésta no me dijo mucho, pero dejaba entrever que había sufrido, sobre todo en estos dos últimos años.
Pero en mis sueños se empezaba a hacer constante la presencia de Edward.
Capítulo Cinco: Encuentro en el parque
PVO EDWARD
Era sábado por la mañana; por fin había terminado ese dichoso seminario, y tenía todo un fin de semana para descansar. Me levanté temprano; hoy no tenía que ir a comer a casa de mis padres, pues estaban fuera de la ciudad, y Emmet estaba de guardia, así que me vestí, con unos vaqueros, una sudadera negra y unas puma y me fui a dar un paseo, aprovechando la tibia mañana de otoño.
Terminé en un pequeño parque, con un café y mi libro, sentado en un banco. Me gustaba venir a los parques, a menudo me quedaba observando a las parejas que paseaban con sus hijos; una sonrisa de nostalgia y de tristeza se apoderaba de mi al ver esas escenas.
Me imaginaba cómo habría sido mi vida si Sophie no hubiera muerto, siempre tuvimos claro que cuándo tuviéramos una estabilidad laboral y económica nos casaríamos y formaríamos una familia, ya que a ambos nos gustaban los niños. Sonreí mirando al cielo, no había día que no me acordara de ella, siempre la llevaría ahí en mi corazón.
Nunca me planteé rehacer mi vida, una parte de mi se negaba a rehacerla, los recuerdos y vivencias felices se habían convertido en dolorosos; y por otro lado no había encontrado a la persona adecuada...pero no contaba con cierta residente que se había colado en mi mente y en mis sueños esos últimos meses...Bella.
Era especial, eso se notaba a simple vista; mirar aquellos ojos achocolatados, tan bonitos y expresivos, tan parecidos a los de Sophie, era un bálsamo para mi pena.
Recordé el primer día que la conocí, su nerviosismo cuándo atendimos al señor Reggs, no se me olvidaba el nombre, y lo bien que lo había hecho. Jasper y Alice me contaban cómo se iba desenvolviendo en el servicio, le iba muy bien, llegaría a ser una gran doctora.
Siempre hablábamos de cosas de trabajo; nunca le mencioné a Sophie, y ella no me habló de su vida fuera del hospital...y me moría de curiosidad.
Me encantaba verla sonrojarse, su pequeño cuerpo parecía hecho para abrazarlo y acunarlo...pero mi timidez, y por qué no decirlo, mi miedo a rehacer mi vida, me impedían proponerle salir y conocerla más. Pero desde que dejé de verla tan a menudo, a causa del seminario, empecé a anhelar su compañía, era extraño.
Me volví a sumergir en mi lectura, pero a los cinco minutos una voz me distrajo.
-Hola Edward, qué sorpresa encontrarte aquí- alcé la cabeza y era...Bella, parada ante mi con una sonrisa...y agarrando un carrito de bebé.
Un extraño sentimiento me invadió...¿ese bebé era suyo?, ¿estaba casada?; recordé que nunca había visto alianza alguna, pero igual no la llevaba.
-Hola, ¿cómo estás?- le pregunté mientras me levantaba.
-Bien, aprovechando el fin de semana libre- me contestó.
-Ya veo...-le contesté con una sonrisa y alzando la cabeza para ver al bebé, pero ella sin querer me sacó de la duda.
-¿No sabías que tengo una niña?; me extraña que Alice no te haya contado nada, con lo que le gusta cotillear- me dijo tímidamente, con otra sonrisa.
-No, no lo sabía...¿puedo?- le pregunté con precaución.
-Claro que sí- me dijo mientras bajaba la capota. Dentro dormía una preciosa niña, muy parecida a Bella, con sus mejillas sonrosadas y su mismo color de pelo. Iba muy graciosa vestida, con un peto vaquero, una sudadera rosa y unas converse de bebé, también rosas, estaba para comérsela.
-Es muy guapa, se parece a ti...-le dije, lo que provocó que se sonrojara aún más.
-Gr...gracias...-respondió torpemente.
-¿Cómo se llama?- seguí interrogando.
-Se llama Megan, tiene seis meses- me explicaba mientras miraba con cariño a su pequeña.
-Es preciosa, seguro que a su padre se le cae la baba con ella- respondí con un pequeño deje de pena en la voz.
Bella suspiró y me miró con una mueca extraña, de confusión...y pena.
-Veo que Alice ha perdido su vena cotilla...¿puedo?- me dijo señalando el banco.
-Por supuesto- me moría por estar a su lado y escucharla, ya que esa mirada de pena no podía significar nada bueno.
-Bueno...nunca hemos hablado fuera del hospital...y ya que dentro de el nos llevamos bien...-empezó a relatar.
-Bella, no tienes por qué explicarme- le respondí, pero me cortó al instante.
-Quiero hacerlo- contestó con un hilo de voz.
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No puedo explicar que me impulsó a sentarme en aquel banco con Edward, pero quería explicarle mi historia.
Tomé aire.
Una vez que le relaté la historia de mi infancia y cómo me quedé embarazada de Megan, creo que me pasé más de una hora en plan monólogo, miré hacia la nada, suspirando.
Una descarga eléctrica me sacudió el brazo, Edward tenía cogida mi mano, y me miraba con cariño.
-Siento mucho todo lo qué has pasado Bella...no me puedo imaginar que tus padres os trataran así a Jake y a ti- me contestó.
-Ya ves...ese es el auténtico Charlie Swan...una eminencia en su campo, no lo dudo...pero cómo padre....- preferí callarme.
-¿No sabes nada del padre de Megan?- me interrogó.
-Nada, ni siquiera recuerdo su cara- tomé aire y proseguí – sé que cometí un error, una irresponsabilidad aquella noche, pero a cambio tengo a mi pequeña; ella me da fuerza para continuar-.
-Y estoy seguro de que eres una madre estupenda- me dijo sonriéndome. Me quedé hechizada en sus ojos, no lo podía evitar, y mi corazón se desbocaba a un paso alarmante...pero Megan protestaba.
-Vaya, ya te has despertado...ven aquí- la dije sacándola del cochecito; al momento se calló, me giré hacia Edward, que nos miraba con una gran sonrisa en su cara.
-Mira Megan, es un amigo de mamá, se llama Edward- decía mientras acariciaba su manita y le miraba de reojo.
-Hola Megan...eres muy guapa, supongo que te lo dirán muchas veces- le dijo Edward a la niña, mientras ésta le cogía el dedo y le hacía una pequeña sonrisilla.
-Vaya, le caes bien- le dije riéndome...una idea se me pasó por la mente...así que sin más solté...-¿quieres cogerla?-.
Esperaba que dijera que no, pero me volvió a sorprender, ya que sus ojos se ensancharon.
-¿Puedo?- me preguntó con cautela.
-Claro- le contesté y le tendí a la niña.
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PVO EDWARD
Estaba muy sorprendido por lo que Bella me había contado, todo lo que habían sufrido ella y su hermano, y cómo cuidaba sola su hija. Sentía admiración por Charlie Swan, no podía creer lo que me había contado acerca de sus padres, y todo lo que pasó en su embarazo.
Recordé la conversación con Jasper, preguntándose por qué no estaba en el McAllens de Seatlle con su padre; ahora todo encajaba, y la entendía perfectamente.
Por sus palabras comprendí lo mal que lo pasó, con su hermano lejos y sin ningún apoyo por parte de sus padres.
Hubo un momento en el que me quedé mirando fijamente sus ojos, mientras intentaba reconfortarla. Pequeñas descargas eléctricas empezaron a flotar en el ambiente, hasta que un suave llanto nos interrumpió.
Vi cómo Bella sacaba a su hija del cochecito, dejando de protestar al instante. Pude observarla con más atención, mientras Bella le explicaba graciosamente quién era yo. Tenía unos ojos enormes y expresivos, de un color azul grisáceo precioso... pero el resto era claramente de Bella, la carita en forma de corazón, su nariz, sus labios y su color de pelo. No pude resistirme a hacerla una carantoña.
-Hola Megan...eres muy guapa, supongo que te lo dirán muchas veces- le dije, mientras ésta me cogía el dedo y me daba una hermosa sonrisa.
-Vaya, le caes bien- me dijo Bella con una risa suave, le sonreí de vuelta, hasta que dijo algo que me descolocó -¿quieres cogerla?-.
Me quedé petrificado por el ofrecimiento... pero me encantaban los niños, así que le pregunté con cautela y sorpresa.
-¿Puedo?-.
-Claro- me contestó mientras me tendía a la niña, a la que acomodé en mi regazo, mientras no dejaba de observarme con sus enormes ojos azules.
Apenas pesaba nada... era una sensación extraña y a la vez agradable, tener a alguien tan chiquitín en mis brazos. Miraba embelesado a la niña, y giré de nuevo mi vista hacia Bella, que nos miraba con ternura.
-Se te da bien... ¿te gustan los niños?- me preguntó.
-Si, me encantan, siempre he sido muy niñero- le contesté mientras seguía sosteniendo a Megan, quién se había acurrucado cómodamente en mi regazo.
-¿Te has planteado ser padre?- me preguntó.
Al momento de oír esa pregunta, un halo de tristeza me envolvió; desvié la mirada de Bella por un momento.
Ella se inquietó, y con una carraspeo nervioso, llamó de nuevo mi atención.
-Lo si...sien...siento Edward, ha sido muy indiscreto por mi parte, no quería molestarte- me dijo con confusión a la vez que se sonrojaba de vergüenza.
Vi que tendía los brazos, haciendo ademán de coger a la niña, pero rápidamente reaccioné.
-No... no me ha molestado Bella, no te preocupes- le dije sonriéndole un poco, para que se relajara. Vi que se tranquilizaba, y me dejó a la niña, que seguía tan pancha encima mío.
Inspiré aire, pensando en si se lo debía contar. Ella me había contado muchas cosas...me había abierto su corazón, y yo quería hacer lo mismo.
-Verás... es una larga historia...-empecé a decir, pero ella me cortó.
-Tranquilo, Megan y yo no tenemos planes- me dijo suavemente y con timidez.
-Entonces... eso significa que tengo una cita con dos chicas estupendas...¿qué te parece si comemos algo?, hay una cafetería cerca de aquí que hace unos sandwiches increíbles- le prepuse, rezando en mi interior para que dijera que sí.
-Claro, si antes puedo pasar por casa, para prepararle un biberón a Megan- me dijo con una sonrisa...adoraba verla sonreír, su sonrisa era preciosa, y mi corazón se aceleraba cada vez que la veía hacerlo.
-Por supuesto- le dije mientras me levantaba con la niña, a la que acomodé en mi pecho.
Ella colocó mi libro en la bandeja de debajo del cochecito, y nos dirigimos hacia su casa; hablando en el camino de nuestros gustos y manías, que eran bastantes parecidas. Le encantaba leer y la música, desde la clásica hasta actual.
Yo seguía cargando a Megan, que se empezaba a quedar dormida; parecíamos una pareja feliz... una familia, y la imagen me encantaba.
Al llegar a su bloque, ella subió un momento, mientras yo acomodaba a Megan en su cochecito y la tapaba con una mantita lila que encontré. Respiraba tranquila, y de vez en cuándo esbozaba una sonrisa; reí suavemente, mientras observaba su sueño.
Bella bajó enseguida, y la guié camino a la cafetería, mientras seguíamos con nuestra animada charla. Una vez llegamos, pedimos una mesa tranquila, y mientras ojeaba la carta Bella volvía a coger a la niña, que se había despertado, y protestando por el hambre.
-¿Qué me recomiendas?- me preguntó mientras ojeaba su carta y le daba un muñequito a Megan, para entretenerla.
-Pues...el sandwich de pollo está muy bueno... también el de atún, y el de salmón- le contesté rascándome la barbilla.
-Vaya...¿vienes mucho por aquí eh?- me preguntó divertida.
-Jjajajjaja... la cocina no es mi fuerte, me has pillado- le contesté guiñándola un ojo.
Iba a añadir algo, cuándo la camarera se acercó a nuestra mesa.
-¿Han decidido ya?- nos preguntó la mujer.
-Yo tomaré el sandwich de pollo, con una ensalada cuatro estaciones- le dije cerrando la carta.
-Y yo el sandwich de salmón, con una ensalada italiana, y una coca-cola para beber- dijo Bella.
-Que sean dos coca-colas, por favor- añadí.
-¿Algo más?- interrogó la camarera.
Bella se giró hacia el bolso del cochecito, sacando el biberón.
-¿Podría calentarme el biberón, por favor?; con un minuto y medio es suficiente- le preguntó.
-Por supuesto- añadió amablemente la mujer, tomando el biberón.
Una vez se alejó para traernos el pedido, Bella me miró, esperando a que comenzara.
-Soy toda oídos- me dijo con una sonrisa, queriendo infundirme valor.
Suspiré, tomando aire para recordar el día más doloroso que había vivido.
PVO EDWARD
Estaba tumbado en el incómodo catre que había en la salita de guardia del departamento de cirugía, con un libro apoyado en mi regazo y entrecerrando los ojos. Por suerte mi hermano Emmet no estaba de guardia y no me daría la lata, lo quería muchísimo...pero a veces era un poco cargante.
No dejaba de pensar en aquella chica con la que me había cruzado hace casi un mes, sobre todo en esos ojos del color del café, que eran tan parecidos a los de ella. Pero no la había vuelto a a punto de caer en un profundo sueño, cuándo mi busca empezó a pitar. Nada más mirarlo me levanté de un salto y bajé corriendo a urgencias. Al llegar allí me encontré con un hombre en una camilla, con el cuello inmovilizado y cubierto de sangre. Una de las enfermeras me puso una bata verde y me acerqué a él.
-¿Qué tenemos?- pregunté cogiendo el historial que estaba a sus pies.
-Varón, cincuenta y dos años, accidente de tráfico, múltiples heridas en abdomen y piernas, constantes vitales estables, tensión 12/9; le hemos sedado, no paraba de moverse - me informó Jessica, una de las enfermeras de la ambulancia.
-Abdomen distendido, posible rotura de bazo, por eso te hemos avisado- me respondió Carlisle, médico de urgencias...y mi padre.
-Pasadme un ecógrafo- ordené mientras que con mis dedos presionaba el abdomen del paciente. Rápidamente miré la pantalla, mi padre no se había equivocado.
-Bioquímica, hematocrito y pruebas cruzadas; avisad a quirófano, tiene el bazo roto; después inmovilizad la pierna derecha y llamad a trauma, tiene fractura abierta de tibia y peroné- respondí mientras firmaba la autorización para los análisis. Una vez lo subieron me quedé charlando unos minutos con mi padre, me despedí dándole una palmada en el hombro y subí a hacer mi trabajo.
Mientras me lavaba y desinfectaba, oí la puerta abrirse, y Jasper apareció.
-Hola Edward- me saludó mientras abría el grifo que estaba al lado.
-Hola Jasper, pensé que no tenías guardia hoy- le respondí amablemente.
-Yo tampoco...me avisaron esta mañana, Tyler ha tenido una emergencia familiar y no está en San Francisco- me dijo con una mueca de fastidio.
-¿Y Newton y Mandy?- pregunté alzando una ceja.
-Newton está en el quirófano tres con una apendicitis, Mandy libraba hoy, y a Bella no la íbamos a mandar, así que vengo yo- respondió mientras se secaba las manos.
-¿Bella?- pregunté extrañado.
-Es nuestra nueva residente, empezó hace un mes más o menos...¿Emmet no te ha hablado de ella?- me preguntó curioso.
-Mencionó que había nueva residente, pero nada más, no hemos coincidido, he estado de tardes todo este mes- le dije mientras una enfermera me ataba la bata.
-Pues es muy simpática y trabajadora, por cierto...¿sabes que es hija de Charlie Swan?- me dijo en plan cotilla.
-¿De verdad?- pregunté incrédulo.
-Si...pero hay algo raro...apenas habla de él...¿y por qué vendría aquí?, podría estar en el McAllens de Seatlle con su padre- meditaba Jazz en voz alta.
-¿Sabes que Alice te está pegando el alcahueteo?- le respondí riéndome.
Reímos los dos, mientras entrábamos al quirófano.
Una vez terminada la operación, me lavé y me dispuse a rellenar el consiguiente informe para reanimación, una vez acabado se lo dí a Jasper, quedando en pasar por allí luego.
Me estaba poniendo un café, mientras miraba el reloj de la pared, todavía eran las cuatro y media de la madrugada, cuándo mi padre entró.
-Hola hijo, ¿cómo ha ido todo?- me dijo a modo de saludo.
-Bien, si todo sale cómo espero se recuperará; ¿quieres un café?- le pregunté.
-Doble por favor- me dijo mientras tomaba asiento.
Serví los cafés y me senté frente a él.
-¿Cómo te va viviendo solo?, ya sabes, mamá está algo preocupada- me preguntó con cautela.
Esbocé una pequeña sonrisa, mi pobre madre no hacía mas que vivir para Emmet y para mí, aparte de para mi padre... y eso que Emmet ya tenía 33 años y yo veintinueve. Desde que Sophie, mi novia desde la universidad, falleciera en ese accidente de tráfico, hace un año y medio, la preocupación de mi madre por mi era angustiosa.
Volví con ellos unos meses, hasta que tuve fuerzas para volver hasta el que había sido nuestro hogar, y eso inquietaba a mi madre, que viviera sólo no le hacía nada de gracia, pero debía retomar mi vida, aunque los recuerdos me golpearan nada más entrar por la puerta de mi apartamento.
-Dile a mamá que no se preocupe, estoy bien, y que me doy cuenta de qué pasa por casa para planchar- le contesté divertido.
-Ya la conoces... no te lo dijo porque supuso que te negarías- me respondió.
-Y supuso bien...pero creo que por más que le diga no cambiará de opinión- dije resoplando.
-Jajajajja...no te enfades, y no trates de llevarle la contraria, yo no lo hago- me contestó carcajeándose.
-Gracias por tus consejos papá- rodé los ojos- bueno me voy, tengo que pasar por reanimación. Dale un beso a mamá y dile que mañana iré a comer- me despedí levantándome.
-Se lo diré, hasta mañana hijo- me contestó mientras se dirigía al ascensor para volver a urgencias.
Entré a cuidados intensivos; estaba todo muy tranquilo. Busqué a Jasper y no lo veía por ningún lado, así que me dirigí a la salita. Una chica estaba sentada, de espaldas a la puerta, mirando unos informes.
-Disculpa, estoy buscando al doctor Whitlock, ¿sabes dónde está?- pregunté.
-No está en este momento, puedo ayudarle yo- me dijo mientras se daba la vuelta...y se quedaba petrificada...y yo también.
Ante mi estaba aquella chica con la choqué hace un mes; tenía un rostro amable y simpático, su piel pálida tenía aspecto de ser suave y delicada, y su largo cabello castaño estaba recogido en una cola de caballo, y sus ojos...tan grandes y expresivos, del mismo color que los de Sophie... por eso me impresionó tanto ese día que chocamos, y por eso huí, preso de los nervios.
Me quedé atontado, y me percaté que ella empezaba a sonrojarse; recuperé la conciencia cuándo me habló.
-Soy Isabella Swan, la nueva residente- se presentó, con un deje nervioso en su voz.
-Me llamo Edward Cullen, cirujano; ¿así que tú eres la nueva residente?- le pregunté, mientras alzaba mi mano para estrechársela; al contactar ambas, un escalofrío recorrió mi columna, su mano era pequeñita y suave; algo debió sentir ella también, porque se puso aún más colorada, era adorable.
-Si, llámame Bella por favor- se quedó en silencio, pensando un instante, y de nuevo me preguntó -¿eres algo de Emmet no, primos o algo así...?-
-Soy su hermano- le contesté con una sonrisa, y después repliqué -y tú llámame Edward, nada de doctor Cullen-.
-¿De verdad?...vaya...no os parecéis mucho...y no sabía que tenía un hermano- me contestó algo tímida.
-Veo que ya le conoces, ¿sigue persiguiendo a Rose, verdad?- le pregunté divertido.
-Si...siempre que Rose y él tienen el mismo turno se pasa por aquí...es...digámoslo así... persistente- me dijo medio riéndose.
-Yo más bien diría que es un poco pesado- contesté rodando los ojos.
Ella rió por mi comentario, asintiendo con la cabeza.
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No podía creerlo, ante mi estaba el chico con el que había cruzado hace un mes...y además es hermano de Emmet; me quedé un poco en shock mirándolo, casi podría afirmar que sólo se parecían en el color de los ojos.
Era bastante más alto que yo...y guapísimo, ahora lo afirmaba con todas las de la ley. Tenía una voz suave y aterciopelada, era música para mis oídos. Al estrecharnos la mano una corriente eléctrica me recorrió el brazo, a la vez que en mi estómago empezaban unas cosquillas extrañas. Además era simpático y amable, en eso se parecía bastante a Emmet, pero a la vez más reservado y tímido. Cuándo me recuperé de mi trance, hablé.
-Supongo que vienes a ver al señor...- cogí la historia de la mesa- Arthur Reggs, intervenido de urgencia por rotura de bazo y después por fractura abierta de tibia y peroné- le pregunté.
-Si, le dije a Jazz que pasaría por aquí- me respondió.
-Si, me lo advirtió; Jasper ha subido a dilatación, a poner una epidural, te acompaño- le expliqué.
-Gracias- me respondió mientras me cedía paso para pasar primero.
Al llegar a la cama del paciente, comprobé las constantes y la tensión; Edward le quitó la sábana para mirarle la sutura...cuándo el monitor empezó a pitar.
-¡Cae la tensión, está en 9/6!- le dije mientras tumbaba del todo la cama para auscultarle y mirarle el pulso.
-¡Se está chocando, está entrando en parada!; una ampolla de atropina intravenosa- me indicó; se la inyecté en la vía, pero no respondía, un sudor frío cruzó mi frente, no podía reaccionar.
-Rápido, carga las palas a 260- me dijo mientras empezaba con el masaje cardíaco.
Lo más deprisa que mis nervios me dejaban, preparé y cargué el desfibrilador; en esos momentos llegaba Seth para ayudarnos, que miró la carga.
-260- confirmó Seth.
-¡Fuera!- grité mientras se apartaban y le daba la descarga al señor Reggs, pero seguía en parada.
-Carga a 300, y otra ampolla de atropina- le ordené a Seth, mientras Edward seguía con el masaje y asentía con la mirada.
-Atropina puesta, 300- contestó Seth.
-¡Fuera!- volví a darle otra descarga...y el ritmo cardíaco recobró la normalidad; suspiré de alivio...y temblaba de los nervios.
-Buen trabajo Bella- me felicitó Seth, Edward asentía con una sonrisa; al momento Jasper venía corriendo.
-¿Qué ha pasado?- preguntó jadeante por la carrera.
-El señor Reggs entró en parada...pero ya está estabilizado- le contó Edward.
-Bien hecho Bella; ahora controlad las constantes durante dos horas; si no hay alteraciones, por la mañana podrá pasar a planta- me felicitó Jasper con una sonrisa.
-Gracias a Edward, el me ha indicado- respondí con timidez.
-Pero sólo al principio, después tú has tomado el control, lo has hecho muy bien, de verdad- me contestó animándome.
-Lo siento Jasper, al principio me costó reaccionar- admití un poco frustrada.
-No Bella, es normal, todos hemos empezado y aprendido, y tú estás aquí para eso- me siguió animando Jasper.
-Has reanimado a tu primer paciente; eso se merece un café- me ofreció Seth tomándome de los hombros.
-La verdad es que lo necesito, ¿os tomáis uno con nosotros?- les pregunté a Edward y Jasper.
-Yo no puedo, tengo que regresar a mi guarida, pero te tomo la palabra para otro día- me contestó Edward.
-Voy contigo, quiero comentarte algo sobre la laparotomía de mañana, volveré enseguida, cualquier cosa me llamas al busca- añadió Jasper.
-Adios chicos- me despedí de ellos.
-Adiós Seth...adiós Bella- nos dijo a los dos, pero mirándome fijamente.
Tuve que desviar mi vista de sus ojos, pues empezaba a ponerme muy nerviosa, y no sabía por qué.
-Adiós- volví a murmurar, casi para el cuello de mi camisa.
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Suspiré aliviada cuándo a las ocho de la mañana fui a cambiarme para irme; estaba agotada, y para colmo, mi primera guardia, que yo esperaba pasar tranquilamente, sin agobios, se había convertido en toda una experiencia.
Y lo había vuelto a ver, a esos ojos que no dejaban de perseguirme en mi memoria; la verdad es que se portó condenadamente amable, educado, simpático...¿este hombre era real?; si lo era, pero estaría más que comprometido, un chico así no podría estar soltero y sin compromiso.
Salía por la puerta del hospital, cuándo vi a mi autobús arrancar; genial, encima hoy domingo, había menos transporte que otros días. Al llegar a la parada miré el panel de información, 20 minutos para el próximo.
Me senté, mientras encendía mi I-Pod y me relajaba un poco. Por suerte, Megan estaba en casa de Jake y Leah, y yo iría a comer con ellos, así podría dormir un poco. El lunes tenía turno de tarde. Menos mal que el hospital tenía una pequeña guardería para los trabajadores, ya que Leah no podía, además podría ir a echarla un vistazo de vez en cuando.
Cuándo me quise dar cuenta, ya llevaba tres meses en el hospital. Estábamos a mediados de octubre, y era mi época favorita del año. Me encantaba ir con Megan a pasear por el parque, ver ese color marrón y dorado en las copas de los árboles, además, en San Francisco hacía una temperatura suave casi todo el invierno.
Mi trabajo iba muy bien, mi relación con mis compañeros era estupenda, incluso tomé cariño a Emmet; cierto que a veces sus bromas podían llegar a ser un poco pesadas, pero era como un oso de peluche a lo grande.
Y Edward...la verdad es que últimamente no habíamos coincidido mucho; supe por Emmet que estaba siguiendo un seminario por las tardes, por lo que solo le veía cuándo ambos teníamos turno de mañana, que en mi caso, en esos tres meses habían sido escasos. Pero siempre me invitaba a un café cada vez que me veía, y así nos íbamos turnando.
Me preguntaba cómo iba mi trabajo, y él me contaba cómo iba el suyo, era un gran médico. Carlisle, su padre y jefe del servicio de urgencias, era un hombre encantador, a la vez que un excelente médico. Se notaba de donde les venía la vocación a él y a Emmet.
Pero nunca hablábamos de nuestra vida privada; estuve tentada a sacarle el tema más de una vez, pero algo en su mirada me impedía hacerlo.
Alguna vez que le pregunté a Alice, pues Jasper conoce a Edward y Emmet desde que eran niños, ésta no me dijo mucho, pero dejaba entrever que había sufrido, sobre todo en estos dos últimos años.
Pero en mis sueños se empezaba a hacer constante la presencia de Edward.
Capítulo Cinco: Encuentro en el parque
PVO EDWARD
Era sábado por la mañana; por fin había terminado ese dichoso seminario, y tenía todo un fin de semana para descansar. Me levanté temprano; hoy no tenía que ir a comer a casa de mis padres, pues estaban fuera de la ciudad, y Emmet estaba de guardia, así que me vestí, con unos vaqueros, una sudadera negra y unas puma y me fui a dar un paseo, aprovechando la tibia mañana de otoño.
Terminé en un pequeño parque, con un café y mi libro, sentado en un banco. Me gustaba venir a los parques, a menudo me quedaba observando a las parejas que paseaban con sus hijos; una sonrisa de nostalgia y de tristeza se apoderaba de mi al ver esas escenas.
Me imaginaba cómo habría sido mi vida si Sophie no hubiera muerto, siempre tuvimos claro que cuándo tuviéramos una estabilidad laboral y económica nos casaríamos y formaríamos una familia, ya que a ambos nos gustaban los niños. Sonreí mirando al cielo, no había día que no me acordara de ella, siempre la llevaría ahí en mi corazón.
Nunca me planteé rehacer mi vida, una parte de mi se negaba a rehacerla, los recuerdos y vivencias felices se habían convertido en dolorosos; y por otro lado no había encontrado a la persona adecuada...pero no contaba con cierta residente que se había colado en mi mente y en mis sueños esos últimos meses...Bella.
Era especial, eso se notaba a simple vista; mirar aquellos ojos achocolatados, tan bonitos y expresivos, tan parecidos a los de Sophie, era un bálsamo para mi pena.
Recordé el primer día que la conocí, su nerviosismo cuándo atendimos al señor Reggs, no se me olvidaba el nombre, y lo bien que lo había hecho. Jasper y Alice me contaban cómo se iba desenvolviendo en el servicio, le iba muy bien, llegaría a ser una gran doctora.
Siempre hablábamos de cosas de trabajo; nunca le mencioné a Sophie, y ella no me habló de su vida fuera del hospital...y me moría de curiosidad.
Me encantaba verla sonrojarse, su pequeño cuerpo parecía hecho para abrazarlo y acunarlo...pero mi timidez, y por qué no decirlo, mi miedo a rehacer mi vida, me impedían proponerle salir y conocerla más. Pero desde que dejé de verla tan a menudo, a causa del seminario, empecé a anhelar su compañía, era extraño.
Me volví a sumergir en mi lectura, pero a los cinco minutos una voz me distrajo.
-Hola Edward, qué sorpresa encontrarte aquí- alcé la cabeza y era...Bella, parada ante mi con una sonrisa...y agarrando un carrito de bebé.
Un extraño sentimiento me invadió...¿ese bebé era suyo?, ¿estaba casada?; recordé que nunca había visto alianza alguna, pero igual no la llevaba.
-Hola, ¿cómo estás?- le pregunté mientras me levantaba.
-Bien, aprovechando el fin de semana libre- me contestó.
-Ya veo...-le contesté con una sonrisa y alzando la cabeza para ver al bebé, pero ella sin querer me sacó de la duda.
-¿No sabías que tengo una niña?; me extraña que Alice no te haya contado nada, con lo que le gusta cotillear- me dijo tímidamente, con otra sonrisa.
-No, no lo sabía...¿puedo?- le pregunté con precaución.
-Claro que sí- me dijo mientras bajaba la capota. Dentro dormía una preciosa niña, muy parecida a Bella, con sus mejillas sonrosadas y su mismo color de pelo. Iba muy graciosa vestida, con un peto vaquero, una sudadera rosa y unas converse de bebé, también rosas, estaba para comérsela.
-Es muy guapa, se parece a ti...-le dije, lo que provocó que se sonrojara aún más.
-Gr...gracias...-respondió torpemente.
-¿Cómo se llama?- seguí interrogando.
-Se llama Megan, tiene seis meses- me explicaba mientras miraba con cariño a su pequeña.
-Es preciosa, seguro que a su padre se le cae la baba con ella- respondí con un pequeño deje de pena en la voz.
Bella suspiró y me miró con una mueca extraña, de confusión...y pena.
-Veo que Alice ha perdido su vena cotilla...¿puedo?- me dijo señalando el banco.
-Por supuesto- me moría por estar a su lado y escucharla, ya que esa mirada de pena no podía significar nada bueno.
-Bueno...nunca hemos hablado fuera del hospital...y ya que dentro de el nos llevamos bien...-empezó a relatar.
-Bella, no tienes por qué explicarme- le respondí, pero me cortó al instante.
-Quiero hacerlo- contestó con un hilo de voz.
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No puedo explicar que me impulsó a sentarme en aquel banco con Edward, pero quería explicarle mi historia.
Tomé aire.
Una vez que le relaté la historia de mi infancia y cómo me quedé embarazada de Megan, creo que me pasé más de una hora en plan monólogo, miré hacia la nada, suspirando.
Una descarga eléctrica me sacudió el brazo, Edward tenía cogida mi mano, y me miraba con cariño.
-Siento mucho todo lo qué has pasado Bella...no me puedo imaginar que tus padres os trataran así a Jake y a ti- me contestó.
-Ya ves...ese es el auténtico Charlie Swan...una eminencia en su campo, no lo dudo...pero cómo padre....- preferí callarme.
-¿No sabes nada del padre de Megan?- me interrogó.
-Nada, ni siquiera recuerdo su cara- tomé aire y proseguí – sé que cometí un error, una irresponsabilidad aquella noche, pero a cambio tengo a mi pequeña; ella me da fuerza para continuar-.
-Y estoy seguro de que eres una madre estupenda- me dijo sonriéndome. Me quedé hechizada en sus ojos, no lo podía evitar, y mi corazón se desbocaba a un paso alarmante...pero Megan protestaba.
-Vaya, ya te has despertado...ven aquí- la dije sacándola del cochecito; al momento se calló, me giré hacia Edward, que nos miraba con una gran sonrisa en su cara.
-Mira Megan, es un amigo de mamá, se llama Edward- decía mientras acariciaba su manita y le miraba de reojo.
-Hola Megan...eres muy guapa, supongo que te lo dirán muchas veces- le dijo Edward a la niña, mientras ésta le cogía el dedo y le hacía una pequeña sonrisilla.
-Vaya, le caes bien- le dije riéndome...una idea se me pasó por la mente...así que sin más solté...-¿quieres cogerla?-.
Esperaba que dijera que no, pero me volvió a sorprender, ya que sus ojos se ensancharon.
-¿Puedo?- me preguntó con cautela.
-Claro- le contesté y le tendí a la niña.
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PVO EDWARD
Estaba muy sorprendido por lo que Bella me había contado, todo lo que habían sufrido ella y su hermano, y cómo cuidaba sola su hija. Sentía admiración por Charlie Swan, no podía creer lo que me había contado acerca de sus padres, y todo lo que pasó en su embarazo.
Recordé la conversación con Jasper, preguntándose por qué no estaba en el McAllens de Seatlle con su padre; ahora todo encajaba, y la entendía perfectamente.
Por sus palabras comprendí lo mal que lo pasó, con su hermano lejos y sin ningún apoyo por parte de sus padres.
Hubo un momento en el que me quedé mirando fijamente sus ojos, mientras intentaba reconfortarla. Pequeñas descargas eléctricas empezaron a flotar en el ambiente, hasta que un suave llanto nos interrumpió.
Vi cómo Bella sacaba a su hija del cochecito, dejando de protestar al instante. Pude observarla con más atención, mientras Bella le explicaba graciosamente quién era yo. Tenía unos ojos enormes y expresivos, de un color azul grisáceo precioso... pero el resto era claramente de Bella, la carita en forma de corazón, su nariz, sus labios y su color de pelo. No pude resistirme a hacerla una carantoña.
-Hola Megan...eres muy guapa, supongo que te lo dirán muchas veces- le dije, mientras ésta me cogía el dedo y me daba una hermosa sonrisa.
-Vaya, le caes bien- me dijo Bella con una risa suave, le sonreí de vuelta, hasta que dijo algo que me descolocó -¿quieres cogerla?-.
Me quedé petrificado por el ofrecimiento... pero me encantaban los niños, así que le pregunté con cautela y sorpresa.
-¿Puedo?-.
-Claro- me contestó mientras me tendía a la niña, a la que acomodé en mi regazo, mientras no dejaba de observarme con sus enormes ojos azules.
Apenas pesaba nada... era una sensación extraña y a la vez agradable, tener a alguien tan chiquitín en mis brazos. Miraba embelesado a la niña, y giré de nuevo mi vista hacia Bella, que nos miraba con ternura.
-Se te da bien... ¿te gustan los niños?- me preguntó.
-Si, me encantan, siempre he sido muy niñero- le contesté mientras seguía sosteniendo a Megan, quién se había acurrucado cómodamente en mi regazo.
-¿Te has planteado ser padre?- me preguntó.
Al momento de oír esa pregunta, un halo de tristeza me envolvió; desvié la mirada de Bella por un momento.
Ella se inquietó, y con una carraspeo nervioso, llamó de nuevo mi atención.
-Lo si...sien...siento Edward, ha sido muy indiscreto por mi parte, no quería molestarte- me dijo con confusión a la vez que se sonrojaba de vergüenza.
Vi que tendía los brazos, haciendo ademán de coger a la niña, pero rápidamente reaccioné.
-No... no me ha molestado Bella, no te preocupes- le dije sonriéndole un poco, para que se relajara. Vi que se tranquilizaba, y me dejó a la niña, que seguía tan pancha encima mío.
Inspiré aire, pensando en si se lo debía contar. Ella me había contado muchas cosas...me había abierto su corazón, y yo quería hacer lo mismo.
-Verás... es una larga historia...-empecé a decir, pero ella me cortó.
-Tranquilo, Megan y yo no tenemos planes- me dijo suavemente y con timidez.
-Entonces... eso significa que tengo una cita con dos chicas estupendas...¿qué te parece si comemos algo?, hay una cafetería cerca de aquí que hace unos sandwiches increíbles- le prepuse, rezando en mi interior para que dijera que sí.
-Claro, si antes puedo pasar por casa, para prepararle un biberón a Megan- me dijo con una sonrisa...adoraba verla sonreír, su sonrisa era preciosa, y mi corazón se aceleraba cada vez que la veía hacerlo.
-Por supuesto- le dije mientras me levantaba con la niña, a la que acomodé en mi pecho.
Ella colocó mi libro en la bandeja de debajo del cochecito, y nos dirigimos hacia su casa; hablando en el camino de nuestros gustos y manías, que eran bastantes parecidas. Le encantaba leer y la música, desde la clásica hasta actual.
Yo seguía cargando a Megan, que se empezaba a quedar dormida; parecíamos una pareja feliz... una familia, y la imagen me encantaba.
Al llegar a su bloque, ella subió un momento, mientras yo acomodaba a Megan en su cochecito y la tapaba con una mantita lila que encontré. Respiraba tranquila, y de vez en cuándo esbozaba una sonrisa; reí suavemente, mientras observaba su sueño.
Bella bajó enseguida, y la guié camino a la cafetería, mientras seguíamos con nuestra animada charla. Una vez llegamos, pedimos una mesa tranquila, y mientras ojeaba la carta Bella volvía a coger a la niña, que se había despertado, y protestando por el hambre.
-¿Qué me recomiendas?- me preguntó mientras ojeaba su carta y le daba un muñequito a Megan, para entretenerla.
-Pues...el sandwich de pollo está muy bueno... también el de atún, y el de salmón- le contesté rascándome la barbilla.
-Vaya...¿vienes mucho por aquí eh?- me preguntó divertida.
-Jjajajjaja... la cocina no es mi fuerte, me has pillado- le contesté guiñándola un ojo.
Iba a añadir algo, cuándo la camarera se acercó a nuestra mesa.
-¿Han decidido ya?- nos preguntó la mujer.
-Yo tomaré el sandwich de pollo, con una ensalada cuatro estaciones- le dije cerrando la carta.
-Y yo el sandwich de salmón, con una ensalada italiana, y una coca-cola para beber- dijo Bella.
-Que sean dos coca-colas, por favor- añadí.
-¿Algo más?- interrogó la camarera.
Bella se giró hacia el bolso del cochecito, sacando el biberón.
-¿Podría calentarme el biberón, por favor?; con un minuto y medio es suficiente- le preguntó.
-Por supuesto- añadió amablemente la mujer, tomando el biberón.
Una vez se alejó para traernos el pedido, Bella me miró, esperando a que comenzara.
-Soy toda oídos- me dijo con una sonrisa, queriendo infundirme valor.
Suspiré, tomando aire para recordar el día más doloroso que había vivido.
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Re: Curando un corazón (+18) Completo
ohhhh buenisimoooooooo atall !! lo estaba esperando.. lo voy a cargar en mi celular para tener que leer mañana que voy a viajar tres horas
me encanta la hstoria!!! depues paso a comentar de n uevo
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Re: Curando un corazón (+18) Completo
okis amiguis... me alegro q te guste....te recomiendo "una vida debajo del puente" es realmente buenísima...besitos q te vaya bien en tu viaje
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Re: Curando un corazón (+18) Completo
ohhh deverdadd atal!!! bueno tambien voy a cargarla.. tienes muy buenos gustos atal
gracias por los buenos deseos linda... voy y regreso mañana mismo asi que practicamete me la pasare en el coche...
gracias por los buenos deseos linda... voy y regreso mañana mismo asi que practicamete me la pasare en el coche...
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Re: Curando un corazón (+18) Completo
ups...es cansador andar todo el dia viajando, pero igual uno se distrae jijij si te la recomiendo amiga, esa hirtoria te hara llorar, ...es muy real...besitos
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Re: Curando un corazón (+18) Completo
ohhhhhh como me gustaa jajaj.. me encanta el dramaaa soy media mazoquista jajajaj
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Re: Curando un corazón (+18) Completo
me ha encantado el encuentro en el parque ........que ganas de leer la historia de Edward .....ya ya enpieza el feeling entre ellos ......
Atal Citly tiene razon escoges unas historias estupendas
Atal Citly tiene razon escoges unas historias estupendas
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