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Mensaje por Atal 2/4/2010, 12:53 pm

Amigas¡¡¡ por ser fin de semana largo les dejo tres capítulos....DISFRÚTENLOS¡¡¡


Capítulo 6: Un corazón destrozado

Los ojos de Edward dejaron de brillar en cuánto empezó a contarme su historia. Estaba hablando de sus comienzos en la universidad; había estudiado en Yale, al igual que su padre y su hermano.

Iba a preguntarle algo, cuándo se acercó la camarera con las bebidas, las ensaladas y el biberón de Megan. Empecé a dárselo, a la vez que Edward continuaba con la historia.

-Pasadas las primeras vacaciones de navidad, el profesor Harris, nuestro maestro en anatomía, pidió voluntarios para la tesis que estaba realizando. Debíamos hacer varias prácticas en el laboratorio de anatomía seccional. Llegué cinco minutos tarde, y sólo quedaba un sitio libre. Ahí fue dónde la vi por primera vez- empezó a relatar en voz baja y con la mirada fija en algún punto de la mesa.

Mentalmente analizaba cada palabra que me contaba... era por una chica; no sé por qué no me sorprendió, algo así me temía desde el principio.

-Se llamaba Sophie...era la chica más guapa que había visto nunca; su cabello era de un color rubio oscuro precioso, lo llevaba a la altura de los hombros, era alta y delgada, y sus ojos... eran de un color marrón intenso, tan preciosos... iguales que los tuyos... ¿recuerdas la primera vez que nos vimos, cuándo chocamos a la entrada del hospital?- me preguntó mientras se sonrojaba ligeramente.

-Si, claro que me acuerdo- le respondí, aún sin comprender.

-No había vuelto a ver esos ojos desde que ella los cerró para siempre... por eso me puse tan nervioso, y me fui tan rápido- me terminó de explicar, mientras desviaba su mirada de mi rostro.

Me quedé pegada en mi asiento, asimilando lo que me acababa de decir Edward... básicamente que mis ojos eran cómo los de Sophie; eso explicaba su comportamiento el día que chocamos... y segundo... la frase de que los cerró para siempre me dejó petrificada, y enseguida até cabos... ella había muerto.

Le miré fijamente, incapaz de de decir algo, instándole a continuar.

-Me tocó sentarme a su lado para realizar las prácticas, enseguida congeniamos y empezamos a quedar fuera del laboratorio; ella estudiaba bioquímica. Las prácticas de la tesis duraron casi el resto del semestre, y al acabar éstas comprendí que me había enamorado de ella. Al principio me daba vergüenza confesárselo... supongo que en el tema chicas el experto es Emmet- dijo a la vez que esbozaba una pequeña sonrisa, haciéndome sonreír a mi de vuelta, mientras echaba una ojeada a Megan, que hacía rato que había terminado su biberón y se quedaba de nuevo dormida.

Me levanté un segundo, para colocar a mi hija en el carro y taparla; mientras estaba de espaldas, pude sentir la mirada de Edward clavada en mi nuca. Una vez volví a la mesa, empezamos a comer, mientras seguía contándome.

-Una vez se lo dije, me sorprendió, ya que ella sentía lo mismo por mi... y así empezamos a salir, y ella se convirtió en mi novia. El resto de nuestros años en la universidad los pasé dedicado a mis estudios y a ella... éramos muy felices juntos. Terminamos nuestras carreras, y yo regresé aquí para hacer la residencia. Ella era de Nueva York, y en unos meses encontró trabajo en un laboratorio y se vino a vivir aquí conmigo-.

Escuchaba atentamente la historia, se veía atormentado por los recuerdos. Paró un momento, justo en él cual la camarera nos traía el resto de nuestra comida. Seguía incapaz de articular palabra alguna... y lo peor aún estaba por venir. Saqué fuerzas, para animarle a continuar... pero al momento deseché la idea.

-Edward, no tienes por qué seguir- le dije, viendo que se iba a derrumbar.

-Quiero hacerlo Bella... necesito hacerlo- musitó con voz suave, mientras se estiraba su mano por encima de la mesa; apartó de mi mano el tenedor y la atrapó entre la suya. Las dichosas descargas no tardaron en llegar, y la piel se me puso de gallina. Suavemente acaricié con mi pulgar la palma de su mano, queriendo transmitirle tranquilidad. El no dejó de mirar muestras manos unidas, a la vez que continuó hablando.

-Éramos muy felices; al año de mudarse aquí Sophie le pedí que se casara conmigo, y ella aceptó. Íbamos a casarnos en mayo, y en navidades dimos la noticia a nuestras familias. Una noche de marzo, yo estaba de guardia, y me llamaron al busca... era mi padre, advirtiéndome que bajara deprisa a urgencias. Sophie regresaba de cenar con unos compañeros... cuándo un conductor ebrio invadió su carril, estrellándose con su coche- murmuró con voz ahogada.

Una lágrima resbaló por mi mejilla, no podía imaginar lo que había sufrido... y lo que aún sufría.

Tímidamente envolví con mi otra mano la de Edward, que se aferraba fuertemente a la mía.

-Ni siquiera pude despedirme de ella... al llegar al hospital ya no pudo hacerse nada...- concluyó, mirando fijamente nuestras manos, mientras ese halo de tristeza que tenían siempre sus ojos se hizo más patente.

-Edward... lo siento tanto... no sé que decir- balbuceé bajito.

-No hace falta Bella... nunca había hablado de ello desde hace casi dos años; y lo necesitaba, créeme- me dijo, intentando esbozar una suave sonrisa.

-Has sido muy fuerte Edward, intentado volver a la normalidad y seguir con tu vida y con tu trabajo- le animé.

-Tenía que hacerlo...aún me cuesta, y mucho... y aunque me duela, a ella no le gustaría verme así... era muy alegre y bromista, siempre sacaba algo bueno de las cosas. Pero es duro ver que en un momento tus planes se van, nuestra boda, los hijos que queríamos tener, nuestra vida...- dijo con un suspiro.

No dijimos nada más, y no quise preguntarle más; bastante había hecho abriéndome su corazón. Estuvimos en silencio unos minutos, hasta que Megan se revolvió.

Iba a levantarme para echarla un vistazo, pero Edward me detuvo.

-Yo voy, yo he terminado de comer, así terminas tú- me dijo con una sonrisa más animada, sólo asentí con otra.

Cogió a Megan y la volvió a sentar en su regazo, mientras la entretenía.

Se veía tan bien con ella en sus brazos, era encantador.

Una vez terminamos de comer, y de refunfuñarle un poco a Edward porque quiso invitarme, dimos otro paseo, para aprovechar los últimos rayos de sol, y después se ofreció a acompañarnos hasta mi casa. Al llegar, se despidió de mi hija con un besito en su manita, y se giró hacia a mi.

-¿Te veré el lunes en el hospital?- me preguntó.

-Voy toda la semana de mañanas- le respondí suavemente.

-Igual que yo, entonces te veré allí- respondió con una sonrisa... adoraba verlo sonreír.

Nos quedamos unos segundos en silencio, hasta que por fin habló de nuevo.

-Gracias... por escucharme, de verdad Bella- me dijo agradecido.

-De nada Edward... y gracias también a ti... por dejarme contar mis penas... y ser tan buen niñero- le respondí guiñándole un ojo, animándole.

-Siempre que quieras- me contestó.

-Buenas noches Edward-.

-Buenas noches Bella- me contestó; pareció titubear un instante, pero no esperaba lo que vino a continuación.

Se inclinó lentamente hacia mi, dándome un suave beso en la mejilla, muy cerca de la comisura de mis labios. Sus labios eran suaves, y dejaron un rastro ardiente en mi cara, a la vez que su perfume me aturdió ligeramente.

Cerré mis ojos por un momento, mientras mi corazón latía a una velocidad anormal.

Al recobrarme del shock inicial, Edward me dedicó una sonrisa torcida increíble, mientras se daba la vuelta y se alejaba.

Muda de la impresión, conseguí llegar a mi apartamento. Llamé a Leah, para invitarles a casa, para comer mañana, y me dispuse a bañar a Megan. Al de un buen rato, y cuándo a mi hija se le ocurrió por fin dormirse, me senté en el sofá, café en mano y el mando a distancia en la otra. Después de un rato, y viendo que no había nada interesante para ver, opté por irme a la cama.

No dejaba de pensar en el día tan maravilloso que había pasado con Edward, y de lo mucho que me impresionó su historia... no podía imaginar un dolor así.

Un sentimiento extraño se hizo presente, no podía de dejar de pensar en los escalofríos que sentí con nuestras manos unidas... y ese beso, que me revolvió entera.

Durante la mañana siguiente seguí pensando en él; mientras Megan estaba tumbada en su mantita de juegos, iba de un lado a otro de la cocina, preparando la comida.

A eso de la una el timbre sonó. Abrí y recibí a Jake y Leah, que me dieron un caluroso abrazo. Mientras Jake se acomodaba en suelo para jugar con Megan, Leah y yo terminábamos de preparar la comida.

-¿Qué tal ayer, Bells?- me preguntó mientras preparaba la ensalada. No pude evitar esbozar una sonrisa, mientras rememoraba, por enésima vez, el día de ayer.

-Pues...bien, interesante; salí por la mañana a pasear con Megan, y me encontré a un compañero del hospital en el parque- empecé a relatarle. Leah me escuchaba con sumo interés.

-Vaya...¿y cómo fue?- me siguió interrogando.

-Pues...- no supe cómo continuar, iba a seguir, pero Jake irrumpió en la cocina.

-¿Comemos ya ?; estoy hambriento; además acabo de acostar a la peque-.

Una vez sentados los tres en la mesa, les relaté mi día con Edward; ellos me escuchaban atentamente, sin interrumpirme. Al llegar a la parte de Sophie, sus ojos se abrieron como platos.

-Es terrible lo que ocurrió- dijo Leah consternada.

-La verdad es que sí- le contesté.

-¿Le contaste algo sobre nuestra infancia?- me interrogó serio mi hermano.

-Si, lo hice...no se por qué, pero algo me impulsó a hablar; me refiero a hablar con alguien que no seáis vosotros dos; además él ha oído a hablar de papá, por sus estudios... como todo el hospital- le expliqué, poniendo el una mueca de fastidio ante la mención de muestro padre.

-Me alegra que hayas echo amistades Bells- me dijo con una sonrisa insinuante.

-Jacob Swan...- le advertí un poco molesta, mientras Leah sonreía con disimulo y se levantaba con algunos platos de la mesa. Decidí seguirla antes de enfadarme en serio con Jake.

-Bella, no te enfades con Jake, ya sabes que le encanta hacerte rabiar- me consoló mi cuñada, mientras sacaba el pastel de la nevera.

-Ya lo se...- suspiré, mientras metía los platos al lavavajillas.

-Además, nos alegramos de que conozcas a un chico por fin- añadió con tono inocente. Me quedé blanca, sin saber qué decir.

-Vamos Bells... se te iluminan los ojos al hablar de el... te conozco desde que llevabas pañales, y jamás te había visto así- dijo ella rodando los ojos.

No pude negar con la cabeza mientras sonreía.

-Es encantador, amable, simpático... si hubieses visto como se comportaba con Megan , y cómo la miraba...- no pude continuar, ya que me había sonrojado.

-¿De verdad?; vaya...¿y adivino que es guapo, cierto?- preguntó con una sonrisa pícara.

-Guapísimo...- le repuse tímidamente, mientras le describía a Edward. Me escuchaba atentamente, hasta que por fin habló.

-Wow...hermanita....ese chico te gusta de verdad, y tu también a él- concluyó.

Negué con la cabeza, mientras Leah me miraba extrañada.

-¿Qué?- le pregunté de nuevo.

-Pues yo creo que también le gustas... ¿crees te habría contado lo de su novia así por así?; vamos Bella. Además le gustan los niños, ¿puede ser más perfecto?- me soltó de carrerilla.

-Leah... no es tan fácil... además me da mucho miedo; está Megan , y debo pensar también en ella- suspiré y seguí hablando -estaba muy enamorado de Sophie, por lo que me habló de ella era alegre simpática, guapa, alta...- empecé a enumerar.

-Bella, tienes tu autoestima por los suelos...a ver, eres simpática, alegre... algo patosa- mencionó ésto último con una leve sonrisa- y no eres fea en absoluto, ¿por qué no vas a gustarle?-.

Iba a añadir algo, hasta que mi hermano apareció en la cocina.

-¿Confesiones de familia y no me invitáis?- preguntó en tono socarrón.

-Jake, cariño...eres un cotilla; son asuntos de chicas- le reprendió su mujer, arqueando las cejas.

-Mujeres...- bufaba mientras se iba de nuevo a la mesa. Leah y yo nos echamos a reír, saliendo con el pastel para que no se enfadara más.

*****************************************************************************************************************************+***

El lunes llegué temprano al hospital; después de cambiarme y de despedirme de Alice, Mandy y Angela, que se iban a casa, fui hacia la salita a ponerme el primer café de la mañana y a echar un vistazo a los informes. Miraba el planing de quirófano, con las operaciones programadas para hoy, cuándo una suave voz me sacó de mis pensamientos.

-Buenos días-.

Al girarme en encontré con Edward, plantado ante mi con una sonrisa y recostado en el marco de la puerta, con los brazos cruzados; me quedé un poco embobada mirándole, le sentaba bien hasta el uniforme del hospital. Me miraba con diversión, esperando alguna palabra por mi parte.

-Bu...buenos días- conseguí responder.

-¿Qué tal ayer, domingo tranquilo?- me preguntó amablemente.

-La verdad es que si, vinieron mi hermano y su mujer a comer, así que no salí- le expliqué.

-¿Y Megan?- preguntó con otra sonrisa.

-Bien también, cuándo me he ido la he dejado dormida- le conté animadamente; tomé aire, hasta que me di cuenta de mi falta de educación -perdona, ¿tienes tiempo para un café?- le ofrecí.

-Siempre tengo tiempo para ti Bella- me dijo con esa sonrisa torcida que me volvía loca, ¿se podía ser más sexy que Edward Cullen?; la respuesta era no.

Le serví el café, y milagrosamente la taza resistió mis ya evidentes nervios; al entregarle la taza nuestros dedos se rozaron, lo suficiente para que esas descargas eléctricas volvieran con más intensidad que el sábado. Inspiré varias veces, intentando controlar mi ritmo cardíaco.

-¿Cómo se te presenta la mañana?- pregunté, para poder distraerme.

-Pues un poco ajetreada, a las nueve tengo programada una sutura de úlcera gástrica, y a las doce y media una hemicolectomía* derecha; eso es todo, si no hay ninguna urgencia- me explicó amablemente.

Medité unos minutos, hasta que le pregunté.

-¿Con quién operas?; me refiero al anestesista.

-Hoy con Jasper; las operaciones programadas las hago con él o con Tyler; Mike suele operar con mi hermano; si hay guardias con quién esté- me explicó.

-Vaya...- musité, dando un sorbo a mi café.

-Algún día te tocará a ti- me dijo para animarme, ya que vio mi desánimo.

-Supongo que sí- le contesté.

Seguimos con nuestra charla médica, cuándo aparecieron Jasper y Rose. Miré a Rose alucinada, con el nuevo uniforme de enfermería... era rosa.

-Buenos días Bella, Edward- saludó ésta visiblemente cabreada.

-Edward, Bella- saludó Jasper, con una pícara sonrisa, mirándonos. Me puse roja de la vergüenza, mientras Edward rodaba los ojos.

Se sirvieron un café y se sentaron con nosotros. Los tres miramos a Rose, que poco le faltaba para echar humo por las orejas.

-Rose, ya sabemos qué es lunes, a todos nos fastidia empezar la semana...- empezó a decir Edward, pero ésta lo cortó.

-¿Podéis creer el ridículo uniforme que tenemos que llevar?- dijo señalándose a sí misma.

-Vamos Rosalie, tampoco está tan mal, es... llamativo- añadió Jasper.

Edward y yo conteníamos la risotada que nos iba a salir.

-¿Y a Seth le hacen ir así?- pregunté de repente.

-No, los enfermeros siguen de verde claro- seguía siseando entre dientes.

-Vamos Rose... tampoco es tan malo- la intentó animar Edward, sin demasiado éxito.

-El que vuelva a hacer un mínimo comentario, se la carga- masculló cabreada en voz baja.

Edward y Jasper se pusieron a comentar lo que tenían para hoy, a la vez que llegaban Mike y y el nombrado Seth, que gracias a Dios no hicieron comentarios.

Pero la paz no duró mucho.

Emmet entró en la sala; miró alucinado a Edward, pero su vista se posó en Rosalie.

-Buenos días... Rosalie, te veo muy pantera rosa- dijo con voz burlona.

-Mierda, no- gemí para mis adentros, mientras el resto se escondía detrás de los historiales, pero ya con las risas en voz alta.

-Se lió- añadió Seth con una sonrisa burlona.

-El que faltaba...¿sabes Emmet?, no te aguanto- siseó realmente enfadada, mientras se levantaba y se iba de la salita.

-¿Cuándo vas a admitir de una vez por todas de qué estamos hecho el uno para el otro?- le siguió preguntado con una sonrisa, mientras la sujetaba del brazo para impedir que saliera por la puerta. Rosalie lo miró arqueando una ceja.

-¿Cuándo las vacas vuelen?- soltó burlona, zafándose de su agarre y saliendo.

Ya las risas de todos estallaron en voz alta. Me lloraban los ojos de reír, mientras Emmet siguió tan pancho, dirigiéndose a la cafetera.

Mi busca sonó en ese momento, así que me volví hacia los chicos, limpiándome las lágrimas.

-Tengo que bajar a rayos, hay un problema con un preoperatorio, os veo luego , y buena suerte en la operación- les dijo, pero mirando a Edward.

-Te acompaño, nos vemos chicos- dijo Seth.

-Hasta luego- respondieron Jasper y Emmet.

-Hasta luego- le contestó Edward.
***************************************************************************************************************************
PVO EDWARD

Estaba embobado mirando a Bella, mientras salía por la puerta. Me quedé unos minutos en silencio, pensando.

No sabía qué me había impulsado a contarle lo de Sophie, además, ella me había escuchado tan atentamente, casi con devoción. Al llegar a mi apartamento, pensé que me derrumbaría y me echaría a llorar, siempre me pasaba al hablar de Sophie... pero no fue así. Una vez me metí en la cama, no dejaba de pensar en ella, una y otra vez; su rostro se aparecía en mis sueños, con una sonrisa.

Tampoco podía dejar de pensar en el beso que le di al despedirme... y su piel era exactamente cómo la imaginaba, tibia, suave y delicada.

Una voz me devolvió a la realidad.

-Vaya Eddie... veo que has abandonado tu prisión particular en cirugía...¿a qué debemos el milagro?- preguntó mi hermano Emmet.

Le lancé una mirada de advertencia y a la vez asesina. Mike, que se percató de la situación, inmediatamente vino en mi ayuda, carraspeando.

-Ejem... Emmet, debemos prepararnos- dijo levantándose de la mesa. Mi hermano lo miró con fastidio, siguiéndole.

-Espero que después me lo cuentes- me advirtió, señalándome con sus dedo índice.

Hice caso omiso a la advertencia de mi hermano; una vez ambos salieron, Jazz me miraba impaciente.

-¿Qué?- inquirí.

-Creo que ese milagro tiene nombre propio; ¿no se llamará, por casualidad... Isabella?- preguntó tranquilo.

No podía negarlo, además Jasper me conocía demasiado bien, aún así ni lo confirmé ni lo negué.

-Venga ya Edward; sabes a lo qué me refiero- repuso.

Suspiré, mirando hacia un lado.

-No lo puedo evitar Jazz... me gusta, y me gusta mucho- confesé al fin.

Jasper me miraba fijamente, mientras una sonrisa asomaba en su rostro.

-Lo sabía, ¿y quieres qué te diga la verdad?- lanzó.

-Dispara- le respondí ansioso.

-Me alegro mucho por ti Edward, de verdad, además es un chica estupenda- tomó aire para proseguir -¿sabes que tiene una hija, no?-.

Sonreí de nuevo, recordando a la pequeña personita que también se había hecho un hueco en mi corazón.

Le relaté a Jasper nuestro encuentro del sábado; me escuchaba atentamente mientras nos dirigíamos a prepararnos para la operación, pero me salté la parte en que Bella me habló de su vida en Forks.

Al terminar, pareció meditar lo que iba a decirme.

-Vaya...así que le hablaste de Sophie- murmuró sorprendido.

-Si- contesté simplemente.

Jasper se quedó meditando un momento, hasta que al final volvió a la carga.

-¿Vas a invitarla a salir, no?- me preguntó; al ver que no respondía, me hizo otra pregunta.

-¿Qué ocurre amigo?-.

-Verás... es un sentimiento extraño; una parte de mi se muere por conocerla más, pero ...- suspiré frustrado, pero Jasper me interrumpió y terminó por mi.

-Pero... sientes que estar con ella es como traicionar a la memoria de Sophie, no es así?- dedujo sabiamente.

-Algo parecido- susurré frustrado.

Jasper tomó aire, para después continuar.

-Edward...sé que es duro, pero ella, desgraciadamente, ya no está. Y no creo que traiciones a Sophie; ninguno la olvidamos, y tu sobre todo, eso no se pone en duda...pero, ¿crees que a ella le gustaría verte así, huraño y solitario con tus recuerdos?- me interrogó severo.

No contesté, ya que ambos sabíamos de sobra la respuesta.

-Deberías darle una oportunidad a Bella- concluyó al fin.

Le prometí que lo pensaría, mientras nos terminamos de preparar para la operación. La semana pasó deprisa; iba todos los días a reanimación, para verla aunque fuera solo unos minutos. Su sonrisa me encandilaba más cada día. El viernes, mientras me cambiaba para irme a casa, volvía a tener fin de semana libre, medité de nuevo, como llevaba haciendo toda la semana, los consejos de Jasper.

Miré el reloj, eran las tres menos cuarto de la tarde, me encaminé con paso firme hacia el servicio de Bella, decidido de una vez por todas... y rezando para que ella no tuviera guardia.

*Hemicolectomía: resección parcial de alguna parte del colon.

Capítulo 7: Cita reveladora

Por fin viernes... y de nuevo fin de semana libre, podría descansar y estar con mi pequeña, ya que mucho me temía que no tendría otro fin de semana libre en su totalidad durante muuucho tiempo. Regresé de nuevo a reanimación, firmé los últimos informes y me despedí de mis compañeros.

Al tomar mi bolso y girarme para salir, vi a Edward, apoyado en la pared. Me acerqué para despedirme de él.

-Hola- saludé animada.

-Hola Bella, ¿ya te vas?- me preguntó mientras empezamos a caminar hacia la salida.

-Si, basta por hoy; ha sido una mañana agotadora- suspiré.

Fuimos charlando de lo que nos había pasado durante la semana; nos habíamos visto muy poco, tan sólo unos minutos a las ocho, para tomar el primer café.

Según salía por la puerta, mi autobús arrancaba de la parada.

-Genial, he perdido el autobús.- bufé cabreada.

-Si quieres te llevo, así no tienes que esperar- se ofreció amablemente Edward, con una pequeña sonrisa.

-No quiero molestarte, además creo que no te pilla de camino- le dije un poco desilusionada.

-No, por favor, no es ninguna molestia, no tengo nada importante que hacer – me dijo mientras me deslumbraba con otra de sus sonrisas y me conducía hacia su coche.

El trayecto hasta casa fue ameno, hablando del trabajo y de los últimos cotilleos de hospital.

-¡No me puedo creer que el Dr. Sinclaire salga con Madison, la chica de recepción!, ¿por qué no me entero de estas cosas?- me pregunté a mi misma con fingida indignación.

Edward se reía, mientras me miraba.

-No creas, yo no suelo enterarme de nada; pero si tienes un hermano como Emmet, entonces es fácil enterarse; el me resume la vida amorosa del hospital- me explicaba divertido.

Reímos mientras atravesábamos San Francisco. No me di cuenta de que a cincuenta metros ya estaba mi bloque de apartamentos.

Edward aparcó y me acompañó hasta el portal; había llegado en la mitad de tiempo que con el autobús, y una idea surgió de mi cabeza.

-¿Qué vas a hacer ahora?- le pregunté curiosa.

-Pues... nada interesante; llegar a casa, comer algo y sentarme un rato en el sofá- me dijo resuelto.

-Ya...- me mordí el labio inferior, signo de que los nervios me carcomían; decidí decírselo de sopetón.

-¿Quieres subir a comer?- sus ojos mostraron sorpresa -cómo vas a comer solo, y así me dejas agradecerte la comida del otro día, y el haberme traído hoy a casa- terminé por decir, roja de vergüenza y mirando el suelo, que sin querer se había convertido en algo que admirar.

-No tienes que agradecerme nada Bella...- empezó a decir, ya que lo corte.

-No pasa nada, lo entiendo- esbocé una sonrisa leve, diciéndome a mi misma lo torpe que era para invitar a un chico.

-Pero me encantaría- terminó su frase. Alcé la vista sorprendida, mientras él me miraba divertido, esperando que yo hiciera o dijera algo coherente.

-Estupendo, vamos entonces- contesté animada.

Al llegar a mi piso, pude escuchar la risa suave de mi hija antes de abrir la puerta. Esperaba que se echase un poco la siesta, para poder comer tranquila.

Tardé un poco en atinar con la llave en la cerradura, que al final cedió.

Edward me cedió el paso, muy amablemente, mientras Leah, que venía con Megan, se quedaba de piedra al ver a Edward.

-Hola Leah; hola cariño, ¿te has portado bien?- saludé a mi hija, que me tendía los bracitos para que la cogiese. Me giré hacia el, para presentarle a mi cuñada.

-Edward, ella es Leah, la mujer de mi hermano- le indiqué, mientras éste avanzaba para darle dos besos.

-Encantado, Bella me habla mucho de Jake y de ti- le dijo.

-Un placer conocerte, sabes, Bella también me ha hablado de ti, mucho- respondió mi cuñada con una sonrisa inocente. Si hubiera podido hacerlo, la habría estrangulado en ese mismo instante.

Edward soltó una pequeña carcajada, mientras le contestaba.

-Espero que todo lo que haya dicho sea bueno- contestó mientras me miraba de reojo, divertido por mi rostro colorado.

-Seguro que si- le respondió esta, que se giró para hablarme -te he dejado la lasaña en el horno, no tienes más que calentarla Bella, por suerte he hecho más de una ración- dijo divertida, mientras me tendía a mi niña.

-Bien, debo irme al trabajo, un placer Edward, estoy segura de que nos veremos pronto- dijo despidiéndose de él.

-Te acompaño a la puerta- mascullé entre dientes, mientras la asesinaba con la mirada.

Una vez allí, y de que hubiera dado un beso a Megan, me dijo por lo bajini.

-Dios Bella, es guapísimo, aprovecha-.

-Leah Anne Swan...- empecé, iba a charle una bronca monumental,

No pude decirle nada más, ya que corrió hasta el ascensor, para desaparecer en un santiamén.

Suspiré y cerré la puerta. Edward estaba mirando unas fotos que tenía en una de las mesillas auxiliares. Básicamente eran fotos de Megan y yo, desde que nació hasta ahora. Al sentirme, se giró, mientras que le cogía a Megan una manita.

-Hola pequeña, ¿cómo has estado?- le preguntaba, mientras mi hija lo miraba curiosa.

Me encantaba observarlo mientras estaba con la niña, se veía muy tierno.

-Ya que eres buen niñero, ¿te importaría encargarte de ella?; sino, a este paso no comeremos- le dije mientras le tendía a la niña.

-Claro, que no, ven aquí- dijo satisfecho, mientras la cogía y la acomodaba en sus brazos.

Me dirigí a la cocina, mientras los oía reír en el salón. Una vez preparé la ensalada y puse la mesa, saqué la lasaña del horno, fui a avisar a Edward de que la comida estaba lista.

Estaba de pie, meciendo a la niña, que estaba casi dormida, a la vez que tatareaba una una suave melodía.

Me quedé apoyada en el marco de la puerta, escuchando la canción, era muy bonita. Verlos así me encogía el corazón, en el futuro Edward sería un padre estupendo...y por unos momentos, deseé que el hubiera sido el padre de mi hija.

Al girarse quedamos frente a frente; se sonrojó por la vergüenza de que le hubiera pillado.

-La canción es preciosa... nunca la había escuchado- le dije, acercándome para comprobar que Megan dormía.

-Nos la cantaba mi abuela a Emmet y a mi cuándo éramos pequeños- me explicó suavemente. -Será mejor que acostemos a esta señorita- añadió divertido, mirando a Megan, que ya estaba completamente dormida.

Le guié hasta su habitación, y el mismo la puso en la cuna y la tapó.

Me quedé embobada de nuevo, cómo siempre hacía; ¿se podía ser tan tierno y sexy a la vez?.

Una vez que salí de mi ensoñación, nos sentamos en la mesa a comer. Mantuvimos una animada charla durante todo el rato, contándome anécdotas de su niñez y sus travesuras con Emmet.

Me habló de sus padres; a Carlisle ya le conocía, y de Esme, su madre. Ellos tres fueron su mejor apoyo después del fallecimiento de Sophie.

-¿No tienes relación con su familia?- pregunté extrañada.

-Muy poca; no tenía hermanos, y sus padres estaban divorciados. Ella siempre vivió con su madre, no tenía muy buena relación con su padre, sólo lo he visto dos veces, una de ellas en su funeral- explicaba con un pequeño deje de pena en la voz.

Me sentía mal por hacerle recordar momentos dolorosos... pero una parte de mi quería saber todo lo referente a Sophie. Decidí no hacer más grande la herida, así que cambié radicalmente de tema.

-¿Por qué cirujano?; es decir, deduzco que la vocación por la medicina te viene de familia, pero... ¿por qué escogiste concretamente esa especialidad?- era algo que me preguntaba, no sabía por qué.

-Bueno...- pareció meditar unos momentos su respuesta, para después proseguir -mi abuelo paterno, también era médico; el era cirujano, y cuándo yo tenía unos catorce años, me empezó a contar cosas de su profesión. Me explicaba los procedimientos de las operaciones, y se lamentaba de que no iba a vivir lo suficiente para ver todos los avances que hay hoy en día. Aparte de eso, me motiva el poder ayudar a la gente, y dar esperanza para vivir a quiénes la han perdido- me explicaba amablemente.

-¿Y Emmet, por qué cardiólogo?, no le pega mucho- pregunté curiosa.

-Te voy a contar un secreto... iba para ginecología... pero no había plazas en el programa de residencia- dijo con una mueca graciosa.

Me eché a reír, mientras le decía.

-Eso le pegas más- le dije entre carcajada y carcajada.

El se unió a mis risas. Cuándo nos tranquilizamos, seguimos hablando sobre cosas triviales. Me contó que le encantaba la música en general, leer y el baloncesto; en eso se parecía a mi hermano Jake. También las películas de suspense, y que odiaba las series de médicos.

Una vez nos sentamos en el sofá para tomar un café, me tocó a mi ser interrogada.

-Bien, ahora me toca a mi- dijo cual niño pequeño.

-Hecho- respondí con una risita.

-Por qué anestesista?; ya sé que no te llevas bien con tu padre, ¿pero no te gustaría haber sido neurocirujana, cómo el?; además, nunca he conocido a alguien que la haga cómo primera opción- preguntó.

-¿De verdad?- pregunté asombrada.

-Te sorprendería saber que Jasper iba para hematólogo, y Mike para cirujano. Mandy y Tyler para oncología- me contó.

-Vaya, que bien te lo sabes- le dije con una graciosa mueca.

-Ya sabes que los cirujanos y los anestesistas vamos de la mano siempre, es el servicio con quién más tenemos que tratar, y con quién entramos a operar- añadió.

-Eso es verdad; y respondiendo a tu pregunta anterior, antes de tener que elegir especialidad si sopesé la posibilidad de hacer cirugía. Pero un día, oyendo hablar a mi padre a escondidas con un colega suyo, decía que las únicas ramas que te daban prestigio en medicina eran esa o neurología... así que se puede decir que fue por llevarle la contraria... a partir de ahí empecé a repasar y a leer cada una de las especialidades, y anestesiología me gustó- hice una pausa bajando la mirada -puede que no salve vidas cómo vosotros, en una mesa de operaciones...- iba a seguir, pero Edward me interrumpió, dejando la taza de café sobre la mesa y obligándome a mirarlo, levantando mi mentón con su dedo.

-Bella, salvas vidas... tu especialidad está enfocada para eso; ¿acaso reanimar a los pacientes que entran en parada no es salvarlos?- me dijo un poco enojado.

Al ver que no contestaba, siguió hablando.

-Y en el quirófano, vosotros estáis al tanto de las constantes del paciente. Yo no se más que lo básico en cuánto a reanimación; así que no digas esas cosas, porque no son verdad- me explicaba paciente. Mientras lo hacía, su mano había pasado de mi mentón a mi mejilla, dándole suaves caricias, casi imperceptibles... y haciendo que mi corazón estuviera a punto de sufrir un colapso.

Me quedé hipnotizada por sus ojos, que me miraban con ternura. Lentamente, cómo si un imán nos atrajese, nos fuimos acercando el uno al otro, mi respiración se agitó por momentos, y mis mejillas ardieron. Justo cuándo podía sentir su aliento en mi cara, el llanto de Megan interrumpió en momento.

Me aparté rápidamente y me levanté de un salto, presa de los nervios. Ni siquiera observé su cara cuándo fui a ver que le ocurría. Volví de de unos minutos, con la niña en brazos. Pude fijarme en su rostro, levemente sonrojado y parecía nervioso.

-Debo irme Bella, se ha hecho tarde- me dijo abruptamente, levantándose y dirigiéndose hacia la puerta, con paso rápido.

-Edward; si he hecho algo que te ha molestado, lo siento...- susurré confusa; parecía que lo quería tanto como yo... lágrimas de impotencia se empezaban a acumular en mis ojos.

-No Bella, no es culpa tuya, es sólo que...- empezó a darme explicaciones, pero corté de raíz.

-No es necesario que me expliques nada Edward, creo que he malinterpretado las cosas. Buenas noches, ya nos veremos en el hospital- le dije mientras abría la puerta, invitándole muy sutilmente a dejarme sola.

Salió cabizbajo por la puerta.

-Buenas noches Bella- se despidió de mi en voz muy baja.

Cerré deprisa, ya que no quería que viera mis lágrimas. Me dirigí al sofá, y abrazando a Megan, lloré, descargando todo lo que llevaba dentro.

Parecía que estábamos tan bien juntos... quizá sólo estuviese nervioso... o quizá no le gustaba lo suficiente. De repente, mis inseguridades de toda la vida volvieron a mi.

¿Qué hombre querría salir con alguien que tiene una niña pequeña?; era demasiada responsabilidad si la relación se volvía seria; una cosa era que a Edward le gustaran los niños, cómo lo demostraba con Megan y otra muy distinta ser padre.

Tampoco podría competir con el recuerdo con Sophie...por lo que me había contado él mismo, era guapa, simpática; la amaba profundamente... cierto es que las comparaciones son odiosas, y más si la otra persona está muerta.

Todo el fin de semana lo pasé deprimida y muy baja de ánimos. Jake y Leah no estaban, se habían ido de escapada romántica. Alice me llamó para ir de compras el sábado, pero me excusé, alegando que estaba cansada. No se si se lo tragó o no, pero algo de mi tristeza debió notar en mi tono de voz, ya no insistió, cosa rara en ella, diciéndome que hablaríamos en el hospital.

********************************************************************************************************************************

PVO EDWARD

Entré por la puerta de mi apartamento, y me derrumbé. No era cómo otras veces, que me derrumbaba por el recuerdo de Sophie, sino por el daño que le había hecho a Bella, y todo por mis inseguridades y mis miedos.

Tenía miedo, miedo de volver a ser feliz con alguien y de que, en un segundo, el destino arranque de tu lado a tu razón de vivir.

Porque para mi, Bella se había convertido en mi ilusión de vivir de nuevo... Hasta ahora no me había dado cuenta; cada mañana despertaba ansioso por verla en el hospital, aunque fuera un segundo. Me encantaba escucharla, que me contara sus problemas tanto dentro como fuera del hospital, y que me hablara de la niña.

Me senté en el sofá, sujetando mi cabeza entre las manos; lo que más me dolía era que la había hecho daño. Necesitaba hablar con alguien, así que tomé mi móvil, llamando a la persona que mejor me escucharía.

-¿Qué pasa Eddie?- preguntó Emmet al otro lado de la línea.

-¿Podrías venir a mi casa?; necesito hablar- respondí escuetamente.

-¿Noche larga?- me preguntó simplemente.

-Si- contesté.

-Llevaré unas pizzas y cervezas- dicho ésto colgó.

Al de media hora estábamos delante de las pizzas, Emmet comiendo sin parar mientras yo apenas tomaba un sorbo de cerveza.

-Tú dirás- me invitó a empezar.

Tomé aire, contándole la historia desde el principio, desde ese día de verano que me topé con Bella en la entrada, hasta lo ocurrido esa tarde en su casa.

-¿Así qué te entró el miedo escénico?- preguntó mordaz una vez terminé de contarle lo sucedido.

Le fulminé con la mirada, y ya se puso serio.

-Era para aligerar el ambiente... está bien- rodó los ojos -ahora en serio, ¿por qué no me contaste nada antes?; Y Jazz, será capullo, no ha soltado prenda el tío- añadió con una mueca.

Me reí; la verdad es que con mi hermano no puedes evitar reírte de la situación más seria posible, siempre sacaba el lado gracioso de las cosas.

-¿Quieres saber mi opinión?- me preguntó después de unos minutos.

-Pues si- suspiré.

-Bella te gusta demasiado, eso es obvio- empezó a meditar -y si te soy sincero, me alegro hermano, de verdad- me dijo con una sonrisa sincera.

Asentí con otra, mientras tomaba un trozo de pizza.

-No sabía que tenía una hija... y suelo enterarme de esas cosas- dijo pensativo.

-Si dejaras el mundo de Rosalie Hale por unos minutos te habrías enterado, lo sabe todo el mundo- le expliqué, alzando una ceja.

-Ja ja ja.. muy chistoso hermanito- respondió enojado.

-¿Te gusta mucho, no?; es de las pocas chicas que no ha caído bajo el hechizo Emmet- le cuestioné.

-Pensé que hablábamos de ti, esta noche a mi no me toca- contestó, intentado evadirse del asunto.

Dejamos aparcado el tema por un rato, hablando del trabajo y de otros asuntos. Antes de despedirse y de marcharse a su casa, volvió a sacar de nuevo el tema.

-Edward... si te de verdad quieres estar con ella, entierra el pasado. No te digo que la olvides, pero es hora de seguir adelante. Me voy, mañana tengo guardia por la noche y quiero aprovechar para descansar, nos vemos- me dijo mientras chocábamos las manos.

-Adios Emmet- le dije mientras cerraba la puerta.

Me dolía, pero Emmet y Jasper tenían razón. Debía superar mis temores y empezar de nuevo, y quería hacerlo... pero con Bella a mi lado.
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Curando un corazón (+18) Completo - Página 2 Empty Re: Curando un corazón (+18) Completo

Mensaje por Atal 2/4/2010, 12:57 pm

Capítulo 8: Oportunidades y sorpresas

Más de un mes ha ha pasado desde aquel encuentro con Edward. Había pasado Acción de Gracias con Jake y Leah, cenando tranquilamente, en familia.

Ahora estábamos a principios de diciembre; las navidades nunca fueron mi época favorita de celebraciones, ni tampoco de mi hermano. Supongo que el ambiente que había en casa de mis padres no invitaba a hacerlo.

Pero ahora tenía un motivo para cambiarlo; este año Megan todavía era pequeña, pero a partir del año que viene ya podría empezar a disfrutar de la navidad y de los regalos. Aún así, Leah me contó que Jake estaba como loco, comprando regalos para Megan. Me reía mientras la reprendía y les decía que la iban a mimar demasiado... pero como decía mi hermano, todo por su pequeña.

Apenas había visto a Edward; no habíamos coincidido en los turnos, y las pocas veces que nos habíamos visto apenas sólo nos saludábamos y él me preguntaba por la niña; le respondía escuetamente, y cuándo se pasaba por el servicio intentaba evitarle.

Un día, la doctora Sanders me llamó a su despacho. Extrañada, me dirigí hacía allí nerviosa...¿habría hecho algo mal?.

Toqué a la puerta; y al darme ella permiso, entré.

-Siéntate Isabella- me indicó con amabilidad.

Una vez sentada, esperé pacientemente a que ella terminara con un informe. Al acabar, levantó la vista, para empezar a hablarme.

-Bien Isabella, háblame de tus impresiones en estos primeros seis meses de residencia-.

Tomé aire, mientras le relataba mis impresiones y mis dudas. Ella me escuchaba atentamente, sin interrumpirme.

Al terminar, pareció meditar unos segundos, antes de dirigirse a mi de nuevo.

-Bien, me alegra que estés a gusto en el servicio; he hablado con Jasper y Tylor, y me han hablado muy bien de tu progreso y de cómo te desenvuelves. Por lo tanto... creo que es hora de que empieces a pisar los quirófanos- me dijo, mientras mis ojos se abrían por la sorpresa.

-Por el principio irás sólo a las operaciones programadas, y siempre bajo la supervisión de un adjunto. Para las urgencias ya habrá tiempo más adelante- me explicó, mientras se levantaba y se sentaba a mi lado. Me gustaba charlar con ella; aunque era la jefa del servicio, siempre se preocupaba por todos nosotros y nos preguntaba qué tal nuestra vida fuera del hospital... era tan cercana y amable... tan distinta a mi padre.

-Bien, ¿cómo está la pequeña Megan?- me interrogó con una sonrisa.

-Está bien; ha estado muy molesta por la salida de los dientes, y ya empieza a sentarse ella sola, aunque poco le dura el equilibrio- admití con una sonrisa.

-Ahhh, que recuerdos; Monique también lo pasó mal con la dentición, y Jason a esa edad ya casi se echaba a gatear- me dijo hablándome de sus hijos.

-¿Crecen muy deprisa, verdad?- le pregunté; la verdad es que los casi ocho meses de vida de mi pequeña se me habían pasado sin darme cuenta.

-Si, eso es cierto; pasan muy rápidos los años... y más criándoles sola- me dijo mientras me miraba.

No supe qué responder, mientras me seguía explicando.

-Martin, mi marido, falleció cuándo mi hijo pequeño era prácticamente un bebé; Monique tenía tres años- me dijo.

-No lo sabía, lo siento mucho- le contesté.

Ella me sonrió, para seguir hablando.

-Tranquila; han pasado casi veinte años- dijo con un suspiro, para después seguir -por eso te comprendo, y veo el esfuerzo que haces. Puedes criar a tu hija y no descuidas tu carrera; tienes vocación, y mucha. Llegarás a ser una buena anestesista- me dijo animándome.

-Gracias doctora- le agradecí de verdad.

-No se merecen, es la verdad. En ese aspecto eres como tu padre, apasionada por tu trabajo- me contestó.

Hice una pequeña mueca, un poco triste. Todos los ánimos que el no me había dado, me los daba ella. Al ver mi estado de ánimo, ella me aclaró varias cosas.

-No te sorprendas. Todo el mundo conoce a tu padre y su difícil carácter... y los médicos tenemos la mala costumbre de llevarnos el mal humor del trabajo a casa- me dijo.

Después de seguir hablando con ella unos minutos, ambas salimos del despacho, mientras ella se dirigía a una reunión y yo me quedaba en la salita con Alice.

-¿Quieres tomarte algo?- me dijo mientras se calentaba un té.

-Creo que necesito otro café; Megan casi no ha pegado ojo, y yo tampoco- repuse rodando los ojos.

Ella misma me lo preparó, mientras se sentaba conmigo.

-¿Sólo Megan no te ha dejado dormir... o hay alguien más?- me preguntó inocentemente, mientras me pasaba la taza.

-¿Por qué dices eso?- pregunté con cautela; seguro que Jasper sabía algo de lo que pasó con Edward.

Tomó aire, para después seguir.

-Bueno, Edward antes se pasaba por aquí cada dos por tres... pero ya no se pasa para verte- me dijo.

-No habremos coincidido- expliqué escuetamente, mientras daba vueltas al café, pensativa.

-Ya...por eso lleva toda esta semana de mañanas, al igual que tu- dijo como si nada.

Aquello me dolió. Cierto que las primeras semanas lo evitaba a toda costa, pero aún así el seguía pasándose por aquí... pero ya llevaba unos días que no venía.

-Bella, no voy a decirte nada que creo que no te hayan dicho ya, pero creo que deberías hablar con él. Llevas una temporada un poco triste, y sé que es por él- me explicó.

Desvié mi mirada de la cara de Alice, mientras sentía que mis ojos iban a llorar de nuevo.

Le relaté a Alice lo que ocurrió esa tarde en mi casa. Ella me escuchaba atentamente, sin interrumpirme. Al terminar se tomó su tiempo para hablar.

-Bella... sólo puedo decirte que hables con él; es lógico que sienta miedo, no en vano perdió a su novia dos meses antes de la boda... pero también te puedo asegurar que no le había visto mostrar interés por alguien hasta que tu apareciste- me dijo.

Tomé aire, para preguntar una cuestión que no sabía si quería oír.

-¿Cómo era?-.

-¿Te refieres a Sophie?- interrogó.

Asentí con la cabeza, mientras ella esbozaba una triste sonrisa.

-Pues... era alegre, divertida, muy optimista, muy extrovertida, luchadora...Físicamente muy distinta a ti... pero tus ojos son iguales a los que ella tenía- me explicó.

-Eso me contó Edward- musité.

-Pero la cuestión es que, independientemente de que seas o no parecida a Sophie, le gustas, y eso es que algo habrá visto en ti; sé que puede sonar tópico... pero debes tener paciencia Bella... y hablar con él- finalizó su discurso, intentando animarme.

Íbamos a seguir con el tema, pero entraron Seth y Mandy por la puerta. Se pusieron un café y se sentaron con nosotros.

-¿Sabéis una cosa?- dijo Mandy en plan cuchicheo. La miramos con curiosidad, mientras nos contaba -Lauren Mallory y Emmet han salido varias veces-.

-¿En serio?...Jasper no me ha dicho nada -bufó Alice molesta.

¿Con Mallory?, ¿la enfermera borde de quirófanos?- pregunté alzando una ceja.

-La misma- afirmó muestra amiga.

-Pues, si me permitís mi opinión como sexo opuesto... no pegan ni con cola- añadió Seth.

-¿Por qué no?, puede que le guste- añadí.

-Pues yo pensaba que su chica ideal era Rosalie... eso es insistencia... todo un año detrás de ella- replicó Seth.

-Quizá no sea nada serio, además...¿qué queréis que os diga?; no se va a pasar la vida entera esperando por Rose- dijo Mandy.

Callamos al ver entrar a Rosalie por la puerta.

-¿Pero tú no ibas de tarde esta semana?- pregunté extrañada.

-No vengo a trabajar. He venido con mi padre para que le hagan unas pruebas... nada importante, un chequeo rutinario- nos explicó mientras cogía un botellín de agua.

-¿De qué estabais hablando?- preguntó al sentarse.

-Últimos cotilleos del Noth-Union- replicó Seth.

-Desembucha- replicó ansiosa.

-Mallory y Emmet están saliendo- soltó, esperando ver la reacción de ésta. Se quedó muda por unas milésimas de segundo, pero su gesto se volvió indiferente.

-¿De veras?; pues qué queréis que os diga, ella será mona... pero no hay quién la aguante- dijo tomando un sorbo de agua.

-¿Ah no?- preguntó inocentemente Mandy.

-No, es una soberbia; ¿en qué estará pensando Emmet?- murmuró muy bajito, pero todos lo escuchamos. Una sonrisa pícara apareció en mi cara.

-Rose, ¿son imaginaciones mías... o estas celosa?- la pregunté directamente.

Ella rodó los ojos, para después contestarme.

-¿Celosa yo?; por favor-.

-¡Estás celosa!- exclamó Seth, sonriendo divertido.

-No lo estoy... y me importa bien poco lo que haga Emmet con su vida- dicho ésto, se levanto para despedirse -voy a ver cómo va mi padre, hasta luego chicos- se despidió saliendo por la puerta.

Los cuatros nos miramos cómplices, mientras nos levantábamos.

-Me parece que ésto se va a poner interesante- dijo nuestro enfermero divertido, mientras se frotaba las manos.

Reímos mientras cada uno volvía a sus obligaciones.

La semana pasó sin grandes sobresaltos. Intenté localizar a Edward varias veces, para hablar con él, pero siempre le pillaba o en quirófanos o perdido por el hospital. Para colme de males, ese fin de semana tuve guardia, así que poco pude hacer.
***********************************************************************************************************************************
EDWARD PVO

Era lunes por la mañana; me quedé dormido, y llegué tarde al hospital. Esa mañana tenía una anastomosis esofágica, y para colmo de males el paciente tenía problemas coronarios crónicos.

Después de que Bella me evitara, enfadada por lo que ocurrió en su casa, decidí darle su espacio, esperando que se le pasara y qué cuándo ella quisiera, hablase conmigo. Me moría de la impaciencia, pero decidí no agobiarla.

Me estaba preparando mientras colocaban al paciente, cuándo las puertas se abrieron, apareciendo Jasper... y Bella detrás suyo.

Saludé a Jasper con una palmada en el hombro, y me giré hacia Bella. Que miraba el historial del paciente.

-Hola Bella- saludé con una sonrisa.

-Hola Edward- me devolvió el saludo; estaba levemente sonrojada, y un poco nerviosa.

-¿Preparada para pisar un quirófano?- le pregunté de nuevo.

-Eso creo...- respondió dubitativa.

-Hoy sólo vas a mirar Bella; así que cálmate- habló Jasper a mi espalda.

Ella asintió, mientras le daba la historia a Jasper y empezaba a lavarse. Jasper entró en la sala, para ir durmiendo al paciente. Aprovechando que nos habían dejado solos, decidí hablar un poco con ella.

-¿Cómo has estado?- le pregunté.

-Bien; pero muy cansada. Megan lleva una temporada mala de sueño, y si le sumas las guardias de noche- enumeró con una de sus bonitas sonrisas.

-Pues espero que estés despierta hoy- le repliqué divertido.

-Tranquilo, la cafeína hace milagros- respondió.

Tomé aire, para mencionarle el tema que teníamos pendiente.

-Bella... siento mucho lo que pasó en tu casa, yo no quería hacerte sentir mal y no...- suspiré con rabia, ¿por qué era tan difícil?.

-Edward, no pasa nada, de verdad, mira... mejor hablamos después, ¿te parece?- dijo muy bajito, mientras agachaba su mirada.

-Está bien- afirmé, mientras le cedía el paso y entrábamos.

Bella se colocó al lado de Jasper; que le explicó varias cosas y el funcionamiento de los monitores. Al de unos minutos, pregunté a Jasper.

-¿Preparado?- le pregunté. Bella tenía su mirada clavada en mi. La guiñé un ojo, y pude entrever su sonrisa a través de la mascarilla.

-Preparado- afirmó mi amigo. Tomé aire, mientras mi vista se posaba en la garganta y tórax del paciente.

-Bisturí.-

La operación seguía el ritmo previsto; llevábamos unas dos horas, cuándo uno de los monitores empezó a pitar. Alarmado, me volví a Jasper, que miraba los monitores, mientras Bella tomaba el preoperatorio del paciente.

-Cae la tensión- avisó Jasper.

-Rápido, noradrenalina- ordené mientras paraba.

-Noradrenalina en vía central- dijo Bella muy nerviosa. Esperamos unos segundos... pero nada. De repente, el monitor cardíaco se alteró.

-Fibrilación auricular; Bella inicia maniobra- ella vino hacia mí deprisa, mientras empezaba la reanimación. Al ver que seguía igual, Jasper se levantó con las palas.

-300- mandó.

-Listo- oí decir a una de las enfermeras.

-Fuera- Bella se apartó mientras recibía la descarga. Después de intentar reanimar al paciente por unos minutos, finalmente nada pudo hacerse por el.

-Asistolia- dijo Jasper, y Bella paró la reanimación.

-Hora de la muerte, 11:38- dije, quitándome la mascarilla y saliendo del quirófano. Jasper salió detrás mío, pero Bella se quedó enfrente de la mesa de operaciones, con la mirada consternada. Vi que Jasper entró para hablar con ella. Salió al de unos minutos, con la cabeza gacha. Se quitó la mascarilla y la bata, tirándolo con fuerza en la papelera. Salió sin decir una palabra, y por acto reflejo, hice lo mismo que ella, y la seguí hasta que se metió en uno de los cuartos que teníamos los cirujanos, con camas paras las guardias.

Llamé a la puerta, pero no me contestó. Podía oír sus sollozos desde el otro lado. Lentamente abrí la puerta, y la encontré apoyada en la pared, con los ojos cerrados. Una lágrima salía en ese momento de sus ojos.

Me quedé parado, dudando en si acercarme o no a ella. Pero ella abrió los ojos y me miró fijamente. Adiviné qué es lo que la ocurría.

-¿Es el primer paciente que pierdes, verdad?- pregunté. Ella asintió y agachó la mirada, mientras hacía una mueca triste.

-Me pregunto si... si se pudiera hacer hecho algo más. Sé que esto pasará más veces y que tendré que acostumbrarme... pero no es fácil- contestó con frustración es su voz.

-Bella, el paciente tenía problemas cardíacos crónicos, eso aumenta el riesgo. Todos hemos hecho lo que hemos podido. Es duro que ésto ocurra... pero es así- no sabía qué mas podía decirle, pero de lo que estaba seguro es que no quería verla llorar.

Ella asintió pesadamente, mientras se secaba las lágrimas con el dorso de la mano.

-Deb... debo ir a escribir el postoperatorio- dijo ella dirigiéndose hacia la puerta.

En ese momento sentí un impulso extraño, no quería dejarla marchar. La tomé del brazo, girándola, y sin previo aviso, mis labios terminaron en los suyos. Al principio se quedó rígida, pero al momento correspondió al beso. Mis manos, que estaban sujetando su pequeña cintura, viajaron por su espalda. Pude sentir cómo se estremecía entre mis brazos, mientras sentía una agradable caricia en mi nuca.

Al separarnos Bella me miraba con una mezcla de confusión y de otro sentimiento que no supe identificar.

Esbocé una de mis sonrisas, mientras mis manos volvían a aprisionarla por su cintura.

-Bella... yo...- no pude terminar, porque se puso de puntillas, colgándose de mi cuello, y me volvió a besar. Sus labios eran suaves y delicados, tal y cómo los había imaginado tantas veces. Su lengua rozó tímida mi labio inferior... y el beso se hizo mucho más profundo; su sabor era inimaginable.

Mi corazón latía a una velocidad endemoniada, sentí de nuevo sus manos en mi nuca y por mi pelo, dándoles pequeñas caricias. Tuve que reprimir un pequeño gemido.

Tuve que terminar el beso, ya que su respiración empezó a ser muy irregular.

Tenía los ojos cerrados y las mejillas sonrosadas. Pegué mi frente a la suya. Nuestros alientos fácilmente se podían intercambiar.

-Bella abre los ojos- le pedí suavemente.

Ella me hizo caso, ya que abrió sus preciosos ojos, que me miraban fijamente.

-Edward...- no la dejé continuar... era ahora nunca.

-Bella... llevo queriendo hacer ésto desde esa tarde en el parque; perdóname por haberte hecho esperar tanto- le dije con sentimiento de culpa.

Ella tomó aire, para hablar.
*******************************************************************************************************************************
La habitación daba vueltas a mi alrededor, y todo producto de ese último beso. Sus labios, suaves y ardientes, dejaron una mezcla diferente de sentimientos. Estaba entre sus brazos, y encajaba en ellos con una facilidad pasmosa.

Después de que el hablase, estaba meditando sus palabras, no quería que le diera un ataque de arrepentimiento.

-Edward... yo se que para ti es complicado y difícil... pero quiero que tengas clara una cosa; no quiero que la olvides por estar conmigo. Sé que ella fue una persona importante en tu vida... y...- no pude seguir, ya que me cortó.

-Bella... iba siendo hora de rehacer mi vida; cierto que en estos dos años no me he acercado a nadie... pero era porque no habías aparecido- me habló suavemente, con dulzura.

Agaché mi vista, completamente azorada por lo que me estaba diciendo.

-Y quiero que tengas claro que el que tengas una hija no me importa en absoluto- aclaró.

Sonreí levemente, mientras escondí mi cara en el hueco de su cuello. El me daba tiernas caricias en mi espalda, mientras me seguía hablando.

-Me gustas... me gustas muchísimo Bella, y quiero compartir muchos momentos contigo... y eso incluye a mi otra chica favorita- dijo divertido, haciendo alusión a mi pequeña.

Levanté la vista, mirándole fijamente., mientras una pequeña lágrima bajaba por mi cara. El se asustó, hablándome a trompicones.

-Bella, ¿qué te pasa cielo?- me preguntó mientras me quitaba el mismo las lágrimas.

-Nada... lloro por que soy feliz Edward, llevaba mucho tiempo esperando ésto; y qué aceptes así el hecho de que sea madre....la mayoría de los hombres, en cuánto se les menciona a los hijos, salen despavoridos- contestó ella.

Me dio un casto beso en los labios, para después seguir hablando.

-Eso es porque no te querían o no les importabas lo suficiente... y a mi me importa todo lo que tenga que ver contigo, créeme, más de lo que te piensas- me respondió.

Medité sus palabras, y ese verbo querer en la frase.

-¿Tú...tú me qui...quieres?- pregunté temblando.

Me dio una sonrisa tímida, mientras volvía a apoyar su frente en la mía.

-Bella... si una cosa tengo clara es que quiero cuidar de ti, y de tu hija, quiero hacerlo... porque te quiero- susurró. Mi corazón pegó un brinco de alegría, literalmente hablando.

-Y yo a ti- le contesté. Me miró con una ternura y un amor infinito, mientras nuestros labios se volvían a juntar.

Hubiera detenido el tiempo en ese mismo instante... pero uno de los buscas pitó. Era el mío, me necesitaban en reanimación. Esbocé una tímida sonrisa, mientras me despedía de él.

-Tengo que irme- le dije, mientras que sus labios estaban recorriendo mi cuello en una sensual caricia. Pude sentir el puchero que hacía, mientras reí suavemente.

-¿Tienes planes para esta tarde?- me preguntó con una sexy sonrisa.

-No... estamos a tu disposición- dije riéndome.

-Bien... te espero a la salida; te veo luego- se despidió, dándome un pequeño beso en los labios y salía de allí y me guiñaba un ojo.

Con una sonrisa de oreja a oreja, y un brillo en los ojos especial, salí para mi servicio.
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Mensaje por xole 2/4/2010, 5:41 pm

gracias Atal por estos tres fantasticos capis Curando un corazón (+18) Completo - Página 2 781363

pobre Edward con lo de su novia Curando un corazón (+18) Completo - Página 2 328782 ....
Adoro la relacion de Emmett y Rosalie son tan graciosos Curando un corazón (+18) Completo - Página 2 275394
al fin juntos .......ahora a ver que tal va todo.....
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Curando un corazón (+18) Completo - Página 2 Empty Re: Curando un corazón (+18) Completo

Mensaje por Citly Patzz 3/4/2010, 3:19 am

ohh por diosss.. pero que tierno es eddie, quiere cuidar de megan como si fuera su propia hija awwww me lo comooooooooo Curando un corazón (+18) Completo - Página 2 240478
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Mensaje por Atal 3/4/2010, 1:55 pm

yo tambien quisiera¡¡¡¡ comermelooooooooooooooooo affraid
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Mensaje por alejandra_vazquez88 5/4/2010, 8:25 pm

totalmente decuerdo con xole esta muy inda la historia muy romantica y a la vez muy triste x como empesaron las historias de cada uno pero parece ke ya solo va a haber felicidad o al menos eso espero jeje

bueno chicas las kiero mucho ya saben las veo despues un besote a cada una Curando un corazón (+18) Completo - Página 2 781363

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Mensaje por Atal 8/4/2010, 10:32 pm

Aquí les dejo tres capítulos más amigas, están muy buenas¡¡¡ eso es porque sé que les gusta mucho este fic...

Capítulo 9: Temores que ven la luz

Caminé hacia mi servicio, todavía en las nubes por lo que acababa de ocurrir. Jamás podía haber imaginado que Edward se lanzaría de esa manera... recordaba cada una de sus palabras, para guardarlas en mi memoria para siempre.

El resto de la mañana me la pasé en las nubes, y más que andar flotaba. No se si mis compañeros se dieron cuenta de algo, pero tuve que reescribir un informe un par de veces. Durante la última hora creo que desgasté el reloj de tanto mirarlo. Por fin, a las tres menos diez, salí cómo un huracán a cambiarme.

Después de firmar el cambio de turno, tomé mi bolso y salí con paso rápido, iba tan distraída que choqué con alguien. El impulso casi me hace caer hacia atrás... pero unos brazos fuertes me sujetaron.

-¿Ibas a buscar a alguien?- me preguntó una voz suave, con un deje de diversión. Al levantar la vista me encontré con Edward, que me miraba divertido. Estaba muy guapo, con unos vaqueros, y un jersey de cuello alto negro por debajo de su chaqueta.

No pude hacer otra cosa que sonrojarme mientras le devolvía la mirada. No quitó su agarre de mi cintura, mientras me hablaba de nuevo.

-Tendré que estar alerta, un día te pegarás un buen porrazo- señaló sonriendo.

-Es que iba al encuentro de cierto chico- le respondí divertida.

-Torpe- me susurró al oído, mientras que después de asegurarse de que no nos veía nadie, me dio un pequeño beso en los labios.

Me quedé estática, con los ojos cerrados, disfrutando del pequeñísimo pero extraordinario contacto; cada vez que me besaba se me ponía la piel de gallina.

-Espero que tengas hambre; tengo unos filetes de ternera estupendos- le dije, mientras nos encaminábamos hacia su coche.

-Sip, reconozco que ahora que lo dices tengo hambre- repuso divertido.

*************************************************************************************************************************************

El viaje hasta mi casa se me hizo muy corto... si bien es cierto que el tiempo, al lado de Edward, se esfumaba como si nada. Al llegar a casa, nada más abrir la puerta, me encontré a mi niña en su mantita de juegos, haciendo esfuerzos por sostenerse sentada. La miré con una sonrisa, mientras avanzaba hacia ella.

-Hola cariño...¿te has portado bien con la tía Leah?- le pregunté mientras la cogía. Edward me pasó una de sus manos por la cintura, a la vez que le hacía monerías a la niña. Oí el ruido de la cisterna del baño... y en vez de salir Leah, salió mi hermano.

-Pues con su tía no sé... pero con el tío ha dado un poco de guerra- respondió burlón mi hermano, que miraba Edward con curiosidad. Éste inmediatamente me soltó, poniéndose un poco colorado.

-¿Qué haces aquí?, ¿le ha pasado algo a Leah?- pregunté extrañada.

-Hoy ha tenido que sustituir a una compañera y ha tenido que entrar antes a trabajar- me explicó. Miró a Edward, mientras le tendía la mano -Soy Jake, el hermano de Bella-.

-Un gusto, Edward Cullen- le dijo devolviéndole el saludo.

-Así que tú eres el famoso Edward, un placer conocerte, hemos oído hablar de ti- le contestó con una sonrisilla traviesa.

Miré a mi hermano algo enojada, pero ellos dos permanecían ajenos a mi enojo.

-Espero que sepas lidiar con las dos... tienen el gen del malhumor Swan; pueden ser adorables, pero a ratos... uffsss- le dijo mi hermano, para terminar de humillarme.

-Lo tendré presente- respondió Edward, mientras me miraba de reojo.

Carraspeé para llamar su atención, ya que en un segundo se habían enfrascado en una divertida conversación acerca de mi genio.

-Estoy aquí- les dije arqueando una ceja. Ellos me miraron divertidos, mientras Jake se despedía.

-Bien, debo volver al taller, espero verte pronto Edward... y si tienes algún problema con tu coche, no dudes en llamarme- dijo mientras se dirigía a la puerta.

-Gracias por el ofrecimiento, lo tendré presente- añadió.

Se giró para darle un beso a la niña, y otro a mi.

-Cuídate Bells, adiós pequeña- acabó para después desaparecer por la puerta.

Siseaba un poco cabreada mientras cerraba la puerta. Al girarme, Edward ya se había quitado la chaqueta, y me observaba con los brazos cruzados, sonriendo levemente.

*************************************************************************************************************************************

Me acerqué a él, aún con Megan en brazos.

-Perdona a mi hermano, es muy vacilón- le dije con una sonrisa tímida.

-¿Así que malhumor Swan?- susurró mientras me daba un casto beso en la mejilla, para después decirme al oído -me encantan las mujeres con carácter- me confesó con un sensual tono de voz, mientras dejaba un suave beso en mi oreja.

Me mordí el labio inferior, muerta de la vergüenza, mientras el se inclinaba hacia mi y me besaba lentamente. Con la mano que tenía libre rodeé su cintura. El suave gorjeo de mi hija nos separó. Le sonrió con dulzura, mientras que me la quitaba para cogerla el.

-Hola Megan, que no te había dicho nada- le dijo mientras la levantaba por los aires, lo que le hizo ganarse una sonrisa por parte de ella.

-¿Te quedas con ella mientras preparo la comida?- le pregunté dirigiéndome a la cocina.

-Por supuesto- dijo mientras se acomodaba en el suelo, para jugar un poco con ella.

********************************************************************************************************************************

Después de un rato, por fin pudimos sentarnos a la mesa a comer; decidí llevarme a Megan a su cuna, a ver si se conseguía dormir un poco. Durante toda la comida hablamos básicamente de temas de trabajo, ya que a partir de ahora iba a pisar bastante los quirófanos. Eso significaba que estaría con Edward en muchas operaciones. Al terminar de comer y de recoger, y ya que Megan se había decidido a dormirse un rato, nos sentamos en el sofá, mientras tomábamos una taza de café y nos relajábamos.

-Edward... ¿puedo hacerte una pregunta?- le cuestioné dudosa.

-Puedes preguntarme lo que quieras Bella- me respondió suavemente, mientras me rodeaba la cintura con un brazo, acercándome más a su cuerpo.

-¿Desde el día que nos vimos en el parque?- pregunté con una pequeña sonrisa.

El rió conmigo, a la vez que se inclinó para darme un beso en la frente; pareció meditar unos instantes, antes de darme una respuesta.

-Bella, me costó admitirlo... pero desde que tuvimos ese encontronazo en el hall del hospital no he dejado de pensar en ti- me explicó suavemente.

-Era mi primer día en el hospital- recordé con una sonrisa.

-Sé que es extraño que haya tardado casi seis meses en reaccionar- murmuró, agachando su mirada avergonzado.

-No es extraño Edward... yo también estaría asustada... y créeme, si te digo, que tengo un poco de miedo- le aclaré confusa.

-¿Por qué?-.

-No es una relación de dos personas... es de tres- aclaré con una pequeña sonrisa- y el hombre con el que esté tiene que tener claro que mi hija y yo vamos en un mismo paquete-.

Me miró haciendo una mueca de disgusto, para después hablar él.

-Bella, cariño... ¿qué parte de quiero cuidar de ti y de tu hija no has entendido antes?- me preguntó con un mínimo enfado.

-Sé que es involucrarse demasiado... y una gran responsabilidad, y no quiero obligarte a nada que no quieras- musité cabizbaja.

-Eso es decisión mía y de nadie más- afirmó muy seguro, para estrecharme más entre sus brazos.

-Edward... no podríamos salir mucho; cierto que alguna vez se la podré dejar a Jake y Leah, y quizás igual tu...-empecé a enumerar.

-¿Yo qué, Bella?-.

-Quizá tu estés acostumbrado a salir a menudo... al cine, a cenar, que sé yo- suspiré.

Esbozó una sonrisa, para después tomar la palabra.

-No te preocupes... yo quiero estar contigo dónde tu estés; además me gusta la vida tranquila- dijo en tono burlón.

Me reí con él, mientras se inclinaba y me besaba. Adoraba tener sus labios en los míos, eran adictivos. En un rápido y ligero movimiento me sentó encima de él, a horcajadas. Mis manos volaron a su cuello, mientras mi espalda era recorrida por sus manos, trazando figuras en ella. Mis labios soltaron un pequeño gemido, aún así en ningún momento sus manos bajaron o subieron a otras zonas más íntimas de mi cuerpo, y ese detalle me gustó... pero si pude notar cierta parte íntima suya endurecerse. Sonreí contra sus labios al terminar el beso, mientras él recorría mi cuello con su nariz, dándome cortos y tiernos besos por él. Mi sonrojo era más que notable.

-¿Siempre te pones así de vergonzosa?- ronroneó contra mi cuello.

-Cuándo me besas así no lo puedo evitar- murmuré para volver a por su boca. El beso se fue haciendo más apasionado; me apretaba contra él, a la vez que yo daba pequeños tirones a su rebelde pelo; era tan suave.

Una vez nos fuimos separando, simplemente nos quedamos abrazados en la misma posición. Mi cara quedó enterrada en su hombro, mientras el me acariciaba la espalda y me mecía suavemente. Al de un buen rato, me preguntó.

-Bien, ¿qué quieren hacer mis chicas?- dijo alegre.

-Aceptamos sugerencias- respondí.

-¿Conoces el parque Golden Gate?- preguntó curioso.

-He oído sobre él, pero aún no he ido- respondí levantando la cara.

-Hay muchas cosas para ver, cómo el jardín botánico y los jardines japoneses. No hace mucho frío, podríamos ir a pasear por allí con Megan, y tomar algo, hay muchos puestos en el parque- propuso.

-Me parece una ideal estupenda; no tardará en despertarse, podría ir preparando el biberón, por si acaso- añadí.

Me levanté y me dirigí a la cocina; mientras estaba trasteando con la comida de mi hija sentí que unos brazos me rodeaban la cintura. Edward miraba atento lo que hacía, mientras apoyaba su barbilla en mi hombro.

-¿Interesado en la preparación de biberones?- pregunté alzando una ceja.

-Bueno...tendré que aprender, por si acaso- me contestó con una sonrisa inocente.

Me reí suavemente, mientras le comencé a explicar cómo se hacía. Estábamos en medio de un divertido y absurdo debate sobre el calientabiberones, cuándo Megan despertó.

Me dirigí a su habitación, para cambiarla y vestirla, y de paso cambiarme yo... ¿qué me ponía?; decidí no complicarme la vida y ponerme unos vaqueros, con unas bailarinas y una blusa azul; con una fino jersey me sobraba, ya que hacía unos diecisiete grados.

Al salir de la habitación, Edward ya me esperaba con el carrito de la niña y preparado para salir.
*********************************************************************************************************************************
EDWARD PVO

Estaba esperando a Bella, para pasar lo que quedaba de la tarde con ellas. El día estaba resultando perfecto. No pude evitar decirle que la quería... no sabía si decírselo aún, y mucho menos que ella me correspondiera de ese modo, pero era lo que mi corazón gritaba.

Bella era tímida y dulce... era tan distinta a Sophie, ella era atrevida, demasiado a veces, pero con esa dulzura que Bella tenía; siempre llevaba ella la iniciativa, y ahora la tenía que tomar yo... era curioso y, a la vez, me gustaba.

Pero no me importaba lo distintas que fueran; mi madre, algunas veces, había comentado que si conocía alguna chica, sería igual que ella. Si me viera por una rendija se sorprendería.

Pero Bella me había explicado sus dudas y temores, y eran totalmente comprensibles. Un hijo es un asunto muy serio, y sabía a lo que nos arriesgábamos los dos; ella permitiendo que entrara en la vida de su hija, y yo asumiendo un papel, en el que, si todo iba bien entre nosotros, sería cómo un padre para Megan. He de reconocer que la idea no me disgustaba en absoluto... pero todo llegaría.

Estaba en plan meditación, cuándo la suave voz de Bella me hizo volver a la realidad.

-¿Todo bien?- me preguntó preocupada.

-Más que bien, y por cierto, estás muy guapa- le contesté, dándole un pequeño beso -¿preparadas?-.

-Vamos- exclamó animada.

El viaje hasta el parque resultó de lo más animado. Una vez llegamos, Bella sacó a la niña , y yo me dispuse a sacar la sillita del maletero. Eché una ojeada rápida, y enseguida di con los resortes para abrirla. Bella me miraba con una sonrisa traviesa.

-¿Qué te hace tanta gracia?- pregunté curioso.

-Nada, se te da bien todo ésto- respondió suavemente, mordiéndose el labio inferior.

-¿Por qué estás nerviosa?- le pregunté, mientras tomaba a la niña y la sentaba en su silla.

-¿Qué te hace pensar que estoy nerviosa?- preguntó alzando una ceja.

-Te muerdes el labio; eso significa dos cosas, que estás nerviosa por algo o qué te da vergüenza algo- respondí. Ella ahogó un suspiro, mientras movía lentamente la cabeza.

-Me conoces demasiado- respondió.

-Y más que te voy a conocer; te llevo observando muchos meses- le respondí en voz baja, mientras la rodeaba y la abrazaba.

Ella escondió su cara en mi pecho, mientras también me rodeaba la cintura. La besé en la cabeza, mientras ella me apretaba más.

************************************************************************************************************************************

El paseo resultaba de lo más agradable. Bella empujaba la sillita de la niña, y mi brazo rodeaba a ratos su pequeña cintura y otras veces sus hombros. Iba explicándole los lugares y las curiosidades del parque. Visitamos los jardines japoneses y recorrimos el jardín botánico. La pequeña iba con los ojos muy abiertos, observando todo lo que había a su alrededor. Llegamos a un pequeño estanque con bancos a su alrededor. Megan miraba fijamente los cisnes y patos. Decidimos sentarnos unos minutos.

-¿Me dejas que la saque?- le pregunté a Bella, mirando a la pequeña.

-Claro... no me tienes que pedir permiso para eso- respondió resuelta.

Saqué a la niña, mientras la acomodaba en mis brazos y me acercaba con ella al estanque. Sus ojos estaban abiertos de par en par, mirando fijamente a los animales. Me acuclillé en la orilla, para que Megan viera mejor a los patos. Me reía, mientras ella hacía graciosas muecas. Pude sentir una mano en mi hombro, Bella se había agachado a nuestra altura y nos miraba fijamente a ambos con una sonrisa; le di otra de vuelta, mientras le íbamos hablando a Megan.

Después de estar allí un rato, seguimos nuestro paseo, yo empujando la sillita mientras que Bella llevaba a la niña en brazos.

Llegamos a un lugar del parque que me traían muchos recuerdos. Era un pequeño estanque, con una pequeña cascada que salía de unas rocas. Estaba rodeado de hierba y de varias flores en tonos lilas y rosas. Los recuerdos me golpearon... pero no tan fuerte como otras veces.

Recordé las veces que había ido allí con Sophie, era su rincón favorito del parque. Bella notó mi silencio, y se volvió hacia mi.

-Es un sitio precioso- dijo con una pequeña sonrisa.

-Si... a Sophie le encantaba; le recordaba a un estanque similar que hay en Central Park- recordé con nostalgia.

Pude notar que se encogía levemente, y me tensé.

-Lo siento, no pretendía...- no supe terminar mi frase.

-Edward, no me molesta que hables de ella, al contrario- aclaró para tranquilizarme.

No pude hacer otra cosa que rodearla con mis brazos. Ella apoyó su cabeza en mi pecho, mientras me miraba con cariño.

-Gracias Bella- le dije.

-¿Por qué?- susurró.

-Por hacer que hablar de ella no sea incómodo- le confesé en voz baja. Era una sensación extraña... pero el dolor por los recuerdos cada vez iba siendo un poco más pequeño cada día... y eso se debía a ella, a Bella.

-Tranquilo- me besó en el cuello, mientras yo abrazaba a mis dos chicas.

-Que linda familia- oí que murmuraba una pareja de abuelos. Bella no lo escuchó, pero yo sí... no pude evitar esbozar una sonrisa, mientras que la afirmación de la señora no se me pasaba por alto... y no me disgustaba la idea.

La tarde siguió su curso; paramos en un pequeño puesto. Pedí unos cafés y unas porciones de tarta, aprovechando para dar de merendar a Megan. Al final de la tarde, ya había anochecido; las dejé en su casa y me despedí de Bella y de la pequeña, que ya estaba completamente dormida.

-Gracias por esta tarde, lo hemos pasado muy bien- me agradeció.

-Cuándo quieras, ya sabes- le contesté guiñándola un ojo. Ella se acercó a mi tímidamente, para darme un corto pero dulce beso. Sin poder evitarlo, volví a rodear su cintura. Ella se separó lentamente, mientras que sus manos se cerraban en torno a mi cuello.

-¿Te veré mañana?- le pregunté, pegando mi frente a la suya.

-Voy de mañanas hasta el jueves... pero mañana tengo una sustitución de válvula mitral con Emmet y Newton - me respondió con un tierno puchero.

-Hum... yo tengo una paratiroidectomía total- recordé con fastidio, era el procedimiento que menos me gustaba.

-¿Por intraoperatoria?- interrogó, a lo que yo asentí con un movimiento de cabeza.

-Entonces tardarás un buen rato- dedujo sabiamente.

-Pero antes o después prometo invitarte a desayunar, ¿si?- le propuse, a lo que ella afirmó con un movimiento de cabeza.

-Mañana paso a buscarte y te llevo al hospital; hasta mañana preciosa- me despedí, besándola de nuevo. Ella atacó mis labios, abriendo su boca para mi. Mi respiración se hizo irregular, mientras que la estrechaba más entre mis brazos.

No quería terminar el beso... y no quería marcharme y volver a la soledad de mi apartamento... pero no quería que Bella se sintiera cohibida. No sabía si estaba preparada para dar ese paso... y la dejaría que estuviera.

-Buenas noches- me respondió suavemente, una vez nos separamos. Me dirigí al ascensor con una tonta sonrisa, que me duró hasta que me quedé dormido.

&&&&&&&&&&&&&&&&&&

La semana transcurrió sin sobresaltos; llevaba a Bella al hospital y después nos íbamos juntos; la rutina de comer en su casa y después pasar la tarde con la niña, saliendo o simplemente estando en casa sin salir, se hizo una costumbre. Desde el jueves hasta el domingo teníamos los turnos cambiados, yo seguía de mañana y ella de tarde... pero la iba a recoger a la salida, a ella y a la niña, que la dejaba en la guardería del hospital. El sábado ella tenía guardia por la noche; la niña se quedaba con Jake y Leah, y yo decidí pasarme por casa de mis padres, para cenar con ellos.

Al llamar a la puerta, abrió mi hermano.

-¿No tenías guardia?- le pregunté con la ceja alzada.

-Cheney necesitaba unos días para la boda de su hermana, de modo que hemos cambiado turnos- me dijo chocando las manos.

Asentí mientras entraba en casa. Me quité la chaqueta y me dirigí a la cocina. El olor a redondo de ternera me llegó, mamá estaba cocinando. Emmet me siguió.

-Hola mamá- saludé a mi madre con un beso en la mejilla, mientras ella se limpiaba las manos.

-Hola hijo, ¿cómo estás?- me dijo dijo devolviéndome el beso, mientras me daba un repaso con la mirada.

-Estupendamente- contesté con una sonrisa. Mi madre me conocía muy bien, y no pasó por alto esa alegre contestación.

-Vaya... te veo contento, me alegro hijo- respondió con una mirada maternal.

-¿De qué os alegráis?- preguntó mi padre, entrando en la cocina. Me dio un suave abrazo, últimamente no lo había visto por el hospital.

-De nada- dijo mi madre, mirándome cómplice.

Una vez nos sentamos a la mesa, la cena transcurrió entre temas médicos. Mamá escuchaba pacientemente, ya que según ella, estaba acostumbrada a nuestras charlas profesionales.

-¿Cómo va todo por cirugía?; últimamente ya no bajas ni a verme- dijo mi padre, con una graciosa mueca de indignación.

-Todo va bien papá; dentro de poco viene una nueva tanda de residentes- le conté.

-Ahora eres adjunto, y te toca enseñar- señaló divertido.

-Cierto- repuse.

-Espero que no seas un ogro... además, se te da tratar muy bien a los residentes- dijo mi querido hermano con voz traviesa.

Le fulminé con la mirada, mientras mi padre sonreía cómplice; pero mi hermano no me hizo ni caso, mientras siguió hablando.

-Vamos Edward, no es tan malo- dijo mirándome, y se giró a mis padres- Edward tiene novia- soltó.

Los ojos de mi madre se iluminaron.

-¿Eso es cierto?; ¿has conocido a una chica?- preguntó ansiosa.

-¿Cómo te has enterado, Emmet?- interrogué molesto.

-Bueno... digamos que las paredes tienen oídos... y el miércoles os vimos besándoos en el aparcamiento- respondió.

-¿Os vimos?- pregunté arrugando el ceño.

-Papá, Jasper y yo; estábamos hablando en la entrada- relató.

-¡Carlisle!, no me habías contado nada- le reprochó mi madre, regañándolo en broma.

Iba a intervenir, pero mi padre vino en mi ayuda.

-Esme querida... creí que mejor sería esperar que Edward nos lo contara- dijo mirando a mi hermano con una mueca.

Mi hermano me miró, esbozando una risita de disculpa. Suspiré ofuscado... ¿por qué era tan bocazas?; definitivamente, mi hermano no tenía remedio.

-Háblame de ella- me pidió mi madre, con una sonrisa.

-Se llama Isabella, es residente de anestesiología... y es encantadora- acabé con una sonrisa.

-Debe serlo si ha llamado tu atención- añadió mi madre sabiamente.

-Y tiene un bebé- replicó mi hermano.

Mis padres me miraron sorprendidos por la información que acababan de recibir.

Les expliqué por encima la historia de Bella, aclarándoles que no tenía relación con el padre de su hija, sin ahondar mucho en el tema... y contándoles de dónde era.

-¿Es hija de Charles Swan?- preguntó mi padre, a la vez que mi hermano me miraba boquiabierto.

-Ajá...pero no se llevan muy bien- añadí, recordando lo que Bella me había contado aquella vez en el parque y lo que me había contado a lo largo de estos días juntos.

Mi padre asintió, sin querer profundizar más en el tema.

Al terminar de cenar, papá y Emmet se sentaron en el salón, y yo me fui con mi madre a la cocina, para ayudarla a recoger.

-Te veo contento y feliz Edward... hacia mucho que no te veía así- me dijo volviéndose hacia mi. Me apoyé en la encimera, mientras suspiraba.

-Sé que os habéis sorprendido... pero me ha costado muchos meses admitir lo que siento por ella; puede que la palabra no sea admitir...- agaché la mirada.

-Edward- levanté la cabeza, para mirar a mi madre- me alegro de que vuelvas a tomar las riendas de tu vida, y a ilusionarte- me habló. No la culpaba por haber estado tanto tiempo preocupada, me había visto en mis peores momentos.

-¿No os importa que tenga una hija?- interrogué curioso.

-Claro que no; entiendo a Bella, un hijo es una responsabilidad muy grande... y tu lo has aceptado muy bien- quitó toda preocupación que pudiera sentir por lo que ellos pensaran.

-Si la vieras mamá... la niña es preciosa, un poco guerrera, eso sí- añadí divertido.... "y la madre más", medité para mi mismo con una sonrisa mental.

-Espero conocerlas, tienes que traerlas un día- me pidió ansiosa.

-Las traeré, no te preocupes; no sé cuándo, pero te lo prometo- la tranquilicé.

******************************************************************************************************************************************

Salí de la cocina, y de camino al salón miré el reloj, eran las doce menos cuarto de la noche. Decidí llamar a Bella, quería escuchar su voz. Al tercer tono, respondió.

-Hola- dijo en un suspiro.

-Hola preciosa- saludé.

Me fui al despacho de mi padre, mientras la hablaba cerrando la puerta.

-¿Cómo va todo?- interrogué curioso.

-Sábado de lo más tranquilo- contestó.

-Bien, me alegro... pero ya sabes que las horas punta son a partir de la una, es la tónica general de los sábados- le recordé. Me la imaginé haciendo una de sus graciosas muecas, y no pude evitar reírme.

-¿Qué es tan gracioso?- inquirió divertida.

-Nada, nada- meneé la cabeza -¿y la niña?; no os he visto desde ayer, y os hecho de menos- la confesé.

-Y nosotras a ti; Megan hoy ha tenido un poco de fiebre- me contó.

-¿De nuevo los dientes?-.

-No, creo que está algo resfriada- respondió.

-¿Quieres que vaya a echarla un vistazo?- me ofrecí.

-No tranquilo, si Leah me llama te aviso, no te preocupes; ¿estás en casa?- me preguntó.

-He venido a cenar con mis padres, Emmet también está aquí- tomé aire -Bella, verás... lo saben, lo nuestro, quiero decir- le conté, dudando en cómo se lo tomaría, pero su respuesta me sorprendió de nuevo.

-¿Te refieres a que Jasper, Emmet y tu padre nos vieron en el aparcamiento el otro día?- preguntó divertida.

-¿Cómo...?- no me dejó terminar.

-En cuánto he entrado por la puerta, Alice se me ha acercado dando saltitos y me lo ha contado; ahora mismo la tengo brincando alrededor mío, sólo le falta hacer una fiesta; y Jasper está mirándome con una mueca de burla- terminó.

-Dile a Jasper que ya hablaré con el- murmuré entre dientes.

-De tu parte... Edward, ¿no te importa verdad?, quiero decir, que sepan que tú y yo...- dejó la frase sin terminar.

-Por supuesto que no Bella; no me importa que la gente lo sepa; cierto es que tampoco íbamos a decir nada de momento, pero así no tenemos qué escondernos- le expliqué. Ella suspiró, mientras la volvía a hablar.

-No me importa lo que diga la gente, y que me vean con mi novia- la expliqué.

-¿Soy tu novia?, no me lo habías pedido- preguntó divertida.

-Pensaba que no hacía falta...pero ya que lo mencionas; Isabella, ¿quieres ser mi novia?- la pregunté con cariño.

-Pensaba que sabías la respuesta; claro que quiero Edward- respondió en voz baja.

Iba a añadir algo, pero me volvió a interrumpir.

-Me llaman al busca, tengo que subir a poner una epidural con Mandy; ¿te veo mañana?- me preguntó.

-Si, tengo guardia por la mañana, pero iré después de trabajar- le dije.

-Está bien, buenas noches Edward- se despidió.

-Hasta mañana cariño, te quiero- le susurré en bajito.

-Y yo a ti mi amor- me dijo antes de colgar.

Colgué el teléfono, con una tonta sonrisa en mi cara, deseando que llegara mañana, para verla de nuevo. Con ese pensamiento, me fui a reunir con mis padres y mi hermano


Última edición por Esme el 8/4/2010, 10:36 pm, editado 1 vez
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Curando un corazón (+18) Completo - Página 2 Empty Re: Curando un corazón (+18) Completo

Mensaje por Atal 8/4/2010, 10:36 pm

Capítulo 10: Feliz Navidad

Los días pasaban rápidos y tranquilos. Desde hace unas semanas, Edward estaba en mi vida y en la de mi hija.... y me sentía tranquila, centrada... y sobre todo, por primera vez, sentía que le importaba a alguien, quitando a mi hermano y mi cuñada. Quedaban dos días para Nochebuena. Edward estaba trabajando, y yo libraba todo el día.

Estaba en casa de mi hermano, hablando con el, mientras Leah atendía al teléfono. Llevaba un buen rato hablando; al acabar salió con cara apesadumbrada.

-¿Pasa algo cielo?- le preguntó Jake.

-Era Rachel; mi padre sufrió un infarto hace tres días- explicó mientras se sentaba, con la mirada perdida. Inmediatamente nos tensamos, pensando lo peor.

-¿Cómo está?- pregunté.

-Bien, está estabilizado, y según me ha dicho mi hermana, fuera de peligro- dijo con una mueca de pena.

-¿Quieres que vayamos?; puedo dejar a Jerry a cargo del taller unos días- le propuso mi hermano, mientras la rodeaba por los hombros.

Me miró con pena, para después continuar.

-¿Vendrías con nosotros Bella?; te prometimos que pasaríamos las navidades juntos, y... -no la dejé terminar.

-No Leah; es una situación de urgencia y lo comprendo; por mi no os preocupéis. Además para Megan es un viaje muy pesado para tan pocos días- la tranquilicé.

-Pero no queremos dejarte sola Bella- saltó mi hermano.

-No pasa nada Jake; además está Edward, no te preocupes- le dije.

Pareció meditarlo unos instantes, hasta que por fin asintió. Jake se marchó para dejar todo arreglado, mientras que Leah y yo nos quedamos preparando las maletas; ya que partían en cuánto mi hermano regresara.

-¿Seguro que estarás bien Bella?- me volvió a preguntar.

-Tranquila; ahora lo que importa es tu padre. Estaré bien; me deben unos días de vacaciones, le explicaré la situación a la doctora Sanders, no me pondrá pegas- la expliqué.

-Además está Edward; tu hermano no lo reconoce, pero se va más tranquilo de saber que no estás sola- me dijo con una sonrisa.

Sonreí, pensando en él. A mi hermano no se le escapaba ninguna... pero me daba algo de pena tener que cenar sola el día de Nochebuena. Edward me contó que cenaría con sus padres y con Emmet.... y no quería entrometerme, eran días para pasar en familia.

Al de un buen rato mi hermano regresó; me despedí de ellos, advirtiéndoles que me avisaran de cualquier cambio. La familia de Leah hacía muchos años que se había mudado de Forks a Seattle, así que no pregunté a mi hermano si pasarían por casa. Decidí ir al hospital para arreglar mis vacaciones, así que aunque tardara un poco, decidí ir a pie, ya que la silla de la niña era un incordio en el autobús.

Nada más poner un pie en el servicio, Rosalie se me acercó corriendo.

-Mira quién está aquí, hola Megan- saludó a mi hija, mientras la sacaba de la sillita y la cogía en brazos.

-También existo Rose- me burlé, mientras ella graciosamente me sacaba la lengua.

-A ti te veo casi todos los días- me respondió sonriendo, mientras se dirigía con la niña a la salita de descanso.

Allí estaban Angela, Mandy, Newton y Emmet.

-Bella, ¿no tenías libre hoy?- me preguntó Mandy a modo de saludo, mientras ella y Angela se acercaban a darle un beso a Megan.

-Tenía... pero ha surgido una emergencia; al suegro de mi hermano le ha dado un infarto, y se han tenido que ir a Seattle- expliqué.

-¿Cómo está?- me preguntó Emmet.

-Lo poco que sé es que está estabilizado y parece ser que fuera de peligro. Ha sido un susto muy grande, pero ya está. Vengo a pedir unos días de vacaciones, para poder quedarme con Megan. ¿Está la doctora Sanders?- pregunté, una vez terminé de contarles.

-La pillas por los pelos, ya se va, está en su despacho- me explicó Mike.

-¿Os quedáis con ella?- pregunté, a que Rose asintió encantada.

Me dirigí al despacho de mi jefa, para explicarle la situación y ver si me podía dar unos días libres. Me dijo que no me preocupara, y que estuviera tranquila con mi hija. Al volver a la salita, me encontré a mi hija mordisqueando una galleta, mientras Emmet la tenía en brazos, y el resto la observaba. Me reí, mientras me sentaba al lado de Rose.

-¿Todo arreglado?- me preguntó.

-Si, estoy de vacaciones hasta el 3 de enero, me las debían- aclaré, mientras Mike me miraba con envidia.

-Qué suerte- masculló entre dientes, decidí ignorar el comentario, rodando los ojos.

-¿Dónde está Edward?- pregunté a Emmet.

-Está en una derivación intestinal con Jasper... llevan casi tres horas, deben estar por terminar- me explicó, mientras jugaba con la pequeña.

Asentí, mientras me ponía un café y me sentaba con ellos. Al de un rato, Edward y Jasper entraban por la puerta. En cuanto me vio, vino hacia mi, con preocupación.

-Bella, ¿estáis bien?, ¿le pasa algo a Megan?-.

-No, estamos bien tranquilo- le contesté mientras le daba un beso en la mejilla -es sólo que he venido a pedir unos días de vacaciones- le aclaré, para después contarle lo ocurrido con el padre de Leah.

-Vaya, lo lamento- musitó.

-Si bueno, lo importante es que está bien, después te cuento... ¿te falta mucho?- le pregunté.

-No, firmo unas altas y me cambio, ¿me esperas aquí?-.

-Ajá- afirmé con la cabeza.

Al de un rato, Edward aparecía por la puerta, preparado para irnos. Cogió a la niña, mientras nos despedíamos del resto. Al llegar al coche, después de acomodar a Megan, la pregunta que no quería escuchar salió a relucir.

-¿Y qué vas a hacer en Nochebuena?- preguntó, para después continuar -¿por qué no se te ocurrirá pensar que cenarás sola?- me interrogó con una ceja alzada.

Resoplé nerviosa... era la pregunta que quería evitar a toda costa.

-Edward, cariño... yo te lo agradezco mucho, pero no quiero invadir vuestra casa; son fechas muy señaladas y familiares y...- no me dejó terminar, y rodeándome con sus brazos, habló.

-Bella, no voy a permitir que pases estas fechas sola; ahora tú también eres mi familia- me explicó pacientemente.

-Edward, de veras te lo agradezco... pero no insistas- le contesté.

-¿Por qué no?; Bella, ya me disgustaba no estar contigo en Nochebuena, pero entendía que querías estar con tu hermano y con Leah... por favor; ¿crees que cenaría tranquilo, sabiendo qué estás sola?- me explicó de nuevo, esta vez un poco enojado.

-No- respondí cual niña pequeña.

-Eres muy terca... ¿te da miedo conocer a mi familia?; a mi padre ya lo conoces, y a Emmet... y mi madre se muere por conocerte... por conoceros a las dos- me rogó.

-No es eso- respondí pesadamente.

-¿Entonces cual es el problema?- interrogó extrañado.

¿Cómo le decía que no me gustaba invadir la intimidad de un hogar así por así?, ¿y si no le gustaba a Esme?... ¿y si no me consideraba buena para su hijo, cómo sabía que consideraba a Sophie?; me había dejado claro que en su familia era bien recibida... pero no me atrevía.

-Edward, por favor no insistas, no- prácticamente le suplique.

-No he conocido a nadie tan cabezota en mi vida- murmuró entre dientes, un poco enfadado.

Aquel comentario, insignificante y sin maldad, lo reconozco, en ese mismo instante me dolió.

-¿Ella no era así, verdad?- pregunté dolida.

-Bella, ¿qué dices?- me miró sorprendido.

Mi reacción fue sacar a la niña del coche, para sentarla en la silla; me miraba alucinado, sin saber qué hacer.

-Supongo que ella era menos cabezota que yo- balbuceé, intentando contener las lágrimas.

-Cariño por favor, en ningún momento quise compararte con ella, yo no...- no lo dejé terminar.

-Lo mejor es que me vaya, adiós Edward- le dije dándole la espalda y andando lo más rápido que mis pies me dejaban. Oí que me llamaba a lo lejos, pero apresuré el paso, y me fui ya llorando a pleno pulmón.

Llegué a casa, y después de dar de comer a Megan me tumbé poca abajo en la cama, agarrando la almohada y llorando como nunca lo había hecho, ni siquiera en mi niñez. Apagué el móvil, y dejé que el contestador sonara; sólo atendí una llamada, y fue la de mi hermano, explicándome que habían llegado bien y que el padre de Leah estaba muy estabilizado.

*****

El día anterior a Nochebuena únicamente salí de casa para ir al supermercado, a comprar mi cena, que no sería mucha, y un regalo para Megan. El regalo de Edward hacía tiempo que lo tenía, era una foto de los tres, hecha en esa tarde que fuimos al parque Golden Gate, encuadrada en un bonito marco de madera oscura. El día lo pasé deprimida y triste, con una opresión rara en el pecho.

Antes de irme a la cama, encendí mi teléfono, para encontrarme con llamadas y mensajes de Edward. No abrí ninguno de los mensajes, y lo volví a apagar. Sabía que hoy trabajaba todo el día, ya que después también tenía vacaciones, por lo que supuse no habría pasado por casa. Después de meditarlo mil y una veces, no me atreví a llamarle. Sabía que había exagerado, y estas eran las consecuencias.

A la mañana siguiente tampoco salí de casa, ya que Megan tenía fiebre. Por la mañana estaba alrededor de 37 y medio; preocupada, la fui controlando todo el día y dándole antipiréticos. Estaba incómoda, y lloraba mucho, no podía dormir y sólo quería estar en mis brazos. A eso de las seis de la tarde, la puse de nuevo el termómetro, marcaba 39 de fiebre. Alarmada, la ausculté el pecho y la miré la garganta con una cuchara, quizás fueran unas anginas o un catarro fuerte, pero no veía nada, y en casa no tenía más instrumental. Así que la abrigué bien y me dirigí al hospital en un taxi.

Nada más entrar por las urgencias de pediatría, Leslie, la novia de Seth, vino corriendo.

-Bella, ¿qué pasa?- me preguntó mientras me llevaba a un box vacío.

-Lleva todo el día con fiebre, pero hace un rato le ha subido bastante. Le he dado antipiréticos, pero no le baja. La he revisado en casa, pero el pecho está limpio, y las amígdalas no parecen rojas ni inflamadas- le expliqué mientras la tumbaba en la camilla y la quitaba el abrigo.

-Voy a buscar a alguien, quédate aquí- me dijo mientras salía, y una vez rellenó los papeles.

Estaba tratando de calmarla, cuándo el médico hizo su aparición.

-Bella- me giré sobresaltada. Carlisle, el padre de Edward, venía hacia mi, con el historial de Megan en la mano. Me quedé petrificada, seguro sabía la discusión que habíamos tenido.

-Hola Carlisle, ¿cómo es que vienes tú?- le pregunté extrañada.

-Los dos pediatras que hay de guardia están ocupados; mi turno estaba a punto de terminar, y Leslie vino a pedirme ayuda- me explicó amablemente.

Le sonreí tímidamente, mientras dejaba el historial en la camilla y se acercaba a nosotras, ya que Megan seguía en mis brazos.

-¿Así que esta pequeña señorita es Megan?, ¿puedo?- dijo mirando a la niña, que se había calmado un poco. Asentí mientras se la pasaba; estaba llena de lágrimas, y con la carita roja.

-Me habían dicho que eras muy guapa, y tenían razón- le dijo, mientras la tumbaba en la camilla. Leslie llegó para ayudarnos. Una vez le expliqué a Carlisle de nuevo, éste se concentró en revisarla. Al cabo de unos minutos, se volvió hacia mí, mientras Leslie vestía a la niña.

-Bien, no es nada alarmante, Megan tiene una otitis severa en los oídos, pero en cuanto empiece a tomar antibióticos, mejorará- me dijo. Suspiré aliviada, mientras asentía con la cabeza.

-Ahora vamos a pincharle la primera dosis, para que le alivie cuánto antes; el resto puedes dárselo por vía oral- me explicó, mientras Leslie le pasaba la jeringuilla. Lloró al sentir el picazón, pero al de unos pocos minutos, se empezó a relajar, quedándose adormilada, agotada por la fiebre.

Me despedí de Leslie cuándo me entregó el medicamento, y salió de la habitación. Cogí de nuevo a la niña, y me giré para despedirme.

-Muchas gracias por todo Carlisle, no sé cómo agradecértelo-.

-No se merecen Bella- me respondió, e hizo una pausa -Bella ¿por qué no vienes a casa?; Edward nos ha contado que tu hermano ha tenido que marcharse y estás sola estos días- me preguntó.

Bajé la mirada, mientras el me hacía sentarme en una silla.

-Yo...yo te lo agradezco Carlisle, pero ya le dije a Edward que son fechas para pasar en familia y...-no me dejó terminar.

-Bella, el no pretendía compararte con Sophie en ningún momento. Comprendo que sientas miedo de los fantasmas del pasado, pero créeme si te digo que Edward está muy triste por lo que pasó- me explicó amablemente.

Me mordí el labio, mientras una lágrima escapaba de mi ojo.

-Sé que no lo hizo con esa intención, y que saqué las cosas de quicio... es sólo que tengo miedo- respondí apenada, mientras apretaba a mi niña.

-¿De qué, Bella?- inquirió suavemente.

-De no gustaros, de no ser buena para Edward... se que soy una carga por ser madre... y no quiero que creáis que sólo busco un padre para ella- le dije señalando a Megan- .

Tomó aire, para mirarme con cariño.

-Bella... no podemos pensar eso de ti... desde que estáis juntos vemos a Edward reír de nuevo, tranquilo, feliz... y no sabes lo que eso significa para nosotros- me dijo.

No supe qué responder, la emoción no me dejaba hablar.

-Tú y Megan sois su vida ahora; el no te considera una carga, y adora a la niña cómo si fuera suya- me explicó.

Sonreí algo roja de vergüenza y de nervios.

-Gracias Carlisle, te prometo que hablaré con el- le dije.

-Bella, por favor, ven a casa. Edward va a quedarse unos días con nosotros, siempre lo hace en estas fechas; y no quiero que estando así la niña te quedes sola- me ofreció de nuevo.

-Pe...pero es que... verás, no os he comprado nada y no...- me interrumpió de nuevo, poniéndose de pie.

-Bella, el mejor regalo para nosotros es ver a Edward feliz... además, Esme se muere por conocerte- me respondió guiñándome un ojo.

Sonreí, para asentir. No podía rechazar el ofrecimiento, después de todo lo que me había contado... y quería ver a Edward, y pedirle perdón.

Carlisle me llevó a casa y me ayudó a coger lo que necesitaba para mi y la niña. Metí ropa para las dos para varios días, así como pañales y biberones... y el pequeño regalo para Edward. Una vez acomodamos todo en el coche, nos pusimos rumbo a su casa. Llevaba a la pequeña en brazos, ya que la silla del auto estaba en el coche de Edward. Carlisle y yo íbamos en animada charla, mientras tomaba la salida hacia Alamo Square, una de las zonas más elegantes de San Francisco. El coche se detuvo ante una preciosa casa de color amarillo claro, con detalles blancos en las ventanas, puertas y columnas. Eran las típicas casas victorianas de San Francisco, todas pegadas las unas a las otras, y rodeadas de parque. Carlisle metió el coche al garaje, y subimos por las escaleras interiores. Me dijo que ya bajarían ellos a por el equipaje. Megan seguía dormida en mis brazos...me temblaban las piernas y mi corazón galopaba furioso, por el encuentro que iba a producirse.

EDWARD PVO

Llevaba casi dos días sin poder pegar ojo. Bella y yos habíamos discutido. Quizá no debí insistir en el tema de venir a casa de mis padres a cenar... pero en ningún momento quise compararla con Sophie. Mi madre escuchó mi historia pacientemente, y con pena, al igual que Emmet. Después de que me hicieran ver que debía darle tiempo, lo acepté a regañadientes. Lo que más me dolía era que no tendría a mi novia y a mi niña conmigo esa noche, y encima ellas estaban solas.

Oímos ruidos en el garaje. Papá debía haber llegado. Se paró en el marco de la puerta.

-Hola familia... mirad qué me he encontrado por el hospital- dijo divertido. Los tres le miramos sin comprender, y al apartarse casi me da un infarto.

-Bella- susurré. Estaba pálida y ojerosa, y agachaba la mirada, levemente intimidada. Llevaba a Megan en brazos, estaba dormidita. Inmediatamente me acerqué a ellas y las abracé con fuerza.

-Perdóname Edward... tenía miedo- me dijo temblorosa contra mi cuello.

-¿Por qué mi vida?- le interrogué confuso.

-No quería que pensaran que sólo quería un padre para Megan- hizo una pausa- y se que no puedo compararme a Sophie, y yo...- no pudo seguir, ya que rompió a llorar.

-No Bella; no pretendí compararte con ella- le aclaré, quitándole las lágrimas.

-Lo se... y siento que hayamos discutido; sabes que me gusta que me hables de ella- me dijo entre sollozos.

-Y yo lo siento también cariño... y quiero que te quede clara una cosa; Bella, yo te quiero, y quiero todo lo que tu quieras, y Megan es parte de ello; no me siento obligado a nada, y ya te dije que cuidaría de ti y de la niña... y gracias a vosotras, tengo un motivo por el que seguir viviendo- la susurré muy muy bajito, pegando su frente a la mía.

-Yo también te quiero... te queremos, y mucho- me respondió con una dulce sonrisa.

Sin poder contenerme más, la besé. Añoraba sus caricias y sus besos. Ella me rodeó la cintura, mientras mis manos agarraban su preciosa carita. Su lengua y la mía se encontraron, y tuve que reprimir un gemido que quería salir de mi garganta. Poco a poco nos fuimos separando, después de unos minutos, a la vez que oímos un suspiro exagerado. Rodé los ojos, mientras me giraba. Emmet nos miraba divertido, mi padre con una mezcla de alivio y orgullo... y mi madre ansiosa por acercarse.

-Tranquilos, os hemos dado intimidad- replicó mi hermano.

Avancé con Bella, agarrándola de la cintura, mientras mi madre se acercaba con una sonrisa de oreja a oreja.

-Mamá, ella es Bella- le presenté a mi novia. Mi madre le dio un gran abrazo, que Bella correspondió.

-Por fin, tenía muchísimas ganas de conocerte- le dijo emocionada.

-Es un placer señora Cullen; sentimos presentarnos así sin avisar...- empezó a decir Bella avergonzada, pero mi madre la cortó.

-No por favor, estás en tu casa Bella, y llámame Esme- la reprendió con cariño. Mi novia sonrió tímida, mientras le daba las gracias.

-Y supongo que esta preciosidad es Megan- preguntó, mirando a la niña, que había abierto sus ojitos. Asentí con una sonrisa, mientras Bella giraba a la niña. La noté algo rara, estaba muy adormilada.

-¿Me la dejas?- pidió. Bella le tendió a la niña. Mi madre estaba feliz.

-Cómo puedes ver le encantan los niños- aclaró mi hermano.

-Y qué lo digas, tengo unas ganas locas de ser abuela... pero éstos dos no se deciden- dijo ella rodando los ojos, mientras le cogía de la manita.

-Bueno... Edward casi te ha hecho abuela- contraatacó. Le miré con enfado, mientras Bella se ponía colorada.

-Disculpa a Emmet Bella... no sabe estarse calladito- siseé furioso. Ella le quitó importancia al asunto.

-Si a tu madre no le molesta... a mi tampoco- dijo tímida.

-Gracias Bella, y cómo me va importar; mírala Carlisle, es una muñequita- le dijo a mi padre, que se había acercado a mi madre. Observé que mi padre le ponía la mano en la frente.

Me giré hacia Bella.

-¿Por qué estabais en el hospital?- interrogué preocupado.

-Bella vino a urgencias con la niña- explicó Carlisle escuetamente, y me tensé al instante.

-¿Por qué no me llamaste?- le pregunté, pero Bella agachó sus ojos de nuevo... y enseguida la entendí. -Ya está cariño, pero deberías haberlo hecho- la reprendí suavemente, mientras le daba un suave beso en la frente.

Emmet y yo nos acercamos con preocupación a mi madre, que seguía con Megan en brazos.

-¿Qué le pasa?- preguntó mi hermano, tomándole el también la temperatura.

-Ha estado con fiebre todo el día; intenté bajársela en casa, pero por la tarde le subió a treinta y nueve y medio- explicó Bella.

-Tiene una otitis aguda; le he pinchado amoxicilina para aliviarle el dolor- aclaró mi padre, para después seguir -no quería darle antibióticos, no es muy recomendable dárselo a bebés... pero si los toma un par de días mejorará más rápido, y la pobre lo ha pasado mal todo el día- nos relató mi padre.

Asentí despacio, mientras vi que la pequeña me tendía, no se si consciente o inconscientemente, los bracitos para que la cogiera. Mi madre me la tendió. La besé la carita y las manos, todavía debía tener algo de fiebre, pero su respiración ya era tranquila.

Mi padre volvió a tomar la palabra.

-Emmet, ayúdame. Hay que subir el equipaje de Bella y de Megan al cuarto de Edward. Mi hermano asintió, mientras desaparecían por la puerta. Giré para mirar a Bella, sorprendido y feliz por la noticia.

-Tu padre insistió en que me quedara unos días, hasta que regrese mi hermano; me explicó que pasabas aquí unos días en estas fechas- me explicó tímidamente, desviando la mirada... pero no pude hacer otra cosa que abrazarla con el brazo que tenía libre.

-Eso es estupendo cariño- musité contra su pelo.

Mi madre carraspeó, y Bella se separó sonrojada.

-Bien, voy a poner un cubierto más en la mesa. Montaremos vuestra antigua cuna para que la niña esté cómoda- canturreó feliz mientras salía hacia el salón.

Rodeé a mi novia por los hombros, mientras la guiaba escaleras arriba, hacia mi habitación. Megan seguía con los ojitos abiertos. Una vez allí, Bella observó con detenimiento la habitación, mientras yo tumbaba a Megan en la cama para quitarle el abrigo.

-¿Te gusta?- le interrogué.

-Wow... es enorme, y muy bien decorada, por cierto- dijo acercándose a mi.

-Una de las aficiones de mi madre es la decoración- le expliqué... e hice una pausa, para ver cómo le decía lo siguiente -¿no te importa, ¿verdad?- .

Ella arqueó sus preciosas cejas, esperando una aclaración.

-Que compartamos habitación- respondí suavemente, mientras pude sentir mi sonrojo... dios... me sentía cómo un adolescente ante su primera cita. Ella dibujó una sonrisa cómplice en su cara, mientras sus manos se posaban en mi pecho. Sus pequeñas y a la vez sinuosas caricias cada día me encendían más.

-¿Crees que mi importa?- preguntó a modo de respuesta, mientras se mordía el labio inferior. Ahogué un gemido, adoraba ese inocente pero a la vez sensual gesto de ella.

-Supongo que no- le susurré a la vez que me acercaba a sus labios.

Una de mis manos se enredó en su melena, mientras que la otra se posó en la parte baja de su espalda, atrayéndola hacia mí. Ella rodeó los brazos alrededor de mi cuello, mientras nos fundíamos en un tierno beso; no pude evitar mordisquear su labio inferior, y ella me permitió entrar en su boca. Aquel beso encendió ciertas partes de mi cuerpo que llevaban mucho tiempo dormidas. Cada vez el beso era más profundo... y esta vez el deseo se hizo más que presente. Mi boca, en un acto reflejo, voló hacía su cuello, donde no pude evitar dejar pequeños besos y tiernos mordiscos, mientras sentía que sus dedos se enredaban en mi pelo, dándoles pequeños y a la vez placenteros tirones.

Bella gemía intentando no hacer ruido, pero cada vez esa tarea se iba convirtiendo en un imposible.

Por desgracia, no estábamos solos en casa... y tuve que frenarme a mi mismo antes de que fuera imposible parar. Me separé lo mínimo de su cuerpo, para susurrarle al oído-

-Bella... aquí no cariño-. Ella puso una de sus adorables muecas de frustración a la vez que asentía, mientras yo reía suavemente y dejaba un casto beso en su cuello de nuevo.

Al de un segundo llamaron a la puerta, y mi padre y Emmet entraron con el equipaje de Bella y de la niña. Ella se giró, alegando que iba a ponerle el pijama y a intentar que comiera algo. La sonreí de vuelta, mientras mi hermano y yo nos fuimos al cuarto de al lado, para montar la cuna.

Una vez que Megan consiguió dormirse, bajamos a cenar: la cena transcurrió entre animadas charlas, brindis y buenos deseos.

Estaba pletórico. No había tenido Navidades en dos años, y hoy en esa casa se respiraban distintas emociones; superaciones, ilusiones... amor.

Desde que Bella apareció en mi vida, el hueco que dejó Sophie en mi corazón cada vez se iba cerrando poco a poco... y eso sólo podía significar una cosa... me estaba enamorando cómo un loco de Bella Swan.
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Curando un corazón (+18) Completo - Página 2 Empty Re: Curando un corazón (+18) Completo

Mensaje por Atal 8/4/2010, 10:37 pm

Capítulo 11: Te necesito


Nunca había pasado unas Navidades tan especiales y alegres. La casa de los Cullen era la antítesis total del hogar que Jake y yo tuvimos; una familia normal y corriente, en la que todos eran cómplices, respetados y queridos. Nos acogieron a Megan y a mi de una forma que no me podía imaginar.

Después de cenar y de la agradable tertulia que tuvimos hasta altas horas de la madrugada, cada uno se retiró a sus habitaciones. Allí le di mi regalo a Edward, al que le encantó la foto, diciendo incluso que la pondría en su mesilla de noche.

También había un regalo para Megan, que resultó ser un simpático andador; ya se empezaba a tener un poco sola, incluso empezaba a hacer amago de gatear, aunque su equilibrio aún era un poco inestable, por lo que el andador le vendría muy bien.

Su regalo para mi fue un fin de semana en un pequeño pueblo de la costa de California, a sólo una hora de San Francisco... bueno, pensándolo bien, el regalo era para los dos.

Todavía recuerdo la primera noche que dormimos juntos, en casa de sus padres. Sabía de sobra que no podíamos hacer nada, es más, era lógico y normal, teniendo a sus padres al lado... y a Emmet... pero los besos y las caricias cada día eran más descontrolados. Me había acostumbrado a dormir con la cabeza enterrada en su cuello, acurrucada en torno a su cuerpo, mientras el iba dejando silenciosos dibujos por mi espalda y mis brazos. La mayoría de las veces me despertaba antes que él, y me quedaba embobada viéndolo dormir, con la respiración pausada, su pelo aún más revuelto si cabe y los labios ligeramente entreabiertos... labios que no podía, muchas veces, evitar acariciar con los dedos o darles pequeños besitos, mientras él se iba despertando.

Dos días después de la cena de Nochebuena me encontraba con Esme y la niña de compras; paseábamos por Market Street, zona céntrica y con tiendas de todo tipo. Íbamos en animada charla, parando a ver los escaparates y turnándonos para empujar la sillita. Megan ya estaba mucho mejor, no tenía fiebre y podía salir a la calle, aunque fuera abrigada como un esquimal.

Esme paró en una tienda de bebés. Decidimos entrar para echar un vistazo... y se volvió loca. Pese a mis protestas, salió con bolsas llenas de ropita nueva para Megan.

Al sentarnos en un café para hacer una pausa, me propuso algo.

-Bella, quería hacerte una proposición- me dijo amablemente. Asentí con la cabeza.

-Sé que Edward te ha regalado una estancia de hotel... y quería preguntarte cuándo lo vais a disfrutar-.

-Supongo que tendré que esperar a que Jake y Leah regresen, no tengo con quién dejar a Megan, y a que nuestras guardias cuadren a la vez- respondí resignada. Ella me miraba con una sonrisa, mientras sus ojos miraban cómplices.

-He pensado que podríais iros mañana viernes; Carlisle libra el fin de semana y nos quedaríamos con la niña... y así aprovecháis estos días de vacaciones- me propuso tímidamente.

Estaba muy sorprendida por su proposición; en estos días en su casa pude notar que le encantaba estar con la niña... pero no quería abusar.

-Te lo agradezco Esme, de corazón... pero siento que abusaría demasiado; bastante que estaremos en vuestra casa hasta que vuelva mi hermano, después de Año Nuevo- le respondí.

-Bella, Edward y tú necesitáis estar a solas, tranquilos... y a mi no me importa créeme- insistió de nuevo. Al ver mi silencio, habló de nuevo.

-Se lo dije a Edward ayer por la noche, me dijo que debía hablarlo contigo; sé que tiene muchas ganas de hacer ese viaje contigo- me siguió diciendo.

Yo también tenía ganas de poder tener dos días tranquilos, sólo nosotros. Esme me miraba poniendo carita de pena, muy parecida a los pucheros que ponía Edward, se veía de dónde los había sacado.

Suspiré y asentí, quedando con ella en que si le daba mucha guerra o le pasaba algo me llamaría inmediatamente.

Esa noche, mientras hacía la pequeña maleta, sentí unos brazos rodearme por detrás. Levanté mi vista hacia arriba para encontrarme con la sonrisa de Edward.

-¿Preparada para descansar un poco?- inquirió juguetón.

-¿Crees que vas a escapar de mis brazos?... ni lo sueñes- le devolví la gracia, mientras él reía y dejaba un beso en mi cuello.

-Me refería a descansar y a preocuparte sólo de nosotros...- enumeró mientras dejaba un suave beso en mi oreja, provocándome.

-A eso sí... un poco de intimidad no nos vendrá mal- afirmé; me giró y me besó sin previo aviso. Nuestros labios se juntaron desesperados, mientras que su lengua invadió mi boca al instante; las ansias de poder estar con él a solas se acentuaron por segundos, y a él parecía pasarle lo mismo... pero Megan, que estaba encima de la cama, rodeada de cojines y jugando con un peluche, protestó.

Con un suspiro, nos separamos, mientras él se dirigía hacia ella y la cogía. Le besó la carita, mientras se acercaban a mi.

-¿Serás buena con Carlisle y Esme, verdad?- le hablé a mi niña en tono cariñoso, mientras ella hacía ruiditos y gorjeos con la boca.

-Claro que va a ser buena, ¿verdad preciosa?- le dijo él mientras la levantaba en el aire. Me encantaba verlos juntos, parecían padre e hija de verdad... y en fondo de mis pensamientos, tenía la esperanza de que eso se cumpliera con el tiempo.

Una vez la bajó de nuevo a sus brazos, me miró.

-Voy a bajar a darle la cena mientras tú terminas con ésto, ¿te parece?- me preguntó. No contesté y se lo agradecí con un pequeño beso, que el devolvió.

Aquella noche, una vez Megan cenó y nosotros nos acostamos, me costó conciliar el sueño... me moría por estar con él, pero las dichosas dudas y miedos hicieron acto de presencia.

Al final terminé por convencerme a mi misma de qué si me había regalado el viaje, sería que él también quería.

Por la mañana, a eso de las nueve y media, Edward cargaba el coche mientras yo me despedía de mi niña, dándole montones de besos. Edward se acercó a nosotras, mientras me agarraba de la cintura y se despedía de la niña también. Una vez se la pasé a Esme, y nos despedimos de ella y de Carlisle, montamos en el coche.

Edward tomó el desvío de la autopista al de veinte minutos. Yo iba callada, hasta que sentí que Edward me cogía de la mano.

-¿En qué anda tu mente?- me interrogó mientras acariciaba mi mano.

-Nada importante... me alegro de estar aquí... contigo- susurré ésto último en bajito, mientras el ponía una de sus características sonrisas.

-Yo también estoy contento, créeme- me dijo con suavidad, mientras me miraba con una mirada profunda y sincera. En esa mirada había muchos sentimientos; deseo, ansias, cariño... amor.

Durante todo el viaje mantuvo el agarre de su mano, mientras iba contándome cosas acerca del lugar a dónde íbamos y de lo que podríamos hacer.

Llegamos al pequeño pueblo, era muy bonito y pintoresco. Las casas blancas y bajas, con tejados azules, le daban un toque marino. Edward avanzó entre las pequeñas callejuelas, para parar enfrente de un edificio blanco, de varios pisos, rodeados por unos jardines exquisitamente cuidados. Bajé del coche, siguiendo a Edward. El aroma de las flores, mezclado con el salitre del mar, me llenó los pulmones.

Una vez cumplimos con los trámites el recepción, subimos a nuestra habitación.

Edward me tendió las llaves con una sonrisa. Nada más abrir la puerta, me quedé petrificada.

La habitación, decorada con muebles de diseño, era enorme y luminosa, al igual que el baño, con una bañera redonda enorme. Recorría con la mirada cada rincón de ese sitio, maravillada y emocionada la vez. Abrí la enorme cristalera que daba a la espaciosa terraza, con el suelo de madera, una pequeña mesa y a un lado dos hamacas de madera. Las vistas eran impresionantes, con el mar y la costa extendiéndose en todo su esplendor; el sol salía tímidamente en medio de las nubes.

Me apoyé en el barandal, maravillada por ese precioso paisaje. Cerré mis ojos, disfrutando de la tranquilidad. No oí acercarse a Edward, que me rodeó por detrás; apoyé mi cabeza en su pecho, mientras me decía.

-¿Te gusta?-.

-Es precioso, gracias por este regalo Edward- le agradecí mientras me giraba y me dejaba cara con cara.

-Gracias a ti por compartirlo conmigo- me susurró mientras me abrazaba suavemente.

-¿Habías estado aquí antes?- le interrogué.

-No, había oído hablar del sitio, pero no había venido hasta ahora. Jasper me lo aconsejó, suelen venir aquí de vez en cuándo- me explicó. Asentí con la cabeza, mientras se escapaba un suspiro de mis labios. Edward me miró divertido.

-¿Quieres llamar a ver cómo está Megan?- me propuso, mientras yo asentía.

Una vez hablé con Esme y con mi hermano para ver que tal iba todo por Seattle, Edward y yo decidimos salir a dar un paseo y a comer algo.

Con las manos entrelazadas, caminábamos sin prisa, admirando la arquitectura local y el paisaje. La sensación de pasear así, sin la sillita de Megan en medio de los dos, era extraña y a la vez agradable.

Proseguimos nuestro paseo hasta la hora de comer. Entramos en un pequeño restaurante con vistas al puerto. La terraza estaba cubierta por las cristaleras que debían poner en invierno. Comimos tranquilos y relajados, y después proseguimos con el paseo.

Terminamos, al de un buen rato, en la playa. Al ser invierno la tarde empezaba a decaer un poco antes. Edward se sentó en la arena, y me invitó a sentarme entre sus piernas, que estaban flexionadas. Permanecimos unos minutos en un cómodo silencio, escuchando el sonido de las suaves olas; no había mucha gente, por lo que el ambiente era íntimo.

Acariciaba la mano de Edward, que reposaba en mi vientre, cuándo habló.

-Bella... me gustaría llevarte a cenar a un sitio esta noche- me propuso.

-¿A dónde?-.

-Es un sitio que está media hora de aquí; hacen el mejor marisco de toda la costa- me explicó suavemente.

Asentí contenta, por fin Edward yo tendríamos una cita de verdad.

Después de volver al hotel, me dispuse a cambiarme. Sólo había traído un vestido más o menos elegante. Después de que Edward me dejara el baño libre, por fin pude prepararme. Me duché y me maquillé ligeramente, resaltando mis ojos con el rímel y una suave sombra color melocotón.

Al final decidí dejar mi pelo suelto. Me sujeté unos mechones, apartándolos de mi cara, con una pequeñas horquillas plateadas. Ahuequé bien los tirabuzones que acababan en las puntas, y me dispuse a vestirme.

El sujetador de encaje negro, sin tirantes, y el cullote de encaje a juego resaltaban mi blanca piel. Me puse un sencillo vestido negro, palabra de honor. Se ajustaba como un guante a mi pecho, para después caer libre hasta la altura de la rodilla. La combinación de la seda y la gasa le daba brillo y ligereza. Por los hombros me puse una torera de punto plateada, que apenas me cubrían los hombros y un poco los brazos.

Salí del baño, con cuidado de no tropezarme con los zapatos de tacón, también de raso negro. Edward estaba sentado al borde de la cama, esperándome. Llevaba un traje negro, sin corbata, con una camisa blanca con finas rayas azules oscuras. Llevaba los dos primeros botones de la camisa desabrochados... estaba guapísimo; se quedó mirándome fijamente, mientras se levantaba hacia mi.

EDWARD PVO

Bella estaba simplemente preciosa. Ese vestido negro realzaba sus curvas, y los zapatos de tacón hacía que se viese sexy e irresistible. Estaba guapísima, con los tirabuzones rodeando su cara. Me acerqué lentamente, mientras ella agachaba su mirada, y se sonrojaba ligeramente.

-Estás preciosa- le dije mientras la cogía de la cintura. Ella levantó la vista, con una tímida sonrisa.

-Tú también estás muy guapo- me piropeó con vergüenza; no pude menos que atraerla hacia mí y besarla suavemente en los labios. Ella rodeó mi cuello, apoyándose en mi. Si por mi fuera no saldríamos de la habitación hasta mañana... pero le había prometido llevarla a cenar. Poco a poco fui separándome de ella.

-Bella, a este paso no llegaremos al primer plato- le recriminé suavemente, con una sonrisa. Ella asintió, mientras se separaba de mi para tomar su bolso y salir por la puerta.

Según las indicaciones, el restaurante tenía un parking privado. Una vez lo encontré, abrí la puerta y salí para ayudar a Bella. Le tendí mi mano, que ella cogió encantada, y entramos. Pedí una mesa tranquila, y después de pedir nuestros platos, se dirigió a mi.

-Esto es precioso Edward... pero no quiero que te gastes tanto dinero en mi- me reprendió en broma.

Rodé mis ojos, mientras que lentamente la cogía de la mano.

-Bella, es nuestra primera cita solos... y quería que fuese especial; además ni pienses que vas a pagar algo- añadí.

Iba a replicar, pero me llevé su mano a mis labios besándola suavemente. Ella apretó su agarre, y no me soltó hasta que vino el camarero con los platos.

La cena transcurrió en una cómplice y agradable conversación. El marisco estaba exquisito. Al terminar los postres se iluminó la pista de baile. Varias parejas salieron a bailar; mientras me levantaba estiré la mano hacia mi novia, invitándola a bailar. Sin decir nada, la tomó y la conduje al centro; una de mis manos se posó en la parte baja de su espalda, mientras que la otra seguía junto a la mía. Empezamos a movernos, siguiendo el suave ritmo de la balada.

-¿Has disfrutado?- le pregunté, mientras terminaba la canción y enlazábamos con otra.

-Me ha encantado Edward, gracias por todo ésto- respondió, todavía aturdida.

-Me alegro...¿te he dicho que estás preciosa esta noche?- le susurré seductoramente al oído.

Hizo un gracioso gesto de pensar con la cara, para al fin responderme

-Si, pero no me acuerdo...- susurró con voz débil

-Pues te lo vuelvo a decir; estás preciosa- le dije mientras me inclinaba para besarla. Sus besos dejaron entrever la necesidad que tenía ella de mi. La mano que tenía en su espalda empezó a subir ella sola, regalándole caricias por doquier. Ella pasó las manos por mi cuello, acariciando con un dedo mi nuca de arriba a abajo, lenta y sinuosamente. Nuestras frentes se juntaron, mientras que me miraba de forma ansiosa. Vi que se mordía el labio inferior... y no pude más.

-Vayámonos- murmuré bajito; ella asintió. El camino hacia el hotel fue silencioso. Pude notar que Bella estaba inquieta, y me miraba con nervios contenidos.

*****

Al llegar a la habitación, se tiró a mis brazos, besándome con desesperación. Me pilló de sorpresa y me costó unos pocos segundos corresponder a su beso.

Ella se separó de mi, mientras me miraba.

-¿Qué ocurre cariño?- le pregunté preocupado y sorprendido por su gesto, mientras rodeaba su pequeña cintura.

Titubeó un poco, hasta que me dijo la respuesta.

-Ver...verás Edward... sólo he hecho ésto una vez... y no iba muy en mis facultades...- empezó a decir, pero la acallé con un beso. Sus manos se afianzaron en mi cuello, y nuestras bocas dieron rienda suelta a los sentimientos tanto tiempo contenidos. La deseaba, y mucho.

Tímidamente y sin deshacer el beso en ningún momento, pude notar cómo sus manos tiraban de mi chaqueta, hasta que terminó en el suelo; hice lo mismo con la suya, mientras ella se entretenía con los botones de mi camisa. Acaricié su espalda de nuevo, mientras mis labios se perdían por su cuello y el principio de su escote.

Su suave piel era tibia y con sabor dulce, tal y cómo la había imaginado. Mi camisa hizo compañía a mi chaqueta, en el suelo, y ella tímidamente fue bajando por mi pecho con sus manos, explorando cada rincón de él. Bajé la cremallera de su vestido... y la visión más perfecta apareció ante mis ojos. El sujetador sin tirantes realzaba sus pechos, ni muy grandes ni muy pequeños, y el cullote de encaje acentuaba la forma de sus caderas.

Sin poder contenerme más, la alcé agarrando sus glúteos y la deposité en la cama. Me posicioné encima de ella, mientras nuestras bocas se volvían a juntar, ardientes de deseo.

Sus manos acariciaban mi cabello, y mis gemidos en su boca ya eran inevitables. Ella bajó sus manos, y mientras yo me entretenía en su cuello, succionándolo suavemente, sentí que la presión que tenía ahí abajo disminuía. Cómo pude empujé los pantalones hacia abajo, para dejarlos caer. Una vez estuvimos los dos en igual de condiciones, mi mano rozó su escote, bajando por el medio de sus pechos, y siguió su camino hasta su vientre, plano a pesar de haber pasado por un embarazo... pero no se detuvo ahí.

Al llegar a esa prensa íntima suya, y rozar el borde de encaje con mis dedos, delineando su cadera, ella ahogó un pequeño grito, mientras noté que la carne se le ponía de gallina. Volví a ascender, para quedar a su altura y regalarle besos por su barbilla, hasta llegar a sus labios. Ella mordió mi labio inferior con insistencia, mientras la levantaba levemente, lo justo para desabrochar su sostén y lanzarlo a algún rincón de aquella habitación.

Una vez tuve sus pechos para mi, me dediqué un momento a observarla, mientras ella, jadeante y sudorosa, desviaba su mirada hacia un punto del techo; estaba sonrojada. No pude menos que calmarla, mientras que le hablaba en su oído.

-Eres tan bonita...- murmuré casi para mi mismo. Ella sonrió levemente, mientras sus manos recorrían mis brazos y la parte superior de mi pecho.

Una de mis manos bajó hasta esas montañas claras, rozándolos levemente con la mano. Pude notar cómo se endurecían sus pezones, y me llevé uno de ellos a la boca. Lamí y pellizqué con mis dientes esa pequeña cima rosada, mientras que con la otra mano tiraba suavemente del otro. Levanté la vista, para observar su cara, que se contraía en muecas de placer. Sus ojitos estaban cerrados, y leves gemidos empezaron a llenar la habitación.

-Ed...Edward...- oírla decir mi nombre me puso más excitado de lo que estaba. Ella tiró de mi pelo, para ponerme de nuevo a la altura de su cama y besarme; pude sentir cómo sus caderas y las mías se rozaban, provocando una dolorosa y placentera fricción de nuestras partes íntimas.

Puse sus manos por encima de su cabeza, mientras de nuevo volvía a sus pechos, para volver a regalarles tiernas y excitantes caricias. Mis besos fueron bajando, dejando lametones y mordiscos en su abdomen y en sus costillas.

Ella, al ver sus manos libres, tímidamente las bajó desde mi pecho también, reconociendo y aprendiendo cada recoveco. Mis fuerzas quebraron cuándo su mano pasó la frontera de mi obligo, llegando a mi bajo vientre y después a mi zona íntima, acariciando la largura de ésta con la punta de sus dedos. Gemía cómo un loco llegados a ese punto, y me dispuse a desnudarla por completo. Mis dedos marcaron de nuevo la forma de sus caderas, mientras me deshacía de la última prenda que le quedaba. Acariciando sus piernas, subí de nuevo por ellas, hasta llegar a la cara interna de sus muslos, dónde dejé un beso a cada lado, mientras me centraba en lo que tenía enfrente de mí. Al darle un beso en su centro, su espalda de arqueó. Pasé mi mano por él, notando lo excitada que estaba; introduje unos de mis dedos, mientras que con mi pulgar presioné ese pequeño centro de placer. Sostuve un movimiento suave y constante, y no pude evitar mirarla. Se retorcía de placer mientras que sus puños enredaban las sábanas.

-Ed...Edward...más, más- inquirió entre ahogados gemidos.

Metí un segundo dedo, mientras que iba acelerando la velocidad. Mi boca volvió a besar ese pequeño botón y a lamerlo suavemente, mientras ella arqueaba su espalda. Pude sentir que iba a terminar, y me alejé de ella. Yo no estaba para muchos preliminares, así que me quité mis bóxer y busqué un preservativo en el cajón de la mesilla.

Su respiración, agitada e irregular, fue calmándose un poco. Lentamente me puse entre sus piernas, mientras juntaba nuestras frentes.

-Bella... me encantas... me vuelves loco- le dije al oído.

-Y tú a mi... así que hazlo por favor- me rogó con desesperación, mientras que aprisionaba mis caderas con sus piernas. La besé con ganas, mientras poco a poco me introducía en ella. Su calidez y humedad hicieron que me estremeciera, mientras ella enterraba su cara en el hueco de mi cuello. Nuestros gemidos invadían la habitación.

Comencé a moverme despacio, intentando que disfrutara lo máximo posible. Ella arqueaba la espalda, mientras buscaba de nuevo mis labios, los cuales encontró, besándome con ansias y deseperación.

Sin darme cuenta, empezó a mover sus caderas, siguiendo el ritmo que yo le marcaba. Eso hizo que la sintiera más profundamente, y no pude evitar jadear su nombre.

-Bella...ahhh-.

-Ed...ward... sigue, sigue- me pedía. Hice lo que me pedía, y sentí un calambre recorrer todo mi cuerpo.

-Bella... no aguanto... Bellaaaa- gemí, mientras ella gritaba de placer, y terminaba, al igual que yo. Descansé unos segundos mi cabeza en su pecho, mientras ella metía los dedos por mi pelo. Nuestras respiraciones se fueron calmando, y me acerqué de nuevo a besarla, aún dentro de ella.

Me respondió al beso lenta y pausadamente. Una vez me separé de ella, me tumbé a su lado, agotado y sudoroso. Ella se acurrucó contra mi, mientras yo la rodeaba fuertemente con mis brazos y le daba tiernos besos por toda la cara.

Ella sonreía tímida y levemente por el cansancio, mientras me miraba embelesada.

-Te quiero Edward... mucho- susurró mientras sus ojos se cerraban. No pude menos que sonreír y taparnos a los dos.

-Yo también te quiero Bella, cómo pensé que no podría querer de nuevo- le dije al oído, mientras ella cerraba sus ojitos para dormir... y no tardé en seguirla.
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Mensaje por Citly Patzz 11/4/2010, 4:22 pm

ufff ufff... hechenme aireeeee Curando un corazón (+18) Completo - Página 2 9491

que caluroso se puso este capitulo... me encanta la historia Curando un corazón (+18) Completo - Página 2 240478
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Mensaje por xole 11/4/2010, 4:54 pm

ciertoooooo!!!!!!!!!!como se caldeo el ambiente Curando un corazón (+18) Completo - Página 2 676150 ....que gran fin de semana les espera Curando un corazón (+18) Completo - Página 2 519838 Curando un corazón (+18) Completo - Página 2 275394

Jake me encanta como hermano de Bella es tan cariñoso y comico me encanto lo del mal humor Swan Curando un corazón (+18) Completo - Página 2 275394
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Mensaje por Atal 12/4/2010, 9:36 pm

bueno realmente este fic tiene de todo...
Estos dos son muy candentes pero se aman mucho...
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Mensaje por Atal 17/4/2010, 11:11 am

Les dejo dos capitulos...sé que les gusta mucho este fic....besitos

Capítulo 12: Vida en familia


La luz que entraba por el hueco de las cortinas me hizo abrir los ojos. Lentamente me fui desperezando, mientras una sonrisa se apostaba en mi cara, recordando la pasada noche. Giré la cabeza, mirando a Edward, que dormía tranquilamente. La sabana le llegaba por la cintura, dejando su musculoso y fuerte pecho al aire. No pude evitar pasar mis dedos, suavemente, por aquellos abdominales; él, como respuesta se revolvió ligeramente, mientras se pasaba la mano por la cara.

El reloj marcaba las ocho y media de la mañana; decidí no despertarle, y llamé al servicio de habitaciones, encargando el desayuno. Me di una rápida ducha, y justo cuándo terminaba de atarme el albornoz, llamaron suavemente a la puerta.

La chica dejó el carrito en el marco de la puerta, mientras le daba una pequeña propina. Edward se empezaba a desperezar. Llené las tazas con café, y me senté a su lado, mientras el lentamente abría los ojos; al verme, una sonrisa se extendió por su cara.

-Buenos días- me dijo bostezando.

-Buenos días bello durmiente- me incliné hacia él, mientras que con la nariz recorría su cuello, dándole tiernos mimos. Sus manos buscaron mi cintura, y me hizo sentarme encima de él.

-Me encanta que me despiertes así, ¿lo sabías?- me preguntó, todavía un poco adormilado.

-Lo tendré en cuenta para el futuro- susurré divertida, mientras subía por su cuello a buscar su boca. Al juntarse éstas, Edward se incorporó, haciendo que nuestro beso se hiciera más profundo. Me acarició el labio inferior con la lengua, y mi reacción fue abalanzarme contra esos labios. Nuestras lenguas se movían como un tornado, ansiosas pero a la vez dulces y delicadas. Un hormigueo empezó a recorrer mi cuerpo al notar cierta parte íntima de mi novio despertarse también. Dejó mi boca, para besar mi cuello y parte de la clavícula, que quedaba libre debajo del albornoz. Leves gemidos volvieron a salir de mi garganta, pero recuperé la cordura para poder hablarle.

-Ed...Edward...me estás volviendo loca- jadeé bajito.

-Eso pretendo- contestó mientras seguía entretenido con mi clavícula. No pude evitar empezar a respirar con dificultad, mientras mis manos acariciaban sus hombros y brazos.

-Lo de anoche fue fantástico- le confesé, inclinándome hacia su oído. Levantó la vista, mientras esbozaba una sonrisa.

-Sólo hay un pequeño problema- dijo mientras miraba mis labios, acercándose lentamente y quedando a unos poco milímetros. Me tensé un poco, con la poca experiencia que tenía en relaciones quizá él no habría disfrutado lo suficiente.

-Que en este instante estás vestida- murmuró en mi boca, mientras me desabrochaba el albornoz y lo quitaba de nuestro camino.

Mis pechos quedaron expuestos a su mirada. Pasé mis manos por su cuello mientras nos enzarzábamos en otro apasionado beso. Sus manos lentamente empezaron a acariciar mis senos, mientras que las mías trazaban líneas imaginarias en su espalda. No pude hacer otra cosa que volver a buscar su boca, necesitaba sus besos tanto como respirar.

Lentamente se fue deslizando por la cama, hasta que quedó completamente tumbado. Ahora era mi oportunidad de devolverle todo el placer que me regaló ayer.

Dejé su boca y empecé un camino de besos desde su cuello hasta su abdomen. Besé y saboreé cada trozo de su pecho, lenta y sinuosamente. Mis manos pasaron alrededor de su ombligo, que también besé, y llegaron a esa uve que me trastocaba. Al retirar la sábana, su erección, mas que notable, hizo acto de presencia en todo su esplendor. Lo miré un poco alucinada, anoche no me di cuenta, no estaba nada pero que nada mal...

Tras unos momentos de vacilación, decidí ser atrevida, y con mis manos, un poco temblorosas, lo tomé.

Empecé a acariciarlo suavemente, mientras él jadeaba y gemía de una forma más que considerable. No pude evitar besar suavemente la punta de su masculinidad, y noté cómo se estremecía, a la vez que se incorporaba un poco, ligeramente asombrado.

-Bella...- susurró en un pequeño suspiro -no tienes porq...- no le dejé continuar, mientras me acercaba y besaba su boca, lamiendo suavemente su labio inferior.

-Shissst...- murmuré, a la vez que le ponía una mano en el pecho, indicándole que se recostara de nuevo.

Mi boca empezó a regalarle placer, mientras el cerraba los ojos y se abandonaba. Pude sentir cómo agarraba suavemente mi pelo, marcando el ritmo que él quería. Noté cómo su cuerpo se arqueaba ligeramente, y la mención de mi nombre me indicó que iba a llegar.

-Bella... dios...Bellaaa-.

Rápidamente me retiré, y me posicioné encima, haciendo que nuestros cuerpos fueran uno.

Lentamente empecé a moverme, apoyando mis manos en su pecho; las suyas rápidamente se movieron a mis pechos, acariciándolos. Me incliné para besar su boca, pero el se adelantó, incorporándose y rodeándome más fuerte la cintura con sus brazos. Mis sensibles pezones se juntaron con su pecho, sudoroso al igual que el mío. Llevé mis manos a su pelo, enredándolo entre mis dedos, tirando de él presa del placer que me recorría entera.

-Edward...- jadeé.

-Bella, más, más rápido cariño- respondió, agarrando más fuerte mis caderas e intentando llevar el ritmo que quería.

Un hormigueo me recorrió el vientre, y arqueé mi espalda; eso hizo que el agarrara uno de mis pezones... y no pude más, dejé salir un grito mientras sentía que él se tensaba.

Ambos llegamos al punto álgido entre gritos y jadeos. Me rodeó con sus brazos, mientras pequeños espasmos sacudían mi cuerpo.

Apoyé la cara en su hombro, a la vez que él dejaba tiernos besos en el cuello y en mi clavícula.

-Bella- me llamó Edward. Levanté la vista, y me perdí en sus ojos; el verde esmeralda brillaba de una manera que no podía identificar. Suavemente una de sus manos llegó a mi cara, acariciándola con cuidado. Lentamente nuestros labios se unieron en un beso pausado y tierno. Una vez nos separamos, sonrió mientras me abrazaba con fuerza.

-Te quiero Bella- murmuró muy bajito.

-Y yo también- respondí. Permanecimos así unos minutos, hasta que me acordé del desayuno.

-Me parece que el café se ha enfriado un poco- suspiré. El rió suavemente, mientras me besaba el pelo.

Con cuidado salí de sus brazos, y me volví a poner el albornoz. Comprobé el café, estaba un poco frío pero se podía tomar. Le tendí una taza, que cogió a la vez que me hacía una seña para que me sentase a su lado. Entre sonrisas y caricias cómplices, terminamos de desayunar.

-Bien, ¿qué te parece si nos preparamos y salimos?, hace un día estupendo- me propuso mirando la ventana, donde el sol ya se colaba a raudales. Asentí mientras me dirigía al baño, tenía que ducharme de nuevo. Giré la cabeza hacia Edward, que se había quedado sentado en el borde de la cama.

-¿No me acompañas?- le pregunté pícara, mientras le guiñaba un ojo. Lentamente se acercó a mi, todavía desnudo, y me contestó.

-Por supuesto... debemos contribuir al ahorro del agua- dijo con una sonrisa traviesa; solté una pequeña carcajada, empujándole hacia el baño.

Una vez nos duchamos y vestimos, nos dispusimos a salir. Antes de abandonar el hotel, llamé a mi hermano y a Esme, para ver cómo estaba todo.

El padre de Leah se recuperaba poco a poco, aún así se quedarían allí una semana más. Y Esme me puso al corriente de lo que hizo ayer mi niña; se la veía encantada cuidando de ella. Dejé salir un suspiro, mientras cerraba el móvil. Edward se acercó, para rodearme con sus brazos.

-¿Todo bien mi vida?- interrogó.

-Si...sólo echo de menos a Megan, nunca he estado tanto tiempo separada de ella- le expliqué; Edward me observó unos momentos, atentamente.

-¿Quieres que regresemos?-me interrogó.

-No, tranquilo; mañana ya volvemos, y parece que todo está bien- le tranquilicé dándole un pequeño beso.

********************************************************************************************************************************

Salimos del hotel agarrados de la mano, mientras nos dirigíamos al antiguo embarcadero. Íbamos hablando tranquilamente, disfrutando de nuestra compañía y de la conversación. Al llegar allí, observé el paisaje. Viejos barcos de pesca permanecían amarrados, meciéndose suavemente. Al terminar el paseo, había un pequeño edificio, con una cruz encima; supuse que sería una pequeña capilla.

-¿Qué es eso?- le pregunté a Edward, señalando el edificio.

-No lo sé, parece una pequeña iglesia- meditó mientras tiraba de mi mano -ven, vamos a averiguarlo-.

Al llegar allí nos detuvimos, efectivamente era una pequeña iglesia. La fachada era de un color gris claro, llamaba la atención las pequeñas cruces de madera a ambos lados de la puerta, también de color madera oscuro. Atravesamos la desvencijada verja; el pequeño jardín que la rodeaba estaba muy bien cuidado. La puerta estaba entreabierta, de modo que entramos.

La pequeña iglesia, casi capilla, era preciosa. Muy sencilla, apenas tenía seis filas de bancos de madera, bastante antiguos. El retablo del altar era muy sencillo, y la mesa que lo presidía, de mármol gris blanquecino, también.

Lo que le daba un toque romántico eran las vidrieras ovaladas, que adornaban las paredes laterales, con figuras que parecían de la Edad Media.

Después de admirar y recorrer los alrededores, comimos en un pequeño restaurante italiano. Por la tarde decidimos coger el coche para visitar otros lugares de la costa, a cada cual más hermoso y espectacular. Acabamos cenando en el pequeño restaurante del hotel ya que estábamos agotados de las excursiones.

Nada más cerrar la puerta de la habitación, me acerqué a Edward, abrazándole por la cintura.

-Gracias por estos días- musité contra su pecho.

Me levantó la cara, y sin decir palabra alguna, me besó. Llevé mis manos a su cuello, mientras él me arrastraba hacia la cama, donde volvimos a dedicarnos tiernas caricias y sensaciones durante el resto de la noche.
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EDWARD PVO

El tiempo volaba con mi preciosa novia y su pequeña en mi vida. Habían pasado dos meses desde aquellos días que compartimos juntos, y todo era fantástico.

Poco a poco iba superando mis temores y mis indecisiones. Todavía recuerdo con una sonrisa tonta en mi cara la primera vez que hicimos el amor. Tan tímida y a la vez tan pasional; Bella era mi complemento perfecto; cada día el recuerdo de Sophie era menos doloroso y por las noches, en la soledad de mi apartamento, ya no me consumía en el pasado, sino que pensaba en el futuro.

Futuro en el que Bella y Megan estaban en mi vida; puede que parezca descabellado pensar así, tan sólo llevábamos unos meses de relación... pero era lo que mi corazón me decía, aunque debía dejar que las cosas fluyesen por si solas.

Ella había encajado muy bien en mi familia, se llevaba de maravilla con mi madre, y ésta, a su vez, se había convertido en una especie de abuela postiza para Megan.

Y yo me llevaba muy bien con Jake y Leah. Ambos éramos fanáticos del baloncesto, y nos reuníamos, cada vez que las guardias me lo permitían, en casa de Bella a cenar y ver los partidos. Emmet se nos unía también y a veces Jasper y Alice.

Y lo que pensé que nunca sucedería, ocurrió. Pensaba que no volvería a enamorarme y a querer compartir mi vida, cómo había hecho con Sophie... pero me equivoqué, cada día me enamoraba más de ella, era imposible no hacerlo. Observarla preparar el desayuno cada vez que me quedaba a dormir en su casa, descalza y normalmente con mi camisa o mi camiseta puesta era excitante y sensual... o verla arrullar amorosamente a Megan, era una imagen tan tierna... incluso nuestras risas en la cama cuándo traía a la pequeña con nosotros por las mañanas; ya gateaba a toda velocidad, y poco a poco de iba poniendo de pie, aunque la mayoría de las veces terminaba sentada en el suelo, y empezaba a pronunciar pequeñas sílabas sueltas con su vocecilla. Intentábamos que dijera mamá, pero de momento no lo conseguíamos.

Me desperté de mis pensamientos mientras aparcaba enfrente de su casa. Era viernes, y libraba todo el fin de semana, al igual que ella, que había tenido guardia tres fines de semana seguidos. Hoy también libraba, debido al acumulo de horas, de modo que hasta el lunes no trabajaba.

Saqué mi mochila con la ropa para este fin de semana,y me dispuse a subir. Abrí con cuidado la puerta, con las llaves que ella misma me había dado, por si la pequeña estaba dormida... pero no, ya que nada más cerrar la puerta, me la encontré gateando a toda velocidad hacia dónde yo estaba.

Dejé mi mochila y la chaqueta para agacharme mientras la cogía.

-Hola preciosa- la saludé, besando uno de sus sonrojados mofletes. Ella rió suavemente, mientras que apoyaba su cabecita en mi hombro.

-¿Dónde está mamá?- la interrogué mientras nos dirigíamos al salón. Allí me encontré a Bella tumbada en el sofá, tapada con una manta. Me acerqué preocupado, y me senté en la orilla de éste, acomodando a Megan en mis piernas.

-Hola cariño- la besé dulcemente... y noté que sus labios ardían.

-¿Estás bien?; no tienes muy buena cara- le interrogué preocupado, mientras le ponía mi mano en su frente... ardía de fiebre.

-Hola, ¿qué tal tu día?- me preguntó con la voz ronca, apenas podía hablar.

-Bella, estás ardiendo, ¿desde cuándo tienes fiebre?- interrogué con preocupación.

-Ayer me dolía un poco la garganta; me tomé un paracetamol para el dolor, pero hoy me he levantado peor que ayer- me explicó, haciendo un esfuerzo por hablar.

-¿Por qué no me llamaste?- seguí preguntándole, mientras dejaba a Megan en el suelo.

-Pensaba que se me pasaría- refunfuñó arrugando la frente.

-A la cama señorita- le dije mientras la cogía en brazos y la llevaba al dormitorio. La acosté en la cama y la tapé, tiritaba de frío aún estando ardiendo.

Abrí el primer cajón de la cómoda, donde ella tenía el estetoscopio. La ausculté y la miré la garganta, que estaba roja en inflamada.

-¿Te duele aquí?- pregunté mientras le palpaba la parte superior de la garganta; ella emitió un ruidito en protesta, haciendo un gracioso mohín con su boca.

-Cariño, tienes amigdalitis- le informé mientras la arropaba -voy a ir a la farmacia en un momento, ¿tienes recetario en casa?- le pregunté. Ella asintió, mientras señalaba el segundo cajón de la cómoda.

-Vuelvo ahora mismo- le besé en la frente. Dejé a Megan sentada en su cuna y salí hacia la farmacia, que por suerte estaba enfrente de su casa.

Al subir me dirigí de nuevo a su habitación, pero me la encontré intentado levantarse.

-¿Dónde te crees que vas?- le pregunté cruzado de brazos en el marco de la puerta.

-A preparate la comida,, supongo que no habrás comido- explicó en un hilo de voz. Me acerqué a ella mientras la conducía de nuevo a la cama.

-De eso nada, tú a descansar- le regañé en broma, mientras ella suspiraba frustrada. Ella se tumbó de nuevo, mientras yo preparaba el antibiótico. Le pasé dos pastillas con un vaso de agua, que ella se tomó sin rechistar. Le dí también paracetamol para la fiebre. Cerró un momento los ojitos, y me senté a su lado en el otro lado de la cama, abrazándola.

-Ahora tienes que descansar, yo me encargaré de las dos; ¿Megan ha comido?- le pregunté. Ella afirmó con la cabeza, mientras me abrazaba más fuerte.

-Entonces duerme un poco, ¿quieres comer algo?- ella negó.

-Me duele demasiado la garganta para poder tragar- balbuceó bajito. Le besé suavemente la frente, mientras me levantaba.

-Ahora intenta dormir un poco, y no te preocupes de nada- Bella asintió suavemente, a la vez que cerraba los ojos, la fiebre la dejaba agotada. La acomodé y me incorporé para dejarla descansar.

-Gracias- susurró bajito, mientras esbozaba una débil sonrisa.

-De nada mi amor- le dije al oído, pero ya estaba completamente dormida.

Salí sin hacer ruido, y me dirigí a ver a la niña, que se había quedado dormida. La tapé un poco, mientras la observaba dormir; hacía el mismo gesto que Bella cuándo dormía, arrugando un poco el labio superior. La acaricié la manita, mirándola con cariño. Ese pequeño ángel se había ganado mi corazón por completo, al igual que su madre.

Cerré con cuidado la puerta, mientras mientras me dirigía a la cocina.

Después de comer saqué los informes que tenía pendientes de revisar; me senté en el sofá, con un café en la mano, mientras los leía. Mi móvil sonó, y lo cogí rápidamente, para que mis chicas no se despertaran, era mi madre.

-Hola mamá- la saludé.

-Hola hijo, llamaba para invitaros a comer mañana en casa- me explicó.

-Pues no va a poder ser; Bella tiene anginas, está en la cama- le expliqué mientras apartaba uno de los informes.

-Vaya por dios, ¿cómo va?- preguntó preocupada.

-Bien, pero necesita descansar, tenía bastante fiebre- le seguí contando.

-¿Y la niña?, ¿quieres que vaya por ella?- preguntó.

-No hace falta, no es contagioso como si tuviera gripe- la tranquilicé.

-¿Seguro qué no necesitas que te eche una mano?- volvió a preguntar.

-No, de verdad, no es necesario, gracias mamá- le agradecí.

-Está bien, pero si necesitas algo me llamas; mañana te llamaré de nuevo- dijo a modo de despedida.

-Gracias mamá, te informaré- me despedí.

-Adiós hijo- se despidió para colgar.

Pasó un buen rato, y a eso de las cinco de la tarde, oí a Megan por el walkie. Fui a echarle un vistazo, y me la encontré de pie, agarrada a los barrotes.

-Hola preciosa, ¿ya no tienes sueño?- le pregunté mientras la cogía y le hacía cosquillas en la tripa. Ella se carcajeó graciosamente, mientras que se agarraba a mi cuello y escondía su carita.

La cambié el pañal y me dispuse a darle la merienda. Mientras le daba la compota de frutas, llamaron al timbre. Al abrir me encontré a mi madre, cargada con bolsas del supermercado.

-Hola mamá, ¿qué haces aquí?- interrogué extrañado mientras le daba un beso.

-Hola hijo... pues vine a ayudarte un poco, sobre todo con la comida- me explicó divertida.

Mi madre me conocía demasiado, y sabía que la cocina no era mi fuerte para nada. Se dirigió a la cocina, y la seguí. Una vez allí saludó a la niña, y se dispuso a sacar las bolsas del supermercado.

Seguí dando de comer a Megan, mientras ella se ponía un delantal.

-Eres todo un padre- me dijo con una sonrisa, mientras intentaba que la niña tomase otra cucharada. La sonreí de vuelta, mientras Megan intentaba meter la mano en el plato.

-Bueno... algo parecido- aclaré.

-Edward... si Bella y tú os casáis en un futuro... empezó a preguntar, pero me adelanté a contestar.

-Eso lo dirá el tiempo- dije sonriendo... pero sí que lo había pensado. Si todo iba bien entre nosotros, le pediría a Bella que Megan llevara el apellido Cullen.

Ella me sonrió de vuelta, mientras se disponía a dejarnos provisiones cómo para una guerra.

Casi a las ocho y media de la noche, ella se despidió, y mientras se ponía el abrigo, me daba mil y una indicaciones.

-Te he dejado comida para todo el fin de semana, y caldo y sopas para Bella; mañana me pasaré a comer con vosotros, papá y Emmet están de guardia- me explicó.

Una vez se marchó, fui a echar un vistazo a Bella, que no se había despertado en toda la tarde.

Me acerqué a su lado, mientras comprobaba su temperatura. Ella se revolvió, y lentamente abrió sus ojitos.

-¿Cómo te sientes cielo?- le pregunté suavemente.

-Mejor... pero cansada, ¿la niña?- preguntó sentándose en la cama.

-Bien, ha dormido la siesta, ha merendado y ahora voy a bañarla y a darle la cena- le enumeré, mientras ella sonreía.

-Eres un padre estupendo- dijo suavemente. Me reí un poco, mientras le daba un pequeño beso en la mejilla.

-Espero serlo- le confesé.

Ella se apoyó en mi pecho, mientras que Megan entraba gateando por la puerta. La alcé para sentarla en la cama, entre Bella y yo.

Cogí a Megan de las manos, ya que quería ponerse de pie, pero no le duró mucho el equilibrio. Ambos reímos, mientras se intentaba volver a levantar.

-Igual de torpe que la madre- dijo Bella mientras rodaba los ojos.

-E igual que adorable- le susurré, mientras la besaba suavemente -voy a bañarla y a darle de cenar; después cenaremos algo, mi madre ha venido y nos ha dejado la comida- le expliqué, mientras ella me miraba.

Iba a protestar, pero la acallé de nuevo besándola.

-Ya sabes cómo es, y no te preocupes; mañana va a venir a comer con nosotros- le dije poniéndome de pie y saliendo con la niña en mis brazos.

-¿Quieres que te ayude?- me preguntó.

-No señorita, tienes que seguir descansando, por lo menos hasta que te baje la fiebre- la reprendí suavemente.

Después de bañar y darle el biberón a la pequeña, ésta no tardó en caer rendida. Calenté un poco de sopa para Bella, y con una bandeja, con su cena y la mía, me dirigí al dormitorio.

Ella se incorporó, mientras yo dejaba la bandeja y me sentaba a su lado.

-No tengo mucha hambre- me dijo haciendo un puchero.

-Pero debes tomar líquidos, sino te vas a deshidratar- le dije mientras le tendía el tazón con la sopa. A regañadientes lo cogió, mientras yo daba un mordisco a mi sandwich. Una vez terminó, me aseguré de que tomaba la medicación y me fui a recoger a la cocina.

Al meterme en la cama, Bella se acurrucó en mis brazos, mientras la abrazaba con cariño.

-Gracias por todo Edward- balbuceó bajito.

-No tienes que agradecerme nada cariño- le susurré en su oído, a la vez que lo besaba.

-Te amo...- murmuró, ya completamente dormida.

Una extraña sensación se apoderó de mi pecho, haciendo latir mi corazón como un loco. Sonreí de vuelta, mientras me acomodaba para dormir, con ella en mis brazos.

Capítulo 13: Sábado de lo más entretenido

Estábamos a mediados de marzo, ese año hacía bastante frío para San Francisco. No podía creer cómo había pasado el tiempo; en menos de un mes mi pequeña cumpliría un año. Ya se tenía en pie, agarrándose a todos los lados, y con la ayuda de Edward o mía ya daba pequeños pasitos... pero su cerebro iba más rápido que sus piernas, y la mayoría de las veces se quedaba sentada en el suelo.

Erá sábado, y tanto Edward como yo teníamos guardia. Llegamos juntos al hospital, como era costumbre en los últimos meses, y nos despedimos con un pequeño beso, prometiéndome que vendría dentro de un rato a verme.

Después de firmar el cambio de turno, me dirigí a la salita, dónde ya estaban Rosalie, Alice y Jasper.

-Hola chicos- saludé en general.

-¿Qué tal Bella?- me preguntó amablemente Jasper, mientras Alice me tendía un café.

-Bien... espero que tengamos un sábado tranquilo- suspiré, mientras me acomodaba en la mesa y abría uno de los historiales.

-¿Dónde está Seth?- preguntó de pronto Rosalie.

-Me parece que no tiene guardia hoy- pensé confusa en voz alta.

A eso de media hora, Seth y Leslie aparecieron por la puerta, cargados con comida china como para un ejército.

-Hola- saludó Seth, demasiado alegre.

-¿Pero tu no librabas hoy?- seguía confusa o no me enteraba de nada, una de dos.

-Espero que no hayáis cenado- interrogó Leslie con una sonrisa misteriosa.

-¿Y ésto?, ¿qué celebramos?, que yo recuerde, tu cumpleaños fue en enero- interrogó Jasper curioso.

Ya os enteraréis...¿está Edward de guardia?- me preguntó Seth.

-Si, y Emmet también- aclaré, mientras escuchaba el bufido de Rosalie.

-¿Podrías avisarles?- me preguntó Leslie, mientras sacaba la comida y la dejaba encima de la mesa.

Asentí mientras los llamaba al busca. Al de veinte minutos ambos aparecieron por la puerta.

-¿Celebramos algo?- interrogó Emmet, relamiéndose los labios al ver la mesa.

Seth aspiró fuertemente, para tomar la palabra.

-Bien... queríamos que estuvierais todos – empezó a decir mientras rodeaba a Leslie por los hombros- para anunciaros que el próximo 27 de mayo Leslie y yo nos casamos- terminó por decir.

Las chicas pegamos un bote, completamente emocionadas y abrazando a Leslie, mientras que los chicos palmeaban a Seth en el hombro. Una vez los felicitamos, nos sentamos a disfrutar de la improvisada cena.

-¿Y Mandy, Ángela y el resto lo saben?- pregunté.

-No, a ellos les tocará la comida mañana... así que os agradeceríamos que al cambiar el turno no se os escape nada- nos pidió Seth a todos, pero mirando a Emmet.

-Eh....me ofendes- dijo en falso reproche -soy de lo más discreto- dijo muy serio.

-Seguro...- bufó Rosalie rodando los ojos, mientras el resto nos reíamos por lo bajini, mientras Edward y Jasper le miraban arqueando una ceja.

-¿Y dónde será?- preguntó Alice.

-En la Iglesia de St. Andrews, a las doce y media del mediodía; la comida en los jardines del hotel Intercontinental San Francisco - nos contaba Leslie.

-Y por supuesto, os esperamos a todos- nos dijo Seth siguiéndonos con la mirada.

Todos asentimos encantados; las chicas nos apartamos un poco de los chicos, para que Leslie nos contara cómo iban los preparativos. En ésto, oímos a Emmet gritar exaltado.

-¡¡¿¿Cómo que despedida de solteros conjunta??!!- preguntó horrorizado.

-Si ellos lo quieren así, ¿qué problema hay?- preguntó Edward rodando los ojos.

-Eso no es ni despedida de soltero ni nada...- protestó cual niño pequeño.

-Ya... pero resulta que NO es tu despedida de soltero... es la de ellos- intervino Rosalie, recalcando las palabras.

-No será lo mismo- siguió bufando cabreado.

Edward y Jasper se reían, mientras que la cara de Seth era un poema.

-¿Acaso os descontroláis tanto... o queréis que nos nos enteremos de ciertas cosas?- siguió picando Rosalie, con una sonrisita malvada.

-No sé de que me hablas Hale- respondió molesto.

-Si te refieres a que en la despedida de soltero de Jasper terminaste en una fuente cantando rancheras... tranquilo, estamos al corriente; dudo mucho que nos escandalicemos- contestó ésta, con una sonrisa triunfante.

No pudimos hacer otra cosa más que estallar en carcajadas; jamás había visto a Emmet tan colorado, les dirigió una mirada asesina a Edward y Jasper.

-Traidores- siseó entre dientes, mientras estos dos no hacían más que doblarse de la risa.

Las risas siguieron durante un buen rato, aceptando Emmet, a regañadientes, la despedida de soltero conjunta. Leslie y Seth se marcharon, y una vez recogimos todo lo de la cena, acompañé a Edward a cirugía, y el resto volvió a sus quehaceres.

-Nunca me habías contado esa historia, habría dado lo que fuera por haberlo vivido en directo- le dije riéndome. Edward hizo un mohín, mientras me contaba.

-No te lo aconsejo... tuve que llevarlo a casa, secarle y ponerle el pijama... ni Megan en sus peores días protesta tanto- añadió divertido. No me podía imaginar la imagen de Emmet, tan grande y masculino, quejándose cómo un niño pequeño.

Mi busca pitó.

-¿Quirófano?- me preguntó rodeándome la cintura.

-Nop, debo subir a dilatación, epidural, aclaré mientras me colgaba de nuevo el busca en mis pantalones -te veo luego- le dije, dándole un casto beso en los labios, que el correspondió.

-Hasta luego cariño- se despidió mientras se metía en el ascensor.

Volví a mi servicio, y cogiendo el informe que había llegado desde maternidad, me dirigí al ascensor de nuevo.

Al llegar a la habitación de la paciente, me presenté a la joven pareja.

-Soy la doctora Swan, la anestesista; verá cómo enseguida se encontrará mucho mejor...- hice una pausa para leer el nombre de la paciente -señora Kilmory- terminé de decir, mientras me ponía los guantes.

-Llámame Marion, por favor... el es mi marido Connor- me dijo la pobre chica entre jadeos.

-Bien Marion, no te preocupes... ahora necesito que te sientes al borde de la cama- le indiqué, mientras su marido y yo la ayudábamos a posicionarse.

Preparé el catéter, mientras que su marido la tomaba de la mano, regalándole una sonrisa de ánimo.

-¿Me dolerá?- preguntó asustada.

-No, pero es una sensación desagradable, no te voy a engañar... pero todo habrá valido la pena cuándo lo tengas en tus brazos, hablo con conocimiento de causa- la animé con una sonrisa.

-¿Cuántos años tiene?- me preguntó.

Inicié la búsqueda del espacio epidural con la aguja, que no tardé en encontrar, entre la tercera y cuarta vértebra lumbar; iba hablándole para que se relajara y distrajera.

-Cumple un añito en tres semanas; se llama Megan- le expliqué con una sonrisa, mientras que deslizaba el catéter y sacaba la aguja -ya está dentro- le informé mientras le ponía un esparadrapo para sujetarlo- listo- anuncié mientras se tumbaba de nuevo, ayudada por su marido.

-¿Es el primero?- interrogué mientras conectaba el tubo a la bomba difusora y marcaba las cantidades a suministrar.

-Los primeros y últimos, dos chicos- me aclaró, haciendo una mueca por la contracción que le vino.

-¿Gemelos?; enhorabuena- les felicité con una sonrisa; en ese momento entraba Sally, una de las matronas.

-¿Qué tal Bella?- me saludó amablemente, era una mujer de unos cincuenta años, muy simpática y agradable.

-Todo bien... ya debería empezar a hacer efecto- le informé y me volví a la paciente -bien Marion, con esta pequeña ruleta puedes regular la cantidad si las contracciones son muy seguidas e intensas- le expliqué enseñándole el manejo -es cómo regular un gotero- terminé por decir.

-Pero con un límite- añadió Sally con una sonrisa.

Marion me miró, mientras seguía explicándole -obviamente tiene un tope, establecido por nosotros; debes sentir un poco para poder empujar-.

-Sino más de una se volvería loca dándole a la ruleta- terminó por decir Sally, mientras miraba el monitor -vas bien... pero debes dilatar un poco más para poder empezar a empujar, volveré en media hora- nos dijo despidiéndose.

Me quedé unos minutos con ellos, para ver si la anestesia empezaba a hacer efecto. Mientras le tomaba la tensión, vi que su cara se relajaba considerablemente.

-¿A qué notas mejoría?- le pregunté con una sonrisa.

-Es la gloria- contestó ella, relajándose y acodándose en la cama. Asentí, mientras iba controlando el difusor, vi que todo estaba bien, y recogí para marcharme.

-Bien Marion, espero que todo vaya bien, ¿cómo se van a llamar?- pregunté curiosa. Ella miró a su marido con un sonrisa, y él me contestó.

-Connor y Evan- exclamó contento... y mirando a su mujer con cariño.

Observé sus manos unidas y cómo el la animaba y le daba ánimos. Lo reconozco, me daba un popo de envidia, ojalá alguien, aunque no hubiera sido mi pareja, hubiera estado a mi lado la noche que nació mi niña.

Me despedí de ellos, a mitad de camino hacia el ascensor mi busca volvió a pitar.

-Vaya... otra epidural- musité volteándome y volviendo a dilatación.

No pude regresar a mi servicio hasta tres horas después; el reloj ya marcaba las cuatro y cuarto de la madrugada.

-¿Dónde te habías metido?- me preguntó Rosalie. Me dejé caer en una silla, escondiendo mi cara entre los brazos.

-En dilatación... creo que he puesto unas cinco epidurales- balbuceé cansada.

-Bueno... hoy hay cambio de luna, ya sabes lo que significa- me explicó divertida.

-¿Por aquí todo bien?- le pregunté sirviéndome café.

-Sin agobios... aunque no hemos parado. Han subido a una chica de cirugía, y esperamos a un paciente de cardiología- me informó, tendiéndome los informes.

-La chica nada grave, una apendicectomía, la ha operado Edward; y Emmet está operando también- me terminó de contar.

Al de un rato, subieron al señor que había operado Emmet. Miré el informe, le habían implantado un By-pass de urgencia, por un episodio agudo de angina de pecho.

-No entiendo nada de lo que pone aquí- refunfuñé, achicando los ojos. Rosalie miró por encima de mi hombro.

-Es la letra de Mallory, es ilegible- protestó rodando los ojos.

Iba a responder, pero en ese momento entraron Emmet... y la aludida.

-Hola chicas- saludó Lauren.

-Hola, ¿qué tal todo?- pregunté. Pude darme cuenta de qué Rose se había dado la vuelta y no les había saludado.

-Bien; todo ha ido según lo previsto- me explicaba Emmet, mientras Lauren le miraba cómo si adorara a un dios.

-Lo único... ¿podrías decirme que pone aquí?- me giré hacia Lauren, señalándole un espacio con varios borrones.

-La medicación que toma el paciente habitualmente... a ver -cogió el historial- sintrón- dijo resuelta.

-Pues no parece que ponga eso- se metió Rosalie, con voz desagradable.

-Pues así es- dijo ella altiva.

-Disculpe usted, enfermera jefe Mallory- se la devolvió en burla.

Emmet y yo nos miramos mientras ellas se fulminaban con la mirada, y decidí aligerar el ambiente.

-¿Queréis un café?- ofrecí.

-Yo no puedo, debo regresar al control de cirugía, gracias por el ofrecimiento- dijo ella, que salió sin decir nada más.

Nos sentamos los tres, mientras Emmet se ponía un café.

-¿No te cae bien Lauren?- le interrogó éste a Rosalie, con una sonrisa inocente.

-Es una altanera y una borde- le contestó sin levantar la vista de los papeles.

-Igual que cierta persona a veces....- canturreó mientras daba otro sorbo. Rose levantó la vista, arrugando la frente.

-¿Me estás llamando borde?-.

-Huuummm... borde no es la palabra... yo diría que estás un poquito.. ¿celosa?- concluyó mirándola fijamente.

Rosalie soltó una carcajada nerviosa.

-No estoy celosa de nadie ni por nadie- respondió desafiante.

-Yo no diría eso- contraatacó Emmet, divertido por su cabreo.

-Yo no estoy celosa... sólo opino que Lauren y tú no pegáis mucho- dijo ella apartando la mirada.

-Y según tu... ¿con quién haría buena pareja?- le preguntó Emmet levantándose y acercándose a ella.

Rosalie no contestó, se quedó callada, mientras el sonreía satisfecho.

-¿Sabes que un silencio vale más que mil palabras?; Bella, te veré después- se despidió y salió por la puerta.

Me quedé mirando a Rose, que estaba levemente acalorada y sonrojada. Tomé mis informes, para ir a controlar a los nuevos pacientes de reanimación. Antes de salir, me giré hacia ella.

-Rosalie... por un una vez le doy la razón a Emmet, estás celosa, y mucho- le dije.

Ella suspiró, para después hablar.

-¿Y sabes lo peor? - me quedé en silencio, esperando su repuesta -soy una egoísta.... egoísta porque en cuánto ha dejado de perseguirme y de hacerme caso me he dado cuenta de muchas cosas- explicó en voz baja, mirando a la nada.

-Entonces actúa, y recupera a tu chico- le aconsejé con una sonrisa, mientras salía por la puerta y le guiñaba un ojo, en señal de ánimo.

Revisé al paciente de Emmet, que no había despertado, y después a la paciente que había operado Edward. Alice estaba con ella.

-Está despertando- me indicó. Me incliné hacia ella.

-Hola Lisa, soy la doctora Swan; ¿cómo te sientes?- le pregunté revisando sus constantes

-Bi...bien, un poco perdida- respondió suavemente.

-Es normal después de una anestesia general, tranquila- le sonreí mientras la hablaba -¿te duele la herida?- le pregunté, apartando la sábana.

-Un poco, casi no puedo ni moverme- respondió de nuevo, intentando incorporarse un poco.

-Es normal, te tirarán los puntos unos días- oí cómo una voz que conocía muy bien explicaba. Me giré para encontrarme con Edward, que se acercaba a la cama. Se puso a mi lado mientras cuidadosamente le quitaba el pequeño vendaje, para revisarle los puntos. De mientras empecé a firmar la solicitud para trasladarla a planta.

-Bien Lisa, te vamos a bajar a planta. Solo una condición- le expliqué, volviéndome hacia ella. Ella me escuchó con atención.

-Debes orinar en un periodo de seis a ocho horas, para eliminar la anestesia; si no puedes habrá que sondarte- le terminé de explicar, a la vez que Edward se posicionaba detrás mío.

La muchacha asintió, mientras Alice entraba con los celadores para llevarla a su habitación. Una vez que salieron me giré hacia Edward, que me miraba divertido.

-¿Qué te hace tanta gracia?- le pregunté con curiosidad. Se formó una sonrisa en su cara, mientras que me rodeaba la cintura.

-Me gusta ver cómo te desenvuelves con los pacientes. Te pones muy seria, pero a la vez los tranquilizas- me explicó con una graciosa mueca.

-Gracias por el piropo doctor Cullen- siseé divertida; miré un poco a mi alrededor, y viendo que no había nadie por allí, apoyé mi mejilla en su pecho, a la vez que le rodeaba la cintura.

-¿Cansada?- me preguntó tiernamente, mientras me besaba la frente y me mecía suavemente. Asentí levemente, mientras me acurrucaba entre sus brazos.

-He puesto unas cinco epidurales, casi me secuestran en maternidad- le conté, mientras el reía suavemente -¿y tú?-.

-La apendicectomía de Lisa, y he suturando un par de cortes bastante profundos en urgencias- me contó. Le miré extrañada.

-¿Qué?- me aburría y bajé a ver a mi padre, y me enredó para ayudarle- me explicó inocentemente.

-Ajá- asentí lentamente; se me cerraban los ojos. Edward se separó de mi, mirándome.

-Ven anda; vamos a tomarnos un café, en verdad lo necesitas- me ofreció mientras me tomaba de la mano.

Dejé aviso de que salía unos minutos del servicio, y subimos a cirugía. Me senté en el sofá de la sala de guardia, mientras el preparaba los cafés.

-Ya sólo nos quedan dos horas y algo para irnos- me dijo mientras se sentaba a mi lado y me daba la taza.

Me quité los zuecos y subí mis piernas al sillón, aprovechando que estábamos solos. Rodeó mi cintura de nuevo, mientras yo apoyaba la cara en su hombro.

-¿Te quedas en casa a dormir, verdad?; Megan está en casa de Jake y Leah- le pregunté haciendo un puchero. El apoyó su mejilla en mi cabeza, mientras me contestaba.

-¿Quieres que me quede?- preguntó inocentemente.

-Claro que sí, tonto... siempre quiero que te quedes- le reprendí en broma. Me apretó aún mas hacia su cuerpo, mientras ambos cerramos los ojos, disfrutando de nuestra compañía. Hubiera dado lo que fuera por quedarme así lo que quedaba de la noche... pero mi busca sonó por por enésima vez aquella noche. No me moví, mientras volvía a pitar.

Lo cogí lentamente, abriendo un ojo.

-¿Otra vez maternidad?- preguntó mi novio. Asentí soltando un suspiro, mientras me estiraba y me ponía de pie. Su busca pitó también, lo miró y se levantó conmigo.

-Urgencias, debo bajar para evaluar- me explicó. Le di un pequeño beso en la mejilla, mientras nos despedíamos.

-Te paso a recoger por reanimación-.

-De acuerdo, hasta luego cielo- me despedí mientras daba la ascensor.

-Hasta luego preciosa-.

Volví a encontrarme con Sally, que iba de un lado para otro, corriendo como las locas. Después de terminar con la paciente y rellenar los informes, me dirigía a mi servicio, donde Rose y Alice ya recogían sus cosas, y yo hice lo mismo.

-Me ha dicho Edward que te diga que al final ha tenido que entrar en quirófano- me dijo Alice.

-Vaya... entonces me quedaré a esperarle- suspiré cansada.

-¿Quieres que te deje en casa?; Jasper está con él. No creo que tarden mucho más, les dejaremos un aviso en el busca. Medité las palabras de Alice; estaba tan agotada que asentí.

Después de que Alice me dejara en casa, me metí en la cama. No tardé en caer rendida de cansancio.

No sé qué hora sería, cuándo sentí hundirse el colchón a mi lado. Sentí que me daban un pequeño beso en mi frente, mientras que unas piernas se enredaban con las mías.

-Duerme mi amor- me susurró al oído. Me acomodé en su pecho mientras me rodeaba con sus brazos, cayendo ambos en la inconsciencia de nuevo.

El domingo pasó sin grandes sobresaltos. Comimos en casa de Jake y Leah, y después nos fuimos a dar un paseo con Megan por el centro. A pesar de ser domingo, las tiendas de esa zona no cerraban, y había mucho ambiente por la zona.

******

-¿Sabes que vamos a tener nueva tanda de residentes en cirugía?- me contó mientras empujaba la sillita de la niña, mientras yo disfrutaba de mi gofre con nata.

-Algo he escuchado... enhorabuena jefe- respondí mirándole. El rió suavemente, mientras que llevaba una de sus manos hacia mi cadera, acariciándola suavemente.

-No seré un ogro, no te preocupes por eso... pero si un poco serio- confesó.

-¿Sufriste mucho durante tu residencia?- le pregunté curiosa, nunca me lo había contado.

-Al principio si, los primeros años de la residencia de cirugía son muy duros... pero es una manera de enseñarnos a soportar la presión- me explicaba amablemente.

-¿Quién fue tu adjunto?- seguí preguntándole.

-El doctor Stuart, el antiguo jefe de servicio- arrugué le ceño, no le ponía cara- se jubiló unos meses antes de que llegaras- me aclaró.

Adentí en afirmación, mientras echaba una mirada a Megan.

-Se ha dormido- suspiré mientras la tapaba con su mantita.

-Mejor regresemos, enseguida querrá cenar- dijo Edward, a lo que yo asentí.

Después de regresar a casa, Megan se despertó lo justo para darle la cena y volverse a dormir.

Después de que nosotros cenáramos algo ligero, nos sentamos un rato a ver la tele. A eso de las once y media de la noche, Edward se levantó, poniéndose su chaqueta.

-Es muy tarde... y no me queda ropa limpia- exclamó divertido. Hice un gracioso mohín, aprisionándole entre mis brazos.

-No quiero que te vayas- musité apenada. El me miró con cariño, mientras me devolvía el abrazo.

-Voy a echarte de menos, y Megan también-.

-Y yo a vosotras... te prometo que mañana me quedaré- me tranquilizó divertido.

-Podrías venirte aquí con nosotras- propuse con timidez, aún con mi cara enterrada en su pecho.

Pude sentir cómo se tensaba un poco, y le miré. Su cara y sus ojos verdes eran una mezcla de sentimientos encontrados.

-Bella... no sé si...- empezó a tartamudear confuso. Reí amargamente para mis adentros... qué tonta había sido.

-Lo siento Edward... no quería que te sintieras incómodo... pero cuándo estás aquí... todo está bien y en su sitio- le confesé mientras luchaba por qué las lágrimas no hicieran acto de presencia.

-No me siento incómodo Bella- me respondió suavemente, soltándose con delicadeza me mi abrazo.

Me di la vuelta, confundida y algo decepcionada. Entonces caí en la cuenta. Llevábamos ya algunos meses de relación, y nunca me había dicho "Te amo" con palabras, aunque sus acciones y expresiones delataran lo contrario.

¿Y si el aún no se sentía preparado?...¿y si nunca llegaría a amarme como amaba a Sophie... cómo yo lo amaba?.

Si, lo amaba con cada fibra de mi cuerpo, ya lo admitía. Mis lágrimas empezaron a salir a mares, mientras me volvía hacia él.

-Qué tonta he sido... ¿cómo voy a esperar que aceptes... sin ni siquiera amarme?- balbuceé presa de una ola de rabia contenida y tristeza a la vez. Me miró abriendo la boca, queriendo decir algo, pero no le salía. Su silencio me dolió.

-No pido que me ames cómo la amabas a ella, sé que un imposible- musité, triste y derrotada -sólo esperaba poder compartir un poco de ese amor tan grande- dije muy bajito -y que hubiera un hueco para Megan y para mi-.

-Bella, cariño no...- decidí cortarle, no quería sufrir más... y tampoco quería que el sufriera.

-Es mejor que te vayas Edward, todo ha quedado muy claro- me despedí dándome la vuelta y marchándome a mi habitación. Oí la puerta cerrarse, y me derrumbé.

Me senté en la cama, con una pena inmensa y el alma partida en dos. Esa habitación, testigo tantas noches de nuestros sentimientos, ahora me acompañaba en mi pena y desamor.
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Mensaje por xole 18/4/2010, 4:39 pm

ohhhhh que tierno Edward cuidando de las dos ..........las anginas son horribles Curando un corazón (+18) Completo - Página 2 22750
Rosalie y Emmet en su linea tirandose los trastos a la cabeza..........me encanta Curando un corazón (+18) Completo - Página 2 275394
que le pasa a Bella !!!!! primero dice que entiende a Edward con lo de su novia , que puede esperar y por un momento de indecision de el ya se cree que no la quiere??.....tiene que ser complicado que un hombre te quiera teniendo un bebe pero tambien es complicado querer cuando se te ha roto el corazon .........paciencia Bella
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Mensaje por Atal 27/4/2010, 8:41 pm

Capítulo 14: Caras nuevas

EDWARD PVO

Me tiré en la cama de mi frío y solitario apartamento, todavía sin creerme lo que había pasado... y maldiciéndome a mi mismo en silencio.

Sabía que Bella tenía razón, mis actitudes tanto con ella como con Megan demostraban amor... ¿por qué no era capaz de decírselo a las claras?.

Me partió el alma cuándo dijo "solo esperaba compartir un poco de ese amor tan grande y que hubiera un hueco para Megan y para mi"... ¿sería verdad que no he dejado del todo atrás mi pasado...?... ¿ y si nunca lo superaba?.

Estos meses en los que Bella y yo hemos estado juntos... han sido maravillosos. El recuerdo de Sophie casi se había quedado en el olvido.

Y digo casi porque una parte de mi corazón jamás la olvidaría, eso era un hecho... pero poco a poco Bella y Megan se metieron en él... y Bella, apenas sin esperar nada a cambio, me había dado todo.

Me había ofrecido amistad, complicidad, confianza, paciencia, pasión... y amor. Y una niña maravillosa, que quería cómo si fuera mía. La llamé a su casa, al móvil, incluso al busca... y nada, todo en vano.

No pegué ojo aquella noche, mirando el reloj una y otra vez y dando vueltas en la cama, deseando que llegara el día siguiente para poder hablar con ella. Al llegar al hospital lo primero que hice fui ir directo a su servicio, para poder verla. Allí me dijo Rosalie que Bella había llamado, cambiando el turno para toda esta semana con Mandy.

-¿Ha sucedido algo Edward?- me preguntó Rose preocupada.

-No, tranquila no te preocupes- miré mi reloj, y me volví a dirigir a ella -tengo reunión con los nuevos residentes, pasaré más tarde- me despedí para irme a cambiar.

Al llegar a la salita, me encontré con Emmet, Mark, otro de los cirujanos, y el doctor Gills, nuestro jefe de servicio y padre de Mark. Me disculpé por la tardanza, y el doctor Gills empezó su discurso.

-Soy el doctor Albert Gills, y quiero darles la bienvenida al North-Union y al servicio de cirugía general. Quiero presentarles al doctor Emmet Cullen, cirujano especialista en cardiología- les dijo, señalando a mi hermano, el cual permanecía con los brazos cruzados sobre su pecho y mirando a los tres cirujanos residentes con una ceja alzada- y los doctores Mark Gills y Edward Cullen, especialistas en cirugía general. Ellos les guiarán en sus primeros años cómo residentes... y aunque yo sea su supervisor, obedecerán sus órdenes cómo si fueran mías- les explicó con voz clara y firme. Una vez les explicó el funcionamiento del servicio, y las innumerables guardias que harían, nuestro jefe se retiró.

Los tres nos quedamos mirando a los tres chicos, mientras mi hermano tomaba el mando del asunto.

-Bien... parece ser que nos vamos a ver durante mucho tiempo... hay más cirujanos en el hospital, y a nosotros nos ha tocado enseñaros- empezó su discurso.

-Los tres esperamos esfuerzo y dedicación...- siguió Mark.

-Y que los buscas estén disponibles las veinticuatro horas del día... si todo eso se cumple, nos llevaremos bien- terminé el discurso.

-Las rondas de primera hora de la mañana las haréis conmigo... será la parte más teórica; si sois listos... y seguro que los sois.. os sabréis los historiales de los pacientes mejor que vuestros apellidos- dijo Mark, mientras yo hacía una mueca por no reírme.

-Así se empieza... según se vaya viendo vuestro progreso, empezareis a entrar en quirófano, con cualquiera de los tres- terminó Mark el discurso.

-¿Alguna pregunta?- cuestioné poniéndome serio.

Uno de los chicos carraspeó... hice un gesto con mi cabeza, instándole a preguntar.

-¿Son parientes?; llevan todos los mismos apellidos- preguntó confuso. Rodé mis ojos, mientras Emmet negaba con la cabeza y se acercaba a él.

-Todavía no es tiempo de preguntas personales, doctor...- dejó sin acabar la frase, esperando su respuesta.

-Anthony... Anthony Milles- susurró tembloroso. Era bastante más bajo que Emmet, delgado y con el pelo moreno muy corto.

Se volvió al que estaba en medio, alto, rubio y con el pelo recogido en una coleta. Tenía una pinta de rebelde increíble.

-James Cam- dijo fijamente, mirando a mi hermano a los ojos con una pequeña mueca... malo.

Pero Emmet pasó de largo, y miró al tercero, con una ceja alzada.

-Garret Sellerman- respondió escuetamente. Era alto y moreno también, éste por lo menos, al igual que Milles, tenían pinta de ser más tranquilos.

-Bien señores... hora de la ronda, síganme- les ordenó Mark, cogiendo los historiales y saliendo de allí.

Antes de que desaparecieran por la puerta, Emmet se dirigió al grupo.

-Cam... con leche y sin azúcar- le dijo mi hermano escuetamente. Éste iba a protestar, pero mi hermano tomó la palabra de nuevo.

-¿No me has oído?- preguntó resuelto. El chico simplemente asintió, para después salir.

Me quedé mirando a Emmet con una mueca en la cara.

-¿No crees que te has pasado un poco?- interrogué mientras miraba un historial.

-Nop... yo me pasé el primer año de criado con Silver... y ese chico no me gusta... no me da buena espina- dijo pensativo.

-Bueno... es el primer día, las apariencias engañan- le contesté.

-Veremos cómo va todo... por cierto... ¿por qué has llegado tarde?- preguntó curioso.

Tomé aire, explicándole lo ocurrido la noche anterior. Él me escuchaba atentamente, sin interrumpirme. Cuándo terminé, movió la cabeza, negando en silencio.

-¿Qué?- le pregunté, me estaba poniendo de los nervios.

-Hermano... me parece que la has cagado pero bien... te lo dije antes de empezar a salir con ella... deja que la vida siga, y entierra el pasado de una buena vez- me reprendió.

-Ojalá fuera tan fácil... pero tengo miedo... miedo de volver a ilusionarme y que de repente, pase algo y te ponga tu vida patas arriba- le expliqué un poco enfadado.

-Edward... a mi no me engañas; sé que la amas... tu comportamiento de estos últimos meses es... no sé explicarlo... no te veía así desde hace mucho tiempo... y eso es porque la amas- concluyó de contarme.

Agaché la mirada... pero lo admitía, Emmet tenía razón.

-¿Crees que se puede vivir así, sin atreverte a dar un paso por miedo a lo que pueda pasar?; Edward, mira... yo no sé si las cosas saldrán bien entre Bella y tú... pero si todo iba bien... ¿por qué pensar en algo que puede que nunca pase?; si viviéramos así de aterrados, no viviríamos tranquilos... y nos perderíamos muchas cosas- me dijo. Al ver mi silencio, negó con la cabeza mientras salía por la vuelta, pero antes de salir se volteó.

-Habla con ella... incluso tómate un tiempo si lo necesitas... pero ten cuidado, quizá al final sea demasiado tarde- me dijo antes de salir por la puerta.

Medité las palabras de mi hermano. Debía hablar con ella y aclarar este lío... y si ella quería un tiempo, se lo daría... pero no podía perderla, no lo resistiría otra vez.

Esa mañana estuve distraído, pensando en una manera de arreglar las cosas con Bella. Antes de cambiarme, fui a ver si Bella había llegado. Normalmente era muy puntual... y efectivamente, allí estaba. Me acerqué con cautela, no sabía que reacción iba a tener.

-Hola- le saludé con una pequeña sonrisa. Ella levantó la cabeza. Tenía mala cara, y sus ojos rojos delataban que había llorado.

-¿Qué quieres Edward?- me preguntó con voz cansada.

-Bella, tenemos que hablar- le dije tensándome, intuía que no me lo iba a poner fácil.

-¿Para qué?; ya me lo dejaste bien claro ayer- me contestó mirándome fijamente.

-Bella... yo... lo siento, lo siento mucho de verdad... no quería que te sintieras mal y no...- pero ella me interrumpió.

-La culpa es mía Edward... pero he llegado a una conclusión, y es que no puedo- dijo ella, intentando que la voz no se le quebrase.

-¿Qué no puedes?, Bella no...- supliqué desesperado, sabía lo que me iba decir.

-No puedo competir con ella, nunca fue mi intención... es mi culpa por hacerme tontas ilusiones... creí que podías llegar a amarme- suspiró con pena.

-Bella... y lo hago, de veras... no quiero perderte, por favor- supliqué de nuevo.

Ella negó con la cabeza, mientras me miraba con cariño.

-Edward... no quiero que me lo digas por lo que pasó ayer... quiero que salga de ti, de aquí- me dijo, poniendo la mano encima de mi corazón – pero creo que necesitamos un tiempo separados, debes poner en orden muchas cosas, y yo también- musitó ya con lágrimas en los ojos.

Agaché la mirada, abatido y con un dolor en el pecho que nunca había sentido. Ella me miraba con cariño, mientras me seguía diciendo.

-Debes hacerlo... y si de verdad me amas, yo seguiré aquí... esperándote y amándote. Y aunque me dolía en el alma, asentí con pena. Si ella quería un tiempo, con todo el dolor de mi corazón, se lo daría.

-Lo siento mucho Bella, todo lo que ha pasado- me intenté disculpar; ella me calló con un dedo, poniéndolo sobre mis labios.

-Edward, no más disculpas- terminó de decir, para abrazarme con cariño. Desesperadamente la apreté contra mi, escondiendo mis lágrimas en su cuello. Una vez ella rompió el abrazo, me disponía a salir, cuándo su voz me hizo girarme de nuevo.

-Sólo una cosa más- me dijo con una triste sonrisa.

-Dime- la animé a decirme.

-No tardes mucho, por favor- me suplicó llorando de nuevo. No fui capaz de decirle nada, las palabras no salían de mi boca. Me dirigí a cambiarme, para marcharme de nuevo a la soledad de mi apartamento.
*********************************************************************************************************************************
Estaba hundida, y con una depresión de caballo a mis espaldas. Sabía que ambos sufríamos... pero necesitábamos tiempo, sobre todo Edward. Desde aquella conversación que tuvimos, sólo le veía en el hospital, y no mucho tiempo. Una vez la gente se enteró de nuestra "ruptura", Jasper intentaba no mandarme a ningún quirófano con él mientras no fuese necesario; en los turnos de guardia apenas coincidíamos... pero siempre que nos cruzábamos me saludaba y me preguntaba por Megan. Hasta ella parecía echar de menos a Edward... o puede que fueran imaginaciones mías.

El contacto con Esme y Carlisle también se redujo bastante. Lo sentí en el alma, sabía que adoraban a la niña... pero era una situación incómoda, para ellos y para mi. Emmet seguía igual que siempre... pero no me presionaba, nos entendía a ambos.

Pero aunque mi interior estaba roto y destrozado, ante los demás intentaba poner buena cara y disimular... y más hoy, que era un día muy importante para mi.

Hoy era siete de abril... y mi niña cumplía un añito. No había organizado nada, tan sólo estaríamos Jake, Leah y yo con la peque... aunque en mi servicio me dieron un montón de regalos para ella. Esme me había llamado por la mañana, para feclicitarla... y preguntarme cómo estaba yo, la verdad es que era muy amable y buena. Carlisle me subió su regalo antes de marcharme.

No vi a Edward en toda la mañana, supuse que tendría turno de tarde o de noche. Llegué a casa cargada de paquetes, y allí estaba mi niña, que torpemente caminó hasta mi.

-Hola cariño, muchas felicidades- le susurré bajito, dándole besitos por toda la cara. Ella me sonrió, e intentó pronunciar algo, pero no le salía nada coherente.

-Hola hermanita- me saludó Jake, dándome un beso en la mejilla. Leah estaba trasteando por la cocina, de modo que dejé a la niña con Jake para ir a ayudarla.

Una vez nos sentamos los tres a la mesa, puesta que Megan ya había comido, mi hermano empezó a hablar.

-¿Cómo estás Bells?- me interrogó, mirándome fijamente a los ojos. Jake era una de las personas que mejor me conocía... y a el no lo podía engañar. Lo confieso, no sé mentir muy bien.

-Bueno... he tenido épocas mejores- susurré, bajando la mirada al plato.

-¿Cómo le va a Edward?- me preguntó mi cuñada. Me encogí de hombros, mientras le contestaba.

-Lo poco que sé, bien... no le veo mucho, la verdad-.

Algo debieron ver en mi mirada, porque no volvieron a sacar el tema, cosa que agradecí.

-Bien... Leah y yo también estamos de celebración- exclamó mi hermano, cambiando de tema y tomando a Leah de la mano.

Les miré expectante, esperando a que hablaran.

-¿Y bien?- pregunté, mirándolos.

-Bueno... vas a ser tía- me dijo Jake con una sonrisa, la misma que tenía Leah en su cara.

-¡Oh, dios mío!, felicidades- dije emocionada y alegre mientras me levantaba y daba un gran abrazo a los dos. Por fin su sueño se cumplía.

Una vez me recuperé de la noticia, disparé mi arsenal médico.

-¿De cuánto estás?, ¿ya te has hecho los análisis del primer trimestre?- pregunté.

-Pues... verás Bella, no estoy embarazada- respondió Leah tan tranquila.

-¿C...cómo?- pregunté confusa.

-Verás... -Jake se rascó la parte de atrás de la cabeza- hace unos meses, justo antes de navidades... iniciamos los trámites de adopción- me contó.

-¿De verdad?... ¿y por qué no me dijisteis nada?; ¿te ha dicho el médico que tienes algún problema?- pregunté a Leah, preocupada y sorprendida a la vez.

-No Bells... el doctor Simmons nos aseguró que no tenemos problemas... pero la adopción era algo en lo que llevábamos pensando mucho tiempo- me explicó mi cuñada.

-Y decidimos tantear algunas agencias de adopción... decidimos no decir nada, hasta pasar las entrevistas y los requisitos que te exigen- me explicó jake mientras comíamos... yo tenía demasiada hambre, iba ya por el tercer plato de ensalada.

-Y hace diez días, nos dieron el aprobado... en tres meses nos vamos a buscarlo... bueno, a buscarla- me explicó Leah emocionada.

-¿Es una niña?- pregunté con una sonrisa.

Ellos asintieron, mientras Leah me tendía una foto. Una preciosa niña de aproximadamente tres meses de edad, gordita, con el pelo color marrón oscuro y con los ojos rasgados descansaba en brazos de alguien, pero no se le veía la cara en la foto.

-Se llama Mailin, y es vietnamita- me explicó Jake, mirando la foto con una sonrisa.

-Es preciosa... muchas felicidades a ambos- por lo menos alguien era feliz... y Megan tendría una primita para jugar.

Después de contarme cómo sería su viaje, y de que la niña estaba sana y más cosas, nos dispusimos a saborear la pequeña tarta de cumpleaños. Jake encendió una velita, e intentamos que Megan la apagara sola... pero al final necesitó un poco de ayuda.

En esos momentos me acordé mucho de Edward, en cómo le habría gustado estar aquí.

Le dimos un pequeño trozo de tarta a Megan, pero prefirió irse a jugar con sus nuevos regalos. Sonreía mientras la miraba y me metía un trozo enorme de pastel a la boca.

-Bells... ¿desde cuándo te gusta el pastel de chocolate y galleta?... no eres muy de chocolate- dijo Jake mirándome extrañado. Me quedé extrañada, mirando la tarta... y lo más curioso, me apetecía otro trozo.

-Compramos tarta de chocolate por Megan... no sabía que te habían cambiado los gustos- dijo Leah.

Sonreí, intentado poner buena cara.

-Bu... bueno... tendré hambre, hoy no he desayunado- dije resuelta.

**********************************************************************************************************************

Mi hermano y mi cuñada se marcharon bien entrada la tarde. Estaba intentando cazar a Megan para meterla en la bañera, cuándo sonó el timbre de la puerta. Me quedé impactada, observando a Edward en la puerta. Estaba guapísimo, como siempre.

-Hola Bella- me saludó con una sonrisa de nervios.

-Hola, pasa por favor- le invité amablemente, apartándome de la puerta. Observé que traía un paquete envuelto en la mano.

-Supongo que vienes a felicitar a la cumpleañera- le dije con una sonrisa. El asintió, mientras le invitaba a pasar hacia el salón.

Se quedó embobado mirando a la niña; ésta, nada más verle, echó a andar hacia los brazos que le tendía. La levantó y la cogió.

-Feliz cumpleaños mi niña- oí que la decía muy muy bajito... pero yo lo oí... y no pude evitar que las lágrimas inundaran mis ojos. En un esfuerzo porque Edward no las viese, me dirigía la cocina con la excusa de prepararle un café y darle un pedazo de tarta. Una vez lo llevé al salón, me los encontré en el suelo, jugando cómo lo hacían antes y desenvolviendo la muñeca que le había comprado Edward. Una mezcla de peña y añoranza me invadió, recordando los meses anteriores.

Edward levantó los ojos, y al ver la bandeja que llevaba en la mano se levantó para ayudarme.

-Gracias- dijo mientras tomaba la bandeja, nuestras manos se rozaron, y esa corriente volvió a aparecer, cómo cuándo estábamos juntos.

Ambos nos sentamos en el sofá, nos mirábamos con disimulo, hasta que él tomó la palabra.

-¿Cómo estás?- me preguntó.

-Bueno... bien- mentí descaradamente, pero sé que la sonrisa que le dediqué era más bien una mueca de pena.

-Ya... ¿cómo te va por el hospital?... hace mucho que no coincidimos en los quirófanos- me dijo suavemente.

Me encogí de hombros, para contestarle.

-Supongo que Jasper y Tyler lo han programado así- le dije, intentando aparentar indiferencia.

-Ya... bueno, supongo que en alguna guardia coincidiremos- respondió. Asentí levemente, mientras le preguntaba.

-¿Y tú, como estás?-.

-No te voy a engañar, no muy bien que digamos... os echo de menos... mucho- dijo, mirándome fijamente, y con la pena y el dolor escrito en sus ojos.

Suspiré, ¿cómo decirle que lo necesitaba con urgencia, que lo añoraba día tras día... que lo amaba más que a nada en el mundo...?; ¿pero el me amaba?.

-Bella... - dijo mientras dejaba la taza y se acercaba peligrosamente a mi. Mi respiración se agitó, necesitaba sentirle cerca de mí... y no pude evitar rozar mis labios con los suyos.

Todo daba vueltas a mi alrededor, sabía que ésto no estaba bien... pero no podía evitarlo. Echaba de menos sus besos y sus caricias... y me descontrolé. Mis manos viajaron a su pelo, y enredé mis dedos en el. Sus manos acariciaban mi cara con delicadeza, pero a la vez con necesidad, como reconociéndome y asegurándose de que era yo... pero una vocecilla nos hizo separarnos.

-Pa...pá- Edward yo nos volvimos apresuradamente. Megan estaba de pie a nuestro lado, con las manos apoyadas en las rodillas de Edward. Ambos nos quedamos sin aliento, mirando a la pequeña. Giré mi vista hacia Edward, que estaba mudo de la impresión.

-Yo... lo siento... es pequeña y todavía no distingue- no sabía que más decir o hacer.

-No pasa nada Bella... lo comprendo- dijo con una pequeña mueca de pena -debo irme, se ha hecho tarde- me dijo con una pequeña sonrisa. Dio un beso a la niña, y lo acompañé hasta la puerta.

-Gracias por venir, y por el regalo- le agradecí -y siento lo qué ha pasado... no...- me intenté disculpar.

-Bella... no me ha molestado... es más, me ha gustado... y sabes qué, si quieres, yo...- dejó la frase inconclusa, pero sabía a lo que se refería.

Asentí, mientras le daba un beso en la mejilla, observé que el cerró los ojos, disfrutando de nuestro pequeño e inocente contacto.

-¿Mañana vas de turno de mañana?- me preguntó una vez me separé de él.

-Sí... tengo un by-pass con tu hermano- le expliqué, como en los viejos tiempos.

-¿Podré invitarte a desayunar?- se ofreció tímidamente.

Asentí con una gran sonrisa, me dio una de vuelta y se metió en el ascensor. Lentamente cerré la puerta de casa, mientras miraba a mi pequeña, ajena a todo lo que había provocado.

Después de bañarla y acostarla, me senté un rato al ver la tele. Al de un rato, caí en la cuenta de lo del chocolate... y un escalofrío sacudió mi columna. Me acerqué a la cocina, y rápidamente busqué un calendario. Una vez lo tuve en mis manos, mi mente no hacía más que echar cuentas... las repetí como unas cinco veces... y todas con el mismo resultado.

Ningún síntoma, más que el hambre y las emociones... igual que la primera vez.

-Dios... ¿dónde está mi periodo?- pensé en voz alta, mientras el calendario se caía de mis manos.
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Curando un corazón (+18) Completo - Página 2 Empty Re: Curando un corazón (+18) Completo

Mensaje por Atal 27/4/2010, 8:44 pm

Capítulo 15: Enterrando los miedos


EDWARD PVO

Papá... esa simple palabra, dicha de forma inocente por mi niña , hizo que un cúmulo de sensaciones se atoraran en mi garganta. La emoción que sentí fue tal, que parece que huí despavorido de casa de Bella, pero no es así en absoluto.

Un sentimiento que nunca había tenido apareció en mi interior... amaba a esa pequeña, y ahora tenía más claro que nunca que quería ser su padre.

Y la más importante de todas, amaba a su madre, con todo mi corazón. Amaba a Bella no sólo por haberme dado la oportunidad de ser padre con Megan... sino que la amaba por cómo es ella. Adoraba sus manías, sus dulces despertares, sus pucheros de pena para conseguir algo, muy al estilo Alice, su mal genio Swan, cómo decía Jake...

La amaba porque ella me había enseñado, poco a poco y con una paciencia infinita, a enterrar los fantasmas del pasado, a recordar a Sophie sin hacerme daño, me había enseñado que hay que vivir en el presente, sin pensar lo que puede venir en el futuro... ella, que tan mal lo había pasado en su niñez y adolescencia en su hogar, era la persona más valiente y optimista que había conocido.

La soledad que había sentido esas semanas, estando separados, fue horrible y angustiosa. Cada cosa que hacía u observaba me recordaba a ella, y cada vez que eso sucedía, un dolor se adueñaba de mi pecho, dejándome intranquilo y nervioso.

Era un dolor distinto a todo lo que había sentido hasta el momento... y era por tener que separarme de mi amor, y tener que verla casi todos los días y no poder abrazarla, no poder tener nuestras conversaciones y puntos de vista, no discutir qué hacer para cenar o ver quién bañaba a Megan...

Y pensar que una simple palabra, como era papá, había bastado para que reaccionase... qué tonto he sido... ¿por qué no se lo he dicho antes... si la amo con locura?.

Pero no era tiempo de lamentaciones, ahora era tiempo de "deshacerme" del pasado y recuperar a las que, esperaba, fueran mi mujer y mi hija en un futuro no muy lejano.

A la mañana siguiente, llamé al hospital, para pedir un día por asuntos propios. No pedía muchos permisos de ese tipo, así que me lo concedieron sin problemas. Le mandé un mensaje a Bella, diciéndole que me había surgido un asunto que resolver y que la vería al día siguiente en el hospital.

Me vestí y cogí el coche. Paré a las puertas de ese lugar que no había pisado desde aquel día. Compré un pequeño ramo de margaritas blancas, sus flores preferidas, y lentamente me acerqué al lugar dónde ella descansaba. Suspiré pesadamente, mientras dejaba las flores apoyadas en la lápida de mármol blanco.

-Hola Sophie... te resultará raro verme aquí después de más de dos años... pero creo que te lo debía- murmuré en voz baja.

-Te preguntarás qué hago aquí... -sonreí a medias -es mi particular manera de decirte adiós... no quiero que pienses que te voy a olvidar, porque no es así en absoluto... pero creo que ha llegado el momento de pasar página -hice una pausa, para proseguir -se llama Bella, y estoy enamorado de ella; sabes que te quise más que a mi vida... y que te querré siempre... pero no puedo vivir sumido en los recuerdos- dije, mirando hacia el horizonte.

-Estoy seguro de que Bella te hubiera encantado, lo curioso es que no os parecéis en absoluto -sacudí mi cabeza, negando con una sonrisa -tiene una niña, acaba de cumplir un añito... se llama Megan, y es preciosa; y si Bella me acepta, la voy a adoptar y darle mi apellido- afirmé con decisión.

-No me parece bien comparar, no sería justo; nunca dudé del amor que nos teníamos, cómo ahora tampoco dudo de lo que siento por Bella... simplemente las circunstancias de la vida lo han hecho así... ella es ahora mi vida, y mi futuro-.

Hice una pequeña pausa; no me había dado cuenta de que llovía ligeramente, apenas unas insignificantes gotas.

-Siempre estarás en mi corazón Sophie... nunca te olvidaré- con esas palabras, mirando al cielo, me di la vuelta, dejando en aquel lugar una parte de mis recuerdos y de mi vida anterior.

Una vez me monté en el coche, me sentía en paz y tranquilo conmigo mismo. Suspirando, tomé el camino de vuelta a casa. Miré el reloj, se me había pasado casi toda la mañana. Al llegar de nuevo a mi apartamento, llamé a la persona que necesitaba ver a continuación.

A eso de las cuatro de la tarde, el timbre sonó. Presuroso fui a abrir.

-Hola Edward, me alegro de volver a verte- me saludó con un abrazo.

-Hola Tanya... estás igual que siempre- le dije con educación.

-Jjajaja... no sé qué decirte, el trabajo y los niños absorben parte de mis energías- dijo mientras se quitaba la chaqueta y yo la invitaba a pasar al salón.

Una vez serví los cafés, comenzamos a hablar.

-¿Cómo te ha ido en este tiempo?- me preguntó con cautela, mientras daba vueltas al café con la cucharilla.

-Bueno... he pasado mis momentos... verás Tanya, he conocido a alguien- le dije sin rodeos. Ella me escuchaba atentamente, mientras le contaba la historia de Bella. Ella asentía y no me interrumpía. Al acabar, se tomó unos minutos para hablar.

-Me alegro por ti Edward, mucho... y si quieres que te diga la verdad, ya era hora- apuntó con una sonrisa, para después proseguir -¿me has llamado por eso?-.

-Bueno... eres el único familiar de Sophie que vive por aquí cerca... verás... tengo algunas cosas de ella, y quisiera que se las hicieras llegar a su madre- le expliqué. Ella asintió.

-Hace mucho que no tengo noticias de la tía Martha, se que se mudó a New Jersey unos meses después del accidente; ya sabes que mi madre y ella, aunque son hermanas, no se han llevado especialmente bien- me recordó.

Asentí despacio, mientras me levantaba para servirme otra taza de café.

-¿Y Laurent y los niños, están bien?- le pregunté.

-Bien, Laurent trabajando mucho... tiene entre manos una buena oferta de trabajo, estamos sopesando el mudarnos a Los Ángeles- me contó.

-¿Y tú trabajo?- pregunté extrañado.

-Lo hemos estado hablando, y la oferta que le ha hecho ese bufete de abogados es muy buena, tanto laboral como económica... y yo podría dedicarme unos años a los niños, sabes que aún son pequeños- me contaba.

Estuvimos hablando un rato más, hasta que ella se levantó.

-Bien, debo irme... los niños salen en una hora de natación- me explicó mientras se ponía la chaqueta.

-Te ayudaré a bajar las cajas- le dije. Una vez bajamos las dos cajas con los enseres de Sophie y las cargamos en su coche, se volvió para despedirse de mi.

-¿Estás seguro de qué no quieres quedarte con nada de ésto?- me preguntó por última vez.

-No- suspiré -es mejor así... gracias por venir, me ha gustado volver a verte; dale recuerdos a Laurent y a los niños- le dije mientras la abrazaba.

-Y tú dáselos a tus padres y a Emmet; haces muy bien Edward, créeme, por muy prima que fuese de Sophie, me alegra que rehagas tu vida, eres muy joven y debes vivir- me recordó por enésima vez esa tarde.

-Gracias por todo Tanya... espero que os vaya muy bien- le deseé de corazón.

-Cuídate Edward- me dio un beso en la mejilla y se montó en el coche, para desaparecer calle abajo.

Me quedé en el portal, con los brazos cruzados, sabía que hacía lo correcto... con una sonrisa, entré a mi apartamento, dispuesto a seguir con el plan trazado.
***********************************************************************************************************************************
A pesar de que estuve toda la noche dándole vueltas al asunto, me quedé completamente dormida... y lo primero que hice a la mañana siguiente, nada más llegar al hospital y cambiarme, fue dirigirme al laboratorio. Sandy, una de las chicas que trabajaba allí, era bastante simpática y amable, además me debía un favor. Tuve suerte, ya que estaba de turno de mañana. Le pregunté si podía hacerme unos análisis, incluyendo hormonas de embarazo; ella abrió mucho los ojos, pero asintió.

Por los cálculos que me salían, debía estar de casi unas seis semanas. Me sacó tres tubitos, y me dijo que me pondría un mensaje al busca hacia la última hora de la mañana.

Le di las gracias, y me dirigí a mi servicio, para poder desayunar, ya que había venido en ayunas para los análisis.

Me extrañó mucho el mensaje de Edward de que se tomaba el día libre... pero por una parte lo agradecía, así no le daba explicaciones del por qué de los análisis.

Desayuné y me preparé para el by-pass que tenía con Emmet. No podía entender cómo este hombre, tan bromista y vacilón, podía ser uno de los más importante cardiólogos de la Costa Oeste, era increíble. Una vez terminamos, le pregunté por Edward, a ver si sabía el porque no había venido al trabajo. Se encogió de hombros, diciendo que no sabía nada.

El resto de la mañana la pasé tranquila en reanimación, haciendo las rondas y poniéndome al día con los informes. Mandy estaba operando, y Alice y Rose estaban de tarde esa semana, así que estaba con Ángela, que aunque era muy amable y simpática, cómo casi nunca coincidíamos, apenas sabía de ella.

A la una y media del mediodía, mi busca sonó; lo cogí y era Sandy. Me encaminé con paso apresurado al laboratorio... el corazón me latía deprisa. Allí estaba Sandy, esperándome en la puerta.

-¿Y bien?- pregunté ansiosa.

-Enhorabuena mamá- me felicitó dándome los resultados. Mis ojos se ensancharon, leyendo los informes.

-Tienes una beta de 160... eso significa que estás de unas seis semanas, día arriba día abajo- me explicó lentamente.

Negué con la cabeza.

-Pero... ¿cómo es posible?, ¿me ha fallado la píldora?- pregunté para mi misma, asombrada. Sandy me miró extrañada... pero enseguida dio en el clavo.

-¿Has tomado alguna medicación que contrarresta los efectos?; no sé...ansiolíticos, antibióticos...- empezó a preguntar, y caí.

-La amigdalitis... los antibióticos, claro- ahora sí que me cuadraba... aunque en unos pocos días estuve bien, tuve que terminarme las dosis.

-Pues ahí lo tienes... y pasa más de lo que crees, créeme... a mi hermana le pasó lo mismo- me explicó.

Asentí... ni Edward y yo caímos en la cuenta... ¿qué iba a hacer ahora?.

-¿Edward lo sabe?- me preguntó Sandy. Negué con la cabeza.

-No... no digas nada, por favor- le pedí, primero debía hablar con él.

-No te preocupes Bella- me aseguró de que no saldría nada de sus labios. Me despedí de ella y me dirigí del nuevo a mi servicio. Por suerte, ya casi era la hora de salir, y me apresuré a cambiarme y marcharme a casa.

Una vez llegué allí, me despedí de Leah, que se iba a trabajar, y me senté en el sofá, completamente alucinada y sorprendida.

Estaba embarazada... un hijo, mío y de Edward... tenía un cúmulo de sensaciones; por una parte estaba feliz... pero por otro lado... tenía miedo, miedo de la reacción de Edward, cómo se lo tomaría; encima justo ahora, que estábamos separados.

Lloré de rabia, de alegría, de impotencia... pero una cosa tenía clara, tenía que decírselo a Edward. Decidí darle una sorpresa, e ir a su apartamento. Esperé a que Megan se despertara, y después de prepararla, salimos hacia allí. Fuimos dando un agradable paseo, sólo había estado un par de veces, ya que por Megan, siempre dormíamos en mi casa. Al llegar a la esquina mis ojos se ensancharon por la imagen que vi. Edward estaba metiendo unas cajas en un coche, seguido de una chica muy guapa. Le vi cerrar el maletero, y abrazarla. Después se montó en el coche, y ella se fue.

¿Quién era ella?... ¿Edward se estaba mudando?...Ayer me dijo que me echaba de menos, y hoy el asunto pendiente que le había impedido ir a trabajar era ese... una ola de tristeza se apoderó de mi, y empecé a llorar a mares... y la rabia que sentí fue tal, que me encaminé con paso firme hacia su casa, dispuesta a decirle cuatro verdades.

Mis nervios estaban que iban a explotar, mis dedos repiqueteaban nerviosamente en el asa de la sillita de la niña. Nada más bajar del ascensor, aporreé el timbre. No tardó mucho en abrirme.

-Bella- me dijo nada más abrir la puerta -qué sorpresa, pasa por favor- me dijo apartándose. Será cretino, encima estaba tan tranquilo.

Se agachó para sacar a Megan del carro y cogerla en brazos.

-Hola mi niña- le dijo mientras la besaba. Ella reía suavemente, mientras que le rodeaba el cuello con sus bracitos. Se adelantó para darme un beso en la mejilla, pero le aparté la cara.

-¿Podemos hablar?- le pregunté fríamente. Me miró extrañado por mi reacción, pero me indicó que pasara a la sala. Una vez allí, le hice la pregunta sin rodeos.

-¿Así que te mudas?- interrogué desafiante. El me miró sorprendido, mientras ponía a Megan en el suelo.

-¿Cómo lo has sabido?- me preguntó extrañado.

-Te he visto abajo... con ella... metiendo las cajas en su coche- susurré desviando la mirada, enfocando mi vista en la ventana.

El pareció meditar unos instantes, hasta que se empezó a reír.

-De modo que es eso... Bella cariño, ¿no crees que antes de imaginarte cosas debes preguntar?- me dijo divertido, acercándose a mi.

-No me toques- le contesté desafiante. El se apartó un poco, sorprendido por las contestaciones que le estaba dando.

-Bella... no es lo que te imaginas- se explicó.

-Lo que no entiendo, es que ayer te plantes en mi casa, diciendo lo mucho que me extrañas, me beses... y hoy me encuentro con esto- le dije sin poder contener las lágrimas. El me miraba con los brazos cruzados, muy seriamente.

-¿Has terminado?- me preguntó. Asentí ,mientras hice el amago de ir a por Megan, para ponerla en la sillita. Quería irme de allí cuánto antes, pero me cogió del brazo.

-Suéltame- le ordené, pero no lo hizo.

-No hasta que me escuches... por favor- suplicó desesperado. Suspiré y asentí.

-Esa chica que viste abajo es Tanya... -le interrumpí bruscamente.

-No me interesa saber su nombre-. El negó con la cabeza, mientras proseguía.

-Es una prima de Sophie... le llamé para ver si podía venir a buscar unas cosas de ella, para que se las diera a su madre- me empezó a explicar.

Mi mente procesaba lo que me estaba contando... no entendía nada. Al ver mi titubeo, me preguntó.

-¿Te importaría sentarte, por favor?- me invitó, señalando el sofá. Asentí, mientras el se acomodaba a mi lado.

-¿Por qué no has ido a trabajar?- le pregunté extrañada.

Tomó aire, para empezar a explicarse.

-Verás... creo que primero de todo, te debo una disculpa... por haber huido ayer de tu casa- dijo con una sonrisa; le miré sin entender nada.

-Cuándo Megan me llamó papá, cierto que me quedé sorprendido... pero me sirvió para darme cuenta de algo- me explicó.

-¿De qué?- pregunté suavemente.

-De que no puedo estar un sólo segundo más alejado de vosotras... alejado de ti. Hoy he ido al cementerio a ver a Sophie... a despedirme de ella... necesitaba hacerlo, para poder cerrar ese capítulo de mi vida- me explicaba con una mirada de melancolía.

-Edward...- no quería que sufriera así, pero no me dejó terminar.

-Después llamé a Tanya... ella es la prima de Sophie, y le pedí que viniera para llevarse las pocas cosas que todavía tenía de ella; ella está casada, y tiene dos hijos- me explicó con una pequeña sonrisa.

Estaba sopesando toda la información que me había dado, pero había algo que no entendía.

-¿Entonces por qué te mudas?- pregunté extrañada, no me cuadraba nada.

El tomó aire, se levantó y se arrodilló enfrente de mío... no... no podía ser, empecé a hiperventilar. Cogiendo mi mano, me habló con una mirada llena de ternura y amor.

-Bella... voy a vender este apartamento; iba a empezar a buscar una casa para poder criar a Megan... y si dios quiere y tu me aceptas, a los hijos que tendremos en el futuro. Te amo, con todo lo que eres, con tus defectos y manías, con tu sonrisa y tu malhumor, con la hija que me has dado -me dijo mirando a Megan con cariño -déjame que cuide de ti, de vosotras... sé que he sido un cobarde, por no habértelo dicho antes, pero he terminado entendiendo que no se puede vivir con miedo...y estas semanas separados, he tenido mucho miedo... miedo de volver a perder lo más valioso que tengo- dijo bajando la vista, mientras acariciaba suavemente mi mano.

-Edward... -apenas podía hablar, las lágrimas y la emoción no me dejaban hacerlo, pero el siguió su discurso.

-Bella, nunca hemos hablado de matrimonio... y no sé lo que piensas al respecto; se que llevamos poco tiempo saliendo, pero es lo que me dicta el corazón... y me harías el hombre más feliz del mundo si aceptaras ésto- me dijo abriendo la palma de la mano, y mostrándome un anillo de oro blanco, muy moderno de diseño, con pequeños brillantes cuadrados, que lo rodeaban por completo.

-Cásate conmigo- susurró muy muy bajito, mirándome embelesado.

Las lágrimas ya habían hecho acto de presencia; no podía creer lo que me estaba diciendo... me amaba, me quería... y quería qué me casara con él. Cerré los ojos, mientras todas las imágenes pasaban en mi mente, como un álbum de fotografías. Y pensar que casi le monto el mayor espectáculo del siglo, sin saber nada de la historia. Lentamente me solté de su agarre, y me puse de pie, necesitaba unos segundos para poder digerir la noticia...

Me acerqué suspirando a la ventana... sabía que lo que él había hecho hoy, el despedirse de Sophie, sacar sus pertenencias de casa, lo había hecho por mi, por nosotras... para mi era una prueba de amor, del amor que me ofrecía y nos daba.

Una cosa tenía clara, lo amaba... era increíble cómo en los pocos meses que llevábamos juntos me había hecho tan dependiente de él, porque no podía imaginar mi vida con otro que no fuera él... lentamente me volví, para quedar enfrente suyo. Tomé aire, para responderle.

-Edward... siento haber dudado de ti, perdona por haber pensado mal de Tanya- le dije avergonzada. Estas hormonas van a matarme, pensé para mis adentros.

El negó con la cabeza, sonriendo levemente.

-No te disculpes Bella, no pasa nada- me dijo suavemente.

-Y en cuánto a lo otro... -cerré los ojos un momento -claro que acepto... que aceptamos los tres- le contesté con lágrimas en los ojos. Su reacción no fue otra que abrazarme con fuerza. Aspiré su aroma, que tanto había extrañado, mientras me acurrucaba de nuevo en sus brazos.

El se separó de mí, para ponerme el anillo en el dedo corazón de la mano izquierda, una vez lo colocó, me acercó a el para besarme. Por fin volvía a sentir sus labios contra los míos, los había extrañado tanto... me besaba con ansia, con cariño, con paciencia, con amor... ese amor que hasta hace unos minutos pensaba que no me correspondía, que equivocada estaba.

-Bella... mi amor, no sabes lo feliz que me haces, gracias, gracias, gracias- repetía una y otra vez, besando cada parte de mi rostro. Una vez nos separamos, cogió a Megan, besándola y abrazándola.

-Papá- dijo ella en voz baja, y yo con una sonrisa, asentí.

-Si cariño, es papá... y ya no se va a ir a ninguna parte- le dije. Edward nos abrazó a ambas, llorando emocionado. Pero al momento levantó la vista.

-Cariño...¿por qué has dicho aceptamos los tres?- preguntó extrañado.

Sonreí, mientras cogía a Megan en brazos. Me miró sin entender nada... no sabía cómo decírselo, y a veces un gesto vale más que mil palabras. Cogí una de sus manos, posándola en mi vientre y la mantuve ahí, junto con la mía.

-Edward... yo... venía a decirte una cosa- suspiré entrecortadamente- vamos a ser padres- le dije, mirándole con una pequeña sonrisa. Al principio su cara no cambiaba, pero pronto fue apareciendo una sonrisa emocionada en su cara. Apretó más mi vientre, sin hacerme daño, mientras me preguntaba.

-Bella... ¿es cierto?... quiero decir... ¿lo has confirmado?- me preguntó emocionado. Asentí con la cabeza, mientras me abrazaba con fuerza, bueno, nos abrazaba, ya que seguía con Megan en brazos.

Al de unos minutos, ya que seguía sin decir nada, le pregunté.

-¿Estás bien?-. El se separó para mirarme, tenía los ojos llenos de lágrimas.

-Soy tan feliz... gracias por este regalo Bella...pero no entiendo cómo ha pasado- dijo extrañado.

-¿Recuerdas la amigdalitis y los antibióticos...?- no necesité terminar la frase, ya que rodó los ojos, asintiendo con la cabeza.

-No me digas más...¿te digo una cosa?- me dijo con una sonrisa. Asentí con la cabeza.

-Benditos sean los antibióticos... porque me han hecho el hombre más feliz del mundo en estos momentos- me dijo en un susurro, para después besarme con pasión.

Una vez deshicimos el beso, miré la hora; para Megan ya era tarde.

-Es tarde Edward, y Megan tiene que bañarse y cenar- le dije suavemente. El asintió con una sonrisa, mientras me decía.

-¿Puedo irme con vosotras?; no quiero estar un minuto más separado de mis chicas... y de mi pequeño o pequeña- dijo con una sonrisa.

-Claro que sí... pero antes respóndeme a una cosa- le demandé. Me miró, esperando mi pregunta.

-¿Ibas a comprar una casa sin antes decirme nada?- interrogué extrañada.

-Ehhmmm... sí... una vez la tuviera, pensaba suplicarte hasta que me aceptases- dijo con una sonrisa de nervios y vergüenza -ahora estoy más tranquilo, la vas a elegir tú- me explicó.

-La elegiremos los dos- respondí, acercándome a él para besarle suavemente.

-Tu yo- me susurró cariñosamente, mientras me rodeaba la cintura con los brazos.

Ahora todo estaba bien, estábamos los tres juntos... bueno, los cuatro. Algo me decía que todo iba a salir bien, que nada podía pasarnos ni salirnos mal... estaba con el, entre sus brazos... y era lo único que necesitaba para sentirme viva.
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Curando un corazón (+18) Completo - Página 2 Empty Re: Curando un corazón (+18) Completo

Mensaje por Atal 27/4/2010, 8:47 pm

Capítulo 16: Juntos de nuevo


EDWARD PVO

El cúmulo de sensaciones que sentía en mi pecho no me dejaba pensar con claridad. Había recuperado a Bella, a mi pequeña... y le había pedido que se casara conmigo... y además... un hijo... una parte de mi y de Bella estaba en camino... nunca imaginé que el destino, que tan injusto había sido conmigo, ahora me regalara tanta felicidad.

Una vez llené dos maletas con mi ropa y efectos personales más necesarios, nos dirigimos al apartamento de Bella... bueno, ahora nuestro apartamento, provisionalmente hablando.

La sillita de Megan seguía en mi auto, no la había retirado en todo este tiempo. Mantuvimos una agradable conversación de camino a su casa, con nuestras manos permanentemente unidas en su vientre y miradas llenas de complicidad y cariño. Una vez llegamos a su casa solté las maletas en la puerta, mientras me encaminaba con paso lento hacia Bella, que tenía a Megan en brazos. Las rodeé fuertemente con mis brazos, mientras ella escondía la cara en el hueco de mi cuello, suspirando lentamente.

-¿Estás cansada cielo?- le pregunté con cariño. Ella asintió lentamente con la cabeza.

-Cansada... pero feliz, cómo nunca lo había sido- me confesó emocionada. Besé su frente, mientras cogía a Megan en brazos.

-Yo la baño, y pide algo de cenar, así descansas, ¿te parece?- ella asintió con una sonrisa, pasándome a la niña.

-Bien señorita, hora del baño- le dije mientras la besaba la sonrosada mejilla. Ella protestó un poco, no debía tener ganas. Conseguí engatusarla, y finalmente pude meterla en la bañera. Iniciamos una pequeña guerra con el agua, entre risas y cosquillas. Después de secarla y de ponerle el pijamita, me dirigí a la cocina, dónde Bella acababa de prepararle el biberón.

Una vez en nuestra habitación, Bella le daba la cena, mientras yo empezaba a deshacer las maletas.

-Te he hecho sitio en el armario- me indicó con una sonrisa, señalando parte de la barra y de los cajones, que ya había dejado libre.

Mientras yo ordenaba la ropa en el armario, empezamos a hablar.

-¿Vas a vender el apartamento con los muebles?- me preguntó con curiosidad. Me rasqué la nuca, pensativo.

-Creo que será lo mejor... el sábado iré con Emmet y recogeré libros, los utensilios de cocina y otras cosas así... lo guardaré en casa de mis padres hasta que encontremos nuestra casa- la expliqué. Ella asintió, pensativa. Una vez terminó la niña de cenar, Bella la llevó a su habitación. Entre los dos la metimos en la cuna, mirándola con cariño.

-Buenas noches chiquitina- le dijo Bella con una sonrisa.

-Menas oches- balbuceó con su vocecilla. En ese momento llamaron al timbre, y Bella fue a abrir.

-Papá, men- dijo mi niña.

-¿Qué pasa cariño?- me acerqué de nuevo a la cuna, acariciándole el pelo.

-Tete- pidió rascándose los ojitos. Le acerqué su chupete, y ella misma lo cogió. Lentamente cerraba los párpados. Le di un pequeño beso en la frente y salí, entornando la puerta.

Bella ya sacaba la comida y estaba poniendo la mesa. Me acerqué a ella, rodeándola con mis brazos y dejando un beso en su cabeza. Miré por encima de su hombro.

-¿Comida china?... ¿un antojo?- pregunté con una sonrisa. Ella asintió.

-Voy a ponerme el pijama- dijo. La seguí hasta la habitación, para ponerme yo también algo cómodo.

Disimuladamente, observé a Bella mientras nos cambiábamos. Físicamente todavía no se le notaba nada... pero tenía un brillo especial en los ojos, y para mi estaba mucho más guapa.

Cenamos tranquilamente, y una vez recogimos todo, nos tumbamos en la cama, teníamos muchas cosas que hablar.

Me recosté un poco sobre las almohadas, y Bella se acurrucó en mi pecho, con una de sus manos pasando por mi cintura.

-Te he echado mucho de menos- me confesó bajito.

-Y yo cariño... a las dos... pero ya no nos vamos a separar nunca- le dije, mientras besaba su cabeza. Mi mano reposaba en su vientre, dándole pequeñas caricias.

-Es increíble- susurré para mi mismo, pero Bella me escuchó.

-¿Qué es increíble?-.

-Todo lo que ha pasado en las últimas horas... en la suerte qué tengo... a veces creo que no me la merezco- murmuré. Ella me miraba extrañada.

-Bella... me ha costado darme cuenta... pero te he amado desde el primer momento en que te tuve frente a mis ojos... y te he hecho sufrir tanto, creo que jamás podré perdonármelo- dije con una mueca de pena y desviando mi mirada de la suya. Ella giró mi cara de nuevo.

-Edward... no quiero que vuelvas a pensar en eso... ya todo ha pasado, estamos aquí, juntos... y vamos a casarnos- añadió con una preciosa sonrisa.

-Ese asunto me traía de cabeza...- le confesé. Ella arqueó una ceja.

-Si, bueno... nunca habíamos hablado del tema, no sabía qué pensabas al respecto... y no me podía imaginar que esta tarde me dijeras si- le expliqué.

Ella me abrazó con cariño.

-Pues estabas muy equivocado- me rebatió con una preciosa sonrisa, mirando el anillo.

-¿Te gusta?- interrogué interesado.

-Es precioso... ¿cómo sabías que este modelo me encanta?- me preguntó curiosa. Sonreí, negando con la cabeza.

-No te voy a desvelar mis fuentes-. Ella rió conmigo. La estreché un poco más entre mis brazos, dispuesto a hacerle una pregunta delicada.

-Bella... quisiera pedirte algo. Ella me miró, esperando a que hablara.

-Quiero adoptar a Megan... y darle mi apellido... quisiera ser su padre- balbuceé.

-Edward... puede que no te hayas dado cuenta... pero siempre has sido el padre de Megan, eres su referente; tú me has ayudado a cuidarla y criarla esto últimos meses- suspiró, haciendo una pausa -un padre no es simplemente quién lo engendra... aparte de eso, es el que está día a día, dando amor y protegiendo a sus hijos... y tú lo has hecho- me terminó de explicar -y por supuesto, me encantaría que la niña llevara tu apellido- repuso emocionada.

No pude hacer otra cosa que abrazarla, dándole las gracias con un cariñoso beso. Al sentir que se le aceleraba la respiración, me separé de ella.

-Nuestro pequeñín se va a alterar- repuse con una sonrisa, acariciando de nuevo su todavía inexistente barriguita.

-O pequeñina- contraatacó ella.

-Todavía no puedo creerlo- murmuré sin despegar la vista de mi mano, todavía en su vientre.

-Pues empieza... porque todo este tiempo pasará deprisa y enseguida lo tendrás en tus brazos- me explicó.

Lentamente la tumbé en la cama, mientras apoyaba mi cabeza en su regazo.

-¿Qué prefieres?- me preguntó Bella acariciándome el pelo.

-Pues... ya tenemos una niña, no estaría mal un niño... pero si es otra mini Bella no tendría problema alguno... con tal de que venga sano y bien- aclaré... y de repente caí en algo que aún no le había preguntado... menudo padre estaba hecho, bufé para mis adentros.

-¿De cuánto estás?... con todo lo sucedido esta tarde, se me ha olvidado- murmuré con vergüenza.

-Según mis cuentas, y los análisis, de una seis de semanas... pero el doctor Simmons nos sacará de dudas... el próximo viernes la primera ecografía- me explicó.

-Eso quiere decir... -hice cuentas en silencio- pero Bella se me adelantó.

-Que si todo va bien, pasaremos las navidades los cuatro juntos- exclamó contenta.

-Principios de diciembre- confirmé con una sonrisa -¿no tienes nauseas, ni vómitos... ?- pregunté con curiosidad. Ella negó con la cabeza.

-Nada... sólo los cambios de humor... y el hambre, igual que con Megan; me di cuenta ayer, me comí dos trozos de tarta de chocolate- me dijo.

-¿Chocolate?; lo odias... -pregunté.

-Sí... pero con Megan también me ocurrió; con todo lo que había pasado las últimas semanas de lo que menos de acordé fue de mi periodo- murmuró pensativa.

-Mi madre dice que a las mujeres embarazadas se les pone un brillo especial en los ojos, y que están mucho más guapas... y tú estás mucho mas hermosa... me he fijado cuándo nos cambiábamos- le confesé. Ella rodó los ojos.

-Verás en cuánto tu hijo o hija empiece a crecer... me voy a poner como una bola- refunfuñó. Levanté la cabeza de su tripa, poniéndome encima de ella, con cuidado de no aplastarla.

-Seguro que en el embarazo de Megan estabas preciosa, y en éste también será así... además, es difícil que seas más bonita de lo que ya eres, susurré en sus labios, para besarla con cariño... pero Bella atacó mi boca literalmente hablando, haciendo el beso mucho más profundo y apasionado. Y no tardé en seguirla, demasiados días sin poder tocarnos, nis amarnos...
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No podía parar de besarlo, parecía que una extraña fuerza se había apoderado de mi... anhelaba sus besos, sus caricias... todo.

Lentamente fuimos desnudándonos el uno al otro, quedando tumbados del todo en la cama. Pude notar como cierta zona de Edward crecía y se endurecía más con cada roce y caricia. Sus labios pasaron a mi cuello, donde dejaron un camino de besos y succiones hasta mi clavícula, recorrida de arriba a abajo a la vez con sus labios y sus finos y delgados dedos.

Mis jadeos y gemidos se fueron intensificando por momentos, llenando la habitación. Edward bajó sus labios hasta el nacimiento de mis pechos. Un escalofrío me sacudió la piel, ya que los tenía muy hinchados y sensibles, debido al embarazo. Pronto uno de mis pezones fue acariciado suavemente, primero con sus dedos y después con su lengua. Un doloroso pero a la vez dulce calambre hizo que mi espalda se arqueara, enredando mis dedos en su pelo, sin poder parar de susurrar su nombre.

-Ed...Edward- conseguí murmurar.

-¿Qué?- preguntó escuetamente, sin dejar sus caricias sobre mis pechos.

-Voy a volverme loca- le dije, elevando un poco la cabeza.

-Eso pretendo, que disfrutes... ¿acaso no te gusta?- ronroneó sobre mi pecho, haciéndome cosquillas .

-Sabes que si...aahhh... adoro lo que me haces- suspiré, bajando de nuevo la cabeza a las almohadas.

No dijo nada más, simplemente intensificó sus caricias. Su lengua pasó a mi otro seno, llegando a morderlo con delicadeza.

Poco a poco, fue dejando mis pechos, bajando por todo mi cuerpo. Sus manos y sus labios dejaban un rastro de besos y caricias tanto pasionales como cariñosas. Se detuvo en el lugar dónde descansaba nuestro pequeño, besando mis vientre por un buen rato, susurrándole palabras de cariño.

Mis lágrimas no tardaron en aparecer, jamás había visto tanta emoción y ternura.

Al llegar a cierta parte íntima, un jadeo se escapó de mis labios... pude sentir su pequeña sonrisa. Besando cada punto de mi cadera y muslos, finalmente llegó a ese punto pequeño y caliente.

Sus manos y boca dejaron sobre mí excitantes caricias... terminé por perder la poca cordura que me quedaba moviendo mis caderas en torno a su boca, marcando el ritmo que quería, para llegar a uno de los mejores orgasmos de mi vida.

Lentamente volvió subir por mi cuerpo, nuestros labios se unieron ansiosos, en un beso fogoso y pasional.

Con un pequeño empujón, logré que se tumbara en la cama, invirtiendo nuestras posiciones. No dejé de besarlo, mientras mis manos paseaban por sus músculos, llegando a su bien erguido miembro. Lo tomé con mis manos, intentado que ahora disfrutase tanto cómo lo había hecho yo. Lamí el principio de su masculinidad, y eso fue todo lo que necesitó para qué hacer que empezara a respirar agitadamente, jadeando mi nombre.

Sentí que se estremecía, y me retiré, para sentarme sobre el y lentamente fundirnos en una sola persona. Con un movimiento lento al principio, se incorporó para quedar ambos abrazados. Mis endurecidos y excitados pezones rozaban con su pecho, dándome si cabe más placer.

-Bella... ummmm... dios... no sabes lo bien que se siente ésto- gimió en mi oído. Le dediqué una sonrisa, apoyando mis manos en sus hombros para poder coger impulso.

Cada vez el movimiento era más frenético, y sentí cómo mis paredes se estrechaban en torno a él.

Una ola de fuego me recorrió de la cabeza a los pies, a la vez que Edward ahogaba un gemido en mi cuello. Me quedé inmóvil, abrazada fuertemente a él, cómo si mi vida dependiera de ello. Estaba tan abrumada por todo lo acontecido en el día, que mis lágrimas volvieron a hacer acto de presencia. Sollocé en silencio, escondiendo mi cara en su pecho. Al notar las lágrimas, Edward se preocupó.

-¿Qué pasa?... ¿Bella qué tienes?- preguntó, separándose de mi con cuidado y cogiendo mi cara entre sus manos.

-Na... nada... es que soy tan feliz... supongo que las hormonas me juegan malas pasadas- hipé con un tierno puchero. Sonrió, besándome con cariño y acomodándonos a ambos en la cama; no tardé en caer rendida en un profundo sueño.

*************************************************************************************************************************************

Unos besos dulces me despertaron en vez de mi ruidoso despertador. Abrí lentamente los ojos, para encontrarme con Edward, con una toalla enrollada en su cadera y su cuerpo y pelo húmedo.

-Buenos días cariño, ¿cómo te encuentras?- susurró mientras se sentaba a mi lado en la cama. Me estiré, elevando los brazos por encima de mi cabeza.

-Bien... ¿Megan?- pregunté mientras bostezaba y me incorporaba a la vez.

-Sigue dormida, ¿quieres desayunar?- me preguntó.

Asentí con la cabeza enérgicamente.

-Me muero de hambre- dije. Edward me miró serio, pero a la vez divertido.

-Ahora ya sabes qué no puedes tomar tanto café... - me aconsejó, medio burlón. Afirmé con una mueca.

-¿Ahora qué voy a hacer en las guardias de noche?- refunfuñé para mi. Me levanté para ir a darme una ducha, mientras él se vestía y preparaba el desayuno.

Salí de la habitación ya completamente vestida. Fui a la habitación de la pequeña, que seguía sumida en su sueño. Un olor a tostadas me llegó, y mi estómago se revolvió inquieto.

Edward ya había puesto la mesa, y me esperaba con una sonrisa. Me acerqué para besarle en agradecimiento.

-Gracias, tiene una pinta estupenda-.

-Ahora tengo a alguien más a quién cuidar- explicó contento. Enrollé mis brazos alrededor de su cuello, besándole profundamente. Correspondió a mi beso, sujetando mis caderas con una mano y la otra acariciando mis cabellos. Perdimos totalmente la noción del tiempo, hasta que sentimos que alguien se aclaraba la garganta. Al girarnos, nos encontramos con mi hermano y Leah. Jake estaba sorprendido, mirándonos alternativamente, mientras que Leah disimulaba una sonrisa.

-Buenos días- saludé, aún en brazos de mi prometido.

-Hola... no sabíamos que estabas acompañada- sonrió mi cuñada con malicia. Me puse roja de vergüenza, mientras mi hermano empezaba a reírse. Me alejé de Edward para saludarles; el también se adelantó un paso para dar un beso a Leah y saludar a Jake.

-Creo que no hace falta preguntar... me alegro mucho- nos dijo ésta, guiñándonos un ojo.

Una vez sentados a la mesa, tomé aire para contarles las nuevas noticias, pero Jake se me adelantó.

-¿Esto significa que vuelves a ser mi cuñado?- preguntó a Edward. Ambos nos miramos con una sonrisa, y me giré hacia ellos mostrando mi mano, dónde relucía el anillo. Leah me miraba emocionada, y Jake alzaba una ceja.

-Edward me ha pedido que me case con él... y yo le he dicho que sí- les expliqué.

Leah ahogó un gritito de alegría mientras se levantaba y me abrazaba emocionada, a la vez que Jake respiraba tranquilo y estrechaba la mano de Edward y a la vez le daba un apretón en el hombro.

-Y aun hay más... estoy embarazada- preferí soltarlo todo de golpe; Leah me seguía mirando emocionada, y en la cara de mi hermano se formó una gran sonrisa.

-Enhorabuena, es fantástico, me alegro mucho... otro sobrino, cielo santo- exclamó con alegría mientras abrazaba a Edward -espero que sea un chico, me muero por criar a otro fanático del baloncesto- repuso.

-Eso dalo por hecho... aunque a mi no me importaría otra niña, la verdad- le pinchó Edward.

Estuvimos hablando hasta que se hizo la hora de irnos al hospital, sobre la futura boda y ellos le contaron a Edward lo de Mailin.

-Bien, se os va a hacer tarde... nos vemos luego- dijo Leah levantándose y poniendo la taza en el fregadero.

-A la tarde no os veré, tengo que ir a hablar con algunos proveedores; pero el sábado os ayudaré a recoger tu apartamento, y recuerda que a la noche hay partido- le recordó a Edward. Éste asintió, chocando las manos y riendo.

-Aquí como siempre, Emmet vendrá también- le dijo.

Nos despedimos y nos dirigimos al coche. El tráfico hoy estaba muy tranquilo, cosa rara.

-¿Qué tienes programado?- le pregunté. El negó con la cabeza, sonriendo con malicia.

-¿Ya no te lees los cuadrantes?; hoy tenemos una laparotomía exploratoria, pero empieza a las nueve y media- me explicó.

-Vaya... de modo que volvemos a operar juntos... - musité.

-Sí...hoy Emmet libra; he pensado que podríamos ir a cenar a dónde mis padres, y así darles una sorpresa- me ofreció.

-Claro que sí, tengo ganas de ver a Esme... se van a sorprender mucho- contesté contenta.

Afirmó mientras sorteaba el mínimo tráfico; al aparcar en el hospital, me acordé de una cosa.

-¿Vamos a dar aquí la noticia?- interrogué.

-Cómo quieras... ¿prefieres decírselo primero a mis padres?- me preguntó. Asentí, me parecía más apropiado. Por lo menos los padres de Edward estarían contentos... pero había que hablar de lo que haríamos con los míos.

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La mañana pasó tranquila; en el ascensor coincidimos con Jasper y Alice, que también llegaban en ese momento, no dijeron nada, pero pude entrever una sonrisa maliciosa en la boca de Alice... no se le escapaba ninguna. La operación fue bien, y finalizó antes de lo previsto, de modo que desde las doce hasta la salida estuve tranquila, revisando informes y firmando preoperatorios que había ordenado realizar esos días. Una vez los tuve todos listos, decidí bajar yo misma a cirugía para dejarlos allí, y de paso ver a Edward.

Al llegar allí, me quedé en la puerta, ya que se oían voces nada agradables desde dentro. Asomé la cabeza. Edward estaba de brazos cruzados, muy serio, apoyado en una mesa, y y Mark parecía estar echando la bronca a uno de los residentes. Era alto y rubio, con el pelo recogido en una coleta. Debía ser el famoso Cam del que había oído hablar, nada bien por cierto, por el hospital estos últimos días.

-Lo que has hecho se sale de las normas... no puedes robar un historial sin el permiso del adjunto correspondiente... y más si el paciente no es de cirugía- decía Mark muy serio.

-Pero creí que debía revisarlo... es más, incluso el paciente debería pasar a cirugía- respondió con voz altiva, muy ofendido.

-No es competencia tuya decidir eso...- pronunció Edward bastante enojado.

-Pero...- James protestó, pero Mark lo cortó de nuevo.

-Pero nada, esperamos que no se vuelva a repetir... y ahora sígueme, te voy a mandar algunas cosas- le dijo empezando a salir de la habitación.

-Hola Bella- me saludó suspirando de frustración.

-Mark, venía a dejaros lo preoperatorios de la semana que viene- le dije, elevando los informes.

-Dáselos a Edward, está ahí dentro- me indicó.

Asentí, para después entrar, no sin antes ganarme una mirada de suficiencia y altanería por parte del residente... este tío era un poco raro.

-Hola- saludé con una sonrisa. Mi novio de dio la vuelta, esbozando una sonrisa y acercándose a mi.

-Hola cariño, ¿cómo estás?- me saludó con un pequeño besito y acariciando mi tripa, ya que estábamos solos.

-Bien, te traigo los preoperatorios- le dije. El los cogió mientras yo me sentaba un rato, la verdad es que estaba cansada.

Se sentó conmigo para ojearlos. Apoyé mi cabeza en su hombro, suspirando.

-¿Estás cansada?- preguntó sin levantar la vista de los papeles.

-Ajá... pero más que cansancio tengo hambre- murmuré. El rió, besando mi frente.

-Ya enseguida nos vamos, ¿la señora Louis sigue estable?- me preguntó.

-Si, desde que la subieron no ha habido cambios, las contantes siguen estables, al igual que el nivel de saturación- le expliqué.

-Mañana pasaré a verla, pero ya viste en el quirófano que no hubo ninguna complicación- me dijo.

-De acuerdo... por cierto, tenemos que ir al súper- le recordé.

-Tranquila, me acuerdo perfectamente... iremos pronto, así llegaremos a tiempo a casa de mis padres- me dijo.

Asentí mientras me quedaba apoyada en el unos minutos, con los aojos cerrados, disfrutando de su compañía.

Una vez terminamos nuestro turno, por fin llegamos a casa, Leah se quedó a comer con nosotros y después se fue a trabajar. Mientras Megan dormía, aproveché para poner la ropa a lavar y otras cosas de la casa... con la consecuente regañina cariñosa de Edward, que no quería dejarme hacer nada.

Casi cuatro horas después, habíamos hecho la compra y ahora íbamos en el coche de nuevo, camino de casa de Esme y Carlisle. Estaba hecha un flan. Edward me tomó de la mano, besando mis nudillos.

-Tranquila cielo, todo irá bien- me reconfortó.
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EDWARD PVO

A eso de las nueve y cuarto llegamos a casa de mis padres. Bella salió del coche, y yo cogí a la niña. Iba muy graciosa, con dos coletas a los lados y un vestido y leotardos en verde y blanco.

Mi novia se mordía el labio inferior, signo de que estaba histérica. Llevaba una falda negra por debajo de la rodilla, con botas altas sin tacón, también planas, y un jersey en tonos marrones, estaba muy guapa. Toqué al timbre, y enseguida oí pasos que se acercaban a la puerta. Rodeé la cintura de Bella con mi mano libre. Mi padre abrió la puerta.

-Edward, Bella...- dijo extrañado y sorprendido.

-¿Podemos pasar?- pregunté con una sonrisa.

.Por supuesto, por favor... me alegro mucho de verte Bella... y a ti también- le dijo a la niña. Ésta se inclinó hacia él, extendiendo los bracitos.

-Abelo- la sonrisa de mi padre no podía ser más ancha cuándo la cogió en brazos, y nos indicó que pasáramos a la cocina a saludar a Esme.

-Querida, mira quién ha venido a vernos- mi madre se dio la vuelta, quedándose con los ojos abiertos de par en par.

-Oh, por dios, Megan...- dijo mi madre, acercándose a la niña. Mis padres estaban entretenidos con Megan, hasta que por fin decidí llamar su atención.

Mi madre saludó a Bella con un gran abrazo, y después de darme un beso, nos preguntó.

-¿Todo va bien?-.

Rodeé a Bella por los hombros, mientras ella me miraba con una bonita sonrisa.

-Pues, veníamos a contaros alg...- no pude seguir hablando, ya que entró mi hermano en la cocina.

-Vaya... que bien volverte a verte por aquí Bella- dijo con una pequeña sonrisa. Los tres nos miraban expectantes.

-Suponemos que habéis arreglado las cosas- dijo mi madre con cautela.

-Bueno... digamos que sí... Bella y yo vamos a casarnos- solté sin más preámbulos.

-¡Edward, hijo!- mi madre corrió hacia mi para abrazarme.

-No sabes lo que me alegro por ti... por vosotros, Bella hija, muchas felicidades- dijo una vez me libró de sus brazos.

-Gracias Esme, os he echado de menos- respondió.

-Y nosotros, a las dos- le contestó.

-Me alegro mucho hijo, por los dos- dijo mi padre acercándose para felicitarnos, al igual que Emmet, que empezó a danzar con Bella entre sus brazos.

-Gracias Bella, has devuelto la alegría de vivir a este solitario refunfuñón- le dijo, pero Bella empezaba a ponerse verde del mareo.

-Emmet... me estoy mareando- dijo ella entre risas. Una vez la soltó, cogió a la niña.

-De modo que por fin vas a ser mi sobrina oficialmente... verás que bien te lo pasas con el tío oso- le decía mientras Megan le miraba con el ceño fruncido y haciendo un puchero.

-¿Tío oso?- le pregunté a Bella. Ella se encogió de hombros, de modo que seguimos con las noticias.

-Veréis, me alegra que estéis los tres... quiero adoptar a Megan, y me gustaría que llevara el apellido Cullen, y eso es algo de debo consultaros- expliqué, mirando a mi padre.

-Edward, por supuesto que nos gustaría, es toda una prueba de amor por tu parte -dijo mirando a Bella con una sonrisa, para después volverse a mi madre -Esme, querida, seremos oficialmente abuelos- les brillaban los ojos a ambos.

-Yo ya me consideraba su abuela, ¿verdad cariño?- dijo, cogiendo a Megan de los brazos de mi hermano.

-Y volveréis a ser abuelos... en diciembre- dijo Bella con una sonrisa. Las lágrimas aparecieron en la cara de mi madre y de mi padre.

-Oh, por dios... Edward... ¡vas a ser padre!- chilló mi madre emocionada, abrazando a Bella y después a mi.

-Esto se merece una gran celebración- dijo mi padre, una vez nos felicitaron los tres.

-A la mesa, la cena estará enseguida- exclamó mi madre contenta.

Bella y ella se quedaron en la cocina para preparar el biberón de la niña. Escuchaba su animada conversación.

Una vez Megan cenó, la pusimos a nuestro lado en una sillita y con algunos juguetes para entretenerla.

-Bien... ¿dónde vais a vivir?- interrogó mi madre.

-Pues -terminé de tragar lo que tenía en la boca -voy a vender mi apartamento, esperaba que el sábado Emmet me ayudara a recoger algunas cosas y poder guardarlas aquí, en casa de Bella no caben- expliqué.

Mi hermano asintió, y mi padre se ofreció también para ayudarnos.

-Y tendremos que empezar a mirar casas... nos gustaría algo amplio, con jardín- expliqué mirando a Bella con una sonrisa.

-¿Cerca?- preguntó mi madre, mirando a la niña.

-A mi me gustaría algo por esta zona... - dijo Bella tímidamente -así estaría cerca de mi hermano y de vosotros- terminó de explicar. Asentí con una sonrisa.

-Además, me gustaría cuidar de Megan, yo no tengo nada que hacer, y tu hermano y Leah tendrán trabajo cuándo llegue su niña- dijo Esme, ya que Bella le había comentado la adopción de Mailin.

-¿Y casaros, dónde?- preguntó mi hermano.

-No lo hemos pensado- respondí.

-Queremos algo pequeño e íntimo... lo más seguro en verano; mi hermano viaja en junio para ir a buscar a la niña; nuestros amigos íntimos y la familia- contó Bella.

-¿No quieres casarte en Forks?- preguntó mi padre con cautela.

-No- dijo ella con la mirada triste -aunque obviamente tendré que hablar con mis padres- dijo ella tensándose. Acaricié su mano con mi pulgar, intentando tranquilizarla.

Mi padre me miró preocupado; todos conocían la difícil relación de Bella y su hermano con sus padres.

Por suerte, mi madre cambió de tema. La cena transcurrió tranquila, mi padre, después del postre, descorchó una botella de champagne.

-Por vosotros hijos, que seáis muy felices; Bella, Megan... bienvenidas a la familia, salud- dijo alzando su copa.

Las lágrimas volvieron a hacer acto de presencia en la cara de Bella. Le di un beso en la mejilla, para reconfortarla.

-Ainsss.... esas hormonas... te veo en unos meses saliendo a las tres de la mañana a buscar antojos- dijo Emmet entre risas.

Todos rieron por el comentario, hasta Megan parecía darse cuenta de la alegría que había en casa.

Una vez ya en nuestra casa, y con Megan ya en su cuna, le pregunté a Bella mientras me metía en la cama.

-No te lo había preguntado... ¿dónde quieres casarte?-.

Ella se abrazó a mi, mientras meditaba.

-Pues no lo he pensado hasta que tu hermano lo mencionó... pero se me ha ocurrido un sitio- dijo ella. La animé a que continuara.

-¿Recuerdas el viaje que hicimos en navidades, esa capilla que vimos al lado del mar?- me contó con una sonrisa. Asentí.

-Si, es cierto... es muy bonita y pequeña... -concordé con ella.

-Es perfecta para nosotros- dijo mirándome con una sonrisa.

-Entonces allí será... y será perfecta porque tu eres la novia- le susurré, para besarla con cariño.
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Mensaje por xole 30/4/2010, 6:20 pm

lo primero gracias Atal por subir tantos capitulos de todas las historias y mas despues de lo liada que has estado Curando un corazón (+18) Completo - Página 2 781363 Curando un corazón (+18) Completo - Página 2 781363 Curando un corazón (+18) Completo - Página 2 781363

ufffffff cuantas cosas ruptura .reconciliacion ,boda ,embarazo ..........han estado increibles estos capis .......
xole
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Mensaje por Atal 15/5/2010, 11:01 pm

Capítulo 17: Despedidas y bienvenidas

La semana pasó sin complicaciones. En el hospital todavía no habíamos anunciado nada; preferíamos ver primero la ecografía y asegurarnos de que todo estaba bien para dar la noticia, tanto en mi servicio como en el de Edward.

El jueves, día anterior a la cita con el doctor Simmons, yo iba de mañanas y Edward libraba, de modo que se quedó en casa con Megan. A media mañana, la doctora Sanders nos reunió en la salita, acompañados de un chico y seis chicas. Todos nos miramos extrañados.

-Bien... tengo noticias de dirección; Cómo ya sabéis, el St. Anne´s Memorial ha hecho recortes de personal y reunificación de plantilla, transfiriendo personal a otros hospitales. Esto quiere decir que habrá incorporaciones y una baja, y un pequeño cambio en el funcionamiento del servicio- empezó su discurso.

Seth y nos miramos extrañados y confusos.

-¿Va a ver despidos?- preguntó preocupado. La doctora Sanders negó con la cabeza, pidiéndole en silencio que le dejase terminar.

-Bien, ya sabéis todos que el Dr. Newton se marcha al UCLA Medical Center, en Los Angeles, para ocupar un puesto de adjunto- siguió su discurso. Todos asentimos, mañana era su último día.

-Esa es la baja que quería comunicaros. Y dado la transferencia del personal del St. Anne´s, ampliaremos el servicio, pasando a tener dos equipos. Ese mismo equipo lo integrarán siempre el mismo grupo de personas. De modo que vosotros -nos señaló a los veteranos- pasareis a formar parte del mismo equipo; para guardias de noche y de fin de semana se rotarán parte de los equipos. En el caso de necesitar cambios u otra cosa, el mismo equipo se reorganizará para cubrirlas- nos explicó.

Todos estábamos muy sorprendidos, de repente nos metían a siete personas nuevas, con unas costumbres y ritmo de trabajo que igual no eran las nuestras.

-Bien, os presentaré al segundo equipo- un hombre de unos cincuenta años y una mujer de mediana edad, de unos treinta y cinco años, se adelantaron- ellos son los nuevos adjuntos, la doctora Laura Fernández y el doctor Ethan Banks-. Ambos nos saludaron muy amablemente.

-La doctora Amy Ross, residente de primer año- una chica con el pelo corto rubio y mirada simpática de adelanto, saludándonos con una sonrisa.

-Y ellas son Meg, Susan, Heather y Beth, enfermeras- Meg, Susan y Beth era también muy simpáticas, Heather me recordaba a Rosalie, rubia, con un cuerpo de infarto y muy atractiva. Simplemente nos hizo un gesto con la cabeza.

-A partir del lunes y hasta el viernes habrá una reunión de doce de la mañana a dos de la tarde, para que conozcan de primera mano cómo funcionamos y por supuesto, para aportar sugerencias y mejoras en el servicio. En principio -nos señaló al equipo anfitrión- se mantiene vuestro turno de mañana y las guardias y los días libres que ya teníais programados- terminó de explicarnos.

Después de responder a las distintas preguntas, nuestros nuevos compañeros se quedaron un rato con nosotros, charlando amablemente y preguntándonos el funcionamiento del servicio. Quedamos en vernos el lunes para empezar las reuniones.

A la salida me cambié rápidamente y me dirigí al coche de Edward, para ir pitando a casa. Edward ya había dado de comer a Megan y me estaba esperando con la mesa puesta y una sonrisa en la cara. Era agradable contar a alguien cómo había ido la mañana y las novedades que se iban a producir en el servicio.

A la mañana siguiente, a las doce y media, estaba esperando a Edward en el piso de obstetricia, para la ecografía. Llegó corriendo, ya que acababa de salir de quirófano. El doctor Simmons nos esperaba. Me indicó que me tumbara y me levantara la parte superior del pijama. Después de aplicarme el frío gel, encendió el monitor, mientras pasaba el ecógrafo por mi vientre. Edward estaba muy nervioso, ya que su mano, que sujetaba la mía, temblaba un poco. El doctor Simmons giró la pantalla... y allí estaba nuestro pequeñín.

Una sombra oscura, la bolsa gestacional, con un pequeño punto gris, que era nuestro niño. Sonreí emocionada, mirando a Edward, que estaba mudo de la impresión, mirando fijamente la pantalla.

-Bien- empezó a explicarnos el doctor -no hace falta que os explique mucho; está muy bien implantado, y el tamaño es de un embrión de unas siete semanas, lo cual concuerda con tus niveles hormonales... enhorabuena- nos felicitó con una sonrisa.

-Edward- lo llamé, apretando ligeramente su mano. Me miró con una gran sonrisa, besándome la frente.

-Es increíble- murmuró emocionado -no es primero que veo ni mucho menos...- empezó a decir, pero el doctor lo interrumpió.

-Pero el ver a tu propio hijo es inexplicable- nos dijo con una sonrisa cómplice. Al momento conectó el doppler, y un palpitar intenso y rápido inundó la consulta.

El corazón de nuestro hijo latía fuerte y sano; no pude reprimir mis lágrimas, Edward lo escuchaba embelesado, mientras el doctor Simmons nos miraba con una sonrisa.

Después de quitarme los restos del gel, nos sentamos en la consulta.

-Bien, la próxima ecografía será el mes que viene, en la semana doce de embarazo. Debes comer equilibradamente, y complementarlo con yodo y ácido fólico, con un comprimido por las mañanas será suficiente- me dijo dándome la receta.

Después de responder a unas preguntas que le hizo Edward, ambos salimos de la consulta, con las imágenes de la ecografía en la mano.

Nos dirigimos a mi servicio, ya que necesitaba comer algo. Al entrar, Emmet vino hacia nosotros, ansioso.

-¿Todo bien?- nos preguntó en voz baja. Edward asintió con una sonrisa... pero Jasper preguntó curioso.

-¿Ocurre algo?, ¿estás enferma?-.

-No... veréis, Bella y yo queremos contaros algo- dijo hacia el resto. Todos menos Tyler, Mandy y Angela estaban allí.

Disimuladamente, saqué el anillo de mi bolsillo y me lo puse, mientras Edward hablaba.

-Bueno... como ya habréis adivinado, Bella y yo nos reconciliamos- empezó a decir.

-Eso se veía venir- dijo Seth con una sonrisa.

-Y...- no pudo seguir, ya que Emmet bufó molesto.

-¿Tantas vueltas para decir que vais a casaros y que Bella está embarazada?- nos preguntó con los brazos en jarras.

Estaba muda de la impresión; Edward quería asesinar a su hermano... y mis compañeros nos miraban atónitos. Al fin, alguien dijo algo.

-¡Aaaahahahahha.... Bella!- chilló Alice, que se me acercó dando saltitos y aplaudiendo como una niña pequeña.

Ella y Rosalie se lanzaron a mis brazos, totalmente emocionadas. De reojo observé como Jasper le daba un gran abrazo a Edward, seguido de Seth y Mike.

-No sabes lo que me alegro por ti Edward- le dijo Jasper, a la vez que se acercaba a darme un gran abrazo.

-Nos gustaría invitaros a comer a la salida- les dijo Edward, a lo que todos asintieron. El asedio de preguntas no se hizo esperar; en ello estábamos, cuándo llamaron a la puerta. Esme y Carlisle aparecieron con Megan en brazos.

-Mamá- me llamó mi niña, tendiéndome sus bracitos. Inmediatamente la cogí, saludando a Esme y Carlisle.

-Veníamos a ver qué tal ha ido todo- nos explicó éste con una sonrisa.

Edward les contó nuestra cita en el médico, poniéndolos al corriente. Emmet se adelantó para coger a la niña.

-Ven aquí con el tío oso- le dijo haciéndole graciosas muecas. Megan frunció el ceño.

-Emmet, no la asustes- le reprendió Rose girando los ojos.

-¿Asustarla?; ella adora a su tío, ¿verdad preciosa?- le dijo haciéndole monerías, pero Megan seguía enfadada.

-Papi- dijo seria.

Rosalie no pudo evitar la carcajada, al igual que el resto, mientras Edward cogía a la niña.

-La pequeña es inteligente- aclaró Rosalie con una gran risotada.

Esme y Carlisle se fueron, quedando con ellos mañana para ir a ver tres casas por su barrio. Nosotros fuimos a cambiarnos, para ir a comer con nuestros compañeros. Megan estaba aturullada, iba pasando por los brazos de todos. Una vez le dimos su puré, la sentamos en la silla, y no tardó en quedarse dormida.

-¿Cuándo es la boda?- preguntó ansiosa Alice.

-El 10 de julio- respondí con una sonrisa.

-Eso nos da...- hizo cuentas mentales- ¡tres meses!- dijo con horror.

-¿Y...?- repuse yo, alzando una ceja -Alice, queremos algo pequeño e íntimo- la aclaré.

-¿Dónde será?- preguntó esta vez Seth.

-En la iglesia de St. Mary, en Santa Cruz- les expliqué.

-¿La pequeña capilla al lado del mar?- preguntó Alice, ya que ellos le recomendaron el sitio a Edward para regalarme el viaje.

Edward asintió con una gran sonrisa.

-Es preciosa, muy romántica- aprobó.

-Por supuesto, no hay que decir que todos estáis invitados, incluidos Tyler, Mandy y Angela y la doctora Sanders- enumeré.

-Y Mark, Lisa, el doctor Gills, el doctor Sinclaire y Lenny de cirugía- añadió Edward.

-Aparte de sus padres y de mi hermano y Leah- terminé yo.

La comida siguió, entre risas y brindis por nuestra boda y por nuestro niño. Después de comer, los chicos se pusieron en un lado de la mesa, y las chicas me rodearon, para comentar detalles.

Después de una larga tertulia, nos fuimos a casa, para que yo descansara y Megan merendara. Estaba agotada, y tenía un hambre de mil demonios.

-Bella, voy a tener que ponerte a dieta- me regañó con una sonrisa Edward; ya habíamos cenado y yo me estaba acomodando en el sofá con el tarro de helado de chocolate. Hice un pequeño puchero.

Me debí de quedar dormida en el sofá, ya que no recuerdo ver terminar la película. Me desperté a la mañana siguiente, y oía la risa de mi hija desde el comedor. Me levanté y allí encontré a los dos, en pijama y agachados en la mantita de juegos de Megan.

-Buenos días cariño- me dijo Edward levantándose y dándome un pequeño beso.

-Oa mami- me saludó mi niña, que se levantó y vino hacia mi, con una de sus muñecas y un vestido en la mano.

-Pone a nena- me dijo selañándola.

Después de cambiarle de ropa a su muñeca, se fue a ponerla en su sillita de juguete, para empezar a pasearla por toda la casa.

Edward me rodeó por detrás, dándome un suave beso en el cuello.

-¿Cómo te encuentras?.-

-Bien... hambrienta- contesté. Edward rodó sus ojos, mientras me tomaba de la mano y me llevaba a la cocina.

Después de desayunar y de prepararnos, nos dirigimos hacia Álamo Square, para dejar el coche en casa de Carlisle e ir a ver las tres casas. Ellos vendrían con nosotros.

Nos dirigimos a la primera, que estaba dos calles más abajo que la de sus padres. La chica de la inmobiliaria ya estaba esperándonos en la puerta.

Recorrimos la casa mil y una veces. Era de dos pisos, bastante antigua y los dueños anteriores no se habían molestado en arreglarla. Además, sólo tenía un baño. La cocina estaba que se caía a trozos, lo mismo que la buhardilla, que tenía goteras.

-Lo que piden por ella me parece un poco desorbitado, teniendo en cuenta que necesita una buena reforma- dijo Edward, a lo que Carlisle asintió.

Esme y yo seguíamos en el salón.

-No me gusta- le murmuré a Esme.

-A mi tampoco- repuso ella.

La segunda que vimos estaba en la otra punta del barrio. Era de un solo piso, con cuatro dormitorios, una cocina amplia y el salón, también bastante amplio. La pega era el baño, que sólo tenía uno y era bastante pequeño.

-El precio es razonable- me dijo Edward.

-Ya... pero no termina de convencerme mucho- le dije.

-Bien, habrá que ver la tercera; no te desanimes cariño, no será fácil encontrarla en un solo día- me dijo rodeándome los hombros.

La tercera casa tampoco nos terminó de convencer en absoluto, los dormitorios muy pequeños y el jardín casi inexistente, aparte de carísima, para mi gusto.

Comimos en casa de Esme y Carlisle, y por la tarde decidimos dar otra vuelta por el barrio, por si había algún letrero de venta en algún jardín.

La rutina de las tres semanas siguientes fue la misma; trabajo y ver casas. Siempre íbamos con Esme. Carlisle, Emmet, Jake y Leah venían cuándo podían.

Estábamos empezando a desesperarnos, cuándo a una semana de la despedida de solteros de Seth y Leslie la encontramos.

Paseábamos por Hayes Valley, barrio residencial pegado a Álamo Square, cuándo un cartel de venta llamó nuestra atención. Una casa pintada de azul clarito, con los marcos de las ventanas y las puertas de madera clara, se alzaba ante nuestros ojos. Era de dos plantas, más la buhardilla.

Edward y yos nos quedamos mirándola.

-Qué bonita- suspiré.

Llamamos al timbre, y nos recibió un pareja joven, de nuestra edad. Les explicamos que nos interesaría ver la casa, y muy amablemente nos abrieron las puertas. El salón, amplio y luminoso, daba a la parte delantera y trasera de la casa. Unas puertas de cristal enormes permitían ver el jardín, no muy grande pero si más amplio de lo que habíamos visto hasta ahora. La cocina, moderna y grande, totalmente equipada. En el piso de abajo también había un pequeño despacho.

Una preciosa escalera de nogal daba paso a la parte superior. Allí había cuatro dormitorios, el principal con baño incorporado, y otro en la mitad del pasillo.

Después de enseñarnos el tercer piso y el garaje, Edward y yo hablamos unos minutos a solas.

-¿Qué te parece?- pregunté ansiosa.

-Me gusta, amplia y luminosa, cerca de casa de mis padres y de Jake y Leah; además apenas tendremos que reformar nada, la cocina está nueva- añadió.

-Si, a mi me encanta- le respondí contenta; ahora habrá que hablar del precio- murmuré. Edward asintió suspirando, besándome la frente y yendo en busca de sus propietarios.

Al decirnos el precio, Edward y yo abrimos los ojos por la sorpresa. No era tanto como nos habíamos imaginado.

-¿Cómo la vendéis a ese precio?; perdonad nuestra sorpresa, pero hemos visto casas peores por esta zona mucho más caras- les dijo Edward.

-Bueno, a mi marido lo trasladan a Chicago por cuestiones de trabajo, y necesitamos venderla pronto, ya que debemos mudarnos en dos semanas- nos explicó amablemente la chica.

-Además se nota que os ha gustado- nos dijo amablemente el marido.

-Necesitamos pensarlo... ¿podéis dejarnos vuestro teléfono?; prometemos daros una respuesta mañana mismo a lo más tardar-.

Ambos asintieron, y nos dirigimos a casa de Esme y Carlisle a comer. Estaba a quince minutos a pie.

Una vez allí, les comentanos las noticias.

-El precio me parece muy razonable, demasiado incluso- apuntó Esme pensativa.

-Además, con el dinero de la venta de mi apartamento apenas tendremos que pedir un crédito al banco- recalcó Edward. Asentí, ya que el apartamento de Edward se vendió hace diez días, a un matrimonio mayor, que se mudaba a San Francisco para estar cerca de sus hijos y nietos.

-Nos gustaría verla también- nos pidió Carlisle. Llamé a los chicos, quedando en pasar esa misma tarde. Una vez allí, y después de recorrerla de nuevo, les preguntamos.

-¿Qué os parece?- interrogué.

-Es preciosa chicos, imaginaos las habitaciones para los niños, con esos ventanales- dijo Esme soñadora. De seguro que en su cabeza ya cocían mil y una ideas para decorarla.

-Hijos, yo no me lo pensaría- espetó Carlisle -además, dudo mucho que encontréis algo así por el precio que os piden- nos susurró.

Nos dejaron solos, mientras salían con Megan al jardín, en compañía de los dueños. Pude observar a Megan correteando por el jardín.

-Podríamos ponerle un columpio a la niña- dije a Edward. El asintió con una sonrisa.

-Entonces...- Edward hizo un gesto con la mano para que continuase.

-A mi me encanta- respondí simplemente.

-Y a mi... entonces está todo claro- sonrió satisfecho Edward. Me abracé a su cintura, soltando un suspiro de alivio. Por fin teníamos nuestra casa.

Cerramos en trato con los chicos, quedando el jueves por la mañana en el banco para firmar los papeles, ya que era el día que librábamos ambos por la mañana. Ese mismo lunes, de todas formas fuimos hablar con el banco. Apenas nos quedaba hipoteca para pagar, y pedimos un pequeño crédito extra para amueblarla. Dado nuestros trabajos, y la plaza fija de Edward en el hospital, nos lo concedieron sin problemas.

Por fin, el jueves firmamos los papeles de venta y transmisión, con la presencia de un abogado. Los chicos se mudaban en apenas diez días, por lo que pronto estaríamos en nuestra casa.

Edward y yo decidimos pedir quince días de vacaciones, para poder hacer la mudanza tranquilamente. Avisé a mi casero que abandonaba el apartamento. No le debió hacer mucha gracia, ya que puso una mueca de disgusto.

Mi embarazo iba viento en popa. Ya estaba de casi doce semanas, por lo que nos tocó la segunda ecografía. Nuestro pequeñín ya estaba totalmente formado, aunque aún era muy pequeño.

Mi vientre ya iba haciéndose notar, y una graciosa curva empezaba a crecer, aunque aún no necesitaba ropa premamá. El doctor Simmons me echó la bronca con cariño, ya que comía por un regimiento... pero no podía evitarlo. Tal y como sucedió con Megan, ni nauseas, ni vómitos, ni mareos... simplemente el hambre y mis repentinos ataques de malhumor, que Edward sobrellevaba bastante bien, aludiendo a mis descontroladas hormonas.

En cuanto al trabajo, nuestros nuevos compañeros ya se habían incorporado al servicio. Con los médicos adjuntos y la residente, no hubo problemas, ya que teníamos formas de trabajar parecidas... pero en cuánto a las enfermeras... ahí saltaban chispas, sobre todo entre Heather y Rosalie. Cada hospital tiene su forma de trabajar, pero nuestras nuevas compañeras querían imponer su orden y ritmo. Nunca había visto a Alice tan cabreada, ni a Rose ni a Ángela. El bueno de Seth intentaba mediar, pero terminaba perdiendo la paciencia.

Pero la noche de la despedida de solteros de Seth y Leslie, la cosa terminó de estallar. La fiesta era en un restaurante moderno, que en el piso de arriba tenía una pequeña discoteca. La sorpresa vino cuándo Heather apareció por allí, del brazo de Emmet. Yo estaba pasmada, al igual que el resto.

-¿Qué narices hace ésta aquí?- cuchicheó Alice en mi oído.

-Pues parece ser que la ha invitado Emmet, ya verás Rosalie- gemí para mis adentros. La verdad es no nos caía muy bien Heather; en las casi tres semanas que llevaba en el servicio, se había insinuado a medio hospital incluidos Edward y Jasper, que muy sutilmente la mandaron a freír espárragos. Nunca olvidaré la mirada de Heather cuándo Edward me rodeó la cintura, presentándole a ésta su familia. Ni que decir tiene que Alice casi se la come una tarde, al verla coquetear con Jasper.

Heather se soltó del brazo de Emmet, y se dirigió a saludar a Seth y Leslie.

-Enhorabuena... no sabía que te casabas, no nos comentaste nada a nosotras- dijo aludiendo a sus tres compañeras, a lo que Seth contestó serio.

-Bueno... apenas nos conocemos, ya me entiendes- le dijo algo serio.

Edward, Jasper, Alice y yo escuchábamos atentos la conversación, con Mandy y Tiffany, su novia.

-¿En qué estará pensando mi hermano?- bufó Edward.

-No le des vueltas, es Emmet- concluyó Jasper rodando los ojos.

-Pues empieza el espectáculo- nos dijo Mandy, señalando la puerta. En ese mismo instante entraba Rosalie, espectacular con un vestido rojo de tirantes, hasta la rodilla. Nos saludó con la mano, acercándose a nuestro grupo.

Al acercarse, sus ojos se abrieron por la sorpresa, al encontrarse allí a Emmet y Heather. La observé de reojo, en su mirada había una pizca de desilusión, mezclada con rabia.

-Vaya Rose, que guapa estás- la saludé, intentado distraerla. Ella se quedó hablando con nosotros, pero Emmet y su acompañante se acercaron.

-Vaya Rosalie, por fin llegas- le saludó Emmet. Heather la miraba con una sonrisa triunfante, agarrada a Emmet como una lapa.

-Hola Emmet- le dijo escuetamente, y después posó su vista en la chica -vaya, no pensaba encontrarte aquí- dijo con desdén.

-Me ha invitado Emmet, no tenía pareja- le aclaró -no sois muy buenos compañeros, no sabíamos que Seth se casaba- nos reprochó en general, pero mirándola fijamente.

-Si has venido a amargarnos la fiesta, ya sabes dónde está la puerta- le respondió Rosalie con una sonrisa.

-No tienes derecho a decirnos eso, quién debía decirlo era el novio- le respondí seria.

-No tengo porque daros explicaciones, Emmet me ha invitado, pero me parece muy mal que vuestro equipo sea tan cerrado y no haya sitio para nosotros- nos lanzó con rabia.

-Quizá si fuerais más abiertas y menos altivas hubiéramos hecho buenas migas- aclaró Alice, poniéndose a la altura de Rose. Jasper la sujetaba por la cintura, y Mandy se puso en medio.

-Bueno, dejemos este tema; es una noche especial para Seth y no queremos amargársela, por favor- le suplicó seria a Heather.

-Heather, déjalo ya- le regañó Emmet.

Ésta asintió sin decir una palabra, alejándose para charlar con gente de otros servicios.

-¿Cómo se te ha ocurrido Emmet?- le espetó Rosalie furiosa.

-Yo no sabía que no os llevarais tan mal...- se excusó.

-Podrías haber venido sin pareja, yo misma lo he hecho así- le dijo ésta, con los ojos llenos de celos.

-O quizá... ¿te lo podría haber pedido, ¿cierto?- le repuso burlón. Rosalie se quedó callada, desviando su mirada.

-Llevo más de un año esperándote Rosalie... pero según tu, no tengo nada que hacer; además, Heather me gusta- dijo serio.

-Eso no es cierto... yo...- empezó a decir Rosalie, pero Emmet la cortó.

-¿Sabes?, puede que sea bromista y vacilón, pero tus negativas me dolían, aunque lo disimulara- le dijo enfadado -y dado que no te intereso, ¿por qué te fastidia que salga con otras personas?- preguntó dolido.

-Eso no es cierto, yo...- balbuceó Rose, pero Emmet la cortó.

-Rosalie, déjalo, en serio, no quiero amargarme la noche- dicho ésto, se fue en busca de Heather.

Rose tenía la mirada perdida, y el semblante triste.

-Vamos a sentarnos a la mesa, anda, y anímate- le dijo Alice con cariño. Se sentó entre ella y yo, e intentamos animarla.

-Rose -suspiré antes de seguir -no te quiero dar la charla, pero te lo advertí, y tu misma te diste cuenta aquella vez que hablamos; ¿por qué no le dices lo que sientes?- pregunté ofuscada.

-Vamos Rose, nos conocemos hace muchos años- le dijo Alice -y nunca me has engañado, sé que tarde o temprano terminarás con el- dijo ésta muy resuelta, cruzándose de brazos.

-¿Te crees la vidente del futuro?- preguntó Rosalie escéptica.

No pude menos que echarme a reír, era muy cómico verlas discutir acerca del tema. Los chicos estaban inmersos en el mundo de los deportes, de modo que no nos hacían mucho caso.

-Tienes que ir a por el, demostrarle que te gusta- le dije por enésima vez. Rose iba a protestar, pero de pronto Tyler se puso de pie, alzando la copa.

-Chicos, por Seth y Leslie, que después de un eterno noviazgo, por fin de han decidido. Que seáis muy felices, por los novios... y ya sabes Leslie, si te da problemas, haré que le pongan guardia tres fines de semana seguidos- terminó el pequeño discurso, provocando la carcajada general.

-Por los novios- coreamos todos, mientras yo daba un sorbo a mi refresco.

Después de los postres, pasamos a la discoteca, en la que afortunadamente había sillas y mesas para poder sentarse. Me acomodé en una de ellas, junto con las chicas y la mujer de Tyler, mientras los chicos iban a pedirnos las bebidas. En la pista estaban Emmet y Heather, bailando una pegadiza canción a todo trapo.

Una vez nos trajeron las bebidas, Rose se tomó su vaso de un sorbo, y poniéndose de pie, se dirigió a la pista.

-Vaya... pues si que se lo ha tomado en serio- murmuré alucinada. Edward y Jasper contemplaban el espectáculo con una pícara sonrisa. Al momento la música cambió, dejando paso a una romántica balada. Edward me tomó de la mano y me sacó a bailar, seguidos por Alice y Jasper.

-¿Lo estás pasando bien?- me preguntó cariñosamente. Asentí mientras me acurrucaba entre sus brazos.

-Si, muy bien... pero estoy agotada, la espalda me está matando- le dije.

-Tranquila cariño, este baile y si quieres nos vamos a casa- me besó suavemente, mientras nos movíamos al compás de la melodía. Sobre su hombro divisé a Rose hablando con Emmet, y a Heather darse la vuelta e ir a la barra, no tenía cara de estar muy feliz. Tendría que llamar a Rosalie mañana.

-Menos mal que estamos de vacaciones- suspiré contra su pecho. El rió ligeramente.

-Bueno, eso de vacaciones... te recuerdo que tenemos que empezar a empaquetar cosas- añadió.

-Ajá- asentí simplemente, me estaba quedando dormida en sus brazos. Edward me miró divertido.

-Anda, vamos a despedirnos de los chicos, estás reventada- me dijo tomándome de la mano. Nos despedimos de todos, y Seth y Leslie nos acompañaron hasta la entrada.

-Sentimos marcharnos tan temprano, pero Bella no puede más- dejo Edward.

-No os preocupéis, gracias por haber venido- nos dijo Leslie mientras me daba un gran abrazo, seguido de Seth.

Nada más llegar a casa, nos metimos a la cama, cayendo rendidos por el sueño.

A la mañana siguiente me desperté con energías renovadas. Emmet y Jake venían a ayudar a Edward con las cajas, y por la tarde iríamos con Esme a mirar algunos muebles.

Preparé café para un regimiento. A las diez en punto, aparecieron Emmet y Jake en la puerta.

-Buenos días- saludé, dándoles un beso a cada uno. En ese momento salió Edward del baño, duchado y cambiado.

-Hola chicos- saludó chocando las manos de cada uno. Nos sentamos en la cocina, a desayunar. Observé a Emmet, estaba muy callado y pensativo.

-¿Estás bien?, estás ausente- le preguntó Edward, mirándolo extrañado. Emmet simplemente asintió.

-Oh, oh... esa mirada significa problemas con el sexo opuesto- exclamó Jake.

-¿Es por Rosalie?- pregunté con cautela. Suspiró frustrado, asintiendo levemente con la cabeza.

-¿Qué pasó ayer?- preguntó Edward.

-Pues... estaba bailando con Heather, cuándo se plantó delante nuestra. Me pidió que habláramos a solas. Heather se enfadó y se fue a la barra, y yo salí con Rosalie un momento fuera...-.

-Emmet... quisiera hablar un momento contigo- dijo Rose muy nerviosa.

-Bien, te escucho- se cruzó de brazos, esperando pacientemente.

-Verás...puede que te suene tonto, infantil... y te preguntarás porqué ahora. Pero nunca admití lo que siento por ti, por soberbia y vergüenza. Pero desde que ya no pasas por reanimación tanto como antes...- tomó aire para continuar -te hecho de menos, mucho- terminó ella bajando la vista.

Emmet estaba sorprendido, ni por un millón de años se pensaba que su mujer ideal, su Rosalie, le dijera esas palabras. No sabía qué decir.

-¿Y has tenido que verme con otra persona para darte cuenta?- preguntó serio.

-Puede que suene cruel, pero si- admitió con pena.

-Rose, yo... -inspiró con fuerza, sin saber cómo seguir. Una parte de él deseaba decirle que no... pero su corazón latía furioso por esa mujer desde hace mucho, mucho tiempo. Iba a contestarle, pero Heather apareció.

-¿Volvemos a la fiesta Emmet?- preguntó con voz melosa.

Rose le miró fijamente, y al ver el silencio de Emmet, desistió.

-No quería molestarte, discúlpame- dijo dándose la vuelta y yéndose a paso rápido. Emmet la llamó, pero la música estaba demasiado alta, y no la volvió a ver más en toda la noche.

Los tres escuchábamos a Emmet con la boca abierta.

-¿Y qué pasó después?- preguntó Jake.

-Me disculpé con Heather, y me marché- contestó simplemente.

-¿No has hablado con Rose?- pregunté. Negó con la cabeza.

-Una parte de mi quería, pero confieso que me dejó tan alucinado que no sabía que hacer- confesó avergonzado.

-Emmet, llevo años viéndote suspirar por Rosalie; y a mi no me engañas. Si Heather te gustara tanto como te gusta ella, no estarías así; te tiene bien cogido- le dijo Edward.

-¿Qué hago?- preguntó.

-Llámala y habla con ella, dile lo que no le dijiste anoche- apuntó Jake, mientras yo asentía.

-Vamos Em- le animó Edward.

-Está bien, la llamaré al mediodía- dijo resuelto.

-Mañana quiero detalles- le advertí, apuntándole con el dedo.

Todos rieron, incluido Emmet. Decidimos no agobiarle más, y ellos tres se dispusieron a recoger cosas que ya no necesitábamos. Me escabullí a mi cuarto, y llamé a Rosalie, para saber su versión. Se notaba cansada y la voz delataba que había llorado. Después de aconsejarla que hablara con el, volví a la sala con una sonrisa. Siempre supe que, tarde o temprano, Rosalie sería mi cuñada.
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Curando un corazón (+18) Completo - Página 2 Empty Re: Curando un corazón (+18) Completo

Mensaje por Atal 15/5/2010, 11:02 pm

Capítulo 18: Una visita inesperada

EDWARD PVO

-Por fin, esta es la última- mascullé mientras cerraba la puerta de nuestra nueva casa con el pie y a la vez intentaba que la caja no se escurriera de mis manos. Bella me miraba divertida mientras desembalaba una de las innumerables cajas que adornaban nuestra casa.

-¿Qué pone en la parte de arriba?- me preguntó, mientras sus manos estaban quitando el plástico a un jarrón de cristal, que perteneció a mi apartamento.

-Hummm... veamos... cocina; pesa bastante, deben ser platos- musité. Me dirigí a la cocina, dejando allí la caja, junto con otras nueve. Parecían que se multiplicaban como los panes y los peces.

En ese momento, Bella entraba en la cocina.

-¿Es la última?- interrogó.

Asentí con la cabeza, mientras me acercaba a ella y la rodeaba con mis brazos. Poco a poco nuestra casa ya iba tomando forma. Nuestro dormitorio y el salón ya estaban pintados, y mañana traerían los muebles. Esta noche tendríamos que dormir con el colchón en el suelo, y Megan en nuestra habitación, ya que su cuarto aun no estaba listo; podríamos habernos quedado unos días más en el apartamento, pero nos hacía ilusión estar ya en nuestra casa, además, los chicos se habían mudado unos días antes de lo previsto.

Justo en el momento en el que mis labios se posaban en los de Bella, Emmet apareció en la cocina, salpicado de pies a cabeza de pintura rosa y lila, refunfuñando y dirigiéndose a la nevera.

-¿Cómo va todo por ahí arriba?- pregunté interesado.

-Espero de verdad que tengáis un niño... mamá me está volviendo loco allí arriba... si tengo que pegar más princesas Disney en la pared enloqueceré- siseó con fastidio. Bella y yo nos reímos por el comentario; mi madre había ideado la habitación de Megan, y claro está, la decoración debía ser de muñecas y princesas.

En ese momento Megan entró en la cocina, acompañada de mi padre, que miraba a mi hermano divertido.

-Parece que la humanidad ha ganado un cardiólogo, pero ha perdido un artista- dijo entre risas. Emmet rodó los ojos, mientras cogía a la niña.

-Espero te guste tu habitación enana- le dijo con una graciosa mueca.

-¿Vas a jugar mío?- le preguntó interesada, apoyando sus manitas en sus hombros.

-¿A las muñecas?- preguntó mi hermano con cautela.

-Siiiii- chilló Megan con alegría.

-Verás enana, no creo qu...- se paró al ver el labio de Megan temblar debilmente.

-No llores pequeña, es que...- empezó a decir Emmet, pero Megan frunció el ceño.

-Quero con papá- susurró en voz baja, con una lágrima en su mejilla.

-¿Ves?, ya la has hecho llorar... ven aquí cariño- la cogí en brazos, y ella escondió su carita en mi cuello.

-Tío oso malo, no quere jugar mío- hipó suavemente.

-Si cariño... tu tío es malo- le fulminé con la mirada, mientras Carlisle y Bella observaban la escenas divertidos y con la risa contenida.

-Vamos Edward... no te veo cambiando de ropa a la muñeca- dijo Emmet burlón. Al ver mi ceño fruncido, su cara cambió a una burlona. Emmet negó en forma dramática con la cabeza.

-Me encantaría grabarte con una cámara de video- dijo entre risas, pero la voz de Esme resonó desde las escaleras.

-¡Emmet Cullen, no hemos terminado!- mi hermano se encogió ante el sonido; sin decir nada, cogió dos botellines de agua y voló escaleras arriba.

Me volví a Bella y a mi padre, con Megan en brazos.

-Emmet...- suspiré pesadamente.

-Es gracioso... tan grandullón y se encoge al escuchar a tu madre- dijo Bella entre risas.

Todos reímos, incluida Megan.

-¿Quieres merendar?- interrogué a mi pequeña. Asintió con la cabeza.

-Yo me encargo- se ofreció mi padre. Le tendí a la pequeña, que se fue al jardín encantada con su abuelo, seguida de Bella con su merienda.

Observé a Bella mientras salían; el embarazo le sentaba de maravilla. Su cara y sus ojos tenían una luz especial. Sus casi quince semanas de embarazo ya se notaban. Su vientre iba creciendo día a día, y nuestro hijo o hija estaba sano y perfecto, según las ecografías y los controles médicos. La próxima semana teníamos de nuevo ecografía, y si se dejaba ver, podríamos saber el sexo.

De momento no habíamos hablado de nombres, pero en mi mente ya empezaban a surgir las ideas. Estaba sumido en mis pensamientos, cuándo unos delicados brazos me rodearon la cintura.

-¿Qué piensas?- preguntó Bella, apoyando su cara en mi espalda.

Me di la vuelta lentamente, abrazándola con cariño.

-En muchas cosas... en lo afortunado que soy, en todo lo que tengo, en mi princesa grande... en mi princesita pequeña... en la chiquitina que va a venir- enumeré con una sonrisa.

-¿Quieres otra niña?- me preguntó.

-Sip... en el fondo quiero llenar la casa de princesas- dije resuelto.

-¿Y si sale un niño?- preguntó riéndose.

-Entonces estaré encantado de la vida, por supuesto... pero temo que se junte mucho con Emmet y Jake y lo corrompan- dije rodando los ojos.

Ella rió por mi comentario, mientras escondía su cara en mi cuello y le daba un pequeño besito.

-Pues yo quiero un niño, con tu color de pelo y con tus ojos- murmuró Bella -tan guapo como su padre- terminó de decir con un suspiro.

-Si sale a mi, eso no será difícil- dije juguetón; ella me dio un pequeño golpe en el brazo mientras reía.

-Creído- murmuró en mi pecho.

Seguí con ella entre mis brazos, y me acordé del tema de los nombres.

-¿Has pensado como vamos a llamarle?- pregunté curioso.

-Pues... había pensado en que podíamos repartirnos la tarea... si es niño yo decido... y si es niña tu- dijo ella.

-Hecho... pero no te pienso decir mis opciones... será sorpresa hasta que sepamos que es; ¿trato hecho?- pregunté.

Pareció meditar unos minutos, hasta que respondió.

-Vale... pero... ¿ni una pista?- interrogó con un adorable puchero.

Negué con la cabeza, me gustaba el trato.

-¿Sabes que tengo mis maneras de sonsacarte, verdad?- murmuró en mis labios, con un tono sexy.

-No te va a servir de nada- respondí divertido, mientras atacaba sus labios con los míos. Ella rodeó mi cuello con sus brazos, devolviéndome el beso furiosamente.

-Esas hormonas cuñada... un día vas a explotar- la voz vacilona de Emmet nos sacó de nuestra nube particular.

-¿Nunca te han dicho lo inoportuno que eres?- le dijo Bella con una ceja alzada.

El negó con la cabeza, mientras se acomodaba en un taburete de la cocina. Negué con la cabeza, mientras Bella salía a ver a Megan. Abrí dos cervezas y me acomodé al lado de mi hermano.

-¿Cómo van las cosas por ahí arriba?- pregunté interesado.

-Bien, casi hemos terminado- respondió antes de beber un trago.

-¿Y Rosalie?- pregunté con precaución.

-Bueno...- pareció meditar un poco la contestación- vamos poco a poco; decidimos tomarnos las cosas con calma y empezar de nuevo, por así decirlo- dijo en voz baja.

-¿Irás con ella a la boda de Seth?- pregunté interesado, sólo quedaban tres semanas.

-No se lo he pedido aun, pero espero que si- confirmó.

La tarde y la noche transcurrió entre charlas y desembalar cajas. No quise ahondar en el tema de Rose; mi hermano podía ser muy bromista y vacilón, pero sabía que el asunto le dolía y le preocupaba bastante.

La semana pasó sin mayores complicaciones. Vimos a nuestro pequenín a través de la pantalla, estaba perfecto... pero no se dejó ver sus partes íntimas, de modo que nos quedamos con las ganas.

Era sábado y estaba de guardia. Bella estaba en casa con la niña, era un sábado muy tranquilo, salía de una apendicectomía de urgencia, cuándo me encontré a mi padre esperándome en la salita de cirugía.

-Hola hijo- me saludó con un deje de preocupación en su voz.

-Hola, ¿quieres un café?- le ofrecí, mientras me acercaba a la cafetera. Asintió con la cabeza; me estaba empezando a preocupar.

-¿Qué ocurre?- le pregunté mientras le tendía su taza y me sentaba a su lado.

Tomó aire, para empezar a contarme.

-Bueno... sabes que dentro de una semana hay unas conferencias y seminarios de medicina...- empezó a decir. Asentí, todos los años por estas fechas era lo mismo.

-Este año se centran en neurocirugía, y uno de los colaboradores es... - no le dejé terminar, ya que lo corté.

-Charlie Swan- balbuceé en voz baja. Mi padre simplemente hizo un gesto de asentimiento con la cabeza.

Pasé las manos por mi pelo, en un gesto intranquilo y nervioso. Bella había llamado a su casa hace unas semanas, para contarles a sus padres lo de la boda y su nuevo embarazo... y el resultado no fue precisamente agradable. Y lo que menos quería era que Bella se disgustara, no le convenía en su estado.

-Bella habló con su madre hace unas semanas, para contarles... y digamos que no fue una buena idea- le expliqué a mi padre.

-¿Habló con su padre?- interrogó.

-No, solo con Renee; lo único que le insinuó era que ya había encontrado un padre para ocuparse de su hija bastarda- siseé furioso, ya que Bella había llorado durante horas después de esa conversación.

-No lo entiendo... Jake y Bella son buenas personas, ¿qué les pasa con sus hijos?- murmuró mi padre enfadado.

-Ojalá lo supieran ellos mismos...- dije desviando su mirada.

Después de conversar durante unos cinco minutos más, a mi padre le pitó su busca.

-Me reclaman en urgencias- dijo levantándose.

-Hablaré con Bella, para que esté advertida- le dije palmeando su hombro.

-Por eso te lo he dicho a ti antes de que se entere por el hospital... te veo luego- salió por la puerta deprisa, ya que su busca lo volvió a reclamar.

A la mañana siguiente hablé con Bella, explicándole que su padre iba a venir a la ciudad. No dijo nada, simplemente se encogió de hombros. Lo que si me rogó encarecidamente fue que no dijese nada a su hermano, pues no quería que se liase más el asunto.

Llegó el día en que Charlie venía a dar su conferencia al salón de actos del hospital. Mi padre, Emmet y yo nos quedamos al final de la sala, de pie al lado de la puerta. Era un hombre alto y fuerte, con el pelo moreno, igual que Jake, pero más pálido de piel. Vestía un elegante y carísimo traje negro. El bigote y su mirada le daban un aire altivo y calculador, tal y como Bella me lo había descrito tantas veces.

Había un mérito que no se le podía negar, y es que era un auténtico genio en su campo. Estaba en medio de una interesante charla sobre los tumores de los plexos coroideos, cuando sentí a Bella detrás mío.

La miré con preocupación, mientras la atraía a mis brazos.

-¿Estás bien?- susurré en su oído, ella simplemente asintió. Mantuvimos el silencio lo que quedaba de la charla. Al terminar, el jefe de neurocirugía de nuestro hospital se pegó a el como una lapa. Bajaron del estrado, y la mirada del doctor Swan se posó en nosotros. Bella permanecía quieta, agarrando fuertemente mi mano. Mi padre y mi hermano se tensaron a nuestro lado, mientras lo veíamos acercarse. El doctor Hilman hizo la presentaciones.

-Doctor Swan, le presento al doctor Carlisle Cullen, jefe de urgencias- dijo con un leve movimiento de manos.

-Un placer doctor Cullen- respondió escuetamente mientras ambos se estrechaban la mano.

-Lo mismo digo; enhorabuena por su coloquio, ha estado impresionante- respondió educadamente mi padre, intentando ser amable.

-Gracias- exclamó con una falsa sonrisa.

-Quiero presentarle a mis hijos; mi hijo Emmet, cardiólogo adjunto- explicó, señalando a mi hermano -y mi hijo Edward, cirujano adjunto-.

Apretó ligeramente la mano que Emmet le tendía, y se volvió a mi.

-De modo que tu eres Edward- dijo secamente.

-Es un placer conocerle- respondí mientras le ofrecía mi mano. La tomó y la estrechó sin ninguna alegría.

Miré de reojo a Bella, que temblaba ligeramente.

-Hola papá- murmuró en voz baja. El doctor Hilman abrió los ojos por la sorpresa, atando cabos, después de casi un año, del apellido de Bella. Rodé los ojos mentalmente.

-Isabella- respondió con voz fría.

Un incómodo silencio presidió la estancia. El doctor Hilman, Emmet y mi padre se disculparon, dejándonos solos.

Bella iba a decir algo, pero su padre se adelantó.

-Tu madre me dijo que habías llamado hace unas semanas- dijo en su típico tono de voz, frío y monocorde. Bella tomó aire, para hablar.

-Si- hizo una pausa -quería deciros que Edward y yo vamos a casarnos y...- su padre la cortó.

-Y veo que tropiezas dos veces en la misma piedra- dijo señalando su vientre.

-Mis hijos no son un error- exclamó con rabia contenida.

-Por lo que se ve tu madre me dijo la verdad... has encontrado un padre para tu hija- me dijo mirándome de arriba a abajo.

Mi vena del cuello se iba hinchando por momentos, y no pude evitar responderle.

-Doctor Swan... puede que no sea el padre biológico de Megan, pero la quiero como si fuera mía, como quiero al hijo que vamos a tener... al igual que quiero a su hija- respondí, intentando mantener la calma.

Bella me sonrió levemente, agradecida. Rodeé su cintura con mis manos, tranquilizándola.

-Dime, ¿cómo te va la residencia?- preguntó a su hija, cambiando radiclamente de tema.

Estuvieron hablando unos cinco minutos; la expresión de su cara no se inmutaba, ¿cómo podía este hombre ser tan frío?.

-Interesante... no te debe resultar difícil, es una especialidad suave, no le veo ningún mérito- expresó su opinión. Bufé para mis adentros, otra vez el dichoso tema de siempre.

-Debo irme, me esperan para comer- con esa frase dio por terminada la charla. A Bella se le llenaron los ojos de lágrimas.

-¿No vas a preguntar por Jake?; también es tu hijo... ¿tampoco vas a preguntar por tu nieta?- dijo ella evitando que las lágrimas cayeran.

-Dejó de ser mi hijo el día que se fue de casa y se casó con esa...- Bella lo cortó.

-¿Cómo puedes hablar así de Leah?; apenas la conoces, ¿sabes que van a ser padres?- dijo ella apenada y rabiosa a la vez.

-¿Sabes que Megan ya anda y habla?; no, no lo sabes... ni siquiera la has visto una vez desde que nació... no te importa, al igual que nunca te hemos importado nosotros- dijo en voz baja.

Su padre no dijo nada, simplemente se dio la vuelta y se fue. En ese momento Bella se derrumbó, llorando a mares. La abracé fuertemente, mientras acariciaba su espalda.

-Ya está cariño, no llores- intenté consolarla.

-¿Por qué Edward?; ¿qué les hemos hecho?, ¿acaso somos un error?- dijo entre sollozos.

-No Bella, no digas eso, no merece la pena; vayámonos a casa... no quiero que ésto te afecte- musité preocupado; lo que menos necesitaba Bella era alterarse. Asintió con la cabeza, antes de hacerme jurar que no le diría nada a su hermano.

Al día siguiente, por la noche, estábamos todos en casa. Había partido de baloncesto. Jake, Emmet y yo estábamos en el sofá, cervezas en mano, haciendo de comentaristas.

-¿Habéis visto ese mate?- nos preguntó Jake asombrado.

-De los mejores de la temporada- opinó mi hermano, mirando fijamente a la televisión.

En la cocina, Bella, Leah y Rose charlaban sin parar. Bella pareció olvidar el incidente con su padre, al menos eso esperaba. En mi interior rezaba para que se hubiese subido ya al avión para dar otra de sus conferencias, a ser posible, en la Patagonia. Bella me confesó en casa que pensaba invitarles a la boda, pero viendo el plan en el que estaba su padre, desistió por completo.

En ese momento sonó el timbre.

-Me toca pagar las pizzas- dijo Jake, levantándose del sofá de un salto. Le seguí para dirigirme a la cocina, para avisar a las chicas de que la cena estaba aquí... pero no era el repartidor.

-¿Qué estás haciendo aquí?- murmuró Jake con voz fría, agarrando tan fuerte el pomo de la puerta que pensé que iba a aplastarlo.

Charlie Swan estaba en el marco de la puerta, recorriendo con su mirada la casa y a su hijo de arriba a abajo.

-Papá- murmuró Bella, perpleja. Sostenía a Megan en brazos. La mirada de Charlie, se posó en su nieta, que desde los brazos de Bella miraba a su abuelo con curiosidad. Leah, a su lado, lo miraba muda de la impresión.

-En el hospital me han dado tu dirección; ayer no me invitaste a venir a tu casa- le dijo a Bella con reproche. Jake miraba a Bella sorprendido.

-¿Ayer?, ¿por qué no me has dicho nada?- le preguntó a Bella.

-Vino a dar una conferencia en el hospital, pero después de la conversación que mantuvimos, pensé que no nos honrarías con tu presencia- dijo Bella molesta.

El silencio hizo acto de presencia en la habitación.

-Rose, por favor, ¿puedes llevarte a Megan a su cuarto?- le pidió Bella. Ésta cogió de inmediato a la niña, y subieron a la habitación, con Emmet detrás.

Jake suspiró frustrado mientras se apartaba de la puerta, dejando paso a Charlie.

-Bonita casa... me sorprendes Isabella- dijo con arrogancia. Bella le miró arrugando el ceño, sin entender a qué se refería.

-Pasas de ser una adolescente rebelde y caprichosa a ser una perfecta mujer de su casa- prosiguió Charlie.

-¿Una adolescente rebelde?... ¿todavía no me perdonas el hecho de haber decidido tener a Megan, verdad?- respondió llena de rabia. Jake, al lado de su hermana, se iba poniendo rojo de la ira.

-¿Cómo pudiste ser tan irresponsable?, criar a una niña tu sola, sin ni siquiera conocer a su padre- masculló entre dientes -fuimos la comidilla de Forks durante todo ese tiempo- terminó de decir con rabia.

-Si has venido a echarme en cara todo eso, ya te puedes ir- le dijo mi novia, dándole la espalda.

-¿Comidilla de Forks?- replicó Jake burlón -toda la familia lo hemos sido durante años por vuestro amago de matrimonio y nunca ha pasado nada; así que no me vengas con ese cuento- siseó furioso.

-No me hables así muchacho- le advirtió Charlie enfadado.

-Jake cariño, tranquilo- le dijo Leah, tomándole del brazo.

-No te metas- le dijo Charlie; Leah le miró con miedo.

-Ni se te ocurra volver a dirigirte así a mi esposa... puede que no sepas el significado de esa palabra, pero nadie habla a mi mujer en ese tono- le amenazó Jake en voz baja y fría.

-Todavía no comprendo qué vistes en ella... cómo tampoco entiendo que ve Edward en Bella; cargar con la responsabilidad de una niña que, para más inri, no es suya- replicó con una mezcla de mala intención y sorpresa en su voz.

Bella se dio la vuelta, roja de llorar y de rabia.

-¡Porque no todo el mundo es como vosotros dos!; nunca os hemos importado y parece ser que nunca lo haremos, de modo que si no tienes más que decir ¡lárgate y déjanos tranquilos de una vez!- terminó de decir, bramando a pleno pulmón.

-¡Ni se te ocurra volver a levantarme la voz!; ¿así me agradeces que haya cuidado de ti... de vosotros.. todos estos años?, a ti pagándote la carrera y la universidad y ...- Charlie avanzó hacia ella, dispuesto a encararla, pero Jake y yo le cortamos el paso.

-No te acerques a ella- Jake le tomó por la solapas de su costoso traje, empezando a forcejear ambos.

-¡¿No ves que está embarazada?; ¡déjala en paz!- gritó Jake.

-Salga de mi casa ahora mismo... y si se le pasa por la cabeza volver a acercarse a mi familia, le juro que no responderé- le amenacé, encarándole yo también.

En ese momento que perdí de vista a Bella, el grito de Leah resonó en la habitación.

-¡Edward!- al girarme, el pánico se apoderó de mi. Bella estaba tumbada en el suelo, sin conocimiento.

-¡Cariño!, Bella despierta- horrorizado la tomé el pulso, debía tener la tensión por los suelos.

-¡Emmet!- al momento mi hermano bajó las escaleras de tres en tres, agachándose a nuestro lado.

-Llevátela al sofá; avisa a papá- le dije. Asintió nervioso, no sin antes dirigirle a Charlie una mirada intimidatoria.

Lleno de rabia, me giré hasta donde estaban Charlie y Jake.

-Lo siento, he perdido los nervios y...- trató de disculparse, pero Jake volvió a encararlo.

-¿Estás contento?, te juro que si les pasa algo a cualquiera de los dos, no respondo de mis actos; ahora por favor, sal de esta casa, de San Francisco, y déjanos en paz- le medio rogó, medio ordenó.

-Por favor, yo no pretendía...- pero no le dejé acabar la frase.

-Le voy a decir una cosa... no vuelva a despotricar así de Bella Y Jacob; su hija y su nieta han sido de lo mejor que me ha pasado en la vida... ¡y no permitiré que vuelvan a sufrir!- al momento llegaron mis padres.

Esme se fue directamente a la sala, para ver a Bella, que iba despertando.

-¿Qué está ocurriendo aquí?- preguntó mi padre, intentando controlar su voz.

-No es asunto suyo- siseó Charlie.

-No le hables así... el en menos de un año se ha convertido en el padre que TÚ nunca has sido- siseó Jake furioso.

Esas palabras callaron el ambiente; Charlie miraba a su hijo con una expresión inescrutable en su rostro. Lentamente se desasió del agarre de su hijo, recomponiendo la compostura.

-Veo que ya tenéis otra familia... ni se os ocurra aparecer por Forks- dijo abriendo la puerta y cerrándola con un fuerte portazo.

Mi padre rápidamente se dirigió al salón, donde Bella ya había abierto los ojos.

Me quedé con Jake un momento, intentando calmarlo, al igual que Leah.

-Ya está cariño- éste se abrazó a su mujer, con los ojos llenos de lágrimas.

-Perdona por dar este espectáculo Edward, per...- le corté.

-Tranquilo Jake, te comprendo... vamos a ver a Bella- le cogí de los hombros, dirigiendo nuestros pasos hacia la sala.

Bella estaba tumbada en el sofá, con los ojos buscaba su hermano.

-Jake- musitó en voz baja. Éste se arrodilló a su lado, cogiendo la mano que Bella le tendía.

-No volverá a molestarnos jamás, te lo prometo hermanita- Bella simplemente asintió con la cabeza, mientras yo hablaba con mi padre.

-Acabo de revisarla, sólo es una simple bajada de tensión; pero me quedaría más tranquilo si la lleváramos al hospital, sobre todo para asegurarnos de que el bebé está bien- me explicó.

Dos horas después de todo el follón, Bella se encontraba descansando en la cama de un box de urgencias. Después de escuchar el latido de nuestro hijo, y de verificar que todo estaba bien, al fin pude respirar tranquilo.

Estaba fuera, hablando con Jake y Emmet, cuándo mi padre salió.

-Bella pregunta por ti, hijo- rápidamente me escabullí dentro de la cortina. Bella estaba despierta, mirándome con una sonrisa que no le llegaba a los ojos.

-Edward- me llamó, estirando una de sus manos hacia mi. La tomé y la besé con delicadeza a la vez que me sentaba a su lado, retirándole el pelo de la cara.

-¿Cómo te encuentras cariño?- pregunté suavemente.

-Cansada, agotada... pero bien, estamos bien- dijo señalando su pequeño vientre.

-No volverá a hacerte daño Bella, no lo consentiré- le prometí serio, recordando con rabia los sucesos de hace unas horas.

Ella negó con la cabeza, quitando hierro al asunto.

-El es así siempre... ellos son así, no entiendo que les hemos hecho, es cómo si les molestara que Jake y yo hayamos nacido- susurró con pena.

-Bella, no digas eso porque no es verdad... eres una de las mejores personas que conozco, por no decir la mejor... y una buena madre; además... si no hubieras nacido, ¿qué sería de mí en estos momentos?- susurré contra sus labios, para acariciarlos lentamente con los míos.

-Te quiero- susurró mi preciosa novia.

-Y yo a ti, más de lo que te puedas imaginar- murmuré bajito, besándola de nuevo. Apoyé nuestras frente, mientras la miraba con cariño.

-¿Podré ir a casa?- preguntó haciendo un mohín.

-Se lo preguntaremos al doctor Simmons... pero quiero que me prometas que estarás unos días en reposo- le medio ordené, acariciando su vientre.

-Prometido- dijo no muy convencida.

-Bella...- le reprendí con cariño. Ella rodó los ojos, asintiendo con la cabeza.

Mientras esperábamos que el doctor Simmons arreglara los papeles del alta, ambos permanecimos abrazados, en un cómodo y reconfortante silencio. Besaba su frente y cabeza en repetidas ocasiones, jurándome a mi mismo que ésto no se volvería a repetir... nadie, ni siquiera Charles Swan, haría daño a mi familia.
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Mensaje por xole 24/5/2010, 4:46 pm

hay Rosalie ya te diste cuenta de quien es tu amor ehhhh ??? como duelen los celos Curando un corazón (+18) Completo - Página 2 22750 Curando un corazón (+18) Completo - Página 2 275394

que bien ya tiene casita y despues de tanta alegria llega Charlie y lo jode Curando un corazón (+18) Completo - Página 2 417394 Curando un corazón (+18) Completo - Página 2 417394
ese mal bicho ........Curando un corazón (+18) Completo - Página 2 416999
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Mensaje por Atal 24/5/2010, 9:21 pm

jajaj esperaba tu comentario amiga, jejej siii es un bicho¡¡¡ Curando un corazón (+18) Completo - Página 2 416999
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Mensaje por xole 25/5/2010, 8:27 am

he estado un poco liada pero sabes que siempre aparezco Curando un corazón (+18) Completo - Página 2 275394 ............
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Mensaje por Atal 1/6/2010, 10:40 am

Un nuevo capitulo de esta historia creada por Sarah-Crish Cullen, espero dejen sus huellas y disfrúten de él.

Capítulo 19: Preparativos y boda entre amigos

Casi tres semanas habían pasado desde la visita de mi padre; como consecuencia de ello tuve que permanecer una semana en reposo, debido a una bajada fulgurante de mi tensión. Hacía unos días que había vuelto al trabajo, olvidando poco a poco el soberano disgusto que todos nos habíamos llevado.

Nuestra casa ya estaba casi terminada. Los muebles del salón y nuestro dormitorio ya estaban montados, así como el cuarto de Megan. Era un mini mundo de princesas y muñecas, con los muebles blancos con detalles lilas. Las paredes, rosas con mariposas lilas y muñecas y princesas Disney en ellas. La verdad es que Esme había hecho un trabajo estupendo, la habitación era el sueño de cualquier niña.

Ya la habíamos pasado a la cama, con una barrera de seguridad, para reutilizar la cuna para el nuevo miembro de la familia. El mes que viene compraríamos el resto de los muebles. Seguíamos sin decorar la habitación, ya que todavía no sabíamos que era, no se dejaba ver. Esme y yo decidimos que si para el final del verano seguíamos sin saberlo, pintaríamos la habitación con un color neutro, tanto para niño o para niña. Además, si era niño necesitaría ropita nueva, no le iba a llevar con vestiditos.

Alice me sacó de mi ensoñación, sentándose a mi lado.

-¿Cómo te encuentras?- preguntó con una sonrisa.

-Bien... pero un poco cansada... además el calor ya empieza a afectarme- suspiré fastidiada, mirando mis pies, que empezaban a hincharse.

-Dentro de poco llegarás a la mitad del embarazo, es normal... por cierto, quería preguntarte cómo van los preparativos- interrogó.

-Van poco a poco... la semana pasada fuimos a Santa Cruz, a hablar con el párroco y con el hotel para la cena; nos falta escoger el menú, el papeleo del registro, a eso vamos en cuánto acabe mi turno ...- empecé a enumerar, pero Alice me cortó.

-¿Y tú vestido?- preguntó escéptica.

-Pues no lo he pensado mucho; además... con esta tripa- señalé con una sonrisa mi abultado vientre, de dieciséis semanas. Alice bufó exasperada.

-Bella, que estés embarazada no significa que no puedas ir de blanco; te propongo una idea-.

-Dispara- inquirí curiosa; en ese momento llegó Rosalie, sentándose a mi lado y poniendo atención.

-Mi prima Lucille es modista, y ha hecho algunos trajes de novia por encargo, podrías hablar con ella. Estoy segura de que te hará un vestido precioso- afirmó pagada de si misma.

-Me parece una idea estupenda, ella te podrá aconsejar que ponerte- añadió Rosalie.

-Iremos a verla mañana por la tarde... quizá pueda hacerle un vestido a Megan también- dije contenta; quería que mi niña fuese preciosa.

-¿Me dejarás vestirla?, por favor...- me rogó Alice con carita de pena, al igual que Rose. Sonreí, que chantajistas eran.

-Está bien, me gustaría que Esme y Leah vinieran también- les advertí.

-Por supuesto... también tiene una tienda, y las invitadas podremos echar un vistazo- nos siguió explicando.

-¿Y las flores de la iglesia... y el ramo?- me interrogó curiosa Rose.

-No lo he pensado tampoco- exclamé, lo había olvidado por completo.

-Entonces Rose y yo tenemos trabajo- dijo muy resuelta Alice, significando que ellas se encargarían, y sería una sorpresa para mi.

-Bien... pero para eso tendréis que saber al menos mis gustos- exclamé riéndome. Ellas me miraron ansiosas.

-Me gustan los tulipanes- era una flor curiosa, que siempre me había llamado la atención.

Seguimos concentradas en otros pequeños detalles, hasta que llegó la hora de salida.

Nada más poner un pie fuera del hospital, ya estaban Edward y mi niña esperándome. Hoy era un día importante para nosotros tres. Íbamos al registro, a llevar la documentación necesaria para la boda... y para que el apellido de Megan pasara de Swan a Cullen. Nada más verme, Edward dejó a la niña en el suelo, que vino corriendo hacia mi, extendiendo sus bracitos.

Agachándome a su altura, la recibí en mis brazos.

-Oa mami- me saludó con un pequeño beso.

-Hola cariño, ¿qué has hecho hoy?- la interrogué curiosa mientras la cogía en brazos y andaba hacia Edward. Cada día me costaba más cogerla en brazos, ya que una de las pocas cosas que llevaba mal en el embarazo era la espalda.

-He ido al parque con papi- me contó con una tímida sonrisa.

-¿Y habéis jugado mucho?- seguí interrogando.

-Siiiii... he subido al columpo y al toogan- me relató.

-Tobogán- corregí divertida -¿y no te daba miedo?, el tobogán está muy alto-.

-Nooo- dijo como si fuera obvio -papi me ha ayudao- dijo señalando a Edward con su dedito -y tío oso se ha subido mío- añadió con una sonrisa -abela Esme le ha castigao-.

Me carcajeé de lo lindo, llegando a la altura de Edward.

-¿Así que Emmet se ha subido al tobogán y tu madre le ha castigado?- indagué divertida. Éste rodó los ojos, negando frustrado.

-Ni me lo recuerdes... por poco tengo que pagar los daños al ayuntamiento... hola cielo- se inclinó para besarme suavemente.

-Hola- saludé de vuelta, mientras escondía mi cara en su pecho. Me dio otro pequeño beso en el pelo, mientras me rodeaba con sus brazos. Cerré los ojos, descansando unos instantes.

-¿Cómo ha ido el día?- preguntó mientras abría el coche.

-Bien, al final he tenido que entrar en quirófano; Jasper tiene gripe y no ha venido a trabajar. He operado con el equipo de trauma, una fractura de tibia y peroné con fijación interna- le relaté.

-¿Y cómo ha ido tu primera experiencia con trauma?- siguió preguntando.

-Bueno- me encogí ligeramente de hombros -no es mi especialidad favorita, que digamos- rezongué con un puchero. Me escuchaba divertido, mientras Megan se quejaba desde su sillita.

-Teno hambre- dijo un poco enfadada.

-Ya enseguida comemos cariño- le dijo Edward, mientras se volvía y le ajustaba bien uno de los cinturones que la sujetaba. Era un padre estupendo, no podía haber otro cómo él.

-¿Dónde iremos a comer?- le interrogué mientras me abrochaba el cinturón.

-A dónde tu quieras- respondió resuelto.

-Han abierto un wok bastante grande en Hilton con Ashbury, y queda cerca del registro civil- le propuse.

Asintió con una sonrisa mientras salía del recinto hospitalario; por suerte, al ser las tres de la tarde, el tráfico estaba tranquilo, ya que la mayoría de la gente ya había salido a comer.

-Mami- la pequeña interrumpió una de nuestras charlas profesionales.

-Dime Megan- me volteé para verla. Tenía una pequeña arruguita en la frente, señal de que estaba pensando la pregunta.

-¿Cuándo va a salir el bebé?- interrogó curiosa. Edward esbozo una sonrisa, al igual que yo.

-Cariño, el bebé tiene que estar en la tripita de mamá para crecer y que pueda salir... pero para navidades estará con nosotros- le explicó.

-¿Lo va a traer Santa Claus?- siguió preguntando.

-Mas o menos...- respondí.

-¿Tienes ganas de que nazca?; tendrás que ayudarnos a cuidarlo- le dijo Edward.

-Siii...y para jugar- dijo contenta... -pero tío oso y tío lobo dicen que va a ser nene- refunfuñó. Mi hermano y Emmet... siempre igual.

-Ninguno lo sabemos- le respondí.

-Yo quero una nena- siguió refunfuñando. Arqueé una ceja, mientras Edward esbozaba una sonrisa pilla.

-¿Ves?, Megan también quiere otra niña- canturreó Edward con tono inocente.

-Traidores... cómo salga niño me voy a reír- exclamé con fingido enfado.

La conversación siguió hasta que llegamos al restaurante. Una vez dimos su comida a Megan, no tardó en quedarse dormida. La acomodamos en su sillita, y Edward y yo nos dispusimos a comer.

-No entiendo cómo puedes comerte eso... pica muchísimo- dijo Edward. Me encogí de hombros, a mi me sabía delicioso.

Después de comer, y con Megan todavía dormida, nos dirigimos hacia el registro. Una vez allí Edward sacó una pequeña carpeta que le había preparado la noche anterior. Después de que entregamos el papeleo necesario para contraer matrimonio, nos dirigimos hacia otra sala, donde nos hicieron pasar a un pequeño despacho.

El funcionario, una vez leyó los documentos que le entregamos, se dirigió a Edward.

-Así pues, según lo previsto en los artículos 25/2 y 27/3 del código civil, ¿está dispuesto a reconocer a Megan Swan como hija suya, dándole todos los derechos que al otorgarle su apellido le corresponden y corresponderán en un futuro?-.

-Estoy dispuesto- afirmó con voz firme y decidida.

-Firme en estos documentos- le indicó el funcionario. Una vez firmó toda la pila de papeles, salimos de allí, quedando la semana que viene para recoger el nuevo certificado de nacimiento de Megan, con el cambio de apellido.

Una vez fuera, me abracé a Edward, y todas las lágrimas que había conseguido retener salieron de mis ojos.

-Ya está, no puedo creerlo- murmuré emocionada.

-Yo tampoco puedo creerlo, por fin- musitó en voz baja, devolviéndome el abrazo y besándome.

Me separé cuándo necesité tomar aire; cariñosamente, limpió mis lágrimas. Megan seguía dormida en su sillita, ajena a todo.

-Estas hormonas- refunfuñé.

Rió suavemente, mientras agarraba la sillita de la niña.

-¿Quieres un helado?- me preguntó.

-Por supuesto, tenemos que celebrarlo... ¿con chocolate y almendras caramelizadas?- pregunté con un gracioso puchero.

Se carcajeó mientras asentía. Dimos un paseo hasta Market Street, iba saboreando mi fantástico y suculento helado e íbamos mirando tiendas. Paramos en el escaparate de una tienda de bebés.

-Mira qué cositas- exclamé emocionada- pero no podemos comprarle nada... no se deja ver- protesté con cara de pena.

-Si quieres podemos entrar y echar un vistazo- me sugirió. Asentí mientras me acababa el helado.

A la media hora salimos de la tienda, con varias bolsas, llenas de pequeños bodies y pijamitas que valían tanto para niño como para niña. Decidimos ir a encargar el cuarto del bebé, ya que mañana tenía cita con las chicas para ir a ver el tema del vestido. Al final encargamos un armario, estanterías, el cambiador y la bañera. Las compramos a juego de la cuna que ya teníamos. También compramos una sillita de paseo más ligera para Megan, ya que ésta la necesitábamos para el pequeñín.

Entre unas cosas y otras, llegamos a casa a la hora de la cena. Bañé a Megan mientras Edward le hacía la cena. Una vez en su cama con sus tres muñecas favoritas, bajé a cenar.

Nos sentamos en el sofá a ver un rato la tele, después de recoger la cocina.

-No me has dicho a dónde vas mañana- me preguntó muy interesado.

-De compras- sonreí inocentemente.

-Ya, eso ya lo sé... me refiero qué vas a comprar- siguió interrogando.

-Un vestido- me encogí de hombros despreocupadamente, a ver si lo adivinaba.

-¿Otro vestido?, ¿no te gusta el que vas a llevar el sábado?- preguntó confuso. El sábado era la boda de Seth y Leslie.

-No es para la boda de Seth... además me llevo a Megan; las chicas van a venir también, y tu madre- le expliqué. Pareció meditar unos instantes, hasta que debió caer en lo que era.

-Seguro que estarás preciosa- me dijo con una sonrisa.

-El diez de julio saldrás de dudas- respondí inocentemente. Puso un pequeño puchero... pero me mantuve firme.

-Esto no te lo puedo contar, Alice y Rose me matarían... pero podemos hacer un trato- le propuse divertida.

-Te escucho-.

-Me dice tus opciones de nombres... y yo te digo las mías... y de paso te explico cómo va a ser el vestido- era un tema que me traía de cabeza, los nombres de niña.

Pareció meditarlo unos instantes.

-Humm... a ver... no- respondió resuelto.

-Por favor- rogué mientras me acercaba para besarle.

Siguió negando, con una divertida sonrisa.

-No... recuerda el trato que hicimos... además, ¿crees que me explicarías cómo va a ser tu vestido de novia?- me preguntó arqueando las cejas. Obviamente, no se lo iba a decir, pero si colaba con lo de los nombres...

-Está bien- reconocí con una mueca -¿pero ni las ideas que barajas?- probé de nuevo.

-Bueno... me gustan varios... Nathalie, Sarah, Kelsey, Valerie, Ashley, Eileen... y unos cuántos mas- dijo resuelto.

Me sorprendí no ver un nombre entre toda esa lista.

-¿No quieres llamarla Sophie?- pregunté. Tenía asumido que si era una niña se lo pondría.

-No... créeme que lo pensé... pero serían demasiados recuerdos- dijo pausadamente.

-A mi no me importaría- le aclaré.

-Gracias cariño... pero ya lo pensé y no- me dijo abrazándome y besándome la frente.

-¿Y tú que has pensado?, ¿cómo se llamará mi hijo?- interrogó.

-Pues... Ethan, Ian, Dylan, Daniel, Owen... y otros que tengo en mente- dije resuelta.

Meditó por unos segundos.

-No están mal... ¿y ninguno en concreto?- preguntó con una sonrisa.

-¿Me vas a decir el tuyo?- devolví la pregunta. Negó cómicamente.

-Pues yo tampoco te lo digo- sólo me faltó sacarle la lengua, como los niños pequeños.

-Me encanta que refunfuñes cómo una niña pequeña- susurró en mi cuello, dejando un pequeño besito. Me reí suavemente, mientras me iba a cercando a sus labios, para darle un profundo beso.

Después de unos minutos, se separó de mi, para apagar la televisión y conducirme a nuestra habitación, entre besos y caricias.

A la mañana siguiente, una vez llegó Esme para quedarse con Megan, salimos hacia el hospital. La mañana pasó tranquila, y a las tres salimos rumbo de vuelta a casa. Después de comer, Edward se despidió de nosotras, alegando que se pondría la día con los historiales, y Esme y yo salimos de casa, camino de encontrarnos con las chicas. Una vez dimos con la dirección que Alice me había dado, y dado que era temprano, nos sentamos en un café enfrente, en la terraza, así las veríamos llegar. La primera en llegar fue Leah, seguida de Rosalie, y por fin, Alice.

La boutique de su prima estaba en un elegante edificio, en el segundo piso. Estaba exquisitamente decorado, con las paredes de un suave color café, y espaciosos y confortables sillones de cuero blanco.

Alice saludó efusivamente a su prima, y después nos fue presentando.

-Y ella es Bella, la novia- dijo dejándome la última.

-Es un placer conocerte, Alice me ha hablado de ti, enhorabuena por partida doble- me contestó, señalándome mi tripa.

-Gracias- contesté con una sonrisa.

-Pasad conmigo, por favor; hay sitio para que todas se pongan cómodas- la seguimos por un largo pasillo, el piso era enorme. Nos hizo pasar a un pequeño salón, con una mesa de madera en el centro, rodeada por sillas. Una vez acomodadas, estrajo de uno de los armarios una enorme carpeta. Al abrirla, miles de diseños dibujados exquisitamente ocuparon la mesa.

-Bien... antes de que pueda aconsejarte, debes darme una idea de cómo te imaginas tu vestido- me explicó.

-Pues... me lo imagino largo, obviamente; vaporoso pero a la vez ligero; de tirantes, ya que será pleno verano; me gustaría una cola mínima. La pedrería no me gusta mucho, prefiero el encaje sencillo- enumeré con los dedos. Ella asintió, tomado notas en un block.

-¿Complementos?- interrogó.

-No quiero llevar velo; prefiero un tocado bonito- pensé en voz alta.

-¿Joyas que llevarás?; deben ir coordinadas con el vestido- siguió interrogando.

-Sólo mi anillo de compromiso y unos pendientes largos, de oro blanco y brillantes con una pequeña perla al final. Pertenecieron a mi abuela, no soy muy de cadenas y collares- aclaré.

Una vez tomó nota de todo, se dispuso a explicarnos.

-Bien. Lo primero de todo, creo que el estilo imperio es el que mejor te iría. Realzaría tu pecho, y después caería suelto, dándote libertad de movimiento , y nos curaríamos en salud, ya que tu vientre seguirá creciendo- dijo. Todas asentimos de acuerdo.

-¿Y por qué no palabra de honor?- sugirió Rose mirándome.

Medité unos instantes, pero deseché la idea.

-Prefiero tirantes, aunque sean finos- rebatí.

Mientras íbamos hablando, Lucille iba haciendo un boceto a grandes rasgos, que luego nos mostró.

Después de tener la idea general, nos trajo varios muestrarios de telas. Esme preguntaba por la calidad de los encajes y los tules. Una vez elegimos, me tomó medidas, quedando en un mes para ir a la primera prueba.

-Debes venir con el sujetador que vayas a llevar, para ajustar el vestido al milímetro, y con los zapatos para adaptar el bajo- me recomendó.

-¿Has pensado en los zapatos?- me preguntó Alice -me gustaría que te pusieras unos buenos taconazos... pero obviamente no irías nada cómoda- aclaró pensativa.

-Podrías ponerte un tacón de tres centímetros; bajitos y cómodos- me sugirió Esme.

Asentí después de meditarlo. Una vez terminamos conmigo, Ale y Rose se dirigieron a ella.

-También queremos que le hagas un vestido a la niña- dijo Alice.

-Ohh... una pequeña princesita- dijo Leah con una sonrisa.

Salimos de allí tres horas después. Esme, Leah y Rose con sus vestidos encargados también. Eran espectaculares y muy bonitos; Esme tenía una sonrisa de oreja a oreja, ya que su vestido de madrina, largo hasta los pies, era precioso. Únicamente faltaba Alice... y le costaría encontrar algo, conociéndola...

El sábado amaneció despejado y caluroso. Me levanté muy temprano, y salí como un rayo, directa a la peluquería. La boda era a las doce y media. A las nueve en punto de la mañana ya estaba allí como un clavo; por suerte me cogieron la primera, de modo que fui bien de tiempo.

Volví a las once a casa, y rápidamente subí a vestirme. Edward ya estaba preparado, y estaba abajo con la niña, que esta noche se quedaba a dormir con Esme y Carlisle. Oí el timbre y bajé las escaleras para ir a darle un beso a Megan.

-Estás preciosa- me dijo Carlisle, guiñándome un ojo.

Llevaba un vestido azul, con un lazo atado detrás del cuello, ajustado hasta debajo del pecho, muy del estilo de mi traje de novia. La suave tela de gasa de diferente azules caía hasta por debajo de mis rodillas.

El recogido que llevaba hacía mi cuello más estilizado. Y dejaba a la vista los pendientes de mi abuela, los mismos que llevaría en mi boda. Unos graciosos zapatos plateados, bajitos y cómodos, con una tira de gasa azul, para sujetarlos a los tobillos, un chal plateado y un pequeño bolso de mano, también plateado, completaban mi atuendo.

Edward estaba guapísimo, con un traje negro, camisa también negra y una corbata en diferentes azules, íbamos a conjunto.

Me tomó de las manos, para hacerme girar.

-Sencillamente preciosa- susurró en mi oído. Me sonrojé, haciendo que el mínimo colorete que llevaba se notase aún más. Mis ojos, delineados de negro, y las sombras plateadas suaves hacían que se vieran más grandes y expresivos.

-Mami guapa- aplaudió Megan, desde los brazos de Esme.

Después de charlar unos minutos con ellos, oímos un claxon.

-Emmet y Rose ya están aquí- dijo Edward. Nos despedimos de Megan y de Carlisle y Esme, que después de hablar unos minutos con Emmet y Rose, se alejaron camino de su casa.

Rose le cedió el asiento del copiloto a Edward. El jeep de Emmet era inmenso, podría viajar allí un equipo entero de fútbol.

Rose estaba espectacular, con un vestido negro corto, y una graciosa chaquetilla roja. Llevaba el cabello suelto, con una flor también roja en un lateral. Emmet muy guapo, con su traje negro y corbata... de balones de baloncesto.

Edward y yo nos carcajeamos de lo lindo al verla, era muy graciosa. A nuestro lado Rose bufaba frustrada.

-Espera que la vea Jasper... Emmet no se ha desprendido de esa corbata desde la graduación del instituto- nos relataba un divertido Edward.

Las risas siguieron durante todo el camino, hasta llegar a la iglesia... pero al llegar no había absolutamente nadie.

-¿Tan pronto llegamos?- dijo Emmet con el ceño fruncido. Edward abrió los ojos por la sorpresa.

-¡Emmet, está es la iglesia de St. John!- exclamó enfadadísimo.

-Ya lo sé- respondió el aludido, como si fuera obvio.

-¡Idiota, la boda es en la iglesia de St. Andrew´s!- le chilló Rosalie. La cara de Emmet palideció unos segundos, pisando el acelerador a fondo, cual piloto de rallies.

-¿No dijiste que sabías cual era?- le preguntó Edward.

-Un fallo lo tiene cualquiera... además, todas son iguales- se defendió pagado de si mismo.

Una vez sorteamos el inmenso tráfico, pues las iglesias estaban de una punta a otra, conseguimos llegar a tiempo. Alice y Jasper ya nos estaban esperando, acompañados de Mandy y Tifanny, la doctora Sanders, Tyler y su mujer y Ángela y su marido. Mike no había podido venir al final.

-¿Dónde estabais?, por poco llegáis- nos dijo Alice, mirándonos con el ceño fruncido. Llevaba un vestido color vino, hasta media pantorrilla. Un gracioso lazo adornaba el cuello, y su pelo estaba liso y sin las puntas locas. Un tocado negro con varias plumas pequeñitas completaba el atuendo.

-Es una larga historia- musité voz baja, mientras Edward y Rosalie rodaban los ojos enfadados.

-¿Qué?, al final hemos llegado, eso es lo importante- levantó las manos.

Edward le fulminó con la mirada, tomándome de la mano para entrar. En la puerta saludamos a un muy nervioso Seth, que nos dio una cálida bienvenida.

La iglesia no era muy grande, y era muy acogedora. Los bancos y el altar estaban exquisitamente adornados. Rosas blancas y fressias combinaban a la perfección con pequeñas hojas verdes y lazos de rafia en diferentes tonos marrones.

Apenas pasaron cinco minutos desde que nos sentamos, cuándo vimos a Seth posicionarse en el altar con su madre y madrina al lado.

El órgano empezó a sonar con la Marcha Nupcial, y se abrieron las puertas; Leslie estaba preciosa, del brazo de su padre. Llevaba un vestido muy bonito, con algo de vuelo en la falda y un largo velo de encaje. Apenas levantaba la mirada del suelo, y sonreía trémulamente, presa de los nervios.

La emoción se apoderó de mi, pensando que en poco más de un mes sería yo la que estuviese en su lugar. Edward me miró con cariño, adivinando lo que me ocurría. Tomados de la mano, seguimos la ceremonia, que fue preciosa, y no muy larga.

Las chicas y yo lloramos cómo unas magdalenas, y yo sin parar de pensar que dentro de un mes me tocaba a mi.

La misa terminó, con Seth y Leslie corriendo hacia el coche bajo una lluvia de arroz y pétalos. La comida fue divertidísima, estábamos todos juntos en una mesa redonda, charlando y riendo sin parar.

Después de cortar la tarta, entre los aplausos de todos, los novios se acercaron a la mesa, toda la boda nos miraba.

-Bueno...no sabía que hacer con el ramo; no tengo hermanas y todas mis primas ya están casada...pero después de pensarlo se me ha resuelto el problema- dijo emocionada...mientras me miraba.

-Bella..es para ti- me dijo mientras me lo tendía.

La gente aplaudía, y más en nuestra mesa.

Roja de vergüenza...y emocionada otra vez, me levanté para cogerlo mientras la abrazaba.

-Lo mereces...no podía dárselo a alguien mejor- me dijo al oído.

-Gracias Leslie- le dije dándole un beso -que seáis muy muy felices- la deseé de corazón.

-Y vosotros-me dijo con una sonrisa, guiñándome un ojo.

Me volví a sentar, mientras Edward me miraba con cariño y me susurraba al oído.

-¿Y tú a quién se lo pasarás el año que viene?-.

-Pues no sé... a ver si alguno se anima- le dije, mirando a nuestros amigos, pero mi cuñado nos interrumpió.

-A ver...futuros...un beso ¿no?. Así vais ensayando para julio-.

-¡Que se besen!, ¡que se besen!- empezaron a cantar todos, mientras aporreaban la mesa.

Edward y yo nos reímos, mientras nos dimos un corto pero dulce beso, mientras la gente estallaba en gritos en nuestra mesa. Nos separamos, yo un poco roja y mi novio diciéndole a su hermano que se la guardaba.

Tras la comida, los novios abrieron el baile con el acostumbrado vals. Al finalizar éste, la música pasó a otro ritmo mucho más moderno, de modo que nos arrancamos a bailar. Dos horas después de que empezara el baile, decidí sentarme unos minutos a descansar. Pude ver a Emmet, ya sin corbata, haciendo un amago de bailar "Staying alive", para el cachondeo de Edward, Jasper y del propio Seth.

Las chicas no podíamos hacer otra cosa que reír a carcajada limpia. Pasado otro rato, nos dieron un pequeño refrigerio de cena, para seguir con la fiesta. Edward y yo estábamos sentados en una mesa, hablando con Tyler y su mujer, cuándo vimos cómo Rosalie y Emmet daban suelta, por fin, a su pasión contenida; se besaban cómo si su vida dependiera de ello, mientras muy sutilmente iban desapareciendo de escena.

-Me parece que nos hemos quedado sin chófer- le susurré divertida a Edward.

-¿Crees que íbamos a volver con él?, ni pensarlo- replicó burlón.

La fiesta siguió hasta altas horas de la madrugada, bailando con todos y disfrutando sin parar; bien entrada la noche tomamos un taxi de regreso a casa; tenía los pies inexistentes, y entré por la puerta con los zapatos en una mano, y la corbata de Edward y el ramo en la otra.
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Mensaje por xole 6/6/2010, 4:35 pm

ya se acerca el dia y tantos preparativos el vestido de novia es complicado estando embarazada .......genial el capi Curando un corazón (+18) Completo - Página 2 781363
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