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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
Capítulo 27: Complicaciones
ALICE POV
“Hija, ¿Qué te pasa?” – preguntó mi papá en cuanto traspase la puerta de la casa.
¿Acaso tan palpable era mi extraño e injustificable dolor?
Seth y Jacob vinieron corriendo en mi dirección para abrazarme. Tomé entre brazos a Seth, ya que Jake era más pesado. Sentí la mirada de Carlisle posada fijamente sobre mí… estaba esperando una respuesta
“Estoy bien” – le mentí.
No era necesario el preocuparlo, además, ¿Qué podía decirle? ¿Estoy triste por que mi mejor amigo, Jasper Hale, un chiquillo adinerado, se ha fijado en una niñita de clase?... imposible.
Desgraciadamente, se me olvidaba que hablaba con papá quien era demasiado persuasivo y, obviamente, no me había creído.
“¿Dónde esta mamá?” – pregunté, con tal de distraerle
“Está con Edward, en su recamara” –
“¿Edward vinó?” – mi padre asintió, con una sonrisa. En esos tiempos era muy extraño el que mi hermano nos visitara. Desde que trabajaba con esa mujer, si aparecía una vez al mes por la casa, era mucho.
“Iré a saludarlo” – anuncié, mientras bajaba a Seth de nuevo al suelo y agradecía mentalmente que mi pobre intento de distraer a mi padre hubiera dado resultado.
Justamente en el momento en que mi disponía a tocar la puerta, ésta se abrió.
“Alice, ¿Cuándo llegaste?” – preguntó mi madre
“Tiene poco” – informé, mientras me encogía de hombros. Sabía que el motivo de su asombro era que, por primera vez en varios meses, llegaba “temprano” a la casa.
Ya se había hecho un habito el mío el regresar después de las once de la noche ya que, en cuanto salía de clases, generalmente me quedaba con Jazz platicando un poco más de tiempo… lástima que ese día había sido totalmente diferente.
“Hola Edward” – saludé. Fue demasiado fácil deducir que no era la única que sufría. Mi hermano se veía terriblemente fatal.
Mi mamá nos dejó solos.
“No te ves bien” – señalé, mientras me sentaba a su lado.
Una triste sonrisa, acompañada de un leve bufido, se dibujó en sus labios.
“Tu tampoco” – replicó él.
Me volví a encoger de hombros.
“Dime qué te pasa” – pidió y, al instante, negué con la cabeza.
“Mejor dime tu qué es lo que pasa contigo” – discutí – “Tiene meses que te he insistido para que me digas el por qué te alejaste de la señorita Isabella y…”
“No quiero hablar de eso” – interrumpió – “ya te lo he dicho decenas de veces”
“¿Por qué?” – insistí, haciendo caso omiso de su petición – “¿Por qué la dejaste para estar con aquella señorita tan pedante y altanera?... y no vengas con el mismo cuento de siempre, diciendo que ya no la amas, por que no te creo”
Edward bajó la mirada hacia el suelo y encogió sus hombros. Un interminable silencio se levantó entre nosotros durante varios segundos, el cual, tras pensarlo mucho, decidí romper.
“Sé cómo te sientes” – admití – “creo que tengo una vana idea…”
Mi hermano levantó la mirada, poniendo más atención a mis palabras.
“¿Tratas de decirme, de una manera muy sutil, que estas enamorada?
Pegué un brinquito al escucharlo. ¿Era eso? ¿Lo que sentía por Jasper era lo suficientemente fuerte como para llamarle amor?
“Supongo que si… aún no sé con exactitud…” – balbuceé, contestando a ambas partes: a mi hermano y a mi conciencia.
“Ya veo” – murmuró, y después una pequeña risita salio de su garganta
“¿Qué ves?” – pregunté, algo molesta por su extraña actitud ¿Y ahora qué le pasaba?
“Olvídalo” – respondió, aún sin dejar de reír, después, al pasar casi un minuto, su gesto se volvió a tornar serio y, mirándome fijamente, con ojos sabios y protectores, agregó – “El chico a quien quieres… ¿Te ha hecho daño o…?”
Me apresuré a negar con la cabeza
“No” – musité – “él no me ha hecho daño… soy yo la que se ha herido por su propia cuenta al permitir que mi mente volara hacia sueños que jamás se cumplirán”
“Esas palabras se traducen como “Yo, la señorita no se tiene confianza, siento que él jamás se fijará en mi” – dedujo, provocando que, sin que yo lo deseara, sonriera – “¿Cómo puedes asegurar eso?”
“No es necesario el ser adivino para saberlo” – contesté, recobrando, de nuevo, mi antiguo abatimiento al hablar.
Repentinamente, vinieron a mí las imágenes que tenía pocas horas acababa de presenciar: la muchacha vestida con finas prendas y alhajas, su manera delicada y femenina de moverse y hablar, la forma en que Jasper se le había quedado mirando, las sonrisas amables y afectuosas que ambos habían intercambiado, el momento en que él le había pedido su numero, al mismo tiempo que le tomaba ligeramente de la mano…
Definitivamente, yo jamás iba a poder ser como aquella mujer y, definitivamente, Jasper jamás me iba a ver como tal... yo no era delicada ni fina, y tampoco tenía curvas perfectas ni ropa con las cuales enmarcarlas… es más, la moda no estaban dentro de mis principales prioridades… ¡Que tonta había sido al pensar que un muchacho como él iba a poner sus ojos en una chiquilla tan lánguida y simple como yo!
Edward levantó los brazos y me enrolló con ellos, no comprendí el por qué hasta que descubrí como una gotita mojaba su playera color azul… ¿En qué momento había comenzado a llorar?
“¿Qué te puedo decir yo Ali?” – murmuró mientras frotaba mis hombros con sus manos – “Yo soy el menos indicado para ser un buen consejero… hasta hoy, no sé si mis decisiones han sido las correctas”
He de admitir que el poder desahogarme con mi hermano fue realmente reconfortante. Al día siguiente, como todos los días, fui a la mansión de los Swan para trabajar. Había llegado otro fin de semana y me sorprendió mucho encontrar a Bella levantada a tan temprana hora.
“Alice, Esme” – reconoció, en cuanto me vio entrar por la cocina, acompañada de mi madre – “Buenos días”
“Buenos días, señorita” – contestamos, al unísono, mientras yo detallaba el par de ojeras que se dibujaba debajo de su rostro – “¿Se le ofrece algo?” – inquirí.
Bella negó violentamente con la cabeza y, creo que intentó sonreír… no pude estar segura del gesto ya que, rápidamente, salió a grandes zancadas de la cocina. Esme y yo intercambiamos miradas.
“Se ve… muy mal” – me atreví a decir
Antes de que mi madre pudiera agregar algún comentario, la señora Swan entró, aún portando su bata de dormir. Al parecer, a todos se les había dado por levantarse temprano esa mañana
“Muchacha, quiero que, en cuanto mi hija se despierte, vayas a su recamara para ayudarle a empacar su equipaje” – ordenó con, su tan característica, aspereza
Asentí de manera obediente, intentando ocultar mi curiosidad. ¿Bella se iba de viaje? Hasta donde tenía entendido, faltaban unos pocos días para que las clases terminaran su ciclo y…
“¡¿Se va?!” – solté, cuando Bella me había explicado todo al fin.
“Si, en un par de días” – informó – “Comenzaré a estudiar la universidad en Europa” – extrajo de una pequeña gaveta una cajita blanca con letras azules, la cual me tendió
“Disculpa que te de esto. Quiero que, por favor, lo tires en un lugar fuera de mi casa… no quiero arriesgarme a que, por mi mala suerte, alguien más que tu lo encuentre… si mi mamá sabe que tenía este tipo de pastillas entre mis pertenencias, pegaría el grito en el cielo y con justa razón, ¿Acaso no se supone que tiene años que no mantengo una relación formal con alguien?” – Dijo. Parecía que, por un breve instante, se había perdido ella sola entre sus palabras.
Tomé el paquete de pastillas, aún sin entender muy bien todo el asunto, manifestando mi penosa confusión con un fruncimiento de ceño
“son pastillas anticonceptivas” – agregó ante ello, con una ligera sonrisa elevando las comisuras de sus labios tristes – “dudo mucho que las use… al menos por un buen tiempo, así que ya de nada me sirven”
Un pequeño rubor cubrió mis mejillas al comprender todo al fin: ya no las iba a usar por que mi hermano ya no estaba con ella y, era más claro que un vaso de agua que, con el joven Mike, no tenía ni si quiera el deseo de tomarle la mano…
Asentí con la cabeza y, por un momento, me imaginé diciéndole que buscara a Edward. Que él, aunque lo negase, aún la quería. Que su ida a Europa era una verdadera tontería, la cual la destrozaría a ella y a mi hermano. Aún así, luché por controlarme y guardar la compostura, estaba segura que con una actitud desesperada no conseguiría nada. En cambio, manteniendo una actitud lo más normal posible, logré sacarle a un poco más de información: efectivamente, el vuelo hacia Europa saldría justamente en un par de días, osease, el lunes… se iría con Mike Newton y ahí, tenía planeado ingresar a una universidad (la cual tenía un nombre tan complicado que no lo recuerdo) para estudiar Diseño Grafico.
En cuanto las maletas estaban ya completamente empacadas salí de la recamara, con la caja de pastillas escondido entre el delantal de mi uniforme y sintiéndome muy mareada. Necesitaba hacer algo para informarle a Edward pero… ¿Qué? Mi hermano no tenía celular (aún si lo tuviera, no tenía de donde llamarle: la señora se daría cuenta de la llamada hecha en cuanto llegara el recibo telefónico) y desconocía el número de la casa en la que ahora trabajaba…
“Alice” – una tímida voz llamó a mis espaldas. Era Tanya
“¿Qué pasa?” – le pregunté con voz un tanto dura… no estaba de mucho humor como para andar atendiendo a otras personas
“Toma” – me indicó, mientras me proporcionaba un pedazo de papel el cual, al desenrollarlo, tenía escritos varios números
“¿Y esto?”
“Lamento el haber escuchado platicas que no me incumbían” – comenzó a explicar de manera atropellada – “realmente, solo escuché la última parte y… me imaginé que te hará falta un número en donde localizar a Edward…”
“¿Por qué me ayudas?” – interrumpí
“No lo sé” – admitió, mientras se encogía de hombros
La miré detenidamente y no encontré en sus ojos ni la más mínima seña de maldad. Era sincera.
“Gracias” – dije, mientras me apresuraba a salir de la casa. Ya después me las arreglaría para inventar una buena excusa para justificarme con la señora
Cuando llegué a la caseta de teléfono, me di cuenta que necesitaba una tarjeta con la cual poder llamar… ¡Maldición! ¿De dónde conseguía yo una bendita tarjeta?
“¡Alice!”
Casi sentí desfallecerme al escuchar aquella voz que, en ese momento más que nunca, era la de un ángel.
“¡Jasper!” – exclamé mientras corría hacia el carro deportivo que se había estacionado en la acera.
Por un momento, mis pies se quedaron clavados en la acera al ver a la morena mujer que iba plantada sobre el asiento del copiloto. Guardé mi dolor para otro momento. En ese instante, lo importante era ayudar a mi hermano.
“Jasper, que bueno que te veo” – dije, cuando estuve ya frente a él
“¿Pasa algo?” – preguntó, bajando del carro y caminando hacia mi – “Alice, ¿Qué ocurre? ¿En qué te puedo ayudar?”
“Necesito que me prestes una tarjeta para llamar desde un teléfono publico” – informé – “Dime, por favor, que sí tienes una”
“Lo siento, pero no” – contestó – “pero traigo mi celular” – agregó rápidamente, antes de que pudiera sentir desesperanza – “supongo que te servirá de la misma manera”
“Si” – dije de manera impulsiva – “permíteme hacer una llamada, por favor”
“Por supuesto” – dijo, mientras me entregaba el pequeño aparato tecnológico. Lo tomé entre las manos y saqué el pequeño papel en donde se encontraba anotado el numero que debía de marcar – “¿Sería indiscreto si pregunto a quién llamas con tanta desesperación”
“Necesito decirle a…”
Me mordí la lengua para callarme.
La sangre huyó de mi rostro al notar que, por poco, le soltaba un secreto del tamaño de los dioses a Jasper.
“¿Decías?” – insistió.
Mi mente carburó rápidamente una buena mentira que decirle. No podía confiarle una verdad que no era mía
“Necesito decirle a un amigo que venga por mí esta tarde”
Ya no esperé a dar una segunda explicación. Caminé cuatro pasos lejos de mi rubio amigo y apreté el botón “Call”. El timbre sonó tres veces para que la llamada fuera atendida
“¿Diga?” – di gracias, mil veces al cielo, que no haya sido Heidi la que contestara.
“Comuníqueme, por favor, con Edward Cullen. Es urgente”
Le informé lo más rápida y detalladamente posible a mi hermano todo el asunto y, al notar el mutismo que se había creado por parte de él, al otro lado de la línea, me arrepentí… quizás no había hecho lo mejor.
“Así que… un amigo” – comentó Jasper, cuando le devolví el celular, tras mi silencio involuntario. Realmente, me encontraba muy angustiada por Edward como para prestar atención a otro tipo de cosas – “Alice” – llamó, con un poco más de fuerza en su voz, logrando que al fin levantara la mirada a la altura de la suya
“¿Qué paso?” - … - “¿Por qué me miras así?” – quise saber al ver la forma que mantenía su ceño fruncido
“¿Qué amigo te vendrá a traer hoy?” – exigió saber y, el escuchar por segunda vez la rudeza de su voz, me molestó. ¿Quién se creía él?
Estaba a punto de hacerle saber mi disgusto, cuando el claxon de su carro emitió un prolongado sonido.
“¡Jazzy! ¿Ya nos podemos ir?” –
Fue en ese entonces cuando recordé que mi amigo venía en compañía de esa tal María.
“Creo que tu noviecita es muy impaciente” – apunté, y nuestras miradas se encontraron, echando chispas por la rabia.
Era absurda la situación, ¿por qué estábamos tan enojados ambos?
“¿Irás conmigo al baile si o no?” – soltó, ignorando mi comentario.
Más que molesta o enojada, me sentí ofendida: ahí estaba otra vez aquel chico que, tenía meses, había desaparecido: el engreído, altanero y prepotente Jasper Hale.
“Ya te dije que no” – recordé, desviando mi mirada de sus groseras pupilas para controlar un poco la repentina furia que comenzaba a embargarme.
El claxon de su coche volvió a emitir otro pitido fuerte y estridente.
“¿No quieres ir por que no quieres o por que, tal vez, tu amiguito ya te pidió que salgas con él ese mismo día?” – preguntó y, el que no dejara (ni por un segundo) la superioridad de su voz, no ayudó mucho para calmar mi humor.
“No voy, por que ese tipo de lugares no son para mí… creo que tu nueva amiguita encajaría mejor” – agregué y, de repente, escuché como mi voz emanaba un indescriptible despecho.
“Estoy seguro, por la desesperación con la que te moviste para llamarle por teléfono que, si tu amiguito te invitara a cualquier lugar, aceptarías inmediatamente… ¿Te doy un consejo, Ali? No seas demasiado obvia al demostrar tus sentimientos hacia un hombre. Una mujer muy entusiasmada pierde el encanto”
Imaginé la escena claramente. Después de todo, bien parecía que a Japer ya le hacía falta un buen golpe en el rostro para bajarle los humos que comenzaba a subírsele otra vez…
No. No quería pelear con él… tenía tanto tiempo que no discutíamos. ¿Por qué lo hacíamos ahora?
“Jazz” – dije de manera más tranquila, mientras me apretaba el puente de la nariz con mis dedos y bajaba la mirada hacia el suelo – “no tengo tiempo para estas tonterías… nos vemos luego”
EDWARD POV
“Edward… Bella se va…”
Se iba…
Bella se iba con el estupido que tenía poco acababa de entrar a la casa…
Aún no sabía qué era lo que me impedía llevar a cabo un asesinato… ¿Por qué simplemente no cumplía lo que deseé desde el primer momento en que le vi?
¡Mil veces maldito Mike Newton!... pero, diez mil veces más, maldito yo.
Él no tenía la culpa, era yo, solamente yo… por no ser digno de ella y, aún sabiéndolo, atreverme a amarla…
¿Qué iba yo a hacer? Dos días y no la vería ¿Por cuánto tiempo? ¿Un año? ¿Dos?... ¿Nunca?
¡No!
Yo no podía vivir sin verla… podía soportar toda una eternidad de estar separados pero no podía soportar ni un solo segundo al tener la noción de que mis ojos ya no se deleitarían con su presencia…
Bella no se podía ir…
“Edward” – llamó Emmett, apareciendo por la entrada de la cocina.
“Hola, Emmett” – dije, de manera monótona. Tan idiotizado estaba por el dolor, que no me pregunté, en ese momento, cómo le había hecho para entrar a la casa (que nunca antes había visitado) y llegar hasta la cocina – “¿Qué hay?”
“Sé que no te encuentras muy bien pero, aún así, eres mi mejor amigo y, en un acto extremadamente egoísta de mi parte, no me podía ir sin que me dieras un abrazo para desearme suerte” – dijo, apresuradamente, mientras posaba una de sus manos sobre mi hombro.
Solamente Emmett sabía más o menos la verdad de todo el asunto, pero le había hecho jurar solemnemente que no diría ni una sola palabra. Sabía que no lo haría, era mi mejor amigo, mi casi hermano, al cual, también, había abandonado.
Tenía semanas que no platicábamos… ¿Cómo estaría? Decidí guardar mi dolor por un momento. Tal vez platicar con él me daba un poco de aire en medio de aquella trágica inundación por la cual estaba pasando. Tal vez su eterna sonrisa despreocupada me diera un poco de razón…
Levanté la mirada de la mesa y la clavé en su rostro. Se veía muy feliz. Me alegré por él…
“¿Te vas? ¿A dónde?” – pregunté, prestando más atención a sus palabras
“Me voy a las Vegas… con Rose” –
“¿A las Vegas…? ¿Con Rose?” – repetí, confundido. No entendía nada
“Si” – confirmó, un tanto indeciso – “Nos vamos a casar…”
ALICE POV
“Hija, ¿Qué te pasa?” – preguntó mi papá en cuanto traspase la puerta de la casa.
¿Acaso tan palpable era mi extraño e injustificable dolor?
Seth y Jacob vinieron corriendo en mi dirección para abrazarme. Tomé entre brazos a Seth, ya que Jake era más pesado. Sentí la mirada de Carlisle posada fijamente sobre mí… estaba esperando una respuesta
“Estoy bien” – le mentí.
No era necesario el preocuparlo, además, ¿Qué podía decirle? ¿Estoy triste por que mi mejor amigo, Jasper Hale, un chiquillo adinerado, se ha fijado en una niñita de clase?... imposible.
Desgraciadamente, se me olvidaba que hablaba con papá quien era demasiado persuasivo y, obviamente, no me había creído.
“¿Dónde esta mamá?” – pregunté, con tal de distraerle
“Está con Edward, en su recamara” –
“¿Edward vinó?” – mi padre asintió, con una sonrisa. En esos tiempos era muy extraño el que mi hermano nos visitara. Desde que trabajaba con esa mujer, si aparecía una vez al mes por la casa, era mucho.
“Iré a saludarlo” – anuncié, mientras bajaba a Seth de nuevo al suelo y agradecía mentalmente que mi pobre intento de distraer a mi padre hubiera dado resultado.
Justamente en el momento en que mi disponía a tocar la puerta, ésta se abrió.
“Alice, ¿Cuándo llegaste?” – preguntó mi madre
“Tiene poco” – informé, mientras me encogía de hombros. Sabía que el motivo de su asombro era que, por primera vez en varios meses, llegaba “temprano” a la casa.
Ya se había hecho un habito el mío el regresar después de las once de la noche ya que, en cuanto salía de clases, generalmente me quedaba con Jazz platicando un poco más de tiempo… lástima que ese día había sido totalmente diferente.
“Hola Edward” – saludé. Fue demasiado fácil deducir que no era la única que sufría. Mi hermano se veía terriblemente fatal.
Mi mamá nos dejó solos.
“No te ves bien” – señalé, mientras me sentaba a su lado.
Una triste sonrisa, acompañada de un leve bufido, se dibujó en sus labios.
“Tu tampoco” – replicó él.
Me volví a encoger de hombros.
“Dime qué te pasa” – pidió y, al instante, negué con la cabeza.
“Mejor dime tu qué es lo que pasa contigo” – discutí – “Tiene meses que te he insistido para que me digas el por qué te alejaste de la señorita Isabella y…”
“No quiero hablar de eso” – interrumpió – “ya te lo he dicho decenas de veces”
“¿Por qué?” – insistí, haciendo caso omiso de su petición – “¿Por qué la dejaste para estar con aquella señorita tan pedante y altanera?... y no vengas con el mismo cuento de siempre, diciendo que ya no la amas, por que no te creo”
Edward bajó la mirada hacia el suelo y encogió sus hombros. Un interminable silencio se levantó entre nosotros durante varios segundos, el cual, tras pensarlo mucho, decidí romper.
“Sé cómo te sientes” – admití – “creo que tengo una vana idea…”
Mi hermano levantó la mirada, poniendo más atención a mis palabras.
“¿Tratas de decirme, de una manera muy sutil, que estas enamorada?
Pegué un brinquito al escucharlo. ¿Era eso? ¿Lo que sentía por Jasper era lo suficientemente fuerte como para llamarle amor?
“Supongo que si… aún no sé con exactitud…” – balbuceé, contestando a ambas partes: a mi hermano y a mi conciencia.
“Ya veo” – murmuró, y después una pequeña risita salio de su garganta
“¿Qué ves?” – pregunté, algo molesta por su extraña actitud ¿Y ahora qué le pasaba?
“Olvídalo” – respondió, aún sin dejar de reír, después, al pasar casi un minuto, su gesto se volvió a tornar serio y, mirándome fijamente, con ojos sabios y protectores, agregó – “El chico a quien quieres… ¿Te ha hecho daño o…?”
Me apresuré a negar con la cabeza
“No” – musité – “él no me ha hecho daño… soy yo la que se ha herido por su propia cuenta al permitir que mi mente volara hacia sueños que jamás se cumplirán”
“Esas palabras se traducen como “Yo, la señorita no se tiene confianza, siento que él jamás se fijará en mi” – dedujo, provocando que, sin que yo lo deseara, sonriera – “¿Cómo puedes asegurar eso?”
“No es necesario el ser adivino para saberlo” – contesté, recobrando, de nuevo, mi antiguo abatimiento al hablar.
Repentinamente, vinieron a mí las imágenes que tenía pocas horas acababa de presenciar: la muchacha vestida con finas prendas y alhajas, su manera delicada y femenina de moverse y hablar, la forma en que Jasper se le había quedado mirando, las sonrisas amables y afectuosas que ambos habían intercambiado, el momento en que él le había pedido su numero, al mismo tiempo que le tomaba ligeramente de la mano…
Definitivamente, yo jamás iba a poder ser como aquella mujer y, definitivamente, Jasper jamás me iba a ver como tal... yo no era delicada ni fina, y tampoco tenía curvas perfectas ni ropa con las cuales enmarcarlas… es más, la moda no estaban dentro de mis principales prioridades… ¡Que tonta había sido al pensar que un muchacho como él iba a poner sus ojos en una chiquilla tan lánguida y simple como yo!
Edward levantó los brazos y me enrolló con ellos, no comprendí el por qué hasta que descubrí como una gotita mojaba su playera color azul… ¿En qué momento había comenzado a llorar?
“¿Qué te puedo decir yo Ali?” – murmuró mientras frotaba mis hombros con sus manos – “Yo soy el menos indicado para ser un buen consejero… hasta hoy, no sé si mis decisiones han sido las correctas”
He de admitir que el poder desahogarme con mi hermano fue realmente reconfortante. Al día siguiente, como todos los días, fui a la mansión de los Swan para trabajar. Había llegado otro fin de semana y me sorprendió mucho encontrar a Bella levantada a tan temprana hora.
“Alice, Esme” – reconoció, en cuanto me vio entrar por la cocina, acompañada de mi madre – “Buenos días”
“Buenos días, señorita” – contestamos, al unísono, mientras yo detallaba el par de ojeras que se dibujaba debajo de su rostro – “¿Se le ofrece algo?” – inquirí.
Bella negó violentamente con la cabeza y, creo que intentó sonreír… no pude estar segura del gesto ya que, rápidamente, salió a grandes zancadas de la cocina. Esme y yo intercambiamos miradas.
“Se ve… muy mal” – me atreví a decir
Antes de que mi madre pudiera agregar algún comentario, la señora Swan entró, aún portando su bata de dormir. Al parecer, a todos se les había dado por levantarse temprano esa mañana
“Muchacha, quiero que, en cuanto mi hija se despierte, vayas a su recamara para ayudarle a empacar su equipaje” – ordenó con, su tan característica, aspereza
Asentí de manera obediente, intentando ocultar mi curiosidad. ¿Bella se iba de viaje? Hasta donde tenía entendido, faltaban unos pocos días para que las clases terminaran su ciclo y…
“¡¿Se va?!” – solté, cuando Bella me había explicado todo al fin.
“Si, en un par de días” – informó – “Comenzaré a estudiar la universidad en Europa” – extrajo de una pequeña gaveta una cajita blanca con letras azules, la cual me tendió
“Disculpa que te de esto. Quiero que, por favor, lo tires en un lugar fuera de mi casa… no quiero arriesgarme a que, por mi mala suerte, alguien más que tu lo encuentre… si mi mamá sabe que tenía este tipo de pastillas entre mis pertenencias, pegaría el grito en el cielo y con justa razón, ¿Acaso no se supone que tiene años que no mantengo una relación formal con alguien?” – Dijo. Parecía que, por un breve instante, se había perdido ella sola entre sus palabras.
Tomé el paquete de pastillas, aún sin entender muy bien todo el asunto, manifestando mi penosa confusión con un fruncimiento de ceño
“son pastillas anticonceptivas” – agregó ante ello, con una ligera sonrisa elevando las comisuras de sus labios tristes – “dudo mucho que las use… al menos por un buen tiempo, así que ya de nada me sirven”
Un pequeño rubor cubrió mis mejillas al comprender todo al fin: ya no las iba a usar por que mi hermano ya no estaba con ella y, era más claro que un vaso de agua que, con el joven Mike, no tenía ni si quiera el deseo de tomarle la mano…
Asentí con la cabeza y, por un momento, me imaginé diciéndole que buscara a Edward. Que él, aunque lo negase, aún la quería. Que su ida a Europa era una verdadera tontería, la cual la destrozaría a ella y a mi hermano. Aún así, luché por controlarme y guardar la compostura, estaba segura que con una actitud desesperada no conseguiría nada. En cambio, manteniendo una actitud lo más normal posible, logré sacarle a un poco más de información: efectivamente, el vuelo hacia Europa saldría justamente en un par de días, osease, el lunes… se iría con Mike Newton y ahí, tenía planeado ingresar a una universidad (la cual tenía un nombre tan complicado que no lo recuerdo) para estudiar Diseño Grafico.
En cuanto las maletas estaban ya completamente empacadas salí de la recamara, con la caja de pastillas escondido entre el delantal de mi uniforme y sintiéndome muy mareada. Necesitaba hacer algo para informarle a Edward pero… ¿Qué? Mi hermano no tenía celular (aún si lo tuviera, no tenía de donde llamarle: la señora se daría cuenta de la llamada hecha en cuanto llegara el recibo telefónico) y desconocía el número de la casa en la que ahora trabajaba…
“Alice” – una tímida voz llamó a mis espaldas. Era Tanya
“¿Qué pasa?” – le pregunté con voz un tanto dura… no estaba de mucho humor como para andar atendiendo a otras personas
“Toma” – me indicó, mientras me proporcionaba un pedazo de papel el cual, al desenrollarlo, tenía escritos varios números
“¿Y esto?”
“Lamento el haber escuchado platicas que no me incumbían” – comenzó a explicar de manera atropellada – “realmente, solo escuché la última parte y… me imaginé que te hará falta un número en donde localizar a Edward…”
“¿Por qué me ayudas?” – interrumpí
“No lo sé” – admitió, mientras se encogía de hombros
La miré detenidamente y no encontré en sus ojos ni la más mínima seña de maldad. Era sincera.
“Gracias” – dije, mientras me apresuraba a salir de la casa. Ya después me las arreglaría para inventar una buena excusa para justificarme con la señora
Cuando llegué a la caseta de teléfono, me di cuenta que necesitaba una tarjeta con la cual poder llamar… ¡Maldición! ¿De dónde conseguía yo una bendita tarjeta?
“¡Alice!”
Casi sentí desfallecerme al escuchar aquella voz que, en ese momento más que nunca, era la de un ángel.
“¡Jasper!” – exclamé mientras corría hacia el carro deportivo que se había estacionado en la acera.
Por un momento, mis pies se quedaron clavados en la acera al ver a la morena mujer que iba plantada sobre el asiento del copiloto. Guardé mi dolor para otro momento. En ese instante, lo importante era ayudar a mi hermano.
“Jasper, que bueno que te veo” – dije, cuando estuve ya frente a él
“¿Pasa algo?” – preguntó, bajando del carro y caminando hacia mi – “Alice, ¿Qué ocurre? ¿En qué te puedo ayudar?”
“Necesito que me prestes una tarjeta para llamar desde un teléfono publico” – informé – “Dime, por favor, que sí tienes una”
“Lo siento, pero no” – contestó – “pero traigo mi celular” – agregó rápidamente, antes de que pudiera sentir desesperanza – “supongo que te servirá de la misma manera”
“Si” – dije de manera impulsiva – “permíteme hacer una llamada, por favor”
“Por supuesto” – dijo, mientras me entregaba el pequeño aparato tecnológico. Lo tomé entre las manos y saqué el pequeño papel en donde se encontraba anotado el numero que debía de marcar – “¿Sería indiscreto si pregunto a quién llamas con tanta desesperación”
“Necesito decirle a…”
Me mordí la lengua para callarme.
La sangre huyó de mi rostro al notar que, por poco, le soltaba un secreto del tamaño de los dioses a Jasper.
“¿Decías?” – insistió.
Mi mente carburó rápidamente una buena mentira que decirle. No podía confiarle una verdad que no era mía
“Necesito decirle a un amigo que venga por mí esta tarde”
Ya no esperé a dar una segunda explicación. Caminé cuatro pasos lejos de mi rubio amigo y apreté el botón “Call”. El timbre sonó tres veces para que la llamada fuera atendida
“¿Diga?” – di gracias, mil veces al cielo, que no haya sido Heidi la que contestara.
“Comuníqueme, por favor, con Edward Cullen. Es urgente”
Le informé lo más rápida y detalladamente posible a mi hermano todo el asunto y, al notar el mutismo que se había creado por parte de él, al otro lado de la línea, me arrepentí… quizás no había hecho lo mejor.
“Así que… un amigo” – comentó Jasper, cuando le devolví el celular, tras mi silencio involuntario. Realmente, me encontraba muy angustiada por Edward como para prestar atención a otro tipo de cosas – “Alice” – llamó, con un poco más de fuerza en su voz, logrando que al fin levantara la mirada a la altura de la suya
“¿Qué paso?” - … - “¿Por qué me miras así?” – quise saber al ver la forma que mantenía su ceño fruncido
“¿Qué amigo te vendrá a traer hoy?” – exigió saber y, el escuchar por segunda vez la rudeza de su voz, me molestó. ¿Quién se creía él?
Estaba a punto de hacerle saber mi disgusto, cuando el claxon de su carro emitió un prolongado sonido.
“¡Jazzy! ¿Ya nos podemos ir?” –
Fue en ese entonces cuando recordé que mi amigo venía en compañía de esa tal María.
“Creo que tu noviecita es muy impaciente” – apunté, y nuestras miradas se encontraron, echando chispas por la rabia.
Era absurda la situación, ¿por qué estábamos tan enojados ambos?
“¿Irás conmigo al baile si o no?” – soltó, ignorando mi comentario.
Más que molesta o enojada, me sentí ofendida: ahí estaba otra vez aquel chico que, tenía meses, había desaparecido: el engreído, altanero y prepotente Jasper Hale.
“Ya te dije que no” – recordé, desviando mi mirada de sus groseras pupilas para controlar un poco la repentina furia que comenzaba a embargarme.
El claxon de su coche volvió a emitir otro pitido fuerte y estridente.
“¿No quieres ir por que no quieres o por que, tal vez, tu amiguito ya te pidió que salgas con él ese mismo día?” – preguntó y, el que no dejara (ni por un segundo) la superioridad de su voz, no ayudó mucho para calmar mi humor.
“No voy, por que ese tipo de lugares no son para mí… creo que tu nueva amiguita encajaría mejor” – agregué y, de repente, escuché como mi voz emanaba un indescriptible despecho.
“Estoy seguro, por la desesperación con la que te moviste para llamarle por teléfono que, si tu amiguito te invitara a cualquier lugar, aceptarías inmediatamente… ¿Te doy un consejo, Ali? No seas demasiado obvia al demostrar tus sentimientos hacia un hombre. Una mujer muy entusiasmada pierde el encanto”
Imaginé la escena claramente. Después de todo, bien parecía que a Japer ya le hacía falta un buen golpe en el rostro para bajarle los humos que comenzaba a subírsele otra vez…
No. No quería pelear con él… tenía tanto tiempo que no discutíamos. ¿Por qué lo hacíamos ahora?
“Jazz” – dije de manera más tranquila, mientras me apretaba el puente de la nariz con mis dedos y bajaba la mirada hacia el suelo – “no tengo tiempo para estas tonterías… nos vemos luego”
EDWARD POV
“Edward… Bella se va…”
Se iba…
Bella se iba con el estupido que tenía poco acababa de entrar a la casa…
Aún no sabía qué era lo que me impedía llevar a cabo un asesinato… ¿Por qué simplemente no cumplía lo que deseé desde el primer momento en que le vi?
¡Mil veces maldito Mike Newton!... pero, diez mil veces más, maldito yo.
Él no tenía la culpa, era yo, solamente yo… por no ser digno de ella y, aún sabiéndolo, atreverme a amarla…
¿Qué iba yo a hacer? Dos días y no la vería ¿Por cuánto tiempo? ¿Un año? ¿Dos?... ¿Nunca?
¡No!
Yo no podía vivir sin verla… podía soportar toda una eternidad de estar separados pero no podía soportar ni un solo segundo al tener la noción de que mis ojos ya no se deleitarían con su presencia…
Bella no se podía ir…
“Edward” – llamó Emmett, apareciendo por la entrada de la cocina.
“Hola, Emmett” – dije, de manera monótona. Tan idiotizado estaba por el dolor, que no me pregunté, en ese momento, cómo le había hecho para entrar a la casa (que nunca antes había visitado) y llegar hasta la cocina – “¿Qué hay?”
“Sé que no te encuentras muy bien pero, aún así, eres mi mejor amigo y, en un acto extremadamente egoísta de mi parte, no me podía ir sin que me dieras un abrazo para desearme suerte” – dijo, apresuradamente, mientras posaba una de sus manos sobre mi hombro.
Solamente Emmett sabía más o menos la verdad de todo el asunto, pero le había hecho jurar solemnemente que no diría ni una sola palabra. Sabía que no lo haría, era mi mejor amigo, mi casi hermano, al cual, también, había abandonado.
Tenía semanas que no platicábamos… ¿Cómo estaría? Decidí guardar mi dolor por un momento. Tal vez platicar con él me daba un poco de aire en medio de aquella trágica inundación por la cual estaba pasando. Tal vez su eterna sonrisa despreocupada me diera un poco de razón…
Levanté la mirada de la mesa y la clavé en su rostro. Se veía muy feliz. Me alegré por él…
“¿Te vas? ¿A dónde?” – pregunté, prestando más atención a sus palabras
“Me voy a las Vegas… con Rose” –
“¿A las Vegas…? ¿Con Rose?” – repetí, confundido. No entendía nada
“Si” – confirmó, un tanto indeciso – “Nos vamos a casar…”
Atal- .
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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
Capítulo 28: Súplica
EDWARD POV
Tal vez no era lo mejor, pero tenía que intentar algo…
Solamente esperaba a que no fuera ya muy tarde…
“Edward” – llamó aquella voz femenina que, por primera y única vez en toda una vida, estaba feliz de escuchar.
Me di media vuelta, fingiendo lo mejor posible, estar tranquilo. Supe que el juego se me iba a tornar fácil al notar que su verde mirada destellaba, inconteniblemente, al ver que mi camisa estaba desabrochada (detalle que yo mismo había ocasionado intencionalmente)
“Heidi” – susurré, mientras viajaba mi mirada de arriba hacia abajo, recorriendo cada parte de su cuerpo con lentitud.
Ella intentó sostenerme la mirada, pero fracasó al cabo de un par de segundos…
“Pensé que te encontrabas, como siempre, lamentándote, encerrado en tu recamara” – comentó, mientras me daba la espalda. No era necesario ser muy inteligente para saber que el gesto solamente era para liberarse de mi persuasiva mirada. Estaba nerviosa, era fácil deducirlo por la forma en que su dedo jugueteaba sobre la mesa de roble.
Demasiado fácil, me dije. Caminé hacia ella, que aún estaba dándome la espalda, y enrollé mis brazos alrededor de su cintura. Sonreí victoriosamente cuando sentí como su cuerpo se estremecía al instante.
– “¿Por qué habría de lamentarme?” – pregunté, acercando mis labios a su oído derecho y apretando mis dedos sobre su vientre.
“¿Acaso no lo sabes?” – disputó – “Tú amada Bella se va justamente mañana” – luché arduamente por no encogerme del dolor. No, no lo haría. Disfrazando mi pena lo mejor posible, emití una pequeña risita mientras mi boca bajaba a su cuello. Pude apreciar la piel erizada de sus brazos desnudos, los cuales recorrí lentamente con mis manos.
“¿Bella?” – repetí y su nombre quemó mis labios – “Ella ya no me importa” – susurré.
Si algo tenía que agradecerle a Heidi era el haberme enseñado a ser un perfecto mentiroso.
“¿Ah no?” – cuestionó. Sin embargo, su voz, fuera de ser desdeñosa, salió demasiada cargada de falsas esperanzas, alimentadas por la vanidad.
“No” – confirmé, con un leve murmullo en sus oídos.
Su cuerpo dio media vuelta para poder encararme y supe que tenía mi victoria al ver sus verdes pupilas flameando en mi dirección. Controlé mi expresión e hice como si yo también ardiera en deseos. Su mano subió hasta llegar a mis cabellos, en donde sus dedos se enrollaron en una teatral posición de sensualidad.
“Entonces, ¿Quién te importa ahora?” –
Ahhh… que ilusa eres, Heidi.
“Tu, por supuesto” – contesté y, al instante, sus manos jalaron de mis cabellos y atrajo mi rostro hacia el suyo.
Cerré mis ojos en un intento de borrar la repentina repulsión que su boca me causaba. En un pasado, aquel movimiento de su lengua me hubiera parecido perfecto. Sin embargo, el pasado había quedado atrás hacía ya mucho tiempo. Ahora, mis labios solamente deseaban y se sentirían bien con unos solos.
Bella.
Llevé mis manos hacia su espalda y presioné mi cuerpo contra el suyo. Ella gimió de manera violenta, al momento en que enrollaba sus piernas alrededor de mi cintura. Mi boca se deslizó debajo de su cuello, siempre buscando otras partes que no fueran sus labios… la besaría lo menos que pudiera en esa zona.
Antes de irnos a su recamara, preparé unas copas de vino, de las cuales, yo no tomé ninguna. Agradecí el hecho de que Heidi estuviera muy metida en su excitación como para no tomar aquel detalle como sospechoso .Jugué con ella y con su cuerpo lo más que pude. Esperando impacientemente por que la bebida (y el medicamento que yo había disuelto previamente en ella) hiciera efecto.
Eran alrededor de las nueve de la noche cuando cayó completamente inmóvil sobre la cama. Si mis cálculos no me fallaban (y había logrado aprender un poco durante los dos años y medio que llevaba de mi carrera) ella no despertaría hasta haber pasado, como mínimo, catorce horas.
Corrí silenciosamente hacia mi recamara y me deshice de la camisa que tenía su perfume impregnado. Me bañé y cambié rápidamente y salí de la imperiosa casa en medio de tropezones. Los pies me temblaban a causa de los nervios. ¿Qué iba a hacer yo ahora? Lo único que me quedaba era correr hasta llegar a la mansión de los Swan… lo importante era estar a unos pasos de ella… ya después me vería qué hacer, qué decir, qué esperar.
Me subí el gorro de la sudadera para cubrirme de la creciente llovizna que caía. Mis pies chapotearon una y otra vez. Sin importarme mucho qué tan mojados estuvieran mis tenis, corrí y corrí y, al sentir en mis pulmones la falta de aire, comprendí que la distancia realmente era demasiada.
Aún así, cuando ya mis piernas no daban para seguir a tal velocidad, continué caminando.
Unas luces apuntaron directamente hacia mí, pegando fuertemente hacia mi espalda. Y, el temor me hizo frenar los pies al tener, a mi par, un auto deportivo. Giré mi rostro lentamente, para ver de quién se trataba.
“¿Edward?” – preguntó el rubio muchacho, mientras frenaba por completo y bajaba la ventanilla del lado contrario – “¿Qué haces caminando a esta hora y debajo de esta lluvia?”
Desvié mi mirada de la suya.
“Voy a casa de los Swan” – respondí de mala gana, mientras comenzaba a caminar otra vez. El coche arrancó de nuevo, alcanzándome sin ningún trabajo.
“Sube” – indicó, y la puerta se abrió para permitirme el paso – “Con esta lluvia y a ese paso tardaras mucho en llegar”
No me negué. No estaba para darme aires de orgullo.
“Gracias” – murmuré mientras me introducía. Me coloqué el cinturón de seguridad y Jasper aceleró el motor de tal manera en que estuvimos frente a mi destino en unos cuantos minutos. Durante todo el camino él no preguntó ni dijo nada.
Por mi parte, yo si quería decirle un par de cosas, acerca de mi hermana. No sabía si mis sospechas eran ciertas pero podía casi jurar que era de él a quien se refería aquella noche en la que habíamos platicado. Pero sería en otra ocasión, en la cual estuviera más seguro. Al fin de cuentas, solamente los había visto, por causalidad y sin que ellos se enteraran, un par de ocasiones.
Volví a darle las gracias en cuanto llegamos y él asintió, de manera amable.
“Edward” – llamó, antes de me bajara. Volví mi cuerpo hacia el carro y el continuó – “Mi hermana… se fue con tu amigo, ¿no es así?”
Di un respingo, Si le decía la verdad, ¿Metería a mi amigo en problemas? Como si pudiera leerme la mente, el rió entre dientes
“No te preocupes” – calmó – “Solamente quiero saber si ella esta bien”
“Emmett es un buen hombre” – me limité a decir.
“Lo sé” – asintió – “De no ser así, no estaría dispuesto a soportar el que mi hermana se fuera… Se van a casar”
Aunque no fue una pregunta, asentí. Jasper suspiró profundamente, su gesto no denotaba ninguna inquietud, solamente parecía estar reflexionando sobre algo. Después, como si repentinamente sus pensamientos hubieran dado un drástico giro, levantó su mirada hacia la mía.
“¿Puedo preguntarte algo?” – asentí de nuevo y él pareció dudar demasiado si continuar o no
“Tu hermana” – soltó, con un titubeo, al mismo tiempo en que, sin quererlo, tensaba mi quijada – “Alice… ¿Sabes si sus clases ya terminaron?”
“¿Para qué quieres saber eso?”
“No sé si estas enterada de que es mi amiga y…bueno yo, quería... no he tenido de hablar con ella y preguntarle… que-quería ver si ya estaba libre para ir a verla”
“Ella ya no tiene clases” – me obligué a decirle la verdad a regañadientes. Después de todo, le debía un favor
“Ah… gracias, iré a verla…”
“Ten cuidado con mi hermana” – advertí, sin siquiera pensarlo – “Si me llego a enterar que te has querido sobrepasar con ella…”
“No” – interrumpió violentamente – “De ninguna manera me gustaría hacerle daño a Alice… yo la quiero, como una amiga” – agregó rápidamente ante mi mirada asesina.
“Lo de amiga no te lo creo” – discutí. Él bajó la mirada, dándole razón a mis palabras con su silencio – “Solamente te pido que no te vayas a querer aprovechar de su inocencia… Mi hermana es una persona muy buena”
“Si” – admitió – “Es una persona extraordinaria, única”
Luché por no creer en la sinceridad de sus palabras pero, la forma en que su voz se refería a mi hermana, me recordaba mucho a la manera en la que me solía expresar de Bella todo el tiempo…
Decidí dejar la conversación a un lado. Después de todo, no estaba en ese lugar para meter mis narices en la vida amorosa de mi hermana y, además, le debía la discreción que, hasta entonces, el muchacho había mantenido al no preguntarme el motivo de mi nocturna visita a la casa de los Swan
“Me tengo que ir” – anuncié, mientras salía del carro. Por su expresión, fue fácil deducir que le acababa de dar un aliento de alivio
Con un profundo suspiro, se despidió y volvió a acelerar.
No esperé mucho tiempo para escalar la barda. Me hice un par de rasguños en las manos, pero logré entrar al jardín sin muchas complicaciones. Caminé por toda la orilla, hasta llegar a la parte del patio, la cual colindaba con la ventana de su recamara.
Las luces estaban apagadas, ¿Estaría dormida? ¿Sería yo el único que seguía sufriendo con nuestra separación?...
Tal vez ella realmente era feliz
Tal vez, lo mejor era dar media vuelta e irme. Dejarla libre…
Las palabras de Emmett resonaron en mi cabeza
“Edward, no seas tonto. Si, tus palabras tienen mucha razón: el amor no llena los estómagos. Sin embargo, tú, mejor que nadie, tienes un claro ejemplo que, el amor, es el mejor soporte para luchar contra los problemas que se vengan, es la mejor cura y la mejor motivación para seguir adelante ¿Acaso no es eso lo que Carlisle y Esme hacen?
Ve y búscala. Deja que ella decida también y, entre los dos, encuentren una solución que no sea tan tortuosa. Entre los dos, enfrenten los obstáculos… no lograrás nada tu solo. No lograran nada separados.”
Suspiré profundamente, adquiriendo valor y, un segundo después, comencé a subir, a cómo pude, por los muros. Hasta que llegué a su ventana.
BELLA POV
EDWARD POV
Tal vez no era lo mejor, pero tenía que intentar algo…
Solamente esperaba a que no fuera ya muy tarde…
“Edward” – llamó aquella voz femenina que, por primera y única vez en toda una vida, estaba feliz de escuchar.
Me di media vuelta, fingiendo lo mejor posible, estar tranquilo. Supe que el juego se me iba a tornar fácil al notar que su verde mirada destellaba, inconteniblemente, al ver que mi camisa estaba desabrochada (detalle que yo mismo había ocasionado intencionalmente)
“Heidi” – susurré, mientras viajaba mi mirada de arriba hacia abajo, recorriendo cada parte de su cuerpo con lentitud.
Ella intentó sostenerme la mirada, pero fracasó al cabo de un par de segundos…
“Pensé que te encontrabas, como siempre, lamentándote, encerrado en tu recamara” – comentó, mientras me daba la espalda. No era necesario ser muy inteligente para saber que el gesto solamente era para liberarse de mi persuasiva mirada. Estaba nerviosa, era fácil deducirlo por la forma en que su dedo jugueteaba sobre la mesa de roble.
Demasiado fácil, me dije. Caminé hacia ella, que aún estaba dándome la espalda, y enrollé mis brazos alrededor de su cintura. Sonreí victoriosamente cuando sentí como su cuerpo se estremecía al instante.
– “¿Por qué habría de lamentarme?” – pregunté, acercando mis labios a su oído derecho y apretando mis dedos sobre su vientre.
“¿Acaso no lo sabes?” – disputó – “Tú amada Bella se va justamente mañana” – luché arduamente por no encogerme del dolor. No, no lo haría. Disfrazando mi pena lo mejor posible, emití una pequeña risita mientras mi boca bajaba a su cuello. Pude apreciar la piel erizada de sus brazos desnudos, los cuales recorrí lentamente con mis manos.
“¿Bella?” – repetí y su nombre quemó mis labios – “Ella ya no me importa” – susurré.
Si algo tenía que agradecerle a Heidi era el haberme enseñado a ser un perfecto mentiroso.
“¿Ah no?” – cuestionó. Sin embargo, su voz, fuera de ser desdeñosa, salió demasiada cargada de falsas esperanzas, alimentadas por la vanidad.
“No” – confirmé, con un leve murmullo en sus oídos.
Su cuerpo dio media vuelta para poder encararme y supe que tenía mi victoria al ver sus verdes pupilas flameando en mi dirección. Controlé mi expresión e hice como si yo también ardiera en deseos. Su mano subió hasta llegar a mis cabellos, en donde sus dedos se enrollaron en una teatral posición de sensualidad.
“Entonces, ¿Quién te importa ahora?” –
Ahhh… que ilusa eres, Heidi.
“Tu, por supuesto” – contesté y, al instante, sus manos jalaron de mis cabellos y atrajo mi rostro hacia el suyo.
Cerré mis ojos en un intento de borrar la repentina repulsión que su boca me causaba. En un pasado, aquel movimiento de su lengua me hubiera parecido perfecto. Sin embargo, el pasado había quedado atrás hacía ya mucho tiempo. Ahora, mis labios solamente deseaban y se sentirían bien con unos solos.
Bella.
Llevé mis manos hacia su espalda y presioné mi cuerpo contra el suyo. Ella gimió de manera violenta, al momento en que enrollaba sus piernas alrededor de mi cintura. Mi boca se deslizó debajo de su cuello, siempre buscando otras partes que no fueran sus labios… la besaría lo menos que pudiera en esa zona.
Antes de irnos a su recamara, preparé unas copas de vino, de las cuales, yo no tomé ninguna. Agradecí el hecho de que Heidi estuviera muy metida en su excitación como para no tomar aquel detalle como sospechoso .Jugué con ella y con su cuerpo lo más que pude. Esperando impacientemente por que la bebida (y el medicamento que yo había disuelto previamente en ella) hiciera efecto.
Eran alrededor de las nueve de la noche cuando cayó completamente inmóvil sobre la cama. Si mis cálculos no me fallaban (y había logrado aprender un poco durante los dos años y medio que llevaba de mi carrera) ella no despertaría hasta haber pasado, como mínimo, catorce horas.
Corrí silenciosamente hacia mi recamara y me deshice de la camisa que tenía su perfume impregnado. Me bañé y cambié rápidamente y salí de la imperiosa casa en medio de tropezones. Los pies me temblaban a causa de los nervios. ¿Qué iba a hacer yo ahora? Lo único que me quedaba era correr hasta llegar a la mansión de los Swan… lo importante era estar a unos pasos de ella… ya después me vería qué hacer, qué decir, qué esperar.
Me subí el gorro de la sudadera para cubrirme de la creciente llovizna que caía. Mis pies chapotearon una y otra vez. Sin importarme mucho qué tan mojados estuvieran mis tenis, corrí y corrí y, al sentir en mis pulmones la falta de aire, comprendí que la distancia realmente era demasiada.
Aún así, cuando ya mis piernas no daban para seguir a tal velocidad, continué caminando.
Unas luces apuntaron directamente hacia mí, pegando fuertemente hacia mi espalda. Y, el temor me hizo frenar los pies al tener, a mi par, un auto deportivo. Giré mi rostro lentamente, para ver de quién se trataba.
“¿Edward?” – preguntó el rubio muchacho, mientras frenaba por completo y bajaba la ventanilla del lado contrario – “¿Qué haces caminando a esta hora y debajo de esta lluvia?”
Desvié mi mirada de la suya.
“Voy a casa de los Swan” – respondí de mala gana, mientras comenzaba a caminar otra vez. El coche arrancó de nuevo, alcanzándome sin ningún trabajo.
“Sube” – indicó, y la puerta se abrió para permitirme el paso – “Con esta lluvia y a ese paso tardaras mucho en llegar”
No me negué. No estaba para darme aires de orgullo.
“Gracias” – murmuré mientras me introducía. Me coloqué el cinturón de seguridad y Jasper aceleró el motor de tal manera en que estuvimos frente a mi destino en unos cuantos minutos. Durante todo el camino él no preguntó ni dijo nada.
Por mi parte, yo si quería decirle un par de cosas, acerca de mi hermana. No sabía si mis sospechas eran ciertas pero podía casi jurar que era de él a quien se refería aquella noche en la que habíamos platicado. Pero sería en otra ocasión, en la cual estuviera más seguro. Al fin de cuentas, solamente los había visto, por causalidad y sin que ellos se enteraran, un par de ocasiones.
Volví a darle las gracias en cuanto llegamos y él asintió, de manera amable.
“Edward” – llamó, antes de me bajara. Volví mi cuerpo hacia el carro y el continuó – “Mi hermana… se fue con tu amigo, ¿no es así?”
Di un respingo, Si le decía la verdad, ¿Metería a mi amigo en problemas? Como si pudiera leerme la mente, el rió entre dientes
“No te preocupes” – calmó – “Solamente quiero saber si ella esta bien”
“Emmett es un buen hombre” – me limité a decir.
“Lo sé” – asintió – “De no ser así, no estaría dispuesto a soportar el que mi hermana se fuera… Se van a casar”
Aunque no fue una pregunta, asentí. Jasper suspiró profundamente, su gesto no denotaba ninguna inquietud, solamente parecía estar reflexionando sobre algo. Después, como si repentinamente sus pensamientos hubieran dado un drástico giro, levantó su mirada hacia la mía.
“¿Puedo preguntarte algo?” – asentí de nuevo y él pareció dudar demasiado si continuar o no
“Tu hermana” – soltó, con un titubeo, al mismo tiempo en que, sin quererlo, tensaba mi quijada – “Alice… ¿Sabes si sus clases ya terminaron?”
“¿Para qué quieres saber eso?”
“No sé si estas enterada de que es mi amiga y…bueno yo, quería... no he tenido de hablar con ella y preguntarle… que-quería ver si ya estaba libre para ir a verla”
“Ella ya no tiene clases” – me obligué a decirle la verdad a regañadientes. Después de todo, le debía un favor
“Ah… gracias, iré a verla…”
“Ten cuidado con mi hermana” – advertí, sin siquiera pensarlo – “Si me llego a enterar que te has querido sobrepasar con ella…”
“No” – interrumpió violentamente – “De ninguna manera me gustaría hacerle daño a Alice… yo la quiero, como una amiga” – agregó rápidamente ante mi mirada asesina.
“Lo de amiga no te lo creo” – discutí. Él bajó la mirada, dándole razón a mis palabras con su silencio – “Solamente te pido que no te vayas a querer aprovechar de su inocencia… Mi hermana es una persona muy buena”
“Si” – admitió – “Es una persona extraordinaria, única”
Luché por no creer en la sinceridad de sus palabras pero, la forma en que su voz se refería a mi hermana, me recordaba mucho a la manera en la que me solía expresar de Bella todo el tiempo…
Decidí dejar la conversación a un lado. Después de todo, no estaba en ese lugar para meter mis narices en la vida amorosa de mi hermana y, además, le debía la discreción que, hasta entonces, el muchacho había mantenido al no preguntarme el motivo de mi nocturna visita a la casa de los Swan
“Me tengo que ir” – anuncié, mientras salía del carro. Por su expresión, fue fácil deducir que le acababa de dar un aliento de alivio
Con un profundo suspiro, se despidió y volvió a acelerar.
No esperé mucho tiempo para escalar la barda. Me hice un par de rasguños en las manos, pero logré entrar al jardín sin muchas complicaciones. Caminé por toda la orilla, hasta llegar a la parte del patio, la cual colindaba con la ventana de su recamara.
Las luces estaban apagadas, ¿Estaría dormida? ¿Sería yo el único que seguía sufriendo con nuestra separación?...
Tal vez ella realmente era feliz
Tal vez, lo mejor era dar media vuelta e irme. Dejarla libre…
Las palabras de Emmett resonaron en mi cabeza
“Edward, no seas tonto. Si, tus palabras tienen mucha razón: el amor no llena los estómagos. Sin embargo, tú, mejor que nadie, tienes un claro ejemplo que, el amor, es el mejor soporte para luchar contra los problemas que se vengan, es la mejor cura y la mejor motivación para seguir adelante ¿Acaso no es eso lo que Carlisle y Esme hacen?
Ve y búscala. Deja que ella decida también y, entre los dos, encuentren una solución que no sea tan tortuosa. Entre los dos, enfrenten los obstáculos… no lograrás nada tu solo. No lograran nada separados.”
Suspiré profundamente, adquiriendo valor y, un segundo después, comencé a subir, a cómo pude, por los muros. Hasta que llegué a su ventana.
BELLA POV
Trato de levantarme,
de salir adelante,
pero no subo mucho y vuelvo a caer
porque el peso de la soledad que con tu partida dejaste
aun es demasiado grande.
Trato de escalar,
el inmenso abismo de tristeza en el que he caído,
pero por más que lo intento,
es imposible,
ya que no veo la luz, sino es contigo, en mi paraíso
By RominHarry
de salir adelante,
pero no subo mucho y vuelvo a caer
porque el peso de la soledad que con tu partida dejaste
aun es demasiado grande.
Trato de escalar,
el inmenso abismo de tristeza en el que he caído,
pero por más que lo intento,
es imposible,
ya que no veo la luz, sino es contigo, en mi paraíso
By RominHarry
Edward…
Ya no te volvería a ver…
¿En qué momento me habías dejado de amar?
Cuánto hubiera dado por que me hubieses mentido de la misma dolorosa manera con la que yo lo había hecho noches atrás…
Ya no amarte, ¿Era eso posible? ¿Cómo no amarte con ese carácter tan romántico, divertido y pasional? No lograba imaginarme a una sola mujer que, viendo tus ojos, probando tus labios y escuchando tu voz, pudiera decir que no te ama… ¿Qué mujer podría no amar a un ser como tú, tan imperfecto y tan virtuoso a la vez?
Edward…
Solo esperaba a que el tiempo lograra apaciguar el dolor que en mi pecho habías dejado.
¡Menudo diablo con aspecto de ángel! Cuánto te odiaba y te amaba al mismo tiempo…
Cerré mis ojos y apareciste…
Ay, que imaginación tan traicionera la mía, que te materializó detrás de mi ventana, bañado con las gotas cristalinas de lluvia que caían allá fuera. Me levanté de la cama y caminé hacia ti. En ese momento me dije, “disfruta de tu locura, disfruta del pensar que él esta aquí… disfruta por que, cuando la realidad regrese, no tendrás manera de combatir el dolor causado por su ausencia”
Te vi y parecías tan irreal. La correcta imagen de un falaz sueño.
Tus ojos verdes brillaban y relampagueaban, tus pálidas mejillas estaban adornadas por un tenue rubor, causado por una aparente agitación la cual no podía comprender. Tus labios entreabiertos, exhalando rítmicamente el aire a tu alrededor. Tus manos, adheridas al cristal de la ventana; tu cabello rebeldemente pegado a tu frente. Todo tu estabas completamente empapado y, aún así con ese aspecto tan desaliñado, eras hermoso.
No sabía que mi imaginación era tan creativa.
Abrí la ventana y un viento helado trajo consigo tu perfume: muy fresco y ligeramente dulce. Sin decir palabra alguna te adentraste en mi recamara y contemplé, en silencio, como las gotas de agua se escurrían de tu ropa y tu cabello hasta chocar con el suelo. Te acercaste y tus heladas manos atraparon mis mejillas con una delicada brusquedad. Presté atención a tus labios que, ligeramente hinchados y enrojecidos, temblaban a causa del frío.
Entonces fue cuando me preocupé.
Estaba segura que mi imaginación, por muy retorcida y desesperada que estuviera, no te haría temblar de esa manera, con la cual parecía que sufrías… No, mi imaginación no era capaz de crear esa imagen. No era capaz por que cada parte de mí, te amaba tanto que tu sufrimiento era mi peor castigo, mi peor tormento.
Entonces, ¿eras real?... Si, lo eras.
“Bella” – susurraste con voz entrecortada, sacando de tu aliento una pequeña capa de humo – “No te vas a ir a ninguna parte, ¿Me escuchaste? No dejare que te vayas lejos de mi” – callaste repentinamente, como si las palabras anteriormente dichas, no eran lo que tenías pensado decir. Pasaron varios segundos antes de que continuaras – “Perdóname… Soy un idiota”
“Eres un idiota” – acordé, y escuché como mi voz salía con un entrecortado susurro
“No te vayas” – me pediste – “Necesito que te quedes conmigo… por favor”
A pesar de que tu rostro estaba bañado por el agua que se derramaba de tus cabellos, fui completamente capaz de distinguir el par de gotas expulsadas de tus ojos. Estabas llorando, al igual que yo.
Las palabras sobraron en ese momento. Yo no necesitaba escuchar una disculpa. Yo no necesitaba (ni quería, en ningún momento) ver tus lagrimas… lo único que yo necesitaba era sentir sus labios apretando los míos. Necesitaba cerciorarme de que todo era verdad y no producto de un falso y tormentoso sueño.
Llevé mis manos hacia tus cabellos y te besé… bueno, en realidad, tú me besaste.
Yo solamente me limité a dejarme llevar por el sabor de tu saliva que traspasaba mis sentidos. Temblé junto contigo al momento en que tus brazos me enrollaron y la humedad se filtró por mi delgada pijama de algodón en el momento en que me aprestaste contra ti. No importaba. Tus dedos ya estaban comenzando a deslizarse por debajo de la tela, acariciando mi piel, quemando instantemente con su contacto.
Tu boca se volvió desesperadamente deliciosa y, tanta era la fuerza con la que me tenías sujetada por la cintura, que mi espalda se arqueó ligeramente hacia atrás mientras ambos desistíamos a dejar de besarnos. Mis dedos se despidieron de tus cabellos y descendieron para tomar el cierre de tu sudadera, la cual cayó a los pocos segundos.
Te separaste de mí por un momento, solamente para mirarme con tus esmeraldas estimuladoras de mis más pasionales deseos. Nos dejamos caer sobre mi cama. Yo caí sobre ti y aproveché la oportunidad para recorrer tu cuerpo lentamente, disfrutando de todo el tiempo que te tuve lejos. Levantaste tu espalda para unir de nuevo nuestras bocas, tus manos jugueteaban por toda mi espalda y mi cintura y, poco a poco, fueron desabrochando mi blusa hasta que mis senos quedaron descubiertos.
Tenía tanto tiempo que no sentía ese calido rubor recorrer mis mejillas al sentirme contemplada por tus verdes pupilas, como gemas verdes fundidas a la luz de un incandescente fuego. Noté como tu respiración se volvía pesada mientras deslizabas dos de tus yemas, lentamente, sobre mis pechos, provocando que un pequeño gemido saliera de mis labios.
Con delicadeza, llevaste tu boca hacia mis pezones y comenzaste a acariciarlos mientras yo me revolvía entre tus manos, consumiéndome por tu fuego delicioso. Mis dedos se enterraron en tu espalda, marcada perfectamente con una musculatura ideal.
Tus besos volvieron a centrarse en mis labios y rozaste con ellos mis mejillas, mi nariz, mi quijada… me provocaste un ligero cosquilleo al poner tus manos en una parte sensible de mi cintura y no pude contener el reír. Tú también reíste entre mi boca. Era claro, no había necesidad de palabras. Lo sabíamos los dos, sabíamos que éramos felices otra vez y nada, nada nos separaría ya.
Yo no necesitaba explicaciones. Cuando uno ama de verdad no necesita usar las palabras para entender innumerables cosas, y yo te amo.
Tus dedos dejaron de jugar y se deslizaron hacia mis piernas, las cuales acariciaste con una lentitud tortuosa hasta llegar de nuevo a mis senos. De manera inconciente, comencé a mover mis caderas, mientras tú besabas cada parte que te era posible de mi piel. Me apreté con fuerza hacia ti cuando sentí la dureza de tu sexo. Un pequeño gemido se escapó de tu garganta y oprimiste mi espalda hacia tu pecho. La erección de mis pezones topó con tu piel mientras nuestras bocas se fundían en una sola coreografía. Llevé mis manos hacia tus cabellos y, en el transcurso, memorice cada parte de tu rostro angulado.
Sentí el estremecimiento de tu cuerpo cuando pase mi lengua por tu cuello, pero era un estremecimiento diferente, que nada tenía que ver con la lluvia que caía reciamente allá afuera. Me acostaste sobre la cama, solamente para despojarme del bóxer de fina tela que me cubría. Mis manos también te despojaron de tu pantalón de mezclilla y, cuando estuvimos completamente piel a piel, me volviste a atraer hacia ti, de modo que, otra vez, mi cuerpo estuvo sobre el tuyo.
Suspiré profundamente al sentir tu calor sin ninguna clase de censura. Tus dedos se enrollaron en mi cabello, el cual jalaste delicadamente para que mi cuello quedara totalmente al descubierto y así pudieras dejar tus húmedos caminos de besos sobre él. Sentí tu irregular respiración acariciando a mi oído derecho
- “No tienes idea de cuántas noches, durante todos estos meses, he sufrido por no tenerte a mi lado… Solamente tú eres mi princesa Bella, mi dueña y, aunque lo he negado, sabes que no miento al decirte que te amo. No pretendas que pueda vivir sin ti, por que es algo completamente absurdo. Mis sentidos te necesitan. Si me muevo, si respiro, si camino, es solamente por ti... ”
Llevé mis manos hacia tu pecho, para empujarte hacia atrás.
Tus palmas se posicionaron a un lado de mis caderas y me ayudaste a moverlas, para que te pudieras adentrar, primero, de manera lenta y frágil, esperando a que mi cuerpo se adaptara al tuyo. El primer contacto de nuestros miembros fue como un choque eléctrico que me dejó en la piel leve descargas placenteramente difuminadas, las cuales se intensificaron conforme el ritmo se aceleró.
Agradecí que la lluvia estuviera cayendo tan fuertemente para que el ruido que sus gotas, provocado al topar con la losa y el suelo, ahogara mis incontenibles gemidos que nacieron y crecieron, conforme el movimiento de nuestros cuerpos conectados se hacía más rítmico. Me descubrí apretando los labios, arqueando mi espalda, agitándome y musitando tu nombre mientras me perdía en la sensación de éxtasis causada por todo tú ser.
Enrollaste tus brazos fuertemente (como nunca lo habías hecho, como si, pese a todo, tuvieras miedo de perderme) y, con un tentador gruñido, me llevaste hacia atrás, recargando tu peso sobre mí.
Comenzamos otra vez. Tu boca silenció la mía cuando mis labios no hacían otra cosa que invocar tu nombre y, cuando ambos ya no pudimos más, apreté fuertemente mis piernas alrededor de tus caderas y me agité con la oleada de placenteras sensaciones que me acudieron.
Me dejé caer hacia atrás, vencida por completo ante el la fatiga del placer. Vencida ante ti, mi todo.
Cuánto había extrañado el tener su rostro reposado sobre mi pecho, esperando, tranquilamente, a que nuestras agitadas respiraciones se controlaran.
Te atraje hacia mi lecho y te besé los labios húmedos con suavidad.
“No necesito decírtelo, por que lo sabes perfectamente pero, Te Amo” – murmuré quedamente.
Sonreíste.
Tus dientes blancos y perfectos deslumbraron en la oscuridad y me volviste a besar…
Ya no te volvería a ver…
¿En qué momento me habías dejado de amar?
Cuánto hubiera dado por que me hubieses mentido de la misma dolorosa manera con la que yo lo había hecho noches atrás…
Ya no amarte, ¿Era eso posible? ¿Cómo no amarte con ese carácter tan romántico, divertido y pasional? No lograba imaginarme a una sola mujer que, viendo tus ojos, probando tus labios y escuchando tu voz, pudiera decir que no te ama… ¿Qué mujer podría no amar a un ser como tú, tan imperfecto y tan virtuoso a la vez?
Edward…
Solo esperaba a que el tiempo lograra apaciguar el dolor que en mi pecho habías dejado.
¡Menudo diablo con aspecto de ángel! Cuánto te odiaba y te amaba al mismo tiempo…
Cerré mis ojos y apareciste…
Ay, que imaginación tan traicionera la mía, que te materializó detrás de mi ventana, bañado con las gotas cristalinas de lluvia que caían allá fuera. Me levanté de la cama y caminé hacia ti. En ese momento me dije, “disfruta de tu locura, disfruta del pensar que él esta aquí… disfruta por que, cuando la realidad regrese, no tendrás manera de combatir el dolor causado por su ausencia”
Te vi y parecías tan irreal. La correcta imagen de un falaz sueño.
Tus ojos verdes brillaban y relampagueaban, tus pálidas mejillas estaban adornadas por un tenue rubor, causado por una aparente agitación la cual no podía comprender. Tus labios entreabiertos, exhalando rítmicamente el aire a tu alrededor. Tus manos, adheridas al cristal de la ventana; tu cabello rebeldemente pegado a tu frente. Todo tu estabas completamente empapado y, aún así con ese aspecto tan desaliñado, eras hermoso.
No sabía que mi imaginación era tan creativa.
Abrí la ventana y un viento helado trajo consigo tu perfume: muy fresco y ligeramente dulce. Sin decir palabra alguna te adentraste en mi recamara y contemplé, en silencio, como las gotas de agua se escurrían de tu ropa y tu cabello hasta chocar con el suelo. Te acercaste y tus heladas manos atraparon mis mejillas con una delicada brusquedad. Presté atención a tus labios que, ligeramente hinchados y enrojecidos, temblaban a causa del frío.
Entonces fue cuando me preocupé.
Estaba segura que mi imaginación, por muy retorcida y desesperada que estuviera, no te haría temblar de esa manera, con la cual parecía que sufrías… No, mi imaginación no era capaz de crear esa imagen. No era capaz por que cada parte de mí, te amaba tanto que tu sufrimiento era mi peor castigo, mi peor tormento.
Entonces, ¿eras real?... Si, lo eras.
“Bella” – susurraste con voz entrecortada, sacando de tu aliento una pequeña capa de humo – “No te vas a ir a ninguna parte, ¿Me escuchaste? No dejare que te vayas lejos de mi” – callaste repentinamente, como si las palabras anteriormente dichas, no eran lo que tenías pensado decir. Pasaron varios segundos antes de que continuaras – “Perdóname… Soy un idiota”
“Eres un idiota” – acordé, y escuché como mi voz salía con un entrecortado susurro
“No te vayas” – me pediste – “Necesito que te quedes conmigo… por favor”
A pesar de que tu rostro estaba bañado por el agua que se derramaba de tus cabellos, fui completamente capaz de distinguir el par de gotas expulsadas de tus ojos. Estabas llorando, al igual que yo.
Las palabras sobraron en ese momento. Yo no necesitaba escuchar una disculpa. Yo no necesitaba (ni quería, en ningún momento) ver tus lagrimas… lo único que yo necesitaba era sentir sus labios apretando los míos. Necesitaba cerciorarme de que todo era verdad y no producto de un falso y tormentoso sueño.
Llevé mis manos hacia tus cabellos y te besé… bueno, en realidad, tú me besaste.
Yo solamente me limité a dejarme llevar por el sabor de tu saliva que traspasaba mis sentidos. Temblé junto contigo al momento en que tus brazos me enrollaron y la humedad se filtró por mi delgada pijama de algodón en el momento en que me aprestaste contra ti. No importaba. Tus dedos ya estaban comenzando a deslizarse por debajo de la tela, acariciando mi piel, quemando instantemente con su contacto.
Tu boca se volvió desesperadamente deliciosa y, tanta era la fuerza con la que me tenías sujetada por la cintura, que mi espalda se arqueó ligeramente hacia atrás mientras ambos desistíamos a dejar de besarnos. Mis dedos se despidieron de tus cabellos y descendieron para tomar el cierre de tu sudadera, la cual cayó a los pocos segundos.
Te separaste de mí por un momento, solamente para mirarme con tus esmeraldas estimuladoras de mis más pasionales deseos. Nos dejamos caer sobre mi cama. Yo caí sobre ti y aproveché la oportunidad para recorrer tu cuerpo lentamente, disfrutando de todo el tiempo que te tuve lejos. Levantaste tu espalda para unir de nuevo nuestras bocas, tus manos jugueteaban por toda mi espalda y mi cintura y, poco a poco, fueron desabrochando mi blusa hasta que mis senos quedaron descubiertos.
Tenía tanto tiempo que no sentía ese calido rubor recorrer mis mejillas al sentirme contemplada por tus verdes pupilas, como gemas verdes fundidas a la luz de un incandescente fuego. Noté como tu respiración se volvía pesada mientras deslizabas dos de tus yemas, lentamente, sobre mis pechos, provocando que un pequeño gemido saliera de mis labios.
Con delicadeza, llevaste tu boca hacia mis pezones y comenzaste a acariciarlos mientras yo me revolvía entre tus manos, consumiéndome por tu fuego delicioso. Mis dedos se enterraron en tu espalda, marcada perfectamente con una musculatura ideal.
Tus besos volvieron a centrarse en mis labios y rozaste con ellos mis mejillas, mi nariz, mi quijada… me provocaste un ligero cosquilleo al poner tus manos en una parte sensible de mi cintura y no pude contener el reír. Tú también reíste entre mi boca. Era claro, no había necesidad de palabras. Lo sabíamos los dos, sabíamos que éramos felices otra vez y nada, nada nos separaría ya.
Yo no necesitaba explicaciones. Cuando uno ama de verdad no necesita usar las palabras para entender innumerables cosas, y yo te amo.
Tus dedos dejaron de jugar y se deslizaron hacia mis piernas, las cuales acariciaste con una lentitud tortuosa hasta llegar de nuevo a mis senos. De manera inconciente, comencé a mover mis caderas, mientras tú besabas cada parte que te era posible de mi piel. Me apreté con fuerza hacia ti cuando sentí la dureza de tu sexo. Un pequeño gemido se escapó de tu garganta y oprimiste mi espalda hacia tu pecho. La erección de mis pezones topó con tu piel mientras nuestras bocas se fundían en una sola coreografía. Llevé mis manos hacia tus cabellos y, en el transcurso, memorice cada parte de tu rostro angulado.
Sentí el estremecimiento de tu cuerpo cuando pase mi lengua por tu cuello, pero era un estremecimiento diferente, que nada tenía que ver con la lluvia que caía reciamente allá afuera. Me acostaste sobre la cama, solamente para despojarme del bóxer de fina tela que me cubría. Mis manos también te despojaron de tu pantalón de mezclilla y, cuando estuvimos completamente piel a piel, me volviste a atraer hacia ti, de modo que, otra vez, mi cuerpo estuvo sobre el tuyo.
Suspiré profundamente al sentir tu calor sin ninguna clase de censura. Tus dedos se enrollaron en mi cabello, el cual jalaste delicadamente para que mi cuello quedara totalmente al descubierto y así pudieras dejar tus húmedos caminos de besos sobre él. Sentí tu irregular respiración acariciando a mi oído derecho
- “No tienes idea de cuántas noches, durante todos estos meses, he sufrido por no tenerte a mi lado… Solamente tú eres mi princesa Bella, mi dueña y, aunque lo he negado, sabes que no miento al decirte que te amo. No pretendas que pueda vivir sin ti, por que es algo completamente absurdo. Mis sentidos te necesitan. Si me muevo, si respiro, si camino, es solamente por ti... ”
Llevé mis manos hacia tu pecho, para empujarte hacia atrás.
Tus palmas se posicionaron a un lado de mis caderas y me ayudaste a moverlas, para que te pudieras adentrar, primero, de manera lenta y frágil, esperando a que mi cuerpo se adaptara al tuyo. El primer contacto de nuestros miembros fue como un choque eléctrico que me dejó en la piel leve descargas placenteramente difuminadas, las cuales se intensificaron conforme el ritmo se aceleró.
Agradecí que la lluvia estuviera cayendo tan fuertemente para que el ruido que sus gotas, provocado al topar con la losa y el suelo, ahogara mis incontenibles gemidos que nacieron y crecieron, conforme el movimiento de nuestros cuerpos conectados se hacía más rítmico. Me descubrí apretando los labios, arqueando mi espalda, agitándome y musitando tu nombre mientras me perdía en la sensación de éxtasis causada por todo tú ser.
Enrollaste tus brazos fuertemente (como nunca lo habías hecho, como si, pese a todo, tuvieras miedo de perderme) y, con un tentador gruñido, me llevaste hacia atrás, recargando tu peso sobre mí.
Comenzamos otra vez. Tu boca silenció la mía cuando mis labios no hacían otra cosa que invocar tu nombre y, cuando ambos ya no pudimos más, apreté fuertemente mis piernas alrededor de tus caderas y me agité con la oleada de placenteras sensaciones que me acudieron.
Me dejé caer hacia atrás, vencida por completo ante el la fatiga del placer. Vencida ante ti, mi todo.
Cuánto había extrañado el tener su rostro reposado sobre mi pecho, esperando, tranquilamente, a que nuestras agitadas respiraciones se controlaran.
Te atraje hacia mi lecho y te besé los labios húmedos con suavidad.
“No necesito decírtelo, por que lo sabes perfectamente pero, Te Amo” – murmuré quedamente.
Sonreíste.
Tus dientes blancos y perfectos deslumbraron en la oscuridad y me volviste a besar…
Atal- .
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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
Capítulo 29: Explicaciones y malos entendidos
EDWARD POV
“Bella, no te vayas” – te volví a suplicar, mientras cogía tus manos y las aferraba a las mías. Bajaste la mirada y negaste lentamente con la cabeza
“Es necesario, Edward” – fue lo que dijiste y una pequeña lagrima se corrió por tu mejilla
“Por favor” – dije. Estaba dispuesto a pedirlo millones de veces si era necesario – “Bella, no te puedes ir, no podemos estar separados”
“Lo siento”
Y, dicho esto, desapareciste…
Desperté con un terrible sobresalto y un sonoro jadeo causado por el dolor…
Viajé mi desorbitada mirada hacia alrededor, aún sin despertar del todo, tratando de convencerme de que la pesadilla había terminado…
Una gentil mano, que se posó sobre mi frente y despejó de ella unos cuantos mechones de mi cabello, ayudó mucho para tranquilizarme. Levanté mi mirada para verle y toda posible angustia se disipó por completo al contemplar su rostro en medio de aquella oscuridad.
“Edward, ¿Estas bien?” – preguntó, con voz afligida. Seguramente mi mirada no había cambiado mucho aún.
La mundana satisfacción que sentí al pasar de una pesadilla a un sueño me dejó sin habla por varios segundos. Quería decirle tantas cosas, tantos secretos, tantas palabras, pero nada salió de mis labios. La paz que borboteaba de mí ser ahogó todas mis palabras y solo fui capaz de llevar a cabo una cosa: rodear su cuerpo con mis brazos y atraerla hacia mí.
Aunque sabía que ella no me iba a rechazar, fue demasiado paliativo el notar como sus manos y rostro se dejaban caer sobre mi espalda y pecho, respectivamente. Apenas y recordaba que horas antes había sentido dolor… en sus brazos ese sentimiento no existía.
“Bella” – logré decir al cabo de unos segundos y besé sus cabellos – “Perdóname. Hay tanto que te tengo que explicar…”
“Shh” – interrumpió, llevando uno de sus dedos sobre mis labios – “Calla. No hay nada que explicar, no hace falta”
Nuestras miradas se unieron y me pregunté, ¿Qué había hecho yo para merecerla? ¿Cómo podía haberme perdonado de esa manera tan generosa tras haberle hecho tanto daño?
“No. Claro que hace falta” – insistí.
Las cosas no podían quedar de esa manera
“Edward, no quiero recibir explicaciones””
“Pero yo si quiero darlas” – moví mis manos hacia sus mejillas y, con voz suave, agregué – “Es necesario que sepas toda la verdad”
Bella me escuchó sin interrupciones, conteniendo la furia desgarrante que se hacía notar en su mirada y en la rigidez de su cuerpo.
“He sido cobarde Bella, y te he fallado” – admití, cuando la historia había sido completamente contada y un silencio se había levantado entre nosotros – “Rompí mi promesa el mismo día en que la planteé y, aún no siendo digno de tu amor, he venido y me he atrevido a suplicar que me perdones…”
“Edward” – susurró, en el momento en que juntó sus labios con los míos en un frágil y breve movimiento – “Ya basta. Olvidemos, al menos solo por estas horas, todo lo que paso, por favor. Lo único que quiero saber es que me amas”
“Te amo” – le aseguré – “Claro que lo hago, jamás podría borrar de mí éste sentimiento”
El tener a Bella entre mis brazos, después de tantos meses, fue un alivio que me atemorizo… Tenía la extraña sensación de que aún estaba en un sueño y me horrorizaba la idea de despertar.
Bendito el cielo, no fue así.
Bella y yo estábamos unidos otra vez y, tal como había dicho Emmett, el estar ligados borró todo tipo de miedo causado por los posibles problemas que se avecinaban. Con la llegada del alba, me tuve que marchar de su lado.
“No te irás, ¿Verdad?” – quise asegurarme, antes de descender por la ventana.
Ella sonrió, como si mi pregunta se le hiciera realmente ridícula
“Al único lugar que iría en estos momentos sería al que tú me llevaras” – contestó
“Te veo en unas horas” – prometí, mientras depositaba un beso fugaz sobre sus labios – “Espero todo salga bien con tu madre”
Mi novia resopló fuertemente al momento en que ponía los ojos en blanco de manera teatral. Ambos sabíamos que la situación sería difícil y, sin embargo, no importaba (al menos, no mucho). Lo único primordial era que ambos estábamos juntos, el uno para el otro, y lo sabíamos perfectamente.
“Suerte con la Bruja” – deseó ella también.
Reí entre dientes e imité el gesto anteriormente hecho por ella. Cuando el momento de la despedida ya no se pudo prolongar más, me fui.
Llegué a la casa de los Newton y comprobé que Heidi aún yacía inconciente sobre su cama. Suspiré profundamente al verla y no era precisamente por que sintiera algo reconfortante, si no que, ciertamente, me dio pena…
Me deshice de aquel pensamiento, ella no se había tentado el corazón conmigo ni con Bella, ¿Por qué habría de hacerlo yo? Caminé hacia mi habitación y me dejé caer en la cama, en donde, por primera vez en todos esos meses, esperé la llegada del amanecer con felicidad.
BELLA POV
En cuanto la figura de Edward se perdió, corriendo y escondiéndose por el jardín para salir de mi casa, tomé la sabana que reposaba en mi cama y me la llevé al rostro.
Ahh…
Dudaba que hubiera en todo el universo un perfume tan delicioso como el de Edward. Suspiré profundamente, embriagándome de su fresco aroma y, al momento, el deseo de ir tras él y tomarlo entre mis brazos me invadió. Una noche no me bastaba para compensar todo el tiempo que no lo había tenido cerca. Ni cien vidas bastarían para saciarme de todo su amor…
Abrí mis ojos bruscamente como si, de un momento a otro, me hubieran dado una patada en el estomago para hacerme reaccionar y recordarme que mi cuento de hadas era imaginario y que pronto se acabaría, si no me apresuraba a aclarar las cosas.
Con tristeza, dejé caer la sabana sobre la cama y corrí hacia la esquina en donde todas mis maletas se encontraban. Miré hacia el reloj, eran cerca de las cinco de la mañana, y el viaje estaba destinado para dos horas antes del medio día, no tenía mucho tiempo entonces. Tomé el equipaje más grande y lo dejé caer sobre el suelo para poder abrirlo. Comencé a sacar toda mi ropa lo más rápido posible y, al cabo de unos minutos, ya tenía la primera maleta vacía. Me percaté cuando Esme y Alice llegaron a la casa. Nunca antes agradecí tanto el hecho de que mi madre les pidiera entrar a trabajar desde tan temprano.
Bajé las escaleras con pasos más torpes que apresurados
“Alice, necesito tu ayuda” – informé en cuanto tuve frente a mí a la pequeña hermana de mi novio.
No le di tiempo de preguntar más, en cuanto asintió, di media vuelta y volví a subir las escaleras a grandes zancadas. Alice me siguió el paso fácilmente (ella no era torpe) y, en cuanto entramos a mi recamara, cerré con seguro la puerta y le indiqué:
“Ayúdame a sacar todas mis cosas de los equipajes y a acomodarlas donde antes pertenecían” –
“¡¿No se va?!” – soltó con voz entusiasmada
“¡No!” – le aseguré y, perdiéndome por un momento en el recuerdo de su hermano, agregué – “¿Cómo podría alejarme de él, sabiendo que me quiere?”
“¡Oh, señorita, no sabe cuánto gusto me da que Edward…!” – sus alegres palabras me trajeron de vuelta a la realidad
“¡Si, si! Yo también me alegro” – interrumpí – “Alice, no hay tiempo ahora para ponernos románticas” – recordé – “Tengo que decirle a Renne que no me pienso ir y hay que dejárselo claro…”
Todas mis pertenencias estuvieron acomodadas por mi habitación, como si nunca las hubiera sacado de ahí, al cabo de una hora. Le di las gracias una vez más a Alice y ésta se fue, deseándome suerte y dándome un abrazo el cual correspondí de manera gustosa. Evité el ver a Renne hasta el momento en el que, sabía, Mike llegaría con Heidi y Edward.
El timbre sonó y los pies me temblaron al bajar por las escaleras, sin embargo, el tener a Edward ahí, mirándome a distancia, me borró todo tipo de inseguridad y me sentí reforzada. Miré fijamente a Heidi por un momento y traté de ignorar, lo mejor posible, la sonrisa perversa que tenía dibujado en su rostro
Maldita bruja, pensé.
Por el contrario a todo lo que quería hacer en ese momento, suspiré profundamente para calmar los deseos de matanza que me invadían, y planté mi mejor y más hipócrita sonrisa de amabilidad, en cuanto llegué frente a los que ya me esperaban
“Isabella, ¿Dónde esta tu equipaje?” – preguntó mi madre quien, por cierto, desde mi compromiso con Mike, había estado más que contenta conmigo.
Lástima que la felicidad le iba a durar tan poco.
“No hay maletas” – le dije, mirándole fijamente
“¿Cómo que no hay maletas?” –
“No hay maletas” – volví a repetir con más seguridad y, mirando hacia Mike, Heidi y Edward, solté – “No me voy de Forks”
Al momento en que mi voz se perdió en la estancia, pude presenciar varias cosas a la vez: la ira de Renne, la perplejidad de Mike, la cólera enloquecida de Heidi y… la mirada de paz por parte de Edward.
“¿Qué es lo que acabas de decir?” – siseó mi madre, tomándome del brazo, del cual me zafé rápidamente.
“Lo he pensado bien y he decidido que no me quiero ir”
“Bella, preciosa” – llamó Mike e ignoré el hecho de que me llamara preciosa, odiaba que me dijeran de esa manera – “Ya esta todo listo, he comprado una casa en Europa y las clases comenzaran en un mes y yo tengo negocios que atender allá, no me puedo quedar”
“Entonces, que te vaya muy bien Mike” – dije, de manera desinteresada – “Te deseo lo mejor”
“¿A qué se debe este repentino cambio, Bella?” – inquirió Heidi y, por su voz, era claro que sospechaba que algo había entre Edward y yo – “Estabas muy decidida hacía apenas un día”
“No te inquietes, Heidi. No se puede arrebatar a lo que uno ya tiene asegurado, ¿no?” – obviamente yo no lo decía por ella, si no por mí, pero era claro que Edward había cumplido muy bien su trabajo de hacerle creer que se había enamorado perdidamente de ella, que su pequeño cerebró no lo entendió.
“Por supuesto que no” – dijo ella, muy segura de si misma.
Me dieron ganas de reír cuando sus brazos se enrollaron alrededor de la cintura de mi novio mientras que éste solo tenía su atención puesta en mí.
“Bella, yo me tengo que ir, no me puedo quedar en este momento contigo” – anunció Mike con voz suave, como si pensara que su partida me hacía daño – “pero, no te preocupes, vendré pronto, te lo prometo. Mis negocios con los Hale aún están llevándose a cabo”
Me limité a asentir. Después de todo, él no era un mal chico. No era su culpa ser hermano de una persona como Heidi y, mucho menos, tenía la culpa de ser un idiota. La discusión con mi madre se alargó después de que la casa quedó a solas. No le tomé ni la más mínima importancia y dejé que se deshiciera en regaños… Nada importaba ya, más que el hecho de que ahora Edward y yo estábamos unidos.
ALICE POV
Camine regresó a mi casa con una enorme sonrisa en el rostro. Tenía que buscar la manera de platicar con Edward para escuchar lo feliz que estaba de haber regresado con Bella…
Al menos él si podía decir que su amor era correspondido.
Al llegar a mi casa me quedé a solas. Mis padres, junto con mis hermanos, habían salido a caminar. Una actividad que realizaban muy a menudo cuando la lluvia se los permitía.
Eso me daba más tiempo para pensar en él. Después de nuestra ilógica e infantil discusión que tuvimos hacía pocos días, no le había visto. Seguramente se encontraba muy entretenido con la tal María…
¡Idiota! No merecía que le extrañase tanto…
Con furia me froté los ojos al notar que unas lágrimas amenazaban con salir. Gruñí de la frustración. El llorar no era algo que me gustase ni algo que me enorgulleciera, ¿Por qué lo hacía entonces?
Un toque de nudillos llamó a la puerta y, realmente extrañada, me dirigí para ver de quién se trataba. Me quedé paralizada, sintiendo como un fuego lento recorría mi estomago, al verlo frente a mí
“Jazz” – musité, aún sin salir de mi pasmo. Él jamás había rebasado el límite del callejón en el que siempre nos solíamos separar – “¿Qué haces aquí?”
Pareció vacilar antes de contestar mi pregunta.
“En mi casa hay demasiados problemas… necesitaba hablar con alguien” – el silencio nos invadió por un momento, a lo cual él agregó – “¿Puedo entrar?”
“Si” – dije de manera titubeante. Dudaba mucho el que mi familia regresara pronto – “Adelante” – indiqué, mientras me hacía a un lado para permitirle el paso.
“¿Qué pasa en tu casa?” – pregunté, en cuanto estuvimos sentados en el sillón
“Mis papas están enloquecidos por que mi hermana se fue” – contó – “pero no quiero hablar de eso” – dijo, tomándome de las manos y provocando que mi corazón latiera rápidamente por el simple gesto – “Quiero pedirte disculpas por la forma en que te hablé aquel día…”
Me encogí de hombros, para restarle importancia
“Ya paso” –
“¿Fue tu amigo por ti?” – asentí, un poco vacilante al decidir si decirle la verdad o no.
Después de todo, Bella me había logrado a contar que él mismo había sido quien había llevado a mi hermano hasta la mansión de los Swan… ¿Lo habría hecho por amabilidad o por qué sabía algo?
“¿Y qué tal te fue?”
“Nada que se pueda considerar excitante” – dije, riendo por mi no mentira – “Y a ti, ¿Qué tal te fue con tu amiga la riquilla?”
“Nada como pasar el tiempo a tu lado” – mis mejillas se enrojecieron de manera que creí imposible. Intenté de tranquilizarme al momento en que me repetía una y otra vez que no mal interpretara sus palabras
No mal interpretes
No te ilusiones
Tranquila, toma esas palabras con su verdadero significado…
“¿Qué te parece si salimos a caminar?” – propuso, rompiendo mis cavilaciones.
Asentí de inmediato. Me puse de pie con la esperanza de que, al estar lejos de él, mis pensamientos pudieran acomodarse
“Deja que me quite el uniforme y me ponga algo más cómodo. En seguida vuelvo” – anuncié, quitándome el delantal y aventándolo hacia uno de los sillones.
Me sorprendí al encontrarme confusa entre qué ropa tenía que usar. ¡Vamos, es solamente un paseo con tu amigo! Me dije al verme, por primera vez en toda una vida, realmente obsesionada por verme linda. Tardé más de lo que solía en llegar de vuelta hacia la sala.
“Ya podemos irnos” – dije con una sonrisa, la cual se borró en cuanto vi el endurecido semblante de Jasper – “¿Y ahora qué te pasa?” – inquirí y al instante, su mano me mostró el paquete pastillas que Bella me había dado un par de días antes
¡Oh, mierda! Los había olvidado tirar.
“Vaya, Alice… no sabía que fueras tan buena amiga” –
Despegué mi mirada de la cajita blanca solamente para verle. Sus ojos color miel se clavaron en los míos como filosos cuchillos que atravesaron mi alma, ¿Qué era lo que estaba pensando?
“¿Qué insinúas?” – pregunté
“¿Yo? Nada” – contestó, pero su voz nadaba en medio de una abundante ironía – “Creo que al decir que la salida con tu amiguito no había tenido nada excitante, tenía un muy doble sentido. Lo lamento por ti”
“Jazz… no es lo que tu piensas” – comencé a decir
“No, no, no” – interrumpió, dando dos pasos hacia mi – “Tranquila, no tienes por que seguir fingiendo ser la niña inocente…” – calló por un instante, bajando la mirada para después, volverla a levantar y mirarme con mucha más dureza – “¿Sabes qué es lo que me decepciona? El hecho de que te estés acostando con alguien a quien ni si quiera, dices, es tu novio. Que es un tipo cualquiera, un amigo – bufó fuertemente al decir la última palabra y, después continuó – “¡Haberlo dicho antes! Tal vez también yo pueda gozar de los privilegios de tu amistad”
No me di cuenta del momento en que mi mano se movió para darle una cachetada. Simplemente lo hice. Lo que más me dolió fue que el golpe ni si quiera tuvo fuerza… No, fue completamente débil ya que yo me sentía demasiado aturdida, por el dolor que sus palabras me habían causado, que ni siquiera podía localizar mis pies.
La miel de sus ojos se enfrió de una manera que me carcomió los sentidos
“Eres un completo idiota” – solté y después, solo fui conciente de que sus brazos me habían enrollado fuertemente y que su boca se pegó a la mía con una deliciosa brusquedad.
EDWARD POV
“Bella, no te vayas” – te volví a suplicar, mientras cogía tus manos y las aferraba a las mías. Bajaste la mirada y negaste lentamente con la cabeza
“Es necesario, Edward” – fue lo que dijiste y una pequeña lagrima se corrió por tu mejilla
“Por favor” – dije. Estaba dispuesto a pedirlo millones de veces si era necesario – “Bella, no te puedes ir, no podemos estar separados”
“Lo siento”
Y, dicho esto, desapareciste…
Desperté con un terrible sobresalto y un sonoro jadeo causado por el dolor…
Viajé mi desorbitada mirada hacia alrededor, aún sin despertar del todo, tratando de convencerme de que la pesadilla había terminado…
Una gentil mano, que se posó sobre mi frente y despejó de ella unos cuantos mechones de mi cabello, ayudó mucho para tranquilizarme. Levanté mi mirada para verle y toda posible angustia se disipó por completo al contemplar su rostro en medio de aquella oscuridad.
“Edward, ¿Estas bien?” – preguntó, con voz afligida. Seguramente mi mirada no había cambiado mucho aún.
La mundana satisfacción que sentí al pasar de una pesadilla a un sueño me dejó sin habla por varios segundos. Quería decirle tantas cosas, tantos secretos, tantas palabras, pero nada salió de mis labios. La paz que borboteaba de mí ser ahogó todas mis palabras y solo fui capaz de llevar a cabo una cosa: rodear su cuerpo con mis brazos y atraerla hacia mí.
Aunque sabía que ella no me iba a rechazar, fue demasiado paliativo el notar como sus manos y rostro se dejaban caer sobre mi espalda y pecho, respectivamente. Apenas y recordaba que horas antes había sentido dolor… en sus brazos ese sentimiento no existía.
“Bella” – logré decir al cabo de unos segundos y besé sus cabellos – “Perdóname. Hay tanto que te tengo que explicar…”
“Shh” – interrumpió, llevando uno de sus dedos sobre mis labios – “Calla. No hay nada que explicar, no hace falta”
Nuestras miradas se unieron y me pregunté, ¿Qué había hecho yo para merecerla? ¿Cómo podía haberme perdonado de esa manera tan generosa tras haberle hecho tanto daño?
“No. Claro que hace falta” – insistí.
Las cosas no podían quedar de esa manera
“Edward, no quiero recibir explicaciones””
“Pero yo si quiero darlas” – moví mis manos hacia sus mejillas y, con voz suave, agregué – “Es necesario que sepas toda la verdad”
Bella me escuchó sin interrupciones, conteniendo la furia desgarrante que se hacía notar en su mirada y en la rigidez de su cuerpo.
“He sido cobarde Bella, y te he fallado” – admití, cuando la historia había sido completamente contada y un silencio se había levantado entre nosotros – “Rompí mi promesa el mismo día en que la planteé y, aún no siendo digno de tu amor, he venido y me he atrevido a suplicar que me perdones…”
“Edward” – susurró, en el momento en que juntó sus labios con los míos en un frágil y breve movimiento – “Ya basta. Olvidemos, al menos solo por estas horas, todo lo que paso, por favor. Lo único que quiero saber es que me amas”
“Te amo” – le aseguré – “Claro que lo hago, jamás podría borrar de mí éste sentimiento”
El tener a Bella entre mis brazos, después de tantos meses, fue un alivio que me atemorizo… Tenía la extraña sensación de que aún estaba en un sueño y me horrorizaba la idea de despertar.
Bendito el cielo, no fue así.
Bella y yo estábamos unidos otra vez y, tal como había dicho Emmett, el estar ligados borró todo tipo de miedo causado por los posibles problemas que se avecinaban. Con la llegada del alba, me tuve que marchar de su lado.
“No te irás, ¿Verdad?” – quise asegurarme, antes de descender por la ventana.
Ella sonrió, como si mi pregunta se le hiciera realmente ridícula
“Al único lugar que iría en estos momentos sería al que tú me llevaras” – contestó
“Te veo en unas horas” – prometí, mientras depositaba un beso fugaz sobre sus labios – “Espero todo salga bien con tu madre”
Mi novia resopló fuertemente al momento en que ponía los ojos en blanco de manera teatral. Ambos sabíamos que la situación sería difícil y, sin embargo, no importaba (al menos, no mucho). Lo único primordial era que ambos estábamos juntos, el uno para el otro, y lo sabíamos perfectamente.
“Suerte con la Bruja” – deseó ella también.
Reí entre dientes e imité el gesto anteriormente hecho por ella. Cuando el momento de la despedida ya no se pudo prolongar más, me fui.
Llegué a la casa de los Newton y comprobé que Heidi aún yacía inconciente sobre su cama. Suspiré profundamente al verla y no era precisamente por que sintiera algo reconfortante, si no que, ciertamente, me dio pena…
Me deshice de aquel pensamiento, ella no se había tentado el corazón conmigo ni con Bella, ¿Por qué habría de hacerlo yo? Caminé hacia mi habitación y me dejé caer en la cama, en donde, por primera vez en todos esos meses, esperé la llegada del amanecer con felicidad.
BELLA POV
En cuanto la figura de Edward se perdió, corriendo y escondiéndose por el jardín para salir de mi casa, tomé la sabana que reposaba en mi cama y me la llevé al rostro.
Ahh…
Dudaba que hubiera en todo el universo un perfume tan delicioso como el de Edward. Suspiré profundamente, embriagándome de su fresco aroma y, al momento, el deseo de ir tras él y tomarlo entre mis brazos me invadió. Una noche no me bastaba para compensar todo el tiempo que no lo había tenido cerca. Ni cien vidas bastarían para saciarme de todo su amor…
Abrí mis ojos bruscamente como si, de un momento a otro, me hubieran dado una patada en el estomago para hacerme reaccionar y recordarme que mi cuento de hadas era imaginario y que pronto se acabaría, si no me apresuraba a aclarar las cosas.
Con tristeza, dejé caer la sabana sobre la cama y corrí hacia la esquina en donde todas mis maletas se encontraban. Miré hacia el reloj, eran cerca de las cinco de la mañana, y el viaje estaba destinado para dos horas antes del medio día, no tenía mucho tiempo entonces. Tomé el equipaje más grande y lo dejé caer sobre el suelo para poder abrirlo. Comencé a sacar toda mi ropa lo más rápido posible y, al cabo de unos minutos, ya tenía la primera maleta vacía. Me percaté cuando Esme y Alice llegaron a la casa. Nunca antes agradecí tanto el hecho de que mi madre les pidiera entrar a trabajar desde tan temprano.
Bajé las escaleras con pasos más torpes que apresurados
“Alice, necesito tu ayuda” – informé en cuanto tuve frente a mí a la pequeña hermana de mi novio.
No le di tiempo de preguntar más, en cuanto asintió, di media vuelta y volví a subir las escaleras a grandes zancadas. Alice me siguió el paso fácilmente (ella no era torpe) y, en cuanto entramos a mi recamara, cerré con seguro la puerta y le indiqué:
“Ayúdame a sacar todas mis cosas de los equipajes y a acomodarlas donde antes pertenecían” –
“¡¿No se va?!” – soltó con voz entusiasmada
“¡No!” – le aseguré y, perdiéndome por un momento en el recuerdo de su hermano, agregué – “¿Cómo podría alejarme de él, sabiendo que me quiere?”
“¡Oh, señorita, no sabe cuánto gusto me da que Edward…!” – sus alegres palabras me trajeron de vuelta a la realidad
“¡Si, si! Yo también me alegro” – interrumpí – “Alice, no hay tiempo ahora para ponernos románticas” – recordé – “Tengo que decirle a Renne que no me pienso ir y hay que dejárselo claro…”
Todas mis pertenencias estuvieron acomodadas por mi habitación, como si nunca las hubiera sacado de ahí, al cabo de una hora. Le di las gracias una vez más a Alice y ésta se fue, deseándome suerte y dándome un abrazo el cual correspondí de manera gustosa. Evité el ver a Renne hasta el momento en el que, sabía, Mike llegaría con Heidi y Edward.
El timbre sonó y los pies me temblaron al bajar por las escaleras, sin embargo, el tener a Edward ahí, mirándome a distancia, me borró todo tipo de inseguridad y me sentí reforzada. Miré fijamente a Heidi por un momento y traté de ignorar, lo mejor posible, la sonrisa perversa que tenía dibujado en su rostro
Maldita bruja, pensé.
Por el contrario a todo lo que quería hacer en ese momento, suspiré profundamente para calmar los deseos de matanza que me invadían, y planté mi mejor y más hipócrita sonrisa de amabilidad, en cuanto llegué frente a los que ya me esperaban
“Isabella, ¿Dónde esta tu equipaje?” – preguntó mi madre quien, por cierto, desde mi compromiso con Mike, había estado más que contenta conmigo.
Lástima que la felicidad le iba a durar tan poco.
“No hay maletas” – le dije, mirándole fijamente
“¿Cómo que no hay maletas?” –
“No hay maletas” – volví a repetir con más seguridad y, mirando hacia Mike, Heidi y Edward, solté – “No me voy de Forks”
Al momento en que mi voz se perdió en la estancia, pude presenciar varias cosas a la vez: la ira de Renne, la perplejidad de Mike, la cólera enloquecida de Heidi y… la mirada de paz por parte de Edward.
“¿Qué es lo que acabas de decir?” – siseó mi madre, tomándome del brazo, del cual me zafé rápidamente.
“Lo he pensado bien y he decidido que no me quiero ir”
“Bella, preciosa” – llamó Mike e ignoré el hecho de que me llamara preciosa, odiaba que me dijeran de esa manera – “Ya esta todo listo, he comprado una casa en Europa y las clases comenzaran en un mes y yo tengo negocios que atender allá, no me puedo quedar”
“Entonces, que te vaya muy bien Mike” – dije, de manera desinteresada – “Te deseo lo mejor”
“¿A qué se debe este repentino cambio, Bella?” – inquirió Heidi y, por su voz, era claro que sospechaba que algo había entre Edward y yo – “Estabas muy decidida hacía apenas un día”
“No te inquietes, Heidi. No se puede arrebatar a lo que uno ya tiene asegurado, ¿no?” – obviamente yo no lo decía por ella, si no por mí, pero era claro que Edward había cumplido muy bien su trabajo de hacerle creer que se había enamorado perdidamente de ella, que su pequeño cerebró no lo entendió.
“Por supuesto que no” – dijo ella, muy segura de si misma.
Me dieron ganas de reír cuando sus brazos se enrollaron alrededor de la cintura de mi novio mientras que éste solo tenía su atención puesta en mí.
“Bella, yo me tengo que ir, no me puedo quedar en este momento contigo” – anunció Mike con voz suave, como si pensara que su partida me hacía daño – “pero, no te preocupes, vendré pronto, te lo prometo. Mis negocios con los Hale aún están llevándose a cabo”
Me limité a asentir. Después de todo, él no era un mal chico. No era su culpa ser hermano de una persona como Heidi y, mucho menos, tenía la culpa de ser un idiota. La discusión con mi madre se alargó después de que la casa quedó a solas. No le tomé ni la más mínima importancia y dejé que se deshiciera en regaños… Nada importaba ya, más que el hecho de que ahora Edward y yo estábamos unidos.
ALICE POV
Camine regresó a mi casa con una enorme sonrisa en el rostro. Tenía que buscar la manera de platicar con Edward para escuchar lo feliz que estaba de haber regresado con Bella…
Al menos él si podía decir que su amor era correspondido.
Al llegar a mi casa me quedé a solas. Mis padres, junto con mis hermanos, habían salido a caminar. Una actividad que realizaban muy a menudo cuando la lluvia se los permitía.
Eso me daba más tiempo para pensar en él. Después de nuestra ilógica e infantil discusión que tuvimos hacía pocos días, no le había visto. Seguramente se encontraba muy entretenido con la tal María…
¡Idiota! No merecía que le extrañase tanto…
Con furia me froté los ojos al notar que unas lágrimas amenazaban con salir. Gruñí de la frustración. El llorar no era algo que me gustase ni algo que me enorgulleciera, ¿Por qué lo hacía entonces?
Un toque de nudillos llamó a la puerta y, realmente extrañada, me dirigí para ver de quién se trataba. Me quedé paralizada, sintiendo como un fuego lento recorría mi estomago, al verlo frente a mí
“Jazz” – musité, aún sin salir de mi pasmo. Él jamás había rebasado el límite del callejón en el que siempre nos solíamos separar – “¿Qué haces aquí?”
Pareció vacilar antes de contestar mi pregunta.
“En mi casa hay demasiados problemas… necesitaba hablar con alguien” – el silencio nos invadió por un momento, a lo cual él agregó – “¿Puedo entrar?”
“Si” – dije de manera titubeante. Dudaba mucho el que mi familia regresara pronto – “Adelante” – indiqué, mientras me hacía a un lado para permitirle el paso.
“¿Qué pasa en tu casa?” – pregunté, en cuanto estuvimos sentados en el sillón
“Mis papas están enloquecidos por que mi hermana se fue” – contó – “pero no quiero hablar de eso” – dijo, tomándome de las manos y provocando que mi corazón latiera rápidamente por el simple gesto – “Quiero pedirte disculpas por la forma en que te hablé aquel día…”
Me encogí de hombros, para restarle importancia
“Ya paso” –
“¿Fue tu amigo por ti?” – asentí, un poco vacilante al decidir si decirle la verdad o no.
Después de todo, Bella me había logrado a contar que él mismo había sido quien había llevado a mi hermano hasta la mansión de los Swan… ¿Lo habría hecho por amabilidad o por qué sabía algo?
“¿Y qué tal te fue?”
“Nada que se pueda considerar excitante” – dije, riendo por mi no mentira – “Y a ti, ¿Qué tal te fue con tu amiga la riquilla?”
“Nada como pasar el tiempo a tu lado” – mis mejillas se enrojecieron de manera que creí imposible. Intenté de tranquilizarme al momento en que me repetía una y otra vez que no mal interpretara sus palabras
No mal interpretes
No te ilusiones
Tranquila, toma esas palabras con su verdadero significado…
“¿Qué te parece si salimos a caminar?” – propuso, rompiendo mis cavilaciones.
Asentí de inmediato. Me puse de pie con la esperanza de que, al estar lejos de él, mis pensamientos pudieran acomodarse
“Deja que me quite el uniforme y me ponga algo más cómodo. En seguida vuelvo” – anuncié, quitándome el delantal y aventándolo hacia uno de los sillones.
Me sorprendí al encontrarme confusa entre qué ropa tenía que usar. ¡Vamos, es solamente un paseo con tu amigo! Me dije al verme, por primera vez en toda una vida, realmente obsesionada por verme linda. Tardé más de lo que solía en llegar de vuelta hacia la sala.
“Ya podemos irnos” – dije con una sonrisa, la cual se borró en cuanto vi el endurecido semblante de Jasper – “¿Y ahora qué te pasa?” – inquirí y al instante, su mano me mostró el paquete pastillas que Bella me había dado un par de días antes
¡Oh, mierda! Los había olvidado tirar.
“Vaya, Alice… no sabía que fueras tan buena amiga” –
Despegué mi mirada de la cajita blanca solamente para verle. Sus ojos color miel se clavaron en los míos como filosos cuchillos que atravesaron mi alma, ¿Qué era lo que estaba pensando?
“¿Qué insinúas?” – pregunté
“¿Yo? Nada” – contestó, pero su voz nadaba en medio de una abundante ironía – “Creo que al decir que la salida con tu amiguito no había tenido nada excitante, tenía un muy doble sentido. Lo lamento por ti”
“Jazz… no es lo que tu piensas” – comencé a decir
“No, no, no” – interrumpió, dando dos pasos hacia mi – “Tranquila, no tienes por que seguir fingiendo ser la niña inocente…” – calló por un instante, bajando la mirada para después, volverla a levantar y mirarme con mucha más dureza – “¿Sabes qué es lo que me decepciona? El hecho de que te estés acostando con alguien a quien ni si quiera, dices, es tu novio. Que es un tipo cualquiera, un amigo – bufó fuertemente al decir la última palabra y, después continuó – “¡Haberlo dicho antes! Tal vez también yo pueda gozar de los privilegios de tu amistad”
No me di cuenta del momento en que mi mano se movió para darle una cachetada. Simplemente lo hice. Lo que más me dolió fue que el golpe ni si quiera tuvo fuerza… No, fue completamente débil ya que yo me sentía demasiado aturdida, por el dolor que sus palabras me habían causado, que ni siquiera podía localizar mis pies.
La miel de sus ojos se enfrió de una manera que me carcomió los sentidos
“Eres un completo idiota” – solté y después, solo fui conciente de que sus brazos me habían enrollado fuertemente y que su boca se pegó a la mía con una deliciosa brusquedad.
Atal- .
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Capítulo 30: La verdad
ALICE POV
Bien.
Sabía que lo debía golpear o, como mínimo, empujarlo para que se apartara de mí. Sabía que el movimiento de sus labios contra los míos no era otra cosa más que la demostración que él se estaba auto proporcionando para asegurar sus sospechas. Y sabía que esas sospechas radicaban en pensar que yo me acostaba con el primer idiota que se me cruzaba en el camino…
Lo sabía.
Y, sin embargo, la dulzura de su boca era tan irresistible que no encontré el dominio para hacer lo que tenía que hacer. Creo que hubo un momento muy pequeño en el que moví mis manos hacia sus cabellos para poder jalarlos y así, deshacerme de su beso. Sin embargo, cuando mis manos apenas y llegaban a esa parte, las suyas apretaron mi cintura, atrayendo mi cuerpo hacia el suyo con una fuerza estremecedora, y la poca voluntad que me sostenía, decayó por completo.
Con un suspiro placentero entreabrí mi boca y él aprovechó la oportunidad, sin vacilación, intensificando el beso de manera casi desesperada. Y mis manos, que tan dispuestas estaban a ser quienes frenaran aquel arranque, se dejaron caer de manera suave sobre su rostro.
Maldición… ¿En qué momento me fui a enamorar de él?
Fue de un momento a otro cuando él, con sus manos sobre mis mejillas, me alejó con la misma delicada brusquedad con la que me había tomado. Nos miramos a los ojos con respiraciones entrecortadas y la humedad de su boca no ayudó mucho a controlar mis deseos. Tardé un poco en reaccionar y darme cuenta que, con un gruñido, había empujado nuestros cuerpos para caer sobre el sofá y él se encontraba sobre mí, besándome con una impaciencia que, a pesar de ser demasiado pasional, me asustó.
Me asustó por que yo no era lo que él pensaba. Él no lo sabía, y yo no estaba dispuesta a desgastarme en dejárselo claro, pero yo jamás había estado con un hombre en términos sexuales y, en toda mi vida, jamás antes había tenido un novio… pero claro, él no pensaba así. Él había sido capaz de pensar lo peor de mí y eso era algo que no estaba dispuesta a soportar.
Fue en ese momento en que mis manos se movieron y empujaron su pecho. Tal vez el movimiento no fue demasiado firme, pues, a decir verdad, una parte de mí deseaba que él continuara y no parará… sin embargo, él alejó su boca de la mía, más no su cuerpo, el cual siguió reposado sobre el mío como antes.
“Jasper, bájate” – le pedí, intentado que mi voz se escuchara segura, más los jadeos de mi entrecortada respiración no ayudaron
“¿Por qué?” – preguntó y la miel derretida de su mirada rápidamente fue reemplazada por la dureza con la que anteriormente me había visto – “¿Qué es lo que no te gusta, Alice? ¿Necesitas que sea más cariñoso? ¿Más agresivo? Dime… estamos en completa confianza”
No me dio tiempo de contestar. Su boca me silenció mucho antes que pudiera defenderme y pude sentir una de sus manos descender de mi rostro para llegar a mi cintura, en la cual comenzó a subir la tela de mi blusa y empezó a acariciar la piel de mi vientre. Aunque lo intenté, no pude evitar estremecerme ante su tacto. Sin embargo, sus palabras resonaron en un lugar recóndito de mi mente.
Llevé mis manos hacia donde él me estaba acariciando e intenté alejarlas. Fue entonces cuando, sin mucha complicación, él capturó las mías, llevándolas arriba de mi cabeza y dejándome completamente a su merced.
“Vamos, Alice, no te hagas la difícil… compláceme, soy tu amigo ¿no?”
Lo miré a los ojos y le desconocí por completo. Él no era Jasper…
Una lágrima se resbaló por mis mejillas y fue entonces cuando el agarre de sus manos se deshizo y su cuerpo se fue alejando poco a poco del mío. Me tomó más de tres segundos el comprender que ya me podía poner de pie si así lo quería, pero aún sentía la rudeza con la que sus manos me habían atado. Sus filosas palabras fueron como clavos que habían atravesado mi piel hasta llegar al relleno del sillón, dejándome crucificada en el lugar y desangrando por dentro.
“Lárgate, Jasper” – musité, tratando de no derramar ni una lágrima más. No le iba a dar ese gusto – “¡Lárgate…!” – exclamé, mientras me plantaba frente a él
“¿Por qué?” – desafió – “¿Acaso no soy tan bueno como él?”
Él se lo ganó.
Esta vez, el golpe no fue débil, si no todo lo contrario… mi rodilla pegó fuertemente en su estomago y no le di tiempo si quiera a que se recuperara del dolor.
“Largo de aquí” – dije una y otra vez mientras lo arrastraba hacia la puerta y ya, cuando estuvo afuera, adquirí toda la fuerza necesaria, cerré mi corazón y le dije la mentira más grande que pudiera haberle dicho en toda mi vida – “¡No te quiero volver a ver! ¡Eres el hombre más idiota que pueda conocer en el mundo! ¡Imbecil!”
Cerré la puerta en sus narices y ya no supe por cuánto tiempo se quedó ahí… cerré fuertemente mis ojos en cuanto me tiré sobre la cama y apreté el rostro contra mi almohada.
No iba a llorar
No iba a llorar
No iba…
Ay, traicionera debilidad…
Solo esperaba a que el dolor se me pasara rápidamente.
EDWARD POV
Como la noche anterior, dormí a Heidi y salí a hurtadillas de aquella casa. No había dejado de contar los minutos para poder tenerla otra vez entre mis brazos. Ansiaba su calor como un niño ansia los brazos de su madre. Necesitaba ver sus ojos de la misma manera en que necesitaba el aire para respirar.
No me sentiría completo hasta no tenerla frente a mi y poderla besar.
Agradecí el que no estuviera lloviendo como la noche pasada, aunque la temperatura si era muy baja. Aceleré el paso y, a los pocos segundos, comencé a correr. Me arrastraría si fuese necesario, sabía que ella me esperaba. El sonido insistente de un claxon me alarmó, más decidí no voltear para ver de quién se trataba. Seguramente no era para mí, no tenía tan buena suerte como para encontrarme a Jasper dos noches seguidas en la misma situación.
El carro se resbaló hasta mi dirección y pegué un brinco para quitarme de su camino. No dejé de caminar y los nervios comenzaron a traicionarme. ¿Y si Heidi se había percatado de mi juego…?
Quise correr, más la tensión me hizo torpe. Una fuerte mano me sostuvo por el hombro y me jaló hacia atrás con brusquedad.
“Te he descubierto. Estas perdido” – el corazón se me contrajo fuertemente antes de que volviera a latir de manera frenética. Estoy seguro que no quedó ni una sola gota de sangre en mi rostro y que mis ojos casi salen disparados de sus cuencas…
Poco falto para que el corazón se me detuviera por completo. Ya casi podía saborear el sabor de la amargura… hasta que una sonora carcajada resonó a mis espaldas. Una carcajada que yo conocía muy bien.
“¡Maldito, Emmett!” – siseé, puesto que la voz aún no regresaba a mi garganta – “¡Considérate muerto!”
Di media vuelta, muy despacio, aún seguía demasiado aturdido como para moverme de manera normal. Mis pies aún se encontraban temblando bajo mis rodillas. Me enfurecí al ver a mi estupido amigo partiéndose en carcajadas frente a mí. Sin embargo, también agradecí que fuera él y no otra persona.
“Edward… te hubieras visto, hermano” – comenzó a decir en medio de sus carcajadas – “un tronco esta menos tenso que tu…”
“Idiota” – murmuré y, esperé a que mi amigo se calmara.
“Lo siento, lo siento. Fue inevitable” – dijo – “Bella le acaba de hablar a Rose para contarle que se han reconciliado y decidimos darnos una vuelta por estas calles para ver si te encontrábamos y así poder ayudarte”
“¿Bella le habló a Rose?” – pregunté, olvidando por completo cualquier sensación de enojo, frustración o miedo. Su solo nombre me llenaba de paz. Podría ponerme en el centro del infierno y no tendría miedo si escuchara su nombre durante todo ese tiempo.
“Si” – aseguró Emmett – “Vamos, Rose esta en el automóvil. Te llevaremos a la casa de los Swan”
Nos dirigimos al carro que se encontraba estacionado a pocos metros de ahí, ¿Cómo era posible que no lo hubiera reconocido antes? Emmett indicó con una mano que podía entrar y me deslicé por los asientos traseros. La calefacción fue demasiado reconfortante
“Hola, Edward” – saludó Rose
“Amigo” – interrumpió Emmett, antes de que pudiera contestar – “te presento a mi esposa”
“Hola, Rose” – dije y, cayendo por fin en la realidad de las cosas, agregué – “¿En verdad se casaron?”
“¡Claro!” – contestó él – “acabamos de llegar…”
“Por lo que aún nos falta enfrentar el último problema” – añadió Rose, y su voz se tornó preocupada. Emmett le tomó la mano y le dio un apretón
“Todo saldrá bien” – la rubia muchacha volvió a sonreír.
“Les deseo lo mejor” – dije, de manera sincera
“Gracias. Lo necesitaremos mañana que iremos a ver a los papas de Rose. Hoy nos quedaremos en mi casa”
“¿Tus papas lo saben?”
“Si. Lo han tomado muy bien”
“Al fin de cuentas, los estafadores son mis padres” – murmuró Rose, frunciendo el ceño y, dos segundos después, pegó un pequeño brinquito, como si hubiese recibido una ligera descarga eléctrica.
Buscó algo dentro de su bolso y, cuando lo encontró, se giró sobre su lugar para verme
“Toma” – indicó, mientras me tendía una pequeña cajita – “Bella me las encargó. No querrán tener un bebe en este momento”
“Ahhh… Gracias” – dije, bajando la mirada de la suya, que era demasiado persuasiva. Mis mejillas se colorearon sin que lo pudiera evitar y metí la cajita en una de las bolsas de mi sudadera
“Bien, hemos llegado” – anunció Emmett y, rápidamente, bajé del carro, provocando que mis pies se atoraran – “Ey, ey, ¡Tranquilo!” – dijo, con aquella extensa sonrisa tan característica de él.
Le regresé el gesto de la misma manera
“Gracias, Emmet, Rose” –
“Salúdame a Bella” – pidió ésta – “Dile que pronto la vendré a visitar”
Asentí y después de que el coche volviera a arrancar, salí corriendo hacia la barda, la cual escalé lo más apresuradamente que pude.
La ventana de su recamara estaba abierta. Me adentré en ella de manera cautelosa al no verla por ninguna parte.
“¿Bella?” – llamé, con un susurro y una pequeña risita me tranquilizó.
Sus brazos me enrollaron por detrás. Giré mi cuerpo para tenerla frente a frente y la llevé hacia la ventana, en donde la luz de la luna se filtraba.
“Déjame verte” – pedí, mientras acariciaba su rostro – “Dame el privilegio de contemplar mis pupilas con tu belleza”
Su cabeza se recargó sobre mi pecho y suspiró profundamente.
“Rose y Emmett están de regreso” – anunció
“Lo sé. Ellos me han traído hasta acá” – saqué la cajita de pastillas y se la di – “Rose me dijo que le encargaste esto”
“Si” – dijo, mientras la tomaba entre sus manos – “le di a tu hermana el paquete que tenía antes para que lo tirara… pensé que ya no tendría por que usarlo”
“Pues no esperemos más” – murmuré, pegando mi boca con la suya – “hay que darle un buen uso, ¿no crees?”
“Si…” – acordó ella, y me llevó entre besos hacia su cama.
JASPER POV
Tenía un dolor de cabeza terrible… habían pasado casi veinticuatro horas desde que ella me había otorgado aquel golpe y aún podía sentir el dolor incrustado en mi estomago.
O tal vez no era tanto por el golpe el por qué sentía semejante vacío…
Tal vez era por que sus palabras aún resonaban fuertemente en mi cabeza, por que su mirada aún aparecía cada vez que cerraba mis ojos…
¡Maldición!
Cuánto había deseado el volver a besarla durante todos estos meses que habían pasado. Cuánto había soñado con ese momento, el cual se mostraba diferente a todos los demás y, sin embargo, me había equivocado.
Este encuentro fue mucho peor.
Me había comportado como un animal… un animal movido por la rabia y los celos. ¿Con qué derecho le había dicho yo todas esas cosas? ¡Ba! El arrepentirme no me volvía menos idiota de lo que ya era, si no todo lo contrario…
Alice… ¿Qué iba a hacer contigo?
“Joven Jasper” – llamó una de las muchachas, rompiendo mis cavilaciones – “Lo buscan en la sala”
Mi mente procesó el nombre de una sola: Alice.
Mi conciencia se rió a carcajadas de mi ridícula imaginación. Obviamente, no era ella. Bajé las escaleras, arrastrando mis pies, y el grito que estalló por la sala me levantó el animo de manera considerable
“¡Hermano!” – exclamó la rubia muchacha mientras corría a abrazarme y yo la recibía abiertamente
“¡Rose!” – murmuré, apretando su curveada figura contra mí – “Qué gusto el que hayas vuelto ¿Dónde te habías metido? He estado muy preocupado por ti”
“Tranquilo, estoy bien" - bajó la mirada y su rostro se entristeció por un momento - "solo vengo por mis cosas”
“¿Qué?”
“No pensaras que nuestros padres me aceptaran después de saber que me he casado con Emmett Mc Carty” – levanté la mirada y fue cuando me percaté de que el muchacho se encontraba frente a mí.
Se acercó a saludarme y correspondí el gesto.
“Así que… los rumores eran ciertos” – dije. Ella sonrió de manera inocente. Sabía que con aquel gesto no podía enojarme, aunque lo quisiera. Suspiré de manera resignada – “Sabes que te apoyaré en todo lo que hagas, si eso supone tu felicidad”
“Gracias, Jazz. Por cierto, también Bella quiere agradecerte y te envía saludos”
“¿Bella?”
“¿Me dirás que no lo sabes?”
“¿Saber qué?”
Rose emitió una pequeña risita y, jalando de mi camisa para que mi oreja quedará cerca de sus labios, susurró
“Tiene meses que ella y Edward están juntos”
Dilaté mis ojos al escucharle… ahora, muchas cosas tenían explicación
“Los tontos estuvieron separados un buen tiempo, pero ahora, con ayuda de Emmett, Alice, tuya y mía, han regresado. Tú no lo sabías, pero Bella…”
Ya no logré escuchar más. Mis oídos solo habían captado un solo nombre
“¿Alice?” – pregunté, sin querer
“Es la hermana de Edward. Trabaja en casa de los Swan, es muy agradable” – rió, antes de continuar – “me contó Bella que, no tiene mucho, le dio un paquete de pastillas anticonceptivas para que la tirara…”
…
No… esto era una broma… ¿Había escuchado bien?
“Jazz, ¿Pasa algo? Te has puesto pálido…
“Soy un imbecil” – musité, aun con la mirada perdida.
“¿Eh?”
“¿Has dicho que Bella le dio un paquete de pastillas anticonceptivas a Alice?”
“S-si” – contestó mi hermana – “¿Algún problema con eso?”
“¡Tengo que ir a verla!”
“¿A quién?”
“¡A Alice!”
“¿Por qué?”
“¡Agg!” – gemí – “¡Soy un imbecil!”
“Jasper, ¿Qué pasa?” – exigió saber mi hermana, frunciendo el ceño.
Intenté tranquilizarme para poder explicarle. Después de todo, ellos me habían tenido confianza y yo ya no podía guardar más este tormento
“Estoy enamorado de la hermana de Edward” – solté y mi hermana abrió mucho más sus ojos y su boca comenzó a formar una perfecta “O”. También Emmett hizo lo mismo, pero ignoré a ambos lo mejor que pude.
“Tú… estas…”
“¡Si, si!” – exclamé – “pero he sido un idiota con ella…”
“¿Por qué?”
“Todo fue un mal entendido de mi parte… la juzgué sin darle oportunidad para…” - comencé a hablar yo solo
La frustración me llevó a golpear la pared.
Tenía que ir a buscarla. Esa misma tarde, no podía esperar más… pero, ¿Y si ya era demasiado tarde?...
ALICE POV
Bien.
Sabía que lo debía golpear o, como mínimo, empujarlo para que se apartara de mí. Sabía que el movimiento de sus labios contra los míos no era otra cosa más que la demostración que él se estaba auto proporcionando para asegurar sus sospechas. Y sabía que esas sospechas radicaban en pensar que yo me acostaba con el primer idiota que se me cruzaba en el camino…
Lo sabía.
Y, sin embargo, la dulzura de su boca era tan irresistible que no encontré el dominio para hacer lo que tenía que hacer. Creo que hubo un momento muy pequeño en el que moví mis manos hacia sus cabellos para poder jalarlos y así, deshacerme de su beso. Sin embargo, cuando mis manos apenas y llegaban a esa parte, las suyas apretaron mi cintura, atrayendo mi cuerpo hacia el suyo con una fuerza estremecedora, y la poca voluntad que me sostenía, decayó por completo.
Con un suspiro placentero entreabrí mi boca y él aprovechó la oportunidad, sin vacilación, intensificando el beso de manera casi desesperada. Y mis manos, que tan dispuestas estaban a ser quienes frenaran aquel arranque, se dejaron caer de manera suave sobre su rostro.
Maldición… ¿En qué momento me fui a enamorar de él?
Fue de un momento a otro cuando él, con sus manos sobre mis mejillas, me alejó con la misma delicada brusquedad con la que me había tomado. Nos miramos a los ojos con respiraciones entrecortadas y la humedad de su boca no ayudó mucho a controlar mis deseos. Tardé un poco en reaccionar y darme cuenta que, con un gruñido, había empujado nuestros cuerpos para caer sobre el sofá y él se encontraba sobre mí, besándome con una impaciencia que, a pesar de ser demasiado pasional, me asustó.
Me asustó por que yo no era lo que él pensaba. Él no lo sabía, y yo no estaba dispuesta a desgastarme en dejárselo claro, pero yo jamás había estado con un hombre en términos sexuales y, en toda mi vida, jamás antes había tenido un novio… pero claro, él no pensaba así. Él había sido capaz de pensar lo peor de mí y eso era algo que no estaba dispuesta a soportar.
Fue en ese momento en que mis manos se movieron y empujaron su pecho. Tal vez el movimiento no fue demasiado firme, pues, a decir verdad, una parte de mí deseaba que él continuara y no parará… sin embargo, él alejó su boca de la mía, más no su cuerpo, el cual siguió reposado sobre el mío como antes.
“Jasper, bájate” – le pedí, intentado que mi voz se escuchara segura, más los jadeos de mi entrecortada respiración no ayudaron
“¿Por qué?” – preguntó y la miel derretida de su mirada rápidamente fue reemplazada por la dureza con la que anteriormente me había visto – “¿Qué es lo que no te gusta, Alice? ¿Necesitas que sea más cariñoso? ¿Más agresivo? Dime… estamos en completa confianza”
No me dio tiempo de contestar. Su boca me silenció mucho antes que pudiera defenderme y pude sentir una de sus manos descender de mi rostro para llegar a mi cintura, en la cual comenzó a subir la tela de mi blusa y empezó a acariciar la piel de mi vientre. Aunque lo intenté, no pude evitar estremecerme ante su tacto. Sin embargo, sus palabras resonaron en un lugar recóndito de mi mente.
Llevé mis manos hacia donde él me estaba acariciando e intenté alejarlas. Fue entonces cuando, sin mucha complicación, él capturó las mías, llevándolas arriba de mi cabeza y dejándome completamente a su merced.
“Vamos, Alice, no te hagas la difícil… compláceme, soy tu amigo ¿no?”
Lo miré a los ojos y le desconocí por completo. Él no era Jasper…
Una lágrima se resbaló por mis mejillas y fue entonces cuando el agarre de sus manos se deshizo y su cuerpo se fue alejando poco a poco del mío. Me tomó más de tres segundos el comprender que ya me podía poner de pie si así lo quería, pero aún sentía la rudeza con la que sus manos me habían atado. Sus filosas palabras fueron como clavos que habían atravesado mi piel hasta llegar al relleno del sillón, dejándome crucificada en el lugar y desangrando por dentro.
“Lárgate, Jasper” – musité, tratando de no derramar ni una lágrima más. No le iba a dar ese gusto – “¡Lárgate…!” – exclamé, mientras me plantaba frente a él
“¿Por qué?” – desafió – “¿Acaso no soy tan bueno como él?”
Él se lo ganó.
Esta vez, el golpe no fue débil, si no todo lo contrario… mi rodilla pegó fuertemente en su estomago y no le di tiempo si quiera a que se recuperara del dolor.
“Largo de aquí” – dije una y otra vez mientras lo arrastraba hacia la puerta y ya, cuando estuvo afuera, adquirí toda la fuerza necesaria, cerré mi corazón y le dije la mentira más grande que pudiera haberle dicho en toda mi vida – “¡No te quiero volver a ver! ¡Eres el hombre más idiota que pueda conocer en el mundo! ¡Imbecil!”
Cerré la puerta en sus narices y ya no supe por cuánto tiempo se quedó ahí… cerré fuertemente mis ojos en cuanto me tiré sobre la cama y apreté el rostro contra mi almohada.
No iba a llorar
No iba a llorar
No iba…
Ay, traicionera debilidad…
Solo esperaba a que el dolor se me pasara rápidamente.
EDWARD POV
Como la noche anterior, dormí a Heidi y salí a hurtadillas de aquella casa. No había dejado de contar los minutos para poder tenerla otra vez entre mis brazos. Ansiaba su calor como un niño ansia los brazos de su madre. Necesitaba ver sus ojos de la misma manera en que necesitaba el aire para respirar.
No me sentiría completo hasta no tenerla frente a mi y poderla besar.
Agradecí el que no estuviera lloviendo como la noche pasada, aunque la temperatura si era muy baja. Aceleré el paso y, a los pocos segundos, comencé a correr. Me arrastraría si fuese necesario, sabía que ella me esperaba. El sonido insistente de un claxon me alarmó, más decidí no voltear para ver de quién se trataba. Seguramente no era para mí, no tenía tan buena suerte como para encontrarme a Jasper dos noches seguidas en la misma situación.
El carro se resbaló hasta mi dirección y pegué un brinco para quitarme de su camino. No dejé de caminar y los nervios comenzaron a traicionarme. ¿Y si Heidi se había percatado de mi juego…?
Quise correr, más la tensión me hizo torpe. Una fuerte mano me sostuvo por el hombro y me jaló hacia atrás con brusquedad.
“Te he descubierto. Estas perdido” – el corazón se me contrajo fuertemente antes de que volviera a latir de manera frenética. Estoy seguro que no quedó ni una sola gota de sangre en mi rostro y que mis ojos casi salen disparados de sus cuencas…
Poco falto para que el corazón se me detuviera por completo. Ya casi podía saborear el sabor de la amargura… hasta que una sonora carcajada resonó a mis espaldas. Una carcajada que yo conocía muy bien.
“¡Maldito, Emmett!” – siseé, puesto que la voz aún no regresaba a mi garganta – “¡Considérate muerto!”
Di media vuelta, muy despacio, aún seguía demasiado aturdido como para moverme de manera normal. Mis pies aún se encontraban temblando bajo mis rodillas. Me enfurecí al ver a mi estupido amigo partiéndose en carcajadas frente a mí. Sin embargo, también agradecí que fuera él y no otra persona.
“Edward… te hubieras visto, hermano” – comenzó a decir en medio de sus carcajadas – “un tronco esta menos tenso que tu…”
“Idiota” – murmuré y, esperé a que mi amigo se calmara.
“Lo siento, lo siento. Fue inevitable” – dijo – “Bella le acaba de hablar a Rose para contarle que se han reconciliado y decidimos darnos una vuelta por estas calles para ver si te encontrábamos y así poder ayudarte”
“¿Bella le habló a Rose?” – pregunté, olvidando por completo cualquier sensación de enojo, frustración o miedo. Su solo nombre me llenaba de paz. Podría ponerme en el centro del infierno y no tendría miedo si escuchara su nombre durante todo ese tiempo.
“Si” – aseguró Emmett – “Vamos, Rose esta en el automóvil. Te llevaremos a la casa de los Swan”
Nos dirigimos al carro que se encontraba estacionado a pocos metros de ahí, ¿Cómo era posible que no lo hubiera reconocido antes? Emmett indicó con una mano que podía entrar y me deslicé por los asientos traseros. La calefacción fue demasiado reconfortante
“Hola, Edward” – saludó Rose
“Amigo” – interrumpió Emmett, antes de que pudiera contestar – “te presento a mi esposa”
“Hola, Rose” – dije y, cayendo por fin en la realidad de las cosas, agregué – “¿En verdad se casaron?”
“¡Claro!” – contestó él – “acabamos de llegar…”
“Por lo que aún nos falta enfrentar el último problema” – añadió Rose, y su voz se tornó preocupada. Emmett le tomó la mano y le dio un apretón
“Todo saldrá bien” – la rubia muchacha volvió a sonreír.
“Les deseo lo mejor” – dije, de manera sincera
“Gracias. Lo necesitaremos mañana que iremos a ver a los papas de Rose. Hoy nos quedaremos en mi casa”
“¿Tus papas lo saben?”
“Si. Lo han tomado muy bien”
“Al fin de cuentas, los estafadores son mis padres” – murmuró Rose, frunciendo el ceño y, dos segundos después, pegó un pequeño brinquito, como si hubiese recibido una ligera descarga eléctrica.
Buscó algo dentro de su bolso y, cuando lo encontró, se giró sobre su lugar para verme
“Toma” – indicó, mientras me tendía una pequeña cajita – “Bella me las encargó. No querrán tener un bebe en este momento”
“Ahhh… Gracias” – dije, bajando la mirada de la suya, que era demasiado persuasiva. Mis mejillas se colorearon sin que lo pudiera evitar y metí la cajita en una de las bolsas de mi sudadera
“Bien, hemos llegado” – anunció Emmett y, rápidamente, bajé del carro, provocando que mis pies se atoraran – “Ey, ey, ¡Tranquilo!” – dijo, con aquella extensa sonrisa tan característica de él.
Le regresé el gesto de la misma manera
“Gracias, Emmet, Rose” –
“Salúdame a Bella” – pidió ésta – “Dile que pronto la vendré a visitar”
Asentí y después de que el coche volviera a arrancar, salí corriendo hacia la barda, la cual escalé lo más apresuradamente que pude.
La ventana de su recamara estaba abierta. Me adentré en ella de manera cautelosa al no verla por ninguna parte.
“¿Bella?” – llamé, con un susurro y una pequeña risita me tranquilizó.
Sus brazos me enrollaron por detrás. Giré mi cuerpo para tenerla frente a frente y la llevé hacia la ventana, en donde la luz de la luna se filtraba.
“Déjame verte” – pedí, mientras acariciaba su rostro – “Dame el privilegio de contemplar mis pupilas con tu belleza”
Su cabeza se recargó sobre mi pecho y suspiró profundamente.
“Rose y Emmett están de regreso” – anunció
“Lo sé. Ellos me han traído hasta acá” – saqué la cajita de pastillas y se la di – “Rose me dijo que le encargaste esto”
“Si” – dijo, mientras la tomaba entre sus manos – “le di a tu hermana el paquete que tenía antes para que lo tirara… pensé que ya no tendría por que usarlo”
“Pues no esperemos más” – murmuré, pegando mi boca con la suya – “hay que darle un buen uso, ¿no crees?”
“Si…” – acordó ella, y me llevó entre besos hacia su cama.
JASPER POV
Tenía un dolor de cabeza terrible… habían pasado casi veinticuatro horas desde que ella me había otorgado aquel golpe y aún podía sentir el dolor incrustado en mi estomago.
O tal vez no era tanto por el golpe el por qué sentía semejante vacío…
Tal vez era por que sus palabras aún resonaban fuertemente en mi cabeza, por que su mirada aún aparecía cada vez que cerraba mis ojos…
¡Maldición!
Cuánto había deseado el volver a besarla durante todos estos meses que habían pasado. Cuánto había soñado con ese momento, el cual se mostraba diferente a todos los demás y, sin embargo, me había equivocado.
Este encuentro fue mucho peor.
Me había comportado como un animal… un animal movido por la rabia y los celos. ¿Con qué derecho le había dicho yo todas esas cosas? ¡Ba! El arrepentirme no me volvía menos idiota de lo que ya era, si no todo lo contrario…
Alice… ¿Qué iba a hacer contigo?
“Joven Jasper” – llamó una de las muchachas, rompiendo mis cavilaciones – “Lo buscan en la sala”
Mi mente procesó el nombre de una sola: Alice.
Mi conciencia se rió a carcajadas de mi ridícula imaginación. Obviamente, no era ella. Bajé las escaleras, arrastrando mis pies, y el grito que estalló por la sala me levantó el animo de manera considerable
“¡Hermano!” – exclamó la rubia muchacha mientras corría a abrazarme y yo la recibía abiertamente
“¡Rose!” – murmuré, apretando su curveada figura contra mí – “Qué gusto el que hayas vuelto ¿Dónde te habías metido? He estado muy preocupado por ti”
“Tranquilo, estoy bien" - bajó la mirada y su rostro se entristeció por un momento - "solo vengo por mis cosas”
“¿Qué?”
“No pensaras que nuestros padres me aceptaran después de saber que me he casado con Emmett Mc Carty” – levanté la mirada y fue cuando me percaté de que el muchacho se encontraba frente a mí.
Se acercó a saludarme y correspondí el gesto.
“Así que… los rumores eran ciertos” – dije. Ella sonrió de manera inocente. Sabía que con aquel gesto no podía enojarme, aunque lo quisiera. Suspiré de manera resignada – “Sabes que te apoyaré en todo lo que hagas, si eso supone tu felicidad”
“Gracias, Jazz. Por cierto, también Bella quiere agradecerte y te envía saludos”
“¿Bella?”
“¿Me dirás que no lo sabes?”
“¿Saber qué?”
Rose emitió una pequeña risita y, jalando de mi camisa para que mi oreja quedará cerca de sus labios, susurró
“Tiene meses que ella y Edward están juntos”
Dilaté mis ojos al escucharle… ahora, muchas cosas tenían explicación
“Los tontos estuvieron separados un buen tiempo, pero ahora, con ayuda de Emmett, Alice, tuya y mía, han regresado. Tú no lo sabías, pero Bella…”
Ya no logré escuchar más. Mis oídos solo habían captado un solo nombre
“¿Alice?” – pregunté, sin querer
“Es la hermana de Edward. Trabaja en casa de los Swan, es muy agradable” – rió, antes de continuar – “me contó Bella que, no tiene mucho, le dio un paquete de pastillas anticonceptivas para que la tirara…”
…
No… esto era una broma… ¿Había escuchado bien?
“Jazz, ¿Pasa algo? Te has puesto pálido…
“Soy un imbecil” – musité, aun con la mirada perdida.
“¿Eh?”
“¿Has dicho que Bella le dio un paquete de pastillas anticonceptivas a Alice?”
“S-si” – contestó mi hermana – “¿Algún problema con eso?”
“¡Tengo que ir a verla!”
“¿A quién?”
“¡A Alice!”
“¿Por qué?”
“¡Agg!” – gemí – “¡Soy un imbecil!”
“Jasper, ¿Qué pasa?” – exigió saber mi hermana, frunciendo el ceño.
Intenté tranquilizarme para poder explicarle. Después de todo, ellos me habían tenido confianza y yo ya no podía guardar más este tormento
“Estoy enamorado de la hermana de Edward” – solté y mi hermana abrió mucho más sus ojos y su boca comenzó a formar una perfecta “O”. También Emmett hizo lo mismo, pero ignoré a ambos lo mejor que pude.
“Tú… estas…”
“¡Si, si!” – exclamé – “pero he sido un idiota con ella…”
“¿Por qué?”
“Todo fue un mal entendido de mi parte… la juzgué sin darle oportunidad para…” - comencé a hablar yo solo
La frustración me llevó a golpear la pared.
Tenía que ir a buscarla. Esa misma tarde, no podía esperar más… pero, ¿Y si ya era demasiado tarde?...
falta poco para que termine, asi que disfruten y sigan leyendo y creyendo en el amor
Atal- .
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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
me encantaron estos capitulos sobre todo q bella y edward estan juntos denuevo lastima q edward tiene q estae con la ZORRA heidi y ojala alice y jasper puedan estar juntos
vaneian08- .
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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
estupido jasper como se atreve a jusgar sin resir una explicacion que lastima que se dio cuenta tarde sera que alice si lo perdona ?? y me encanto la reconciloacion de edward y bella y mas me gusto el matri de rose y emmett esperare el proximo capitulo haci ya este por acabarse realmente no aguanto las ganas de leer mas de esta historia
Irina Denali- .
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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
por FAVOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOR vas apublicar mas capitulos quiero seduir leyendo esta historia tan hermosa .asi me sigo riendo cuando lica lo pone en su lugar a jasper y q va a acer para q alice lo perdone despues de lo q le hizo
vaneian08- .
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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
atal no me puedes dejar asi necesito masssssssssssssssssssssssssssssssss
Bbra- .
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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
Capítulo 31: Golpe bajo
JASPER POV
Estaba a punto de salir corriendo de mi casa. Aunque sabía no era el momento ya que, a esa hora, Alice debía de estar trabajando aún en casa de los Swan. No importaba, no había tiempo…
Mis padres llegaron justamente en aquel momento. Suspiré profundamente para poder calmarme, después de todo, mi hermana también me precisaba y yo, necesitaba tener el cerebro un poco más frío para saber bien qué era lo que le iba a decir a Alice. Ya no podía cometer más errores… ya no.
“Han llegado” – murmuró Rose y, vi como Emmett automáticamente pasaba uno de sus brazos por sus hombros, protegiéndola.
No necesitaba más pruebas para saber que mi hermana había hecho una buena elección. Me acerqué a ellos y, acariciando su rostro, murmuré
“No te preocupes. Yo estoy contigo, tienes todo mi apoyo”
“Gracias, Jazz”
Nuestros padres traspasaron la puerta y ambos palidecieron al ver a mi rubia hermana en compañía de aquel alto joven.
“¿Qué haces aquí? ¿Cómo te atreves a poner un pie en esta casa y en compañía de semejante rufián?” – exclamó mi madre.
“Este rufián, como tu le llamas, es mi esposo” – soltó mi hermana y los ojos de nuestros progenitores centellaron de la rabia – “Y no se preocupen, no vengo para quedarme. Solamente venía a traer mis pertenencias”
“¿Pertenencias?” – repitió mi padre – “¡Nada de esta casa te pertenece ya! ¡Has osado el casarte con semejante mequetrefe, olvídate de que tienes una familia detrás de estas puertas! ¡Fuera de aquí! ¡Vete, pero no te llevaras ni un solo cubierto de esta casa!”
“No tienen derecho de quitarle a Rose lo que le pertenece” – interrumpí – “¿Acaso solamente por el orgullo y el materialismo están dispuestos a perderla como hija?”
“¡Ella ya no es una hija para nosotros!” – rectificó mi madre – “no has avergonzado con semejante atrevimiento… ¡Eres una cualquiera!”
“Mamá, ¿Cómo puedes…?”
“Jazz” – interrumpió mi hermana, con voz inalterada – “No te molestes en buscar problemas por mi culpa. No importa lo que les digas, ellos no entenderán, puesto que su ambición esta por encima de la felicidad hasta de sus propios hijos”
“Eres una malagradecida, una traidora, ¿Cómo pudiste casarte con el hijo de quien ha intentado llevarnos a la ruina?”
“Con todo respeto, señor” – dijo Emmett – “le pido que se abstenga de calumniar a mi padre frente a mí. No es de hombres el levantar falsos. Usted sabe perfectamente que mi familia nada tiene que ver con el fraude del que usted tanto habla”
“Eres un…”
“¡Ya basta!” – exclamó mi hermana – “Me voy, no pienso rogarles el que me permitan llevar mis cosas, quédense con ellas”
“Rose, no puedes irte así” – comencé a decir pero sus dedos se posaron sobre mis labios
“Todo esta bien” – aseguró – “no pasa nada. Tengo lo más importante a mi lado y te tengo a ti”
“Siempre” – prometí. Ella me sonrió de manera calurosa y, girándose hacia mis padres, les miró fijamente y pude notar como los ojos se hinchaban ante las lagrimas que comenzaban a salir
“Los quiero, disculpen si les fallé. Me enamoré” – dijo, encogiéndose de hombros y sonriendo de manera triste – “Fue algo inevitable y no puedo alejarme de éste hombre ya que se ha convertido en mi vida. Además de que, digan lo que digan, saben que en el fondo, todo lo que hablan de su familia, es mentira”
“¿Qué esperas para irte?” – siseó mi padre y me tuve que morder la lengua para callar todas las cosas que en ese momento quise decir
Mi hermana bajó la mirada y, cuando la volvió a levantar, fue fácil el reconocer aquel severo semblante con el que solía ocultar cualquier tipo de emoción.
“Nos vemos pronto, Jazz” – dijo y, después salió de la casa. Con su mano firmemente aferrada a Emmett.
Miré a mis padres de manera furiosa
“¿Van a permitir que se vaya así, sin nada?” – reté y me decepcioné tanto al ver que ninguno de los dos mostraba ni si quiera un ápice de tristeza – “¡Mamá, papá, es su hija!” – volví a recordar
Mi madre me dirigió una mirada envenenada
“Ya no” – dijo, de manera rotunda y después, se marchó, junto con mi padre.
Me dejé caer en el sillón y me apreté el puente de la nariz con los dedos. Al fin de cuentas, supongo que no tenía tanto derecho de juzgarlos, ¿Acaso no era yo igual o peor que ellos? ¿No le había fallado yo a Alice con mi actitud tan alardeante y poco dada a escuchar explicaciones?
¿Qué iba a hacer? ¿Cómo me iba a disculpar? ¿Estaría todavía a tiempo? Levanté la mirada y miré hacia el reloj… faltaba poco para que saliera de trabajar. Tomé las llaves de mi auto y fui en su búsqueda.
Esperé pacientemente mientras miraba una y otra vez hacia la calle que ella solía pasar para irse a casa. Solo esperaba a que su madre no la acompañara. No tuve suerte. La seguí lo más cautelosamente posible hasta su casa y esperé para ver si, por algún milagro divino, ella se animaba a salir de ahí.
Eran aproximadamente cerca de las siete de la noche cuando pude distinguir su exquisita silueta dibujarse entre las sombras. Bajé del auto rápidamente y corrí para alcanzarla. La tomé por el brazo y le tapé la boca con la mano para que no gritara. La llevé hacia el carro, sabía que mi actitud no era lo mejor pero dudaba que hubiera otra forma para que me escuchase. Dejó de forcejear cuando me reconoció y el temor de su mirada fue reemplazado por un extraño brillo de rencor.
Sabía que me iba a resultar difícil, pero tenía que intentarlo.
“¿Qué es lo que quieres?” – preguntó, con voz afilada – “¿Acaso no te quedó claro que no quería volver a verte?”
“Alice. Lo siento, fui un estupido” – comencé a decir de manera atropellada
Ella bufó fuertemente
“Creo que esa palabra te queda corta...”
“Lo sé, Alice, lo sé. Sé que no tengo justificación alguna pero, al menos, escúchame”
“¿Qué te escuche? ¿Por qué habría de hacerlo? ¿Acaso tu lo hiciste cuando yo te lo pedí?”
Mierda…
“No. No lo hice” – reconocí – “cometí un error y me equivoqué... Lo siento. Mal interpreté las cosas y te juzgué mal”
“No solamente hiciste eso” – murmuró – “Pero ya no importa…”
“No. Claro que importa” – discutí – “Perdóname, Alice, yo…”
“¿Recuerdas cuando te dije que no daba segundas oportunidades?” – asentí – “No era una mentira. No es la primera vez que me ofendes y yo no soy tu juguete”
“Perdoname” – volví a decir. No encontraba más palabras dentro de mi boca – “Dime qué puedo hacer para que me perdones. Dime qué quieres que haga y lo haré…”
“¿Quieres qué te diga qué es lo que quiero que hagas?” – inquirió, mirándome fijamente a los ojos.
“Si…”
“Bien. Te lo diré” – anunció – “Quiero que desaparezcas de mi vida, que ya no me busques, que me dejes en paz…” – la voz se le fue quebrando simultáneamente y sus mejillas se mojaron con las lágrimas que brotaron de sus ojos.
Tomé su rostro entre mis manos y ella rechazó el gesto, empujándome hacia atrás.
“No me toques” – pidió – “No te quiero cerca”
“Mientes” – susurré, resistiéndome a retirar mis manos de sus pómulos – “Todo lo que dices es mentira. Si en realidad quisieras que me alejara, no estuvieras llorando”
“Lloro del coraje” – aclaró y me negué a creerle. Con un brusco movimiento retiró su rostro de mi agarre y se limpió las lágrimas.
Cuando sus ojos se encontraron secos una vez más. Volvió a mirarme y el desprecio que se reflejaba en sus pupilas mutiló todo mi interior.
“Lo repetiré una vez más, Jasper: Me harías un gran favor si me ahorras el disgusto de volver a verte.
No me dio tiempo de contestarle. La veracidad con la que sus palabras fueron pronunciadas, me dejó plantado en mi lugar. Ella se fue. Y yo me quedé ahí, solo y átonito.
Una parte de mí sabía que me lo merecía. Sabía que era lo menos que podía esperar tras haberle tratado con tanta infamia… Mi cuerpo entero se estremeció al pensar que la había perdido, para siempre…
EDWARD POV
Faltaban solo cinco cuadras para llegar a casa de Bella. Aquella noche no había tenido la suerte de encontrarme a alguien quien me acortara el camino. No había problema. Heidi se había quedado dormida mucho antes de lo previsto. Golpe de suerte, me dije.
Llevaba una pequeña rosa blanca en mis manos, la había comprado en la mañana con una amable señora y no había podido evitar el pensar en Bella al verla. Tan frágil y buena y, a la vez, tan delicada y esplendida.
Rocé sus suave pétalos levemente con mis labios, imaginando, por un momento, que se trataba de Bella. Suspiré profundamente su aroma. Era una fragancia muy deliciosa, pero nada en comparación al perfume que me enloquecía.
Abrí los ojos cuando escuché varias pisadas detrás de mí. No le di importancia, al fin y al cabo, no era muy noche y había llovido muy poco. No debía extrañarme el que alguna que otra persona hubiera deseado el dar un paseo. Sin embargo, cuando aquellos pasos se escucharon ya demasiado cerca, no pude reprimir el reflejó de girar mi rostro hacia atrás para ver de quién se trataba.
Mis ojos visualizaron a un grupo de hombres. La poca luz que había en la calle no me permitió distinguir bien sus semblantes. Traté de seguir caminando, seguramente se trataba, otra vez, de mi traicionera imaginación.
Estaba equivocado.
Al llegar a la esquina dos jóvenes de aspecto corpulento se plantaron frente a mí y me bloquearon el paso. La respiración se me cortó al ver como ambos portaban dos puñales, con el filo reluciendo en la oscuridad.
“No traigo nada de valor” – dije, con voz baja y mostrando mis manos
Los hombres rieron.
- “No estamos aquí para eso” – informó uno joven de cabello largo y cuerpo grueso
De pronto, me vi completamente rodeado por seis figuras masculinas. Uno de ellos me empujó fuertemente y me pegó un puñetazo en la mejilla. Me apresuré a regresarle el golpe y lo logré. Sin embargo, un segundo después, ya no era solo un par de puños los que habían comenzado a agredirme.
Intenté defenderme y recuerdo que fui capaz de incapacitar a uno, pero eran demasiados. Claramente, no tenía opción.
“¡¿Qué pasa aquí?!” – exclamó una voz y, en medio de los golpes, distinguí a Jasper
El muchacho de cabellera larga se lanzó contra él. Aproveché lo mejor que pude el haber perdido un contrincante y me abalancé contra el primero que se me puso en frente. Vi, vagamente, como Jasper peleaba incansablemente con dos de los villanos y, minutos después, un fuerte impacto lo dejaba tirado sobre el suelo. Mi distracción me costó cara. Solamente pude sentir como el aliento huía completamente de mi estomago, debido a una enérgica patada que, en él, habían propinado.
“¡Deja de jugar! ¡Hazlo, de una vez por todas!” – exclamó alguien y, después, solo sentí que el dolor en el estomago se había incrementado de manera considerable al mismo tiempo que un fuerte gemido salía de mi garganta.
El grupo de delincuentes se marchó corriendo de ahí.
Experimenté una fuerte contracción en el abdomen y bajé la mirada para ver cuál era el motivo que provocaba tanto dolor.
Me encontré con mi playera y mis pantalones completamente bañados de un espeso líquido color carmesí y dos navajas profundamente enterradas en el centro y extremo derecho de mi estomago…
BELLA POV
Edward no llegaba…
Llevé mis manos hacia mi pecho. Había una extraña sensación de intranquilidad que me había acelerado el corazón…
Suspiré profundamente para poder tranquilizarme.
Seguramente tuvo un pequeño percance, pensé, más una parte de mi conciencia me decía que no era así. Una parte de mí, gritaba que algo malo había pasado…
Edward.
Cerré los ojos fuertemente y empecé a rezar. Me sorprendí, puesto que no era muy dada a la oración.
Me alejé de la ventana y comencé a caminar por todos lados. Mi habitación repentinamente me parecía muy pequeña… miré el reloj, ya era casi media noche… él debería de haber llegado desde hacía ya mucho tiempo.
Salté de manera violenta al escuchar el sonido de alarma de mi celular. Corrí hacia él, con la esperanza de que fuera su voz la que escucharía en cuanto contestará
“¿Edward?” – pregunté rápidamente y, como respuesta, una perversa risita llegó a mis oídos
“Hola, Bella, querida” – saludó aquella voz y, temblé con solo identificar de quién se trataba
“Heidi…” – musité. Ella volvió a reír
“Así es, linda. ¿Qué tal? ¿Cómo la estas pasando? ¿Ya te aburriste de esperar a tu Romeo?”
“¿Dónde está…? ¿Dónde está Edward?” – pregunté, con voz temblorosa
“Oh, él está muy bien” – aseguró – “Le mandé a unos amigos para que le acompañaran durante el camino hacia tu casa… Solo espero que el frío no les haya puesto de mal humor y hayan terminado hiriendo a tu amorcito ”
“No…” – murmuré – “No es cierto…”
“¿No me crees? Sal a buscarlo si gustas. Tal vez aún lo encuentres con vida y, por cierto” –recordó – “no te molestes en ir e intentar acusarme de todo esto, sabes que nadie te creerá. No pierdas tu tiempo. ¡Date prisa! Tu Edward se muere”
No me di cuenta del preciso momento en que ella colgó y el teléfono quedó profiriendo aquel ruido de línea cortada.
Tenía deseos de moverme, de Salir corriendo en su búsqueda. De ir y darme cuenta que todo había sido una mala broma, una pesadilla, pero mis dientes castañeaban a causa del intenso temblor que movía a todo mi cuerpo y, por más que me concentraba por recordar el cómo se caminaba, no pude mover mis pies hasta que pasaron varios segundos…
JASPER POV
Estaba a punto de salir corriendo de mi casa. Aunque sabía no era el momento ya que, a esa hora, Alice debía de estar trabajando aún en casa de los Swan. No importaba, no había tiempo…
Mis padres llegaron justamente en aquel momento. Suspiré profundamente para poder calmarme, después de todo, mi hermana también me precisaba y yo, necesitaba tener el cerebro un poco más frío para saber bien qué era lo que le iba a decir a Alice. Ya no podía cometer más errores… ya no.
“Han llegado” – murmuró Rose y, vi como Emmett automáticamente pasaba uno de sus brazos por sus hombros, protegiéndola.
No necesitaba más pruebas para saber que mi hermana había hecho una buena elección. Me acerqué a ellos y, acariciando su rostro, murmuré
“No te preocupes. Yo estoy contigo, tienes todo mi apoyo”
“Gracias, Jazz”
Nuestros padres traspasaron la puerta y ambos palidecieron al ver a mi rubia hermana en compañía de aquel alto joven.
“¿Qué haces aquí? ¿Cómo te atreves a poner un pie en esta casa y en compañía de semejante rufián?” – exclamó mi madre.
“Este rufián, como tu le llamas, es mi esposo” – soltó mi hermana y los ojos de nuestros progenitores centellaron de la rabia – “Y no se preocupen, no vengo para quedarme. Solamente venía a traer mis pertenencias”
“¿Pertenencias?” – repitió mi padre – “¡Nada de esta casa te pertenece ya! ¡Has osado el casarte con semejante mequetrefe, olvídate de que tienes una familia detrás de estas puertas! ¡Fuera de aquí! ¡Vete, pero no te llevaras ni un solo cubierto de esta casa!”
“No tienen derecho de quitarle a Rose lo que le pertenece” – interrumpí – “¿Acaso solamente por el orgullo y el materialismo están dispuestos a perderla como hija?”
“¡Ella ya no es una hija para nosotros!” – rectificó mi madre – “no has avergonzado con semejante atrevimiento… ¡Eres una cualquiera!”
“Mamá, ¿Cómo puedes…?”
“Jazz” – interrumpió mi hermana, con voz inalterada – “No te molestes en buscar problemas por mi culpa. No importa lo que les digas, ellos no entenderán, puesto que su ambición esta por encima de la felicidad hasta de sus propios hijos”
“Eres una malagradecida, una traidora, ¿Cómo pudiste casarte con el hijo de quien ha intentado llevarnos a la ruina?”
“Con todo respeto, señor” – dijo Emmett – “le pido que se abstenga de calumniar a mi padre frente a mí. No es de hombres el levantar falsos. Usted sabe perfectamente que mi familia nada tiene que ver con el fraude del que usted tanto habla”
“Eres un…”
“¡Ya basta!” – exclamó mi hermana – “Me voy, no pienso rogarles el que me permitan llevar mis cosas, quédense con ellas”
“Rose, no puedes irte así” – comencé a decir pero sus dedos se posaron sobre mis labios
“Todo esta bien” – aseguró – “no pasa nada. Tengo lo más importante a mi lado y te tengo a ti”
“Siempre” – prometí. Ella me sonrió de manera calurosa y, girándose hacia mis padres, les miró fijamente y pude notar como los ojos se hinchaban ante las lagrimas que comenzaban a salir
“Los quiero, disculpen si les fallé. Me enamoré” – dijo, encogiéndose de hombros y sonriendo de manera triste – “Fue algo inevitable y no puedo alejarme de éste hombre ya que se ha convertido en mi vida. Además de que, digan lo que digan, saben que en el fondo, todo lo que hablan de su familia, es mentira”
“¿Qué esperas para irte?” – siseó mi padre y me tuve que morder la lengua para callar todas las cosas que en ese momento quise decir
Mi hermana bajó la mirada y, cuando la volvió a levantar, fue fácil el reconocer aquel severo semblante con el que solía ocultar cualquier tipo de emoción.
“Nos vemos pronto, Jazz” – dijo y, después salió de la casa. Con su mano firmemente aferrada a Emmett.
Miré a mis padres de manera furiosa
“¿Van a permitir que se vaya así, sin nada?” – reté y me decepcioné tanto al ver que ninguno de los dos mostraba ni si quiera un ápice de tristeza – “¡Mamá, papá, es su hija!” – volví a recordar
Mi madre me dirigió una mirada envenenada
“Ya no” – dijo, de manera rotunda y después, se marchó, junto con mi padre.
Me dejé caer en el sillón y me apreté el puente de la nariz con los dedos. Al fin de cuentas, supongo que no tenía tanto derecho de juzgarlos, ¿Acaso no era yo igual o peor que ellos? ¿No le había fallado yo a Alice con mi actitud tan alardeante y poco dada a escuchar explicaciones?
¿Qué iba a hacer? ¿Cómo me iba a disculpar? ¿Estaría todavía a tiempo? Levanté la mirada y miré hacia el reloj… faltaba poco para que saliera de trabajar. Tomé las llaves de mi auto y fui en su búsqueda.
Esperé pacientemente mientras miraba una y otra vez hacia la calle que ella solía pasar para irse a casa. Solo esperaba a que su madre no la acompañara. No tuve suerte. La seguí lo más cautelosamente posible hasta su casa y esperé para ver si, por algún milagro divino, ella se animaba a salir de ahí.
Eran aproximadamente cerca de las siete de la noche cuando pude distinguir su exquisita silueta dibujarse entre las sombras. Bajé del auto rápidamente y corrí para alcanzarla. La tomé por el brazo y le tapé la boca con la mano para que no gritara. La llevé hacia el carro, sabía que mi actitud no era lo mejor pero dudaba que hubiera otra forma para que me escuchase. Dejó de forcejear cuando me reconoció y el temor de su mirada fue reemplazado por un extraño brillo de rencor.
Sabía que me iba a resultar difícil, pero tenía que intentarlo.
“¿Qué es lo que quieres?” – preguntó, con voz afilada – “¿Acaso no te quedó claro que no quería volver a verte?”
“Alice. Lo siento, fui un estupido” – comencé a decir de manera atropellada
Ella bufó fuertemente
“Creo que esa palabra te queda corta...”
“Lo sé, Alice, lo sé. Sé que no tengo justificación alguna pero, al menos, escúchame”
“¿Qué te escuche? ¿Por qué habría de hacerlo? ¿Acaso tu lo hiciste cuando yo te lo pedí?”
Mierda…
“No. No lo hice” – reconocí – “cometí un error y me equivoqué... Lo siento. Mal interpreté las cosas y te juzgué mal”
“No solamente hiciste eso” – murmuró – “Pero ya no importa…”
“No. Claro que importa” – discutí – “Perdóname, Alice, yo…”
“¿Recuerdas cuando te dije que no daba segundas oportunidades?” – asentí – “No era una mentira. No es la primera vez que me ofendes y yo no soy tu juguete”
“Perdoname” – volví a decir. No encontraba más palabras dentro de mi boca – “Dime qué puedo hacer para que me perdones. Dime qué quieres que haga y lo haré…”
“¿Quieres qué te diga qué es lo que quiero que hagas?” – inquirió, mirándome fijamente a los ojos.
“Si…”
“Bien. Te lo diré” – anunció – “Quiero que desaparezcas de mi vida, que ya no me busques, que me dejes en paz…” – la voz se le fue quebrando simultáneamente y sus mejillas se mojaron con las lágrimas que brotaron de sus ojos.
Tomé su rostro entre mis manos y ella rechazó el gesto, empujándome hacia atrás.
“No me toques” – pidió – “No te quiero cerca”
“Mientes” – susurré, resistiéndome a retirar mis manos de sus pómulos – “Todo lo que dices es mentira. Si en realidad quisieras que me alejara, no estuvieras llorando”
“Lloro del coraje” – aclaró y me negué a creerle. Con un brusco movimiento retiró su rostro de mi agarre y se limpió las lágrimas.
Cuando sus ojos se encontraron secos una vez más. Volvió a mirarme y el desprecio que se reflejaba en sus pupilas mutiló todo mi interior.
“Lo repetiré una vez más, Jasper: Me harías un gran favor si me ahorras el disgusto de volver a verte.
No me dio tiempo de contestarle. La veracidad con la que sus palabras fueron pronunciadas, me dejó plantado en mi lugar. Ella se fue. Y yo me quedé ahí, solo y átonito.
Una parte de mí sabía que me lo merecía. Sabía que era lo menos que podía esperar tras haberle tratado con tanta infamia… Mi cuerpo entero se estremeció al pensar que la había perdido, para siempre…
EDWARD POV
Faltaban solo cinco cuadras para llegar a casa de Bella. Aquella noche no había tenido la suerte de encontrarme a alguien quien me acortara el camino. No había problema. Heidi se había quedado dormida mucho antes de lo previsto. Golpe de suerte, me dije.
Llevaba una pequeña rosa blanca en mis manos, la había comprado en la mañana con una amable señora y no había podido evitar el pensar en Bella al verla. Tan frágil y buena y, a la vez, tan delicada y esplendida.
Rocé sus suave pétalos levemente con mis labios, imaginando, por un momento, que se trataba de Bella. Suspiré profundamente su aroma. Era una fragancia muy deliciosa, pero nada en comparación al perfume que me enloquecía.
Abrí los ojos cuando escuché varias pisadas detrás de mí. No le di importancia, al fin y al cabo, no era muy noche y había llovido muy poco. No debía extrañarme el que alguna que otra persona hubiera deseado el dar un paseo. Sin embargo, cuando aquellos pasos se escucharon ya demasiado cerca, no pude reprimir el reflejó de girar mi rostro hacia atrás para ver de quién se trataba.
Mis ojos visualizaron a un grupo de hombres. La poca luz que había en la calle no me permitió distinguir bien sus semblantes. Traté de seguir caminando, seguramente se trataba, otra vez, de mi traicionera imaginación.
Estaba equivocado.
Al llegar a la esquina dos jóvenes de aspecto corpulento se plantaron frente a mí y me bloquearon el paso. La respiración se me cortó al ver como ambos portaban dos puñales, con el filo reluciendo en la oscuridad.
“No traigo nada de valor” – dije, con voz baja y mostrando mis manos
Los hombres rieron.
- “No estamos aquí para eso” – informó uno joven de cabello largo y cuerpo grueso
De pronto, me vi completamente rodeado por seis figuras masculinas. Uno de ellos me empujó fuertemente y me pegó un puñetazo en la mejilla. Me apresuré a regresarle el golpe y lo logré. Sin embargo, un segundo después, ya no era solo un par de puños los que habían comenzado a agredirme.
Intenté defenderme y recuerdo que fui capaz de incapacitar a uno, pero eran demasiados. Claramente, no tenía opción.
“¡¿Qué pasa aquí?!” – exclamó una voz y, en medio de los golpes, distinguí a Jasper
El muchacho de cabellera larga se lanzó contra él. Aproveché lo mejor que pude el haber perdido un contrincante y me abalancé contra el primero que se me puso en frente. Vi, vagamente, como Jasper peleaba incansablemente con dos de los villanos y, minutos después, un fuerte impacto lo dejaba tirado sobre el suelo. Mi distracción me costó cara. Solamente pude sentir como el aliento huía completamente de mi estomago, debido a una enérgica patada que, en él, habían propinado.
“¡Deja de jugar! ¡Hazlo, de una vez por todas!” – exclamó alguien y, después, solo sentí que el dolor en el estomago se había incrementado de manera considerable al mismo tiempo que un fuerte gemido salía de mi garganta.
El grupo de delincuentes se marchó corriendo de ahí.
Experimenté una fuerte contracción en el abdomen y bajé la mirada para ver cuál era el motivo que provocaba tanto dolor.
Me encontré con mi playera y mis pantalones completamente bañados de un espeso líquido color carmesí y dos navajas profundamente enterradas en el centro y extremo derecho de mi estomago…
BELLA POV
Edward no llegaba…
Llevé mis manos hacia mi pecho. Había una extraña sensación de intranquilidad que me había acelerado el corazón…
Suspiré profundamente para poder tranquilizarme.
Seguramente tuvo un pequeño percance, pensé, más una parte de mi conciencia me decía que no era así. Una parte de mí, gritaba que algo malo había pasado…
Edward.
Cerré los ojos fuertemente y empecé a rezar. Me sorprendí, puesto que no era muy dada a la oración.
Me alejé de la ventana y comencé a caminar por todos lados. Mi habitación repentinamente me parecía muy pequeña… miré el reloj, ya era casi media noche… él debería de haber llegado desde hacía ya mucho tiempo.
Salté de manera violenta al escuchar el sonido de alarma de mi celular. Corrí hacia él, con la esperanza de que fuera su voz la que escucharía en cuanto contestará
“¿Edward?” – pregunté rápidamente y, como respuesta, una perversa risita llegó a mis oídos
“Hola, Bella, querida” – saludó aquella voz y, temblé con solo identificar de quién se trataba
“Heidi…” – musité. Ella volvió a reír
“Así es, linda. ¿Qué tal? ¿Cómo la estas pasando? ¿Ya te aburriste de esperar a tu Romeo?”
“¿Dónde está…? ¿Dónde está Edward?” – pregunté, con voz temblorosa
“Oh, él está muy bien” – aseguró – “Le mandé a unos amigos para que le acompañaran durante el camino hacia tu casa… Solo espero que el frío no les haya puesto de mal humor y hayan terminado hiriendo a tu amorcito ”
“No…” – murmuré – “No es cierto…”
“¿No me crees? Sal a buscarlo si gustas. Tal vez aún lo encuentres con vida y, por cierto” –recordó – “no te molestes en ir e intentar acusarme de todo esto, sabes que nadie te creerá. No pierdas tu tiempo. ¡Date prisa! Tu Edward se muere”
No me di cuenta del preciso momento en que ella colgó y el teléfono quedó profiriendo aquel ruido de línea cortada.
Tenía deseos de moverme, de Salir corriendo en su búsqueda. De ir y darme cuenta que todo había sido una mala broma, una pesadilla, pero mis dientes castañeaban a causa del intenso temblor que movía a todo mi cuerpo y, por más que me concentraba por recordar el cómo se caminaba, no pude mover mis pies hasta que pasaron varios segundos…
Atal- .
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Capítulo 32: Pesadilla
BELLA POV
Salí de la casa y unos relámpagos se comenzaban a dibujar en el horizonte, al igual que un viento helado sopló de manera impetuosa agitando las ramas de los árboles y alborotando mis cabellos. Mis pies se movieron sin vacilación alguna hasta que toparon con el pavimento. Comencé a caminar por donde, sabía, era el camino que Edward tomaba para llegar hasta aquí. Las calles estaban ya silenciosas y oscuras. Aceleré mi andar de una manera que creía imposible para mis pies. No me tomó mucho tiempo el encontrarlo. El ver a una patrulla y un montón de gente reunida en un punto especifico me revolvió el estomago y me aceleró el corazón a una velocidad que dolió. Corrí para acortar los pocos metros que me quedaban y, empujando a la gente que se apretaba e impedía a mis ojos ver lo que tanto buscaban, llegué hasta él.
Todo era mucho peor de lo que imaginé.
“Edward…” – musité ya que el aire se me había ido completamente al ver su cuerpo tendido sobre el suelo y humedecido por un caudaloso charco de sangre
Sentí que la vida se me iba.
“Señorita, aléjese un poco más, por favor” – pidió una voz, que no identifiqué muy bien
“No” –
“Por favor…”
“¡No!” – exclamé y, desatándome de la mano que me impedía caminar más, me hinqué para tener a Edward más cerca de mí.
Los señores que intentaron alejarme ya no insistieron. Yo tenía muchas ganas de tomarlo entre mis brazos, de abrazarlo, pero no me atravía. Lo veía tan frágil. Nunca imaginé sentir tanto dolor. Lo que había sentido en toda mi vida no bastaba para poder comparar toda la opresión que sentía, el deseo de ser yo quien estuviera en su lugar.
No, ni si quiera cuando pensé que no me amaba, dolía tanto. En ese momento, aquel dolor egoísta se me hizo absurdo. Prefería que me dejara miles de veces más, prefería que no me amara nunca… prefería todo, menos verlo en esa situación.
Tomé su mano entre las mías y no me importó si mi rostro se manchaba de sangre, la llevé hacia mis mejillas y la apreté contra ésta.
“Bella…” – no sé precisamente qué fue lo que sentí al escuchar su voz. Fue una mezcla de alivio, tristeza, amor, furia, desconsuelo, paz, inquietud, dolor…
Llevé mi mirada hacia la suya. Sus ojos verdes estaban completamente nublados, tanto, que me sorprendió el que me haya reconocido. La mano que aún reposaba sobre mi mejilla, se movió débilmente hacia mis ojos y me limpió las lagrimas que caían en grandes cantidades. Ni él ni yo dijimos más. Pasé mi mano libre por su rostro y él suspiró profundamente y cerró los ojos. Esperé cinco segundos para que los volviera a abrir y, al ver que no fue así, me asusté terriblemente.
El sonido de las sirenas de una ambulancia jamás me resultó tan alentador. Los camilleros llegaron corriendo y subieron a Edward de manera rápida.
“¿Es familiar suyo?” – preguntó un hombre de bata blanca, no le podía ver bien el rostro, las espesas lagrimas nublaban mi vista. Asentí – “Suba, puede acompañarnos” – indicó y, cuando di un paso hacia delante, una mano me detuvo
“Señorita, acompáñenos un momento, por favor” – como respuesta, miré hacia la ambulancia
“No será por mucho tiempo” – dijo. Seguramente el temor de alejarme de Edward se expresaba completamente en mis pupilas.
Caminé unos cuantos pasos, guiada por el señor con uniforme y me encontré a otros camilleros llevando a un rubio muchacho hacia otra ambulancia. Mis ojos se dilataron al identificar de quien se trataba
“Jasper…”
“¿Lo conoce?”
Asentí, aún sin poder despegar la mirada de él.
“¿Cómo esta?” – pregunté
“Tiene una abertura en la frente y varios golpes, no es tan grave pero si esta delicado.”
Tomé el celular y marqué el número de Rose. Uno de los camilleros me llamó en cuanto colgué, la ambulancia donde Edward iba ya no podía esperar más. Corrí y me ayudaron para que pudiera subir. Dentro del carro, los enfermeros se movían con mucha rapidez sobre el cuerpo inconciente de mi novio.
“Esta muy grave” – murmuró uno y sentí como cada poro de mi piel se colapsaba… - “Hay que extraerle los puñales, no pueden estar más tiempo enterrados”
Llegamos al hospital y la camilla en donde Edward reposaba desapareció en un abrir y cerrar de ojos. Aunque corrí, no logré alcanzarla. Me quedé parada a mitad de pasillo, sintiéndome completamente sola y sin saber qué hacer. Esperaba a que Rose y Emmett no tardaran tanto en lleagar
“Señorita, ¿Es usted familiar del joven Edward Cullen?” – preguntó una señora, a la cual no había visto llegar.
“Su novia” - asentí y ella me tomó por el brazo
“Es urgente que llame a su familia, el muchacho no se encuentra nada bien y tendrá que ser operado. Uno de los puñales atravesó una parte muy delicada de su estomago.
“¿Estará bien?” – la señora me miró por un largo momento, pero no contestó.
Eran malas noticias y sentí que el mundo me caía encima y me aplasta fuertemente contra el suelo, como un enorme pie de gigante
“Háblele a sus familiares” – fue lo único que dijo y, después, desapareció.
“¡Bella!” – escuché que gritaba alguien. No podía reconocer la voz. Me tomó más de un minuto el comprender que se trataba de mi amiga y su esposo.
“Bella, ¿Dónde esta Jasper? ¿Cómo esta Edward?” – no contesté. No encontraba las palabras ni la forma de abrir mis labios para poder hablar.
No sé qué pasó después. Solamente fui ligeramente conciente de que Rose había desaparecido por un momento y Emmett se había quedado a mi lado.
“¿Cómo esta Jasper?” – preguntó éste en cuanto Rose volvió a llegar
“Estable, tiene algunas heridas, pero se recuperará”
“¿Y él?” – sabía a quien se refería. Lo sabía por que toda mi conciencia estaba enfocada en esa persona. Rose tardó en contestar
“Mal” – sentí los brazos de Emmett enrollar mi cuerpo al momento en que un gemido de dolor se escapaba de mis labios. Mi rubia amiga se inclinó para verme y me tomó las manos – “Bella” – llamó, con voz dulce – “Todo saldrá bien, ya verás”
“En seguida vuelvo, iré a su casa para avisarle a su familia” – informó el esposo de mi amiga.
No sé si asentí o si le di las gracias (en realidad quería hacerlo) pero me sentía demasiado aturdida como para saber qué hacía, o no, en realidad.
ALICE POV
Me encontraba girando en mi cama una y otra vez. La cabeza me dolía de manera terrible y el sueño se negaba obstinadamente a hacer presencia. Suspiré tristemente mientras lo recordaba.
Estupido.
¿Qué se creía? ¿Qué podía ofenderme un día y hablarme bonito al otro?
Gruñí fuertemente y somaté mi almohada una y otra vez mientras recordaba cada una de sus palabras – tanto lindas, como ofensivas – que me había dicho desde que nos habíamos conocido. Cerré mis ojos y volví a suspirar… ¿Por qué tenía que amarlo tanto? ¿Por qué a él justamente? ¿Cuántas veces me había prometido que jamás, jamás, me iba a fijar en alguien como él?
Alguien como él…
¿Es que acaso había alguien quien, como Jasper, fuera tan especial?
Un exigente toqué de nudillos llamó a la puerta. Me levanté de la cama y caminé hacia ella con pasos lentos y precavidos. Era alrededor de media noche ¿Quién podría ser? Me tomé la libertad de mirar a hurtadillas por la ventana…
Era Emmett. Me sorprendí mucho y mis pasos se aligeraron
“Emmett, buenas noches” – dije, en cuanto abrí la puerta
“Alice, ¿Están tus padres en casa?”
“Si” – asentí – “¿Qué se te ofrece?” – vi como vacilaba antes de contestar. Su actitud sería – nada común en él – me inquieto.
“Edward se encuentra en el hospital. Lo han herido mientras iba a casa de Bella y se encuentra grave…”
“¿Qué?” – pregunté ante la imposibilidad de decir algo más.
“Alice, despierta a tus padres y explícales, es necesario que vayan al hospital ahora mismo” – sus palabras me impulsaron a mover mis pies y caminar hacia ellos.
“¿Pero cómo fue que pasó?” – preguntó mi madre, en medio de un interminable llanto, mientras nos dirigíamos hacia el hospital
Papá iba con Jacob, dormido, entre sus brazos y yo llevaba a Seth.
“No lo sé, Esme. Es demasiado extraño y aún no hemos recibido ningún tipo de explicación. Bella se encuentra demasiado mal y no queremos presionarla. Solamente sabemos que Edward iba caminando hacia su casa. Bella nos llamó por que Jasper, el hermano de mi esposa, también esta herido, seguramente vio a Edward en problemas y quiso ayudarlo”
“¿Jasper?” – repetí mientras la sangre se me helaba. Emmett asintió y Seth se quejó entre sueños ya que, de manera inconciente, había apretado mis brazos alrededor de él
“¿Y cómo está él?” – preguntó mi padre (haciendo eco a mis pensamientos), quien, a pesar de su voz tranquila y sosegada, no podía disfrazar el dolor que sentía
“Bien. Esta en observación pero tienen la esperanza de que, en pocos días, será dado de alta”
La preocupación se calmó un poco y relajé mi cuerpo. Llegamos al hospital y mi madre corrió hacia adentro. Nos encontramos con Bella dormida sobre el hombro de Rose
“¿Han dado nuevas noticias?” – preguntó Emmett y todos aguardamos impacientes por una respuesta
“La operación ha terminado, pero… Edward esta muy mal… los doctores dicen que hay que esperar. Las siguientes horas serán de mucha importancia para ver su mejoría. Por el momento, está en terapia intensiva y no se permite ningún tipo de visitas.”
Carlisle se apresuró a abrazar a mi madre, quien había comenzado a sollozar. Yo, por mi parte, me dejé caer sobre uno de los asientos, con Seth aún en mis brazos. No sabía ni qué pensar. Mi hermano estaba grave, muriéndose y, además, aunque me habían dicho que Jasper estaba bien, no podía dejar de preocuparme por él.
Las horas pasaron y no recibimos noticias de mi hermano hasta que llegó el amanecer. Era algo terriblemente doloroso ver a Bella, era como si también ella hubiera recibido los puñalazos en su estomago. No recordaba precisamente cuántas veces le habíamos hablado, pero, simplemente, ella no contestaba. Mantenía la húmeda mirada en un punto fijo, con el semblante sombrío y desolado. Solo había una chispa de reconocimiento en el momento en que el nombre de mi hermano era expulsado por alguno de nosotros. Era entonces cuando, con un sobresaltó, parecía volver a la realidad y, al entender que no era nada sustancial, volvía al mismo estado de sopor.
Emmett se encargó de llevar a mis hermanos a la guardería. Mis padres también fueron a trabajar. Yo me negué a moverme de ahí. Me quedé al lado de Bella y de Rose, con mis pensamientos completamente divididos en los dos hombres tan importantes que se encontraban en aquel hospital.
“Alice” – llamó la rubia muchacha cuando todos se había ido. Giré mi rostro para verle y me dedicó una amable sonrisa – “Él está bien. No tienes por que preocuparte”
Extrañamente, supe al instante que no se refería a Edward.
“Me alegro” – murmuré, bajando la mirada
“El doctor me informó que las visitas serán permitidas dentro de una hora, ¿Te gustaría ir y ser la primera en verle? Yo no me quiero alejar de Bella”
“Pero, seguramente él querrá ver a su familia”
“Lo dudo mucho” – discutió – “no les he hablado a mis padres, lo haré después. Puedes aprovechar este tiempo que no están ellos. Créeme, cuando lleguen, te será imposible el mirarlo. Irás, ¿Verdad?”
Asentí con la cabeza, aún sin comprender muy bien por qué tanta insistencia. Me incliné para ver a Bella, quien se había vuelto a quedar dormida
“Se ve mal” – comenté y Rose asintió
“No quiero ni pensar cuando Renne se entere de que paso toda la noche fuera de su casa…”
Y, como si la hubiesen invocado, la señora apareció por el pasillo
“¡Isabella!” – exclamó, despertando con un terrible sobresalto a la muchacha.
“Mamá” – musitó ésta, sin ningún tipo de emoción en su voz, que no fuera la tristeza
“¿Cómo te has atrevido a salir de la casa, en la noche y sin avisarme?”
“Edward esta herido…”
“¡Me importa poco lo que a ese muchacho le pase!” – interrumpió – “¡Nos vamos ahora mismo a la casa! Tu padre ha llamado hoy en la mañana, vendrá hoy de su viaje y hay que organizar una fiesta de bienvenida” – dijo mientras la jalaba del brazo.
Me sorprendí mucho cuando Bella se zanjó del agarre de la señora y la miró de una manera furiosamente envenenada.
“Te acabo de decir que Edward esta herido ¿Y aún así quieres hacer una de tus malditas fiestas?”
“¿Por qué no?” – discutió la señora, con gesto arrogante y despreocupado – “Ese muchacho no es nada mío, sabrá Dios en qué problemas anda, para que le hayan querido matar”
Tuve muchos deseos de callarla, pero no era buen momento, así que me mordí fuertemente la lengua para no abrir mi bocota.
“Regrésate a la casa, mamá” – pidió Bella, con la misma voz vacía – “Yo no iré por ahora, si mi papá llega antes que este yo ahí, dale mis saludos y bienvenida”
“Tú no eres nadie para decirme lo que tengo que hacer” – siseó la señora – “¡Te irás conmigo…!”
“Señora, basta” – interrumpió Rose – “Bella no quiere ir, no la puede obligar.”
Renne respiró profundamente un par de veces para calmarse. Tenía el rostro casi rojo de la furia, en cambio, Bella seguía tan imperturbada, con su rostro completamente pálido y la mirada perdida.
“Bien” – dijo entre dientes y, después, se giró para verme y, con voz grosera y nada considerada, advirtió – “Ni se te ocurra querer faltar hoy a trabajar, la fiesta será en la tarde, tienes dos horas para llegar”
Me limité a asentir al mismo tiempo en que empuñaba mis manos y me sangraba la lengua.
La señora se fue y Bella se quedó inmóvil, de pie y con la mirada completamente perdida. Me puse de pie para volverla a sentar y ella no opuso ninguna resistencia. Un señor con canas y bata blanca se acercó a nosotras
“El joven Jasper ya puede recibir visitas” – anunció y, aunque intenté controlarme, mi corazón comenzó a palpitar fuertemente.
“Alice” – anunció Rose y, tras evaluar, por un segundo, su amable sonrisa, asentí.
Caminé tras el doctor, con mis pies temblando y las manos sumidas en el pecho. ¿Qué le iba a decir?... no tuve tiempo de pensar en una respuesta ya que una puerta se abrió y, con un gesto en la mano, me indicó que pasara. Al entrar, me encontré con Jasper tirado sobre una camilla. Me acerqué y contemplé que dormía…sonreí ligeramente al verlo de esa manera. No pude evitar el pasar mi mano sobre su rostro para poder acariciarlo.
Él suspiró profundamente y, lentamente, fue abriendo los ojos. Me apresuré a retirar mi mano.
Su mirada se encontró con la mía
“Alice” – murmuró
“Hola” – dije, ante la poca creatividad de decir algo más. Él bajó su mirada de la mía y la desvió hacia el lado contrario. El gesto me dolió ¿Acaso no estaba feliz de verme?
“Después de todo… creo que tu deseo no se hizo realidad”
“¿Qué deseo?” – pregunté, frunciendo el ceño
“El de ya nunca volverme a ver” – contestó, con un triste murmullo. Abrí y cerré la boca, varias veces, para encontrar qué decir, pero la mezcla de emociones me impidió hablar durante varios segundos.
¿Estaba loco? ¿Cómo había podido creer…? ¡Agg!
Olvidándome de que estaba en la camilla de un hospital, y movida solamente por una desesperación perfectamente combinada con frustración y rabia, tomé su rostro entre mis manos para que me mirara.
“Eres un idiota” – le dije – “¿Cómo puedes decir eso? ¿Cómo?”
“Es lo menos que merezco, Alice” – contestó – “Te he fallado demasiadas veces… y todo por no ser capaz de escucharte”
“Aún así, preferiría que me dijeras miles de ofensas más a verte así: herido”
“No es nada” – calmó, con una pequeña sonrisa – “¿Tu hermano, como está?” – preguntó, cambiando radicalmente el tema y mostrando verdadera preocupación
“Mal” – contesté. Su mano se paseó por mi mejilla
“Todo estará bien” – prometió
“Gracias por ayudarlo”
“No fui de gran apoyo, pero… No era un asalto” – soltó, meditabundo – “No nos quitaron nada material”
“Le hemos preguntado a Bella y solo responde que recibió una llamada anónima”
“Hay que esperar a que Edward se mejore, para ver si él sabe algo más concreto” – asentí. Su mirada me evaluó por un momento y sus dedos volvieron a pasearse por mi mejilla
“Perdóname” – musitó, una vez más, y la mano que reposaba en mi mejilla se pasó hacia atrás de mi cuello y comenzó a jalar, delicada y pausadamente, mi rostro hacia el suyo.
No me resistí, al contrario, llevé una de mis manos hacia su pecho y entreabrí mis labios y comencé a cerrar mis ojos, dejándome llevar por él. En ese momento, no quise nada más que sus labios apretando los míos. Me olvidé de todo y solamente me concentré en el amor incondicional que le tenía, y que nunca le dejaría de tener. Ya casi podía saborear el sabor su saliva cuando la puerta se abrió, sin previo aviso, provocando que nos separáramos de un salto.
“¡Jazzy! ¿Cómo estas, cariño?” – preguntó alarmada, la joven muchacha de cabello negro.
BELLA POV
Salí de la casa y unos relámpagos se comenzaban a dibujar en el horizonte, al igual que un viento helado sopló de manera impetuosa agitando las ramas de los árboles y alborotando mis cabellos. Mis pies se movieron sin vacilación alguna hasta que toparon con el pavimento. Comencé a caminar por donde, sabía, era el camino que Edward tomaba para llegar hasta aquí. Las calles estaban ya silenciosas y oscuras. Aceleré mi andar de una manera que creía imposible para mis pies. No me tomó mucho tiempo el encontrarlo. El ver a una patrulla y un montón de gente reunida en un punto especifico me revolvió el estomago y me aceleró el corazón a una velocidad que dolió. Corrí para acortar los pocos metros que me quedaban y, empujando a la gente que se apretaba e impedía a mis ojos ver lo que tanto buscaban, llegué hasta él.
Todo era mucho peor de lo que imaginé.
“Edward…” – musité ya que el aire se me había ido completamente al ver su cuerpo tendido sobre el suelo y humedecido por un caudaloso charco de sangre
Sentí que la vida se me iba.
“Señorita, aléjese un poco más, por favor” – pidió una voz, que no identifiqué muy bien
“No” –
“Por favor…”
“¡No!” – exclamé y, desatándome de la mano que me impedía caminar más, me hinqué para tener a Edward más cerca de mí.
Los señores que intentaron alejarme ya no insistieron. Yo tenía muchas ganas de tomarlo entre mis brazos, de abrazarlo, pero no me atravía. Lo veía tan frágil. Nunca imaginé sentir tanto dolor. Lo que había sentido en toda mi vida no bastaba para poder comparar toda la opresión que sentía, el deseo de ser yo quien estuviera en su lugar.
No, ni si quiera cuando pensé que no me amaba, dolía tanto. En ese momento, aquel dolor egoísta se me hizo absurdo. Prefería que me dejara miles de veces más, prefería que no me amara nunca… prefería todo, menos verlo en esa situación.
Tomé su mano entre las mías y no me importó si mi rostro se manchaba de sangre, la llevé hacia mis mejillas y la apreté contra ésta.
“Bella…” – no sé precisamente qué fue lo que sentí al escuchar su voz. Fue una mezcla de alivio, tristeza, amor, furia, desconsuelo, paz, inquietud, dolor…
Llevé mi mirada hacia la suya. Sus ojos verdes estaban completamente nublados, tanto, que me sorprendió el que me haya reconocido. La mano que aún reposaba sobre mi mejilla, se movió débilmente hacia mis ojos y me limpió las lagrimas que caían en grandes cantidades. Ni él ni yo dijimos más. Pasé mi mano libre por su rostro y él suspiró profundamente y cerró los ojos. Esperé cinco segundos para que los volviera a abrir y, al ver que no fue así, me asusté terriblemente.
El sonido de las sirenas de una ambulancia jamás me resultó tan alentador. Los camilleros llegaron corriendo y subieron a Edward de manera rápida.
“¿Es familiar suyo?” – preguntó un hombre de bata blanca, no le podía ver bien el rostro, las espesas lagrimas nublaban mi vista. Asentí – “Suba, puede acompañarnos” – indicó y, cuando di un paso hacia delante, una mano me detuvo
“Señorita, acompáñenos un momento, por favor” – como respuesta, miré hacia la ambulancia
“No será por mucho tiempo” – dijo. Seguramente el temor de alejarme de Edward se expresaba completamente en mis pupilas.
Caminé unos cuantos pasos, guiada por el señor con uniforme y me encontré a otros camilleros llevando a un rubio muchacho hacia otra ambulancia. Mis ojos se dilataron al identificar de quien se trataba
“Jasper…”
“¿Lo conoce?”
Asentí, aún sin poder despegar la mirada de él.
“¿Cómo esta?” – pregunté
“Tiene una abertura en la frente y varios golpes, no es tan grave pero si esta delicado.”
Tomé el celular y marqué el número de Rose. Uno de los camilleros me llamó en cuanto colgué, la ambulancia donde Edward iba ya no podía esperar más. Corrí y me ayudaron para que pudiera subir. Dentro del carro, los enfermeros se movían con mucha rapidez sobre el cuerpo inconciente de mi novio.
“Esta muy grave” – murmuró uno y sentí como cada poro de mi piel se colapsaba… - “Hay que extraerle los puñales, no pueden estar más tiempo enterrados”
Llegamos al hospital y la camilla en donde Edward reposaba desapareció en un abrir y cerrar de ojos. Aunque corrí, no logré alcanzarla. Me quedé parada a mitad de pasillo, sintiéndome completamente sola y sin saber qué hacer. Esperaba a que Rose y Emmett no tardaran tanto en lleagar
“Señorita, ¿Es usted familiar del joven Edward Cullen?” – preguntó una señora, a la cual no había visto llegar.
“Su novia” - asentí y ella me tomó por el brazo
“Es urgente que llame a su familia, el muchacho no se encuentra nada bien y tendrá que ser operado. Uno de los puñales atravesó una parte muy delicada de su estomago.
“¿Estará bien?” – la señora me miró por un largo momento, pero no contestó.
Eran malas noticias y sentí que el mundo me caía encima y me aplasta fuertemente contra el suelo, como un enorme pie de gigante
“Háblele a sus familiares” – fue lo único que dijo y, después, desapareció.
“¡Bella!” – escuché que gritaba alguien. No podía reconocer la voz. Me tomó más de un minuto el comprender que se trataba de mi amiga y su esposo.
“Bella, ¿Dónde esta Jasper? ¿Cómo esta Edward?” – no contesté. No encontraba las palabras ni la forma de abrir mis labios para poder hablar.
No sé qué pasó después. Solamente fui ligeramente conciente de que Rose había desaparecido por un momento y Emmett se había quedado a mi lado.
“¿Cómo esta Jasper?” – preguntó éste en cuanto Rose volvió a llegar
“Estable, tiene algunas heridas, pero se recuperará”
“¿Y él?” – sabía a quien se refería. Lo sabía por que toda mi conciencia estaba enfocada en esa persona. Rose tardó en contestar
“Mal” – sentí los brazos de Emmett enrollar mi cuerpo al momento en que un gemido de dolor se escapaba de mis labios. Mi rubia amiga se inclinó para verme y me tomó las manos – “Bella” – llamó, con voz dulce – “Todo saldrá bien, ya verás”
“En seguida vuelvo, iré a su casa para avisarle a su familia” – informó el esposo de mi amiga.
No sé si asentí o si le di las gracias (en realidad quería hacerlo) pero me sentía demasiado aturdida como para saber qué hacía, o no, en realidad.
ALICE POV
Me encontraba girando en mi cama una y otra vez. La cabeza me dolía de manera terrible y el sueño se negaba obstinadamente a hacer presencia. Suspiré tristemente mientras lo recordaba.
Estupido.
¿Qué se creía? ¿Qué podía ofenderme un día y hablarme bonito al otro?
Gruñí fuertemente y somaté mi almohada una y otra vez mientras recordaba cada una de sus palabras – tanto lindas, como ofensivas – que me había dicho desde que nos habíamos conocido. Cerré mis ojos y volví a suspirar… ¿Por qué tenía que amarlo tanto? ¿Por qué a él justamente? ¿Cuántas veces me había prometido que jamás, jamás, me iba a fijar en alguien como él?
Alguien como él…
¿Es que acaso había alguien quien, como Jasper, fuera tan especial?
Un exigente toqué de nudillos llamó a la puerta. Me levanté de la cama y caminé hacia ella con pasos lentos y precavidos. Era alrededor de media noche ¿Quién podría ser? Me tomé la libertad de mirar a hurtadillas por la ventana…
Era Emmett. Me sorprendí mucho y mis pasos se aligeraron
“Emmett, buenas noches” – dije, en cuanto abrí la puerta
“Alice, ¿Están tus padres en casa?”
“Si” – asentí – “¿Qué se te ofrece?” – vi como vacilaba antes de contestar. Su actitud sería – nada común en él – me inquieto.
“Edward se encuentra en el hospital. Lo han herido mientras iba a casa de Bella y se encuentra grave…”
“¿Qué?” – pregunté ante la imposibilidad de decir algo más.
“Alice, despierta a tus padres y explícales, es necesario que vayan al hospital ahora mismo” – sus palabras me impulsaron a mover mis pies y caminar hacia ellos.
“¿Pero cómo fue que pasó?” – preguntó mi madre, en medio de un interminable llanto, mientras nos dirigíamos hacia el hospital
Papá iba con Jacob, dormido, entre sus brazos y yo llevaba a Seth.
“No lo sé, Esme. Es demasiado extraño y aún no hemos recibido ningún tipo de explicación. Bella se encuentra demasiado mal y no queremos presionarla. Solamente sabemos que Edward iba caminando hacia su casa. Bella nos llamó por que Jasper, el hermano de mi esposa, también esta herido, seguramente vio a Edward en problemas y quiso ayudarlo”
“¿Jasper?” – repetí mientras la sangre se me helaba. Emmett asintió y Seth se quejó entre sueños ya que, de manera inconciente, había apretado mis brazos alrededor de él
“¿Y cómo está él?” – preguntó mi padre (haciendo eco a mis pensamientos), quien, a pesar de su voz tranquila y sosegada, no podía disfrazar el dolor que sentía
“Bien. Esta en observación pero tienen la esperanza de que, en pocos días, será dado de alta”
La preocupación se calmó un poco y relajé mi cuerpo. Llegamos al hospital y mi madre corrió hacia adentro. Nos encontramos con Bella dormida sobre el hombro de Rose
“¿Han dado nuevas noticias?” – preguntó Emmett y todos aguardamos impacientes por una respuesta
“La operación ha terminado, pero… Edward esta muy mal… los doctores dicen que hay que esperar. Las siguientes horas serán de mucha importancia para ver su mejoría. Por el momento, está en terapia intensiva y no se permite ningún tipo de visitas.”
Carlisle se apresuró a abrazar a mi madre, quien había comenzado a sollozar. Yo, por mi parte, me dejé caer sobre uno de los asientos, con Seth aún en mis brazos. No sabía ni qué pensar. Mi hermano estaba grave, muriéndose y, además, aunque me habían dicho que Jasper estaba bien, no podía dejar de preocuparme por él.
Las horas pasaron y no recibimos noticias de mi hermano hasta que llegó el amanecer. Era algo terriblemente doloroso ver a Bella, era como si también ella hubiera recibido los puñalazos en su estomago. No recordaba precisamente cuántas veces le habíamos hablado, pero, simplemente, ella no contestaba. Mantenía la húmeda mirada en un punto fijo, con el semblante sombrío y desolado. Solo había una chispa de reconocimiento en el momento en que el nombre de mi hermano era expulsado por alguno de nosotros. Era entonces cuando, con un sobresaltó, parecía volver a la realidad y, al entender que no era nada sustancial, volvía al mismo estado de sopor.
Emmett se encargó de llevar a mis hermanos a la guardería. Mis padres también fueron a trabajar. Yo me negué a moverme de ahí. Me quedé al lado de Bella y de Rose, con mis pensamientos completamente divididos en los dos hombres tan importantes que se encontraban en aquel hospital.
“Alice” – llamó la rubia muchacha cuando todos se había ido. Giré mi rostro para verle y me dedicó una amable sonrisa – “Él está bien. No tienes por que preocuparte”
Extrañamente, supe al instante que no se refería a Edward.
“Me alegro” – murmuré, bajando la mirada
“El doctor me informó que las visitas serán permitidas dentro de una hora, ¿Te gustaría ir y ser la primera en verle? Yo no me quiero alejar de Bella”
“Pero, seguramente él querrá ver a su familia”
“Lo dudo mucho” – discutió – “no les he hablado a mis padres, lo haré después. Puedes aprovechar este tiempo que no están ellos. Créeme, cuando lleguen, te será imposible el mirarlo. Irás, ¿Verdad?”
Asentí con la cabeza, aún sin comprender muy bien por qué tanta insistencia. Me incliné para ver a Bella, quien se había vuelto a quedar dormida
“Se ve mal” – comenté y Rose asintió
“No quiero ni pensar cuando Renne se entere de que paso toda la noche fuera de su casa…”
Y, como si la hubiesen invocado, la señora apareció por el pasillo
“¡Isabella!” – exclamó, despertando con un terrible sobresalto a la muchacha.
“Mamá” – musitó ésta, sin ningún tipo de emoción en su voz, que no fuera la tristeza
“¿Cómo te has atrevido a salir de la casa, en la noche y sin avisarme?”
“Edward esta herido…”
“¡Me importa poco lo que a ese muchacho le pase!” – interrumpió – “¡Nos vamos ahora mismo a la casa! Tu padre ha llamado hoy en la mañana, vendrá hoy de su viaje y hay que organizar una fiesta de bienvenida” – dijo mientras la jalaba del brazo.
Me sorprendí mucho cuando Bella se zanjó del agarre de la señora y la miró de una manera furiosamente envenenada.
“Te acabo de decir que Edward esta herido ¿Y aún así quieres hacer una de tus malditas fiestas?”
“¿Por qué no?” – discutió la señora, con gesto arrogante y despreocupado – “Ese muchacho no es nada mío, sabrá Dios en qué problemas anda, para que le hayan querido matar”
Tuve muchos deseos de callarla, pero no era buen momento, así que me mordí fuertemente la lengua para no abrir mi bocota.
“Regrésate a la casa, mamá” – pidió Bella, con la misma voz vacía – “Yo no iré por ahora, si mi papá llega antes que este yo ahí, dale mis saludos y bienvenida”
“Tú no eres nadie para decirme lo que tengo que hacer” – siseó la señora – “¡Te irás conmigo…!”
“Señora, basta” – interrumpió Rose – “Bella no quiere ir, no la puede obligar.”
Renne respiró profundamente un par de veces para calmarse. Tenía el rostro casi rojo de la furia, en cambio, Bella seguía tan imperturbada, con su rostro completamente pálido y la mirada perdida.
“Bien” – dijo entre dientes y, después, se giró para verme y, con voz grosera y nada considerada, advirtió – “Ni se te ocurra querer faltar hoy a trabajar, la fiesta será en la tarde, tienes dos horas para llegar”
Me limité a asentir al mismo tiempo en que empuñaba mis manos y me sangraba la lengua.
La señora se fue y Bella se quedó inmóvil, de pie y con la mirada completamente perdida. Me puse de pie para volverla a sentar y ella no opuso ninguna resistencia. Un señor con canas y bata blanca se acercó a nosotras
“El joven Jasper ya puede recibir visitas” – anunció y, aunque intenté controlarme, mi corazón comenzó a palpitar fuertemente.
“Alice” – anunció Rose y, tras evaluar, por un segundo, su amable sonrisa, asentí.
Caminé tras el doctor, con mis pies temblando y las manos sumidas en el pecho. ¿Qué le iba a decir?... no tuve tiempo de pensar en una respuesta ya que una puerta se abrió y, con un gesto en la mano, me indicó que pasara. Al entrar, me encontré con Jasper tirado sobre una camilla. Me acerqué y contemplé que dormía…sonreí ligeramente al verlo de esa manera. No pude evitar el pasar mi mano sobre su rostro para poder acariciarlo.
Él suspiró profundamente y, lentamente, fue abriendo los ojos. Me apresuré a retirar mi mano.
Su mirada se encontró con la mía
“Alice” – murmuró
“Hola” – dije, ante la poca creatividad de decir algo más. Él bajó su mirada de la mía y la desvió hacia el lado contrario. El gesto me dolió ¿Acaso no estaba feliz de verme?
“Después de todo… creo que tu deseo no se hizo realidad”
“¿Qué deseo?” – pregunté, frunciendo el ceño
“El de ya nunca volverme a ver” – contestó, con un triste murmullo. Abrí y cerré la boca, varias veces, para encontrar qué decir, pero la mezcla de emociones me impidió hablar durante varios segundos.
¿Estaba loco? ¿Cómo había podido creer…? ¡Agg!
Olvidándome de que estaba en la camilla de un hospital, y movida solamente por una desesperación perfectamente combinada con frustración y rabia, tomé su rostro entre mis manos para que me mirara.
“Eres un idiota” – le dije – “¿Cómo puedes decir eso? ¿Cómo?”
“Es lo menos que merezco, Alice” – contestó – “Te he fallado demasiadas veces… y todo por no ser capaz de escucharte”
“Aún así, preferiría que me dijeras miles de ofensas más a verte así: herido”
“No es nada” – calmó, con una pequeña sonrisa – “¿Tu hermano, como está?” – preguntó, cambiando radicalmente el tema y mostrando verdadera preocupación
“Mal” – contesté. Su mano se paseó por mi mejilla
“Todo estará bien” – prometió
“Gracias por ayudarlo”
“No fui de gran apoyo, pero… No era un asalto” – soltó, meditabundo – “No nos quitaron nada material”
“Le hemos preguntado a Bella y solo responde que recibió una llamada anónima”
“Hay que esperar a que Edward se mejore, para ver si él sabe algo más concreto” – asentí. Su mirada me evaluó por un momento y sus dedos volvieron a pasearse por mi mejilla
“Perdóname” – musitó, una vez más, y la mano que reposaba en mi mejilla se pasó hacia atrás de mi cuello y comenzó a jalar, delicada y pausadamente, mi rostro hacia el suyo.
No me resistí, al contrario, llevé una de mis manos hacia su pecho y entreabrí mis labios y comencé a cerrar mis ojos, dejándome llevar por él. En ese momento, no quise nada más que sus labios apretando los míos. Me olvidé de todo y solamente me concentré en el amor incondicional que le tenía, y que nunca le dejaría de tener. Ya casi podía saborear el sabor su saliva cuando la puerta se abrió, sin previo aviso, provocando que nos separáramos de un salto.
“¡Jazzy! ¿Cómo estas, cariño?” – preguntó alarmada, la joven muchacha de cabello negro.
Queda poco para el final
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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
NO a edward no le puede pasar nada .heide una BRUJA por FAVOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOR PUBLICA PRONTO MAS CAPITULOS.
vaneian08- .
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heidi si es mala pobre edward y alice tambien
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Capítulo 33: pesadilla II
ALICE POV
“María” – murmuró Jazz al mismo tiempo en que yo incrementaba la distancia entre nosotros, poniéndome de pie – “¿Qué haces aquí?”
“Recibí una llamada ayer en la madrugada por parte de urgencias… encontraron mi tarjeta de presentación en tu cartera y…”
“Ya veo” – murmuró él – “Disculpa el que te hayan molestado por culpa mía”
“No pude venir antes por que mi madre no me dejó salir…”
“No. No te inquietes, no hay problema”
“¡Oh, Jazzy!” – exclamó, mientras se acercaba al muchacho y pasaba sus manos por su rostro y su cabello – “Me alegro de verte bien…”
“Si, María, gracias” – dijo Jasper de manera cortante y, mientras recibía las caricias de la empalagosa muchacha, levantó la mirada en mi dirección.
“Ah, pensé que estarías solo” – comentó la morena y hermosa mujer, evaluándome, de pies a cabeza, con una mirada despectiva.
Fue entonces cuando comprendí que yo no tenía nada que hacer ahí entre los dos. Fue cuando comprendí que me había quedado como tonta viendo y escuchando todo, cuando no había necesidad de ello
“Perdón” – musité mientras daba media vuelta, dispuesta a irme
“Espera, Alice” – llamó Jasper y mis pies frenaron automáticamente. Giré mi cuerpo para verle – “No te vayas”
“Tengo que ir a trabajar” – justifiqué.
Después de todo, la idea ya no me resultaba tan mala ¿Para qué me iba a quedar yo ahí? ¿Para ver como María le coqueteaba a y ver que éste le correspondía? ¿Para ver y comprobar, una vez más, que yo no era lo suficientemente buena para él? No… ya había obtenido suficiente.
“¿Regresaras?” – volvió a preguntar y el corazón me saltó fuertemente al ver aquel brillo de sus ojos color miel…
“No lo creo” – contesté – “La señora Swan tiene planeado preparar una fiesta y creo que tendré que trabajar hasta tarde”
“Entiendo” – susurró, bajando la mirada y, antes de que pudiera decir algo más con lo cual convencerme, salí huyendo de ahí.
En el pasillo me encontré con Rose, Bella aún seguía dormida
“¿Hablaste con mi hermano?” – asentí – “¿Te vas tan rápido?” – volví a asentir – “Alice, ¿Pasa algo?” – preguntó, al ver mi sombría actitud.
Negué con la cabeza
“Me tengo que ir, la señora se encuentra furiosa y, si me retrazo, no quiero ni imaginar el cómo me ira” – dije, de manera atropellada y, sin dar tiempo a que me pidiera más explicaciones, corrí de ahí también.
BELLA POV
“¿La estoy haciendo temblar, señorita?”
“Solamente de asco”
Sentí que una suave mano se paseaba por mis mejillas y escuché, muy a lo lejos, que alguien pronunciaba mi nombre. Apreté los ojos y gemí entre sueños.
“¿Tú también me quieres?”
“Esa palabra no me basta para describir lo que siento por ti, Bella”
Experimenté una fuerte contracción en el pecho, la cual me despertó en medio de un infrenable jadeo. Abrí lo ojos y comprobé que las lagrimas no me abandonaban ni en sueños, pero, ¿Cómo iban a hacerlo? ¿Acaso había sosiego para el dolor tan profundo que sentía en esos momentos?
“Bella” – susurró Rose, mientras volvía a acariciar mi mejilla con sus gentiles manos – “Que bueno que has despertado, has estado muy incomoda en sueños y, aunque he intentado despertarte desde hace ya varios minutos, hasta ahora has reaccionado”
“¿Edward?” – pregunté. No me sabía otra palabra
… Mis labios no lograban abrirse para pronunciar otra cosa que no fuera su nombre…
Edward…
“Aún no han llegado noticias nuevas” – contestó mi amiga, mientras me frotaba los brazos con sus manos y me jalaba, otra vez, contra su pecho.
Recosté mi cabeza y me dejé perder otra vez entre el estado de falso sopor. Y digo falso por que, realmente, y para mala suerte mía, si sentía, y mucho… Mi cabeza y mis sentidos estaban desconectados de todo, menos del hecho de saber que él, mi vida, se encontraba internado en ese terrible lugar… y eso bastaba para matarme con cada minuto transcurrido.
¿En qué momento había pasado todo esto? ¿Acaso había sido tan mala como para no merecer ser feliz? Peor aún, ¿Qué había hecho él para ser, siempre, quien se llevara la peor parte de todo el juego?... No sabía que el amor entre diferentes clases sociales fuese tan penitenciado…
Otra punzada de dolor. Me encogí e intenté reprimir otro gemido.
Ay…
Qué fuerte, qué cruel, qué lastimero, qué inhumano…
¿Cómo había podido soportar hasta ahora? ¿Por qué no había caído yo también derrumbada y moribunda? No sabía que fuera tan fuerte y, ciertamente, no me enorgullecía. Prefería la debilidad, si ésta me brindaba un poco de paz, aunque fuera una paz fingida.
Escuché unos pasos acercarse, más no le di importancia, ¿Qué relevancia podrían tener si no era él quien venía a mi lado? Inspiré profundamente y solamente me gané otra fuerte contracción interior. Creo que hice manifiesto el dolor – no estoy totalmente segura – ya que unos brazos se apretaron más entorno a mí.
“Deberíamos pedir un calmante” – propuso una voz masculina, que no era la de él… y eso bastaba para no tener importancia para mí.
“¿Un calmante? ¿Para qué? ¿Acaso no esta ya lo suficientemente aturdida? No se mueve… si no fuera por sus gemidos y por los temblores que, de repente, da su cuerpo, diría que se ha quedado muerta”
Muerta…
Oh, no se me había ocurrido palabra tan perfecta para describir como me sentía…
Edward no era quien se estaba muriendo, era yo. Aunque, prácticamente, también era él, por que, éramos uno solo. Su felicidad era mi felicidad, así como su dolor mi dolor. Magnifica y eficaz conexión que no podía dividirnos ni en ese tipo de momentos. Por un momento, me sentí feliz al saber que, si él perecía, yo no tardaría mucho en ir a su lado… Tal vez ese iba a ser nuestro final, nuestro “Feliz para siempre”: el estar juntos en aquel mundo desconocido, no importaba si era el cielo o los fuegos del infierno, todo estaba bien si estaba la esperanza de estar entre sus brazos.
“¿Familiares del joven Cullen?” – volví a la realidad
“Si” – contestó Rose por mí – “Somos sus amigos”
“¿Y sus padres, hermanos?”
“Todos se han ido a trabajar, les ha sido imposible quedarse” – informó Emmett – “¿Hay algún problema? ¿Pasa algo con Edward?”
“No” – se apresuró a responder el señor de bata blanca – “Todo sigue igual, el joven Cullen se encuentra inconciente, pero, venía a informarles que, si gustan, puede pasar alguien a mirarle”
“Bella” – ofreció Rose y asentí
El señor me dedicó una tierna sonrisa y me tomó por el hombro, guiándome hacia la sala en donde mi novio reposaba.
Me acerqué lentamente, mientras mis ojos se acostumbraban a verlo en medio de tantos aparatos y cables. Llegué a él y me senté en la sillita de al lado. Mis ojos comenzaron a humedecerse al instante… y, aunque intenté no llorar, el sentimiento de suplicio me venció por completo. Tomé, con mucho cuidado, una de sus manos y la puse debajo de mis labios y la humedecí por completo con mis lágrimas cobardes.
“No me dejes, por favor” – murmuré, demasiado bajito, solamente para mí y para él – “Te necesito. No me prives de tu ausencia, por favor”
Si tan solo con ruegos se pudiera revivir a las personas, hubiera revivido a Edward en ese momento millones de veces. Desgraciadamente, la vida te enseña su realidad de la forma más desgarrante. Los milagros de película no existen en ella. Los rezos, no son un conjuro capaz de despertar a tu amado de su letargo, ni salvan a las personas de la muerte, por que, la muerte no se apiada con palabras de amor. Ni si quiera te dan paz – tal y como prometen –, al contrario, solo te llenan de una falsa esperanza que se va convirtiendo, lentamente, en una profunda desesperación que acaba sucumbiendo en la peor de las desilusiones y te grita “Aquí, en el mundo real, no hay finales felices. Aquí, en el mundo real, solo hay dolor y, éste, no se cura con el tiempo y siempre esta presente…”
Edward no despertó y salí de aquella habitación sintiéndome más destrozada que al entrar. Con la fe derrumbada y los sueños hechos trizas, con la mirada más perdida y los sentidos aún mucho más turbados por el pesar. Con la muerte en vida, inundando mis venas.
“Bella, ¿Quieres que te llevemos a casa?” – preguntó Rose
“No” – musité
“Bella…”
“No quiero alejarme de él… aunque yo no lo escucho ni le veo moverse, sé que él si puede sentir que estoy cerca. No lo quiero dejar ni un solo instante”
“Pero tienes que ir a tu casa. No puedes quedarte aquí todo el tiempo, necesitas comer, ir a darte un baño, descansar” – recordó Rose, sin perder la paciencia – “Vamos. Emmett se quedará aquí, junto con Carlisle”
La casa retumbaba alegremente y sentí mucha rabia al ver a mi madre bailar de manera despreocupada. Mi padre, quien se encontraba sentado en uno de los sillones con gesto cansado, se acercó en cuanto me vio
“¡Bella, cariño! Cuanto tiempo sin verte, ¿Dónde has estado? Tú madre me dijo que habías salido con unas amigas... – dejó de hablar mientras fruncía el ceño y me evaluaba con la mirada – “No te ves bien, ¿Pasa algo?”
Me lancé a él y comencé a llorar contra su pecho. Sus brazos me enrollaron amorosamente y me sentí un poco mejor. Solo un poco. Charlie sabía hacer lo que Renne no, y eso era el preocuparse por mí de manera verdadera.
“¿Qué te pasa, mi niña?”
Antes de que pudiera contestar, una voz, aterradoramente familiar, interrumpió
“Bella, qué gusto verte ¿Dónde has estado? Tienes un aspecto fatal, pareciera como si alguien estuviera a punto de morir o, peor aún, se hubiera muerto ya”
Levanté la mirada para ver a la mujer de sonrisa y gesto malicioso. Supongo que lo normal hubiera sido el mirarle con todo el odio del mundo y, después, lanzármele encima y ahorcarla con mis manos, pero, no fue así. Extrañamente, lo único que sentí en ese momento fue mucha lástima. Si, lástima… No quería ni imaginar qué tan podrida podía estar esa muchacha como para poder ser capaz de hacer tanto mal a quien, jamás antes, le había ofendido.
Si Edward moría, era su culpa, lo sabía. Ella había sido la causante de todo el sufrimiento por el que habíamos pasado mi novio y yo y, sin embargo, ¿Qué ganaba yo al buscar una venganza? Mi alma estaba bañada en desconsuelo, pero era un sentimiento que, hasta cierto punto, resultaba delicioso. Saborearlo tenía cierto grado de complacencia ya que estaba basado en el inmenso amor que le tenía a Edward… era un dolor sincero y puro. Dedicado completamente a él y no quería mancharlo con el más mínimo resentimiento hacia ella, quien no valía la pena.
Pobre, dije mentalmente, y me deshice de los brazos de mi padre y, con la mirada dirigida hacia el suelo y Rose pisándome los talones, subí a mi recamara… importándome poco si mi actitud le ahorraba o quitaba placer a su existencia…
El tiempo pasó de la misma manera, sumergiéndome un poco más en mi alberca de angustia. Retorciéndome ante el dolor incesante, poniéndome a la merced de la amargura y la desesperanza.
El tiempo pasó y yo me fui durmiendo, junto con él, día tras día…
ALICE POV
No podía creer que había pasado ya una semana desde que esta pesadilla había dado inicio. Una semana en la cual, se había dejado de ver la sonrisa de mi hermano, una semana desde que no sabía nada directamente de él.
¿Egoísta? No lo sé, supongo que si… Aunque lo intentaba, mi mente no podía arrancarlo de ella y, aún estando bajo esta situación, no podía dejar de extrañarlo.
Me dejé caer sobre el sillón. Me sentía muy cansada… ese día no había podido ir al hospital, Seth se había enfermado de gripe y me había quedado con él, en la casa, junto con Jacob. Debo admitir que también lo había hecho por que sabía que él sería dado de alta y no quería mirarlo.
Ya no quería que me hiciera tanto daño.
Inspiré profundamente mientras me masajeaba ambos lados de mi cabeza. La cabeza me iba a explotar de un momento a otro, estaba casi segura. Llamaron a la puerta y me levanté de golpe para ir y ver de quién se trataba.
Estaba segura, en un noventa y nueve por ciento, que se trataba de Emmett. Pero cuán grande fue mi sorpresa al ver que no era así. Por un momento, sospese la posibilidad de que me había quedado dormida y la imagen que frente a mí se presentaba, era producto de un falaz sueño. Aún así, me atreví a hablar
“¿Jazz? ¿Qué haces aquí?”
El rubio muchacho – con parte de la frente vendada y el cabello cayéndole de forma rebelde sobre la blanca tela – bajó la mirada y tardó en contestar
“Ya no fuiste a verme al hospital” – fue solo un comentario. No hubo reproche alguno en su voz
No supe qué decir
“¿Acaso tanto me detestas?” – continuó – “¿Acaso, tan despreciable te supone mi presencia…?”
Levantó la mirada y esperó por mi respuesta, que no llegó. Me encontraba demasiado impactada, intentando asimilar su pregunta, como para poder centrar mi concentración en otra cosa
“Ya veo” – murmuró – “Creo que me lo tengo bien merecido… eso me gano por ser un imbecil”
Sus ojos volvieron a penetrar en los míos… Abrí ligeramente mis labios, haciendo un esfuerzo sobre humano por soltar algo, lo que fuese, que rompiera mi mutismo…
“Pensé que estarías muy bien acompañado con la tal María” – murmuré
Y, antes de que un poco más de aliento llegara a mis pulmones, sus labios se apretaron contra los míos, de manera inesperada. Su dulce sabor me embriago al instante, cerré mis ojos y, dejándome llevar por su deliciosa pasión, enrollé mis brazos en su cuello. Abrí mi boca, permitiéndole un mejor paso a la suya y, con suma facilidad, olvidé todo que no fuera él. Ya después me las arreglaría para lidiar con mi dolor.
Me sentí un poco molesta cuando sus labios abandonaron los míos
“Eres tonta” – musitó – “Demasiado tonta, Alice” – tomó mi mejilla entre sus manos y me hizo mirarle a los ojos – “Dime, ¿Acaso te lo tengo que decir? ¿Me dirás que no te has dado cuenta? ¿Son necesarias las palabras para hacerte comprender lo obvio?”
“¿De qué hablas?” – pregunté, hablando con un murmullo, debido al espasmo que su mirada ardiente me provocaba.
“Te amo, Alice” – dijo, de manera firme, suave y pausada, removiendo toda la sangre en mi interior – “Te amo de una manera tan absurda que me ha vuelto estupido en todos los sentidos de la palabra. No quiero a otra mujer a mi lado que no seas tú. Tarde me he venido a dar cuenta que solamente tú eres capaz de complementarme… Tarde he llegado a comprender todo lo que significas para mí…”
“Deja de bromear, Jasper” – pedí, sin embargo, y aunque no lo admitiera, ya había creído cada una de sus palabras.
“No estoy bromeado” – discutió, con voz suave – “Acepta mis palabras, por favor, no te pido más que eso… Perfectamente conciente estoy que, alguien tan especial como tú, jamás aceptaría estar con alguien tan idiota como yo”
“¿Y por qué no me permites que sea yo quien tome esa decisión?” – solté y su mirada se iluminó de manera esplendida, fulminando, con su rayo de luz, todo tipo de orgullo existiendo en mi interior.
“¿Qué has dicho?”
“Que yo si quiero estar contigo, por que, yo también te…”
Ya no me dio oportunidad de terminar de hablar…
Supongo que jamás me podría acostumbrar a esa forma tan arrebatada y deliciosa de besar – que, por cierto, me encantaba.
ALICE POV
“María” – murmuró Jazz al mismo tiempo en que yo incrementaba la distancia entre nosotros, poniéndome de pie – “¿Qué haces aquí?”
“Recibí una llamada ayer en la madrugada por parte de urgencias… encontraron mi tarjeta de presentación en tu cartera y…”
“Ya veo” – murmuró él – “Disculpa el que te hayan molestado por culpa mía”
“No pude venir antes por que mi madre no me dejó salir…”
“No. No te inquietes, no hay problema”
“¡Oh, Jazzy!” – exclamó, mientras se acercaba al muchacho y pasaba sus manos por su rostro y su cabello – “Me alegro de verte bien…”
“Si, María, gracias” – dijo Jasper de manera cortante y, mientras recibía las caricias de la empalagosa muchacha, levantó la mirada en mi dirección.
“Ah, pensé que estarías solo” – comentó la morena y hermosa mujer, evaluándome, de pies a cabeza, con una mirada despectiva.
Fue entonces cuando comprendí que yo no tenía nada que hacer ahí entre los dos. Fue cuando comprendí que me había quedado como tonta viendo y escuchando todo, cuando no había necesidad de ello
“Perdón” – musité mientras daba media vuelta, dispuesta a irme
“Espera, Alice” – llamó Jasper y mis pies frenaron automáticamente. Giré mi cuerpo para verle – “No te vayas”
“Tengo que ir a trabajar” – justifiqué.
Después de todo, la idea ya no me resultaba tan mala ¿Para qué me iba a quedar yo ahí? ¿Para ver como María le coqueteaba a y ver que éste le correspondía? ¿Para ver y comprobar, una vez más, que yo no era lo suficientemente buena para él? No… ya había obtenido suficiente.
“¿Regresaras?” – volvió a preguntar y el corazón me saltó fuertemente al ver aquel brillo de sus ojos color miel…
“No lo creo” – contesté – “La señora Swan tiene planeado preparar una fiesta y creo que tendré que trabajar hasta tarde”
“Entiendo” – susurró, bajando la mirada y, antes de que pudiera decir algo más con lo cual convencerme, salí huyendo de ahí.
En el pasillo me encontré con Rose, Bella aún seguía dormida
“¿Hablaste con mi hermano?” – asentí – “¿Te vas tan rápido?” – volví a asentir – “Alice, ¿Pasa algo?” – preguntó, al ver mi sombría actitud.
Negué con la cabeza
“Me tengo que ir, la señora se encuentra furiosa y, si me retrazo, no quiero ni imaginar el cómo me ira” – dije, de manera atropellada y, sin dar tiempo a que me pidiera más explicaciones, corrí de ahí también.
BELLA POV
“¿La estoy haciendo temblar, señorita?”
“Solamente de asco”
Sentí que una suave mano se paseaba por mis mejillas y escuché, muy a lo lejos, que alguien pronunciaba mi nombre. Apreté los ojos y gemí entre sueños.
“¿Tú también me quieres?”
“Esa palabra no me basta para describir lo que siento por ti, Bella”
Experimenté una fuerte contracción en el pecho, la cual me despertó en medio de un infrenable jadeo. Abrí lo ojos y comprobé que las lagrimas no me abandonaban ni en sueños, pero, ¿Cómo iban a hacerlo? ¿Acaso había sosiego para el dolor tan profundo que sentía en esos momentos?
“Bella” – susurró Rose, mientras volvía a acariciar mi mejilla con sus gentiles manos – “Que bueno que has despertado, has estado muy incomoda en sueños y, aunque he intentado despertarte desde hace ya varios minutos, hasta ahora has reaccionado”
“¿Edward?” – pregunté. No me sabía otra palabra
… Mis labios no lograban abrirse para pronunciar otra cosa que no fuera su nombre…
Edward…
“Aún no han llegado noticias nuevas” – contestó mi amiga, mientras me frotaba los brazos con sus manos y me jalaba, otra vez, contra su pecho.
Recosté mi cabeza y me dejé perder otra vez entre el estado de falso sopor. Y digo falso por que, realmente, y para mala suerte mía, si sentía, y mucho… Mi cabeza y mis sentidos estaban desconectados de todo, menos del hecho de saber que él, mi vida, se encontraba internado en ese terrible lugar… y eso bastaba para matarme con cada minuto transcurrido.
¿En qué momento había pasado todo esto? ¿Acaso había sido tan mala como para no merecer ser feliz? Peor aún, ¿Qué había hecho él para ser, siempre, quien se llevara la peor parte de todo el juego?... No sabía que el amor entre diferentes clases sociales fuese tan penitenciado…
Otra punzada de dolor. Me encogí e intenté reprimir otro gemido.
Ay…
Qué fuerte, qué cruel, qué lastimero, qué inhumano…
¿Cómo había podido soportar hasta ahora? ¿Por qué no había caído yo también derrumbada y moribunda? No sabía que fuera tan fuerte y, ciertamente, no me enorgullecía. Prefería la debilidad, si ésta me brindaba un poco de paz, aunque fuera una paz fingida.
Escuché unos pasos acercarse, más no le di importancia, ¿Qué relevancia podrían tener si no era él quien venía a mi lado? Inspiré profundamente y solamente me gané otra fuerte contracción interior. Creo que hice manifiesto el dolor – no estoy totalmente segura – ya que unos brazos se apretaron más entorno a mí.
“Deberíamos pedir un calmante” – propuso una voz masculina, que no era la de él… y eso bastaba para no tener importancia para mí.
“¿Un calmante? ¿Para qué? ¿Acaso no esta ya lo suficientemente aturdida? No se mueve… si no fuera por sus gemidos y por los temblores que, de repente, da su cuerpo, diría que se ha quedado muerta”
Muerta…
Oh, no se me había ocurrido palabra tan perfecta para describir como me sentía…
Edward no era quien se estaba muriendo, era yo. Aunque, prácticamente, también era él, por que, éramos uno solo. Su felicidad era mi felicidad, así como su dolor mi dolor. Magnifica y eficaz conexión que no podía dividirnos ni en ese tipo de momentos. Por un momento, me sentí feliz al saber que, si él perecía, yo no tardaría mucho en ir a su lado… Tal vez ese iba a ser nuestro final, nuestro “Feliz para siempre”: el estar juntos en aquel mundo desconocido, no importaba si era el cielo o los fuegos del infierno, todo estaba bien si estaba la esperanza de estar entre sus brazos.
“¿Familiares del joven Cullen?” – volví a la realidad
“Si” – contestó Rose por mí – “Somos sus amigos”
“¿Y sus padres, hermanos?”
“Todos se han ido a trabajar, les ha sido imposible quedarse” – informó Emmett – “¿Hay algún problema? ¿Pasa algo con Edward?”
“No” – se apresuró a responder el señor de bata blanca – “Todo sigue igual, el joven Cullen se encuentra inconciente, pero, venía a informarles que, si gustan, puede pasar alguien a mirarle”
“Bella” – ofreció Rose y asentí
El señor me dedicó una tierna sonrisa y me tomó por el hombro, guiándome hacia la sala en donde mi novio reposaba.
Me acerqué lentamente, mientras mis ojos se acostumbraban a verlo en medio de tantos aparatos y cables. Llegué a él y me senté en la sillita de al lado. Mis ojos comenzaron a humedecerse al instante… y, aunque intenté no llorar, el sentimiento de suplicio me venció por completo. Tomé, con mucho cuidado, una de sus manos y la puse debajo de mis labios y la humedecí por completo con mis lágrimas cobardes.
“No me dejes, por favor” – murmuré, demasiado bajito, solamente para mí y para él – “Te necesito. No me prives de tu ausencia, por favor”
Si tan solo con ruegos se pudiera revivir a las personas, hubiera revivido a Edward en ese momento millones de veces. Desgraciadamente, la vida te enseña su realidad de la forma más desgarrante. Los milagros de película no existen en ella. Los rezos, no son un conjuro capaz de despertar a tu amado de su letargo, ni salvan a las personas de la muerte, por que, la muerte no se apiada con palabras de amor. Ni si quiera te dan paz – tal y como prometen –, al contrario, solo te llenan de una falsa esperanza que se va convirtiendo, lentamente, en una profunda desesperación que acaba sucumbiendo en la peor de las desilusiones y te grita “Aquí, en el mundo real, no hay finales felices. Aquí, en el mundo real, solo hay dolor y, éste, no se cura con el tiempo y siempre esta presente…”
Edward no despertó y salí de aquella habitación sintiéndome más destrozada que al entrar. Con la fe derrumbada y los sueños hechos trizas, con la mirada más perdida y los sentidos aún mucho más turbados por el pesar. Con la muerte en vida, inundando mis venas.
“Bella, ¿Quieres que te llevemos a casa?” – preguntó Rose
“No” – musité
“Bella…”
“No quiero alejarme de él… aunque yo no lo escucho ni le veo moverse, sé que él si puede sentir que estoy cerca. No lo quiero dejar ni un solo instante”
“Pero tienes que ir a tu casa. No puedes quedarte aquí todo el tiempo, necesitas comer, ir a darte un baño, descansar” – recordó Rose, sin perder la paciencia – “Vamos. Emmett se quedará aquí, junto con Carlisle”
La casa retumbaba alegremente y sentí mucha rabia al ver a mi madre bailar de manera despreocupada. Mi padre, quien se encontraba sentado en uno de los sillones con gesto cansado, se acercó en cuanto me vio
“¡Bella, cariño! Cuanto tiempo sin verte, ¿Dónde has estado? Tú madre me dijo que habías salido con unas amigas... – dejó de hablar mientras fruncía el ceño y me evaluaba con la mirada – “No te ves bien, ¿Pasa algo?”
Me lancé a él y comencé a llorar contra su pecho. Sus brazos me enrollaron amorosamente y me sentí un poco mejor. Solo un poco. Charlie sabía hacer lo que Renne no, y eso era el preocuparse por mí de manera verdadera.
“¿Qué te pasa, mi niña?”
Antes de que pudiera contestar, una voz, aterradoramente familiar, interrumpió
“Bella, qué gusto verte ¿Dónde has estado? Tienes un aspecto fatal, pareciera como si alguien estuviera a punto de morir o, peor aún, se hubiera muerto ya”
Levanté la mirada para ver a la mujer de sonrisa y gesto malicioso. Supongo que lo normal hubiera sido el mirarle con todo el odio del mundo y, después, lanzármele encima y ahorcarla con mis manos, pero, no fue así. Extrañamente, lo único que sentí en ese momento fue mucha lástima. Si, lástima… No quería ni imaginar qué tan podrida podía estar esa muchacha como para poder ser capaz de hacer tanto mal a quien, jamás antes, le había ofendido.
Si Edward moría, era su culpa, lo sabía. Ella había sido la causante de todo el sufrimiento por el que habíamos pasado mi novio y yo y, sin embargo, ¿Qué ganaba yo al buscar una venganza? Mi alma estaba bañada en desconsuelo, pero era un sentimiento que, hasta cierto punto, resultaba delicioso. Saborearlo tenía cierto grado de complacencia ya que estaba basado en el inmenso amor que le tenía a Edward… era un dolor sincero y puro. Dedicado completamente a él y no quería mancharlo con el más mínimo resentimiento hacia ella, quien no valía la pena.
Pobre, dije mentalmente, y me deshice de los brazos de mi padre y, con la mirada dirigida hacia el suelo y Rose pisándome los talones, subí a mi recamara… importándome poco si mi actitud le ahorraba o quitaba placer a su existencia…
El tiempo pasó de la misma manera, sumergiéndome un poco más en mi alberca de angustia. Retorciéndome ante el dolor incesante, poniéndome a la merced de la amargura y la desesperanza.
El tiempo pasó y yo me fui durmiendo, junto con él, día tras día…
ALICE POV
No podía creer que había pasado ya una semana desde que esta pesadilla había dado inicio. Una semana en la cual, se había dejado de ver la sonrisa de mi hermano, una semana desde que no sabía nada directamente de él.
¿Egoísta? No lo sé, supongo que si… Aunque lo intentaba, mi mente no podía arrancarlo de ella y, aún estando bajo esta situación, no podía dejar de extrañarlo.
Me dejé caer sobre el sillón. Me sentía muy cansada… ese día no había podido ir al hospital, Seth se había enfermado de gripe y me había quedado con él, en la casa, junto con Jacob. Debo admitir que también lo había hecho por que sabía que él sería dado de alta y no quería mirarlo.
Ya no quería que me hiciera tanto daño.
Inspiré profundamente mientras me masajeaba ambos lados de mi cabeza. La cabeza me iba a explotar de un momento a otro, estaba casi segura. Llamaron a la puerta y me levanté de golpe para ir y ver de quién se trataba.
Estaba segura, en un noventa y nueve por ciento, que se trataba de Emmett. Pero cuán grande fue mi sorpresa al ver que no era así. Por un momento, sospese la posibilidad de que me había quedado dormida y la imagen que frente a mí se presentaba, era producto de un falaz sueño. Aún así, me atreví a hablar
“¿Jazz? ¿Qué haces aquí?”
El rubio muchacho – con parte de la frente vendada y el cabello cayéndole de forma rebelde sobre la blanca tela – bajó la mirada y tardó en contestar
“Ya no fuiste a verme al hospital” – fue solo un comentario. No hubo reproche alguno en su voz
No supe qué decir
“¿Acaso tanto me detestas?” – continuó – “¿Acaso, tan despreciable te supone mi presencia…?”
Levantó la mirada y esperó por mi respuesta, que no llegó. Me encontraba demasiado impactada, intentando asimilar su pregunta, como para poder centrar mi concentración en otra cosa
“Ya veo” – murmuró – “Creo que me lo tengo bien merecido… eso me gano por ser un imbecil”
Sus ojos volvieron a penetrar en los míos… Abrí ligeramente mis labios, haciendo un esfuerzo sobre humano por soltar algo, lo que fuese, que rompiera mi mutismo…
“Pensé que estarías muy bien acompañado con la tal María” – murmuré
Y, antes de que un poco más de aliento llegara a mis pulmones, sus labios se apretaron contra los míos, de manera inesperada. Su dulce sabor me embriago al instante, cerré mis ojos y, dejándome llevar por su deliciosa pasión, enrollé mis brazos en su cuello. Abrí mi boca, permitiéndole un mejor paso a la suya y, con suma facilidad, olvidé todo que no fuera él. Ya después me las arreglaría para lidiar con mi dolor.
Me sentí un poco molesta cuando sus labios abandonaron los míos
“Eres tonta” – musitó – “Demasiado tonta, Alice” – tomó mi mejilla entre sus manos y me hizo mirarle a los ojos – “Dime, ¿Acaso te lo tengo que decir? ¿Me dirás que no te has dado cuenta? ¿Son necesarias las palabras para hacerte comprender lo obvio?”
“¿De qué hablas?” – pregunté, hablando con un murmullo, debido al espasmo que su mirada ardiente me provocaba.
“Te amo, Alice” – dijo, de manera firme, suave y pausada, removiendo toda la sangre en mi interior – “Te amo de una manera tan absurda que me ha vuelto estupido en todos los sentidos de la palabra. No quiero a otra mujer a mi lado que no seas tú. Tarde me he venido a dar cuenta que solamente tú eres capaz de complementarme… Tarde he llegado a comprender todo lo que significas para mí…”
“Deja de bromear, Jasper” – pedí, sin embargo, y aunque no lo admitiera, ya había creído cada una de sus palabras.
“No estoy bromeado” – discutió, con voz suave – “Acepta mis palabras, por favor, no te pido más que eso… Perfectamente conciente estoy que, alguien tan especial como tú, jamás aceptaría estar con alguien tan idiota como yo”
“¿Y por qué no me permites que sea yo quien tome esa decisión?” – solté y su mirada se iluminó de manera esplendida, fulminando, con su rayo de luz, todo tipo de orgullo existiendo en mi interior.
“¿Qué has dicho?”
“Que yo si quiero estar contigo, por que, yo también te…”
Ya no me dio oportunidad de terminar de hablar…
Supongo que jamás me podría acostumbrar a esa forma tan arrebatada y deliciosa de besar – que, por cierto, me encantaba.
Atal- .
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Capítulo 34: Valentía
BELLA POV
Dos semanas… quince días que se habían transformado en un siglo de tortuosa espera.
Edward…
No sabía que mis ojos tuvieran tantas lágrimas…
Si me lo hubieran contado, no hubiera podido creer que alguien pudiese llorar tanto.
“Bella, tu mamá” – anunció Rose. Casi no le di importancia, no era la primera vez que me venía a sacar de este lugar.
Me puse de pie y le ahorré el enorme esfuerzo que hacía de arrastrarme hacia la salida y subirme del carro. Esta vez, lo hice yo sola. Charlie nos esperaba en la camioneta…
Mi padre sería perfecto si no fuera tan débil a la hora de afrontar a mi madre. Pero, supongo, que esta bien. Me subí al carro y el chofer manejó de vuelta a la casa
“¿Y para esto me has ido a traer al hospital?” – reproché, cuando estuvimos dentro de la sala y, aunque intentaba darle a mi voz una nota de furia, solamente podía escuchar como mis palabras sonaban vacías, sin sentimiento – “¿Para tenerme encerrada aquí?”
La ira que relampagueaba en los ojos de mi madre no me perturbó ni un solo instante. El dolor me tenía demasiado atrapada entre sus brazos, que, ningún otro sentimiento, se podía colar por mi alma.
“Es mejor que verte lamentándote por el chofer, día y noche, en ese lugar” – siseó.
Me sorprendió lo poco que le importó el que Esme estuviera cerca… ¿Acaso no sabía que Edward era su hijo?
“Son mis lágrimas, mamá”
“¡Desde hoy no volverás a poner un solo pie en ese asqueroso lugar! No logro entender por qué tanto interés por ese muchacho cualquiera ”
“¿De verdad no lo logras entender?” – solté y callé, por un momento, al ver a Esme parada a pocos metros de mí. Sin embargo, su mirada y sonrisa amable me dieron la pauta para continuar – “Pensé que eras más perceptiva”
“¿Qué quieres decir?”
“¿En verdad lo quieres saber?” – reté – “¿En realidad quieres que te lo diga?” – miré, por segunda vez a Esme, que seguía sin perder la tranquilidad de su rostro. También vi de soslayo a mi padre.
No sabía cómo lo iba a tomar… Me deshice de la pizca de temor que me inundaba y miré fijamente a la madre encolerizada que tenía al frente.
“Déjate de juegos, Bella, y vete a tu recamara” – mandó. No me moví ni un solo centímetro.
Ya era suficiente… Aquí acababa el temor hacia Renne. Pasará lo que pasara, dudaba que fuera peor que el tener a Edward herido por mi cobardía. El miedo a perder mi vida llena de comodidades me había costado muy caro, y ya no estaba dispuesta a seguir pagando con mi alma.
Perdónenme, pensé por Edward y su familia, y también por mi padre. Sabía que, de alguna manera, les iba a fallar, pero ya no podía seguir fallándome a mí… ya no.
“Estoy enamorada de Edward Cullen” – solté con claridad y precisión. Con orgullo, puesto que no había cosa más magnifica, para mí, que el amar a ese hombre tan espectacular – “Y no pienso alejarme de él”
Mi madre hizo varias cosas a la vez. Primero, me aniquiló completamente con la mirada, después, miró a mi padre, y desconozco qué fue lo que en él vio. Y, por último, giró su rostro para ver a Esme.
“Tú” – le dijo, de forma venenosa y mutiladora – “¿Sabías de todo esto?”
“Si, señora” – contestó Esme, sin bajar la mirada
“¿Y cómo permitiste que el bastardo que tienes por hijo se enredara con Isabella?”
“Mi hijo no es ningún bastardo, señora. Le pido respeto”
“¿Respeto a ustedes?” – repitió, con ofensiva incredibilidad. Rió mofadamente por un momento y, después, su rostro se volvió a mostrar serio, despiadado – “¡Largo de mi casa! ¡No los quiero ver aquí y, si tú hijo sobrevive, no lo quiero cerca de Isabella! Si no quieren tener problemas, lárguense de este pueblo” – dio media vuelta y caminó hacia mí
“Sube a tu recamara” – ordenó, con voz afilada y amenazante – “Tengo que hablar con tu padre, lo que has hecho no tiene nombre”
“No” – dije, de manera rotunda y caminé hacia Esme
“Charlie…” – llamó mi madre, en apoyo de mi padre quién, todo este tiempo, había mantenido la boca cerrada
“No es necesario que metas a papá en todo esto” – repliqué, antes de que el aludido pudiera contestar – “Hagan lo que hagan, no van a lograr que deje a Edward”
“Entonces… olvídate de esta familia” – amenazó Renne – “Si esa es tu decisión, vete ahora mismo. ¡Ya veremos si tu amor por ese insignificante muchacho te da lo que tienes en esta casa!”
Miré por un momento a mi padre, quien había bajado el rostro, evadiendo mi mirada. Comprendí que nada haría por defenderme y no me sorprendió… siempre había sido de esa manera. Siempre se había dejado manipular por Renne.
No importaba.
“Bien” – acordé – “Me voy ahora mismo” – sentí que la mano de Esme tomaba la mía. Giré mi rostro, completamente sorprendida
“Mi niña, en mi familia serás bienvenida” – dijo, sonriéndome de manera amorosa y amable, borrando, con sus dulces pupilas, todo posible miedo que comenzaba a nacer en mí.
“Gracias” – asentí
Y Renne, explotó
“¡Entonces qué esperan para irse! ¡Largo! ¡No quiero verlas ni un solo segundo más aquí!”
Esme me jaló, llevándome hacia la salida de la cocina.
“Ya quiero ver cuántos días soportas estar viviendo en la miseria” – alcancé a escuchar las últimas palabras de mi madre.
Alice ya nos esperaba en la salida. Había escuchado todo y tenía una pequeña maletita en sus manos, la cual me ofreció con una amigable sonrisa.
“Sabía que esto pasaría dentro de poco” – dijo – “No son muchas cosas, pero, de algo le servirán”
“Gracias” – murmuré – “pero, ya no tienes por que hablar con esas formalidades. Ahora no hay de quién esconderse. Todo ha acabado”
“No” – negó, con una sonrisa – “Nada ha acabado. Tu verdadera vida empieza ahora”
“Tienes a una nueva familia, cariño” – dijo Esme, paseando sus manos por mis cabellos – “Somos nosotros”
“Muy tarde me di cuenta que la solución era ésta” – admití – “Siempre tuve miedo de dejar mis comodidades… y, gracias a ello, Edward…”
“Edward estará bien” – prometió Alice – “Y las cosas pasan a su tiempo. Ahora, vamos a casa” – anunció y me tomó de la mano.
Caminamos hacia la casita de los Cullen y ahí, Esme me ofreció asiento y una taza de té. No me había percatado de que el clima estaba demasiado templado. Sin embargo, aquel pequeño hogar resultaba cálido y reconfortante. Alice se sentó a mi lado y la mamá de mi novio frente a mí.
“Perdonen” – susurré – “Se han quedado sin trabajo por mi culpa, yo…”
“No te preocupes por eso” – se apresuró a contradecir la pequeña muchacha – “Ya nos las arreglaremos”
Esme asintió, mostrándose de acuerdo, con una sonrisa. Después, se puso de pie y camino hacia mí. Paseando sus dedos por mi mejilla
“Te ves cansada, ¿Por qué no vas a la recamara de Edward y duermes un poco? En cuanto venga mi esposo nos vamos al hospital”
Asentí, agradeciéndole su amabilidad con la mirada. Alice me acompañó y, cuando mi cuerpo sintió otra vez la suavidad de aquellas sabanas, no pude evitar volver a llorar.
Me dejé caer sobre la almohada y el pecho se me contrajo al inhalar su perfume tan fresco impregnado en ella. Sentí como las manitas de la muchacha se paseaban por mi cabello, pero casi no les tomé importancia. Cerré mis ojos – y no precisamente por el cansancio – si no por el recuerdo tan dulce que venía a mi mente de aquella tarde.
El sonido de su voz y las cuerdas de la guitarra llegaron claramente a mi memoria. Y fue su dulce voz la que me mandó al mundo de un sueño vacío…
Una amable voz me despertó. Era Esme
“Ya es hora de ir al hospital ¿Quieres quedarte descansando o nos acompañas?”
“No” – me paré enérgicamente, provocándome un mareo – “Iré con ustedes”
Cuando salí de la recamara, vi a Carlisle y la pena volvió a acudir a mis mejillas. Sin embargo, su amable sonrisa me reconfortó
“Bienvenida, Bella” – dijo, poniendo una de sus manos sobre mi hombro.
Me sobresalté cuando unos brazos corrieron en mi dirección. Poco después, comprendí que era Rose
“¡Bella!” – exclamó – “Alice me ha contado todo… ¿Cómo estas?”
“Bien” – mentí ya que no estaría bien si Edward no lo estaba - “Pero, ahora, gracias a mí, ellos ya no tienen un trabajo” – agregué, sin poderme olvidar del cargo de conciencia que llevaba
“¿Ah no?” – interrumpió Emmett, con una gran sonrisa – “¡Qué bien! Amor, ¿No crees que nosotros gozamos de exceso de suerte?” – preguntó, refiriéndose a mi amiga, quien asintió, igual, muy sonriente.
“¿A qué se refieren?” – quiso saber Alice
“Emmett y yo pensamos mudarnos a nuestra propia casa la siguiente semana” – comenzó a explicar Rose – “Y bueno, estábamos buscando a dos personas para que se encarguen de la limpieza… Para nosotros sería un gran alivio si ustedes aceptaran…”
“¿Bromeas?” – interrumpió la pequeña, sin poder ocultar su felicidad. Mi amiga y su esposo asintieron – “¡Oh! ¡Muchas gracias!”
“¿Eso quiere decir que si aceptan?”
“¡Por supuesto que si! ¿Verdad mamá?” – Esme asintió, con los ojos llorosos. Yo, por mi parte, di un enorme suspiro de alivio.
“Entonces, ya que todo esto esta arreglado, vamos al hospital. Jasper esta ahí”
Me permitieron – como siempre – ser la primera visita en entrar a verlo. Suspiré profundamente antes de entrar, aún así viviera esa experiencia un millón de veces más, nunca podría acostumbrarme al dolor de verlo así. Tomé su mano entre las mías y, aunque me había prometido el no llorar, fallé al instante.
EDWARD POV
Bella…
Eras tú, estaba seguro. Solamente tu calido contacto era capaz de darme este tipo de tranquilidad…
¿Cuánto tiempo había pasado sin tenerte a mi lado? ¿Tres horas? ¿Cinco? ¿Un minuto? No importaba… egoístamente, te quería a mi lado todo el tiempo.
Algo tibio comenzó a mojar mi mano… ¿Estabas llorando?
No, no llores mi niña, estoy bien, en serio… Estoy… bien…
Estoy despierto, pero no puedo abrir los ojos…
¿Cuánto más te fallaría, Bella?
¿Cuánto más te haría sufrir con mi debilidad?
No podía creer que no fuera lo suficientemente fuerte como para vencer el poder que me obligaba a mantenerme tan quieto. Quería moverme, quería poder secar tus lágrimas con mis dedos. ¡Maldición! Ya no quería saber que sufrías por mi culpa…
Yo no merecía tu amor cuando no era capaz de vencer a la muerte y, sin embargo, aquí estabas: a mi lado, junto a mí, con tu mano apretada a la mía…
Yo no podía permitirme ser débil teniéndote a mi lado. Yo no podía dejarme rendir por algo tan pálido en comparación al amor que te tenía… Yo no podía…
Bella…
“Bella…” – logré soltar, aunque no sabía si mi voz había sido lo suficientemente fuerte como para que me escucharas – “Bella” – volví a intentar… y apreté mi mano contra la tuya.
“¿Edward?”
Sí… quise responder, pero el aliento ya no me alcanzó y volví a caer en aquel oscuro hoyo de impotencia.
Lo siento…
“Edward… por favor…”
Perdóname…
“Edward..."
Volví a sentir fuerzas y salté de la lúgubre oscuridad que me atrapaba…
“Bella” – solté, y sentí el pecho completamente acelerado y mis pupilas se cegaron por la luz que, de un momento a otro, llegó a ellas.
Y entonces, no supe si había revivido, o había muerto, por que tuve, frente a mí, el rostro de mi ángel.
JASPER POV
“¿Estas bien?” – le pregunté a Alice mientras le tomaba las manos. Ella asintió, pero su mirada sombría no me convenció – “Dime qué pasa” – supliqué – “Tal vez te pueda ayudar”
“No tiene nada que ver conmigo” – contestó – “Se trata de Bella, me da pena el verla sufrir tanto”
Bajé la mirada y comprendí. También a mi me dolía ver a mi amiga en ese estado. Entonces, comprendí que era afortunado: al menos, tenía a la mujer de mi vida frente a mí, con la certeza de que ella también me quería. ¿Había dicho afortunado? Quizás esa no era la palabra adecuada… Quizás, DICHOSO era mejor.
“Mi hermana me contó que tú y tu madre trabajaran en su casa” – recordé y ella asintió – “Supongo que si te pidiese que, fuera de trabajar, aceptaras mi ayuda… no lo aceptarías” – aventuré
“Supones bien” – dijo, con un leve deje de molestia en su voz – “No pretendo estar contigo para que me ayudes en ese aspecto”
“Lo sé, lo sé” – interrumpí rápidamente – “Lo siento”
Ella bajó la mirada y suspiró profundamente, después, apretó mis manos y me sonrió de manera cálida.
“Sabes que te quiero, ¿no?” – preguntó – “No necesito más que eso”
Me incliné para poder rozar sus labios, pero, antes de que pudiéramos besarnos, escuchamos unos pasos aproximarse. Nos soltamos de las manos y nos alejamos un poco más. Era Esme.
“Alice, Edward ha reaccionado” – anunció y mi novia se paró de un salto y fue corriendo hacia la sala donde todos estaban.
Yo le seguí el paso de manera apresurada y, al llegar, nos encontramos con el rostro sonriente de cada uno de ellos.
“Pero, ¿Cómo fue?” – exigió saber Alice, completamente eufórica ante la noticia
Esme se encogió de hombros, su mirada y rostro resplandecían de tanta felicidad
“Se encuentra débil, pero lo peor ha pasado”
Mi novia se giró para encararme y, en un movimiento completamente inesperado, se lanzó a mis brazos y juntó su boca con la mía. Yo no opuse resistencia, pues me olvidé de que, alrededor de cinco personas conocidas, nos estaban viendo. La levanté entre mis brazos y la besé con más entusiasmo del debido.
Un fuerte carraspeó – que me imaginé era por parte de Emmett – nos trajo a la realidad.
Alice bajó la mirada, completamente sonrojada, cuando dejé su caer su cuerpo para que sus pies tocaran el suelo. Por mi parte, mi vista se dirigió especialmente hacia sus padres, quienes se encontraban con los ojos completamente desorbitados. Mi novia y yo esperamos, inmóviles, las palabras de los señores.
“Bueno… supongo que ya no debemos de sorprendernos” – soltó Carlisle, aunque su rostro estaba un poco más pálido de lo normal.
“Les aseguro que quiero mucho a Alice” – me atreví a decir.
Esme y Carlisle solo se limitaron a asentir y ya no pidieron más explicaciones. Después de todo, lo importante era que Edward, su hijo, había reaccionado al fin.
El doctor nos permitió entrar a la habitación a todos y encontramos a Bella y Edward firmemente tomados de las manos – a pesar de que él se veía demasiado cansado y débil. Ambos rostros, aunque ojerosos, se veían radiantes.
“Me alegra que estén todos aquí” – susurró el muchacho y Bella le puso un dedo sobre sus labios
“No hables...” – pidió, con voz cálida.
Él suspiró profundamente, besó gentilmente la yema que en su boca reposaba y sus labios se estiraron en una pequeña sonrisa.
“Serán solo unas cuantas palabras” – prometió y llevó una temblorosa mano a la mejilla derecha de su compañera. Sus miradas se juntaron, de una manera muy intima que, estoy seguro, no solamente yo me sentí en la necesidad de desviar mis ojos hacia otra dirección para darles privacidad – “Bella, ¿Aceptarías ser mi esposa?”
Todos volvimos la vista en dirección a la pareja y notamos como las lágrimas se resbalaban de ambas mejillas
“Si…” – aceptó ella, sin vacilación alguna, y Edward, volvió a caer inconciente.
BELLA POV
Dos semanas… quince días que se habían transformado en un siglo de tortuosa espera.
Edward…
No sabía que mis ojos tuvieran tantas lágrimas…
Si me lo hubieran contado, no hubiera podido creer que alguien pudiese llorar tanto.
“Bella, tu mamá” – anunció Rose. Casi no le di importancia, no era la primera vez que me venía a sacar de este lugar.
Me puse de pie y le ahorré el enorme esfuerzo que hacía de arrastrarme hacia la salida y subirme del carro. Esta vez, lo hice yo sola. Charlie nos esperaba en la camioneta…
Mi padre sería perfecto si no fuera tan débil a la hora de afrontar a mi madre. Pero, supongo, que esta bien. Me subí al carro y el chofer manejó de vuelta a la casa
“¿Y para esto me has ido a traer al hospital?” – reproché, cuando estuvimos dentro de la sala y, aunque intentaba darle a mi voz una nota de furia, solamente podía escuchar como mis palabras sonaban vacías, sin sentimiento – “¿Para tenerme encerrada aquí?”
La ira que relampagueaba en los ojos de mi madre no me perturbó ni un solo instante. El dolor me tenía demasiado atrapada entre sus brazos, que, ningún otro sentimiento, se podía colar por mi alma.
“Es mejor que verte lamentándote por el chofer, día y noche, en ese lugar” – siseó.
Me sorprendió lo poco que le importó el que Esme estuviera cerca… ¿Acaso no sabía que Edward era su hijo?
“Son mis lágrimas, mamá”
“¡Desde hoy no volverás a poner un solo pie en ese asqueroso lugar! No logro entender por qué tanto interés por ese muchacho cualquiera ”
“¿De verdad no lo logras entender?” – solté y callé, por un momento, al ver a Esme parada a pocos metros de mí. Sin embargo, su mirada y sonrisa amable me dieron la pauta para continuar – “Pensé que eras más perceptiva”
“¿Qué quieres decir?”
“¿En verdad lo quieres saber?” – reté – “¿En realidad quieres que te lo diga?” – miré, por segunda vez a Esme, que seguía sin perder la tranquilidad de su rostro. También vi de soslayo a mi padre.
No sabía cómo lo iba a tomar… Me deshice de la pizca de temor que me inundaba y miré fijamente a la madre encolerizada que tenía al frente.
“Déjate de juegos, Bella, y vete a tu recamara” – mandó. No me moví ni un solo centímetro.
Ya era suficiente… Aquí acababa el temor hacia Renne. Pasará lo que pasara, dudaba que fuera peor que el tener a Edward herido por mi cobardía. El miedo a perder mi vida llena de comodidades me había costado muy caro, y ya no estaba dispuesta a seguir pagando con mi alma.
Perdónenme, pensé por Edward y su familia, y también por mi padre. Sabía que, de alguna manera, les iba a fallar, pero ya no podía seguir fallándome a mí… ya no.
“Estoy enamorada de Edward Cullen” – solté con claridad y precisión. Con orgullo, puesto que no había cosa más magnifica, para mí, que el amar a ese hombre tan espectacular – “Y no pienso alejarme de él”
Mi madre hizo varias cosas a la vez. Primero, me aniquiló completamente con la mirada, después, miró a mi padre, y desconozco qué fue lo que en él vio. Y, por último, giró su rostro para ver a Esme.
“Tú” – le dijo, de forma venenosa y mutiladora – “¿Sabías de todo esto?”
“Si, señora” – contestó Esme, sin bajar la mirada
“¿Y cómo permitiste que el bastardo que tienes por hijo se enredara con Isabella?”
“Mi hijo no es ningún bastardo, señora. Le pido respeto”
“¿Respeto a ustedes?” – repitió, con ofensiva incredibilidad. Rió mofadamente por un momento y, después, su rostro se volvió a mostrar serio, despiadado – “¡Largo de mi casa! ¡No los quiero ver aquí y, si tú hijo sobrevive, no lo quiero cerca de Isabella! Si no quieren tener problemas, lárguense de este pueblo” – dio media vuelta y caminó hacia mí
“Sube a tu recamara” – ordenó, con voz afilada y amenazante – “Tengo que hablar con tu padre, lo que has hecho no tiene nombre”
“No” – dije, de manera rotunda y caminé hacia Esme
“Charlie…” – llamó mi madre, en apoyo de mi padre quién, todo este tiempo, había mantenido la boca cerrada
“No es necesario que metas a papá en todo esto” – repliqué, antes de que el aludido pudiera contestar – “Hagan lo que hagan, no van a lograr que deje a Edward”
“Entonces… olvídate de esta familia” – amenazó Renne – “Si esa es tu decisión, vete ahora mismo. ¡Ya veremos si tu amor por ese insignificante muchacho te da lo que tienes en esta casa!”
Miré por un momento a mi padre, quien había bajado el rostro, evadiendo mi mirada. Comprendí que nada haría por defenderme y no me sorprendió… siempre había sido de esa manera. Siempre se había dejado manipular por Renne.
No importaba.
“Bien” – acordé – “Me voy ahora mismo” – sentí que la mano de Esme tomaba la mía. Giré mi rostro, completamente sorprendida
“Mi niña, en mi familia serás bienvenida” – dijo, sonriéndome de manera amorosa y amable, borrando, con sus dulces pupilas, todo posible miedo que comenzaba a nacer en mí.
“Gracias” – asentí
Y Renne, explotó
“¡Entonces qué esperan para irse! ¡Largo! ¡No quiero verlas ni un solo segundo más aquí!”
Esme me jaló, llevándome hacia la salida de la cocina.
“Ya quiero ver cuántos días soportas estar viviendo en la miseria” – alcancé a escuchar las últimas palabras de mi madre.
Alice ya nos esperaba en la salida. Había escuchado todo y tenía una pequeña maletita en sus manos, la cual me ofreció con una amigable sonrisa.
“Sabía que esto pasaría dentro de poco” – dijo – “No son muchas cosas, pero, de algo le servirán”
“Gracias” – murmuré – “pero, ya no tienes por que hablar con esas formalidades. Ahora no hay de quién esconderse. Todo ha acabado”
“No” – negó, con una sonrisa – “Nada ha acabado. Tu verdadera vida empieza ahora”
“Tienes a una nueva familia, cariño” – dijo Esme, paseando sus manos por mis cabellos – “Somos nosotros”
“Muy tarde me di cuenta que la solución era ésta” – admití – “Siempre tuve miedo de dejar mis comodidades… y, gracias a ello, Edward…”
“Edward estará bien” – prometió Alice – “Y las cosas pasan a su tiempo. Ahora, vamos a casa” – anunció y me tomó de la mano.
Caminamos hacia la casita de los Cullen y ahí, Esme me ofreció asiento y una taza de té. No me había percatado de que el clima estaba demasiado templado. Sin embargo, aquel pequeño hogar resultaba cálido y reconfortante. Alice se sentó a mi lado y la mamá de mi novio frente a mí.
“Perdonen” – susurré – “Se han quedado sin trabajo por mi culpa, yo…”
“No te preocupes por eso” – se apresuró a contradecir la pequeña muchacha – “Ya nos las arreglaremos”
Esme asintió, mostrándose de acuerdo, con una sonrisa. Después, se puso de pie y camino hacia mí. Paseando sus dedos por mi mejilla
“Te ves cansada, ¿Por qué no vas a la recamara de Edward y duermes un poco? En cuanto venga mi esposo nos vamos al hospital”
Asentí, agradeciéndole su amabilidad con la mirada. Alice me acompañó y, cuando mi cuerpo sintió otra vez la suavidad de aquellas sabanas, no pude evitar volver a llorar.
Me dejé caer sobre la almohada y el pecho se me contrajo al inhalar su perfume tan fresco impregnado en ella. Sentí como las manitas de la muchacha se paseaban por mi cabello, pero casi no les tomé importancia. Cerré mis ojos – y no precisamente por el cansancio – si no por el recuerdo tan dulce que venía a mi mente de aquella tarde.
El sonido de su voz y las cuerdas de la guitarra llegaron claramente a mi memoria. Y fue su dulce voz la que me mandó al mundo de un sueño vacío…
Una amable voz me despertó. Era Esme
“Ya es hora de ir al hospital ¿Quieres quedarte descansando o nos acompañas?”
“No” – me paré enérgicamente, provocándome un mareo – “Iré con ustedes”
Cuando salí de la recamara, vi a Carlisle y la pena volvió a acudir a mis mejillas. Sin embargo, su amable sonrisa me reconfortó
“Bienvenida, Bella” – dijo, poniendo una de sus manos sobre mi hombro.
Me sobresalté cuando unos brazos corrieron en mi dirección. Poco después, comprendí que era Rose
“¡Bella!” – exclamó – “Alice me ha contado todo… ¿Cómo estas?”
“Bien” – mentí ya que no estaría bien si Edward no lo estaba - “Pero, ahora, gracias a mí, ellos ya no tienen un trabajo” – agregué, sin poderme olvidar del cargo de conciencia que llevaba
“¿Ah no?” – interrumpió Emmett, con una gran sonrisa – “¡Qué bien! Amor, ¿No crees que nosotros gozamos de exceso de suerte?” – preguntó, refiriéndose a mi amiga, quien asintió, igual, muy sonriente.
“¿A qué se refieren?” – quiso saber Alice
“Emmett y yo pensamos mudarnos a nuestra propia casa la siguiente semana” – comenzó a explicar Rose – “Y bueno, estábamos buscando a dos personas para que se encarguen de la limpieza… Para nosotros sería un gran alivio si ustedes aceptaran…”
“¿Bromeas?” – interrumpió la pequeña, sin poder ocultar su felicidad. Mi amiga y su esposo asintieron – “¡Oh! ¡Muchas gracias!”
“¿Eso quiere decir que si aceptan?”
“¡Por supuesto que si! ¿Verdad mamá?” – Esme asintió, con los ojos llorosos. Yo, por mi parte, di un enorme suspiro de alivio.
“Entonces, ya que todo esto esta arreglado, vamos al hospital. Jasper esta ahí”
Me permitieron – como siempre – ser la primera visita en entrar a verlo. Suspiré profundamente antes de entrar, aún así viviera esa experiencia un millón de veces más, nunca podría acostumbrarme al dolor de verlo así. Tomé su mano entre las mías y, aunque me había prometido el no llorar, fallé al instante.
EDWARD POV
Bella…
Eras tú, estaba seguro. Solamente tu calido contacto era capaz de darme este tipo de tranquilidad…
¿Cuánto tiempo había pasado sin tenerte a mi lado? ¿Tres horas? ¿Cinco? ¿Un minuto? No importaba… egoístamente, te quería a mi lado todo el tiempo.
Algo tibio comenzó a mojar mi mano… ¿Estabas llorando?
No, no llores mi niña, estoy bien, en serio… Estoy… bien…
Estoy despierto, pero no puedo abrir los ojos…
¿Cuánto más te fallaría, Bella?
¿Cuánto más te haría sufrir con mi debilidad?
No podía creer que no fuera lo suficientemente fuerte como para vencer el poder que me obligaba a mantenerme tan quieto. Quería moverme, quería poder secar tus lágrimas con mis dedos. ¡Maldición! Ya no quería saber que sufrías por mi culpa…
Yo no merecía tu amor cuando no era capaz de vencer a la muerte y, sin embargo, aquí estabas: a mi lado, junto a mí, con tu mano apretada a la mía…
Yo no podía permitirme ser débil teniéndote a mi lado. Yo no podía dejarme rendir por algo tan pálido en comparación al amor que te tenía… Yo no podía…
Bella…
“Bella…” – logré soltar, aunque no sabía si mi voz había sido lo suficientemente fuerte como para que me escucharas – “Bella” – volví a intentar… y apreté mi mano contra la tuya.
“¿Edward?”
Sí… quise responder, pero el aliento ya no me alcanzó y volví a caer en aquel oscuro hoyo de impotencia.
Lo siento…
“Edward… por favor…”
Perdóname…
“Edward..."
Volví a sentir fuerzas y salté de la lúgubre oscuridad que me atrapaba…
“Bella” – solté, y sentí el pecho completamente acelerado y mis pupilas se cegaron por la luz que, de un momento a otro, llegó a ellas.
Y entonces, no supe si había revivido, o había muerto, por que tuve, frente a mí, el rostro de mi ángel.
JASPER POV
“¿Estas bien?” – le pregunté a Alice mientras le tomaba las manos. Ella asintió, pero su mirada sombría no me convenció – “Dime qué pasa” – supliqué – “Tal vez te pueda ayudar”
“No tiene nada que ver conmigo” – contestó – “Se trata de Bella, me da pena el verla sufrir tanto”
Bajé la mirada y comprendí. También a mi me dolía ver a mi amiga en ese estado. Entonces, comprendí que era afortunado: al menos, tenía a la mujer de mi vida frente a mí, con la certeza de que ella también me quería. ¿Había dicho afortunado? Quizás esa no era la palabra adecuada… Quizás, DICHOSO era mejor.
“Mi hermana me contó que tú y tu madre trabajaran en su casa” – recordé y ella asintió – “Supongo que si te pidiese que, fuera de trabajar, aceptaras mi ayuda… no lo aceptarías” – aventuré
“Supones bien” – dijo, con un leve deje de molestia en su voz – “No pretendo estar contigo para que me ayudes en ese aspecto”
“Lo sé, lo sé” – interrumpí rápidamente – “Lo siento”
Ella bajó la mirada y suspiró profundamente, después, apretó mis manos y me sonrió de manera cálida.
“Sabes que te quiero, ¿no?” – preguntó – “No necesito más que eso”
Me incliné para poder rozar sus labios, pero, antes de que pudiéramos besarnos, escuchamos unos pasos aproximarse. Nos soltamos de las manos y nos alejamos un poco más. Era Esme.
“Alice, Edward ha reaccionado” – anunció y mi novia se paró de un salto y fue corriendo hacia la sala donde todos estaban.
Yo le seguí el paso de manera apresurada y, al llegar, nos encontramos con el rostro sonriente de cada uno de ellos.
“Pero, ¿Cómo fue?” – exigió saber Alice, completamente eufórica ante la noticia
Esme se encogió de hombros, su mirada y rostro resplandecían de tanta felicidad
“Se encuentra débil, pero lo peor ha pasado”
Mi novia se giró para encararme y, en un movimiento completamente inesperado, se lanzó a mis brazos y juntó su boca con la mía. Yo no opuse resistencia, pues me olvidé de que, alrededor de cinco personas conocidas, nos estaban viendo. La levanté entre mis brazos y la besé con más entusiasmo del debido.
Un fuerte carraspeó – que me imaginé era por parte de Emmett – nos trajo a la realidad.
Alice bajó la mirada, completamente sonrojada, cuando dejé su caer su cuerpo para que sus pies tocaran el suelo. Por mi parte, mi vista se dirigió especialmente hacia sus padres, quienes se encontraban con los ojos completamente desorbitados. Mi novia y yo esperamos, inmóviles, las palabras de los señores.
“Bueno… supongo que ya no debemos de sorprendernos” – soltó Carlisle, aunque su rostro estaba un poco más pálido de lo normal.
“Les aseguro que quiero mucho a Alice” – me atreví a decir.
Esme y Carlisle solo se limitaron a asentir y ya no pidieron más explicaciones. Después de todo, lo importante era que Edward, su hijo, había reaccionado al fin.
El doctor nos permitió entrar a la habitación a todos y encontramos a Bella y Edward firmemente tomados de las manos – a pesar de que él se veía demasiado cansado y débil. Ambos rostros, aunque ojerosos, se veían radiantes.
“Me alegra que estén todos aquí” – susurró el muchacho y Bella le puso un dedo sobre sus labios
“No hables...” – pidió, con voz cálida.
Él suspiró profundamente, besó gentilmente la yema que en su boca reposaba y sus labios se estiraron en una pequeña sonrisa.
“Serán solo unas cuantas palabras” – prometió y llevó una temblorosa mano a la mejilla derecha de su compañera. Sus miradas se juntaron, de una manera muy intima que, estoy seguro, no solamente yo me sentí en la necesidad de desviar mis ojos hacia otra dirección para darles privacidad – “Bella, ¿Aceptarías ser mi esposa?”
Todos volvimos la vista en dirección a la pareja y notamos como las lágrimas se resbalaban de ambas mejillas
“Si…” – aceptó ella, sin vacilación alguna, y Edward, volvió a caer inconciente.
Disfrutenla....esta llegando al final
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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
como que inconciente se desmayo de la felicidad ??? no me des una mala noticia me alegra por alice y por jasper y por que se quietaron las ligaduras de renne todos y por esperoo que las cosas tomen un color distinto
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Ay po dios estuvieron buenisimos estos capitulos q bueno q jasper y alice esten juntos y q bella se alla enfrentado a rene. soolo falta q edward se recupere. poor favor publica pronto mas capitulos.
vaneian08- .
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amo la historia de alice y jazz
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queda poquito¡¡¡ esta historia es lindisima....espero les guste el final.
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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
seguro q si, es mas deberias publirlo de una vez y te digo si me gusta
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la eres¡¡¡ aun nop solo deben esperar
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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
mentira¡¡¡ no lo soy¡¡¡¡
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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
si es mentira eres la mejor pero aun asi quiero massssssssssssssssssss
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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
quisas mañana pongo otro si llego temprano ok?
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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
x eso te adoro
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