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Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
Capitulo 14: Modales
ALICE POV
“Quita el seguro ahora mismo” – ordené con la voz más amenazante que me fue posible. El muchacho negó con la cabeza mientras en su rostro se dibujaba la más estupida de las sonrisas – “No estoy jugando” - advertí
“Yo tampoco” – dijo mientras alzaba las cejas en un gesto inocente. Suspiré pesadamente y conté mentalmente hasta diez. Esto era irritante.
“¿Qué piensas hacer?” – pregunté cuando estuve ya un poco más calmada – “¿Tenerme encerrada toda la vida dentro de esto?”
“Se llama carro” – recordó con voz burlona. Me dieron ganas de pegarle un puñetazo a ese lindo rostro, pero me contuve
“Jasper, por favor, ya basta” – le miré a los ojos con gesto neutro. Tal vez así, su pequeño cerebrito captaba mejor las cosas
“Me llamaste por mi nombre” – comentó él y puse los ojos en blanco – “suena bien en tus labios” – reí sarcásticamente para ocultar mi nerviosismo – “¿Qué es lo gracioso?”
“Te informo que no todas caemos con un conjunto de palabras bonitas, cursis y comunes” – dije dejando de reír y volviendo a mirarle fijamente
“Eres muy hiriente ¿sabías?” – repuso él.
“¿En serio?” – pregunté con irónica preocupación – “para lo que me importa” – agregué cuando él asintió y subí, despreocupadamente, mis pies sobre la parte frontal
“Eres muy malcriada y grosera” – acuso – “¿También lo sabes?” – asentí mientras me mordía una uña – “Y parece que también te importa poco” – me encogí de hombros, dejándole en claro que me importaba poco lo que él o los demás pensaran de mí – “mereces unas buenas clases de educación”
“¿Y a ti que más te da si soy o no educada?” – pregunté de forma violenta – “¿Por qué no simplemente te limitas a abrir la maldita puerta para que me pueda ir?”
“No hasta que aprendas a tratarme como es debido” – abrí la boca ante la incredibilidad que me causaron sus palabras
“Como es debido” – repetí sin recuperarme aún de la impresión – “¿Y cómo se supone que te debo de tratar para que consideres mi actitud “debida”? – volví a clavar mis ojos en los suyos, los cuales se mantuvieron fijos y penetrantes. El gesto me comenzaba a poner nerviosa
“De esta manera” – dijo y se lanzó hacia mí presionando sus labios con los míos.
¡Maldito sea! Era la segunda vez que lo hacía y… la segunda vez que un fuego intenso bajaba por mí estomago.
Sus manos atraparon mi rostro, impidiéndome poder alejarme de aquellos labios suaves y calidos… ¡Mierda! La sensación me gustaba y eso no estaba bien… nada bien. Conocía a los de su clase: niños bonitos que piensan que pueden tener el mundo a sus pies, gente que disfrutaba humillando a los de mi clase por no tener lo que ellos si.
Juguetes. Eso era lo que nosotros significábamos para ellos.
Llevé mis manos hacia sus cabellos con la intensión de jalarlos para que me soltara, más en ese momento su boca se volvió más intensa, haciéndome flaquear al instante y dejando mis dedos enrollados en sus raíces, sin hacerle el más mínimo daño.
Volví a ordenar mis pensamientos desde el principio mientras sentía su sabor en mi boca, y cuando al fin pude reunir la cordura suficiente para retirar mis labios de los suyos, sus ojos claros me dejaron sin palabras durante dos segundos.
“¿Ves como si puedes portarte mejor?” – preguntó sacándome de su hechizó. Sonreí hipócritamente (dejando que disfrutara por un momento de su falsa ilusión) mientras empuñaba mi mano
“¿Tu crees?” – cuestioné de manera inocente. Podía ver en sus ojos que el idiota pensaba que me tenía comiendo de su mano mientras asentía. Y, cuando menos se lo esperó, le aventé un puñetazo con todas las fuerzas que pude.
Mis oídos disfrutaron tanto la queja de dolor que emitió el muchacho. Aproveché para alargar mi cuerpo y así poder alcanzar lo que, suponía yo, eran los botones de seguridad, tuve suerte de atinar a la primera. Los seguros se abrieron con un “click” y moví rápidamente mis manos para abrir la puerta
“¿A dónde crees que vas?” – dijo mientras me sujetaba la mano impidiendo mi huida. Ups. Su voz me dijo que el niño bonito estaba molesto
“¿Acaso quieres otra de mis grandes muestras de cordialidad?” – amenacé tratando de zafarme – “Ok. Tu lo pediste” – y le aventé otro puñetazo para que al fin me soltara.
“¡Alice, espera!” – pidió mientras se llevaba las dos manos hacia su rostro y yo salía corriendo hacia mi casa.
ROSE POV
El día tan esperado para ir a la Push había llegado. La idea no me causaba mucha emoción, pero había aceptado por Bella. Jamás había visto así de feliz a mi amiga y estaba dispuesta a ayudarla en todo lo que fuera posible.
“¿Saldras?” – preguntó mi madre en cuanto me vio bajar de las escaleras, acompañada de una muchacha que traía una pequeña maleta – “¿Con quién?” – quiso saber en cuanto asentí
“Con Bella” – informé – “iremos a un playa, nos quedaremos ahí todo el fin de semana”
“Dile a Jasper que te acompañe” – puse los ojos en blando
“Mamá, ya no soy una niña para tener que cargar con mi hermano a todos lados” – protesté
“Pues deberías” – repuso tajantemente – “No tienes ni la menor idea de los peligros que acechan allá fuera, y más para ustedes: dos pequeñas que, además de hermosas, provienen de familias con buena posición social”
“El chofer de Bella irá con nosotras” – dije para tranquilizar a mi madre
“Vaya consuelo” – murmuró con sarcasmo
“Mamá ya me voy” – le dije antes de que siguiera insistiendo. Salí de la casa a grandes zancadas. Bella ya me esperaba en la entrada de la casa junto con Edward. Sonreí al verla, se veía tan radiante en compañía de aquel joven
“¿Iremos a otro lado?” – cuestioné al ver que Edward tomaba una ruta diferente
“Pasaremos por Emmet, un amigo de Edward que irá con nosotros” – informó Bella. Llegamos a un pequeño parquecito ubicado a no más de cinco cuadras de mi casa
“¿Vive por acá cerca?” – quise saber al ver que aún nos encontrábamos en zona residencial. El novio de mi amiga asintió mientras estacionaba el carro. Era un día soleado, así que me puse las gafas al bajar del carro. Un muchacho muy guapo: alto, de buen cuerpo, piel blanca y cabello rizado y negro, se acercó hacia nosotros
“¡Edward!” – exclamó mientras se saludaban enérgicamente con la mano
“Emmet, ella es Bella” – informó el muchacho y sentí cierta envidia al oír como su voz acariciaba el nombre de mi amiga – “y ella es Rosalie, su amiga”
“Mucho gusto” – saludó el muchacho y extendió la mano primero hacia Bella y después hacia mí. Examiné, rápidamente, más su físico. Su ropa resultaba sencilla, seguramente su casa se encontraba cerca de la zona, más no dentro de ella, era fácil de deducirlo ya que, por lo que podía apreciar, no llevaba carro
“Mucho gusto” – dije mientras sonreía, me quitaba los lentes y alzaba la vista para verle, tenía unos ojos muy bonitos, los cuales se quedaron fijos en mis pupilas.
“Mucho gusto” – repitió mientras su mano se aferraba a la mía
“Ya habías dicho eso antes” – señalé sonriendo tímidamente. ¿Dije tímidamente? Ok. Eso jamás me había pasado antes. El muchacho se limitó a sonreír ampliamente sin dejar de penetrar en mis ojos
“Eh… Rose” – escuché que llamó Bella a lo lejos
“¿Si?”
“Ya… es hora de… irnos” – asentí. Me encontraba idiotizada por ese par de ojos castaños
“Si” – contesté
“Eh… no podemos irnos si no se suben al carro” – aquel comentario nos hizo reaccionar a ambos y reímos tontamente.
Emmet se comportó como un caballero, abrió la puerta para que pudiera subir al carro y me tendió la mano para lo mismo. En el camino, casi no hablamos. Cada quien se encontraba en su mundo. Bella con Edward y yo, con Emmet.
************************
“Ya te vi, Rose” – dijo con tono juguetón Bella cuando nos adelantábamos hacia la cabaña mientras los chicos bajaban las cosas del carro
“¿Qué cosa?” – quise hacerme la desentendida, pero fallé al instante ya que una enorme sonrisa en mis labios me había traicionado
“Con que Emmet, eh” – continuó mi amiga y me mordí el labio aún sonriendo – “Te encanto” – afirmó
“Es simpático” – admití
“¡Vamos, Rose!” – exclamó mi amiga – “¿simpatico?” “¡En todos estos años que llevo conociéndote jamás te había visto comportarte así con un chico!”
“Tiene algo…” – murmuré mientras me dejaba caer sobre la cama – “no sé… esa mirada… su sonrisa” – me había perdido otra vez en mis pensamientos. La delicada risa de Bella me trajo a la realidad – “No te burles, Bella” – pedí
“No me burlo, Rose” – se defendió mi amiga – “solo que deberías verte la cara, casi se te cae la baba” – siguió riendo y esperé hasta que se calmara para hablar
“No creo que sea muy distinta a la que tu pones cuando estas con Edward, ó hablas de él” – recordé y mi amiga se sentó a mi lado
“Parece que también tú le gustas” – dijo y volví a sonreír. Los chicos entraron con las cosas necesarias para quedarnos todo el fin de semana. Repentinamente, la idea no se me hacía tan mal. Al contrario, me gustaba.
Al entrar, Emmet me volvió a dedicar una mirada y una sonrisa de lado. Se había quitado la camisa y solo andaba con una ligera camiseta blanca que dejaba al descubierto sus marcados brazos y su plano y cuadrado pecho. Bella se había puesto de pie para caminar hacia Edward, quien la cogió entre sus brazos y depositó un tierno beso en su frente.
“Creo que mejor pediremos otra cabaña” – dijo Bella con intención – “puede que no estemos cómodos los cuatro en una sola” - La miré de forma acusadora, pero no protesté – “en seguida regresamos” – anunció mientras salía y se llevaba a Edward con ella
“Hemos quedado solos” – comentó Emmet y sentí como un ligero rubor corría por mis mejillas
“Parece que ellos han venido a pasarla muy bien” –
“También nosotros podemos hacer lo mismo” – sonreí al darle doble interpretación a sus palabras. Desconocía si la ambigüedad solo había sido idea mía
“Espero seas una grata compañía” – respondí – “no me gustaría el haber venido a este lugar solo a aburrirme”
“Ten seguro que no pasara eso” – prometió sin dejar de emitir esa sonrisa tan arrebatadora
EDWARD POV
“¿Otra cabaña?” – pregunté confundido mientras Bella me llevaba hacia la recepción del centro turístico
“Digamos que quiero… privacidad” – contestó mientras me jalaba del cuello de la camisa y acercaba su boca a la mía. No pude evitar sonreír ante la idea. Al llegar, una mujer nos atendió
“¿En qué les puedo servir?” – preguntó y sentí como Bella cambiaba su despreocupada voz por una más hostil
“Queremos rentar otra cabaña” – informó mientras su brazo apretaba fuertemente mi cintura. Me imaginé que, tal vez, estaba celosa, así que me limité a pegar mi rostro en sus cabellos e inhalar su perfume
“Con gusto” – escuché que dijo la señorita, nos entregó un papel, el cual me apresuré a tomar
“Edward, yo iba a pagar” – discutió mi novia de regreso, después de darle el billete a la muchacha (quien por cierto había rozado con intención mis dedos)
Frené la marcha. Me incliné para besarla ya que parecía molesta
“Bella, no quiero que gastes en mí” – le dije y ella puso los ojos en blanco
“Yo tampoco quiero que tu lo hagas” – fruncí los labios y suspiré profundamente.
“Tal vez no te pueda dar mucho…” – comencé a decir mientras posaba un dedo sobre sus labios para que no comenzara a protestar – “… pero lo poco que te pueda dar, te lo daré con gusto” “Yo no quiero, por orgullo y por que te amo realmente, el que tu cubras todos los gastos cada vez que salgamos, por muy mínimos que sean”
“Esta relación esta formada por dos: tu y yo…”
“Me basta con que me quieras, eso ya es bastante” – interrumpí
“Para mi también ya es mucho el que me quieras” - dijo y pude sentir su sinceridad y convicción en cada palabra
“Podrías conseguirte a alguien mejor sin ningún problema” – sonreí sin humor. Era la verdad, y estaba completamente conciente ello. Bella frunció sus cejas, por un momento pensé que íbamos a empezar a discutir, más solo se limitó a capturar mi cuello con sus brazos y juntar sus labios con los míos.
Eso era la mejor manera de dar por terminada una discusión, no había duda.
“Jamás te cambiaría” – murmuró contra mis labios, no abrí mis ojos, me limité a escuchar sus dulces palabras mientras me dejaba embriagar por su aliento – “Dudo mucho que haya alguien mejor que tu, Edward Cullen. Grábatelo en la mente: siempre estaré contigo”
“Siempre” – acordé y volví a unir mi boca con la suya para besarla y besarla hasta que el aliento nos faltó.
ALICE POV
“Quita el seguro ahora mismo” – ordené con la voz más amenazante que me fue posible. El muchacho negó con la cabeza mientras en su rostro se dibujaba la más estupida de las sonrisas – “No estoy jugando” - advertí
“Yo tampoco” – dijo mientras alzaba las cejas en un gesto inocente. Suspiré pesadamente y conté mentalmente hasta diez. Esto era irritante.
“¿Qué piensas hacer?” – pregunté cuando estuve ya un poco más calmada – “¿Tenerme encerrada toda la vida dentro de esto?”
“Se llama carro” – recordó con voz burlona. Me dieron ganas de pegarle un puñetazo a ese lindo rostro, pero me contuve
“Jasper, por favor, ya basta” – le miré a los ojos con gesto neutro. Tal vez así, su pequeño cerebrito captaba mejor las cosas
“Me llamaste por mi nombre” – comentó él y puse los ojos en blanco – “suena bien en tus labios” – reí sarcásticamente para ocultar mi nerviosismo – “¿Qué es lo gracioso?”
“Te informo que no todas caemos con un conjunto de palabras bonitas, cursis y comunes” – dije dejando de reír y volviendo a mirarle fijamente
“Eres muy hiriente ¿sabías?” – repuso él.
“¿En serio?” – pregunté con irónica preocupación – “para lo que me importa” – agregué cuando él asintió y subí, despreocupadamente, mis pies sobre la parte frontal
“Eres muy malcriada y grosera” – acuso – “¿También lo sabes?” – asentí mientras me mordía una uña – “Y parece que también te importa poco” – me encogí de hombros, dejándole en claro que me importaba poco lo que él o los demás pensaran de mí – “mereces unas buenas clases de educación”
“¿Y a ti que más te da si soy o no educada?” – pregunté de forma violenta – “¿Por qué no simplemente te limitas a abrir la maldita puerta para que me pueda ir?”
“No hasta que aprendas a tratarme como es debido” – abrí la boca ante la incredibilidad que me causaron sus palabras
“Como es debido” – repetí sin recuperarme aún de la impresión – “¿Y cómo se supone que te debo de tratar para que consideres mi actitud “debida”? – volví a clavar mis ojos en los suyos, los cuales se mantuvieron fijos y penetrantes. El gesto me comenzaba a poner nerviosa
“De esta manera” – dijo y se lanzó hacia mí presionando sus labios con los míos.
¡Maldito sea! Era la segunda vez que lo hacía y… la segunda vez que un fuego intenso bajaba por mí estomago.
Sus manos atraparon mi rostro, impidiéndome poder alejarme de aquellos labios suaves y calidos… ¡Mierda! La sensación me gustaba y eso no estaba bien… nada bien. Conocía a los de su clase: niños bonitos que piensan que pueden tener el mundo a sus pies, gente que disfrutaba humillando a los de mi clase por no tener lo que ellos si.
Juguetes. Eso era lo que nosotros significábamos para ellos.
Llevé mis manos hacia sus cabellos con la intensión de jalarlos para que me soltara, más en ese momento su boca se volvió más intensa, haciéndome flaquear al instante y dejando mis dedos enrollados en sus raíces, sin hacerle el más mínimo daño.
Volví a ordenar mis pensamientos desde el principio mientras sentía su sabor en mi boca, y cuando al fin pude reunir la cordura suficiente para retirar mis labios de los suyos, sus ojos claros me dejaron sin palabras durante dos segundos.
“¿Ves como si puedes portarte mejor?” – preguntó sacándome de su hechizó. Sonreí hipócritamente (dejando que disfrutara por un momento de su falsa ilusión) mientras empuñaba mi mano
“¿Tu crees?” – cuestioné de manera inocente. Podía ver en sus ojos que el idiota pensaba que me tenía comiendo de su mano mientras asentía. Y, cuando menos se lo esperó, le aventé un puñetazo con todas las fuerzas que pude.
Mis oídos disfrutaron tanto la queja de dolor que emitió el muchacho. Aproveché para alargar mi cuerpo y así poder alcanzar lo que, suponía yo, eran los botones de seguridad, tuve suerte de atinar a la primera. Los seguros se abrieron con un “click” y moví rápidamente mis manos para abrir la puerta
“¿A dónde crees que vas?” – dijo mientras me sujetaba la mano impidiendo mi huida. Ups. Su voz me dijo que el niño bonito estaba molesto
“¿Acaso quieres otra de mis grandes muestras de cordialidad?” – amenacé tratando de zafarme – “Ok. Tu lo pediste” – y le aventé otro puñetazo para que al fin me soltara.
“¡Alice, espera!” – pidió mientras se llevaba las dos manos hacia su rostro y yo salía corriendo hacia mi casa.
ROSE POV
El día tan esperado para ir a la Push había llegado. La idea no me causaba mucha emoción, pero había aceptado por Bella. Jamás había visto así de feliz a mi amiga y estaba dispuesta a ayudarla en todo lo que fuera posible.
“¿Saldras?” – preguntó mi madre en cuanto me vio bajar de las escaleras, acompañada de una muchacha que traía una pequeña maleta – “¿Con quién?” – quiso saber en cuanto asentí
“Con Bella” – informé – “iremos a un playa, nos quedaremos ahí todo el fin de semana”
“Dile a Jasper que te acompañe” – puse los ojos en blando
“Mamá, ya no soy una niña para tener que cargar con mi hermano a todos lados” – protesté
“Pues deberías” – repuso tajantemente – “No tienes ni la menor idea de los peligros que acechan allá fuera, y más para ustedes: dos pequeñas que, además de hermosas, provienen de familias con buena posición social”
“El chofer de Bella irá con nosotras” – dije para tranquilizar a mi madre
“Vaya consuelo” – murmuró con sarcasmo
“Mamá ya me voy” – le dije antes de que siguiera insistiendo. Salí de la casa a grandes zancadas. Bella ya me esperaba en la entrada de la casa junto con Edward. Sonreí al verla, se veía tan radiante en compañía de aquel joven
“¿Iremos a otro lado?” – cuestioné al ver que Edward tomaba una ruta diferente
“Pasaremos por Emmet, un amigo de Edward que irá con nosotros” – informó Bella. Llegamos a un pequeño parquecito ubicado a no más de cinco cuadras de mi casa
“¿Vive por acá cerca?” – quise saber al ver que aún nos encontrábamos en zona residencial. El novio de mi amiga asintió mientras estacionaba el carro. Era un día soleado, así que me puse las gafas al bajar del carro. Un muchacho muy guapo: alto, de buen cuerpo, piel blanca y cabello rizado y negro, se acercó hacia nosotros
“¡Edward!” – exclamó mientras se saludaban enérgicamente con la mano
“Emmet, ella es Bella” – informó el muchacho y sentí cierta envidia al oír como su voz acariciaba el nombre de mi amiga – “y ella es Rosalie, su amiga”
“Mucho gusto” – saludó el muchacho y extendió la mano primero hacia Bella y después hacia mí. Examiné, rápidamente, más su físico. Su ropa resultaba sencilla, seguramente su casa se encontraba cerca de la zona, más no dentro de ella, era fácil de deducirlo ya que, por lo que podía apreciar, no llevaba carro
“Mucho gusto” – dije mientras sonreía, me quitaba los lentes y alzaba la vista para verle, tenía unos ojos muy bonitos, los cuales se quedaron fijos en mis pupilas.
“Mucho gusto” – repitió mientras su mano se aferraba a la mía
“Ya habías dicho eso antes” – señalé sonriendo tímidamente. ¿Dije tímidamente? Ok. Eso jamás me había pasado antes. El muchacho se limitó a sonreír ampliamente sin dejar de penetrar en mis ojos
“Eh… Rose” – escuché que llamó Bella a lo lejos
“¿Si?”
“Ya… es hora de… irnos” – asentí. Me encontraba idiotizada por ese par de ojos castaños
“Si” – contesté
“Eh… no podemos irnos si no se suben al carro” – aquel comentario nos hizo reaccionar a ambos y reímos tontamente.
Emmet se comportó como un caballero, abrió la puerta para que pudiera subir al carro y me tendió la mano para lo mismo. En el camino, casi no hablamos. Cada quien se encontraba en su mundo. Bella con Edward y yo, con Emmet.
************************
“Ya te vi, Rose” – dijo con tono juguetón Bella cuando nos adelantábamos hacia la cabaña mientras los chicos bajaban las cosas del carro
“¿Qué cosa?” – quise hacerme la desentendida, pero fallé al instante ya que una enorme sonrisa en mis labios me había traicionado
“Con que Emmet, eh” – continuó mi amiga y me mordí el labio aún sonriendo – “Te encanto” – afirmó
“Es simpático” – admití
“¡Vamos, Rose!” – exclamó mi amiga – “¿simpatico?” “¡En todos estos años que llevo conociéndote jamás te había visto comportarte así con un chico!”
“Tiene algo…” – murmuré mientras me dejaba caer sobre la cama – “no sé… esa mirada… su sonrisa” – me había perdido otra vez en mis pensamientos. La delicada risa de Bella me trajo a la realidad – “No te burles, Bella” – pedí
“No me burlo, Rose” – se defendió mi amiga – “solo que deberías verte la cara, casi se te cae la baba” – siguió riendo y esperé hasta que se calmara para hablar
“No creo que sea muy distinta a la que tu pones cuando estas con Edward, ó hablas de él” – recordé y mi amiga se sentó a mi lado
“Parece que también tú le gustas” – dijo y volví a sonreír. Los chicos entraron con las cosas necesarias para quedarnos todo el fin de semana. Repentinamente, la idea no se me hacía tan mal. Al contrario, me gustaba.
Al entrar, Emmet me volvió a dedicar una mirada y una sonrisa de lado. Se había quitado la camisa y solo andaba con una ligera camiseta blanca que dejaba al descubierto sus marcados brazos y su plano y cuadrado pecho. Bella se había puesto de pie para caminar hacia Edward, quien la cogió entre sus brazos y depositó un tierno beso en su frente.
“Creo que mejor pediremos otra cabaña” – dijo Bella con intención – “puede que no estemos cómodos los cuatro en una sola” - La miré de forma acusadora, pero no protesté – “en seguida regresamos” – anunció mientras salía y se llevaba a Edward con ella
“Hemos quedado solos” – comentó Emmet y sentí como un ligero rubor corría por mis mejillas
“Parece que ellos han venido a pasarla muy bien” –
“También nosotros podemos hacer lo mismo” – sonreí al darle doble interpretación a sus palabras. Desconocía si la ambigüedad solo había sido idea mía
“Espero seas una grata compañía” – respondí – “no me gustaría el haber venido a este lugar solo a aburrirme”
“Ten seguro que no pasara eso” – prometió sin dejar de emitir esa sonrisa tan arrebatadora
EDWARD POV
“¿Otra cabaña?” – pregunté confundido mientras Bella me llevaba hacia la recepción del centro turístico
“Digamos que quiero… privacidad” – contestó mientras me jalaba del cuello de la camisa y acercaba su boca a la mía. No pude evitar sonreír ante la idea. Al llegar, una mujer nos atendió
“¿En qué les puedo servir?” – preguntó y sentí como Bella cambiaba su despreocupada voz por una más hostil
“Queremos rentar otra cabaña” – informó mientras su brazo apretaba fuertemente mi cintura. Me imaginé que, tal vez, estaba celosa, así que me limité a pegar mi rostro en sus cabellos e inhalar su perfume
“Con gusto” – escuché que dijo la señorita, nos entregó un papel, el cual me apresuré a tomar
“Edward, yo iba a pagar” – discutió mi novia de regreso, después de darle el billete a la muchacha (quien por cierto había rozado con intención mis dedos)
Frené la marcha. Me incliné para besarla ya que parecía molesta
“Bella, no quiero que gastes en mí” – le dije y ella puso los ojos en blanco
“Yo tampoco quiero que tu lo hagas” – fruncí los labios y suspiré profundamente.
“Tal vez no te pueda dar mucho…” – comencé a decir mientras posaba un dedo sobre sus labios para que no comenzara a protestar – “… pero lo poco que te pueda dar, te lo daré con gusto” “Yo no quiero, por orgullo y por que te amo realmente, el que tu cubras todos los gastos cada vez que salgamos, por muy mínimos que sean”
“Esta relación esta formada por dos: tu y yo…”
“Me basta con que me quieras, eso ya es bastante” – interrumpí
“Para mi también ya es mucho el que me quieras” - dijo y pude sentir su sinceridad y convicción en cada palabra
“Podrías conseguirte a alguien mejor sin ningún problema” – sonreí sin humor. Era la verdad, y estaba completamente conciente ello. Bella frunció sus cejas, por un momento pensé que íbamos a empezar a discutir, más solo se limitó a capturar mi cuello con sus brazos y juntar sus labios con los míos.
Eso era la mejor manera de dar por terminada una discusión, no había duda.
“Jamás te cambiaría” – murmuró contra mis labios, no abrí mis ojos, me limité a escuchar sus dulces palabras mientras me dejaba embriagar por su aliento – “Dudo mucho que haya alguien mejor que tu, Edward Cullen. Grábatelo en la mente: siempre estaré contigo”
“Siempre” – acordé y volví a unir mi boca con la suya para besarla y besarla hasta que el aliento nos faltó.
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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
Capítulo15: Atardecer
EDWARD POV
“hermosa” – comentó Emmett
“Si” – acordé yo, mientras veía como Bella caminaba frente a nosotros, al lado de su amiga
“Perfecta” – volvió a murmurar
“Más que eso” – dije y los dos suspiramos al unísono. – “Un momento” – paré tras salir de mi embelesamiento – “¿De quién hablas?”
“Pues de Rose, ¿De quién más?” – respondió mi amigo con obviedad
“¿Rose?” – repetí incrédulo y él asintió – “así que… mi amigo se enamoró a primera vista” – comenté divertido y la extensa sonrisa de Emmett me dio la razón
“¿Acaso no es hermosa?” – inquirió y yo me encogí de hombros – “¡Vamos, Edward! ¿Me vas a decir que no te has dado cuenta de lo sensual que es?”
“Realmente, desde que estoy con Bella, soy incapaz de ver a otra mujer” – una sonora carcajada estallo del pecho de mi amigo
“Si, como no” – discutió mientras me pegaba un puñetazo amistoso en mi hombro – “lo “don Juan” no creo que lo quite ni el más grande los amores” – bromeó mientras nos dejábamos caer sobre la arena de la playa. Bella y Rose caminaban y reían, me alegré de ver a mi novia así, feliz y sin preocupaciones.
Mi amigo y yo quedamos otro momento en silencio, ambos completando a las mujeres de las cuales estábamos prendados. En cierta parte, la actitud de Emmett me sorprendía, ya que no era conocido por ser alguien enamoradizo y, además, tenía cierto repudio por las niñas ricas y de sociedad como era Rose, aunque ciertamente, la despampanante amiga de Bella era alguien demasiado sencilla y carismática
“Edward” – llamó Bella mientras caminaba hacia mi con los brazos extendidos – “vamos a dar un paseo” – dijo y rápidamente me puse de pie y le cogí de las manos.
El horizonte de la playa (que parecía más bien un inmenso lago debido a la cadencia de olas) se estaba tornando de un color rojizo debido a que dentro de poco la tarde finalizaría y daría paso a la noche. Aún así, se podía sentir un agradable calor. Caminamos varios metros en silencio, con nuestras manos unidas fuertemente, ambos íbamos descalzos, sintiendo la arena en la planta de nuestros pies y la brisa alborotar nuestras ropas y nuestros cabellos
“Que hermoso atardecer” – comentó Bella cuando ya estábamos muy lejos de la otra pareja. Habíamos llegado a una parte de la playa en donde ya no había vida humana, solo las gaviotas volando sobre el mar nos acompañaban.
Bella se sentó en una piedra que se encontraba a la orilla del mar, siendo golpeado por pequeñas y débiles olas
“¿Estas feliz, verdad?” – pregunté mientras me sentaba a su lado. Ella asintió con una sonrisa en sus labios mientras jugueteaba el agua con sus pequeños pies
“Demasiado ¿Y tu?”
“¿Cómo no podría estarlo?” – contesté sinceramente. Bella clavó sus ojos en mí, y pude leer en ellos un brillo juguetón un segundo antes de que sus brazos me empujara hacia atrás tirándome hacia el agua. Caí sin poder evitarlo, mojándome toda la parte trasera de mi cuerpo, y su risa cantarina se elevó dos octavas más.
Yo también reí, era imposible no hacerlo teniendo como estimulante sus hermosos ojos color chocolate brillando de esa manera en su pálido rostro. Me puse de pie y ella leyó mis intenciones al instante, echándose a correr. Fue una ventaja muy grande para mí el que la arena húmeda empeorar su sentido de equilibrio y le impidiera avanzar no más de diez metros antes de poder alcanzarla
“¡Edward!” – exclamó entre risas mientras mis brazos la rodeaban y la arrastraba hacia el agua sin mucho esfuerzo – “¡Bájame!” – ordenó mientras pataleaba. Estuve a punto de tropezar debido a las fuertes carcajadas que me habían invadido, pero logré mantener el equilibrio y seguí adentrándome en la mar.
“Ojo por ojo…” – dije divertido mientras me preparaba para soltarla en el agua, que ahora me llegaba a las caderas
“¡No, Edward!” – gritó mientras mis brazos la soltaban para que se sumergiera, al momento en que una pequeña ola venía hacia nosotros. Mi novia no tardó en salir del agua con el semblante horrorizado, el cual me provocó más risa. En cuanto sus ojos me volvieron a encontrar, alzó sus brazos hacia mi cuello y los aferró ahí, como quien se agarra de una piedra para no ser llevada por la corriente – “no se nadar” – confesó mientras me abrazaba fuertemente – “no se nadar y me da pavor estar a más de dos metros de la orilla” – me sorprendió demasiado aquella confesión, y pese a lo divertido que resultaba verla así de indefensa y temerosa, también surgió esa necesidad inexplicable de hacerle saber que yo la protegería de todo, así que mis manos se aferraron a su pequeña cintura fuertemente
“No temas” – le dije con mis ojos fijos en los suyos – “nunca permitiría que algo te dañara” – mi atención se dirigió hacia varios cabellos húmedos pegados en su frente y en sus mejillas y solté una mano para retirarlos de ahí – “te amo” – murmuré mientras me perdía en el tibio calor de sus pupilas.
BELLA POV
A pesar de que el agua fresca del mar mojaba todo mi cuerpo, pude sentir el repentino calor que me dio cuando los dedos de Edward se deslizaron lentamente por mi rostro. El miedo se había ido, ahora podía sentir su cuerpo cerca del mío y le creía cuando me prometía que me iba a proteger de todo.
“Te amo” – murmuró y no importaba cuantas veces dijera la misma palabra, nunca dejarían de provocar que mi corazón se acelerara de manera casi imposible. Llevé mis manos hacia sus cabellos, humedeciendo las partes secas que quedaban de este, y de regresó, pasé la yema de mis dedos por el Angulo de sus mejillas y lo fuerte de su quijada; delinearon sus labios y bajaron hacia su cuello, siguiendo una gotita de agua salada que se perdía al toparse con su camisa pegada a su cuerpo.
Volví a levantar la mirada para encontrarme con la suya, ardiente como el sol que se empezaba a ocultar. Agradecí cuando sus labios buscaron los míos y se empezaron a mover de una manera tierna pero apasionada al mismo tiempo. Mis brazos dejaron libre su espalda y aprisionaron de nueva cuenta su cuello, atrayendo lo más posible su boca a la mía.
La mano que sostenía mi cintura comenzó a jugar debajo del agua para poder acariciar mi piel desnuda, sentí sus dedos apenas y rozar mi abdomen. Me encantaba esa parte de Edward, la cual comenzaba con caricias demasiado inocentes que me hacían desearlo más y más, hasta tener sus firmes manos apretando cada parte de mi cuerpo. Yo también comencé a explorar su cuerpo, mis manos dejaron sus cabellos alborotados para deslizarse por su espalda y sumergirse en el agua para poder acariciar su firme abdomen al mismo tiempo en que bajaba mis labios por su cuello y hombros, sintiendo el delicioso sabor salado que tenía debido al agua que los bañaba.
Emití un placentero suspiro cuando pude sentir sus dedos acariciar mis pezones previamente endurecidos, el calor de su piel con la frescura del agua que nos rodeaba hacían del momento algo espectacular. No me resistí cuando él fue extrayendo lentamente mi blusa y me dejaba descubierta ante sus ojos abrasadores. La noche ya había caído sobre nosotros, pegué mi cuerpo hacia el suyo al mismo tiempo en que sus manos atrapaban mis piernas y las acomodaba alrededor de su cintura, el movimiento no era difícil ya que la densidad de nuestros cuerpos hacía de la posición algo cómoda y muy excitante.
Recorrí mis labios en su torso desnudo, paseando, hasta donde se podía, mi lengua por cada línea que definía sus perfectos músculos, mientras sentía sus manos deslizarse por toda mi espalda y recorrer cada rincón de mi cuerpo, su boca se movía hacia mi cuello, el cual empezó a saborear de manera lenta, mis piernas se apretaron cuando sentí como, juguetonamente, mordía ligeramente una parte de mi cuello.
Volví a mover mis manos hacia sus cabellos, en donde empecé a masajear sus raíces mientras sus labios atrapaban los míos con movimientos profundos y jadeantes. Sus manos bajaron, rozando en el camino mis senos y comenzaron a bajar la falda que salió flotando de la profundidad. Con un movimiento rápido, logró aventarla hacia la orilla para que no se perdiera en la inmensidad de nuestra húmeda cama e hicimos lo mismo con sus shorts. Mis piernas se volvieron a enrollar alrededor de su cintura cuando nuestros cuerpos quedaron completamente al descubierto, y al instante pude sentir su dureza rozar mi centro, provocando que inconcientemente abriera mi boca y emitiera un jadeo al mismo tiempo en que mis ojos cerraban en un gesto de placer.
Lentamente, acomodó sus manos a cada lado de mis caderas y con suspiros profundos y cortados empezó a dirigir su sexo a mi interior. Mis manos buscaron su espalda y mi boca la suya, mientras sentía cada placentero movimiento emitido dentro de mí. Mis dedos se fueron enterrando más y más conforme el meneo de nuestras caderas aumentaba su velocidad y la oscilación de las olas se veía afectada por ello. El sudor de nuestros cuerpos se convino con el agua del mar, mis jadeos se perdieron en la profunda oscuridad de la noche y mi cuerpo se tornó flácido como el agua cuando llegamos al final. Sentí como los brazos de Edward perdían por un momento su fuerza, dejando caer mi cuerpo hacia atrás mientras mis piernas lentamente aflojaban su cintura.
“Lo siento” – se disculpó sonriendo entrecortadamente mientras su mano impedía que mi cuerpo cayera completamente de espaldas y su rostro se hundía en el hueco de mi cuello y hombro. Entrelacé mis brazos alrededor de su nuca, sintiendo mi piel aún exitada por el roce de su aliento en ella y por sus manos posadas en mi espalda. Recargué mi cabeza sobre su pecho, me sentía demasiado cansada, como nunca me había sentido antes. Cerré mis ojos mientras escuchaba el latir de su corazón acelerado y suspiré completamente complacida al saber que solamente era mío
ROSE POV
“¿Se abran perdido?” – preguntó Emmet mientras veía el cielo estrellado levantándose sobre nosotros. Reí con verdadero humor
“Créeme que lo inocente no se te da” – dije y me miró sonriente también
“¿No?” – inquirió con gesto exageradamente inocente – “¿Por qué dices eso?”
“Mi radar nunca me ha fallado” – respondí mientras me señalaba con un dedo la frente
“¿Tu radar?” “¿Radar de qué?”
“Localiza a hombres playboys a gran distancia y con gran facilidad” – una sonora carcajada salió de su pecho
“¿Playboy yo?” – inquirió aún sonriendo y yo asentí – “déjame entonces decirte que debes darle mantenimiento a ese radar” – aconsejó – “te esta fallando, y de manera terrible”
“¿Me vas a negar que no eres entonces de esos tipos que les encanta andar con una y con otra?” – reté mirándole a los ojos
“Si, te lo voy a negar” – respondió él con una sonrisa en los labios pero pupilas serias, fruncí el rostro en una mueca de de burlona incredibilidad – “en serio” – insistió – “no soy lo que tu piensas. Es más ¿Te he dado un motivo durante esta tarde para que tengas ese concepto de mí?” – suspiré mientras me daba por vencida. Tenía razón, toda la tarde que habíamos pasado juntos, solo había dado muestra clara de ser un hombre completamente divertido, autentico, encantador, caballeroso e inconcientemente sexy…
“Esta bien” – dije – “trataré de no pensar que eres todo un pica flor” – otra vez volvió a reír – “aunque es difícil imaginarse que un chico como tu no tenga novias por montón”
“Estoy seguro que no me creerás si te digo que, hasta la fecha, solo una chica ha logrado llamar mi atención de una manera que llegué a pensar no era posible” – comentó
“¿Ah si?” – pregunté tratando de no hacer obvia la repentina desilusión que me había invadido. Él asintió sin despegar sus ojos de mí – “me imagino que no has de tardar mucho en pedirle que salga contigo” – dije a regañadientes y el vaciló antes de responder
“Dudo mucho que ella me haga caso” – fruncí el ceño al momento en que pensaba quién podría ser capaz de resistirse a ese muchacho tan guapo y con esa personalidad tan única
“¿Por qué no habría de hacerlo?” –
“Ella es muy parecida a una diosa” – contestó – “casi podría pasar por una deidad” – sonreí tristemente, por primera vez no me sentí la más hermosa de todas, al contrario llegué a envidiar a la chica de la cual él se refería
“Deberías decírselo, de todas maneras” – aconsejé mientras fijaba mi vista en la arena que se explayaba debajo de nosotros
“¿Decirle que me gusta? ¿Qué me ha hechizado con solo verme a los ojos? ¿Qué con solo unas cuantas horas me ha demostrado ser la mujer más maravillosa y perfecta que podría llegar a imaginar?” – asentí tratando de sonreír.
“Si” – suspiré decepcionada, algo que muy dentro de mí, sabía que era estupido ¿cómo me había podido llegar a encariñar tanto con un hombre al que no tenía ni un día de haberlo conocido? – “eso es exactamente lo que deberías de decirle”
“Ya se lo dije” – murmuró provocando que me lograra sentir confundida
“¿Cuándo…?”
“Hace menos de un sesenta segundos” – interrumpió clavando sus ojos en los míos y cortándome la respiración – “la mujer de la que te hablo esta frente a mí” – mis ojos se dilataron al mismo tiempo en que mis mejillas adquirían un rubor calido en ellas – “eres tu” – concluyó
“Deja de bromear” – pedí con un susurro, incapaz de hablar más fuerte por la ola de emociones tan desconocidas que me habían invadido
“No estoy bromeando, Rose” – discutió amablemente y una de sus manos atrapó las mías – “te sonara tonto y tal vez descabellado pero… desde que te vi, sentí algo muy profundo por ti, sé que es pronto, demasiado pronto, pero me gustaría y me alegraría demasiado si fueras capaz de darme un oportunidad para conocernos mejor” – mi mente comenzó a pensar muchas cosas, buenas, malas, coherentes y no coherentes, y, al final, solo me limité a lanzarme hacia él para besarlo con pasión, como nunca antes lo había hecho.
EDWARD POV
“hermosa” – comentó Emmett
“Si” – acordé yo, mientras veía como Bella caminaba frente a nosotros, al lado de su amiga
“Perfecta” – volvió a murmurar
“Más que eso” – dije y los dos suspiramos al unísono. – “Un momento” – paré tras salir de mi embelesamiento – “¿De quién hablas?”
“Pues de Rose, ¿De quién más?” – respondió mi amigo con obviedad
“¿Rose?” – repetí incrédulo y él asintió – “así que… mi amigo se enamoró a primera vista” – comenté divertido y la extensa sonrisa de Emmett me dio la razón
“¿Acaso no es hermosa?” – inquirió y yo me encogí de hombros – “¡Vamos, Edward! ¿Me vas a decir que no te has dado cuenta de lo sensual que es?”
“Realmente, desde que estoy con Bella, soy incapaz de ver a otra mujer” – una sonora carcajada estallo del pecho de mi amigo
“Si, como no” – discutió mientras me pegaba un puñetazo amistoso en mi hombro – “lo “don Juan” no creo que lo quite ni el más grande los amores” – bromeó mientras nos dejábamos caer sobre la arena de la playa. Bella y Rose caminaban y reían, me alegré de ver a mi novia así, feliz y sin preocupaciones.
Mi amigo y yo quedamos otro momento en silencio, ambos completando a las mujeres de las cuales estábamos prendados. En cierta parte, la actitud de Emmett me sorprendía, ya que no era conocido por ser alguien enamoradizo y, además, tenía cierto repudio por las niñas ricas y de sociedad como era Rose, aunque ciertamente, la despampanante amiga de Bella era alguien demasiado sencilla y carismática
“Edward” – llamó Bella mientras caminaba hacia mi con los brazos extendidos – “vamos a dar un paseo” – dijo y rápidamente me puse de pie y le cogí de las manos.
El horizonte de la playa (que parecía más bien un inmenso lago debido a la cadencia de olas) se estaba tornando de un color rojizo debido a que dentro de poco la tarde finalizaría y daría paso a la noche. Aún así, se podía sentir un agradable calor. Caminamos varios metros en silencio, con nuestras manos unidas fuertemente, ambos íbamos descalzos, sintiendo la arena en la planta de nuestros pies y la brisa alborotar nuestras ropas y nuestros cabellos
“Que hermoso atardecer” – comentó Bella cuando ya estábamos muy lejos de la otra pareja. Habíamos llegado a una parte de la playa en donde ya no había vida humana, solo las gaviotas volando sobre el mar nos acompañaban.
Bella se sentó en una piedra que se encontraba a la orilla del mar, siendo golpeado por pequeñas y débiles olas
“¿Estas feliz, verdad?” – pregunté mientras me sentaba a su lado. Ella asintió con una sonrisa en sus labios mientras jugueteaba el agua con sus pequeños pies
“Demasiado ¿Y tu?”
“¿Cómo no podría estarlo?” – contesté sinceramente. Bella clavó sus ojos en mí, y pude leer en ellos un brillo juguetón un segundo antes de que sus brazos me empujara hacia atrás tirándome hacia el agua. Caí sin poder evitarlo, mojándome toda la parte trasera de mi cuerpo, y su risa cantarina se elevó dos octavas más.
Yo también reí, era imposible no hacerlo teniendo como estimulante sus hermosos ojos color chocolate brillando de esa manera en su pálido rostro. Me puse de pie y ella leyó mis intenciones al instante, echándose a correr. Fue una ventaja muy grande para mí el que la arena húmeda empeorar su sentido de equilibrio y le impidiera avanzar no más de diez metros antes de poder alcanzarla
“¡Edward!” – exclamó entre risas mientras mis brazos la rodeaban y la arrastraba hacia el agua sin mucho esfuerzo – “¡Bájame!” – ordenó mientras pataleaba. Estuve a punto de tropezar debido a las fuertes carcajadas que me habían invadido, pero logré mantener el equilibrio y seguí adentrándome en la mar.
“Ojo por ojo…” – dije divertido mientras me preparaba para soltarla en el agua, que ahora me llegaba a las caderas
“¡No, Edward!” – gritó mientras mis brazos la soltaban para que se sumergiera, al momento en que una pequeña ola venía hacia nosotros. Mi novia no tardó en salir del agua con el semblante horrorizado, el cual me provocó más risa. En cuanto sus ojos me volvieron a encontrar, alzó sus brazos hacia mi cuello y los aferró ahí, como quien se agarra de una piedra para no ser llevada por la corriente – “no se nadar” – confesó mientras me abrazaba fuertemente – “no se nadar y me da pavor estar a más de dos metros de la orilla” – me sorprendió demasiado aquella confesión, y pese a lo divertido que resultaba verla así de indefensa y temerosa, también surgió esa necesidad inexplicable de hacerle saber que yo la protegería de todo, así que mis manos se aferraron a su pequeña cintura fuertemente
“No temas” – le dije con mis ojos fijos en los suyos – “nunca permitiría que algo te dañara” – mi atención se dirigió hacia varios cabellos húmedos pegados en su frente y en sus mejillas y solté una mano para retirarlos de ahí – “te amo” – murmuré mientras me perdía en el tibio calor de sus pupilas.
BELLA POV
A pesar de que el agua fresca del mar mojaba todo mi cuerpo, pude sentir el repentino calor que me dio cuando los dedos de Edward se deslizaron lentamente por mi rostro. El miedo se había ido, ahora podía sentir su cuerpo cerca del mío y le creía cuando me prometía que me iba a proteger de todo.
“Te amo” – murmuró y no importaba cuantas veces dijera la misma palabra, nunca dejarían de provocar que mi corazón se acelerara de manera casi imposible. Llevé mis manos hacia sus cabellos, humedeciendo las partes secas que quedaban de este, y de regresó, pasé la yema de mis dedos por el Angulo de sus mejillas y lo fuerte de su quijada; delinearon sus labios y bajaron hacia su cuello, siguiendo una gotita de agua salada que se perdía al toparse con su camisa pegada a su cuerpo.
Volví a levantar la mirada para encontrarme con la suya, ardiente como el sol que se empezaba a ocultar. Agradecí cuando sus labios buscaron los míos y se empezaron a mover de una manera tierna pero apasionada al mismo tiempo. Mis brazos dejaron libre su espalda y aprisionaron de nueva cuenta su cuello, atrayendo lo más posible su boca a la mía.
La mano que sostenía mi cintura comenzó a jugar debajo del agua para poder acariciar mi piel desnuda, sentí sus dedos apenas y rozar mi abdomen. Me encantaba esa parte de Edward, la cual comenzaba con caricias demasiado inocentes que me hacían desearlo más y más, hasta tener sus firmes manos apretando cada parte de mi cuerpo. Yo también comencé a explorar su cuerpo, mis manos dejaron sus cabellos alborotados para deslizarse por su espalda y sumergirse en el agua para poder acariciar su firme abdomen al mismo tiempo en que bajaba mis labios por su cuello y hombros, sintiendo el delicioso sabor salado que tenía debido al agua que los bañaba.
Emití un placentero suspiro cuando pude sentir sus dedos acariciar mis pezones previamente endurecidos, el calor de su piel con la frescura del agua que nos rodeaba hacían del momento algo espectacular. No me resistí cuando él fue extrayendo lentamente mi blusa y me dejaba descubierta ante sus ojos abrasadores. La noche ya había caído sobre nosotros, pegué mi cuerpo hacia el suyo al mismo tiempo en que sus manos atrapaban mis piernas y las acomodaba alrededor de su cintura, el movimiento no era difícil ya que la densidad de nuestros cuerpos hacía de la posición algo cómoda y muy excitante.
Recorrí mis labios en su torso desnudo, paseando, hasta donde se podía, mi lengua por cada línea que definía sus perfectos músculos, mientras sentía sus manos deslizarse por toda mi espalda y recorrer cada rincón de mi cuerpo, su boca se movía hacia mi cuello, el cual empezó a saborear de manera lenta, mis piernas se apretaron cuando sentí como, juguetonamente, mordía ligeramente una parte de mi cuello.
Volví a mover mis manos hacia sus cabellos, en donde empecé a masajear sus raíces mientras sus labios atrapaban los míos con movimientos profundos y jadeantes. Sus manos bajaron, rozando en el camino mis senos y comenzaron a bajar la falda que salió flotando de la profundidad. Con un movimiento rápido, logró aventarla hacia la orilla para que no se perdiera en la inmensidad de nuestra húmeda cama e hicimos lo mismo con sus shorts. Mis piernas se volvieron a enrollar alrededor de su cintura cuando nuestros cuerpos quedaron completamente al descubierto, y al instante pude sentir su dureza rozar mi centro, provocando que inconcientemente abriera mi boca y emitiera un jadeo al mismo tiempo en que mis ojos cerraban en un gesto de placer.
Lentamente, acomodó sus manos a cada lado de mis caderas y con suspiros profundos y cortados empezó a dirigir su sexo a mi interior. Mis manos buscaron su espalda y mi boca la suya, mientras sentía cada placentero movimiento emitido dentro de mí. Mis dedos se fueron enterrando más y más conforme el meneo de nuestras caderas aumentaba su velocidad y la oscilación de las olas se veía afectada por ello. El sudor de nuestros cuerpos se convino con el agua del mar, mis jadeos se perdieron en la profunda oscuridad de la noche y mi cuerpo se tornó flácido como el agua cuando llegamos al final. Sentí como los brazos de Edward perdían por un momento su fuerza, dejando caer mi cuerpo hacia atrás mientras mis piernas lentamente aflojaban su cintura.
“Lo siento” – se disculpó sonriendo entrecortadamente mientras su mano impedía que mi cuerpo cayera completamente de espaldas y su rostro se hundía en el hueco de mi cuello y hombro. Entrelacé mis brazos alrededor de su nuca, sintiendo mi piel aún exitada por el roce de su aliento en ella y por sus manos posadas en mi espalda. Recargué mi cabeza sobre su pecho, me sentía demasiado cansada, como nunca me había sentido antes. Cerré mis ojos mientras escuchaba el latir de su corazón acelerado y suspiré completamente complacida al saber que solamente era mío
ROSE POV
“¿Se abran perdido?” – preguntó Emmet mientras veía el cielo estrellado levantándose sobre nosotros. Reí con verdadero humor
“Créeme que lo inocente no se te da” – dije y me miró sonriente también
“¿No?” – inquirió con gesto exageradamente inocente – “¿Por qué dices eso?”
“Mi radar nunca me ha fallado” – respondí mientras me señalaba con un dedo la frente
“¿Tu radar?” “¿Radar de qué?”
“Localiza a hombres playboys a gran distancia y con gran facilidad” – una sonora carcajada salió de su pecho
“¿Playboy yo?” – inquirió aún sonriendo y yo asentí – “déjame entonces decirte que debes darle mantenimiento a ese radar” – aconsejó – “te esta fallando, y de manera terrible”
“¿Me vas a negar que no eres entonces de esos tipos que les encanta andar con una y con otra?” – reté mirándole a los ojos
“Si, te lo voy a negar” – respondió él con una sonrisa en los labios pero pupilas serias, fruncí el rostro en una mueca de de burlona incredibilidad – “en serio” – insistió – “no soy lo que tu piensas. Es más ¿Te he dado un motivo durante esta tarde para que tengas ese concepto de mí?” – suspiré mientras me daba por vencida. Tenía razón, toda la tarde que habíamos pasado juntos, solo había dado muestra clara de ser un hombre completamente divertido, autentico, encantador, caballeroso e inconcientemente sexy…
“Esta bien” – dije – “trataré de no pensar que eres todo un pica flor” – otra vez volvió a reír – “aunque es difícil imaginarse que un chico como tu no tenga novias por montón”
“Estoy seguro que no me creerás si te digo que, hasta la fecha, solo una chica ha logrado llamar mi atención de una manera que llegué a pensar no era posible” – comentó
“¿Ah si?” – pregunté tratando de no hacer obvia la repentina desilusión que me había invadido. Él asintió sin despegar sus ojos de mí – “me imagino que no has de tardar mucho en pedirle que salga contigo” – dije a regañadientes y el vaciló antes de responder
“Dudo mucho que ella me haga caso” – fruncí el ceño al momento en que pensaba quién podría ser capaz de resistirse a ese muchacho tan guapo y con esa personalidad tan única
“¿Por qué no habría de hacerlo?” –
“Ella es muy parecida a una diosa” – contestó – “casi podría pasar por una deidad” – sonreí tristemente, por primera vez no me sentí la más hermosa de todas, al contrario llegué a envidiar a la chica de la cual él se refería
“Deberías decírselo, de todas maneras” – aconsejé mientras fijaba mi vista en la arena que se explayaba debajo de nosotros
“¿Decirle que me gusta? ¿Qué me ha hechizado con solo verme a los ojos? ¿Qué con solo unas cuantas horas me ha demostrado ser la mujer más maravillosa y perfecta que podría llegar a imaginar?” – asentí tratando de sonreír.
“Si” – suspiré decepcionada, algo que muy dentro de mí, sabía que era estupido ¿cómo me había podido llegar a encariñar tanto con un hombre al que no tenía ni un día de haberlo conocido? – “eso es exactamente lo que deberías de decirle”
“Ya se lo dije” – murmuró provocando que me lograra sentir confundida
“¿Cuándo…?”
“Hace menos de un sesenta segundos” – interrumpió clavando sus ojos en los míos y cortándome la respiración – “la mujer de la que te hablo esta frente a mí” – mis ojos se dilataron al mismo tiempo en que mis mejillas adquirían un rubor calido en ellas – “eres tu” – concluyó
“Deja de bromear” – pedí con un susurro, incapaz de hablar más fuerte por la ola de emociones tan desconocidas que me habían invadido
“No estoy bromeando, Rose” – discutió amablemente y una de sus manos atrapó las mías – “te sonara tonto y tal vez descabellado pero… desde que te vi, sentí algo muy profundo por ti, sé que es pronto, demasiado pronto, pero me gustaría y me alegraría demasiado si fueras capaz de darme un oportunidad para conocernos mejor” – mi mente comenzó a pensar muchas cosas, buenas, malas, coherentes y no coherentes, y, al final, solo me limité a lanzarme hacia él para besarlo con pasión, como nunca antes lo había hecho.
Atal- .
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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
eso me encanto como alice le dio la leccion a jasper jajja a me encanta la salida haaaaaaa y emmett de enamora de rosaline a primera vista y ella tambien que lindo espro que pronto pongas mas atal me encanta esta historia
Irina Denali- .
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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
hola muy INTERESANTE la historia me fasina y muy hot .me rei mucho con alice y jasper ojala publiques pronto mas capitulos
vaneian08- .
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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
tienes que subir mas capitulos...
aprovechando el fin de semana largo
porque nose que acer.. mas que leer xdd
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porque nose que acer.. mas que leer xdd
nessie17- .
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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
q lindos emmett y rose
y jeje bien hecho alice q jasper aprenda a respetar
y jeje bien hecho alice q jasper aprenda a respetar
Bbra- .
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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
aqui les dejo 5 capitulos mas
Capítulo 16: Zafiedad
JAPER POV
“Buenos días” – saludé mientras me sentaba para desayunar en el comedor
“¡Por Dios!” – exclamó mi madre al verme – “¿Qué te ha pasado, Jasper?” – instantáneamente me llevé la mano hacia mi mejilla derecha, en donde tenía un enorme moretón provocado por…
... prefería no pensar en su nombre
“No es nada” – traté de calmar mientras picaba una fruta con el tenedor y me la llevaba a la boca
“¿Cómo que nada?” – insistió mi madre con indignación – “¡Que hijos tengo, Dios mío! Tu hermana se va a no sé donde sola y ¡Tu! ¡Saber en que andas para que tengas en el rostro semejante golpe!” – suspiré pesadamente mientras luchaba por no hacer una mueca la cual sabía perfectamente enfurecería más a mi teatral madre – “Dime qué te pasó, Jasper” – ordenó severamente y tardé en contestar. ¿Qué le podía decir? “Mamá, no te preocupes, solo es puñetazo que me dio la sirvienta de los Swan por haberla besado” si no me quería quedar sin la señora que me dio la vida, era mejor no decir la verdad
“Me caí” – fue lo primero que se me ocurrió y, por supuesto, no fue nada convincente
“Mucho cuidado con lo que haces, Jasper” – advirtió mi madre mirándome fijamente. Asentí, incapaz de decir más y bajé mi vista hacia la comida que tenía frente a mí
“¿Y papá?” – pregunté para cambiar el tema
“Esta con sus socios, surgieron unos problemas con los McCarty”
“¿McCarty?” – repetí confundido – “no he escuchado hablar de ellos”
“Son una familia adinerada, pero vulgar” – informó mi madre con veneno en la voz – “tu padre había hecho unos negocios con ellos y, como era de esperarse, surgieron varios dilemas”
“Joven, tiene una llamada” – interrumpió una de las muchachas que labora en mi casa, trayendo consigo el teléfono inalámbrico. Le agradecí mientras tomaba el objeto entre mis manos
“¿Si, diga?” –
“¡Jazzy!” – no pude evitar hacer una mueca al escuchar aquella voz
“Vanne” – saludé con desgana y noté como mi madre fijaba su atención en mí – “¿qué tal?”
“¡Jazzy! ¿Por qué no me has hablado? ¿Acaso ya te olvidaste de mí?” – Si.
“No” – sería descortés decirle la verdad ¿no? – “lo siento, no he tenido tiempo”
“¡Han pasado semanas sin tener noticias tuyas!” – se quejó – “Estoy segura que si no te marcó, tu no lo habrías hecho” - ¡Oh! Al menos tenía un poco de coherencia
“Lo siento” – volví a decir
“¿Quién es?” – preguntó mi madre con recelo. Llevé mis manos hacia mis labios, para que callara y me paré de la mesa para alejarme de sus atentos oídos. Caminé hacia el jardín delantero mientras seguía escuchando, sin poner atención, las quejas de Vanesa
“¿…Verdad que me quieres?” – oh. Perdón. Ya había dejado de quejarse, había pasado a la etapa en la que me decía que me quería y, prácticamente, me obligaba a decirle lo mismo cien veces – “¿Verdad, Jazzy?” – justamente en el momento en que le iba a responder (con una mentira, claro esta) mis ojos visualizaron a la única persona a la que le iba a decir esa palabra con toda la sinceridad de mi corazón
“¿Qué hace aquí?” – pensé en voz alta mientras fruncía el ceño
“¿Qué cosa, Jazz?” – dijo la voz al lado de la línea que apenas y escuché. Era ella, era Alice en mi casa, llevaba puesto el uniforme y parecía estar esperando a ser atendida, por sus facciones, parecía no sentirse cómoda, pero estaba seguro de que aún no me había visto. Colgué sin despedirme de la chica que me había llamado y caminé de tal forma en la que ella siguiera ignorando mi presencia
“¿Se le ofrece algo, joven?” – preguntó una muchacha haciéndome saltar de la impresión
“¿Quién es la chica que esta esperando en el jardín?” – cuestioné aparentando indiferencia
“Es la sirvienta de los Swan” – informó la muchacha – “pide hablar con la señora, dice tener un recado”
“¿Ya se lo dijiste a mi madre?” – la chica negó – “no se lo digas” – ordené rápidamente – “creo que se siente mal: me dijo que le dolía la cabeza, no quiero que la molesten” – justifiqué – “yo atenderé a la muchacha, solo llévala al jardín trasero y no le digas que yo estaré ahí”
“Si, joven” – asintió, sin discutir nada, más pude leer en sus ojos la extrañeza que le daba mi comportamiento.
Corrí hacia el lugar predicho y me escondí detrás de unos arbustos, mirando desde ahí la llegada de Alice. Miré hacia todos lados para asegurarme de que no había alguien vigilándome y, cuando estuve seguro de que nadie más que ella y yo estábamos en ese jardín, caminé en silencio para que no me escuchara, acercándome a ella por la espalda
“Hola” – saludé mientras acercaba mis labios a su oído provocando que la muchacha saltara y ahogara un grito
“¿Qué haces aquí?” – escupió tras recuperarse, lo cual no le tomó más que dos segundos
“Esta es mi casa” – recordé con una sonrisa burlona
“Pedí hablar con tu madre” – arrastró las palabras con fiereza
“Ella está ocupada, así que yo te atenderé” –
“En ese caso, mejor vengo más tarde” – dijo mientras empezaba a caminar hacia la salida del jardín
“¿Por qué?” – pregunté en cuanto atrapé su cintura con mis manos, impidiéndole que diera un paso más, me perdí en la delicada forma de su cuerpo, sintiendo su fragilidad en mis manos
“Te encanta tener la cara moreteada, ¿Verdad?” – soltó deshaciendo la cárcel de mis manos y encarándome
“Te recuerdo que estas en mis dominio; si me agrades, te meterás en problemas muy serios” – dije sonriendo con suficiencia al ver que tal hecho en realidad la reprimía – “¿Por qué no tomamos asiento para que así me digas el motivo de tu visita?” – ofrecí con un gesto en la mano
“Esto no es una visita” – aclaró, pero aún así, caminó hacia la mesa de campo que teníamos adornando el lugar – “vengo a dejarles esto” – me tendió un grueso sobre con nuestro apellido impreso en la carátula – “las señora los invita a una fiesta que acaba de improvisar para hoy en la noche, después de que la señorita Bella y su hermana estén de regreso” – explicó
“Oh” – fue lo único que pude decir ya que lo único me importaba era que aquella jovencita estaba frente a mí, el motivo era insustancial – “gracias” – la chica asintió y se puso de pie al segundo siguiente – “¿Ya te vas?” – pregunté mientras la imitaba rápidamente
“Por supuesto que me voy” – contestó sin mirarme y huyendo de nuevo del lugar
“Espera” – pedí mientras la tomaba del brazo, impidiendo otra vez que se fuera ¿Por qué me costaba tanto dejarla ir?
“¿Ahora qué quieres?” – atajó tratando de soltar su brazo de mis dedos, automáticamente moví mi otra mano hacia su otra extremidad, de esa manera no podía hacer nada: no podía zafarse, ni pegarme – “no quiero problemas, Jasper” – aún con la voz furiosa, el sonido que sus labios conferían a mi nombre me gustaba de una forma extraña
“No los busques entonces” – dije – “no tienes por qué agredirme, no hay motivo para que lo hagas”
“¿Qué no hay motivos?” – repitió de manera violenta – “¿Acaso no es suficiente el hecho de que todo el tiempo quieres aprovecharte de mí?” – soltó
“Eso no es verdad” – discutí y ella rió sin humor
“¿Por qué no te buscas a alguien más para molestar?” – recomendó - “créeme, si buscas bien, encontraras a alguien a quien puedas engañar fácilmente”
“¿Me dices mentiroso?” – pregunté de forma retadora
“Si” – contestó ella sin estragos de la más mínima intimidación. Aquello me ofendió de manera estupida ¿Qué debía de importarme lo que una simple sirvienta pensara de mí?
“Tienes razón” – dije mientras apretaba más mis dedos alrededor de sus delgados brazos – “demasiado razón” - mis ojos se clavaron fijamente en los suyos, concentrándome para no perderme en ellos y después, junté mi boca con la suya de forma agresiva, ella no pudo rechazarme, mi fuerza era suficiente como para paralizarla y dejarla a mi merced, moví mis labios con los suyos, luchando por sentir poder sobre cualquier otro sentimiento amenazando con salir. Separé nuestras bocas al advertir que comenzaba a dejarme llevar por el sabor de su saliva y la miré con el mayor desprecio que me fue posible.
“Te llevaría a mi cama en el instante que yo quisiera” – le dije con voz altanera – “pero viéndolo mejor y como tu dices: ¿para que pierdo mi tiempo contigo? Si en lugar de una mugrosa escuincla como tu, puedo conseguirme a una mujer de verdad” – podría jurar que los negros ojos de Alice se nublaron, pero antes de que pudiera estar seguro de ello, los desvió hacia otro lado.
Sentí como su respiración se volvía pesada, por los movimientos de sus brazos al compás de su pecho y, después, solo sentí mucho, mucho, muchísimo dolor. Alice me había dado un rodillazo en mi glande, provocando al instante que la liberara ya que me vi en la necesidad de tirarme al suelo retorciéndome del dolor
“Eso es para que te queden ganas de coger con la mujer que te logres conseguir, imbecil” – escupió antes de darse media vuelta y desaparecer de mi vista
BELLA POV
Estaba triste, el fin de semana había acabado y el tiempo se me había pasado volando. Me despedí de aquella playa con mirada melancólica
“¿Te pasa algo?” – preguntó Edward mientras me abrazaba por la espalda
“No quisiera irme” – dije sin dejar de mirar el paisaje que se levantaba frente a nosotros – “me quedaría aquí a tu lado, para siempre”
“Podemos venir pronto” – comentó mi novio para levantarme el ánimo, más había algo más en todo esto, tanta paz me daba miedo. Edward depositó un beso sobre mi mejilla y yo llevé mi mano hacia sus cabellos para rozarlos levemente
“¿Dónde esta Rose?” – pregunté para distraerme y mi novio rió entre dientes
“Con Emmett” – yo también reí al escuchar la forma en que había dado la información y es que nuestros amigos no habían perdido tiempo alguno, les había pasado aquello que nosotros llamamos “amor a primera vista” difícil de creer, pero cierto, yo era testigo de ello
Edward enterró su rostro en mi hombro, y yo me limité a cerrar mis ojos mientras recostaba mi cabeza sobre la suya, sintiendo como la fresca brisa del mar rozaba mis mejillas. No sabía por qué, pero estaba nerviosa al pensar que volveríamos a casa, como si dejar aquel hermoso lugar presagiara cosas terribles y muy dolorosas…
… y no me equivocaba.
Llegamos a la casa más o menos como a las cuatro de la tarde y nos percatamos rápidamente del enorme alboroto que había adentro, al igual de que una lujosa camioneta estaba estacionada en el garage
Entré junto con Edward y me quedé estática al ver al muchacho de aspecto pedante que se encontraba de pie, al lado de mi madre y frente a nosotros
“¡Bella, preciosa! ¡cuanto tiempo sin verte!” – exclamó mientras caminaba y, sin que yo pudiera evitarlo, me cubría entre sus brazos
JAPER POV
“Buenos días” – saludé mientras me sentaba para desayunar en el comedor
“¡Por Dios!” – exclamó mi madre al verme – “¿Qué te ha pasado, Jasper?” – instantáneamente me llevé la mano hacia mi mejilla derecha, en donde tenía un enorme moretón provocado por…
... prefería no pensar en su nombre
“No es nada” – traté de calmar mientras picaba una fruta con el tenedor y me la llevaba a la boca
“¿Cómo que nada?” – insistió mi madre con indignación – “¡Que hijos tengo, Dios mío! Tu hermana se va a no sé donde sola y ¡Tu! ¡Saber en que andas para que tengas en el rostro semejante golpe!” – suspiré pesadamente mientras luchaba por no hacer una mueca la cual sabía perfectamente enfurecería más a mi teatral madre – “Dime qué te pasó, Jasper” – ordenó severamente y tardé en contestar. ¿Qué le podía decir? “Mamá, no te preocupes, solo es puñetazo que me dio la sirvienta de los Swan por haberla besado” si no me quería quedar sin la señora que me dio la vida, era mejor no decir la verdad
“Me caí” – fue lo primero que se me ocurrió y, por supuesto, no fue nada convincente
“Mucho cuidado con lo que haces, Jasper” – advirtió mi madre mirándome fijamente. Asentí, incapaz de decir más y bajé mi vista hacia la comida que tenía frente a mí
“¿Y papá?” – pregunté para cambiar el tema
“Esta con sus socios, surgieron unos problemas con los McCarty”
“¿McCarty?” – repetí confundido – “no he escuchado hablar de ellos”
“Son una familia adinerada, pero vulgar” – informó mi madre con veneno en la voz – “tu padre había hecho unos negocios con ellos y, como era de esperarse, surgieron varios dilemas”
“Joven, tiene una llamada” – interrumpió una de las muchachas que labora en mi casa, trayendo consigo el teléfono inalámbrico. Le agradecí mientras tomaba el objeto entre mis manos
“¿Si, diga?” –
“¡Jazzy!” – no pude evitar hacer una mueca al escuchar aquella voz
“Vanne” – saludé con desgana y noté como mi madre fijaba su atención en mí – “¿qué tal?”
“¡Jazzy! ¿Por qué no me has hablado? ¿Acaso ya te olvidaste de mí?” – Si.
“No” – sería descortés decirle la verdad ¿no? – “lo siento, no he tenido tiempo”
“¡Han pasado semanas sin tener noticias tuyas!” – se quejó – “Estoy segura que si no te marcó, tu no lo habrías hecho” - ¡Oh! Al menos tenía un poco de coherencia
“Lo siento” – volví a decir
“¿Quién es?” – preguntó mi madre con recelo. Llevé mis manos hacia mis labios, para que callara y me paré de la mesa para alejarme de sus atentos oídos. Caminé hacia el jardín delantero mientras seguía escuchando, sin poner atención, las quejas de Vanesa
“¿…Verdad que me quieres?” – oh. Perdón. Ya había dejado de quejarse, había pasado a la etapa en la que me decía que me quería y, prácticamente, me obligaba a decirle lo mismo cien veces – “¿Verdad, Jazzy?” – justamente en el momento en que le iba a responder (con una mentira, claro esta) mis ojos visualizaron a la única persona a la que le iba a decir esa palabra con toda la sinceridad de mi corazón
“¿Qué hace aquí?” – pensé en voz alta mientras fruncía el ceño
“¿Qué cosa, Jazz?” – dijo la voz al lado de la línea que apenas y escuché. Era ella, era Alice en mi casa, llevaba puesto el uniforme y parecía estar esperando a ser atendida, por sus facciones, parecía no sentirse cómoda, pero estaba seguro de que aún no me había visto. Colgué sin despedirme de la chica que me había llamado y caminé de tal forma en la que ella siguiera ignorando mi presencia
“¿Se le ofrece algo, joven?” – preguntó una muchacha haciéndome saltar de la impresión
“¿Quién es la chica que esta esperando en el jardín?” – cuestioné aparentando indiferencia
“Es la sirvienta de los Swan” – informó la muchacha – “pide hablar con la señora, dice tener un recado”
“¿Ya se lo dijiste a mi madre?” – la chica negó – “no se lo digas” – ordené rápidamente – “creo que se siente mal: me dijo que le dolía la cabeza, no quiero que la molesten” – justifiqué – “yo atenderé a la muchacha, solo llévala al jardín trasero y no le digas que yo estaré ahí”
“Si, joven” – asintió, sin discutir nada, más pude leer en sus ojos la extrañeza que le daba mi comportamiento.
Corrí hacia el lugar predicho y me escondí detrás de unos arbustos, mirando desde ahí la llegada de Alice. Miré hacia todos lados para asegurarme de que no había alguien vigilándome y, cuando estuve seguro de que nadie más que ella y yo estábamos en ese jardín, caminé en silencio para que no me escuchara, acercándome a ella por la espalda
“Hola” – saludé mientras acercaba mis labios a su oído provocando que la muchacha saltara y ahogara un grito
“¿Qué haces aquí?” – escupió tras recuperarse, lo cual no le tomó más que dos segundos
“Esta es mi casa” – recordé con una sonrisa burlona
“Pedí hablar con tu madre” – arrastró las palabras con fiereza
“Ella está ocupada, así que yo te atenderé” –
“En ese caso, mejor vengo más tarde” – dijo mientras empezaba a caminar hacia la salida del jardín
“¿Por qué?” – pregunté en cuanto atrapé su cintura con mis manos, impidiéndole que diera un paso más, me perdí en la delicada forma de su cuerpo, sintiendo su fragilidad en mis manos
“Te encanta tener la cara moreteada, ¿Verdad?” – soltó deshaciendo la cárcel de mis manos y encarándome
“Te recuerdo que estas en mis dominio; si me agrades, te meterás en problemas muy serios” – dije sonriendo con suficiencia al ver que tal hecho en realidad la reprimía – “¿Por qué no tomamos asiento para que así me digas el motivo de tu visita?” – ofrecí con un gesto en la mano
“Esto no es una visita” – aclaró, pero aún así, caminó hacia la mesa de campo que teníamos adornando el lugar – “vengo a dejarles esto” – me tendió un grueso sobre con nuestro apellido impreso en la carátula – “las señora los invita a una fiesta que acaba de improvisar para hoy en la noche, después de que la señorita Bella y su hermana estén de regreso” – explicó
“Oh” – fue lo único que pude decir ya que lo único me importaba era que aquella jovencita estaba frente a mí, el motivo era insustancial – “gracias” – la chica asintió y se puso de pie al segundo siguiente – “¿Ya te vas?” – pregunté mientras la imitaba rápidamente
“Por supuesto que me voy” – contestó sin mirarme y huyendo de nuevo del lugar
“Espera” – pedí mientras la tomaba del brazo, impidiendo otra vez que se fuera ¿Por qué me costaba tanto dejarla ir?
“¿Ahora qué quieres?” – atajó tratando de soltar su brazo de mis dedos, automáticamente moví mi otra mano hacia su otra extremidad, de esa manera no podía hacer nada: no podía zafarse, ni pegarme – “no quiero problemas, Jasper” – aún con la voz furiosa, el sonido que sus labios conferían a mi nombre me gustaba de una forma extraña
“No los busques entonces” – dije – “no tienes por qué agredirme, no hay motivo para que lo hagas”
“¿Qué no hay motivos?” – repitió de manera violenta – “¿Acaso no es suficiente el hecho de que todo el tiempo quieres aprovecharte de mí?” – soltó
“Eso no es verdad” – discutí y ella rió sin humor
“¿Por qué no te buscas a alguien más para molestar?” – recomendó - “créeme, si buscas bien, encontraras a alguien a quien puedas engañar fácilmente”
“¿Me dices mentiroso?” – pregunté de forma retadora
“Si” – contestó ella sin estragos de la más mínima intimidación. Aquello me ofendió de manera estupida ¿Qué debía de importarme lo que una simple sirvienta pensara de mí?
“Tienes razón” – dije mientras apretaba más mis dedos alrededor de sus delgados brazos – “demasiado razón” - mis ojos se clavaron fijamente en los suyos, concentrándome para no perderme en ellos y después, junté mi boca con la suya de forma agresiva, ella no pudo rechazarme, mi fuerza era suficiente como para paralizarla y dejarla a mi merced, moví mis labios con los suyos, luchando por sentir poder sobre cualquier otro sentimiento amenazando con salir. Separé nuestras bocas al advertir que comenzaba a dejarme llevar por el sabor de su saliva y la miré con el mayor desprecio que me fue posible.
“Te llevaría a mi cama en el instante que yo quisiera” – le dije con voz altanera – “pero viéndolo mejor y como tu dices: ¿para que pierdo mi tiempo contigo? Si en lugar de una mugrosa escuincla como tu, puedo conseguirme a una mujer de verdad” – podría jurar que los negros ojos de Alice se nublaron, pero antes de que pudiera estar seguro de ello, los desvió hacia otro lado.
Sentí como su respiración se volvía pesada, por los movimientos de sus brazos al compás de su pecho y, después, solo sentí mucho, mucho, muchísimo dolor. Alice me había dado un rodillazo en mi glande, provocando al instante que la liberara ya que me vi en la necesidad de tirarme al suelo retorciéndome del dolor
“Eso es para que te queden ganas de coger con la mujer que te logres conseguir, imbecil” – escupió antes de darse media vuelta y desaparecer de mi vista
BELLA POV
Estaba triste, el fin de semana había acabado y el tiempo se me había pasado volando. Me despedí de aquella playa con mirada melancólica
“¿Te pasa algo?” – preguntó Edward mientras me abrazaba por la espalda
“No quisiera irme” – dije sin dejar de mirar el paisaje que se levantaba frente a nosotros – “me quedaría aquí a tu lado, para siempre”
“Podemos venir pronto” – comentó mi novio para levantarme el ánimo, más había algo más en todo esto, tanta paz me daba miedo. Edward depositó un beso sobre mi mejilla y yo llevé mi mano hacia sus cabellos para rozarlos levemente
“¿Dónde esta Rose?” – pregunté para distraerme y mi novio rió entre dientes
“Con Emmett” – yo también reí al escuchar la forma en que había dado la información y es que nuestros amigos no habían perdido tiempo alguno, les había pasado aquello que nosotros llamamos “amor a primera vista” difícil de creer, pero cierto, yo era testigo de ello
Edward enterró su rostro en mi hombro, y yo me limité a cerrar mis ojos mientras recostaba mi cabeza sobre la suya, sintiendo como la fresca brisa del mar rozaba mis mejillas. No sabía por qué, pero estaba nerviosa al pensar que volveríamos a casa, como si dejar aquel hermoso lugar presagiara cosas terribles y muy dolorosas…
… y no me equivocaba.
Llegamos a la casa más o menos como a las cuatro de la tarde y nos percatamos rápidamente del enorme alboroto que había adentro, al igual de que una lujosa camioneta estaba estacionada en el garage
Entré junto con Edward y me quedé estática al ver al muchacho de aspecto pedante que se encontraba de pie, al lado de mi madre y frente a nosotros
“¡Bella, preciosa! ¡cuanto tiempo sin verte!” – exclamó mientras caminaba y, sin que yo pudiera evitarlo, me cubría entre sus brazos
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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
Capítulo 17: Fiesta parte 1
EDWAD POV
Furia. Eso fue lo que sentí en cuanto vi como sus manos cubrían su cuerpo: una terrible y bestial furia.
¿Cómo se atrevía? ¿Con qué derecho ponía sus dedos sobre su piel? su piel que era mía. Solamente yo tenía el derecho de hacer eso, solamente mis manos podían recorrerla, solamente yo era su dueño.
“Muchacho” – llamó la señora tronando los dedos en mi dirección, despertándome del infinito caos que me estaba consumando – “¿Qué haces aún aquí? Tu lugar esta en la cocina” - recordó y me sentí aún mucho peor al reconocer que simplemente había dicho la verdad. Asentí con la cabeza, y sentí los ojos de Bella posados en mí, más preferí marcharme sin verle.
Caminé a grandes zancadas hacia la cocina, hacia mi lugar, empujando fuertemente la puerta de vaivén al entrar, ni si quiera saludé a mi madre que se encontraba en la cocina de un lado a otro, siendo ayudada por mi hermana y por Tanya
“Edward, que bueno que has regresado” – exclamó Tanya con felicidad – “¿Te sirvo algo de comer?” - No respondí, no tenía ánimos de nada, simplemente me llevé las manos hacia la cara, en donde las dejé ahí por largo rato en un intento de controlarme
“¿Te encuentras bien, hijo?” – preguntó mi madre quien había dejado de hacer sus labores para atenderme, levanté la vista en su dirección y traté de sonreírle para tranquilizarla, más el gesto se quedó inconcluso en mis facciones
“No pasa nada” – dije mordiéndome la lengua – “¿Les puedo ayudar en algo?” – al mismo tiempo que hice la pregunta, Alice, quien no me había saludado (algo extraño en ella) dejó caer un plato al suelo
“Lo siento” – murmuró mientras se agachaba para recoger los restos esparcidos sobre el piso
“Yo limpio” – ofrecí mientras me ponía a su altura para ayudarle y pude ver que sus lindos ojos estaban enrojecidos – “¿Qué te pasa?” – pregunté molesto y preocupado. Mi hermana no era de las que lloraba con facilidad, por lo que supuse que algo muy malo había pasado o le habían hecho, para lograr ponerla en ese estado
“Nada” – respondió desviando su rostro hacia otra dirección y poniéndose de pie. Miré hacia mi madre, quien, sin necesidad de palabras, me dijo que estaba igual de preocupada que yo y que no sabía el motivo que le causaba a su hija ese eclipse de sus pupilas. Dejé de insistir, ya que sabía que a mi hermana no le gustaban las contemplaciones.
“¿Quiénes son?” – pregunté a Esme quien rápidamente supo a quienes me refería
“Son los Newton” – respondió – “una familia muy allegada a los Swan, parece que vienen a pasar un tiempo en esta casa”
“¿Ósea que no son familiares ni nada por el estilo?” – mi madre negó con la cabeza
“El joven Mike siempre ha mostrado mucho interés por la señorita” – informó, ignorando la rabia que me daba el saber aquello – “desde que trabajo aquí, han venido en un par de ocasiones, la señora les tiene mucha estima, por eso se le ha ocurrido hacer una fiesta de bienvenida…” – empuñé las manos sobre la mesa, mientras mis ojos se quedaron viendo fijamente los sofisticados bocadillos que Esme acomodaba en las charolas…
BELLA POV
No podían dejar de ver el camino por el cual Edward había desaparecido, sentía que no iba a poder contener por mucho tiempo las lágrimas que se asomaban en mis ojos de pura rabia
“No debiste de tratar así a Edward” – le dije a mi madre quien inmediatamente me miró de forma venenosa
“¿Ahora vas a defender al criado?” – preguntó pronunciando la ultima palabra con gran desprecio – “te voy a decir una cosa, Isabella: a la servidumbre hay que recordarle siempre su lugar, suelen olvidarlo muy fácilmente” – me mordí la lengua tan fuertemente que pude sentir la sangre mezclándose con mi saliva, tuve muchas ganas de gritarle a esa mujer. “¡trágate tus palabras, por que estoy enamorada del chofer, mamá!”
“¿Cómo estas, Bella?” – se me había olvidado que teníamos visitas. Si. VISITAS, desgraciadamente, no solamente Mike Newton habían llegado, también había venido su madre, la señora Newton y su hermana gemela: Heidi
“Bien” – contesté secamente a la señora y sentí la mirada furibunda de mi madre
“Cada ves te pones más hermosa” – comentó el chico al cual ni si quiera me molesté en mirarle
“Isabella, ¿Qué manera es esa de tratar a nuestros invitados?” – regañó mi madre ante mi silencio
“No estoy de humor” – aclaré sin rasgos de disculpa – “voy a mi recamara” – informé y salí de ahí en grandes zancadas y pude sentir como Renne venía detrás de mí
“Isabella” – llamó con voz firme en cuanto estuvimos fuera de la vista de los Newton
“¿Qué quieres?” – pregunté a la defensiva en cuanto su mano jaló bruscamente de mi brazo
“No te permito que te comportes de esa manera” – dijo – “eres una mal educada, ¿Acaso se te olvida que son como nuestra familia?”
“Serán familia para ti, no para mí” – aclaré y sentí sus largas uñas enterrarse en mis brazos – “me estas lastimando, Renne”
“Dejarás de comportarte de esa manera tan vulgar, Isabella” – ordenó con voz afilada – “tendremos una fiesta en la noche y no quiero ver ni uno más de tus numeritos” – dicho esto, me soltó y se fue. Empuñé mis manos en un intento de controlar las lágrimas y cerré los ojos fuertemente.
“¿Se encuentra bien, señorita?” – no me había dado cuenta que Alice estaba cerca, hasta que habló
“No” – contesté con la verdad – “¿Dónde esta tu hermano?” – quise saber
“En la cocina” – informó – “¿quiere que…?” – negué con la cabeza antes de que pudiera terminar la pregunta. No. No quería que Edward me viera en ese estado, sabía que lo lastimaría más.
“Bella” – llamó la chillante voz de Heidi, provocando que Alice se retirara en ese momento
“¿Qué paso?” – inquirí de forma tajante, la cual no pareció importarle a la rubia muchacha
“Venía para que platicáramos” – continuó y, sin autorización mía, se adentró en mi cuarto, dirigiéndose directamente a la cama, en donde se sentó placidamente – “¿Quién era el chico con el que entraste?” – preguntó con una sonrisa juguetona en los labios, no contesté, sabía a quien se refería y no estaba dispuesta a darle ni la más mínima información sobre mi novio
“Jamás había visto a un tipo tan galante” – prosiguió ante mi silenció – “¿De dónde lo conseguiste?... tiene unos ojos…”
“Sal de mi recamara, Heidi” – solté casi sacando espuma de la boca por la rabia, la chica rió de manera burlona, como si mi furia le pareciera divertida
“Vamos, Bella ¿por qué esa actitud tan pesada conmigo?” – preguntó con voz asquerosamente dulce – “Solo te estoy pidiendo información sobre el chico… aunque, pensándolo bien, mejor la averiguó por mi cuenta” – cerré mis ojos fuertemente, el fuego ardía por mis manos, las cuales querían destrozarla pedazo tras pedazo
“Suerte” – fue lo único que pude decir mientras caminaba hacia la puerta y, de manera muy descortés, la invité a que se largara de mi vista
La chica salió sin sentirse ofendida. Desde que éramos pequeñas, ambas estábamos concientes de lo mucho que nos aborrecíamos y lo poco que nos toleráramos, y en ese preciso momento yo, Isabella Swan, tenía la razón más grande del mundo como para querer desear la muerte de aquella muchacha: Edward Cullen
JASPER POV
Estupido, estupido, estupido…
¿Qué había hecho, maldita sea?...
Bueno, ¿Por qué tanto alboroto por esa chica? ¡Ya, déjala en paz! ¿Qué buscas de ella, Jasper? ¿Qué quieres?
“Jasper” – llamó mi hermana – “¿estas bien?”
“Si” – mentí mientras me ponía de pie y la saludaba con un beso en la mejilla – “¿Y tu?”
“¡Excelente!” – contestó rápidamente con los ojos brillosos y una sonrisa adornando su precioso rostro
“¿Y cuál es el motivo?” – pregunté realmente interesado
“¡Me he enamorado, Jazz!” – abrí los ojos, realmente admirado por la noticia…
“¿La frívola y exigente de mi hermana, enamorada?” – dije bromeando – “¿Y quién es el desafortunado?”
“Emmett McCarty” – respondió, adornando el nombre con un largo y profundo suspiro
“Emmett McCarty” – repetí… sabía que en algún lugar había escuchado ese apellido, pero no podía recordar en dónde, tenía la mente en otro lugar… y en otra persona
“¿Iras a la fiesta de los Swan?” – interrumpió mi hermana mis pensamientos
“Si” – contesté pensando solamente en una razón de aquella decisión: Alice Cullen. Era muy probable que ella estuviera presente ahí, era domingo, no tenía que ir a clases… y yo…
… necesitaba verla
¡Que idiota era! ¿Cómo podía tener anhelos de mirarla si tenía menos de cinco horas me había agredido, dejándome tirado en el suelo retorciéndome de dolor? ¿Con qué cara iba a presentarme frente a ella si tenía menos de cinco horas, le había dicho las peores palabras que se le podrían decir a una dama?
Solo iba en busca de un golpe más…
Pero ahí estaba el imbecil de Jasper parado frente a la mansión de los Swan, dispuesto a soportar a toda esa gente altanera y superficial, solamente por la vaga esperanza de ver a la muchachita aquella…
“Jasper, Rose, me alegra que hayan venido” – exclamó la señora Swan al vernos entrar y después, se llevó a mamá junto con ella. Mis ojos solo podían buscar a una persona, a la cual, felizmente localizaron de manera inmediata
Como había predicho, Alice estaba en la fiesta, claro, con uniforme y una charola en las manos, pero estaba, y se veía más hermosa que cualquier otra.
“¡Bella!” – dijo Rose en cuanto vio a su amiga, caminé junto con ella para saludar a la muchacha
“¿Te pasa algo?” – preguntamos al unísono mi hermana y yo al ver el cristal liquido que ensombrecía el marrón de sus ojos, Bella miró fijamente a mi hermana y entendí que necesitaba contarle algo, pero para eso, era necesario estar a solas, así que decidí darles su espacio y me encaminé hacia una esquina, buscando a mi paso a la pequeña motivación que me había llevado hacia ese lugar
“Jasper” – llamó la señora Swan en cuanto me vio solo - “¿Cómo estas, hijo?” – preguntó y yo le dediqué una sonrisa amable
“Muy bien” –
“Me alegra… ¿Sabes? Quiero que me respondas una pregunta, si no es indiscreción” – esperé en silencio y la señora prosiguió – “me gustaría saber si tu y mi hija…”
“Bella y yo somos solo amigos, señora” – interrumpí de manera educada
“Pensé que mi hija me había mentido, solamente para molestarme” – dijo con voz resignada – “pero ya veo que es verdad… debo admitir que estoy desilusionada” – prosiguió mientras su mano rozaba levemente mis mejillas, el gesto me incomodó
“Bella merece algo mucho mejor” – comenté y mi compañera rió sin humor
“Dudo que haya alguien mejor que tu, Jasper querido” – miró alrededor de su casa, posando sus ojos en cada uno de los jóvenes solteros que ahí se encontraban – “pero supongo que mi hija encontrara a un joven digno de ella, tarde o temprano”
“Estoy seguro que así será” – los ojos de la señora se posaron en mí por un momento y después se retiró, dejándome otra vez solo (y lo agradecí realmente). La compañía de aquella mujer no era, para nada, de mi agrado, había algo en su persona que me incomodaba...
Al menos, las cosas ya están claras, pensé mientras volvía a buscar entre el gentío a aquella niña de cabello y ojos oscuros
Y al fin, la volví a ver.
Mis pies se movieron de manera automática en su dirección, sin saber muy bien qué le iba a decir
“Hola” – saludé en cuanto llegué a ella y tomé de la charola que sostenía un vaso con refresco. Ella no contestó, solamente, se limitó a matarme con la mirada. Sabía que, si hubiéramos estado en otro lugar, me hubiera dicho lo miles de insultos que merecía en menos de un minuto.
Alice se dio media vuelta y siguió repartiendo botanas y refrescos. Yo no hablé con nadie más durante toda la noche, solamente me pase contemplándola y siguiéndola hasta donde me fue posible
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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
Capítulo 18: La Fiesta parte II
EDWARD POV
Cuánto hubiera dado por no tener que estar presente en ese lugar…
Con que infinito dolor tuve que aceptar (por que no me quedaba otra opción) el tener que ayudar a mi hermana y a Tanya en repartir las botanas y refrescos a los invitados.
“¡Ten cuidado, muchacho!” – exclamó la señora Swan cuando estuve a punto de tirar, sobre uno de los invitados, la charola en la que llevaba copas de vino – “¡Pareciera que no tuvieras ojos!” – sonreí hacia mis adentros ya que no tenía ni la más mínima idea de lo ciertas que eran sus palabras, y es que era cierto: yo no tenía más ojos que para ver a su hija, la cual también me miraba mientras bailaba en brazos de otro.
“Lo siento, señora” – dije mientras me perdía en la luminosidad de aquellos ojos color chocolate que me llamaban, que me invitaban hacia ella… y qué terrible era el saber que esa invitación no podía ser aceptada en ese momento.
“Hola” – saludó a mis espaldas una voz femenina, sacándome de mi embelesamiento. Giré mi cuerpo para verla, y debo admitir que me encontré con una belleza de mujer, la cual me dejó admirado – “¿Me permites?” – preguntó sonriendo mientras señalaba con un dedo a la charola que reposaba arriba de mis hombros
“Claro” – dije rápidamente mientras le facilitaba el alcance de las copas y ella cogía una, con un elegante movimiento
“Gracias” – volvió a sonreír de manera sinuosa y no pude evitar regresar el gesto de la misma forma, sintiéndome culpable al instante
“Permiso” – articulé para marcharme en cuanto a mi mente vino el rostro de Bella.
“Espera” – detuve mis pasos al instante
“¿Se le ofrece algo más?” – pregunté amablemente y ella cortó la distancia que había creado entre nuestros cuerpos, caminando en mi dirección con movimientos sensuales que resaltaban el rojo carmesí de su entallado vestido que se moldeaba tan bien a cada una de las delineadas curvas de su cuerpo
“Si” – contestó en cuanto ya estuvo a menos de un metro de mí. Esperé a que prosiguiera – “¿Sabes?” – dijo al fin – “esta fiesta me resulta aburrida” – desvié mi vista lejos de la suya.
“Podría buscarse una compañía para pasarla mejor” – recomendé con seriedad, otorgándole simplemente una sonrisa de cortesía
“¿Y por qué no me ofreces tú esa compañía que tanto necesito?”
“Por que le recuerdo, señorita, que esta usted hablando con un sirviente” – recordé y ella rió, con una chispa de diversión en sus verdes y rasgados ojos
“Déjame decirte que resultas mucho más interesante que todo el resto de hombres con etiqueta que he visto en toda la noche” – no pude evitar sonreír y mirarla fijamente a los ojos – “¿Cómo te llamas?” – preguntó
“Edward” – informé
“Edward” – repitió pronunciando mi nombre lentamente con su sedosa voz – “lindo nombre” – volví a sonreír y, de repente, me volví a acordar de Bella y la busqué rápidamente con la mirada, no me tomó mucho tiempo el encontrarla, ¿Cómo confundirla entre todo ese gentío? Se veía hermosa con aquel vestido de seda color perla…
Fruncí el ceño tras prestarle más atención a su semblante, estaba sombrío… y, cuando sus pupilas se fijaron otra vez en mí, pude leer la tristeza que le estaba invadiendo. ¿Estaría acaso celosa?... seguramente si
“Si me permite, me retiro” – dije rápidamente para remediar mi error
“¿No me preguntaras cuál es mi nombre?” – inquirió la chica con voz un poco ofendida
“Sin intención de ser grosero, no encuentro la importancia de saberlo” – respondí y sin dar oportunidad a que dijera algo más caminé hacia la cocina, en donde me sentí a salvo
“¿Te pasa algo?” – preguntó Alice mientras acomodaba unos bocadillos en varias charolas, negué con la cabeza y levanté el rostro para ver a Bella a través de la ventana de la puerta…
… se me heló el corazón.
Sus manos estaban siendo sostenidas por las del muchacho que recordaba se llamaba Jasper y pocos segundos después, su cuerpo estaba cubierto por sus brazos. Me di la vuelta, con el semblante fruncido por el dolor que me había causado la imagen
“Edward” – llamó mi hermana mientras caminaba en mi dirección – “¿Qué pasa?” – no contesté, pero, movida por aquel instinto tan intuitivo que tenía, se puso de puntitas para ver por la ventana y supo la razón de mi pesar.
Desconocí el motivo del por qué se quedó callada por un buen rato, y después me abrazó
“Debes hablar con ella, no tienes por que ponerte de esa manera… una explicación debe tener” – murmuró en mi oído y, tal vez era a lo triste que me sentía de ver a Bella en otros brazos que no fueran los míos, lo que provocó que hasta la delicada vocecilla de mi hermana me sonara triste
“¡¿Pero qué se supone que están haciendo?!” – el gritó histérico de la señora Swan nos hizo saltar a mí y mi hermana
“Edward no se siente bien” – explicó Alice
“¡Me importa poco el cómo se sientan!” – respondió la mujer – “¡Apúrense a atender a mis invitados!” – asentimos, obedientemente, mientras volvíamos a nuestras labores.
Salía de nuevo a aquella maldita fiesta, con nuevos bocadillos para ofrecer, Bella caminó hacia mí
“¿Te estás divirtiendo, Cullen?” – preguntó mientras tomaba un bocadillo y me miraba de forma grosera
“No tanto como usted, señorita” – respondí de la misma manera que ella lo había hecho: marcando nuestras diferencias en aquella casa. Su quijada se levantó levemente, de forma obstinada, y entrecerró sus ojos levemente, sin dejar de posarlos en mí
“¿Se puede saber de qué tanto platicabas con mi prima?” – murmuró con voz bajita, la cual se perdía con el sonido de la música que resonaba en toda la casa – “Te veías demasiado contento y cómodo con su compañía” – agregó antes de que pudiera contestar y reí sin humor
“No tanto como para abrazarla” – repuse con reproche, viéndole fijamente y de manera seria
“Jasper es mi amigo, lo sabes” – recordó y yo hice un gesto de incredibilidad
“Y supongo que también el tal Mike Newton lo es”
“¿Estás celoso?” – preguntó con divertida altanería. Intenté no sonreír, parecían haber pasado años desde que Bella me hablaba de esa manera – “contesta” – ordenó y una sonrisa burlona estiró mis labios en forma de defensa.
“No” – mentí – “¿Tu si?” – antes de que pudiera contestar, su prima apareció detrás de ella
"Bella” – saludó sin ver a la muchacha que no podía disimular la furia en su rostro – “¿No nos presentas?” – no sé por qué, tuve la obligación de sonreír para incrementar el coraje de Bella… era algo que no podía evitar, era mi forma de desquite ante su actitud altanera que odiaba con la misma intensidad que la amaba
“Heidi, él es Edward” – dijo mi novia con voz ronca – “Edward, ella es Heidi”
“Mucho gusto” – dije mientras inclinaba mi cuerpo en forma de saludo, y con los ojos fijos en mi amada, quien parecía estar hasta temblando de la furia.
“Edward, tengo sed” – soltó Bella – “ve por un vaso con agua”
“Seguro” – caminé hacia la cocina, con la furia combinada con el amor, con el amor combinado con el deseo y el deseo combinado con la satisfacción.
Detrás de mí, escuché unos conocidos pasos, los cuales me hicieron girar en cuanto supe que ambos habíamos desaparecido por la puerta
“¿Estas celosa?” – pregunté mientras arrastraba a Bella hacia el patio que colindaba con una de las salidas de la cocina y la acorralaba entre la pared y mi cuerpo – “dime si lo estas” – pedí – “por que yo ardo de celos al verte con esos imbeciles” – acerqué mis labios a su cuello, el cual rocé levemente, disfrutando del olor de su perfume y deslizando mis manos hacia sus brazos cubiertos con la piel erizada – “¿A ti también te consumen los celos, Bella?” – murmuré contra su oído con toda la pasión que había reprimido tras verla con ese vestido, el cual, sabía, se vería mucho mejor deslizándose suavemente por piel
“Edward” – murmuró Bella mientras sus manos se aferraban a mis cabellos y pegaba sus labios con los míos de una manera intensa – “no soporto el que mires a otra… no lo soporto” – musitó sin dejar de besarme – “júrame que no habrá nadie más que yo” – pidió y, aunque la idea se me hizo un tanto innecesaria, puesto no concebía la idea de fijarme en alguien más que en la mujer que tenía entre mis brazos, se lo prometí solemnemente
ALICE POV
“Alice” – escuché que decían a mis espaldas, llamando mi atención
“¿Qué quiere, joven?” – pregunté de mala gana al ver de quién se trataba
“Alice… que bonita te miras” – fruncí el ceño ante aquellas palabras
“Estas ebrio” – señalé (olvidándome de las formalidades), y no me equivocaba, Jasper apenas y podía estar en pie – “¿Por qué no te vas a tu casa?” – recomendé al ver como apoyaba una mano sobre la pared para mantener el equilibrio
“No” – dijo de manera rotunda, mientras estiraba una de sus manos para tomar una copa de vino que reposaba en la charola que yo sostenía
“¡Estas loco si piensas que permitiré que bebas una gota más de alcohol” – repuse mientras alejaba su objetivo, Jasper sonrió mientras negaba suavemente con su cabeza
“¿Estas preocupada por mí?” – Si
“Por supuesto que no”
“Entonces… dame un copa” – ordenó y no le hice caso. Miré a todos lados, temerosa de que alguien más nos estuviera viendo, esta escenita podía costarme el trabajo… agradecí el hecho de que cada quien estuviera perdido en su mundo
“¿Sabes? No pienso seguir perdiendo mi tiempo contigo” – dije mientras comenzaba a caminar – “ni tampoco pienso arriesgar mi trabajo”
“Espera, Alice” – dijo mientras me sostenía del brazo y yo lo zafaba rápidamente
“Jasper” – su nombre quemó mi boca… ¡¿Qué diablos me pasaba?! – “te lo pido por favor: déjame en paz, no me quiero quedar sin trabajo por tu culpa”
“Podrías trabajar en mi casa” – bufé por la consternación
“Preferiría morir de hambre antes que estar bajo tus ordenes” – continué mi marcha y él me siguió entre tambaleos
“Quiero hablar contigo” – dijo poniéndose frente a mí con movimientos inútiles.
“Jasper, quítate del camino, ¿no ves que estoy trabajando? Si la señora me ve, me despide”
“Te dejaré en paz si me prometes que aceptaras el que te lleve a tu casa”
“¡Estas ebrio!” – recordé – “¡¿Cómo se te ocurre querer manejar en esa condición?!”
“Tu eliges” – sentenció – “Acepta o te persigo por todo lo que resta de la fiesta. Sabes que lo haré, yo no tengo que perder… tu si” – me quedé en silencio mientras asimilaba sus palabras…
“¿Me estas amenazando?” – pregunté ofendida
“Es un ultimátum” – corrigió, aunque yo no le vi la diferencia – “Tu decides”
“Esto no es jugar limpió…”
“No me dejas otra opción” – interrumpió – “¿Qué prefieres? ¿Estar conmigo ó perder tu trabajo?”
Me mordí la lengua fuertemente por la impotencia…
Maldito riquillo ¿Qué se creía?... pero me las pagaría, de eso estaba segura
“Si te veo con una copa más, ten por seguro que por mil trabajos que llegue a perder, no aceptaré irme contigo” – advertí y una sonrisa de suficiencia se dibujó en sus labios
“¿Ves lo fácil que es llegar a un acuerdo?” – inquirió mientras acercaba (más de lo debido) su rostro hacia el mío y, entre el mariposeo de mi estomago, lo empujé hacia un lado para que me dejara libre el paso.
*****************
“¿Cómo que quieres irte sola a estas horas?” – preguntó de manera incrédula mi madre y no sabía cómo mentirle
“Quede de salir con unas amigas”
“Hija, son las once de la noche” – recordó – “tu padre ya esta afuera, con Jacob y Seth, esperándonos y tu hermano nos llevará a la casa”
“No te preocupes, no pasa nada” – intenté tranquilizar
“No” – dijo mi madre mientras negaba con la cabeza – “es muy tarde para que salgas...”
“Señora” – sentí que toda la sangre se iba hacia mis pies cuando escuché esa voz
“¿Se le ofrece algo, joven Japer?”
“Si…” – contestó el chico que parecía más sobrio - “Quería pedirle que dejara ir a Alice conmigo a una fiesta” – miré a mi madre con el horror incrustado en mis pupilas… ¿Cómo se atrevía? ¿Acaso estaba loco?
“¿A mi hija… con usted?” – inquirió mi madre con voz completamente aterrorizada ante la perspectiva
“Lo que pasa es que el joven Jasper esta interesado en Charlotte, mi amiga” – me apresure a decir antes de que mi madre se desmayara – “Ya sabes que a ella no la dejan salir si no es conmigo… yo solamente voy para facilitar las cosas”
Esperamos en silencio mientras mi madre volvía a su color natural…
“Charlotte” – repitió con alivio, asentí, junto con Jasper
“Yo me encargare de llevar a Alice a su casa, no se preocupe por eso” – mi madre me miró por un momento y yo mostré la mejor cara de inocencia que tenía
“Esta bien” – accedió con un suspiro – “solo que no sea muy tarde, por favor”
“Estará de vuelta pronto” – aseguró el muchacho y agradeció antes de salir del lugar
“¡Que susto me has dado, Alice!” – exclamó mi madre mientras fregaba los últimos platos y me los daba para secarlos – “¡Pensé que el joven estaba interesado en ti!” – reí sin humor - “aunque… deberías prevenir a tu amiga” – recomendó mi madre realmente preocupada
“¿Prevenirla?” – repetí y mi madre vaciló antes de seguir hablando
“No es que el joven Jasper me parezca un mal muchacho” – aclaró – “y sé que no tengo derecho de juzgarlo pero… jóvenes como ellos, no toman en serio a las muchachitas que no tienen su misma forma de vida”
“Lo sé” – dije, olvidándome de que según, hablábamos de mi amiga y no de mí – “Estoy segura que Charlotte es lista”
“Eso espero” – comentó mi madre con una calida sonrisa – “no me gustaría que se aprovecharan de ella... así como me dolería mucho el que algún día tu sufrieras por una situación similar ” – llevó una de sus manos a mi mejilla y la acarició con ternura
“No te preocupes, a mi no me pasara eso” – mentí…
EDWARD POV
Cuánto hubiera dado por no tener que estar presente en ese lugar…
Con que infinito dolor tuve que aceptar (por que no me quedaba otra opción) el tener que ayudar a mi hermana y a Tanya en repartir las botanas y refrescos a los invitados.
“¡Ten cuidado, muchacho!” – exclamó la señora Swan cuando estuve a punto de tirar, sobre uno de los invitados, la charola en la que llevaba copas de vino – “¡Pareciera que no tuvieras ojos!” – sonreí hacia mis adentros ya que no tenía ni la más mínima idea de lo ciertas que eran sus palabras, y es que era cierto: yo no tenía más ojos que para ver a su hija, la cual también me miraba mientras bailaba en brazos de otro.
“Lo siento, señora” – dije mientras me perdía en la luminosidad de aquellos ojos color chocolate que me llamaban, que me invitaban hacia ella… y qué terrible era el saber que esa invitación no podía ser aceptada en ese momento.
“Hola” – saludó a mis espaldas una voz femenina, sacándome de mi embelesamiento. Giré mi cuerpo para verla, y debo admitir que me encontré con una belleza de mujer, la cual me dejó admirado – “¿Me permites?” – preguntó sonriendo mientras señalaba con un dedo a la charola que reposaba arriba de mis hombros
“Claro” – dije rápidamente mientras le facilitaba el alcance de las copas y ella cogía una, con un elegante movimiento
“Gracias” – volvió a sonreír de manera sinuosa y no pude evitar regresar el gesto de la misma forma, sintiéndome culpable al instante
“Permiso” – articulé para marcharme en cuanto a mi mente vino el rostro de Bella.
“Espera” – detuve mis pasos al instante
“¿Se le ofrece algo más?” – pregunté amablemente y ella cortó la distancia que había creado entre nuestros cuerpos, caminando en mi dirección con movimientos sensuales que resaltaban el rojo carmesí de su entallado vestido que se moldeaba tan bien a cada una de las delineadas curvas de su cuerpo
“Si” – contestó en cuanto ya estuvo a menos de un metro de mí. Esperé a que prosiguiera – “¿Sabes?” – dijo al fin – “esta fiesta me resulta aburrida” – desvié mi vista lejos de la suya.
“Podría buscarse una compañía para pasarla mejor” – recomendé con seriedad, otorgándole simplemente una sonrisa de cortesía
“¿Y por qué no me ofreces tú esa compañía que tanto necesito?”
“Por que le recuerdo, señorita, que esta usted hablando con un sirviente” – recordé y ella rió, con una chispa de diversión en sus verdes y rasgados ojos
“Déjame decirte que resultas mucho más interesante que todo el resto de hombres con etiqueta que he visto en toda la noche” – no pude evitar sonreír y mirarla fijamente a los ojos – “¿Cómo te llamas?” – preguntó
“Edward” – informé
“Edward” – repitió pronunciando mi nombre lentamente con su sedosa voz – “lindo nombre” – volví a sonreír y, de repente, me volví a acordar de Bella y la busqué rápidamente con la mirada, no me tomó mucho tiempo el encontrarla, ¿Cómo confundirla entre todo ese gentío? Se veía hermosa con aquel vestido de seda color perla…
Fruncí el ceño tras prestarle más atención a su semblante, estaba sombrío… y, cuando sus pupilas se fijaron otra vez en mí, pude leer la tristeza que le estaba invadiendo. ¿Estaría acaso celosa?... seguramente si
“Si me permite, me retiro” – dije rápidamente para remediar mi error
“¿No me preguntaras cuál es mi nombre?” – inquirió la chica con voz un poco ofendida
“Sin intención de ser grosero, no encuentro la importancia de saberlo” – respondí y sin dar oportunidad a que dijera algo más caminé hacia la cocina, en donde me sentí a salvo
“¿Te pasa algo?” – preguntó Alice mientras acomodaba unos bocadillos en varias charolas, negué con la cabeza y levanté el rostro para ver a Bella a través de la ventana de la puerta…
… se me heló el corazón.
Sus manos estaban siendo sostenidas por las del muchacho que recordaba se llamaba Jasper y pocos segundos después, su cuerpo estaba cubierto por sus brazos. Me di la vuelta, con el semblante fruncido por el dolor que me había causado la imagen
“Edward” – llamó mi hermana mientras caminaba en mi dirección – “¿Qué pasa?” – no contesté, pero, movida por aquel instinto tan intuitivo que tenía, se puso de puntitas para ver por la ventana y supo la razón de mi pesar.
Desconocí el motivo del por qué se quedó callada por un buen rato, y después me abrazó
“Debes hablar con ella, no tienes por que ponerte de esa manera… una explicación debe tener” – murmuró en mi oído y, tal vez era a lo triste que me sentía de ver a Bella en otros brazos que no fueran los míos, lo que provocó que hasta la delicada vocecilla de mi hermana me sonara triste
“¡¿Pero qué se supone que están haciendo?!” – el gritó histérico de la señora Swan nos hizo saltar a mí y mi hermana
“Edward no se siente bien” – explicó Alice
“¡Me importa poco el cómo se sientan!” – respondió la mujer – “¡Apúrense a atender a mis invitados!” – asentimos, obedientemente, mientras volvíamos a nuestras labores.
Salía de nuevo a aquella maldita fiesta, con nuevos bocadillos para ofrecer, Bella caminó hacia mí
“¿Te estás divirtiendo, Cullen?” – preguntó mientras tomaba un bocadillo y me miraba de forma grosera
“No tanto como usted, señorita” – respondí de la misma manera que ella lo había hecho: marcando nuestras diferencias en aquella casa. Su quijada se levantó levemente, de forma obstinada, y entrecerró sus ojos levemente, sin dejar de posarlos en mí
“¿Se puede saber de qué tanto platicabas con mi prima?” – murmuró con voz bajita, la cual se perdía con el sonido de la música que resonaba en toda la casa – “Te veías demasiado contento y cómodo con su compañía” – agregó antes de que pudiera contestar y reí sin humor
“No tanto como para abrazarla” – repuse con reproche, viéndole fijamente y de manera seria
“Jasper es mi amigo, lo sabes” – recordó y yo hice un gesto de incredibilidad
“Y supongo que también el tal Mike Newton lo es”
“¿Estás celoso?” – preguntó con divertida altanería. Intenté no sonreír, parecían haber pasado años desde que Bella me hablaba de esa manera – “contesta” – ordenó y una sonrisa burlona estiró mis labios en forma de defensa.
“No” – mentí – “¿Tu si?” – antes de que pudiera contestar, su prima apareció detrás de ella
"Bella” – saludó sin ver a la muchacha que no podía disimular la furia en su rostro – “¿No nos presentas?” – no sé por qué, tuve la obligación de sonreír para incrementar el coraje de Bella… era algo que no podía evitar, era mi forma de desquite ante su actitud altanera que odiaba con la misma intensidad que la amaba
“Heidi, él es Edward” – dijo mi novia con voz ronca – “Edward, ella es Heidi”
“Mucho gusto” – dije mientras inclinaba mi cuerpo en forma de saludo, y con los ojos fijos en mi amada, quien parecía estar hasta temblando de la furia.
“Edward, tengo sed” – soltó Bella – “ve por un vaso con agua”
“Seguro” – caminé hacia la cocina, con la furia combinada con el amor, con el amor combinado con el deseo y el deseo combinado con la satisfacción.
Detrás de mí, escuché unos conocidos pasos, los cuales me hicieron girar en cuanto supe que ambos habíamos desaparecido por la puerta
“¿Estas celosa?” – pregunté mientras arrastraba a Bella hacia el patio que colindaba con una de las salidas de la cocina y la acorralaba entre la pared y mi cuerpo – “dime si lo estas” – pedí – “por que yo ardo de celos al verte con esos imbeciles” – acerqué mis labios a su cuello, el cual rocé levemente, disfrutando del olor de su perfume y deslizando mis manos hacia sus brazos cubiertos con la piel erizada – “¿A ti también te consumen los celos, Bella?” – murmuré contra su oído con toda la pasión que había reprimido tras verla con ese vestido, el cual, sabía, se vería mucho mejor deslizándose suavemente por piel
“Edward” – murmuró Bella mientras sus manos se aferraban a mis cabellos y pegaba sus labios con los míos de una manera intensa – “no soporto el que mires a otra… no lo soporto” – musitó sin dejar de besarme – “júrame que no habrá nadie más que yo” – pidió y, aunque la idea se me hizo un tanto innecesaria, puesto no concebía la idea de fijarme en alguien más que en la mujer que tenía entre mis brazos, se lo prometí solemnemente
ALICE POV
“Alice” – escuché que decían a mis espaldas, llamando mi atención
“¿Qué quiere, joven?” – pregunté de mala gana al ver de quién se trataba
“Alice… que bonita te miras” – fruncí el ceño ante aquellas palabras
“Estas ebrio” – señalé (olvidándome de las formalidades), y no me equivocaba, Jasper apenas y podía estar en pie – “¿Por qué no te vas a tu casa?” – recomendé al ver como apoyaba una mano sobre la pared para mantener el equilibrio
“No” – dijo de manera rotunda, mientras estiraba una de sus manos para tomar una copa de vino que reposaba en la charola que yo sostenía
“¡Estas loco si piensas que permitiré que bebas una gota más de alcohol” – repuse mientras alejaba su objetivo, Jasper sonrió mientras negaba suavemente con su cabeza
“¿Estas preocupada por mí?” – Si
“Por supuesto que no”
“Entonces… dame un copa” – ordenó y no le hice caso. Miré a todos lados, temerosa de que alguien más nos estuviera viendo, esta escenita podía costarme el trabajo… agradecí el hecho de que cada quien estuviera perdido en su mundo
“¿Sabes? No pienso seguir perdiendo mi tiempo contigo” – dije mientras comenzaba a caminar – “ni tampoco pienso arriesgar mi trabajo”
“Espera, Alice” – dijo mientras me sostenía del brazo y yo lo zafaba rápidamente
“Jasper” – su nombre quemó mi boca… ¡¿Qué diablos me pasaba?! – “te lo pido por favor: déjame en paz, no me quiero quedar sin trabajo por tu culpa”
“Podrías trabajar en mi casa” – bufé por la consternación
“Preferiría morir de hambre antes que estar bajo tus ordenes” – continué mi marcha y él me siguió entre tambaleos
“Quiero hablar contigo” – dijo poniéndose frente a mí con movimientos inútiles.
“Jasper, quítate del camino, ¿no ves que estoy trabajando? Si la señora me ve, me despide”
“Te dejaré en paz si me prometes que aceptaras el que te lleve a tu casa”
“¡Estas ebrio!” – recordé – “¡¿Cómo se te ocurre querer manejar en esa condición?!”
“Tu eliges” – sentenció – “Acepta o te persigo por todo lo que resta de la fiesta. Sabes que lo haré, yo no tengo que perder… tu si” – me quedé en silencio mientras asimilaba sus palabras…
“¿Me estas amenazando?” – pregunté ofendida
“Es un ultimátum” – corrigió, aunque yo no le vi la diferencia – “Tu decides”
“Esto no es jugar limpió…”
“No me dejas otra opción” – interrumpió – “¿Qué prefieres? ¿Estar conmigo ó perder tu trabajo?”
Me mordí la lengua fuertemente por la impotencia…
Maldito riquillo ¿Qué se creía?... pero me las pagaría, de eso estaba segura
“Si te veo con una copa más, ten por seguro que por mil trabajos que llegue a perder, no aceptaré irme contigo” – advertí y una sonrisa de suficiencia se dibujó en sus labios
“¿Ves lo fácil que es llegar a un acuerdo?” – inquirió mientras acercaba (más de lo debido) su rostro hacia el mío y, entre el mariposeo de mi estomago, lo empujé hacia un lado para que me dejara libre el paso.
*****************
“¿Cómo que quieres irte sola a estas horas?” – preguntó de manera incrédula mi madre y no sabía cómo mentirle
“Quede de salir con unas amigas”
“Hija, son las once de la noche” – recordó – “tu padre ya esta afuera, con Jacob y Seth, esperándonos y tu hermano nos llevará a la casa”
“No te preocupes, no pasa nada” – intenté tranquilizar
“No” – dijo mi madre mientras negaba con la cabeza – “es muy tarde para que salgas...”
“Señora” – sentí que toda la sangre se iba hacia mis pies cuando escuché esa voz
“¿Se le ofrece algo, joven Japer?”
“Si…” – contestó el chico que parecía más sobrio - “Quería pedirle que dejara ir a Alice conmigo a una fiesta” – miré a mi madre con el horror incrustado en mis pupilas… ¿Cómo se atrevía? ¿Acaso estaba loco?
“¿A mi hija… con usted?” – inquirió mi madre con voz completamente aterrorizada ante la perspectiva
“Lo que pasa es que el joven Jasper esta interesado en Charlotte, mi amiga” – me apresure a decir antes de que mi madre se desmayara – “Ya sabes que a ella no la dejan salir si no es conmigo… yo solamente voy para facilitar las cosas”
Esperamos en silencio mientras mi madre volvía a su color natural…
“Charlotte” – repitió con alivio, asentí, junto con Jasper
“Yo me encargare de llevar a Alice a su casa, no se preocupe por eso” – mi madre me miró por un momento y yo mostré la mejor cara de inocencia que tenía
“Esta bien” – accedió con un suspiro – “solo que no sea muy tarde, por favor”
“Estará de vuelta pronto” – aseguró el muchacho y agradeció antes de salir del lugar
“¡Que susto me has dado, Alice!” – exclamó mi madre mientras fregaba los últimos platos y me los daba para secarlos – “¡Pensé que el joven estaba interesado en ti!” – reí sin humor - “aunque… deberías prevenir a tu amiga” – recomendó mi madre realmente preocupada
“¿Prevenirla?” – repetí y mi madre vaciló antes de seguir hablando
“No es que el joven Jasper me parezca un mal muchacho” – aclaró – “y sé que no tengo derecho de juzgarlo pero… jóvenes como ellos, no toman en serio a las muchachitas que no tienen su misma forma de vida”
“Lo sé” – dije, olvidándome de que según, hablábamos de mi amiga y no de mí – “Estoy segura que Charlotte es lista”
“Eso espero” – comentó mi madre con una calida sonrisa – “no me gustaría que se aprovecharan de ella... así como me dolería mucho el que algún día tu sufrieras por una situación similar ” – llevó una de sus manos a mi mejilla y la acarició con ternura
“No te preocupes, a mi no me pasara eso” – mentí…
Atal- .
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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
Capítulo 19: Sorpresa
JASPER POV
Estaba esperando a Alice, recostado en mi carro y jugueteando ansiosamente con las llaves a causa de unos incontrolables e irracionales nervios. La conciencia me había regresado por completo, aunque un leve mareo nublaba mi vista de vez en cuando. Mamá había llamado al chofer para que fuera por ella y por mi hermana, ya que yo me había excusado con la mentira de que unos amigos me habían invitado a una pequeña fiesta.
Sentí un hormigueo recorrer mi cuerpo cuando la vi acercarse. En lugar del uniforme, ahora traía una sudadera negra que le quedaba demasiado holgada y, además, estaba descolorida y malgastada, al igual que sus pantalones de mezclilla. Aún así, Alice se veía hermosa, para una gracia tan inmensa y natural como la suya, las poses, los lujos y los arreglos sobraban. Bastaba con ese par de grandes, negros e intensos ojos, enmarcados por sus espesas pestañas rizadas, para quedar prendado por la inocente belleza que demostraba su rostro.
Tan idiotizado estaba, que no fue hasta que habló, cuando me percaté de que la idea de acompañarme no le hacía gracia alguna.
“Espero que ya no estés ebrio, no estoy dispuesta a estamparme contra un árbol solo por tus necedades” – sonreí ante la acidez de sus palabras. ¿Cómo le hacía para herirme tan fuertemente mi inmaculado orgullo? No. No era el orgullo lo que me lastimaba, era algo más…
“Ya no estoy borracho” – aseguré y pude leer la duda plasmada en sus pupilas – “¿No me crees?” – ella negó levemente – “déjame demostrártelo” – pedí
“¿Cómo?” – preguntó con indiferencia. Miré a todos lados en menos de dos segundos, la casa de los Swan ya estaba en tinieblas y las calles solas, solo un vagabundo se lograba distinguir a lo lejos.
Incliné mi rostro hacia el suyo y ella automáticamente dio un paso hacia atrás. Volví a sonreír ante su implacable rechazo
“No es lo que piensas” – dije y ella bufó con ironía – “confía en mí” – rogué mientras me volvía a acercar – “solo quiero probarte que no estoy ebrio”
“¿Besándome?” – replicó ella con acritud. Negué con la cabeza
“No” – aseguré – “confía en mí” – volví a pedir y ella pareció creer en mis palabras por que no protestó cuando puse mis manos en sus brazos y posicioné mi rostro a pocos centímetros del suyo. Me perdí en el mar negro de sus ojos y, soplé ligeramente con intención, para que pudiera sentir que mi aliento estaba libre de cualquier olor a alcohol. Ella cerró sus ojos al inhalar mi exhalación y sus labios se entreabrieron levemente.
Y, aunque le había asegurado que no le iba a besar, no me pude contener. Mis labios exigieron los suyos, los aclamaron, y yo no pude controlar semejante y angustiante deseo de sentir el calido sabor de su boca en la mía. Mis manos, que sostenían sus delgados brazos, se movieron hacia sus mejillas, en donde su piel era aún más suave y lisa.
Me sentí dichoso al notar que no me rechazaba, y mis labios se movieron de manera más ansiosa cuando me percaté de que sus dedos estaban entrelazados en mi cabello y que su boca se abría completamente a la mía. Jamás había sentido tal torrente de emociones recorrer mi cuerpo. Sentimientos tan fuertes, que provocaron un ligero temblor en mis piernas y el desbocado palpitar de mi corazón.
Pero todo bueno, termina pronto, y debí de haber supuesto que todo esto era demasiado magnifico si de Alice se trataba, claro, ella no tardó mucho en poner sus manos sobre mi pecho para apartarme bruscamente.
“¡Esto es el colmo!” – gritó entre jadeos
“Perdóname” – imploré mientras controlaba mi respiración
“¿Por qué? ¿Por qué siempre haces lo mismo?” – quiso saber - “¿Qué pretendes? ¿Acaso no puedes hacer otra cosa que no sea insultarme o besarme sin motivo alguno?”
“Alice, yo…”
“Si no mal recuerdo, hoy en la mañana me dijiste que me llevarías a tu cama, si así tu lo desearas” – interrumpió - “pero, como para ti, soy una chiquilla mugrosa, no ibas a perder el tiempo conmigo” – me miró fijamente con la furia incrustada en sus pupilas, esperando a que dijera algo, y, al notar que yo era incapaz de emitir sonido alguno, prosiguió – “¿Fue eso lo que me dijiste o no?” – preguntó con firmeza
“S… si” – dije. ¿Acaso tenía algún caso negarlo? Esas habían sido mis palabras. Palabras las cuales, Alice no se merecía en absoluto
“¿Entonces, por qué estas aquí?” – cuestionó – “¿Por qué no me dejas en paz y vas en busca de esa mujer de sociedad, tan diferente a mí?”
“Por lo mismo” – respondí – “por que no eres igual a todas ellas… por ese motivo me cuesta tanto alejarme de ti” – sonrió tristemente mientras negaba ligeramente con su cabeza. Me pregunté que estaría pensando
“Sé que tengo excusa para disculparme por lo que te dije hoy en la mañana” – continué – “pero déjame tratar de remediarlo”
“¿Por qué no le dejamos las cosas tal como están?” – propuso – “creo que es lo más sensato… dudo mucho que una persona como tu sea capaz de sentirse comprometido con alguien como yo… ¿Por qué no simplemente, dejas de molestarme?”
Dejar de molestarla, ¿Eso era yo para ella? ¿Una molestia? Me negué a creer eso. Me negué a decir “si”. Me negué con obstinación. No la iba a dejar tan fácilmente. Alice se había convertido en mi obsesión, en una obsesión enfermiza e inexplicable, la cual me estaba comenzando a volver loco.
“No” – dije con firmeza – “intenta con algo más que eso no dará resultado”
“¿Qué ganas con seguirme?” – atajó y me encogí de hombros ante su respuesta. ¿Qué ganaba? Ni yo lo sabía. Era como preguntarle a un drogadicto el por qué de su adicción. Podrían haber muchas respuestas y ninguna de ellas sería algo completamente razonable o cierto.
“Dame una oportunidad, Alice” – supliqué – “dime que puedo hacer para ganarme tu confianza… quiero ser tu amigo”
“Un amigo no ofende” –
“No lo haré más” – prometí – “dame… danos una oportunidad” – volví a repetir – “déjame conocerte mejor y conóceme, verás que no soy la persona que tu piensas”
Alice dirigió su mirada hacia sus pies y yo esperé, por eternos segundos, su respuesta.
“No doy segundas oportunidades” – advirtió y una extensa sonrisa se dibujó en mis labios
“No te voy a fallar” – juré mientras la abrazaba fuertemente
“¡Tranquilo!” – calmó mientras deshacía la cárcel de mis brazos – “los amigos respetan el espacio personal” – recordó y, aunque dolido por la condición, asentí.
Haría todo lo necesario por tener a Alice a mi lado.
EDWARD POV
Acababa de salir de clases de genética e iba caminando junto con Emmett al edificio “D”, en donde recibiríamos la materia de Bioquímica. Llevaba todos mis libros y mi carpeta en el brazo, puesto que mi mochila se había roto el fin de semana y dudaba el comprarme una en un par de meses.
“¿Quieres que te ayude?” – ofreció Emmett al verme y no me negué. Le entregué uno de los libros más gruesos y sentí un alivio tremendo, seguido de un adormecimiento, en mi extremidad. Hice una mueca de dolor ante la sensación torturante de cosquilleo – “Tenemos diez minutos libres” – recordó mi amigo – “¿Quieres ir a comprar algo para desayunar?”
“Te acompaño” – dije y nos dirigimos hacia una pequeña tienda ubicada a las afueras de la universidad.
“¿No tienes hambre?” – preguntó al ver que me quedaba parado justamente en la entrada del local
“No” – mentí. Claro que tenía hambre, el problema era que no tenía dinero, el poco ahorro que me había quedado, lo había gastado el fin de semana en la playa y faltaban varios días para que la señora me pagara.
“No has desayunado” – señaló – “y son las diez de la mañana… ¿Cómo es posible que no tengas hambre?” – me encogí de hombros como respuesta, sabía que, dijera lo que dijera, no iba a convencer a mi amigo de mis palabras, Emmett entrecerró sus ojos y, sin decir más, se adentró en la tiendita.
A los pocos minutos salió con dos sándwiches y dos refrescos
“Si no lo aceptas, te golpeare” – amenazó mientras me tendía los alimentos. Me sentí avergonzado mientras buscaba las palabras adecuadas para negarme – “Edward, me duele tu rechazo, ¿lo sabías?” – preguntó con teatral dramatismo, arrancándome una sonrisa pese a lo incomodidad – “¡Vamos, no pienso comer solo!” – dijo mientras estiraba más su mano hacia mi dirección.
“Gracias” – dije sinceramente por mí y por mi estomago. Caminamos de regreso a la entrada de la escuela, cuando nos encontramos a Victoria, junto con unas amigas. – “Hey, ¿Qué tal chicas?” – saludó Emmett
“¡Emmett, Edward!” – exclamó la pelirroja mientras se apresuraba a saludarnos – “Es bueno verlos” – comentó mientras me dedicaba una mirada sinuosa
“¿Qué hacían?” – pregunté para tratar de distraerla – “se veían entretenidas en algo”
Victoria y sus amigas rieron con sorna, antes de contestar
“Parece que unas barbies se salieron de su vitrina” – dijo mientras indicaba con la mirada a qué se refería. Dejé caer el sándwich cuando la vi.
¿Eran ellas?
“Rose” – murmuró Emmett con el mismo timbre de voz que yo hubiera usado de haber podido hablar.
Si. Definitivamente eran ellas: Rose y Bella
“¿Las conocen?” – preguntó Victoria con incredibilidad. Emmett y yo nos limitamos a asentir mientras comenzábamos a caminar hacia ellas.
Por sus expresiones, tal parecía que aún no nos habían visto. No era de sorprenderse el que se mostraran asustadas. Podía apostar que era la primera vez que pisaban, solas, un terreno tan diferente al que ellas estaban acostumbradas.
Obviamente, esta universidad no tenía un imponente y lujoso portón como entrada, ni alumnos portando uniformes inmaculados y de telas finas, tampoco había lujosos carros a orilla de la carretera, ni chóferes esperando por alguien.
Estaba seguro que, en toda la facultad, Emmett era el único que pertenecía a una posición económica alta (y no lo daba a demostrar), por lo tanto, aquellas dos muchachas desentonaban terriblemente con sus uniformes, como yo lo hubiera desentonado si, con las ropas que llevaba puestas en ese instante, me hubiera ido a parar al instituto al que ellas asistían.
“Bella” – llamé y la chica giró al escuchar mi voz, pude darme cuanto como la tranquilidad y felicidad suplantaban el terror en su delicado rostro.
“¡Edward!” – exclamó mientras casi corría hacia mi. Se lanzó a mis brazos, los cuales la recibieron plenamente
“Bella, ¿Qué haces aquí?” – pregunté mientras depositaba un tierno beso sobre sus cabellos
“Te… te vine a ver” – dijo y se separó un poco para poder verme a la cara – “¿Te molesta o…?”
“No, no” – me apresuré a decir y sonreí por lo tonto que había sido al no saber que, seguramente, Bella iba a mal interpretar mi pregunta – “No es eso, amor ¿Cómo crees que puede molestarme el verte?” – inquirí mientras volvía a hundir mi rostro en sus cabellos – “solamente, no me esperaba esto… ¿Acaso no tuviste clases?”
“Nos costó un poco el saltar la barda… Rose se rompió la falda y yo me lastimé la rodilla”
“¿Qué cosa?” – pregunté alarmado mientras me separaba de ella – “¿Cómo que te saltaste la barda, Bella?” – el rostro de mi novia se enrojeció y bajé la mirada hacia su rodilla, la cual estaba cubierta por la larga falda tableada, con cuadros grises y negros
“Déjame ver qué tanto te lastimaste” – pedí mientras me inclinaba y levantaba la tela para dejar descubierta aquella parte de su cuerpo que me importaba – “¡Bella!” – exclamé al ver la enorme y fresca herida en su rodilla derecha - “vamos a la enfermería para que te cure” – dije mientras la levantaba entre mis brazos, haciendo caso omiso a sus replicas
“¿A dónde van?” – quiso saber Rose y Emmett.
“En seguida regresamos” – anuncié – “vamos a la enfermería”
“Edward, no es necesario” – discutió Bella entre mis brazos. Sentí como varias miradas curiosas se posaban en nosotros mientras cruzábamos la plaza cívica. En cuanto llegamos a la enfermería, la deposité suavemente en una de las sillas y pedí en la recepción un botiquín de primero auxilios
“Esto te va a arder un poco” – le advertí mientras preparaba un algodón con agua oxigenada y alcohol. El corazón se me encogió al levantar la vista y percatarme de que Bella estaba llorando – “¿Te duele mucho?” – pregunté mientras llevaba mis manos hacia su rostro – “Trataré de no lastimarte” – prometí y ella negó con la cabeza
“No lloro por eso” – esperé a que continuara – “lloro por que… por que solo te vengo a causar problemas”
“Bella” – susurré incapaz de creer lo que había escuchado – “¿cómo puedes pensar eso, amor?... no sabes lo alegre que me siento de tenerte aquí, conmigo… pero me atormenta el hecho de que te hiciste daño, solo por venir a verme”
“Entonces… ¿no te molesta el que yo haya venido hasta acá?”
“Claro que no, tontita” – murmuré mientras limpiaba con la yema de mis dedos las gotas que caían por sus suaves mejillas – “al contrario: me siento dichoso que hayas estado dispuesta a venir a un lugar el cual, estoy seguro, te resulta desagradable, solo por el hecho de verme” – sonrió ante mis palabras y me acerqué para rozar ligeramente sus labios
“¿Es necesario?” – preguntó al ver que me inclinaba para curarle la herida
“Tienes que ser fuerte” – aconsejé mientras acercaba el algodón a su rodilla y ella comenzó a lloriquear mientras enterraba sus uñas en mi brazo y yo reía, realmente divertido por lo frágil que resultaba ser.
“¡Listo!” – exclamé mientras me incorporaba, incapaz de borrar la sonrisa de suficiencia que se me había dibujado en los labios.
“Monstruo” – acusó con mirada asesina y después, miró fijamente la gasita que le había puesto en la herida, con gesto un tanto arrogante
“Es necesario” – confirmé mientras volvía a besarla.
“¿Seguro que no habrá nadie en tu casa?” – quiso asegurar mi novia mientras caminábamos hacia allá
“Mi mamá esta en tu casa, al igual que mi hermana; mi papá esta en la carpintería, y Jacob y Seth, en la escuela”
“¿Quién va por ellos?”
“Mi mamá, en cuanto sale de trabajar” – informé – “la escuela es algo así como una guardería, en cuanto las horas escolares terminan, abren nuevas actividades, las cuales se expanden y son para los niños que, al igual que mis hermanos, sus padres trabajan hasta tarde”
Seguí contándole a Bella un poco más sobre mi familia, hasta que llegamos a mi casa…
JASPER POV
Estaba esperando a Alice, recostado en mi carro y jugueteando ansiosamente con las llaves a causa de unos incontrolables e irracionales nervios. La conciencia me había regresado por completo, aunque un leve mareo nublaba mi vista de vez en cuando. Mamá había llamado al chofer para que fuera por ella y por mi hermana, ya que yo me había excusado con la mentira de que unos amigos me habían invitado a una pequeña fiesta.
Sentí un hormigueo recorrer mi cuerpo cuando la vi acercarse. En lugar del uniforme, ahora traía una sudadera negra que le quedaba demasiado holgada y, además, estaba descolorida y malgastada, al igual que sus pantalones de mezclilla. Aún así, Alice se veía hermosa, para una gracia tan inmensa y natural como la suya, las poses, los lujos y los arreglos sobraban. Bastaba con ese par de grandes, negros e intensos ojos, enmarcados por sus espesas pestañas rizadas, para quedar prendado por la inocente belleza que demostraba su rostro.
Tan idiotizado estaba, que no fue hasta que habló, cuando me percaté de que la idea de acompañarme no le hacía gracia alguna.
“Espero que ya no estés ebrio, no estoy dispuesta a estamparme contra un árbol solo por tus necedades” – sonreí ante la acidez de sus palabras. ¿Cómo le hacía para herirme tan fuertemente mi inmaculado orgullo? No. No era el orgullo lo que me lastimaba, era algo más…
“Ya no estoy borracho” – aseguré y pude leer la duda plasmada en sus pupilas – “¿No me crees?” – ella negó levemente – “déjame demostrártelo” – pedí
“¿Cómo?” – preguntó con indiferencia. Miré a todos lados en menos de dos segundos, la casa de los Swan ya estaba en tinieblas y las calles solas, solo un vagabundo se lograba distinguir a lo lejos.
Incliné mi rostro hacia el suyo y ella automáticamente dio un paso hacia atrás. Volví a sonreír ante su implacable rechazo
“No es lo que piensas” – dije y ella bufó con ironía – “confía en mí” – rogué mientras me volvía a acercar – “solo quiero probarte que no estoy ebrio”
“¿Besándome?” – replicó ella con acritud. Negué con la cabeza
“No” – aseguré – “confía en mí” – volví a pedir y ella pareció creer en mis palabras por que no protestó cuando puse mis manos en sus brazos y posicioné mi rostro a pocos centímetros del suyo. Me perdí en el mar negro de sus ojos y, soplé ligeramente con intención, para que pudiera sentir que mi aliento estaba libre de cualquier olor a alcohol. Ella cerró sus ojos al inhalar mi exhalación y sus labios se entreabrieron levemente.
Y, aunque le había asegurado que no le iba a besar, no me pude contener. Mis labios exigieron los suyos, los aclamaron, y yo no pude controlar semejante y angustiante deseo de sentir el calido sabor de su boca en la mía. Mis manos, que sostenían sus delgados brazos, se movieron hacia sus mejillas, en donde su piel era aún más suave y lisa.
Me sentí dichoso al notar que no me rechazaba, y mis labios se movieron de manera más ansiosa cuando me percaté de que sus dedos estaban entrelazados en mi cabello y que su boca se abría completamente a la mía. Jamás había sentido tal torrente de emociones recorrer mi cuerpo. Sentimientos tan fuertes, que provocaron un ligero temblor en mis piernas y el desbocado palpitar de mi corazón.
Pero todo bueno, termina pronto, y debí de haber supuesto que todo esto era demasiado magnifico si de Alice se trataba, claro, ella no tardó mucho en poner sus manos sobre mi pecho para apartarme bruscamente.
“¡Esto es el colmo!” – gritó entre jadeos
“Perdóname” – imploré mientras controlaba mi respiración
“¿Por qué? ¿Por qué siempre haces lo mismo?” – quiso saber - “¿Qué pretendes? ¿Acaso no puedes hacer otra cosa que no sea insultarme o besarme sin motivo alguno?”
“Alice, yo…”
“Si no mal recuerdo, hoy en la mañana me dijiste que me llevarías a tu cama, si así tu lo desearas” – interrumpió - “pero, como para ti, soy una chiquilla mugrosa, no ibas a perder el tiempo conmigo” – me miró fijamente con la furia incrustada en sus pupilas, esperando a que dijera algo, y, al notar que yo era incapaz de emitir sonido alguno, prosiguió – “¿Fue eso lo que me dijiste o no?” – preguntó con firmeza
“S… si” – dije. ¿Acaso tenía algún caso negarlo? Esas habían sido mis palabras. Palabras las cuales, Alice no se merecía en absoluto
“¿Entonces, por qué estas aquí?” – cuestionó – “¿Por qué no me dejas en paz y vas en busca de esa mujer de sociedad, tan diferente a mí?”
“Por lo mismo” – respondí – “por que no eres igual a todas ellas… por ese motivo me cuesta tanto alejarme de ti” – sonrió tristemente mientras negaba ligeramente con su cabeza. Me pregunté que estaría pensando
“Sé que tengo excusa para disculparme por lo que te dije hoy en la mañana” – continué – “pero déjame tratar de remediarlo”
“¿Por qué no le dejamos las cosas tal como están?” – propuso – “creo que es lo más sensato… dudo mucho que una persona como tu sea capaz de sentirse comprometido con alguien como yo… ¿Por qué no simplemente, dejas de molestarme?”
Dejar de molestarla, ¿Eso era yo para ella? ¿Una molestia? Me negué a creer eso. Me negué a decir “si”. Me negué con obstinación. No la iba a dejar tan fácilmente. Alice se había convertido en mi obsesión, en una obsesión enfermiza e inexplicable, la cual me estaba comenzando a volver loco.
“No” – dije con firmeza – “intenta con algo más que eso no dará resultado”
“¿Qué ganas con seguirme?” – atajó y me encogí de hombros ante su respuesta. ¿Qué ganaba? Ni yo lo sabía. Era como preguntarle a un drogadicto el por qué de su adicción. Podrían haber muchas respuestas y ninguna de ellas sería algo completamente razonable o cierto.
“Dame una oportunidad, Alice” – supliqué – “dime que puedo hacer para ganarme tu confianza… quiero ser tu amigo”
“Un amigo no ofende” –
“No lo haré más” – prometí – “dame… danos una oportunidad” – volví a repetir – “déjame conocerte mejor y conóceme, verás que no soy la persona que tu piensas”
Alice dirigió su mirada hacia sus pies y yo esperé, por eternos segundos, su respuesta.
“No doy segundas oportunidades” – advirtió y una extensa sonrisa se dibujó en mis labios
“No te voy a fallar” – juré mientras la abrazaba fuertemente
“¡Tranquilo!” – calmó mientras deshacía la cárcel de mis brazos – “los amigos respetan el espacio personal” – recordó y, aunque dolido por la condición, asentí.
Haría todo lo necesario por tener a Alice a mi lado.
EDWARD POV
Acababa de salir de clases de genética e iba caminando junto con Emmett al edificio “D”, en donde recibiríamos la materia de Bioquímica. Llevaba todos mis libros y mi carpeta en el brazo, puesto que mi mochila se había roto el fin de semana y dudaba el comprarme una en un par de meses.
“¿Quieres que te ayude?” – ofreció Emmett al verme y no me negué. Le entregué uno de los libros más gruesos y sentí un alivio tremendo, seguido de un adormecimiento, en mi extremidad. Hice una mueca de dolor ante la sensación torturante de cosquilleo – “Tenemos diez minutos libres” – recordó mi amigo – “¿Quieres ir a comprar algo para desayunar?”
“Te acompaño” – dije y nos dirigimos hacia una pequeña tienda ubicada a las afueras de la universidad.
“¿No tienes hambre?” – preguntó al ver que me quedaba parado justamente en la entrada del local
“No” – mentí. Claro que tenía hambre, el problema era que no tenía dinero, el poco ahorro que me había quedado, lo había gastado el fin de semana en la playa y faltaban varios días para que la señora me pagara.
“No has desayunado” – señaló – “y son las diez de la mañana… ¿Cómo es posible que no tengas hambre?” – me encogí de hombros como respuesta, sabía que, dijera lo que dijera, no iba a convencer a mi amigo de mis palabras, Emmett entrecerró sus ojos y, sin decir más, se adentró en la tiendita.
A los pocos minutos salió con dos sándwiches y dos refrescos
“Si no lo aceptas, te golpeare” – amenazó mientras me tendía los alimentos. Me sentí avergonzado mientras buscaba las palabras adecuadas para negarme – “Edward, me duele tu rechazo, ¿lo sabías?” – preguntó con teatral dramatismo, arrancándome una sonrisa pese a lo incomodidad – “¡Vamos, no pienso comer solo!” – dijo mientras estiraba más su mano hacia mi dirección.
“Gracias” – dije sinceramente por mí y por mi estomago. Caminamos de regreso a la entrada de la escuela, cuando nos encontramos a Victoria, junto con unas amigas. – “Hey, ¿Qué tal chicas?” – saludó Emmett
“¡Emmett, Edward!” – exclamó la pelirroja mientras se apresuraba a saludarnos – “Es bueno verlos” – comentó mientras me dedicaba una mirada sinuosa
“¿Qué hacían?” – pregunté para tratar de distraerla – “se veían entretenidas en algo”
Victoria y sus amigas rieron con sorna, antes de contestar
“Parece que unas barbies se salieron de su vitrina” – dijo mientras indicaba con la mirada a qué se refería. Dejé caer el sándwich cuando la vi.
¿Eran ellas?
“Rose” – murmuró Emmett con el mismo timbre de voz que yo hubiera usado de haber podido hablar.
Si. Definitivamente eran ellas: Rose y Bella
“¿Las conocen?” – preguntó Victoria con incredibilidad. Emmett y yo nos limitamos a asentir mientras comenzábamos a caminar hacia ellas.
Por sus expresiones, tal parecía que aún no nos habían visto. No era de sorprenderse el que se mostraran asustadas. Podía apostar que era la primera vez que pisaban, solas, un terreno tan diferente al que ellas estaban acostumbradas.
Obviamente, esta universidad no tenía un imponente y lujoso portón como entrada, ni alumnos portando uniformes inmaculados y de telas finas, tampoco había lujosos carros a orilla de la carretera, ni chóferes esperando por alguien.
Estaba seguro que, en toda la facultad, Emmett era el único que pertenecía a una posición económica alta (y no lo daba a demostrar), por lo tanto, aquellas dos muchachas desentonaban terriblemente con sus uniformes, como yo lo hubiera desentonado si, con las ropas que llevaba puestas en ese instante, me hubiera ido a parar al instituto al que ellas asistían.
“Bella” – llamé y la chica giró al escuchar mi voz, pude darme cuanto como la tranquilidad y felicidad suplantaban el terror en su delicado rostro.
“¡Edward!” – exclamó mientras casi corría hacia mi. Se lanzó a mis brazos, los cuales la recibieron plenamente
“Bella, ¿Qué haces aquí?” – pregunté mientras depositaba un tierno beso sobre sus cabellos
“Te… te vine a ver” – dijo y se separó un poco para poder verme a la cara – “¿Te molesta o…?”
“No, no” – me apresuré a decir y sonreí por lo tonto que había sido al no saber que, seguramente, Bella iba a mal interpretar mi pregunta – “No es eso, amor ¿Cómo crees que puede molestarme el verte?” – inquirí mientras volvía a hundir mi rostro en sus cabellos – “solamente, no me esperaba esto… ¿Acaso no tuviste clases?”
“Nos costó un poco el saltar la barda… Rose se rompió la falda y yo me lastimé la rodilla”
“¿Qué cosa?” – pregunté alarmado mientras me separaba de ella – “¿Cómo que te saltaste la barda, Bella?” – el rostro de mi novia se enrojeció y bajé la mirada hacia su rodilla, la cual estaba cubierta por la larga falda tableada, con cuadros grises y negros
“Déjame ver qué tanto te lastimaste” – pedí mientras me inclinaba y levantaba la tela para dejar descubierta aquella parte de su cuerpo que me importaba – “¡Bella!” – exclamé al ver la enorme y fresca herida en su rodilla derecha - “vamos a la enfermería para que te cure” – dije mientras la levantaba entre mis brazos, haciendo caso omiso a sus replicas
“¿A dónde van?” – quiso saber Rose y Emmett.
“En seguida regresamos” – anuncié – “vamos a la enfermería”
“Edward, no es necesario” – discutió Bella entre mis brazos. Sentí como varias miradas curiosas se posaban en nosotros mientras cruzábamos la plaza cívica. En cuanto llegamos a la enfermería, la deposité suavemente en una de las sillas y pedí en la recepción un botiquín de primero auxilios
“Esto te va a arder un poco” – le advertí mientras preparaba un algodón con agua oxigenada y alcohol. El corazón se me encogió al levantar la vista y percatarme de que Bella estaba llorando – “¿Te duele mucho?” – pregunté mientras llevaba mis manos hacia su rostro – “Trataré de no lastimarte” – prometí y ella negó con la cabeza
“No lloro por eso” – esperé a que continuara – “lloro por que… por que solo te vengo a causar problemas”
“Bella” – susurré incapaz de creer lo que había escuchado – “¿cómo puedes pensar eso, amor?... no sabes lo alegre que me siento de tenerte aquí, conmigo… pero me atormenta el hecho de que te hiciste daño, solo por venir a verme”
“Entonces… ¿no te molesta el que yo haya venido hasta acá?”
“Claro que no, tontita” – murmuré mientras limpiaba con la yema de mis dedos las gotas que caían por sus suaves mejillas – “al contrario: me siento dichoso que hayas estado dispuesta a venir a un lugar el cual, estoy seguro, te resulta desagradable, solo por el hecho de verme” – sonrió ante mis palabras y me acerqué para rozar ligeramente sus labios
“¿Es necesario?” – preguntó al ver que me inclinaba para curarle la herida
“Tienes que ser fuerte” – aconsejé mientras acercaba el algodón a su rodilla y ella comenzó a lloriquear mientras enterraba sus uñas en mi brazo y yo reía, realmente divertido por lo frágil que resultaba ser.
“¡Listo!” – exclamé mientras me incorporaba, incapaz de borrar la sonrisa de suficiencia que se me había dibujado en los labios.
“Monstruo” – acusó con mirada asesina y después, miró fijamente la gasita que le había puesto en la herida, con gesto un tanto arrogante
“Es necesario” – confirmé mientras volvía a besarla.
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“¿Seguro que no habrá nadie en tu casa?” – quiso asegurar mi novia mientras caminábamos hacia allá
“Mi mamá esta en tu casa, al igual que mi hermana; mi papá esta en la carpintería, y Jacob y Seth, en la escuela”
“¿Quién va por ellos?”
“Mi mamá, en cuanto sale de trabajar” – informé – “la escuela es algo así como una guardería, en cuanto las horas escolares terminan, abren nuevas actividades, las cuales se expanden y son para los niños que, al igual que mis hermanos, sus padres trabajan hasta tarde”
Seguí contándole a Bella un poco más sobre mi familia, hasta que llegamos a mi casa…
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Capítulo 20: Arte culinario
BELLA POV
“Si, mamá… estaré ahí antes de que anochezca…” –
“Isabella, que no se te olvide que no es momento de estar tanto tiempo fuera de casa, tenemos visitas” – recordó mi madre al otro lado de la línea, mientras yo ponía mis ojos en blanco y hacía una mueca, con la cual arranqué una pequeña sonrisa de los labios de mi novio
“Si, estaré ahí lo más pronto posible” – mentí – “No necesitaras a Edward, ¿cierto?...”
“Supongo que no” – contestó mi madre de mala gana
“Entonces, te veo después” – dije antes de colgar. Miré a mi novio y con una sonrisa triunfal en mi rostro, anuncié – “Todo está arreglado”
Edward rió
“Eres una maestra de la mentira” – señaló mientras me tomaba de la mano y comenzábamos otra vez a caminar. No dimos muchos pasos más para llegar a la casita que ya antes había visto. Edward se detuvo frente a la puerta, sacó un juego de llaves y abrió – “adelante” – indicó con un gesto en la mano y una sonrisa amable. Le sonreí antes de aceptar y ya estando ahí, no pude evitar viajar mi mirada por toda la estancia.
Pequeña, sencilla…. pero hermosa. Exactamente como él y su familia solían ser.
“Toma asiento, por favor” – alentó y me dejé caer sobre el desgastado y suave sofá de color café. Mi novio desapareció por un instante y luego, volvió frente a mí, con un vaso con agua
“Gracias” – dije tomando el objeto y llevándomelo a los labios. Edward observó en silencio como me acababa el líquido en tan poco instante
“Tenías sed” – mi estomago gruñó audiblemente en respuesta, provocando un terrible sonrojo en mis mejillas por el escándalo. Más que sed, tenía hambre, ya que, tras salirnos a hurtadillas del colegio, Rose y yo no habíamos podido ingerir alimento alguno – “¿Ya desayunaste, Bella?” – preguntó
“Si” – me apresuré a mentir pero mis intestinos me traicionaron, emitiendo otro rugido.
Edward entrecerró ligeramente sus ojos y, en silencio, llevó una de sus manos hacia mi estomago que, al sentir la presión de su palma, volvió a protestar por comida, con mayor fuerza que las veces anteriores. Bajé la mirada. La escena había sido lo más embarazoso que me había pasado hasta ese momento y la fuerte carcajada de mi novio la volvía aún mucho peor.
“No te burles” – pedí, molesta
“Lo siento” – dijo rodeándome con sus brazos mientras intentaba controlar sus risas. Nos quedamos por un momento en silencio, el cual fue roto por otro sonido similar al que minutos antes había emitido mi estomago, pero con la diferencia de que esa vez, era Edward el sonrojado - “Así que… te burlas y estas igual que yo, eh” – señalé luchando por no romper en carcajadas. Era algo único ver aquellas mejillas pálidas sonrojadas, siendo acompañadas por sus ojos verdes envueltos en un brillo inocente y un tanto pudoroso.
Edward no contestó, se limitó a sonreír ligeramente de lado para después hundir su rostro en el hueco que se formaba entre mi hombro y mi cuello. Suspiré y comencé a acariciar su suave cabello con mis dedos. Dejé caer mi cabeza sobre la suya y cerré mis ojos, mientras me dejaba embargar por aquella paz infinita que sentía en esos instantes. Comencé a soñar despierta, imaginándome pequeñas partes de mi futuro con él…
… Fue entonces cuando, vagamente, una imagen llegó con más claridad a mi cabeza: una casita, sin lujos pero aún así linda, y yo, esperándolo con impaciencia, vigilando a cada instante a través de una ventana, hasta que él aparecía y tras cruzar la puerta me besaba y abrazaba…
“¡Tengo una idea!” – exclamé, sobresaltando a mi novio el cual comenzaba a quedarse dormido sobre mi regazo. Parecía cansado.
“¿Una idea?” – Repitió mientras dibujaba varios círculos sobre la palma de mi mano con uno de sus dedos – “¿Qué idea?” – quiso saber
“Cocinaré para ti” – anuncié con firmeza. Pareció que la noticia tardó en adquirir sentido para sus oídos ya que, por varios segundos, se quedó completamente inmóvil
“¿Cocinaras… para mí?” – preguntó mientras se alejaba, solamente lo suficiente como para verme a los ojos. Asentí con una sonrisa en los labios – “Amor… pero tu… tu no sabes cocinar… ¿o si?” – la sonrisa de mi rostro desapareció. Cierto: no sabía cocinar. Había olvidado ese pequeño gran detalle. Fruncí los labios ante mi propia decepción.
¿Qué gran ciencia puede ser? Me dije mentalmente Mucha gente lo hace, ¿por qué tu no? ¿Qué pierdes con intentarlo?
“No” – admití – “pero nunca es tarde para aprender”
“Tienes razón” – acordó con una sonrisa – “en todo caso… ¿Qué piensas cocinar?” – Oh.
“Eh… no lo sé” – pude notar que le estaba costando un esfuerzo enorme por no reírse – “¿Qué se te antoja?”
“Tus labios” – murmuró al momento que inclinaba su rostro y juntaba su boca con la mía y mientras lo besaba, pensaba en qué alimento no se veía tan complicado de hacer…
“Pechuga rellena” – musité contra sus labios, provocando en él una gran consternación
“¿Qué dices?”
“¡Haré pechuga rellena!” – Anuncié – “¿Hay una tienda por aquí cerca?”
Tras ganar una breve discusión con Edward por que él no quería (como siempre) que yo gastara un solo peso, me encontraba ya en la pequeña cocina de los Cullen con él a mi lado.
“Empecemos” – murmuré mientras quitaba el plástico que cubría el plato en el cual se encontraba la congelada pieza de pollo y la tomaba entre mis manos. Edward comenzó a reír escandalosamente cuando vio mi cara de repulsión al sentir la carne cruda entre mis dedos – “¿Por qué no vas a la sala?” – ofrecí sin verle
“Te puede pasar algo si te dejo sola” – recordó entre risitas, lo cual me ofendió
“¿Qué me podría pasar en la cocina?” – inquirí de forma retadora
“Te puedes cortar, quemar, caer…”
“¡Basta!” – Interrumpí molesta – “¡No soy tan estúpida como para que algo así me pase! ¡Ahora… vete de aquí!”
“De acuerdo” – dijo. Parecía que mi rabia le divertía aún más – “estaré leyendo, mañana tengo un examen” – no contesté, solo alcancé a escuchar una leve risita antes de que saliera del pequeño lugar.
Estando ya sola, volví a observar a detalle la minúscula cocina que se levantaba frente a mí. Pequeña, pero, al igual que el resto de la casa, muy limpia y ordenada. Tenían una estufa de dos parrillas sobre una mesita de madera en donde se podían apreciar varios de los condimentos fundamentales, un pequeño y desgastado refrigerador, una ventanita con cortinas rotas, una pequeña alacena hecha de madera en la que reposaban los pocos vasos, platos, cacerolas, jarras y cubiertos.
Volví a suspirar. Jamás creí posible que algo tan sencillo me resultara tan esplendido y comprendí que, aparte del maravilloso amor que había conocido con Edward, gracias a él, también había conocido la verdadera esencia de las personas y de las cosas que me rodeaban. En ese instante comprendí al cien por ciento que todos los lujos que yo conocía, no tenían poder alguno sobre la magnificencia que representaban estas pequeñas cosas que tanta paz te daban.
Tomé un cuchillo y empecé a cortar la carne en rebanadas. Tras tener ya los pedacitos cortados, me quedé inmóvil. Realmente no tenía ni la más mínima idea de lo que se tenía que hacer. Intenté recordar lo poco que había podido apreciar al entrar en la cocina de mi casa. Puse una olla con agua en el fuego, y comencé a rebanar los jitomates y las cebollas, aquello me resultó más arduo, las verduras se me resbalaban de los dedos.
Mi gritó hizo temblar a toda la casa y Edward no tardó en aparecer
“¡Bella! ¿Qué te paso?” – preguntó con voz aterrada mientras se acercaba a mí rápidamente.
“Me corté” – dije mientras veía como la sangre brotaba de mi dedo pulgar. Dolía mucho.
“Sabía que no te debía dejar sola” – comentó mientras tomaba mi mano herida y la veía de cerca – “en seguida vuelvo” – estuvo de regreso en menos de siete segundos. Tomó mi dedo entre sus manos y lo comenzó a limpiar con alcohol
“Soy una torpe” – murmuré mientras me mordía fuertemente la lengua para reprimir las lagrimas que estaban a punto de salir. No lagrimas de dolor, si no de tristeza… ¿Cómo era posible que no pudiera hacer nada bien?
“No digas eso” – sonrió mientras ponía otra vendita sobre mi dedo – “eres adorable” – bufé en respuesta y él tomó mi mejilla entre sus manos, me miró fijamente a los ojos y después, depositó un tierno beso sobre la punta de mi nariz – “Lo eres, claro que sí”
“Ni si quiera puedo cocinar” – le recordé – “¿Eso te parece adorable?”
“Sin duda alguna” – respondió mientras me tomaba de las manos y me jalaba para que me pusiera de pie – “¿Qué te parece si mejor cocinamos juntos?”
“¿Sabes cocinar?” – pregunté asombrada
“Solo un poco” – contestó mientras tomaba el cuchillo y comenzaba a cortar con habilidad las verduras.
Edward comenzó a explicarme cada paso que daba y yo le ayudé en lo que podía. La comida estuvo lista en poco tiempo, y yo me preguntaba a cada instante si habría una cosa en la cual Edward no fuera simplemente perfecto.
“Provecho” – deseó cuando estábamos los dos sentados en la mesa
“Gracias” – murmuré y tomé un poco de comida y me la llevé al paladar – “te quedó riquísimo” – comenté con sinceridad
“Nos quedó” – rectificó
“Yo solo lavé los trastes sucios y puse las verduras y la carne, ya cortadas, en el agua caliente” – me sonrió y se encogió de hombros.
La comida fue realmente deliciosa. Mucho mejor que la de cualquier restaurante de alto rango al que pudiera visitar. Su sola compañía convertía aquel pequeño salón y aquel sencillo platillo en todo un festín. Terminando de comer, me apresuré a lavar los trastes (rompiendo un plato en el intento) en compañía de Edward, el cual rompió en carcajadas al ver el desastre que solía ser.
“Lo siento” – volví a repetir cuando ya estábamos acurrucados sobre su sofá. Una pequeña llovizna comenzaba a caer y resbalaba por la ventana. Nos mantuvimos largo rato en silencio, solamente nuestras manos se movían. Las suyas sobre mi espalda y las mías sobre su pecho. Escuché como Edward comenzaba a tararear una dulce canción, la cual comenzó a penetrar en mis oídos y me relajó aún mucho más
“No sabía que cantabas” - señalé con mis ojos cerrados
“Mi papá me enseñó a tocar la guitarra desde que era pequeño”
“¿Tocas la guitarra?” –
“Si. Tenemos una en mi recamara”
“¿Tocarías para mí?” – pedí
“No se me da muy bien…” – comenzó a decir
“Por favor” – interrumpí – “¿Si?” - le miré fijamente, con la suplica en mis ojos, sabiendo que con ese gesto no podría negarse. Y no lo hizo
“Esta bien” – accedió con un suspiro – “en seguida vuelvo” – le tomé de la mano para no dejarlo ir
“¿Podría conocer también tu habitación?” – Edward sonrió abiertamente y asintió. Antes de que pudiera dar un paso hacia delante, sus brazos me levantaron del suelo y me llevaron cargada hacia el pequeño lugar.
Repentinamente, al ver su cama, el corazón me comenzó a bombear de manera frenética, sentí mis mejillas arder, al igual que el resto de mi cuerpo. Me depositó delicadamente sobre el colchón y apareció frente a mí con la guitarra que me había mencionado antes. Se sentó a mi lado y sin mirarme susurró
“No tiene mucho la compuse… no es muy buena, pero… la hice pensando en ti” – me quedé en silencio, esperando ansiosa por que comenzara. Sus dedos comenzaron a moverse sobre las cuerdas, emitiendo un pequeño sonido que se fue levantando sobre el viento y, tras pasar unos segundos, su voz acompañó a las notas musicales de manera única.
Sus ojos se clavaron en los míos cuando la música cesó, no me había dado cuenta que los tenía bañados en lagrimas hasta que sus dedos rozaron mi mejilla húmeda.
“Te amo” – murmuró y, aún sin habla por la emoción, me limité a aventarme a sus brazos y unir mi boca con la suya.
Mi cuerpo fue cayendo lentamente de espaldas, hasta que estuve aprisionada entre el colchón y su cuerpo, sus manos se deslizaron hasta deshacerse completamente de mi uniforme y fueron muy cuidadosas al pasearse por mis piernas para no lastimarme la herida. Su boca tierna y dulce se desplazó por mi cuerpo desnudo, dejando sendos caminos de humedad sobre el, mis manos recorrían, como si fuera la primera vez, cada línea de sus brazos, su espalda, su pecho...
Dudo mucho que exista algo más perfecto que los ardientes ojos verdes de Edward mirándome con pasión y sus manos firmes marcando y deslizándose por mis curvas. Tampoco creo sentir placer más infinito que el que me daban sus labios al rozar mis pechos y caer lentamente hasta mi abdomen, en donde su lengua jugueteaba por mi ombligo y se desplazaba hasta la línea de mi cadera.
Comenzó a moverse lentamente dentro de mí, mientras yo enterraba mis uñas en sus brazos y trataba de apaciguar mis gemidos con sus labios. Era infrenable el cosquilleo que inundaba cada milímetro de mi piel ardiente con cada empujón que sus caderas daban al compás de las mías, la piel se me erizaba por la mezcla de frío y calor que se combinaban en mi ser hasta que el fuego pasional descargaba toda su furia sobre nosotros, dejándonos completamente agotados, con nuestras respiraciones y nuestros jadeos descontrolados.
Ni Edward ni yo nos dimos cuenta del momento en que ambos nos quedamos dormidos.
Lo único que podía recordar era que sus manos se habían paseado por mi rostro y mi cabello y después bajaban hacia mis piernas, para jalar la sabana que tenía enrollada entre ellas, y así cubrirnos…
“¡Edward!” – la exclamación de aquella voz nos despertó a ambos con un sobresalto y, al ver la imagen que teníamos completamente inmóvil parada sobre la puerta, hasta la última gota de sangre huyó de nuestros rostros
“Mamá” – murmuró mi novio sin aliento.
BELLA POV
“Si, mamá… estaré ahí antes de que anochezca…” –
“Isabella, que no se te olvide que no es momento de estar tanto tiempo fuera de casa, tenemos visitas” – recordó mi madre al otro lado de la línea, mientras yo ponía mis ojos en blanco y hacía una mueca, con la cual arranqué una pequeña sonrisa de los labios de mi novio
“Si, estaré ahí lo más pronto posible” – mentí – “No necesitaras a Edward, ¿cierto?...”
“Supongo que no” – contestó mi madre de mala gana
“Entonces, te veo después” – dije antes de colgar. Miré a mi novio y con una sonrisa triunfal en mi rostro, anuncié – “Todo está arreglado”
Edward rió
“Eres una maestra de la mentira” – señaló mientras me tomaba de la mano y comenzábamos otra vez a caminar. No dimos muchos pasos más para llegar a la casita que ya antes había visto. Edward se detuvo frente a la puerta, sacó un juego de llaves y abrió – “adelante” – indicó con un gesto en la mano y una sonrisa amable. Le sonreí antes de aceptar y ya estando ahí, no pude evitar viajar mi mirada por toda la estancia.
Pequeña, sencilla…. pero hermosa. Exactamente como él y su familia solían ser.
“Toma asiento, por favor” – alentó y me dejé caer sobre el desgastado y suave sofá de color café. Mi novio desapareció por un instante y luego, volvió frente a mí, con un vaso con agua
“Gracias” – dije tomando el objeto y llevándomelo a los labios. Edward observó en silencio como me acababa el líquido en tan poco instante
“Tenías sed” – mi estomago gruñó audiblemente en respuesta, provocando un terrible sonrojo en mis mejillas por el escándalo. Más que sed, tenía hambre, ya que, tras salirnos a hurtadillas del colegio, Rose y yo no habíamos podido ingerir alimento alguno – “¿Ya desayunaste, Bella?” – preguntó
“Si” – me apresuré a mentir pero mis intestinos me traicionaron, emitiendo otro rugido.
Edward entrecerró ligeramente sus ojos y, en silencio, llevó una de sus manos hacia mi estomago que, al sentir la presión de su palma, volvió a protestar por comida, con mayor fuerza que las veces anteriores. Bajé la mirada. La escena había sido lo más embarazoso que me había pasado hasta ese momento y la fuerte carcajada de mi novio la volvía aún mucho peor.
“No te burles” – pedí, molesta
“Lo siento” – dijo rodeándome con sus brazos mientras intentaba controlar sus risas. Nos quedamos por un momento en silencio, el cual fue roto por otro sonido similar al que minutos antes había emitido mi estomago, pero con la diferencia de que esa vez, era Edward el sonrojado - “Así que… te burlas y estas igual que yo, eh” – señalé luchando por no romper en carcajadas. Era algo único ver aquellas mejillas pálidas sonrojadas, siendo acompañadas por sus ojos verdes envueltos en un brillo inocente y un tanto pudoroso.
Edward no contestó, se limitó a sonreír ligeramente de lado para después hundir su rostro en el hueco que se formaba entre mi hombro y mi cuello. Suspiré y comencé a acariciar su suave cabello con mis dedos. Dejé caer mi cabeza sobre la suya y cerré mis ojos, mientras me dejaba embargar por aquella paz infinita que sentía en esos instantes. Comencé a soñar despierta, imaginándome pequeñas partes de mi futuro con él…
… Fue entonces cuando, vagamente, una imagen llegó con más claridad a mi cabeza: una casita, sin lujos pero aún así linda, y yo, esperándolo con impaciencia, vigilando a cada instante a través de una ventana, hasta que él aparecía y tras cruzar la puerta me besaba y abrazaba…
“¡Tengo una idea!” – exclamé, sobresaltando a mi novio el cual comenzaba a quedarse dormido sobre mi regazo. Parecía cansado.
“¿Una idea?” – Repitió mientras dibujaba varios círculos sobre la palma de mi mano con uno de sus dedos – “¿Qué idea?” – quiso saber
“Cocinaré para ti” – anuncié con firmeza. Pareció que la noticia tardó en adquirir sentido para sus oídos ya que, por varios segundos, se quedó completamente inmóvil
“¿Cocinaras… para mí?” – preguntó mientras se alejaba, solamente lo suficiente como para verme a los ojos. Asentí con una sonrisa en los labios – “Amor… pero tu… tu no sabes cocinar… ¿o si?” – la sonrisa de mi rostro desapareció. Cierto: no sabía cocinar. Había olvidado ese pequeño gran detalle. Fruncí los labios ante mi propia decepción.
¿Qué gran ciencia puede ser? Me dije mentalmente Mucha gente lo hace, ¿por qué tu no? ¿Qué pierdes con intentarlo?
“No” – admití – “pero nunca es tarde para aprender”
“Tienes razón” – acordó con una sonrisa – “en todo caso… ¿Qué piensas cocinar?” – Oh.
“Eh… no lo sé” – pude notar que le estaba costando un esfuerzo enorme por no reírse – “¿Qué se te antoja?”
“Tus labios” – murmuró al momento que inclinaba su rostro y juntaba su boca con la mía y mientras lo besaba, pensaba en qué alimento no se veía tan complicado de hacer…
“Pechuga rellena” – musité contra sus labios, provocando en él una gran consternación
“¿Qué dices?”
“¡Haré pechuga rellena!” – Anuncié – “¿Hay una tienda por aquí cerca?”
*************************
Tras ganar una breve discusión con Edward por que él no quería (como siempre) que yo gastara un solo peso, me encontraba ya en la pequeña cocina de los Cullen con él a mi lado.
“Empecemos” – murmuré mientras quitaba el plástico que cubría el plato en el cual se encontraba la congelada pieza de pollo y la tomaba entre mis manos. Edward comenzó a reír escandalosamente cuando vio mi cara de repulsión al sentir la carne cruda entre mis dedos – “¿Por qué no vas a la sala?” – ofrecí sin verle
“Te puede pasar algo si te dejo sola” – recordó entre risitas, lo cual me ofendió
“¿Qué me podría pasar en la cocina?” – inquirí de forma retadora
“Te puedes cortar, quemar, caer…”
“¡Basta!” – Interrumpí molesta – “¡No soy tan estúpida como para que algo así me pase! ¡Ahora… vete de aquí!”
“De acuerdo” – dijo. Parecía que mi rabia le divertía aún más – “estaré leyendo, mañana tengo un examen” – no contesté, solo alcancé a escuchar una leve risita antes de que saliera del pequeño lugar.
Estando ya sola, volví a observar a detalle la minúscula cocina que se levantaba frente a mí. Pequeña, pero, al igual que el resto de la casa, muy limpia y ordenada. Tenían una estufa de dos parrillas sobre una mesita de madera en donde se podían apreciar varios de los condimentos fundamentales, un pequeño y desgastado refrigerador, una ventanita con cortinas rotas, una pequeña alacena hecha de madera en la que reposaban los pocos vasos, platos, cacerolas, jarras y cubiertos.
Volví a suspirar. Jamás creí posible que algo tan sencillo me resultara tan esplendido y comprendí que, aparte del maravilloso amor que había conocido con Edward, gracias a él, también había conocido la verdadera esencia de las personas y de las cosas que me rodeaban. En ese instante comprendí al cien por ciento que todos los lujos que yo conocía, no tenían poder alguno sobre la magnificencia que representaban estas pequeñas cosas que tanta paz te daban.
Tomé un cuchillo y empecé a cortar la carne en rebanadas. Tras tener ya los pedacitos cortados, me quedé inmóvil. Realmente no tenía ni la más mínima idea de lo que se tenía que hacer. Intenté recordar lo poco que había podido apreciar al entrar en la cocina de mi casa. Puse una olla con agua en el fuego, y comencé a rebanar los jitomates y las cebollas, aquello me resultó más arduo, las verduras se me resbalaban de los dedos.
Mi gritó hizo temblar a toda la casa y Edward no tardó en aparecer
“¡Bella! ¿Qué te paso?” – preguntó con voz aterrada mientras se acercaba a mí rápidamente.
“Me corté” – dije mientras veía como la sangre brotaba de mi dedo pulgar. Dolía mucho.
“Sabía que no te debía dejar sola” – comentó mientras tomaba mi mano herida y la veía de cerca – “en seguida vuelvo” – estuvo de regreso en menos de siete segundos. Tomó mi dedo entre sus manos y lo comenzó a limpiar con alcohol
“Soy una torpe” – murmuré mientras me mordía fuertemente la lengua para reprimir las lagrimas que estaban a punto de salir. No lagrimas de dolor, si no de tristeza… ¿Cómo era posible que no pudiera hacer nada bien?
“No digas eso” – sonrió mientras ponía otra vendita sobre mi dedo – “eres adorable” – bufé en respuesta y él tomó mi mejilla entre sus manos, me miró fijamente a los ojos y después, depositó un tierno beso sobre la punta de mi nariz – “Lo eres, claro que sí”
“Ni si quiera puedo cocinar” – le recordé – “¿Eso te parece adorable?”
“Sin duda alguna” – respondió mientras me tomaba de las manos y me jalaba para que me pusiera de pie – “¿Qué te parece si mejor cocinamos juntos?”
“¿Sabes cocinar?” – pregunté asombrada
“Solo un poco” – contestó mientras tomaba el cuchillo y comenzaba a cortar con habilidad las verduras.
Edward comenzó a explicarme cada paso que daba y yo le ayudé en lo que podía. La comida estuvo lista en poco tiempo, y yo me preguntaba a cada instante si habría una cosa en la cual Edward no fuera simplemente perfecto.
**********************
“Provecho” – deseó cuando estábamos los dos sentados en la mesa
“Gracias” – murmuré y tomé un poco de comida y me la llevé al paladar – “te quedó riquísimo” – comenté con sinceridad
“Nos quedó” – rectificó
“Yo solo lavé los trastes sucios y puse las verduras y la carne, ya cortadas, en el agua caliente” – me sonrió y se encogió de hombros.
La comida fue realmente deliciosa. Mucho mejor que la de cualquier restaurante de alto rango al que pudiera visitar. Su sola compañía convertía aquel pequeño salón y aquel sencillo platillo en todo un festín. Terminando de comer, me apresuré a lavar los trastes (rompiendo un plato en el intento) en compañía de Edward, el cual rompió en carcajadas al ver el desastre que solía ser.
“Lo siento” – volví a repetir cuando ya estábamos acurrucados sobre su sofá. Una pequeña llovizna comenzaba a caer y resbalaba por la ventana. Nos mantuvimos largo rato en silencio, solamente nuestras manos se movían. Las suyas sobre mi espalda y las mías sobre su pecho. Escuché como Edward comenzaba a tararear una dulce canción, la cual comenzó a penetrar en mis oídos y me relajó aún mucho más
“No sabía que cantabas” - señalé con mis ojos cerrados
“Mi papá me enseñó a tocar la guitarra desde que era pequeño”
“¿Tocas la guitarra?” –
“Si. Tenemos una en mi recamara”
“¿Tocarías para mí?” – pedí
“No se me da muy bien…” – comenzó a decir
“Por favor” – interrumpí – “¿Si?” - le miré fijamente, con la suplica en mis ojos, sabiendo que con ese gesto no podría negarse. Y no lo hizo
“Esta bien” – accedió con un suspiro – “en seguida vuelvo” – le tomé de la mano para no dejarlo ir
“¿Podría conocer también tu habitación?” – Edward sonrió abiertamente y asintió. Antes de que pudiera dar un paso hacia delante, sus brazos me levantaron del suelo y me llevaron cargada hacia el pequeño lugar.
Repentinamente, al ver su cama, el corazón me comenzó a bombear de manera frenética, sentí mis mejillas arder, al igual que el resto de mi cuerpo. Me depositó delicadamente sobre el colchón y apareció frente a mí con la guitarra que me había mencionado antes. Se sentó a mi lado y sin mirarme susurró
“No tiene mucho la compuse… no es muy buena, pero… la hice pensando en ti” – me quedé en silencio, esperando ansiosa por que comenzara. Sus dedos comenzaron a moverse sobre las cuerdas, emitiendo un pequeño sonido que se fue levantando sobre el viento y, tras pasar unos segundos, su voz acompañó a las notas musicales de manera única.
“Comienza a amanecer en esta oscuridad
y yo buscándote, perdido en soledad
y así, sin ti, que difícil vivir…
Tu aliento se me fue, sin una explicación,
Dejándome caer en la desolación,
y aquí, sin ti, podría morir…
¡Si pudiera volar hacia ti
Y a la luz de tu universo mi esperanza descubrir!
En ti, solo en ti.
Una ilusión… un corazón… me echa volar hacia ti
Quisiera regresar, volverte a respirar
Quedar unido a ti y por una eternidad
Y así, renacer.
Y a ti, volver
¡Si pudiera volar, hacia ti
Y a la luz de tu universo mi esperanza descubrir!
Y en ti, solo en ti
En ti…
¡Si pudiera volar, hacia ti
Y a la luz de tu universo mi esperanza descubrir!
Y en ti, solo en ti…
Si pudiera volar, hacia ti
Tocaría el horizonte,
Dejaría de existir por ti,
Hasta el fin…
Sin más que esta ansiedad, de regresar junto a ti…
y yo buscándote, perdido en soledad
y así, sin ti, que difícil vivir…
Tu aliento se me fue, sin una explicación,
Dejándome caer en la desolación,
y aquí, sin ti, podría morir…
¡Si pudiera volar hacia ti
Y a la luz de tu universo mi esperanza descubrir!
En ti, solo en ti.
Una ilusión… un corazón… me echa volar hacia ti
Quisiera regresar, volverte a respirar
Quedar unido a ti y por una eternidad
Y así, renacer.
Y a ti, volver
¡Si pudiera volar, hacia ti
Y a la luz de tu universo mi esperanza descubrir!
Y en ti, solo en ti
En ti…
¡Si pudiera volar, hacia ti
Y a la luz de tu universo mi esperanza descubrir!
Y en ti, solo en ti…
Si pudiera volar, hacia ti
Tocaría el horizonte,
Dejaría de existir por ti,
Hasta el fin…
Sin más que esta ansiedad, de regresar junto a ti…
Sus ojos se clavaron en los míos cuando la música cesó, no me había dado cuenta que los tenía bañados en lagrimas hasta que sus dedos rozaron mi mejilla húmeda.
“Te amo” – murmuró y, aún sin habla por la emoción, me limité a aventarme a sus brazos y unir mi boca con la suya.
Mi cuerpo fue cayendo lentamente de espaldas, hasta que estuve aprisionada entre el colchón y su cuerpo, sus manos se deslizaron hasta deshacerse completamente de mi uniforme y fueron muy cuidadosas al pasearse por mis piernas para no lastimarme la herida. Su boca tierna y dulce se desplazó por mi cuerpo desnudo, dejando sendos caminos de humedad sobre el, mis manos recorrían, como si fuera la primera vez, cada línea de sus brazos, su espalda, su pecho...
Dudo mucho que exista algo más perfecto que los ardientes ojos verdes de Edward mirándome con pasión y sus manos firmes marcando y deslizándose por mis curvas. Tampoco creo sentir placer más infinito que el que me daban sus labios al rozar mis pechos y caer lentamente hasta mi abdomen, en donde su lengua jugueteaba por mi ombligo y se desplazaba hasta la línea de mi cadera.
Comenzó a moverse lentamente dentro de mí, mientras yo enterraba mis uñas en sus brazos y trataba de apaciguar mis gemidos con sus labios. Era infrenable el cosquilleo que inundaba cada milímetro de mi piel ardiente con cada empujón que sus caderas daban al compás de las mías, la piel se me erizaba por la mezcla de frío y calor que se combinaban en mi ser hasta que el fuego pasional descargaba toda su furia sobre nosotros, dejándonos completamente agotados, con nuestras respiraciones y nuestros jadeos descontrolados.
Ni Edward ni yo nos dimos cuenta del momento en que ambos nos quedamos dormidos.
Lo único que podía recordar era que sus manos se habían paseado por mi rostro y mi cabello y después bajaban hacia mis piernas, para jalar la sabana que tenía enrollada entre ellas, y así cubrirnos…
“¡Edward!” – la exclamación de aquella voz nos despertó a ambos con un sobresalto y, al ver la imagen que teníamos completamente inmóvil parada sobre la puerta, hasta la última gota de sangre huyó de nuestros rostros
“Mamá” – murmuró mi novio sin aliento.
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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
hay no coo nos vas a dejar haci nooo queiro saber que pasa no ahora si como que los pillaron
espero que pronto publiques mas atal
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Irina Denali- .
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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
bueno mas tarde pondre mas si es que me lo solicitan mas lectoras jejej
Atal- .
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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
tienes que colocar mas capítulos..
me dejaste con la intriga de la madre xddd ^^
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nessie17- .
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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
a mi tambien ojala esme acepte la relacion de bella y edward y tambien quiero saber q va a pasar con jasper y alice me rio mucho cada ves q alice le pega a jasper por q muchas veces se lo merece y tambien con la relacion de emmett y rosalie
vaneian08- .
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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
amigas ustedes lo han pedido
Capítulo 21: Inseparables
EDWARD POV
“Mamá” – fue lo único que pude alcanzar a decir, después de verla parada frente a la puerta. Sentí como Bella se tensaba a mi lado y escondía su rostro en mi hombro desnudo mientras alzaba más la sabana que nos cubría para taparse.
Temí por mi madre, se había quedado completamente paralizada y sus ojos estaban totalmente salidos de sus orbitas, su pequeña boca la tenía levemente abierta y su mano aún reposaba sobre su pecho.
Esperé en silencio y con la mayor de las vergüenzas. No había nada más qué decir y si lo había, no encontraba las palabras en mi lengua.
“Edward… ¿Qué es todo esto?” – logró decir al fin mi madre apenas y con un murmullo entrecortado – “señorita Isabella…” – miré a mi novia, que tenía la mirada fija hacia las sabanas y las mejillas completamente sonrojadas. Estaba incomoda, tal vez mucho más que yo.
“Madre, ¿podrías darnos un momento?... por favor” – le pedí para que pudiéramos vestirnos. Esme no habló, se limitó a dar media vuelta y salir con movimientos tan envarados, similares a los de un robot. Cuando ya estuvimos solos, miré a Bella y ella me miró a mí, sus ojos estaban inundados de miedo y pena. Pasé una de mis manos por su mejilla para tranquilizarla, aunque ni yo mismo sabía cómo.
“Edward…” – murmuró aterrada y ya no pudo articular más. Comenzó a llorar y, rápidamente, extendí mis brazos para rodearla y atraerla contra mi pecho. Quería calmarla, decirle que todo estaba bien pero, ¿cómo hacerlo si yo me encontraba igual de angustiado? ¿Qué le iba a decir a mi madre? ¿Qué reacción tendría tras encontrarme en la cama con la hija de la patrona?...
“Calma, Bella, calma” – repetí una y otra vez mientras la apretaba fuertemente con mis brazos. Tenía miedo, no tanto por las palabras de mi madre, si no por el hecho de que, con todo esto, se desatara una revolución en la cual me tendría que ver obligado a separarme de… ¡no! Me acobardada el hecho de solo imaginarlo. Simplemente no podría vivir sin ella ni un solo segundo más.
Cuando pude sentir que ya estaba más calmada, cogí las ropas revueltas en la cama y le tendí las suyas. Ella no protestó y se vistió rápidamente, al igual que yo. Salimos tomados de la mano hacia la pequeña sala, en donde mi madre ya nos esperaba con gesto ausente. Solamente levantó su mirada cuando estuvimos frente a ella, a menos de un metro, y sus verdes ojos, tan similares a los míos, se clavaron sobre nosotros. No podía ni si quiera tener una vaga idea de lo que pensaba o sentía, solamente de algo estaba seguro: la había decepcionado por completo.
“Lo siento” – musité incapaz de mirarle de frente. Ella se puso de pie y, aunque era por mucho más baja que yo, me sentí pequeño al frente suyo. Mis pupilas se clavaron en sus desgastados y pequeños zapatos y después, solo sentí como algo me golpeaba la mejilla.
El impacto no fue duro, pero si fue demasiado doloroso. Apreté la mano de Bella al sentir que saltaba al ver lo que Esme había hecho, y con ese gesto, le pedí que no interviniera.
“¿Cómo pudiste, Edward?” – dijo después con rabia contenida – “¿Sabes quien es ella?” – preguntó con voz cortada, señalando a la chica que se encontraba a mi lado – “¿Lo sabes?”
“Si” – fue lo único que contesté
“Es la hija de la señora por la quien trabajamos” – recordó – “¿cómo te atreviste a tocarla, habiendo tantas con las cuales…?”
“La amo” – interrumpí – “y ella me ama también…” – tomé valor para verle a la cara, esperando ver un poco de comprensión en sus pupilas. Sabía lo que mi madre estaba pensando: que Bella solamente era una más de mis aventuras. Esperaba que al dejarle claro que no era así, lograra entender un poco nuestra situación.
“Pues no debes” – objetó – “no deben” – rectificó – “tu eres el chofer y usted” – miró a Bella – “es la hija de la patrona, ¿Acaso no esta conciente de que su madre jamás le permitiría estar con mi hijo?”
“Lo sé” – dijo mi novia – “sé que mi madre es especial pero… estoy enamorada de Edward”
“Pues muy mal” – murmuró Esme – “son jóvenes y no saben los problemas que pueden acarrear estas pasiones tan desbocadas” – cayó por varios segundos y después continuó, mirándome fijamente – “Tú, mejor que nadie, sabes de lo mucho que dependemos de ese trabajo, Edward”
Otro silencio se levantó entre nosotros tres. ¿Qué podía decir yo, si todo lo que mi madre decía era cierto? Por mi culpa, los tres, podríamos quedar desempleados. Por mi culpa, mis hermanos, Seth y Jacob, podrían llegar a tener más limitaciones… Por mi culpa, podrían pasar varias desgracias en mi familia y, aún así, no estaba dispuesto a renunciar a ella… Ya antes me lo había dicho mi hermana, pero, escucharlo de las labios de quien me había dado la vida, era algo totalmente diferente.
“Tienes que dejar de trabajar en esa casa” – fue lo primero que dijo cuando volvió a hablar – “y usted, señorita, le pediré de rodillas si es necesario, que no busque más a mi hijo” – pude percibir la pánica mirada de mi novia sobre mí.
Apreté, aún más, su mano con la mía, fue un gesto demasiado inconciente, con el cual, en silencio, me negué rotundamente, y con fiereza, a separarme de Bella. Como si la simple alianza de nuestras palmas fueran lo suficientemente fuerte como para derrumbar todo tipo de obstáculos que se nos pudieran presentar.
“Lo siento, pero no estoy dispuesto a dejarla” – dije con voz calmada, pero firme. Bella me abrazó y hundió su rostro en mi pecho, podía sentir el miedo que la enmudecía.
“¡Debes hacerlo!” – exclamó Esme con su voz suave – “¿Acaso no piensan en las consecuencias que abrían si la señora se llega a enterar? … las ideas que se me vienen a la mente me aterran”
Solté a Bella y caminé hacia mi madre, la abracé mientras ella empezaba a sollozar. Me sentí fatal por ser tan egoísta y no pensar en la angustia que le causaba, acababa de comprender que ella solamente temía por mi seguridad.
“No es que quiera negarme a su relación” – murmuró contra mi pecho – “no es eso. No sabes lo feliz que me hace el saber que al fin te has enamorado y que seas correspondido pero, desgraciadamente, ha sido de la persona equivocada…”
“Tranquila, mamá, no pasara nada” –
“No quiero que sufras… tengo miedo de que salgas dañado, terriblemente dañado”
“Créeme que no hay mayor sufrimiento que el pensar estar lejos de Bella” – confesé mientras me apartaba de ella y la miraba fijamente a los ojos – “no te pido que nos apoyes, pero si que intentes comprender que no puedo vivir sin ella, así como tu no podrías vivir sin mis hermanos o sin papá” – Esme me miró y en sus amorosos ojos solo pude leer el interminable desasosiego que sentía. Le besé la frente – “por favor” – volví a suplicar…
*********************
Llevé a Bella de vuelta a la mansión. Su silencio se prolongó por todo el camino y decidí no presionarla, me imaginaba el cómo se sentía.
Mi madre no lo había tomado nada bien pero, al menos, había desistido en su idea de que debíamos separarnos, eso, para mí, y sabía que para Bella también, ya consistía un alivio. Aunque aquella muda sensación de saber que las palabras de Esme habían sido ciertas, nos entristecía a ambos. ¿Cómo iría a terminar todo esto? ¿Bien, mal…? ¿Sería esto un sentimiento para toda la vida o, dentro de un tiempo se extinguiría? No. Dudaba mucho que aquello pasara, al menos por mi parte, pero ¿Y si el fin de esta historia no estaba entre mis manos? ¿Qué pasaba si Bella abriera por fin los ojos y se fijara en alguien mejor que yo?
Eso era algo demasiado posible. Desde luego, siempre supe que ella no era para mí, ni yo para ella. Había estado conciente de ello todo el tiempo pero… aún sabiéndolo, no podía dejar de amarla…
… Fuera de eso, haciendo a un lado mis inseguridades y suponiendo que Bella me amaría el resto de su vida, al igual que yo, ¿Qué pasaba con los demás que nos rodeaban? Su mamá jamás daría el consentimiento de que su única hija y heredera se quedara con el hijo de la cocinera… recordé las palabras de mi madre.
“¿Acaso no piensan en las consecuencias que abrían si la señora se llega a enterar? … las ideas que se me vienen a la mente me aterran”
A mí también me aterraba el imaginarme lo que aquella mujer podría llegar a ser, y repito: el único miedo latente en mi pecho era al que me arrebataran a Bella y se la llevaran lejos de mi lado…
Cuando la ayudé a bajar del carro, la aprisioné contra mi cuerpo y el vehículo y levanté levemente su quijada con mi mano, para que su mirada se encontrara con la mía. Esperé a que fuera ella quien hablara primero.
“Tuve mucho miedo” – me dijo con voz bajita. Aún en la oscuridad de aquel garaje, podía ver el brillo de sus ojos color chocolate, inundándome de paz - “no sabes lo mucho que duele el pensar que te podría perder”
“Eso nunca va a pasar” – prometí fielmente – “jamás te dejare” – sus brazos se enrollaron por mi cuello y atrajo mi boca hacia la suya con gran necesidad. Yo también la besé de manera desesperada, casi violenta, sintiendo la textura de sus suaves labios y el sabor dulce de su saliva. Nos separamos cuando el aliento nos hizo falta y, adquiriendo de nuevo nuestros papeles de patrona – chofer. Entramos a la casa, en donde ya su madre la esperaba, en compañía de sus nuevas visitas.
JASPER POV
“¿Qué haces aquí?” – me preguntó Alice en cuanto estuve frente a ella
“Pensé que tal vez te gustaría el que te viniera a traer a la escuela para que no tuvieras que regresarte sola a tu casa” – respondí con una sonrisa en el rostro.
“Pues… en realidad, no me gusta” – dijo mientras miraba mi carro que estaba estacionado a pocos metros de nosotros
“¿Por qué?” – pregunté algo desilusionado – “Pensé que ya éramos amigos”
“Si” – aseguró ella un poco vacilante – “pero… me incomoda el tener que viajar en eso”
“Entonces, ¿Es por el carro y no por mí?” – inquirí, con esperanza. Alice asintió – “Si te prometo ya no venir en mi carro, ¿Permitirás que te venga a traer todos los días?”
“¿Todos los días?” – repitió asombrada, ¿era mi imaginación o la idea le había gustado? No lo sé. Aquella chiquilla era demasiado buena para disfrazar sus sentimientos – “tal vez” – dijo y yo sonreí, complacido.
“Al menos… ¿aceptarías por hoy, mi invitación?”
***********************
“¿Te puedo hacer una pregunta?” – le dije cuando ya estábamos los dos en el carro y ella esperó en silencio – “¿Qué tiene de malo mi auto?” – Alice rió por varios segundos
“No me gusta llamar la atención” – contestó cuando su risita cesó – “Además, esto no es lo mío”
“¿Qué es lo tuyo, entonces?”
“Caminar”
“Entonces, mañana caminaremos” – afirmé
“¿Y cómo piensas regresar a tu casa?” – preguntó con astucia.
“Eso es lo más trivial” – dije, encogiéndome de hombros – “tomaré un taxi”
“Eres listo” – señaló y ambos comenzamos a reír…
*****************************
“Bueno pues… muchas gracias” – soltó cuando habíamos llegado ya al callejón que la llevaría, con pocos pasos, a su casa
“Es la primera vez que me das las gracias y se escucha de manera sincera” – comenté con una sonrisa. Ella también sonrió y pude apreciar un leve rubor en sus mejillas que me resulto… adorable. Me dieron ganas de tomar su pequeño y fino rostro entre mis manos, me carcomió el deseo de besar sus labios, pero me contuve, no quería arruinar lo que tanto me había costado tener: su simpatía.
“No pienso disculparme” – dijo aún sin mirarme a la cara – “ya… ya me tengo que ir” – anunció tras un pequeño silencio
“Hasta mañana” – susurré, tomándole una de sus manos, no quería dejarla ir...
Sus negros ojos me miraron y después volvieron a huir. Sonrió y rompió cautelosamente nuestra unión mientras comenzaba a caminar y, como siempre, yo la contemplaba, fascinado.
**************************
Llegué a la casa y me preocupé al encontrar a Rose discutiendo con mamá y con papá.
“¿Qué pasa?” – pregunté al ver a mi hermana, que estaba a punto de llorar.
“¡Pasa que tu hermana es una grosera! ¡Una mal agradecida!” – soltó mi mamá llena de furia
“Rose, ¿qué hiciste?” – cuestioné a mi hermana con paciencia. Ella se lanzó a mis brazos y me apretó fuertemente, sollozando contra mi pecho – “Rose, dime” – insistí pero ella no decía nada, solamente se perdía en su llanto
“¿Quieres saber lo que ha hecho?” – habló por primera vez mi papá y esperé – “¡Se anda revolcando con un el hijo del traicionero y rufián McCarty!”
“¿Qué?” – pregunté incrédulo
“Una de las sirvientas la vio entrando a un hotel con él” – informó mi madre
“Pero, no es culpa suya” – dije a favor de mi hermana, dejando de lado su vida intima – “¿Quiénes son los McCarty? ¿Cuál es el problema?”
“¡Esa familia ha estafado a la nuestra!” – exclamó mi padre
“¿Acaso no recuerdas que te lo dije cuando estábamos desayunando?” – preguntó mi mamá y entonces, recordé… McCarty, por esa razón me había sonado aquel apellido cuando mi hermana lo había mencionado
“Yo no sabía…” – comenzó a decir Rose, pero la voz se negó a salir
“No, no lo sabías” – acordó mamá – “¡Pero aún sabiéndolo te has negado a dejar de verlo!”
“No pueden obligarla, si ella lo quiere…”
“¡Calla, Jasper!” – interrumpió mi padre – “si piensas decir sandeces, mejor retírate a tu cuarto” - apreté a mi hermana aún más fuerte con mis brazos mientras una horrible furia me invadía por dentro. Amaba a mi hermana, y no me gustaba verla sufrir y menos por los estupidos caprichos de mis progenitores.
¿Qué pasaría si les dijera que me estaba enamorando de una muchacha como Alice? Desgraciadamente, podía predecir fácilmente sus reacciones.
“Iré a mi cuarto, pero me llevaré a Rose conmigo” – advertí
“¡Llévatela!” – concedió mi papá – “¡Aléjala de mi vista y habla con ella para que adquiera un poco de inteligencia!”
“Rose es una persona inteligente” – discutí – “no te permito que le hables así”
“¡Le hablo como me da en gana!” – me mordí la lengua para no continuar aquella discusión.
No era el momento y sabía que la situación empeoraría si retaba a mis padres. Me limité a llevar a Rose hacia las escaleras, en donde la tomé en brazos y subí con ella hacia mi recamara…
EDWARD POV
“Mamá” – fue lo único que pude alcanzar a decir, después de verla parada frente a la puerta. Sentí como Bella se tensaba a mi lado y escondía su rostro en mi hombro desnudo mientras alzaba más la sabana que nos cubría para taparse.
Temí por mi madre, se había quedado completamente paralizada y sus ojos estaban totalmente salidos de sus orbitas, su pequeña boca la tenía levemente abierta y su mano aún reposaba sobre su pecho.
Esperé en silencio y con la mayor de las vergüenzas. No había nada más qué decir y si lo había, no encontraba las palabras en mi lengua.
“Edward… ¿Qué es todo esto?” – logró decir al fin mi madre apenas y con un murmullo entrecortado – “señorita Isabella…” – miré a mi novia, que tenía la mirada fija hacia las sabanas y las mejillas completamente sonrojadas. Estaba incomoda, tal vez mucho más que yo.
“Madre, ¿podrías darnos un momento?... por favor” – le pedí para que pudiéramos vestirnos. Esme no habló, se limitó a dar media vuelta y salir con movimientos tan envarados, similares a los de un robot. Cuando ya estuvimos solos, miré a Bella y ella me miró a mí, sus ojos estaban inundados de miedo y pena. Pasé una de mis manos por su mejilla para tranquilizarla, aunque ni yo mismo sabía cómo.
“Edward…” – murmuró aterrada y ya no pudo articular más. Comenzó a llorar y, rápidamente, extendí mis brazos para rodearla y atraerla contra mi pecho. Quería calmarla, decirle que todo estaba bien pero, ¿cómo hacerlo si yo me encontraba igual de angustiado? ¿Qué le iba a decir a mi madre? ¿Qué reacción tendría tras encontrarme en la cama con la hija de la patrona?...
“Calma, Bella, calma” – repetí una y otra vez mientras la apretaba fuertemente con mis brazos. Tenía miedo, no tanto por las palabras de mi madre, si no por el hecho de que, con todo esto, se desatara una revolución en la cual me tendría que ver obligado a separarme de… ¡no! Me acobardada el hecho de solo imaginarlo. Simplemente no podría vivir sin ella ni un solo segundo más.
Cuando pude sentir que ya estaba más calmada, cogí las ropas revueltas en la cama y le tendí las suyas. Ella no protestó y se vistió rápidamente, al igual que yo. Salimos tomados de la mano hacia la pequeña sala, en donde mi madre ya nos esperaba con gesto ausente. Solamente levantó su mirada cuando estuvimos frente a ella, a menos de un metro, y sus verdes ojos, tan similares a los míos, se clavaron sobre nosotros. No podía ni si quiera tener una vaga idea de lo que pensaba o sentía, solamente de algo estaba seguro: la había decepcionado por completo.
“Lo siento” – musité incapaz de mirarle de frente. Ella se puso de pie y, aunque era por mucho más baja que yo, me sentí pequeño al frente suyo. Mis pupilas se clavaron en sus desgastados y pequeños zapatos y después, solo sentí como algo me golpeaba la mejilla.
El impacto no fue duro, pero si fue demasiado doloroso. Apreté la mano de Bella al sentir que saltaba al ver lo que Esme había hecho, y con ese gesto, le pedí que no interviniera.
“¿Cómo pudiste, Edward?” – dijo después con rabia contenida – “¿Sabes quien es ella?” – preguntó con voz cortada, señalando a la chica que se encontraba a mi lado – “¿Lo sabes?”
“Si” – fue lo único que contesté
“Es la hija de la señora por la quien trabajamos” – recordó – “¿cómo te atreviste a tocarla, habiendo tantas con las cuales…?”
“La amo” – interrumpí – “y ella me ama también…” – tomé valor para verle a la cara, esperando ver un poco de comprensión en sus pupilas. Sabía lo que mi madre estaba pensando: que Bella solamente era una más de mis aventuras. Esperaba que al dejarle claro que no era así, lograra entender un poco nuestra situación.
“Pues no debes” – objetó – “no deben” – rectificó – “tu eres el chofer y usted” – miró a Bella – “es la hija de la patrona, ¿Acaso no esta conciente de que su madre jamás le permitiría estar con mi hijo?”
“Lo sé” – dijo mi novia – “sé que mi madre es especial pero… estoy enamorada de Edward”
“Pues muy mal” – murmuró Esme – “son jóvenes y no saben los problemas que pueden acarrear estas pasiones tan desbocadas” – cayó por varios segundos y después continuó, mirándome fijamente – “Tú, mejor que nadie, sabes de lo mucho que dependemos de ese trabajo, Edward”
Otro silencio se levantó entre nosotros tres. ¿Qué podía decir yo, si todo lo que mi madre decía era cierto? Por mi culpa, los tres, podríamos quedar desempleados. Por mi culpa, mis hermanos, Seth y Jacob, podrían llegar a tener más limitaciones… Por mi culpa, podrían pasar varias desgracias en mi familia y, aún así, no estaba dispuesto a renunciar a ella… Ya antes me lo había dicho mi hermana, pero, escucharlo de las labios de quien me había dado la vida, era algo totalmente diferente.
“Tienes que dejar de trabajar en esa casa” – fue lo primero que dijo cuando volvió a hablar – “y usted, señorita, le pediré de rodillas si es necesario, que no busque más a mi hijo” – pude percibir la pánica mirada de mi novia sobre mí.
Apreté, aún más, su mano con la mía, fue un gesto demasiado inconciente, con el cual, en silencio, me negué rotundamente, y con fiereza, a separarme de Bella. Como si la simple alianza de nuestras palmas fueran lo suficientemente fuerte como para derrumbar todo tipo de obstáculos que se nos pudieran presentar.
“Lo siento, pero no estoy dispuesto a dejarla” – dije con voz calmada, pero firme. Bella me abrazó y hundió su rostro en mi pecho, podía sentir el miedo que la enmudecía.
“¡Debes hacerlo!” – exclamó Esme con su voz suave – “¿Acaso no piensan en las consecuencias que abrían si la señora se llega a enterar? … las ideas que se me vienen a la mente me aterran”
Solté a Bella y caminé hacia mi madre, la abracé mientras ella empezaba a sollozar. Me sentí fatal por ser tan egoísta y no pensar en la angustia que le causaba, acababa de comprender que ella solamente temía por mi seguridad.
“No es que quiera negarme a su relación” – murmuró contra mi pecho – “no es eso. No sabes lo feliz que me hace el saber que al fin te has enamorado y que seas correspondido pero, desgraciadamente, ha sido de la persona equivocada…”
“Tranquila, mamá, no pasara nada” –
“No quiero que sufras… tengo miedo de que salgas dañado, terriblemente dañado”
“Créeme que no hay mayor sufrimiento que el pensar estar lejos de Bella” – confesé mientras me apartaba de ella y la miraba fijamente a los ojos – “no te pido que nos apoyes, pero si que intentes comprender que no puedo vivir sin ella, así como tu no podrías vivir sin mis hermanos o sin papá” – Esme me miró y en sus amorosos ojos solo pude leer el interminable desasosiego que sentía. Le besé la frente – “por favor” – volví a suplicar…
*********************
Llevé a Bella de vuelta a la mansión. Su silencio se prolongó por todo el camino y decidí no presionarla, me imaginaba el cómo se sentía.
Mi madre no lo había tomado nada bien pero, al menos, había desistido en su idea de que debíamos separarnos, eso, para mí, y sabía que para Bella también, ya consistía un alivio. Aunque aquella muda sensación de saber que las palabras de Esme habían sido ciertas, nos entristecía a ambos. ¿Cómo iría a terminar todo esto? ¿Bien, mal…? ¿Sería esto un sentimiento para toda la vida o, dentro de un tiempo se extinguiría? No. Dudaba mucho que aquello pasara, al menos por mi parte, pero ¿Y si el fin de esta historia no estaba entre mis manos? ¿Qué pasaba si Bella abriera por fin los ojos y se fijara en alguien mejor que yo?
Eso era algo demasiado posible. Desde luego, siempre supe que ella no era para mí, ni yo para ella. Había estado conciente de ello todo el tiempo pero… aún sabiéndolo, no podía dejar de amarla…
… Fuera de eso, haciendo a un lado mis inseguridades y suponiendo que Bella me amaría el resto de su vida, al igual que yo, ¿Qué pasaba con los demás que nos rodeaban? Su mamá jamás daría el consentimiento de que su única hija y heredera se quedara con el hijo de la cocinera… recordé las palabras de mi madre.
“¿Acaso no piensan en las consecuencias que abrían si la señora se llega a enterar? … las ideas que se me vienen a la mente me aterran”
A mí también me aterraba el imaginarme lo que aquella mujer podría llegar a ser, y repito: el único miedo latente en mi pecho era al que me arrebataran a Bella y se la llevaran lejos de mi lado…
Cuando la ayudé a bajar del carro, la aprisioné contra mi cuerpo y el vehículo y levanté levemente su quijada con mi mano, para que su mirada se encontrara con la mía. Esperé a que fuera ella quien hablara primero.
“Tuve mucho miedo” – me dijo con voz bajita. Aún en la oscuridad de aquel garaje, podía ver el brillo de sus ojos color chocolate, inundándome de paz - “no sabes lo mucho que duele el pensar que te podría perder”
“Eso nunca va a pasar” – prometí fielmente – “jamás te dejare” – sus brazos se enrollaron por mi cuello y atrajo mi boca hacia la suya con gran necesidad. Yo también la besé de manera desesperada, casi violenta, sintiendo la textura de sus suaves labios y el sabor dulce de su saliva. Nos separamos cuando el aliento nos hizo falta y, adquiriendo de nuevo nuestros papeles de patrona – chofer. Entramos a la casa, en donde ya su madre la esperaba, en compañía de sus nuevas visitas.
JASPER POV
“¿Qué haces aquí?” – me preguntó Alice en cuanto estuve frente a ella
“Pensé que tal vez te gustaría el que te viniera a traer a la escuela para que no tuvieras que regresarte sola a tu casa” – respondí con una sonrisa en el rostro.
“Pues… en realidad, no me gusta” – dijo mientras miraba mi carro que estaba estacionado a pocos metros de nosotros
“¿Por qué?” – pregunté algo desilusionado – “Pensé que ya éramos amigos”
“Si” – aseguró ella un poco vacilante – “pero… me incomoda el tener que viajar en eso”
“Entonces, ¿Es por el carro y no por mí?” – inquirí, con esperanza. Alice asintió – “Si te prometo ya no venir en mi carro, ¿Permitirás que te venga a traer todos los días?”
“¿Todos los días?” – repitió asombrada, ¿era mi imaginación o la idea le había gustado? No lo sé. Aquella chiquilla era demasiado buena para disfrazar sus sentimientos – “tal vez” – dijo y yo sonreí, complacido.
“Al menos… ¿aceptarías por hoy, mi invitación?”
***********************
“¿Te puedo hacer una pregunta?” – le dije cuando ya estábamos los dos en el carro y ella esperó en silencio – “¿Qué tiene de malo mi auto?” – Alice rió por varios segundos
“No me gusta llamar la atención” – contestó cuando su risita cesó – “Además, esto no es lo mío”
“¿Qué es lo tuyo, entonces?”
“Caminar”
“Entonces, mañana caminaremos” – afirmé
“¿Y cómo piensas regresar a tu casa?” – preguntó con astucia.
“Eso es lo más trivial” – dije, encogiéndome de hombros – “tomaré un taxi”
“Eres listo” – señaló y ambos comenzamos a reír…
*****************************
“Bueno pues… muchas gracias” – soltó cuando habíamos llegado ya al callejón que la llevaría, con pocos pasos, a su casa
“Es la primera vez que me das las gracias y se escucha de manera sincera” – comenté con una sonrisa. Ella también sonrió y pude apreciar un leve rubor en sus mejillas que me resulto… adorable. Me dieron ganas de tomar su pequeño y fino rostro entre mis manos, me carcomió el deseo de besar sus labios, pero me contuve, no quería arruinar lo que tanto me había costado tener: su simpatía.
“No pienso disculparme” – dijo aún sin mirarme a la cara – “ya… ya me tengo que ir” – anunció tras un pequeño silencio
“Hasta mañana” – susurré, tomándole una de sus manos, no quería dejarla ir...
Sus negros ojos me miraron y después volvieron a huir. Sonrió y rompió cautelosamente nuestra unión mientras comenzaba a caminar y, como siempre, yo la contemplaba, fascinado.
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Llegué a la casa y me preocupé al encontrar a Rose discutiendo con mamá y con papá.
“¿Qué pasa?” – pregunté al ver a mi hermana, que estaba a punto de llorar.
“¡Pasa que tu hermana es una grosera! ¡Una mal agradecida!” – soltó mi mamá llena de furia
“Rose, ¿qué hiciste?” – cuestioné a mi hermana con paciencia. Ella se lanzó a mis brazos y me apretó fuertemente, sollozando contra mi pecho – “Rose, dime” – insistí pero ella no decía nada, solamente se perdía en su llanto
“¿Quieres saber lo que ha hecho?” – habló por primera vez mi papá y esperé – “¡Se anda revolcando con un el hijo del traicionero y rufián McCarty!”
“¿Qué?” – pregunté incrédulo
“Una de las sirvientas la vio entrando a un hotel con él” – informó mi madre
“Pero, no es culpa suya” – dije a favor de mi hermana, dejando de lado su vida intima – “¿Quiénes son los McCarty? ¿Cuál es el problema?”
“¡Esa familia ha estafado a la nuestra!” – exclamó mi padre
“¿Acaso no recuerdas que te lo dije cuando estábamos desayunando?” – preguntó mi mamá y entonces, recordé… McCarty, por esa razón me había sonado aquel apellido cuando mi hermana lo había mencionado
“Yo no sabía…” – comenzó a decir Rose, pero la voz se negó a salir
“No, no lo sabías” – acordó mamá – “¡Pero aún sabiéndolo te has negado a dejar de verlo!”
“No pueden obligarla, si ella lo quiere…”
“¡Calla, Jasper!” – interrumpió mi padre – “si piensas decir sandeces, mejor retírate a tu cuarto” - apreté a mi hermana aún más fuerte con mis brazos mientras una horrible furia me invadía por dentro. Amaba a mi hermana, y no me gustaba verla sufrir y menos por los estupidos caprichos de mis progenitores.
¿Qué pasaría si les dijera que me estaba enamorando de una muchacha como Alice? Desgraciadamente, podía predecir fácilmente sus reacciones.
“Iré a mi cuarto, pero me llevaré a Rose conmigo” – advertí
“¡Llévatela!” – concedió mi papá – “¡Aléjala de mi vista y habla con ella para que adquiera un poco de inteligencia!”
“Rose es una persona inteligente” – discutí – “no te permito que le hables así”
“¡Le hablo como me da en gana!” – me mordí la lengua para no continuar aquella discusión.
No era el momento y sabía que la situación empeoraría si retaba a mis padres. Me limité a llevar a Rose hacia las escaleras, en donde la tomé en brazos y subí con ella hacia mi recamara…
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Capítulo 22: Secretos a voces
BELLA POV
En cuanto entramos a la casa, mi humor empeoro al ver a mi madre, Mike y Heidi, todos juntos, reunidos en la sala. Suspiré pesadamente mientras sentía como Edward se alejaba de mi lado, no sin antes dar un “buenas noches” general y diplomático. Ni bien lo tuve a más de dos metros de mí, mi cuerpo sintió frío.
“Te dije que no tardaras en venir” – regañó mi madre mientras me jalaba un poco más lejos de nuestros invitados – “¿Dónde has estado?”
“Creo que ya estoy un poco grandecita como para que te tenga que dar todo el tiempo explicaciones” – contesté de manera tajante mientras zafaba mi brazo de sus manos
“Eres una grosera…”
“¡Ya, mamá!” – interrumpí, valiéndome poco si mi voz llegaba hasta los oídos de Mike y Heidi – “¡No estoy de humor para andar soportándote!” – noté con satisfacción como mi actitud la había dejado pasmada, aproveché los cinco segundos en los cuales no supo que decir y me escabullí hacia mi recamara.
Ya estando allí, me aseguré de cerrar bien la puerta, por si se le ocurría subir para seguir con sus amenazas. Me quité el uniforme, y me dejé caer sobre la cama, apretando mi camisa contra mi rostro. Inhalé profundamente, ya que la fragancia de Edward aún estaba impregnada en la tela.
Tras darme un baño y ponerme más cómoda, apagué las luces y me acosté. Había sido un día realmente cansado. Ya en aquella oscuridad, volví a recordar lo que tenía pocas horas había pasado en casa de Edward. Aún estando sola, mis mejillas se encendieron al recordar la situación en la que Esme nos había encontrado… sentí un apretón en el pecho cuando recordé la bofetada que le había dado a su hijo y las palabras que nos había dicho… y más me dolía admitir que, la mayoría, eran demasiado ciertas.
¿Con qué cara la iba a ver mañana?...
Sin embargo, me reconfortaba mucho el saber que Edward no estaba dispuesto a dejarme y que me amaba, eso me bastaba para estar tranquila y dispuesta a enfrentar lo que se viniera… o al menos, eso creía.
EDWARD POV
Eres un egoísta me repetía una y otra vez…
No me atrevía ni si quiera a cerrar los ojos por que, en cuanto lo hacía, el rostro desolado de mi madre llegaba a mi mente… ¿Cómo podía ser capaz de hacerle tanto daño? No se lo merecía, nadie de mi familia se merecía lo que yo estaba haciendo, pero… era demasiado cobarde como para atreverme a dejar a Bella…
“¡Maldición!” – exclamé mientras lanzaba lejos la almohada.
¿Qué debo hacer?...
Un golpe de nudillos tocó mi puerta.
“¿Quién?” – pregunté, más no obtuve respuesta alguna. Me imaginé que, probablemente, se trataba de Bella y no podía contestar para no hacer ruido, así que me dirigí hacia le entrada de mi cuarto, la cual abrí lentamente.
“Tanya” – dije, demasiado consternado
“Hola” – respondió tímidamente – “¿Me permites pasar?” –
“Mejor soy yo el que sale” – discutí mientras cerraba la puerta de mi recamara, detrás de mí – “Ahora si, ¿te puedo ayudar en algo?” – dije. La muchacha bajó la mirada hacia el suelo y pude sentir como la cohibición le invadían – “Tanya” volví a llamar – “¿Qué pasa?”
“Te extraño” – murmuró, aún sin verme. Me sentí mal de verla así.
En mi vida pasada, la cual terminó en cuanto conocí y me enamoré de Bella, en ningún momento me había afectado el saber que había roto más de alguna ilusión en varias ocasiones. Jamás antes me habían invadido los remordimientos, aunque estaba conciente del daño que causaba constantemente con mi actitud…
Y, sin embargo, ahí estaba: tan cambiado y renovado que ni yo mismo me lograba reconocer. El Edward a quién le importaba poco los sentimientos de las chicas, el que jamás quiso tener ningún tipo de compromiso sentimental, el que nunca antes había sentido amor, había muerto, y no había estado completamente conciente de ello, hasta esa noche.
La prueba más clara era que, ni por un segundo, me había tocado la tentación de serle infiel a Bella y, además, repito: me sentía fatal de saber que Tanya se encontraba sufriendo por mí causa…
“Tanya” – murmuré mientras levantaba su quijada con mi mano para poder verla de frente. Me arrepentí al ver como sus ojos estaban llenos de lagrimas – “Discúlpame”
“¿Sigues con ella?” – preguntó. Asentí con mi cabeza, aún sin quitar mi mano de su mentón – “La amas mucho, ¿no es así?”
“Demasiado” – aseguré
“Te creo” – susurró, volviendo a bajar la mirada – “Que envidia me da” – agregó y pude ver como una gota caía al suelo
“No llores, por favor” – pedí mientras capturaba su rostro entre mis manos al ver que el llanto se incrementaba – “no valgo la pena para tus lagrimas, Tanya. No las gastes en mí”
“Lo siento” – se disculpó mientras pasaba sus manos por sus mejillas – “que patética soy” – estaba a punto de protestar pero me silenció, poniendo sus dedos sobre mis labios – “no te preocupes, no he venido a darte un show”
“Te vengo a prevenir” – informó - “ten mucho cuidado, Edward, tu relación se esta volviendo en un secreto a voces” – no pude evitar dilatar mis ojos ante lo dicho
“Tú…”
“Sé la verdad, desde hace días” – confesó – “pensé que era un capricho tuyo, más me he dado cuenta que no es así”
“Tanya, por favor no…” – comencé a suplicar, completamente aterrado
“Edward, tranquilo” – se apresuró a decir – “conmigo su secreto esta a salvo…yo…” – vaciló un poco antes de continuar – “yo te quiero… y por lo mismo no me gustaría verte sufrir, ¿Por qué crees entonces que he venido advertirte de que sean más cuidadosos?”
“¿A qué te refieres?” – pregunté
“Fui hoy a hacer unas compras al supermercado, ahí me encontré a una amiga que trabaja en la mansión de los Hale… me dijo que acababa de ver a la señorita Rose con un joven desconocido, y también dijo que, aunque no estaba completamente segura, podía apostar a que te había visto besándote con la señorita Isabella” – el miedo se incrementó a tal grado que me enmudeció por completo.
Sentí que mis manos se habían puesto totalmente gélidas y podía jurar que mi rostro estaba demasiado pálido ya que mi sangre se había congelado en mi estomago.
“Debes cuidarte, Edward” – continuó hablando la muchacha – “ya te has fijado cómo es la señora, no quiero ni pensar en lo que te puede hacer si se llegara a enterar de que sales con su hija…” – sentí como sus manos se acomodaban sobre mis mejillas y fue ella, en esa ocasión, la que me obligó a mirarle a los ojos – “Deben separarse, Edward, por tu bien, y por el de ella, deben hacerlo”
“No puedo” – susurré casi de manera inaudible – “no puedo dejarla…” –
Mi cuerpo fue atrapado por sus brazos, delgados y calidos.
“La amas” – aseguró – “y ese amor te causara mucho daño” –
“No me importa” – discutí, alejando su cuerpo, de manera gentil, con mis manos. Sus grandes y atractivos ojos me miraron fijamente, con desaprobación.
“Tú sabrás lo que haces” – dijo mientras levanta su mano para acariciar levemente mi mejilla derecha – “solo… cuídate mucho” – recomendó
“Gracias, Tanya” – dije de manera sincera.
“¿De qué?” – preguntó con una sonrisa triste, pero amable – “Descansa” – deseó mientras se ponía de puntitas para rozar mis labios. No pude rechazarla, solamente me limité a cerrar mis ojos y quedarme quieto, esperando a que su boca abandonara a la mía, lo cual no tomó mucho tiempo – “Hasta mañana” – susurró.
“Hasta mañana” – respondí, viendo como me dedicaba otra sonrisa, antes de dar media vuelta e irse
JASPER POV
Pues bien.... ahí estaba yo: bajando de un taxi, frente a aquella escuela pública y sin mi carro.
Caminé hacia la entrada, sintiendo varias miradas posadas sobre mí, provocando que bajara mi mirada hacia el suelo en un intento vano de ignorarlas.
“Jasper” – llamó aquella voz tan hermosamente familiar. Rápidamente, comencé a buscar, mirando hacia todos lados, su rostro, hasta que al fin lo hallé entre esa multitud de jóvenes que iban y venían, de un lado a otro.
“Alice” – llamé yo también mientras caminaba hacia donde estaba ella – “hola” – dije como un estupido adolescente que saluda a la chica que le trae loco
“¿Y tu carro?” – me preguntó sin poder ocultar lo extrañadamente complacida que estaba al verme sin el.
“Lo deje” – le dije – “¿Acaso no era eso lo que querías?”
“Pensé que me estabas mintiendo” – confesó
“Ya ves que no” – repliqué, arrancándole una encantadora sonrisa de sus labios – “que linda te ves cuando sonreís” le quise decir, pero preferí callar – “¿Nos vamos?” – pregunté a cambio, ofreciéndole mi brazo para que lo tomara.
“Vamos” – acordó ella, obviamente, rechazándome y dejándome atrás. Sonreí mientras le seguí los pasos. Un perro faldero se quedaba corto a comparación mía, más no me importaba
“Deja que te ayude con la mochila” – pedí cuando la alcancé – “Se ve muy pesada”
“¿Me estas llamando débil?” – inquirió, deteniéndose y retándome. No pude evitar sonreír de manera extensa
“Claro que no” – aseguré – “solamente te estoy ofreciendo mi ayuda, como buen caballero que soy”
“Pues discúlpeme, buen caballero, pero no necesito ningún tipo de ayuda” – contestó, volviendo a caminar
“Alice, por favor, deja que te ayude” – insistí, viendo como rápidamente negaba con la cabeza – “¿Por qué eres tan orgullosa?”
“No me gusta deberle favores a nadie” – informó – “siempre te los terminan cobrando” – la tomé por el brazo e hice que frenara otra vez su marcha – “¿Y ahora qué?” – preguntó a regañadientes
“Dame tu mochila” – pedí con firmeza, forcejeando hasta que logré asirme del objeto
“¡Eres insoportable!” – exclamó la muchacha, para diversión mía
“Tu no te quedas atrás” – repliqué, sonriendo de oreja a oreja, mientras me ponía la mochila en los hombros – “Ahora si, ¿Nos vamos?”
Alice comenzó a caminar, manifestando su descontento con aligerar su paso y permanecer casi todo el camino en silencio. Su actitud me causaba una gracia enorme, la cual me tuvo la mayor parte del trayecto entretenido, hasta que, sin querer, recordé a mi hermana, a la cual había dejado sola esa noche.
¿Cómo estará? Me pregunté Espero que mis padres no la molesten en mi ausencia…
“¿Te ocurre algo?” – me preguntó Alice
“No” – mentí, un poco más contentó de que, al fin, haya decido hablar – “no pasa nada”
“No te creo” – discutió
“Tu nunca me crees” – recordé, mientras le dedicaba una sonrisa. Sentí como algo me jalaba por la espalda, a través de la mochila, y me obligaba a frenar. Alice se plató frente a mí, clavando sus grandes y oscuros ojos en los míos durante varios segundos
“¿Cómo no creerte, si me mientes?” – inquirió – “Ahora mismo lo estas haciendo,… dime qué te pasa” – ordenó finalmente
“¿Acaso te preocupo?” – solté sin poder evitarlo. Pude notar como mi pregunta la tomaba desprevenida y, aunque fueron pocos segundos, bastaron para darme cuenta de su vacilación a la hora de responder.
“Claro” – admitió con voz fingidamente indiferente – “me preocupas, así como todo amigo me llegaría a preocupar”
Que obstinada eres, Alice…
“¿Me vas a decir lo qué te pasa, si o no?” – volvió a insistir
“Mi hermana” – dije, tras varios segundos, al momento que suspiraba y admitía mi derrota – “mis padres están muy enojados con ella por una relación que guarda, no tiene mucho, con un joven…”
Comencé a contarle a grandes rasgos sobre el tema y ella me escuchó atentamente y sin interrumpirme. Me sentí mucho mejor al poder hablar con alguien, y más si ese alguien, era Alice…
“Gracias… de nuevo” – dijo a modo de despedida en cuanto llegamos a la casa
“Espera” – llamé cuando vi que daba media vuelta para irse. Ella volvió su cuerpo a su antigua posición, para mirarme, y esperó a que continuara – “me preguntaba…” - ¿Por qué diablos me temblaban las manos? Cálmate Jasper, no es la primera ni la segunda vez que haces esto, me repetí más de tres veces antes de seguir hablando – “me preguntaba si aceptarías salir conmigo este fin de semana”
BELLA POV
“¿C…?” “¿Cómo que…?... ¡¿Qué dices?!” – solté – “¡¿Cómo que Edward va a llevar a Heidi a Port Angeles?!”
“¡Bella!” – exclamó mi madre – “¿Qué te ocurre? ¿Por qué te alteras de esa manera?”
¡Por que esa maldita, cara de mustia, esta de arrastrada con MI novio y ahora resulta que necesita un chofer para irse de compras!”
“Por que Edward me tiene que ir a dejar y a traer a la escuela…”
“Ese no es problema, Mike ya se ofreció en llevarte y, por consecuencia, irá a traerte” – Genial
“Mamá, sabes muy bien que no soporto a ese tipo” – protesté – “Además, no es justo, Edward tiene que ir a la universidad, tú…”
“¡Ay, Isabella! ¡Ya basta!” – interrumpió Renne – “¿A mi qué me importa lo que tenga o no que hacer ese muchacho? En cuanto vino a pedir el trabajo se le advirtió que más de alguna ocasión se le iba a necesitar durante el día, él aceptó, así que no hay ningún problema. Además, no esta trabajando de a gratis, se le paga muy bien y si no le gusta, que renuncie”
"¡¿Por qué no va su hermano con ella?!” – ofrecí, tratando de alejar la palabra “renuncia” de mi mente. No. Soportaría todo, menos el tener a Edward lejos de mí.
“Por que a Mike no le gusta ir con Heidi a ese tipo de actividades” – informó mi madre – “¡Y ya deja de discutir!” – ordenó. Más ya no le di importancia por que pude escuchar un par de tacones, bajando de las escaleras…. Y claro, no podía ser otra, más quien la que se largaría con mi novio.
“Hola, Buenos días” – saludó la muy sinvergüenza con voz asquerosamente amable
“Heidi, querida” – se apresuró a saludar mi progenitora con un beso en la mejilla – “¿Cómo amaneciste?”
“Bien, muchas gracias” – respondió – “¿Y tu qué tal, Bella?” – no le conteste. Me limité a mirarla, de arriba hacia abajo, con toda la arrogancia que me fue posible – “Parece que estas de mal humor” – puntualizó, haciéndose la inocente.
“Discúlpala” – imploró mi madre – “desgraciadamente, tengo una hija con un pésimo carácter” – agregó, dedicándome una mirada completamente envenenada e iracunda – “vamos a desayunar, debes tener hambre”
Caminé detrás de ellas hacia el comedor. Jalé la silla de manera violenta y me senté, aún sin borrar la amarga expresión de mi rostro, la cual empeoró al tener a mi lado a Mike Newton…
“Buenos días, Bella” – dijo tras saludar a su hermana y a mi mamá – “¿Cómo amaneciste?” – de nueva cuenta, en lugar de responder, me limité a girar mi rostro, con desprecio, en dirección contraria. El muchacho y las otras dos mujeres lo dejaron pasar.
Cuando Esme hizo acto de presencia, no pude evitar sentirme nerviosa y bajar la mirada para no verle.
Que pena… Me repetía una y otra vez
“Señorita, ¿Qué le sirvo de tomar?” – preguntó la madre de mi novio y pude sentir claramente la diferencia con la que su voz me hablaba
“No te preocupes, Esme, yo me serviré” – contesté, aún incapaz de mirarle, agradeciendo el que mi madre no haya protestado, como siempre solía hacerlo.
“Esme, dile a tu hijo que vaya preparando el carro, en unos cuantos minutos mi sobrina estará ya lista” –
“Si, señora” – dijo de manera obediente la cocinera mientras salía del lugar.
Me retiré del comedor sin previo aviso y, sin pensarlo dos veces, me dirigí hacia donde, se suponía, debería estar Edward. El desayuno acababa de comenzar, así que no había peligro de que alguien nos viera.
“¡Bella!” – exclamó mientras corría a abrazarme en cuanto me vio entrar al garaje.
El estar entre sus brazos no me alivió, tal y como lo había supuesto, si no que, fuera de todo eso, pude sentir cierto miedo y desesperación emanando del calor de su cuerpo, y eso… no me gustó.
“Bella, que alivio el verte” – murmuró con sus labios pegados sobre mi cabeza
“¿Pasa algo?” – le pregunté al darme cuenta que no solamente su cuerpo mostraba aquella tensión, si no que también su voz – “Edward” – llamé ante su silencio – “¿Qué pasa? Dime, por favor” – supliqué. Pude sentir como sus brazos se apretaban más fuerte a mi cintura y, tras ceñirme a su cuerpo durante tres segundos, me soltó y se alejó de mí.
“Tanya ayer fue a buscarme a mi recamara” – no tuve tiempo de sentirme celosa, ya que sabía que detrás de esas palabras, algo peor que una simple seducción estaba por venir – “lo sabe, Bella” – continuó – “sabe que tu y yo estamos juntos, también me informó que una muchacha que trabaja con tu amiga Rose nos vio”
Creo que dejé de respirar, ya que muy dentro de mí, sabía que me había quedado completamente inmóvil frente a él.
“Bella” – llamó mientras agitaba delicadamente mis hombros – “Di algo, por favor” – suplicó, y la dulzura de su voz empeoró las cosas y quebrantó mi fortaleza. Me volví a aventar a sus brazos y comencé sollozar fuertemente contra su pecho.
No era necesario decirle el por qué lloraba. Él lo sabía perfectamente. Sabía lo insoportable que era el llegar a pensar en una separación. Sus manos se pasaron por mis cabellos y sentí como sus labios me besaban una y otra vez, bajando de mi cabeza a mi frente, y de mí frente a mi nariz, en donde se desviaron para besar mis húmedas mejillas y, por último, mis labios.
“No quiero perderte” – sollocé sin aliento
“No lo harás” – prometió – “ya te lo he dicho antes, Bella, te amo y no te dejaré
BELLA POV
En cuanto entramos a la casa, mi humor empeoro al ver a mi madre, Mike y Heidi, todos juntos, reunidos en la sala. Suspiré pesadamente mientras sentía como Edward se alejaba de mi lado, no sin antes dar un “buenas noches” general y diplomático. Ni bien lo tuve a más de dos metros de mí, mi cuerpo sintió frío.
“Te dije que no tardaras en venir” – regañó mi madre mientras me jalaba un poco más lejos de nuestros invitados – “¿Dónde has estado?”
“Creo que ya estoy un poco grandecita como para que te tenga que dar todo el tiempo explicaciones” – contesté de manera tajante mientras zafaba mi brazo de sus manos
“Eres una grosera…”
“¡Ya, mamá!” – interrumpí, valiéndome poco si mi voz llegaba hasta los oídos de Mike y Heidi – “¡No estoy de humor para andar soportándote!” – noté con satisfacción como mi actitud la había dejado pasmada, aproveché los cinco segundos en los cuales no supo que decir y me escabullí hacia mi recamara.
Ya estando allí, me aseguré de cerrar bien la puerta, por si se le ocurría subir para seguir con sus amenazas. Me quité el uniforme, y me dejé caer sobre la cama, apretando mi camisa contra mi rostro. Inhalé profundamente, ya que la fragancia de Edward aún estaba impregnada en la tela.
Tras darme un baño y ponerme más cómoda, apagué las luces y me acosté. Había sido un día realmente cansado. Ya en aquella oscuridad, volví a recordar lo que tenía pocas horas había pasado en casa de Edward. Aún estando sola, mis mejillas se encendieron al recordar la situación en la que Esme nos había encontrado… sentí un apretón en el pecho cuando recordé la bofetada que le había dado a su hijo y las palabras que nos había dicho… y más me dolía admitir que, la mayoría, eran demasiado ciertas.
¿Con qué cara la iba a ver mañana?...
Sin embargo, me reconfortaba mucho el saber que Edward no estaba dispuesto a dejarme y que me amaba, eso me bastaba para estar tranquila y dispuesta a enfrentar lo que se viniera… o al menos, eso creía.
EDWARD POV
Eres un egoísta me repetía una y otra vez…
No me atrevía ni si quiera a cerrar los ojos por que, en cuanto lo hacía, el rostro desolado de mi madre llegaba a mi mente… ¿Cómo podía ser capaz de hacerle tanto daño? No se lo merecía, nadie de mi familia se merecía lo que yo estaba haciendo, pero… era demasiado cobarde como para atreverme a dejar a Bella…
“¡Maldición!” – exclamé mientras lanzaba lejos la almohada.
¿Qué debo hacer?...
Un golpe de nudillos tocó mi puerta.
“¿Quién?” – pregunté, más no obtuve respuesta alguna. Me imaginé que, probablemente, se trataba de Bella y no podía contestar para no hacer ruido, así que me dirigí hacia le entrada de mi cuarto, la cual abrí lentamente.
“Tanya” – dije, demasiado consternado
“Hola” – respondió tímidamente – “¿Me permites pasar?” –
“Mejor soy yo el que sale” – discutí mientras cerraba la puerta de mi recamara, detrás de mí – “Ahora si, ¿te puedo ayudar en algo?” – dije. La muchacha bajó la mirada hacia el suelo y pude sentir como la cohibición le invadían – “Tanya” volví a llamar – “¿Qué pasa?”
“Te extraño” – murmuró, aún sin verme. Me sentí mal de verla así.
En mi vida pasada, la cual terminó en cuanto conocí y me enamoré de Bella, en ningún momento me había afectado el saber que había roto más de alguna ilusión en varias ocasiones. Jamás antes me habían invadido los remordimientos, aunque estaba conciente del daño que causaba constantemente con mi actitud…
Y, sin embargo, ahí estaba: tan cambiado y renovado que ni yo mismo me lograba reconocer. El Edward a quién le importaba poco los sentimientos de las chicas, el que jamás quiso tener ningún tipo de compromiso sentimental, el que nunca antes había sentido amor, había muerto, y no había estado completamente conciente de ello, hasta esa noche.
La prueba más clara era que, ni por un segundo, me había tocado la tentación de serle infiel a Bella y, además, repito: me sentía fatal de saber que Tanya se encontraba sufriendo por mí causa…
“Tanya” – murmuré mientras levantaba su quijada con mi mano para poder verla de frente. Me arrepentí al ver como sus ojos estaban llenos de lagrimas – “Discúlpame”
“¿Sigues con ella?” – preguntó. Asentí con mi cabeza, aún sin quitar mi mano de su mentón – “La amas mucho, ¿no es así?”
“Demasiado” – aseguré
“Te creo” – susurró, volviendo a bajar la mirada – “Que envidia me da” – agregó y pude ver como una gota caía al suelo
“No llores, por favor” – pedí mientras capturaba su rostro entre mis manos al ver que el llanto se incrementaba – “no valgo la pena para tus lagrimas, Tanya. No las gastes en mí”
“Lo siento” – se disculpó mientras pasaba sus manos por sus mejillas – “que patética soy” – estaba a punto de protestar pero me silenció, poniendo sus dedos sobre mis labios – “no te preocupes, no he venido a darte un show”
“Te vengo a prevenir” – informó - “ten mucho cuidado, Edward, tu relación se esta volviendo en un secreto a voces” – no pude evitar dilatar mis ojos ante lo dicho
“Tú…”
“Sé la verdad, desde hace días” – confesó – “pensé que era un capricho tuyo, más me he dado cuenta que no es así”
“Tanya, por favor no…” – comencé a suplicar, completamente aterrado
“Edward, tranquilo” – se apresuró a decir – “conmigo su secreto esta a salvo…yo…” – vaciló un poco antes de continuar – “yo te quiero… y por lo mismo no me gustaría verte sufrir, ¿Por qué crees entonces que he venido advertirte de que sean más cuidadosos?”
“¿A qué te refieres?” – pregunté
“Fui hoy a hacer unas compras al supermercado, ahí me encontré a una amiga que trabaja en la mansión de los Hale… me dijo que acababa de ver a la señorita Rose con un joven desconocido, y también dijo que, aunque no estaba completamente segura, podía apostar a que te había visto besándote con la señorita Isabella” – el miedo se incrementó a tal grado que me enmudeció por completo.
Sentí que mis manos se habían puesto totalmente gélidas y podía jurar que mi rostro estaba demasiado pálido ya que mi sangre se había congelado en mi estomago.
“Debes cuidarte, Edward” – continuó hablando la muchacha – “ya te has fijado cómo es la señora, no quiero ni pensar en lo que te puede hacer si se llegara a enterar de que sales con su hija…” – sentí como sus manos se acomodaban sobre mis mejillas y fue ella, en esa ocasión, la que me obligó a mirarle a los ojos – “Deben separarse, Edward, por tu bien, y por el de ella, deben hacerlo”
“No puedo” – susurré casi de manera inaudible – “no puedo dejarla…” –
Mi cuerpo fue atrapado por sus brazos, delgados y calidos.
“La amas” – aseguró – “y ese amor te causara mucho daño” –
“No me importa” – discutí, alejando su cuerpo, de manera gentil, con mis manos. Sus grandes y atractivos ojos me miraron fijamente, con desaprobación.
“Tú sabrás lo que haces” – dijo mientras levanta su mano para acariciar levemente mi mejilla derecha – “solo… cuídate mucho” – recomendó
“Gracias, Tanya” – dije de manera sincera.
“¿De qué?” – preguntó con una sonrisa triste, pero amable – “Descansa” – deseó mientras se ponía de puntitas para rozar mis labios. No pude rechazarla, solamente me limité a cerrar mis ojos y quedarme quieto, esperando a que su boca abandonara a la mía, lo cual no tomó mucho tiempo – “Hasta mañana” – susurró.
“Hasta mañana” – respondí, viendo como me dedicaba otra sonrisa, antes de dar media vuelta e irse
JASPER POV
Pues bien.... ahí estaba yo: bajando de un taxi, frente a aquella escuela pública y sin mi carro.
Caminé hacia la entrada, sintiendo varias miradas posadas sobre mí, provocando que bajara mi mirada hacia el suelo en un intento vano de ignorarlas.
“Jasper” – llamó aquella voz tan hermosamente familiar. Rápidamente, comencé a buscar, mirando hacia todos lados, su rostro, hasta que al fin lo hallé entre esa multitud de jóvenes que iban y venían, de un lado a otro.
“Alice” – llamé yo también mientras caminaba hacia donde estaba ella – “hola” – dije como un estupido adolescente que saluda a la chica que le trae loco
“¿Y tu carro?” – me preguntó sin poder ocultar lo extrañadamente complacida que estaba al verme sin el.
“Lo deje” – le dije – “¿Acaso no era eso lo que querías?”
“Pensé que me estabas mintiendo” – confesó
“Ya ves que no” – repliqué, arrancándole una encantadora sonrisa de sus labios – “que linda te ves cuando sonreís” le quise decir, pero preferí callar – “¿Nos vamos?” – pregunté a cambio, ofreciéndole mi brazo para que lo tomara.
“Vamos” – acordó ella, obviamente, rechazándome y dejándome atrás. Sonreí mientras le seguí los pasos. Un perro faldero se quedaba corto a comparación mía, más no me importaba
“Deja que te ayude con la mochila” – pedí cuando la alcancé – “Se ve muy pesada”
“¿Me estas llamando débil?” – inquirió, deteniéndose y retándome. No pude evitar sonreír de manera extensa
“Claro que no” – aseguré – “solamente te estoy ofreciendo mi ayuda, como buen caballero que soy”
“Pues discúlpeme, buen caballero, pero no necesito ningún tipo de ayuda” – contestó, volviendo a caminar
“Alice, por favor, deja que te ayude” – insistí, viendo como rápidamente negaba con la cabeza – “¿Por qué eres tan orgullosa?”
“No me gusta deberle favores a nadie” – informó – “siempre te los terminan cobrando” – la tomé por el brazo e hice que frenara otra vez su marcha – “¿Y ahora qué?” – preguntó a regañadientes
“Dame tu mochila” – pedí con firmeza, forcejeando hasta que logré asirme del objeto
“¡Eres insoportable!” – exclamó la muchacha, para diversión mía
“Tu no te quedas atrás” – repliqué, sonriendo de oreja a oreja, mientras me ponía la mochila en los hombros – “Ahora si, ¿Nos vamos?”
Alice comenzó a caminar, manifestando su descontento con aligerar su paso y permanecer casi todo el camino en silencio. Su actitud me causaba una gracia enorme, la cual me tuvo la mayor parte del trayecto entretenido, hasta que, sin querer, recordé a mi hermana, a la cual había dejado sola esa noche.
¿Cómo estará? Me pregunté Espero que mis padres no la molesten en mi ausencia…
“¿Te ocurre algo?” – me preguntó Alice
“No” – mentí, un poco más contentó de que, al fin, haya decido hablar – “no pasa nada”
“No te creo” – discutió
“Tu nunca me crees” – recordé, mientras le dedicaba una sonrisa. Sentí como algo me jalaba por la espalda, a través de la mochila, y me obligaba a frenar. Alice se plató frente a mí, clavando sus grandes y oscuros ojos en los míos durante varios segundos
“¿Cómo no creerte, si me mientes?” – inquirió – “Ahora mismo lo estas haciendo,… dime qué te pasa” – ordenó finalmente
“¿Acaso te preocupo?” – solté sin poder evitarlo. Pude notar como mi pregunta la tomaba desprevenida y, aunque fueron pocos segundos, bastaron para darme cuenta de su vacilación a la hora de responder.
“Claro” – admitió con voz fingidamente indiferente – “me preocupas, así como todo amigo me llegaría a preocupar”
Que obstinada eres, Alice…
“¿Me vas a decir lo qué te pasa, si o no?” – volvió a insistir
“Mi hermana” – dije, tras varios segundos, al momento que suspiraba y admitía mi derrota – “mis padres están muy enojados con ella por una relación que guarda, no tiene mucho, con un joven…”
Comencé a contarle a grandes rasgos sobre el tema y ella me escuchó atentamente y sin interrumpirme. Me sentí mucho mejor al poder hablar con alguien, y más si ese alguien, era Alice…
“Gracias… de nuevo” – dijo a modo de despedida en cuanto llegamos a la casa
“Espera” – llamé cuando vi que daba media vuelta para irse. Ella volvió su cuerpo a su antigua posición, para mirarme, y esperó a que continuara – “me preguntaba…” - ¿Por qué diablos me temblaban las manos? Cálmate Jasper, no es la primera ni la segunda vez que haces esto, me repetí más de tres veces antes de seguir hablando – “me preguntaba si aceptarías salir conmigo este fin de semana”
BELLA POV
“¿C…?” “¿Cómo que…?... ¡¿Qué dices?!” – solté – “¡¿Cómo que Edward va a llevar a Heidi a Port Angeles?!”
“¡Bella!” – exclamó mi madre – “¿Qué te ocurre? ¿Por qué te alteras de esa manera?”
¡Por que esa maldita, cara de mustia, esta de arrastrada con MI novio y ahora resulta que necesita un chofer para irse de compras!”
“Por que Edward me tiene que ir a dejar y a traer a la escuela…”
“Ese no es problema, Mike ya se ofreció en llevarte y, por consecuencia, irá a traerte” – Genial
“Mamá, sabes muy bien que no soporto a ese tipo” – protesté – “Además, no es justo, Edward tiene que ir a la universidad, tú…”
“¡Ay, Isabella! ¡Ya basta!” – interrumpió Renne – “¿A mi qué me importa lo que tenga o no que hacer ese muchacho? En cuanto vino a pedir el trabajo se le advirtió que más de alguna ocasión se le iba a necesitar durante el día, él aceptó, así que no hay ningún problema. Además, no esta trabajando de a gratis, se le paga muy bien y si no le gusta, que renuncie”
"¡¿Por qué no va su hermano con ella?!” – ofrecí, tratando de alejar la palabra “renuncia” de mi mente. No. Soportaría todo, menos el tener a Edward lejos de mí.
“Por que a Mike no le gusta ir con Heidi a ese tipo de actividades” – informó mi madre – “¡Y ya deja de discutir!” – ordenó. Más ya no le di importancia por que pude escuchar un par de tacones, bajando de las escaleras…. Y claro, no podía ser otra, más quien la que se largaría con mi novio.
“Hola, Buenos días” – saludó la muy sinvergüenza con voz asquerosamente amable
“Heidi, querida” – se apresuró a saludar mi progenitora con un beso en la mejilla – “¿Cómo amaneciste?”
“Bien, muchas gracias” – respondió – “¿Y tu qué tal, Bella?” – no le conteste. Me limité a mirarla, de arriba hacia abajo, con toda la arrogancia que me fue posible – “Parece que estas de mal humor” – puntualizó, haciéndose la inocente.
“Discúlpala” – imploró mi madre – “desgraciadamente, tengo una hija con un pésimo carácter” – agregó, dedicándome una mirada completamente envenenada e iracunda – “vamos a desayunar, debes tener hambre”
Caminé detrás de ellas hacia el comedor. Jalé la silla de manera violenta y me senté, aún sin borrar la amarga expresión de mi rostro, la cual empeoró al tener a mi lado a Mike Newton…
“Buenos días, Bella” – dijo tras saludar a su hermana y a mi mamá – “¿Cómo amaneciste?” – de nueva cuenta, en lugar de responder, me limité a girar mi rostro, con desprecio, en dirección contraria. El muchacho y las otras dos mujeres lo dejaron pasar.
Cuando Esme hizo acto de presencia, no pude evitar sentirme nerviosa y bajar la mirada para no verle.
Que pena… Me repetía una y otra vez
“Señorita, ¿Qué le sirvo de tomar?” – preguntó la madre de mi novio y pude sentir claramente la diferencia con la que su voz me hablaba
“No te preocupes, Esme, yo me serviré” – contesté, aún incapaz de mirarle, agradeciendo el que mi madre no haya protestado, como siempre solía hacerlo.
“Esme, dile a tu hijo que vaya preparando el carro, en unos cuantos minutos mi sobrina estará ya lista” –
“Si, señora” – dijo de manera obediente la cocinera mientras salía del lugar.
Me retiré del comedor sin previo aviso y, sin pensarlo dos veces, me dirigí hacia donde, se suponía, debería estar Edward. El desayuno acababa de comenzar, así que no había peligro de que alguien nos viera.
“¡Bella!” – exclamó mientras corría a abrazarme en cuanto me vio entrar al garaje.
El estar entre sus brazos no me alivió, tal y como lo había supuesto, si no que, fuera de todo eso, pude sentir cierto miedo y desesperación emanando del calor de su cuerpo, y eso… no me gustó.
“Bella, que alivio el verte” – murmuró con sus labios pegados sobre mi cabeza
“¿Pasa algo?” – le pregunté al darme cuenta que no solamente su cuerpo mostraba aquella tensión, si no que también su voz – “Edward” – llamé ante su silencio – “¿Qué pasa? Dime, por favor” – supliqué. Pude sentir como sus brazos se apretaban más fuerte a mi cintura y, tras ceñirme a su cuerpo durante tres segundos, me soltó y se alejó de mí.
“Tanya ayer fue a buscarme a mi recamara” – no tuve tiempo de sentirme celosa, ya que sabía que detrás de esas palabras, algo peor que una simple seducción estaba por venir – “lo sabe, Bella” – continuó – “sabe que tu y yo estamos juntos, también me informó que una muchacha que trabaja con tu amiga Rose nos vio”
Creo que dejé de respirar, ya que muy dentro de mí, sabía que me había quedado completamente inmóvil frente a él.
“Bella” – llamó mientras agitaba delicadamente mis hombros – “Di algo, por favor” – suplicó, y la dulzura de su voz empeoró las cosas y quebrantó mi fortaleza. Me volví a aventar a sus brazos y comencé sollozar fuertemente contra su pecho.
No era necesario decirle el por qué lloraba. Él lo sabía perfectamente. Sabía lo insoportable que era el llegar a pensar en una separación. Sus manos se pasaron por mis cabellos y sentí como sus labios me besaban una y otra vez, bajando de mi cabeza a mi frente, y de mí frente a mi nariz, en donde se desviaron para besar mis húmedas mejillas y, por último, mis labios.
“No quiero perderte” – sollocé sin aliento
“No lo harás” – prometió – “ya te lo he dicho antes, Bella, te amo y no te dejaré
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Capítulo 23: Traición
EDWARD POV
Manejé aún con Bella en mis pensamientos. No me gustaba verla llorar, no me gustaba verla sufrir y, el saber que yo era la causa principal de sus angustias, me ponía más ansioso de lo que ya estaba. Pise el acelerador de manera inconciente, manifestando en silencio la terrible impotencia que en mí surgía. ¿Qué tenía que hacer? ¿Qué podía hacer para contrarrestar el daño que hasta el momento había causado a mi madre y a Bella? ¿Cómo era posible que fuera capaz de herir a las dos mujeres que más amaba en mi vida?...
“¿Por qué tan callado, Edward?” – preguntó Heidi, rompiendo mi concentración. Para ser sincero, se me había olvidado que manejaba con compañía.
“Lo siento, señorita” – me disculpé, sin dejar de mirar a la carretera
“Por favor, no me digas señorita” – pidió – “llámame solamente Heidi” – propuso mientras sentía como su mano se posaba sobre mi hombro derecho. El gesto me resultó incomodo al instante.
“Con todo respeto, dudo mucho que sea apropiado esa clase de confianzas” – esperaba a que la ambigüedad de mis palabras resultara obvia. La chica comenzó a reír. Su risa me resultó un poco molesta, era demasiado sonora y estridente.
“Vamos, Edward” – dijo aún en medio de carcajadas – “no me vengas con clases moralistas, por favor, que no te quedan” – no pude evitar envararme en el asiento. ¿Qué había dicho? ¿Qué bases tenía ella para hablarme de esa manera?... ¿Acaso…?
“¿A qué se refiere, señorita?” – pregunté de la manera más tranquila que pude, con la esperanza de que mi sucia conciencia fuera la causante de haber dado a aquellas palabras un significado más intenso
“¿En realidad no sabes a lo que me refiero?” – respondió la muchacha con desden – “¿Te doy un consejo, Edward?” – prosiguió – “debes de elegir mejor a tus conquistas, a mi parecer, Bella no es una mujer digna de ti”
Por poco me salí de la carretera. La vista se me había nublado de manera terrible y mis manos, aferradas al volante, se habían vuelto sudorosas, frías y pesadas; los pies por un momento no supieron dónde se encontraba el acelerador y mis rodillas se agitaban con una pequeña vibración. No me atrevía a decir nada, ni en contra, ni a favor. Solamente me limité a seguir mirando hacia la carretera, como si no hubiese escuchado nada. ¿Cómo se había enterado? ¿Acaso Tanya había…? No. Tanya no había sido, estaba seguro... Pero… ¿Cómo diablos…?
“Se les olvido que las paredes tienen oídos” – comentó Heidi, como si pudiera oír mis pensamientos – “No quiero perderte” – imitó las palabras que Bella me había dicho hacía pocos minutos y, después, se carcajeó - “no sabía que Bella podía llegar a ser tan… pasional” – agregó con el escarnio fluyendo de su voz.
“Lo que no me logró explicar” – continuó hablando ante mi silencio – “es ¿Cómo Isabella, la materialista y frívola de Isabella, se fijó en un chofer?… ¡Oh! ¡Me pregunto cómo se lo tomaría la tonta de Renne!...”
“¡No lo sabrá!” – interrumpí automáticamente. Ya no podía callar más, ya había escuchado suficiente – “La señora no tiene por qué enterarse”
“¿Por qué no?” – discutió con una gran sonrisa, me atreví a desviar mi vista de la carretera para verle y no había gesto en ella que no dejara a la vista lo rebosante que le resultaba el saber que me encontraba asustado por lo que sabía – “¿Por qué no frenas el carro y platicamos mejor?” – propuso y, ante la imposibilidad de algo mejor, accedí.
Estacioné el carro en la orilla de la carretera. Heidi se bajó del auto y yo la imité, posicionándome frente a ella
“Por favor, guarda este secreto” – le supliqué. Una de sus cejas se enarcó al momento en que me miraba con pérfidamente – “por favor” – repetí – “hago lo que tu quieras, pero no hables de esto”
“¿Lo que yo quiera?” – repitió y viajó sus ojos de un lado a otro, mientras aparentaba pensar detenidamente – “esta bien, no diré nada” - accedió y, por un momento sentí alivio – “pero evidentemente, tu tienes que hacer algo a cambio”
“Lo que tu digas” – dije de manera estupida. Ella me miró con una sonrisa perversa y yo esperé en silencio, incapaz de imaginar lo que me iba a pedir…
“Esta tarde mi hermano cerrara el trato con una empresa la cual le venderá una casa, a la cual nosotros nos iremos a vivir por un tiempo” – comenzó a explicar – “es obvio que yo necesitaré un chofer…”
“No” – interrumpí con un susurró – “Yo no puedo…”
“Claro que puedes” – cortó ella de manera amable – “bueno, eso lo dejo a tu criterio” – expuso con falsa inocencia – “si quieres que guarde tu secreto, esa es la condición: dejarás a Bella y trabajaras para mí”
Bajé la mirada y empuñé mis manos ante la impotencia que me habían dejado sus palabras
“¿Qué ganas con todo esto?” – pregunté, más para mí que para ella, ¿Qué ganaba con hacerme ese daño? Que yo supiera, jamás antes le había ofendido como para odiarme de tal manera.
“Digamos que tu noviecita nunca ha sido de mi agrado” – aclaró – “siempre ha sido la maldita niña caprichosa que tiene todo lo que desea y estoy segura de que tu eres lo único que le dolería perder en estos momentos… ¿Qué mejor revancha que el quitarle lo que ella más quiere solo para quedármelo”
“Yo no soy un juguete” – recordé, me sentía como su bufón ya que cada palabra que decía era objeto de su burla.
“Edward, querido, no pienso obligarte a nada” – comenzó a decir mientras caminaba hacia mi y ponía sus manos sobre mi pecho – “tu decidirás qué es lo que prefieres: si alejarte de Bella y trabajar para mí, ó arriesgarte a que suelte la verdad y a tu noviecita la manden lejos de Forks… además, piensa en tu familia” – evocó – “según tengo entendido, esta noticia pondría furiosa a Renne y, a mi parecer, sería muy injusto que tu madre y tu hermana fueran despedidas…y eso es si llegan a tener suerte, sabemos que peores cosas sería capaz de hacer esa señora con tal de salvar la reputación de su familia, la cual, tu romance con su hija, ha manchado terriblemente… ”
Sus ojos se clavaron en los míos, los cuales estaban completamente ensombrecidos. Me tuve que morder la lengua para callar todo lo que me hubiera gustado decirle, pero, pese a todo, seguía siendo una mujer y, aunque no lo pareciera, merecía respeto.
“No quiero presionarte” – reanudó ante mi constante e interminable silencio – “iremos de compras y, cuando vayamos de regreso a la mansión de los Swan, me das tu respuesta”
Se volvió a subir el carro, con gesto engreído. En cambio, yo no lograba encontrar la forma de mover mis pies, y me tomó bastantes segundos el lograr llegar al carro y ponerme, de nueva cuenta, sobre el volante. Tal como dijo, Heidi no volvió a mencionar el tema durante toda la mañana. Solamente su mirada mordaz y su sonrisa insidiosa me recordaban que tenía que elegir. Las horas me parecieron minutos, hubiera dado mucho por alargar ese día hasta lo infinito para no tener que darle mi respuesta.
“¿Y bien?” – preguntó cuando veníamos de regreso – “¿Ya lo pensaste?”
“Si” – traté de responder pero mi voz, fuera de tener sonido y sentido, salió como un grito ahogado. Ella esperó en silencio, aunque por mi semblante, seguramente ya sabía cuál era la respuesta – “tu ganas” – solté – “pero tienes que cumplir con tu trato… ni una sola palabra de lo que sabes, ni una sola” – recalqué
“Trato hecho” – articuló, arrastrando con placer cada palabra musitada – “solamente que se me olvidó mencionarte que tienes que hacerle creer que ya no la quieres” – cerré mis ojos por un momento y apreté el volante con mis manos – “Bella debe de creer que la has dejado por voluntad propia, en pocas palabras, debes romper definitivamente tu relación con ella”
“Eres un monstruo” – le dije sin poderme contener.
Pensé que se iba a ofender, más pareciera que le había dicho el más hermoso de los halagos ya que volvió a reír. Realmente estaba disfrutando todo el asunto.
“Gracias, querido” – contestó. En cuanto vi la mansión de los Swan, supe que faltaba poco para entrar a un infierno.
Heidi bajó del carro, tan feliz estaba por lo planeado, que ni si quiera me pidió ayuda al cargar el montón de bolsas que había comprado. Comenzó a caminar y, cuando había dado alrededor de cinco pasos, giró su cuerpo para verme – “mañana nos mudamos, aprovecha esta noche para dejar en claro las cosas” – recomendó mientras me guiñaba un ojo y me aventaba un beso en el aire.
Mañana. Mañana ya no estaría con ella y en pocas horas tenía que decirle que la iba a dejar. Iba a romper mi promesa que tenía pocas horas le había hecho… pero era lo mejor. Si Heidi le llegaba a decir a la señora Swan sobre todo ese asunto, no solo yo iba a pagar las consecuencias, también Bella, también mi familia…
… nunca antes la llegada del crepúsculo se me hizo tan temerosa como ese día.
BELLA POV
Caminaba de un lado a otro en mi habitación. Edward me había mandado a decir con Alice que en la noche, en cuanto todos estuvieran ya dormidos, llegaría a mi habitación. La idea me hacía feliz. El miedo no existía al lado de él. Lo había extrañado durante todo el día. Necesitaba urgentemente sentir sus calidos labios besarme al mismo tiempo en que sus firmes brazos cubrían mi cuerpo…
La puerta se abrió sin previo aviso y el corazón saltó de alegría al ver su silueta dibujada en las sombras de la noche.
“¡Edward!” – susurré mientras caminaba hacia él – “te extrañe tanto…” – las palabras se quedaron atoradas en mi garganta al percatarme de su rechazo. Tal vez fue mi imaginación pensé y volví a insistir con rodear su cintura con mis brazos, obteniendo el mismo resultado – “¿Pasa algo?” – pregunté y sentí como asentía, en medio de la oscuridad
“Hablé con tu mamá no tiene mucho” – comenzó a decir – “le ofrecí mi renuncia”
Sentí como si una fuerte descarga eléctrica hubiera recorrido todo mi cuerpo… No, seguramente escuchaste mal, Bella…
“¿Qué?” – pregunté tratando de sonreír al pensar que había sido una broma
“Me voy de aquí, Bella” – repitió y esa vez, por mucho que me quisiera engañar, no podía, su voz había sido demasiado clara. Tragué saliva ruidosamente y el acto dolió, debido a que la garganta comenzaba a cerrarse debido al llanto que se aproximaba – “he pensado bien las cosas y… lo mejor es que nos separemos, ahora que estamos a tiempo” – continuó explicando – “yo puedo perder mucho, Bella. Arriesgo a mi familia y la poca integridad que poseemos con el dinero que mi mamá y Alice ganan al trabajar aquí en tu casa…”
“No te preocupes”– interrumpí mientras trataba de simular mi desconsuelo – “tienes razón, al fin de cuentas, podemos vernos los fines de semana o los días en que no trabajes…”
“No, Bella” – interceptó mi novio – “ya no nos veremos, al menos que sea por una coincidencia o algo inevitable… lo nuestro tiene que acabar, definitivamente”
Definitivamente…
Una patada en el estomago brindada por un caballo hubiera sido menos dolorosa, estoy segura. No me percaté de que había comenzado a llorar hasta que la mano de Edward acarició una de mis mejillas, secando la humedad que las cubría.
“Lo siento” – murmuró y en realidad parecía que era sincero – “créeme que es por nuestro bien” – me negué rotundamente, mientras los sollozos incrementaban.
Levanté mi vista hacia él. Desgraciadamente, la oscuridad no me permitía la mejor vista y, sin embargo, me pareció ver claramente, por un segundo, como su gesto denotaba tanto dolor como el mío. No lo pude soportar. No pude soportar la idea de estar lejos de él y, olvidándome de lo que era el orgullo, me aventé a sus brazos y comencé a suplicar…
No recuerdo bien lo que dije, y tampoco lo pienso escribir. Solamente sé que lo único que me faltó fue hincarme ante él y puedo afirmar que de nada hubiera servido, como de nada sirvieron todas las palabras con las que le pedí que no me dejara. Edward me alejó de él y se fue, ignorando mis lágrimas, ignorando el esfuerzo que mis manos hacían para no despegarse de su camisa, ignorando todo. Y, aunque su actitud fue gentil, me hirió profundamente.
Esa noche no pude dormir hasta ya muy tarde…
No es para tanto, Bella, ya lo olvidaras Me auto – consolaba una y otra vez… ¡Qué estupida era al pensar semejante tontería!... no tenía ni idea de que esa noche apenas era el inicio de lo que sería el más terrible de mis calvarios sin él…
El día siguiente fue peor. No creí que la desilusión y la traición llegaran a doler de una manera tan… intolerable.
“Es una lastima que tengan que dejar la casa” – decía mi madre a Heidi y a Mike, quienes tenían ya sus maletas a un lado
“No queremos darles más molestias” – respondió el muchacho – “pero no se preocupe, de todas formas, estaré viniendo constantemente para ver a Bella” – no tenía ánimos para nada, ni si quiera para despreciarlo.
“¿Dónde esta Edward?” – preguntó Heidi en cuanto estuve frente a ella. ¿Edward? ¿Y para que lo quería…?”
“Disculpe la demora, señorita” – algo se quebró. No. No fue algo. Fue todo. Todo en mi interior se rompió en cuanto lo vi aparecer con sus maletas en mano.
No pude evitar mirarlo, no pude encontrar la manera de disimular todo el dolor que me causaba el saber que se iba, que me dejaba, para irse con ella. Ahora todo resultaba más claro… ¿Por qué no lo había imaginado antes? Él, por el contrario, no dirigió su mirada hacia mí. Todo el tiempo mantuvo la dirección de sus pupilas fijas en el suelo. Una parte de mí me pedía a gritos que saliera de ese lugar, que no era necesario tener que estar presente, más mis pies no se movían… supongo que se llama masoquismo.
Ya no recuerdo bien que tanto más se dijo en aquella sala. Solamente era conciente de lo traicionada que me sentía. Y solamente recuerdo que una lágrima se derramó en cuanto supe que se había ido… que lo había perdido. No sé si fue mi imaginación, más me pareció ver que, antes de subirse al carro de los Newton, miraba hacia mi dirección, con el mismo dolor que yo sentía, impregnado en sus verdes ojos.
JASPER POV
“¿Vas a salir?” – preguntó Rose. Caminé hacia donde ella estaba sentada y me incliné para tener mi rostro a la altura del suyo.
“Si” – contesté mientras llevaba mi mano hacia sus húmedas mejillas – “pero si quieres, puedo quedarme” – ofrecí. Ella negó con la cabeza, más sus ojos no me convencieron – “Rose, no me gusta verte sufrir de esta manera” – le dije mientras paseaba mi mirada por su demacrado rostro y sus hinchados ojos – “no has ido a la escuela, me han dicho que no quieres comer, hoy te llamó Bella y no quisiste contestar la llamada… te vas a enfermar”
“No me importa” – contestó – “yo… yo no quiero nada sin él, Jasper” – las lágrimas comenzaron a brotar otra vez de sus ojos y, rápidamente, la atraje hacia mi pecho. Ya no sabía que decirle, ya no encontraba las palabras con las cuales consolarla. Solamente era capaz de sentir miedo al ver a mi hermana en esa situación, la cual parecía no tener fin.
“Rose, me preocupas” – susurré mientras le besaba la cabeza – “¿Qué puedo hacer para verte mejor?”
“Nada” – respondió – “no puedes hacer nada. No hay nada que convenza a nuestros padres de aceptar mi relación con Emmett… ¡Lo peor es que ni si quiera sé por qué tanto odio hacia su familia!”
Yo si lo sabía, o al menos suponía saber, pero estaba claro que no era el momento indicado para hacerle saber a mi hermana que, supuestamente, el padre del muchacho por el que tanto sufría, había estafado de manera vil a la empresa de nuestra familia… realmente, la historia no le creía del todo, en los últimos días había investigado sobre los McCarty y su reputación era impecable. Eran conocidos como una familia adinerada pero muy humilde y generosa, querida por muchas comunidades de bajos recursos en Forks, debido a la ayuda que ellos les brindaban… Emmett, el novio de mi hermana, era el único heredero y, a diferencia de todos nosotros que habíamos recibido todos nuestros estudios en escuelas privadas, él estudiaba la carrera de medicina en la universidad pública de Forks…
Me avergonzaba de mi persona al desconfiar en la palabra de mi padre pero tenía que admitirlo: él era una persona aficionada a los buenos negocios y era caracterizado por ser un hombre demasiado astuto… si mis vagas sospechas eran ciertas, mi hermana estaba sufriendo injustamente y eso, era algo que jamás les perdonaría a mis progenitores, quienes habían tomado medidas extremas en el asunto: una de ellas consistía en que Rose tenía tajantemente prohibido cualquier tipo de salida que no fuera en compañía mía o de alguno de los sirvientes… pero no contaban con que yo les había mentido al decirles que estaba del lado de ellos.
“Si consiguiera la manera de que pudieras ver a ese joven, ¿me prometes que dejarás de llorar todo el tiempo e irás a la escuela?” – ofrecí y no sé que sentí al ver como sus azules ojos volvían a tener vida en cuanto escuchó mis palabras.
“¿Harías eso?” – preguntó con infinita esperanza
“Si” – afirmé con una sonrisa – “solo dime en qué lugar lo puedo encontrar…”
Tras darme la información que necesitaba, acosté a Rose en su cama y me quedé con ella hasta que se durmió. Miré mi reloj y suspiré, se me había hecho tarde y, por mucho que me hubiera apresurado, esa noche no había podido ver a Alice…
EDWARD POV
Manejé aún con Bella en mis pensamientos. No me gustaba verla llorar, no me gustaba verla sufrir y, el saber que yo era la causa principal de sus angustias, me ponía más ansioso de lo que ya estaba. Pise el acelerador de manera inconciente, manifestando en silencio la terrible impotencia que en mí surgía. ¿Qué tenía que hacer? ¿Qué podía hacer para contrarrestar el daño que hasta el momento había causado a mi madre y a Bella? ¿Cómo era posible que fuera capaz de herir a las dos mujeres que más amaba en mi vida?...
“¿Por qué tan callado, Edward?” – preguntó Heidi, rompiendo mi concentración. Para ser sincero, se me había olvidado que manejaba con compañía.
“Lo siento, señorita” – me disculpé, sin dejar de mirar a la carretera
“Por favor, no me digas señorita” – pidió – “llámame solamente Heidi” – propuso mientras sentía como su mano se posaba sobre mi hombro derecho. El gesto me resultó incomodo al instante.
“Con todo respeto, dudo mucho que sea apropiado esa clase de confianzas” – esperaba a que la ambigüedad de mis palabras resultara obvia. La chica comenzó a reír. Su risa me resultó un poco molesta, era demasiado sonora y estridente.
“Vamos, Edward” – dijo aún en medio de carcajadas – “no me vengas con clases moralistas, por favor, que no te quedan” – no pude evitar envararme en el asiento. ¿Qué había dicho? ¿Qué bases tenía ella para hablarme de esa manera?... ¿Acaso…?
“¿A qué se refiere, señorita?” – pregunté de la manera más tranquila que pude, con la esperanza de que mi sucia conciencia fuera la causante de haber dado a aquellas palabras un significado más intenso
“¿En realidad no sabes a lo que me refiero?” – respondió la muchacha con desden – “¿Te doy un consejo, Edward?” – prosiguió – “debes de elegir mejor a tus conquistas, a mi parecer, Bella no es una mujer digna de ti”
Por poco me salí de la carretera. La vista se me había nublado de manera terrible y mis manos, aferradas al volante, se habían vuelto sudorosas, frías y pesadas; los pies por un momento no supieron dónde se encontraba el acelerador y mis rodillas se agitaban con una pequeña vibración. No me atrevía a decir nada, ni en contra, ni a favor. Solamente me limité a seguir mirando hacia la carretera, como si no hubiese escuchado nada. ¿Cómo se había enterado? ¿Acaso Tanya había…? No. Tanya no había sido, estaba seguro... Pero… ¿Cómo diablos…?
“Se les olvido que las paredes tienen oídos” – comentó Heidi, como si pudiera oír mis pensamientos – “No quiero perderte” – imitó las palabras que Bella me había dicho hacía pocos minutos y, después, se carcajeó - “no sabía que Bella podía llegar a ser tan… pasional” – agregó con el escarnio fluyendo de su voz.
“Lo que no me logró explicar” – continuó hablando ante mi silencio – “es ¿Cómo Isabella, la materialista y frívola de Isabella, se fijó en un chofer?… ¡Oh! ¡Me pregunto cómo se lo tomaría la tonta de Renne!...”
“¡No lo sabrá!” – interrumpí automáticamente. Ya no podía callar más, ya había escuchado suficiente – “La señora no tiene por qué enterarse”
“¿Por qué no?” – discutió con una gran sonrisa, me atreví a desviar mi vista de la carretera para verle y no había gesto en ella que no dejara a la vista lo rebosante que le resultaba el saber que me encontraba asustado por lo que sabía – “¿Por qué no frenas el carro y platicamos mejor?” – propuso y, ante la imposibilidad de algo mejor, accedí.
Estacioné el carro en la orilla de la carretera. Heidi se bajó del auto y yo la imité, posicionándome frente a ella
“Por favor, guarda este secreto” – le supliqué. Una de sus cejas se enarcó al momento en que me miraba con pérfidamente – “por favor” – repetí – “hago lo que tu quieras, pero no hables de esto”
“¿Lo que yo quiera?” – repitió y viajó sus ojos de un lado a otro, mientras aparentaba pensar detenidamente – “esta bien, no diré nada” - accedió y, por un momento sentí alivio – “pero evidentemente, tu tienes que hacer algo a cambio”
“Lo que tu digas” – dije de manera estupida. Ella me miró con una sonrisa perversa y yo esperé en silencio, incapaz de imaginar lo que me iba a pedir…
“Esta tarde mi hermano cerrara el trato con una empresa la cual le venderá una casa, a la cual nosotros nos iremos a vivir por un tiempo” – comenzó a explicar – “es obvio que yo necesitaré un chofer…”
“No” – interrumpí con un susurró – “Yo no puedo…”
“Claro que puedes” – cortó ella de manera amable – “bueno, eso lo dejo a tu criterio” – expuso con falsa inocencia – “si quieres que guarde tu secreto, esa es la condición: dejarás a Bella y trabajaras para mí”
Bajé la mirada y empuñé mis manos ante la impotencia que me habían dejado sus palabras
“¿Qué ganas con todo esto?” – pregunté, más para mí que para ella, ¿Qué ganaba con hacerme ese daño? Que yo supiera, jamás antes le había ofendido como para odiarme de tal manera.
“Digamos que tu noviecita nunca ha sido de mi agrado” – aclaró – “siempre ha sido la maldita niña caprichosa que tiene todo lo que desea y estoy segura de que tu eres lo único que le dolería perder en estos momentos… ¿Qué mejor revancha que el quitarle lo que ella más quiere solo para quedármelo”
“Yo no soy un juguete” – recordé, me sentía como su bufón ya que cada palabra que decía era objeto de su burla.
“Edward, querido, no pienso obligarte a nada” – comenzó a decir mientras caminaba hacia mi y ponía sus manos sobre mi pecho – “tu decidirás qué es lo que prefieres: si alejarte de Bella y trabajar para mí, ó arriesgarte a que suelte la verdad y a tu noviecita la manden lejos de Forks… además, piensa en tu familia” – evocó – “según tengo entendido, esta noticia pondría furiosa a Renne y, a mi parecer, sería muy injusto que tu madre y tu hermana fueran despedidas…y eso es si llegan a tener suerte, sabemos que peores cosas sería capaz de hacer esa señora con tal de salvar la reputación de su familia, la cual, tu romance con su hija, ha manchado terriblemente… ”
Sus ojos se clavaron en los míos, los cuales estaban completamente ensombrecidos. Me tuve que morder la lengua para callar todo lo que me hubiera gustado decirle, pero, pese a todo, seguía siendo una mujer y, aunque no lo pareciera, merecía respeto.
“No quiero presionarte” – reanudó ante mi constante e interminable silencio – “iremos de compras y, cuando vayamos de regreso a la mansión de los Swan, me das tu respuesta”
Se volvió a subir el carro, con gesto engreído. En cambio, yo no lograba encontrar la forma de mover mis pies, y me tomó bastantes segundos el lograr llegar al carro y ponerme, de nueva cuenta, sobre el volante. Tal como dijo, Heidi no volvió a mencionar el tema durante toda la mañana. Solamente su mirada mordaz y su sonrisa insidiosa me recordaban que tenía que elegir. Las horas me parecieron minutos, hubiera dado mucho por alargar ese día hasta lo infinito para no tener que darle mi respuesta.
“¿Y bien?” – preguntó cuando veníamos de regreso – “¿Ya lo pensaste?”
“Si” – traté de responder pero mi voz, fuera de tener sonido y sentido, salió como un grito ahogado. Ella esperó en silencio, aunque por mi semblante, seguramente ya sabía cuál era la respuesta – “tu ganas” – solté – “pero tienes que cumplir con tu trato… ni una sola palabra de lo que sabes, ni una sola” – recalqué
“Trato hecho” – articuló, arrastrando con placer cada palabra musitada – “solamente que se me olvidó mencionarte que tienes que hacerle creer que ya no la quieres” – cerré mis ojos por un momento y apreté el volante con mis manos – “Bella debe de creer que la has dejado por voluntad propia, en pocas palabras, debes romper definitivamente tu relación con ella”
“Eres un monstruo” – le dije sin poderme contener.
Pensé que se iba a ofender, más pareciera que le había dicho el más hermoso de los halagos ya que volvió a reír. Realmente estaba disfrutando todo el asunto.
“Gracias, querido” – contestó. En cuanto vi la mansión de los Swan, supe que faltaba poco para entrar a un infierno.
Heidi bajó del carro, tan feliz estaba por lo planeado, que ni si quiera me pidió ayuda al cargar el montón de bolsas que había comprado. Comenzó a caminar y, cuando había dado alrededor de cinco pasos, giró su cuerpo para verme – “mañana nos mudamos, aprovecha esta noche para dejar en claro las cosas” – recomendó mientras me guiñaba un ojo y me aventaba un beso en el aire.
Mañana. Mañana ya no estaría con ella y en pocas horas tenía que decirle que la iba a dejar. Iba a romper mi promesa que tenía pocas horas le había hecho… pero era lo mejor. Si Heidi le llegaba a decir a la señora Swan sobre todo ese asunto, no solo yo iba a pagar las consecuencias, también Bella, también mi familia…
… nunca antes la llegada del crepúsculo se me hizo tan temerosa como ese día.
BELLA POV
Caminaba de un lado a otro en mi habitación. Edward me había mandado a decir con Alice que en la noche, en cuanto todos estuvieran ya dormidos, llegaría a mi habitación. La idea me hacía feliz. El miedo no existía al lado de él. Lo había extrañado durante todo el día. Necesitaba urgentemente sentir sus calidos labios besarme al mismo tiempo en que sus firmes brazos cubrían mi cuerpo…
La puerta se abrió sin previo aviso y el corazón saltó de alegría al ver su silueta dibujada en las sombras de la noche.
“¡Edward!” – susurré mientras caminaba hacia él – “te extrañe tanto…” – las palabras se quedaron atoradas en mi garganta al percatarme de su rechazo. Tal vez fue mi imaginación pensé y volví a insistir con rodear su cintura con mis brazos, obteniendo el mismo resultado – “¿Pasa algo?” – pregunté y sentí como asentía, en medio de la oscuridad
“Hablé con tu mamá no tiene mucho” – comenzó a decir – “le ofrecí mi renuncia”
Sentí como si una fuerte descarga eléctrica hubiera recorrido todo mi cuerpo… No, seguramente escuchaste mal, Bella…
“¿Qué?” – pregunté tratando de sonreír al pensar que había sido una broma
“Me voy de aquí, Bella” – repitió y esa vez, por mucho que me quisiera engañar, no podía, su voz había sido demasiado clara. Tragué saliva ruidosamente y el acto dolió, debido a que la garganta comenzaba a cerrarse debido al llanto que se aproximaba – “he pensado bien las cosas y… lo mejor es que nos separemos, ahora que estamos a tiempo” – continuó explicando – “yo puedo perder mucho, Bella. Arriesgo a mi familia y la poca integridad que poseemos con el dinero que mi mamá y Alice ganan al trabajar aquí en tu casa…”
“No te preocupes”– interrumpí mientras trataba de simular mi desconsuelo – “tienes razón, al fin de cuentas, podemos vernos los fines de semana o los días en que no trabajes…”
“No, Bella” – interceptó mi novio – “ya no nos veremos, al menos que sea por una coincidencia o algo inevitable… lo nuestro tiene que acabar, definitivamente”
Definitivamente…
Una patada en el estomago brindada por un caballo hubiera sido menos dolorosa, estoy segura. No me percaté de que había comenzado a llorar hasta que la mano de Edward acarició una de mis mejillas, secando la humedad que las cubría.
“Lo siento” – murmuró y en realidad parecía que era sincero – “créeme que es por nuestro bien” – me negué rotundamente, mientras los sollozos incrementaban.
Levanté mi vista hacia él. Desgraciadamente, la oscuridad no me permitía la mejor vista y, sin embargo, me pareció ver claramente, por un segundo, como su gesto denotaba tanto dolor como el mío. No lo pude soportar. No pude soportar la idea de estar lejos de él y, olvidándome de lo que era el orgullo, me aventé a sus brazos y comencé a suplicar…
No recuerdo bien lo que dije, y tampoco lo pienso escribir. Solamente sé que lo único que me faltó fue hincarme ante él y puedo afirmar que de nada hubiera servido, como de nada sirvieron todas las palabras con las que le pedí que no me dejara. Edward me alejó de él y se fue, ignorando mis lágrimas, ignorando el esfuerzo que mis manos hacían para no despegarse de su camisa, ignorando todo. Y, aunque su actitud fue gentil, me hirió profundamente.
Esa noche no pude dormir hasta ya muy tarde…
No es para tanto, Bella, ya lo olvidaras Me auto – consolaba una y otra vez… ¡Qué estupida era al pensar semejante tontería!... no tenía ni idea de que esa noche apenas era el inicio de lo que sería el más terrible de mis calvarios sin él…
El día siguiente fue peor. No creí que la desilusión y la traición llegaran a doler de una manera tan… intolerable.
“Es una lastima que tengan que dejar la casa” – decía mi madre a Heidi y a Mike, quienes tenían ya sus maletas a un lado
“No queremos darles más molestias” – respondió el muchacho – “pero no se preocupe, de todas formas, estaré viniendo constantemente para ver a Bella” – no tenía ánimos para nada, ni si quiera para despreciarlo.
“¿Dónde esta Edward?” – preguntó Heidi en cuanto estuve frente a ella. ¿Edward? ¿Y para que lo quería…?”
“Disculpe la demora, señorita” – algo se quebró. No. No fue algo. Fue todo. Todo en mi interior se rompió en cuanto lo vi aparecer con sus maletas en mano.
No pude evitar mirarlo, no pude encontrar la manera de disimular todo el dolor que me causaba el saber que se iba, que me dejaba, para irse con ella. Ahora todo resultaba más claro… ¿Por qué no lo había imaginado antes? Él, por el contrario, no dirigió su mirada hacia mí. Todo el tiempo mantuvo la dirección de sus pupilas fijas en el suelo. Una parte de mí me pedía a gritos que saliera de ese lugar, que no era necesario tener que estar presente, más mis pies no se movían… supongo que se llama masoquismo.
Ya no recuerdo bien que tanto más se dijo en aquella sala. Solamente era conciente de lo traicionada que me sentía. Y solamente recuerdo que una lágrima se derramó en cuanto supe que se había ido… que lo había perdido. No sé si fue mi imaginación, más me pareció ver que, antes de subirse al carro de los Newton, miraba hacia mi dirección, con el mismo dolor que yo sentía, impregnado en sus verdes ojos.
JASPER POV
“¿Vas a salir?” – preguntó Rose. Caminé hacia donde ella estaba sentada y me incliné para tener mi rostro a la altura del suyo.
“Si” – contesté mientras llevaba mi mano hacia sus húmedas mejillas – “pero si quieres, puedo quedarme” – ofrecí. Ella negó con la cabeza, más sus ojos no me convencieron – “Rose, no me gusta verte sufrir de esta manera” – le dije mientras paseaba mi mirada por su demacrado rostro y sus hinchados ojos – “no has ido a la escuela, me han dicho que no quieres comer, hoy te llamó Bella y no quisiste contestar la llamada… te vas a enfermar”
“No me importa” – contestó – “yo… yo no quiero nada sin él, Jasper” – las lágrimas comenzaron a brotar otra vez de sus ojos y, rápidamente, la atraje hacia mi pecho. Ya no sabía que decirle, ya no encontraba las palabras con las cuales consolarla. Solamente era capaz de sentir miedo al ver a mi hermana en esa situación, la cual parecía no tener fin.
“Rose, me preocupas” – susurré mientras le besaba la cabeza – “¿Qué puedo hacer para verte mejor?”
“Nada” – respondió – “no puedes hacer nada. No hay nada que convenza a nuestros padres de aceptar mi relación con Emmett… ¡Lo peor es que ni si quiera sé por qué tanto odio hacia su familia!”
Yo si lo sabía, o al menos suponía saber, pero estaba claro que no era el momento indicado para hacerle saber a mi hermana que, supuestamente, el padre del muchacho por el que tanto sufría, había estafado de manera vil a la empresa de nuestra familia… realmente, la historia no le creía del todo, en los últimos días había investigado sobre los McCarty y su reputación era impecable. Eran conocidos como una familia adinerada pero muy humilde y generosa, querida por muchas comunidades de bajos recursos en Forks, debido a la ayuda que ellos les brindaban… Emmett, el novio de mi hermana, era el único heredero y, a diferencia de todos nosotros que habíamos recibido todos nuestros estudios en escuelas privadas, él estudiaba la carrera de medicina en la universidad pública de Forks…
Me avergonzaba de mi persona al desconfiar en la palabra de mi padre pero tenía que admitirlo: él era una persona aficionada a los buenos negocios y era caracterizado por ser un hombre demasiado astuto… si mis vagas sospechas eran ciertas, mi hermana estaba sufriendo injustamente y eso, era algo que jamás les perdonaría a mis progenitores, quienes habían tomado medidas extremas en el asunto: una de ellas consistía en que Rose tenía tajantemente prohibido cualquier tipo de salida que no fuera en compañía mía o de alguno de los sirvientes… pero no contaban con que yo les había mentido al decirles que estaba del lado de ellos.
“Si consiguiera la manera de que pudieras ver a ese joven, ¿me prometes que dejarás de llorar todo el tiempo e irás a la escuela?” – ofrecí y no sé que sentí al ver como sus azules ojos volvían a tener vida en cuanto escuchó mis palabras.
“¿Harías eso?” – preguntó con infinita esperanza
“Si” – afirmé con una sonrisa – “solo dime en qué lugar lo puedo encontrar…”
Tras darme la información que necesitaba, acosté a Rose en su cama y me quedé con ella hasta que se durmió. Miré mi reloj y suspiré, se me había hecho tarde y, por mucho que me hubiera apresurado, esa noche no había podido ver a Alice…
Atal- .
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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
Capítulo 24: Farsa
EMMETT POV
Rosalie Hale…
¿Por qué tenías que pertenecer a esa familia Rose?...
Cuánto te extrañaba mi pequeña… cuánto…
Cerré mis ojos y comencé a recordarte. Que tonto había sido de mi parte el haberme enamorado de esa manera tan repentina. Tan rápido me había llegado la felicidad y, de ese mismo modo, se había largado lejos de mí, dejándome completamente desecho.
¿Cómo se me había olvidado que aquel apellido representaba claramente la traición?... que sucio había jugado conmigo el destino al haberte puesto frente a mí… Tú, la hija del traidor que quería estafar a mi padre, y poco le faltaba por lograr su objetivo, eres la mujer a quien yo amo enloquecidamente, a la que, por mucho que quisiera olvidar, no puedo… ¿Cuántos días habían pasado desde nuestro ultimo encuentro? ¿Cinco? ¿Seis…? ¿Acaso habría pasado ya un año y no me había dado cuenta?...
Ay, Rose…
“Joven, Emmett” – llamaron a la puerta – “¿Puedo pasar?”
“Adelante” – indiqué.
“Lo buscan” – informó la muchacha.
“¿Quién?” – pregunté extrañado, que yo supiera, no esperaba ninguna visita. Era fin de semana… ¿Se trataría de Edward? No. Él ya era bien conocido en mi casa.
“Un joven” – respondió – “no me quiso decir su nombre, lo esta esperando en el jardín”
“En seguida bajo” – anuncié – “muchas gracias” –
La chica salió de mi habitación y, segundos después, hice lo mismo. Bajé las escaleras de mi casa, con cautela, ¿Quién podría ser? Me preguntaba una y otra vez. En cuanto abrí la puerta para salir al jardín, supe inmediatamente que aquel muchacho tenía algo que ver con Rose. Jamás antes le había visto, pero, sus rasgos eran demasiado parecidos. Tanto, que resultaba imposible no adivinar que se trataba de algún familiar suyo – “buenos días” – saludé, no sin cierto grado de desconfianza en mi voz
“¿Emmett McCarty?” – preguntó, mientras me tendía su mano en forma de saludo. Asentí con la cabeza – “mi nombre es Jasper Hale” – informó – “soy hermano de Rosalie” – el corazón se me estrechó al escuchar su nombre en labios de otra persona.
“¿Se encuentra ella bien?” – quise saber.
“La verdad es que no” – contestó, preocupándome con su comentario – “está sufriendo mucho por tu ausencia”
“Me he intentado comunicar con ella pero…”
“Lo sé” – interrumpió – “mis padres han movido cielo, mar y tierra para evitar que tengan cualquier tipo de relación” – incliné mi cabeza hacia abajo, en un intento fallido de ocultar mi pesadumbre ante los ojos de aquel joven – “lo siento” – musitó y pareció ser sincero. Un largo silencio se extendió entre nosotros, ¿Qué podía decir yo? – “yo… solamente vengo para preguntarte si puedes ir, la próxima semana, a esta dirección” – me tendió un pequeño papelito – “Llevaré a Rose, para que se puedan ver, aunque no sea por mucho tiempo”
La garganta se me cerró y le miré fijamente.
“Muchas gracias” – le dije de la manera más sincera que pueda haber en esta tierra. Jasper asintió, y me sonrió ligeramente
“Me tengo que ir” – anunció – “nos vemos”
“Gracias” – volví a decir, cuando se despidió y desapareció por la carretera.
El saber que volvería a ver a Rose y que ella no me odiaba, me daba nuevas esperanzas.
JASPER POV
“Alice, ¿Es esto necesario?” – pregunté, mientras veía como el enorme y desgastado camión publico, se paraba frente a nosotros, permitiéndonos el ascenso – “¿No será mejor tomar un taxi…?”
“¿Jasper, cuál fue la condición?” – recordó mientras subía. Suspiré y la seguí. No me quedó de otra.
Si. Ese había sido el trato para que Alice aceptara el salir conmigo: nada de carros deportivos, nada de taxis…nada de lujos. Aunque, he de admitir que todo esto me resultaba demasiado divertido y relajante… Aquella pequeña muchacha era el único remedio que existía, y existiría, para toda la desolación que sentía en esos momentos por estar en medio de los problemas de mi hermana y mis padres.
“Joven, ¿Qué es esto?” – preguntó el señor en cuanto le tendí el billete para pagar el precio del pasaje, no me expliqué el por qué se veía ofendido
“Un billete… supongo” – respondí, mientras escuchaba como la gente que se encontraba apretada a mis espaldas comenzaban a aullar, pidiéndome que me diera prisa
“¡Ya sé que es un billete!” – exclamó el señor – “solamente que no tengo el suficiente efectivo como para regresarle el cambio, ¿no traerá algo de menos valor?”
“Si… permítame un segundo” – pedí, sintiéndome muy cohibido por las exasperadas miradas que la gente comenzaba a dedicarme. Agradecí el hecho de traer unas monedas, con las cuales pagué, finalmente.
Alice me esperaba hasta el fondo del mal oliente camión, con una sonrisa extendiendo sus labios. Recibí varios empujones, para poder llegar hasta donde ella estaba. Supongo que su pequeño tamaño y su esbelta figura le eran de mucha ayuda en ese tipo de situaciones
“¿A poco no es esto más emocionante que viajar en un auto deportivo o en un taxi?” – me preguntó y, en respuesta, puse los ojos en blanco. Ella soltó una risita cantarina… la cual me recordó que, por ella, viajaría en burro si fuese necesario.
“¿Dónde te gustaría comer?” – quise saber – “Hay varios restaurantes de comida italiana por una calle cerca de donde vamos” – comenté y no obtuve respuesta alguna sobre el tema. Alice se limitó a sonreír ligeramente y, después, giró su rostro para ver la pequeña ciudad que atravesábamos en aquel medio de transporte tan más… incomodo.
El bajar fue otro dilema. Era difícil de tratar con una chica como Alice, ya que la caballerosidad parecía no hacerle mucha gracia. Lo digo por que, al tenderle la mano para ayudarle a descender del autobús, me ignoró de manera cruel. Supongo que poco a poco me acostumbraría a ese carácter, (el cual, por cierto, me traía loco). Caminamos un par de calles, hasta que llegamos hacia uno de los restaurantes que solía visitar a menudo con mi familia. Era un lugar hermoso…
“¿Pretendes que yo entre a esto?” – inquirió, con el gesto fruncido. ¿Por qué no lo supuse antes?
“La comida es deliciosa” – argumenté a mi favor – “te va a encantar”
“Yo no pienso entrar a este lugar” – sentenció.
“Entonces, ¿Dónde quieres comer?” – pregunté – “Tu solo indícame a dónde se te ofrece ir y yo te complaceré” – prometí.
Ella me miró a los ojos durante varios segundos.
Ay, esos ojos… tan hermosos, tan encantadores, tan vivaces… tan…
“¡¿Qué?!” – solté en cuanto estuve frente a un puesto de comida rápida, plantando a orilla de calle, con los ingredientes a la intemperie y con una fachada nada digna de confianza – “¿Qué se supone que es esto?” – inquirí, sin poder ocultar mi apatía por la situación.
“Esto es un puesto de tacos” – señaló mi compañera, con orgullo. ¿Acaso estaba ciega? ¿Acaso no se daba cuenta de la infinidad de microbios que podrían haber en aquella comida? –
“Alice, si comemos esto nos podemos enfermar del estomago” – murmuré, para que mi queja solo llegara a sus oídos – “estoy seguro que este puesto no acata las medidas de salubridad…”
“Jasper” – interrumpió – “el hecho de que en tus caros restaurantes no te muestren las condiciones en las que se hace la comida, no significa que sean más higiénicos que lo que ahora tienes enfrente”
Con un suspiro de resignación, terminé ingiriendo lo que en ese lugar preparaban. Debo admitir que sabía realmente bien. (Me costaba creer que tan buen sabor, tuviera la mitad del valor de lo que antes había pagado)
“¿Ves como no es tan malo como pensaste?” – me preguntó con una sonrisa de suficiencia, mientras caminábamos por un pequeño parque.
“Contigo siempre aprendo cosas nuevas” – confesé mientras tomábamos asiento en una de las bancas de hierro oxidado –
Alice viajó su mirada hacia alrededor, contemplando el verde paisaje que nos rodeaba. Yo, por lo mientras, no podía parar dejar de ver cada uno de sus movimientos. Me parecían magníficos, por muy pequeños que fueran.
En ese momento, sentía que ya no podía callar más lo que sentía por ella… así que, armándome de valor para soltar aquellas palabras, le tomé de las manos y bajé mi mirada al suelo, intentando poner mis ideas en orden… nunca antes me había costado tanto el abrir la boca para declararme a una mujer, supongo, se debía a que, nunca antes había sido sincero
“Alice…” – comencé a balbucear… me aclaré la garganta un par de veces antes de continuar y, cuando estuve seguro de tener el suficiente equilibrio entre mi voz y mis pensamientos, me dispuse a confesarme…
BELLA POV
Vacaciones.
Que triste era. Ni pensar que tenía pocos días tenía planeado miles de cosas para estas fechas. ¡Malditas lagrimas! ¿Cuándo dejarían de derramarse? Ya era suficiente… ¿O no?...
Que terrible era todo esto. Hundí mi cabeza entre mis piernas y, dejándome vencer, una vez más, por la agonía, comencé a llorar escandalosamente.
“Señorita, Bella, ¿puedo entrar?” – preguntó Alice al otro lado de la puerta. Me limpié la humedad de mis mejillas antes de responder. La chica entró, con la charola de comida sostenida por sus manos.
“Señorita, su desayuno esta intacto” – señaló mientras veía el plato lleno de fruta y el vaso aún con el jugo de naranja. No contesté, me limité a encogerme aún más entre mi cama. El ver a aquella muchacha me ponía mal, me lo recordaba. Tenía más de tres días que no le veía, que no sabía nada de él…. ¿He dicho tres días? Vaya… también el tiempo se había puesto en mi contra ya que, en ese tiempo, parecía que los minutos se transformaban en horas y las horas en años…
“Gracias, Alice” – musité – “pero no tengo hambre, tal vez… después” – no me había dado cuenta que las lagrimas aún seguían brotando de mis mejillas, hasta que fue ella quien las limpió con una servilleta
“Señorita” – suspiró, como si también ella compartiera mi dolor. Me levanté de la cama y, sin pensarlo, la abracé. Sabía que solamente con ella me podía consolar.
Sentí como sus pequeños y delgados bracitos me cubrían, y ya no dijo más, cosa que realmente le agradecí ya que no buscaba palabras de aliento… sabía que no las encontraría. Tras estar varios minutos de esa manera, Alice se tuvo que retirar al escuchar los gritos de Renne aclamarle, dejándome, de nuevo, hundida en aquella desesperante soledad, la cual no tenía cura alguna, más que su regreso.
Y así pasaron muchos más días. En los cuales tenía que soportar, aparte de aquella terrible ausencia, las constantes y caprichosas visitas de Mike, los incontables regaños y reclamos de mi madre, el repentino distanciamiento de Rose, a quien le había marcado innumerablemente y nunca había aceptado mi llamada, solo esperaba a que estuviera bien.
El fin de semana había llegado.
“Bella, arréglate” – indicó mi madre, completamente desentendida de la enorme depresión en la que había caído, supongo que no le importaba– “iremos con los Newton, nos han invitado a una cena”
Los Newton, repetí en mi mente. ¿Debía o no ir? Seguramente él estaría presente. Seguramente le vería y eso… eso iba a resultar verdaderamente difícil… Lo sabía y, sin embargo, ahí estaba ya, frente a aquella lujosa casa.
“No quiero ninguno de tus desplantes” – advirtió mi madre antes de bajar del carro. No contesté, me limité a caminar hacia la entrada con la cabeza agachada y el corazón bombeando fuertemente.
“¡Renne, Bella!” – saludó Heidi mientras corría para abrazarnos. Estando en otro tipo de condición, me hubiera apresurado a rechazar el gesto pero, no tenía fuerzas ni para eso – “pasen, por favor” – indicó y, cuando estuvimos sentadas ya en la sala, salió de la estancia.
Y, tal como esperaba (o, más bien, temía) Edward apareció en su lugar. Sentí que al verlo, un fuego torturante y, a la vez delicioso, bajaba por mi pecho y se acumulaba fuertemente en mi estomago. Sentí como si hubieran pasado décadas de no verlo, las manos automáticamente comenzaron a sudarme y las piernas me temblaban de una manera con la cual, de haber estado de pie, me hubiera caído. Aún así, mi reacción fue demasiado contradictoria. Me moría por verlo, por volver a pasear mis ojos por su rostro angulado y pálido, más no lo hice. Me limité a bajar la mirada hacia el suelo y mantenerla fijamente ahí.
“Buenas tardes” – ¿Cómo puede una acción provocar la enfermedad y la cura al mismo tiempo?... el escuchar su voz lograba aquella perfecta combinación de amargura y complacencia en todo mi ser.
Aunque no levanté mi vista en ningún momento, escuché que una charola se posaba sobre la mesita de enfrente.
“Edward” – exclamó la voz de Heidi al entrar a la sala – “¿Pero qué haces, amor?”
“¿Amor?” – repitió mi madre de manera incrédula. Yo, mientras tanto, tuve que luchar arduamente con mi persona por no llevar mis manos y taparme los oídos.
Sabía lo que Heidi iba a decir, así que, lo único que me quedó, fue prepararme psicológicamente para aceptar, de la mejor manera posible, lo que se venía a continuación.
“Lo que pasa es que Edward y yo estamos saliendo” – no pude contenerme. Juro que lo intenté, más no pude.
Cuando menos lo esperé, levanté mi mirada hacia él, y me encontré con sus pupilas, puestas en mi dirección. Obviamente, la supuesta preparación psicológica no funcionó en absoluto… las palabras, aunque ya eran esperadas, hirieron… y de qué manera.
“¡Oh!” – exclamó mi madre, sin poder ocultar lo sorprendida que estaba – “eso no me lo esperaba… felicidades” – me hubiera gustado poder reírme de la situación. La hipocresía no podía hacerse más presente entre aquel circulo social. No quería ni imaginar lo que Renne estaría pensando, en realidad, al respecto. No quería ni imaginar cuál hubiera sido su reacción si la dadora de esa noticia hubiera sido yo…
… pero, eso ya no tenía importancia…
Mientras, mis ojos aún seguían posados sobre aquel par de gemas verdes, las cuales, dejaron de mirarme cuando una mano obligó a cambiar su dirección para rozar unos labios, los cuales no eran los míos. El beso que presencié fue casi insignificante, pero supongo que ver el cómo se descuartiza a un gato vivo, hubiera sido menos fuerte para mí.
Empuñé mis manos y me mordí la lengua para reprimir el llanto.
“Permiso” – susurró Edward, antes de volverse a ir…
EDWARD POV
¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!
La pared de la cocina pagó las consecuencias de toda mi furia acumulada durante toda la semana. Me llevé mis manos hacia mis cabellos e, inconcientemente, los jalé, como si con ello pudiera arrancarme toda la aflicción que sentía.
¿Cuánto daño más le causaría a Bella? ¡¿Cuánto?! Ya había sido suficiente con aquella noche… Ya era suficiente. Ya no era justo tener que soportar más.
“Me voy de aquí, Bella” – le había dicho… y de después de eso, vino lo peor.
¿Quién habría sufrido más? ¿Ella o yo?...
“Edward, por favor, podemos intentar otra cosa… no es necesario el tener que separarnos…” – repetía ella, una y otra vez, mientras sus manos se aferraban a mi camisa.
Nadie tendrá ni la más mínima idea de lo mucho que me costó el obligarme a deshacerme de su calido abrazo. Nadie podrá saber jamás, lo mucho que deseé la muerte al verla rogar, llorar, implorar por que me quedara a su lado. Tampoco nadie sabrá lo mucho que también yo deseé acceder… más las palabras de Heidi resonaban una y otra vez en mi cabeza, como una terrible y desoladora oración la cual, fuera de darte paz, te hunde en el mismo centro del infierno
“Tú decidirás qué es lo que prefieres: si alejarte de Bella y trabajar para mí, ó arriesgarte a que suelte la verdad y a tu noviecita la manden lejos de Forks… además, piensa en tu familia… sabemos que peores cosas sería capaz de hacer esa señora con tal de salvar la reputación de su familia, la cual, tu romance con su hija, ha manchado terriblemente… ”
Todos esos pensamientos me llevaron a soltar aquella mentira.
“Bella, yo no quiero arriesgarme a que alguien se entere de todo esto” – le había dicho mientras llevaba mis manos hacia sus brazos y los comenzaba a retirar de mi cintura – “es arriesgar mucho por tan poco… además, ya me aburrí de estar jugando todo el tiempo a las escondidas”
¡Qué calumnia tan más grande!, si tan solo hubiera tenido la seguridad de que nuestro secreto iba a estar a salvo por unos tres años más, todo hubiera sido de otra manera. Yo iba a luchar por terminar, lo antes posible, mi carrera de medicina y buscar un trabajo, con el cual, haría todo lo posible por darle lo mejor a mi familia y, por supuesto, a ella. Más el destino me había jugado sucio y, no me quedaba de otra más que aceptar mi derrota.
Pero lo peor no era eso. Lo peor era que, Heidi, seguía trazando líneas dolorosas entre nosotros… ¿Acaso había necesidad de invitarla a cenar solamente para hacerle creer una farsa, la cual consistía en que entre nosotros había una relación?...
En fin, tal vez, después de todo, era lo mejor… quizás, de esa manera, Bella lograba olvidarse de mí más rápidamente. Eso era bueno… ¿no?
La fiesta siguió su curso, las personas comenzaron a llegar poco a poco, no eran muchas, máximamente habían como alrededor de una docena, lo cual empeoró aún más las cosas: me permitían más panorama con el cual poder apreciar a Bella. Tras pasar, más o menos, tres horas, Heidi y la señora Swan se veían ya muy entradas en copas. Me retiré a la cocina. Supuse que ambas mucamas que ayudaba en la limpieza de la casa se las podría arreglar a solas durante un minuto.
“Así que… ahora sales con Heidi” –
Respingué al escuchar aquella voz. Giré mi cuerpo lentamente para encararla, su gesto ya no denotaba ningún rasgo inocente, amoroso o doloroso… solamente podía leer una cosa en sus ojos: rencor
“En realidad que tu no pierdes tiempo” – continuó – “eres más rápido que la luz”
“¿Qué haces aquí, Bella?, te pueden ver” – recordé con la voz más fría que pude.
“Venía por un vaso de agua” – contestó – “las sirvientas están ocupadas y no las quise molestar” – un silenció se levantó entre nosotros por un par de segundos
“¿Y bien?” – inquirió – “¿Qué esperas?”
“¿Qué espero para qué?” – pregunté, confundido
“¿Qué esperas para servirme el vaso de agua que quiero?” – respondió con voz petulante – “¿Tan rápido se te olvido que sigues siendo un simple chofer y que debes atender a los que se encuentran por encima de ti?” – exclamó con sorna. Yo no pude contestar. Supongo que tenía bien merecido aquel desprecio destilando de su voz pero… cuánto dolía – “el hecho de que andes con la patrona de la casa no te quita del lugar al que perteneces” – recordó
De nueva cuenta, no supe qué contestar. Me limité a dar media vuelta, tomar un vaso de cristal de la alacena y caminar hacia el congelador, para servir el agua que me exigían.
“Toma” – indiqué mientras se lo tendía, incapaz de mirarla a los ojos…
No me esperaba, ni de lejos, lo que hizo tras pasar menos de tres segundos. De repente, solamente pude sentir su cuerpo junto al mío, apretándome contra la mesa
“¿La quieres?” – preguntó, con sus labios a pocos centímetros de mi boca
Su aliento rozando mis pómulos me impedía pensar con claridad. Sabía que debía sospesar rápidamente en una mentira… sabía que debía de herirla, aún más.
“Si… la quiero” – contesté – “por eso te deje…”
“No te creo” – interrumpió, mientras insistía en mirarme a los ojos
“Es tu problema, entonces” - solté – “Bella, no insistas… lamento hacerte daño, pero yo ya no quiero saber de ti” - ¡Maldito mentiroso! – “vete a la sala” – indiqué mientras llevaba mis manos hacia sus brazos, para mover su cuerpo hacia atrás, lejos del mío – “y ya no me molestes… no quiero tener problemas con Heidi por esto”…
Noté como su quijada se tensaba, al mismo tiempo que sus ojos se endurecían, como una piedra.
“Si eso es lo que quieres” – dijo, dando dos pasos hacia atrás. Me sorprendía mucho lo fuerte que era. A mi me faltaba poco para derrumbarme, para decirle “espera, no te vayas…” – “ya no te molestaré, puedes estar seguro de ello…”
“Espero así sea” – murmuré… Bella me dedicó otra mirada vacía antes de dar media vuelta e irse.
La seguí en silencio y en secreto hasta topar con la puerta de la cocina, en donde por la ventanita de cristal que había, me la pase observando el resto de la noche en que ella estuvo ahí, sentada, con gesto frío y ausente…
… Me pregunté, una y otra vez, si, a partir de ese momento, ella se dispondría a olvidarme... y la respuesta me daba mucho miedo.
EMMETT POV
Rosalie Hale…
¿Por qué tenías que pertenecer a esa familia Rose?...
Cuánto te extrañaba mi pequeña… cuánto…
Cerré mis ojos y comencé a recordarte. Que tonto había sido de mi parte el haberme enamorado de esa manera tan repentina. Tan rápido me había llegado la felicidad y, de ese mismo modo, se había largado lejos de mí, dejándome completamente desecho.
¿Cómo se me había olvidado que aquel apellido representaba claramente la traición?... que sucio había jugado conmigo el destino al haberte puesto frente a mí… Tú, la hija del traidor que quería estafar a mi padre, y poco le faltaba por lograr su objetivo, eres la mujer a quien yo amo enloquecidamente, a la que, por mucho que quisiera olvidar, no puedo… ¿Cuántos días habían pasado desde nuestro ultimo encuentro? ¿Cinco? ¿Seis…? ¿Acaso habría pasado ya un año y no me había dado cuenta?...
Ay, Rose…
“Joven, Emmett” – llamaron a la puerta – “¿Puedo pasar?”
“Adelante” – indiqué.
“Lo buscan” – informó la muchacha.
“¿Quién?” – pregunté extrañado, que yo supiera, no esperaba ninguna visita. Era fin de semana… ¿Se trataría de Edward? No. Él ya era bien conocido en mi casa.
“Un joven” – respondió – “no me quiso decir su nombre, lo esta esperando en el jardín”
“En seguida bajo” – anuncié – “muchas gracias” –
La chica salió de mi habitación y, segundos después, hice lo mismo. Bajé las escaleras de mi casa, con cautela, ¿Quién podría ser? Me preguntaba una y otra vez. En cuanto abrí la puerta para salir al jardín, supe inmediatamente que aquel muchacho tenía algo que ver con Rose. Jamás antes le había visto, pero, sus rasgos eran demasiado parecidos. Tanto, que resultaba imposible no adivinar que se trataba de algún familiar suyo – “buenos días” – saludé, no sin cierto grado de desconfianza en mi voz
“¿Emmett McCarty?” – preguntó, mientras me tendía su mano en forma de saludo. Asentí con la cabeza – “mi nombre es Jasper Hale” – informó – “soy hermano de Rosalie” – el corazón se me estrechó al escuchar su nombre en labios de otra persona.
“¿Se encuentra ella bien?” – quise saber.
“La verdad es que no” – contestó, preocupándome con su comentario – “está sufriendo mucho por tu ausencia”
“Me he intentado comunicar con ella pero…”
“Lo sé” – interrumpió – “mis padres han movido cielo, mar y tierra para evitar que tengan cualquier tipo de relación” – incliné mi cabeza hacia abajo, en un intento fallido de ocultar mi pesadumbre ante los ojos de aquel joven – “lo siento” – musitó y pareció ser sincero. Un largo silencio se extendió entre nosotros, ¿Qué podía decir yo? – “yo… solamente vengo para preguntarte si puedes ir, la próxima semana, a esta dirección” – me tendió un pequeño papelito – “Llevaré a Rose, para que se puedan ver, aunque no sea por mucho tiempo”
La garganta se me cerró y le miré fijamente.
“Muchas gracias” – le dije de la manera más sincera que pueda haber en esta tierra. Jasper asintió, y me sonrió ligeramente
“Me tengo que ir” – anunció – “nos vemos”
“Gracias” – volví a decir, cuando se despidió y desapareció por la carretera.
El saber que volvería a ver a Rose y que ella no me odiaba, me daba nuevas esperanzas.
JASPER POV
“Alice, ¿Es esto necesario?” – pregunté, mientras veía como el enorme y desgastado camión publico, se paraba frente a nosotros, permitiéndonos el ascenso – “¿No será mejor tomar un taxi…?”
“¿Jasper, cuál fue la condición?” – recordó mientras subía. Suspiré y la seguí. No me quedó de otra.
Si. Ese había sido el trato para que Alice aceptara el salir conmigo: nada de carros deportivos, nada de taxis…nada de lujos. Aunque, he de admitir que todo esto me resultaba demasiado divertido y relajante… Aquella pequeña muchacha era el único remedio que existía, y existiría, para toda la desolación que sentía en esos momentos por estar en medio de los problemas de mi hermana y mis padres.
“Joven, ¿Qué es esto?” – preguntó el señor en cuanto le tendí el billete para pagar el precio del pasaje, no me expliqué el por qué se veía ofendido
“Un billete… supongo” – respondí, mientras escuchaba como la gente que se encontraba apretada a mis espaldas comenzaban a aullar, pidiéndome que me diera prisa
“¡Ya sé que es un billete!” – exclamó el señor – “solamente que no tengo el suficiente efectivo como para regresarle el cambio, ¿no traerá algo de menos valor?”
“Si… permítame un segundo” – pedí, sintiéndome muy cohibido por las exasperadas miradas que la gente comenzaba a dedicarme. Agradecí el hecho de traer unas monedas, con las cuales pagué, finalmente.
Alice me esperaba hasta el fondo del mal oliente camión, con una sonrisa extendiendo sus labios. Recibí varios empujones, para poder llegar hasta donde ella estaba. Supongo que su pequeño tamaño y su esbelta figura le eran de mucha ayuda en ese tipo de situaciones
“¿A poco no es esto más emocionante que viajar en un auto deportivo o en un taxi?” – me preguntó y, en respuesta, puse los ojos en blanco. Ella soltó una risita cantarina… la cual me recordó que, por ella, viajaría en burro si fuese necesario.
“¿Dónde te gustaría comer?” – quise saber – “Hay varios restaurantes de comida italiana por una calle cerca de donde vamos” – comenté y no obtuve respuesta alguna sobre el tema. Alice se limitó a sonreír ligeramente y, después, giró su rostro para ver la pequeña ciudad que atravesábamos en aquel medio de transporte tan más… incomodo.
El bajar fue otro dilema. Era difícil de tratar con una chica como Alice, ya que la caballerosidad parecía no hacerle mucha gracia. Lo digo por que, al tenderle la mano para ayudarle a descender del autobús, me ignoró de manera cruel. Supongo que poco a poco me acostumbraría a ese carácter, (el cual, por cierto, me traía loco). Caminamos un par de calles, hasta que llegamos hacia uno de los restaurantes que solía visitar a menudo con mi familia. Era un lugar hermoso…
“¿Pretendes que yo entre a esto?” – inquirió, con el gesto fruncido. ¿Por qué no lo supuse antes?
“La comida es deliciosa” – argumenté a mi favor – “te va a encantar”
“Yo no pienso entrar a este lugar” – sentenció.
“Entonces, ¿Dónde quieres comer?” – pregunté – “Tu solo indícame a dónde se te ofrece ir y yo te complaceré” – prometí.
Ella me miró a los ojos durante varios segundos.
Ay, esos ojos… tan hermosos, tan encantadores, tan vivaces… tan…
“¡¿Qué?!” – solté en cuanto estuve frente a un puesto de comida rápida, plantando a orilla de calle, con los ingredientes a la intemperie y con una fachada nada digna de confianza – “¿Qué se supone que es esto?” – inquirí, sin poder ocultar mi apatía por la situación.
“Esto es un puesto de tacos” – señaló mi compañera, con orgullo. ¿Acaso estaba ciega? ¿Acaso no se daba cuenta de la infinidad de microbios que podrían haber en aquella comida? –
“Alice, si comemos esto nos podemos enfermar del estomago” – murmuré, para que mi queja solo llegara a sus oídos – “estoy seguro que este puesto no acata las medidas de salubridad…”
“Jasper” – interrumpió – “el hecho de que en tus caros restaurantes no te muestren las condiciones en las que se hace la comida, no significa que sean más higiénicos que lo que ahora tienes enfrente”
Con un suspiro de resignación, terminé ingiriendo lo que en ese lugar preparaban. Debo admitir que sabía realmente bien. (Me costaba creer que tan buen sabor, tuviera la mitad del valor de lo que antes había pagado)
“¿Ves como no es tan malo como pensaste?” – me preguntó con una sonrisa de suficiencia, mientras caminábamos por un pequeño parque.
“Contigo siempre aprendo cosas nuevas” – confesé mientras tomábamos asiento en una de las bancas de hierro oxidado –
Alice viajó su mirada hacia alrededor, contemplando el verde paisaje que nos rodeaba. Yo, por lo mientras, no podía parar dejar de ver cada uno de sus movimientos. Me parecían magníficos, por muy pequeños que fueran.
En ese momento, sentía que ya no podía callar más lo que sentía por ella… así que, armándome de valor para soltar aquellas palabras, le tomé de las manos y bajé mi mirada al suelo, intentando poner mis ideas en orden… nunca antes me había costado tanto el abrir la boca para declararme a una mujer, supongo, se debía a que, nunca antes había sido sincero
“Alice…” – comencé a balbucear… me aclaré la garganta un par de veces antes de continuar y, cuando estuve seguro de tener el suficiente equilibrio entre mi voz y mis pensamientos, me dispuse a confesarme…
BELLA POV
Vacaciones.
Que triste era. Ni pensar que tenía pocos días tenía planeado miles de cosas para estas fechas. ¡Malditas lagrimas! ¿Cuándo dejarían de derramarse? Ya era suficiente… ¿O no?...
Que terrible era todo esto. Hundí mi cabeza entre mis piernas y, dejándome vencer, una vez más, por la agonía, comencé a llorar escandalosamente.
“Señorita, Bella, ¿puedo entrar?” – preguntó Alice al otro lado de la puerta. Me limpié la humedad de mis mejillas antes de responder. La chica entró, con la charola de comida sostenida por sus manos.
“Señorita, su desayuno esta intacto” – señaló mientras veía el plato lleno de fruta y el vaso aún con el jugo de naranja. No contesté, me limité a encogerme aún más entre mi cama. El ver a aquella muchacha me ponía mal, me lo recordaba. Tenía más de tres días que no le veía, que no sabía nada de él…. ¿He dicho tres días? Vaya… también el tiempo se había puesto en mi contra ya que, en ese tiempo, parecía que los minutos se transformaban en horas y las horas en años…
“Gracias, Alice” – musité – “pero no tengo hambre, tal vez… después” – no me había dado cuenta que las lagrimas aún seguían brotando de mis mejillas, hasta que fue ella quien las limpió con una servilleta
“Señorita” – suspiró, como si también ella compartiera mi dolor. Me levanté de la cama y, sin pensarlo, la abracé. Sabía que solamente con ella me podía consolar.
Sentí como sus pequeños y delgados bracitos me cubrían, y ya no dijo más, cosa que realmente le agradecí ya que no buscaba palabras de aliento… sabía que no las encontraría. Tras estar varios minutos de esa manera, Alice se tuvo que retirar al escuchar los gritos de Renne aclamarle, dejándome, de nuevo, hundida en aquella desesperante soledad, la cual no tenía cura alguna, más que su regreso.
Y así pasaron muchos más días. En los cuales tenía que soportar, aparte de aquella terrible ausencia, las constantes y caprichosas visitas de Mike, los incontables regaños y reclamos de mi madre, el repentino distanciamiento de Rose, a quien le había marcado innumerablemente y nunca había aceptado mi llamada, solo esperaba a que estuviera bien.
El fin de semana había llegado.
“Bella, arréglate” – indicó mi madre, completamente desentendida de la enorme depresión en la que había caído, supongo que no le importaba– “iremos con los Newton, nos han invitado a una cena”
Los Newton, repetí en mi mente. ¿Debía o no ir? Seguramente él estaría presente. Seguramente le vería y eso… eso iba a resultar verdaderamente difícil… Lo sabía y, sin embargo, ahí estaba ya, frente a aquella lujosa casa.
“No quiero ninguno de tus desplantes” – advirtió mi madre antes de bajar del carro. No contesté, me limité a caminar hacia la entrada con la cabeza agachada y el corazón bombeando fuertemente.
“¡Renne, Bella!” – saludó Heidi mientras corría para abrazarnos. Estando en otro tipo de condición, me hubiera apresurado a rechazar el gesto pero, no tenía fuerzas ni para eso – “pasen, por favor” – indicó y, cuando estuvimos sentadas ya en la sala, salió de la estancia.
Y, tal como esperaba (o, más bien, temía) Edward apareció en su lugar. Sentí que al verlo, un fuego torturante y, a la vez delicioso, bajaba por mi pecho y se acumulaba fuertemente en mi estomago. Sentí como si hubieran pasado décadas de no verlo, las manos automáticamente comenzaron a sudarme y las piernas me temblaban de una manera con la cual, de haber estado de pie, me hubiera caído. Aún así, mi reacción fue demasiado contradictoria. Me moría por verlo, por volver a pasear mis ojos por su rostro angulado y pálido, más no lo hice. Me limité a bajar la mirada hacia el suelo y mantenerla fijamente ahí.
“Buenas tardes” – ¿Cómo puede una acción provocar la enfermedad y la cura al mismo tiempo?... el escuchar su voz lograba aquella perfecta combinación de amargura y complacencia en todo mi ser.
Aunque no levanté mi vista en ningún momento, escuché que una charola se posaba sobre la mesita de enfrente.
“Edward” – exclamó la voz de Heidi al entrar a la sala – “¿Pero qué haces, amor?”
“¿Amor?” – repitió mi madre de manera incrédula. Yo, mientras tanto, tuve que luchar arduamente con mi persona por no llevar mis manos y taparme los oídos.
Sabía lo que Heidi iba a decir, así que, lo único que me quedó, fue prepararme psicológicamente para aceptar, de la mejor manera posible, lo que se venía a continuación.
“Lo que pasa es que Edward y yo estamos saliendo” – no pude contenerme. Juro que lo intenté, más no pude.
Cuando menos lo esperé, levanté mi mirada hacia él, y me encontré con sus pupilas, puestas en mi dirección. Obviamente, la supuesta preparación psicológica no funcionó en absoluto… las palabras, aunque ya eran esperadas, hirieron… y de qué manera.
“¡Oh!” – exclamó mi madre, sin poder ocultar lo sorprendida que estaba – “eso no me lo esperaba… felicidades” – me hubiera gustado poder reírme de la situación. La hipocresía no podía hacerse más presente entre aquel circulo social. No quería ni imaginar lo que Renne estaría pensando, en realidad, al respecto. No quería ni imaginar cuál hubiera sido su reacción si la dadora de esa noticia hubiera sido yo…
… pero, eso ya no tenía importancia…
Mientras, mis ojos aún seguían posados sobre aquel par de gemas verdes, las cuales, dejaron de mirarme cuando una mano obligó a cambiar su dirección para rozar unos labios, los cuales no eran los míos. El beso que presencié fue casi insignificante, pero supongo que ver el cómo se descuartiza a un gato vivo, hubiera sido menos fuerte para mí.
Empuñé mis manos y me mordí la lengua para reprimir el llanto.
“Permiso” – susurró Edward, antes de volverse a ir…
EDWARD POV
¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!
La pared de la cocina pagó las consecuencias de toda mi furia acumulada durante toda la semana. Me llevé mis manos hacia mis cabellos e, inconcientemente, los jalé, como si con ello pudiera arrancarme toda la aflicción que sentía.
¿Cuánto daño más le causaría a Bella? ¡¿Cuánto?! Ya había sido suficiente con aquella noche… Ya era suficiente. Ya no era justo tener que soportar más.
“Me voy de aquí, Bella” – le había dicho… y de después de eso, vino lo peor.
¿Quién habría sufrido más? ¿Ella o yo?...
“Edward, por favor, podemos intentar otra cosa… no es necesario el tener que separarnos…” – repetía ella, una y otra vez, mientras sus manos se aferraban a mi camisa.
Nadie tendrá ni la más mínima idea de lo mucho que me costó el obligarme a deshacerme de su calido abrazo. Nadie podrá saber jamás, lo mucho que deseé la muerte al verla rogar, llorar, implorar por que me quedara a su lado. Tampoco nadie sabrá lo mucho que también yo deseé acceder… más las palabras de Heidi resonaban una y otra vez en mi cabeza, como una terrible y desoladora oración la cual, fuera de darte paz, te hunde en el mismo centro del infierno
“Tú decidirás qué es lo que prefieres: si alejarte de Bella y trabajar para mí, ó arriesgarte a que suelte la verdad y a tu noviecita la manden lejos de Forks… además, piensa en tu familia… sabemos que peores cosas sería capaz de hacer esa señora con tal de salvar la reputación de su familia, la cual, tu romance con su hija, ha manchado terriblemente… ”
Todos esos pensamientos me llevaron a soltar aquella mentira.
“Bella, yo no quiero arriesgarme a que alguien se entere de todo esto” – le había dicho mientras llevaba mis manos hacia sus brazos y los comenzaba a retirar de mi cintura – “es arriesgar mucho por tan poco… además, ya me aburrí de estar jugando todo el tiempo a las escondidas”
¡Qué calumnia tan más grande!, si tan solo hubiera tenido la seguridad de que nuestro secreto iba a estar a salvo por unos tres años más, todo hubiera sido de otra manera. Yo iba a luchar por terminar, lo antes posible, mi carrera de medicina y buscar un trabajo, con el cual, haría todo lo posible por darle lo mejor a mi familia y, por supuesto, a ella. Más el destino me había jugado sucio y, no me quedaba de otra más que aceptar mi derrota.
Pero lo peor no era eso. Lo peor era que, Heidi, seguía trazando líneas dolorosas entre nosotros… ¿Acaso había necesidad de invitarla a cenar solamente para hacerle creer una farsa, la cual consistía en que entre nosotros había una relación?...
En fin, tal vez, después de todo, era lo mejor… quizás, de esa manera, Bella lograba olvidarse de mí más rápidamente. Eso era bueno… ¿no?
La fiesta siguió su curso, las personas comenzaron a llegar poco a poco, no eran muchas, máximamente habían como alrededor de una docena, lo cual empeoró aún más las cosas: me permitían más panorama con el cual poder apreciar a Bella. Tras pasar, más o menos, tres horas, Heidi y la señora Swan se veían ya muy entradas en copas. Me retiré a la cocina. Supuse que ambas mucamas que ayudaba en la limpieza de la casa se las podría arreglar a solas durante un minuto.
“Así que… ahora sales con Heidi” –
Respingué al escuchar aquella voz. Giré mi cuerpo lentamente para encararla, su gesto ya no denotaba ningún rasgo inocente, amoroso o doloroso… solamente podía leer una cosa en sus ojos: rencor
“En realidad que tu no pierdes tiempo” – continuó – “eres más rápido que la luz”
“¿Qué haces aquí, Bella?, te pueden ver” – recordé con la voz más fría que pude.
“Venía por un vaso de agua” – contestó – “las sirvientas están ocupadas y no las quise molestar” – un silenció se levantó entre nosotros por un par de segundos
“¿Y bien?” – inquirió – “¿Qué esperas?”
“¿Qué espero para qué?” – pregunté, confundido
“¿Qué esperas para servirme el vaso de agua que quiero?” – respondió con voz petulante – “¿Tan rápido se te olvido que sigues siendo un simple chofer y que debes atender a los que se encuentran por encima de ti?” – exclamó con sorna. Yo no pude contestar. Supongo que tenía bien merecido aquel desprecio destilando de su voz pero… cuánto dolía – “el hecho de que andes con la patrona de la casa no te quita del lugar al que perteneces” – recordó
De nueva cuenta, no supe qué contestar. Me limité a dar media vuelta, tomar un vaso de cristal de la alacena y caminar hacia el congelador, para servir el agua que me exigían.
“Toma” – indiqué mientras se lo tendía, incapaz de mirarla a los ojos…
No me esperaba, ni de lejos, lo que hizo tras pasar menos de tres segundos. De repente, solamente pude sentir su cuerpo junto al mío, apretándome contra la mesa
“¿La quieres?” – preguntó, con sus labios a pocos centímetros de mi boca
Su aliento rozando mis pómulos me impedía pensar con claridad. Sabía que debía sospesar rápidamente en una mentira… sabía que debía de herirla, aún más.
“Si… la quiero” – contesté – “por eso te deje…”
“No te creo” – interrumpió, mientras insistía en mirarme a los ojos
“Es tu problema, entonces” - solté – “Bella, no insistas… lamento hacerte daño, pero yo ya no quiero saber de ti” - ¡Maldito mentiroso! – “vete a la sala” – indiqué mientras llevaba mis manos hacia sus brazos, para mover su cuerpo hacia atrás, lejos del mío – “y ya no me molestes… no quiero tener problemas con Heidi por esto”…
Noté como su quijada se tensaba, al mismo tiempo que sus ojos se endurecían, como una piedra.
“Si eso es lo que quieres” – dijo, dando dos pasos hacia atrás. Me sorprendía mucho lo fuerte que era. A mi me faltaba poco para derrumbarme, para decirle “espera, no te vayas…” – “ya no te molestaré, puedes estar seguro de ello…”
“Espero así sea” – murmuré… Bella me dedicó otra mirada vacía antes de dar media vuelta e irse.
La seguí en silencio y en secreto hasta topar con la puerta de la cocina, en donde por la ventanita de cristal que había, me la pase observando el resto de la noche en que ella estuvo ahí, sentada, con gesto frío y ausente…
… Me pregunté, una y otra vez, si, a partir de ese momento, ella se dispondría a olvidarme... y la respuesta me daba mucho miedo.
Atal- .
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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
Capítulo 25: Idilio
JASPER POV
Estaba conciente de que Alice esperaba a que completara lo que había comenzado a decir, sin embargo, no me atreví. De un momento a otro, me había acobardado ante la idea de su rechazo. Al fin de cuentas, hasta ese momento, ella no había dado muestras de sentir algo más por mí que una… ¿amistad?
No. Definitivamente no era el momento. Tenía que esperar, si no la quería asustar. Me había costado demasiado el adquirir un poco de su confianza y, si le confesaba mis sentimientos, seguramente ella no me iba a creer… no podía arriesgarme a que ella volviera pensar que solamente quería jugar con su inocencia…
“¿Y bien?” – insito – “¿Qué me ibas a decir?”
“Olvídalo” – contesté – “no tiene importancia” – ella hizo una mueca extraña ante mi respuesta y esperó en silencio a que le dijera la verdad – “Te iba a preguntar si… si ya pensaste qué vas a estudiar, terminando la preparatoria”- solté.
¿Me imaginé la decepción cruzado por su rostro?
“Oh” – exclamó y, tras suspirar profundamente, añadió – “me gustaría estudiar ballet” –
Su mirada se dirigió hacia el suelo y pude notar fácilmente el sonrojo de sus mejillas
“¿Ballet?” – repetí, asombrado. No me esperaba a que Alice le gustara algo parecido. Ella asintió, aún escondiendo su rostro entre sus cortos y oscuros cabellos – “¿Por qué te sonrojas de esa manera?” – quise saber
“Me da… me da vergüenza” – admitió – “aparte de Edward, eres la única persona a quien le confieso esto… digamos que te he contado uno de mis mayores secretos”
“Gracias por la confianza” – murmuré, mientras intentaba fijar mi mirada en la suya, más ella insistía en tener rota ese tipo de alianza – “Alice” – llamé, tras insistir por varios segundos. Atreviéndome a llevar mis dedos hacia su quijada para poder levantar su rostro – “¿Por qué te acongojas así?”
“Es un sueño estupido” – replicó – “demasiado infantil…”
“¿Un sueño estupido e infantil?” – pronuncié – “¿Por qué le llamas así?”
Alice soltó una risita que, fuera de tener humor, tenía mucha desesperanza.
“Por que no es difícil predecir el que nunca podré acudir a una escuela de ese tipo”
“Nada es imposible en esta vida”
“Ese dicho es una mentira” – discutió, volviendo a inclinar hacia abajo su semblante – “para muchas personas como yo, lo imposible si existe y se presenta a diario en nuestras vidas”
“Yo podría ayudarte, si así lo deseas” – ofrecí, tomándole las manos por instinto. Sintiendo el suave calor de su piel en la mía – “Yo… yo quiero ser un buen amigo para ti, Alice. Puedes confiar en mí todo el tiempo y, si necesitas mi ayuda, no dudes en pedírmela. Haré cuanto este en mis manos para darte lo que tu desees”
Mientras le decía todo aquello, sus ojos, al fin, habían buscado los míos.
“Gracias” – susurró y dejamos que un acogedor e íntimo silencio se levantara entre nosotros.
Tuve muchos deseos de besarla. Demasiados. Pero me contuve. No sabía decir cuánto más lograría soportar aquella necesidad de saborear sus labios, pero tenía que ser fuerte. Tal vez la espera valía la pena. Tal vez Alice, algún día, podría a enamorarse de mí…
No debía dejar morir la esperanza.
ROSE POV
Mi hermano manejaba en completo silencio hacia aquel lugar. Simplemente, durante todo el camino, el corazón no había parado de bombear rítmicamente y de manera desenfrenada. Mis piernas temblaban y mis dientes no paraban de presionar mis labios. Me encontraba demasiado nerviosa como para poder disimularlo.
“Rose” – llamó Jasper, con su habitual voz baja y varonil – “No te preocupes, todo saldrá bien” – aseguró, sin despegar la mirada de la carretera
“Tengo miedo de que nuestros padres hayan mandado a alguien para vigilarnos” – confesé – “saben lo mucho que me quieres y pueden sospechar de ti…”
“No pasará nada” – calmó – “confía en mí. Tu solamente preocúpate por aclarar las cosas con McCarty”
“Gracias, Jazz” – dije de manera sincera
“No tienes por que agradecerme, eres mi hermana y te amo… eres la única persona de la familia que ha estado conmigo realmente… ¿Recuerdas cuando éramos pequeños?: te prometí que siempre te cuidaría” –
Asentí, con una pequeña sonrisa decorando mis labios
“Desde siempre me has cuidado y procurado” – agregué – “sufrí mucho cuando te fuiste al extranjero para terminar más pronto tus estudios…Me alegra que hayas regresado para estar conmigo ahora, cuando más te necesito”
“Yo también me alegro de haber vuelto” – confesó él
“Pero… Pronto te irás, ¿no es así?” – pregunté, temerosa, ya que mi hermano había dejado en claro que pronto regresaría a Colombia, para terminar la universidad
“No lo sé” – contestó – “tal vez continúe estudiando por acá”
“Pero quieres estudiar arquitectura” – recordé – “ y soñabas en ingresar en una de las universidades más prestigiosas de Colombia” –
“Tu misma lo has dicho: soñaba… ahora, tengo otras prioridades”
“Esas prioridades me huelen a perfume de mujer” – acusé, viéndole fijamente para calcular su expresión, la cual se tornó entre divertida y apenada – “creo que no me equivoco” – aventuré, esperando a que me contará más
“No lo haces” – aseguró – “creo que… creo que estoy enamorado”
“¿Enamorado?” – repetí aquella palabra, que tan extraña se escuchaba en boca de mi hermano – “¿De quién?” – quise saber, con verdadera emoción
“Eres muy curiosa, hermanita” – dijo entre pequeñas risitas – “pero tendrás que esperar para saber de quién te hablo, es muy pronto para confesarme”
“¿No me tienes confianza?” – repliqué, haciendo un puchero. Él no contestó, e hizo caso omiso a mi expresión chantajista. Entonces, recordé algo que se me había olvidado por esos momentos – “Jasper, ¿Y qué paso con tu novia, Vannesa?”
Los ojos color miel de mi hermano se entreabrieron ligeramente y su cuerpo se envaró. Tal parecía, por su expresión, que se le había olvidado por completo que estaba comprometido con alguien.
“Hablaré con ella y le explicaré la situación” – solucionó rápidamente, tras pensar por unos cuantos segundos. – “Hemos llegado” – anunció, y la sangre otra vez se me heló en las venas. Viajé mi mirada hacia el enorme edificio que se levantaba frente a mí.
Jasper bajó del carro y me ayudó para hacer lo mismo. Me tomó de la mano y juntos nos internamos en aquel conjunto de departamentos reunidos. Emmett ya nos esperaba, al lado de un ascensor y mis pies caminaron hacia él, movidos por una fuerza extraña y poderosa.
“¡Rose!” – murmuró mientras sus brazos se enrollaban a mi alrededor y sus labios se pegaban a mis cabellos.
Durante varios minutos, no pude hacer más que acariciar sus mejillas con mis manos y derramar lágrima tras lágrima, mientras me repetía mentalmente que no era un sueño, que en realidad estaba otra vez con él.
Jasper nos tendió las llaves de su apartamento que, sin que nuestros padres lo supieran, había comprado hacía ya mucho tiempo, advirtiéndonos que en tres horas regresaría por mí. Emmett le dio las gracias una vez más y, con un asentimiento de cabeza, mi hermano se fue
EDWARD POV
JASPER POV
Estaba conciente de que Alice esperaba a que completara lo que había comenzado a decir, sin embargo, no me atreví. De un momento a otro, me había acobardado ante la idea de su rechazo. Al fin de cuentas, hasta ese momento, ella no había dado muestras de sentir algo más por mí que una… ¿amistad?
No. Definitivamente no era el momento. Tenía que esperar, si no la quería asustar. Me había costado demasiado el adquirir un poco de su confianza y, si le confesaba mis sentimientos, seguramente ella no me iba a creer… no podía arriesgarme a que ella volviera pensar que solamente quería jugar con su inocencia…
“¿Y bien?” – insito – “¿Qué me ibas a decir?”
“Olvídalo” – contesté – “no tiene importancia” – ella hizo una mueca extraña ante mi respuesta y esperó en silencio a que le dijera la verdad – “Te iba a preguntar si… si ya pensaste qué vas a estudiar, terminando la preparatoria”- solté.
¿Me imaginé la decepción cruzado por su rostro?
“Oh” – exclamó y, tras suspirar profundamente, añadió – “me gustaría estudiar ballet” –
Su mirada se dirigió hacia el suelo y pude notar fácilmente el sonrojo de sus mejillas
“¿Ballet?” – repetí, asombrado. No me esperaba a que Alice le gustara algo parecido. Ella asintió, aún escondiendo su rostro entre sus cortos y oscuros cabellos – “¿Por qué te sonrojas de esa manera?” – quise saber
“Me da… me da vergüenza” – admitió – “aparte de Edward, eres la única persona a quien le confieso esto… digamos que te he contado uno de mis mayores secretos”
“Gracias por la confianza” – murmuré, mientras intentaba fijar mi mirada en la suya, más ella insistía en tener rota ese tipo de alianza – “Alice” – llamé, tras insistir por varios segundos. Atreviéndome a llevar mis dedos hacia su quijada para poder levantar su rostro – “¿Por qué te acongojas así?”
“Es un sueño estupido” – replicó – “demasiado infantil…”
“¿Un sueño estupido e infantil?” – pronuncié – “¿Por qué le llamas así?”
Alice soltó una risita que, fuera de tener humor, tenía mucha desesperanza.
“Por que no es difícil predecir el que nunca podré acudir a una escuela de ese tipo”
“Nada es imposible en esta vida”
“Ese dicho es una mentira” – discutió, volviendo a inclinar hacia abajo su semblante – “para muchas personas como yo, lo imposible si existe y se presenta a diario en nuestras vidas”
“Yo podría ayudarte, si así lo deseas” – ofrecí, tomándole las manos por instinto. Sintiendo el suave calor de su piel en la mía – “Yo… yo quiero ser un buen amigo para ti, Alice. Puedes confiar en mí todo el tiempo y, si necesitas mi ayuda, no dudes en pedírmela. Haré cuanto este en mis manos para darte lo que tu desees”
Mientras le decía todo aquello, sus ojos, al fin, habían buscado los míos.
“Gracias” – susurró y dejamos que un acogedor e íntimo silencio se levantara entre nosotros.
Tuve muchos deseos de besarla. Demasiados. Pero me contuve. No sabía decir cuánto más lograría soportar aquella necesidad de saborear sus labios, pero tenía que ser fuerte. Tal vez la espera valía la pena. Tal vez Alice, algún día, podría a enamorarse de mí…
No debía dejar morir la esperanza.
ROSE POV
Mi hermano manejaba en completo silencio hacia aquel lugar. Simplemente, durante todo el camino, el corazón no había parado de bombear rítmicamente y de manera desenfrenada. Mis piernas temblaban y mis dientes no paraban de presionar mis labios. Me encontraba demasiado nerviosa como para poder disimularlo.
“Rose” – llamó Jasper, con su habitual voz baja y varonil – “No te preocupes, todo saldrá bien” – aseguró, sin despegar la mirada de la carretera
“Tengo miedo de que nuestros padres hayan mandado a alguien para vigilarnos” – confesé – “saben lo mucho que me quieres y pueden sospechar de ti…”
“No pasará nada” – calmó – “confía en mí. Tu solamente preocúpate por aclarar las cosas con McCarty”
“Gracias, Jazz” – dije de manera sincera
“No tienes por que agradecerme, eres mi hermana y te amo… eres la única persona de la familia que ha estado conmigo realmente… ¿Recuerdas cuando éramos pequeños?: te prometí que siempre te cuidaría” –
Asentí, con una pequeña sonrisa decorando mis labios
“Desde siempre me has cuidado y procurado” – agregué – “sufrí mucho cuando te fuiste al extranjero para terminar más pronto tus estudios…Me alegra que hayas regresado para estar conmigo ahora, cuando más te necesito”
“Yo también me alegro de haber vuelto” – confesó él
“Pero… Pronto te irás, ¿no es así?” – pregunté, temerosa, ya que mi hermano había dejado en claro que pronto regresaría a Colombia, para terminar la universidad
“No lo sé” – contestó – “tal vez continúe estudiando por acá”
“Pero quieres estudiar arquitectura” – recordé – “ y soñabas en ingresar en una de las universidades más prestigiosas de Colombia” –
“Tu misma lo has dicho: soñaba… ahora, tengo otras prioridades”
“Esas prioridades me huelen a perfume de mujer” – acusé, viéndole fijamente para calcular su expresión, la cual se tornó entre divertida y apenada – “creo que no me equivoco” – aventuré, esperando a que me contará más
“No lo haces” – aseguró – “creo que… creo que estoy enamorado”
“¿Enamorado?” – repetí aquella palabra, que tan extraña se escuchaba en boca de mi hermano – “¿De quién?” – quise saber, con verdadera emoción
“Eres muy curiosa, hermanita” – dijo entre pequeñas risitas – “pero tendrás que esperar para saber de quién te hablo, es muy pronto para confesarme”
“¿No me tienes confianza?” – repliqué, haciendo un puchero. Él no contestó, e hizo caso omiso a mi expresión chantajista. Entonces, recordé algo que se me había olvidado por esos momentos – “Jasper, ¿Y qué paso con tu novia, Vannesa?”
Los ojos color miel de mi hermano se entreabrieron ligeramente y su cuerpo se envaró. Tal parecía, por su expresión, que se le había olvidado por completo que estaba comprometido con alguien.
“Hablaré con ella y le explicaré la situación” – solucionó rápidamente, tras pensar por unos cuantos segundos. – “Hemos llegado” – anunció, y la sangre otra vez se me heló en las venas. Viajé mi mirada hacia el enorme edificio que se levantaba frente a mí.
Jasper bajó del carro y me ayudó para hacer lo mismo. Me tomó de la mano y juntos nos internamos en aquel conjunto de departamentos reunidos. Emmett ya nos esperaba, al lado de un ascensor y mis pies caminaron hacia él, movidos por una fuerza extraña y poderosa.
“¡Rose!” – murmuró mientras sus brazos se enrollaban a mi alrededor y sus labios se pegaban a mis cabellos.
Durante varios minutos, no pude hacer más que acariciar sus mejillas con mis manos y derramar lágrima tras lágrima, mientras me repetía mentalmente que no era un sueño, que en realidad estaba otra vez con él.
Jasper nos tendió las llaves de su apartamento que, sin que nuestros padres lo supieran, había comprado hacía ya mucho tiempo, advirtiéndonos que en tres horas regresaría por mí. Emmett le dio las gracias una vez más y, con un asentimiento de cabeza, mi hermano se fue
EDWARD POV
¿Por qué?:
¿Por qué el universo esta en contra tuya y mía?
¿Por qué no se nos permite tener alegría?
¿Por qué, cuando mas felices estamos, todo se termina?
¿Por qué, cuando ya estamos separados, solo aumenta nuestra agonía?
¿Por qué tuve que ser yo el causante de todo cuanto te afligía?
¿Por qué tuve que separarme de ti, ese horrible día?
¿Por qué tuve que decirte tantas mentiras?
¿Por qué tuve que ser yo el culpable de que por tus ojos caigan lágrimas?
¿Por qué algo tan hermoso, tiene que ser tan prohibido?
¿Por qué este amor que sentimos, por nadie es bien recibido?
¿Por qué ya no me es permitido estar contigo?
¿Por qué ya no puedo decirte lo mucho que te quiero?
¿Por qué ya no puedo sentir el calor de tus besos?
¿Por qué ya no soy digno de tu amor?
Aunque ahora solo quiero saber:
¿Qué hiciste tú, para todo este calvario merecer?
By RominHarry.
¿Por qué el universo esta en contra tuya y mía?
¿Por qué no se nos permite tener alegría?
¿Por qué, cuando mas felices estamos, todo se termina?
¿Por qué, cuando ya estamos separados, solo aumenta nuestra agonía?
¿Por qué tuve que ser yo el causante de todo cuanto te afligía?
¿Por qué tuve que separarme de ti, ese horrible día?
¿Por qué tuve que decirte tantas mentiras?
¿Por qué tuve que ser yo el culpable de que por tus ojos caigan lágrimas?
¿Por qué algo tan hermoso, tiene que ser tan prohibido?
¿Por qué este amor que sentimos, por nadie es bien recibido?
¿Por qué ya no me es permitido estar contigo?
¿Por qué ya no puedo decirte lo mucho que te quiero?
¿Por qué ya no puedo sentir el calor de tus besos?
¿Por qué ya no soy digno de tu amor?
Aunque ahora solo quiero saber:
¿Qué hiciste tú, para todo este calvario merecer?
By RominHarry.
“¡¿No crees que ya fue suficiente?!” – exclamé, completamente encolerizado, viniendo de aquí a allá por toda la estancia, mientras escuchaba como su burlona risa se alzaba alrededor
“¿Sabías que te ves adorable de esa manera?” – preguntó, mientras caminaba hacia mí y posaba una de sus manos sobre mi hombro, obligándome a frenar mis andares.
La miré con la furia llameando en mis ojos.
“¿No te cansas de hacer daño?” – inquirí, rechazando el gesto de manera grosera.
Heidi volvió a reír con sorna.
“Edward, tranquilízate” – recomendó – “Bella no morirá por todo esto… desgraciadamente”
He de admitirlo y debo ser sincero: cuando escuché aquello, mis manos temblaron y, por un segundo, el deseo de golpear a Heidi me embargó. Agradecí el hecho de que mi padre, Carlisle, siempre nos educara para tratar a la mujer con todo el respeto que se pudiera. Estoy seguro que, de haber sido de otra forma y tener otros principios, no me hubiera podido contener.
“Vamos, ya me cansé de tus quejas” – dijo, tras mi silencio – “ve y ponte esa ropa que te compré y bajas inmediatamente para ir a la casa de los Swan”
Dicho esto, se fue.
Somaté fuertemente la mesa de madera, provocando que pequeñas astillitas salieran volando por el impacto. Cerré mis ojos y, de esa manera, caminé hacia donde el lujoso traje se encontraba a la vista.
La nueva y torturante confabulación de Heidi consistía en que yo asistiera, como su compañero, a una fiesta de disfraces que la señora Swan había planeado. Obviamente, aquel vestuario no era un regalo dado por simple bondad, por supuesto que no. Sabía que, atrás de esa actitud, había una desalmada intención, la cual simplemente se reducía en hacer sufrir a Bella y, por consiguiente, a mí.
Pareciera que tenía años en lugar de meses de estar lejos de su calor. No la había visto tenía ya varias semanas y, aunque el verla y estar cerca de ella era sinónimo de el más tortuoso de los suplicios, de igual manera sufría al no deleitarme con su imagen (la cual, desde ese día, siempre se mostraba lacerante y distante).
Al fin de cuentas, creo que el masoquismo timó mi cuerpo y mi mente, para convencerme de ir, por voluntad propia, a aquel baile de infierno.
Llegamos a la casa y, al instante, Heidi asió mi mano con fuerza. Se encaminó, exagerando el movimiento de sus caderas e irguiendo su cuerpo de manera prepotente. Sonreí a mis adentros, al notar que, considerándose ella misma una persona refinada, daba lástima al sentirse orgullosa de ir acompañada de quien, todo el mundo sabía, era su chofer. Desgraciadamente, a ella solo le importaba lo que una persona pensara y, desgraciadamente, esa persona no encontraría contradictoria tal situación, si no, más bien, la hallaría como la más cruel y vil de las traiciones recibidas…
Entramos a la sala, en donde varias personas enmascaradas no disimularon al vernos.
“Ponte el antifaz, querido” – ordenó Heidi y le obedecí sin protestar. Tal vez de esa manera, llamaría menos la atención.
La garganta se me cerró al entender que Heidi no solamente estaba hiriendo profundamente el amor que había entre Bella y yo, si no que, además, también estaba hiriendo mi dignidad. No era necesidad ser lector de mentes para saber lo que pensaban quienes me rodeaban…
Creo que me encogí del dolor al verla bajar por las escaleras. ¿Qué otra cosa hubiera podido hacer en ese entonces? ¿Qué palabra le podría describir mejor? ¿Hermosa? ¿Acaso, Divina? ¿Radiante? ¿Será mejor llamarle magnifica? ¿Esplendida?, ¿Perfecta…?
No.
Ninguna de las palabras, habidas y por haber, lograrían describir el cómo se veía Bella aquella noche. Su esbelta y fina silueta iba cubierta por un extenso vestido de la época victoriana de color vino, con adornos dorados en el corsset que enmarcaba aún más su pequeña cintura. Su pálido y lánguido rostro, iba cubierto por una mascara del mismo color que el vestido y su cabello se extendía, como siempre, bajo sus hombros desnudos, como una cascada de color caoba.
Parecía una diosa. La más hermosa e inalcanzable de las deidades. Inalcanzable. Eso era ella para mí: una estrella que jamás debió de estar a mi alcancé. Un lucero, el cual yo no tenía derecho a profanar y, sin embargo, lo había hecho: mis manos habían recorrido aquella gloriosa figura, mis labios habían arrancado suspiros y besado los de ella, mis ojo se habían atrevido a penetrar en los suyos, mis oídos habían escuchado el te amo de su aliento, mi piel había rozado cada centímetro de la suya y, por haberme concedido tan vulgar atrevimiento de mi parte, ahora estaba pagando las consecuencias de una terrible maldición…
Bella me miró. Desafortunadamente, la mascara que cubría mi rostro de nada servía para sus ojos. Ella, al igual que yo, podía identificarme, aún si estuviera sumergido en un mar de miles de gentes alrededor. Y, como siempre solía pasar, su mirada y su gesto se endurecieron al contemplarme.
Aunque, esa vez, tal gesto duró tan poco, que casi no pude detectarlo… Bella rápidamente desvió su rostro de mi dirección y se encaminó hacia donde un pequeño grupo de gente enmascarada platicaba armoniosamente. Ella se unió a la plática y la vi reírse. ¿Era acaso mi lado ególatra el que no me permitía aceptar la idea de que ella realmente estaba feliz? ¿Por qué, fuera de darme paz el verla por ahí, danzando y riendo abiertamente, me llenaba de una fuerte aflicción?
Egoísta, me acusé mentalmente, Maldito egoísta
¿No eras eso lo que quería? Sería mejor que Bella me olvidara, de esa manera, dejaría de sufrir por mí ¿No era eso lo que yo mismo había dicho antes? Si. Eso es lo que había dicho… pero no había sido sincero. La aflicción de ver en ella un poco de felicidad no se debía a otra cosa que no fuera el temor de que, al fin de cuentas, ella me hubiera olvidado… a pesar del daño que sabía le causaba el amarme, la idea de no ser el dueño de sus sueños me aterraba… me llenaba de un miedo infinito y punzante que, invisiblemente, me cortaba en pedazos cada trozo de mi piel.
“Edward, cierra la boca y disimula un poco que, ahora, eres mi pareja” – susurró Heidi, a mi oído, con furia contenida.
No estaba de humor (en ese momento más que nunca) para lidiar con sus órdenes. Así que con un suspiro, me limité a alejarme de ella e irme a sentar a una de las sillas que se encontraban alrededor. Heidi decidió ignorarme de la misma manera y se fue al centro para bailar. Entonces, vi a mi madre salir de la cocina, me paré inmediatamente para ir en su ayuda.
“Edward” – exclamó en cuanto tomé la charola entre mis manos – “hijo, no te había reconocido, te ves muy guapo”
“Gracias, madre” – dije, sonriendo de manera triste – “deja que te ayude” – pedí y ella se negó rotundamente
“No, Edward, ahora tu eres un invitado”
“Mamá, deja de decir tonterías, soy tu hijo y te quiero ayudar” – discutí. Ella me miró durante varios segundos y, tras suspirar profundamente, dejó de forcejear con la charola y llevó una de sus manos hacia mi hombro.
“Necesito hablar contigo” – informó, mientras caminaba de vuelta hacia la cocina – “ahora tenemos tiempo, sígueme”
Me interné junto con ella en la cocina y nos sentamos, ella frente de mí
“Edward” – comenzó a decir – “sé que en un pasado tomé muy mal el hecho de que amaras a la señorita Isabella pero, ahora, te suplico olvides lo que un día te dije y escuches mis nuevas palabras: si la amas, no la dejes ir… no importa qué te digan los demás, vuélvete sordo para otras voces que no sea la de ella”
“¿Por qué me dices todo esto?” – pregunté
“Por que eres mi hijo y me duele verte así: muerto, desvivido y melancólico todo el tiempo… y, aunque me lo intentes negar, sé que es por no tenerla a tu lado”
“Ya es muy tarde para recuperarla” – argumenté – “aunque quisiera, no puedo estar con ella”
“¿Por qué?”
“Por que…” –
Estuve a punto de contarle la verdad, más no me atreví. Sabía que muchas probabilidades habían de que Esme podría ir en busca de Bella y soltarle que, por las amenazas de Heidi, me había alejado de su lado…y, si tenía suerte, y Bella aún me amaba, probablemente comprendería todo, me perdonaría y… y de ahí ¿Qué?
Nosotros no íbamos a impedir que Heidi le dijera la verdad a Renne, y era eso lo que me aterraba. Desgraciadamente, yo no era Hércules para salvar a mi familia del dolor que mi egocéntrico amor les iba a causar. Lo podía ver claramente: mi hermana y mi madre desempleadas, Carlisle angustiado consiguiendo otro empleo que se ajustara a los horarios de la carpintería, mis hermanos pequeños limitados en sus gastos… y Bella… ¿Qué podríamos hacer nosotros ante su madre? ¿Huir? ¿Dejar todo atrás? ¿Podría yo dejar a mi familia desamparada y sin mi ayuda?... y si así fuera, ¿Qué íbamos a hacer Bella y yo solos, sin profesión, sin dinero, sin hogar, sin nada más que nuestro amor?
¿Les digo algo que las personas piensan y es una completa mentira? El amor no basta para vivir. El amor no te llena el estomago cuando tienes hambre y, el amor no era suficiente en ese momento para nosotros dos… Yo no estaba dispuesto a obligarla a sufrir a mi lado, no cuando ella tenía todo ante sus pies. Mi egoísmo no llegaba a tanto… Definitivamente, Heidi mi había enfrascado en un bote de cristal, el cual, si me atrevía a romper, los pedazos de vidrio se incrustarían profundamente en las personas que amaba.
Simplemente, no podía decir la verdad…
“Por que ella no es para mi” – solté. No. Ella no era para mí, después de todo, no le estaba diciendo a mi madre una mentira – “además, por si no lo sabes, ya tengo otra pareja”
“Si, lo sé” – admitió, hablando con voz suave – “pero a mi no me engañas, a esa mujer no la amas… no es mejor que todas tus aventurillas que tuviste antes de conocer a la señorita Isabella”
“Mamá, no insistas…”
“Insisto por que no soporto verte así” – interrumpió – “aún con esa máscara cubriéndote el rostro, se puede apreciar la inmensa tristeza que hay en tus pupilas”
Bajé la mirada, apenado de que mi madre fuera quien tuviera que soportar, junto conmigo, esa amargura.
“No te preocupes” – murmuré – “estaré bien, lo prometo”
“Sabes que mientes” – contradijo, amorosamente, mientras se ponía de pie y depositaba un beso sobre mi frente – “no intentes engañarte, es claro que no puedes vivir sin ella” – dijo y, después, se marchó.
Me quedé solo, hundido en la pequeña cocina, ausente de la servidumbre que entraba y salía por ella. (La fiesta había sido demasiado grande que, tal parecía, la señora había contratado un equipo especial para el banquete). El repentino silencio, que inundó la sala, llamó mi atención, logrando que me pusiera de pie y caminara hacia donde toda la gente había dejado de bailar y había puesto sus ojos en la pareja que se encontraba arriba, parada sobre una de las partes más altas de las escaleras y con las manos en alianza
“Isabella” – comenzó a decir él, en voz alta, para que todos le escucháramos – “Sabes que desde hace muchos años que anhelo ser correspondido por tu cariño y, he escogido esta noche para hacerte una gran muestra del amor que te tengo, confesándotelo frente a todo este publico y pidiendo tu consentimiento para llamarte Mi Prometida, ¿Aceptarías mi humilde petición?”
Estuve a punto de gritar… solo a punto. La voz se me ahogó cuando ella, bajando la mirada, un segundo después de dirigirla en mi dirección, susurró
“Si, acepto” –
El bullicio se levanto, una oleada de fuertes aplausos, múltiples felicitaciones e incesantes cuchicheos rellenó la estancia que, de un momento a otro, me parecía muy, muy reducida… apenas y fui conciente de las demás figuras que se aproximaban a la pareja para darles una muestra de afecto… solamente pude ver con claridad una escena:
En la cual Mike la tomó entre sus brazos y la besó en los labios.
“¿Sabías que te ves adorable de esa manera?” – preguntó, mientras caminaba hacia mí y posaba una de sus manos sobre mi hombro, obligándome a frenar mis andares.
La miré con la furia llameando en mis ojos.
“¿No te cansas de hacer daño?” – inquirí, rechazando el gesto de manera grosera.
Heidi volvió a reír con sorna.
“Edward, tranquilízate” – recomendó – “Bella no morirá por todo esto… desgraciadamente”
He de admitirlo y debo ser sincero: cuando escuché aquello, mis manos temblaron y, por un segundo, el deseo de golpear a Heidi me embargó. Agradecí el hecho de que mi padre, Carlisle, siempre nos educara para tratar a la mujer con todo el respeto que se pudiera. Estoy seguro que, de haber sido de otra forma y tener otros principios, no me hubiera podido contener.
“Vamos, ya me cansé de tus quejas” – dijo, tras mi silencio – “ve y ponte esa ropa que te compré y bajas inmediatamente para ir a la casa de los Swan”
Dicho esto, se fue.
Somaté fuertemente la mesa de madera, provocando que pequeñas astillitas salieran volando por el impacto. Cerré mis ojos y, de esa manera, caminé hacia donde el lujoso traje se encontraba a la vista.
La nueva y torturante confabulación de Heidi consistía en que yo asistiera, como su compañero, a una fiesta de disfraces que la señora Swan había planeado. Obviamente, aquel vestuario no era un regalo dado por simple bondad, por supuesto que no. Sabía que, atrás de esa actitud, había una desalmada intención, la cual simplemente se reducía en hacer sufrir a Bella y, por consiguiente, a mí.
Pareciera que tenía años en lugar de meses de estar lejos de su calor. No la había visto tenía ya varias semanas y, aunque el verla y estar cerca de ella era sinónimo de el más tortuoso de los suplicios, de igual manera sufría al no deleitarme con su imagen (la cual, desde ese día, siempre se mostraba lacerante y distante).
Al fin de cuentas, creo que el masoquismo timó mi cuerpo y mi mente, para convencerme de ir, por voluntad propia, a aquel baile de infierno.
Llegamos a la casa y, al instante, Heidi asió mi mano con fuerza. Se encaminó, exagerando el movimiento de sus caderas e irguiendo su cuerpo de manera prepotente. Sonreí a mis adentros, al notar que, considerándose ella misma una persona refinada, daba lástima al sentirse orgullosa de ir acompañada de quien, todo el mundo sabía, era su chofer. Desgraciadamente, a ella solo le importaba lo que una persona pensara y, desgraciadamente, esa persona no encontraría contradictoria tal situación, si no, más bien, la hallaría como la más cruel y vil de las traiciones recibidas…
Entramos a la sala, en donde varias personas enmascaradas no disimularon al vernos.
“Ponte el antifaz, querido” – ordenó Heidi y le obedecí sin protestar. Tal vez de esa manera, llamaría menos la atención.
La garganta se me cerró al entender que Heidi no solamente estaba hiriendo profundamente el amor que había entre Bella y yo, si no que, además, también estaba hiriendo mi dignidad. No era necesidad ser lector de mentes para saber lo que pensaban quienes me rodeaban…
Creo que me encogí del dolor al verla bajar por las escaleras. ¿Qué otra cosa hubiera podido hacer en ese entonces? ¿Qué palabra le podría describir mejor? ¿Hermosa? ¿Acaso, Divina? ¿Radiante? ¿Será mejor llamarle magnifica? ¿Esplendida?, ¿Perfecta…?
No.
Ninguna de las palabras, habidas y por haber, lograrían describir el cómo se veía Bella aquella noche. Su esbelta y fina silueta iba cubierta por un extenso vestido de la época victoriana de color vino, con adornos dorados en el corsset que enmarcaba aún más su pequeña cintura. Su pálido y lánguido rostro, iba cubierto por una mascara del mismo color que el vestido y su cabello se extendía, como siempre, bajo sus hombros desnudos, como una cascada de color caoba.
Parecía una diosa. La más hermosa e inalcanzable de las deidades. Inalcanzable. Eso era ella para mí: una estrella que jamás debió de estar a mi alcancé. Un lucero, el cual yo no tenía derecho a profanar y, sin embargo, lo había hecho: mis manos habían recorrido aquella gloriosa figura, mis labios habían arrancado suspiros y besado los de ella, mis ojo se habían atrevido a penetrar en los suyos, mis oídos habían escuchado el te amo de su aliento, mi piel había rozado cada centímetro de la suya y, por haberme concedido tan vulgar atrevimiento de mi parte, ahora estaba pagando las consecuencias de una terrible maldición…
Bella me miró. Desafortunadamente, la mascara que cubría mi rostro de nada servía para sus ojos. Ella, al igual que yo, podía identificarme, aún si estuviera sumergido en un mar de miles de gentes alrededor. Y, como siempre solía pasar, su mirada y su gesto se endurecieron al contemplarme.
Aunque, esa vez, tal gesto duró tan poco, que casi no pude detectarlo… Bella rápidamente desvió su rostro de mi dirección y se encaminó hacia donde un pequeño grupo de gente enmascarada platicaba armoniosamente. Ella se unió a la plática y la vi reírse. ¿Era acaso mi lado ególatra el que no me permitía aceptar la idea de que ella realmente estaba feliz? ¿Por qué, fuera de darme paz el verla por ahí, danzando y riendo abiertamente, me llenaba de una fuerte aflicción?
Egoísta, me acusé mentalmente, Maldito egoísta
¿No eras eso lo que quería? Sería mejor que Bella me olvidara, de esa manera, dejaría de sufrir por mí ¿No era eso lo que yo mismo había dicho antes? Si. Eso es lo que había dicho… pero no había sido sincero. La aflicción de ver en ella un poco de felicidad no se debía a otra cosa que no fuera el temor de que, al fin de cuentas, ella me hubiera olvidado… a pesar del daño que sabía le causaba el amarme, la idea de no ser el dueño de sus sueños me aterraba… me llenaba de un miedo infinito y punzante que, invisiblemente, me cortaba en pedazos cada trozo de mi piel.
“Edward, cierra la boca y disimula un poco que, ahora, eres mi pareja” – susurró Heidi, a mi oído, con furia contenida.
No estaba de humor (en ese momento más que nunca) para lidiar con sus órdenes. Así que con un suspiro, me limité a alejarme de ella e irme a sentar a una de las sillas que se encontraban alrededor. Heidi decidió ignorarme de la misma manera y se fue al centro para bailar. Entonces, vi a mi madre salir de la cocina, me paré inmediatamente para ir en su ayuda.
“Edward” – exclamó en cuanto tomé la charola entre mis manos – “hijo, no te había reconocido, te ves muy guapo”
“Gracias, madre” – dije, sonriendo de manera triste – “deja que te ayude” – pedí y ella se negó rotundamente
“No, Edward, ahora tu eres un invitado”
“Mamá, deja de decir tonterías, soy tu hijo y te quiero ayudar” – discutí. Ella me miró durante varios segundos y, tras suspirar profundamente, dejó de forcejear con la charola y llevó una de sus manos hacia mi hombro.
“Necesito hablar contigo” – informó, mientras caminaba de vuelta hacia la cocina – “ahora tenemos tiempo, sígueme”
Me interné junto con ella en la cocina y nos sentamos, ella frente de mí
“Edward” – comenzó a decir – “sé que en un pasado tomé muy mal el hecho de que amaras a la señorita Isabella pero, ahora, te suplico olvides lo que un día te dije y escuches mis nuevas palabras: si la amas, no la dejes ir… no importa qué te digan los demás, vuélvete sordo para otras voces que no sea la de ella”
“¿Por qué me dices todo esto?” – pregunté
“Por que eres mi hijo y me duele verte así: muerto, desvivido y melancólico todo el tiempo… y, aunque me lo intentes negar, sé que es por no tenerla a tu lado”
“Ya es muy tarde para recuperarla” – argumenté – “aunque quisiera, no puedo estar con ella”
“¿Por qué?”
“Por que…” –
Estuve a punto de contarle la verdad, más no me atreví. Sabía que muchas probabilidades habían de que Esme podría ir en busca de Bella y soltarle que, por las amenazas de Heidi, me había alejado de su lado…y, si tenía suerte, y Bella aún me amaba, probablemente comprendería todo, me perdonaría y… y de ahí ¿Qué?
Nosotros no íbamos a impedir que Heidi le dijera la verdad a Renne, y era eso lo que me aterraba. Desgraciadamente, yo no era Hércules para salvar a mi familia del dolor que mi egocéntrico amor les iba a causar. Lo podía ver claramente: mi hermana y mi madre desempleadas, Carlisle angustiado consiguiendo otro empleo que se ajustara a los horarios de la carpintería, mis hermanos pequeños limitados en sus gastos… y Bella… ¿Qué podríamos hacer nosotros ante su madre? ¿Huir? ¿Dejar todo atrás? ¿Podría yo dejar a mi familia desamparada y sin mi ayuda?... y si así fuera, ¿Qué íbamos a hacer Bella y yo solos, sin profesión, sin dinero, sin hogar, sin nada más que nuestro amor?
¿Les digo algo que las personas piensan y es una completa mentira? El amor no basta para vivir. El amor no te llena el estomago cuando tienes hambre y, el amor no era suficiente en ese momento para nosotros dos… Yo no estaba dispuesto a obligarla a sufrir a mi lado, no cuando ella tenía todo ante sus pies. Mi egoísmo no llegaba a tanto… Definitivamente, Heidi mi había enfrascado en un bote de cristal, el cual, si me atrevía a romper, los pedazos de vidrio se incrustarían profundamente en las personas que amaba.
Simplemente, no podía decir la verdad…
“Por que ella no es para mi” – solté. No. Ella no era para mí, después de todo, no le estaba diciendo a mi madre una mentira – “además, por si no lo sabes, ya tengo otra pareja”
“Si, lo sé” – admitió, hablando con voz suave – “pero a mi no me engañas, a esa mujer no la amas… no es mejor que todas tus aventurillas que tuviste antes de conocer a la señorita Isabella”
“Mamá, no insistas…”
“Insisto por que no soporto verte así” – interrumpió – “aún con esa máscara cubriéndote el rostro, se puede apreciar la inmensa tristeza que hay en tus pupilas”
Bajé la mirada, apenado de que mi madre fuera quien tuviera que soportar, junto conmigo, esa amargura.
“No te preocupes” – murmuré – “estaré bien, lo prometo”
“Sabes que mientes” – contradijo, amorosamente, mientras se ponía de pie y depositaba un beso sobre mi frente – “no intentes engañarte, es claro que no puedes vivir sin ella” – dijo y, después, se marchó.
Me quedé solo, hundido en la pequeña cocina, ausente de la servidumbre que entraba y salía por ella. (La fiesta había sido demasiado grande que, tal parecía, la señora había contratado un equipo especial para el banquete). El repentino silencio, que inundó la sala, llamó mi atención, logrando que me pusiera de pie y caminara hacia donde toda la gente había dejado de bailar y había puesto sus ojos en la pareja que se encontraba arriba, parada sobre una de las partes más altas de las escaleras y con las manos en alianza
“Isabella” – comenzó a decir él, en voz alta, para que todos le escucháramos – “Sabes que desde hace muchos años que anhelo ser correspondido por tu cariño y, he escogido esta noche para hacerte una gran muestra del amor que te tengo, confesándotelo frente a todo este publico y pidiendo tu consentimiento para llamarte Mi Prometida, ¿Aceptarías mi humilde petición?”
Estuve a punto de gritar… solo a punto. La voz se me ahogó cuando ella, bajando la mirada, un segundo después de dirigirla en mi dirección, susurró
“Si, acepto” –
El bullicio se levanto, una oleada de fuertes aplausos, múltiples felicitaciones e incesantes cuchicheos rellenó la estancia que, de un momento a otro, me parecía muy, muy reducida… apenas y fui conciente de las demás figuras que se aproximaban a la pareja para darles una muestra de afecto… solamente pude ver con claridad una escena:
En la cual Mike la tomó entre sus brazos y la besó en los labios.
Atal- .
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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
NO ;O PUED CREER COMO HEIDI PUEDE SER TAN MALA POR FAVOR DECIME Q BELLA NO SE VA CARAR CON MICKE Q VAN A PODER ESTAR JINTOS DE NUEVO A PESAR DE TODO
vaneian08- .
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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
nooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
enserio que si estubiera en la historia mataria a heidi la odio
no bella por que lo hace por despecho ummmm espero que pronto publiques mas si no me
enserio que si estubiera en la historia mataria a heidi la odio
no bella por que lo hace por despecho ummmm espero que pronto publiques mas si no me
Irina Denali- .
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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
odio a heidi es una "·%!"·$&%!·$&
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Bbra- .
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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
:O:O:O
me quede cn ganas
de estrujar a heidi....
aparte de acordarme de luna nueva
(obviamente xdd) mientras leia la
historia...tambien se me vino a la
cabeza esa pelicula " el diario de noah"
aayyy...si es lo mismo....
debes subir mas capitulos...otra vez nos dejaste en suspenso xdd (Y)
me quede cn ganas
de estrujar a heidi....
aparte de acordarme de luna nueva
(obviamente xdd) mientras leia la
historia...tambien se me vino a la
cabeza esa pelicula " el diario de noah"
aayyy...si es lo mismo....
debes subir mas capitulos...otra vez nos dejaste en suspenso xdd (Y)
nessie17- .
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Re: Tan lejana como una estrella (+18) (Completa)
otros capítulos a peticion de la audiencia jajaj falta muy poco para el termino
Capítulo 26: Decepción
EDWARD POV
Tras recuperarme de la terrible y dolorosa impresión, logré despegar mi mirada de ellos… sentía como la sangre hervía de manera incandescente mientras se paseaba por cada una de mis venas. Una mujer, a la cual no le tomé mucha importancia, me observó durante varios segundos, obligándome a girar mi rostro para deshacerme de su sinuosidad. Fue ahí, cuando vi mi reflejo en el cristal que había como adorno a un costado de la sala.
Mi expresión no denotaba un sentimiento claro, más bien, era una mezcla perfecta entre el odio, el rencor, el resentimiento, el dolor, el amor, la frustración, la perdida, el desengaño, el desconsuelo, la aflicción… tenía mis manos empuñadas y colocadas sobre mis muslos…
¡Maldito masoquismo!...
¡¿Por qué rayos no dejaba de verla?! ¡¿Por qué, maldita sea, no me salía de aquel lugar?!...
Era claro que no tenía sentido de supervivencia… No. Definitivamente, no lo tenía. Aquel escenario me estaba aniquilado de manera cruel y no hacía nada para alejarme… ¡Al contrario!, mis pupilas la seguían a cada paso que ella daba, cada pequeño movimiento efectuado por su cuerpo, había sido captado por mi retina… y lo peor de todo fue que aprecié perfectamente cada roce que ese imbecil se atrevió darle a su piel…
– “¿Lo ves, amor?” – Preguntó Heidi, hablando detrás de mi, con sus labios muy pegados a mi oído – “Sufres sin que ella se lo merezca… ¡Mírala! Al fin de cuentas, parece que la decepción solamente le duró unos cuantos meses…”
Por primera vez, me quedé en silencio por que quise, y no por que me vi obligado… Heidi se fue, dejándome, de nuevo, solo.
Era demasiado estupido de mi parte el sentirme traicionado por Bella… ¿Acaso no había sido yo quien primeramente había terminado la relación? ¿No había sido yo quien, a causa de mi cobardía, había decidido perderla? ¡¿Qué esperaba?! ¿Esperaba acaso que Bella se quedara sentada llorando por mí, durante años, hasta que yo pudiera tener algo más seguro que ofrecerle para nuestro futuro? ¡Era obvio que ella encontraría a alguien!...
Lo peor de todo era que, aunque sabía que ella se merecía lo mejor, no era capaz de desearle la felicidad… No. Ella no podía ser feliz con otra persona que no fuera yo. Ella era mía… ella era solamente mía…
Al final, el dolor fue tan desesperante que incliné mi cabeza hacia abajo…
Pocos minutos después, una música nueva comenzó a hacerse escuchar. Levanté la mirada y, como era de esperarse, lo primero que busqué fue la imagen de Bella. ¿Fue mi imaginación o ella también estaba viéndome? No lo sé. Quizás se debió simplemente a un engaño de mi desesperanzada mente.
Las luces se apagaron, para dar más ambiente a la música que cambió otra vez, volviéndose aún más lenta: Era un vals.
Aún en la oscuridad, fui capaz de ver que Bella se incorporaba a la danza. Mis pies se movieron por puro instinto, motivados por la pequeña e insulsa esperaza de pensar que ella seguía amándome y toda esa farsa se debía a un ocasional despecho, el cual yo le haría confesar...
Caminé, hasta que yo también fui parte de aquel grupo de personas danzantes. Había visto ese baile en varias ocasiones y tenía una idea de qué pasos llevar a cabo… también sabía que los cambios de parejas eran parte principal de la coreografía, así que, si mis cálculos no fallaban, dentro de poco la tendría entre mis brazos y, cuando ese momento llegara…
¿Qué iba a hacer?
No tuve tiempo de contestar mi pregunta. Bella llegó rápidamente a mí. Lo hubiera sabido con exactitud aún si hubiera estado ciego y sordo… solamente su cuerpo ejercía aquella placentera descarga eléctrica al chocar contra el mío.
– “Edward” – susurró, casi al instante de que una de mis manos capturaran su cintura y la otra, su mano derecha
Pude sentir su mudo desprecio aún en aquella penumbra, la cual era mi mejor aliada en esos momentos. El cambio de parejas había llegado otra vez. Ella no tardó en mover sus pies para alejarse de mí, más yo no se lo permití. Moví mis manos y mis pies de manera tramposa para jugar con mi nueva pareja y pasarla de largo hacia el joven de al lado…
“¡Suéltame!” – musitó, cuando mis manos volvieron a apretar su cintura – “¿Qué es lo que quieres, Cullen?”
“Felicitarte” – contesté, con la misma voz amarga que ella estaba empleando – “por tu compromiso” – sentí como su cuerpo se tensaba aún más
“Gracias” – contestó, con acritud
“Me alegra que hayas encontrado a alguien que te quiera” – mentí… aún no sabía por qué aquella actitud mía tan infantil – “Espero… que todo salga bien”
“Ten por seguro que así será” – dijo ella.
Otro cambió de pareja se avecinaba…
“¿Por qué no me sueltas?” – preguntó, al ver que había hecho lo mismo que la vez pasada
“Quiero bailar contigo un poco más”
“Si quieres bailar, ¿por qué no vas y se lo pides a tu novia?” –
“Dije: quiero bailar contigo” – aclaré – “espero no te moleste”
“Pues si me molesta... y mucho” – escupió – “no te quiero cerca”
“¿Por qué?” – quise saber, justamente en el momento en que la coreografía pedía un deslizamiento de la mujer sobre el aire… que regocijante fue el tener su cintura entre mis dos manos – “¿Acaso te pongo nerviosa?”
Bella no contestó. Su silencio levantó una oleada de ferviente dolor entre nosotros. Otra vez, hice lo mismo para quedar juntos, ante el cambio de pareja, pero ella ya no protestó.
“Bella” – llamé, mientras apretaba su espalda con mi mano para tener más cerca de mí su cuerpo – “¿Por qué aceptaste a estar con él, si no lo amas?”
“¿Quién te ha dicho que no lo amo?” – retó, hablando también con un pequeño susurro
“Tú” – me limité a responder – “no es necesario que no lo digas… lo puedo sentir”
“En todo caso, es mi problema, ¿no crees?” – discutió – “¿A ti que más te da el que yo este con alguien más si, después de todo, tú ya estas con Heidi?”
Tenía razón… en su mundo, en lo que le había hecho creer durante meses, Bella tenía razón. ¿Qué podía decir yo a mi favor? ¿Acaso no había dicho tenía poco que no estaba dispuesto a condenarla a un futuro incierto a mi lado?... pero, si me arriesgaba a dejarla ir… ¿Alcanzarían tres años para no perderla o serían los suficientes para yo mismo arrebatarla de mi lado?
“No puedes estar con él” – susurré – “Dime egoísta, dime vanidoso, dime como tú quieras pero no puedes estar con él… yo…”
“Tú no tienes vergüenza” – interrumpió, de manera tajante – “durante todos estos meses te has presentado, de la manera más descarada posible, en mis narices con ella” – Otra vez, impedí que mi pareja fuera otra. Necesitaba escucharla, aunque sus labios solo emitieran acusaciones, era necesario, para mí, el deleitarme con su voz – “¿Y ahora vienes a decirme que yo no puedo comprometerme con Mike? ¿Con qué derecho?”
“Entonces… estoy en lo correcto” – aventuré – “Haces todo esto por despecho”
Bella soltó una pequeña y seca carcajada, completamente decadente de humor
“No” – dijo con voz firme – “Hago esto por que al fin logré olvidarte… por que al fin puedo decir que ya no te amo”
Aquellas palabras me llegaron como un impetuoso golpe dado directamente a mi estomago, provocando que me desconcentrara y no pudiera retener a Bella más tiempo a mi lado… el baile terminó casi al instante después de que mis manos se acomodaron, de manera desorientada, sobre la cintura de mi nueva pareja.
Durante toda la noche, ya no fui capaz de moverme… el corazón se me contraía cada vez que recordaba sus palabras.
¿Podría ser cierto que Bella ya no me amara?...
JASPER POV
“¡Alice!” – exclamé en cuanto la vi descender del autobús. Qué maravilloso era el encontrarme con su sonrisa blanca y brillante, que deslumbraba aún entre la penumbra de la noche.
“¡Jazz!” – gritó también ella, mientras se aventaba a mis brazos. El impacto me desequilibró un poco. Si bien su delineado y pequeño cuerpo no era muy pesado, su fuerza (ayudad por el peso de su mochila) era demasiado brutal – “me alegro de verte” – confesó, mientras se plantaba frente a mí.
Se preguntaran, ¿Y ahora qué pasa?...
Pues bien. Habían pasado ya varios meses desde que le había pedido a Alice una oportunidad para ser amigos… y ahora, ya lo éramos.
Debo admitir que no era lo yo esperaba (ya que yo buscaba un tipo de relación más amorosa que la que sosteníamos), pero no me podía quejar, me la pasaba terriblemente bien en su compañía. Siempre solíamos vernos los fines de semana y, cuando podía, la iba a traer a su escuela.
Era increíble la confianza que entre nosotros dos había nacido…
“¿Cómo te fue en la escuela?” – me preguntó, al ver que aún llevaba puesto el uniforme de la universidad privada a la que había ingresado.
Mi horario de escuela solía desarrollarse totalmente durante la mañana, pero ese día Alice y yo habíamos quedado de vernos en la tarde, casi entrando la noche, aprovechando de que iba a tener sus últimas horas libres… así que había decidido ahorrarme el disgusto de ir innecesariamente a mi casa, en la cual, sabía yo, encontraría solamente a un par de padres discutiendo.
“Bien” – contesté – “aunque he de admitir que aquellas personas recatadas ya me aburren un poco” – agregué, con una sonrisa – “también sería mucho mejor si, en lugar de aquel exuberante puesto de comida chatarra internacional, pusieran un puesto de tacos”
Alice rió fuertemente y yo hice exactamente lo mismo.
Ahh… que bien era el no tener que fingir modales exagerados de educación.
“¿Y qué vamos a hacer hoy?” –
“Te quería pedir un enorme favor” – contesté, perdiendo instantáneamente el humor. Alice esperó en silencio y pude leer el temor que le daba mi nueva expresión – “Necesito que me acompañes a un baile que habrá por parte de la universidad”
“¡¿Qué?!” – soltó. Tal y como imaginaba, iba a ser realmente difícil el lograr convencerla – “¡¿Estas loco?! ¡¿A un baile?!”
“Te prometo que no tardaremos mucho, es obligatorio que asista y no encuentro mejor compañera que tú”
“No” – dijo, de manera rotunda
“Alice, por favor” – comencé a rogar – “Eres mi amiga, ¿no?”
“Eso es chantaje” – acusó – “Sabes que soy tu amiga pero…” – la miré de manera suplicante, un gesto que había aprendido, a través de los años, por Rose. Solamente esperaba a que diera resultado con ella – “Jazz… eso no es jugar limpio…”
“Por favor” – repetí, con voz suave, acercándome un poco más…
En realidad, tal vez el acercamiento fue mucho… lo supe hasta que, aquellos sentimientos de amor, estrictamente guardados en mi pecho, afloraron al sentir su dulce aliento en mis mejillas, provocando que una calida sensación, nacida en mi estomago, se esparciera por todo mi cuerpo, hasta llegar a la punta de cada dedo de mis extremidades.
¿Qué era lo que había estado pidiendo segundos antes?
Ciertamente, a pesar de que nuestra relación había cambiado del odio a la amistad, aún no me atrevía a confesarle a Alice lo que, en realidad, sentía por ella… el miedo de perderla, fuera de desvanecerse, se incrementaba con el tiempo.
Amigos…
¿Era un hipócrita al llamarle a nuestra relación de esa manera cuando mis labios ansiaban tan desesperadamente los suyos?
He de admitir que mi autocontrol había mejorado de una manera casi imposible… aún me costaba creer que, durante todo ese tiempo, me había logrado resistir a besarla. Sin embargo, en ese momento, el autocontrol estaba a punto de quedar en el olvido… simplemente, ya no podía resistir más aquella tortura… necesitaba…
“¡Auch!” –
Aquella ruidosa queja nos hizo separarnos de un salto. Un poco irritado por la interrupción, giré mi rostro para ver de quién se trataba y, al instante, tuve a mis pies a una figura femenina.
“Señorita, ¿Se encuentra usted bien?” – pregunté, mientras me inclinaba para poder ayudarla.
“S… si. Muchas gracias” – contestó mientras se retiraba el lustroso cabello de su rostro y…
… Qué belleza de mujer
“¿Te puedo ayudar en algo…?”
“No. No te preocupes, estoy bien” –
“¿Segura? ¿No te encuentras lastimada…?”
“No” – interrumpió, con una amable sonrisa dibujada en sus carnosos labios – “Muchas gracias”
“Mi nombre es Jasper… Jasper Hale” – informé, mientras tendía mi mano
“Mi nombre es María Fonseca”
“¿Fonseca?” – repetí, asombrado – “¿Tu padre es…?”
“Es socio de la empresa Hale” – completó. Sonreí abiertamente
“No sabía que el Licenciado Fonseca tuviera una hija tan hermosa” – comenté, logrando que un sonrojo se asomara a su bronceada piel.
“Me encontraba estudiando en el extranjero” – explicó – “y cuando era pequeña no solía salir mucho”
“¿Y ahora vienes sola…?”
“No. Vengo con mi madre y…el chofer – ignoré el desden con el cual pronunció las ultimas dos palabras – “¿Y tú?”
Fue hasta ese entonces que recordé que Alice estaba a mi lado… giré mi rostro para verla, tenía su cabeza inclinada hacia abajo, su aspecto daba a entender que trataba por ignorar nuestra conversación…
“Vengo con una amiga” – dije y, de repente, la palabra amiga ya no dolía tanto al salir de mis labios.
Un señor de edad ya madura y con uniforme se acercó hacia nosotros
“Señorita María, ya es hora de irnos” – informó y María le dedicó una mirada envenenada
“Me tengo que ir” – informó y, extrañamente, me sentí mal de que aquel encuentro hubiese sido tan rápido
“¿Te parecería atrevido si te pido tu numero?” – solté… ¿Por qué con Alice se me dificultaba tanto ese tipo de peticiones? – “Me gustaría poder platicar contigo otro día, con más calma” - agregué
“Por supuesto” – accedió ella, con una sonrisa – “Nos vemos pronto, Jasper” – dijo, tras darme su numero, a modo de despedida.
Me quedé embobado viendo como se retiraba, con aquel elegante y sensual movimiento acentuando a sus caderas…
¡Wow!... ¡Que mujer!...
Tenía ya tanto tiempo que no me interesaba nadie más que Alice, pero María era todo lo que, en un momento, llegué a desear: era exuberantemente hermosa, delicada, refinada, rica y, me imaginaba yo, inteligente…
Volví mi cuerpo para encarar a Alice, quien aún estaba sentada.
“¿Te pasa algo?” – pregunté, al ver su expresión un tanto extraña
Ella se apresuró a negar y, levantando la mirada a la altura de la mía, me sonrió, aunque el gesto no me convenció mucho que digamos.
“Te gustó ¿verdad?” – inquirió, aún con la sonrisa estirando sus labios.
Su expresión lastimó un poco ya que, con ella, me confirmó lo que tanta duda me causaba: para ella solamente seguía y seguiría siendo un amigo… y nada más.
“Si” – contesté… en parte diciendo la verdad, en parte, tratando de disfrazar mi atormentada decepción.
Atal- .
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