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Mensaje por AnneHilldweller 3/11/2009, 10:29 pm

Hola de nuevo chicas!!!
Aquí les dejo el primer capítulo de la continuación.
Saluditos y seguimos leyéndonos Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 80198


Libre hasta que tú apareciste en mi vida


Tres nuevas reglas a seguir y una gran interrogante que tendrán que resolver: ¿amor o sexo?
Secuela de la historia ¿Estás libre esta noche?, narrada desde el punto de vista de Edward.
¿Qué sucederá cuando Bella escuche la verdad de él?



Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 33w5th2

Summary


Bella y Edward se conocieron de una forma poco común, una desconocida le dio a ella el número del celular de él. La noche de su cumpleaños lo llamó debido a su soledad. Él le impuso tres reglas a seguir, sólo se trataba de sexo casual, jamás se imaginaron el giro que darían esos encuentros y hoy se encuentran frente a frente creyendo estar enamorados.
Ella, en un afán por comprobar que sea verdadero amor lo que sienten y no sólo algo físico, repite la cuestión del primer encuentro, imponiendo tres nuevas reglas:
Número 1: No mentiras
Número 2: No arranques de celos
Número 3: No sexo durante un par de meses
Él, en un afán por demostrarle que sí es una cuestión de sentimientos y que está dispuesto a que lo conozca mejor decide contarle su historia, de a poco cada noche en lugar de tener sexo.
¿Qué sucederá cuando ella conozca toda la verdad?

Capítulo 1:
Regalo de graduación


Muéstrame el significado de estar solo
¿Es este el sentimiento con el que tengo que caminar?
Dime porque no puedo estar donde tú estás
Hay algo que le falta a mi corazón
No hay adonde correr
No tengo un lugar para ir
Rendido mi corazón, mi cuerpo y mi alma


Tres años atrás

Me encontraba en medio de la que había sido mi habitación los últimos cinco años de mi vida y la que había sido testigo de mis múltiples aventuras con mis desenfrenadas compañeras universitarias, quizá eso era lo que más iba a extrañar de haber terminado mis estudios, las noches de fiesta con mi inseparable amigo James, la compañía de una linda chica que calentara mi cama sin buscar un compromiso más allá, tan sólo apagar el fuego de la pasión sin entregar el corazón, muy conveniente, ya lo había entregado yo una vez y la vida me la arrancó cruelmente, no iba a dejar que volviera a suceder.

Tomé el último libro para meterlo a la caja y una fotografía resbaló, éramos Tanya y yo, abrazados en el portal de mi casa, el día que le dije por primera vez que la amaba y que jamás me imaginé que también sería la última.

Todo por un conductor borracho que se quedó dormido al volante y no pudo controlar el vehículo que se subió a la banqueta mientras ella esperaba el bus escolar y que terminó con su vida y con mis sueños, ha sido el peor momento de toda mi vida y deseé morir, no quería vivir separado de ella, había sido mi primera novia y la única, con ella descubrí lo que era un beso de verdad, de amor, una caricia furtiva, el despertar de la pasión, aunque nunca logramos consumarla, el tiempo ya no lo permitió.

Me olvidé de todo, incluso de mí mismo, no quería hacer nada, ni comer, ni dormir, mucho menos soñar, lo único que quería era estar a su lado, por siempre, como lo habíamos dicho esa vez que me animé a decirle te amo. Los primeros días asistía a diario al cementerio, a platicar con ella, a repetirte hasta el cansancio que la amaba, quería que estuviera segura donde quiera que se encontrara, hasta que un día me agarró una tormenta ahí y no supe ni como llegué a mi casa. Casi me da pulmonía, quizá si no hubiera sido por la intervención de mi padre hubiera muerto y lo habría hecho feliz porque eso me llevaría con ella.

Cuando estuve consciente de nuevo, después de que la temperatura había disminuido, me solté a llorar al darme cuenta que seguía en este injusto mundo. Sentí que me abrazaban y me consolaban, ese aroma era inconfundible, a lavanda, entonces supe que se trataba de mi mejor amiga, Jennifer, ni siquiera me enteré cuando regresó de Canadá.

Ella y yo habíamos sido muy unidos desde que tengo uso de razón, hicimos miles de travesuras juntos, nos castigaron y nos premiaron tanto sus padres como los míos, éramos inseparables, sólo la dejaba cuando Tanya iba de visita y en ocasiones jugábamos los tres, recuerdo que alguna vez se pelearon por mi compañía y yo terminé yéndome a jugar con Emmett, para evitar que el conflicto entre ellas aumentara, me miraron extrañadas y entonces hicieron equipo y decidieron ignorarme, así que había logrado mi propósito y sonreí, no me gustaba que discutieran entre ellas y mucho menos por mí.

Sentí la humedad de sus lágrimas en mi cabello, Jennifer lloraba junto conmigo sin decirme nada con palabras porque su abrazo lo decía todo, estaba ahí apoyándome y consolándome, dispuesta a hacerlo cuantas veces fuera necesario, así era ella, siempre entusiasta y con una sonrisa en los labios, siempre buscando el lado positivo de la situación, pero en este caso no lo había, ¿qué puede dejar de bueno la muerte de alguien que amas con todo tu corazón? Lloramos hasta que no quedaron más lágrimas que derramar y ella se quedó dormida en mis brazos, yo me quedé mirando al vacío toda la noche, pero cuando sentía que alguien abría la puerta cerraba los ojos.

Tanto mi madre como mi padre entraron en varias ocasiones a la habitación, como lo hacían todas las noches; frustrados, desolados, incapaces de poder hacer algo para revivirme, me dolía verlos así, pero era mucho mayor mi dolor por la pérdida de Tanya. También me daba cuenta del sufrimiento de mis hermanos por verme en ese estado, ha sido la única vez en mi vida donde no vi bromear a Emmett ni a Alice brincotear con sus ocurrencias, sus rostros eran tristes y mostraban una total incomprensión por la situación, reflejaban lo imposibilitados que se sentían para ayudarme, pero yo no quería que lo hicieran.

A la mañana siguiente cuando Jennifer despertó, me dio un beso en la frente y me dijo que iba a su casa a bañarse y cambiarse. Regresó al cabo de no sé cuánto tiempo, traía una charola con pan tostado, jugo, leche y mermelada, la depositó sobre mis piernas y se sentó a mi lado.

– No tengo hambre – dije y volteé mi cara del lado contrario a donde ella estaba.
– Eso dices tú, pero tu cuerpo no creo que opine lo mismo, necesitas recuperar las fuerzas que perdiste en la enfermedad, además aún tienes que tomar antibióticos, no puedes vivir dependiente de un suero de por vida – dijo untando mermelada al pan.
– No quiero vivir, punto, quiero estar con ella, ¿por qué nadie lo entiende?
– Tú tampoco entiendes que estuvieron juntos el tiempo que tenían que estar, que su ciclo en esta vida terminó, pero el tuyo sigue – aseguró con su característica madurez, demasiada para su edad, por cierto.
– Eso es tan injusto, ¿cómo puedo yo comer y seguir viviendo cuando ella está enterrada tres metros bajo tierra? – exclamé exasperado.
– Su cuerpo está enterrado, su esencia está en otro lugar y te apuesto que en uno mucho mejor que esté.
– Pues yo quiero estar con ella, no me importa dónde sea.
– No puedes ser tan egoísta Edward, ¿acaso no te importa ver sufrir a tu familia?, ¿quieres que ellos pasen por lo mismo que tú estás sintiendo?, no tienes idea del enorme dolor que le estás causando a Esme, está desesperada, ya no sabe qué hacer, y Carlisle, dios, tú sabes que es mi héroe y jamás me imaginé verlo caído y derrotado… nunca pensé decir esto, pero extraño las bromas y los chistes de mal gusto de Emmett y en cuanto a Alice, es una niña con el brillo apagado, hablas de injusticias, ¿no te parece una enorme de tu parte lo que le estás haciendo a tu familia?, los estás arrastrando contigo, si se tratara de que te dejaras morir sin afectar a nadie, perfecto, no es la mejor opción, pero adelante, hazlo, sin embargo, te tengo noticias Edward Cullen, no estás solo en este mundo, ¿en serio quieres afectar a cuatro personas maravillosas que están dispuestas a dar su vida con tal de que tú vuelvas a ser el mismo de antes?, eso sí es injusto.
– Comeré sólo un poco, ¿ok?
– Está bien, hoy un poco, mañana otro y así sucesivamente, por cierto, te traje un regalo – se levantó después de darme el vaso de leche y sacó un libro de su mochila – “Todo pasa… y esto también pasará” – leyó en voz alta el título y continuó.

Y eso fue haciendo todos los días, casi me daba de comer en la boca y una vez estuvo a punto de desnudarme y bañarme, pero me ganó el pudor y la saqué del baño. Me llevaba al parque, nos sentábamos en los columpios a ver la gente pasar, quería demostrarme que la vida seguía, me leyó infinidad de libros que hablaban sobre pérdidas y como sobre llevarlas y poco a poco fui recuperando las ganas de vivir lo único que no, fueron las de volverme a enamorar.


Déjame contarte la historia
De la llamada que cambió mi destino


El sonido de mi celular me trajo de vuelta del recuerdo, estaba sobre la mesa de noche y la vibración lo fue moviendo casi hasta la orilla, lo tomé y vi que era número restringido, lo cual me sorprendió un poco.

– Hola – respondí extrañado.
– ¿Estás libre esta noche? – escuché decir a una voz femenina extremadamente sensual.
– ¿Quién habla? – pregunté al no reconocerla.
– Respuesta equivocada “cariño”, sabes muy bien que eso no te lo puedo decir, ¿puedes o no puedes verme? – sonó determinada y eso me gustaba en una mujer.
– Claro que puedo, ¿en dónde, a qué hora y cómo te reconozco?
– ¿Conoces el hotel Ambassy?
– Sí, estoy como a 40 minutos de ahí.
– En 45 minutos, en el bar, vestido rojo – y colgó sin darme ningún otro detalle.

Sonreí y moví la cabeza, “vestido rojo, muy original”, pensé, seguro era alguna de mis compañeras queriendo jugar un poco. En eso me había convertido yo, en un tipo frío que sólo disfrutaba de un buen sexo.

Cuando cumplí 16 años mi tío Aro me llevó a un club para que me quitaran lo virginal, me dijo que nada como el sexo para superar las tristezas y que yo ya estaba en la edad perfecta para iniciarme. Debo reconocer que yo ya tenía tiempo de haber descubierto lo bien que se sentía acariciarse y que lo hacía seguido, como todo típico adolescente pero aquella experta mujer, que calculé yo me ganaría con unos diez años, me llevó al cielo y de regreso tres veces en esa noche. Así que le tome el gusto al sexo y seguí practicándolo recordando las palabras de mi tío:

“Edward, sé que eres muy joven, pero mientras más temprano lo sepas y lo entiendas es mejor, ¿quieres saber el éxito de un matrimonio?, la fidelidad, que tu pareja pueda ser tu esposa y tu amante a la vez y para encontrarla tienes que conocer a muchas mujeres hasta que te topes con la que tenga esa dualidad, así que anda con varias hasta que aparezca esa mujer, sé que todavía te duele lo de Tanya, pero eres muy joven y podrás superarlo y algún día, en el futuro, encontrarás esa mujer que sea tu complemento y a la que le serás fiel porque ya habrás vivido lo suficiente como para tener aventuras clandestinas”.

Así que entre sus consejos y la pérdida de Tanya me guardé muy bien mi corazón y sólo entregaba el cuerpo.


Tomé mi chamarra, las llaves de mi auto y salí en dirección a aquel hotel. Al llegar al bar había poca gente, así que me fue fácil localizarla, estaba sentada al frente de la barra, era muy hermosa, de cabello largo y con un vestido rojo bastante sensual, corto a morir, sólo cubría lo que tenía que cubrir y el escote tanto al frente como atrás era excitantemente pronunciado, sonreí satisfecho y me acerqué, de inmediato volteó y me dio la sonrisa más sensual y provocativa, bebió el último trago de su copa y después se puso de pie y, sin decir nada, la seguí.

Subimos al elevador y presionó el número diez, esperamos a llegar a ese piso y después salimos, caminamos y a la mitad del pasillo deslizó la tarjeta en la puerta y entramos, encendí la luz y no me dio tiempo a hacer nada más porque me acorraló en la pared besándome con furia y, sin más preámbulos, llevó su delicada mano a mi masculinidad que acarició sobre mi pantalón, así que en respuesta, puse mis manos sobre sus nalgas y se las apreté por debajo del minúsculo vestido que traía puesto, le jalé el hilo de la tanga y rompió el beso para exhalar excitada, besó y mordisqueó mi cuello mientras yo seguía jalándole el hilo con una mano y con la otra le apretujaba la nalga.

Se separó y se quitó el vestido mientras yo me quitaba la chamarra y empezaba a desabrochar rápidamente mi camisa, ella terminó de quitármela y lamió mi torso, mordisqueó mis pezones y yo empecé a gemir. Bajó por mi abdomen y con una gran habilidad desabrochó mi pantalón y liberó mi miembro ya excitado, se lo llevó a la boca y comenzó a darme placer con ella. Yo recargué mi cabeza en la pared y cerré los ojos concentrándome en sus profundas caricias, puse mis manos en su cabeza para empujarla más. Siguió y siguió en tanto yo no paraba de gemir y de pronto, sentí como llegaba al orgasmo mientras ella me acariciaba con la mano colocando mi miembro sobre sus senos donde terminé. Después se llevó ahí sus dedos y los chupó empapados con mi líquido.

Saqué el condón de la bolsa del pantalón y terminé de quitármelo mientras ella se despojaba de la tanga. Nos besamos desenfrenadamente mientras caminábamos hacia la cama, cuando sentí el borde con mis piernas, la tomé y la arrojé a ella, me sonrió. Me puse el condón y me tendí sobre ella, lamí su oreja y con mis dientes hice prisionero su lóbulo mientras ella gemía deliciosamente, bajé por su cuello mientras le metía dos dedos en su intimidad que estaba más que mojada, llegué a sus senos y los chupé, mordí sus pezones que ya estaban erectos.

– Métemelo ya – ordenó con su voz retorcida enterrando sus uñas en mi espalda.

Pero, a cambio sólo le frote su sexo, quería enloquecerla un poco más, ella abrió las piernas y entonces me introduje con rudeza, ella enterró sus manos en mi espalda y comencé a moverme rápidamente mientras me comía sus senos alternadamente, ella bajó hasta mis nalgas y me las apretó, pidiendo con ello que me introdujera más profundo, se escuchaba el sonido de nuestros cuerpos al chocar, los intensos gemidos de ambos y seguí moviéndome sin parar, de pronto un grito de ella inundó la habitación cuando llegó al orgasmo, a mí me faltaba aún, así que me apoyé con las manos sobre la cama para hacer los últimos movimientos casi salvajes y terminé.

Me acosté a su lado sin decir nada, tratando de recobrar el ritmo normal de mi pulso y mi respiración, aún estaba jadeando y cuando estuve controlado me levanté para quitarme el condón y tirarlo en el bote de basura.

– ¿Quién te dio mi número? – pregunté intrigado, una belleza así no hubiera pasado desapercibida por mí, si estuviera en la universidad.
– Otro integrante del club.
– ¿Del club? – exclamé más intrigado, pertenecía a un par en la universidad, pero no encontraba quien pudiera conocerla.
– Demasiadas preguntas, bien sabes que eso quebranta las reglas – respondió y me abrazó por atrás, acariciando mi abdomen.
– ¿Reglas? – dije extrañado.
– Espero que traigas otro condón y que aún tengas energías – fue su respuesta y se paró frente a mí para volver a besarme.

Ahora ella tomó el control y me tiró sobre la cama, después fue y tomó mi pantalón, buscó en los bolsillos y encontró con rapidez lo que estaba buscando y sonrió. Se acercó a mí y se tumbó sobre mi cuerpo, me besó y mordió mis labios mientras su mano subía y bajaba por mi masculinidad que respondió a sus caricias. Se sentó a horcadas sobre mí y sacó el contenido de la envoltura, me lo puso deslizando sus dedos y una vez que terminó, lo tomó con su mano y lo llevó hasta su centro para introducírselo. Comenzó a subir y bajar y mis manos se aferraron a su cintura para ayudarla en sus movimientos, se acariciaba sus senos y jalaba sus pezones, aumentó la velocidad y yo también buscando desesperadamente el objetivo hasta que lo logramos, nuevamente ella primero e instantes después yo. Se bajó luego de unos segundos, tomó su ropa y se vistió sin decir palabra alguna.

– ¿Volveré a verte?, no me has dicho tu nombre – dije desde la cama.
– Creo que eres nuevo en esto, quizá vuelva a llamarte, gracias por el momento – respondió y salió de la habitación dejándome con mil preguntas en mi cabeza.

A la mañana siguiente me encontraba cerrando la última caja cuando sonó mi celular, era James, así que de inmediato le contesté.

– Hola viejo, ¿cómo estás? – saludé mientras me sentaba en la cama.
– Muy bien, ¿y tú?
– Bien, aquí ya preparando todo para mandarlo por paquetería a mi casa.
– Al fin terminamos la carrera, por cierto, ¿te gusto tu regalo de graduación? – preguntó con su característica sonrisa.
– ¿Cuál regalo? – exclamé volteando a todos lados a ver si había algo que no fuera mío.
– El de anoche… la chica – respondió volviendo a reírse.
– Ah, ¿con que tú fuiste el que le dio mi teléfono?, claro, no podría haber sido alguien más, por supuesto que me gustó amigo, la chica era un bombón.
– Bienvenido al club.
– ¿Club?, ¿de que rayos estás hablando James? – dije desconcertado y su respuesta fue una carcajada que no supe como tomar.

Fragmentos de las canciones: Show me the meaning of being lonely & The Call.
Intérpretes: Backstreet Boys
Traducción: Anne Hilldweller
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Mensaje por Atal 4/11/2009, 5:22 pm

creo que laq secuela es mejor jejejej ya me entusiasme espero el proximo Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 80198
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Mensaje por alejandra_vazquez88 4/11/2009, 9:18 pm

Hola me gusta que ya por fin publicaras la secuela de Estas Libre Esta Noche la primera historia estubo muy buene espero que la segunda la supere y creo que va en un buen camino espero el siguiente capitulo pronto y suerte con esta nueva historia
no nos hagas esperar mucho para segir leyendo
bueno hasta pronto
les mando mucho Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 781363
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Mensaje por AnneHilldweller 4/11/2009, 10:05 pm

Hola chicas!!! Mil gracias por sus comentarios.
Aquí va el segundo capítulo.
Saludos Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 275394


Capítulo 2:
Vivencias


Me gusta el baile sucio
Me gusta hacer lo mío
Las caderas empiezan a sacudirse
Y moverse de un lado a otro
Nene, sólo sigue el movimiento
El baile es un movimiento sexual
Meneándose con mucha emoción
Nos ponemos sucios ahora


– Resulta mi amigo que hace cinco meses fui invitado a pertenecer a un exclusivo y secreto club de sexo, de gente de nuestro nivel social y uf, es la gloria, así que conociendo tu historial de la universidad, eres el candidato perfecto para pertenecer a él – explicó James.
– Pero, ¿cómo te atreves a meterme sin consultarme primero?
– Vamos Edward, no te vas a hacer el santurrón conmigo que te conozco bien, ¿a poco no disfrutaste la experiencia de anoche?, tú mismo dijiste que la chica era un bombón, así que no te hagas el ofendido.
– Es que tan siquiera me hubieras avisado viejo, ahora comprendo varias cosas, ¿qué es eso de las reglas?
– Ah, es que el club se rige por tres rigurosas reglas que no hay que romper, tú sabes se trata de mantener esto en secreto, no tienes idea de quienes pertenecen a él, por eso te digo que es la gloria, a muchos no les conviene que salga a la luz pública. Las reglas son simples: uno: no nombres, dos: no preguntas personales, tres: no lazos afectivos, así que, como verás, se trata única y exclusivamente de gozar de un buen sexo sin ningún tipo de compromisos, así como nos gusta a ti y a mí.
– Sexo entre desconocidos, ¿ah?
– Así es mi amigo, de lo más excitante, aunque puede que te encuentres con alguna chica famosa, pero tú pretende que no la conoces, ese es el juego, yo tengo mi regla personal, no más de tres revolcones con la misma, eso crea lazos y sería romper con una de las reglas, te vas a divertir, ya lo verás.
– ¿Y a ti quien te invito?
– Un amigo, por cierto, casi lo olvido, existe una cuarta regla: no repartir los teléfonos indiscriminadamente y menos a desconocidos, te digo que es exclusivo, puedes pedir más teléfonos o proporcionar otros, como yo lo hice en tu caso, pero siempre y cuando sea gente de nuestro nivel social y que sea sumamente discreta.
– ¿Y si no quiero pertenecer?
– Ay por favor, Edward, en primera, ya estás dentro, en segunda, sé muy bien que no podrás resistirte, así que recuerda muy bien las reglas y si por algún motivo te encuentras en la calle con alguna de las chicas, recuerda, tú no la conoces y olvida volver a citarla, la cosa es que no se sepa nada de la vida personal.
– Pues hoy me regreso a Seattle.
– Por eso no hay problema, en un momento te mando el teléfono de una preciosa chica que vive allá, el club es nacional, así que donde quiera que te encuentres podrás conseguir a alguien, así que tú diviértete, hermano, como lo hemos hecho.
– Bueno viejo, pues te dejo, ya vinieron a recoger mis cosas.
– Ok, seguimos en contacto, nos vemos.

A los dos minutos que colgamos, me llegó un mensaje al celular con el teléfono de la chica, la clave y las reglas, aún no estaba seguro de querer participar en ese juego.

Se llevaron todas las cajas, después tomé mi maleta y miré por última vez aquella habitación que había sido más que eso, había sido mi guarida, mi refugio, la que sabía de todos mis proyectos, mis sueños y mis alocadas aventuras de universitario. Bajé las escaleras, me despedí de algunos compañeros que me encontré en el camino y subí al taxi que ya me esperaba para llevarme al aeropuerto.

Al llegar al de Seattle me estaban esperando mis padres y Jennifer, que sostenía un gran cartel que decía “Bienvenido a casa Licenciado Cullen”, yo sonreí y corrí a su encuentro, primero abracé a mi madre que estaba más que feliz de volver a verme, la cargué y le di vueltas, después varios besos en ambas mejillas, ella sólo sonreía. Luego abracé a mi padre, que me dio un apretón en la espalda y unas palmaditas en una mejilla y por último le di un gran abrazo a Jennifer.

– ¿Y Emmett? – pregunté al no verlo ahí.
– Tuvo entrenamiento hijo, ¿qué tal el vuelo? – respondió mi madre abrazándome.
– Muy tranquilo ma, me dormí casi todo el trayecto.
– Que gusto tenerte en casa.
– A mí también me da mucho gusto regresar.

Caminamos al estacionamiento y subimos al auto de mi padre, les fui platicando del proyecto que tenía en mente y que me asociaría con dos de mis compañeros para llevarlo a cabo. Mi padre me platicó como iba la fundación que dirigía y mi madre me dijo que estaba muy emocionada porque tendría una exposición en Nueva York la siguiente semana. Jennifer me anunció feliz que ya había conseguido trabajo. Al cabo de unos minutos llegamos a la casa, bajé mi maleta de la cajuela y entramos. Sonreí enormemente cuando se escuchó el grito de sorpresa y vi a mis hermanos, amigos y otros familiares en la sala de la casa.

De inmediato corrió la duendecillo de mi hermana a colgarse de mí, la abracé con fuerza y le di vueltas en el aire. Después me abrazó Emmett, el recién casado, tenía apenas un par de meses de haber regresado de su luna de miel. También me dio un gran abrazo Rosalie y luego su pequeño hermano Jasper. Seguí saludando a los presentes, entre ellos mis tres tíos.

– Que gusto me da verte Edward, ya eres todo un hombre, que alegría que ya hayas terminado hasta la maestría – dijo el tío Aro después de darme un gran abrazo.
– A mí también me da gusto verte tío, gracias por estar aquí.
– Ni lo menciones, no me podía perder tu regreso, en la noche nos vamos a festejar, ¿eh?, un amigo acaba de abrir un table–dance y las chicas están de lujo, nos llevamos a tu hermano que el hecho de estar casado no le impide ver el menú y de paso al noviecito de tu hermana para que vaya aprendiendo.
– Si Alice se entera te ahorca.
– No le vamos a decir, ya arreglé todo y hasta tu padre nos va a acompañar, será una noche de hombres memorable.
– ¿Te puedo robar a mi hermano, tío? – exclamó Alice colgándose de mi brazo.
– Por supuesto nena – respondió y se fue con el resto de sus hermanos.
– Te hacía en Francia pequeñuela – dije apretándole cariñosamente la nariz.
– Es que este fin de semana será largo porque hoy es día feriado, llegué en la mañana, muy temprano y me voy el domingo a mediodía.
– Pues eso me da mucho gusto, aunque igual estaba planeando ir a visitarte.
– Súper, puedo enseñarte algunos lugares maravillosos y muy románticos para cuando tengas novia la lleves para allá.
– Sabes que eso de las novias no es lo mío.
– Pero, el amor es maravilloso Edward, pensé que ya habías superado… – guardó silencio, no quería herirme con ese tema – yo soy tan feliz con Jazz, nos amamos tanto, aquí entre nos, él también irá a verme, estará diez días allá.
– Que bueno que me dices, ahorita le preguntó cuándo parte para yo programar mi viaje en la misma fecha.
– Ay no seas celoso ni posesivo hermano, ya sé cuidarme ¿ok?, vivo sola del otro lado del océano.
– Era broma, sé que puedo confiar en ti y no te voy a prohibir que hagas las cosas, sé que no necesita viajar tu novio para que te portes mal, sólo cuídate y siempre piensa en las posibles consecuencias.
– Eso hago, teniendo de padre a un doctor no puede ser de otra manera, recuerda:
– ¡¡¡Prevención!!! – exclamamos los dos al mismo tiempo y nos largamos a reír.
– Cuenten el chiste, ¿no? – dijo Emmett acercándose a nosotros.
– ¿Cuál es la frase predilecta de papá? – preguntó Alice divertida.
– La medicina debe ser preventiva no curativa, así que ante todo prevención – respondió en tono ceremonioso y volvimos a reírnos – por cierto hermano, te tengo un regalo de graduación, está en tu habitación, vamos.
– Ay yo quiero ver que es – exclamó Alice.
– Es cosa de hombres, tú no puedes venir.
– Ash, me chocan cuando hacen su club de Tobi, voy con Jazz.

De inmediato pensé en el regalo de James, pero a pesar de que mi hermano estaba un poco chiflado no lo creía capaz de meter en la casa a una mujer, me reí para mis adentros, él se dio cuenta y me miró con cara de interrogación, pero yo moví la cabeza negativamente como diciéndole que no era importante.

Subimos las escaleras y caminamos rumbo a mi habitación, como siempre era la última del pasillo. Entramos y en la cama había una caja, yo lo miré y me pidió que la abriera, así que eso hice y me encontré con que se trataba de una dotación de preservativos.

– Acabo de firmar un contrato para ser la imagen de esa marca durante cinco años, así que me estarán surtiendo de este material, pero yo ya no los necesito y conociéndote, sé que te harán falta.
– Gracias hermano, no me esperaba que de esto se tratará.
– Recuérdalo siempre: ¡prevención!

Nos reímos una vez más y después bajamos. La fiesta siguió, comimos y después me puse a platicar con Jennifer.

– Cuéntame de tu trabajo.
– Estoy feliz, seré maestra de una secundaria, la más prestigiada de Nueva Jersey.
– ¿Te mudarás a Nueva Jersey? – pregunté sorprendido.
– Sí, ¿tú crees?, en un mes tengo que estar allá.
– Felicidades – exclamé y la abracé.

Como a las diez de la noche el tío Aro empezó a reclutar a todos los hombres. Emmett no estaba muy seguro de acompañarnos, pero finalmente lo hizo. Jasper estaba nervioso porque acababa de cumplir la mayoría de edad y sería la primera vez que iría a un lugar de ese tipo.

Llegamos y nos sentamos en una mesa al lado de la pista, la primera chica que salió era una morena, hermosa y muy bien dotada de todas las partes de su cuerpo, la segunda fue una rubia impresionante y cuando salió la tercera ya teníamos varias copas encima. De pronto, la morena se acercó y me tomó de la mano, me llevó a un privado y me hizo un baile exótico y demasiado sensual, la única condición era no tocarla, ¿y qué se supone que haría si me estaba excitando?

Llegamos a la casa a las cuatro de la madrugada, yo estaba demasiado cansado, entre el viaje, la fiesta y el alcohol, en cuanto puse la cabeza en la almohada me quedé profundamente dormido. Cuando desperté. como a mediodía, tenía una erección, la morena había hecho muy bien su trabajo y había tenido un sueño húmedo de esos memorables que despiertas con la sangre hirviendo, tuve que acariciarme para tranquilizarme un poco, aunque no era lo mismo que hacerlo con una mujer, pero al menos calmaba las ansias.

Por la tarde llevaron mis cosas y empecé a desempacar. Cuando terminé recibí un mensaje a mi celular, de James, donde me decía que sí me acompañaba a París y entonces, recordé su famoso club o sociedad secreta y dadas las circunstancias de la noche anterior, viendo bailar a despampanantes mujeres desnudas y sin poder tocarlas me sentía bastante inquieto, así que busqué el número que me había dado mi amigo y lo marqué, una hermosa y sensual voz me respondió.

– ¿Estás libre esta noche? – pregunté también en tono sensual.
– Sí, ¿en dónde te veo?
– ¿Te queda cerca el hotel Saint Regis?
– Sí, te veo en media hora en el bar, traigo un vestido negro, con una abertura de lado.
– Entendido, en media hora te veo.

Metí la mano en la caja y tomé varios condones que después metí en la bolsa de mi pantalón, agarré las llaves de mi Volvo y bajé corriendo las escaleras. Mi familia veía televisión, les dije que volvía más tarde y salí a toda prisa. A la velocidad que yo manejaba llegué en menos de veinte minutos al lugar de la cita, pagué una noche de hospedaje y me entregaron la tarjeta de la habitación. Entré al bar y no vi a ninguna chica con un vestido como el que me habían descrito, así que pedí un vodka mientras esperaba. Diez minutos después, una impresionante chica se sentó a mi lado en la barra, cruzó la pierna y en seguida supe que se trataba de ella, así que le guiñé el ojo y ella me sonrió de vuelta. Pagué mi trago y me levanté al mismo tiempo que ella.

Nos dirigimos al séptimo piso. El verle el cortísimo vestido y el profundo escote que lucía me encendió más de lo que ya estaba, así que cuando estuvimos dentro de la habitación la besé ansiosamente mientras me quitaba la chamarra y caminábamos al centro donde alcancé a ver una mesa, la doble ahí, con su cara sobre la superficie, subí desesperado el vestido y sonreí al ver que traía tanga, me ahorraría unos preciados segundos, con la misma desesperación abrí mi pantalón y liberé mi ya erecto miembro, me coloqué el condón y debo reconocer que me porté bastante egoísta porque no me importó saber que tan excitada estaba ella, lo único que quería era saciar las ganas.

Le hice a un lado la tanga y entré en ella con fuerza, emitió un grito y pude percibir que no estaba muy mojada, pero seguí impulsándome mientras jadeaba y poco a poco ella fue mojándose más y más hasta que empecé a escuchar sus gemidos de placer, entonces, incrementé el ritmo de mis movimientos al tiempo que le apretaba las nalgas que se pusieron rojas de inmediato debido a su blanca piel. No tardé mucho más en llegar al orgasmo y mi grito fue casi bestial, después de terminar completamente me salí de ella y me quité el condón.

– ¿Así que te gusta jugar rudo? – exclam´p seria.
– Lo siento, no suelo ser así – dije y ella se largo a reír.
– Me gusta la rudeza, ¿sabes?, eres justo lo que necesitaba para divertirme esta noche.
– ¿Con qué te gusta la rudeza?, ¿y qué piensas hacerme ahora?

Me dedicó una maquiavélica sonrisa y se acercó a las cortinas, les quitó los cordones con los que estaban amarradas y después se acercó a mí, mirándome malévolamente y yo le sonreí divertido. Me empujó con todas sus fuerzas sobre la cama, se subió en mí y me besó, después tomó una de mis manos y la ató al borde de la cama, volvió a besarme y luego ató la otra mano.

Se hincó sobre mí, con sus piernas a los costados, sujetó fuertemente mi polera y me la desgarró, terminó de rompérmela mientras besaba y lamía mi cuello, mordió sin piedad mis pezones y yo grité, siguió bajando por mi abdomen y después devoró de una manera impresionante mi miembro hasta que casi me hizo llegar y entonces, se detuvo.

Se bajó de la cama y se desnudó, después regresó a su posición, inspeccionó los bolsillos del pantalón y sacó otro condón, terminó retirándome el pantalón y el bóxer y me puso el condón lentamente. Yo estaba que explotaba ya, jamás había estado en una situación así, en la que no podía interactuar con mi pareja, ella volvió a sonreírme malévola y se sentó sobre mí, absorbiendo todo mi miembro en su interior y comenzó a moverse a su ritmo, empeñada ahora ella en gozar, se pellizcaba los senos, se mordía los labios en tanto subía y bajaba, después se tumbo en mí, lamió mis labios y me impidió besarla, de pronto sentí que estallaba y se lo hice saber.

– Yo aún no termino “amor”, así que más te vale que aguantes – amenazó y comenzó a moverse salvajemente sobre mí hasta que instantes después terminó, dejándome el pene adolorido.

Y así comenzaron mis aventuras en aquel club, que yo preferí llamarle sociedad secreta, incluso secta por eso de las reglas, las cuales fui dominando hasta volverme un experto, y sí, me llegué a topar con alguna modelo famosa, hasta una artista de televisión me toco en una ocasión. Entonces, poco a poco fui volviéndome más frío en los encuentros, probé varias y muy variadas mujeres, con fantasías diferentes, aprendí y mejoré varias técnicas en el arte del sexo.

En cuanto a mi vida familiar, mi padre me pidió que me asociara con él en su fundación y acepté de inmediato. Visité a Alice tres veces mientras estudiaba en Paris, dos de ellas haciéndole compañía a Jasper y asegurándome bien que durmiera en su cuarto del hotel, aunque se me llegaron a escapar juntos algunas veces, por supuesto, eso yo se los hacía creer a ellos, sabía bien que necesitaban privacidad y que estaban completamente enamorados, además, Jasper era un chico bien portado que estudiaba música y que moría por mi hermana, estaba seguro que jamás haría algo para dañarla.

También acompañé a Jennifer cuando se mudó a Nueva Jersey, donde por cierto, me enteré que estaban rematando un viejo hotel de la ciudad porque el dueño había hecho un mal negocio que lo había dejado en bancarrota, así que solicité un préstamo y lo adquirí para remodelarlo, fue mi primera gran inversión y con el tiempo me compré un departamento en esa ciudad, lo cual hizo inmensamente feliz a Jennifer, porque ya no estaría tan sola, aunque al poco tiempo de mudarse empezó a andar con un chico que conoció en el metro y no tardaron en vivir juntos.

Seguí con mis inversiones, rescatando viejos hoteles para remodelarlos, adquirí un departamento cercano a la casa de mis padres en Seattle y con el tiempo una pequeña casa en Las Vegas, ya que me gustaba ir a apostar de vez en cuando. Y el tiempo siguió su curso, hasta que un día algo inesperado sucedió que le dio un giro a mi vida de 180°.

Fragmento de la canción: Dirty dancing.
Intérpretes: Black Eyed Peas.
Traducción: Anne Hilldweller
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Mensaje por Atal 4/11/2009, 10:22 pm

que lindo Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 240478 Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 240478
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Mensaje por alejandra_vazquez88 4/11/2009, 11:20 pm

que lindo capitulo y tambien que impasiente Edward me encanto para cuando el proximo capitulo
sige asi escribes muy bien Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 546704
bueno les dejo muchos Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 781363
Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 124853
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Mensaje por AnneHilldweller 5/11/2009, 11:00 pm

Mil gracias por seguir comentando, aquí va el siguiente capitulo.
Saluditos Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 455993


Capítulo 3:
Primera vez


Empecemos con nuestros pequeños secretos
Sólo para guardarlos tú y yo
Demasiado tarde para que te ruborices ahora
Ya has llegado muy lejos
Así que nena, haz tu movimiento
Muéstrame que tienes para mí


Era un martes cualquiera del mes de septiembre, al menos eso creía yo en ese momento. Salí de una junta casi interminable, tenía el tiempo justo para ir a dejar mi auto al departamento, tomar mi maleta y dirigirme al aeropuerto. El tráfico estaba imposible, había habido un accidente de tres coches y bloqueaban dos carriles de la avenida, yo miraba desesperado el reloj, cuando finalmente llegamos, le pagué al taxista y le dije que guardara el cambio. Corrí por los pasillos del aeropuerto y al llegar al mostrador me dijeron que el avión estaba por despegar y que ya no podía abordar. Suspiré frustrado, no me quedaba más que comprar un boleto para otro día, en eso estaba cuando mi blackberry sonó.

– Hola papá – respondí al reconocer su número.
– Hola hijo, ¿cómo estás?
– Bien, ¿y tú?
– También, hijo te llamo para pedirte un favor, ¿sigues en Nueva Jersey?
– Sí, perdí el avión y creo que no hay vuelos para mañana, ¿qué necesitas?
– ¿Recuerdas a Jane?, una de las chicas que ayudamos en la fundación, que tiene cáncer de estómago en fase terminal.
– Sí, es una chica de veinte años, ¿no?, de origen italiano.
– La misma, ¿sabes?, nunca ha viajado y tiene la ilusión de estar hospedada en un hotel de lujo, en una habitación con jacuzzi y pensé que podríamos hacerle realidad ese sueño en su ciudad natal y ese es el favor que quiero pedirte, que le consigas una habitación en el Rose Imperial por unos días para ella, su mamá y su enfermera.
– Por supuesto papá, pásame su dirección y yo mismo paso por ellas para llevarlas.
– Gracias Edward, ahora te la envío por mensaje.
– No tienes nada que agradecer, sabes que me gusta apoyar en lo que se pueda, ahora mismo llamo para reservar una suite.
– Ok, y entonces, ¿cuándo vienes?
– Yo creo que hasta el fin de semana, quería tomarme unos días libres, pero ya que perdí el avión aprovecharé para visitar a Jane y hacer otras cosas.
– Bueno, cuídate mucho hijo y de nuevo gracias.
– Ni lo menciones, salúdame a mi mamá y dile que los veo el viernes.
– Hasta el viernes, entonces.

Salí del aeropuerto, tomé un taxi y le di la dirección de mi departamento. Llamé al hotel y pedí que reservaran una de las suites presidenciales a nombre de Jane Vulturi y les dije que yo cubriría los gastos. Recibí el mensaje de mi padre con la dirección de ella y después de pasar por mi auto me dirigí hacia allá.

Su mamá me abrió la puerta, me recibió con un gran abrazo, mi padre ya le había llamado por teléfono para darle la noticia, me dijo que éramos unos ángeles y yo le sonreí, mi padre sí lo era y, en dado caso que yo lo fuera, tenía las alas quemadas. Terminé por entrar a la casa y saludé a Jane que estaba sentada en el sofá, con una sonrisa en su pálida cara y la cabeza cubierta por un turbante para cubrir la calvicie a causa de las quimioterapias, le di un abrazo y la ayudé a levantarse. La encaminé al auto y después de que subió, me regresé por las dos maletas y las metí a la cajuela, en tanto su mamá y su enfermera subían también.

Me puse en marcha y manejé a una velocidad bastante lenta para mi gusto, normal para la mayoría de la gente y minutos después me encontraba estacionándome frente al Rose Imperial, de inmediato nos abrieron las puertas del auto para bajar, saqué las maletas y el botones las metió al lobby. Yo mismo me dirigí a la recepción por la tarjeta de la habitación y las acompañé hasta ahí, volvieron a agradecerme el gesto y les prometí que regresaría a verlas los días que estuvieran ahí.

Salí del ascensor y saqué mi blackberry para llamar a Jennifer, le pregunté que si estaba disponible para cenar y me dijo que sí, que justo estaba a dos cuadras del hotel, así que entré al restaurante y la esperé en la mesa de siempre. La noté algo extraña cuando entró y me saludó, me sonrió, pero sus ojos lucían apagados.

– ¿Otra vez discutiste con Chace? – pregunté mientras le arrimaba la silla para que se sentará.
– No… bueno, sí, dice que el negocio va mal, que hay perdidas en lugar de ganancias – suspiró frustrada – cada vez está más frío conmigo, hace meses que no me toca Edward, siempre está cansado, tiene sueño, se siente agripado, llega en la madrugada… casi estoy segura que anda con alguien más.
– ¿Y qué esperas para botarlo Jennifer?, el tipo es un abusivo, está viviendo en tu departamento, tú fuiste la que puso el capital para la cafetería y el desgraciado todavía se atreve a cometer la canallada de estarte engañando, no hay pérdidas en el negocio, hay desvió de fondos, que es muy diferente, seguro se está gastando el dinero con ella.
– No es seguro Edward, sólo son sospechas mías – se llevó una mano a cabeza y la deslizó por su cabello para luego recargar su mentón en ella – lo mandé investigar.
– ¿Qué hiciste qué? – pregunté sorprendido.
– Lo que oíste, contraté un detective para que lo siguiera y en esta semana me entrega su reporte.
– Y sigues invirtiendo dinero en él – le reproché moviendo la cabeza negativamente.
– Edward, por favor, hablemos de otra cosa, ¿sí?, necesito distraerme y no deprimirme más.

Pedimos la cena y le estuve platicando de la junta de en la mañana. Jennifer casi se había vuelto experta en negocios a causa de mis platicas que escuchaba sin chistar y hasta me hacía preguntas, incluso me acompañaba a algunas cenas importantes. Dos horas se pasaron volando y luego la acompañé al estacionamiento, le di un gran abrazo y una vez que arrancó su auto caminé hacia el mío.

Acababa de quitarle la alarma cuando el otro celular sonó, lo saqué del saco y era un número que no tenía registrado, seguro se trataba de una chica nueva, la verdad no tenía muchas ganas de responder, pero había sido un día agotador y sería una buena forma de liberar el estrés, así que finalmente sí lo hice.

– Hola – dije y me respondió el silencio, pero pude escuchar perfectamente su respiración, un tanto agitada y sonreí.
– Hola – lo intenté una vez más, acentuando la sensualidad.
– ¿Estás libre esta noche? – soltó de forma arrebatada, nerviosa, casi pude jurar que se había mordido el labio inferior.
– Sí, ¿en dónde nos vemos? – respondí mientras se me escapaba una sonrisa por su actitud poco común.
– No lo sé, tú dime – no era la respuesta que esperaba, siempre me indicaban un sitio.
– ¿Te queda cerca el Hotel Rose Imperial? – ya estaba yo ahí y siempre tenía una habitación exclusiva para mí, aunque jamás la había usado para ese fin.
– Como a veinte minutos – dijo titubeante.
– Te veo en el lobby en media hora, ¿te parece bien? – propuse mientras caminaba hacia ahí.
– Sí, claro.
– ¿Cómo te reconozco?
– Mido como 1.60, cabello largo castaño y ondulado, ojos café oscuro, piel blanca y traigo un vestido negro asimétrico de manga corta, que me llega debajo de la rodilla, y yo, ¿cómo te reconozco a ti? – comprobé que en definitiva era nueva en esto, me dio demasiados detalles que jamás me daban.
– Simplemente lo sabrás, en media hora te veo – contesté y le colgué.

Volví a ponerle la alarma a mi auto y en tanto caminaba a los elevadores pensaba en lo nada común que había sido esa llamada, la actitud de la chica, sus preguntas y sus respuestas, no había sido la típica mujer seductora, quizá ese era su juego. Caminé a la recepción y pedí la tarjeta, luego me senté en uno de los sillones del lobby y tomé un periódico, había algo extraño ahí, así que la miraría y ya después decidiría si me acercaba a ella o no.

Aproximadamente 25 minutos después cruzó la puerta, la descripción encajaba perfecto, pero jamás me dijo lo linda que era, estaba discretamente maquillada, nada presuntuosa, encima del vestido traía un abrigo negro sencillo y se veía sumamente nerviosa. Me dediqué a observarla unos minutos, jugaba con sus manos mientras recorría el lobby de un lado a otro, sin notar mi presencia, miraba al suelo, dudosa, me hubiera encantado saber lo que cruzaba por su mente, entonces decidí acercarme.

– ¿Estás libre esta noche? – susurré en su oído y noté como se tensaba.

Respondió moviendo la cabeza afirmativamente y volteó, se sorprendió al verme y, a pesar del maquillaje, noté como se ruborizaba, en ese momento supe que ella no era como las demás, no entendía como dio conmigo, no era de mi clase, eso se le notaba, era una chica sencilla, común y muy hermosa. Le tendí mi brazo caballerosamente y lo tomó, sentí el temblor de su mano. La dirigí a los elevadores, una vez que entramos la miré de reojo, ella miraba el suelo, estaba más que nerviosa, seguro era la primera vez en toda su vida que hacía algo así, ¿por qué lo estaría haciendo?, me pregunté. Caminamos por el pasillo hasta la habitación, le cedí el paso y entré detrás de ella encendiendo la luz.

– ¿Cómo me contactaste? – pregunté inusualmente, pero desde la llamada todo había sido un poco extraño.
– Una… amiga me dio tu número – respondió no muy segura, no supe si creerle.
– ¿Te explicó las reglas? – inquirí aunque adivinaba la respuesta.
– No… sólo me dijo la clave – contestó girándose.
– Bien, regla número uno: no nombres, no me dirás el tuyo ni yo te diré el mío; regla número dos: no preguntas personales, nada que pueda dar indicios de quienes somos en realidad, ¿entendido? – expliqué minuciosamente, pero como estaba nerviosa decidí guardarme la tercera regla para después.
– Sí, no nombres, no preguntas personales.

Me acerqué a ella y le quité el abrigo, comencé a acariciarle suavemente uno de sus brazos con el dorso de mi mano, dándole confianza. Cerró los ojos y entonces acaricié su otro brazo con mis dedos, veía como subía y bajaba su pecho por su acelerada respiración. La tomé por la cintura y le fui besando el cuello de a poco, ella colocó sus manos sobre mi torso y las subió hasta mi cuello, un fuerte suspiro se le escapó, yo deslicé las mías hasta encontrar el cierre del vestido que fui bajando lentamente, acariciando su tersa piel. Su aroma era exquisito, subí dándole cortos besos en su mentón y la besé delicadamente, pero ella me respondió un tanto desesperada uniendo su lengua a la mía para rozarlas. Su sabor era único.

Sentí como me quitó el saco y comenzó a desabrochar mi camisa en tanto yo bajaba su vestido. Ella separó sus manos para terminar de quitárselo por completo, con nuestras bocas unidas, después me quitó la camisa y la tiró al suelo. Rompí el beso para colocar mis labios sobre su hombro y besárselo mientras desabrochaba su sostén, cuando la libere de él, besé uno de sus senos suavemente, succionando su pezón en tanto acariciaba el otro, ella tenía sus dedos entre mis cabellos y jadeaba con cada toque.

Después fui subiendo por su cuello hasta volver a besarla en los labios más apasionadamente que instantes antes, haciéndola caminar hacia la cama. Una vez ahí, la coloqué encima y me subí en ella, dispuesto a que disfrutara como quizá no lo había hecho antes. Volví a besarle el cuello, presionándolo ligeramente con mis labios, luego bajé por en medio de sus senos, pasé por su abdomen y me detuve en su ombligo en tanto mis manos bajaban su bikini para dejarla completamente desnuda.

Sus gemidos eran más intensos y de su boca escapó un grito ahogado cuando sintió mi lengua en su intimidad, la fui recorriendo, saboreándola, concentrado en hacerla vibrar, mi lengua se abría paso entre sus pliegues y llegó a todos y cada uno de sus rincones. Cuando sentí que estaba a punto de terminar sustituí mi lengua por dos dedos y la miré cuando llego al orgasmo. Tenía los ojos cerrados, apretaba el edredón y su grito casi fue ensordecedor.

Me levanté para quitarme lo que me quedaba de ropa, estaba demasiado excitado y necesitaba con urgencia estar dentro de su cuerpo. Me puse el condón y caminé de vuelta a la cama, me tendí sobre ella y fui deslizando mis dedos por sus piernas hasta llegar a la pelvis que fui apretando suavemente hasta que encontré el punto exacto que la excitaría de nuevo.

Abrió sus piernas dándome la bienvenida a la gloria de su cuerpo, así que entré en ella y el gemido no se hizo esperar al sentirme, comencé a comerme sus senos alternadamente mientras ella me sujetaba fuertemente por la espalda y yo me movía constante, pero lento, prologando el momento, sus fuertes gemidos me indicaban como lo estaba disfrutando y esa era una razón más para que yo lo disfrutara de igual manera que ella. Sentí como tensaba los músculos de su intimidad, aprisionando más mi miembro para lograr un roce más exquisito, entonces, puse mis manos sobre la cama para tomar más impulso y moverme con más rapidez en tanto sentía sus manos recorrer mi espalda.

La expresión de placer en su rostro era incomparable, las gotas de sudor en su frente brillaban y se mordía los labios sin quitarme la mirada, suplicaba por más con la voz entrecortada y yo fui aumentando paulatinamente la velocidad de mis movimientos hasta que ya no podía controlarme más y se volvieron delirantes, ansiosos por lograr aquel maravilloso éxtasis que alcancé instantes antes que ella, que me apretó fuertemente la espalda mientras su cuerpo parecía convulsionarse. Me dejé caer sobre ella, rendido y satisfecho, después me acosté a su lado.

– ¿Te vas ya? – preguntó cuando me vio levantarme de la cama.
– Sí, pero tú puedes quedarte, la habitación ya está pagada – respondí antes de entrar al baño.
– Espera… tú… – exclamó y supe que era momento de decirle la regla que faltaba.
– Regla número tres: no lazos afectivos.

Abrí la regadera, mientras caía el agua me retiré el condón y lo tiré en el bote de basura. Me metí a ducharme, esta experiencia había sido diferente y estaba desconcertado, tenía muchas preguntas en mi cabeza, por primera vez. Todo en ella era diferente, su forma de entregarse, sus palabras, me dio la impresión que no había estado con muchos hombres en la intimidad y lo que más me inquietaba era saber la forma en que ella había dado con esta sociedad. Salí de la ducha, me sequé y salí con una toalla enredada en la cintura.

La vi acostada boca abajo, abrazando la almohada. Tomé mi ropa y me vestí, me acerqué a la cama y la miré unos segundos, dormía profundamente, su rostro lucía tranquilo, sereno, pacífico, pero de pronto su seño se frunció.

– Sí, ya sé que nunca tienes tiempo – exclamó dormida.

Me pregunté con quien estaría soñando y salí de la habitación.

Al día siguiente fui a la oficina por la mañana y en la tarde fui a visitar a Jane que estaba muy contenta viendo televisión en la enorme pantalla plana de su habitación. Cuando salí de ahí Jennifer me llamó a mi blackberry, estaba llorando desconsolada, así que de inmediato subí a mi auto y me dirigí a su departamento. Al llegar apagué el otro celular, mi amiga estaba primero, antes que cualquier noche de pasión. En cuanto me abrió la puerta se lanzó a mis brazos.

– ¿Qué paso? – pregunté preocupado cerrando la puerta tras de mí.
– Chace se fue, sólo me dejó una nota – apenas y pudo responder entre el llanto tan intenso.
– Cálmate, ese infeliz no merece que estés así, te ha hecho un favor con irse.
– Es que eso no es todo, acaban de entregarme el reporte de la investigación y sí me engañaba.
– Maldito, pero te juro que esto no se va a quedar así, lo voy a buscar y voy a hacer que se arrepienta.

La llevé al sillón y ahí nos sentamos, la seguí abrazando mientras seguía llorando, en la mesa de centro vi que tenía un folder abierto con muchos papeles y fotos, tomé una y mis ojos se abrieron como platos, no pude creer con quien lo tomaron besándose al salir de un hotel, no podía ser eso cierto.

Fragmento de la canción: (Oh no) What you got.
Intérprete: Justin Timberlake.
Traducción: Anne Hilldweller
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Mensaje por alejandra_vazquez88 5/11/2009, 11:29 pm

Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 426992 me gusto mucho el capitulo y lo reitero como me gustaria ser Bella pero quisiera saber que mas pasa para cuando subes el proximo capitulo
bueno hasta pronto
les dejo muchos Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 781363 Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 781363
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Mensaje por Atal 6/11/2009, 7:48 am

Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 240478 Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 649446 que lindo Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 240478 espero el otro Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 80198 Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 931125 Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 607245
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Mensaje por alejandra_vazquez88 6/11/2009, 4:00 pm

Oye disculpa cuantos capitulos son en este libro Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 172390
bueno Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 124853
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Mensaje por Bbra 6/11/2009, 11:03 pm

uyyyyyyyyyyy como envidio a bella Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 240478

este fic es muy hot Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 275394
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Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa Empty Re: Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa

Mensaje por AnneHilldweller 6/11/2009, 11:41 pm

Hola chicas!
Muchísimas gracias por sus comentarios, en cuanto a la duda de Bella Cullen 88, son 20 capítulos y un epílogo en dos partes.
Aquí les dejo el siguiente capítulo.
Saluditos Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 80198


Capítulo 4:
Por segunda vez


Soy veneno que te arde en los labios
Veneno que derrite tu piel
Veneno que te inunda los sueños
Y que se adueña de ti
Poco a poco
Porque soy veneno
Y si tú quieres yo te quiero
Pero desnúdate primero
Que no se entere la ciudad
Por yo soy veneno
Y tú ya sabes lo que quiero
Ir dando vueltas por tu cuerpo
No necesito nada más


– ¿Cómo fui tan idiota para no haberme dado cuenta? – exclamó Jennifer aún llorando.
– Dicen que el amor es ciego, no en vano nunca me cayó bien, aunque jamás me imaginé que tuviera esas tendencias.
– Eso es lo que más me duele, si me hubiera engañado con una mujer creo que hasta lo hubiera perdonado, pero un hombre…
– Ya no llores, por favor, no vale la pena que estés así, no por él.
– Es que no sabes el shock tan grande, además ve los papeles, es un estafador profesional.
– Pero sus días de vividor han terminado.
– Eran todos mis ahorros Edward, tengo muchísimas deudas.
– No te preocupes por eso, yo te ayudaré a cubrirlas.
– No, de ningún modo lo voy a permitir, te lo agradezco, pero no es justo que tú pagues por mis errores.
– Para eso somos los amigos y yo estoy en deuda contigo.
– Ni lo menciones, sabes que eres otro hermano para mí.

La seguí abrazando y cuando se quedó dormida la llevé a su habitación, yo también estaba en shock, nunca me hubiera pasado por la mente que James tuviera esos gustos, lo había visto infinidad de veces con chicas en la universidad, jamás le noté nada extraño, ¿sería reciente su cambio?, ¿o simplemente era bisexual? Hablaría con él, esto no se podía quedar así.

Estaba acostado al lado de Jennifer viéndola dormir cuando de pronto una imagen vino a mi mente, el rostro de la chica de la noche anterior, me pregunté que estaría haciendo, si también ya estaría dormida, ¿volvería a verla?, pero, ¿por qué pensaba en ella?, eso no estaba bien, ¿acaso rompería las reglas esta vez?, cerré los ojos tratando de dormir.

Cuando desperté, Jennifer ya se había ido a trabajar, me dejó una nota en la mesa de noche diciéndome que me sintiera en casa y desayunara lo que quisiera, me levanté y me dirigí a la cocina, abrí el refrigerador y saqué un bote de leche, me serví en un vaso y después tomé las galletas del anaquel de arriba, me senté frente a la mesa y al terminar le marqué a James y lo cité a las seis en el restaurante del Rose Imperial.

Después fui a mi departamento, me bañé, me arreglé y luego fui a la oficina a ver qué pendientes tenía. A las dos almorcé con Jennifer, me dio gusto verla más tranquila, eso siempre se lo había admirado, no se clavaba mucho tiempo en las emociones, las vivía al máximo y en poco tiempo las hacía a un lado.

Más tarde me dirigí al Rose Imperial, pasé a saludar a Jane y me quedé poco más de una hora platicando con ella y su mamá, estaban tan felices y agradecidas las dos, me alegraba poder contribuir con esos momentos. Iba saliendo de su habitación cuando el celular sonó, era un poco temprano para esas llamadas, sin embargo, lo saqué y miré sorprendido el número, una sonrisa se dibujó en mis labios al ver de quien se trataba.

– Hola.
– ¿Estás libre esta noche? – me sorprendió escuchar su tono sensual y me gustó.
– Sí, te veo en el mismo lugar a las ocho, ¿te parece?
– ¿No podría ser más temprano?, ¿a las 6:30? – ¿por qué querría verme más temprano?, ¿tendría algo que hacer más tarde?
– Lo siento, me es imposible a esa hora – otra razón más para querer golpear a James.
– Ok, entonces a las ocho – respondió un tanto desilusionada.
– A las ocho, en el lobby, cerca de los elevadores.

Colgué porque se habían abierto las puertas del ascensor y entré, presioné el botón de planta baja y sonreí ante la expectativa del encuentro nocturno, no estaba muy seguro si volvería a buscarme y no imaginé que llamara tan temprano, de haberlo sabido hubiera citado a James a la hora del almuerzo, pero pensaba llamarla yo después de terminar de arreglar ese asunto, quería volver a verla antes de ir a pasar el fin de semana a casa de mis padres.

Puntualmente llegó James, me saludó como siempre con su típica sonrisa y un abrazo, evite pegarme mucho a su cuerpo, ya no lo veía con los mismos ojos que antes. Pedimos de cenar y un par de cervezas.

– Que sorpresa viejo, ¿cuánto tiempo sin verte cómo supiste que estaba en Nueva Jersey?
– Todo en esta vida se sabe James, tarde o temprano, no hay nada oculto bajo el sol, por más que uno trate de esconderse – respondí serio y frío.
– ¿Y cómo van los negocios? – respondió mirándome extrañado.
– Muy bien, ¿y los tuyos?
– Bien, gracias.

Nos llevaron la cena y estuvimos platicando de cosas triviales, le coqueteó descaradamente a la mesera que se sonrojó, yo moví la cabeza reprobatoriamente. Cuando terminamos de cenar abrí el sobre que traía y saqué las fotos, las fui poniendo una a una sobre la mesa. La expresión de su rostro fue cambiando conforme las veía de sorpresa, a nervios, a vergüenza, a coraje, simplemente no tenía precio verlo así.

– No sabía que habías cambiado a las mujeres, ¿te hartaste después de todas las que tuviste en la universidad?
– No, no las he cambiado – respondió nervioso juntando las fotos, pero lo detuve.
– A mí me importa muy poco con quien te revuelques, sea mujer u hombre, pero, este tipejo abusó y utilizó vilmente a alguien sumamente preciado por mí y eso no se puede quedar así y tú vas a ayudarme, si no quieres que estas fotografías sean distribuidas entre las chicas de la sociedad a la que pertenecemos o peor aún, que lleguen a la editorial de una importante revista de sociales.
– Edward, no es lo que piensas, no he dejado a las mujeres, me encantan, tú lo sabes, pero, en una fiesta ya con muchos tragos encima un tipo se me acercó y probé y…
– Ya te dije que eso a mí no me interesa, lo que quiero es que este individuo pague por la canallada que hizo.
– Está bien, ¿qué debo hacer? – preguntó sintiéndose acorralado.
– Hundirlo, quiero verlo en la cárcel, aprovecha tus encantos y dale confianza, deja que te estafe, porque si no lo sabes, a eso se dedica en la vida, hasta te estoy haciendo un favor – moví la cabeza – después refúndelo en prisión.
– ¿Y por qué no lo hace la persona que mencionas?, yo buscaré las pruebas necesarias.
– Porque no pienso permitir que pase por ese proceso, ya suficiente daño le hizo.
– ¿Se trata de Alice?
– No y no es de tu incumbencia quien sea… tienes tres meses James, o esto saldrá a la luz pública – dije determinado en tanto recogía las fotos y las guardaba de nuevo en el sobre.
– De acuerdo, muy pronto estará en prisión.
– Eso espero, buenas noches James.

Tomé el sobre y bajé al estacionamiento para guardarlo en mi auto, faltaban cinco minutos para las ocho, me puse un poco de loción y subí de nueva cuenta, pero por las escaleras. La vi recargada en la pared, ¿tenía los ojos cerrados?, sí que era intrigante su forma de comportarse, otra vez estaba nerviosa, ¿por mí?, ¿o sólo por la situación? Me miró, esta vez iba un poco más maquillada que la otra noche, traía su cabello recogido en una coleta y de nuevo vestía su abrigo, pero en esta ocasión cerrado.

– Buenas noches – saludé admirándola, que hermosa se veía.
– Buenas noches – respondió mientras me sonreía.

Entramos al elevador, me gustaba ver la expresión de su rostro cuando me miraba, era una mezcla de fascinación, deseo, nervios, ansias, de muchas emociones, que francamente alimentaban mi ego. Percibí un ligero movimiento de su parte, acercándose a mí, malditas cámaras de seguridad, yo también ardía en deseos por besarla, pero tenía que advertirla antes de tener que rechazarla y que se lo tomará a mal, pero, ¿por qué me importaba eso?, ya lo había hecho con otras mujeres sin tomar en cuenta que se molestaran o se sintieran ofendidas.

– En este hotel hay cámaras en los elevadores, por seguridad – la señalé con los ojos.
– Entiendo, pero no iba a intentar nada extraño – respondió avergonzada.

No pude evitar que una sonrisa se me escapara, sabía que estaba tan ansiosa como yo, sus ojos eran ventanas abiertas, ¿acaso no veía el deseo en los míos?, como iba a verlo si prefería mirar el suelo.

Salimos del ascensor y caminamos unos metros para llegar a la habitación, me sorprendió gratamente cuando al entrar y encender la luz ella tomó la iniciativa y me acorraló contra la puerta para besarme desesperada, le respondí de igual manera, mi lengua se entrelazaba con la de ella en una lucha sin tregua, frotándose, sintiéndose, en tanto mis manos desabrochaban el estorboso abrigo que dejé caer al suelo segundos después, la separé un poco para mirarla y me quedé perplejo, traía un provocativo vestido rojo de tirantes que acentuaba el color de su blanca piel y mi excitación aumentó, ella se había arreglado para mí.

– Wow… ese vestido sí que te queda bien, muy bien.
– ¿En verdad? – preguntó y se dio una vuelta coquetamente
– Por supuesto, aunque a decir verdad, se verá mejor en el suelo.

Me gustaba esa combinación en ella, de niña tímida y mujer fatal. Me complacía ser yo quien sacara en ella esa parte sensual que no mostraba en público, no se hubiera puesto el abrigo si lo hiciera.

La tomé por la cintura y mi lengua recorrió su oreja exhalando en ella, sentí como se doblaba su cuerpo y me sujetaba por los codos, fui lamiendo hasta llegar a su cuello que besé en tanto bajaba los tirantes del vestido hasta llegar a sus senos que acaricié sobre la tela, después le besé la parte de éstos que sobresalía, luego ella tomó mi cara y me besó frenética, deslicé una de mis manos por debajo de la ropa y noté que traía tanga esta vez, así que masajeé su nalga. Después de romper el beso lamió mi cuello.

– Quiero sentirte dentro de mí – musitó en mi oído acariciando mi miembro ya erecto y después desabrochó con rapidez mi pantalón y liberó mi erección.

Mientras me ponía el condón, ella se tumbó en la cama y se deshizo de su tanga al tiempo que yo lo hacía de mi pantalón, me coloqué encima subiendo su vestido para entrar en ella que gritó al sentirme, comencé con el movimiento haciéndola mía, haciéndola vibrar en tanto ella me quitaba la camisa y acariciaba mi pecho.

Gemí en su oreja, quería que estuviera segura de lo que me hacía sentir, de cómo disfrutaba tenerla entre mis brazos e inundar su cuerpo con el mío, sentí como deslizaba sus manos por mi espalda hasta mis nalgas que empujaba para que llegará más profundo en ella, volví a besarla y mordí sus labios, quería comérmela, ella rompió el intenso beso y gritó de manera deliciosa mientras llegaba al orgasmo y su cuerpo se estremecía, no puede evitar reírme, me llenaba de un gozo incomparable ser yo el responsable de ese grito.

– Sshhh, van a pensar que te estoy matando – dije sobre sus labios abiertos.
– Y lo estás haciendo… de placer – respondió mirándome a los ojos.

Me senté en la cama, recargado en la cabecera en tanto ella se quitaba el vestido, revelándome la desnudez de su cuerpo perfecto, se sentó sobre mí, rozando exquisitamente su sexo con el mío, lamiendo y mordisqueando mi oreja en tanto presionaba mis pezones con sus dedos. La levanté un poco, a pesar de estar disfrutando del roce de nuestros sexos, quería estar de nuevo dentro de ella.

Me encantó que tomara la iniciativa y fuera ella quien se lo introducía, comenzó a moverse lentamente, gimiendo, le solté el cabello y ella se lo acomodó sobre sus hombros de una forma tan increíblemente sensual mientras yo le acariciaba sus muslos y ella se movía a su ritmo, poniendo sus manos sobre mis hombros. Nos miramos a los ojos y eso fue el aliciente que me faltaba para alcanzar el orgasmo en tanto le apretaba sus nalgas y gritaba por la intensa sensación. Calló mi grito besándome mientras ella terminaba también.

Suspiró y la miré confundido, no sé porque pero quería saber lo que pensaba en ese momento, me inquietaba su actitud. Me cuestionó si ya me marchaba y cuando le dije que no me comentó que quería hacerme una pregunta, el rubor inundó sus mejillas, ¿cómo podía darle vergüenza hacerme una simple pregunta, cualquiera que fuera, después de haberme entregado su cuerpo?

No pude evitar reírme cuando finalmente me hizo saber lo que le inquietaba de mí, ¿cómo era posible que pensara que me prostituía?, entonces terminé por comprender que ella ignoraba toda la cuestión de la sociedad, simplemente alguien le había dado mi teléfono sin darle ninguna explicación y rompiendo la cuarta regla.

– No soy un gigoló, si es lo que piensas, esto es sólo placer para ambos y créeme, no hay dinero suficiente para retribuirlo – le expliqué levantándome de la cama para buscar otro condón.

Me quité el que traía y lo tiré a la basura, quería hacerla mía una vez más esa noche, no sabía cuándo volvería a verla y deseaba sentirla otra vez temblando entre mis brazos.

Me subí a la cama y dejé el condón en la almohada, la hice acostarse nuevamente, fui deslizando con suavidad mis dedos por la piel tersa de sus piernas, acariciando desde el talón y subiendo de a poco, me entretuve en sus rodillas mientras veía como su pecho subía y bajaba cada vez más aprisa porque su respiración se estaba elevando. Al llegar a sus muslos besé y lamí su ombligo, otro gemido se dejó escuchar, así que subí a sus senos y comencé a comerme uno de sus pezones mientras mis dedos pasaban a su centro frotándolo por fuera y me comí el otro pezón.

Instintivamente abrió las piernas y le introduje mi dedo mientras la besaba apasionadamente, tratando de sincronizar los movimientos de mi lengua y de mi dedo, me pasó el condón y me lo puse de inmediato. Vi como cerraba los ojos cuando volvió a sentirme dentro de su cuerpo. Comencé a moverme lentamente en tanto le besaba el cuello y le apretaba delicadamente sus nalgas. Sus gemidos me encantaban, sin embargo, disfrutaba más de su sabor así que la besé frenéticamente.

Ella se aferró a mi espalda y enrolló sus piernas en mi cintura apretándome para sentir más como la llenaba. Rompí el beso para gruñir, los movimientos de ambos se intensificaron, puse mis manos sobre la cama para levantarme un poco y mirar su rostro, me excitaba más ver su expresión retorcida. Deslizó sus manos a mi torso y lo acarició, se mordía los labios. Embestí con más fuerza, quería que termináramos juntos y a mí me faltaba poco, ella me suplicó por más, estaba a punto de llegar también e instantes después ambos lo logramos. Abrió su boca y su grito se mezcló con el mío, era el éxtasis total, la gloria.

Me dejé caer sobre su cuerpo, en tanto nuestras respiraciones trataban de volver a la normalidad, segundos después me acosté a su lado y cuando estaba completamente recuperado me levanté a vestirme, ella no dijo nada, ya había comprendido las reglas. Estaba por retirarme cuando recordé que a la mañana siguiente viajaría, así que me detuve antes de abrir la puerta y me giré.

– No estaré disponible hasta el lunes por la noche – aclaré para evitar que me llamara y encontrará el celular fuera de servicio.
– Entiendo – respondió seria.
– Claro que siempre hay otras opciones… puedes acariciarte pensando en mí – sugerí pícaramente – hasta luego.
– Hasta luego.

Y salí de la habitación, no entendía porque me tomaba tantas molestias con ella, no tenía porqué haberle aclarado que no estaría disponible, eso rompía en parte las reglas, no sería la primera vez que apagaría ese celular, pero esa desconocida estaba ejerciendo en mí algo extraño y me pregunté nuevamente cómo es que había dado conmigo y por qué se había atrevido a llamarme sin saber nada de mí.

Llegué a la casa de mis padres a mediodía, no había nadie, sólo la servidumbre, subí a mi habitación y desempaqué mi maleta. Me tiré en la cama a ver televisión y me quedé dormido no sé cuánto tiempo. La ruidosa llegada de Emmett y Rosalie me despertó, moví mi cabeza, no importaba que él tuviera 29 años ni que estuviera casado, siempre sería como un niño.

Así que baje y los saludé, a los pocos minutos llegaron mis padres, que me abrazaron dándome la bienvenida. Más tarde llegó Alice con unas amigas y poco después, Jasper que la abrazó efusivamente. Cenamos y estuvimos platicando largo rato, mi pequeña hermana estaba más que emocionada porque al día siguiente haría oficial su compromiso con Jasper.

Me fui a acostar, pero no tenía sueño, entonces me puse a leer mientras escuchaba música. Obviamente no oí cuando abrieron la puerta, me di cuenta que había alguien en mi habitación cuando me quitaron el libro de las manos. Era Maggie, una amiga de Alice, de la cual yo sabía plenamente que sentía algo por mí, me miraba seductora, traía puesto un short y una polera de tirantes ceñida al cuerpo, se mordió un dedo y vi el deseo en sus ojos, estaba determinada a seducirme esa noche y yo sonreí.

Fragmento de la canción: Veneno.
Intérprete: Ragazzi.
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Mensaje por Atal 7/11/2009, 10:22 am

Bueno sin palabras, pero ojala que no pase nada con Maggie, pero como es edward yo creo que enganchará ...ojala que no

espero el proximo amiga Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 80198
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Mensaje por AnneHilldweller 7/11/2009, 11:21 pm

Gracias por comentar, aquí les dejo el capítulo siguiente.
Saluditos =)


Capítulo 5:
Fin de semana en Seattle


Ella, se desliza y me atropella
Que aparece y que se esconde
Que se marcha y que se queda
Que es pregunta y es respuesta
Ella domina el alma y me la enreda
Va conmigo, pero no sé donde va
Que está tan dentro de mi vida
Y a la vez está tan fuera
Pero, ¿si mi boca se equivoca?
Sea, lo que quiera dios que sea
¿Quién me dice si era ella?
Y si la vida es una rueda y va girando
Y nadie sabe cuándo tiene que saltar
Y si fuera ella


– Maggie, creo que te equivocaste de habitación – dije quitándome los audífonos y dejando el Ipod sobre la mesa de noche.
– No, definitivamente esta es la que estaba buscando – exclamó en tono sensual sentándose a mi lado.
– No pretenderás dormir aquí, verdad? – pregunté haciéndome el desentendido.
– No pretendo precisamente dormir Edward – respondió poniendo su mano sobre mi muslo – ¿sabes?, has sido mi fantasía los últimos diez años de mi vida y ahora quiero hacerla realidad.
– Maggie, está aquí toda mi familia, incluida Alice, tu amiga.
– Todos están en sus recámaras – se sentó sobre mí – prometo no hacer ruido – añadió y me besó apasionadamente.

Puse mis manos en su cintura y le correspondí el beso, que diferente era su sabor al de la desconocida de anoche, su forma de besar. Empezó a lamer y mordisquear mi cuello, estaba logrando excitarme, pero nada comparado a las caricias que ella me provocaba, estaría a mil con ella si me mordiera, pero. ¿qué estaba yo haciendo?, ¿comparándola?, jamás había hecho comparaciones antes, me quedaba claro que cada mujer era única, ¿por qué ahora pensaba en ella y deseaba que fuera la que estuviera ahí? Maggie subió a mi oreja y la lamió, absorbió el lóbulo, yo estaba estático, como nunca, mi cuerpo estaba ahí, mi mente a kilómetros.

– Me he reservado para ti, quiero que seas el primero, como siempre lo soñé – susurró en mi oído trayendo mi mente de regreso.

Y, sin saberlo, me dio la clave para detenerla, así que la cargué y la puse a mi lado, me levanté de la cama y me llevé una mano a la cabeza, haciendo mi cabello para atrás.

– ¿Qué pasa?, ¿nunca has estado con una virgen? – preguntó inocentemente.
– Maggie, la primera vez en la vida de una mujer es importante, tiene que ser especial, es algo que siempre recordará.
– Lo sé, porque eso quiero que sea contigo – exclamó hincándose en la cama para alcanzarme, pero yo me hice para atrás.
– No es buena idea – aseguré.
– ¿Por qué no?, ¿no te gusto?, ¿no me encuentras atractiva?
– No es eso Maggie, eres muy hermosa. pero mereces que tu primera vez sea única – guardé silencio buscando las palabras adecuadas – mereces que sea con alguien que te quiera, no con quien está pensando en otra persona.
– ¿Qué?, ¿estabas pensando en alguien más? – preguntó desconcertada y desilusionada.
– Sí, no voy a mentirte, por eso no merezco que me entregues tu inocencia, espera a que llegue el indicado, el hombre que te quiera y que esté feliz de ser el primero en tu vida, yo no soy ese hombre.
– No sabía que tuvieras novia, eso sí es una sorpresa, el inconquistable Edward Cullen al fin ha sido cazado.
– No es mi novia – dije sin pensar – aún – añadí sorprendiéndome a mí mismo.
– Entonces no hay ningún obstáculo para hacerlo conmigo.
– Hay más de uno Maggie, eres amiga de Alice, estamos en la casa de mis papás, tú y yo no somos nada y aunque ella no sea mi novia está en mi mente, no quiero perjudicarte, será mejor que te marches.
– Ok – exclamó y se levantó de la cama acercándose a la puerta – no me importa que pienses en otra, es más, si quieres imagínate a Megan Fox, pero hazme el amor – agregó acorralándome contra la pared.
– No Maggie, date a respetar, no puedo hacerte el amor porque eso involucra sentimientos y, perdóname por ser tan sincero, no los tengo por ti y no voy a tomarte solamente por capricho tuyo, créeme que no soy el hombre de tus fantasías – expliqué tomándola de las manos y alejándola de mí.
– Si no fuera virgen, ¿sería diferente?
– No, ya te lo dije, eres amiga de Alice y estamos en casa de mis papás.
– Está bien, tú te lo pierdes – dijo molesta.
– Buenas noches Maggie, descansa.

Me corrió con enfado la mirada, le abrí la puerta y salió de la habitación. Cerré y me quedé recargado ahí, ¿qué me estaba pasando?, no era la primera vez que rechazaba a una mujer, tenía que reconocerlo, pero habían sido otros los motivos, no porque estuviera pensando en alguien más, eso jamás lo había hecho, me concentraba en la persona con la que estaba, ¿qué rayos me estaba haciendo ella? Quizá debía evitar volver a verla, era la primera vez que no estaba seguro de poder cumplir las reglas y si las rompía, no habría vuelta atrás. Moví la cabeza, le puse seguro a mi puerta y regresé a la cama.

Me acosté boca arriba, debía reconocer que Maggie había logrado encenderme, así que cerré los ojos y me concentré en la hermosa desconocida, su imagen vino fácilmente a mi cabeza, su sonrisa, su olor, su sabor, sus gemidos, su rostro retorcido, la textura de su piel, todo lo tenía bien grabado en mi mente. Mi mano bajó a mi miembro, sacándolo del pantalón y empecé a acariciarlo pensando en ella, deseando que fuera su mano en lugar de la mía, reviví los momentos vividos con ella y la sensación de placer aumentaba al recordar sus besos y sus caricias. Miré mi blackberry, su voz me ayudaría bastante, pero recordé que ahí no tenía su número y el otro celular lo había dejado en mi departamento de Nueva Jersey. Seguí concentrándome en ella y a los pocos minutos llegué al orgasmo.

El desayuno del día siguiente estuvo incómodo debido a las insistentes miradas de rabia de Maggie, así que me apresuré y luego salí a dar la vuelta en el auto de mi padre, necesitaba aire fresco y estar alejado de esa niña caprichosa que francamente dudaba que fuera virgen, ¿quién en esta época lo era a los 23?, y menos en Estados Unidos. Estacioné en un parque y me senté en una banca a mirar a la gente, como cuando lo hacía con Jennifer hace bastantes años y me olvidé de todo.

Regresé a la hora de la comida y pedí que la subieran a mi habitación, no quería otro episodio como el de la mañana, ya había tenido suficiente. Después me metí a bañar y me arreglé para la cena. Bajé y ya habían llegado los papás de Jasper y Rosalie, los saludé y luego a mis tíos que también habían llegado recién, me puse a platicar con Emmett, que estaba con sus bromas, como siempre. Al cabo de un rato, mi padre llamó la atención de los presentes parándose en medio de la sala.

– Bueno, como todos ustedes saben, la razón de esta pequeña e intima reunión es para anunciar oficialmente el compromiso matrimonial de mi hija menor Alice con su prometido Jasper Hale, la boda será en diciembre próximo en nuestra casa de Miami, les pido que levanten sus copas y brindemos por la felicidad de esta joven pareja que pronto iniciarán un camino juntos, no será fácil, pero sé que el inmenso amor que se tienen les ayudará a superar los pequeños obstáculos que se les presenten en el camino, por mi hija y mi futuro yerno, ¡salud!

Todos levantamos nuestras copas y brindamos por ellos, Alice no cabía de la felicidad y se levantó a abrazar a mi padre.

– Quiero hacer un anuncio también, a decir verdad, es una petición – volteó a verme – Edward, me encantaría que tú fueras el padrino, ya mi amiga Renata ha aceptado ser la madrina.
– Claro que sí Alice, nada me dará más gusto que ponerte la soga al cuello.

Nos reímos por mi comentario y Emmett me dio una palmada en la espalda. Pasamos al comedor y mientras servían la cena, Renata le pidió a Alice que relatara como Jasper le había pedido ser su esposa.

Mi hermana muy contenta lo contó a detalle, había sido en una cena romántica, con un pianista que amenizó con melodías de amor y después le pidió a ella que se sentará con él para tocarle una canción en exclusiva, luego le entregó una copa pidiéndole una propina pero lo que había al fondo era el anillo anudado a una nota que decía: Alice Cullen, ¿te quieres casar conmigo?, te amo profundamente y nada me daría más gusto que pasar el resto de mi vida a tu lado, Jasper. Todos se emocionaron y le pidieron que mostrara el anillo, ella levantó su mano y se los enseñó, después le dio un beso a él que también estaba muy emocionado.

Comimos entre anécdotas y consejos que les daban mis padres y los de Jasper, al término se hicieron grupitos para platicar. Yo me quedé en un rincón observando a mi familia, Emmett y Rosalie estaban abrazados sonriendo al igual que mis padres, Alice y Jasper estaban en el sillón tomados de la mano, los padres de él estaban platicando animadamente con el tío Aro y su esposa. De pronto, una extraña sensación me recorrió y salí a la terraza con la copa en la mano.

La luna brillaba en todo lo alto iluminando parte del jardín y, entonces, me sentí solo, ¿qué estaba haciendo yo con mi vida?, acababa de cumplir 27 años y no tenía a nadie a mi lado, alguien digno que estuviera ahí conmigo compartiendo este gran día para la familia. Mi hermanita de 24 años estaba próxima a casarse y yo estaba solo, siendo mayor que ella. De repente, la imagen de esa chica volvió a mi mente, ¿qué tenía de especial para pensar en ella?, era la primera vez, en el tiempo que llevaba en la sociedad, que pensaba en alguna, que deseaba que el tercer encuentro no llegara, no quería alejarla, quería seguirla viendo indefinidamente.

– ¿En qué piensas hermanito? – escuché la voz de Alice y sentí su mano sobre mi hombro.
– En que no puedo creer que mi hermanita se va a casar tan pronto… ¿no deberías estar allá dentro con los demás?
– Vi que saliste y me llamó la atención, te estaba observando a lo lejos y mi curiosidad aumentó, ¿qué te sucede Edward?
– Nada, ¿por qué lo preguntas?
– Te noto extraño, demasiado pensativo, sé que no son problemas en los negocios, esos marchan muy bien, ¿qué es Edward?, ¿se trata de alguna chica?
– ¿Tú como supiste que Jasper era el indicado? – respondí evadiendo su pregunta.
– Fue amor a primera vista, desde el instante que nuestros ojos se cruzaron, hubo algo en su mirada que no había visto en nadie más, con el trato me sentí libre de ser yo misma, sin tener que posar para impresionarlo, y cuando más lo confirme fue aquella vez que chocó mamá, ¿te acuerdas?
– Como olvidarlo, estuvo cinco días en coma y mi papá no se despegó ni un solo segundo de ella, yo más que nadie lo comprendía.
– Yo estaba muy asustada Edward, pero cuando Jasper me abrazaba el miedo se desvanecía por completo y me daba esperanzas de que todo iba a salir bien y, así podría enumerarte miles de cosas, la alegría que no cabe en el pecho, el regocijo del corazón, hablar sin palabras, mirarlo dormir, desearlo de tal manera que sientes que te quemas por dentro, pero todos percibimos el amor de diferente forma, lo único que te puedo decir es que cuando llegue, simplemente lo sabrás, con mínimos detalles te darás cuenta, cuando quieras reír y llorar, cantar y callar, volar y aterrizar, soñar y despertar, cuando sea la última persona en la que piensas antes de dormir y la primera cuando despiertas y la veas en todas partes aunque sepas bien que no está ahí, en fin hermanito, son tantas cosas.
– Sí ya lo veo, me había olvidado de todo eso.
– Pero, creo que finalmente, después de tantos años, estás listo para abrirte de nuevo al amor, definitivamente ella debe ser muy especial para haber logrado ese cambio en ti.
– ¿Ella?, no hay ninguna ella, Alice, no he mencionado a nadie.
– Edward, soy mujer y además muy perceptiva, por supuesto que la hay, me di cuenta como mirabas al vacío con lo que yo te estaba diciendo, como analizando situaciones y me da muchísimo gusto, mereces a alguien en tu vida, no sólo en tu cama, no sé porque te empeñaste en volverte así, eres mucho mejor que eso y mereces conocer y disfrutar del amor verdadero, sólo espero que ella te valore, te corresponda y te haga muy feliz.
– Gracias hermanita, pero de verdad te aseguro que no hay nadie.
– No te creo, pero está bien, si insistes, quizá no haya nadie aún, pero existe el anhelo de que la haya y ese es ya un gran paso para conseguirlo.
– Te adoro duendecillo.
– Y yo a ti – me abrazó fuertemente – en serio que me encantaría verte tan enamorado como yo lo estoy.

No pude responderle nada, francamente no sabía si estaba preparado, había cerrado mi corazón en una caja fuerte y arrojado la llave al océano, no sabía si existiría alguien tan valiente como para buscarla, rescatarla y liberar mi frío corazón. Era sencillo conseguir a una chica, lo difícil era conservarla, alimentar la llama día con día para evitar que se extinga. Sonreí por mis pensamientos, ¿que sarta de cursilerías estaba pensando?, ¿desde cuándo el soltero más codiciado hacía ese tipo de analogías?, seguí sonriendo, ¿a quién rayos se le había ocurrido catalogarme de esa manera y ponerlo en el internet?, poco sabía de mi vida.

Alice y yo entramos a la casa, estuvimos compartiendo con los invitados y de nuevo sentía las miradas aniquiladoras de Maggie, antes me hubieran halagado, hoy me molestaban. La reunión siguió un par de horas más y después se fueron yendo los todos. Subí a mi habitación y le coloqué el seguro, esa niña no se daría por vencida tan fácil y yo no iba a permitir que quisiera perjudicarme ante mi familia.

A la mañana siguiente bajé a desayunar y me alegró ver únicamente a mi familia, ya que Alice y sus amigas habían decidido ir a un restaurante. Le di un beso en la cabeza a mi madre y después una palmada en el hombro a mi padre y a Emmett mientras que a Rosalie le di un beso en la mejilla y me senté frente a mi madre.

El desayuno transcurrió de lo más tranquilo, les platiqué sobre Jane, quien seguramente ahora ya estaba en su casa y mi madre me tomó de la mano, orgullosa de mi gesto. Rosalie nos contó sobre la nueva campaña que estaba haciendo de un perfume y que a la semana siguiente estaría en un desfile de modas de Victoria Secret. Emmett le aseguró que estaría en primera fila cuidándola para evitar que alguien se quisiera propasar con ella. Su esposa se rió, lo abrazó y le dio un beso en los labios, seguían pareciendo recién casados y, por primera vez en mi vida, tuve envidia de mi hermano por su relación de pareja.

Llegué a Nueva Jersey a las seis de la tarde, saqué el celular de la mesa de noche y lo encendí, tenía varios mensajes de voz y escritos, ninguno de ella, pero como iba a buscarme si yo mismo le había dicho que estaría ocupado hasta el lunes y era domingo. Moví la cabeza y me metí a bañar.

El lunes tuve una junta muy temprano, estábamos viendo la posibilidad de extendernos al extranjero y ya se había adquirido un gran terreno en Londres para la construcción de un nuevo hotel, el primero que se construiría, así que nos turnaríamos para ir a supervisar como marchaban las cosas.

Por la tarde almorcé con Jennifer y le conté como había estado la fiesta, se lamentó no haber podido ir pero había sido el cumpleaños de su hermano y había viajado para celebrarlo con ella, así que se fueron a un bar en compañía de amigas y amigos de ella.

Estaba en mi oficina un tanto desesperado, eran como las seis la tarde y miraba el celular esperando que sonara en cualquier momento, esperaría hasta las 7:30 y si ella no me llamaba, yo lo haría, no podía esperar otro día para verla. A la media hora sonó y era número restringido, dude en contestar, pero finalmente lo hice, cuando me di cuenta que no era ella dije que esa noche no podía, sonó tres veces más y repetí el procedimiento, no me interesaba ver a otra chica que no fuera ella.

Poco después de las siete la llamada que había estado esperando, casi todo el día, llegó. Sin saber porque había guardado su número con el nombre de “ángel”, simplemente había sido la primera palabra que se ocurrió. No duramos mucho hablando, quedamos de vernos a las ocho en el hotel, así que apagué la computadora y salí de la oficina. Bajé velozmente al estacionamiento y me sorprendió ver a James recargado en mi auto.

– ¿Qué quieres? – pregunté serio y molesto.
– Vengo a decirte que ya no tienes que preocuparte por Chace.
– ¿Tan rápido lograste meterlo a la cárcel? – pregunté quitándole la alarma al auto.
– No, está muerto.

Fragmento de la canción: Y si fuera ella.
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Mensaje por Atal 8/11/2009, 12:08 am

que buenísimo¡¡¡ el se enamoró y aun se resiste Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 275394
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Mensaje por alejandra_vazquez88 8/11/2009, 2:00 am

Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 426992 me encantaron los capítulos me gustaría que subieras mas de uno por día ya que nos dejas con la incertidumbre todo el día de saber que mas va a pasar bueno me encanta que Edward se aya enamorado de Bella tan rápido espero el proximo capitulo pronto
hasta luego
les dejo muchos Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 781363
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Mensaje por Irina Denali 8/11/2009, 7:59 pm

si dejame felicitarte que el punto de vistya de edward esta genial enserio y yo por lo menos enlazo la otra a la vez para ver que pasa al uno y al otro pero me encanto que ya se este enamorando que lindo el romanse siiiii yupi hay edward definitivamente envidia a bella Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 240478
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Mensaje por AnneHilldweller 8/11/2009, 11:46 pm

Hola!!!
Mil gracias por sus comentarios, lo lamento, pero no puedo publicar más de un capítulo al día, ya que los estoy revisando para corregir algunos errores de dedo y demás y desafortundamente el tiempo no me alcanza para revisar más de uno diario (espero no meterme en problemas por la siguiente promoción Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 275394 ) si quieren leer la historia completa, la pueden encontrar en Fanfiction.net.
Saluditos y aquí les dejo el siguiente capítulo Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 80198

Capítulo 6:
Al demonio con las reglas


Sólo quiero acercarme a ti
Encontrar lo que se necesita para moverte
Tenlo presente, soy una máquina del amor
Veinticuatro horas al día, siete días de la semana
Llámame cada vez que lo necesites
Sólo quiero sentirme vivo
Y haré lo necesario para satisfacerte
Hora tras hora nena
Toda la noche contigo


– ¿Qué? – exclamé más que impresionado y lo miré estupefacto, no podía creer que desconociera tanto a James, jamás me imaginé que fuera capaz de llegar a ese extremo con tal de que su imagen no fuera dañada.
– No me mires así, yo no tuve nada que ver, fue cosa del destino.
– ¿Qué fue lo que pasó?
– No se dio cuenta que su auto se quedó sin frenos así que se estampó en un puente, lo rescataron con vida, pero al parecer en el hospital hubo una equivocación, no supieron que era alérgico a un medicamento y eso fue lo que le ocasionó la muerte sin que pudieran evitarlo – explicó como si me estuviera dando el estado del tiempo.
– Era un mal nacido, pero tampoco era para desear su muerte.
– Creo que tenía muchos enemigos, cuando se es estafador, ese es el riesgo, ¿puedes darme las fotos, por favor?
– Están en mi departamento.

Miré el reloj y faltaba media hora para la cita con la desconocida, pero, con tal de no averiguar de qué era capaz James, le dije que fuéramos por ellas. Manejé a toda velocidad, en silencio, en la universidad él había sido el típico chico que molestaba a los nerds y les hacía bromas bastante pesadas, por eso me quedaba la duda de si en verdad había sido un descuido de Chace lo de los frenos, ahora me arrepentía por haber acudido a James para resolver ese asunto, pero se veía tan tranquilo, ¿podría ser tan frío o simplemente sí había sido obra del destino? Llegué a mi edificio y subí rápidamente por el sobre con las fotos, lo tenía en un cajón, debajo de mi ropa, lo saque y volví a bajar a toda velocidad, se lo entregué y me sonrió satisfecho.

– Gracias Edward, ahora ya estamos en paz tú y yo, sin nada que nos preocupe – no pude responderle nada – tranquilo, tú y yo seguimos siendo amigos, no pasa nada, olvidemos este mal episodio.
– Voy a otro lado, ¿quieres que te deje en algún lugar?
– No, gracias, el sitio donde me estoy quedando no está lejos de aquí, puedo irme caminando.
– Adiós James – dije subiendo a mi auto, no podía perder más tiempo.

Miré por uno de los espejos del auto y me di cuenta como sacaba un encendedor del bolsillo de su pantalón y encendía el sobre. Ahora agradecía no haberme asociado con él. Manejé a toda prisa al hotel, ya eran las 8:05, así que cuando llegué dejé mi auto con el valet parking, no podía perder más tiempo estacionándolo yo mismo. Entré y vi que ella ya estaba por salir, le sonreí, incluso con traje sastre se veía sensual.

– Disculpa la tardanza, tuve un contratiempo – dije mientras le tendía el brazo.
– Entiendo – respondió con una sonrisa.

Nos dirigimos a la habitación y una vez más maldije a las cámaras de seguridad del ascensor, si no estuvieran, en ese mismo instante lo detendría y la haría mía, era una de mis fantasías que aún no cumplía.

Al entrar a la habitación ella se fue directo a la mesa para dejar su bolso, me acerqué y la abracé por la cintura acercándola a mí, su exquisito aroma me inundó y mi cuerpo empezó a reaccionar, comencé a besarle el cuello mientras masajeaba sus senos por encima de la blusa, después le quité el saco y la giré para besarla desesperadamente acariciando sus nalgas, me enloquecía su sabor, sentir como se iba excitando.

Después volví a besar su cuello hasta llegar a su oreja, le mordisqué el lóbulo y la escuché gemir, entonces una idea cruzó por mi mente, quería saber si había hecho lo mismo que yo cuando estuve en Seattle. Le pregunté si había seguido mi sugerencia y, para mi sorpresa, respondió que sí, así que le pedí que me lo mostrara y me miró desconcertada.

– Quiero que te acaricies para mí – le pedí rozando su boca, ella me miraba sin dar crédito a lo que le solicitaba – anda, compláceme, quiero ver como lo hiciste – insistí en tanto deslizaba mi dedo pulgar por sus labios.

Quise tentarla para ver hasta donde era capaz de llegar por complacerme y me encantó su disposición y, sobre todo, ver como se deshacía de la timidez que mostraba en público y se convertía en la mujer más sexy.

Me senté en el borde de la cama y fui testigo del más espectacular y seductor striptease que había presenciado jamás. En algún momento liberé mi miembro y lo acaricié mientras la veía autosatisfacerse hasta que ya no aguante más y me acerqué a ella, me miró sorprendida, tomé sus dedos y los lamí disfrutando del sabor de su intimidad, después de colocarme el condón me introduje en ella y comencé a gemir en tanto me movía ávidamente haciéndola mía, luego de un rato me detuvo, provocando que me desconcertará y me fascinó escuchar su respuesta cuando le pregunte qué era lo que hacía.

– Lo que me pediste, complacerte – musitó en mi oído con su voz retorcida y sensual.

Hizo que me sentara y se montó en mí, puse mis manos en su cintura y me las tomó para entrelazarlas con las suyas, después las puso a los lados de mi cabeza mientras subía y bajaba con rapidez, lamió mi cuello y gimió en mi oído, haciendo que la sensación de placer se incrementara al igual que sus movimientos, instantes después llegamos juntos al orgasmo, se dejó caer sobre mí y luego se sentó a mi lado emitiendo otro gemido delicioso que provocó que me riera, me encantaba ser yo el responsable de esos gemidos.

De pronto, se escuchó el rugir de su estómago y le propuse cenar, ella estaba a punto de contarme algo personal, pero el subconsciente me traicionó y levanté una ceja, así que omitió la información y sólo dijo que no había tenido tiempo para comer. Me levanté del sillón para tomar el teléfono y le sugerí las hamburguesas, que eran mis favoritas, se me hizo extraño que pidiera las papas en un plato por separado, sí que era diferente en todos los aspectos.

Me tumbé en la cama y encendí el televisor, necesitaba una distracción antes de que la cuestionara sobre su fin de semana y con eso romper por completo las reglas, aún no estaba del todo seguro de querer hacer eso. Ella se metió al baño. Entonces, me reí de mí mismo, las reglas las estaba rompiendo de a poco, sobre todo la tercera, ¿a quién quería engañar?, jamás me había tomado la molestia de verlas dormir como en mi primer encuentro con ella, aunque hayan sido escasos segundos; tampoco había explicado que estaría ausente como lo hice la segunda vez y mucho menos había compartido otra cosa que no fuera sexo como ahora que cenaríamos juntos, no tenía muy claro porque lo estaba haciendo, pero me inquietaba verla en otras circunstancias, conocerla en otros aspectos.

Me levanté para retirarme el condón y después me puse una bata que saqué del clóset. Minutos más tarde tocaron la puerta, la abrí y me entregaron la charola con la comida, la puse sobre la mesa y ella salió del baño envuelta en una toalla.

Se sentó frente a mí y empezamos a cenar en silencio y de nuevo se me ocurrió tentarla, así que empecé a seducirla acariciándole su pierna por debajo de la mesa y su respuesta fue exquisita, tomó una larga papa y la metió a su boca de una forma demasiado sexual, evidentemente haciendo alusión al miembro masculino, me mordí el labio ante la insinuación, en verdad moría porque me hiciera eso, ¿a qué hombre no le gusta?, sin embargo, no me atrevía a proponérselo, no la obligaría a hacer algo que no quisiera.

Continuamos comiendo de la manera más increíblemente sensual que pudiera existir, definitivamente ya no podría comer una hamburguesa y unas papas sin evitar recordar este momento. Cuando terminamos de cenar me levanté para ponerme otro condón y volví a hacerla mía, esta vez en la mesa, me agradaba sobre manera que se dejara llevar y permitiera experimentar otras formas de tener sexo. En esta ocasión terminé segundos antes que ella, después me levanté y fui al baño, me quité el condón y me lavé las manos para quitar el olor de la hamburguesa y las papas, cuando salí la vi vistiéndose.

– ¿Qué haces? – pregunté contrariado, no podía irse tan rápido.
– Vistiéndome.
– Aún no terminamos o, ¿ya te tienes que ir? – dije desconcertado.
– No, es sólo que… bueno, entre las reglas y tu actitud, no sé cuando esto se acaba.
– Cuando veas que yo me visto esa es la señal – exclamé tajante.

A veces no podía dominar mis emociones, sobre todo la ira, la incertidumbre y la preocupación, reaccionaba irasciblemente. Me acerqué a ella y lamí sus delicados labios, incitándola poco a poco hasta que metí mi lengua en su boca buscando el roce con la suya, la besaba con mucha más frecuencia que a las demás, aparte de su sabor me gustaba su forma de besar, apasionada, sí, pero a la vez suave con un toque de ternura, nadie me había besado de esa manera. Terminé por quitarle las pocas prendas que se había puesto y mientras seguíamos besándonos caminamos hacia la cama para volver a hacerlo.

Fui por el último condón que tenía y me subí en ella, besé sus senos mientras ella enterraba sus manos en mis cabellos y gemía una vez más a causa de mis caricias, fui subiendo dándole besos cortos hasta su cuello que mordisqué ligeramente, no quería dejarle marcas, entonces, ella tomó el control de la situación y me hizo girarme, ahora fue ella la que besó y lamió mi cuello, oh sí, que diferente se sentía que lo hiciera ella, me quitó el condón de la mano y se hincó para colocármelo en tanto sus dedos rozaban mi miembro y empecé a jadear, se montó sobre mí y fue moviéndose lentamente en círculos con mi miembro dentro de su centro, era una sensación deliciosamente placentera y mis jadeos aumentaron.

– Oh sí, así – exclamé entre gemidos sin poder evitarlo.
– ¿Te gusta? – preguntó en un tono apenas audible.
– Sí, sigue, no te detengas.

Me estaba volviendo loco y llevándome al extremo, sus movimientos seguían lentos, provocando un roce de lo más exquisito, empezó a subir y bajar mientras llevaba sus manos a sus cabellos acariciándolos sensualmente, yo puse mis manos sobre su cadera y se la apretaba al compás de su ritmo, de pronto se detuvo y entonces la hice acostarse, era mi turno de llevar el control y la embestí con fuerza en tanto nuestros labios se rozaban y sentía su tibio aliento inundar mi boca y llegar hasta la garganta. Seguí haciéndola mía sin quitarnos la vista de encima, como disfrutaba de su rostro retorcido por el placer que yo le proporcionaba. Abrazó mi espalda con sus piernas y los movimientos se volvieron aún más intensos al igual que sus gritos y volvimos a llegar juntos al orgasmo, me dejé caer sobre su cuerpo aspirando el olor de su sudor y del sexo mismo que flotaba en al aire.

– Eres fantástica – dije en voz baja en su oído.
– Y tú eres único – exclamó aún con la voz retorcida de placer.

Esas palabras me encantaron, me daba cuenta como gozaba, pero que me lo hiciera saber con palabras era grandioso. Me acosté a su lado, no tenía prisa por irme, no como en otras ocasiones, exhalé fuertemente y de reojo la vi sonreír satisfecha, sabía perfectamente que ella era la causante de esas exhalaciones a causa del magnífico sexo que compartíamos.

Cerré los ojos unos instantes mientras mi respiración volvía a su ritmo normal y me quedé dormido unos minutos. Cuando desperté me di cuenta que ella también dormía, así que me levanté, me quité el condón y me vestí. Salí de la habitación tratando de no hacer ruido para evitar que se despertara, mientras caminaba por el pasillo se me ocurrió hacerle saber lo estupenda que había estado la noche así que me dirigí a la oficina del gerente, no quería escribirle la nota a mano. Toqué la puerta y en seguida me abrió.

– Buenas noches Arthur, necesito hacer algo en la computadora, ¿me permites?
– Por supuesto Edward, faltaba más, mientras voy a la recepción.

Tenía abierto Word, así que di click en nuevo documento y escribí en letras grandes: “Espero que hayas disfrutado de la comida tanto como yo”. Lo mandé imprimir y al leerlo me percaté que había escrito mi nombre, dudé, pero finalmente se lo quité y lo imprimí otra vez, luego cerré el documento sin guardarlo. Subí nuevamente a la habitación y dejé la nota sobre la mesa, me acerqué unos instantes a mirarla, estaba acostada de lado.

– No te vayas – dijo entre sueños.

¿Acaso estaba soñando conmigo?, ¿sería posible que pensara en mí durante el día? Moví la cabeza y salí otra vez silenciosamente y me fui directo a mi departamento con una sonrisita en la cara. Me bañé y después me acosté, inmediatamente me quedé dormido.

Al día siguiente tuvimos un curso en la oficina, se trataba sobre tomar riesgos, claro enfocado al ambiente empresarial, pero muchas cosas me llegaron de forma personal, así que al salir decidí mandar por un tubo las reglas, finalmente no las había creado yo, no había un contrato de por medio y tenía la plena libertad de decidir si quería seguir perteneciendo a esa sociedad o no. En cuanto estuve en mi oficina tomé el teléfono y llamé a un amigo que trabajaba en una compañía telefónica.

– Hola Edward, ¿cómo estás? – exclamó amablemente.
– Bien Ethan, ¿y tú?
– También, gracias, ¿en qué puedo ayudarte?
– Necesito que me investigues el nombre de una persona, por favor, tengo su número de celular.
– Por supuesto, mándamelo por mail y en una hora te tengo el dato.
– Gracias, ¿crees que puedas hacer una investigación más profunda?
– ¿Qué más necesitas saber?
– Todo lo que se pueda, dirección, edad, ocupación, con quién vive, la mayor cantidad de información posible.
– Eso no lo puedo hacer yo, pero conozco a alguien que sí, sólo que llevará unos días, déjame le pregunto y te aviso, ¿ok?
– Está bien, mientras tanto envíame el nombre, por favor.
– En una hora lo tendrás y también la respuesta de cuándo podré hacerte llegar el resto de la información.
– Gracias amigo.
– De nada, cuando quieras.

Saqué el celular del bolsillo de mi pantalón, busqué el número de ella y se lo envié por mail, en tanto esperaba su respuesta seguí trabajando. Poco más de una hora después recibí su correo y lo leí de inmediato, además de su nombre había podido averiguar su dirección y me informó que el resto de los datos los tendría en una semana.

“Isabella Swan”, dije en voz alta leyendo su nombre, la primera regla estaba rota totalmente, la segunda en proceso, aunque no sería ella precisamente la que respondiera las preguntas y la tercera, bueno, definitivamente era la primera que había roto, si no fuera así no estaría ahora investigándola. Pero, a pesar de estar haciendo eso no me atrevía a romper las reglas frente a ella, no sabía cómo actuar o qué decirle, hacía tantos años que no tenía una cita convencional con una chica que me había olvidado del procedimiento, sí me gustaba y demasiado, de eso no había dudas, pero, ¿para ella sería suficiente?, seguramente había una buena razón para que me buscara, pero no creía que fuera por un sentimiento, ni yo mismo estaba seguro de tener alguno por ella.

Me llevé una mano a la cabeza, me seguía persiguiendo el fantasma del pasado, me asustaba la idea de que la historia con Tanya se repitiera, sabía perfectamente que era absurdo, no creía que alguien tuviera tan mala suerte como para vivir dos veces la misma tragedia, pero no quería averiguarlo.

Al día siguiente, Alice llegó de sorpresa a visitarme, me dijo que andaba buscando un lugar para hacer la presentación de la línea de ropa que lanzaría en poco tiempo y le propuse que la hiciera en uno de los salones del Rose Imperial y le encantó la idea, así que me sacó a rastras de la oficina para ir al hotel y elegir uno de los tres, como siempre de hiperactiva.

Aprovechamos y almorzamos ahí mismo, me platicó que estaba vuelta loca organizando eso y su boda, aunque para ambos eventos había contratado a gente especializada, me comentó que le había caído muy bien una de las chicas de la agencia de publicidad que se encargaría de promocionar el lanzamiento, no me imaginé de quien estaba hablando porque no me dijo su nombre.

Era jueves y había tenido otra junta con los socios sobre el hotel de Londres, les pedí ir en noviembre para regresar a tiempo a la boda de Alice, no hubo ningún inconveniente. Al salir estaba nuevamente ella esperándome y fuimos al Rose Imperial otra vez, se quedó de ver con la chica de la agencia y me la presentó, Audrey Ward, quien por cierto, me comió con la mirada y, extrañamente, me incomodó.

Ya era de noche cuando salimos de ahí, me despedí de Alice y subí a mi auto. Era el tercer día que Isabella no me buscaba y me inquietaba, saqué el celular para llamarla yo, pero de último momento decidí que era mejor ir a su departamento, propiciaría un encuentro casual para terminar de mandar al demonio las dichosas reglas.

Llegué y me estacioné en la acera de enfrente, era un edificio de diez pisos y ella vivía en el quinto, de la guantera saqué mi loción y me rocié un poco, la guardé y estaba por bajar del auto cuando volteé y justo en ese momento la vi salir de la mano de un tipo alto, moreno, de cabello oscuro y un poco fornido. Me quedé inmóvil mirándolos, él le abrió la puerta de su auto y antes de que ella subiera le dio un beso en los labios, entonces una sensación desconocida recorrió mi cuerpo al presenciar esa escena.

Fragmento de la canción: All day long I dream about sex.
Intérprete: JC Chasez.
Traducción: Anne Hilldweller.


Última edición por AnneHilldweller el 9/11/2009, 11:27 pm, editado 1 vez
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Mensaje por alejandra_vazquez88 8/11/2009, 11:52 pm

bajo que nombre la encuentro en FanFiction.net
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Mensaje por Irina Denali 8/11/2009, 11:59 pm

que incinuadores con la comida jaja hay anne yo por lo menos segire leyendo por aqui por que es mejor jajaja besos y gracias yo esperare
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Mensaje por Daniela Lightwood 9/11/2009, 12:14 am

no cabe duda me encanta tu fic eres genial continua please actualiza pronto si al leer el de estas libre esta noche me emocionaste con este mas jojojo nos seguimos leyendo morididitas y aulliditos
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Mensaje por alejandra_vazquez88 9/11/2009, 8:11 pm

Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 329100 Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 329100 sabes que amiguita creo que mejor me espero a que tu subas los capitulos me encanta como los pones y prefiero la intriga del dia y esperar con ancias a que lo subas y espero el proximo capitulopronto hasta luego
Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 781363 Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 781363

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Mensaje por AnneHilldweller 9/11/2009, 11:32 pm

Hola chicas!!!
Muchas gracias por sus comentarios, la decisión de leer el fic donde se les haga más fácil, es suya Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 455993 si alguien quiere buscar en Fanfiction, tengo el mismo nick que aquí o por el nombre de la historia, sólo que haya no tiene canciones, porque está prohibido Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 570333
Ahora sí, aquí les dejo el siguiente capítulo Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 80198



Capítulo 7:
Descubriendo algunas verdades


Hay placeres que embriagan
Y saben a traición
En los tugurios todos los amantes
Bailan en la oscuridad
Y en los rincones, son las seducciones
Una danza de exquisita debilidad
Hay pecados que dejan marcado el corazón
De rodillas mordiendo los tacones
Y en la boca lleva el alcohol
La lujuria y la alucinación
Me hacen perder el control
En los suburbios todas las parejas
Tienen algo que ocultar


Ahora comprendía porque no me había buscado, ya tenía a alguien más en su vida, que idiota fui al pensar que era diferente a las demás, no sabría de la sociedad, pero la razón por la que acudía a mí era la misma que la de todas, cumplir sus fantasías y yo de estúpido mandándola investigar.

Moví la cabeza y me llevé ahí mis manos, tenía ganas de salir del auto y golpear al individuo ese, pero no podía, yo no era nadie en su vida, sólo le calentaba la cama y ni sabía mi nombre. Esperé a que se marcharan y arranqué a toda velocidad rumbo a mi departamento, decidido a olvidarme de ella, no merecía ninguno de mis pensamientos, ni de desprecio siquiera.

El viernes se pasó volando ya que tuve mucho trabajo, tenía que dejar todo listo porque haría un pequeño viaje de negocios y no me gustaba que quedaran cosas pendientes. Jennifer me llamó para invitarme a un bar, era cumpleaños de una de sus amigas y acepté, justo era lo que necesitaba para relajarme y olvidarme de la agobiante semana que había tenido.

Llegué poco después de las ocho, saludé a Jennifer y me presentó a quienes no conocía, era un grupo como de doce personas, incluida ella. Me senté a su lado y pedí un tequila, necesitaba algo fuerte, cuando me lo llevaron me lo bebí de un solo trago y pedí otro que me bebí de igual forma. Jennifer me miró extrañada, pero yo me encogí de hombros y giré mi cabeza para inspeccionar el lugar.

La música sonaba a todo volumen y varias personas bailaban, en su mayoría chicas. Me tomé el siguiente tequila y pedí uno más, en eso me di cuenta que una hermosa chica me miraba jugando sensualmente con el popote de su bebida, yo me lamí los labios y le guiñé un ojo, ella sonrió, dejó el vaso y se levantó de la silla, yo también me levanté hipnotizado por su belleza, sentí que Jennifer me jaló de la mano, pero yo me solté.

Caminé al centro de la pista y me encontré con la chica, llevaba una blusa que le llegaba arriba del ombligo, cruzada y amarrada por el cuello, dejando sus hombros y su espalda al descubierto, el pantalón ceñido a la altura de la cadera y zapatos de plataforma, el cabello oscuro llegaba a la altura de sus hombros, no distinguí muy bien el color de sus ojos por la media oscuridad que había, pero lo que sí distinguí perfectamente fue el fuego en ellos.

Puso sus manos sobre mis hombros y empezó a bailarme sensualmente contoneándose al tiempo que pegaba su cuerpo al mío, sentí sus senos sobre mi torso y me di cuenta que no llevaba sostén, había salido a cazar y definitivamente había encontrado a su presa.

Puse mi mano alrededor de su cintura tocando su piel desnuda y la atrajé más hacia mi cuerpo y empecé a moverme junto con ella al ritmo de la canción que se escuchaba, nuestros rostros estaban muy cercanos, su sonrisa enmarcaba el de ella, acorté la distancia para besarla, pero ella echó su cabeza hacia atrás impidiéndomelo y se giró, se agachó y pegó su trasero a mi miembro rozándolo mientras se levantaba lentamente y se seguía moviendo, la abracé por el abdomen y volvimos a danzar juntos, peligrosamente cerca con nuestras piernas entrelazadas, continuamos así por varios minutos rozando mi torso contra su espalda y frotando mi miembro en su trasero mientras sentía como me excitaba. No pude resistirme más y le besé el cuello, ella se separó y se volteó, movió uno de sus dedos negativamente y con la otra mano tomó la mía y me jaló arrastrándome entre la gente.

Empujó fuertemente una puerta y salimos a la parte trasera del bar, había varios contenedores de basura y una luz que parpadeaba casi a punto de extinguirse. Me acorraló contra la pared y me besó ansiosamente en tanto yo ponía mis manos sobre sus nalgas y la pegaba más a mi cuerpo, si es que eso era posible. Rompió el beso y se dirigió a mi cuello que lamió y mordisqueó a su antojo mientras yo le deshacía el nudo de la blusa y la dejaba caer, sosteniéndose únicamente de la cintura, enterré mi boca en sus senos y me los comí, lengüeteando y mordiendo sus duros pezones, ella gemía y con una mano me acariciaba el miembro encima del pantalón, con gran habilidad lo desabrochó y liberó mi dureza de su prisión.

Vi como se hincaba y se lo llevaba a la boca introduciéndoselo de una vez, yo gemí sin poder evitarlo, era una sensación demasiado placentera, ella sabía hacerlo muy bien y me miraba con lujuria haciéndose dueña de mi erección que recorría sin parar, yo tenía mis manos en sus orejas, el contacto visual volvía más perversa y excitante la situación. Se detuvo justo en el momento preciso y rápidamente desabrochó su pantalón y lo bajó a la altura de sus rodillas mientras yo me ponía el condón.

Me dio la espalda y se agachó un poco, coloqué la punta de mi miembro en la entrada de su sexo y entré de un tirón, ella soltó un gritito y echó su cabeza hacia atrás y con una mano rodeó mi cuello en tanto yo embestía en ella con fuerza apretando sus senos. Gemía en su oreja y ella se movía junto conmigo logrando un roce delicioso. Me soltó el cuello y puso ambas manos sobre sus rodillas, yo la tomé por la cintura y seguí entrando y saliendo de su cuerpo con rapidez hasta que instantes después un grito escapó de su boca indicándome que había llegado al orgasmo, di unas estocadas más y yo llegué también.

Nos acomodamos las ropas en silencio, no sé porque, pero no quería mirarla. Me acerqué a uno de los contenedores y tire el condón, ella me abrazó por atrás y metió una tarjeta al bolsillo de mi pantalón.

– e Mllamo Jessica, llámame cuando quieras, me encantaste – dijo en mi oreja y me dio un mordisco en el lóbulo.

Entró de nuevo al bar y yo me quedé ahí parado unos minutos, saqué la tarjeta y la leí, era doctora, sonreí, sabía diagnosticar bien a sus pacientes y darles la cura que necesitaban. Rompí en dos la tarjeta y la tiré, no me interesaba volver a verla.

Regresé a la mesa y Jennifer me miró con reproche, yo la ignoré y me tomé el tequila, cuando pasó el mesero le pedí otro y así seguí hasta que perdí la cuenta de los que me bebí hasta que, de pronto, todo me empezó a dar vueltas, estaba en un estado medio, entre la conciencia y la inconsciencia, casi no sentía mi cuerpo y el piso mucho menos, estaba logrando olvidarme de mi patética vida amorosa, tenía años cerrándome a ese tema y cuando alguien, sin que yo pudiera evitarlo, hizo una pequeña abertura resultó que no valía la pena, merecido me lo tenía por haber jugado con otras mujeres.

No supe como salí de ahí ni mucho menos como le hizo Jennifer para meterme a su departamento, vivía en un tercer piso y en su edificio no había elevador. Cuando estuve vagamente consciente de mí, me encontraba abrazando el retrete y expulsando hasta lo que había comido la semana pasada. Como pude y con su ayuda me puse de pie, entonces ella me llevó a la regadera y abrió el agua fría mientras me regañaba peor que mi madre, yo ni le entendía lo que decía y mi cuerpo empezó a temblar.

– Jennifer no seas cruel, me va a dar pulmonía – dije entre castañeos de mis dientes.
– Pues, a ver si con eso se te baja la tremenda borrachera que traes, no puedo creerlo, Edward, ni cuando eras adolescente te pusiste así.

Empezó a desabrocharme la camisa y la detuve mirándola con pánico, no sabía porque, pero siempre me había dado vergüenza que me viera desnudo.

– Ay, no te voy a violar, cálmate, además ni que fueras el primer hombre que vaya a ver desnudo, tienes lo mismo que todos.
– Yo puedo solo.
– Está bien, arréglatelas como puedas, todavía de que me preocupo por ti, voy por algo de ropa, ahí hay una toalla – me señaló.

Cuando Jennifer salió del baño abrí un poco el agua caliente y me desnudé, me quedé varios minutos ahí parado, sintiendo el agua tibia recorrer mi cuerpo. Luego de un rato cerré la llave, me sequé y salí con la toalla enredada en la cintura, sentía la cabeza pesadísima, con si trajera una losa encima y aún estaba mareado, en la cama vi un pants de hombre y unos bóxers.

– Eran de Chace, creo que te quedarán bien – explicó Jennifer.
– Gracias.
– Tómate el café que te deje en la mesa de noche.
– No quiero, necesito dormir.
– Pues tómatelo antes de dormir, dios, Edward, ¿qué rayos te pasa?
– ¿Quieres dejar de regañarme ya?, por favor.

Le di unos sorbos al café, me supo horrible y no me lo terminé, me acosté en la cama y sentía que se movía, cuando Jennifer se acostó yo sentí que me hundía, cerré los ojos y después de un rato me quedé dormido. Cuando desperté una terrible sed me inundaba, tenía seca hasta la garganta y un ardor horrible en el esófago y ni que decir del dolor de cabeza, parecía que me iba a estallar en cualquier instante, me enderecé y todo me dio vueltas, no pude levantarme y volví a acostarme en la cama.

– Buenos días – dijo Jennifer entrando a la habitación con una charola en las manos.
– ¿Qué tienen de buenos?, me siento fatal.
– Y cómo no, con todo el tequila que te tomaste anoche, siéntate, necesitas comer algo.
– No tengo hambre, muero de sed.
– Lo sé, lo sé, ya te traigo algo que te aliviará.

Con dificultad me enderecé y Jennifer puso la charola en mis piernas, ella tan atenta como siempre, ayudándome y rescatándome cada que lo necesitaba. Vi que echo dos pastillas en un vaso medio lleno de agua y éste empezó a burbujear, me lo tomé de un solo trago y después me bebí todo el vaso de jugo de naranja y comencé a comerme la fruta, poco a poco, ella se sentó frente a mí.

– Ahora sí me puedes explicar por qué bebiste de esa manera.
– No cometí ningún delito y créeme que si fue así ya lo estoy pagando.
– ¿Qué te sucede Edward?, tú no eres así, jamás habías abusado del alcohol.
– Nada, no me sucede nada, ¿ok?
– Claro y yo soy la primera dama de Estados Unidos… ¿acaso es por una mujer?
– Ay por dios Jennifer, sabes que yo no me engancho.
– Siempre hay una primera vez para todo, es eso, ¿verdad?
– No, de sobra sabes que mi único amor es y será Tanya.
– Está bien, veo que estamos en la etapa de la negación.
– ¿Quieres dejar de usar tus rollos psicológicos conmigo?
– Uy, que susceptible amaneciste, o ¿será que toqué una fibra sensible?
– Ya basta Jennifer, por favor, suficiente tengo con el dolor de cabeza como para estar soportando tus cosas.
– Está bien Edward, si no me quieres contar nada no te presionaré, pensé que no había secretos entre nosotros.
– No los hay, no me emborraché por ninguna mujer, estaba estresado, tengo mucho trabajo, se vienen proyectos nuevos muy importantes y se me pasó la mano con el alcohol, no fue planeado.
– Ok, si esa es tu versión, te creeré – dijo moviendo la cabeza nada convencida.
– Jennifer – le tomé una mano – si algún día alguien me llega a interesar, te aseguro que serás la primera en saberlo.
– Eso espero – suspiró resignada – ay Edward, ya madura por favor, deja de andar con una y con otra, no creas que no me di cuenta que anoche te perdiste un buen de tiempo con una tipa que casi te viola en la pista de baile.

Le sonreí sin comentarle nada al respecto, a pesar que me había gustado la aventura, hoy, extrañamente, sentía que no debí haberlo hecho, me estaba arrepintiendo, como si hubiera cometido una traición, pero, ¿qué demonios?, ¿por qué no?, yo era soltero y podía divertirme cuantas veces quisiera y con quien fuera. Terminé de desayunar y volví a dormirme, así pasé la mayor parte del día y del domingo también.

Si alguien era un ángel en mi vida, esa era Jennifer, sin duda, estaba conmigo sin importarle nada, apoyándome siempre al 100%, ojala hubiera podido enamorarme de ella, sería la mejor pareja que podría tener; cariñosa, entusiasta, amable, leal, simpática, confiable, pero, no, sólo la podía ver como amiga, fue tan extraño haberla besado en aquel juego de botella cuando éramos adolescentes, sentí que estaba besando a mi hermana, ahí supe que jamás la vería de otro modo.

Lunes y martes transcurrieron sin ninguna novedad, sólo trabajo, juntas, leer y responder mails, firmar documentos, la misma rutina de siempre. El miércoles por la tarde mi asistente me anunció que un hombre insistía en entregarme unos papeles en persona, se identifico como Mike Newton y dijo que iba de parte de Ethan Trudeau y que la información que llevaba era confidencial y sólo me la podía entregar a mí, en seguida supe de que se trataba y le dije que lo hiciera pasar.

Me entregó un sobre cerrado bastante grueso, por cierto, del cajón del escritorio saqué mi chequera y llené un cheque con la cantidad que me indicó, por sus honorarios, no fue nada barato, pero en fin, ya no había vuelta atrás. Cuando él salió de mi oficina tomé el sobre en mis manos, lo estuve mirando varios minutos y decidí que ya no importaba así que lo metí hasta abajo del cajón y continué con mi trabajo.

A las seis se empezaron a marchar todos los empleados y me quedé solo en mi oficina terminando de llenar unos formularios que necesitaba llevarme a mi viaje. Una hora después partí a mi departamento, cuando abrí el cajón para sacar las llaves de mi auto vi el sobre, dudé en un principio, pero la curiosidad me ganó y lo agarré.

Llegando a mi departamento me puse la pijama y me tumbé en la cama, abrí el sobre y había muchos papeles y varias fotografías de Isabella, algunas sola y otras con ese tipo con el que la había visto una semana atrás. Tomé una fotografía y la miré, era tan hermosa y sentí que el corazón me latía más aprisa.

Comencé a leer y me enteré de muchas cosas, su fecha de nacimiento, acababa de cumplir 23 años, vivía sola, sus padres eran divorciados, su mamá vivía en Phoenix y su papá en Forks, ella tenía un año viviendo en Nueva Jersey y trabajaba en la misma agencia que estaba llevando la publicidad de la línea de ropa de Alice, pero, ¿sería posible que la chica de la que me habló fuera ella? Seguí leyendo, no tenía mascotas, sus flores favoritas eran los alcatraces, le gustaba el cine y llevaba siete años con su novio Jacob Black, quien es dos años mayor que ella, eso me dejó perplejo.

Miré el calendario en mi blackberry y me di cuenta que el día que la conocí era su cumpleaños, pero, ¿qué clase de novio tenía que la había dejado sola en una fecha tan importante?, eso era muy extraño y más que el nombre de mi rival me resultara conocido, ya lo había escuchado antes, pero ¿qué había pensando?, ¿mi rival?, ¿acaso me estaba volviendo loco?

El viaje resultó muy productivo, conseguí financiamiento para la construcción del hotel en Londres y descubrí que Jacob Black trabajaba en una importante casa de bolsa en Nueva Jersey y que uno de mis socios era su cliente, muy conveniente.

El lunes por la mañana le pedí a mi asistente que consiguiera el teléfono de ese lugar y que me sacara una cita directamente con él. Los negocios me habían enseñado que al enemigo había que tenerlo cerca si se quería acabar con él.

Isabella seguía sin buscarme, hoy justamente se cumplían dos semanas de nuestro último encuentro. Ah, pero, ¿qué hacía yo pensando en ella y buscando conocer a su novio?, sonreí malévolamente, ¿qué cara pondría ella si me viera en algún lugar con él?, ¿cuál sería su reacción al enterarse que lo conozco?, tal vez le devolvería el golpe que ella me dio cuando yo la vi con él, aunque no sería lo mismo.

El martes llegue a las once en punto a la casa de bolsa, la asistente de Jacob me dijo que estaba en una junta, que me sentara a esperarlo, tomé una revista y me senté en el sillón. A los quince minutos llego él y al verlo de inmediato vino a mi mente la escena que presencié afuera del departamento de Isabella y la misma sensación me recorrió nuevamente. Él se acercó y me estrechó la mano cordialmente.

– Disculpa la tardanza, la junta se prolongó más de lo previsto, tú eres…
– Edward Cullen, soy socio de Peter Montgomery y él me recomendó contigo, Jacob, ¿verdad? – respondí estrechándole la mano y ahí agradecí las clases de actuación que había tomado en la preparatoria, porque le sonreí sin que él notara que en realidad quería golpearlo.
– Sí, Jacob Black, mucho gusto.
– Igualmente – le mentí categóricamente.
– Pasemos a mi oficina.

Estuvimos platicando de inversiones, era bastante bueno en su trabajo y conocía a la perfección el manejo de la bolsa, sería un negocio bastante productivo trabajar con él, un negocio redondo. Sonó su celular y sonrió enormemente al leer el mensaje, supuse que era de Isabella porque hasta le brillaron los ojos. Salió de su oficina por unos documentos que tenía que firmar y el muy torpe dejó su celular sobre el escritorio, así que lo tomé y leí el mensaje que le había llegado, la tenía registrada como “princesa”.

“Hola bombón, ardo en deseos de que sea viernes para verte, ¿no podrías hacer hoy una excepción y salir conmigo en lugar de con ella? Besitos en Jake Jr.”

Dejé el celular de nueva cuenta en el escritorio y sonreí, ¿así que Jacob escondía un secretito? Que conveniente resultó eso para mí. El idiota ignoraba que su novia le estaba pagando con la misma moneda y que ahora él mismo sería quien me la pondría en charola de plata. Isabella no se merecía a un tipo como él y si ella no me buscaba yo llegaría a ella y, esta vez, sin reglas.

Fragmento de la canción: Historias de danzón y de arrabal.
Intérprete: Aleks Syntek.
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Mensaje por Irina Denali 9/11/2009, 11:38 pm

conque todo lo planio edward que mal parece psicopata jajajaja y que mal que se entero haci y no como le dijo a bella que mentiroso pero bueno en la guerra y en el amor todo se vale jajaja hay amiga me encanto el capitulo espero que pronto actulices jajaja beos
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Mensaje por AnneHilldweller 10/11/2009, 10:14 pm

Gracias por seguir comentado, aquí va el siguiente Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa 80198


Capítulo 8:
Y ahora, ¿qué está pasando?


Yo no quería quererte
Y no lo pude evitar
Creí poder defenderme
Pero a mi corazón
No lo puedes atar
Yo no sé mi amor
¿Qué hago buscándote?
Si te gano pierdo libertad
Yo no sé mi amor
¿Qué hago besándote?
Si yo no me quiero enamorar
Porque al besarte me pierdo
Pero a mi corazón
¿Quién le puede explicar?


Jacob regresó y se sentó frente a mí, me entregó todos los papeles que debía firmar y volvió a llegarle otro mensaje a su celular, al ver la expresión de alegría de su rostro decidí arruinarle sus planes, ya sea que fueran con Isabella o con la “princesa”.

– ¿Qué te parece si vamos a cenar esta noche?, para celebrar el cierre del negocio.
– Claro, me parece estupendo – aceptó de inmediato.
– Acaban de inaugurar un restaurante de comida italiana en el centro, ¿qué tal si nos vemos ahí a las ocho?
– Genial.
– Puedes llevar a tu novia si gustas, yo iré con una amiga.
–Me gusta la idea, de acuerdo, entonces nos vemos en la noche – me tendió su mano.
– Un placer hacer negocios contigo, Edward.
– Ya lo creo – respondí estrechándosela con una sonrisa sarcástica.

En cuanto salí de ahí le llamé a Jennifer, había encontrado la forma de devolverle el golpe a Isabella, le iba a mostrar lo que yo sentí cuando la vi con su noviecito y mi mejor amiga me ayudaría con eso.

– Hola baby, ¿cómo estás? – respondió entusiasta como siempre.
– Bien niña, ¿y tú?
– También, ¿a qué debo el honor de tu llamada?
– Quiero invitarte a una cena de negocios que tendré hoy.
– Genial, ¿alguno de los invitados está soltero y disponible?
– Temo decirte que no, pero aún así, ¿puedes ponerte muy bonita?, por favor, uno nunca sabe con quién se pueda topar en un restaurante.
– ¿De casualidad hay alguna razón oculta para que quieras que me arregle con esmero?
– No, por supuesto que no, sólo iremos a cenar con un corredor de bolsa y su novia.
– Ok, ¿a qué hora pasas por mí?
– A las 7:30, puntual, ¿eh?, sabes que no me gusta esperar.
– Sí mi general, a esa hora estaré lista y guapísima, claro que eso no me costara ningún trabajo, jajaja.
– Ay niña, te veo más tarde, te mando mensaje cuando esté afuera de tu edificio.
– Ok, besos.

Dentro de mí había cierto entusiasmo por la posibilidad de ver a Isabella esa noche, sobre todo por ver la expresión de su rostro cuando supiera que conocía a Jacob y la que haría al verme con Jennifer, quería comprobar si yo le importaba, aunque fuera un poco, para así tomar una decisión sobre lo que haría más adelante.

Pasé por Jennifer y se veía realmente bien, debía reconocer que mi amiga era muy guapa y cuando se arreglaba minuciosamente lucía mucho mejor. En el trayecto al restaurante me estuvo platicando sobre su día, había llegado un nuevo profesor a su escuela y al parecer había surgido un clic entre ellos. Llegamos al lugar y aún no estaba Jacob, así que pedí una mesa cercana a la puerta para que me localizara fácilmente, mi corazón empezó a latir más aprisa por la esperanza de verla, pero el entusiasmo me duró poco cuando vi que Jacob entraba solo.

– Buenas noches, disculpen el retraso, me entretuve en la oficina.
– No te preocupes, diez minutos no es nada, te presento a Jennifer Carrillo, mi mejor amiga, él es Jacob Black, mi corredor de bolsa.
– Encantado de conocerte Jennifer – dijo tomándole la mano y dándole un beso en la misma.
– Igualmente Jacob.
– Mi novia se disculpa por no poder acompañarnos, pero mañana tiene un evento de su trabajo y aún sigue en la oficina ultimando detalles.

Le di una sonrisa fingida mientras se sentaba, el mesero se acercó y pedimos la cena. Jacob estuvo platicando sobre su vida laboral, era un ególatra de lo peor y le encantaba fanfarronear con lo bueno que era en su trabajo, al que según él le dedicaba gran parte de su tiempo, ahora comprendía porque Isabella tuvo que recurrir a mí, seguro la tenía abandonada en el plano sexual, sobre todo si esa parte se la dedicaba a su “princesa”. Después de dos horas y media salimos de ahí, pasé a dejar a Jennifer a su departamento y luego me dirigí al mío.

El viernes llegó rapidísimo, es increíble la forma en que se pasa el tiempo cuando está uno concentrado en el trabajo, era lo único que me quedaba por hacer si quería evitar pensar en Isabella, no entendía que me había hecho esa mujer para tenerme así, actuando como un vil psicópata que quería saber todo de ella y entrar en su vida de alguna forma que no fuera por las llamadas que, por cierto, seguían sin llegar. En eso estaba cuando sonó el celular y lo tomé con la esperanza que fuera ella pero no, sin embargo, contesté, necesitaba distraerme y relajarme, así que quedé de verme, una hora después, con esta desconocida.

Llegué a un pequeño y discreto hotel del centro de la ciudad, la chica me esperaba en el lobby, era un verdadero monumento; alta, rubia, con una potente delantera y unas piernas de ensueño. Le sonreí, ella me devolvió la sonrisa y se levantó del sillón, caminamos a los elevadores sin decir nada, siguiendo fielmente las reglas de la sociedad, entramos a la habitación y nos besamos acaloradamente mientras le acariciaba sus grandes senos por encima del vestido y ella me frotaba mi miembro sobre el pantalón.

Rompimos el beso para tomar aire, ella me miró con un aire perverso y me tumbó sobre la cama, se hinco sobre mí con sus piernas a los costados y se quitó el vestido y a mí, el pantalón y los bóxers, después fue subiendo mi suéter en tanto lamía mi abdomen, yo me levanté un poco para que me lo quitara, volvió a darme un beso furioso en la boca y luego pasó a mi cuello que succionó y mordió, yo tenía mis manos sobre su contorno acariciando su tersa piel y, entonces, caí en la cuenta de algo que jamás me había ocurrido, mi cuerpo no estaba reaccionando a sus caricias, no me sentía nada excitado pese a tenerla desnuda sobre mí, una especie de culpa me carcomía por dentro, un sentimiento de traición nuevamente, así que la obligué a bajarse y me senté.

– ¿Qué pasa? – preguntó acostándose de lado con una mano sobre su cabeza.
– No sé – me quedé pensativo – no puedo – añadí confundido.
– ¿No puedes?, ¿tienes problemas?, me habían dicho que eras de lo mejor.
– Nunca me había pasado, quizá sea estrés.
– Yo te ayudaré, creo que debí haber empezado de otra forma – exclamó y se acercó para tomar mi miembro con su mano, pero la detuve.
– No lo hagas.
– ¿Estás seguro?, puedo hacerte llegar sólo con mi boca.
– No lo dudo, pero… no quiero – dije y me levanté de la cama.
– O sea, ¿qué me vas a dejar con las ganas?
– Puedes llamar a cualquier otro, seguro tendrás varios números.
– Vaya respuesta, por supuesto que llamaré a otro, que sí sea hombre, no como tú.

No le presté la menor importancia a su comentario y terminé de vestirme en silencio. Salí de ahí sin voltear a verla, caminé por el pasillo rumbo al ascensor, estaba desconcertado como nunca antes, por más que estuviera cansado o estresado no era para que mi miembro se quedara bloqueado, ¿qué demonios me estaba pasando?, ¿por qué sentí que estaba a punto de ser infiel?

La imagen de Isabella vino a mi mente, ¿qué clase de hechizo me había puesto?, no, ella no podía ser la causante de esto, en el bar había podido hacerlo perfectamente con la doctora, ¿sería por el alcohol o por la rabia de enterarme que estaba con otro?, definitivamente me estaba volviendo loco y al parecer ella era la responsable.

El sábado fui con Jennifer al cine y después a cenar, estando en el restaurante le llamó su nuevo compañero de trabajo para invitarla a una exposición al día siguiente, me daba gusto verla de nuevo entusiasmada con alguien y que hubiera olvidado tan rápido a Chace, me pregunté si era buena idea decirle que el tipo estaba muerto y decidí que era mejor que lo ignorará, no quería amargarle su día, sería muy impactante para ella y lo que menos quería era que sufriera de nuevo.

El domingo no hice prácticamente nada, sólo leer, escuchar música y ver la televisión, pasaron un anuncio de la línea de ropa de Alice y de inmediato vino Isabella a mi mente, sí, otra vez el hechizo estaba haciendo efecto, así que me levanté, tomé las llaves del auto y me dirigí a su departamento, necesitaba verla aunque fuera a lo lejos, no me atrevía a llamarla, quizá se negaría y muy en mi contra, al menos conscientemente, eso me dolería.

Llegué y me estacioné otra vez en la acera de enfrente, no tenía idea si su departamento daba a la calle y sólo se veían un par con las luces encendidas, me quede ahí sentado decidiendo que hacer, no podía ir a buscarla, ¿qué le diría?, ¿qué me equivoqué de departamento y no me imaginé que ella viviera ahí?, ¿qué se descompuso mi coche y estaba buscando ayuda?, quizá eso funcionaría si viviera en la planta baja, pero no en el quinto piso. Eran patéticas mis opciones y más aún mi actitud psicópata, obsesiva, compulsiva, ¿desde cuándo yo era así?

Fui sacado de mis cavilaciones cuando un auto se estacionó afuera de su edificio y de inmediato lo reconocí, claro, ¿qué otra cosa podría hacer ella en domingo que no fuera salir a pasear con su novio? La vi bajar y mandarle un beso con la mano y después él arrancó, me esperé a que ella entrara al edificio, se veía tan hermosa con esos jeans y ese suéter que enmarcaba muy bien sus curvas. Moví la cabeza y me dirigí a mi departamento.

Los siguientes días transcurrieron con la rutina de siempre, incluido el ir a espiar a su edificio, estaba completamente convencido que esa mujer me había dado algo, no era posible que me estuviera comportando de manera tan irracional, ¿qué ganaba con verla escasos segundos?, ¿por qué, a pesar de estar tan cerca de ella, no me atrevía a acercarme?, ¿por qué temía a su rechazo? Isabella parecía una especie de droga, la había probado, me había gustado y quería más, pero a la vez intentaba evitarla, unos días tenía la suficiente fuerza para no pensar en ella y otros sentía una necesidad impetuosa de estar a su lado, sí, ella parecía algún tipo de adicción que tratas de dejar y no puedes.

Ese viernes no pude más, estaba afuera de su edificio y, aprovechando que apenas me habían entregado el Nextel que utilizaría en la oficina, le marqué desde ese para que no supiera quien la estaba llamando. Después de tres timbrazos escuché su hermosa voz: “hola, buenas noches”, me quedé mudo como vil adolescente, sin poder hacer la estúpida pregunta de rigor, “hola, ¿hay alguien ahí?”, preguntó un tanto desconcertada y al volver a escucharla, un suspiro me traicionó y colgué de inmediato el teléfono, entonces tuve la vaga esperanza de que supiera que era yo y me buscara. Casi veinte minutos después sonó mi celular y una sonrisa se plasmó en mi rostro al ver que se trataba de ella, sin planearlo resultó.

– Hola – respondí pareciendo casual.
– ¿Estás libre esta noche? – preguntó casi en voz baja.
– ¿Lo estás tú? – exclamé sin pensar.
– ¿Acaso es un reclamo?
– De ninguna manera, sabes que así no funciona – le mentí, conservando mi papel de desconocido.
– Entonces, ¿nos podemos ver? – me alegré al escuchar esa frase, ella estaba tan ansiosa como yo, pero guardé silencio unos instantes para que no lo notara.
– Sí, en una hora en el lugar de siempre.

Y ahí seguía yo, con la sonrisa idiota estampada en el rostro, emocionado porque volvería a verla después de casi cuatro semanas. Suspiré y arranqué a toda velocidad. Llegué al hotel y me quedé en el auto haciendo tiempo, luego me puse un poco de loción y me dirigí a los elevadores. A los pocos minutos llegó ella, vestida de forma informal, con unos jeans y una chamarra, mi corazón se aceleró al verla y comencé a excitarme a pesar que aún no la tocaba ni la tenía cerca.

Nos saludamos y después subimos al ascensor, alguien debió escuchar mis plegarias porque en el piso dos subieron demasiadas personas haciendo que ella tuviera que pegarse a mí, aspiré el aroma de sus cabellos y exhalé en su oreja sin que pudiera evitarlo, había echado tanto de menos su perfume, en realidad, a toda ella.

Salimos y caminamos rumbo a la habitación, le ofrecí mi brazo que acarició suavemente provocándome una cálida sensación que recorrió todo mi cuerpo. Cuando iba a sacar la tarjeta para abrir la puerta de la habitación sentí que mi blackberry vibró, así que tuve que excusarme con ella para que no escuchara la conversación y que siguiera ignorando cosas sobre mi vida personal.

– Permíteme unos minutos, necesito pasar primero al baño – dije deslizando la tarjeta, ella sólo asintió con la cabeza.

Entre y cerré el baño, caminé hacia la regadera y corrí la puerta de cristal para entrar en ella y tener un poco más de privacidad. Saqué el aparato del bolsillo y vi que la llamada era de Jennifer, iba a marcarle cuando ella volvió a hacerlo.

– Hola niña – respondí susurrando.
– Hola baby, ¿cómo estás?
– Ocupado, y ¿tú?
– Esperando, ¿por qué hablas en voz baja?
– Porque estoy en una junta, ¿qué necesitas?
– Escuchar tu voz baby, te extraño.
– Muy graciosa, ya dime en serio para que me llamas con tanta insistencia.
– Sólo para confirmarte que ya tengo los boletos para la obra de Mamma Mía, es mañana a las nueve.
– Muchas gracias, no iba a poder dormir.
– Ahora, ¿quién es el gracioso?, te aviso para que no programes ninguna de tus citas misteriosas, sabes que odio que me dejen plantada.
– Lo tomaré en cuenta, ¿es todo?
– No, quería platicar contigo mientras pasan por mí, ¿por qué tanta prisa galán?
– Porque ya te dije que estoy en una junta.
– ¿Y tú crees que yo soy tonta?, es viernes y pasan de las nueve de noche, ¿quién es ella?
– No la conoces.
– La conoceré algún día? – preguntó curiosa.
– Lo dudo – lo más probable es que sí, pero no quise que aún lo supiera.
– Mmmm, otra de tus citas misteriosas, ¿algún día me dirás qué es lo que haces?
– No y en serio ya tengo que irme.
– Uy, que prisa, a veces es bueno hacer esperar… aumentan las ansias.
– O duermen a la gente, así que ya te dejo niña, nos vemos mañana.
– Hasta mañana baby, diviértete mucho, te mando un besote.
– Y yo dos, descansa y que sueñes con los angelitos.
– Tú también descansa, te he visto más flaco últimamente.
– Me estoy haciendo anoréxico.
– Uy sí te lo creí.
– Bueno, ya adiós, voy a colgar en este momento.

Sólo escuché su risa antes de oprimir el botón de apagado. Salí de la regadera, me lavé las manos y abandoné el baño.

Le sonreí a Isabella mientras me acercaba a ella, por fin iba a tenerla nuevamente entre mis brazos. Levanté mis manos para tomar su rostro, pero ella me lo impidió sujetándolas por las muñecas, ¿qué pretendía?

Me besó frenéticamente haciendo prisionera mi lengua, que delicia fue sentir la suya, comprobé que tenía las mismas ganas que yo y le correspondí el beso de igual forma, su sabor era realmente embriagador y me perdí en él, disfrutándolo, saboreándolo, en tanto mi cuerpo reaccionaba y la excitación aumentaba, definitivamente necesitaba de ella, con sólo un beso había logrado hacer lo que aquella rubia mujer no había podido lograr estando desnuda sobre mí. Forcejeé con ella, quería tocarla, acariciarla, recorrer su cuerpo con mis manos y entonces rompió el beso.

– Esta noche será a mi manera – susurró en mi oído.
– ¿Ah sí?, ¿y qué tienes en mente?

La sentí sonreír sobre mi cuello y empezó a lamerlo, en ese momento logré liberar mis manos, pero ella me aventó los brazos impidiendo de nuevo que la tocara, fue mordiendo mi cuello en tanto levantaba mi suéter hasta que me lo quitó, después levantó mi polera y fue lamiendo de una forma deliciosa mi torso, quise sujetarla por los hombros y una vez más no permitió que lo hiciera, entonces empecé a jadear, el no poder tocarla estaba aumentando peligrosamente la excitación, finalmente me quitó la polera también, me sonrió y me tiró sobre la cama, sin duda esa noche iba a ser una de las mejores de mi vida, me encantaba esa actitud que había adoptado, quería dominarme y por supuesto que se lo iba a permitir.

Fragmento de la canción: No me quiero enamorar.
Intérprete: Kalimba.
AnneHilldweller
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