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Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa
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Re: Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18)
Lo que te eh dicho me encanta esta historia y como me encantaria ser bella y Jacob fue mas que ovio con Edward y yo me pongo del lado de Edward por que el si la quiere
espero el proximo capitulo pronto hasta pronto
les dejo
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alejandra_vazquez88- .
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Re: Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa
O DIOS quiero poser el cuerpo de bella y dejar que dward me haga suya jajaja si lo se mucha ficcion pero aaa como envidio a bella en todo bueno me encanto ajm el anciosin de edward jajajaa como vil adolecente cuelgo al llamar jajaja bueno espero el otro besos
Irina Denali- .
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Re: Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa
Hola, de nuevo gracias por sus comentarios.
Aquí les dejo el siguiente capítulo.
Saluditos
Me tumbó en la cama y terminó de desnudarme. Me gustaba esa sonrisa traviesa que tenía en la cara, entonces, tomó mi miembro endurecido entre sus manos y comenzó a lamerlo de manera deliciosa, quise poner mis manos en su cabeza, pero me lo impidió mientras seguía devorándose por completo mi masculinidad. Me acosté por completo en la cama, disfrutando de sus húmedas caricias y mis gemidos se escuchaban por toda la habitación, al fin me estaba haciendo lo que tanto había querido y de qué forma, sentía su tibia boca absorber mi miembro sin parar, al tiempo que lo acariciaba con su mano y pasaba su lengua a todo lo largo.
Yo me mordía los labios ante las grandiosas sensaciones que me estaba provocando, no sé cómo pude contenerme y no gritar su nombre, que ya conocía. Cuando estaba a punto de terminar, ella se detuvo y me besó ansiosamente, entrelazando su lengua con la mía en tanto su mano se deslizaba por mi dureza y me hizo explotar en ella.
Se separó lo mínimo para tomar aire, quise besarla, pero seguía sin dejarme, así que hice uso de mi fuerza y logré tirarla en la cama colocándome encima de ella y la sujeté de las muñecas con fuerza, pero sin lastimarla, ella me miró confundida y yo me reí.
– Fue tu idea jugar rudo esta vez… prohibido tocar o prolongaré más la tortura – expliqué sobre sus labios.
La fui desnudando lentamente, al tiempo que la besaba y lamía, le quité la ropa interior con mi boca y después la giré para recorrer su espalda con mis labios, mi lengua y mis manos. Su respiración se volvió errática y después me suplicó que la hiciera mía, era lo que más había deseado todos estos días, pero quería embriagarme primero de su aroma, de su sabor, quería comprobar si me había necesitado tanto como yo a ella. Mientras me colocaba el condón, Isabella se acostó de frente y me tumbé sobre ella, pero sin penetrarla todavía, entonces volvió a suplicar.
– Necesito tenerte dentro ahora – exclamó demandante.
– ¿Me extrañaste? – pregunté entrando al fin en su cuerpo.
– Sí – respondió con un grito.
– ¿Cuánto? – inquirí mientras me movía suavemente.
– Mucho – dijo entre gemidos deliciosos que me excitaban más.
– ¿Mucho? – insistí disminuyendo la velocidad de mis movimientos.
– Muchísimo – aclaró tratando de besarme, pero no se lo permití.
– Demuéstrame que tanto – ordené.
Entonces me envolvió con sus piernas mientras sus manos viajaban por mi espalda y se movió de manera desenfrenada incrementando el roce de nuestros sexos, estaba tan mojada que me deslizaba con demasiada facilidad, ella apretó los músculos de su centro provocando que el placer aumentará, así que comprobé lo que quería saber, Isabella me había echado de menos tanto como yo a ella, su cuerpo, las expresiones de su rostro, sus manos, sus gemidos me lo decían, nuestros cuerpos se fundían en uno solo, en una sincronía perfecta, yo sentía mi sangre hervir en cada rincón de mi ser hasta que ambos llegamos al orgasmo y me dejé caer sobre su cuerpo.
No sé cuánto tiempo me quedé dentro de ella sin moverme, pero mi miembro se rehusaba a salir de su intimidad y no iba a ir en contra de eso, había pasado muchos días sin sexo y estaba ansioso, así que la besé desesperadamente, aprisionando su lengua, mordiéndosela ligeramente mientras ella me acariciaba la espalda. Fui besando su mentón hasta llegar a su cuello que mordisqueé levemente en tanto una de mis manos acariciaba uno de sus senos y pellizcaba suavemente su pezón. Isabella jadeaba placenteramente y, aunque no quería, tuve que salirme de ella para cambiarme el condón, le di un pequeño beso lamiendo sus labios antes de levantarme.
Tiré el preservativo usado y me puse uno nuevo, me senté al borde de la cama y le extendí mi mano, ella la tomó y la jalé, la hice sentarse sobre mis piernas, a espaldas de mí, coloqué su cabello en un costado y empecé a besar y lamer su hombro desnudo mientras nuestros sexos se rozaban lentamente y deslicé mi mano hasta su centro para frotarlo con mis dedos en tanto besaba su cuello. Ella movía su pelvis adelante y atrás mientras yo sentía como mi miembro se alistaba una vez más. Seguimos frotándonos otro poco en tanto mis manos acariciaban sus senos.
– Levántate, por favor – susurré en su oído cuando sentí que ya no podía más, me subí a la cama y doblé mis piernas – híncate de espaldas – le indiqué y así lo hizo.
Apoyó sus manos sobre mis rodillas y entré en ella, puse mis manos en sus nalgas ayudándola a subir y bajar mientras ambos gemíamos. Después, ella comenzó a moverse nuevamente adelante y atrás con mi miembro dentro, era una sensación realmente exquisita tenerla de esa manera, yo le acariciaba sus nalgas en tanto ella seguía con sus movimientos. Luego la hice que se acostara de lado y volví a quedar detrás de ella, ahora yo guiaba el vaivén de nuestros cuerpos, entrando y saliendo de ella con cierta velocidad mientras mi dedo estimulaba su clítoris, ella gemía sin parar y como deseaba que gritara mi nombre. Seguí moviéndome más rápidamente hasta que volvimos a llegar juntos al orgasmo.
A continuación fue ella la que recorrió mi cuerpo con besos y caricias, después yo puse una almohada en la cabecera de la cama y me recargué, la ayudé a subirse en mí, con sus piernas sobre mis hombros y volví a entrar en su cuerpo en tanto ella apoyaba su espalda en mis piernas que tenía dobladas, nos mirábamos mientras nuestros cuerpos se fundían, me encantaba verla con su rostro retorcido y su frente cubierta de sudor, disfrutando del placer que ambos nos proporcionábamos.
Mis manos estaban aferradas sobre sus costados, veía como ella abría la boca y se mordía los labios, sujetándome por los brazos, los movimientos se aceleraron, yo sentía que casi terminaba, pero a ella le faltaba un poco así que me contuve hasta que me di cuenta que estaba a punto de conseguirlo y logré terminar al mismo tiempo que ella. Descansamos sin decir nada, sólo mirábamos el techo, luego de estar un rato así, volví a cambiarme el condón y la hice mía otra vez, después de explotar nuevamente, me acosté a su lado.
De pronto, una luz atravesó por la ventana seguida por el estruendoso ruido de un trueno y luego por el sonido de la lluvia. Isabella se pegó a mi cuerpo y me abrazó temerosa.
– ¿Te asustan las tormentas? – no pude evitar preguntárselo, eso no venía en la investigación.
– Sí, desde niña – respondió avergonzada.
– No pasa nada, la lluvia es algo muy normal, vital para la vida, además no estás sola – quise abrazarla, pero me detuve, quizá era mejor no darle alas al asunto.
– Lo sé, es sólo que… no importa.
– Tranquila, me quedaré aquí hasta que pase – dije acariciando su hombro tratando de tranquilizarla.
– ¿De verdad? – preguntó, pero no supe si fue ilusión lo que había en su tono de voz o yo me lo estaba imaginando.
– Sí, no traigo coche y no quiero mojarme – le mentí, pero no quería ilusionarla, yo no era un santo y tampoco quería hacerme ilusiones, ella tenía novio.
Isabella se acostó de lado, separándose de mí y dándome la espalda, se aferró a la almohada y yo me quedé ahí, inmóvil, pensando si era buena idea romper de una vez por todas las reglas frente a ella, decirle que me había dado cuenta que la necesitaba como jamás había necesitado a alguien, a tal grado que mi cuerpo no había respondido a otras mujeres, además de que había sido capaz de mandarla investigar con tal de saber todo sobre ella, sin embargo, eso lejos de halagarla podría asustarla y más si supiera que había estado vigilando su edificio, por lo que preferí callar.
Cuando me di cuenta que estaba dormida le acaricié su brazo, me encantaba la textura de su piel; suave, tersa, delicada, la acaricié con el dorso de mi mano, con las yemas de mis dedos, ella no se inmutó así que me atreví a pegarme a su cuerpo y la abracé por la cintura, enterrando mi cabeza entre su espeso cabello y me perdí en su olor.
– No me dejes sola esta noche.
La escuché decir y me separé abruptamente de ella, pero seguía profundamente dormida, entonces puse mi cabeza sobre mi mano para mirarla, velando su sueño mientras la lluvia continuaba cayendo.
– Te necesito… no te vayas… las reglas, sí las reglas.
Ahí me di cuenta que estaba soñando conmigo, ¿acaso ella también quería romper las reglas y no se atrevía?, tenía que encontrar la manera de hacerlo fortuitamente, al parecer, ninguno de los dos era capaz de quebrantarlas frente al otro.
No me di cuenta cuando me quedé dormido hasta que sentí los tibios rayos del sol sobre mi piel, abrí los ojos y vi que ella seguía durmiendo, miré mi reloj y eran las diez de la mañana, me levanté con cuidado para evitar despertarla y nuevamente decidí dejarle una nota, así que bajé otra vez a la oficina del gerente, tenía que seguir con mi teatro de desconocido para sorprenderla cuando nos viéramos en la calle.
Escribí varias cosas y las borré hasta que encontré la frase que quería decirle: “Recuerda que después de la tempestad viene la calma, la vida es un equilibrio y no podemos ir en contra de eso”, yo iba a darle el equilibrio que ella necesitaba, ese que Jacob no le daba. Regresé a la habitación y le dejé la nota sobre la mesa, la miré unos instantes y después me fui.
Por la tarde llegó Jennifer a mi departamento y me propuso que fuéramos al juego de los Gigantes, que era el siguiente lunes. Ella era gran fan de ese equipo, así que la abracé y le di un beso en la frente, sin querer me dio la idea perfecta para propiciar el encuentro casual con Isabella, recordé que Jacob me había mencionado que él jugaba futbol americano en la preparatoria, así que seguro iría si lo invitaba, sólo esperaba que esta vez sí fuera con ella.
Fui a mi recámara y primero hablé con mi contacto del estadio y le pedí cuatro pases para el palco familiar. Después le marqué a Jacob, sonaba y sonaba, pero no me contestaba, estaba a punto de colgar cuando finalmente respondió.
– Hola Edward, ¿cómo estás? – contestó un tanto agitado.
– Bien, ¿y tú?, ¿interrumpo? – pregunté serio ante la posibilidad de que estuviera con ella.
– No para nada, ¿en qué puedo ayudarte?
– Quiero invitarte al partido de los Gigantes del lunes por la tarde, ¿puedes?
– Claro, hace mucho que no voy a un partido en vivo.
– Pues ya está, te regalo un pase doble para palco preferencial, te los hago llegar a tu oficina el lunes por la mañana.
– Perfecto, muchas gracias.
– No tienes nada que agradecer, nos vemos el lunes – colgué feliz.
Después de cenar, Jennifer y yo fuimos al teatro, la obra estuvo entretenida, me gustaban los musicales y la más feliz era mi amiga que cantó todas las canciones. Al terminar, la llevé a su departamento y luego me fui al mío. El domingo no hice gran cosa, no salí, estuve tocando un rato el piano, quería escribirle una canción a Alice y Jasper para el día de su boda, pero no encontraba la inspiración, así que sólo toqué canciones que ya me sabía.
El lunes por la mañana me llegaron a mi oficina los pases para el partido y de inmediato le mandé a Jacob los suyos. Casi todo el día estuve con la zozobra de si iría Isabella con él, no quería llevarme una desagradable sorpresa como la vez de la cena, así que decidí averiguarlo, estaba afuera del edificio de Jennifer esperando a que saliera cuando tomé mi celular y le marqué a Isabella.
– Hola – contestó un tanto nerviosa.
– ¿Estás libre esta noche? – pregunté sensualmente para escuchar su reacción.
– No… lo siento, un… compromiso previo – eso me indicó que sí iría.
– Entiendo – respondí haciéndome el ofendido.
– ¿Podría ser mañana? – no preciosa, será hoy aunque no precisamente en el hotel.
– Quizá… buenas tardes – fue mi respuesta y le colgué.
Sonreí, al fin se había llegado el momento de terminar de mandar al demonio las dichosas reglas, hoy Isabella conocería mi nombre, hoy yo entraría de manera formal a su vida y me daría una idea de cómo era su relación con Jacob y que tanto significaba yo para ella.
Jennifer subió al auto y me miró desconcertada, me preguntó de qué me reía y le dije que de nada, encendí el auto y nos dirigimos al estadio.
Al estacionarme sonó mi blackberry, era de la oficina así que lo respondí y estuve explicándole unas cosas a mi asistente, después de colgar nos bajamos del auto y caminamos hacia el palco, antes de entrar Jennifer se encontró a unos amigos, los saludé y ella se quedó con ellos.
Cuando estuve dentro los vi sentados, mi corazón se disparó, saludé a Jacob que se puso de pie y me dio un abrazo, Isabella estaba petrificada en su asiento, debió reconocer mi voz y sonreí. Él la ayudó a levantarse y ella me miró sin dar crédito a tenerme de frente, al lado de su novio.
– Cariño, te presento a Edward Cullen, uno de los inversionistas más jóvenes y exitosos del país, ella es Bella Swan, hermosa, inteligente y talentosísima mujer del mundo de la publicidad y, lo mejor, es la dueña de mis quincenas – dijo Jacob.
Pobre idiota, ignoraba que a mí me pertenecían su cama y su pasión, eso sí era lo mejor, ser el dueño de sus noches, no de sus días, aunque, claro, yo podría ser feliz teniéndola de tiempo completo, no habría ningún compromiso de trabajo más importante que ella, ni mucho menos una “princesa” que se interpusiera en el camino. La abrazó y eso me molestó, pero tenía que mantener mi farsa, así que agradecí de nuevo las clases de actuación y le estreché la mano que ella retiró rápidamente.
– Sin que me lo tomes a mal Jacob, tienes una novia muy linda – tenía que hacerle saber lo que pensaba de ella y se ruborizó al escucharme.
– Oh, yo lo sé, gracias, además es una excelente chica, la única que me aguanta el ritmo de trabajo y casi no se queja, por eso trato de complacerla lo más que se pueda – excepto en la cama o no tendría porque recurrir a mí, pensé mientras les sonreía.
– Sí, se ve que están muy enamorados – aseguré sólo para ver su reacción.
Entonces, Isabella palideció, Jacob le preguntó si sentía bien y ella respondió que se le había subido la cerveza y fue al baño, que ganas de seguirla y hacerla mía ahí mismo, con el novio cerca, ver quien tenía más influencia sobre ella, pero tenía que dejar que asimilara las cosas, realmente había sido una impresión muy fuerte verme ahí y darse cuenta que conocía a su novio.
Jacob fue tras ella y en ese momento entró Jennifer y le preparé una bebida, después ellos regresaron y mi amiga saludó a Jacob y él las presento, me llamó la atención que por segunda vez la llamara Bella, supuse que así le diría de cariño, que tipo tan falso, bien que se revolcaba con la tal “princesa”.
Les pregunté qué querían de tomar y luego de servirles, entregué sus respectivos vasos a cada uno y rocé a propósito los dedos de ella que se puso más nerviosa. Tomé a Jennifer de la mano para caminar a nuestros lugares, no me gustaba nada ver a Isabella con Jacob y quería corroborar si a ella le molestaba verme con una mujer, claro que desconocía que se trataba de mi mejor amiga.
A pesar de estar poniendo atención al partido y celebrar con Jennifer las anotaciones, estaba pendiente de Isabella, la miraba de rabillo y, aunque quería ser discreta, me di cuenta de la forma en que miraba a Jennifer, ¿sería posible que estuviera celosa?, ¿acaso su novio no le importaba tanto? Entonces se puso de pie y supuse que iba al baño, dejé pasar unos minutos y me levanté con el pretexto de ir por otra bebida y la vi parada sirviéndose un jugo, en verdad moría por besarla, pero debía guardar la compostura, aunque no estaba de más ver si ella tenía las mismas ganas que yo.
– ¿Disfrutando del partido? – susurré en su oído parado detrás de ella.
– No tanto como tú – dijo seria y ahí obtuve mi comprobación, sí estaba celosa.
Me cuestionó de dónde conocía a Jacob y le respondí con la verdad, entonces me preguntó la razón por la que la había llamado antes y le mentí, no era tonta, sí había percibido que yo sabía que estaría ahí. Me dio risa escuchar que dijera la frase que le había escrito en el papel sobre que la vida era un equilibrio y más el que agregara que no se la pasaba teniendo sexo todo el día, le respondí que yo tampoco, sin embargo, le hice saber que con ella sí podría, no estaba seguro de eso, era mucho alarde, francamente, sólo quería que supiera que era especial para mí.
Después de que terminó el partido nos dirigimos al estacionamiento, Jennifer propuso que fuéramos a cenar, pero ellos se negaron, Isabella argumentando que le dolía la cabeza y Jacob que tenía que trabajar al día siguiente, le rebatí que no todo en la vida era trabajo y dinero, que había que darse tiempo para disfrutar de los placeres, Isabella repitió la frase del equilibrio, me agradaba escuchar que me tuviera en mente.
Cuando nos despedimos le sonreí amablemente y deslice mis dedos por su mano mientras la retiraba y la vi partir abrazada de Jacob, eso me quitó la sonrisa de la cara, que ganas de gritarle que la dejara, que ella me pertenecía, pero, en realidad no era cierto, yo seguía siendo un intruso en su vida, aunque ahora supiera mi nombre.
– No puedo creerlo – exclamó Jennifer haciendo que dejara de mirarlos y centrara mi vista en ella – te gusta la novia de Jacob, ¿de dónde la conoces? – agregó cruzándose de brazos dejándome boquiabierto.
Fragmento de la canción: She got me.
Intérprete: JC Chasez
Traducción: Anne Hilldweller
Aquí les dejo el siguiente capítulo.
Saluditos
Capítulo 9:
Entrando por completo en su vida
Decidido a cruzar la línea
Jugar las cartas donde yacen
Porque sé que no queda más que tenerla
Lo que tú me haces no lo puedo explicar
Eres realmente buena, oh sí
Es un riesgo que tengo que correr
¿Qué se supone que deba hacer?
Nena, no puedo negarlo
Ella me tiene
Ella entró en mi vida
Entrando por completo en su vida
Decidido a cruzar la línea
Jugar las cartas donde yacen
Porque sé que no queda más que tenerla
Lo que tú me haces no lo puedo explicar
Eres realmente buena, oh sí
Es un riesgo que tengo que correr
¿Qué se supone que deba hacer?
Nena, no puedo negarlo
Ella me tiene
Ella entró en mi vida
Me tumbó en la cama y terminó de desnudarme. Me gustaba esa sonrisa traviesa que tenía en la cara, entonces, tomó mi miembro endurecido entre sus manos y comenzó a lamerlo de manera deliciosa, quise poner mis manos en su cabeza, pero me lo impidió mientras seguía devorándose por completo mi masculinidad. Me acosté por completo en la cama, disfrutando de sus húmedas caricias y mis gemidos se escuchaban por toda la habitación, al fin me estaba haciendo lo que tanto había querido y de qué forma, sentía su tibia boca absorber mi miembro sin parar, al tiempo que lo acariciaba con su mano y pasaba su lengua a todo lo largo.
Yo me mordía los labios ante las grandiosas sensaciones que me estaba provocando, no sé cómo pude contenerme y no gritar su nombre, que ya conocía. Cuando estaba a punto de terminar, ella se detuvo y me besó ansiosamente, entrelazando su lengua con la mía en tanto su mano se deslizaba por mi dureza y me hizo explotar en ella.
Se separó lo mínimo para tomar aire, quise besarla, pero seguía sin dejarme, así que hice uso de mi fuerza y logré tirarla en la cama colocándome encima de ella y la sujeté de las muñecas con fuerza, pero sin lastimarla, ella me miró confundida y yo me reí.
– Fue tu idea jugar rudo esta vez… prohibido tocar o prolongaré más la tortura – expliqué sobre sus labios.
La fui desnudando lentamente, al tiempo que la besaba y lamía, le quité la ropa interior con mi boca y después la giré para recorrer su espalda con mis labios, mi lengua y mis manos. Su respiración se volvió errática y después me suplicó que la hiciera mía, era lo que más había deseado todos estos días, pero quería embriagarme primero de su aroma, de su sabor, quería comprobar si me había necesitado tanto como yo a ella. Mientras me colocaba el condón, Isabella se acostó de frente y me tumbé sobre ella, pero sin penetrarla todavía, entonces volvió a suplicar.
– Necesito tenerte dentro ahora – exclamó demandante.
– ¿Me extrañaste? – pregunté entrando al fin en su cuerpo.
– Sí – respondió con un grito.
– ¿Cuánto? – inquirí mientras me movía suavemente.
– Mucho – dijo entre gemidos deliciosos que me excitaban más.
– ¿Mucho? – insistí disminuyendo la velocidad de mis movimientos.
– Muchísimo – aclaró tratando de besarme, pero no se lo permití.
– Demuéstrame que tanto – ordené.
Entonces me envolvió con sus piernas mientras sus manos viajaban por mi espalda y se movió de manera desenfrenada incrementando el roce de nuestros sexos, estaba tan mojada que me deslizaba con demasiada facilidad, ella apretó los músculos de su centro provocando que el placer aumentará, así que comprobé lo que quería saber, Isabella me había echado de menos tanto como yo a ella, su cuerpo, las expresiones de su rostro, sus manos, sus gemidos me lo decían, nuestros cuerpos se fundían en uno solo, en una sincronía perfecta, yo sentía mi sangre hervir en cada rincón de mi ser hasta que ambos llegamos al orgasmo y me dejé caer sobre su cuerpo.
No sé cuánto tiempo me quedé dentro de ella sin moverme, pero mi miembro se rehusaba a salir de su intimidad y no iba a ir en contra de eso, había pasado muchos días sin sexo y estaba ansioso, así que la besé desesperadamente, aprisionando su lengua, mordiéndosela ligeramente mientras ella me acariciaba la espalda. Fui besando su mentón hasta llegar a su cuello que mordisqueé levemente en tanto una de mis manos acariciaba uno de sus senos y pellizcaba suavemente su pezón. Isabella jadeaba placenteramente y, aunque no quería, tuve que salirme de ella para cambiarme el condón, le di un pequeño beso lamiendo sus labios antes de levantarme.
Tiré el preservativo usado y me puse uno nuevo, me senté al borde de la cama y le extendí mi mano, ella la tomó y la jalé, la hice sentarse sobre mis piernas, a espaldas de mí, coloqué su cabello en un costado y empecé a besar y lamer su hombro desnudo mientras nuestros sexos se rozaban lentamente y deslicé mi mano hasta su centro para frotarlo con mis dedos en tanto besaba su cuello. Ella movía su pelvis adelante y atrás mientras yo sentía como mi miembro se alistaba una vez más. Seguimos frotándonos otro poco en tanto mis manos acariciaban sus senos.
– Levántate, por favor – susurré en su oído cuando sentí que ya no podía más, me subí a la cama y doblé mis piernas – híncate de espaldas – le indiqué y así lo hizo.
Apoyó sus manos sobre mis rodillas y entré en ella, puse mis manos en sus nalgas ayudándola a subir y bajar mientras ambos gemíamos. Después, ella comenzó a moverse nuevamente adelante y atrás con mi miembro dentro, era una sensación realmente exquisita tenerla de esa manera, yo le acariciaba sus nalgas en tanto ella seguía con sus movimientos. Luego la hice que se acostara de lado y volví a quedar detrás de ella, ahora yo guiaba el vaivén de nuestros cuerpos, entrando y saliendo de ella con cierta velocidad mientras mi dedo estimulaba su clítoris, ella gemía sin parar y como deseaba que gritara mi nombre. Seguí moviéndome más rápidamente hasta que volvimos a llegar juntos al orgasmo.
A continuación fue ella la que recorrió mi cuerpo con besos y caricias, después yo puse una almohada en la cabecera de la cama y me recargué, la ayudé a subirse en mí, con sus piernas sobre mis hombros y volví a entrar en su cuerpo en tanto ella apoyaba su espalda en mis piernas que tenía dobladas, nos mirábamos mientras nuestros cuerpos se fundían, me encantaba verla con su rostro retorcido y su frente cubierta de sudor, disfrutando del placer que ambos nos proporcionábamos.
Mis manos estaban aferradas sobre sus costados, veía como ella abría la boca y se mordía los labios, sujetándome por los brazos, los movimientos se aceleraron, yo sentía que casi terminaba, pero a ella le faltaba un poco así que me contuve hasta que me di cuenta que estaba a punto de conseguirlo y logré terminar al mismo tiempo que ella. Descansamos sin decir nada, sólo mirábamos el techo, luego de estar un rato así, volví a cambiarme el condón y la hice mía otra vez, después de explotar nuevamente, me acosté a su lado.
De pronto, una luz atravesó por la ventana seguida por el estruendoso ruido de un trueno y luego por el sonido de la lluvia. Isabella se pegó a mi cuerpo y me abrazó temerosa.
– ¿Te asustan las tormentas? – no pude evitar preguntárselo, eso no venía en la investigación.
– Sí, desde niña – respondió avergonzada.
– No pasa nada, la lluvia es algo muy normal, vital para la vida, además no estás sola – quise abrazarla, pero me detuve, quizá era mejor no darle alas al asunto.
– Lo sé, es sólo que… no importa.
– Tranquila, me quedaré aquí hasta que pase – dije acariciando su hombro tratando de tranquilizarla.
– ¿De verdad? – preguntó, pero no supe si fue ilusión lo que había en su tono de voz o yo me lo estaba imaginando.
– Sí, no traigo coche y no quiero mojarme – le mentí, pero no quería ilusionarla, yo no era un santo y tampoco quería hacerme ilusiones, ella tenía novio.
Isabella se acostó de lado, separándose de mí y dándome la espalda, se aferró a la almohada y yo me quedé ahí, inmóvil, pensando si era buena idea romper de una vez por todas las reglas frente a ella, decirle que me había dado cuenta que la necesitaba como jamás había necesitado a alguien, a tal grado que mi cuerpo no había respondido a otras mujeres, además de que había sido capaz de mandarla investigar con tal de saber todo sobre ella, sin embargo, eso lejos de halagarla podría asustarla y más si supiera que había estado vigilando su edificio, por lo que preferí callar.
Cuando me di cuenta que estaba dormida le acaricié su brazo, me encantaba la textura de su piel; suave, tersa, delicada, la acaricié con el dorso de mi mano, con las yemas de mis dedos, ella no se inmutó así que me atreví a pegarme a su cuerpo y la abracé por la cintura, enterrando mi cabeza entre su espeso cabello y me perdí en su olor.
– No me dejes sola esta noche.
La escuché decir y me separé abruptamente de ella, pero seguía profundamente dormida, entonces puse mi cabeza sobre mi mano para mirarla, velando su sueño mientras la lluvia continuaba cayendo.
– Te necesito… no te vayas… las reglas, sí las reglas.
Ahí me di cuenta que estaba soñando conmigo, ¿acaso ella también quería romper las reglas y no se atrevía?, tenía que encontrar la manera de hacerlo fortuitamente, al parecer, ninguno de los dos era capaz de quebrantarlas frente al otro.
No me di cuenta cuando me quedé dormido hasta que sentí los tibios rayos del sol sobre mi piel, abrí los ojos y vi que ella seguía durmiendo, miré mi reloj y eran las diez de la mañana, me levanté con cuidado para evitar despertarla y nuevamente decidí dejarle una nota, así que bajé otra vez a la oficina del gerente, tenía que seguir con mi teatro de desconocido para sorprenderla cuando nos viéramos en la calle.
Escribí varias cosas y las borré hasta que encontré la frase que quería decirle: “Recuerda que después de la tempestad viene la calma, la vida es un equilibrio y no podemos ir en contra de eso”, yo iba a darle el equilibrio que ella necesitaba, ese que Jacob no le daba. Regresé a la habitación y le dejé la nota sobre la mesa, la miré unos instantes y después me fui.
Por la tarde llegó Jennifer a mi departamento y me propuso que fuéramos al juego de los Gigantes, que era el siguiente lunes. Ella era gran fan de ese equipo, así que la abracé y le di un beso en la frente, sin querer me dio la idea perfecta para propiciar el encuentro casual con Isabella, recordé que Jacob me había mencionado que él jugaba futbol americano en la preparatoria, así que seguro iría si lo invitaba, sólo esperaba que esta vez sí fuera con ella.
Fui a mi recámara y primero hablé con mi contacto del estadio y le pedí cuatro pases para el palco familiar. Después le marqué a Jacob, sonaba y sonaba, pero no me contestaba, estaba a punto de colgar cuando finalmente respondió.
– Hola Edward, ¿cómo estás? – contestó un tanto agitado.
– Bien, ¿y tú?, ¿interrumpo? – pregunté serio ante la posibilidad de que estuviera con ella.
– No para nada, ¿en qué puedo ayudarte?
– Quiero invitarte al partido de los Gigantes del lunes por la tarde, ¿puedes?
– Claro, hace mucho que no voy a un partido en vivo.
– Pues ya está, te regalo un pase doble para palco preferencial, te los hago llegar a tu oficina el lunes por la mañana.
– Perfecto, muchas gracias.
– No tienes nada que agradecer, nos vemos el lunes – colgué feliz.
Después de cenar, Jennifer y yo fuimos al teatro, la obra estuvo entretenida, me gustaban los musicales y la más feliz era mi amiga que cantó todas las canciones. Al terminar, la llevé a su departamento y luego me fui al mío. El domingo no hice gran cosa, no salí, estuve tocando un rato el piano, quería escribirle una canción a Alice y Jasper para el día de su boda, pero no encontraba la inspiración, así que sólo toqué canciones que ya me sabía.
El lunes por la mañana me llegaron a mi oficina los pases para el partido y de inmediato le mandé a Jacob los suyos. Casi todo el día estuve con la zozobra de si iría Isabella con él, no quería llevarme una desagradable sorpresa como la vez de la cena, así que decidí averiguarlo, estaba afuera del edificio de Jennifer esperando a que saliera cuando tomé mi celular y le marqué a Isabella.
– Hola – contestó un tanto nerviosa.
– ¿Estás libre esta noche? – pregunté sensualmente para escuchar su reacción.
– No… lo siento, un… compromiso previo – eso me indicó que sí iría.
– Entiendo – respondí haciéndome el ofendido.
– ¿Podría ser mañana? – no preciosa, será hoy aunque no precisamente en el hotel.
– Quizá… buenas tardes – fue mi respuesta y le colgué.
Sonreí, al fin se había llegado el momento de terminar de mandar al demonio las dichosas reglas, hoy Isabella conocería mi nombre, hoy yo entraría de manera formal a su vida y me daría una idea de cómo era su relación con Jacob y que tanto significaba yo para ella.
Jennifer subió al auto y me miró desconcertada, me preguntó de qué me reía y le dije que de nada, encendí el auto y nos dirigimos al estadio.
Al estacionarme sonó mi blackberry, era de la oficina así que lo respondí y estuve explicándole unas cosas a mi asistente, después de colgar nos bajamos del auto y caminamos hacia el palco, antes de entrar Jennifer se encontró a unos amigos, los saludé y ella se quedó con ellos.
Cuando estuve dentro los vi sentados, mi corazón se disparó, saludé a Jacob que se puso de pie y me dio un abrazo, Isabella estaba petrificada en su asiento, debió reconocer mi voz y sonreí. Él la ayudó a levantarse y ella me miró sin dar crédito a tenerme de frente, al lado de su novio.
– Cariño, te presento a Edward Cullen, uno de los inversionistas más jóvenes y exitosos del país, ella es Bella Swan, hermosa, inteligente y talentosísima mujer del mundo de la publicidad y, lo mejor, es la dueña de mis quincenas – dijo Jacob.
Pobre idiota, ignoraba que a mí me pertenecían su cama y su pasión, eso sí era lo mejor, ser el dueño de sus noches, no de sus días, aunque, claro, yo podría ser feliz teniéndola de tiempo completo, no habría ningún compromiso de trabajo más importante que ella, ni mucho menos una “princesa” que se interpusiera en el camino. La abrazó y eso me molestó, pero tenía que mantener mi farsa, así que agradecí de nuevo las clases de actuación y le estreché la mano que ella retiró rápidamente.
– Sin que me lo tomes a mal Jacob, tienes una novia muy linda – tenía que hacerle saber lo que pensaba de ella y se ruborizó al escucharme.
– Oh, yo lo sé, gracias, además es una excelente chica, la única que me aguanta el ritmo de trabajo y casi no se queja, por eso trato de complacerla lo más que se pueda – excepto en la cama o no tendría porque recurrir a mí, pensé mientras les sonreía.
– Sí, se ve que están muy enamorados – aseguré sólo para ver su reacción.
Entonces, Isabella palideció, Jacob le preguntó si sentía bien y ella respondió que se le había subido la cerveza y fue al baño, que ganas de seguirla y hacerla mía ahí mismo, con el novio cerca, ver quien tenía más influencia sobre ella, pero tenía que dejar que asimilara las cosas, realmente había sido una impresión muy fuerte verme ahí y darse cuenta que conocía a su novio.
Jacob fue tras ella y en ese momento entró Jennifer y le preparé una bebida, después ellos regresaron y mi amiga saludó a Jacob y él las presento, me llamó la atención que por segunda vez la llamara Bella, supuse que así le diría de cariño, que tipo tan falso, bien que se revolcaba con la tal “princesa”.
Les pregunté qué querían de tomar y luego de servirles, entregué sus respectivos vasos a cada uno y rocé a propósito los dedos de ella que se puso más nerviosa. Tomé a Jennifer de la mano para caminar a nuestros lugares, no me gustaba nada ver a Isabella con Jacob y quería corroborar si a ella le molestaba verme con una mujer, claro que desconocía que se trataba de mi mejor amiga.
A pesar de estar poniendo atención al partido y celebrar con Jennifer las anotaciones, estaba pendiente de Isabella, la miraba de rabillo y, aunque quería ser discreta, me di cuenta de la forma en que miraba a Jennifer, ¿sería posible que estuviera celosa?, ¿acaso su novio no le importaba tanto? Entonces se puso de pie y supuse que iba al baño, dejé pasar unos minutos y me levanté con el pretexto de ir por otra bebida y la vi parada sirviéndose un jugo, en verdad moría por besarla, pero debía guardar la compostura, aunque no estaba de más ver si ella tenía las mismas ganas que yo.
– ¿Disfrutando del partido? – susurré en su oído parado detrás de ella.
– No tanto como tú – dijo seria y ahí obtuve mi comprobación, sí estaba celosa.
Me cuestionó de dónde conocía a Jacob y le respondí con la verdad, entonces me preguntó la razón por la que la había llamado antes y le mentí, no era tonta, sí había percibido que yo sabía que estaría ahí. Me dio risa escuchar que dijera la frase que le había escrito en el papel sobre que la vida era un equilibrio y más el que agregara que no se la pasaba teniendo sexo todo el día, le respondí que yo tampoco, sin embargo, le hice saber que con ella sí podría, no estaba seguro de eso, era mucho alarde, francamente, sólo quería que supiera que era especial para mí.
Después de que terminó el partido nos dirigimos al estacionamiento, Jennifer propuso que fuéramos a cenar, pero ellos se negaron, Isabella argumentando que le dolía la cabeza y Jacob que tenía que trabajar al día siguiente, le rebatí que no todo en la vida era trabajo y dinero, que había que darse tiempo para disfrutar de los placeres, Isabella repitió la frase del equilibrio, me agradaba escuchar que me tuviera en mente.
Cuando nos despedimos le sonreí amablemente y deslice mis dedos por su mano mientras la retiraba y la vi partir abrazada de Jacob, eso me quitó la sonrisa de la cara, que ganas de gritarle que la dejara, que ella me pertenecía, pero, en realidad no era cierto, yo seguía siendo un intruso en su vida, aunque ahora supiera mi nombre.
– No puedo creerlo – exclamó Jennifer haciendo que dejara de mirarlos y centrara mi vista en ella – te gusta la novia de Jacob, ¿de dónde la conoces? – agregó cruzándose de brazos dejándome boquiabierto.
Fragmento de la canción: She got me.
Intérprete: JC Chasez
Traducción: Anne Hilldweller
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Re: Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18)
Edward me tiene loca y tengo celos de Bella me encanta todo lo que hace para poder enfrentarse a ella como personas normales espero el proximo capitulo pronto
hasta luego les dejo muchos
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alejandra_vazquez88- .
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Re: Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa
hey me encanto el capi como siempre aaaaaa espero el proximo besos
Irina Denali- .
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Re: Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa
Gracias por seguir comentando, aquí les dejo el siguiente capítulo.
Saluditos
– Por dios Jennifer, me la acaba de presentar, ¿de dónde sacas que la conozco de otro lado y que me gusta? – dije esperando sonar convincente.
– Otra vez negando las cosas – movió la cabeza exasperada – ¿de verdad piensas que soy tonta?, se te olvida que por ser mujer soy muy intuitiva, además de que te conozco de toda la vida, ¿vas a negarme que entre tú y ella había una tensión muy fuerte?, que no es para nada normal cuando acabas de conocer a alguien.
– Estás equivocada Jennifer, ya deberías de escribir un libro, últimamente andas muy fantasiosa.
– Y tú sigues insultando mi inteligencia, está bien, si no me quieres decir la verdad, no lo hagas, pero después no vengas a pedirme ayuda porque no sé si te la dé.
La abracé para tranquilizarla, en verdad había olvidado lo perceptiva que era y francamente no pensé que se notara tensión entre Isabella y yo, ¿la habrá percibido Jacob?, esperaba no haberla metido en problemas, aunque él la engañara, seguro actuaría como el típico macho si se enteraba que ella le hacía lo mismo.
Al día siguiente, quise llamar a Isabella, después de todo ella había preguntado si nos podíamos ver, claro que las cosas habían cambiado desde esa llamada, ahora ella sabía quién era yo y la verdad no estaba seguro de que la relación con Jacob fuera del todo mal, debía quererlo o no estaría con él, la cuestión era averiguar qué tan profundos era sus sentimientos hacia él, pero para eso necesitaba tenerlos cerca, convivir con ellos, ver como se trataban, quizá era buena idea seguir la sugerencia de Jennifer e invitarlos a cenar uno de estos días, o tal vez, debía dejar que las cosas siguieran su curso, faltaba poco para el desfile de Alice y ahí era seguro que la viera, aunque no sabía si él la acompañaría.
Dos días más tarde Jacob me invitó a almorzar en agradecimiento por haberlo invitado al partido y de paso veríamos unas nuevas inversiones, así que quedamos de vernos a las dos en el restaurante del Rose Imperial. Llegó muy puntual y mientras esperábamos que nos llevaran la comida hablamos de negocios y después hizo un comentario sobre tomar vacaciones que me dio una gran idea.
– ¿Así que piensas tomarte unos días libres? – pregunté después de tomar agua.
– Es mi intensión, tengo como seis meses prometiéndole a Bella que viajaremos y no he podido cumplirle – sin querer me estaba proporcionando información valiosa.
– ¿Y tienes algún lugar pensando? – mi mente maquiavélica estaba trabajando.
– La verdad no, tal vez la playa, no sé.
– Pues yo tengo una pequeña casa muy cerca de Las Vegas, si quieres te la puedo prestar por un fin de semana.
– ¿En serio?, eso sería fabuloso, siempre he querido ir a Las Vegas a apostar.
– Y a… – estaba a punto de decir Isabella, pero logré quedarme callado a tiempo, ya que él no la llamaba así – ¿a tu novia le gustará ir allá?
– Seguro, con tal de estar conmigo irá adonde sea – arrogante, lo que no sabía es que no estarían solos.
– Si quieres consúltalo primero con ella y ya después me avisas.
– Más bien tengo que consultar con mi jefe que días puedo ausentarme de la oficina.
– Pues cuando sepas la fecha exacta me avisas para darte las llaves.
– Gracias, yo creo que será en dos o tres fines de semana, yo te confirmo – sonó su celular y sonrió al ver de quien se trataba – permíteme unos minutos, es de la oficina – se excusó y se levantó de la mesa.
¿De verdad habría creído que me tragué su cuento?, ni siquiera era Isabella la que le llamaba, no tenía porque alejarse si se tratara de ella y menos con lo que acabábamos de platicar. Que rabia me daba saber que ella ignorara lo que realmente hacía su noviecito en su ausencia, aunque por otro lado y pensando mejor las cosas, eso era una ventaja para mí, me estaba facilitando el camino hacia ella y quizá algún día yo sería quien lo desenmascarara y ya no habría ningún obstáculo para que ella estuviera conmigo, en dado caso que así lo quisiera Isabella, tenía que asegurarme que estuviera igual que yo y en ese viaje me daría cuenta, ese viaje sería decisivo para el curso que tomarían las cosas entre ella y yo.
Después de varios minutos Jacob regresó con una sonrisa idiota en la cara, ¿cómo podía ser tan cínico?, y no es que me espantara lo que hacía, yo era un mujeriego, pero al menos no engañaba a ninguna, sabían perfectamente como estaban las cosas, en cambio, él jugaba al novio lindo con Isabella mientras se revolcaba con otra que, por cierto, como lo buscaba, mucho más que ella que era la novia oficial. Luego de comer y platicar otro rato quedó de llamarme para confirmarme cuando irían a Las Vegas y nos despedimos para regresar a nuestras respectivas oficinas.
Los días siguieron pasando e Isabella no me llamaba, así que decidí respetar su decisión y yo tampoco la busqué ni fui a espiar a su departamento, quizá ella ya no quería verme, tal vez me había buscado porque tenía problemas con Jacob y ya los habían solucionado, la única esperanza que me quedaba era verla en el desfile de Alice que sería esa noche.
Salí de la oficina y fui a mi departamento a cambiarme, después pasé por Jennifer y nos dirigimos al hotel. Al llegar se nos acercaron los fotógrafos, posamos unos instantes y luego caminamos hacia Alice que estaba con Isabella, quien al vernos se fue, se veía tan hermosa con ese vestido verde, creación de mi hermana. Ésta me abrazó y también a Jennifer, estaba tan contenta, uno de sus sueños se estaba haciendo realidad y yo me sentía orgulloso de ella.
Minutos más tarde Isabella salió de dondequiera que estuviera y Jennifer se acercó a saludarla, yo la admiré por unos instantes y después me uní a ellas, no pude evitar acariciar su mano cuando estrechó la mía, se puso nerviosa ante el contacto y yo sentí deseos de abrazarla, pero otra vez tenía que mantener la compostura, estábamos en un lugar público y Jennifer ya se había dado cuenta que algo más había entre ella y yo así que caminamos a nuestros lugares para ver el desfile. Sin embargo, no podía dejar de mirarla, lucía espectacular y mi mente lujuriosa imaginó varias formas de quitarle ese vestido y hacerla mía, incluso en ese mismo lugar. De repente, ella se levantó y la seguí con la mirada, entró a una de las bodegas, esperé unos minutos y luego me puse de pie.
– ¿Adónde vas? – interrogó Jennifer jalándome del brazo.
– Al baño – respondí muy seguro, pero mi amiga me hizo una mueca.
Entré a la bodega y vi a Isabella sentada en un sillón con su cabeza entre sus manos, inspeccioné el lugar buscando el cuarto del aseo, necesitaba tenerla entre mis brazos, besarla, acariciarla, hacerla mía, iba preparado para eso y había encontrado el momento preciso. Así que me acerqué y le pregunté cómo se sentía, ella me miró un tanto asustada y nerviosa, me encantaba ponerla así, entonces le sugerí que tenía que relajarse y se negó rotundamente a subir a la habitación argumentando que estaba mi familia y mi novia, quise reírme ante ese comentario y estuve a punto de dejarla en su error, pero no lo hice, no quería que tuviera una imagen equivocada de mí, entonces la hice levantarse y la encaminé al pequeño cuarto.
Una vez dentro, la besé con desesperación, como había extrañado sus labios y sus caricias, Isabella me correspondió de la misma forma, estaba tan ansiosa como yo y sin mucho preámbulo ni desnudarnos por completo nos entregamos ahí, a oscuras, besándonos para acallar los gemidos y con la adrenalina hasta el cielo porque era algo arriesgado, cualquiera podría abrir esa puerta y descubrirnos.
– ¿Me extrañaste? – preguntó con un hilo de voz.
– No tienes idea cuanto – respondí en su oído.
– Muéstrate que tanto – me encantaba que repitiera lo que antes yo le había dicho y aceleré mis movimientos disfrutando más del roce de nuestros sexos.
– Te extrañé tanto Bella – al fin podía decirle su nombre.
– Repítelo – pidió como si no hubiera dado crédito a lo que escuchó.
– Te eché muchísimo de menos… Isabella – sentí sus labios sobre mi cuello y como su cuerpo vibraba llegando al orgasmo.
– Yo también te eché de menos… Edward – musitó con la voz entrecortada.
Escuchar mi nombre salir de sus labios fue el detonante exacto para que terminara yo también, no éramos más un par de desconocidos y ella estaba dispuesta a seguir con esto, era lo que yo quería saber. Le propuse que nos escapáramos, pero no aceptó, me explicó que estaba trabajando, yo había olvidado ese pequeño detalle así que no me quedó más remedio que aceptar.
– Yo salgo primero, ¿ok? – dijo terminando de arreglarse el vestido.
– ¿Por qué?, entramos juntos.
– Y sólo espero que nadie nos haya visto, entiende por favor, estoy trabajando.
– Está bien, sal tú primero – acepté rodando los ojos.
Me quedé recargado sobre el umbral de la puerta viendo como Isabella se alejaba, me tenía loco y no encontraba la razón, no era sólo por el sexo, ¿o sí?, lo único que me importaba era que nuestros encuentros no se terminaran. Después fui al baño para arreglarme bien la ropa y regresé a mi lugar, ella ya estaba en el suyo y yo me senté, Jennifer tuvo el buen tino de recargarse en mi hombro e Isabella se volteó molesta.
Cuando el desfile se acabó, Jennifer fue a platicar con Rosalie, así que yo aproveché para buscar a Isabella y me acerqué a la mesa de los bocadillos donde se encontraba. Le hice unas afirmaciones poco decentes, para ser sincero, pero me fascinaba ver el efecto que tenía sobre ella, confirmar que no le era indiferente, que mi presencia la ponía nerviosa, lo cual me llenaba de un enorme gozo.
En eso, Alice se acercó sorprendida de vernos platicar y cuando preguntó si nos conocíamos le dije que sí, pero le mentí de donde, porque ignoraba que yo perteneciera a esa club extraño y para mi buena suerte se acordó de aquella chica que me regalaba chocolates en la universidad y que, por cierto, jamás le había aclarado que era lesbiana y por eso no hubo nada entre ella y yo. Lo mejor fue que Isabella me siguió la mentira y debido a eso Alice tuvo la brillante idea de invitarla a su boda, claro que sin evitar quemarme recordando a la chica con la que había ido a la de Emmett, pero yo no sabía que con unas copas de más perdería la decencia, iba conmigo en la universidad y siempre había sido muy tranquila y recatada, al menos estando sobria, por eso la había llevado conmigo.
Isabella tenía una extraña expresión en el rostro que no me quedaba claro si era por la historia de la stripper o por la repentina invitación de Alice, quien le insistió cuando vio que se rehusaba, en ese momento agradecí que mi hermana fuera tan empecinada para algunas cosas, después dijo que buscaría a Jasper y se alejó. Le hice otro comentario seductor a Isabella que me miró desconcertada, en verdad no se esperaba que mi hermana la invitara a su boda y estaba intranquila porque le mentimos sobre donde y cuando nos habíamos conocido, entonces le expliqué como era Alice y que no le veía mayor problema a ir a la boda.
– Se te olvida un pequeño detalle, yo tengo novio – tenía que recordármelo.
– Eso no es problema, tu novio seguramente tendrá un negocio que cerrar ese fin de semana – uno llamado “princesa”, estuve a punto de decirle, pero me contuve.
Y de nuevo me cuestionó sobre Jennifer, seguía creyendo que era mi novia y volví a aclararle que no era así, sin embargo, me lo rebatió y me aseguró que no iría a la boda, ¿acaso estábamos discutiendo?, ¿Jennifer le caía mal?
– ¿Estás celosa? – no pude evitar preguntárselo.
– Tú no tienes vergüenza de verdad.
– Eso no responde mi pregunta.
– Estoy tan celosa de Jennifer como tú lo estás de Jacob, ¿satisfecho? – bastante, pensé, porque si era así en definitiva estaba sumamente celosa.
– ¿Alguien dijo mi nombre? – dijo mi amiga acercándose.
– Con permiso, tengo que checar cosas en la cocina – se excusó y se fue.
– ¿Qué le pasa? – me preguntó Jennifer.
– Nada mi niña, seguro está estresada por todo el evento – a propósito la llame así, sabía que Isabella estaba escuchando y me gustaba que se pusiera celosa.
– ¿Vas a seguir mintiéndome Edward? – exclamó mirándome seria.
– ¿Qué quieres que te diga? – evadí su mirada.
– La verdad, los he estado observando y me he dado cuenta de cosas muy interesantes, ¿por qué no confías en mí?, ¿crees que voy a juzgarte?, Edward soy tu mejor amiga y lo único que te pido es honestidad, es lo que te he dado yo siempre.
– Está bien, sí la conozco desde antes del partido y… sí me gusta.
– ¿Y dónde la conociste? – por eso quería evitar esta plática, no podía decirle la verdad.
– Aquí mismo… en el bar, estaba sola y le invité un trago, platicamos, jamás mencionó que tenía novio y no me imaginé que resultara que yo lo conocía y que nos toparíamos en el estadio – inventé rápidamente esa historia.
– ¿Fue por ella por quien te emborrachaste aquella vez?
– No, todavía no la conocía cuando la borrachera – tuve que mentirle de nuevo.
– ¿No la conocías? – se cruzó de brazos nada convencida – ¿o fue cuando te enteraste que tenía novio?
– No la conocía todavía – aseguré esperando que me creyera.
– ¿Y qué hay entre ustedes?, porque ambos se desaparecieron como media hora.
– La verdad, no sé que hay entre ella y yo, no te negaré que nos hemos besado, pero como sabes, tiene novio y no hemos aclarado ese punto.
– La atracción entre ustedes es evidente Edward y por lo poco que vi en el estadio, ni siquiera con su novio es tan intensa, además, creo que está celosa de mí.
– ¿En serio lo crees? – era mejor que alguien externo me lo confirmara.
– Te gusta de verdad, ¿no es así?, no es algo físico solamente, en realidad te interesa.
– ¿Por qué lo dices? – pregunté un tanto desconcertado.
– Porque se te nota y me da muchísimo gusto, al fin te estás abriendo al amor.
– Creo que exageras, aún es un poco prematuro hablar de amor.
– Tal vez, pero para allá vas – me abrazó – de corazón deseo que todo salga bien, no me gustaría verte lastimado, mereces ser feliz con alguien que te corresponda.
– Por eso no quería decirte nada, quizá no sea tan importante.
– Yo creo que sí lo será, espero que pronto deje a Jacob, no tienes porque ser el otro.
– Que cosas dices Jen… ni siquiera soy eso – al menos, no lo había visto así.
– Pues peor entonces, eres un hombre maravilloso y espero que ella lo aprecie.
El resto de la fiesta ya no pude hablar con Isabella, ni siquiera me di cuenta a qué hora se fue, cuando quedaban pocos invitados y la busqué ya no estaba, pero al menos, Alice me había dado el pretexto perfecto para volver a verla, le llevaría mi invitación de la boda y sólo compraría otro sobre para ponerle su nombre, le argumentaría que ella se la había mandado.
Al otro día, Jacob me llamó para confirmarme que en dos fines de semana más se irían a Las Vegas, pero al cabo de unos minutos, rectificó y me dijo que sería el siguiente jueves, así que le pedí que un día antes pasara a mi oficina por las llaves de la casa y me lo agradeció enormemente, yo sonreí imaginando la cara que pondría cuando me viera ahí. Después que le colgué, le llamé a Jennifer para invitarla, sería demasiado sospechoso que llegara yo solo y ella aceptó de inmediato, así que luego compré los boletos de avión.
El lunes salí de mi oficina después de un arduo día de trabajo. Llamé a la de Isabella y cuando me contestó colgué de inmediato, sólo quería comprobar si estaba ahí para ir a dejarle la invitación. Al llegar y registrarme dije que iba al piso nueve, no sabía si había más gente en la agencia y no quería meter a Isabella en problemas.
Me encantó la cara de sorpresa que puso al verme en la puerta de su oficina y más cuando le entregué la invitación, me cuestionó si yo quería que fuera, pero, ¿qué no se daba cuenta que era obvio?, si no quisiera que me acompañara no estaría ahí dándole el dichoso sobre. Noté que se quedó mirando al vacío unos segundos y después me dijo que iba por unos papeles, así que me senté a esperarla. En eso, vi una foto que tenía al lado de su computadora y la agarré, eran ella y Jacob abrazados y muy sonrientes en alguna fiesta porque estaban vestidos de gala, en ese momento no supe si era mejor ser el novio o el amante, tener su cuerpo clandestinamente mientras él podía caminar con ella por las calles, sin tener que ocultarse.
De pronto, escuché que cerraba la puerta sigilosamente, ¿acaso estaba pensando seducirme ahí mismo?, por supuesto que lo deseaba y estaba preparado para eso, pero pensaba llevarla a mi departamento. Me quitó la fotografía de la mano y se sentó sobre mí, yo le sonreí, estaba a punto de cumplirme una de mis fantasías, definitivamente había algo especial y diferente con ella, así que no podía permitir que saliera de mi vida.
Fragmento de la canción: Hoy me he dado cuenta.
Intérprete: Ragazzi.
Saluditos
Capítulo 10:
Enfrentando la verdad
Hoy me he dado cuenta
Que tus labios están hechos para mí
Hoy me he dado cuenta de ti
Hoy me he dado cuenta
Que no existiría un río sin caudal
Hoy me he dado cuenta de ti
Porque tus ojos me reclaman
Y hasta con pensamientos llamas
Sin ti no existo
Eres tú mi luz y mi ilusión
Eres la verdad de esta canción
Hoy me he dado cuenta de ti
Enfrentando la verdad
Hoy me he dado cuenta
Que tus labios están hechos para mí
Hoy me he dado cuenta de ti
Hoy me he dado cuenta
Que no existiría un río sin caudal
Hoy me he dado cuenta de ti
Porque tus ojos me reclaman
Y hasta con pensamientos llamas
Sin ti no existo
Eres tú mi luz y mi ilusión
Eres la verdad de esta canción
Hoy me he dado cuenta de ti
– Por dios Jennifer, me la acaba de presentar, ¿de dónde sacas que la conozco de otro lado y que me gusta? – dije esperando sonar convincente.
– Otra vez negando las cosas – movió la cabeza exasperada – ¿de verdad piensas que soy tonta?, se te olvida que por ser mujer soy muy intuitiva, además de que te conozco de toda la vida, ¿vas a negarme que entre tú y ella había una tensión muy fuerte?, que no es para nada normal cuando acabas de conocer a alguien.
– Estás equivocada Jennifer, ya deberías de escribir un libro, últimamente andas muy fantasiosa.
– Y tú sigues insultando mi inteligencia, está bien, si no me quieres decir la verdad, no lo hagas, pero después no vengas a pedirme ayuda porque no sé si te la dé.
La abracé para tranquilizarla, en verdad había olvidado lo perceptiva que era y francamente no pensé que se notara tensión entre Isabella y yo, ¿la habrá percibido Jacob?, esperaba no haberla metido en problemas, aunque él la engañara, seguro actuaría como el típico macho si se enteraba que ella le hacía lo mismo.
Al día siguiente, quise llamar a Isabella, después de todo ella había preguntado si nos podíamos ver, claro que las cosas habían cambiado desde esa llamada, ahora ella sabía quién era yo y la verdad no estaba seguro de que la relación con Jacob fuera del todo mal, debía quererlo o no estaría con él, la cuestión era averiguar qué tan profundos era sus sentimientos hacia él, pero para eso necesitaba tenerlos cerca, convivir con ellos, ver como se trataban, quizá era buena idea seguir la sugerencia de Jennifer e invitarlos a cenar uno de estos días, o tal vez, debía dejar que las cosas siguieran su curso, faltaba poco para el desfile de Alice y ahí era seguro que la viera, aunque no sabía si él la acompañaría.
Dos días más tarde Jacob me invitó a almorzar en agradecimiento por haberlo invitado al partido y de paso veríamos unas nuevas inversiones, así que quedamos de vernos a las dos en el restaurante del Rose Imperial. Llegó muy puntual y mientras esperábamos que nos llevaran la comida hablamos de negocios y después hizo un comentario sobre tomar vacaciones que me dio una gran idea.
– ¿Así que piensas tomarte unos días libres? – pregunté después de tomar agua.
– Es mi intensión, tengo como seis meses prometiéndole a Bella que viajaremos y no he podido cumplirle – sin querer me estaba proporcionando información valiosa.
– ¿Y tienes algún lugar pensando? – mi mente maquiavélica estaba trabajando.
– La verdad no, tal vez la playa, no sé.
– Pues yo tengo una pequeña casa muy cerca de Las Vegas, si quieres te la puedo prestar por un fin de semana.
– ¿En serio?, eso sería fabuloso, siempre he querido ir a Las Vegas a apostar.
– Y a… – estaba a punto de decir Isabella, pero logré quedarme callado a tiempo, ya que él no la llamaba así – ¿a tu novia le gustará ir allá?
– Seguro, con tal de estar conmigo irá adonde sea – arrogante, lo que no sabía es que no estarían solos.
– Si quieres consúltalo primero con ella y ya después me avisas.
– Más bien tengo que consultar con mi jefe que días puedo ausentarme de la oficina.
– Pues cuando sepas la fecha exacta me avisas para darte las llaves.
– Gracias, yo creo que será en dos o tres fines de semana, yo te confirmo – sonó su celular y sonrió al ver de quien se trataba – permíteme unos minutos, es de la oficina – se excusó y se levantó de la mesa.
¿De verdad habría creído que me tragué su cuento?, ni siquiera era Isabella la que le llamaba, no tenía porque alejarse si se tratara de ella y menos con lo que acabábamos de platicar. Que rabia me daba saber que ella ignorara lo que realmente hacía su noviecito en su ausencia, aunque por otro lado y pensando mejor las cosas, eso era una ventaja para mí, me estaba facilitando el camino hacia ella y quizá algún día yo sería quien lo desenmascarara y ya no habría ningún obstáculo para que ella estuviera conmigo, en dado caso que así lo quisiera Isabella, tenía que asegurarme que estuviera igual que yo y en ese viaje me daría cuenta, ese viaje sería decisivo para el curso que tomarían las cosas entre ella y yo.
Después de varios minutos Jacob regresó con una sonrisa idiota en la cara, ¿cómo podía ser tan cínico?, y no es que me espantara lo que hacía, yo era un mujeriego, pero al menos no engañaba a ninguna, sabían perfectamente como estaban las cosas, en cambio, él jugaba al novio lindo con Isabella mientras se revolcaba con otra que, por cierto, como lo buscaba, mucho más que ella que era la novia oficial. Luego de comer y platicar otro rato quedó de llamarme para confirmarme cuando irían a Las Vegas y nos despedimos para regresar a nuestras respectivas oficinas.
Los días siguieron pasando e Isabella no me llamaba, así que decidí respetar su decisión y yo tampoco la busqué ni fui a espiar a su departamento, quizá ella ya no quería verme, tal vez me había buscado porque tenía problemas con Jacob y ya los habían solucionado, la única esperanza que me quedaba era verla en el desfile de Alice que sería esa noche.
Salí de la oficina y fui a mi departamento a cambiarme, después pasé por Jennifer y nos dirigimos al hotel. Al llegar se nos acercaron los fotógrafos, posamos unos instantes y luego caminamos hacia Alice que estaba con Isabella, quien al vernos se fue, se veía tan hermosa con ese vestido verde, creación de mi hermana. Ésta me abrazó y también a Jennifer, estaba tan contenta, uno de sus sueños se estaba haciendo realidad y yo me sentía orgulloso de ella.
Minutos más tarde Isabella salió de dondequiera que estuviera y Jennifer se acercó a saludarla, yo la admiré por unos instantes y después me uní a ellas, no pude evitar acariciar su mano cuando estrechó la mía, se puso nerviosa ante el contacto y yo sentí deseos de abrazarla, pero otra vez tenía que mantener la compostura, estábamos en un lugar público y Jennifer ya se había dado cuenta que algo más había entre ella y yo así que caminamos a nuestros lugares para ver el desfile. Sin embargo, no podía dejar de mirarla, lucía espectacular y mi mente lujuriosa imaginó varias formas de quitarle ese vestido y hacerla mía, incluso en ese mismo lugar. De repente, ella se levantó y la seguí con la mirada, entró a una de las bodegas, esperé unos minutos y luego me puse de pie.
– ¿Adónde vas? – interrogó Jennifer jalándome del brazo.
– Al baño – respondí muy seguro, pero mi amiga me hizo una mueca.
Entré a la bodega y vi a Isabella sentada en un sillón con su cabeza entre sus manos, inspeccioné el lugar buscando el cuarto del aseo, necesitaba tenerla entre mis brazos, besarla, acariciarla, hacerla mía, iba preparado para eso y había encontrado el momento preciso. Así que me acerqué y le pregunté cómo se sentía, ella me miró un tanto asustada y nerviosa, me encantaba ponerla así, entonces le sugerí que tenía que relajarse y se negó rotundamente a subir a la habitación argumentando que estaba mi familia y mi novia, quise reírme ante ese comentario y estuve a punto de dejarla en su error, pero no lo hice, no quería que tuviera una imagen equivocada de mí, entonces la hice levantarse y la encaminé al pequeño cuarto.
Una vez dentro, la besé con desesperación, como había extrañado sus labios y sus caricias, Isabella me correspondió de la misma forma, estaba tan ansiosa como yo y sin mucho preámbulo ni desnudarnos por completo nos entregamos ahí, a oscuras, besándonos para acallar los gemidos y con la adrenalina hasta el cielo porque era algo arriesgado, cualquiera podría abrir esa puerta y descubrirnos.
– ¿Me extrañaste? – preguntó con un hilo de voz.
– No tienes idea cuanto – respondí en su oído.
– Muéstrate que tanto – me encantaba que repitiera lo que antes yo le había dicho y aceleré mis movimientos disfrutando más del roce de nuestros sexos.
– Te extrañé tanto Bella – al fin podía decirle su nombre.
– Repítelo – pidió como si no hubiera dado crédito a lo que escuchó.
– Te eché muchísimo de menos… Isabella – sentí sus labios sobre mi cuello y como su cuerpo vibraba llegando al orgasmo.
– Yo también te eché de menos… Edward – musitó con la voz entrecortada.
Escuchar mi nombre salir de sus labios fue el detonante exacto para que terminara yo también, no éramos más un par de desconocidos y ella estaba dispuesta a seguir con esto, era lo que yo quería saber. Le propuse que nos escapáramos, pero no aceptó, me explicó que estaba trabajando, yo había olvidado ese pequeño detalle así que no me quedó más remedio que aceptar.
– Yo salgo primero, ¿ok? – dijo terminando de arreglarse el vestido.
– ¿Por qué?, entramos juntos.
– Y sólo espero que nadie nos haya visto, entiende por favor, estoy trabajando.
– Está bien, sal tú primero – acepté rodando los ojos.
Me quedé recargado sobre el umbral de la puerta viendo como Isabella se alejaba, me tenía loco y no encontraba la razón, no era sólo por el sexo, ¿o sí?, lo único que me importaba era que nuestros encuentros no se terminaran. Después fui al baño para arreglarme bien la ropa y regresé a mi lugar, ella ya estaba en el suyo y yo me senté, Jennifer tuvo el buen tino de recargarse en mi hombro e Isabella se volteó molesta.
Cuando el desfile se acabó, Jennifer fue a platicar con Rosalie, así que yo aproveché para buscar a Isabella y me acerqué a la mesa de los bocadillos donde se encontraba. Le hice unas afirmaciones poco decentes, para ser sincero, pero me fascinaba ver el efecto que tenía sobre ella, confirmar que no le era indiferente, que mi presencia la ponía nerviosa, lo cual me llenaba de un enorme gozo.
En eso, Alice se acercó sorprendida de vernos platicar y cuando preguntó si nos conocíamos le dije que sí, pero le mentí de donde, porque ignoraba que yo perteneciera a esa club extraño y para mi buena suerte se acordó de aquella chica que me regalaba chocolates en la universidad y que, por cierto, jamás le había aclarado que era lesbiana y por eso no hubo nada entre ella y yo. Lo mejor fue que Isabella me siguió la mentira y debido a eso Alice tuvo la brillante idea de invitarla a su boda, claro que sin evitar quemarme recordando a la chica con la que había ido a la de Emmett, pero yo no sabía que con unas copas de más perdería la decencia, iba conmigo en la universidad y siempre había sido muy tranquila y recatada, al menos estando sobria, por eso la había llevado conmigo.
Isabella tenía una extraña expresión en el rostro que no me quedaba claro si era por la historia de la stripper o por la repentina invitación de Alice, quien le insistió cuando vio que se rehusaba, en ese momento agradecí que mi hermana fuera tan empecinada para algunas cosas, después dijo que buscaría a Jasper y se alejó. Le hice otro comentario seductor a Isabella que me miró desconcertada, en verdad no se esperaba que mi hermana la invitara a su boda y estaba intranquila porque le mentimos sobre donde y cuando nos habíamos conocido, entonces le expliqué como era Alice y que no le veía mayor problema a ir a la boda.
– Se te olvida un pequeño detalle, yo tengo novio – tenía que recordármelo.
– Eso no es problema, tu novio seguramente tendrá un negocio que cerrar ese fin de semana – uno llamado “princesa”, estuve a punto de decirle, pero me contuve.
Y de nuevo me cuestionó sobre Jennifer, seguía creyendo que era mi novia y volví a aclararle que no era así, sin embargo, me lo rebatió y me aseguró que no iría a la boda, ¿acaso estábamos discutiendo?, ¿Jennifer le caía mal?
– ¿Estás celosa? – no pude evitar preguntárselo.
– Tú no tienes vergüenza de verdad.
– Eso no responde mi pregunta.
– Estoy tan celosa de Jennifer como tú lo estás de Jacob, ¿satisfecho? – bastante, pensé, porque si era así en definitiva estaba sumamente celosa.
– ¿Alguien dijo mi nombre? – dijo mi amiga acercándose.
– Con permiso, tengo que checar cosas en la cocina – se excusó y se fue.
– ¿Qué le pasa? – me preguntó Jennifer.
– Nada mi niña, seguro está estresada por todo el evento – a propósito la llame así, sabía que Isabella estaba escuchando y me gustaba que se pusiera celosa.
– ¿Vas a seguir mintiéndome Edward? – exclamó mirándome seria.
– ¿Qué quieres que te diga? – evadí su mirada.
– La verdad, los he estado observando y me he dado cuenta de cosas muy interesantes, ¿por qué no confías en mí?, ¿crees que voy a juzgarte?, Edward soy tu mejor amiga y lo único que te pido es honestidad, es lo que te he dado yo siempre.
– Está bien, sí la conozco desde antes del partido y… sí me gusta.
– ¿Y dónde la conociste? – por eso quería evitar esta plática, no podía decirle la verdad.
– Aquí mismo… en el bar, estaba sola y le invité un trago, platicamos, jamás mencionó que tenía novio y no me imaginé que resultara que yo lo conocía y que nos toparíamos en el estadio – inventé rápidamente esa historia.
– ¿Fue por ella por quien te emborrachaste aquella vez?
– No, todavía no la conocía cuando la borrachera – tuve que mentirle de nuevo.
– ¿No la conocías? – se cruzó de brazos nada convencida – ¿o fue cuando te enteraste que tenía novio?
– No la conocía todavía – aseguré esperando que me creyera.
– ¿Y qué hay entre ustedes?, porque ambos se desaparecieron como media hora.
– La verdad, no sé que hay entre ella y yo, no te negaré que nos hemos besado, pero como sabes, tiene novio y no hemos aclarado ese punto.
– La atracción entre ustedes es evidente Edward y por lo poco que vi en el estadio, ni siquiera con su novio es tan intensa, además, creo que está celosa de mí.
– ¿En serio lo crees? – era mejor que alguien externo me lo confirmara.
– Te gusta de verdad, ¿no es así?, no es algo físico solamente, en realidad te interesa.
– ¿Por qué lo dices? – pregunté un tanto desconcertado.
– Porque se te nota y me da muchísimo gusto, al fin te estás abriendo al amor.
– Creo que exageras, aún es un poco prematuro hablar de amor.
– Tal vez, pero para allá vas – me abrazó – de corazón deseo que todo salga bien, no me gustaría verte lastimado, mereces ser feliz con alguien que te corresponda.
– Por eso no quería decirte nada, quizá no sea tan importante.
– Yo creo que sí lo será, espero que pronto deje a Jacob, no tienes porque ser el otro.
– Que cosas dices Jen… ni siquiera soy eso – al menos, no lo había visto así.
– Pues peor entonces, eres un hombre maravilloso y espero que ella lo aprecie.
El resto de la fiesta ya no pude hablar con Isabella, ni siquiera me di cuenta a qué hora se fue, cuando quedaban pocos invitados y la busqué ya no estaba, pero al menos, Alice me había dado el pretexto perfecto para volver a verla, le llevaría mi invitación de la boda y sólo compraría otro sobre para ponerle su nombre, le argumentaría que ella se la había mandado.
Al otro día, Jacob me llamó para confirmarme que en dos fines de semana más se irían a Las Vegas, pero al cabo de unos minutos, rectificó y me dijo que sería el siguiente jueves, así que le pedí que un día antes pasara a mi oficina por las llaves de la casa y me lo agradeció enormemente, yo sonreí imaginando la cara que pondría cuando me viera ahí. Después que le colgué, le llamé a Jennifer para invitarla, sería demasiado sospechoso que llegara yo solo y ella aceptó de inmediato, así que luego compré los boletos de avión.
El lunes salí de mi oficina después de un arduo día de trabajo. Llamé a la de Isabella y cuando me contestó colgué de inmediato, sólo quería comprobar si estaba ahí para ir a dejarle la invitación. Al llegar y registrarme dije que iba al piso nueve, no sabía si había más gente en la agencia y no quería meter a Isabella en problemas.
Me encantó la cara de sorpresa que puso al verme en la puerta de su oficina y más cuando le entregué la invitación, me cuestionó si yo quería que fuera, pero, ¿qué no se daba cuenta que era obvio?, si no quisiera que me acompañara no estaría ahí dándole el dichoso sobre. Noté que se quedó mirando al vacío unos segundos y después me dijo que iba por unos papeles, así que me senté a esperarla. En eso, vi una foto que tenía al lado de su computadora y la agarré, eran ella y Jacob abrazados y muy sonrientes en alguna fiesta porque estaban vestidos de gala, en ese momento no supe si era mejor ser el novio o el amante, tener su cuerpo clandestinamente mientras él podía caminar con ella por las calles, sin tener que ocultarse.
De pronto, escuché que cerraba la puerta sigilosamente, ¿acaso estaba pensando seducirme ahí mismo?, por supuesto que lo deseaba y estaba preparado para eso, pero pensaba llevarla a mi departamento. Me quitó la fotografía de la mano y se sentó sobre mí, yo le sonreí, estaba a punto de cumplirme una de mis fantasías, definitivamente había algo especial y diferente con ella, así que no podía permitir que saliera de mi vida.
Fragmento de la canción: Hoy me he dado cuenta.
Intérprete: Ragazzi.
AnneHilldweller- .
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Re: Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa
hay que envidea bella aunque jennifer descubrio a edward otra cosa es que nolle dice nada y pes jam haciendo cosas en la ofisina jaajajaja que envidia espero que pronto subas mas amo tu historia
Irina Denali- .
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Re: Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18)
Lo que eh dicho me encanta esta historia y espero con ancias cada capitulo nuevo y como quisiera ser Bella para estar asi con Edward
espero el proximo hasta pronto
les dejo muchos
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alejandra_vazquez88- .
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Re: Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa
me encanta como se aman y en este capitulo ver la necesidad mutua de estar juntos
esta historia me encanta y ver a Edward tan deseoso de Bella, me encanta
esta historia me encanta y ver a Edward tan deseoso de Bella, me encanta
Atal- .
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Re: Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa
Hola!!!
Mil gracias por sus comentarios, aquí va un capítulo más.
Saluditos
– Me fascina cuando tomas el control – dije después que sujetó mis manos.
– Te haré mi esclavo, entonces – respondió moviéndose deliciosamente en círculos.
– Hazme lo que quieras – encantado sería su esclavo– pero no me dejes – agregué.
Ella sólo me sonrió, como deseé poder leer sus pensamientos, no tenía idea como lo había tomado, quizá no había sido el mejor momento para decírselo, pero tenía que asegurarle que no estaba dispuesto a que esto se acabara, que había algo más que simple sexo, algo más profundo que francamente me estaba dando miedo, porque eso era lo que sentía ante la posibilidad de no volver a verla, de que en algún momento recapacitara y me mandara al demonio para seguir con su noviecito y no sabía si podría tolerarlo. Aceleró más sus movimientos y me apretó más fuerte las manos al llegar al orgasmo y después la abracé fuertemente.
– De verdad eres maravillosa – susurré, quería que estuviera segura de cómo la percibía, aunque no había palabras suficientes para describirlo.
Un ruido hizo que se levantara rápidamente provocándome cierto vacío. Era un policía y mientras hablaba con él, yo me retiré el condón y después caminé hasta ella, cuando se volteó, se sorprendió de tenerme tan cerca, comencé a delinear sus labios y se resistió, me argumentó que los policías estarían esperando que se fuera y le aclaré que no sabían que yo estaba con ella.
Me pedía con palabras que me detuviera, sin embargo, no hacía nada para impedirlo, seguía dejando que la fuera recorriendo con besos y caricias, hasta que le aseguré que pasaría mucho tiempo antes de que volviéramos a vernos se rindió por completo, entonces la besé apasionadamente, pero a diferencia de ella, sin cerrar los ojos, quería ver sus expresiones, darme cuenta que tanto estaba disfrutando lo que le hacía, era la primera mujer por la que realmente me preocupaba su completa satisfacción, incluso antes que la mía. Comencé a besar sus hombros y en automático se escucharon sus gemidos que me enloquecían, después la coloqué sobre el escritorio y la hice mía una vez más.
Estaba por invitarla a cenar cuando su celular nos interrumpió, no pude controlar mi risa ante su grito de susto, se notaba que no hacía cosas prohibidas frecuentemente y me encantaba saber que conmigo se atrevía a todo, me miró un tanto molesta pero después su expresión cambió radicalmente y ahí supe quien la estaba llamando, maldito inoportuno, sólo esperaba que le dijera que tenía un negocio que arreglar y no podía verla para que así se fuera conmigo.
– Que sorpresa, en unos minutos bajo – la escuché decir y mi ilusión se desvaneció.
Estaba empezando a odiar a ese tipo, ¿por qué demonios no se largó con su princesa?, precisamente hoy tenía que ocurrírsele jugar al noviecito bueno e ir por Isabella a su trabajo.
Ella se arregló la ropa y después se puso a buscar su calzón que yo había tomado del suelo, yo la miraba fijamente con mis brazos cruzados, ella sólo atinó a levantar los hombros, ¿con qué esas teníamos?, yo me estaba convirtiendo en un completo idiota y ella sólo me estaba usando para saciar las ganas que su novio no le satisfacía, entonces me negué a devolverle la prenda, esta vez, a diferencia de las anteriores, sí quería que discutiera con ese estúpido, aunque quizá ni se enteraría que ella no traía ropa interior. Me ponía muy mal el hecho de pensar que la tocara con las asquerosas manos con las que tocaba a la otra. Isabella seguía suplicando que se lo devolviera, me impidió salir de la oficina y me venció el tono de su voz.
– Él te tiene completa, ¿qué más da que yo conserve esto? – acepté resignado.
– No, no me tiene completa y lo sabes, no te puedo dejar eso, al menos no hoy, otro día, te lo prometo, cuando volvamos a vernos, te daré otra cosa hoy, por favor – dijo dándome esperanzas de nuevo, tenía razón, una parte de ella me pertenecía sin que él lo supiera y sin que pudiera hacer algo al respecto.
– ¿Y qué me darías a cambio? – pregunté muy interesado en el trueque.
Me jaló hasta su escritorio y me entregó una pañoleta después de perfumarla así que le devolví el calzón y me fui luego de hacerle la recomendación de los colores que no debía usar para la boda, ella insistió en que aún no decidía sí iba a ir, pero yo no estaba dispuesto a aceptar una negativa de su parte, en verdad quería compartir ese momento con ella, no deseaba estar solo ese fin de semana y no me imaginaba con alguien más.
Guardé la pañoleta en el bolsillo del pantalón y salí del edificio, de inmediato vi el auto de Jacob estacionado afuera y él estaba muy ocupado con su celular así que no me vio cuando me atravesé la calle, que ganas tenía de gritarle que acababa de hacer mía a su novia, que yo sí la complacía y cumplía con lo que él no, pero no podía, aún no tenía muy claro lo que yo significaba para Isabella.
El jueves a mediodía pasé por Jennifer para ir al aeropuerto, estaba muy emocionada por el viaje, tenía tiempo que no salía. Estuvimos platicando cosas sin trascendencia y no le mencioné que también irían Isabella y Jacob, no quise que se me cayera el teatro de la confusión, que sin saber, el mismo Jacob había provocado.
En cuanto llegamos a Las Vegas fuimos a rentar un auto, después pasamos al supermercado por víveres porque Jennifer me dijo que estaba a dieta y finalmente nos dirigimos a la casa, de inmediato me ofrecí a subir las maletas para checar si ellos ya habían llegado. Entre a mi habitación y no vi nada, así que dejé ahí mi maleta, después abrí la siguiente puerta y vi un par de maletas y la rabia me inundó, no podía permitir que durmieran juntos, pero no sabía de qué manera podría impedirlo. Abrí la recámara de enfrente y dejé ahí la maleta de Jennifer y luego bajé.
Ella ya se encontraba en la cocina con el radio encendido y la ayudé a preparar la cena, en eso pasaron una canción que a ambos nos gustaba y empezamos a cantar como lo hacíamos de adolescentes, de repente la puerta se abrió y los vi parados con cara de sorprendidos, Isabella volteó a ver a Jacob desconcertada y Jennifer los saludó y me recriminó el no haberle dicho que los había invitado, entonces Jacob le aclaró que yo le había prestado la casa y yo me hice el confundido, por tercera vez agradecía las clases de actuación de la preparatoria, Isabella tomó a Jacob del brazo y salieron sin decir nada, yo apreté los puños, la situación no iba a ser nada fácil para mí.
– Me quieres explicar qué te traes entre manos, Edward – dijo Jennifer cruzándose de brazos y mirándome seria.
– Nada, yo le presté la casa, pero pensé que vendrían el siguiente fin de semana.
– Sí, claro, ¿qué dedo quieres que me chupe?, dime la verdad ahora – exigió.
– Está bien, yo lo planeé, quiero tenerlos cerca, ver como se llevan – guardé silencio, no sabía cómo explicárselo porque ni yo mismo me entendía por completo – quiero averiguar lo que ella siente por mí.
– ¿Y por qué no me lo dijiste desde un principio?
– Porque no sabía cómo ibas a tomarlo, además no quería que ellos sospecharan que sabíamos que estarían aquí.
– Dios, sí que te está dando fuerte, me supongo que querrás que te ayude con tu investigación, ¿verdad?
– Sí… ¿podrías ser demasiado cariñosa conmigo?, por favor.
– ¿Por qué no hablas con ella de frente?, ¿a qué le tienes miedo?
– A muchas cosas Jennifer, estoy muy confundido, no sé qué hacer, sólo quiero ver que tan fuerte es su relación con él… cuanto lo ama.
– Está bien, te ayudaré, pero con la condición de que me cuentes todo lo que ha pasado entre ustedes, no quiero que me vuelvas a ocultar nada, soy tu mejor amiga y me duele el que no confíes en mí.
– No es desconfianza Jennifer, lo juro… no entiendo lo que me está pasando.
– Se llama enamoramiento amigo, anda, pongamos el plan celos en marcha.
Salimos y vi cuando Jacob la besó, la sangre comenzó a hervirme y Jennifer se hizo presente para que voltearán, pero cuando lo hicieron, él siguió sosteniendo su mentón, entonces Jennifer los invitó a pasar para cenar, Isabella le agradeció y nos dijo que se irían a un hotel en tanto lo tomaba de la mano, así que yo abracé a Jennifer por la cintura diciéndoles que nos iríamos ella y yo. Isabella frunció el ceño mientras Jacob se disculpaba por la confusión y mi amiga los convencía de que se quedaran al tiempo que golpeaba suavemente mi mejilla, aunque parecía una caricia, yo la conocía y en verdad quería golpearme por meterla en este embrollo.
Jacob habló y se atrevió a volver a besar a Isabella, pero ella se volteó ligeramente y el beso se lo plantó en la comisura de los labios y, para rematar, Jennifer salió con un comentario que no me agradó para nada, ya me encargaría de que el idiota no tocara a Isabella, aún no sabía cómo, pero no se lo iba a permitir. Jennifer la jaló y cuando pasó a mi lado me dio una mirada de odio, yo desvié la mía, como si la ignorara, me fascinó darme cuenta que estaba celosa porque eso quería decir que yo le importaba demasiado, quizá más que su novio, o al menos eso quería yo creer.
Jacob y yo entramos después que ellas, que se fueron directo a la cocina y le ofrecí un trago, eso lo ayudaría a dormir, después encendí la televisión. A los pocos minutos salió Isabella de la cocina y subió, yo quería ir detrás de ella, pero era jugar demasiado con la suerte y tampoco quería que hubiera un pleito entre él y yo.
Para mi sorpresa Jacob nos acompañó a cenar, ¿acaso no quería estar a solas con su novia?, su actitud me beneficiaba demasiado y por unos momentos no lo odié tanto, luego se despidió y subió, entonces la ira empezó a inundarme de nuevo, de acordarme del beso y pensar en la posibilidad de que quisiera tener relaciones con ella se me revolvía el estómago, yo estaba tanto o más celoso que Isabella.
– Quita esa cara, no puedes impedir que se duerman juntos – exclamó Jennifer al ver la expresión que tenía.
– Me enferma la idea de pensar que quiera tocarla – dije golpeando la mesa.
– Pues, eso es muy normal, es su novia, la cuestión es si ella lo va a permitir.
– No me digas eso que no podré dormir.
– Ya tuvo relaciones contigo, ¿verdad?
– Sí, pero no la juzgues mal.
– No lo estoy haciendo, como ya te había dicho, la atracción entre ustedes es evidente, le gustas demasiado y me estoy ganando su odio de a gratis, todo por ayudarte.
– ¿Qué te dijo en la cocina?
– Que estaba muy cansada por el viaje y que mejor iba a acomodar sus cosas, pero le vi la rabia en los ojos, estaba sumamente celosa, tenía ganas de ahorcarme.
– Gracias amiga, te quiero – exclamé y la abracé.
– Claro, como no eres tú el que está quedando mal.
– Ya le aclararé las cosas, no te preocupes, sé que terminaran llevándose de maravilla.
– Eso espero, francamente me cae muy bien.
– Es un encanto, ¿verdad?
– Eso no lo sé, sólo te puedo decir que se ve que es una buena chica.
– Ayúdame a ver si se pone celosa de Jacob, por favor.
– ¿Qué estás insinuando Edward? – preguntó abriendo los ojos como platos.
– Ten algún acercamiento con él para ver cómo reacciona ella.
– Eso es demasiado, no lo voy a hacer, va a pensar que soy una cualquiera.
– No te estoy diciendo que lo seduzcas, sólo que te le acerques.
– Estás completamente loco, no lo haré.
– Por favor, por favor, en verdad necesito saber si se pone celosa de él.
– En serio que te desconozco – me zarandeó de los brazos – ¿quién eres y que le hiciste a mi amigo de toda la vida?, devuélvemelo.
– Soy el mismo, sólo… estoy pasando por un período extraño.
– Pero muy extraño, mejor trataré de hacerle platica sobre él, no me le voy a insinuar al tipo, ni siquiera me gusta y aunque ese fuera el caso no voy a quedar como una cualquiera frente a ella sólo por ayudarte, por mucho que seas mi mejor amigo.
– Está bien, perdón, sé que me estoy comportando como psicópata.
– La verdad me da mucho gusto verte así, al fin estás sentando cabeza y dejando de ser el Casanova, estaba empezando a preocuparme por ti, pero el amor te llegó y lo mejor es que estás dispuesto a que no se te vaya, aunque tus recursos sean bastante retorcidos.
– Lo sé, no creas que no me doy cuenta… me asusta el no saber de qué puedo ser capaz con tal de tenerla.
– Bueno, el amor siempre implica riesgos y locuras, aunque creo que tú las estás llevando al extremo – me abrazó fuertemente – te quiero loquillo, me voy a dormir.
– Yo también te quiero niña, no sé como agradecerte el que siempre me apoyes.
– Ya encontraré la forma de cobrarme algún día, buenas noches.
– Buenas noches, por cierto, ahora te quedarás en la recamara de enfrente a la que siempre ocupas, porque ellos están en esa.
– Entendido, hasta mañana.
Subió y yo me dejé caer en el sillón para pensar, tenía que encontrar la forma de que Isabella se quedara conmigo, la deseaba y la necesitaba, no iba a desaprovechar la oportunidad de tenerla en la misma casa y no hacerla mía, entonces recordé que traía su pañoleta en mi maleta, así que recurriría al chantaje con tal de que estuviera conmigo, aunque fuera retorcido. Subí por ella, afortunadamente traía conmigo el Nextel y también lo bajé y me metí a la cocina a marcarle a su celular.
– Hola – respondió sorprendida.
– Tienes cinco minutos para bajar a la cocina o subo y le cuento todo a Jacob, recuerda que tengo una prenda que te pertenece – le advertí y colgué.
Me recargué al lado del lavabo y olí su pañoleta que aún estaba impregnada con su perfume, instantes después ella bajó y la miré desafiante.
– ¿Qué pretendes? – exclamó cruzándose de brazos.
– No quiero que él te toque – le hice saber en un tono bastante serio.
– Es mi novio, ¿lo olvidas?, ¿acaso yo te estoy prohibiendo que lo hagas con tu novia?
– ¿Cuántas veces tengo que decirte que Jennifer no es mi novia?
– Que cínico eres, ¿cómo te atreves a negarla después de lo que he visto hoy?
– Pues no se compara con lo que yo vi – de sólo acordarme quería golpearlo.
– Pues yo no niego a Jacob, sabes perfectamente que es mi novio.
– No me lo recuerdes, no me hagas recordar que lo vi dándote un beso.
– Pues eso es lo que hacen los novios, ¿no?, no sólo cocinan y cantan juntos y se toquetean frente a otros – dijo caminando hacia atrás y topando con el refrigerador.
Me hizo tan feliz ese comentario, era la confirmación de sus celos, entonces la acorralé y cuando me dijo que a Jacob también lo conocía de toda la vida no le agradó el comentario que le hice sobre el porqué me buscaba y quiso abofetearme, pero le atajé la mano y luego empecé a acariciarle su cuello y bajé hasta uno de sus senos, me pidió que me detuviera, pero, otra vez, no hacía nada para que en realidad eso sucediera.
Así que después acaricié su nalga y me pegué a su cuerpo que tanto deseaba, lamí sus labios y levanté su pierna para que el roce de nuestros sexos fuera más contundente, ella jadeó y eso fue mi pase para besarla con desesperación, la cargué y la dirigí hacia el cuarto de lavado para hacerla mía ahí mismo, no importaba cuántas veces lo hiciéramos, mi cuerpo no se cansaba de ella, por el contrario, con cada encuentro la deseaba con mayor fuerza y anhelaba con que llegara el día de que fuera mía y de nadie más, que durmiéramos y despertáramos juntos.
– Nadie te ha hecho vibrar como yo y nadie jamás podrá hacerlo, soy el único que conoce el mapa de tu cuerpo y sabe exactamente qué lugares tocar y cómo hacerlo – le aclaré cuando terminamos de hacerlo.
– Lo sé, lo sé y me asusta – aceptó haciéndome más feliz.
– No tienes nada que temer Bella – le aseguré mirándola a los ojos.
– Esto es una locura Edward.
– Sí, la más maravillosa que he cometido en toda mi vida.
Me besó con dulzura hasta que nos hizo falta el aire y después nos vestimos en silencio, antes de que saliera de ahí volví a pedirle que no permitiera que él la tocara y me pidió que yo tampoco lo hiciera con Jennifer así que le aclaré que no compartía la habitación con ella. Muy a mi pesar se marchó prometiéndome que sólo dormiría con él y me dio un pequeño beso en los labios.
Me quedé unos minutos recargado en la pared, reviviendo en mi mente lo que acababa de hacer con ella, en verdad me tenía loco como jamás lo había estado por nadie y me gustaba la sensación. No pude evitar sonreír, ella también estaba loca por mí, no le había importado que su novio estuviera en la misma casa y me entregó su cuerpo y algo más, en definitiva no era únicamente sexo lo que compartíamos, yo lo había tenido cientos de veces y jamás me había sentido así, entonces fue cuando comprendí lo que ya había escuchado, había una diferencia entre tener sexo y hacer el amor, ahora la reconocía de primera mano y por supuesto que era mucho más satisfactoria, ahí fue cuando me di cuenta que un gran sentimiento hacia ella estaba creciendo dentro de mí.
Fragmento de la canción: Señorita.
Intérprete: Justin Timberlake.
Traducción: Anne Hilldweller.
Mil gracias por sus comentarios, aquí va un capítulo más.
Saluditos
Capítulo 11:
Lo que me haces sentir
Señorita, siento algo por ti
Te ocupas de cosas que no tienes porque
Él no te ama
Te lo puedo decir por su encanto
Pero tú puedes sentir este amor verdadero
Si sólo te tiendes en mis brazos
Cuando miro a través de tus ojos
Veo algo que el dinero no puede comprar
Y sé que si nos das una oportunidad
Trabajaré duro por ti, nena
Y nunca más tendrás porque llorar
Lo que me haces sentir
Señorita, siento algo por ti
Te ocupas de cosas que no tienes porque
Él no te ama
Te lo puedo decir por su encanto
Pero tú puedes sentir este amor verdadero
Si sólo te tiendes en mis brazos
Cuando miro a través de tus ojos
Veo algo que el dinero no puede comprar
Y sé que si nos das una oportunidad
Trabajaré duro por ti, nena
Y nunca más tendrás porque llorar
– Me fascina cuando tomas el control – dije después que sujetó mis manos.
– Te haré mi esclavo, entonces – respondió moviéndose deliciosamente en círculos.
– Hazme lo que quieras – encantado sería su esclavo– pero no me dejes – agregué.
Ella sólo me sonrió, como deseé poder leer sus pensamientos, no tenía idea como lo había tomado, quizá no había sido el mejor momento para decírselo, pero tenía que asegurarle que no estaba dispuesto a que esto se acabara, que había algo más que simple sexo, algo más profundo que francamente me estaba dando miedo, porque eso era lo que sentía ante la posibilidad de no volver a verla, de que en algún momento recapacitara y me mandara al demonio para seguir con su noviecito y no sabía si podría tolerarlo. Aceleró más sus movimientos y me apretó más fuerte las manos al llegar al orgasmo y después la abracé fuertemente.
– De verdad eres maravillosa – susurré, quería que estuviera segura de cómo la percibía, aunque no había palabras suficientes para describirlo.
Un ruido hizo que se levantara rápidamente provocándome cierto vacío. Era un policía y mientras hablaba con él, yo me retiré el condón y después caminé hasta ella, cuando se volteó, se sorprendió de tenerme tan cerca, comencé a delinear sus labios y se resistió, me argumentó que los policías estarían esperando que se fuera y le aclaré que no sabían que yo estaba con ella.
Me pedía con palabras que me detuviera, sin embargo, no hacía nada para impedirlo, seguía dejando que la fuera recorriendo con besos y caricias, hasta que le aseguré que pasaría mucho tiempo antes de que volviéramos a vernos se rindió por completo, entonces la besé apasionadamente, pero a diferencia de ella, sin cerrar los ojos, quería ver sus expresiones, darme cuenta que tanto estaba disfrutando lo que le hacía, era la primera mujer por la que realmente me preocupaba su completa satisfacción, incluso antes que la mía. Comencé a besar sus hombros y en automático se escucharon sus gemidos que me enloquecían, después la coloqué sobre el escritorio y la hice mía una vez más.
Estaba por invitarla a cenar cuando su celular nos interrumpió, no pude controlar mi risa ante su grito de susto, se notaba que no hacía cosas prohibidas frecuentemente y me encantaba saber que conmigo se atrevía a todo, me miró un tanto molesta pero después su expresión cambió radicalmente y ahí supe quien la estaba llamando, maldito inoportuno, sólo esperaba que le dijera que tenía un negocio que arreglar y no podía verla para que así se fuera conmigo.
– Que sorpresa, en unos minutos bajo – la escuché decir y mi ilusión se desvaneció.
Estaba empezando a odiar a ese tipo, ¿por qué demonios no se largó con su princesa?, precisamente hoy tenía que ocurrírsele jugar al noviecito bueno e ir por Isabella a su trabajo.
Ella se arregló la ropa y después se puso a buscar su calzón que yo había tomado del suelo, yo la miraba fijamente con mis brazos cruzados, ella sólo atinó a levantar los hombros, ¿con qué esas teníamos?, yo me estaba convirtiendo en un completo idiota y ella sólo me estaba usando para saciar las ganas que su novio no le satisfacía, entonces me negué a devolverle la prenda, esta vez, a diferencia de las anteriores, sí quería que discutiera con ese estúpido, aunque quizá ni se enteraría que ella no traía ropa interior. Me ponía muy mal el hecho de pensar que la tocara con las asquerosas manos con las que tocaba a la otra. Isabella seguía suplicando que se lo devolviera, me impidió salir de la oficina y me venció el tono de su voz.
– Él te tiene completa, ¿qué más da que yo conserve esto? – acepté resignado.
– No, no me tiene completa y lo sabes, no te puedo dejar eso, al menos no hoy, otro día, te lo prometo, cuando volvamos a vernos, te daré otra cosa hoy, por favor – dijo dándome esperanzas de nuevo, tenía razón, una parte de ella me pertenecía sin que él lo supiera y sin que pudiera hacer algo al respecto.
– ¿Y qué me darías a cambio? – pregunté muy interesado en el trueque.
Me jaló hasta su escritorio y me entregó una pañoleta después de perfumarla así que le devolví el calzón y me fui luego de hacerle la recomendación de los colores que no debía usar para la boda, ella insistió en que aún no decidía sí iba a ir, pero yo no estaba dispuesto a aceptar una negativa de su parte, en verdad quería compartir ese momento con ella, no deseaba estar solo ese fin de semana y no me imaginaba con alguien más.
Guardé la pañoleta en el bolsillo del pantalón y salí del edificio, de inmediato vi el auto de Jacob estacionado afuera y él estaba muy ocupado con su celular así que no me vio cuando me atravesé la calle, que ganas tenía de gritarle que acababa de hacer mía a su novia, que yo sí la complacía y cumplía con lo que él no, pero no podía, aún no tenía muy claro lo que yo significaba para Isabella.
El jueves a mediodía pasé por Jennifer para ir al aeropuerto, estaba muy emocionada por el viaje, tenía tiempo que no salía. Estuvimos platicando cosas sin trascendencia y no le mencioné que también irían Isabella y Jacob, no quise que se me cayera el teatro de la confusión, que sin saber, el mismo Jacob había provocado.
En cuanto llegamos a Las Vegas fuimos a rentar un auto, después pasamos al supermercado por víveres porque Jennifer me dijo que estaba a dieta y finalmente nos dirigimos a la casa, de inmediato me ofrecí a subir las maletas para checar si ellos ya habían llegado. Entre a mi habitación y no vi nada, así que dejé ahí mi maleta, después abrí la siguiente puerta y vi un par de maletas y la rabia me inundó, no podía permitir que durmieran juntos, pero no sabía de qué manera podría impedirlo. Abrí la recámara de enfrente y dejé ahí la maleta de Jennifer y luego bajé.
Ella ya se encontraba en la cocina con el radio encendido y la ayudé a preparar la cena, en eso pasaron una canción que a ambos nos gustaba y empezamos a cantar como lo hacíamos de adolescentes, de repente la puerta se abrió y los vi parados con cara de sorprendidos, Isabella volteó a ver a Jacob desconcertada y Jennifer los saludó y me recriminó el no haberle dicho que los había invitado, entonces Jacob le aclaró que yo le había prestado la casa y yo me hice el confundido, por tercera vez agradecía las clases de actuación de la preparatoria, Isabella tomó a Jacob del brazo y salieron sin decir nada, yo apreté los puños, la situación no iba a ser nada fácil para mí.
– Me quieres explicar qué te traes entre manos, Edward – dijo Jennifer cruzándose de brazos y mirándome seria.
– Nada, yo le presté la casa, pero pensé que vendrían el siguiente fin de semana.
– Sí, claro, ¿qué dedo quieres que me chupe?, dime la verdad ahora – exigió.
– Está bien, yo lo planeé, quiero tenerlos cerca, ver como se llevan – guardé silencio, no sabía cómo explicárselo porque ni yo mismo me entendía por completo – quiero averiguar lo que ella siente por mí.
– ¿Y por qué no me lo dijiste desde un principio?
– Porque no sabía cómo ibas a tomarlo, además no quería que ellos sospecharan que sabíamos que estarían aquí.
– Dios, sí que te está dando fuerte, me supongo que querrás que te ayude con tu investigación, ¿verdad?
– Sí… ¿podrías ser demasiado cariñosa conmigo?, por favor.
– ¿Por qué no hablas con ella de frente?, ¿a qué le tienes miedo?
– A muchas cosas Jennifer, estoy muy confundido, no sé qué hacer, sólo quiero ver que tan fuerte es su relación con él… cuanto lo ama.
– Está bien, te ayudaré, pero con la condición de que me cuentes todo lo que ha pasado entre ustedes, no quiero que me vuelvas a ocultar nada, soy tu mejor amiga y me duele el que no confíes en mí.
– No es desconfianza Jennifer, lo juro… no entiendo lo que me está pasando.
– Se llama enamoramiento amigo, anda, pongamos el plan celos en marcha.
Salimos y vi cuando Jacob la besó, la sangre comenzó a hervirme y Jennifer se hizo presente para que voltearán, pero cuando lo hicieron, él siguió sosteniendo su mentón, entonces Jennifer los invitó a pasar para cenar, Isabella le agradeció y nos dijo que se irían a un hotel en tanto lo tomaba de la mano, así que yo abracé a Jennifer por la cintura diciéndoles que nos iríamos ella y yo. Isabella frunció el ceño mientras Jacob se disculpaba por la confusión y mi amiga los convencía de que se quedaran al tiempo que golpeaba suavemente mi mejilla, aunque parecía una caricia, yo la conocía y en verdad quería golpearme por meterla en este embrollo.
Jacob habló y se atrevió a volver a besar a Isabella, pero ella se volteó ligeramente y el beso se lo plantó en la comisura de los labios y, para rematar, Jennifer salió con un comentario que no me agradó para nada, ya me encargaría de que el idiota no tocara a Isabella, aún no sabía cómo, pero no se lo iba a permitir. Jennifer la jaló y cuando pasó a mi lado me dio una mirada de odio, yo desvié la mía, como si la ignorara, me fascinó darme cuenta que estaba celosa porque eso quería decir que yo le importaba demasiado, quizá más que su novio, o al menos eso quería yo creer.
Jacob y yo entramos después que ellas, que se fueron directo a la cocina y le ofrecí un trago, eso lo ayudaría a dormir, después encendí la televisión. A los pocos minutos salió Isabella de la cocina y subió, yo quería ir detrás de ella, pero era jugar demasiado con la suerte y tampoco quería que hubiera un pleito entre él y yo.
Para mi sorpresa Jacob nos acompañó a cenar, ¿acaso no quería estar a solas con su novia?, su actitud me beneficiaba demasiado y por unos momentos no lo odié tanto, luego se despidió y subió, entonces la ira empezó a inundarme de nuevo, de acordarme del beso y pensar en la posibilidad de que quisiera tener relaciones con ella se me revolvía el estómago, yo estaba tanto o más celoso que Isabella.
– Quita esa cara, no puedes impedir que se duerman juntos – exclamó Jennifer al ver la expresión que tenía.
– Me enferma la idea de pensar que quiera tocarla – dije golpeando la mesa.
– Pues, eso es muy normal, es su novia, la cuestión es si ella lo va a permitir.
– No me digas eso que no podré dormir.
– Ya tuvo relaciones contigo, ¿verdad?
– Sí, pero no la juzgues mal.
– No lo estoy haciendo, como ya te había dicho, la atracción entre ustedes es evidente, le gustas demasiado y me estoy ganando su odio de a gratis, todo por ayudarte.
– ¿Qué te dijo en la cocina?
– Que estaba muy cansada por el viaje y que mejor iba a acomodar sus cosas, pero le vi la rabia en los ojos, estaba sumamente celosa, tenía ganas de ahorcarme.
– Gracias amiga, te quiero – exclamé y la abracé.
– Claro, como no eres tú el que está quedando mal.
– Ya le aclararé las cosas, no te preocupes, sé que terminaran llevándose de maravilla.
– Eso espero, francamente me cae muy bien.
– Es un encanto, ¿verdad?
– Eso no lo sé, sólo te puedo decir que se ve que es una buena chica.
– Ayúdame a ver si se pone celosa de Jacob, por favor.
– ¿Qué estás insinuando Edward? – preguntó abriendo los ojos como platos.
– Ten algún acercamiento con él para ver cómo reacciona ella.
– Eso es demasiado, no lo voy a hacer, va a pensar que soy una cualquiera.
– No te estoy diciendo que lo seduzcas, sólo que te le acerques.
– Estás completamente loco, no lo haré.
– Por favor, por favor, en verdad necesito saber si se pone celosa de él.
– En serio que te desconozco – me zarandeó de los brazos – ¿quién eres y que le hiciste a mi amigo de toda la vida?, devuélvemelo.
– Soy el mismo, sólo… estoy pasando por un período extraño.
– Pero muy extraño, mejor trataré de hacerle platica sobre él, no me le voy a insinuar al tipo, ni siquiera me gusta y aunque ese fuera el caso no voy a quedar como una cualquiera frente a ella sólo por ayudarte, por mucho que seas mi mejor amigo.
– Está bien, perdón, sé que me estoy comportando como psicópata.
– La verdad me da mucho gusto verte así, al fin estás sentando cabeza y dejando de ser el Casanova, estaba empezando a preocuparme por ti, pero el amor te llegó y lo mejor es que estás dispuesto a que no se te vaya, aunque tus recursos sean bastante retorcidos.
– Lo sé, no creas que no me doy cuenta… me asusta el no saber de qué puedo ser capaz con tal de tenerla.
– Bueno, el amor siempre implica riesgos y locuras, aunque creo que tú las estás llevando al extremo – me abrazó fuertemente – te quiero loquillo, me voy a dormir.
– Yo también te quiero niña, no sé como agradecerte el que siempre me apoyes.
– Ya encontraré la forma de cobrarme algún día, buenas noches.
– Buenas noches, por cierto, ahora te quedarás en la recamara de enfrente a la que siempre ocupas, porque ellos están en esa.
– Entendido, hasta mañana.
Subió y yo me dejé caer en el sillón para pensar, tenía que encontrar la forma de que Isabella se quedara conmigo, la deseaba y la necesitaba, no iba a desaprovechar la oportunidad de tenerla en la misma casa y no hacerla mía, entonces recordé que traía su pañoleta en mi maleta, así que recurriría al chantaje con tal de que estuviera conmigo, aunque fuera retorcido. Subí por ella, afortunadamente traía conmigo el Nextel y también lo bajé y me metí a la cocina a marcarle a su celular.
– Hola – respondió sorprendida.
– Tienes cinco minutos para bajar a la cocina o subo y le cuento todo a Jacob, recuerda que tengo una prenda que te pertenece – le advertí y colgué.
Me recargué al lado del lavabo y olí su pañoleta que aún estaba impregnada con su perfume, instantes después ella bajó y la miré desafiante.
– ¿Qué pretendes? – exclamó cruzándose de brazos.
– No quiero que él te toque – le hice saber en un tono bastante serio.
– Es mi novio, ¿lo olvidas?, ¿acaso yo te estoy prohibiendo que lo hagas con tu novia?
– ¿Cuántas veces tengo que decirte que Jennifer no es mi novia?
– Que cínico eres, ¿cómo te atreves a negarla después de lo que he visto hoy?
– Pues no se compara con lo que yo vi – de sólo acordarme quería golpearlo.
– Pues yo no niego a Jacob, sabes perfectamente que es mi novio.
– No me lo recuerdes, no me hagas recordar que lo vi dándote un beso.
– Pues eso es lo que hacen los novios, ¿no?, no sólo cocinan y cantan juntos y se toquetean frente a otros – dijo caminando hacia atrás y topando con el refrigerador.
Me hizo tan feliz ese comentario, era la confirmación de sus celos, entonces la acorralé y cuando me dijo que a Jacob también lo conocía de toda la vida no le agradó el comentario que le hice sobre el porqué me buscaba y quiso abofetearme, pero le atajé la mano y luego empecé a acariciarle su cuello y bajé hasta uno de sus senos, me pidió que me detuviera, pero, otra vez, no hacía nada para que en realidad eso sucediera.
Así que después acaricié su nalga y me pegué a su cuerpo que tanto deseaba, lamí sus labios y levanté su pierna para que el roce de nuestros sexos fuera más contundente, ella jadeó y eso fue mi pase para besarla con desesperación, la cargué y la dirigí hacia el cuarto de lavado para hacerla mía ahí mismo, no importaba cuántas veces lo hiciéramos, mi cuerpo no se cansaba de ella, por el contrario, con cada encuentro la deseaba con mayor fuerza y anhelaba con que llegara el día de que fuera mía y de nadie más, que durmiéramos y despertáramos juntos.
– Nadie te ha hecho vibrar como yo y nadie jamás podrá hacerlo, soy el único que conoce el mapa de tu cuerpo y sabe exactamente qué lugares tocar y cómo hacerlo – le aclaré cuando terminamos de hacerlo.
– Lo sé, lo sé y me asusta – aceptó haciéndome más feliz.
– No tienes nada que temer Bella – le aseguré mirándola a los ojos.
– Esto es una locura Edward.
– Sí, la más maravillosa que he cometido en toda mi vida.
Me besó con dulzura hasta que nos hizo falta el aire y después nos vestimos en silencio, antes de que saliera de ahí volví a pedirle que no permitiera que él la tocara y me pidió que yo tampoco lo hiciera con Jennifer así que le aclaré que no compartía la habitación con ella. Muy a mi pesar se marchó prometiéndome que sólo dormiría con él y me dio un pequeño beso en los labios.
Me quedé unos minutos recargado en la pared, reviviendo en mi mente lo que acababa de hacer con ella, en verdad me tenía loco como jamás lo había estado por nadie y me gustaba la sensación. No pude evitar sonreír, ella también estaba loca por mí, no le había importado que su novio estuviera en la misma casa y me entregó su cuerpo y algo más, en definitiva no era únicamente sexo lo que compartíamos, yo lo había tenido cientos de veces y jamás me había sentido así, entonces fue cuando comprendí lo que ya había escuchado, había una diferencia entre tener sexo y hacer el amor, ahora la reconocía de primera mano y por supuesto que era mucho más satisfactoria, ahí fue cuando me di cuenta que un gran sentimiento hacia ella estaba creciendo dentro de mí.
Fragmento de la canción: Señorita.
Intérprete: Justin Timberlake.
Traducción: Anne Hilldweller.
AnneHilldweller- .
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Re: Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa
guau se edward haaaa lo amo aunque tiene una mente muy pero muy corrompida al tratar de estar en la misma casa con jacob y bella mejor dicho esta totalmente enamorado que envidia espero el proximo capi besos
Irina Denali- .
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Re: Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa
como quisiera ser bella dios
q lindo edward esta enamoradito
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Bbra- .
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Re: Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18)
hola me encanto el capitulo como edward planea todo para pasar el fin de semana con bella y saber si ella lo quiere mas que a jacob espero el sigiente capitulo
hasta pronto
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alejandra_vazquez88- .
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Re: Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa
Gracias por seguir comentando, aquí les dejo el siguiente capítulo.
Saluditos
Apagué la luz y salí del cuarto, tiré el condón en el bote de basura, recogí la pañoleta del suelo, subí a mi habitación y la guardé en mi maleta. Entré al baño y después de lavarme las manos, pegué la oreja en la puerta que daba hacia la habitación de ellos tratando de escuchar algo, que conveniente me había resultado que eligieran esa recámara precisamente, que conectaba con la mía a través del baño. No escuché absolutamente nada, reinaba el silencio así que me fui a acostar, pero no podía dormir, me atormentaba la idea de tenerla tan cerca y que estuviera durmiendo con ese infeliz en lugar de hacerlo conmigo.
Me desperté muy temprano, había dormido pocas horas, vi un rato la televisión y después me levanté por un jugo, en la sala me topé con Jacob.
– Buenos días Edward.
– Buenos días, ¿vas a salir?
– Sí, voy a correr, lo hago todas las mañanas, ¿no quieres acompañarme?
– No, gracias, no dormí bien y estoy cansado.
– Bueno, nos vemos más tarde.
Entré a la cocina, saqué el jugo del refrigerador, lo serví en un vaso y me lo tomé. Debía reconocer que a veces le daba a Jacob las gracias por dejar sola a Isabella, si no fuera así no la hubiera conocido, así que decidí ir a darle los buenos días.
Abrí lentamente la puerta de su habitación y la vi dormida boca abajo, con las sábanas cubriéndole medio cuerpo, cerré cuidadosamente y me acosté a su lado, empecé a acariciarla y me di cuenta cómo iba despertando poco a poco, así que bajé mi mano por debajo de su cintura y ella volteó, se levantó asustada de la cama cuando se dio cuenta que era yo, me cuestionó lo que hacía ahí, le aterraba la idea de que Jacob nos descubriera, así que le dije que no estaba y le reproché el hecho de que no me hubiera detenido mientras la tumbaba en la cama y me subía en ella que me aclaró que sabía bien que era yo, que su cuerpo me reconocía, yo le sonreí feliz y después de quitarle un mechón de la cara la besé.
– Buenos días Isabella – exclamé rozando su nariz con la mía.
– En serio que sí estás loco, ¿te caíste de niño y te golpeaste la cabeza?
– No, me la golpeó una hermosa desconocida la noche de un martes y ella fue la que me hizo enloquecer – le aclaré metafóricamente en tanto besaba su cuello.
– ¿Así que estás loco por una desconocida?
– Sí, no sé que me ha hecho, creo que me embrujó – respondí jugando.
– Deberías hacerte una limpia para librarte del hechizo – sugirió graciosamente.
– No se me había ocurrido, gracias por el consejo – le dije, pero yo no quería librarme de su hechizo.
Volví a besarla mientras nuestros sexos se rozaban, me fascinaba tenerla así y más que ella respondiera a mis juegos y a mis caricias, pues se movía suavemente provocando un delicioso roce, sabía bien que no podríamos culminar el acto en ese momento, pero mientras me conformaría con esas caricias y besos furtivos.
Me pidió que me detuviera y volvió a recordarme a su noviecito, así que un tanto enfadado me levanté de la cama y ella también para dirigirse al baño, no pude controlar el impulso y la besé una vez más, no tenía idea en qué momento podríamos estar a solas de nuevo y necesitaba un poco más de su elixir para poder sobrellevar el día alejado de ella. Me detuvo de nuevo y no me quedó más remedio que hacerle caso, así que me fui luego de darle un pequeño beso en sus labios.
Entré a mi recámara y me acerqué a la puerta del baño, escuché el agua correr y sentí el impulso de entrar y bañarme con ella, pero, tuve un instante de cordura y me arrepentí, no quería ponerla en más predicamentos, Jacob podría llegar en cualquier momento, así que tomé mi ropa para bañarme en el baño de la habitación de enfrente que conectaba con la de Jennifer, así que primero entré ahí y me di cuenta que ella no estaba y también escuché el agua, entonces esperé a que saliera.
– Edward, ¿qué haces aquí? – preguntó al salir.
– Esperándote para bañarme, el otro baño está ocupado.
– Ah ok, por cierto, anoche sin querer pude comprobar si Bella se ponía celosa de Jacob.
– ¿Qué hiciste? – pregunté sorprendido.
– Nada, fui por mi antifaz para dormir a la habitación de ellos, no había nadie y al salir me topé con Bella que según me dijo había bajado a tomarse una pastilla, pero, en realidad estaba contigo, ¿verdad?
– Sí, estuvimos platicando.
– Claro, ahora así se le dice.
– Bueno, ya dime que te dijo cuando te vio salir de la recámara.
– Me preguntó que hacía ahí y ya le expliqué, buenas noticias para ti amigo, no la vi nada celosa, sólo desconcertada, pero quedó bastante satisfecha con mi respuesta, nada que ver con la mirada de odio que me dio en la tarde en la cocina.
– Gracias amiga, de verdad, sin embargo, me gustaría que siguieras con tu actitud cariñosa conmigo, por favor.
– Esto sí voy a cobrártelo, ¿por qué no hablas con ella de una vez por todas y le dices lo que sientes?
– Lo haré en algún momento, ahora me voy a bañar.
Después que me vestí bajé a la cocina y vi que estaban las dos, Jennifer me saludó demasiado amable e Isabella me miró con enfado y cuando se volteó sonreí, era grandioso verla celosa, aunque el gusto me duró poco ya que Jacob entró y luego de saludarnos le dio a ella un beso en los labios, entonces decidí que mejor saliéramos a desayunar, al menos en público no se estarían demostrando su supuesto amor.
Como el restaurante quedaba cerca nos fuimos caminando, Jennifer siguió con su teatro y me tomó de un brazo mientas Isabella y Jacob iban tomados de la mano, que rabia sentía, así que opté por cargar a Jennifer, no iba a ser el único incómodo de los cuatro.
Al llegar nos sentamos y casualmente yo quedé frente a Bella, una vez que nos llevaron lo que habíamos pedido, Jacob empezó a platicarle a Jennifer lo rara que es Isabella para comer, al verla llevarse un pedazo de piña a la boca, recordé la vez que comimos en el hotel y entonces me quité el zapato y puse mi pie sobre su pierna, ella me miró frunciendo el seño y no pude evitar sonreír, debía reconocer que me encantaba ponerla nerviosa, así que, a pesar de que retiró su pie yo seguí con mi juego acariciando su pierna aunque la moviera, hasta que se levantó al baño.
Cuando salimos de ahí, a Jennifer se le ocurrió que fuéramos a un hotel a apostar, entonces regresamos a la casa por el auto, de nuevo ellos iban tomados de la mano y yo hice lo mismo con Jennifer que me dedicó una mirada de desacuerdo. En cuanto subimos al Volvo, Jacob abrazó a Isabella, no pude evitar mirarlos por el espejo retrovisor y enfadarme, como odiaba que ese tipo la tocara, así que en respuesta yo jugaba con Jennifer en los altos y a través del espejo me daba cuenta de la expresión que tenía Isabella en el rostro, estábamos iguales, ambos nos moríamos de los celos, claro que ella sin fundamento, a diferencia de mí.
Al llegar al hotel, Jacob y yo nos dirigimos a las mesas de póker y ellas se fueron a las maquinitas de dinero rápido, me sorprendió ver lo hábil que era Jacob con las cartas, yo logré ganar mil dólares en una partida y en la siguiente él ganó el doble. Como ya era la hora de la comida dejamos de jugar y al encontrarnos con ellas Jacob cargó a Isabella dándole la noticia del dinero que había ganado, volví a sentir rabia al presenciar esa escena, es que al verlos así me daban ganas de golpearlo y decirle que ella era mía, que quitara sus sucias manos de encima, gritarle que yo no tenía ojos para nadie más, como él sí los tenía para esa tipa con la que se revolcaba y más rabia me dio cuando vi que Isabella lo tomaba amorosamente de la mano y se alejaban.
– Por dios, Edward, trata de controlarte – me dijo Jennifer en voz baja.
– Es que no soporto verlos así, me dan ganas de contarle toda la verdad.
– Pues hazlo, sería lo mejor para todos, ya me estoy hartando de este jueguito, ten las agallas para pelear por lo que quieres, pero como hombre no como niño.
– Aunque quiera decírselo, no puedo, está de por medio la reputación de Isabella, no puedo hacerla quedar mal frente a él, tal vez no me lo perdone.
– Entonces compórtate, si sigues así, Jacob se va a dar cuenta, respira profundo y cuenta hasta cien en alemán.
El comentario de mi amiga me hizo reír, yo no tenía ni idea de ese idioma. Entramos al restaurante del hotel e Isabella de inmediato se sentó frente a Jennifer, me ganó la risa, ella quería evitar a toda costa que la toqueteara por debajo de la mesa, yo moría por hacerle algo más que eso, pero tenía que aguardar hasta la noche, tenía que ir buscando el pretexto o el chantaje para estar a solas con ella otra vez.
Cuando terminamos de comer, Isabella fue al baño y me le quedé viendo discretamente. Un par de minutos después yo también fui hacia allá, afortunadamente las puertas de ambos estaban una frente a la otra y era poca la distancia que las separaba, así que entré al de hombres y estaba vacío, esperé en la puerta y al momento que ella salió, la jalé y la metí a uno de los compartimentos.
– ¿Qué te pasa?, ¿estás loco? – exclamó sumamente nerviosa.
– Ya sabes que sí, no puedo estar un minuto más sin besarte.
Iba a replicar, pero mis labios callaron los suyos por medio de un ansioso beso que ella me devolvió de la misma forma, mis manos recorrieron su cuerpo y se posaron en sus senos que empecé a masajear, su mano bajó a mi miembro que fue acariciando de a poco, mi lengua viajó a su cuello y se lo mordisqueé ligeramente, un jadeo escapó de sus labios y volví a besarla para evitar que alguien escuchara lo que estábamos haciendo, la adrenalina la sentía al máximo en mi cuerpo, era grandioso hacer cosas prohibidas con ella, como ahora, en un baño público y con el novio cerca.
– ¡Edward! – exclamó Jennifer tronando sus dedos en mi cara sacándome de la ensoñación – reacciona .- agregó y me percaté que no me había levantado de la mesa.
– Perdón, ¿qué decías? – ni siquiera tenía idea si era ella la que hablaba o Jacob.
– Que vayamos a comprar los boletos para el espectáculo musical y que mientras empieza podemos recorrer las tiendas a ver que compramos.
– Suena genial – respondí en automático tratando de recobrar el sentido de la realidad.
En cuanto Isabella regresó, salimos de ahí para comprar los boletos del dichoso evento que empezaría dos horas después, las cuales se me hicieron eternas, sólo tenía una cosa en mente y me estaba desesperando, afortunadamente Jennifer me distraía, aligerando leventemente la tortuosa espera. Ni siquiera le puse mucha atención al espectáculo, miraba de reojo a Isabella, un asiento nos separaba y yo moría por tocarla, por acariciarla y por besarla, pero tenía que seguir esperando a que llegáramos a la casa y aún no se me había ocurrido nada que decirle para volver a encontrarnos en el cuarto de lavado.
Cuando finalmente terminó el show fui el más feliz, durante el regreso a la casa fuimos comentando como había estado y una vez que llegamos, cada quien se fue a su respectiva habitación. Yo caminaba de un lado a otro en la mía y luego pegué la oreja en la puerta del baño y escuché ruidos, aunque no me quedaba claro quién era.
Me desvestí y sólo me quedé en bóxers, estaba por marcar el celular de Isabella cuando decidí arriesgarme a asomarme al baño y la vi sin que ella se diera cuenta, regresé por un condón, luego entré y cerré la puerta cuidadosamente, puse el seguro de la que daba a su recámara, dejé el condón en el lavabo y me paré detrás de ella que se llevó un gran susto al verme ahí, alcancé a taparle la boca para ahogar el grito que emitiría y después le expliqué como había entrado ahí.
– Ahora sí enloqueciste por completo, Jacob está en la habitación de al lado – exclamó moviendo la cabeza un tanto asustada.
– ¿Y a poco no lo hace más excitante? – ya sentía la adrenalina recorriéndome.
Era excepcional tenerla al fin como lo había deseado durante todo el día, besándola, acariciándola, haciéndola mía, sintiendo su humedad, como su cuerpo vibraba ente el contacto con el mío, era mucho mejor que la pequeña fantasía que había tenido en el restaurante. Veía a través del espejo la expresión de placer de su rostro, lo cual hacía que el mío aumentara al verla disfrutar, como primero se mordía los labios y después chupaba mis dedos. Minutos después llegué a un exquisito orgasmo instantes antes que ella que me mordió los dedos para no gritar.
– Estuve esperando todo el día por esto, me trastornas Bella, cada día ansío más estar contigo – se lo hice saber y luego la besé apasionadamente.
Esa noche dormí mejor que la anterior, a pesar de las muestras de cariño entre Isabella y Jacob me había dado cuenta que yo ejercía en ella un poder mucho mayor que él, casi estaba seguro que no lo amaba, al menos no como yo creía, yo la ponía nerviosa, se encelaba de Jennifer por verla conmigo y se entregaba a mí de una manera suprema, grandiosa y sin tapujos, sin importarle que él estuviera al lado.
A la mañana siguiente bajé a la cocina y me topé con una muy desagradable sorpresa, Isabella y Jacob se estaban besando y de inmediato sentí como la ira me inundaba por completo, ¿cómo se atrevía a besarla?, ¿cómo ella lo permitía? Atiné a carraspear y rompieron el beso, pero permanecieron abrazados, Jacob agregó el comentario de que lo dejarían para después y de nuevo me dieron ganas de golpearlo, seguramente Isabella lo notó y se separó de él, entonces le pedí las llaves del Volvo para que me dejara a solas con ella, en cuanto salió la sujeté del brazo.
– ¿Qué parte no te quedó clara de que no permitieras que te tocara? – exclamé enfurecido.
– Es mi novio, no puedo rechazarlo todo el tiempo – tenía que recordármelo otra vez.
– Eres mía Isabella, sólo mía y si no quieres que le tumbe los dientes al imbécil ese vas a buscarte un pretexto muy bueno para que ni siquiera te mire.
– Odio que me digan Isabella y suéltame que me estás lastimando, no eres nadie para exigirme nada, recuerda que lo nuestro es sólo sexo sin compromiso, fue fácil conseguirlo y con esa misma facilidad puede acabarse.
– Estás muy equivocada si piensas que te voy a dejar ir con facilidad, me perteneces, no lo olvides – se lo hice saber aún colérico.
– No soy un objeto Edward, puedo tomar mis propias decisiones, no lo olvides.
¿Cómo podía decir que lo nuestro era sexo sin compromiso?, para mí no lo era y casi estaba seguro que para ella tampoco, ¿qué no se daba cuenta de lo que me hacía sentir?, estaba más que loco por ella y no era únicamente algo físico, los celos que sentía me lo terminaban de corroborar, yo la quería y por ningún motivo iba a permitir que saliera de mi vida, ella me pertenecía le gustara o no.
Instantes después entraron Jennifer y ese infeliz que me entregó las llaves y las dejé en la mesa. El desayuno transcurrió casi en silencio, a excepción de pequeñas líneas que decía Jennifer y que Jacob le respondía. Cuando terminamos, Isabella subió y casi de inmediato Jacob fue detrás de ella. Entonces Jennifer me propuso que jugáramos ping pong para que sacara el enojo que visiblemente se me notaba.
Estaba logrando tranquilizarme hasta que ellos bajaron y se unieron al juego, no pude controlarme y empecé a golpear la pelota con demasiada fuerza dirigiéndosela a él con toda la intensión de darle en la cara, las chicas se dieron cuenta que prácticamente las estábamos ignorando y se quitaron de la mesa. Jacob era muy hábil y lograba regresarme la pelota, hubo un momento en el que ellas entraron a la casa, él y yo seguimos jugando, ya había analizado su forma de jugar, así que hice un movimiento que no se esperaba y logré golpearlo en el hombro, me disculpé fingidamente y entonces me dijo que mejor entráramos a la casa, que ya le había dado sed así que dejamos hasta ahí el juego, al menos no me había quedado con las ganas de pegarle.
Al entrar, vi a Jennifer mirando un partido de hockey y resultó que a él también le gustaba ese deporte, así que se sentó a su lado y cuando le comenté a ella que debíamos ir al supermercado me sugirió que esperáramos a que terminara, pero yo me negué y Jacob atinó a decir que a Isabella tampoco le gustaba y entonces Jennifer sugirió que fuéramos nosotros por los víveres. Isabella parecía no estar muy de acuerdo con la idea, pero accedió.
Íbamos en el auto en completo silencio, de pronto una canción empezó a sonar en la radio, la letra me llegó, apenas y nos conocíamos, ella estaba con alguien más y lo nuestro era indebido y, tal como decía la canción, yo no podía respirar cuando pensaba en ella, a decir verdad, en lo único que pensaba los últimos días era en ella.
Entonces me disculpé, ella me recriminó y con toda razón, le di mis motivos, aunque me callé lo referente a mis sentimientos, quizá era demasiado pronto para expresárselos, me asustaba su reacción y a lo único que aspiraba en estos momentos era su perdón por mi insensato comportamiento, pero, no sabía cómo manejar los celos, era la primera vez en mi vida que los sentía y me cegaban por completo la razón, sólo esperaba que ella lo entendiera, que se diera cuenta que era mi todo y también debía recordar que no le gustaba que la llamaran Isabella.
Fragmento de la canción: Celos.
Intérprete: Marc Anthony.
Saluditos
Capítulo 12:
Malditos celos
Pero nunca celos o envidia de nadie jamás yo sentí
Hasta que el destino me puso ante mí, tu mirada de ángel
Y así comenzó mi obsesión, mi delirio por conquistarte
Pero, al saber que no eras libre, no me alejé y en cambio quise
Estar lo más cerca posible de ti, espiarte y seguirte allí donde vas
Envidia, me muero de celos y envidia
Pensando en la forma en que él te acaricia
No puedo aguantar tantos celos, me muero de envidia
Estos celos con mi vida van a terminar
No sé lo que me pasa, esta maldita envidia
Que va acabar conmigo, yo lo sé, si no te hago mía
En esta agonía vivir así no puedo más
Te digo, no puedo más
Malditos celos
Pero nunca celos o envidia de nadie jamás yo sentí
Hasta que el destino me puso ante mí, tu mirada de ángel
Y así comenzó mi obsesión, mi delirio por conquistarte
Pero, al saber que no eras libre, no me alejé y en cambio quise
Estar lo más cerca posible de ti, espiarte y seguirte allí donde vas
Envidia, me muero de celos y envidia
Pensando en la forma en que él te acaricia
No puedo aguantar tantos celos, me muero de envidia
Estos celos con mi vida van a terminar
No sé lo que me pasa, esta maldita envidia
Que va acabar conmigo, yo lo sé, si no te hago mía
En esta agonía vivir así no puedo más
Te digo, no puedo más
Apagué la luz y salí del cuarto, tiré el condón en el bote de basura, recogí la pañoleta del suelo, subí a mi habitación y la guardé en mi maleta. Entré al baño y después de lavarme las manos, pegué la oreja en la puerta que daba hacia la habitación de ellos tratando de escuchar algo, que conveniente me había resultado que eligieran esa recámara precisamente, que conectaba con la mía a través del baño. No escuché absolutamente nada, reinaba el silencio así que me fui a acostar, pero no podía dormir, me atormentaba la idea de tenerla tan cerca y que estuviera durmiendo con ese infeliz en lugar de hacerlo conmigo.
Me desperté muy temprano, había dormido pocas horas, vi un rato la televisión y después me levanté por un jugo, en la sala me topé con Jacob.
– Buenos días Edward.
– Buenos días, ¿vas a salir?
– Sí, voy a correr, lo hago todas las mañanas, ¿no quieres acompañarme?
– No, gracias, no dormí bien y estoy cansado.
– Bueno, nos vemos más tarde.
Entré a la cocina, saqué el jugo del refrigerador, lo serví en un vaso y me lo tomé. Debía reconocer que a veces le daba a Jacob las gracias por dejar sola a Isabella, si no fuera así no la hubiera conocido, así que decidí ir a darle los buenos días.
Abrí lentamente la puerta de su habitación y la vi dormida boca abajo, con las sábanas cubriéndole medio cuerpo, cerré cuidadosamente y me acosté a su lado, empecé a acariciarla y me di cuenta cómo iba despertando poco a poco, así que bajé mi mano por debajo de su cintura y ella volteó, se levantó asustada de la cama cuando se dio cuenta que era yo, me cuestionó lo que hacía ahí, le aterraba la idea de que Jacob nos descubriera, así que le dije que no estaba y le reproché el hecho de que no me hubiera detenido mientras la tumbaba en la cama y me subía en ella que me aclaró que sabía bien que era yo, que su cuerpo me reconocía, yo le sonreí feliz y después de quitarle un mechón de la cara la besé.
– Buenos días Isabella – exclamé rozando su nariz con la mía.
– En serio que sí estás loco, ¿te caíste de niño y te golpeaste la cabeza?
– No, me la golpeó una hermosa desconocida la noche de un martes y ella fue la que me hizo enloquecer – le aclaré metafóricamente en tanto besaba su cuello.
– ¿Así que estás loco por una desconocida?
– Sí, no sé que me ha hecho, creo que me embrujó – respondí jugando.
– Deberías hacerte una limpia para librarte del hechizo – sugirió graciosamente.
– No se me había ocurrido, gracias por el consejo – le dije, pero yo no quería librarme de su hechizo.
Volví a besarla mientras nuestros sexos se rozaban, me fascinaba tenerla así y más que ella respondiera a mis juegos y a mis caricias, pues se movía suavemente provocando un delicioso roce, sabía bien que no podríamos culminar el acto en ese momento, pero mientras me conformaría con esas caricias y besos furtivos.
Me pidió que me detuviera y volvió a recordarme a su noviecito, así que un tanto enfadado me levanté de la cama y ella también para dirigirse al baño, no pude controlar el impulso y la besé una vez más, no tenía idea en qué momento podríamos estar a solas de nuevo y necesitaba un poco más de su elixir para poder sobrellevar el día alejado de ella. Me detuvo de nuevo y no me quedó más remedio que hacerle caso, así que me fui luego de darle un pequeño beso en sus labios.
Entré a mi recámara y me acerqué a la puerta del baño, escuché el agua correr y sentí el impulso de entrar y bañarme con ella, pero, tuve un instante de cordura y me arrepentí, no quería ponerla en más predicamentos, Jacob podría llegar en cualquier momento, así que tomé mi ropa para bañarme en el baño de la habitación de enfrente que conectaba con la de Jennifer, así que primero entré ahí y me di cuenta que ella no estaba y también escuché el agua, entonces esperé a que saliera.
– Edward, ¿qué haces aquí? – preguntó al salir.
– Esperándote para bañarme, el otro baño está ocupado.
– Ah ok, por cierto, anoche sin querer pude comprobar si Bella se ponía celosa de Jacob.
– ¿Qué hiciste? – pregunté sorprendido.
– Nada, fui por mi antifaz para dormir a la habitación de ellos, no había nadie y al salir me topé con Bella que según me dijo había bajado a tomarse una pastilla, pero, en realidad estaba contigo, ¿verdad?
– Sí, estuvimos platicando.
– Claro, ahora así se le dice.
– Bueno, ya dime que te dijo cuando te vio salir de la recámara.
– Me preguntó que hacía ahí y ya le expliqué, buenas noticias para ti amigo, no la vi nada celosa, sólo desconcertada, pero quedó bastante satisfecha con mi respuesta, nada que ver con la mirada de odio que me dio en la tarde en la cocina.
– Gracias amiga, de verdad, sin embargo, me gustaría que siguieras con tu actitud cariñosa conmigo, por favor.
– Esto sí voy a cobrártelo, ¿por qué no hablas con ella de una vez por todas y le dices lo que sientes?
– Lo haré en algún momento, ahora me voy a bañar.
Después que me vestí bajé a la cocina y vi que estaban las dos, Jennifer me saludó demasiado amable e Isabella me miró con enfado y cuando se volteó sonreí, era grandioso verla celosa, aunque el gusto me duró poco ya que Jacob entró y luego de saludarnos le dio a ella un beso en los labios, entonces decidí que mejor saliéramos a desayunar, al menos en público no se estarían demostrando su supuesto amor.
Como el restaurante quedaba cerca nos fuimos caminando, Jennifer siguió con su teatro y me tomó de un brazo mientas Isabella y Jacob iban tomados de la mano, que rabia sentía, así que opté por cargar a Jennifer, no iba a ser el único incómodo de los cuatro.
Al llegar nos sentamos y casualmente yo quedé frente a Bella, una vez que nos llevaron lo que habíamos pedido, Jacob empezó a platicarle a Jennifer lo rara que es Isabella para comer, al verla llevarse un pedazo de piña a la boca, recordé la vez que comimos en el hotel y entonces me quité el zapato y puse mi pie sobre su pierna, ella me miró frunciendo el seño y no pude evitar sonreír, debía reconocer que me encantaba ponerla nerviosa, así que, a pesar de que retiró su pie yo seguí con mi juego acariciando su pierna aunque la moviera, hasta que se levantó al baño.
Cuando salimos de ahí, a Jennifer se le ocurrió que fuéramos a un hotel a apostar, entonces regresamos a la casa por el auto, de nuevo ellos iban tomados de la mano y yo hice lo mismo con Jennifer que me dedicó una mirada de desacuerdo. En cuanto subimos al Volvo, Jacob abrazó a Isabella, no pude evitar mirarlos por el espejo retrovisor y enfadarme, como odiaba que ese tipo la tocara, así que en respuesta yo jugaba con Jennifer en los altos y a través del espejo me daba cuenta de la expresión que tenía Isabella en el rostro, estábamos iguales, ambos nos moríamos de los celos, claro que ella sin fundamento, a diferencia de mí.
Al llegar al hotel, Jacob y yo nos dirigimos a las mesas de póker y ellas se fueron a las maquinitas de dinero rápido, me sorprendió ver lo hábil que era Jacob con las cartas, yo logré ganar mil dólares en una partida y en la siguiente él ganó el doble. Como ya era la hora de la comida dejamos de jugar y al encontrarnos con ellas Jacob cargó a Isabella dándole la noticia del dinero que había ganado, volví a sentir rabia al presenciar esa escena, es que al verlos así me daban ganas de golpearlo y decirle que ella era mía, que quitara sus sucias manos de encima, gritarle que yo no tenía ojos para nadie más, como él sí los tenía para esa tipa con la que se revolcaba y más rabia me dio cuando vi que Isabella lo tomaba amorosamente de la mano y se alejaban.
– Por dios, Edward, trata de controlarte – me dijo Jennifer en voz baja.
– Es que no soporto verlos así, me dan ganas de contarle toda la verdad.
– Pues hazlo, sería lo mejor para todos, ya me estoy hartando de este jueguito, ten las agallas para pelear por lo que quieres, pero como hombre no como niño.
– Aunque quiera decírselo, no puedo, está de por medio la reputación de Isabella, no puedo hacerla quedar mal frente a él, tal vez no me lo perdone.
– Entonces compórtate, si sigues así, Jacob se va a dar cuenta, respira profundo y cuenta hasta cien en alemán.
El comentario de mi amiga me hizo reír, yo no tenía ni idea de ese idioma. Entramos al restaurante del hotel e Isabella de inmediato se sentó frente a Jennifer, me ganó la risa, ella quería evitar a toda costa que la toqueteara por debajo de la mesa, yo moría por hacerle algo más que eso, pero tenía que aguardar hasta la noche, tenía que ir buscando el pretexto o el chantaje para estar a solas con ella otra vez.
Cuando terminamos de comer, Isabella fue al baño y me le quedé viendo discretamente. Un par de minutos después yo también fui hacia allá, afortunadamente las puertas de ambos estaban una frente a la otra y era poca la distancia que las separaba, así que entré al de hombres y estaba vacío, esperé en la puerta y al momento que ella salió, la jalé y la metí a uno de los compartimentos.
– ¿Qué te pasa?, ¿estás loco? – exclamó sumamente nerviosa.
– Ya sabes que sí, no puedo estar un minuto más sin besarte.
Iba a replicar, pero mis labios callaron los suyos por medio de un ansioso beso que ella me devolvió de la misma forma, mis manos recorrieron su cuerpo y se posaron en sus senos que empecé a masajear, su mano bajó a mi miembro que fue acariciando de a poco, mi lengua viajó a su cuello y se lo mordisqueé ligeramente, un jadeo escapó de sus labios y volví a besarla para evitar que alguien escuchara lo que estábamos haciendo, la adrenalina la sentía al máximo en mi cuerpo, era grandioso hacer cosas prohibidas con ella, como ahora, en un baño público y con el novio cerca.
– ¡Edward! – exclamó Jennifer tronando sus dedos en mi cara sacándome de la ensoñación – reacciona .- agregó y me percaté que no me había levantado de la mesa.
– Perdón, ¿qué decías? – ni siquiera tenía idea si era ella la que hablaba o Jacob.
– Que vayamos a comprar los boletos para el espectáculo musical y que mientras empieza podemos recorrer las tiendas a ver que compramos.
– Suena genial – respondí en automático tratando de recobrar el sentido de la realidad.
En cuanto Isabella regresó, salimos de ahí para comprar los boletos del dichoso evento que empezaría dos horas después, las cuales se me hicieron eternas, sólo tenía una cosa en mente y me estaba desesperando, afortunadamente Jennifer me distraía, aligerando leventemente la tortuosa espera. Ni siquiera le puse mucha atención al espectáculo, miraba de reojo a Isabella, un asiento nos separaba y yo moría por tocarla, por acariciarla y por besarla, pero tenía que seguir esperando a que llegáramos a la casa y aún no se me había ocurrido nada que decirle para volver a encontrarnos en el cuarto de lavado.
Cuando finalmente terminó el show fui el más feliz, durante el regreso a la casa fuimos comentando como había estado y una vez que llegamos, cada quien se fue a su respectiva habitación. Yo caminaba de un lado a otro en la mía y luego pegué la oreja en la puerta del baño y escuché ruidos, aunque no me quedaba claro quién era.
Me desvestí y sólo me quedé en bóxers, estaba por marcar el celular de Isabella cuando decidí arriesgarme a asomarme al baño y la vi sin que ella se diera cuenta, regresé por un condón, luego entré y cerré la puerta cuidadosamente, puse el seguro de la que daba a su recámara, dejé el condón en el lavabo y me paré detrás de ella que se llevó un gran susto al verme ahí, alcancé a taparle la boca para ahogar el grito que emitiría y después le expliqué como había entrado ahí.
– Ahora sí enloqueciste por completo, Jacob está en la habitación de al lado – exclamó moviendo la cabeza un tanto asustada.
– ¿Y a poco no lo hace más excitante? – ya sentía la adrenalina recorriéndome.
Era excepcional tenerla al fin como lo había deseado durante todo el día, besándola, acariciándola, haciéndola mía, sintiendo su humedad, como su cuerpo vibraba ente el contacto con el mío, era mucho mejor que la pequeña fantasía que había tenido en el restaurante. Veía a través del espejo la expresión de placer de su rostro, lo cual hacía que el mío aumentara al verla disfrutar, como primero se mordía los labios y después chupaba mis dedos. Minutos después llegué a un exquisito orgasmo instantes antes que ella que me mordió los dedos para no gritar.
– Estuve esperando todo el día por esto, me trastornas Bella, cada día ansío más estar contigo – se lo hice saber y luego la besé apasionadamente.
Esa noche dormí mejor que la anterior, a pesar de las muestras de cariño entre Isabella y Jacob me había dado cuenta que yo ejercía en ella un poder mucho mayor que él, casi estaba seguro que no lo amaba, al menos no como yo creía, yo la ponía nerviosa, se encelaba de Jennifer por verla conmigo y se entregaba a mí de una manera suprema, grandiosa y sin tapujos, sin importarle que él estuviera al lado.
A la mañana siguiente bajé a la cocina y me topé con una muy desagradable sorpresa, Isabella y Jacob se estaban besando y de inmediato sentí como la ira me inundaba por completo, ¿cómo se atrevía a besarla?, ¿cómo ella lo permitía? Atiné a carraspear y rompieron el beso, pero permanecieron abrazados, Jacob agregó el comentario de que lo dejarían para después y de nuevo me dieron ganas de golpearlo, seguramente Isabella lo notó y se separó de él, entonces le pedí las llaves del Volvo para que me dejara a solas con ella, en cuanto salió la sujeté del brazo.
– ¿Qué parte no te quedó clara de que no permitieras que te tocara? – exclamé enfurecido.
– Es mi novio, no puedo rechazarlo todo el tiempo – tenía que recordármelo otra vez.
– Eres mía Isabella, sólo mía y si no quieres que le tumbe los dientes al imbécil ese vas a buscarte un pretexto muy bueno para que ni siquiera te mire.
– Odio que me digan Isabella y suéltame que me estás lastimando, no eres nadie para exigirme nada, recuerda que lo nuestro es sólo sexo sin compromiso, fue fácil conseguirlo y con esa misma facilidad puede acabarse.
– Estás muy equivocada si piensas que te voy a dejar ir con facilidad, me perteneces, no lo olvides – se lo hice saber aún colérico.
– No soy un objeto Edward, puedo tomar mis propias decisiones, no lo olvides.
¿Cómo podía decir que lo nuestro era sexo sin compromiso?, para mí no lo era y casi estaba seguro que para ella tampoco, ¿qué no se daba cuenta de lo que me hacía sentir?, estaba más que loco por ella y no era únicamente algo físico, los celos que sentía me lo terminaban de corroborar, yo la quería y por ningún motivo iba a permitir que saliera de mi vida, ella me pertenecía le gustara o no.
Instantes después entraron Jennifer y ese infeliz que me entregó las llaves y las dejé en la mesa. El desayuno transcurrió casi en silencio, a excepción de pequeñas líneas que decía Jennifer y que Jacob le respondía. Cuando terminamos, Isabella subió y casi de inmediato Jacob fue detrás de ella. Entonces Jennifer me propuso que jugáramos ping pong para que sacara el enojo que visiblemente se me notaba.
Estaba logrando tranquilizarme hasta que ellos bajaron y se unieron al juego, no pude controlarme y empecé a golpear la pelota con demasiada fuerza dirigiéndosela a él con toda la intensión de darle en la cara, las chicas se dieron cuenta que prácticamente las estábamos ignorando y se quitaron de la mesa. Jacob era muy hábil y lograba regresarme la pelota, hubo un momento en el que ellas entraron a la casa, él y yo seguimos jugando, ya había analizado su forma de jugar, así que hice un movimiento que no se esperaba y logré golpearlo en el hombro, me disculpé fingidamente y entonces me dijo que mejor entráramos a la casa, que ya le había dado sed así que dejamos hasta ahí el juego, al menos no me había quedado con las ganas de pegarle.
Al entrar, vi a Jennifer mirando un partido de hockey y resultó que a él también le gustaba ese deporte, así que se sentó a su lado y cuando le comenté a ella que debíamos ir al supermercado me sugirió que esperáramos a que terminara, pero yo me negué y Jacob atinó a decir que a Isabella tampoco le gustaba y entonces Jennifer sugirió que fuéramos nosotros por los víveres. Isabella parecía no estar muy de acuerdo con la idea, pero accedió.
Íbamos en el auto en completo silencio, de pronto una canción empezó a sonar en la radio, la letra me llegó, apenas y nos conocíamos, ella estaba con alguien más y lo nuestro era indebido y, tal como decía la canción, yo no podía respirar cuando pensaba en ella, a decir verdad, en lo único que pensaba los últimos días era en ella.
Entonces me disculpé, ella me recriminó y con toda razón, le di mis motivos, aunque me callé lo referente a mis sentimientos, quizá era demasiado pronto para expresárselos, me asustaba su reacción y a lo único que aspiraba en estos momentos era su perdón por mi insensato comportamiento, pero, no sabía cómo manejar los celos, era la primera vez en mi vida que los sentía y me cegaban por completo la razón, sólo esperaba que ella lo entendiera, que se diera cuenta que era mi todo y también debía recordar que no le gustaba que la llamaran Isabella.
Fragmento de la canción: Celos.
Intérprete: Marc Anthony.
AnneHilldweller- .
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Re: Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa
me encanta ver como se pone celoso aun no reconoce sus sentimientos hacia Bells
amo esta historia
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Re: Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa
Gracias por seguir comentando =)
Al llegar al supermercado noté que seguía seria conmigo, la ayudé a bajar del auto y se siguió caminando, esperaba que pronto se le pasara el disgusto. Al menos me habló, eso era buena señal, así que hicimos todas las compras, en uno de los pasillos había una pareja de ancianos, mientras yo buscaba unas cosas, escuché su comentario y sentí una gran alegría al ver lo que proyectábamos Bella y yo, parecíamos recién casados, algo que no se me había ocurrido.
Cuando me acerqué a ella la noté como ausente mirando a la pareja, seguramente también había escuchado lo que dijeron, me moría de ganas de saber lo que pensaba al respecto y la miré a los ojos tratando de encontrar la respuesta, le sonreí y después entrelacé mi mano con la de ella, como si fuéramos novios y caminamos hacia las cajas para pagar.
Íbamos de regreso a la casa y una loca idea se me ocurrió, la deseaba tanto y debía aprovechar el que nos encontráramos solos y lejos, entonces manejé en dirección a un pequeño bosque que normalmente estaba desierto, pero como no sabía si ya se le había pasado del todo la molestia hacia mí, fingí que el auto se había descompuesto y ella se lo creyó.
Vi que se acomodó en su asiento y yo hice lo mismo, empecé a jugar con mis manos, ideando la forma de acercarme a ella sin que sospechara que el auto sí funcionaba, me volteé para mirarla y comencé a acariciar su rostro, como si tratara de grabármelo, puse un mechón detrás de su oreja en tanto ella sostenía una de mis manos y me acerqué para besarla, necesitaba mi dosis de su néctar, entonces ella hizo algo que me enloquecía, tomar el control y puso mi mano sobre su seno que empecé a acariciar mientras ella desabrochaba mi camisa, agradecí el haber metido un condón al bolsillo de mi pantalón.
Hice que se sentara sobre mí y nos besamos de nuevo mientras metía mis manos por debajo de su suéter para acariciar su delicada piel, después me besó el cuello, bajó a mi torso y depositó suaves besos, yo sentía como mi temperatura se elevaba y mi respiración se hacía pesada. Me desabrochó el pantalón y liberó mi miembro que ya estaba endurecido, se quitó su suéter y entonces besé el nacimiento de sus senos en tanto ella deslizaba su mano por mi erección, desabroché su pantalón y metí mis dedos para frotar su centro, ella jadeó y sentí como se humedecía. No pude evitar el recriminarle que trajera pantalón, si llevara falda todo sería más fácil, claro que como ella misma me dijo, no había modo de que supiera que lo haríamos en el auto.
Empezó a quitarse las prendas que estorbaban mientras yo me colocaba el condón y me hizo un comentario bastante gracioso, jamás me imaginé que pensara que era el dueño de la empresa de condones, debía sorprenderle el que siempre estuviera preparado, fue un hábito que adquirí en la preparatoria y del que mi padre tenía cierta responsabilidad por su argumento sobre la prevención.
Se sentó nuevamente sobre mi regazo introduciéndose mi miembro que al instante ocupó toda su húmeda cavidad, comenzó a moverse lentamente, llevando el ritmo de la acción, con sus manos apoyadas en el respaldo para tomar impulso, yo acariciaba sus muslos y subía hasta sus nalgas apretándoselas.
Nuestros rostros estaban unidos y nos mirábamos fijamente, percatándonos del enorme placer que sentíamos y gimiendo sin parar, yo sentía su tibio y embriagador aliento sobre mi nariz en tanto Bella seguía moviéndose, ahora con mayor rapidez, nos besamos frenéticamente, entrelazando nuestras ansiosas lenguas que se rozaban deliciosamente mientras ella aceleraba un poco más sus movimientos. Se separó de mi boca para enterrar la suya en mi cuello, escuchaba sus gemidos que provocaban que mi placer aumentara. Instantes después emitió un gritito y sentí como su cuerpo se agitaba llegando al orgasmo junto conmigo que ahogué el grito en su hombro.
Al pasarse al otro asiento tocó accidentalmente la bocina del auto y ambos nos reímos, de verdad era lo máximo hacer locuras y cosas prohibidas con ella. Nos colocamos bien la ropa y era tal mi entusiasmo que encendí el auto de lo más normal y ella me miró con una gran interrogación en el rostro, así que le confesé la verdad, ella me lo recriminó y se cruzó de brazos haciéndose la enojada, la única justificación que pude darle fue que me hacía perder el control y nublaba mi mente, nada era más cierto que eso, entonces ella hizo un comentario gracioso y yo le seguí el juego, podría pasar el resto de mi vida encerrado con ella y sería el hombre más feliz del mundo, ella insistió en que deberían encerrarle en una torre, así que no pude callarme lo que sentía.
– Y yo iría a rescatarte, ya no puedo imaginar mi vida sin ti, definitivamente me hechizaste.
Su respuesta fue colocar su mano encima de la mía que sostenía la palanca de velocidades y le sonreí, definitivamente era un ángel que había venido a sacarme del largo período de oscuridad en el que yo mismo me había sumergido. En un alto la besé y el resto del camino fue en silencio, pero, reinaba algo extraordinario en el ambiente, no era un silencio incómodo, por el contrario, era de esos silencios que dicen más que mil palabras, Bella sentía lo mismo que yo y eso me hizo sumamente feliz, sabía que en algún momento estaríamos juntos sin que nada se interpusiera.
Cuando llegamos a la casa y la ayudé a bajar del auto no pude controlar el impulso y le di un pequeño beso en los labios, ella me dijo que podrían vernos, pero yo sabía que ellos seguían ensimismados en el partido así que la besé otra vez, ahora de manera profunda, quería fundirme en su boca, instantes después ella se separó y me dijo que no era bueno tentar a la suerte, como deseaba que de una vez por todas dejara a ese tipo para que pudiera estar formalmente conmigo.
Entramos a la casa y después ella subió. Al terminar el partido Jennifer y yo empezamos a sacar las cosas de las bolsas para preparar la cena, Jacob salió a hablar por el celular, por la cara que puso me imaginé de quien se trataba, no era el único que mentía en esa relación, si supiera lo que Bella y yo habíamos estado haciendo estos días, aunque quizá ni le importaría.
– Ni te pregunto porque traes esa sonrisita en la cara, me puedo imaginar lo que sucedió, ni creas que no me di cuenta que se tardaron bastante para sólo haber hecho las compras – dijo Jennifer tan acertada como siempre.
– Creo que me quiere – exclamé feliz y suspiré.
– Eso me da mucho gusto, ¿entonces se acabo el juego de los celos?
– Sí, muchísimas gracias amiga, ya no es necesario que estés tan cariñosa.
– Que bueno, empezaba a incomodarme el asunto, sólo espero que pronto lo deje y sea tu novia, no me gusta que seas el otro, no te lo mereces.
– Yo también lo espero Jennifer, es lo que más anhelo.
Más tarde Bella entró a la cocina, me miró seria al verme con Jennifer, pero yo le guiñé un ojo y la expresión de su rostro cambió. Después nos pusimos los cuatro a preparar la cena, como si fuéramos los grandes amigos. Luego cenamos, vimos una película y jugamos Jenga. Hubo un momento en el que Bella entró a la cocina y la seguí.
– Por favor, quédate esta noche conmigo, es la última que estaremos aquí, el lunes viajo muy temprano a Londres a ver lo de un nuevo hotel y regresaré días antes de la boda de Alice – dije en tono suplicante.
– Pero, Edward, ¿cómo me pides eso?, ¿qué quieres que le diga a Jacob?
“¿Hasta cuándo iba a estar ese imbécil entre nosotros?”, pensé en tanto le sugería que discutiera con él y se fuera a dormir a la otra recámara, pero ella se negó, así que volví a suplicarle, quería dormir con ella, amanecer a su lado, entonces me dijo que mejor esperaría a que se durmiera y le sonreí acariciando sus dedos, en eso entró Jennifer y nos soltamos, ésta se despidió y subió a su recámara.
Jacob también dijo que se iba a dormir y entonces Bella le puso de pretexto, para no subir con él, que lavaría los platos, él quiso darle un beso y ella lo esquivó alegrándome. Cuando se escuchó que cerró la puerta, me acerqué y le agradecí su ocurrencia, la besé y luego caminamos a la cocina tomados de la mano.
Empezó a lavar los platos y le pedí que me contara sobre ella, estaba seguro que aún ignoraba muchas cosas de su vida, entonces me pidió que primero le contestara una pregunta y acepté, me cuestionó la razón por la que tenía esos encuentros en lugar de ligarme a alguien de forma tradicional, cosa que sí había hecho alguna vez y le expliqué brevemente que James me había involucrado en esa sociedad secreta y que me había gustado el rollo de los desconocidos, así que aproveché para preguntarle quién le había dado mi teléfono, eso me había inquietado desde un principio y me contó que fue una chica en un bar a la que casi ni recordaba, yo no tenía idea de quien pudiera tratarse, pero, le agradecía su imprudencia porque eso me había llevado a conocer a Bella.
También le pregunté el por qué me había llamado la primera noche y me respondió lo que ya sabía, que era su cumpleaños y estaba sola, otra razón para odiar a Jacob, aunque a la vez debía agradecérselo, porque su abandono fue lo que hizo que ella me buscara. Se molestó cuando le comenté que no imaginaba quiénes estaban involucradas en la secta y me dijo que se le revolvía el estómago de imaginar con cuantas había estado, así que la abracé por detrás.
– ¿Ahora entiendes lo que yo siento al pensar que Jacob pueda tocarte?
– No es lo mismo, él es mi novio.
– A eso precisamente me refiero, ustedes han hecho el amor, sé que suena trillado, pero es la verdad, yo sólo he tenido sexo con esas mujeres, ninguna se había significado nada – ella me había hecho conocer esa diferencia – hasta que tú apareciste una noche y me cambiaste la perspectiva de todo – agregué.
– ¿Entonces no soy una más?
– ¿Y todavía lo preguntas?, jamás había roto las reglas Bella, sabía perfectamente que esas mujeres estaban con otros de la misma forma que conmigo, así que ninguna valía la pena, pero contigo fue muy diferente, por eso no te dije la última regla, desde un principio supe que no le darías mi teléfono a nadie, así que no era necesario decirla.
– ¿Y ahora qué va a pasar?
– Lo que tenga que pasar, lo único que debes saber es que no dejaré que salgas de mi vida – la quería para mí – y espero que el que salga y pronto de la tuya sea él, no quiero compartirte con nadie – guardé silencio unos segundos – y menos con él – que era un bastardo mentiroso.
– ¿Por qué lo dices de esa forma?, ¿tú sabes algo de Jacob que yo desconozca?
– No, me gustaría para que de una vez por todas lo dejaras, pero no sé nada, mejor olvidémonos de él y aprovechemos estas horas juntos.
Por supuesto que le conocía el historial al tipo, pero no consideré que fuera buena idea el que precisamente fuera yo quien se lo dijera, los unía una amistad de años y aunque me doliera, Bella le tenía un gran cariño y no sabía si me creería, tal vez pensaría que lo estaba inventando por mis celos, lo único que me quedaba era esperar a que ella se diera cuenta, él no era demasiado discreto que digamos y estaba seguro que en cualquier momento cometería un error.
Comenzó la seducción a través de los platos, el jabón y nuestras manos rozándose, yo pegaba mi cuerpo al de ella que reaccionaba de la misma manera provocando que la excitación se hiciera presente y aumentara vertiginosamente. La acaricié con las manos mojadas y sentí como se estremeció, me fascinaban todas y cada una de sus reacciones, que se dejara llevar, que nos permitiera experimentar otras formas de entregarnos, sin importar la hora ni el lugar.
La llevé a la mesa y le hice el amor por segunda vez en ese día, es que jamás me cansaría de su cuerpo, al contrario, con cada ocasión la deseaba con mayor fuerza, sus besos me embriagaban, su aroma me enloquecía, la textura de su piel me encantaba y sus gemidos era una deliciosa melodía, yo se los provocaba y sabía que era el único que podía hacerla sentir así, en las nubes, en el paraíso mismo donde ambos nos elevábamos cada vez que nuestros cuerpos se fundían.
Alcancé a taparle la boca para apagar un poco su grito al alcanzar el éxtasis total que logramos juntos. Volví a besarla mientras ella me acariciaba, luego la abracé con fuerza, como si quisiera que nos volviéramos uno solo y después le acaricié sus mejillas al tiempo que frotaba mi nariz con la suya, algo que jamás había hecho con nadie.
– ¿Qué me hiciste Bella?, que me tienes todo hipnotizado.
– Lo mismo que tú me hiciste a mí, porque yo estoy igual que tú.
Esa frase me confirmaba que ella sentía lo mismo que yo y era lo mejor que me había pasado en la vida, ella había sido la única en abrirse paso en mi corazón y yo también había logrado entrar al de ella, sin lugar a dudas nos pertenecíamos y era algo realmente supremo.
El momento mágico se rompió cuando alguien encendió la luz de la sala, rápidamente me subí el bóxer y el pantalón, mi corazón se aceleró, pero esta vez de nervios y pánico, si era Jacob definitivamente se desencadenaría una tremenda riña, su orgullo de macho estaría completamente herido al descubrir que su novia hacía el amor con alguien más, alguien que fingía ser su amigo. Afortunadamente fue Jennifer la que entró a la cocina y entonces volví a respirar tranquilo, tomó la situación con humor y le aclaró a Bella que no tenía de que preocuparse y le confirmó que entre ella y yo sólo había una gran amistad.
Bella estaba sumamente avergonzada, pero le expliqué que no habría ningún problema con Jennifer, entonces decidió ir a acostarse, le rogué que se quedara conmigo, pero no aceptó, sus argumentos eran válidos y corroboré lo que ya había pensando, ella no quería que su reputación quedara manchada ni quería herirlo tampoco, entonces la hice prometerme que lo dejaría lo más pronto que pudiera y la dejé ir, aunque el hueco que sentí en el pecho fue inmenso.
Al día siguiente no tuvimos oportunidad de estar a solas, muy temprano fui a entregar el auto y al regresar pedimos un taxi para que nos llevara al aeropuerto, ahí nos despedimos y sentí una gran tristeza al separarme de ella, pasarían muchos días hasta volver a verla y tenerla conmigo. Le acaricié su mano y le di un pequeño beso en la mejilla, en verdad esperaba que la próxima vez que estuviéramos juntos fuera sólo mía.
Mientras Jennifer y yo esperábamos para abordar el avión entramos a una joyería porque ella quería ver los relojes, yo empecé a mirar, sólo por curiosidad y de pronto me topé con un hermoso conjunto de aretes y collar en forma de corazón, eran el regalo perfecto para Bella, así que no dudé en comprarlo, se lo daría como regalo de cumpleaños atrasado.
Cuando llegamos a Nueva York tomamos un taxi para que nos llevara a Nueva Jersey y nos dejó en el departamento de Jennifer, le pedí una hoja y una pluma, le escribí una nota a Bella y la coloqué dentro de la caja del collar.
– Por favor, ¿puedes envolver esto y mandárselo a Bella? – le pedí entregándole la caja.
– Claro, pero, ¿por qué no se lo das tú?
– Mañana me voy temprano a Londres y regreso hasta la boda de Alice, así que mándaselo el miércoles, pero, sin remitente, quiero sorprenderla.
– Ok, yo se lo mando ese día.
– Muchas gracias, te quiero amiga – dije y la abracé.
– Yo también te quiero Edward y en serio estoy muy feliz por ti, hacen una bonita pareja y se ve que ella también te adora, espero que pronto deje a Jacob.
– Me aseguró que en estos días terminaría con él.
– Es lo mejor para todos, ¿sabes?, ahora que tuve la oportunidad de platicar con él me di cuenta que tenemos muchas cosas en común.
– No me digas que te gusta ese idiota.
– No lo llames así, el que ande con la mujer que quieres no significa que sea un idiota.
– Vaya, veo que sí te gusta, pero, no creo que te convenga.
– Basta, yo he respetado tu relación con Bella, no tienes porque hablar mal de él, ¿ok?
– ¿Tan pronto ya lo estás defendiendo?
– Estoy cansada y me quiero bañar, suerte en tu viaje, seguimos en contacto.
– Ok, luego nos vemos – no quise decirle lo que sabía de él, seguro no volvería a verlo.
Llegué a Londres y me instalé en el hotel, le envié un correo electrónico a Alice para que me diera el de Bella ya que en la investigación no venía. Al día siguiente fui al terreno donde ya estaban construyendo el nuevo hotel de mi empresa y estuve ahí la mayor parte del día, supervisando. Mi hermana seguía sin responderme el mail y le envié otro más, estaba desesperado por tener contacto con Bella, pero debía entender que Alice andaba ocupada con los arreglos de su boda. Finalmente me respondió el miércoles por la noche y de inmediato le escribí a Bella y le pregunté si tenía web cam, para, al menos, jugar un poco mientras estábamos separados.
El viernes me sentí inquieto todo el día, como si tuviera un mal presentimiento de que Bella la estaba pasando mal, así que le llamé y no me contestó, eso me preocupó demasiado, no podría resistir que algo malo le sucediera, esta vez no encontraría la fuerza suficiente para sobrellevarlo, definitivamente no podría vivir sin ella.
Fragmento de la canción: Amando, amando.
Intérprete: Pablo Ruiz.
Capítulo 13:
Eres para mí
Amando, amando
Con tu mirada reflejándome
Entre mis brazos
Y con mis labios rozándote
Bebiéndome tu deseo
Ruedan tus besos, descubriéndome
Se despiertan los sentidos
Recorriendo tus latidos
El instante se hace tan eterno
Y convierto en realidad mi sueño
Amando, amando, deteniendo el tiempo
En esta vida que sin ti no entiendo
Y tú quemándote tan dentro
Con esta pasión que mata la razón
Y confundiéndonos enteros
Se entrelazan nuestros cuerpos sin pudor
Más que profundo, muero
Cada vez que llego a ti
Eres para mí
Amando, amando
Con tu mirada reflejándome
Entre mis brazos
Y con mis labios rozándote
Bebiéndome tu deseo
Ruedan tus besos, descubriéndome
Se despiertan los sentidos
Recorriendo tus latidos
El instante se hace tan eterno
Y convierto en realidad mi sueño
Amando, amando, deteniendo el tiempo
En esta vida que sin ti no entiendo
Y tú quemándote tan dentro
Con esta pasión que mata la razón
Y confundiéndonos enteros
Se entrelazan nuestros cuerpos sin pudor
Más que profundo, muero
Cada vez que llego a ti
Al llegar al supermercado noté que seguía seria conmigo, la ayudé a bajar del auto y se siguió caminando, esperaba que pronto se le pasara el disgusto. Al menos me habló, eso era buena señal, así que hicimos todas las compras, en uno de los pasillos había una pareja de ancianos, mientras yo buscaba unas cosas, escuché su comentario y sentí una gran alegría al ver lo que proyectábamos Bella y yo, parecíamos recién casados, algo que no se me había ocurrido.
Cuando me acerqué a ella la noté como ausente mirando a la pareja, seguramente también había escuchado lo que dijeron, me moría de ganas de saber lo que pensaba al respecto y la miré a los ojos tratando de encontrar la respuesta, le sonreí y después entrelacé mi mano con la de ella, como si fuéramos novios y caminamos hacia las cajas para pagar.
Íbamos de regreso a la casa y una loca idea se me ocurrió, la deseaba tanto y debía aprovechar el que nos encontráramos solos y lejos, entonces manejé en dirección a un pequeño bosque que normalmente estaba desierto, pero como no sabía si ya se le había pasado del todo la molestia hacia mí, fingí que el auto se había descompuesto y ella se lo creyó.
Vi que se acomodó en su asiento y yo hice lo mismo, empecé a jugar con mis manos, ideando la forma de acercarme a ella sin que sospechara que el auto sí funcionaba, me volteé para mirarla y comencé a acariciar su rostro, como si tratara de grabármelo, puse un mechón detrás de su oreja en tanto ella sostenía una de mis manos y me acerqué para besarla, necesitaba mi dosis de su néctar, entonces ella hizo algo que me enloquecía, tomar el control y puso mi mano sobre su seno que empecé a acariciar mientras ella desabrochaba mi camisa, agradecí el haber metido un condón al bolsillo de mi pantalón.
Hice que se sentara sobre mí y nos besamos de nuevo mientras metía mis manos por debajo de su suéter para acariciar su delicada piel, después me besó el cuello, bajó a mi torso y depositó suaves besos, yo sentía como mi temperatura se elevaba y mi respiración se hacía pesada. Me desabrochó el pantalón y liberó mi miembro que ya estaba endurecido, se quitó su suéter y entonces besé el nacimiento de sus senos en tanto ella deslizaba su mano por mi erección, desabroché su pantalón y metí mis dedos para frotar su centro, ella jadeó y sentí como se humedecía. No pude evitar el recriminarle que trajera pantalón, si llevara falda todo sería más fácil, claro que como ella misma me dijo, no había modo de que supiera que lo haríamos en el auto.
Empezó a quitarse las prendas que estorbaban mientras yo me colocaba el condón y me hizo un comentario bastante gracioso, jamás me imaginé que pensara que era el dueño de la empresa de condones, debía sorprenderle el que siempre estuviera preparado, fue un hábito que adquirí en la preparatoria y del que mi padre tenía cierta responsabilidad por su argumento sobre la prevención.
Se sentó nuevamente sobre mi regazo introduciéndose mi miembro que al instante ocupó toda su húmeda cavidad, comenzó a moverse lentamente, llevando el ritmo de la acción, con sus manos apoyadas en el respaldo para tomar impulso, yo acariciaba sus muslos y subía hasta sus nalgas apretándoselas.
Nuestros rostros estaban unidos y nos mirábamos fijamente, percatándonos del enorme placer que sentíamos y gimiendo sin parar, yo sentía su tibio y embriagador aliento sobre mi nariz en tanto Bella seguía moviéndose, ahora con mayor rapidez, nos besamos frenéticamente, entrelazando nuestras ansiosas lenguas que se rozaban deliciosamente mientras ella aceleraba un poco más sus movimientos. Se separó de mi boca para enterrar la suya en mi cuello, escuchaba sus gemidos que provocaban que mi placer aumentara. Instantes después emitió un gritito y sentí como su cuerpo se agitaba llegando al orgasmo junto conmigo que ahogué el grito en su hombro.
Al pasarse al otro asiento tocó accidentalmente la bocina del auto y ambos nos reímos, de verdad era lo máximo hacer locuras y cosas prohibidas con ella. Nos colocamos bien la ropa y era tal mi entusiasmo que encendí el auto de lo más normal y ella me miró con una gran interrogación en el rostro, así que le confesé la verdad, ella me lo recriminó y se cruzó de brazos haciéndose la enojada, la única justificación que pude darle fue que me hacía perder el control y nublaba mi mente, nada era más cierto que eso, entonces ella hizo un comentario gracioso y yo le seguí el juego, podría pasar el resto de mi vida encerrado con ella y sería el hombre más feliz del mundo, ella insistió en que deberían encerrarle en una torre, así que no pude callarme lo que sentía.
– Y yo iría a rescatarte, ya no puedo imaginar mi vida sin ti, definitivamente me hechizaste.
Su respuesta fue colocar su mano encima de la mía que sostenía la palanca de velocidades y le sonreí, definitivamente era un ángel que había venido a sacarme del largo período de oscuridad en el que yo mismo me había sumergido. En un alto la besé y el resto del camino fue en silencio, pero, reinaba algo extraordinario en el ambiente, no era un silencio incómodo, por el contrario, era de esos silencios que dicen más que mil palabras, Bella sentía lo mismo que yo y eso me hizo sumamente feliz, sabía que en algún momento estaríamos juntos sin que nada se interpusiera.
Cuando llegamos a la casa y la ayudé a bajar del auto no pude controlar el impulso y le di un pequeño beso en los labios, ella me dijo que podrían vernos, pero yo sabía que ellos seguían ensimismados en el partido así que la besé otra vez, ahora de manera profunda, quería fundirme en su boca, instantes después ella se separó y me dijo que no era bueno tentar a la suerte, como deseaba que de una vez por todas dejara a ese tipo para que pudiera estar formalmente conmigo.
Entramos a la casa y después ella subió. Al terminar el partido Jennifer y yo empezamos a sacar las cosas de las bolsas para preparar la cena, Jacob salió a hablar por el celular, por la cara que puso me imaginé de quien se trataba, no era el único que mentía en esa relación, si supiera lo que Bella y yo habíamos estado haciendo estos días, aunque quizá ni le importaría.
– Ni te pregunto porque traes esa sonrisita en la cara, me puedo imaginar lo que sucedió, ni creas que no me di cuenta que se tardaron bastante para sólo haber hecho las compras – dijo Jennifer tan acertada como siempre.
– Creo que me quiere – exclamé feliz y suspiré.
– Eso me da mucho gusto, ¿entonces se acabo el juego de los celos?
– Sí, muchísimas gracias amiga, ya no es necesario que estés tan cariñosa.
– Que bueno, empezaba a incomodarme el asunto, sólo espero que pronto lo deje y sea tu novia, no me gusta que seas el otro, no te lo mereces.
– Yo también lo espero Jennifer, es lo que más anhelo.
Más tarde Bella entró a la cocina, me miró seria al verme con Jennifer, pero yo le guiñé un ojo y la expresión de su rostro cambió. Después nos pusimos los cuatro a preparar la cena, como si fuéramos los grandes amigos. Luego cenamos, vimos una película y jugamos Jenga. Hubo un momento en el que Bella entró a la cocina y la seguí.
– Por favor, quédate esta noche conmigo, es la última que estaremos aquí, el lunes viajo muy temprano a Londres a ver lo de un nuevo hotel y regresaré días antes de la boda de Alice – dije en tono suplicante.
– Pero, Edward, ¿cómo me pides eso?, ¿qué quieres que le diga a Jacob?
“¿Hasta cuándo iba a estar ese imbécil entre nosotros?”, pensé en tanto le sugería que discutiera con él y se fuera a dormir a la otra recámara, pero ella se negó, así que volví a suplicarle, quería dormir con ella, amanecer a su lado, entonces me dijo que mejor esperaría a que se durmiera y le sonreí acariciando sus dedos, en eso entró Jennifer y nos soltamos, ésta se despidió y subió a su recámara.
Jacob también dijo que se iba a dormir y entonces Bella le puso de pretexto, para no subir con él, que lavaría los platos, él quiso darle un beso y ella lo esquivó alegrándome. Cuando se escuchó que cerró la puerta, me acerqué y le agradecí su ocurrencia, la besé y luego caminamos a la cocina tomados de la mano.
Empezó a lavar los platos y le pedí que me contara sobre ella, estaba seguro que aún ignoraba muchas cosas de su vida, entonces me pidió que primero le contestara una pregunta y acepté, me cuestionó la razón por la que tenía esos encuentros en lugar de ligarme a alguien de forma tradicional, cosa que sí había hecho alguna vez y le expliqué brevemente que James me había involucrado en esa sociedad secreta y que me había gustado el rollo de los desconocidos, así que aproveché para preguntarle quién le había dado mi teléfono, eso me había inquietado desde un principio y me contó que fue una chica en un bar a la que casi ni recordaba, yo no tenía idea de quien pudiera tratarse, pero, le agradecía su imprudencia porque eso me había llevado a conocer a Bella.
También le pregunté el por qué me había llamado la primera noche y me respondió lo que ya sabía, que era su cumpleaños y estaba sola, otra razón para odiar a Jacob, aunque a la vez debía agradecérselo, porque su abandono fue lo que hizo que ella me buscara. Se molestó cuando le comenté que no imaginaba quiénes estaban involucradas en la secta y me dijo que se le revolvía el estómago de imaginar con cuantas había estado, así que la abracé por detrás.
– ¿Ahora entiendes lo que yo siento al pensar que Jacob pueda tocarte?
– No es lo mismo, él es mi novio.
– A eso precisamente me refiero, ustedes han hecho el amor, sé que suena trillado, pero es la verdad, yo sólo he tenido sexo con esas mujeres, ninguna se había significado nada – ella me había hecho conocer esa diferencia – hasta que tú apareciste una noche y me cambiaste la perspectiva de todo – agregué.
– ¿Entonces no soy una más?
– ¿Y todavía lo preguntas?, jamás había roto las reglas Bella, sabía perfectamente que esas mujeres estaban con otros de la misma forma que conmigo, así que ninguna valía la pena, pero contigo fue muy diferente, por eso no te dije la última regla, desde un principio supe que no le darías mi teléfono a nadie, así que no era necesario decirla.
– ¿Y ahora qué va a pasar?
– Lo que tenga que pasar, lo único que debes saber es que no dejaré que salgas de mi vida – la quería para mí – y espero que el que salga y pronto de la tuya sea él, no quiero compartirte con nadie – guardé silencio unos segundos – y menos con él – que era un bastardo mentiroso.
– ¿Por qué lo dices de esa forma?, ¿tú sabes algo de Jacob que yo desconozca?
– No, me gustaría para que de una vez por todas lo dejaras, pero no sé nada, mejor olvidémonos de él y aprovechemos estas horas juntos.
Por supuesto que le conocía el historial al tipo, pero no consideré que fuera buena idea el que precisamente fuera yo quien se lo dijera, los unía una amistad de años y aunque me doliera, Bella le tenía un gran cariño y no sabía si me creería, tal vez pensaría que lo estaba inventando por mis celos, lo único que me quedaba era esperar a que ella se diera cuenta, él no era demasiado discreto que digamos y estaba seguro que en cualquier momento cometería un error.
Comenzó la seducción a través de los platos, el jabón y nuestras manos rozándose, yo pegaba mi cuerpo al de ella que reaccionaba de la misma manera provocando que la excitación se hiciera presente y aumentara vertiginosamente. La acaricié con las manos mojadas y sentí como se estremeció, me fascinaban todas y cada una de sus reacciones, que se dejara llevar, que nos permitiera experimentar otras formas de entregarnos, sin importar la hora ni el lugar.
La llevé a la mesa y le hice el amor por segunda vez en ese día, es que jamás me cansaría de su cuerpo, al contrario, con cada ocasión la deseaba con mayor fuerza, sus besos me embriagaban, su aroma me enloquecía, la textura de su piel me encantaba y sus gemidos era una deliciosa melodía, yo se los provocaba y sabía que era el único que podía hacerla sentir así, en las nubes, en el paraíso mismo donde ambos nos elevábamos cada vez que nuestros cuerpos se fundían.
Alcancé a taparle la boca para apagar un poco su grito al alcanzar el éxtasis total que logramos juntos. Volví a besarla mientras ella me acariciaba, luego la abracé con fuerza, como si quisiera que nos volviéramos uno solo y después le acaricié sus mejillas al tiempo que frotaba mi nariz con la suya, algo que jamás había hecho con nadie.
– ¿Qué me hiciste Bella?, que me tienes todo hipnotizado.
– Lo mismo que tú me hiciste a mí, porque yo estoy igual que tú.
Esa frase me confirmaba que ella sentía lo mismo que yo y era lo mejor que me había pasado en la vida, ella había sido la única en abrirse paso en mi corazón y yo también había logrado entrar al de ella, sin lugar a dudas nos pertenecíamos y era algo realmente supremo.
El momento mágico se rompió cuando alguien encendió la luz de la sala, rápidamente me subí el bóxer y el pantalón, mi corazón se aceleró, pero esta vez de nervios y pánico, si era Jacob definitivamente se desencadenaría una tremenda riña, su orgullo de macho estaría completamente herido al descubrir que su novia hacía el amor con alguien más, alguien que fingía ser su amigo. Afortunadamente fue Jennifer la que entró a la cocina y entonces volví a respirar tranquilo, tomó la situación con humor y le aclaró a Bella que no tenía de que preocuparse y le confirmó que entre ella y yo sólo había una gran amistad.
Bella estaba sumamente avergonzada, pero le expliqué que no habría ningún problema con Jennifer, entonces decidió ir a acostarse, le rogué que se quedara conmigo, pero no aceptó, sus argumentos eran válidos y corroboré lo que ya había pensando, ella no quería que su reputación quedara manchada ni quería herirlo tampoco, entonces la hice prometerme que lo dejaría lo más pronto que pudiera y la dejé ir, aunque el hueco que sentí en el pecho fue inmenso.
Al día siguiente no tuvimos oportunidad de estar a solas, muy temprano fui a entregar el auto y al regresar pedimos un taxi para que nos llevara al aeropuerto, ahí nos despedimos y sentí una gran tristeza al separarme de ella, pasarían muchos días hasta volver a verla y tenerla conmigo. Le acaricié su mano y le di un pequeño beso en la mejilla, en verdad esperaba que la próxima vez que estuviéramos juntos fuera sólo mía.
Mientras Jennifer y yo esperábamos para abordar el avión entramos a una joyería porque ella quería ver los relojes, yo empecé a mirar, sólo por curiosidad y de pronto me topé con un hermoso conjunto de aretes y collar en forma de corazón, eran el regalo perfecto para Bella, así que no dudé en comprarlo, se lo daría como regalo de cumpleaños atrasado.
Cuando llegamos a Nueva York tomamos un taxi para que nos llevara a Nueva Jersey y nos dejó en el departamento de Jennifer, le pedí una hoja y una pluma, le escribí una nota a Bella y la coloqué dentro de la caja del collar.
– Por favor, ¿puedes envolver esto y mandárselo a Bella? – le pedí entregándole la caja.
– Claro, pero, ¿por qué no se lo das tú?
– Mañana me voy temprano a Londres y regreso hasta la boda de Alice, así que mándaselo el miércoles, pero, sin remitente, quiero sorprenderla.
– Ok, yo se lo mando ese día.
– Muchas gracias, te quiero amiga – dije y la abracé.
– Yo también te quiero Edward y en serio estoy muy feliz por ti, hacen una bonita pareja y se ve que ella también te adora, espero que pronto deje a Jacob.
– Me aseguró que en estos días terminaría con él.
– Es lo mejor para todos, ¿sabes?, ahora que tuve la oportunidad de platicar con él me di cuenta que tenemos muchas cosas en común.
– No me digas que te gusta ese idiota.
– No lo llames así, el que ande con la mujer que quieres no significa que sea un idiota.
– Vaya, veo que sí te gusta, pero, no creo que te convenga.
– Basta, yo he respetado tu relación con Bella, no tienes porque hablar mal de él, ¿ok?
– ¿Tan pronto ya lo estás defendiendo?
– Estoy cansada y me quiero bañar, suerte en tu viaje, seguimos en contacto.
– Ok, luego nos vemos – no quise decirle lo que sabía de él, seguro no volvería a verlo.
Llegué a Londres y me instalé en el hotel, le envié un correo electrónico a Alice para que me diera el de Bella ya que en la investigación no venía. Al día siguiente fui al terreno donde ya estaban construyendo el nuevo hotel de mi empresa y estuve ahí la mayor parte del día, supervisando. Mi hermana seguía sin responderme el mail y le envié otro más, estaba desesperado por tener contacto con Bella, pero debía entender que Alice andaba ocupada con los arreglos de su boda. Finalmente me respondió el miércoles por la noche y de inmediato le escribí a Bella y le pregunté si tenía web cam, para, al menos, jugar un poco mientras estábamos separados.
El viernes me sentí inquieto todo el día, como si tuviera un mal presentimiento de que Bella la estaba pasando mal, así que le llamé y no me contestó, eso me preocupó demasiado, no podría resistir que algo malo le sucediera, esta vez no encontraría la fuerza suficiente para sobrellevarlo, definitivamente no podría vivir sin ella.
Fragmento de la canción: Amando, amando.
Intérprete: Pablo Ruiz.
AnneHilldweller- .
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Re: Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa
me encanta la sensacion que tiene Edward de que ella es de él
me encanta
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Atal- .
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Re: Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18)
Consido con tigo Atal
me encanta esta historia y me encanta saber el punto de vista de Edward asi podemos saber que es lo que siente respecto a Bella es bueno no solo saber el punto de vista de ella bueno espero el siguiente capitulo
les dejo muchos besos a todas
PD: Atal cuando subes mas capitulos de tus Historias
me encanta esta historia y me encanta saber el punto de vista de Edward asi podemos saber que es lo que siente respecto a Bella es bueno no solo saber el punto de vista de ella bueno espero el siguiente capitulo
les dejo muchos besos a todas
PD: Atal cuando subes mas capitulos de tus Historias
alejandra_vazquez88- .
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Re: Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa
Gracias por seguir leyendo y comentando, aquí el siguiente capítulo
Ya era lunes y me encontraba en el aeropuerto de Londres, no tenía ninguna noticia de Bella, no había respondido mis mails ni había podido comunicarme con ella durante todo el fin de semana y mi preocupación había aumentando considerablemente, de sólo recordar lo que había pasado con Tanya mi corazón se desgarraba y sabía bien que no podría volver a vivir lo mismo, esta vez sí moriría, así que me regresaría a Nueva Jersey para corroborar que Bella estuviera bien.
Hice un último intento de llamarle mientras hacía fila para comprar el boleto y afortunadamente me respondió, mi corazón latió nuevamente tranquilo al escuchar su hermosa voz, le hice saber sobre mi preocupación y mi decisión, me dijo que no era necesario que viajara, después me complació el escuchar que ya había comprado la web cam, otra de las cosas nuevas y diferentes que experimentaría con ella.
Regresé al hotel y cené, después subí a mi habitación y miré un poco de televisión, luego me dormí un rato para hacer tiempo a que fuera de noche en Nueva Jersey y poder, al fin verla, aunque fuera por una simple cámara. El despertador sonó y me levanté de la cama, me conecté a la red justo a la hora que habíamos quedado y ella ya estaba conectada, de inmediato la saludé y después ambos pusimos nuestras manos sobre la pantalla del notebook, como deseaba estar junto a ella y poder tocarla realmente. Le propuse mi juego y casi al instante aceptó.
El verla acariciarse mientras la guiaba era una extraordinaria experiencia y lo suficientemente excitante para que yo me acariciara también, aunque deseaba que fuera su mano la que estuviera sobre mi erecto miembro en lugar de la mía. La vi llegar al orgasmo y yo conseguí el mío segundos después en tanto la miraba con sus ojos cerrados y como su pecho subía y bajaba por lo descontrolada que se encontraba su respiración. Me dijo que se lavaría las manos, yo me subí el pantalón y fui a lavar las mías también. Al cabo de pocos minutos estábamos de nuevo frente a frente.
– ¿Cómo te sientes? – pregunté mientras me acomodaba en la silla.
– Relajada – respondió con una sensual sonrisa.
– Me encanta haber contribuido con eso – entonces deseé saber si ya había cumplido con su promesa – Bella, no quiero arruinar el momento pero necesito saber algo que me está quemando – no podía imaginar que no la cumpliera aún – ¿ya terminaste con él? – pregunté serio.
– Sí, descubrí que andaba con otra, curioso, ¿no?, ambos vivíamos en una mentira.
– Lo sabía, por eso no quería que te tocara – exclamé sin pensar debido al entusiasmo que me dio al escuchar la noticia de su ruptura.
– ¿Qué dijiste?, ¿tú sabías que Jacob tenía una amante? – dijo totalmente desconcertada – ¿cómo lo supiste? – añadió en tono de enfado.
– Un día lo vi en un restaurante, pero él no se dio cuenta.
Tuve que mentirle de nuevo, odiaba hacerlo, pero aún no sabía si podría ser capaz de entenderme, debía reconocer que mi comportamiento con ella en un principio era frío y en ocasiones hasta cínico, porque no sabía bien cómo manejar esto, en cierto modo era nuevo para mí, así que no le había dado muchos indicios de mis sentimientos hacia ella, además la forma en la que me había enterado era poco honorable, hurgando en algo tan personal como lo es un celular, otro delito más a mi lista de actitudes psicópatas.
Empezó a recriminarme y con toda la razón, así que le dije un par de verdades y se molestó más, al grado que se desconectó sin despedirse. Inmediatamente tomé mi Nextel y le marqué, pero cortó la llamada sin contestarme, volví a marcarle y me respondió el buzón, seguramente lo había apagado y mi corazón se oprimió, entonces comprendí que si supiera que la había mandado investigar no me lo perdonaría, eso debía callármelo para siempre.
Opté por enviarle mails pidiéndole perdón de mil formas diferentes, explicándole más detalladamente mis motivos, agregándole frases que busqué en la red. Ahora no sabía si había sido buena idea callármelo, es que no era posible que ese imbécil todavía le estuviera haciendo sombra a nuestra relación y que hubiéramos discutido por su culpa.
Derrotado y casando me fui a acostar, tenía que levantarme tres horas más tarde para ir al aeropuerto por uno de mis socios que llegaría para la junta que tendríamos dos días después. De pronto, una idea cruzó por mi mente, Bella y yo no podíamos estar enojados hasta que yo regresara, no tenía idea si era rencorosa y quizá ya no querría ir conmigo a la boda de Alice, así que me levanté de nuevo y busqué por internet un boleto de avión para el primer vuelo que saliera rumbo a Nueva Jersey, después de una exhaustiva búsqueda encontré uno, pero, tendría que esperar un día y de inmediato lo compré.
Fui por mi socio y mientras nos dirigíamos al hotel le dije que tenía que regresar a Estados Unidos por un problema familiar y que no me sería posible estar presente en la junta, afortunadamente, me dijo que no habría ningún problema y no me pidió detalles. Esa noche no pude dormir bien, así que tomé una hoja y empecé a escribirle a Bella lo que sentía por ella, esperaba que eso funcionara para que me perdonara.
Si supiera que rompí la tercera regla casi desde el primer día que la conocí, que mi corazón late con más fuerza tal sólo al pensar en ella, que su pañoleta la llevaba conmigo a todas partes y que ahora la tenía debajo de mi almohada con tal de sentir su presencia, de embriagarme en su aroma, sí, era demasiado fuerte lo que sentía por ella, me había enamorado completamente sin poder evitarlo, sin saber cuándo ni cómo, simplemente Bella se había convertido en mi razón para existir y me asustaba ese hecho, me daba miedo que ella no me correspondiera y más que nada, que pudiera perderla, prefería mil veces perder un negocio y millones de dólares antes que quedarme sin ella.
Quería sorprenderla no sólo con mi presencia, sino con algo más, pero no se me ocurría que podría comprarle, las flores eran algo tan trillado y lo es lo más típico que se regala cuando se quiere obtener el perdón, yo debía ser original, que se diera cuenta de mi esmero con tal de que olvidara lo que había sucedido.
Me encontraba ya en Nueva Jersey, iba en un taxi que me conducía a su trabajo, en un semáforo en rojo me dio por voltear del lado derecho y vi en el aparador de una juguetería un hermoso y enorme oso blanco de peluche, entonces le pedí al taxista que se orillara para poder bajar y a regañadientes lo hizo porque estábamos del otro lado de la calle. Me bajé rápidamente y compré el oso, el taxista se molestó más cuando lo puse en el asiento de adelante, a su lado, así que le dije que le pagaría el doble de la tarifa y fue cuando se le paso un poco el enojo.
Fui el blanco de todas las miradas al entrar al edificio cargando el enorme oso, pero, no me importó. Mientras me registraban, saqué el sobre que tenía la nota que le había escrito y anoté encima “Léeme por favor”, el oso sería mi emisario.
– ¡Qué hermoso detalle!, sin duda su novia es muy afortunada – dijo una de las recepcionistas en tanto yo caminaba al elevador.
Ese comentario me llenó de alegría, Bella mi novia, sí, al fin ya no había ningún impedimento para que fuera así y seguro se derretiría en cuanto viera su regalo y me perdonaría. Mientras subía el ascensor se incrementaban los latidos de mi corazón ante el hecho de tenerla nuevamente frente a mí y estaba sumamente nervioso, ¿y si el regalo no funcionaba y no me perdonaba?, no importaba, ya encontraría otra forma de hacerla cambiar de opinión.
Me bajé en el piso de la agencia y caminé rumbo a su oficina, a mi paso fui escuchando murmuraciones, todos estaban sorprendidos y se preguntaban para quien era el oso hasta que vieron que me paré fuera de la oficina de Bella, se quedaron callados, afortunadamente tenía la puerta abierta y coloqué al oso frente a ésta y toqué escondiéndome para aguardar a que leyera la carta. Escuché como sacaba la hoja del sobre y la desdoblaba, me paré bajo el marco de la puerta y la vi leyendo con una expresión indescriptible en su rostro.
– Perdóname por favor, nunca fue mi intensión herirte, pero cuando se trata de ti pierdo la perspectiva de todo, no puedo pensar coherentemente, se me ocurren las más extrañas locuras, por eso estoy aquí, no me importó faltar a la junta de socios con tal de venir a aclarar las cosas contigo – le expliqué mientras ella seguía con la cara clavada en la carta.
– Por mí puedes regresarte a tu junta – exclamó dándome la espalda sin mirarme – yo también tengo mucho trabajo – agregó seria y casi me da un infarto al escucharla, quizá la había subestimado y sí era rencorosa.
– No me digas eso Bella, por favor, si tú no me perdonas lo demás ya no importa – dije abrazándola y pegándome a su cuerpo, de inmediato noté su tensión al sentirme – ya perdóname, ¿sí corazón? – musité en su oído asegurándome que mi aliento se colara por él.
– ¿No más mentiras ni engaños?
– Te lo prometo – aseguré y así sería en adelante.
Se giró y nos besamos desesperadamente, con urgencia, mientras le acariciaba la espalda y ella deslizaba sus dedos por mi cuello, sentí como mi miembro empezó a despertar ante el contacto de nuestros cuerpos, pero, el grandioso momento fue interrumpido por su jefe.
Me presenté con él, me reconoció y me miró con desconfianza, me dio la impresión de que yo no le caía muy bien. Me asomé después de que salió de la oficina y cuando me aseguré que había entrado al ascensor, cerré la puerta de la oficina y le puse el seguro para que nadie nos interrumpiera, no podía esperar un segundo más para hacerle el amor.
– Tengo que terminar unos pendientes – objetó Bella, aunque no muy convencida.
– Este es el más importante, todo lo demás puede esperar.
Nos besamos nuevamente, tan ávidos y frenéticos como minutos antes para culminar haciendo el amor de una forma presurosa, pero no por eso menos satisfactoria. Después que terminamos tomé su rostro con mis manos y bromeé con ella, diciéndole que la haría enojar más seguido sólo para poder reconciliarnos de esta manera, ella me advirtió que quizá la próxima vez no sería así.
– Te quiero Bella, te quiero – le dije finalmente, ya no podía callarlo más.
– Yo también te quiero Edward – respondió haciéndome sumamente feliz.
Otra vez nos fundimos en un beso, pero esta vez sin segundas intenciones, cargado de emoción, de ternura y porque no decirlo, de amor, ambos nos queríamos y esa era una manera de demostrarlo, después nos abrazamos fuertemente y de pronto ella se separó y me miró un tanto asustada señalando el hecho de que no había usado condón esta vez, lo había olvidado, no me había llevado ninguno a Londres porque sabía muy bien que no los necesitaría y a decir verdad, no me importaba si la embarazaba, porque sería el fruto de nuestro amor y así se lo hice saber, aunque no exactamente con esas palabras porque el miedo seguía presente en su cara, tal vez no se sentía preparada para eso y le afirmé que seguiría usando si eso la tranquilizaba.
Me preguntó cuando regresaba a Londres y no me gustó para nada su comentario ni el tono de su voz cuando le expliqué los motivos por los cuales estaría sólo un par de días en Nueva Jersey.
– Bella, yo no te voy a dejar sola, ¿ok?, siempre he sabido administrar mi tiempo y debes creerme cuando te digo que nada es más importante que tú, nunca, grábatelo bien, nunca mis negocios han estado por encima de las personas que quiero, tengo todo planeado y organizado para poder pasar el fin de semana entero en Miami para la boda de Alice, a la que tú me vas a acompañar, por cierto.
Le expliqué y una traviesa sonrisa se dibujó en su rostro y me respondió que no sabía si iría, así que le comuniqué que estaría ahí sin importar como, entonces aceptó acompañarme, pero agregó que la dejara trabajar. Yo aproveché para llamar a Londres y revisar mis mails en el blackberry, había algunos urgentes y los respondí.
Como hora y media después salimos de su oficina, ella me tomó una foto cargando al oso mientas se reía, me encantaba verla así de contenta, adoraba su sonrisa. Le pregunté si podía quedarme en su departamento, ya que Jennifer me había enviado un mail pidiéndome permiso para quedarse en el mío porque habían fumigado el suyo, así que no era opción ir ahí porque no quería que nada nos interrumpiera estos días que estaríamos juntos, sabía que sería poco el tiempo que compartiríamos porque Bella estaba trabajando y yo quería que esos momentos fueran perfectos.
Al llegar al departamento dejé el oso en su habitación y después me dijo que no tenía nada para cenar, así que le sugerí que pidiera una pizza, mientras lo hacía yo le besaba el hombro por encima de la blusa, pero ella me hacía gestos para que me detuviera porque no se podía concentrar en hablar por teléfono. Cuando me dijo que llegaba en media hora le indiqué que era tiempo suficiente.
– Eres insaciable Edward, ¿te tomas algo?
– Tú eres mi mejor estimulante y esta noche lo único que quiero es hacerte feliz, amarte como mereces – respondí, a decir verdad me tomaba unas vitaminas, que aunque no fueran estimulantes sexuales, me ayudaban.
La despojé de su blusa y de su sostén, mi lengua impaciente recorrió uno de sus senos y jugueteé con su pezón, mordiéndolo y succionándolo, después hice lo mismo con su otro seno en tanto mis dedos se abrían paso por su centro que se humedecía poco a poco y sus gemidos se dejaban escuchar. Bajé lamiendo por su abdomen, me entretuve en su ombligo y luego le quité el resto de la ropa, dejándola completamente desnuda. Le abrí las piernas para sumergir mi cabeza y mi lengua fue recorriendo su cavidad, sus paredes y su clítoris que lamí y saboreé como el mejor de los manjares.
– Oh, Edward, ah, Edward – exclamaba Bella estimulándome a seguir.
Era tan fascinante escucharla decir mi nombre con la voz entrecortada, así que continué dándole placer hasta que sentí que llegaba al orgasmo y bebí sus líquidos como si se tratara de una ofrenda de su parte mientras la escuchaba chillar por el intenso momento que estaba experimentando.
Llegó la pizza y cenamos mientras veíamos televisión, después ella se fue a lavar los platos y al regresar se sentó en mi regazo y fue besándome el cuello, excitándome, entonces la cargué y la llevé a la habitación. Le hice el amor luego de recorrer su cuerpo con besos y caricias, al terminar me acosté a su lado. Bella colocó su cabeza sobre mi pecho y empezó a acariciar mi abdomen, entonces yo bajé mi mano hasta sus nalgas y fui frotando en medio de ellas, su respuesta fue subirse en mí y besarme desenfrenadamente, así que continué con esa caricia y me atreví a introducirle un dedo, rompió el beso para emitir un quejido, así que saqué el dedo y me mordió el labio para luego reírse. Bajó y se devoró mi miembro dejándolo listo para volver a entrar en ella, por lo que se sentó sobre él, dándome la espalda y moviéndose de manera exquisita en círculos y después brincando haciéndome llegar una vez más al orgasmo al mismo tiempo que ella.
Descansamos unos minutos y volvimos a amarnos, nunca tendría suficiente de ella, comprobaba que era como una droga, mientras más la “consumía” más adicto me volvía a ella y la necesitaba con mayor fervor. Nos movíamos cadenciosamente, “Edward”, susurraba Bella una y otra vez con la voz entrecortada en tanto yo aumentaba la velocidad de mis embestidas, disfrutando del deleite de su cuerpo. “Bella” repetía yo sin parar mirando su rostro retorcido por el placer hasta que volvimos a llegar juntos al clímax.
– Hasta mañana Edward – exclamó en voz baja.
– Hasta mañana corazón, te quiero – respondí besándole su mano.
– Yo también te quiero.
Y nos quedamos dormidos. Como odié el molesto ruido del despertador cuando sonó por la mañana, no quería levantarme ni separarme de ella, entonces la seduje y lo hicimos sin prolongar mucho el momento, fue breve, conciso y delicioso. Sin duda y por mucho, había sido el mejor de los despertares, con ella a mi lado después de una apasionada noche, podría acostumbrarme con tanta facilidad a una vida así. Ahora la escuchaba cantar desde el baño y sonreí, abracé la almohada para embriagarme con su aroma mientras esperaba que saliera de ducharse, quizá podría convencerla de no ir a trabajar para poder pasar todo el día juntos.
Fragmento de la canción: Insatiable.
Intérprete: Darren Haynes.
Traducción: Anne Hilldweller.
Capítulo 14:
Tú me vuelves loco
Practicamos el amor entre estas sábanas
La dulce fragancia de tu esencia baña mi piel
Estoy impregnado de ti
Apaga la luz, quítate eso
Mi amor por ti, insaciable
Enciéndeme, nunca pares
Quiero probar cada gota
No hay palabras
Sólo existe la verdad
Inhalando, exhalando
No existe otro sonido
Nos movemos juntos arriba y abajo
Insaciable la forma en que te estoy amando
Tú me vuelves loco
Practicamos el amor entre estas sábanas
La dulce fragancia de tu esencia baña mi piel
Estoy impregnado de ti
Apaga la luz, quítate eso
Mi amor por ti, insaciable
Enciéndeme, nunca pares
Quiero probar cada gota
No hay palabras
Sólo existe la verdad
Inhalando, exhalando
No existe otro sonido
Nos movemos juntos arriba y abajo
Insaciable la forma en que te estoy amando
Ya era lunes y me encontraba en el aeropuerto de Londres, no tenía ninguna noticia de Bella, no había respondido mis mails ni había podido comunicarme con ella durante todo el fin de semana y mi preocupación había aumentando considerablemente, de sólo recordar lo que había pasado con Tanya mi corazón se desgarraba y sabía bien que no podría volver a vivir lo mismo, esta vez sí moriría, así que me regresaría a Nueva Jersey para corroborar que Bella estuviera bien.
Hice un último intento de llamarle mientras hacía fila para comprar el boleto y afortunadamente me respondió, mi corazón latió nuevamente tranquilo al escuchar su hermosa voz, le hice saber sobre mi preocupación y mi decisión, me dijo que no era necesario que viajara, después me complació el escuchar que ya había comprado la web cam, otra de las cosas nuevas y diferentes que experimentaría con ella.
Regresé al hotel y cené, después subí a mi habitación y miré un poco de televisión, luego me dormí un rato para hacer tiempo a que fuera de noche en Nueva Jersey y poder, al fin verla, aunque fuera por una simple cámara. El despertador sonó y me levanté de la cama, me conecté a la red justo a la hora que habíamos quedado y ella ya estaba conectada, de inmediato la saludé y después ambos pusimos nuestras manos sobre la pantalla del notebook, como deseaba estar junto a ella y poder tocarla realmente. Le propuse mi juego y casi al instante aceptó.
El verla acariciarse mientras la guiaba era una extraordinaria experiencia y lo suficientemente excitante para que yo me acariciara también, aunque deseaba que fuera su mano la que estuviera sobre mi erecto miembro en lugar de la mía. La vi llegar al orgasmo y yo conseguí el mío segundos después en tanto la miraba con sus ojos cerrados y como su pecho subía y bajaba por lo descontrolada que se encontraba su respiración. Me dijo que se lavaría las manos, yo me subí el pantalón y fui a lavar las mías también. Al cabo de pocos minutos estábamos de nuevo frente a frente.
– ¿Cómo te sientes? – pregunté mientras me acomodaba en la silla.
– Relajada – respondió con una sensual sonrisa.
– Me encanta haber contribuido con eso – entonces deseé saber si ya había cumplido con su promesa – Bella, no quiero arruinar el momento pero necesito saber algo que me está quemando – no podía imaginar que no la cumpliera aún – ¿ya terminaste con él? – pregunté serio.
– Sí, descubrí que andaba con otra, curioso, ¿no?, ambos vivíamos en una mentira.
– Lo sabía, por eso no quería que te tocara – exclamé sin pensar debido al entusiasmo que me dio al escuchar la noticia de su ruptura.
– ¿Qué dijiste?, ¿tú sabías que Jacob tenía una amante? – dijo totalmente desconcertada – ¿cómo lo supiste? – añadió en tono de enfado.
– Un día lo vi en un restaurante, pero él no se dio cuenta.
Tuve que mentirle de nuevo, odiaba hacerlo, pero aún no sabía si podría ser capaz de entenderme, debía reconocer que mi comportamiento con ella en un principio era frío y en ocasiones hasta cínico, porque no sabía bien cómo manejar esto, en cierto modo era nuevo para mí, así que no le había dado muchos indicios de mis sentimientos hacia ella, además la forma en la que me había enterado era poco honorable, hurgando en algo tan personal como lo es un celular, otro delito más a mi lista de actitudes psicópatas.
Empezó a recriminarme y con toda la razón, así que le dije un par de verdades y se molestó más, al grado que se desconectó sin despedirse. Inmediatamente tomé mi Nextel y le marqué, pero cortó la llamada sin contestarme, volví a marcarle y me respondió el buzón, seguramente lo había apagado y mi corazón se oprimió, entonces comprendí que si supiera que la había mandado investigar no me lo perdonaría, eso debía callármelo para siempre.
Opté por enviarle mails pidiéndole perdón de mil formas diferentes, explicándole más detalladamente mis motivos, agregándole frases que busqué en la red. Ahora no sabía si había sido buena idea callármelo, es que no era posible que ese imbécil todavía le estuviera haciendo sombra a nuestra relación y que hubiéramos discutido por su culpa.
Derrotado y casando me fui a acostar, tenía que levantarme tres horas más tarde para ir al aeropuerto por uno de mis socios que llegaría para la junta que tendríamos dos días después. De pronto, una idea cruzó por mi mente, Bella y yo no podíamos estar enojados hasta que yo regresara, no tenía idea si era rencorosa y quizá ya no querría ir conmigo a la boda de Alice, así que me levanté de nuevo y busqué por internet un boleto de avión para el primer vuelo que saliera rumbo a Nueva Jersey, después de una exhaustiva búsqueda encontré uno, pero, tendría que esperar un día y de inmediato lo compré.
Fui por mi socio y mientras nos dirigíamos al hotel le dije que tenía que regresar a Estados Unidos por un problema familiar y que no me sería posible estar presente en la junta, afortunadamente, me dijo que no habría ningún problema y no me pidió detalles. Esa noche no pude dormir bien, así que tomé una hoja y empecé a escribirle a Bella lo que sentía por ella, esperaba que eso funcionara para que me perdonara.
“Tienes razón en pensar esas cosas de mí, no puedo pedir tu confianza cuando soy el primero que la traiciona, pero no tienes idea de lo que siento por ti, es mucho más fuerte que yo y me asusta, porque aun sin conocerte demasiado te has metido hondo en mi corazón y no sé qué sería de mí si tú no sintieras lo mismo, Bella, hace mucho que rompí la tercera regla, incluso antes que las otras dos, eres lo más importante para mí y estoy dispuesto a hacer lo que sea con tal de demostrártelo.
Tuyo por siempre
Edward Cullen”
Tuyo por siempre
Edward Cullen”
Si supiera que rompí la tercera regla casi desde el primer día que la conocí, que mi corazón late con más fuerza tal sólo al pensar en ella, que su pañoleta la llevaba conmigo a todas partes y que ahora la tenía debajo de mi almohada con tal de sentir su presencia, de embriagarme en su aroma, sí, era demasiado fuerte lo que sentía por ella, me había enamorado completamente sin poder evitarlo, sin saber cuándo ni cómo, simplemente Bella se había convertido en mi razón para existir y me asustaba ese hecho, me daba miedo que ella no me correspondiera y más que nada, que pudiera perderla, prefería mil veces perder un negocio y millones de dólares antes que quedarme sin ella.
Quería sorprenderla no sólo con mi presencia, sino con algo más, pero no se me ocurría que podría comprarle, las flores eran algo tan trillado y lo es lo más típico que se regala cuando se quiere obtener el perdón, yo debía ser original, que se diera cuenta de mi esmero con tal de que olvidara lo que había sucedido.
Me encontraba ya en Nueva Jersey, iba en un taxi que me conducía a su trabajo, en un semáforo en rojo me dio por voltear del lado derecho y vi en el aparador de una juguetería un hermoso y enorme oso blanco de peluche, entonces le pedí al taxista que se orillara para poder bajar y a regañadientes lo hizo porque estábamos del otro lado de la calle. Me bajé rápidamente y compré el oso, el taxista se molestó más cuando lo puse en el asiento de adelante, a su lado, así que le dije que le pagaría el doble de la tarifa y fue cuando se le paso un poco el enojo.
Fui el blanco de todas las miradas al entrar al edificio cargando el enorme oso, pero, no me importó. Mientras me registraban, saqué el sobre que tenía la nota que le había escrito y anoté encima “Léeme por favor”, el oso sería mi emisario.
– ¡Qué hermoso detalle!, sin duda su novia es muy afortunada – dijo una de las recepcionistas en tanto yo caminaba al elevador.
Ese comentario me llenó de alegría, Bella mi novia, sí, al fin ya no había ningún impedimento para que fuera así y seguro se derretiría en cuanto viera su regalo y me perdonaría. Mientras subía el ascensor se incrementaban los latidos de mi corazón ante el hecho de tenerla nuevamente frente a mí y estaba sumamente nervioso, ¿y si el regalo no funcionaba y no me perdonaba?, no importaba, ya encontraría otra forma de hacerla cambiar de opinión.
Me bajé en el piso de la agencia y caminé rumbo a su oficina, a mi paso fui escuchando murmuraciones, todos estaban sorprendidos y se preguntaban para quien era el oso hasta que vieron que me paré fuera de la oficina de Bella, se quedaron callados, afortunadamente tenía la puerta abierta y coloqué al oso frente a ésta y toqué escondiéndome para aguardar a que leyera la carta. Escuché como sacaba la hoja del sobre y la desdoblaba, me paré bajo el marco de la puerta y la vi leyendo con una expresión indescriptible en su rostro.
– Perdóname por favor, nunca fue mi intensión herirte, pero cuando se trata de ti pierdo la perspectiva de todo, no puedo pensar coherentemente, se me ocurren las más extrañas locuras, por eso estoy aquí, no me importó faltar a la junta de socios con tal de venir a aclarar las cosas contigo – le expliqué mientras ella seguía con la cara clavada en la carta.
– Por mí puedes regresarte a tu junta – exclamó dándome la espalda sin mirarme – yo también tengo mucho trabajo – agregó seria y casi me da un infarto al escucharla, quizá la había subestimado y sí era rencorosa.
– No me digas eso Bella, por favor, si tú no me perdonas lo demás ya no importa – dije abrazándola y pegándome a su cuerpo, de inmediato noté su tensión al sentirme – ya perdóname, ¿sí corazón? – musité en su oído asegurándome que mi aliento se colara por él.
– ¿No más mentiras ni engaños?
– Te lo prometo – aseguré y así sería en adelante.
Se giró y nos besamos desesperadamente, con urgencia, mientras le acariciaba la espalda y ella deslizaba sus dedos por mi cuello, sentí como mi miembro empezó a despertar ante el contacto de nuestros cuerpos, pero, el grandioso momento fue interrumpido por su jefe.
Me presenté con él, me reconoció y me miró con desconfianza, me dio la impresión de que yo no le caía muy bien. Me asomé después de que salió de la oficina y cuando me aseguré que había entrado al ascensor, cerré la puerta de la oficina y le puse el seguro para que nadie nos interrumpiera, no podía esperar un segundo más para hacerle el amor.
– Tengo que terminar unos pendientes – objetó Bella, aunque no muy convencida.
– Este es el más importante, todo lo demás puede esperar.
Nos besamos nuevamente, tan ávidos y frenéticos como minutos antes para culminar haciendo el amor de una forma presurosa, pero no por eso menos satisfactoria. Después que terminamos tomé su rostro con mis manos y bromeé con ella, diciéndole que la haría enojar más seguido sólo para poder reconciliarnos de esta manera, ella me advirtió que quizá la próxima vez no sería así.
– Te quiero Bella, te quiero – le dije finalmente, ya no podía callarlo más.
– Yo también te quiero Edward – respondió haciéndome sumamente feliz.
Otra vez nos fundimos en un beso, pero esta vez sin segundas intenciones, cargado de emoción, de ternura y porque no decirlo, de amor, ambos nos queríamos y esa era una manera de demostrarlo, después nos abrazamos fuertemente y de pronto ella se separó y me miró un tanto asustada señalando el hecho de que no había usado condón esta vez, lo había olvidado, no me había llevado ninguno a Londres porque sabía muy bien que no los necesitaría y a decir verdad, no me importaba si la embarazaba, porque sería el fruto de nuestro amor y así se lo hice saber, aunque no exactamente con esas palabras porque el miedo seguía presente en su cara, tal vez no se sentía preparada para eso y le afirmé que seguiría usando si eso la tranquilizaba.
Me preguntó cuando regresaba a Londres y no me gustó para nada su comentario ni el tono de su voz cuando le expliqué los motivos por los cuales estaría sólo un par de días en Nueva Jersey.
– Bella, yo no te voy a dejar sola, ¿ok?, siempre he sabido administrar mi tiempo y debes creerme cuando te digo que nada es más importante que tú, nunca, grábatelo bien, nunca mis negocios han estado por encima de las personas que quiero, tengo todo planeado y organizado para poder pasar el fin de semana entero en Miami para la boda de Alice, a la que tú me vas a acompañar, por cierto.
Le expliqué y una traviesa sonrisa se dibujó en su rostro y me respondió que no sabía si iría, así que le comuniqué que estaría ahí sin importar como, entonces aceptó acompañarme, pero agregó que la dejara trabajar. Yo aproveché para llamar a Londres y revisar mis mails en el blackberry, había algunos urgentes y los respondí.
Como hora y media después salimos de su oficina, ella me tomó una foto cargando al oso mientas se reía, me encantaba verla así de contenta, adoraba su sonrisa. Le pregunté si podía quedarme en su departamento, ya que Jennifer me había enviado un mail pidiéndome permiso para quedarse en el mío porque habían fumigado el suyo, así que no era opción ir ahí porque no quería que nada nos interrumpiera estos días que estaríamos juntos, sabía que sería poco el tiempo que compartiríamos porque Bella estaba trabajando y yo quería que esos momentos fueran perfectos.
Al llegar al departamento dejé el oso en su habitación y después me dijo que no tenía nada para cenar, así que le sugerí que pidiera una pizza, mientras lo hacía yo le besaba el hombro por encima de la blusa, pero ella me hacía gestos para que me detuviera porque no se podía concentrar en hablar por teléfono. Cuando me dijo que llegaba en media hora le indiqué que era tiempo suficiente.
– Eres insaciable Edward, ¿te tomas algo?
– Tú eres mi mejor estimulante y esta noche lo único que quiero es hacerte feliz, amarte como mereces – respondí, a decir verdad me tomaba unas vitaminas, que aunque no fueran estimulantes sexuales, me ayudaban.
La despojé de su blusa y de su sostén, mi lengua impaciente recorrió uno de sus senos y jugueteé con su pezón, mordiéndolo y succionándolo, después hice lo mismo con su otro seno en tanto mis dedos se abrían paso por su centro que se humedecía poco a poco y sus gemidos se dejaban escuchar. Bajé lamiendo por su abdomen, me entretuve en su ombligo y luego le quité el resto de la ropa, dejándola completamente desnuda. Le abrí las piernas para sumergir mi cabeza y mi lengua fue recorriendo su cavidad, sus paredes y su clítoris que lamí y saboreé como el mejor de los manjares.
– Oh, Edward, ah, Edward – exclamaba Bella estimulándome a seguir.
Era tan fascinante escucharla decir mi nombre con la voz entrecortada, así que continué dándole placer hasta que sentí que llegaba al orgasmo y bebí sus líquidos como si se tratara de una ofrenda de su parte mientras la escuchaba chillar por el intenso momento que estaba experimentando.
Llegó la pizza y cenamos mientras veíamos televisión, después ella se fue a lavar los platos y al regresar se sentó en mi regazo y fue besándome el cuello, excitándome, entonces la cargué y la llevé a la habitación. Le hice el amor luego de recorrer su cuerpo con besos y caricias, al terminar me acosté a su lado. Bella colocó su cabeza sobre mi pecho y empezó a acariciar mi abdomen, entonces yo bajé mi mano hasta sus nalgas y fui frotando en medio de ellas, su respuesta fue subirse en mí y besarme desenfrenadamente, así que continué con esa caricia y me atreví a introducirle un dedo, rompió el beso para emitir un quejido, así que saqué el dedo y me mordió el labio para luego reírse. Bajó y se devoró mi miembro dejándolo listo para volver a entrar en ella, por lo que se sentó sobre él, dándome la espalda y moviéndose de manera exquisita en círculos y después brincando haciéndome llegar una vez más al orgasmo al mismo tiempo que ella.
Descansamos unos minutos y volvimos a amarnos, nunca tendría suficiente de ella, comprobaba que era como una droga, mientras más la “consumía” más adicto me volvía a ella y la necesitaba con mayor fervor. Nos movíamos cadenciosamente, “Edward”, susurraba Bella una y otra vez con la voz entrecortada en tanto yo aumentaba la velocidad de mis embestidas, disfrutando del deleite de su cuerpo. “Bella” repetía yo sin parar mirando su rostro retorcido por el placer hasta que volvimos a llegar juntos al clímax.
– Hasta mañana Edward – exclamó en voz baja.
– Hasta mañana corazón, te quiero – respondí besándole su mano.
– Yo también te quiero.
Y nos quedamos dormidos. Como odié el molesto ruido del despertador cuando sonó por la mañana, no quería levantarme ni separarme de ella, entonces la seduje y lo hicimos sin prolongar mucho el momento, fue breve, conciso y delicioso. Sin duda y por mucho, había sido el mejor de los despertares, con ella a mi lado después de una apasionada noche, podría acostumbrarme con tanta facilidad a una vida así. Ahora la escuchaba cantar desde el baño y sonreí, abracé la almohada para embriagarme con su aroma mientras esperaba que saliera de ducharse, quizá podría convencerla de no ir a trabajar para poder pasar todo el día juntos.
Fragmento de la canción: Insatiable.
Intérprete: Darren Haynes.
Traducción: Anne Hilldweller.
AnneHilldweller- .
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Re: Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18)
hola de nuevo me encanta que Edward se preocupe por lo que le pase a Bella y eso que hizo de regresar a Estados Unidos solo para reconciliarse con ella yo quiero un Edward igual para mi solita como envidio a Bella buena espro el proximo capitulo pronto porque ultimamente te as tardado un poco
bueno les dejo besitos
hasta pronto
PD: chicas mañana es la premier de Luna Nueva por fin en le cine
bueno les dejo besitos
hasta pronto
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alejandra_vazquez88- .
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Re: Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa
Capítulo 15:
Solo mía
Tu amor es como una vela
Parpadeando en la oscuridad
Entraste en mi vida e iluminaste mi corazón
Contigo a mi lado
Veo el amor que quiero sentir
Muéstrame que me amas, nena
Muéstrame que es real
Sólo toma mi mano
Y te haré entender
Te quiero, me quieres
Y esa es la manera en la que tiene que ser
Ahora que estás aquí
Te lo voy a dejar claro
Sólo dame el amor que necesito
Sostenme, cuídame
Dámelo, necesito tu amor
Solo mía
Tu amor es como una vela
Parpadeando en la oscuridad
Entraste en mi vida e iluminaste mi corazón
Contigo a mi lado
Veo el amor que quiero sentir
Muéstrame que me amas, nena
Muéstrame que es real
Sólo toma mi mano
Y te haré entender
Te quiero, me quieres
Y esa es la manera en la que tiene que ser
Ahora que estás aquí
Te lo voy a dejar claro
Sólo dame el amor que necesito
Sostenme, cuídame
Dámelo, necesito tu amor
Después de que Bella subió al taxi para ir a trabajar, regresé al departamento y me dormí, necesitaba recuperar las energías que había gastando de manera exquisita la noche anterior con ella. Desperté justo a tiempo para ponerme de acuerdo con ella y encontrarla para almorzar juntos. Me di una rápida ducha y me dirigí al restaurante que me indicó. Otra cosa se agregaba a la lista de lo que nunca antes había hecho, pedí una mesa sobre la acera, por lo regular pedía en un discreto rincón, pero ahora no tenía nada de que ocultarme, por el contrario, quería que todo el mundo se diera cuenta de lo feliz que era con mi Bella.
– ¡Edward Cullen! – escuché una voz femenina exclamar y levanté la vista que tenía clavada en el menú – no lo puedo creer, ¿qué haces aquí? – agregó y me levanté para saludarla al reconocerla.
– Esperando a mi novia – respondí extendiéndole la mano y nos dimos un beso en la mejilla.
– Es una broma, ¿verdad? – exclamó incrédula riéndose.
– No, hace un par de meses que tengo novia… formal.
– ¿En serio ha sido cazado el irresistible Edward Cullen? – dijo subiendo sus manos por mi pecho – es una verdadera lástima, aunque – se lamió los labios – eso no es impedimento para que tú y yo algún día volvamos a divertirnos, como en los viejos tiempos – añadió acercándose peligrosamente a mí y giré la cara para evitar que me besara en los labios.
– Buenas tardes – escuché la voz seria de Bella decir.
– Corazón, al fin llegas – dije feliz y la tomé de la mano para luego besarla en los labios, quería que quedara muy clara mi relación con ella – mira, te presento a Valery, una vieja amiga, Valery, ella es Isabella Swan, mi novia.
– Mucho gusto – respondió Valery sin extenderle la mano.
– Igualmente.
Valery agregó un comentario bastante desagradable y después me dio un beso en la mejilla de despedida, en seguida noté como Bella se enfureció más y tuvo toda la intensión de, ¿golpearla?, ¿sus celos podrían llegar a tanto?, quizá era tan psicópata como yo. Traté de tranquilizarla, pero seguía reclamándome, a pesar de mis explicaciones.
– Bella, hace mucho que dejé de estar con otras mujeres – mi cuerpo ni siquiera respondía a otras – grábate esto muy bien aquí – señalé su sien con mi dedo – y aquí – señalé su corazón – la única que me importa eres tú, a la única que quiero es a ti, con la única que me interesa compartir mi cama es contigo – musité en su oído y la abracé – aunque para serte sincero, me da gusto que esto haya pasado, porque tus celos me demuestran cuanto me quieres.
– ¿Y todavía te atreves a dudarlo?
– No, pero me encanta confirmarlo – aclaré y la besé.
– ¿De verdad no ibas a dejar que te besara?
– Por supuesto que no, te lo juro, Bella, entiendo tu desconfianza, pero si de algo debes estar segura es que jamás te engañaría, no tengo ninguna necesidad de hacerlo, ya vamos a comer, anda.
Nos sentamos y en tanto nos llevaban la comida, Bella me contó lo que le había dicho su jefe sobre mí, indudablemente el mundo era un pañuelo, jamás me imaginé que él fuera familiar de una de las chicas con las que salí. Entonces opté con aceptar mi realidad frente a Bella, le expliqué que en efecto era así, pero que había cambiado por ella, que ya ni siquiera tenía el celular al que me llamaba cuando éramos un par de desconocidos y le di el número de mi blackberry.
Cuando terminamos de comer la acompañé a su trabajo. Había decidido prepararle algo especial para la cena, así que fui a comprar todo lo necesario, incluido un hermoso arreglo de alcatraces, que coloqué en la mesa al igual que los cubiertos para dos personas. Me dirigí a la cocina y me puse manos a la obra. En cuanto terminé fui por ella a la oficina y al regresar la sorprendí gratamente, ya que no se esperaba que yo preparara la cena ni mucho menos que supiera cuáles eran sus flores favoritas.
Le serví y platicamos mientras comíamos, le comenté mis planes de llegar desde el viernes a Miami para el ensayo de la boda de Alice, ya que era el padrino, ella hizo un comentario gracioso sobre que era mi novia y después me cuestionó el por qué le había dicho eso a Valery y luego de una serie muy divertida de preguntas que nos hicimos ambos para no dar una respuesta concreta le expliqué que aunque no se lo hubiera preguntado así la consideraba.
Me hizo saber sus temores sobre lo que mi familia pensaría de ella por no ser de mi nivel económico, esas eran patrañas, ella era mucho mejor en todos los aspectos que cualquier niña mimada de sociedad, caprichosa y berrinchuda. Bella era toda una mujer en el sentido extenso de la palabra, trabajadora, entregada, comprometida, me había dado cuenta de esas virtudes en el desfile de Alice, así que aunado a su belleza y a su sensualidad la colocaban muy cerca de la perfección y era mía, por fin podía decir que era sólo mía y, que al igual que yo, mi familia la adoraría, porque si algo nos habían inculcado mis padres era a no tener prejuicios y tanto ellos como mis hermanos eran las personas más cálidas, amables y amorosas que existían en el mundo y estaba seguro que no le pondrían ningún pero a mi Bella, además, ya la conocían.
No la dejé lavar los platos, quería consentirla y mimarla un poco, al día siguiente regresaría a Londres y pasaría un mes completo alejado de su lado, así que estas horas las haría mágicas para ella. Había terminado de lavarlos cuando sonó mi blackberry y me sorprendió sobremanera ver que era ella, “¿qué tenía en mente mi ángel seductor?”, pensé mientras sonreía y le contesté.
– ¿Estás libre esta noche? – preguntó con ese tono sensual que tanto me gusta.
– La verdad no, estoy en casa de mi novia – respondí siguiéndole el juego.
– Es una verdadera lástima – exhaló de manera excitante – ardo en deseos de verte, acariciarte, besarte, desnudarte, recorrer tu cuerpo.
– Uf, no sigas que me harás hacer algo que no quiero – dije mientras sentía como mi miembro empezaba a endurecerse sólo de escuchar sus insinuaciones.
– Vamos, no tiene porque enterarse tu novia… además lo prohibido es más excitante, ¿no crees?
– Definitivamente – y con ella podría probar todo lo prohibido que existiera.
– Me han dicho que eres un dios en la cama y me encantaría comprobarlo y por tu tono creo que no exageraron, tienes una voz endemoniadamente sensual, has despertado más mi deseo por ti.
– ¿En serio piensas que mi voz es sensual?
– Demasiado – exhaló de nuevo – mi cuerpo ha empezado a – hizo un extraño ruido incitador – alterarse sólo de escucharte.
– Tu voz también es muy sexy, ¿así eres tú?
– ¿Por qué no vienes y lo compruebas por ti mismo?
– Está bien, ¿cómo te reconozco?
– Sólo traigo puesto un abrigo negro.
Escuché que colgó y salí de la cocina, la miré parada bajo el umbral de la puerta del dormitorio, mirándome sensualmente en tanto se lamía los labios, me encantaba que fuera así, atrevida, sugerente, traviesa, entonces recordé las palabras que me había dicho el tío Aro años atrás:
“¿Quieres saber el éxito de un matrimonio?, la fidelidad, que tu pareja pueda ser tu esposa y tu amante a la vez y para encontrarla tienes que conocer a muchas mujeres hasta que encuentres a la que tenga esa dualidad”.
Sin duda alguna Bella la tenía, se mostraba de una forma ante la gente y su lado pasional y sensual sólo me lo mostraba a mí y no es que fuera hipócrita, simplemente reservaba esa parte para los momentos íntimos que compartíamos como el que a continuación seguiría.
Hicimos el amor jugando a los desconocidos, recordando nuestros primeros encuentros, cuando ignorábamos el rumbo que tomarían, que se convertirían en algo mucho más poderoso que sólo sexo, que se transformarían en un profundo e inmenso amor, aún sin conocernos demasiado, pero, ¿quién dijo que para amar a alguien había que conocerle por completo?, con lo que sabía me bastaba para adorarla, para querer compartir mi vida con ella y se lo manifesté.
– Al demonio con las reglas, me fascinas Bella, me vuelves loco y cada vez tengo más ansias de ti – musité en su oído abrazándola.
– Tú también me enloqueces como nadie Edward, te quiero – sonreí al escuchar esas dos palabras, mi corazón brincó de gusto y emoción.
– Yo te quiero más – le aseguré y la besé.
A la mañana siguiente seguimos con el juego, sonriente aceptó que nos bañáramos juntos y lo hicimos lentamente, entre besos y caricias furtivas, enjabonando mutuamente nuestros cuerpos y después la vestí y ella a mí, como si fuéramos niños pequeños, definitivamente ella podría ser mi esposa y mi amante, era la primera vez que pensaba en el matrimonio y podía visualizarme llevándola al altar y compartiendo una vida juntos, llena de amor y aventuras.
Desayunamos casi en silencio, un tanto angustiados porque se avecinaba la separación, deseando que el tiempo pasara velozmente para poder estar juntos de nuevo. Tomamos el mismo taxi y nos dirigimos a su oficina, la acompañé a la entrada del edificio y nos besamos, después nos abrazamos fuertemente.
– Te quiero Bella, te voy a extrañar mucho.
– Yo también te quiero y te extrañare, pero me consuela el hecho de que podremos vernos por la web cam.
– Tienes razón, así no será tan tortuoso estar alejados, cuídate mucho por favor.
– Tú también, pórtate bien, ¿sí?
– Eso ni siquiera tienes que mencionarlo, la única con la que me puedo portar mal eres tú – respondí frotando su nariz con la mía y le di un corto beso en los labios.
Subí de nuevo al taxi y me llevó al aeropuerto. Llegué a Londres y cumplí con mis compromisos laborales y sociales. Alice estuvo cinco días conmigo y le conté que Bella y yo ya éramos novios, me abrazó emocionada y me felicitó por haber decidido finalmente rehacer mi vida amorosa, no era mi intención francamente, el destino hizo de las suyas y me colocó frente a la mujer que me transformaría en lo que ahora era.
Una noche tomé papel y pluma, la inspiración me había llegado y escribí la canción para la boda de Alice, recordando la plática que habíamos tenido aquella vez que anunció su compromiso, aunque debía reconocer que me había inspirado en Bella y nuestra historia, junto a ella no había ningún camino que no pudiera recorrer, sentía que mi pecho podía estallar de todo lo que sentía por ella y no buscaba ninguna explicación para eso, nuestro amor era real y seguro.
Otra noche nos encontrábamos frente a la web cam y de inmediato noté su cara de angustia, jugaba con sus manos y evitaba mirarme, me sonreía, pero sus ojos lucían apagados.
– Bella, ¿qué te sucede? – pregunté preocupado.
– Nada, ¿por qué? – respondió evasiva.
– Porque estás visiblemente nerviosa y asustada, ¿qué pasa?, dímelo con confianza.
– Es que – guardó silencio y se mordió el labio – Edward… tengo un retraso, debí tener mi período un día después que te fuiste, ya han pasado diez y nada…
– ¿Eso significa que puedes estar embarazada? – exclamé sorprendido.
– Sí… no nos cuidamos, hace mucho que dejé de tomar pastillas y…
– Tranquila corazón, no tienes nada de qué preocuparte, no estás sola, me tienes a mí, yo no voy a dejarte sola, un hijo tuyo sería un regalo, un pedacito de ti y de mí.
– Que cosas dices Edward – exclamó sonrojada.
– Es la verdad, ¿no te gusta la idea?
– No es eso… aún no me siento preparada para esa responsabilidad, un hijo no es un juguete, es algo para toda la vida y siento que todavía no soy capaz de cuidar y educar a alguien.
– Nadie nace sabiendo eso Bella, se aprende con el tiempo, ¿por qué no te haces la prueba para salir de las dudas?
– Me asusta.
– Pero no puedes estar angustiada pensando si estás o no embarazada, no te van a salir antenitas para saberlo, tienes que confirmarlo y, por favor, piensa que yo te apoyaré al 100%, ¿ok?, jamás evadiré mi responsabilidad, es algo que hicimos los dos y nos haremos cargo los dos, te quiero, recuérdalo.
Me respondió aliviada con una sonrisa. Esa noche casi no pude dormir pensando en esa posibilidad, hasta pensé en Emmett, la cara que pondría al enterarse que yo sin estar casado sería papá, en cambio él seguía sin heredero, una sonrisa traviesa se dibujó en mi rostro imaginando su reacción. Mis padres seguro nos apoyarían y Alice sería la más feliz, a cada rato le preguntaba a Emmett y Rosalie cuando la harían tía, así que su sueño se vería cumplido por mí.
Si a Bella le tranquilizaba, le propondría que nos casáramos, aunque fuera algo sencillo e íntimo, moví la cabeza, ¿en qué momento mi vida y mis pensamientos habían cambiado tanto?, hace no muchos meses yo era todo un Don Juan, un Casanova, un Valentino y ahora estaba pensando en comprar pañales, en efecto, Bella había llegado a voltear mi vida de cabeza y había sido lo mejor que me había pasado, ella había descongelado mi corazón y logrado que volviera a latir por amor.
Ese día anduve ansioso en todo momento, así que cuando vi que era una hora prudente en Nueva Jersey le marqué a Bella, me contestó y me dijo que la prueba había salido negativa, que sólo había sido una falsa alarma, mis planes se desvanecieron, pero, ya habría tiempo para eso, las cosas llevaban un orden, aunque no era reglamentario, nos casaríamos en un futuro y cuando ella se sintiera lista vendrían los hijos.
Al fin había llegado el ansiado día en que volvería a estar con mi Bella, me encontraba en el taxi camino a su departamento, para luego irnos al aeropuerto y volar a Miami. En cuanto me abrió la puerta se arrojó a mis brazos y nos fundimos en un beso frenético, cargado de emociones, como añoraba sus besos, sus caricias, había sido muy divertido el jueguito de la web cam, pero nada comparado con tenerla en la realidad, embriagándome con su sabor y disfrutando de su olor, la pañoleta lo había ido perdiendo paulatinamente, estar entre sus brazos era mi paraíso personal y que ganas de hacerla mía, de hacerle el amor, sin embargo, teníamos un vuelo que tomar.
Al llegar al aeropuerto registramos las maletas y caminamos hacia la sala de espera, Bella se sentó y yo fui a comprar unos dulces. Debí tardarme menos de cinco minutos y al girarme para regresar a su lado la vi muy sonriente abrazando a un tipo que después la sostuvo de las manos, la sangre comenzó a hervirme y la ira me inundó por completo, ¿quién demonios era ese idiota que se atrevía a tocar a mi mujer?
– De verdad luces maravillosa y radiante – le dijo muy entusiasmado.
– Porque la felicidad se refleja en el rostro – intervine abrazándola – y Bella y yo somos muy felices, ¿verdad corazón?, por cierto, ¿no me vas a presentar?
– Sí, claro, Eric Yorkie, un ex compañero de la preparatoria, él es Edward Cullen.
– Su novio, para mayor información – me enfureció más el que ella no lo aclarara.
Reconoció mi apellido y empezó a alabar a Emmett, ¿estaba pretendiendo quedar bien conmigo?, ¿pensaba que por eso iba a pasar por alto lo que acababa de ver? Cuando se marchó no pude evitar recriminarle a Bella, la muy inocente no se había dado cuenta de las miraditas de ese idiota, me importaba muy poco si habían estudiado juntos, eso no lo eximía de haberle coqueteado. En respuesta, Bella me recriminó lo de Valery, entonces respondí sin pensar con un muy desagradable e hiriente comentario del que fui consciente al momento de sentir la fuerte bofetada que Bella me dio con toda la razón.
– No quiero volver a verte en mi vida – exclamó molesta y se alejó.
– Perdóname Bella, por favor, perdóname no quise decir eso – dije corriendo y abrazándola.
Había sido un completo idiota, pero no tenía idea de cómo manejar los celos, me cegaban completamente y perdía totalmente el raciocinio, no sabía cómo canalizarlos y la herí sin proponérmelo, me odié en ese momento por ser tan estúpido, mi única justificación era el inmenso amor que sentía por ella y haría lo imposible por lograr su perdón, no me importaba arrodillarme y recorrer todo el aeropuerto de esa manera con tal de que me perdonara, la amaba con todo mi ser y me aterraba la idea de perderla, mucho más si yo era el causante por mis estupideces.
Fragmento de la canción: Give in to me.
Intérprete: JC Chasez.
Traducción: Anne Hilldweller.
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Re: Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa
amiga, no habia podido postear ya que andube fuera de mi casa jejej andube de carrete asi que ahora a penas llegue lei y pucha esta mas de cirte que me encanta como se aman estos dos loquillos, claro ahoara que estaran separados sus corazones estaran mas unidos que nunca, ...
besitos mi niña y espero el proximo, no me canso de leer tu historia
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Re: Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18)
hola amiga me encanto el capitulo yo tambien andaba super ocupada y por eso no habia podido pasar a postear pero me gusta mucho y mas que bella y Edward esta por fin juntos y los celos de bella en el restaurante bueno te dejo y espero el proximo capitulo pronto
les dejo muchos besitos
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Re: Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18) Completa
Gracias por seguir comentando, aquí les dejo el siguiente capítulo.
Saluditos
Accedió a subir al avión, pero no me dirigió la palabra para nada, eso me dolía, aunque no podía esperar que su actitud fuera diferente después de la gran idiotez que le había dicho, me daban ganas de romperme yo solo la boca por no saber tenerla cerrada. Se levantó y supuse que iba al baño, esperé unos minutos y después la seguí, otra de mis locuras se había hecho presente en mi mente y, más que nada, estaba buscando reconciliarme con ella, así que toqué discretamente la puerta del baño, me respondió que estaba ocupado y seguí insistiendo hasta que me abrió y la obligué a entrar, me dijo que estaba loco y le respondí que sí, por ella, no había otra verdad.
Comencé a besarla, pero su boca permanecía cerrada, sin un pequeño atisbo que me indicara que en algún momento me correspondería, mis manos recorrían su cintura y sus muslos, las de ella estaban a sus costados y ese rechazo me dolió mucho más que la bofetada que me había dado. Pero no me iba a rendir, no quería que siguiera enojada conmigo, mi lengua recorría sus labios tratando de entrar a su boca y mis manos subieron a sus senos, entonces Bella se rindió finalmente y su lengua recibió la mía que se unieron presurosas al tiempo que ponía sus manos en mi cuello y lo hicimos con urgencia en ese estrecho baño, cuanto había echado de menos su cuerpo.
Volví a pedirle perdón y me pidió que no abusara de ella, le di mi razón, aunque quizá no era suficiente para que me perdonara y finalmente me dijo que dependería de mi comportamiento, como deseaba volver el tiempo atrás para cambiar las cosas.
Regresamos a nuestros asientos y la abracé, después le entregué la letra de la canción y le comenté mis planes de cantársela a Alice, pero se negaba a aceptar porque le daba vergüenza cantar en público, hasta que debido a mi insistencia terminó por decirme que lo pensaría. Después le conté la historia de amor de Alice y ella me platicó sobre sus padres, la información que me dio yo ya la sabía, lo que ignoraba era la relación tan fría y distante que mantenía con ellos.
Llegamos a la casa y tomé su mano para entrar, de inmediato sentí sus nervios al ver a toda mi familia en la sala, se la apreté para infundirle confianza, yo sabía muy bien que la recibirían cálidamente. Todos la abrazaron y yo estaba emocionado viendo las muestras de cariño para con ella, no podían faltar las bromas de Emmett, pero, ni siquiera me incomodaron, toda mi atención estaba puesta en ella, que no daba crédito a la actitud de los Cullen.
Después Rosalie nos dio la noticia de que estaba embarazada y mi hermano orgulloso y feliz la abrazó, así que ahí me desquité un poco de sus comentarios, me daba tanto gusto que al fin fuera a ser padre, estaba seguro que sería el mejor.
Subimos a la recámara a arreglarnos para el ensayo, Bella de inmediato salió al balcón y yo fui tras ella y la abracé, le encantó la vista y a mí me encantaba tenerla ahí, conmigo, completando mi mundo, no podría pedirle más a la vida en ese momento. Le pedí que nos bañáramos juntos, pero se rehusó argumentando que teníamos poco tiempo, así que ella lo hizo primero y mientras tanto desempaqué. Luego fue mi turno y al salir, quedé maravillado al verla, estaba radiante con ese sencillo y bonito vestido de color beige, que no pude contenerme y la hice darse una vuelta diciéndole lo hermosa que se veía mientras ella se sonrojaba.
Bajamos a la terraza, donde ya se encontraban los principales invitados, Alice la presentó y yo no podía sentirme más orgulloso de mi novia, se sentía tan raro pensar en ella con esa palabra, antes creía que había salido de mi vocabulario. Mi mamá se acercó a mí y me puso su mano en mi hombro.
– Que gusto me da verte enamorado, hijo, siempre había respetado tu forma de ser, aunque no estuviera de acuerdo con ella así que no tienes idea de la satisfacción que siento en este momento por ti.
– Gracias mamá, francamente soy muy feliz y te voy a confesar algo, Bella es la mujer con la que quiero estar por siempre, así que pronto habrá otra boda en la familia.
– Me da mucha ilusión, este ha sido uno de los días más felices de mi vida, mi pequeña hija se casa, voy a ser abuela y tú estás planeando tu futuro.
– A mí también me da mucho gusto ver a mis hermanos realizados y en cuanto a mí, sólo te puedo decir que la amo demasiado.
– Y se ve que ella también a ti, además se nota que es una buena chica.
– Muy linda, mamá, ya la irás conociendo con el tiempo.
Después del ensayo, pasamos al salón para comer, al terminar, Bella y yo cantamos la canción, aunque era para Alice, la interpretamos para nosotros, en cada estrofa nos acercábamos más y cuando terminamos estábamos a milímetros de distancia.
– Junto a ti quiero estar el resto de mi vida, soy capaz de cruzar el Atlántico nadando sólo para llegar a ti, estoy profunda y totalmente enamorado de ti, Bella Swan – susurré en su oído, ella no respondió nada, pero no era necesario, su mirada de asombro me lo decía todo.
Cuando nos quedamos solos le toqué el piano, una melodía que había compuesto para ella, después la besé y acaricié ahí mismo, me detuvo diciéndome que alguien podría vernos, así que cerré todas las puertas y regresé a su lado, ella se rehusaba a que lo hiciéramos ahí, sin embargo, terminó cediendo y nos entregamos de una manera increíble, muy al estilo de una escena de la película Mujer bonita, sobre el piano.
– La noche apenas empieza corazón y juro que no te daré tregua – dije al terminar.
Luego de vestirnos, me pidió que le mostrara la casa, así que hicimos un pequeño recorrido por la planta baja y la llevé a la piscina, le sugerí que nadáramos y de nuevo puso de pretexto a mi familia y a la gente que andaba ahí trabajando, pero, otra vez la convencí. No sólo nadamos un poco, sino que hicimos el amor ahí mismo, entre el agua y la compañía de la luz de la luna que hicieron más memorable el momento.
– Te amo Bella – le dije finalmente, venciendo mis demonios.
– Yo también te amo Edward, con todo mi corazón – respondió y la emoción fue tal que podría jurar que mi corazón se detuvo por un segundo.
Íbamos subiendo a la habitación cuando nos topamos con Emmett, quien salió con uno de sus típicos comentarios, logrando incomodar a Bella, pero le dije que no le prestara atención, que él y Rosalie también tenían sus anécdotas. Entramos a la habitación y nos dimos una ducha rápida porque ambos estábamos tiritando de frío.
– Ni se te ocurra vestirte corazón – dije mientras se secaba.
– Estoy empezando a sospechar que sí ingieres alguna sustancia prohibida.
– Juro que no, sólo tomo vitaminas, además la comida fue de mariscos, se sabe muy bien cuáles son sus propiedades – aclaré y le quité la toalla mirándola sensualmente – y lo principal, te amo y eso es el mejor afrodisiaco – añadí lamiendo su cuello.
– Yo también te amo y me encanta que seas así – aceptó con una risita.
La besé apasionadamente y después la cargué para llevarla a la cama, la deposité ahí y me comí sus senos alternadamente mientras mis dedos se deslizaban hasta su intimidad que invadí con ellos y comenzó a jadear y a susurrar mi nombre, después me llevé mis dedos a la boca para disfrutar de su sabor. Dibujé sus labios con la punta de mi lengua entrando en su centro, Bella se arqueó al sentirme y se aferró a mi espalda, casi enterrándome sus uñas, fui embistiéndola lentamente en tanto la besaba, luego puse mi cabeza sobre su hombro, gimiendo ante la magnificencia de su cuerpo que se movía al unísono con el mío, apretándome con sus piernas y llevando sus manos hasta mis nalgas que empujaba para que llegara aún más adentro de su muy húmeda cavidad. Le hice a un lado unos cabellos que tenía sobre el rostro.
– ¿Te gusta? – le pregunté con voz ronca debido a la excitación.
– Me… encanta – respondió con dificultad.
– ¿Quieres más? – inquirí sobre sus labios, mirándola.
– Sí… mucho más… un poco más rápido.
– ¿Así? – cuestioné acelerando mis movimientos.
– Sí… así… Edward.
– Oh Bella… eres exquisita.
– Tú me vuelves loca… te amo.
– Y yo te amo a ti.
Aceleré aún más las embestidas, entrando y saliendo de ella de tal manera que se escuchaba el chocar de nuestros cuerpos que ya estaban cubiertos de sudor. Hice unos cuantos movimientos más y descargué en su interior, inundándola por completo mientras ella gemía delicioso, indicándome que también había llegado al mismo tiempo que yo. Después de unos segundos, bajé de ella y me acosté a su lado, pegándome a su cuerpo, con nuestras piernas entrelazadas hasta que nos quedamos dormidos.
A la mañana siguiente desperté y ella aún dormía, me acomodé para mirarla, definitivamente era un ángel reflejando paz y tranquilidad, con su labios color carmesí y no pude evitar sonreír al reconocer que ese ángel era sólo mío y que yo era de ella, sin ninguna duda, ambos nos pertenecíamos, nos completábamos y nos amábamos.
– Buenos días corazón – dije cuando despertó y le di un pequeño beso.
– Buenos días mi amor.
– Me encanta como suena eso.
Sí, me encantaba que me dijera así, saber que yo era su amor, ella era mi corazón, el motor de mi vida. Me fascinó que sugiriera que nos bañáramos juntos y lo hicimos de una manera sublime, con cada gesto, mi amor por ella se intensificaba. Después de vestirnos y peinarnos bajamos al comedor, donde ya se encontraba toda la familia. No podían faltar los clásicos comentarios de Emmett y hasta le dio lata a Alice, que me encantó su amenaza de subir un video de él a la red para que vieran como consentía a su esposa, ni quien se lo imaginara con lo rudo que es en el campo de futbol. Al terminar, le mostré a Bella el resto de la casa, le indiqué de quien era cada recámara y luego entramos la biblioteca, la cual tenía varios cuadros pintados por mi madre.
– Qué hermoso pinta tu mami – exclamó mirándolos maravillada.
– ¿Y tú como sabes que los pintó mi mamá? – pregunté sorprendido.
– Porque aquí dice – respondió señalando la ininteligible firma.
– Eres muy mala mintiendo, ¿lo sabías? – dije abrazándola por detrás.
– Bueno, yo también sé algunas cosas tuyas, señor vicepresidente de la fundación Carlisle Cullen.
– Con que me googleaste, ¿eh?, ¿cuándo? – cuestioné dándole un beso en el cuello.
– Cuando supe tu nombre y quedaron rotas las reglas, necesitaba saber más de ti.
Así que ella estaba igual que yo, también quería saber todo sobre mí, claro que había usado métodos más tradicionales, la verdad a mí no se me había ocurrido que podría conseguir información de ella en esa página. Ambos estábamos locos el uno por el otro y lo ignorábamos, los dos teníamos nuestros propios miedos y demonios, quizá nos pudimos ahorrar tantas cosas de haber sido sinceros desde un principio, pero, ¿cómo podíamos serlo con las reglas de por medio? Me agradó tanto saber eso, me sentí menos psicópata, tal vez algún día le contaría que la había mandado investigar, sólo esperaba que me comprendiera.
Cuando salimos de ahí nos topamos con Maggie, que se hizo la disimulada y no nos saludó, Bella fue a la habitación de Alice para que la arreglaran y yo me dirigí a la terraza, ahí estaba mi padre, Emmett y mis tíos, así que me puse a platicar con ellos, les conté que ya tenía novia y me felicitaron. Después entramos a la sala, donde se encontraba Maggie que no tardó en acercárseme.
– Vaya, veo que hoy sí viniste acompañado, pensé que esta vez sí se me haría.
– Pues no, ya es mi novia y por supuesto que tenía que acompañarme – dije serio.
– ¿Así que por esa me rechazaste?, pensé que tenías mejores gustos, es tan insignificante.
– Retira lo que dijiste, no me hagas olvidar que eres mujer y que eres amiga de Alice, no te voy a permitir que la insultes, ella vale mucho más que tú, no es una… buscona.
– Vaya, sí que te tiene comiendo de su mano, no es pecado expresar una opinión.
– Lo es cuando se trata de un muy mal comentario sobre la mujer que amo.
– Sí que es afortunada, la defiendes con tanto ahínco.
– Porque la amo, pero, no espero que tú entiendas eso, no sabes lo que significa.
Me miró con rabia y en eso vi entrar a Jennifer con su hermano así que fui a su encuentro a saludarlos, le dije a ella que subiera a la habitación de Alice y de inmediato lo hizo. Entonces, me puse a platicar con el tío Aro y le comenté que al fin había encontrado a la mujer que él alguna vez me había descrito y me dijo que le daba mucho gusto y que ya quería conocerla.
Luego de un largo rato de platicar con él subí a mi habitación para cambiarme y ahí estaba Bella ya lista. Le hice saber lo preciosa que se veía y me lo agradeció al igual que el dejarla entrar a mi vida, no entendí porque me decía eso ni la manera en la que me abrazó, así que le respondí que el agradecido era yo y me cuestionó desde cuando había roto las reglas y le dije la verdad, incluso le confesé que le había mentido el día que había llovido y le di mis razones para hacerlo. Me dijo que me amaba, quizá desde el primer instante en el que me vio y le contesté que al parecer yo también.
Minutos más tarde bajamos a la terraza, recibimos a varias personas y después se la presenté a mis tíos. Luego nos acomodamos en nuestros respectivos lugares y la boda dio inicio, en el momento indicado le coloqué el lazo a mi hermana, quien irradiaba felicidad a kilómetros a la redonda. Al término de la ceremonia nos dirigimos al salón; platicamos, bebimos, comimos y di mi discurso, se me había dificultado hacerlo, pero ahora, al tener a Bella ahí conmigo, todo se me aclaró y dije las primeras palabras que me salieron del corazón y que fueron muy bien recibidas porque todo mundo aplaudió emocionado y la expresión en el rostro de Alice era grandiosa. Luego le propuse a Bella que bailáramos y se dejó llevar. Más tarde bailé con mi madre, con mi hermana y con Jennifer que se veía ilusionada, supuse que había conocido a alguien, pero lo negó.
Llegó la hora de aventar la liga de la novia y lo que nunca, me acerqué, yo no creía en esas tradiciones y jamás me había llamado la atención participar, sin embargo, sentí el impulso de hacerlo esta vez, algo que no creí sentir algún día me había sucedido, la ilusión de casarme. La liga le tocó a un amigo de Alice que la presumió. Después fue el turno de las mujeres para cachar el ramo y le tocó a Jennifer que se entusiasmó sobremanera, ahí confirmé que sí había conocido a alguien.
– Gracias por el discurso y por la canción Edward – dijo Alice abrazándome.
– No tienes nada que agradecer duendecillo, fue de corazón.
– Y sé muy bien quien fue tu musa, me alegra muchísimo que al fin hayas abierto tu corazón, sobre todo a alguien como Bella que se ve que te ama.
– Lo sé, te quiero mucho hermanita, diviértete, en verdad te deseo lo mejor.
– Yo también te quiero mucho, gracias por todo, nos vemos en Navidad.
Abracé a Bella mientras Alice y Jasper partían rumbo a su luna de miel. La fiesta continuó otro rato y después tomé una botella, un par de copas y la mano de Bella, caminamos a la playa, al pequeño recinto que teníamos para descansar y tomar un poco de sol. Brindamos y luego nos amamos de manera celestial, experimentando una nueva forma, recorriendo nuestros cuerpos con múltiples besos y caricias, repitiendo nuestros nombres, gimiendo, disfrutando no sólo del momento, sino del ambiente, de la luz de la luna, del sonido del mar, del aroma de la playa que se mezclaba con el del sexo y después colapsamos juntos una vez más.
Le comenté que faltaba poco para que amaneciera, así que después de vestirnos nos sentamos a la orilla del mar para presenciar ese magnífico hecho que jamás había apreciado como esta vez, con la dueña de mi corazón entre mis brazos luego de haberla amado de forma tan gloriosa. Me percaté que se quedó dormida, me levanté con sumo cuidado y la cargué hasta la habitación, la dejé cuidadosamente en la cama y me acosté a su lado, durmiéndome casi de inmediato.
Otra vez desperté antes que ella, bajé a la cocina y le preparé el desayuno, aunque por la hora que era, más bien debía llamarlo almuerzo. Tomé una rosa del arreglo que había en la mesa del comedor y en las escaleras me topé con mis papás que ya regresaban a Seattle, vi como mi madre se conmovía ante mi gesto para con Bella, mi padre me palmeó y me dijo que la invitara a pasar las fiestas decembrinas con nosotros, les di un beso a ambos y terminé de subir.
Bella aún dormía, miré el reloj y teníamos que estar en dos horas en el aeropuerto, así que la desperté, acariciándole el rostro con la rosa, me sonrió sin abrir los ojos, entonces la besé en los labios y le dije que ya era hora de levantarse, que el desayuno ya estaba listo, se enderezó y miró sorprendida la charola, que coloqué sobre sus piernas. Desayunamos mientras comentábamos sobre la boda y después nos alistamos para regresar a Nueva Jersey. En la sala nos encontramos a Emmett y Rosalie que miraban televisión y nos comentaron que se quedarían ahí el resto de la semana, así que nos llevaron al aeropuerto, nos despedimos dándoles un abrazo y Bella le recomendó a Rosalie que se cuidara mucho.
En el avión le comuniqué a Bella sobre la invitación de mi padre, pero le dije que no había problema si ella iba a pasar esas fechas con sus padres y me dijo que no lo tenía planeado, que lo más probable es que sí fuera conmigo y eso me hizo muy feliz, me apenaba que no tuviera una buena relación con sus padres, sin embargo, mi lado egoísta era más fuerte y prefería mil veces que estuviera conmigo que con ellos, este fin de semana había terminado de comprobar lo importante que era ella para mí y que la amaba con locura y desenfreno, pasar la Navidad y el Año Nuevo con ella sería mi mejor regalo y ya estaba ansioso porque llegaran esas fechas.
Fragmento de la canción: Me matas.
Intérprete: Ragazzi.
Saluditos
Capítulo 16:
Miami
Rodeando tu cuerpo
Yo pierdo el mío
¿Adónde me llevas?
¿Qué haces conmigo?
Me arrastras a fuerza
¿Qué siento en tus besos?
Me ahogo en el mar
Que llevas por dentro
Me matas y muero de ti
Sufrir tu deseo
Es lo que más quiero
Me rindo en tu cuerpo
Tu alma me tiene
Llegaste a mi corazón
Me matas y muero de amor
Te quiero
Te entrego mi vida
No tiene sentido sin ti
Miami
Rodeando tu cuerpo
Yo pierdo el mío
¿Adónde me llevas?
¿Qué haces conmigo?
Me arrastras a fuerza
¿Qué siento en tus besos?
Me ahogo en el mar
Que llevas por dentro
Me matas y muero de ti
Sufrir tu deseo
Es lo que más quiero
Me rindo en tu cuerpo
Tu alma me tiene
Llegaste a mi corazón
Me matas y muero de amor
Te quiero
Te entrego mi vida
No tiene sentido sin ti
Accedió a subir al avión, pero no me dirigió la palabra para nada, eso me dolía, aunque no podía esperar que su actitud fuera diferente después de la gran idiotez que le había dicho, me daban ganas de romperme yo solo la boca por no saber tenerla cerrada. Se levantó y supuse que iba al baño, esperé unos minutos y después la seguí, otra de mis locuras se había hecho presente en mi mente y, más que nada, estaba buscando reconciliarme con ella, así que toqué discretamente la puerta del baño, me respondió que estaba ocupado y seguí insistiendo hasta que me abrió y la obligué a entrar, me dijo que estaba loco y le respondí que sí, por ella, no había otra verdad.
Comencé a besarla, pero su boca permanecía cerrada, sin un pequeño atisbo que me indicara que en algún momento me correspondería, mis manos recorrían su cintura y sus muslos, las de ella estaban a sus costados y ese rechazo me dolió mucho más que la bofetada que me había dado. Pero no me iba a rendir, no quería que siguiera enojada conmigo, mi lengua recorría sus labios tratando de entrar a su boca y mis manos subieron a sus senos, entonces Bella se rindió finalmente y su lengua recibió la mía que se unieron presurosas al tiempo que ponía sus manos en mi cuello y lo hicimos con urgencia en ese estrecho baño, cuanto había echado de menos su cuerpo.
Volví a pedirle perdón y me pidió que no abusara de ella, le di mi razón, aunque quizá no era suficiente para que me perdonara y finalmente me dijo que dependería de mi comportamiento, como deseaba volver el tiempo atrás para cambiar las cosas.
Regresamos a nuestros asientos y la abracé, después le entregué la letra de la canción y le comenté mis planes de cantársela a Alice, pero se negaba a aceptar porque le daba vergüenza cantar en público, hasta que debido a mi insistencia terminó por decirme que lo pensaría. Después le conté la historia de amor de Alice y ella me platicó sobre sus padres, la información que me dio yo ya la sabía, lo que ignoraba era la relación tan fría y distante que mantenía con ellos.
Llegamos a la casa y tomé su mano para entrar, de inmediato sentí sus nervios al ver a toda mi familia en la sala, se la apreté para infundirle confianza, yo sabía muy bien que la recibirían cálidamente. Todos la abrazaron y yo estaba emocionado viendo las muestras de cariño para con ella, no podían faltar las bromas de Emmett, pero, ni siquiera me incomodaron, toda mi atención estaba puesta en ella, que no daba crédito a la actitud de los Cullen.
Después Rosalie nos dio la noticia de que estaba embarazada y mi hermano orgulloso y feliz la abrazó, así que ahí me desquité un poco de sus comentarios, me daba tanto gusto que al fin fuera a ser padre, estaba seguro que sería el mejor.
Subimos a la recámara a arreglarnos para el ensayo, Bella de inmediato salió al balcón y yo fui tras ella y la abracé, le encantó la vista y a mí me encantaba tenerla ahí, conmigo, completando mi mundo, no podría pedirle más a la vida en ese momento. Le pedí que nos bañáramos juntos, pero se rehusó argumentando que teníamos poco tiempo, así que ella lo hizo primero y mientras tanto desempaqué. Luego fue mi turno y al salir, quedé maravillado al verla, estaba radiante con ese sencillo y bonito vestido de color beige, que no pude contenerme y la hice darse una vuelta diciéndole lo hermosa que se veía mientras ella se sonrojaba.
Bajamos a la terraza, donde ya se encontraban los principales invitados, Alice la presentó y yo no podía sentirme más orgulloso de mi novia, se sentía tan raro pensar en ella con esa palabra, antes creía que había salido de mi vocabulario. Mi mamá se acercó a mí y me puso su mano en mi hombro.
– Que gusto me da verte enamorado, hijo, siempre había respetado tu forma de ser, aunque no estuviera de acuerdo con ella así que no tienes idea de la satisfacción que siento en este momento por ti.
– Gracias mamá, francamente soy muy feliz y te voy a confesar algo, Bella es la mujer con la que quiero estar por siempre, así que pronto habrá otra boda en la familia.
– Me da mucha ilusión, este ha sido uno de los días más felices de mi vida, mi pequeña hija se casa, voy a ser abuela y tú estás planeando tu futuro.
– A mí también me da mucho gusto ver a mis hermanos realizados y en cuanto a mí, sólo te puedo decir que la amo demasiado.
– Y se ve que ella también a ti, además se nota que es una buena chica.
– Muy linda, mamá, ya la irás conociendo con el tiempo.
Después del ensayo, pasamos al salón para comer, al terminar, Bella y yo cantamos la canción, aunque era para Alice, la interpretamos para nosotros, en cada estrofa nos acercábamos más y cuando terminamos estábamos a milímetros de distancia.
– Junto a ti quiero estar el resto de mi vida, soy capaz de cruzar el Atlántico nadando sólo para llegar a ti, estoy profunda y totalmente enamorado de ti, Bella Swan – susurré en su oído, ella no respondió nada, pero no era necesario, su mirada de asombro me lo decía todo.
Cuando nos quedamos solos le toqué el piano, una melodía que había compuesto para ella, después la besé y acaricié ahí mismo, me detuvo diciéndome que alguien podría vernos, así que cerré todas las puertas y regresé a su lado, ella se rehusaba a que lo hiciéramos ahí, sin embargo, terminó cediendo y nos entregamos de una manera increíble, muy al estilo de una escena de la película Mujer bonita, sobre el piano.
– La noche apenas empieza corazón y juro que no te daré tregua – dije al terminar.
Luego de vestirnos, me pidió que le mostrara la casa, así que hicimos un pequeño recorrido por la planta baja y la llevé a la piscina, le sugerí que nadáramos y de nuevo puso de pretexto a mi familia y a la gente que andaba ahí trabajando, pero, otra vez la convencí. No sólo nadamos un poco, sino que hicimos el amor ahí mismo, entre el agua y la compañía de la luz de la luna que hicieron más memorable el momento.
– Te amo Bella – le dije finalmente, venciendo mis demonios.
– Yo también te amo Edward, con todo mi corazón – respondió y la emoción fue tal que podría jurar que mi corazón se detuvo por un segundo.
Íbamos subiendo a la habitación cuando nos topamos con Emmett, quien salió con uno de sus típicos comentarios, logrando incomodar a Bella, pero le dije que no le prestara atención, que él y Rosalie también tenían sus anécdotas. Entramos a la habitación y nos dimos una ducha rápida porque ambos estábamos tiritando de frío.
– Ni se te ocurra vestirte corazón – dije mientras se secaba.
– Estoy empezando a sospechar que sí ingieres alguna sustancia prohibida.
– Juro que no, sólo tomo vitaminas, además la comida fue de mariscos, se sabe muy bien cuáles son sus propiedades – aclaré y le quité la toalla mirándola sensualmente – y lo principal, te amo y eso es el mejor afrodisiaco – añadí lamiendo su cuello.
– Yo también te amo y me encanta que seas así – aceptó con una risita.
La besé apasionadamente y después la cargué para llevarla a la cama, la deposité ahí y me comí sus senos alternadamente mientras mis dedos se deslizaban hasta su intimidad que invadí con ellos y comenzó a jadear y a susurrar mi nombre, después me llevé mis dedos a la boca para disfrutar de su sabor. Dibujé sus labios con la punta de mi lengua entrando en su centro, Bella se arqueó al sentirme y se aferró a mi espalda, casi enterrándome sus uñas, fui embistiéndola lentamente en tanto la besaba, luego puse mi cabeza sobre su hombro, gimiendo ante la magnificencia de su cuerpo que se movía al unísono con el mío, apretándome con sus piernas y llevando sus manos hasta mis nalgas que empujaba para que llegara aún más adentro de su muy húmeda cavidad. Le hice a un lado unos cabellos que tenía sobre el rostro.
– ¿Te gusta? – le pregunté con voz ronca debido a la excitación.
– Me… encanta – respondió con dificultad.
– ¿Quieres más? – inquirí sobre sus labios, mirándola.
– Sí… mucho más… un poco más rápido.
– ¿Así? – cuestioné acelerando mis movimientos.
– Sí… así… Edward.
– Oh Bella… eres exquisita.
– Tú me vuelves loca… te amo.
– Y yo te amo a ti.
Aceleré aún más las embestidas, entrando y saliendo de ella de tal manera que se escuchaba el chocar de nuestros cuerpos que ya estaban cubiertos de sudor. Hice unos cuantos movimientos más y descargué en su interior, inundándola por completo mientras ella gemía delicioso, indicándome que también había llegado al mismo tiempo que yo. Después de unos segundos, bajé de ella y me acosté a su lado, pegándome a su cuerpo, con nuestras piernas entrelazadas hasta que nos quedamos dormidos.
A la mañana siguiente desperté y ella aún dormía, me acomodé para mirarla, definitivamente era un ángel reflejando paz y tranquilidad, con su labios color carmesí y no pude evitar sonreír al reconocer que ese ángel era sólo mío y que yo era de ella, sin ninguna duda, ambos nos pertenecíamos, nos completábamos y nos amábamos.
– Buenos días corazón – dije cuando despertó y le di un pequeño beso.
– Buenos días mi amor.
– Me encanta como suena eso.
Sí, me encantaba que me dijera así, saber que yo era su amor, ella era mi corazón, el motor de mi vida. Me fascinó que sugiriera que nos bañáramos juntos y lo hicimos de una manera sublime, con cada gesto, mi amor por ella se intensificaba. Después de vestirnos y peinarnos bajamos al comedor, donde ya se encontraba toda la familia. No podían faltar los clásicos comentarios de Emmett y hasta le dio lata a Alice, que me encantó su amenaza de subir un video de él a la red para que vieran como consentía a su esposa, ni quien se lo imaginara con lo rudo que es en el campo de futbol. Al terminar, le mostré a Bella el resto de la casa, le indiqué de quien era cada recámara y luego entramos la biblioteca, la cual tenía varios cuadros pintados por mi madre.
– Qué hermoso pinta tu mami – exclamó mirándolos maravillada.
– ¿Y tú como sabes que los pintó mi mamá? – pregunté sorprendido.
– Porque aquí dice – respondió señalando la ininteligible firma.
– Eres muy mala mintiendo, ¿lo sabías? – dije abrazándola por detrás.
– Bueno, yo también sé algunas cosas tuyas, señor vicepresidente de la fundación Carlisle Cullen.
– Con que me googleaste, ¿eh?, ¿cuándo? – cuestioné dándole un beso en el cuello.
– Cuando supe tu nombre y quedaron rotas las reglas, necesitaba saber más de ti.
Así que ella estaba igual que yo, también quería saber todo sobre mí, claro que había usado métodos más tradicionales, la verdad a mí no se me había ocurrido que podría conseguir información de ella en esa página. Ambos estábamos locos el uno por el otro y lo ignorábamos, los dos teníamos nuestros propios miedos y demonios, quizá nos pudimos ahorrar tantas cosas de haber sido sinceros desde un principio, pero, ¿cómo podíamos serlo con las reglas de por medio? Me agradó tanto saber eso, me sentí menos psicópata, tal vez algún día le contaría que la había mandado investigar, sólo esperaba que me comprendiera.
Cuando salimos de ahí nos topamos con Maggie, que se hizo la disimulada y no nos saludó, Bella fue a la habitación de Alice para que la arreglaran y yo me dirigí a la terraza, ahí estaba mi padre, Emmett y mis tíos, así que me puse a platicar con ellos, les conté que ya tenía novia y me felicitaron. Después entramos a la sala, donde se encontraba Maggie que no tardó en acercárseme.
– Vaya, veo que hoy sí viniste acompañado, pensé que esta vez sí se me haría.
– Pues no, ya es mi novia y por supuesto que tenía que acompañarme – dije serio.
– ¿Así que por esa me rechazaste?, pensé que tenías mejores gustos, es tan insignificante.
– Retira lo que dijiste, no me hagas olvidar que eres mujer y que eres amiga de Alice, no te voy a permitir que la insultes, ella vale mucho más que tú, no es una… buscona.
– Vaya, sí que te tiene comiendo de su mano, no es pecado expresar una opinión.
– Lo es cuando se trata de un muy mal comentario sobre la mujer que amo.
– Sí que es afortunada, la defiendes con tanto ahínco.
– Porque la amo, pero, no espero que tú entiendas eso, no sabes lo que significa.
Me miró con rabia y en eso vi entrar a Jennifer con su hermano así que fui a su encuentro a saludarlos, le dije a ella que subiera a la habitación de Alice y de inmediato lo hizo. Entonces, me puse a platicar con el tío Aro y le comenté que al fin había encontrado a la mujer que él alguna vez me había descrito y me dijo que le daba mucho gusto y que ya quería conocerla.
Luego de un largo rato de platicar con él subí a mi habitación para cambiarme y ahí estaba Bella ya lista. Le hice saber lo preciosa que se veía y me lo agradeció al igual que el dejarla entrar a mi vida, no entendí porque me decía eso ni la manera en la que me abrazó, así que le respondí que el agradecido era yo y me cuestionó desde cuando había roto las reglas y le dije la verdad, incluso le confesé que le había mentido el día que había llovido y le di mis razones para hacerlo. Me dijo que me amaba, quizá desde el primer instante en el que me vio y le contesté que al parecer yo también.
Minutos más tarde bajamos a la terraza, recibimos a varias personas y después se la presenté a mis tíos. Luego nos acomodamos en nuestros respectivos lugares y la boda dio inicio, en el momento indicado le coloqué el lazo a mi hermana, quien irradiaba felicidad a kilómetros a la redonda. Al término de la ceremonia nos dirigimos al salón; platicamos, bebimos, comimos y di mi discurso, se me había dificultado hacerlo, pero ahora, al tener a Bella ahí conmigo, todo se me aclaró y dije las primeras palabras que me salieron del corazón y que fueron muy bien recibidas porque todo mundo aplaudió emocionado y la expresión en el rostro de Alice era grandiosa. Luego le propuse a Bella que bailáramos y se dejó llevar. Más tarde bailé con mi madre, con mi hermana y con Jennifer que se veía ilusionada, supuse que había conocido a alguien, pero lo negó.
Llegó la hora de aventar la liga de la novia y lo que nunca, me acerqué, yo no creía en esas tradiciones y jamás me había llamado la atención participar, sin embargo, sentí el impulso de hacerlo esta vez, algo que no creí sentir algún día me había sucedido, la ilusión de casarme. La liga le tocó a un amigo de Alice que la presumió. Después fue el turno de las mujeres para cachar el ramo y le tocó a Jennifer que se entusiasmó sobremanera, ahí confirmé que sí había conocido a alguien.
– Gracias por el discurso y por la canción Edward – dijo Alice abrazándome.
– No tienes nada que agradecer duendecillo, fue de corazón.
– Y sé muy bien quien fue tu musa, me alegra muchísimo que al fin hayas abierto tu corazón, sobre todo a alguien como Bella que se ve que te ama.
– Lo sé, te quiero mucho hermanita, diviértete, en verdad te deseo lo mejor.
– Yo también te quiero mucho, gracias por todo, nos vemos en Navidad.
Abracé a Bella mientras Alice y Jasper partían rumbo a su luna de miel. La fiesta continuó otro rato y después tomé una botella, un par de copas y la mano de Bella, caminamos a la playa, al pequeño recinto que teníamos para descansar y tomar un poco de sol. Brindamos y luego nos amamos de manera celestial, experimentando una nueva forma, recorriendo nuestros cuerpos con múltiples besos y caricias, repitiendo nuestros nombres, gimiendo, disfrutando no sólo del momento, sino del ambiente, de la luz de la luna, del sonido del mar, del aroma de la playa que se mezclaba con el del sexo y después colapsamos juntos una vez más.
Le comenté que faltaba poco para que amaneciera, así que después de vestirnos nos sentamos a la orilla del mar para presenciar ese magnífico hecho que jamás había apreciado como esta vez, con la dueña de mi corazón entre mis brazos luego de haberla amado de forma tan gloriosa. Me percaté que se quedó dormida, me levanté con sumo cuidado y la cargué hasta la habitación, la dejé cuidadosamente en la cama y me acosté a su lado, durmiéndome casi de inmediato.
Otra vez desperté antes que ella, bajé a la cocina y le preparé el desayuno, aunque por la hora que era, más bien debía llamarlo almuerzo. Tomé una rosa del arreglo que había en la mesa del comedor y en las escaleras me topé con mis papás que ya regresaban a Seattle, vi como mi madre se conmovía ante mi gesto para con Bella, mi padre me palmeó y me dijo que la invitara a pasar las fiestas decembrinas con nosotros, les di un beso a ambos y terminé de subir.
Bella aún dormía, miré el reloj y teníamos que estar en dos horas en el aeropuerto, así que la desperté, acariciándole el rostro con la rosa, me sonrió sin abrir los ojos, entonces la besé en los labios y le dije que ya era hora de levantarse, que el desayuno ya estaba listo, se enderezó y miró sorprendida la charola, que coloqué sobre sus piernas. Desayunamos mientras comentábamos sobre la boda y después nos alistamos para regresar a Nueva Jersey. En la sala nos encontramos a Emmett y Rosalie que miraban televisión y nos comentaron que se quedarían ahí el resto de la semana, así que nos llevaron al aeropuerto, nos despedimos dándoles un abrazo y Bella le recomendó a Rosalie que se cuidara mucho.
En el avión le comuniqué a Bella sobre la invitación de mi padre, pero le dije que no había problema si ella iba a pasar esas fechas con sus padres y me dijo que no lo tenía planeado, que lo más probable es que sí fuera conmigo y eso me hizo muy feliz, me apenaba que no tuviera una buena relación con sus padres, sin embargo, mi lado egoísta era más fuerte y prefería mil veces que estuviera conmigo que con ellos, este fin de semana había terminado de comprobar lo importante que era ella para mí y que la amaba con locura y desenfreno, pasar la Navidad y el Año Nuevo con ella sería mi mejor regalo y ya estaba ansioso porque llegaran esas fechas.
Fragmento de la canción: Me matas.
Intérprete: Ragazzi.
AnneHilldweller- .
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Re: Libre hasta que tú apareciste en mi vida (+18)
hola tengo dos palabras para este capitulo exitante y adorable me encato lo de la boda de Alice pero tambien en la forma en que Edward trata a Bella y la defiende de todo lo que dijo Maggi de ella bueno espero es proximo capitulo hasta pronto
les dejo muchos besitos
les dejo muchos besitos
alejandra_vazquez88- .
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