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Un amor en 1920 (Completo)
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Re: Un amor en 1920 (Completo)
jeje si su primera vez q lindo
bueno vane eso no depende de mi sino de la autora
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Bbra- .
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Re: Un amor en 1920 (Completo)
me alegro amiga que por fin subiste los cap q ya estan publicados por la autora jejej nos tenias impaciente
yo en mis sueños soy Bella
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Atal- .
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Re: Un amor en 1920 (Completo)
si atal te entiendo, en mis sueños soy bella tambien
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Re: Un amor en 1920 (Completo)
jeje otro cap chiks disfrutenlo
La historia es inventada por L0kiicita Cullen con los personajes de Meyer.
La historia es inventada por L0kiicita Cullen con los personajes de Meyer.
“Llegada”
EPOV
Es extraño como las emociones pueden llegar a superar la razón, como el corazón puede guiar tu vida en un pestañeo, así es como me sentía en estos momentos por mi ángel de salvación, aquella mujer que solo con su mirada podía calmar mis peores miedos, principalmente era que nos separaran, estaba consiente que mi corazón ya no se encontraba donde normalmente está, sino que en este momento está con ella resguardado con suma delicadeza y amor, ella jamás me volvería a defraudar, lo sucedido con Jacob había sido de fuerza mayor, actúo por miedo al no contarme de su compromiso, ese compromiso en que fue sometida por su padre en contra de su propia voluntad, pero hoy a esta hora ella debe ser una mujer libre, libre en sentido figurado por que ella es mía y ahora puedo decir que no solo emocionalmente, su corazón esta aquí conmigo, sus pensamientos y todo su amor, pero ahora había más, finalmente después de todas las barreras que había impuesto para resguardar su castidad, su virtud para después del matrimonio, aquel control que me auto exigí imponerme por todo el amor y respeto que le tengo, ella con sus sensuales intentos, aunque creyese lo contrario, consiguió derrumbar todo aquello, pero no estaba arrepentido, sino que todo lo contrario, la unión física fue como el broche de oro para sellar nuestro inmenso y puro amor, ahora aquí prácticamente babeando al recordar aquellos días que vivimos como una pareja de amantes, como una pareja fortalecida y decidida a luchar por mantenerse unida, aquí me encontraba esperando en la oficina de mi jefe la carta de recomendación que me daría para poder conseguir un trabajo en la otra ciudad, cerca de ella para que estemos juntos siempre, como fuimos destinados a estar.
-Sr. Edward pase, lo están esperando- me dijo la asistente de mi ex jefe, entre sintiéndome un poco cohibido, mi jefe el Sr. Malory había sido sumamente generoso y buena persona con mi situación, me había dado días libres cuando le conté lo de Bella.
-Edward pasa adelante, no te sientas mal- me dijo animadamente.
-Disculpe señor Malory los problemas que le he causado con mi partida, pero…- le iba a decir pero me corto.
-Edward no te preocupes te entiendo, yo también fui adolescente aunque no lo creas- me dijo riéndose –Tu lugar es allá junto con aquella chiquilla que te robo el corazón, hay que cuidar la mercancía- me dijo guiñándome un ojo.
-Gracias por toda su ayuda y comprensión Sr. Malory- le dije tendiéndole la mano.
-Nada de gracias muchacho te lo ganaste a pulso, además haz sido uno de los mejores que he tenido, tengo que reconocer que es una perdida lamentable en mi circulo de trabajadores pero como te dije, te entiendo- me dijo mientras abría uno de los cajones de su escritorio y sacaba unos documentos que espero por mi bien sea la carta de recomendación que necesito para encontrar trabajo –Bien como me lo solicitaste y no solo por eso sino por que te lo mereces, aquí esta la carta de recomendación- me dijo tendiéndomela.
-Espero que con esto pueda encontrar un trabajo aunque sea una pizca de bueno que este- le dije lamentándome de tener que dejarlo.
-Había pensando en ello, verás el marcad laboral esta algo escaso con tanta crisis y cosas por el estilo, así que me tome atribuciones que espero no te molesten pero aquí- me dijo tendiéndome una pequeña hoja –Hay dos direcciones de unos amigos que tengo en la ciudad de al lado, les di mis recomendaciones de ti directamente y ambos quedaron encantados, solo falta que te presentes personalmente y verás como te va de bien, te sugiero que vayas con los Denali, su forma de trabajar es mas similar a la mía así que se te será más fácil el acostumbrarte- me dijo, yo estaba sumamente agradecido, sentía una especie de aguja en la garganta por su amabilidad, tiempo atrás cuando me había visto triste por mi situación con Bella, me había invitado a un bar y ahí platicamos de nuestras vidas, el me comento que creció de abajo como un simple campesino y que todo lo que tiene ahora es fruto de esfuerzo para sacar adelante a su familia, así que siempre me incitaba a no rendirme y a luchar por Bella a pesar de lo que dijera la sociedad.
-No se como agradecerlo todo lo que esta haciendo Sr. Malory- le dije feliz y agradecido a más no poder.
-La única manera es siendo feliz Edward, eres un gran muchacho, eres el hijo que nunca tuve o quizás un marido para mis hijas, un digno yerno de la familia Malory, pero ya estas ocupado y asegúrate de hacer feliz a esa afortunada mujer, para ello tengo otra noticia – me dijo feliz y misterioso –Esto que tengo aquí es lo que andabas buscando- me dijo palmando unos documentos- supe por el banco lo poco que te faltaba para el enganche de la casita que esta afueras del pueblo, aunque no lo creas no era mucho pero ya lo salde, ahora solo tienes que pagar los arriendos constantemente cada mes- me dijo guardando los documentos en una carpeta y tendiéndomelos, yo a estas alturas ya no sabia que términos utilizar para demostrarle mis agradecimientos, mi felicidad y asombro eran tantos que no podía ni formular palabra –Tomare eso como muestra de felicidad- me dijo riéndole.
-Gra…gra…cias…gracias- le dije finalmente, me acerque a él y lo abracé fuertemente, a pesar de haber sido un gran jefe, fue sobre todo una gran persona, salí de su oficina aún un poco abrumado por tantas emociones, sentía ganas de llorar, de gritar, de celebrar de pura felicidad, quería correr y contarle las cosas buenas que me estaba sucediendo a mi amada, sabia que una vez que comenzáramos a luchar por nuestros sueños, nuestra vida juntos lo lograríamos.
Así de feliz fui a mi casa a empacar las pocas pertenencias que me llevaría que en realidad son las pocas con las que llegue, ya que la casa venia amueblada gracias nuevamente a mi ex jefe que así me la dispuso, estaba ansioso, lo único que quería era llegar y estar con mi amada, ver sus hechizantes ojos, sentir su embriagador aroma, vibrar con sus caricias, su delicada piel y por que no, escucharla gemir mi nombre de sus labios, de esos labios tan maravillosa y condenadamente sensuales que me llevan a la perdición en segundos.
Al bajé del tren lo primero que hice fue ir donde mi familia, extrañaba a mi dulce madre, a la loca de mi hermana, a mi padre que aunque de seguro a estas alturas se imaginaba por que estaba de vuelta y me regañaría, igual lo extrañaba, Emmett ya estaría viviendo con Rose así que pasaría a visitarlo más tarde.
-Hijo mío, que feliz me haces tenerte de vuelta- me dijo mi madre al borde de las lagrimas.
-Te extrañe- le dije besando ambas mejillas y su frente y la abrazaba fuertemente.
-¿Qué haz estado haciendo Edward?- me dijo con una sonrisa e intentando sonar de manera reprobatoria.
-¿Por qué lo dices?- le dije lleno de felicidad, sabia perfectamente que a estas alturas que la ruptura del compromiso entre Bella y Jacob era un hecho y que ella lo tenía que saber aún más.
-Estoy muy feliz por ustedes hijo- me dijo abrazándome nuevamente –Bella me contó de su viaje y que estuvo contigo, cuando hablamos se veía tan feliz hijo, se nota que te ama así como lo veo en tus ojos.
-¿Te dijo que luchará por mi?- pregunte orgulloso, aunque sabia la respuesta a aquel cuestionamiento quería simplemente escucharlo.
-Si hijo, ella luchara por ustedes- me dijo con una sonrisa no del todo feliz ya que no le llego a los ojos –Solo tienen que ser cuidadosos, sabes como es su padre y aunque él aún no sabe por quien Bella rompió con Jacob no creo que demore en descubrirlo- me dijo con algo de miedo en su voz.
-No te preocupes madre, haremos las cosas con calma y pensando fríamente- le dije con una sonrisa tranquilizándola –por cierto ¿iras ahora para allá? Muero por verla- le dije.
-Así es, pero no creo que saques anda con ir, anda en Paris con unas amigas de su padre comprando vestidos para su cumpleaños, vieras la cara que llevaba la pobre, si no la conociera diría que algo más le pasaba pero era obvio que estando con esas señoras para nada agradables intentando decidir por ella y sobre todo de compras, a Bella le carga todo lo que tenga que ver con comprar- me contó, recordé acerca de su cumpleaños y que ya tenia listo su regalo.
-¿Estará muchos días fuera?- le pregunte impaciente.
-Vuelve el día de su cumpleaños- me dijo, lo que me ponía algo triste, aunque faltaban solo tres días para aquello, la ansiedad por verla era mucho mayor.
-¡TU CONDENADO HERMANO DEL MISMISIMO DEMONIO!- escuche decir a mis espaldas, esa voz tan aguda era inconfundible, me gire con algo de miedo al sentir la furia de mi “dulce” hermanita.
-Hola Alice, si yo también te extrañe tanto- le dije con falso entusiasmo.
-Como es que estas de novio con Bella, pasan una semana juntos haciendo quizás que cosas…- y en ese momento sentí un leve rubor subir por mis mejillas, intente disimularlo con falso enojo.
-¡Ey! Alice lo que haga con Bella no es de tu incumbencia- le dije subiendo un poco la voz, extrañaba a la enana y no quería realmente enojarme pero no estaba preparado psicológicamente para que mi madre escuchara aquellos temas de conversación –Además no veo que tiene de grave- le dije bajando la voz y haciéndome el desentendido.
-¡¿Cómo que qué tiene de malo, Edward estas de novio con mi mejor amiga y me entero por otros?!- me dijo ahora con una enorme sonrisa mientras se lazaba a mi para darme un fuerte abrazo que se lo respondí gustoso, esta pequeña sabia como preocuparme con sus enojos espontáneos pero a la vez estaba feliz de ver que estaba de mi lado.
-¿Cómo que te enteraste por otros? ¿Con quien haz hablado de esto?- le pregunte preocupado, que yo sepa la única persona que tiene conocimiento además de mi madre es Jacob y no creo que él precisamente hable de esto con Alice.
-Vamos a dar una vuelta, hay ciertas cosas que me gustaría platicarte- me dijo algo misteriosa y en el instante me preocupe, fue algo que nació e mi pecho como una mala señal. Tomamos dos caballos y fuimos al río a dar un paseo, estar con Alice y saber que podría hablar con ella libremente era relajante pero comenzaba a sentirme perturbado ya que se veía que el tema seria importante sino ¿Por qué tener que ir a conversar lejos de los odios de alguno de mis padres?
-¿Bien Alice que sucede?- le pregunte cuando ya había dejado amarrado el caballo a uno de los árboles y le ayudaba a ella con el suyo.
-Jasper fue quien me contó lo tuyo con Alice, el lo supo por que Jacob fue con el a pedirle tu dirección, Jasper no quería dárselo ya que pensaba que iría a buscar problemas a tu casa, era conciente que ya tenias suficiente con saber que se iba a casar con Bella como para ayudarlo a destrozarte más si te hacia una visita y en ese momento él le explico sus intenciones, el plan de llevarte a Bella para que se reconciliaran ya que él ama a otra mujer- me dijo de corrido mi hermana
-¿Bien y eso que tiene se serio para que me traigas acá?- le pregunte impaciente.
-Edward si tampoco es tan grave, solo quiero comentarte ciertas cosas extrañas que he visto, cuando Bella llego hablo con mamá y le contó acerca de su enfrentamiento con su padre, estaba feliz por como lo había tomado, obviamente estaba extrañada y asustada por como había sucedido todo, ella pensaba que su padre poco menos la enviaría a azotar, pero no fue así y ella se sentía algo nerviosa por ello, cuando mi madre me contó que ya estaba aquí no dude en ir dos días después a verla y bueno ella estaba…uhm…- ¿estaba que Alice? Me puse tenso ante el hecho que no terminara de hablar y me dejara con la duda.
-¡¿Estaba que Alice, por Dios?!- le grite ya de lo nervioso que comenzaba a ponerme.
-Bueno ella en realidad no se veía tan feliz como me había dicho mamá, tenia los ojos hinchados como si hubiese estado llorando, me dijo que no era nada, que te extrañaba y por eso estaba así, pensé por un momento que quizás su padre había cambiado de opinión y nuevamente la estaba obligando a casarse con Jacob- sentí la cara arder de enojo, si ese fuese el caso, si a ella la estuviesen obligando nuevamente juro que seria capaz de raptármela.
-¿Alice estas segura? Si es así te prometo que…- iba a expresarme mi idea pero me cortó.
-Edward si ese fuese el caso te aseguro que ya te lo hubiese dicho, déjame terminar- me espeto –Fui a hablar con Jacob para preguntarle mis sospechas y él me aseguro que no lo estaban obligando nuevamente, él esta en otra en estos momentos, me aseguro que él al igual que Bella esta luchando por otro amor, pero me dijo que la iría a ver para saber que era lo que le sucedía, sabia que se lo diría a él pues yo soy tu hermana y quizás algo le molestaba o algo así, al día siguiente vino a verme para decirme que solo la vio de pasada ya que iba saliendo de viaje a Paris con todas esas señoras que no son de su agrado, eso es lo extraño, que salga con aquellas señoras amigas de su padre y segundo que se haya ido por una semana, Jacob le pregunto que si realmente era para comprar un vestido o había algo más.
-¿Algo más como que Alice? por favor deja de hacerte la misteriosa- le dije ya en un bramido, estaba en el colapso nervioso y Alice seguía dándoselas de chica misteriosa.
-Jacob cree que su padre la envío a otra ciudad, algo así como un convento- me dijo triste mirando al suelo –Yo en lo personal no lo creo pues su padre ha mencionado el cumpleaños de Bella por toda al ciudad, irán personas muy influyentes, políticos, duques, marqueses, en fin, lo mejor de lo mejor, solo para su cumpleaños así que yo creo que esa teoría esta descartada, quizás ¿algo que hayas hecho tu?- me dijo mirándome ahora fijamente, comencé a pensar en la posibilidad de que hubiese escuchado algo de mi que no le gustase pero eso estaba descartado, no había hecho nada malo ¿Qué podría tenerla así? Quizás simplemente al llegar aquí se había arrepentido de lo que paso aquella hermosa semana, aquella semana en la que me entregue en cuerpo y alma, donde firme la sentencia de que el amor que siento por ella es incorregible e irrevocable, insuperable incluso.
-No Alice no le he hecho nada, creo que solo nos queda esperar estos malditos días- le dije triste.
Trascurrió el primer día con una lentitud endemoniada, sin duda el tiempo estaba en mi contra poniendo a prueba mi ya escasa paciencia era como su se burlara de mí, pero tenia que mantener la calma y el temple, mantener siempre la cabeza fría para cuando ella llegase estar tranquilo y apoyarla en lo que sucediese, ella tenia que saber que contaba conmigo para lo que pasara, jamás la dejaría sola, claro al menos que ella misma me lo pidiera, pero eso jamás sucedería, sus ojos y ahora ultimo su cuerpo me lo dijeron, ese calor que emanaba con una sola caricia me decían que ella era mía y que estaba tan deseosa como yo de que jamás nos separáramos, recordé sus ojos llenos de dolor cuando me dejo hace una semana atrás, había miedo pero ella ya había hecho lo principal que era enfrentarse con su padre. Para poder pensar en otra cosa decidí ir donde los Denali por el trabajo que el Sr. Malory me había recomendado tomar en primera opción, cuando llegue fui muy bien recibido por el señor Eleazar y su esposa Carmen, quien tenia ese toque maternal que relajaba cualquier situación, era como recordar a Esme.
Eleazar muy animadamente tras haber tenido una platica profesional decidió darme el trabajo ya que estaba asombrado por el solo hecho de haber sido recomendado directamente de mi ex jefe.
-¿Eres el nuevo capataz de mi padre?- me pregunto una voz femenina cuando estaba por salir de aquella enorme casa de los Denali.
-¿Disculpe?-pregunte y me gire para ver a quien había preguntado, me encontré con una chica rubia, quizás alguien la hubiese descrito como hermosa, ya no lo se pues mis ojos a estas alturas estaban cegados por una sola belleza…Bella.
-OH Disculpa lo descortés- me dijo acercándose a mi y tendiéndome su mano –Tanya, Tanya Denali- se presento, por su apellido supe que era hija de mi nuevo jefe.
-Mucho gusto señorita- le dije correspondiendo a su saludo –Si así es su padre acaba de contratarme.
-Esas si son buenas noticias- me dijo dándome una mirada algo extraña
-Para mi al menos lo son- le dije intentando sonar desinteresado –Bien señorita- le dije para salir de ahí, tengo que decir que su intensa mirada me estaba poniendo algo nervioso, no por que me produjese alguna reacción como las de bella (eso ni pensarlo) pero no hay que enredar las cosas, mucho menos ahora que comenzaría un nuevo trabajo.
-No es necesario tanto formalismo, tú serás empleado de mi padre no de mí, está bien solo con Tanya- me dijo mientras batía sus pestañas como si le picaran los ojos.
–No quisiera sonar descortés Señorita Tanya- le dije demostrándole que no podría tomarme esas atribuciones- y mucho menos maleducado pero voy con algo de retraso- le dije alejándome de ella.
-No me haz dicho tu nombre- me dijo acercándose a centímetros de mi, impidiéndome la salida.
-¿Edward todo bien?- dijo la voz del Sr. Denali al pie de la escalera, su hija se giro al verlo y en ese momento aproveche de escapar.
-Si señor todo bien, me estaba retirando, buenas tardes- le dije y me fui de ahí, cuando viniese a rendir mis informes me aseguraría definitivamente de no toparme con su hija.
Al llegar a mi casa esa tarde estaba feliz de haber conseguido el trabajo, pero seguía con esa incertidumbre y ansiedad de no tener a Bella cerca, incluso de no verla, de no sentirla, me reía de mi mismo al verme en esa situación, había cuidado tanto de mi autocontrol para con ella y ahora después de haber flaqueado ante sus indiscutibles encantos me sentía como un adolescente e incluso algo avergonzado al descubrirme pensando en ella de aquella forma, de recordar el tenerla debajo de mi, de saber que había sido su primer hombre, de saber que cada gemido había sido solo por mi.
-¿se puede saber que te causa tanta gracia que te ríes solo?- me pregunto de pronto mi madre, reaccione ante su voz y me di cuenta que mi padre, Alice y Jasper que nos visitaba, estaban mirándome con una risa en sus rostros, sentí un leve rubor en mis mejillas.
-Nada- dije cortante.
-Creo que alguien a llegado bastante cambiado después de cierta visita ¿no creen?- dijo Alice divertida.
-Alice no te rías de tu hermano- le regaño mi madre –A todo esto Edward, Charles quiere hablar contigo- me dijo y no se que cara habré puesto pero mi madre me hizo tranquilizar al momento –No t preocupes no se veía enojado, creo que quiere ofrecerte una especie de trabajo por lo que me hizo entender, te espera mañana al medio día- me informo.
Más tarde fui a mi cuarto, que ahora era solo mío ya que Emmett como hombre casado tenia su propia casa, e intente dormir, pero se me hacia imposible, tenia los ojos de Bella incrustados en mis pensamientos, cerraba los ojos y veía cierto miedo en ellos y me asustaban, cuando conseguí dormir y se que fue así ya que desperté violentamente por una pesadilla sudando frío, donde veía a Bella que estaba siendo recluida en un convento, habrán sido las cuatro de la mañana, intente pensar en otra cosa y en el intento ya había amanecido. Me mantuve ocupado por la mañana en ayudar a mi padre en su trabajo con los caballos y cuando estaba cerca del mediodía me excuse para ir donde los Swan, al llegar mi madre me hizo pasar por la salita, me sentía extraño el estar ahí casi como un invitado, sabia que ese era un de mis mayores sueños, quizás pensar que algún día el jefe Swan me viera como a un igual.
-Buenos días Edward- me dijo el padre de Bella quien acababa de entrar al saloncito y me tendió su mano en forma de saludo, me dio una sonrisa sincera y supe que no sabia quien era yo para su hija, se veía tranquilo pero algo habían en sus ojos que incluso me preocupo hasta a mi.
-Buenos días Jefe Swan- le dije de vuelta -¿En que le puedo ser útil?
-Un hombre directo, eso me gusta en los jóvenes muchacho- me dijo mientras me ofrecía asiento –Verás no se si te haz enterado pero mi hija mañana estará de cumpleaños, bien quisiera darle una sorpresa y me gustaría que me ayudaras en ello- me dijo, no tenia idea de que me pediría pero sonaba interesante el saber que ayudaría en ello –Por tu madre me entere que tocas el piano y al parecer muy bien, bien quisiera contratarme por toda la noche para que toques piezas exclusivamente para Bella, ella saco la parte artística de su madre y tener música en vivo se que le agradara, además vienen invitados realmente importantes y quisiera causar una buena impresión, la paga Será buena así que espero que no te preocupes por ello- me dijo feliz.
-Pero claro que acepto- le dije sin vacilación, de saber que seria algo para mi Diosa no había ni siquiera que pensar en hablar de dinero, por mi lo haría gratis pero sonaría algo sospechoso.
-Perfecto, entonces, los invitados llegaran a las seis para la recepción y en la cena tendrías que seguir con tu repertorio, Bella llegara esta tarde a la ciudad espero tu confidencialidad ante aquello- me dijo, ¿hoy? Pensé que llegaba mañana, pero mejor para mi –No queríamos que se agobiara recibiendo visitas así que por eso dijimos que llegaría mañana- me dijo como si hubiese leído mis pensamientos -Y bien podrías irte para allá y hablar con ella para que le preguntes acerca de sus gustos musicales así organizarías un repertorio adecuado- me estaba pidiendo ir para verla, esto rayaba de lo genial.
-Claro- le dije –No tengo nada para el día de hoy.
-Puedes quedarte en la habitación que usa Esme, ella se ira mañana temprano así que no hay problema, yo estaré allá por si hay problemas- me dijo, bueno ya pensare en como solucionar aquel “detalle” podría intentar hacer lo mismo que la vez anterior cuando lo cedamos para poder pasear con Bella, así tendría la noche para que estuviésemos juntos.
La sonrisa que estaba en mi rostro definitivamente no la podía sacar con nada, cuando llegue a la casa por el regalo que le tenia y pos mis cosas, todos me preguntaron que me sucedía, les comunique y todos se pusieron feliz por que la vería. La ansiedad me hizo incluso correr al bus para irme a la ciudad, era soñar despierto si el jeje Swan me invitaba a irme con él, pero saber que estaría bajo el mismo techo nuevamente era lo mejor.
Cuando llegue a la casa de los Swan fui recibido por una de las cocineras, había bastante movimiento, ya que estaban limpiando la casa hasta por donde no se veía, se notaba que seria un gran acontecimiento, me fui directamente a la habitación que usaba mi madre y espere impaciente a tener a Bella en mis brazos, cerca de las seis de la tarde fui a la cocina por un bajo con agua y note que toda esa gente que estaba por la mañana limpiando ya no estaba, cuando iba de regreso a la habitación escuche como se habría la puerta principal y con ello la voz más hermosa y angelical que deseaba oír, los miedos infundados que me había dado Alice acerca de haberla encerrado en un convento se esfumaron en el ipso facto, camine rápido hasta llegar al recibidor, espere a que el chofer que llevaba su valija no estuviese cerca.
-Amor- le dije cuando corrí a su encuentro.
-¿Edward?- me dijo asombrada, sus ojitos se abrieron por la sorpresa, vi como se ponía feliz por mi presencia lo que me hizo sonreírle, no se si fue el nervio pero sentí como si un pensamiento le hubiese nublado la vista y una sombra pasara por ellos, lo deje pasar ya que recibió mi abrazo con su inconfundible calidez -¿Qué haces aquí? mi padre estar por llegar- me dijo preocupada.
-No te preocupes, estoy aquí por que él me lo pidió- le dije.
-¿Cómo que él te lo pidió? ¿Te ha dicho algo?- me dijo alarmada.
-Amor podríamos hablar de eso después, te he extrañado como no te lo imaginas y lo único que deseo es besarte- le dije, aunque mis acciones se lo demostraron ya que capture sus labios con los míos, la necesidad de ella se hizo presente, saboree sus labios, su textura, su exquisita saliva como a miel, en un comienzo estaba tensa por el miedo a ser descubiertos, pero se relajo finalmente en mis brazos.
-También te extrañe- me dijo con tristeza.
-Amor no te preocupes aquí estoy, por ti, por mi, por los dos, y nadie nos va a separar- le dije mientras nuevamente me devoraba sus labios, este beso me desconcertó un poco, estaba cargado de pasión, Bella no se estaba reprimiendo ninguna emoción y lo dejo claramente demostrado.
-Te amo- le dije en sus labios y ella me miro fijamente y se me apretó el pecho, por un momento pensé que no me diría nada.
-También te amo amor, pero puede llegar mi padre- me dijo separándose de mi, su ausencia entre mis brazos se hizo notar de inmediato, a que ese calor ya lo extrañe.
-Amor pensé que como estaría aquí esta noche podríamos hacer lo de la vez anterior, le das una de las píldora que te quedaron a tu padre para que se duerma- le dije mientras me acercaba a su oído, sentí como se estremecía con mi cercanía y sabia que lo lograría –y podríamos vernos esta noche, como un regalo anticipado por tu cumpleaños- Se separo de inmediato y me miro con desconcierto.
-¿Aún no me haz dicho que haces aquí?- me pregunto algo nerviosa.
-Tu padre me contrato para ser el músico oficial de tu cumpleaños- le dije con una enorme sonrisa.
-Edward tu no puedes estar aquí, pueden descubrirte, mi padre aún esta algo susceptible por mi rompimiento con Jacob, le dije que no lo amo y que amo a otro, no le dije de quien, no hemos vuelto a tocar el tema pero se que no lo a olvidado- me dijo mirando para cualquier lado menos a mi, tome su rostro para que me mirara fijamente, extrañaba sus orbes achocolatado y me sentí extraño al no ver ese brillo especial que tenia incluso cuando nos despedimos e la otra ciudad.
-Bella amor, no te preocupes tu padre si sospechara de mi no me hubiese ofrecido el trabajo- le dije mientras iba nuevamente por sus labios pero ella esquivo mi rostro lo que me dejo perplejo, iba a preguntarle que sucedía pero en eso la puerta principal se abrió dejándonos ver a su padre, quien al ver a su hija la abrazo efusivamente, Bella no se veía de lo más animada pero intento sonreírle.
El resto de la tarde bajo la supervisión de su padre pasamos repasando las posibles melodías para el repertorio de la celebración, básicamente se baso todo entre Debussy, Mozart y Chopin pero pidiéndome en voz baja para que no escuchara su padre que olvidara aquel tema que me había dicho -su mal tema- pensé, aquel que le recordaba sus desgracias personales, aquel que le recordaba a su madre y aquellos recuerdos que no conseguía evocar, Tristesse. Cuando su padre le hizo saber que ya era muy tarde para que estuviese en pie, considerando que era una señorita y además mañana seria un largo día, se marcho a su habitación, cuando su padre se adelanto a las escaleras decidí acercarme a ella.
-Te espero en mi cuarto cuando tu padre ya este dormido, recuerda que con solo una píldora estará completamente dormido- le recordé, antes de llevarme sus labios a los míos y besarla, me encanto su beso, fue como si con ello se le fuera la vida y sabia que esta noche seria igual de agitada como aquellas que tuvimos en mi antigua casa.
Estaba sumamente ansioso, la extrañaba, extrañaba estar con ella, la suavidad y calidez de su cuerpo era algo nuevo para mi, era una nueva necesidad igual de fuerte como sentir su respiración, el latir de su corazón, su aroma, estaba nervioso que algo hubiese sucedido ya que era ya medianoche y aún no escuchaba nada del exterior, Sali a dar una vuelta a ver si escuchaba quizás que su padre la regañase pero nada, llegue a mi cuarto caminando impaciente por si algo había sucedido, cuando dieron las tres de la madrugada supe que no llegaría.
EPOV
Es extraño como las emociones pueden llegar a superar la razón, como el corazón puede guiar tu vida en un pestañeo, así es como me sentía en estos momentos por mi ángel de salvación, aquella mujer que solo con su mirada podía calmar mis peores miedos, principalmente era que nos separaran, estaba consiente que mi corazón ya no se encontraba donde normalmente está, sino que en este momento está con ella resguardado con suma delicadeza y amor, ella jamás me volvería a defraudar, lo sucedido con Jacob había sido de fuerza mayor, actúo por miedo al no contarme de su compromiso, ese compromiso en que fue sometida por su padre en contra de su propia voluntad, pero hoy a esta hora ella debe ser una mujer libre, libre en sentido figurado por que ella es mía y ahora puedo decir que no solo emocionalmente, su corazón esta aquí conmigo, sus pensamientos y todo su amor, pero ahora había más, finalmente después de todas las barreras que había impuesto para resguardar su castidad, su virtud para después del matrimonio, aquel control que me auto exigí imponerme por todo el amor y respeto que le tengo, ella con sus sensuales intentos, aunque creyese lo contrario, consiguió derrumbar todo aquello, pero no estaba arrepentido, sino que todo lo contrario, la unión física fue como el broche de oro para sellar nuestro inmenso y puro amor, ahora aquí prácticamente babeando al recordar aquellos días que vivimos como una pareja de amantes, como una pareja fortalecida y decidida a luchar por mantenerse unida, aquí me encontraba esperando en la oficina de mi jefe la carta de recomendación que me daría para poder conseguir un trabajo en la otra ciudad, cerca de ella para que estemos juntos siempre, como fuimos destinados a estar.
-Sr. Edward pase, lo están esperando- me dijo la asistente de mi ex jefe, entre sintiéndome un poco cohibido, mi jefe el Sr. Malory había sido sumamente generoso y buena persona con mi situación, me había dado días libres cuando le conté lo de Bella.
-Edward pasa adelante, no te sientas mal- me dijo animadamente.
-Disculpe señor Malory los problemas que le he causado con mi partida, pero…- le iba a decir pero me corto.
-Edward no te preocupes te entiendo, yo también fui adolescente aunque no lo creas- me dijo riéndose –Tu lugar es allá junto con aquella chiquilla que te robo el corazón, hay que cuidar la mercancía- me dijo guiñándome un ojo.
-Gracias por toda su ayuda y comprensión Sr. Malory- le dije tendiéndole la mano.
-Nada de gracias muchacho te lo ganaste a pulso, además haz sido uno de los mejores que he tenido, tengo que reconocer que es una perdida lamentable en mi circulo de trabajadores pero como te dije, te entiendo- me dijo mientras abría uno de los cajones de su escritorio y sacaba unos documentos que espero por mi bien sea la carta de recomendación que necesito para encontrar trabajo –Bien como me lo solicitaste y no solo por eso sino por que te lo mereces, aquí esta la carta de recomendación- me dijo tendiéndomela.
-Espero que con esto pueda encontrar un trabajo aunque sea una pizca de bueno que este- le dije lamentándome de tener que dejarlo.
-Había pensando en ello, verás el marcad laboral esta algo escaso con tanta crisis y cosas por el estilo, así que me tome atribuciones que espero no te molesten pero aquí- me dijo tendiéndome una pequeña hoja –Hay dos direcciones de unos amigos que tengo en la ciudad de al lado, les di mis recomendaciones de ti directamente y ambos quedaron encantados, solo falta que te presentes personalmente y verás como te va de bien, te sugiero que vayas con los Denali, su forma de trabajar es mas similar a la mía así que se te será más fácil el acostumbrarte- me dijo, yo estaba sumamente agradecido, sentía una especie de aguja en la garganta por su amabilidad, tiempo atrás cuando me había visto triste por mi situación con Bella, me había invitado a un bar y ahí platicamos de nuestras vidas, el me comento que creció de abajo como un simple campesino y que todo lo que tiene ahora es fruto de esfuerzo para sacar adelante a su familia, así que siempre me incitaba a no rendirme y a luchar por Bella a pesar de lo que dijera la sociedad.
-No se como agradecerlo todo lo que esta haciendo Sr. Malory- le dije feliz y agradecido a más no poder.
-La única manera es siendo feliz Edward, eres un gran muchacho, eres el hijo que nunca tuve o quizás un marido para mis hijas, un digno yerno de la familia Malory, pero ya estas ocupado y asegúrate de hacer feliz a esa afortunada mujer, para ello tengo otra noticia – me dijo feliz y misterioso –Esto que tengo aquí es lo que andabas buscando- me dijo palmando unos documentos- supe por el banco lo poco que te faltaba para el enganche de la casita que esta afueras del pueblo, aunque no lo creas no era mucho pero ya lo salde, ahora solo tienes que pagar los arriendos constantemente cada mes- me dijo guardando los documentos en una carpeta y tendiéndomelos, yo a estas alturas ya no sabia que términos utilizar para demostrarle mis agradecimientos, mi felicidad y asombro eran tantos que no podía ni formular palabra –Tomare eso como muestra de felicidad- me dijo riéndole.
-Gra…gra…cias…gracias- le dije finalmente, me acerque a él y lo abracé fuertemente, a pesar de haber sido un gran jefe, fue sobre todo una gran persona, salí de su oficina aún un poco abrumado por tantas emociones, sentía ganas de llorar, de gritar, de celebrar de pura felicidad, quería correr y contarle las cosas buenas que me estaba sucediendo a mi amada, sabia que una vez que comenzáramos a luchar por nuestros sueños, nuestra vida juntos lo lograríamos.
Así de feliz fui a mi casa a empacar las pocas pertenencias que me llevaría que en realidad son las pocas con las que llegue, ya que la casa venia amueblada gracias nuevamente a mi ex jefe que así me la dispuso, estaba ansioso, lo único que quería era llegar y estar con mi amada, ver sus hechizantes ojos, sentir su embriagador aroma, vibrar con sus caricias, su delicada piel y por que no, escucharla gemir mi nombre de sus labios, de esos labios tan maravillosa y condenadamente sensuales que me llevan a la perdición en segundos.
Al bajé del tren lo primero que hice fue ir donde mi familia, extrañaba a mi dulce madre, a la loca de mi hermana, a mi padre que aunque de seguro a estas alturas se imaginaba por que estaba de vuelta y me regañaría, igual lo extrañaba, Emmett ya estaría viviendo con Rose así que pasaría a visitarlo más tarde.
-Hijo mío, que feliz me haces tenerte de vuelta- me dijo mi madre al borde de las lagrimas.
-Te extrañe- le dije besando ambas mejillas y su frente y la abrazaba fuertemente.
-¿Qué haz estado haciendo Edward?- me dijo con una sonrisa e intentando sonar de manera reprobatoria.
-¿Por qué lo dices?- le dije lleno de felicidad, sabia perfectamente que a estas alturas que la ruptura del compromiso entre Bella y Jacob era un hecho y que ella lo tenía que saber aún más.
-Estoy muy feliz por ustedes hijo- me dijo abrazándome nuevamente –Bella me contó de su viaje y que estuvo contigo, cuando hablamos se veía tan feliz hijo, se nota que te ama así como lo veo en tus ojos.
-¿Te dijo que luchará por mi?- pregunte orgulloso, aunque sabia la respuesta a aquel cuestionamiento quería simplemente escucharlo.
-Si hijo, ella luchara por ustedes- me dijo con una sonrisa no del todo feliz ya que no le llego a los ojos –Solo tienen que ser cuidadosos, sabes como es su padre y aunque él aún no sabe por quien Bella rompió con Jacob no creo que demore en descubrirlo- me dijo con algo de miedo en su voz.
-No te preocupes madre, haremos las cosas con calma y pensando fríamente- le dije con una sonrisa tranquilizándola –por cierto ¿iras ahora para allá? Muero por verla- le dije.
-Así es, pero no creo que saques anda con ir, anda en Paris con unas amigas de su padre comprando vestidos para su cumpleaños, vieras la cara que llevaba la pobre, si no la conociera diría que algo más le pasaba pero era obvio que estando con esas señoras para nada agradables intentando decidir por ella y sobre todo de compras, a Bella le carga todo lo que tenga que ver con comprar- me contó, recordé acerca de su cumpleaños y que ya tenia listo su regalo.
-¿Estará muchos días fuera?- le pregunte impaciente.
-Vuelve el día de su cumpleaños- me dijo, lo que me ponía algo triste, aunque faltaban solo tres días para aquello, la ansiedad por verla era mucho mayor.
-¡TU CONDENADO HERMANO DEL MISMISIMO DEMONIO!- escuche decir a mis espaldas, esa voz tan aguda era inconfundible, me gire con algo de miedo al sentir la furia de mi “dulce” hermanita.
-Hola Alice, si yo también te extrañe tanto- le dije con falso entusiasmo.
-Como es que estas de novio con Bella, pasan una semana juntos haciendo quizás que cosas…- y en ese momento sentí un leve rubor subir por mis mejillas, intente disimularlo con falso enojo.
-¡Ey! Alice lo que haga con Bella no es de tu incumbencia- le dije subiendo un poco la voz, extrañaba a la enana y no quería realmente enojarme pero no estaba preparado psicológicamente para que mi madre escuchara aquellos temas de conversación –Además no veo que tiene de grave- le dije bajando la voz y haciéndome el desentendido.
-¡¿Cómo que qué tiene de malo, Edward estas de novio con mi mejor amiga y me entero por otros?!- me dijo ahora con una enorme sonrisa mientras se lazaba a mi para darme un fuerte abrazo que se lo respondí gustoso, esta pequeña sabia como preocuparme con sus enojos espontáneos pero a la vez estaba feliz de ver que estaba de mi lado.
-¿Cómo que te enteraste por otros? ¿Con quien haz hablado de esto?- le pregunte preocupado, que yo sepa la única persona que tiene conocimiento además de mi madre es Jacob y no creo que él precisamente hable de esto con Alice.
-Vamos a dar una vuelta, hay ciertas cosas que me gustaría platicarte- me dijo algo misteriosa y en el instante me preocupe, fue algo que nació e mi pecho como una mala señal. Tomamos dos caballos y fuimos al río a dar un paseo, estar con Alice y saber que podría hablar con ella libremente era relajante pero comenzaba a sentirme perturbado ya que se veía que el tema seria importante sino ¿Por qué tener que ir a conversar lejos de los odios de alguno de mis padres?
-¿Bien Alice que sucede?- le pregunte cuando ya había dejado amarrado el caballo a uno de los árboles y le ayudaba a ella con el suyo.
-Jasper fue quien me contó lo tuyo con Alice, el lo supo por que Jacob fue con el a pedirle tu dirección, Jasper no quería dárselo ya que pensaba que iría a buscar problemas a tu casa, era conciente que ya tenias suficiente con saber que se iba a casar con Bella como para ayudarlo a destrozarte más si te hacia una visita y en ese momento él le explico sus intenciones, el plan de llevarte a Bella para que se reconciliaran ya que él ama a otra mujer- me dijo de corrido mi hermana
-¿Bien y eso que tiene se serio para que me traigas acá?- le pregunte impaciente.
-Edward si tampoco es tan grave, solo quiero comentarte ciertas cosas extrañas que he visto, cuando Bella llego hablo con mamá y le contó acerca de su enfrentamiento con su padre, estaba feliz por como lo había tomado, obviamente estaba extrañada y asustada por como había sucedido todo, ella pensaba que su padre poco menos la enviaría a azotar, pero no fue así y ella se sentía algo nerviosa por ello, cuando mi madre me contó que ya estaba aquí no dude en ir dos días después a verla y bueno ella estaba…uhm…- ¿estaba que Alice? Me puse tenso ante el hecho que no terminara de hablar y me dejara con la duda.
-¡¿Estaba que Alice, por Dios?!- le grite ya de lo nervioso que comenzaba a ponerme.
-Bueno ella en realidad no se veía tan feliz como me había dicho mamá, tenia los ojos hinchados como si hubiese estado llorando, me dijo que no era nada, que te extrañaba y por eso estaba así, pensé por un momento que quizás su padre había cambiado de opinión y nuevamente la estaba obligando a casarse con Jacob- sentí la cara arder de enojo, si ese fuese el caso, si a ella la estuviesen obligando nuevamente juro que seria capaz de raptármela.
-¿Alice estas segura? Si es así te prometo que…- iba a expresarme mi idea pero me cortó.
-Edward si ese fuese el caso te aseguro que ya te lo hubiese dicho, déjame terminar- me espeto –Fui a hablar con Jacob para preguntarle mis sospechas y él me aseguro que no lo estaban obligando nuevamente, él esta en otra en estos momentos, me aseguro que él al igual que Bella esta luchando por otro amor, pero me dijo que la iría a ver para saber que era lo que le sucedía, sabia que se lo diría a él pues yo soy tu hermana y quizás algo le molestaba o algo así, al día siguiente vino a verme para decirme que solo la vio de pasada ya que iba saliendo de viaje a Paris con todas esas señoras que no son de su agrado, eso es lo extraño, que salga con aquellas señoras amigas de su padre y segundo que se haya ido por una semana, Jacob le pregunto que si realmente era para comprar un vestido o había algo más.
-¿Algo más como que Alice? por favor deja de hacerte la misteriosa- le dije ya en un bramido, estaba en el colapso nervioso y Alice seguía dándoselas de chica misteriosa.
-Jacob cree que su padre la envío a otra ciudad, algo así como un convento- me dijo triste mirando al suelo –Yo en lo personal no lo creo pues su padre ha mencionado el cumpleaños de Bella por toda al ciudad, irán personas muy influyentes, políticos, duques, marqueses, en fin, lo mejor de lo mejor, solo para su cumpleaños así que yo creo que esa teoría esta descartada, quizás ¿algo que hayas hecho tu?- me dijo mirándome ahora fijamente, comencé a pensar en la posibilidad de que hubiese escuchado algo de mi que no le gustase pero eso estaba descartado, no había hecho nada malo ¿Qué podría tenerla así? Quizás simplemente al llegar aquí se había arrepentido de lo que paso aquella hermosa semana, aquella semana en la que me entregue en cuerpo y alma, donde firme la sentencia de que el amor que siento por ella es incorregible e irrevocable, insuperable incluso.
-No Alice no le he hecho nada, creo que solo nos queda esperar estos malditos días- le dije triste.
Trascurrió el primer día con una lentitud endemoniada, sin duda el tiempo estaba en mi contra poniendo a prueba mi ya escasa paciencia era como su se burlara de mí, pero tenia que mantener la calma y el temple, mantener siempre la cabeza fría para cuando ella llegase estar tranquilo y apoyarla en lo que sucediese, ella tenia que saber que contaba conmigo para lo que pasara, jamás la dejaría sola, claro al menos que ella misma me lo pidiera, pero eso jamás sucedería, sus ojos y ahora ultimo su cuerpo me lo dijeron, ese calor que emanaba con una sola caricia me decían que ella era mía y que estaba tan deseosa como yo de que jamás nos separáramos, recordé sus ojos llenos de dolor cuando me dejo hace una semana atrás, había miedo pero ella ya había hecho lo principal que era enfrentarse con su padre. Para poder pensar en otra cosa decidí ir donde los Denali por el trabajo que el Sr. Malory me había recomendado tomar en primera opción, cuando llegue fui muy bien recibido por el señor Eleazar y su esposa Carmen, quien tenia ese toque maternal que relajaba cualquier situación, era como recordar a Esme.
Eleazar muy animadamente tras haber tenido una platica profesional decidió darme el trabajo ya que estaba asombrado por el solo hecho de haber sido recomendado directamente de mi ex jefe.
-¿Eres el nuevo capataz de mi padre?- me pregunto una voz femenina cuando estaba por salir de aquella enorme casa de los Denali.
-¿Disculpe?-pregunte y me gire para ver a quien había preguntado, me encontré con una chica rubia, quizás alguien la hubiese descrito como hermosa, ya no lo se pues mis ojos a estas alturas estaban cegados por una sola belleza…Bella.
-OH Disculpa lo descortés- me dijo acercándose a mi y tendiéndome su mano –Tanya, Tanya Denali- se presento, por su apellido supe que era hija de mi nuevo jefe.
-Mucho gusto señorita- le dije correspondiendo a su saludo –Si así es su padre acaba de contratarme.
-Esas si son buenas noticias- me dijo dándome una mirada algo extraña
-Para mi al menos lo son- le dije intentando sonar desinteresado –Bien señorita- le dije para salir de ahí, tengo que decir que su intensa mirada me estaba poniendo algo nervioso, no por que me produjese alguna reacción como las de bella (eso ni pensarlo) pero no hay que enredar las cosas, mucho menos ahora que comenzaría un nuevo trabajo.
-No es necesario tanto formalismo, tú serás empleado de mi padre no de mí, está bien solo con Tanya- me dijo mientras batía sus pestañas como si le picaran los ojos.
–No quisiera sonar descortés Señorita Tanya- le dije demostrándole que no podría tomarme esas atribuciones- y mucho menos maleducado pero voy con algo de retraso- le dije alejándome de ella.
-No me haz dicho tu nombre- me dijo acercándose a centímetros de mi, impidiéndome la salida.
-¿Edward todo bien?- dijo la voz del Sr. Denali al pie de la escalera, su hija se giro al verlo y en ese momento aproveche de escapar.
-Si señor todo bien, me estaba retirando, buenas tardes- le dije y me fui de ahí, cuando viniese a rendir mis informes me aseguraría definitivamente de no toparme con su hija.
Al llegar a mi casa esa tarde estaba feliz de haber conseguido el trabajo, pero seguía con esa incertidumbre y ansiedad de no tener a Bella cerca, incluso de no verla, de no sentirla, me reía de mi mismo al verme en esa situación, había cuidado tanto de mi autocontrol para con ella y ahora después de haber flaqueado ante sus indiscutibles encantos me sentía como un adolescente e incluso algo avergonzado al descubrirme pensando en ella de aquella forma, de recordar el tenerla debajo de mi, de saber que había sido su primer hombre, de saber que cada gemido había sido solo por mi.
-¿se puede saber que te causa tanta gracia que te ríes solo?- me pregunto de pronto mi madre, reaccione ante su voz y me di cuenta que mi padre, Alice y Jasper que nos visitaba, estaban mirándome con una risa en sus rostros, sentí un leve rubor en mis mejillas.
-Nada- dije cortante.
-Creo que alguien a llegado bastante cambiado después de cierta visita ¿no creen?- dijo Alice divertida.
-Alice no te rías de tu hermano- le regaño mi madre –A todo esto Edward, Charles quiere hablar contigo- me dijo y no se que cara habré puesto pero mi madre me hizo tranquilizar al momento –No t preocupes no se veía enojado, creo que quiere ofrecerte una especie de trabajo por lo que me hizo entender, te espera mañana al medio día- me informo.
Más tarde fui a mi cuarto, que ahora era solo mío ya que Emmett como hombre casado tenia su propia casa, e intente dormir, pero se me hacia imposible, tenia los ojos de Bella incrustados en mis pensamientos, cerraba los ojos y veía cierto miedo en ellos y me asustaban, cuando conseguí dormir y se que fue así ya que desperté violentamente por una pesadilla sudando frío, donde veía a Bella que estaba siendo recluida en un convento, habrán sido las cuatro de la mañana, intente pensar en otra cosa y en el intento ya había amanecido. Me mantuve ocupado por la mañana en ayudar a mi padre en su trabajo con los caballos y cuando estaba cerca del mediodía me excuse para ir donde los Swan, al llegar mi madre me hizo pasar por la salita, me sentía extraño el estar ahí casi como un invitado, sabia que ese era un de mis mayores sueños, quizás pensar que algún día el jefe Swan me viera como a un igual.
-Buenos días Edward- me dijo el padre de Bella quien acababa de entrar al saloncito y me tendió su mano en forma de saludo, me dio una sonrisa sincera y supe que no sabia quien era yo para su hija, se veía tranquilo pero algo habían en sus ojos que incluso me preocupo hasta a mi.
-Buenos días Jefe Swan- le dije de vuelta -¿En que le puedo ser útil?
-Un hombre directo, eso me gusta en los jóvenes muchacho- me dijo mientras me ofrecía asiento –Verás no se si te haz enterado pero mi hija mañana estará de cumpleaños, bien quisiera darle una sorpresa y me gustaría que me ayudaras en ello- me dijo, no tenia idea de que me pediría pero sonaba interesante el saber que ayudaría en ello –Por tu madre me entere que tocas el piano y al parecer muy bien, bien quisiera contratarme por toda la noche para que toques piezas exclusivamente para Bella, ella saco la parte artística de su madre y tener música en vivo se que le agradara, además vienen invitados realmente importantes y quisiera causar una buena impresión, la paga Será buena así que espero que no te preocupes por ello- me dijo feliz.
-Pero claro que acepto- le dije sin vacilación, de saber que seria algo para mi Diosa no había ni siquiera que pensar en hablar de dinero, por mi lo haría gratis pero sonaría algo sospechoso.
-Perfecto, entonces, los invitados llegaran a las seis para la recepción y en la cena tendrías que seguir con tu repertorio, Bella llegara esta tarde a la ciudad espero tu confidencialidad ante aquello- me dijo, ¿hoy? Pensé que llegaba mañana, pero mejor para mi –No queríamos que se agobiara recibiendo visitas así que por eso dijimos que llegaría mañana- me dijo como si hubiese leído mis pensamientos -Y bien podrías irte para allá y hablar con ella para que le preguntes acerca de sus gustos musicales así organizarías un repertorio adecuado- me estaba pidiendo ir para verla, esto rayaba de lo genial.
-Claro- le dije –No tengo nada para el día de hoy.
-Puedes quedarte en la habitación que usa Esme, ella se ira mañana temprano así que no hay problema, yo estaré allá por si hay problemas- me dijo, bueno ya pensare en como solucionar aquel “detalle” podría intentar hacer lo mismo que la vez anterior cuando lo cedamos para poder pasear con Bella, así tendría la noche para que estuviésemos juntos.
La sonrisa que estaba en mi rostro definitivamente no la podía sacar con nada, cuando llegue a la casa por el regalo que le tenia y pos mis cosas, todos me preguntaron que me sucedía, les comunique y todos se pusieron feliz por que la vería. La ansiedad me hizo incluso correr al bus para irme a la ciudad, era soñar despierto si el jeje Swan me invitaba a irme con él, pero saber que estaría bajo el mismo techo nuevamente era lo mejor.
Cuando llegue a la casa de los Swan fui recibido por una de las cocineras, había bastante movimiento, ya que estaban limpiando la casa hasta por donde no se veía, se notaba que seria un gran acontecimiento, me fui directamente a la habitación que usaba mi madre y espere impaciente a tener a Bella en mis brazos, cerca de las seis de la tarde fui a la cocina por un bajo con agua y note que toda esa gente que estaba por la mañana limpiando ya no estaba, cuando iba de regreso a la habitación escuche como se habría la puerta principal y con ello la voz más hermosa y angelical que deseaba oír, los miedos infundados que me había dado Alice acerca de haberla encerrado en un convento se esfumaron en el ipso facto, camine rápido hasta llegar al recibidor, espere a que el chofer que llevaba su valija no estuviese cerca.
-Amor- le dije cuando corrí a su encuentro.
-¿Edward?- me dijo asombrada, sus ojitos se abrieron por la sorpresa, vi como se ponía feliz por mi presencia lo que me hizo sonreírle, no se si fue el nervio pero sentí como si un pensamiento le hubiese nublado la vista y una sombra pasara por ellos, lo deje pasar ya que recibió mi abrazo con su inconfundible calidez -¿Qué haces aquí? mi padre estar por llegar- me dijo preocupada.
-No te preocupes, estoy aquí por que él me lo pidió- le dije.
-¿Cómo que él te lo pidió? ¿Te ha dicho algo?- me dijo alarmada.
-Amor podríamos hablar de eso después, te he extrañado como no te lo imaginas y lo único que deseo es besarte- le dije, aunque mis acciones se lo demostraron ya que capture sus labios con los míos, la necesidad de ella se hizo presente, saboree sus labios, su textura, su exquisita saliva como a miel, en un comienzo estaba tensa por el miedo a ser descubiertos, pero se relajo finalmente en mis brazos.
-También te extrañe- me dijo con tristeza.
-Amor no te preocupes aquí estoy, por ti, por mi, por los dos, y nadie nos va a separar- le dije mientras nuevamente me devoraba sus labios, este beso me desconcertó un poco, estaba cargado de pasión, Bella no se estaba reprimiendo ninguna emoción y lo dejo claramente demostrado.
-Te amo- le dije en sus labios y ella me miro fijamente y se me apretó el pecho, por un momento pensé que no me diría nada.
-También te amo amor, pero puede llegar mi padre- me dijo separándose de mi, su ausencia entre mis brazos se hizo notar de inmediato, a que ese calor ya lo extrañe.
-Amor pensé que como estaría aquí esta noche podríamos hacer lo de la vez anterior, le das una de las píldora que te quedaron a tu padre para que se duerma- le dije mientras me acercaba a su oído, sentí como se estremecía con mi cercanía y sabia que lo lograría –y podríamos vernos esta noche, como un regalo anticipado por tu cumpleaños- Se separo de inmediato y me miro con desconcierto.
-¿Aún no me haz dicho que haces aquí?- me pregunto algo nerviosa.
-Tu padre me contrato para ser el músico oficial de tu cumpleaños- le dije con una enorme sonrisa.
-Edward tu no puedes estar aquí, pueden descubrirte, mi padre aún esta algo susceptible por mi rompimiento con Jacob, le dije que no lo amo y que amo a otro, no le dije de quien, no hemos vuelto a tocar el tema pero se que no lo a olvidado- me dijo mirando para cualquier lado menos a mi, tome su rostro para que me mirara fijamente, extrañaba sus orbes achocolatado y me sentí extraño al no ver ese brillo especial que tenia incluso cuando nos despedimos e la otra ciudad.
-Bella amor, no te preocupes tu padre si sospechara de mi no me hubiese ofrecido el trabajo- le dije mientras iba nuevamente por sus labios pero ella esquivo mi rostro lo que me dejo perplejo, iba a preguntarle que sucedía pero en eso la puerta principal se abrió dejándonos ver a su padre, quien al ver a su hija la abrazo efusivamente, Bella no se veía de lo más animada pero intento sonreírle.
El resto de la tarde bajo la supervisión de su padre pasamos repasando las posibles melodías para el repertorio de la celebración, básicamente se baso todo entre Debussy, Mozart y Chopin pero pidiéndome en voz baja para que no escuchara su padre que olvidara aquel tema que me había dicho -su mal tema- pensé, aquel que le recordaba sus desgracias personales, aquel que le recordaba a su madre y aquellos recuerdos que no conseguía evocar, Tristesse. Cuando su padre le hizo saber que ya era muy tarde para que estuviese en pie, considerando que era una señorita y además mañana seria un largo día, se marcho a su habitación, cuando su padre se adelanto a las escaleras decidí acercarme a ella.
-Te espero en mi cuarto cuando tu padre ya este dormido, recuerda que con solo una píldora estará completamente dormido- le recordé, antes de llevarme sus labios a los míos y besarla, me encanto su beso, fue como si con ello se le fuera la vida y sabia que esta noche seria igual de agitada como aquellas que tuvimos en mi antigua casa.
Estaba sumamente ansioso, la extrañaba, extrañaba estar con ella, la suavidad y calidez de su cuerpo era algo nuevo para mi, era una nueva necesidad igual de fuerte como sentir su respiración, el latir de su corazón, su aroma, estaba nervioso que algo hubiese sucedido ya que era ya medianoche y aún no escuchaba nada del exterior, Sali a dar una vuelta a ver si escuchaba quizás que su padre la regañase pero nada, llegue a mi cuarto caminando impaciente por si algo había sucedido, cuando dieron las tres de la madrugada supe que no llegaría.
Bbra- .
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Re: Un amor en 1920 (Completo)
me encanta esta historia...
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Atal- .
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Re: Un amor en 1920 (Completo)
este capitulo me gusto un poco saber lo q piesa edward esta bueno, pero mas me gustaria saber q le dijo chalie a bella para q este asi bella con edward y para colmo tenia q aparecer tanya. ojala publiques pronto el proximo capitulo asi sabemos q le pasa a bella
vaneian08- .
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Re: Un amor en 1920 (Completo)
siii ya esta el proximo amiga, amiga solo tienes que publicarlo Barbie
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Re: Un amor en 1920 (Completo)
“Celebración”
EPOV
Desperté por la mañana con un fuerte dolor de cabeza ya que dormí con la preocupación a flor de piel pensando en que le habría pasado a Bella, bueno si es que a eso se le puede llamar dormir ya que despertaba cada 5 minutos para ver si había algún cambio, imagine lo peor desde que su padre la había descubierto hasta que ya no me amaba, pero lo ultimo era absurdo por que en el momento en que me vio, sus ojos demostraron todo el amor que siente por mi, ese mismo amor que siento yo por ella, pero algo más tenia que haber así que salte de la cama con los primeros rayos del sol, además este seria un día bastante ajetreado para la casa así que no conseguiría muchas oportunidades de poder hablar con Bella.
Su las escaleras de dos en dos con sumo cuidado y silencio, al pasar por fuera de la habitación de su padre, pegue el oído para intentar escuchar si es que se encontraba en pie…nada, así que seguí a la siguiente habitación, la de Bella. No toque ni nada simplemente entre sigilosamente, desde la puerta vi a mi ángel dormir y entre con la emoción de saber que estaríamos juntos al fin después de que su cumpleaños pasara, nos iríamos a vivir a aquella casita que compre lleno de ilusiones y sabedor de que ambos la construiríamos en base a nuestro amor.
-Amor buenos días- le dije acercándome a ella. Bella comenzó a tallarse sus ojitos y los de ella se llenaron de ese brillo especial que tanto amo.
-Creo que después de tantas pesadillas al fin comienzo a soñar- me dijo con una gran sonrisa en su rostro, se veía aun algo adormilada y no pude evitar sonreírle, ella piensa que esta en un sueño, así que tome su rostro y comencé a acariciarlo con mis pulgares, Bella cerro sus ojos disfrutando placenteramente de mis caricias, me acerque a sus labios y los tome sin esperar su permiso, los bese como ansiaba hacerlo, demostrándole este amor irracional que creció desde que la vi en aquel prado cuando aún era una niña pequeña. Bella suspiro en mis labios y llevo sus manos a mi cabello, empujándome aún más a su rostro, como si con ello evitara que nos separáramos, sonreí ante su reacción y comenzó a devolverme el beso, estaba cargado de necesidad, pero pronto paso a algo más fiero, incesante y desesperado lo que me asusto un poco verla así, al separarme de ella para preguntarle que fue eso, ella tenia una sonrisa de paz en su rostro, los ojos cerrados y vi como de la comisura de estos se deslizaban unas lagrimas traviesas que rodearon sus mejillas.
-Bella amor ¿estas bien?- le pregunte preocupado y ella al escucharme nuevamente abrió sus ojos asustada.
-¿Edward?- pregunto ahora asustada mirando a todos lados como si comprobara donde se encontraba -¿Qué haces aquí?- no sabia si tomarlo como preocupación pero en parte mi corazón se acongojo al ver esta reacción y no una más feliz.
-Vine a verte ayer o apareciste, te espere hasta muy tarde y pensé que había pasado algo ¿sucede algo?- le pregunte preocupado, su mirada iba para todos lados y cuando me contesto seguía igual, sabia que esquivaba mi mirada y no sabia si quería saber el porqué.
-Edward no pasa nada, solo estoy preocupada de que mi padre aparezca en cualquier momento- me dijo mirando a la puerta –él me dijo que vendría temprano por la mañana por mi para los preparativos de…de…de la fiesta, como me dijo que estaría aquí no quise arriesgarme con lo de las pastillas por que se que sospecharía por no haberse despertado- su rostro se ensombreció de la nada y eso me produjo un escalofrío.
-Amor mírame- le pedí pero ella no reaccionaba –Amor mírame por favor, solo quiero que me contestes algo y me iré para que descanses si así lo deseas- ella movió su rostro en mi dirección, se notaba que estaba batallando con su interior para decidir si mirarme o no, la ayude un poco al tomar su mentón en mis manos y girarla completamente a mi -¿Me amas?- le pregunte más que nada por ver en sus ojos que era lo que sucedía, mi corazón confiaba en su respuesta, pero mi cabeza estaba deseando no conocer su respuesta, ella me miro con tristeza sin hablar, pero tras unos minuto de silencio decidió hablar.
-Como no te imaginas- me dijo mirando sus manos que descansaban en su regazo tapado aún por el cobertor –Te amo como jamás creí amar a alguien, es aun amor tan intenso que no sabría como describirlo, es algo que no tiene palabras, que solo se siente, por ti daría mi vida- dijo ahora mirándome directamente a los ojos.
-No quisiera que dieras la vida por mi amor- le dije con una enorme sonrisa en mis labios tras escuchar aquellas hermosas palabras, mi corazón bailaba de alegría pero una vocecilla molesta en mi cabeza me decía que no bajara la guardia –No podría estar en un lugar en el que tu no estés, ¿de que me sirve que vayas al cielo si no estaré junto a ti?- le pregunte triste solo por el hecho de pensar en que algo le sucediera a mi ángel –Así que no pienses en algo tan terrible amor- le pedí, tome sus manos y ambas las bese.
-La vida es así Edward- me dijo algo seria –Las personas nace, crecen y mueren, es el ciclo de la vida- comenzó a acariciar mi rostro y cerré los ojos por el placer de sus manos en mi piel –No debemos aferrarnos a las personas por que sino el sufrimiento al perderlas puede ser muy dañino, doloroso y enloquecedor- su vista se perdió en el horizonte, sin duda algo pasaba en su cabeza que la tenia tan pensativa.
-Amor ¿a que va todo esto, por que me dices estas cosas?- le pregunte preocupado.
-No pasa nada amor, es solo que he estado pensando en ello, acerca de la muerte y en como mi vida seria sin ti, simplemente se que siempre estaremos juntos, si no es aquí será en la otra vida, es cosa de que esperar a por el otro- iba a protestar, a decirle que no habláramos de esto, menos en un día como hoy que es su cumpleaños, es verdad cada una de sus palabras, acerca del ciclo de la vida y sobre todo en que siempre estaríamos juntos, pero ponerlo como tema era doloroso, pero no alcance a decir nada ya que me beso con una fuerza lastimosa, desgarradora que me hizo sentir un miedo único, esto era la confirmación de que algo andaba mal –Ahora amor, por favor vete, no quiero que estés aquí cuando lleguen todos esos odiosos invitados, son todos unos engreídos pretenciosos, lo que menos quisiera es que alguien te hiciera sentir en menos- me dijo mirándome fijamente a los ojos, en ellos había un miedo que se le hizo difícil ocultarme.
-Amor no te preocupes por mi, este es tu día y quiero estar aquí para acompañarte- le dije, cuando vi que iba a insistir le di las otras razones –Además no me puedo ir, tu padre me contrato para que tocara en tu fiesta- le dije dándole una sonrisa de triunfo, ella abrió los ojos con un pánico aterrador, su pecho comenzó a agitarse mostrando lo errático que se estaba volviendo su respiración –Amor calma ¿Qué sucede es que no me quieres aquí cerca de ti?- le pregunte con una sonrisa demostrándole el sarcasmo, pero ella no reaccionaba, seguía con esa mirada asustada.
-No lo entiendes Edward tienes que salir de aquí por favor, hazlo por mi- me suplico tomándome las manos y viéndome a los ojos, de los cuales comenzaron a salir gruesas lagrimas que al verlas me preocuparon aún más, mi corazón se agito de miedo, desde mi llegada intuí que algo malo sucedía pero al verla así supe que esto era mucho peor.
-Amor no entiendo, explícame…- necesitaba respuestas he iba a comenzar a interrogarla para que me explicara pero no pudimos ya que se escucharon pasos desde el exterior de su habitación, pasos que se dirigían a su puerta, a los pocos minutos se escucharon 2 suaves golpes y la inconfundible voz de su padre.
-Isabella hija ¿estas despierta, puedo pasar?- Bella me miro al instante y me hizo señas para que me metiera debajo de su cama, me sentía como un vil ladrón pero no haría nada para perjudicarla, con rapidez y sigilo me escabullí bajo su cama.
-Pasa papá- le dijo mi ángel a su padre quien entro apenas escucho su respuesta.
-Buenos días hija ¿preparada para el gran acontecimiento?- le pregunto el jefe Swan.
-Tan preparada como desde que hablamos padre- le dijo Bella sin ganas en su voz, me imaginaba por lo que estaba pasando mi pequeña, ella detestaba todas aquellas fiestas tan extravagantes y lujosas, sobre todo si ella debía ser el centro de atención.
-¿Qué no estas feliz?- le pregunto su padre con un tono de molestia –Sabes que esto no es cualquier cosa el hecho de que…- Bella lo interrumpió mientras se paraba de la cama.
-Padre estoy muy feliz, solo que acabo de despertar, no me pidas que me ponga a brincar a estas horas de la mañana, quisiera vestirme y luego conversaremos- le dijo rápidamente Bella –Podrías llamar a Esme para que me ayude con mi peinado y vestimenta para la súper ocasión- le dijo lo ultimo con algo de sarcasmo.
-Hija sabes que Dídima se ofreció feliz de ayudarte, no puedes hacerle un desaire de esta naturaleza menos a ella que…- ¿que le sucedía a Bella que no dejaba hablar a su padre?
-Esta bien padre no te preocupes ya entendí el mensaje- le dijo desganada –Ahora por favor deja al menos ir a darme una ducha- le pidió, no se si su padre le hizo alguna seña o que, pero a los segundos escuche como la puerta de su habitación era cerrada, espere unos minutos más y salí a la luz.
-Debes irte Edward, si realmente me amas por favor ándate, yo te buscare y nos iremos a donde quieras- me dijo enojada tomando sus cosas para dirigirse al baño.
-Aún no me das razones de peso para que me vaya y no lo haré tampoco, le di mi palabra a tu padre de que estaré aquí esta noche para darle mis servicios de músico y lo cumpliré, además aún no te e entregado mi obsequio- le sonreí levemente para intentar cambiar la extraña expresión de su rostro, pero no lo conseguí, por el contrario parecía como si más triste se sintiera.
-No es necesario Edward yo solo quiero…- me acerque a ella en dos zancadas y no la deje terminar, me robe sus labios nuevamente como había tenido que hacerlo desde ayer, pero ella esta vez no respondió como las veces anteriores, esta vez se separo de mi tras unos segundos de haber intentado besarla.
-Alguien puede entrar, como escuchaste vendrá una amiga de mi padre a ayudarme así que no nos arriesguemos más- me pidió, me parecía razonable lo que me decía pero maldita sea, la angustia de que algo sucedía no me abandonaba, me llevo de la mano hasta la puerta tras abrirla reviso a ambos lados del pasillo y me aviso que no había moros en la costa, me gire una ultima vez antes de salir, la vi directamente a los ojos.
-Recuerda que te amo y que siempre estaré contigo, entiende que nunca nadie me podrá apartar de tu vida, eso solo lo puedes hacer tu- le dije tomando sus manos y dejando un beso en cada una de ellas –Solo te pido que confíes en mi amor, todo estará bien- no sabría decir por que le dije aquello, pero tenia la corazonada de que era el momento para hacerlo, ella me vio con cara compungida y asintió, cerrando la puerta y dejándome ahí clavado en su puerta con mil preguntas sin respuesta.
Pase la mañana ayudando a mi madre con los preparativos en la cocina, ella intentaba hacer conversación y preguntar acerca de cómo iba la relación con Bella pero dándole otro nombre a ella para que nadie más del servicio que se encontraba ahí entendiera de quien hablábamos, pero me fue imposible seguirle el hilo de la conversación ya que mi mente vagaba sin rumbo fijo, tenia tantas preguntas, tantas dudas y temores que no era capaz de ordenarlos e hilarlos para poder encontrarle sentido. Cerca de las cinco de la tarde fui al salón donde se encontraba el gran piano de cola y practique algunas melodías para comprobar que estuviese afinado, el sentir el vibrar de la música, la percusión de las teclas, la hermosa melodía no pude evitar recordar aquella tarde en el conservatorio, cuando le mostré a mi amada aquella faceta que desconocía de mi vida, aquello que me relajaba y me llenaba haciéndome olvidar del mundo pero jamás de ella, estaba tan abstraído con la melodía que no fui consiente hasta que la vi escondida en la esquina entre la pared del salón y del pasillo principal. Que supe que ella estaba ahí mirándome con sus ojos indiscutiblemente llenos de amor y devoción, le di una gran sonrisa que salio del alma al verla ahí, escondida para poder mirarme, deje de tocar y me acerque a ella, pero cuando ella noto mis intensiones se irguió y se escabullo de mi, a los segundos escuche que su padre la llamaba y considere que esa fue la razón de su huida.
-¿Hija donde haz estado, te he llamado hace bastante rato ya?- escuche como su padre la regañaba.
-Solo estaba viendo los preparativos padre ¿para que me necesitas?- le dijo con voz cansada.
-Los invitados llegaran en unos cuantos minutos, pero antes de eso quisiera entregarte algo ¿podrías acompañarme al estudio?- le pidió su padre, escuche como se alejaban a la habitación que estaba al final del pasillo y de la nada pensé que este era el momento para dejarle mi regalo. Corrí a la habitación donde pase la noche y fui por mis regalos, cuando salí y llegue hasta el pie de la escalera, verifique que nadie me viera y corrí escaleras arriba hasta el cuarto de Bella, sobre su cama deje una caja en la que dentro contenía mis obsequios, los que consistían en las escrituras de la casita que adquirí para que ambos viviéramos, un libro “utopia” que se que es su favorito por las veces que lo hablamos y que ella tenia el que era de su madre pero que cuando su padre lo encontró lo envío a quemar, debo decir que me costo mucho conseguirlo, parte de ese dinero era el que tenia ahorrado para el pie de la casa pero por ella seria capaz de cualquier cosa y por último las partituras de una canción que le escribí con la intención de que cambiara esa melodía que tan triste la ponía, en el momento en que me contó supe que compondría algo solo para ella, para que tuviera una canción feliz que la represente, una canción que exprese mi profundo amor por ella y que ella lo sienta solo con las notas musicales. Salí de su habitación comprobando que nadie estaba cerca, cuando llegue al pie de la escalera escuche su voz.
-¿Qué hacías arriba Edward?- me pregunto curiosa, debo decir que ya me molestaba que me dijera Edward, esta bien que así me llame pero escucharlo de sus labios suena algo seco, bueno debe ser por temor a que alguien aparezca de la nada.
-Cuando llegues a tu habitación lo sabrás- le dije con diversión, ella por un instante me sonrío y le devolví el gesto, entendía su preocupación, su padre podría poner a cualquiera en esta situación de nervios si se le ocurría traer prácticamente a toda la alta sociedad del estado, nervios sobre todo para alguien como mi pequeña.
-¿Sigues empecinado en quedarte?- me pregunto triste.
-La verdad es que verte así me hace pensar en que te alegraría más el que me fuera- le dije triste, pensar que me quería lejos me hacia ponerme así.
-No es eso solo…- y escuchamos unos pasos venir del pasillo.
-Muchacho que haces ahí, ve a prepararte que los invitados estarán por llegar- me dijo palmeando mi hombro, luego giro su cuerpo a Bella –Hija tú ve a tu habitación y espera a que vaya por ti para que bajes- y Bella sin protestar subió las escaleras, al llegar al ultimo peldaño se giro y dijo bajito, casi como si solo moviera sus labios “te amo” mi corazón se lleno de felicidad, sentía el impulso de correr junto a ella y besarla dulcementepero en su carita había tristeza y los miedos regresaron.
Estaba en la sala cuando los invitados comenzaron a llegar y fue cuando comprendí en carne propia los temores de Bella, la casa estaba repleta de gente, de familias refinadas, de algunos condes y otros duques, de gente que compartía el mismo cargo que ella asumiría ahora con sus dieciocho años, nunca le había preguntado en que consistía lo que ella debería hacer, quizás esos son sus miedos, ya tendremos tiempo para hablar de ello. Noté la ausencia de Jacob, de seguro su padre se encargo de que no asistiera a la celebración, de seguro que con el rompimiento no quedaron en los mejores términos, lamentaba aún más ese hecho ya que Bella necesitaba un amigo de verdad en estos momentos.
Me llamo la atención un grupo de jóvenes que comenzaron a hablar de ella.
-Amigo Isabella es realmente hermosa, que suerte- ¿Qué suerte? ¿A que se refería?
-Lo se Félix- le dijo el otro tipo.
-A todo esto ¿donde esta?- le pregunto –Ya debería de estar aquí ¿no?
-Le preguntare a Charles- vaya que se tenia confianza con el padre de Bella, quizás fuera algún pariente lejano.
Todos los murmullos fueron aplacados cuando apareció aquel ángel de mis sueños, aquella mujer que, podría asegurar, a más de la mitad de los hombres de esta sala les robo el aliento, se miraba preciosa en aquel vestido largo que dejaba sus hombros al descubierto, recordar la suavidad de su piel en mis manos era volar en recuerdos. Mis ojos se cruzaron con los de ella y vi que había estado llorando, la conocía perfectamente y pensé que quizás mi regalo no le había gustado, nos quedamos mirando unos buenos segundos hasta que su padre apareció junto a ella, algo le dijo y él se alejo dejándola sola saludando a sus invitados, yo seguía en las piezas musicales, todas inspiradas en ella y aunque su padre así lo pidió, no fue necesario pues ella siempre Será mi musa inspiradora. Entre conversaciones y conversaciones con distintas personas llego cerca de mí.
-No era necesario todos aquellos regalos, no entiendo como conseguiste el libro- me dijo tímida –La partitura ¿tu la hiciste?- la fascinación que reflejaban sus ojos era hermoso, era el mejor pago para las noches que pase inventando aquella pieza, la mire directo a los ojos y asentí.
-River Flows in You es inspirada en ti, amor- le susurre, acercándome un poco más a ella ahora tocando aquella canción, ella se estremeció ante mi cercanía y una hermosa sonrisa se plasmo en su rostro tras mi confesión, me miro y en sus ojos había mucho amor pero empañados de miedo, luego cerro sus ojos disfrutando de su pieza musical, me acerque un poco más a ella –Te amo pequeña mía- sus ojos se abrieron instantáneamente y me miro como pidiéndome disculpas.
Cuando giro nuevamente su vista a los invitados desde el fondo comenzó a acercarse uno de los muchachos que hablaban de ella hace un rato atrás, Bella empalideció y su rostro se endureció.
Se escucho el sonido de unas campañillas que anunciaban hora de brindis.
-Queridos amigos- dijo su padre con una copa en la mano –Quiero agradecerles su presencia en un día tan importante como hoy, en un día como hoy nació el ser más maravilloso que haya tenido la dicha de conocer…mi hija Isabella Swan o llamarla desde ahora, la condesa Isabella Swan- Bella estaba pálida al ser el centro de atención, todas las copas se alzaron en honor a ella, Bella me miro con pánico en los ojos y susurro bajito solo para mi “perdóname”, no entendía a que se refería, no entendía por que se disculpaba, de lo que si estaba seguro es que no seria nada bueno ya que la tristeza, miedo, rabia en sus ojos era muy notorio, su padre continuo.
-Y me es un orgullo anunciar ante ustedes, amigos de mi familia- se aclaro la garganta y estirando su mano hacia Bella para que lo alcanzara y con un gesto de su cabeza el muchacho tomo la mano de Bella…un momento ¿la mano? –Es un honor para mí anunciar que próximamente mi pequeña hija, ahora convertida en una mujer se casara con el pequeño Vulturi, Alec Vulturi- dijo alzando su copa a los que todos le siguieron acompañándolo en el brindis, desde la palabra boda que mi vista se nublo, no tuve la fuerza suficiente para contener las lagrimas que comenzaron a salir, teclee una nota mal y sonó horrible, parte de los invitados me miraron con desprecio pero no me importo, yo retome la melodía que cada vez se iba apagando más, sabia que esto tenia que tener una explicación lógica, esta vez no me dejaría guiar por mi impulsiva forma de actuar, se que Bella me dirá que nuevamente la están obligando a casarse y me la llevare lejos antes de que eso suceda. No lo pude evitar y toque aquella maldita canción que a mi ángel le hacia sufrir, pero no lo pude evitar, comprendía lo que me decía acerca del dolor y era eso mismo lo que estaba sufriendo yo, al escuchar lo que tocaba para ella me miro a los ojos, que estaba cristalinos luchando por contener sus lagrimas, yo la mire como suplicándole por una explicación pero perdí contacto visual cuando su “novio” tomo su rostro y la beso, mi mundo comenzaba nuevamente a caerse a pedazos y yo estaba mirando desde afuera como eso sucedía ya que no podía hacer nada para evitarlo, Bella le respondió el beso y eso fue la muerte para mi, me levante en voladas del taburete del piano y me disponía a salir de aquel infierno.
-¿Dónde crees que vas muchacho, aún no a terminado la celebración?- me dijo Charles, se veía algo enojado pero no le tenia miedo, mis peores miedos ya se habían cumplido.
-No me siento bien, con su permiso- le dije sin esperar respuesta, llegue a mi habitación y antes de cerrar la puerta vi como mi madre intento acercarse a mi, se que quería consolarme pero yo sabia muy bien que no podría ser consolado por nadie, me encerré en la habitación y habrán sido unos largos 10 minutos que mi madre intento razonar conmigo intentando que abriera la puerta. Comencé a llorar intentando buscar una explicación pero nada, devanaba mi cabeza intentando ver el error, buscar la falla pero nada, volvió a sonar la puerta, mi madre tras haber desistido vuelve a intentarlo.
-Edward abre soy Bella- escuche decir a mi ángel, ahí estaba, de seguro venia a explicarme esta horrorosa pesadilla, salte de la cama y abrí enseguida, cuando al vi mi corazón se encogió aún más, su carita estaba surcada en lagrimas con la vista sin su brillo especial. Me lance a sus brazos buscando su calor, intentando despertar y encontrarme en mi casa de la otra ciudad junto a ella. Entro a la habitación y la cerro con la llave, me miro largo rato sin decir nada, yo ni siquiera sabia como formular mis preguntas por miedo a sus respuestas, así que simplemente me lance a sus labios en un beso apasionado y sumamente necesitado, ella no se hizo esperar y me lo devolvió con toda la necesidad que ella también tenia, me sentía en las nubes sabedor de su amor, confiaba en ello pero no entendía.
-¿Qué fue todo eso de la boda amor?- me separe de ella y decidí preguntar.
-Hazme tuya Edward- fue todo lo que me dio en respuesta, sus ojos estaban bañados de lagrimas y la tristeza era mutua, no quise seguir insistiendo y volví a devorarme sus labios, nuestras manos nunca dejaron de reconocer nuestros cuerpos, se hacia tan familiar nuestras caricias pero a la vez era como un recuerdo, como algo que había sucedido ya hace mucho. No nos importo que unos metros más allá estuviese su padre o todos aquellos invitados, incluso aquel infeliz que decía que se casaría con ella, en ese momento solo importábamos los dos y aquel acto tan hermoso de nuestra unión, aquel acto impaciente que nos llevo a hacer el amor dos veces sin importarnos nada.
Estaba recostado en la cama acariciando su brazo desnudo he inspirando el dulce aroma del cabello de Bella, ella volteo a verme y volvió el miedo al ver sus ojos tristes, se incorporo y salio de la cama, sintiendo que seria la ultima vez en verla, tomo su vestido y comenzó a vestirse.
-¿Dónde vas?- le pregunte con miedo.
-Debo volver a la fiesta- me dijo algo seca sin mirarme –Mi padre comenzara a sospechar- iba a salir sin decir más pero fui más rápido y la tome de una de sus maqueñas.
-Podrías al menos tener la gentileza de explicarme que fue todo aquello de la boda y luego vienes a mi cama y te vas como si aquí no pasara nada- le dije algo molesto.
-Tómalo como una despedida, anoche no pude venir así que esto es como una compensación- su tono de voz me lastimaba.
¿-Esto quiere decir que no es algo que desearas? ¿algo del momento y nada más?- le pregunte con miedo a lo que me fuese a decir.
-Tengo que dejarte en claro- me dijo mirándome ahora a los ojos –Que nadie me obliga a nada, yo decidí casarme esta vez y no puedes hacer nada ante aquello, esto quizás fue un error, pero veo que me he equivocado seguido últimamente.
-¿Por qué me haces esto? ¿Por qué me lastimas de esta forma?- le pregunte con un hilo de voz, ya no me importaba si me humillaba o no, ella es todo para mi y saber que la perdía no me dejaba más que arrastrarme y si era necesario suplicar para que me aceptara -¿es que te diste cuenta lo poca cosa que soy para ti y que ese tal Alec esta a tu nivel?- una lagrima salio de mis ojos, vaya que ingenuo fue quien dijo que los hombres no lloran, puso su manos en mis hombros y me miro directamente a los ojos, sus ojos no me mentían ella si me ama pero había algo más.
-Recuerda todo lo que te he dicho- me dio un beso rápido en los labios y salio de la habitación.
¿Un corazón recién curado tras haber estado roto puede nuevamente volver a romperse?
EPOV
Desperté por la mañana con un fuerte dolor de cabeza ya que dormí con la preocupación a flor de piel pensando en que le habría pasado a Bella, bueno si es que a eso se le puede llamar dormir ya que despertaba cada 5 minutos para ver si había algún cambio, imagine lo peor desde que su padre la había descubierto hasta que ya no me amaba, pero lo ultimo era absurdo por que en el momento en que me vio, sus ojos demostraron todo el amor que siente por mi, ese mismo amor que siento yo por ella, pero algo más tenia que haber así que salte de la cama con los primeros rayos del sol, además este seria un día bastante ajetreado para la casa así que no conseguiría muchas oportunidades de poder hablar con Bella.
Su las escaleras de dos en dos con sumo cuidado y silencio, al pasar por fuera de la habitación de su padre, pegue el oído para intentar escuchar si es que se encontraba en pie…nada, así que seguí a la siguiente habitación, la de Bella. No toque ni nada simplemente entre sigilosamente, desde la puerta vi a mi ángel dormir y entre con la emoción de saber que estaríamos juntos al fin después de que su cumpleaños pasara, nos iríamos a vivir a aquella casita que compre lleno de ilusiones y sabedor de que ambos la construiríamos en base a nuestro amor.
-Amor buenos días- le dije acercándome a ella. Bella comenzó a tallarse sus ojitos y los de ella se llenaron de ese brillo especial que tanto amo.
-Creo que después de tantas pesadillas al fin comienzo a soñar- me dijo con una gran sonrisa en su rostro, se veía aun algo adormilada y no pude evitar sonreírle, ella piensa que esta en un sueño, así que tome su rostro y comencé a acariciarlo con mis pulgares, Bella cerro sus ojos disfrutando placenteramente de mis caricias, me acerque a sus labios y los tome sin esperar su permiso, los bese como ansiaba hacerlo, demostrándole este amor irracional que creció desde que la vi en aquel prado cuando aún era una niña pequeña. Bella suspiro en mis labios y llevo sus manos a mi cabello, empujándome aún más a su rostro, como si con ello evitara que nos separáramos, sonreí ante su reacción y comenzó a devolverme el beso, estaba cargado de necesidad, pero pronto paso a algo más fiero, incesante y desesperado lo que me asusto un poco verla así, al separarme de ella para preguntarle que fue eso, ella tenia una sonrisa de paz en su rostro, los ojos cerrados y vi como de la comisura de estos se deslizaban unas lagrimas traviesas que rodearon sus mejillas.
-Bella amor ¿estas bien?- le pregunte preocupado y ella al escucharme nuevamente abrió sus ojos asustada.
-¿Edward?- pregunto ahora asustada mirando a todos lados como si comprobara donde se encontraba -¿Qué haces aquí?- no sabia si tomarlo como preocupación pero en parte mi corazón se acongojo al ver esta reacción y no una más feliz.
-Vine a verte ayer o apareciste, te espere hasta muy tarde y pensé que había pasado algo ¿sucede algo?- le pregunte preocupado, su mirada iba para todos lados y cuando me contesto seguía igual, sabia que esquivaba mi mirada y no sabia si quería saber el porqué.
-Edward no pasa nada, solo estoy preocupada de que mi padre aparezca en cualquier momento- me dijo mirando a la puerta –él me dijo que vendría temprano por la mañana por mi para los preparativos de…de…de la fiesta, como me dijo que estaría aquí no quise arriesgarme con lo de las pastillas por que se que sospecharía por no haberse despertado- su rostro se ensombreció de la nada y eso me produjo un escalofrío.
-Amor mírame- le pedí pero ella no reaccionaba –Amor mírame por favor, solo quiero que me contestes algo y me iré para que descanses si así lo deseas- ella movió su rostro en mi dirección, se notaba que estaba batallando con su interior para decidir si mirarme o no, la ayude un poco al tomar su mentón en mis manos y girarla completamente a mi -¿Me amas?- le pregunte más que nada por ver en sus ojos que era lo que sucedía, mi corazón confiaba en su respuesta, pero mi cabeza estaba deseando no conocer su respuesta, ella me miro con tristeza sin hablar, pero tras unos minuto de silencio decidió hablar.
-Como no te imaginas- me dijo mirando sus manos que descansaban en su regazo tapado aún por el cobertor –Te amo como jamás creí amar a alguien, es aun amor tan intenso que no sabría como describirlo, es algo que no tiene palabras, que solo se siente, por ti daría mi vida- dijo ahora mirándome directamente a los ojos.
-No quisiera que dieras la vida por mi amor- le dije con una enorme sonrisa en mis labios tras escuchar aquellas hermosas palabras, mi corazón bailaba de alegría pero una vocecilla molesta en mi cabeza me decía que no bajara la guardia –No podría estar en un lugar en el que tu no estés, ¿de que me sirve que vayas al cielo si no estaré junto a ti?- le pregunte triste solo por el hecho de pensar en que algo le sucediera a mi ángel –Así que no pienses en algo tan terrible amor- le pedí, tome sus manos y ambas las bese.
-La vida es así Edward- me dijo algo seria –Las personas nace, crecen y mueren, es el ciclo de la vida- comenzó a acariciar mi rostro y cerré los ojos por el placer de sus manos en mi piel –No debemos aferrarnos a las personas por que sino el sufrimiento al perderlas puede ser muy dañino, doloroso y enloquecedor- su vista se perdió en el horizonte, sin duda algo pasaba en su cabeza que la tenia tan pensativa.
-Amor ¿a que va todo esto, por que me dices estas cosas?- le pregunte preocupado.
-No pasa nada amor, es solo que he estado pensando en ello, acerca de la muerte y en como mi vida seria sin ti, simplemente se que siempre estaremos juntos, si no es aquí será en la otra vida, es cosa de que esperar a por el otro- iba a protestar, a decirle que no habláramos de esto, menos en un día como hoy que es su cumpleaños, es verdad cada una de sus palabras, acerca del ciclo de la vida y sobre todo en que siempre estaríamos juntos, pero ponerlo como tema era doloroso, pero no alcance a decir nada ya que me beso con una fuerza lastimosa, desgarradora que me hizo sentir un miedo único, esto era la confirmación de que algo andaba mal –Ahora amor, por favor vete, no quiero que estés aquí cuando lleguen todos esos odiosos invitados, son todos unos engreídos pretenciosos, lo que menos quisiera es que alguien te hiciera sentir en menos- me dijo mirándome fijamente a los ojos, en ellos había un miedo que se le hizo difícil ocultarme.
-Amor no te preocupes por mi, este es tu día y quiero estar aquí para acompañarte- le dije, cuando vi que iba a insistir le di las otras razones –Además no me puedo ir, tu padre me contrato para que tocara en tu fiesta- le dije dándole una sonrisa de triunfo, ella abrió los ojos con un pánico aterrador, su pecho comenzó a agitarse mostrando lo errático que se estaba volviendo su respiración –Amor calma ¿Qué sucede es que no me quieres aquí cerca de ti?- le pregunte con una sonrisa demostrándole el sarcasmo, pero ella no reaccionaba, seguía con esa mirada asustada.
-No lo entiendes Edward tienes que salir de aquí por favor, hazlo por mi- me suplico tomándome las manos y viéndome a los ojos, de los cuales comenzaron a salir gruesas lagrimas que al verlas me preocuparon aún más, mi corazón se agito de miedo, desde mi llegada intuí que algo malo sucedía pero al verla así supe que esto era mucho peor.
-Amor no entiendo, explícame…- necesitaba respuestas he iba a comenzar a interrogarla para que me explicara pero no pudimos ya que se escucharon pasos desde el exterior de su habitación, pasos que se dirigían a su puerta, a los pocos minutos se escucharon 2 suaves golpes y la inconfundible voz de su padre.
-Isabella hija ¿estas despierta, puedo pasar?- Bella me miro al instante y me hizo señas para que me metiera debajo de su cama, me sentía como un vil ladrón pero no haría nada para perjudicarla, con rapidez y sigilo me escabullí bajo su cama.
-Pasa papá- le dijo mi ángel a su padre quien entro apenas escucho su respuesta.
-Buenos días hija ¿preparada para el gran acontecimiento?- le pregunto el jefe Swan.
-Tan preparada como desde que hablamos padre- le dijo Bella sin ganas en su voz, me imaginaba por lo que estaba pasando mi pequeña, ella detestaba todas aquellas fiestas tan extravagantes y lujosas, sobre todo si ella debía ser el centro de atención.
-¿Qué no estas feliz?- le pregunto su padre con un tono de molestia –Sabes que esto no es cualquier cosa el hecho de que…- Bella lo interrumpió mientras se paraba de la cama.
-Padre estoy muy feliz, solo que acabo de despertar, no me pidas que me ponga a brincar a estas horas de la mañana, quisiera vestirme y luego conversaremos- le dijo rápidamente Bella –Podrías llamar a Esme para que me ayude con mi peinado y vestimenta para la súper ocasión- le dijo lo ultimo con algo de sarcasmo.
-Hija sabes que Dídima se ofreció feliz de ayudarte, no puedes hacerle un desaire de esta naturaleza menos a ella que…- ¿que le sucedía a Bella que no dejaba hablar a su padre?
-Esta bien padre no te preocupes ya entendí el mensaje- le dijo desganada –Ahora por favor deja al menos ir a darme una ducha- le pidió, no se si su padre le hizo alguna seña o que, pero a los segundos escuche como la puerta de su habitación era cerrada, espere unos minutos más y salí a la luz.
-Debes irte Edward, si realmente me amas por favor ándate, yo te buscare y nos iremos a donde quieras- me dijo enojada tomando sus cosas para dirigirse al baño.
-Aún no me das razones de peso para que me vaya y no lo haré tampoco, le di mi palabra a tu padre de que estaré aquí esta noche para darle mis servicios de músico y lo cumpliré, además aún no te e entregado mi obsequio- le sonreí levemente para intentar cambiar la extraña expresión de su rostro, pero no lo conseguí, por el contrario parecía como si más triste se sintiera.
-No es necesario Edward yo solo quiero…- me acerque a ella en dos zancadas y no la deje terminar, me robe sus labios nuevamente como había tenido que hacerlo desde ayer, pero ella esta vez no respondió como las veces anteriores, esta vez se separo de mi tras unos segundos de haber intentado besarla.
-Alguien puede entrar, como escuchaste vendrá una amiga de mi padre a ayudarme así que no nos arriesguemos más- me pidió, me parecía razonable lo que me decía pero maldita sea, la angustia de que algo sucedía no me abandonaba, me llevo de la mano hasta la puerta tras abrirla reviso a ambos lados del pasillo y me aviso que no había moros en la costa, me gire una ultima vez antes de salir, la vi directamente a los ojos.
-Recuerda que te amo y que siempre estaré contigo, entiende que nunca nadie me podrá apartar de tu vida, eso solo lo puedes hacer tu- le dije tomando sus manos y dejando un beso en cada una de ellas –Solo te pido que confíes en mi amor, todo estará bien- no sabría decir por que le dije aquello, pero tenia la corazonada de que era el momento para hacerlo, ella me vio con cara compungida y asintió, cerrando la puerta y dejándome ahí clavado en su puerta con mil preguntas sin respuesta.
Pase la mañana ayudando a mi madre con los preparativos en la cocina, ella intentaba hacer conversación y preguntar acerca de cómo iba la relación con Bella pero dándole otro nombre a ella para que nadie más del servicio que se encontraba ahí entendiera de quien hablábamos, pero me fue imposible seguirle el hilo de la conversación ya que mi mente vagaba sin rumbo fijo, tenia tantas preguntas, tantas dudas y temores que no era capaz de ordenarlos e hilarlos para poder encontrarle sentido. Cerca de las cinco de la tarde fui al salón donde se encontraba el gran piano de cola y practique algunas melodías para comprobar que estuviese afinado, el sentir el vibrar de la música, la percusión de las teclas, la hermosa melodía no pude evitar recordar aquella tarde en el conservatorio, cuando le mostré a mi amada aquella faceta que desconocía de mi vida, aquello que me relajaba y me llenaba haciéndome olvidar del mundo pero jamás de ella, estaba tan abstraído con la melodía que no fui consiente hasta que la vi escondida en la esquina entre la pared del salón y del pasillo principal. Que supe que ella estaba ahí mirándome con sus ojos indiscutiblemente llenos de amor y devoción, le di una gran sonrisa que salio del alma al verla ahí, escondida para poder mirarme, deje de tocar y me acerque a ella, pero cuando ella noto mis intensiones se irguió y se escabullo de mi, a los segundos escuche que su padre la llamaba y considere que esa fue la razón de su huida.
-¿Hija donde haz estado, te he llamado hace bastante rato ya?- escuche como su padre la regañaba.
-Solo estaba viendo los preparativos padre ¿para que me necesitas?- le dijo con voz cansada.
-Los invitados llegaran en unos cuantos minutos, pero antes de eso quisiera entregarte algo ¿podrías acompañarme al estudio?- le pidió su padre, escuche como se alejaban a la habitación que estaba al final del pasillo y de la nada pensé que este era el momento para dejarle mi regalo. Corrí a la habitación donde pase la noche y fui por mis regalos, cuando salí y llegue hasta el pie de la escalera, verifique que nadie me viera y corrí escaleras arriba hasta el cuarto de Bella, sobre su cama deje una caja en la que dentro contenía mis obsequios, los que consistían en las escrituras de la casita que adquirí para que ambos viviéramos, un libro “utopia” que se que es su favorito por las veces que lo hablamos y que ella tenia el que era de su madre pero que cuando su padre lo encontró lo envío a quemar, debo decir que me costo mucho conseguirlo, parte de ese dinero era el que tenia ahorrado para el pie de la casa pero por ella seria capaz de cualquier cosa y por último las partituras de una canción que le escribí con la intención de que cambiara esa melodía que tan triste la ponía, en el momento en que me contó supe que compondría algo solo para ella, para que tuviera una canción feliz que la represente, una canción que exprese mi profundo amor por ella y que ella lo sienta solo con las notas musicales. Salí de su habitación comprobando que nadie estaba cerca, cuando llegue al pie de la escalera escuche su voz.
-¿Qué hacías arriba Edward?- me pregunto curiosa, debo decir que ya me molestaba que me dijera Edward, esta bien que así me llame pero escucharlo de sus labios suena algo seco, bueno debe ser por temor a que alguien aparezca de la nada.
-Cuando llegues a tu habitación lo sabrás- le dije con diversión, ella por un instante me sonrío y le devolví el gesto, entendía su preocupación, su padre podría poner a cualquiera en esta situación de nervios si se le ocurría traer prácticamente a toda la alta sociedad del estado, nervios sobre todo para alguien como mi pequeña.
-¿Sigues empecinado en quedarte?- me pregunto triste.
-La verdad es que verte así me hace pensar en que te alegraría más el que me fuera- le dije triste, pensar que me quería lejos me hacia ponerme así.
-No es eso solo…- y escuchamos unos pasos venir del pasillo.
-Muchacho que haces ahí, ve a prepararte que los invitados estarán por llegar- me dijo palmeando mi hombro, luego giro su cuerpo a Bella –Hija tú ve a tu habitación y espera a que vaya por ti para que bajes- y Bella sin protestar subió las escaleras, al llegar al ultimo peldaño se giro y dijo bajito, casi como si solo moviera sus labios “te amo” mi corazón se lleno de felicidad, sentía el impulso de correr junto a ella y besarla dulcementepero en su carita había tristeza y los miedos regresaron.
Estaba en la sala cuando los invitados comenzaron a llegar y fue cuando comprendí en carne propia los temores de Bella, la casa estaba repleta de gente, de familias refinadas, de algunos condes y otros duques, de gente que compartía el mismo cargo que ella asumiría ahora con sus dieciocho años, nunca le había preguntado en que consistía lo que ella debería hacer, quizás esos son sus miedos, ya tendremos tiempo para hablar de ello. Noté la ausencia de Jacob, de seguro su padre se encargo de que no asistiera a la celebración, de seguro que con el rompimiento no quedaron en los mejores términos, lamentaba aún más ese hecho ya que Bella necesitaba un amigo de verdad en estos momentos.
Me llamo la atención un grupo de jóvenes que comenzaron a hablar de ella.
-Amigo Isabella es realmente hermosa, que suerte- ¿Qué suerte? ¿A que se refería?
-Lo se Félix- le dijo el otro tipo.
-A todo esto ¿donde esta?- le pregunto –Ya debería de estar aquí ¿no?
-Le preguntare a Charles- vaya que se tenia confianza con el padre de Bella, quizás fuera algún pariente lejano.
Todos los murmullos fueron aplacados cuando apareció aquel ángel de mis sueños, aquella mujer que, podría asegurar, a más de la mitad de los hombres de esta sala les robo el aliento, se miraba preciosa en aquel vestido largo que dejaba sus hombros al descubierto, recordar la suavidad de su piel en mis manos era volar en recuerdos. Mis ojos se cruzaron con los de ella y vi que había estado llorando, la conocía perfectamente y pensé que quizás mi regalo no le había gustado, nos quedamos mirando unos buenos segundos hasta que su padre apareció junto a ella, algo le dijo y él se alejo dejándola sola saludando a sus invitados, yo seguía en las piezas musicales, todas inspiradas en ella y aunque su padre así lo pidió, no fue necesario pues ella siempre Será mi musa inspiradora. Entre conversaciones y conversaciones con distintas personas llego cerca de mí.
-No era necesario todos aquellos regalos, no entiendo como conseguiste el libro- me dijo tímida –La partitura ¿tu la hiciste?- la fascinación que reflejaban sus ojos era hermoso, era el mejor pago para las noches que pase inventando aquella pieza, la mire directo a los ojos y asentí.
-River Flows in You es inspirada en ti, amor- le susurre, acercándome un poco más a ella ahora tocando aquella canción, ella se estremeció ante mi cercanía y una hermosa sonrisa se plasmo en su rostro tras mi confesión, me miro y en sus ojos había mucho amor pero empañados de miedo, luego cerro sus ojos disfrutando de su pieza musical, me acerque un poco más a ella –Te amo pequeña mía- sus ojos se abrieron instantáneamente y me miro como pidiéndome disculpas.
Cuando giro nuevamente su vista a los invitados desde el fondo comenzó a acercarse uno de los muchachos que hablaban de ella hace un rato atrás, Bella empalideció y su rostro se endureció.
Se escucho el sonido de unas campañillas que anunciaban hora de brindis.
-Queridos amigos- dijo su padre con una copa en la mano –Quiero agradecerles su presencia en un día tan importante como hoy, en un día como hoy nació el ser más maravilloso que haya tenido la dicha de conocer…mi hija Isabella Swan o llamarla desde ahora, la condesa Isabella Swan- Bella estaba pálida al ser el centro de atención, todas las copas se alzaron en honor a ella, Bella me miro con pánico en los ojos y susurro bajito solo para mi “perdóname”, no entendía a que se refería, no entendía por que se disculpaba, de lo que si estaba seguro es que no seria nada bueno ya que la tristeza, miedo, rabia en sus ojos era muy notorio, su padre continuo.
-Y me es un orgullo anunciar ante ustedes, amigos de mi familia- se aclaro la garganta y estirando su mano hacia Bella para que lo alcanzara y con un gesto de su cabeza el muchacho tomo la mano de Bella…un momento ¿la mano? –Es un honor para mí anunciar que próximamente mi pequeña hija, ahora convertida en una mujer se casara con el pequeño Vulturi, Alec Vulturi- dijo alzando su copa a los que todos le siguieron acompañándolo en el brindis, desde la palabra boda que mi vista se nublo, no tuve la fuerza suficiente para contener las lagrimas que comenzaron a salir, teclee una nota mal y sonó horrible, parte de los invitados me miraron con desprecio pero no me importo, yo retome la melodía que cada vez se iba apagando más, sabia que esto tenia que tener una explicación lógica, esta vez no me dejaría guiar por mi impulsiva forma de actuar, se que Bella me dirá que nuevamente la están obligando a casarse y me la llevare lejos antes de que eso suceda. No lo pude evitar y toque aquella maldita canción que a mi ángel le hacia sufrir, pero no lo pude evitar, comprendía lo que me decía acerca del dolor y era eso mismo lo que estaba sufriendo yo, al escuchar lo que tocaba para ella me miro a los ojos, que estaba cristalinos luchando por contener sus lagrimas, yo la mire como suplicándole por una explicación pero perdí contacto visual cuando su “novio” tomo su rostro y la beso, mi mundo comenzaba nuevamente a caerse a pedazos y yo estaba mirando desde afuera como eso sucedía ya que no podía hacer nada para evitarlo, Bella le respondió el beso y eso fue la muerte para mi, me levante en voladas del taburete del piano y me disponía a salir de aquel infierno.
-¿Dónde crees que vas muchacho, aún no a terminado la celebración?- me dijo Charles, se veía algo enojado pero no le tenia miedo, mis peores miedos ya se habían cumplido.
-No me siento bien, con su permiso- le dije sin esperar respuesta, llegue a mi habitación y antes de cerrar la puerta vi como mi madre intento acercarse a mi, se que quería consolarme pero yo sabia muy bien que no podría ser consolado por nadie, me encerré en la habitación y habrán sido unos largos 10 minutos que mi madre intento razonar conmigo intentando que abriera la puerta. Comencé a llorar intentando buscar una explicación pero nada, devanaba mi cabeza intentando ver el error, buscar la falla pero nada, volvió a sonar la puerta, mi madre tras haber desistido vuelve a intentarlo.
-Edward abre soy Bella- escuche decir a mi ángel, ahí estaba, de seguro venia a explicarme esta horrorosa pesadilla, salte de la cama y abrí enseguida, cuando al vi mi corazón se encogió aún más, su carita estaba surcada en lagrimas con la vista sin su brillo especial. Me lance a sus brazos buscando su calor, intentando despertar y encontrarme en mi casa de la otra ciudad junto a ella. Entro a la habitación y la cerro con la llave, me miro largo rato sin decir nada, yo ni siquiera sabia como formular mis preguntas por miedo a sus respuestas, así que simplemente me lance a sus labios en un beso apasionado y sumamente necesitado, ella no se hizo esperar y me lo devolvió con toda la necesidad que ella también tenia, me sentía en las nubes sabedor de su amor, confiaba en ello pero no entendía.
-¿Qué fue todo eso de la boda amor?- me separe de ella y decidí preguntar.
-Hazme tuya Edward- fue todo lo que me dio en respuesta, sus ojos estaban bañados de lagrimas y la tristeza era mutua, no quise seguir insistiendo y volví a devorarme sus labios, nuestras manos nunca dejaron de reconocer nuestros cuerpos, se hacia tan familiar nuestras caricias pero a la vez era como un recuerdo, como algo que había sucedido ya hace mucho. No nos importo que unos metros más allá estuviese su padre o todos aquellos invitados, incluso aquel infeliz que decía que se casaría con ella, en ese momento solo importábamos los dos y aquel acto tan hermoso de nuestra unión, aquel acto impaciente que nos llevo a hacer el amor dos veces sin importarnos nada.
Estaba recostado en la cama acariciando su brazo desnudo he inspirando el dulce aroma del cabello de Bella, ella volteo a verme y volvió el miedo al ver sus ojos tristes, se incorporo y salio de la cama, sintiendo que seria la ultima vez en verla, tomo su vestido y comenzó a vestirse.
-¿Dónde vas?- le pregunte con miedo.
-Debo volver a la fiesta- me dijo algo seca sin mirarme –Mi padre comenzara a sospechar- iba a salir sin decir más pero fui más rápido y la tome de una de sus maqueñas.
-Podrías al menos tener la gentileza de explicarme que fue todo aquello de la boda y luego vienes a mi cama y te vas como si aquí no pasara nada- le dije algo molesto.
-Tómalo como una despedida, anoche no pude venir así que esto es como una compensación- su tono de voz me lastimaba.
¿-Esto quiere decir que no es algo que desearas? ¿algo del momento y nada más?- le pregunte con miedo a lo que me fuese a decir.
-Tengo que dejarte en claro- me dijo mirándome ahora a los ojos –Que nadie me obliga a nada, yo decidí casarme esta vez y no puedes hacer nada ante aquello, esto quizás fue un error, pero veo que me he equivocado seguido últimamente.
-¿Por qué me haces esto? ¿Por qué me lastimas de esta forma?- le pregunte con un hilo de voz, ya no me importaba si me humillaba o no, ella es todo para mi y saber que la perdía no me dejaba más que arrastrarme y si era necesario suplicar para que me aceptara -¿es que te diste cuenta lo poca cosa que soy para ti y que ese tal Alec esta a tu nivel?- una lagrima salio de mis ojos, vaya que ingenuo fue quien dijo que los hombres no lloran, puso su manos en mis hombros y me miro directamente a los ojos, sus ojos no me mentían ella si me ama pero había algo más.
-Recuerda todo lo que te he dicho- me dio un beso rápido en los labios y salio de la habitación.
¿Un corazón recién curado tras haber estado roto puede nuevamente volver a romperse?
lamento muchisimo la tradanza chiks
Bbra- .
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Re: Un amor en 1920 (Completo)
“Sacrificio”
Finalmente pude conseguir las fuerzas necesarias para poder salir de la habitación de Edward, había rogado al cielo el poder haberlo persuadido para que se fuera y no estuviese presente para la maldita presentación oficial de mi “boda” con Alec Vulturi, lo se, se que prometí quedarme con Edward, luchar por nuestro amor, no ser más una cobarde pero a mi defensa debo decir que la situación de mi padre había sido el mejor gatillo para aceptar tal sacrificio, aunque sepa que por ello seré la persona más desdichada del mundo, antes de que me juzguen déjenme contarles que fue lo que sucedió hace una semana atrás.
-No puedo hacer nada si Jacob no te ama Bella, respeto que seas lo suficientemente hombre Jacob para venir a darme la cara, pero quisiera que me dejaras ahora a solas con mi hija, anda con tu padre y explícale la situación para que cancele los preparativos para la boda- había dicho mi padre cuando le dije acerca de la cancelación de la boda. Jake al principio no quería irse, podía ver en sus ojos que tenia miedo de dejarme sola, es como si tuviese el mismo mal presentimiento que yo tenia.
-¿Me explicaras las razones que tienes para haber tomado esa decisión? y por favor no me mientas Bella, esto es algo importante- me dijo en tono molesto, lo que me llevaba a pensar si tenia que decirle 100% la verdad o reservarme ciertos detalles.
-No lo amo padre, para mi eso es lo principal, no estoy enamorada de Jacob y no quiero compartir mi vida con alguien que tampoco me ama- le conteste.
-¿Hay alguien más?- me pregunto como si viera esa parte que no quería contestar en mis ojos ¿debía ser sincera o callarlo?
-¿Para ti seria una diferencia?- le conteste con otra pregunta.
-Claro que si, si estás enamorada de otro chico debes decirme quien es y así organizar de inmediato la boda…-mi corazón salto de felicidad ante aquellas palabras, fue tanto el entusiasmo que no deje terminarlo.
-¿De verdad dejarías que me casara con alguien que yo eligiera?- le pregunte entre dubitativa y feliz.
-Claro que si hija, si es eso lo que tu quieres para tu felicidad claro que si, se que serás juiciosa para tu elección- me dijo, quería seguir hablando del tema pero al parecer mi padre lo dejarlo para después –Ahora ve a tu cuarto ya hablaremos de esto en otro mejor momento, debo solucionar unos problemas que se presentaron y recuerda lo que te dije, si hay otro muchacho necesito saber quien es- me dijo antes de besar mi frente y salir.
Yo por mi parte fui a mi habitación a recostarme, la semana que había pasado con Edward fue mucho mejor de lo que había pensado, logramos reconciliarnos y que decir acerca de aquella unión física que logre al fin obtener, yo no era de las personas que tuvieran prejuicios con mantener relaciones si no se esta casado, para mi lo fundamental es entregar el corazón, el alma y el cuerpo a quien realmente amas, ese es el alzo fundamental que yo respeto. Esa noche la cena Esme me la llevo a la habitación pues intuía que estaba cansada por el largo viaje que había emprendido con Jake después de dejar la casa de Edward.
-¿Cómo estas Bella? No sabes lo mucho que se te extraño en esta casa- me dijo Esme cuando entraba a mi habitación con la charola de comida.
-También te extrañe Esme, es raro no tenerte cerca- le dije mientras la abrazaba.
-¿Y como han ido las cosas?- me dijo con un tono pícaro.
-Mejor de lo que pensé Esme, Edward y yo nos reconciliamos y decidí luchar por él- le dije muy segura de mi misma –Decidí que ya no seria una cobarde, amo a tu hijo y por él haré lo imposible para que esto funciones de la mejor manera, solo espero contar con tu bendición y la de Carlisle esta vez- le dije algo apenada por lo sucedido la última vez.
-Hija Carlisle y yo no somos quien para poder prohibirte algo, digamos que no somos los indicados- me dijo tímidamente, la verdad es que me pareció algo extraña su respuesta y eso me hizo recordar vagamente cuando Carlisle me entrego la carta de Edward diciendo algo similar.
-¿A que te refieres?- le pregunte ya curiosa.
-Aquí hablamos de ti- me dijo tocando mi nariz en un gesto maternal- ya habrá tiempo para contarte algo de mi vida, lo que si quiero decirte es que me parece bien que luchen por lo que tienen, solo te pido que no lastimes a mi hijo Bella, Edward es un muchacho fuerte pero cuando algo lo lastima, realmente lo hace, se puede llegar a deprimir con facilidad y veo cuanto te ama- por eso quería tanto a Esme, me recordaba tanto a mi madre sabia que si la tuviese conmigo en este momento ella seria igual de comprensiva como lo estaba siendo Esme en este instante.
-Moriría antes de hacerle daño- le dije.
-No es necesario un acto de heroísmo para que puedan estar juntos Bella, solo tienen que ser sinceros ustedes mismos y con el resto de la gente- me alcanzo la bandeja para que probara bocado –Ahora come por favor.
-Esme fui sincera esta vez y hable con mi padre- le dije y ella abrió sus ojos como plato –No te preocupes, no le he dicho que estoy enamorada de Edward, solo le dije que no me casaría con Jacob por que no lo amo- Esme suspiro y se relajo.
-¿Y que te a dicho él?- me pregunto.
-Bueno eso es lo que me tiene algo extrañada, se lo tomo relativamente bien y me pregunto si había otro muchacho- por extraña razón omití la parte en que me pedía el nombre de él para arreglar una boda.
Esme coincidió conmigo en sentirse extraña por la reacción de mi padre, me dijo que quizás mi padre había entendido las cosas con el tiempo, aunque no entendía mucho a que se refería simplemente me explico que él querría lo mejor para mi y si eso consistía en estar con otro hombre, alguien que yo eligiera basado en sentimientos, quizás el lo respetaría.
Por la mañana los rayos del sol me dieron la bienvenida de un nuevo día, estaba extrañamente feliz por pensar en casarme con Edward, en poder pasear con él de la mano sin ser juzgada y mejor aún sin que a él lo hicieran sentir mal. Cuando baje a desayunar mi padre estaba extrañamente ahí, ya que de un tiempo a esta parte desayunaba sola ya que él estaba en sus negocios y trabajo.
-Saldré en unos minutos Bella, estaré de vuelta a la hora de la comida pero antes de eso quiero que te pases por el estudio quisiera que termináramos la conversación de ayer- me dijo en tono serio, lo que no me daba una buena intuición de la situación, yo me limite a asentir con la cabeza y por el rabillo del ojos sentí los ojos clavados de Esme en mi, con la misma preocupación que yo sentía.
Luego de salir del comedor me dirigí a mi habitación, pase parte de la mañana intentando leyendo un libro mientras llagaba mi padre, aunque debo decir que sin mentir habré leído más de cinco veces la misma frase, estaba desconcentrada pensando en que le diría a mi padre y sobre todo que pensaría él cuando fuera 100% sincera acerca de mis verdaderos sentimientos.
La puerta de mi habitación se abrió dándole paso a Esme quien no había cambiado su semblante de preocupación desde la hora del desayuno.
-Hija tu padre esta esperándote en el estudio, dijo que bajaras de inmediato- me comunico, salte de la cama de puro nervio y al pasar por su lado ella me abrazo dándome apoyo, baje las escaleras lentamente como intentando dilatar el momento. Toque suavemente dos veces a la puerta y espere –Pasa- me dijo mi padre, al entrar él estaba sentado en su sillón habitual tras su escritorio y con un simple gesto de mano me invito a sentarme delante de él, como uno más de sus empleados.
-Bien señorita usted y yo aún tenemos un tema pendiente y espero que esta vez seas lo suficientemente honesta, ya que esto es realmente importante Isabella- me dijo en tono solemne.
-¿Qué más quieres saber? Por ti solo intuiste que hay otra persona y en efecto así es, estoy realmente enamorada de otro hombre y esas son mis razones suficientes para no querer casarme con Jacob y con nadie que tú me impongas- le dije decidida, no seria una cobarde esta vez y lucharía por mi felicidad.
-Bien, me parece bien que hablemos con esta franqueza, como te había dicho no tengo problemas en aceptar que decidas tú con quien quieras casarte, también te dije que es de suma importancia conocer a ese chico ya que necesito saber en que consistirá su dote para conseguir tu mano- me dijo serio y algo preocupado.
-¿Dote? ¿A que te refieres con eso?- le dije asustada, sabia muy bien a que se refería, conocía esa canción desde que tengo uso de razón y precisamente ese dilema lo venia escuchando precisamente por que mi padre quería asegurarse de que nunca pasara necesidades.
-Sabes que nunca permitiría que te cases con alguien que no tenga lo suficiente que mereces hija, necesito saber que tan bien dotado esta, yo no viviré por siempre y tengo que tener la seguridad de que estarás bien- había una expresión diferente en sus ojos que no supe como interpretar.
-Papá sabes muy bien que para mi eso no es de relevancia, que no guiare mi elección de un hombre por cuanto tenga en el banco, yo simplemente me guiare por lo que me dice el corazón- le dije zanjando el tema, no quería entrar en mas detalles y eso incluía en no decir que precisamente de quien estaba enamorada y tenia serias intenciones de casarme era el hijo de su capataz y la ama de llaves de la casa.
-Eso me lleva a suponer que el chico que elegiste no dispone de una buena situación económica ¿me equivoco?- las aletas de su nariz comenzaron a batirse incesantemente lo que me indicaba peligro.
-¿Eso seria un problema? Si como dices velas por mi integridad y por que yo este bien, precisamente con él es con quien me siento así, no necesito miles de vestidos y viajes caros para ser feliz- le dije desviando un poco el tema principal.
-Aún no me contestas lo que te pregunté Isabella ¿al menos podría decirse que es de la clase media, con un buen trabajo?- definitivamente esto no estaba saliendo como yo quería.
-Papá por favor entiéndeme que no necesito nada de eso, él tiene un trabajo digno y se esfuerza a diario, me prometió que pronto compraría una casita para que viviéramos bien, no necesito más que eso- le dije recordando aquella casita que Edward me había llevado a conocer.
-¿quiere decir que te haz estado viendo con ese muchacho?-dijo realmente enojad, respiraba fuertemente para intentar calmarse -Creo que este tema queda hasta aquí Isabella, no quiero saber que te vuelves a ver con ese muchacho, las decisiones las tomare yo y yo decidiré quien es precisamente con quien tu te casaras jovencita, no dejare que desperdicies tu vida con un muerto de hambre.
-No es justo que decidas mi vida- le dije levantándome de la silla, estaba ya enojándome, jamás le había levantado la voz a mi padre, no se si realmente era por respeto, por miedo o por que peleara realmente por algo que quería –¡Esta vez las decisiones de mi vida serán mías, tu ya tuviste tu vida y decidiste por ella, seré yo quien pase penurias de ser el caso y déjame decirte que gustosa lo acepto con tal de estar con quien amo!- en cuestión de segundos sentí mi mejilla arder y vi la mano de mi padre alzada aún, yo me lleve la mía a mi mejilla y comprendí que el me había cacheteado, una pequeña lagrima se me escapo quedando anonadada por la reacción de mi padre, era la primera vez que me pegaba.
-Mira a lo que me haz llevado a hacer muchachita, es que no entiendes que estas siendo una egoísta- me dijo mientras se volvía a sentar en su sillón y se tomaba el rostro con sus dos manos, ocultando cierta tristeza, lo que me desconcertó por que mi padre siempre se reservaba las emociones para cuando estuviese solo.
-Tu eres el egoísta que no me deja vivir como yo quiero mi vida- le dije bajando el tono de voz sin quitar mi mano de la mejilla que aún me ardía
-¿Qué yo soy el egoísta? Es que no entiendes nada, no entiendes que todo esto lo hago por tu bien, por tu reputación por que seas una señorita de bien- estaba realmente nervioso, necesitaba presionarlo para que siguiera hablando, tenia una extraña idea de que algo realmente importante me ocultaba.
-Habla claro- le dije firme –se que me ocultas algo, si realmente quieres que yo lo sea y no piense que eres un egoísta dime que sucede, tengo edad suficiente para comprender las cosas- le dije como toda una mujer grande.
-No se como explicarte esto sin que me odies hija, sabes que eres lo más importante para mi así como lo fue tu madre, por ella hice todo y ahora eso me esta pasando la cuenta- me dijo nervioso sin mirarme a los ojos.
-Explícate- le dije también nerviosa, nunca hablábamos de mamá por que sentía cierta tensión por parte de él y no me gustaba provocarle aquello.
-Cuando tu madre estaba viva ella necesito cierta ayuda, ayuda que no fue fácil conseguir y mucho menos barato- me dijo mirándome ahora si a los ojos.
-¿Qué tipo de ayuda?- le pregunte, pero vi en sus ojos que esa precisamente no era la pregunta que debía hacer.
-Eso ya no es importante, esta en el pasado y se quedo enterrado junto con t madre, lo importante es que esa deuda aún no esta saldada Bella y a diario me la cobran y no puedo hacer nada, estoy atado de manos- me dijo ahora si nervioso, su labio inferior tiritaba como nunca lo había visto –Si no pago la deuda ellos serian incluso capaz de…de...de asesinarme- y sus ojos tenían un brillo distinto, era miedo. Yo trague en seco al saber la gravedad del asunto, pero aún quedaban cabos sueltos en todo esto, pero no sabia como sonsacárselos a mi padre, se veía que estaba reticente a dar más detalles.
-Papá eres el jefe de policía, no puedes dejar que alguien te extorsionen de esa manera- le replique -¿y esa deuda por que se te a sido tan difícil pagarla?- le pregunte cuando vi que negaba con la cabeza a la replica que le había hecho.
-No servirá de nada mi cargo para este asunto, yo me comprometí con algo y es eso lo que debo pagar- bufo y me miro con preocupación –Lo que debo pagar es mucho dinero hija, dinero que nosotros ya no…no tenemos- ¿Qué parte de la historia me perdí? No entendía a que se refería específicamente con lo último.
-¿A que te refieres con dinero que ya no tenemos?, sabes que puedes tomar la herencia que mi madre dejo para mi, eso no es problema, si es para ayudarte adelante tómalo, no lo quiero- los ojos de mi padre brillaban más intensamente pero era como si estuviese aguantándose las lagrimas.
-Hija hace un buen tiempo que perdimos ese dinero, incluso el tuyo- agacho la cabeza, se veía que estaba avergonzado –Lamento decirte que hice unas malas inversiones, no logro entenderlo del todo pero así fue y perdí.
-¿Me vas a decir que tomaste sin pedirme permiso el dinero que mi madre me dejo?- ya estaba molesta, mi madre había dejado una herencia a mi nombre que podía empezar a utilizar cuando cumpliera los dieciocho y hasta entonces mi padre seria el encargado, pero jamás pensé que fuera capaz de echarle mano.
-Hija perdóname, pensé que si hacia un buen manejo lo incrementaría y saldaría aquella deuda, después de todo es una deuda que me eche encima por tu madre – le puse mala cara –claro que no me arrepiento, lo haría de nuevo si fuese necesario pero eso no es relevante en estos momentos- me dijo algo enojado.
-Bien entonces ¿Cuál es el punto?- le dije irritada.
-¿Que no lo ves? No tenemos dinero y nos hemos mantenido este tiempo gracias a los Black donde se supone tu pasarías a formar parte de la familia, ellos nos proporcionarían el bienestar necesario hasta que yo pudiese saldar la deuda- me dijo como si fuera lo obvio.
-¿Qué me estas vendiendo?- le dije enojada.
-Claro que no hija, que más quisiera yo de verte feliz con quien tu escojas, de sabe que alguien te ama y te cuidara, me recuerdas mucho a tu madre y quiero lo mejor para ti, pero ¿acaso me quieres ver muerto?- golpe bajo, ese sin duda había sido un golpe bajo.
-¿y que quieres que haga, que me ponga a buscar soltero millonario que quiera casarse conmigo?- le pregunte exasperada, la situación no me gustaba pero sabia que nada podía hacer, no permitiría que mi padre muriera sobre todo si esa ayuda se la había prestado a mi madre, lo haría por ella, ¿pero y Edward? Dios sabe que lo amo como a nadie y como nunca lo haré, pero no puedo desamparar a mi padre, solo espero que me entienda.
-No te preocupes por eso, tengo el candidato perfecto que a esperado por ti, él a quedado encantado desde que te vio por primera vez y cuando se entero de tu rompimiento con el joven Black no a dejado de hablar acerca de que quiere conocerte- me dijo feliz al darse cuenta del giro de la decisión.
De esa manera me deje convencer acerca de mi compromiso con Alec Vulturi, cuando le pregunte a mi padre acerca de aquella familia que nunca había oído hablar, simplemente se limito a decir que eran unos viejos amigos. Esa tarde llore encerrada en mi habitación, no quise probar bocado y mucho menos enfrentarme con Esme, era como sentir la antesala de lo que sentiría cuando tuviese que romper nuevamente con Edward, sus ojos verdes me lo recordaban y me hacia querer arrepentirme, pero no podía, debía hacerlo por mi padre y por mi madre que recibió su ayuda. Al día siguiente mi padre me aviso que la familia del joven Alec estaba en la casa para conocerme y pedir mi mano oficialmente. Me arregle lo mejor que pude o mejor dicho lo mejor que el animo me dio, en lo que más me esforcé por ordenes de mi padre fue en ocultar las pequeñas ojeras que se habían producido por tanto llorar y por ende por no haber dormido
-Ahí estas hija, déjame presentarte a tu futura familia- me dijo en el momento en que aparecí por la sala, en ella había una señora de no mas de treinta y cinco de la mano con un señor que perfectamente estaría en los cincuenta, el muchacho quien supuse seria Alec era bastante guapo, de pelo rubio bien peinado, ojos azules, bastante alto, podría tener cerca de los veinticuatro.
-Buenas tardes- dije educadamente, el chico en el momento en que me vio se acerco de inmediato a verme y me tomo de la mano para besarla a manera de saludo.
-Eres mucho más bella incluso de lo que te recordaba Isabella, mucho gusto soy Alec Vulturi- me dijo con un brillo en sus ojos, me sentía como presa frente a su cazador.
-Hija ellos son Dídima y Marcus Vulturi- me dijo mi padre, me acerque a ellos para saludarlos, la señora me miro con ojos despectivos mientras que su marido sonreía ampliamente como quien gana un premio de lotería.
Creo que mencionar que Alec había llegado con un anillo con una enorme piedra incrustada para pedir mi mano estaba demás, sus padres dijeron que estaban felices de saber que había aceptado a su hijo, quien se había enamorado perdidamente de mi cuando me vio en una de las tantas reuniones sociales que mi padre me hacia asistir, luego los hombres pasaron al estudió de mi padre para hablar de negocios, claro que lo harían si esa era la parte importante para mi padre, me sentía sucia y estúpida, vendida y cobarde, pero ¿que más podría hacer? ¿Qué harían ustedes si la vida de tu única familia viva dependía de ti? Bueno para mí la mejor decisión había sido esta.
Yo por mi parte me quede en la sala hablando con Dídima a quien se le notaba la adoración por su hijo con cada palabra con la que lo describía, con cada mención de su vida…como si me importara.
-Tiene los mejores estudios en Europa, conoce perfectamente tres idiomas, bueno cuatro contando éste, siempre esta en eventos de caridad y es experto en la espada, tiro con flecha y armas de fuego- dijo orgullosa- ya que estuvo cuatro años en la escuela de oficiales de la armad.
-Increíble- dije desganada, ¿Qué podría ser peor que volver a verme “voluntariamente” obligada a casarme?, si definitivamente mi suegra hablando de todas las fantásticas calidades de su retoño.
-Había pensado que podríamos ir a Paris para comprar hermosos vestidos para tu cumpleaños, ese día tu padre presentara ante la sociedad tu compromiso con Alec- yo de recordar la próxima fecha de mi cumpleaños me tense –Es la semana de la moda así que seria perfecto en irnos mañana, no podemos perder tiempo además a tu padre le parece una perfecta idea- me dijo todo planeado, sin duda este seria mi peor castigo, odiaba las compras, odiaba que manejaran mi vida sin consultarme y sobre todo odiaba los hijitos de mamá, definitivamente tendría que pensar en algo.
Esa tarde luego de que la familia de mi novio se fuera y mi padre tuviese que ir a su trabajo, Alice me visito y supo que algo andaba mal, lamentablemente mi rostro era completamente demacrado con todo lo que había sucedido, sin considerar que no aceptaba las visitas de Esme.
-¿Qué sucede Bella? ¿Estás bien? Mamá me a contado lo que sucedió con tu padre y créeme que pensé que cuando te viera estarías radiante de felicidad ¿paso algo después?- me dijo preocupada, pensé en la posibilidad de contarle para que no se preocupara, pero hacerlo era correr el riesgo de que se lo dijera a Edward y él intentara persuadirme, era tarde para eso, tenia que ayudar a mi padre.
-Si Alice estoy bien, solo algo cansada y bueno extraño a tu hermano- le dije ya sin poder contenerme, no había podido hablar con nadie acerca de cómo me sentía realmente y tener a Alice en este momento era de ayuda, aunque no pudiese decirle la verdad completa. Ella estuvo conmigo unos minutos más simplemente abrazándome, conteniéndome en silencio hasta que supimos por Esme que mi padre había llegado, así que tuvo que irse sin decir más.
Ya teníamos todo preparado para el viaje, además de Dídima se nos habían unido sus dos hermanas y tres amigas de ellas…fantástico el sueño de mi vida, cuando iba de salida apareció Jacob con su rostro lleno de preocupación, a Dídima no le pareció muy bien que me visitara un hombre que no fuera mi prometido pero le asegure que Jake era un muy amigo pero para que se relajara la visita seria muy corta.
-¿Bella que sucede?- me dijo apenas entramos a la sala para tener privacidad.
-Nada voy de viaje a Paris, mi padre quería que consiguiera un vestido para mi cumpleaños- le dije en parte verdad.
-Pero mírate Bella, te conozco y se que haz estado llorando ¿A sucedido algo con Edward? Si es así sabes que no tengo problemas en partirle la cara por estúpido- e hizo sonar los huesos de sus manos.
-No Jake Edward es lo mejor que me a pasado, él no me a hecho nada soy yo la llorona, ya sabes que soy sensible cuando me siento sola nada más- se que él no me creyó pero no le quedaba de otra, Dídima me hizo saber que estábamos con el tiempo justo para llegar al aeropuerto y cuando mi padre apareció por la casa para despedirse de mi y vio a Jake no le pareció correcto que estuviese ahí, según él ya había perdido su opción conmigo y era tiempo que le dejara espacio a los demás, yo no quise que ahondara mucho a lo que se refería así que lo hice salir por que ya tenia que partir.
Decir que los días en Paris se me hicieron meses es quedarse corta, había sido el peor viaje de mi vida, todas esas señoras hablando del último comentario que había recibido de tal familia o el escándalo de la semana que una de las hijas del director del hospital se case de un día para otro, especulando quizás que la chica estaba embarazada –Claro, como si la gente no fuese a pensar lo mismo de mi cuando aparezca de novia de un día para otro con su hijo- pensé para mi.
-En cambio mi hijo a tomado una excelente decisión, Isabella pertenece a una de las mejores familias de la ciudad, será Condesa en pocos días y bueno sin dejar de mencionar que es absolutamente Bella- escuche decir a Dídima y fue cuando deje de poner atención, solo pensaba en que podía hacer, en que le diría a Edward, una vez ya le había causado un dolor cuando fui una cobarde y no le conté la verdad, él estaba dispuesto a hacer todo por mi, sabia que si mi padre me obligaba nuevamente a casarme él se interpondría, pero también sabia que el dolor que le causaría seria mayor cuando le dijera que este matrimonio era mi opción o bueno la opción que yo decidí tomar por mi única familia, pero tampoco podía decirle la verdad, seria arriesgar los planes y la vida de mi padre, pero tampoco podría tolerar volver a causarle un daño así, cuando lo vi por primera vez después de todos esos meses separados pude constatar el daño causado, las consecuencias para ambos por la lejanía, lo amo y eso jamás cambiara pero ¿Cómo ayudar a mi padre sin lastimar a Edward? –Madre ayúdame- dije bajito mirando al cielo, sabia que ella jamás me abandonaría y en estos momentos la necesitaba más que nunca y al seguir mirando al cielo una loca idea cruzo por mi cabeza… ¿tendría el coraje de hacer algo así?, no alcance a contestarme aquella pregunta pues Dídima me aviso que estábamos de regreso en la ciudad, tras una larga semana en Paris y en su famosa semana de la moda. Papá se había comunicado conmigo y me informo que estaría unas horas después que yo llegara y que la casa de seguro estaría vacía ya que por la mañana había ido gente del servicio para adecuarla para la fiesta de mañana –Deja la maleta ahí no mas- le dije al chofer, cundo estuve ya dentro de la casa sentí la paz llegar a mi al estar completamente en silencio.
-Amor- escuche aquella voz de ángel que me trajo de vuelta a la realidad.
-¿Edward? Pregunte extrañada por no entender que hacia aquí, atemorizada de tener que enfrentarme a él, triste por saber lo que vendría pero con el corazón al mil por verlo al fin.
Nos habíamos besado, le confesé que lo amaba, se que había sido una crueldad seguir adelante con aquel martirio pero lo necesitaba tanto, me parecía arriesgado estar así siendo que en cualquier momento mi padre podría aparecer pero sus brazos y sus besos era la mejor medicina para mis inquietudes, pero cuando me contó que mi padre lo había contratado para hacer de músico apostaría que quede son colores en el rostro, había decidido tomar otras medidas para que Edward nunca se enterara del compromiso, había ya tomado mi decisión para evitarle el dolor de verme con otro hombre pero no tenia contemplad aquello, él que supiera de primera fuente de ese absurdo matrimonio ¿Qué tipo de monstruo soy?, intente convencerlo de que se fuera pero no pude y cuando llego mi padre ya era tarde no podríamos seguir hablando, pero Edward tenia otra idea -Te espero en mi cuarto cuando tu padre ya este dormido, recuerda que con solo una píldora estará completamente dormido- me dijo recordando aquella vez que me escape utilizando ese método, pero no podía, no podía seguir haciéndole esto y decidí no ir, si le iba a partir nuevamente el corazón no podía darle estas falsas esperanzas antes de aparecer con tal noticia.
Y ahora aquí estoy, cometiendo nuevamente otro error, dejar a Edward nuevamente sufriendo por mis erróneas decisiones, el haberle dado falsas ilusiones al haber venido por él, pero cuando lo vi ahí con su rostro lleno de dolor, sin poder ocultarlo ni siquiera delante de mi padre y los invitados para mi fue de morir, y en efecto eso es lo que merezco por ser un asco de persona. Cuando subí a mi habitación y vi los regalos que había dejado para mi aumento el dolor en mi corazón y me reafirmo que nunca fui una mujer digna de él, que jamás fui merecedora de su amor incondicional, aquellos detalles como el libro, la canción tan hermosa que había creado para mi para hacerme olvidar aquella que no pudo evitar no tocar cuando supo la verdad, aquella canción que sin duda jamás me dejaría, aquella canción que me recordaba la perdida de mi madre, mi solitaria vida y ahora el sufrimiento de Edward, es que la vida no quería que fuese feliz nunca, pero peor aún fue ver aquellos documentos que constataban la compra de aquella casita que con tanto esfuerzo se que pudo comprar, aquella casita que nos daría las esperanzas de un futuro juntos. Harta de todo aquello subí a mi habitación, me saque aquel anillo de compromiso que me pesaba en el dedo, que me quemaba como si fuese de acido y deje solo en mi dedo aquel anillo oculto debajo, aquel anillo que puso aquel único hombre que he amado, aquel anillo que si bien no representa las riquezas que los hombres pelean, representa nuestro amor y nuestra unión eterna, y así será, yo se que así será, “si no es en ésta vida será en la otra” como le dije aquella vez y tome un puñado de aquellas píldoras que me había dado para hacer dormir a mi padre, solo que esta vez no tendría los mismos efectos.
-Bella amor ¿estas bien? ¿Qué haz hecho?- fue lo último que escuche antes de irme a negro y dejar grabada en mi mente aquellos ojos verdes, que aunque estaban tristes, preocupados y rojos por el llanto, me miraban llenos de amor.
“Renée”
Edward se encontraba sumamente abatido mientras veía como la impulsora de su vida, la razón de su ser se desvanecía en sus brazos, abatido al ver como la luz de sus ojos se desvanecía junto con todos los sueños, ilusiones y esperanzas pero mayor aún era las razones que la llevaron ante tal decisión -¿Por qué?- Era lo que se repetía una y otra vez, pero sabia que por el momento aquella respuesta no podía ser contestada y aún más, solo estaba perdiendo tiempo valioso para salvar a su ángel, Edward miro al cielo al comprender su raciocinio –Si ella es un ángel, pero ella es una ángel terrenal, así que aún no merece que te la lleves- dijo al cielo implorando por una oportunidad, rogando por si vida y cambiando incluso la de él por la de ella si fuera necesario –por favor- imploro con lagrimas en los ojos. Edward bajo corriendo las escaleras de dos en dos y al llegar a la habitación donde se celebraba lo que para él representaba su funeral personal, corrió en busca de Charles quien lo miraba extrañado de verlo tan descompuesto, tan lúgubre pero sobre todo el pánico.
-Señor venga conmigo por favor ¡pero ya!- le dijo Edward en un fatal intento de sonar calmado, Charles corrió detrás de él y juntos llegaron hasta la habitación de Bella. Charles al llegar a la habitación de ella y verla ahí yacida sumamente pálida y claramente con la vida pendiendo en un hilo.
-¿Qué a sucedido aquí?- pregunto pálido y aterrado al recordar una escena similar ocurrida hace tantos años atrás.
-Señor con todo respeto pero creo que eso es tema para después, ahora hay que llevar Bella al hospital- le dijo Edward quien estaba al lado de ella tomándole el pulso para comprobar que aún seguía con él –¡Ahora!- grito enérgico y ante tal énfasis Charles reacciono corriendo a la planta baja para pedir a su cochero que tuviese el auto listo en un minuto, así todo dispuesto Edward tomo en brazos a Bella y bajo lo más rápido posible con ella para llevarla al auto que a los pocos minutos, debido a la gran velocidad que le permitía el vehiculo, llegaron al hospital.
Edward con sumo cuidado cargo de ella hasta la camilla que esperaba por ella en la entrada principal de emergencias, fue cuando llegaron los doctores y todos corrieron adentrándose al hospital, todos claro esta excepto Edward, quien solo presenciaba como se llevaban a su razón de existir.
Pero -¿Qué podía hacer?- se preguntaba, en su debate interno –Charles mira resulta que tu hija es el amor de mi vida y necesito saber como esta- dijo en voz alta a nadie en particular – ¿Suegro me dejaría verla?- volvió a preguntar, pero cada pregunta que se formulaba tanto interna como externamente cada una sonaba más aberrante que la anterior.
-Te prometo que lo único que quiero es llegar a mi casa y descansar- escucho que un medico que le decía al compañero de al lado –Sacarme esta bata que me recuerda lo pesado del día- le decía y fue cuando Edward pensó en la posibilidad
-¿Crees que funcione?- pregunto bajito mirando al cielo –Por una vez en la vida échame una mano por favor- imploro y se encamino detrás de aquellos doctores que llegaron pronto a los estacionamientos, cada uno a su respectivo auto, el que escucho hablar se saco su bata y su estetoscopio y los dejo en el asiento del copiloto y se encamino al auto de su amigo unos metros más allá para despedirse, Edward aprovecho esos segundos para abrir la puerta suavemente y sacar los objetos –solo lo tomare prestado, prometo devolvérselo a…- leyó el membrete de la placa que estaba enganchada en el bolsillo superior de la bata –Al Dr. Jenks del área de obstetricia- y salio pitando del lugar, cuando ya estaba lo suficientemente lejos se coloco la bata y el estetoscopio sobre sus hombros, se peino un poco y entro al hospital. Era todo tan extraño para él, partiendo primero por que el guardia del hospital lo saludo casi con una venia, luego están los pacientes que se veían de un estrato social elevado lo miraban como quien mira un Dios o a la realeza, pero no perdió más tiempo en ello y fue directo hasta la recepción, leyó el nombre de la recepcionista para no parecer perdido “Jessica Stanley” rezaba su membrete.
-Buenas tardes Jessica- le dijo con voz seductora y confiada, la pobre muchacha quedo hipnotizada con la belleza y encanto de Edward que ni se percato del hecho de que nunca lo había visto por esos lados.
-Buenas tardes Dr. ¿en que puedo servirle?- le pregunto seductoramente y Edward sonrío al percatarse que había funcionado lo que pensó que seria una mera estupidez.
-Me podría decir acerca la paciente Isabella Swan, acaba de ser internada de urgencia- le pregunto despreocupadamente, la recepcionista levanto el auricular del teléfono y tecleo un par de anexos para preguntar por aquella paciente, pero jamás dejo de ver los hermosos verdes de aquel Dr. Que no dejaba de sonreírle picadamente, tras unos breves minutos en que la chica hablaba con uno que otro doctor acerca de Bella, finalmente colgó para mirarlo fijamente.
-Sabe, en un rato más salgo ¿quizás podríamos…?- iba a invitarlo a salir, pero Edward ya estaba comenzándose a impacientar por no saber nada acerca de su amada.
-Jessica en otro momento, ¿podrías decirme acerca de la paciente?- le pregunto algo exasperado.
-La chica llego con una sobredosis de alguna especie de calmantes musculares, acaba de ser desintoxicada por lo que se encuentra en recuperación- le informo.
-¿Qué habitación es esa?- pregunto Edward un poco más ansioso.
-Dr. Solo pueden entrar los doctores a cargo del caso, no creo que pueda…- nuevamente Edward no dejo terminarla.
-Verás ella es la pareja de mi hermano menor, me pidió que la viera para saber como esta ¿por favor podrías ayudarme?- le pregunto él, mientras acompañaba a su seductora voz con su mirada y sonrisa hechizante.
-Podrían despedirme por ello- le dijo tímidamente, Edward no dejaba de mirarla y batir sus pestañas a manera de seducción y aunque el creía que eso era absurdo e irrisorio, funciono –Esta bien, mire esta en el tercer piso, al llegar estará cuidando el lugar un señor llamado Henry, desde aquí le avisare que lo puede dejar pasar, solo serán unos minutos por favor- le dijo con una enorme sonrisa, Edward se inclino por encima del mostrador y le beso la mejilla a manera de agradecimiento, la chica con este simple gesto quedo en las nubes por varios minutos, esos mismos minutos en los que Edward corría escaleras arriba, lo suficientemente ansioso como para no esperar el elevador. El guardia simplemente al verlo supo que era él el doctor que debía dejar pasar por petición de su amiga, le informo que era la puerta al final del pasillo. Edward asintió en agradecimiento y paso por su lado muy calmado hasta que se perdió tras las puertas y en ese instante corrió hasta la última habitación, abrió la puerta lentamente temiendo con lo que podría encontrarse. Ahí ante sus ojos más pálida de lo normal, con sombras bajo sus ojos y conectada a varias maquinas, algunas que llegaban a sus venas con agujas y una larga manguera sobre su rostro que le entregaba oxigeno, respiró pesadamente.
-Amor ¿Cómo es que estas en esta situación?- le pregunto dulcemente tomando su mano libre y se la llevo a los labios para besarla -¿Qué puede ser tan grave para que quieras acabar con tu vida? Yo prometo no interferir más en ella- se acerco para besar su frente y en esa misma posición le dijo –prometo dejarte en paz, yo seré feliz mientras tu lo seas y si tu felicidad esta junto a tu novio que así sea- se separo unos centímetros para acariciar su rostro cuando vio que de su mejilla una solitaria y pequeña lagrima brillaba mientras se deslizaba mejilla abajo. Edward se aparto asustado -¿Amor me escuchas?- le pregunto entre feliz de pensar que ella podía oírlo pero a la vez se sentía mal de saber que ella lloraba, desecho ambas ideas y pensó en la posibilidad de que simplemente fuera una reacción de su inerte cuerpo –Despierta amor, te extraño, extraño la luz de tus ojos, el brillo de tu sonrisa, tu risa melodiosa, por favor quédate conmigo o al menos aquí…- Edward sostenía la mano de Bella y reposaba su frente sobre su pecho cuando escucho voces proveniente desde el exterior, se tensó al percibir que los pasos se dirigían precisamente a esa habitación –Te amo- le dijo antes de besar sus labios y esconderse en el pequeño closet que estaba detrás de la puerta de entrada.
-Señor le dije que no podía…- escuchó decir al guardia del pasillo, comprobando que aquel doctor aún estuviese ahí, pero al percatarse que la habitación estaba vacía simplemente se callo –Los dejo señores, el doctor encargado debe estar por llegar- y acto seguido se escuchó la puerta cerrarse.
-Charles ¿como es que ella esta en esta situación? No logro comprender- Edward escucho aquella inconfundible voz, de aquel hombre que sin conocer se había convertido en su peor rival, aquel que tenia la osadía de llamar a su Bella “mi prometida” pero lamentablemente y en contra de todas sus fuerzas así era, así precisamente era por decisión de su mismo ángel.
-Alec se lo mismo que tú, Edward la encontró en su habitación y al parecer él sabe lo mismo que nosotros- le contesto.
-¿Y que diablos hacia ese tal Edward en la habitación de Isabella?- le pregunto con una nota marcada de reproche, pero aquella pregunta quedo en el aire cuando solo se escucho un leve susurro proveniente de los labios de Bella, su padre y Alec se acercaron rápidamente a ella, mientras a Edward el corazón le saltaba de alegría de saber que su amada estaba reaccionando.
-Amor aquí estoy- le dijo su padre.
-Aquí estamos- remarco Alec molesto.
-Si, si- dijo su padre suficientemente bajo para que quedara solo para él -Isabella, cariño ¿me oyes?- le pregunto su padre.
-N…no…me…dej…Edw…-dijo débilmente Bella, ninguno de los dos hombres que estaban junto a ella comprendieron que era lo que quería decir, por el contrario el joven escondido tras aquellas puertas que se convirtieron en su mejor aliado entendió perfectamente el “No me dejes Edward” e inevitablemente la alegría le baño el cuerpo entregándole nuevas fuerzas, nuevas esperanzas y ganas de luchar.
-Estaré siempre a tu lado amor, cada vez que lo necesites- susurro bajito.
Al rato llego el medico de cabecera de la familia Swan, quien se encontraba a cargo del caso de Bella.
-Charles amigo mío ¿Cómo es posible que tu hija haya llegado con tal grado de sobredosis en su cuerpo?- le pregunto el doctor –Realmente llegaron a tiempo, si hubiesen llegado minutos después otra historia seria- le contó.
-Ni yo me lo explico, pero en estos momentos me preocupa su salud ¿Cómo esta? Y dime la verdad por muy dura que sea- le pregunto Charles.
-No sabría decirte amigo, ella esta bien físicamente, por mi le daría el alta mañana mismo para que descanse en su casa, es solo que es como si ella no quisiese despertar, su cuerpo esta débil desganado y sin fuerzas.
-¿Ella estará bien para fin de mes?- pregunto exaltado Alec, Edward estaba tan concentrado en las palabras del doctor acerca de la salud de Bella que había olvidado por completo a aquel fastidioso chico.
-Esperemos, desde ahora será solo decisión de ella- le respondió el doctor -¿Algo importante?- le pregunto curioso y Edward podía imaginar la sonrisa picara en su rostro.
-Claro, a fin de mes Isabella y yo contraeremos nupcias- le dijo orgulloso Alec, a Edward el corazón se le encogió y sintió el crujido de su ya maltratado músculo.
-OH pues felicitaciones muchacho, Isabella es una excelente jovencita, realmente te haz ganado el premio mayor- le dijo el doctor.
Finalmente Charles y Alec salieron de la habitación, Edward espero unos minutos y salio de su escondite, se acerco a ella beso su mano y suavemente sus labios –Juntos eternamente- le susurro en su boca y el holter conectado al corazón de Bella emitió un breve pitido. Edward sonrío y salio en contra su voluntad de la habitación, era peligroso seguir ahí, no debía seguir tentando a la suerte, se daba por pagado los breves momentos que estuvo con ella, saber que ella lo recordaba y saber que se recuperaría era suficiente por el momento.
Edward salio rápidamente por el pasillo, el guardia lo me miro con confusión pero él no espero a que la hiciera evidente en voz alta y se limitó a salir de ahí, tomó el elevador para llegar a la primera planta, cruzo el pasillo y cuando iba a doblar por el último para llegar a la puerta de salida escuchó una voz insistente llamar, no le prestó atención pues no conocía a quien llamaban, se sobresalte cuando sintió que alguien aprisionada su brazo.
-Dr. Jenks llevaba rato llamándolo- le dijo la recepcionista que lo había ayudado a colarse a la habitación de Bella.
-¿Ah?- Edward la miraba con cara de no entender.
-Dr. Se que es su hora de salida, de hecho sus colegas pensaron que se había ido pero cuando les comunique que aún andaba por el hospital me pidieron que los fuera a ver a la sala de maternidad, al parecer lo necesita urgente- le soltó Jessica, Edward la miro con horror al imaginarse él entrando a una sala de parto o algo por el estilo, simplemente se limito a asentir y dejarse guiar por Jessica hasta elevador.
Cuando el elevador se detuvo cuatro pisos más arriba pudo salir de su ensimismamiento y salio del elevador antes de tener que llegar a alguna habitación donde se supone debería de llegar el verdadero Dr. Jenks, fue hasta uno de los baños para pacientes más cercanos y se saco la bata y el estetoscopio, lo dejo sobre la taza del inodoro y salio de ahí, con mucha destreza pudo llegar al primer piso sin ser descubierto por algún guardia, doctor, enfermera o alguien que reconociera que no era parte del personal, sin contar que no parecía alguna especie de paciente o familiar de ellos ya que todos en el lugar tenían esa apariencia arrogante, por suerte y agradeciendo la ayuda divina, Jessica estaba ocupada con una señora que se veía bastante alterada, lo que la mantenía con la atención puesta cien por ciento en ella, Edward aprovecho esos recovecos para poder salir sin ser identificado como un usurpador.
BPOV
Empezamos a morir desde el mismo momento en que nacemos, y sin embargo, nos empeñamos en imaginarnos eternos, en creernos inmortales, en cubrir incesantemente nuestros ojos ante el intenso brillo de la guadaña.
Una imagen vino a mi mente, la última imagen registrada…Edward y sentí mis ojos humedecerse con el recuerdo.
-No me dejes Edward- pedí al aire, como si con manifestarlo en voz alta, esto pudiese ser real.
Que ironías de la vida, la gente lucha por vivir, encontrar un sentido valioso para hacerlo día a día… y aquí me encuentro yo, intentando acabar con el regalo que se me dio al nacer, escapando de algún modo al dolor que se me ve nuevamente forzado a sufrir, evitando ver en aquellos ojos que tanto adoro el sufrimiento que le ocasiono «Él sufrirá más si te marchas, si te dejas vencer» escuche una voz.
-¿Quién esta ahí?- pregunte asustada.
«Ve con él Bella, lucha por tu propia felicidad» y fue cuando vi a mi madre, tan esplendida como la recordaba de antaño.
-¿Madre?- me acerque para abrazarla, pero ella retrocedió el doble de los míos.
«Aún no es tu turno, nunca haz sido una cobarde pequeña» me dijo con una sonrisa maternal, aquella sonrisa que tantas noches extrañe desde su partida.
-No se que hacer madre, te e extrañado tanto, ¿puedo irme contigo?- le pregunte esperanzada.
«Bella cariño, no te preocupes por mi, yo estoy bien, estoy cuidándote cada día, velando por tu felicidad y esa felicidad esta esperándote en casa» la imagen de mi madre cada vez se hacia menos nítida.
-No me dejes madre- le pedí con lagrimas en los ojos, ella me miraba con tristeza pero a la vez sus ojos brillaban con orgullo.
-Juntos Eternamente- escuche decir a una voz tan familiar y calida que me erizo la piel, mire a mi madre que me sonreía feliz, verdaderamente feliz.
«Ve hija, tu momento llegara pero ese no es ahora, ve y lucha en contra la adversidad, no repitas la historia» y así con sus palabras incrustadas en mi cabeza, en mi corazón y mi alma, mientras su imagen cada vez se desvanecía aún más –Te amo madre- le dije.
«Te amo hija, perdóname por no haber sido fuerte como tú» fue cuando comencé a sentir el peso de mi cuerpo, mi cuerpo adolorido y pesado, ¿por qué mi madre se disculpaba? Escuche unas voces claramente, eran muy diferentes a la que había escuchado momentos antes y eso me entristeció, el cuerpo lo tenia agarrotado por lo que no intente moverme para no sentir más dolor.
-¿Esto es lo que estas esperando? Charles- ¿Esme? ¿Desde cuando Esme le hablaba con tanta confianza a mi padre?
-No se de que hablas Esme- le dijo cortante, estaba ¿nervioso?
-Sabes de que hablo, Isabella es tan importante para mí como mis hijos y me duele verla así y tú sabes por que precisamente, ¿que acaso quieres que la historia se repita nuevamente?- Esme estaba molesta, nunca la había escuchado hablar así, su tono era duro y de cierta manera atemorizante, pero lo que más me llamo la atención era ¿de que hablaban? ¿Qué historia se repetiría?
-¡Cállate Esme!- le gruño mi padre –Esta prohibido hablar de eso en esta casa, el día que te contrate juraste no decírselo a nadie- le espeto mi padre.
-Se lo que prometo Charles y pienso cumplirlo, pero no por ti ni por mi palabra, sino por Bella, ella no es culpable de los errores de los padres, además se que si intentara hablar con ella tu me apartarías de su vida y eso no podría soportarlo- y su voz estaba sumamente triste –Aunque podríamos decir que en este caso si no haces algo, la historia será la misma, estuvo a punto de ser la misma- le dijo asustada
-¿Qué quieres que haga?- le pregunto mi padre molesto –Fue decisión de Isabella casarse con Alec Vulturi- conocía a mi padre y ese tono de voz lo usaba cuando quería sonar inocente –Yo no la obligue a nada- le dijo.
-No se que haya sucedido pero conozco a Bella y tuvieron que ser razones de peso para que haya decidido tomar esa absurda decisión- le critico Esme.
-¿Por qué hablas con tanta convicción de los hechos, Esme? ¿Es que acaso sabes algo más que yo no?- le pregunto mi padre, la tensión aumentaba cada vez más y sentía esa necesidad de despertar para proteger a Esme de la furia que se avecinaba de mi padre, pero necesitaba saber más –Se que Isabella no quiso casarse con Jacob Black por que al parecer gusta de otro hombre, no alcance a saber quien era ¿quizás tu lo sabes?- ¡hay Dios! Que no le diga nada Esme, por favor.
-Si fuera así ¿que? ¿Piensas mandar a matarlo como a Phil?- ¡¿QUÉ?! ¿Mi padre mando a matar a un hombre? Imposible, Esme tiene que estar hablando de enojada que esta.
-Él se lo merecía- no puede ser, mi padre no lo esta negando –Eso le paso por meterse con una mujer casada, con mi mujer- ¿mamá tenia un amante? No esto no puede ser, quería llorar, quería correr, quería irme de ahí, quería volver a ese lugar de paz donde no había dolor.
-¿Y cuales fueron las consecuencias de ello?- le pregunto Esme.
-Renée debió de pensar en Isabella, fue una egoísta en pensar solo en ella y en ese muerto de hambre- le escupió prácticamente las palabras.
-¡Ella lo amaba Charles!, eso es lo que te cegó a cometer tales errores, ella amaba a Phil y tu jamás pudiste superarlo, sabias que ella no era feliz aquí y que solo vivía por su hija pero cuando le arrebataste su verdadero amor, ella no pudo resistirlo- la voz de Esme se quebró, pero yo estaba confundida ¿Cómo que no resistió? ¿Por ese motivo se acrecentó la enfermedad?
-Renée era muy débil de mente, si se suicido fue por sus propios remordimientos yo no tuve nada que ver- suficiente ¿mi madre se suicido por amor? no imposible, ella jamás me hubiese hecho algo así, no me hubiese dejado por ese motivo «no repitas la historia» «Te Amo hija, perdóname por no haber sido fuerte como tú » fue cuando recordé las palabras de mi madre.
-¿Cómo puedes decir algo así Charles, tu la orillaste a eso, ella no era feliz, tu sabes lo amiga que fuimos y sabia cada detalle de su vida, ella amaba a Bella pero no era feliz, era desdichada- Esme sonaba afectada realmente, sabia que tenia una buena relación con mi madre, pero ¿catalogarla como amigas?
-Tu eres igual que ella, meterte con un muerto de hambre- ¿Por qué insultas a Carlisle? Me sentía contrariada, sentía rabia, pena, alegría por saber que mi madre al fin era feliz, pena por que me dejo, eran muchas emociones y necesitaba sacarlas a flote, tenia que volver a la realidad.
-Y pague el precio por ello, pero jamás me e arrepentido aunque me haya costado alejarme de mi padre- OK ahora si que estaba perdida. Comencé a removerme para volver a la realidad, la realidad que enfrentare como mi madre debió de hacerlo, la realidad que yo enfrentare con su ayuda -¡NO REPETITE LA HISTORIA MADRE!- me grite internamente.
-¿Bella cariño?- escuche la voz de Esme, mientras sentía que me tomaba de la mano, abrí los ojos lentamente ya que la luz que se filtraba de entre las cortinas me impedía abrirlos con naturalidad.
-Hija ¿estas bien?- pregunto mi padre, quien se encontraba sosteniendo mi mano del otro lado opuesto a Esme, cuando lo vi a los ojos un sentimiento de odio broto desde el centro de mi pecho como jamás creí poder hacerlo, el aborrecimiento fue instantáneo y con brusquedad solté su mano, él me miro contrariado y segundos después miro a Esme con miedo en los ojos, por aquella mirada sabia que estaba pensando en la posibilidad de que haya escuchado toda la conversación.
-Iré por el Dr. Para que te revise hija- me comunico incorporándose, me iba a besar la frente pero esquive mi rostro mirando fijamente a Esme, quien no dejaba de mirarme con ternura, cuando me padre salio de la habitación aclare mi garganta para poder hablar con Esme.
-¿Qué sucede pequeña? Jamás te había visto esa mirada- me pregunto Esme, tenia que controlarme, no quería hacerla sentir mal, más que mal ella había hecho todo eso por mi, había soportado la vida aquí para permanecer a mi lado y eso se lo agradecería eternamente.
-Entiendo tus razones por que no me lo dijiste, pero esa promesa ahora es invalida pues al final lo supe por los labios de mi padre, ahora solo quiero saber la verdad completa- le dije calmadamente, pero sabia que las lagrimas finalmente cederían en un llanto desgarrador, la verdad al fin ante mis ojos y las emociones estaban a flor de piel.
-Lo imagine- dijo agachando su cabeza –Primero que todo debes entender que tu eras la luz de sus ojos, ella realmente te ama Bella eso jamás lo dudes- tomo nuevamente mi mano y tras darme un fuerte apretón en señal de apoyo.
-Yo conocía a tu madre desde la infancia, siempre fuimos muy amigas e íbamos juntas a todos lados, nuestros padres eran los mejore amigos- ¿mi abuelo dejaba que mi madre se relacionara con gente humilde? Tenia que preguntar.
-¿pero como? ¿Ella…tu?- Esme entendió mis dudas.
-Bella, yo así como tu también pude tener un titulo jerárquico, mi padre era Conde lo que me concedía a mi el rango de Condesa, pero lo deje cuando me enamore de Carlisle, deje todas aquellas comodidades por él- ¡asombro! Eso fue lo único que sentía, en sus ojos había pena al recordar aquello –Mi padre no soporto mi decisión pero al menos la acepto y me dejo vivir con ella, solo que él se olvido de mi, como si jamás e hubiese tenido- y una pequeña lagrima broto de sus ojos.
-¿Pero y Carlisle?- pregunte sin entender, iba a sentarme en la cama cuando un fuerte dolor en la cabeza me hizo tambalear.
-Quédate recostada cariño, sino no hay más historia- me dijo dulcemente, pero sus ojos seguían con esa pena –Carlisle no quería que dejara mi vida por él, pero no podía hacer nada, esa era mi decisión y tenia que respetarla- suspiro –Creo que hasta el día de hoy se siente culpable, como si por él yo me hubiese tenido que ver obligada a escoger, pero te aseguro que eso jamás sucedió, en el momento en que lo vi supe que él seria el padre de mis hijos- y esa sonrisa que tanto me gustaba en ella iluminó su rostro. El recuerdo de sus hijos fue lo que me hizo volver a la historia.
-¿Qué es de tu padre?- pregunte sin pensar, pero me arrepentí cuando vi como se estremecía –Disculpa no quise…
-No cariño o te preocupes. No lo e visto desde que me fui de la casa, creí haberlo visto el día que me case con Carlisle pero dudo que el haya querido verme en esa situación con él, hubo un rumor que se fue a Europa y que las guerrillas que tanto le apasionaban acabaron con su vida- y una pequeña lagrima salio de sus ojos, decidí cambiar de tema.
-¿Qué paso con mi madre?- pregunte finalmente, inspirando hondo para retener las lágrimas.
-Cuando naciste ella estaba sumamente feliz, eras la luz de sus ojos. Pero tu padre cambio, algo lo hizo estar diferente, tu madre creía que con la gente que comenzó a relacionarse estaban influyendo en él, nunca supo de quienes se trataba pero sabia que se debía a ello, luego tu padre consiguió el cargo de jefe de policía y como la espuma su reputación subió, lo que a tu madre le asustaba ya que veía en él algo diferente al tener tal poder.
-Pero Esme, mi madre también era Condesa ¿mi padre se beneficiaba de ello?- esa duda salto a mi cabeza de la nada.
-Claro que si, y mucho, ya que el poder recae más en el hombre que la mujer, tu madre intento renunciar a ese poder, pero tu padre se lo impidió ya que con ello renunciaba a la herencia de tus abuelos- con mi madre éramos tan parecidas en ciertos aspectos.
-¿Quién es Phil?- pregunte aquello que más temía
-Tu padre decidió enviar a tu madre a la casa del campo, y fue en ese lugar donde conoció a Phil, fue cuando nuevamente pudimos reunirnos después de tantos años que estuvimos separadas. Ella quedo hipnotizada de Phil, fue algo mutua y bueno ambos empezaron a tener una relación, tu madre se sentía muy a gusto con él porque él le entregaba todo aquello que tu padre una vez le dio, aquello que inexplicablemente dejo de entregarle. El resto ya lo sabes y no veo necesario tener que repetirlo, detalles desconozco- y se lo agradecí, era verdad ya sabia suficiente, suficiente tenia con que mi padre no lo haya negado.
-¿Dónde esta Edward?- pronunciar su nombre fue una descarga extraña en mi cuerpo.
-Esperándote- dijo con una enorme sonrisa –Él jamás a dejado de amarte pequeña, no te preocupes, no se cuales fueron tus razones para dejarlo, pero él estará bien, solo dale…- no la deje terminar.
-No Esme, no me alejare de él, ahora más que nunca luchare, aunque tenga que arrodillarme para que me perdona- le dije con un sonrisa –Lo haré por él, por mi madre y sobre todo por mi, por que lo amo más que a mi vida.
Y le conté lo sucedido que gatillo a que aceptara aquel compromiso, mientras en mi mente me repetia una y otra vez que estariamos juntos nuevamente, aunque me costara la vida, lucharia como lo hizo Esme.
Finalmente pude conseguir las fuerzas necesarias para poder salir de la habitación de Edward, había rogado al cielo el poder haberlo persuadido para que se fuera y no estuviese presente para la maldita presentación oficial de mi “boda” con Alec Vulturi, lo se, se que prometí quedarme con Edward, luchar por nuestro amor, no ser más una cobarde pero a mi defensa debo decir que la situación de mi padre había sido el mejor gatillo para aceptar tal sacrificio, aunque sepa que por ello seré la persona más desdichada del mundo, antes de que me juzguen déjenme contarles que fue lo que sucedió hace una semana atrás.
-No puedo hacer nada si Jacob no te ama Bella, respeto que seas lo suficientemente hombre Jacob para venir a darme la cara, pero quisiera que me dejaras ahora a solas con mi hija, anda con tu padre y explícale la situación para que cancele los preparativos para la boda- había dicho mi padre cuando le dije acerca de la cancelación de la boda. Jake al principio no quería irse, podía ver en sus ojos que tenia miedo de dejarme sola, es como si tuviese el mismo mal presentimiento que yo tenia.
-¿Me explicaras las razones que tienes para haber tomado esa decisión? y por favor no me mientas Bella, esto es algo importante- me dijo en tono molesto, lo que me llevaba a pensar si tenia que decirle 100% la verdad o reservarme ciertos detalles.
-No lo amo padre, para mi eso es lo principal, no estoy enamorada de Jacob y no quiero compartir mi vida con alguien que tampoco me ama- le conteste.
-¿Hay alguien más?- me pregunto como si viera esa parte que no quería contestar en mis ojos ¿debía ser sincera o callarlo?
-¿Para ti seria una diferencia?- le conteste con otra pregunta.
-Claro que si, si estás enamorada de otro chico debes decirme quien es y así organizar de inmediato la boda…-mi corazón salto de felicidad ante aquellas palabras, fue tanto el entusiasmo que no deje terminarlo.
-¿De verdad dejarías que me casara con alguien que yo eligiera?- le pregunte entre dubitativa y feliz.
-Claro que si hija, si es eso lo que tu quieres para tu felicidad claro que si, se que serás juiciosa para tu elección- me dijo, quería seguir hablando del tema pero al parecer mi padre lo dejarlo para después –Ahora ve a tu cuarto ya hablaremos de esto en otro mejor momento, debo solucionar unos problemas que se presentaron y recuerda lo que te dije, si hay otro muchacho necesito saber quien es- me dijo antes de besar mi frente y salir.
Yo por mi parte fui a mi habitación a recostarme, la semana que había pasado con Edward fue mucho mejor de lo que había pensado, logramos reconciliarnos y que decir acerca de aquella unión física que logre al fin obtener, yo no era de las personas que tuvieran prejuicios con mantener relaciones si no se esta casado, para mi lo fundamental es entregar el corazón, el alma y el cuerpo a quien realmente amas, ese es el alzo fundamental que yo respeto. Esa noche la cena Esme me la llevo a la habitación pues intuía que estaba cansada por el largo viaje que había emprendido con Jake después de dejar la casa de Edward.
-¿Cómo estas Bella? No sabes lo mucho que se te extraño en esta casa- me dijo Esme cuando entraba a mi habitación con la charola de comida.
-También te extrañe Esme, es raro no tenerte cerca- le dije mientras la abrazaba.
-¿Y como han ido las cosas?- me dijo con un tono pícaro.
-Mejor de lo que pensé Esme, Edward y yo nos reconciliamos y decidí luchar por él- le dije muy segura de mi misma –Decidí que ya no seria una cobarde, amo a tu hijo y por él haré lo imposible para que esto funciones de la mejor manera, solo espero contar con tu bendición y la de Carlisle esta vez- le dije algo apenada por lo sucedido la última vez.
-Hija Carlisle y yo no somos quien para poder prohibirte algo, digamos que no somos los indicados- me dijo tímidamente, la verdad es que me pareció algo extraña su respuesta y eso me hizo recordar vagamente cuando Carlisle me entrego la carta de Edward diciendo algo similar.
-¿A que te refieres?- le pregunte ya curiosa.
-Aquí hablamos de ti- me dijo tocando mi nariz en un gesto maternal- ya habrá tiempo para contarte algo de mi vida, lo que si quiero decirte es que me parece bien que luchen por lo que tienen, solo te pido que no lastimes a mi hijo Bella, Edward es un muchacho fuerte pero cuando algo lo lastima, realmente lo hace, se puede llegar a deprimir con facilidad y veo cuanto te ama- por eso quería tanto a Esme, me recordaba tanto a mi madre sabia que si la tuviese conmigo en este momento ella seria igual de comprensiva como lo estaba siendo Esme en este instante.
-Moriría antes de hacerle daño- le dije.
-No es necesario un acto de heroísmo para que puedan estar juntos Bella, solo tienen que ser sinceros ustedes mismos y con el resto de la gente- me alcanzo la bandeja para que probara bocado –Ahora come por favor.
-Esme fui sincera esta vez y hable con mi padre- le dije y ella abrió sus ojos como plato –No te preocupes, no le he dicho que estoy enamorada de Edward, solo le dije que no me casaría con Jacob por que no lo amo- Esme suspiro y se relajo.
-¿Y que te a dicho él?- me pregunto.
-Bueno eso es lo que me tiene algo extrañada, se lo tomo relativamente bien y me pregunto si había otro muchacho- por extraña razón omití la parte en que me pedía el nombre de él para arreglar una boda.
Esme coincidió conmigo en sentirse extraña por la reacción de mi padre, me dijo que quizás mi padre había entendido las cosas con el tiempo, aunque no entendía mucho a que se refería simplemente me explico que él querría lo mejor para mi y si eso consistía en estar con otro hombre, alguien que yo eligiera basado en sentimientos, quizás el lo respetaría.
Por la mañana los rayos del sol me dieron la bienvenida de un nuevo día, estaba extrañamente feliz por pensar en casarme con Edward, en poder pasear con él de la mano sin ser juzgada y mejor aún sin que a él lo hicieran sentir mal. Cuando baje a desayunar mi padre estaba extrañamente ahí, ya que de un tiempo a esta parte desayunaba sola ya que él estaba en sus negocios y trabajo.
-Saldré en unos minutos Bella, estaré de vuelta a la hora de la comida pero antes de eso quiero que te pases por el estudio quisiera que termináramos la conversación de ayer- me dijo en tono serio, lo que no me daba una buena intuición de la situación, yo me limite a asentir con la cabeza y por el rabillo del ojos sentí los ojos clavados de Esme en mi, con la misma preocupación que yo sentía.
Luego de salir del comedor me dirigí a mi habitación, pase parte de la mañana intentando leyendo un libro mientras llagaba mi padre, aunque debo decir que sin mentir habré leído más de cinco veces la misma frase, estaba desconcentrada pensando en que le diría a mi padre y sobre todo que pensaría él cuando fuera 100% sincera acerca de mis verdaderos sentimientos.
La puerta de mi habitación se abrió dándole paso a Esme quien no había cambiado su semblante de preocupación desde la hora del desayuno.
-Hija tu padre esta esperándote en el estudio, dijo que bajaras de inmediato- me comunico, salte de la cama de puro nervio y al pasar por su lado ella me abrazo dándome apoyo, baje las escaleras lentamente como intentando dilatar el momento. Toque suavemente dos veces a la puerta y espere –Pasa- me dijo mi padre, al entrar él estaba sentado en su sillón habitual tras su escritorio y con un simple gesto de mano me invito a sentarme delante de él, como uno más de sus empleados.
-Bien señorita usted y yo aún tenemos un tema pendiente y espero que esta vez seas lo suficientemente honesta, ya que esto es realmente importante Isabella- me dijo en tono solemne.
-¿Qué más quieres saber? Por ti solo intuiste que hay otra persona y en efecto así es, estoy realmente enamorada de otro hombre y esas son mis razones suficientes para no querer casarme con Jacob y con nadie que tú me impongas- le dije decidida, no seria una cobarde esta vez y lucharía por mi felicidad.
-Bien, me parece bien que hablemos con esta franqueza, como te había dicho no tengo problemas en aceptar que decidas tú con quien quieras casarte, también te dije que es de suma importancia conocer a ese chico ya que necesito saber en que consistirá su dote para conseguir tu mano- me dijo serio y algo preocupado.
-¿Dote? ¿A que te refieres con eso?- le dije asustada, sabia muy bien a que se refería, conocía esa canción desde que tengo uso de razón y precisamente ese dilema lo venia escuchando precisamente por que mi padre quería asegurarse de que nunca pasara necesidades.
-Sabes que nunca permitiría que te cases con alguien que no tenga lo suficiente que mereces hija, necesito saber que tan bien dotado esta, yo no viviré por siempre y tengo que tener la seguridad de que estarás bien- había una expresión diferente en sus ojos que no supe como interpretar.
-Papá sabes muy bien que para mi eso no es de relevancia, que no guiare mi elección de un hombre por cuanto tenga en el banco, yo simplemente me guiare por lo que me dice el corazón- le dije zanjando el tema, no quería entrar en mas detalles y eso incluía en no decir que precisamente de quien estaba enamorada y tenia serias intenciones de casarme era el hijo de su capataz y la ama de llaves de la casa.
-Eso me lleva a suponer que el chico que elegiste no dispone de una buena situación económica ¿me equivoco?- las aletas de su nariz comenzaron a batirse incesantemente lo que me indicaba peligro.
-¿Eso seria un problema? Si como dices velas por mi integridad y por que yo este bien, precisamente con él es con quien me siento así, no necesito miles de vestidos y viajes caros para ser feliz- le dije desviando un poco el tema principal.
-Aún no me contestas lo que te pregunté Isabella ¿al menos podría decirse que es de la clase media, con un buen trabajo?- definitivamente esto no estaba saliendo como yo quería.
-Papá por favor entiéndeme que no necesito nada de eso, él tiene un trabajo digno y se esfuerza a diario, me prometió que pronto compraría una casita para que viviéramos bien, no necesito más que eso- le dije recordando aquella casita que Edward me había llevado a conocer.
-¿quiere decir que te haz estado viendo con ese muchacho?-dijo realmente enojad, respiraba fuertemente para intentar calmarse -Creo que este tema queda hasta aquí Isabella, no quiero saber que te vuelves a ver con ese muchacho, las decisiones las tomare yo y yo decidiré quien es precisamente con quien tu te casaras jovencita, no dejare que desperdicies tu vida con un muerto de hambre.
-No es justo que decidas mi vida- le dije levantándome de la silla, estaba ya enojándome, jamás le había levantado la voz a mi padre, no se si realmente era por respeto, por miedo o por que peleara realmente por algo que quería –¡Esta vez las decisiones de mi vida serán mías, tu ya tuviste tu vida y decidiste por ella, seré yo quien pase penurias de ser el caso y déjame decirte que gustosa lo acepto con tal de estar con quien amo!- en cuestión de segundos sentí mi mejilla arder y vi la mano de mi padre alzada aún, yo me lleve la mía a mi mejilla y comprendí que el me había cacheteado, una pequeña lagrima se me escapo quedando anonadada por la reacción de mi padre, era la primera vez que me pegaba.
-Mira a lo que me haz llevado a hacer muchachita, es que no entiendes que estas siendo una egoísta- me dijo mientras se volvía a sentar en su sillón y se tomaba el rostro con sus dos manos, ocultando cierta tristeza, lo que me desconcertó por que mi padre siempre se reservaba las emociones para cuando estuviese solo.
-Tu eres el egoísta que no me deja vivir como yo quiero mi vida- le dije bajando el tono de voz sin quitar mi mano de la mejilla que aún me ardía
-¿Qué yo soy el egoísta? Es que no entiendes nada, no entiendes que todo esto lo hago por tu bien, por tu reputación por que seas una señorita de bien- estaba realmente nervioso, necesitaba presionarlo para que siguiera hablando, tenia una extraña idea de que algo realmente importante me ocultaba.
-Habla claro- le dije firme –se que me ocultas algo, si realmente quieres que yo lo sea y no piense que eres un egoísta dime que sucede, tengo edad suficiente para comprender las cosas- le dije como toda una mujer grande.
-No se como explicarte esto sin que me odies hija, sabes que eres lo más importante para mi así como lo fue tu madre, por ella hice todo y ahora eso me esta pasando la cuenta- me dijo nervioso sin mirarme a los ojos.
-Explícate- le dije también nerviosa, nunca hablábamos de mamá por que sentía cierta tensión por parte de él y no me gustaba provocarle aquello.
-Cuando tu madre estaba viva ella necesito cierta ayuda, ayuda que no fue fácil conseguir y mucho menos barato- me dijo mirándome ahora si a los ojos.
-¿Qué tipo de ayuda?- le pregunte, pero vi en sus ojos que esa precisamente no era la pregunta que debía hacer.
-Eso ya no es importante, esta en el pasado y se quedo enterrado junto con t madre, lo importante es que esa deuda aún no esta saldada Bella y a diario me la cobran y no puedo hacer nada, estoy atado de manos- me dijo ahora si nervioso, su labio inferior tiritaba como nunca lo había visto –Si no pago la deuda ellos serian incluso capaz de…de...de asesinarme- y sus ojos tenían un brillo distinto, era miedo. Yo trague en seco al saber la gravedad del asunto, pero aún quedaban cabos sueltos en todo esto, pero no sabia como sonsacárselos a mi padre, se veía que estaba reticente a dar más detalles.
-Papá eres el jefe de policía, no puedes dejar que alguien te extorsionen de esa manera- le replique -¿y esa deuda por que se te a sido tan difícil pagarla?- le pregunte cuando vi que negaba con la cabeza a la replica que le había hecho.
-No servirá de nada mi cargo para este asunto, yo me comprometí con algo y es eso lo que debo pagar- bufo y me miro con preocupación –Lo que debo pagar es mucho dinero hija, dinero que nosotros ya no…no tenemos- ¿Qué parte de la historia me perdí? No entendía a que se refería específicamente con lo último.
-¿A que te refieres con dinero que ya no tenemos?, sabes que puedes tomar la herencia que mi madre dejo para mi, eso no es problema, si es para ayudarte adelante tómalo, no lo quiero- los ojos de mi padre brillaban más intensamente pero era como si estuviese aguantándose las lagrimas.
-Hija hace un buen tiempo que perdimos ese dinero, incluso el tuyo- agacho la cabeza, se veía que estaba avergonzado –Lamento decirte que hice unas malas inversiones, no logro entenderlo del todo pero así fue y perdí.
-¿Me vas a decir que tomaste sin pedirme permiso el dinero que mi madre me dejo?- ya estaba molesta, mi madre había dejado una herencia a mi nombre que podía empezar a utilizar cuando cumpliera los dieciocho y hasta entonces mi padre seria el encargado, pero jamás pensé que fuera capaz de echarle mano.
-Hija perdóname, pensé que si hacia un buen manejo lo incrementaría y saldaría aquella deuda, después de todo es una deuda que me eche encima por tu madre – le puse mala cara –claro que no me arrepiento, lo haría de nuevo si fuese necesario pero eso no es relevante en estos momentos- me dijo algo enojado.
-Bien entonces ¿Cuál es el punto?- le dije irritada.
-¿Que no lo ves? No tenemos dinero y nos hemos mantenido este tiempo gracias a los Black donde se supone tu pasarías a formar parte de la familia, ellos nos proporcionarían el bienestar necesario hasta que yo pudiese saldar la deuda- me dijo como si fuera lo obvio.
-¿Qué me estas vendiendo?- le dije enojada.
-Claro que no hija, que más quisiera yo de verte feliz con quien tu escojas, de sabe que alguien te ama y te cuidara, me recuerdas mucho a tu madre y quiero lo mejor para ti, pero ¿acaso me quieres ver muerto?- golpe bajo, ese sin duda había sido un golpe bajo.
-¿y que quieres que haga, que me ponga a buscar soltero millonario que quiera casarse conmigo?- le pregunte exasperada, la situación no me gustaba pero sabia que nada podía hacer, no permitiría que mi padre muriera sobre todo si esa ayuda se la había prestado a mi madre, lo haría por ella, ¿pero y Edward? Dios sabe que lo amo como a nadie y como nunca lo haré, pero no puedo desamparar a mi padre, solo espero que me entienda.
-No te preocupes por eso, tengo el candidato perfecto que a esperado por ti, él a quedado encantado desde que te vio por primera vez y cuando se entero de tu rompimiento con el joven Black no a dejado de hablar acerca de que quiere conocerte- me dijo feliz al darse cuenta del giro de la decisión.
De esa manera me deje convencer acerca de mi compromiso con Alec Vulturi, cuando le pregunte a mi padre acerca de aquella familia que nunca había oído hablar, simplemente se limito a decir que eran unos viejos amigos. Esa tarde llore encerrada en mi habitación, no quise probar bocado y mucho menos enfrentarme con Esme, era como sentir la antesala de lo que sentiría cuando tuviese que romper nuevamente con Edward, sus ojos verdes me lo recordaban y me hacia querer arrepentirme, pero no podía, debía hacerlo por mi padre y por mi madre que recibió su ayuda. Al día siguiente mi padre me aviso que la familia del joven Alec estaba en la casa para conocerme y pedir mi mano oficialmente. Me arregle lo mejor que pude o mejor dicho lo mejor que el animo me dio, en lo que más me esforcé por ordenes de mi padre fue en ocultar las pequeñas ojeras que se habían producido por tanto llorar y por ende por no haber dormido
-Ahí estas hija, déjame presentarte a tu futura familia- me dijo en el momento en que aparecí por la sala, en ella había una señora de no mas de treinta y cinco de la mano con un señor que perfectamente estaría en los cincuenta, el muchacho quien supuse seria Alec era bastante guapo, de pelo rubio bien peinado, ojos azules, bastante alto, podría tener cerca de los veinticuatro.
-Buenas tardes- dije educadamente, el chico en el momento en que me vio se acerco de inmediato a verme y me tomo de la mano para besarla a manera de saludo.
-Eres mucho más bella incluso de lo que te recordaba Isabella, mucho gusto soy Alec Vulturi- me dijo con un brillo en sus ojos, me sentía como presa frente a su cazador.
-Hija ellos son Dídima y Marcus Vulturi- me dijo mi padre, me acerque a ellos para saludarlos, la señora me miro con ojos despectivos mientras que su marido sonreía ampliamente como quien gana un premio de lotería.
Creo que mencionar que Alec había llegado con un anillo con una enorme piedra incrustada para pedir mi mano estaba demás, sus padres dijeron que estaban felices de saber que había aceptado a su hijo, quien se había enamorado perdidamente de mi cuando me vio en una de las tantas reuniones sociales que mi padre me hacia asistir, luego los hombres pasaron al estudió de mi padre para hablar de negocios, claro que lo harían si esa era la parte importante para mi padre, me sentía sucia y estúpida, vendida y cobarde, pero ¿que más podría hacer? ¿Qué harían ustedes si la vida de tu única familia viva dependía de ti? Bueno para mí la mejor decisión había sido esta.
Yo por mi parte me quede en la sala hablando con Dídima a quien se le notaba la adoración por su hijo con cada palabra con la que lo describía, con cada mención de su vida…como si me importara.
-Tiene los mejores estudios en Europa, conoce perfectamente tres idiomas, bueno cuatro contando éste, siempre esta en eventos de caridad y es experto en la espada, tiro con flecha y armas de fuego- dijo orgullosa- ya que estuvo cuatro años en la escuela de oficiales de la armad.
-Increíble- dije desganada, ¿Qué podría ser peor que volver a verme “voluntariamente” obligada a casarme?, si definitivamente mi suegra hablando de todas las fantásticas calidades de su retoño.
-Había pensado que podríamos ir a Paris para comprar hermosos vestidos para tu cumpleaños, ese día tu padre presentara ante la sociedad tu compromiso con Alec- yo de recordar la próxima fecha de mi cumpleaños me tense –Es la semana de la moda así que seria perfecto en irnos mañana, no podemos perder tiempo además a tu padre le parece una perfecta idea- me dijo todo planeado, sin duda este seria mi peor castigo, odiaba las compras, odiaba que manejaran mi vida sin consultarme y sobre todo odiaba los hijitos de mamá, definitivamente tendría que pensar en algo.
Esa tarde luego de que la familia de mi novio se fuera y mi padre tuviese que ir a su trabajo, Alice me visito y supo que algo andaba mal, lamentablemente mi rostro era completamente demacrado con todo lo que había sucedido, sin considerar que no aceptaba las visitas de Esme.
-¿Qué sucede Bella? ¿Estás bien? Mamá me a contado lo que sucedió con tu padre y créeme que pensé que cuando te viera estarías radiante de felicidad ¿paso algo después?- me dijo preocupada, pensé en la posibilidad de contarle para que no se preocupara, pero hacerlo era correr el riesgo de que se lo dijera a Edward y él intentara persuadirme, era tarde para eso, tenia que ayudar a mi padre.
-Si Alice estoy bien, solo algo cansada y bueno extraño a tu hermano- le dije ya sin poder contenerme, no había podido hablar con nadie acerca de cómo me sentía realmente y tener a Alice en este momento era de ayuda, aunque no pudiese decirle la verdad completa. Ella estuvo conmigo unos minutos más simplemente abrazándome, conteniéndome en silencio hasta que supimos por Esme que mi padre había llegado, así que tuvo que irse sin decir más.
Ya teníamos todo preparado para el viaje, además de Dídima se nos habían unido sus dos hermanas y tres amigas de ellas…fantástico el sueño de mi vida, cuando iba de salida apareció Jacob con su rostro lleno de preocupación, a Dídima no le pareció muy bien que me visitara un hombre que no fuera mi prometido pero le asegure que Jake era un muy amigo pero para que se relajara la visita seria muy corta.
-¿Bella que sucede?- me dijo apenas entramos a la sala para tener privacidad.
-Nada voy de viaje a Paris, mi padre quería que consiguiera un vestido para mi cumpleaños- le dije en parte verdad.
-Pero mírate Bella, te conozco y se que haz estado llorando ¿A sucedido algo con Edward? Si es así sabes que no tengo problemas en partirle la cara por estúpido- e hizo sonar los huesos de sus manos.
-No Jake Edward es lo mejor que me a pasado, él no me a hecho nada soy yo la llorona, ya sabes que soy sensible cuando me siento sola nada más- se que él no me creyó pero no le quedaba de otra, Dídima me hizo saber que estábamos con el tiempo justo para llegar al aeropuerto y cuando mi padre apareció por la casa para despedirse de mi y vio a Jake no le pareció correcto que estuviese ahí, según él ya había perdido su opción conmigo y era tiempo que le dejara espacio a los demás, yo no quise que ahondara mucho a lo que se refería así que lo hice salir por que ya tenia que partir.
Decir que los días en Paris se me hicieron meses es quedarse corta, había sido el peor viaje de mi vida, todas esas señoras hablando del último comentario que había recibido de tal familia o el escándalo de la semana que una de las hijas del director del hospital se case de un día para otro, especulando quizás que la chica estaba embarazada –Claro, como si la gente no fuese a pensar lo mismo de mi cuando aparezca de novia de un día para otro con su hijo- pensé para mi.
-En cambio mi hijo a tomado una excelente decisión, Isabella pertenece a una de las mejores familias de la ciudad, será Condesa en pocos días y bueno sin dejar de mencionar que es absolutamente Bella- escuche decir a Dídima y fue cuando deje de poner atención, solo pensaba en que podía hacer, en que le diría a Edward, una vez ya le había causado un dolor cuando fui una cobarde y no le conté la verdad, él estaba dispuesto a hacer todo por mi, sabia que si mi padre me obligaba nuevamente a casarme él se interpondría, pero también sabia que el dolor que le causaría seria mayor cuando le dijera que este matrimonio era mi opción o bueno la opción que yo decidí tomar por mi única familia, pero tampoco podía decirle la verdad, seria arriesgar los planes y la vida de mi padre, pero tampoco podría tolerar volver a causarle un daño así, cuando lo vi por primera vez después de todos esos meses separados pude constatar el daño causado, las consecuencias para ambos por la lejanía, lo amo y eso jamás cambiara pero ¿Cómo ayudar a mi padre sin lastimar a Edward? –Madre ayúdame- dije bajito mirando al cielo, sabia que ella jamás me abandonaría y en estos momentos la necesitaba más que nunca y al seguir mirando al cielo una loca idea cruzo por mi cabeza… ¿tendría el coraje de hacer algo así?, no alcance a contestarme aquella pregunta pues Dídima me aviso que estábamos de regreso en la ciudad, tras una larga semana en Paris y en su famosa semana de la moda. Papá se había comunicado conmigo y me informo que estaría unas horas después que yo llegara y que la casa de seguro estaría vacía ya que por la mañana había ido gente del servicio para adecuarla para la fiesta de mañana –Deja la maleta ahí no mas- le dije al chofer, cundo estuve ya dentro de la casa sentí la paz llegar a mi al estar completamente en silencio.
-Amor- escuche aquella voz de ángel que me trajo de vuelta a la realidad.
-¿Edward? Pregunte extrañada por no entender que hacia aquí, atemorizada de tener que enfrentarme a él, triste por saber lo que vendría pero con el corazón al mil por verlo al fin.
Nos habíamos besado, le confesé que lo amaba, se que había sido una crueldad seguir adelante con aquel martirio pero lo necesitaba tanto, me parecía arriesgado estar así siendo que en cualquier momento mi padre podría aparecer pero sus brazos y sus besos era la mejor medicina para mis inquietudes, pero cuando me contó que mi padre lo había contratado para hacer de músico apostaría que quede son colores en el rostro, había decidido tomar otras medidas para que Edward nunca se enterara del compromiso, había ya tomado mi decisión para evitarle el dolor de verme con otro hombre pero no tenia contemplad aquello, él que supiera de primera fuente de ese absurdo matrimonio ¿Qué tipo de monstruo soy?, intente convencerlo de que se fuera pero no pude y cuando llego mi padre ya era tarde no podríamos seguir hablando, pero Edward tenia otra idea -Te espero en mi cuarto cuando tu padre ya este dormido, recuerda que con solo una píldora estará completamente dormido- me dijo recordando aquella vez que me escape utilizando ese método, pero no podía, no podía seguir haciéndole esto y decidí no ir, si le iba a partir nuevamente el corazón no podía darle estas falsas esperanzas antes de aparecer con tal noticia.
Y ahora aquí estoy, cometiendo nuevamente otro error, dejar a Edward nuevamente sufriendo por mis erróneas decisiones, el haberle dado falsas ilusiones al haber venido por él, pero cuando lo vi ahí con su rostro lleno de dolor, sin poder ocultarlo ni siquiera delante de mi padre y los invitados para mi fue de morir, y en efecto eso es lo que merezco por ser un asco de persona. Cuando subí a mi habitación y vi los regalos que había dejado para mi aumento el dolor en mi corazón y me reafirmo que nunca fui una mujer digna de él, que jamás fui merecedora de su amor incondicional, aquellos detalles como el libro, la canción tan hermosa que había creado para mi para hacerme olvidar aquella que no pudo evitar no tocar cuando supo la verdad, aquella canción que sin duda jamás me dejaría, aquella canción que me recordaba la perdida de mi madre, mi solitaria vida y ahora el sufrimiento de Edward, es que la vida no quería que fuese feliz nunca, pero peor aún fue ver aquellos documentos que constataban la compra de aquella casita que con tanto esfuerzo se que pudo comprar, aquella casita que nos daría las esperanzas de un futuro juntos. Harta de todo aquello subí a mi habitación, me saque aquel anillo de compromiso que me pesaba en el dedo, que me quemaba como si fuese de acido y deje solo en mi dedo aquel anillo oculto debajo, aquel anillo que puso aquel único hombre que he amado, aquel anillo que si bien no representa las riquezas que los hombres pelean, representa nuestro amor y nuestra unión eterna, y así será, yo se que así será, “si no es en ésta vida será en la otra” como le dije aquella vez y tome un puñado de aquellas píldoras que me había dado para hacer dormir a mi padre, solo que esta vez no tendría los mismos efectos.
-Bella amor ¿estas bien? ¿Qué haz hecho?- fue lo último que escuche antes de irme a negro y dejar grabada en mi mente aquellos ojos verdes, que aunque estaban tristes, preocupados y rojos por el llanto, me miraban llenos de amor.
“Renée”
Edward se encontraba sumamente abatido mientras veía como la impulsora de su vida, la razón de su ser se desvanecía en sus brazos, abatido al ver como la luz de sus ojos se desvanecía junto con todos los sueños, ilusiones y esperanzas pero mayor aún era las razones que la llevaron ante tal decisión -¿Por qué?- Era lo que se repetía una y otra vez, pero sabia que por el momento aquella respuesta no podía ser contestada y aún más, solo estaba perdiendo tiempo valioso para salvar a su ángel, Edward miro al cielo al comprender su raciocinio –Si ella es un ángel, pero ella es una ángel terrenal, así que aún no merece que te la lleves- dijo al cielo implorando por una oportunidad, rogando por si vida y cambiando incluso la de él por la de ella si fuera necesario –por favor- imploro con lagrimas en los ojos. Edward bajo corriendo las escaleras de dos en dos y al llegar a la habitación donde se celebraba lo que para él representaba su funeral personal, corrió en busca de Charles quien lo miraba extrañado de verlo tan descompuesto, tan lúgubre pero sobre todo el pánico.
-Señor venga conmigo por favor ¡pero ya!- le dijo Edward en un fatal intento de sonar calmado, Charles corrió detrás de él y juntos llegaron hasta la habitación de Bella. Charles al llegar a la habitación de ella y verla ahí yacida sumamente pálida y claramente con la vida pendiendo en un hilo.
-¿Qué a sucedido aquí?- pregunto pálido y aterrado al recordar una escena similar ocurrida hace tantos años atrás.
-Señor con todo respeto pero creo que eso es tema para después, ahora hay que llevar Bella al hospital- le dijo Edward quien estaba al lado de ella tomándole el pulso para comprobar que aún seguía con él –¡Ahora!- grito enérgico y ante tal énfasis Charles reacciono corriendo a la planta baja para pedir a su cochero que tuviese el auto listo en un minuto, así todo dispuesto Edward tomo en brazos a Bella y bajo lo más rápido posible con ella para llevarla al auto que a los pocos minutos, debido a la gran velocidad que le permitía el vehiculo, llegaron al hospital.
Edward con sumo cuidado cargo de ella hasta la camilla que esperaba por ella en la entrada principal de emergencias, fue cuando llegaron los doctores y todos corrieron adentrándose al hospital, todos claro esta excepto Edward, quien solo presenciaba como se llevaban a su razón de existir.
Pero -¿Qué podía hacer?- se preguntaba, en su debate interno –Charles mira resulta que tu hija es el amor de mi vida y necesito saber como esta- dijo en voz alta a nadie en particular – ¿Suegro me dejaría verla?- volvió a preguntar, pero cada pregunta que se formulaba tanto interna como externamente cada una sonaba más aberrante que la anterior.
-Te prometo que lo único que quiero es llegar a mi casa y descansar- escucho que un medico que le decía al compañero de al lado –Sacarme esta bata que me recuerda lo pesado del día- le decía y fue cuando Edward pensó en la posibilidad
-¿Crees que funcione?- pregunto bajito mirando al cielo –Por una vez en la vida échame una mano por favor- imploro y se encamino detrás de aquellos doctores que llegaron pronto a los estacionamientos, cada uno a su respectivo auto, el que escucho hablar se saco su bata y su estetoscopio y los dejo en el asiento del copiloto y se encamino al auto de su amigo unos metros más allá para despedirse, Edward aprovecho esos segundos para abrir la puerta suavemente y sacar los objetos –solo lo tomare prestado, prometo devolvérselo a…- leyó el membrete de la placa que estaba enganchada en el bolsillo superior de la bata –Al Dr. Jenks del área de obstetricia- y salio pitando del lugar, cuando ya estaba lo suficientemente lejos se coloco la bata y el estetoscopio sobre sus hombros, se peino un poco y entro al hospital. Era todo tan extraño para él, partiendo primero por que el guardia del hospital lo saludo casi con una venia, luego están los pacientes que se veían de un estrato social elevado lo miraban como quien mira un Dios o a la realeza, pero no perdió más tiempo en ello y fue directo hasta la recepción, leyó el nombre de la recepcionista para no parecer perdido “Jessica Stanley” rezaba su membrete.
-Buenas tardes Jessica- le dijo con voz seductora y confiada, la pobre muchacha quedo hipnotizada con la belleza y encanto de Edward que ni se percato del hecho de que nunca lo había visto por esos lados.
-Buenas tardes Dr. ¿en que puedo servirle?- le pregunto seductoramente y Edward sonrío al percatarse que había funcionado lo que pensó que seria una mera estupidez.
-Me podría decir acerca la paciente Isabella Swan, acaba de ser internada de urgencia- le pregunto despreocupadamente, la recepcionista levanto el auricular del teléfono y tecleo un par de anexos para preguntar por aquella paciente, pero jamás dejo de ver los hermosos verdes de aquel Dr. Que no dejaba de sonreírle picadamente, tras unos breves minutos en que la chica hablaba con uno que otro doctor acerca de Bella, finalmente colgó para mirarlo fijamente.
-Sabe, en un rato más salgo ¿quizás podríamos…?- iba a invitarlo a salir, pero Edward ya estaba comenzándose a impacientar por no saber nada acerca de su amada.
-Jessica en otro momento, ¿podrías decirme acerca de la paciente?- le pregunto algo exasperado.
-La chica llego con una sobredosis de alguna especie de calmantes musculares, acaba de ser desintoxicada por lo que se encuentra en recuperación- le informo.
-¿Qué habitación es esa?- pregunto Edward un poco más ansioso.
-Dr. Solo pueden entrar los doctores a cargo del caso, no creo que pueda…- nuevamente Edward no dejo terminarla.
-Verás ella es la pareja de mi hermano menor, me pidió que la viera para saber como esta ¿por favor podrías ayudarme?- le pregunto él, mientras acompañaba a su seductora voz con su mirada y sonrisa hechizante.
-Podrían despedirme por ello- le dijo tímidamente, Edward no dejaba de mirarla y batir sus pestañas a manera de seducción y aunque el creía que eso era absurdo e irrisorio, funciono –Esta bien, mire esta en el tercer piso, al llegar estará cuidando el lugar un señor llamado Henry, desde aquí le avisare que lo puede dejar pasar, solo serán unos minutos por favor- le dijo con una enorme sonrisa, Edward se inclino por encima del mostrador y le beso la mejilla a manera de agradecimiento, la chica con este simple gesto quedo en las nubes por varios minutos, esos mismos minutos en los que Edward corría escaleras arriba, lo suficientemente ansioso como para no esperar el elevador. El guardia simplemente al verlo supo que era él el doctor que debía dejar pasar por petición de su amiga, le informo que era la puerta al final del pasillo. Edward asintió en agradecimiento y paso por su lado muy calmado hasta que se perdió tras las puertas y en ese instante corrió hasta la última habitación, abrió la puerta lentamente temiendo con lo que podría encontrarse. Ahí ante sus ojos más pálida de lo normal, con sombras bajo sus ojos y conectada a varias maquinas, algunas que llegaban a sus venas con agujas y una larga manguera sobre su rostro que le entregaba oxigeno, respiró pesadamente.
-Amor ¿Cómo es que estas en esta situación?- le pregunto dulcemente tomando su mano libre y se la llevo a los labios para besarla -¿Qué puede ser tan grave para que quieras acabar con tu vida? Yo prometo no interferir más en ella- se acerco para besar su frente y en esa misma posición le dijo –prometo dejarte en paz, yo seré feliz mientras tu lo seas y si tu felicidad esta junto a tu novio que así sea- se separo unos centímetros para acariciar su rostro cuando vio que de su mejilla una solitaria y pequeña lagrima brillaba mientras se deslizaba mejilla abajo. Edward se aparto asustado -¿Amor me escuchas?- le pregunto entre feliz de pensar que ella podía oírlo pero a la vez se sentía mal de saber que ella lloraba, desecho ambas ideas y pensó en la posibilidad de que simplemente fuera una reacción de su inerte cuerpo –Despierta amor, te extraño, extraño la luz de tus ojos, el brillo de tu sonrisa, tu risa melodiosa, por favor quédate conmigo o al menos aquí…- Edward sostenía la mano de Bella y reposaba su frente sobre su pecho cuando escucho voces proveniente desde el exterior, se tensó al percibir que los pasos se dirigían precisamente a esa habitación –Te amo- le dijo antes de besar sus labios y esconderse en el pequeño closet que estaba detrás de la puerta de entrada.
-Señor le dije que no podía…- escuchó decir al guardia del pasillo, comprobando que aquel doctor aún estuviese ahí, pero al percatarse que la habitación estaba vacía simplemente se callo –Los dejo señores, el doctor encargado debe estar por llegar- y acto seguido se escuchó la puerta cerrarse.
-Charles ¿como es que ella esta en esta situación? No logro comprender- Edward escucho aquella inconfundible voz, de aquel hombre que sin conocer se había convertido en su peor rival, aquel que tenia la osadía de llamar a su Bella “mi prometida” pero lamentablemente y en contra de todas sus fuerzas así era, así precisamente era por decisión de su mismo ángel.
-Alec se lo mismo que tú, Edward la encontró en su habitación y al parecer él sabe lo mismo que nosotros- le contesto.
-¿Y que diablos hacia ese tal Edward en la habitación de Isabella?- le pregunto con una nota marcada de reproche, pero aquella pregunta quedo en el aire cuando solo se escucho un leve susurro proveniente de los labios de Bella, su padre y Alec se acercaron rápidamente a ella, mientras a Edward el corazón le saltaba de alegría de saber que su amada estaba reaccionando.
-Amor aquí estoy- le dijo su padre.
-Aquí estamos- remarco Alec molesto.
-Si, si- dijo su padre suficientemente bajo para que quedara solo para él -Isabella, cariño ¿me oyes?- le pregunto su padre.
-N…no…me…dej…Edw…-dijo débilmente Bella, ninguno de los dos hombres que estaban junto a ella comprendieron que era lo que quería decir, por el contrario el joven escondido tras aquellas puertas que se convirtieron en su mejor aliado entendió perfectamente el “No me dejes Edward” e inevitablemente la alegría le baño el cuerpo entregándole nuevas fuerzas, nuevas esperanzas y ganas de luchar.
-Estaré siempre a tu lado amor, cada vez que lo necesites- susurro bajito.
Al rato llego el medico de cabecera de la familia Swan, quien se encontraba a cargo del caso de Bella.
-Charles amigo mío ¿Cómo es posible que tu hija haya llegado con tal grado de sobredosis en su cuerpo?- le pregunto el doctor –Realmente llegaron a tiempo, si hubiesen llegado minutos después otra historia seria- le contó.
-Ni yo me lo explico, pero en estos momentos me preocupa su salud ¿Cómo esta? Y dime la verdad por muy dura que sea- le pregunto Charles.
-No sabría decirte amigo, ella esta bien físicamente, por mi le daría el alta mañana mismo para que descanse en su casa, es solo que es como si ella no quisiese despertar, su cuerpo esta débil desganado y sin fuerzas.
-¿Ella estará bien para fin de mes?- pregunto exaltado Alec, Edward estaba tan concentrado en las palabras del doctor acerca de la salud de Bella que había olvidado por completo a aquel fastidioso chico.
-Esperemos, desde ahora será solo decisión de ella- le respondió el doctor -¿Algo importante?- le pregunto curioso y Edward podía imaginar la sonrisa picara en su rostro.
-Claro, a fin de mes Isabella y yo contraeremos nupcias- le dijo orgulloso Alec, a Edward el corazón se le encogió y sintió el crujido de su ya maltratado músculo.
-OH pues felicitaciones muchacho, Isabella es una excelente jovencita, realmente te haz ganado el premio mayor- le dijo el doctor.
Finalmente Charles y Alec salieron de la habitación, Edward espero unos minutos y salio de su escondite, se acerco a ella beso su mano y suavemente sus labios –Juntos eternamente- le susurro en su boca y el holter conectado al corazón de Bella emitió un breve pitido. Edward sonrío y salio en contra su voluntad de la habitación, era peligroso seguir ahí, no debía seguir tentando a la suerte, se daba por pagado los breves momentos que estuvo con ella, saber que ella lo recordaba y saber que se recuperaría era suficiente por el momento.
Edward salio rápidamente por el pasillo, el guardia lo me miro con confusión pero él no espero a que la hiciera evidente en voz alta y se limitó a salir de ahí, tomó el elevador para llegar a la primera planta, cruzo el pasillo y cuando iba a doblar por el último para llegar a la puerta de salida escuchó una voz insistente llamar, no le prestó atención pues no conocía a quien llamaban, se sobresalte cuando sintió que alguien aprisionada su brazo.
-Dr. Jenks llevaba rato llamándolo- le dijo la recepcionista que lo había ayudado a colarse a la habitación de Bella.
-¿Ah?- Edward la miraba con cara de no entender.
-Dr. Se que es su hora de salida, de hecho sus colegas pensaron que se había ido pero cuando les comunique que aún andaba por el hospital me pidieron que los fuera a ver a la sala de maternidad, al parecer lo necesita urgente- le soltó Jessica, Edward la miro con horror al imaginarse él entrando a una sala de parto o algo por el estilo, simplemente se limito a asentir y dejarse guiar por Jessica hasta elevador.
Cuando el elevador se detuvo cuatro pisos más arriba pudo salir de su ensimismamiento y salio del elevador antes de tener que llegar a alguna habitación donde se supone debería de llegar el verdadero Dr. Jenks, fue hasta uno de los baños para pacientes más cercanos y se saco la bata y el estetoscopio, lo dejo sobre la taza del inodoro y salio de ahí, con mucha destreza pudo llegar al primer piso sin ser descubierto por algún guardia, doctor, enfermera o alguien que reconociera que no era parte del personal, sin contar que no parecía alguna especie de paciente o familiar de ellos ya que todos en el lugar tenían esa apariencia arrogante, por suerte y agradeciendo la ayuda divina, Jessica estaba ocupada con una señora que se veía bastante alterada, lo que la mantenía con la atención puesta cien por ciento en ella, Edward aprovecho esos recovecos para poder salir sin ser identificado como un usurpador.
BPOV
Empezamos a morir desde el mismo momento en que nacemos, y sin embargo, nos empeñamos en imaginarnos eternos, en creernos inmortales, en cubrir incesantemente nuestros ojos ante el intenso brillo de la guadaña.
Una imagen vino a mi mente, la última imagen registrada…Edward y sentí mis ojos humedecerse con el recuerdo.
-No me dejes Edward- pedí al aire, como si con manifestarlo en voz alta, esto pudiese ser real.
Que ironías de la vida, la gente lucha por vivir, encontrar un sentido valioso para hacerlo día a día… y aquí me encuentro yo, intentando acabar con el regalo que se me dio al nacer, escapando de algún modo al dolor que se me ve nuevamente forzado a sufrir, evitando ver en aquellos ojos que tanto adoro el sufrimiento que le ocasiono «Él sufrirá más si te marchas, si te dejas vencer» escuche una voz.
-¿Quién esta ahí?- pregunte asustada.
«Ve con él Bella, lucha por tu propia felicidad» y fue cuando vi a mi madre, tan esplendida como la recordaba de antaño.
-¿Madre?- me acerque para abrazarla, pero ella retrocedió el doble de los míos.
«Aún no es tu turno, nunca haz sido una cobarde pequeña» me dijo con una sonrisa maternal, aquella sonrisa que tantas noches extrañe desde su partida.
-No se que hacer madre, te e extrañado tanto, ¿puedo irme contigo?- le pregunte esperanzada.
«Bella cariño, no te preocupes por mi, yo estoy bien, estoy cuidándote cada día, velando por tu felicidad y esa felicidad esta esperándote en casa» la imagen de mi madre cada vez se hacia menos nítida.
-No me dejes madre- le pedí con lagrimas en los ojos, ella me miraba con tristeza pero a la vez sus ojos brillaban con orgullo.
-Juntos Eternamente- escuche decir a una voz tan familiar y calida que me erizo la piel, mire a mi madre que me sonreía feliz, verdaderamente feliz.
«Ve hija, tu momento llegara pero ese no es ahora, ve y lucha en contra la adversidad, no repitas la historia» y así con sus palabras incrustadas en mi cabeza, en mi corazón y mi alma, mientras su imagen cada vez se desvanecía aún más –Te amo madre- le dije.
«Te amo hija, perdóname por no haber sido fuerte como tú» fue cuando comencé a sentir el peso de mi cuerpo, mi cuerpo adolorido y pesado, ¿por qué mi madre se disculpaba? Escuche unas voces claramente, eran muy diferentes a la que había escuchado momentos antes y eso me entristeció, el cuerpo lo tenia agarrotado por lo que no intente moverme para no sentir más dolor.
-¿Esto es lo que estas esperando? Charles- ¿Esme? ¿Desde cuando Esme le hablaba con tanta confianza a mi padre?
-No se de que hablas Esme- le dijo cortante, estaba ¿nervioso?
-Sabes de que hablo, Isabella es tan importante para mí como mis hijos y me duele verla así y tú sabes por que precisamente, ¿que acaso quieres que la historia se repita nuevamente?- Esme estaba molesta, nunca la había escuchado hablar así, su tono era duro y de cierta manera atemorizante, pero lo que más me llamo la atención era ¿de que hablaban? ¿Qué historia se repetiría?
-¡Cállate Esme!- le gruño mi padre –Esta prohibido hablar de eso en esta casa, el día que te contrate juraste no decírselo a nadie- le espeto mi padre.
-Se lo que prometo Charles y pienso cumplirlo, pero no por ti ni por mi palabra, sino por Bella, ella no es culpable de los errores de los padres, además se que si intentara hablar con ella tu me apartarías de su vida y eso no podría soportarlo- y su voz estaba sumamente triste –Aunque podríamos decir que en este caso si no haces algo, la historia será la misma, estuvo a punto de ser la misma- le dijo asustada
-¿Qué quieres que haga?- le pregunto mi padre molesto –Fue decisión de Isabella casarse con Alec Vulturi- conocía a mi padre y ese tono de voz lo usaba cuando quería sonar inocente –Yo no la obligue a nada- le dijo.
-No se que haya sucedido pero conozco a Bella y tuvieron que ser razones de peso para que haya decidido tomar esa absurda decisión- le critico Esme.
-¿Por qué hablas con tanta convicción de los hechos, Esme? ¿Es que acaso sabes algo más que yo no?- le pregunto mi padre, la tensión aumentaba cada vez más y sentía esa necesidad de despertar para proteger a Esme de la furia que se avecinaba de mi padre, pero necesitaba saber más –Se que Isabella no quiso casarse con Jacob Black por que al parecer gusta de otro hombre, no alcance a saber quien era ¿quizás tu lo sabes?- ¡hay Dios! Que no le diga nada Esme, por favor.
-Si fuera así ¿que? ¿Piensas mandar a matarlo como a Phil?- ¡¿QUÉ?! ¿Mi padre mando a matar a un hombre? Imposible, Esme tiene que estar hablando de enojada que esta.
-Él se lo merecía- no puede ser, mi padre no lo esta negando –Eso le paso por meterse con una mujer casada, con mi mujer- ¿mamá tenia un amante? No esto no puede ser, quería llorar, quería correr, quería irme de ahí, quería volver a ese lugar de paz donde no había dolor.
-¿Y cuales fueron las consecuencias de ello?- le pregunto Esme.
-Renée debió de pensar en Isabella, fue una egoísta en pensar solo en ella y en ese muerto de hambre- le escupió prácticamente las palabras.
-¡Ella lo amaba Charles!, eso es lo que te cegó a cometer tales errores, ella amaba a Phil y tu jamás pudiste superarlo, sabias que ella no era feliz aquí y que solo vivía por su hija pero cuando le arrebataste su verdadero amor, ella no pudo resistirlo- la voz de Esme se quebró, pero yo estaba confundida ¿Cómo que no resistió? ¿Por ese motivo se acrecentó la enfermedad?
-Renée era muy débil de mente, si se suicido fue por sus propios remordimientos yo no tuve nada que ver- suficiente ¿mi madre se suicido por amor? no imposible, ella jamás me hubiese hecho algo así, no me hubiese dejado por ese motivo «no repitas la historia» «Te Amo hija, perdóname por no haber sido fuerte como tú » fue cuando recordé las palabras de mi madre.
-¿Cómo puedes decir algo así Charles, tu la orillaste a eso, ella no era feliz, tu sabes lo amiga que fuimos y sabia cada detalle de su vida, ella amaba a Bella pero no era feliz, era desdichada- Esme sonaba afectada realmente, sabia que tenia una buena relación con mi madre, pero ¿catalogarla como amigas?
-Tu eres igual que ella, meterte con un muerto de hambre- ¿Por qué insultas a Carlisle? Me sentía contrariada, sentía rabia, pena, alegría por saber que mi madre al fin era feliz, pena por que me dejo, eran muchas emociones y necesitaba sacarlas a flote, tenia que volver a la realidad.
-Y pague el precio por ello, pero jamás me e arrepentido aunque me haya costado alejarme de mi padre- OK ahora si que estaba perdida. Comencé a removerme para volver a la realidad, la realidad que enfrentare como mi madre debió de hacerlo, la realidad que yo enfrentare con su ayuda -¡NO REPETITE LA HISTORIA MADRE!- me grite internamente.
-¿Bella cariño?- escuche la voz de Esme, mientras sentía que me tomaba de la mano, abrí los ojos lentamente ya que la luz que se filtraba de entre las cortinas me impedía abrirlos con naturalidad.
-Hija ¿estas bien?- pregunto mi padre, quien se encontraba sosteniendo mi mano del otro lado opuesto a Esme, cuando lo vi a los ojos un sentimiento de odio broto desde el centro de mi pecho como jamás creí poder hacerlo, el aborrecimiento fue instantáneo y con brusquedad solté su mano, él me miro contrariado y segundos después miro a Esme con miedo en los ojos, por aquella mirada sabia que estaba pensando en la posibilidad de que haya escuchado toda la conversación.
-Iré por el Dr. Para que te revise hija- me comunico incorporándose, me iba a besar la frente pero esquive mi rostro mirando fijamente a Esme, quien no dejaba de mirarme con ternura, cuando me padre salio de la habitación aclare mi garganta para poder hablar con Esme.
-¿Qué sucede pequeña? Jamás te había visto esa mirada- me pregunto Esme, tenia que controlarme, no quería hacerla sentir mal, más que mal ella había hecho todo eso por mi, había soportado la vida aquí para permanecer a mi lado y eso se lo agradecería eternamente.
-Entiendo tus razones por que no me lo dijiste, pero esa promesa ahora es invalida pues al final lo supe por los labios de mi padre, ahora solo quiero saber la verdad completa- le dije calmadamente, pero sabia que las lagrimas finalmente cederían en un llanto desgarrador, la verdad al fin ante mis ojos y las emociones estaban a flor de piel.
-Lo imagine- dijo agachando su cabeza –Primero que todo debes entender que tu eras la luz de sus ojos, ella realmente te ama Bella eso jamás lo dudes- tomo nuevamente mi mano y tras darme un fuerte apretón en señal de apoyo.
-Yo conocía a tu madre desde la infancia, siempre fuimos muy amigas e íbamos juntas a todos lados, nuestros padres eran los mejore amigos- ¿mi abuelo dejaba que mi madre se relacionara con gente humilde? Tenia que preguntar.
-¿pero como? ¿Ella…tu?- Esme entendió mis dudas.
-Bella, yo así como tu también pude tener un titulo jerárquico, mi padre era Conde lo que me concedía a mi el rango de Condesa, pero lo deje cuando me enamore de Carlisle, deje todas aquellas comodidades por él- ¡asombro! Eso fue lo único que sentía, en sus ojos había pena al recordar aquello –Mi padre no soporto mi decisión pero al menos la acepto y me dejo vivir con ella, solo que él se olvido de mi, como si jamás e hubiese tenido- y una pequeña lagrima broto de sus ojos.
-¿Pero y Carlisle?- pregunte sin entender, iba a sentarme en la cama cuando un fuerte dolor en la cabeza me hizo tambalear.
-Quédate recostada cariño, sino no hay más historia- me dijo dulcemente, pero sus ojos seguían con esa pena –Carlisle no quería que dejara mi vida por él, pero no podía hacer nada, esa era mi decisión y tenia que respetarla- suspiro –Creo que hasta el día de hoy se siente culpable, como si por él yo me hubiese tenido que ver obligada a escoger, pero te aseguro que eso jamás sucedió, en el momento en que lo vi supe que él seria el padre de mis hijos- y esa sonrisa que tanto me gustaba en ella iluminó su rostro. El recuerdo de sus hijos fue lo que me hizo volver a la historia.
-¿Qué es de tu padre?- pregunte sin pensar, pero me arrepentí cuando vi como se estremecía –Disculpa no quise…
-No cariño o te preocupes. No lo e visto desde que me fui de la casa, creí haberlo visto el día que me case con Carlisle pero dudo que el haya querido verme en esa situación con él, hubo un rumor que se fue a Europa y que las guerrillas que tanto le apasionaban acabaron con su vida- y una pequeña lagrima salio de sus ojos, decidí cambiar de tema.
-¿Qué paso con mi madre?- pregunte finalmente, inspirando hondo para retener las lágrimas.
-Cuando naciste ella estaba sumamente feliz, eras la luz de sus ojos. Pero tu padre cambio, algo lo hizo estar diferente, tu madre creía que con la gente que comenzó a relacionarse estaban influyendo en él, nunca supo de quienes se trataba pero sabia que se debía a ello, luego tu padre consiguió el cargo de jefe de policía y como la espuma su reputación subió, lo que a tu madre le asustaba ya que veía en él algo diferente al tener tal poder.
-Pero Esme, mi madre también era Condesa ¿mi padre se beneficiaba de ello?- esa duda salto a mi cabeza de la nada.
-Claro que si, y mucho, ya que el poder recae más en el hombre que la mujer, tu madre intento renunciar a ese poder, pero tu padre se lo impidió ya que con ello renunciaba a la herencia de tus abuelos- con mi madre éramos tan parecidas en ciertos aspectos.
-¿Quién es Phil?- pregunte aquello que más temía
-Tu padre decidió enviar a tu madre a la casa del campo, y fue en ese lugar donde conoció a Phil, fue cuando nuevamente pudimos reunirnos después de tantos años que estuvimos separadas. Ella quedo hipnotizada de Phil, fue algo mutua y bueno ambos empezaron a tener una relación, tu madre se sentía muy a gusto con él porque él le entregaba todo aquello que tu padre una vez le dio, aquello que inexplicablemente dejo de entregarle. El resto ya lo sabes y no veo necesario tener que repetirlo, detalles desconozco- y se lo agradecí, era verdad ya sabia suficiente, suficiente tenia con que mi padre no lo haya negado.
-¿Dónde esta Edward?- pronunciar su nombre fue una descarga extraña en mi cuerpo.
-Esperándote- dijo con una enorme sonrisa –Él jamás a dejado de amarte pequeña, no te preocupes, no se cuales fueron tus razones para dejarlo, pero él estará bien, solo dale…- no la deje terminar.
-No Esme, no me alejare de él, ahora más que nunca luchare, aunque tenga que arrodillarme para que me perdona- le dije con un sonrisa –Lo haré por él, por mi madre y sobre todo por mi, por que lo amo más que a mi vida.
Y le conté lo sucedido que gatillo a que aceptara aquel compromiso, mientras en mi mente me repetia una y otra vez que estariamos juntos nuevamente, aunque me costara la vida, lucharia como lo hizo Esme.
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Re: Un amor en 1920 (Completo)
“Para siempre…por toda la eternidad”
-No Esme, no me alejare de él, ahora más que nunca luchare, aunque tenga que arrodillarme para que me perdona- le dije con un sonrisa –Lo haré por él, por mi madre y sobre todo por mi, por que lo amo más que a mi vida.
Y le conté lo sucedido que gatillo a que aceptara aquel compromiso.
Al día siguiente de aquella conversación, mi padre intentaba pasar más tiempo conmigo, sospecho que lo hacia con la intención de saber si había escuchado su reveladora platica con Esme, y claro que la había escuchado, procesado, he incluso asimilado, hasta perdonado aunque no fuese necesario, no seria yo quien juzgaría a mi madre por las dictaduras del corazón, lo único que tome de aquella fatal experiencia es que yo no haría lo mismo, no dejaría que el amor verdadero se fuera de mi vida por los tontos caprichos de mi padre, por su soberbia y menos aún por algo tan banal como el dinero y la posición social. A él tampoco tenia que juzgarlo, lo sabia por que es mi padre y más que mal es mi única familia sanguínea, y Dios sabe que intento olvidar, pero es difícil el hacerlo sabiendo que sus decisiones llevaron al límite a mi madre, y vaya que la entendía si yo semanas atrás intente hacer lo mismo. El sentirse ahogada y sin escapatoria es un mal consejero para decidir.
Pero ahora no seria igual, aunque tuviese que dejar a mi padre lo haría, lo haría por mí y por Edward. Desde que salí del hospital han pasado dos semanas, unas largas semanas de convalecencia en donde no he podido hablar con Edward, por los cuidados de Esme es que no me a dejado salir de casa y para que mi padre no sospeche de Edward es que él no a podido venir a visitarme, aunque sospecho que él no quiere encontrarse con Alec, quien religiosamente me visita a diario, pero después de una hora de escuchar su tediosa platica, me hago la cansada para que me deje a solas, y cuando me encuentro sola es cuando comienzo a pensar en Edward y en lo que tengo preparado para que estemos juntos.
Precisamente a eso me dirigía en este momento, había hablado con Esme y Carlisle dos días antes pidiéndoles, aunque debo decir que pareció una suplica, que me dieran su consentimiento a lo que iba a hacer, quizás algo demasiado moderno para su gusto, pero por él daría mi vida de ser necesario.
Salí de mi casa sin explicaciones, mi padre estaba furia por mi nueva manera de comportarme, una “etapa de rebeldía” como prefería justificarlo, pero de igual manera no me importo y me dirigí a la casa del campo, en la que llegue en tiempo record gracias a mi amigo Jake que estaba al tanto de todos mis planes, él por su parte estaba rebosante de felicidad, ya que después de muchas platicas con su padre, algunas peleas, y hay que decirlo, un par de amenazas quizás de mi amigo, finalmente consiguió la aprobación de su padre para poder estar con Nessi.
Llegue a la casa de Edward en donde sabía que estaría gracias a la información de Alice, esa pequeña me había ayudado muchas veces y esta no era la excepción, no me tome ni la molestia ni de golpear en la puerta, simplemente entre y el silencio era sepulcral ya que en el lugar estaba solo, pero no por mucho así que me apresure a arreglar las cosas que tenia en mente, principalmente la habitación de Edward.
Pasadas unas horas tenia todo listo, velas, rosas, esencias aromáticas y al lado de su cama, sobre el suelo, una manta extendida esperando para mi siguiente paso. Escuche la puerta principal abrirse y supe de inmediato que seria Edward, pues cortesía del resto de la familia, estaríamos solos por toda la noche. Escuche su andar por la casa, quizás por la cocina y luego al baño, para finalmente llegar a su habitación que lo recibió con una oscuridad mínima, ya que las velas le permitían mostrarle que tras todo esto estaba yo.
-¿Bella?- su voz sonó entre asombrado contento.
-Hola amor- le dije tímidamente, al escuchar mi voz no demoro ni dos segundos en llegar a mi lado y besarme de aquella manera que me hacia olvidar hasta de respirar, solo como él sabia besar.
-¿Amor? como no entiendo y… ¿bueno tu prometido? ¿Qué es todo esto?- pregunto tras separarse unos pocos centímetros de mis labios, yo por mi parte seguía en las nubes por lo que demore en contestar, pero aclare lo mejor que pude mi cabeza.
-Una sorpresa para ti, amor- le remarque, sus ojos eran miel para mi, llenos de dulzura y encanto –Sabes que tu eres mi único amor, no quiero hablar de Alec, esta noche es para ambos- y la hermosa sonrisa que me regalo fue suficiente para dejar ese tema para después.
-Amor no debiste, aún sigues convaleciente- y se separo aun más de mí para tomarme entre sus brazos y me posarme sobre la cama, yo simplemente rodé los ojos.
-Amor estoy bien, te lo prometo- le dije besando la punta de su nariz -No es como si fuera a morir- y sentí como se tensaba y me di cuenta que esas no eran las mejores palabras para expresarme.
-No digas eso- me dijo mirándome directamente a los ojos –Nunca en tu vida vuelvas a hacer algo como eso, nada puede ser tan malo como para que intentes quitarte la vida, si no hubiese llegado a tiempo tu…- y vi la tristeza en sus ojos.
-Amor, eso esta en el pasado, se que lo que hice estuvo mal pero aprendí de ello- tome su rostro entre mis manos para que no dejara de mirarme a los ojos, los suyos estaban llenos de tristeza y miedo, pero al parecer los míos estaban reflejando todo el amor que siento por él por que su rostro rápidamente se ilumino.
-No puedo estar en un mundo donde tu no estés conmigo- me dijo serio –Si tu te vas, ten por seguro que te seguiré en cuestión de minutos- y aunque no me gustase la idea de saber que Edward no estaría en este mundo, era la verdad, si a él le ocurriese algo similar yo partiría en su búsqueda para encontrar la felicidad eterna.
-Es mutuo amor, no podría seguir viviendo si no estas a mi lado, saber que no podré verte seria como estar muerta en vida así que simplemente acordaría mi estadía en la tierra y te acompañaría- le dije –Jamás podría rehacer mi vida sin ti- le confesé sinceramente.
-Pero creo que todo esto no es para hablar de cosas tan tristes ¿o me equivoco?- me pregunto juguetón, yo sonreí ampliamente por mis planes.
-La verdad es que no- y me acerque para vendar sus ojos con una bufanda que tenía escondida debajo de su almohada.
-¿Qué es…?- pero lo corte.
-Déjame esta vez a mi sorprenderte, tu solo disfruta- y antes de salir le deje un corto beso en los labios y sentí su risa en los míos –No te muevas de aquí- le advertí. Fui directo a la cocina por unas fresas con crema, Champagne, un pie de manzana preparado por mí entre otras cosas. Me temblaban las manos de nervios, al llegar aquí temía que Edward me odiara por haber sido cobarde, por mi apresurada decisión y sobre todo por comprometerme nuevamente, pero no, la bondad del corazón de Edward nuevamente se veía reflejado y había hecho caso omiso a todo cuanto había sucedido un par de semanas atrás.
Llegue a la habitación y ahí sobre la cama, sentado tal cual lo deje se encontraba el hombre de mi vida, me quede mirándolo un poco más, es que no me cansaba de hacerlo.
-No es justo que tu puedas ver y yo no- dijo he hizo un tierno puchero.
-Déjame esta vez a ser yo la que disfrute teniendo el suspenso- y deje las cosas sobre la manta, me encamine hacia él para tomar su mano y así hacer que se levantara –Por aquí- y lo guíe para que se sentara en el suelo, sobre la manta. Lo acomode de tal manera que quedo con su espalda afirmada sobre el borde de la cama y lentamente acerque a sus labios una fresa con crema y en el momento en que la sintió, abrió sus labios y mordió la fresa sensualmente con sus blancos dientes.
-Exquisito, es como comer un concentrado de tu aroma, amor- y la sonrisa de sus labios permanecía intacta llevándome casi al parco cardiaco. Saque la venda de sus ojos, la dulzura, pasión, admiración y amor que vi en sus ojos me hizo estremecer.
-Sabes que te amo con toda mi alma ¿verdad?- la conexión de nuestras miradas era única y mágica.
-uhm, algo- dijo mientras se llevaba un dedo a la boca y hacia como que pensaba –Pero no estoy muy convencido- me dijo pícaro –Podrías esforzarte más- me provoco y yo sonreí por su juego.
Me moví lo más rápido que pude para pillarlo desprevenido y así lo conseguí, me senté a horcadas sobre su regazo y le bañe el rostro de besos, sin tocar sus labios.
-Quizás no he sido muy clara- y deje pequeños besos húmedos sobre su cuello, leves caricias sobre su pecho y exhalando parte de mi aliento sobre su oído.
-Chica mala- me dijo con voz ronca, me gustaba provocarlo pero antes de que perdiéramos la cabeza necesitaba tenerlo concentrado, así que me detuve y lo mire fijamente, quizás noto que lo que le diría seria serio por que su semblante cambio a preocupado -¿Dije algo malo? Por que…- lo acalle poniendo uno de mis dedos sobre sus labios y negué con la cabeza para que no dijera más.
-Se que esto es poco convencional Edward, pero…- sentía vergüenza, no sabia como hacerlo ya que desde pequeña me habían enseñado a ser quien esperara, a ser quien esperara a que el hombre pidiera tu mano, pero no podía demostrar duda en estos momentos.
-Amor ¿tu te casarías conmigo?- le solté sin mas preámbulos y sus ojos se agrandaron de asombro, una perfecta “O” adorno sus labios, ambos cambiaron al segundo, sus ojos estaba cristalinos y rebosantes de felicidad, mientras que la dulzura de su boca me regalaba la mejor sonrisa que me había dado en todos estos meses.
-¿Estas hablando enserio?- el asombro continuaba en su voz, yo sonreí en afirmación –Sabes que esto lo debería de hacer yo, acabas de quitarle la emoción que yo debería de darte- me dijo algo avergonzado, me robe sus labios en un beso fiero –Dios- gruñí para mis adentros, solo él sabia cuanto lo necesitaba.
-Tu haz hecho ya mucho por mi, esto que te pido quizás es la guinda de la torta en cuanto a lo que podrías hacer, por que yo por ti mi vida entera, entiendes- le dije mirándolo a los ojos –Sin ti no puedo vivir, sin ti mi vida no tendría un rumbo y mucho menos un sentido para vivirla- sentía cierta nostalgia, aquella angustia de que algo inevitable sucedería continuaba, pero lo deje pasar, este no era el momento para llamar a las malas vibras -¿aceptas?- le pregunte tímidamente.
-Amor, quiero ser tu amigo, tu amante, tu esposo, el padre de tus hijos, el único hombre de tu vida- y me beso con tanta ternura que suspire ampliamente ganándome unas leves risitas de mi futuro marido –No me haz dado tiempo para conseguirte un anillo- y me sonrío feliz ante la hermosa idea de casarnos.
Pasamos el resto de la noche celebrando, hablando de nuestro futuros planes, de aquella casita que me había regalado y que esperaba por nosotros, Edward me seguro que la reconstruiría para mi. Comimos lo que había preparado, nos besábamos de vez en cuando, pero en el ultimo beso la pasión comenzó a subir un poco de nivel haciéndonos olvidar la cordura y unos cuantos recipientes y copas que estaban sobre la manta, Edward en un rápido movimiento tiro todo aquello a un lado posicionándome sobre esta y él sobre mi…creo que esta demás decir que fue la mejor noche que he tenido, ya que el amor y la entrega mutua que tuvimos fue a otro nivel, incluso mejor que mi primera vez, no sabría como explicarlo pero en mi interior sentí una paz única.
Los siguientes dos días me quede en casa de Edward, por la información de Carlisle, mi padre estaba enloquecido buscándome, le había preguntado a él si me había visto pero gracias a Dios Carlisle le mintió y me protegió con su mentira, bueno a mi y a Edward. Necesitaba tiempo, al menos hasta ya haberme casado con Edward no le diría que es él el poseedor de mi corazón y de mi vida.
Lamentablemente no tuve la misma suerte con la familia Vulturi, ya que cundo andaba en el pueblo buscando algunas cosas para mi boda, sentí que alguien me tomaba del brazo con fuerza y me giraba violentamente.
-¿A qué crees que estas jugando niñita caprichosa?- me rugió prácticamente la madre de Alec, Dídima Vulturi.
-No se de que me habla- le dije mientras intentaba soltarme de su agarre pero me fue imposible, ya que la fuerza que estaba aplicando era mucho mayor que la mía.
-Mi hijo preocupado por tu salud, martirizándose ante la idea de que lo dejes plantado el día de su boda y tú…- me miro con arrogancia y sus palabras me hicieron temblar, en mi cabeza una próxima boda con Alec no estaba ni por asomo por cumplirse, pero ella estaba aquí y por su mirada podría decir que sabia un poco más de lo que decía –Aquí paseándote como si nada, como si no tuvieses algún compromiso, dejando a mi hijo deshonrado ya que te paseas como una mujerzuela.
-Dídima, entiende que mi vida no cambiara por que me una a un hombre- eso era completamente falso, el día que me una a Edward, mi vida cambiaria completamente a una más feliz, a ser una devota esposa solo para él, pero el pensar en su hijo me producía un fuerte rechazo a la palabra boda.
-Quiero que vuelvas a la ciudad, Alec a estado muy preocupado por ti sobre todo por que no había podido dar contigo, le dije que no se preocupara que yo te encontraría y así es, no preguntare que haz estado haciendo para no tener que mentirle después a mi hijo ocultándole cosas, pero óyeme bien Isabella, te quiero a más tardar mañana por la tarde en nuestra casa para que le aclares a mi hijo que todo estará bien, que habrá boda y juntas comenzaremos los preparativos para incluso adelantarla- no me dio tiempo a responderle ya que había dado media vuelta y se marcho entre la multitud de personas que ya me cerraban el paso.
Al llegar a la casa de mi verdadera familia, Alice se encontraba en el lugar y en el momento en que me vio cruzar el umbral de la puerta supo que algo malo me había sucedido.
-¿Bella estas bien?- me pregunto preocupada y sin pensarlo dos veces le conté el pequeño enfrentamiento que había tenido con mi “suegra”. Alice en ningún momento me interrumpió, escuchaba atenta cada palabra que le decía mientras veía que en su cabecita loca algo estaba maquinando.
-¿Y bueno?- le pregunte después de un breve silencio que se formo al terminar mi relato, ella seguía aun pensativa lo que me asustaba un poco, pero definitivamente termino por asustarme cuando una enorme sonrisa de satisfacción lleno su rostro.
-Es perfecto Bella- y salio corriendo de la casa dejándome con la duda marcada en el rostro.
Me había quedado sola en la casa reflexionando lo que había sucedido, de cierta forma la expresión de Dídima me había asustado pero borre cualquier funesto sentimiento cuando Edward llego al poco rato regalándome aquellas sonrisas tranquilizadoras que tanto amo.
-Hola amor- se acerco a mi y me beso en los labios, sentir su calidez me hacia relajar y olvidar cualquier mal presentimiento.
Edward estaba tan feliz que al fin estuviésemos juntos, que su entusiasmo no le hizo percatarse que estaba extraña con todo el asunto de Dídima, o al menos eso pensaba yo, pero internamente agradecía que no hiciera preguntas.
Un poco más tarde Alice apareció con una enorme sonrisa que me hizo temer un poco, a los minutos Esme y Carlisle también aparecieron, siento más precisa, toda la familia Cullen estaba ahí ya que Emmett y Rose llegaron poco después.
-Bien familia tenemos mucho por hacer, ya cada uno sabe sus deberes así que empezaos- dijo Alice teatralmente y a decir verdad no tenia idea de que hablaba. Edward me sonrío de una manera extraña, algo misterioso, me beso y se fue junto con los hombres de la familia.
-¿Qué es lo que tanto tienen que hacer Alice?- le pregunte confundida, ella me miro con cara de pocos amigos.
-No puedo creer que tú, mi amiga, no sepa que es lo que estamos haciendo- y luego me sonrío malignamente –Ahora mueve ese cuerpecito frágil que tienes a mi habitación- y me apunto con el dedo intentando darme una expresión seria, me percate que los ojos de Esme rebosaban de felicidad, solamente me limite a seguir las instrucciones de Alice por mi propia salud física.
Al entrar a la habitación de Alice el aire que tenia en los pulmones quedaron atorados ante tal imagen. Frente a mí y con todo su esplendor, estaba el vestido más hermoso que mis ojos hubiesen visto, era como si centelleara por si solo, era el vestido de novia de ensueños de cualquier chica. En un momento en que no me di cuenta, Alice estaba a mi lado sonriendo llena de satisfacción.
-Es hermoso, ¿no?- y me empujo más adentro.
-¿De quien es?- pregunté algo temerosa en el momento en que el aire pudo escapar de mi.
-¿Cómo e quien es, Bella? ¿En que mundo vives?- me dijo como ofendida pero sonriendo ampliamente –Tuyo- me dijo aún sonriendo. Creo que en ese momento palidecí más de la cuenta ya que su semblante cambio a preocupado -¿Bella estas bien? Si quieres lo puedo cambiar, no hay problema- pero la detuve ya que la información seguía llegando de golpe a mi cerebro.
-Alice es lo más hermoso que he visto, no tienes que cambiar nada pero…- la pregunta que tenia era obvia, así lo supe ya que no la había ni formulado y Alice ya me estaba contestando.
-Se que las cosas querías hacerlas un poco diferentes con mi hermano, pero dada la situación con tu “suegra” esto requiere un poco de velocidad, toda la familia lo sabe y tienen que estar en estos momentos esperándote en la iglesia junto con tu futuro marido- y su sonrisa me tranquilizo, a pesar de que me llego todo d golpe realmente era lo que yo quería, con la ayuda de mi familia podría decir mañana por la mañana que era un miembro más de la familia Cullen…Isabella Cullen.
No se con que cabeza pude seguir todas las ocurrencias de Alice, pero en el verdadero momento que me percate que todo era real fue cuando me llevo frente a un gran espejo en su habitación y me vi a mi misma vestida de novia, con mi pelo suelto en delicados rizos y entre ellos pequeñas flores que le daban un toque de princesa de cuentos de hadas –Gracias- fue cuanto pude decir y me lancé a sus brazos para ser recibida calidamente.
Como explicar el nerviosismo, ansiedad y felicidad que sentía a la vez mientras iba en un carruaje cortesía de Jasper para llegar a una pequeña parroquia que me esperaba adornada con mucho gusto, cortesía de Esme.
Cuando la puerta del carruaje fue abierta, me encontré con un muy bien arreglado y sonriente Carlisle, quien al verme sus ojos y su rostro se ilumino y me tendió su brazo para ayudarme a bajar.
-Luces magnifica, hija- me dijo mientras besaba mi mano. Una parte de mi se entristeció al pensar en que en este momento tan importante de mi vida mi padre era quien debía estar aquí, entregándome con confianza al hombre que cuidaría con fervor mi corazón y mi vida de todo el mundo, pero esa no era la realidad, él estaba en contra de mis sentimientos y mis decisiones, ante eso me veía en estos momentos siendo entregada a Edward ante Dios por Carlisle, quien fácilmente podría ser el padre con que cualquier chica soñara. También me gustaría que mi madre estuviese aquí, que ella junto a Esme hubiesen preparado todo esto en tan poco tiempo, pero sabía que estuviese donde estuviese ella estaba feliz de verme crecer y siendo la mujer más completa en este mundo.
Internamente continuaba con mi monologo interior acerca de mi vida mientras me adentraba a la iglesia, pero cuando pensamiento coherente cruzaba mi cabeza fue abandonado violentamente al tener la visión más puramente fascinante y hermosa con la que pueda soñar. Edward.
Quien lucia un traje negro que lo hacia lucir hermoso, como un sueño, incluso como un sueño irreal. Su sonrisa era nerviosa así como la mía, al momento de encontrarme con sus ojos todo atisbo de duda, nerviosismo o miedo se desvaneció. Solo con mirarnos sabíamos que todo estaría bien, que esto era lo correcto y que nadie nos separaría, cada paso que daba era el eco de mi corazón que me suplicaba correr a los brazos de aquel ángel que me esperaba al final del pasillo, que me gritaba una y otra vez que y por él seria capaz de cualquier cosa y sabia certeramente que llegado el momento, así seria.
Cuando finalmente llegue a su lado, Carlisle tomo su mano que la posiciono sobre la mía.
-Cuídala hijo, que mujeres como ella ya no existen- y tras besar mi frente fue a sentarse junto a Esme, quien recién en ese momento la note, en sus ojos se desbordaba la bondad, la emoción y la felicidad por el momento.
También note que Alice y Jasper estaban a mi costado como mis padrinos, y por el otro lado, al costado de Edward, Emmett y Rose nos sonreían felices, como sus padrinos.
Edward en ningún momento soltó mi mano, de vez en cuando acariciaba el dorso de ella con suaves movimientos circulares de su pulgar o daba leves apretones cuando el sacerdote citaba alguna frase que nos identificaba, era como confirmar cada palabra que él decía, a decir verdad, palabras que no pude razonar 100% ya que mi mente seguía viajando una y otra vez exclusivamente al hombre que se encontraba a mi lado, sosteniéndome como sabia que lo haría eternamente.
Y tuve que volver a la realidad cuando Edward se giro a mi, mirándome intensamente con aquellos ojos que me embriagaban con su amor.
-El tiempo es demasiado lento para aquellos que esperan...demasiado rápido para aquellos que temen...demasiado largo para aquellos que sufren...demasiado corto para aquellos que celebran...pero para aquellos que aman, el tiempo es eterno- me dijo con suavidad sin perder la conexión con mis ojos, suspiro –El tiempo será nuestro mejor aliado para amarnos, acompañarnos, comprendernos, apoyarnos. Ante Dios te juro que jamás podré dejar de amarte, que te cuidare con mi vida ante cualquier adversidad- y beso mi mano antes de deslizar una alianza de oro sobre mi dedo. Fue cuando sentí la mirada de todos ¿era el momento que dijera algo? Y fue cuando caí en la cuenta que era el momento de decir mi propio juramento ante Dios para Edward… ¡OH OH! Como todo había sido tan abrupto, no había pensado en ello. Simplemente dejaría a mi corazón hablar por si mismo, aunque sabia que jamás llegaría a ser tan perfecto como las palabras de Edward.
-Te amo no solo por como eres, sino por como me haces ser cuando estoy contigo.
Te amo por besarme de aquella manera que me roba el aliento y me haces perder el conocimiento, por cuidarme, apoyarme- sentía un leve rubor en mis mejillas, no era lo mío ser expresiva ante otras personas -Soportarme y tenerme paciencia- baje mi mirada al recordar todos aquellos horribles momentos por los que tuve que hacerlo pasar, él entendió de alguna manera el curso de mis pensamientos pues tomo mi barbilla entre sus suaves manos y me acerco más a su rostro.
-Somos uno, si tu cometes un error es por que yo lo cometí primero, te amo… simplemente por como eres- y me besó dulcemente, cada respiro que sentía de su boca era el propio aire que necesitaba para vivir, su mano subió tiernamente a mi mejilla y en cada caricia sentía su anhelo por mi. Mi maravillosa burbuja fue pinchada con un carraspeo y me gire sumamente avergonzada al sacerdote quien nos sonreía con sus ojos ante nuestra muestra de cariño.
-Aún no hemos llegado a esa parte- y pude ver el atisbo de diversión en sus labios.
Por el rabillo del ojo pude ver la enorme sonrisa de Edward que asentía. Me aclare la mente y tras mirarlo intensamente, deslice el símbolo de mi amo por el sobre su dedo. Desde ese momento intente prestar más atención a cada palabra, y en efecto cada dulce palabra me llenaba de nuevas esperanzas. Cada vez que el curita nos hablaba acerca que el verdadero amor podía superar cualquier muro, por muy impenetrable que se viese a simple vista, el amor cuando es bendecido por Dios todo lo puede, y así sería desde ahora en adelante…junto a mi esposo.
Cuando llego el momento de las alianzas, mis ojos ya no aguantaba más la comenzó con las poderosas lagrimas de felicidad que sabia que tarde o temprano saldrían.
-Por el poder que me otorga Dios y la iglesia…los declaro marido y mujer- nos sonrío a ambos de una manera muy calida y acogedora –Esta vez si, Sr. Cullen, puede besar a la Sra. Cullen- Sonreí abiertamente ante como sonaban aquellas dos simples palabras… Sra. Cullen.
Edward me besó con tanta adoración y amor que el fuere suspiro que salio de mis labios hizo reír al resto de la familia.
Mire a Edward una última vez, antes de ser acaparados por las felicitaciones de los demás, para sellar aquel momento –Juntos para siempre- le dije con todo el amor que podía entregarle en cada palabra, que salía desde el fondo de mi corazón con la certeza de saber que con nadie más podría ser feliz por el resto de mi vida.
-Por toda la eternidad, esposa mía- me dijo besando mi frente y separándose solo lo necesario para recibir los abrazos de su familia. Mi familia
-No Esme, no me alejare de él, ahora más que nunca luchare, aunque tenga que arrodillarme para que me perdona- le dije con un sonrisa –Lo haré por él, por mi madre y sobre todo por mi, por que lo amo más que a mi vida.
Y le conté lo sucedido que gatillo a que aceptara aquel compromiso.
Al día siguiente de aquella conversación, mi padre intentaba pasar más tiempo conmigo, sospecho que lo hacia con la intención de saber si había escuchado su reveladora platica con Esme, y claro que la había escuchado, procesado, he incluso asimilado, hasta perdonado aunque no fuese necesario, no seria yo quien juzgaría a mi madre por las dictaduras del corazón, lo único que tome de aquella fatal experiencia es que yo no haría lo mismo, no dejaría que el amor verdadero se fuera de mi vida por los tontos caprichos de mi padre, por su soberbia y menos aún por algo tan banal como el dinero y la posición social. A él tampoco tenia que juzgarlo, lo sabia por que es mi padre y más que mal es mi única familia sanguínea, y Dios sabe que intento olvidar, pero es difícil el hacerlo sabiendo que sus decisiones llevaron al límite a mi madre, y vaya que la entendía si yo semanas atrás intente hacer lo mismo. El sentirse ahogada y sin escapatoria es un mal consejero para decidir.
Pero ahora no seria igual, aunque tuviese que dejar a mi padre lo haría, lo haría por mí y por Edward. Desde que salí del hospital han pasado dos semanas, unas largas semanas de convalecencia en donde no he podido hablar con Edward, por los cuidados de Esme es que no me a dejado salir de casa y para que mi padre no sospeche de Edward es que él no a podido venir a visitarme, aunque sospecho que él no quiere encontrarse con Alec, quien religiosamente me visita a diario, pero después de una hora de escuchar su tediosa platica, me hago la cansada para que me deje a solas, y cuando me encuentro sola es cuando comienzo a pensar en Edward y en lo que tengo preparado para que estemos juntos.
Precisamente a eso me dirigía en este momento, había hablado con Esme y Carlisle dos días antes pidiéndoles, aunque debo decir que pareció una suplica, que me dieran su consentimiento a lo que iba a hacer, quizás algo demasiado moderno para su gusto, pero por él daría mi vida de ser necesario.
Salí de mi casa sin explicaciones, mi padre estaba furia por mi nueva manera de comportarme, una “etapa de rebeldía” como prefería justificarlo, pero de igual manera no me importo y me dirigí a la casa del campo, en la que llegue en tiempo record gracias a mi amigo Jake que estaba al tanto de todos mis planes, él por su parte estaba rebosante de felicidad, ya que después de muchas platicas con su padre, algunas peleas, y hay que decirlo, un par de amenazas quizás de mi amigo, finalmente consiguió la aprobación de su padre para poder estar con Nessi.
Llegue a la casa de Edward en donde sabía que estaría gracias a la información de Alice, esa pequeña me había ayudado muchas veces y esta no era la excepción, no me tome ni la molestia ni de golpear en la puerta, simplemente entre y el silencio era sepulcral ya que en el lugar estaba solo, pero no por mucho así que me apresure a arreglar las cosas que tenia en mente, principalmente la habitación de Edward.
Pasadas unas horas tenia todo listo, velas, rosas, esencias aromáticas y al lado de su cama, sobre el suelo, una manta extendida esperando para mi siguiente paso. Escuche la puerta principal abrirse y supe de inmediato que seria Edward, pues cortesía del resto de la familia, estaríamos solos por toda la noche. Escuche su andar por la casa, quizás por la cocina y luego al baño, para finalmente llegar a su habitación que lo recibió con una oscuridad mínima, ya que las velas le permitían mostrarle que tras todo esto estaba yo.
-¿Bella?- su voz sonó entre asombrado contento.
-Hola amor- le dije tímidamente, al escuchar mi voz no demoro ni dos segundos en llegar a mi lado y besarme de aquella manera que me hacia olvidar hasta de respirar, solo como él sabia besar.
-¿Amor? como no entiendo y… ¿bueno tu prometido? ¿Qué es todo esto?- pregunto tras separarse unos pocos centímetros de mis labios, yo por mi parte seguía en las nubes por lo que demore en contestar, pero aclare lo mejor que pude mi cabeza.
-Una sorpresa para ti, amor- le remarque, sus ojos eran miel para mi, llenos de dulzura y encanto –Sabes que tu eres mi único amor, no quiero hablar de Alec, esta noche es para ambos- y la hermosa sonrisa que me regalo fue suficiente para dejar ese tema para después.
-Amor no debiste, aún sigues convaleciente- y se separo aun más de mí para tomarme entre sus brazos y me posarme sobre la cama, yo simplemente rodé los ojos.
-Amor estoy bien, te lo prometo- le dije besando la punta de su nariz -No es como si fuera a morir- y sentí como se tensaba y me di cuenta que esas no eran las mejores palabras para expresarme.
-No digas eso- me dijo mirándome directamente a los ojos –Nunca en tu vida vuelvas a hacer algo como eso, nada puede ser tan malo como para que intentes quitarte la vida, si no hubiese llegado a tiempo tu…- y vi la tristeza en sus ojos.
-Amor, eso esta en el pasado, se que lo que hice estuvo mal pero aprendí de ello- tome su rostro entre mis manos para que no dejara de mirarme a los ojos, los suyos estaban llenos de tristeza y miedo, pero al parecer los míos estaban reflejando todo el amor que siento por él por que su rostro rápidamente se ilumino.
-No puedo estar en un mundo donde tu no estés conmigo- me dijo serio –Si tu te vas, ten por seguro que te seguiré en cuestión de minutos- y aunque no me gustase la idea de saber que Edward no estaría en este mundo, era la verdad, si a él le ocurriese algo similar yo partiría en su búsqueda para encontrar la felicidad eterna.
-Es mutuo amor, no podría seguir viviendo si no estas a mi lado, saber que no podré verte seria como estar muerta en vida así que simplemente acordaría mi estadía en la tierra y te acompañaría- le dije –Jamás podría rehacer mi vida sin ti- le confesé sinceramente.
-Pero creo que todo esto no es para hablar de cosas tan tristes ¿o me equivoco?- me pregunto juguetón, yo sonreí ampliamente por mis planes.
-La verdad es que no- y me acerque para vendar sus ojos con una bufanda que tenía escondida debajo de su almohada.
-¿Qué es…?- pero lo corte.
-Déjame esta vez a mi sorprenderte, tu solo disfruta- y antes de salir le deje un corto beso en los labios y sentí su risa en los míos –No te muevas de aquí- le advertí. Fui directo a la cocina por unas fresas con crema, Champagne, un pie de manzana preparado por mí entre otras cosas. Me temblaban las manos de nervios, al llegar aquí temía que Edward me odiara por haber sido cobarde, por mi apresurada decisión y sobre todo por comprometerme nuevamente, pero no, la bondad del corazón de Edward nuevamente se veía reflejado y había hecho caso omiso a todo cuanto había sucedido un par de semanas atrás.
Llegue a la habitación y ahí sobre la cama, sentado tal cual lo deje se encontraba el hombre de mi vida, me quede mirándolo un poco más, es que no me cansaba de hacerlo.
-No es justo que tu puedas ver y yo no- dijo he hizo un tierno puchero.
-Déjame esta vez a ser yo la que disfrute teniendo el suspenso- y deje las cosas sobre la manta, me encamine hacia él para tomar su mano y así hacer que se levantara –Por aquí- y lo guíe para que se sentara en el suelo, sobre la manta. Lo acomode de tal manera que quedo con su espalda afirmada sobre el borde de la cama y lentamente acerque a sus labios una fresa con crema y en el momento en que la sintió, abrió sus labios y mordió la fresa sensualmente con sus blancos dientes.
-Exquisito, es como comer un concentrado de tu aroma, amor- y la sonrisa de sus labios permanecía intacta llevándome casi al parco cardiaco. Saque la venda de sus ojos, la dulzura, pasión, admiración y amor que vi en sus ojos me hizo estremecer.
-Sabes que te amo con toda mi alma ¿verdad?- la conexión de nuestras miradas era única y mágica.
-uhm, algo- dijo mientras se llevaba un dedo a la boca y hacia como que pensaba –Pero no estoy muy convencido- me dijo pícaro –Podrías esforzarte más- me provoco y yo sonreí por su juego.
Me moví lo más rápido que pude para pillarlo desprevenido y así lo conseguí, me senté a horcadas sobre su regazo y le bañe el rostro de besos, sin tocar sus labios.
-Quizás no he sido muy clara- y deje pequeños besos húmedos sobre su cuello, leves caricias sobre su pecho y exhalando parte de mi aliento sobre su oído.
-Chica mala- me dijo con voz ronca, me gustaba provocarlo pero antes de que perdiéramos la cabeza necesitaba tenerlo concentrado, así que me detuve y lo mire fijamente, quizás noto que lo que le diría seria serio por que su semblante cambio a preocupado -¿Dije algo malo? Por que…- lo acalle poniendo uno de mis dedos sobre sus labios y negué con la cabeza para que no dijera más.
-Se que esto es poco convencional Edward, pero…- sentía vergüenza, no sabia como hacerlo ya que desde pequeña me habían enseñado a ser quien esperara, a ser quien esperara a que el hombre pidiera tu mano, pero no podía demostrar duda en estos momentos.
-Amor ¿tu te casarías conmigo?- le solté sin mas preámbulos y sus ojos se agrandaron de asombro, una perfecta “O” adorno sus labios, ambos cambiaron al segundo, sus ojos estaba cristalinos y rebosantes de felicidad, mientras que la dulzura de su boca me regalaba la mejor sonrisa que me había dado en todos estos meses.
-¿Estas hablando enserio?- el asombro continuaba en su voz, yo sonreí en afirmación –Sabes que esto lo debería de hacer yo, acabas de quitarle la emoción que yo debería de darte- me dijo algo avergonzado, me robe sus labios en un beso fiero –Dios- gruñí para mis adentros, solo él sabia cuanto lo necesitaba.
-Tu haz hecho ya mucho por mi, esto que te pido quizás es la guinda de la torta en cuanto a lo que podrías hacer, por que yo por ti mi vida entera, entiendes- le dije mirándolo a los ojos –Sin ti no puedo vivir, sin ti mi vida no tendría un rumbo y mucho menos un sentido para vivirla- sentía cierta nostalgia, aquella angustia de que algo inevitable sucedería continuaba, pero lo deje pasar, este no era el momento para llamar a las malas vibras -¿aceptas?- le pregunte tímidamente.
-Amor, quiero ser tu amigo, tu amante, tu esposo, el padre de tus hijos, el único hombre de tu vida- y me beso con tanta ternura que suspire ampliamente ganándome unas leves risitas de mi futuro marido –No me haz dado tiempo para conseguirte un anillo- y me sonrío feliz ante la hermosa idea de casarnos.
Pasamos el resto de la noche celebrando, hablando de nuestro futuros planes, de aquella casita que me había regalado y que esperaba por nosotros, Edward me seguro que la reconstruiría para mi. Comimos lo que había preparado, nos besábamos de vez en cuando, pero en el ultimo beso la pasión comenzó a subir un poco de nivel haciéndonos olvidar la cordura y unos cuantos recipientes y copas que estaban sobre la manta, Edward en un rápido movimiento tiro todo aquello a un lado posicionándome sobre esta y él sobre mi…creo que esta demás decir que fue la mejor noche que he tenido, ya que el amor y la entrega mutua que tuvimos fue a otro nivel, incluso mejor que mi primera vez, no sabría como explicarlo pero en mi interior sentí una paz única.
Los siguientes dos días me quede en casa de Edward, por la información de Carlisle, mi padre estaba enloquecido buscándome, le había preguntado a él si me había visto pero gracias a Dios Carlisle le mintió y me protegió con su mentira, bueno a mi y a Edward. Necesitaba tiempo, al menos hasta ya haberme casado con Edward no le diría que es él el poseedor de mi corazón y de mi vida.
Lamentablemente no tuve la misma suerte con la familia Vulturi, ya que cundo andaba en el pueblo buscando algunas cosas para mi boda, sentí que alguien me tomaba del brazo con fuerza y me giraba violentamente.
-¿A qué crees que estas jugando niñita caprichosa?- me rugió prácticamente la madre de Alec, Dídima Vulturi.
-No se de que me habla- le dije mientras intentaba soltarme de su agarre pero me fue imposible, ya que la fuerza que estaba aplicando era mucho mayor que la mía.
-Mi hijo preocupado por tu salud, martirizándose ante la idea de que lo dejes plantado el día de su boda y tú…- me miro con arrogancia y sus palabras me hicieron temblar, en mi cabeza una próxima boda con Alec no estaba ni por asomo por cumplirse, pero ella estaba aquí y por su mirada podría decir que sabia un poco más de lo que decía –Aquí paseándote como si nada, como si no tuvieses algún compromiso, dejando a mi hijo deshonrado ya que te paseas como una mujerzuela.
-Dídima, entiende que mi vida no cambiara por que me una a un hombre- eso era completamente falso, el día que me una a Edward, mi vida cambiaria completamente a una más feliz, a ser una devota esposa solo para él, pero el pensar en su hijo me producía un fuerte rechazo a la palabra boda.
-Quiero que vuelvas a la ciudad, Alec a estado muy preocupado por ti sobre todo por que no había podido dar contigo, le dije que no se preocupara que yo te encontraría y así es, no preguntare que haz estado haciendo para no tener que mentirle después a mi hijo ocultándole cosas, pero óyeme bien Isabella, te quiero a más tardar mañana por la tarde en nuestra casa para que le aclares a mi hijo que todo estará bien, que habrá boda y juntas comenzaremos los preparativos para incluso adelantarla- no me dio tiempo a responderle ya que había dado media vuelta y se marcho entre la multitud de personas que ya me cerraban el paso.
Al llegar a la casa de mi verdadera familia, Alice se encontraba en el lugar y en el momento en que me vio cruzar el umbral de la puerta supo que algo malo me había sucedido.
-¿Bella estas bien?- me pregunto preocupada y sin pensarlo dos veces le conté el pequeño enfrentamiento que había tenido con mi “suegra”. Alice en ningún momento me interrumpió, escuchaba atenta cada palabra que le decía mientras veía que en su cabecita loca algo estaba maquinando.
-¿Y bueno?- le pregunte después de un breve silencio que se formo al terminar mi relato, ella seguía aun pensativa lo que me asustaba un poco, pero definitivamente termino por asustarme cuando una enorme sonrisa de satisfacción lleno su rostro.
-Es perfecto Bella- y salio corriendo de la casa dejándome con la duda marcada en el rostro.
Me había quedado sola en la casa reflexionando lo que había sucedido, de cierta forma la expresión de Dídima me había asustado pero borre cualquier funesto sentimiento cuando Edward llego al poco rato regalándome aquellas sonrisas tranquilizadoras que tanto amo.
-Hola amor- se acerco a mi y me beso en los labios, sentir su calidez me hacia relajar y olvidar cualquier mal presentimiento.
Edward estaba tan feliz que al fin estuviésemos juntos, que su entusiasmo no le hizo percatarse que estaba extraña con todo el asunto de Dídima, o al menos eso pensaba yo, pero internamente agradecía que no hiciera preguntas.
Un poco más tarde Alice apareció con una enorme sonrisa que me hizo temer un poco, a los minutos Esme y Carlisle también aparecieron, siento más precisa, toda la familia Cullen estaba ahí ya que Emmett y Rose llegaron poco después.
-Bien familia tenemos mucho por hacer, ya cada uno sabe sus deberes así que empezaos- dijo Alice teatralmente y a decir verdad no tenia idea de que hablaba. Edward me sonrío de una manera extraña, algo misterioso, me beso y se fue junto con los hombres de la familia.
-¿Qué es lo que tanto tienen que hacer Alice?- le pregunte confundida, ella me miro con cara de pocos amigos.
-No puedo creer que tú, mi amiga, no sepa que es lo que estamos haciendo- y luego me sonrío malignamente –Ahora mueve ese cuerpecito frágil que tienes a mi habitación- y me apunto con el dedo intentando darme una expresión seria, me percate que los ojos de Esme rebosaban de felicidad, solamente me limite a seguir las instrucciones de Alice por mi propia salud física.
Al entrar a la habitación de Alice el aire que tenia en los pulmones quedaron atorados ante tal imagen. Frente a mí y con todo su esplendor, estaba el vestido más hermoso que mis ojos hubiesen visto, era como si centelleara por si solo, era el vestido de novia de ensueños de cualquier chica. En un momento en que no me di cuenta, Alice estaba a mi lado sonriendo llena de satisfacción.
-Es hermoso, ¿no?- y me empujo más adentro.
-¿De quien es?- pregunté algo temerosa en el momento en que el aire pudo escapar de mi.
-¿Cómo e quien es, Bella? ¿En que mundo vives?- me dijo como ofendida pero sonriendo ampliamente –Tuyo- me dijo aún sonriendo. Creo que en ese momento palidecí más de la cuenta ya que su semblante cambio a preocupado -¿Bella estas bien? Si quieres lo puedo cambiar, no hay problema- pero la detuve ya que la información seguía llegando de golpe a mi cerebro.
-Alice es lo más hermoso que he visto, no tienes que cambiar nada pero…- la pregunta que tenia era obvia, así lo supe ya que no la había ni formulado y Alice ya me estaba contestando.
-Se que las cosas querías hacerlas un poco diferentes con mi hermano, pero dada la situación con tu “suegra” esto requiere un poco de velocidad, toda la familia lo sabe y tienen que estar en estos momentos esperándote en la iglesia junto con tu futuro marido- y su sonrisa me tranquilizo, a pesar de que me llego todo d golpe realmente era lo que yo quería, con la ayuda de mi familia podría decir mañana por la mañana que era un miembro más de la familia Cullen…Isabella Cullen.
No se con que cabeza pude seguir todas las ocurrencias de Alice, pero en el verdadero momento que me percate que todo era real fue cuando me llevo frente a un gran espejo en su habitación y me vi a mi misma vestida de novia, con mi pelo suelto en delicados rizos y entre ellos pequeñas flores que le daban un toque de princesa de cuentos de hadas –Gracias- fue cuanto pude decir y me lancé a sus brazos para ser recibida calidamente.
Como explicar el nerviosismo, ansiedad y felicidad que sentía a la vez mientras iba en un carruaje cortesía de Jasper para llegar a una pequeña parroquia que me esperaba adornada con mucho gusto, cortesía de Esme.
Cuando la puerta del carruaje fue abierta, me encontré con un muy bien arreglado y sonriente Carlisle, quien al verme sus ojos y su rostro se ilumino y me tendió su brazo para ayudarme a bajar.
-Luces magnifica, hija- me dijo mientras besaba mi mano. Una parte de mi se entristeció al pensar en que en este momento tan importante de mi vida mi padre era quien debía estar aquí, entregándome con confianza al hombre que cuidaría con fervor mi corazón y mi vida de todo el mundo, pero esa no era la realidad, él estaba en contra de mis sentimientos y mis decisiones, ante eso me veía en estos momentos siendo entregada a Edward ante Dios por Carlisle, quien fácilmente podría ser el padre con que cualquier chica soñara. También me gustaría que mi madre estuviese aquí, que ella junto a Esme hubiesen preparado todo esto en tan poco tiempo, pero sabía que estuviese donde estuviese ella estaba feliz de verme crecer y siendo la mujer más completa en este mundo.
Internamente continuaba con mi monologo interior acerca de mi vida mientras me adentraba a la iglesia, pero cuando pensamiento coherente cruzaba mi cabeza fue abandonado violentamente al tener la visión más puramente fascinante y hermosa con la que pueda soñar. Edward.
Quien lucia un traje negro que lo hacia lucir hermoso, como un sueño, incluso como un sueño irreal. Su sonrisa era nerviosa así como la mía, al momento de encontrarme con sus ojos todo atisbo de duda, nerviosismo o miedo se desvaneció. Solo con mirarnos sabíamos que todo estaría bien, que esto era lo correcto y que nadie nos separaría, cada paso que daba era el eco de mi corazón que me suplicaba correr a los brazos de aquel ángel que me esperaba al final del pasillo, que me gritaba una y otra vez que y por él seria capaz de cualquier cosa y sabia certeramente que llegado el momento, así seria.
Cuando finalmente llegue a su lado, Carlisle tomo su mano que la posiciono sobre la mía.
-Cuídala hijo, que mujeres como ella ya no existen- y tras besar mi frente fue a sentarse junto a Esme, quien recién en ese momento la note, en sus ojos se desbordaba la bondad, la emoción y la felicidad por el momento.
También note que Alice y Jasper estaban a mi costado como mis padrinos, y por el otro lado, al costado de Edward, Emmett y Rose nos sonreían felices, como sus padrinos.
Edward en ningún momento soltó mi mano, de vez en cuando acariciaba el dorso de ella con suaves movimientos circulares de su pulgar o daba leves apretones cuando el sacerdote citaba alguna frase que nos identificaba, era como confirmar cada palabra que él decía, a decir verdad, palabras que no pude razonar 100% ya que mi mente seguía viajando una y otra vez exclusivamente al hombre que se encontraba a mi lado, sosteniéndome como sabia que lo haría eternamente.
Y tuve que volver a la realidad cuando Edward se giro a mi, mirándome intensamente con aquellos ojos que me embriagaban con su amor.
-El tiempo es demasiado lento para aquellos que esperan...demasiado rápido para aquellos que temen...demasiado largo para aquellos que sufren...demasiado corto para aquellos que celebran...pero para aquellos que aman, el tiempo es eterno- me dijo con suavidad sin perder la conexión con mis ojos, suspiro –El tiempo será nuestro mejor aliado para amarnos, acompañarnos, comprendernos, apoyarnos. Ante Dios te juro que jamás podré dejar de amarte, que te cuidare con mi vida ante cualquier adversidad- y beso mi mano antes de deslizar una alianza de oro sobre mi dedo. Fue cuando sentí la mirada de todos ¿era el momento que dijera algo? Y fue cuando caí en la cuenta que era el momento de decir mi propio juramento ante Dios para Edward… ¡OH OH! Como todo había sido tan abrupto, no había pensado en ello. Simplemente dejaría a mi corazón hablar por si mismo, aunque sabia que jamás llegaría a ser tan perfecto como las palabras de Edward.
-Te amo no solo por como eres, sino por como me haces ser cuando estoy contigo.
Te amo por besarme de aquella manera que me roba el aliento y me haces perder el conocimiento, por cuidarme, apoyarme- sentía un leve rubor en mis mejillas, no era lo mío ser expresiva ante otras personas -Soportarme y tenerme paciencia- baje mi mirada al recordar todos aquellos horribles momentos por los que tuve que hacerlo pasar, él entendió de alguna manera el curso de mis pensamientos pues tomo mi barbilla entre sus suaves manos y me acerco más a su rostro.
-Somos uno, si tu cometes un error es por que yo lo cometí primero, te amo… simplemente por como eres- y me besó dulcemente, cada respiro que sentía de su boca era el propio aire que necesitaba para vivir, su mano subió tiernamente a mi mejilla y en cada caricia sentía su anhelo por mi. Mi maravillosa burbuja fue pinchada con un carraspeo y me gire sumamente avergonzada al sacerdote quien nos sonreía con sus ojos ante nuestra muestra de cariño.
-Aún no hemos llegado a esa parte- y pude ver el atisbo de diversión en sus labios.
Por el rabillo del ojo pude ver la enorme sonrisa de Edward que asentía. Me aclare la mente y tras mirarlo intensamente, deslice el símbolo de mi amo por el sobre su dedo. Desde ese momento intente prestar más atención a cada palabra, y en efecto cada dulce palabra me llenaba de nuevas esperanzas. Cada vez que el curita nos hablaba acerca que el verdadero amor podía superar cualquier muro, por muy impenetrable que se viese a simple vista, el amor cuando es bendecido por Dios todo lo puede, y así sería desde ahora en adelante…junto a mi esposo.
Cuando llego el momento de las alianzas, mis ojos ya no aguantaba más la comenzó con las poderosas lagrimas de felicidad que sabia que tarde o temprano saldrían.
-Por el poder que me otorga Dios y la iglesia…los declaro marido y mujer- nos sonrío a ambos de una manera muy calida y acogedora –Esta vez si, Sr. Cullen, puede besar a la Sra. Cullen- Sonreí abiertamente ante como sonaban aquellas dos simples palabras… Sra. Cullen.
Edward me besó con tanta adoración y amor que el fuere suspiro que salio de mis labios hizo reír al resto de la familia.
Mire a Edward una última vez, antes de ser acaparados por las felicitaciones de los demás, para sellar aquel momento –Juntos para siempre- le dije con todo el amor que podía entregarle en cada palabra, que salía desde el fondo de mi corazón con la certeza de saber que con nadie más podría ser feliz por el resto de mi vida.
-Por toda la eternidad, esposa mía- me dijo besando mi frente y separándose solo lo necesario para recibir los abrazos de su familia. Mi familia
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Re: Un amor en 1920 (Completo)
Chiks avisenme si quieren continuar leyendo el fic para publicarles lo demas
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Re: Un amor en 1920 (Completo)
ya se que llego 10 pag tarde pero empece a llerla ayer y ya acabe y necesito massssssss Barbie no dejes de subir capitulos ahora que estoy enganchada porfiiiiiiii
me encanta la historia ahunque se me hace tan dificil ver a Charlie en el papel de mal padre con lo que adoro su papel en las peliculas pero esta bien verle de otras formas ..........
que intensa la relacion de Edward y Bella de verdad que eso es amor cuantas veces sueñas con algo asi .............
Barbie espero con ansias los siguientes capitulos besitos
me encanta la historia ahunque se me hace tan dificil ver a Charlie en el papel de mal padre con lo que adoro su papel en las peliculas pero esta bien verle de otras formas ..........
que intensa la relacion de Edward y Bella de verdad que eso es amor cuantas veces sueñas con algo asi .............
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xole- .
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Re: Un amor en 1920 (Completo)
jeje ok xole mañana mismo te publico otro
Bbra- .
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Re: Un amor en 1920 (Completo)
wiiiiiiiiiiiii graciassss lo espero con ganas
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Re: Un amor en 1920 (Completo)
xole sorry por la tardanza
ya casi se acaba...
“Descubiertos”
-¿Cómo se siente la señora Cullen?- escuche decir a Edward en mi oído, exhalándome su hálito que enviaba fuertes descargas eléctricas a todo mi cuerpo, reverberando por cada terminación nerviosa. Íbamos saliendo de la pequeña recepción que nos preparo la familia de mi esposo…Mi esposo, que maravillosas sonaban aquellas dos palabras y que él me dijera Sra. Cullen lo eran aún más.
-Deseosa de celebrar esto como Dios manda- le dije pícaramente, él me miro directo a los ojos leyendo el doble sentido de mis palabras.
-Entonces puede que le saque más velocidad a ésta cosa- y acelero un poco más el auto que iba conduciendo, gracias a toda la familia es que todo había resultado espectacular, Alice se había encargado de toda las vestimentas, desde los padres de Edward hasta los padrinos, inclusive Edward y la mía propia ¿Cómo lo hizo en tan poco tiempo? Ese sin duda seria el enigma de por vida.
Esme y Rose se encargaron de todo lo referente a la decoración de la iglesia y la recepción, recepción muy intima entre la familia y algunos amigos de la familia y mi único amigo Jacob del brazo con Nessi, inclusive el ex jefe de Edward asistió, de hecho gracias a él es que nosotros íbamos por tres días a la playa como una luna de miel.
En algún punto del camino debí de quedarme dormida, pues lo que recuerdo es que Edward me sacaba del auto con toda delicadeza y me llevaba al interior de la cabaña, no tenia fuerzas para protestar y aunque sentía vergüenza por quedarme dormida en mi noche de bodas, no podía hacer más, el cuerpo lo sentía inexplicablemente agotado.
Desperté a la mañana siguiente gracias a la luz que se filtraba de entre las cortinas, el olor del mar me llegaba intensamente. Me removí solo un poco y fue cuando note el abrazo de mi marido en mi cintura, ahí junto a mi descansaba el hombre más maravilloso del mundo, aquel hombre que conciente e inconcientemente sabia que daría su vida por mi así como yo por él.
Sonreía como boba, de eso estaba segura pero ¿Cómo no estarlo? Si al fin estábamos casados, nada ni nadie nos separaría jamás, ni la muerte como nos había dicho el sacerdote. Después de tantas cosas malas que habíamos pasado no imaginaba estar entre sus brazos, cuando me toco explicarle los motivos que me habían orillado a cometer aquella estúpida idea de acabar con mi vida él me hizo saber que estaría conmigo siempre, cuando le conté la historia de mi madre no podía creer que mi padre, precisamente él siendo el jefe de policía haya mandado a matar a un hombre inocente, que su única culpa fue enamorarse equivocadamente de una mujer casada, en fin, ni yo podía explicar eso pero no quería pensar en ello, menos ahora que me sentía plena y feliz junto a mi marido.
Moví lenta y suavemente su brazo de mi para poder levantarme, cuando ya estaba de pie me percate que él me había puesto mi ropa de dormir –Te amo- le dije suavemente al oído para que no despertara, simplemente necesitaba decirlo.¿ y le deje un pequeño beso en su frente.
Inspeccione la cabaña, desde los baños pasando por las habitaciones hasta llegar a la cocina, para dos personas era bastante amplia. Sin dar más vueltas y estando en la cocina recolecte algunas cosas para preparar el desayuno, en el tiempo que mi padre me exigía saber como mantener una casa, para ser la mejor esposa del mundo, me mofaba, en ese entonces no tenia contemplado convertirme en esposa de nadie y mucho menor servirle como esclava, bueno así pensaba en ese entonces, hoy, agradecía la insistencia de mi padre y las enseñanzas de Esme para atender como es debido a mi marido, suspire, si solo con pensar en él me quitaba la respiración, jamás podría llegar a ser inmune a sus efectos, ni siquiera a su recuerdo.
Estaba casi todo terminado cuando sentí sus fuertes brazos en torno a mí.
-Buenos días amor- me dijo cuando beso mi cuello, ganándome un erizado de piel solo provocado por él.
-Buenos días cielo- y me gire en sus brazos para besar sus labios.
-Veo que te levantaste muy temprano- me dijo al ver sobre mi hombro la comida preparada y fue que recordé que desperté temprano por que me acosté más temprano aún, arruinando nuestra noche de bodas -¿Dije algo malo?- me miro preocupado –Tus mejillas se han ruborizado, tus ojitos reflejan algo de tristeza y aunque es encantador debo decir, estas haciendo un puchero muy tierno- me dijo acariciando mis mejillas, le sonreí levemente.
-Amor perdóname- le dije mirando al suelo –Anoche estaba muy cansada, no sabría decirte de que pero lo estaba y bueno…yo…bueno tu…yo y tu no pudimos… uhm…debo ser una esposa horrible- le dije avergonzada.
-Amor- me dijo rápidamente después de que le manifesté por que me sentía así ¿, tomo mi cara entre sus manos para que lo mirara –Yo también estaba cansado- intento consolarme pero no era suficiente –Aunque me asustaste un poco, debo decir- me dijo en tono divertido, lo mire extrañada –Nunca te había visto dormir así, podría haber caído un avión y tu hubieses seguido igual- me dijo entre risitas –si hasta me daba un poco de envidia ver como dormías- y sus risitas comenzaron a ser más como una carcajada, le pegue en el hombro y me gire para seguir preparando la comida –Amor no te enojes, es solo que cuando te estaba cambiando a tu pijama eras peso muerto en mis brazos, tome hasta tu pulso pensando en lo peor- y seguía riéndose.
-Señor Cullen le aconsejo que si quiere probar bocado esta mañana coloque la mesa- le dije indiferente.
-Señora Cullen me encanta como se ve enojada, le da un toque salvaje que me provoca- me dijo mientras aspiraba el aroma de mi pelo y cuello, besaba mi odio y saboreaba con su lengua el lóbulo, luego bajaba por mi cuello dejando húmedos besos en el, me apretaba más a su cuerpo haciéndome notar en mi trasero su ya levantado problema -¿Sigue enojada?- me pregunto, pero yo ya estaba flotando y si le respondía se daría cuenta de lo torpe que sonaría mi voz, entrecortada y ronca. Sus manos ya estaban acariciando mis costados, desde mis hombros hasta los muslos, subiendo a mis muñecas que de un momento a otro las aprisiono con sus fuertes manos y en un rápido movimiento me giro hacia él. Podía ver el fuego en sus ojos, un fuego contagioso que pronto ya estaba en los míos.
-¿Hay algo que pueda hacer para que me perdonas más rápido?- me pregunto –Te extraño demasiado como para que estés enojada- y sus manos viajaron a mis caderas, su simple roce ardía en mi piel ¿o es que mi piel era la que estaba ya en llamas y con su toque se intensificaba más? A estas alturas tenia mis ojos fuertemente cerrados por las intensas sensaciones que Edward me estaba provocando, era como sentirlo amplificado.
-Aún no me haz contestado esposa mía- y sus dedos jugaban con el elástico de mi pantalón, un audible gemido salio de mis labios cuando sentí sus dedos acariciar mis muslos, sin una tela de por medio.
-E…el desa…yu…yuno s…se…enfri- intente decir, “no se burlen de mi, me gustaría saber como reaccionarían ustedes estando en mi posición”.
-Esta bien- me dijo separándose de mi –Vamos a desayunar- y percibí esa mirada de maldad con su toque de humor, yo sentía las hormonas por las nubes, así que con toda la fuerza que podía tener en ese momento, lo tome del cuello y lo aprisione entre mi cuerpo y la pared, sus ojos brillaban de amor, pasión y victoria.
-No puedes dejarme así y luego irte como si nada- lo bese fieramente, demostrándole lo mucho que había provocado en mí. Me cargo a la habitación como a un niño pequeño, yo le arquee una ceja y vi la diversión en su mirada.
-No protestes amor- y beso la punta de mi nariz –Anoche no me diste la oportunidad de cumplir con todos los ritos, así que hoy eres mía y no puedes quejarte- y le sonreí llena de amor.
Decir que el desayuno lo había olvidado es quedarse corta, olvide el desayuno, almuerzo, merienda y cena, si fue hasta que me levante de la cama y me maree levemente por falta de comida que comprendí que habíamos pasado todo el día metidos en la cama explorando nuestros cuerpos, demostrándonos amor, no me quejo claro esta, pero no esta dentro de mis cosas favoritas ver a Edward preocupado.
-¿Estas bien?- me pregunto cuando me senté nuevamente a la cama para recuperar el equilibrio.
-Si amor, es solo que no he comido nada desde ayer- y mis palabras fueron confirmadas con un fuerte gruñido de mi estomago. Edward simplemente se rió de mí y me tomo para que me recostara nuevamente.
-Yo me preocupo de la comida amor, más que mal te levantaste temprano para preparar el desayuno y por mi culpa quedo desperdiciado en la cocina- note el humor en sus palabras y esa sonrisa torcida que me hacia decirle que si a todo.
Así pasamos nuestro primer día de casados, el segundo y el tercero no cambiaron mucho, pero eso si, esta vez salimos a caminar por los alrededores. Cuando desperté al día siguiente percibí todo de mejor manera, resultaba que la cabaña quedaba frente al mar, llenándonos con una fantastica imagen de postal, donde el mar se extendía para nosotros de costa a costa, el canto de las aves y el sonido de las olas traía consigo una paz única, haciéndonos olvidar todos los problemas, dificultades, percances tenidos y los que vendrían.
-Podría acostumbrarme a esto, sabes- le dije cuando me abrazo aquella por la mañana. Cuando me desperté, simplemente me envolví con la sabana de la cama y salí a la pequeña terraza para disfrutar del amanecer, disfrutar del aroma y tranquilidad del mar.
-Yo ya me acostumbre- me dijo abrazándome fuertemente y besando mi cuello, sabia que se refería a acostumbrarse a estar conmigo de esta manera, juntos sin problemas, con un futuro a lo largo de nuestras vidas.
-Yo también amor- su cabeza descansaba en mi hombro así que solo levante mi brazo para poder acariciar sus cabellos –Aún queda decirle a mi padre y todo estará bien, te lo prometo- me gire para mirarlo directamente a los ojos y darle seguridad, bese su fuerte pecho, tenerlo entre mis brazos sin duda es el mejor calmante y la mejor droga que pudiese existir.
-No te preocupes amor, estaré junto a ti cuando se lo digas –me dijo -jamás te dejare sola, ya somos uno- y me beso apasionadamente en los labios, embriagándome con su esencia.
-Tengo miedo- me separe solo un poco de sus labios para hablarle –Tengo miedo de la reacción de mi padre contigo, tengo miedo de que se desquite con tu familia, a mi me puede hacer lo que quiera pero no quiero perjudicar la tranquilidad de la tuya- le dije abrazándolo fuertemente –No podría soportar que algo te sucediera- y lo abrace fuertemente como si intentaran arrebatármelo.
-Amor primero recuerda que mi familia también es la tuya, incluso de antes que nos reencontráramos, ahora lo es mucho más- sentí su agarre más fuerte para tranquilizarme –Y bueno, creo que debemos ser cautos en la forma en que se lo decimos a tu padre, esta claro que no será una noticia de su agrado pero no le quedara de otra que aceptarlo- y volvió a besarme –por que no pienso separarme de ti nunca.
Salimos a dar un paseos en caballo y en bote, disfrutando de cada pequeñez que la naturaleza nos entregaba, pero como todo principio tiene un fin, un ciclo que sin duda no me acostumbraba en lo absoluto teniendo a Edward en mi vida.
Cuando llegamos de vuelta al pueblo, mi nueva familia esperaba por nosotros muy sonrientes, era algo vergonzoso saber que ellos ya sabían que había dejado de ser virgen y aunque lo había dejado de ser hace un tiempo atrás ellos no lo sabían, pero ahora era un hecho confirmado y me daba vergüenza que ellos así lo supieran, de hecho era un hecho que así era por las picaras miradas que me daban Rose, Esme y Alice, pero que sin duda Emmett no podía disimular al agitarme sus cejas de arriba hacia abajo pícaramente.
Cada miembro de la familia me dio su mejor bienvenida, a la casa y a la familia pero sin duda uno fue quien más llamo la atención “¿adivinan quien?”
-Ya eres toda una mujercita- me dijo Emmett dándome un leve codazo en las costillas, yo creo que él pensaba que fue leve por que lo que a mi respecta, me dolió bastante, puedo decirles que rato después me mire la zona y un cardenal estaba ya marcando la zona de mi piel ¿desde cuando era tan sensible? En fin.
-Emmett no molestes a Bella- escuche el reto de Esme, Edward me tenia fuertemente abrazada y yo ocultaba mi rostro en su pecho para que Emmett no viera mi vergüenza luego de sus comentarios.
-Vamos- decía Emmett –Si ya todos sabemos que Edward le robo su flor- y su risa era estruendosa -¿o es que Edward es aún es un niñito y no cumplió como hombre?- percibí la maldad en sus palabras, finalmente lo encare comiéndome toda mi vergüenza.
-No sabría como explicarte lo bueno que es tu hermano, es tan bueno que creo que no lo comprenderías- y sus ojos se agrandaron como plato al ver que fui capaz de contestarle a su altura, toda la familia reía fuertemente con satisfacción y Rose le hizo un gesto con los hombros como diciéndole “perdiste esta vez”, mire a Edward quien era el único que no sonreía, pues estaba rojo hasta las orejas, yo le guiñe un ojo para darle valor –Es verdad lo que dije en todo caso, eres excelente- le dije cuando pase por su lado, lo suficientemente bajito para que solo él pudiese oírme.
Ya dentro de la casa les contamos lo maravilloso que era el lugar, los lugares que recorrimos, obviamente nos reservamos ciertas partes, partes bastante extensas que nos pasábamos en la habitación, entre hacer el amor y recuperar energías para la siguiente ronda.
Cuando los hombres estaban compartiendo su momento a solas frente al televisor, Rose y Alice en la habitación de ésta hablando de algunos diseños que Alice tenia en mente, aproveche mi momento a solas con Esme.
-Esme ¿mi padre como esta?-le pregunte finalmente, minutos antes había tenido un debate interno cuestionándome si debía preguntar o no, parte de mi quería saber si estaba bien, si sabia lo que había hecho pero otra parte me decía que era mejor dejar las cosas como estaban y que todo cayera por su propio peso, y creo que Esme vio en mis ojos la incertidumbre que me causaba saber como estaban las cosas por mi ahora ex casa.
-Tu padre esta bien cariño- me dijo acariciando mi mejilla –Es solo que ya es conciente de lo mucho que se a equivocado y el daño irrevocable que causo en la relación de él y tú. Tiene una leve noción de que debes estar con el muchacho que te gusta pero puedo asegurarte que ni por asomo se imagina que te haz casado y menos aún que estos tres días haz estado en tu luna de miel- me hizo saber –La que si esta como loca es la madre del chico Vulturi, pregunta a diario por ti en la casa- su voz cambio a un tono que no supe descifrar –Me a tocado atenderla un par de veces mientras conversa con tu padre y si no es por que él te extraña es que ella finalmente conseguiría que él te odie, esta indignada con tu desapareció y que hayas dejado a su hijo sin una explicación- se veía el enojo en los ojos de Esme, algo bastante raro en ella.
-¿Qué crees que debería hacer?- le pregunte a modo de consejo, un consejo que tomaría sin duda, Esme siempre a sido bastante certera con respecto a como tomarlas situaciones de la vida, quien mejor que ella para decirme que hacer cuando ella por amor también se enfrento a su padre y a la sociedad, todo por vivir feliz como es ahora con Carlisle y sus hijos.
-Ve a hablar con él antes de que la Sra. Vulturi se entere de cualquier cosa relacionada contigo y Edward, creo que es mejor que tu padre se entere por ti y no por personas cizañeras que lo puedan poner en tu contra- me dijo sabiamente. Sin duda tomaría el consejo de Esme he iría al día siguiente a primera hora de la mañana para hablar con mi padre. Cerca de las cinco de la tarde en la casa no había nadie, Emmett y Rose ya se habían ido a su casa, Alice y Jasper tuvieron que salir, Esme tenia que ayudar a una señora no me explico mucho, Carlisle trabajaba y Edward tuvo que salir debido a que lo habían llamado urgentemente desde la casa de los Denalí. Yo por mi parte le asegure que estaría bien, lo esperaría como siempre lo haría una esposa abnegada, una esposa que lo amaba con toda su alma, así aprovecharía de ordenar un poco la casa de los Cullen en agradecimiento a todo lo que habían hecho por mi, desde la ida de Edward ya eran un par de horas, cuando tocaron a la puerta supe que debía ser él que me quería dar una sorpresa. Corrí a la entrada principal con una enorme sonrisa por su llegada, enorme sonrisa que se desvaneció en cosa de segundos cuando Dídima Vulturi estaba frente a mi con una sonrisa arrogante y despectiva, mirando la casa de los Cullen como si fuera la peor de las enfermedades.
-No puedo creer que hayas cambiado este cuchitril por las comodidades que te ofrecía mi hijo- dijo despectiva, con solo escuchar a que términos se refería a la mejor casa en la que haya vivido, en una casa que claramente era mi hogar, mucho más que cualquier mansión, me comenzó a hervir la sangre.
-¿Qué quieres Dídima?- le pregunte sin rodeos, cortante y fría.
-Más respeto niña que no estamos a la misma altura- me miro con sorna y entro a la casa sin ser invitada, miraba todo a su alrededor, con cada paso que daba el asco que había en su rostro era mayor, juro que en cualquier momento olvidaría toda educación y respecto por una mujer mayor –Simplemente venia a preguntarte que paso con mi parte de matrimonio- y vi el brillo de maldad en sus ojos, un brillo que me hizo temblar de pies a cabeza, algo que se alojo en mi pecho dejándome con una angustia.
-¿De que hablas?- le pregunte haciéndome la desentendida.
-No nací ayer niñita- me dijo enojada tomando mi brazo entre sus manos, el agarre estaba siendo incluso mayor que la vez anterior que había hecho lo mismo –Nadie le hace esto a mi hijo, tolere muchos de tus berrinches pero nadie vera a mi hijo como un hombre que a sido engañado y mucho menos por un campesino, me oíste- la llama de furia que salían por sus ojos era de temer.
-Dídima…me haces da…ño- le dije con dificultad, el dolor que estaba sintiendo en el brazo era intenso, pero había algo más.
-Oh no muchachita esto no es nada, esto no a acabado aún- me dijo sonriendo he inexplicablemente temí por mi vida –Amo a mi hijo y se que él se a encaprichado contigo, no le he dicho de tus estúpidos arrebatos así que te daré la última oportunidad si es que quieres ser feliz- me dijo un poco más calmada pero sin solar mi agarre –Mi hijo es demasiado bueno para alguien como tu, pero es lo que él quiere y es lo que él tendrá- miro el exterior por la puerta abierta y luego nuevamente a mi –No lo arruines, mira que los Vulturi solo damos una oportunidad- y lo que sucedió a continuación fue extraño, en un rápido movimiento Dídima me soltó del brazo pero antes me lanzo contra la mesa en la que me golpee la parte baja de mi espalda, provocándome un agudo dolor, al caer al suelo vi cuando salía de la casa y yo perdía la conciencia.
Lentamente el dolor en la espalda comenzó a volver y la cabeza a darme vueltas, los sonidos también comenzaron a aparecer haciéndome volver a la realidad, abrí los ojos y vi a Alice, Jasper, Carlisle, Rose y Emmett, pero al no ver a Edward fue cuando me senté bruscamente provocándome otro mareo.
-Tranquila pequeña- me dijo Carlisle sujetándome de los hombros para que volviera a recostarme.
-¿Que paso?- me pregunto Alice preocupada.
-Yo, no se- dije simplemente, tenia que poner mi cabeza un poco en orden para poder hilar mejor mis pensamientos –Yo estaba sola esperando a Edward y luego llego Dídima, discutimos, me lanzo y caí de espaldas contra la mesa, es lo ultimo que recuerdo- dije mientras sentía nuevamente una punzada en la espalda, lo que me llevo a quejarme levemente.
-¿Estas bien? ¿Quieres que llamemos a un medico?- me pregunto Jasper.
-Preferiría que llamaran a Edward- dije cerrando los ojos para resistir el dolor. Hubo un largo silencio y cuando abrí los ojos para saber que sucedía vi que entre ellos se miraban de manera extraña.
-¿Qué sucede?- pregunte asustada, nadie me miraba directo a los ojos -¿Carlisle?- pregunte esperanzada de que él me dijera la verdad.
-Bella, Edward fue quien te encontró inconciente en el suelo, después de unos minutos lo único que hacías era llamar a tu padre, Edward estaba realmente asustado por como estabas, llevas horas inconciente, él estuvo en todo momento junto a ti, luego llegamos nosotros- algo no estaba bien, Edward estaba conmigo pero me dejo a pesar de la preocupación.
-¿Dónde esta ahora?- y por su semblante supe que esa era la pregunta correcta.
-Él fue a la casa de tu padre para enfrentarlo por lo que te haya pasado, algo de lo que dijiste lo llevo a pensar que tu padre tuvo algo que ver como él de encontró- mi cabeza seguía dando vueltas, pero intentaba calmarme y rogar a Dios que las cosas salieran mejor de lo que podrían salir, después de todo tendría que hablar igual con mi padre sobre todo por la urgencia de decirle la verdad a causa de las amenazas de Dídima, aunque tenia pensado hacerlo yo quizás de esta manera era mejor, entre hombres podrían entenderse.
-¿Se fue hace mucho?- pregunte un poco más calmada.
-Un par de minutos antes de que despertaras- me dijo Alice.
En eso la puerta principal de la casa se abre provocándome un sobresalto, lo único que quería era ver a Edward, pero no, era Esme.
-Cariño ¿estas bien?- me pregunto Esme preocupada –Me encontré con Edward en la casa y me explicó lo sucedido, vine en cuanto supe.
-¿Viste a Edward? ¿No escuchaste lo que hablaba mi padre hablaba?- le pregunte algo asustada, ella simplemente negó con la cabeza.
Ya me sentía lo suficientemente desquiciada, histérica por decirlo mejor con la demora de Edward, y para la mala suerte el dolor de espalda aún no se iba, lo que hizo que Carlisle finalmente llamara al doctor, estaba en la habitación con él cuando alguien irrumpió abriendo la puerta fuertemente provocándome un sobresalto, era mi esposo.
-Amor- le dije abriendo mis brazos para recibirlo, el corrió a mi lado abrazándome calidamente, inhalo fuertemente el aroma de mi cabello, intentando de cierta manera calmarse, sentía la rabia recorrer su cuerpo -¿estas bien?- le pregunte, el solo asintio y miro al doctor.
-¿Esta todo bien doctor?- le pregunto mi esposo al medico. Él le explico que tenia una fuerte contusión en la espalda y que por precaución me quedara recostada por un par de días, me aconsejo también de que fuera a un hospital si me seguía sintiendo mal ya que se había asustado un poco al verme tan pálida, le asegure que era mi estado natural pero no se convenció del todo, cuando al fin nos dejo solos pude preguntarle lo que tanto necesitaba escuchar.
-¿Qué a sucedido amor? ¿Qué haz hablado con mi padre?- le pregunte asustado.
-Primero quiero que me digas como es que terminaste en el suelo con una contusión en la espalda- me dijo algo molesto. Le explique lo sucedido con Dídima y sobre el miedo que sentía en ese momento de que fuera ella quien hablara con mi padre, le explique que de seguro fue por ese motivo que repetía y llamaba a mi padre cuando el me encontró, el simplemente asentía con cada cosa que le explicaba.
-Y bien, ahora quiero, no- rectifique -Necesito saber que a sucedido con mi padre- le exigí, ya llegados a ese momento a hablar lo que mi padre le dijo, su semblante cambio totalmente a uno triste.
-Él ya sabe que estamos casados, simplemente para decir que no le pareció en lo más mínimo, es que me dijo que te llevaría lejos de mi amor- y me abrazo fuertemente, no tanto como para provocarme dolor en la espalda, pero si fuerte como para sentir lo afligido que estaba –Me amenazo que si no te dejaba por las buenas mi familia pagaría las consecuencias, pero que de una cosa estaba seguro y eso era que nos separaría- podía sentir el miedo en su voz y el miedo crecer en mi pecho al pensar que nos separaríamos.
-Eso no amor, yo ya soy tu mujer, él no puedo hacer eso- le dije con firmeza.
-Lo se amor, eso fue lo que le dije pero me aseguro que tenia los medios para poder anular nuestro matrimonio- me miro fijamente a los ojos -Amor, dejemos todo esto atrás y vivamos juntos lejos de aquí- una sonrisa lleno mi rostro al escucharlo hablar así, asentí feliz por irme con él y él acompaño mi emoción y felicidad. Estábamos abrazados cuando escuchamos a Esme pelear con alguien desde el otro lado de la habitación.
-Le he dicho que ella no esta en condiciones de hablar con nadie- la voz de Esme cada vez se cercaba más, finalmente la puerta fue abierta de un tirón dejando a la vista al chofer de mi padre, lo que me hizo sobresaltar de inmediato, “el viene por mi” fue lo primero que pensé y me aferre fuertemente de Edward.
-Srita. Isabella- me dijo con un extraño tono, algo como tristeza y me molesto un poco.
-Sra.- le hice saber, él me miro sin comprender pero al ver mi anillo de casada y tan aferrada a Edward, los hechos cruzaron rápidamente por su mente -¿Qué es lo que quieres?- le dije molesta, si no conociera a Edward que me tenia aferrada a su cuerpo para que dejara de temblar por el miedo a que me llevaran, él estaría sacando a patadas a ese hombre.
-Su padre- me dijo sin mirarme y algo apretó mi pecho.
-Dile que no me iré con él, que mi lugar esta con mi marido y que no me importa en lo más mínimo lo que piense o haga- le dije decidida. El hombre me miro a los ojos, sus ojos reflejaban una tristeza que me comprimía el pecho y las entrañas.
-Sra. Isabella su padre esta muerto.
-¿Cómo se siente la señora Cullen?- escuche decir a Edward en mi oído, exhalándome su hálito que enviaba fuertes descargas eléctricas a todo mi cuerpo, reverberando por cada terminación nerviosa. Íbamos saliendo de la pequeña recepción que nos preparo la familia de mi esposo…Mi esposo, que maravillosas sonaban aquellas dos palabras y que él me dijera Sra. Cullen lo eran aún más.
-Deseosa de celebrar esto como Dios manda- le dije pícaramente, él me miro directo a los ojos leyendo el doble sentido de mis palabras.
-Entonces puede que le saque más velocidad a ésta cosa- y acelero un poco más el auto que iba conduciendo, gracias a toda la familia es que todo había resultado espectacular, Alice se había encargado de toda las vestimentas, desde los padres de Edward hasta los padrinos, inclusive Edward y la mía propia ¿Cómo lo hizo en tan poco tiempo? Ese sin duda seria el enigma de por vida.
Esme y Rose se encargaron de todo lo referente a la decoración de la iglesia y la recepción, recepción muy intima entre la familia y algunos amigos de la familia y mi único amigo Jacob del brazo con Nessi, inclusive el ex jefe de Edward asistió, de hecho gracias a él es que nosotros íbamos por tres días a la playa como una luna de miel.
En algún punto del camino debí de quedarme dormida, pues lo que recuerdo es que Edward me sacaba del auto con toda delicadeza y me llevaba al interior de la cabaña, no tenia fuerzas para protestar y aunque sentía vergüenza por quedarme dormida en mi noche de bodas, no podía hacer más, el cuerpo lo sentía inexplicablemente agotado.
Desperté a la mañana siguiente gracias a la luz que se filtraba de entre las cortinas, el olor del mar me llegaba intensamente. Me removí solo un poco y fue cuando note el abrazo de mi marido en mi cintura, ahí junto a mi descansaba el hombre más maravilloso del mundo, aquel hombre que conciente e inconcientemente sabia que daría su vida por mi así como yo por él.
Sonreía como boba, de eso estaba segura pero ¿Cómo no estarlo? Si al fin estábamos casados, nada ni nadie nos separaría jamás, ni la muerte como nos había dicho el sacerdote. Después de tantas cosas malas que habíamos pasado no imaginaba estar entre sus brazos, cuando me toco explicarle los motivos que me habían orillado a cometer aquella estúpida idea de acabar con mi vida él me hizo saber que estaría conmigo siempre, cuando le conté la historia de mi madre no podía creer que mi padre, precisamente él siendo el jefe de policía haya mandado a matar a un hombre inocente, que su única culpa fue enamorarse equivocadamente de una mujer casada, en fin, ni yo podía explicar eso pero no quería pensar en ello, menos ahora que me sentía plena y feliz junto a mi marido.
Moví lenta y suavemente su brazo de mi para poder levantarme, cuando ya estaba de pie me percate que él me había puesto mi ropa de dormir –Te amo- le dije suavemente al oído para que no despertara, simplemente necesitaba decirlo.¿ y le deje un pequeño beso en su frente.
Inspeccione la cabaña, desde los baños pasando por las habitaciones hasta llegar a la cocina, para dos personas era bastante amplia. Sin dar más vueltas y estando en la cocina recolecte algunas cosas para preparar el desayuno, en el tiempo que mi padre me exigía saber como mantener una casa, para ser la mejor esposa del mundo, me mofaba, en ese entonces no tenia contemplado convertirme en esposa de nadie y mucho menor servirle como esclava, bueno así pensaba en ese entonces, hoy, agradecía la insistencia de mi padre y las enseñanzas de Esme para atender como es debido a mi marido, suspire, si solo con pensar en él me quitaba la respiración, jamás podría llegar a ser inmune a sus efectos, ni siquiera a su recuerdo.
Estaba casi todo terminado cuando sentí sus fuertes brazos en torno a mí.
-Buenos días amor- me dijo cuando beso mi cuello, ganándome un erizado de piel solo provocado por él.
-Buenos días cielo- y me gire en sus brazos para besar sus labios.
-Veo que te levantaste muy temprano- me dijo al ver sobre mi hombro la comida preparada y fue que recordé que desperté temprano por que me acosté más temprano aún, arruinando nuestra noche de bodas -¿Dije algo malo?- me miro preocupado –Tus mejillas se han ruborizado, tus ojitos reflejan algo de tristeza y aunque es encantador debo decir, estas haciendo un puchero muy tierno- me dijo acariciando mis mejillas, le sonreí levemente.
-Amor perdóname- le dije mirando al suelo –Anoche estaba muy cansada, no sabría decirte de que pero lo estaba y bueno…yo…bueno tu…yo y tu no pudimos… uhm…debo ser una esposa horrible- le dije avergonzada.
-Amor- me dijo rápidamente después de que le manifesté por que me sentía así ¿, tomo mi cara entre sus manos para que lo mirara –Yo también estaba cansado- intento consolarme pero no era suficiente –Aunque me asustaste un poco, debo decir- me dijo en tono divertido, lo mire extrañada –Nunca te había visto dormir así, podría haber caído un avión y tu hubieses seguido igual- me dijo entre risitas –si hasta me daba un poco de envidia ver como dormías- y sus risitas comenzaron a ser más como una carcajada, le pegue en el hombro y me gire para seguir preparando la comida –Amor no te enojes, es solo que cuando te estaba cambiando a tu pijama eras peso muerto en mis brazos, tome hasta tu pulso pensando en lo peor- y seguía riéndose.
-Señor Cullen le aconsejo que si quiere probar bocado esta mañana coloque la mesa- le dije indiferente.
-Señora Cullen me encanta como se ve enojada, le da un toque salvaje que me provoca- me dijo mientras aspiraba el aroma de mi pelo y cuello, besaba mi odio y saboreaba con su lengua el lóbulo, luego bajaba por mi cuello dejando húmedos besos en el, me apretaba más a su cuerpo haciéndome notar en mi trasero su ya levantado problema -¿Sigue enojada?- me pregunto, pero yo ya estaba flotando y si le respondía se daría cuenta de lo torpe que sonaría mi voz, entrecortada y ronca. Sus manos ya estaban acariciando mis costados, desde mis hombros hasta los muslos, subiendo a mis muñecas que de un momento a otro las aprisiono con sus fuertes manos y en un rápido movimiento me giro hacia él. Podía ver el fuego en sus ojos, un fuego contagioso que pronto ya estaba en los míos.
-¿Hay algo que pueda hacer para que me perdonas más rápido?- me pregunto –Te extraño demasiado como para que estés enojada- y sus manos viajaron a mis caderas, su simple roce ardía en mi piel ¿o es que mi piel era la que estaba ya en llamas y con su toque se intensificaba más? A estas alturas tenia mis ojos fuertemente cerrados por las intensas sensaciones que Edward me estaba provocando, era como sentirlo amplificado.
-Aún no me haz contestado esposa mía- y sus dedos jugaban con el elástico de mi pantalón, un audible gemido salio de mis labios cuando sentí sus dedos acariciar mis muslos, sin una tela de por medio.
-E…el desa…yu…yuno s…se…enfri- intente decir, “no se burlen de mi, me gustaría saber como reaccionarían ustedes estando en mi posición”.
-Esta bien- me dijo separándose de mi –Vamos a desayunar- y percibí esa mirada de maldad con su toque de humor, yo sentía las hormonas por las nubes, así que con toda la fuerza que podía tener en ese momento, lo tome del cuello y lo aprisione entre mi cuerpo y la pared, sus ojos brillaban de amor, pasión y victoria.
-No puedes dejarme así y luego irte como si nada- lo bese fieramente, demostrándole lo mucho que había provocado en mí. Me cargo a la habitación como a un niño pequeño, yo le arquee una ceja y vi la diversión en su mirada.
-No protestes amor- y beso la punta de mi nariz –Anoche no me diste la oportunidad de cumplir con todos los ritos, así que hoy eres mía y no puedes quejarte- y le sonreí llena de amor.
Decir que el desayuno lo había olvidado es quedarse corta, olvide el desayuno, almuerzo, merienda y cena, si fue hasta que me levante de la cama y me maree levemente por falta de comida que comprendí que habíamos pasado todo el día metidos en la cama explorando nuestros cuerpos, demostrándonos amor, no me quejo claro esta, pero no esta dentro de mis cosas favoritas ver a Edward preocupado.
-¿Estas bien?- me pregunto cuando me senté nuevamente a la cama para recuperar el equilibrio.
-Si amor, es solo que no he comido nada desde ayer- y mis palabras fueron confirmadas con un fuerte gruñido de mi estomago. Edward simplemente se rió de mí y me tomo para que me recostara nuevamente.
-Yo me preocupo de la comida amor, más que mal te levantaste temprano para preparar el desayuno y por mi culpa quedo desperdiciado en la cocina- note el humor en sus palabras y esa sonrisa torcida que me hacia decirle que si a todo.
Así pasamos nuestro primer día de casados, el segundo y el tercero no cambiaron mucho, pero eso si, esta vez salimos a caminar por los alrededores. Cuando desperté al día siguiente percibí todo de mejor manera, resultaba que la cabaña quedaba frente al mar, llenándonos con una fantastica imagen de postal, donde el mar se extendía para nosotros de costa a costa, el canto de las aves y el sonido de las olas traía consigo una paz única, haciéndonos olvidar todos los problemas, dificultades, percances tenidos y los que vendrían.
-Podría acostumbrarme a esto, sabes- le dije cuando me abrazo aquella por la mañana. Cuando me desperté, simplemente me envolví con la sabana de la cama y salí a la pequeña terraza para disfrutar del amanecer, disfrutar del aroma y tranquilidad del mar.
-Yo ya me acostumbre- me dijo abrazándome fuertemente y besando mi cuello, sabia que se refería a acostumbrarse a estar conmigo de esta manera, juntos sin problemas, con un futuro a lo largo de nuestras vidas.
-Yo también amor- su cabeza descansaba en mi hombro así que solo levante mi brazo para poder acariciar sus cabellos –Aún queda decirle a mi padre y todo estará bien, te lo prometo- me gire para mirarlo directamente a los ojos y darle seguridad, bese su fuerte pecho, tenerlo entre mis brazos sin duda es el mejor calmante y la mejor droga que pudiese existir.
-No te preocupes amor, estaré junto a ti cuando se lo digas –me dijo -jamás te dejare sola, ya somos uno- y me beso apasionadamente en los labios, embriagándome con su esencia.
-Tengo miedo- me separe solo un poco de sus labios para hablarle –Tengo miedo de la reacción de mi padre contigo, tengo miedo de que se desquite con tu familia, a mi me puede hacer lo que quiera pero no quiero perjudicar la tranquilidad de la tuya- le dije abrazándolo fuertemente –No podría soportar que algo te sucediera- y lo abrace fuertemente como si intentaran arrebatármelo.
-Amor primero recuerda que mi familia también es la tuya, incluso de antes que nos reencontráramos, ahora lo es mucho más- sentí su agarre más fuerte para tranquilizarme –Y bueno, creo que debemos ser cautos en la forma en que se lo decimos a tu padre, esta claro que no será una noticia de su agrado pero no le quedara de otra que aceptarlo- y volvió a besarme –por que no pienso separarme de ti nunca.
Salimos a dar un paseos en caballo y en bote, disfrutando de cada pequeñez que la naturaleza nos entregaba, pero como todo principio tiene un fin, un ciclo que sin duda no me acostumbraba en lo absoluto teniendo a Edward en mi vida.
Cuando llegamos de vuelta al pueblo, mi nueva familia esperaba por nosotros muy sonrientes, era algo vergonzoso saber que ellos ya sabían que había dejado de ser virgen y aunque lo había dejado de ser hace un tiempo atrás ellos no lo sabían, pero ahora era un hecho confirmado y me daba vergüenza que ellos así lo supieran, de hecho era un hecho que así era por las picaras miradas que me daban Rose, Esme y Alice, pero que sin duda Emmett no podía disimular al agitarme sus cejas de arriba hacia abajo pícaramente.
Cada miembro de la familia me dio su mejor bienvenida, a la casa y a la familia pero sin duda uno fue quien más llamo la atención “¿adivinan quien?”
-Ya eres toda una mujercita- me dijo Emmett dándome un leve codazo en las costillas, yo creo que él pensaba que fue leve por que lo que a mi respecta, me dolió bastante, puedo decirles que rato después me mire la zona y un cardenal estaba ya marcando la zona de mi piel ¿desde cuando era tan sensible? En fin.
-Emmett no molestes a Bella- escuche el reto de Esme, Edward me tenia fuertemente abrazada y yo ocultaba mi rostro en su pecho para que Emmett no viera mi vergüenza luego de sus comentarios.
-Vamos- decía Emmett –Si ya todos sabemos que Edward le robo su flor- y su risa era estruendosa -¿o es que Edward es aún es un niñito y no cumplió como hombre?- percibí la maldad en sus palabras, finalmente lo encare comiéndome toda mi vergüenza.
-No sabría como explicarte lo bueno que es tu hermano, es tan bueno que creo que no lo comprenderías- y sus ojos se agrandaron como plato al ver que fui capaz de contestarle a su altura, toda la familia reía fuertemente con satisfacción y Rose le hizo un gesto con los hombros como diciéndole “perdiste esta vez”, mire a Edward quien era el único que no sonreía, pues estaba rojo hasta las orejas, yo le guiñe un ojo para darle valor –Es verdad lo que dije en todo caso, eres excelente- le dije cuando pase por su lado, lo suficientemente bajito para que solo él pudiese oírme.
Ya dentro de la casa les contamos lo maravilloso que era el lugar, los lugares que recorrimos, obviamente nos reservamos ciertas partes, partes bastante extensas que nos pasábamos en la habitación, entre hacer el amor y recuperar energías para la siguiente ronda.
Cuando los hombres estaban compartiendo su momento a solas frente al televisor, Rose y Alice en la habitación de ésta hablando de algunos diseños que Alice tenia en mente, aproveche mi momento a solas con Esme.
-Esme ¿mi padre como esta?-le pregunte finalmente, minutos antes había tenido un debate interno cuestionándome si debía preguntar o no, parte de mi quería saber si estaba bien, si sabia lo que había hecho pero otra parte me decía que era mejor dejar las cosas como estaban y que todo cayera por su propio peso, y creo que Esme vio en mis ojos la incertidumbre que me causaba saber como estaban las cosas por mi ahora ex casa.
-Tu padre esta bien cariño- me dijo acariciando mi mejilla –Es solo que ya es conciente de lo mucho que se a equivocado y el daño irrevocable que causo en la relación de él y tú. Tiene una leve noción de que debes estar con el muchacho que te gusta pero puedo asegurarte que ni por asomo se imagina que te haz casado y menos aún que estos tres días haz estado en tu luna de miel- me hizo saber –La que si esta como loca es la madre del chico Vulturi, pregunta a diario por ti en la casa- su voz cambio a un tono que no supe descifrar –Me a tocado atenderla un par de veces mientras conversa con tu padre y si no es por que él te extraña es que ella finalmente conseguiría que él te odie, esta indignada con tu desapareció y que hayas dejado a su hijo sin una explicación- se veía el enojo en los ojos de Esme, algo bastante raro en ella.
-¿Qué crees que debería hacer?- le pregunte a modo de consejo, un consejo que tomaría sin duda, Esme siempre a sido bastante certera con respecto a como tomarlas situaciones de la vida, quien mejor que ella para decirme que hacer cuando ella por amor también se enfrento a su padre y a la sociedad, todo por vivir feliz como es ahora con Carlisle y sus hijos.
-Ve a hablar con él antes de que la Sra. Vulturi se entere de cualquier cosa relacionada contigo y Edward, creo que es mejor que tu padre se entere por ti y no por personas cizañeras que lo puedan poner en tu contra- me dijo sabiamente. Sin duda tomaría el consejo de Esme he iría al día siguiente a primera hora de la mañana para hablar con mi padre. Cerca de las cinco de la tarde en la casa no había nadie, Emmett y Rose ya se habían ido a su casa, Alice y Jasper tuvieron que salir, Esme tenia que ayudar a una señora no me explico mucho, Carlisle trabajaba y Edward tuvo que salir debido a que lo habían llamado urgentemente desde la casa de los Denalí. Yo por mi parte le asegure que estaría bien, lo esperaría como siempre lo haría una esposa abnegada, una esposa que lo amaba con toda su alma, así aprovecharía de ordenar un poco la casa de los Cullen en agradecimiento a todo lo que habían hecho por mi, desde la ida de Edward ya eran un par de horas, cuando tocaron a la puerta supe que debía ser él que me quería dar una sorpresa. Corrí a la entrada principal con una enorme sonrisa por su llegada, enorme sonrisa que se desvaneció en cosa de segundos cuando Dídima Vulturi estaba frente a mi con una sonrisa arrogante y despectiva, mirando la casa de los Cullen como si fuera la peor de las enfermedades.
-No puedo creer que hayas cambiado este cuchitril por las comodidades que te ofrecía mi hijo- dijo despectiva, con solo escuchar a que términos se refería a la mejor casa en la que haya vivido, en una casa que claramente era mi hogar, mucho más que cualquier mansión, me comenzó a hervir la sangre.
-¿Qué quieres Dídima?- le pregunte sin rodeos, cortante y fría.
-Más respeto niña que no estamos a la misma altura- me miro con sorna y entro a la casa sin ser invitada, miraba todo a su alrededor, con cada paso que daba el asco que había en su rostro era mayor, juro que en cualquier momento olvidaría toda educación y respecto por una mujer mayor –Simplemente venia a preguntarte que paso con mi parte de matrimonio- y vi el brillo de maldad en sus ojos, un brillo que me hizo temblar de pies a cabeza, algo que se alojo en mi pecho dejándome con una angustia.
-¿De que hablas?- le pregunte haciéndome la desentendida.
-No nací ayer niñita- me dijo enojada tomando mi brazo entre sus manos, el agarre estaba siendo incluso mayor que la vez anterior que había hecho lo mismo –Nadie le hace esto a mi hijo, tolere muchos de tus berrinches pero nadie vera a mi hijo como un hombre que a sido engañado y mucho menos por un campesino, me oíste- la llama de furia que salían por sus ojos era de temer.
-Dídima…me haces da…ño- le dije con dificultad, el dolor que estaba sintiendo en el brazo era intenso, pero había algo más.
-Oh no muchachita esto no es nada, esto no a acabado aún- me dijo sonriendo he inexplicablemente temí por mi vida –Amo a mi hijo y se que él se a encaprichado contigo, no le he dicho de tus estúpidos arrebatos así que te daré la última oportunidad si es que quieres ser feliz- me dijo un poco más calmada pero sin solar mi agarre –Mi hijo es demasiado bueno para alguien como tu, pero es lo que él quiere y es lo que él tendrá- miro el exterior por la puerta abierta y luego nuevamente a mi –No lo arruines, mira que los Vulturi solo damos una oportunidad- y lo que sucedió a continuación fue extraño, en un rápido movimiento Dídima me soltó del brazo pero antes me lanzo contra la mesa en la que me golpee la parte baja de mi espalda, provocándome un agudo dolor, al caer al suelo vi cuando salía de la casa y yo perdía la conciencia.
Lentamente el dolor en la espalda comenzó a volver y la cabeza a darme vueltas, los sonidos también comenzaron a aparecer haciéndome volver a la realidad, abrí los ojos y vi a Alice, Jasper, Carlisle, Rose y Emmett, pero al no ver a Edward fue cuando me senté bruscamente provocándome otro mareo.
-Tranquila pequeña- me dijo Carlisle sujetándome de los hombros para que volviera a recostarme.
-¿Que paso?- me pregunto Alice preocupada.
-Yo, no se- dije simplemente, tenia que poner mi cabeza un poco en orden para poder hilar mejor mis pensamientos –Yo estaba sola esperando a Edward y luego llego Dídima, discutimos, me lanzo y caí de espaldas contra la mesa, es lo ultimo que recuerdo- dije mientras sentía nuevamente una punzada en la espalda, lo que me llevo a quejarme levemente.
-¿Estas bien? ¿Quieres que llamemos a un medico?- me pregunto Jasper.
-Preferiría que llamaran a Edward- dije cerrando los ojos para resistir el dolor. Hubo un largo silencio y cuando abrí los ojos para saber que sucedía vi que entre ellos se miraban de manera extraña.
-¿Qué sucede?- pregunte asustada, nadie me miraba directo a los ojos -¿Carlisle?- pregunte esperanzada de que él me dijera la verdad.
-Bella, Edward fue quien te encontró inconciente en el suelo, después de unos minutos lo único que hacías era llamar a tu padre, Edward estaba realmente asustado por como estabas, llevas horas inconciente, él estuvo en todo momento junto a ti, luego llegamos nosotros- algo no estaba bien, Edward estaba conmigo pero me dejo a pesar de la preocupación.
-¿Dónde esta ahora?- y por su semblante supe que esa era la pregunta correcta.
-Él fue a la casa de tu padre para enfrentarlo por lo que te haya pasado, algo de lo que dijiste lo llevo a pensar que tu padre tuvo algo que ver como él de encontró- mi cabeza seguía dando vueltas, pero intentaba calmarme y rogar a Dios que las cosas salieran mejor de lo que podrían salir, después de todo tendría que hablar igual con mi padre sobre todo por la urgencia de decirle la verdad a causa de las amenazas de Dídima, aunque tenia pensado hacerlo yo quizás de esta manera era mejor, entre hombres podrían entenderse.
-¿Se fue hace mucho?- pregunte un poco más calmada.
-Un par de minutos antes de que despertaras- me dijo Alice.
En eso la puerta principal de la casa se abre provocándome un sobresalto, lo único que quería era ver a Edward, pero no, era Esme.
-Cariño ¿estas bien?- me pregunto Esme preocupada –Me encontré con Edward en la casa y me explicó lo sucedido, vine en cuanto supe.
-¿Viste a Edward? ¿No escuchaste lo que hablaba mi padre hablaba?- le pregunte algo asustada, ella simplemente negó con la cabeza.
Ya me sentía lo suficientemente desquiciada, histérica por decirlo mejor con la demora de Edward, y para la mala suerte el dolor de espalda aún no se iba, lo que hizo que Carlisle finalmente llamara al doctor, estaba en la habitación con él cuando alguien irrumpió abriendo la puerta fuertemente provocándome un sobresalto, era mi esposo.
-Amor- le dije abriendo mis brazos para recibirlo, el corrió a mi lado abrazándome calidamente, inhalo fuertemente el aroma de mi cabello, intentando de cierta manera calmarse, sentía la rabia recorrer su cuerpo -¿estas bien?- le pregunte, el solo asintio y miro al doctor.
-¿Esta todo bien doctor?- le pregunto mi esposo al medico. Él le explico que tenia una fuerte contusión en la espalda y que por precaución me quedara recostada por un par de días, me aconsejo también de que fuera a un hospital si me seguía sintiendo mal ya que se había asustado un poco al verme tan pálida, le asegure que era mi estado natural pero no se convenció del todo, cuando al fin nos dejo solos pude preguntarle lo que tanto necesitaba escuchar.
-¿Qué a sucedido amor? ¿Qué haz hablado con mi padre?- le pregunte asustado.
-Primero quiero que me digas como es que terminaste en el suelo con una contusión en la espalda- me dijo algo molesto. Le explique lo sucedido con Dídima y sobre el miedo que sentía en ese momento de que fuera ella quien hablara con mi padre, le explique que de seguro fue por ese motivo que repetía y llamaba a mi padre cuando el me encontró, el simplemente asentía con cada cosa que le explicaba.
-Y bien, ahora quiero, no- rectifique -Necesito saber que a sucedido con mi padre- le exigí, ya llegados a ese momento a hablar lo que mi padre le dijo, su semblante cambio totalmente a uno triste.
-Él ya sabe que estamos casados, simplemente para decir que no le pareció en lo más mínimo, es que me dijo que te llevaría lejos de mi amor- y me abrazo fuertemente, no tanto como para provocarme dolor en la espalda, pero si fuerte como para sentir lo afligido que estaba –Me amenazo que si no te dejaba por las buenas mi familia pagaría las consecuencias, pero que de una cosa estaba seguro y eso era que nos separaría- podía sentir el miedo en su voz y el miedo crecer en mi pecho al pensar que nos separaríamos.
-Eso no amor, yo ya soy tu mujer, él no puedo hacer eso- le dije con firmeza.
-Lo se amor, eso fue lo que le dije pero me aseguro que tenia los medios para poder anular nuestro matrimonio- me miro fijamente a los ojos -Amor, dejemos todo esto atrás y vivamos juntos lejos de aquí- una sonrisa lleno mi rostro al escucharlo hablar así, asentí feliz por irme con él y él acompaño mi emoción y felicidad. Estábamos abrazados cuando escuchamos a Esme pelear con alguien desde el otro lado de la habitación.
-Le he dicho que ella no esta en condiciones de hablar con nadie- la voz de Esme cada vez se cercaba más, finalmente la puerta fue abierta de un tirón dejando a la vista al chofer de mi padre, lo que me hizo sobresaltar de inmediato, “el viene por mi” fue lo primero que pensé y me aferre fuertemente de Edward.
-Srita. Isabella- me dijo con un extraño tono, algo como tristeza y me molesto un poco.
-Sra.- le hice saber, él me miro sin comprender pero al ver mi anillo de casada y tan aferrada a Edward, los hechos cruzaron rápidamente por su mente -¿Qué es lo que quieres?- le dije molesta, si no conociera a Edward que me tenia aferrada a su cuerpo para que dejara de temblar por el miedo a que me llevaran, él estaría sacando a patadas a ese hombre.
-Su padre- me dijo sin mirarme y algo apretó mi pecho.
-Dile que no me iré con él, que mi lugar esta con mi marido y que no me importa en lo más mínimo lo que piense o haga- le dije decidida. El hombre me miro a los ojos, sus ojos reflejaban una tristeza que me comprimía el pecho y las entrañas.
-Sra. Isabella su padre esta muerto.
ya casi se acaba...
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Re: Un amor en 1920 (Completo)
tranquila guapa yo espero lo que sea mientras tu me sigas poniendo los capitulos
pero no me dejes mucho tiempo con esta duda ...........please
espero que Bella este bien y no este embarazada porque con ese golpe ...................pobrecitos por una cosa o por otra parece que no van ha ser del todo felices nunca ..............hasta el proximo cap
pero no me dejes mucho tiempo con esta duda ...........please
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Re: Un amor en 1920 (Completo)
si q nervios, ademas la duda de como murio charlie
jeje cuando la autora publique el siguiente te lo traigo xole
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Re: Un amor en 1920 (Completo)
es verdad tambien lo de la muerte de Charlie .............ahunque como me cae gordo casi que me da igual mientras no perjudique a Bella ni a Edward claro ........................................y gracias guapa lo espero con ganas
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Re: Un amor en 1920 (Completo)
yo ya quiero leer el siguiente quiero saber si charlie se mato o lo mataron
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Re: Un amor en 1920 (Completo)
haber si la chica lo cuelga pronto para que nos lo puedas poner que con cada comentario me pones mas impaciente
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Re: Un amor en 1920 (Completo)
ULTIMO CAPITULO
chiks lo se el final no es como lo imaginamos, pero es lo q la autora quiso
pero hay otra opcion, la autora dice que si recibe la mayor cantidad de review por este final haria otro asi q para mandarle un mensajito pulsa AQUI
“Condena”
-Sra. Isabella su padre esta muerto.
Su padre a muerto, padre muerto, a muerto, muerto se repetía en mi cabeza una y otra vez, pero era algo incomprendido, no sabría como explicar lo lejana que me parecían aquellas palabras, no sabría decir si era mi subconsciente quien no quería procesarlas o es que ya lo había hecho pero me negaba a creerlas ¿Quién había muerto? No imposible ¿mi padre? Si él siempre ha sido como un viejo roble, fuerte he imponente como él solo, si hubiese estado enfermo o su salud peligrando yo lo sabría, ¿un accidente? Pero en que momento si Edward estuvo con él hace un par de minutos… no imposible, tienen que estar confundiéndolo de persona, como pude salí de donde me encontrase en mi cabeza.
-Le diré a mi padre la sarta de tonteras que estas diciendo, no puedes llegar a un lugar y decir ese tipo de mentiras, le pediré a mi padre que te despida por la gravedad del asunto- le dije firme, sentía la mano de Edward apretar la mía fuertemente, como dándome apoyo.
-¡Deja de hacer eso!- le dije molesta –no necesito que me des apoyo, estoy bien por que todo esto es una mentira- e inexplicablemente un par de lagrimas salieron de mis ojos –Llévame a la casa de mi padre, por favor- le exigí a Edward- necesito hablar con él y exigirle que me explique que esta pasando, no creo que sea tan malo para enviar a alguien que me haga creer que se a muerto y así acepte dejarte- le dije molesta. Esa idea parecía incluso esperanzadora.
Al salir de la habitación el resto de la familia me miraba con suma tristeza, lo que me molestaba de sobremanera, es que a caso ellos no entendían que mi padre era capaz de jugar con esto para hacerme volver con él.
Edward y yo caminamos en un completo e incomodo silencio, sentía que él con sus gestos y caricias intentaba apoyarme, pero eso no era lo que yo necesitaba, no lo quería por que sentía él creía aquella mentira, simplemente no le preste atención y seguí mi camino concentrándome en la gran charla que tendría con mi padre, por respeto nunca le recrimine nada, incluso después de que me enterara de lo de mi madre, después de todo era mi única familia y no era quien para enrostrarle sus errores, pero esta vez si me escucharía, esta mentira superaba toda cordura, como podía ser capaz de inventarse una mentira tal a su propia hija.
Todo pensamiento coherente de mi cabeza fue borrado cuando divisé en la entrada de la casa de mi padre dos patrullas de la policía, una ambulancia y el servicio de criminología. Mis huesos instantáneamente se hicieron de gelatina provocando que casi cayera al suelo, casi por que Edward estuvo en una minima fracción de segundos a mi lado abrazándome por la cintura para sostenerme, sentía un leve susurro proveniente de Edward ya que estaba frente a mi y veía que movía sus labios, pero yo simplemente no podía oírlo, no podía o no quería ya que si lo hacia sabia que seria algo que no querría oír y en ese momento algo en mi cayo con mucha fuerza trayéndome a la realidad violentamente.
De la nada sentí mis piernas volver a recobrar su fuerza, el entorno, el sonido de las sirenas, a Edward llamándome para que volviera con él, entonces decidí correr para ver a mi padre, mi mundo cayo a pedazos cuando vi al personal medico sacar a alguien en un saco negro.
-¡NO!- grite como pude, corrí para intentar llegar a aquel cuerpo inerte encerrado en aquel lúgubre saco negro. Vi al fiel compañero de mi padre, Harry Clearwater llorar junto a su mujer, quien lo abrazaba para consolarlo, él desvió la vista a mi e intento llegar a mi pero lo detuve con un gesto de la mano, lo que menos quería es que alguien viniera a decirme algo. Sentí los brazos de Edward intentar abrazarme pero como pude me zafe de él, me miraba desconcertado pero no podía, mi cabeza giraba descontroladamente, las luces me parecían cada vez más brillantes, las voces cada vez más roncas y distorsionadas hasta que finalmente no vi ni escuche nada, incluso la negrura de mi mente me traía la paz que necesitaba.
Comencé a sentir un fuerte olor, haciéndome volver a la cruda realidad, no quería abrir mis ojos y aceptar lo que estuviese sucediendo, quería quedarme en aquel lugar de paz y serenidad, aquel lugar donde no tenia que pelear por amar y ser amada, donde no tenia que ser alguien que no quería ser, aquel lugar que sin duda el dolor era una simple palabra que podía irse con él viento.
Al abrir los ojos me encontré de lleno con los inconfundibles esmeraldas de mi marido, los que me miraban con suma preocupación y tristeza, tristeza que me dio de lleno haciéndome volver definitivamente a la realidad, me senté de golpe sintiendo una fuerte puntada en la espalda.
-Tranquila- me dijo la voz suave de Edward –Se supone que tienes que estar en reposo, así que por favor lleva las cosas con calma- me pidió con amor, no quería ser cruel, le agradecía enormemente su preocupación y cariño, pero no quería lastima de nadie, necesitaba comprenderlo todo por mi misma. Lentamente puse mis pies sobre el suelo, rechazando su mano que tendía para mí para ayudarme a incorporarme. Sentía su mirada extrañada pero no quería tener más preocupaciones en mi cabeza, para cuando ya estaba completamente incorporada me percate de que me encontraba en mi vieja habitación, en la casa de mi padre. Me gire para ver a Edward y que me explicara que hacia en ese lugar.
-Cuando te desmayaste parte del personal medico quería llevarte al hospital enseguida para revisar que estuvieses bien, les explicaron que eras hija del Jefe Swan por ende comprendieron tu reacción, así que les pedí que de dejaran aquí ya que me imaginaba que no querrías separarte del lugar- me dijo Edward tristemente, ya comenzaba a molestarme su cortesía, por que no era capaz de decirme las cosas tal cual eran, si ya no era una niñita pequeña que no entendiera las cosas, por que todos insistían en tratarme como de porcelana…esperen, fui yo la que no quiso creer lo que el empleado de mi padre dijo.
-¿D…dond…donde esta? –pero me auto corregí- ¿Dónde se lo llevan?- y preguntarlo de esa manera provoco que un gran agujero se abriera en mi interior, quemándome con una intensidad única.
-Al servicio medico para la autopsia- me dijo Edward, su mirada estaba concentrada en el ventanal de detrás de mi espalda.
-Él no…no puede…pero tú…como- no sabia como preguntar coherentemente, mi cabeza seguía confundida.
-No lo se amor, no quisieron decir nada por el momento- en ese momento alguien toco a la puerta haciéndonos girar a ambos, detrás de ella se encontraba Carlisle y Esme.
-Hija ¿Cómo estas?- me pregunto con ternura Esme.
-No lo se- le dije sinceramente, y la verdad es que no sabia.
-Veníamos a ofrecerte nuestra ayuda para todo lo que venga a continuación- dijo Carlisle, ¿venga? Pensé, ¿Qué no era suficiente con todo lo que había pasado, que hay más?
-¿Qué más tiene que pasar?- y mi voz se quebró en la ultima palabra.
-Hija hay que darle sepultura a tu padre- me recordó Esme –Nosotros podemos encargarnos de eso- y me abrazo, pero no quería abrazos, mimos, consuelos, nada, me sentía vacía y podrida, aceptar que mi padre se había muerto era aceptar que él se había muerto enojado conmigo, que se había ido sin decirme si quiera si me quería realmente, era aceptar que me encontraba sola en este mundo. Mis piernas volvieron a ceder cuando todos estos miedos comenzaron a tomar mi cuerpo.
-Amor tómalo con calma- me dijo Edward quien ya estaba a mi lado sujetándome.
-¿Qué lo tome con calma? ¡¿Qué lo tome con Calma?!- mi voz cada vez subía más de tono, era involuntario pero estaba llenado al colapso.
-Se que es difícil pero tienes que hacerlo, debes ser fuerte por él y por ti- me dijo amablemente, ¿Por qué todos se empeñaban en ser amables? si yo era un ser despreciable, hacia sufrir a las personas sin importarle sus sentimientos.
-¡¿Cómo puedes saber si es difícil si tienes a tus padres?! ¡A AMBOS Y VIVOS!- le grite –Así que no digas que lo sabes, no sabes nada- y salí corriendo como pude de la habitación, no tenia idea donde iría pero corrí con todo lo que mis piernas daban, con todo el aire que pueda tener el los pulmones y corrí como si de esa manera pudiera echar a volar ésta pesadilla.
Sabia y sentía que Edward venia cerca, su presencia la podría sentir a kilómetros a la redonda, ¿Cómo lo se? Fácil, si somos uno y aunque me encontrara enojada con todo el mundo, eso no cambiaria.
Cuando necesite un respiro me detuve y me encontré con que había llegado a las caballerizas, camine lentamente hasta encontrarme con Aura tan majestuosa como siempre, me acerque a ella y ella en ese momento me reconoció acercando su hocico a mi para que lo acariciara.
-¿Cómo estas?- le pregunte como si pudiera contestarme, ¿o sea que además me estaba volviendo loca? –Entiendo por que mi madre te prefería a ti antes que a nadie, traes contigo una paz inexplicable- le dije luego de un rato cuando sentía que me tranquilizaba un poco más -¿Puedes sentir a mi madre?- y me extrañe por preguntar aquello –Por que yo no- le conteste, sus ojos me hacían sentir como si me entendiera y responder aquella pregunta me trajo consigo un nuevo sentimiento…rabia –Por que ella se fue y me dejo sola sin importarle que fuera de mi- masculle con rabia –¡Por que no le importe, maldita sea!- dije un poco más alto –Por que ni a mi padre le importe, por que nunca le importo mi felicidad, por que siempre estaba más pendiente del resto de la gente en lugar de su hija- y sentía las lagrimas picar en mis ojos -¡Por que nuevamente no le importe!- grite más alto y las lagrimas ya eran visibles, la angustia que se había formado desde que vi las patrullas y la ambulancia comenzó a llegar con una fuerza imparable -¡Maldita sea que ni esta vez le importe que me deja sola!- y las lagrimas llegaron con fuerza, haciéndome caer al suelo, debilitándome por completo. Mi cuerpo se convulsionaba fuertemente debido al gran llanto y al poco consuelo que encontraba y de la nada me encontraba envuelta en unos calidos brazos, en unos brazos que al fin los sentía realmente necesarios, lo amaba por cada cosa que hacia por mi, lo amaba por su forma de ser y su manera de entregarse, lo amaba por encontraba en él el complemento perfecto para mi.
Amaba que me diera mi espacio y a la vez estuviera en el para consolarme, amaba que me diera el silencio para simplemente desahogarme y llorar.
-¿Por qué me hace esto? si yo le perdono lo que sea ¿Es que a caso soy tan despreciable que me deja sola?- le pregunte entre sollozos, sentí su mano acariciar mis cabellos y bajar por mi espalda para darle pequeños cariños circulares.
-No eres despreciable amor, aunque lo intentaras no podrías serlo, además no estas sola- me aparto levemente para mirarme a los ojos –Me tienes a mi y a toda mi familia que es tan tuya como mía- me dijo con todo su amor, con tanta sinceridad en sus ojos que mi corazón se salto un latido de pura emoción y dicha de tenerlo en mi vida.
-Eres lo más importante en mi vida y si me faltaras no sabría que hacer, o mejor dicho, se perfecta que haría y eso seria acompañarte estés donde estés- le dije a los ojos.
-No pienses en eso amor, jamás, entiende, ¡Jamás! Nos separaran, además no me gusta que esas ideas crucen por tu cabeza.
-Prométeme que siempre estarás conmigo- le dije casi enojada, él me sonrío con ternura.
-Te lo juro- me dijo –No te desharás de mi tan fácilmente- y me regalo aquella sonrisa que yo tanto amaba.
-No rompas jamás a tu palabra- le dije preocupada, recordando a mi padre, recordando que yo siempre desde pequeña pensaba que él era casi inmortal pero me había equivocado.
-Todo estará bien amor- Edward se levanto tendiendo su mano para mi para ayudarme a levantar.
El camino de vuelta a casa se hizo a paso lento ya que el miedo comenzaba a consumirme pensando en que encontraría, Edward no dejaba de acariciar mis hombros, brazos y manos para darme su apoyo. Al llegar a casa nos encontramos con el mismo vehiculo de criminología que se encontraba cuando llegue a casa, mire a Edward extrañada y camine rápido para entrar y ver que sucedía, dentro de la casa habían tres hombres inspeccionando minuciosamente la recepción y la sala.
-¿Qué sucede?- le pregunte a uno de los hombres que estaba más cerca de la entrada.
-No podemos decir nada por el momento señorita, estoy informado que usted es la hija del jefe Swan, pero no puedo entregar información hasta que me reporte con mis jefes- me dijo el hombre disculpándose con la mirada al no poder darme detalle.
-¿Dónde se encuentran sus jefes? Necesito que alguien me diga por que el departamento de criminología esta aquí- le pregunte extrañada, pero como si fuera obvio la pregunta correcta llego a mi -¡¿Se tiene la sospecha de que mi padre fue asesinado?!- pregunte horrorizada, la rabia, la pena y el espanto comenzaron a aflorar nuevamente en mi, tensando mi cuerpo el que se vio envuelto nuevamente de los brazos de Edward.
-Dejemos que estos hombres hagan su trabajo y luego puedes preguntar amor, estas cosas no te están ayudando- me dijo calmado.
-¡Deja de pedirme que me calme, entiende que no es momento para eso! ¡Quizás alguien mato a mi padre, alguien que anda por ahí tan calmante y yo aquí comportándome como niña!- le grite, vi como los hombres que caminaban por el lugar se detuvieron a mirarme como si fuera un bicho raro, como si tuviera dos cabezas.
Y ahí venia nuevamente el descontrol, lo sabia y Edward también, veía en su cara la preocupación y la pena pero extrañamente los parpados me pesaban horrorosamente, mi cuerpo se debilitaba pero no por eso no distinguí el pequeño dolor que sentí en el brazo algo así como un pinchazo, gire mi cabeza lentamente debido al peso que sentía en ella y vi a un hombre de bata blanca con una jeringa en su mano, mire a Edward quien se disculpaba con la mirada, se acerco para sostenerme y todo calzó perfecto…a negro me fui nuevamente.
Me removí incomoda sobre la superficie blanda donde me encontraba, el peso de todo lo sucedido en mi cabeza giraba como un torbellino y a la vez me impedía respirar con normalidad. Cuando abrí mis ojos me di cuenta que estaba nuevamente en mi antigua habitación, lo que me provocaba hundirme aún más en mi propia miseria, los recuerdos en los tiempos que vivía con mi padre llegaban a mi cabeza con tal rapidez y vivacidad que la angustia nuevamente llegaba a mi, por suerte me encontraba sola y en completa oscuridad lo que me permitió llorar sin vergüenzas o sin impedimentos a que alguien me dijera que me descontrolaría en cualquier momento, de hecho quería hacerlo, sentía rabia, impotencia, pena por no haber quedado en mejores términos con mi padre, él me quería lo se, yo lo quiero pero no se si el lo alcanzo a entender, ahora era tarde para pensar en eso.
Las lágrimas resbalaban por mis mejillas sin miedo, con suma libertad y a gran velocidad, fue cuando escuche voces en el pasillo que intente contenerme.
-Hijo ella aún duerme, pase a revisar hace unos minutos atrás- escuche decir a Esme.
-No soporto verla así madre, es una impotencia horrible el no poder ser lo suficientemente necesario en su vida en estos momentos, el no poder ayudarla al menos para que encuentre algún consuelo- le dijo mi marido con la voz quebrada, no me gustaba escucharlo hablar así, es mi culpa apartarlo en estos momentos de mi vida, pero Dios sabe que la culpa me carcome, el pensar que mi padre murió pensando que casi lo odiaba.
-¿Vienes de hablar con los forenses?- pregunto Esme, aquella pregunta me hizo saltar de la cama, necesitaba escuchar sin perder detalle.
-Así es- le respondió, algo en su tono de voz me alerto de que algo andaba mal, alguna pregunta no formulada verbalmente por Esme lo hizo responder –Es afirmativo- le dijo sin saber de que hablaba.
-¿Y se tiene sospecha de quien pudo ser?- le pregunto Esme.
-Por lo me dijeron al parecer tienen a un testigo- le informo –No se como le diré a Bella que su padre fue asesinado- se notaba claramente angustiado, preocupado, enojado e incluso triste, sentía esa necesidad de correr he ir a consolarlo y decirle que todo estaría bien…esperen ¿Qué dijo? ¡¿Mi padre asesinado?!
-¡¿Qué has dicho?!- rugí saliendo de la habitación, la cara de asombro de Edward fue tan grande que no me contesto -¡Te hice una pregunta!- le grite nuevamente, ya la poca paciencia que podría cultivar en estos momentos se había ido por el desagüe –Contéstame maldición Edward- le pedí enojada, Esme intento tranquilizarme acercándose a mi y abrazándome, pero la empuje para impedírselo.
-Lo que escuchaste- me dijo al fin Edward sin mirarme a los ojos, ya que miraba sus manos que jugueteaban nerviosas sobre su estomago.
-¿Cuándo se sabrá quien ha sido?- pregunte enojada, asombrándome por el gran sentimiento de venganza que afloro en mi interior.
-No lo se, solo me informaron que existía un testigo y que harían los peritajes correspondientes en la escena del crimen, mañana por la mañana entregaran el cuerpo a los familiares- me sentía mal por estar empleando un tono tan duro con él, ¡pero basta de tratarme como una niñita que no sabe nada!
-Iré a recostarme nuevamente- le informe, vi por el rabillo del ojo que se iba a acercar pero Esme lo detuvo y sinceramente se lo agradecí internamente, era extraño el hecho de que apartara a todos en estos momentos, pero sentía pena, rabia y la verdad es que muchos deseos de vengarme, parte de estos sentimientos hacían que alejara a Edward por no querer contaminarlo con mis malos pensamientos.
Me recosté nuevamente pensando en lo que debía hacer, por el momento me quedaba honrar lo mejor posible la memoria de mi padre en su velatorio el que comenzaría mañana cuando entregaran el cuerpo. Así pasaron lo que de seguro serian horas, pero yo seguía despierta sin poder encontrar consuelo, escuche como la manija de la puerta se abría lentamente, como no tenia ánimos ni deseos de hablar con nadie me hice la dormida sin ver quien era.
Cuando sentí una tibia y suave mano acariciar mi mejilla reconocí inmediatamente al dueño de aquel roce…Edward.
-No me alejes pequeña, lo que estas pasando es muy doloroso para vivirlo sola- sus palabras calaron en mi corazón, él también había notado mi distanciamiento y me dolía aún más provocarle dolor –Se que eres fuerte y muy testaruda, pero recuerda que ahora somos uno y lo que le sucede a uno también le influye al otro- una melancolía comenzó a crecer, no tenia que ver con la muerte de mi padre sino que esto era diferente, quería dejarlo estar conmigo en estos momentos peor inconcientemente, o no se que tanto en realidad, no podía hacerlo. Edward dejo un tierno besos sobre mis labios, un beso que se prolongo unos segundos más demostrándome lo afligido que se sentía, cuando escuche la puerta cerrarse levemente suspire sintiéndome aún peor.
Por la mañana Esme apareció por mi habitación con una charola con jugo y frutas, la verdad es que no recuerdo en que momento me quede dormida pero creo que más que nada fue por cansancio que otra cosa.
-Te ves cansada cariño, no has comida nada tampoco- me dijo con tono maternal.
-No tengo hambre Esme, gracias- le dije levantándome de la cama para ir por mis ropas he irme al baño a darme una ducha.
-Tienes que comer por favor, hazlo al menos por tu padre que se preocupaba de que siempre comieras a las horas correctas- y escuchar nombrar a mi padre hizo que me detuviera bruscamente quedándome plantada en el suelo, recordándolo. Me gire a ver a Esme quien tenia en su mirada un “disculpa” marcado, no era su culpa ella solo intentaba hacerme entender, así que me acerque a ella y tome la bandeja –Gracias- le dije y me senté en la mesita para desayunar.
Iba de camino a la iglesia junto con Edward y su familia, al llegar mi corazón se detuvo cuando vi el ataúd donde yacía mi padre en el centro de la iglesia, me acerque a el a paso lento siempre escoltada por Edward quien no soltó mi mano en ningún momento.
Me quede al lado del féretro de mi padre, conversando con él internamente, me sentía ajena al exterior ya que venían amigos de mi padre y de la familia en geral, personas que no conocía la verdad, a abrazarme para darme su apoyo y condolencias pero yo sinceramente no sabia quienes eran, tampoco es que prestara mucha atención, pero una sola persona consiguió atraer mi atención.
-Deberías tener más respeto, tu padre yace muerto y tu de la mano con la persona equivocada, con un marido que él no quería para ti- escuche la voz de Dídima y me tense inmediatamente, Edward en cuestión de segundos estuvo a mi lado sujetándome por la cintura haciéndose notar –Ten cuidado muchachito con lo que hagas- le dijo Dídima con su voz cargada de amenazas. Dídima camino hacia los asientos y luego le siguió Alec quien me miraba extrañado y recordé que Dídima cuando fue a la casa de Edward me informo que su hijo no sabia nada de mi boda con Edward, de seguro se preguntaba por que tal acercamiento con él.
Marco el padre de Alec se acerco a mí y tomo mi mano para besarla en el dorso.
-Mi más sentido pésame Isabella, tu padre era una excelente persona y un muy buen amigo- me dijo mirándome a los ojos, pero algo en ellos me hizo temblar de miedo –Nos vemos pronto- me dijo y se alejo para estar junto a su familia y desde ese momento me sentía inquieta, los tres no dejaban de mirarme y hablar entre ellos.
Al llegar la tarde Carlisle me informo que era hora de partir al cementerio para darle sepultura a mi padre, tragué en seco al pensar que esta seria la última vez que vería su cuerpo. No se como llegue al coche que conducía Carlisle y seguimos a la carroza fúnebre, tengo que decir que mi mente iba simplemente en blanco.
Al llegar al cementerio que al menos era relajante, pues se veía la extensión de césped cubrir la tierra, en cada pequeña lapida que indicaba donde se encontraban las otras tumbas, se encontraban flores de diversos colores que honraban a sus muertos. Al llegar al lugar que seria el de mi padre, el sacerdote de la iglesia ya esperaba en el lugar, habían muchas personas y podía contarlas con los dedos de las manos a quienes yo conocía como cercanos a mi padre, después de todo él era el jefe de policía del pueblo y muchos lo respetaban y admiraban por su forma de manejar las cosas.
Las palabras del sacerdote no llegaban a mi corazón, no encontraba el consuelo para aceptar las cosas, no podía perdonarme el saber que él se había ido sin haberle dicho lo mucho que lo amaba y que le perdonaba cualquier cosa, no me perdonaría él no haber quedado en paz con él.
-Ya es hora- me saco de mis pensamientos la voz de mi marido quien me miraba preocupado, no entendí a que se refería hasta que vi a los hombres encargados de comenzar a bajar el ataúd al pozo.
-¡No!- grite lanzándome automáticamente al ataúd de mi padre, lo abrace lo más fuerte que pude para que no lo bajar aún y fue en ese momento en que toda la cruda verdad realmente me dio con violenta fuerza en el corazón, él se iba y no lo volvería a ver, era huérfana de padre y madre y estaría sola en este mundo sin sus consejos, sin sus risas y sus locas ideas, sin su manera estricta de vivir, sin su abrazo calido que intentaba aligerar cuando me sentía mal, aligerar por que siempre intentaba ocultar sus sentimientos para no verse menos hombre, pero yo lo conocía y sabia que él disfrutaba de aquellos momentos de padre e hija.
-Yo estoy aquí amor, no estas sola- escuche levemente a Edward darme apoyo, quien me mantenía abrazada por los hombros intentando jalarme para que soltara el féretro.
-¡No!- grite nuevamente -¡No me dejes por favor, no quiero estar sola!- le grite a mi padre como si pudiera oírle, las lagrimas salían por montones sin encontrar un consuelo en mi débil corazón.
-No estás sola amor, entiéndelo- me recrimino Edward, su voz sonaba enojada lo que me hizo mirarlo atentamente por primera vez, al fin alguien me hablaba con dureza como una mujer grande, no pude resistirlo más y me abrace a él para llorar como no había podido hacerlo realmente, mi padre se había ido y no había marcha atrás, mientras lo bajaban el sacerdote rezaba algunas oraciones para que su única hija encontrara consuelo al igual que aquellos amigos desconsolador pos perder a un camarada.
Yo me abrazaba fuertemente a Edward para que no me dejara, lo necesitaba y deseaba demostrárselo, que me perdonara por haberlo alejado en estos momentos en que en realidad lo necesitaba como el aire.
-No es el momento- escuche decir a un hombre, me causo curiosidad de ver de que se trataba así que levante mi mirada para ver al hombre, al cual no lo había visto por ende deduje que había llegado recién.
-Son órdenes del jefe- le informo al amigo.
-Respeta a la hija- le dijo el señora que ya había visto aquí, quien me miro inmediatamente con pena.
-¡Son ordenes!- dijo nuevamente el hombre, levantando un poco más la voz provocando que el resto de las personas presentes se giraran a mirarlo, me pare inmediatamente para exigirles respeto por mi padre.
-Pueden tener la decencia de respetar el funeral de mi padre he irse a conversar a otro lugar- les pedí enojada con la mirada fija en el hombre que recién apareció.
-Lo siento señorita pero tengo ordenes que cumplir- me dijo –Tengo que arrestar al hombre que mato a su padre- me informo y yo me tense, aquel sentimiento que había abandonado al salir de casa reapareció con todo su esplendor, quería ahorcar a quien me haya arrebatado a mi padre con mis propias manos, hacerlo pagar con todo el peso de la ley, el hombre saco un papel de su bolsillo y cuatro hombres más se acercaron a él flanqueándolo –Por ordenes de la policía civil y bajo el cargo de homicidio a un jefe de estado, esta arrestado el Sr. Edward Cullen.
-¡¿Qué?!- escuche gritar al resto de la familia Cullen.
No podía ser cierto, no podía ser cierto.
-Eso es imposible- dije casi sin aire, vi como aquellos hombres tomaban a Edward por los brazos quien forcejeaba y me miraba sin entender, Esme se abalanzo sobre aquellos hombres para que lo soltaran y Carlisle corrió a su lado para sujetarla, quien forcejeaba ahora con su marido para ir con su hijo.
-¡Eso es una mentira, mi hijo jamás seria capaz de hacer algo así!- les gritaba Esme a los hombres, yo seguía plantada sobre el suelo sin poder moverme, sin reaccionar o pensar si quiera.
-Bella tienes que creerme de que no seria capaz de algo semejante- escuche decir de pronto a Edward, el hombre que había venido por él me miro con arrogancia.
-Existen testigos de que escucharon a su padre pelearse a gritos con un hombre, luego vieron salir al Sr. Cullen de la casa y a los diez minutos su padre fue encontrado muerto- me informo el oficial.
-No puede ser- fue todo lo que dije en un susurro, sin moverme, los gritos de horror del resto de los Cullen eran devastadores, aquello fue lo que me hizo volver en si.
-Apelare para que lo suelten- le dije al oficial no muy convencida de poder hacer algo.
-Lo siento señorita, no puede hacer nada la condena será llevada a cabo mañana al alba.
-¿Condena?- pregunte nerviosa -¿Cómo pueden condenar a alguien sin pruebas?- pregunte, desvíe mi vista a Edward quien se veía confundido y triste, intento zafarse de los hombres y me estiro sus manos para que las tomara, me acerque a él para tomárselas pero los hombres lo empujaron para evitar el contacto.
-Este hombre será encarcelado por asesinato.
Lagrimas a borbotones comenzaron a salir por mis ojos, cuando los hombres comenzaron a arrastrar a Edward para llevárselo fue cuando encontré movilidad en mi cuerpo, pase por entre medio de las personas que miraban asombrados, enojados y asustados toda la escena.
-¡Edward!- grite con el corazón a mil, él se giro al escucharme y sus ojos reflejaban la peor de las tristezas que pueda haber visto algún día.
-¡Te amo!- me grito a modo de despedida, no, él no podía estar haciendo eso, él no podía estar despidiéndose de mi como si no hubiera otra solución.
Corrí donde estaba los hombres a punto de subirlo al vehiculo, empuje a uno que se encontraba desprevenido y me acerque al hombre de mi vida.
-Te esperare amor, te lo prometo- le dije tomando su mano –Siempre juntos amor, esperare lo que sea por ti y haré lo imposible por demostrar que no has hecho nada- y lo bese con fiereza dejando todo mi corazón con él.
-Amor yo no he hecho nada- me dijo cuando me separe de él, sus ojitos reflejaban la angustia que le causaba que yo pensara lo contrario, no alcance a responderle que creía en su inocencia pues lo subieron al vehiculo el cual partió enseguida, el oficial que llego por el me miro extrañado.
-Debería de aborrecer al hombre que mato a su padre- me dijo el hombre, yo no le preste atención y le di la espalda para no escucharlo –Tengo que informarle algo- me dijo llamando mi atención, me limpie las lágrimas y me gire para encararlo
-¿Qué más quiere?- le pregunte enojada.
-Este hombre es condenado a ejecución- y mi corazón término por quebrarse, no podía ser.
-Pero usted… usted dijo…él iba…no puede- balbucee.
-Es lo menos que merece esa rata- dijo con rabia –Era la única forma de sacarlo de aquí, ahora, si me disculpa tengo que hacer mi trabajo.
El hombre se fue detrás del vehiculo donde iba Edward, donde iba mi corazón, mi vida, mis sueños, mi alma, mi vida en si.
Ya nada podría tener sentido para mi, si mañana al alba se iba lo único importante de mi vida, llore como jamás lo habia hecho en mi vida, llore pór el hombre que moriria por haberme cruzado en su camino, llore desgarradoramente por el hombre que moriria simplemente por haber hecho lo mejor que me a pasado en la vida...amarme.
:::: ¿Fin? ::::
-Sra. Isabella su padre esta muerto.
Su padre a muerto, padre muerto, a muerto, muerto se repetía en mi cabeza una y otra vez, pero era algo incomprendido, no sabría como explicar lo lejana que me parecían aquellas palabras, no sabría decir si era mi subconsciente quien no quería procesarlas o es que ya lo había hecho pero me negaba a creerlas ¿Quién había muerto? No imposible ¿mi padre? Si él siempre ha sido como un viejo roble, fuerte he imponente como él solo, si hubiese estado enfermo o su salud peligrando yo lo sabría, ¿un accidente? Pero en que momento si Edward estuvo con él hace un par de minutos… no imposible, tienen que estar confundiéndolo de persona, como pude salí de donde me encontrase en mi cabeza.
-Le diré a mi padre la sarta de tonteras que estas diciendo, no puedes llegar a un lugar y decir ese tipo de mentiras, le pediré a mi padre que te despida por la gravedad del asunto- le dije firme, sentía la mano de Edward apretar la mía fuertemente, como dándome apoyo.
-¡Deja de hacer eso!- le dije molesta –no necesito que me des apoyo, estoy bien por que todo esto es una mentira- e inexplicablemente un par de lagrimas salieron de mis ojos –Llévame a la casa de mi padre, por favor- le exigí a Edward- necesito hablar con él y exigirle que me explique que esta pasando, no creo que sea tan malo para enviar a alguien que me haga creer que se a muerto y así acepte dejarte- le dije molesta. Esa idea parecía incluso esperanzadora.
Al salir de la habitación el resto de la familia me miraba con suma tristeza, lo que me molestaba de sobremanera, es que a caso ellos no entendían que mi padre era capaz de jugar con esto para hacerme volver con él.
Edward y yo caminamos en un completo e incomodo silencio, sentía que él con sus gestos y caricias intentaba apoyarme, pero eso no era lo que yo necesitaba, no lo quería por que sentía él creía aquella mentira, simplemente no le preste atención y seguí mi camino concentrándome en la gran charla que tendría con mi padre, por respeto nunca le recrimine nada, incluso después de que me enterara de lo de mi madre, después de todo era mi única familia y no era quien para enrostrarle sus errores, pero esta vez si me escucharía, esta mentira superaba toda cordura, como podía ser capaz de inventarse una mentira tal a su propia hija.
Todo pensamiento coherente de mi cabeza fue borrado cuando divisé en la entrada de la casa de mi padre dos patrullas de la policía, una ambulancia y el servicio de criminología. Mis huesos instantáneamente se hicieron de gelatina provocando que casi cayera al suelo, casi por que Edward estuvo en una minima fracción de segundos a mi lado abrazándome por la cintura para sostenerme, sentía un leve susurro proveniente de Edward ya que estaba frente a mi y veía que movía sus labios, pero yo simplemente no podía oírlo, no podía o no quería ya que si lo hacia sabia que seria algo que no querría oír y en ese momento algo en mi cayo con mucha fuerza trayéndome a la realidad violentamente.
De la nada sentí mis piernas volver a recobrar su fuerza, el entorno, el sonido de las sirenas, a Edward llamándome para que volviera con él, entonces decidí correr para ver a mi padre, mi mundo cayo a pedazos cuando vi al personal medico sacar a alguien en un saco negro.
-¡NO!- grite como pude, corrí para intentar llegar a aquel cuerpo inerte encerrado en aquel lúgubre saco negro. Vi al fiel compañero de mi padre, Harry Clearwater llorar junto a su mujer, quien lo abrazaba para consolarlo, él desvió la vista a mi e intento llegar a mi pero lo detuve con un gesto de la mano, lo que menos quería es que alguien viniera a decirme algo. Sentí los brazos de Edward intentar abrazarme pero como pude me zafe de él, me miraba desconcertado pero no podía, mi cabeza giraba descontroladamente, las luces me parecían cada vez más brillantes, las voces cada vez más roncas y distorsionadas hasta que finalmente no vi ni escuche nada, incluso la negrura de mi mente me traía la paz que necesitaba.
Comencé a sentir un fuerte olor, haciéndome volver a la cruda realidad, no quería abrir mis ojos y aceptar lo que estuviese sucediendo, quería quedarme en aquel lugar de paz y serenidad, aquel lugar donde no tenia que pelear por amar y ser amada, donde no tenia que ser alguien que no quería ser, aquel lugar que sin duda el dolor era una simple palabra que podía irse con él viento.
Al abrir los ojos me encontré de lleno con los inconfundibles esmeraldas de mi marido, los que me miraban con suma preocupación y tristeza, tristeza que me dio de lleno haciéndome volver definitivamente a la realidad, me senté de golpe sintiendo una fuerte puntada en la espalda.
-Tranquila- me dijo la voz suave de Edward –Se supone que tienes que estar en reposo, así que por favor lleva las cosas con calma- me pidió con amor, no quería ser cruel, le agradecía enormemente su preocupación y cariño, pero no quería lastima de nadie, necesitaba comprenderlo todo por mi misma. Lentamente puse mis pies sobre el suelo, rechazando su mano que tendía para mí para ayudarme a incorporarme. Sentía su mirada extrañada pero no quería tener más preocupaciones en mi cabeza, para cuando ya estaba completamente incorporada me percate de que me encontraba en mi vieja habitación, en la casa de mi padre. Me gire para ver a Edward y que me explicara que hacia en ese lugar.
-Cuando te desmayaste parte del personal medico quería llevarte al hospital enseguida para revisar que estuvieses bien, les explicaron que eras hija del Jefe Swan por ende comprendieron tu reacción, así que les pedí que de dejaran aquí ya que me imaginaba que no querrías separarte del lugar- me dijo Edward tristemente, ya comenzaba a molestarme su cortesía, por que no era capaz de decirme las cosas tal cual eran, si ya no era una niñita pequeña que no entendiera las cosas, por que todos insistían en tratarme como de porcelana…esperen, fui yo la que no quiso creer lo que el empleado de mi padre dijo.
-¿D…dond…donde esta? –pero me auto corregí- ¿Dónde se lo llevan?- y preguntarlo de esa manera provoco que un gran agujero se abriera en mi interior, quemándome con una intensidad única.
-Al servicio medico para la autopsia- me dijo Edward, su mirada estaba concentrada en el ventanal de detrás de mi espalda.
-Él no…no puede…pero tú…como- no sabia como preguntar coherentemente, mi cabeza seguía confundida.
-No lo se amor, no quisieron decir nada por el momento- en ese momento alguien toco a la puerta haciéndonos girar a ambos, detrás de ella se encontraba Carlisle y Esme.
-Hija ¿Cómo estas?- me pregunto con ternura Esme.
-No lo se- le dije sinceramente, y la verdad es que no sabia.
-Veníamos a ofrecerte nuestra ayuda para todo lo que venga a continuación- dijo Carlisle, ¿venga? Pensé, ¿Qué no era suficiente con todo lo que había pasado, que hay más?
-¿Qué más tiene que pasar?- y mi voz se quebró en la ultima palabra.
-Hija hay que darle sepultura a tu padre- me recordó Esme –Nosotros podemos encargarnos de eso- y me abrazo, pero no quería abrazos, mimos, consuelos, nada, me sentía vacía y podrida, aceptar que mi padre se había muerto era aceptar que él se había muerto enojado conmigo, que se había ido sin decirme si quiera si me quería realmente, era aceptar que me encontraba sola en este mundo. Mis piernas volvieron a ceder cuando todos estos miedos comenzaron a tomar mi cuerpo.
-Amor tómalo con calma- me dijo Edward quien ya estaba a mi lado sujetándome.
-¿Qué lo tome con calma? ¡¿Qué lo tome con Calma?!- mi voz cada vez subía más de tono, era involuntario pero estaba llenado al colapso.
-Se que es difícil pero tienes que hacerlo, debes ser fuerte por él y por ti- me dijo amablemente, ¿Por qué todos se empeñaban en ser amables? si yo era un ser despreciable, hacia sufrir a las personas sin importarle sus sentimientos.
-¡¿Cómo puedes saber si es difícil si tienes a tus padres?! ¡A AMBOS Y VIVOS!- le grite –Así que no digas que lo sabes, no sabes nada- y salí corriendo como pude de la habitación, no tenia idea donde iría pero corrí con todo lo que mis piernas daban, con todo el aire que pueda tener el los pulmones y corrí como si de esa manera pudiera echar a volar ésta pesadilla.
Sabia y sentía que Edward venia cerca, su presencia la podría sentir a kilómetros a la redonda, ¿Cómo lo se? Fácil, si somos uno y aunque me encontrara enojada con todo el mundo, eso no cambiaria.
Cuando necesite un respiro me detuve y me encontré con que había llegado a las caballerizas, camine lentamente hasta encontrarme con Aura tan majestuosa como siempre, me acerque a ella y ella en ese momento me reconoció acercando su hocico a mi para que lo acariciara.
-¿Cómo estas?- le pregunte como si pudiera contestarme, ¿o sea que además me estaba volviendo loca? –Entiendo por que mi madre te prefería a ti antes que a nadie, traes contigo una paz inexplicable- le dije luego de un rato cuando sentía que me tranquilizaba un poco más -¿Puedes sentir a mi madre?- y me extrañe por preguntar aquello –Por que yo no- le conteste, sus ojos me hacían sentir como si me entendiera y responder aquella pregunta me trajo consigo un nuevo sentimiento…rabia –Por que ella se fue y me dejo sola sin importarle que fuera de mi- masculle con rabia –¡Por que no le importe, maldita sea!- dije un poco más alto –Por que ni a mi padre le importe, por que nunca le importo mi felicidad, por que siempre estaba más pendiente del resto de la gente en lugar de su hija- y sentía las lagrimas picar en mis ojos -¡Por que nuevamente no le importe!- grite más alto y las lagrimas ya eran visibles, la angustia que se había formado desde que vi las patrullas y la ambulancia comenzó a llegar con una fuerza imparable -¡Maldita sea que ni esta vez le importe que me deja sola!- y las lagrimas llegaron con fuerza, haciéndome caer al suelo, debilitándome por completo. Mi cuerpo se convulsionaba fuertemente debido al gran llanto y al poco consuelo que encontraba y de la nada me encontraba envuelta en unos calidos brazos, en unos brazos que al fin los sentía realmente necesarios, lo amaba por cada cosa que hacia por mi, lo amaba por su forma de ser y su manera de entregarse, lo amaba por encontraba en él el complemento perfecto para mi.
Amaba que me diera mi espacio y a la vez estuviera en el para consolarme, amaba que me diera el silencio para simplemente desahogarme y llorar.
-¿Por qué me hace esto? si yo le perdono lo que sea ¿Es que a caso soy tan despreciable que me deja sola?- le pregunte entre sollozos, sentí su mano acariciar mis cabellos y bajar por mi espalda para darle pequeños cariños circulares.
-No eres despreciable amor, aunque lo intentaras no podrías serlo, además no estas sola- me aparto levemente para mirarme a los ojos –Me tienes a mi y a toda mi familia que es tan tuya como mía- me dijo con todo su amor, con tanta sinceridad en sus ojos que mi corazón se salto un latido de pura emoción y dicha de tenerlo en mi vida.
-Eres lo más importante en mi vida y si me faltaras no sabría que hacer, o mejor dicho, se perfecta que haría y eso seria acompañarte estés donde estés- le dije a los ojos.
-No pienses en eso amor, jamás, entiende, ¡Jamás! Nos separaran, además no me gusta que esas ideas crucen por tu cabeza.
-Prométeme que siempre estarás conmigo- le dije casi enojada, él me sonrío con ternura.
-Te lo juro- me dijo –No te desharás de mi tan fácilmente- y me regalo aquella sonrisa que yo tanto amaba.
-No rompas jamás a tu palabra- le dije preocupada, recordando a mi padre, recordando que yo siempre desde pequeña pensaba que él era casi inmortal pero me había equivocado.
-Todo estará bien amor- Edward se levanto tendiendo su mano para mi para ayudarme a levantar.
El camino de vuelta a casa se hizo a paso lento ya que el miedo comenzaba a consumirme pensando en que encontraría, Edward no dejaba de acariciar mis hombros, brazos y manos para darme su apoyo. Al llegar a casa nos encontramos con el mismo vehiculo de criminología que se encontraba cuando llegue a casa, mire a Edward extrañada y camine rápido para entrar y ver que sucedía, dentro de la casa habían tres hombres inspeccionando minuciosamente la recepción y la sala.
-¿Qué sucede?- le pregunte a uno de los hombres que estaba más cerca de la entrada.
-No podemos decir nada por el momento señorita, estoy informado que usted es la hija del jefe Swan, pero no puedo entregar información hasta que me reporte con mis jefes- me dijo el hombre disculpándose con la mirada al no poder darme detalle.
-¿Dónde se encuentran sus jefes? Necesito que alguien me diga por que el departamento de criminología esta aquí- le pregunte extrañada, pero como si fuera obvio la pregunta correcta llego a mi -¡¿Se tiene la sospecha de que mi padre fue asesinado?!- pregunte horrorizada, la rabia, la pena y el espanto comenzaron a aflorar nuevamente en mi, tensando mi cuerpo el que se vio envuelto nuevamente de los brazos de Edward.
-Dejemos que estos hombres hagan su trabajo y luego puedes preguntar amor, estas cosas no te están ayudando- me dijo calmado.
-¡Deja de pedirme que me calme, entiende que no es momento para eso! ¡Quizás alguien mato a mi padre, alguien que anda por ahí tan calmante y yo aquí comportándome como niña!- le grite, vi como los hombres que caminaban por el lugar se detuvieron a mirarme como si fuera un bicho raro, como si tuviera dos cabezas.
Y ahí venia nuevamente el descontrol, lo sabia y Edward también, veía en su cara la preocupación y la pena pero extrañamente los parpados me pesaban horrorosamente, mi cuerpo se debilitaba pero no por eso no distinguí el pequeño dolor que sentí en el brazo algo así como un pinchazo, gire mi cabeza lentamente debido al peso que sentía en ella y vi a un hombre de bata blanca con una jeringa en su mano, mire a Edward quien se disculpaba con la mirada, se acerco para sostenerme y todo calzó perfecto…a negro me fui nuevamente.
Me removí incomoda sobre la superficie blanda donde me encontraba, el peso de todo lo sucedido en mi cabeza giraba como un torbellino y a la vez me impedía respirar con normalidad. Cuando abrí mis ojos me di cuenta que estaba nuevamente en mi antigua habitación, lo que me provocaba hundirme aún más en mi propia miseria, los recuerdos en los tiempos que vivía con mi padre llegaban a mi cabeza con tal rapidez y vivacidad que la angustia nuevamente llegaba a mi, por suerte me encontraba sola y en completa oscuridad lo que me permitió llorar sin vergüenzas o sin impedimentos a que alguien me dijera que me descontrolaría en cualquier momento, de hecho quería hacerlo, sentía rabia, impotencia, pena por no haber quedado en mejores términos con mi padre, él me quería lo se, yo lo quiero pero no se si el lo alcanzo a entender, ahora era tarde para pensar en eso.
Las lágrimas resbalaban por mis mejillas sin miedo, con suma libertad y a gran velocidad, fue cuando escuche voces en el pasillo que intente contenerme.
-Hijo ella aún duerme, pase a revisar hace unos minutos atrás- escuche decir a Esme.
-No soporto verla así madre, es una impotencia horrible el no poder ser lo suficientemente necesario en su vida en estos momentos, el no poder ayudarla al menos para que encuentre algún consuelo- le dijo mi marido con la voz quebrada, no me gustaba escucharlo hablar así, es mi culpa apartarlo en estos momentos de mi vida, pero Dios sabe que la culpa me carcome, el pensar que mi padre murió pensando que casi lo odiaba.
-¿Vienes de hablar con los forenses?- pregunto Esme, aquella pregunta me hizo saltar de la cama, necesitaba escuchar sin perder detalle.
-Así es- le respondió, algo en su tono de voz me alerto de que algo andaba mal, alguna pregunta no formulada verbalmente por Esme lo hizo responder –Es afirmativo- le dijo sin saber de que hablaba.
-¿Y se tiene sospecha de quien pudo ser?- le pregunto Esme.
-Por lo me dijeron al parecer tienen a un testigo- le informo –No se como le diré a Bella que su padre fue asesinado- se notaba claramente angustiado, preocupado, enojado e incluso triste, sentía esa necesidad de correr he ir a consolarlo y decirle que todo estaría bien…esperen ¿Qué dijo? ¡¿Mi padre asesinado?!
-¡¿Qué has dicho?!- rugí saliendo de la habitación, la cara de asombro de Edward fue tan grande que no me contesto -¡Te hice una pregunta!- le grite nuevamente, ya la poca paciencia que podría cultivar en estos momentos se había ido por el desagüe –Contéstame maldición Edward- le pedí enojada, Esme intento tranquilizarme acercándose a mi y abrazándome, pero la empuje para impedírselo.
-Lo que escuchaste- me dijo al fin Edward sin mirarme a los ojos, ya que miraba sus manos que jugueteaban nerviosas sobre su estomago.
-¿Cuándo se sabrá quien ha sido?- pregunte enojada, asombrándome por el gran sentimiento de venganza que afloro en mi interior.
-No lo se, solo me informaron que existía un testigo y que harían los peritajes correspondientes en la escena del crimen, mañana por la mañana entregaran el cuerpo a los familiares- me sentía mal por estar empleando un tono tan duro con él, ¡pero basta de tratarme como una niñita que no sabe nada!
-Iré a recostarme nuevamente- le informe, vi por el rabillo del ojo que se iba a acercar pero Esme lo detuvo y sinceramente se lo agradecí internamente, era extraño el hecho de que apartara a todos en estos momentos, pero sentía pena, rabia y la verdad es que muchos deseos de vengarme, parte de estos sentimientos hacían que alejara a Edward por no querer contaminarlo con mis malos pensamientos.
Me recosté nuevamente pensando en lo que debía hacer, por el momento me quedaba honrar lo mejor posible la memoria de mi padre en su velatorio el que comenzaría mañana cuando entregaran el cuerpo. Así pasaron lo que de seguro serian horas, pero yo seguía despierta sin poder encontrar consuelo, escuche como la manija de la puerta se abría lentamente, como no tenia ánimos ni deseos de hablar con nadie me hice la dormida sin ver quien era.
Cuando sentí una tibia y suave mano acariciar mi mejilla reconocí inmediatamente al dueño de aquel roce…Edward.
-No me alejes pequeña, lo que estas pasando es muy doloroso para vivirlo sola- sus palabras calaron en mi corazón, él también había notado mi distanciamiento y me dolía aún más provocarle dolor –Se que eres fuerte y muy testaruda, pero recuerda que ahora somos uno y lo que le sucede a uno también le influye al otro- una melancolía comenzó a crecer, no tenia que ver con la muerte de mi padre sino que esto era diferente, quería dejarlo estar conmigo en estos momentos peor inconcientemente, o no se que tanto en realidad, no podía hacerlo. Edward dejo un tierno besos sobre mis labios, un beso que se prolongo unos segundos más demostrándome lo afligido que se sentía, cuando escuche la puerta cerrarse levemente suspire sintiéndome aún peor.
Por la mañana Esme apareció por mi habitación con una charola con jugo y frutas, la verdad es que no recuerdo en que momento me quede dormida pero creo que más que nada fue por cansancio que otra cosa.
-Te ves cansada cariño, no has comida nada tampoco- me dijo con tono maternal.
-No tengo hambre Esme, gracias- le dije levantándome de la cama para ir por mis ropas he irme al baño a darme una ducha.
-Tienes que comer por favor, hazlo al menos por tu padre que se preocupaba de que siempre comieras a las horas correctas- y escuchar nombrar a mi padre hizo que me detuviera bruscamente quedándome plantada en el suelo, recordándolo. Me gire a ver a Esme quien tenia en su mirada un “disculpa” marcado, no era su culpa ella solo intentaba hacerme entender, así que me acerque a ella y tome la bandeja –Gracias- le dije y me senté en la mesita para desayunar.
Iba de camino a la iglesia junto con Edward y su familia, al llegar mi corazón se detuvo cuando vi el ataúd donde yacía mi padre en el centro de la iglesia, me acerque a el a paso lento siempre escoltada por Edward quien no soltó mi mano en ningún momento.
Me quede al lado del féretro de mi padre, conversando con él internamente, me sentía ajena al exterior ya que venían amigos de mi padre y de la familia en geral, personas que no conocía la verdad, a abrazarme para darme su apoyo y condolencias pero yo sinceramente no sabia quienes eran, tampoco es que prestara mucha atención, pero una sola persona consiguió atraer mi atención.
-Deberías tener más respeto, tu padre yace muerto y tu de la mano con la persona equivocada, con un marido que él no quería para ti- escuche la voz de Dídima y me tense inmediatamente, Edward en cuestión de segundos estuvo a mi lado sujetándome por la cintura haciéndose notar –Ten cuidado muchachito con lo que hagas- le dijo Dídima con su voz cargada de amenazas. Dídima camino hacia los asientos y luego le siguió Alec quien me miraba extrañado y recordé que Dídima cuando fue a la casa de Edward me informo que su hijo no sabia nada de mi boda con Edward, de seguro se preguntaba por que tal acercamiento con él.
Marco el padre de Alec se acerco a mí y tomo mi mano para besarla en el dorso.
-Mi más sentido pésame Isabella, tu padre era una excelente persona y un muy buen amigo- me dijo mirándome a los ojos, pero algo en ellos me hizo temblar de miedo –Nos vemos pronto- me dijo y se alejo para estar junto a su familia y desde ese momento me sentía inquieta, los tres no dejaban de mirarme y hablar entre ellos.
Al llegar la tarde Carlisle me informo que era hora de partir al cementerio para darle sepultura a mi padre, tragué en seco al pensar que esta seria la última vez que vería su cuerpo. No se como llegue al coche que conducía Carlisle y seguimos a la carroza fúnebre, tengo que decir que mi mente iba simplemente en blanco.
Al llegar al cementerio que al menos era relajante, pues se veía la extensión de césped cubrir la tierra, en cada pequeña lapida que indicaba donde se encontraban las otras tumbas, se encontraban flores de diversos colores que honraban a sus muertos. Al llegar al lugar que seria el de mi padre, el sacerdote de la iglesia ya esperaba en el lugar, habían muchas personas y podía contarlas con los dedos de las manos a quienes yo conocía como cercanos a mi padre, después de todo él era el jefe de policía del pueblo y muchos lo respetaban y admiraban por su forma de manejar las cosas.
Las palabras del sacerdote no llegaban a mi corazón, no encontraba el consuelo para aceptar las cosas, no podía perdonarme el saber que él se había ido sin haberle dicho lo mucho que lo amaba y que le perdonaba cualquier cosa, no me perdonaría él no haber quedado en paz con él.
-Ya es hora- me saco de mis pensamientos la voz de mi marido quien me miraba preocupado, no entendí a que se refería hasta que vi a los hombres encargados de comenzar a bajar el ataúd al pozo.
-¡No!- grite lanzándome automáticamente al ataúd de mi padre, lo abrace lo más fuerte que pude para que no lo bajar aún y fue en ese momento en que toda la cruda verdad realmente me dio con violenta fuerza en el corazón, él se iba y no lo volvería a ver, era huérfana de padre y madre y estaría sola en este mundo sin sus consejos, sin sus risas y sus locas ideas, sin su manera estricta de vivir, sin su abrazo calido que intentaba aligerar cuando me sentía mal, aligerar por que siempre intentaba ocultar sus sentimientos para no verse menos hombre, pero yo lo conocía y sabia que él disfrutaba de aquellos momentos de padre e hija.
-Yo estoy aquí amor, no estas sola- escuche levemente a Edward darme apoyo, quien me mantenía abrazada por los hombros intentando jalarme para que soltara el féretro.
-¡No!- grite nuevamente -¡No me dejes por favor, no quiero estar sola!- le grite a mi padre como si pudiera oírle, las lagrimas salían por montones sin encontrar un consuelo en mi débil corazón.
-No estás sola amor, entiéndelo- me recrimino Edward, su voz sonaba enojada lo que me hizo mirarlo atentamente por primera vez, al fin alguien me hablaba con dureza como una mujer grande, no pude resistirlo más y me abrace a él para llorar como no había podido hacerlo realmente, mi padre se había ido y no había marcha atrás, mientras lo bajaban el sacerdote rezaba algunas oraciones para que su única hija encontrara consuelo al igual que aquellos amigos desconsolador pos perder a un camarada.
Yo me abrazaba fuertemente a Edward para que no me dejara, lo necesitaba y deseaba demostrárselo, que me perdonara por haberlo alejado en estos momentos en que en realidad lo necesitaba como el aire.
-No es el momento- escuche decir a un hombre, me causo curiosidad de ver de que se trataba así que levante mi mirada para ver al hombre, al cual no lo había visto por ende deduje que había llegado recién.
-Son órdenes del jefe- le informo al amigo.
-Respeta a la hija- le dijo el señora que ya había visto aquí, quien me miro inmediatamente con pena.
-¡Son ordenes!- dijo nuevamente el hombre, levantando un poco más la voz provocando que el resto de las personas presentes se giraran a mirarlo, me pare inmediatamente para exigirles respeto por mi padre.
-Pueden tener la decencia de respetar el funeral de mi padre he irse a conversar a otro lugar- les pedí enojada con la mirada fija en el hombre que recién apareció.
-Lo siento señorita pero tengo ordenes que cumplir- me dijo –Tengo que arrestar al hombre que mato a su padre- me informo y yo me tense, aquel sentimiento que había abandonado al salir de casa reapareció con todo su esplendor, quería ahorcar a quien me haya arrebatado a mi padre con mis propias manos, hacerlo pagar con todo el peso de la ley, el hombre saco un papel de su bolsillo y cuatro hombres más se acercaron a él flanqueándolo –Por ordenes de la policía civil y bajo el cargo de homicidio a un jefe de estado, esta arrestado el Sr. Edward Cullen.
-¡¿Qué?!- escuche gritar al resto de la familia Cullen.
No podía ser cierto, no podía ser cierto.
-Eso es imposible- dije casi sin aire, vi como aquellos hombres tomaban a Edward por los brazos quien forcejeaba y me miraba sin entender, Esme se abalanzo sobre aquellos hombres para que lo soltaran y Carlisle corrió a su lado para sujetarla, quien forcejeaba ahora con su marido para ir con su hijo.
-¡Eso es una mentira, mi hijo jamás seria capaz de hacer algo así!- les gritaba Esme a los hombres, yo seguía plantada sobre el suelo sin poder moverme, sin reaccionar o pensar si quiera.
-Bella tienes que creerme de que no seria capaz de algo semejante- escuche decir de pronto a Edward, el hombre que había venido por él me miro con arrogancia.
-Existen testigos de que escucharon a su padre pelearse a gritos con un hombre, luego vieron salir al Sr. Cullen de la casa y a los diez minutos su padre fue encontrado muerto- me informo el oficial.
-No puede ser- fue todo lo que dije en un susurro, sin moverme, los gritos de horror del resto de los Cullen eran devastadores, aquello fue lo que me hizo volver en si.
-Apelare para que lo suelten- le dije al oficial no muy convencida de poder hacer algo.
-Lo siento señorita, no puede hacer nada la condena será llevada a cabo mañana al alba.
-¿Condena?- pregunte nerviosa -¿Cómo pueden condenar a alguien sin pruebas?- pregunte, desvíe mi vista a Edward quien se veía confundido y triste, intento zafarse de los hombres y me estiro sus manos para que las tomara, me acerque a él para tomárselas pero los hombres lo empujaron para evitar el contacto.
-Este hombre será encarcelado por asesinato.
Lagrimas a borbotones comenzaron a salir por mis ojos, cuando los hombres comenzaron a arrastrar a Edward para llevárselo fue cuando encontré movilidad en mi cuerpo, pase por entre medio de las personas que miraban asombrados, enojados y asustados toda la escena.
-¡Edward!- grite con el corazón a mil, él se giro al escucharme y sus ojos reflejaban la peor de las tristezas que pueda haber visto algún día.
-¡Te amo!- me grito a modo de despedida, no, él no podía estar haciendo eso, él no podía estar despidiéndose de mi como si no hubiera otra solución.
Corrí donde estaba los hombres a punto de subirlo al vehiculo, empuje a uno que se encontraba desprevenido y me acerque al hombre de mi vida.
-Te esperare amor, te lo prometo- le dije tomando su mano –Siempre juntos amor, esperare lo que sea por ti y haré lo imposible por demostrar que no has hecho nada- y lo bese con fiereza dejando todo mi corazón con él.
-Amor yo no he hecho nada- me dijo cuando me separe de él, sus ojitos reflejaban la angustia que le causaba que yo pensara lo contrario, no alcance a responderle que creía en su inocencia pues lo subieron al vehiculo el cual partió enseguida, el oficial que llego por el me miro extrañado.
-Debería de aborrecer al hombre que mato a su padre- me dijo el hombre, yo no le preste atención y le di la espalda para no escucharlo –Tengo que informarle algo- me dijo llamando mi atención, me limpie las lágrimas y me gire para encararlo
-¿Qué más quiere?- le pregunte enojada.
-Este hombre es condenado a ejecución- y mi corazón término por quebrarse, no podía ser.
-Pero usted… usted dijo…él iba…no puede- balbucee.
-Es lo menos que merece esa rata- dijo con rabia –Era la única forma de sacarlo de aquí, ahora, si me disculpa tengo que hacer mi trabajo.
El hombre se fue detrás del vehiculo donde iba Edward, donde iba mi corazón, mi vida, mis sueños, mi alma, mi vida en si.
Ya nada podría tener sentido para mi, si mañana al alba se iba lo único importante de mi vida, llore como jamás lo habia hecho en mi vida, llore pór el hombre que moriria por haberme cruzado en su camino, llore desgarradoramente por el hombre que moriria simplemente por haber hecho lo mejor que me a pasado en la vida...amarme.
:::: ¿Fin? ::::
chiks lo se el final no es como lo imaginamos, pero es lo q la autora quiso
pero hay otra opcion, la autora dice que si recibe la mayor cantidad de review por este final haria otro asi q para mandarle un mensajito pulsa AQUI
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Re: Un amor en 1920 (Completo)
ohhhhhhh Barbie que mal me he quedado estoy hecha polvo como nos deja asi
pero ya la mande un mensaje a ver que pasa ya me iras diciendo vale..........avisame porque si hace falta le mando yo los 25 mensajes que quiere (es broma)
espero que la gente responda ahunque bueno .........ella es la autora y si es su decision que asi sea no todo tiene porque acabar bien no??
la historia es fantastica .....gracias Barbie por seguir subiendo la historia besitos y ya me avisas si la autora decide cambiar el final
pero ya la mande un mensaje a ver que pasa ya me iras diciendo vale..........avisame porque si hace falta le mando yo los 25 mensajes que quiere (es broma)
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Re: Un amor en 1920 (Completo)
que fuuuuerte ....
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Re: Un amor en 1920 (Completo)
bueno mis queridas amigas les informo q el final se queda tal y como estaba, asi q aui les traigo la sinopsis...
....la buena noticia es que havra segunda parte y espero que la autora me de nuevamente permiso para continuar publicando sus historias jeje recen por mi
Sinopsis:
:::::::: 8 años después ::::::::
-Mami Charlie me tiro el pelo- me dijo mi pequeña hija Anne quien comenzó a lloriquear.
-Charlie compórtate y no le jales el cabello a tu hermana- le dije a mi hijo mientras arreglaba los tirabuzones rubios de la pequeña.
-Mamá ella empezó, dijo que iba a sacarle el agua a Gregorio- el pequeño se refería a la rana que le regalaron en su último cumpleaños número seis.
-Hijo tu hermana no hará eso por que ella te ama- le dije acariciando sus mejillas que estaban húmedas por haber llorado de miedo a que le pasara algo a su mascota –A ver, quiero ver una abrazo grande entre los dos hermanos- les pedí a ambos, quienes se miraron desafiantes al principio, pero mi pequeña Anne sonrío tímidamente.
-Disculpa Charlie, jamás le haría eso a Gregorio- y le tendió su pequeña manita, la que fue aceptada con una enorme sonrisa por parte de mi hijo quien luego la atrajo hacia si para abrazarla. Como amo a mis hijos, los únicos que me han dado la fuerza necesaria para poder vivir luego de que “él” se fue de mi vida.
-¡Isabella!- escuche gritar a mi esposo, quien jamás en todos estos años consiguió un ápice de amor por mi parte, ni siquiera una milésima parte a la que siento por él…aún.
-¿Qué quieres Alec?- le pregunté desganada cuando llegue a él luego de unos minutos, por nuestros hijos intentaba llevar las cosas en paz, después de todo ¿Qué iba a hacer? Si me encontraba sola en el mundo. Cuando decidí casarme con Alec por esta misma razón, toda la familia Cullen se había apartado levemente de mi, los entendía lo se, pero no me dieron la oportunidad de explicarles siquiera como me sentía, pase 3 meses en estado de shock, nadie, absolutamente nadie conseguía sacarme de aquel pozo negro, no comía, no dormía, no hablaba, solo lloraba en mi interior por la perdida de mi corazón, ese que se rearmo lentamente cuando tuve en mis brazos a mis hijos, estuve así hasta que solo llego Esme quien nunca me a dejado sola, incluso hasta el día de hoy.
-¿Esa es la manera que tienes de atender a tu esposo?- me pregunto mirándome con repulsión.
-Vine en cuando pude, estaba jugando con los niños en el jardín- le explique.
–Si te llamo debes venir enseguida- me objeto, por el rabillo del ojo vi a nuestros hijos correr hacia nosotros, por lo que intente fingir mi mejor sonrisa para que vieran que nada pasaba, aunque la pequeña Anne de dos años no entendía nada aún de problemas conyugales, Charlie era bastante inteligente.
-No se repetirá- le susurre bajito.
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-¿Tu hermano, donde esta Charlie?- le pregunte desesperada a mi hija.
-Gregorio se escapo así que fue a buscarlo, dijo que volvía pronto- me informo mi pequeña. Mire para todos lados intentando buscarlo, pero nada.
-¡Charlie!- grite, pero nada respondía, pasaron un par de minutos más y la histeria comenzaba a tomar parte de mi cuerpo, Anne me miraba preocupada al verme así, no a él tampoco podía perderlo.
Tome la mano de la pequeña y caminamos al interior del bosque gritando el nombre de mi hijo.
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-Hijo pusiste en riesgo tu vida- le dije ya un poco más calmada, lo abrace con todas mis fuerzas y todo el amor que le tengo –Creo que le debemos más que la vida a este señor- dije mientras me levantaba y me acercaba tímidamente al señor que estaba de lado con los ojos cerrados, algo en su perfil llamaba mucho mi atención pero no podría decirlo a ciencia cierta, pues el hombre tenia un sombrero que le tapaba en mayoría el rostro –Muchas gracias señor, no sabe la deuda que tengo con usted al salvar a mi hijo- le dije tendiéndole la mano, el hombre abrió sus ojos y contemplo mi mano, dudoso de si tomarla o no, yo por mi parte me sentía incomoda al tener mi mano tendida y que él no la tomara, cuando la iba a bajar el la tomo y de cierta forma me asusto, su tacto se me hizo familiar y un escalofrío recorrió mi cuerpo, de seguro por que su mano estaba helada –Si nos honrara con su visita en mi casa esta noche para agradecerle su ayuda con una cena, sería muy importante- le dije mirando a mi hijo quien sonreía feliz.
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-Mami Charlie me tiro el pelo- me dijo mi pequeña hija Anne quien comenzó a lloriquear.
-Charlie compórtate y no le jales el cabello a tu hermana- le dije a mi hijo mientras arreglaba los tirabuzones rubios de la pequeña.
-Mamá ella empezó, dijo que iba a sacarle el agua a Gregorio- el pequeño se refería a la rana que le regalaron en su último cumpleaños número seis.
-Hijo tu hermana no hará eso por que ella te ama- le dije acariciando sus mejillas que estaban húmedas por haber llorado de miedo a que le pasara algo a su mascota –A ver, quiero ver una abrazo grande entre los dos hermanos- les pedí a ambos, quienes se miraron desafiantes al principio, pero mi pequeña Anne sonrío tímidamente.
-Disculpa Charlie, jamás le haría eso a Gregorio- y le tendió su pequeña manita, la que fue aceptada con una enorme sonrisa por parte de mi hijo quien luego la atrajo hacia si para abrazarla. Como amo a mis hijos, los únicos que me han dado la fuerza necesaria para poder vivir luego de que “él” se fue de mi vida.
-¡Isabella!- escuche gritar a mi esposo, quien jamás en todos estos años consiguió un ápice de amor por mi parte, ni siquiera una milésima parte a la que siento por él…aún.
-¿Qué quieres Alec?- le pregunté desganada cuando llegue a él luego de unos minutos, por nuestros hijos intentaba llevar las cosas en paz, después de todo ¿Qué iba a hacer? Si me encontraba sola en el mundo. Cuando decidí casarme con Alec por esta misma razón, toda la familia Cullen se había apartado levemente de mi, los entendía lo se, pero no me dieron la oportunidad de explicarles siquiera como me sentía, pase 3 meses en estado de shock, nadie, absolutamente nadie conseguía sacarme de aquel pozo negro, no comía, no dormía, no hablaba, solo lloraba en mi interior por la perdida de mi corazón, ese que se rearmo lentamente cuando tuve en mis brazos a mis hijos, estuve así hasta que solo llego Esme quien nunca me a dejado sola, incluso hasta el día de hoy.
-¿Esa es la manera que tienes de atender a tu esposo?- me pregunto mirándome con repulsión.
-Vine en cuando pude, estaba jugando con los niños en el jardín- le explique.
–Si te llamo debes venir enseguida- me objeto, por el rabillo del ojo vi a nuestros hijos correr hacia nosotros, por lo que intente fingir mi mejor sonrisa para que vieran que nada pasaba, aunque la pequeña Anne de dos años no entendía nada aún de problemas conyugales, Charlie era bastante inteligente.
-No se repetirá- le susurre bajito.
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-¿Tu hermano, donde esta Charlie?- le pregunte desesperada a mi hija.
-Gregorio se escapo así que fue a buscarlo, dijo que volvía pronto- me informo mi pequeña. Mire para todos lados intentando buscarlo, pero nada.
-¡Charlie!- grite, pero nada respondía, pasaron un par de minutos más y la histeria comenzaba a tomar parte de mi cuerpo, Anne me miraba preocupada al verme así, no a él tampoco podía perderlo.
Tome la mano de la pequeña y caminamos al interior del bosque gritando el nombre de mi hijo.
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-Hijo pusiste en riesgo tu vida- le dije ya un poco más calmada, lo abrace con todas mis fuerzas y todo el amor que le tengo –Creo que le debemos más que la vida a este señor- dije mientras me levantaba y me acercaba tímidamente al señor que estaba de lado con los ojos cerrados, algo en su perfil llamaba mucho mi atención pero no podría decirlo a ciencia cierta, pues el hombre tenia un sombrero que le tapaba en mayoría el rostro –Muchas gracias señor, no sabe la deuda que tengo con usted al salvar a mi hijo- le dije tendiéndole la mano, el hombre abrió sus ojos y contemplo mi mano, dudoso de si tomarla o no, yo por mi parte me sentía incomoda al tener mi mano tendida y que él no la tomara, cuando la iba a bajar el la tomo y de cierta forma me asusto, su tacto se me hizo familiar y un escalofrío recorrió mi cuerpo, de seguro por que su mano estaba helada –Si nos honrara con su visita en mi casa esta noche para agradecerle su ayuda con una cena, sería muy importante- le dije mirando a mi hijo quien sonreía feliz.
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Re: Un amor en 1920 (Completo)
noooooooooo Edward murio .....como ha podido cargarselo ...bueno la perdono porque hay segunda parte y ahun tengo esperanzas de que vuelva ahunque sea de otra forma
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