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Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
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Zafrina
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
No parecía querer creerme, así que tomé una de sus manos y sin mirarla, por no ser capaz de asegurárselo por completo, le dije lo que estaba sintiendo en esos momentos.
—Balthazar aún no sabe donde estás. Él no ha aparecido, ¿cierto? —asintió con la cabeza—. Por lo tanto no está todo perdido, quizás hasta esté muerto —solté con la esperanza de que así fuera, aunque aún me sentía extraño por hablar de la muerte de alguien tan fácilmente.
Katherine me miró con el ceño fruncido, tal vez no entendiendo que tenía que ver una cosa con la otra, y para ser sincero… yo tampoco lo sabía. Solo le decía lo primero que se me venía a la cabeza notando como el caos de toda la información de esa noche me golpeaba.
—Lo que quiero decir es que si Balthazar no llega a aparecerse nunca, y si Marianne está en la ciudad, tal vez podrían hablar y aclarar todo lo sucedido —me volvió a mirar como si no entendiera de lo que les estaba hablando—. Ella es tu única familia y significa que no solo me tienes a mí… —de pronto se me ocurrió una idea —, nos tendrías a ambos y tal vez entre todos podríamos encontrar una solución para todo lo que pudiese ocurrir. Fue Balthazar el que la hirió en primer lugar; tú la salvaste, y fue Balthazar también el que te hizo daño y a todos los que querías…
Al apenas cruzárseme esas palabras por la mente, de inmediato me fui haciendo consciente de otras cuantas cosas que sucedían. Si bien es cierto que todo lo que sufrió Katherine y lo que le sucedió a su familia fue por culpa de Balthazar, si él no la hubiera convertido, yo jamás podría haberla conocido, jamás podría haber sabido lo que era amar de esa manera, ni sentirme reconfortado como ahora por el solo hecho de que estuviera a mi lado. Pero que acaso, ¿aquello valía la pena a cambio de todo lo que sufrió?
Por supuesto que no. Nada justifica que haya podido conocerla y amarla…
Pero si tan solo pudiera haber estado con ella cada minuto de dolor en toda su vida, o tal vez poder recibir todo lo malo que veía en su mirar al recordar las lágrimas que derramó cuando no pudo seguir conteniéndolas al relatarme su vida y lo que tuvo que pasar. ¿Acaso en vez de odiar a Balthazar, debía agradecerle que la trajera a mí? Entonces, ¿quién era el demonio? ¿Quién otro era el monstruo además de mí por ser el egoísta que prefiere tenerla a su lado y no en 1900?
Nada es justificable. Nada así es ni remotamente justificable para mi dicha o la de cualquiera. Y ahora, al ver una vez más a mi amor con la mirada invadida por el dolor que la persigue, ni siquiera así puedo ser capaz de pensar que hubiese preferido que hubiera vivido su vida normalmente, sabiendo que se hubiese casado con otro. No puedo vivir sin ella, pero tampoco puedo borrar lo que sufrió y es injusto. Es injusto para ella e injusto para mí, porque no lo merezco.
Entonces me repito otra vez, ¿quién es realmente el monstruo aquí? ¿Podría, alguna vez, ser capaz de decirle a Katherine que estoy agradecido de que sea un vampiro, porque de lo contrario, nunca la hubiese conocido? ¿Podría ser capaz de decirle que yo soy el único egoísta y que no merezco su cariño?, ¿o era solo un cobarde?
Y la frustración de no haber podido hacer nada en su momento comienza a quemarme por dentro, ya que además, tampoco sé que hacer ahora.
Ella no merecía aquel destino... Si tan solo pudiese borrar su pasado…
Pero Katherine es lo que es por su pasado. Si aquel día en el que encontró su condena no hubiese decidido llegar de noche a su casa, nada de lo que vino después hubiera sucedido. Y eso sería bueno… pero también significa que no la hubiera conocido…
A pesar de que vuelves a intentar buscar un desvío a todos los pensamientos egoístas que te envuelven, siempre llegas a la misma conclusión de que lo prefieres así, y vuelves a repetirte: ¡Quién es en realidad el monstruo!
Pero si él no la hubiera encontrado…
Solo sientes que te estás aprovechando de su sufrimiento en tu propio beneficio, y la culpa te carcome desde adentro… Sientes odio y furia contra ti mismo. Vergüenza por preferir esto y dejar de pensar menos en ella como quien amo, y más como si fuera una propiedad que tengo a mi lado.
¿Quién era realmente el monstruo? ¿Balthazar o yo?
—¿Robert, qué sucede? ¿Te encuentras bien?
La suave y apagada voz de Katherine, con su particular y melodiosa voz me trajo de vuelta a ésta realidad, a la habitación, con ella a mi lado alejándome de momento de la sombría iluminación que acababa de vivir.
Levanté la mirada del suelo para ver su hermoso rostro y sus profundos ojos azules como el océano, preguntándose qué me sucedía con preocupación en ellos.
No podía soportarlo. No merecía ésta preocupación. Si no fuera por mí, ella se habría ido lejos hace días sin correr el peligro de que quién la atormentaba la pudiera encontrar; el monstruo que, a la vez, no lo era tanto en comparación a mí, porque si lo pensaba de cierto modo, a ambos nos movía el egoísmo de tenerla a nuestro lado.
—¿Robert? —insistió, pero yo no era capaz de soportarlo.
—Te Amo —dije tratando de olvidar todo lo que había estado pensando sobre Marianne y Balthazar hasta ese momento y al ver como sus labios intentaron curvarse en una sonrisa, no pude evitar atraparlos con la necesidad que solo el miedo y la desesperación podían explicar.
Le quité el vaso de whisky de sus manos y lo dejé junto al mío sobre la mesa, viéndose perpleja por mis actos, antes de atraerla sobre mi regazo y no soltarla mientras la besaba una y otra vez. Soltó una pequeña exclamación de sorpresa, pero mis manos siguieron recorriendo la extensión de su espalda y de sus brazos desnudos, cuando poco a poco, ella llevó los suyos a mi cuello.
No sé en realidad cuánto tiempo estuvimos besándonos de la misma forma, pero el miedo que sentía fue dando paso a una necesidad mayor que era traducida a fuego que recorría mi cuerpo. Sus manos se reposaron en mi pecho para apartarme, y aunque veía el mismo fuego en ella, la vacilación era mayor.
—Te sucede algo —indicó mirándome fijamente advirtiendo como algo no andaba bien, pero yo no era lo suficientemente valiente como para decirle la verdad.
Podría enfrentarme a la muerte por ella, pero que supiera que estaba feliz de que estuviera conmigo cuando también significaba estar feliz por todo lo que le sucedió; no podía.
—No quiero perderte —expliqué finalmente, y por supuesto, no mentí, pero aún así no era toda la verdad.
KPOV
No podía creer que después de todo siguiera amándome. Era como si no le importaba lo que había hecho, y es más, incluso le preocupaba que Marianne me perdonara algún día.
Que extraño se sentía como alguien se podía preocupar por mí de nuevo…
Mis deseos por él iban aumentando mientras más frenético se volvía el instante en que nos besábamos; algo así como si fuera un último beso… (¿y si así era?). Pero entre todo aquello, y a pesar de que no quería apartarme de sus labios, algo no andaba bien; sentía como… cierto miedo de su parte. ¿Habrá sido correcto contarle toda la verdad si ahora solo había generado su miedo? ¿Resultaba que a medida que trataba de hacer las cosas bien, éstas iban resultando todo lo contrario? Pero aún así se lo hice saber sin demora.
—No quiero perderte —me contestó finalmente, y al escuchar eso, ésta vez fui yo quien se abalanzó sobre él y atrapó sus labios con el miedo inminente de perderlo para siempre ahora mismo.
Me acomodé a horcajadas sobre sus piernas mientras lo abrazaba con fuerza. Incluso podía sentir su masculinidad con fuerza contra mí por la cercanía, y en movimientos confusos que no terminaba de entender, Robert comenzó a quitar mi blusa con suavidad y desesperación a la vez. Pero la confusión en mí no era porque no lo deseara, si no que porque entre el temor y el caos en que se había convertido todo, yo aún podía sentir que no había nada más importante que él en la tierra. Podría morir mañana, pero esa noche no lo soltaría.
Todas las lágrimas que derramé esa noche y todas heridas que acumulé durante décadas no serían suficientes para compensar y pagar en parte el tener sus caricias y sus besos en ese momento, ni ningún otro. Como lo resolví antes, sufriría las llamas del infierno con gusto por tenerlo cada noche conmigo… O bueno, hasta que el desastre inminente y permanente se hiciera presente.
Comencé a quitar la sudadera gris que llevaba puesta, mientras besaba su cuello saboreando la salinidad de su piel en ese momento. El pulso de su sangre golpeaba con fuerza contra mis labios de nuevo, haciendo al placer y a la tentación volverse cada vez mayor, pero no sería yo quien seguiría poniendo su vida en peligro esa noche. Ya no me importaba lo deliciosa que fuera el sabor de su sangre si el sabor de su cuerpo y la sensación de que me tuviera era mayor. La superioridad de tenerlo conmigo era aún más reconfortante que cualquier otra cosa.
—No es seguro que te vayas esta noche hasta que no salga el primer destello del alba —logré decir entre dificultosas respiraciones dejando de lado su sangre y concentrándome solamente en él.
—Me parece perfecto —ratificó de la misma manera contra mis labios, mientras que con ambas manos sostenía mi rostro y no dejaba de besarme, y yo a él.
¿No había nada más que esto?
No, no lo había, y yo tampoco lo merecía.
Dejaba besos por toda la extensión de mi pecho llegando al borde de mi corpiño para luego subir otra vez, hasta llegar a la comisura de mi boca, en donde ésta vez, yo atrapé su labio inferior con suavidad deleitándome de su sabor único que borraba de momento todo mal pasado.
—Robert, ¿estás seguro de querer estar conmigo a pesar de todo? —solté cuando sus manos se dirigieron al broche de mi corpiño.
—Jamás había estado tan seguro de algo en mi vida —respondió dirigiéndose directamente a mis ojos.
Nadie que puede mirar de esa manera, puede estar mintiendo…
Volví a besarlo de nuevo sintiendo un nudo en la garganta, pero a pesar de eso, esa noche ya no nos separamos. Incluso cuando nos deslizamos del sillón hacia la cama, no me aparté de él en ningún momento.
Esto fue mucho mejor que la vez anterior. Incluso no sentí la necesidad que tuve antes de beber su sangre al besarlo y acariciarlo a cada momento, o al disfrutar de su amor en su totalidad como lo hice. Si podía anhelar estar viva de nuevo, esta era la única manera de conseguirlo, y él era él único quién podía darme aquella sensación.
Pero al no haberlo mordido ésta vez, no solo no puse su vida en peligro de nuevo, si no que también su energía no pareció verse afectada de ninguna manera convirtiéndolo en el hombre más apasionado que pudiese haber conocido nunca. Sabía de lo que era capaz de hacerme sentir por conocimiento de causa, pero ni en mis mejores fantasías alcanzaba a dimensionar todo su esplendor.
Una vez, dos veces, y otra más… Perdí la cuenta y solo podía sentir cada movimiento necesitándolo cada vez más. Cada segundo que pasaba necesitaba más de él, incluso cuando mi cuerpo parecía volverse humano de momento, tornándose débil por el trabajo, pero rápidamente volvía a ponerme a su altura y el fuego y el placer volvía a llenar mi cuerpo cada vez más.
Me encontraba con sus ojos fijos en mi mirada a cada instante, pero en realidad yo no podía hacer otra cosa que mirarlo cuando era él quien me hacía sentir viva y parecía alejar con tanta facilidad mis fantasmas del pasado, y me preguntaba si él era consciente de todo lo que lograba causar en mí además de la pasión que ya era evidente.
De pronto sus labios se movieron con suavidad hasta mi cuello en donde logré escuchar un susurro que decía “Te Amo”, pero a pesar de que yo no sentía menos por él, no tuve el valor de decírselo. Incluso cuando quería y sentía la necesidad de gritarlo a los cuatro vientos, no pude. ¿Acaso no quería hacerle más daño cuando todo terminara?
Y las palabras quedaron atrapadas en mi garganta cuanto volví a escuchar aquel susurro repitiendo que me amaba una y otra vez contra mi oído.
—Balthazar aún no sabe donde estás. Él no ha aparecido, ¿cierto? —asintió con la cabeza—. Por lo tanto no está todo perdido, quizás hasta esté muerto —solté con la esperanza de que así fuera, aunque aún me sentía extraño por hablar de la muerte de alguien tan fácilmente.
Katherine me miró con el ceño fruncido, tal vez no entendiendo que tenía que ver una cosa con la otra, y para ser sincero… yo tampoco lo sabía. Solo le decía lo primero que se me venía a la cabeza notando como el caos de toda la información de esa noche me golpeaba.
—Lo que quiero decir es que si Balthazar no llega a aparecerse nunca, y si Marianne está en la ciudad, tal vez podrían hablar y aclarar todo lo sucedido —me volvió a mirar como si no entendiera de lo que les estaba hablando—. Ella es tu única familia y significa que no solo me tienes a mí… —de pronto se me ocurrió una idea —, nos tendrías a ambos y tal vez entre todos podríamos encontrar una solución para todo lo que pudiese ocurrir. Fue Balthazar el que la hirió en primer lugar; tú la salvaste, y fue Balthazar también el que te hizo daño y a todos los que querías…
Al apenas cruzárseme esas palabras por la mente, de inmediato me fui haciendo consciente de otras cuantas cosas que sucedían. Si bien es cierto que todo lo que sufrió Katherine y lo que le sucedió a su familia fue por culpa de Balthazar, si él no la hubiera convertido, yo jamás podría haberla conocido, jamás podría haber sabido lo que era amar de esa manera, ni sentirme reconfortado como ahora por el solo hecho de que estuviera a mi lado. Pero que acaso, ¿aquello valía la pena a cambio de todo lo que sufrió?
Por supuesto que no. Nada justifica que haya podido conocerla y amarla…
Pero si tan solo pudiera haber estado con ella cada minuto de dolor en toda su vida, o tal vez poder recibir todo lo malo que veía en su mirar al recordar las lágrimas que derramó cuando no pudo seguir conteniéndolas al relatarme su vida y lo que tuvo que pasar. ¿Acaso en vez de odiar a Balthazar, debía agradecerle que la trajera a mí? Entonces, ¿quién era el demonio? ¿Quién otro era el monstruo además de mí por ser el egoísta que prefiere tenerla a su lado y no en 1900?
Nada es justificable. Nada así es ni remotamente justificable para mi dicha o la de cualquiera. Y ahora, al ver una vez más a mi amor con la mirada invadida por el dolor que la persigue, ni siquiera así puedo ser capaz de pensar que hubiese preferido que hubiera vivido su vida normalmente, sabiendo que se hubiese casado con otro. No puedo vivir sin ella, pero tampoco puedo borrar lo que sufrió y es injusto. Es injusto para ella e injusto para mí, porque no lo merezco.
Entonces me repito otra vez, ¿quién es realmente el monstruo aquí? ¿Podría, alguna vez, ser capaz de decirle a Katherine que estoy agradecido de que sea un vampiro, porque de lo contrario, nunca la hubiese conocido? ¿Podría ser capaz de decirle que yo soy el único egoísta y que no merezco su cariño?, ¿o era solo un cobarde?
Y la frustración de no haber podido hacer nada en su momento comienza a quemarme por dentro, ya que además, tampoco sé que hacer ahora.
Ella no merecía aquel destino... Si tan solo pudiese borrar su pasado…
Pero Katherine es lo que es por su pasado. Si aquel día en el que encontró su condena no hubiese decidido llegar de noche a su casa, nada de lo que vino después hubiera sucedido. Y eso sería bueno… pero también significa que no la hubiera conocido…
A pesar de que vuelves a intentar buscar un desvío a todos los pensamientos egoístas que te envuelven, siempre llegas a la misma conclusión de que lo prefieres así, y vuelves a repetirte: ¡Quién es en realidad el monstruo!
Pero si él no la hubiera encontrado…
Solo sientes que te estás aprovechando de su sufrimiento en tu propio beneficio, y la culpa te carcome desde adentro… Sientes odio y furia contra ti mismo. Vergüenza por preferir esto y dejar de pensar menos en ella como quien amo, y más como si fuera una propiedad que tengo a mi lado.
¿Quién era realmente el monstruo? ¿Balthazar o yo?
—¿Robert, qué sucede? ¿Te encuentras bien?
La suave y apagada voz de Katherine, con su particular y melodiosa voz me trajo de vuelta a ésta realidad, a la habitación, con ella a mi lado alejándome de momento de la sombría iluminación que acababa de vivir.
Levanté la mirada del suelo para ver su hermoso rostro y sus profundos ojos azules como el océano, preguntándose qué me sucedía con preocupación en ellos.
No podía soportarlo. No merecía ésta preocupación. Si no fuera por mí, ella se habría ido lejos hace días sin correr el peligro de que quién la atormentaba la pudiera encontrar; el monstruo que, a la vez, no lo era tanto en comparación a mí, porque si lo pensaba de cierto modo, a ambos nos movía el egoísmo de tenerla a nuestro lado.
—¿Robert? —insistió, pero yo no era capaz de soportarlo.
—Te Amo —dije tratando de olvidar todo lo que había estado pensando sobre Marianne y Balthazar hasta ese momento y al ver como sus labios intentaron curvarse en una sonrisa, no pude evitar atraparlos con la necesidad que solo el miedo y la desesperación podían explicar.
Le quité el vaso de whisky de sus manos y lo dejé junto al mío sobre la mesa, viéndose perpleja por mis actos, antes de atraerla sobre mi regazo y no soltarla mientras la besaba una y otra vez. Soltó una pequeña exclamación de sorpresa, pero mis manos siguieron recorriendo la extensión de su espalda y de sus brazos desnudos, cuando poco a poco, ella llevó los suyos a mi cuello.
No sé en realidad cuánto tiempo estuvimos besándonos de la misma forma, pero el miedo que sentía fue dando paso a una necesidad mayor que era traducida a fuego que recorría mi cuerpo. Sus manos se reposaron en mi pecho para apartarme, y aunque veía el mismo fuego en ella, la vacilación era mayor.
—Te sucede algo —indicó mirándome fijamente advirtiendo como algo no andaba bien, pero yo no era lo suficientemente valiente como para decirle la verdad.
Podría enfrentarme a la muerte por ella, pero que supiera que estaba feliz de que estuviera conmigo cuando también significaba estar feliz por todo lo que le sucedió; no podía.
—No quiero perderte —expliqué finalmente, y por supuesto, no mentí, pero aún así no era toda la verdad.
KPOV
No podía creer que después de todo siguiera amándome. Era como si no le importaba lo que había hecho, y es más, incluso le preocupaba que Marianne me perdonara algún día.
Que extraño se sentía como alguien se podía preocupar por mí de nuevo…
Mis deseos por él iban aumentando mientras más frenético se volvía el instante en que nos besábamos; algo así como si fuera un último beso… (¿y si así era?). Pero entre todo aquello, y a pesar de que no quería apartarme de sus labios, algo no andaba bien; sentía como… cierto miedo de su parte. ¿Habrá sido correcto contarle toda la verdad si ahora solo había generado su miedo? ¿Resultaba que a medida que trataba de hacer las cosas bien, éstas iban resultando todo lo contrario? Pero aún así se lo hice saber sin demora.
—No quiero perderte —me contestó finalmente, y al escuchar eso, ésta vez fui yo quien se abalanzó sobre él y atrapó sus labios con el miedo inminente de perderlo para siempre ahora mismo.
Me acomodé a horcajadas sobre sus piernas mientras lo abrazaba con fuerza. Incluso podía sentir su masculinidad con fuerza contra mí por la cercanía, y en movimientos confusos que no terminaba de entender, Robert comenzó a quitar mi blusa con suavidad y desesperación a la vez. Pero la confusión en mí no era porque no lo deseara, si no que porque entre el temor y el caos en que se había convertido todo, yo aún podía sentir que no había nada más importante que él en la tierra. Podría morir mañana, pero esa noche no lo soltaría.
Todas las lágrimas que derramé esa noche y todas heridas que acumulé durante décadas no serían suficientes para compensar y pagar en parte el tener sus caricias y sus besos en ese momento, ni ningún otro. Como lo resolví antes, sufriría las llamas del infierno con gusto por tenerlo cada noche conmigo… O bueno, hasta que el desastre inminente y permanente se hiciera presente.
Comencé a quitar la sudadera gris que llevaba puesta, mientras besaba su cuello saboreando la salinidad de su piel en ese momento. El pulso de su sangre golpeaba con fuerza contra mis labios de nuevo, haciendo al placer y a la tentación volverse cada vez mayor, pero no sería yo quien seguiría poniendo su vida en peligro esa noche. Ya no me importaba lo deliciosa que fuera el sabor de su sangre si el sabor de su cuerpo y la sensación de que me tuviera era mayor. La superioridad de tenerlo conmigo era aún más reconfortante que cualquier otra cosa.
—No es seguro que te vayas esta noche hasta que no salga el primer destello del alba —logré decir entre dificultosas respiraciones dejando de lado su sangre y concentrándome solamente en él.
—Me parece perfecto —ratificó de la misma manera contra mis labios, mientras que con ambas manos sostenía mi rostro y no dejaba de besarme, y yo a él.
¿No había nada más que esto?
No, no lo había, y yo tampoco lo merecía.
Dejaba besos por toda la extensión de mi pecho llegando al borde de mi corpiño para luego subir otra vez, hasta llegar a la comisura de mi boca, en donde ésta vez, yo atrapé su labio inferior con suavidad deleitándome de su sabor único que borraba de momento todo mal pasado.
—Robert, ¿estás seguro de querer estar conmigo a pesar de todo? —solté cuando sus manos se dirigieron al broche de mi corpiño.
—Jamás había estado tan seguro de algo en mi vida —respondió dirigiéndose directamente a mis ojos.
Nadie que puede mirar de esa manera, puede estar mintiendo…
Volví a besarlo de nuevo sintiendo un nudo en la garganta, pero a pesar de eso, esa noche ya no nos separamos. Incluso cuando nos deslizamos del sillón hacia la cama, no me aparté de él en ningún momento.
Esto fue mucho mejor que la vez anterior. Incluso no sentí la necesidad que tuve antes de beber su sangre al besarlo y acariciarlo a cada momento, o al disfrutar de su amor en su totalidad como lo hice. Si podía anhelar estar viva de nuevo, esta era la única manera de conseguirlo, y él era él único quién podía darme aquella sensación.
Pero al no haberlo mordido ésta vez, no solo no puse su vida en peligro de nuevo, si no que también su energía no pareció verse afectada de ninguna manera convirtiéndolo en el hombre más apasionado que pudiese haber conocido nunca. Sabía de lo que era capaz de hacerme sentir por conocimiento de causa, pero ni en mis mejores fantasías alcanzaba a dimensionar todo su esplendor.
Una vez, dos veces, y otra más… Perdí la cuenta y solo podía sentir cada movimiento necesitándolo cada vez más. Cada segundo que pasaba necesitaba más de él, incluso cuando mi cuerpo parecía volverse humano de momento, tornándose débil por el trabajo, pero rápidamente volvía a ponerme a su altura y el fuego y el placer volvía a llenar mi cuerpo cada vez más.
Me encontraba con sus ojos fijos en mi mirada a cada instante, pero en realidad yo no podía hacer otra cosa que mirarlo cuando era él quien me hacía sentir viva y parecía alejar con tanta facilidad mis fantasmas del pasado, y me preguntaba si él era consciente de todo lo que lograba causar en mí además de la pasión que ya era evidente.
De pronto sus labios se movieron con suavidad hasta mi cuello en donde logré escuchar un susurro que decía “Te Amo”, pero a pesar de que yo no sentía menos por él, no tuve el valor de decírselo. Incluso cuando quería y sentía la necesidad de gritarlo a los cuatro vientos, no pude. ¿Acaso no quería hacerle más daño cuando todo terminara?
Y las palabras quedaron atrapadas en mi garganta cuanto volví a escuchar aquel susurro repitiendo que me amaba una y otra vez contra mi oído.
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Edad : 34
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Empleo /Ocio : estudiante... o eso creo...
Mini-Blog : dolce far niente...
Puntos : 1013
Fecha de inscripción : 13/05/2009
Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
RPOV
Besando a Katherine con la desesperación que lo estaba haciendo, no fue precisamente la manera correcta de mitigar la culpabilidad que tengo dentro, por el contrario, el querer hacerla mía no dejaba de convertirme en un egoísta. Pero estando en mi regazo, recibiendo sus exigentes besos, y sintiendo como sus pequeñas manos recorrían mi cuerpo enviando escalofríos de placer por todas partes, no podía dejar pasar todas las sensaciones y la necesidad por alto. Cuando volví a obligarme a ver lo que estaba sucediendo, la necesidad ya era mutua.
“Necesidad”. Todo se reducía a una sola palabra… Mi necesidad de ella podía nublar cualquier otra cosa, cualquier juicio que emitía mi fuero interno contra mí, pero yo no quería perderla, y cada minuto que pasaba era en lo que más pensaba.
Besaba su piel deleitándome con su aroma y su sabor, antes de que mis manos intentaran desabrochar el broche de su corpiño.
—Robert, ¿estás seguro de querer estar conmigo a pesar de todo? —dijo en ese momento.
¿“A pesar de todo”? ¿Qué podía significar el a pesar de todo? ¿A pesar de que se fuera mañana?
Pero cuando pensé en aquella posibilidad que me dolía por dentro produciendo un nudo en mi garganta, entendí que se refería a eso y todo lo demás. Que el “a pesar de todo” era efectivamente “todo”.
—Jamás había estado tan seguro de algo en mi vida —le respondí mirando directamente a sus ojos, observando la intensidad de su profundidad estando dispuesto a aceptar cualquier cosa por ella si con eso podía ponerme a su altura y pagar por mi egoísmo.
En el mismo instante en que terminé de decir aquello, ella demandó mis labios de nuevo tomando mi cuello entre sus pequeñas manos. La aferré contra mí y la tomé de sus muslos para reposar su espalda contra la cama.
Ella me volvía loco, se llevaba rastros de mi cordura a veces, pero yo no quería hacer nada contra eso. Quería rendirme ante ella y todo lo que quisiera, porque así era feliz. Era feliz besando sus labios y su piel, era feliz disfrutando y sintiendo la calidez de sus profundidades íntimas, y era feliz de que ella me correspondiera de la manera en que lo hacía.
Mientras más aumentaban los momentos en que el éxtasis y el placer salían de mí de momento, me fui haciendo consciente de que Katherine no me había mordido, pero también de que por lo menos, yo no necesitaba de aquello para sentirme en la gloria como me sentía y llegar a la magnitud en que llegaba, como antes lo pensé.
El placer que solo ella me podía dar no podía pagarlo con nada, y mientras más la miraba a los ojos, más culpable me sentía.
¿Cómo poder deshacerme de esto? ¿Cómo poder enfrentarlo y compensarlo, cuando era ella quien yo más amaba y deseaba?
Mientras recorría su cuello con mi lengua, el nudo en mi garganta volvió a reaparecer con más fuerza que antes, e inconscientemente solté un “Te Amo” en voz baja contra su oído, como si así pudiera compensarse todo lo que pensé.
—Te Amo, te Amo, te Amo —repetí antes de besar sus labios de nuevo y abrazarla urgentemente.
Perdóname por desear que así haya sido, pensaba después de un rato en el que sentía como se había quedado dormida en mis brazos ya bien entrada la mañana.
—Por favor, perdóname —susurré besando su frente entre su pausada respiración.
Con mis dedos acariciaba su blanca y suave piel recorriéndola de un extremo a otro completamente ajeno a los sueños que ahora se apoderaban de sus pensamientos imposibles de penetrar. Con una mano atraje una sábana para proteger su cuerpo del frío que supuse que pudiese sentir por la baja temperatura de la noche, aunque también podría ser que no pudiera sentirlo, por como muchas veces sentí la gelidez de su piel…
De todas maneras, me quedé a su lado abrazándola; resguardando sus sueños sin dejar de pensar en todo lo que me había revelado esa noche, imaginándome como habría sido todo si yo hubiese vivido con ella en 1900, si hubiese estado ahí cuando me necesitó… O como habría sido si ella hubiera nacido en esta época y nos hubiésemos conocido como se conoce cualquier persona…
Pero eso no había sido así. Pasó lo que pasó y ya no podía hacer nada para cambiar el pasado, solo tenía que aferrarme a la esperanza de poder cambiar el futuro. Mi fututo y por sobre todo y más importante, el de ella.
—Te Amo —volví a susurrar contra su piel cerrando mis ojos con fuerza—, y no descansaré hasta verte feliz, mi vida.
Culpable o no, no dejaría que siguieran pasándole las cosas que le pasaron, y de momento, tenía la misión de hacer que Marianne pudiera perdonar a Katherine, aunque ella misma se opusiera a ello.
¿Y Balthazar? Bueno, después vería que haría con respecto a Balthazar (y si es que volvía a aparecer), porque no iba a permitir que además de mi secreto egoísmo, todavía viniera él a lastimarla.
—Sé que no debo sentirme feliz de que estés aquí, cuando eso mismo significa sentirme feliz por todo lo que sufriste —seguí hablándole en voz baja, siendo así la única manera de tener el valor de decirlo—, pero te prometo que ya nada volverá a atormentarte mientras esté a tu lado —besé su frente antes de notar como el cansancio por todo lo que había pasado comenzaba a pesarme en los ojos y en el cuerpo—. Te lo prometo.
Besando a Katherine con la desesperación que lo estaba haciendo, no fue precisamente la manera correcta de mitigar la culpabilidad que tengo dentro, por el contrario, el querer hacerla mía no dejaba de convertirme en un egoísta. Pero estando en mi regazo, recibiendo sus exigentes besos, y sintiendo como sus pequeñas manos recorrían mi cuerpo enviando escalofríos de placer por todas partes, no podía dejar pasar todas las sensaciones y la necesidad por alto. Cuando volví a obligarme a ver lo que estaba sucediendo, la necesidad ya era mutua.
“Necesidad”. Todo se reducía a una sola palabra… Mi necesidad de ella podía nublar cualquier otra cosa, cualquier juicio que emitía mi fuero interno contra mí, pero yo no quería perderla, y cada minuto que pasaba era en lo que más pensaba.
Besaba su piel deleitándome con su aroma y su sabor, antes de que mis manos intentaran desabrochar el broche de su corpiño.
—Robert, ¿estás seguro de querer estar conmigo a pesar de todo? —dijo en ese momento.
¿“A pesar de todo”? ¿Qué podía significar el a pesar de todo? ¿A pesar de que se fuera mañana?
Pero cuando pensé en aquella posibilidad que me dolía por dentro produciendo un nudo en mi garganta, entendí que se refería a eso y todo lo demás. Que el “a pesar de todo” era efectivamente “todo”.
—Jamás había estado tan seguro de algo en mi vida —le respondí mirando directamente a sus ojos, observando la intensidad de su profundidad estando dispuesto a aceptar cualquier cosa por ella si con eso podía ponerme a su altura y pagar por mi egoísmo.
En el mismo instante en que terminé de decir aquello, ella demandó mis labios de nuevo tomando mi cuello entre sus pequeñas manos. La aferré contra mí y la tomé de sus muslos para reposar su espalda contra la cama.
Ella me volvía loco, se llevaba rastros de mi cordura a veces, pero yo no quería hacer nada contra eso. Quería rendirme ante ella y todo lo que quisiera, porque así era feliz. Era feliz besando sus labios y su piel, era feliz disfrutando y sintiendo la calidez de sus profundidades íntimas, y era feliz de que ella me correspondiera de la manera en que lo hacía.
Mientras más aumentaban los momentos en que el éxtasis y el placer salían de mí de momento, me fui haciendo consciente de que Katherine no me había mordido, pero también de que por lo menos, yo no necesitaba de aquello para sentirme en la gloria como me sentía y llegar a la magnitud en que llegaba, como antes lo pensé.
El placer que solo ella me podía dar no podía pagarlo con nada, y mientras más la miraba a los ojos, más culpable me sentía.
¿Cómo poder deshacerme de esto? ¿Cómo poder enfrentarlo y compensarlo, cuando era ella quien yo más amaba y deseaba?
Mientras recorría su cuello con mi lengua, el nudo en mi garganta volvió a reaparecer con más fuerza que antes, e inconscientemente solté un “Te Amo” en voz baja contra su oído, como si así pudiera compensarse todo lo que pensé.
—Te Amo, te Amo, te Amo —repetí antes de besar sus labios de nuevo y abrazarla urgentemente.
Perdóname por desear que así haya sido, pensaba después de un rato en el que sentía como se había quedado dormida en mis brazos ya bien entrada la mañana.
—Por favor, perdóname —susurré besando su frente entre su pausada respiración.
Con mis dedos acariciaba su blanca y suave piel recorriéndola de un extremo a otro completamente ajeno a los sueños que ahora se apoderaban de sus pensamientos imposibles de penetrar. Con una mano atraje una sábana para proteger su cuerpo del frío que supuse que pudiese sentir por la baja temperatura de la noche, aunque también podría ser que no pudiera sentirlo, por como muchas veces sentí la gelidez de su piel…
De todas maneras, me quedé a su lado abrazándola; resguardando sus sueños sin dejar de pensar en todo lo que me había revelado esa noche, imaginándome como habría sido todo si yo hubiese vivido con ella en 1900, si hubiese estado ahí cuando me necesitó… O como habría sido si ella hubiera nacido en esta época y nos hubiésemos conocido como se conoce cualquier persona…
Pero eso no había sido así. Pasó lo que pasó y ya no podía hacer nada para cambiar el pasado, solo tenía que aferrarme a la esperanza de poder cambiar el futuro. Mi fututo y por sobre todo y más importante, el de ella.
—Te Amo —volví a susurrar contra su piel cerrando mis ojos con fuerza—, y no descansaré hasta verte feliz, mi vida.
Culpable o no, no dejaría que siguieran pasándole las cosas que le pasaron, y de momento, tenía la misión de hacer que Marianne pudiera perdonar a Katherine, aunque ella misma se opusiera a ello.
¿Y Balthazar? Bueno, después vería que haría con respecto a Balthazar (y si es que volvía a aparecer), porque no iba a permitir que además de mi secreto egoísmo, todavía viniera él a lastimarla.
—Sé que no debo sentirme feliz de que estés aquí, cuando eso mismo significa sentirme feliz por todo lo que sufriste —seguí hablándole en voz baja, siendo así la única manera de tener el valor de decirlo—, pero te prometo que ya nada volverá a atormentarte mientras esté a tu lado —besé su frente antes de notar como el cansancio por todo lo que había pasado comenzaba a pesarme en los ojos y en el cuerpo—. Te lo prometo.
>><<>><<>><<>><<>><<>><<>><<>><<>><<>><<>><<>><<>><<>><<>><<>><<>><<>><<
Oh!!! Pobre Robert…
Debe ser frustrante sentirse así, con esa culpa por preferir tener a Katherine a su lado incluyendo lo que sufrió, a que se casara con Thomas, o no????
Pero en fin, creo que definitivamente este fue el capítulo que más me ha costado, pero no por alguna complejidad para explicar… bueno, eso también (creo que enredé mucho las cosas… puede que haya mucho caos con las ideas… jeje), pero por sobre todo, y como dije antes, estaba absolutamente bloqueada…
Espero que hayan disfrutado del capítulo y ya se viene el próximo, pero así como van las cosas, puede que también me tarde un poquito.
Ténganme paciencia, si????
Y se me olvidaba:
Aunque las cosas con Robert y Kristen en la vida real ya están más que claras...
AQUÍ NO!!!!!!!!
jajaja
Así que “sigan creyendo”…
Oh!!! Pobre Robert…
Debe ser frustrante sentirse así, con esa culpa por preferir tener a Katherine a su lado incluyendo lo que sufrió, a que se casara con Thomas, o no????
Pero en fin, creo que definitivamente este fue el capítulo que más me ha costado, pero no por alguna complejidad para explicar… bueno, eso también (creo que enredé mucho las cosas… puede que haya mucho caos con las ideas… jeje), pero por sobre todo, y como dije antes, estaba absolutamente bloqueada…
Espero que hayan disfrutado del capítulo y ya se viene el próximo, pero así como van las cosas, puede que también me tarde un poquito.
Ténganme paciencia, si????
Y se me olvidaba:
Aunque las cosas con Robert y Kristen en la vida real ya están más que claras...
AQUÍ NO!!!!!!!!
jajaja
Así que “sigan creyendo”…
Zafrina- .
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
mmm pobres se aman pero temen y con razon jajaj
ojla te inspires pronto, yo seguire esperando jajaj pero te entiendo a mi me pasa lo mismo con mi historia jajaja besitos
ojla te inspires pronto, yo seguire esperando jajaj pero te entiendo a mi me pasa lo mismo con mi historia jajaja besitos
Atal- .
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
Zafrina escribió:[justify]Y se me olvidaba:
Aunque las cosas con Robert y Kristen en la vida real ya están más que claras...
AQUÍ NO!!!!!!!!
jajaja
Así que “sigan creyendo”…
[/center]
Kate I love you eres mi idola
tu me salvas de un suicidio no mentira tampoco para tanto
cada vez esta mejor, rob q sexy q suerte tiene kat como la envidio jeje
Bbra- .
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
Zafrina escribió:[justify]Y se me olvidaba:
Aunque las cosas con Robert y Kristen en la vida real ya están más que claras...
AQUÍ NO!!!!!!!!
jajaja
Así que “sigan creyendo”…
[/center]
hey un mementico si no estooy demaciado loca eso quiere decir que mas adelante vas a meter a kris guaaauuuuuu que mente la tuya tan priveligiada pero me encanta tu historia realmente me encanta y pues para mi las coasa estuvieron muy pero muy claro hay voy con la histria con el hilo puesto y sin nigun enredo haci que sigue haci y ojala no te bloques y estare esperando tu historia juiciosita como simpre kate
Irina Denali- .
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
gracias....
y aqui krist no tiene ni pito que tocar...
ya empece con el otro capítulo, y les aviso.... hay mas sorpresas!!!
y aqui krist no tiene ni pito que tocar...
ya empece con el otro capítulo, y les aviso.... hay mas sorpresas!!!
Zafrina- .
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
hay que bueno que ya enpesaste a escribir me encanta
jajaja sabia que kris cero en esta historia realmente amo a kate
y espero tu historia juciosita besos
jajaja sabia que kris cero en esta historia realmente amo a kate
y espero tu historia juciosita besos
Irina Denali- .
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
otro¡ otro¡¡ otro¡¡¡¡ toi espernado por otro¡¡¡
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii otro otro otro
Bbra- .
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
otro¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
chicas, perdonenme. por favor!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
estan semanas han sido horrible, y aunque empece a escribir el sig. cap. he estado estancada por fuerzas mayores... ni siquiera he podido dormir biien....
hoy me acoste a las 6 de la mañana y me levante dos horas despues para seguir pintando...
les ruego paciencia, si?????
besos, y abrazos: Atal, barbie y yuli
estan semanas han sido horrible, y aunque empece a escribir el sig. cap. he estado estancada por fuerzas mayores... ni siquiera he podido dormir biien....
hoy me acoste a las 6 de la mañana y me levante dos horas despues para seguir pintando...
les ruego paciencia, si?????
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
linda perdona por ser tan insistente, no te preocupes ya esperaremos, pero sabes que somos tus fans Numero 1 jajaj besitos y espero q te allan quedado lindo tus trabajos
Atal- .
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
sabes mi kate primero lo primero y primero esta tus cositas haci que no te preocupes por nosotras por que nostras entendemos y sabemos que no nos haces esperar por maldad lo sabemos ademas cada vez que publicas un nuevo capitulo no haces felicises pero tranquila que nosotras sabesmos esperar y tenemos mucha pero mucha paciencia haci cado puedas lo publicas y ojo con ese sueño cuidate y despreocupate por nosotras vale besos
Irina Denali- .
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
Hola, llegué!!!!!!!!!!!!!!!!
Les escribí otro capítulo…
Disculpen la demora, y espero que les guste [:xd:]
**** **** **** **** **** **** **** ****
Capítulo 16: REVELACIONES
Les escribí otro capítulo…
Disculpen la demora, y espero que les guste [:xd:]
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Capítulo 16: REVELACIONES
RPOV
Pasaron nueve días desde que tuvimos cierta conversación con Katherine, pero eso no significó que no siguiera pasando con ella cada noche en relativa calma y apego, porque además, no ha habido ni siquiera un solo rastro de Balthazar.
Es cierto que mi nivel de culpabilidad no había disminuido en nada a pesar del tiempo, y pasar cada minuto de la noche con ella lo hacía aumentar. Pero tampoco iba a dejarla sola, así que yo solo le hacía compañía y ella a mí, dentro de la pequeña habitación iluminada de velas.
La segunda noche que fui, Katherine ya había puesto otra bombilla para mi comodidad (para que se me hiciera más fácil ver), pero yo prefería que siguiera encendiendo velas como la primera vez. No tantas como antes, eso si, con una o dos a mí me bastaba para verla, y además era más agradable y por qué no decirlo, romántico. Esa luz infundía algo así como tranquilidad en el espacio, que me hacía imaginar de momentos, que solo estábamos ella y yo en todo el mundo.
Aunque quise volver a ver a Marianne para intentar que entre ella y Katherine hicieran las pases (y nada que ver con sus… bueno, con lo que me dijo, por supuesto), aquello no sucedió. No sabía donde se hospedaba y tampoco podía salir a buscarla. Sería como ir a ciegas en la enorme ciudad, como buscar una aguja en un pajar y era incluso más, o igual de inútil que salir por las calles preguntándole a cada persona que se me cruzara: “Hola, busco a Marianne Jacobs, una vampiro ¿La han visto? Es la hermana de mi novia…”.
Bueno… aún no es mi novia. ¿Querrá ser mi novia?
Pero además de todo esto, Katherine me prohibió que saliera solo de noche.
Sí. Me lo prohibió. Me sentía como un niño nuevamente cuando tenía que permanecer siempre bajo la mirada de mi madre y no me gustaba sentirme así, protegido, cuando se supone que debía ser yo el que la protegiera. ¿Soy el hombre o no? (Y me referí a lo de niño si es que no podía sentirme peor…).
No tuve con qué objetar. Siempre me decía algo que me dejaba en silencio pensando mi respuesta, pero antes de que pudiera entregársela, ella me lanzaba otra tanda de objeciones a mi petición. Así que finalmente, a pesar de todo lo que protesté, me enfadé y me opuse, tuve que acceder a su condición para que pudiera seguir yendo a su habitación por las noches. Simplemente no tuve otra opción y terminé haciéndole caso, llegando siempre a la casona un poco antes de que atardeciera y marchándome al apenas amanecer para continuar con mis actividades habituales, y que aunque me había cambiado un poco el sueño, no tenía problemas para hacer lo de siempre, recargándome de energía cada noche junto a ella.
A veces, Katherine se ausentaba por un par de horas cuando debía cazar, ya que como se negaba incesantemente a beber de mí, y a pesar de siempre ofrecerle de mi sangre (no por buscar placer, solamente para que estuviera bien), no había refutación que aceptara. Así que en esos momentos yo solo la esperaba tocando guitarra, componiendo algunas letras, o simplemente ensayando el libreto para Eclipse, que era lo único que tenía por hacer.
Mientras pasaban los días, yo barajaba las posibilidades de mostrarle la canción que había comenzado a componer para ella hace algunos meses, pero aún no podía convencerme y estar completamente seguro. Supongo que era algún tipo de reacción extraña parecida al “pánico escénico”.
Los días pasaban y nuestras noches se componían de conversaciones largas e incesantes, y que aunque era un tema delicado de tocar, Balthazar estuvo presente al principio. Ella se empeñaba en decir que me olvidara de él, porque ella se encargaría de eso en su momento, pero yo no dejé por un buen tiempo de insistir en inventar planes que, seguramente, no nos llevarían a ninguna parte, pero que no significaba no intentarlo. Cuando ya me di por vencido insistiéndole, aquellas ideas se quedaron solo en mis pensamientos esperando que algún día pudiesen servir, aunque mejor sería, que nunca fuera necesario emplearlas.
Pero las noches no solo eran conversaciones, también escuchábamos música de la que guardaba en sus estantes, y que era bastante serena por lo demás, veíamos películas, e incluso una vez me leyó el libro de poemas que era de su padre. Ahí me di cuenta que no tenía la necesidad de tener la mirada fija en las páginas, porque eran extraños los momentos en que apartaba su intensa mirada de mis ojos cuando hablaba, casi tanto como no la apartaba cuando hacíamos el amor una y otra vez hasta caer rendidos uno sobre el otro, con su cuerpo sudoroso y tibio de momentos, unido al mío. Mi amor por ella parecía que no podía seguir creciendo con el pasar del tiempo, pero siempre me sorprendía cuando descubría lo contrario con cada roce, cada caricia y cada beso que ella me entregaba.
Solo esperaba corresponder todo lo que me concedía…
Esa tarde como tantas otras, aunque algo más temprano, me estaba preparando en mi departamento para ir a visitarla, cuando se me ocurrió que podría llevarle uno de los diversos combos grasientos que ofrecían en los locales de comida rápida para que así lo probara como se lo había prometido cuando fuimos a cenar. Y es por eso que ahora me encontraba pidiendo la orden en el local de comida rápida, de esos en donde te atienden desde tu auto (N/A: en realidad no sé cómo se llaman aquellos servicios): Refrescos, un par de hamburguesas, y papas fritas con aderezos. Solo esperaba que no lo repudiara como tantas mujeres que había conocido.
Coloqué el paquete en el asiento del copiloto y conduje con prisa hasta el lado norte de la ciudad. Creo que me pasé algunas luces rojas, pero en realidad me daba cuenta cuando ya era tarde. Con suerte, no tuve ningún accidente, ni ninguna infracción.
Me estacioné en un lugar algo apartado de la casona como lo había estado haciendo hasta ahora; en un lugar en el que no llamara la atención en medio de la tarde y en donde perfectamente podría pasearse una pareja disfrutando de la tarde. El lugar al menos daba resultado.
Esperé unos momentos hasta que mi camino estuviera completamente despejado y con premura me dirigí a la puerta de entrada con las llaves ya dispuestas en mi mano, atento a cualquier movimiento inesperado. Pero no solo tuve cuidado de que no me viera alguno de los residentes de la casona, si no que también, cierto fotógrafo que según Katherine, había estado rondando el patio, aunque a decir verdad, hace varios días que no sabía nada de él, y no me extrañaba. A lo mucho, a los dos días después de la entrevista con el canal 3, la prensa había dejado de darle vueltas al asunto de las fotos del restaurante cuando se dieron por vencidos de poder encontrar algo más de lo que yo no decía.
Puse la llave en la cerradura, giré el pestillo suavemente con rapidez procurando que no se filtrara ni un solo haz de luz desde afuera y caminé despacio entre la penumbra, acostumbrando mi visión a ella sin hacer ningún ruido al moverme por la habitación y estando consciente de cada lugar donde pisaba, ya que a estas alturas me sabía de memoria dónde había cada cosa en el lugar.
Esperé algunos segundos más de pie junto a la cama para ver con cierta claridad en donde me encontraba, ya que con solo escuchar la suave respiración acompasada de Katherine al dormir, no significaba que pudiera estar completamente seguro sobre su posición. Necesitaba más que oírla.
Dejé con cuidado el paquete de comida rápida sobre el velador y me senté con cuidado junto a ella. Besé su frente absorbiendo de inmediato su esencia fríamente reconfortante, y al instante reaccionó revolviéndose entre las sábanas.
—Robert —soltó en una voz apenas audible, notando su tono al desperezarse.
—Buenos días, dormilona —la saludé acariciando su mejilla.
Sin darme cuenta alcanzó el interruptor de una lámpara de velador que había adquirido hace poco y lo encendió. En ese momento, a pesar de ser una luz tenue, pude ver a la perfección sus facciones angelicales, sus ojos como el lapislázuli observándome fijamente, y su cabello negro y desordenado sobre la almohada.
—Llegas temprano —comentó conteniendo un bostezo al tiempo que pasaba una mano por sus ojos con pereza, antes de soltar una pequeña risa de diversión—. Me debo ver horrible.
—Jamás —la contradije sonriendo—. Pero si prefieres seguir durmiendo, puedo esperarte…
—No —se apresuró a decir—. Es mucho mejor verte aquí que en mis sueños.
¿Por qué cada vez que decía cosas como aquellas me dejaba en las nubes? Era como si fuera la primera vez que me podía sentir así de completo…
—Pero para el caso de que aún tengas sueño, conozco algunas formas de quitártelo —le dije con un evidente doble sentido complacido por sus palabras—. ¿Qué me dices?
—¿Ah, si? ¿Y qué propones? —preguntó siguiendo mi juego al tiempo que reposaba de lado su cabeza sobre un brazo flexionado en la almohada.
—¿Que tal si te las muestro? —planteé antes de besarla con todo lo que había estado conteniendo desde la mañana…
“Desde la mañana”… Me parecían siglos sin verla.
Katherine me respondió de inmediato entrelazando sus manos por detrás de mi cuello. Saboreaba sus labios y degustaba su piel por debajo de la fina blusa de satín que la cubría, pero de improviso ella se detuvo y se alejó unos centímetros de mí mirando a su alrededor.
—¿Qué es ese olor? —preguntó de pronto.
¿Olor? ¿Qué olor?
Se irguió sobre la cama y su mirada se dirigió de inmediato al velador, dándome a entender a qué se refería.
—¡Ah! Esas son hamburguesas y otras cosas —le expliqué restándole importancia—. ¿Recuerdas la noche en que salimos a cenar? Bueno, pues ahora traje la dichosa y grasienta comida rápida.
Sonrió y suspiró sin apartar la vista de mí.
—¿Podríamos comerla luego? Antes me gustaría degustar algo que sé que es aún mejor…
—¿Y qué sería eso? —bromeé lujuriosamente.
—Un beso tuyo.
—Un beso y todo lo que quieras de mí —le dije antes de dirigirme directo a sus labios al tiempo que me dejaba caer hacia atrás en la cama con ella en mis brazos, logrando que soltara una pequeña risa por la sorpresa de atraerla conmigo.
Estuvimos así unos momentos, mientras sentía su respiración agitada contra mis labios y mis manos recorrían con soltura la piel expuesta de su cuerpo… y la que no, también. Pero antes de que las cosas siguieran subiendo aún más de tono, Katherine se levantó tomando aliento.
—Pero también debo ir a cazar.
Quería morderme una mano por quedar de ésta manera.
Era tan fácil para ella subir mi temperatura y encenderme, envolviéndome en llamas de lujuria, que me preguntaba si podrá darse cuenta de lo que causaba en mí… Pero antes de decir cualquier cosa, moví mi cabeza para aclarar mis pensamientos.
—¿Debes salir hoy? —me quejé como un niño al que le negaban un dulce, volviendo a sentarme frente a ella y recordando que efectivamente, y según mis cálculos, hoy le correspondía salir.
—Se me es más seguro estar a tu lado cuando he ido a cazar antes —me contestó con vergüenza, por lo que pude notar en su voz aunque no quiso mirarme.
—Lo sé, pero a mí no me molestaría que…
—No tentemos a la suerte aún más —me interrumpió sabiendo hacia donde se dirigían mis palabras—. De todo lo malo que pudiese suceder, no quiero ser ni la última que te hiciera daño.
No iba a seguir discutiendo para así permitir que se siguiera culpando cuando no debía. No podía culparse por ser quien era.
—¿Te demorarás mucho? —pregunté pasando a colocarme detrás de ella para abrazarla contra mí y que apoyara su cabeza en mi pecho.
—Lo mismo de siempre —me contestó—, pero prometo intentar tardarme lo menos que pueda.
Inhalé una vez más el aroma de su piel y cerré los ojos quedándome en silencio respirando en conjunción a ella, mientras comenzaba a prepararme mentalmente para cuando se fuera por un par de horas, temiendo que cualquier noche no volviera.
¡Cómo me gustaría poder acompañarla cuando debía salir! No podía soportar que en cualquier momento apareciera ese tal Balthazar y se la llevara lejos ante mi impotencia… Si pudiera tan solo encontrar una manera de ser más fuerte que él…
Cuando le pedí a Katherine poder acompañarla la primera y la segunda noche que se fue (porque me di cuenta que las siguientes serían una perdida de tiempo, en realidad), su mirada se transformó en pánico y disgusto inmediato mientras me respondía con un claro y rotundo “NO”.
>>No dejaré que vayas por ahí arriesgándote por mí —había dicho la última vez que se lo pregunté, sin atreverse a mirarme—, además, tampoco podría desplazarme con facilidad contigo a mi lado y solo tardaría más….
Ok. Eso había sido un golpe bajo, pero bajo por el hecho de que tenía razón. Yo había visto a la velocidad que se podía mover y yo solo la estorbaría…
Si tan solo pudiera haber una manera de que no tuviera que hacer ciertas cosas…
Pasaron nueve días desde que tuvimos cierta conversación con Katherine, pero eso no significó que no siguiera pasando con ella cada noche en relativa calma y apego, porque además, no ha habido ni siquiera un solo rastro de Balthazar.
Es cierto que mi nivel de culpabilidad no había disminuido en nada a pesar del tiempo, y pasar cada minuto de la noche con ella lo hacía aumentar. Pero tampoco iba a dejarla sola, así que yo solo le hacía compañía y ella a mí, dentro de la pequeña habitación iluminada de velas.
La segunda noche que fui, Katherine ya había puesto otra bombilla para mi comodidad (para que se me hiciera más fácil ver), pero yo prefería que siguiera encendiendo velas como la primera vez. No tantas como antes, eso si, con una o dos a mí me bastaba para verla, y además era más agradable y por qué no decirlo, romántico. Esa luz infundía algo así como tranquilidad en el espacio, que me hacía imaginar de momentos, que solo estábamos ella y yo en todo el mundo.
Aunque quise volver a ver a Marianne para intentar que entre ella y Katherine hicieran las pases (y nada que ver con sus… bueno, con lo que me dijo, por supuesto), aquello no sucedió. No sabía donde se hospedaba y tampoco podía salir a buscarla. Sería como ir a ciegas en la enorme ciudad, como buscar una aguja en un pajar y era incluso más, o igual de inútil que salir por las calles preguntándole a cada persona que se me cruzara: “Hola, busco a Marianne Jacobs, una vampiro ¿La han visto? Es la hermana de mi novia…”.
Bueno… aún no es mi novia. ¿Querrá ser mi novia?
Pero además de todo esto, Katherine me prohibió que saliera solo de noche.
Sí. Me lo prohibió. Me sentía como un niño nuevamente cuando tenía que permanecer siempre bajo la mirada de mi madre y no me gustaba sentirme así, protegido, cuando se supone que debía ser yo el que la protegiera. ¿Soy el hombre o no? (Y me referí a lo de niño si es que no podía sentirme peor…).
No tuve con qué objetar. Siempre me decía algo que me dejaba en silencio pensando mi respuesta, pero antes de que pudiera entregársela, ella me lanzaba otra tanda de objeciones a mi petición. Así que finalmente, a pesar de todo lo que protesté, me enfadé y me opuse, tuve que acceder a su condición para que pudiera seguir yendo a su habitación por las noches. Simplemente no tuve otra opción y terminé haciéndole caso, llegando siempre a la casona un poco antes de que atardeciera y marchándome al apenas amanecer para continuar con mis actividades habituales, y que aunque me había cambiado un poco el sueño, no tenía problemas para hacer lo de siempre, recargándome de energía cada noche junto a ella.
A veces, Katherine se ausentaba por un par de horas cuando debía cazar, ya que como se negaba incesantemente a beber de mí, y a pesar de siempre ofrecerle de mi sangre (no por buscar placer, solamente para que estuviera bien), no había refutación que aceptara. Así que en esos momentos yo solo la esperaba tocando guitarra, componiendo algunas letras, o simplemente ensayando el libreto para Eclipse, que era lo único que tenía por hacer.
Mientras pasaban los días, yo barajaba las posibilidades de mostrarle la canción que había comenzado a componer para ella hace algunos meses, pero aún no podía convencerme y estar completamente seguro. Supongo que era algún tipo de reacción extraña parecida al “pánico escénico”.
Los días pasaban y nuestras noches se componían de conversaciones largas e incesantes, y que aunque era un tema delicado de tocar, Balthazar estuvo presente al principio. Ella se empeñaba en decir que me olvidara de él, porque ella se encargaría de eso en su momento, pero yo no dejé por un buen tiempo de insistir en inventar planes que, seguramente, no nos llevarían a ninguna parte, pero que no significaba no intentarlo. Cuando ya me di por vencido insistiéndole, aquellas ideas se quedaron solo en mis pensamientos esperando que algún día pudiesen servir, aunque mejor sería, que nunca fuera necesario emplearlas.
Pero las noches no solo eran conversaciones, también escuchábamos música de la que guardaba en sus estantes, y que era bastante serena por lo demás, veíamos películas, e incluso una vez me leyó el libro de poemas que era de su padre. Ahí me di cuenta que no tenía la necesidad de tener la mirada fija en las páginas, porque eran extraños los momentos en que apartaba su intensa mirada de mis ojos cuando hablaba, casi tanto como no la apartaba cuando hacíamos el amor una y otra vez hasta caer rendidos uno sobre el otro, con su cuerpo sudoroso y tibio de momentos, unido al mío. Mi amor por ella parecía que no podía seguir creciendo con el pasar del tiempo, pero siempre me sorprendía cuando descubría lo contrario con cada roce, cada caricia y cada beso que ella me entregaba.
Solo esperaba corresponder todo lo que me concedía…
Esa tarde como tantas otras, aunque algo más temprano, me estaba preparando en mi departamento para ir a visitarla, cuando se me ocurrió que podría llevarle uno de los diversos combos grasientos que ofrecían en los locales de comida rápida para que así lo probara como se lo había prometido cuando fuimos a cenar. Y es por eso que ahora me encontraba pidiendo la orden en el local de comida rápida, de esos en donde te atienden desde tu auto (N/A: en realidad no sé cómo se llaman aquellos servicios): Refrescos, un par de hamburguesas, y papas fritas con aderezos. Solo esperaba que no lo repudiara como tantas mujeres que había conocido.
Coloqué el paquete en el asiento del copiloto y conduje con prisa hasta el lado norte de la ciudad. Creo que me pasé algunas luces rojas, pero en realidad me daba cuenta cuando ya era tarde. Con suerte, no tuve ningún accidente, ni ninguna infracción.
Me estacioné en un lugar algo apartado de la casona como lo había estado haciendo hasta ahora; en un lugar en el que no llamara la atención en medio de la tarde y en donde perfectamente podría pasearse una pareja disfrutando de la tarde. El lugar al menos daba resultado.
Esperé unos momentos hasta que mi camino estuviera completamente despejado y con premura me dirigí a la puerta de entrada con las llaves ya dispuestas en mi mano, atento a cualquier movimiento inesperado. Pero no solo tuve cuidado de que no me viera alguno de los residentes de la casona, si no que también, cierto fotógrafo que según Katherine, había estado rondando el patio, aunque a decir verdad, hace varios días que no sabía nada de él, y no me extrañaba. A lo mucho, a los dos días después de la entrevista con el canal 3, la prensa había dejado de darle vueltas al asunto de las fotos del restaurante cuando se dieron por vencidos de poder encontrar algo más de lo que yo no decía.
Puse la llave en la cerradura, giré el pestillo suavemente con rapidez procurando que no se filtrara ni un solo haz de luz desde afuera y caminé despacio entre la penumbra, acostumbrando mi visión a ella sin hacer ningún ruido al moverme por la habitación y estando consciente de cada lugar donde pisaba, ya que a estas alturas me sabía de memoria dónde había cada cosa en el lugar.
Esperé algunos segundos más de pie junto a la cama para ver con cierta claridad en donde me encontraba, ya que con solo escuchar la suave respiración acompasada de Katherine al dormir, no significaba que pudiera estar completamente seguro sobre su posición. Necesitaba más que oírla.
Dejé con cuidado el paquete de comida rápida sobre el velador y me senté con cuidado junto a ella. Besé su frente absorbiendo de inmediato su esencia fríamente reconfortante, y al instante reaccionó revolviéndose entre las sábanas.
—Robert —soltó en una voz apenas audible, notando su tono al desperezarse.
—Buenos días, dormilona —la saludé acariciando su mejilla.
Sin darme cuenta alcanzó el interruptor de una lámpara de velador que había adquirido hace poco y lo encendió. En ese momento, a pesar de ser una luz tenue, pude ver a la perfección sus facciones angelicales, sus ojos como el lapislázuli observándome fijamente, y su cabello negro y desordenado sobre la almohada.
—Llegas temprano —comentó conteniendo un bostezo al tiempo que pasaba una mano por sus ojos con pereza, antes de soltar una pequeña risa de diversión—. Me debo ver horrible.
—Jamás —la contradije sonriendo—. Pero si prefieres seguir durmiendo, puedo esperarte…
—No —se apresuró a decir—. Es mucho mejor verte aquí que en mis sueños.
¿Por qué cada vez que decía cosas como aquellas me dejaba en las nubes? Era como si fuera la primera vez que me podía sentir así de completo…
—Pero para el caso de que aún tengas sueño, conozco algunas formas de quitártelo —le dije con un evidente doble sentido complacido por sus palabras—. ¿Qué me dices?
—¿Ah, si? ¿Y qué propones? —preguntó siguiendo mi juego al tiempo que reposaba de lado su cabeza sobre un brazo flexionado en la almohada.
—¿Que tal si te las muestro? —planteé antes de besarla con todo lo que había estado conteniendo desde la mañana…
“Desde la mañana”… Me parecían siglos sin verla.
Katherine me respondió de inmediato entrelazando sus manos por detrás de mi cuello. Saboreaba sus labios y degustaba su piel por debajo de la fina blusa de satín que la cubría, pero de improviso ella se detuvo y se alejó unos centímetros de mí mirando a su alrededor.
—¿Qué es ese olor? —preguntó de pronto.
¿Olor? ¿Qué olor?
Se irguió sobre la cama y su mirada se dirigió de inmediato al velador, dándome a entender a qué se refería.
—¡Ah! Esas son hamburguesas y otras cosas —le expliqué restándole importancia—. ¿Recuerdas la noche en que salimos a cenar? Bueno, pues ahora traje la dichosa y grasienta comida rápida.
Sonrió y suspiró sin apartar la vista de mí.
—¿Podríamos comerla luego? Antes me gustaría degustar algo que sé que es aún mejor…
—¿Y qué sería eso? —bromeé lujuriosamente.
—Un beso tuyo.
—Un beso y todo lo que quieras de mí —le dije antes de dirigirme directo a sus labios al tiempo que me dejaba caer hacia atrás en la cama con ella en mis brazos, logrando que soltara una pequeña risa por la sorpresa de atraerla conmigo.
Estuvimos así unos momentos, mientras sentía su respiración agitada contra mis labios y mis manos recorrían con soltura la piel expuesta de su cuerpo… y la que no, también. Pero antes de que las cosas siguieran subiendo aún más de tono, Katherine se levantó tomando aliento.
—Pero también debo ir a cazar.
Quería morderme una mano por quedar de ésta manera.
Era tan fácil para ella subir mi temperatura y encenderme, envolviéndome en llamas de lujuria, que me preguntaba si podrá darse cuenta de lo que causaba en mí… Pero antes de decir cualquier cosa, moví mi cabeza para aclarar mis pensamientos.
—¿Debes salir hoy? —me quejé como un niño al que le negaban un dulce, volviendo a sentarme frente a ella y recordando que efectivamente, y según mis cálculos, hoy le correspondía salir.
—Se me es más seguro estar a tu lado cuando he ido a cazar antes —me contestó con vergüenza, por lo que pude notar en su voz aunque no quiso mirarme.
—Lo sé, pero a mí no me molestaría que…
—No tentemos a la suerte aún más —me interrumpió sabiendo hacia donde se dirigían mis palabras—. De todo lo malo que pudiese suceder, no quiero ser ni la última que te hiciera daño.
No iba a seguir discutiendo para así permitir que se siguiera culpando cuando no debía. No podía culparse por ser quien era.
—¿Te demorarás mucho? —pregunté pasando a colocarme detrás de ella para abrazarla contra mí y que apoyara su cabeza en mi pecho.
—Lo mismo de siempre —me contestó—, pero prometo intentar tardarme lo menos que pueda.
Inhalé una vez más el aroma de su piel y cerré los ojos quedándome en silencio respirando en conjunción a ella, mientras comenzaba a prepararme mentalmente para cuando se fuera por un par de horas, temiendo que cualquier noche no volviera.
¡Cómo me gustaría poder acompañarla cuando debía salir! No podía soportar que en cualquier momento apareciera ese tal Balthazar y se la llevara lejos ante mi impotencia… Si pudiera tan solo encontrar una manera de ser más fuerte que él…
Cuando le pedí a Katherine poder acompañarla la primera y la segunda noche que se fue (porque me di cuenta que las siguientes serían una perdida de tiempo, en realidad), su mirada se transformó en pánico y disgusto inmediato mientras me respondía con un claro y rotundo “NO”.
>>No dejaré que vayas por ahí arriesgándote por mí —había dicho la última vez que se lo pregunté, sin atreverse a mirarme—, además, tampoco podría desplazarme con facilidad contigo a mi lado y solo tardaría más….
Ok. Eso había sido un golpe bajo, pero bajo por el hecho de que tenía razón. Yo había visto a la velocidad que se podía mover y yo solo la estorbaría…
Si tan solo pudiera haber una manera de que no tuviera que hacer ciertas cosas…
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
—¿Y podrías beber sangre embotellada? —inquirí de improviso ante una idea que se me vino a la cabeza.
—¿Sangre embotellada? —repitió—. ¿A qué te refieres?
Sangre embotellada… Sí, sonó bastante extraño, como quien se refiriera a una coca-cola.
—Digo que si se comprara sangre en una… —comencé a explicar, pero de pronto no sabía como decirlo, era como si no supiera si estaba correcto, o como si solo fuera a hablar estupideces—. Bueno, quiero decir… que si comprara sangre en una…
—¿Una carnicería? —terminó por mí, riendo, pero ¿por qué reía?—. En realidad, por necesidad si podría, pero no hay carnicerías abiertas a las diez de la noche —terminó de contestar, aún sin entender por qué había reído.
—Pero yo podría traerla —me apresuré a decir dejando de lado el chiste que no pude entender—, y así no tendrías para qué salir a cazar y te quedarías conmigo.
—No tienes por qué hacerlo —me respondió con descuido—, además, ¿no crees que sería extraño que te vieran comprando sangre en una carnicería? ¿O qué carnicería vende la sangre, en realidad?
Ella tenía un punto, de hecho, yo ni siquiera sabía si en realidad la vendían. No es que pudiera decir que antes me hubiese visto en la necesidad de preguntármelo, además, aún había otra cosa que podría resultar complicada; sería bastante extraño verme entrar a una carnicería pidiendo O negativo…
Espera. ¿A la sangre de los animales se les medía de esa manera?
—Pero dejando de lado eso —habló interrumpiendo mi parloteo interno con un beso rápido antes de levantarse y alejarse de mi abrazo—, creo que antes me daré una ducha fría. Se me hará más fácil estar a tu lado así —concluyó riendo.
Y la vi alejarse teniendo una perfecta vista de su… parte trasera cuando entró al baño.
—Creo que soy yo quien necesita esa ducha fría —solté en voz alta y oí como reía antes de cerrar la puerta.
Definitivamente la necesitaba…
KPOV
Sin duda fue una sorpresa el que Robert me diera la bienvenida ésta mañana (o ésta tarde, para el caso da lo mismo), y sobre todo al preocuparse trayendo la grasosa comida rápida que a él tanto le gustaba. En realidad, ni siquiera me importó que lo hiciera, ya que como era obvio, no existía ninguna necesidad de que yo me alimentara de eso, si no más bien, era el hecho de que se tomara la molestia de preocuparse por mí.
Sus besos y caricias, los cuales no dejaban nunca de llevarme a extremos peligrosos para él, no parecían ayudar mucho a estar en tranquilidad en su compañía dejando pasar un día sin cazar. Era como si por más que me alimentara toda una noche de un arsenal de humanos (es solo un ejemplo, no lo haría), no podría calmar mi sed cuando estaba con él. Esa sed era más que desesperante y quemaba con necesidad cuando rozaba su piel con mis labios y sentía la necesidad de su piel y de su boca constantemente. Pero él nunca lo sabría, sabiendo todo lo que se preocupaba, no le daría otra excusa para que se sintiera culpable. Aunque a fin de cuentas, todo lo que pudiera pasar no compensaría en nada lo que ya le había hecho, toda la quemante y asfixiante necesidad valía la pena sufrirla con tal de que me mirara con aquellos ojos soñadores. Así que la mayoría del tiempo, simplemente trataba de no pensar en eso… con éxito.
Bueno, a veces.
Nos estábamos besando después de que me hubiese atraído con él sobre la cama sintiendo sus manos acariciarme por encima y debajo de mi pijama, pero me percaté de que la necesidad quemante se iba haciendo mayor, y ese fue precisamente uno de los momentos en que no podía solo dejar de pensar.
Me aparté con premura de su lado y le recordé que esa noche debía cazar, y aunque se mostró algo decepcionado porque tal vez no iba a suceder, de momento, lo que había estado siendo constante y maravilloso todos éstos días, no perdió oportunidad para incitarme a beber de su sangre consiguiendo que, como cuando se preocupaba por lo de Balthazar, yo lo frenara de inmediato. No dejaría que siguiera haciéndose cargo aún más de mis problemas.
Cuando quedó claro que ya no habría más discusiones con respecto a eso, Robert simplemente pasó a ubicarse detrás de mí envolviéndome entre sus fuertes brazos con ternura, dándome la facilidad para absorber la calidez y la vida de su aroma con profundidad mientras preguntaba como todas las veces en que debía cazar, cuánto me demoraría.
¿Será consciente de que siempre me pregunta lo mismo?
—Lo mismo de siempre —le contesté—, pero prometo intentar tardarme lo menos que pueda.
Después de largos momentos en que estuvimos compartiendo en silencio, y aunque se pudiera pensar que después de estar tanto tiempo sola el silencio me molestaría, este tipo de situación era agradable, tranquila, y como cada momento con él, reconfortante. Pero después de escuchar como tomaba una rápida bocanada de aire, de pronto soltó sin previo aviso.
—¿Y podrías beber sangre embotellada?
—¿Sangre embotellada? —repetí sin entender, ¿existe la sangre embotellada?—. ¿A qué te refieres?
—Digo que si se comprara sangre en una… —comenzó a explicar, y noté como se colocaba algo nervioso aunque no pudiera verlo, por como lo oía titubear al hablar—. Bueno, quiero decir… que si comprara sangre en una…
¡Ahhhh! Ya lo había comprendido.
—¿Una carnicería? —lo interrumpí riendo por tal ocurrencia. Nunca se me había ocurrido algo así y ni siquiera se me había pasado por la mente de que pudieran vender ese tipo de cosas—. En realidad, por necesidad si podría —continué, pero el solo hecho de pensarlo me causó cierta repulsión. La sangre embotellada y fría debe saber horrible (¿y tengo derecho, acaso, de quejarme?). Pero también sonaba bastante divertido conversar sobre comprar sangre como quién compra un refresco—, pero no hay carnicerías abiertas a las diez de la noche.
—Pero yo podría traerla —propuso y a pesar de lo cómico, no podía dejar de notar su preocupación—, y así no tendrías para qué salir a cazar y te quedarías conmigo.
Definitivamente nunca dejaban de sorprenderme las distintas magnitudes a las que su preocupación por mí podía llegar. Y yo osándome a ponerlo en peligro…
—No tienes por qué hacerlo —le dije—, además, ¿no crees que sería extraño que te vieran comprando sangre en una carnicería? ¿O qué carnicería vende la sangre, en realidad?
No había pensado en eso.
Pero antes de darle oportunidad de que siguiera preocupándose más por mí y al sentir su cuerpo y su esencia aún junto a mí, decidí levantarme e ir a darme una ducha rápida para poder salir.
—Pero dejando de lado eso —le dije cuando me levanté—, creo que antes me daré una ducha fría. Se me hará más fácil estar a tu lado así —bromeé antes de dirigirme al baño.
—Creo que soy yo quien necesita esa ducha fría —escuché que dijo en voz alta mientras se reía.
A veces eso no lo podía poner en duda.
Pero que yo dijera que necesitaba una ducha fría, era obviamente una manera de decir que necesitaba bajar mis revoluciones; tanto sexuales, como alimenticias. Si el agua era fría o caliente, no me afectaba en lo absoluto, no podía sentir nada, ni apreciar cada sensación de aquellas en singular. De lo único que yo estaba más que segura acerca de lo que podría cambiar mi percepción de las cosas era Robert, o dicho de otra manera, él era el único que podía hacerme volver a sentir las cosas maravillosas que nunca creí poder tener.
Pero evitando ahondar en sentimientos que a la larga me harían daño, hay una cosa que sí podía hacerme el agua (fría o caliente); despejar mi mente y volverla, de cierto modo, más clara para volver a entrar a la habitación a ver a Robert recostado sobre la cama con los brazos cruzados por detrás de su cabeza. Había encendido la radio y puesto uno de los tantos discos de mi pequeña colección y al verme, de inmediato sonrió.
—Te ves hermosa —dijo al tiempo que se sentaba en la orilla de la cama.
Solo le dirigí una sonrisa, pero no pude decirle nada al respecto. Aún es extraño escuchar cumplidos sobre mí, y más aún por el hecho de que ni siquiera estaba vestida de manera especial, solo me vestí como lo hacía siempre; un sweater gris sin hombros y un par de jeans oscuros.
Pero por mucho que me descolocaran sus dulces comentarios, solo me senté a su lado y besé sus labios rápidamente.
—Hola —le dije consiguiendo que soltara una pequeña risa.
—Hola —respondió de todos modos colocando un mechón de pelo húmedo detrás de mi oreja que se había escapado de la descuidada coleta que había hecho en mi cabello, un acto bastante dulce que hubiese acelerado mi corazón si latiera, sobre todo al sentir como sus dedos aprovechaban de rozar mi mejilla.
“Eres perfecto, ¿lo sabías?”, quise decirle en ese momento, y no solo eso, también quería decirle un montón de cosas más, que por miedo a todo lo que sucedía y lo que yo era, nunca le había dicho. Tal vez un simple Te Amo de los que él me entregaba sin pedir nada a cambio, pero ni eso podía hacer. Únicamente me limité a tomar su mano besarla como lo hice con sus labios, ya que las palabras no iban a salir de mí.
—Aún queda tiempo para que anochezca —comenzó a decir ante mi silencio mientras lo admiraba. Como me gustaría estar así con él por montones de años más…—. ¿Te gustaría probar lo que traje directamente desde “chatarralandia” antes de que debas salir?
Suspiré.
—De acuerdo.
De inmediato se levantó y tomó el paquete de encima del velador mientras que yo acomodaba un lugar en la mesa, sacando todos libros y objetos de ella, y la cual nunca utilicé para comer, en realidad. Una noche Robert comenzó una excursión en mi cuerpo mientras me presionaba contra ella, pero nunca se utilizó para su real uso. Esta sería la primera vez.
Él acomodó todo en la ya desocupada mesa, mientras que yo lo observaba en acción. Se veía adorable.
—¿Acostumbras a hacer esto muy a menudo? —le pregunté al cabo de unos segundos.
—En realidad… no —respondió tardándose en su respuesta—. ¿Se nota mucho? —finalizó viéndose de pronto avergonzado y creo que se sonrojó, lo cual me causó demasiada ternura. No dejaba de adorarlo.
—Bueno —siguió él pasando a otro tema, el importante, o en otras palabras, para que no me siguiera riendo… ¿me estaba riendo?—, ésta son coca-cola’s —agregó sacando refrescos de la bolsa.
—Las conozco, llevo bastantes años viendo aquel logo por todas partes —comenté sin parar de reír por lo nervioso que se veía.
¿Podría vivir así por siempre?
—Bien, éstas son hamburguesas —siguió sacando otras cosas—. Tienen carne, tomate, lechuga y mayonesa.
—Es como una ensalada, entonces, pero con carne y pan —comenté viendo la conjunción de elementos con curiosidad.
Es cierto que había visto este tipo de cosas un montón de veces desde hace bastantes años, pero nunca les había prestado atención, es más, nunca las había probado.
—Si, de cierto modo, si —acotó estando de acuerdo con mi resolución—. Y bueno, finalmente “por ahora”, éstas son papas fritas —dijo apuntando lo último que sacó de la bolsa—. La mayoría de las mujeres las evita, pero…
—¿Evitarlas? ¿Por qué? ¿No tienen buen sabor? —lo interrumpí, pareciéndome extraño que pudiera no ser de tan buen sabor, tomando en cuenta a todos los que vi devorando esas cosas.
—Por el contrario, es solo que tienen algo de colesterol…, grasa…, sal… y no se llevan muy bien con ellas —respondió algo apenado.
—Ya veo —comprendí—, he escuchado algo por el estilo.
—Toma, pruébala —dijo de pronto alcanzándome una con un tenedor de plástico blanco—. Están algo frías, pero el sabor es el mismo.
Abrí lentamente mi boca con nerviosismo dejando que él me diera el primer bocado. No estaban malas, eran…
—¿Cómo están? —inquirió observándome atentamente.
—Ricas —contesté y me dirigió una enorme sonrisa.
Continuamos comiendo. A veces él seguía dándome comida en la boca, o simplemente lo hacía yo, aunque claro, no con mucho éxito, ya que a veces intentaba morder mis dedos entre risas que parecían nunca haber pertenecido a este lugar. Pero por mucho que disfruté del momento y de la comida que era agradable a mi paladar, no podía compensar mi única fuente de nutrientes.
Eran cerca de las diez de la noche cuando decidí que no podía seguir poniéndolo en peligro por más irresponsabilidad de mi parte.
—Robert —hablé después de haber comido, cuando ya estábamos sentados estrechamente en el pequeño sillón blanco con su aroma golpeando mi garganta, pero resistiendo la tentación—, debo ir a cazar.
A diferencia de cualquier comentario que había hecho cualquier otra noche, ésta vez solo se apartó y me dejó libre de su abrazo en su regazo con una sonrisa.
—Te esperaré —dijo simplemente.
Me despedí con un profundo pero corto beso antes de dirigirme hacia la ventana en donde puse atención si acaso el fotógrafo que había visto hace días se encontraba allí, pero no, por fortuna. Ya se había aburrido de nunca encontrar nada, a excepción de cuando me vio, la primera vez, pero se supone y esperaba que no lo recordara.
Antes de que saliera a mi travesía, Robert habló.
—Procura llegar pronto.
—Lo haré —respondí antes de saltar al patio.
Me dirigí hacia el bosque que me acogía siempre, pero a diferencia de otras veces, continuamente vigilando cada uno de mis pasos y cada esquina antes de doblar.
El bosque en la oscuridad era como siempre, solo silencio mientras cazaba, pero incluso antes de que hubiera comenzado a cazar, ese silencio era mucho más profundo y cortante que lo común. Era inquietante. Algo no andaba bien.
Me detuve en medio del bosque a mirar todo lo que me rodeaba. Mi respiración era irregular. Éste miedo y ésta ansiedad no las sentía desde hace muchos años, y cuando creí que ya solo era imaginación mía por la paranoia, una voz conocida habló desde las sombras.
—Toc-toc.
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
RPOV
Después de haber tenido un momento como los que hasta ahora no habíamos pasado, lo de traer mi comida predilecta fue una buena idea. Incluso aunque después tuvo que marcharse rápidamente por sus necesidades, las cuales no podían saciarse con una hamburguesa y papas fritas, no me sentí tan vulnerable emocionalmente como otras veces.
Si, vulnerable, y soy un hombre, lo sé, ¿pero acaso un hombre no puede sentirse vulnerable?
—Procura llegar pronto —le dije antes de que saliera, y después de que se despidiera con un rápido y profundo beso que siempre me dejaba pidiendo más.
—Lo haré —me respondió con una pequeña sonrisa antes de salir.
Pero pude ver en su mirada un atisbo de lo que siempre veía en sus ojos cuando se iba; miedo. El mismo miedo que me traspasaba a mí, pero por ella, y aunque el brillo en su mirada que me parecía tan familiar y deseable últimamente no podía verse afectado por lo que pudiera sentir, no significaba que no hubiera un mar caótico de miedos en el fondo.
¿Podrá ser consciente de lo que ella misma siente?
Después de unos minutos a que se marchara, encendí la televisión y comencé a cambiar los canales incesantemente sin encontrar nada que mirar, así que la apagué y tomé mi guitarra para ensayar el tema que había estado componiendo desde hace bastante tiempo.
Una hora y media después dejé de lado la guitarra, encendí la radio y tomé un libro de su colección para leer mientras la esperaba, pero sin darme, me quedé dormido.
Soñé que estaba en un espeso bosque y llovía. Yo estaba corriendo a través de él, hacia Katherine. Pero no estábamos solos, es solo que el resto era borroso y difuso, además, yo solo tenía ojos para una sola persona.
De pronto, la imagen cambió, yo estaba a su lado y sentía que me dolía todo el cuerpo, pero estaba más preocupado por ella que por mí. Estaba mal herida y permanecía arrodillada en el suelo llorando. Cuando estuve a su lado, ella me miró con los ojos empañados de dolor y me abrazó.
En ese momento, volví a abrir los ojos.
Pasé una mano por mi cara espantando el mal sueño que era tan real. Pero por fortuna había algo que me aseguraba que solo era una pesadilla. Mi sueño había terminado siendo de día, y aunque en otras circunstancias hubiera sido agradable poder pensar que era realidad, si fuera verdad, Katherine estaría… muerta.
Me levanté de la cama y fui hasta el baño a mojarme la cara. Necesitaba despejar mi mente, y que aunque fue solo un sueño lo que viví, no significó que dejara de ser inquietante. Pero cuando volví a la habitación, me di cuenta de que había pasado un buen tiempo desde que cerré los ojos. El CD se había detenido en la última canción, el libro que había estado leyendo estaba abierto sobre la cama y Katherine aún no llegaba. Eran casi las tres de la mañana, o en otras palabras ya habían pasado más de cuatro horas desde que salió, y jamás se había demorado tanto.
Comencé a pasearme por la habitación, y de vez en cuando miraba por la ventana que ella utilizaba para entrar y salir, pero no se veía por ninguna parte. Tomé mi teléfono móvil y marqué su número, pero comenzó a sonar desde su velador. No lo había llevado.
¡Cielos! ¿Dónde podría estar? ¿Y si le sucedió algo? ¿O si el extraño sueño que tuve quiso decirme algo?...
Entre más vueltas le daba en la cabeza a lo que podía estar sucediendo, más afligido me sentía. No podía dejar de pensar que pudiera estar en apuros y yo estaba aquí sentado sin hacer nada. Quería salir y buscarla, pero ¿cómo?, ¿o a dónde?
¿Y si Balthazar la había encontrado?
¡Ay, no, maldición!
KPOV
No podía creer que la veía después de tantos años.
Era el mismo rostro que recordaba, y los mismos ojos que antes me miraban. La única diferencia era que ahora solo había rencor en ellos, y la entendía. Después de todo lo que la había hecho pasar, yo no merecía menos. Pero a pesar de eso, lo único que quise fue abalanzarme sobre ella y abrazarla.
Ella había venido hacia mí, cuando fui yo quien la buscó por mucho tiempo llegando a creer que estaba muerta, pero ahora estaba aquí. Ella me había encontrado.
—¡Marianne! —solté desbordante de alegría dirigiéndome a ella, pero de inmediato se movió alejándose de mí.
—También es un gusto verte —dijo sin apartar la vista de mí, y aunque hubiera sido agradable escuchar eso, el tono frío y de sarcasmo en su voz fue evidente y luctuoso para mí.
No sabía qué decirle. Ella misma había evitado y truncado lo que podría venir a continuación.
La miré detenidamente. Seguía hermosa como siempre, con su cabello castaño que yo recordaba desde que éramos niñas, pero que ahora lo llevaba más corto y liso. No había rastros de los rizos que antes había.
Ella siempre fue una mujer de carácter fuerte, que aunque su mirada en su tiempo era desafiante, ahora, y como lo había notado antes, además era de rencor. Rencor por lo que le había hecho.
—No me digas que ahora te alimentas de animales teniendo a un bombón a tu lado —fue ella quien habló primero dando unos pasos más cerca de mí, pero en realidad ni siquiera le hice caso cuando se refirió a Robert de esa manera.
—¿Por qué estás aquí? ¿Ahora? —quise saber recordando lo que Robert había dicho sobre ella cuando lo fue a ver—. Se supone que nunca antes habías querido acercarte, ¿por qué ahora?
—Veo que el “chico Cullen” no se ha reservado nada —dijo rodando los ojos, pero luego volvió a fijarse en mí con una intensa mirada jactanciosa, como si hubiera algo más—, ¿o si?
—¿Qué quieres decir?
—Veo que no —respondió sonriendo—, ¿pero no te hace feliz verme después de tanto tiempo?
Definitivamente no se presentó para querer arreglar las cosas entre nosotras como Robert lo había dicho, era por otra cosa que el tono de su voz me decía. ¿Venganza?
—¿Y, no me vas a decir por qué de la noche a la mañana decides involucrarte con mortales? —inquirió moviéndose alrededor de mí ante mi silencio—. Te he visto muchas veces antes para saber que no es algo normal. Ese mortal debe ser muy importante para ti como para ir a su departamento y salir con él arriesgándote a que pudieran descubrir la mierda que eres. Además, el brillo en tus ojos aparece solo en los vampiros cuando están enamorados. ¿Lo estás, o me equivoco?
La fluctuación de lo que acababa de decirme fue un golpe bajo. Yo no tenía idea de que lo que me sucedía tuviera que ver con estar enamorada de Robert. Ella se había dado cuenta con solo mirarme, acaso si Balthazar me viera ¿lo sabría de inmediato?
—Déjame adivinar —agregó al darse cuenta de mi expresión con un movimiento de su mano de forma altiva—, por tu expresión no tenías idea de lo que sucedía cuando uno de nosotros se enamoraba. Es cierto que no es a muchos a quienes les sucede, pero pasa.
No iba a seguir discutiendo con ella sobre lo que sentía. Después de tantos años en los que ni siquiera sabía cómo había cambiado y qué quería ahora, no podía estar tan feliz.
—¿Qué quieres de mí? —inquirí siguiéndola con la mirada.
—Solo quería saber cómo estabas —respondió esbozando una sonrisa algo forzada—, y qué había sucedido para que decidieras salir de las sombras.
Su respuesta no fue lo que esperé. Incluso su tono de voz me sorprendió y fue un cambio a que lo que estaba acostumbrada desde que llegó. Tal vez sí quería arreglar las cosas, tenía una oportunidad para pedirle perdón por todo.
—Marianne, yo solo quiero pedirte perdón por lo que te hice —comencé esperando que pudiera escucharme y aceptar mi arrepentimiento por lo que causé—. Mis intenciones nunca fueron condenarte, quitarte todo lo que te quité. Si pudieras saber todo lo que he sufrido desde que te fuiste…
En ese momento soltó una monocorde risotada interrumpiendo lo que decía.
—Aún así ya te cansaste de ser odiada, de pasar tu eterna existencia disolviéndote entre tu patético arrepentimiento por lo que me hiciste —dijo volviendo a su antiguo tono de voz—. ¿Es así o me equivoco?
—Marianne, no…
—Pero debo reconocer que me diste un regalo agradable —interrumpió lo que comenzaba a decir—, he disfrutado de bastantes placeres en mi larga vida que tú nunca te podrías llegar a imaginar, y los cuales tú al parecer habías estado evitando… hasta ahora.
De inmediato me di cuenta de qué hablaba, pero no podía seguir refiriéndose a Robert como un mero placer, además eso no tenía nada que ver con lo que le estaba tratando de decir.
—Marianne, él no tiene nada que ver en lo que pasé por tantos años. Nunca he dejado de pensar en todo lo que…
—Pero respóndeme una cosa —me interrumpió—. ¿Acaso has pensado en todo lo que le causaste a nuestro padre, o tan solo un poco en Thomas cuando te revuelcas en tu cama con un mortal?
Eso fue un golpe aún más bajo que me lastimó, pero ella tenía razón. ¿Cómo podía seguir diciendo que sufría si cada noche durante las últimas casi dos semanas las había pasado con Robert?
—Marianne, por favor —de todas maneras le pedí—, no sigas. Termina.
—¿Terminar? —repitió son una sonrisa sin inmutarse por nada—. Esto recién está comenzando. ¿Sabes por que se suicidó tu querido Thomas?
—No tienes por qué recordármelo —le contesté comenzando a lamentar haberla visto de nuevo en ésta situación a pesar de que siempre la he querido—. Jamás lo he olvidado y no necesitaba de ti para volver al pasado otra vez.
Nunca he podido ser valiente como ella, ni fuerte tampoco como para soportar que alguien más me sacara en cara todo lo que causé, y Thomas solo era el comienzo de la lista, estaba segura.
—No seas aguafiestas —siguió regodeándose—, además me refiero a la verdadera razón por la que se suicidó.
¿Verdadera razón?
—¿Qué quieres decir? —pregunté confundida. Lo que me decía era que había otra razón a la que yo siempre pensé, pero ¿cómo?
—¿”Qué quieres decir”? —repitió con burla—. ¿De verdad creías que él se había suicidado porque pensaba que tú no lo querías?
Se supone que eso era lo que toda Nueva Orleans decía. El mismo Balthazar, y aunque no quise creerle en un principio, fue quien me lo dijo… además ella también lo hizo.
—Tú me lo dijiste —le comuniqué evitando lo que involucraba a Balthazar.
—Bueno, es cierto —comentó—, pero no esperarías que te dijera la verdad cuando yo creía que estabas viva, ¿o si?
—¿La verdad?
—Así es —comenzó con regocijo—. ¿Recuerdas la mañana de mi cumpleaños, antes de que desaparecieras?
Por supuesto que la recordaba, esa fue la última vez que los volví a ver a ella o a papá como una humana.
Después de haber tenido un momento como los que hasta ahora no habíamos pasado, lo de traer mi comida predilecta fue una buena idea. Incluso aunque después tuvo que marcharse rápidamente por sus necesidades, las cuales no podían saciarse con una hamburguesa y papas fritas, no me sentí tan vulnerable emocionalmente como otras veces.
Si, vulnerable, y soy un hombre, lo sé, ¿pero acaso un hombre no puede sentirse vulnerable?
—Procura llegar pronto —le dije antes de que saliera, y después de que se despidiera con un rápido y profundo beso que siempre me dejaba pidiendo más.
—Lo haré —me respondió con una pequeña sonrisa antes de salir.
Pero pude ver en su mirada un atisbo de lo que siempre veía en sus ojos cuando se iba; miedo. El mismo miedo que me traspasaba a mí, pero por ella, y aunque el brillo en su mirada que me parecía tan familiar y deseable últimamente no podía verse afectado por lo que pudiera sentir, no significaba que no hubiera un mar caótico de miedos en el fondo.
¿Podrá ser consciente de lo que ella misma siente?
Después de unos minutos a que se marchara, encendí la televisión y comencé a cambiar los canales incesantemente sin encontrar nada que mirar, así que la apagué y tomé mi guitarra para ensayar el tema que había estado componiendo desde hace bastante tiempo.
Una hora y media después dejé de lado la guitarra, encendí la radio y tomé un libro de su colección para leer mientras la esperaba, pero sin darme, me quedé dormido.
Soñé que estaba en un espeso bosque y llovía. Yo estaba corriendo a través de él, hacia Katherine. Pero no estábamos solos, es solo que el resto era borroso y difuso, además, yo solo tenía ojos para una sola persona.
De pronto, la imagen cambió, yo estaba a su lado y sentía que me dolía todo el cuerpo, pero estaba más preocupado por ella que por mí. Estaba mal herida y permanecía arrodillada en el suelo llorando. Cuando estuve a su lado, ella me miró con los ojos empañados de dolor y me abrazó.
En ese momento, volví a abrir los ojos.
Pasé una mano por mi cara espantando el mal sueño que era tan real. Pero por fortuna había algo que me aseguraba que solo era una pesadilla. Mi sueño había terminado siendo de día, y aunque en otras circunstancias hubiera sido agradable poder pensar que era realidad, si fuera verdad, Katherine estaría… muerta.
Me levanté de la cama y fui hasta el baño a mojarme la cara. Necesitaba despejar mi mente, y que aunque fue solo un sueño lo que viví, no significó que dejara de ser inquietante. Pero cuando volví a la habitación, me di cuenta de que había pasado un buen tiempo desde que cerré los ojos. El CD se había detenido en la última canción, el libro que había estado leyendo estaba abierto sobre la cama y Katherine aún no llegaba. Eran casi las tres de la mañana, o en otras palabras ya habían pasado más de cuatro horas desde que salió, y jamás se había demorado tanto.
Comencé a pasearme por la habitación, y de vez en cuando miraba por la ventana que ella utilizaba para entrar y salir, pero no se veía por ninguna parte. Tomé mi teléfono móvil y marqué su número, pero comenzó a sonar desde su velador. No lo había llevado.
¡Cielos! ¿Dónde podría estar? ¿Y si le sucedió algo? ¿O si el extraño sueño que tuve quiso decirme algo?...
Entre más vueltas le daba en la cabeza a lo que podía estar sucediendo, más afligido me sentía. No podía dejar de pensar que pudiera estar en apuros y yo estaba aquí sentado sin hacer nada. Quería salir y buscarla, pero ¿cómo?, ¿o a dónde?
¿Y si Balthazar la había encontrado?
¡Ay, no, maldición!
KPOV
No podía creer que la veía después de tantos años.
Era el mismo rostro que recordaba, y los mismos ojos que antes me miraban. La única diferencia era que ahora solo había rencor en ellos, y la entendía. Después de todo lo que la había hecho pasar, yo no merecía menos. Pero a pesar de eso, lo único que quise fue abalanzarme sobre ella y abrazarla.
Ella había venido hacia mí, cuando fui yo quien la buscó por mucho tiempo llegando a creer que estaba muerta, pero ahora estaba aquí. Ella me había encontrado.
—¡Marianne! —solté desbordante de alegría dirigiéndome a ella, pero de inmediato se movió alejándose de mí.
—También es un gusto verte —dijo sin apartar la vista de mí, y aunque hubiera sido agradable escuchar eso, el tono frío y de sarcasmo en su voz fue evidente y luctuoso para mí.
No sabía qué decirle. Ella misma había evitado y truncado lo que podría venir a continuación.
La miré detenidamente. Seguía hermosa como siempre, con su cabello castaño que yo recordaba desde que éramos niñas, pero que ahora lo llevaba más corto y liso. No había rastros de los rizos que antes había.
Ella siempre fue una mujer de carácter fuerte, que aunque su mirada en su tiempo era desafiante, ahora, y como lo había notado antes, además era de rencor. Rencor por lo que le había hecho.
—No me digas que ahora te alimentas de animales teniendo a un bombón a tu lado —fue ella quien habló primero dando unos pasos más cerca de mí, pero en realidad ni siquiera le hice caso cuando se refirió a Robert de esa manera.
—¿Por qué estás aquí? ¿Ahora? —quise saber recordando lo que Robert había dicho sobre ella cuando lo fue a ver—. Se supone que nunca antes habías querido acercarte, ¿por qué ahora?
—Veo que el “chico Cullen” no se ha reservado nada —dijo rodando los ojos, pero luego volvió a fijarse en mí con una intensa mirada jactanciosa, como si hubiera algo más—, ¿o si?
—¿Qué quieres decir?
—Veo que no —respondió sonriendo—, ¿pero no te hace feliz verme después de tanto tiempo?
Definitivamente no se presentó para querer arreglar las cosas entre nosotras como Robert lo había dicho, era por otra cosa que el tono de su voz me decía. ¿Venganza?
—¿Y, no me vas a decir por qué de la noche a la mañana decides involucrarte con mortales? —inquirió moviéndose alrededor de mí ante mi silencio—. Te he visto muchas veces antes para saber que no es algo normal. Ese mortal debe ser muy importante para ti como para ir a su departamento y salir con él arriesgándote a que pudieran descubrir la mierda que eres. Además, el brillo en tus ojos aparece solo en los vampiros cuando están enamorados. ¿Lo estás, o me equivoco?
La fluctuación de lo que acababa de decirme fue un golpe bajo. Yo no tenía idea de que lo que me sucedía tuviera que ver con estar enamorada de Robert. Ella se había dado cuenta con solo mirarme, acaso si Balthazar me viera ¿lo sabría de inmediato?
—Déjame adivinar —agregó al darse cuenta de mi expresión con un movimiento de su mano de forma altiva—, por tu expresión no tenías idea de lo que sucedía cuando uno de nosotros se enamoraba. Es cierto que no es a muchos a quienes les sucede, pero pasa.
No iba a seguir discutiendo con ella sobre lo que sentía. Después de tantos años en los que ni siquiera sabía cómo había cambiado y qué quería ahora, no podía estar tan feliz.
—¿Qué quieres de mí? —inquirí siguiéndola con la mirada.
—Solo quería saber cómo estabas —respondió esbozando una sonrisa algo forzada—, y qué había sucedido para que decidieras salir de las sombras.
Su respuesta no fue lo que esperé. Incluso su tono de voz me sorprendió y fue un cambio a que lo que estaba acostumbrada desde que llegó. Tal vez sí quería arreglar las cosas, tenía una oportunidad para pedirle perdón por todo.
—Marianne, yo solo quiero pedirte perdón por lo que te hice —comencé esperando que pudiera escucharme y aceptar mi arrepentimiento por lo que causé—. Mis intenciones nunca fueron condenarte, quitarte todo lo que te quité. Si pudieras saber todo lo que he sufrido desde que te fuiste…
En ese momento soltó una monocorde risotada interrumpiendo lo que decía.
—Aún así ya te cansaste de ser odiada, de pasar tu eterna existencia disolviéndote entre tu patético arrepentimiento por lo que me hiciste —dijo volviendo a su antiguo tono de voz—. ¿Es así o me equivoco?
—Marianne, no…
—Pero debo reconocer que me diste un regalo agradable —interrumpió lo que comenzaba a decir—, he disfrutado de bastantes placeres en mi larga vida que tú nunca te podrías llegar a imaginar, y los cuales tú al parecer habías estado evitando… hasta ahora.
De inmediato me di cuenta de qué hablaba, pero no podía seguir refiriéndose a Robert como un mero placer, además eso no tenía nada que ver con lo que le estaba tratando de decir.
—Marianne, él no tiene nada que ver en lo que pasé por tantos años. Nunca he dejado de pensar en todo lo que…
—Pero respóndeme una cosa —me interrumpió—. ¿Acaso has pensado en todo lo que le causaste a nuestro padre, o tan solo un poco en Thomas cuando te revuelcas en tu cama con un mortal?
Eso fue un golpe aún más bajo que me lastimó, pero ella tenía razón. ¿Cómo podía seguir diciendo que sufría si cada noche durante las últimas casi dos semanas las había pasado con Robert?
—Marianne, por favor —de todas maneras le pedí—, no sigas. Termina.
—¿Terminar? —repitió son una sonrisa sin inmutarse por nada—. Esto recién está comenzando. ¿Sabes por que se suicidó tu querido Thomas?
—No tienes por qué recordármelo —le contesté comenzando a lamentar haberla visto de nuevo en ésta situación a pesar de que siempre la he querido—. Jamás lo he olvidado y no necesitaba de ti para volver al pasado otra vez.
Nunca he podido ser valiente como ella, ni fuerte tampoco como para soportar que alguien más me sacara en cara todo lo que causé, y Thomas solo era el comienzo de la lista, estaba segura.
—No seas aguafiestas —siguió regodeándose—, además me refiero a la verdadera razón por la que se suicidó.
¿Verdadera razón?
—¿Qué quieres decir? —pregunté confundida. Lo que me decía era que había otra razón a la que yo siempre pensé, pero ¿cómo?
—¿”Qué quieres decir”? —repitió con burla—. ¿De verdad creías que él se había suicidado porque pensaba que tú no lo querías?
Se supone que eso era lo que toda Nueva Orleans decía. El mismo Balthazar, y aunque no quise creerle en un principio, fue quien me lo dijo… además ella también lo hizo.
—Tú me lo dijiste —le comuniqué evitando lo que involucraba a Balthazar.
—Bueno, es cierto —comentó—, pero no esperarías que te dijera la verdad cuando yo creía que estabas viva, ¿o si?
—¿La verdad?
—Así es —comenzó con regocijo—. ¿Recuerdas la mañana de mi cumpleaños, antes de que desaparecieras?
Por supuesto que la recordaba, esa fue la última vez que los volví a ver a ella o a papá como una humana.
Zafrina- .
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
Esa mañana yo me levanté temprano y le pedí a Meme, una de las criadas, que me ayudara a elegir un vestido para ese día, y luego fui hasta el escritorio de papá a verlo, encontrándolo como siempre que entraba allí; con un libro en sus manos, independiente de si era uno de sus negocios o uno de su gran colección de literatura.
>>—¡Annie! Buenos días, ¿qué haces a ésta hora en pie? —dijo sonriendo al verme caminar hacia él.
>>—Buenos días, papá —respondí al tiempo que besaba su mejilla—. Iré a comprar el regalo de Marianne.
>>—¿Hoy? —me preguntó dejando de lado su libro, era el de poemas de Poe.
>>—Si, es que… —comencé a decir, pero ni siquiera yo sabía el por qué de que no hubiese ido antes cuando ya sabía cuál era el regalo perfecto para ella, así que no terminé de hablar.
>>—De acuerdo, puedes ir —dijo ante mi silencio riéndose, tomándolo como si hubiese sido un olvido—. ¿Irá alguien contigo?
>>—En realidad… no —respondí—. Usted sabe que es Marianne quien siempre me acompaña, pero arruinaría la sorpresa si la llevara conmigo.
>>—¿Y Thomas? ¿Podría él acompañarte? —insistió.
>>—Oh, vamos papá —le rogué—. No es necesario molestarlo, él debe estar trabajando.
>>—Disculpe, señor —se apresuró a decir Meme que me acompañaba y se encontraba de pie en la puerta—, pero si usted gusta, yo podría acompañar a la niña Annie.
>>—No hace falta, papá, Meme —les dije a ambos—. Prometo que llegaré temprano, además ya no soy una niña, me casaré dentro de una semana.
Sonrió.
>>—Siempre serás una niña para mí —dijo y aunque al principio él no quería dejarme salir, finalmente aceptó—. Eres igual que tu madre, nunca se le podía decir que no —agregó antes de que me despidiera con un beso en su mejilla, pero a pesar de su sonrisa, el recuerdo de mi madre le trajo una expresión de añoranza en su mirada.
>>—Adiós, papá —dije dándole un pequeño abrazo, que era lo que podía entregarle a falta de palabras adecuadas para su melancolía.
Me sonrió de buena manera moviendo la cabeza de un lado a otro.
De inmediato me dirigí a la habitación de Marianne y toqué su puerta. Luego la segunda vez, pero de seguro continuaba durmiendo. Cuando me disponía a tocar por tercera vez, Marianne abrió la puerta, y noté que se envolvía con solo una larga bata de seda blanca, al parecer, venía de darse un baño.
>>—¡Felicidades, hermana! —solté de inmediato abrazándola.
>>—¡Katherine! ¿Q-qué haces a-aquí?
>>—Es tu cumpleaños. Vine a darte los buenos días —le respondí antes su repentino nerviosismo.
Cuando quise entrar, de inmediato se colocó en el umbral de la puerta impidiéndome el paso.
>>—Discúlpame, ¿estás ocupada?
>>—Er… bueno…, n-no. ¡No estoy ocupada! ¿Por qué pensarías algo así? —se apresuró a decir.
>>—¿Estás segura? —insistí—. Te ves algo… extraña.
>>—¿Extraña? ¿Yo? ¡No, por supuesto que no! —contestó de golpe—. Son solo nervios por ésta noche.
>>—Por supuesto —estuve de acuerdo. Podría estar igual de nerviosa sabiendo que vendría toda la ciudad a su fiesta—. Bueno, solo quería desearte felicidades, debo… irme —concluí sin poder decirle a dónde iba ni para qué.
>>—Claro, adelante —estuvo de acuerdo sin hacerme ninguna pregunta—. Adiós.
>>—Adiós —le respondí un poco descolocada al ver que cerraba la puerta de inmediato en mi cara.
Aún confundida, al darme vuelta noté que Meme no dejaba de mirar al suelo, incluso cuando le pregunté si sabía lo que le sucedía a Marianne, no levantó la vista al responderme que no tenía ni una sola idea. Pero en fin, yo tenía bastantes cosas por hacer todavía antes de que llegara la tarde.
Meme me acompañó hasta la puerta cuando iba saliendo.
>>—Niña Annie, ¿está segura que no quiere que la acompañe? —preguntó.
>>—No, Meme, no te preocupes. Ayuda a Marianne con lo de hoy.
>>—Como diga, niña Annie —dijo con una sonrisa acercándose a mí, poniendo una mano en mi frente—. Que Dios la proteja.
>>—Gracias, Meme —contesté antes de irme, dándole un beso en la mejilla—. Igualmente para ti.
>>—¡Cuídese, niña! —oí que dijo alzando la voz para que la oyera, y al darme la vuelta me despedí con la mano viendo como sonreía y se despedía de la misma forma.
Fue la última vez que los vi como una mortal, a todos ellos, pero ahora cuando lo volvía a recordar no me hacía sentido a todas las palabras de Marianne.
—La recuerdo —contesté finalmente.
—¡Perfecto! Digamos que Thomas me estaba dando su propio regalo de cumpleaños —dijo con la sonrisa más amplia que había visto en ella desde hace mucho, pero no podía creerle, no quería—, pero entonces tú entraste, y aunque no te dejé entrar a mi habitación ese día, él creyó que habías visto algo y se aterrorizó, o incluso pensó que Meme, que ya sospechaba algo entre nosotros, te había hablado de ello, pero yo lo convencí de que nunca viste nada, porque así fue ¿o me equivoco?
¿Ella había dicho todo aquello? ¿Mi hermana, con la que compartí todo lo que me había sucedido, a la que le decía lo mucho que quería a Thomas?… Pero ¿cómo? ¿Por qué me hizo eso?
—Al parecer no —continuó, e incluso creí que en cualquier momento comenzaría a reírse a carcajadas—. Pero ese día no llegaste, y al siguiente tampoco, y Thomas se volvió loco pensando que tú habías hecho una locura por su culpa. Y eso fue lo que lo llevó a hacer lo que hizo.
>>¡Qué irónico, ¿no?! —soltó acercándose a mí—. Tú sintiéndote culpable porque él se hubiera suicidado y él se suicidó porque se sintió culpable de que tu hubieras desaparecido, a la vez temiendo que aparecieras y que todo el mundo supiera lo que sucedía entre nosotros. Así su éxito solo se hubiera venido abajo.
¿Su éxito? ¿De qué se trataba todo esto?
Era una mentira, una mentira por lo que le hice… Tenía que serlo. Pero ¿por qué ahora? ¿Por qué con algo así? Y ¿por qué hablaba acerca de la verdadera razón para que Thomas se suicidara?
Mi mudez no era de ningún aporte en este momento, y solo parecía compensarla más reflejando su satisfacción por lo que me decía y lo que causaba en mí a través de su sonrisa.
—Aunque de hecho, tú sí fuiste la culpable —terminó por decir lo que yo ya sabía, pero no por los motivos que yo creía—. Aunque claro, no por lo que tú creías. ¿Por qué siempre tuvieron que ser tan melodramáticos?
A pesar de que creía que estaba mintiendo para vengarse de mí, todo en mi interior decía que esto era verdad, que no había mentiras. Y la venganza, que seguía creyendo que era el único motivo para que ella estuviera aquí y ahora diciéndome todas esas cosas, ya no era algo apoyado en falsedades, era algo apoyado en odio, pero odio desde antes.
—¿Por qué? —le pregunté incapaz de decir otra cosa.
—Muy buena pregunta. He estado desde hace años deseando que la hicieras —contestó dando una gran suspiro—. Porque yo lo amaba y él me amaba a mí, no a ti.
—Él se iba a casar conmigo…
—No me lo recuerdes —soltó con una mueca de disgusto—. Siempre le convino casarse contigo antes que conmigo, además que nuestro padre ofreció tu mano, no la mía, y no iba a negar la oportunidad que le daban. Debo reconocer que era bastante interesado, pero que fuera un buen amante lo compensaba todo. ¿Por qué creerías que se enamoraría de una simple niñita como tú?
En ese momento apartó un mechón de cabello de su rostro, permitiéndome ver con claridad, además del anillo que nos dio nuestro padre en su dedo anular de su mano derecha, en su dedo índice el anillo de compromiso que Thomas me había dado y que yo había dejado en su sepulcro, dejando en manifiesto miles de agujas que parecían clavarse en mi estómago en ese momento. Era como la realidad de lo que yo antes creía, y que de un momento a otro, sobre todo cuando escuchaba las dulces palabras que Thomas me decía al oído cuando nadie veía, dejé de creer. Pero que ahora, cuando veía lo que antes no quise, y ella venía a restregarlo en mi rostro, volvió a como antes había sido.
—Yo era una mujer y eso era lo que él quería —siguió burlándose—, y definitivamente nada ha cambiado. Solo que ya no es Thomas, ahora es ese actorcito, ¿cómo se llama? ¿Robert?
El solo mencionar su nombre activó un dispositivo de defensa dentro de mí.
—¡No te acerques a él!
—¿O qué? ¿Me matarás? —preguntó con ironía, bufando—. Por favor, no me hagas reír. No matarías ni a una mosca… Eres débil y cobarde, y siempre lo has sido. Jamás podrás hacer algo contra eso —y antes de seguir hablando, articuló una enorme sonrisa—. Pero veamos si Robert te prefiere a ti antes que a mí, o… ¿qué te parece si compartimos? Después de todo siempre lo hemos compartido todo, ¿o no?
No. Con él no se metería. A él no lo lastimaría.
La ira crecía dentro de mí como hace tiempo no lo hacía. ¿Por qué parecía que cada vez que algo volvía del pasado, reactivaba emociones tan lejanas?
—Vamos, no me mires así —seguía diciendo y no me di cuenta cuando se había detenido y me miraba intensamente. El bosque estaba en frío y cortante silencio—. El egoísmo es un pecado que se paga con el infierno, ¿lo sabías?
—Aléjate de él y de mí —le ordené marcando cada palabra.
—¿Después de tanto tiempo separadas, “querida hermana”? No lo creo —la ironía en las palabras “querida hermana” fue más que evidente, pero por primera no me afectó. Sentía que había algo más importante ahora—. Además, me gusta esta ciudad.
—Vete.
Ahora parecía molesta, o más molesta en realidad.
—Si no querías que te encontrara, ¿por qué te dio esa repentina obsesión de salir en todas las portadas de las revistas? —soltó con desprecio antes de lanzarme algo contra el rostro, que a pesar de no ser tan rápida, logré detenerlo con una mano. Era una de las revistas que habían salido hace días con la foto de Robert y yo—. ¿Te gustó la fama?
Levanté mi mano dirigiéndola a su mejilla, pero de inmediato la detuvo en el aire.
—Necesitarás algo más que tu simple fuerza para hacer que me vaya —dijo con mi mano aún en alto sin soltarla aferrándola con fuerza—. Recuerda que fuiste tú quien me hizo así, por lo tanto ahora tendrás que atenerte a las consecuencias.
Apartó de golpe mi mamo, soltándola con tanta fuerza que trastabillé unos paso hacia atrás.
—No te acerques a Robert —ordené sin importarme si ya lo había dicho o no.
—¿Robert? ¡Ah, si, el actorcito! —dijo sin significación y no pude dejar pasar por alto el hecho de que ni siquiera le importaba Robert, y solo iría tras él por vengarse de mí—. No me importa cómo se llame, y con que sigas repitiéndolo, no significará que lo vaya a hacer —habló con determinación—. Decláralo como el comienzo de nuestra pequeña gran batalla, “hermanita”.
Definitivamente ahora ella muy fuerte. No pude ser capaz de ver el momento en el que se alejó de mí dejándome con la furia y el dolor por lo que ella me había hecho. Ella y Thomas, burlándose a mis espaldas cuando ellos eran dos de las personas que yo más quería.
¿Lo que me hizo justificaba todo lo que yo le causé? ¿O lo que haría ahora, lo sería?
De acuerdo. Como ella misma me lo había dicho; éste sería el comienzo de nuestra pequeña gran batalla… O la mismísima gran guerra.
**** **** **** **** **** **** **** ****
Y que tal????
Ese Thomas se las traía con Marianne, eh???
Pobre Katherine… ni siquiera se libró de su hermana…
Al menos su padre y Rob fueron la excepción a todo…
En el próximo capítulo veré si puedo escribir algo sobre Marianne,
así como lo hice con Katherine en el capítulo 3, o tal vez en el que sigue, ya que todavía tiene que llegar a casa.
Ahí veremos qué resulta…
y si no, me voy directo a lo habitual.
Jajaja
Y por si acaso, ni me mencionen a Kristen,
que ya ni siquiera me gustaría seguir nombrándola en el fic… jajajaja
Y que tal????
Ese Thomas se las traía con Marianne, eh???
Pobre Katherine… ni siquiera se libró de su hermana…
Al menos su padre y Rob fueron la excepción a todo…
En el próximo capítulo veré si puedo escribir algo sobre Marianne,
así como lo hice con Katherine en el capítulo 3, o tal vez en el que sigue, ya que todavía tiene que llegar a casa.
Ahí veremos qué resulta…
y si no, me voy directo a lo habitual.
Jajaja
Y por si acaso, ni me mencionen a Kristen,
que ya ni siquiera me gustaría seguir nombrándola en el fic… jajajaja
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amiga genial¡¡¡¡ la pobre katerine no debe reprimirse y degarel amor q le tiene a Rob, debe ser valiente...
excelente amiga
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Atal- .
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
hay como me cae de mal marianne quiero matarla es que se cree ademas haci trate de conquistar a rob yo se que el nunca caera en sus redes el ama con amor y pasion a kate mi KATE espero que pronto subas el otro capitula realmente lo haces muy bn besos
Irina Denali- .
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
gracias, besos para ti tambien
pero debo anunciarles una mala noticia no me he sentido muy bien de animos, por no decir otra cosa y tengo mi cabeza revuelta... me demorare... lo siento.... pero pondre todo de mi parte para continuar pronto ustedes si valen la pena
pero debo anunciarles una mala noticia no me he sentido muy bien de animos, por no decir otra cosa y tengo mi cabeza revuelta... me demorare... lo siento.... pero pondre todo de mi parte para continuar pronto ustedes si valen la pena
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
amiga arriba el animo¡¡¡¡ aqui estamos para cualquier cosa amiga, te queremos
Atal- .
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
gracias!!! creo que voy a llorar.... en serio...
Zafrina- .
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
amiguita si tu supieras por todo lo que estoy pasando yo te moririas pero hay q vivir el dia, y disfrutarlo, besitos
Atal- .
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
pucha, atal, sorry... pero es que nose que hacer...
siempre he pensado que hay otros que lo estan pasando peor que yo... pero no es suficiente para dejar de sentirme mal...
pero espero que se soluciione todo contigo
siempre he pensado que hay otros que lo estan pasando peor que yo... pero no es suficiente para dejar de sentirme mal...
pero espero que se soluciione todo contigo
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