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Mensaje por Bbra 21/7/2009, 12:57 am

no es por presionar pero me encantaria leer la continuacion Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18) - Página 7 275394
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Mensaje por Zafrina 22/7/2009, 2:22 pm

Y un nuevo capítulo ha llegado…



Capítulo 9: MIEDOS


KPOV
—Señorita, ¿en qué la puedo atender? —escuché que decía una mujer joven de cabello rubio que hacía bastante rato me miraba con intenciones de algo.
Ella sentía curiosidad, pero solo me ofreció su ayuda en su papel de vendedora mientras que yo buscaba entre la ropa de la tienda en el centro comercial de la ciudad.
Ese día… Bueno, esa noche, después de levantarme, salí por mi ventana tras haber decidido que iría a comprar un teléfono celular y así llamar a Robert para avisarle cada vez que fuera a visitarlo como me lo había pedido, y siendo sincera, era la primera vez en mi existencia que tomaba un artículo de ese tipo, porque ¿a quién llamaría yo? Pero en fin, ahora lo haría y sería por Robert.
Había decidido ir hasta él y confesarle todo lo que sentía y lo que haría por él. Y bueno, el resto solo sería como Dios quisiera. Si me había perdonado, ahora yo solo me entregaría a su única voluntad.
Después de adquirir el teléfono y mientras solo podía pensar en Robert y sus besos, y sus caricias, y sus palabras antes de irse en la mañana, decidí que le daría un obsequio ya estando en el centro comercial. Después de todo, había arruinado su camisa, recordé con una sonrisa en el rostro. Y en eso estaba, escogiendo la prenda que fuera adecuada y a la altura de él cuando la mujer me habló, pudiendo sentir a través de ella que había algo más bajo la amabilidad de vendedora. Y era… curiosidad. Si, curiosidad, si la sangre de Robert en mi cuerpo no me fallaba. E impresión… también.
Y luego de mirarme por tanto tiempo, solo había preguntado en qué me podía ayudar. Pero no había sido la única que se veía de igual manera. La joven que me vendió el teléfono se veía igual que ésta.
Tal vez era solo porque no podía pasar desapercibida en aquel lugar si necesariamente tenía que hablarles.
—Si —le respondí a la mujer—. Deseo llevar esto.
Pagué la camisa y sentí como una extraña ola de diversión corrió por ella, pero no le veía lo gracioso, así que le dirigí una mirada que acalló de inmediato cualquier sonrisa.
Me entregó una bolsa de papel color marrón con el obsequio dentro y me fui de la tienda sintiendo la mirada de la mujer en mi espalda, a la cual se agregó la de otra mujer no mayor que yo (bueno, a la edad que representaba en realidad) que pasaba por allí. En resultado, logrando sentirme realmente incómoda al pasar.
Al estar fuera del gran centro comercial y al amparo de un pino en la oscuridad, lejos de cualquier mirada extraña mientras fumaba un cigarrillo, saqué el aparato marcando los números que había memorizado hace algunos días antes de que todo lo bueno en mi existencia pasara.
No. No lo bueno: Lo increíblemente mejor que me había sucedido. Si hasta me sentía como una adolescente nuevamente. Sonriendo con cualquier cosa que veía.
El teléfono sonó, pero nadie contestó.
Otra vez.
Nada.
A mi tercer intento, una voz conocida contestó, pero se escuchaba molesto.
—¿Hola? —dijo de golpe.
—Hola, ¿llamo en mal momento? —pregunté temiendo que así fuera, pero de inmediato cambió su tono al reconocerme.
—¡Katherine! —exclamó notoriamente sorprendido, aunque no lo pudiera ver.
—Si, soy yo —respondí—. Llamaba para saber si estarías disponible unos minutos —dije con la voz bastante firme sin siquiera un dejo del nerviosismo que sentía por dentro.
—¿Disponible? Oh, si. Claro —respondió y de nuevo el tono de su voz cambió tornándose esta vez más serio—. De hecho, necesitaba hablar contigo. Es algo importante.
No sonaba bien. ¿Le habrá sucedido algo? Porque definitivamente eso no sonaba bien.
Tal vez estaría arrepentido de todo lo que había sucedido y de lo que había dicho. Y si eso era así…
¡Dios, ¿qué más podría haber esperado?!
—De acuerdo. En media hora estoy allá —contesté y luego ambos colgamos.
Media hora era demasiado tiempo para lo que en realidad me demoraría, pero sentí la necesidad de hacerme a la idea de lo que sucedería. Y aquello no mejoró para nada en el instante en que un hombre pasó, no lejos de donde yo estaba, con su hijo de siete años de la mano. ¿Y cómo sabía su edad? Porque pude escucharlos y ese mismo día era su cumpleaños… En resumen, yo no era como él y jamás podría darle un hijo o cualquier otra cosa que una mortal si haría. Una mortal como… su compañera de trabajo, o cualquier otra mujer que lo rodeara.
Pasaron unos minutos más en los que tocaba una y otra vez el collar que me había dado y que me había puesto antes de salir sintiendo el relieve de sus palabras en la lámina de metal, y entonces decidí que ya era hora de partir. Guardé el teléfono en el bolsillo de mi abrigo, el cual no había soltado de mi mano desde que colgó, tomé la bolsa de papel marrón con el obsequio para él y corrí. Corrí entre las sombras hasta que llegué hasta su apartamento.
Cuando llegué allí, había un tipo algo sospechoso con una cámara en sus manos, así que esperé a que estuviera descuidado y subí al quinto piso en donde encontré a Robert sentado en el enorme sillón con la mirada fija en la pantalla del televisor… apagada.
Había algo que definitivamente no andaba bien.
—¿Robert? —hablé desde el balcón reclamando su atención y de inmediato dio un salto en su lugar, lo que me demostraba que había interrumpido la corriente de sus pensamientos de gran manera.
Su rostro y su mirada estaban amenazándome con caer a sus pies y confesarle lo que había estado planeando decir, pero su expresión, a pesar de dibujársele una sonrisa en el rostro al verme, me decía que tal vez él no lo querría escucharlo. Es más, sentía que él necesitaba decir algo y no sería nada bueno para mí.
—Katherine —dijo poniéndose de pie algo nervioso—. Que bueno que estas aquí, necesitaba hablar contigo. Incluso estaba pensando en ir a la casona, pero en eso me llamaste y…
—¿Qué sucede? —lo interrumpí temerosa de lo que en realidad diría. Porque bueno, ¿qué más podría haber esperado? El sueño se terminaría y tendría que despertar de la fantasía.
—Siéntate —me pidió indicándome el diván de cuero negro que acostumbraba siempre a utilizar mientras él se volvía a sentar en el otro sillón.
Hice lo que me pidió y dejé la bolsa de papel a un lado mirándolo a los ojos, ya preparada para sus palabras.
—Habla —dije sintiendo la frustración fluir a través de él.
—¿Viste la televisión hoy? —inquirió después de un profundo suspiro.
—¿La televisión? —repetí confundida.
¿Qué tenía que ver la televisión con lo que él me diría?
—Si, la televisión. ¿La viste? —insistió, pero por más que me concentraba en descubrir si había algo más debajo de lo que decía, no encontraba nada, entonces; ¿Él solo me quería hablar de la televisión?
—No. No la vi —respondí aún confusa, porque después de levantarme esa tarde, lo primero que hice fue darme una ducha y salir al centro comercial, y en realidad, de lo último que me preocupé fue de lo que podrían dar en la televisión.
Noté que Robert se enderezaba en el sillón y se aclaraba la garganta para continuar, pero en vez de seguir hablando como pensé que lo haría, tomó el control remoto del televisor y lo encendió. Comenzó a pasar los canales uno a uno hasta que se detuvo en un programa que acababa de empezar… Y ahora si que no entendía nada. ¿Quería que viéramos televisión?
Lo miré alzando una ceja, pero él solo me dijo que esperara y apuntó a la pantalla.
Miré como pasaban imágenes de algunos actores y sus respectivas noticias, pero no le encontraba la importancia a todo aquello hasta que su foto y las palabras de la conductora llamaron mi atención.
>> (…) Y continuando con el seguimiento a la noticia del día de hoy sobre el actor Robert Pattinson y las fotos de su cita durante la noche de ayer, aún no hay comentarios por parte de él, pero siguen apareciendo testigos que aseguran haberlos visto cenando en dicho restaurante. Además del sin fin de comentarios de las fans de Rob en los diversos foros de la red… —y eso fue todo lo que quise escuchar.
Mi mirada se dirigió de inmediato a él, que a su vez, no apartaba la suya de mí.
Así que de eso se trataba todo…
—Lamento haberte causado tal problema —le dije sintiéndome realmente apenada porque por mi culpa ahora tendría a la prensa sobre él.
—¡Qué! —exclamó abriendo sus ojos de par en par pasando una mano algo nervioso por su cabello—. Tú no tienes por qué hacerlo. No tienes la culpa de lo ocurrió, pero eso no es lo importante ahora —soltó, pero entonces, ¿qué era?—. Katherine, hay fotos tuyas por montón en varios canales e internet por mi culpa. No debí haberte llevado a un lugar tan público. Lo siento mucho —terminó notando cuan apenado se sentía por eso.
Ya lo entendía… Se estaba preocupando por mí…
—No te alarmes… —comencé a decir, pero él de inmediato me interrumpió.
—Pero, ¿y si alguien descubre quién eres? ¿Qué te podrían llegar a hacer si se sabe?
Había espanto en sus ojos y no era por él; era por mí… Él sí me quería.
—En serio, no te preocupes —insistí tratando de calmarlo—. Cuando quiero, puedo pasar desapercibida para cualquier mortal, además, no es la primera vez que algo similar me sucede, pero siempre he podido mantener el anonimato —comencé a contarle con total normalidad recordando la vez en que tuve el problema cuando tocaba el violín en algunos salones de Boston en los años 40—. Hace años unas personas descubrieron que algo anormal ocurría conmigo, pero solo quedó allí. Mantuve mi secreto y…
De pronto me detuve en seco recordando que no solo habían estado a punto de descubrirme cuando tocaba mi música para el público, si no que también había conseguido que después de tantos años de haber escapado de Balthazar, él había podido encontrarme. Y ahora se supone que había fotografías mías en la televisión y en internet indicando donde y con quien estaba…
Dios mío.
Balthazar…
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Mensaje por Zafrina 22/7/2009, 2:24 pm

segunda parte...


RPOV

—En serio, no te preocupes —comenzó a decir despreocupadamente a lo que yo le estaba diciendo—. Cuando quiero, puedo pasar desapercibida para cualquier mortal, además, no es la primera vez que algo similar me sucede, pero siempre he podido mantener el anonimato. Hace años unas personas descubrieron que algo anormal ocurría conmigo, pero solo quedó allí. Mantuve mi secreto y…
Después de haber expuesto mi punto de vista de los problemas que podría ocasionarle a Katherine por culpa de los medios, ella no le tomó importancia y comenzó a hablar, pero de pronto detuvo sus palabras de golpe y su mirada se tiñó de pánico estando fija en la mesa de centro, pero yo estaba seguro que en realidad no la veía. Era como si fuera otra cosa la que estuviera viendo. Y no era nada bueno.
—¿Katherine? —le hablé reclamando su atención, pero esa como si todo el exterior se hubiese detenido para ella y solo hubiera miedo a su alrededor.
Me levanté del sillón y me senté en la mesa de centro frente a ella tomando sus frías y pequeñas manos entre las mías, acariciándolas y sintiendo a la vez, el metal del anillo con el escudo que le había obsequiado su padre, y solo en ese momento pareció verme de nuevo.
Noté que llevaba el collar que le regalé anoche, viéndose en perfecta armonía posicionada con el arco que dejaba su escote y la blusa blanca que llevaba algo abierta, en contraste a la pálida piel de su pecho.
Me pregunté si se había dado cuenta de las inscripciones al reverso de la piedra, pero si así no era, estaba seguro que me había escuchado esa mañana antes de marcharme. Cómo había esperado que cuando la viera de nuevo, todo sería distinto de como lo era ahora. Que todo estaría bien entre nosotros y podría abrazarla. Pero de hecho, ya no fue así.
El pánico que la embargaba solo me hacía sentir peor por lo que había provocado, queriendo partirle la cara al paparazzi culpable de la segunda parte del problema.
—Katherine, ¿qué sucede? —inquirí, aunque era estúpido hacerlo porque era más que obvia la razón.
Pero al principio no le había tomado importancia, como si en realidad no hubiera problema en lo que había sucedido. Y de pronto su ánimo cayó 20.000 pies…
Su mirada se encontró con la mía y el sentimiento que le impedía hablar empañó de momento el brillo que había notado la noche anterior en sus ojos azules y que aún no se iba.
Sentí que al fin me iba a responder, pero otras palabras provenientes del televisor llamaron la atención de ambos.
>> (…) Según nuestra fuente; nos han informado que la misteriosa chica que acompañaba al guapetón actor, Robert Pattinson, la noche de ayer, fue vista esta vez hace unos momentos en el centro comercial de la ciudad. Pero lamentablemente, no iba acompañada del galán que todas esperamos…
¿La habían visto? ¡Demonios!
Si la comenzaban a reconocer en la calle, tal vez la seguirían y le traerían problemas a pesar de que me dijo que si quería podía pasar desapercibida… Comenzarían a averiguar sobre su vida para ponerla en el tapete de la prensa. Y si llegaban a descubrir la verdad…
Pero…
—¿En el centro comercial? —pregunté algo confundido y sus manos se soltaron de mi agarre y tomaron una bolsa de papel de color marrón que estaba a su lado, pero que no había notado hasta ahora.
—Fui por esto —respondió con la voz hecha un susurro y me entregó la bolsa—. Es para ti.
La tomé en mis manos abriéndola en el acto y saqué de su interior una camisa oscura de tela ligera y suave, bastante bonita y de mi talla. Hubiera sonreído recordando lo que había sucedido la noche anterior, pero la tensión del momento me lo impedía con fuerzas superiores a las que yo tenía.
—Gracias —dije finalmente volviendo a tomar sus manos entre las mías buscando su mirada, la que ahora, parecía en mar azul tormentoso en vez de aquel tranquilo que me gustaba tanto.
Estaba en silencio. Un inquietante y angustioso silencio que solo me hacía querer abrazarla y decirle que todo iba a estar bien. Pero había una muralla invisible entre ella y yo, incluso más densa de la que había estado rompiendo últimamente, y tampoco sabía si en realidad todo estaría bien. No sabía como poder protegerla de lo que había causado.
—Katherine. Lo siento —comencé a disculparme, aunque sabía que nada sería suficiente en comparación al daño que había producido—. Lamento haberte metido en todo esto…
—No te preocupes —me interrumpió poniéndose de pie—. Estaré bien, pero creo que será mejor que me marche.
—¿Tan pronto?, ¡pero si acabas de llegar! —solté poniéndome de pie con ella.
—Debo irme y tú debes descansar —dijo aún con su expresión seria, y su mirada se dirigió de inmediato a mi cuello—. ¿Cómo te sientes?
Era increíble que a pesar de lo que había ocasionado en su tranquila vida, todavía se preocupaba por mí.
—Estoy bien —contesté—. Pero la que me preocupa eres tú. ¿Estarás bien?
—Lo estaré —respondió, pero su mirada en ningún momento se quiso encontrar con la mía que la buscaba.
¿Por qué sentía que no estaba siendo completamente sincera?
Era tanta la frustración que sentía y el miedo que me envolvía al no saber si cuando se fuera regresaría a mí por esa mirada de temor, que en un impulso repentino la encerré con fuerza con mis brazos aspirando el dulce aroma de su cabello y de su piel, no queriendo soltarla jamás.
—Si hay algo que pueda hacer para remediar el daño, solo dímelo. Por favor —le pedí aferrándola aún más contra mí, pero a pesar de que sus manos me respondieron, ella estaba tensa.
—No te preocupes. Es algo sin importancia —dijo alejándose de mí hasta llegar a la ventana, para lo que yo sabía, sería su pie para salir del apartamento. Y ni siquiera ahora, a momentos de marcharse, sus ojos se quisieron encontrar con los míos.
—Todo estará bien —le dije buscando valor y deseando que realmente así fuera.
Me acerqué tomando su suave y pálido rostro en mis manos para buscar sus labios, y aunque me respondió sintiendo que era sutil y suavemente mutuo aquel beso, al abrir mis ojos me encontré con los suyos de color azul inundados por el miedo.
¡Cielos! ¡Qué había hecho!
—Eso espero —respondió volteándose hacia el balcón.
—Katherine, espera —le dije antes de que se fuera. Realmente necesitaba decirle cuanto la amaba—. Yo…
—Por cierto —me interrumpió dirigiendo una detenida y extensa mirada hacia la calle y no a mí—, hay un fotógrafo escondido en la entrada.
—¿Un fotógrafo? —pregunté confundido.
¿Habrá sido el mismo que tomó las fotografías en la mañana? Y entonces recordé algo.
—Ayer cuando dijiste que tenías un mal presentimiento, ¿te referías a “esto”?
—Lo más probable —me respondió no muy convencida—. Así que ten cuidado al salir —terminó dirigiendo una última mirada hacia la calle antes de saltar hacia ella.
Y se había ido sin poder decir que la amaba de nuevo y sin saber si volvería. Así como temía que ocurriese antes.
¿Pero a ella que le podría importar eso, cuando lo único que si debía hacerlo era su propia seguridad por el embrollo en el que la había involucrado?
—Te Amo —dije suspirando después de unos minutos, pero ella jamás lo iba a escuchar esa noche—. Te amo
.

* * * * * * * * * * *

Cual es el negro más intenso que existe?????
Porque algo así se está volviendo…

Parece que los capítulos están más cortos, pero aún así, espero que les gusten…

gracias barbie, atal, y recuerden; sigan creyendo…
jajaja

Próximo capítulo: Balthazar
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Mensaje por Bbra 22/7/2009, 2:48 pm

affraid si balthazar le hace daño a rob me meto en la historia y lo mato Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18) - Página 7 416999

jejeje por fis kate no lastimes a rob en el fic Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18) - Página 7 329100

cada vez esta mas interesante Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18) - Página 7 931125 y graciaa ti por compartir tu talento con nosotras Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18) - Página 7 240478
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Mensaje por Zafrina 22/7/2009, 3:05 pm

thank you!!!!! Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18) - Página 7 781363
pero no te puedo decir, no puedo adelantar mucho, solo que entran mas personajes...
y que cada vez se pone mascomplicada la situacion....

uuuuuu Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18) - Página 7 997487 atenta, atenta a màs
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Mensaje por Atal 22/7/2009, 9:16 pm

más quiero más más Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18) - Página 7 931125 Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18) - Página 7 931125 Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18) - Página 7 931125
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Mensaje por Zafrina 22/7/2009, 9:19 pm

Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18) - Página 7 781363
te mando un abrazo grande... y a barbie tambien, que siempre son las que se dan el tiempo de leer Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18) - Página 7 76524

y estoy transcribiedno de mi cuaderno en estos momentos...

gracias
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Mensaje por Atal 22/7/2009, 9:24 pm

amiguita eres mi Idola¡¡¡ affraid
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Mensaje por Bbra 22/7/2009, 9:53 pm

como no lo vamos a leer si esta buenisimo tienes mucho talento linda y me encanta leer lo q escribes
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Mensaje por Atal 22/7/2009, 10:17 pm

siii falta un monito con team zafrina jajajajaj
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Mensaje por Bbra 22/7/2009, 11:51 pm

siii o team kate :lol!:
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Mensaje por Atal 23/7/2009, 12:09 am

siii seri abuena idea
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Mensaje por Zafrina 24/7/2009, 5:12 pm

Bueno chicas, gracias por su fidelidad Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18) - Página 7 275394 y aquí va otro capítulo que cuenta un poco los problemas que conllevan el objeto del miedo para Katherine.
No esta tan cortito como el anterior, pero cualquier cosa me dicen y vemos que hacemos…


* * * * * * * * * * *

Capítulo 10: BALTHAZAR


[justify]KPOV
No quería creer lo que sucedería si Balthazar me volvía a encontrar, y lo que es aún peor; lo que le podría hacer a Robert por haberlo involucrado conmigo.
Él no tenía la culpa de lo que había ocasionado por lograr ser libre y tampoco lo que había conseguido arrastrar conmigo por el mismo motivo en cada paso temeroso que diera al avanzar, entre cada sombra extraña, y entre cada ruido que no conocía. Pero ahora lo había involucrado dentro del círculo más peligroso que pudiera existir para él. Un círculo teñido de muerte y demencia.
Si Balthazar me reconocía en dichas fotos, solo sería cuestión de tiempo para que apareciera y me llevara con él arrasando con todo lo que me rodeaba. Así como lo hizo al convertirme en lo que era; cuando comenzó toda mi condena, y también como lo hizo hace 60 años, cuando me encontró nuevamente antes de volver a escapar de él.
Salté del quinto piso desde el apartamento de Robert hacia la calle esquivando al fotógrafo que se asentó en la entrada, mientras que miraba todo a mi alrededor por si acaso veía algo que no debía estar, aparte del fotógrafo, claro. Una sombra o lo que sea. Y una leve ráfaga de alivio momentáneo me invadió al no descubrir nada. Lo que significaba que si Balthazar aún no sabía que era yo la de las fotos que no había visto, pero que él sí, no me había seguido y no sabía en realidad el paradero de Robert ni lo que él significaba para mí.
Balthazar era realmente un hombre trastornado y desquiciado, con una enfermiza concepción de posesión y compañía. Y lo que era aún más alarmante, su mismo desequilibrio lo hacía el ser más peligroso y letal que había conocido jamás.
Con tan solo recordar lo que había tenido que ver y vivir a manos de él, hacía que mi cuerpo se estremeciera por completo sintiendo el miedo a flor de piel. No quería que me encontrara. No quería separarme de Robert, y aún más importante, no quería que le sucediera algo malo a él por mi culpa. Estar cerca de él lo ponía en absoluto peligro, pero ya no solo por el que le podía hacer yo directamente…
Corría a toda la velocidad que podía alcanzar, mientras no dejaba de estar atenta a cualquier ruido o movimiento que me pareciera extraño. Pasaba desapercibida a los ojos mortales, pero no así como sucedería ante los ojos de un igual, lo que significaba que por más cautelosa que pudiera ser con mi débil fuerza, podría ser vista por algo más poderoso.
Si comenzaba a alimentarme normalmente (de sangre humana, como los demás vampiros), hace tiempo que hubiera podido estar un poco más tranquila al tener mis sentidos más desarrollados, sin miedos de que Balthazar me encontrara en cualquier lugar al que yo iba. Podría haberme desecho de todo el pánico con el que convivía. Porque eso era; solo pánico lo que sentía tras mis pasos cada vez que llegaba a una nueva ciudad temiendo que me encontrara. Pero como no supe nada de él en muchísimos años, incluso tenía la esperanza de que estuviera muerto…
Aún así podía haberme alimentado de un humano y ser más fuerte y confiada en mi protección, pero el hecho de tomar algo de alguien contra su voluntad, ya me había dado una buena lección y castigo que me pesaba además de Balthazar. Asimismo, antes yo no sabía si todavía era capaz de detenerme al beber la sangre de un humano, después de todo, había pasado mucho tiempo desde aquello.
No quería ser un monstruo, aunque en el fondo yo sabía lo que era por todo lo que estaba haciendo por mi egoísmo. Yo maté antes, aunque le había mentido a Robert cuando me lo preguntó, pero nunca maté bebiendo. Aun así, ese hecho se hacía peor al haber visto a Balthazar hacerlo aún más veces de las que podía contar, y todo sin haber podido hacer nunca nada por evitarlo.
Él era un sádico. No bebía por necesidad, bebía por placer, y solo tomaba un poco del líquido y dejaba que las personas se desangraran hasta morir. Bueno, a excepción de mí porque me quería, pero aún así disfrutó el dolor que me estaba causando y también todo lo que me hizo después.
Aunque hubiera preferido morir esa noche a enfrentarme a todo lo que causé con posterioridad hasta ahora…

Corrí hasta que llegué al bosque al que acostumbraba a acudir cuando no soportaba más los sentimientos que no podía conllevar conmigo misma, como el pánico de ahora, porque Balthazar me encontrara y le hiciera daño a Robert.
Encendí un cigarrillo estando sentando en la cima de un gran ciprés mientras que abría todos mis sentidos hacia mi alrededor bajo la estrellada noche de Julio.
Hubiese sido perfecto ese cielo si no me hubiese recordado tanto a la primera noche que abrí mis ojos como lo que ahora era; un monstruo.

Después de que Balthazar me dio la noticia, y no solo de que había firmado aquel horrible contrato involuntariamente, si no que además me había apartado de mi familia, tuve que aceptar sí o sí por fuerzas mayores a mí lo que sucedía, y fue cuando salimos del granero dejando el denso olor a heno hacia el exterior, viendo por primera vez con tanta intensidad y claridad las estrellas que cubrían el manto negro.
Así como ahora, esa era una noche hermosa, pero pronto el negro se tiñó de rojo.
Sentía hambre, como ninguna otra vez antes. Pero este era un tipo de hambre distinta que se intensificaba cuando ráfagas de viento traían un aroma extraño y deseable a través de los árboles del bosque que nos rodeaba, con un distinto matiz, los cuales hacían que se me hiciera agua la boca.
Para mi angustia, Balthazar me explicó lo que sucedía, y su sangre, a pesar de ser a él a quien yo más odiaba, fue la primera sangre que probaron mis labios... Y me gustó.
Él se cortó el cuello con una pequeña daga que había en su mano y se acercó a mí ordenándome lo que tenía que hacer.
Yo no quería. Juro por Dios que no quería, pero ese olor exquisito golpeó mis sentidos con más intensidad y deseo de lo que había sido capaz de soportar, mucho más de lo que habían sido los aromas que traía el viento consigo y no me pude contener. Inconscientemente mis labios se fueron directo a su cuello, a la fina línea roja que goteaba un espeso líquido rojo, saboreando aquel manjar de mi perdición y haciéndolo bajar por mi garganta.
>>Bebe, bonita. Bebe —me decía mientras que sus brazos me tomaron por la cintura apegándome a su cuerpo.
Por la rabia que sentía al no poder detener ese deseo inexplicable por el ser que odiaba, mi boca reaccionó mordiéndolo, soltando a la vez un gruñido desconocido para mí que solo hizo que él gimiera de placer, logrando que la situación se tornara aún peor.
Sus manos se dirigieron a mi vestido desgarrándolo en el acto, pero yo no reaccionaba. Seguía bebiendo hasta que él me apartó, logrando ver la sonrisa de triunfo que se dibujó en sus labios y el refulgir de deseo en sus ojos.
>>Ves que no es tan terrible, bonita —dijo antes de que sus colmillos se clavaron en mi cuello como lo había hecho antes. Y ahora si que no hubo vuelta atrás para lo que estaba ocurriendo.
Mordió mi cuello. Y mis muñecas. Y mis pechos, entre besos desenfrenados que no era capaz de parar. Era como si una fuerza superior a mí me estuviera controlando y yo no podía luchar contra ella. No lo entendía. Si lo estaba odiando y aborreciendo tanto, ¿por qué no me detenía?
Esa noche dejé de ser virgen. Al amparo de esa estela de estrellas y rodeada de bosque, dejé de serlo a manos, y bajo el objeto de mi odio más profundo.
Me sentía sucia. Me aborrecía por dejar que todo sucediera y también por traicionar a Thomas, el hombre que yo quería, a una semana de desposarme con él. Esto iba totalmente en contra de todo lo que me habían enseñado y en contra de todo valor moral y principio que creía tener, ganando solo un nuevo objeto de aversión: Yo misma.
Pero eso no terminó allí.
La noche siguiente, al abrir mis ojos, vi de nuevo a Balthazar con esa estúpida sonrisa dirigida hacia mí.
>>Buenos días… —comenzó a decir, pero se detuvo poniendo una mano sobre su abrigo oscuro a la altura de su pecho con fingido pesar—. Perdón; Buenas Noches —corrigió como si fuera la broma más donosa de todo el mundo.
Se levantó con una elegancia particular para llegar a sentarse a mi lado, entregándome una gran caja blanca rodeada de una cinta plateada.
>>En vista de que ya no tienes un vestido, me tomé la libertad de escoger este para ti, el cual creo que hará perfecto juego con tus hermosos ojos.
Yo no decía nada y actuaba por inercia ante él tomando con mis manos lo que me había entregado, y luego me vestí con el vestido y corsé celeste y blanco que había escogido para mí, porque esa noche saldríamos. Esa noche me enseñó a cazar.
Acechó a una joven conmigo siguiéndolo de cerca con las intensiones de evitar lo que sea que le iba a hacer, o mejor dicho, con la “estúpida esperanza” de que algo pudiera hacer en su contra.
Era una muchacha morena de rizos negros, que como yo, había cometido el error de salir sola un anochecer en Nueva Orleans.
La atacó de la misma manera en la que se había acercado a mí, se acercó a ella, pero la diferencia fue que la joven quedó de inmediato hipnotizada por los encantos de Balthazar sin siquiera cuestionarse al por qué él estaba bloqueando el paso.
Se supone que yo evitaría lo que él le iba a hacer a la muchacha, pero al igual que su persona, yo también estaba paralizada y mis músculos no reaccionaban.
>>Ven aquí, bonita. Bebe —me ordenó tendiéndome una mano para que yo se la tomara, pero no quise. Ya me sentía lo suficientemente condenada para que además tuviera que continuar mi propia sobrevivencia por medio de la vida de alguien más. Por medio de la vida de aquella joven, la cual no parecía estar consciente de lo que en realidad sucedía.
Mis músculos reaccionaron, por primera vez desde que había vuelto a despertar como lo que era, mis músculos y mi mente reaccionaron ante lo que yo quería. Yo deseaba morir y no ser este monstruo al que me habían obligado ser. Así que retrocedí algunos pasos negando con la cabeza porque no podía articular palabra.
>>No temas, bonita —dijo con esa sonrisa que aborrecía tanto, y que al parecer él no quería tomar en cuenta—. Esta es la única manera que tienes de estar sana.
Pero yo no quería estarlo. Yo solo quería morirme y me preguntaba de vez en cuando con dolor, ¿qué estaría pensando mi familia y Thomas al no verme llegar jamás a casa? Pensarían que algo malo me había ocurrido, pero ¿alguna vez se podrían llegar a imaginar la magnitud y el fondo de aquello?
Mientras tanto, acariciaba el símbolo de unión entre Thomas y yo en mi dedo anular, y además, el símbolo de unión entre mi padre, Marianne y yo en mi dedo pulgar, haciéndome a la idea que sería lo único que tuviera de ellos y dándome fuerzas para lo que diría.
>>No —logré articular, y su mirada se volvió fría, la cual estaba segura que podría haberme asesinado con ella si le fuera posible—. No —repetí.
>>No seas tonta —me retó apartándose de la muchacha (la cual lo seguía con la mirada) para tomarme de los hombros—. ¿No ves que así es como debemos vivir?
Eso no era cierto y yo lo sabía.
>>Tú me hiciste esto—logré decir—. Yo no quería esto —agregué y me parecían tan extrañas mis palabras después de apenas haber hablado en dos días.
Su rostro se heló aún más y tomó mi barbilla con fuerza con su mano observándome detenidamente, pero no dijo nada, solo me soltó y giró en 180º sobre sus pies.
El rápido movimiento que hizo luego, no lo vi venir ni por nada del mundo. Su brazo se alzó ágilmente y con el dorso de su mano golpeó mi mejilla sin el mayor esfuerzo aventándome contra la muralla, sintiendo como había logrado desgarrar la delgada piel de mi boca.
Sentía fluir la sangre por mi labio inferior, pero a diferencia de cualquier otra sangre, ésta yo no la deseaba. Él la deseó.
Volvió a tomar mi barbilla con su mano y acercó su rostro al mío lamiendo la poca sangre que fluía de ella ya que estaba cicatrizando increíblemente rápido, así como las heridas que me había hecho antes.
>>Eres taaan adorable —soltó absorbiendo el aire en mi cuello, arrastrando la segunda palabra con falso deje de ternura antes de levantarse e ir hasta la muchacha que no se había movido del lugar, como si la tuviera controlada, como si no tuviera voluntad propia, así como yo no la tenía hasta hace unos momentos. Y luego, ante mi horror, la mordió.
Yo estaba paralizada ante la escena, ya que el miedo me impedía reaccionar otra vez. Temía por mí misma y por lo que me pudiera hacer, ya que aunque deseaba la muerte, en lo más profundo de mí sabía que lo que él me podía hacer era mucho peor.
Pero al instante la soltó…
En ese tiempo yo no sabía que los mortales si podían seguir viviendo después de que los mordían (y no como había seguido “viviendo” yo), por lo que cuando noté que la joven seguía de pie viendo a Balthazar con solo deseo en sus ojos y no viendo nada más, mi odio aumentó por hacerme esto.
>>¿Ves que no ocurre nada, bonita? —dijo al girarse hacia mí, pero yo no entendía por qué sucedía.
Recordaba perfectamente el dolor que había sentido después de aquel placer imperdonable, que me parecía ilógico verla aún de pie, y a pesar de que el olor de su sangre goteando en su cuello y en la boca de Balthazar me golpeó de inmediato, yo no quise acercarme. Solo tenía una cosa en la mente: morir.
Él no me hizo caso y volvió de nuevo sus colmillos a la herida de la muchacha que lo esperaba, pero de pronto, como si hubiesen cortado los hilos de su trance, abrió los ojos de golpe y comenzó a clamar por ayuda.
Se la quería dar, pero las palabras de Balthazar, como cual hechizo, me detuvieron.
>>Detente. No intentes nada, bonita —y la soltó dejando que se desangrara en el suelo entre espasmos de dolor quemante que yo ya conocía muy bien.
Sonrió admirando lo que había hecho y me tomó del brazo para levantarme y llevarme con él.
>>No te podrás morir de hambre —comenzó a decir divertido por ello—, pero no será nada agradable para ti, bonita. Te lo aseguro —concluyó empujándome con él.
¿Y cómo moriría, entonces?
Por la luz del sol, pero descubrí que a pesar de mis fervientes deseos, tenía miedo de lo que ocurriría luego.

[justify]
Zafrina
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Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18) - Página 7 Empty Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)

Mensaje por Zafrina 24/7/2009, 5:13 pm



Seguimos viviendo en Nueva Orleans mientras que yo me negaba a beber la sangre de los jóvenes que Balthazar mataba todos los días ante mi impotencia, recordando todavía la mirada de la primera muchacha que vi morir en mi memoria. A veces mataba a dos, y solo porque decía que se aburría.
No volvió a tocar esos días, pero el hambre en mí se hacía cada vez más enfermizo e insoportable. No salía del granero y solo el maldito heno era mi entorno. No tenía a mi padre, ni a Thomas, ni a Marianne, ni tampoco mi violín que me diera consuelo. Solo estaba Balthazar, a quien le gustaba torturarme cortándose a cada instante las muñecas y su cuello con su pequeña daga plateada, pero yo me contenía. No quería volver a ser suya, y tenía a mi favor que ya no sentía aquella fuerza extraña controlándome la mente. Pero esa fuerza extraña, ahora era reemplazada por el hambre inaguantable.
Creí que habían pasado años encerrada en ese granero, pero solo habían sido un par de semanas. Un par de semanas que bastaron para que Balthazar llegara una noche con una enorme sonrisa en el rostro que me decía que no era nada bueno.
>>Buenas noches, bonita.
>>Mi nombre es Katherine —le dije en un siseo irreconocible para mí.
>>De acuerdo, de acuerdo —dijo como si no fuera nada—. Buenas noches, Kat… ¡Bonita! —terminó soltando en risas horribles de satisfacción—. ¿Cómo dormiste?
No le respondí.
Yo apenas podía dormir en esos días por el hambre que sentía, y él lo sabía, pero ignoró cualquier mirada que le pudiera entregar comenzando a hablar adornando sus palabras con una zalema hecha por su mano.
>>Adivina lo que se comenta por el pueblo —anunció con placer, pero yo no lo miré, solo abrazaba mis piernas ocultando mi rostro con mis manos y él continuó hablando—. Hace una semana iba a casarse un importante oportunista de Nueva Orleans, Thomas Delade —al oír ese nombre, a pesar del adjetivo que no acepté, mi mirada se levantó de inmediato para solo encontrándose con su rostro teñido de deleite—. Pero la novia, la cual se había fugado la semana anterior, jamás apareció y el pobre Delade se ahorcó en el cenador de la casa del padre de la novia fugitiva —concluyó.
Yo causé eso, me repetía una y otra vez, yo causé eso…
El dolor por lo que había ocasionado me tomó desde dentro de mi ser y me levantó como si me llevara hasta por encima del granero dejándome caer. Aquel dolor era tan indescriptible, que solo iba aumentando de nivel mientras que mi respiración se agitaba cada vez más.
>>Ella ya no lo quería y no pudo soportar la pérdida —seguía hablando pagado de sí mismo—. ¿Por qué lo abandonaste, bonita?
¿Él lo sabía?
Él lo sabía y se estaba riendo de mí. No solo me había convertido en esto, si no que también se burlaba de ello…
>>Pero a nosotros jamás nos va a suceder eso, ¿cierto?, porque nosotros nos queremos.
Si antes quería llorar y no podía, ahora ni siquiera había espacio para cuestionarme el por qué de aquello. Mi cuerpo ardía, pero era por el rencor y no otra cosa. Incluso se convulsionaba por la misma rabia sin decir ninguna palabra, y me di cuenta de algo de lo que no me había percatado antes, que él me había enseñado una cosa que no conocía, pero que la había sentido sin descanso en estos días: Odiar, aunque ni siquiera me hubiese cuestionado el sentirlo.
Mi cuerpo salto sobre él tomando su garganta, pero él solo se reía aumentando mi impotencia porque no podía hacerle daño. Quería matarlo, pero nunca podría y él lo sabía, divirtiéndose aún más por ello.
>>Vaya, bonita. No sabías que te gustaba jugar así —dijo ignorando mis intentos por dañarlo—. Si lo hubiese sabido antes, podría haber intentado otras cosas.
Su mano se fue hacia el escote de mi corsé, pero lo aparté saltando hacia atrás para luego correr a través de las puertas del granero hacia el bosque.
>>¡Bonita, espera! ¡Lo siento! —oí que gritaba a pesar de estar ya a una buena distancia, pero yo debía huir de allí como fuera y mientras más pensaba en eso, más rápido corría sorprendiéndome la velocidad que podía alcanzar.
Me interné en el bosque presa por el dolor y el odio, que era lo único que podía reconocer en mí, hasta que un olor apetecible golpeó mis sentidos.
Seguí el rastro sin ser consciente de lo que hacía, y al llegar a su origen, descubrí que había dos hombres entre los árboles con unas escopetas cazando entre la oscuridad.
El hambre me había vuelto loca y solo me abalancé sobre uno de ellos mientras que el otro corría sin saber lo que había ocurrido. Bebí por algunos segundos más hasta que una voz proveniente desde detrás de mi espalda, me sacó de mi ensimismamiento.
>>No creí que soportarías tantos días —dijo Balthazar apareciendo de entre las sombras—, pero veo que ya no lo resististe más.
Solo allí fui consciente de lo que le había hecho a una personal verlo a mis pies paralizado con sus ojos abiertos por el miedo y para mi vergüenza, el deseo.
>>Vete de aquí —le ordenó al hombre que de inmediato obedeció y salió corriendo.
Él podría haberlo matado, pero no lo hizo.
Yo podría haberlo matado, pero tampoco lo hice, aunque estuve a punto de hacerlo. Si no hubiese escuchado la voz de Balthazar a mis espaldas, abría terminado con la vida de aquel inocente y solo por saciar mi hambre. Me había convertido en un animal, en una salvaje, en un monstruo, y solo por saciar mis instintos…
>>¿Por qué? —hablé recuperándome de la impresión—. ¿Por qué me hiciste esto? —le exigí poniéndome frente a él.
>>Yo no te hice esto. “Tú” te hiciste esto —me respondió—. Yo nunca te dije que te fueras de excursión por el bosque. Yo te ofrecí sangre que podías beber tranquilamente, pero tú no la aceptaste.
>>¿Por qué me hiciste esto? —insistí ignorando su respuesta tratando de controlar el tono de mi voz.
Suspiró.
>>¿Por qué te hice joven eternamente? —preguntó rozando mis mejillas con sus dedos—. Porque sería un desperdicio que este lindo rostro se arruinara, además, nosotros estamos destinados a estar juntos por siempre.
¿Cómo me podía responder algo así? ¿Cómo podía pretender que nosotros estábamos destinados, cuando por la fuerza me había llevado a su lado?
Y en ese momento por fin entendí que por mucho que luchara contra él, jamás me podría alejar de su poder…

Las ramas de los arbustos se movieron sacándome de mi sombrío ensimismamiento, poniéndome alerta a cualquier cosa que pudiera ser, así que salté sobre el objeto de alarma descubriendo que solo era un conejo gris.
Lo dejé ir. No tenía hambre y además, tampoco tenía ánimos de alimentarme habiendo otra cosa por la que preocuparse.

Días después descubrí que, efectivamente, lo que había dicho Balthazar era cierto, y un mes más tarde, decidí que me rendiría a los instintos por la sangre humana para no volver a cometer una torpeza como la de la otra vez, así que en resumen, nunca asesiné a nadie y solo tomaba lo que necesitaba antes de causarles un daño irreversible y luego, gracias al poder que había conseguido, se iban sin recordar nada de lo que les había sucedido, y sinceramente lo agradecí, aunque sabía que Balthazar no hacía lo mismo con sus víctimas, pero en esos momentos, para mí, solo tenía una cosa en la cabeza y era sobrevivir planeando como poder alejarme de mi creador, mientras velaba a mi familia de cerca.
Me dieron por muerta, así que al acercarme a ellos entre las sombras, podía ver el sufrimiento de mi padre por ello a través de las ventanas de la casona, y Marianne, la acostumbraba siempre a recibir a cualquiera con una enorme sonrisa cálida en su rostro, se veía sombría y sin rastro alguno de lo que era ella.
Quería acercármeles y decirles que todo estaba bien, que no se preocuparan por mí y que quería volver a verlos sonreír. Pero siempre que lo quise hacer, Balthazar lo impedía.
>>Ahora yo soy tu única familia —repetía constantemente como la primera vez.
Dos meses más pasaron y ya no lo pude soportar más. Mi único contacto con mi humanidad eran los anillos que mi padre y Thomas me habían dado, y mi prometido ya ni siquiera estaba con vida.
Una noche, a espaldas de Balthazar, fui hasta la tumba de Thomas a despedirme de él y dejar el anillo de nuestro compromiso allí, pero para mi sorpresa y alegría momentánea, vi que a los pies de ella estaba Marianne.
Me acerqué entre las sombras aún sin decidirme si hablarle o no, pero solo un leve ruido bastó para que ella diera la vuelta hacia mi dirección y me viera.
Sus ojos se abrieron de golpe y el asombro era acompañado por el terror en su mirada.
>>¿Hermana? —escuché que preguntaba al ponerse de pie, pero en vez de acercarse como lo hubiese hecho yo, retrocedió lastimándome en el acto—. ¿Estás viva?
No supe si llorar de alegría o de tristeza, pero a fin de cuentas no pude.
>>Si, hermana —contesté acercándome más a ella no muy segura de si así estaba yo en realidad—. O eso creo.
>>Pe-pero… ¡te fuiste y nadie te encontró! —soltó sin dejar de lado su miedo—. Te dieron por muerta… y-y hace semanas creyeron verte y pensaron que eras un fantasma que los había atacado, pero no fue así. Tú no eras y no los pudiste haber atacado, ¿cierto?
A mi mente vino de inmediato el par de hombres que cometieron el error de salir esa noche y cruzarse en mi camino y a los cuales yo había atacado, pero no lo iba a aceptar, de momento tenía que decirle la verdad.
>>Marianne, yo ya no soy como era antes…
>>¿De qué estás hablando? —me interrumpió acercándose más a mí y mirándome de pies a cabeza con sus ojos azules—. Te estoy viendo y… bueno, te ves algo pálida, pero no eres ningún fantasma —tomó mi mano entre las suyas tanteándolas, logrando sentir el calor en ellas y el metal de su propio anillo—, y además estás algo fría, pero te puedo tocar. Eres real.
>>Lo soy, hermana. Soy real, pero no como lo era antes —comenté de nuevo y mi mirada se dirigió hacia la tumba de Thomas.
Marianne siguió mi mirada, pero la suya se volvió seria y fría.
>>¿Por qué te fuiste? —preguntó sin apartar la mirada de la lápida y pude ver como comenzaban a brotar lágrimas silenciosas de sus ojos—. El día que cumplí 23, tú jamás llegaste, y eso que te casarías a la semana siguiente como lo habías esperado tanto. Thomas… —tomó un gran trago de aire tratando de que su voz no se quebrara, pero le estaba costando trabajo—. Thomas se suicido al par de semanas de que desaparecieras, y-y nuestro padre está desconsolado y mortificándose porque dice que no fue un buen padre y ni siquiera sonríe—cuando dijo aquello, creí que no podría soportar seguir escuchado, porque ella tenía la razón, yo tenía la culpa—. ¿Por qué te fuiste y no volviste hasta ahora? —terminó recriminándome y soltándome las manos para sentarse a los pies de la tumba nuevamente como lo había visto al llegar, y estaba segura que inclinó su cabeza para esconder sus lágrimas de mí.
Yo era culpable de absolutamente todo lo que había dicho, pero aún así no fue por mi propia intención. Nunca lo pretendí.
Movía mis manos entre sí acariciando el anillo de mi padre como lo hacía cada vez que mi conciencia estaba destruida, entonces me senté a su lado para dejar mi anillo de compromiso como lo había decidido antes de ir allá, y ella habló lanzando las palabras sin ánimos mientras veía lo que yo hacía.
>>Él se suicidó por ti.
>>Hermana, tienes que creerme —le pedí—. Yo no me fui porque lo quise…
>>¡Entonces, por qué! —me interrumpió.
>>¡Yo no soy la misma que era antes! —repetí por tercera vez esa noche—. Y-yo… Yo solo no podía estar nuevamente con ustedes.
>>Pero aquí estás, nuevamente con nosotros —me reprochó.
>>No. No completamente —corregí—. Yo cambié…
>>¿Y cómo cambiaste que ya no eres la misma de antes? —me interrumpió—. ¿Qué eres entonces, hermana? ¿Liberal? ¿Independiente? ¿Rebelde?
>>Ya no soy humana —solté finalmente logrando que su mirada cambiara desde el reproche al desconcierto—. No soy mortal.
>>¿D-de qué hablas?
>>Hablo de que ya no me alimento cómo lo hacía antes —comencé—. Ya no duermo como lo hacía antes, ni puedo salir a la luz del sol como lo hacía antes —largué con frustración y noté como Marianne se comenzaba a poner de pie con miedo en su expresión. Mi hermana me temía.
>>¿Qué quieres decir?
Me levanté con ella y tomé sus manos. Realmente no quería que se fuera y quería sentir su calor.
>>Marianne, lo que soy no cambia en nada lo que tú y mi padre significan para mí, te lo juro, pero lo que quería decir es que… es que… me convirtieron en un vampiro —terminé con dificultades para contarle la verdad, pero en ese mismo momento sus manos me soltaron de inmediato apartándose con terror.
>>¡Qué! Tú-tú —estaba balbuceando, pero nunca supe lo que en realidad me diría en ese momento, porque una figura la tomó por la espalda atrayéndola hacia atrás.
Balthazar estaba allí. La tenía entre sus garras y luego la mordió ante mis ojos, acallando cualquier que podría haber dado ella con una mano en su boca.
>>Ella no merecía tu cariño, bonita —fue todo lo que dijo Balthazar ante mi impotencia dejándola en el suelo…
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Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18) - Página 7 Empty Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)

Mensaje por Zafrina 24/7/2009, 5:17 pm

El sol saldría en solo una hora en la ciudad, así que ya no podía estar vigilando a mi alrededor por si mi pesadilla viviente me seguía, aunque tal vez debería estar cuidando a Robert afuera de su apartamento, pero definitivamente era más seguro para él que estuviera lejos, porque si Balthazar sabía de mi paradero, se dirigiría hacia mí primero y si eso era así, quería estar lejos de Robert cuando sucediera.
Volví a la casona entrando por la ventana y dejándola cerrada para cuando saliera el sol, encontrándome con una habitación que había albergado uno de los momentos más maravillosos de mi horrible vida sempiterna.
¿Y si algo así jamás ocurriría de nuevo?

Al año de lo que sucedió esa noche, supe que mi padre había muerto de tristeza al haber perdido a sus dos únicas hijas, o eso fue lo que había escuchado… Y yo tenía la culpa.
Cuando recordé la pregunta que me había hecho Robert sobre si alguna vez había matado y yo le había respondido que no, ahora podía decir que sí y que había mentido.
Maté a Thomas, maté a mi hermana y maté a mi padre, convirtiéndome en el peor monstruo existente en la tierra, incluso peor que Balthazar.
Ya no era tan poderosa como lo era antes porque mi dieta había cambiado rotundamente al descubrir que podía vivir de animales, pero aún así no descansé hasta que siete años después escapé de Balthazar.
Días pasaron y él aún no se aparecía sorprendiéndome de lo que había logrado. Solo deambulaba por los Estados Unidos, pero sin encontrar tan solo un rastro de él.
Me sentía sola y estaba sola, pero en ese momento era mil veces mejor que estar bajo el dominio de Balthazar, así que comencé a estar tranquila procurando moverme pronto de ciudad en ciudad, y así fue cuando en 1943, en medio de la segunda guerra mundial, después de haber vivido ya una guerra sin sentido, llegué a Boston llevando algo de lo que sabía hacer.
Después de que mi padre muriera, obtuve mi violín de la casona y retomé mi música practicando como lo hacía antes, así que cuando me presenté en un par de salones de Boston para ganarme la vida, fui bien recibida. A pesar de que era mujer, a nadie le importaba bajo el conflicto que se estaba viviendo.
Gané cierto tipo de fama, y cuando la guerra terminó oficialmente, los salones se expandieron y la gente llegó en masas, hasta que un periodista, Víctor se llamaba, comenzó a sospechar de mí.
Recuerdo perfectamente su cabello rubio y su piel tostada por el sol cuando me fue a hablar por primera vez. Era amable, y aunque los periodistas de ese tiempo no eran como los de hoy, no dejaba de ser persistente cuando se estaba acercando a la verdad. Pero por fortuna y desgracia a la vez, el falleció junto a su equipo de trabajo en un accidente y jamás pudo decir nada.

Miré mi violín a un lado del sillón recordando los viejos tiempos, ya que podía decir que me sentía acompañada y admirada al no estar entre las sombras tocando para el público, pero también recordé que eso mismo había traído a mi existencia el terror de nuevo.

Víctor y su equipo murieron en el accidente, pero yo ya había ganado cierto renombre, así que días más tarde de su deceso, llegó a mí la peor sorpresa en décadas.
Después de una presentación, y ciertamente la más concurrida que había tenido, al llegar a la casa que ocupaba, dejé mi violín encima de un mueble en la oscuridad y una mano se cerró alrededor de mi muñeca.
>>Bonita, ¿por qué me dejaste por tanto tiempo?
Era Balthazar, después de tanto tiempo sin verlo él me había encontrado.
Quise apartarme, pero el agarre de mi muñeca no aflojaba empujándome contra la cama del cuarto.
>>¿Te sorprende verme, amor? —preguntó estando sobre mí, logrando ver con intensidad la tonalidad de sus ojos negros y la diversión en su expresión—. Aunque al parecer, no te complace verme de nuevo como a mí me complace encontrarte.
Estaba muda por el miedo y la impresión y aun no me podía hacer la idea de que Balthazar estaba en esos momentos sobre mí. No me podía reponer de que mis miedos de ese entonces estaban de vuelta.
>>¿No me dirás nada después de tantos años? —siguió hablando—. Después de ayudar en el campamento de las fuerzas armadas de nuestro amado país, como mínimo me merezco un buen recibimiento, ¿no crees? —dijo jocosamente—. ¿Por qué me miras así? ¿No me crees? Es cierto, estuve ayudando en el banco de sangre recolectando las donaciones directamente, pero…um, creo que nunca llegaron a su destino —concluyó riendo.
Una de sus manos pasaba por mi cabello desordenándolo en el trayecto, mientras que la otra subía y bajaba una y otra vez desde mi cintura a mi muslo.
>>Vamos, bonita. Respira —dijo besando mi frente—. Tranquila, que ya estoy contigo.
>>¿Có-cómo me encontraste? —logré decir finalmente.
>>Bueno, solo digamos que te has hecho bastante famosa —me respondió.

Me reía sin ánimos haciéndome a la idea de que la razón por la cual ya no me sentía tan sola en esos días, era la misma que había causado que Balthazar me encontrara y miraba mi violín con melancolía por haber sido el objeto de lo bueno y lo malo que me sucedió. Pero él no tenía la culpa. Solo yo había causado esto al ser tan ingenua en creer que podría vivir una vida normal como lo que no era. Mismo error que estaba cometiendo ahora con Robert, pero no podía dejarlo sin protección, aunque no tuviera la fuerza suficiente para hacerle frente a Balthazar, no dejaría a Robert a su merced.

No volví a tocar en Boston y me desaparecí completamente del mapa para los que iban a escucharme tocar y la directora del salón en el que tocaba.
Balthazar no me dejaba sola en ningún momento, temiendo de que seguramente fuera a escapar de nuevo porque en realidad eso era lo que planeaba. Jamás podría contra él, pero ya había escapado una vez de él y lo iba a conseguir de nuevo.
Una noche después de haber sido poseída por él, y antes de que llegara el amanecer, decidí que si no podía deshacerme de él por mi propia fuerza, utilizaría los únicos medios que tenía para acabar con esto, aunque eso significaba que encontraría mi propio final en el intento. Pero no importaba, con tal de alejar a ese monstruo de la faz de la tierra.
Me levanté y fui hasta las ventanas tapiadas con las intenciones de abrirlas, para que cuando saliera el sol, su luz nos diera a Balthazar y a mí en el acto acabando con todo problema. Me había decidido y había tratado de dejar mi miedo de lado para hacerlo, no muy convencida del todo, pero lo estaba intentando. Pero cuando estaba haciéndolo y mientras me preocupaba de no hacer ningún ruido, sus brazos me tomaron por la cintura atrayéndome hacia su torso desnudo.
>>¿Qué haces, bonita? —preguntó cerca de mi oído sintiendo su respiración rozar mi piel con amenaza—. ¿Pensabas ver el amanecer?
Una de sus manos siguió el camino de mi brazo hasta llegar al tirador de la ventana que estaba sujetando, entonces para mi sorpresa, él mismo abrió la ventana con mi mano aún bajo la suya.
La ventana daba directo hacia horizonte por el este, así que cuando las ventanas estuvieron abiertas pude ver como comenzaba a aclarar en la lejanía.
>>¿Tú sabes qué sucedería si esa luz tocara tu hermosa piel? —inquirió sin apartar su boca de mi oído al hablarme, pero su pregunta fue hecha con segundos propósitos mientras seguía apretando mi mano entre las suyas haciéndome daño e impidiendo que la pudiera mover de donde la tenía—. ¿Te podrías imaginar el dolor que sentirías cuando eso suceda? Sería incluso mucho más insoportable que la hambruna para ti —yo no quería escucharlo, pero era imposible—. Tu blanca piel se carbonizaría poniéndose negra mientras que los rayos del sol acarician con fuego la extensión de tu cuerpo, luego te convertirías en cenizas que se irán con el viento, pero no sin antes experimentar la mayor desesperación que pudieras soportar sin poder hacer nada para evitarlo, porque cuando esos rayos que verás en unos momentos en el horizonte te toquen, ya no habrá vuelta atrás.
Además de ser presa del miedo porque me haya descubierto, también comencé a serlo por la desesperación de lo que me ocurriría, y Balthazar me tenía inmovilizada disfrutando por mi impotencia.
>>Te noto tensa —comentó con deleite—. ¿Qué sucede, bonita? ¿No querías ver el amanecer conmigo?
>>Suéltame, Balthazar —le exigí viendo como el amanecer estaba cada vez más cerca tratando de zafarme de su agarre.
>>¿Por qué? ¿No era eso lo que querías? —dijo dándome vueltas para que quedara en frente de él y al desesperación se hacía mayor, ya que no podía ver lo que sucedía a mis espaldas—. Y es precisamente lo que te estoy ofreciendo, porque yo te daré siempre lo que quieras.
Pero podía ver su mirada con demencia y frialdad.
>>¡Solo suéltame! —repetí con desesperación hasta que por fin lo hizo.
Cuando estuve libre, me volteé justo antes de que el sol diera donde no quería y cerré la ventana viendo como un rayo de luz se logró filtrar por una ranura.
Me aparté con terror de ella, extrañando como antes podía disfrutar de los paseos por la mañana en el jardín de mi padre, pero no tuve mucho tiempo para extrañarlo, porque luego la ira de Balthazar se hizo presente.
Lo que ocurrió después no vale la pena de recordar, pero me hice a la idea de que la única manera de estar libre era escapar cuando estuviera descuidado, porque definitivamente no conocía forma de matarlo.
Matarlo… como si antes hubiese pensado en algo así premeditadamente…
Tiempo más tarde, y como lo había estado intentando hacer sin éxito ya que él siempre iba un paso delante de mí, intenté engañarlo haciéndolo creer que lo quería. Hacía todo cuanto me decía y estaba de acuerdo siempre con él.
Me sentía una cualquiera vendiendo mi cuerpo por mi libertad, pero fue lo único que logró darme una nueva oportunidad para huir, la cual aproveché en la primera ocasión que se me presentó una noche en que le dije que prepararía una sorpresa para ambos.
Y la sorpresa fue para ambos. Para él al no verme llegar, y para mí al descubrir que todo lo que hice había dado resultado.
Tenía mi violín y mi dinero, y con eso me alejé de Estados Unidos con la esperanza de no volver a verlo más, hasta ahora…



* * * * * * * * *
Qué tal??? Tienen que abrir su mente para lo que podría llegar a suceder. Creo que he dado indicios de que las cosas no son como parecen… y si no, esperen los demás capítulos Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18) - Página 7 275394

Espero que les haya gustado y por favor; comuníquenme sus quejas y sugerencias por mi trabajo.

Gracias.
Muchas gracias por su apoyo siempre: Barbie y Atal.
Y también a Citly, Palmi. Renneesme,…, por sus comentarios en capítulos anteriores Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18) - Página 7 781363 (del principio)

Y recuerden; sigan creyendo…

* * *
Próximo capítulo: Visitas
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Mensaje por Atal 24/7/2009, 6:49 pm

lo unico que espero que no le haga daño a Rob Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18) - Página 7 328782 me dio penita por Kat ya que me imagino como sufrio al ver q Balta con lo que le hiso a ella vio perder a todos sus seres queridos....

amiga sigue y no te demores en el otro capitulo... Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18) - Página 7 570333
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Mensaje por Zafrina 24/7/2009, 8:12 pm

y ahora estoy un poquito bloqueada, pero prometo concentrarme para subir el prox cap
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Mensaje por Atal 24/7/2009, 8:32 pm

estamos iguales Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18) - Página 7 275394 yo llevo la mitad del proc¡ximo capitulo y no he podido terminarlo jajaj
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Mensaje por Zafrina 27/7/2009, 5:57 pm

por mientras viene el proximo capitulo les de jo una cancion que podria tomarse como la situacion de la protagonista... Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18) - Página 7 275394

final destination, within temptation

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Mensaje por Bbra 27/7/2009, 11:28 pm

Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18) - Página 7 240478 q bueno historia linda sigue asi

bueno al igual q atal solo espero q no lastime a rob Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18) - Página 7 992240 y pobre kate ha sufrido mucho
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Mensaje por Zafrina 3/8/2009, 10:15 pm

Disculpen por tanta demora, pero es que estaba leyendo unos libros de Sherrylin Kenyon, que me tenían aferrada al asiento…
Pero ya llegué…
Ah, y se supone que el capítulo se llamaría “visitas”, pero lo modifiqué.
Ojalá que lo disfruten.

* * * * * * * * * * * *

Capítulo 11: VISITAS INESPERADAS


RPOV
No pude dormir en casi toda la noche pensando en lo preocupada que Katherine se había marchado. Cada vez que cerraba mis ojos, se me venía a la cabeza la imagen de ella siendo descubierta y expuesta en una mesa de experimentos, solo logrando que me lo pasara a saltos cada dos minutos. Y cuando por fin pude quedarme dormido, o lo estaba intentando hacer por lo menos, el sonido de mi teléfono celular (el cual “brillantemente” olvidé apagar) aturdió mis oídos a eso de las diez de la mañana quitándome cualquier esperanza que tuviera de descansar.
Tomé el teléfono identificando automáticamente la llamada como el número de Cindy, mi representante, y ahora que lo pensaba, era la única que no había llamado aun por la notica que había salido sobre mí en la prensa entre todas las otras llamadas de mi madre, Taylor y otros amigos que preguntaban lo mismo: “¿son ciertas las fotos?”, lo que solo lograba impresionarme, porque si ya habían rumores sobre mí antes (no ciertos, por lo demás), ¿por qué ahora se lo habían tomado tan en serio?
Si. Sabía que debía apagar el teléfono, pero claro, en cualquier momento podría ser Katherine con algo que si importaba…
El teléfono seguía sonando en mis manos, así que apreté con mi dedo pulgar el botón de contestar, sin ánimos por lo demás, y de la misma forma le hablé.
—Hola, Cindy. ¿Qué sucede?
—Buenos días, Robert —respondió con el mismo humor en que lo hacía siempre; con entusiasmo, como si todo dependiera del momento.
Aunque tal vez así son las cosas; todo siempre va a depender del preciso momento en que se esté viviendo, como la frase que dice “vive cada momento como si fuera el último”… Yo solo procuraría recordarlo.
—Lamento interrumpir tu “excelente” humor de esta mañana, pero necesitaba hablar algunas cosas contigo.
—¿Qué sucede? —pregunté ignorando su dejo de ironía sin malas intensiones de su última frase.
—Bueno, primero que todo, no quería hablarte de la noticia de ayer —y aquí vamos de nuevo…—, pero te advierto que escuché algunos rumores acerca de que te vieron saliendo de una casa al norte de la ciudad, y no creo que los periodistas se demoren mucho para llegar hasta allá. Y si efectivamente vive allí tu novia, no será para nada agradable…
¡Demonios! Era como si todas las malas noticias vinieran una tras otra… ¿qué vendría después, un ex novio celoso queriendo matarme?
—…pero en fin, llamaba para recordarte sobre la entrevista de mañana para el canal 3 —agregó continuando el hilo de su conversación, pero…
—¿Entrevista? ¿Qué entrevista? —le pregunté confundido.
—Sabía que se te olvidaría —comentó riendo—. Bueno, la entrevista que se supone que fijamos hace más de dos semanas desde Italia con el resto del elenco. “Esa entrevista” —enfatizó.
Definitivamente lo había olvidado por completo. Con otras cosas dando vueltas en mi cabeza, no quedaba lugar para una simple entrevista con las mismas preguntas de siempre…
—Y como ya cumplí con mi misión de recordarle a tu mente tus compromisos, te dejo. Ah, y te advierto que tengas más cuidado porque con la noticia de ayer, difícilmente te dejarán libre —agregó.
Y se supone que no quería hablar de eso… pero lamentablemente tenía razón.
—Gracias, Cindy. Nos vemos.
—No hay de qué, chico. Solo cumplo con mi trabajo. Nos vemos.
Y colgó dejando solo silencio tras su “magnífica” noticia. Incluso hubiera preferido que sonara el tono de la línea vacía, por último para escuchar algo, pero como era un teléfono móvil solo hubo silencio para hacer juego con la inexistente lluvia de mis ideas para arreglar el problema en que había metido a la persona… vampiro… mujer que yo quería.
Genial. Además de haber lanzado la atención sobre Katherine, había logrado lanzarle los periodistas sobre su casa.
Perfecto. Como para que ella quisiera volver a verme otra vez…
¡Perfecto! ¡Malditamente perfecto!
El miedo aumentaba y yo solo esperaba que lo que me había dicho Cindy fuera un rumor, como tantos otros que había escuchado desde que me convertí en “figura” pública. Pero de una cosa estaba absolutamente seguro: ayer, efectivamente me vieron saliendo de la casona, y sí; también me habían reconocido y tratándose de periodistas, podía esperar cualquier cosa.
Después de darme una ducha y vestirme con lo primero que tocaron mis manos del desordenado armario, traté de comer algo ya que sentía mi estómago algo extraño producto de los nervios, pero no dio mucho resultado que digamos. Pasaban las horas y la espera se hacía insoportable frente al televisor y el teléfono. Según mi reloj, sabía que Katherine estaría durmiendo a esta hora, por lo tanto no llamaría, y en la pantalla, solo albergaba las esperanzas de que no apareciera nada sobre mí, pero aquella esperanza se esfumó al corto tiempo.
>>Y continuando con la noticia que nos tiene a todas en ascuas sobre la supuesta novia desconocida de Robert Pattinson, y por supuesto, dejando de lado otros rumores que lo vinculaban con sus compañeras de reparto; Niki Reed y Kristen Stewart, tenemos el testimonio de una joven que vio al actor saliendo de “cierto” lugar la mañana de ayer, que fue donde supuestamente pasó la noche Rob —no, no ¡no! Maldición, era cierto… ¿Qué acaso los periodistas no tenían nada mejor que reportear?—. Nuestras periodistas ya se encuentran en el lugar, pero aun no se ha visto ni rastro de la misteriosa chica —Obvio, pensé en mi fuero interno con alivio, a esta hora jamás saldría, pero cuando lo hiciera…—, mientras tanto seguiremos informándoles de cualquier avance. No se muevan de nuestra sintonía que ya pronto volvemos de una pequeña pausa comercial.
Ahora si que no tenía esperanza… Cuando Katherine se enterara y viera lo que sucedía a las afueras de la casona, no me querría ver más y me quedaría solo sin la única mujer que amaba.
¿Cómo en tan corto tiempo había logrado sentir todo esto? Ni siquiera me podía hacer a la idea de lo rápido que había sucedido aquello… Era como si ahora todo girara en torno a ella, y lo más horrible era que ni siquiera estaba seguro que ella sintiera lo mismo que yo.
Fui hasta el velador de mi habitación y tomé uno de los cigarrillos que me había obsequiado Katherine hace algunos meses y de los cuales aun conservaba bastantes de ellos ya que solamente había fumado uno que otro con la intención de que perduraran, pero ahora simplemente lo necesitaba. Necesitaba recordar la primera vez en que la vi sentada en el diván de cuero negro y a ella vestida del mismo color, con sus ojos azules mirándome intensamente y sus labios sensuales moviéndose al hablarme y al chocar con los míos. Necesitaba pensar en aquel primer beso, y luego en el otro, y en el otro, porque para mí eran todos como una primera vez. Era siempre un nuevo nivel de nerviosismo y una nueva magnitud de fervor. Siempre una nueva sensación, y cada vez mejor que la anterior.
Suspiraba a cada momento frente al televisor, tanto por la añoranza de volver a estar con ella y verla sonreír como lo hizo algunas veces, como por la frustración de que no volviera a mí nunca más. Y en eso estaba lamentándome como un perdedor frente a una pantalla (creo que no había pasado tanto tiempo frente a un televisor antes) cuando el timbre sonó.
Me levanté con dificultad y sin ánimos del sillón para ir a abrir, y tiré la manilla de la puerta para descubrir detrás de ella a la simpática y linda Kris. Pero se veía triste…
Tal vez aun no se arreglaba con Michael y yo no siquiera la había llamado para saber como estaba…
—¡Kris, qué sorpresa! —la saludé y la recibí con un abrazo tras quitarme de la puerta para dejarle la entrada libre—. Adelante.
—Hola —respondió con timidez entrando a mi lado, y de ahí pasamos a la sala de estar—. Lamento no haber avisado que vendría, pero necesitaba hablar contigo.
Su mirada me preocupaba. Ya no había rastro de su sonrisa, probablemente por Michael (en Italia se veía así por él) y me preguntaba si yo habría estado así también cuando no sabía si volvería a ver a Katherine, como ahora.
—Dime —la incité refiriéndome a lo que quería decirme—, te escucho.
De pronto su mirada atrapó mi cuello en lo que seguramente debía ser la marca que tenía de ayer como un moretón, pero algo incómodo y con disimulo subí el cuello de la camisa que llevaba puesta para apartar su vista y fue allí cuando me miró de nuevo a la cara.
—¿Son ciertas las fotos de ayer en la prensa? —preguntó de golpe mirándome fijamente descolocándome y sorprendiéndome un poco lo que había dicho.
¿Cómo todo se había convertido en un “son ciertas las fotos”, cuando yo tenía mucho más por lo que preocuparme detrás de ellas?
—Lo son —respondí finalmente con sinceridad tras un suspiro—, por desgracia
Seguía repitiéndome que por culpa de aquello, ahora no solo los ojos de muchas personas que ni siquiera importaban estarían sobre Katherine, si no que además ella tal vez se alejaría de mí por el miedo que vi en sus ojos cuando se marchó. Así que entonces, ¿qué iba a hacer para remediarlo?
—¿Y quién es ella? —continuó Kris con la vista fija en el porta retrato que una vez utilicé para reflejar el rostro de Katherine, y a la vez, sacándome de mi ensimismamiento.
—¿Ella?... bueno… ella es… —balbuceaba con nerviosismo, porque ¿qué podía hacer?, decir: “Ella es Katherine, una vampiro de la que estoy enamorado. ¿Recuerdas que antes no creía?, bueno, ahora creo. ¿No es cómico?”. No, esa no era una respuesta que alguien creería, ni pucho menos que yo pudiera ofrecer—. Su nombre es Katherine —respondí finalmente.
—¿Es tu novia? —lanzó de inmediato levantando la vista.
Esto ya estaba pareciendo una de esas desagradables entrevistas que a ella tampoco le gustaba responder, y no lo comprendía. Pero antes de que pudiera preguntar por qué tanta curiosidad, las palabras del televisor que aun estaba encendido llamaron de inmediato mi atención.
>>Continuamos a las afueras de la casona en donde supuestamente se le vio salir al actor Robert Pattinson la mañana de ayer, y con nosotras está Cristina, la testigo que nos dio esta información —dijo la periodista y a su lado se encontraba la misma chica de ojos grandes que me había encontrado al salir de la casona—. Cristina, ¿qué nos puedes contar?
>>Bueno… esa mañana yo volvía de trotar y al abrir la puerta… ¡allí estaba! —respondió algo nerviosa.
¡Pero qué me importaba que estuviera nerviosa! Maldita la hora en que se le ocurrió abrir la boca.
>>Pero ¿cómo puedes estar segura que era él? —preguntó la periodista y esa era una muy buena pregunta…
¿Cómo estás segura? Vamos, contesta…
>>Porque lo era —respondió la aludida.
¡Pero qué buena respuesta!, pensé con ironía.
>>Y además vestía igual que en las fotos de ayer —continuó—, y un rostro así, definitivamente no se ve muy a menudo.
Había estado tomando confianza al hablar, se notaba, pero tratando de evitar su último comentario, seguí escuchando.
>>¿Y tú conoces a la chica con quién salió Rob?
Vamos, responde, exigía en mi mente y me di cuenta que estaba moviendo mis piernas y mordiendo mis uñas.
>>Bue-bueno, la verdad no —respondió y la periodista se vio bastante desilusionada con la respuesta, por el contrario de mí, quien estaba feliz—. Yo solo sé que una chica vive en el tercer piso, pero nadie de los que vive en la casona la conoce.
Bien… ya no pueden hablar más de ella.
>>Al parecer, esta chica es más misteriosa de lo que pensábamos… —comentó la periodista, pero fue lo último que escuché antes de tomar con rabia el control del televisor y apagarlo.
Por más que siguiera pegado a la pantalla escuchando los chismes, no encontraría ni una solución al problema y eso solo me seguía colocando más y más nervioso.
Di un fuerte resoplido de aflicción y a mi vergüenza recordé que no estaba solo al ver a Kris que continuaba escrutándome con su mirada.
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Mensaje por Zafrina 3/8/2009, 10:16 pm



—¿Quieres algo de beber? —le ofrecí, poniéndome de pie de un salto para ir a la cocina pasando por alto el lapsus que había tenido.
—No, gracias. Solo…
—¿Un café? —la interrumpí y ella negó con un movimiento de cabeza—, ¿té?, ¿una cerveza? —seguí insistiendo, pero ella seguía negando—, ¿jugo?, ¿un refresco?, ¿agua?
Yo seguía nervioso y no sabía que hacer para quitar la atención de mí. Solo continuaba ofreciéndole cosas a Kris como un obsesivo, hasta que recordé lo que la había estado afligiendo hasta hace unos días con respecto a su relación.
—¿Y cómo está Michael? —pregunté de pronto.
—Oh. Él y yo terminamos —me respondió, pero me sorprendió la calma con la que lo dijo.
—Uh-Oh. Er… lo siento —solté sin saber que más decir en esos momentos.
Ese día, definitivamente no era el día de las buenas ideas de Robert. Mi mente seguía en blanco.
—No te preocupes. Hace tiempo que lo nuestro no funcionaba —agregó sin prestarle la mayor importancia—, pero ella ¿es tu novia? —inquirió insistiendo con lo de hace un rato cambiando de tema rotundamente y desviando la atención de ella a mí otra vez.
—No todavía… —respondí de todas maneras.
Si había algo que jamás podía hacer bien, era mentir, o cuando lo intentaba, ya era tarde, como ahora.
—Lo que quiero decir es que es una amiga que conocí hace algunos meses… Pero… no me cambies el tema —exigí algo incómodo, porque enfocar la conversación en ella nuevamente, tal vez significaba abrir una herida y un tema que quizás no querría tocar, pero era preciso no seguir abriendo mi bocota—. ¿Y no pueden arreglar las cosas? —inquirí.
—No quiero arreglar las cosas —me respondió terminantemente decidida. Algo raro en ella al ser tan retraída.
Uh-Oh.
—Um… bueno… eh…
—Rob, hay algo que necesito decirte —dijo interrumpiendo mi balbuceo sin sentido colocándose de pie, y solo en ese momento me percaté que estaba detrás del diván de cuero negro.
—Dilo, soy todo oídos —le incité dándole mi confianza para que dijera lo que sea que la ponía tan nerviosa según mi percepción.
—Nos hemos… acercado bastante en el último tiempo… —comenzó con dificultad después de dar un largo suspiro mientras sus manos se movían insistentemente con nerviosismo entre sí—, y esa misma cercanía es… es la que me ha hecho pensar bastantes cosas…
¿Rodeos? ¿De qué se trata todo esto?
—Continúa —insistí confundido.
—Lo que quiero decir… —comenzó a decir después de aclarar su garganta, pero inmediatamente cambió el hilo viendo como la piel de sus mejillas se tornaba carmín—. ¡Cielos!, creí que sería más simple —comentó más para sí misma—. Lo estuve practicando de camino acá, pero…
—Tranquila, te escucho —le dije confundido tratando de darle la confianza para hablar ante su repentino nerviosismo.
—Lo que quiero decir… —comenzó de nuevo— es que… tu cercanía me ha… me ha hecho sentir cosas que no sentía hace tiempo —soltó finalmente dejándome helado de la sorpresa en mi posición—. Robert, tú me gustas —continuó aumentando mi desconcierto—, y lo de ayer hizo que me diera cuenta que no podía seguir manteniéndolo en secreto. Si no lo decía ahora, tal vez no lo diría nunca —agregó acercándose más a mí.
—Debes estar confundida… — comencé a decir (al menos más que yo, pensé), y en eso sus manos se fueron peligrosamente hasta mi rostro tomándolo con suavidad cortando cualquier cosa que fuera a decir.
—No lo estoy —me contradijo acercándose aun más, pero en ese preciso momento sonó mi teléfono.
Salvado por la campana… o por el ring tone, pensé alejándome de Kristen a toda prisa para tomar el aparato que estaba sobre la mesa. Primera vez en el día que me gustó oírlo sonar.
—¿Di-diga? —contesté con dificultad.
—¿Robert? ¿Estás bien? —dijo la hermosa voz de la única persona que quería escuchar tras la línea, pero se notaba preocupada.
¿Habrá sabido que algo pasaba por acá?, porque por lo menos aun faltaban un par de horas para que se oscureciera por completo.
—¡Katherine! —solté de inmediato dirigiendo una rápida mirada hacia Kristen cuando mencioné el nombre viendo su rostro con una desconocida expresión—. Si, estoy bien. ¿Qué sucede? Aun es temprano —dije sintiéndome incómodo por lo de hace unos momentos, así que desvié mi mirada de mi… amiga y caminé hacia el balcón.
—Lo sé, no podía dormir —señaló sin cambiar el tono de su voz, y tal vez yo era el culpable de su repentino insomnio—. Quería saber si acaso te molestaría recibirme hoy en tu apartamento —agregó alegrándome de que lo hiciera, ya que después de lo que me torturé pensando en que no quería volver a verme por lo que estaba sucediendo…
Pero tal vez aun no se enteraba.
—Por supuesto que no me molesta, te espero —respondí, pero luego tomé cualquier miedo y agregué—. Pero ¿estás enterada de lo que sucede afuera de la casona?
—¿Afuera? —preguntó confundida diciéndome ya la respuesta—. Escuché movimiento, pero no he podido mirar aun, ¿qué sucede?
Tomé un respiro.
—Enciende la televisión en el canal 21 —le indiqué algo incómodo.
Después de varios segundos de silencio en lo que estoy seguro de que se estaba enterando de todo, soltó un leve “Uhm” de sorpresa.
—¿Están afuera?
—Lo están —reafirmé su pregunta aunque fuera simple retórica—. Siento que todo haya llegado hasta este punto, pero te prometo que buscaré una solución —agregué convencido de que la encontraría y de pronto escuché una suave risa de su parte.
—No te preocupes —expuso luego—. Créeme que los prefiero aquí que allá.
No tenía sentido que dijera eso y lo único que se me pudo ocurrir para que lo dijera era que no quería que me sintiera culpable… Simplemente no dejaba de impresionarme con su buen corazón a pesar de decirme que había hecho cosas malas.
—Por favor, solo ten cuidado al salir —le pedí.
—Siempre —me respondió—. Unos cuantos periodistas no son de que preocuparse.
Si ella lo decía…
—Solo prométeme que tendrás cuidado —insistí.
—Lo prometo, pero tú no te preocupes por mí —me dijo después de unos momentos de silencio.
Pero ¿cómo esperaba que no me preocupara por ella, cuando últimamente ella era en lo único que pensaba todo el día?
—Entonces te veré después del atardecer —hablé finalmente.
—Así es —reafirmó tras un suspiro—, después del crepúsculo —agregó logrando que sonriera por la alusión, al igual que ella, y luego concluyó—. Cuídate, por favor y no salgas.
¿Que no saliera? Es a ella a quien querían acosar de momento ¿y me pide a mí que me cuide y que no salga?
—Adiós —dijo antes de colgar.
Y de nuevo me dejó con un extrañó sentimiento embargando mi estómago al no saber por cuanto tiempo más estaría bien. Aunque ella tratara de calmarme, no podía dejar de sentir lo que sentía, incluso cuando el que debería estar calmándola a ella tenía que ser yo y no viceversa, pero de pronto el eco de un pequeño carraspeo llamó mi atención.
Cierto, Kristen estaba allí y no sabía como enfrentar lo que acababa de suceder, pero de momento comencé a caminar de vuelta a la sala de estar.
—¿Al atardecer? —repitió a modo de pregunta lo que antes yo había dicho hablándole a Katherine.
—Kristen, yo… —comencé a exponer sin siquiera saber lo que seguiría diciendo, pero ella me interrumpió.
—No te preocupes, yo… yo… —dijo gesticulando con sus manos y su rostro me estaba doliendo. No quería aceptar que yo podía haberle causado esto—. Yo creo que nunca debí haber venido. Lo siento —concluyó caminando hasta la puerta.
—Espera —le pedí —, debemos arreglar lo que sucedió, yo… —comencé, pero no sabía cómo continuar.
¿Cómo se supone que se arreglan este tipo de cosas?
—No hay nada que arreglar —dijo ante mi silencio mirando el suelo—. Yo nunca… nunca debí haber venido y pretender que sería algo diferente. Solo… —seguía diciendo con palabras algo frenéticas—. Esto nunca sucedió, lo siento. Lamento haber venido —agregó abriendo la puerta con manos temblorosas—. Nos… nos vemos mañana —concluyó con una mueca de disgusto antes de cerrar la puerta.
Suspiré, no creyendo lo que acababa de suceder. No creyendo que Kris, mi compañera de trabajo y prácticamente una amiga para mí, sintiera lo que dijo hacia mí.
Yo no sentía lo mismo que ella, solo la quería mucho, pero mi mente y mi corazón (¿yo dije eso?) solo lo ocupaba una persona.
¿Cómo pretendería mirarla desde ahora como si nunca hubiese sucedido nada si no era así? Un abrazo tal vez no significaría lo mismo, ni una caricia o un roce tampoco.
Definitivamente mi vida estaba yendo de problema en problema.
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Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18) - Página 7 Empty Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)

Mensaje por Zafrina 3/8/2009, 10:17 pm

KPOV
No podía dormir.
Pesadillas en que veía a Balthazar tomándome de nuevo me mantenían intranquila, y cuando vi la imagen de mi creador atacando a Robert en mi ilusión, ya no pude soportarlo más.
Me levanté para solo pasearme de un lado a otro preguntándome como estaría Robert ahora. Miré la hora y por lo menos era temprano. Yo no podía salir, así que por lo tanto Balthazar tampoco, lo que significaba a Robert otras horas más a salvo.
Mi violín no me calmaría esta vez, estaba segura, así que tomé un cigarrillo y lo encendí por el mero hecho de hacer algo con mis manos esperando que me distrajera, y solo hasta ese momento me percaté de un ruido proveniente de las afueras de la casona. Podría escucharlo con más claridad y ver de que se trataba ya que tenía esa facilidad, pero ni eso quería hacer. No me interesaba, así que no puse atención (como si estuviera en una fiesta desagradable).
Miré mi reloj y ya solo faltaban un par de horas para que atardeciera. Tomé el teléfono que había adquirido el día anterior y marqué el número de Robert que ya estaba registrado en la memoria. El único.
Escuchar su voz y saber que estaba a salvo me tranquilizaría por el momento.
Durante mis interminables meditaciones había decidido que si Balthazar aparecía, prefería que fuera mientras yo supiera que Robert se encontraba bien y para eso, y aunque en un principio pensé que sería mejor estar lejos de él, me hice a la lamentable idea de que si mi creador lo reconocía en las fotos (¿y quién no?, si de él se trataba la noticia…) y solo por venganza hacia mí porque yo lo quería, iría hasta él. Y siendo así, no pensaba dejarlo solo e indefenso.
Lo protegería aunque fuera con lo último de mí.
El teléfono marcó y a los pocos segundos su voz nerviosa me respondió.
—¿Di-diga?
—¿Robert? —inquirí aunque ya sabía que era él, pero su nerviosismo me preocupó—. ¿Estás bien?
—¡Katherine! —lanzó de inmediato en lo que me decía que estaba bien—. Sí, estoy bien. ¿Qué sucede? Aun es temprano —comentó notando la peculiaridad del momento.
—Lo sé, no podía dormir —confesé—. Quería saber si acaso te molestaría recibirme hoy en tu apartamento.
—Por supuesto que no me molesta, te espero —dijo logrando que me sintiera contenta por eso.
Si, contenta, como toda la adolescente que alguna vez fui.
Debía reconocer que a pesar de lo que se me veía encima, él podía seguir sacando sonrisas de mí.
—Pero ¿estás enterada de lo que sucede afuera de la casona? —agregó mientras su voz se tornaba más precavida.
—¿Afuera? —pregunté confundida y luego recordé una cosa—. Escuché movimiento, pero no he podido mirar aun, ¿qué sucede?
—Enciende la televisión en el canal 21 —me indicó.
Hice lo que me pidió y al llegar al canal que había mencionado, no fue necesario que escuchara lo que decían ya que una imagen de la casona en la pantalla me dio la respuesta.
Una chica lo había visto salir de aquí…
— “Uhm” —solté por la incredulidad de que todo hubiese sido para tanto—. ¿Están afuera? —me pregunté a mí misma en voz alta.
—Lo están —afirmó con pesar—. Siento que todo haya llegado hasta este punto, pero te prometo que buscaré una solución —agregó logrando sacarme una leve risa por la ternura que me provocó que se preocupara por mí. Y alivio también, ya que al estar la atención de momento acá, Robert estaría libre de que Balthazar pudiera dar con él.
—No te preocupes. Créeme que los prefiero aquí que allá —reconocí sin pensarlo.
—Por favor, solo ten cuidado al salir —me pidió sorprendiéndome aun más lo que podía llegar a preocuparse por mí. Pero claro, él aun no conocía el peligro que había para él por mi culpa.
¿Debía contarle lo que sucedía en verdad, o solo debía protegerlo en silencio sin preocuparlo por un problema que era solo mío hasta que pudiera marcharme?
—Siempre —respondí finalmente—. Unos cuantos periodistas no son de que preocuparse.
No si conocías a Balthazar…
—Solo prométeme que tendrás cuidado —insistió.
—Lo prometo —respondí después de unos segundos, pero tú no te preocupes por mí.
Hubo un corto silencio, pero él luego dijo:
—Entonces te veré después del atardecer.
—Así es —dije tras un resoplido por no escuchar de él que no seguiría preocupándose por mí, así que con humor agregué—, después del crepúsculo —logrando que ambos riéramos—. Cuídate, por favor —pero me faltaba una cosa— y no salgas. Adiós.
Y colgué, viendo la pantalla del televisor que ahora solo mostraba comerciales.
Era un vampiro; con una existencia prácticamente vacía, enamorada de un famoso mortal, y ahora con unos cuantos periodistas ociosos fuera de mi lugar de residencia… Estupendo.
El tiempo transcurrió lentamente para mí hasta estar segura de salir y no morir (aunque eso podría estar bien…), pero aun me quedaba otro inconveniente… u otros, dependiendo de de si aun quedaba alguien afuera o no.
Destrabé la ventana que utilizaba para salir y me aseguré de que no hubiera nadie frente a la casona, y antes de irme, dejé el collar que me había regalado Robert sobre la mesa de noche acostumbrándome a que no lo podría utilizar nunca más. Pero antes, las palabras grabadas al reverso de la piedra se llevaron mi respiración por unos segundos…
Miserablemente todo se terminaría.
De un salto llegué desde el tercer piso al patio para salir, pero para mi sorpresa y horror, me encontré de frente con el rostro moreno de un hombre entre los arbustos.
Era el fotógrafo. El mismo que había visto fuera del apartamento de Robert el día anterior, y ahora me miraba como si hubiera visto un fantasma… O un vampiro -si de verdad creyera en su existencia- saltar desde más de siete metros sin la menor lesión.
Me paralicé por el pánico y solo mi intuición hizo acto de presencia, y aunque no se por qué, me dijo que le hablara.
—Tú no has visto nada y ahora te irás —le ordené, y para mi sorpresa lo hizo.
Salió de entre los arbustos con su cámara colgando de su cuello y se marchó sin mirar atrás.
Tal vez la subida de adrenalina del momento al ser vista de golpe fue la que hizo que mi casi inexistente poder (y a pesar de haber bebido de un mortal hace poco) aumentara logrando que aquel mortal me hiciera caso.
No duraría mucho, de eso estaba más que segura, así que a la menor oportunidad, huí del lugar cerciorándome de solo ir yo.
En el camino, mientras corría estando alerta a cualquier irregularidad a mi alrededor, solo pensaba en una manera de que Robert estuviera a salvo sin decirle de qué, pero era inútil. Lo único que se me ocurrió fue que debía encerrarlo bajo siete llaves en un subterráneo, o encontrar a Balthazar antes que él a mí y llevarlo lo más lejos posible, aunque eso significaría también apartarme de Robert para siempre. Pero de una cosa estaba segura; debía comenzar a hacerme a la idea, y a él también, de que todo se terminaría, a pesar de que me hiciera sentir viva y a pesar de que lo amaba.
Su edificio se erigió ante mi visión y solo fueron algunos cuantos segundos los que tardé en subir hasta el quinto piso para encontrarlo de nuevo sentado en el sillón frente al televisor apagado, pero esta vez solo miraba sus zapatos con detenimiento. Sea lo que sea que lo estuviera afligiendo tanto, me alegraba de que por lo menos estuviera bien.
Aclaré mi garganta haciéndome notar mientras me afirmada contra la pared interior de su apartamento junto al balcón y de inmediato se levantó yendo hacia mí.
—Katherine —soltó al igual que lo hacía siempre cada vez que me veía o me hablaba, pero esta vez me estrechó entre sus fuertes brazos con alivio, como si reflejara el mismo alivio que yo sentía al verlo seguro.
Mi cabeza quedó reposada sobre su tibio pecho, haciendo que el dolor de estar pronto a dejarlo me hiciera sentir peor. Su aroma suavemente masculino me reconfortaba y me lastimaba. Pero podía soportar esa tortura si la comparaba a cuando ya no lo viera más, cuando tuviera que soportar a Balthazar de nuevo hasta que se apiadara de mí y con sus propias manos me matara.
De a poco y con cierta dificultad devolví su abrazo comenzando a hacerme a la idea de que podría ser el último mientras absorbía la calidez de su aroma. Y su esencia, aunque me tentaba con el ardor del deseo de sangre, era reconfortante al saber que había mucho más que solo deseo bajo aquello.
Aunque yo no quería, él se apartó algunos centímetros de mí observándome y tomando mi rostro entre sus manos para hablar.
—¿Estás bien? ¿Tuviste algún problema? —me preguntó con preocupación.
—Te dije que no te preocuparas —respondí restándole importancia aunque no se convenciera—. Unos cuantos periodistas no son problema para mí.
—¿Estás segura? —insistió.
—Lo estoy, además cuando salí ya se habían ido casi todos.
—¿”Casi”? —repitió, y entonces recordé al hombre moreno que había visto entre los arbustos.
—¿Recuerdas al fotógrafo del que te hablé y que estaba afuera del edificio ayer?
—Lo había olvidado —me respondió después de unos cortos segundos, aunque por su expresión ya lo había supuesto.
—Bueno, él aun no se iba —continué con calma—. Pero no hay de qué preocuparse —agregué al ver como sus ojos comenzaban a cambiar de matiz y entonces preferí que sería mejor reservar lo que había sucedido con respecto a la rareza del momento, para mí.
—¿En serio?
—Lo es —contesté antes de que en un impulso que no pude prever chocara sus labios con los míos.
Eran tan dulces, tan cálidos, tan reconfortantes, que solo me hacían querer conservarlos por siempre conmigo aunque sabía que eso jamás podría suceder.
Su boca se movía rítmicamente contra la mía encontrándose con mi lengua en el camino y haciendo que su ímpetu candente hiciera flaquear mis rodillas. El ardor era evidente, y la voracidad con la que me besaba solo se apaciguaba con la ternura de sus caricias en mi espalda, pero me hacía daño.
Si él seguía haciendo esto, solo me quedaba por decirle cuanto antes que todo se terminaría en cuanto me marchara para no hacerle más daño del que le estaba ocasionando sin ser consciente.
Sus labios se apartaron y los dejé ir con dificultad comenzando a hacerme una idea mental de cómo serían mis palabras para terminar esto y continuar viéndolo para ver saber que estaría bien. Entonces él habló.
—Siento tanto haber causado esto, si hubiera sido consciente de lo que…
—Si yo me sitiera molesta contigo por eso, te lo diría —lo interrumpí enseguida al ver como aun se sentía responsable por nada—. Deja de sentirte culpable por razones que no deberías. Por lo único que deberías sentirte culpable es por evitar que por tanto tiempo no me alejara de ti —terminé sin pensar en lo que decía.
Su mirada me traspasó haciéndome saber que quizás había hablado demasiado, así que solo traté de sonreír y me aparté de él caminado hacia la sala de estar, pero entre todo su aroma cálido que bañaba el lugar, sentí un efluvio distinto y delicado que ya tenía horas.
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Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18) - Página 7 Empty Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)

Mensaje por Zafrina 3/8/2009, 10:18 pm

RPOV
Fue tan reconfortante ver que Katherine había venido como lo dijo después de lo que estaba ocurriendo. A pesar de haber pasado un incómodo momento hace un par de horas, eso ahora estaba prácticamente en un rincón de mi memoria.
Prácticamente…
Vi a Katherine y me abalancé sobre ella con alivio al verla de nuevo, y aunque decía que estaba bien, su mirada no me dejaba de preocupar. Sus ojos, los cuales tenían el mismo toque que hace dos noches, con ese brillo distinto y al cual me había acostumbrado, eran como si estuvieran esperando que algo malo pronto iba a suceder.
Sin preguntárselo tomé su rostro entre mis manos y embestí su boca besándola con desesperación. Sus labios fríos se sentían tan bien contra los míos… como si calmaran mi calor. Si hubiese sido otro hombre estrechándola entre sus brazos como yo lo hacía, no habría dudado en de inmediato llevarla contra el sillón y rememorar la noche de pasión que habíamos vivido, pero sabía que había cosas más importantes a tratar.
Me aparté con dificultad de su boca para hablarle.
—Siento tanto haber causado esto, si hubiera sido consciente de lo que… —pero en ese momento sus palabras me interrumpieron.
—Si yo me sitiera molesta contigo por eso, te lo diría —dijo con presura—. Deja de sentirte culpable por razones que no deberías. Por lo único que deberías sentirte culpable es por evitar que por tanto tiempo no me alejara de ti —concluyó.
La miré con curiosidad y algo confundido, ya que no sabía qué quería decirme con precisión en sus palabras. ¿Era algo malo o era algo bueno ser culpable de que no se alejara? La palabra culpable muchas veces no es de muy buen augurio, y lo decía por conocimiento de causa al ser culpable de que una tropa de periodistas sin vida propia fuera encima de ella como alimañas. Pero hubo algo que me confundió aún más, y fue su expresión al terminar de hablar; como si no se hubiera dado cuenta.
Sonrió forzadamente y caminó hacia la sala alejándose de mí, pero antes de que pudiera preguntarle a qué se refería con lo que dijo, ella habló.
—¿Una mujer estuvo aquí? —preguntó buscando mi mirada y de inmediato las manos comenzaron a sudarme y el corazón se me aceleró.
No había ocurrido nada entre Kristen y yo, pero había faltado poco y me estaba sintiendo como si la hubiese engañado, aunque ni siquiera fuéramos novios…
Nota mental: Tenía que hablar de eso con ella.
Pero había otra cosa; ¿Cómo sabía que una mujer había estado allí?
—¿Por qué dices eso? —hice mi pregunta evitando la suya, pero fue demasiado notorio y su mirada me delató… O tal vez fueron sus dones los que me descubrieron…, o no se qué, pero solo sabía que yo ocultaba algo.
—¿Por qué estás nervioso¬? —inquirió logrando que me sonrojara.
Tranquilo, Robert. No hiciste nada, me repetía a mi mismo para calmar mis inútiles nervios. Vamos, responde.
—No, no estoy nervioso —mentí consiguiendo que sonriera, pero ignoré su respuesta y seguí insistiendo con lo de saber que alguien había estado en el apartamento—. ¿Por qué preguntas si había venido una mujer?
Me observó de nuevo, borrando de momento su sonrisa con sutileza, pero de todos modos me respondió.
—Percibo tu perfume por todo el apartamento como siempre —dijo logrando sorprenderme con su alusión, e inconsciente y estúpidamente empecé a recordar si acaso me había echado desodorante (con diversión cuando lo pensé bien), pero ella continuó—, pero me percaté que había un toque distinto… y femenino por la sala. ¿O me equivoco?
—Er… No —respondí algo nervioso—. Hace un rato se fue Kristen… ¿Stewart? —puntualicé por si acaso no sabía a quien me refería.
—Oh. Sé quién es —dijo sonriendo y se sentó en el diván de cuero negro—, pero ¿por qué te habías puesto nervioso?
—¿Nervioso? —pregunté haciéndome el inocente, pero no podía mentir, sobre todo al ver como me miraba—. Bueno, es solo que vino a decirme algo que no me hubiera gustado escuchar —contesté, al final decidiendo que tal vez era mejor que no dijera nada más.
Ella inclinó la cabeza mirando la mesa de centro como si analizara su construcción, y su mirada se tornó sin expresión. No supe si aquello era bueno o malo, así que en honor a mis “ocurrencias”, solté.
—¿Estás celosa?
De inmediato su mirada se levantó con sorpresa encontrándose con la mía, pero lo negó rotundamente.
—No, por supuesto que no —manifestó y se levantó dirigiéndose hasta el balcón en lo que creí que se iría, pero solo miraba a la calle de un lado a otro con impaciencia—. No tendría por qué estarlo.
Bueno, en eso discrepábamos bastante.
No sabiendo si mi ocurrencia había sido a favor o en contra de su humor, guardé silencio esperando cualquier cosa, pero nunca lo que se preparaba a decir.
—Ella es una chica linda y harían una bonita pareja.
—¿Qué dices? —exigí consternado.
Después de lo que había pasado entre nosotros, ¿cómo me decía que haría bonita pareja con otra persona?
—Solo digo que es una chica linda y que harían una bonita pareja —repitió.
—Eso ya lo escuché —dije molesto —, pero ¿cómo puedes decirlo después de todo?
Me encontré con su mirada, pero además de dolor no pude ver otra cosa.
—Robert, yo no soy… humana —soltó sin más después de unos largos segundos y antes de levantar su muralla ante ella otra vez—. No soy como tú. Esto ni siquiera tendría que estar pasando, no es natural.
¿No es natural?, pero si lo que ocurría entre nosotros había sido de lo más natural… Bueno, dejando de lado el hecho de la mordida (y que honestamente no me importaba, por el contrario) y de que me hiciera sentir como el motor de un Ferrari cuando estaba a su lado, todo el resto era natural, y especial.
—Estaré a tu lado hasta que estés nuevamente a salvo y luego no volveré a interferir en tu vida —dijo antes de voltearse hacia la calle nuevamente—, te lo prometo.
Aunque sus palabras flaquearon en un último momento, no dejó de confundirme.
—¿”Hasta que esté a salvo”? —repetí con incredulidad—. Creí que eras tú quien no estaba segura en estos momentos, es a ti a quien pueden descubrir.
Una risa monocorde salió de sus sensuales labios, pero solo me los imaginaba ya que continuaba dándome la espalda.
—Y tú piensas que si algún periodista u otra persona descubriera lo que soy y se dispusiera a revelarlo, ¿le creerían? —preguntó aun riendo y realmente era imposible después de todo. Yo mismo no le creía en un principio…—, de hecho, tú no me creíste hasta después de que te mordiera —lo recordaba—, aunque ahora sé por qué lo lamento.
¿Lo lamentaba?
Noté que no llevaba el collar que le había obsequiado sobre el delgado suéter negro ceñido al cuerpo que vestía, el cual por lo demás, solo destacaba sus delicadas curvas, pero ¿qué estaba significando todo esto? ¿Se había aburrido de mí?
No dejo de hacerme eco entre toda mi confusión el real significado de lo que me estaba diciendo. ¿Se terminaría? ¿Estaba diciéndome lo que yo realmente no quería creer y no quería soportar?
El tibio céfiro de la noche se filtró por la ventana haciendo hondear su cabello oscuro con salvaje elegancia, como si fuera completamente ajena a este mundo. Entonces recordé de memoria la perfección de su cuerpo y la suavidad de su piel. Las finas líneas curvas que la moldeaban y su cuerpo aferrándose al mío con deseo. Su calidez húmeda y su sabor, su esencia que llenaba el vacío que había en mi interior y el cual no podía y no sabía como acallar, hasta que la conocí.
No quería permitir esto. No lo podría soportar. No podía dejarla ir.
—¿Tú… me amas? —le pregunté con temor, pero logrando finalmente que diera la vuelta y me mirara.
—¿Por qué lo preguntas? ¿Qué quieres ganar con todo esto?
Definitivamente no fue la respuesta que esperaba, pero honestamente ni siquiera sabía lo que debía esperar.
—Solo creo que deberíamos hablar —respondí caminando hacia ella—. Lo que ha sucedido entre nosotros creo que es especial, no es solo besarnos y hacer el amor… —le dije tomando su rostro entre mis manos para que me mirara directamente y supiera que hablaba con honestidad, y el solo hecho de recordar lo que había vivido con ella, hizo que un calor se apoderara de mí. Pero traté de ignorarlo para que no enturbiara mi real intención y continué hablando—. Tú sabes que te amo, y aunque tal vez las formas en que te lo hice saber no fueron adecuadas, es lo que realmente siento y ahora lo digo mirándote a los ojos. Te Amo, y jamás había sentido antes lo que tú me haces sentir.
Creí ver que un rápido flash de emoción por sus azules ojos tristes, pero pronto había erigido una muralla aún mas densa de la que ya tenía entre nosotros. Apartó mis manos de su rostro y se alejó.
—¿Te das cuenta de las dimensiones del problema que he causado entre nosotros al haber venido hasta ti?, ¿las enormes diferencias que existen entre nosotros? —habló paseándose por la sala—, y no me refiero a una simple diferencia de gustos… ¿Imaginas lo sería estar con alguien que ni siquiera podría pasear contigo una tarde en el parque?...
—Eso no lo puedo hacer. No puedo salir a la calle sin que me acosen —la interrumpí poniendo un poco de humor a lo que decía, pero me ignoró.
—¿Imaginas lo que sería estar con alguien que al tocarte, te hiciera estremecer por el frío de su piel?...
—Pero yo sé de algunas maneras de subirte la temperatura —la volví a interrumpir, y esta vez al igual que la anterior, me siguió ignorando.
—¿Te das cuenta lo que sería estar con alguien al que ni siquiera pudieras escuchar su corazón cuando late? —estaba buscando una réplica para lo que dijo, pero no fui lo suficientemente rápido—, ¿con alguien que ni siquiera puede besarte y sentir tus labios sin estar pensando en lo deliciosa que es tu sangre como una maldita hambrienta todo el tiempo?, ¿con alguien que no puede hacer el amor contigo sin clavar sus colmillos en tu cuello amenazando tu vida?, o pero aún, ¿imaginas lo que es estar con alguien que jamás envejecerá y jamás podrá ofrecerte algo tan humano como un hijo? —estaba sin palabras—. Dime, ¿te imaginas lo que sería esa relación?, ¿lo que sería estar con alguien así?
Jamás lo había visto de ese modo. En lo único que pensaba era en todas las emociones que surgieron de mí desde la primera vez que la vi. En lo que sentía cuando estaba a su lado. En como me sentía conversando con ella. En la paz y la alegría que me entregaba al lograr que sonriera, por muy leve que fuera su sonrisa. Los pequeños roces y caricias que hacían a mi interior estremecerse y mi respiración entrecortarse. Los besos que hacían que todo el mundo a mi alrededor se detuviera. La necesidad que tenía de ella cuando no estaba a mi lado, pero sobre todo, en la otra parte de mí que descubrí en ella la mañana en que estuve entre sus brazos.
Yo solo podía pensar en eso…
—Pero tú me quieres…
—¿Es que no te das cuenta? —me interrumpió mientras comenzaba a hablar—. Mientras más tiempo pase ignorando la realidad de todo esto, más daño nos haremos. Sé que todo esto es mi culpa, pero no quiero hacerte daño, ya que tarde o temprano me tendré que ir… y realmente prefiero que sea cuanto antes. Solo estaré contigo hasta que estés a salvo y procuraré que todo se te olvide.
¡A salvo de qué!, me pregunté con rabia, pero simplemente le hablé.
—Ya es tarde —expuse mientras me acercaba hacia ella—. Te amo y nada lo va a cambiar.
Y cuando intenté besarla, por primera vez ella se apartó de mí.
—Eres muy importante para mí. Me importas mucho más de lo que te podrías llegar a imaginar, por eso es preciso que todo termine.
—Si te importo tanto, ¿por qué me haces esto? —le exigí.
—Porque lo que yo siento no importa, con tal de mantenerte a salvo —dijo antes de ir hasta el balcón en un movimiento que no pude ver. Movimiento de los cuales ya había olvidado lo desconcertantes que podían ser.
—Y ahora te irás —solté con molestia mientras la veía de espaldas de nuevo ignorando su increíble agilidad y rapidez—. ¿Por qué siempre tienes que irte? —exigí con indignación.
Siempre que estábamos hablando, se iba; huía.
No me respondió, pero en vez de eso soltó lo más extraño e irónico tomando en cuenta que estábamos a cinco pisos de altura.
—Después de irme, cierra todas las ventanas.
Y saltó marchándose. O mejor dicho; huyó.
Otra vez.
—Esta conversación no ha terminado —dije en voz alta de inmediato esperando que me pudiera oír.
Dijo que yo le importaba, pero no dijo que me amaba.
Aún así presentía que me quería, no sé por qué ni cómo explicarlo, pero lo presentía, así que por mera conclusión, en ese mismo momento decidí que haría hasta lo imposible por hacerla cambiar de opinión. La esperanza sería lo último que perdería después de recordar sus ojos al mirarme aquella noche después de ir a cenar.
Algo había cambiado en este corto tiempo, y recaudando imágenes mentales de ella cada vez que le hablaba de los periodistas y después de que incluso ella misma lo negara, no me cupo duda de que algo más fue lo que ocurrió, y por eso no la abandonaría, menos ahora. Descubriría qué era lo que había cambiado y lo remediaría.
Di un último vistazo a la noche, y aunque no le vi el sentido a las indicaciones de Katherine antes de marcharse, cerré todas las ventanas (e incluso cerré la puerta), tal como lo había dicho.
Zafrina
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Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18) - Página 7 Empty Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)

Mensaje por Zafrina 3/8/2009, 10:19 pm

Pasaron un par de horas y yo ya había cenado, hecho algunas anotaciones, terminado de escuchar un CD completo de música, fumado algunos cigarrillos, y dar algo de como… mil vueltas en el apartamento antes de que me diera algo de sueño.
La noche anterior no había sido muy buena que digamos, así que aquello me estaba pasando la cuenta en ese momento. Pero a pesar de eso, yo intuía que esa noche no sería mejor.
Tomé una toalla limpia del armario y fui al baño para darme una ducha rápida que despejara mi mente antes de acostarme, pero mientras me quitaba la ropa, frente a mí, el reflejo en el espejo llamó mi atención. Tenía un pequeño moretón en el cuello, justo donde había mirado Kristen hace ya bastantes horas, y me pareció increíble que aquello me hubiese dado tanto placer. Recordaba el momento del clímax e inconscientemente, mi cuerpo reaccionó ante el recuerdo avergonzándome a pesar de estar solo. No podía permitir que fuera ser de esa manera tomando en cuenta que lo que para mí significaba tanto placer, para ella también podía significar frustración.
Aparté aquellos pensamientos de mi mente dejando que el agua caliente cayera sobre mi cabeza prometiéndome que sí o sí haría algo al respecto, pero en ese momento comencé a escuchar unos sonidos provenientes de la sala, como si estuvieran forzando algo.
Tal vez Katherine había regresado, pensé de inmediato, pero si fuera así, ¿por qué me pidió que cerrara todo?
Me envolví en la toalla y abrí la puerta del baño caminando hasta la sala de estar, y como había apagado la luz mientras escuchaba el CD, solo vi una silueta a contra luz de espaldas a mi frente al balcón con la ventana abierta. Había logrado abrir después de todo.
Me acerqué algunos pasos y su silueta delgada atrapó mi dificultosa visión.
—Volviste —comenté conteniendo el alivio en mi voz—. Me alegra, porque necesitaba decirte unas cuantas cosas.
Ni siquiera yo podía creer la tranquilidad y la seguridad con que hablaba.
—Vaya, ¡chico Cullen! —escuché que decía una melodiosa voz, pero que no era Katherine.
Traté de ignorar la forma en que me llamó y decir otra cosa, pero estaba helado de la sorpresa y la incertidumbre, y no veía absolutamente nada.
Caminé hasta donde sabía que estaba el interruptor, pero antes de que pudiera alcanzarlo, la luz se encendió y ante mí, vi a la mujer que me había hablado; sonriendo.
Era una mujer de estatura promedio, un poco mas baja que Katherine (mi modelo de comparación), pero no dejaba de ser atractiva.
Tenía el cabello liso y oscuro cayendo alrededor de un rostro pálido y delgado. No lo llevaba tan largo como lo había visto en Katherine, y aunque sus ojos eran oscuros, me recordó de inmediato a ella.
Retrocedí unos pasos temerosos, ya que teniendo en cuenta la amplia distancia qué nos separaba y de que el interruptor estaba a mi perfecto alcance, ella había sido desmesuradamente rápida para ser solo como yo.
Esta chica, al igual que Katherine, era un vampiro.
No es que de la noche a la mañana me hubiese vuelto un experto en ellos, pero no podía ser otra cosa.
—¿Cómo entraste? —pregunté, aunque definitivamente estaba de más decirlo viendo la ventana del balcón abierta.
¿Todos los vampiros entraban así?
Ignoró mi pregunta y su mirada viajaba de mis pies a mi cabeza logrando sentirme totalmente incómodo ante el escrutinio de una desconocida. Después de todo, solo estaba cubriéndome con una toalla ante ella y no dejaba de examinarme.
Con un leve movimiento de cabeza, hizo como si apartara algo de su vista y habló.
—¿Cómo está Jacobs?
¿Jacobs? ¿Fan de la saga y me preguntaba por el personaje de Taylor? ¿Loca o se había equivocado?...
Pero no. No dijo Jacob; dijo Jacobs, con una “S”.
—Disculpa, no sé a quien te refieres.
Rodó los ojos y dio un resoplido de diversión por mi respuesta.
—No deja de sorprenderme lo bajo que puede caer —comentó más para sí misma, y luego se dirigió hacia mí—. Me tratas de decir que te acuestas con alguien, ¿y ni siquiera sabes su apellido?
Estaba confundido y era mucho más que evidente en mi expresión. ¿A qué se refería?
—Vamos, ¡me refiero a Katherine!; Katherine Jacobs —soltó de golpe con un movimiento de su muñeca, pero a la vez dejándome mudo ante la mención de aquel nombre.
Desde que conocí a Katherine he pensado un montón en ella, pero ¿por qué jamás se me había ocurrido preguntarle algo tan trivial como su apellido? Y es que era un completo imbécil… ¿cómo no se lo pude preguntar? Y llega una desconocida que por lo demás es vampiro y me lo dice… O aún más desconcertante: ¿quién es ella y cómo la conoce?
—¿Quién eres tú? —pregunté.
—Oh, lo siento, soy Marianne —se presentó extendiéndome su mano y puede ver una anillo en su dedo anular que ya reconocería en cualquier otra parte—. Marianne Jacobs, su hermana.


* * * * * * * * * * * * * * * *
¿Qué tal?
¿Se esperaban esto?
Bueno, no sé, fue solo uno de mis arranques…
Jejeje

Ah, y también sé que tal vez los periodistas no se comportan así todo el tiempo: insistiendo todo un día en encontrar una desconocida para confirmar rumores de amoríos de un actor (aunque quién sabe? jaja), pero tenía que darle importancia para seguir la historia…

Espero que les haya gustado y también sus lindos y amables comentarios que me sacan una sonrisa cada vez que los leo… jeje… y también recomiéndenlo a más chicas si les gusta :xd: para que sean muchos y muchos post… Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18) - Página 7 931125 Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18) - Página 7 329100

Vaya, me fui a lo “pinki, pinki” Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18) - Página 7 102583
Mejor olviden lo de arriba… jaja Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18) - Página 7 275394
Y solo comenten y recomienden si les gusta.
Bye, besos Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18) - Página 7 781363 Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18) - Página 7 781363

Próximo capítulo: mmm… Lo voy a pensar…, es que aun no lo tengo jeje
Zafrina
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