"El Amor es la mejor Medicina"

"EL AMOR ES LA MEJOR MEDICINA"



La vida no siempre es color de rosa, pero… ¿y que con eso? No me imagino mi vida siendo un mar de felicidad por todo y a cada momento, luego no sabría reconocer la verdadera felicidad cuando tocase mi puerta.

Déjenme contarles mi historia…

PROLOGO

Mi nombre es Issabella Swan, vivo en Phoenix, Arizona, soy una chica un poco diferente al común, siempre he destacado ante la sociedad no solo por mis estudios, sino también por mi belleza, cosa que yo misma no creo a decir verdad, mi último año de preparatoria estaba por culminar, siempre viví, con mi madre que había soportado no solo mi falta de confianza en mi misma, sino también los días que decidía simplemente no llegar a mi casa y salir con mis amigas a tomar algo, mis mejores amigas… bueno mi mejor amiga Angela Weber, había estado conmigo en todo momento sin condiciones y nunca esperaba algo a cambio, por el contrario mis otras “amigas” Jessica y Lauren siempre querían un poco de la gloria que ganaba, pero que puedo reprocharles, esta era la vida que tenía pero no la que quería… solo quería ser una chica normal, enamorarme, casarme, tener una familia, un esposo que me amara… pero ese era un cuento de hadas que nunca vería de primera mano.

Mi madre era una exitosa escritora, y su vida dependía de la lectura intentó persuadirme para estudiar literatura, aunque me gustara leer no era tan aficionada como ella, y mi padre… bueno mi padre es otro cuento, mis padres se habían separado tras la muerte de mi hermano mayor, Sebastián, una terrible tragedia que me marco y a mi familia para siempre, mi hermano había muerto por un trágico accidente en el Jardín de niños, con tan solo 4 años y medio, yo tan solo tenia un año y medio, y aun no he podido comprender como la vida se lleva a quien mas quieres cuando aun no has tenido la oportunidad de disfrutarlo, siempre que me acordaba de mi hermano la frase “a veces la vida es enemiga de la propia vida” llegaba a mi cabeza, todos los 8 de noviembre mi madre y yo caíamos en depresión, una que había decaído con el paso de los años, y poco a poco, paso a paso lo íbamos logrando, habían pasado 16 años y medio desde la muerte de mi hermano, ya había alcanzado la mayoría de edad y era tiempo de pensar en la universidad.

Todo transcurrió normal la última semana de clases, pero debo admitir que aun no estaba muy segura de que era lo que quería estudiar al ingresar a la universidad, así que decidí tomarme seis meses para estar totalmente segura de que era lo que quería hacer con mi vida, a mis padres Charlie y Renneé no les hizo mucha gracia, pero además de decirme que estaba perdiendo tiempo valioso no podían hacer nada más, ya tenia 18 años y lo único que podían hacer por el momento era apoyarme.

Después de pensar mucho y con tres meses de adelanto decidí estudiar Medicina, me presente a la Universidad de California en Los Ángeles y afortunadamente pase, la mayoría de los estudiantes extranjeros de la UCLA se alojan en la residencia Tom Bradley, no estaba muy lejos así que no corría el riesgo de que llegara tarde.

Hacia una semana que me había mudado a Los Ángeles y estaba completamente instalada y lista para entrar a estudiar… mi “nuevo departamento”… se siente un poco raro decirlo ya que nunca había vivido sola, estaba totalmente amoblado… la que seria mi habitación estaba decorada de un color azul celeste, mi favorito, y los muebles combinaban a la perfección, ya que solo faltaban algunas cosas para la cocina decidí salir a comprarlas y de paso conocer mi nuevo vecindario, toda la semana transcurrió normal, mis padres se mostraban mas preocupados que yo al vivir sola, pero era una decisión ya tomada así que se resignaron.

Cuando llego el día de entrar a la Universidad debo admitir que estaba supremamente nerviosa, me gustaba la medicina, pero, mis padres decían que era un campo muy batallado así que si quería triunfar debía ser de las mejores y no descuidarme por nada del mundo, yo pensaba de igual forma, así que llegue al salón de clases y espere paciente a que llegara mi nuevo profesor de Biología, estaba sentada en una de las primeras mesas, desde siempre había tenido esa costumbre, por así decirlo, de sentarme al frente y hoy no seria la excepción.

Estaba tan concentrada imaginando a mi profesor que no me di cuenda cuando llego, debo admitir que quede impactada cuando lo vi, no era para nada como me lo imaginaba… era alto, de tez blanca como la porcelana, un cabello broncíneo ligeramente despeinado que lo hacia ver terriblemente sexy, y unos ojos color esmeralda que te incitaban a más con solo verlos, me estaba volviendo loca solo con su presencia hasta que gracias a Dios rompió el silencio fúnebre que reinaba entre las chicas…

- Mi nombre es Edward Anthony Cullen Masen, soy su profesor de Biología, espero tengamos un gran semestre – dijo, y quede atónita cuando nos regalo una sonrisa que te quita el aliento al instante, no entendía muy bien como alguien tan joven podría ser profesor, pero no cavile mucho en eso y empecé a prestar atención a mi encantador profesor.

El día paso volando, y mucho más después de nuestra primera clase de Biología, debo admitir que desde el primer momento en que lo vi se convirtió en mi profesor y mi clase favorita…


Chicas espero que les guste....

Ya llevaba 2 semanas en la universidad, y aunque había tratado con todas mis fuerzas no fijarme en mi brillante y apuesto profesor de Biología, había sido completamente imposible, pero, yo no era como esas niñas que les interesa es el galán de turno y nada más, yo estaba ahí para estudiar y salir adelante, no podía desconcentrarme ni mucho menos, así que de esta manera intente dejar atrás mis locos sentimientos por mi profesor y estar al corriente con mis materias, admito que de vez en cuando me permitía mirarlo a los ojos, cosa que me desequilibraba, era imposible verlo, sin terminar echa un mar de nervios, esos ojos que se habían convertido en la luz de mi vida, no hacían mas que perjudicarme. Solamente tenía clase de Biología 2 veces a la semana, y a pesar de saber que inevitablemente terminaría encontrándome con sus ojos nunca dejé de sentarme al frente.

Sólo lo veía en el aula de clases, afortunada o desafortunadamente nunca me había encontrado con él en el campus, y era frustrante, realmente frustrante, claro, el campus era inmenso, pero no tanto, o ¿si?...

La primera vez que hablamos después de la clase fue algo raro, lo admito, pero… no son las cosas inesperadas las que más te sorprenden y agradan de cierto modo…

La clase había acabado, estaba recogiendo mis libros y todos mis compañeros ya se habían ido, ni siquiera me había dado cuenta de que él seguía en el aula, hasta que sentí su mirada penetrante fijada en mí, era como si tratase de ver mi alma.

- Issabella, ¿verdad? – dijo y me quede pasmada, nunca se dirigía a alguien, si no era absolutamente necesario, era un excelente profesor, a pesar de su corta edad, pero siempre nos dejaba debatir a nosotros, él solo intervenía cuando veía que nos estábamos saliendo del tema.

Me voltee para verlo y con la calma que pude aparentar, le dije - Si profesor, ¿puedo ayudarle en algo? – solo con decirle eso sentí que iba a desboronarme, no tengo la menor idea de donde saque la fuerza necesaria para no caerme.

- No, es solo que… - dejo inconclusa la frase, y por primera vez lo vi dudar.

- ¿Que….? – lo incite a que continuara y lo hizo.

- Quería saber, si me permites invitarte un café... claro si quieres y puedes – al finalizar me regalo una sonrisa torcida que desde ese momento se volvió mi favorita, debió haber sido mi imaginación, ¿él invitándome un café? No, eso no podría ser, estaba alucinando, hasta que su hipnotizadora voz me interrumpió.

- ¿Y… que dices? ¿Aceptas? – era como si realmente deseara que aceptara, era como si pensara que alguien podría rechazarlo, ¿quién en su sano juicio podría hacer algo como eso? Él era un dios griego hecho realidad.

- Sí, seria un placer – logre decir con algo de esfuerzo, - pero en este mismo momento no puedo, tengo clase de química general, lo siento - ¿Qué demonios estaba haciendo? Le estaba diciendo que no, no podía creérmelo, pero mi parte racional dominaba todo mi ser, primero estaban mis clases, y después todo lo demás. ¿Debería ordenar mis prioridades? Creo que si, pero eso seria luego.

- No te preocupes, será después, debo irme… cuídate mucho Issabella – me dijo y me sonrió, no podía creer que alguien como él existiera, pasó por mi lado y su olor me cautivó, era dulce, pero varonil al mismo tiempo, creo que estaba a punto de desmayarme, pero logre responderle, hoy mis fuerzas seguían asombrándome.

- Bella –

- ¿Cómo? Disculpa, no logre entenderte – me dijo, y su mirada se veía confusa cuando ésta se clavó en mí.

- Por favor, llámeme Bella – logre articular, hoy seria una noche llena de meditación.

- De acuerdo, entonces… Bella, espero que aceptes mi invitación luego ¿vale? – Dios mío, de verdad existía ese hombre o solo eran alucinaciones mías, NO este hombre era real, y yo tenia el gusto de hablar con él.

- Claro, profesor, me encantaría – y cuando le dije esto note ese maldito rubor en mis mejillas que siempre me delataba, alcé un poco mi cabeza para ver su expresión, y esta me cautivo y asombro, al mismo tiempo, era divertida, pero, su sonrisa era muy sincera.

- Y… tú por favor llámame Edward, ¿te parece? – que ¿qué? Me estaba pidiendo que lo llamara por su nombre de pila, jamás en todos mis años creí que esto podría llegar a pasarme. Pero estaba sucediendo, increíblemente, este maravilloso profesor estaba siendo mucho mas que cordial conmigo, lo único que no entendía era… ¿Por qué yo? Todas las alumnas y profesoras de la facultad estaban detrás de él y nunca les hacia caso, por que se comportaba tan gentil conmigo… ese seria un misterio que nunca resolvería.

- Disculpe profesor, no creo que eso sea lo adecuado – era verdad, no era muy común que los estudiantes llamaran por su nombre a un profesor.

- Hagamos un trato, ¿que te parece si me llamas por mi nombre cuando no estemos en clase? – su sonrisa era como un mar de ilusiones, me estaba robando la poca serenidad que tenía, ¿cómo era capaz de hacerme sentir de esa manera solo con su risa o su voz?

- En verdad profesor, no creo que sea apropiado – aunque quisiera no me atrevería, no sería capaz, era demasiado tímida, no tenia la suficiente confianza en mi misma, nunca había estado con alguien, nunca me había sentido de esta manera, era un mar de emociones nuevas para mi, emociones que sólo él despertaba, sólo con su mirada, su risa, su olor, su voz, sólo me sentía de esta manera con él, y en ese momento supe que sólo seria con él con quien quisiera estar el resto de mi vida.

- Bella, por favor, después de la clase quiero que me llames por mi nombre, y no aceptare un no por respuesta, de acuerdo – dijo remarcando la última palabra, no, por supuesto que no podría negarme a una petición hecha de esta manera, así que termine rindiéndome.

- De acuerdo, pero solo después de clase… Edward – dije su nombre un poco cohibida.

- ¿Sabes? No me gusta mi nombre… pero he de admitir que suena mucho mejor cuando tú lo dices – dijo acercándose peligrosamente a mi oído, quede completamente paralizada, no sabía que hacer ni que decir, hasta que de nuevo su voz me saco de mi ensoñación.

- Bueno Bella, creo que deberías irte o llegaras tarde a tu siguiente clase – solo hasta que mencionó mi clase caí en cuenta donde estaba, cuando vi el reloj, me espante, sólo me quedaban 5 minutos para llegar a clase, me despedí un poco afanada.

- Hasta pronto… Edward, nos vemos después, cuídate… - me costaría un montón acostumbrarme a llamarlo por su nombre, pero quería lograrlo.

- Hasta luego Bella cuídate mucho… dime cuando puedas aceptar mi invitación – al decir esto ya iba saliendo del aula y no me dio oportunidad de responderle, salí corriendo lo mas deprisa que pude para llegar a mi siguiente clase, afortunadamente llegue a tiempo, me senté, y mientras llegaba el profesor me dediqué a pensar en nuestra pequeña conversación…

Era el día más aburrido de la semana miércoles, era el único día que no tenía que dictar clases… aburrido hasta que llego mi hermano pequeño: Emmet.

Emmet tenía 20 años y era mucho más alto y musculoso que yo, gracias a que estaba obsesionado con su físico, todos los fines de semana se iba muy temprano al gimnasio y no regresaba hasta la cena, estudiaba Ingeniería Automotriz en la UCLA, y para ser sincero era algo que le pegaba muy bien, era fanático de las motos y los carros, era el mas popular dentro de su carrera y era un Casanova empedernido, no había chica con quien no coqueteara… pero bueno era mi hermano y que podía hacer. Yo siempre había sido el “preferido” por así decirlo de mis padres, aunque querían mucho a Emmet no esperaban grandes cosas de él era suficiente con que acabara la carrera.

Ese día estaba que no cabía de la felicidad, si fuera mas pequeño apuesto a que saltaría de la dicha… no tenía interés en saber que le había sucedido que lo tenia tan contento, pero eso ni siquiera le importo y me atacó literalmente para contármelo:

- ¡Eh, Eddie! A que no adivinas lo que me ha pasado – dijo con tanta felicidad que no quise decepcionarlo y termine preguntándole.

- ¿Crees acaso que soy adivino?.. A ver, ¿qué te paso? – dije como para salir rápido de eso, estaba comiendo y tenia mucho que hacer, debía calificar unos parciales y unos trabajos y no tenia mucho tiempo.

- He conocido a una chica preciosa en la biblioteca, era muy linda en verdad… creo que la invitare a salir –dijo tan seguro de si mismo, pero, eso era tan común en mi pequeño hermano que ya ni me sorprendía.

- ¿Enserio? ¿de verdad estabas en la biblioteca? Eso me impresiona más que el echo de que hayas conocido a otra chica, Em – dije recalcando la palabra “otra” y no pude evitar reír, era tan poco común ver a mi hermano en la biblioteca que la sola idea me causaba risa.

- Jajá, muy gracioso, pues sí; fui a la biblioteca a buscar un libro sobre motos, y fue cuando tropecé con ella… he de admitir que no es como las chicas con las que suelo salir, pero hay algo en sus ojos que le da un aire de misterio y me intriga demasiado – para ser sincero ya me estaba enredando, Emmet nunca hablaba así de una chica, quizá esta vez si fuera enserio, no resistí su silencio y decidí preguntarle su nombre.

- ¿Y cómo es el nombre de la afortunada? – o desafortunada terminé para mis adentros, pobre chica, Em siempre jugaba con las mujeres y me entristecía pensar cuál era su próxima “victima”.

- Si no estoy mal, su nombre es Bella, Bella Swan… estudia medicina, es de primer semestre, de casualidad ¿no le dictaras clase? – que mal, estaba tan cansado que el agotamiento me estaba jugando una mala pasada, no, era imposible lo que Em acababa de decir, así que decidí confirmarlo muy a regaña dientes pero no podría ser cierto lo que había acabado de oír.

- ¿Cómo has dicho que se llama? –

- Bella Swan… Eddie, ¿estás bien? Estás un poco pálido – sí, estaba mal, como era posible.

Entre Emmet y yo siempre hubo ese deseo de competencia, aunque yo era el mayor no podía resistirme; siempre había tenido lo que quería, pero, por qué cuando la única cosa en el mundo que no puedo poseer es la que con mas afán deseo, se tiene que aparecer él, precisamente él.

Esto era algo que me superaba, aunque deseaba con todas mis ganas salir con Bella sabía que era algo imposible, ella nunca se fijaría en un profesor, y yo no podía fijar mi mirada en ella; aún así mi corazón le gano a la razón y termine por enfadarme con la persona equivocada en cierto modo, y culpable en otro.

- ¿A caso te has vuelto loco, Em? ¿cómo pretendes salir con Bella? ¿no te das cuenta que ella es muy diferente a ti? En verdad estas loco, ella es estudiosa, dedicada, delicada, le gusta leer y la música clásica, y… – no pude terminar, cuando caí en cuenta de lo que estaba diciendo trate de remendarlo un poco – no creo ella sea tu tipo, vuelvo a decírtelo, es my distinta a ti, tu tipo es mas como Tanya, Victoria, y esas chicas preocupadas por conseguir novio – y al decir esto yo era el que estaba como loco, no podía dejar que le pasara algo a Bella y estaba mas que seguro que con mi hermano algo iba a salir mal, Emmet no era malo, es solo que salía con tantas chicas y todas terminaban con el corazón roto que no quería que eso le pasara a mi Bella… Mi Bella, cuanto desearía poder llamarla mía para siempre.

- La conoces, verdad Edward, ademas, no veo razón para no poder salir con ella, es muy linda y por lo que me ha dicho no está saliendo con nadie, así que saldré con ella este fin de semana, te guste o no – sabia muy bien que Emmet no entendía por que me comportaba de esa manera, así que hice de tripas corazón y deje el asunto hasta ahí antes de que me expusiera… mucho mas.

- Has lo que quieras, pero a mi no me digas absolutamente nada, ahora si me disculpas tengo mucho que hacer – Salí casi corriendo del comedor hacia mi habitación, nada que me pasara a continuación podría ser peor que esto.

Estaba enamorado completamente de Bella, pero, sabia que nuestro amor era imposible, en esto debo dar gracias a mi pequeño hermano, si no me hubiera dicho lo que me dijo, jamás me habría dado cuenta de que era lo que realmente sentía por ella, mas sin embargo no podría hacer absolutamente nada, salvo tratar que mi hermano se alejara de ella cuando no fuera ya demasiado tarde…

Ese día, fue eterno, no podía concentrarme, y ni siquiera pude dormir, no paraba de pensar en Mi pequeña Bella, sabia que era tonto llamarla así, pero al menos con eso me conformaría, por ahora, esa noche como muchas otras termine soñando con ella, pero, esta vez no fue un sueño, fue una pesadilla una terrible pesadilla, la veía abrazada a otro hombre, sabia que él no la amaba… porque nadie, nadie jamás en este mundo podría amarla como yo lo hacia…