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El Conde Montepulciano
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Re: El Conde Montepulciano
"Cambios"
Habían pasado ya cerca de cinco días desde aquella cena, cinco días en los cuales no había visto a Edward, de vez en cuando intentaba sacarle alguna información a Alec acerca de su nueva amistad y jefe por decirlo de algún modo, cosa que a él no le hizo mucha gracia enterarse, claramente no le encontraba lógica al asunto, Edward desaparece ocho años en donde lo creí muerto y luego aparece con un extenso, notable e impecable prontuario de nuevos dotes y conocimientos ¿el como? Ese seguía siendo el misterio, para Alec que llegara un descendiente directo desde Italia era su verdadera maldición, conocía muy bien a ésta familia como para saber que debajo de esa capa de sonrisas amables y cordiales existía el rencor, la avaricia y las ganas de tener el poder absoluto, cosa que con la aparición de Edward y su nuevo apellido les dificultaba a los vulturi.
Cuando Jane o Dídima hablaban acerca de Edward yo intentaba parecer despreocupada pero claramente mis sentidos estaban alerta ante cualquier información, Dídima por su parte alentaba a Alec a invitarlo a cuanta cena, fiesta o reunión que se celebrara para mantener al "enemigo" cerca, claro que para mi sus intentos de flirteo no pasaban desapercibida y todo eso eran meras excusas, por otra parte Jane también colaboraba con sus muy "buenas" ideas para mantener a Edward cerca y sobre todo que confiara en la familia, había expresado claramente ser la novia de mi Edward, yo lo único que esperaba era que no me hubiese delatado ya que cuando sugirió aquello no pude evitar atorarme y que parte del vino que estaba bebiendo saliese expulsado con cierta fuerza de mi boca.
-¿No te parece buena idea?- me había preguntado Jane con esa sonrisa victoriosa que solo ella podía tener.
-Me parece que tus excusas son muy malas, si estas interesada en el Sr. Sanguinetti deberías ser honesta y no camuflarte con tanta parafernalia- le dije un poco más calmada, solo le rezaba a Dios que éste nuevo Edward no cayera en la treta de Jane.
-No estarás celosa ¿no?- me pregunto sin rodeos, no se de que color me abre puesto pero justo en ese momento Dídima me salvo la vida ya que era ella quien se veía roja de furia.
-Creo que te estas equivocando de enemiga- le dije con una sonrisa arrogante y le daba una leve mirada a mi "suegra" que al verse descubierta decidió convenientemente cambiar de tema.
Así ya llevaba estos cinco días de espera por saber de él, el tenerlo tan cerca y tan lejos a la vez era mi infierno personal, de lo único que estaba completamente segura era que debía decirle todo lo ocurrido éste tiempo en el que estuvimos separados ¿pero como hacerlo? Si cada vez que lo intentaba algo ocurría o alguien nos interrumpía, debía pensar en algún modo de poder encontrarme a solas con él ¿pero como avisarle?
-Mami ¿podemos ir a jugar con Gregorio al río?- me saco de mis pensamientos la vocecita de mi hijo –Prometo no perderme ésta vez, pero es necesario ya que desde lo ocurrido Gregorio está algo inquieto- me dijo con ese tono preocupado que utilizaba cuando realmente lo estaba, yo asentí con una sonrisa, es que jamás podría negarle algo cuando me pone esos ojitos que brillan con tanta intensidad. Así fuimos por Anne y los tres salimos a caminar, perdón digo los 4 junto con Gregorio.
-¿Gregorio esta enfermo?- pregunto la pequeña, esa pregunta alarmo de cierto modo a Charlie quien abrió sus ojitos preocupado.
-No lo creo, yo pienso que simplemente aún sigue asustado por lo ocurrido- estaba explicándole a mis hijos cuando escuche sonar los cascos de un caballo a cierta distancia, mi corazón comenzó a bombear aceleradamente al pensar en quien podría venir montando aquel animal.
Agudice mi mirada entre medio de los árboles mientras rezaba por que fuera él quien venia cabalgando, pero no, aunque igual estaba feliz de verla no fue suficiente de haber sido él.
-¡Esme!- le grite contenta cuando la vi y en ese momento pensé en que no la había visto hace mucho.
-Hija- me dijo en el momento en que se bajo del caballo y corrió a mi encuentro para abrasarme, en ese simple gesto percibí su inquietud y algo que claramente la tenia mal.
-¿Qué sucede Esme?- le pregunte cuando me separe levemente de ella, ella me miro a los ojos y pude ver los de ella rojos e hinchados, un claro indicio de que estuvo llorando.
-Mi hijo… ha vuelto- me dijo con cierta tristeza, luego bajo su mirada y se encontró con Charlie quien le miraba con cierta pena reflejada.
-Tía Esme ¿se encuentra bien?- le preguntó, ella se arrodillo a su altura y lo abrazo fuertemente.
-Claro que si pequeño, es solo que los extrañaba mucho- dijo y luego miro a Anne y amplio más sus brazos para incluirla a ella en aquel abrazo que se me hizo muy reconfortante –Ahora, si les pido que corran por ahí no muy lejos para yo poder hablar con su madre ¿lo harían?- les pregunto con una sonrisa tranquilizadora, los pequeños aceptaron sonrientes, la abrazaron nuevamente y luego vinieron hacia mi para darme cada uno un beso y asegurarme que estarían jugando tranquilos unos pasos más allá para que no me preocupara.
-¿Qué sucede Esme?- le pregunte preocupada una vez que me asegure que mis hijos se encontraban cerca de mi radio de visión.
-Él esta con vida- me dijo con lágrimas en los ojos, obviamente sabia a lo que se refería por lo que me acerque para abrazarla –Mi hijo Bella, ésta con vida.
-Lo se Esme, ya lo he visto- le dije algo apenada por no haberle informado antes.
-¿Cómo que ya lo sabes? ¿Por qué no me has dicho nada?- me pregunto con cierto reproche, me mordí el labio algo nerviosa.
-Lo siento, es solo que a mi también me a dejado desconcertada al igual que tu y bueno él, no digamos que es el mismo que conocimos- le dije algo triste.
-Claramente esta muy cambiado Bella, no es el mismo que se llevaron hace ocho años- me dijo y nuevas lagrimas se desbordaban de sus ojos –Su actitud es otra- y ahora sus ojos reflejaban inquietud y miedo -¿Le dijiste la verdad?- me pregunto, yo negué con la cabeza algo apenada y vi cierto reproche en sus ojos.
-No es que no lo quisiera Esme, es solo que la oportunidad no se a presentado sin contar que él no a hecho muchos meritos por así decirlo- le dije algo más firme, pues era la verdad, desde él momento en que lo vi y supe que era él es que tuve la intención de decirle todo cuando había sucedido todo este tiempo, pero su actitud no estaba ayudando en nada.
-Bella, él me dijo que venia a vengarse de los Vulturi- me dijo preocupada - Me dijo que venia por ti pero no contaba con el hecho de que te casaras y menos aún de que tuvieras dos hijos- yo inmediatamente mire a mis hijos que jugaban felices unos metros más allá, Charlie intentaba saltar como rana para incentivar a Gregorio mientras Anne los esperaba unos pasos más allá, lugar que de seguro marcaron como la meta.
-Él me recrimino lo mismo cuando los vio- le dije con tristeza –Pero Esme, él no me a dado el tiempo necesario para explicarle absolutamente nada, está cerrado en ésta nueva caparazón que tiene- y sentía como cierto enojo se apoderaba de mi –No se a que esta jugando, la última vez que lo vi se estaba besando con Jane- espete ya claramente enojada, pude ver como Esme sonreía levemente para ocultarlo –no te rías, no le encuentro la gracia a esto- la mire enojada y frustrada.
-Se que no es gracioso cariño, pero me alegra saber que a pesar de todos estos años lo sigues amando- me acaricio levemente la mejilla y su sonrisa maternal se hizo presente una vez más, como extrañaba poder estar con ella constantemente, sin tener que ocultar nuestra amistad.
-¿Cómo esta el resto de la familia?- le pregunte con cierta congoja al recordarlos.
-Ellos están bien, aún no saben que Edward esta de regreso y por ti, se que te extrañan igual que tu a ellos pero son orgullosos, no te preocupes que sé que llegara el día que comprenderán todo y serán ellos quienes te pidan disculpas- me dijo ahora ella abrazándome a mi.
-No pretendo que se disculpen, pero hubiese sido bueno que no me juzgaran tan rápido.
-Las cosas se dieron así Bella por los hechos, tu hiciste lo correcto así que debes estar orgullosa de tu temple y entereza para sobrellevar todo esto tu sola- sus palabras calmaban de cierto modo mi atormentado corazón –Ahora lo importante es que ayudemos a Edward a dejar todo esto de lado, tu y él se merecen ser felices al fin pero con esta venganza tan peligrosa jamás lo conseguirán- mientras Esme me decía aquello yo pensaba en Jane, Alec, Marcus y sobre todo Dídima en lo que harían si se enteraban de que su "amado" nuevo invitado era Edward Cullen en lugar de Anthony Sanguinetti.
-¿Que podemos hacer?- le pregunte preocupada –Yo he intentado hablar con él a solas pero no lo consigo, sin contar que él no se ve muy interesado en escucharme- le dije afligida.
-¡Isabella!- escuche el grito de Alec proveniente de la casa, mire en esa dirección para asegurarme de no haber sido descubierta y luego mire nuevamente a Esme para disculparme con la mirada.
-Lo se cariño, ve- me dijo con una sonrisa –Yo intentare ubicarte nuevamente para que pensemos en que podemos hacer- me abrazo fuertemente y luego besó mi frente, podía sentir todo el cariño que sentía por mi y con mi abrazo trate de transmitirle el mío, mis hijos se acercaron corriendo a nosotros y la abrazaron a modo de despedida, luego la vi desaparecer entre los árboles montando a su caballo.
-Anne ¿quieres jugar a un juego?- le pregunte a mi hija, ella me miro con sus enormes ojos llenos de felicidad.
-¡Siii!- grito.
-Que te parece si jugamos a una especie de escondidas donde no debes decirle a nadie que vimos a Tía Esme ¿te parece?- le pregunte con una sonrisa, luego mire a Charlie quien me guiño un ojo a modo de complicidad, Charlie hace mucho comprendía que Esme estaba vetada en nuestras vidas y en general la familia Cullen, pero así como yo, él sabia discernir muy bien cuando una persona era buena y merecía nuestra amistad.
Llegamos a casa y nos encontramos a Heidi quien al verme me informo que Alec me esperaba en su despacho.
-¿Dónde estabas?- me pregunto molesto en el momento en que me vio entrar por la puerta.
-Estuve paseando con los niños en los jardines- le dije omitiendo ciertas partes.
-Si tenemos invitados tan importantes como Anthony te quiero en casa- me espeto y mi corazón se acelero al escuchar cierto carraspeo.
-Siento molestar- escuche aquella voz aterciopelada que me acelero el corazón a niveles sorprendentes, me gire lo suficiente para verlo a los ojos.
-Claro que no Anthony, pasa- le dijo Alec a Edward –Estaba aclarando ciertos puntos importantes, como no tienes esposa no creo que entiendas como hay que manejarlas- le dijo con cierto tono burlesco.
-Creo entenderte- le dijo Edward, yo no podía quitar mi mirada de él, así como él me miraba a mi, no podía descifrar lo que me decían sus ojos pero de que me apretaban el pecho, lo hacían –Una vez tuve una esposa que ame con mi vida pero eso no sirve de nada si no es reciproco- dijo con amargura –Hay ciertas mujeres que solo piensan en dinero y no en sentimientos- una sonrisa arrogante estaba plantada en su rostro, pero sus ojos no me engañaban ya que estaba claramente marcada la tristeza.
-No entiendo por que alguien te dejaría por interés económico si eres más rico que Isabella y yo juntos- se mofo Alec, pero claramente para Edward y para mi esto no tenia gracia, Edward le dio una leve sonrisa, falsa e irónica a Alec, pero él al parecer ni la percibió pues guió su mirada a ciertos documentos que tenia sobre el escritorio.
-Bien, no estamos aquí para hablar de líos de faldas sino para comenzar con los negocios- le dijo con un nuevo brillo en los ojos.
-¿Qué tipo de negocios?- pregunte sin poder contenerme.
-Isabella, no creo que estos temas sean de tu incumbencia- me regaño Alec –Tu deber en estos momentos es de ir a cuidar a nuestros hijos- y su tono autoritario me enfermo por lo que decidí dejarlo por la paz y salir de ahí.
-Discúlpame- dije simplemente –Permiso- dije antes de salir mirando unos segundos demás a Edward quien me miraba con cierto aire desilusionado.
Habrán pasado cerca de tres horas desde que Edward se había encerrado con Alec en el despacho discutiendo ciertos "negocios" que moría por conocer, no estoy muy segura sobre si Edward esta al tanto de los turbios negocios de la familia Vulturi, pero si Esme esta en lo correcto y Edward vino a vengarse, espero que lo sepa por su bien.
En estos momentos me encontraba en el jardín trasero mirando a Charlie y a Anne hablar o mejor dicho discutir acerca de que raza canina seria la mejor.
-Yo quiero un pequines- dijo Anne cruzándose de brazos.
-Ese perro parece un rato- le dijo Charlie molesto –Tenemos que tener un perro que demuestre fuerza- y en un divertido intento de parecer fuerte contorsionó sus bracitos para mostrar sus "músculos" -Es mejor un labrador- le dijo Charlie y un leve recuerdo por aquella raza de perro llego a mi cabeza.
-Ven acércate- me dijo Edward, empujándome hacia él con la mano que me tenía tomada, en ese momento note quien era Luna, en el centro del lugar rodeada de pasto seco se encontraba una hermosa perrita, no sé de razas pero era grande y de pelaje blanco, pero lo más hermoso se encontraba cerca de ella, habían unos seis cachorritos, que emitían débiles chillidos -Es un labrador, se llama Luna y me lo regalo Carlisle cuando tenía 6 años, ha estado aquí desde entonces, es muy dócil con la gente que conoce, pero tuvimos que intervenir para sacar a los cachorros, ya que se estaban ahogando, murió uno, pareciera que supiera que tuvimos que intervenir y ahora no deja que los cachorros se alimente- me contó Edward quien se acerco a su perra y comenzó a acariciarla mientras intentaba colarle los cachorritos a la madre –ven, acércate, no te hará nada si te ve conmigo.
-Excelente elección- escuche a mi espalda sacándome de aquel hermoso recuerdo de viejos tiempos.
-¡Sr. Sanguinetti!- grito emocionado Charlie, quien en cuestión de segundos estuvo a su lado con mucha confianza como si fuesen amigos de toda la vida.
-Charlie, Anne, Isabella- dijo con tono formal saludándonos a todos pero su mirada no se apartaba de la mía, lo que me coloco nerviosa y algo ruborizada.
-Yo le decía a mi hermana que ese seria el mejor perrito que podríamos tener- le dijo mi hijo.
-¡Pero el perrito será mío así que yo quiero un pequines!- dijo mi hija frustrada.
-Mamá- me dijo Charlie con esos ojitos de pena.
-Lo siento cariño pero Anne tiene razón, tu tienes a Gregorio y el perrito es para Anne por lo que ella debe decidir- le dije triste por no poder cumplir sus gustos.
-Tengo una idea- intervino Edward, mi hijo lo miro enseguida para luego Edward acercarse a su oído y compartir con el alguna clase de información que no logre escuchar, solo pude ver que mi hijo sonrío ampliamente y comenzó a saltar de felicidad, mire a Edward interrogante y el me regalo su mejor sonrisa torcida para deslumbrarme y hacerme olvidar cualquier pensamiento racional –Ahora ve con Anne a dejar dentro a Gregorio que quizás esta cansado- le dijo cordialmente a mi hijo y alboroto sus cabellos. Mi respiración no podía conseguir un ritmo acompasado y calmado pues el tenerlo frente a mí y a solas, me ponía nerviosa.
-¿Qué le dijiste?- le pregunte algo cohibida por su intensa mirada.
-Digamos que es un secreto entre el y yo- me dijo como si nada –Es un niño muy inteligente, se parece a ti- y un extraño brillo paso por sus ojos –Tiene el coraje y la arrogancia de Alec- y una sonrisa entre triste y asqueada paso por su tenso rostro –No como la pequeña Anne que es físicamente igual a Alec pero más tímida- y su mirada me carcomía el alma al verla triste.
-¿Estas aquí para hablar de mis hijos?- dije a la defensiva no queriendo tocar éste tema, precisamente en éste lugar donde podía llegar cualquier persona y no solo eso, sino también el hecho de que en este lugar las paredes oían.
-No, claro que no- dijo rápidamente –Solo estaba alabando tus dotes de excelente madre por como han criado a sus hijos- y chasqueo la lengua al decir aquellas palabras.
-Necesitamos hablar- le dije cambiando el tema
-Pensé que eso estábamos haciendo- me dijo con arrogancia.
-¡Podrías dejar esa actitud tan superior!- le dije molesta quedando a escasos centímetros de él, me sentía enojada y frustrada por su cambio de personalidad, tenia ganas de cachetearlo solo para que entrara en razón pero su aroma me llego de lleno, ese aroma tan único que emanaba de su piel, ese olor tan varonil y suave a la vez, ese olor que me domaron en cuestión de segundos.
-Veo que hay cosas que no olvidas mi Bella- y acaricio mi mejilla, al sentir su tacto inmediatamente cerré mis ojos ante la lluvia de emociones por aquella cercanía –No entiendo por que todas tus promesas las olvidaste- no fue una recriminación, él estaba afirmando un hecho que le parecía indiscutible, pero yo tenia mucho que decir a mi favor.
-Edward…yo…yo necesito explicarte muchas cosas- le dije abriendo los ojos para mirarlo y viera cuanto me dolía todo esto, tome entre mis manos su mano que seguía dejando pequeñas caricias en mi mejilla y me la lleve a los labios para besarla –Por el momento lo único que puedo decirte es que no e dejado de amarte- y sus ojos brillaron por primera vez desde nuestro reencuentro con una intensa esperanza –En todos estos años para mi nada de ese hermoso sentimiento a cambiado- afirme –Yo necesito saber que hay de ti- le pregunte con miedo, un miedo reflejado claramente en mi rostro.
-Bella yo…
-¿Anthony?- bufe fuertemente por aquella interrupción, la mano de Edward bajo lentamente para que fuese imperceptible ya que nuestra "visita" se encontraba a sus espaldas.
-¿Que tal Jane?- le pregunto Edward cortésmente, pero yo lo conocía muy bien y sabia que al igual que yo, se sentía frustrado por aquella intervención.
-De saber que estabas aquí hubiese preparado algo- le dijo ella en tono meloso, cosa que me asqueo por lo que decidí entrar a la casa.
-Isabella espero que sigamos con nuestra platica- dijo él como si nada cuando yo ya estaba casi en la casa dándoles la espalda.
-¿De que hablaban?- alcance a escuchar que le preguntaba Jane a Edward.
A estas horas de la tarde ya estaba completamente frustrada, es que Dios, el destino o el cosmos estaban confabulados en mi contra para evitar por todos los medios que no hablara con él a solas, si no era Jane, Alec o Dídima, era simplemente su falta de interés por mi única verdad, aquella verdad que me pesa desde el primer instante en que concluí que las cosas debían ser así.
-Isabella ¿Qué haces vestida así?- escuche a Alec preguntar de pronto, estaba tan concentrada en mi conflicto interno que no preste la más minima atención a su llegada a mi recamara.
-¿Así como? Estoy vestida como todos los días- le dije extrañada.
-Vamos a salir a cenar así que quiero que te veas hermosa para mi ¿esta claro?- en su voz estaba claro que no debía contradecirlo y antes de que se perdiera por la puerta le pregunte.
-¿Iremos solo nosotros dos?
-Irán mis padres, Anthony con Jane y nosotros dos, ahora por favor vístete como se debe- dijo algo molesto y cerro la puerta un poco más fuerte de lo normal, sea lo que sea mi instinto me decía que algo andaba mal.
Sea lo que fuese a suceder, Alec me había exigido vestirme lo mejor posible y claro que lo haría, sin necesidad de decirlo en voz alta estaba claro que entre Jane y yo se había desatado una rivalidad por conseguir la atención de Edward, quizás ella no lo supiera pero así era, no dejaría, aunque fuese por un mero plan, que realmente cautivara a Edward así como yo lo había hecho una vez. Me maquille suavemente resaltando lo mejor posible mis ojos y labios, mi vestido negro era uno muy moderno que realzaba mis curvas y contorneaba lo mejor mis caderas y busto, con un corte rectangular, la espalda descubierta y que llegaba un poco más arriba de la rodilla me sentí confiada, según Anne dejaría a todos los hombres con la boca abierta.
-Te ves hermosa mami- me dijeron mis dos hijos a la vez.
-Ponte esto para que nos lleves contigo- y Charlie me alcanzo un hermoso collar que me obsequiaron en mi cumpleaños pasado, con un pequeño dije en forma de corazón que en su interior se encontraban mis dos hijos sonriendo y abrazados.
-Siempre los llevo conmigo aunque no tenga un distintivo físico- les dije mientras los abrazaba y les daba a cada uno un beso en su naricita –Ahora, por favor pórtense bien, no hagan enojar a Heidi y así no tendrá excusas luego para acusarlos y que los castiguen ¿bueno?- y tras conformarme con sus enormes sonrisas traviesas como su mejor aceptación a mi petición, salí por la puerta para encontrarme con el resto de la familia que me esperaban en el recibidor.
Debo decir que al ver a Dídima me tuve que contener lo mejor posible para evitar reír, si bien Dídima era aún una mujer relativamente joven, no se comparaba a la juventud que poseíamos Jane o yo misma, el verla con un gracioso intento de parecer diez años menor la hacia lucir patética en aquel vestido rojo ultra ceñido a su cuerpo. Lamentablemente no podía decir lo mismo de Jane, quien sin ningún pudor lucia un hermoso vestido verde oliva que mostraba incluso más que mi vestido, sus largas piernas resaltaban con un brillo único, y en general podría decir que era poseedora de un cuerpo escultural, suspire derrotada ante la obvia perdida de tiempo por intentar arreglarme lo mejor posible, mire al resto de los que irían a la cena, Marcus sostenía fuertemente a Dídima, Alec me miraba como un adolescente pero en ese instante note una mirada mucho más fuerte, Edward estaba casi boquiabierto, podría decirse que me devoraba con esos verdes jades suyos, una sonrisa triunfadora cubrió mi rostro cuando Jane intentaba llamar su atención modelándole aquel vestido pero él no despegaba su mirada de mi, me acerque a ellos y el beso mi mano como un gesto de saludo.
-Alec, debo decirle que tiene que cuidar muy bien de su esposa si no quiere que alguien se la arrebate- le soltó como si nada, sin dejar de mirarme. Alec me estrecho contra su cuerpo sosteniéndome por la cintura.
-Si ésta casada conmigo es por que soy el mejor y ella misma se ha dado cuenta de ello- le sonrío triunfante.
-Podrían salir otros hombres en el camino- Edward reto con la mirada a Alec, de un momento a otro la tensión comenzó a subir notoriamente, a pesar de que Jane intentaba jalar a Edward para que se quedara con ella, él ni se inmutaba de su lugar, así como Alec que no se apartaba de mi seguía desafiando a Edward con la mirada.
-Pero para ello Isabella tendría que estar interesada y se que no es así, ella me ama a su familia ¿verdad cariño?- me pregunto mirándome fijamente, yo simplemente le sonreí levemente intentando no decir nada en realidad.
-Ya vámonos y dejen ese cuento de macho para otro momento- zanjó Marcus.
-Estábamos bromeando papá- le dijo Alec a su padre, al pasar cerca de Edward le palmeo la espalda y salimos todos de la casa.
-Te ves hermosa- me dijo Edward cuando pase a su lado para ir al auto, no le dije nada y seguí de largo con una gran sonrisa y algo colorada.
Al llegar al restaurante nos atendieron de manera espectacular, es que ser visitado por los Vulturi era un acontecimiento muy importante para las tiendas comerciales, ellos lo veían como si le dieran más prestancia y mayor reputación al lugar.
-Gaspar quiero presentarte a Anthony Sanguinetti- le dijo Alec al maître –Te aconsejo que lo atiendas tan bien como a mi familia por que el desciende de un linaje muy importante también- y ese simple comentario basto para que en este restaurante y en muchos otros lugares el apellido Sanguinetti estuviese en boca de todos, todos hablaban de Edward como el nuevo millonario descendiente de los grandes ancestros italianos que poseían gran poder y control sobre la ciudad, Edward claramente ya estaba sumergido en el mundo de los Vulturi en cuestión de días tras aquella salida tan "familiar".
-Y dime Edward ¿Cuándo vivías en Italia que hacías?- le pregunto Marcus cuando ya estábamos asentados en la mesa, para mi mala suerte quede frente a Edward lo que me permitía mirarlo continuamente.
-Principalmente negocios, ya sabes, financieras, la bolsa pero también intento equilibrarlo con algunos pasatiempos- dijo –Me gusta la equitación, la esgrima con sables, espada o florete, el que gustes- le dijo mirando a Alec –Se de medicina, filosofía y filantropía- a estas alturas ya no sabia que más podía asombrarme, si bien, Edward cuando lo conocí era bastante culto para su situación, esto sobrepasaba enormemente cualquier expectativa. Cuando nuestras miradas se cruzaron en una silenciosa pregunta moví mis labios -¿Cómo lo hiciste?- le pregunte cuando vi que nadie nos prestaba atención, el me guiño un ojo y sonrío satisfecho.
Así la cena pasó relativamente lenta y aburrida, los hombres hablaban de negocios e inversiones, por otra parte Dídima y Jane alababan en susurros la galantería de Edward y el mejor método de hacer que se emparentara con la familia, el mejor lazo seguía siendo Jane.
-Y tu Isabella- escuche de pronto a Edward y todos los ojos se fijaron en mi – ¿No tienes algún pasatiempo que te pueda llevar a conseguir un trabajo?- me pregunto
-Isabella solo ocupa su tiempo para criar a nuestros hijos- dijo Alec por mi –Además hemos estado pensando en tener otro hijo ¿no es así cariño?- su pregunta me tomo de improviso, sentí mis ojos salirse levemente de sus cuencas por la impresión y mis labios se secaron al sentirme agitada, la mirada de Dídima era expectante y me sonreía maliciosamente, Edward por su parte me miraba entre enojado, desilusionado y triste.
-Eso seria fabuloso hijo, otro nieto más- dijo Dídima con un fingido entusiasmo que claramente percibí.
-Oh pues mis felicitaciones- dijo Edward mirando de Alec a mi –Su familia es envidiable con esos hijos que tienen.
-Aún no lo hemos decidido del todo Alec, no es prudente que hables de estas cosas con desconocidos- dije para zanjar el tema, Dídima y Alec me miraron enojados.
-Anthony es como de la familia ya si pasaremos un buen tiempo haciendo negocios- Alec se acerco a mi, estaba tan pendiente de la mirada de Edward que no me percate que tanto se había acercado Alec y me beso, Edward me sonrío con tristeza y comenzó a conversar con Jane, decir que peor no podía sentirme.
-Bueno Alec, Dídima, Marcus, Isabella, muchas gracias por tan encantadora velada- dijo Edward despidiéndose de nosotros cuando ya era suficientemente tarde para partir a nuestras respectivas casas –Decir que quedan cordialmente invitados cuando gusten a mi casa- y al llegar frente a mi beso el dorso de mi mano siempre mirándome fijamente, al retirar su mano sentí algo entre la mía por lo que la cerré inmediatamente. Salimos del lugar en un completo silencio, camino a casa Alec intento hablarme nuevamente sobre sus intenciones de que tuviésemos un hijo pero yo me limite a decir que me dolía la cabeza y no estaba para hablar de esos temas. Cuando puse un pie en casa le informe a Alec que me iría a dormir de inmediato ya que el "dolor" de cabeza era incesante. Entre en mi cuarto y lo cerré con llave, saque de entre mi brassier el papel que Edward me había dado y casi con desesperación lo leí.
Cuando Jane o Dídima hablaban acerca de Edward yo intentaba parecer despreocupada pero claramente mis sentidos estaban alerta ante cualquier información, Dídima por su parte alentaba a Alec a invitarlo a cuanta cena, fiesta o reunión que se celebrara para mantener al "enemigo" cerca, claro que para mi sus intentos de flirteo no pasaban desapercibida y todo eso eran meras excusas, por otra parte Jane también colaboraba con sus muy "buenas" ideas para mantener a Edward cerca y sobre todo que confiara en la familia, había expresado claramente ser la novia de mi Edward, yo lo único que esperaba era que no me hubiese delatado ya que cuando sugirió aquello no pude evitar atorarme y que parte del vino que estaba bebiendo saliese expulsado con cierta fuerza de mi boca.
-¿No te parece buena idea?- me había preguntado Jane con esa sonrisa victoriosa que solo ella podía tener.
-Me parece que tus excusas son muy malas, si estas interesada en el Sr. Sanguinetti deberías ser honesta y no camuflarte con tanta parafernalia- le dije un poco más calmada, solo le rezaba a Dios que éste nuevo Edward no cayera en la treta de Jane.
-No estarás celosa ¿no?- me pregunto sin rodeos, no se de que color me abre puesto pero justo en ese momento Dídima me salvo la vida ya que era ella quien se veía roja de furia.
-Creo que te estas equivocando de enemiga- le dije con una sonrisa arrogante y le daba una leve mirada a mi "suegra" que al verse descubierta decidió convenientemente cambiar de tema.
Así ya llevaba estos cinco días de espera por saber de él, el tenerlo tan cerca y tan lejos a la vez era mi infierno personal, de lo único que estaba completamente segura era que debía decirle todo lo ocurrido éste tiempo en el que estuvimos separados ¿pero como hacerlo? Si cada vez que lo intentaba algo ocurría o alguien nos interrumpía, debía pensar en algún modo de poder encontrarme a solas con él ¿pero como avisarle?
-Mami ¿podemos ir a jugar con Gregorio al río?- me saco de mis pensamientos la vocecita de mi hijo –Prometo no perderme ésta vez, pero es necesario ya que desde lo ocurrido Gregorio está algo inquieto- me dijo con ese tono preocupado que utilizaba cuando realmente lo estaba, yo asentí con una sonrisa, es que jamás podría negarle algo cuando me pone esos ojitos que brillan con tanta intensidad. Así fuimos por Anne y los tres salimos a caminar, perdón digo los 4 junto con Gregorio.
-¿Gregorio esta enfermo?- pregunto la pequeña, esa pregunta alarmo de cierto modo a Charlie quien abrió sus ojitos preocupado.
-No lo creo, yo pienso que simplemente aún sigue asustado por lo ocurrido- estaba explicándole a mis hijos cuando escuche sonar los cascos de un caballo a cierta distancia, mi corazón comenzó a bombear aceleradamente al pensar en quien podría venir montando aquel animal.
Agudice mi mirada entre medio de los árboles mientras rezaba por que fuera él quien venia cabalgando, pero no, aunque igual estaba feliz de verla no fue suficiente de haber sido él.
-¡Esme!- le grite contenta cuando la vi y en ese momento pensé en que no la había visto hace mucho.
-Hija- me dijo en el momento en que se bajo del caballo y corrió a mi encuentro para abrasarme, en ese simple gesto percibí su inquietud y algo que claramente la tenia mal.
-¿Qué sucede Esme?- le pregunte cuando me separe levemente de ella, ella me miro a los ojos y pude ver los de ella rojos e hinchados, un claro indicio de que estuvo llorando.
-Mi hijo… ha vuelto- me dijo con cierta tristeza, luego bajo su mirada y se encontró con Charlie quien le miraba con cierta pena reflejada.
-Tía Esme ¿se encuentra bien?- le preguntó, ella se arrodillo a su altura y lo abrazo fuertemente.
-Claro que si pequeño, es solo que los extrañaba mucho- dijo y luego miro a Anne y amplio más sus brazos para incluirla a ella en aquel abrazo que se me hizo muy reconfortante –Ahora, si les pido que corran por ahí no muy lejos para yo poder hablar con su madre ¿lo harían?- les pregunto con una sonrisa tranquilizadora, los pequeños aceptaron sonrientes, la abrazaron nuevamente y luego vinieron hacia mi para darme cada uno un beso y asegurarme que estarían jugando tranquilos unos pasos más allá para que no me preocupara.
-¿Qué sucede Esme?- le pregunte preocupada una vez que me asegure que mis hijos se encontraban cerca de mi radio de visión.
-Él esta con vida- me dijo con lágrimas en los ojos, obviamente sabia a lo que se refería por lo que me acerque para abrazarla –Mi hijo Bella, ésta con vida.
-Lo se Esme, ya lo he visto- le dije algo apenada por no haberle informado antes.
-¿Cómo que ya lo sabes? ¿Por qué no me has dicho nada?- me pregunto con cierto reproche, me mordí el labio algo nerviosa.
-Lo siento, es solo que a mi también me a dejado desconcertada al igual que tu y bueno él, no digamos que es el mismo que conocimos- le dije algo triste.
-Claramente esta muy cambiado Bella, no es el mismo que se llevaron hace ocho años- me dijo y nuevas lagrimas se desbordaban de sus ojos –Su actitud es otra- y ahora sus ojos reflejaban inquietud y miedo -¿Le dijiste la verdad?- me pregunto, yo negué con la cabeza algo apenada y vi cierto reproche en sus ojos.
-No es que no lo quisiera Esme, es solo que la oportunidad no se a presentado sin contar que él no a hecho muchos meritos por así decirlo- le dije algo más firme, pues era la verdad, desde él momento en que lo vi y supe que era él es que tuve la intención de decirle todo cuando había sucedido todo este tiempo, pero su actitud no estaba ayudando en nada.
-Bella, él me dijo que venia a vengarse de los Vulturi- me dijo preocupada - Me dijo que venia por ti pero no contaba con el hecho de que te casaras y menos aún de que tuvieras dos hijos- yo inmediatamente mire a mis hijos que jugaban felices unos metros más allá, Charlie intentaba saltar como rana para incentivar a Gregorio mientras Anne los esperaba unos pasos más allá, lugar que de seguro marcaron como la meta.
-Él me recrimino lo mismo cuando los vio- le dije con tristeza –Pero Esme, él no me a dado el tiempo necesario para explicarle absolutamente nada, está cerrado en ésta nueva caparazón que tiene- y sentía como cierto enojo se apoderaba de mi –No se a que esta jugando, la última vez que lo vi se estaba besando con Jane- espete ya claramente enojada, pude ver como Esme sonreía levemente para ocultarlo –no te rías, no le encuentro la gracia a esto- la mire enojada y frustrada.
-Se que no es gracioso cariño, pero me alegra saber que a pesar de todos estos años lo sigues amando- me acaricio levemente la mejilla y su sonrisa maternal se hizo presente una vez más, como extrañaba poder estar con ella constantemente, sin tener que ocultar nuestra amistad.
-¿Cómo esta el resto de la familia?- le pregunte con cierta congoja al recordarlos.
-Ellos están bien, aún no saben que Edward esta de regreso y por ti, se que te extrañan igual que tu a ellos pero son orgullosos, no te preocupes que sé que llegara el día que comprenderán todo y serán ellos quienes te pidan disculpas- me dijo ahora ella abrazándome a mi.
-No pretendo que se disculpen, pero hubiese sido bueno que no me juzgaran tan rápido.
-Las cosas se dieron así Bella por los hechos, tu hiciste lo correcto así que debes estar orgullosa de tu temple y entereza para sobrellevar todo esto tu sola- sus palabras calmaban de cierto modo mi atormentado corazón –Ahora lo importante es que ayudemos a Edward a dejar todo esto de lado, tu y él se merecen ser felices al fin pero con esta venganza tan peligrosa jamás lo conseguirán- mientras Esme me decía aquello yo pensaba en Jane, Alec, Marcus y sobre todo Dídima en lo que harían si se enteraban de que su "amado" nuevo invitado era Edward Cullen en lugar de Anthony Sanguinetti.
-¿Que podemos hacer?- le pregunte preocupada –Yo he intentado hablar con él a solas pero no lo consigo, sin contar que él no se ve muy interesado en escucharme- le dije afligida.
-¡Isabella!- escuche el grito de Alec proveniente de la casa, mire en esa dirección para asegurarme de no haber sido descubierta y luego mire nuevamente a Esme para disculparme con la mirada.
-Lo se cariño, ve- me dijo con una sonrisa –Yo intentare ubicarte nuevamente para que pensemos en que podemos hacer- me abrazo fuertemente y luego besó mi frente, podía sentir todo el cariño que sentía por mi y con mi abrazo trate de transmitirle el mío, mis hijos se acercaron corriendo a nosotros y la abrazaron a modo de despedida, luego la vi desaparecer entre los árboles montando a su caballo.
-Anne ¿quieres jugar a un juego?- le pregunte a mi hija, ella me miro con sus enormes ojos llenos de felicidad.
-¡Siii!- grito.
-Que te parece si jugamos a una especie de escondidas donde no debes decirle a nadie que vimos a Tía Esme ¿te parece?- le pregunte con una sonrisa, luego mire a Charlie quien me guiño un ojo a modo de complicidad, Charlie hace mucho comprendía que Esme estaba vetada en nuestras vidas y en general la familia Cullen, pero así como yo, él sabia discernir muy bien cuando una persona era buena y merecía nuestra amistad.
Llegamos a casa y nos encontramos a Heidi quien al verme me informo que Alec me esperaba en su despacho.
-¿Dónde estabas?- me pregunto molesto en el momento en que me vio entrar por la puerta.
-Estuve paseando con los niños en los jardines- le dije omitiendo ciertas partes.
-Si tenemos invitados tan importantes como Anthony te quiero en casa- me espeto y mi corazón se acelero al escuchar cierto carraspeo.
-Siento molestar- escuche aquella voz aterciopelada que me acelero el corazón a niveles sorprendentes, me gire lo suficiente para verlo a los ojos.
-Claro que no Anthony, pasa- le dijo Alec a Edward –Estaba aclarando ciertos puntos importantes, como no tienes esposa no creo que entiendas como hay que manejarlas- le dijo con cierto tono burlesco.
-Creo entenderte- le dijo Edward, yo no podía quitar mi mirada de él, así como él me miraba a mi, no podía descifrar lo que me decían sus ojos pero de que me apretaban el pecho, lo hacían –Una vez tuve una esposa que ame con mi vida pero eso no sirve de nada si no es reciproco- dijo con amargura –Hay ciertas mujeres que solo piensan en dinero y no en sentimientos- una sonrisa arrogante estaba plantada en su rostro, pero sus ojos no me engañaban ya que estaba claramente marcada la tristeza.
-No entiendo por que alguien te dejaría por interés económico si eres más rico que Isabella y yo juntos- se mofo Alec, pero claramente para Edward y para mi esto no tenia gracia, Edward le dio una leve sonrisa, falsa e irónica a Alec, pero él al parecer ni la percibió pues guió su mirada a ciertos documentos que tenia sobre el escritorio.
-Bien, no estamos aquí para hablar de líos de faldas sino para comenzar con los negocios- le dijo con un nuevo brillo en los ojos.
-¿Qué tipo de negocios?- pregunte sin poder contenerme.
-Isabella, no creo que estos temas sean de tu incumbencia- me regaño Alec –Tu deber en estos momentos es de ir a cuidar a nuestros hijos- y su tono autoritario me enfermo por lo que decidí dejarlo por la paz y salir de ahí.
-Discúlpame- dije simplemente –Permiso- dije antes de salir mirando unos segundos demás a Edward quien me miraba con cierto aire desilusionado.
Habrán pasado cerca de tres horas desde que Edward se había encerrado con Alec en el despacho discutiendo ciertos "negocios" que moría por conocer, no estoy muy segura sobre si Edward esta al tanto de los turbios negocios de la familia Vulturi, pero si Esme esta en lo correcto y Edward vino a vengarse, espero que lo sepa por su bien.
En estos momentos me encontraba en el jardín trasero mirando a Charlie y a Anne hablar o mejor dicho discutir acerca de que raza canina seria la mejor.
-Yo quiero un pequines- dijo Anne cruzándose de brazos.
-Ese perro parece un rato- le dijo Charlie molesto –Tenemos que tener un perro que demuestre fuerza- y en un divertido intento de parecer fuerte contorsionó sus bracitos para mostrar sus "músculos" -Es mejor un labrador- le dijo Charlie y un leve recuerdo por aquella raza de perro llego a mi cabeza.
-Ven acércate- me dijo Edward, empujándome hacia él con la mano que me tenía tomada, en ese momento note quien era Luna, en el centro del lugar rodeada de pasto seco se encontraba una hermosa perrita, no sé de razas pero era grande y de pelaje blanco, pero lo más hermoso se encontraba cerca de ella, habían unos seis cachorritos, que emitían débiles chillidos -Es un labrador, se llama Luna y me lo regalo Carlisle cuando tenía 6 años, ha estado aquí desde entonces, es muy dócil con la gente que conoce, pero tuvimos que intervenir para sacar a los cachorros, ya que se estaban ahogando, murió uno, pareciera que supiera que tuvimos que intervenir y ahora no deja que los cachorros se alimente- me contó Edward quien se acerco a su perra y comenzó a acariciarla mientras intentaba colarle los cachorritos a la madre –ven, acércate, no te hará nada si te ve conmigo.
-Excelente elección- escuche a mi espalda sacándome de aquel hermoso recuerdo de viejos tiempos.
-¡Sr. Sanguinetti!- grito emocionado Charlie, quien en cuestión de segundos estuvo a su lado con mucha confianza como si fuesen amigos de toda la vida.
-Charlie, Anne, Isabella- dijo con tono formal saludándonos a todos pero su mirada no se apartaba de la mía, lo que me coloco nerviosa y algo ruborizada.
-Yo le decía a mi hermana que ese seria el mejor perrito que podríamos tener- le dijo mi hijo.
-¡Pero el perrito será mío así que yo quiero un pequines!- dijo mi hija frustrada.
-Mamá- me dijo Charlie con esos ojitos de pena.
-Lo siento cariño pero Anne tiene razón, tu tienes a Gregorio y el perrito es para Anne por lo que ella debe decidir- le dije triste por no poder cumplir sus gustos.
-Tengo una idea- intervino Edward, mi hijo lo miro enseguida para luego Edward acercarse a su oído y compartir con el alguna clase de información que no logre escuchar, solo pude ver que mi hijo sonrío ampliamente y comenzó a saltar de felicidad, mire a Edward interrogante y el me regalo su mejor sonrisa torcida para deslumbrarme y hacerme olvidar cualquier pensamiento racional –Ahora ve con Anne a dejar dentro a Gregorio que quizás esta cansado- le dijo cordialmente a mi hijo y alboroto sus cabellos. Mi respiración no podía conseguir un ritmo acompasado y calmado pues el tenerlo frente a mí y a solas, me ponía nerviosa.
-¿Qué le dijiste?- le pregunte algo cohibida por su intensa mirada.
-Digamos que es un secreto entre el y yo- me dijo como si nada –Es un niño muy inteligente, se parece a ti- y un extraño brillo paso por sus ojos –Tiene el coraje y la arrogancia de Alec- y una sonrisa entre triste y asqueada paso por su tenso rostro –No como la pequeña Anne que es físicamente igual a Alec pero más tímida- y su mirada me carcomía el alma al verla triste.
-¿Estas aquí para hablar de mis hijos?- dije a la defensiva no queriendo tocar éste tema, precisamente en éste lugar donde podía llegar cualquier persona y no solo eso, sino también el hecho de que en este lugar las paredes oían.
-No, claro que no- dijo rápidamente –Solo estaba alabando tus dotes de excelente madre por como han criado a sus hijos- y chasqueo la lengua al decir aquellas palabras.
-Necesitamos hablar- le dije cambiando el tema
-Pensé que eso estábamos haciendo- me dijo con arrogancia.
-¡Podrías dejar esa actitud tan superior!- le dije molesta quedando a escasos centímetros de él, me sentía enojada y frustrada por su cambio de personalidad, tenia ganas de cachetearlo solo para que entrara en razón pero su aroma me llego de lleno, ese aroma tan único que emanaba de su piel, ese olor tan varonil y suave a la vez, ese olor que me domaron en cuestión de segundos.
-Veo que hay cosas que no olvidas mi Bella- y acaricio mi mejilla, al sentir su tacto inmediatamente cerré mis ojos ante la lluvia de emociones por aquella cercanía –No entiendo por que todas tus promesas las olvidaste- no fue una recriminación, él estaba afirmando un hecho que le parecía indiscutible, pero yo tenia mucho que decir a mi favor.
-Edward…yo…yo necesito explicarte muchas cosas- le dije abriendo los ojos para mirarlo y viera cuanto me dolía todo esto, tome entre mis manos su mano que seguía dejando pequeñas caricias en mi mejilla y me la lleve a los labios para besarla –Por el momento lo único que puedo decirte es que no e dejado de amarte- y sus ojos brillaron por primera vez desde nuestro reencuentro con una intensa esperanza –En todos estos años para mi nada de ese hermoso sentimiento a cambiado- afirme –Yo necesito saber que hay de ti- le pregunte con miedo, un miedo reflejado claramente en mi rostro.
-Bella yo…
-¿Anthony?- bufe fuertemente por aquella interrupción, la mano de Edward bajo lentamente para que fuese imperceptible ya que nuestra "visita" se encontraba a sus espaldas.
-¿Que tal Jane?- le pregunto Edward cortésmente, pero yo lo conocía muy bien y sabia que al igual que yo, se sentía frustrado por aquella intervención.
-De saber que estabas aquí hubiese preparado algo- le dijo ella en tono meloso, cosa que me asqueo por lo que decidí entrar a la casa.
-Isabella espero que sigamos con nuestra platica- dijo él como si nada cuando yo ya estaba casi en la casa dándoles la espalda.
-¿De que hablaban?- alcance a escuchar que le preguntaba Jane a Edward.
A estas horas de la tarde ya estaba completamente frustrada, es que Dios, el destino o el cosmos estaban confabulados en mi contra para evitar por todos los medios que no hablara con él a solas, si no era Jane, Alec o Dídima, era simplemente su falta de interés por mi única verdad, aquella verdad que me pesa desde el primer instante en que concluí que las cosas debían ser así.
-Isabella ¿Qué haces vestida así?- escuche a Alec preguntar de pronto, estaba tan concentrada en mi conflicto interno que no preste la más minima atención a su llegada a mi recamara.
-¿Así como? Estoy vestida como todos los días- le dije extrañada.
-Vamos a salir a cenar así que quiero que te veas hermosa para mi ¿esta claro?- en su voz estaba claro que no debía contradecirlo y antes de que se perdiera por la puerta le pregunte.
-¿Iremos solo nosotros dos?
-Irán mis padres, Anthony con Jane y nosotros dos, ahora por favor vístete como se debe- dijo algo molesto y cerro la puerta un poco más fuerte de lo normal, sea lo que sea mi instinto me decía que algo andaba mal.
Sea lo que fuese a suceder, Alec me había exigido vestirme lo mejor posible y claro que lo haría, sin necesidad de decirlo en voz alta estaba claro que entre Jane y yo se había desatado una rivalidad por conseguir la atención de Edward, quizás ella no lo supiera pero así era, no dejaría, aunque fuese por un mero plan, que realmente cautivara a Edward así como yo lo había hecho una vez. Me maquille suavemente resaltando lo mejor posible mis ojos y labios, mi vestido negro era uno muy moderno que realzaba mis curvas y contorneaba lo mejor mis caderas y busto, con un corte rectangular, la espalda descubierta y que llegaba un poco más arriba de la rodilla me sentí confiada, según Anne dejaría a todos los hombres con la boca abierta.
-Te ves hermosa mami- me dijeron mis dos hijos a la vez.
-Ponte esto para que nos lleves contigo- y Charlie me alcanzo un hermoso collar que me obsequiaron en mi cumpleaños pasado, con un pequeño dije en forma de corazón que en su interior se encontraban mis dos hijos sonriendo y abrazados.
-Siempre los llevo conmigo aunque no tenga un distintivo físico- les dije mientras los abrazaba y les daba a cada uno un beso en su naricita –Ahora, por favor pórtense bien, no hagan enojar a Heidi y así no tendrá excusas luego para acusarlos y que los castiguen ¿bueno?- y tras conformarme con sus enormes sonrisas traviesas como su mejor aceptación a mi petición, salí por la puerta para encontrarme con el resto de la familia que me esperaban en el recibidor.
Debo decir que al ver a Dídima me tuve que contener lo mejor posible para evitar reír, si bien Dídima era aún una mujer relativamente joven, no se comparaba a la juventud que poseíamos Jane o yo misma, el verla con un gracioso intento de parecer diez años menor la hacia lucir patética en aquel vestido rojo ultra ceñido a su cuerpo. Lamentablemente no podía decir lo mismo de Jane, quien sin ningún pudor lucia un hermoso vestido verde oliva que mostraba incluso más que mi vestido, sus largas piernas resaltaban con un brillo único, y en general podría decir que era poseedora de un cuerpo escultural, suspire derrotada ante la obvia perdida de tiempo por intentar arreglarme lo mejor posible, mire al resto de los que irían a la cena, Marcus sostenía fuertemente a Dídima, Alec me miraba como un adolescente pero en ese instante note una mirada mucho más fuerte, Edward estaba casi boquiabierto, podría decirse que me devoraba con esos verdes jades suyos, una sonrisa triunfadora cubrió mi rostro cuando Jane intentaba llamar su atención modelándole aquel vestido pero él no despegaba su mirada de mi, me acerque a ellos y el beso mi mano como un gesto de saludo.
-Alec, debo decirle que tiene que cuidar muy bien de su esposa si no quiere que alguien se la arrebate- le soltó como si nada, sin dejar de mirarme. Alec me estrecho contra su cuerpo sosteniéndome por la cintura.
-Si ésta casada conmigo es por que soy el mejor y ella misma se ha dado cuenta de ello- le sonrío triunfante.
-Podrían salir otros hombres en el camino- Edward reto con la mirada a Alec, de un momento a otro la tensión comenzó a subir notoriamente, a pesar de que Jane intentaba jalar a Edward para que se quedara con ella, él ni se inmutaba de su lugar, así como Alec que no se apartaba de mi seguía desafiando a Edward con la mirada.
-Pero para ello Isabella tendría que estar interesada y se que no es así, ella me ama a su familia ¿verdad cariño?- me pregunto mirándome fijamente, yo simplemente le sonreí levemente intentando no decir nada en realidad.
-Ya vámonos y dejen ese cuento de macho para otro momento- zanjó Marcus.
-Estábamos bromeando papá- le dijo Alec a su padre, al pasar cerca de Edward le palmeo la espalda y salimos todos de la casa.
-Te ves hermosa- me dijo Edward cuando pase a su lado para ir al auto, no le dije nada y seguí de largo con una gran sonrisa y algo colorada.
Al llegar al restaurante nos atendieron de manera espectacular, es que ser visitado por los Vulturi era un acontecimiento muy importante para las tiendas comerciales, ellos lo veían como si le dieran más prestancia y mayor reputación al lugar.
-Gaspar quiero presentarte a Anthony Sanguinetti- le dijo Alec al maître –Te aconsejo que lo atiendas tan bien como a mi familia por que el desciende de un linaje muy importante también- y ese simple comentario basto para que en este restaurante y en muchos otros lugares el apellido Sanguinetti estuviese en boca de todos, todos hablaban de Edward como el nuevo millonario descendiente de los grandes ancestros italianos que poseían gran poder y control sobre la ciudad, Edward claramente ya estaba sumergido en el mundo de los Vulturi en cuestión de días tras aquella salida tan "familiar".
-Y dime Edward ¿Cuándo vivías en Italia que hacías?- le pregunto Marcus cuando ya estábamos asentados en la mesa, para mi mala suerte quede frente a Edward lo que me permitía mirarlo continuamente.
-Principalmente negocios, ya sabes, financieras, la bolsa pero también intento equilibrarlo con algunos pasatiempos- dijo –Me gusta la equitación, la esgrima con sables, espada o florete, el que gustes- le dijo mirando a Alec –Se de medicina, filosofía y filantropía- a estas alturas ya no sabia que más podía asombrarme, si bien, Edward cuando lo conocí era bastante culto para su situación, esto sobrepasaba enormemente cualquier expectativa. Cuando nuestras miradas se cruzaron en una silenciosa pregunta moví mis labios -¿Cómo lo hiciste?- le pregunte cuando vi que nadie nos prestaba atención, el me guiño un ojo y sonrío satisfecho.
Así la cena pasó relativamente lenta y aburrida, los hombres hablaban de negocios e inversiones, por otra parte Dídima y Jane alababan en susurros la galantería de Edward y el mejor método de hacer que se emparentara con la familia, el mejor lazo seguía siendo Jane.
-Y tu Isabella- escuche de pronto a Edward y todos los ojos se fijaron en mi – ¿No tienes algún pasatiempo que te pueda llevar a conseguir un trabajo?- me pregunto
-Isabella solo ocupa su tiempo para criar a nuestros hijos- dijo Alec por mi –Además hemos estado pensando en tener otro hijo ¿no es así cariño?- su pregunta me tomo de improviso, sentí mis ojos salirse levemente de sus cuencas por la impresión y mis labios se secaron al sentirme agitada, la mirada de Dídima era expectante y me sonreía maliciosamente, Edward por su parte me miraba entre enojado, desilusionado y triste.
-Eso seria fabuloso hijo, otro nieto más- dijo Dídima con un fingido entusiasmo que claramente percibí.
-Oh pues mis felicitaciones- dijo Edward mirando de Alec a mi –Su familia es envidiable con esos hijos que tienen.
-Aún no lo hemos decidido del todo Alec, no es prudente que hables de estas cosas con desconocidos- dije para zanjar el tema, Dídima y Alec me miraron enojados.
-Anthony es como de la familia ya si pasaremos un buen tiempo haciendo negocios- Alec se acerco a mi, estaba tan pendiente de la mirada de Edward que no me percate que tanto se había acercado Alec y me beso, Edward me sonrío con tristeza y comenzó a conversar con Jane, decir que peor no podía sentirme.
-Bueno Alec, Dídima, Marcus, Isabella, muchas gracias por tan encantadora velada- dijo Edward despidiéndose de nosotros cuando ya era suficientemente tarde para partir a nuestras respectivas casas –Decir que quedan cordialmente invitados cuando gusten a mi casa- y al llegar frente a mi beso el dorso de mi mano siempre mirándome fijamente, al retirar su mano sentí algo entre la mía por lo que la cerré inmediatamente. Salimos del lugar en un completo silencio, camino a casa Alec intento hablarme nuevamente sobre sus intenciones de que tuviésemos un hijo pero yo me limite a decir que me dolía la cabeza y no estaba para hablar de esos temas. Cuando puse un pie en casa le informe a Alec que me iría a dormir de inmediato ya que el "dolor" de cabeza era incesante. Entre en mi cuarto y lo cerré con llave, saque de entre mi brassier el papel que Edward me había dado y casi con desesperación lo leí.
"Mucho de que hablar, te recojo mañana a las 7 en el pueblo, inventa lo que sea E.C"
Decir que esa simple frase me hizo sonreír como una idota era quedarse corta, lo único que si tenia claro es que mañana como fuese necesario saldría de esta casa, mañana pasara lo que pasara le contaría mi verdad a Edward, así como también espero que él me diga donde estuvo estos ocho años.
Bbra- .
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Re: El Conde Montepulciano
siiiiii al fin esa nota me ha dado mucha alegria ..........como odio a Alec y no te digo a Didima
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Re: El Conde Montepulciano
amiga¡¡¡ extrañamos la continuación...yo sé que la autora ha puesto más capítulos¡¡¡¡ espero verlos pronto por el foro...besos
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Re: El Conde Montepulciano
si atal perdon chiks las tengo abandonadas con la continuacion
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Re: El Conde Montepulciano
siii y ya hay dos o tres capitulos mas...
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Re: El Conde Montepulciano
hay chiks sorry aqui las compenso con muchos cap
van mas, ponganse comodas xq son varios
"Alcatraz"
-Te recojo mañana a las 7 en el pueblo- se repetía una y otra vez en mi cabeza, la sonrisa en mis labios no desaparecía, incluso podría jurar que dormí tal cual, sonriente.
El problema sería como hacerlo para salir temprano por la mañana sin levantar sospechas, podría inventar un sin fin de cosas que hacer pero conociendo a Alec, se opondría por el simple hecho de sacar a los niños tan temprano de casa, a si ¿no lo mencione? La única excusa viable para poder salir seria con algo relacionado a mis hijos, de otro modo tendría que salir con el o con Heidi, ¿a escondidas? Era lo único que me quedaba, así que antes de dormir deje mis ropas listas para la mañana siguiente.
Por la mañana muy temprano me vestí en cuestión de segundos para no perder tiempo, obviamente sin dejar de preocuparme de lucir lo mejor posible.
Primero fui a la habitación de mi hijo y me asegure que aún se encontraba dormido, verlo con sus ojitos cerrados siempre me hacia suspirar de satisfacción, llena de dicha por haber conseguido hacer de él un buen niño a pesar de la familia en la que se encontraba inmerso, al menos Anne aún era muy pequeñita para darse cuenta completamente.
Con sumo cuidado baje las escaleras, rogándole al señor por no toparme con nadie de la familia, pero creo que el señor estaba durmiendo a estas horas de la mañana pues no me escucho para nada.
-¿Dónde vas a estas horas, Isabella?- me pregunto Dídima, intente que mi rostro no se desfigurara de miedo, tenia que verme segura y confiada de mi misma para no llamar aún más la atención.
-Necesito salir Dídima, es importante- le dije como si nada, sin bajar mi vista de ella, años sin poder hacerle frente pero las cosas habían cambiado drásticamente con la llegada de cierto hombre de ojos verdes, él siempre había sido mi incentivo en el pasado y en el presente estaba surgiendo nuevamente, ¿para el futuro? Esperaba de todo corazón que él se encontrara conmigo.
-¿Que es eso tan importante que te saca de la cama y de casa a estas horas de la mañana?- me pregunto escéptica con esa sonrisa de autosuficiencia.
-Es una sorpresa para Alec- le dije de la nada, mis labios hablaron por si solos, algo me decía que si utilizaba a su hijo quizás hasta me ayudaría.
-¿Qué tipo de sorpresa?- pregunto nuevamente, no pude evitar mirar el reloj en la pared a sus espaldas, me estaba atrasando.
-El algo complejo de explicar- pero podía ver que no era suficiente para ella mi simple explicación –Alec quiere que le de un hijo- dije rápidamente –Pero es un poco complicado por lo que necesito asesorarme con un medico- al ver sus ojos iluminarse en mi fuero interno sonreí por mi mentira.
-Me parece fantástico, pero ¿Por qué a estas horas?- me dijo algo extrañada.
-Quiero que sea una sorpresa si es que resulta, quiero ocultárselo a Alec por el simple hecho de que si no resulta él no se desilusionara.
-Entonces déjame acompañarte- dijo con ese semblante arrogante nuevamente, aprecie que aún llevaba su ropa de dormir por lo que me aproveche de ello.
-Para la siguiente sesión, por que ahora voy retrasada- le dije con mi mirada triste, como si lo lamentara –seguro- pensé para mi.
Con el corazón aún a mil salí de casa, ahora con el aire golpeando en mi cara pude despejar un poco más mi cabeza y razonar lo obvio, a esta vida llena de mentiras le sumaba una más y una bastante compleja, debía conseguir una cita con un doctor que se supone me trataría para poder tener un hijo –Que Dios me ayude- dije cuando camine en dirección a un taxi que me llevara lo más pronto a mi encuentro con Edward.
Sabía que iba retrasada por lo que le insistí un poco al conductor para que se apurara.
-Señorita voy en el limite establecido- me dijo cuando me miro por el espejo retrovisor, percibí en sus ojos algo que ya se me hacia un poco común desde que había conseguido que mi cuerpo cambiara al de una escuálida niña, desde mi embarazo es que había ganado un par de curvas que antes no poseía, acentuando así el cuerpo de una mujer, llamando la atención de varios hombres.
-Le pagare el doble- le dije con una sonrisa coqueta que a él le ilumino el rostro, pude sentir como el auto aceleraba su curso y sonreí satisfecha de mi misma.
Llegue a los pocos minutos encontrándome que por el lugar transitaban aún muy pocas personas, no podía verlo por ninguna parte, mirando mi reloj de pulsera solo vi que estaba retrasada por diez minutos, no era como para que pensara que lo había dejado plantado, suspire frustrada, esto se daba cada vez que queríamos hablar.
-¿Sra. Isabella Vulturi?- escuche que alguien me preguntaba a mis espaldas, me gire para encontrarme con un joven de no más de diecisiete años.
-Así es- le dije un poco confundida.
-Tenga- me entrego un papel y se marcho, seguí su camino hasta que se perdió por una de las esquinas de la calle, extrañada abrí el papel y en el solo había una pequeña frase, aquella letra la reconocería a pesar de los años, aunque ahora se veía más pulcra y más elegante de lo que era.
"Florería Amanecer"
Mire en todas direcciones, algo me decía que él estaba aquí observándome, simplemente sonreí y me encamine hacia donde me pedía, llegue a la florería pero seguía sin encontrarlo, un impulso me guío al interior de la tienda y lo busque, pero nada.
-Busca alguna flor en especial- me pregunto el vendedor con una sonrisa amable, no sabia muy bien como decirle que en realidad buscaba a un hombre más que flores –Tengo unas que son el reflejo de su hermosura- me dijo y desapareció por unos minutos por una habitación, entrando nuevamente ahora con un ramillete de unas hermosas flores –Fresias- me dijo con una sonrisa y me tendió el ramillete.
-Gracias- dije un poco extrañada, tome las flores en mi mano y me las lleve por instinto a mi nariz para poder sentir su aroma, cerré los ojos e inhale profundamente embriagándome con su aroma, al abrir los ojos note que de entre medio sobresalía una pequeña tarjeta en un sobre, la tome e inmediatamente la abrí, sonreí al reconocer nuevamente aquella caligrafía.
"Sal por la puerta trasera y sube"
¿Y sube?, me perdí. Mire al vendedor que me sonreía como si fuese mi cómplice, no entendía del todo pero él al parecer comprendía mejor que yo.
-La salida esta por allá- me indico con su dedo índice, lo mire confundida y el asintió guiñándome un ojo, seguí aquel pasillo hasta la puerta trasera, la abrí un poco temerosa de lo que me podría encontrar, al salir solo había una cosa en la calle, que debo decir se veía bastante lúgubre, un auto con todos sus vidrios oscuros y en el, un hombre recargado que al verme se movió y abrió la puerta para mi sonriéndome, me tendió su mano "Sube" recordé de la nota, suspire y así lo hice, tome la mano de aquel hombre que me sonrío.
-Buenos días Sra. Cullen- y lo mire asombrada, parte de mi sonreía por lo hermoso que sonaba, pero él como lo sabia.
-¡Theo!- escuche la voz de Edward regañarlo, él se disculpo y me ayudo a subir al auto.
-Buenos días- me dijo él cuando ya estuve sentada junto a él, lo mire e inevitablemente sonreí –Discúlpalo, a veces es algo impertinente- lo dijo alzando un poco más su voz pero se notaba que le tenia en buena estima por que tenia una nota de humor en su voz al expresarse de él –Disculpa también si tuve que hacer todo esto pero tenia que asegurarme que nadie te siguiera y te viera conmigo- con la oscuridad propia de la madrugada y los mismos vidrios oscuros que impedían la poca luz del día, no conseguía ver bien su rostro, pero por su voz podría decir que intentaba sonar irónico.
-Dídima me descubrió por lo que de todos modos tuve que mentir- le dije un poco más triste por su poco entusiasmo de verme, yo por dentro estaba frenética por lanzarme a sus brazos y besarlo.
-¿Qué le dijiste?- y percibí cierta nota de humor en su voz.
-Nada relevante, algo que tendré que solucionar más tarde- le dije como si nada, pero sabía que ese pequeño "detalle" me causaría uno que otro dolor de cabeza.
-Muy bien, si necesitas ayuda me la pides y ya- dijo como si nada y en ese instante el auto comenzó a moverse en quien sabe que dirección, no preguntaría tampoco pues muy bien sabia que iría donde él me llevase.
El camino fue silencioso y algo largo, quería hablarle pero su mutismo me decía que él prefería llegar para poder conversar, quizás estar en un lugar más cómodo y agradable. El auto se detuvo y la luz del día me cegó en el momento en que su chofer o lo que sea que fuese abrió la puerta, me tendió su mano que tome para salir al exterior –Gracias- le dije y al salir me encontré con aquel lugar que había cuidado con mi corazón y mi alma, la casita que él un día me regalo, a su costado había enterrado "sus cenizas", cenizas que Alec me había entregado diciendo que eran de Edward. Todos estos años creyendo estúpidamente lo que Alec me había dicho, definitivamente no había aprendido nada con los años, él jamás me hubiese dicho la verdad de que Edward vivía.
-Lindo gesto- me dijo con una sonrisa burlona apuntando a la pequeña lapida donde estaba escrito su nombre y debajo de este las supuestas cenizas de su cuerpo, mi rostro cayo en la tristeza, años llorando en silencio y buscando en este lugar alguna especie de consuelo, pensando en que donde él estuviese nos cuidase.
-Era lo único que tenia- le dije con tristeza, Edward no dijo nada luego de mi comentario y caminamos al interior de la casa.
-Theo espéranos afuera- le dijo a su mayordomo y él salio con una pequeña reverencia, luego se giro hacia mí para mirarme directamente, esa mirada que traspasaba hasta mi alma –Decidí contarte mi vida estos últimos ocho años- mi boca se abrió ligeramente, yo en mi cabeza tenia pensado en una especie de cuestionamiento acerca de mi vida, no pensaba en que él me iba a contar de la suya.
-¿Por qué?- le pregunte no muy segura.
-Mi madre así me lo a pedido- dijo como si nada.
-¿Es decir que solo lo haces por Esme?- pude percibir en mi misma la nota de desilusión en mi voz, de seguro igual de perceptible para él.
-No veo otra razón- y camino hacia uno de los silloncitos que Esme había puesto en el lugar cuando decidimos que este seria un lugar de encuentro para ambas, claro que eso fue hasta que llego Anne a mi vida ya que después se me dificulto mucho el poder salir de casa.
-¿Por qué tienes esa actitud conmigo? A veces eres el Edward del que me enamore y luego éste que…- no pude terminar pues él de un brinco llego a mi con sus ojos llenos de furia.
-¿Qué más quieres de mi? Si estoy aquí, vivo, es por ti ¿y que recibo yo? Resulta que tienes una gran familia con otro hombre- sus palabras salían como acido de sus labios –Y que mejor que a un par de meses de mi supuesta muerte, no se que hubiese sido mejor Isabella- me acerque más a él y eleve mis manos para tocar su rostro pero él se alejo como si tuviese una enfermedad contagiosa.
-Es que necesitas conocer todos los hechos Edward, yo aún te amo- le dije un poco más desesperada debido al nerviosismo y la tristeza que me embargaba verlo así, rechazando mi cercanía.
-Yo cumplo con contarte que fue de mi, ya veremos después lo demás- dijo y se acomodo en uno de los sillones indicándome con su mano que me sentara para que comenzara con su relato, así lo hice, un poco temerosa por sus repentinos cambios.
-Creo que esta demás aclarar que yo no fui quien asesino a tu padre- y vi sus ojos opacarse por la tristeza, yo asentí un poco avergonzada, no por que lo creyese, sino por que tenia la leve sospecha de que él lo creía así.
-Lo se- dije con un susurro, mis manos comenzaron a sudar y mi corazón latía más rápido indicio de mi propio nerviosismo.
-Recuerdo que cuando llegaron esos policías a arrestarme no hiciste mucho por mí, vi en tus ojos cierta desconfianza- me espeto.
-Edward yo no pensaba en nada, estaba aún en shock por la muerte de mi padre y luego todo aquello ¿Qué más podía hacer?- le dije en un hilo de voz, sentía que pronto las lagrimas de mi propia impotencia por no haber hecho más, llegarían.
-De cualquier modo, me dijiste que me esperarías- sus manos se formaron en fuertes puños provocando que sus nudillos se blanquecieran por la fuerza -¡Lo prometiste!- grito de pronto pero respirando de inmediato para conseguir calmarse, yo peque un salto por su repentino grito y me concentre simplemente en no llorar al ver su propio dolor –Lo siento- dijo un poco más calmado.
-Edward, ellos me dijeron que te ejecutarían- un pequeño sollozo salio de mis labios al recordarlo.
-Eso ya no importa Bella- dijo algo resignado –De haber sido inverso el caso, yo hubiese guardado tu recuerdo y podría jurarte que no hubiese buscado consuelo en otro hombre, menos en un hijo de esa familia- escupió las últimas palabras.
-Pensé que eran tus nuevos amigos- le dije con sarcasmo.
-No pensaras que pase ocho años encerrado para volver y hacer como si nada pasara ¿verdad?- sus ojos se clavaron en los míos, mi cuerpo tembló como reacción a su intensa y oscura mirada.
-¿Encerrado? ¿Dónde?- le pregunte temerosa.
-En la Isla de Alcatraz- gemí impactada por sus palabras.
-Es…ese… ¿ese lugar existe de verdad?- pregunte acongojada, mis ojos se vidriaron con la imagen de Edward encerrado en un lugar como aquel, los rumores dicen que existía un lugar tan condenadamente frió, solitario y tortuoso que hasta el mismísimo infierno quedaría minimizado, gemí nuevamente.
-Tan real como tú, yo o tus hijos- dijo con una mueca, cuando pude salir de mi estupor recobre el habla.
-Edward, no tenía como saber que…- intente decirle.
-Al principio no entendía que pude haber hecho en la vida tan grave como para haber sido llevado a ese lugar, luego lo comprendí- me dijo cabizbajo –Simplemente fue amarte y tener ese conocimiento me trajo con vida, nunca me arrepentí- me miro intensamente y por unos segundos en sus ojos encontré una pequeña parte de mi Edward.
-Sigo sin entender- le dije.
-Nosotros estábamos juntos Bella, estábamos casados e íbamos a ser felices- que lo dijera en pasado me comprimió el pecho –Pero para cierta gente no debía ser así, tu debías tener otro dueño- hizo una mueca de asco, yo lo mire sin entender a quien se refería –Vulturi, Alec Vulturi ¿te suena?- me pregunto irónicamente y mi corazón se detuvo. Ciertas imágenes pasaron a gran velocidad por mi cabeza, recuerdos pasados de una vida que no quise llegaron a mí, pero antes de poder comprenderlas completamente volví al presente, a los ojos de Edward que me miraban expectantes.
-Alec nunca supo que estuvimos casados- le dije aún sin comprender.
-Pero alguien de esa familia si- me dijo como si fuese lo obvio, y estaba claro, alguien de su familia que sabia que me había casado con otro hombre, no con su hijo sino con Edward, un simple campesino para ellos, alguien que no solo sabia aquello, sino alguien que llevaba chantajeándome ocho años con hacerle daño a mis seres queridos, dañar a los Cullen pero sobre todo a mi hijo.
-Dídima- dije acongojada y aterrorizada, Edward me miro y asintió con rabia.
-Ella ha hecho mucho más de lo que crees- me informo Edward, pero mi cabeza giraba en mi hijo, en lo gravemente expuesto que se encuentra con esa familia sin escrúpulos, sin moral, sin conciencia o sentimientos.
-Incluso más de lo que conoces- pensé en voz alta, salí de mi trance y Edward me miraba un poco extrañado, yo moví mi cabeza evitando hablar.
-Bella ¿Qué sucede?- me preguntó preocupado.
-¿En que consiste tu venganza?- le pregunte directamente, él simplemente recobro su mascara de éste nuevo Edward.
-Ese es otro asunto que no vine a platicar- y se removió incomodo en el sillón.
-Edward es que tu no entiendes- le dije un poco ofuscada –Ellos y Dídima en especifico no pueden saber que estas vivo- le dije acercándome a él, mi cuerpo comenzó a llenarse de miedo, miedo por su familia a quienes seguía considerando también como Mia, miedo por mi y mis hijos.
-Por el momento no pretendo revelarlo, solo tu y mi madre lo saben y espero que sea así- me dijo alejándose un poco de mi, como si temiese algo –Espero que si lo prometes, lo cumplas- y retrocedí por cuenta propia al ver su desconfianza.
-Dalo por hecho- dije simplemente –Pero por favor ten cuidado que ellos, todos incluyendo a Jane son iguales, despiadados- le dije, recordar su cercanía con Jane me hacia sacar esta parte colérica de mi.
-No te preocupes por Jane- me dijo con una sonrisa maliciosa –Se que quiere ser mi novia por dinero y así acercarme más a su familia- me dijo como si nada, yo suspire aliviada por que al menos él lo evitaría al tener aquel conocimiento –Y me parece excelente para mis planes- yo enmudecí y lo mire anonadada.
-Tu no puedes…- le dije molesta.
-Oh claro que si Sra. Vulturi- me recordó- Quizás hasta me puedas ayudar- y ante tanto desden me hastíe, me levante para salir de aquel lugar, una cosa era que me despreciara por pensar que lo engañe, que lo olvide fácilmente, pero ya le había aclarado que aún lo amo y ¿él me hace esto? –Aún no hemos terminado- me dijo sujetándome fuertemente la muñeca, intente zafarme pero su agarre era mucho más fuerte.
-No quiero Edward, prefiero ya no saber nada si con cada cosa que dices me lastimas más, quizás ya no lo creas pero jamás he dejado de amarte- y algunas lágrimas consiguieron salir de su encierro, voltee mi rostro para que no me viera. Algo nuevo sucedió, él aligero su agarre y me giro hacia si, sus ojos estaban igual de tristes, llevando una de sus manos a mi mejilla para limpiar tiernamente la humedad que le cubría, pasándola por mi mandíbula, ascendiendo a mis labios, nariz, ojos, provocando que estos se cerraran y de un momento a otro, sentí sus labios.
Dulces como los recordaba en mi mente pero nunca comparados con la realidad, cerré mis ojos más fuertes aún por la intensa emoción, quería recordar estos besos, suaves, delicados, con amor, no aquellos robados con ira, espere el inevitable momento en que se alejaría y vería en sus ojos el arrepentimiento o la rabia, pero no sucedió, su agarre en mi rostro descendió hasta mi cuello provocando que me acercara aún más a él, profundizando él beso y llevando su otra mano hasta mi cintura.
-Como no entiendes que nunca podría amar a otra mujer que no seas tú- me dijo aún en mis labios, mi corazón estaba desbocado lleno de dicha por sus palabras, embriagándome con su sabor, con su aroma y su tacto. Sus labios avariciosos codiciaron aún más mi cavidad, abriendo paso con su húmeda lengua se adentro con aquella intensidad que se produce en un primer beso, yo gustosa lo recibí como él único hombre que tendría aquel honor de llamarlo el primero en todo. Cuando nos separamos por aire, lo mire y le sonreí tímidamente esperando con el alma que no se arrepintiera por lo ocurrido, él me miro con sus ojitos llenos de amor y me sonrío abrazándome fuertemente, suspire entre relajada y emocionada.
-¿Por qué no nos vamos los cuatro y ya?- le dije cuando volvimos a unir nuestras miradas.
-No me pidas eso Bella por favor, con todo mi corazón quiero poder hacerlo, pero aún no puedo- me dijo un poco apenado –Necesito limpiar mi nombre, liberar a mi familia de aquel yugo impuesto por la sociedad ante una mentira tan monstruosa, necesito liberarme a mi mismo de este rabia que siento por todos ellos- su mirada se oscureció levemente perdiéndose en alguno de sus recuerdos, pero cuando él volvió a mi me sonrío amablemente.
-Quizás no tengamos una oportunidad como esta- me lamente.
-¿Me amas?- me pregunto de pronto, yo lo mire incrédula, obvio que lo amaba, con mi vida, mi alma y mi corazón.
-Más que a nada en el mundo- le conteste, me beso nuevamente y me sonrío.
-Te puedo asegurar que nuestro amor fue quien nos dio esta nueva oportunidad, no la desaprovechare, te lo prometo, solo confía en mi- acaricio el espacio entre mis cejas ya que tenia el ceño levemente fruncido.
-Es peligroso- le dije preocupada.
-Seré cuidadoso y cuando todo esto acabe estaremos juntos- me sonrío –Cuidare de tus hijos como si fuesen los míos- y su sonrisa amable estaba intacta, yo baje la mirada algo apenada -¿Dije algo que no debía?- me pregunto nuevamente preocupado, yo negué rápidamente con la cabeza.
-Es solo que te amo y no puedo creer que estés aquí- le dije. Nos sentamos nuevamente, pero ahora sobre el sofá ya que nos quedamos varios minutos abrazados disfrutando el estar en los brazos del otro.
-Esme sugirió que te contara que sucedió conmigo, pero la verdad es que ya tenia decidida el hacerlo- me dijo de pronto sacándome de mi burbuja feliz, respire pesado al imaginarme las cosas horribles que debió vivir en un lugar así.
-No es necesario- le dije para evitarle revivir aquellos recuerdos.
-Es necesario- me sonrío intentando calmarme –Si estaremos juntos nuevamente esta vez será sin secretos- gemí de miedo pero no por su relato, sino por el que pronto yo debía confesar.
-Te recojo mañana a las 7 en el pueblo- se repetía una y otra vez en mi cabeza, la sonrisa en mis labios no desaparecía, incluso podría jurar que dormí tal cual, sonriente.
El problema sería como hacerlo para salir temprano por la mañana sin levantar sospechas, podría inventar un sin fin de cosas que hacer pero conociendo a Alec, se opondría por el simple hecho de sacar a los niños tan temprano de casa, a si ¿no lo mencione? La única excusa viable para poder salir seria con algo relacionado a mis hijos, de otro modo tendría que salir con el o con Heidi, ¿a escondidas? Era lo único que me quedaba, así que antes de dormir deje mis ropas listas para la mañana siguiente.
Por la mañana muy temprano me vestí en cuestión de segundos para no perder tiempo, obviamente sin dejar de preocuparme de lucir lo mejor posible.
Primero fui a la habitación de mi hijo y me asegure que aún se encontraba dormido, verlo con sus ojitos cerrados siempre me hacia suspirar de satisfacción, llena de dicha por haber conseguido hacer de él un buen niño a pesar de la familia en la que se encontraba inmerso, al menos Anne aún era muy pequeñita para darse cuenta completamente.
Con sumo cuidado baje las escaleras, rogándole al señor por no toparme con nadie de la familia, pero creo que el señor estaba durmiendo a estas horas de la mañana pues no me escucho para nada.
-¿Dónde vas a estas horas, Isabella?- me pregunto Dídima, intente que mi rostro no se desfigurara de miedo, tenia que verme segura y confiada de mi misma para no llamar aún más la atención.
-Necesito salir Dídima, es importante- le dije como si nada, sin bajar mi vista de ella, años sin poder hacerle frente pero las cosas habían cambiado drásticamente con la llegada de cierto hombre de ojos verdes, él siempre había sido mi incentivo en el pasado y en el presente estaba surgiendo nuevamente, ¿para el futuro? Esperaba de todo corazón que él se encontrara conmigo.
-¿Que es eso tan importante que te saca de la cama y de casa a estas horas de la mañana?- me pregunto escéptica con esa sonrisa de autosuficiencia.
-Es una sorpresa para Alec- le dije de la nada, mis labios hablaron por si solos, algo me decía que si utilizaba a su hijo quizás hasta me ayudaría.
-¿Qué tipo de sorpresa?- pregunto nuevamente, no pude evitar mirar el reloj en la pared a sus espaldas, me estaba atrasando.
-El algo complejo de explicar- pero podía ver que no era suficiente para ella mi simple explicación –Alec quiere que le de un hijo- dije rápidamente –Pero es un poco complicado por lo que necesito asesorarme con un medico- al ver sus ojos iluminarse en mi fuero interno sonreí por mi mentira.
-Me parece fantástico, pero ¿Por qué a estas horas?- me dijo algo extrañada.
-Quiero que sea una sorpresa si es que resulta, quiero ocultárselo a Alec por el simple hecho de que si no resulta él no se desilusionara.
-Entonces déjame acompañarte- dijo con ese semblante arrogante nuevamente, aprecie que aún llevaba su ropa de dormir por lo que me aproveche de ello.
-Para la siguiente sesión, por que ahora voy retrasada- le dije con mi mirada triste, como si lo lamentara –seguro- pensé para mi.
Con el corazón aún a mil salí de casa, ahora con el aire golpeando en mi cara pude despejar un poco más mi cabeza y razonar lo obvio, a esta vida llena de mentiras le sumaba una más y una bastante compleja, debía conseguir una cita con un doctor que se supone me trataría para poder tener un hijo –Que Dios me ayude- dije cuando camine en dirección a un taxi que me llevara lo más pronto a mi encuentro con Edward.
Sabía que iba retrasada por lo que le insistí un poco al conductor para que se apurara.
-Señorita voy en el limite establecido- me dijo cuando me miro por el espejo retrovisor, percibí en sus ojos algo que ya se me hacia un poco común desde que había conseguido que mi cuerpo cambiara al de una escuálida niña, desde mi embarazo es que había ganado un par de curvas que antes no poseía, acentuando así el cuerpo de una mujer, llamando la atención de varios hombres.
-Le pagare el doble- le dije con una sonrisa coqueta que a él le ilumino el rostro, pude sentir como el auto aceleraba su curso y sonreí satisfecha de mi misma.
Llegue a los pocos minutos encontrándome que por el lugar transitaban aún muy pocas personas, no podía verlo por ninguna parte, mirando mi reloj de pulsera solo vi que estaba retrasada por diez minutos, no era como para que pensara que lo había dejado plantado, suspire frustrada, esto se daba cada vez que queríamos hablar.
-¿Sra. Isabella Vulturi?- escuche que alguien me preguntaba a mis espaldas, me gire para encontrarme con un joven de no más de diecisiete años.
-Así es- le dije un poco confundida.
-Tenga- me entrego un papel y se marcho, seguí su camino hasta que se perdió por una de las esquinas de la calle, extrañada abrí el papel y en el solo había una pequeña frase, aquella letra la reconocería a pesar de los años, aunque ahora se veía más pulcra y más elegante de lo que era.
"Florería Amanecer"
Mire en todas direcciones, algo me decía que él estaba aquí observándome, simplemente sonreí y me encamine hacia donde me pedía, llegue a la florería pero seguía sin encontrarlo, un impulso me guío al interior de la tienda y lo busque, pero nada.
-Busca alguna flor en especial- me pregunto el vendedor con una sonrisa amable, no sabia muy bien como decirle que en realidad buscaba a un hombre más que flores –Tengo unas que son el reflejo de su hermosura- me dijo y desapareció por unos minutos por una habitación, entrando nuevamente ahora con un ramillete de unas hermosas flores –Fresias- me dijo con una sonrisa y me tendió el ramillete.
-Gracias- dije un poco extrañada, tome las flores en mi mano y me las lleve por instinto a mi nariz para poder sentir su aroma, cerré los ojos e inhale profundamente embriagándome con su aroma, al abrir los ojos note que de entre medio sobresalía una pequeña tarjeta en un sobre, la tome e inmediatamente la abrí, sonreí al reconocer nuevamente aquella caligrafía.
"Sal por la puerta trasera y sube"
¿Y sube?, me perdí. Mire al vendedor que me sonreía como si fuese mi cómplice, no entendía del todo pero él al parecer comprendía mejor que yo.
-La salida esta por allá- me indico con su dedo índice, lo mire confundida y el asintió guiñándome un ojo, seguí aquel pasillo hasta la puerta trasera, la abrí un poco temerosa de lo que me podría encontrar, al salir solo había una cosa en la calle, que debo decir se veía bastante lúgubre, un auto con todos sus vidrios oscuros y en el, un hombre recargado que al verme se movió y abrió la puerta para mi sonriéndome, me tendió su mano "Sube" recordé de la nota, suspire y así lo hice, tome la mano de aquel hombre que me sonrío.
-Buenos días Sra. Cullen- y lo mire asombrada, parte de mi sonreía por lo hermoso que sonaba, pero él como lo sabia.
-¡Theo!- escuche la voz de Edward regañarlo, él se disculpo y me ayudo a subir al auto.
-Buenos días- me dijo él cuando ya estuve sentada junto a él, lo mire e inevitablemente sonreí –Discúlpalo, a veces es algo impertinente- lo dijo alzando un poco más su voz pero se notaba que le tenia en buena estima por que tenia una nota de humor en su voz al expresarse de él –Disculpa también si tuve que hacer todo esto pero tenia que asegurarme que nadie te siguiera y te viera conmigo- con la oscuridad propia de la madrugada y los mismos vidrios oscuros que impedían la poca luz del día, no conseguía ver bien su rostro, pero por su voz podría decir que intentaba sonar irónico.
-Dídima me descubrió por lo que de todos modos tuve que mentir- le dije un poco más triste por su poco entusiasmo de verme, yo por dentro estaba frenética por lanzarme a sus brazos y besarlo.
-¿Qué le dijiste?- y percibí cierta nota de humor en su voz.
-Nada relevante, algo que tendré que solucionar más tarde- le dije como si nada, pero sabía que ese pequeño "detalle" me causaría uno que otro dolor de cabeza.
-Muy bien, si necesitas ayuda me la pides y ya- dijo como si nada y en ese instante el auto comenzó a moverse en quien sabe que dirección, no preguntaría tampoco pues muy bien sabia que iría donde él me llevase.
El camino fue silencioso y algo largo, quería hablarle pero su mutismo me decía que él prefería llegar para poder conversar, quizás estar en un lugar más cómodo y agradable. El auto se detuvo y la luz del día me cegó en el momento en que su chofer o lo que sea que fuese abrió la puerta, me tendió su mano que tome para salir al exterior –Gracias- le dije y al salir me encontré con aquel lugar que había cuidado con mi corazón y mi alma, la casita que él un día me regalo, a su costado había enterrado "sus cenizas", cenizas que Alec me había entregado diciendo que eran de Edward. Todos estos años creyendo estúpidamente lo que Alec me había dicho, definitivamente no había aprendido nada con los años, él jamás me hubiese dicho la verdad de que Edward vivía.
-Lindo gesto- me dijo con una sonrisa burlona apuntando a la pequeña lapida donde estaba escrito su nombre y debajo de este las supuestas cenizas de su cuerpo, mi rostro cayo en la tristeza, años llorando en silencio y buscando en este lugar alguna especie de consuelo, pensando en que donde él estuviese nos cuidase.
-Era lo único que tenia- le dije con tristeza, Edward no dijo nada luego de mi comentario y caminamos al interior de la casa.
-Theo espéranos afuera- le dijo a su mayordomo y él salio con una pequeña reverencia, luego se giro hacia mí para mirarme directamente, esa mirada que traspasaba hasta mi alma –Decidí contarte mi vida estos últimos ocho años- mi boca se abrió ligeramente, yo en mi cabeza tenia pensado en una especie de cuestionamiento acerca de mi vida, no pensaba en que él me iba a contar de la suya.
-¿Por qué?- le pregunte no muy segura.
-Mi madre así me lo a pedido- dijo como si nada.
-¿Es decir que solo lo haces por Esme?- pude percibir en mi misma la nota de desilusión en mi voz, de seguro igual de perceptible para él.
-No veo otra razón- y camino hacia uno de los silloncitos que Esme había puesto en el lugar cuando decidimos que este seria un lugar de encuentro para ambas, claro que eso fue hasta que llego Anne a mi vida ya que después se me dificulto mucho el poder salir de casa.
-¿Por qué tienes esa actitud conmigo? A veces eres el Edward del que me enamore y luego éste que…- no pude terminar pues él de un brinco llego a mi con sus ojos llenos de furia.
-¿Qué más quieres de mi? Si estoy aquí, vivo, es por ti ¿y que recibo yo? Resulta que tienes una gran familia con otro hombre- sus palabras salían como acido de sus labios –Y que mejor que a un par de meses de mi supuesta muerte, no se que hubiese sido mejor Isabella- me acerque más a él y eleve mis manos para tocar su rostro pero él se alejo como si tuviese una enfermedad contagiosa.
-Es que necesitas conocer todos los hechos Edward, yo aún te amo- le dije un poco más desesperada debido al nerviosismo y la tristeza que me embargaba verlo así, rechazando mi cercanía.
-Yo cumplo con contarte que fue de mi, ya veremos después lo demás- dijo y se acomodo en uno de los sillones indicándome con su mano que me sentara para que comenzara con su relato, así lo hice, un poco temerosa por sus repentinos cambios.
-Creo que esta demás aclarar que yo no fui quien asesino a tu padre- y vi sus ojos opacarse por la tristeza, yo asentí un poco avergonzada, no por que lo creyese, sino por que tenia la leve sospecha de que él lo creía así.
-Lo se- dije con un susurro, mis manos comenzaron a sudar y mi corazón latía más rápido indicio de mi propio nerviosismo.
-Recuerdo que cuando llegaron esos policías a arrestarme no hiciste mucho por mí, vi en tus ojos cierta desconfianza- me espeto.
-Edward yo no pensaba en nada, estaba aún en shock por la muerte de mi padre y luego todo aquello ¿Qué más podía hacer?- le dije en un hilo de voz, sentía que pronto las lagrimas de mi propia impotencia por no haber hecho más, llegarían.
-De cualquier modo, me dijiste que me esperarías- sus manos se formaron en fuertes puños provocando que sus nudillos se blanquecieran por la fuerza -¡Lo prometiste!- grito de pronto pero respirando de inmediato para conseguir calmarse, yo peque un salto por su repentino grito y me concentre simplemente en no llorar al ver su propio dolor –Lo siento- dijo un poco más calmado.
-Edward, ellos me dijeron que te ejecutarían- un pequeño sollozo salio de mis labios al recordarlo.
-Eso ya no importa Bella- dijo algo resignado –De haber sido inverso el caso, yo hubiese guardado tu recuerdo y podría jurarte que no hubiese buscado consuelo en otro hombre, menos en un hijo de esa familia- escupió las últimas palabras.
-Pensé que eran tus nuevos amigos- le dije con sarcasmo.
-No pensaras que pase ocho años encerrado para volver y hacer como si nada pasara ¿verdad?- sus ojos se clavaron en los míos, mi cuerpo tembló como reacción a su intensa y oscura mirada.
-¿Encerrado? ¿Dónde?- le pregunte temerosa.
-En la Isla de Alcatraz- gemí impactada por sus palabras.
-Es…ese… ¿ese lugar existe de verdad?- pregunte acongojada, mis ojos se vidriaron con la imagen de Edward encerrado en un lugar como aquel, los rumores dicen que existía un lugar tan condenadamente frió, solitario y tortuoso que hasta el mismísimo infierno quedaría minimizado, gemí nuevamente.
-Tan real como tú, yo o tus hijos- dijo con una mueca, cuando pude salir de mi estupor recobre el habla.
-Edward, no tenía como saber que…- intente decirle.
-Al principio no entendía que pude haber hecho en la vida tan grave como para haber sido llevado a ese lugar, luego lo comprendí- me dijo cabizbajo –Simplemente fue amarte y tener ese conocimiento me trajo con vida, nunca me arrepentí- me miro intensamente y por unos segundos en sus ojos encontré una pequeña parte de mi Edward.
-Sigo sin entender- le dije.
-Nosotros estábamos juntos Bella, estábamos casados e íbamos a ser felices- que lo dijera en pasado me comprimió el pecho –Pero para cierta gente no debía ser así, tu debías tener otro dueño- hizo una mueca de asco, yo lo mire sin entender a quien se refería –Vulturi, Alec Vulturi ¿te suena?- me pregunto irónicamente y mi corazón se detuvo. Ciertas imágenes pasaron a gran velocidad por mi cabeza, recuerdos pasados de una vida que no quise llegaron a mí, pero antes de poder comprenderlas completamente volví al presente, a los ojos de Edward que me miraban expectantes.
-Alec nunca supo que estuvimos casados- le dije aún sin comprender.
-Pero alguien de esa familia si- me dijo como si fuese lo obvio, y estaba claro, alguien de su familia que sabia que me había casado con otro hombre, no con su hijo sino con Edward, un simple campesino para ellos, alguien que no solo sabia aquello, sino alguien que llevaba chantajeándome ocho años con hacerle daño a mis seres queridos, dañar a los Cullen pero sobre todo a mi hijo.
-Dídima- dije acongojada y aterrorizada, Edward me miro y asintió con rabia.
-Ella ha hecho mucho más de lo que crees- me informo Edward, pero mi cabeza giraba en mi hijo, en lo gravemente expuesto que se encuentra con esa familia sin escrúpulos, sin moral, sin conciencia o sentimientos.
-Incluso más de lo que conoces- pensé en voz alta, salí de mi trance y Edward me miraba un poco extrañado, yo moví mi cabeza evitando hablar.
-Bella ¿Qué sucede?- me preguntó preocupado.
-¿En que consiste tu venganza?- le pregunte directamente, él simplemente recobro su mascara de éste nuevo Edward.
-Ese es otro asunto que no vine a platicar- y se removió incomodo en el sillón.
-Edward es que tu no entiendes- le dije un poco ofuscada –Ellos y Dídima en especifico no pueden saber que estas vivo- le dije acercándome a él, mi cuerpo comenzó a llenarse de miedo, miedo por su familia a quienes seguía considerando también como Mia, miedo por mi y mis hijos.
-Por el momento no pretendo revelarlo, solo tu y mi madre lo saben y espero que sea así- me dijo alejándose un poco de mi, como si temiese algo –Espero que si lo prometes, lo cumplas- y retrocedí por cuenta propia al ver su desconfianza.
-Dalo por hecho- dije simplemente –Pero por favor ten cuidado que ellos, todos incluyendo a Jane son iguales, despiadados- le dije, recordar su cercanía con Jane me hacia sacar esta parte colérica de mi.
-No te preocupes por Jane- me dijo con una sonrisa maliciosa –Se que quiere ser mi novia por dinero y así acercarme más a su familia- me dijo como si nada, yo suspire aliviada por que al menos él lo evitaría al tener aquel conocimiento –Y me parece excelente para mis planes- yo enmudecí y lo mire anonadada.
-Tu no puedes…- le dije molesta.
-Oh claro que si Sra. Vulturi- me recordó- Quizás hasta me puedas ayudar- y ante tanto desden me hastíe, me levante para salir de aquel lugar, una cosa era que me despreciara por pensar que lo engañe, que lo olvide fácilmente, pero ya le había aclarado que aún lo amo y ¿él me hace esto? –Aún no hemos terminado- me dijo sujetándome fuertemente la muñeca, intente zafarme pero su agarre era mucho más fuerte.
-No quiero Edward, prefiero ya no saber nada si con cada cosa que dices me lastimas más, quizás ya no lo creas pero jamás he dejado de amarte- y algunas lágrimas consiguieron salir de su encierro, voltee mi rostro para que no me viera. Algo nuevo sucedió, él aligero su agarre y me giro hacia si, sus ojos estaban igual de tristes, llevando una de sus manos a mi mejilla para limpiar tiernamente la humedad que le cubría, pasándola por mi mandíbula, ascendiendo a mis labios, nariz, ojos, provocando que estos se cerraran y de un momento a otro, sentí sus labios.
Dulces como los recordaba en mi mente pero nunca comparados con la realidad, cerré mis ojos más fuertes aún por la intensa emoción, quería recordar estos besos, suaves, delicados, con amor, no aquellos robados con ira, espere el inevitable momento en que se alejaría y vería en sus ojos el arrepentimiento o la rabia, pero no sucedió, su agarre en mi rostro descendió hasta mi cuello provocando que me acercara aún más a él, profundizando él beso y llevando su otra mano hasta mi cintura.
-Como no entiendes que nunca podría amar a otra mujer que no seas tú- me dijo aún en mis labios, mi corazón estaba desbocado lleno de dicha por sus palabras, embriagándome con su sabor, con su aroma y su tacto. Sus labios avariciosos codiciaron aún más mi cavidad, abriendo paso con su húmeda lengua se adentro con aquella intensidad que se produce en un primer beso, yo gustosa lo recibí como él único hombre que tendría aquel honor de llamarlo el primero en todo. Cuando nos separamos por aire, lo mire y le sonreí tímidamente esperando con el alma que no se arrepintiera por lo ocurrido, él me miro con sus ojitos llenos de amor y me sonrío abrazándome fuertemente, suspire entre relajada y emocionada.
-¿Por qué no nos vamos los cuatro y ya?- le dije cuando volvimos a unir nuestras miradas.
-No me pidas eso Bella por favor, con todo mi corazón quiero poder hacerlo, pero aún no puedo- me dijo un poco apenado –Necesito limpiar mi nombre, liberar a mi familia de aquel yugo impuesto por la sociedad ante una mentira tan monstruosa, necesito liberarme a mi mismo de este rabia que siento por todos ellos- su mirada se oscureció levemente perdiéndose en alguno de sus recuerdos, pero cuando él volvió a mi me sonrío amablemente.
-Quizás no tengamos una oportunidad como esta- me lamente.
-¿Me amas?- me pregunto de pronto, yo lo mire incrédula, obvio que lo amaba, con mi vida, mi alma y mi corazón.
-Más que a nada en el mundo- le conteste, me beso nuevamente y me sonrío.
-Te puedo asegurar que nuestro amor fue quien nos dio esta nueva oportunidad, no la desaprovechare, te lo prometo, solo confía en mi- acaricio el espacio entre mis cejas ya que tenia el ceño levemente fruncido.
-Es peligroso- le dije preocupada.
-Seré cuidadoso y cuando todo esto acabe estaremos juntos- me sonrío –Cuidare de tus hijos como si fuesen los míos- y su sonrisa amable estaba intacta, yo baje la mirada algo apenada -¿Dije algo que no debía?- me pregunto nuevamente preocupado, yo negué rápidamente con la cabeza.
-Es solo que te amo y no puedo creer que estés aquí- le dije. Nos sentamos nuevamente, pero ahora sobre el sofá ya que nos quedamos varios minutos abrazados disfrutando el estar en los brazos del otro.
-Esme sugirió que te contara que sucedió conmigo, pero la verdad es que ya tenia decidida el hacerlo- me dijo de pronto sacándome de mi burbuja feliz, respire pesado al imaginarme las cosas horribles que debió vivir en un lugar así.
-No es necesario- le dije para evitarle revivir aquellos recuerdos.
-Es necesario- me sonrío intentando calmarme –Si estaremos juntos nuevamente esta vez será sin secretos- gemí de miedo pero no por su relato, sino por el que pronto yo debía confesar.
"090688 Part. I"
EPOV
-Amor yo no he hecho nada- le dije cuando me separe de ella, algo me decía que ella no creía en mi inocencia completamente, incluso su mutismo fue un hoyo lleno de incertidumbres que se creo en mi alma y que se instalo inevitablemente luego de que me subieron al auto y vi por última vez sus ojos achocolatados perder ese brillo tan único y tan lejano de ser el que yo conocía. Intente verla por el espejo retrovisor pero era lo suficientemente oscuro como para que ella no me viese a mi, yo podía ver que ella continuaba hablando con el policía y minutos después este mismo entrando al vehiculo escoltándome por uno de mis costados, mientras el otro lado ya era resguardado por otro policía.
-Llévanos a prisión Henry- dijo uno de los policías con desdén, a mi me extraño con la soltura que hablo de prisión.
-¡¿Prisión? Tengo derecho a un abogado -les grite entre impactado y asustado -Yo no he cometido ningún asesinato, no existen pruebas en mi contra- me sacudí fuertemente intentando soltarme pero las esposas estaban fuertemente aferradas a mis muñecas. Los tres policías en el vehiculo se miraron y comenzaron a reír fuertemente sin importarles lo que les dijese, proteste a más no poder pero jamás prestaron atención a lo que les decía y hacían como si no me escuchasen, al fin por cansancio me quede en silencio intentando pensar en otra cosa que no sea esta desgracia, me concentre en Bella, en aquella mirada de incertidumbre, en aquella mirada que me decía que no estaba cien por ciento confiada en mi palabra, pensé en que debía hacer pronto algo para ir a su encuentro y explicarle esta terrible confusión. No se cuantas horas habrán pasado desde que subí a este auto, lo único que sabia con certeza era que solo Bella estaba en mi cabeza y de vez en cuando recordaba el sufrimiento que vi en mi familia.
-Hemos llegado- escuche decir a uno de los policías en el preciso instante en que el auto se detuvo.
-¿Dónde hemos llegado?- pregunte temeroso.
-A tu nuevo y acogedor hogar- me dijo quien conducía, se volteo a verme con arrogancia y una sonrisa socarrona.
-¿Has oído hablar de Alcatraz?- pregunto el otro policía que iba a mi lado con una sonrisa maliciosa, yo lo mire con los ojos fuertemente abiertos por la impresión, había oído hablar de ese lugar pero era más como un mito que como algo real por el simple hecho de que no existía algún sobreviviente que pudiese verificarlo.
-No…no…no pueden dejarme aquí…no he hecho nada- dije nervioso, la burla y las risas de los policías me encolerizaba más, ellos estaban disfrutando a costa de mi desgracia, cuando pude enfocar claramente pude ver el lugar, nos encontrábamos en un muelle apartado de la ciudad, no se veía casa alguna, la única persona diferente a los policías era el encargado de la embarcación quien fue al parecer ampliamente bonificado por llevarnos a los cuatro, a medida que el bote avanzaba perdía la visión del muelle y ante mis ojos aparecía una gran isla que antes no se encontraba allí, los rumores no le hacían justica, solo con ver el lugar la sangre huía de mis venas y la piel se me erizaba, un gran castillo de murallas claramente reforzadas se encontraba en el centro del lugar, imponente, indestructible pero sobre todo impenetrable -Lo sabemos- afirmo uno de ellos –De no ser así no estarías aquí- continuo, entre dos me tomaron por los brazos y me arrastraron al interior de aquel terrible lugar, intentaba zafarme pero era en vano, las amplias puertas se abrieron de par en par mostrándome el interior del lugar carente de luminosidad.
-¿Cómo es que lo saben?- pregunte mientras seguían arrastrándome por un amplio pasillo, ellos simplemente reían ante mis inútiles intentos, una vuelta en una esquina y seguimos por otro largo pasillo, yo por supuesto seguía intentando resistirme -¡¿Cómo es que saben que soy inocente e igual me traen aquí?- volví a preguntar en un grito enojado, en el momento en que una nueva puerta se abrió entre en una especie de oficina un poco más iluminado que los mismos corredores.
-Bienvenido- me dijo un hombre que se encontraba detrás del escritorio, el hombre era bastante mayor, con una larga y espesa barba gris, sus ropas indicaban cierto poderío pero su actitud arrogante, altanera, avasalladora y tirana me indicaban mucho más que simples prendas –Es correcto que eres inocente- me dijo con una sonrisa arrogante –De no ser así simplemente te hubiesen enviado a una cárcel- en sus ojos podía ver la satisfacción que le producía decir aquello –Alcatraz es un lugar para aquellos que se les desea incluso más que la muerte, es la muerte en vida- mi piel se erizo y realmente me golpeo una ola de miedo y terror.
-No…no entiendo- dije con temor, su sonrisa se ensancho aún más produciéndome un escalofrío por toda la columna vertebral.
-Es simple de entender, te has ganado algunos enemigos y por lo que se son unos poderosos enemigos- los policías al notar que había dejado de forcejear me soltaron levemente.
-¿Quiénes?- pregunte, los policías me miraron como si fuese anormal, pero aquel hombre me seguía sonriendo.
-Eso es confidencial- dijo simplemente –Bien, basta de charlas y a lo que viniste, desde hoy serás un recluso más de Alcatraz, Nome interesa tu nombre solo serás el N° 090688, sigue las reglas y los castigos serán menos dolorosos- los policías rieron ante aquellas palabras, los mire sin entender y luego al hombre de barba nuevamente –Bueno no es que menos doloroso, sino que será más rápido por lo que costara menos superar- su sonrisa maliciosa termino por hostigarme, sentía miedo si, pero también tenia espíritu de sobrevivencia, me solté del agarre de los policías y me abalance hacia el hombre aprisionándolo del cuello.
-¡¿Quién me hizo esto?- le grite encolerizado -¡No merezco esto!- le volví a gritar, sentía el agarre fuerte de los policías que intentaban apartarme pero con la adrenalina mi fuerza era mayor, vi a los ojos a aquel hombre que sonreía complacido sin titubeos o miedos a que terminara por ahorcarlo, algo cruzo por sus ojos que me extraño produciendo que mis manos se debilitaran un poco, fue esa la instancia que los policías tuvieron para sacarme de encima de él. Cuando los policías me tenían nuevamente bajo su guardia uno de ellos me propino un puñetazo justo en la boca del estomago provocándome que me fuera directo al suelo por el fuerte dolor.
-Eso no fue necesario Henry, me estaba divirtiendo- escuche al hombre mayor decirle, también escuche pasos acercarse a mi y tuve a aquel hombre agachado frente a mi –Me gusta tu estilo muchacho, tienes agallas, me recuerdas a mi cuando tenia tu edad- me dijo con una sonrisa –Pero eso no quita de la sanción que recibirás por lo que acabas de hacer- su mano palmeo dos veces mi mejilla, de haber sido un gesto paternal no hubiese sido tan fuerte como lo propino, se irguió para enfrentar a los policías –Llévenselo y prepárenlo para su bienvenida- dijo por último.
Seguía contraído debido al fuerte dolor que me produjo el golpe de uno de los policías, por lo que fui arrastrado sin mucha objeción de mi parte, pasábamos por largos pasillos en los que podía escuchar claramente el choque de cadenas con el metal y personas gritando y quejándose. Tras unos minutos llegamos a un oscuro lugar que olía a humedad pero sobre todo a putrefacción y a deposición humana, sentí las manos de los policías sobre mi quienes del pelo me alzaron la cabeza dejándome frente a un nuevo hombre.
-¿Este es el nuevo?- pregunto con cierta sorpresa, los policías afirmaron y el me miro con cierta tristeza –No parece peligroso, de hecho es bastante bonito, parece niñito fino- dijo con cierta gracia, los policías me giraron violentamente ante ellos y me miraron para luego reírse.
-Líos de faldas- dijo uno de ellos, intente encontrarle significado a ello pero tuve que dejarlo para más tarde para poner atención.
-Eso es nuevo- dijo el otro hombre -¿Poderosos?- le pregunto a ellos, uno de los policías susurro algo tan bajito que no pude oírlo, pero pude ver por el rabillo del ojo como este nuevo hombre abría sus ojos asombrados –Vaya que tienes mala suerte muchacho, de todos los enemigos que uno puede conseguirse, te topaste con los peores- su sonrisa desapareció dejando su aspecto completamente serio lo que me preocupo –Espero que sea de tu agrado tu nuevo y última habitación- y la risa de todos aquellos hombres retumbo por el inmundo lugar. Comenzaron a desgarrar mis ropas para quitármelas, cuando estuve completamente desnudo con bastante frío, éste se incremento cuando sentí el agua heladísima que me lanzaron aquellos hombres, mi cuerpo comenzó a tiritar pero no me dieron tiempo ni para intentar entibiarme cuando me tomaron de las muñecas esposadas para engancharlas a una cadena colgante, estaba completamente expuesto ante ellos, la puerta de aquel lugar se abrió con un fuerte chirrido dejando entrar a aquel hombre mayor de la larga barba.
-Bien, estas aquí por que pagaron para que no olvidaras lo que es sufrir, puedo decirte que nadie a salido de este lugar, bueno al menos con vida claro, no te preocupes que pasados unos años te acostumbras al dolor, a la soledad- dijo como si fuese de lo mas común –Ahora- dijo con una voz áspera y de la nada sentí un fuerte ruido seguido del dolor más intenso que físicamente haya recibido, mi espalda comenzó a arder como llamas en el infierno, una y otra vez el dolor se intensificaba más, ramificándose por todo el lugar, incluyendo la parte baja de mi espalda y piernas, intente por dignidad no gritar o demostrar mi dolor para no satisfacerlos, pero al parecer para él era eso un estimulante para golpear más fuerte, los latigazos en mi espalda cada vez eran más fuertes y certeros, el golpear sobre la carne mojada ya abierta y viva era un catalizador más doloroso, no aguante más y los gritos desgarradores comenzaron a vibrar de mi garganta sin que pudiese detenerlos, uno tras otro, incesante, con alevosía sobre mi espalda era un recordatorio de que alguien en el exterior me deseaba incluso más que la muerte misma. Finalmente la frecuencia de los latigazos sobre mi espalda fue cesando levemente, perfectamente podía asegurar que mis huesos habían sido alcanzados por aquellos filamentos de cuero, mi cuerpo estaba agotado por el dolor, mi garganta ardía al igual que mi espalda debido a los gritos, el resto de mi cuerpo estaba enfriándose tanto que incluso servia para evadir el dolor. Con los ojos cerrados sentí que alguien soltaba el amarre de mis muñecas provocándome que me impactara de lleno contra el duro suelo azotando así mi cabeza, uno de los hombres se acerco a mi lo suficiente para tomar una de mis muñecas y lo siguiente que sentí fue más ardor, reuní lo poco de fuerza que me quedaba y observe lo que hacía, con un atizador marco el número de mi celda, un gemido audible salió de mis labios cuando él lo aplasto aún más con cierta maldad, antes de quedar completamente tirado en suelo pude contemplar la marca "090688"
-Las vestiduras del principito- escuche la voz del otro policía.
-Te aconsejo que no te rejales tanto, vendré cada cierto tiempo a recordarte tu bienvenida a Alcatraz- dijo el hombre de la barba, su voz cada vez se me hacia más lejana, el cansancio en mi cuerpo era evidente e imposible de superar, los parpados me pesaban impidiéndome el abrirlos, por lo que deje que la inconciencia me llevase no sin antes traer su dulce recuerdo a mi.
-Te amo Bella- susurre para mi, deseando con todo mi ser que ella pudiese oírme con el corazón.
Un estruendoso ruido me hizo volver de la espesa negrura en la que se encontraba mi conciencia, los parpados me seguían pesando pero el saber donde estaba y como estaba era más fuerte, al intentar levantarme el dolor de la espalda me hizo gritar de dolor impidiéndome erguirme y enviándome nuevamente a mi posición original, el dolor era agudo, intenso, no sabia cuanto tiempo llevaba así desnudo, con la parte posterior de mi cuerpo mal herido, unos centímetros más allá unos trozos de tela me indicaban que esas serian mis nuevas prendas de vestir, el entumecimiento me gritaba por que las tomara y me las colocara, pero el ardor del dolor en mi espalda me aconsejaban sabiamente que lo dejara para después, en esa misma posición pase varios días, no sabría decir cuantos pues en algún punto perdí el sentido del tiempo, el paso del día a la noche y viceversa, la comida fría y pegoteada llegaba dos veces cada cierto tiempo, podría ser una del desayuno y la otra la comida pero no podía afirmar con certeza cual era cual, por lo que solo decidí dejarlo, el comerlo era otra cosa, el aspecto repulsivo e incomible era una cosa, los olores del lugar que me impedía llevarme comida a la boca era otro, pero con el paso del tiempo podía notar como los olores cesaban, no precisamente por que el lugar estuviese más limpio o aromatizado, sino que simplemente era yo el que comenzaba a acostumbrarse al lugar, a mimetizarme con mi desgracia aceptándola de cierta forma, mi único consuelo era verla en mi cabeza, recordar su sonrisa, sus ojos, mi nombre en sus labios, el aroma de sus cabellos, su rostro contraído cuando la hacia mía.
-¡Ey principito!- volví a mi realidad cuando la pequeña compuerta se abría para dejar mostrar solo la cabeza de un hombre -¿estas vivo?- pregunto con arrogancia, no le conteste por lo que comenzó a reírse –Debilucho, serías el primero en durar tan poco- dijo con petulancia, con un poco más de fuerza gire mi rostro para mirarlo, el escozor en mi espalda se acentúo con aquel movimiento pero intente no demostrarlo en mis facciones, la sonrisa del hombre desapareció cuando me vio vivo –Bien- dijo simplemente y volvió a cerrar la pequeña compuerta.
Así siguieron pasando los días, solo que ahora aquella "comida", si es que se le podía llamar así, aquella que jure jamás comer por sanidad y por orgullo, ahora se me estaba haciendo de lo más apetecible, cada vez que pasaban a llenar mi plato y lo veían igual de lleno lo dejaban así pudriéndose por el paso del tiempo, cuando mi estomago me exigía alimento deje el orgullo atrás y comí de aquella pasta sin sabor que más que comida, parecía pan remojado.
-Bella- suspire, era en lo único que pensaba sobre todo cuando la soledad me invadía, pensaba en como estaría tras la muerte de su padre, en que si ella creería aquella mentira tan horrorosa que alguien dejo sobre mi, sobre que yo fui el asesino de su padre, solo pensaba en algún modo de salir de aquí, en que me esperase fuese lo que fuese pues yo viviría solo por ella, ella era mi pilar y mi ancla para seguir aquí, no existía otro motivo, solo ella.
Tuve conocimiento de que los días habían pasado por el simple hecho de que podía sentir la tirantes de mi espalda, las cicatrices comenzaban a formarse permitiéndome un poco de movilidad, ya había logrado poder ponerme unos pantalones de una tela muy delgada, pero algo me quedaba de dignidad y no permitiría que me siguieran viendo desnudo, usar alguna camiseta era otro tema, aunque las cicatrices ya comenzaban a formarse cuando intente colocarme aquella prenda la picazón debido al mal material de la tela no se hizo esperar, no estaba en condiciones como para rascarme por lo que seguía con el torso desnudo, intentando resistir al frío viento que se colaba de entre las grietas con un susurro un poco más sonoro que el mismo silencio, de vez en cuando la pacificad del sonido era cortado con algún nuevo integrante para este lugar, el aniversario de llegada o alguna reprimenda, yo sabia que yo no me encontraba libre, simplemente esperaban a que mi piel volviese a estar un poco más normal y no morir desangrado, ya me había quedado bien claro que ellos se divertían más si me encontraba vivo que muerto.
Y pasaban y pasaban las horas, los días, quizás los meses, pasaba parte del tiempo caminando en círculos, buscando explicaciones a quienes me encerraron aquí, imaginaba o soñaba con el día de mi liberación y reencontrándome con ella, la única dueña de mis pensamientos, imaginándome su larga espera, recordando aquel pasado que me hizo tan feliz, intentaba recordar su aroma, pero cada vez me era más escaso, era como si mi nariz ya no percibiera la dulzura de un buen aroma, intentaba recordar la calidez de su tacto, la suavidad de su piel, el estremecimiento de sus caricias pero cada vez era más vago, mi cuerpo entumecido estaba dormido, intentaba recordar el brillo de sus ojos chocolates pero a mi cabeza solo volvía la opacidad de sus ojos cuando era apresado y la duda en ellos, con ese último recuerdo supe que había cumplido un año en este lugar, pues aquella puerta que en un año no había sido usada se abrió con un fuerte estruendo para mostrarme a mi verdugo, aquel hombre de barba larga que había hasta olvidado.
-Felicidades principito- me dijo aquel viejo de aspecto arrogante, aquel apodo que un año atrás me habían impuesto por considerarme lejos del canon de hombres que traían a este lugar –Has resistido bastante bien para ser un simple muchachito, tienes valentía y eso lo hemos venido a celebrar- dos hombres que venían a sus costados me alzaron, aquel dolor que ya había olvidado reapareció tenuemente en las marcas claras de mi espalda, suspire sabiendo lo que venia, todo aquello que había dejado atrás reapareció, el agua fría para entumecerme los huesos, desnudo ante ellos y los fuertes latigazos que me dejaban claro que llevaba un año lejos de mi vida pasada, lejos de ella, un año desde esta tortuosa condena inmerecida, nuevamente mi garganta se saturo con los gritos adoloridos de este nefasto ritual, sus risas lejos de ser una diversión para mi, era la suma de un nuevo granito de ira, de sed de venganza, de fuerzas para resistir y buscar al primer resquicio de debilidad de este lugar para huir, aquel pensamiento me hizo sonreír -¿Qué es gracioso?- pregunto el hombre claramente molesto –¿Estoy siendo muy sutil?- pregunto, sentí su rabia en mi espalda, con cada nueva arremetida, suspire rendido, era a algo que debía acostumbrarme.
Cuando estuve nuevamente en la soledad espere paciente a que nuevamente mi piel sanara, irrisorio decir esperar, si era lo único que podía hacer, aquí el tiempo era una simple palabra carente de sentido, carente de lógica e incluso innecesario.
Llegados a este punto podría decir que el aburrimiento, la pereza o la desgana era algo que sentir, simplemente como me habían afirmado cuando llegue a este lugar, era como estar muerto en vida, el respirar y el alimentarse escasamente para seguir manteniendo vivo el cuerpo era lo único que aquí se podía hacer, de vez en cuando dejaba volar la imaginación para sentirme como en casa y darme un granito de esperanza e ilusión para sobrellevar esta nueva vida, estaba meditando aquello cuando escuche unos ruidos en el exterior, por el pasillo. Me acerque en completo silencio y por primera vez me atreví a deslizar aquella compuerta que me era prohibida el correr, asome mi cabeza y unos metros más allá dos hombres que supuse serian los carceleros jugaban ¿ajedrez? Se veían sucios pero al menos tenían estilo para pasar el rato, mire medio escondida sus jugadas, bastante carentes de estrategia por lo que bufe aburrido, ambos se giraron de inmediato para observarme y de inmediato me escondí adentrándome a mi habitación, sentándome lo más alejado de la puerta que pudiese. Escuche sus pasos arrastrarse y acercarse a mi puerta, trague pesado pensando en mi sanción, podía imaginarla pues en todo el tiempo que llevaba en este lugar nunca había cometido falta, simplemente me resignaba a sobrevivir.
-¿Qué estabas viendo?- me pregunto uno de ellos que entro claramente molesto.
-Yo solo…sentí curiosidad- dije temeroso.
-¿Qué nunca viste a alguien jugar ajedrez?- me pregunto con sorna, yo lo mire levemente molesto, puede que haya sido campesino pero esa no era razón para no poseer algún conocimiento, mis padres siempre se esforzaron para enseñarme siempre más.
-Se como se juega- les dije con un poco más de valor –Por lo que pude apreciar claramente su falta de estrategia- me arriesgue a decirles, el que estaba más alejado observando la conversación se acerco con paso fiero y decidido a golpearme, me tape el rostro con los brazos cuando escuche al otro hombre con el que hable en un comienzo.
-Lucio espera- escuche decir al otro hombre, saque mis brazos para mirarlo y el me sonreía con cierta arrogancia –Te reto a una partida de ajedrez- me ofreció, una leve sonrisa se formo en mis labios, algo que produjo cierta molestia en los huesos de mi mandíbula, llevaba mucho tiempo sin sonreír.
La jugada ocurrió en el limite de la puerta, esta se encontraba cerrada y yo me encontraba acostado con parte de mi tórax fuera de la pequeña compuerta, ambos hombres se encontraban en el exterior previniendo si es que a su jefe se le ocurría dar un paseo por el lugar, era bastante improbable pero no forzaría a que me quitaran este pequeño regalito del cielo, algo que hacer para pasar el rato, decir que ya llevaba cerca de 4 partidos consecutivos ganándoles era quedarse corto, las dos primeras jugadas con cada uno me decían que era suerte de principiante, sus socarronas sonrisas comenzaron a decaer luego de la tercera y así sucesivamente, realmente me la estaba pasando bien, era un descanso y una pequeña ventanita de luz para tanta oscuridad que había vivido, así la prueba se convirtió en desafío, el desafío en revancha y la revancha en rutina, largo rato pasábamos jugando ajedrez en sus horas de guardia, de vez en cuando, cuando sentíamos pasos aproximarse yo cerraba la compuerta y ellos simulaban jugar solos.
Que irónica la vida, Theo y Lucio habían participado en mi encierro, incluso en ayudar a facilitarle las cosas a mi verdugo y heme aquí, jugando con ellos como grandes camaradas, un par de veces me habían explicado que no era mucho lo que ellos podían hacer ante la orden de su jefe, aquel hombre tan poderoso que si quisiera podría incluso levantarse como un gran aristócrata dueño del mundo, pero como me decían, él prefería el anonimato y las sombras a como estaba acostumbrado por algo del pasado, algo doloroso de su vida, la verdad es que poco me importaba, alguien tan déspota y tirano como él no merecía mi compasión.
-Edward ¿Qué es lo que hiciste realmente para que te encerraran aquí?- me pregunto Lucio, ya habíamos cruzado cierta barrera con el paso del tiempo, sabía que no podía confiar en ellos pues ellos tenían un jefe al cual obedecer pero no exigía confianza, a estas alturas estaba muy conforme con un poco de relación social, pasado el tiempo las relaciones interpersonales comienzan a olvidarse y a tomar el último escalón de las prioridades, mire a Theo y simplemente negué con la cabeza, llevaba más de un año en este lugar sin conocer el verdadero motivo por el que fui condenado.
-No lo sé Theo, solo sé que hubo un día en que fui muy feliz, tenía a mi familia y a la mujer que amo - suspire recordando el día que nos casamos –Y al siguiente fui encerrado injustamente por asesinar a alguien por asesinar al padre de mi esposa- suspire al ver mi dedo anular sin aquella alianza símbolo de nuestra unión, había sido una gran pérdida el día que me lo quitaron al entrar en este lugar.
-¿Tu esposa era la hija del jefe Swan?- me pregunto Lucio con su rostro claramente asombrado, yo asentí y él de inmediato miro a Theo quien tenía la misma expresión en su cara.
-Te casaste con la joven Swan, alguien te inculpa de la muerte de su padre ¿y aún así no logras entender quien te envió aquí?- me pregunto Theo como si fuese evidente, lo mire con el ceño fruncido intentando pensar, unir piezas, la verdad es que desde mi llegada había pensando mucho en ello, pero en especifico en quien me envió aquí, nunca lo uní al hecho de haberme casado con Bella, eso era un tema aparte pero ahora que Theo lo unía en una sola frase, los motivos eran suficientes, ¿pero para quién? Alguien que no quería al jefe Swan cerca, quizás alguna rencilla, alguien que utilizo justo el momento en que me reuní con su padre para comunicarle de nuestra boda, pero nadie más sabía de nuestra boda, el día que fui a hablar con su padre…
-Dídima- susurre asombrado por el hilo de mis pensamientos, Theo y Lucio me miraron acordando mi teoría –Los Vulturi- dije más generalizado, Alec era un hombre que se había encaprichado con Bella, podía verlo en su mirada cada vez que la miraba, pensé en ella y en que estaría sola, en la posibilidad de que él le hiciera algo, solo rogaba a Dios, a aquel Dios que una vez profese, que la cuidara de aquella ruin familia.
-Sí que sabes escoger a tus enemigos- me dijo Theo con cierta nota de humor, lo mire serio y él dejo el tema.
-Será mejor que nos vayamos- dijo Lucio, algo de su mirada me preocupo, le hizo una especie de mueca a Theo y así ambos salieron de mi celda.
Pase largas horas pensando en todo aquello, en la oportunidad perfecta que Dídima utilizo mientras estuve con Charles Swan, una y otra vez di fuertes golpes al duro suelo debido a la rabia y a la impotencia por no haberlo visto antes, eran esos los enemigos a los que se refería cuando entre a este lugar. Theo seguía visitándome pero sin la compañía de Lucio, él se quedaba como un simple carcelero como si nunca hubiésemos hablado en la vida, sabía que algo estaba sucediendo con mi amigo pues sus visitas que en un tiempo fueron constantes ahora más bien eran esporádicas, hasta que llego el día que simplemente no apareció. En su lugar, aquel viejo de larga barba apareció ante mi puerta, en su mano llevaba aquella vara que tan bien conocía.
-Ya conoces la rutina- me dijo aquel viejo de barba larga, lo mire extrañado, ¿ya llevaba tres años? Al parecer el comprendió mi titubeo –Aquí los carceleros están para eso, para vigilarlos y no para hacer vida social- de inmediato mire a su espalda y solo vi a Lucio quien se rehusaba a mirarme a los ojos, suspire derrotado y sin decir palabra alguna me posicione para lo inevitable –Ese marica te tiene en buena estima- me espeto molesto mientras dejaba su huella en mi espalda con cada latigazo, no sabría decir si le molestaba el hecho de que hablara con uno de sus lacayos o por temor a que existiese cierta complicidad entre él y yo.
-no me arrepiento- le espete molesto, decidido me gire levemente para mirarlo a los ojos y viera en ellos la verdad de mis palabras, el sonrió con burla y un nuevo azote con suma alevosía se incrusto en mi espalda, podía sentir mi espalda bañada en sangre, podía sentir como aquella carne cicatrizada volvía a reabrirse con cada arremetida.
Como ya era de esperarse, el dolor intenso, permanente, como filosas navajas pasar por mi espalda al rojo vivo era lo que quedaba luego de la tan poco esperada visita de mi verdugo, la verdad es que cada vez se me hacía más llevadero, una vez sanado podía sentir las notorias marcas en mi espalda, un recordatorio que llevaría hasta el último día de mi vida de éste lugar.
Pasados unas semanas Theo volvió a visitarme aunque ya no con la misma frecuencia de antes y aunque él no me lo dijese sabía que había sido castigado al igual que yo por relacionarse con un preso, era un hecho, Theo sentía esa misma cercanía, esa misma camaradería que yo sentía por él, quizás fuese por simple apego o por el hecho de que ambos veníamos del mismo lugar.
Las veces que estuvimos juntos él me hacia reflexionar sobre aquel nuevo descubrimiento que había hecho días atrás, los Vulturi eran un objetivo que debía cobrarme ya sea en esta vida o en la otra. Varios días me consumió aquel pensamiento, debía hacer algo, pero ¿el qué y el cómo? era el problema.
-Se que estas preocupado Edward, pero déjalo así, no hay modo que salgas de este lugar, tienes que dejar que ella intente hacer su vida- intento reconfortarme Theo, pero lejos de ayudar fue para peor, la sola idea de imaginarme a Bella en brazos de otro hombre, en formar una familia que no fuese conmigo me llenaba de una tristeza única, pero algo se me tenía que ocurrirme, necesitaba hablar con ella, yo…
-¡Theo!- grite con una sonrisa –Ayúdame Theo- él me miro disculpándose con la mirada.
-No puedo sacarte de aquí Edward, aunque quisiera, no puedo- me dijo lamentándose, la verdad es que no había pensado en ello, así que negué.
-No Theo, ayúdame a hacerle llegar una nota- le pedí suplicante, en el tono de mi voz y con mi mirada, sabía que me estaba arriesgando y no solo por mi sino por él, si lo descubrían podía cambiar drásticamente su situación de carcelero a encarcelado.
-No creo que pueda Edward, si me descubren ambos estaremos en problemas- me dijo lamentándose realmente, suspire lamentándome más yo que él.
-¿Y a mis padres?- pregunte como si aquello cambiase en algo las cosas, él me miro considerándolo y su silencio me dio un poco de esperanzas, pasos se escucharon desde el pasillo contiguo lo que nos indico que la visita había terminado, con una mirada amable Theo salió de mi celda, lo que considere la hora de dormir, pensé en Bella y en que ella me recordara, solo esperaba que si porque yo no la podía sacar de mi cabeza, pasadas varias horas luego de que Theo me dejo, escuche de la nada como la compuerta era entreabierta y me lanzaban una pluma y un trozo de papel, sabia a quien se debía aquel favor.
EPOV
-Amor yo no he hecho nada- le dije cuando me separe de ella, algo me decía que ella no creía en mi inocencia completamente, incluso su mutismo fue un hoyo lleno de incertidumbres que se creo en mi alma y que se instalo inevitablemente luego de que me subieron al auto y vi por última vez sus ojos achocolatados perder ese brillo tan único y tan lejano de ser el que yo conocía. Intente verla por el espejo retrovisor pero era lo suficientemente oscuro como para que ella no me viese a mi, yo podía ver que ella continuaba hablando con el policía y minutos después este mismo entrando al vehiculo escoltándome por uno de mis costados, mientras el otro lado ya era resguardado por otro policía.
-Llévanos a prisión Henry- dijo uno de los policías con desdén, a mi me extraño con la soltura que hablo de prisión.
-¡¿Prisión? Tengo derecho a un abogado -les grite entre impactado y asustado -Yo no he cometido ningún asesinato, no existen pruebas en mi contra- me sacudí fuertemente intentando soltarme pero las esposas estaban fuertemente aferradas a mis muñecas. Los tres policías en el vehiculo se miraron y comenzaron a reír fuertemente sin importarles lo que les dijese, proteste a más no poder pero jamás prestaron atención a lo que les decía y hacían como si no me escuchasen, al fin por cansancio me quede en silencio intentando pensar en otra cosa que no sea esta desgracia, me concentre en Bella, en aquella mirada de incertidumbre, en aquella mirada que me decía que no estaba cien por ciento confiada en mi palabra, pensé en que debía hacer pronto algo para ir a su encuentro y explicarle esta terrible confusión. No se cuantas horas habrán pasado desde que subí a este auto, lo único que sabia con certeza era que solo Bella estaba en mi cabeza y de vez en cuando recordaba el sufrimiento que vi en mi familia.
-Hemos llegado- escuche decir a uno de los policías en el preciso instante en que el auto se detuvo.
-¿Dónde hemos llegado?- pregunte temeroso.
-A tu nuevo y acogedor hogar- me dijo quien conducía, se volteo a verme con arrogancia y una sonrisa socarrona.
-¿Has oído hablar de Alcatraz?- pregunto el otro policía que iba a mi lado con una sonrisa maliciosa, yo lo mire con los ojos fuertemente abiertos por la impresión, había oído hablar de ese lugar pero era más como un mito que como algo real por el simple hecho de que no existía algún sobreviviente que pudiese verificarlo.
-No…no…no pueden dejarme aquí…no he hecho nada- dije nervioso, la burla y las risas de los policías me encolerizaba más, ellos estaban disfrutando a costa de mi desgracia, cuando pude enfocar claramente pude ver el lugar, nos encontrábamos en un muelle apartado de la ciudad, no se veía casa alguna, la única persona diferente a los policías era el encargado de la embarcación quien fue al parecer ampliamente bonificado por llevarnos a los cuatro, a medida que el bote avanzaba perdía la visión del muelle y ante mis ojos aparecía una gran isla que antes no se encontraba allí, los rumores no le hacían justica, solo con ver el lugar la sangre huía de mis venas y la piel se me erizaba, un gran castillo de murallas claramente reforzadas se encontraba en el centro del lugar, imponente, indestructible pero sobre todo impenetrable -Lo sabemos- afirmo uno de ellos –De no ser así no estarías aquí- continuo, entre dos me tomaron por los brazos y me arrastraron al interior de aquel terrible lugar, intentaba zafarme pero era en vano, las amplias puertas se abrieron de par en par mostrándome el interior del lugar carente de luminosidad.
-¿Cómo es que lo saben?- pregunte mientras seguían arrastrándome por un amplio pasillo, ellos simplemente reían ante mis inútiles intentos, una vuelta en una esquina y seguimos por otro largo pasillo, yo por supuesto seguía intentando resistirme -¡¿Cómo es que saben que soy inocente e igual me traen aquí?- volví a preguntar en un grito enojado, en el momento en que una nueva puerta se abrió entre en una especie de oficina un poco más iluminado que los mismos corredores.
-Bienvenido- me dijo un hombre que se encontraba detrás del escritorio, el hombre era bastante mayor, con una larga y espesa barba gris, sus ropas indicaban cierto poderío pero su actitud arrogante, altanera, avasalladora y tirana me indicaban mucho más que simples prendas –Es correcto que eres inocente- me dijo con una sonrisa arrogante –De no ser así simplemente te hubiesen enviado a una cárcel- en sus ojos podía ver la satisfacción que le producía decir aquello –Alcatraz es un lugar para aquellos que se les desea incluso más que la muerte, es la muerte en vida- mi piel se erizo y realmente me golpeo una ola de miedo y terror.
-No…no entiendo- dije con temor, su sonrisa se ensancho aún más produciéndome un escalofrío por toda la columna vertebral.
-Es simple de entender, te has ganado algunos enemigos y por lo que se son unos poderosos enemigos- los policías al notar que había dejado de forcejear me soltaron levemente.
-¿Quiénes?- pregunte, los policías me miraron como si fuese anormal, pero aquel hombre me seguía sonriendo.
-Eso es confidencial- dijo simplemente –Bien, basta de charlas y a lo que viniste, desde hoy serás un recluso más de Alcatraz, Nome interesa tu nombre solo serás el N° 090688, sigue las reglas y los castigos serán menos dolorosos- los policías rieron ante aquellas palabras, los mire sin entender y luego al hombre de barba nuevamente –Bueno no es que menos doloroso, sino que será más rápido por lo que costara menos superar- su sonrisa maliciosa termino por hostigarme, sentía miedo si, pero también tenia espíritu de sobrevivencia, me solté del agarre de los policías y me abalance hacia el hombre aprisionándolo del cuello.
-¡¿Quién me hizo esto?- le grite encolerizado -¡No merezco esto!- le volví a gritar, sentía el agarre fuerte de los policías que intentaban apartarme pero con la adrenalina mi fuerza era mayor, vi a los ojos a aquel hombre que sonreía complacido sin titubeos o miedos a que terminara por ahorcarlo, algo cruzo por sus ojos que me extraño produciendo que mis manos se debilitaran un poco, fue esa la instancia que los policías tuvieron para sacarme de encima de él. Cuando los policías me tenían nuevamente bajo su guardia uno de ellos me propino un puñetazo justo en la boca del estomago provocándome que me fuera directo al suelo por el fuerte dolor.
-Eso no fue necesario Henry, me estaba divirtiendo- escuche al hombre mayor decirle, también escuche pasos acercarse a mi y tuve a aquel hombre agachado frente a mi –Me gusta tu estilo muchacho, tienes agallas, me recuerdas a mi cuando tenia tu edad- me dijo con una sonrisa –Pero eso no quita de la sanción que recibirás por lo que acabas de hacer- su mano palmeo dos veces mi mejilla, de haber sido un gesto paternal no hubiese sido tan fuerte como lo propino, se irguió para enfrentar a los policías –Llévenselo y prepárenlo para su bienvenida- dijo por último.
Seguía contraído debido al fuerte dolor que me produjo el golpe de uno de los policías, por lo que fui arrastrado sin mucha objeción de mi parte, pasábamos por largos pasillos en los que podía escuchar claramente el choque de cadenas con el metal y personas gritando y quejándose. Tras unos minutos llegamos a un oscuro lugar que olía a humedad pero sobre todo a putrefacción y a deposición humana, sentí las manos de los policías sobre mi quienes del pelo me alzaron la cabeza dejándome frente a un nuevo hombre.
-¿Este es el nuevo?- pregunto con cierta sorpresa, los policías afirmaron y el me miro con cierta tristeza –No parece peligroso, de hecho es bastante bonito, parece niñito fino- dijo con cierta gracia, los policías me giraron violentamente ante ellos y me miraron para luego reírse.
-Líos de faldas- dijo uno de ellos, intente encontrarle significado a ello pero tuve que dejarlo para más tarde para poner atención.
-Eso es nuevo- dijo el otro hombre -¿Poderosos?- le pregunto a ellos, uno de los policías susurro algo tan bajito que no pude oírlo, pero pude ver por el rabillo del ojo como este nuevo hombre abría sus ojos asombrados –Vaya que tienes mala suerte muchacho, de todos los enemigos que uno puede conseguirse, te topaste con los peores- su sonrisa desapareció dejando su aspecto completamente serio lo que me preocupo –Espero que sea de tu agrado tu nuevo y última habitación- y la risa de todos aquellos hombres retumbo por el inmundo lugar. Comenzaron a desgarrar mis ropas para quitármelas, cuando estuve completamente desnudo con bastante frío, éste se incremento cuando sentí el agua heladísima que me lanzaron aquellos hombres, mi cuerpo comenzó a tiritar pero no me dieron tiempo ni para intentar entibiarme cuando me tomaron de las muñecas esposadas para engancharlas a una cadena colgante, estaba completamente expuesto ante ellos, la puerta de aquel lugar se abrió con un fuerte chirrido dejando entrar a aquel hombre mayor de la larga barba.
-Bien, estas aquí por que pagaron para que no olvidaras lo que es sufrir, puedo decirte que nadie a salido de este lugar, bueno al menos con vida claro, no te preocupes que pasados unos años te acostumbras al dolor, a la soledad- dijo como si fuese de lo mas común –Ahora- dijo con una voz áspera y de la nada sentí un fuerte ruido seguido del dolor más intenso que físicamente haya recibido, mi espalda comenzó a arder como llamas en el infierno, una y otra vez el dolor se intensificaba más, ramificándose por todo el lugar, incluyendo la parte baja de mi espalda y piernas, intente por dignidad no gritar o demostrar mi dolor para no satisfacerlos, pero al parecer para él era eso un estimulante para golpear más fuerte, los latigazos en mi espalda cada vez eran más fuertes y certeros, el golpear sobre la carne mojada ya abierta y viva era un catalizador más doloroso, no aguante más y los gritos desgarradores comenzaron a vibrar de mi garganta sin que pudiese detenerlos, uno tras otro, incesante, con alevosía sobre mi espalda era un recordatorio de que alguien en el exterior me deseaba incluso más que la muerte misma. Finalmente la frecuencia de los latigazos sobre mi espalda fue cesando levemente, perfectamente podía asegurar que mis huesos habían sido alcanzados por aquellos filamentos de cuero, mi cuerpo estaba agotado por el dolor, mi garganta ardía al igual que mi espalda debido a los gritos, el resto de mi cuerpo estaba enfriándose tanto que incluso servia para evadir el dolor. Con los ojos cerrados sentí que alguien soltaba el amarre de mis muñecas provocándome que me impactara de lleno contra el duro suelo azotando así mi cabeza, uno de los hombres se acerco a mi lo suficiente para tomar una de mis muñecas y lo siguiente que sentí fue más ardor, reuní lo poco de fuerza que me quedaba y observe lo que hacía, con un atizador marco el número de mi celda, un gemido audible salió de mis labios cuando él lo aplasto aún más con cierta maldad, antes de quedar completamente tirado en suelo pude contemplar la marca "090688"
-Las vestiduras del principito- escuche la voz del otro policía.
-Te aconsejo que no te rejales tanto, vendré cada cierto tiempo a recordarte tu bienvenida a Alcatraz- dijo el hombre de la barba, su voz cada vez se me hacia más lejana, el cansancio en mi cuerpo era evidente e imposible de superar, los parpados me pesaban impidiéndome el abrirlos, por lo que deje que la inconciencia me llevase no sin antes traer su dulce recuerdo a mi.
-Te amo Bella- susurre para mi, deseando con todo mi ser que ella pudiese oírme con el corazón.
Un estruendoso ruido me hizo volver de la espesa negrura en la que se encontraba mi conciencia, los parpados me seguían pesando pero el saber donde estaba y como estaba era más fuerte, al intentar levantarme el dolor de la espalda me hizo gritar de dolor impidiéndome erguirme y enviándome nuevamente a mi posición original, el dolor era agudo, intenso, no sabia cuanto tiempo llevaba así desnudo, con la parte posterior de mi cuerpo mal herido, unos centímetros más allá unos trozos de tela me indicaban que esas serian mis nuevas prendas de vestir, el entumecimiento me gritaba por que las tomara y me las colocara, pero el ardor del dolor en mi espalda me aconsejaban sabiamente que lo dejara para después, en esa misma posición pase varios días, no sabría decir cuantos pues en algún punto perdí el sentido del tiempo, el paso del día a la noche y viceversa, la comida fría y pegoteada llegaba dos veces cada cierto tiempo, podría ser una del desayuno y la otra la comida pero no podía afirmar con certeza cual era cual, por lo que solo decidí dejarlo, el comerlo era otra cosa, el aspecto repulsivo e incomible era una cosa, los olores del lugar que me impedía llevarme comida a la boca era otro, pero con el paso del tiempo podía notar como los olores cesaban, no precisamente por que el lugar estuviese más limpio o aromatizado, sino que simplemente era yo el que comenzaba a acostumbrarse al lugar, a mimetizarme con mi desgracia aceptándola de cierta forma, mi único consuelo era verla en mi cabeza, recordar su sonrisa, sus ojos, mi nombre en sus labios, el aroma de sus cabellos, su rostro contraído cuando la hacia mía.
-¡Ey principito!- volví a mi realidad cuando la pequeña compuerta se abría para dejar mostrar solo la cabeza de un hombre -¿estas vivo?- pregunto con arrogancia, no le conteste por lo que comenzó a reírse –Debilucho, serías el primero en durar tan poco- dijo con petulancia, con un poco más de fuerza gire mi rostro para mirarlo, el escozor en mi espalda se acentúo con aquel movimiento pero intente no demostrarlo en mis facciones, la sonrisa del hombre desapareció cuando me vio vivo –Bien- dijo simplemente y volvió a cerrar la pequeña compuerta.
Así siguieron pasando los días, solo que ahora aquella "comida", si es que se le podía llamar así, aquella que jure jamás comer por sanidad y por orgullo, ahora se me estaba haciendo de lo más apetecible, cada vez que pasaban a llenar mi plato y lo veían igual de lleno lo dejaban así pudriéndose por el paso del tiempo, cuando mi estomago me exigía alimento deje el orgullo atrás y comí de aquella pasta sin sabor que más que comida, parecía pan remojado.
-Bella- suspire, era en lo único que pensaba sobre todo cuando la soledad me invadía, pensaba en como estaría tras la muerte de su padre, en que si ella creería aquella mentira tan horrorosa que alguien dejo sobre mi, sobre que yo fui el asesino de su padre, solo pensaba en algún modo de salir de aquí, en que me esperase fuese lo que fuese pues yo viviría solo por ella, ella era mi pilar y mi ancla para seguir aquí, no existía otro motivo, solo ella.
Tuve conocimiento de que los días habían pasado por el simple hecho de que podía sentir la tirantes de mi espalda, las cicatrices comenzaban a formarse permitiéndome un poco de movilidad, ya había logrado poder ponerme unos pantalones de una tela muy delgada, pero algo me quedaba de dignidad y no permitiría que me siguieran viendo desnudo, usar alguna camiseta era otro tema, aunque las cicatrices ya comenzaban a formarse cuando intente colocarme aquella prenda la picazón debido al mal material de la tela no se hizo esperar, no estaba en condiciones como para rascarme por lo que seguía con el torso desnudo, intentando resistir al frío viento que se colaba de entre las grietas con un susurro un poco más sonoro que el mismo silencio, de vez en cuando la pacificad del sonido era cortado con algún nuevo integrante para este lugar, el aniversario de llegada o alguna reprimenda, yo sabia que yo no me encontraba libre, simplemente esperaban a que mi piel volviese a estar un poco más normal y no morir desangrado, ya me había quedado bien claro que ellos se divertían más si me encontraba vivo que muerto.
Y pasaban y pasaban las horas, los días, quizás los meses, pasaba parte del tiempo caminando en círculos, buscando explicaciones a quienes me encerraron aquí, imaginaba o soñaba con el día de mi liberación y reencontrándome con ella, la única dueña de mis pensamientos, imaginándome su larga espera, recordando aquel pasado que me hizo tan feliz, intentaba recordar su aroma, pero cada vez me era más escaso, era como si mi nariz ya no percibiera la dulzura de un buen aroma, intentaba recordar la calidez de su tacto, la suavidad de su piel, el estremecimiento de sus caricias pero cada vez era más vago, mi cuerpo entumecido estaba dormido, intentaba recordar el brillo de sus ojos chocolates pero a mi cabeza solo volvía la opacidad de sus ojos cuando era apresado y la duda en ellos, con ese último recuerdo supe que había cumplido un año en este lugar, pues aquella puerta que en un año no había sido usada se abrió con un fuerte estruendo para mostrarme a mi verdugo, aquel hombre de barba larga que había hasta olvidado.
-Felicidades principito- me dijo aquel viejo de aspecto arrogante, aquel apodo que un año atrás me habían impuesto por considerarme lejos del canon de hombres que traían a este lugar –Has resistido bastante bien para ser un simple muchachito, tienes valentía y eso lo hemos venido a celebrar- dos hombres que venían a sus costados me alzaron, aquel dolor que ya había olvidado reapareció tenuemente en las marcas claras de mi espalda, suspire sabiendo lo que venia, todo aquello que había dejado atrás reapareció, el agua fría para entumecerme los huesos, desnudo ante ellos y los fuertes latigazos que me dejaban claro que llevaba un año lejos de mi vida pasada, lejos de ella, un año desde esta tortuosa condena inmerecida, nuevamente mi garganta se saturo con los gritos adoloridos de este nefasto ritual, sus risas lejos de ser una diversión para mi, era la suma de un nuevo granito de ira, de sed de venganza, de fuerzas para resistir y buscar al primer resquicio de debilidad de este lugar para huir, aquel pensamiento me hizo sonreír -¿Qué es gracioso?- pregunto el hombre claramente molesto –¿Estoy siendo muy sutil?- pregunto, sentí su rabia en mi espalda, con cada nueva arremetida, suspire rendido, era a algo que debía acostumbrarme.
Cuando estuve nuevamente en la soledad espere paciente a que nuevamente mi piel sanara, irrisorio decir esperar, si era lo único que podía hacer, aquí el tiempo era una simple palabra carente de sentido, carente de lógica e incluso innecesario.
Llegados a este punto podría decir que el aburrimiento, la pereza o la desgana era algo que sentir, simplemente como me habían afirmado cuando llegue a este lugar, era como estar muerto en vida, el respirar y el alimentarse escasamente para seguir manteniendo vivo el cuerpo era lo único que aquí se podía hacer, de vez en cuando dejaba volar la imaginación para sentirme como en casa y darme un granito de esperanza e ilusión para sobrellevar esta nueva vida, estaba meditando aquello cuando escuche unos ruidos en el exterior, por el pasillo. Me acerque en completo silencio y por primera vez me atreví a deslizar aquella compuerta que me era prohibida el correr, asome mi cabeza y unos metros más allá dos hombres que supuse serian los carceleros jugaban ¿ajedrez? Se veían sucios pero al menos tenían estilo para pasar el rato, mire medio escondida sus jugadas, bastante carentes de estrategia por lo que bufe aburrido, ambos se giraron de inmediato para observarme y de inmediato me escondí adentrándome a mi habitación, sentándome lo más alejado de la puerta que pudiese. Escuche sus pasos arrastrarse y acercarse a mi puerta, trague pesado pensando en mi sanción, podía imaginarla pues en todo el tiempo que llevaba en este lugar nunca había cometido falta, simplemente me resignaba a sobrevivir.
-¿Qué estabas viendo?- me pregunto uno de ellos que entro claramente molesto.
-Yo solo…sentí curiosidad- dije temeroso.
-¿Qué nunca viste a alguien jugar ajedrez?- me pregunto con sorna, yo lo mire levemente molesto, puede que haya sido campesino pero esa no era razón para no poseer algún conocimiento, mis padres siempre se esforzaron para enseñarme siempre más.
-Se como se juega- les dije con un poco más de valor –Por lo que pude apreciar claramente su falta de estrategia- me arriesgue a decirles, el que estaba más alejado observando la conversación se acerco con paso fiero y decidido a golpearme, me tape el rostro con los brazos cuando escuche al otro hombre con el que hable en un comienzo.
-Lucio espera- escuche decir al otro hombre, saque mis brazos para mirarlo y el me sonreía con cierta arrogancia –Te reto a una partida de ajedrez- me ofreció, una leve sonrisa se formo en mis labios, algo que produjo cierta molestia en los huesos de mi mandíbula, llevaba mucho tiempo sin sonreír.
La jugada ocurrió en el limite de la puerta, esta se encontraba cerrada y yo me encontraba acostado con parte de mi tórax fuera de la pequeña compuerta, ambos hombres se encontraban en el exterior previniendo si es que a su jefe se le ocurría dar un paseo por el lugar, era bastante improbable pero no forzaría a que me quitaran este pequeño regalito del cielo, algo que hacer para pasar el rato, decir que ya llevaba cerca de 4 partidos consecutivos ganándoles era quedarse corto, las dos primeras jugadas con cada uno me decían que era suerte de principiante, sus socarronas sonrisas comenzaron a decaer luego de la tercera y así sucesivamente, realmente me la estaba pasando bien, era un descanso y una pequeña ventanita de luz para tanta oscuridad que había vivido, así la prueba se convirtió en desafío, el desafío en revancha y la revancha en rutina, largo rato pasábamos jugando ajedrez en sus horas de guardia, de vez en cuando, cuando sentíamos pasos aproximarse yo cerraba la compuerta y ellos simulaban jugar solos.
Que irónica la vida, Theo y Lucio habían participado en mi encierro, incluso en ayudar a facilitarle las cosas a mi verdugo y heme aquí, jugando con ellos como grandes camaradas, un par de veces me habían explicado que no era mucho lo que ellos podían hacer ante la orden de su jefe, aquel hombre tan poderoso que si quisiera podría incluso levantarse como un gran aristócrata dueño del mundo, pero como me decían, él prefería el anonimato y las sombras a como estaba acostumbrado por algo del pasado, algo doloroso de su vida, la verdad es que poco me importaba, alguien tan déspota y tirano como él no merecía mi compasión.
-Edward ¿Qué es lo que hiciste realmente para que te encerraran aquí?- me pregunto Lucio, ya habíamos cruzado cierta barrera con el paso del tiempo, sabía que no podía confiar en ellos pues ellos tenían un jefe al cual obedecer pero no exigía confianza, a estas alturas estaba muy conforme con un poco de relación social, pasado el tiempo las relaciones interpersonales comienzan a olvidarse y a tomar el último escalón de las prioridades, mire a Theo y simplemente negué con la cabeza, llevaba más de un año en este lugar sin conocer el verdadero motivo por el que fui condenado.
-No lo sé Theo, solo sé que hubo un día en que fui muy feliz, tenía a mi familia y a la mujer que amo - suspire recordando el día que nos casamos –Y al siguiente fui encerrado injustamente por asesinar a alguien por asesinar al padre de mi esposa- suspire al ver mi dedo anular sin aquella alianza símbolo de nuestra unión, había sido una gran pérdida el día que me lo quitaron al entrar en este lugar.
-¿Tu esposa era la hija del jefe Swan?- me pregunto Lucio con su rostro claramente asombrado, yo asentí y él de inmediato miro a Theo quien tenía la misma expresión en su cara.
-Te casaste con la joven Swan, alguien te inculpa de la muerte de su padre ¿y aún así no logras entender quien te envió aquí?- me pregunto Theo como si fuese evidente, lo mire con el ceño fruncido intentando pensar, unir piezas, la verdad es que desde mi llegada había pensando mucho en ello, pero en especifico en quien me envió aquí, nunca lo uní al hecho de haberme casado con Bella, eso era un tema aparte pero ahora que Theo lo unía en una sola frase, los motivos eran suficientes, ¿pero para quién? Alguien que no quería al jefe Swan cerca, quizás alguna rencilla, alguien que utilizo justo el momento en que me reuní con su padre para comunicarle de nuestra boda, pero nadie más sabía de nuestra boda, el día que fui a hablar con su padre…
-Dídima- susurre asombrado por el hilo de mis pensamientos, Theo y Lucio me miraron acordando mi teoría –Los Vulturi- dije más generalizado, Alec era un hombre que se había encaprichado con Bella, podía verlo en su mirada cada vez que la miraba, pensé en ella y en que estaría sola, en la posibilidad de que él le hiciera algo, solo rogaba a Dios, a aquel Dios que una vez profese, que la cuidara de aquella ruin familia.
-Sí que sabes escoger a tus enemigos- me dijo Theo con cierta nota de humor, lo mire serio y él dejo el tema.
-Será mejor que nos vayamos- dijo Lucio, algo de su mirada me preocupo, le hizo una especie de mueca a Theo y así ambos salieron de mi celda.
Pase largas horas pensando en todo aquello, en la oportunidad perfecta que Dídima utilizo mientras estuve con Charles Swan, una y otra vez di fuertes golpes al duro suelo debido a la rabia y a la impotencia por no haberlo visto antes, eran esos los enemigos a los que se refería cuando entre a este lugar. Theo seguía visitándome pero sin la compañía de Lucio, él se quedaba como un simple carcelero como si nunca hubiésemos hablado en la vida, sabía que algo estaba sucediendo con mi amigo pues sus visitas que en un tiempo fueron constantes ahora más bien eran esporádicas, hasta que llego el día que simplemente no apareció. En su lugar, aquel viejo de larga barba apareció ante mi puerta, en su mano llevaba aquella vara que tan bien conocía.
-Ya conoces la rutina- me dijo aquel viejo de barba larga, lo mire extrañado, ¿ya llevaba tres años? Al parecer el comprendió mi titubeo –Aquí los carceleros están para eso, para vigilarlos y no para hacer vida social- de inmediato mire a su espalda y solo vi a Lucio quien se rehusaba a mirarme a los ojos, suspire derrotado y sin decir palabra alguna me posicione para lo inevitable –Ese marica te tiene en buena estima- me espeto molesto mientras dejaba su huella en mi espalda con cada latigazo, no sabría decir si le molestaba el hecho de que hablara con uno de sus lacayos o por temor a que existiese cierta complicidad entre él y yo.
-no me arrepiento- le espete molesto, decidido me gire levemente para mirarlo a los ojos y viera en ellos la verdad de mis palabras, el sonrió con burla y un nuevo azote con suma alevosía se incrusto en mi espalda, podía sentir mi espalda bañada en sangre, podía sentir como aquella carne cicatrizada volvía a reabrirse con cada arremetida.
Como ya era de esperarse, el dolor intenso, permanente, como filosas navajas pasar por mi espalda al rojo vivo era lo que quedaba luego de la tan poco esperada visita de mi verdugo, la verdad es que cada vez se me hacía más llevadero, una vez sanado podía sentir las notorias marcas en mi espalda, un recordatorio que llevaría hasta el último día de mi vida de éste lugar.
Pasados unas semanas Theo volvió a visitarme aunque ya no con la misma frecuencia de antes y aunque él no me lo dijese sabía que había sido castigado al igual que yo por relacionarse con un preso, era un hecho, Theo sentía esa misma cercanía, esa misma camaradería que yo sentía por él, quizás fuese por simple apego o por el hecho de que ambos veníamos del mismo lugar.
Las veces que estuvimos juntos él me hacia reflexionar sobre aquel nuevo descubrimiento que había hecho días atrás, los Vulturi eran un objetivo que debía cobrarme ya sea en esta vida o en la otra. Varios días me consumió aquel pensamiento, debía hacer algo, pero ¿el qué y el cómo? era el problema.
-Se que estas preocupado Edward, pero déjalo así, no hay modo que salgas de este lugar, tienes que dejar que ella intente hacer su vida- intento reconfortarme Theo, pero lejos de ayudar fue para peor, la sola idea de imaginarme a Bella en brazos de otro hombre, en formar una familia que no fuese conmigo me llenaba de una tristeza única, pero algo se me tenía que ocurrirme, necesitaba hablar con ella, yo…
-¡Theo!- grite con una sonrisa –Ayúdame Theo- él me miro disculpándose con la mirada.
-No puedo sacarte de aquí Edward, aunque quisiera, no puedo- me dijo lamentándose, la verdad es que no había pensado en ello, así que negué.
-No Theo, ayúdame a hacerle llegar una nota- le pedí suplicante, en el tono de mi voz y con mi mirada, sabía que me estaba arriesgando y no solo por mi sino por él, si lo descubrían podía cambiar drásticamente su situación de carcelero a encarcelado.
-No creo que pueda Edward, si me descubren ambos estaremos en problemas- me dijo lamentándose realmente, suspire lamentándome más yo que él.
-¿Y a mis padres?- pregunte como si aquello cambiase en algo las cosas, él me miro considerándolo y su silencio me dio un poco de esperanzas, pasos se escucharon desde el pasillo contiguo lo que nos indico que la visita había terminado, con una mirada amable Theo salió de mi celda, lo que considere la hora de dormir, pensé en Bella y en que ella me recordara, solo esperaba que si porque yo no la podía sacar de mi cabeza, pasadas varias horas luego de que Theo me dejo, escuche de la nada como la compuerta era entreabierta y me lanzaban una pluma y un trozo de papel, sabia a quien se debía aquel favor.
van mas, ponganse comodas xq son varios
Bbra- .
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Re: El Conde Montepulciano
"090688 Part. II"
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-¿Y a mis padres?- pregunte como si aquello cambiase en algo las cosas, él me miro considerándolo y su silencio me dio un poco de esperanzas, pasos se escucharon desde el pasillo contiguo lo que nos indico que la visita había terminado, con una mirada amable Theo salió de mi celda, lo que considere la hora de dormir, pensé en Bella y en que ella me recordara, solo esperaba que si porque yo no la podía sacar de mi cabeza, pasadas varias horas luego de que Theo me dejo, escuche de la nada como la compuerta era entreabierta y me lanzaban una pluma y un trozo de papel, sabia a quien se debía aquel favor.
-Gracias- susurre bajito antes de que la pequeña compuerta volviese a cerrarse, me abalancé sobre aquel pedazo de papel y lápiz, llevaba mucho tiempo sin escribir, los huesos de mis manos estaban entumecidos por lo que me costó más de lo normal siquiera empezar a plasmar lo que tenía pensado.
"Padres, estoy vivo, los extraño cada día más, quisiera tenerlos en estos momentos junto a mí, el apoyo y fuerza de ti padre y el abrazo acogedor y cálido de ti madre, hubiese querido hacer algunas cosas diferentes y así evitarles el sufrimiento que les ocasiono mi alejamiento, recuerden que están siempre en mi corazón dándome la fuerza necesaria para seguir con vida y esperar, de algún modo llegare a ustedes nuevamente, por favor cuiden de Bella y díganle que sigo amándola incluso más que antes, los ama Edward".
Suspire recordando la imagen de mis padres y de aquella mujer por la que pasaría todo esto nuevamente de saber que sería la condición para casarme con ella, la doble cuidadosamente escribiendo en el membrete "Para Familia Cullen Masen".
Escondí mi nota muy bien en una de las grietas de la muralla, ahora solo debía esperar la oportunidad que tuviese Theo para hacerla llegar, pasaron las horas y nada hasta que escuche pasos aproximarse por el pasillo, sonreí pensando en que pronto mis padres sabrían de mi, de que ella tendría la certeza de que me encontraba bien y luchando para que estuviésemos juntos un día, pero toda aquella vana emoción, aquella loca idea se desvaneció cuando por esa puerta entro aquel viejo de la barba larga, mi verdugo, el jefe de este infierno.
-Feliz aniversario- me dijo con emoción, mis ojos se ensancharon ante sus palabras ¿Cuántos llevaba ya, cuatro años? Desde mi segundo aniversario había perdido la cuenta, quizás un par de castigos provocando que la cuenta exacta la perdiera por completo –Bien principito, conoces la rutina- me dijo como si nada, yo no proteste, la verdad es que lo único que quería era que se fueran rápido y que la poca luz del lugar me ayudaran a ocultar aquella nota que en algún momento fue mi mayor esperanza.
En mi posición para recibir aquellos ya tan conocidos azotes, espere por las arremetidas, sabía que esta vez dolerían más pues no había sido hace mucho las del castigo.
-¿Qué tenemos aquí?- escuche la voz de voz de Lucio preguntar, cerré mis ojos rogando porque no fuera lo que estaba pensando, pasados un par de segundos lo descubrí.
-¿Cómo conseguiste esto?- me pregunto el viejo, yo simplemente negué con la cabeza en un completo mutismo, escuche un gruñido por parte de él seguido de los ya conocidos azotes –Tráiganme a Theo- pidió con la voz encolerizada, más azotes y el ya conocido dolor.
-¿Si señor?- escuche la voz de Theo, me gire levemente para verlo a los ojos y pedirle perdón solo con mirarlo.
-Con que haciéndole favorcitos a éste- espeto molesto el viejo, Theo lo miro con miedo y luego a mí nuevamente, suspiro aceptando las palabras de él –Enciérrenlo- dijo el viejo simplemente.
-¡No!- grite intentando zafarme, todo lo que había hecho Theo lo había hecho con la mejor intensión, de ser alguien culpable ese era simplemente yo –Castígame a mí, es mi culpa no la de él- le pedí.
-¿Crees que no lo haré? No necesitas pedírmelo- y más azotes, podría decir que la fuerza que estaba empleando esta vez era mucho más intensa que las anteriores, que su furia se estaba desatando.
-Jefe- le dijo Theo interrumpiendo su labor –Jefe- le volvió a decir lo que enojo un poco más al viejo.
-¡¿Qué quieres?- le grito molesto, Lucio temeroso se acerco a él y le entrego mi nota, el viejo se la arrebato de las manos y la leyó, luego lo miro a él sin entender.
-El dorso- le dijo y el viejo giro la nota, pude apreciar claramente como sus ojos se abrían asombrados y luego me miraba a mí como si no pudiese creerlo.
-¿Para quién es esta nota?- su voz ya no sonaba demandante, sino temerosa.
-Eso no es de tu asunto- dije debilitado debido a los azotes.
-Contéstame o te azotare hasta que digas a quien le envías esta nota- me dijo ahora molesto.
-Mis padres- solté derrotado –Como dice en la nota, lo mire a los ojos y en ellos reflejaba cierto miedo pero había algo nuevo, la tristeza era clara.
-¿Cómo se llaman tus padres?- su pregunta me pareció extraña pero llegados a este punto ya todo era de lo más extraño.
-No los lastime a ellos por favor- le suplique con un hilo de voz.
-¡Contesta!- me grito impaciente tomándome del cuello y apretándolo más de la cuenta, solo esperaba no haberlos metido en problemas a ellos.
-Carlisle y Esme- dije temeroso, sus ojos se ampliaron y me soltó de inmediato, apartándose sin poder dejar de mirarme, su escrutinio incluso me puso nervioso.
-Suéltenlo y llévenlo a mi oficina, pero antes cura sus heridas- le dijo a Lucio quien no daba crédito a lo que oía al igual que yo.
-¿Está seguro señor?- le pregunto temeroso.
-¡He Dicho que lo suelten!- le grito.
-Así será señor, ¿Qué hago con Theo?- le pregunto temeroso.
-Después hablare con él, déjenlo que se vaya a su cuarto- se giro y sus ojos incrustados en los míos se disculpaban por sí solo, dio media vuelta dejándome ahí sin entender nada, lo que podía deducir es que algo referente a mis padres causo todo esto.
Tal y como el viejo lo pidió, Lucio y otro hombre más que llego luego me soltaron de mis amarras y me llevaron a un lugar bastante iluminado, cuando estuve ahí vi como traían trapos húmedos para limpiar mis heridas, ardía como un demonio pero de cierta manera era refrescante, luego me pusieron mis vestimentas y entre los dos me llevaron a la oficina que exactamente cuatro años atrás conocí como única vez, me sentaron con algo de cuidado dejándome a solas con aquel viejo.
-Se que te parecerá extraño todo esto, más no sé cómo actuar- me dijo con voz triste y por primera vez en todos estos años en los que lo había visto me pareció realmente cansado, agotado, ya no con ese aspecto imponente, arrogante y petulante.
-¿Qué es lo que quiere?- pregunte entre dientes, aquel cambio de actitud tan brusco me estaba produciendo dolor de cabeza.
-Me dejarías contarte la historia de un viejo amigo mío- pidió amablemente, lo que me extraño de sobremanera, sobre todo cuando me sonrió intentando darme confianza, simplemente asentí sin darle mucha importancia.
-Años atrás conocí a un hombre poderoso, arrogante que sentía que tenía todo el mundo a sus pies, y todo debió a la gran herencia que le dejo sus padres, un poderoso apellido que abría la puerta más imposible de este mundo, toda aquella arrogancia y poder que utilizaba incluso con los más débiles lo hacía sentirse más y más fuerte, superior a cualquiera que se le cruzara, sus ambiciones eran tan grandes que pensó incluso ser dueño del mundo, adquirir poderío zona a zona, pero todas aquellas prioridades cambiaron drásticamente cuando conoció a la joven más dulce y amable que puedas llegar a imaginar conocido en su vida, Amelie Sanguinetti Platt- dijo con un fuerte suspiro lo que me hizo mirarlo extrañado –Ella realmente llego a cambiar su mundo, le enseño que la vida se vive de otro modo, que el poder y el dinero carecen de valor ya que el amar y ser amado es lo necesario para vivir, ella le enseño a amar y a valorar la vida desde otra perspectiva, él creyó que ella con su sola presencia era lo mejor que le había pasado en la vida, pero se equivoco- fruncí el ceño –Ella además le dio el regalo más hermoso y valioso en toda su vida, una hija, la niña más hermosa que pueda existir, con unos ojitos tan intensos como los de su madre que logro abrir en él las emociones mas inexplicables que puedas a llegar a entender- me miro nuevamente, algo en su mirada por primera vez me hacían sentir pena por él, quizás aquel hombre del que hablaba fuera su mejor amigo –Los años pasaron y ella se convirtió en la jovencita más hermosa, tan hermosa que varios hombres pretendieron su mano incluso a una edad muy prematura, su padre sentía celos de que alguien intentara cortejar a su princesa, ella era aún muy pequeña para esas cosas, o al menos así lo vio él hasta que fue demasiado tarde, ella estaba enamorada y no del mejor hombre que su padre hubiese escogido para ella, ella se enamoro de un campesino- contuve el aliento, algo de todo esto me estaba resultando algo conocido –El no estaba de acuerdo por lo que utilizo todo su poder para separarlos, incluso la comprometió a ella con otro hombre a sabiendas de que ella jamás respondería a algún sentimiento, su madre intento interceder por la joven pero el padre estaba cegado por aquel amor tan fuerte, por aquel amor que él sintió por su hija, tenía miedo de perderla, no vio el amor real entre los jóvenes, solo le importaba el saber que su princesita jamás se separaría de él, tarde se dio cuenta de ello, pues la joven poseedora de la belleza de su madre y la fuerza y coraje de su padre, lo dejó, dejo todo aquello que para él alguna vez fue importante, lo dejo todo para estar con el hombre que ella amaba, a pesar de todos los impedimentos que el padre puso entre medio de ellos, finalmente el hombre se gano lo que se merecía y ella se alejo tanto que él jamás pudo conocer a sus nietos, el padre la siguió de cerca muchos años, los suficientes para asegurarse de que era feliz, incluso viviendo en la carencia, fue un tapa boca muy grande que recibió por parte de aquel campesino que cuidaba a su hija incluso mejor que él mismo, anteponiéndola ante cualquier cosa, amándola con todo su ser, hasta que el rastro lo perdió por completo- suspiro- su pequeña, su pequeña princesa ya era toda una mujer, enseñándole hasta el día de hoy que posee lo mejor de su madre y solo la valentía y espíritu de lucha de su padre- lo mire y a medida que seguía su relato, cada vez me parecía más viejo, más agotado y triste, tomo un portarretrato que yacía sobre su escritorio, lo mire confundido y él me sonrió tristemente –Ese hombre era yo, Edward- su voz decayó completamente y comenzó a acariciar aquella fotografía que se encontraba en el portarretratos -¿Quieres ver a mi hija cuando aún era mi princesita?- pregunto con una clara melancolía, yo asentí estirando mi brazo para tomar la foto, cuando la puse delante de mis ojos la respiración se me quedo atorada en la garganta, mi madre en sus quizás quince años se encontraba abrazada de una mujer muy hermosa, lo mire a él nuevamente sin poder dar crédito a todo ello –Esme Masen Sanguinetti es mi hija, Edward- me sonrió con tristeza y disculpa en su mirada, yo estaba sin poder moverme debido a la impresión, me levante de la silla listo para salir de ahí, necesitaba volver a mi celda, a mi soledad, a que aquel viejo que ahora me parecía más miserable me azotara con todo su poderío, no necesitaba ver esto de él, no de mi verdugo, no necesitaba ver a quien por ley debía llamar abuelo.
Deje la foto en su lugar y camine hacia la puerta, antes de poder traspasar el umbral él ya se encontraba a mi lado sosteniéndome del brazo –Se que no podrás perdonarme- lo corte.
-Bien, entonces si lo sabe no tenemos nada más que hablar- le dije con cierta molestia, debido a la rapidez con la que me levante de la silla, el ardor de mi espalda volvió a recordarme mis cuatro años en este lugar –Si gusta puede pasar por mi celda y a terminar mi regalo de aniversario- ironice mirándolo fríamente.
-Descansa, hablaremos más tarde- me dijo soltándome ante la mirada despectiva que le di -¡Lucio!- grito llamando a uno de sus lacayos –Lleva a Edward a una de las habitaciones superiores- le dijo, Lucio lo miro desconcertado.
-No es necesario, me gusta mi celda- dije intentando pasar, pero Lucio me lo impedía.
-Haz lo que te pedí- le dijo a su sirviente, él asintió y me llevo tomado por el brazo a unas escaleras, unos largo pasillos hasta llegar a un amplio corredor circular, en el habían cuatro puertas, entramos por una de ellas mostrándome una habitación muy amplia decorada con finos muebles, con amplios ventanales en los que el sol entraba de lleno, mire a Lucio quien se retiro de inmediato, dejándome completamente solo, con la cabeza girándome a toda velocidad, hace una hora atrás me encontraba "celebrando" mi aniversario en este lugar y ahora me encontraba atendido casi como rey en una suite de lujo.
Di un pequeño paseo por el lugar, todo me parecía tan irreal, llevaba cuatro años sin poder ver la luz del día, años sin poder recostarme en un colchón, y vaya que lo hice a mis anchas, cuando estuve frente a la gran cama no pude resistir el lanzarme a ella como si fuese un niño pequeño, lamentablemente el dolor de mi espalda era punzante e intenso, por lo que me acomode y me quede quieto, disfrutando al menos un poco de normalidad, pensé en mi madre y en la vida que tuvo que haber pasado tras haber optado por mi padre, ambos siempre tan bien compenetrados, tan iguales, cuando mi madre nos contó levemente su vida pasada, algo así como que venia de otra familia pero su padre no la dejo ser feliz junto a mi padre, nunca comento detalles, solo lo superficial, ahora irrisoriamente en este lugar pude conocer toda la verdad. Derrotado ante tanta información me deje llevar por el cansancio y quede completamente rendido.
-Edward, Edward despierta- escuche de pronto, lo que me hizo sobresaltar, enfoque la mirada y me encontré con Theo quien me miraba con una leve sonrisa.
-¿Estas bien?- le pregunte cuando pude acomodarme sobre la cama y quedar frente a él, el asintió y me indico una charola de comida que se encontraba sobre el buró frente a la cama, en ella habían una gran cantidad y variados tipos de frutas, pan, jugo, café -¿Qué es todo eso?- le pregunte, el camino hacia la bandeja, la tomo y la trajo para mi.
-Tu solo come Edward, no te pongas difícil, el Sr. Masen ya me explico quien eres y él se imaginaba que rechazarías la comida, pero por favor no lo hagas, come- me ordeno con una sonrisa amigable. La verdad es que si, la iba a rechazar pero mi cuerpo me suplicaba que dejara el orgullo de lado y comiera, por lo que lo hice, me asombre verme a mi mismo comer como un caníbal, sin importa que los cubiertos estuviesen ahí, lo comí todo con mis manos, así como llevaba haciéndolo por tanto tiempo, me detuve desconcertado y mire mis manos, sucias y con algunas cicatrices, respire pesado, ya estaba olvidando mi vida pasada, lo que era la higiene y la educación, lo que iba quedando de ese Edward era solo las ganas de sobrevivir, para verla a ella, aunque fuese un momento -¡Bella!- dije de pronto, ahora que existía la posibilidad de irme lo haría feliz, necesitaba estar junto a ella.
-Todo a su tiempo mi querido amigo- me dijo Theo –Por ahora come, vendré en unos minutos a recoger la charola vacía y alguien vendrá a ayudarte a que te bañes y te vistas- me quede mirándolo mientras salía de la habitación, ¿Qué alguien vendría para ayudarme a bañar? Reí sin ganas, como cambiaba la situación en cosa de minutos.
Como Theo dijo, pasados unos minutos llegaron dos mujeres de no más de treinta años que se fueron de inmediato al cuarto de baño, podía escuchar el agua caer, aquel sonido que se me hacia tan irreal esperaba por mi.
-Sr. Cullen su baño esta listo- me dijo una de ellas que salio para tomar la bandeja y llevársela, la otra mujer salio junto a ella pero llego en un par de minutos con algunas ropas que las dejo sobre la cama.
-¿Necesita algo más Sr. Cullen?- me pregunto, yo negué y ella salio de la habitación dejando una pequeña reverencia, lo que me hacia sentir extraño.
Cuando entre al cuarto de baño todo parecía aún más irreal, decorado en tonos marfil y dorado, un amplio lugar que en el centro descansaba una bañera rebosarte de agua caliente, me aproxime a ella pero antes de entrar algo llamo mi atención, me gire y frente a mi un amplio espejo, ¿ese era mi reflejo? Moví ambas manos para convencerme que aquel muchacho que en lugar de tener 22 años parecía de un hombre con más de 30 años, la suciedad de mi pelo que llegaba a eso de los hombros no era nada en comparación a la larga barba mullida y bastante sucia, mis ojos se veían cansados y la curvatura que había adquirido mi espalda así me lo confirmaba, no sabia como procesar todo esto, parte de mi subconsciente ya estaba acostumbrado a esta forma de vida, quizás incluso ya hubiese aceptado el hecho de morir encarcelado y jamás volver a ver a mi familia, pero ahora, en esta extraña situación en la que conocí a mi abuelo, al gran Archibald Masen quien al parecer me estaba ofreciendo su ayuda a modo compensatorio por lo sucedido con mi madre años atrás ¿pero como aceptarlo? Como olvidar cuatro años de encierro injustificados, como olvidar los maltratos de mi verdugo y la poca indolencia que tuvo a sabiendas de que era inocente, quizás a cuantos ansíanos, hombres, jóvenes, pasaron y pasaran por lo mismo que yo.
Decidí olvidarme de todo y aceptar algo bueno, lo escucharía, puede que no lleguemos a sentir cariño uno por el otro, pero al menos le daría la oportunidad, me despoje de lo que debía llamarse ropas y me adentre de inmediato a la bañera, el contacto de mi piel con el agua caliente me erizaron todos los poros del cuerpo, era como si estuviese en aguas heladas, no sentía la diferencia pero a medida que me fui acostumbrando y mis músculos relajando recordé la sensación y la diferencia entre caliente y frío, tuve que arquearme levemente cuando el contacto del agua caliente llego a mi dañada espalda pero espere hasta que al fin encontré la confortabilidad. No se cuanto tiempo estuve metido ahí, simplemente relajándome, saboreando la sensación de alivio, tranquilidad, paz que pensé no volver a sentir, note el paso del tiempo cuando el agua estaba comenzando a enfriarse y los dedos de pies y manos ya estaban arrugados, sonreí como un niño que descubre el mundo. Me levante a regañadientes, tome la toalla y la envolví en mi cintura, me mire nuevamente al espejo y decidido a rescatar algo de aquel joven Edward me rasure y corte mi cabello, mi rostro limpio y fresco me daba la bienvenida a tiempos mejores.
Una vez vestido me quede mirando el horizonte, aquella extensión enorme de mar que tocaba tierra en algún punto que yo no podía ver, recordé mi pasado y con ello algunas situaciones que debía de arreglar. Me gire para salir y me encontré con mi abuelo afirmado en el marco de la puerta observándome.
-Tienes los ojos de tu madre- me dijo con una tímida sonrisa, yo intente devolvérsela, con un gesto de su mano me invito a que lo siguiera y así lo hice, caminamos por los largos pasillos hasta llegar nuevamente a su oficina –Toma asiento- me dijo cortésmente, así lo hice quedando frente a él.
-Así que- presione tras varios minutos de absoluto e incomodo silencio.
-Se que tienes las peores impresiones de mi y no veo como remediarlo, no pretendo justificarme solo te pido que no me juzgues de inmediato- podía ver la el paso de los años bajo sus ojos, si, sentía rabia pero la sangre siempre llama más que cualquier odio.
-Necesito salir de aquí- dije tajante, el sonrío de lado como si entendiese a lo que me refería.
-Se que quieres salir de aquí Edward…- lo corte.
-¿entonces que, no me puedes dejar salir?- le pregunte molesto.
-No es eso, claro que puedes salir de aquí, cuando gustes- y me indico la puerta, estuve tentado a levantarme y salir de inmediato –Pero dime una cosa, ¿todos estos años en este lugar no te han llevado a nada?- lo mire sin comprender –Yo no fui el responsable de que estuvieses encerrado, yo solo cumplí con mi trabajo- y comprendí de inmediato a lo que se refería.
-Los Vulturis- espeté entre dientes, y de sólo recordarlos el dolor punzante en mi espalda regreso.
-Así es Edward, debes ser siempre más inteligente que tu adversario, no siempre la fuerza bruta o el dinero puede llevar a alguien a la victoria- y un brillo especial cruzo sus ojos, le fruncí el ceño intentando descifrarlo –Conocimientos, Edward- y su sonrisa se ensancho –Déjame enseñarte todo lo que se y así iras un paso más delante de los Vulturis, dame la oportunidad de redimir mis pecados de algún modo- su semblante decayó nuevamente, hubiese querido ir a su lado y abrazarlo, años sin conocerlo, sin saber de él y hoy irónicamente nos encontrábamos de esta manera, le daría tiempo a la relación, sin presiones, que fluyera como debiera.
-Quiero saber de Bella y mi familia primero- le dije determinado.
-Concéntrate en lo principal Edward, dame los datos de donde encontrarlos y sabre si están bien y te informare- me dijo, lo mire con cara de pocos amigos pero él no iba a cambiar de parecer, asentí rendido, le anote la dirección de donde encontrar a mi familia y a Bella.
-¿Qué quieres enseñarme?- le pregunte animado volviendo al tema del aprendizaje.
-De todo, economía, filosofía, medicina, sicología, hasta el arte de la esgrima si te parece- y su sonrisa fue verdadera.
-¿Por qué estas en un lugar como este?- le pregunté pasados unos minutos, esa sin duda era una pregunta que me venia rondado hace un rato.
-Ese es tema para otro día- y supe que había pasado a remover cierta herida, por lo que lo deje pasar, al menos por ahora.
Así fue como comenzamos ciertas lecciones, mi abuelo hizo venir a varios sastres para que me confeccionaran ropa a la medida, por la mañana estudiábamos economía y filosofía y por las tardes ciencias y esgrima, pasábamos largas horas estudiando el comportamiento del mercado, de vez en cuando me desconcentraba recordando a mi familia pero sobre todo a Bella, mi abuelo me pedía que me concentrada que pronto tendría noticias de ellos pero que tardaba debido a que estábamos en otro continente, y así lo hice, me concentre pero más que nada tenia un solo objetivo o mejor dicho un objetivo en común…Los Vulturis, al parecer a mi abuelo le sentaba muy bien los planes que estábamos creando, parte de mi "entrenamiento" era conocer de ellos, sus fortalezas y debilidades ¿Cuál era la más fácil de atacar? La codicia, me explicaba que ellos tenían todo cuanto se podía pedir ¿pero que es lo que quiere alguien con poder? Más poder, y yo llegaría a debilitarlos a amenazar su imperio, por linaje sanguíneo era un conde, para poder ser Conde Cullen heredero de Archibald Masen, mi madre tendría que aceptar nuevamente su titulo y eso era algo descartado, no la sometería a ella en estos momentos para seguir con mi venganza, por lo que decidimos utilizar un poco sus contactos y convertirme así en el Conde Montepulciano, un digno heredero de los Sanguinetti. Mi abuela quien era poseedora de un linaje 100% puro de familia noble, era mi mejor carta al poder.
-¿Has tenido alguna respuesta?- fue la última vez que le pregunte, el tiempo estando ocupado volaba, ya llevaba dos años de aprendizaje, para mi abuelo nunca es suficiente, siempre es necesario y jamás es en vano, él aún con todo su poder no había podido dar con el paradero de mi familia y con el de Bella, mi abuelo me explicaba que mi familia desapareció como con arte de magia, pues nadie sabia de ellos Y Bella al parecer había cambiado su apellido para poder vivir mejor, decidí dejarlo por la paz, algo simplemente me decía que esperara, que llegado el momento seria yo quien los encontraría.
La relación con mi abuelo fue en aumento, en su principio lo odie, lo aborrecí por el simple hecho de haber sido él mi verdugo, con el paso del tiempo aprendí a conocerlo, a entenderlo, a entender que aquel hombre que podía verse déspota, arrogante y lleno de coraje, era solo un hombre viejo, cansado en espera de su momento para ir al encuentro de la mujer que más marco su vida, Amelie, mi abuela quien murió hace unos años, la causa no es completamente clara, ¿la información extraoficial? Necesitaban debilitar a mi abuelo, en si lo habían conseguido, pero más que debilitarlo lo llevaron a las sombras, a actuar desde lejos pero siempre eficiente y poderoso, ¿sospechosos? Adivinaron, los Vulturis. Mi abuelo me comento que él no es la cara visible de Alcatraz, sino que un amigo suyo, de ese modo cuando Dídima y Alec me enviaron a ese lugar, nunca supieron que me dejaban en manos del Conde Archibald Masen y de lejos sabrían que él era mi abuelo.
Así finalmente comenzamos a unirnos, a confiar en el otro, a compartir ideas, secretos y sueños, a darnos una oportunidad como familia y como amigos, logre conocerlo y comprenderlo, pero sobre todo a no juzgarlo. Aprendí de él no solo de ciencias, sino que de comportamiento humano, a siempre estar un paso delante de mi adversario, a mantener la cabeza fría para lograr mis planes, incluso a pesar de su edad me enseño como utilizar mi cuerpo como un arma destructiva para una mujer, a desnudarla con mis palabras e incluso a hacerles el amor con una mirada, en la teoría me costo comprenderlo, pero el momento de llevarlo a la practica me asombre yo mismo de verme rodeado de las mujeres más finas que podrían alcanzar el cielo si así lo quisiesen, pero no, ellas me codiciaban, al principio me sentía expuesto y vulnerable, con el tiempo, era todo un experto en provocar tentaciones y deseos.
Mi cabeza y mi virilidad siempre se encontraban en la misma frecuencia cuando era debido, más, mi corazón jamás actúo, muchas veces me vi superado por el recuerdo de Bella, sin poder olvidarla, sin dejar de pensar que seria de ella.
Mi venganza estaba lista, mi abuelo me instruyo sobre cada uno de los integrantes de aquella familia, desde Marcus Vulturi hasta el pequeño heredero. Jane y Dídima eran tía-sobrina, aunque su relación la describían como las mejores amigas ¿el plan? Quebrar aquel lazo y ponerlas en contra, Marcus seguía a la cabeza de los negocios pero a medida que el tiempo pasaba, éste estatus se lo iba legando a Alec, mi primer reto. ¿Qué sabia de él? El maldito se había casado y tenia un hijo de cinco años, su esposa quien por los dichos era poseedora de una belleza indiscutible era la luz de sus ojos ¿el plan? Era evidente, le daría donde más le duele, su familia.
Ahora que era un hombre poderoso, lleno de vida, conocimientos, dinero y lleno de venganza, estaba listo, mis metas estaban trazadas y yo solo debía mover mis mejores piezas para alcanzar mi mejor jaque mate.
-Veo que estas listo- me dijo mi abuelo con una sonrisa orgullosa cuando me le enfrente decidido, ya era el momento de recuperar mi verdadero yo, jamás como el de antes, pero si la parte verdadera de Edward, desde hoy seria Anthony Sanguinetti, el Conde Montepulciano –Ocho y productivos años han pasado, has acatado al pie de la letra mis instrucciones, mis consejos y mis enseñanzas, te has concentrado en tu enemigo y apartado por tu venganza los deseos de tu corazón- asentí.
-Así es- le dije decidido, el me seguía sonriendo como si viese por primera vez a su hijo, era 100% orgullo pero al verme a los ojos, estos decayeron en tristeza, años sin verlo así tan vulnerable -¿Qué sucede?- pregunte dubitativo.
-Siempre atente al plan Edward, pase lo que pase las cosas volverán a ser como antes- lo mire ceñudo sin comprender claramente.
-¿Sabes algo que yo no sepa?- le pregunté dudoso, el me miro a modo de disculpa y asintió.
-Bella- susurro bajito, lo mire horrorizado y rogándole a Dios que ella estuviese bien, esperándome sana y salva como una vez juro hacerlo.
-¿Sabes algo de ella?- pregunté ilusionado, él abrió uno de los cajones de su escritorio y tomo el folder ya tan conocido para mi, tomo las fotos y las regó sobre el escritorio, toda la familia Vulturi ante mis ojos, día tras día memorizándolos, lo mire nuevamente sin comprender.
-¿Sabes por que nunca te he mostrado la foto de la esposa de Alec Vulturi?- me pregunto, yo mire nuevamente las imágenes y de nuevo a él.
-Dijiste que seria arriesgado encapricharme de su belleza, podría nublarme la cabeza y así olvidar el plan- le dije recordando las veces que le había pedido más información de ella, lo único que sabia era que ella seria mi mejor conexión a la destrucción de Alec, mi abuelo me dio una sonrisa triste y saco otro folder del cajón, lo miro nervioso y me lo tendió. Lo tome y saque las fotos, el aire se agolpo en un instante en el momento exacto en que reconocí aquellos orbes chocolatados, algo tristes pero irreconocibles…era ella
-No puede ser- dije sin poder creerlo, ¿Bella era la esposa de Alec? Imposible, Charlie Vulturi era su hijo, mire a mi abuelo espantado y lleno de miedos y dudas, solo esperaba que él me dijese que esto era una horrible pesadilla.
-Bella Swan ahora es Bella Vulturi, ellos están casados hace 8 años- mi cabeza estaba girando a toda marcha, estaba mareado y asqueado por todo aquello, años pensando solo en ella, viviendo por que algún día estuviésemos juntos, pensando en recuperar algo de mi antiguo yo, pero eso ya no era posible, ella me había olvidado y le había dado los hijos que creí algún día serian míos a mi peor enemigo, ella me olvido en el mismo momento en que desaparecí de su vida. De un momento a otro estuve vertiendo todo lo que ingerí esa mañana en el contenedor de basura del escritorio de mi abuelo, el palmeaba comprensiblemente mi espalda.
-¿Por qué no me lo dijiste antes?- le pregunté cuando ya estaba un poco más calmado y los mareos habían cesado.
-Todos esos años que te informe que la buscaría así lo hice, cuando lo deje de hacer y nos concentramos en los Vulturis llegue a ella, no te lo había dicho por que no quiero que mezcles las cosas Edward, llevamos años con una sola idea, no dejes que ella te nuble en tu misión, tendrás tu oportunidad de aclarar las cosas pero no aún, cuando me entere que ella era Bella Swan deje de investigarla a modo personal por respeto a ti hijo mío, tu conocerás su verdad pues la información puede tergiversarse.
-¡Tienen un hijo!- le espete enojado -¡¿Que se puede tergiversar de ello?- sentía como la sangre comenzaba a subir rápidamente a mi cabeza, respire profundo para no perder la compostura nuevamente.
-Eso lo sabrás cuando hables con ella, más que esto no se- me dijo comprensivamente. Salí de aquel lugar enojado con todo y nadie a la vez, necesitaba pensar y reordenar el plan de cierto modo.
Finalmente tras ocho años de cautiverio con mi realidad y en compañía de mi mejor amigo Theo salí en busca de mi venganza, aquella que saborearía como a los mejores manjares que puedan existir.
¿La única diferencia? La esposa de Alec Vulturi no estaría muerta para que él sufriese, ella seria mía como mi trofeo personal, ella pagaría caro su traición, pero seria agradecido pues gracias a ella es que hoy estoy con vida.
Así finalmente termine mi relato, así fue como le conté mis ocho años alejada de ella, claro que omití mi último pensamiento y quizás el hecho de que provoque de cierta manera el modo en que conocí a su hijo, el día que lo salve puede que lo haya causado yo mismo para acercarme al pequeño, pero eso era algo que no tenia por que conocer en estos momentos, alce mi mirada a ella y en sus ojos la tristeza y coraje eran evidentes.
-No lo puedo creer- dijo simplemente limpiándose el rostro todo surcado en lágrimas, sus ojos rojos e hinchados eran la clara muestra de las lagrimas a borbotones que salían de ella, me acerque para abrazarla sinceramente.
-No importa todo eso ya cariño, estoy aquí junto a ti y es lo que importa- acaricie su espalda para calmarla, mire por la ventana hacia el exterior y ya el sol se encontraba en su punto medio, cerca del crepúsculo.
-Entiendo tus ganas de vengarte Edward, te prometo que así es- me dijo una vez que se separo de mi para mirarme a los ojos, me tomo de las manos –Solo te pido que no incluyas a mis hijos en esto, ellos son inocentes de todo lo que a hecho Alec, incluso de lo que yo misma te he causado- dijo llorando aún más, trague en seco, recuerdo que cuando vi a Charlie la primera vez me pareció un niño encantador, incluso olvide el hecho de que fuese un Vulturi y solo vi rastros de Bella, estúpidamente podría decir que rogué por un error y que ese niño fuese mío, no solo por orgullo, sino por tener un pedacito de ella y de mi juntos, pero todo eso se deshizo cuando supe que él tenia seis años, prácticamente lo concibieron en cuanto se casaron y no solo eso, seis años más tarde trajeron a la vida a otra pequeñita, Anne quien era la copia de su padre, con la dulzura de Bella.
-Es tarde y en tu casa deben estar preocupados por ti- le dije zanjando el tema, no era capaz de prometerle algo que no podría cumplir, ante todo era un hombre de palabra.
-¡Edward por favor!- me rogó sujetándome del brazo para mirarme a los ojos.
-¿Qué fue lo que le dijiste a Dídima para escapar de casa?- cambie el tema, había prometido ayudarla con ese "pequeño" detalle que había mencionado, pero no me paso desapercibido el cambio en su rostro cuando le pregunte -¿Qué fue Bella?
-Alec quiere que tengamos un hijo- se fue a sentar nuevamente al Sofá acunando su rostro entre sus manos, yo la mire con cierta ira más no podía hacer nada, era lógico que su esposo quisiese más hijos, si ella fuera mi esposa así también seria, como un gran bate en contra mi cabeza recordé la platica final con mi abuelo.
-Necesitas tener presente algo Edward, ella cree que tu estas muerto, por lo que me has dicho Alec y Dídima sabían de tu casamiento con Bella, por lo que al creerte muerto han dejado ese "detalle" de lado- lo mire sin comprender –El matrimonio entre Alec y Bella es nulo, carece de verdadero valor pues tu aún estas casado con ella.
"Amantes"
BPOV
¿Es posible ser amante de tu marido? Se puede, vaya que si se puede.
Luego de que Edward terminara por contarme su trágica vivencia en aquel lugar, no pude parar de llorar, ese dolor punzante que sentía en el pecho solo de saber las atrocidades que tuvo que vivir exclusivamente por que según mi nueva familia se había atravesado en su camino como una vil garrapata, lo hacia mucho peor.
He incluso me hacia sentir aún peor el hecho de que terminara siendo yo la consolada en lugar de él, él había estado ocho años alejado de su familia y de esos ocho años, cuatro fueron a puros maltratos ¿Qué podía decir en una situación así? ¿Lo siento? Como decirle que lo sentía si nunca había pasado por algo semejante, el sentir, lo que implica la palabra sentir en si, estaba lejos de lo que cualquiera de nosotros hubiese pasado en comparación a lo que él vivió, si podía decirle que lo lamentaba y que sin pensarlo dos veces cambiaria mi lugar por el de él, pero antes incluso de que pudiese formular palabra él ya estaba junto a mi consolándome por mi llanto.
-No quiero que estés así por mí, aunque no lo creas todo esto me sirvió y mucho ahora nadie me hará daño y será más fácil luchare por ti, por nuestro amor y nuestro matrimonio que a quedado inconcluso- y me sonrío orgulloso.
-Alec nunca me dará el divorció- le dije triste, la verdad es que ni siquiera se lo preguntaría por temor a que me quitara a mis bebés. Edward me sonrío más ampliamente mientras acariciaba mis cabellos.
-Hable de nuestro matrimonio inconcluso, nunca mencione a esa rata de hombre que tienes como supuesto marido- lo mire extrañada sin comprender sus palabras, Edward sonrío mucho más amplio, como si hubiese cometido una travesura de la cual a sido pillado infraganti –No estas casada con Alec Vulturi- me soltó así como si nada, mis ojos se ensancharon por sus palabras, lo mire a los ojos para ver si comenzaba a reír por la broma, pero nada, se veía completamente serio.
-¿De que estas hablando Edward? Esto no es divertido sabes- le dije enfurruñada saliéndome de su abrazo para mirarlo con el ceño fruncido, no me gustaba esa clase de bromas, sobre todo por que podría llegar a creerle.
-Lo que escuchaste es la verdad, tú no eres esposa de Alec Vulturi- y dicho eso se llevo las manos al cuello para remover una cadena de oro, la movió solo un poco para dejar al descubierto una argolla, su argolla…nuestra alianza.
-No entiendo- le dije confundida sin apartar la vista de aquella pieza de oro que llevaba mi nombre grabado en la parte interior.
-Alec nunca tramito los documentos de defunción de mi supuesta muerte, ellos simplemente me dieron por muerto y así fueron felices, de hecho entre menos tramites más limpios salían ellos de todo el asunto, por lo que tu matrimonio con él queda anulado- se quedo pensativo –En realidad ese matrimonio nunca fue valido pues sigues casada conmigo- dijo satisfecho, yo aún seguía sin poder creer lo que me estaba diciendo, me tomo varios minutos, pestañadas y sacudidas de su parte para caer en cuenta de que no me estaba mintiendo.
-Júrame que no me mientes- le pedí, en realidad le rogué pero necesitaba que no mintiera, que no jugara con algo así pues las cosas cambiarían considerablemente a como las tenia pensadas, incluso habrían muchas cosas que podría decirle ahora mismo sin temor a nada.
-¿Realmente crees que te mentiría con algo así?- y el verde profundo e intenso de sus ojos me traspasaron llenándome de dicha, felicidad, emoción y muchas cosas más que se aglomeraban dejándome aturdida, no deje de mirarlo a los ojos debido al impacto, finalmente me lancé él como si mi vida dependiera de ello y lo bese como nunca, dejándonos sin aliento en aquel ósculo que sello en silencio nuestra nueva unión, lamentablemente mi cuerpo me pedía más así como el de Edward, podía sentirlo en sus caricias fervientes, pero ya era tarde y si quería sacar a mis hijos de ese lugar, debía hacerlo cuanto antes, con todo el sacrificio me separe de él.
-Iré por mis cosas y de mis hijos, nos veremos en unas horas más, puede que Anne sea muy pequeña y no entienda nada pero Charlie estará encantado, además tengo que decirte que…- pero él me corto repentinamente colocando sus dedos en mis labios.
-Tranquila amor, yo también muero por estar contigo pero no es así como debemos hacer las cosas- mi sonrisa decayó en ese instante.
-¿Qué quieres decir? ¿Que no estaremos juntos?- le pregunte extrañada, él me sonrío entre divertido y como si se estuviese disculpando.
-No por el momento- iba a protestar –Amor entiéndeme por favor, necesito limpiar mi nombre para que mi familia deje de esconderse de los Vulturis, necesito hacerles pagar por todo lo que tuve que pasar, pero si ellos se enteran de quien soy yo, me será mucho más difícil- suspire para tranquilizarme, comprenderlo era lo único que me quedaba, inconcientemente espere muchos años este momento, creyendo que algún día él volvería a mi, ahora que ese sueño se cumplía lo haría como era debido, con paciencia y coraje para soportar todo los obstáculos, esta vez si seria valiente y decidida.
-De acuerdo, lo haré como tu creas que es conveniente- le dije decidida y en ese momento otra duda me asalto -Cuándo mencionaste que te vengarías de Alec con lo que más le dolía ¿Explícitamente a que te referías?- le pregunte temerosa, Edward como acto reflejo desvío su mirada hacia la ventana que daba al exterior y se quedo en esa posición pensativo varios minutos.
-Cuando me entere de quien era la esposa de Alec, mi abuelo me dijo que no debía mezclar las cosas, que debía ser fuerte en mi meta sin anteponer nada que no fuera aquello, pero creo que él en el fondo sabia que no podría cumplir con ello, ya que después de todo, todo cuanto pienso hacer es para estar contigo nuevamente- me sonrío amablemente abriéndome sus brazos, invitándome nuevamente a aquel refugio lleno de paz.
-Considera siempre que mis hijos no tienen nada que ver en todo esto- le dije, con todo esto de su venganza comprendí que no era el momento de explicarle aún mis razones para actuar como lo hice, de que lo haría lo haría y eso era un hecho, solo debía esperar el mejor momento.
-Mi vida- me dijo cuando tomo mis manos entre las suyas, suspire como una adolescente con su ternura –Tus hijos estarán a salvo en todo momento, incluso de su propio padre- asentí segura de que así sería.
-Ya debo irme- le dije después de haber estado un rato más entre sus brazos, es que sinceramente se me hacia dolorosamente el alejarme de él pero el ver que el sol cada vez alumbraba menos me ponía nerviosa.
-¿Qué le dijiste a Dídima para que te dejara salir sin escolta? Theo me informo que nadie venia siguiéndote- no me asombre por aquello, es que la posesividad de Alec no tenia limites ni control, si no era Heidi seria otro de sus empleados, recordar aquella mentira de la cual en algún momento me pasaría factura me hizo ruborizarme -¡Bella!- me dijo Edward como si me advirtiera que es mejor decirle a que ocultarlo, bufe frustrada.
-A Alec se le puse como idea fija tener más hijos- le dije con una mueca que indicaba claramente que no era lo mismo que yo quería, el dolor que cruzo por su rostro me dolió incluso más a mi –No te preocupes que no es algo que tengo en mente- le dije con una leve sonrisa para calmarlo, el me sonrío pero sin conseguir que aquel gesto llegase a sus ojos.
-Lo que necesites sabes que cuentas conmigo, con dinero es muy fácil conseguir un falso certificado de embarazo- y su sonrisa picara me hincho el corazón de felicidad, entre su entusiasmo de que todo mejoraría y que ahora contaba con su ayuda, era un claro indicio de que todo comenzaría a estar bien –Theo te dejara en el pueblo y de ahí tu puedes llegar a casa- me dijo amablemente, yo asentí.
-Te amo ¿lo sabes verdad?- le dije cuando ambos nos encontrábamos bajo el marco de la puerta, él me sonrío ampliamente y me atrajo hacia si para besarme de aquella forma que tanto me gustaba, de aquella forma que me quitaba la respiración y me aceleraba el corazón.
-No más que yo- me dijo luego de que nos alejáramos solo un poco por algo de oxigeno, su sonrisa torcida apareció cuando lo mire con el ceño fruncido.
-Tramposo, todo por que sabes que me deslumbras y me dejas sin palabras- le dije cuando golpee suavemente su brazo con mi puño, luego nos dimos otro corto beso y camine en dirección al auto en donde Theo sostenía la puerta abierta para mi.
-¡Bella!- me llamo Edward, de inmediato me gire para verlo -¿Aún conservas tu anillo verdad?- me pregunto una vez que se acerco a mi, en sus ojos había cierto miedo.
-Por supuesto que si, junto con muchas cosas que me recuerdan a ti, pero están ocultas en una cajita para que nadie las descubra- le sonrío traviesamente pero aún así había una pizca de dolor en su semblante y lo entendía si después de todo, viví ocho años ocultando no solo de Alec su recuerdo, sino que de mi también evitando así un poco el dolor, lleve mis manos frente a él y deslice el anillo de mi falso matrimonio con Alec para dejar al descubierto aquel símbolo que una vez él me regalo, su anillo simbólico de hilo.
-¿Cómo es que…?- me pregunto dudoso.
-Siempre lo he llevado oculto de la misma forma, cuando lo vio el día del matrimonio me hizo quitármelo pero le dije que era un recuerdo de mi padre y de ese modo no obligo- le dije con una sonrisa –Aunque fuese masoquista, siempre necesite mantenerte en mi mente, cada día- le dije, él me atrajo nuevamente asía él para llenarme de besos húmedos y sonoros.
-Sabes- me dijo como un niño pequeño –Creo que desde hoy eres mi amante- me dijo divertido, yo lo mire confundida he hice una mueca como si algo apestase.
-No por mucho mi amor- le afirme con toda la convicción que pudiese.
Escuchamos un carraspeo y ambos nos giramos hacia Theo quien sonreía avergonzado.
-Disculpa Edward que te interrumpa pero creo que se le esta haciendo tarde a la Señora Isabella- me dijo respetuosamente, yo mire a Edward asintiendo a las palabras de Theo, un par de besos más y subí al auto para regresar a aquella vida nefasta llena de mentiras, pero al menos tenia el consuelo de lo único verdadero que tenia además del amor de Edward, mis hijos.
Así fue que extrañamente soy amante de mi marido y del único hombre al cual amo ¿extraño verdad?, podía sentir la mirada de Theo a través del espejo retrovisor, yo iba sonriendo como una adolescente a la cual le acaban de proponer una cita por primera vez, así fue que llegamos lo más cerca hacia el palacio Vulturi, antes de caminar en dirección a este me gire hacia Theo quien no se esperaba mi reacción.
-¡Gracias, gracias, gracias!- le dije besándolo por toda la cara, el se avergonzó un poco pero me sonrío amablemente, así con mi enorme sonrisa traspase la lúgubre extensión hacia la puerta principal, la abrí lentamente para no emitir sonido alguno y no ser descubierta, camine directamente hacia la planta superior e ir en dirección hacia mis hijos, la verdad es que llevaba bastante suerte pues ya estaba en el segundo piso y no había sido descubierta.
-¡Isabella!- carajo, si es como si llamase a la mala suerte cuando me alegro de la buena, me gire lentamente para encontrarme con Alec que se veía sumamente enojado -¿Dónde has estado? Maldición me tenias preocupado- me dijo encolerizado llegando en dos zancadas a donde estaba, me tomo fuertemente del brazo para zarandearme y hacerme hablar.
-Yo…yo- no sabia como sacar las palabras de mi boca, verlo así tan encabritado me asusto bastante.
-No me vayas a mentir Isabella por que sabes que tengo ojos en todas partes- me amenazo.
-Hijo, calma- escuche a su espalda, ambos miramos en esa dirección y vimos aparecer a Dídima, quien llevaba de la mano a Anne y Charlie corría hacia mi encuentro.
-Mami- grito mi hijo emocionado -¿Es verdad lo que dice abuelita Dídima?- me pregunto con sus ojos que no cabían de la emoción, yo mire a Dídima asustada y luego a mi hijo que no parecía triste por alguna noticia, sino más bien feliz.
-¿Y eso seria…?- pregunte abiertamente, mi hijo rodó los ojos y me abrazo las piernas.
-¡Que Anne y yo tendremos otro hermanito!- grito emocionado, me quede de una pieza sintiendo como mis hijos me abrazaban feliz.
-Isabella ¿eso es verdad?- me miro Alec emocionado, yo movía lentamente mi cabeza sin poder creer como las cosas se habían dado vuelta, como es que Alec había cambiado de lo furioso a lo esperanzado – ¿Eso quiere decir que aceptas lo que te pedí?- silencio, estaba en completo silencio, sin poder decir palabra alguna, la mirada satisfecha de Dídima no me paso desapercibida, pero tenia otras cosas en que pensar.
-Alec no lo se, eso lo decide Dios- dije saliéndome por la tangente, puede que sea fácil decirlo así pero los niños hay que encargarlos y lamentablemente no podía hacerlo como según Charlie se hacia, no podía llamar a la cigüeña para que me viniesen a dejar la semillita que tragaría con un vaso de agua y ¡pup! Bebé en camino.
-Ya verás que si quiere, desde hoy llamaremos todos los días a la cigüeña ¿verdad hijos?- le pregunto emocionado a mis pequeños, ambos gritaron llenos de emoción y comenzaron a brincar haciendo el baile de la victoria, -¿Cómo saldría de esta Dios?- me preguntaba mentalmente.
Finalmente pude salir de aquella nefasta felicidad que tenían Alec y Dídima, de la cual yo no era participe ni ahora ni nunca, ya pensaría en algo al menos para esquivar esta noche, quizás para mañana Edward podría pensar por los dos.
Con esa idea me fui con los niños al cuarto de Charlie, quien estaba tan emocionado con la idea de tener un hermanito con el cual poder compartir sus juguetes que no dejaba de hablar.
-Duerme- le dije por enésima vez esa noche, Anne había caído derrotada al escuchar atentamente a su hermano, era como si ella también en su cabecita recreara ideas de tener una hermanita, pero Charlie era otro cuento, el no dejar de hablar y llenarse de ideas, lejos de hacerlo dormir, lo despertaba aún más.
-¿Y si es como papá dice y Diosito no nos quiere enviar un hermanito?- me dijo tristemente, en segundos sus ojos se cristalizaron ante tal idea, provocando que mi corazón se contrajera, no tenia las fuerzas para negarle algo a mi hijo, eso nunca, debía hacer algo, inclusive el replantearme a la idea de tener un hijo, pero ¿sería el momento adecuado? ¿Edward lo entendería?
Así en algún punto ambos nos quedamos dormidos, entre la sobrexcitación de mi hijo y mi cansancio emocional debido a tanto por aquel día, caí derrotada en un profundo sueño.
-Isabella, Isabella- escuche de lejos una voz llamarme, me removí solo un poco para apagarla y que me dejara dormir –Isabella despierta- escuche claramente la voz de Alec y me tense de inmediato, sus palabras vinieron a mi rápidamente "hoy llamaremos todos los días a la cigüeña" y me hice aún más la dormida, pude escuchar su bufido de frustración claramente –Esta bien descansa por hoy mi princesa- sentí su mano acariciar mis cabellos y mi mejilla, dejo un suave beso en una de ellas y se separo -Pero mañana no te escaparas tan fácilmente- me extraño sentir una caricia y escuchar una palabra cariñosa de él, él nunca era así conmigo ni con nadie.
-¿Qué haces hijo?- escuche la voz de Dídima proveniente del pasillo, abrí un ojo levente para verla mirando hacia el interior del cuarto y a Alec erguirse de inmediato.
-Nada, solo quería saber si Isabella estaba dormida- dijo como si nada, Dídima entro al cuarto y nos vio a los tres durmiendo y luego se dirigió hacia Alec.
-¿Cómo puedes permitir que tu esposa duerma en otra cama que no sea la tuya?- le espeto molesta -¿Qué crees que dirían nuestras amistades si saben aquello? ¡Quedarías como un poco hombre!- le dijo asqueada –Un Vulturi dejándose controlar por una simple muchachita- y sentí su acidez fluir tan naturalmente.
-Sabes que la amo, madre- escuchar aquellas palabras tan sinceras de Alec me impactaron de una manera que de haber estado con los ojos abiertos, hubiese quedado así largas horas –Aunque ella no sienta lo mismo por mi, sabes que la amo- le dijo con un claro dolor en su voz y por primera vez en estos ocho años, sentí lastima por Alec.
-De que te sirve ese supuesto amor por ella, si ella no deja de pensar en el otro ¿eh? ¿Por qué sabes que aún ama a ese campesino aunque este muerto, no?- a través de mis pestañas pude ver esa sonrisa victoriosa en el rostro de Dídima y me dieron ganas de gritarle que mi Edward estaba vivo.
-Tan presente como cada día, pero ella decidió casarse conmigo, reiniciar su vida conmigo y con nadie más- se defendió Alec.
-Sabes muy bien como yo por que lo hizo, no seas ingenuo Alec, a veces te pareces tanto a tu padre que das pena- me entristecía ver como Alec se dejaba acabar por las palabras de su madre, era verdad que nunca llegue a sentir amor por él, pero al menos tenia mis respetos y cierto cariño por como había sido con mis hijos, aunque a veces se ocultaba en su máscara fría cultivada por su madre, en el fondo sabia que intentaba amarlos.
-Ahora existe la posibilidad de otro hijo madre, esas son buenas noticias- le dijo con una nota de esperanza.
-A este ritmo veo difícil un nuevo heredero, tienes que ser más estricto con las mujeres hijo, ya vez como termino todo aquel asunto con Gianna- los bellos de mi cuerpo se erizaron al escuchar nombrar a aquella mujer.
-No me lo recuerdes madre, creo que Isabella aún piensa en ello y es por eso que no me deja tocarla- volví a cerrar mis ojos cuando vi que las siluetas de sus cabezas se giraban en mi dirección, de no ser por la luz que entra por la puerta podría verlos perfectamente y no ellos a mi.
-No seas ingenuo hijo, esas son excusas- udi Dídima –Recuerda que aquí quien primero falto a su palabra fue ella, ella estaba comprometida contigo cuando se caso con ese muerto de hambre- chirríe mis dientes enojada y por aquel motivo Charlie se removió un poco.
-Aún así madre, yo prometí cuidarla a ella y a nuestros hijos- le dijo firmemente.
-¿Por qué te has puesto tan débil, hijo? Me extraña- le pregunto asombrada.
-Puede que no lo parezca, pero yo por Isabella daría mi vida si fuera necesario, por ella lucharía contra quien sea si intentara arrebatármela, pues ella es solo mía al igual que esas dos pequeñas criaturas- el corazón se me acelero ante aquella declaración, sentí como la sangre comenzó a moverse por mi cuerpo de modo más acelerado, es que sin duda sentí miedo, por mi, por mis hijos, pero sobre todo, por Edward.
-¿Quién crees que va a intentar arrebatártela? No seas paranoico- le dijo burlona.
-Siempre he tenido aquella sensación, de que alguien vendrá por ella y por mis hijos- le dijo Alec preocupado –De cualquier modo, siempre estoy alerta.
-¿Te has dado cuenta de que Charlie cada día…?- se detuvo en seco cuando Charlie comenzó a removerse aún más y se frotaba los ojitos debido a la luz que entraba.
-¿Abuela, papa?- pregunto aun adormilado, yo gruñí internamente por que haya gusto interrumpido lo que iba a decir Dídima.
-Duerme Charlie- le dijo antes de salir y llevarse a Alec con ella.
Lo único que podía concluir de aquella extraña declaración por parte de Alec, es que debía acelerar las cosas con Edward, si dejaba pasar más tiempo, la vida de mis hijos y de algún posible retoño peligraban poderosamente he incluso la mía misma.
EPOV
-¿Y a mis padres?- pregunte como si aquello cambiase en algo las cosas, él me miro considerándolo y su silencio me dio un poco de esperanzas, pasos se escucharon desde el pasillo contiguo lo que nos indico que la visita había terminado, con una mirada amable Theo salió de mi celda, lo que considere la hora de dormir, pensé en Bella y en que ella me recordara, solo esperaba que si porque yo no la podía sacar de mi cabeza, pasadas varias horas luego de que Theo me dejo, escuche de la nada como la compuerta era entreabierta y me lanzaban una pluma y un trozo de papel, sabia a quien se debía aquel favor.
-Gracias- susurre bajito antes de que la pequeña compuerta volviese a cerrarse, me abalancé sobre aquel pedazo de papel y lápiz, llevaba mucho tiempo sin escribir, los huesos de mis manos estaban entumecidos por lo que me costó más de lo normal siquiera empezar a plasmar lo que tenía pensado.
"Padres, estoy vivo, los extraño cada día más, quisiera tenerlos en estos momentos junto a mí, el apoyo y fuerza de ti padre y el abrazo acogedor y cálido de ti madre, hubiese querido hacer algunas cosas diferentes y así evitarles el sufrimiento que les ocasiono mi alejamiento, recuerden que están siempre en mi corazón dándome la fuerza necesaria para seguir con vida y esperar, de algún modo llegare a ustedes nuevamente, por favor cuiden de Bella y díganle que sigo amándola incluso más que antes, los ama Edward".
Suspire recordando la imagen de mis padres y de aquella mujer por la que pasaría todo esto nuevamente de saber que sería la condición para casarme con ella, la doble cuidadosamente escribiendo en el membrete "Para Familia Cullen Masen".
Escondí mi nota muy bien en una de las grietas de la muralla, ahora solo debía esperar la oportunidad que tuviese Theo para hacerla llegar, pasaron las horas y nada hasta que escuche pasos aproximarse por el pasillo, sonreí pensando en que pronto mis padres sabrían de mi, de que ella tendría la certeza de que me encontraba bien y luchando para que estuviésemos juntos un día, pero toda aquella vana emoción, aquella loca idea se desvaneció cuando por esa puerta entro aquel viejo de la barba larga, mi verdugo, el jefe de este infierno.
-Feliz aniversario- me dijo con emoción, mis ojos se ensancharon ante sus palabras ¿Cuántos llevaba ya, cuatro años? Desde mi segundo aniversario había perdido la cuenta, quizás un par de castigos provocando que la cuenta exacta la perdiera por completo –Bien principito, conoces la rutina- me dijo como si nada, yo no proteste, la verdad es que lo único que quería era que se fueran rápido y que la poca luz del lugar me ayudaran a ocultar aquella nota que en algún momento fue mi mayor esperanza.
En mi posición para recibir aquellos ya tan conocidos azotes, espere por las arremetidas, sabía que esta vez dolerían más pues no había sido hace mucho las del castigo.
-¿Qué tenemos aquí?- escuche la voz de voz de Lucio preguntar, cerré mis ojos rogando porque no fuera lo que estaba pensando, pasados un par de segundos lo descubrí.
-¿Cómo conseguiste esto?- me pregunto el viejo, yo simplemente negué con la cabeza en un completo mutismo, escuche un gruñido por parte de él seguido de los ya conocidos azotes –Tráiganme a Theo- pidió con la voz encolerizada, más azotes y el ya conocido dolor.
-¿Si señor?- escuche la voz de Theo, me gire levemente para verlo a los ojos y pedirle perdón solo con mirarlo.
-Con que haciéndole favorcitos a éste- espeto molesto el viejo, Theo lo miro con miedo y luego a mí nuevamente, suspiro aceptando las palabras de él –Enciérrenlo- dijo el viejo simplemente.
-¡No!- grite intentando zafarme, todo lo que había hecho Theo lo había hecho con la mejor intensión, de ser alguien culpable ese era simplemente yo –Castígame a mí, es mi culpa no la de él- le pedí.
-¿Crees que no lo haré? No necesitas pedírmelo- y más azotes, podría decir que la fuerza que estaba empleando esta vez era mucho más intensa que las anteriores, que su furia se estaba desatando.
-Jefe- le dijo Theo interrumpiendo su labor –Jefe- le volvió a decir lo que enojo un poco más al viejo.
-¡¿Qué quieres?- le grito molesto, Lucio temeroso se acerco a él y le entrego mi nota, el viejo se la arrebato de las manos y la leyó, luego lo miro a él sin entender.
-El dorso- le dijo y el viejo giro la nota, pude apreciar claramente como sus ojos se abrían asombrados y luego me miraba a mí como si no pudiese creerlo.
-¿Para quién es esta nota?- su voz ya no sonaba demandante, sino temerosa.
-Eso no es de tu asunto- dije debilitado debido a los azotes.
-Contéstame o te azotare hasta que digas a quien le envías esta nota- me dijo ahora molesto.
-Mis padres- solté derrotado –Como dice en la nota, lo mire a los ojos y en ellos reflejaba cierto miedo pero había algo nuevo, la tristeza era clara.
-¿Cómo se llaman tus padres?- su pregunta me pareció extraña pero llegados a este punto ya todo era de lo más extraño.
-No los lastime a ellos por favor- le suplique con un hilo de voz.
-¡Contesta!- me grito impaciente tomándome del cuello y apretándolo más de la cuenta, solo esperaba no haberlos metido en problemas a ellos.
-Carlisle y Esme- dije temeroso, sus ojos se ampliaron y me soltó de inmediato, apartándose sin poder dejar de mirarme, su escrutinio incluso me puso nervioso.
-Suéltenlo y llévenlo a mi oficina, pero antes cura sus heridas- le dijo a Lucio quien no daba crédito a lo que oía al igual que yo.
-¿Está seguro señor?- le pregunto temeroso.
-¡He Dicho que lo suelten!- le grito.
-Así será señor, ¿Qué hago con Theo?- le pregunto temeroso.
-Después hablare con él, déjenlo que se vaya a su cuarto- se giro y sus ojos incrustados en los míos se disculpaban por sí solo, dio media vuelta dejándome ahí sin entender nada, lo que podía deducir es que algo referente a mis padres causo todo esto.
Tal y como el viejo lo pidió, Lucio y otro hombre más que llego luego me soltaron de mis amarras y me llevaron a un lugar bastante iluminado, cuando estuve ahí vi como traían trapos húmedos para limpiar mis heridas, ardía como un demonio pero de cierta manera era refrescante, luego me pusieron mis vestimentas y entre los dos me llevaron a la oficina que exactamente cuatro años atrás conocí como única vez, me sentaron con algo de cuidado dejándome a solas con aquel viejo.
-Se que te parecerá extraño todo esto, más no sé cómo actuar- me dijo con voz triste y por primera vez en todos estos años en los que lo había visto me pareció realmente cansado, agotado, ya no con ese aspecto imponente, arrogante y petulante.
-¿Qué es lo que quiere?- pregunte entre dientes, aquel cambio de actitud tan brusco me estaba produciendo dolor de cabeza.
-Me dejarías contarte la historia de un viejo amigo mío- pidió amablemente, lo que me extraño de sobremanera, sobre todo cuando me sonrió intentando darme confianza, simplemente asentí sin darle mucha importancia.
-Años atrás conocí a un hombre poderoso, arrogante que sentía que tenía todo el mundo a sus pies, y todo debió a la gran herencia que le dejo sus padres, un poderoso apellido que abría la puerta más imposible de este mundo, toda aquella arrogancia y poder que utilizaba incluso con los más débiles lo hacía sentirse más y más fuerte, superior a cualquiera que se le cruzara, sus ambiciones eran tan grandes que pensó incluso ser dueño del mundo, adquirir poderío zona a zona, pero todas aquellas prioridades cambiaron drásticamente cuando conoció a la joven más dulce y amable que puedas llegar a imaginar conocido en su vida, Amelie Sanguinetti Platt- dijo con un fuerte suspiro lo que me hizo mirarlo extrañado –Ella realmente llego a cambiar su mundo, le enseño que la vida se vive de otro modo, que el poder y el dinero carecen de valor ya que el amar y ser amado es lo necesario para vivir, ella le enseño a amar y a valorar la vida desde otra perspectiva, él creyó que ella con su sola presencia era lo mejor que le había pasado en la vida, pero se equivoco- fruncí el ceño –Ella además le dio el regalo más hermoso y valioso en toda su vida, una hija, la niña más hermosa que pueda existir, con unos ojitos tan intensos como los de su madre que logro abrir en él las emociones mas inexplicables que puedas a llegar a entender- me miro nuevamente, algo en su mirada por primera vez me hacían sentir pena por él, quizás aquel hombre del que hablaba fuera su mejor amigo –Los años pasaron y ella se convirtió en la jovencita más hermosa, tan hermosa que varios hombres pretendieron su mano incluso a una edad muy prematura, su padre sentía celos de que alguien intentara cortejar a su princesa, ella era aún muy pequeña para esas cosas, o al menos así lo vio él hasta que fue demasiado tarde, ella estaba enamorada y no del mejor hombre que su padre hubiese escogido para ella, ella se enamoro de un campesino- contuve el aliento, algo de todo esto me estaba resultando algo conocido –El no estaba de acuerdo por lo que utilizo todo su poder para separarlos, incluso la comprometió a ella con otro hombre a sabiendas de que ella jamás respondería a algún sentimiento, su madre intento interceder por la joven pero el padre estaba cegado por aquel amor tan fuerte, por aquel amor que él sintió por su hija, tenía miedo de perderla, no vio el amor real entre los jóvenes, solo le importaba el saber que su princesita jamás se separaría de él, tarde se dio cuenta de ello, pues la joven poseedora de la belleza de su madre y la fuerza y coraje de su padre, lo dejó, dejo todo aquello que para él alguna vez fue importante, lo dejo todo para estar con el hombre que ella amaba, a pesar de todos los impedimentos que el padre puso entre medio de ellos, finalmente el hombre se gano lo que se merecía y ella se alejo tanto que él jamás pudo conocer a sus nietos, el padre la siguió de cerca muchos años, los suficientes para asegurarse de que era feliz, incluso viviendo en la carencia, fue un tapa boca muy grande que recibió por parte de aquel campesino que cuidaba a su hija incluso mejor que él mismo, anteponiéndola ante cualquier cosa, amándola con todo su ser, hasta que el rastro lo perdió por completo- suspiro- su pequeña, su pequeña princesa ya era toda una mujer, enseñándole hasta el día de hoy que posee lo mejor de su madre y solo la valentía y espíritu de lucha de su padre- lo mire y a medida que seguía su relato, cada vez me parecía más viejo, más agotado y triste, tomo un portarretrato que yacía sobre su escritorio, lo mire confundido y él me sonrió tristemente –Ese hombre era yo, Edward- su voz decayó completamente y comenzó a acariciar aquella fotografía que se encontraba en el portarretratos -¿Quieres ver a mi hija cuando aún era mi princesita?- pregunto con una clara melancolía, yo asentí estirando mi brazo para tomar la foto, cuando la puse delante de mis ojos la respiración se me quedo atorada en la garganta, mi madre en sus quizás quince años se encontraba abrazada de una mujer muy hermosa, lo mire a él nuevamente sin poder dar crédito a todo ello –Esme Masen Sanguinetti es mi hija, Edward- me sonrió con tristeza y disculpa en su mirada, yo estaba sin poder moverme debido a la impresión, me levante de la silla listo para salir de ahí, necesitaba volver a mi celda, a mi soledad, a que aquel viejo que ahora me parecía más miserable me azotara con todo su poderío, no necesitaba ver esto de él, no de mi verdugo, no necesitaba ver a quien por ley debía llamar abuelo.
Deje la foto en su lugar y camine hacia la puerta, antes de poder traspasar el umbral él ya se encontraba a mi lado sosteniéndome del brazo –Se que no podrás perdonarme- lo corte.
-Bien, entonces si lo sabe no tenemos nada más que hablar- le dije con cierta molestia, debido a la rapidez con la que me levante de la silla, el ardor de mi espalda volvió a recordarme mis cuatro años en este lugar –Si gusta puede pasar por mi celda y a terminar mi regalo de aniversario- ironice mirándolo fríamente.
-Descansa, hablaremos más tarde- me dijo soltándome ante la mirada despectiva que le di -¡Lucio!- grito llamando a uno de sus lacayos –Lleva a Edward a una de las habitaciones superiores- le dijo, Lucio lo miro desconcertado.
-No es necesario, me gusta mi celda- dije intentando pasar, pero Lucio me lo impedía.
-Haz lo que te pedí- le dijo a su sirviente, él asintió y me llevo tomado por el brazo a unas escaleras, unos largo pasillos hasta llegar a un amplio corredor circular, en el habían cuatro puertas, entramos por una de ellas mostrándome una habitación muy amplia decorada con finos muebles, con amplios ventanales en los que el sol entraba de lleno, mire a Lucio quien se retiro de inmediato, dejándome completamente solo, con la cabeza girándome a toda velocidad, hace una hora atrás me encontraba "celebrando" mi aniversario en este lugar y ahora me encontraba atendido casi como rey en una suite de lujo.
Di un pequeño paseo por el lugar, todo me parecía tan irreal, llevaba cuatro años sin poder ver la luz del día, años sin poder recostarme en un colchón, y vaya que lo hice a mis anchas, cuando estuve frente a la gran cama no pude resistir el lanzarme a ella como si fuese un niño pequeño, lamentablemente el dolor de mi espalda era punzante e intenso, por lo que me acomode y me quede quieto, disfrutando al menos un poco de normalidad, pensé en mi madre y en la vida que tuvo que haber pasado tras haber optado por mi padre, ambos siempre tan bien compenetrados, tan iguales, cuando mi madre nos contó levemente su vida pasada, algo así como que venia de otra familia pero su padre no la dejo ser feliz junto a mi padre, nunca comento detalles, solo lo superficial, ahora irrisoriamente en este lugar pude conocer toda la verdad. Derrotado ante tanta información me deje llevar por el cansancio y quede completamente rendido.
-Edward, Edward despierta- escuche de pronto, lo que me hizo sobresaltar, enfoque la mirada y me encontré con Theo quien me miraba con una leve sonrisa.
-¿Estas bien?- le pregunte cuando pude acomodarme sobre la cama y quedar frente a él, el asintió y me indico una charola de comida que se encontraba sobre el buró frente a la cama, en ella habían una gran cantidad y variados tipos de frutas, pan, jugo, café -¿Qué es todo eso?- le pregunte, el camino hacia la bandeja, la tomo y la trajo para mi.
-Tu solo come Edward, no te pongas difícil, el Sr. Masen ya me explico quien eres y él se imaginaba que rechazarías la comida, pero por favor no lo hagas, come- me ordeno con una sonrisa amigable. La verdad es que si, la iba a rechazar pero mi cuerpo me suplicaba que dejara el orgullo de lado y comiera, por lo que lo hice, me asombre verme a mi mismo comer como un caníbal, sin importa que los cubiertos estuviesen ahí, lo comí todo con mis manos, así como llevaba haciéndolo por tanto tiempo, me detuve desconcertado y mire mis manos, sucias y con algunas cicatrices, respire pesado, ya estaba olvidando mi vida pasada, lo que era la higiene y la educación, lo que iba quedando de ese Edward era solo las ganas de sobrevivir, para verla a ella, aunque fuese un momento -¡Bella!- dije de pronto, ahora que existía la posibilidad de irme lo haría feliz, necesitaba estar junto a ella.
-Todo a su tiempo mi querido amigo- me dijo Theo –Por ahora come, vendré en unos minutos a recoger la charola vacía y alguien vendrá a ayudarte a que te bañes y te vistas- me quede mirándolo mientras salía de la habitación, ¿Qué alguien vendría para ayudarme a bañar? Reí sin ganas, como cambiaba la situación en cosa de minutos.
Como Theo dijo, pasados unos minutos llegaron dos mujeres de no más de treinta años que se fueron de inmediato al cuarto de baño, podía escuchar el agua caer, aquel sonido que se me hacia tan irreal esperaba por mi.
-Sr. Cullen su baño esta listo- me dijo una de ellas que salio para tomar la bandeja y llevársela, la otra mujer salio junto a ella pero llego en un par de minutos con algunas ropas que las dejo sobre la cama.
-¿Necesita algo más Sr. Cullen?- me pregunto, yo negué y ella salio de la habitación dejando una pequeña reverencia, lo que me hacia sentir extraño.
Cuando entre al cuarto de baño todo parecía aún más irreal, decorado en tonos marfil y dorado, un amplio lugar que en el centro descansaba una bañera rebosarte de agua caliente, me aproxime a ella pero antes de entrar algo llamo mi atención, me gire y frente a mi un amplio espejo, ¿ese era mi reflejo? Moví ambas manos para convencerme que aquel muchacho que en lugar de tener 22 años parecía de un hombre con más de 30 años, la suciedad de mi pelo que llegaba a eso de los hombros no era nada en comparación a la larga barba mullida y bastante sucia, mis ojos se veían cansados y la curvatura que había adquirido mi espalda así me lo confirmaba, no sabia como procesar todo esto, parte de mi subconsciente ya estaba acostumbrado a esta forma de vida, quizás incluso ya hubiese aceptado el hecho de morir encarcelado y jamás volver a ver a mi familia, pero ahora, en esta extraña situación en la que conocí a mi abuelo, al gran Archibald Masen quien al parecer me estaba ofreciendo su ayuda a modo compensatorio por lo sucedido con mi madre años atrás ¿pero como aceptarlo? Como olvidar cuatro años de encierro injustificados, como olvidar los maltratos de mi verdugo y la poca indolencia que tuvo a sabiendas de que era inocente, quizás a cuantos ansíanos, hombres, jóvenes, pasaron y pasaran por lo mismo que yo.
Decidí olvidarme de todo y aceptar algo bueno, lo escucharía, puede que no lleguemos a sentir cariño uno por el otro, pero al menos le daría la oportunidad, me despoje de lo que debía llamarse ropas y me adentre de inmediato a la bañera, el contacto de mi piel con el agua caliente me erizaron todos los poros del cuerpo, era como si estuviese en aguas heladas, no sentía la diferencia pero a medida que me fui acostumbrando y mis músculos relajando recordé la sensación y la diferencia entre caliente y frío, tuve que arquearme levemente cuando el contacto del agua caliente llego a mi dañada espalda pero espere hasta que al fin encontré la confortabilidad. No se cuanto tiempo estuve metido ahí, simplemente relajándome, saboreando la sensación de alivio, tranquilidad, paz que pensé no volver a sentir, note el paso del tiempo cuando el agua estaba comenzando a enfriarse y los dedos de pies y manos ya estaban arrugados, sonreí como un niño que descubre el mundo. Me levante a regañadientes, tome la toalla y la envolví en mi cintura, me mire nuevamente al espejo y decidido a rescatar algo de aquel joven Edward me rasure y corte mi cabello, mi rostro limpio y fresco me daba la bienvenida a tiempos mejores.
Una vez vestido me quede mirando el horizonte, aquella extensión enorme de mar que tocaba tierra en algún punto que yo no podía ver, recordé mi pasado y con ello algunas situaciones que debía de arreglar. Me gire para salir y me encontré con mi abuelo afirmado en el marco de la puerta observándome.
-Tienes los ojos de tu madre- me dijo con una tímida sonrisa, yo intente devolvérsela, con un gesto de su mano me invito a que lo siguiera y así lo hice, caminamos por los largos pasillos hasta llegar nuevamente a su oficina –Toma asiento- me dijo cortésmente, así lo hice quedando frente a él.
-Así que- presione tras varios minutos de absoluto e incomodo silencio.
-Se que tienes las peores impresiones de mi y no veo como remediarlo, no pretendo justificarme solo te pido que no me juzgues de inmediato- podía ver la el paso de los años bajo sus ojos, si, sentía rabia pero la sangre siempre llama más que cualquier odio.
-Necesito salir de aquí- dije tajante, el sonrío de lado como si entendiese a lo que me refería.
-Se que quieres salir de aquí Edward…- lo corte.
-¿entonces que, no me puedes dejar salir?- le pregunte molesto.
-No es eso, claro que puedes salir de aquí, cuando gustes- y me indico la puerta, estuve tentado a levantarme y salir de inmediato –Pero dime una cosa, ¿todos estos años en este lugar no te han llevado a nada?- lo mire sin comprender –Yo no fui el responsable de que estuvieses encerrado, yo solo cumplí con mi trabajo- y comprendí de inmediato a lo que se refería.
-Los Vulturis- espeté entre dientes, y de sólo recordarlos el dolor punzante en mi espalda regreso.
-Así es Edward, debes ser siempre más inteligente que tu adversario, no siempre la fuerza bruta o el dinero puede llevar a alguien a la victoria- y un brillo especial cruzo sus ojos, le fruncí el ceño intentando descifrarlo –Conocimientos, Edward- y su sonrisa se ensancho –Déjame enseñarte todo lo que se y así iras un paso más delante de los Vulturis, dame la oportunidad de redimir mis pecados de algún modo- su semblante decayó nuevamente, hubiese querido ir a su lado y abrazarlo, años sin conocerlo, sin saber de él y hoy irónicamente nos encontrábamos de esta manera, le daría tiempo a la relación, sin presiones, que fluyera como debiera.
-Quiero saber de Bella y mi familia primero- le dije determinado.
-Concéntrate en lo principal Edward, dame los datos de donde encontrarlos y sabre si están bien y te informare- me dijo, lo mire con cara de pocos amigos pero él no iba a cambiar de parecer, asentí rendido, le anote la dirección de donde encontrar a mi familia y a Bella.
-¿Qué quieres enseñarme?- le pregunte animado volviendo al tema del aprendizaje.
-De todo, economía, filosofía, medicina, sicología, hasta el arte de la esgrima si te parece- y su sonrisa fue verdadera.
-¿Por qué estas en un lugar como este?- le pregunté pasados unos minutos, esa sin duda era una pregunta que me venia rondado hace un rato.
-Ese es tema para otro día- y supe que había pasado a remover cierta herida, por lo que lo deje pasar, al menos por ahora.
Así fue como comenzamos ciertas lecciones, mi abuelo hizo venir a varios sastres para que me confeccionaran ropa a la medida, por la mañana estudiábamos economía y filosofía y por las tardes ciencias y esgrima, pasábamos largas horas estudiando el comportamiento del mercado, de vez en cuando me desconcentraba recordando a mi familia pero sobre todo a Bella, mi abuelo me pedía que me concentrada que pronto tendría noticias de ellos pero que tardaba debido a que estábamos en otro continente, y así lo hice, me concentre pero más que nada tenia un solo objetivo o mejor dicho un objetivo en común…Los Vulturis, al parecer a mi abuelo le sentaba muy bien los planes que estábamos creando, parte de mi "entrenamiento" era conocer de ellos, sus fortalezas y debilidades ¿Cuál era la más fácil de atacar? La codicia, me explicaba que ellos tenían todo cuanto se podía pedir ¿pero que es lo que quiere alguien con poder? Más poder, y yo llegaría a debilitarlos a amenazar su imperio, por linaje sanguíneo era un conde, para poder ser Conde Cullen heredero de Archibald Masen, mi madre tendría que aceptar nuevamente su titulo y eso era algo descartado, no la sometería a ella en estos momentos para seguir con mi venganza, por lo que decidimos utilizar un poco sus contactos y convertirme así en el Conde Montepulciano, un digno heredero de los Sanguinetti. Mi abuela quien era poseedora de un linaje 100% puro de familia noble, era mi mejor carta al poder.
-¿Has tenido alguna respuesta?- fue la última vez que le pregunte, el tiempo estando ocupado volaba, ya llevaba dos años de aprendizaje, para mi abuelo nunca es suficiente, siempre es necesario y jamás es en vano, él aún con todo su poder no había podido dar con el paradero de mi familia y con el de Bella, mi abuelo me explicaba que mi familia desapareció como con arte de magia, pues nadie sabia de ellos Y Bella al parecer había cambiado su apellido para poder vivir mejor, decidí dejarlo por la paz, algo simplemente me decía que esperara, que llegado el momento seria yo quien los encontraría.
La relación con mi abuelo fue en aumento, en su principio lo odie, lo aborrecí por el simple hecho de haber sido él mi verdugo, con el paso del tiempo aprendí a conocerlo, a entenderlo, a entender que aquel hombre que podía verse déspota, arrogante y lleno de coraje, era solo un hombre viejo, cansado en espera de su momento para ir al encuentro de la mujer que más marco su vida, Amelie, mi abuela quien murió hace unos años, la causa no es completamente clara, ¿la información extraoficial? Necesitaban debilitar a mi abuelo, en si lo habían conseguido, pero más que debilitarlo lo llevaron a las sombras, a actuar desde lejos pero siempre eficiente y poderoso, ¿sospechosos? Adivinaron, los Vulturis. Mi abuelo me comento que él no es la cara visible de Alcatraz, sino que un amigo suyo, de ese modo cuando Dídima y Alec me enviaron a ese lugar, nunca supieron que me dejaban en manos del Conde Archibald Masen y de lejos sabrían que él era mi abuelo.
Así finalmente comenzamos a unirnos, a confiar en el otro, a compartir ideas, secretos y sueños, a darnos una oportunidad como familia y como amigos, logre conocerlo y comprenderlo, pero sobre todo a no juzgarlo. Aprendí de él no solo de ciencias, sino que de comportamiento humano, a siempre estar un paso delante de mi adversario, a mantener la cabeza fría para lograr mis planes, incluso a pesar de su edad me enseño como utilizar mi cuerpo como un arma destructiva para una mujer, a desnudarla con mis palabras e incluso a hacerles el amor con una mirada, en la teoría me costo comprenderlo, pero el momento de llevarlo a la practica me asombre yo mismo de verme rodeado de las mujeres más finas que podrían alcanzar el cielo si así lo quisiesen, pero no, ellas me codiciaban, al principio me sentía expuesto y vulnerable, con el tiempo, era todo un experto en provocar tentaciones y deseos.
Mi cabeza y mi virilidad siempre se encontraban en la misma frecuencia cuando era debido, más, mi corazón jamás actúo, muchas veces me vi superado por el recuerdo de Bella, sin poder olvidarla, sin dejar de pensar que seria de ella.
Mi venganza estaba lista, mi abuelo me instruyo sobre cada uno de los integrantes de aquella familia, desde Marcus Vulturi hasta el pequeño heredero. Jane y Dídima eran tía-sobrina, aunque su relación la describían como las mejores amigas ¿el plan? Quebrar aquel lazo y ponerlas en contra, Marcus seguía a la cabeza de los negocios pero a medida que el tiempo pasaba, éste estatus se lo iba legando a Alec, mi primer reto. ¿Qué sabia de él? El maldito se había casado y tenia un hijo de cinco años, su esposa quien por los dichos era poseedora de una belleza indiscutible era la luz de sus ojos ¿el plan? Era evidente, le daría donde más le duele, su familia.
Ahora que era un hombre poderoso, lleno de vida, conocimientos, dinero y lleno de venganza, estaba listo, mis metas estaban trazadas y yo solo debía mover mis mejores piezas para alcanzar mi mejor jaque mate.
-Veo que estas listo- me dijo mi abuelo con una sonrisa orgullosa cuando me le enfrente decidido, ya era el momento de recuperar mi verdadero yo, jamás como el de antes, pero si la parte verdadera de Edward, desde hoy seria Anthony Sanguinetti, el Conde Montepulciano –Ocho y productivos años han pasado, has acatado al pie de la letra mis instrucciones, mis consejos y mis enseñanzas, te has concentrado en tu enemigo y apartado por tu venganza los deseos de tu corazón- asentí.
-Así es- le dije decidido, el me seguía sonriendo como si viese por primera vez a su hijo, era 100% orgullo pero al verme a los ojos, estos decayeron en tristeza, años sin verlo así tan vulnerable -¿Qué sucede?- pregunte dubitativo.
-Siempre atente al plan Edward, pase lo que pase las cosas volverán a ser como antes- lo mire ceñudo sin comprender claramente.
-¿Sabes algo que yo no sepa?- le pregunté dudoso, el me miro a modo de disculpa y asintió.
-Bella- susurro bajito, lo mire horrorizado y rogándole a Dios que ella estuviese bien, esperándome sana y salva como una vez juro hacerlo.
-¿Sabes algo de ella?- pregunté ilusionado, él abrió uno de los cajones de su escritorio y tomo el folder ya tan conocido para mi, tomo las fotos y las regó sobre el escritorio, toda la familia Vulturi ante mis ojos, día tras día memorizándolos, lo mire nuevamente sin comprender.
-¿Sabes por que nunca te he mostrado la foto de la esposa de Alec Vulturi?- me pregunto, yo mire nuevamente las imágenes y de nuevo a él.
-Dijiste que seria arriesgado encapricharme de su belleza, podría nublarme la cabeza y así olvidar el plan- le dije recordando las veces que le había pedido más información de ella, lo único que sabia era que ella seria mi mejor conexión a la destrucción de Alec, mi abuelo me dio una sonrisa triste y saco otro folder del cajón, lo miro nervioso y me lo tendió. Lo tome y saque las fotos, el aire se agolpo en un instante en el momento exacto en que reconocí aquellos orbes chocolatados, algo tristes pero irreconocibles…era ella
-No puede ser- dije sin poder creerlo, ¿Bella era la esposa de Alec? Imposible, Charlie Vulturi era su hijo, mire a mi abuelo espantado y lleno de miedos y dudas, solo esperaba que él me dijese que esto era una horrible pesadilla.
-Bella Swan ahora es Bella Vulturi, ellos están casados hace 8 años- mi cabeza estaba girando a toda marcha, estaba mareado y asqueado por todo aquello, años pensando solo en ella, viviendo por que algún día estuviésemos juntos, pensando en recuperar algo de mi antiguo yo, pero eso ya no era posible, ella me había olvidado y le había dado los hijos que creí algún día serian míos a mi peor enemigo, ella me olvido en el mismo momento en que desaparecí de su vida. De un momento a otro estuve vertiendo todo lo que ingerí esa mañana en el contenedor de basura del escritorio de mi abuelo, el palmeaba comprensiblemente mi espalda.
-¿Por qué no me lo dijiste antes?- le pregunté cuando ya estaba un poco más calmado y los mareos habían cesado.
-Todos esos años que te informe que la buscaría así lo hice, cuando lo deje de hacer y nos concentramos en los Vulturis llegue a ella, no te lo había dicho por que no quiero que mezcles las cosas Edward, llevamos años con una sola idea, no dejes que ella te nuble en tu misión, tendrás tu oportunidad de aclarar las cosas pero no aún, cuando me entere que ella era Bella Swan deje de investigarla a modo personal por respeto a ti hijo mío, tu conocerás su verdad pues la información puede tergiversarse.
-¡Tienen un hijo!- le espete enojado -¡¿Que se puede tergiversar de ello?- sentía como la sangre comenzaba a subir rápidamente a mi cabeza, respire profundo para no perder la compostura nuevamente.
-Eso lo sabrás cuando hables con ella, más que esto no se- me dijo comprensivamente. Salí de aquel lugar enojado con todo y nadie a la vez, necesitaba pensar y reordenar el plan de cierto modo.
Finalmente tras ocho años de cautiverio con mi realidad y en compañía de mi mejor amigo Theo salí en busca de mi venganza, aquella que saborearía como a los mejores manjares que puedan existir.
¿La única diferencia? La esposa de Alec Vulturi no estaría muerta para que él sufriese, ella seria mía como mi trofeo personal, ella pagaría caro su traición, pero seria agradecido pues gracias a ella es que hoy estoy con vida.
Así finalmente termine mi relato, así fue como le conté mis ocho años alejada de ella, claro que omití mi último pensamiento y quizás el hecho de que provoque de cierta manera el modo en que conocí a su hijo, el día que lo salve puede que lo haya causado yo mismo para acercarme al pequeño, pero eso era algo que no tenia por que conocer en estos momentos, alce mi mirada a ella y en sus ojos la tristeza y coraje eran evidentes.
-No lo puedo creer- dijo simplemente limpiándose el rostro todo surcado en lágrimas, sus ojos rojos e hinchados eran la clara muestra de las lagrimas a borbotones que salían de ella, me acerque para abrazarla sinceramente.
-No importa todo eso ya cariño, estoy aquí junto a ti y es lo que importa- acaricie su espalda para calmarla, mire por la ventana hacia el exterior y ya el sol se encontraba en su punto medio, cerca del crepúsculo.
-Entiendo tus ganas de vengarte Edward, te prometo que así es- me dijo una vez que se separo de mi para mirarme a los ojos, me tomo de las manos –Solo te pido que no incluyas a mis hijos en esto, ellos son inocentes de todo lo que a hecho Alec, incluso de lo que yo misma te he causado- dijo llorando aún más, trague en seco, recuerdo que cuando vi a Charlie la primera vez me pareció un niño encantador, incluso olvide el hecho de que fuese un Vulturi y solo vi rastros de Bella, estúpidamente podría decir que rogué por un error y que ese niño fuese mío, no solo por orgullo, sino por tener un pedacito de ella y de mi juntos, pero todo eso se deshizo cuando supe que él tenia seis años, prácticamente lo concibieron en cuanto se casaron y no solo eso, seis años más tarde trajeron a la vida a otra pequeñita, Anne quien era la copia de su padre, con la dulzura de Bella.
-Es tarde y en tu casa deben estar preocupados por ti- le dije zanjando el tema, no era capaz de prometerle algo que no podría cumplir, ante todo era un hombre de palabra.
-¡Edward por favor!- me rogó sujetándome del brazo para mirarme a los ojos.
-¿Qué fue lo que le dijiste a Dídima para escapar de casa?- cambie el tema, había prometido ayudarla con ese "pequeño" detalle que había mencionado, pero no me paso desapercibido el cambio en su rostro cuando le pregunte -¿Qué fue Bella?
-Alec quiere que tengamos un hijo- se fue a sentar nuevamente al Sofá acunando su rostro entre sus manos, yo la mire con cierta ira más no podía hacer nada, era lógico que su esposo quisiese más hijos, si ella fuera mi esposa así también seria, como un gran bate en contra mi cabeza recordé la platica final con mi abuelo.
-Necesitas tener presente algo Edward, ella cree que tu estas muerto, por lo que me has dicho Alec y Dídima sabían de tu casamiento con Bella, por lo que al creerte muerto han dejado ese "detalle" de lado- lo mire sin comprender –El matrimonio entre Alec y Bella es nulo, carece de verdadero valor pues tu aún estas casado con ella.
"Amantes"
BPOV
¿Es posible ser amante de tu marido? Se puede, vaya que si se puede.
Luego de que Edward terminara por contarme su trágica vivencia en aquel lugar, no pude parar de llorar, ese dolor punzante que sentía en el pecho solo de saber las atrocidades que tuvo que vivir exclusivamente por que según mi nueva familia se había atravesado en su camino como una vil garrapata, lo hacia mucho peor.
He incluso me hacia sentir aún peor el hecho de que terminara siendo yo la consolada en lugar de él, él había estado ocho años alejado de su familia y de esos ocho años, cuatro fueron a puros maltratos ¿Qué podía decir en una situación así? ¿Lo siento? Como decirle que lo sentía si nunca había pasado por algo semejante, el sentir, lo que implica la palabra sentir en si, estaba lejos de lo que cualquiera de nosotros hubiese pasado en comparación a lo que él vivió, si podía decirle que lo lamentaba y que sin pensarlo dos veces cambiaria mi lugar por el de él, pero antes incluso de que pudiese formular palabra él ya estaba junto a mi consolándome por mi llanto.
-No quiero que estés así por mí, aunque no lo creas todo esto me sirvió y mucho ahora nadie me hará daño y será más fácil luchare por ti, por nuestro amor y nuestro matrimonio que a quedado inconcluso- y me sonrío orgulloso.
-Alec nunca me dará el divorció- le dije triste, la verdad es que ni siquiera se lo preguntaría por temor a que me quitara a mis bebés. Edward me sonrío más ampliamente mientras acariciaba mis cabellos.
-Hable de nuestro matrimonio inconcluso, nunca mencione a esa rata de hombre que tienes como supuesto marido- lo mire extrañada sin comprender sus palabras, Edward sonrío mucho más amplio, como si hubiese cometido una travesura de la cual a sido pillado infraganti –No estas casada con Alec Vulturi- me soltó así como si nada, mis ojos se ensancharon por sus palabras, lo mire a los ojos para ver si comenzaba a reír por la broma, pero nada, se veía completamente serio.
-¿De que estas hablando Edward? Esto no es divertido sabes- le dije enfurruñada saliéndome de su abrazo para mirarlo con el ceño fruncido, no me gustaba esa clase de bromas, sobre todo por que podría llegar a creerle.
-Lo que escuchaste es la verdad, tú no eres esposa de Alec Vulturi- y dicho eso se llevo las manos al cuello para remover una cadena de oro, la movió solo un poco para dejar al descubierto una argolla, su argolla…nuestra alianza.
-No entiendo- le dije confundida sin apartar la vista de aquella pieza de oro que llevaba mi nombre grabado en la parte interior.
-Alec nunca tramito los documentos de defunción de mi supuesta muerte, ellos simplemente me dieron por muerto y así fueron felices, de hecho entre menos tramites más limpios salían ellos de todo el asunto, por lo que tu matrimonio con él queda anulado- se quedo pensativo –En realidad ese matrimonio nunca fue valido pues sigues casada conmigo- dijo satisfecho, yo aún seguía sin poder creer lo que me estaba diciendo, me tomo varios minutos, pestañadas y sacudidas de su parte para caer en cuenta de que no me estaba mintiendo.
-Júrame que no me mientes- le pedí, en realidad le rogué pero necesitaba que no mintiera, que no jugara con algo así pues las cosas cambiarían considerablemente a como las tenia pensadas, incluso habrían muchas cosas que podría decirle ahora mismo sin temor a nada.
-¿Realmente crees que te mentiría con algo así?- y el verde profundo e intenso de sus ojos me traspasaron llenándome de dicha, felicidad, emoción y muchas cosas más que se aglomeraban dejándome aturdida, no deje de mirarlo a los ojos debido al impacto, finalmente me lancé él como si mi vida dependiera de ello y lo bese como nunca, dejándonos sin aliento en aquel ósculo que sello en silencio nuestra nueva unión, lamentablemente mi cuerpo me pedía más así como el de Edward, podía sentirlo en sus caricias fervientes, pero ya era tarde y si quería sacar a mis hijos de ese lugar, debía hacerlo cuanto antes, con todo el sacrificio me separe de él.
-Iré por mis cosas y de mis hijos, nos veremos en unas horas más, puede que Anne sea muy pequeña y no entienda nada pero Charlie estará encantado, además tengo que decirte que…- pero él me corto repentinamente colocando sus dedos en mis labios.
-Tranquila amor, yo también muero por estar contigo pero no es así como debemos hacer las cosas- mi sonrisa decayó en ese instante.
-¿Qué quieres decir? ¿Que no estaremos juntos?- le pregunte extrañada, él me sonrío entre divertido y como si se estuviese disculpando.
-No por el momento- iba a protestar –Amor entiéndeme por favor, necesito limpiar mi nombre para que mi familia deje de esconderse de los Vulturis, necesito hacerles pagar por todo lo que tuve que pasar, pero si ellos se enteran de quien soy yo, me será mucho más difícil- suspire para tranquilizarme, comprenderlo era lo único que me quedaba, inconcientemente espere muchos años este momento, creyendo que algún día él volvería a mi, ahora que ese sueño se cumplía lo haría como era debido, con paciencia y coraje para soportar todo los obstáculos, esta vez si seria valiente y decidida.
-De acuerdo, lo haré como tu creas que es conveniente- le dije decidida y en ese momento otra duda me asalto -Cuándo mencionaste que te vengarías de Alec con lo que más le dolía ¿Explícitamente a que te referías?- le pregunte temerosa, Edward como acto reflejo desvío su mirada hacia la ventana que daba al exterior y se quedo en esa posición pensativo varios minutos.
-Cuando me entere de quien era la esposa de Alec, mi abuelo me dijo que no debía mezclar las cosas, que debía ser fuerte en mi meta sin anteponer nada que no fuera aquello, pero creo que él en el fondo sabia que no podría cumplir con ello, ya que después de todo, todo cuanto pienso hacer es para estar contigo nuevamente- me sonrío amablemente abriéndome sus brazos, invitándome nuevamente a aquel refugio lleno de paz.
-Considera siempre que mis hijos no tienen nada que ver en todo esto- le dije, con todo esto de su venganza comprendí que no era el momento de explicarle aún mis razones para actuar como lo hice, de que lo haría lo haría y eso era un hecho, solo debía esperar el mejor momento.
-Mi vida- me dijo cuando tomo mis manos entre las suyas, suspire como una adolescente con su ternura –Tus hijos estarán a salvo en todo momento, incluso de su propio padre- asentí segura de que así sería.
-Ya debo irme- le dije después de haber estado un rato más entre sus brazos, es que sinceramente se me hacia dolorosamente el alejarme de él pero el ver que el sol cada vez alumbraba menos me ponía nerviosa.
-¿Qué le dijiste a Dídima para que te dejara salir sin escolta? Theo me informo que nadie venia siguiéndote- no me asombre por aquello, es que la posesividad de Alec no tenia limites ni control, si no era Heidi seria otro de sus empleados, recordar aquella mentira de la cual en algún momento me pasaría factura me hizo ruborizarme -¡Bella!- me dijo Edward como si me advirtiera que es mejor decirle a que ocultarlo, bufe frustrada.
-A Alec se le puse como idea fija tener más hijos- le dije con una mueca que indicaba claramente que no era lo mismo que yo quería, el dolor que cruzo por su rostro me dolió incluso más a mi –No te preocupes que no es algo que tengo en mente- le dije con una leve sonrisa para calmarlo, el me sonrío pero sin conseguir que aquel gesto llegase a sus ojos.
-Lo que necesites sabes que cuentas conmigo, con dinero es muy fácil conseguir un falso certificado de embarazo- y su sonrisa picara me hincho el corazón de felicidad, entre su entusiasmo de que todo mejoraría y que ahora contaba con su ayuda, era un claro indicio de que todo comenzaría a estar bien –Theo te dejara en el pueblo y de ahí tu puedes llegar a casa- me dijo amablemente, yo asentí.
-Te amo ¿lo sabes verdad?- le dije cuando ambos nos encontrábamos bajo el marco de la puerta, él me sonrío ampliamente y me atrajo hacia si para besarme de aquella forma que tanto me gustaba, de aquella forma que me quitaba la respiración y me aceleraba el corazón.
-No más que yo- me dijo luego de que nos alejáramos solo un poco por algo de oxigeno, su sonrisa torcida apareció cuando lo mire con el ceño fruncido.
-Tramposo, todo por que sabes que me deslumbras y me dejas sin palabras- le dije cuando golpee suavemente su brazo con mi puño, luego nos dimos otro corto beso y camine en dirección al auto en donde Theo sostenía la puerta abierta para mi.
-¡Bella!- me llamo Edward, de inmediato me gire para verlo -¿Aún conservas tu anillo verdad?- me pregunto una vez que se acerco a mi, en sus ojos había cierto miedo.
-Por supuesto que si, junto con muchas cosas que me recuerdan a ti, pero están ocultas en una cajita para que nadie las descubra- le sonrío traviesamente pero aún así había una pizca de dolor en su semblante y lo entendía si después de todo, viví ocho años ocultando no solo de Alec su recuerdo, sino que de mi también evitando así un poco el dolor, lleve mis manos frente a él y deslice el anillo de mi falso matrimonio con Alec para dejar al descubierto aquel símbolo que una vez él me regalo, su anillo simbólico de hilo.
-¿Cómo es que…?- me pregunto dudoso.
-Siempre lo he llevado oculto de la misma forma, cuando lo vio el día del matrimonio me hizo quitármelo pero le dije que era un recuerdo de mi padre y de ese modo no obligo- le dije con una sonrisa –Aunque fuese masoquista, siempre necesite mantenerte en mi mente, cada día- le dije, él me atrajo nuevamente asía él para llenarme de besos húmedos y sonoros.
-Sabes- me dijo como un niño pequeño –Creo que desde hoy eres mi amante- me dijo divertido, yo lo mire confundida he hice una mueca como si algo apestase.
-No por mucho mi amor- le afirme con toda la convicción que pudiese.
Escuchamos un carraspeo y ambos nos giramos hacia Theo quien sonreía avergonzado.
-Disculpa Edward que te interrumpa pero creo que se le esta haciendo tarde a la Señora Isabella- me dijo respetuosamente, yo mire a Edward asintiendo a las palabras de Theo, un par de besos más y subí al auto para regresar a aquella vida nefasta llena de mentiras, pero al menos tenia el consuelo de lo único verdadero que tenia además del amor de Edward, mis hijos.
Así fue que extrañamente soy amante de mi marido y del único hombre al cual amo ¿extraño verdad?, podía sentir la mirada de Theo a través del espejo retrovisor, yo iba sonriendo como una adolescente a la cual le acaban de proponer una cita por primera vez, así fue que llegamos lo más cerca hacia el palacio Vulturi, antes de caminar en dirección a este me gire hacia Theo quien no se esperaba mi reacción.
-¡Gracias, gracias, gracias!- le dije besándolo por toda la cara, el se avergonzó un poco pero me sonrío amablemente, así con mi enorme sonrisa traspase la lúgubre extensión hacia la puerta principal, la abrí lentamente para no emitir sonido alguno y no ser descubierta, camine directamente hacia la planta superior e ir en dirección hacia mis hijos, la verdad es que llevaba bastante suerte pues ya estaba en el segundo piso y no había sido descubierta.
-¡Isabella!- carajo, si es como si llamase a la mala suerte cuando me alegro de la buena, me gire lentamente para encontrarme con Alec que se veía sumamente enojado -¿Dónde has estado? Maldición me tenias preocupado- me dijo encolerizado llegando en dos zancadas a donde estaba, me tomo fuertemente del brazo para zarandearme y hacerme hablar.
-Yo…yo- no sabia como sacar las palabras de mi boca, verlo así tan encabritado me asusto bastante.
-No me vayas a mentir Isabella por que sabes que tengo ojos en todas partes- me amenazo.
-Hijo, calma- escuche a su espalda, ambos miramos en esa dirección y vimos aparecer a Dídima, quien llevaba de la mano a Anne y Charlie corría hacia mi encuentro.
-Mami- grito mi hijo emocionado -¿Es verdad lo que dice abuelita Dídima?- me pregunto con sus ojos que no cabían de la emoción, yo mire a Dídima asustada y luego a mi hijo que no parecía triste por alguna noticia, sino más bien feliz.
-¿Y eso seria…?- pregunte abiertamente, mi hijo rodó los ojos y me abrazo las piernas.
-¡Que Anne y yo tendremos otro hermanito!- grito emocionado, me quede de una pieza sintiendo como mis hijos me abrazaban feliz.
-Isabella ¿eso es verdad?- me miro Alec emocionado, yo movía lentamente mi cabeza sin poder creer como las cosas se habían dado vuelta, como es que Alec había cambiado de lo furioso a lo esperanzado – ¿Eso quiere decir que aceptas lo que te pedí?- silencio, estaba en completo silencio, sin poder decir palabra alguna, la mirada satisfecha de Dídima no me paso desapercibida, pero tenia otras cosas en que pensar.
-Alec no lo se, eso lo decide Dios- dije saliéndome por la tangente, puede que sea fácil decirlo así pero los niños hay que encargarlos y lamentablemente no podía hacerlo como según Charlie se hacia, no podía llamar a la cigüeña para que me viniesen a dejar la semillita que tragaría con un vaso de agua y ¡pup! Bebé en camino.
-Ya verás que si quiere, desde hoy llamaremos todos los días a la cigüeña ¿verdad hijos?- le pregunto emocionado a mis pequeños, ambos gritaron llenos de emoción y comenzaron a brincar haciendo el baile de la victoria, -¿Cómo saldría de esta Dios?- me preguntaba mentalmente.
Finalmente pude salir de aquella nefasta felicidad que tenían Alec y Dídima, de la cual yo no era participe ni ahora ni nunca, ya pensaría en algo al menos para esquivar esta noche, quizás para mañana Edward podría pensar por los dos.
Con esa idea me fui con los niños al cuarto de Charlie, quien estaba tan emocionado con la idea de tener un hermanito con el cual poder compartir sus juguetes que no dejaba de hablar.
-Duerme- le dije por enésima vez esa noche, Anne había caído derrotada al escuchar atentamente a su hermano, era como si ella también en su cabecita recreara ideas de tener una hermanita, pero Charlie era otro cuento, el no dejar de hablar y llenarse de ideas, lejos de hacerlo dormir, lo despertaba aún más.
-¿Y si es como papá dice y Diosito no nos quiere enviar un hermanito?- me dijo tristemente, en segundos sus ojos se cristalizaron ante tal idea, provocando que mi corazón se contrajera, no tenia las fuerzas para negarle algo a mi hijo, eso nunca, debía hacer algo, inclusive el replantearme a la idea de tener un hijo, pero ¿sería el momento adecuado? ¿Edward lo entendería?
Así en algún punto ambos nos quedamos dormidos, entre la sobrexcitación de mi hijo y mi cansancio emocional debido a tanto por aquel día, caí derrotada en un profundo sueño.
-Isabella, Isabella- escuche de lejos una voz llamarme, me removí solo un poco para apagarla y que me dejara dormir –Isabella despierta- escuche claramente la voz de Alec y me tense de inmediato, sus palabras vinieron a mi rápidamente "hoy llamaremos todos los días a la cigüeña" y me hice aún más la dormida, pude escuchar su bufido de frustración claramente –Esta bien descansa por hoy mi princesa- sentí su mano acariciar mis cabellos y mi mejilla, dejo un suave beso en una de ellas y se separo -Pero mañana no te escaparas tan fácilmente- me extraño sentir una caricia y escuchar una palabra cariñosa de él, él nunca era así conmigo ni con nadie.
-¿Qué haces hijo?- escuche la voz de Dídima proveniente del pasillo, abrí un ojo levente para verla mirando hacia el interior del cuarto y a Alec erguirse de inmediato.
-Nada, solo quería saber si Isabella estaba dormida- dijo como si nada, Dídima entro al cuarto y nos vio a los tres durmiendo y luego se dirigió hacia Alec.
-¿Cómo puedes permitir que tu esposa duerma en otra cama que no sea la tuya?- le espeto molesta -¿Qué crees que dirían nuestras amistades si saben aquello? ¡Quedarías como un poco hombre!- le dijo asqueada –Un Vulturi dejándose controlar por una simple muchachita- y sentí su acidez fluir tan naturalmente.
-Sabes que la amo, madre- escuchar aquellas palabras tan sinceras de Alec me impactaron de una manera que de haber estado con los ojos abiertos, hubiese quedado así largas horas –Aunque ella no sienta lo mismo por mi, sabes que la amo- le dijo con un claro dolor en su voz y por primera vez en estos ocho años, sentí lastima por Alec.
-De que te sirve ese supuesto amor por ella, si ella no deja de pensar en el otro ¿eh? ¿Por qué sabes que aún ama a ese campesino aunque este muerto, no?- a través de mis pestañas pude ver esa sonrisa victoriosa en el rostro de Dídima y me dieron ganas de gritarle que mi Edward estaba vivo.
-Tan presente como cada día, pero ella decidió casarse conmigo, reiniciar su vida conmigo y con nadie más- se defendió Alec.
-Sabes muy bien como yo por que lo hizo, no seas ingenuo Alec, a veces te pareces tanto a tu padre que das pena- me entristecía ver como Alec se dejaba acabar por las palabras de su madre, era verdad que nunca llegue a sentir amor por él, pero al menos tenia mis respetos y cierto cariño por como había sido con mis hijos, aunque a veces se ocultaba en su máscara fría cultivada por su madre, en el fondo sabia que intentaba amarlos.
-Ahora existe la posibilidad de otro hijo madre, esas son buenas noticias- le dijo con una nota de esperanza.
-A este ritmo veo difícil un nuevo heredero, tienes que ser más estricto con las mujeres hijo, ya vez como termino todo aquel asunto con Gianna- los bellos de mi cuerpo se erizaron al escuchar nombrar a aquella mujer.
-No me lo recuerdes madre, creo que Isabella aún piensa en ello y es por eso que no me deja tocarla- volví a cerrar mis ojos cuando vi que las siluetas de sus cabezas se giraban en mi dirección, de no ser por la luz que entra por la puerta podría verlos perfectamente y no ellos a mi.
-No seas ingenuo hijo, esas son excusas- udi Dídima –Recuerda que aquí quien primero falto a su palabra fue ella, ella estaba comprometida contigo cuando se caso con ese muerto de hambre- chirríe mis dientes enojada y por aquel motivo Charlie se removió un poco.
-Aún así madre, yo prometí cuidarla a ella y a nuestros hijos- le dijo firmemente.
-¿Por qué te has puesto tan débil, hijo? Me extraña- le pregunto asombrada.
-Puede que no lo parezca, pero yo por Isabella daría mi vida si fuera necesario, por ella lucharía contra quien sea si intentara arrebatármela, pues ella es solo mía al igual que esas dos pequeñas criaturas- el corazón se me acelero ante aquella declaración, sentí como la sangre comenzó a moverse por mi cuerpo de modo más acelerado, es que sin duda sentí miedo, por mi, por mis hijos, pero sobre todo, por Edward.
-¿Quién crees que va a intentar arrebatártela? No seas paranoico- le dijo burlona.
-Siempre he tenido aquella sensación, de que alguien vendrá por ella y por mis hijos- le dijo Alec preocupado –De cualquier modo, siempre estoy alerta.
-¿Te has dado cuenta de que Charlie cada día…?- se detuvo en seco cuando Charlie comenzó a removerse aún más y se frotaba los ojitos debido a la luz que entraba.
-¿Abuela, papa?- pregunto aun adormilado, yo gruñí internamente por que haya gusto interrumpido lo que iba a decir Dídima.
-Duerme Charlie- le dijo antes de salir y llevarse a Alec con ella.
Lo único que podía concluir de aquella extraña declaración por parte de Alec, es que debía acelerar las cosas con Edward, si dejaba pasar más tiempo, la vida de mis hijos y de algún posible retoño peligraban poderosamente he incluso la mía misma.
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Re: El Conde Montepulciano
"Juego peligroso"
BPOV
Que difícil era poder sacar a Edward de mi cabeza, aunque solo fueran unos minutos, habían pasado un par de días desde que nos habíamos visto y es que sinceramente necesitaba buscar otra excusa para encontrarnos ya que estaba intentando hacer olvidar a Alec acerca del nuevo bebé.
Al menos pasar tiempo con mis hijos me ayudaba a calmar la ansiedad y las locas ideas de salir corriendo a su encuentro, extrañamente desde aquella plática que escuche entre Alec y Dídima es que sentí cierto intento de cercanía de Alec hacia mí.
Me encontraba en la habitación de Anne jugando a las tacitas con ella y sus muñecas cuando Alec entro esa tarde con una enorme sonrisa.
-¿Cómo están mis amores?- pregunto cuando entraba y se acercaba a nosotras, Anne salto de su asiento para ir por su papá y así poder invitarlo. Yo me extrañe al escuchar su demostración de cariño.
-Papi ¿queres un panecillo?- le pregunto con una enorme sonrisa mi hija, Alec acepto igual de contento y se sentó a mi lado luego de dejar un suave beso sobre mi frente, yo me quede estática sin saber que hacer o decir.
-Po supuesto- le dijo –Eso se ve realmente apetitoso- era bastante extraño ver aquella interacción de Alec, puesto que el panecillo era de plástico y él no acostumbraba en seguirle la corriente a los niños ya que decía que al hacer eso lo que conseguíamos era engañarlos y hacerlos parecer tontos, cuando Anne fue hacia su caja de juguetes para ir por más "comida" aproveche para hablar con Alec.
-¿Qué te traes entre manos?- le pregunte con suspicacia y él me miro entre asombrado y molesto.-
-¿Es que acaso no puedo disfrutar una tarde con mi mujer y mi hija?- me pregunto molesto –Se que tienes un mal concepto de mi pero realmente quisiera que me dieras una oportunidad, ahora más que nunca ya que decidiste darme otro hijo- su tono de voz cambio drásticamente a uno más amable y amoroso lo que me desconcertaba bastante.
-Ya te dije que ese es un tema discutible Alec, no sé si este lista tan pronto para comenzar a criar nuevamente, Anne aún es muy pequeñita y requiere cuidados y a pesar de que Charlie es más grande, no quiero descuidarlo- le dije nerviosa pero haciendo acopio de todas mis fuerzas para que él no lo notara.
-Bella créeme que te entiendo- pestañee cuando utilizo el "Bella" –Pero te prometo que las cosas cambiaran, nuestros hijos los criaremos juntos…- Anne lo interrumpió.
-Papi aún no te has tomado tu té, seguro eta frío- le dijo con su ceño fruncido, aquel gestito aunque la hacía verse igual a Alec la hacía parecer más dulce aún.
-¡Oh! Perdóneme- le dijo con una reverencia -¿Y has decidido ya que perrito vas a querer?- yo lo mire asombrada, luego a Anne que lo miraba con completa adoración y luego mire nuevamente a Alec que le sonreía cálidamente –Creí que eso era lo que querías- le dijo a Anne ya que no contestaba.
-¡Siii!- grito emocionada mi pequeña quien empezó a correr haciendo círculos por toda la habitación.
-¿Qué le sucede a Anne?- pregunto Charlie cuando entro en el cuarto, yo le abrí mis brazos para que viniese conmigo.
-Tu papá le comprara el perrito que Anne quiere- los ojitos de Charlie brillaron al igual que los de Anne y en cosa de segundos él ya estaba junto a ella manifestándose de igual forma.
-¿Por qué haces todo esto?- le pregunte extrañada y en un susurro para que los niños no nos escuchasen -¿Qué quieres conseguir?- Alec me miro ofendido y bufo.
-Se que piensas lo peor de mi y no negare los porque, solo dame el beneficio de la redención ¿quieres? No lo hagas por mí, sino por Charlie y Anne que merecen una verdadera familia- me pidió con sinceridad, al menos eso fue lo que sus ojos me reflejaban, yo asentí sin decir más, ambos nos giramos hacia los pequeños que seguían en éxtasis.
-¿Cuándo iremos por el perito papi?- Anne al fin dejo de dar vueltas y se acerco a nosotros para quedar sentada sobre el regazo de Alec.
-Esta misma tarde si gusta mi princesa- otro grito igual de fuerte que el anterior lleno el cuarto, Anne no dejaba de besar a su padre por todo el rostro, aunque era muy pequeña podía llegar a ser muy astuta.
Un leve golpe a la puerta nos hizo a los cuatro girarnos hacia ella para ver quién era.
-Mi señor- se anuncio Heidi –El Señor Sanguinetti acaba de llegar y solicita su presencia- mi corazón se alegro y comenzó a latir fuertemente, así los cuatro bajamos para recibir a nuestro invitado.
Charlie que iba tomado a mi mano caminando más adelantados que Anne y su padre, se soltó para correr en cuanto vio a Edward, yo le sonreí al verlo y el me guiño un ojo con complicidad, Charlie al llegar a él le tendió su mano como todo un caballero.
-Buenas tardes Isabella- me saludo Edward con su mirada intensa puesta en la mía mientras besaba mi mano, me sonrío de lado dejándome completamente deslumbrada, salí de aquel trance cuando escuche la vocecita de Anne acercarse a nosotros, ella seguía en su mundo con Alec hablando acerca del mejor perrito, para desgracia de Alec, quien tenía pensado en un perrito pequeño para no causar tanto alboroto en la casa y en el cuidado, fue sorpresivo para él cuando Anne le dijo que tenía decidido que el perrito debía de ser un labrador.
-Es un perro muy grande para ti- le dijo cuando llego a nosotros, luego miro a Edward.
-Anthony ¿Cómo estás?- lo saludo cortésmente, él me miro a mi nuevamente y con solo aquella mirada él me estaba diciendo que estaba ahí por mí.
-Muy bien, vine para informarte acerca de las nuevas inversiones- le dijo con su tono serio, es que si no supiera que todo esto era parte de su plan para llegar a la verdad, yo también le hubiese creído todo aquel cuento de los "negocios" solo me preguntaba ¿Qué tipo de negocios eran?-Hola Anne- saludo a mi pequeña que ya se encontraba en el suelo y era saludada con un suave beso de mi Edward, la pequeña le mostro sus pequeños dientes y se quedo junto a su papi quien le contesto a Edward.
-Claro no hay problema- le dijo mientras le hacia un gesto con la mano para hacerlo pasar a su despacho –Hay podemos seguir con la plática.
-Papi, creí que iríamos por mi perito- le dijo Anne con un puchero tan tierno que podría llegar a derretir hasta el corazón más frio.
-Lo sé hija, pero esto es importante para papi- le dijo Alec, Edward que estaba ya a su lado lo miro comprensivamente y me guiño nuevamente un ojo mientras Alec continuaba con su mirada en Anne.
-Por mí no hay problema Alec, si gustas puedes ir con la péquela por su perito y yo puedo quedarme aquí a esperarte, puedo terminar de leer los informes y así será más fácil cuando lo hablemos- le dijo, yo sonreí internamente con la idea de estar a solas con Edward.
-¿Estás seguro? No sé cuando demorare- le dijo casi convencido con la buena idea.
-Por supuesto, dime donde encuentro los últimos contratos y asunto arreglado- le dijo dándole una palmada en la espalda, Alec le sonrío agradecido.
-Bella tú conoces donde guardo los documentos importantes, ¿puedes llevar a Anthony?- necesite mucha fuerza de voluntad para no ponerme a gritar como minutos antes lo había hecho Anne debido a la emoción, un simple "SI" basto para Alec, quien se despidió afectuosamente de Charlie quien también quería ir junto a ellos para la elección del perrito.
-Papá yo también quiero ir- le dijo triste, Alec me miro como pidiéndome ayuda, pero él debía de saber que yo no le negaba nada a mis hijos.
-¿Y que pasara con Gregorio, lo dejaras solo?- le pregunto Alec.
-Podemos llevarlo también, verás que el no molestara ¿verdad mami?- me pregunto, yo revolví sus cabellos y le sonreí para luego asentir, él me regalo una enorme sonrisa por mi apoyo –Ves papi- le dijo a Alec satisfecho.
Finalmente Alec acepto salir con los dos pequeños, no sin antes reclamarme por mi falta de apoyo para con él, yo simplemente le dije que era una excelente idea para que compartieran los tres, si realmente Alec quería ser un buen padre, éste era un buen momento para demostrarlo con ellos, no conmigo.
-¿Vamos?- le pregunte seductoramente a Edward una vez que estuvimos solos, para mi excelente buena suerte, Heidi había ido al mercado para preparar la cena de esta noche ya que Alec le había pedido algo especial por que se encontraba de tan buen humor que quería compartirlo con su nuevo "amigo" Anthony. Por otra parte, Dídima y Marcus habían salido de visita con unos viejos conocidos suyos, por lo que me otorgaba la mansión para mi sola.
-¿Te he dicho lo hermosa que te vez hoy?- me susurro Edward al odio en cuanto cerré la puerta del despacho, sus manos se fueron directo a mi cintura aprisionándome entre su cuerpo y la puerta.
-Aún no- le dije coquetamente girándome para mirarlo a los ojos, lo que me hizo estremecerme de pies a cabeza ya que sus ojos estaban intensamente llenos de pasión.
-Pues lo estas- me dijo acercándome a su cuerpo y besando solo la comisura de mis labios, provocándome al extremo de que un leve pero audible gemido salió de mis labios debido a la insatisfacción de no sentir sus labios completamente en los míos.
-Edward…para- le dije poco convencida ya que sus hábiles manos estaban ya bajo mi vestido acariciando avariciosamente mis piernas, desde la pantorrilla hasta los muslos.
-¿Estás segura? Porque tu cuerpo no parece querer lo mismo- me dijo con su sonrisa arrogante que estaba comenzando a amar pues se veía tan sexy.
-Es…estoy…segu…- dije a duras penas, un fuerte gemido salió sin poder contenerme cuando sentí sus dedos provocar en mi centro.
-No te imaginas cuanto te deseo, cuanto he deseado estar así contigo mi Bella- me susurro suavemente al oído, sintiendo además su aliento abrazarme fuertemente perdiéndome completamente en él -Y tu mi Bella ¿me deseas?- ¿Qué preguntas son esas? Lo mire fijamente solo para que viese en mis ojos todo lo que había despertado en mi, todo aquello que estaba dormido desde la última vez que hicimos el amor, o mire coquetamente y le coloque el cerrojo a la puerta y le sonreí complacida cuando me sonrío abiertamente, tengo que decir que Alec muchas veces había intentado provocarme de esta manera, pero nunca consiguió siquiera que el corazón se me acelerara, en cambio en este momento solo con pensar en lo que podría ocurrir, sentía el corazón desbocado.
-Hazme tuya Edward- le pedí en un leve jadeo cuando mi centro comenzó a palpitar por más atención, sentí como me levantaba y chocábamos con algo, no preste atención con que, un par de intentos más y estábamos sobre el sofá.
-Así es como será siempre mi preciosa niña, siempre mía- dijo besándome suavemente.
Cuando estuve tendida él se tomo un par de segundos para analizarme, cual bestia decide por donde comenzar a devorar a su presa, tomo una de mis piernas para comenzar a acariciarla lentamente, llevando sus manos más y más arriba, yo me mordí el labio para ser fuerte y no comenzar a híper ventilar tan pronto.
-No hagas eso o esto será más rápido de lo que esperas- dijo con sus ojos puestos sobre mis labios, yo le sonreí juguetona al sentir que podría conseguir sienta ventaja.
-Que no haga que- y comencé a bajar el cierre de mi vestido y luego bajar los tirantes para dejar a la vista mi sujetador, lo tente un poco más acariciándome levemente el inicio de mis pechos, sus intensos ojos verdemar no podían ocultar con totalidad la lujuria que comenzaba a emanar desde su interior.
-Estas más hermosa y exquisitamente deseable- le sonreí por aquel cumplido, sin duda el embarazo te otorgaba el ganarte ciertas curvas que quizás antes no poseía, el adquirir un poco más de forma y volumen era una buena ventaja cuando se quería cambiar del cuerpo de una niña al de una mujer.
-Todo lo que ves y lo que no es solo tuyo, eres el único con el derecho a desear más, el único al que quiero dentro de mí- lo mire a los ojos y seguí con mis delicadas caricias provocándolo –Ahora- le exigí, Edward se lanzó sobre mi levantando mi vestido y jalando mi braga hasta las rodillas, de ahí en adelante me deshice fácilmente de ella con mis pies, sus ojos se fijaron en mis pechos aún cubiertos por la fina tela, sus labios comenzaron a provocar mis ya duros pezones por su falta de atención.
Una exquisita sensación me invadió por completo cuando saco la tela y llevo a sus labios aquellas puntas tan erectas para recibirlo, mi cuerpo aún lo recordaba, de eso no cabía la menor duda.
-Me encantas- gimió audiblemente mientras seguía jugando con uno de ellos entre sus labios y lengua para luego mordisquearlo y excitarme aún más, si era posible.
-Más- le pedí ya dejando todo pudor de lado, esta agonía se estaba haciendo cada vez más larga y difícil.
-Tranquila mi vida, las cosas buenas toman tiempo- me dijo mirándome a los ojos pero sin apartarse de mis pechos, con una de sus manos atendió a aquella punta solitaria que gritaba por atención, gemí cuando sentí su otra mano acariciar mi centro ya listo para recibirlo, abrí mis piernas solo para que tuviese mejor acceso –Hmmm- lo escuche decir con su boca devorando mis pechos, yo cerré los ojos por aquella descarga dolorosa que estaba sufriendo en mi parte baja, lo necesitaba y estos ocho años sin tenerlo junto a mí se estaban haciendo presente tan fuerte que me sentía como una ninfomanía por la necesidad de tenerlo.
Dejo varios soplidos sobre mis húmedos pechos y varias caricias sobre mi centro antes de sentir un dedo en mi interior, con una exasperante arrogancia y parsimonia Edward se tomaba el tiempo para sacar y adentrar sus expertos dedos sobre mi, yo levantaba mis caderas por la necesidad de más fricción cuando sentí que introducía otro dedo y aceleraba un poco más, provocándome una exquisita sensación que me llevo a morderme el labio fuertemente, sentí el sabor de la sangre pero no le preste atención pues el sabor de aquel momento era mucho mejor que el oxido y sal.
-Un juegues más- le pedí mientras continuaba moviendo mis caderas, sentí la sonrisa de Edward y su necesidad tan palpable como la mía.
-Mi pequeña ansiosita- dijo antes de besarme fieramente en los labios y sentir como el removía rápidamente sus pantalones y ropa interior, abrí mis ojos emocionada cuando sentí la punta de su miembro tocar en mi entrada, cual intruso pide permiso para un acto tan pecaminoso como el que acontecería, no fueron necesario más palabras, solo con nuestras miradas conectadas vimos en nuestros ojos cuanto necesitábamos del otro, aquella necesidad que creíamos perdida pero que hoy se hacia presente tan palpable como este momento.
-Te amo- le dije cuando sentí una lagrima surcar mi rostro, él con su suave dedo la limpio y dejo varios besos en su reemplazo.
-Como yo a ti, mi Bella- dijo antes de introducirse deliciosamente en mi, suspire ante aquella fricción tan exquisita que estaba casi olvidando, Dios cuanto lo había necesitado en mi vida, ahora podía comprender como es que había evitado tantas cosas en estos ocho años, mi respiración se volvió errática por la sensación de la penetración.
Sus embestidas comenzaron a aumentar de ritmo, el llevo sus manos hacia mis nalgas apretándome así más contra él, podía sentir su corazón palpitar tan acelerado como el mío y su placentero jadeo que me hacia vibrar desde lo más profundo de mi ser, sentía mi llegada acercarse tan poderosa que lo tome por los hombros y comencé a moverme a su ritmo incentivándolo para que tomase más de lo que quisiera.
-Vente para mi- pidió con su voz áspera que sirvió para cumplir su petición.
-Solo para ti- dije cuando sentí el orgasmo más delicioso que pueda llegar a sentir, a los pocos minutos Edward se dejo caer sobre mi cuerpo pero siempre soportando su propio peso, sentí como su respiración comenzaba a regularizarse y en ese momento salio de mi, suspire en parte triste por no poder quedarme así toda la vida con él, compartiendo este momento tan intimo que me hacia olvidar todo a mi alrededor, por otra parte debíamos ser cuidadosos y no lo había sido mucho el hacerlo en el despacho de Alec en el cual él podría haber llegado en un mal momento.
-Debemos arreglar este desorden- me dijo con una sonrisa picara, yo lo mire sin comprender mucho sus palabras y mire el lugar, dos sillas botadas, un masetero dado vuelta y lo peor, todo lo que estaba sobre el escritorio de Alec estaba regado sobre el suelo, lo mire aterrada ante la escena, él me sonrío para calmarme y se levanto para acomodar su ropa, aproveche ese instante para hacer lo mismo, ¿Dónde estaban mis bragas? Busque por el suelo y me ruborice cuando vi mi ropa interior colgando de la lamparita que Alec tenía al lado del sofá –Que puntería eh- me dijo Edward divertido, me levante de un brinco para tomar mis bragas y luego me acerque a él para darle un pequeño golpe sobre el brazo.
-Todo este desorden es tu culpa- le dije ofendida pero sonriéndole.
-No te vi protestar y negarte mucho que digamos- mi corazón se hincho de felicidad cuando lo vi sonreír sinceramente, desde su llegada es que no había visto aquel simple gesto ser más profundo y sincero como lo era en este momento, él me acerco hacia si para besarme una vez más.
-Por mi no hubiese acabado- le dije algo avergonzada por aquella admisión –Pero Alec y los niños deben estar por volver- le dije cuando vi el reloj que estaba en la muralla a su espalda, él acepto algo frustrado y comenzamos a ordenar todo como estaba.
Un par de minutos después el lugar estaba como si nada hubiese pasado, lo único que si necesitaba y con urgencia era una ducha para sacar la capa de sudor que había quedado en mi cuerpo –Me iré a duchar y vuelvo- le dije con una sonrisa, me acerque para besarlo y salí del lugar, iba a la mitad de las escaleras cuando la puerta principal se abrió dejando entrar a mis hijos y a Alec que se veía algo frustrado, suspire agradecida por que alcanzamos a arreglar todo.
-¿Cómo les fue?- les pregunte a mis hijos que corrieron a abrazarme en cuanto me vieron.
-No ta perito- dijo Anne triste cuando me abrazo por el cuello, la alce entre mis brazos y me acerque a Alec quien se veía triste.
-¿Qué paso?- Le pregunte.
-Ha Anne no le gustaba ningún perrito- dijo Charlie que estaba sentado en la escalera, mire nuevamente a Alec quien asintió.
-Ella insiste en que debe ser un Labrador- sonreí internamente por su testarudez, sin duda Edward siempre dejaba su marca aunque no lo intentase.
-Ya encontraras un perrito que te guste cariño- le dije acariciando sus cabellos cuando sentí que comenzaba a llorar sobre mi hombro, sus cortas manitas se aferraban fuertemente a mi cuello.
-¿Interrumpo?- escuche la voz de mi amado llegar desde el pasillo.
-Las mujeres son ta complicadas- escuche el bufido de Charlie, comencé a reír por su intervención. Con Anne en mis brazos subí al segundo piso, aún necesitaba aquel baño y ayudar a mi hija a superar su penita.
-Hija, ya verás que pronto encontraremos el perrito que buscas- le sonreí y acaricie su rostro cuando la deje sobre la cama, ella me sonrío calidamente y minutos después apareció Heidi con el biberón con su leche –Hmmm que rico, un especial de lecha para calmar a la princesita de la casa- le dije con una voz infantil, bese su mejilla y ella me abrazo por el cuello.
-Te quero mami- mi corazón se contrajo por sus dulces palabras.
-Y yo te amo mucho más- le dije, la acomode entre sus mantitas y ella se quedo abrazada a su osito mientras se tomaba su leche, me acomode a su lado hasta que se quedo dormida y pude al fin dirigirme al baño.
Tengo que confesar que la ducha fue peor para mi sistema nervioso, mientras me enjabonaba el cuerpo inevitablemente recordaba las hábiles manos de Edward sobre mi y mi corazón de inmediato se aceleraba y cierta parte pedía atención, frustrada por no poder ni siquiera una ducha darme tranquila, active el agua helada y asunto arreglado. Me arregle casual para la cena de Alec pero al llegar a la sala presencie una pequeña discusión que hubiese preferido omitir.
-Pero señor la cena ya estaba casi preparada, solo había ido por unos detalles- le dijo Heidi apenada.
-Ya te he dicho que saldremos a cenar afuera- le dijo molesto –A mi esposa- dijo mirándome a mi y levantándome una de sus manos para que me acercara a él -¿Te apetece que salgamos a cenar afuera? Podríamos celebrar de paso que aceptaste darme un nuevo heredero- la mirada de Heidi se opaco y sus ojos reflejaban tanto odio que tuve que desviar mi mirada.
-Ya te dije que aún no esta decidido- le dije en un susurro para evitar que Heidi escuchara nuestra platica.
-Se que igual aceptaras- me contesto el con otro susurro y luego beso mi sien.
-¿Y tu invitado?- dije de modo despreocupado, pero el no ver a Edward realmente me preocupaba.
-Esta jugando con Charlie y Anne en el jardín- dijo mientras caminábamos hacia el lugar, mientras me duchaba Anne había despertado por una fea pesadilla que había tenido por lo que fue a buscar a su hermano para que cuidara de ella, por lo que me había explicado Alec. Al llegar al jardín la escena ante mis ojos me conmovió por completo, Edward estaba sentado sobre la banca del jardín con Charlie sentado en su pierna y Anne en la otra, ambos lo miraban con toda la atención posible, algo de lo que Edward le estaba diciendo los mantenía animados y entusiasmados.
-¿Qué sucede?- pregunto Alec cortando aquel momento tan tierno que incluso me hizo sentir mal.
-Es un sequeto papi- dijo Anne con una sonrisa radiante, todo lo contrario a como había llegado minutos atrás.
-Está bien, esta bien, yo no me meteré- le dijo Alec quien me tenía abrazada de la cintura de modo muy posesivo, pude ver como Edward me miraba através del rabillo de sus ojos, la pena era palpable en ellos.
-¿Listos para la cena?- pregunto Edward con su actitud arrogante levantándose de la banca y dejando a los niños en el suelo.
-Claro, pero aún no me dices con quien iras, además tienes que decirme quien es ese nuevo inversionista tuyo- le dijo Alec curioso, yo solo podía pensar en con quien iría Edward, lo mire con una ceja alzada y él me sonrío complacido.
-Jane me acompañara a la cena como mi pareja- dijo de pronto, el aire se me atoro en la garganta provocándome que comenzara a toser.
-¿Estas bien?- me pregunto Alec preocupado.
-Si todo bien, creo que se e fue la saliva por el lugar equivocado- le dije sin apartar la mirada de Edward, él me hizo un gesto indicándome las manos de Alec en mi cintura y volvió a sonreír, muy bien si quería jugar, juego le daría.
-¿Y quien es tu inversionista tan bueno para los negocios?- pregunto Alec volviendo al tema.
-Black- dijo de pronto Edward, provocando que mi corazón se acelerara por aquel apellido que llevaba años sin escuchar –Jacob Black es mi nuevo socio- dijo Edward con una sonrisa llena de suficiencia, mientras las manos de Alec se aferraban fuertemente a mi y podía escuchar como un fuerte gruñido salía desde su garganta.
BPOV
Que difícil era poder sacar a Edward de mi cabeza, aunque solo fueran unos minutos, habían pasado un par de días desde que nos habíamos visto y es que sinceramente necesitaba buscar otra excusa para encontrarnos ya que estaba intentando hacer olvidar a Alec acerca del nuevo bebé.
Al menos pasar tiempo con mis hijos me ayudaba a calmar la ansiedad y las locas ideas de salir corriendo a su encuentro, extrañamente desde aquella plática que escuche entre Alec y Dídima es que sentí cierto intento de cercanía de Alec hacia mí.
Me encontraba en la habitación de Anne jugando a las tacitas con ella y sus muñecas cuando Alec entro esa tarde con una enorme sonrisa.
-¿Cómo están mis amores?- pregunto cuando entraba y se acercaba a nosotras, Anne salto de su asiento para ir por su papá y así poder invitarlo. Yo me extrañe al escuchar su demostración de cariño.
-Papi ¿queres un panecillo?- le pregunto con una enorme sonrisa mi hija, Alec acepto igual de contento y se sentó a mi lado luego de dejar un suave beso sobre mi frente, yo me quede estática sin saber que hacer o decir.
-Po supuesto- le dijo –Eso se ve realmente apetitoso- era bastante extraño ver aquella interacción de Alec, puesto que el panecillo era de plástico y él no acostumbraba en seguirle la corriente a los niños ya que decía que al hacer eso lo que conseguíamos era engañarlos y hacerlos parecer tontos, cuando Anne fue hacia su caja de juguetes para ir por más "comida" aproveche para hablar con Alec.
-¿Qué te traes entre manos?- le pregunte con suspicacia y él me miro entre asombrado y molesto.-
-¿Es que acaso no puedo disfrutar una tarde con mi mujer y mi hija?- me pregunto molesto –Se que tienes un mal concepto de mi pero realmente quisiera que me dieras una oportunidad, ahora más que nunca ya que decidiste darme otro hijo- su tono de voz cambio drásticamente a uno más amable y amoroso lo que me desconcertaba bastante.
-Ya te dije que ese es un tema discutible Alec, no sé si este lista tan pronto para comenzar a criar nuevamente, Anne aún es muy pequeñita y requiere cuidados y a pesar de que Charlie es más grande, no quiero descuidarlo- le dije nerviosa pero haciendo acopio de todas mis fuerzas para que él no lo notara.
-Bella créeme que te entiendo- pestañee cuando utilizo el "Bella" –Pero te prometo que las cosas cambiaran, nuestros hijos los criaremos juntos…- Anne lo interrumpió.
-Papi aún no te has tomado tu té, seguro eta frío- le dijo con su ceño fruncido, aquel gestito aunque la hacía verse igual a Alec la hacía parecer más dulce aún.
-¡Oh! Perdóneme- le dijo con una reverencia -¿Y has decidido ya que perrito vas a querer?- yo lo mire asombrada, luego a Anne que lo miraba con completa adoración y luego mire nuevamente a Alec que le sonreía cálidamente –Creí que eso era lo que querías- le dijo a Anne ya que no contestaba.
-¡Siii!- grito emocionada mi pequeña quien empezó a correr haciendo círculos por toda la habitación.
-¿Qué le sucede a Anne?- pregunto Charlie cuando entro en el cuarto, yo le abrí mis brazos para que viniese conmigo.
-Tu papá le comprara el perrito que Anne quiere- los ojitos de Charlie brillaron al igual que los de Anne y en cosa de segundos él ya estaba junto a ella manifestándose de igual forma.
-¿Por qué haces todo esto?- le pregunte extrañada y en un susurro para que los niños no nos escuchasen -¿Qué quieres conseguir?- Alec me miro ofendido y bufo.
-Se que piensas lo peor de mi y no negare los porque, solo dame el beneficio de la redención ¿quieres? No lo hagas por mí, sino por Charlie y Anne que merecen una verdadera familia- me pidió con sinceridad, al menos eso fue lo que sus ojos me reflejaban, yo asentí sin decir más, ambos nos giramos hacia los pequeños que seguían en éxtasis.
-¿Cuándo iremos por el perito papi?- Anne al fin dejo de dar vueltas y se acerco a nosotros para quedar sentada sobre el regazo de Alec.
-Esta misma tarde si gusta mi princesa- otro grito igual de fuerte que el anterior lleno el cuarto, Anne no dejaba de besar a su padre por todo el rostro, aunque era muy pequeña podía llegar a ser muy astuta.
Un leve golpe a la puerta nos hizo a los cuatro girarnos hacia ella para ver quién era.
-Mi señor- se anuncio Heidi –El Señor Sanguinetti acaba de llegar y solicita su presencia- mi corazón se alegro y comenzó a latir fuertemente, así los cuatro bajamos para recibir a nuestro invitado.
Charlie que iba tomado a mi mano caminando más adelantados que Anne y su padre, se soltó para correr en cuanto vio a Edward, yo le sonreí al verlo y el me guiño un ojo con complicidad, Charlie al llegar a él le tendió su mano como todo un caballero.
-Buenas tardes Isabella- me saludo Edward con su mirada intensa puesta en la mía mientras besaba mi mano, me sonrío de lado dejándome completamente deslumbrada, salí de aquel trance cuando escuche la vocecita de Anne acercarse a nosotros, ella seguía en su mundo con Alec hablando acerca del mejor perrito, para desgracia de Alec, quien tenía pensado en un perrito pequeño para no causar tanto alboroto en la casa y en el cuidado, fue sorpresivo para él cuando Anne le dijo que tenía decidido que el perrito debía de ser un labrador.
-Es un perro muy grande para ti- le dijo cuando llego a nosotros, luego miro a Edward.
-Anthony ¿Cómo estás?- lo saludo cortésmente, él me miro a mi nuevamente y con solo aquella mirada él me estaba diciendo que estaba ahí por mí.
-Muy bien, vine para informarte acerca de las nuevas inversiones- le dijo con su tono serio, es que si no supiera que todo esto era parte de su plan para llegar a la verdad, yo también le hubiese creído todo aquel cuento de los "negocios" solo me preguntaba ¿Qué tipo de negocios eran?-Hola Anne- saludo a mi pequeña que ya se encontraba en el suelo y era saludada con un suave beso de mi Edward, la pequeña le mostro sus pequeños dientes y se quedo junto a su papi quien le contesto a Edward.
-Claro no hay problema- le dijo mientras le hacia un gesto con la mano para hacerlo pasar a su despacho –Hay podemos seguir con la plática.
-Papi, creí que iríamos por mi perito- le dijo Anne con un puchero tan tierno que podría llegar a derretir hasta el corazón más frio.
-Lo sé hija, pero esto es importante para papi- le dijo Alec, Edward que estaba ya a su lado lo miro comprensivamente y me guiño nuevamente un ojo mientras Alec continuaba con su mirada en Anne.
-Por mí no hay problema Alec, si gustas puedes ir con la péquela por su perito y yo puedo quedarme aquí a esperarte, puedo terminar de leer los informes y así será más fácil cuando lo hablemos- le dijo, yo sonreí internamente con la idea de estar a solas con Edward.
-¿Estás seguro? No sé cuando demorare- le dijo casi convencido con la buena idea.
-Por supuesto, dime donde encuentro los últimos contratos y asunto arreglado- le dijo dándole una palmada en la espalda, Alec le sonrío agradecido.
-Bella tú conoces donde guardo los documentos importantes, ¿puedes llevar a Anthony?- necesite mucha fuerza de voluntad para no ponerme a gritar como minutos antes lo había hecho Anne debido a la emoción, un simple "SI" basto para Alec, quien se despidió afectuosamente de Charlie quien también quería ir junto a ellos para la elección del perrito.
-Papá yo también quiero ir- le dijo triste, Alec me miro como pidiéndome ayuda, pero él debía de saber que yo no le negaba nada a mis hijos.
-¿Y que pasara con Gregorio, lo dejaras solo?- le pregunto Alec.
-Podemos llevarlo también, verás que el no molestara ¿verdad mami?- me pregunto, yo revolví sus cabellos y le sonreí para luego asentir, él me regalo una enorme sonrisa por mi apoyo –Ves papi- le dijo a Alec satisfecho.
Finalmente Alec acepto salir con los dos pequeños, no sin antes reclamarme por mi falta de apoyo para con él, yo simplemente le dije que era una excelente idea para que compartieran los tres, si realmente Alec quería ser un buen padre, éste era un buen momento para demostrarlo con ellos, no conmigo.
-¿Vamos?- le pregunte seductoramente a Edward una vez que estuvimos solos, para mi excelente buena suerte, Heidi había ido al mercado para preparar la cena de esta noche ya que Alec le había pedido algo especial por que se encontraba de tan buen humor que quería compartirlo con su nuevo "amigo" Anthony. Por otra parte, Dídima y Marcus habían salido de visita con unos viejos conocidos suyos, por lo que me otorgaba la mansión para mi sola.
-¿Te he dicho lo hermosa que te vez hoy?- me susurro Edward al odio en cuanto cerré la puerta del despacho, sus manos se fueron directo a mi cintura aprisionándome entre su cuerpo y la puerta.
-Aún no- le dije coquetamente girándome para mirarlo a los ojos, lo que me hizo estremecerme de pies a cabeza ya que sus ojos estaban intensamente llenos de pasión.
-Pues lo estas- me dijo acercándome a su cuerpo y besando solo la comisura de mis labios, provocándome al extremo de que un leve pero audible gemido salió de mis labios debido a la insatisfacción de no sentir sus labios completamente en los míos.
-Edward…para- le dije poco convencida ya que sus hábiles manos estaban ya bajo mi vestido acariciando avariciosamente mis piernas, desde la pantorrilla hasta los muslos.
-¿Estás segura? Porque tu cuerpo no parece querer lo mismo- me dijo con su sonrisa arrogante que estaba comenzando a amar pues se veía tan sexy.
-Es…estoy…segu…- dije a duras penas, un fuerte gemido salió sin poder contenerme cuando sentí sus dedos provocar en mi centro.
-No te imaginas cuanto te deseo, cuanto he deseado estar así contigo mi Bella- me susurro suavemente al oído, sintiendo además su aliento abrazarme fuertemente perdiéndome completamente en él -Y tu mi Bella ¿me deseas?- ¿Qué preguntas son esas? Lo mire fijamente solo para que viese en mis ojos todo lo que había despertado en mi, todo aquello que estaba dormido desde la última vez que hicimos el amor, o mire coquetamente y le coloque el cerrojo a la puerta y le sonreí complacida cuando me sonrío abiertamente, tengo que decir que Alec muchas veces había intentado provocarme de esta manera, pero nunca consiguió siquiera que el corazón se me acelerara, en cambio en este momento solo con pensar en lo que podría ocurrir, sentía el corazón desbocado.
-Hazme tuya Edward- le pedí en un leve jadeo cuando mi centro comenzó a palpitar por más atención, sentí como me levantaba y chocábamos con algo, no preste atención con que, un par de intentos más y estábamos sobre el sofá.
-Así es como será siempre mi preciosa niña, siempre mía- dijo besándome suavemente.
Cuando estuve tendida él se tomo un par de segundos para analizarme, cual bestia decide por donde comenzar a devorar a su presa, tomo una de mis piernas para comenzar a acariciarla lentamente, llevando sus manos más y más arriba, yo me mordí el labio para ser fuerte y no comenzar a híper ventilar tan pronto.
-No hagas eso o esto será más rápido de lo que esperas- dijo con sus ojos puestos sobre mis labios, yo le sonreí juguetona al sentir que podría conseguir sienta ventaja.
-Que no haga que- y comencé a bajar el cierre de mi vestido y luego bajar los tirantes para dejar a la vista mi sujetador, lo tente un poco más acariciándome levemente el inicio de mis pechos, sus intensos ojos verdemar no podían ocultar con totalidad la lujuria que comenzaba a emanar desde su interior.
-Estas más hermosa y exquisitamente deseable- le sonreí por aquel cumplido, sin duda el embarazo te otorgaba el ganarte ciertas curvas que quizás antes no poseía, el adquirir un poco más de forma y volumen era una buena ventaja cuando se quería cambiar del cuerpo de una niña al de una mujer.
-Todo lo que ves y lo que no es solo tuyo, eres el único con el derecho a desear más, el único al que quiero dentro de mí- lo mire a los ojos y seguí con mis delicadas caricias provocándolo –Ahora- le exigí, Edward se lanzó sobre mi levantando mi vestido y jalando mi braga hasta las rodillas, de ahí en adelante me deshice fácilmente de ella con mis pies, sus ojos se fijaron en mis pechos aún cubiertos por la fina tela, sus labios comenzaron a provocar mis ya duros pezones por su falta de atención.
Una exquisita sensación me invadió por completo cuando saco la tela y llevo a sus labios aquellas puntas tan erectas para recibirlo, mi cuerpo aún lo recordaba, de eso no cabía la menor duda.
-Me encantas- gimió audiblemente mientras seguía jugando con uno de ellos entre sus labios y lengua para luego mordisquearlo y excitarme aún más, si era posible.
-Más- le pedí ya dejando todo pudor de lado, esta agonía se estaba haciendo cada vez más larga y difícil.
-Tranquila mi vida, las cosas buenas toman tiempo- me dijo mirándome a los ojos pero sin apartarse de mis pechos, con una de sus manos atendió a aquella punta solitaria que gritaba por atención, gemí cuando sentí su otra mano acariciar mi centro ya listo para recibirlo, abrí mis piernas solo para que tuviese mejor acceso –Hmmm- lo escuche decir con su boca devorando mis pechos, yo cerré los ojos por aquella descarga dolorosa que estaba sufriendo en mi parte baja, lo necesitaba y estos ocho años sin tenerlo junto a mí se estaban haciendo presente tan fuerte que me sentía como una ninfomanía por la necesidad de tenerlo.
Dejo varios soplidos sobre mis húmedos pechos y varias caricias sobre mi centro antes de sentir un dedo en mi interior, con una exasperante arrogancia y parsimonia Edward se tomaba el tiempo para sacar y adentrar sus expertos dedos sobre mi, yo levantaba mis caderas por la necesidad de más fricción cuando sentí que introducía otro dedo y aceleraba un poco más, provocándome una exquisita sensación que me llevo a morderme el labio fuertemente, sentí el sabor de la sangre pero no le preste atención pues el sabor de aquel momento era mucho mejor que el oxido y sal.
-Un juegues más- le pedí mientras continuaba moviendo mis caderas, sentí la sonrisa de Edward y su necesidad tan palpable como la mía.
-Mi pequeña ansiosita- dijo antes de besarme fieramente en los labios y sentir como el removía rápidamente sus pantalones y ropa interior, abrí mis ojos emocionada cuando sentí la punta de su miembro tocar en mi entrada, cual intruso pide permiso para un acto tan pecaminoso como el que acontecería, no fueron necesario más palabras, solo con nuestras miradas conectadas vimos en nuestros ojos cuanto necesitábamos del otro, aquella necesidad que creíamos perdida pero que hoy se hacia presente tan palpable como este momento.
-Te amo- le dije cuando sentí una lagrima surcar mi rostro, él con su suave dedo la limpio y dejo varios besos en su reemplazo.
-Como yo a ti, mi Bella- dijo antes de introducirse deliciosamente en mi, suspire ante aquella fricción tan exquisita que estaba casi olvidando, Dios cuanto lo había necesitado en mi vida, ahora podía comprender como es que había evitado tantas cosas en estos ocho años, mi respiración se volvió errática por la sensación de la penetración.
Sus embestidas comenzaron a aumentar de ritmo, el llevo sus manos hacia mis nalgas apretándome así más contra él, podía sentir su corazón palpitar tan acelerado como el mío y su placentero jadeo que me hacia vibrar desde lo más profundo de mi ser, sentía mi llegada acercarse tan poderosa que lo tome por los hombros y comencé a moverme a su ritmo incentivándolo para que tomase más de lo que quisiera.
-Vente para mi- pidió con su voz áspera que sirvió para cumplir su petición.
-Solo para ti- dije cuando sentí el orgasmo más delicioso que pueda llegar a sentir, a los pocos minutos Edward se dejo caer sobre mi cuerpo pero siempre soportando su propio peso, sentí como su respiración comenzaba a regularizarse y en ese momento salio de mi, suspire en parte triste por no poder quedarme así toda la vida con él, compartiendo este momento tan intimo que me hacia olvidar todo a mi alrededor, por otra parte debíamos ser cuidadosos y no lo había sido mucho el hacerlo en el despacho de Alec en el cual él podría haber llegado en un mal momento.
-Debemos arreglar este desorden- me dijo con una sonrisa picara, yo lo mire sin comprender mucho sus palabras y mire el lugar, dos sillas botadas, un masetero dado vuelta y lo peor, todo lo que estaba sobre el escritorio de Alec estaba regado sobre el suelo, lo mire aterrada ante la escena, él me sonrío para calmarme y se levanto para acomodar su ropa, aproveche ese instante para hacer lo mismo, ¿Dónde estaban mis bragas? Busque por el suelo y me ruborice cuando vi mi ropa interior colgando de la lamparita que Alec tenía al lado del sofá –Que puntería eh- me dijo Edward divertido, me levante de un brinco para tomar mis bragas y luego me acerque a él para darle un pequeño golpe sobre el brazo.
-Todo este desorden es tu culpa- le dije ofendida pero sonriéndole.
-No te vi protestar y negarte mucho que digamos- mi corazón se hincho de felicidad cuando lo vi sonreír sinceramente, desde su llegada es que no había visto aquel simple gesto ser más profundo y sincero como lo era en este momento, él me acerco hacia si para besarme una vez más.
-Por mi no hubiese acabado- le dije algo avergonzada por aquella admisión –Pero Alec y los niños deben estar por volver- le dije cuando vi el reloj que estaba en la muralla a su espalda, él acepto algo frustrado y comenzamos a ordenar todo como estaba.
Un par de minutos después el lugar estaba como si nada hubiese pasado, lo único que si necesitaba y con urgencia era una ducha para sacar la capa de sudor que había quedado en mi cuerpo –Me iré a duchar y vuelvo- le dije con una sonrisa, me acerque para besarlo y salí del lugar, iba a la mitad de las escaleras cuando la puerta principal se abrió dejando entrar a mis hijos y a Alec que se veía algo frustrado, suspire agradecida por que alcanzamos a arreglar todo.
-¿Cómo les fue?- les pregunte a mis hijos que corrieron a abrazarme en cuanto me vieron.
-No ta perito- dijo Anne triste cuando me abrazo por el cuello, la alce entre mis brazos y me acerque a Alec quien se veía triste.
-¿Qué paso?- Le pregunte.
-Ha Anne no le gustaba ningún perrito- dijo Charlie que estaba sentado en la escalera, mire nuevamente a Alec quien asintió.
-Ella insiste en que debe ser un Labrador- sonreí internamente por su testarudez, sin duda Edward siempre dejaba su marca aunque no lo intentase.
-Ya encontraras un perrito que te guste cariño- le dije acariciando sus cabellos cuando sentí que comenzaba a llorar sobre mi hombro, sus cortas manitas se aferraban fuertemente a mi cuello.
-¿Interrumpo?- escuche la voz de mi amado llegar desde el pasillo.
-Las mujeres son ta complicadas- escuche el bufido de Charlie, comencé a reír por su intervención. Con Anne en mis brazos subí al segundo piso, aún necesitaba aquel baño y ayudar a mi hija a superar su penita.
-Hija, ya verás que pronto encontraremos el perrito que buscas- le sonreí y acaricie su rostro cuando la deje sobre la cama, ella me sonrío calidamente y minutos después apareció Heidi con el biberón con su leche –Hmmm que rico, un especial de lecha para calmar a la princesita de la casa- le dije con una voz infantil, bese su mejilla y ella me abrazo por el cuello.
-Te quero mami- mi corazón se contrajo por sus dulces palabras.
-Y yo te amo mucho más- le dije, la acomode entre sus mantitas y ella se quedo abrazada a su osito mientras se tomaba su leche, me acomode a su lado hasta que se quedo dormida y pude al fin dirigirme al baño.
Tengo que confesar que la ducha fue peor para mi sistema nervioso, mientras me enjabonaba el cuerpo inevitablemente recordaba las hábiles manos de Edward sobre mi y mi corazón de inmediato se aceleraba y cierta parte pedía atención, frustrada por no poder ni siquiera una ducha darme tranquila, active el agua helada y asunto arreglado. Me arregle casual para la cena de Alec pero al llegar a la sala presencie una pequeña discusión que hubiese preferido omitir.
-Pero señor la cena ya estaba casi preparada, solo había ido por unos detalles- le dijo Heidi apenada.
-Ya te he dicho que saldremos a cenar afuera- le dijo molesto –A mi esposa- dijo mirándome a mi y levantándome una de sus manos para que me acercara a él -¿Te apetece que salgamos a cenar afuera? Podríamos celebrar de paso que aceptaste darme un nuevo heredero- la mirada de Heidi se opaco y sus ojos reflejaban tanto odio que tuve que desviar mi mirada.
-Ya te dije que aún no esta decidido- le dije en un susurro para evitar que Heidi escuchara nuestra platica.
-Se que igual aceptaras- me contesto el con otro susurro y luego beso mi sien.
-¿Y tu invitado?- dije de modo despreocupado, pero el no ver a Edward realmente me preocupaba.
-Esta jugando con Charlie y Anne en el jardín- dijo mientras caminábamos hacia el lugar, mientras me duchaba Anne había despertado por una fea pesadilla que había tenido por lo que fue a buscar a su hermano para que cuidara de ella, por lo que me había explicado Alec. Al llegar al jardín la escena ante mis ojos me conmovió por completo, Edward estaba sentado sobre la banca del jardín con Charlie sentado en su pierna y Anne en la otra, ambos lo miraban con toda la atención posible, algo de lo que Edward le estaba diciendo los mantenía animados y entusiasmados.
-¿Qué sucede?- pregunto Alec cortando aquel momento tan tierno que incluso me hizo sentir mal.
-Es un sequeto papi- dijo Anne con una sonrisa radiante, todo lo contrario a como había llegado minutos atrás.
-Está bien, esta bien, yo no me meteré- le dijo Alec quien me tenía abrazada de la cintura de modo muy posesivo, pude ver como Edward me miraba através del rabillo de sus ojos, la pena era palpable en ellos.
-¿Listos para la cena?- pregunto Edward con su actitud arrogante levantándose de la banca y dejando a los niños en el suelo.
-Claro, pero aún no me dices con quien iras, además tienes que decirme quien es ese nuevo inversionista tuyo- le dijo Alec curioso, yo solo podía pensar en con quien iría Edward, lo mire con una ceja alzada y él me sonrío complacido.
-Jane me acompañara a la cena como mi pareja- dijo de pronto, el aire se me atoro en la garganta provocándome que comenzara a toser.
-¿Estas bien?- me pregunto Alec preocupado.
-Si todo bien, creo que se e fue la saliva por el lugar equivocado- le dije sin apartar la mirada de Edward, él me hizo un gesto indicándome las manos de Alec en mi cintura y volvió a sonreír, muy bien si quería jugar, juego le daría.
-¿Y quien es tu inversionista tan bueno para los negocios?- pregunto Alec volviendo al tema.
-Black- dijo de pronto Edward, provocando que mi corazón se acelerara por aquel apellido que llevaba años sin escuchar –Jacob Black es mi nuevo socio- dijo Edward con una sonrisa llena de suficiencia, mientras las manos de Alec se aferraban fuertemente a mi y podía escuchar como un fuerte gruñido salía desde su garganta.
uff este ya es el ultimo, gracias por la esperar chiks y disculpen la demora
Bbra- .
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Re: El Conde Montepulciano
amiga¡¡¡ te pasate gracias¡¡¡¡ estos capitulos son muy hermosos...jejej
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Re: El Conde Montepulciano
jeje para actualizar atal
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Re: El Conde Montepulciano
WOW
esta realmente bueno me muero de ganas de ver la continuacion
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Elizabeth le françoise- .
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Re: El Conde Montepulciano
gracias Barbie
han estado genial pobre Edward lo que tubo que pasar alli encerrado ........me encanta el juego de celos quese estan provocando va ha ser divertido
han estado genial pobre Edward lo que tubo que pasar alli encerrado ........me encanta el juego de celos quese estan provocando va ha ser divertido
xole- .
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Re: El Conde Montepulciano
"Revelación"
Debía relajarme o toda la famosa fachada que quería imponer Edward se iría por el retrete, pero con la sola idea de verlo con alguien tan arrastrada como Jane provocaba que me hirviera la sangre, mientras acomodaba mi cabello en un casual peinado me observaba por el espejo y vaya que mi semblante se veía enojado.
-¿Lista?- escuche de pronto preguntar a Alec desde el marco de la puerta, suspire internamente para calmarme y lo mire con mi mejor sonrisa de "esposa" si lo recordaba, ese era un excelente termino que me gustaría utilizar dese ahora, el saber que mi verdadero esposo seguía siendo Edward era algo que me gustaría gritarlo a los cuatro vientos, pero debía hacerlo como él, todo a su debido tiempo.
-Claro- le dije y él se acerco para tenderme su mano y ayudarme a levantarme, juntos pasamos a la habitación de Anne que estaba con su hermano ya que ambos querían por esta noche dormir juntos -Cuida de tu hermana ¿bueno?- le dije a Charlie, a él le gustaba toda clase de misiones que tuviesen una dificultad "elevada" y el hacer dormir a Anne –excepto yo claro- era realmente un reto, a él le gustaba que se le encomendara aquello ¿Cuál era su técnica? Jugaban hasta más no poder y así ambos caían rendidos a los brazos de Morfeo.
-Si mi capitán- y me hizo un saludo militar, le sonreí llena de dicha y amor, era increíble como crecían los hijos, todos aquellos miedos que aparecen en el mismo instante que ves sus ojos por primera vez y piensas en todos los males que existen en este mundo y sientes esa necesidad imperiosa de hacer un mundo mejor para ellos. Así fue que los bese y salí de la habitación dejando a dos revoltosos niños con sus cabecitas llenas de las "mejores" ideas para jugar.
-Otro hijo sería realmente genial- me tensé cuando Alec dijo aquello, íbamos escaleras abajo él rodeando mi cintura cuando se le ocurre sacar aquel tema –No te quiero presionar Bella, lo sabes, pero quiero que lo consideres como una nueva oportunidad para ambos- lo mire a los ojos para recriminarle lo que había pasado la última vez, pero me quede con las palabras atoradas cuando sus ojos reflejaban miedo, esperanza pero sobre todo amor.
-Buenas noches- nuestra conexión se perdió cuando escuche la voz de Edward, lo mire instantáneamente y él me sonrío abiertamente –Tengo que decir que luce realmente hermosa Isabella- por el rabillo del ojo podía ver que Alec seguía mirándome lo que me hacia ponerme nerviosa, Edward aprovecho ese momento para guiñarme un ojo a modo juguetón.
-Entonces ¿Dónde iremos?- pregunto Alec saliendo de su ensimismamiento.
-Es un lugar realmente hermoso a las afueras de la ciudad, he traído mi coche para que no se preocupen del trayecto- le comento Edward.
-¡Anthony querido!- lo que me faltaba, otra vieja arrastrada.
-Dídima que gusto de verla, cada día luce más hermosa- le dijo él cortésmente mientras besaba su mano, tuve que desviar la mirada para no comenzar a sufrir de arcadas.
-Y tú estás realmente guapo- ¿Cómo podía ser tan descarada? -¿Dónde van?- que por favor no se le ocurra invitarse sola, suficiente tendré con Jane.
-Es una cena de negocios madre- le dijo Alec, algo andaba mal entre ellos dos, Alec nunca había sido tan cortante con su madre –Antes de irnos ¿me permites unos minutos?- ella acepto y ambos salieron hacia el despacho de Alec disculpándose por dejaros a solas unos minutos.
-¿Qué se traerán esos dos?- susurre bajito mientras los veía perderse por el pasillo, de pronto sentí dos fuertes manos alrededor de mi cintura, su toque era lejos el mejor cálmate o medicina para olvidar.
-Estás hermosa mi princesa- me dijo mirándome a los ojos, esos hermosos ojos verdemar que cada vez que se unían a los míos brillaban de una manera única.
-¿Aún piensas ir con Jane?- le pregunte como si no fuera de gran importancia, pero tengo que decir que utilice toda mi fuerza para no sonar resentida o celosa.
-Bella confía en mi, mi corazón solo le pertenece a una mujer, que casualmente esta frente a mi- le sonreí como una tonta por sus palabras –Todo lo que veas hoy entre ella y yo no es más que parte de mi plan, es necesario estar cada vez más cerca de la familia y con Jane se me presenta una oportunidad única- asentí comprensivamente, yo sabia que todo esto era parte de su plan pero Dios sabe que se me hace realmente difícil el pensar verlo con otra mujer y verlo es aún peor.
-¿Jacob estará ahí?- le pregunte dudosa, él asintió con una sonrisa arrogante -¿Él sabe…él sabe? Bueno que tú eres tú- le pregunte.
-Él sabe que soy Edward, digamos que tenemos una sociedad por motivos similares- iba a preguntarle aquellas razones cuando escuchamos la puerta del fondo abrirse lo que nos indicaba que Alec y Dídima venían hacia nosotros –Otra cosa, pase lo que pase esta noche, confía en mi y acepta todo lo que diga, necesito que Alec vea que realmente te entusiasma cierta idea que tengo- besó mis labios rápidamente y se alejo lo suficiente para hacernos ver casuales.
-¿Todo bien?- pregunto Alec llegando solo y quedando a mi lado, yo quede en la nube con aquel pequeño pero significativo beso.
-Tu mujer tiene ideas realmente buenas- dijo de pronto Edward, Alec y yo lo observamos con la duda marcada en el rostro –Le estaba preguntando a Isabella que le parecía el negocio de los viñedos y ella tiene ideas muy buenas- intente componer mi rostro cuando Alec me observo meticulosamente.
-Nunca me habías dicho algo al respecto- mire a Edward algo molesta por haber dicho aquello sin informarme, ahora tendría que arreglármelas sola, con lo mala que soy para mentir.
-Nunca me lo habías preguntado directamente, además fue una tontera- dije despreocupadamente pero fulminando a Edward con la mirada.
-¡Que va! Esta noche hablaremos de ello y te darás cuenta de lo que digo Alec- no te excedas, no te excedas, dije para mis adentros mirándolo para que dejara el tema ¿Qué se supone que diría llegado el momento?
-Los negocios son los negocios Anthony, nunca se mezclan con las mujeres- ahora fue el turno de fulminar con la mirada a Alec por su comentario -¿Qué, te interesa?- pregunto contrariado.
-No seria malo conocer lo que hace mi marido- le dije seria, Alec se hecho a reír pero al ver que no cambiaba mi semblante se detuvo.
-Será mejor que nos vayamos, debo pasar aún por Jane- dijo Edward, bufe molesta pero al menos pareció que era por la reciente discusión con Alec en lugar de mis celos.
Pasamos a recoger a Jane, quien no dejaba de coquetear con Edward y decirle lo feliz que se sentía con todo lo que le estaba ocurriendo.
-¿Piensas decirnos de que va el asunto?- le pregunto Alec, quien iba sentado a mi lado y me tomaba de la mano para acariciarla con su pulgar, Jane miro a Edward quien le hizo un gesto negativo con la cabeza.
-En el restaurante te lo contaremos- aquella afirmación de que algo sucedía comenzó a preocuparme.
-¿Estará ese hombre?- pregunto ácidamente Alec, Edward lo miro despreocupadamente y asintió.
-¿Algún problema con él?- dijo como si nada.
-Digamos que es un asunto aún sin resolver- mis ojos se abrieron enormemente y lo mire preocupada, Alec intento relajarme con una sonrisa que más que calida me pareció siniestra, la primera vez que intento solucionar un asunto que se relacionaba conmigo, él opto por mandar al amor de mi vida al lugar más despreciable de la faz de la tierra, a su familia prácticamente exiliada de la ciudad escondiéndose por su seguridad y… y así más cosas que preferiría no pensar por que sino comenzaría a llorar.
-Espero no incomodarte Alec, pero Black es un muy buen inversionista con bastante dinero que podría ayudarnos en este negocio, digamos que él es algo inexperto y nuevo en este mundo- la sonrisa de Edward cambio a una fría y arrogante, lo que no me gustaba mucho por que se asemejaba tanto a esta familia que asustaba, Alec le sonrío entendiendo el punto de Edward.
Al llegar al restaurante el maître llego para atendernos y al ver reunidos a Edward con Alec sus ojos brillaron de inmediato pensando en la ostentosa comisión que recibiría por servirnos, rodee los ojos, esto era tan común ya que ni me moleste.
Así fue que nos llevo hasta nuestra mesa, no fue ni necesario que Edward le dijese que la mesa estaba reservada a su nombre, de hecho, pienso que si no hubiese tenido reservación igual nos daría la mejor mesa que tuviesen.
Al llegar a la mesa mi corazón dio un salto de felicidad al ver la espalda de mi amigo Jake, Edward toco su hombro y él de inmediato se levanto para saludar, al verme sus ojos se llenaron de la más tierna emoción y felicidad pero él estaba intentando guardar las apariencias y mantener su rostro lo más serio posible debido a Alec.
-Jacob un gusto de tenerte nuevamente- le saludo Edward, Alec simplemente le tendió su mano con el disgusto marcado en el rostro, Jane que parecía una completa adolescente colgada del brazo de mi Edward lo saludo con una leve mueca de disgusto, yo le tendí mi mano y en su apretón sentí todo aquel cariño que nos hubiese gustado entregarnos estos largos ocho años.
Edward y Alec ordenaron salmón ahumado y el mejor vino blanco, yo asentí cuando Alec supuso que ese seria también el platillo que me gustaría comer, ya estaba acostumbrada a que él decidiese por mí hasta en esas mínimas cosas.
Cuando Edward y Alec comenzaron a planear no se que cosas acerca de unas hectáreas perfectas para el viñedo, yo aproveche de fijar mi mirada en los pozos oscuros de de Jake, se veía algo triste y cansado, realmente algo andaba mal con mi amigo.
Lo único en lo que pensé fue que ahora como sabia que mi amigo estaba cerca, haría hasta lo imposible por poder reunirme con él y saber que a sido de su vida estos últimos años.
-¿Qué crees según tú, que seria lo mejor?- me pregunto Alec, lo miré algo asustada sin saber que decirle –Anthony dijo que tenias muy buenas ideas- mire a Edward afligida pidiéndole ayuda.
-Le estaba comentando a Alec la idea que me dijo hace un rato atrás, si las hectáreas de terreno en lugar de utilizarlas para la ganadería, la acondicionáramos para plantar uvas y crear así un viñedo y exportar vinos- dijo Edward con toda naturalidad –Isabella piensa que ese es un rubro aún sin explotar en este país- Alec quien observaba a Edward con suma atención, giro su rostro a mi.
-¿De verdad tú pensaste en eso?- preguntó entre escéptico y orgulloso, el gesto leve de Edward me dijo que debía asentir.
-Si, así es- dije con naturalidad pero rogando a que no comenzara a preguntar más, el tema no sonaba difícil pero tampoco estaba lo suficiente informada como para dar mi opinión.
-Con Jacob teníamos unas ideas similares acerca de explotar cierto terreno familiar que posee- el resto de la velada fue en torno a los negocios que los tres comenzarían a llevar, Alec aún se veía renuente a tener como socio a Jake, pero Edward realmente lo estaba manejando muy bien, tan bien que asustaba.
Su abuelo había hecho un muy buen trabajo, el poder de convencimiento, convicción y de manipulación que manejaba era poderoso.
-Bueno creo que si la idea prospera como lo pensamos ira todo bien, lo que si me gustaría saber es ¿como convenceremos a Stevenson de que nos venda sus terrenos contiguos al de Black?- pregunto Alec.
-Estuve pensando en ello de camino para acá- le dijo Edward –Verás, Stevenson ama a su mujer y él realmente hace todo lo que ella quiere, aunque lo niegue- Alec rió por el comentario de Edward, bufe por la testosterona que comenzaba a florar.
-Piensas que su mujer pueda interferir por nosotros- pregunto Jake con un horrible intento de parecer asombrado, pues al menos yo lo conocía y podría jurar que simplemente le estaba siguiendo el juego a Edward.
-La esposa de Stevenson es algo solitaria debido a su forma de ser tan esotérica, no tiene amigas por lo que había pensado en que quizás a Isabella le gustaría serlo y plantearle nuestra idea- la mirada de Edward fue intensa bajo esa fachada de seriedad, Alec mientras lo miraba negaba por lo dicho.
-No dejaría que una mujer así este cerca de mi mujer, podría llenarle la cabeza de idioteces- me gire a mirar a Alec enojada.
-Que poca confianza me tienes- le dije indignada –Veo que ni para algo tan simple como hacerme amiga de una mujer para conseguirte algo para tu beneficio es lo suficientemente fácil para mi- Edward me guiño el ojo alentándome a que continuara.
-Bella cariño no es eso, no me gustaría que una mujer así de rara intentara cambiarte- Alec tomo mi mano y la beso delicadamente mientras dejaba pequeñas caricias para calmarme.
-Nunca me darás el lugar que me corresponde- le dije resentida.
-No es eso Isabella, pero las mujeres poco entienden de negocios- lo mire petulante.
-Según lo que dice Anthony, comprendo muy bien lo que se necesita para conseguir un muy buen negocio- Edward asintió pero Alec no cambio su decisión, de un momento a otro tomo mi rostro entre sus manos y me besó quizás para intentar así apaciguarme, yo me quede congelada en mi lugar con los ojos abiertos y por el rabillo de uno de ellos podía ver como el semblante de Edward se contraía de dolor
-La próxima semana Stevenson piensa dar una fiesta para anunciar la llegada de un nuevo hijo a su familia-le informo Edward –Al menos podrías permitirle que asista a la fiesta- le aconsejó.
-La próxima semana se mi padre necesita de mi compañía para ir fuera del país por lo que no podría acompañarla- dijo apenado.
-Yo podría llevarla- mis ojos se ensancharon cuando Jake se ofreció ¿Qué estaba intentando hacer? ¿Quiere que lo maten por intentar acercarse a mí?
-Ni loco la dejaría a tu cuidado, si yo no puedo ir ella no ira y asunto arreglado- dijo tajante Alec tensando todos sus músculos y mostrando toda la frialdad de sus palabras en su rostro.
-Tranquilo amigo- le dijo Edward palmeando su brazo –Si no puedes ir, puedo ofrecerme ¿solo si gustas, claro?- mi corazón salto de emoción e inevitablemente sonreí al comprender las intensiones de Edward, siempre un paso más adelante.
-No se si sea correcto que Isabella este tanto tiempo lejos de casa, los niños la extrañaran- dijo Alec pensativo pero sin negarse a la proposición de Edward.
-Puede llevarlos, no hay problema- le ofreció Edward –Tengo una propiedad allá por lo que estarán cómodos y como en casa.
-¿Y la escuela?- le contra pregunto.
-Solo serán unos días Alec, tómalo como unas vacaciones para tu mujer por su abnegada labor de madre y para tus hijos para que salgan a conocer, sin compromisos, solo unos días de descanso- Alec no dijo nada más del asunto, yo mire a Edward borrando toda esperanza, Alec no cedería.
Luego de aquella platica a la que no se llego a nada, ellos continuaron con sus negocios y programando unas visitas al terreno de Jake, Jane por su parte cada vez que daba su opinión era como si no lo hubiese hecho, me hacia reír ante sus fallidos intentos de llamar la atención, pero lo consiguió y de que manera.
-¿Ya podemos decirles?- le susurro bajito a Edward pero lo suficientemente audible para el resto, Edward asintió he hizo venir al mesero para pedir Champagne para celebrar ¿celebrar que?
-¿Qué sucede?- Alec le pregunto a su prima quien comenzó a híper ventilar como una loca.
-Anthony y yo somos novios- le dijo con una sonrisa de suficiencia mientras que mi rostro decaía en uno completamente triste sin poder evitarlo, Jacob me miro a los ojos y negó con la cabeza solo para que yo pudiese percibirlo –recuerda Bella es solo parte del plan- me repetí mentalmente.
Los felicitamos y brindamos deseándoles suerte, si claro. Alec le pidió unos minutos a su prima para felicitarla de modo personal y así los dos se levantaron a charlar en una habitación privada del lugar.
-¿Qué es todo esto?- le pregunte indignada.
-Tranquila Bella, que este tonto te ama como un loco- dijo Jacob con una sonrisa amable y divertida mientras Edward asentía sonriéndome amorosamente.
-¿y que, ahora son amigos?- pregunte confundida.
-Algo así- dijo Edward con la diversión plasmada en su rostro, él muy… estaba disfrutando con mi frustración de no saber nada.
-Nessie te manda sus saludos y dice que lo único que desea es verte- dijo de pronto Jake, lo mire asombrada y él asintió –Nos casamos hace ocho años y tenemos un pequeño de siete- le sonreí emocionada por lo que me contaba, mi amigo había conseguido hacer su vida, al menos alguien de los dos tuvo suerte todo este tiempo, pero de pronto sus ojos se oscurecieron y se llenaron de tristeza.
-¿Qué sucede?- le pregunté preocupada.
-Nada Bella- dijo él.
-¿Cómo que nada? Nessie y Seth tienen que esconderse al igual que mi familia por culpa de esos malditos Vulturis- rugió Edward sumamente enojado, yo mire a Jacob para saber si era verdad lo que me decía, pasados unos minutos el asintió derrotado.
-¿Cómo es posible?- dije llevando mis manos hacia mi pecho para intentar serenarme -¿Por qué nunca me lo dijiste?- le pregunte preocupada, necesitaba hacer algo por mi amigo.
-Alec y su familia no son personas con las que se pueda entrar en razón, intente acercarme Bella, pero entendí cuales eran las consecuencias- lo mire sin comprender –Mi padre fue asesinado- dijo con su voz rota y llena de dolor, inevitable e inmediatamente de mis ojos cayeron dos lagrimas al ver la tristeza de mi amigo, otra persona que caía por mi culpa a manos de los Vulturis.
-Lo lamento, yo… ¡Esto es todo mi culpa!- grite frustrada, varios pares de ojos se giraron para observarme mientras que Edward y Jacob intentaban tranquilizarme.
-Cariño nada de esto es tu culpa- me calmo Jake.
-Mi amor, ellos hicieron todo esto, tú simplemente te cruzaste en el camino de uno de los peores- su mano tomo la mía y le dio un apretón reconfortante.
-Necesito ayudarlos- les dije decidida –Necesito hacer algo por todos aquellos que pagaron injustamente- ambos se veían tristes por mi cambio, ya no seria una niñita espectadora, ya no seria la Bella que simplemente observaría como Edward tomaba su venganza, yo también tenia la mía propia, no solo por mi padre, la familia Cullen y la de Jacob, sino por mis hijos y la mía propia.
Cambie mi semblante a uno más altanero y orgulloso, ya no pensaría en Alec con misericordia, si él realmente estaba dispuesto a cambiar que lo hiciera por su alma, pues yo ya no lo podría perdonar.
-No quiero que estés metida en esto, tú vives con él por lo que no puedo protegerte como yo quisiera- me dijo Edward con sus ojos suplicantes.
-No necesitare que me cuides Edward, déjame ayudarte- y él retiro su mano rápidamente de la mía, odia sentir los pasos de Jane y Alec aproximarse a nosotros.
La famosa cena ya no tenía el mismo gusto que antes, no dejaba de pensar en lo recientemente conversado y mi cuerpo inevitablemente reaccionaba cuando Alec intentaba tocarme, evitándolo, cosa que no paso desapercibido para él.
Cuando Theo nos dejo en casa, quise irme inmediatamente a mi cuarto.
-¿Qué es lo que te sucede? De la nada te pusiste extraña- me recrimino Alec tomándome del brazo y haciéndome girar a él y haciéndome perder el equilibrio levemente ya que estaba en los últimos peldaños de la escalera para llegar al segundo piso.
-Nada- le dije sin mirarlo pues si lo hacia de seguro le recriminaría por todo lo que había hecho.
-¿Cómo que nada? Isabella me estoy cansando de tus jueguitos, e puesto lo mejor de mi parte para que estemos bien y te sientas a gusto a mi lado pero tus cambios no los logro comprender- me dijo alzándome la voz.
-Estoy cansada Alec- le dije intentando zafarme de su agarre pero él apretaba más fuerte impidiéndomelo -Me haces daño- le dije con un hilo de voz cuando su mano estaba cada vez más fuerte sobre mi muñeca.
-Puedes descargar tu furia esta noche bajo mi cuerpo- me asquee cuando comenzó a besar mi cuello ya pasar sus manos por mis pechos, el olor a alcohol que sentí era fuerte y repugnante lo que me indicaba que su actitud se debía a lo borracho que estaba, intente zafarme pero me era imposible, sus manos me tocaban fuerte y brutalmente
-¿Mami?- gimoteo la pequeña que observaba la escena unos pasos más allá, al aparecer Alec no había notado su presencia puesto que no me soltaba y yo solo podía concentrarme en la pequeña que se acerco a nosotros he intentaba sacarme de encima a su padre.
-Hija ve a tu cuarto- le ordene cuando vi que comenzaba a darle pequeños manotazos a su padre para que me soltara.
-¡Suéltala papi!- le grito tan fuerte que Alec la oyó, pero estaba tan ebrio que perdió el equilibrio empujando a Anne provocando que comenzara a rodar por las escaleras, un fuerte grito salio de mi garganta al ver a mi pequeña llegar hasta el último peldaño y corrí para auxiliarla, comencé a llorar cuando vi que su cabecita comenzaba a sangrar.
De inmediato apareció Alec a mi lado quien se veía consternado he intentaba sacar a Anne de mis brazos.
-¡Aléjate de ella!- le grite furiosa, en ese instante apareció Dídima acompañada de Marcus y Heidi, todos miraban la escena desconcertados y como caído del cielo la puerta principal sonó, Marcus abofeteo a Alec para que este reaccionara y le explicara lo sucedido mientras que Dídima gritaba para que alguien llamase a una ambulancia. Heidi fue en su bata a abrir la puerta y en ella apareció Edward.
-Estaba por irme cuando escuche unos gri…- me observo asustado y de inmediato estuvo a mi lado -¿Qué a sucedido?- yo no paraba de llorar por lo que no reaccione ante su pregunta –Debemos llevarla al hospital ahora mismo- solo asentí y deje que cargara a mi pequeña entre sus brazos y lo seguí al auto.
No me importo si alguien pensaba en acompañarnos, solo pensaba en que no fuese tarde y llegásemos cuando antes al hospital.
Theo al vernos salir se apresuro a abrirnos la puerta trasera, Edward no soltaba a mi pequeña mientras que yo a su lado sostenía su manita -¡Acelera!- le grito Edward a Theo y él así lo hizo, antes de perdernos por el camino vi a Alec con su mirada perdida correr hacia la salida seguido de sus padres y vernos marchar.
Al llegar al hospital de inmediato aparecieron unas enfermeras que se llevaron a Anne en una camilla y los doctores la siguieron hacia pabellón para revisarla.
-¿Qué sucedió?- me pregunto Edward preocupado abrazándome fuertemente mientras yo recibía su apoyo y consuelo quedándome recargada en su pecho.
-Alec estaba borracho y comenzó a sobrepasarse- le dije algo perturbada recordando lo ocurrido –Anne apareció e intento ayudarme, no lo se Alec al parecer perdió el equilibrio y no la vio entonces la empujo por las escaleras- mi voz se quebró debido a un fuerte llanto que no fui capaz de contener.
-Tranquila mi amor que ella estará bien- acaricio mi cabeza y beso mi frente repetidas veces. Los minutos se me hicieron insoportables, necesitaba saber como estaba y ningún maldito doctor se dignaba a darme noticias.
-¡Que sucede en este hospital que no informan!- grite enojada mientras caminaba de aquí para allá en el pasillo y varias personas se giraban para verme.
-Tranquila, si sigues gritando te sedarán y no sabrás hasta que despiertes sobre Anne- me calmo Edward, respire profundo y asentí. Unos minutos más y un doctor apareció.
-¿Son los padres de Anne?- pregunto al vernos abrazados con Edward, me solté y quede frente al doctor.
-Soy su madre- le dije aterrorizada a lo que me fuese a decir.
-La niña se encuentra estable, pero perdió bastante sangre para su edad por lo que necesito hacerle una transfusión y sangre de los padres- me informo, cerré los ojos y respire derrotada sin poder aplazar más una verdad que no debía ser contada en esta situación.
-El padre es compatible y él aún no esta aquí- le informe al doctor.
-¿Usted se a hecho el análisis?- me pregunto el doctor confundido, mire a Edward con tristeza y una suplica en mi rostro, luego me gire al doctor.
-No soy la madre biológica- y tener que reconocer aquello en voz alta provoco que se reabrieran viejas heridas y todos mis miedos nuevamente afloraran.
Debía relajarme o toda la famosa fachada que quería imponer Edward se iría por el retrete, pero con la sola idea de verlo con alguien tan arrastrada como Jane provocaba que me hirviera la sangre, mientras acomodaba mi cabello en un casual peinado me observaba por el espejo y vaya que mi semblante se veía enojado.
-¿Lista?- escuche de pronto preguntar a Alec desde el marco de la puerta, suspire internamente para calmarme y lo mire con mi mejor sonrisa de "esposa" si lo recordaba, ese era un excelente termino que me gustaría utilizar dese ahora, el saber que mi verdadero esposo seguía siendo Edward era algo que me gustaría gritarlo a los cuatro vientos, pero debía hacerlo como él, todo a su debido tiempo.
-Claro- le dije y él se acerco para tenderme su mano y ayudarme a levantarme, juntos pasamos a la habitación de Anne que estaba con su hermano ya que ambos querían por esta noche dormir juntos -Cuida de tu hermana ¿bueno?- le dije a Charlie, a él le gustaba toda clase de misiones que tuviesen una dificultad "elevada" y el hacer dormir a Anne –excepto yo claro- era realmente un reto, a él le gustaba que se le encomendara aquello ¿Cuál era su técnica? Jugaban hasta más no poder y así ambos caían rendidos a los brazos de Morfeo.
-Si mi capitán- y me hizo un saludo militar, le sonreí llena de dicha y amor, era increíble como crecían los hijos, todos aquellos miedos que aparecen en el mismo instante que ves sus ojos por primera vez y piensas en todos los males que existen en este mundo y sientes esa necesidad imperiosa de hacer un mundo mejor para ellos. Así fue que los bese y salí de la habitación dejando a dos revoltosos niños con sus cabecitas llenas de las "mejores" ideas para jugar.
-Otro hijo sería realmente genial- me tensé cuando Alec dijo aquello, íbamos escaleras abajo él rodeando mi cintura cuando se le ocurre sacar aquel tema –No te quiero presionar Bella, lo sabes, pero quiero que lo consideres como una nueva oportunidad para ambos- lo mire a los ojos para recriminarle lo que había pasado la última vez, pero me quede con las palabras atoradas cuando sus ojos reflejaban miedo, esperanza pero sobre todo amor.
-Buenas noches- nuestra conexión se perdió cuando escuche la voz de Edward, lo mire instantáneamente y él me sonrío abiertamente –Tengo que decir que luce realmente hermosa Isabella- por el rabillo del ojo podía ver que Alec seguía mirándome lo que me hacia ponerme nerviosa, Edward aprovecho ese momento para guiñarme un ojo a modo juguetón.
-Entonces ¿Dónde iremos?- pregunto Alec saliendo de su ensimismamiento.
-Es un lugar realmente hermoso a las afueras de la ciudad, he traído mi coche para que no se preocupen del trayecto- le comento Edward.
-¡Anthony querido!- lo que me faltaba, otra vieja arrastrada.
-Dídima que gusto de verla, cada día luce más hermosa- le dijo él cortésmente mientras besaba su mano, tuve que desviar la mirada para no comenzar a sufrir de arcadas.
-Y tú estás realmente guapo- ¿Cómo podía ser tan descarada? -¿Dónde van?- que por favor no se le ocurra invitarse sola, suficiente tendré con Jane.
-Es una cena de negocios madre- le dijo Alec, algo andaba mal entre ellos dos, Alec nunca había sido tan cortante con su madre –Antes de irnos ¿me permites unos minutos?- ella acepto y ambos salieron hacia el despacho de Alec disculpándose por dejaros a solas unos minutos.
-¿Qué se traerán esos dos?- susurre bajito mientras los veía perderse por el pasillo, de pronto sentí dos fuertes manos alrededor de mi cintura, su toque era lejos el mejor cálmate o medicina para olvidar.
-Estás hermosa mi princesa- me dijo mirándome a los ojos, esos hermosos ojos verdemar que cada vez que se unían a los míos brillaban de una manera única.
-¿Aún piensas ir con Jane?- le pregunte como si no fuera de gran importancia, pero tengo que decir que utilice toda mi fuerza para no sonar resentida o celosa.
-Bella confía en mi, mi corazón solo le pertenece a una mujer, que casualmente esta frente a mi- le sonreí como una tonta por sus palabras –Todo lo que veas hoy entre ella y yo no es más que parte de mi plan, es necesario estar cada vez más cerca de la familia y con Jane se me presenta una oportunidad única- asentí comprensivamente, yo sabia que todo esto era parte de su plan pero Dios sabe que se me hace realmente difícil el pensar verlo con otra mujer y verlo es aún peor.
-¿Jacob estará ahí?- le pregunte dudosa, él asintió con una sonrisa arrogante -¿Él sabe…él sabe? Bueno que tú eres tú- le pregunte.
-Él sabe que soy Edward, digamos que tenemos una sociedad por motivos similares- iba a preguntarle aquellas razones cuando escuchamos la puerta del fondo abrirse lo que nos indicaba que Alec y Dídima venían hacia nosotros –Otra cosa, pase lo que pase esta noche, confía en mi y acepta todo lo que diga, necesito que Alec vea que realmente te entusiasma cierta idea que tengo- besó mis labios rápidamente y se alejo lo suficiente para hacernos ver casuales.
-¿Todo bien?- pregunto Alec llegando solo y quedando a mi lado, yo quede en la nube con aquel pequeño pero significativo beso.
-Tu mujer tiene ideas realmente buenas- dijo de pronto Edward, Alec y yo lo observamos con la duda marcada en el rostro –Le estaba preguntando a Isabella que le parecía el negocio de los viñedos y ella tiene ideas muy buenas- intente componer mi rostro cuando Alec me observo meticulosamente.
-Nunca me habías dicho algo al respecto- mire a Edward algo molesta por haber dicho aquello sin informarme, ahora tendría que arreglármelas sola, con lo mala que soy para mentir.
-Nunca me lo habías preguntado directamente, además fue una tontera- dije despreocupadamente pero fulminando a Edward con la mirada.
-¡Que va! Esta noche hablaremos de ello y te darás cuenta de lo que digo Alec- no te excedas, no te excedas, dije para mis adentros mirándolo para que dejara el tema ¿Qué se supone que diría llegado el momento?
-Los negocios son los negocios Anthony, nunca se mezclan con las mujeres- ahora fue el turno de fulminar con la mirada a Alec por su comentario -¿Qué, te interesa?- pregunto contrariado.
-No seria malo conocer lo que hace mi marido- le dije seria, Alec se hecho a reír pero al ver que no cambiaba mi semblante se detuvo.
-Será mejor que nos vayamos, debo pasar aún por Jane- dijo Edward, bufe molesta pero al menos pareció que era por la reciente discusión con Alec en lugar de mis celos.
Pasamos a recoger a Jane, quien no dejaba de coquetear con Edward y decirle lo feliz que se sentía con todo lo que le estaba ocurriendo.
-¿Piensas decirnos de que va el asunto?- le pregunto Alec, quien iba sentado a mi lado y me tomaba de la mano para acariciarla con su pulgar, Jane miro a Edward quien le hizo un gesto negativo con la cabeza.
-En el restaurante te lo contaremos- aquella afirmación de que algo sucedía comenzó a preocuparme.
-¿Estará ese hombre?- pregunto ácidamente Alec, Edward lo miro despreocupadamente y asintió.
-¿Algún problema con él?- dijo como si nada.
-Digamos que es un asunto aún sin resolver- mis ojos se abrieron enormemente y lo mire preocupada, Alec intento relajarme con una sonrisa que más que calida me pareció siniestra, la primera vez que intento solucionar un asunto que se relacionaba conmigo, él opto por mandar al amor de mi vida al lugar más despreciable de la faz de la tierra, a su familia prácticamente exiliada de la ciudad escondiéndose por su seguridad y… y así más cosas que preferiría no pensar por que sino comenzaría a llorar.
-Espero no incomodarte Alec, pero Black es un muy buen inversionista con bastante dinero que podría ayudarnos en este negocio, digamos que él es algo inexperto y nuevo en este mundo- la sonrisa de Edward cambio a una fría y arrogante, lo que no me gustaba mucho por que se asemejaba tanto a esta familia que asustaba, Alec le sonrío entendiendo el punto de Edward.
Al llegar al restaurante el maître llego para atendernos y al ver reunidos a Edward con Alec sus ojos brillaron de inmediato pensando en la ostentosa comisión que recibiría por servirnos, rodee los ojos, esto era tan común ya que ni me moleste.
Así fue que nos llevo hasta nuestra mesa, no fue ni necesario que Edward le dijese que la mesa estaba reservada a su nombre, de hecho, pienso que si no hubiese tenido reservación igual nos daría la mejor mesa que tuviesen.
Al llegar a la mesa mi corazón dio un salto de felicidad al ver la espalda de mi amigo Jake, Edward toco su hombro y él de inmediato se levanto para saludar, al verme sus ojos se llenaron de la más tierna emoción y felicidad pero él estaba intentando guardar las apariencias y mantener su rostro lo más serio posible debido a Alec.
-Jacob un gusto de tenerte nuevamente- le saludo Edward, Alec simplemente le tendió su mano con el disgusto marcado en el rostro, Jane que parecía una completa adolescente colgada del brazo de mi Edward lo saludo con una leve mueca de disgusto, yo le tendí mi mano y en su apretón sentí todo aquel cariño que nos hubiese gustado entregarnos estos largos ocho años.
Edward y Alec ordenaron salmón ahumado y el mejor vino blanco, yo asentí cuando Alec supuso que ese seria también el platillo que me gustaría comer, ya estaba acostumbrada a que él decidiese por mí hasta en esas mínimas cosas.
Cuando Edward y Alec comenzaron a planear no se que cosas acerca de unas hectáreas perfectas para el viñedo, yo aproveche de fijar mi mirada en los pozos oscuros de de Jake, se veía algo triste y cansado, realmente algo andaba mal con mi amigo.
Lo único en lo que pensé fue que ahora como sabia que mi amigo estaba cerca, haría hasta lo imposible por poder reunirme con él y saber que a sido de su vida estos últimos años.
-¿Qué crees según tú, que seria lo mejor?- me pregunto Alec, lo miré algo asustada sin saber que decirle –Anthony dijo que tenias muy buenas ideas- mire a Edward afligida pidiéndole ayuda.
-Le estaba comentando a Alec la idea que me dijo hace un rato atrás, si las hectáreas de terreno en lugar de utilizarlas para la ganadería, la acondicionáramos para plantar uvas y crear así un viñedo y exportar vinos- dijo Edward con toda naturalidad –Isabella piensa que ese es un rubro aún sin explotar en este país- Alec quien observaba a Edward con suma atención, giro su rostro a mi.
-¿De verdad tú pensaste en eso?- preguntó entre escéptico y orgulloso, el gesto leve de Edward me dijo que debía asentir.
-Si, así es- dije con naturalidad pero rogando a que no comenzara a preguntar más, el tema no sonaba difícil pero tampoco estaba lo suficiente informada como para dar mi opinión.
-Con Jacob teníamos unas ideas similares acerca de explotar cierto terreno familiar que posee- el resto de la velada fue en torno a los negocios que los tres comenzarían a llevar, Alec aún se veía renuente a tener como socio a Jake, pero Edward realmente lo estaba manejando muy bien, tan bien que asustaba.
Su abuelo había hecho un muy buen trabajo, el poder de convencimiento, convicción y de manipulación que manejaba era poderoso.
-Bueno creo que si la idea prospera como lo pensamos ira todo bien, lo que si me gustaría saber es ¿como convenceremos a Stevenson de que nos venda sus terrenos contiguos al de Black?- pregunto Alec.
-Estuve pensando en ello de camino para acá- le dijo Edward –Verás, Stevenson ama a su mujer y él realmente hace todo lo que ella quiere, aunque lo niegue- Alec rió por el comentario de Edward, bufe por la testosterona que comenzaba a florar.
-Piensas que su mujer pueda interferir por nosotros- pregunto Jake con un horrible intento de parecer asombrado, pues al menos yo lo conocía y podría jurar que simplemente le estaba siguiendo el juego a Edward.
-La esposa de Stevenson es algo solitaria debido a su forma de ser tan esotérica, no tiene amigas por lo que había pensado en que quizás a Isabella le gustaría serlo y plantearle nuestra idea- la mirada de Edward fue intensa bajo esa fachada de seriedad, Alec mientras lo miraba negaba por lo dicho.
-No dejaría que una mujer así este cerca de mi mujer, podría llenarle la cabeza de idioteces- me gire a mirar a Alec enojada.
-Que poca confianza me tienes- le dije indignada –Veo que ni para algo tan simple como hacerme amiga de una mujer para conseguirte algo para tu beneficio es lo suficientemente fácil para mi- Edward me guiño el ojo alentándome a que continuara.
-Bella cariño no es eso, no me gustaría que una mujer así de rara intentara cambiarte- Alec tomo mi mano y la beso delicadamente mientras dejaba pequeñas caricias para calmarme.
-Nunca me darás el lugar que me corresponde- le dije resentida.
-No es eso Isabella, pero las mujeres poco entienden de negocios- lo mire petulante.
-Según lo que dice Anthony, comprendo muy bien lo que se necesita para conseguir un muy buen negocio- Edward asintió pero Alec no cambio su decisión, de un momento a otro tomo mi rostro entre sus manos y me besó quizás para intentar así apaciguarme, yo me quede congelada en mi lugar con los ojos abiertos y por el rabillo de uno de ellos podía ver como el semblante de Edward se contraía de dolor
-La próxima semana Stevenson piensa dar una fiesta para anunciar la llegada de un nuevo hijo a su familia-le informo Edward –Al menos podrías permitirle que asista a la fiesta- le aconsejó.
-La próxima semana se mi padre necesita de mi compañía para ir fuera del país por lo que no podría acompañarla- dijo apenado.
-Yo podría llevarla- mis ojos se ensancharon cuando Jake se ofreció ¿Qué estaba intentando hacer? ¿Quiere que lo maten por intentar acercarse a mí?
-Ni loco la dejaría a tu cuidado, si yo no puedo ir ella no ira y asunto arreglado- dijo tajante Alec tensando todos sus músculos y mostrando toda la frialdad de sus palabras en su rostro.
-Tranquilo amigo- le dijo Edward palmeando su brazo –Si no puedes ir, puedo ofrecerme ¿solo si gustas, claro?- mi corazón salto de emoción e inevitablemente sonreí al comprender las intensiones de Edward, siempre un paso más adelante.
-No se si sea correcto que Isabella este tanto tiempo lejos de casa, los niños la extrañaran- dijo Alec pensativo pero sin negarse a la proposición de Edward.
-Puede llevarlos, no hay problema- le ofreció Edward –Tengo una propiedad allá por lo que estarán cómodos y como en casa.
-¿Y la escuela?- le contra pregunto.
-Solo serán unos días Alec, tómalo como unas vacaciones para tu mujer por su abnegada labor de madre y para tus hijos para que salgan a conocer, sin compromisos, solo unos días de descanso- Alec no dijo nada más del asunto, yo mire a Edward borrando toda esperanza, Alec no cedería.
Luego de aquella platica a la que no se llego a nada, ellos continuaron con sus negocios y programando unas visitas al terreno de Jake, Jane por su parte cada vez que daba su opinión era como si no lo hubiese hecho, me hacia reír ante sus fallidos intentos de llamar la atención, pero lo consiguió y de que manera.
-¿Ya podemos decirles?- le susurro bajito a Edward pero lo suficientemente audible para el resto, Edward asintió he hizo venir al mesero para pedir Champagne para celebrar ¿celebrar que?
-¿Qué sucede?- Alec le pregunto a su prima quien comenzó a híper ventilar como una loca.
-Anthony y yo somos novios- le dijo con una sonrisa de suficiencia mientras que mi rostro decaía en uno completamente triste sin poder evitarlo, Jacob me miro a los ojos y negó con la cabeza solo para que yo pudiese percibirlo –recuerda Bella es solo parte del plan- me repetí mentalmente.
Los felicitamos y brindamos deseándoles suerte, si claro. Alec le pidió unos minutos a su prima para felicitarla de modo personal y así los dos se levantaron a charlar en una habitación privada del lugar.
-¿Qué es todo esto?- le pregunte indignada.
-Tranquila Bella, que este tonto te ama como un loco- dijo Jacob con una sonrisa amable y divertida mientras Edward asentía sonriéndome amorosamente.
-¿y que, ahora son amigos?- pregunte confundida.
-Algo así- dijo Edward con la diversión plasmada en su rostro, él muy… estaba disfrutando con mi frustración de no saber nada.
-Nessie te manda sus saludos y dice que lo único que desea es verte- dijo de pronto Jake, lo mire asombrada y él asintió –Nos casamos hace ocho años y tenemos un pequeño de siete- le sonreí emocionada por lo que me contaba, mi amigo había conseguido hacer su vida, al menos alguien de los dos tuvo suerte todo este tiempo, pero de pronto sus ojos se oscurecieron y se llenaron de tristeza.
-¿Qué sucede?- le pregunté preocupada.
-Nada Bella- dijo él.
-¿Cómo que nada? Nessie y Seth tienen que esconderse al igual que mi familia por culpa de esos malditos Vulturis- rugió Edward sumamente enojado, yo mire a Jacob para saber si era verdad lo que me decía, pasados unos minutos el asintió derrotado.
-¿Cómo es posible?- dije llevando mis manos hacia mi pecho para intentar serenarme -¿Por qué nunca me lo dijiste?- le pregunte preocupada, necesitaba hacer algo por mi amigo.
-Alec y su familia no son personas con las que se pueda entrar en razón, intente acercarme Bella, pero entendí cuales eran las consecuencias- lo mire sin comprender –Mi padre fue asesinado- dijo con su voz rota y llena de dolor, inevitable e inmediatamente de mis ojos cayeron dos lagrimas al ver la tristeza de mi amigo, otra persona que caía por mi culpa a manos de los Vulturis.
-Lo lamento, yo… ¡Esto es todo mi culpa!- grite frustrada, varios pares de ojos se giraron para observarme mientras que Edward y Jacob intentaban tranquilizarme.
-Cariño nada de esto es tu culpa- me calmo Jake.
-Mi amor, ellos hicieron todo esto, tú simplemente te cruzaste en el camino de uno de los peores- su mano tomo la mía y le dio un apretón reconfortante.
-Necesito ayudarlos- les dije decidida –Necesito hacer algo por todos aquellos que pagaron injustamente- ambos se veían tristes por mi cambio, ya no seria una niñita espectadora, ya no seria la Bella que simplemente observaría como Edward tomaba su venganza, yo también tenia la mía propia, no solo por mi padre, la familia Cullen y la de Jacob, sino por mis hijos y la mía propia.
Cambie mi semblante a uno más altanero y orgulloso, ya no pensaría en Alec con misericordia, si él realmente estaba dispuesto a cambiar que lo hiciera por su alma, pues yo ya no lo podría perdonar.
-No quiero que estés metida en esto, tú vives con él por lo que no puedo protegerte como yo quisiera- me dijo Edward con sus ojos suplicantes.
-No necesitare que me cuides Edward, déjame ayudarte- y él retiro su mano rápidamente de la mía, odia sentir los pasos de Jane y Alec aproximarse a nosotros.
La famosa cena ya no tenía el mismo gusto que antes, no dejaba de pensar en lo recientemente conversado y mi cuerpo inevitablemente reaccionaba cuando Alec intentaba tocarme, evitándolo, cosa que no paso desapercibido para él.
Cuando Theo nos dejo en casa, quise irme inmediatamente a mi cuarto.
-¿Qué es lo que te sucede? De la nada te pusiste extraña- me recrimino Alec tomándome del brazo y haciéndome girar a él y haciéndome perder el equilibrio levemente ya que estaba en los últimos peldaños de la escalera para llegar al segundo piso.
-Nada- le dije sin mirarlo pues si lo hacia de seguro le recriminaría por todo lo que había hecho.
-¿Cómo que nada? Isabella me estoy cansando de tus jueguitos, e puesto lo mejor de mi parte para que estemos bien y te sientas a gusto a mi lado pero tus cambios no los logro comprender- me dijo alzándome la voz.
-Estoy cansada Alec- le dije intentando zafarme de su agarre pero él apretaba más fuerte impidiéndomelo -Me haces daño- le dije con un hilo de voz cuando su mano estaba cada vez más fuerte sobre mi muñeca.
-Puedes descargar tu furia esta noche bajo mi cuerpo- me asquee cuando comenzó a besar mi cuello ya pasar sus manos por mis pechos, el olor a alcohol que sentí era fuerte y repugnante lo que me indicaba que su actitud se debía a lo borracho que estaba, intente zafarme pero me era imposible, sus manos me tocaban fuerte y brutalmente
-¿Mami?- gimoteo la pequeña que observaba la escena unos pasos más allá, al aparecer Alec no había notado su presencia puesto que no me soltaba y yo solo podía concentrarme en la pequeña que se acerco a nosotros he intentaba sacarme de encima a su padre.
-Hija ve a tu cuarto- le ordene cuando vi que comenzaba a darle pequeños manotazos a su padre para que me soltara.
-¡Suéltala papi!- le grito tan fuerte que Alec la oyó, pero estaba tan ebrio que perdió el equilibrio empujando a Anne provocando que comenzara a rodar por las escaleras, un fuerte grito salio de mi garganta al ver a mi pequeña llegar hasta el último peldaño y corrí para auxiliarla, comencé a llorar cuando vi que su cabecita comenzaba a sangrar.
De inmediato apareció Alec a mi lado quien se veía consternado he intentaba sacar a Anne de mis brazos.
-¡Aléjate de ella!- le grite furiosa, en ese instante apareció Dídima acompañada de Marcus y Heidi, todos miraban la escena desconcertados y como caído del cielo la puerta principal sonó, Marcus abofeteo a Alec para que este reaccionara y le explicara lo sucedido mientras que Dídima gritaba para que alguien llamase a una ambulancia. Heidi fue en su bata a abrir la puerta y en ella apareció Edward.
-Estaba por irme cuando escuche unos gri…- me observo asustado y de inmediato estuvo a mi lado -¿Qué a sucedido?- yo no paraba de llorar por lo que no reaccione ante su pregunta –Debemos llevarla al hospital ahora mismo- solo asentí y deje que cargara a mi pequeña entre sus brazos y lo seguí al auto.
No me importo si alguien pensaba en acompañarnos, solo pensaba en que no fuese tarde y llegásemos cuando antes al hospital.
Theo al vernos salir se apresuro a abrirnos la puerta trasera, Edward no soltaba a mi pequeña mientras que yo a su lado sostenía su manita -¡Acelera!- le grito Edward a Theo y él así lo hizo, antes de perdernos por el camino vi a Alec con su mirada perdida correr hacia la salida seguido de sus padres y vernos marchar.
Al llegar al hospital de inmediato aparecieron unas enfermeras que se llevaron a Anne en una camilla y los doctores la siguieron hacia pabellón para revisarla.
-¿Qué sucedió?- me pregunto Edward preocupado abrazándome fuertemente mientras yo recibía su apoyo y consuelo quedándome recargada en su pecho.
-Alec estaba borracho y comenzó a sobrepasarse- le dije algo perturbada recordando lo ocurrido –Anne apareció e intento ayudarme, no lo se Alec al parecer perdió el equilibrio y no la vio entonces la empujo por las escaleras- mi voz se quebró debido a un fuerte llanto que no fui capaz de contener.
-Tranquila mi amor que ella estará bien- acaricio mi cabeza y beso mi frente repetidas veces. Los minutos se me hicieron insoportables, necesitaba saber como estaba y ningún maldito doctor se dignaba a darme noticias.
-¡Que sucede en este hospital que no informan!- grite enojada mientras caminaba de aquí para allá en el pasillo y varias personas se giraban para verme.
-Tranquila, si sigues gritando te sedarán y no sabrás hasta que despiertes sobre Anne- me calmo Edward, respire profundo y asentí. Unos minutos más y un doctor apareció.
-¿Son los padres de Anne?- pregunto al vernos abrazados con Edward, me solté y quede frente al doctor.
-Soy su madre- le dije aterrorizada a lo que me fuese a decir.
-La niña se encuentra estable, pero perdió bastante sangre para su edad por lo que necesito hacerle una transfusión y sangre de los padres- me informo, cerré los ojos y respire derrotada sin poder aplazar más una verdad que no debía ser contada en esta situación.
-El padre es compatible y él aún no esta aquí- le informe al doctor.
-¿Usted se a hecho el análisis?- me pregunto el doctor confundido, mire a Edward con tristeza y una suplica en mi rostro, luego me gire al doctor.
-No soy la madre biológica- y tener que reconocer aquello en voz alta provoco que se reabrieran viejas heridas y todos mis miedos nuevamente afloraran.
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"Recuerdo"
-¿Usted se a hecho el análisis?- me pregunto el doctor confundido, mire a Edward con tristeza y una suplica en mi rostro, luego me gire al doctor.
-No soy la madre biológica- y tener que reconocer aquello en voz alta provoco que se reabrieran viejas heridas y todos mis miedos nuevamente afloraran.
Podía sentir la mirada penetrante de Edward, llena de asombro y dudas, me gire hacia el doctor que me miraba con comprensión.
-Entiendo, pero le agradecería que me informase en cuanto llegase el padre biológico de la pequeña- yo asentí algo aturdida por todo lo ocurrido, necesitaba tener a mi pequeña entre mis brazos y saber que estaría en perfectas condiciones.
Camine hacia la sala de espera y sentía los pasos de Edward seguirme a una escasa distancia, sentía mi cabeza desconectada con mi cuerpo, si camine hacia aquella sala era solo por que la intuición me decía que era lo único que podía hacer pero mi mente estaba solo con mi niña, tan pequeñita que no merecía lo que estaba ocurriendo. Me senté agobiada y cansada con un nudo el la garganta que amenazaba con romperse y hacerme llorar por el miedo que sentía, mis manos convertidas en puños debido a la rabia contenida por lo ocurrido con Alec tiritaban a su vez por no poder hacer nada, solo con recordar a Alec y en lo que había provocado, se me subía la bilis con los peores deseos para él.
-¿Qué está pasando, Bella?- la suave voz de Edward me trajo de vuelta, eleve mi rostro hacia él y en sus ojos pude ver las dudas cruzar a toda velocidad, también pude ver que estaba intentando ser comprensivo pero la situación recién pasada era más poderosa.
-No ahora Edward- le pedí con la mirada fija en sus ojos, rogándole que me entendiese –Prometo explicarte lo que acabas de saber pero no ahora, no cuando tengo solo en mente saber como esta mi pequeña y que se recupere- él asintió comprensivamente y tomo mis manos para comenzar a acariciarlas con sus pulgares y así ayudarme a tranquilizarme, así estuvimos varios minutos hasta que pude escuchar la inconfundible voz de Dídima acercarse por el pasillo y nos soltamos de las manos, mirándonos una última vez de aquella manera que nos envolvía solo a los dos.
Mi sangre comenzó a hervir cuando al primero que veo aparecer por la sala de espera fue a Alec y me levante de inmediato.
-¿Cómo está?- me pregunto asustado, al principio rehúyo de mi mirada pero no le quedo de otra que mirarme al no escuchar una respuesta por mi parte, al hacer contacto una necesidad imperiosa de atacarlo floreció en mi, saltarle al cuello y dejarlo morir desangrado en ese mismo instante.
-¿Realmente te importa?- le escupí las palabras con furia, podía sentir mis nudillos comenzar a helarse por la mala circulación de la sangre debido a que mis manos seguían convertidas en puños.
-Bella no digas eso, claro que me importa lo que le suceda a Anne- su mirada bajo a sus manos y su voz se escuchaba tan apagada que cualquier otro podía creerle lo mal que se sentía, pero yo no, ya no más.
-No pensabas eso hace casi cuatro años atrás- sabia que era un golpe bajo, pero era lo que menos se merecía. Alzó sus ojos con una evidente molestia.
-No veo la necesidad de tocar ese tema en estos momentos, menos aún cuando no estamos solos- y mire sobre mi hombro hacia Edward que seguía sentado mirando hacia otro lado, dándonos espacio.
-Quizás tus deseos se hagan realidad- y mi voz se quebró debido a un fuerte sollozo que no pude contener, la idea de que algo así pudiese ocurrir me aterraba, Alec de inmediato se acerco a mi y me abrazo intentando confortarme pero sin esperar más lo aparte de mi.
-Comprendo que estemos todos nerviosos por la salud de Anne pero déjate confortar por tu marido que tan preocupado está- la voz de Dídima me provoco que aumentara mi enojo, hice contacto con sus ojos y en ellos había cierta satisfacción ¡Maldita! Si ella realmente estaba disfrutando esto, ¿Cómo podían existir personas tan llenas de maldad? Anne aún era muy pequeñita para pasar por algo como esto y aunque no lo fuese, ella no lo merecía.
-No estoy para tus comentarios afortunados Dídima, no hoy- me atreví a decirle, de haber sido otros tiempos no hubiese tenido las fuerzas para enfrentarla, simplemente hubiese callado y bajado mi mirada como estaba acostumbrada a hacerlo, siempre con miedo, pero ahora, con Edward a mi lado, a escasos pasos de mi todo era diferente, él nos cuidaría. El rostro de Dídima se contrajo en una mueca que claramente expresaba su desconcierto, ella también había notado mi cambio hacia ella.
-Que valiente- dijo con una sonrisa maliciosa que me hizo temblar, Dídima no jugaba cuando se trataba de cumplir sus amenazas.
Vi pasar a Edward por nuestro lado y me fije que iba directo hacia el doctor a cargo de Anne, quien había aparecido recién.
-¿Ha llegado el padre?- pregunto éste, Alec lo miro y asintió con su rostro asustado, aún podía sentir el olor a alcohol por su cuerpo y al parecer el doctor así también lo percibió.
-Disculpe pero no esta en optimas condiciones para donar sangre a su hija, sus niveles de alcohol deben ser altos- le espeto el doctor molesto, Dídima lo fulmino con la mirada.
-¿Esta tratando de decirle algo a mi hijo?- le pregunto molesta, yo bufe más molesta aún ¿Cómo podía estar más preocupada por el que dirán de su hijito en lugar de la salud de su nieta?
-Disculpe ¿usted es?- le pregunto el doctor con altanería, claramente marcando su territorio de que él era quien mandaba ahí, sonreí involuntariamente, no todos los días se podían ver escenas como éstas en donde Dídima no tenia el poder en todo.
-¿Quién soy?- dijo asombrada y con un claro tono de molesta –Discúlpeme, quizás debería yo preguntar quien es usted y asegurarme de que mi nieta este en las mejores manos, quizás alguien más capacitado- el rostro del doctor se enrojeció claramente y para evitar tener que seguir el absurdo juego de Dídima, se giro a verme.
-Si no es el padre ¿existe la posibilidad de que la madre biológica pueda ayudarla?- sentí de inmediato la mirada de Dídima, su furia me quemaba tan poderosamente que tuve que desviar la mirada rogando por que no cumpliese sus amenazas, no era algo que hubiese querido confesar, pero era por la salud de mi pequeña, mire nuevamente al doctor y negué levemente.
Le pidió a Alec que lo acompañase para ayudarlo a limpiar su organismo del alcohol más rápido, trague seco cuando Dídima se acerco a mi lo suficientemente cerca como para incluso sentir su respiración.
-¿Qué has hecho?- me pregunto Dídima en un susurro tomándome del brazo fuertemente, la mire sin poder ocultar el miedo que sentí.
-Era necesario que se lo dijese al doctor, él necesita la misma sangre de Anne- le dije temerosa.
-Hubieses donado y cuando se diese cuenta de que no eran la misma te haces la desentendida y ya- dijo clavando ahora sus ojos en Edward quien nos miraba especulativamente -¿Todo bien?- le pregunto ella con una fingida sonrisa, Edward asintió con una de sus sonrisas que sabia que la estaba utilizando para confundir a Dídima, al parecer había dado resultado pues ella se acerco a él aforrándose a su brazo y sonriéndole como si fuese una adolescente.
En esa posición se quedo varios minutos haciéndose la sufrida por lo que le estaba sucediendo a su "querida" nieta, pero su escenita se estaba por acabar puesto que escuche una nueva voz por el pasillo.
-¿Dónde esta?- dijo la inconfundible voz de Jane, cuando apareció por la sala de espera miro directamente a Edward y sin importarle que, la que estaba aferrada del brazo de él fuese su tía, la aparto con un fuerte empujón que la hizo trastabillar y casi caer al suelo, debo confesar que la idea me parecía grandiosa – ¿Mi amor como éstas?- le pregunto Jane a Edward con tanta preocupación como si le hubiese pasado algo.
-Tranquila yo estoy bien, es por Anne que estamos aquí- le dijo mientras sus ojos estaban puestos en mi, su mirada estaba tan intensa sobre la mía que involuntariamente los colores se subieron a mi rostro, él me guiño un ojo, acto que solo yo pude notar.
-¿De verdad? ¿Qué le a sucedido a mi sobrinita?- dijo Jane con un tono de preocupación que me molesto, en los casi tres añitos de mi pequeña jamás se había preocupado por ella, visitarla por alguno de sus cumpleaños o siquiera dignarse a tratarla de una mejor manera.
No conteste a su pregunta y me limite a salir de aquel lugar, estaba hastiada con las amenazas de Dídima, la supuesta preocupación de Jane y su petulancia ahora que era "novia" de mi Edward
El doctor apareció unas horas más tarde informándonos que Anne estaba fuera de peligro e incluso no había sido necesaria la intervención de Alec puesto que la pequeña comenzaba a recuperarse con sus propias fuerzas, sonreí al imaginar a mi hija tan valiente a pesar de su corta edad.
Alec me había pedido que me fuese con él a casa a descansar puesto que había pasado toda la madrugada sentada en una incomoda silla de la sala de espera, le dije que me quedaría en este lugar el tiempo suficiente esperando a que me dejasen ver a mi pequeña, Dídima también había intentado hacerme cambiar de parecer, con aquella mirada que más que pedirme algo me "recordaban" lo obediente que debía ser, gracias a la intervención de Edward ella lo dejo pasar y se fue junto con el resto de la familia, nunca nadie entendería lo que era ser madre, la aprensión y la preocupación era algo que no se podía olvidar o apartar y aunque la pequeña no hubiese crecido desde mis entrañas, ella era mía, mi otro pedacito de cielo junto con Charlie.
-Te ves cansada- me susurro Edward al oído mientras estábamos sentados uno al lado del otro y yo me recargaba sobre su hombro, él de inmediato me abrazo a su cuerpo.
-Ya tendré tiempo para recuperar energías- le dije simplemente, la conversación fue simple pero calida, sentir el apoyo incondicional de él era suficiente para mi, en algún punto de todo aquello me quede dormida en sus brazos, lo supe así cuando él me removió suavemente y me llamaba con su voz tan suave que me hizo sonreír al imaginarme despertar a diario con su voz.
-Bella, despierta- lo escuche decir, abrí mis ojos y me encontré con sus verdes tan llenos de amor –El doctor quiere hablarte- de inmediato reaccione y todo el cansancio y sueño desaparecieron de mi cuerpo, mire en la dirección contraria y ahí estaba el doctor que atendía a Anne.
-¿Todo bien?- le pregunte preocupada, el doctor asintió y una sonrisa se formo en sus labios.
-Anne a despertado y no hace más que hablar de su mamá que quiere ver- sonreí ante el encanto de mi pequeña –Hoy la mantendremos en observación y si todo avanza como es esperado, mañana por la mañana podrían venir por ella y llevarla a casa- respire tranquila y lo abrace agradecida, él me sonrío comprensivamente y me llevo junto a mi hija, al ver que Edward no avanzaba junto a mi, le hice una seña con la mano para que me acompañase.
En cuanto entre en la habitación, el olor a desinfectante me tensó el cuerpo pero al ver a mi pequeña con una sonrisa y sus ojitos brillar con intensidad al verme, todo se me olvido, corrí a su encuentro y sentirla entre mis brazos fue el mejor bálsamo para mi preocupado corazón.
-Mi tesoro- susurre en sus cabellos tan suaves como hebras de seda.
-Mami los postes saben fuchi- dijo con su ceño fruncido, la mire con una sonrisa divertida y tome su rostro entre mis manos y bese sus mejillas.
-Prometo que cuando estés de regreso te haré tus postres favoritos- y ella me sonrío como si el mundo se abriese por completo ante ella, Edward se acerco a nosotros y se sentó a su lado.
-Tienes que recuperarte porque si no ¿Quién cuidara de el?- ese "el" no lo comprendí, mire a Edward quien miraba a mi pequeña con una sonrisa cómplice y luego mire a Anne quien le sonreíase igual manera, así estuve de uno a otro intentando descifrar su conversación.
-¿Qué sucede aquí?- cruce mis brazos sobre mi pecho enfurruñada por no saber de que hablaban –Anne- dije esperando a que ella tomo las mantas de la cama y se las llevo sobre la cabeza para ocultarse y escuche sus risita.
-¿Me ocultas información?- le dije con voz resentida pero siempre manteniendo una sonrisa, ella bajo las mantas lo justo y necesario para mostrar sus ojitos llenos de diversión y me miro.
-Es un pequeño secreto que Anne me guarda ¿no es así?- le pregunto Edward, ella de inmediato agito su cabeza afirmativamente.
-¿Y yo no puedo saber?- le pregunte mirando a ambos de hito en hito.
-Nop- dijo mi pequeña entre risitas.
-Malvada- le dije y comencé a hacerle cosquillas a lo que Edward se unió pero en mi contra, de inmediato Anne se soltó de mi agarre y comenzó a atacarme.
-¡Traición!- grite cuando estaba tendida sobre la cama al lado de Anne –Mi hija me a cambiado- grite indignada mientras seguía riendo por como sus manitas intentaban avariciosamente hacerme cosquillas, me levante con dificultad pero lo hice ya que Anne no debía agitarse tanto, la acomode nuevamente sobre la cama y ella hizo un tierno pucherito ya que quería seguir jugando.
Pase toda la mañana junto a mi pequeña, estaba recostada a su lado abrazándola mientras ella dormía entre mis brazos y Edward nos observaba sentado sobre un pequeño sillón en la habitación. No se en que momento me dormí pero una voz llamo mi atención despertándome completamente.
-¿De verdad esta bien? Se ve cansada- la voz de mi hijo mayor me hizo despertarme pero continúe con mis ojos cerrados para escuchar con quien hablaba, me imaginaba que Alec tendría que haberlo traído para que visitara a su hermana.
-Ta durmendo- dijo Anne.
-Su madre esta agotada por que paso toda la noche aquí- y mi corazón se hincho de felicidad al escuchar la voz de Edward, decidí hacerme la que acababa de despertar y al ver a mi pequeño que me sonreía feliz, abrí mis brazos para él y así subió a la cama quedando sentado sobre mi regazo.
-Mi niño ¿Cómo has venido?- le pregunte luego de haber dejado un sonoro beso en su mejilla y el se ruborizaba como siempre lo hacia cada vez que su madre era tan efusiva con él.
-Tío Anthony fue por mi- mire a Edward agradecido y él simplemente me sonrió y asintió.
-¿Viste a Alec?- le pregunte a Edward y luego miro a los pequeños que conversaban entre ellos, Anne le contaba su experiencia en el hospital ya que Charlie nunca a tenido la necesidad de estar en uno, comprendí el gesto de Edward de no decir nada en presencia de mis hijos.
Así pasamos todo el día, jugando y contando algunas historias de terror que Charlie le pedía a Edward que le contase, Anne cada cierto tiempo saltaba y se escondía debajo de mi brazo, por lo que les pedí que no se contaran más historias de ese tipo, la noche había llegado, por supuesto Alec ni nadie de la familia se apareció, de todos modos no me extraño, cuando fue realmente tarde Edward llevo a Charlie a casa hubiese preferido tenerlo cerca de mi, no tener que dejarlo solo en esa casa que tanto detestaba pero necesitaba estar junto a mi pequeña. Edward regreso para hacerme compañía y así pasar un rato más juntos, tenia decidido no aplazar aquella conversación pendiente, se la debía después de todo lo sincero que él había sido conmigo al contarme su vida estos últimos ocho años, lo espere algo nerviosa mientras le relataba a Anne uno de sus cuentos favoritos hasta que finalmente se quedo completamente dormida, besé su frente y en ese preciso instante Edward apareció en la habitación.
-¿Todo bien?- pregunto, yo asentí y le hice un gesto con mis dedos para que no hiciera ruido puesto que al fin había conseguido que la pequeña se quedase dormida, me levante y le pedí que me acompañase. Llegamos hasta la cafetería que se encontraba desierta solo con el mozo que atendía el lugar. Ambos pedimos simplemente café y cuando al fin tuvimos nuestra orden comencé a hablar.
-Necesito contarte lo que sucedió con Anne- le dije sin apartar los ojos de los suyos, él comprendió mis palabras y asintió.
-Solo si tú quieres y puedes- me dijo comprensivamente, le sonreí agradecida y le di un apretón a su mano pero de inmediato la aparte puesto que el mozo no dejaba de mirarme y me ponía nerviosa, no debía de dar motivos para que comenzaran a hablar de mi relación con el "SR. Sanguinetti".
-Hace ya casi cuatro años atrás, descubrí que Alec tenia una amante- Edward hizo un gesto asqueado pero no dijo más y me escuchó con atención –La verdad es que siempre lo intuí pero nunca le di importancia por que simplemente no me importaba, él podía hacer lo que quisiera con su vida siempre y cuando eso no afectara la mía y la de Charlie, cuando lo descubrí me dijo que se sentía terriblemente arrepentido pero que la poca cercanía física entre él y yo le estaba pasando la cuenta y como hombre no podía evitar cuando la carne se le ofrecía tan libremente- Edward maldijo por lo bajo algo así como un "Hijo de…y como se atreve" y apretó sus manos en un puño, yo le sonreí para que no se preocupara y continúe –Gianna era su asistente personal, ella le llevaba todo su horario y sus reuniones por lo que nunca le critique el que pasaran tanto tiempo juntos, pero un día fui hasta su despacho y los encontré tendidos sobre la alfombra sin ropa en pleno acto- hice una mueca de desagrado al recordar ese día –Marcus por supuesto estuvo de parte de su hijo diciendo que era lo más normal del mundo que los hombres tuviesen de vez en cuando un revolcón adicional, por supuesto que Dídima también lo defendió culpándome por no satisfacer a su querido hijo, las semanas pasaron y yo simplemente lo olvide y no le dí más importancia, aunque Alec me lo recordaba a diario ya que intentaba disculparse cada vez que me veía, el ambiente en la casa inexplicablemente estaba tensó y podía percibir las miradas cómplices entre Alec y Dídima, me sentía exasperada sin poder saber que era lo que sucedía, tenia ese presentimiento de que fuese lo que fuese, me incumbía y por ende me afectaría, así que decidida encare a Alec y le pregunte que sucedía, su excesivo arrepentimiento lo llevo a confesar lo que tanto le estaba preocupando, Gianna estaba embarazada de casi tres meses, ella pensaba que con ese hecho me divorciaría de Alec y así ella podría estar con él, la idea sonaba tentadora pero Alec se negó rotundamente a aceptar algo como aquello y le hizo saber que todo lo vivido con ella era simplemente una aventura pasajera, Gianna no se lo tomo muy bien y fue hasta la mansión Vulturi a montar un escándalo, no solo a Alec sino que también a mi por no saber atender a mi marido y valorarlo como ella lo hacia, Dídima estaba realmente escandalizada puesto que ella los chantajeo de contarlo todo y dejar mal puesta a la familia. Ya no recuerdo muy bien como fue que me entere, creo que se lo escuche mencionar a Heidi, pero Dídima- suspire angustiada y temerosa, baje el tono de mi voz y me acerque un poco más a Edward, él comprendió al instante y se acerco a mi para escuchar –Dídima tenia todo preparado para hacerlo parecer un accidente- Edward me miro confundido y algo hizo click en su cabeza y me miro asustado y yo asentí –Intentaron matarla a pesar de llevar en su vientre una pequeña criatura indefensa sin una pizca de culpa por los errores de sus padres, en cuanto me entere fui a visitarla y ella estaba destruida al saber que el amor de su vida estaba involucrado en su "accidente", ella quería a ese niño por que lo había hecho con amor pero desde aquel accidente ella ya no lo deseaba ya que lo veía como objeto de discordia, le propuse un trato, que me entregara al pequeño y yo me separaría de Alec para que ella tuviese el camino libre, ella lo pensó y finalmente acepto, con mi ayuda se mantuvo oculta los seis meses restantes, nunca le falto nada puesto que todo lo costeaba yo, incluso el parto pero dos días antes de éste Dídima se entero y junto con Alec fueron en busca de Gianna, en cuanto me entere fui detrás de ellos y pude evitar que la matasen con el pequeño que ya estaba listo para salir al mundo, ella me traiciono y le contó a Alec sobre nuestro pacto pensando así que para él seria más fácil dejarme, jamás en mi vida había visto más furioso a Alec, tras jurarle que no lo dejaría pero que no lastimase al bebé y él así acepto a dejarlo bajo mi cuidado, como su madre- suspire -La bebé que yacía en mis brazos no llevaba ni siquiera un día de vida cuando ya era huérfana de madre por ordenes directas de su abuela y autorizado por su padre, Dídima me amenazo que si esto lo llegaba a saber alguien más la pequeña Anne, como había decidido llamarla, pagaría las consecuencias.
Un fuerte sollozo salio de mis labios al recordar parte de lo que tuve que soportar en la vida con esa familia, las manos de Edward viajaron hasta mis ojos enjuagando así las lágrimas que derramaban y que yo no había percibido a lo largo de mi relato.
-¿Por qué?- me pregunto él, yo lo mire sin comprender -¿Por qué arriesgar todo aquello por un bebé que no era tuyo?- no sabia como contestar a esa pregunta, seria una mentira decir que no lo había pensado, el dejarla a ella y al bebé a su suerte y separarme de Alec así sin más, pero no pude dejar una vida morir teniendo el poder de evitarlo.
-El bebé no tenía la culpa de nada y sentí en él la necesidad de redimirme por todos los errores que había cometido- la cara de Edward me dejaba claro que con mis palabras tenia más dudas, pero aquel tema era incluso más sensible que éste y no estaba preparado para hablar aún de ello, demasiadas emociones por un día –Alec lo acepto por que le había prometido quedarme a su lado y si tu pregunta es por que decidí quedarme a su lado- lo mire directamente a los ojos para que me entendiese, suspire fuertemente -Charlie- dije con un leve susurro –No quería imaginarme de que serian capaces de hacerle a él si no cumplía con su voluntad, si Alec fue capaz de intentar asesinar a su propia hija ¿Qué lo hacia diferente con Charlie? Dídima tampoco dudo en acabar con su nieta, por lo que simplemente acepte mi responsabilidad de quedarme con la pequeña- ahora Edward me miraba asombrado y lleno de orgullo, me sonrío con más amor si era posible y yo le sonreí levemente.
-¿Lo dejarías ahora?- me pregunto directamente, yo baje mi mirada hacia mi taza intacta de café y le di un sorbo, estaba helado pero era lo mejor que podía hacer.
-Tengo miedo- le dije al fin –Tu estas aquí para limpiar tu nombre y no quiero interferir en ello, el tener que estar pendiente de mi no ayudaría mucho, por otro lado Anne es legalmente mi hija y la amo con todo mi corazón y lucharía por ella como lo haría por Charlie pero si Alec intentara arrebatármela lo haría y yo no podría vivir con ello, amo a mis hijos sin diferencia alguna por que yo los he criado, por que yo pase las noches en vela cuando se enfermaban o me quedaba despierta velando sus sueños cuando tenían pesadillas, yo soy su mami- mi corazón se contrajo solo de pensar en la posibilidad de que me los arrebataran.
-Tu no tenias por que sufrir todo aquello, yo debí estar ahí para ti- gruño frustrado, tome su mano y me la lleve a los labios para besarla.
-Tu estabas pasando por cosas mucho peor, todo lo que me a ocurrido estos ocho años ni se compara a la mitad de lo que tú has tenido que pasar- sus ojos se entristecieron.
-Te prometo que todo eso cambiara, yo cuidare de tus hijos como si fuesen míos, no me importa si son de Alec pero los querré como míos propios- yo le sonreí agradecida.
-Y se que llegado el momento ellos te querrán como a un padre por que ese es un derecho que se gana no que se impone por sangre, yo lo e aprendido con mis hijos, ellos son mi vida- y sonreí aún más al recordar a esos pequeños.
-Eres la mujer más maravillosa que conozco- me dijo y sus ojos se quedaron conectados con los míos largo rato, hasta que el mozo nos informo que cerrarían la cafetería por unas horas para la limpieza matutina, fue ahí cuando caí en la cuenta de que había amanecido y Alec estaría por llegar para llevar a Anne a casa.
Esa mañana Alec y Charlie aparecieron por el hospital, el primero con un enorme oso de peluche como regalo para Anne y un ramo de rosas rojas para mi, simplemente lo tome sin darle mayor importancia y Charlie con una tarjeta llena de dibujos para su hermana, el doctor apareció para chequear por ultima vez a Anne antes de darle su alta medica.
Al llegar a casa la bienvenida que le dieron a la pequeña me extraño de sobremanera, no sabia si era un avancé por parte del resto de los Vulturis, era un plan o simplemente por que Edward estaba también en el lugar para recibir de vuelta a mi hija.
-Ya verás la sorpresa que te tengo- le dijo Alec a mi pequeña, él le tendió su mano para llevarla hasta el segundo piso pero Anne de inmediato se abrazo a mi pierna para que no la soltara, mire a Alec con el ceño fruncido, después de todo él se lo había buscado. Alec suspiro pesadamente y se encamino detrás de nosotros en dirección a la habitación de Anne, al entrar me quede contemplando la cantidad enorme de juguetes que estaban regados por el suelo y parte de la cama, la pequeña dio un grito de emoción y corrió al encuentro de sus tesoros, tocando y abriendo todo con una sonrisa feliz -¿Te gusta?- le pregunto Alec, la pequeña lo miro y asintió sin dejar de sonreír, lo bueno de los niños es que ellos tienen esa capacidad de olvidar las cosas malas cuando son compensados con regalos, lo malo era que no comprendían lo manipuladores que podían llegar a resultar los adultos.
-Gracias papi- y le sonrío mostrándole alguno de sus dientes, un pequeño toc toc escuchamos desde la puerta de Anne y nos giramos para ver quien era, Edward junto a Charlie quien sonreía con un brillo tan especial que me hizo tragar seco, Charlie corrió hacia su hermana que estaba ya sobre su cama con sus nuevas muñecas entre sus manos jugando emocionada.
-¿Puedo pasar?- pregunto Edward, no me paso desapercibido una pequeña caja que llevaba entre sus manos con una enorme rosa de regalo sobre ella, yo asentí y él se adentro donde estaba mi pequeña -Bienvenida- le dijo amablemente a mi pequeña, quien sonrío aún más si era posible –Te tengo una sorpresa- y le dejo la caja sobre la cama a lo que la pequeña se abalanzo para ver su contenido, desde donde me encontraba no pude apreciar que era pero me basto con ver la emoción de mi pequeña hija para agradecerle a Edward lo que fuese.
-¡Gracias!- le grito fuertemente mientras se abalanzaba sobre él y llevaba sus pequeñas manitas hacia su cuello y comenzaba a besarlo frenéticamente por las mejillas, por el rabillo del ojo pude ver lo incomodo que comenzó a sentirse Alec, sonreí, definitivamente no le gustaba esa posición en la que su hija le dijese un simple "gracias" mientras que a Edward lo bañaba en besos.
Un pequeño ladrido salio desde la caja y de inmediato comprendí lo que era, mi teoría fue aún más corroborada cuando dos pequeñas patas aparecieron por el borde de la caja y una pequeña cabecita de un perrito blanco aparecía de ahí pero no era cualquier perrita, era el famoso labrador que tanto deseaba Anna
-¡Es muy dindo!- grito Anne.
-Es un ella- le dijo Edward, aquella información hizo que Anne gritara más emocionada aún -¿Cómo le pondrás?- le pregunto Edward, la pequeña llevo sus manitos hacia su boquita y miro al techo para pensar.
-¡Copita!- chillo emocionada –como un copito de nieve- y sonreí al verla tan feliz, lo que más quería era que olvidase cualquier escena que pudiese dejarla traumada o con alguna clase de miedo o aversión hacia su padre, después de todo, él lo era.
Un par de días más habían transcurrido desde la llegada de Anne quien pasaba prácticamente todo el día jugando con su perrita, verla sonreír de ese modo era la paz misma en mi corazón, Charlie por su parte no se despegaba de ella por si llegase a tener una recaída, el día que la habían dado de alta el doctor le dejo expresamente dicho "como su hermano mayor debes cuidar de ella" y así lo estaba haciendo, la acompañaba a todas partes y de paso jugaban ambos con la pequeña perrita. Mi situación con Alec no mejoro, a los dos días de haber llegado del hospital él se disculpo por lo sucedido prometiéndome que jamás intentaría sobrepasarse nuevamente conmigo, que tendría paciencia pero que por favor no olvidara lo importante que era para él un nuevo hijo.
Estaba esforzándose enormemente por conseguir mi perdón, todas las tardes llegaba con arreglos de diferentes flores, intentaba acercarse de modo cariñoso pero yo se lo impedía, incluso me ofreció que nos tomáramos unas vacaciones los cuatro como familia a donde yo quisiera.
Pero unos días después y debido a tanta insistencia, insistencia que sirvió a mi favor para pensar en ciertas cosas me ilumino.
-¿Realmente quieres que te perdone?- le dije mirándolo amablemente pero a la vez profundice mi mirada a algo más osada, pude apreciar que el había acertado en su percepción de ella puesto que trago pesado y pude ver a la pasada que sus pantalones comenzaban a achicarse en cierta zona, camine en su dirección moviendo mis caderas más de lo normal, desconcertándolo a niveles impensados.
-Cla…cla..ro- dijo a duras penas, sonreí triunfante y con la victoria ya en mis manos.
-¿Recuerdas aquel negocio aquel que hablabas con Anthony la noche pasada?- su mirada se oscureció fugazmente, de seguro al igual que yo lo primero que recordó fue aquella noche tan horrenda que me hizo pasar con el accidente de Anne, respire para tranquilizarme y no arruinar mi plan que tan bien me estaba resultando.
-Si- dijo simplemente, a esas alturas ya estaba sentada sobre su regazo, tuve que hacer acopio de todas mis fuerzas para no expresar en mi rostro la repugnancia que me daba ésta cercanía, pero debía jugar bien mis cartas.
-Permíteme demostrarte que si puedo- le dije batiendo mis pestañas, el comprendió al instante y como un bobo me sonrío embelezado, con una de sus manos me aprisiono por la cintura acercándome más a su cuerpo y la otra la llevo a mi cuello para acercarme y besarme pero fui más rápida y puse mis dedos sobre sus labios a centímetros de los míos evitando así el tan anhelado beso que deseaba darme –Tú primero y luego te perdonare y hasta podría compensarte- le dije mientras batía mis pestañas coquetamente.
-Sabes que me tienes en tus manos- su voz se amortiguo en mi cuerpo puesto que descanso su cabeza entre mi cuello y mi clavícula intentando relajarse de su problema, su confesión me hizo sonreír, justo donde lo necesitaba.
-Eso quiere decir que ¿Puedo infórmale a Anthony que viajare con él la próxima semana?- Alec asintió aún embobado –Me llevare a los niños conmigo- le advertí, ni loca los dejaba a su cargo o peor aún, con Dídima revoloteando por ahí.
-¿Iras con Heidi?- le hice un tierno puchero –Como gustes, espero que Sanguinetti pueda solicitarte su sirvienta- le sonreí y salí de casa sin decir más.
Con toda propiedad le pedí al chofer que me llevase a la casa del Sr. Sanguinetti, éste me miro extrañado pero cuando apareció Alec corroborando mis indicaciones el accedió y de inmediato nos encaminamos hacia la gran casa. Fui recibida por Theo quien se veía levemente extrañado, le guiñe un ojo y el me guío al interior de la casa al encuentro con el amor de mi vida pero antes Theo le informo a mi chofer que me dejase ahí ya que él se ofrecía para regresarme nuevamente, éste se negó por el miedo a lo que diría Alec, pero le gusto la perspectiva que le di de tomarse la tarde libre junto con algo de dinero que le dí.
Camine junto a Theo por un largo pasillo, el toco levemente una gran puerta de madera de roble y escuche un "pase", mi corazón salto al escuchar la voz de Edward. Llevaba varios días sin saber de él, desde que estuvo en casa para la bienvenida de Anne para ser más precisa, sus negocios con Alec le impedían disponer de todo el tiempo que quisiese.
-Mi señor tiene una visita- me quede rezagada detrás de Theo ocultándome.
-Theo te dije que no estaba para nadie- dijo este con voz cansada y molesta.
-¿Ni para mi?- le pregunte cuando salí de detrás de su sirviente, los ojos de Edward se iluminaron de inmediato dejando todo el cansancio que apareció segundos antes.
-Amor ¿Qué haces aquí? ¿Estás bien? ¿Alec te ha hecho algo? ¿Anne esta bien?- su semblante cambio de la emoción a la preocupación en cuestión de segundos, yo lleve mis manos hacia sus mejillas y las acaricie con adoración, al fin podía sentir su piel y sin esperar más me acerque para besarlo, fue un beso suave, tierno y dulce pero no por eso menos especial, cuando me aparte lo vi con sus ojos cerrados aun por la conmoción de aquel beso, suspiro a escasos milímetros de mi rostro y su aliento me baño por completo, cuando abrió sus ojos me permitió ver todo ese amor que sentía por mi y sonreí como una boba, Theo ya no se veía por ningún lado y lo agradecí internamente su consideración.
Edward me llevo hasta su escritorio y me sentó en su silla mientras él se recargaba sobre el escritorio, verlo en esa posición lo hacia verse aún más seductor si fuese posible, era divertido recordar que minutos atrás era yo la que intentaba seducir a alguien que no me interesaba y éste cuando intentaba hacer lo mismo a mi simplemente no se me movía ni un pelo de la cabeza, en cambio con Edward era tema totalmente distinto, él sin proponérselo me seducía con su mirada, carraspee para alejar aquello de mi cabeza y concentrarme.
-Te he traído una buena y una mala noticia- le dije y el sonrío al darse cuenta de mi mala actuación, se acerco a mi y rozo levemente mis labios, cerré automáticamente mis ojos disfrutando su toque, su lengua comenzó a delinear mis labios y yo los entreabrí para darle acceso pero eso nunca sucedió, abrí mis ojos para verlo contemplarme con una sonrisa maliciosa, volvió a repetir aquel seductor acto de delinear mis labios con su lengua y yo simplemente lo deje sin protestar, sabia que estaba jugando con mis fuerzas pero ¿Qué más podía hacer? Luego soplo sobre mis labios que estaban levemente humedecidos por su lengua y un escalofrío recorrió mi cuerpo.
-Querías decirme ¿que?- dijo divertido, lo mire con el ceño fruncido luego de reaccionar coherentemente a sus juegos.
-Ya no se si deba- le dije con fingida molestia cruzándome de brazos como una niña pequeña, Edward se inclino aún más y deslizo la silla un poco más atrás para quedar con su vista fija en la mía con sus manos apoyadas en el posa brazos, cuando él hacia eso era imposible negarse algo –Ya va- dije resignada, escuche su risita y no pude evitar sonreír al escucharlo.
-¿Cuál es la buena noticia?- me pregunto como un niño pequeño lleno de curiosidad.
-He conseguido que Alec me deje salir de la ciudad contigo a la fiesta de la esposa de Stevenson y puedo llevarme a los niños- le dije con una sonrisa, él sonrío con sus ojos iluminados por aquella sonrisa pero su rostro se contrajo al instante en uno serio.
-¿Y la mala noticia?- pregunto preocupado, yo me puse igual de seria y me levante de su silla y con un ademán de la mano lo hice sentarse, Edward estaba nervioso y su mirada cada vez estaba más oscura llena de miedo, me senté a horcajadas sobre su regazo y me acerque hacia el lóbulo de su oreja para succionarlo y susurrarle.
-No habrá fuerza humana que me impida llevarte a mi cama por toda una larga y extensa semana- el fuerte gemido que salio de los labios de Edward fue una dulce victoria para mi orgullo y sonreí al percibir el entusiasmo que emanaba desde sus pantalones, un entusiasmo que me apetecía como nada en el mundo y que ni de cerca se compararía con lo ocurrido minutos atrás con Alec, este era mi lugar y junto a él había conseguido los días más felices y esta siguiente semana no seria la excepción.
-¿Usted se a hecho el análisis?- me pregunto el doctor confundido, mire a Edward con tristeza y una suplica en mi rostro, luego me gire al doctor.
-No soy la madre biológica- y tener que reconocer aquello en voz alta provoco que se reabrieran viejas heridas y todos mis miedos nuevamente afloraran.
Podía sentir la mirada penetrante de Edward, llena de asombro y dudas, me gire hacia el doctor que me miraba con comprensión.
-Entiendo, pero le agradecería que me informase en cuanto llegase el padre biológico de la pequeña- yo asentí algo aturdida por todo lo ocurrido, necesitaba tener a mi pequeña entre mis brazos y saber que estaría en perfectas condiciones.
Camine hacia la sala de espera y sentía los pasos de Edward seguirme a una escasa distancia, sentía mi cabeza desconectada con mi cuerpo, si camine hacia aquella sala era solo por que la intuición me decía que era lo único que podía hacer pero mi mente estaba solo con mi niña, tan pequeñita que no merecía lo que estaba ocurriendo. Me senté agobiada y cansada con un nudo el la garganta que amenazaba con romperse y hacerme llorar por el miedo que sentía, mis manos convertidas en puños debido a la rabia contenida por lo ocurrido con Alec tiritaban a su vez por no poder hacer nada, solo con recordar a Alec y en lo que había provocado, se me subía la bilis con los peores deseos para él.
-¿Qué está pasando, Bella?- la suave voz de Edward me trajo de vuelta, eleve mi rostro hacia él y en sus ojos pude ver las dudas cruzar a toda velocidad, también pude ver que estaba intentando ser comprensivo pero la situación recién pasada era más poderosa.
-No ahora Edward- le pedí con la mirada fija en sus ojos, rogándole que me entendiese –Prometo explicarte lo que acabas de saber pero no ahora, no cuando tengo solo en mente saber como esta mi pequeña y que se recupere- él asintió comprensivamente y tomo mis manos para comenzar a acariciarlas con sus pulgares y así ayudarme a tranquilizarme, así estuvimos varios minutos hasta que pude escuchar la inconfundible voz de Dídima acercarse por el pasillo y nos soltamos de las manos, mirándonos una última vez de aquella manera que nos envolvía solo a los dos.
Mi sangre comenzó a hervir cuando al primero que veo aparecer por la sala de espera fue a Alec y me levante de inmediato.
-¿Cómo está?- me pregunto asustado, al principio rehúyo de mi mirada pero no le quedo de otra que mirarme al no escuchar una respuesta por mi parte, al hacer contacto una necesidad imperiosa de atacarlo floreció en mi, saltarle al cuello y dejarlo morir desangrado en ese mismo instante.
-¿Realmente te importa?- le escupí las palabras con furia, podía sentir mis nudillos comenzar a helarse por la mala circulación de la sangre debido a que mis manos seguían convertidas en puños.
-Bella no digas eso, claro que me importa lo que le suceda a Anne- su mirada bajo a sus manos y su voz se escuchaba tan apagada que cualquier otro podía creerle lo mal que se sentía, pero yo no, ya no más.
-No pensabas eso hace casi cuatro años atrás- sabia que era un golpe bajo, pero era lo que menos se merecía. Alzó sus ojos con una evidente molestia.
-No veo la necesidad de tocar ese tema en estos momentos, menos aún cuando no estamos solos- y mire sobre mi hombro hacia Edward que seguía sentado mirando hacia otro lado, dándonos espacio.
-Quizás tus deseos se hagan realidad- y mi voz se quebró debido a un fuerte sollozo que no pude contener, la idea de que algo así pudiese ocurrir me aterraba, Alec de inmediato se acerco a mi y me abrazo intentando confortarme pero sin esperar más lo aparte de mi.
-Comprendo que estemos todos nerviosos por la salud de Anne pero déjate confortar por tu marido que tan preocupado está- la voz de Dídima me provoco que aumentara mi enojo, hice contacto con sus ojos y en ellos había cierta satisfacción ¡Maldita! Si ella realmente estaba disfrutando esto, ¿Cómo podían existir personas tan llenas de maldad? Anne aún era muy pequeñita para pasar por algo como esto y aunque no lo fuese, ella no lo merecía.
-No estoy para tus comentarios afortunados Dídima, no hoy- me atreví a decirle, de haber sido otros tiempos no hubiese tenido las fuerzas para enfrentarla, simplemente hubiese callado y bajado mi mirada como estaba acostumbrada a hacerlo, siempre con miedo, pero ahora, con Edward a mi lado, a escasos pasos de mi todo era diferente, él nos cuidaría. El rostro de Dídima se contrajo en una mueca que claramente expresaba su desconcierto, ella también había notado mi cambio hacia ella.
-Que valiente- dijo con una sonrisa maliciosa que me hizo temblar, Dídima no jugaba cuando se trataba de cumplir sus amenazas.
Vi pasar a Edward por nuestro lado y me fije que iba directo hacia el doctor a cargo de Anne, quien había aparecido recién.
-¿Ha llegado el padre?- pregunto éste, Alec lo miro y asintió con su rostro asustado, aún podía sentir el olor a alcohol por su cuerpo y al parecer el doctor así también lo percibió.
-Disculpe pero no esta en optimas condiciones para donar sangre a su hija, sus niveles de alcohol deben ser altos- le espeto el doctor molesto, Dídima lo fulmino con la mirada.
-¿Esta tratando de decirle algo a mi hijo?- le pregunto molesta, yo bufe más molesta aún ¿Cómo podía estar más preocupada por el que dirán de su hijito en lugar de la salud de su nieta?
-Disculpe ¿usted es?- le pregunto el doctor con altanería, claramente marcando su territorio de que él era quien mandaba ahí, sonreí involuntariamente, no todos los días se podían ver escenas como éstas en donde Dídima no tenia el poder en todo.
-¿Quién soy?- dijo asombrada y con un claro tono de molesta –Discúlpeme, quizás debería yo preguntar quien es usted y asegurarme de que mi nieta este en las mejores manos, quizás alguien más capacitado- el rostro del doctor se enrojeció claramente y para evitar tener que seguir el absurdo juego de Dídima, se giro a verme.
-Si no es el padre ¿existe la posibilidad de que la madre biológica pueda ayudarla?- sentí de inmediato la mirada de Dídima, su furia me quemaba tan poderosamente que tuve que desviar la mirada rogando por que no cumpliese sus amenazas, no era algo que hubiese querido confesar, pero era por la salud de mi pequeña, mire nuevamente al doctor y negué levemente.
Le pidió a Alec que lo acompañase para ayudarlo a limpiar su organismo del alcohol más rápido, trague seco cuando Dídima se acerco a mi lo suficientemente cerca como para incluso sentir su respiración.
-¿Qué has hecho?- me pregunto Dídima en un susurro tomándome del brazo fuertemente, la mire sin poder ocultar el miedo que sentí.
-Era necesario que se lo dijese al doctor, él necesita la misma sangre de Anne- le dije temerosa.
-Hubieses donado y cuando se diese cuenta de que no eran la misma te haces la desentendida y ya- dijo clavando ahora sus ojos en Edward quien nos miraba especulativamente -¿Todo bien?- le pregunto ella con una fingida sonrisa, Edward asintió con una de sus sonrisas que sabia que la estaba utilizando para confundir a Dídima, al parecer había dado resultado pues ella se acerco a él aforrándose a su brazo y sonriéndole como si fuese una adolescente.
En esa posición se quedo varios minutos haciéndose la sufrida por lo que le estaba sucediendo a su "querida" nieta, pero su escenita se estaba por acabar puesto que escuche una nueva voz por el pasillo.
-¿Dónde esta?- dijo la inconfundible voz de Jane, cuando apareció por la sala de espera miro directamente a Edward y sin importarle que, la que estaba aferrada del brazo de él fuese su tía, la aparto con un fuerte empujón que la hizo trastabillar y casi caer al suelo, debo confesar que la idea me parecía grandiosa – ¿Mi amor como éstas?- le pregunto Jane a Edward con tanta preocupación como si le hubiese pasado algo.
-Tranquila yo estoy bien, es por Anne que estamos aquí- le dijo mientras sus ojos estaban puestos en mi, su mirada estaba tan intensa sobre la mía que involuntariamente los colores se subieron a mi rostro, él me guiño un ojo, acto que solo yo pude notar.
-¿De verdad? ¿Qué le a sucedido a mi sobrinita?- dijo Jane con un tono de preocupación que me molesto, en los casi tres añitos de mi pequeña jamás se había preocupado por ella, visitarla por alguno de sus cumpleaños o siquiera dignarse a tratarla de una mejor manera.
No conteste a su pregunta y me limite a salir de aquel lugar, estaba hastiada con las amenazas de Dídima, la supuesta preocupación de Jane y su petulancia ahora que era "novia" de mi Edward
El doctor apareció unas horas más tarde informándonos que Anne estaba fuera de peligro e incluso no había sido necesaria la intervención de Alec puesto que la pequeña comenzaba a recuperarse con sus propias fuerzas, sonreí al imaginar a mi hija tan valiente a pesar de su corta edad.
Alec me había pedido que me fuese con él a casa a descansar puesto que había pasado toda la madrugada sentada en una incomoda silla de la sala de espera, le dije que me quedaría en este lugar el tiempo suficiente esperando a que me dejasen ver a mi pequeña, Dídima también había intentado hacerme cambiar de parecer, con aquella mirada que más que pedirme algo me "recordaban" lo obediente que debía ser, gracias a la intervención de Edward ella lo dejo pasar y se fue junto con el resto de la familia, nunca nadie entendería lo que era ser madre, la aprensión y la preocupación era algo que no se podía olvidar o apartar y aunque la pequeña no hubiese crecido desde mis entrañas, ella era mía, mi otro pedacito de cielo junto con Charlie.
-Te ves cansada- me susurro Edward al oído mientras estábamos sentados uno al lado del otro y yo me recargaba sobre su hombro, él de inmediato me abrazo a su cuerpo.
-Ya tendré tiempo para recuperar energías- le dije simplemente, la conversación fue simple pero calida, sentir el apoyo incondicional de él era suficiente para mi, en algún punto de todo aquello me quede dormida en sus brazos, lo supe así cuando él me removió suavemente y me llamaba con su voz tan suave que me hizo sonreír al imaginarme despertar a diario con su voz.
-Bella, despierta- lo escuche decir, abrí mis ojos y me encontré con sus verdes tan llenos de amor –El doctor quiere hablarte- de inmediato reaccione y todo el cansancio y sueño desaparecieron de mi cuerpo, mire en la dirección contraria y ahí estaba el doctor que atendía a Anne.
-¿Todo bien?- le pregunte preocupada, el doctor asintió y una sonrisa se formo en sus labios.
-Anne a despertado y no hace más que hablar de su mamá que quiere ver- sonreí ante el encanto de mi pequeña –Hoy la mantendremos en observación y si todo avanza como es esperado, mañana por la mañana podrían venir por ella y llevarla a casa- respire tranquila y lo abrace agradecida, él me sonrío comprensivamente y me llevo junto a mi hija, al ver que Edward no avanzaba junto a mi, le hice una seña con la mano para que me acompañase.
En cuanto entre en la habitación, el olor a desinfectante me tensó el cuerpo pero al ver a mi pequeña con una sonrisa y sus ojitos brillar con intensidad al verme, todo se me olvido, corrí a su encuentro y sentirla entre mis brazos fue el mejor bálsamo para mi preocupado corazón.
-Mi tesoro- susurre en sus cabellos tan suaves como hebras de seda.
-Mami los postes saben fuchi- dijo con su ceño fruncido, la mire con una sonrisa divertida y tome su rostro entre mis manos y bese sus mejillas.
-Prometo que cuando estés de regreso te haré tus postres favoritos- y ella me sonrío como si el mundo se abriese por completo ante ella, Edward se acerco a nosotros y se sentó a su lado.
-Tienes que recuperarte porque si no ¿Quién cuidara de el?- ese "el" no lo comprendí, mire a Edward quien miraba a mi pequeña con una sonrisa cómplice y luego mire a Anne quien le sonreíase igual manera, así estuve de uno a otro intentando descifrar su conversación.
-¿Qué sucede aquí?- cruce mis brazos sobre mi pecho enfurruñada por no saber de que hablaban –Anne- dije esperando a que ella tomo las mantas de la cama y se las llevo sobre la cabeza para ocultarse y escuche sus risita.
-¿Me ocultas información?- le dije con voz resentida pero siempre manteniendo una sonrisa, ella bajo las mantas lo justo y necesario para mostrar sus ojitos llenos de diversión y me miro.
-Es un pequeño secreto que Anne me guarda ¿no es así?- le pregunto Edward, ella de inmediato agito su cabeza afirmativamente.
-¿Y yo no puedo saber?- le pregunte mirando a ambos de hito en hito.
-Nop- dijo mi pequeña entre risitas.
-Malvada- le dije y comencé a hacerle cosquillas a lo que Edward se unió pero en mi contra, de inmediato Anne se soltó de mi agarre y comenzó a atacarme.
-¡Traición!- grite cuando estaba tendida sobre la cama al lado de Anne –Mi hija me a cambiado- grite indignada mientras seguía riendo por como sus manitas intentaban avariciosamente hacerme cosquillas, me levante con dificultad pero lo hice ya que Anne no debía agitarse tanto, la acomode nuevamente sobre la cama y ella hizo un tierno pucherito ya que quería seguir jugando.
Pase toda la mañana junto a mi pequeña, estaba recostada a su lado abrazándola mientras ella dormía entre mis brazos y Edward nos observaba sentado sobre un pequeño sillón en la habitación. No se en que momento me dormí pero una voz llamo mi atención despertándome completamente.
-¿De verdad esta bien? Se ve cansada- la voz de mi hijo mayor me hizo despertarme pero continúe con mis ojos cerrados para escuchar con quien hablaba, me imaginaba que Alec tendría que haberlo traído para que visitara a su hermana.
-Ta durmendo- dijo Anne.
-Su madre esta agotada por que paso toda la noche aquí- y mi corazón se hincho de felicidad al escuchar la voz de Edward, decidí hacerme la que acababa de despertar y al ver a mi pequeño que me sonreía feliz, abrí mis brazos para él y así subió a la cama quedando sentado sobre mi regazo.
-Mi niño ¿Cómo has venido?- le pregunte luego de haber dejado un sonoro beso en su mejilla y el se ruborizaba como siempre lo hacia cada vez que su madre era tan efusiva con él.
-Tío Anthony fue por mi- mire a Edward agradecido y él simplemente me sonrió y asintió.
-¿Viste a Alec?- le pregunte a Edward y luego miro a los pequeños que conversaban entre ellos, Anne le contaba su experiencia en el hospital ya que Charlie nunca a tenido la necesidad de estar en uno, comprendí el gesto de Edward de no decir nada en presencia de mis hijos.
Así pasamos todo el día, jugando y contando algunas historias de terror que Charlie le pedía a Edward que le contase, Anne cada cierto tiempo saltaba y se escondía debajo de mi brazo, por lo que les pedí que no se contaran más historias de ese tipo, la noche había llegado, por supuesto Alec ni nadie de la familia se apareció, de todos modos no me extraño, cuando fue realmente tarde Edward llevo a Charlie a casa hubiese preferido tenerlo cerca de mi, no tener que dejarlo solo en esa casa que tanto detestaba pero necesitaba estar junto a mi pequeña. Edward regreso para hacerme compañía y así pasar un rato más juntos, tenia decidido no aplazar aquella conversación pendiente, se la debía después de todo lo sincero que él había sido conmigo al contarme su vida estos últimos ocho años, lo espere algo nerviosa mientras le relataba a Anne uno de sus cuentos favoritos hasta que finalmente se quedo completamente dormida, besé su frente y en ese preciso instante Edward apareció en la habitación.
-¿Todo bien?- pregunto, yo asentí y le hice un gesto con mis dedos para que no hiciera ruido puesto que al fin había conseguido que la pequeña se quedase dormida, me levante y le pedí que me acompañase. Llegamos hasta la cafetería que se encontraba desierta solo con el mozo que atendía el lugar. Ambos pedimos simplemente café y cuando al fin tuvimos nuestra orden comencé a hablar.
-Necesito contarte lo que sucedió con Anne- le dije sin apartar los ojos de los suyos, él comprendió mis palabras y asintió.
-Solo si tú quieres y puedes- me dijo comprensivamente, le sonreí agradecida y le di un apretón a su mano pero de inmediato la aparte puesto que el mozo no dejaba de mirarme y me ponía nerviosa, no debía de dar motivos para que comenzaran a hablar de mi relación con el "SR. Sanguinetti".
-Hace ya casi cuatro años atrás, descubrí que Alec tenia una amante- Edward hizo un gesto asqueado pero no dijo más y me escuchó con atención –La verdad es que siempre lo intuí pero nunca le di importancia por que simplemente no me importaba, él podía hacer lo que quisiera con su vida siempre y cuando eso no afectara la mía y la de Charlie, cuando lo descubrí me dijo que se sentía terriblemente arrepentido pero que la poca cercanía física entre él y yo le estaba pasando la cuenta y como hombre no podía evitar cuando la carne se le ofrecía tan libremente- Edward maldijo por lo bajo algo así como un "Hijo de…y como se atreve" y apretó sus manos en un puño, yo le sonreí para que no se preocupara y continúe –Gianna era su asistente personal, ella le llevaba todo su horario y sus reuniones por lo que nunca le critique el que pasaran tanto tiempo juntos, pero un día fui hasta su despacho y los encontré tendidos sobre la alfombra sin ropa en pleno acto- hice una mueca de desagrado al recordar ese día –Marcus por supuesto estuvo de parte de su hijo diciendo que era lo más normal del mundo que los hombres tuviesen de vez en cuando un revolcón adicional, por supuesto que Dídima también lo defendió culpándome por no satisfacer a su querido hijo, las semanas pasaron y yo simplemente lo olvide y no le dí más importancia, aunque Alec me lo recordaba a diario ya que intentaba disculparse cada vez que me veía, el ambiente en la casa inexplicablemente estaba tensó y podía percibir las miradas cómplices entre Alec y Dídima, me sentía exasperada sin poder saber que era lo que sucedía, tenia ese presentimiento de que fuese lo que fuese, me incumbía y por ende me afectaría, así que decidida encare a Alec y le pregunte que sucedía, su excesivo arrepentimiento lo llevo a confesar lo que tanto le estaba preocupando, Gianna estaba embarazada de casi tres meses, ella pensaba que con ese hecho me divorciaría de Alec y así ella podría estar con él, la idea sonaba tentadora pero Alec se negó rotundamente a aceptar algo como aquello y le hizo saber que todo lo vivido con ella era simplemente una aventura pasajera, Gianna no se lo tomo muy bien y fue hasta la mansión Vulturi a montar un escándalo, no solo a Alec sino que también a mi por no saber atender a mi marido y valorarlo como ella lo hacia, Dídima estaba realmente escandalizada puesto que ella los chantajeo de contarlo todo y dejar mal puesta a la familia. Ya no recuerdo muy bien como fue que me entere, creo que se lo escuche mencionar a Heidi, pero Dídima- suspire angustiada y temerosa, baje el tono de mi voz y me acerque un poco más a Edward, él comprendió al instante y se acerco a mi para escuchar –Dídima tenia todo preparado para hacerlo parecer un accidente- Edward me miro confundido y algo hizo click en su cabeza y me miro asustado y yo asentí –Intentaron matarla a pesar de llevar en su vientre una pequeña criatura indefensa sin una pizca de culpa por los errores de sus padres, en cuanto me entere fui a visitarla y ella estaba destruida al saber que el amor de su vida estaba involucrado en su "accidente", ella quería a ese niño por que lo había hecho con amor pero desde aquel accidente ella ya no lo deseaba ya que lo veía como objeto de discordia, le propuse un trato, que me entregara al pequeño y yo me separaría de Alec para que ella tuviese el camino libre, ella lo pensó y finalmente acepto, con mi ayuda se mantuvo oculta los seis meses restantes, nunca le falto nada puesto que todo lo costeaba yo, incluso el parto pero dos días antes de éste Dídima se entero y junto con Alec fueron en busca de Gianna, en cuanto me entere fui detrás de ellos y pude evitar que la matasen con el pequeño que ya estaba listo para salir al mundo, ella me traiciono y le contó a Alec sobre nuestro pacto pensando así que para él seria más fácil dejarme, jamás en mi vida había visto más furioso a Alec, tras jurarle que no lo dejaría pero que no lastimase al bebé y él así acepto a dejarlo bajo mi cuidado, como su madre- suspire -La bebé que yacía en mis brazos no llevaba ni siquiera un día de vida cuando ya era huérfana de madre por ordenes directas de su abuela y autorizado por su padre, Dídima me amenazo que si esto lo llegaba a saber alguien más la pequeña Anne, como había decidido llamarla, pagaría las consecuencias.
Un fuerte sollozo salio de mis labios al recordar parte de lo que tuve que soportar en la vida con esa familia, las manos de Edward viajaron hasta mis ojos enjuagando así las lágrimas que derramaban y que yo no había percibido a lo largo de mi relato.
-¿Por qué?- me pregunto él, yo lo mire sin comprender -¿Por qué arriesgar todo aquello por un bebé que no era tuyo?- no sabia como contestar a esa pregunta, seria una mentira decir que no lo había pensado, el dejarla a ella y al bebé a su suerte y separarme de Alec así sin más, pero no pude dejar una vida morir teniendo el poder de evitarlo.
-El bebé no tenía la culpa de nada y sentí en él la necesidad de redimirme por todos los errores que había cometido- la cara de Edward me dejaba claro que con mis palabras tenia más dudas, pero aquel tema era incluso más sensible que éste y no estaba preparado para hablar aún de ello, demasiadas emociones por un día –Alec lo acepto por que le había prometido quedarme a su lado y si tu pregunta es por que decidí quedarme a su lado- lo mire directamente a los ojos para que me entendiese, suspire fuertemente -Charlie- dije con un leve susurro –No quería imaginarme de que serian capaces de hacerle a él si no cumplía con su voluntad, si Alec fue capaz de intentar asesinar a su propia hija ¿Qué lo hacia diferente con Charlie? Dídima tampoco dudo en acabar con su nieta, por lo que simplemente acepte mi responsabilidad de quedarme con la pequeña- ahora Edward me miraba asombrado y lleno de orgullo, me sonrío con más amor si era posible y yo le sonreí levemente.
-¿Lo dejarías ahora?- me pregunto directamente, yo baje mi mirada hacia mi taza intacta de café y le di un sorbo, estaba helado pero era lo mejor que podía hacer.
-Tengo miedo- le dije al fin –Tu estas aquí para limpiar tu nombre y no quiero interferir en ello, el tener que estar pendiente de mi no ayudaría mucho, por otro lado Anne es legalmente mi hija y la amo con todo mi corazón y lucharía por ella como lo haría por Charlie pero si Alec intentara arrebatármela lo haría y yo no podría vivir con ello, amo a mis hijos sin diferencia alguna por que yo los he criado, por que yo pase las noches en vela cuando se enfermaban o me quedaba despierta velando sus sueños cuando tenían pesadillas, yo soy su mami- mi corazón se contrajo solo de pensar en la posibilidad de que me los arrebataran.
-Tu no tenias por que sufrir todo aquello, yo debí estar ahí para ti- gruño frustrado, tome su mano y me la lleve a los labios para besarla.
-Tu estabas pasando por cosas mucho peor, todo lo que me a ocurrido estos ocho años ni se compara a la mitad de lo que tú has tenido que pasar- sus ojos se entristecieron.
-Te prometo que todo eso cambiara, yo cuidare de tus hijos como si fuesen míos, no me importa si son de Alec pero los querré como míos propios- yo le sonreí agradecida.
-Y se que llegado el momento ellos te querrán como a un padre por que ese es un derecho que se gana no que se impone por sangre, yo lo e aprendido con mis hijos, ellos son mi vida- y sonreí aún más al recordar a esos pequeños.
-Eres la mujer más maravillosa que conozco- me dijo y sus ojos se quedaron conectados con los míos largo rato, hasta que el mozo nos informo que cerrarían la cafetería por unas horas para la limpieza matutina, fue ahí cuando caí en la cuenta de que había amanecido y Alec estaría por llegar para llevar a Anne a casa.
Esa mañana Alec y Charlie aparecieron por el hospital, el primero con un enorme oso de peluche como regalo para Anne y un ramo de rosas rojas para mi, simplemente lo tome sin darle mayor importancia y Charlie con una tarjeta llena de dibujos para su hermana, el doctor apareció para chequear por ultima vez a Anne antes de darle su alta medica.
Al llegar a casa la bienvenida que le dieron a la pequeña me extraño de sobremanera, no sabia si era un avancé por parte del resto de los Vulturis, era un plan o simplemente por que Edward estaba también en el lugar para recibir de vuelta a mi hija.
-Ya verás la sorpresa que te tengo- le dijo Alec a mi pequeña, él le tendió su mano para llevarla hasta el segundo piso pero Anne de inmediato se abrazo a mi pierna para que no la soltara, mire a Alec con el ceño fruncido, después de todo él se lo había buscado. Alec suspiro pesadamente y se encamino detrás de nosotros en dirección a la habitación de Anne, al entrar me quede contemplando la cantidad enorme de juguetes que estaban regados por el suelo y parte de la cama, la pequeña dio un grito de emoción y corrió al encuentro de sus tesoros, tocando y abriendo todo con una sonrisa feliz -¿Te gusta?- le pregunto Alec, la pequeña lo miro y asintió sin dejar de sonreír, lo bueno de los niños es que ellos tienen esa capacidad de olvidar las cosas malas cuando son compensados con regalos, lo malo era que no comprendían lo manipuladores que podían llegar a resultar los adultos.
-Gracias papi- y le sonrío mostrándole alguno de sus dientes, un pequeño toc toc escuchamos desde la puerta de Anne y nos giramos para ver quien era, Edward junto a Charlie quien sonreía con un brillo tan especial que me hizo tragar seco, Charlie corrió hacia su hermana que estaba ya sobre su cama con sus nuevas muñecas entre sus manos jugando emocionada.
-¿Puedo pasar?- pregunto Edward, no me paso desapercibido una pequeña caja que llevaba entre sus manos con una enorme rosa de regalo sobre ella, yo asentí y él se adentro donde estaba mi pequeña -Bienvenida- le dijo amablemente a mi pequeña, quien sonrío aún más si era posible –Te tengo una sorpresa- y le dejo la caja sobre la cama a lo que la pequeña se abalanzo para ver su contenido, desde donde me encontraba no pude apreciar que era pero me basto con ver la emoción de mi pequeña hija para agradecerle a Edward lo que fuese.
-¡Gracias!- le grito fuertemente mientras se abalanzaba sobre él y llevaba sus pequeñas manitas hacia su cuello y comenzaba a besarlo frenéticamente por las mejillas, por el rabillo del ojo pude ver lo incomodo que comenzó a sentirse Alec, sonreí, definitivamente no le gustaba esa posición en la que su hija le dijese un simple "gracias" mientras que a Edward lo bañaba en besos.
Un pequeño ladrido salio desde la caja y de inmediato comprendí lo que era, mi teoría fue aún más corroborada cuando dos pequeñas patas aparecieron por el borde de la caja y una pequeña cabecita de un perrito blanco aparecía de ahí pero no era cualquier perrita, era el famoso labrador que tanto deseaba Anna
-¡Es muy dindo!- grito Anne.
-Es un ella- le dijo Edward, aquella información hizo que Anne gritara más emocionada aún -¿Cómo le pondrás?- le pregunto Edward, la pequeña llevo sus manitos hacia su boquita y miro al techo para pensar.
-¡Copita!- chillo emocionada –como un copito de nieve- y sonreí al verla tan feliz, lo que más quería era que olvidase cualquier escena que pudiese dejarla traumada o con alguna clase de miedo o aversión hacia su padre, después de todo, él lo era.
Un par de días más habían transcurrido desde la llegada de Anne quien pasaba prácticamente todo el día jugando con su perrita, verla sonreír de ese modo era la paz misma en mi corazón, Charlie por su parte no se despegaba de ella por si llegase a tener una recaída, el día que la habían dado de alta el doctor le dejo expresamente dicho "como su hermano mayor debes cuidar de ella" y así lo estaba haciendo, la acompañaba a todas partes y de paso jugaban ambos con la pequeña perrita. Mi situación con Alec no mejoro, a los dos días de haber llegado del hospital él se disculpo por lo sucedido prometiéndome que jamás intentaría sobrepasarse nuevamente conmigo, que tendría paciencia pero que por favor no olvidara lo importante que era para él un nuevo hijo.
Estaba esforzándose enormemente por conseguir mi perdón, todas las tardes llegaba con arreglos de diferentes flores, intentaba acercarse de modo cariñoso pero yo se lo impedía, incluso me ofreció que nos tomáramos unas vacaciones los cuatro como familia a donde yo quisiera.
Pero unos días después y debido a tanta insistencia, insistencia que sirvió a mi favor para pensar en ciertas cosas me ilumino.
-¿Realmente quieres que te perdone?- le dije mirándolo amablemente pero a la vez profundice mi mirada a algo más osada, pude apreciar que el había acertado en su percepción de ella puesto que trago pesado y pude ver a la pasada que sus pantalones comenzaban a achicarse en cierta zona, camine en su dirección moviendo mis caderas más de lo normal, desconcertándolo a niveles impensados.
-Cla…cla..ro- dijo a duras penas, sonreí triunfante y con la victoria ya en mis manos.
-¿Recuerdas aquel negocio aquel que hablabas con Anthony la noche pasada?- su mirada se oscureció fugazmente, de seguro al igual que yo lo primero que recordó fue aquella noche tan horrenda que me hizo pasar con el accidente de Anne, respire para tranquilizarme y no arruinar mi plan que tan bien me estaba resultando.
-Si- dijo simplemente, a esas alturas ya estaba sentada sobre su regazo, tuve que hacer acopio de todas mis fuerzas para no expresar en mi rostro la repugnancia que me daba ésta cercanía, pero debía jugar bien mis cartas.
-Permíteme demostrarte que si puedo- le dije batiendo mis pestañas, el comprendió al instante y como un bobo me sonrío embelezado, con una de sus manos me aprisiono por la cintura acercándome más a su cuerpo y la otra la llevo a mi cuello para acercarme y besarme pero fui más rápida y puse mis dedos sobre sus labios a centímetros de los míos evitando así el tan anhelado beso que deseaba darme –Tú primero y luego te perdonare y hasta podría compensarte- le dije mientras batía mis pestañas coquetamente.
-Sabes que me tienes en tus manos- su voz se amortiguo en mi cuerpo puesto que descanso su cabeza entre mi cuello y mi clavícula intentando relajarse de su problema, su confesión me hizo sonreír, justo donde lo necesitaba.
-Eso quiere decir que ¿Puedo infórmale a Anthony que viajare con él la próxima semana?- Alec asintió aún embobado –Me llevare a los niños conmigo- le advertí, ni loca los dejaba a su cargo o peor aún, con Dídima revoloteando por ahí.
-¿Iras con Heidi?- le hice un tierno puchero –Como gustes, espero que Sanguinetti pueda solicitarte su sirvienta- le sonreí y salí de casa sin decir más.
Con toda propiedad le pedí al chofer que me llevase a la casa del Sr. Sanguinetti, éste me miro extrañado pero cuando apareció Alec corroborando mis indicaciones el accedió y de inmediato nos encaminamos hacia la gran casa. Fui recibida por Theo quien se veía levemente extrañado, le guiñe un ojo y el me guío al interior de la casa al encuentro con el amor de mi vida pero antes Theo le informo a mi chofer que me dejase ahí ya que él se ofrecía para regresarme nuevamente, éste se negó por el miedo a lo que diría Alec, pero le gusto la perspectiva que le di de tomarse la tarde libre junto con algo de dinero que le dí.
Camine junto a Theo por un largo pasillo, el toco levemente una gran puerta de madera de roble y escuche un "pase", mi corazón salto al escuchar la voz de Edward. Llevaba varios días sin saber de él, desde que estuvo en casa para la bienvenida de Anne para ser más precisa, sus negocios con Alec le impedían disponer de todo el tiempo que quisiese.
-Mi señor tiene una visita- me quede rezagada detrás de Theo ocultándome.
-Theo te dije que no estaba para nadie- dijo este con voz cansada y molesta.
-¿Ni para mi?- le pregunte cuando salí de detrás de su sirviente, los ojos de Edward se iluminaron de inmediato dejando todo el cansancio que apareció segundos antes.
-Amor ¿Qué haces aquí? ¿Estás bien? ¿Alec te ha hecho algo? ¿Anne esta bien?- su semblante cambio de la emoción a la preocupación en cuestión de segundos, yo lleve mis manos hacia sus mejillas y las acaricie con adoración, al fin podía sentir su piel y sin esperar más me acerque para besarlo, fue un beso suave, tierno y dulce pero no por eso menos especial, cuando me aparte lo vi con sus ojos cerrados aun por la conmoción de aquel beso, suspiro a escasos milímetros de mi rostro y su aliento me baño por completo, cuando abrió sus ojos me permitió ver todo ese amor que sentía por mi y sonreí como una boba, Theo ya no se veía por ningún lado y lo agradecí internamente su consideración.
Edward me llevo hasta su escritorio y me sentó en su silla mientras él se recargaba sobre el escritorio, verlo en esa posición lo hacia verse aún más seductor si fuese posible, era divertido recordar que minutos atrás era yo la que intentaba seducir a alguien que no me interesaba y éste cuando intentaba hacer lo mismo a mi simplemente no se me movía ni un pelo de la cabeza, en cambio con Edward era tema totalmente distinto, él sin proponérselo me seducía con su mirada, carraspee para alejar aquello de mi cabeza y concentrarme.
-Te he traído una buena y una mala noticia- le dije y el sonrío al darse cuenta de mi mala actuación, se acerco a mi y rozo levemente mis labios, cerré automáticamente mis ojos disfrutando su toque, su lengua comenzó a delinear mis labios y yo los entreabrí para darle acceso pero eso nunca sucedió, abrí mis ojos para verlo contemplarme con una sonrisa maliciosa, volvió a repetir aquel seductor acto de delinear mis labios con su lengua y yo simplemente lo deje sin protestar, sabia que estaba jugando con mis fuerzas pero ¿Qué más podía hacer? Luego soplo sobre mis labios que estaban levemente humedecidos por su lengua y un escalofrío recorrió mi cuerpo.
-Querías decirme ¿que?- dijo divertido, lo mire con el ceño fruncido luego de reaccionar coherentemente a sus juegos.
-Ya no se si deba- le dije con fingida molestia cruzándome de brazos como una niña pequeña, Edward se inclino aún más y deslizo la silla un poco más atrás para quedar con su vista fija en la mía con sus manos apoyadas en el posa brazos, cuando él hacia eso era imposible negarse algo –Ya va- dije resignada, escuche su risita y no pude evitar sonreír al escucharlo.
-¿Cuál es la buena noticia?- me pregunto como un niño pequeño lleno de curiosidad.
-He conseguido que Alec me deje salir de la ciudad contigo a la fiesta de la esposa de Stevenson y puedo llevarme a los niños- le dije con una sonrisa, él sonrío con sus ojos iluminados por aquella sonrisa pero su rostro se contrajo al instante en uno serio.
-¿Y la mala noticia?- pregunto preocupado, yo me puse igual de seria y me levante de su silla y con un ademán de la mano lo hice sentarse, Edward estaba nervioso y su mirada cada vez estaba más oscura llena de miedo, me senté a horcajadas sobre su regazo y me acerque hacia el lóbulo de su oreja para succionarlo y susurrarle.
-No habrá fuerza humana que me impida llevarte a mi cama por toda una larga y extensa semana- el fuerte gemido que salio de los labios de Edward fue una dulce victoria para mi orgullo y sonreí al percibir el entusiasmo que emanaba desde sus pantalones, un entusiasmo que me apetecía como nada en el mundo y que ni de cerca se compararía con lo ocurrido minutos atrás con Alec, este era mi lugar y junto a él había conseguido los días más felices y esta siguiente semana no seria la excepción.
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Re: El Conde Montepulciano
WOW
se viene todo un viaje d seduccion
...........................Esta de lo mejor
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Re: El Conde Montepulciano
CADA VEZ ESTA BUENISIMA¡¡
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Re: El Conde Montepulciano
cierto esta cada dia mejor
me sorprendio mucho lo de Anne ..........pero me encanta la fuerza que tuvo Bella de protegerla .
espero con ansias lo que pase en esa semana .........
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Re: El Conde Montepulciano
otro nuevo cap...este esta muy bueno y muy emocional
"El regreso de la Familia"
La tarde que fui a informarle a Edward que viajaría junto a él para ayudarlo con el "negocio" de los viñedos, fue lejos la mejor tarde de mi vida, fue una sesión de hacer el amor sobre su escritorio, el sofá, la alfombra, hasta que nos cansamos "literalmente" o quizás no, quizás fue simplemente un avergonzado Theo que me aviso que ya era entrada la noche y seria bastante malo que Alec sospechara ya tan cerca de haber conseguido mi propósito, paciencia era lo que nos aconsejo.
-Cuídalos mucho ¿bueno?- era como la décima vez que Alec le pedía lo mismo a Edward, las valijas ya guardadas en el maletero y los niños despedidos de su padre, ahora solo faltaba que Alec soltara al fin mi mano y me dejara ir al encuentro de una semana libre sin su presencia ni nadie de esa odiosa y repugnante familia y en plena compañía y merced de Edward y mis pequeñitos.
-Confía en mi Alec, que los protegeré con mi vida si es necesario- quería sonreír por las palabras tan dulces de Edward, yo mejor que nadie sabia el real y verdadero sentido de aquella frase, en donde sabia certeramente que él arriesgaría su vida por mi y mis hijos, lo mire a los ojos unos segundos apartando así la mirada de Alec, en ellos se veía tanto amor que incluso temí que Alec nos descubierta, con ese pensamiento volví la mirada hacia Alec que aún sostenía desde fuera del auto mi mano.
-Ya Alec sino llegaremos tarde al aeropuerto- me queje para que me soltara, tampoco quería verme tan impaciente o entusiasmada.
-Isabella es una semana que estaremos separados- bufe sonoramente, si había algo que detestaba eran estas famosas escenitas en donde debía parecer la esposa del año sumamente enamorada de su esposo, todo por las apariencias.
-Te puede servir para meditar- le dije bajito para que solo escuchase él, la mirada de Alec se entristeció y de ese modo me soltó, al fin.
-Cuiden a su madre niños- y eso fue lo último que escuche de él y partimos hacia el aeropuerto, aunque Alec era de la idea de ir a dejarnos al aeropuerto pero Edward prefería que fuese Theo y así se hizo.
Mientras íbamos de camino al aeropuerto vi cierta tristeza en la carita de Anne y de Charlie.
-¿Qué pasa mis niños?- les pregunté con una pequeña sonrisa para que se animaran a contarme, Charlie se encogió de hombros y miro por la ventana mientras que Anne sollozo suavemente.
-etraño a Copita- se lamento e inmediatamente entendí por que esas caritas tristes.
-Y tu extrañas a Gregorio ¿no?- le pregunte a Charlie, quien hizo un tierno pucherito al escuchar el nombre de su mejor amigo –Mis pequeñitos, sus amiguitos están perfectamente bien cuidados, ellos están felices por que ustedes salen de paseo y conocerán muchos logares lindos, además podemos ir a alguna tienda de mascotas y buscarles regalitos a ellos también- esa perspectiva los alegro un poco y les pude robar a ambos una linda sonrisa.
-Además donde iremos tendrán donde y con quien jugar- mire a Edward con el ceño levemente fruncido pero él se limito a sonreírme angelicalmente.
Una vez en el aeropuerto, Theo nos deseo la mejor de las suertes, yo lo mire extrañada puesto que pensé que él nos acompañaría ya que Edward me aseguro que tendríamos ayuda para cuidar de los niños.
-Confía en mí- y me besó la sien provocándome que cerrara mis ojos para disfrutar de aquel inocente pero placentero beso –Theo es de mi más plena confianza por lo que lo prefiero a vigilando ciertas personas- comprendí a que se refería, en ese momento escuche la vocecita de mi hija.
-¿Me cargas?- escuche que le preguntaba a Edward y batía sus pestañitas inocentemente, sonreí por las locuras de mi pequeña. Edward la tomo por la cintura y la subió a sus hombros mientras yo tomaba de la mano a Charlie y así los cuatro caminamos hacia la puerta de embarque de uno de los aviones privados de Edward.
Al llegar hacia nuestros asientos, Anne me pidió si yo podía sentarme junto a Charlie puesto que no quería que su hermano la molestase, pero en otros términos eso era "me puedo sentar con Edward".
-¡Ha Anne le gusta Tío Anthony!- comenzó a cantar Charlie, la pequeña de inmediato se ruborizo y escondió su carita en el pecho de Edward, él me miro asustado y yo le sonreí divertida, precisamente eso era lo que me estaba imaginando, Anne había comenzado a crear cierto sentimiento hacia Edward debido a su forma de ser con ella, muy común en las niñas pequeñas, yo cuando tenia cinco años decía que estaba enamorada de mi padre y que quería casarme con él cuando grande.
-Es imposible no quererte- me acerque a Edward, ya que ambos estábamos sentados en el lado del pasillo y los niños en el lado de la ventana.
-Yo te amo ¿lo sabias no?- le sonreí ampliamente por sus palabras, de no ser por Charlie y Anne lo estaría besando intensamente en este momento sin importarme el resto de los pasajeros.
-¿Dónde nos alojaremos?- le pregunte tiempo más tarde cuando los niños se habían quedado dormido sobre nuestros regazos.
-Tengo una propiedad muy cerca de la villa de Stevenson, ahí está esperando la niñera que cuidara de los niños mientras hacemos "negocios"- la manera tan seductora que dijo aquello provoco que mi corazón comenzara a latir más rápido de lo normal.
-¿Y quien es esa señora de la que tienes tanta confianza?- le pregunte curiosa.
-Alguien que sé que cuidara muy bien de tus hijos, como si fuesen de ellos- lo mire a los ojos, esos ojos verdemar que me robaban el aliento y me hacían suspirar como adolescente y supe que todo estaría bien.
Al llegar al aeropuerto una limusina nos esperaba, los niños corrieron entusiasmados al auto mientras que el chofer nos asistía y cargaba nuestras maletas.
-Bon jour monsieur Sanguinetti- le dijo un hombre a Edward.
-Edward donde estamos- le pregunte bajito para no llamar la atención de aquel hombre.
-En Francia- me dijo como si fuese lo obvio, yo lo mire con los ojos completamente abiertos por el asombro.
-¡¿Qué hacemos en Francia?- le grite algo asustada.
-Bella cálmate, vinimos a la fiesta de Stevenson, Alec nunca pregunto exactamente donde era y tú tampoco- alzo sus hombros despreocupadamente –Jouit ma princesse.*
Con la nueva idea de encontrarme a kilómetros de "casa" fue que llegamos a una hermosa y preciosa mansión con un jardín exquisitamente bien decorado y lleno de flores.
-Bienvenidos al Fontainebleau- dijo Edward con una gran sonrisa mientras me tendía su mano para ayudarme a bajar del auto, de igual modo lo hizo con Anne quien estaba encantada con las galanterías de Edward.
-¡Bella!- escuche mi nombre y de inmediato me gire, me quede estática de la impresión al ver a Esme sonreírme con aquella única y encantadora sonrisa tan propia de ella, estaba de pie en la puerta principal, sin pensármelo más corrí hasta ella y la abracé fuertemente.
-¿Esme que haces aquí?- le pregunto minutos después cuando ya había pasado un poco la euforia por haberla visto.
-Pues aquí vivo- me dijo con una sonrisa mientras miraba a Edward con una enorme sonrisa, desvíe ahora mi mirada a Edward para que me explicara pero el me guiño un ojo y verbalizo un "después" con sus labios y se iba a darle ciertas indicaciones al chofer y a otras personas.
-Tenemos mucho que hablar- me dijo Esme –Pero antes ¿Dónde están mis retoños?- pregunto haciendo como si no los viera, siendo que los pequeños estaban a pasos de ella moviendo sus manitas y saltando para llamar su atención –Bella ¿viniste sola? es que no los veo- yo comencé a reír al ver el mucho esfuerzo que ambos estaban haciendo para que Esme los mirara, incluso se acercaron a ella y comenzaron a jalar su ropa.
-Aquí tía Esme- le gritaba Charlie.
-Meme aquí etoy- le decía Anne.
-¡Wow! ¿Cómo es que no los vi? A de ser lo vieja que estoy que necesito lentes nuevos- les dijo y se arrodillaba ante ellos –Denle un fuerte abrazo a Tía Esme que los a extrañado muchísimo- mi corazón se encogió de tristeza por tener que separarlos, de los ocho años que Esme paso escondida de los Vulturis, siempre buscaba la manera de verme a mi junto a mis hijos y nos las arreglábamos con Anne para decirle que era un secreto, que nunca debía mencionarla, por suerte Charlie era más grande y no era mucho lo que debíamos mentirle pues el comprendía por si mismo ciertas situaciones.
-Meme tenes que conoced a Copita- le decía animadamente mi pequeña –Hace ¡guau! muy fuedte- y así ambos se quedaron con Esme, yo iba a ir donde Edward cuando el mundo se me cayo a los pies y vi a Alice frente a mi compartiendo mi expresión llena de dolor.
-Alice- dije con la voz ahogada y con unas ganas incontrolables de ponerme a llorar como una niña pequeña, años sin verla o saber de ella, de sentir el rechazo del resto de la familia Cullen pero sintiéndolo el doble por su parte, ella había sido mi amiga desde la infancia.
-Bella- su respuesta fue igual de dolorosa que la mía, al parecer tanto a mi como a ella nos dolía este momento -¡Perdóname!- me grito con una voz llena de dolor y se arrojo a mis brazos para abrazarme tan fuerte que me quitaba el aire pero eso no me importo le respondí el gesto tan fuerte como me fuese posible, ella realmente no podía llegar a comprender cuanto la había extrañado –Bella perdóname por favor, yo…yo no…yo no supe comprenderte- y las lagrimas por parte de las dos no se hicieron esperar, realmente debimos de estar dando un espectáculo único aquí abrazadas en la entrada principal disculpándonos por los daños cometidos.
-Alice perdóname tú a mí por nunca haber confiado en ti pero todo esto ha sido muy difícil- solloce sin apartarme de ella.
-Hijas ¿Por qué no conversan en el interior de la casa?- nos pregunto Esme, con Alice nos miramos a los ojos y asentimos con una leve sonrisa, podía ver la mirada de Anne y de Charlie algo extrañado.
-Hijos vengan, quiero presentarles a una amiga- ambos se acercaron –Charlie, Anne, ella es tía Alice- ambos le tendieron su manito pero el entusiasmo de Alice fue mayor ya que los acerco a su cuerpo y los abrazo fuertemente.
Alice miro a mis hijos y luego me miro como si hubiese descubierto el mundo, yo desvíe la mirada algo asustada, me imaginaba con antelación las horas de plática que nos tomaría resolver ciertos asuntos.
-Yo soy su nueva tía ¿si?- y aquella emoción chispeante de Alice los lleno de entusiasmo a los pequeños quienes le sonrieron feliz y animados.
-¿Cómo de Alice en el país de las nanavillas?- pregunto Anne con sus ojitos a más no poder de la ilusión.
-No tonta, esa es Alicia no Alice, además es maravillas no nanavillas- le corrigió Charlie a lo que rodaba sus ojos.
-Charlie no trates así a tu hermana- le regañe.
-No Charlie te equivocas- le dijo Alice, ella se acerco más a mis hijos y les susurro bajito a lo que ellos expectantes se acercaron curiosos –Yo conozco al Señor conejo- Charlie abrió sus ojitos asombrados mientras que Anne llevaba sus manitas hacia su boquita para ahogar el gemido de asombro que salio de ellos –Incluso conozco a Peter Pan ¿ustedes no?- le pregunto extrañada, los pequeños negaron sin poder dar crédito a las palabras de Alice, ella les sonrío y los niños quedaron eufóricos.
-¿Nos llevaras con él?- le pregunto Charlie asombrado, pude ver como Alice les guiñaba un ojo y les sonreía.
Poder decir quien de los tres estaba más entusiasmado que el otro era imposible de acertar, Charlie y Anne simplemente estaban encantados con su nueva tía Alice y Alice por su parte intentaba remediar todos aquellos años separados de mis hijos, de los que afirmo que serian como sus sobrinos de sangre.
También me hizo prometerle que luego de la cena hablaríamos extenso puesto que ambas teníamos muchas cosas que decirnos, yo acepte encantada pues ella tenía toda la razón, había mucho que decir y de seguro mucho que llorar juntas.
-Tengo que presentarte a alguien- y me guiño un ojo llevándose a los pequeños a recorrer el jardín. Las sorpresas no se habían acabo ahí, pues en el interior de la casa estaba Jasper, Rose con Emmett y Carlisle, mi familia. Todos ellos reunidos ahí esperándome como una más.
-Hija, no sabes lo mucho que te hemos extrañado- me dijo Carlisle con sus brazos abiertos para mí, yo gustosa acepte aquella invitación, en sus brazos no pude evitar derramar ciertas lágrimas el sentir el calor de aquel hombre que por mucho tiempo vi como a un padre y que podría ver nuevamente así.
-Yo también- le dije entre sollozos.
-¿Qué hay de mi?- al escuchar la voz tan infantil de Emmett no pude evitar sonreír, incluso antes de girarme para verlo sentí sus brazos en mi cintura y que me arrebataba de los brazos de Carlisle para llevarme a su cuerpo y ahí abrazarme fuertemente.
-Emmett… no puedo…respirar- le dije con un leve jadeo.
-No seas bruto Emmett- esa sin duda era la voz de Rose, como pude me aparte de Emmett y busque con la mirada a Rose pero ella no estaba sola, a su lado una pequeña de no más de seis o siete años con unos cabellos tan rubios como los de Anne pero más ondulados que llegaban hasta su espalda la tomaba de la mano y así ambas me miraban atenta.
-¿Es tu hija?- mi corazón se contrajo al ver aquella pequeña, no solo ellos habían perdido parte importante de mi vida, sino que yo misma lo había hecho.
-Ella es Violet y por ahí anda revoloteando Aidan- me dijo con una sonrisa maternal tan llena de cariño que me sobrecogió el corazón.
-¿Dos?- le pregunte asombrada.
-Gemelos- me dijo con una sonrisa algo avergonzada, abrí mis ojos asombrada.
-Los Cullen no se andan con las cosas a medies eh- la voz de Emmett sonaba tan llena de orgullo que sonreí con emoción. Justo en ese instante apareció un niño que se veía más pequeño que Violet, como de unos dos o tres años, su cabello era del color de la miel, mira a Rose con la pregunta marcada en mi rostro de saber si él era Aidan, pero Jasper del cual no había aún saludado se adelanto.
-Lucio, hijo quiero presentarte a la tía Bella- mis ojos se ampliaron aún más si era posible por el asombro, esa pequeña diablilla había sido madre y no me había dicho aún nada.
Me acerque a Jasper y él me dio un fuerte abrazo de bienvenida, luego me arrodille para quedar a la altura de su hijo
-Hola Lucio, soy Bella- el pequeño de inmediato se escondió tras las piernas de padre y el resto de la familia comenzó a reír.
-Lo siento, es algo…tímido- dijo Jasper igual de tímido que su hijo lo cual los hacia verse adorables –Es extraño que teniendo una madre como Alice sea así- dijo mientras se rascaba la cabeza.
-Te oí eh- la voz de Alice nos hizo girarnos a todos.
-Por que no me lo dijiste- le pregunte a Esme sin poder entender, ella miro sus manos apenada.
-Cariño no era algo que quisiéramos hacer con intención pero no queríamos poner en riesgo la vida de más vidas inocentes- dijo Carlisle igual de apenado que Esme, de inmediato comprendí, "los Vulturis" mi familia al igual que la familia de Jacob se escondían de los males de los Vulturis, ellos seguían estando al igual que ocho años atrás en el mismo peligro por ser Cullen, por ser mi familia y la familia de mi verdadero marido.
Junto con Alice aparecieron mis hijos y otro pequeño igual de rubio que Violet, era fácil adivinar que él era Aidan.
-Mami aquí hay más niños para jugar- dijo emocionado Charlie en cuanto llego a mi lado, yo asentí y le sonreí contenta de verlo así.
-Esto parece una guardería- me sobresalte ligeramente al escuchar la voz de Edward a mi espalda -¿Dónde están mis sobrinos favoritos?- los pequeños al escuchar el llamado de Edward corrieron para lanzarse sobre él y abrazarlo, sonreí encantada ante aquella imagen. Charlie y Anne miraron la escena algo entristecidos, sintiéndose apartados de aquel momento –Que extraño- dijo Edward de pronto colocando cara confundida –En mis cuentas de sobrinos favoritos me faltan dos- y miro a mis hijos quienes le sonrieron ampliamente y fueron a abrazarlo, no pude evitar sentirme mal por aquel momento, por aquella familia que lo único que estaba intentando conseguir era paz y tranquilidad para sus seres amados.
-¿Son primos?- pregunto Aidan a su tío, Edward le guiño un ojo y revolvió sus cabellos.
-Así es, como si fuesen hijos míos.
Después de aquellas presentaciones, todos juntos nos fuimos a la mesa para comer en familia, una idea cruzo mi cabeza fugazmente, aunque sabia que era prácticamente imposible con solo pensarlo una pequeña ventanita de esperanza se instalo en mi corazón.
-¿Qué sucede mi vida?- me pregunto Edward al oído, tan bajito para que solo yo lo escuchase, respire fuertemente sintiendo su aroma al tenerlo tan cerca de mi.
-Es solo que no puedo evitar el penar en que quiero esto para mi- Edward me miro algo contrariado y continúe –Todo esto, el vivir junto a ti, junto a tu familia y mis hijos- suspire entristecida.
-Paciencia mi amor, que no falta mucho para que todo eso se cumpla- su hermosa perspectiva me robo una sonrisa de ilusión pero llena de miedo a la vez.
-¿Tía Bella es novia de tío Edward?- pregunto Violet quien nos miraba fijamente, yo trague seco debido a los nervios mientras Edward le sonreía a su sobrina de modo cómplice.
-Ma ¿Quién es Edward?- me pregunto Charlie y de inmediato mire a Edward buscando ayuda.
"El regreso de la Familia"
La tarde que fui a informarle a Edward que viajaría junto a él para ayudarlo con el "negocio" de los viñedos, fue lejos la mejor tarde de mi vida, fue una sesión de hacer el amor sobre su escritorio, el sofá, la alfombra, hasta que nos cansamos "literalmente" o quizás no, quizás fue simplemente un avergonzado Theo que me aviso que ya era entrada la noche y seria bastante malo que Alec sospechara ya tan cerca de haber conseguido mi propósito, paciencia era lo que nos aconsejo.
-Cuídalos mucho ¿bueno?- era como la décima vez que Alec le pedía lo mismo a Edward, las valijas ya guardadas en el maletero y los niños despedidos de su padre, ahora solo faltaba que Alec soltara al fin mi mano y me dejara ir al encuentro de una semana libre sin su presencia ni nadie de esa odiosa y repugnante familia y en plena compañía y merced de Edward y mis pequeñitos.
-Confía en mi Alec, que los protegeré con mi vida si es necesario- quería sonreír por las palabras tan dulces de Edward, yo mejor que nadie sabia el real y verdadero sentido de aquella frase, en donde sabia certeramente que él arriesgaría su vida por mi y mis hijos, lo mire a los ojos unos segundos apartando así la mirada de Alec, en ellos se veía tanto amor que incluso temí que Alec nos descubierta, con ese pensamiento volví la mirada hacia Alec que aún sostenía desde fuera del auto mi mano.
-Ya Alec sino llegaremos tarde al aeropuerto- me queje para que me soltara, tampoco quería verme tan impaciente o entusiasmada.
-Isabella es una semana que estaremos separados- bufe sonoramente, si había algo que detestaba eran estas famosas escenitas en donde debía parecer la esposa del año sumamente enamorada de su esposo, todo por las apariencias.
-Te puede servir para meditar- le dije bajito para que solo escuchase él, la mirada de Alec se entristeció y de ese modo me soltó, al fin.
-Cuiden a su madre niños- y eso fue lo último que escuche de él y partimos hacia el aeropuerto, aunque Alec era de la idea de ir a dejarnos al aeropuerto pero Edward prefería que fuese Theo y así se hizo.
Mientras íbamos de camino al aeropuerto vi cierta tristeza en la carita de Anne y de Charlie.
-¿Qué pasa mis niños?- les pregunté con una pequeña sonrisa para que se animaran a contarme, Charlie se encogió de hombros y miro por la ventana mientras que Anne sollozo suavemente.
-etraño a Copita- se lamento e inmediatamente entendí por que esas caritas tristes.
-Y tu extrañas a Gregorio ¿no?- le pregunte a Charlie, quien hizo un tierno pucherito al escuchar el nombre de su mejor amigo –Mis pequeñitos, sus amiguitos están perfectamente bien cuidados, ellos están felices por que ustedes salen de paseo y conocerán muchos logares lindos, además podemos ir a alguna tienda de mascotas y buscarles regalitos a ellos también- esa perspectiva los alegro un poco y les pude robar a ambos una linda sonrisa.
-Además donde iremos tendrán donde y con quien jugar- mire a Edward con el ceño levemente fruncido pero él se limito a sonreírme angelicalmente.
Una vez en el aeropuerto, Theo nos deseo la mejor de las suertes, yo lo mire extrañada puesto que pensé que él nos acompañaría ya que Edward me aseguro que tendríamos ayuda para cuidar de los niños.
-Confía en mí- y me besó la sien provocándome que cerrara mis ojos para disfrutar de aquel inocente pero placentero beso –Theo es de mi más plena confianza por lo que lo prefiero a vigilando ciertas personas- comprendí a que se refería, en ese momento escuche la vocecita de mi hija.
-¿Me cargas?- escuche que le preguntaba a Edward y batía sus pestañitas inocentemente, sonreí por las locuras de mi pequeña. Edward la tomo por la cintura y la subió a sus hombros mientras yo tomaba de la mano a Charlie y así los cuatro caminamos hacia la puerta de embarque de uno de los aviones privados de Edward.
Al llegar hacia nuestros asientos, Anne me pidió si yo podía sentarme junto a Charlie puesto que no quería que su hermano la molestase, pero en otros términos eso era "me puedo sentar con Edward".
-¡Ha Anne le gusta Tío Anthony!- comenzó a cantar Charlie, la pequeña de inmediato se ruborizo y escondió su carita en el pecho de Edward, él me miro asustado y yo le sonreí divertida, precisamente eso era lo que me estaba imaginando, Anne había comenzado a crear cierto sentimiento hacia Edward debido a su forma de ser con ella, muy común en las niñas pequeñas, yo cuando tenia cinco años decía que estaba enamorada de mi padre y que quería casarme con él cuando grande.
-Es imposible no quererte- me acerque a Edward, ya que ambos estábamos sentados en el lado del pasillo y los niños en el lado de la ventana.
-Yo te amo ¿lo sabias no?- le sonreí ampliamente por sus palabras, de no ser por Charlie y Anne lo estaría besando intensamente en este momento sin importarme el resto de los pasajeros.
-¿Dónde nos alojaremos?- le pregunte tiempo más tarde cuando los niños se habían quedado dormido sobre nuestros regazos.
-Tengo una propiedad muy cerca de la villa de Stevenson, ahí está esperando la niñera que cuidara de los niños mientras hacemos "negocios"- la manera tan seductora que dijo aquello provoco que mi corazón comenzara a latir más rápido de lo normal.
-¿Y quien es esa señora de la que tienes tanta confianza?- le pregunte curiosa.
-Alguien que sé que cuidara muy bien de tus hijos, como si fuesen de ellos- lo mire a los ojos, esos ojos verdemar que me robaban el aliento y me hacían suspirar como adolescente y supe que todo estaría bien.
Al llegar al aeropuerto una limusina nos esperaba, los niños corrieron entusiasmados al auto mientras que el chofer nos asistía y cargaba nuestras maletas.
-Bon jour monsieur Sanguinetti- le dijo un hombre a Edward.
-Edward donde estamos- le pregunte bajito para no llamar la atención de aquel hombre.
-En Francia- me dijo como si fuese lo obvio, yo lo mire con los ojos completamente abiertos por el asombro.
-¡¿Qué hacemos en Francia?- le grite algo asustada.
-Bella cálmate, vinimos a la fiesta de Stevenson, Alec nunca pregunto exactamente donde era y tú tampoco- alzo sus hombros despreocupadamente –Jouit ma princesse.*
Con la nueva idea de encontrarme a kilómetros de "casa" fue que llegamos a una hermosa y preciosa mansión con un jardín exquisitamente bien decorado y lleno de flores.
-Bienvenidos al Fontainebleau- dijo Edward con una gran sonrisa mientras me tendía su mano para ayudarme a bajar del auto, de igual modo lo hizo con Anne quien estaba encantada con las galanterías de Edward.
-¡Bella!- escuche mi nombre y de inmediato me gire, me quede estática de la impresión al ver a Esme sonreírme con aquella única y encantadora sonrisa tan propia de ella, estaba de pie en la puerta principal, sin pensármelo más corrí hasta ella y la abracé fuertemente.
-¿Esme que haces aquí?- le pregunto minutos después cuando ya había pasado un poco la euforia por haberla visto.
-Pues aquí vivo- me dijo con una sonrisa mientras miraba a Edward con una enorme sonrisa, desvíe ahora mi mirada a Edward para que me explicara pero el me guiño un ojo y verbalizo un "después" con sus labios y se iba a darle ciertas indicaciones al chofer y a otras personas.
-Tenemos mucho que hablar- me dijo Esme –Pero antes ¿Dónde están mis retoños?- pregunto haciendo como si no los viera, siendo que los pequeños estaban a pasos de ella moviendo sus manitas y saltando para llamar su atención –Bella ¿viniste sola? es que no los veo- yo comencé a reír al ver el mucho esfuerzo que ambos estaban haciendo para que Esme los mirara, incluso se acercaron a ella y comenzaron a jalar su ropa.
-Aquí tía Esme- le gritaba Charlie.
-Meme aquí etoy- le decía Anne.
-¡Wow! ¿Cómo es que no los vi? A de ser lo vieja que estoy que necesito lentes nuevos- les dijo y se arrodillaba ante ellos –Denle un fuerte abrazo a Tía Esme que los a extrañado muchísimo- mi corazón se encogió de tristeza por tener que separarlos, de los ocho años que Esme paso escondida de los Vulturis, siempre buscaba la manera de verme a mi junto a mis hijos y nos las arreglábamos con Anne para decirle que era un secreto, que nunca debía mencionarla, por suerte Charlie era más grande y no era mucho lo que debíamos mentirle pues el comprendía por si mismo ciertas situaciones.
-Meme tenes que conoced a Copita- le decía animadamente mi pequeña –Hace ¡guau! muy fuedte- y así ambos se quedaron con Esme, yo iba a ir donde Edward cuando el mundo se me cayo a los pies y vi a Alice frente a mi compartiendo mi expresión llena de dolor.
-Alice- dije con la voz ahogada y con unas ganas incontrolables de ponerme a llorar como una niña pequeña, años sin verla o saber de ella, de sentir el rechazo del resto de la familia Cullen pero sintiéndolo el doble por su parte, ella había sido mi amiga desde la infancia.
-Bella- su respuesta fue igual de dolorosa que la mía, al parecer tanto a mi como a ella nos dolía este momento -¡Perdóname!- me grito con una voz llena de dolor y se arrojo a mis brazos para abrazarme tan fuerte que me quitaba el aire pero eso no me importo le respondí el gesto tan fuerte como me fuese posible, ella realmente no podía llegar a comprender cuanto la había extrañado –Bella perdóname por favor, yo…yo no…yo no supe comprenderte- y las lagrimas por parte de las dos no se hicieron esperar, realmente debimos de estar dando un espectáculo único aquí abrazadas en la entrada principal disculpándonos por los daños cometidos.
-Alice perdóname tú a mí por nunca haber confiado en ti pero todo esto ha sido muy difícil- solloce sin apartarme de ella.
-Hijas ¿Por qué no conversan en el interior de la casa?- nos pregunto Esme, con Alice nos miramos a los ojos y asentimos con una leve sonrisa, podía ver la mirada de Anne y de Charlie algo extrañado.
-Hijos vengan, quiero presentarles a una amiga- ambos se acercaron –Charlie, Anne, ella es tía Alice- ambos le tendieron su manito pero el entusiasmo de Alice fue mayor ya que los acerco a su cuerpo y los abrazo fuertemente.
Alice miro a mis hijos y luego me miro como si hubiese descubierto el mundo, yo desvíe la mirada algo asustada, me imaginaba con antelación las horas de plática que nos tomaría resolver ciertos asuntos.
-Yo soy su nueva tía ¿si?- y aquella emoción chispeante de Alice los lleno de entusiasmo a los pequeños quienes le sonrieron feliz y animados.
-¿Cómo de Alice en el país de las nanavillas?- pregunto Anne con sus ojitos a más no poder de la ilusión.
-No tonta, esa es Alicia no Alice, además es maravillas no nanavillas- le corrigió Charlie a lo que rodaba sus ojos.
-Charlie no trates así a tu hermana- le regañe.
-No Charlie te equivocas- le dijo Alice, ella se acerco más a mis hijos y les susurro bajito a lo que ellos expectantes se acercaron curiosos –Yo conozco al Señor conejo- Charlie abrió sus ojitos asombrados mientras que Anne llevaba sus manitas hacia su boquita para ahogar el gemido de asombro que salio de ellos –Incluso conozco a Peter Pan ¿ustedes no?- le pregunto extrañada, los pequeños negaron sin poder dar crédito a las palabras de Alice, ella les sonrío y los niños quedaron eufóricos.
-¿Nos llevaras con él?- le pregunto Charlie asombrado, pude ver como Alice les guiñaba un ojo y les sonreía.
Poder decir quien de los tres estaba más entusiasmado que el otro era imposible de acertar, Charlie y Anne simplemente estaban encantados con su nueva tía Alice y Alice por su parte intentaba remediar todos aquellos años separados de mis hijos, de los que afirmo que serian como sus sobrinos de sangre.
También me hizo prometerle que luego de la cena hablaríamos extenso puesto que ambas teníamos muchas cosas que decirnos, yo acepte encantada pues ella tenía toda la razón, había mucho que decir y de seguro mucho que llorar juntas.
-Tengo que presentarte a alguien- y me guiño un ojo llevándose a los pequeños a recorrer el jardín. Las sorpresas no se habían acabo ahí, pues en el interior de la casa estaba Jasper, Rose con Emmett y Carlisle, mi familia. Todos ellos reunidos ahí esperándome como una más.
-Hija, no sabes lo mucho que te hemos extrañado- me dijo Carlisle con sus brazos abiertos para mí, yo gustosa acepte aquella invitación, en sus brazos no pude evitar derramar ciertas lágrimas el sentir el calor de aquel hombre que por mucho tiempo vi como a un padre y que podría ver nuevamente así.
-Yo también- le dije entre sollozos.
-¿Qué hay de mi?- al escuchar la voz tan infantil de Emmett no pude evitar sonreír, incluso antes de girarme para verlo sentí sus brazos en mi cintura y que me arrebataba de los brazos de Carlisle para llevarme a su cuerpo y ahí abrazarme fuertemente.
-Emmett… no puedo…respirar- le dije con un leve jadeo.
-No seas bruto Emmett- esa sin duda era la voz de Rose, como pude me aparte de Emmett y busque con la mirada a Rose pero ella no estaba sola, a su lado una pequeña de no más de seis o siete años con unos cabellos tan rubios como los de Anne pero más ondulados que llegaban hasta su espalda la tomaba de la mano y así ambas me miraban atenta.
-¿Es tu hija?- mi corazón se contrajo al ver aquella pequeña, no solo ellos habían perdido parte importante de mi vida, sino que yo misma lo había hecho.
-Ella es Violet y por ahí anda revoloteando Aidan- me dijo con una sonrisa maternal tan llena de cariño que me sobrecogió el corazón.
-¿Dos?- le pregunte asombrada.
-Gemelos- me dijo con una sonrisa algo avergonzada, abrí mis ojos asombrada.
-Los Cullen no se andan con las cosas a medies eh- la voz de Emmett sonaba tan llena de orgullo que sonreí con emoción. Justo en ese instante apareció un niño que se veía más pequeño que Violet, como de unos dos o tres años, su cabello era del color de la miel, mira a Rose con la pregunta marcada en mi rostro de saber si él era Aidan, pero Jasper del cual no había aún saludado se adelanto.
-Lucio, hijo quiero presentarte a la tía Bella- mis ojos se ampliaron aún más si era posible por el asombro, esa pequeña diablilla había sido madre y no me había dicho aún nada.
Me acerque a Jasper y él me dio un fuerte abrazo de bienvenida, luego me arrodille para quedar a la altura de su hijo
-Hola Lucio, soy Bella- el pequeño de inmediato se escondió tras las piernas de padre y el resto de la familia comenzó a reír.
-Lo siento, es algo…tímido- dijo Jasper igual de tímido que su hijo lo cual los hacia verse adorables –Es extraño que teniendo una madre como Alice sea así- dijo mientras se rascaba la cabeza.
-Te oí eh- la voz de Alice nos hizo girarnos a todos.
-Por que no me lo dijiste- le pregunte a Esme sin poder entender, ella miro sus manos apenada.
-Cariño no era algo que quisiéramos hacer con intención pero no queríamos poner en riesgo la vida de más vidas inocentes- dijo Carlisle igual de apenado que Esme, de inmediato comprendí, "los Vulturis" mi familia al igual que la familia de Jacob se escondían de los males de los Vulturis, ellos seguían estando al igual que ocho años atrás en el mismo peligro por ser Cullen, por ser mi familia y la familia de mi verdadero marido.
Junto con Alice aparecieron mis hijos y otro pequeño igual de rubio que Violet, era fácil adivinar que él era Aidan.
-Mami aquí hay más niños para jugar- dijo emocionado Charlie en cuanto llego a mi lado, yo asentí y le sonreí contenta de verlo así.
-Esto parece una guardería- me sobresalte ligeramente al escuchar la voz de Edward a mi espalda -¿Dónde están mis sobrinos favoritos?- los pequeños al escuchar el llamado de Edward corrieron para lanzarse sobre él y abrazarlo, sonreí encantada ante aquella imagen. Charlie y Anne miraron la escena algo entristecidos, sintiéndose apartados de aquel momento –Que extraño- dijo Edward de pronto colocando cara confundida –En mis cuentas de sobrinos favoritos me faltan dos- y miro a mis hijos quienes le sonrieron ampliamente y fueron a abrazarlo, no pude evitar sentirme mal por aquel momento, por aquella familia que lo único que estaba intentando conseguir era paz y tranquilidad para sus seres amados.
-¿Son primos?- pregunto Aidan a su tío, Edward le guiño un ojo y revolvió sus cabellos.
-Así es, como si fuesen hijos míos.
Después de aquellas presentaciones, todos juntos nos fuimos a la mesa para comer en familia, una idea cruzo mi cabeza fugazmente, aunque sabia que era prácticamente imposible con solo pensarlo una pequeña ventanita de esperanza se instalo en mi corazón.
-¿Qué sucede mi vida?- me pregunto Edward al oído, tan bajito para que solo yo lo escuchase, respire fuertemente sintiendo su aroma al tenerlo tan cerca de mi.
-Es solo que no puedo evitar el penar en que quiero esto para mi- Edward me miro algo contrariado y continúe –Todo esto, el vivir junto a ti, junto a tu familia y mis hijos- suspire entristecida.
-Paciencia mi amor, que no falta mucho para que todo eso se cumpla- su hermosa perspectiva me robo una sonrisa de ilusión pero llena de miedo a la vez.
-¿Tía Bella es novia de tío Edward?- pregunto Violet quien nos miraba fijamente, yo trague seco debido a los nervios mientras Edward le sonreía a su sobrina de modo cómplice.
-Ma ¿Quién es Edward?- me pregunto Charlie y de inmediato mire a Edward buscando ayuda.
Bbra- .
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Re: El Conde Montepulciano
siiii es un hermoso capitulo... me puso melancolica cuando lo lei... gracias amiga por la actualizacion..ahora a esperar jejej besitos amiga
Atal- .
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Re: El Conde Montepulciano
muy buen capitulo que emocionante ........gracias besitos
xole- .
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Re: El Conde Montepulciano
aaaaaaaaaaaahhhh increibeleeee
Elizabeth le françoise- .
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Re: El Conde Montepulciano
llore y llore
evan anthony- Cantidad de envíos : 17
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Re: El Conde Montepulciano
siii cuando va a segu???
Elizabeth le françoise- .
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Re: El Conde Montepulciano
Bueno chiks ponganse comodas q vienen todos los cap en los q me atrase y disculpen por fa la demora y ademas les agrego una linda imagen q hizo nuestra querida amiga Atal
"Extraño"
BPOV
Mire de inmediato a Edward y al resto de la familia con un "ayuda" tatuado en el rostro, sin saber mucho que decirle a mi hijo lo mire con una sonrisa amistosa.
-Cuando tío Anthony era pequeño, nosotros le decíamos Edward de cariño- dijo Alice –Le decíamos así pero a él no le gusta- el mutismo era evidente mientras esperábamos la explicación de Alice que nos sacaría de éste aprieto.
-No era que se llama Ed…- Esme corto a Aidan antes de que cometiera una indiscreción con una tierna sonrisa.
-Anthony- dijo Esme enfatizando el nombre –Es su tío y le decíamos Edward por un superhéroe de aquellos tiempos y como a él le gustaba tanto que decía que también se llamaba así- no sabría decir si mis hijos quedaron conforme con esa explicación, al menos podía ver a Charlie procesar la información, también se podía ver las caritas confundidas de Aidan y Violet, al menos con ellos se les podía explicar ciertas cosas que a Charlie no.
-Entonces también le diré tío Edward- dijo Charlie con un gritito de entusiasmo y con aquella carita brillante por la emoción.
-¡NO!- grite asustada, él no podía mencionar ese nombre frente a Alec o Dídima, seria el fin de todos, Charlie se encogió asustado en su asiento debido a mi levantamiento de la voz.
-Lo que quiere decir tu madre Charlie, es que eso fue hace mucho- Edward miro a Esme con el ceño fruncido ¿no se le pudo haber ocurrido otra idea que no fuesen superhéroes? Suficiente teníamos con el súper Anthony –Ese fue un apodo de mis hermanos cuando era pequeño pero no debes decirme así por que no me gusta ya que ahora soy un adulto, solo soy Anthony ¿bueno?- Charlie asintió con una sonrisa, sin duda Edward seguía estando en la lista de sus superhéroes.
Y como no, Charlie nos deleito con su relato de cómo Anthony lo había salvado de morir cayendo al vacío en aquel acantilado, cada vez que escuchaba aquel relato se me erizaban los pelos del cuerpo.
El resto de la cena paso entre anécdotas de los pequeños revoltosos de Emmett y Rosalie y el tímido hijo de Jasper y Alice, era increíble como los niños podían formar rápidamente un lazo de amistad, el pequeño Aidan ya estaba comenzando a incluir en todos sus juegos a Charlie y Violet le relataba entusiasmada a Anne acerca de toda la colección de muñecas que le había regalado su tío "Anthony".
Así con sus caritas llenas de entusiasmo es que se fueron a jugar a los jardines siendo supervisados por Emmett que se veía igual de entusiasmado que su hijo y sobrinos.
-¿Por qué nunca me lo dijiste?- le pregunte a Edward mientras caminábamos tomados de las manos por los jardines traseros de la mansión, los más apartados del lugar para no ser vistos por mis hijos o el resto de la familia y así darnos algo de intimidad.
-Ellos se sienten muy arrepentidos por haberte dado la espalda, creo que aún no comprenden el por que de tú decisión de casarte tan rápido con Alec pero al menos dejaron de pensar en ello y se sienten mal simplemente por no haberte apoyado, después de todo, tú tenias todo el derecho a rehacer tu vida al creerme muerto- los ojos de Edward destilaban tristeza con cada palabra que salía de su boca, apreté su mano fuertemente y lo mire a los ojos deteniéndonos.
-Edward, es que tu no entiendes, yo lo decidí así porque…porque- ¿Cómo decírselo?
-¿Por qué…?- me insistió Edward como si adivinase lo importante de mi confesión.
-Bella disculpe que los moleste- dijo apenada Alice, Edward bufo molesto y yo la mire comprensivamente –Anne y Charlie quiere que les des su beso de las buenas noches ya que se fueron a la cama, esos revoltosos están exhaustos de tanto jugar- le sonreí sincera y agradecidamente a Alice y los tres nos fuimos juntos de regreso a la casa.
Al llegar al cuarto de Violet donde dormiría Anne, solo con verme ella grito.
-¡Mami beso!- y alzo sus manitas para que me acercara a abrazarla, podía sentir la mirada de Edward en mi espalda.
-Descansa mi pequeña- le dije mientras la arropaba con las mantas y besaba sus mejillas y su frente.
-¿No podemos jugad un poquito más? – me pregunto con un tierno pucherito, le sonreí y negué con la cabeza.
-Sabes, entre más rápido duermas más rápido amanecerá y así podrán jugar con todas esas maqueñas- le dije con una sonrisa a lo que ella respondió cerrando sus ojitos forzadamente y respirando apresurado para así intentar quedarse dormida más pronto, bese nuevamente su frente y me despedí de Violet antes de salir del cuarto e ir con Charlie.
-Es adorable- me dijo Edward cuando salí del cuarto, me abrazo por los hombros y juntos caminamos hacia el cuarto de los chicos que insistieron en dormir los tres juntos, Aidan, Lucio y Charlie.
Cuando abrí la puerta Edward me soltó y juntos entramos al cuarto.
-Ma mira, tengo amigos casi de mi edad- dijo señalando a Aidan y Lucio con una sonrisa.
-Lo se cariño ¿estas contento?- le pregunte en cuanto me senté a su lado en la cama.
-Mañana iremos a jugar con soldaditos, Lucio tiene muchos que le regalo su papá y Aidan tiene tanques- me expresaba con sus manitos el tamaño de los juguetes.
-A dormir entonces que pronto amanecerá- él me sonrío con aquellos ojitos reflejo de los míos.
-Buenas noches ma, buenas noches tío Anthony, buenas noches amigos- y se tapo con las mantas, sonreí cuando los otros dos pequeños le contestaron de igual modo, ver a mi hijo interactuar con otros niños me hacia muy feliz, la idea de Alec de ponerle profesores particulares lo mantenían siempre algo aislado y retraído impidiéndole un normal crecimiento y desarrollo con los otros chicos.
-Sabes que te amo ¿verdad?- le pregunte en un susurro cuando me agache para besar su mejilla, él me sonrío ampliamente.
-Yo también ma- y me abrazo por el cuello, le di varios besos y finalmente salí del cuarto.
-Es un hombrecito muy maduro para su edad- me dijo Edward, yo asentí levemente con cierta congoja.
Caminamos por el pasillo hasta que me percate de que no sabía cual sería mi cuarto.
-Edward ¿Dónde dormiré?- le pregunte cuando me detuve a mirar el resto de las puertas como si de pronto se abrieran para informarme.
-¿No es obvio? En la mía claro- dijo con una sonrisa ladina.
-¿A sí? ¿Y por que nadie me lo había informado?- le pregunte con un falso tono de voz molesta.
-Pensé que te lo imaginarias- se acerco para abrazarme por la espalda y hablarme suavemente en el oído pero nuevamente fuimos interrumpidos por aquel demonio con carita de ángel.
-Sepárense tórtolos, Bella tú vienes conmigo, tenemos mucho de que hablar- y sin esperar mi respuesta me tomo de la mano y me arrastro al que supuse sería su cuarto.
-¡Alice! – escuche la protesta de Edward a mitad de pasillo.
-No protestes Edward, la tendrás todas las noches yo solo la quiero un par de horas para hablar cosas de chicas- llegamos a su cuarto y nos sentamos en la gran cama, mirándonos una a la otra esperando a ver quien rompía primero el silencio.
-Creo que a este paso Charlie ira a la universidad- le dije con una sonrisa.
-De acuerdo- bufo pero me sonrió –Ya te lo había dicho pero es necesario para mi salud mental volver a hacerlo, perdóname Bella, por dejarte sola- ver como su semblante tranquilo cambiaba a uno afligido y triste me producía el mismo efecto.
-Alice, no tengo nada que perdonarte, es completamente lógico y entendible que se hayan molestado, no actúe de la mejor manera- baje mi mirada hacia mis manos que jugueteaban nerviosas -¿Dónde han estado todo este tiempo?- aquella duda aún saltaba en mi cabeza.
-Escondidos- dijo como si no importara –Luego de que te casaras, intentamos acercarnos pero fue entonces cuando tu "maridito" nos amenazo de que si nos acercábamos o si quiera intentábamos verte, él le haría daño a toda la familia, desistimos así de fácil puesto que Rose estaba embarazada ya y no la quisimos arriesgar- me sentía realmente apenada, dos familias se vieron en la necesidad de esconderse para sobrevivir y todo por mi culpa -¿Sabes como supimos que hablaban enserio?- me preguntó nerviosa, yo negué –Esme fue asaltada en el centro comercial, no le robaron nada pero le dejaron varias magulladuras- mi respiración quedo atorada con solo imaginar a Esme siendo sometida a algún tipo de maltrato, me lleve las manos a la boca para acallar así el gemido.
-No puede ser Alice- en ese punto mi voz se quebró completamente -¿Por qué no me habían dicho algo como aquello?- lagrimas de tristeza e impotencia comenzaron a brotar de mis ojos.
-Tranquila Bella, no paso a mayores puesto que unos hombres que iban de paso la ayudaron y fue en ese momento que tomamos la decisión de marcharnos, nos sentimos horrible por dejarte en las manos de esos demonios- bajo su mirada apenada –Pero no había manera de acercarnos- ahora era su voz la que estaba cargada de remordimientos y culpas.
-Alice no, nada de esto es su culpa, ustedes y la familia de Jacob se vieron en la obligación de permanecer ocultos por mis decisiones, si hay un único culpable, esa soy yo- ella me miro y me abrazo.
-Lo que no entiendo Bella es ¿Por qué? ¿Por qué así de rápido? ¿Es que nunca sufriste el luto por mi hermano?- respire fuertemente, recordar aquel dolor que viví por ocho años creyendo que Edward estaba muerto era intenso y aún seguía en parte vivó, es como no creer que él esta aquí conmigo, vivo.
-Por supuesto que si Alice, lo viví por ocho años hasta que él apareció, no sabes lo terrible que era tener que vivir con ello en mi corazón sin poder sacarlo fuera- la atención de Alice estaba fija en mi.
-¿Entonces?- pregunto sin comprender, tome aire llenando mis pulmones por completo y comencé aquel relato que sabía debía enfrentar tarde o temprano con el verdadero dueño de aquella información.
EPOV
Aún me encontraba en el estudio, debatiéndome si llamar de inmediato a mi abuelo o no, imaginaba el rumbo que tomaría aquella platica por lo que intentaba aplazarla lo más que podía, incluso llame a Alec para informarle que habíamos llegado sin novedad y así Bella y sus hijos se encontraban en perfectas condiciones, luego de aproximadamente media hora de conversaciones en donde también tocamos algunos puntos de negocios y ciertas ideas a tratar y también repetirle cerca de veinte veces que Bella no podía contestar el teléfono por que ya estaba dormida en un cuarto "privado" fue que cortamos la comunicación.
Finalmente cuando el tiempo no lo pude detener más fue que llame a mi abuelo rogando por que ciertos temas no fueran sacados a conversación.
-¿Cómo ésta todo por allá? ¿Tu madre, hermanos, los nietos?- pregunto con su voz contenida de entusiasmo pero con un deje de tristeza, sabia en el fondo que mi abuelo se moría de ganas de volver a verlos a todos, incluso a Carlisle pero los nervios y el miedo lo superaban.
-Todos bien abuelo, ahora que están bajo mi cuidado todo esta bien- lo tranquilice.
-Me alegra escuchar eso hijo, ahora, ¿Cómo van los negocios?- comencé a detallarle la conversación con Alec acerca de cómo expandir mejor el negocio de los viñedos, parte de esta idea había sido de mi abuelo quien tenia un muy buen y fiel amigo en el área de las acciones, y gracias a un muy buen dato e informe detallado es que sabíamos que ciertas acciones iban a la baja, por lo que el plan consistía precisamente en darle la confianza a Alec de que invirtiera en dichas acciones y que paulatinamente comenzara a perder capital, debíamos ser rigurosos para que él en cada informe quedara satisfecho pensando en que comenzaba a llenarse los bolsillos de dinero.
-Lo que necesito saber con exactitud abuelo es acerca de la transacción con Stevenson, la fiesta es en un par de días y él querrá estar seguro de que no lo traicionaremos al igual que Alec- le dije.
-Hijo no te preocupes por Stevenson, ya hablamos largo rato y él muy bien sabe de ciertos favores que me debe, le explique acerca de cual era su trabajo en todo esto y accedió encantado primero por que su familia, en realidad la familia de su esposa, tiene ciertos asuntos pendientes con la familia Vulturi y segundo, una fuerte cantidad de dinero entusiasma a cualquiera a trabajar- podía imaginarme la sonrisa de satisfacción de mi abuelo.
-¿Has averiguado algo acerca de Dídima?- luego de formular aquella pregunta un fuerte silbido se escucho a través del auricular.
-La mejor, la tan respetable señora Dídima Vulturi tiene un amorío- sonreí –Y lo mejor de todo, ¿a que no te imaginas con quien?- aquel suspenso de mi abuelo me dejo entre ver que esta noticia era realmente jugosa.
-¿Quién?- pregunte entusiasmado.
-El menor de los Vulturis, Cayo- fue mi turno de silbar por el asombro –Así que como podrás darte cuenta, esta es una información digna de manejar a nuestro favor, tal y como lo habíamos planeado, la mejor manera de destruir a Dídima es poniéndola en contra del resto de la familia- asentí en acuerdo.
-Con lo que le importan las apariencias y el que dirán- le dije.
-Exacto, lo que si necesitamos es ser sutiles y cuidadosos, tenemos que idear la manera de que la familia se entere pero no por ti, para que no cuestionen la información o peor aún, las fuentes.
-¿Qué propones?- le pregunte.
-Aún no lo he decidido con certeza pero una idea superficial me cruza por la cabeza, quizás conseguir poner a tu favor a cierta aliada que confíe lo suficiente en ti como para dejar en evidencia a un familiar, quizás tan cercana como una tía- caí en la cuenta de lo que mi abuelo quería decir.
-Jane- afirme más que preguntar.
-Si tu nueva noviecita confía lo suficientemente en ti y por esas casualidades de la vida ella misma llegase a ver a su tía en ciertos actos indecorosos, puede que tu le siembres cierta semilla para que revele la infamación a su adorado padrino- pronto pensaría en la manera de descubrir a Dídima en compañía de Jane, algo se me ocurriría.
-¿No sabes si tienen un punto fijo de encuentro?- le pregunte.
-Comienzas a pensar como yo muchacho- sonreí –Por lo que me han informado, suelen juntarse en un hotel a las afueras de la ciudad viernes por medio, Dídima dice que va a la opera y Cayo, pues él simplemente sale y sus hermanos creen que se va de juerga con mujerzuelas.
-Perfecto, sería una buena ocasión para salir a dar un paseo fuera de la ciudad con mi novia- dije con cierta arrogancia que fue alentada por mi abuelo.
-A todo esto, me han dicho que fuiste a casa con la mujer de Alec en lugar de tu novia ¿es eso verdad?- suspire frustrado, era inevitable llegar a ese tema, a mi abuelo nada se le pasaba por alto –Edward contéstame ¿es verdad?
-Si abuelo, estoy con Bella y sus hijos- escuche un gruñido.
-Pero Edward ¿en que fue lo que quedamos? ¿Cómo piensas destruir a Alec si la mayor arma esta durmiendo en tu cama?- apreté mis manos para contenerme y evitar soltar algún tipo de maldición.
-Yo la amo abuelo, no puedo utilizarla a ella ni a sus hijos, ni siquiera para acabar con alguien como Alec- dije con un fuerte gruñido.
-¿Qué te sucede? Esto ya lo habíamos conversado, sabias perfectamente que ella es la pieza clave para acabar con él ¿o encontraste otro método para bajar sus defensas? Sabes muy bien que ese hijo de puta no lo acabaría ni la perdida de su dinero, eso es un adicional, realmente la muchacha es su mayor flaqueza- mi abuelo tenia razón en cada palabra, habíamos investigado a Alec suficiente como para saber que ni la ruina lo acabaría lo suficiente, la muerte sería un premio demasiado valioso ¿Qué nos quedaba? El amor que sentía hacia la razón de mi existencia, pero yo no permitiría utilizarla, puede que lo haya pensado cuando estaba enojado por que creí que me había olvidado, pero poco a poco he ido comprendiendo su situación, sobre todo con Anne.
No puedo abuelo- dije en un murmullo perfectamente audible.
-Edward hijo, cuantas veces te he dicho "El amor concede a los demás el poder para destruirte" (lo siento no pude resistirlo, amo esa frase) mira lo que le hicieron esos mal nacidos a tu abuela para acabar conmigo, lo consiguieron y provocaron que pasara años encerrado- sabia lo mucho que le dolía al abuelo recordarla y de cierto modo lo entendía, él también necesitaba vengarse, pero por ella.
-Prometo buscar la manera- dije pero estaba seguro de que no lo dejaría pasar.
-¿Qué dirá tu nueva novia cuando se entere?- golpe bajo, pensé.
-Ella sabe que vine con Bella para persuadir a la esposa de Stevenson, nada más.
-Es mujer Edward, dudo que pase por alto que vayas a una fiesta con otra mujer, sobre todo con alguien tan hermosa como ella- mis labios se curvaron involuntariamente en una sonrisa, ella realmente es hermosa.
-Tienes que confiar en mi- le pedí, en realidad sonó como a un ruego.
-Esto no es un juego Edward, arriesgamos mucho para que no funcione, pones en riesgo a tu familia, a tus padres, hermanos y sus esposas e hijos- una opresión llego a mi pecho de imaginar a mi familia en peligro, estuvieron muy cerca de que algo les sucediera, de no haber llegado a tiempo no se con que me hubiese encontrado.
-No puedo- le confesé finalmente –La amo y la entiendo por que hizo todo aquello, hay cosas que ni tu ni yo sabíamos- le dije pero sin querer entrar a profundizar.
-¿Y los hijos que tiene? Dudo que la hayan obligado a tenerlos- eso dolió.
-La menor no es hija de ella, solo de Alec y una amante que tuvo, Bella decidió cuidarla por que solo era una bebé sin culpas- volví a sonreír pensando en su bondad.
-¿Y el hijo mayor? No puedes negar que no es de ella, es una copia a su madre, además ¿Cuántos años tiene? No se espero siquiera un año a tenerlo, de haber estado muerto tú cuerpo aún no se hubiese desintegrado cuando ella ya se estaba revolcando con ese hombre- lo corte.
-¡Ya basta!- le pedí molesto –Confío en ella y en sus razones, se que cuando este preparada me las dará, más no la presionare ¿creer que ella a vivido feliz en esa casa?
-Puede que si, puede que no, pero salta a la vista que no le a faltado cariño- dijo arrogante.
-Esta platica se a dilatado mucho, necesito revisar unos pendientes- dije tajante y molesto.
-De acuerdo, solo recuerda que estamos en el mismo bando y debes pensar con la cabeza fría, si lo que buscas es un revolcón, adelante, pero no vuelvas a perder la cabeza por una mujer, mira donde acabaste, de no haber sido mi nieto aún te estaría dando de latigazos- un frió cruzo por mi espalda ante los recuerdos amargos, después de todo, él tenia toda la razón.
Estaba tan abstraído en toda aquella plática con mi abuelo que no me percate de que Bella había entrado al estudio.
-¿En que piensas que estas tan ido?- pregunto con verdadera curiosidad, me gire con una leve sonrisa para verla y vi que sus ojos estaban levemente hinchados y rojos.
-Amor ¿Qué sucede?- le pregunte preocupado y levantándome de mi silla para tenerla entre mis brazos.
-Nada de que preocuparse- me contesto con una pequeña sonrisa –Ya sabes lo llorona que soy y bueno, la platica con Alice trajo ciertos recuerdos- y alzo sus hombros despreocupadamente.
-Cariño- le dije mientras acariciaba sus rizos -¿Estas cansada?- ella asintió y nos fuimos juntos abrazados hasta mi cuarto.
Ella entro al cuarto de baño para cambiarse mientras yo hacia lo mismo, ya dentro de la cama conversamos un poco, le conté mi pequeña plática con Alec.
-¿Estas seguro de que resultara como esperas?- me pregunto con cierta duda.
-Confía en mí- ella me sonrío y bese su frente.
Bella llevo sus manos hasta mi cuello y comenzamos un tierno beso que pronto do un pequeño giro, en donde ella bajo sus hábiles manos hasta mi camiseta para comenzar a subirla y acariciar mi pecho.
-Te amo Edward- yo suspire lleno de amor por aquella muchacha que ponía mi mundo y mi vida de cabeza.
-También te amo- y corte el beso al percatarme donde iban dirigida sus intenciones, Bella me miro con una ceja alzada.
-¿Algo anda mal?- pregunto asustada, yo negué.
-Es solo que hoy no amor, estoy algo cansado por el viaje- sin duda aquella mentira funcionaria, de verdad estaba cansado, pero no lo suficiente como para negarme a tenerla entre mis brazos, pero mi cabeza no estaba precisamente en este lugar y no quería entrar a explicarle la conversación con mi abuelo, la conocía tan bien como para saber que ella se alejaría con tal de no "estorbar"
Ella acepto con cierta tristeza y se abrazo a mi pecho para descansar, minutos después el cansancio del viaje la derroto llevándola a un profundo sueño en donde me encargue de velar aquellos sueños.
En algún punto de aquella noche Edward también cayo en un profundo pero intranquilo sueño, aquellas pesadillas en donde veía a Bella encerrada contra una pared y siendo apuntada con un revolver a manos de Alec por haber descubierto su engaño y ella gritaba sin poder ser escuchada, aquella pesadilla lo atormentaba a diario.
-Edward ¿amor? despierta- escucho de pronto y tan pronto como se percato de la voz de Bella abrió sus ojos asustado.
-Bella ¿estas bien?- su respiración era agitada y su frente estaba perlada por el sudor frío que le recorría.
-Yo estoy bien tranquilo ¿mal sueño?- le pregunto mientras acariciaba su frente para borrar aquellas arrugas contraídas por el dolor que le producían recordar aquel mal sueño.
-Algo así, vuelve a dormir- le pidió él intentando acompasar su respiración, cuando Bella finalmente se relajo entre sus brazos fue cuando Edward también lo pudo conseguir.
Para Bella no paso desapercibido la extraña actitud de Edward, estaba ido y con el semblante preocupado, realmente algo no andaba bien.
Sin contar que ya llevaban tres días en Francia, alejados de todos los Vulturis y durmiendo bajo el mismo techo, en la misma cama, y Edward no había dado manifiesto de querer aprovechar esos pocos momentos a solas.
-¿Qué va mal Bella?- le pregunto Alice, quien la alcanzo hasta el jardín mientras ella cuidaba a los pequeños que corrían y se divertían ajeno a todas las preocupaciones de los mayores, Alice se sentó en el columpio vacío al lado de Bella.
-Realmente no lo se Alice- Bella se ruborizo un poco pensando en lo que le confesaría –ciertamente pensé que esta semana a solas con Edward seria diferente, que aprovecharíamos de estar más juntos- la miro a los ojos –Ya me entiendes, íntimamente- y miro rápidamente sus manos avergonzada –Pero él no me toca Alice, algo anda mal, cada vez que intento acercarme él se aleja o inventa alguna excusa tonta, algo lo tiene en otra parte y no me quiere incluir en sus preocupaciones pero sobre todo, me aleja- su voz se quebró levemente.
-Ya sabes como es Edward, quizás es simplemente que esta preocupado por aquel trato que debe hacer con ese hombre, dudo que Edward no quiera estar contigo de igual manera- Bella la miro agradecida por sus palabras, intentaría realmente pensar que ella tenia razón.
-¿Sabes en que va eso?- Alice negó.
-Él no quiere incluir a nadie de la familia, dice que no debemos de preocuparnos ya que él y el abuelo tienen todo calculado- Bella asintió –Pero sabes, puede que podamos hacer algo para que el tozudo de mi hermano abra un poquito esos ojitos ante lo que tiene en frente- Bella la miro sin comprender –Ya verás, sígueme.
Juntas fueron hasta la habitación de Alice dejando a Esme con los niños.
-¿Qué piensas hacer?- le pregunto Bella mientras Alice se perdía en un gran armario que tenia en su habitación.
-Paciencia mi querida Bella- le contesto Alice mientras seguía en la búsqueda de algo puntual –Esto- le dijo- Es tu boleto a la felicidad- Bella frunció el ceño al no comprender, podía ver unos trozos de tela en las manos de Alice.
-¿Qué es eso?- le pregunto confundida, Alice extendió el diminuto conjunto de lencería sobre la cama para mostrárselo a Bella –Estas loca si piensas que utilizaría algo como aquello- le dijo la castaña horrorizada.
-Vamos Bella arriésgate un poco, es algo que se utiliza mucho aquí en Europa, vieras como ayuda con los hombres, Jasper ya me a destrozado cuatro conjuntos- le contesto con una sonrisa picara –Verás como esto te ayuda a incentivar un poco a ese terco de mi hermano y lo traes de regreso de donde este, te aseguro que no podrá sacar los ojos y menos las manos de encima- Bella se ruborizo ante la imagen mental, pero ciertamente Alice tenia razón, debía hacer algo para cautivar nuevamente a su hombre, Alice le entrego una pequeña bata a juego con el conjunto.
-Gracias Alice- le dijo Bella mientras la abrazaba, ambas estaban felices de volver a sentir esa confianza y amistad que pensaron habían perdido.
Edward pasaba gran parte del día alistando documentos para presentarle a Stevenson por lo que estaba fuera gran parte de la mañana y de la tarde, pero en realidad parte de su ausencia se debía a lo mal que se sentía de saber que tenia que alejar a Bella nuevamente de su vida, no por que quisiera pero era para evitar que su abuelo siguiera incluyéndola en los planes de venganza contra Alec, no podría tolerar si algo le sucedía a ella por su culpa, por incluirla.
Aquella noche se fue de inmediato a su cuarto, no tenia ánimos de hablar con alguien de la familia y que estos cuestionaran el por que dejaba a Bella sola tanto tiempo, al entrar le pareció extraño no encontrar a Bella acostada puesto que ya era muy entrada la noche.
-¿Bella?- pregunto más por temor a pensar en que podía encontrarla.
-Salgo en un minuto- le contesto ella desde el baño, Edward suspiro tranquilo y se quito la ropa para meterse a la cama, rogó por que Bella no se le volviese a insinuar, le dolía tener que rechazarla, a pesar de que sus ganas y su hombría le exigían que la tomara ya la amara como solo él podría hacerlo, pero no quería lastimarla, para ella seria mucho peor cuando él tuviese que dejarla.
Se recostó y de inmediato tomo el libro que descansaba sobre el buró, así si ella volvía a insistir él ya tendría una excusa.
-¿Cansado nuevamente?- le preguntó Bella cuando salio del baño, Edward no alzo la mirada para no encontrar aquella tristeza en sus ojos o que comenzaran a pelear por que ella le exigía un poco de atención, por lo que la respuesta de la chica lo desconcertó.
-Te entiendo claramente, yo estoy exhausta- y se quito la bata dándole la espalda, Edward alzo la mirada para darse de lleno con su trasero casi desnudo, aquella ropa interior debía estar claramente prohibida si casi no cubría nada.
-Bella…que es…- preguntó con la voz ronca y seca debido a la evidente excitación, Bella lo miro sobre su hombro con una sonrisa inocente.
-Es algo que encontré por ahí para dormir, es refrescante para las noches de verano- ella se paseo un poco más por la habitación como si buscase algo pero en realidad simplemente se paseaba exhibiéndose un poco más para lograr su objetivo, picar un poco a Edward -¿Sucede algo?- su voz despreocupada pero aquella sonrisa ladina estaba volviendo loco a Edward.
-¿Por qué me haces esto?- y antes de que Bella pudiese reaccionar, Edward había saltado de la cama lanzando su libro a algún punto de la habitación, la tomo entre sus brazos y la beso desesperadamente –Me vuelves loco- le dijo con un jadeo al odio lo que provoco que Bella se humedeciese en ese instante.
-No lo parecía días atrás- ella se separo de él satisfecha por haber causado aquella reacción, iba a meterse a la cama para provocarlo un poco más pero él no la dejo.
-No puedes provocarme esto- restrego su evidente excitación sobre su vientre ganandose un jadeo -Y luego retirarte como si nada- la beso por el oído, cuello y clavícula, robándole varios jadeos más.
-¿Y que pretendes hacer?- le preguntó juguetona.
-Pretendo hacerte el amor hasta que me ruegues que pare- le dijo con la voz cargada por el deseo
-¿Y si no quiero que lo hagas?- la voz de Bella lujuriosa y confiada provoco mucho más a Edward haciendo que él se lanzará sobre ella.
"Tiempo a solas"
EPOV
-Pretendo hacerte el amor hasta que me ruegues que pare- le dije con la voz cargada por el deseo.
-¿Y si no quiero que lo hagas?- la voz de Bella sonaba lujuriosa y confiada provocando que me lanzará sobre ella.
-No quiero que comiences algo que no vas a terminar- me dijo Bella sin apartarse de mis labios, más que una recriminación sonó a un ruego para que acabara con lo que estaba comenzando.
-Shhh- le dije mientras comenzaba a delinear la curva de su cuello con besos que saboreaban su carne –Te ves realmente hermosa- le dije mientras exhalaba mi aliento sobre su piel que se erizaba y podía sentir como su cuerpo vibraba levemente dentro de mis brazos. Lleve mis manos a su espalda deje suaves caricias hasta que llegue al broche de su sujetador y lentamente lo desabrochaba lentamente sin dejar de besar sus hombros en el transcurso hasta que finalmente de un solo movimiento pude retirar aquella diminuta prenda que se había convertido en un arma de doble filo para mi sano juicio, un fuerte suspiro salio de los labios de Bella cuando pase mis dedos suavemente por el contorno de sus pechos, ella se arqueo completamente a mi, ofreciéndome su cuerpo –Eres solo mía- le dije como si fuese una orden, sin esperar una respuesta de su parte me acerque a ella con tanta lentitud que rayaba en la desesperación ya que su pecho subía y bajaba por su rápida aceleración, sus ojos me miraban expectantes esperando mi siguiente movimiento, bese sus labios con apenas un pequeño roce y sin apartar las leves caricias que le daba al contorno de sus pechos, sin llegar aún a ese pequeño montículo que me sabia a mil, Bella jadeaba por las sensaciones que aquellos pequeños toques le producían, sentir su piel en estos momentos era el doble de emoción, una parte de mi me decía que esto estaba mal y que más tarde de arrepentiría cuando tuviese que alejarla de mi para que no saliera dañada
-¿Qué sucede?- me preguntó mientras se alejaba dos pasos y me miraba extrañada, intente mostrar mi mejor rostro despreocupado pero sabía que no la convencería, trate de decir la verdad, a medias.
-Es solo que te amo tanto que duele- le dije sinceramente, Bella entendía cada una de mis palabras, puesto que éste amor tan prohibido y lleno de obstáculos era tan poderoso que no podían separarnos aunque todos nos lo impidieran pero el estar consiente de los riesgos ¿Qué podía hacer? Esto era algo que iba más allá de lo que yo quisiera, esto era por su seguridad.
Bella se acerco a mi y me miro como si comprendiese todo aquello que me atormentaba, comenzó a quitarme la camisa y la tire en alguna parte del suelo y yo comencé a bajar lentamente la última prenda que estorbaba de su cuerpo, Bella me ayudo ya que levantó sus pies para liberarse completamente del estorbo y lo aventó al igual que la camisa, sin apartar su mirada que demostraban cuanto me deseaba en ese momento, ella deslizo sus manos sobre mi pecho e involuntariamente cerré mis ojos disfrutando sus caricias, sus manos se fueron a mis pantalones y rápidamente se deshizo de ellos y de mi calzoncillo, los zapatos y calcetas me las quite rápidamente, quedando ambos en igualdad de condición.
Entonces me acerque y bese uno de sus senos mientras acariciaba el otro con movimientos circulares disfrutando de su sabor, Bella jadeaba mientras enterraba sus manos en mi cabello. Subí por su cuello con besos cortos hasta volver a besarle en los labios y así la guíe hacia la cama para tenderla y colocarme encima de de ella, fui besando su cuello nuevamente y seguí bajando por entre sus senos, continúe bajando hacia el sur hacia su ombligo que lamí mientras que masajeaba sus muslos y levemente abría sus piernas para mi. Bella abrió la boca en un fuerte gemido cuando sintió que besaba la parte más íntima de su cuerpo, con sus manos apretó el edredón y su rostro se contraída deliciosamente, los dedos de sus pies se contrajeron cuando explore su tierna carne con mi lengua y degustaba todo su sabor y otro sonido escapo de sus labios, sonreí satisfecho y ella apretó aún más la colcha.
-¡Edward por Dios!- se quejó con la voz completamente ronca y seca. Besé nuevamente sus muslos subiendo nuevamente y proporcionándole caricias a sus piernas con mis manos hasta llegar a la cadera, acarició su pelvis provocando que ella abriera más sus piernas para mi y me introduje en ella de una sola estocada, Bella se aferró a mi espalda con sus uñas tan fuerte que estaba seguro que mañana tendría unos muy bien marcados arañazos, marque el ritmo mientras seguía besando alternadamente sus senos, no podía resistir el jadear por las intensas sensaciones de sentir su humedad en torno a mi miembro pero a decir verdad los gemidos de Bella eran los que más inundaban la habitación provocándome escalofríos de placer, acelere los movimientos mientras me apoyaba con ambas manos sobre la cama y Bella sonrío al ver mi rostro completamente retorcido por el placer disfrutando el hecho de ser ella la responsable de provocarme todo aquello, sus manos seguían subiendo y bajaban por mi espalda mientras me suplicaba por más, mis movimientos se volvieron frenéticos y de pronto me envolvió una sensación totalmente abrasadora provocándome tocar el cielo junto a mi Bella.
-Te amo tanto- le confesé mientras recargaba mi frente sobre la de ella sin apartarme y sosteniendo todo mi peso en mis manos, mire sus ojos y ella me sonreía complacida.
-Como yo ti- me dijo ella sin borrar aquella hermosa sonrisa de su rostro, me baje de su cuerpo y me acomode a su lado abrazándola como si en cualquier momento se fuese a esfumar -¿Qué anda mal Edward?- me pregunto, la incertidumbre era palpable en su voz a decir verdad no sabia que decirle, una parte de mi me decía que le dijera la verdad y así evitar los secretos que tanto daño nos había hecho en el pasado pero la parte precavida me decía que al hacerlo, la arriesgaba aún más.
-Son solo preocupaciones por los negocios que debo hacer- le mentí cerrando mis ojos para que no viera lo mucho que me dolía hacerlo.
-Sabes- me dijo sin apartarse de mi –Puede que nos hayamos separado por ocho años pero te conozco más de lo que crees y se que un problema como ese no te apartaría de mi- la mira afligido, Bella realmente me conocía –Vamos, di lo que sea antes de que esto cree un abismo entre nosotros- me pidió y en su rostro había cierto dolor, suspire fuertemente decidido en mejor decirle la verdad.
-Si hago esto es solo por que no quiero mentiras y secretos entre nosotros Bella pero quiero que te lo tomes a bien y me escuches- ella me miro con tristeza y bajo su mirada como si me ocultase algo, luego me miro nuevamente y sus ojos estaban levemente cristalizados.
-Continua- me dijo cuando percibió que le iba a preguntar que le sucedía, por lo que comencé a relatarle la conversación con mi abuelo.
-Él piensa que tú serás el único talón de Aquiles de Alec para poder vengarnos de él, él realmente tiene motivos muy fuertes para querer devolverle con la misma moneda pero yo no pienso obligarte y mucho menos arriesgarte- le dije y mi voz se quebró un poco al final, ella pensó algo ya que se mordía el labio.
-¿Y si yo me ofreciera?- la mire extrañado –¿Si no eres tu quien me obliga sino que soy yo quien decide hacerlo?- me pregunto –Yo también tengo muchas cosas que cobrarme con esa familia Edward, esto que haces no solo es por limpiar tu nombre, es para que podamos estar juntos- me acaricio la mejilla y cerré mis ojos disfrutando su caricia.
-No podría Bella- le dije tomando su mano entre la mía y besándosela –No podría vivir tranquilo sabiendo que estas arriesgando más de lo que lo haces a diario vivando con ellos ¿crees que no me e planteado la idea de ir simplemente y secuestrarte?- sus ojos se abrieron asombrados –Créeme que lo he pensado incluso más veces de las que puedo contar con la mano- le dije con cierto dolor al recordar lo mucho que me preocupa cuando esta lejos de mi.
-¿Entonces que pretendes, alejarme?- la sola idea paso por su rostro que se contrajo de dolor al igual que el mió solo de pensarlo –Por que si es así déjame decirte Cullen que estarías en serios problemas, seria capaz de todo por retenerte en mi vida ¿me escuchaste?- sonreí involuntariamente al escucharla tan decidida y a cuidar lo nuestro.
-¿Qué voy a hacer contigo?- le dije en un suspiro mientras besaba su frente.
-¿por el momento?- me pregunto con cierta mirada traviesa en su rostro, antes de que pudiese procesar sus intenciones ella estaba sobre mi sentada a horcajadas y rozando peligrosamente mi miembro con su sexo.
-Bela- gemí cuando se broto deliberadamente en mí.
-Dime- dijo con su rostro tan angelical que no pude reír.
-No puedo alejarte, verdad- no fue una pregunta, fue una afirmación y ella sonrío mientras asentía.
-Entiéndelo de una vez Cullen, somos tú y yo contra el mundo aunque este se venga a bajo por que estemos juntos, lucharemos por nuestro amor pero si no somos los dos no será nadie- y ver la determinación en su rostro me dio la confianza que necesitaba.
-Si es así, deberías por empezar a demostrarme que tanto me amas- y ella me sonrío realmente feliz por que dejara ese asunto de alejarnos de lado, Bella me besó desde la punta de la nariz hasta la punta de los pies arrebatándome varios gemidos de placer y conseguir que olvidara toda preocupación.
¿A que hora nos detuvimos? Es difícil decirlo con precisión puesto que a cierta hora de la mañana, Bella fue por el desayuno para ambos y cuando regreso me informo que Alice y el resto de la familia habían ido al parque junto con sus hijos, dejándonos completamente solos en esta enorme mansión y sin la responsabilidad de tener que salir al exterior.
-Alice dijo que volverían después de la cena ya que quiere enseñarle muchos lugares a Charlie y a Anne- me dijo mientras acariciaba mi pecho y se mordía el labio inferior tentadoramente.
-¿Qué a pasado con mi pequeña Bella?- le pregunte divertido al ver que siempre quería más de mi, a decir verdad me encantaba pues a mi me pasaba igual ya que siempre necesitaba más de ella.
-Oye- me dijo indignada y me daba un suave golpecito en mi costado –Es solo que realmente extrañaba estar así contigo, aunque no lo creas después de alejarme de ti nunca volví a tener esta necesidad tan física- me confesó algo ruborizada, la mire algo extrañado.
-¿Y con Alec?- le pregunte pero ella de inmediato se tensó.
-Las cosas con él fueron de otro modo- dijo zanjando el tema, por el momento no presionaría pero estaba seguro de que tarde o temprano necesitaría que ella me dijera la verdad para calmar esa parte cavernícola que nacía en mi solo con pensar que ellos…
-¿Y que quieres hacer hoy?- le pregunte con una sonrisa tonta en mis labios, ella me miro a través de sus pestañas y me sonrío coquetamente.
-Todo lo que pase por tu mente- me dijo mientras capturaba mis labios en un beso fiero y necesitado, tome a Bella de las caderas y la subí en mí ganándome un delicioso gemido de sus labios que fue acallado por los míos.
-Tu lo pediste- le dije y luego desatamos toda aquella pasión contenida y las ideas más pervertidas de nuestras mentes, decir que habíamos hecho el amor en el sofá, el escritorio, la alfombra e incluso en la cocina era quedarse corto, pero así era esta nueva Bella que dejaba llevarse por sus arrebatadoras hormonas que se convirtieron en mis mejores amigas.
Pasada la hora de la cena decidí que era momento para saber algo de la vida en el exterior dejando a Bella sobre mi cama completamente desnuda durmiendo boca abajo, la mire unos minutos contemplando la paz que reflejaba en su rostro mientras dormía, suspire embobado y con el corazón repleto de amor por aquella mujer enredada entre mis sabanas, baje al primer piso y me encontré con Alice y mi madre que me sonrieron cómplices y me ruborice un poco.
-Espero al menos la hayas dejado conciente- se burlo Emmett en cuanto me vio bajar por las escaleras –Creo que ustedes batieron un record incluso ganándonos a Rose ya mi- Emmett se quejo cuando su mujer le dio un golpe sobre la cabella.
-No cuentes esas cosas Emmett- le dijo a lo que el resto de la familia que se unía a nuestra platica se unía.
-Hijo recibiste una llamada de tu socio, el de la fiesta- me informo mi madre, asentí y le di un beso en la frente antes de desaparecer hacia el escritorio.
Ya estado sentado frente a mi escritorio llame de inmediato.
-Con el Sr. Stevenson por favor, de parte del Sr. Sanguinetti- le pedí a su ama de llaves, a los pocos minutos él me contesto
-Hola Anthony, ¿Cómo van las vacaciones por estos lados?- pregunto amistosamente pero cuando dejamos los saludos cordiales de lado él me hablo de lo importante de la llamada -Necesito pedirte ¿existe la posibilidad de que te quedes una semana más?- me dijo con cierta nota de disculpa.
-¿Que sucede?- le pregunte.
-Verás, el parto de mi esposa se a adelantado más de lo considerado por lo que no esta en optimas condiciones para realizar la fiesta, además el pequeño Benjamin es muy prematuro por lo que no quiere apartarse de él- dijo apenado.
-Amigo no hay problema, ya veré como me las arreglo con Alec- y en ese instante Bella entro y me quedo mirando extrañada al escuchar el nombre de ese bastardo.
-Cualquier cosa por favor infórmame, sabes que estaría realmente complacido de que asistieras- y luego nos despedimos, observé que Bella aún estaba algo adormilada cosa que la hacia verse muy tierna, mientras frotaba sus ojitos me alcé para estar frente a ella quien vestía sus ropas por lo que supuse se había levantado para ir a ver a sus hijos.
-Te ves tan linda cuando despiertas- le dije con una sonrisa mientras acariciaba su mejilla que se coloreaba adorablemente.
-¿Qué sucede con Alec?- pregunto algo tensa, yo le sonreí para que no se preocupara.
-Nada cariño, es solo que la mujer de Stevenson dio a luz antes de tiempo por lo que la fiesta se a retrasado una semana y quería saber si existía la posibilidad de que nos quedáramos más- sus ojitos brillaron por la emoción –Intentare ver si Alec no pone problemas- le dije para que no se hiciera ilusiones, me desagradaba enormemente tener que pedirle autorización a esa sabandija para poder estar con mi Bella pero ya llegados a este punto no arriesgaría los meses de "amistad" que habíamos forjado.
Caminamos juntos hacia el gran salón donde estaba toda la familia reunida contemplando a todos los niños que jugaban animadamente.
-¡Ma!- escuche la voz de Charlie quien al ver a Bella corrió para abrazarla, ella inmediatamente abrió sus brazos para recibirlo, Anne al percatarse de nosotros inmediatamente corrió pero para abrazarme a mi, yo la tome en el aire ya que se lanzo y la abrace a mi.
-Anthony creo que tienes una admiradora- me dijo Emmett en tono de broma lo que provoco la risa de todos los grandes, Bella me observo interactuar con su pequeña y una enorme sonrisa apareció en sus labios.
Luego de cenar en familia y escuchar atentamente el relato de unos entusiasmados pequeños que parecía que nunca se les acabaría la cuerda, Bella y yo llevamos a Charlie y a Anne a sus respectivas habitaciones para que descansaran, realmente tuvieron que haber jugado mucho ya que cuando recostaron sus cabezas sobre la almohada fue cosa de segundos que quedaron completamente dormidos.
-Espero que esta noche nos dejen dormir- escuche la voz de Emmett al final del pasillo antes de entrar a mi cuarto con Bella quien también lo había escuchado y ahora estaba completamente ruborizada.
-No le hagas caso amor, de cualquier modo estas paredes son tan gruesas que impiden cualquier fuga de algún sonido- le dije con una sonrisa divertida, Bella solo golpeo mi pecho.
A decir verdad ambos estábamos exhaustos por la pasada noche y el reciente día pero en alguna hora de la madrugada cuando ya habíamos recuperado nuestras fuerzas, continuamos en aquella demostración de amor que nos envolvía a ambos
En una pasión tan arrolladora que era inevitable no dejarla florecer.
Al día siguiente utilizamos el día para compartir los cuatro, fuimos a pasear tomados de las manos, Charlie no se apartaba de la mano de su madre ya que decía que decía que habían muchos hombres observándola como si fuese algo comestible, cosa que le encontraba toda la razón por lo que lo alentaba a cuidar de su madre, Bella infantilmente me saco la lengua por apoyar las locuras de su hijo pero así a la vez me aseguraba de protegerla ¿que mejor que su hijo como mi mejor aliado? Por otra parte, Anne iba sobre mis brazos riendo cada vez que le hacia una morisqueta y ella ocultaba su rostro entre sus manitas y luego descubría su rostro para copiar las mismas morisquetas que le hacia.
-Creo que me pondré celos- escuche decir a Bella en mi oído cuando los pequeños fueron a comprar algodón de azúcar.
-No tienes por que si sabes que eres mi chica numero uno- le dije dándole un fugaz beso para que Charlie o Anne no nos pillaran.
-¡Mamá mira, marionetas!- grito entusiasmado Charlie mientras apuntaba con su dedito un grupo de niños que gritaban mientras observaban animadamente un show de títeres.
-Vayan pero cuida de tu hermana- Charlie asintió y tomo de la mano a Anne y ambos corrieron para ir con el resto de los niños, nosotros caminamos tomados de las manos detrás de ellos quienes prácticamente llegaron en cuestión de segundos, nos sentamos en una banca apartada pero que nos daba una buena vista de los niños.
-Me encanta verte sonreír- le dije sin apartar mis ojos de ella, ella estaba tan concentrada observando a los niños que no se percato que yo la miraba a ella fijamente, desvío su vista de los pequeños para observarme con sus ojos llenos de amor.
-Puedo acostumbrarme a esto ¿sabes?- yo asentí en completo acuerdo con sus palabras, lleve mis manos a su nuca para acercarla a mi y plante mis labios sobre los de ella y la abrace a mi cuerpo, ella de inmediato me respondió el beso llevando sus manos a mi cabello.
-¿Crees que algún día este amor deje de crecer?- pregunto con sus ojos cerrados luego de suspirar.
-Lo dudo, si no lo a hecho en ocho años no creo que comience a hacerlo ahora, sobre todo teniéndote tan cerca- le dije con todo el amor que le profesaba –Ella abrió sus ojos y en ellos había cierta incertidumbre.
-Sabes que te amo con toda mi alma ¿verdad?- asentí algo preocupado por el tono que tomo su voz -Y que todo lo que e hecho es por ti o por mis hijos ¿no?- volví a asentir pero esta vez un poco más intrigado.
-¿Qué sucede amor?- le pregunté preocupado sin apartar mis manos de sus cabellos.
-Es que no se como decirte pero…- nos interrumpieron.
-¡Mamá!- escuchamos el grito de Charlie y de inmediato nos giramos para ver que sucedía, él estaba hincado al lado de Anne que al parecer se había caído ya que lloraba fuertemente. De un salto ambos nos paramos y corrimos a ver lo sucedido, en efecto la pequeña Anne se había caído dejando su rodilla pelada y con sangre mezclada con tierra, me agache para tomarla entre mis brazos y corrimos al auto para pedir que nos llevaran a casa de inmediato, llegamos en cosa de minutos pues el parque no estaba muy lejos de casa, corrí con ella aún en mis brazos hasta el cuarto de baño de mi habitación en donde tenia todo para curar su herida.
Bella estaba a su lado calmándola ya que no dejaba de llorar y decir que le dolía mucho, Bella que secaba sus lágrimas y me miraba con dolor, ella sufría por el dolor de su pequeña, le sonreí un poco para tranquilizarla.
-Anne- le dije firme, ella dejo de llorar y me miro a los ojos -¿Eres una bebé o eres una niña grande?- le pregunte con una sonrisa, ella se paso la mano por la nariz que la tenia completamente húmeda y se la restregó.
-Soy una bebe gande- dijo muy segura y sacándonos a Bella y a mi una sonrisa.
-Pues bien, entonces esta es tu oportunidad para demostrarlo por que quizás esto te arda un poquito- le dije mostrándole la mota de algodón con alcohol- pero te ayudara a sanar y a curarte más rápido para que puedas ir a jugar- ella asintió y antes de que cambiara de parecer le limpie la herida, la pequeña hizo un tierno puchero y sus ojitos se anegaron en lagrimas pero aún así no lloro.
-¿Lito?- pregunto con su voz completamente quebrada, le puse un parche para evitar que se ensuciara la herida y asentí, Bella la abrazo diciéndole que lo había hecho excelente y la pequeña antes de salir se giro a mi y me dejo un sonoro beso en la mejilla.
-Gacias- y salio corriendo gritando el nombre de su hermano para mostrarle el parche con monitos que le había puesto en la rodilla.
-Se te da bien eh- escuche decir a Bella, yo aún seguía un poco en trance por la muestra de cariño de la pequeña por lo que demore en reaccionar.
-¿El que?- le pregunte sin entender.
-El ser como un padre- me dijo ella con sus ojitos brillantes, yo la atraje hacia a mi y la bese en los labios.
-Sabes, nunca me lo había planteado realmente hasta que tu apareciste en mi vida- le confesé, sus ojos de inmediato se cristalizaron –No hay problema Bella, entiendo la situación, si quieres saberlo, amo a tus hijos como si fuesen míos por que veo en ellos tu espíritu- ella me abrazo fuertemente y pronto sentí mi camisa húmeda por sus lagrimas -¿Amor que anda mal?- le pregunte cuando ella se aparto de mi, ella se y se limpio la nariz.
-Nada, es solo que soy muy sentimental- me dijo con un amago de sonrisa.
-Toc toc pequeños tórtolas- escuchamos la voz de Alice y la vimos parada en el marco de la puerta –Será mejor que bajen que la comida ya esta servida- nos dijo con una sonrisa, ambos asentimos y bajamos cuando Bella ya había conseguido tranquilizarse un poco.
Por la tarde Alice se llevo a Bella para mostrarle el vestido que había estado confeccionando para ella para que lo utilizara en la fiesta de Stevenson mientras yo compartía con mi padre, Jasper, Emmett y los niños, bueno en realidad compartía con mi padre y Jasper ya que los niños compartían a Emmett.
-Nunca crecerá ¿verdad?- pregunto Jasper con una sonrisa viendo a Emmett que se lanzaba de espaldas simulando que los niños lo habían derribado.
-Creo que no- dijo mi padre.
Nos quedamos varios minutos conversando de todo y de nada a la vez, Emmett inundaba el lugar con sus fuertes risotadas seguida por unas más suaves pero igual de intensas de los pequeños.
Más tarde llevamos a los niños a que se acostaran, estaba agotado gracias a los juegos de Emmett, yo me fui a mi cuarto y un par de minutos después Bella me hizo compañía.
-¿Estuvo muy mal?- le pregunte cuando ella se sentó a la orilla de la cama y se quitaba los zapatos y se masajeaba los pies.
-Podría haberlo sido pero Alice es buena en lo que hace- me dijo con una sonrisa, me baje de la cama y me arrodille frente a ella subiendo sus pie sobre mi pierna y los comenzaba a masajear, Bella suspiro fuerte y cerraba sus ojos disfrutando de mis caricias, luego comencé a dejar pequeños besos sobre sus pies subiendo por sus torneadas piernas subiendo más a sus muslos y la empujaba levemente para que quedara tendida sobre la cama, podía escuchar como su respiración se aceleraba a medida que besaba más y más de sus muslos y subía con ello su vestido hasta sus caderas.
-Me encantas-le dije sin apartarme de ella y comenzando aquel juego provocador que una vez alcanzábamos era difícil volver atrás.
A la mañana siguiente nos quedamos recostados unas horas más disfrutando de la compañía del otro pero cuando ya era imposible alargarlo más, nos vestimos y bajamos a desayunar con el resto de la familia.
Po la tarde llame a Alec para informarle que la fiesta no se llevaría a cabo esa noche por lo sucedido con su esposa por lo que le pedí si autorizaba a Bella y a los niños a quedarse un poco más, él se había negado pero tras insistirle lo logre convencer un poco, finalmente termino por convencerse cuando Bella tomo el teléfono y se lo exigió.
-Dijiste que esto sería como unas vacaciones por todo lo sucedido, bien lo mejor del tour no a llegado por lo que no el problema de quedarme unos días más- le dijo decidida, sonreí al verla tan llevada a sus ideas y al parecer esa misma actitud tomo por sorpresa a Alec quien finalmente cedió a que se quedara.
Más días igualmente de feliz pasamos alguna que otra tarde Alice nos ayudo en el cuidado de los niños facilitándonos así el poder pasar algo de tiempo a solas con Bella, la lleve a cenar y a recorrer la ciudad por la noche, también tuvimos nuestros momentos en donde parecíamos realmente una familia ya que salíamos los cuatro, llevamos a los niños a comer al centro de la ciudad, a una pequeña granja a las afueras de ésta donde se podía interactuar con los animales, les mostré parte importante de la ciudad y a decir verdad se nos daba bastante bien, aunque la última noche tuvimos una pequeña complicación.
A petición de Charlie nos dirigíamos a una tienda de mascotas para comprarle algo a George, a pesar de que la tienda estaba algo apartada de la masa de gente accedí a llevarlos ¿Cómo negarse a un pequeño que te rogaba con la mirada? Charlie y Anne compraron una que otra cosa para sus mascotas, el verdadero problema fue cuando salimos de la tienda y fuera de esta estaban cuatro hombres esperándonos, Bella abrazo a Charlie y a Anne a su cuerpo mientras yo los abrazaba a los tres a mi.
-¡Vaya!- dijo uno de los hombres –¿Qué no es ese ricachón que aparece en los diarios?- dijo con un tono burlesco a medida que se iban acercando, Bella se tenso entre mis brazos y su respiración se acelero.
-Hoy si nos sacamos la lotería- dijo el otro mientras se carcajeaban.
-Yo prefiero quedarme con la chica- dijo uno que no le apartaba la mirada a Bella y recorría su cuerpo con lujuria y hambre.
-A ellos no los vas a tocar- dije con asco y enojo cuando estuvieron lo suficientemente cerca, me aparte de Bella solo un poco para ponerme de escudo entre ellos y esos hombres.
-Edward no- escuche que me decía a mi espalda, los hombres seguían riendo.
-¿Y que vas a hacer?- me dijo uno, en un rápido movimiento dos de ellos se lanzaron a mi provocando que me apartara de Bella para defenderlos y al dejarla sola el que estaba interesado en ella se acerco a ella para acariciar su mejilla
-Edward- grito asustada Bella quien simplemente apegaba a ella a los pequeños y se dejaba tocar por ese mal nacido, me llene de odio y desenvaine mi daga que cargaba siempre conmigo en el cinto.
-Suéltala- le dije amenazadoramente, combatí a los dos hombres que se lanzaron a mi sin problemas, dos fuertes puñetazos bastaron para dejarlos tendidos quejándose sobre la acera y me lance sobre el otro que estaba acorralando a los pequeños, forcejee con él y aunque me golpeo en la boca del estomago no me solté a él y fue mi turno de golpearlo, cuando me gire a Bella y a ese hombre él la estaba acorralando entre su cuerpo y una de las murallas que daban a un callejón, sin medirme me lance a él de una rápida y certera punzada le di con mi daga provocando que la soltara y se contrajera de dolor, Bella corrió a mis brazos con lagrimas en los ojos y luego fue donde los niños que estaban algo aturdidos por lo ocurrido.
La policía apareció y les explique lo sucedido, simplemente con decir mi apellido ellos dejaron las preguntas acerca del hombre herido, de cualquier modo estaba en todo mi derecho de ocupar mi arma en defensa propia.
Cuando llegamos a casa con Bella nos aseguramos de que los niños estuviesen bien y sin trauma alguno, Anne que era más pequeña no había entendió mucho de lo ocurrido y solo lamentaba el haber dejado caer su obsequio para Copita. Charlie por su parte estaba algo abstraído como si su cabeza estuviese a miles de millas de nosotros.
-Todo está bien hijo- le dijo Bella mientras besaba sus mejillas alternadamente, Charlie la miro fijamente y luego la abrazo fuertemente como si se asegurara que su madre estaba bien, ambos nos despedimos y lo dejamos descansar.
-Él estará bien- le aseguré a Bella quien estaba abrazada a mi -Ya es todo un hombre grande y entiende que más que nada a sido solo un susto- acaricie sus cabellos mientras se calmaba, en un par de ocasiones Belle derramo algunas lagrimas recordando lo asustada que se había sentido entre los brazos de ese hombre.
-Gracias- me dijo y besó mi peco desnudo, yo seguí con mis caricias hasta que escuche su respiración acompasada.
Pronto me dormí pensando en que mañana sería otro día, uno bastante largo en donde estaríamos rodeados de banalidades y personalidades que giraban en torno al que dirán, al poder y al dinero, mañana seria la fiesta de Stevenson y tendríamos que interpretar lo mejor posible nuestro papel de superficiales, arrogantes e interesados, yo había aprendido mucho de ello con mi abuelo pero no estaba tan seguro de que tan bien lo haría Bella ya que su inocencia siempre afloraba más que cualquier gota de maldad.
A la mañana siguiente cuando desperté pensando que esa sería mi mayor preocupación, estaba completamente equivocado.
-¿Jane que haces aquí?- le pregunte molesto cuando la vi muy bien instalada en el comedor siendo atendida por mi ama de llaves, podría apostar que el resto de mi familia había huido a sus habitaciones o fuera de casa para no ser identificados.
-¿Cómo esa bienvenida cariño?- me pregunto con su ceño fruncido pero pronto me sonrío encantada -Vine para que vayamos juntos a la fiesta de tu nuevo socio- me sonrío seductoramente mientras se acercaba a mi y me rodeaba el cuello con sus brazos y me besaba como si el mundo se fuese a acabar, un carraspeo nos hizo separarnos y frente a nosotros Bella nos miraba, a ella con odio contenido y a mi con cierta tristeza que me sobrecogió el corazón.
Estaba seguro que esto tenia que ser obra de mi abuelo- pensé.
"Extraño"
BPOV
Mire de inmediato a Edward y al resto de la familia con un "ayuda" tatuado en el rostro, sin saber mucho que decirle a mi hijo lo mire con una sonrisa amistosa.
-Cuando tío Anthony era pequeño, nosotros le decíamos Edward de cariño- dijo Alice –Le decíamos así pero a él no le gusta- el mutismo era evidente mientras esperábamos la explicación de Alice que nos sacaría de éste aprieto.
-No era que se llama Ed…- Esme corto a Aidan antes de que cometiera una indiscreción con una tierna sonrisa.
-Anthony- dijo Esme enfatizando el nombre –Es su tío y le decíamos Edward por un superhéroe de aquellos tiempos y como a él le gustaba tanto que decía que también se llamaba así- no sabría decir si mis hijos quedaron conforme con esa explicación, al menos podía ver a Charlie procesar la información, también se podía ver las caritas confundidas de Aidan y Violet, al menos con ellos se les podía explicar ciertas cosas que a Charlie no.
-Entonces también le diré tío Edward- dijo Charlie con un gritito de entusiasmo y con aquella carita brillante por la emoción.
-¡NO!- grite asustada, él no podía mencionar ese nombre frente a Alec o Dídima, seria el fin de todos, Charlie se encogió asustado en su asiento debido a mi levantamiento de la voz.
-Lo que quiere decir tu madre Charlie, es que eso fue hace mucho- Edward miro a Esme con el ceño fruncido ¿no se le pudo haber ocurrido otra idea que no fuesen superhéroes? Suficiente teníamos con el súper Anthony –Ese fue un apodo de mis hermanos cuando era pequeño pero no debes decirme así por que no me gusta ya que ahora soy un adulto, solo soy Anthony ¿bueno?- Charlie asintió con una sonrisa, sin duda Edward seguía estando en la lista de sus superhéroes.
Y como no, Charlie nos deleito con su relato de cómo Anthony lo había salvado de morir cayendo al vacío en aquel acantilado, cada vez que escuchaba aquel relato se me erizaban los pelos del cuerpo.
El resto de la cena paso entre anécdotas de los pequeños revoltosos de Emmett y Rosalie y el tímido hijo de Jasper y Alice, era increíble como los niños podían formar rápidamente un lazo de amistad, el pequeño Aidan ya estaba comenzando a incluir en todos sus juegos a Charlie y Violet le relataba entusiasmada a Anne acerca de toda la colección de muñecas que le había regalado su tío "Anthony".
Así con sus caritas llenas de entusiasmo es que se fueron a jugar a los jardines siendo supervisados por Emmett que se veía igual de entusiasmado que su hijo y sobrinos.
-¿Por qué nunca me lo dijiste?- le pregunte a Edward mientras caminábamos tomados de las manos por los jardines traseros de la mansión, los más apartados del lugar para no ser vistos por mis hijos o el resto de la familia y así darnos algo de intimidad.
-Ellos se sienten muy arrepentidos por haberte dado la espalda, creo que aún no comprenden el por que de tú decisión de casarte tan rápido con Alec pero al menos dejaron de pensar en ello y se sienten mal simplemente por no haberte apoyado, después de todo, tú tenias todo el derecho a rehacer tu vida al creerme muerto- los ojos de Edward destilaban tristeza con cada palabra que salía de su boca, apreté su mano fuertemente y lo mire a los ojos deteniéndonos.
-Edward, es que tu no entiendes, yo lo decidí así porque…porque- ¿Cómo decírselo?
-¿Por qué…?- me insistió Edward como si adivinase lo importante de mi confesión.
-Bella disculpe que los moleste- dijo apenada Alice, Edward bufo molesto y yo la mire comprensivamente –Anne y Charlie quiere que les des su beso de las buenas noches ya que se fueron a la cama, esos revoltosos están exhaustos de tanto jugar- le sonreí sincera y agradecidamente a Alice y los tres nos fuimos juntos de regreso a la casa.
Al llegar al cuarto de Violet donde dormiría Anne, solo con verme ella grito.
-¡Mami beso!- y alzo sus manitas para que me acercara a abrazarla, podía sentir la mirada de Edward en mi espalda.
-Descansa mi pequeña- le dije mientras la arropaba con las mantas y besaba sus mejillas y su frente.
-¿No podemos jugad un poquito más? – me pregunto con un tierno pucherito, le sonreí y negué con la cabeza.
-Sabes, entre más rápido duermas más rápido amanecerá y así podrán jugar con todas esas maqueñas- le dije con una sonrisa a lo que ella respondió cerrando sus ojitos forzadamente y respirando apresurado para así intentar quedarse dormida más pronto, bese nuevamente su frente y me despedí de Violet antes de salir del cuarto e ir con Charlie.
-Es adorable- me dijo Edward cuando salí del cuarto, me abrazo por los hombros y juntos caminamos hacia el cuarto de los chicos que insistieron en dormir los tres juntos, Aidan, Lucio y Charlie.
Cuando abrí la puerta Edward me soltó y juntos entramos al cuarto.
-Ma mira, tengo amigos casi de mi edad- dijo señalando a Aidan y Lucio con una sonrisa.
-Lo se cariño ¿estas contento?- le pregunte en cuanto me senté a su lado en la cama.
-Mañana iremos a jugar con soldaditos, Lucio tiene muchos que le regalo su papá y Aidan tiene tanques- me expresaba con sus manitos el tamaño de los juguetes.
-A dormir entonces que pronto amanecerá- él me sonrío con aquellos ojitos reflejo de los míos.
-Buenas noches ma, buenas noches tío Anthony, buenas noches amigos- y se tapo con las mantas, sonreí cuando los otros dos pequeños le contestaron de igual modo, ver a mi hijo interactuar con otros niños me hacia muy feliz, la idea de Alec de ponerle profesores particulares lo mantenían siempre algo aislado y retraído impidiéndole un normal crecimiento y desarrollo con los otros chicos.
-Sabes que te amo ¿verdad?- le pregunte en un susurro cuando me agache para besar su mejilla, él me sonrío ampliamente.
-Yo también ma- y me abrazo por el cuello, le di varios besos y finalmente salí del cuarto.
-Es un hombrecito muy maduro para su edad- me dijo Edward, yo asentí levemente con cierta congoja.
Caminamos por el pasillo hasta que me percate de que no sabía cual sería mi cuarto.
-Edward ¿Dónde dormiré?- le pregunte cuando me detuve a mirar el resto de las puertas como si de pronto se abrieran para informarme.
-¿No es obvio? En la mía claro- dijo con una sonrisa ladina.
-¿A sí? ¿Y por que nadie me lo había informado?- le pregunte con un falso tono de voz molesta.
-Pensé que te lo imaginarias- se acerco para abrazarme por la espalda y hablarme suavemente en el oído pero nuevamente fuimos interrumpidos por aquel demonio con carita de ángel.
-Sepárense tórtolos, Bella tú vienes conmigo, tenemos mucho de que hablar- y sin esperar mi respuesta me tomo de la mano y me arrastro al que supuse sería su cuarto.
-¡Alice! – escuche la protesta de Edward a mitad de pasillo.
-No protestes Edward, la tendrás todas las noches yo solo la quiero un par de horas para hablar cosas de chicas- llegamos a su cuarto y nos sentamos en la gran cama, mirándonos una a la otra esperando a ver quien rompía primero el silencio.
-Creo que a este paso Charlie ira a la universidad- le dije con una sonrisa.
-De acuerdo- bufo pero me sonrió –Ya te lo había dicho pero es necesario para mi salud mental volver a hacerlo, perdóname Bella, por dejarte sola- ver como su semblante tranquilo cambiaba a uno afligido y triste me producía el mismo efecto.
-Alice, no tengo nada que perdonarte, es completamente lógico y entendible que se hayan molestado, no actúe de la mejor manera- baje mi mirada hacia mis manos que jugueteaban nerviosas -¿Dónde han estado todo este tiempo?- aquella duda aún saltaba en mi cabeza.
-Escondidos- dijo como si no importara –Luego de que te casaras, intentamos acercarnos pero fue entonces cuando tu "maridito" nos amenazo de que si nos acercábamos o si quiera intentábamos verte, él le haría daño a toda la familia, desistimos así de fácil puesto que Rose estaba embarazada ya y no la quisimos arriesgar- me sentía realmente apenada, dos familias se vieron en la necesidad de esconderse para sobrevivir y todo por mi culpa -¿Sabes como supimos que hablaban enserio?- me preguntó nerviosa, yo negué –Esme fue asaltada en el centro comercial, no le robaron nada pero le dejaron varias magulladuras- mi respiración quedo atorada con solo imaginar a Esme siendo sometida a algún tipo de maltrato, me lleve las manos a la boca para acallar así el gemido.
-No puede ser Alice- en ese punto mi voz se quebró completamente -¿Por qué no me habían dicho algo como aquello?- lagrimas de tristeza e impotencia comenzaron a brotar de mis ojos.
-Tranquila Bella, no paso a mayores puesto que unos hombres que iban de paso la ayudaron y fue en ese momento que tomamos la decisión de marcharnos, nos sentimos horrible por dejarte en las manos de esos demonios- bajo su mirada apenada –Pero no había manera de acercarnos- ahora era su voz la que estaba cargada de remordimientos y culpas.
-Alice no, nada de esto es su culpa, ustedes y la familia de Jacob se vieron en la obligación de permanecer ocultos por mis decisiones, si hay un único culpable, esa soy yo- ella me miro y me abrazo.
-Lo que no entiendo Bella es ¿Por qué? ¿Por qué así de rápido? ¿Es que nunca sufriste el luto por mi hermano?- respire fuertemente, recordar aquel dolor que viví por ocho años creyendo que Edward estaba muerto era intenso y aún seguía en parte vivó, es como no creer que él esta aquí conmigo, vivo.
-Por supuesto que si Alice, lo viví por ocho años hasta que él apareció, no sabes lo terrible que era tener que vivir con ello en mi corazón sin poder sacarlo fuera- la atención de Alice estaba fija en mi.
-¿Entonces?- pregunto sin comprender, tome aire llenando mis pulmones por completo y comencé aquel relato que sabía debía enfrentar tarde o temprano con el verdadero dueño de aquella información.
EPOV
Aún me encontraba en el estudio, debatiéndome si llamar de inmediato a mi abuelo o no, imaginaba el rumbo que tomaría aquella platica por lo que intentaba aplazarla lo más que podía, incluso llame a Alec para informarle que habíamos llegado sin novedad y así Bella y sus hijos se encontraban en perfectas condiciones, luego de aproximadamente media hora de conversaciones en donde también tocamos algunos puntos de negocios y ciertas ideas a tratar y también repetirle cerca de veinte veces que Bella no podía contestar el teléfono por que ya estaba dormida en un cuarto "privado" fue que cortamos la comunicación.
Finalmente cuando el tiempo no lo pude detener más fue que llame a mi abuelo rogando por que ciertos temas no fueran sacados a conversación.
-¿Cómo ésta todo por allá? ¿Tu madre, hermanos, los nietos?- pregunto con su voz contenida de entusiasmo pero con un deje de tristeza, sabia en el fondo que mi abuelo se moría de ganas de volver a verlos a todos, incluso a Carlisle pero los nervios y el miedo lo superaban.
-Todos bien abuelo, ahora que están bajo mi cuidado todo esta bien- lo tranquilice.
-Me alegra escuchar eso hijo, ahora, ¿Cómo van los negocios?- comencé a detallarle la conversación con Alec acerca de cómo expandir mejor el negocio de los viñedos, parte de esta idea había sido de mi abuelo quien tenia un muy buen y fiel amigo en el área de las acciones, y gracias a un muy buen dato e informe detallado es que sabíamos que ciertas acciones iban a la baja, por lo que el plan consistía precisamente en darle la confianza a Alec de que invirtiera en dichas acciones y que paulatinamente comenzara a perder capital, debíamos ser rigurosos para que él en cada informe quedara satisfecho pensando en que comenzaba a llenarse los bolsillos de dinero.
-Lo que necesito saber con exactitud abuelo es acerca de la transacción con Stevenson, la fiesta es en un par de días y él querrá estar seguro de que no lo traicionaremos al igual que Alec- le dije.
-Hijo no te preocupes por Stevenson, ya hablamos largo rato y él muy bien sabe de ciertos favores que me debe, le explique acerca de cual era su trabajo en todo esto y accedió encantado primero por que su familia, en realidad la familia de su esposa, tiene ciertos asuntos pendientes con la familia Vulturi y segundo, una fuerte cantidad de dinero entusiasma a cualquiera a trabajar- podía imaginarme la sonrisa de satisfacción de mi abuelo.
-¿Has averiguado algo acerca de Dídima?- luego de formular aquella pregunta un fuerte silbido se escucho a través del auricular.
-La mejor, la tan respetable señora Dídima Vulturi tiene un amorío- sonreí –Y lo mejor de todo, ¿a que no te imaginas con quien?- aquel suspenso de mi abuelo me dejo entre ver que esta noticia era realmente jugosa.
-¿Quién?- pregunte entusiasmado.
-El menor de los Vulturis, Cayo- fue mi turno de silbar por el asombro –Así que como podrás darte cuenta, esta es una información digna de manejar a nuestro favor, tal y como lo habíamos planeado, la mejor manera de destruir a Dídima es poniéndola en contra del resto de la familia- asentí en acuerdo.
-Con lo que le importan las apariencias y el que dirán- le dije.
-Exacto, lo que si necesitamos es ser sutiles y cuidadosos, tenemos que idear la manera de que la familia se entere pero no por ti, para que no cuestionen la información o peor aún, las fuentes.
-¿Qué propones?- le pregunte.
-Aún no lo he decidido con certeza pero una idea superficial me cruza por la cabeza, quizás conseguir poner a tu favor a cierta aliada que confíe lo suficiente en ti como para dejar en evidencia a un familiar, quizás tan cercana como una tía- caí en la cuenta de lo que mi abuelo quería decir.
-Jane- afirme más que preguntar.
-Si tu nueva noviecita confía lo suficientemente en ti y por esas casualidades de la vida ella misma llegase a ver a su tía en ciertos actos indecorosos, puede que tu le siembres cierta semilla para que revele la infamación a su adorado padrino- pronto pensaría en la manera de descubrir a Dídima en compañía de Jane, algo se me ocurriría.
-¿No sabes si tienen un punto fijo de encuentro?- le pregunte.
-Comienzas a pensar como yo muchacho- sonreí –Por lo que me han informado, suelen juntarse en un hotel a las afueras de la ciudad viernes por medio, Dídima dice que va a la opera y Cayo, pues él simplemente sale y sus hermanos creen que se va de juerga con mujerzuelas.
-Perfecto, sería una buena ocasión para salir a dar un paseo fuera de la ciudad con mi novia- dije con cierta arrogancia que fue alentada por mi abuelo.
-A todo esto, me han dicho que fuiste a casa con la mujer de Alec en lugar de tu novia ¿es eso verdad?- suspire frustrado, era inevitable llegar a ese tema, a mi abuelo nada se le pasaba por alto –Edward contéstame ¿es verdad?
-Si abuelo, estoy con Bella y sus hijos- escuche un gruñido.
-Pero Edward ¿en que fue lo que quedamos? ¿Cómo piensas destruir a Alec si la mayor arma esta durmiendo en tu cama?- apreté mis manos para contenerme y evitar soltar algún tipo de maldición.
-Yo la amo abuelo, no puedo utilizarla a ella ni a sus hijos, ni siquiera para acabar con alguien como Alec- dije con un fuerte gruñido.
-¿Qué te sucede? Esto ya lo habíamos conversado, sabias perfectamente que ella es la pieza clave para acabar con él ¿o encontraste otro método para bajar sus defensas? Sabes muy bien que ese hijo de puta no lo acabaría ni la perdida de su dinero, eso es un adicional, realmente la muchacha es su mayor flaqueza- mi abuelo tenia razón en cada palabra, habíamos investigado a Alec suficiente como para saber que ni la ruina lo acabaría lo suficiente, la muerte sería un premio demasiado valioso ¿Qué nos quedaba? El amor que sentía hacia la razón de mi existencia, pero yo no permitiría utilizarla, puede que lo haya pensado cuando estaba enojado por que creí que me había olvidado, pero poco a poco he ido comprendiendo su situación, sobre todo con Anne.
No puedo abuelo- dije en un murmullo perfectamente audible.
-Edward hijo, cuantas veces te he dicho "El amor concede a los demás el poder para destruirte" (lo siento no pude resistirlo, amo esa frase) mira lo que le hicieron esos mal nacidos a tu abuela para acabar conmigo, lo consiguieron y provocaron que pasara años encerrado- sabia lo mucho que le dolía al abuelo recordarla y de cierto modo lo entendía, él también necesitaba vengarse, pero por ella.
-Prometo buscar la manera- dije pero estaba seguro de que no lo dejaría pasar.
-¿Qué dirá tu nueva novia cuando se entere?- golpe bajo, pensé.
-Ella sabe que vine con Bella para persuadir a la esposa de Stevenson, nada más.
-Es mujer Edward, dudo que pase por alto que vayas a una fiesta con otra mujer, sobre todo con alguien tan hermosa como ella- mis labios se curvaron involuntariamente en una sonrisa, ella realmente es hermosa.
-Tienes que confiar en mi- le pedí, en realidad sonó como a un ruego.
-Esto no es un juego Edward, arriesgamos mucho para que no funcione, pones en riesgo a tu familia, a tus padres, hermanos y sus esposas e hijos- una opresión llego a mi pecho de imaginar a mi familia en peligro, estuvieron muy cerca de que algo les sucediera, de no haber llegado a tiempo no se con que me hubiese encontrado.
-No puedo- le confesé finalmente –La amo y la entiendo por que hizo todo aquello, hay cosas que ni tu ni yo sabíamos- le dije pero sin querer entrar a profundizar.
-¿Y los hijos que tiene? Dudo que la hayan obligado a tenerlos- eso dolió.
-La menor no es hija de ella, solo de Alec y una amante que tuvo, Bella decidió cuidarla por que solo era una bebé sin culpas- volví a sonreír pensando en su bondad.
-¿Y el hijo mayor? No puedes negar que no es de ella, es una copia a su madre, además ¿Cuántos años tiene? No se espero siquiera un año a tenerlo, de haber estado muerto tú cuerpo aún no se hubiese desintegrado cuando ella ya se estaba revolcando con ese hombre- lo corte.
-¡Ya basta!- le pedí molesto –Confío en ella y en sus razones, se que cuando este preparada me las dará, más no la presionare ¿creer que ella a vivido feliz en esa casa?
-Puede que si, puede que no, pero salta a la vista que no le a faltado cariño- dijo arrogante.
-Esta platica se a dilatado mucho, necesito revisar unos pendientes- dije tajante y molesto.
-De acuerdo, solo recuerda que estamos en el mismo bando y debes pensar con la cabeza fría, si lo que buscas es un revolcón, adelante, pero no vuelvas a perder la cabeza por una mujer, mira donde acabaste, de no haber sido mi nieto aún te estaría dando de latigazos- un frió cruzo por mi espalda ante los recuerdos amargos, después de todo, él tenia toda la razón.
Estaba tan abstraído en toda aquella plática con mi abuelo que no me percate de que Bella había entrado al estudio.
-¿En que piensas que estas tan ido?- pregunto con verdadera curiosidad, me gire con una leve sonrisa para verla y vi que sus ojos estaban levemente hinchados y rojos.
-Amor ¿Qué sucede?- le pregunte preocupado y levantándome de mi silla para tenerla entre mis brazos.
-Nada de que preocuparse- me contesto con una pequeña sonrisa –Ya sabes lo llorona que soy y bueno, la platica con Alice trajo ciertos recuerdos- y alzo sus hombros despreocupadamente.
-Cariño- le dije mientras acariciaba sus rizos -¿Estas cansada?- ella asintió y nos fuimos juntos abrazados hasta mi cuarto.
Ella entro al cuarto de baño para cambiarse mientras yo hacia lo mismo, ya dentro de la cama conversamos un poco, le conté mi pequeña plática con Alec.
-¿Estas seguro de que resultara como esperas?- me pregunto con cierta duda.
-Confía en mí- ella me sonrío y bese su frente.
Bella llevo sus manos hasta mi cuello y comenzamos un tierno beso que pronto do un pequeño giro, en donde ella bajo sus hábiles manos hasta mi camiseta para comenzar a subirla y acariciar mi pecho.
-Te amo Edward- yo suspire lleno de amor por aquella muchacha que ponía mi mundo y mi vida de cabeza.
-También te amo- y corte el beso al percatarme donde iban dirigida sus intenciones, Bella me miro con una ceja alzada.
-¿Algo anda mal?- pregunto asustada, yo negué.
-Es solo que hoy no amor, estoy algo cansado por el viaje- sin duda aquella mentira funcionaria, de verdad estaba cansado, pero no lo suficiente como para negarme a tenerla entre mis brazos, pero mi cabeza no estaba precisamente en este lugar y no quería entrar a explicarle la conversación con mi abuelo, la conocía tan bien como para saber que ella se alejaría con tal de no "estorbar"
Ella acepto con cierta tristeza y se abrazo a mi pecho para descansar, minutos después el cansancio del viaje la derroto llevándola a un profundo sueño en donde me encargue de velar aquellos sueños.
En algún punto de aquella noche Edward también cayo en un profundo pero intranquilo sueño, aquellas pesadillas en donde veía a Bella encerrada contra una pared y siendo apuntada con un revolver a manos de Alec por haber descubierto su engaño y ella gritaba sin poder ser escuchada, aquella pesadilla lo atormentaba a diario.
-Edward ¿amor? despierta- escucho de pronto y tan pronto como se percato de la voz de Bella abrió sus ojos asustado.
-Bella ¿estas bien?- su respiración era agitada y su frente estaba perlada por el sudor frío que le recorría.
-Yo estoy bien tranquilo ¿mal sueño?- le pregunto mientras acariciaba su frente para borrar aquellas arrugas contraídas por el dolor que le producían recordar aquel mal sueño.
-Algo así, vuelve a dormir- le pidió él intentando acompasar su respiración, cuando Bella finalmente se relajo entre sus brazos fue cuando Edward también lo pudo conseguir.
Para Bella no paso desapercibido la extraña actitud de Edward, estaba ido y con el semblante preocupado, realmente algo no andaba bien.
Sin contar que ya llevaban tres días en Francia, alejados de todos los Vulturis y durmiendo bajo el mismo techo, en la misma cama, y Edward no había dado manifiesto de querer aprovechar esos pocos momentos a solas.
-¿Qué va mal Bella?- le pregunto Alice, quien la alcanzo hasta el jardín mientras ella cuidaba a los pequeños que corrían y se divertían ajeno a todas las preocupaciones de los mayores, Alice se sentó en el columpio vacío al lado de Bella.
-Realmente no lo se Alice- Bella se ruborizo un poco pensando en lo que le confesaría –ciertamente pensé que esta semana a solas con Edward seria diferente, que aprovecharíamos de estar más juntos- la miro a los ojos –Ya me entiendes, íntimamente- y miro rápidamente sus manos avergonzada –Pero él no me toca Alice, algo anda mal, cada vez que intento acercarme él se aleja o inventa alguna excusa tonta, algo lo tiene en otra parte y no me quiere incluir en sus preocupaciones pero sobre todo, me aleja- su voz se quebró levemente.
-Ya sabes como es Edward, quizás es simplemente que esta preocupado por aquel trato que debe hacer con ese hombre, dudo que Edward no quiera estar contigo de igual manera- Bella la miro agradecida por sus palabras, intentaría realmente pensar que ella tenia razón.
-¿Sabes en que va eso?- Alice negó.
-Él no quiere incluir a nadie de la familia, dice que no debemos de preocuparnos ya que él y el abuelo tienen todo calculado- Bella asintió –Pero sabes, puede que podamos hacer algo para que el tozudo de mi hermano abra un poquito esos ojitos ante lo que tiene en frente- Bella la miro sin comprender –Ya verás, sígueme.
Juntas fueron hasta la habitación de Alice dejando a Esme con los niños.
-¿Qué piensas hacer?- le pregunto Bella mientras Alice se perdía en un gran armario que tenia en su habitación.
-Paciencia mi querida Bella- le contesto Alice mientras seguía en la búsqueda de algo puntual –Esto- le dijo- Es tu boleto a la felicidad- Bella frunció el ceño al no comprender, podía ver unos trozos de tela en las manos de Alice.
-¿Qué es eso?- le pregunto confundida, Alice extendió el diminuto conjunto de lencería sobre la cama para mostrárselo a Bella –Estas loca si piensas que utilizaría algo como aquello- le dijo la castaña horrorizada.
-Vamos Bella arriésgate un poco, es algo que se utiliza mucho aquí en Europa, vieras como ayuda con los hombres, Jasper ya me a destrozado cuatro conjuntos- le contesto con una sonrisa picara –Verás como esto te ayuda a incentivar un poco a ese terco de mi hermano y lo traes de regreso de donde este, te aseguro que no podrá sacar los ojos y menos las manos de encima- Bella se ruborizo ante la imagen mental, pero ciertamente Alice tenia razón, debía hacer algo para cautivar nuevamente a su hombre, Alice le entrego una pequeña bata a juego con el conjunto.
-Gracias Alice- le dijo Bella mientras la abrazaba, ambas estaban felices de volver a sentir esa confianza y amistad que pensaron habían perdido.
Edward pasaba gran parte del día alistando documentos para presentarle a Stevenson por lo que estaba fuera gran parte de la mañana y de la tarde, pero en realidad parte de su ausencia se debía a lo mal que se sentía de saber que tenia que alejar a Bella nuevamente de su vida, no por que quisiera pero era para evitar que su abuelo siguiera incluyéndola en los planes de venganza contra Alec, no podría tolerar si algo le sucedía a ella por su culpa, por incluirla.
Aquella noche se fue de inmediato a su cuarto, no tenia ánimos de hablar con alguien de la familia y que estos cuestionaran el por que dejaba a Bella sola tanto tiempo, al entrar le pareció extraño no encontrar a Bella acostada puesto que ya era muy entrada la noche.
-¿Bella?- pregunto más por temor a pensar en que podía encontrarla.
-Salgo en un minuto- le contesto ella desde el baño, Edward suspiro tranquilo y se quito la ropa para meterse a la cama, rogó por que Bella no se le volviese a insinuar, le dolía tener que rechazarla, a pesar de que sus ganas y su hombría le exigían que la tomara ya la amara como solo él podría hacerlo, pero no quería lastimarla, para ella seria mucho peor cuando él tuviese que dejarla.
Se recostó y de inmediato tomo el libro que descansaba sobre el buró, así si ella volvía a insistir él ya tendría una excusa.
-¿Cansado nuevamente?- le preguntó Bella cuando salio del baño, Edward no alzo la mirada para no encontrar aquella tristeza en sus ojos o que comenzaran a pelear por que ella le exigía un poco de atención, por lo que la respuesta de la chica lo desconcertó.
-Te entiendo claramente, yo estoy exhausta- y se quito la bata dándole la espalda, Edward alzo la mirada para darse de lleno con su trasero casi desnudo, aquella ropa interior debía estar claramente prohibida si casi no cubría nada.
-Bella…que es…- preguntó con la voz ronca y seca debido a la evidente excitación, Bella lo miro sobre su hombro con una sonrisa inocente.
-Es algo que encontré por ahí para dormir, es refrescante para las noches de verano- ella se paseo un poco más por la habitación como si buscase algo pero en realidad simplemente se paseaba exhibiéndose un poco más para lograr su objetivo, picar un poco a Edward -¿Sucede algo?- su voz despreocupada pero aquella sonrisa ladina estaba volviendo loco a Edward.
-¿Por qué me haces esto?- y antes de que Bella pudiese reaccionar, Edward había saltado de la cama lanzando su libro a algún punto de la habitación, la tomo entre sus brazos y la beso desesperadamente –Me vuelves loco- le dijo con un jadeo al odio lo que provoco que Bella se humedeciese en ese instante.
-No lo parecía días atrás- ella se separo de él satisfecha por haber causado aquella reacción, iba a meterse a la cama para provocarlo un poco más pero él no la dejo.
-No puedes provocarme esto- restrego su evidente excitación sobre su vientre ganandose un jadeo -Y luego retirarte como si nada- la beso por el oído, cuello y clavícula, robándole varios jadeos más.
-¿Y que pretendes hacer?- le preguntó juguetona.
-Pretendo hacerte el amor hasta que me ruegues que pare- le dijo con la voz cargada por el deseo
-¿Y si no quiero que lo hagas?- la voz de Bella lujuriosa y confiada provoco mucho más a Edward haciendo que él se lanzará sobre ella.
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"Tiempo a solas"
EPOV
-Pretendo hacerte el amor hasta que me ruegues que pare- le dije con la voz cargada por el deseo.
-¿Y si no quiero que lo hagas?- la voz de Bella sonaba lujuriosa y confiada provocando que me lanzará sobre ella.
-No quiero que comiences algo que no vas a terminar- me dijo Bella sin apartarse de mis labios, más que una recriminación sonó a un ruego para que acabara con lo que estaba comenzando.
-Shhh- le dije mientras comenzaba a delinear la curva de su cuello con besos que saboreaban su carne –Te ves realmente hermosa- le dije mientras exhalaba mi aliento sobre su piel que se erizaba y podía sentir como su cuerpo vibraba levemente dentro de mis brazos. Lleve mis manos a su espalda deje suaves caricias hasta que llegue al broche de su sujetador y lentamente lo desabrochaba lentamente sin dejar de besar sus hombros en el transcurso hasta que finalmente de un solo movimiento pude retirar aquella diminuta prenda que se había convertido en un arma de doble filo para mi sano juicio, un fuerte suspiro salio de los labios de Bella cuando pase mis dedos suavemente por el contorno de sus pechos, ella se arqueo completamente a mi, ofreciéndome su cuerpo –Eres solo mía- le dije como si fuese una orden, sin esperar una respuesta de su parte me acerque a ella con tanta lentitud que rayaba en la desesperación ya que su pecho subía y bajaba por su rápida aceleración, sus ojos me miraban expectantes esperando mi siguiente movimiento, bese sus labios con apenas un pequeño roce y sin apartar las leves caricias que le daba al contorno de sus pechos, sin llegar aún a ese pequeño montículo que me sabia a mil, Bella jadeaba por las sensaciones que aquellos pequeños toques le producían, sentir su piel en estos momentos era el doble de emoción, una parte de mi me decía que esto estaba mal y que más tarde de arrepentiría cuando tuviese que alejarla de mi para que no saliera dañada
-¿Qué sucede?- me preguntó mientras se alejaba dos pasos y me miraba extrañada, intente mostrar mi mejor rostro despreocupado pero sabía que no la convencería, trate de decir la verdad, a medias.
-Es solo que te amo tanto que duele- le dije sinceramente, Bella entendía cada una de mis palabras, puesto que éste amor tan prohibido y lleno de obstáculos era tan poderoso que no podían separarnos aunque todos nos lo impidieran pero el estar consiente de los riesgos ¿Qué podía hacer? Esto era algo que iba más allá de lo que yo quisiera, esto era por su seguridad.
Bella se acerco a mi y me miro como si comprendiese todo aquello que me atormentaba, comenzó a quitarme la camisa y la tire en alguna parte del suelo y yo comencé a bajar lentamente la última prenda que estorbaba de su cuerpo, Bella me ayudo ya que levantó sus pies para liberarse completamente del estorbo y lo aventó al igual que la camisa, sin apartar su mirada que demostraban cuanto me deseaba en ese momento, ella deslizo sus manos sobre mi pecho e involuntariamente cerré mis ojos disfrutando sus caricias, sus manos se fueron a mis pantalones y rápidamente se deshizo de ellos y de mi calzoncillo, los zapatos y calcetas me las quite rápidamente, quedando ambos en igualdad de condición.
Entonces me acerque y bese uno de sus senos mientras acariciaba el otro con movimientos circulares disfrutando de su sabor, Bella jadeaba mientras enterraba sus manos en mi cabello. Subí por su cuello con besos cortos hasta volver a besarle en los labios y así la guíe hacia la cama para tenderla y colocarme encima de de ella, fui besando su cuello nuevamente y seguí bajando por entre sus senos, continúe bajando hacia el sur hacia su ombligo que lamí mientras que masajeaba sus muslos y levemente abría sus piernas para mi. Bella abrió la boca en un fuerte gemido cuando sintió que besaba la parte más íntima de su cuerpo, con sus manos apretó el edredón y su rostro se contraída deliciosamente, los dedos de sus pies se contrajeron cuando explore su tierna carne con mi lengua y degustaba todo su sabor y otro sonido escapo de sus labios, sonreí satisfecho y ella apretó aún más la colcha.
-¡Edward por Dios!- se quejó con la voz completamente ronca y seca. Besé nuevamente sus muslos subiendo nuevamente y proporcionándole caricias a sus piernas con mis manos hasta llegar a la cadera, acarició su pelvis provocando que ella abriera más sus piernas para mi y me introduje en ella de una sola estocada, Bella se aferró a mi espalda con sus uñas tan fuerte que estaba seguro que mañana tendría unos muy bien marcados arañazos, marque el ritmo mientras seguía besando alternadamente sus senos, no podía resistir el jadear por las intensas sensaciones de sentir su humedad en torno a mi miembro pero a decir verdad los gemidos de Bella eran los que más inundaban la habitación provocándome escalofríos de placer, acelere los movimientos mientras me apoyaba con ambas manos sobre la cama y Bella sonrío al ver mi rostro completamente retorcido por el placer disfrutando el hecho de ser ella la responsable de provocarme todo aquello, sus manos seguían subiendo y bajaban por mi espalda mientras me suplicaba por más, mis movimientos se volvieron frenéticos y de pronto me envolvió una sensación totalmente abrasadora provocándome tocar el cielo junto a mi Bella.
-Te amo tanto- le confesé mientras recargaba mi frente sobre la de ella sin apartarme y sosteniendo todo mi peso en mis manos, mire sus ojos y ella me sonreía complacida.
-Como yo ti- me dijo ella sin borrar aquella hermosa sonrisa de su rostro, me baje de su cuerpo y me acomode a su lado abrazándola como si en cualquier momento se fuese a esfumar -¿Qué anda mal Edward?- me pregunto, la incertidumbre era palpable en su voz a decir verdad no sabia que decirle, una parte de mi me decía que le dijera la verdad y así evitar los secretos que tanto daño nos había hecho en el pasado pero la parte precavida me decía que al hacerlo, la arriesgaba aún más.
-Son solo preocupaciones por los negocios que debo hacer- le mentí cerrando mis ojos para que no viera lo mucho que me dolía hacerlo.
-Sabes- me dijo sin apartarse de mi –Puede que nos hayamos separado por ocho años pero te conozco más de lo que crees y se que un problema como ese no te apartaría de mi- la mira afligido, Bella realmente me conocía –Vamos, di lo que sea antes de que esto cree un abismo entre nosotros- me pidió y en su rostro había cierto dolor, suspire fuertemente decidido en mejor decirle la verdad.
-Si hago esto es solo por que no quiero mentiras y secretos entre nosotros Bella pero quiero que te lo tomes a bien y me escuches- ella me miro con tristeza y bajo su mirada como si me ocultase algo, luego me miro nuevamente y sus ojos estaban levemente cristalizados.
-Continua- me dijo cuando percibió que le iba a preguntar que le sucedía, por lo que comencé a relatarle la conversación con mi abuelo.
-Él piensa que tú serás el único talón de Aquiles de Alec para poder vengarnos de él, él realmente tiene motivos muy fuertes para querer devolverle con la misma moneda pero yo no pienso obligarte y mucho menos arriesgarte- le dije y mi voz se quebró un poco al final, ella pensó algo ya que se mordía el labio.
-¿Y si yo me ofreciera?- la mire extrañado –¿Si no eres tu quien me obliga sino que soy yo quien decide hacerlo?- me pregunto –Yo también tengo muchas cosas que cobrarme con esa familia Edward, esto que haces no solo es por limpiar tu nombre, es para que podamos estar juntos- me acaricio la mejilla y cerré mis ojos disfrutando su caricia.
-No podría Bella- le dije tomando su mano entre la mía y besándosela –No podría vivir tranquilo sabiendo que estas arriesgando más de lo que lo haces a diario vivando con ellos ¿crees que no me e planteado la idea de ir simplemente y secuestrarte?- sus ojos se abrieron asombrados –Créeme que lo he pensado incluso más veces de las que puedo contar con la mano- le dije con cierto dolor al recordar lo mucho que me preocupa cuando esta lejos de mi.
-¿Entonces que pretendes, alejarme?- la sola idea paso por su rostro que se contrajo de dolor al igual que el mió solo de pensarlo –Por que si es así déjame decirte Cullen que estarías en serios problemas, seria capaz de todo por retenerte en mi vida ¿me escuchaste?- sonreí involuntariamente al escucharla tan decidida y a cuidar lo nuestro.
-¿Qué voy a hacer contigo?- le dije en un suspiro mientras besaba su frente.
-¿por el momento?- me pregunto con cierta mirada traviesa en su rostro, antes de que pudiese procesar sus intenciones ella estaba sobre mi sentada a horcajadas y rozando peligrosamente mi miembro con su sexo.
-Bela- gemí cuando se broto deliberadamente en mí.
-Dime- dijo con su rostro tan angelical que no pude reír.
-No puedo alejarte, verdad- no fue una pregunta, fue una afirmación y ella sonrío mientras asentía.
-Entiéndelo de una vez Cullen, somos tú y yo contra el mundo aunque este se venga a bajo por que estemos juntos, lucharemos por nuestro amor pero si no somos los dos no será nadie- y ver la determinación en su rostro me dio la confianza que necesitaba.
-Si es así, deberías por empezar a demostrarme que tanto me amas- y ella me sonrío realmente feliz por que dejara ese asunto de alejarnos de lado, Bella me besó desde la punta de la nariz hasta la punta de los pies arrebatándome varios gemidos de placer y conseguir que olvidara toda preocupación.
¿A que hora nos detuvimos? Es difícil decirlo con precisión puesto que a cierta hora de la mañana, Bella fue por el desayuno para ambos y cuando regreso me informo que Alice y el resto de la familia habían ido al parque junto con sus hijos, dejándonos completamente solos en esta enorme mansión y sin la responsabilidad de tener que salir al exterior.
-Alice dijo que volverían después de la cena ya que quiere enseñarle muchos lugares a Charlie y a Anne- me dijo mientras acariciaba mi pecho y se mordía el labio inferior tentadoramente.
-¿Qué a pasado con mi pequeña Bella?- le pregunte divertido al ver que siempre quería más de mi, a decir verdad me encantaba pues a mi me pasaba igual ya que siempre necesitaba más de ella.
-Oye- me dijo indignada y me daba un suave golpecito en mi costado –Es solo que realmente extrañaba estar así contigo, aunque no lo creas después de alejarme de ti nunca volví a tener esta necesidad tan física- me confesó algo ruborizada, la mire algo extrañado.
-¿Y con Alec?- le pregunte pero ella de inmediato se tensó.
-Las cosas con él fueron de otro modo- dijo zanjando el tema, por el momento no presionaría pero estaba seguro de que tarde o temprano necesitaría que ella me dijera la verdad para calmar esa parte cavernícola que nacía en mi solo con pensar que ellos…
-¿Y que quieres hacer hoy?- le pregunte con una sonrisa tonta en mis labios, ella me miro a través de sus pestañas y me sonrío coquetamente.
-Todo lo que pase por tu mente- me dijo mientras capturaba mis labios en un beso fiero y necesitado, tome a Bella de las caderas y la subí en mí ganándome un delicioso gemido de sus labios que fue acallado por los míos.
-Tu lo pediste- le dije y luego desatamos toda aquella pasión contenida y las ideas más pervertidas de nuestras mentes, decir que habíamos hecho el amor en el sofá, el escritorio, la alfombra e incluso en la cocina era quedarse corto, pero así era esta nueva Bella que dejaba llevarse por sus arrebatadoras hormonas que se convirtieron en mis mejores amigas.
Pasada la hora de la cena decidí que era momento para saber algo de la vida en el exterior dejando a Bella sobre mi cama completamente desnuda durmiendo boca abajo, la mire unos minutos contemplando la paz que reflejaba en su rostro mientras dormía, suspire embobado y con el corazón repleto de amor por aquella mujer enredada entre mis sabanas, baje al primer piso y me encontré con Alice y mi madre que me sonrieron cómplices y me ruborice un poco.
-Espero al menos la hayas dejado conciente- se burlo Emmett en cuanto me vio bajar por las escaleras –Creo que ustedes batieron un record incluso ganándonos a Rose ya mi- Emmett se quejo cuando su mujer le dio un golpe sobre la cabella.
-No cuentes esas cosas Emmett- le dijo a lo que el resto de la familia que se unía a nuestra platica se unía.
-Hijo recibiste una llamada de tu socio, el de la fiesta- me informo mi madre, asentí y le di un beso en la frente antes de desaparecer hacia el escritorio.
Ya estado sentado frente a mi escritorio llame de inmediato.
-Con el Sr. Stevenson por favor, de parte del Sr. Sanguinetti- le pedí a su ama de llaves, a los pocos minutos él me contesto
-Hola Anthony, ¿Cómo van las vacaciones por estos lados?- pregunto amistosamente pero cuando dejamos los saludos cordiales de lado él me hablo de lo importante de la llamada -Necesito pedirte ¿existe la posibilidad de que te quedes una semana más?- me dijo con cierta nota de disculpa.
-¿Que sucede?- le pregunte.
-Verás, el parto de mi esposa se a adelantado más de lo considerado por lo que no esta en optimas condiciones para realizar la fiesta, además el pequeño Benjamin es muy prematuro por lo que no quiere apartarse de él- dijo apenado.
-Amigo no hay problema, ya veré como me las arreglo con Alec- y en ese instante Bella entro y me quedo mirando extrañada al escuchar el nombre de ese bastardo.
-Cualquier cosa por favor infórmame, sabes que estaría realmente complacido de que asistieras- y luego nos despedimos, observé que Bella aún estaba algo adormilada cosa que la hacia verse muy tierna, mientras frotaba sus ojitos me alcé para estar frente a ella quien vestía sus ropas por lo que supuse se había levantado para ir a ver a sus hijos.
-Te ves tan linda cuando despiertas- le dije con una sonrisa mientras acariciaba su mejilla que se coloreaba adorablemente.
-¿Qué sucede con Alec?- pregunto algo tensa, yo le sonreí para que no se preocupara.
-Nada cariño, es solo que la mujer de Stevenson dio a luz antes de tiempo por lo que la fiesta se a retrasado una semana y quería saber si existía la posibilidad de que nos quedáramos más- sus ojitos brillaron por la emoción –Intentare ver si Alec no pone problemas- le dije para que no se hiciera ilusiones, me desagradaba enormemente tener que pedirle autorización a esa sabandija para poder estar con mi Bella pero ya llegados a este punto no arriesgaría los meses de "amistad" que habíamos forjado.
Caminamos juntos hacia el gran salón donde estaba toda la familia reunida contemplando a todos los niños que jugaban animadamente.
-¡Ma!- escuche la voz de Charlie quien al ver a Bella corrió para abrazarla, ella inmediatamente abrió sus brazos para recibirlo, Anne al percatarse de nosotros inmediatamente corrió pero para abrazarme a mi, yo la tome en el aire ya que se lanzo y la abrace a mi.
-Anthony creo que tienes una admiradora- me dijo Emmett en tono de broma lo que provoco la risa de todos los grandes, Bella me observo interactuar con su pequeña y una enorme sonrisa apareció en sus labios.
Luego de cenar en familia y escuchar atentamente el relato de unos entusiasmados pequeños que parecía que nunca se les acabaría la cuerda, Bella y yo llevamos a Charlie y a Anne a sus respectivas habitaciones para que descansaran, realmente tuvieron que haber jugado mucho ya que cuando recostaron sus cabezas sobre la almohada fue cosa de segundos que quedaron completamente dormidos.
-Espero que esta noche nos dejen dormir- escuche la voz de Emmett al final del pasillo antes de entrar a mi cuarto con Bella quien también lo había escuchado y ahora estaba completamente ruborizada.
-No le hagas caso amor, de cualquier modo estas paredes son tan gruesas que impiden cualquier fuga de algún sonido- le dije con una sonrisa divertida, Bella solo golpeo mi pecho.
A decir verdad ambos estábamos exhaustos por la pasada noche y el reciente día pero en alguna hora de la madrugada cuando ya habíamos recuperado nuestras fuerzas, continuamos en aquella demostración de amor que nos envolvía a ambos
En una pasión tan arrolladora que era inevitable no dejarla florecer.
Al día siguiente utilizamos el día para compartir los cuatro, fuimos a pasear tomados de las manos, Charlie no se apartaba de la mano de su madre ya que decía que decía que habían muchos hombres observándola como si fuese algo comestible, cosa que le encontraba toda la razón por lo que lo alentaba a cuidar de su madre, Bella infantilmente me saco la lengua por apoyar las locuras de su hijo pero así a la vez me aseguraba de protegerla ¿que mejor que su hijo como mi mejor aliado? Por otra parte, Anne iba sobre mis brazos riendo cada vez que le hacia una morisqueta y ella ocultaba su rostro entre sus manitas y luego descubría su rostro para copiar las mismas morisquetas que le hacia.
-Creo que me pondré celos- escuche decir a Bella en mi oído cuando los pequeños fueron a comprar algodón de azúcar.
-No tienes por que si sabes que eres mi chica numero uno- le dije dándole un fugaz beso para que Charlie o Anne no nos pillaran.
-¡Mamá mira, marionetas!- grito entusiasmado Charlie mientras apuntaba con su dedito un grupo de niños que gritaban mientras observaban animadamente un show de títeres.
-Vayan pero cuida de tu hermana- Charlie asintió y tomo de la mano a Anne y ambos corrieron para ir con el resto de los niños, nosotros caminamos tomados de las manos detrás de ellos quienes prácticamente llegaron en cuestión de segundos, nos sentamos en una banca apartada pero que nos daba una buena vista de los niños.
-Me encanta verte sonreír- le dije sin apartar mis ojos de ella, ella estaba tan concentrada observando a los niños que no se percato que yo la miraba a ella fijamente, desvío su vista de los pequeños para observarme con sus ojos llenos de amor.
-Puedo acostumbrarme a esto ¿sabes?- yo asentí en completo acuerdo con sus palabras, lleve mis manos a su nuca para acercarla a mi y plante mis labios sobre los de ella y la abrace a mi cuerpo, ella de inmediato me respondió el beso llevando sus manos a mi cabello.
-¿Crees que algún día este amor deje de crecer?- pregunto con sus ojos cerrados luego de suspirar.
-Lo dudo, si no lo a hecho en ocho años no creo que comience a hacerlo ahora, sobre todo teniéndote tan cerca- le dije con todo el amor que le profesaba –Ella abrió sus ojos y en ellos había cierta incertidumbre.
-Sabes que te amo con toda mi alma ¿verdad?- asentí algo preocupado por el tono que tomo su voz -Y que todo lo que e hecho es por ti o por mis hijos ¿no?- volví a asentir pero esta vez un poco más intrigado.
-¿Qué sucede amor?- le pregunté preocupado sin apartar mis manos de sus cabellos.
-Es que no se como decirte pero…- nos interrumpieron.
-¡Mamá!- escuchamos el grito de Charlie y de inmediato nos giramos para ver que sucedía, él estaba hincado al lado de Anne que al parecer se había caído ya que lloraba fuertemente. De un salto ambos nos paramos y corrimos a ver lo sucedido, en efecto la pequeña Anne se había caído dejando su rodilla pelada y con sangre mezclada con tierra, me agache para tomarla entre mis brazos y corrimos al auto para pedir que nos llevaran a casa de inmediato, llegamos en cosa de minutos pues el parque no estaba muy lejos de casa, corrí con ella aún en mis brazos hasta el cuarto de baño de mi habitación en donde tenia todo para curar su herida.
Bella estaba a su lado calmándola ya que no dejaba de llorar y decir que le dolía mucho, Bella que secaba sus lágrimas y me miraba con dolor, ella sufría por el dolor de su pequeña, le sonreí un poco para tranquilizarla.
-Anne- le dije firme, ella dejo de llorar y me miro a los ojos -¿Eres una bebé o eres una niña grande?- le pregunte con una sonrisa, ella se paso la mano por la nariz que la tenia completamente húmeda y se la restregó.
-Soy una bebe gande- dijo muy segura y sacándonos a Bella y a mi una sonrisa.
-Pues bien, entonces esta es tu oportunidad para demostrarlo por que quizás esto te arda un poquito- le dije mostrándole la mota de algodón con alcohol- pero te ayudara a sanar y a curarte más rápido para que puedas ir a jugar- ella asintió y antes de que cambiara de parecer le limpie la herida, la pequeña hizo un tierno puchero y sus ojitos se anegaron en lagrimas pero aún así no lloro.
-¿Lito?- pregunto con su voz completamente quebrada, le puse un parche para evitar que se ensuciara la herida y asentí, Bella la abrazo diciéndole que lo había hecho excelente y la pequeña antes de salir se giro a mi y me dejo un sonoro beso en la mejilla.
-Gacias- y salio corriendo gritando el nombre de su hermano para mostrarle el parche con monitos que le había puesto en la rodilla.
-Se te da bien eh- escuche decir a Bella, yo aún seguía un poco en trance por la muestra de cariño de la pequeña por lo que demore en reaccionar.
-¿El que?- le pregunte sin entender.
-El ser como un padre- me dijo ella con sus ojitos brillantes, yo la atraje hacia a mi y la bese en los labios.
-Sabes, nunca me lo había planteado realmente hasta que tu apareciste en mi vida- le confesé, sus ojos de inmediato se cristalizaron –No hay problema Bella, entiendo la situación, si quieres saberlo, amo a tus hijos como si fuesen míos por que veo en ellos tu espíritu- ella me abrazo fuertemente y pronto sentí mi camisa húmeda por sus lagrimas -¿Amor que anda mal?- le pregunte cuando ella se aparto de mi, ella se y se limpio la nariz.
-Nada, es solo que soy muy sentimental- me dijo con un amago de sonrisa.
-Toc toc pequeños tórtolas- escuchamos la voz de Alice y la vimos parada en el marco de la puerta –Será mejor que bajen que la comida ya esta servida- nos dijo con una sonrisa, ambos asentimos y bajamos cuando Bella ya había conseguido tranquilizarse un poco.
Por la tarde Alice se llevo a Bella para mostrarle el vestido que había estado confeccionando para ella para que lo utilizara en la fiesta de Stevenson mientras yo compartía con mi padre, Jasper, Emmett y los niños, bueno en realidad compartía con mi padre y Jasper ya que los niños compartían a Emmett.
-Nunca crecerá ¿verdad?- pregunto Jasper con una sonrisa viendo a Emmett que se lanzaba de espaldas simulando que los niños lo habían derribado.
-Creo que no- dijo mi padre.
Nos quedamos varios minutos conversando de todo y de nada a la vez, Emmett inundaba el lugar con sus fuertes risotadas seguida por unas más suaves pero igual de intensas de los pequeños.
Más tarde llevamos a los niños a que se acostaran, estaba agotado gracias a los juegos de Emmett, yo me fui a mi cuarto y un par de minutos después Bella me hizo compañía.
-¿Estuvo muy mal?- le pregunte cuando ella se sentó a la orilla de la cama y se quitaba los zapatos y se masajeaba los pies.
-Podría haberlo sido pero Alice es buena en lo que hace- me dijo con una sonrisa, me baje de la cama y me arrodille frente a ella subiendo sus pie sobre mi pierna y los comenzaba a masajear, Bella suspiro fuerte y cerraba sus ojos disfrutando de mis caricias, luego comencé a dejar pequeños besos sobre sus pies subiendo por sus torneadas piernas subiendo más a sus muslos y la empujaba levemente para que quedara tendida sobre la cama, podía escuchar como su respiración se aceleraba a medida que besaba más y más de sus muslos y subía con ello su vestido hasta sus caderas.
-Me encantas-le dije sin apartarme de ella y comenzando aquel juego provocador que una vez alcanzábamos era difícil volver atrás.
A la mañana siguiente nos quedamos recostados unas horas más disfrutando de la compañía del otro pero cuando ya era imposible alargarlo más, nos vestimos y bajamos a desayunar con el resto de la familia.
Po la tarde llame a Alec para informarle que la fiesta no se llevaría a cabo esa noche por lo sucedido con su esposa por lo que le pedí si autorizaba a Bella y a los niños a quedarse un poco más, él se había negado pero tras insistirle lo logre convencer un poco, finalmente termino por convencerse cuando Bella tomo el teléfono y se lo exigió.
-Dijiste que esto sería como unas vacaciones por todo lo sucedido, bien lo mejor del tour no a llegado por lo que no el problema de quedarme unos días más- le dijo decidida, sonreí al verla tan llevada a sus ideas y al parecer esa misma actitud tomo por sorpresa a Alec quien finalmente cedió a que se quedara.
Más días igualmente de feliz pasamos alguna que otra tarde Alice nos ayudo en el cuidado de los niños facilitándonos así el poder pasar algo de tiempo a solas con Bella, la lleve a cenar y a recorrer la ciudad por la noche, también tuvimos nuestros momentos en donde parecíamos realmente una familia ya que salíamos los cuatro, llevamos a los niños a comer al centro de la ciudad, a una pequeña granja a las afueras de ésta donde se podía interactuar con los animales, les mostré parte importante de la ciudad y a decir verdad se nos daba bastante bien, aunque la última noche tuvimos una pequeña complicación.
A petición de Charlie nos dirigíamos a una tienda de mascotas para comprarle algo a George, a pesar de que la tienda estaba algo apartada de la masa de gente accedí a llevarlos ¿Cómo negarse a un pequeño que te rogaba con la mirada? Charlie y Anne compraron una que otra cosa para sus mascotas, el verdadero problema fue cuando salimos de la tienda y fuera de esta estaban cuatro hombres esperándonos, Bella abrazo a Charlie y a Anne a su cuerpo mientras yo los abrazaba a los tres a mi.
-¡Vaya!- dijo uno de los hombres –¿Qué no es ese ricachón que aparece en los diarios?- dijo con un tono burlesco a medida que se iban acercando, Bella se tenso entre mis brazos y su respiración se acelero.
-Hoy si nos sacamos la lotería- dijo el otro mientras se carcajeaban.
-Yo prefiero quedarme con la chica- dijo uno que no le apartaba la mirada a Bella y recorría su cuerpo con lujuria y hambre.
-A ellos no los vas a tocar- dije con asco y enojo cuando estuvieron lo suficientemente cerca, me aparte de Bella solo un poco para ponerme de escudo entre ellos y esos hombres.
-Edward no- escuche que me decía a mi espalda, los hombres seguían riendo.
-¿Y que vas a hacer?- me dijo uno, en un rápido movimiento dos de ellos se lanzaron a mi provocando que me apartara de Bella para defenderlos y al dejarla sola el que estaba interesado en ella se acerco a ella para acariciar su mejilla
-Edward- grito asustada Bella quien simplemente apegaba a ella a los pequeños y se dejaba tocar por ese mal nacido, me llene de odio y desenvaine mi daga que cargaba siempre conmigo en el cinto.
-Suéltala- le dije amenazadoramente, combatí a los dos hombres que se lanzaron a mi sin problemas, dos fuertes puñetazos bastaron para dejarlos tendidos quejándose sobre la acera y me lance sobre el otro que estaba acorralando a los pequeños, forcejee con él y aunque me golpeo en la boca del estomago no me solté a él y fue mi turno de golpearlo, cuando me gire a Bella y a ese hombre él la estaba acorralando entre su cuerpo y una de las murallas que daban a un callejón, sin medirme me lance a él de una rápida y certera punzada le di con mi daga provocando que la soltara y se contrajera de dolor, Bella corrió a mis brazos con lagrimas en los ojos y luego fue donde los niños que estaban algo aturdidos por lo ocurrido.
La policía apareció y les explique lo sucedido, simplemente con decir mi apellido ellos dejaron las preguntas acerca del hombre herido, de cualquier modo estaba en todo mi derecho de ocupar mi arma en defensa propia.
Cuando llegamos a casa con Bella nos aseguramos de que los niños estuviesen bien y sin trauma alguno, Anne que era más pequeña no había entendió mucho de lo ocurrido y solo lamentaba el haber dejado caer su obsequio para Copita. Charlie por su parte estaba algo abstraído como si su cabeza estuviese a miles de millas de nosotros.
-Todo está bien hijo- le dijo Bella mientras besaba sus mejillas alternadamente, Charlie la miro fijamente y luego la abrazo fuertemente como si se asegurara que su madre estaba bien, ambos nos despedimos y lo dejamos descansar.
-Él estará bien- le aseguré a Bella quien estaba abrazada a mi -Ya es todo un hombre grande y entiende que más que nada a sido solo un susto- acaricie sus cabellos mientras se calmaba, en un par de ocasiones Belle derramo algunas lagrimas recordando lo asustada que se había sentido entre los brazos de ese hombre.
-Gracias- me dijo y besó mi peco desnudo, yo seguí con mis caricias hasta que escuche su respiración acompasada.
Pronto me dormí pensando en que mañana sería otro día, uno bastante largo en donde estaríamos rodeados de banalidades y personalidades que giraban en torno al que dirán, al poder y al dinero, mañana seria la fiesta de Stevenson y tendríamos que interpretar lo mejor posible nuestro papel de superficiales, arrogantes e interesados, yo había aprendido mucho de ello con mi abuelo pero no estaba tan seguro de que tan bien lo haría Bella ya que su inocencia siempre afloraba más que cualquier gota de maldad.
A la mañana siguiente cuando desperté pensando que esa sería mi mayor preocupación, estaba completamente equivocado.
-¿Jane que haces aquí?- le pregunte molesto cuando la vi muy bien instalada en el comedor siendo atendida por mi ama de llaves, podría apostar que el resto de mi familia había huido a sus habitaciones o fuera de casa para no ser identificados.
-¿Cómo esa bienvenida cariño?- me pregunto con su ceño fruncido pero pronto me sonrío encantada -Vine para que vayamos juntos a la fiesta de tu nuevo socio- me sonrío seductoramente mientras se acercaba a mi y me rodeaba el cuello con sus brazos y me besaba como si el mundo se fuese a acabar, un carraspeo nos hizo separarnos y frente a nosotros Bella nos miraba, a ella con odio contenido y a mi con cierta tristeza que me sobrecogió el corazón.
Estaba seguro que esto tenia que ser obra de mi abuelo- pensé.
Última edición por Kate Denali el 8/9/2010, 6:47 pm, editado 1 vez
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Re: El Conde Montepulciano
"Jane"
Aunque Edward se sentía bastante mal dejando a Bella sola con Jane tuvo que hacerlo para telefonear a su abuelo y que le explicase ciertos "detalles" bastante desagradables que había ocasionado y que en esos momentos se encontraba en su casa.
-Cuando decidí involucrarte en esto te pedí que me dejaras hacerlo a mi modo y a mi ritmo- le espetó molesto una vez que lo tuvo al otro lado de la línea.
-Pero no lo estas haciendo bien Edward y no pienso arriesgar mi tiempo, mi dinero y mucho menos a mi familia por tus niñerías de hombrecito enamorado- le contesto éste de vuelta.
-Esto no tiene nada que ver con Bella, a ella simplemente la deje fuera pero la necesito conmigo ¿Cómo no puedes entender eso?- Edward respiro fuertemente para así calmarse ya que no quería llegar a pelearse con su abuelo.
-El que no entiende eres tú, esa niñita puede servirnos y de mucho…- Edward no dejo que continuara.
-Ya hablamos de eso y es un rotundo no, no la arriesgare a que la descubran suficiente tengo con permitir que siga viviendo en ese infierno- se llevo los dedos al puente de la nariz y se lo apretó conteniéndose.
-Eres tan terco como tu padre- le dijo su abuelo un poco más calmado y Edward podia jurar que sonreía al otro lado de la línea.
-¿Podrías decirme en que estabas pensando cuando decidiste que Jane debía acompañarme donde Stevenson?- le pregunto.
-Necesitamos que ella confíe en ti hijo ¿no lo ves? Ella es la pieza para que comiencen a desconfiar de Dídima, ella podría ser una especie de aliada aunque no sepa con exactitud, es cosa que le siembres la cizaña con lo de su tío y quizás la celes un poco y ella hará el trabajo por nosotros ¿Quién desconfiara de ella?- Edward lo pensó un poco y a decir verdad su abuelo tenia un muy buen punto pero tampoco permitiría que hiciera sentir mal a Bella.
-¿Dónde esta el resto de la familia?- le pregunto preocupado por ese gran detalle.
-Organice con los empleados que llevaran sus cosas al ala trasera de la mansión y ellos mismos se preocuparan de sus comidas y necesidades, sabes que para poder ingresar a esa parte es necesario las llaves especiales, una copia esta en la gaveta de tu despacho así que no te preocupes ellos estarán cómodos y tranquilos al igual que esos pequeños diablitos- le contó para que se calmara, un par de minutos más de platica y alguna que otra idea necesaria para aquella noche de fiesta.
Mientras tanto Jane no dejaba de mirar con odio y desprecio a Bella mientras ella simplemente intentaba ignorarla y rogando por que Edward encontrara una solución a su llegada, todos esos días habían sido maravillosos juntos por lo que lo que menos quería era que se acabara de la noche a la mañana sin una especie de preparación.
-¿Qué piensas quedarte parada ahí todo el día?- le pregunto Jane arrogante –Ve por mis maletas y llévalas a mi dormitorio- le exigió como si fuese la dueña de casa. Bella alzo una ceja pero antes de que pudiese contestarle lo que realmente se merecía Edward apareció.
-Jane no seas descortés, tengo personal de servicio para ese tipo de trabajo e Isabella es una invitada más en mi casa- le remarco para dejar ciertos puntos claros desde un comienzo.
-Anthony- le dijo con entusiasmo cuando lo vio aparecer por las escaleras, de inmediato lo beso sin importarle que tuviesen compañía, para mala suerte de Edward no podía hacer otra cosa que responderle el beso para no levantar sospechas y hacer su papel lo mejor posible ya que si no quería inmiscuir a Bella en todo el tema de su venganza debía hacer mejor su trabajo con Jane.
A Bella el estomago se le revolvió y el corazón se le contrajo de dolor, cuando escucho la voz de sus hijos aparecer al pie de la escalera lo que vio la confundió un poco. Anne estaba claramente molesta con la escenita de Edward y Jane mientras que Charlie se veía algo decepcionado.
-¿Mamá donde están…?- Bella al percatarse de que sus hijos buscaban a sus nuevos amiguitos se adelanto y corrió escaleras arriba para evitar que siguieran hablando mientras que Edward también escucho que tenían nueva compañía y se separo sutilmente de Jane.
-Te extrañe- le dijo ella aun a centímetros de sus labios.
-Puaj- dijo Anne tan audible que todos en aquel lugar escucharon provocando que Edward sonriera divertido y Jane miró a la pequeña con cierto desden.
-Vamos a buscar en que podemos divertirnos mientras esperamos a que el desayuno este listo- le dijo Bella a sus hijos que se los llevo de inmediato a su cuarto para quitarles sus pijamas, en efecto cuando llego al cuarto de los niños, los pequeños diablillos hijos de sus cuñados ya no estaban ahí al igual que sus pertenencias más necesarias. Bella fue donde María la fiel sirvienta de Edward para saber del resto de los Cullen, fue ella quien le dio la llave con la autorización previa de Edward de llevarla a la otra ala de la casa para que estuviese con ellos durante todo el día puesto que Edward no estaría por motivos evidentes, aquel hecho lastimo mucho a Bella pero ella lo supo en el instante en que vio a esa arpía en la mansión, fue así como se reunió con el resto de la familia y juntos desayunaron, Con las locas ocurrencias de Alice le dijo a los pequeños que cuando estuviesen en presencia de Jane no debían nombrarlos a ellos por nada del mundo.
-¿Conocen la historia de Hansel y Gretel?- les pregunto a modo de confesión, Charlie asintió entre entusiasmado y preocupado ya que conocía la historia mientras que la pequeña Anne hacia su mejor esfuerzo para recordarla –Ella es como la bruja mala y lo que quiere y ha venido es a dejarnos gordos para luego
Comernos cuando no nos demos cuenta- le dijo dándole cierto aire tenebroso a su relato –Entonces si ella no sabe que estamos nosotros no nos hará nada- y les sonrío angelicalmente.
-¿Pero que pasara con nosotros o con mama o tío Anthony?- l pregunto Charlie preocupado, Bella miro algo molesta a Alice por provocar que Charlie se asustara, estaba segura que su hijo no podría dormir por la noche preocupado de que no lo comieran.
-Ustedes están fuera de peligro por que es tu tía y novia de Edward, somos nosotros los desconocidos- con eso dejo un poco más calmado a Charlie pero de igual ambos pequeños se fueron hablando bajito acerca de no nombrarlos a ellos por nada del mundo. Luego de eso Bella se fue con las mujeres para hablar acerca de su atuendo y cosas de tipo maquillaje y peinado para la cena de la tarde mientras todos los pequeños jugaban con los hombres que se veían igual o mas infantiles que sus propios hijos.
-¿Qué haremos durante el día?- le pregunto animadamente Jane a Edward cuando estuvieron a solas, Edward con todo su mejor don de actor esbozo su mejor sonrisa para demostrar su "entusiasmo" y así evitar demostrar lo repulsivo que le resultaba tenerla en su casa, así fue que decidió invitarla a desayunar a un exclusivo restaurante en la ciudad para mantenerla apartada de la casa y de su Bella. No solo estuvieron en el desayuno afuera, sino que en la comida y la merienda, varias veces en el día se vio pensando en Bella y en lo que estaría haciendo mientras Jane le relataba algo de su vida cosa que a él no le interesaba en lo más mínimo.
-¿Qué crees?- le pregunto Jane entusiasmada y luego de algún relato que para ella era como si acabara de salvar al mundo.
-Super, mi vida- le contesto él con una de esas sonrisas que sabia por Bella aturdía a las mujeres.
-¿Tú crees?- le pregunto ella con una sonrisa coqueta –Me encanta hablar contigo, se me hace tan fácil y además me escuchas con tanta atención que eres un encanto- le dijo ella con una sonrisa boba mientras acariciaba sus cabellos y se acercaba para besarlo, su intento era de un beso algo fogoso pero Edward solo rozo sus labios dejándola con ganas de más.
-Jane hay algo importante que quiero comentarte pero no se si deba- le pico con una inocencia tan pura que hasta el se sonrío internamente.
-¿Qué sucede amor? sabes que puedes decirme lo que quieras- le dijo ella melosa.
-Es algo complicado ya que no quiero que pienses que te estoy engañando o mintiendo, sabes que desde que te conocí eres lo mas importante APRA mi y no quiero que nos separemos- le dijo mientras tomaba su mano y se la llevaba a los labios para dejar un pequeño beso pero que a Jane le disparo el corazón, aquellos ojos verdemar la miraban tan embelezados que ella sintió sus piernas de gelatina y Edward ya olía la victoria fácil.
-Confío en ti ¿Qué es lo que te aflige?- le pregunto ella.
-Creo que ya no es correcto que nos sigamos viendo en casa de tus tíos, en particular me refiero a Dídima- le dijo apenado.
-¿Por qué Anthony?, sabes que Dídima y Marcus son mis padrinos y ellos prácticamente me criaron desde que mis padres murieron- le dijo ella extrañada –Yo vivo prácticamente ahí así que es donde mejor nos vemos- Edward asintió comprensivamente.
-Te dije que era una tontera, no te preocupes yo…- se escuso con aquel semblante apenado que derritió a Jane.
-Aún no me dices que va mal- le dijo ella aún preocupada por su amado.
-Nada Jane olvídalo, deben ser paranoias mías- le dijo el con una sonrisa amorosa pero que no la convenció, ella enarco una ceja y lo insto a contarle que sucedía –Es solo que Dídima me pone nervioso, siempre esta tan cerca abrazándome que lo que menos me gustaría es que un día nos encuentres en una extraña situación y confundas las cosas- le dijo nervioso.
-¿Tía Dídima? No eso es imposible, ella ama a tío Marcus- le dijo ella con una sonrisa tranquilizadora pero instantáneamente se le vino a la cabeza dos imágenes que la hicieron dudar un poco, la primera fue cuando recién conoció a Anthony y lo coqueta que se veía su tía, ella lo atribuyo a que su tía aún era joven y llena de vida, pero también recordó la imagen del día que Anne estaba hospitalizada y que ella intentaba calmar a Anthony ¿para que si el no era el afectado? Con aquellas imágenes su certeza flaqueo un momento.
-Dije que era una tontería, olvídalo- le dijo Edward sin mirarla a los ojos evidenciando su incomodidad.
-No no te preocupes cariño, yo estaré siempre a tu lado- le dijo ella con una sonrisa pero en sus ojos se vio cierta incomodidad, Edward sonrío triunfante al leer en sus ojos la incertidumbre que acababa de sembrarle en la cabeza a su "amada".
Cuando dejaron el lugar se dirigieron a una exclusiva boutique ya que Edward insistió en comprarle un hermoso vestido a su novia para que fuese la más hermosa del lugar, aunque en su cabeza sabia que eso era imposible ya que ese lugar estaba ya ocupado hace mucho, Bella incluso con un nylon se vería más espectacular que cualquier mujer del lugar.
Cuando regresaron a la mansión Edward se encontró con la no grata sorpresa de que Bella ya se había ido a la mansión de Stevenson puesto que su esposa había enviado a su chofer por Bella para conocerla antes de la fiesta, los pequeños se encontraban jugando felices en su cuarto y en cuanto su tía se fuese con Edward Esme iría por ellos para llevárselos donde ellos se encontraban y pasaran la noche con los otros pequeñitos.
-Bella me alegra que eses aquí, ¡OH te ves realmente hermosa!- le dijo Aurora, la esposa de Stevenson quien se veía realmente entusiasmada, Bella sonrío ante tanta euforia y de cierto modo recordó a Alice por su personalidad puesto que en apariencia eran muy distintas, ella poseía una larga cabellera rubia llena de rizos y su cuerpo un poco más robusto por su reciente embarazo le daba un aspecto más fuerte en comparación a lo débil que se veía Alice, eso si solo en apariencia, Aurora estaba realmente entusiasmada con la llegada de Bella pues tenia una corazonada de que se llevarían fenomenal, incluso llegando a ser grandes amigas –En cuanto Matt crezca tienes que venir con tus niños para que jueguen con mi bebé- le sonrío orgullosa al nombrar a su hijo, Bella fue con ella hasta la acogedora habitación del pequeño Matt que dormía placidamente y en efecto ambas se llevaban de lo mejor, como había mencionado una vez Alec ella era algo estrambótica debido a sus extraños y peculiares gustos pero eso era lo que más le gusto de aquella mujer ya que Bella nunca se considero normal.
-No soy muy adicta que digamos- le dijo tímidamente cuando Aurora le pregunto acerca de cómo llevó su vida sexual después de dar a luz.
-¿De verdad? Wow yo no puedo decir lo mismo y no es que sea como una prostituta por reconocerlo, claro que no si solo me e acostado con mi marido, pero reconozco que soy adicta- le dijo ella sin ningún tipo de pudor lo que provoco que Bella se ruborizara hasta detrás de las orejas –No te apenes amiga es lo más normal del mundo- le dijo ella como intimas amigas, aquella confianza lejos de molestar a Bella le hizo sentirse parte de algo –Bueno que con ese marido tan déspota que…- Aurora en ese mismo instante se cayo al percatarse de que había hablado de más –Lo siento, lo siento yo no quise decir eso- le pidió con su rostro afligido por que ella no se molestase.
-No te preocupes Aurora, entre nosotras dos no esta muy lejos de la verdad- reconoció Bella y Aurora respiro más tranquila y le sonrío con complicidad.
-Nada que ver con ese pedazo de hombre de Anthony Sanguinetti que te tiene viviendo en su casa- le dijo con sus ojos brillantes por la lujuria –Jamás engañaría a mi marido pero tengo que reconocer que hay algunas escenas que han pasado por mi cabecita desde que lo conocí, es un…- Aurora dejo de soñar cuando Bella se ruborizo aún más y escondió su mirada de ella -¡Nooo!- dijo ella con una sonrisa picara mientras se llevaba las manos a la boca.
-¿No que?- le pregunto Bella preocupada y confundida.
-¿Te acostaste con él? No me lo niegues Bella que tengo un tercer ojo y puedo ver que mueres por él- le dijo ella alzando sus cejas y Bella no tuvo cara para negarlo por lo que solo lo negó.
-Él tiene novia- fue toda su respuesta.
-Si ya se, la conozco- dijo Aurora molesta –Jane Vulturi es una perra- dijo sin problemas de recato a lo que Bella abrió sus ojos asombrada –Hay no te hagas si se que lo has pensado, es solo que yo no tengo problemas en decirlo, seré mujer pero también tengo opinión- Bella le sonrío encantada, así es como ella siempre había soñado con ser, decidida y pasar por alto el que dirán.
-Y una zorra- dijo Bella algo cohibida pero sintiéndose libre por decir una palabra algo soez, Aurora comenzó a reír con tantas ganas que Bella pronto se unió a sus risas provocando que Matt despertara.
Con aquella camaradería juntas se fueron al patio a esperar a la llegada de los invitados que Aurora le aseguro no eran para nada agradables, todos tan etiquetados, formales y arrogantes que resultaba repulsivo.
-No te preocupes que no te dejare sola pero sobre todo se me ocurren un par de ideas para hacerle la noche más "interesante" a Jane- Bella negó asustada pero Aurora le guiño un ojo para que no se preocupara y le dejara todo en sus manos.
Cuando ya estaban prácticamente todos los invitados fue en ese instante en que apareció Edward con una despampanante Jane tomada de su brazo, ella se sentía la reina del mundo al entrar del brazo del Conde Montepulciano, heredero de parte importante Italia.
-Buenas noches Anthony, Srita. Vulturi por favor pase y siéntanse como en su casa- les saludo cordialmente Stevenson.
Cuando ambos se adentraron un poco más en la casa Edward quedo estático al reconocer aquel perfil indiscutible para él, enfundada en un exquisito vestido de un rojo carmín que se amoldaba peligrosamente a su cuerpo y a esas curvas tan marcadas y que a su vez dejaba al descubierto toda su espalda, sintió que el cielo se abrió para él, ella hablaba alegremente con la mujer de Stevenson, se veía tranquila, feliz e incluso sonreía con algo que ambas conversaban y se percato que ella se acercaba más a su odio para contarle algo, Bella en ese instante se giro clavando sus ojos marrones profundos en el verde intenso y lujurioso de Edward, él literalmente se la estaba devorando con la mirada, incluso aún más cuando ella se volteo y le mostró aquel sensual escote no tan provocador pero si bastante sugerente.
-Definitivamente no me apartare de ti- bufo bajito solo para él.
-¿Decías cariño?- le pregunto Jane con una sonrisa, Edward la sonrío y lo dejo pasar haciendo como que era algo sin importancia, así ambos se adentraron y se mezclaron con el resto de los invitados.
Mientras Jane hablaba con las mujeres de todos aquellos inversionistas acerca de varios desfiles que se llevarían en America e incluso invitándolas a cada una de ellas, Edward hablaba con los esposos mientras bebían coñac y fumaban puro pero a decir verdad era poco lo que estaba conciente de toda aquella platica, sus ojos no se apartaban del cuerpo de Bella y menos aún de cierto curva maravillosa que dejaba a medio ver aquel escote en su espalda que desembocaba en ese perfecto trasero para él.
-Si me disculpan caballeros- se escuso cortésmente con los hombres, Jane le dio una mirada extrañada pero él como todo un galán que era le lanzo un beso dejándola completamente alucinada.
-Tu hijo es un amor me encanta cuando…- escucho que Bella le decía a Aurora y ella lo miro a través del hombro de Bella sonriéndole picadamente.
-A mi me encantas más tú- le susurro en su ido provocando que todas las terminaciones nerviosas de Bella se dispararan rápidamente –No sabes las imágenes poco decorosas que me estas provocando desde que te vi con este vestido, aunque pienso en unas mejores en donde no lo llevas puesto- le dijo con su voz ronca sintiendo como cierta parte de su cuerpo se endurecía solo con aquellas imágenes mentales, Bella se giro levemente para encarar a aquel hombre que estaba provocando que se excitara solo con escucharlo, podrían pasar años pero su cuerpo lo reconocería siempre.
-Buenas noches Anthony- le dijo cortésmente acercándose a su rostro para besarlo a modo de saludo, Edward se movió escasamente provocando que ella lo besara en la comisura del labio.
-Realmente son muy buenas- le dijo él sin importar que hubiesen otras personas alrededor y la observo descaradamente de pies a cabeza deteniéndose en ciertos puntos excitándola aún más.
-¿Tuviste un buen día?- le pregunto Bella intentando ocultar lo celosa que se sentía al imaginarlo todo el día con Jane, Edward sonrío ladinamente percibiendo sus celos y sintiéndose aún más poderoso por esas reacciones.
-He tenido mejores- le contesto guiñándole un ojo provocando que Bella se ruborizara pensando que ella sin duda había tenido las mejores aquellos días anteriores.
-¡Anthony!- escucho que le grito uno de los tantos inversionistas ahí presentes, ambos se giraron y luego Edward la miro algo apenado.
-Lo siento pero aún tengo que arreglar algunos asuntos- se excuso, Bella asintió comprensivamente, él se acerco peligrosamente a su oído y le susurro –Eso no quita que esta noche te arrancare ese vestido con los dientes si es necesario- el corazón de Bella se salto un latido y sus piernas y otra zona más se hicieron agua provocando que Edward riera triunfante –Puedo olerte hasta acá cariño- le dijo rozando su cuello con su nariz y tan rápido como pudo se alejo de ella antes de perder la razón y hacerle el amor ahí frente a todos los invitados.
Edward intentaba concentrarse en lo realmente importante de aquella noche, consiguió que varis inversionistas se entusiasmaran con el nuevo negocio de los viñedos e incluso se gano varios aliados que estaban felices de "invertir" con los Vulturis –Demasiadas deudas aún pendientes- como había dicho uno en privado cuando conversaba solo con Edward, pero toda aquella concentración se vio interrumpida cuando vio que un par de hombres se acercaba a su Bella y con todo aquel poder de saber que ella le pertenecía se acerco para marcar de inmediato su territorio.
-¿Algún problema amigos?- pregunto sutilmente pero fulminándolos con la mirada.
-Nada que deba preocuparte Sanguinetti, tu novia esta al otro lado del salón- le dijo uno sin apartar sus ojos de Bella quien se sentía realmente incomoda.
-Tu lo has dicho, mi novia esta junto con tu esposa en el otro lado del salón- le escupió molesto y asqueado –Y la señora Isabella esta a mi cuidado por encargo de Alec Vulturi- le dolió tener que decir eso pero solo con nombrar a aquella familia era certero que nadie más se acercaría a ella.
-¿Esposa de Alec?- pregunto el otro hombre asombrado, Edward lo alcanzo a corroborar aquella información cuando Jane apareció.
-¿Todo bien amor?- le pregunto preocupada al verlo de escudo de Bella de aquellos dos hombres.
-Todo perfecto- le contesto él sin apartar la mirada de esos dos hombres y como si todo pasara a cámara lenta, Aurora hizo como que tropezaba con la alfombra derramando todo el contenido de la leche que estaba en un pequeño jarrito.
-¡Oh Dios mió lo siento!- le grito a Jane provocando que todos en el salón se quedaran en silencio observando lo ocurrido –Jane perdóname por favor tropecé, fue sin intención yo…- le dijo con voz arrepentida pero imposible de ocultar aquella sonrisa maligna, Bella estaba anonadada sin poder creer lo que su nueva amiga había hecho, Jane intentaba por todos los medios y con varias servilletas que le habían llevado se limpiaba su arruinado vestido y su pecho que escurría aquella sustancia blanca.
-¡¿Qué es esto?- pregunto indignada Jane sin importar el escándalo que estaba montando y que el resto de los invitados la estuviesen viendo, olisqueo sus manos y Aurora rodó los ojos.
-¿Pues que más va a ser? Leche materna- dijo como si fuese obvio, se escucharon varias risillas en el salón y Jane se tiño de un rojo escarlata tan poderoso que incluso brillaba debido a la cólera, antes de que estallara la furia de ella Aurora la interrumpió.
-Por que no pasamos a la mesa mejor- le dijo a todos que aceptaron encantados al percatarse del berrinche que se asomaba en el rostro de Jane, ella se quedo finalmente sola con Edward ya que hasta Bella decidió salir de ahí para ocultar la enorme carcajada que necesitaba echar.
-¡Esa lunática lo hizo a propósito!- grito indignada.
-No seas mal pensada Jane, ella tropezó por que estaba más preocupada de ir a ver a su hijo- le calmo Edward pero él sabia perfectamente que esa era la mentira más grande ya que se noto que lo hizo a propósito.
-No puedo quedarse así- le dijo ella diciéndole entre líneas que él debía irse con ella.
-Tienes toda la razón puedes resfriarte- fue por su abrigo y se lo coloco sobre los hombros –Le diré a Theo que te deje en casa- el rostro de Jane se desfiguro por el asombro.
-¿No vendrás conmigo?- le pregunto algo indignada.
-Cariño no puedo, aún debo terminar algunos asuntos aquí y la cena aún no termina- le dijo como si fuese lo obvio, sutilmente poso su mano sobre su espalda y la condujo hacia el exterior donde estaba Theo abriéndole la puerta, la besó en los labios antes de que ella comenzara a protestar, se giro y entro en la casa sintiéndose al fin libre y aliviado.
El resto de la velada paso sin contratiempo alguno y aquellas miraditas picaras y cargadas de deseo que se daban con Bella se intensificaron incluso aún más, el incidente con Jane quedo en la memoria de todos ya que verla haciendo aquel show era para el recuerdo.
Cuando todo hubo terminado, Bella se despidió de Aurora cariñosamente y prometiéndole que volvería para visitarla junto con sus pequeños.
-No te pierdas que amigas como tu no se encuentran a la vuelta de la esquina- le dijo cariñosamente, Bella le sonrío agradecida por haberla hecho pasar una magnifica tarde y sobre todo por aquel favorcito que aunque no lo reconociera en voz alta, estaba encantada por haberle pagado de algún modo la interrupción de Jane a su semana perfecta, al menos esa noche pudo disfrutar de Edward e incluso de un par de piezas de baile que hicieron juntos y él por su parte aprovechaba de dejar ciertas caricias a su piel expuesta con aquel vestido.
Ya en el interior del vehiculo ambos se miraron esperando la reacción del otro, fue casi sincronizado cuando cada uno salto a los brazos del otro y se fundieron en un apasionado beso.
-No sabes lo mucho que te necesito- le dijo Edward mientras acariciaba sus piernas y subía sus manos por sus muslos con la necesidad a flor de piel.
-No más que yo- le confesó Bella en sus labios. Sin importar el lugar, Edward comenzó a dejar firmes caricias en los pechos de Bella sobre la tela ganándose algunos jadeos que lo incitaron aún más.
-¿Estarás lista para mi?- le pregunto él con su voz cargada de deseo mientras llevaba ahora una de sus manos a aquella parte intima de Bella para cerciorarse de su humedad.
-Ahora Edward- le dijo ella en un arrebato que termino en que se sentara a horcajadas sobre él y con manos avariciosas y deseosas desabotono como pudo su pantalón liberándolo de aquella prisión dolorosa, sin más preámbulos se sentó sobre él uniéndose profundamente y gimiendo a la vez.
-Oh…perfecta- le dijo él con los ojos fuertemente cerrados mientras la apretaba por las caderas y marcaba aquel ritmo rápido que necesitaba.
Theo como si hubiese sabido lo que estaba ocurriendo en la parte trasera de la limusina, rodeo la mansión unas cuatro veces alargando al máximo la llegada, cuando la pareja sintió que ya era mucho y que abusaban de la bondad del pobre hombre, se separaron a regañadientes.
-¿Aún no llegamos Theo?- pregunto descaradamente Edward quien bajo la ventanilla polarizada que lo separaba de su chofer, Theo le sonrío cómplice.
-Casi- le dijo simplemente, Edward le agradeció con la mirada y así finalmente llegaron a la mansión.
-Te amo preciosa- le dijo Edward antes de besarla con todo el amor que sentía y con sus corazones rebosantes de felicidad se bajaron del auto, ya era cerca de la madrugada cuando llegaron pero lo supieron con certeza cuando una furibunda
-¡¿Dónde has estado Anthony? No sabes lo preocupada que estaba- le dijo ella lanzándose a sus brazos, para Bella no paso desapercibido el hecho de que llevase un diminuto pijama, si es que a eso se le podía llamar así.
-No te alteres Jane, estamos bien- le contesto cortésmente Edward, odiando tener que llegar a esa desagradable realidad cuando apenas minutos atrás había alcanzado el cielo y ahora estaba en el mismismo infierno.
-¿Vamos a dormir?- la voz sugerente de Jane fue demasiado evidente para los dos recién llegados.
-¿Juntos?- pregunto la castaña sin poder ocultar el malestar y los celos evidentes que se asomaron.
-Si ¿Qué tiene de malo? Después de todo nos casaremos en un par de meses- dijo ella como si fuese de lo más obvio, tomándolo de la mano prácticamente comenzó a arrastrarlo hasta su cuarto y cuando paso al lado de Bella le sonrío triunfal, ella de inmediato miró a Edward para que hiciera algo al respecto pero él no sabia que hacer ¿Cómo alejar a Jane sin herir sus sentimientos y arruinar todo lo que había conseguido aquel día? Por otro parte estaba claro que no dormiría con ella en la misma cama por Bella y por él mismo pues le resultaba repulsivo ¿Qué haría? Era lo que su cabeza procesaba a gran velocidad mientras poco a poco llegaba a su cuarto de la mano de una mujer que no era su amada Bella.
"Inesperado"
EPOV
¿Cómo me iba a zafar de la situación sin herir los sentimientos de Jane? Fácil, la misma Bella me dio la solución antes de que Jane lo arrastrara hasta su cuarto.
-¿Cómo que qué tiene de malo? Aún no están casados por lo que es muy mal visto e incorrecto- sonreí levemente al ver a Bella celosa, se veía aún más linda de lo que es.
-¿Incorrecto? Estamos a meses de casarnos, además ¿Con que moral me recriminas si tu tampoco llegaste virgen al matrimonio?- Jane le sonrío a Bella de un modo que no supe descifrar, por otra parte Bella se veía tan molesta y asombrada que tampoco supe como tomarlo ¿Jane sabia que Bella había perdido su virginidad conmigo, ósea Edward, en el pasado?
-¿Qué acaso estas borracha?- le pregunto sarcástica para ocultar el dolor que le estaba produciendo la situación y era bastante entendible si minutos atrás nos habíamos entregado completamente. Ese fue el mejor momento para sacar a Jane de ahí, al girarme para mirar a Bella se veía muy afligida y triste ¿Creía acaso que me iba a dar por vencido de buenas a primeras? La mire y le guiñe un ojo.
Jane en cuanto llego a mi cuarto se quito la bata y se metió a mi cama con una sonrisa picara que lejos de parecerme seductora me provoco un escalofrío como si fuese la bruja mala del cuento.
-Anthony no tienes que pensar en lo que dijo esa mosca muerta de Isabella- me contuve para no soltarle un par de palabras por tratar a mi Bella de esa manera –Yo estoy completamente segura de que tu eres el hombre de mi vida y que luego de casarnos estaremos por siempre juntos por eso no me importa entregarte mi virginidad ahora- ¿virginidad? ¿Qué acaso me vio cara de niño que aún se chupa el dedo? Camine a ella con mirada decidida y lo más seductora que pudiese, tambaleándome un poco me aproveche de aquel olor que se impregnaba tan fácilmente.
-Yo tam…bien lo quie…ro- me aguante las ganas de reírme cuando la vi haciendo una mueca de asco por el olor a alcohol.
-Anthony ¿estás borracho?- me preguntó malhumorada.
-Cla…ro que nooo- le dije cuando me tire sobre ella y en cuestión de minutos me hice el dormido, me empujo lanzándome a su lado y ella se subió a horcajadas sobre mi regazo.
-¿Anthony estás dormido?- podía escuchar la nota de desconcierto y enfado en su voz –Despierta- dijo mientras me golpeaba sobre el pecho y zarandeaba por los hombros –¡Anthony despierta!- seguía repitiendo frustrada y enojada, cuando se bajo de mi bufo y antes de escuchar la puerta de mi habitación azotarse la escuche decir -Borracho- abrí un ojo suavemente para mirar entre mis pestañas y en efecto mi cuarto estaba vació, con una sonrisa triunfante me acomode lo mejor que pude sobre mi cama y me dormí pensando en mi Bella.
A la mañana siguiente desperté con nuevas fuerzas y una sensación extraña de que algo pasaría, algo que cambiaria mi vida, sonreí ante la perspectiva de que aquello incluyese a Bella.
Baje a tomar desayuno con una sonrisa no solo por aquel sentimiento, por suerte Jane hoy se marcharía y me dejaría aunque fuese un día más a solas con mi amada.
Bella ya estaba sentada en el comedor con su rostro compungido y lleno de dolor, al verme bajo su mirada a la taza de su café.
-Buenos días mi amor- le susurre al oído y dejaba un beso en su frente cuando pase a su lado para sentarme frente a ella, ella se contrajo levemente y me miro a los ojos, en ellos no había otro sentimiento más que dolor, ni recriminación o enojo, solo dolor.
-¿Dor…domiste con…se acostaron?- pregunto con dificultad, como si con solo mencionarlo lacerara su corazón, me levante y me acerque a ella arrodillándome a su lado, eche una rápida mirada y la abrace por el costado.
-Digamos que estuve muy ebrio como para cumplir como hombre- le dije y besé su cuello a lo que ella respondió girándose con una grandiosa sonrisa en sus labios y me abrazo.
-Gracias, gracias, gracias- dijo mientras me daba cortos besos en los labios.
-¿Gracias por que?- la mire a los ojos –Bella cariño, tienes que confiar en mi y que jamás haría algo como eso, te amo- me acerque a su oído –Solo me gusta dormir contigo entre otras cosas- de sus labios se escapo un exquisito y suave gemido, nos separamos rápidamente cuando escuchamos unos tacones bajar por la escalera. Me acomode frente a Bella y como si estuviese esperando, María apareció para preguntarme que deseaba para desayunar.
Jane no mencionó el incidente de la noche pasada y Bella no dejaba de sonreír como una niña pequeña, a los pocos minutos el par de revoltosos aparecieron por el comedor para desayunar con nosotros, los pequeños estaban entusiasmados por un nuevo día de paseo para seguir conociendo Francia.
-Pensé que saldríamos a solas, como es mi ultimo día- dijo Jane extrañada mirando a los pequeños con odio, antes de que hiciera algún comentario mal intencionado la frene.
-Lo lamento querida pero ya me comprometí con los pequeños, como no sabia que vendrías ya hice planes- le dije como si realmente lo lamentara, de reojo podía ver como Bella intentaba contener la sonrisa.
Finalmente y con una pelea de por medio Jane se marcho dejándonos al fin solos, Theo se encargó de llevarla al aeropuerto ya que estaba tan molesta que ni eso me permitió, obviamente le monte una escena haciéndome el herido y casi rogándole para que me perdonara y me dejara llevarla pero su egocentrismo fue tanto que no me lo permitió, por suerte.
En cuanto puso un pie afuera le pedí a María que fuese por mi familia, en cosa de minutos Alice llego corriendo llevándose a Bella para interrogarla por todo lo ocurrido en la noche recién pasada.
Pase parte de la mañana y de la tarde revisando documentos que debía presentarle a Alec acerca de la inversión de su dinero, pobre cretino pensaba que este se triplicaría cuando en realidad de manera paulatina disminuiría llevándolo a la quiebra y con un poco de suerte estaría lleno de deudas, cuando note que llevaba muchas horas ya enclaustrado en el despacho, salí en dirección a la cocina por un vaso de jugo.
Tío Anthony- escuche la voz de Charlie, mire hacia abajo y el pequeño de ojos chocolatados como los de su madre me miraba expectante.
-Dime pequeño- le dije mientras revolvía sus cabellos.
-¿Dónde esta mi mamá?- pregunto con cierta tristeza, lo tome entre mis brazos y lo senté sobre la encimera.
-Esta con tía Alice hablando cosas de chicas- Charlie hizo una mueca de asco provocando que me riera de su expresión –¿Necesitas algo?- le pregunte, él asintió levemente y cuando iba a contestar su estomago profirió un fuerte gruñido ganándose otra risa por mi parte -¿Qué es lo que te apetece?- el se llevo las manos hacia el estomago y pensó.
-Quiero leche con cereales- dijo muy convencido, yo lo mire algo extrañado.
-uhm ¿Y tú me dirías donde encuentro los cereales?- me parecía insólito que en mi propia casa no supiese donde estaba algo tan trivial como una caja de cereales.
-Mamá los guarda al fondo de la alacena para que no los saque a escondidas- se llevo las manos a la boca al darse cuenta que había hablado de más.
-No te preocupes será nuestro secretos ¿quieres que yo te cuente uno?- él asintió con sus ojos brillantes por la emoción –Yo le sacaba a mi madre la mermelada y me la comía a cucharadas- Charlie comenzó a reír con aquella risita tan aguda que te hacia sonreír en compañía.
-Buena idea- dijo como si le hubiese contado los secretos de la vida.
-Pero no le digas a tú mamá o sino me va a retar- le dije a modo cómplice.
-Secreto- susurro bajito, fui a la alacena que él me indico y tome la caja de cereales, tome un bol y la leche y vertí el liquido en el recibiendo agregando cereales, senté al pequeño sobre el taburete y le tendí la comida.
-¿Quieres mucho a tu madre?- le pregunté cuando el pequeño ya estaba comiendo sus cereales con leche.
-Ella es la mejor del mundo- me dijo con un brillo especial en los ojos –Aunque me gustaría que siempre sonriera como lo hace cuando esta con usted- me dijo con una tímida sonrisa, yo me tensé al escuchar el análisis al que había llegado su cabecita.
-¿Qué quieres decir?- le pregunté curioso.
-No soy un bebé y me doy cuenta que mamá es más feliz con usted que con papá no solo por su sonrisa, sino por que en sus ojos lo veo cuando lo mira además él no la trata como se lo merece y a mi me gusta como usted lo hace- Charlie bajo de su silla y corrió hasta mi para abrazar mis piernas –Me hubiese gustado que usted hubiese sido mi padre- escuche un fuerte jadeo y mi mirada se fue de inmediato a la entrada de la puerta donde estaba Bella observando aquella escena con sus manos sobre sus labios y sus ojos anegados en lagrimas.
Charlie al ver a su madre se asusto y salio corriendo en dirección sabe quien, yo estaba ahí anclado con una sensación extraña en el pecho, al intentar traducir aquellas emociones note que una parte estaba afligida por Bella y su situación con Alec al convivir juntos pero la más fuerte era la confesión de Charlie.
-Edward yo…- Bella se veía igual de asombrada que yo, no quería hacerla sentir mal por aquellos ocho años que ella creyó que estaba muerto, la decisión de aceptar a Alec lo único bueno que podía tomar era que ella tenia a Charlie en su vida y eso era lo más importante, no quise que comenzara a justificarse por lo que solo me limite a abrazarla.
-No te preocupes, entiendo que los niños fácilmente pueden apegarse a la gente cuando se les trata bien- Bella comenzó a sollozar –No pasa nada- le dije para calmarla.
Por asuntos de unos informes que debía analizar y ser riguroso para presentarle a Alec y que viese que todo marchaba en perfectas condiciones, es que no pudimos salir aquella tarde pero los niños se las estaban pasando igual de bien junto a los hijos de mis hermanos, Bella compartía un poco más con mi madre, Alice y Rose ya que solo quedaba parte de la noche para estar juntas.
Por la noche Bella y yo nos entregamos de una manera única y nueva como si la vida se nos fuese en ello, la perspectiva de no saber cuando volveríamos a estar así a solas, juntos sin el miedo a ser descubiertos nos llevo a perder la cordura y a desatar todo tipo de pasiones.
-Te amo como no lo imaginas- me dijo tras recuperar la respiración.
-Creo tener un atisbo de ello puesto que yo te amo con locura- le dije y besé sus labios, aquella noche no le dí tregua y ella se veía complacida de que así fuera.
Al día siguiente me levante muy temprano para preparar el viaje de retorno, Bella por su parte se veía igual de "entusiasma" como yo a dejar aquel paraíso que tomamos como aquella luna de miel que nunca pude darle como realmente merecía.
La despedida fue muy larga ya que Rose no soltaba a Bella y le hacia prometer que dejaría pronto a Alec, Bella solo le sonreía sintiéndose más culpable.
Alice y mi madre fueron otro cuento, ellas tenían cierta complicidad con Bella por lo que solo les entregaban su apoyo incondicional, aunque tengo que añadir que no pase por alto algo que le susurro Alice a Bella, algo así como "avísame como lo toma" ¿a quien se referirá? La despedida fue más larga con los niños a quienes no dejaban de abrazar y decirle lo mucho que los querían, ambos se veía encantados con la idea de tener más tíos y primos con quienes compartir sobre todo por que ellos les entregaban más amor.
-Cuídate hija, sabes que aquí tendrás siempre una familia que te apoya- le dijo mi madre con tanta seriedad y amor que Bella no resistió en abrazarlo y sollozar en sus brazos.
Finalmente estábamos en el avión de regreso a America, Bella iba distraída mirando por la ventanilla mientras los pequeños no dejaban de jugar con algunos juguetes que mi hermana les había regalado.
-¿Qué sucede cariño?- le pregunte algo asustado, Bella se mordió el labio en un claro indicio de estar nerviosa y en sus ojos pude ver que se estaba debatiendo internamente en si contarme o no.
-Necesito decirte algo- dijo finalmente –Es muy, muy importante por lo que necesito pedirte que vayas mañana a verme- iba a protestar para que me lo dijese ahora pero ella lo intuyó –No es un buen momento- y su mirada se fue a los pequeños que no dejaban de jugar, asentí y pude ver una lagrima rodar por su mejilla por lo que me asuste.
-¿Tan malo es?- le pregunte realmente asustado tomando sus manos, ella negó pero la duda se implanto en su rostro.
-Digamos que no se si es el momento adecuado- aquello me dejo peor aún y solo rogaba que este avión al fin llegase a destino y el día se pasara más rápido.
Antes de aterrizar Bella hablo seriamente con sus hijos.
-¿Recuerdan la historia que les contó Alice acerca de la bruja de Hansel y Gretel?- le preguntó ella, yo lo mire extrañado –Eso también corre en casa por lo que no pueden nombrar a ningunos de sus tíos y amiguitos ¿bueno?- los niños asintieron algo preocupados y yo estaba más extrañado aún, Bella me miro y me guiño un ojo para luego susurrarme bajito –Larga historia, luego te la cuento- asentí.
Theo nos llevo de inmediato a la mansión Vulturi en donde me encontré con una imagen que no me gusto y me asusto tanto que olvide toda venganza en ese momento y solo pensé en mi Bella y de ser necesario me delataría en ese mismo momento para llevarlos conmigo, Alec estaba una vez más ebrio.
-Mi essposa a llegadoo- le dijo cuando se acerco a ella para besarla de manera brusca. Tome a Bella por la cintura para apegarla a mi cuerpo sirviendo de escudo también para los niños.
-Alec no seas cargante- le pedí casi implorándole.
-Mi buen amiggo Anthonyy- dijo acercándose a mí para abrazarme, su halito a alcohol era tan fuerte que me aparte para que no me tocara.
-Estas borracho- le dije con una mueca de asco.
-Fueron solo ungas coppitas- escupió un poco al decir aquello provocándome asco.
-Me llevare a Bella y a los niños mejor para que descanses y ellos también estén bien- dije y me gire con Bella que temblaba asustada aún pegada a mi cuerpo.
-¡Ustedes no se van!- rugió fuerte Alec provocando que todos saltaran asustados, Bella tomo entre sus brazos a Anne y Charlie me abrazo la pierna más asustado.
-no nos deje tío Anthony, yo quiero que usted sea mi papá- repitió Charlie y todo fue tan rápido que no lo vi venir, Alec enrojeció por la ira tanto así que podía ver la vena de su frente al borde del colapso, en una acción rápida para un hombre que no estaba en sus cinco sentidos, tomo del brazo a Charlie y lo zarandeo provocando que él cállese al suelo fuertemente.
-¡Charlie!- grito Bella que se soltó de mi dejando a Anne en mis brazos aún impactado por todo aquello, se tiro tapando a su hijo de un Alec que estuvo a punto de perder los estribos, fue que reaccione cuando lo vi con su brazo alzado listo para golpear a Bella.
-Corre a tu cuarto- le dije a Anne cuando la puse en los peldaños de la escalera, ella se veía asustada pero aún así entendió lo que le pedí, rápido me interpuse entre Alec y Bella.
-Si se te ocurre golpear a una mujer en mi presencia es que no respondo de mi Alec- le rugió con toda la rabia contenida por estos ocho años.
-Retíraate Sanjinetti o también recibirás lo tuyo por inmiscuirrte en asuntos de mii familia- dijo desafiante pero poco inteligible debido a su borrachera –Esee mocosso aprenderaa a respetarme quiera o no.
-Tú lo asustas con tus actitudes- le defendió Bella que aún estaba detrás de mi.
-¿Aún no aprendes a respetarme tu tampoco Isabella? ¿Qué ya no recuerdas a Eleonora?- su voz dejo toda borrachera de lado para ponerse serio, mire a Bella quien se veía sumamente asustada y llevaba sus manos a su vientre como si recordase algo, se aferro más a Charlie y verla así tan desprotegida y asustada me preocupo aún más, definitivamente aquí habían muchas cosas por decir aún.
-¿Qué esta pasando aquí?- escuche la voz de Dídima minaras bajaba con una bata puesta y Marcus pisándole los talones, ambos se veían contrariados por la imagen que presentábamos.
-Dídima dile a tu hijo que mejor se vaya a dormir- le pedí amablemente, mire a Bella quien parecía estar a kilómetros de aquí a punto de llorar.
-¿Qué sucede hijo?- le pregunto ella en tono cariñoso al borracho de su hijo.
-Solo teníamos un intercambio de opiniones con Sanguinetti- dijo mientras me fulminaba con la mirada.
-Bien, ya es tarde por lo que es inaceptable estar haciendo escándalos a estas horas de la noche- pidió ella, luego me miro a mi y me sonrío como si nada hubiese ocurrido –Peleas de casados, nada importante- dijo –Ya lo descubrirás a su tiempo y verás las ventajas de una pelea- dijo justo cuando llego a mi lado y me separaba de Bella para llevarme en dirección a la puerta principal, intente quedarme pero ella presionaba más para apartarme, la mire sin entender –Las reconciliaciones son lo mejor- y me guiño un ojo provocando aún más el no querer apartarme de ella.
Mire a Bella quien aún no era capaz de responderme la mirada, ella solo estaba ahí tirada en el piso con Charlie entre sus brazos y su mirada perdida, no quería dejarla, todo mi ser me decía que no lo hiciera ¿pero que excusa dar para no separarme de ellos?
Mi corazón me decía que había hecho mal en dejarla sola, debí haberme revelado y mandar todo al carajo, simplemente ella y sus hijos eran lo más importante para mi, nuevamente la había defraudado y deje que me apartaran fácilmente de su lado, aunque hace mucho había dejado de tener fe en Dios, esta vez le roge para que los cuidara.
No pude pegar un ojo en toda la noche pensando en Bella y en algún plan para sacarla de esa casa, la situación no daba para más por lo que idee muchas maneras desde fugarnos hasta fingir un secuestro masivo, el tiempo nuevamente no estuvo a mi favor, pues ahora cuando quería que pasara rápido éste se empeño en torturarme y hacer cada segundo el más desquiciante de mi vida ¿no pudo haber sido así cuando Bella y yo estuvimos juntos? No, el maldito tiempo traicionero no estaba a mi favor, la verdad es que nunca lo estuvo y nunca lo estará.
Cuando el maldito reloj marco una hora prudente para realizar una visita, no lo pensé más y tome el primer vehiculo que encontré aparcado, Theo intento retenerme al verme así tan fuera de mi mismo sin contar que no me había aseado, salí tal cual estuve el día anterior.
Al llegar a la mansión Vulturi me baje sin preocuparme de quitar el contacto de la llave, solo Bella estaba en mi cabeza, golpee presuroso y cuando la sirvienta de aquella casa me abrió entre como un loco.
-¿La Señora Isabella?- le pregunte, ella me quedo mirando asustada debatiéndose en si contestar o no -¡Le hice una pregunta!- le grite molesto.
-¿Qué sucede aquí?- escuche la voz de Alec, quien venia bajando por las escaleras con una sonrisa radiante –Mi amigo Sanguinetti que modales son esos- dijo sin quitar aquella sonrisa de su rostro, las ganas de estamparle mi puño en su rostro estaban al limite.
-¿Dónde esta Isabella?- le pregunte sin rodeos, el arqueo una ceja.
-No me imaginaba que se habían hecho tan buenos amigos- dijo burlón –Te agradezco tú preocupación pero es innecesaria, mi mujer esta en perfectas condiciones –claro que no le creí –Lamento el incidente de ayer pero no hay de que preocuparse, ya nos arreglamos y todo quedo en el pasado- dijo como si lo que presencia ayer hubiese sido cosa de todos los días.
-¿Dónde esta ella?- pregunte con las manos echa puños.
-Aún esta descansando, hoy amaneció sumamente agotada- y algo de aquello no me gusto, sobre todo cuando una sonrisa arrogante cruzo por su rostro, Alec interpreto mi extrañeza.
-Lo mejor de una pelea son las reconciliaciones hombre- dijo como si nada palmeándome la espalda –Y si hay algo de lo que me puedo jactar es de lo bien que lo hace mi mujer- palidecí, aquello no podía ser verdad, esta rata no podía haberse meditó en la cama de mi Bella.
-Ella no…- la lengua se me trabo sin saber que decir.
-¿De que te extrañas amigo? Hace mucho venimos con la idea de tener un hijo así que sería muy romántico que ese bebé se creara a partir de una reconciliación ¿no? Si no es así seguiremos intentándolo hasta que resulte- su sonrisa entupida se ensancho más aún y yo no pude soportarlo, salí huyendo de ese lugar que me estaba atormentando, necesitaba verla y que ella me dijese que ese era otro invento de ese miserable.
Pise el acelerador a lo que más daba y en cuestión de minutos llegue a mi hogar, tan vacío y desprovisto de aquellas risitas que comenzaba a acostumbrarme, de aquel calor familiar que comenzaba a gustarme, de aquella paz que me entregaban Anne, Charlie y sobre todo Bella. Ella no podía permitir que Alec le pusiera una mano encima y menos aún sembrara una semilla de él en ella, no ahora que sabía que yo estaba de regreso en su vida.
Me olvide del mundo, de mi vida y del dolor que me laceraba a cada momento solo con recordar o imaginarme a Bella debajo del cuerpo de Alec, me consumí en el alcohol, un buen método de olvido.
-¿Qué a sucedido?- Theo me miraba con tristeza y miedo, no podía contestarle ya que no coordinaba mi boca con lo que mi cerebro necesitaba, solo podía seguir moviendo mi mano para seguir bebiendo de la botella –Deja de hacer eso- escuche que me regañaba mientras me quitaba mi botella y al parecer yo me quejaba, no lo recuerdo muy bien por que de un momento a otro me fui a negro. Una nueva imagen me llego a la cabeza como un destello -¿Qué has hecho?- escuche a lo lejos decir creo que a Theo, no lo supe con certeza ya que no pude abrir los ojos por que me pesaban horrores, tampoco es que estuviese muy consiente para percatarme y nuevamente me fui a negro.
Desperté por el fuerte dolor punzante que tenia en la cabeza, al abrir mis ojos me encontraba en mi cuarto con las cortinas completamente cerradas.
-Hasta que despiertas- escuche decir a Theo quien camino hacia la ventana y de un solo tirón abrió las cortinas permitiendo que los rayos del sol entraran de sopetón quemándome las pupilas y aumentando el dolor.
-¡Ciérralas!- le grite mientras me tapaba los ojos.
-Eso es por tomar como si el mundo se acabara- me regaño Theo -¿Me contaras que a sucedido que te pongas de ese modo?- me pregunto, guarde silencio largo rato recordando lo sucedido.
-¿Qué día es hoy?- le pregunte inconcientemente.
-Lunes- respire tranquilo –Exactamente día lunes, una semana después de que llegases de Francia- me dijo a lo que quite mis manos de mis ojos, me forcé a acostumbrarme a la luz y lo mire sin poder creerlo.
-¿He estado casi inconciente por una semana?- le pregunté sin poder creerlo, él asintió y antes de procesar salté de la cama y me dirigí al baño por una buena y necesaria ducha, mi aspecto era como de un mendigo con una barba algo crecida y áspera.
En cuestión de minutos estuve preparado para salir, Theo alzo una ceja pero no me cuestiono, sabia que lo que me sucediese realmente debía ser grave para que reaccionase así.
-Tú abuelo ha llamado cada media hora para saber de ti, ya se me acaban las excusas- dijo preocupado, me acerque a mi buen amigo y lo abracé.
-Dile que salí a ver a Jane y que en cuanto regrese le devolveré el llamado. El asintió y salí para ver a mi Bella, necesitaba saber que estaba bien.
Al llegar nuevamente a su casa la sirvienta se veía temerosa al verme.
-Me disculpo por lo ocurrido la vez pasada- le dije educadamente –Si es posible, me gustaría ver a la Señora Isabella- ella se lo pensó un momento.
-El Señor Alec no esta por lo que dudo que le guste saber que alguien a entrado al cuarto de la señora- dijo apenada ¿eso quiere decir que la tiene encerrada? -¿Y los niños?- le pregunte.
-Están en su cuarto con su institutriz- asentí, al menos existía la posibilidad de que estuviesen bien.
-¿Le molesta si espero a Alec en el salón?- ella negó y me llevo hasta el lugar, en cuanto la vi salir rumbo a la cocina, me colé a hurtadillas por las escaleras y las subí de dos en dos hasta el cuarto de Bella.
Sin tocar ni esperar me adentre a su cuarto con sigilo y mi corazón se detuvo, ella estaba acostada boca arriba con sus ojos rojos y perdidos y su rostro húmedo por lagrimas silenciosas, solo su perfil me basto para ver lo mal que estaba.
-Amor- le dije llegando en dos zancadas a su lado, ella no reacciono -¿Qué te han hecho?- le pregunte a la vez que tomaba su rostro entre mis manos y la obligaba a mirarme, sus ojos vacíos y llenos de dolor me transmitieron tanto que me llene de los peores temores.
-No estuviste junto a mi- no fue una recriminación ella solo estaba confirmando algo obvio.
-Amor perdóname, Alec invento algo horroroso y no fui capaz de soportarlo yo…- Ella me miro fijamente a los ojos y con ese movimiento su rostro quedo expuesto a mi, mostrándome una mancha entre carmín y azulado con bordes amarillentos sobre su mandíbula. Gemí, él la había golpeado -¿Qué te ha hecho ese mal nacido?- rugí provocando que ella se asuntara, me arrodille nuevamente y la abrace –Perdóname, perdóname, matare a ese mal nacido por ponerte una mano encima.
-Olvídalo, es demasiado tarde- me separe de ella para mirarla a los ojos y en ellos leí que Alec había dicho la verdad, él había abusado de mi Bella.
-Jamás podré perdonarme mi amor, yo debí quedarme a tu lado y que nadie nos separara nuevamente- la abrace pero ella no fue capaz de responderme.
-No aguanto más Edward- dijo y al mirarla nuevas lágrimas surcaron su rostro.
-Te sacare de aquí- le dije con determinación, ella me miro a los ojos como si buscase algún atisbo de mentira o duda en mis palabras.
-Necesitamos hablar antes- me dijo a la vez que se recomponía levemente y se sentaba apoyando su espalda sobre la cabecera de la cama, no pase por alto la dificultad con la que le costo levantarse y más aún cuando un pequeño quejido de dolor salio de sus labios por lo que la ayude sin decir nada, ya me las arreglaría con Alec, esta vez ya no era por mi sino por ella, vi con horror otros cardenales más pequeños estaban sobre su brazo izquierdo, cuello. Ella de inmediato se los tapo como si con ello yo lo olvidase –Necesito que estés aquí y no pensando en venganzas ni nada por el estilo- que bien me conoce, pensé –Ya no más secretos Edward, eso se acabo, seré sincera y que sea lo que Dios quiera- me dijo temerosa.
-Tengo una pregunta- le dije, ella asintió dudosa.
-¿Quién es Eleonora?- su rostro palideció y llevo sus manos a su vientre, aquella reacción me indicó que no se esperaba eso como primer tema, respiro profundo.
-La melliza de Charlie- creo que mis ojos demostraron lo que no pude decir con palabras ya que me dejo mudo –La hermana melliza de Charlie, no nacida- dijo con nuevas lagrimas en sus ojos, tome sus manos entre las mías para darle apoyo, fuese lo que fuese a decirme podía ver lo mucho que le costaba mucho hablar de ello.
-Tranquila, aquí estoy- le dije a modo de apoyo, ella asintió y una leve sonrisa que no llego ni por asomo a sus ojos me dio.
-Se que te cuestionas por que me casé tan pronto con Alec y eso tiene una justificación, puede que sea pobre pero para mi es lo suficientemente importante, de haber sabido que las cosas terminarían así puede que no lo volvería a hacer y preferiría ser señalada con un dedo- la mire sin entender –No quería que mi hijo creciera en este mundo como un bastardo, que se rieran de él cuando creciera o que la sociedad le diera la espalda- negué sin comprender –Charlie en realidad tiene siete años, no seis- algo se contrajo en mi pecho dolorosamente teniendo la certeza de cual serian sus siguientes palabras –Alec solo fue una tapadera y un apellido para mi hijo- me miro a los ojos con una suplica de dolor en ellos –Nuestro hijo- mi cuerpo se tenso y pronto mis ojos se cristalizaron con aquella confesión, me levante y me separe de ella procesando sus palabras, ella no pudo haber hecho algo así, ella no pudo haberme negado ese derecho y menos aún desde que regrese nuevamente a ella meses atrás, la mire y no se de que modo ya que ella se contrajo y cerro sus ojos que botaron más lagrimas si era posible –Alec lo supo desde un comienzo y se ofreció a darle un apellido a mi hijo, Dídima solo movió sus influencias para inscribirlo con menos edad y que no pareciera sospechoso- mi respiración comenzaba a tornarse agitada y pesada –Alec era muy distinto a como lo ves ahora, él se comportaba amable y cariñoso, jamás lo llegue a amar por si lo llagas a pensar, es solo que con sus actos termine por convencerme de que quizás podía llegar a ser una especie de padre para Charlie y me case con él antes de que se me notara el embarazo- seguía sin poder creerlo.
-¿Cuándo?- ella me miro sin entender -¿Cuándo te enteraste que estabas embarazada?- le pregunte, ella me esquivo la mirada que ahora se poso en sus manos.
-Él día que me entere que mi padre fue asesinado- ahora me miro nuevamente -¿Recuerdas que ese día me desmaye y Carlisle trajo un doctor?- asentí -Bueno el me hizo unos análisis y me informo que estaba embarazada, la noticia no sabia como tomármela, una parte estaba que se regocijaba de felicidad al saber que tú y yo tendríamos un bebé pero en la situación en que estábamos, luego llegaron esos policías diciendo que habías sido tú y que la condena seria la muerte ¿Qué querías que hiciera?
-¡Pudiste quedarte con mi familia!- le recrimine con un pequeño grito sin querer y al ver que se asustaba me excuse –Disculpa, es que todo esto me toma…no se como me toma- dije llevándome las manos a los cabellos que jale por la frustración.
-El día que me entere de que serían mellizos no podía creerlo, ese día recibí mi castigo por no haber hecho las cosas por mi misma, por no haber sido valiente y haberme enfrentado yo sola con mi hijo ante el mundo- volví a arrodillarme a su lado –Alec que entero de que serían dos, dos hijos del la persona que más odiaba por haberle arrebatado algo que según él era suyo- me estremecí –Como podrás imaginar no reacciono bien y discutimos, aquel día la discusión termino como la de noches atrás- dijo girando su rostro y mostrándome su hematoma –Solo que esa vez hubo una gran diferencia y es que al caer cuando él me azoto, me fui directo con la esquina de un mueble provocándome sangrado inmediato, legue al hospital y mi pequeña Eleonora, como había decidido llamarla, estaba muerta- sus sollozos se hicieron más fuertes y no apartaba sus manos de su vientre –No se pudo hacer nada y desde ese día supe que esa seria mi condena por haber aceptado a Alec- me sentí horrible conmigo mismo por haber reaccionado así con ella, todas las veces que me pensé y la juzgué por que ella se habría casado tan pronto con ese desgraciado, ella solo intentaba cuidar a nuestro hijo y peor aún, se castigaba así misma por la muerte de nuestra hija siendo que aquí había un solo culpable.
-Perdóname- le dije y me abrace a su regazo, ella comenzó a acariciar mis cabellos.
-No Edward, perdóname tu por no haber sido más valiente y haber cuidado bien de tus hijos- mi corazón egoísta salto de felicidad al escuchar aquello, mis hijos.
-Jamás vuelvas a repetir algo como aquello, no tengo nada que perdonarte, has sido tan valiente todos estos años soportando tanto- le dije, pero me prometí que eso no volvería ser así jamás.
-Creo que fue por eso que acepte a Anne en mi vida, mi parte egoísta jamás supero la perdida de mi pequeña- sus ojos se perdieron en la nada –Cuando intente separarme de Alec fue cuando comenzaron las amenazas de Dídima, pensé que solo era para asustarme pero cuando Charlie cayo al hospital…- la corte mirándola horrorizada.
-¿Qué le hizo a mi hijo?- ella se puso nerviosa y apenada a la vez.
-Se supone que estaría en su cuarto y cuando fu por él ya no estaba, paso todo el día perdido y cuando lo encontraron fue en el hospital con un golpe en su cabecita, nunca supieron darme explicaciones de lo que realmente le ocurrió pero siempre supe que había sido ella- toda la rabia salio de mi a flote, aquella que contuve desde que supe que mi hijo a estado viviendo en esta casa maldita bajo el mismo techo de víboras sin corazón.
-¿Por qué no te alejaste y te fuiste con mis padres?- le recrimine ¿Qué hubiese sucedido si a Charlie también le hubiese pasado algo más grave? ¿Podría ser capas de perdonarla? Aleje esa idea.
-Tú madre no te contó acerca del día que la asaltaron? ¿o por que mágicamente tu padre perdió todas sus cosechas y espontáneamente tú casa de la infancia se prendió fuego?- aquello me pillo volando bajo.
-¿Qué?- pregunte sin poder creerlo.
-Ellos también sufrieron las consecuencias y hasta el día de hoy me siento culpable por ello, Jacob también tuvo que huir antes de que Nessi pagase las consecuencias ¿no lo ves? Todo aquel que intentaba ayudarme terminaba dañado, yo simplemente no podía meterlos a ellos en mis problemas.
-¡Pero nuestro hijo Bella!- le grite –Ese maldito a echo lo que quiere con ustedes hasta el día de hoy- me frustre y no pude contenerme.
-¡Estuve sola todos estos años Edward! Incluso en ese entonces cuando te creí muerta, mi padre acababa de fallecer y quede sin mas familia!- me grito ella de regreso ocultando sus lagrimas, su cuerpo tiritaba al igual que el mío por la rabia
-Entiendo amor, de verdad que lo hago pero necesito hacer algo- dije mientras caminaba hacia la puerta –No me importa mi venganza o si me descubren, lo matare con mis propias manos y los sacare a Ti, Anne y a Charlie de este lugar- Bella comenzó a negar frenética.
-No es tan fácil ahora- y su rostro se puso tenso nuevamente.
-¿Qué es ahora?- le pregunte exasperado, su respiración se acelero tanto que pensé que en cualquier momento podría darle algo.
-Edward yo…- estaba hiperventilando asustada y me acerque a ella, realmente su reacción me asusto.
-¿Tú que amor?- le pregunté al borde de la impaciencia.
-No es tan fácil ahora por que yo…estoy embarazada y él lo sabe- solté sus manos mirándola horrorizado y mi corazón se detuvo, el dolor cubrió sus ojos y ella pudo ver que con eso termino por matar mi corazón.
Aunque Edward se sentía bastante mal dejando a Bella sola con Jane tuvo que hacerlo para telefonear a su abuelo y que le explicase ciertos "detalles" bastante desagradables que había ocasionado y que en esos momentos se encontraba en su casa.
-Cuando decidí involucrarte en esto te pedí que me dejaras hacerlo a mi modo y a mi ritmo- le espetó molesto una vez que lo tuvo al otro lado de la línea.
-Pero no lo estas haciendo bien Edward y no pienso arriesgar mi tiempo, mi dinero y mucho menos a mi familia por tus niñerías de hombrecito enamorado- le contesto éste de vuelta.
-Esto no tiene nada que ver con Bella, a ella simplemente la deje fuera pero la necesito conmigo ¿Cómo no puedes entender eso?- Edward respiro fuertemente para así calmarse ya que no quería llegar a pelearse con su abuelo.
-El que no entiende eres tú, esa niñita puede servirnos y de mucho…- Edward no dejo que continuara.
-Ya hablamos de eso y es un rotundo no, no la arriesgare a que la descubran suficiente tengo con permitir que siga viviendo en ese infierno- se llevo los dedos al puente de la nariz y se lo apretó conteniéndose.
-Eres tan terco como tu padre- le dijo su abuelo un poco más calmado y Edward podia jurar que sonreía al otro lado de la línea.
-¿Podrías decirme en que estabas pensando cuando decidiste que Jane debía acompañarme donde Stevenson?- le pregunto.
-Necesitamos que ella confíe en ti hijo ¿no lo ves? Ella es la pieza para que comiencen a desconfiar de Dídima, ella podría ser una especie de aliada aunque no sepa con exactitud, es cosa que le siembres la cizaña con lo de su tío y quizás la celes un poco y ella hará el trabajo por nosotros ¿Quién desconfiara de ella?- Edward lo pensó un poco y a decir verdad su abuelo tenia un muy buen punto pero tampoco permitiría que hiciera sentir mal a Bella.
-¿Dónde esta el resto de la familia?- le pregunto preocupado por ese gran detalle.
-Organice con los empleados que llevaran sus cosas al ala trasera de la mansión y ellos mismos se preocuparan de sus comidas y necesidades, sabes que para poder ingresar a esa parte es necesario las llaves especiales, una copia esta en la gaveta de tu despacho así que no te preocupes ellos estarán cómodos y tranquilos al igual que esos pequeños diablitos- le contó para que se calmara, un par de minutos más de platica y alguna que otra idea necesaria para aquella noche de fiesta.
Mientras tanto Jane no dejaba de mirar con odio y desprecio a Bella mientras ella simplemente intentaba ignorarla y rogando por que Edward encontrara una solución a su llegada, todos esos días habían sido maravillosos juntos por lo que lo que menos quería era que se acabara de la noche a la mañana sin una especie de preparación.
-¿Qué piensas quedarte parada ahí todo el día?- le pregunto Jane arrogante –Ve por mis maletas y llévalas a mi dormitorio- le exigió como si fuese la dueña de casa. Bella alzo una ceja pero antes de que pudiese contestarle lo que realmente se merecía Edward apareció.
-Jane no seas descortés, tengo personal de servicio para ese tipo de trabajo e Isabella es una invitada más en mi casa- le remarco para dejar ciertos puntos claros desde un comienzo.
-Anthony- le dijo con entusiasmo cuando lo vio aparecer por las escaleras, de inmediato lo beso sin importarle que tuviesen compañía, para mala suerte de Edward no podía hacer otra cosa que responderle el beso para no levantar sospechas y hacer su papel lo mejor posible ya que si no quería inmiscuir a Bella en todo el tema de su venganza debía hacer mejor su trabajo con Jane.
A Bella el estomago se le revolvió y el corazón se le contrajo de dolor, cuando escucho la voz de sus hijos aparecer al pie de la escalera lo que vio la confundió un poco. Anne estaba claramente molesta con la escenita de Edward y Jane mientras que Charlie se veía algo decepcionado.
-¿Mamá donde están…?- Bella al percatarse de que sus hijos buscaban a sus nuevos amiguitos se adelanto y corrió escaleras arriba para evitar que siguieran hablando mientras que Edward también escucho que tenían nueva compañía y se separo sutilmente de Jane.
-Te extrañe- le dijo ella aun a centímetros de sus labios.
-Puaj- dijo Anne tan audible que todos en aquel lugar escucharon provocando que Edward sonriera divertido y Jane miró a la pequeña con cierto desden.
-Vamos a buscar en que podemos divertirnos mientras esperamos a que el desayuno este listo- le dijo Bella a sus hijos que se los llevo de inmediato a su cuarto para quitarles sus pijamas, en efecto cuando llego al cuarto de los niños, los pequeños diablillos hijos de sus cuñados ya no estaban ahí al igual que sus pertenencias más necesarias. Bella fue donde María la fiel sirvienta de Edward para saber del resto de los Cullen, fue ella quien le dio la llave con la autorización previa de Edward de llevarla a la otra ala de la casa para que estuviese con ellos durante todo el día puesto que Edward no estaría por motivos evidentes, aquel hecho lastimo mucho a Bella pero ella lo supo en el instante en que vio a esa arpía en la mansión, fue así como se reunió con el resto de la familia y juntos desayunaron, Con las locas ocurrencias de Alice le dijo a los pequeños que cuando estuviesen en presencia de Jane no debían nombrarlos a ellos por nada del mundo.
-¿Conocen la historia de Hansel y Gretel?- les pregunto a modo de confesión, Charlie asintió entre entusiasmado y preocupado ya que conocía la historia mientras que la pequeña Anne hacia su mejor esfuerzo para recordarla –Ella es como la bruja mala y lo que quiere y ha venido es a dejarnos gordos para luego
Comernos cuando no nos demos cuenta- le dijo dándole cierto aire tenebroso a su relato –Entonces si ella no sabe que estamos nosotros no nos hará nada- y les sonrío angelicalmente.
-¿Pero que pasara con nosotros o con mama o tío Anthony?- l pregunto Charlie preocupado, Bella miro algo molesta a Alice por provocar que Charlie se asustara, estaba segura que su hijo no podría dormir por la noche preocupado de que no lo comieran.
-Ustedes están fuera de peligro por que es tu tía y novia de Edward, somos nosotros los desconocidos- con eso dejo un poco más calmado a Charlie pero de igual ambos pequeños se fueron hablando bajito acerca de no nombrarlos a ellos por nada del mundo. Luego de eso Bella se fue con las mujeres para hablar acerca de su atuendo y cosas de tipo maquillaje y peinado para la cena de la tarde mientras todos los pequeños jugaban con los hombres que se veían igual o mas infantiles que sus propios hijos.
-¿Qué haremos durante el día?- le pregunto animadamente Jane a Edward cuando estuvieron a solas, Edward con todo su mejor don de actor esbozo su mejor sonrisa para demostrar su "entusiasmo" y así evitar demostrar lo repulsivo que le resultaba tenerla en su casa, así fue que decidió invitarla a desayunar a un exclusivo restaurante en la ciudad para mantenerla apartada de la casa y de su Bella. No solo estuvieron en el desayuno afuera, sino que en la comida y la merienda, varias veces en el día se vio pensando en Bella y en lo que estaría haciendo mientras Jane le relataba algo de su vida cosa que a él no le interesaba en lo más mínimo.
-¿Qué crees?- le pregunto Jane entusiasmada y luego de algún relato que para ella era como si acabara de salvar al mundo.
-Super, mi vida- le contesto él con una de esas sonrisas que sabia por Bella aturdía a las mujeres.
-¿Tú crees?- le pregunto ella con una sonrisa coqueta –Me encanta hablar contigo, se me hace tan fácil y además me escuchas con tanta atención que eres un encanto- le dijo ella con una sonrisa boba mientras acariciaba sus cabellos y se acercaba para besarlo, su intento era de un beso algo fogoso pero Edward solo rozo sus labios dejándola con ganas de más.
-Jane hay algo importante que quiero comentarte pero no se si deba- le pico con una inocencia tan pura que hasta el se sonrío internamente.
-¿Qué sucede amor? sabes que puedes decirme lo que quieras- le dijo ella melosa.
-Es algo complicado ya que no quiero que pienses que te estoy engañando o mintiendo, sabes que desde que te conocí eres lo mas importante APRA mi y no quiero que nos separemos- le dijo mientras tomaba su mano y se la llevaba a los labios para dejar un pequeño beso pero que a Jane le disparo el corazón, aquellos ojos verdemar la miraban tan embelezados que ella sintió sus piernas de gelatina y Edward ya olía la victoria fácil.
-Confío en ti ¿Qué es lo que te aflige?- le pregunto ella.
-Creo que ya no es correcto que nos sigamos viendo en casa de tus tíos, en particular me refiero a Dídima- le dijo apenado.
-¿Por qué Anthony?, sabes que Dídima y Marcus son mis padrinos y ellos prácticamente me criaron desde que mis padres murieron- le dijo ella extrañada –Yo vivo prácticamente ahí así que es donde mejor nos vemos- Edward asintió comprensivamente.
-Te dije que era una tontera, no te preocupes yo…- se escuso con aquel semblante apenado que derritió a Jane.
-Aún no me dices que va mal- le dijo ella aún preocupada por su amado.
-Nada Jane olvídalo, deben ser paranoias mías- le dijo el con una sonrisa amorosa pero que no la convenció, ella enarco una ceja y lo insto a contarle que sucedía –Es solo que Dídima me pone nervioso, siempre esta tan cerca abrazándome que lo que menos me gustaría es que un día nos encuentres en una extraña situación y confundas las cosas- le dijo nervioso.
-¿Tía Dídima? No eso es imposible, ella ama a tío Marcus- le dijo ella con una sonrisa tranquilizadora pero instantáneamente se le vino a la cabeza dos imágenes que la hicieron dudar un poco, la primera fue cuando recién conoció a Anthony y lo coqueta que se veía su tía, ella lo atribuyo a que su tía aún era joven y llena de vida, pero también recordó la imagen del día que Anne estaba hospitalizada y que ella intentaba calmar a Anthony ¿para que si el no era el afectado? Con aquellas imágenes su certeza flaqueo un momento.
-Dije que era una tontería, olvídalo- le dijo Edward sin mirarla a los ojos evidenciando su incomodidad.
-No no te preocupes cariño, yo estaré siempre a tu lado- le dijo ella con una sonrisa pero en sus ojos se vio cierta incomodidad, Edward sonrío triunfante al leer en sus ojos la incertidumbre que acababa de sembrarle en la cabeza a su "amada".
Cuando dejaron el lugar se dirigieron a una exclusiva boutique ya que Edward insistió en comprarle un hermoso vestido a su novia para que fuese la más hermosa del lugar, aunque en su cabeza sabia que eso era imposible ya que ese lugar estaba ya ocupado hace mucho, Bella incluso con un nylon se vería más espectacular que cualquier mujer del lugar.
Cuando regresaron a la mansión Edward se encontró con la no grata sorpresa de que Bella ya se había ido a la mansión de Stevenson puesto que su esposa había enviado a su chofer por Bella para conocerla antes de la fiesta, los pequeños se encontraban jugando felices en su cuarto y en cuanto su tía se fuese con Edward Esme iría por ellos para llevárselos donde ellos se encontraban y pasaran la noche con los otros pequeñitos.
-Bella me alegra que eses aquí, ¡OH te ves realmente hermosa!- le dijo Aurora, la esposa de Stevenson quien se veía realmente entusiasmada, Bella sonrío ante tanta euforia y de cierto modo recordó a Alice por su personalidad puesto que en apariencia eran muy distintas, ella poseía una larga cabellera rubia llena de rizos y su cuerpo un poco más robusto por su reciente embarazo le daba un aspecto más fuerte en comparación a lo débil que se veía Alice, eso si solo en apariencia, Aurora estaba realmente entusiasmada con la llegada de Bella pues tenia una corazonada de que se llevarían fenomenal, incluso llegando a ser grandes amigas –En cuanto Matt crezca tienes que venir con tus niños para que jueguen con mi bebé- le sonrío orgullosa al nombrar a su hijo, Bella fue con ella hasta la acogedora habitación del pequeño Matt que dormía placidamente y en efecto ambas se llevaban de lo mejor, como había mencionado una vez Alec ella era algo estrambótica debido a sus extraños y peculiares gustos pero eso era lo que más le gusto de aquella mujer ya que Bella nunca se considero normal.
-No soy muy adicta que digamos- le dijo tímidamente cuando Aurora le pregunto acerca de cómo llevó su vida sexual después de dar a luz.
-¿De verdad? Wow yo no puedo decir lo mismo y no es que sea como una prostituta por reconocerlo, claro que no si solo me e acostado con mi marido, pero reconozco que soy adicta- le dijo ella sin ningún tipo de pudor lo que provoco que Bella se ruborizara hasta detrás de las orejas –No te apenes amiga es lo más normal del mundo- le dijo ella como intimas amigas, aquella confianza lejos de molestar a Bella le hizo sentirse parte de algo –Bueno que con ese marido tan déspota que…- Aurora en ese mismo instante se cayo al percatarse de que había hablado de más –Lo siento, lo siento yo no quise decir eso- le pidió con su rostro afligido por que ella no se molestase.
-No te preocupes Aurora, entre nosotras dos no esta muy lejos de la verdad- reconoció Bella y Aurora respiro más tranquila y le sonrío con complicidad.
-Nada que ver con ese pedazo de hombre de Anthony Sanguinetti que te tiene viviendo en su casa- le dijo con sus ojos brillantes por la lujuria –Jamás engañaría a mi marido pero tengo que reconocer que hay algunas escenas que han pasado por mi cabecita desde que lo conocí, es un…- Aurora dejo de soñar cuando Bella se ruborizo aún más y escondió su mirada de ella -¡Nooo!- dijo ella con una sonrisa picara mientras se llevaba las manos a la boca.
-¿No que?- le pregunto Bella preocupada y confundida.
-¿Te acostaste con él? No me lo niegues Bella que tengo un tercer ojo y puedo ver que mueres por él- le dijo ella alzando sus cejas y Bella no tuvo cara para negarlo por lo que solo lo negó.
-Él tiene novia- fue toda su respuesta.
-Si ya se, la conozco- dijo Aurora molesta –Jane Vulturi es una perra- dijo sin problemas de recato a lo que Bella abrió sus ojos asombrada –Hay no te hagas si se que lo has pensado, es solo que yo no tengo problemas en decirlo, seré mujer pero también tengo opinión- Bella le sonrío encantada, así es como ella siempre había soñado con ser, decidida y pasar por alto el que dirán.
-Y una zorra- dijo Bella algo cohibida pero sintiéndose libre por decir una palabra algo soez, Aurora comenzó a reír con tantas ganas que Bella pronto se unió a sus risas provocando que Matt despertara.
Con aquella camaradería juntas se fueron al patio a esperar a la llegada de los invitados que Aurora le aseguro no eran para nada agradables, todos tan etiquetados, formales y arrogantes que resultaba repulsivo.
-No te preocupes que no te dejare sola pero sobre todo se me ocurren un par de ideas para hacerle la noche más "interesante" a Jane- Bella negó asustada pero Aurora le guiño un ojo para que no se preocupara y le dejara todo en sus manos.
Cuando ya estaban prácticamente todos los invitados fue en ese instante en que apareció Edward con una despampanante Jane tomada de su brazo, ella se sentía la reina del mundo al entrar del brazo del Conde Montepulciano, heredero de parte importante Italia.
-Buenas noches Anthony, Srita. Vulturi por favor pase y siéntanse como en su casa- les saludo cordialmente Stevenson.
Cuando ambos se adentraron un poco más en la casa Edward quedo estático al reconocer aquel perfil indiscutible para él, enfundada en un exquisito vestido de un rojo carmín que se amoldaba peligrosamente a su cuerpo y a esas curvas tan marcadas y que a su vez dejaba al descubierto toda su espalda, sintió que el cielo se abrió para él, ella hablaba alegremente con la mujer de Stevenson, se veía tranquila, feliz e incluso sonreía con algo que ambas conversaban y se percato que ella se acercaba más a su odio para contarle algo, Bella en ese instante se giro clavando sus ojos marrones profundos en el verde intenso y lujurioso de Edward, él literalmente se la estaba devorando con la mirada, incluso aún más cuando ella se volteo y le mostró aquel sensual escote no tan provocador pero si bastante sugerente.
-Definitivamente no me apartare de ti- bufo bajito solo para él.
-¿Decías cariño?- le pregunto Jane con una sonrisa, Edward la sonrío y lo dejo pasar haciendo como que era algo sin importancia, así ambos se adentraron y se mezclaron con el resto de los invitados.
Mientras Jane hablaba con las mujeres de todos aquellos inversionistas acerca de varios desfiles que se llevarían en America e incluso invitándolas a cada una de ellas, Edward hablaba con los esposos mientras bebían coñac y fumaban puro pero a decir verdad era poco lo que estaba conciente de toda aquella platica, sus ojos no se apartaban del cuerpo de Bella y menos aún de cierto curva maravillosa que dejaba a medio ver aquel escote en su espalda que desembocaba en ese perfecto trasero para él.
-Si me disculpan caballeros- se escuso cortésmente con los hombres, Jane le dio una mirada extrañada pero él como todo un galán que era le lanzo un beso dejándola completamente alucinada.
-Tu hijo es un amor me encanta cuando…- escucho que Bella le decía a Aurora y ella lo miro a través del hombro de Bella sonriéndole picadamente.
-A mi me encantas más tú- le susurro en su ido provocando que todas las terminaciones nerviosas de Bella se dispararan rápidamente –No sabes las imágenes poco decorosas que me estas provocando desde que te vi con este vestido, aunque pienso en unas mejores en donde no lo llevas puesto- le dijo con su voz ronca sintiendo como cierta parte de su cuerpo se endurecía solo con aquellas imágenes mentales, Bella se giro levemente para encarar a aquel hombre que estaba provocando que se excitara solo con escucharlo, podrían pasar años pero su cuerpo lo reconocería siempre.
-Buenas noches Anthony- le dijo cortésmente acercándose a su rostro para besarlo a modo de saludo, Edward se movió escasamente provocando que ella lo besara en la comisura del labio.
-Realmente son muy buenas- le dijo él sin importar que hubiesen otras personas alrededor y la observo descaradamente de pies a cabeza deteniéndose en ciertos puntos excitándola aún más.
-¿Tuviste un buen día?- le pregunto Bella intentando ocultar lo celosa que se sentía al imaginarlo todo el día con Jane, Edward sonrío ladinamente percibiendo sus celos y sintiéndose aún más poderoso por esas reacciones.
-He tenido mejores- le contesto guiñándole un ojo provocando que Bella se ruborizara pensando que ella sin duda había tenido las mejores aquellos días anteriores.
-¡Anthony!- escucho que le grito uno de los tantos inversionistas ahí presentes, ambos se giraron y luego Edward la miro algo apenado.
-Lo siento pero aún tengo que arreglar algunos asuntos- se excuso, Bella asintió comprensivamente, él se acerco peligrosamente a su oído y le susurro –Eso no quita que esta noche te arrancare ese vestido con los dientes si es necesario- el corazón de Bella se salto un latido y sus piernas y otra zona más se hicieron agua provocando que Edward riera triunfante –Puedo olerte hasta acá cariño- le dijo rozando su cuello con su nariz y tan rápido como pudo se alejo de ella antes de perder la razón y hacerle el amor ahí frente a todos los invitados.
Edward intentaba concentrarse en lo realmente importante de aquella noche, consiguió que varis inversionistas se entusiasmaran con el nuevo negocio de los viñedos e incluso se gano varios aliados que estaban felices de "invertir" con los Vulturis –Demasiadas deudas aún pendientes- como había dicho uno en privado cuando conversaba solo con Edward, pero toda aquella concentración se vio interrumpida cuando vio que un par de hombres se acercaba a su Bella y con todo aquel poder de saber que ella le pertenecía se acerco para marcar de inmediato su territorio.
-¿Algún problema amigos?- pregunto sutilmente pero fulminándolos con la mirada.
-Nada que deba preocuparte Sanguinetti, tu novia esta al otro lado del salón- le dijo uno sin apartar sus ojos de Bella quien se sentía realmente incomoda.
-Tu lo has dicho, mi novia esta junto con tu esposa en el otro lado del salón- le escupió molesto y asqueado –Y la señora Isabella esta a mi cuidado por encargo de Alec Vulturi- le dolió tener que decir eso pero solo con nombrar a aquella familia era certero que nadie más se acercaría a ella.
-¿Esposa de Alec?- pregunto el otro hombre asombrado, Edward lo alcanzo a corroborar aquella información cuando Jane apareció.
-¿Todo bien amor?- le pregunto preocupada al verlo de escudo de Bella de aquellos dos hombres.
-Todo perfecto- le contesto él sin apartar la mirada de esos dos hombres y como si todo pasara a cámara lenta, Aurora hizo como que tropezaba con la alfombra derramando todo el contenido de la leche que estaba en un pequeño jarrito.
-¡Oh Dios mió lo siento!- le grito a Jane provocando que todos en el salón se quedaran en silencio observando lo ocurrido –Jane perdóname por favor tropecé, fue sin intención yo…- le dijo con voz arrepentida pero imposible de ocultar aquella sonrisa maligna, Bella estaba anonadada sin poder creer lo que su nueva amiga había hecho, Jane intentaba por todos los medios y con varias servilletas que le habían llevado se limpiaba su arruinado vestido y su pecho que escurría aquella sustancia blanca.
-¡¿Qué es esto?- pregunto indignada Jane sin importar el escándalo que estaba montando y que el resto de los invitados la estuviesen viendo, olisqueo sus manos y Aurora rodó los ojos.
-¿Pues que más va a ser? Leche materna- dijo como si fuese obvio, se escucharon varias risillas en el salón y Jane se tiño de un rojo escarlata tan poderoso que incluso brillaba debido a la cólera, antes de que estallara la furia de ella Aurora la interrumpió.
-Por que no pasamos a la mesa mejor- le dijo a todos que aceptaron encantados al percatarse del berrinche que se asomaba en el rostro de Jane, ella se quedo finalmente sola con Edward ya que hasta Bella decidió salir de ahí para ocultar la enorme carcajada que necesitaba echar.
-¡Esa lunática lo hizo a propósito!- grito indignada.
-No seas mal pensada Jane, ella tropezó por que estaba más preocupada de ir a ver a su hijo- le calmo Edward pero él sabia perfectamente que esa era la mentira más grande ya que se noto que lo hizo a propósito.
-No puedo quedarse así- le dijo ella diciéndole entre líneas que él debía irse con ella.
-Tienes toda la razón puedes resfriarte- fue por su abrigo y se lo coloco sobre los hombros –Le diré a Theo que te deje en casa- el rostro de Jane se desfiguro por el asombro.
-¿No vendrás conmigo?- le pregunto algo indignada.
-Cariño no puedo, aún debo terminar algunos asuntos aquí y la cena aún no termina- le dijo como si fuese lo obvio, sutilmente poso su mano sobre su espalda y la condujo hacia el exterior donde estaba Theo abriéndole la puerta, la besó en los labios antes de que ella comenzara a protestar, se giro y entro en la casa sintiéndose al fin libre y aliviado.
El resto de la velada paso sin contratiempo alguno y aquellas miraditas picaras y cargadas de deseo que se daban con Bella se intensificaron incluso aún más, el incidente con Jane quedo en la memoria de todos ya que verla haciendo aquel show era para el recuerdo.
Cuando todo hubo terminado, Bella se despidió de Aurora cariñosamente y prometiéndole que volvería para visitarla junto con sus pequeños.
-No te pierdas que amigas como tu no se encuentran a la vuelta de la esquina- le dijo cariñosamente, Bella le sonrío agradecida por haberla hecho pasar una magnifica tarde y sobre todo por aquel favorcito que aunque no lo reconociera en voz alta, estaba encantada por haberle pagado de algún modo la interrupción de Jane a su semana perfecta, al menos esa noche pudo disfrutar de Edward e incluso de un par de piezas de baile que hicieron juntos y él por su parte aprovechaba de dejar ciertas caricias a su piel expuesta con aquel vestido.
Ya en el interior del vehiculo ambos se miraron esperando la reacción del otro, fue casi sincronizado cuando cada uno salto a los brazos del otro y se fundieron en un apasionado beso.
-No sabes lo mucho que te necesito- le dijo Edward mientras acariciaba sus piernas y subía sus manos por sus muslos con la necesidad a flor de piel.
-No más que yo- le confesó Bella en sus labios. Sin importar el lugar, Edward comenzó a dejar firmes caricias en los pechos de Bella sobre la tela ganándose algunos jadeos que lo incitaron aún más.
-¿Estarás lista para mi?- le pregunto él con su voz cargada de deseo mientras llevaba ahora una de sus manos a aquella parte intima de Bella para cerciorarse de su humedad.
-Ahora Edward- le dijo ella en un arrebato que termino en que se sentara a horcajadas sobre él y con manos avariciosas y deseosas desabotono como pudo su pantalón liberándolo de aquella prisión dolorosa, sin más preámbulos se sentó sobre él uniéndose profundamente y gimiendo a la vez.
-Oh…perfecta- le dijo él con los ojos fuertemente cerrados mientras la apretaba por las caderas y marcaba aquel ritmo rápido que necesitaba.
Theo como si hubiese sabido lo que estaba ocurriendo en la parte trasera de la limusina, rodeo la mansión unas cuatro veces alargando al máximo la llegada, cuando la pareja sintió que ya era mucho y que abusaban de la bondad del pobre hombre, se separaron a regañadientes.
-¿Aún no llegamos Theo?- pregunto descaradamente Edward quien bajo la ventanilla polarizada que lo separaba de su chofer, Theo le sonrío cómplice.
-Casi- le dijo simplemente, Edward le agradeció con la mirada y así finalmente llegaron a la mansión.
-Te amo preciosa- le dijo Edward antes de besarla con todo el amor que sentía y con sus corazones rebosantes de felicidad se bajaron del auto, ya era cerca de la madrugada cuando llegaron pero lo supieron con certeza cuando una furibunda
-¡¿Dónde has estado Anthony? No sabes lo preocupada que estaba- le dijo ella lanzándose a sus brazos, para Bella no paso desapercibido el hecho de que llevase un diminuto pijama, si es que a eso se le podía llamar así.
-No te alteres Jane, estamos bien- le contesto cortésmente Edward, odiando tener que llegar a esa desagradable realidad cuando apenas minutos atrás había alcanzado el cielo y ahora estaba en el mismismo infierno.
-¿Vamos a dormir?- la voz sugerente de Jane fue demasiado evidente para los dos recién llegados.
-¿Juntos?- pregunto la castaña sin poder ocultar el malestar y los celos evidentes que se asomaron.
-Si ¿Qué tiene de malo? Después de todo nos casaremos en un par de meses- dijo ella como si fuese de lo más obvio, tomándolo de la mano prácticamente comenzó a arrastrarlo hasta su cuarto y cuando paso al lado de Bella le sonrío triunfal, ella de inmediato miró a Edward para que hiciera algo al respecto pero él no sabia que hacer ¿Cómo alejar a Jane sin herir sus sentimientos y arruinar todo lo que había conseguido aquel día? Por otro parte estaba claro que no dormiría con ella en la misma cama por Bella y por él mismo pues le resultaba repulsivo ¿Qué haría? Era lo que su cabeza procesaba a gran velocidad mientras poco a poco llegaba a su cuarto de la mano de una mujer que no era su amada Bella.
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"Inesperado"
EPOV
¿Cómo me iba a zafar de la situación sin herir los sentimientos de Jane? Fácil, la misma Bella me dio la solución antes de que Jane lo arrastrara hasta su cuarto.
-¿Cómo que qué tiene de malo? Aún no están casados por lo que es muy mal visto e incorrecto- sonreí levemente al ver a Bella celosa, se veía aún más linda de lo que es.
-¿Incorrecto? Estamos a meses de casarnos, además ¿Con que moral me recriminas si tu tampoco llegaste virgen al matrimonio?- Jane le sonrío a Bella de un modo que no supe descifrar, por otra parte Bella se veía tan molesta y asombrada que tampoco supe como tomarlo ¿Jane sabia que Bella había perdido su virginidad conmigo, ósea Edward, en el pasado?
-¿Qué acaso estas borracha?- le pregunto sarcástica para ocultar el dolor que le estaba produciendo la situación y era bastante entendible si minutos atrás nos habíamos entregado completamente. Ese fue el mejor momento para sacar a Jane de ahí, al girarme para mirar a Bella se veía muy afligida y triste ¿Creía acaso que me iba a dar por vencido de buenas a primeras? La mire y le guiñe un ojo.
Jane en cuanto llego a mi cuarto se quito la bata y se metió a mi cama con una sonrisa picara que lejos de parecerme seductora me provoco un escalofrío como si fuese la bruja mala del cuento.
-Anthony no tienes que pensar en lo que dijo esa mosca muerta de Isabella- me contuve para no soltarle un par de palabras por tratar a mi Bella de esa manera –Yo estoy completamente segura de que tu eres el hombre de mi vida y que luego de casarnos estaremos por siempre juntos por eso no me importa entregarte mi virginidad ahora- ¿virginidad? ¿Qué acaso me vio cara de niño que aún se chupa el dedo? Camine a ella con mirada decidida y lo más seductora que pudiese, tambaleándome un poco me aproveche de aquel olor que se impregnaba tan fácilmente.
-Yo tam…bien lo quie…ro- me aguante las ganas de reírme cuando la vi haciendo una mueca de asco por el olor a alcohol.
-Anthony ¿estás borracho?- me preguntó malhumorada.
-Cla…ro que nooo- le dije cuando me tire sobre ella y en cuestión de minutos me hice el dormido, me empujo lanzándome a su lado y ella se subió a horcajadas sobre mi regazo.
-¿Anthony estás dormido?- podía escuchar la nota de desconcierto y enfado en su voz –Despierta- dijo mientras me golpeaba sobre el pecho y zarandeaba por los hombros –¡Anthony despierta!- seguía repitiendo frustrada y enojada, cuando se bajo de mi bufo y antes de escuchar la puerta de mi habitación azotarse la escuche decir -Borracho- abrí un ojo suavemente para mirar entre mis pestañas y en efecto mi cuarto estaba vació, con una sonrisa triunfante me acomode lo mejor que pude sobre mi cama y me dormí pensando en mi Bella.
A la mañana siguiente desperté con nuevas fuerzas y una sensación extraña de que algo pasaría, algo que cambiaria mi vida, sonreí ante la perspectiva de que aquello incluyese a Bella.
Baje a tomar desayuno con una sonrisa no solo por aquel sentimiento, por suerte Jane hoy se marcharía y me dejaría aunque fuese un día más a solas con mi amada.
Bella ya estaba sentada en el comedor con su rostro compungido y lleno de dolor, al verme bajo su mirada a la taza de su café.
-Buenos días mi amor- le susurre al oído y dejaba un beso en su frente cuando pase a su lado para sentarme frente a ella, ella se contrajo levemente y me miro a los ojos, en ellos no había otro sentimiento más que dolor, ni recriminación o enojo, solo dolor.
-¿Dor…domiste con…se acostaron?- pregunto con dificultad, como si con solo mencionarlo lacerara su corazón, me levante y me acerque a ella arrodillándome a su lado, eche una rápida mirada y la abrace por el costado.
-Digamos que estuve muy ebrio como para cumplir como hombre- le dije y besé su cuello a lo que ella respondió girándose con una grandiosa sonrisa en sus labios y me abrazo.
-Gracias, gracias, gracias- dijo mientras me daba cortos besos en los labios.
-¿Gracias por que?- la mire a los ojos –Bella cariño, tienes que confiar en mi y que jamás haría algo como eso, te amo- me acerque a su oído –Solo me gusta dormir contigo entre otras cosas- de sus labios se escapo un exquisito y suave gemido, nos separamos rápidamente cuando escuchamos unos tacones bajar por la escalera. Me acomode frente a Bella y como si estuviese esperando, María apareció para preguntarme que deseaba para desayunar.
Jane no mencionó el incidente de la noche pasada y Bella no dejaba de sonreír como una niña pequeña, a los pocos minutos el par de revoltosos aparecieron por el comedor para desayunar con nosotros, los pequeños estaban entusiasmados por un nuevo día de paseo para seguir conociendo Francia.
-Pensé que saldríamos a solas, como es mi ultimo día- dijo Jane extrañada mirando a los pequeños con odio, antes de que hiciera algún comentario mal intencionado la frene.
-Lo lamento querida pero ya me comprometí con los pequeños, como no sabia que vendrías ya hice planes- le dije como si realmente lo lamentara, de reojo podía ver como Bella intentaba contener la sonrisa.
Finalmente y con una pelea de por medio Jane se marcho dejándonos al fin solos, Theo se encargó de llevarla al aeropuerto ya que estaba tan molesta que ni eso me permitió, obviamente le monte una escena haciéndome el herido y casi rogándole para que me perdonara y me dejara llevarla pero su egocentrismo fue tanto que no me lo permitió, por suerte.
En cuanto puso un pie afuera le pedí a María que fuese por mi familia, en cosa de minutos Alice llego corriendo llevándose a Bella para interrogarla por todo lo ocurrido en la noche recién pasada.
Pase parte de la mañana y de la tarde revisando documentos que debía presentarle a Alec acerca de la inversión de su dinero, pobre cretino pensaba que este se triplicaría cuando en realidad de manera paulatina disminuiría llevándolo a la quiebra y con un poco de suerte estaría lleno de deudas, cuando note que llevaba muchas horas ya enclaustrado en el despacho, salí en dirección a la cocina por un vaso de jugo.
Tío Anthony- escuche la voz de Charlie, mire hacia abajo y el pequeño de ojos chocolatados como los de su madre me miraba expectante.
-Dime pequeño- le dije mientras revolvía sus cabellos.
-¿Dónde esta mi mamá?- pregunto con cierta tristeza, lo tome entre mis brazos y lo senté sobre la encimera.
-Esta con tía Alice hablando cosas de chicas- Charlie hizo una mueca de asco provocando que me riera de su expresión –¿Necesitas algo?- le pregunte, él asintió levemente y cuando iba a contestar su estomago profirió un fuerte gruñido ganándose otra risa por mi parte -¿Qué es lo que te apetece?- el se llevo las manos hacia el estomago y pensó.
-Quiero leche con cereales- dijo muy convencido, yo lo mire algo extrañado.
-uhm ¿Y tú me dirías donde encuentro los cereales?- me parecía insólito que en mi propia casa no supiese donde estaba algo tan trivial como una caja de cereales.
-Mamá los guarda al fondo de la alacena para que no los saque a escondidas- se llevo las manos a la boca al darse cuenta que había hablado de más.
-No te preocupes será nuestro secretos ¿quieres que yo te cuente uno?- él asintió con sus ojos brillantes por la emoción –Yo le sacaba a mi madre la mermelada y me la comía a cucharadas- Charlie comenzó a reír con aquella risita tan aguda que te hacia sonreír en compañía.
-Buena idea- dijo como si le hubiese contado los secretos de la vida.
-Pero no le digas a tú mamá o sino me va a retar- le dije a modo cómplice.
-Secreto- susurro bajito, fui a la alacena que él me indico y tome la caja de cereales, tome un bol y la leche y vertí el liquido en el recibiendo agregando cereales, senté al pequeño sobre el taburete y le tendí la comida.
-¿Quieres mucho a tu madre?- le pregunté cuando el pequeño ya estaba comiendo sus cereales con leche.
-Ella es la mejor del mundo- me dijo con un brillo especial en los ojos –Aunque me gustaría que siempre sonriera como lo hace cuando esta con usted- me dijo con una tímida sonrisa, yo me tensé al escuchar el análisis al que había llegado su cabecita.
-¿Qué quieres decir?- le pregunté curioso.
-No soy un bebé y me doy cuenta que mamá es más feliz con usted que con papá no solo por su sonrisa, sino por que en sus ojos lo veo cuando lo mira además él no la trata como se lo merece y a mi me gusta como usted lo hace- Charlie bajo de su silla y corrió hasta mi para abrazar mis piernas –Me hubiese gustado que usted hubiese sido mi padre- escuche un fuerte jadeo y mi mirada se fue de inmediato a la entrada de la puerta donde estaba Bella observando aquella escena con sus manos sobre sus labios y sus ojos anegados en lagrimas.
Charlie al ver a su madre se asusto y salio corriendo en dirección sabe quien, yo estaba ahí anclado con una sensación extraña en el pecho, al intentar traducir aquellas emociones note que una parte estaba afligida por Bella y su situación con Alec al convivir juntos pero la más fuerte era la confesión de Charlie.
-Edward yo…- Bella se veía igual de asombrada que yo, no quería hacerla sentir mal por aquellos ocho años que ella creyó que estaba muerto, la decisión de aceptar a Alec lo único bueno que podía tomar era que ella tenia a Charlie en su vida y eso era lo más importante, no quise que comenzara a justificarse por lo que solo me limite a abrazarla.
-No te preocupes, entiendo que los niños fácilmente pueden apegarse a la gente cuando se les trata bien- Bella comenzó a sollozar –No pasa nada- le dije para calmarla.
Por asuntos de unos informes que debía analizar y ser riguroso para presentarle a Alec y que viese que todo marchaba en perfectas condiciones, es que no pudimos salir aquella tarde pero los niños se las estaban pasando igual de bien junto a los hijos de mis hermanos, Bella compartía un poco más con mi madre, Alice y Rose ya que solo quedaba parte de la noche para estar juntas.
Por la noche Bella y yo nos entregamos de una manera única y nueva como si la vida se nos fuese en ello, la perspectiva de no saber cuando volveríamos a estar así a solas, juntos sin el miedo a ser descubiertos nos llevo a perder la cordura y a desatar todo tipo de pasiones.
-Te amo como no lo imaginas- me dijo tras recuperar la respiración.
-Creo tener un atisbo de ello puesto que yo te amo con locura- le dije y besé sus labios, aquella noche no le dí tregua y ella se veía complacida de que así fuera.
Al día siguiente me levante muy temprano para preparar el viaje de retorno, Bella por su parte se veía igual de "entusiasma" como yo a dejar aquel paraíso que tomamos como aquella luna de miel que nunca pude darle como realmente merecía.
La despedida fue muy larga ya que Rose no soltaba a Bella y le hacia prometer que dejaría pronto a Alec, Bella solo le sonreía sintiéndose más culpable.
Alice y mi madre fueron otro cuento, ellas tenían cierta complicidad con Bella por lo que solo les entregaban su apoyo incondicional, aunque tengo que añadir que no pase por alto algo que le susurro Alice a Bella, algo así como "avísame como lo toma" ¿a quien se referirá? La despedida fue más larga con los niños a quienes no dejaban de abrazar y decirle lo mucho que los querían, ambos se veía encantados con la idea de tener más tíos y primos con quienes compartir sobre todo por que ellos les entregaban más amor.
-Cuídate hija, sabes que aquí tendrás siempre una familia que te apoya- le dijo mi madre con tanta seriedad y amor que Bella no resistió en abrazarlo y sollozar en sus brazos.
Finalmente estábamos en el avión de regreso a America, Bella iba distraída mirando por la ventanilla mientras los pequeños no dejaban de jugar con algunos juguetes que mi hermana les había regalado.
-¿Qué sucede cariño?- le pregunte algo asustado, Bella se mordió el labio en un claro indicio de estar nerviosa y en sus ojos pude ver que se estaba debatiendo internamente en si contarme o no.
-Necesito decirte algo- dijo finalmente –Es muy, muy importante por lo que necesito pedirte que vayas mañana a verme- iba a protestar para que me lo dijese ahora pero ella lo intuyó –No es un buen momento- y su mirada se fue a los pequeños que no dejaban de jugar, asentí y pude ver una lagrima rodar por su mejilla por lo que me asuste.
-¿Tan malo es?- le pregunte realmente asustado tomando sus manos, ella negó pero la duda se implanto en su rostro.
-Digamos que no se si es el momento adecuado- aquello me dejo peor aún y solo rogaba que este avión al fin llegase a destino y el día se pasara más rápido.
Antes de aterrizar Bella hablo seriamente con sus hijos.
-¿Recuerdan la historia que les contó Alice acerca de la bruja de Hansel y Gretel?- le preguntó ella, yo lo mire extrañado –Eso también corre en casa por lo que no pueden nombrar a ningunos de sus tíos y amiguitos ¿bueno?- los niños asintieron algo preocupados y yo estaba más extrañado aún, Bella me miro y me guiño un ojo para luego susurrarme bajito –Larga historia, luego te la cuento- asentí.
Theo nos llevo de inmediato a la mansión Vulturi en donde me encontré con una imagen que no me gusto y me asusto tanto que olvide toda venganza en ese momento y solo pensé en mi Bella y de ser necesario me delataría en ese mismo momento para llevarlos conmigo, Alec estaba una vez más ebrio.
-Mi essposa a llegadoo- le dijo cuando se acerco a ella para besarla de manera brusca. Tome a Bella por la cintura para apegarla a mi cuerpo sirviendo de escudo también para los niños.
-Alec no seas cargante- le pedí casi implorándole.
-Mi buen amiggo Anthonyy- dijo acercándose a mí para abrazarme, su halito a alcohol era tan fuerte que me aparte para que no me tocara.
-Estas borracho- le dije con una mueca de asco.
-Fueron solo ungas coppitas- escupió un poco al decir aquello provocándome asco.
-Me llevare a Bella y a los niños mejor para que descanses y ellos también estén bien- dije y me gire con Bella que temblaba asustada aún pegada a mi cuerpo.
-¡Ustedes no se van!- rugió fuerte Alec provocando que todos saltaran asustados, Bella tomo entre sus brazos a Anne y Charlie me abrazo la pierna más asustado.
-no nos deje tío Anthony, yo quiero que usted sea mi papá- repitió Charlie y todo fue tan rápido que no lo vi venir, Alec enrojeció por la ira tanto así que podía ver la vena de su frente al borde del colapso, en una acción rápida para un hombre que no estaba en sus cinco sentidos, tomo del brazo a Charlie y lo zarandeo provocando que él cállese al suelo fuertemente.
-¡Charlie!- grito Bella que se soltó de mi dejando a Anne en mis brazos aún impactado por todo aquello, se tiro tapando a su hijo de un Alec que estuvo a punto de perder los estribos, fue que reaccione cuando lo vi con su brazo alzado listo para golpear a Bella.
-Corre a tu cuarto- le dije a Anne cuando la puse en los peldaños de la escalera, ella se veía asustada pero aún así entendió lo que le pedí, rápido me interpuse entre Alec y Bella.
-Si se te ocurre golpear a una mujer en mi presencia es que no respondo de mi Alec- le rugió con toda la rabia contenida por estos ocho años.
-Retíraate Sanjinetti o también recibirás lo tuyo por inmiscuirrte en asuntos de mii familia- dijo desafiante pero poco inteligible debido a su borrachera –Esee mocosso aprenderaa a respetarme quiera o no.
-Tú lo asustas con tus actitudes- le defendió Bella que aún estaba detrás de mi.
-¿Aún no aprendes a respetarme tu tampoco Isabella? ¿Qué ya no recuerdas a Eleonora?- su voz dejo toda borrachera de lado para ponerse serio, mire a Bella quien se veía sumamente asustada y llevaba sus manos a su vientre como si recordase algo, se aferro más a Charlie y verla así tan desprotegida y asustada me preocupo aún más, definitivamente aquí habían muchas cosas por decir aún.
-¿Qué esta pasando aquí?- escuche la voz de Dídima minaras bajaba con una bata puesta y Marcus pisándole los talones, ambos se veían contrariados por la imagen que presentábamos.
-Dídima dile a tu hijo que mejor se vaya a dormir- le pedí amablemente, mire a Bella quien parecía estar a kilómetros de aquí a punto de llorar.
-¿Qué sucede hijo?- le pregunto ella en tono cariñoso al borracho de su hijo.
-Solo teníamos un intercambio de opiniones con Sanguinetti- dijo mientras me fulminaba con la mirada.
-Bien, ya es tarde por lo que es inaceptable estar haciendo escándalos a estas horas de la noche- pidió ella, luego me miro a mi y me sonrío como si nada hubiese ocurrido –Peleas de casados, nada importante- dijo –Ya lo descubrirás a su tiempo y verás las ventajas de una pelea- dijo justo cuando llego a mi lado y me separaba de Bella para llevarme en dirección a la puerta principal, intente quedarme pero ella presionaba más para apartarme, la mire sin entender –Las reconciliaciones son lo mejor- y me guiño un ojo provocando aún más el no querer apartarme de ella.
Mire a Bella quien aún no era capaz de responderme la mirada, ella solo estaba ahí tirada en el piso con Charlie entre sus brazos y su mirada perdida, no quería dejarla, todo mi ser me decía que no lo hiciera ¿pero que excusa dar para no separarme de ellos?
Mi corazón me decía que había hecho mal en dejarla sola, debí haberme revelado y mandar todo al carajo, simplemente ella y sus hijos eran lo más importante para mi, nuevamente la había defraudado y deje que me apartaran fácilmente de su lado, aunque hace mucho había dejado de tener fe en Dios, esta vez le roge para que los cuidara.
No pude pegar un ojo en toda la noche pensando en Bella y en algún plan para sacarla de esa casa, la situación no daba para más por lo que idee muchas maneras desde fugarnos hasta fingir un secuestro masivo, el tiempo nuevamente no estuvo a mi favor, pues ahora cuando quería que pasara rápido éste se empeño en torturarme y hacer cada segundo el más desquiciante de mi vida ¿no pudo haber sido así cuando Bella y yo estuvimos juntos? No, el maldito tiempo traicionero no estaba a mi favor, la verdad es que nunca lo estuvo y nunca lo estará.
Cuando el maldito reloj marco una hora prudente para realizar una visita, no lo pensé más y tome el primer vehiculo que encontré aparcado, Theo intento retenerme al verme así tan fuera de mi mismo sin contar que no me había aseado, salí tal cual estuve el día anterior.
Al llegar a la mansión Vulturi me baje sin preocuparme de quitar el contacto de la llave, solo Bella estaba en mi cabeza, golpee presuroso y cuando la sirvienta de aquella casa me abrió entre como un loco.
-¿La Señora Isabella?- le pregunte, ella me quedo mirando asustada debatiéndose en si contestar o no -¡Le hice una pregunta!- le grite molesto.
-¿Qué sucede aquí?- escuche la voz de Alec, quien venia bajando por las escaleras con una sonrisa radiante –Mi amigo Sanguinetti que modales son esos- dijo sin quitar aquella sonrisa de su rostro, las ganas de estamparle mi puño en su rostro estaban al limite.
-¿Dónde esta Isabella?- le pregunte sin rodeos, el arqueo una ceja.
-No me imaginaba que se habían hecho tan buenos amigos- dijo burlón –Te agradezco tú preocupación pero es innecesaria, mi mujer esta en perfectas condiciones –claro que no le creí –Lamento el incidente de ayer pero no hay de que preocuparse, ya nos arreglamos y todo quedo en el pasado- dijo como si lo que presencia ayer hubiese sido cosa de todos los días.
-¿Dónde esta ella?- pregunte con las manos echa puños.
-Aún esta descansando, hoy amaneció sumamente agotada- y algo de aquello no me gusto, sobre todo cuando una sonrisa arrogante cruzo por su rostro, Alec interpreto mi extrañeza.
-Lo mejor de una pelea son las reconciliaciones hombre- dijo como si nada palmeándome la espalda –Y si hay algo de lo que me puedo jactar es de lo bien que lo hace mi mujer- palidecí, aquello no podía ser verdad, esta rata no podía haberse meditó en la cama de mi Bella.
-Ella no…- la lengua se me trabo sin saber que decir.
-¿De que te extrañas amigo? Hace mucho venimos con la idea de tener un hijo así que sería muy romántico que ese bebé se creara a partir de una reconciliación ¿no? Si no es así seguiremos intentándolo hasta que resulte- su sonrisa entupida se ensancho más aún y yo no pude soportarlo, salí huyendo de ese lugar que me estaba atormentando, necesitaba verla y que ella me dijese que ese era otro invento de ese miserable.
Pise el acelerador a lo que más daba y en cuestión de minutos llegue a mi hogar, tan vacío y desprovisto de aquellas risitas que comenzaba a acostumbrarme, de aquel calor familiar que comenzaba a gustarme, de aquella paz que me entregaban Anne, Charlie y sobre todo Bella. Ella no podía permitir que Alec le pusiera una mano encima y menos aún sembrara una semilla de él en ella, no ahora que sabía que yo estaba de regreso en su vida.
Me olvide del mundo, de mi vida y del dolor que me laceraba a cada momento solo con recordar o imaginarme a Bella debajo del cuerpo de Alec, me consumí en el alcohol, un buen método de olvido.
-¿Qué a sucedido?- Theo me miraba con tristeza y miedo, no podía contestarle ya que no coordinaba mi boca con lo que mi cerebro necesitaba, solo podía seguir moviendo mi mano para seguir bebiendo de la botella –Deja de hacer eso- escuche que me regañaba mientras me quitaba mi botella y al parecer yo me quejaba, no lo recuerdo muy bien por que de un momento a otro me fui a negro. Una nueva imagen me llego a la cabeza como un destello -¿Qué has hecho?- escuche a lo lejos decir creo que a Theo, no lo supe con certeza ya que no pude abrir los ojos por que me pesaban horrores, tampoco es que estuviese muy consiente para percatarme y nuevamente me fui a negro.
Desperté por el fuerte dolor punzante que tenia en la cabeza, al abrir mis ojos me encontraba en mi cuarto con las cortinas completamente cerradas.
-Hasta que despiertas- escuche decir a Theo quien camino hacia la ventana y de un solo tirón abrió las cortinas permitiendo que los rayos del sol entraran de sopetón quemándome las pupilas y aumentando el dolor.
-¡Ciérralas!- le grite mientras me tapaba los ojos.
-Eso es por tomar como si el mundo se acabara- me regaño Theo -¿Me contaras que a sucedido que te pongas de ese modo?- me pregunto, guarde silencio largo rato recordando lo sucedido.
-¿Qué día es hoy?- le pregunte inconcientemente.
-Lunes- respire tranquilo –Exactamente día lunes, una semana después de que llegases de Francia- me dijo a lo que quite mis manos de mis ojos, me forcé a acostumbrarme a la luz y lo mire sin poder creerlo.
-¿He estado casi inconciente por una semana?- le pregunté sin poder creerlo, él asintió y antes de procesar salté de la cama y me dirigí al baño por una buena y necesaria ducha, mi aspecto era como de un mendigo con una barba algo crecida y áspera.
En cuestión de minutos estuve preparado para salir, Theo alzo una ceja pero no me cuestiono, sabia que lo que me sucediese realmente debía ser grave para que reaccionase así.
-Tú abuelo ha llamado cada media hora para saber de ti, ya se me acaban las excusas- dijo preocupado, me acerque a mi buen amigo y lo abracé.
-Dile que salí a ver a Jane y que en cuanto regrese le devolveré el llamado. El asintió y salí para ver a mi Bella, necesitaba saber que estaba bien.
Al llegar nuevamente a su casa la sirvienta se veía temerosa al verme.
-Me disculpo por lo ocurrido la vez pasada- le dije educadamente –Si es posible, me gustaría ver a la Señora Isabella- ella se lo pensó un momento.
-El Señor Alec no esta por lo que dudo que le guste saber que alguien a entrado al cuarto de la señora- dijo apenada ¿eso quiere decir que la tiene encerrada? -¿Y los niños?- le pregunte.
-Están en su cuarto con su institutriz- asentí, al menos existía la posibilidad de que estuviesen bien.
-¿Le molesta si espero a Alec en el salón?- ella negó y me llevo hasta el lugar, en cuanto la vi salir rumbo a la cocina, me colé a hurtadillas por las escaleras y las subí de dos en dos hasta el cuarto de Bella.
Sin tocar ni esperar me adentre a su cuarto con sigilo y mi corazón se detuvo, ella estaba acostada boca arriba con sus ojos rojos y perdidos y su rostro húmedo por lagrimas silenciosas, solo su perfil me basto para ver lo mal que estaba.
-Amor- le dije llegando en dos zancadas a su lado, ella no reacciono -¿Qué te han hecho?- le pregunte a la vez que tomaba su rostro entre mis manos y la obligaba a mirarme, sus ojos vacíos y llenos de dolor me transmitieron tanto que me llene de los peores temores.
-No estuviste junto a mi- no fue una recriminación ella solo estaba confirmando algo obvio.
-Amor perdóname, Alec invento algo horroroso y no fui capaz de soportarlo yo…- Ella me miro fijamente a los ojos y con ese movimiento su rostro quedo expuesto a mi, mostrándome una mancha entre carmín y azulado con bordes amarillentos sobre su mandíbula. Gemí, él la había golpeado -¿Qué te ha hecho ese mal nacido?- rugí provocando que ella se asuntara, me arrodille nuevamente y la abrace –Perdóname, perdóname, matare a ese mal nacido por ponerte una mano encima.
-Olvídalo, es demasiado tarde- me separe de ella para mirarla a los ojos y en ellos leí que Alec había dicho la verdad, él había abusado de mi Bella.
-Jamás podré perdonarme mi amor, yo debí quedarme a tu lado y que nadie nos separara nuevamente- la abrace pero ella no fue capaz de responderme.
-No aguanto más Edward- dijo y al mirarla nuevas lágrimas surcaron su rostro.
-Te sacare de aquí- le dije con determinación, ella me miro a los ojos como si buscase algún atisbo de mentira o duda en mis palabras.
-Necesitamos hablar antes- me dijo a la vez que se recomponía levemente y se sentaba apoyando su espalda sobre la cabecera de la cama, no pase por alto la dificultad con la que le costo levantarse y más aún cuando un pequeño quejido de dolor salio de sus labios por lo que la ayude sin decir nada, ya me las arreglaría con Alec, esta vez ya no era por mi sino por ella, vi con horror otros cardenales más pequeños estaban sobre su brazo izquierdo, cuello. Ella de inmediato se los tapo como si con ello yo lo olvidase –Necesito que estés aquí y no pensando en venganzas ni nada por el estilo- que bien me conoce, pensé –Ya no más secretos Edward, eso se acabo, seré sincera y que sea lo que Dios quiera- me dijo temerosa.
-Tengo una pregunta- le dije, ella asintió dudosa.
-¿Quién es Eleonora?- su rostro palideció y llevo sus manos a su vientre, aquella reacción me indicó que no se esperaba eso como primer tema, respiro profundo.
-La melliza de Charlie- creo que mis ojos demostraron lo que no pude decir con palabras ya que me dejo mudo –La hermana melliza de Charlie, no nacida- dijo con nuevas lagrimas en sus ojos, tome sus manos entre las mías para darle apoyo, fuese lo que fuese a decirme podía ver lo mucho que le costaba mucho hablar de ello.
-Tranquila, aquí estoy- le dije a modo de apoyo, ella asintió y una leve sonrisa que no llego ni por asomo a sus ojos me dio.
-Se que te cuestionas por que me casé tan pronto con Alec y eso tiene una justificación, puede que sea pobre pero para mi es lo suficientemente importante, de haber sabido que las cosas terminarían así puede que no lo volvería a hacer y preferiría ser señalada con un dedo- la mire sin entender –No quería que mi hijo creciera en este mundo como un bastardo, que se rieran de él cuando creciera o que la sociedad le diera la espalda- negué sin comprender –Charlie en realidad tiene siete años, no seis- algo se contrajo en mi pecho dolorosamente teniendo la certeza de cual serian sus siguientes palabras –Alec solo fue una tapadera y un apellido para mi hijo- me miro a los ojos con una suplica de dolor en ellos –Nuestro hijo- mi cuerpo se tenso y pronto mis ojos se cristalizaron con aquella confesión, me levante y me separe de ella procesando sus palabras, ella no pudo haber hecho algo así, ella no pudo haberme negado ese derecho y menos aún desde que regrese nuevamente a ella meses atrás, la mire y no se de que modo ya que ella se contrajo y cerro sus ojos que botaron más lagrimas si era posible –Alec lo supo desde un comienzo y se ofreció a darle un apellido a mi hijo, Dídima solo movió sus influencias para inscribirlo con menos edad y que no pareciera sospechoso- mi respiración comenzaba a tornarse agitada y pesada –Alec era muy distinto a como lo ves ahora, él se comportaba amable y cariñoso, jamás lo llegue a amar por si lo llagas a pensar, es solo que con sus actos termine por convencerme de que quizás podía llegar a ser una especie de padre para Charlie y me case con él antes de que se me notara el embarazo- seguía sin poder creerlo.
-¿Cuándo?- ella me miro sin entender -¿Cuándo te enteraste que estabas embarazada?- le pregunte, ella me esquivo la mirada que ahora se poso en sus manos.
-Él día que me entere que mi padre fue asesinado- ahora me miro nuevamente -¿Recuerdas que ese día me desmaye y Carlisle trajo un doctor?- asentí -Bueno el me hizo unos análisis y me informo que estaba embarazada, la noticia no sabia como tomármela, una parte estaba que se regocijaba de felicidad al saber que tú y yo tendríamos un bebé pero en la situación en que estábamos, luego llegaron esos policías diciendo que habías sido tú y que la condena seria la muerte ¿Qué querías que hiciera?
-¡Pudiste quedarte con mi familia!- le recrimine con un pequeño grito sin querer y al ver que se asustaba me excuse –Disculpa, es que todo esto me toma…no se como me toma- dije llevándome las manos a los cabellos que jale por la frustración.
-El día que me entere de que serían mellizos no podía creerlo, ese día recibí mi castigo por no haber hecho las cosas por mi misma, por no haber sido valiente y haberme enfrentado yo sola con mi hijo ante el mundo- volví a arrodillarme a su lado –Alec que entero de que serían dos, dos hijos del la persona que más odiaba por haberle arrebatado algo que según él era suyo- me estremecí –Como podrás imaginar no reacciono bien y discutimos, aquel día la discusión termino como la de noches atrás- dijo girando su rostro y mostrándome su hematoma –Solo que esa vez hubo una gran diferencia y es que al caer cuando él me azoto, me fui directo con la esquina de un mueble provocándome sangrado inmediato, legue al hospital y mi pequeña Eleonora, como había decidido llamarla, estaba muerta- sus sollozos se hicieron más fuertes y no apartaba sus manos de su vientre –No se pudo hacer nada y desde ese día supe que esa seria mi condena por haber aceptado a Alec- me sentí horrible conmigo mismo por haber reaccionado así con ella, todas las veces que me pensé y la juzgué por que ella se habría casado tan pronto con ese desgraciado, ella solo intentaba cuidar a nuestro hijo y peor aún, se castigaba así misma por la muerte de nuestra hija siendo que aquí había un solo culpable.
-Perdóname- le dije y me abrace a su regazo, ella comenzó a acariciar mis cabellos.
-No Edward, perdóname tu por no haber sido más valiente y haber cuidado bien de tus hijos- mi corazón egoísta salto de felicidad al escuchar aquello, mis hijos.
-Jamás vuelvas a repetir algo como aquello, no tengo nada que perdonarte, has sido tan valiente todos estos años soportando tanto- le dije, pero me prometí que eso no volvería ser así jamás.
-Creo que fue por eso que acepte a Anne en mi vida, mi parte egoísta jamás supero la perdida de mi pequeña- sus ojos se perdieron en la nada –Cuando intente separarme de Alec fue cuando comenzaron las amenazas de Dídima, pensé que solo era para asustarme pero cuando Charlie cayo al hospital…- la corte mirándola horrorizada.
-¿Qué le hizo a mi hijo?- ella se puso nerviosa y apenada a la vez.
-Se supone que estaría en su cuarto y cuando fu por él ya no estaba, paso todo el día perdido y cuando lo encontraron fue en el hospital con un golpe en su cabecita, nunca supieron darme explicaciones de lo que realmente le ocurrió pero siempre supe que había sido ella- toda la rabia salio de mi a flote, aquella que contuve desde que supe que mi hijo a estado viviendo en esta casa maldita bajo el mismo techo de víboras sin corazón.
-¿Por qué no te alejaste y te fuiste con mis padres?- le recrimine ¿Qué hubiese sucedido si a Charlie también le hubiese pasado algo más grave? ¿Podría ser capas de perdonarla? Aleje esa idea.
-Tú madre no te contó acerca del día que la asaltaron? ¿o por que mágicamente tu padre perdió todas sus cosechas y espontáneamente tú casa de la infancia se prendió fuego?- aquello me pillo volando bajo.
-¿Qué?- pregunte sin poder creerlo.
-Ellos también sufrieron las consecuencias y hasta el día de hoy me siento culpable por ello, Jacob también tuvo que huir antes de que Nessi pagase las consecuencias ¿no lo ves? Todo aquel que intentaba ayudarme terminaba dañado, yo simplemente no podía meterlos a ellos en mis problemas.
-¡Pero nuestro hijo Bella!- le grite –Ese maldito a echo lo que quiere con ustedes hasta el día de hoy- me frustre y no pude contenerme.
-¡Estuve sola todos estos años Edward! Incluso en ese entonces cuando te creí muerta, mi padre acababa de fallecer y quede sin mas familia!- me grito ella de regreso ocultando sus lagrimas, su cuerpo tiritaba al igual que el mío por la rabia
-Entiendo amor, de verdad que lo hago pero necesito hacer algo- dije mientras caminaba hacia la puerta –No me importa mi venganza o si me descubren, lo matare con mis propias manos y los sacare a Ti, Anne y a Charlie de este lugar- Bella comenzó a negar frenética.
-No es tan fácil ahora- y su rostro se puso tenso nuevamente.
-¿Qué es ahora?- le pregunte exasperado, su respiración se acelero tanto que pensé que en cualquier momento podría darle algo.
-Edward yo…- estaba hiperventilando asustada y me acerque a ella, realmente su reacción me asusto.
-¿Tú que amor?- le pregunté al borde de la impaciencia.
-No es tan fácil ahora por que yo…estoy embarazada y él lo sabe- solté sus manos mirándola horrorizado y mi corazón se detuvo, el dolor cubrió sus ojos y ella pudo ver que con eso termino por matar mi corazón.
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Re: El Conde Montepulciano
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-No es tan fácil ahora por que yo…estoy embarazada y él lo sabe- solté sus manos mirándola horrorizado y mi corazón se detuvo, el dolor cubrió sus ojos y ella pudo ver que con eso termino por matar mi corazón.
-Edward- me dijo afligida y extrañada por mi reacción y sus ojitos reflejaron el mismo dolor que el mío.
-Ahora que se que Charlie es mi hijo no pienso separarme de él y menos por Alec, lo sacare de esta casa y lo llevare conmigo- ella abrió sus ojos horrorizada.
-No me puedes quitar a mi hijo- su tono de voz subió de nivel.
-¿Para que quieres que lo deje aquí viviendo contigo, para que tenga la misma suerte que Eleonora?- sentí mi mejilla quedo mirando hacia la otra parte del cuarto y comenzó a arder, al girar mi rostro nuevamente a Bella, ella aún tenia su mano alzada debido a la cachetada que me había propinado, sus ojos con tanto dolor fueron mi alerta de que me había pasado de la raya.
-Perdóname- le dije cerrando los ojos para tranquilizarme.
-Puede que no haya hecho las cosas de la mejor manera pero todo lo hice en base a lo mejor para mi hijo, ¿puedes entender que estaba sola? Quien quiera que se acercaba para ayudarme terminaba lastimado ¿te hubieses sentido mejor si Esme, Carlisle o alguien de los chicos estuviese muerto por mi culpa?- la mire disculpándome con al mirada, ella tenia razón, cada cosa que había hecho lo hizo para el bien de nuestro hijo, aquel pequeño que había sido tan bien educado y poseía un gran corazón como el de su madre a pesar de vivir rodeado de tanta maldad.
-Perdóname Bella, es que esto me tiene con la cabeza…- no supe como terminar, ella me miro comprensivamente y me tomo el rostro con sus manos, su mirada se dulcifico.
-Lo entiendo amor y se que serás el mejor padre que Charlie podría tener- cerré mis ojos disfrutando de su toque pero los volví a abrir para preguntarle aquello que me carcomía.
-¿Qué sucederá contigo, Alec y… y con él?- hice una seña a su vientre, ella bajo la mira y luego volvió a mirarme a mi extrañada.
-¿Tu no…?- ella se veía triste pero luego paso a verse confundida y me sonrío ¿Qué tiene de divertido todo esto?, pensé molesto –¿Recuerdas que en el avión te dije que necesitaba decirte algo?- asentí.
-Dijiste que no era el momento, supongo que me dirías lo de Charlie ¿no?- ella negó levemente.
-Para eso tenia pensado decirlo de otra manera pero dadas las circunstancias tuve adelantarlo- ¿Ella pensaba seguir ocultándomelo acaso? ¿Qué no se daba cuenta que era la mejor noticia que me hayan dado en la vida?
-¿Entonces?- le pregunte confundido, Bella me sonrío y tomo mis manos para dirigirlas hasta su vientre, me tensé y me sentí nervioso por aquel contacto, aquella pequeña criatura seria lo que desde ahora en adelante nos separaría de ser una familia feliz.
-Mi vida- me dijo cuando me vio nervioso, acaricio mi mejilla y me sonrío con tanto amor que me sobrecogió el corazón –Este bebito que crece en mi- acaricio sobre mi mano que estaba sobre su vientre y luego volvió a mirarme directamente a los ojos con ese brillo único en sus ojos –Este bebé es tuyo- creo que deje de respirar en ese instante por que me sentí mareado, instintivamente camine hasta su cama y me senté sin poder entender lo que ella me había dicho -¿Estas bien?- su tono de voz cambio a uno preocupado –Edward entiendo que no es un buen momento pero las cosas…- alce la mano para que me diera un minuto.
-Pero tú y Alec…- recordé dolorosamente lo que ella no pudo negarme.
-Es la primera vez que pasa amor, la primera noche me golpeo por que me negué y bueno ¿Qué harías si se sube sobre ti alguien que tiene cuatro veces más fuerza que tu?- su voz débil me hizo mirarla y sus ojos se opacaron con el recuerdo –De igual modo apareció cada noche puntualmente para dejarme embarazada- su cuerpo tembló y su rostro se volvió una mueca de asco –Lo que él no sabia es que yo ya estaba embarazada- su rostro recobro su luminosidad –Me entere el día que saliste con Jane, Alice lo intuyo cuando le conté sobre mi periodo- un leve rubor cubrió sus mejillas y no ahondo más en ese tema –Nunca había tenido relaciones con Alec hasta la semana recién pasada, siempre encontraba un método para zafarme pero esta vez fue inevitable- se lamento y de inmediato la abracé para tranquilizarla.
-Perdóname por eso Bella, no debí dejarte sola- podía sentir que negaba con la cabeza y a su vez pequeños sollozos salían de sus labios.
-¿No quieres al bebé?- aquella pregunta me pillo desprevenido ¿Cómo no lo iba a querer? Y fue ahí cuando me percate que no había caído en la cuenta. ¡Sería padre! Otra vez pero esta vez sería diferente por que lo conocería desde que llegara a éste mundo, esta vez nada ni nadie nos separaría. Mire a Bella y sin importarme que alguien entrara por esa puerta la besé con todo el amor del mundo.
-Te amo- le dije y volví a besarla –Te amo –besó –Te amo- más besos sobre su rostro y ella sonreía feliz -No sabes lo feliz que me haces mi amor, un hijo- le dije orgulloso.
-Otro más- me corrigió sin dejar de sonreír, una que le devolví lleno de ilusiones, esto cambiaba considerablemente los planes.
-¿Alice lo sabe?- le pregunte cuando recordé esa parte que menciono, ella sonrío picara.
-Y tu madre, al igual que lo de Charlie- no pude decirle nada por que me miraba con esos ojitos soñadores, cuanto la amaba y caí en la realidad.
-Tengo que sacarte de aquí cuanto antes- le dije serio parándome de la cama y atrayéndola hacia mi.
-Las cosas se complicaron mi amor- dijo ella tomando mis manos para detenerme y girarme a ella –El doctor vino ayer y le informo a Alec que estoy embarazada y bueno, yo creo que la idea lo cegó simplemente por que asume que el bebé es de él- gruñí molesto, esta vez no pasaría lo mismo con otro hijo mió, ambos eran míos y no volvería a compartir mi rol de padre con nadie más, menos con alguien como él.
-Con mayor razón debo sacarte de aquí- le dije decidido.
-No Edward no lo conoces, él es capaz de asesinarte sin importarle las consecuencias si se entera que estas vivo y más aún que este bebé es tuyo, yo…-ella desvío sus ojos de mi –Yo tenia pensado en una clase de idea- dijo dudosa.
-No voy a tranzar en esto Bella- le dije decidido –Ya me siento lo suficientemente mal con haberte dejado esta semana a merced de él como para repetirlo y que mi hijo haya vivido expuesto a sus abusos.
-Escúchame al menos- me rogó.
-Lo haré pero eso no garantiza que acepte- necesitaba sacarlos de aquí, incluso a la pequeña Anne que se había ganado mi corazón con su ternura. Necesitaba que mi hijo supiera que era su padre y tener la certeza de que mis hijos crecerían sanos y salvos.
-Dejaremos que Alec siga creyendo que el bebé es suyo- ella me silencio cuando vio que iba a protestar –De ese modo me aseguro que no le hará nada a Charlie o a Anne y de paso tenemos algo de tiempo para que limpies tu nombre -¿Cómo ella podía seguir pensando en eso? Las cosas cambiaron incluso antes de que ella me confesara que era padre por partida doble, desde que la vida de Bella comenzó a peligrar.
-No puedo- le dije con dolor para que ella comprendiera que no podía ceder a algo como aquello.
-Necesito que confíes en mi Edward, yo estoy igual o más interesada por que ellos paguen lo que hicieron, después de siete años entiendo que Eleonora no murió por mi cobardía sino por la cobardía de un hombre por creer que tiene el poder sobre una mujer sin las fuerzas para oponérsele, su muerte no quedara impune ¿me entiendes?- me pregunto mirándome a los ojos, tuve que desviarlos para que mi decisión no flaqueara y negué levemente –Por favor Edward, desde que Alec cree que este bebé es suyo a cambiado completamente.
-¿Cómo lo fue cuando estuviste embarazada de mis mellizos?- le pregunte desesperado por que desistiera, su rostro se contrajo por el dolor pero aún así se mantuvo firme.
-Esa vez fue distinto por que él sabia que eran tuyos, esta vez no- su decisión ahí estaba, tatuada a fuego.
-No me pidas que lo acepte- le dije sabiendo que no podía hacer nada en contra de su decisión.
-Solo pido que me des tu apoyo, algo de tiempo y que no me dejes sola.
-¡Nunca!- le dije seguro.
-Eso lo se- me dijo amorosamente acariciando mi mejilla –Pero realmente esto es importante para mi, por ti, por mi, Charlie, Anne y este nuevo bebé- dijo acariciando su vientre, aún sin poder creerlo pose mi mano sobre su aún plano abdomen, esto era para no creerlo, hace unos minutos atrás pensé que con aquella noticia mi vida y mis sueños de formar una familia habían acabado, aquella que idee en un segundo desde que supe que Charlie era tan mío como de ella –Necesito hablar con tu abuelo- la mire asombrado y negué fervientemente.
-Eso si que no Bella, él te pondrá en peligro y no estoy dispuesto a arriesgarte más aún de lo que ya estas.
-Él es inteligente y frío para analizar la situación, realmente lo necesitamos en esto y cooperara si sabe que pienso ayudarlo- me dejo sin palabras.
-Pero…- iba a seguir replicando cuando escuchamos pasos acercarse hasta su habitación, ambos nos miramos asustados.
-¡El balcón!- susurro rápido caminando hasta el ventanal de su habitación que conducía a un amplio balcón.
-No quiero dejarse sola- le dije sintiendo que mi corazón se quedaba con ella.
-No lo estoy tontito, estoy con un pedacito de ti aquí- con mi mano unida a la suya acaricio su tripa –Ahora es más patente aún- me sonrió.
-Prométeme, ¡NO!, júrame que pase lo que pase me lo contaras todo, lo bueno e incluso lo malo- ella iba a replicar –Bella si veo el mas mínimo indicio de peligro para ustedes los saco de aquí sin importarme las consecuencias- le dije serio para que viera que no estaba jugando, ella sonrío tiernamente.
-Me encantas como te ves así- me beso rápidamente en los labios y en es momento la puerta de su habitación se abrió, cerro las cortinas sin alcanzar a cerrar la ventana por lo que me agazape para que no se viera mi sombra a través del visillo.
-¿Qué hacías?- escuche la voz de Alec y las ganas de saltarle encima me llenaron por completo y la sangre comenzó a hervirme.
-Necesitaba un poco de aire por que me maree de pronto- escuche como se acomodaba en su cama y mire através del visillo.
-¿Necesitas que llame al medico?- claro, ahora se viene a preocupar por ella, bastardo.
-No Alec, estoy bien- le dijo ella ¿le estaba sonriendo? Mis manos se convirtieron en puños pero de inmediato recordé lo que ella me había pedido, que confinara en ella ¿podría resistirlo?
-Heidi me a dicho que Anthony vino a buscarme pero no lo encuentro ¿lo has visto?- me golpee la frente por idiota.
-No he salido de mi cuarto como me lo has pedido- dijo ella con su carita tan inocente que me hizo sonreír –Quizás ande dando vueltas por los jardines.
-Bien, tienes que descansar mi amor- acaricio su mejilla donde tenia el cardenal que comenzaba a desaparecer –Siento eso- le dijo aludiendo a la marca –Es solo que cuando pienso que podrías dejarme o no querer estar conmigo me vuelvo loco- sus manos se afianzaron entre su cuello y su nuca, Bella se las aparto con delicadeza.
-Eso a cambiado ahora Alec, ahora estaremos más unidos que nunca y tu debes cuidar de mi, no perder la cabeza- le dijo comprensivamente, se acerco a él y lo abrazo provocando que él se relajara. Bella desvío su mirada hacia mi y estaba seguro que ella podía sentir que la estaba mirando, lo confirme cuando ella me lanzo un besó.
Bajé por una enredadera con algo de espinas por lo que me deje las manos y el rostro arañado. Me escabullí por los jardines sin que nadie me viera, a lo lejos pude ver a Charlie jugando con Gregorio y algo en mi pecho se contrajo cuando lo vi, busque algún rastro de mi en él pero era tan idéntico a su madre que si no me lo hubiese dicho nunca podría haberlo adivinado, al menos mi hijo había sacado lo mejor de los dos, ella.
-Tío- dijo feliz cuando me vio pero yo fruncí mi ceño al escucharlo. Paciencia, ya llegaría el día que me dijera papá.
-Hola Charlie- lo salude con un abrazo y es que no me pude contener.
-¿Qué le paso tío?- su pregunta me dejo extrañado pero él sonrío –¿Tuvo una riña con un gato?- sus risitas me llegaron al corazón y me vi riendo con él.
-Algo así- le conteste -¿y tú que haces?- le pregunte observándolo más de la cuenta, sus ojos chocolates ahora me eran mucho más calidos.
-Intento enseñarle a Gregorio algunos trucos pero solo salta- dijo molesto, le revolví el cabello que en ese momento me pareció más parecido a mi color que al de Bella ¿estaba poniéndome paranoico? Puede ser.
-Creo que eso es lo mejor que se les da hacer- el asintió.
-¿Ha visto a mamá?- pregunto, su rostro cambio a uno preocupado y triste.
-¿Por qué lo preguntas?- me senté junto a él en el césped.
-Papá- eso me dolió –No a dejado que la veamos en toda esta semana, dijo que estaba enferma y cansada- sus ojitos se cristalizaron –Pero yo se que la golpeo- mi niño era todo un hombre fuerte y me jure en ese mismo instante que no volvería a verlo así de triste y menos preocupado a su corta edad.
-Puede que este enferma y Alec intente que no te contagies- tuve que mentirle para que no se sintiera mal.
-Lamento los problemas que traje, a papá no le gusto lo que dije acerca de usted- y sin poder contenerme lo abracé, él no podía sentirse mal por desear que yo fuera su padre, desde que supe que él era hijo de Bella yo lo único que deseaba era que hubiese sido mió también y ahora que sabia que lo era todo encajaba a la perfección.
-¿Quieres que te cuente un secreto?- él se aparto suavemente para mirarme expectante –A mi igual me gustaría que tu fueses mi hijo- tan verdad como que amaba a su madre –Tú y Anne serian los hijos que siempre desee- él me sonrió y ahora fue él quien me abrazó.
-¡Charlie!- me tensé cuando escuche la voz de Alec y le pequeño de inmediato se aparto de mis brazos, él guardo silencio y bajo su mirada, podía verse que le temía a su "padre", mire a Alec que se acercaba a paso rápido y algo que estaba pensando hizo suavizar su mirada.
-Si papá- le contesto fuerte y claro.
-Ya puedes ir a ver a tu madre, ella te espera en su cuarto- el niño lo miro con una sonrisa –Solo intenta que no haga nada con fuerza ¿bueno?- al menos el maldito realmente se estaba preocupando.
-Alec- le dije tendiéndole mi mano cuando estuvimos a solas.
-Anthony disculpa la demora, hace poco Heidi me informo que estabas aquí ¿Cómo va todo?- me pregunto. En cuestión de minutos nos pusimos al día con los asuntos de trabajo y de las inversiones -¿Cuándo crees que comenzaré a ver los resultados?- pregunto confiado con una sonrisa.
-Pronto- le dije devolviéndole la sonrisa, su dinero aumentaría explosivamente para que sintiera el sabor dulce en la boca para que de un día para otro desapareciera por completo incluyendo su capital, que se reducía a toda su herencia familiar.
-Así me gusta- dijo palmeando mi hombro -¿Te quedas a cenar? Tengo una noticia que dar y me gustaría que estuvieras ahí- intente no dejar de sonreiré pero me era sumamente difícil.
-Claro- dije despreocupadamente -¿Sucede algo?- me hice el desentendido.
-Una excelente noticia que compartir, hubiese preferido haber hecho una gran celebración pero Isabella es algo más tradicional y solo quiere a la familia pero dudo que le moleste que estés presente- maldito, pensé mientras le sonreía.
Pase el resto del día en su despacho analizando posibles situaciones, incluso me di cuenta que el canalla ya confiaba en mi ya sin ningún tipo de reparo o duda me confidencio un negocio que estaba haciendo con su padre en el que se verían sumamente beneficiados ¿la mayor razón? No estaban siendo fiscalizados ya que se tenían parte del sistema político y judicial comprados.
-Tienes muy buenos contactos- le dije como si estuviese admirado por lo que me decía.
-Los mejores hombre, ya he perdido la cuenta a cuantos he hecho pagar sin siquiera tener pruebas- aquello me alerto y ahora él tenia toda mi atención.
-¿Cómo la historia que contaron tiempo atrás del campesino?- intente no sonar muy ansioso, Alec asintió sonriente.
-Tan fácil como quitarle el dulce a un niño, lo mejor es que el infeliz ese termino muerto antes de que alguien intentase buscarlo- su mirada seguía en sus documentos.
-¿Y que fue lo que hizo para que te ensañaras con él?- Alec me miro con una sonrisa maliciosa.
-Posar sus ojos donde no debían- y se encogió de hombros y siguió en lo suyo.
-¿Manejaste la ley para castigarlo?
-¿Qué? ¿Tú nunca lo hiciste en Italia?- pregunto confundido y viendo que lo estaba cuestionando.
-Claro- le dije como si fuese lo obvio y él me sonrío en camaradería. Ya tendría que buscar la manera de que incluso la "justicia" pagara por todo lo que tuve que pasar injustamente.
Así fue que nos dio hasta la hora de la cena y al fin Bella apareció por el salón, claramente había maquillado su mejilla y su cuello para tapar aquellas horribles manchas, Anne ya estaba dormida y Charlie estaba muy aferrada a su madre como si quisiera que no la apartaran, Alec hablaba animadamente con sus padres por lo que aproveche de acercarme a Bella.
-¿Cómo estas?- le pregunte en tono bajo.
-Todo ira bien- me dijo intentando tranquilizare y me sentí mal por que ella hiciera eso en lugar de ser yo quien lo hiciera.
-Confío en ti- le dije guiñándole un ojo.
-¿Dónde esta mi prima Anthony?- Bella frunció su ceño y yo me gire para mirar a Alec.
-No he hablado con ella Alec pero pensé que estaría aquí- dije como si lamentara el que no estuviese.
-Puedo llamarla- me dijo a modo cómplice pero antes de que dijese cualquier cosa alguien me apoyo.
-Démosle un poco de respiro a Anthony Alec- dijo Dídima llegando a mi y engancharse en mi brazo, mire a Bella quien se veía claramente molesta y no pude resistir el sonreír al verla como una niña pequeña.
-No creo que le moleste estar con su prometida, madre- le discutió Alec. Dídima hizo como que no lo escuchaba y me encamino hacia el otro lado de la sala.
-¿Estas bien?- me pregunto curiosa.
-Claro no tienes por que preocuparte, no me molesta- le dije despreocupado.
-Es solo que esa niñita puede llegar a ser algo pegadiza- y me miro fijamente.
-¿Y eso te molesta?- fui insinuante y ella sonrío encantada.
-Podría ser- tenia que aceptar que Dídima se conservaba bien y es que de seguro había tenido a Alec muy joven pero aún así me parecía repulsiva.
-¿Intentas decirme algo?- mire hacia mi alrededor y todos estaban enfrascados en sus propias conversaciones, menos Bella que estaba sentada sobre el sofá con Charlie en su regazo y me miraba de reojo.
-No claro que no pero nadie sabe…- se acerco peligrosamente a mi y sonreí al percatarme de quien había llegado, me hice el timidito y me aparte un poco de Dídima.
-¿Sucede algo tía?- pregunto ácidamente Jane, Dídima se aparto rápidamente entre asustada y molesta.
-Hija que bueno tenerte aquí- le dijo a modo cariñoso pero que se podía notar que Jane no se lo había creído para nada.
En cosa de segundos Dídima se perdió por el salón dejándome a solas con Jane.
-Que bueno que estas aquí- mentí y besé su frente.
-Ya te creo- fue todo lo que dijo como respuesta y sonreí comprendiendo, un punto valioso a mi favor –No entiendo, tío Marcus esta unos pasos más allá ¿Qué no le importa?- dijo enojada.
-Tranquila cariño, puede que simplemente sean imaginaciones mías- la pique un poco más.
-Claro que no Anthony, lo vi con mis propios ojos- dijo ella ofendida –Esto no se quedara así- me aseguro decidida y asentí haciéndome el avergonzado.
Desde ese momento comenzaría mi venganza y a caer uno por uno, la primera seria Dídima, pilar fundamental para que el resto comenzara a cometer errores.
-Familia, tengo un anuncio que darles- dijo Alec con una sonrisa mientras abrazaba a Bella por la cintura, respire repetidas veces para tranquilizarme.
-Habla hijo- le insto su madre.
-Bueno, resulta que en la visita del doctor nos a traído excelentes noticias- Bella me miro a los ojos intentando darme fuerzas –Bella esta embarazada- dijo muy orgulloso.
-¿Un hermanito?- le pregunto Charlie sonriente y Bella asintió con dulzura.
Pronto nos vimos alzando nuestras copas festejando las "excelentes" noticias.
-Serás la mujer embarazada más hermosa que haya visto- le susurre bajito cuando abrace a Bella para "felicitarla"
-Y tú eres el padre más guapo que conozco- me respondió en el mismo tono y nos vimos sonriéndonos cómplices.
-Y tu prima ¿para cuando tienen la fecha del casamiento?- le pregunto Alec a Jane y de pronto me sentí acorralado y asustado, ese era un tema que no habíamos llegado a un acuerdo.
-Tengo todo eso arreglado, es cosa de que Anthony se encargue de llegar a la iglesia- Bella se tensó a mi lado.
-¿Qué fecha exactamente?- pregunto Dídima y yo mire extrañado a Jane.
-Tengo todo listo para dentro de dos meses- me sonrío ampliamente como si me hubiese dado la mejor noticia de mi vida -¿Estas feliz cariño?- me preguntó cuando se acerco a mi y me acaricio la mejilla.
-Claro- fue todo lo que dije.
-¡Excelente, entonces tenemos dos motivos que celebrar!- dijo Alec animadamente mientras se llevaba a Bella y alzaba su copa para celebrar- ¿celebrar que? ¿Que podía estar cerca de mi esposa y mis hijos y yo no? Esto había comenzado y me encargaría de que todos pagaran cada lágrima y sufrimiento que tuvo que pasar Bella e incluso por aquellos que nunca pudieron hablar y que simplemente se cruzaron por un mal camino.
"Aliados"
BPOV
-Mami ¿mi nevo hemanito será ñiña como yo?- me pregunto Anne con aquella vocecita algo gangosa y chillona a la vez, mis pequeños y yo nos encontrábamos tendidos sobre el césped del jardín trasero disfrutando el simple hecho de estar los tres juntitos, aunque ciertamente daría mi vida por que fuésemos cuatro en esos momentos, si era más precisa serian 5 en un par de meses más.
-Eso no lo sabemos aún mi princesa, tu hermanito estará aquí una temporada y cuando quiera conocernos al fin saldrá y sabremos que es- le acaricie sus cabellos rubios mientras veía hacia el otro lado a mi pequeño Charlie tan concentrado mirando aquellos manchones de nubes que pasaban rápidamente -¿Qué miras?- le pregunte con una sonrisa, él giro su rostro que estaba apoyado bajo mi brazo entre mi pecho y mi estomago, en la misma posición que su hermana pero desde el otro lado.
-Mira, esa nube tiene forma de conejo- me señalo los manchones blancos, a decir verdad si utilizaba bien la imaginación y me concentraba en ello, se podía ver una bolita con orejas y una cola pequeña y redonda.
-¿Quién te enseño eso?- le pregunte curiosa.
-Tío Anthony- se me contrajo el corazón de ternura y una enrome sonrisa se formo en mi rostro -Me dijo que cuando extrañase a alguien que lo hiciera y vería su rostro en las nubes pero aún no resulta- dijo mientras miraba nuevamente al cielo y presionaba su vista imaginadote algo ahí arriba.
-¿A quien extrañas?- Anne comenzó a cantar una canción distraída mientras jugaba con sus deditos.
-Tío Anthony me prometió que vendría a vernos pronto- dijo apenado, y recordar aquello me entristeció de igual manera. Habían pasado dos largas semanas desde que él estuvo aquí conmigo, precisamente en la cena en que Alec dio la gran noticia de "su" bebé, já.
-Ya vendrá mi pequeño, es solo que a estado muy ocupado por el trabajo- no quería mentirle pero a decir verdad Edward no había querido decirme en que andaba, solo me pedía que confiara en él y eso siempre lo haría.
-Quizás ya se olvido de nosotros ahora que tendrá nueva familia con tía Jane- y un fuerte dolor en el pecho, exactamente en el corazón me golpeo tan certero por lo obvio que no lo pude dejar pasar por alto, aquello me estaba poniendo de los nerviosa, esto era una cuenta regresiva que me mataba poco a poco a la espera de una solución que me diera, que me dijera que tenia todo planeado para evitar esa boda, pero aún no me decía nada. Yo en casa solo veía a Jane de aquí para allá hablando de diseños, colores y lugares. Morir, puede ser por eso que me gustaba pasar más tiempo en el jardín que en la casa las últimas semanas.
-Él no nos olvidara hijo, nos ama demasiado como para eso- mi pequeño me observo con una gran sonrisa como si me hubiese pillado en algo.
-Se que lo hace- su respuesta me extraño pero sobre todo por su mirada cómplice.
-¿A que te refieres?- él se encogió de hombros y siguió en lo suyo dejándome completamente picada por saber.
-Te quero mami- dijo de pronto mi pequeña abrazándome.
-Yo también má- dijo Charlie también abrazándome –Y a mi hermanita nueva- y beso mi plano vientre, sin poder resistirme un par de lágrimas brotaron de mis ojos por la ternura.
-Yo los amo más mis tesoros preciosos- les dije a ambos respondiendo a sus abrazos, me levante para dejarlos debajo de mi y comencé a llenarlo de besos –Me los como, me los como- les dije mientras aprovechaba de hacerles cosquillas a sus costados.
-¡No mami, no!- me grito entre risitas Anne.
-¡Isabella!- me detuve en seco al escuchar la voz fuerte de Alec, mis pequeños se removieron inquietos y algo asustados -¿Qué te he dicho de ser cuidadosa?- se acerco hasta nosotros y me tomo del brazo para levantarme –Tienes que tener cuidado y cuidar a nuestro hijo- me abrazo por la espalda y posos sus manos sobre mi tripa, provocándome de inmediato aquel rechazo asqueado, me aparte de él y me arrodille para quedar abrazada a mis hijos.
-Creo que me levante muy rápido- mentí haciéndome la mareada, lo bueno de todo esto es que Alec intento varias veces meterse a mi cama, claro como lo había hecho un par de veces la semana pasada creía que así sería siempre de aquí en adelante pero con lo del embarazo le sugerí que podría ser peligroso APRA nuestro bebé alguna clase de intromisión.
-¿Te llevo a tu cuarto?- dijo preocupado arrodillándose también a mi lado.
-No te preocupes, imagino que tienes mucho trabajo ¿no?- y pensé en una sutil idea –Yo creo que si por que no e visto a Anthony por aquí por lo que supongo que el trabajo te lo estas llevando todo tu- intente sonar comprensiva.
-Algo así- dijo frotándose la frente –Lo bueno es que el negocio va marchando excelente, el dinero por lo menos se a duplicado las ultimas semanas- sonreí a sabiendas de lo que ello significaba.
-¿Y donde esta Anthony?- le pregunte como quien no quiere la cosa.
-Tuvo un viaje repentino a no se donde, me dijo que volvería en un par de días pero ya lleva una buena semana allá- fruncí el ceño, él no me había informado de nada de eso.
-¿Y no…?- no alcance a preguntarle por que llego Heidi.
-Señor, tiene una visita en su despacho- Alec asintió como si lo hubiese estado esperando, beso mi frente y despeino a los pequeños para entrar a la casa dejándome con una enorme pregunta en la cabeza ¿Dónde estaba Edward?
Finalmente ya era algo tarde por lo que entre con los niños a la casa, los lleve al cuarto de baño y los bañe juntos como hace mucho no hacia, los pequeños solo reían y salpicaban agua con espuma por todos lados, esta era la imagen perfecta para poder respirar en paz, ver a mis hijos felices abstraídos de las cosas malas del mundo, solo me faltaba a uno más para poder vivir, respirar podía ser fácil, vivir no tanto sin él.
Unos golpecitos en la puerta de la habitación de Anne me hicieron reaccionar, mi pequeña estaba profundamente dormida luego de que se tomara su biberón completo y le leyese un cuento sin contar que los baños siempre fatigaban a los pequeños.
-Señora Isabella, tiene una llamada telefónica- me informo Heidi desde la puerta, me levante de la cama y camine con el máximo sigilo hasta ella.
-¿Quién es?- le pregunte mientras pasaba por fuera del cuarto de Charlie y comprobaba en efecto que también estaba dormido.
-Una mujer que dice ser su amiga, una tal Aurora Stevenson- sonreí agradecida y baje casi corriendo las escaleras hasta el estudio de Alec.
-¿Aurora?- pregunte emocionada.
-No mi amor, lo siento solo soy yo- al escuchar la voz de Edward mis piernas temblaron como un flan.
-Mi amor, esto es mucho mejor- dije bajito conteniéndome al máximo para no ponerme a gritar.
-Me alegra, te e echado mucho de menos- podía escuchar su voz afligida.
-Estoy bien, te lo prometo- le dije para tranquilizarlo, podía imaginar que estaría hecho un manojo de nervios todos estos días pensando en que si Alec me había hecho algo.
-¿Segura? No había podido comunicarme antes por que estaba fuera de la ciudad y moría por saber de ti mi amor- eso me recordó que quería preguntarle donde estaba.
-También te amo precioso ¿Dónde estabas?
-De eso quería hablarte, necesito verte ¿puedes inventar algo para mañana en la mañana?- me lo pensé un poco.
-Es que no me deja sola ni a sol ni a sombra, quizás si le digo que quiero comprar cosas para el bebé me deje o me mande a Heidi de perro guardián- bufé.
-Enviare a Theo para que te espere en la plaza, si consigues llegar él te traerá- se produjo un pequeño silencio en donde intuí que Edward estaba pensando en algo.
-¿Sucede algo?- le pregunte algo asustada.
-Me estaba volviendo loco todos estos días ansioso de saber como estabas- su voz triste me lleno de la misma tristeza –Saber como estaba tú, nuestro bebé, Charlie y Anne- sonreí por que nos consideraba a todos como un solo pack.
-También te extrañe horrores- en ese preciso momento escuche la puerta abrirse y al girarme Alec estaba observándome.
-Ya tendremos tiempo para estar solos y quizás portarnos un poquito mal- su voz juguetona me hacia reír pero me contuve ya que la mirada especulativa de Alec me ponía nerviosa.
-También me alegro saber de ti Aurora- le dije para que me entendiera y Alec por su parte sonrío satisfecho con aquella respuesta.
-Comprendo, ese imbécil ya te fue a supervisar.
-Así es- dije como si nada.
-Nos vemos mañana bonita, sueña conmigo.
-Siempre Aurora y muchos besos al pequeño Matt.
-Besos para ti también, te amo- y corte la comunicación.
-¿La esposa de Stevenson?- se acerco a mi y me abrazo por la cintura, ni su cercanía me arruinaría el momento de felicidad por hablar con Edward.
-Así es, quería saber como me encontraba por lo del embarazo- el sonrío y miro mi estomago para acariciarlo.
-Es lo más lindo que pudo pasarnos- sus ojos brillaron tanto que me asuste.
-Estoy cansada- le dije zafándome de su abrazo –Bañe a los niños luego de jugar toda la tarde- camine en dirección a la puerta para marcharme.
-Debes dejarle esas labores a Heidi- su voz demandante me hizo girarme algo molesta.
-Yo soy la madre y seguiré haciendo todo por mis hijos, estoy embarazada no discapacitada- me gire de nuevo para salir pero recordé algo importante –Eso me recuerda ¿mañana puedo ir de compras?- él me miro escéptico –Quiero comprarle algunas cosas al bebé- sonrío solo con nombrarlo.
-¿Quién te acompañara?- fruncí el ceño.
-No necesito una niñera puedo cuidarme perfectamente bien, además es algo que quiero hacer con algo de intimidad, prometo cuidarme y si llegase a sentir cualquier malestar llamare para que me vayan a buscar- su rostro mostraba todos los cuestionamientos que estaban pasando por su cabeza.
-No creo que sea…- me acerque a él con mirada tierna.
-Es importante para mí el poder elegir la ropita de nuestro bebé- asco, eso es lo único que me producía incluirlo a él en algo que jamás seria real.
-¿Estas segura? Quiero decir, que antes sola por las calles puede ser peligroso- sonreí internamente, estaba cediendo.
-Alec, tienes que confiar en mi por que ¿quien mas que yo quiero que nuestro bebe este sano?- él asintió y con todas las fuerzas en mi estomago me acerque para dejar un casto beso sobre sus labios –Gracias- le dije y pude ver sus ojos consternados y con cierta emoción.
Salí de ahí antes de que me exigiera algo más que aquello y llegue a mi cuarto con la sensación de triunfo, al menos mañana vería a Edward después de dos largas semanas.
Puntualmente a eso de las 10 de la mañana, Theo me esperaba entre la gente sin llamar mucho la atención, camine sin verlo fijamente y cuando divise el automóvil camine directo sin hablarle y entre, él me siguió a los pocos minutos y se sentó en el asiento del piloto.
-Buenos días señor Isabella- me saludo con una gran sonrisa cuando se giro para verme.
-Hola Theo- le respondí de igual manera.
Aprovecho para felicitarme por el nuevo integrante a la familia Cullen y que me debía de cuidar, además de decirme que se me notaba el aire materno ya que me veía más hermosa de lo habitual. Al llegar a la imponente mansión, Edward salio como un bólido para recibirme, no fue necesaria ningún tipo de palabras, me saco del auto en un férreo abrazo y luego comenzó a besarme como si el mundo se le fuese en ello.
-Si no le das un poco de aire, dudo que me dejes poder hablar con ella antes de que se desmaye- me tense cuando escuche una voz que no conocía, me separe de Edward y vi a un hombre observarnos desde la gran puerta de la mansión con una gran sonrisa, su pelo color cenizo iba a juego con su larga barba, vestido elegantemente se acerco a mi algo dubitativo, pero miro a Edward y alguna clase de seña le hizo que, que el hombre termino por acortar la distancia, me tendió su mano y yo alargue la mía para que dejara un casto beso en ella –Archibald Masen, un gusto- me tensé de inmediato al saber que era el abuelo de Edward.
-Un…gust…yo…- él me sonrío al ver lo nerviosa que me puse.
-Tranquila Bella, Edward y yo ya hemos hablado tendido y se que tienes algo para decirme pero eso lo dejaremos para después ¿nos acompañas con un té?- asentí sin saber mucho que hacer, Edward dejo su mano sobre mi espalda y juntos entramos todos a la gran mansión.
-¿Por qué no me dijiste?- le pregunte en un susurro cuando íbamos por el largo pasillo hasta el comedor.
-Temí que no quisieras venir- me dijo con una sonrisa juguetona.
-Así que otro bebé ¿eh?- me dijo el abuelo de Edward mientras tomábamos un té acompañado de algunas galletas, me sonrío ampliamente y me sonroje mirando a mis manos.
-Le conté a este viejo cascarrabias lo de Charlie también, espero no te moleste- Edward tomo mi mano para darme apoyo.
-No esta bien, después de todo eres el papá- pude sentir las amplias sonrisas de abuelo y nieto sobre mi y me ruborice aún más.
-Como lo has llevado hasta hoy habla de la gran valentía y temple que posees muchacha, creo que te subestime- lo mire asombrada.
-Gra…gracias- dije avergonzada.
-Bien, creo que hay ciertas cosas que hablar ¿no?- dijo el anciano levantándose de la mesa, Edward me ayudo a ponerme de pie y juntos los tres nos fuimos al estudio de Edward.
-¿Qué era aquello que necesitabas hablar con Bella?- pregunto sin rodeos Edward.
-Hijo, me gustaría que nos dejaras a solas- Edward lo miro como si fuese a estrangularlo por la absurda idea y yo lo mire sin saber que decirle.
-Tengo que saber que le vas a pedir- dijo tajante.
-Por eso mismo necesito que salgas de aquí, te doy mi palabra que no la pondré en peligro pero tienes que entender que ahora ella esta tan metida en esto como nosotros ¿acaso tu le cuentas todo lo que hablamos?- Edward puso su mejor cara molesta pero al parecer aquel reclamo había surtido efecto, él me miro a mi preocupado.
-No estas en la obligación de aceptar nada que no creas prudente, recuerda que ahora no solo tienes que cuidarte por Charlie y por Anne- acaricio mi tripa y dejo un casto beso sobre mis labios –Y tú- le dijo mirando a su abuelo –No te pases- y salio del lugar dejándome completamente nerviosa con aquel hombre imponente.
-Edward es más testarudo que yo incluso en mis mejores años- sonrío amablemente y me indico que me sentara frente a él –Se que no me porte muy bien contigo y la relación que tienes con Edward, creo que de cierta manera me encegueció las ganas de vengarme al fin ¿Edward te contó que perdí a mi querida Amelie por culpa de esos bastardos?- asentí –Aún no puedo superarlo del todo y me hizo olvidar que la relación que tienes con mi nieto es igual de hermosa que la que yo tuve con su abuela.
-Lo lamento- le dije sinceramente.
-No te preocupes muchacha, Edward tiene razón y tú ahora solo debes preocuparte en cuidar de tus hijos y el nuevo que viene en camino- sonreí.
-Pero también quiero ayudar, supongo que Edward también le contó acerca de la melli…- suspire para darme animo.
-Los mellizos, si lo hizo no te preocupes- me dijo él para ayudarme.
-Bueno, como verá también tengo mis motivos y haré lo que pueda y lo que este en mis manos- él asintió y lo vi analizando mejor sus palabras.
-Seré claro contigo, conozco muy bien a esa familia y a pequeño Alec prácticamente lo vi nacer, se que el muchacho es imperioso pero sobre todo tiene aquel instinto avasallador con el que cuida todo aquello que cree que le pertenece –asentí en acuerdo –Por lo que podemos reducir que en estos momentos tú y ese nuevo bebé son lo más importante para él, podría jugar que incluso sobre su dinero- negué extrañada aquella hipótesis.
-Su fortuna es algo que él nunca cedería por nadie- le rebatí.
-Te equivocas- dijo tajante -¿Nunca te preguntas como es que llegaste precisamente a ojos de alguien como los Vulturis? Puede que tengas un titulo de duquesa pero ellos podrían incluso a codearse con princesas, lo que el vio en ti va más allá del dinero, las obsesiones son peligrosas y cuando calan hondo pueden llegar a hacerte perder el juicio para obtener lo que quieres- mi cuerpo vibró levemente por miedo.
-Mi padre me presento a aquella familia- dije recordando con nostalgia a Charles.
-Lo se y por lo que me a informado Edward, se que también sabes que tú padre hace muchos años atrás hizo un trato con ciertas personas para deshacerse del amante de tu madre y de paso escalar ciertos niveles- ese golpe si que me dolió y asentí entre avergonzada y triste –No te preocupes cariño, los errores de los padres no tiene por que asumirlo los hijos- sus ojos se llenaron de tristeza –Voy a saberlo yo con los muchos que cometí y con ello aleje a mi pequeña Esme- recuerde aquella conversación años atrás con Esme.
-Algo se de aquello- dije tímidamente y el asintió.
-Me lo puedo imaginar, te has ganado la confianza de toda la familia- sonrío orgulloso –Bien, espero no sonar rudo Bella pero sobre lo de tu padre- retomo la platica -¿No puedes llegar a imaginar con quien estuvo haciendo aquellos tratos tu padre?- negué, la verdad es que nunca lo había pensado y como si fuese lo más obvio la verdad llego a mi, abrí mis ojos desmesuradamente.
-Los Vulturis- dije no como una pregunta, sino como una afirmación, la afirmación más absurda que podía haber dicho ¿Cómo no lo vi antes?
-No quiero ser el villano de la historia Bella pero en efecto tu padre consiguió todo aquello, dinero y poder no por bolitas de dulce- respire profundo a sabiendas de lo que diría –El te vendió- y mi mundo cayo tan profundo que pensé que no habría manera de reconstruirlo, mi respiración se acelero –Tranquila Bella, me consta que tú padre solo estaba cegado por la rabia de saber que había sido engañado pero con el tiempo lo pago caro- negué, aquello no tenia justificación –Se que él intento casarte por todos los medios con el chico Black para impedir que llegaras a manos de los Vulturis, tarde se dio cuenta del error pero lo hizo y me consta ya que él fue años atrás a pedirme ayuda- lo mire incrédulo –Tú padre tenia muy arraigado todos sus ideales acerca de las leyes y la justicia pero con el tiempo descubrió que este mundo estaba lleno de traidores dispuestos a sobornar y pasar impunes ante la ley, es por eso que con todo su orgullo por el suelo decidió pedirme ayuda para alejar a los Vulturis de ti pero en ese entonces yo estaba sumido en salvar a mi esposa que no escuchaba a nadie, quizás si lo hubiese ayudado en ese entonces Amelie estaría comigo- sus ojos se cristalizaron y sentí la necesidad de acercarme y apoyarlo pero su rostro impertérrito no me lo permitió.
-¿Qué hizo él?- pregunte asustada.
-No mucho, como te dije intento casarte con el hijo de su mejor amigo pero las amenazas al parecer fueron más firmes cuando el hijo menor de los Vulturis te conoció, ya no había vuelta atrás y al parecer la aparición de mi nieto lo desquicio por completo- intente pensar de manera racional para no sentir odio por mi padre fallecido, si las cosas eran como las decía Archibald, él había intentado apartarme de todo esto.
-Pero ellos consiguieron cobrarse lo de mi padre ¿no?
-No como se debía- dijo preocupado –Eras tú a cambio de lo que ellos le habían dado, como tu padre se negó rotundamente fue otro manera con la que ellos se cobraron –lo mire extrañada ¿Cómo si habían conseguido que me casara con él?
-No entiendo.
-Bella, tu padre fue asesinado y no precisamente por mi nieto- no supe que decirle, siempre tuve la certeza de que Edward era inocente ¿pero como demostrarlo? –Mi muchacho solo estuvo en el momento equivocado y bueno, Dídima y Alec me visitaron para encerrar a aquel joven tras inculparlo en una muerte- mis puños se cerraron con rabia, odio y resentimientos –Las vueltas de la vida es que jamás pensé que estaría encerrando a mi nieto.
-Edward esta aquí por ello, él necesita limpiar su nombre- le dije intentando calmarme.
-Así es y lo primero que necesito es que hurgues en las cosas de Alec y encuentres la solicitud que me habían enviado, es una carta en donde el explica que es un hombre del que necesitan deshacerse y que esta siendo inculpado en el jefe de policía de la ciudad, Bella con ello podemos demostrar que esa familia envío a Edward a Alcatraz- asentí decidida –Tienes que ser cuidadosa por que si te llegan a pillar buscando aquello pueden comenzar a atar cabos.
-Lo haré cuando no allá nadie- él me sonrío calidamente.
-Lo demás te lo diremos en su momento, solo procura cuidarte ¿bueno?- él en un rápido movimiento se levanto de su silla y llego a mi para darme un abrazo realmente cariñoso –Gracias por haber mantenido con vida a Edward todos esos años en los que no supe que era mi familia y gracias por devolverle la vida ahora- lo acompañe en su sonrisa amable y en ese momento Edward entro al estudio.
-¿Interrumpo algo?- pregunto preocupado.
-Nada hijo, solo agradecía su buen corazón- dijo el anciano mostrándose por primera vez como un hombre con debilidades y miedos.
-Es solo que ya se esta haciendo tarde y no quiero que Alec envíe a alguien a buscarla- me gire a Archibald y sin pensarlo le deje un beso en la mejilla.
-Gracias por confiar en mi- le dije y me separe de él para ir donde Edward quien estaba sonriente y mirando a su abuelo.
Caminamos hacia la gran puerta principal tomados de las manos, aún tenía cosas dando vueltas en mi cabeza y sabia que en algún momento debía hablarlas con Edward, estaba claro que él sabía todo aquello del asunto de mi padre.
-Puedo imaginar lo que hablaron tú y mi abuelo y antes de que comiences a regañarme, todo aquello era algo que él debía decirte por si te asaltaban dudas y yo no podía responder, además se vería un poco extraño que el supuesto culpable de su muerte hablara esas cosas de él- me gire para encararlo.
-Edward, siempre e sabido que tú no eras el culpable, incluso ese día que te separaron de mi lado, es solo que todo me había pillado desprevenida y bueno, el embarazo y todo eso no ayudaron a mi reacción- él me sonrío y me abrazo dulcemente.
-Lo se pequeña, hablando de eso- me indico el auto –Encontraras algunas bolsas con cosas para nuestro bebé, pensé que podía ayudar a la coartada y bueno…- sus mejillas se tintaron suavemente de un exquisito carmín –Quería ser el primero en comprarle algo a nuestro hijo- me puse de puntillas y simplemente lo besé con todo el amor que podía darle.
-Gracias, nuestro bebé sabrá siempre que eres el mejor padre que podría llegar a tener.
-Te amo.
-Te amo también- me quede en silencio unos minutos.
-¿Qué anda por esa cabecita?- me pregunto divertido.
-Había pensado en que quizás el viernes podríamos vernos, Alec se reunirá con unos socios, Marcus esta fuera de la ciudad, Jane- puse mala cara –Está como una loca preparando la "boda"- Edward me sonrió complacido.
-Celosa- me beso rápidamente y lo mire feo pero continúe.
-Dídima siempre sale los viernes por lo que estaré sola por la noche luego de que los pequeños duerman, había pensado en que quizás tú…- me ruborice.
-No te imaginas lo que me encantaría poder ir a verte y entrar por tu habitación como un ladrón pero…- puse mala cara al ver su semblante preocupado –He quedado con Jane para cenar fuera- bufe frustrada y completamente celosa.
-Perfecto- dije dando grandes zancadas para llegar al interior del vehiculo.
-Bella no te pongas así, no voy en plan romántico pero si todo resulta como lo espero tendremos a uno menos muy pronto- lo mire sin entender y él solo me guiño un ojo, se agacho levemente cuando estuve ya sentada en el asiento trasero y se inclino para besarme –Te juro que más pronto de lo que crees estaremos juntos- y con aquella hermosa promesa me aleje de él pero completamente segura de que cumpliría su palabra.
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-No es tan fácil ahora por que yo…estoy embarazada y él lo sabe- solté sus manos mirándola horrorizado y mi corazón se detuvo, el dolor cubrió sus ojos y ella pudo ver que con eso termino por matar mi corazón.
-Edward- me dijo afligida y extrañada por mi reacción y sus ojitos reflejaron el mismo dolor que el mío.
-Ahora que se que Charlie es mi hijo no pienso separarme de él y menos por Alec, lo sacare de esta casa y lo llevare conmigo- ella abrió sus ojos horrorizada.
-No me puedes quitar a mi hijo- su tono de voz subió de nivel.
-¿Para que quieres que lo deje aquí viviendo contigo, para que tenga la misma suerte que Eleonora?- sentí mi mejilla quedo mirando hacia la otra parte del cuarto y comenzó a arder, al girar mi rostro nuevamente a Bella, ella aún tenia su mano alzada debido a la cachetada que me había propinado, sus ojos con tanto dolor fueron mi alerta de que me había pasado de la raya.
-Perdóname- le dije cerrando los ojos para tranquilizarme.
-Puede que no haya hecho las cosas de la mejor manera pero todo lo hice en base a lo mejor para mi hijo, ¿puedes entender que estaba sola? Quien quiera que se acercaba para ayudarme terminaba lastimado ¿te hubieses sentido mejor si Esme, Carlisle o alguien de los chicos estuviese muerto por mi culpa?- la mire disculpándome con al mirada, ella tenia razón, cada cosa que había hecho lo hizo para el bien de nuestro hijo, aquel pequeño que había sido tan bien educado y poseía un gran corazón como el de su madre a pesar de vivir rodeado de tanta maldad.
-Perdóname Bella, es que esto me tiene con la cabeza…- no supe como terminar, ella me miro comprensivamente y me tomo el rostro con sus manos, su mirada se dulcifico.
-Lo entiendo amor y se que serás el mejor padre que Charlie podría tener- cerré mis ojos disfrutando de su toque pero los volví a abrir para preguntarle aquello que me carcomía.
-¿Qué sucederá contigo, Alec y… y con él?- hice una seña a su vientre, ella bajo la mira y luego volvió a mirarme a mi extrañada.
-¿Tu no…?- ella se veía triste pero luego paso a verse confundida y me sonrío ¿Qué tiene de divertido todo esto?, pensé molesto –¿Recuerdas que en el avión te dije que necesitaba decirte algo?- asentí.
-Dijiste que no era el momento, supongo que me dirías lo de Charlie ¿no?- ella negó levemente.
-Para eso tenia pensado decirlo de otra manera pero dadas las circunstancias tuve adelantarlo- ¿Ella pensaba seguir ocultándomelo acaso? ¿Qué no se daba cuenta que era la mejor noticia que me hayan dado en la vida?
-¿Entonces?- le pregunte confundido, Bella me sonrío y tomo mis manos para dirigirlas hasta su vientre, me tensé y me sentí nervioso por aquel contacto, aquella pequeña criatura seria lo que desde ahora en adelante nos separaría de ser una familia feliz.
-Mi vida- me dijo cuando me vio nervioso, acaricio mi mejilla y me sonrío con tanto amor que me sobrecogió el corazón –Este bebito que crece en mi- acaricio sobre mi mano que estaba sobre su vientre y luego volvió a mirarme directamente a los ojos con ese brillo único en sus ojos –Este bebé es tuyo- creo que deje de respirar en ese instante por que me sentí mareado, instintivamente camine hasta su cama y me senté sin poder entender lo que ella me había dicho -¿Estas bien?- su tono de voz cambio a uno preocupado –Edward entiendo que no es un buen momento pero las cosas…- alce la mano para que me diera un minuto.
-Pero tú y Alec…- recordé dolorosamente lo que ella no pudo negarme.
-Es la primera vez que pasa amor, la primera noche me golpeo por que me negué y bueno ¿Qué harías si se sube sobre ti alguien que tiene cuatro veces más fuerza que tu?- su voz débil me hizo mirarla y sus ojos se opacaron con el recuerdo –De igual modo apareció cada noche puntualmente para dejarme embarazada- su cuerpo tembló y su rostro se volvió una mueca de asco –Lo que él no sabia es que yo ya estaba embarazada- su rostro recobro su luminosidad –Me entere el día que saliste con Jane, Alice lo intuyo cuando le conté sobre mi periodo- un leve rubor cubrió sus mejillas y no ahondo más en ese tema –Nunca había tenido relaciones con Alec hasta la semana recién pasada, siempre encontraba un método para zafarme pero esta vez fue inevitable- se lamento y de inmediato la abracé para tranquilizarla.
-Perdóname por eso Bella, no debí dejarte sola- podía sentir que negaba con la cabeza y a su vez pequeños sollozos salían de sus labios.
-¿No quieres al bebé?- aquella pregunta me pillo desprevenido ¿Cómo no lo iba a querer? Y fue ahí cuando me percate que no había caído en la cuenta. ¡Sería padre! Otra vez pero esta vez sería diferente por que lo conocería desde que llegara a éste mundo, esta vez nada ni nadie nos separaría. Mire a Bella y sin importarme que alguien entrara por esa puerta la besé con todo el amor del mundo.
-Te amo- le dije y volví a besarla –Te amo –besó –Te amo- más besos sobre su rostro y ella sonreía feliz -No sabes lo feliz que me haces mi amor, un hijo- le dije orgulloso.
-Otro más- me corrigió sin dejar de sonreír, una que le devolví lleno de ilusiones, esto cambiaba considerablemente los planes.
-¿Alice lo sabe?- le pregunte cuando recordé esa parte que menciono, ella sonrío picara.
-Y tu madre, al igual que lo de Charlie- no pude decirle nada por que me miraba con esos ojitos soñadores, cuanto la amaba y caí en la realidad.
-Tengo que sacarte de aquí cuanto antes- le dije serio parándome de la cama y atrayéndola hacia mi.
-Las cosas se complicaron mi amor- dijo ella tomando mis manos para detenerme y girarme a ella –El doctor vino ayer y le informo a Alec que estoy embarazada y bueno, yo creo que la idea lo cegó simplemente por que asume que el bebé es de él- gruñí molesto, esta vez no pasaría lo mismo con otro hijo mió, ambos eran míos y no volvería a compartir mi rol de padre con nadie más, menos con alguien como él.
-Con mayor razón debo sacarte de aquí- le dije decidido.
-No Edward no lo conoces, él es capaz de asesinarte sin importarle las consecuencias si se entera que estas vivo y más aún que este bebé es tuyo, yo…-ella desvío sus ojos de mi –Yo tenia pensado en una clase de idea- dijo dudosa.
-No voy a tranzar en esto Bella- le dije decidido –Ya me siento lo suficientemente mal con haberte dejado esta semana a merced de él como para repetirlo y que mi hijo haya vivido expuesto a sus abusos.
-Escúchame al menos- me rogó.
-Lo haré pero eso no garantiza que acepte- necesitaba sacarlos de aquí, incluso a la pequeña Anne que se había ganado mi corazón con su ternura. Necesitaba que mi hijo supiera que era su padre y tener la certeza de que mis hijos crecerían sanos y salvos.
-Dejaremos que Alec siga creyendo que el bebé es suyo- ella me silencio cuando vio que iba a protestar –De ese modo me aseguro que no le hará nada a Charlie o a Anne y de paso tenemos algo de tiempo para que limpies tu nombre -¿Cómo ella podía seguir pensando en eso? Las cosas cambiaron incluso antes de que ella me confesara que era padre por partida doble, desde que la vida de Bella comenzó a peligrar.
-No puedo- le dije con dolor para que ella comprendiera que no podía ceder a algo como aquello.
-Necesito que confíes en mi Edward, yo estoy igual o más interesada por que ellos paguen lo que hicieron, después de siete años entiendo que Eleonora no murió por mi cobardía sino por la cobardía de un hombre por creer que tiene el poder sobre una mujer sin las fuerzas para oponérsele, su muerte no quedara impune ¿me entiendes?- me pregunto mirándome a los ojos, tuve que desviarlos para que mi decisión no flaqueara y negué levemente –Por favor Edward, desde que Alec cree que este bebé es suyo a cambiado completamente.
-¿Cómo lo fue cuando estuviste embarazada de mis mellizos?- le pregunte desesperado por que desistiera, su rostro se contrajo por el dolor pero aún así se mantuvo firme.
-Esa vez fue distinto por que él sabia que eran tuyos, esta vez no- su decisión ahí estaba, tatuada a fuego.
-No me pidas que lo acepte- le dije sabiendo que no podía hacer nada en contra de su decisión.
-Solo pido que me des tu apoyo, algo de tiempo y que no me dejes sola.
-¡Nunca!- le dije seguro.
-Eso lo se- me dijo amorosamente acariciando mi mejilla –Pero realmente esto es importante para mi, por ti, por mi, Charlie, Anne y este nuevo bebé- dijo acariciando su vientre, aún sin poder creerlo pose mi mano sobre su aún plano abdomen, esto era para no creerlo, hace unos minutos atrás pensé que con aquella noticia mi vida y mis sueños de formar una familia habían acabado, aquella que idee en un segundo desde que supe que Charlie era tan mío como de ella –Necesito hablar con tu abuelo- la mire asombrado y negué fervientemente.
-Eso si que no Bella, él te pondrá en peligro y no estoy dispuesto a arriesgarte más aún de lo que ya estas.
-Él es inteligente y frío para analizar la situación, realmente lo necesitamos en esto y cooperara si sabe que pienso ayudarlo- me dejo sin palabras.
-Pero…- iba a seguir replicando cuando escuchamos pasos acercarse hasta su habitación, ambos nos miramos asustados.
-¡El balcón!- susurro rápido caminando hasta el ventanal de su habitación que conducía a un amplio balcón.
-No quiero dejarse sola- le dije sintiendo que mi corazón se quedaba con ella.
-No lo estoy tontito, estoy con un pedacito de ti aquí- con mi mano unida a la suya acaricio su tripa –Ahora es más patente aún- me sonrió.
-Prométeme, ¡NO!, júrame que pase lo que pase me lo contaras todo, lo bueno e incluso lo malo- ella iba a replicar –Bella si veo el mas mínimo indicio de peligro para ustedes los saco de aquí sin importarme las consecuencias- le dije serio para que viera que no estaba jugando, ella sonrío tiernamente.
-Me encantas como te ves así- me beso rápidamente en los labios y en es momento la puerta de su habitación se abrió, cerro las cortinas sin alcanzar a cerrar la ventana por lo que me agazape para que no se viera mi sombra a través del visillo.
-¿Qué hacías?- escuche la voz de Alec y las ganas de saltarle encima me llenaron por completo y la sangre comenzó a hervirme.
-Necesitaba un poco de aire por que me maree de pronto- escuche como se acomodaba en su cama y mire através del visillo.
-¿Necesitas que llame al medico?- claro, ahora se viene a preocupar por ella, bastardo.
-No Alec, estoy bien- le dijo ella ¿le estaba sonriendo? Mis manos se convirtieron en puños pero de inmediato recordé lo que ella me había pedido, que confinara en ella ¿podría resistirlo?
-Heidi me a dicho que Anthony vino a buscarme pero no lo encuentro ¿lo has visto?- me golpee la frente por idiota.
-No he salido de mi cuarto como me lo has pedido- dijo ella con su carita tan inocente que me hizo sonreír –Quizás ande dando vueltas por los jardines.
-Bien, tienes que descansar mi amor- acaricio su mejilla donde tenia el cardenal que comenzaba a desaparecer –Siento eso- le dijo aludiendo a la marca –Es solo que cuando pienso que podrías dejarme o no querer estar conmigo me vuelvo loco- sus manos se afianzaron entre su cuello y su nuca, Bella se las aparto con delicadeza.
-Eso a cambiado ahora Alec, ahora estaremos más unidos que nunca y tu debes cuidar de mi, no perder la cabeza- le dijo comprensivamente, se acerco a él y lo abrazo provocando que él se relajara. Bella desvío su mirada hacia mi y estaba seguro que ella podía sentir que la estaba mirando, lo confirme cuando ella me lanzo un besó.
Bajé por una enredadera con algo de espinas por lo que me deje las manos y el rostro arañado. Me escabullí por los jardines sin que nadie me viera, a lo lejos pude ver a Charlie jugando con Gregorio y algo en mi pecho se contrajo cuando lo vi, busque algún rastro de mi en él pero era tan idéntico a su madre que si no me lo hubiese dicho nunca podría haberlo adivinado, al menos mi hijo había sacado lo mejor de los dos, ella.
-Tío- dijo feliz cuando me vio pero yo fruncí mi ceño al escucharlo. Paciencia, ya llegaría el día que me dijera papá.
-Hola Charlie- lo salude con un abrazo y es que no me pude contener.
-¿Qué le paso tío?- su pregunta me dejo extrañado pero él sonrío –¿Tuvo una riña con un gato?- sus risitas me llegaron al corazón y me vi riendo con él.
-Algo así- le conteste -¿y tú que haces?- le pregunte observándolo más de la cuenta, sus ojos chocolates ahora me eran mucho más calidos.
-Intento enseñarle a Gregorio algunos trucos pero solo salta- dijo molesto, le revolví el cabello que en ese momento me pareció más parecido a mi color que al de Bella ¿estaba poniéndome paranoico? Puede ser.
-Creo que eso es lo mejor que se les da hacer- el asintió.
-¿Ha visto a mamá?- pregunto, su rostro cambio a uno preocupado y triste.
-¿Por qué lo preguntas?- me senté junto a él en el césped.
-Papá- eso me dolió –No a dejado que la veamos en toda esta semana, dijo que estaba enferma y cansada- sus ojitos se cristalizaron –Pero yo se que la golpeo- mi niño era todo un hombre fuerte y me jure en ese mismo instante que no volvería a verlo así de triste y menos preocupado a su corta edad.
-Puede que este enferma y Alec intente que no te contagies- tuve que mentirle para que no se sintiera mal.
-Lamento los problemas que traje, a papá no le gusto lo que dije acerca de usted- y sin poder contenerme lo abracé, él no podía sentirse mal por desear que yo fuera su padre, desde que supe que él era hijo de Bella yo lo único que deseaba era que hubiese sido mió también y ahora que sabia que lo era todo encajaba a la perfección.
-¿Quieres que te cuente un secreto?- él se aparto suavemente para mirarme expectante –A mi igual me gustaría que tu fueses mi hijo- tan verdad como que amaba a su madre –Tú y Anne serian los hijos que siempre desee- él me sonrió y ahora fue él quien me abrazó.
-¡Charlie!- me tensé cuando escuche la voz de Alec y le pequeño de inmediato se aparto de mis brazos, él guardo silencio y bajo su mirada, podía verse que le temía a su "padre", mire a Alec que se acercaba a paso rápido y algo que estaba pensando hizo suavizar su mirada.
-Si papá- le contesto fuerte y claro.
-Ya puedes ir a ver a tu madre, ella te espera en su cuarto- el niño lo miro con una sonrisa –Solo intenta que no haga nada con fuerza ¿bueno?- al menos el maldito realmente se estaba preocupando.
-Alec- le dije tendiéndole mi mano cuando estuvimos a solas.
-Anthony disculpa la demora, hace poco Heidi me informo que estabas aquí ¿Cómo va todo?- me pregunto. En cuestión de minutos nos pusimos al día con los asuntos de trabajo y de las inversiones -¿Cuándo crees que comenzaré a ver los resultados?- pregunto confiado con una sonrisa.
-Pronto- le dije devolviéndole la sonrisa, su dinero aumentaría explosivamente para que sintiera el sabor dulce en la boca para que de un día para otro desapareciera por completo incluyendo su capital, que se reducía a toda su herencia familiar.
-Así me gusta- dijo palmeando mi hombro -¿Te quedas a cenar? Tengo una noticia que dar y me gustaría que estuvieras ahí- intente no dejar de sonreiré pero me era sumamente difícil.
-Claro- dije despreocupadamente -¿Sucede algo?- me hice el desentendido.
-Una excelente noticia que compartir, hubiese preferido haber hecho una gran celebración pero Isabella es algo más tradicional y solo quiere a la familia pero dudo que le moleste que estés presente- maldito, pensé mientras le sonreía.
Pase el resto del día en su despacho analizando posibles situaciones, incluso me di cuenta que el canalla ya confiaba en mi ya sin ningún tipo de reparo o duda me confidencio un negocio que estaba haciendo con su padre en el que se verían sumamente beneficiados ¿la mayor razón? No estaban siendo fiscalizados ya que se tenían parte del sistema político y judicial comprados.
-Tienes muy buenos contactos- le dije como si estuviese admirado por lo que me decía.
-Los mejores hombre, ya he perdido la cuenta a cuantos he hecho pagar sin siquiera tener pruebas- aquello me alerto y ahora él tenia toda mi atención.
-¿Cómo la historia que contaron tiempo atrás del campesino?- intente no sonar muy ansioso, Alec asintió sonriente.
-Tan fácil como quitarle el dulce a un niño, lo mejor es que el infeliz ese termino muerto antes de que alguien intentase buscarlo- su mirada seguía en sus documentos.
-¿Y que fue lo que hizo para que te ensañaras con él?- Alec me miro con una sonrisa maliciosa.
-Posar sus ojos donde no debían- y se encogió de hombros y siguió en lo suyo.
-¿Manejaste la ley para castigarlo?
-¿Qué? ¿Tú nunca lo hiciste en Italia?- pregunto confundido y viendo que lo estaba cuestionando.
-Claro- le dije como si fuese lo obvio y él me sonrío en camaradería. Ya tendría que buscar la manera de que incluso la "justicia" pagara por todo lo que tuve que pasar injustamente.
Así fue que nos dio hasta la hora de la cena y al fin Bella apareció por el salón, claramente había maquillado su mejilla y su cuello para tapar aquellas horribles manchas, Anne ya estaba dormida y Charlie estaba muy aferrada a su madre como si quisiera que no la apartaran, Alec hablaba animadamente con sus padres por lo que aproveche de acercarme a Bella.
-¿Cómo estas?- le pregunte en tono bajo.
-Todo ira bien- me dijo intentando tranquilizare y me sentí mal por que ella hiciera eso en lugar de ser yo quien lo hiciera.
-Confío en ti- le dije guiñándole un ojo.
-¿Dónde esta mi prima Anthony?- Bella frunció su ceño y yo me gire para mirar a Alec.
-No he hablado con ella Alec pero pensé que estaría aquí- dije como si lamentara el que no estuviese.
-Puedo llamarla- me dijo a modo cómplice pero antes de que dijese cualquier cosa alguien me apoyo.
-Démosle un poco de respiro a Anthony Alec- dijo Dídima llegando a mi y engancharse en mi brazo, mire a Bella quien se veía claramente molesta y no pude resistir el sonreír al verla como una niña pequeña.
-No creo que le moleste estar con su prometida, madre- le discutió Alec. Dídima hizo como que no lo escuchaba y me encamino hacia el otro lado de la sala.
-¿Estas bien?- me pregunto curiosa.
-Claro no tienes por que preocuparte, no me molesta- le dije despreocupado.
-Es solo que esa niñita puede llegar a ser algo pegadiza- y me miro fijamente.
-¿Y eso te molesta?- fui insinuante y ella sonrío encantada.
-Podría ser- tenia que aceptar que Dídima se conservaba bien y es que de seguro había tenido a Alec muy joven pero aún así me parecía repulsiva.
-¿Intentas decirme algo?- mire hacia mi alrededor y todos estaban enfrascados en sus propias conversaciones, menos Bella que estaba sentada sobre el sofá con Charlie en su regazo y me miraba de reojo.
-No claro que no pero nadie sabe…- se acerco peligrosamente a mi y sonreí al percatarme de quien había llegado, me hice el timidito y me aparte un poco de Dídima.
-¿Sucede algo tía?- pregunto ácidamente Jane, Dídima se aparto rápidamente entre asustada y molesta.
-Hija que bueno tenerte aquí- le dijo a modo cariñoso pero que se podía notar que Jane no se lo había creído para nada.
En cosa de segundos Dídima se perdió por el salón dejándome a solas con Jane.
-Que bueno que estas aquí- mentí y besé su frente.
-Ya te creo- fue todo lo que dijo como respuesta y sonreí comprendiendo, un punto valioso a mi favor –No entiendo, tío Marcus esta unos pasos más allá ¿Qué no le importa?- dijo enojada.
-Tranquila cariño, puede que simplemente sean imaginaciones mías- la pique un poco más.
-Claro que no Anthony, lo vi con mis propios ojos- dijo ella ofendida –Esto no se quedara así- me aseguro decidida y asentí haciéndome el avergonzado.
Desde ese momento comenzaría mi venganza y a caer uno por uno, la primera seria Dídima, pilar fundamental para que el resto comenzara a cometer errores.
-Familia, tengo un anuncio que darles- dijo Alec con una sonrisa mientras abrazaba a Bella por la cintura, respire repetidas veces para tranquilizarme.
-Habla hijo- le insto su madre.
-Bueno, resulta que en la visita del doctor nos a traído excelentes noticias- Bella me miro a los ojos intentando darme fuerzas –Bella esta embarazada- dijo muy orgulloso.
-¿Un hermanito?- le pregunto Charlie sonriente y Bella asintió con dulzura.
Pronto nos vimos alzando nuestras copas festejando las "excelentes" noticias.
-Serás la mujer embarazada más hermosa que haya visto- le susurre bajito cuando abrace a Bella para "felicitarla"
-Y tú eres el padre más guapo que conozco- me respondió en el mismo tono y nos vimos sonriéndonos cómplices.
-Y tu prima ¿para cuando tienen la fecha del casamiento?- le pregunto Alec a Jane y de pronto me sentí acorralado y asustado, ese era un tema que no habíamos llegado a un acuerdo.
-Tengo todo eso arreglado, es cosa de que Anthony se encargue de llegar a la iglesia- Bella se tensó a mi lado.
-¿Qué fecha exactamente?- pregunto Dídima y yo mire extrañado a Jane.
-Tengo todo listo para dentro de dos meses- me sonrío ampliamente como si me hubiese dado la mejor noticia de mi vida -¿Estas feliz cariño?- me preguntó cuando se acerco a mi y me acaricio la mejilla.
-Claro- fue todo lo que dije.
-¡Excelente, entonces tenemos dos motivos que celebrar!- dijo Alec animadamente mientras se llevaba a Bella y alzaba su copa para celebrar- ¿celebrar que? ¿Que podía estar cerca de mi esposa y mis hijos y yo no? Esto había comenzado y me encargaría de que todos pagaran cada lágrima y sufrimiento que tuvo que pasar Bella e incluso por aquellos que nunca pudieron hablar y que simplemente se cruzaron por un mal camino.
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"Aliados"
BPOV
-Mami ¿mi nevo hemanito será ñiña como yo?- me pregunto Anne con aquella vocecita algo gangosa y chillona a la vez, mis pequeños y yo nos encontrábamos tendidos sobre el césped del jardín trasero disfrutando el simple hecho de estar los tres juntitos, aunque ciertamente daría mi vida por que fuésemos cuatro en esos momentos, si era más precisa serian 5 en un par de meses más.
-Eso no lo sabemos aún mi princesa, tu hermanito estará aquí una temporada y cuando quiera conocernos al fin saldrá y sabremos que es- le acaricie sus cabellos rubios mientras veía hacia el otro lado a mi pequeño Charlie tan concentrado mirando aquellos manchones de nubes que pasaban rápidamente -¿Qué miras?- le pregunte con una sonrisa, él giro su rostro que estaba apoyado bajo mi brazo entre mi pecho y mi estomago, en la misma posición que su hermana pero desde el otro lado.
-Mira, esa nube tiene forma de conejo- me señalo los manchones blancos, a decir verdad si utilizaba bien la imaginación y me concentraba en ello, se podía ver una bolita con orejas y una cola pequeña y redonda.
-¿Quién te enseño eso?- le pregunte curiosa.
-Tío Anthony- se me contrajo el corazón de ternura y una enrome sonrisa se formo en mi rostro -Me dijo que cuando extrañase a alguien que lo hiciera y vería su rostro en las nubes pero aún no resulta- dijo mientras miraba nuevamente al cielo y presionaba su vista imaginadote algo ahí arriba.
-¿A quien extrañas?- Anne comenzó a cantar una canción distraída mientras jugaba con sus deditos.
-Tío Anthony me prometió que vendría a vernos pronto- dijo apenado, y recordar aquello me entristeció de igual manera. Habían pasado dos largas semanas desde que él estuvo aquí conmigo, precisamente en la cena en que Alec dio la gran noticia de "su" bebé, já.
-Ya vendrá mi pequeño, es solo que a estado muy ocupado por el trabajo- no quería mentirle pero a decir verdad Edward no había querido decirme en que andaba, solo me pedía que confiara en él y eso siempre lo haría.
-Quizás ya se olvido de nosotros ahora que tendrá nueva familia con tía Jane- y un fuerte dolor en el pecho, exactamente en el corazón me golpeo tan certero por lo obvio que no lo pude dejar pasar por alto, aquello me estaba poniendo de los nerviosa, esto era una cuenta regresiva que me mataba poco a poco a la espera de una solución que me diera, que me dijera que tenia todo planeado para evitar esa boda, pero aún no me decía nada. Yo en casa solo veía a Jane de aquí para allá hablando de diseños, colores y lugares. Morir, puede ser por eso que me gustaba pasar más tiempo en el jardín que en la casa las últimas semanas.
-Él no nos olvidara hijo, nos ama demasiado como para eso- mi pequeño me observo con una gran sonrisa como si me hubiese pillado en algo.
-Se que lo hace- su respuesta me extraño pero sobre todo por su mirada cómplice.
-¿A que te refieres?- él se encogió de hombros y siguió en lo suyo dejándome completamente picada por saber.
-Te quero mami- dijo de pronto mi pequeña abrazándome.
-Yo también má- dijo Charlie también abrazándome –Y a mi hermanita nueva- y beso mi plano vientre, sin poder resistirme un par de lágrimas brotaron de mis ojos por la ternura.
-Yo los amo más mis tesoros preciosos- les dije a ambos respondiendo a sus abrazos, me levante para dejarlos debajo de mi y comencé a llenarlo de besos –Me los como, me los como- les dije mientras aprovechaba de hacerles cosquillas a sus costados.
-¡No mami, no!- me grito entre risitas Anne.
-¡Isabella!- me detuve en seco al escuchar la voz fuerte de Alec, mis pequeños se removieron inquietos y algo asustados -¿Qué te he dicho de ser cuidadosa?- se acerco hasta nosotros y me tomo del brazo para levantarme –Tienes que tener cuidado y cuidar a nuestro hijo- me abrazo por la espalda y posos sus manos sobre mi tripa, provocándome de inmediato aquel rechazo asqueado, me aparte de él y me arrodille para quedar abrazada a mis hijos.
-Creo que me levante muy rápido- mentí haciéndome la mareada, lo bueno de todo esto es que Alec intento varias veces meterse a mi cama, claro como lo había hecho un par de veces la semana pasada creía que así sería siempre de aquí en adelante pero con lo del embarazo le sugerí que podría ser peligroso APRA nuestro bebé alguna clase de intromisión.
-¿Te llevo a tu cuarto?- dijo preocupado arrodillándose también a mi lado.
-No te preocupes, imagino que tienes mucho trabajo ¿no?- y pensé en una sutil idea –Yo creo que si por que no e visto a Anthony por aquí por lo que supongo que el trabajo te lo estas llevando todo tu- intente sonar comprensiva.
-Algo así- dijo frotándose la frente –Lo bueno es que el negocio va marchando excelente, el dinero por lo menos se a duplicado las ultimas semanas- sonreí a sabiendas de lo que ello significaba.
-¿Y donde esta Anthony?- le pregunte como quien no quiere la cosa.
-Tuvo un viaje repentino a no se donde, me dijo que volvería en un par de días pero ya lleva una buena semana allá- fruncí el ceño, él no me había informado de nada de eso.
-¿Y no…?- no alcance a preguntarle por que llego Heidi.
-Señor, tiene una visita en su despacho- Alec asintió como si lo hubiese estado esperando, beso mi frente y despeino a los pequeños para entrar a la casa dejándome con una enorme pregunta en la cabeza ¿Dónde estaba Edward?
Finalmente ya era algo tarde por lo que entre con los niños a la casa, los lleve al cuarto de baño y los bañe juntos como hace mucho no hacia, los pequeños solo reían y salpicaban agua con espuma por todos lados, esta era la imagen perfecta para poder respirar en paz, ver a mis hijos felices abstraídos de las cosas malas del mundo, solo me faltaba a uno más para poder vivir, respirar podía ser fácil, vivir no tanto sin él.
Unos golpecitos en la puerta de la habitación de Anne me hicieron reaccionar, mi pequeña estaba profundamente dormida luego de que se tomara su biberón completo y le leyese un cuento sin contar que los baños siempre fatigaban a los pequeños.
-Señora Isabella, tiene una llamada telefónica- me informo Heidi desde la puerta, me levante de la cama y camine con el máximo sigilo hasta ella.
-¿Quién es?- le pregunte mientras pasaba por fuera del cuarto de Charlie y comprobaba en efecto que también estaba dormido.
-Una mujer que dice ser su amiga, una tal Aurora Stevenson- sonreí agradecida y baje casi corriendo las escaleras hasta el estudio de Alec.
-¿Aurora?- pregunte emocionada.
-No mi amor, lo siento solo soy yo- al escuchar la voz de Edward mis piernas temblaron como un flan.
-Mi amor, esto es mucho mejor- dije bajito conteniéndome al máximo para no ponerme a gritar.
-Me alegra, te e echado mucho de menos- podía escuchar su voz afligida.
-Estoy bien, te lo prometo- le dije para tranquilizarlo, podía imaginar que estaría hecho un manojo de nervios todos estos días pensando en que si Alec me había hecho algo.
-¿Segura? No había podido comunicarme antes por que estaba fuera de la ciudad y moría por saber de ti mi amor- eso me recordó que quería preguntarle donde estaba.
-También te amo precioso ¿Dónde estabas?
-De eso quería hablarte, necesito verte ¿puedes inventar algo para mañana en la mañana?- me lo pensé un poco.
-Es que no me deja sola ni a sol ni a sombra, quizás si le digo que quiero comprar cosas para el bebé me deje o me mande a Heidi de perro guardián- bufé.
-Enviare a Theo para que te espere en la plaza, si consigues llegar él te traerá- se produjo un pequeño silencio en donde intuí que Edward estaba pensando en algo.
-¿Sucede algo?- le pregunte algo asustada.
-Me estaba volviendo loco todos estos días ansioso de saber como estabas- su voz triste me lleno de la misma tristeza –Saber como estaba tú, nuestro bebé, Charlie y Anne- sonreí por que nos consideraba a todos como un solo pack.
-También te extrañe horrores- en ese preciso momento escuche la puerta abrirse y al girarme Alec estaba observándome.
-Ya tendremos tiempo para estar solos y quizás portarnos un poquito mal- su voz juguetona me hacia reír pero me contuve ya que la mirada especulativa de Alec me ponía nerviosa.
-También me alegro saber de ti Aurora- le dije para que me entendiera y Alec por su parte sonrío satisfecho con aquella respuesta.
-Comprendo, ese imbécil ya te fue a supervisar.
-Así es- dije como si nada.
-Nos vemos mañana bonita, sueña conmigo.
-Siempre Aurora y muchos besos al pequeño Matt.
-Besos para ti también, te amo- y corte la comunicación.
-¿La esposa de Stevenson?- se acerco a mi y me abrazo por la cintura, ni su cercanía me arruinaría el momento de felicidad por hablar con Edward.
-Así es, quería saber como me encontraba por lo del embarazo- el sonrío y miro mi estomago para acariciarlo.
-Es lo más lindo que pudo pasarnos- sus ojos brillaron tanto que me asuste.
-Estoy cansada- le dije zafándome de su abrazo –Bañe a los niños luego de jugar toda la tarde- camine en dirección a la puerta para marcharme.
-Debes dejarle esas labores a Heidi- su voz demandante me hizo girarme algo molesta.
-Yo soy la madre y seguiré haciendo todo por mis hijos, estoy embarazada no discapacitada- me gire de nuevo para salir pero recordé algo importante –Eso me recuerda ¿mañana puedo ir de compras?- él me miro escéptico –Quiero comprarle algunas cosas al bebé- sonrío solo con nombrarlo.
-¿Quién te acompañara?- fruncí el ceño.
-No necesito una niñera puedo cuidarme perfectamente bien, además es algo que quiero hacer con algo de intimidad, prometo cuidarme y si llegase a sentir cualquier malestar llamare para que me vayan a buscar- su rostro mostraba todos los cuestionamientos que estaban pasando por su cabeza.
-No creo que sea…- me acerque a él con mirada tierna.
-Es importante para mí el poder elegir la ropita de nuestro bebé- asco, eso es lo único que me producía incluirlo a él en algo que jamás seria real.
-¿Estas segura? Quiero decir, que antes sola por las calles puede ser peligroso- sonreí internamente, estaba cediendo.
-Alec, tienes que confiar en mi por que ¿quien mas que yo quiero que nuestro bebe este sano?- él asintió y con todas las fuerzas en mi estomago me acerque para dejar un casto beso sobre sus labios –Gracias- le dije y pude ver sus ojos consternados y con cierta emoción.
Salí de ahí antes de que me exigiera algo más que aquello y llegue a mi cuarto con la sensación de triunfo, al menos mañana vería a Edward después de dos largas semanas.
Puntualmente a eso de las 10 de la mañana, Theo me esperaba entre la gente sin llamar mucho la atención, camine sin verlo fijamente y cuando divise el automóvil camine directo sin hablarle y entre, él me siguió a los pocos minutos y se sentó en el asiento del piloto.
-Buenos días señor Isabella- me saludo con una gran sonrisa cuando se giro para verme.
-Hola Theo- le respondí de igual manera.
Aprovecho para felicitarme por el nuevo integrante a la familia Cullen y que me debía de cuidar, además de decirme que se me notaba el aire materno ya que me veía más hermosa de lo habitual. Al llegar a la imponente mansión, Edward salio como un bólido para recibirme, no fue necesaria ningún tipo de palabras, me saco del auto en un férreo abrazo y luego comenzó a besarme como si el mundo se le fuese en ello.
-Si no le das un poco de aire, dudo que me dejes poder hablar con ella antes de que se desmaye- me tense cuando escuche una voz que no conocía, me separe de Edward y vi a un hombre observarnos desde la gran puerta de la mansión con una gran sonrisa, su pelo color cenizo iba a juego con su larga barba, vestido elegantemente se acerco a mi algo dubitativo, pero miro a Edward y alguna clase de seña le hizo que, que el hombre termino por acortar la distancia, me tendió su mano y yo alargue la mía para que dejara un casto beso en ella –Archibald Masen, un gusto- me tensé de inmediato al saber que era el abuelo de Edward.
-Un…gust…yo…- él me sonrío al ver lo nerviosa que me puse.
-Tranquila Bella, Edward y yo ya hemos hablado tendido y se que tienes algo para decirme pero eso lo dejaremos para después ¿nos acompañas con un té?- asentí sin saber mucho que hacer, Edward dejo su mano sobre mi espalda y juntos entramos todos a la gran mansión.
-¿Por qué no me dijiste?- le pregunte en un susurro cuando íbamos por el largo pasillo hasta el comedor.
-Temí que no quisieras venir- me dijo con una sonrisa juguetona.
-Así que otro bebé ¿eh?- me dijo el abuelo de Edward mientras tomábamos un té acompañado de algunas galletas, me sonrío ampliamente y me sonroje mirando a mis manos.
-Le conté a este viejo cascarrabias lo de Charlie también, espero no te moleste- Edward tomo mi mano para darme apoyo.
-No esta bien, después de todo eres el papá- pude sentir las amplias sonrisas de abuelo y nieto sobre mi y me ruborice aún más.
-Como lo has llevado hasta hoy habla de la gran valentía y temple que posees muchacha, creo que te subestime- lo mire asombrada.
-Gra…gracias- dije avergonzada.
-Bien, creo que hay ciertas cosas que hablar ¿no?- dijo el anciano levantándose de la mesa, Edward me ayudo a ponerme de pie y juntos los tres nos fuimos al estudio de Edward.
-¿Qué era aquello que necesitabas hablar con Bella?- pregunto sin rodeos Edward.
-Hijo, me gustaría que nos dejaras a solas- Edward lo miro como si fuese a estrangularlo por la absurda idea y yo lo mire sin saber que decirle.
-Tengo que saber que le vas a pedir- dijo tajante.
-Por eso mismo necesito que salgas de aquí, te doy mi palabra que no la pondré en peligro pero tienes que entender que ahora ella esta tan metida en esto como nosotros ¿acaso tu le cuentas todo lo que hablamos?- Edward puso su mejor cara molesta pero al parecer aquel reclamo había surtido efecto, él me miro a mi preocupado.
-No estas en la obligación de aceptar nada que no creas prudente, recuerda que ahora no solo tienes que cuidarte por Charlie y por Anne- acaricio mi tripa y dejo un casto beso sobre mis labios –Y tú- le dijo mirando a su abuelo –No te pases- y salio del lugar dejándome completamente nerviosa con aquel hombre imponente.
-Edward es más testarudo que yo incluso en mis mejores años- sonrío amablemente y me indico que me sentara frente a él –Se que no me porte muy bien contigo y la relación que tienes con Edward, creo que de cierta manera me encegueció las ganas de vengarme al fin ¿Edward te contó que perdí a mi querida Amelie por culpa de esos bastardos?- asentí –Aún no puedo superarlo del todo y me hizo olvidar que la relación que tienes con mi nieto es igual de hermosa que la que yo tuve con su abuela.
-Lo lamento- le dije sinceramente.
-No te preocupes muchacha, Edward tiene razón y tú ahora solo debes preocuparte en cuidar de tus hijos y el nuevo que viene en camino- sonreí.
-Pero también quiero ayudar, supongo que Edward también le contó acerca de la melli…- suspire para darme animo.
-Los mellizos, si lo hizo no te preocupes- me dijo él para ayudarme.
-Bueno, como verá también tengo mis motivos y haré lo que pueda y lo que este en mis manos- él asintió y lo vi analizando mejor sus palabras.
-Seré claro contigo, conozco muy bien a esa familia y a pequeño Alec prácticamente lo vi nacer, se que el muchacho es imperioso pero sobre todo tiene aquel instinto avasallador con el que cuida todo aquello que cree que le pertenece –asentí en acuerdo –Por lo que podemos reducir que en estos momentos tú y ese nuevo bebé son lo más importante para él, podría jugar que incluso sobre su dinero- negué extrañada aquella hipótesis.
-Su fortuna es algo que él nunca cedería por nadie- le rebatí.
-Te equivocas- dijo tajante -¿Nunca te preguntas como es que llegaste precisamente a ojos de alguien como los Vulturis? Puede que tengas un titulo de duquesa pero ellos podrían incluso a codearse con princesas, lo que el vio en ti va más allá del dinero, las obsesiones son peligrosas y cuando calan hondo pueden llegar a hacerte perder el juicio para obtener lo que quieres- mi cuerpo vibró levemente por miedo.
-Mi padre me presento a aquella familia- dije recordando con nostalgia a Charles.
-Lo se y por lo que me a informado Edward, se que también sabes que tú padre hace muchos años atrás hizo un trato con ciertas personas para deshacerse del amante de tu madre y de paso escalar ciertos niveles- ese golpe si que me dolió y asentí entre avergonzada y triste –No te preocupes cariño, los errores de los padres no tiene por que asumirlo los hijos- sus ojos se llenaron de tristeza –Voy a saberlo yo con los muchos que cometí y con ello aleje a mi pequeña Esme- recuerde aquella conversación años atrás con Esme.
-Algo se de aquello- dije tímidamente y el asintió.
-Me lo puedo imaginar, te has ganado la confianza de toda la familia- sonrío orgulloso –Bien, espero no sonar rudo Bella pero sobre lo de tu padre- retomo la platica -¿No puedes llegar a imaginar con quien estuvo haciendo aquellos tratos tu padre?- negué, la verdad es que nunca lo había pensado y como si fuese lo más obvio la verdad llego a mi, abrí mis ojos desmesuradamente.
-Los Vulturis- dije no como una pregunta, sino como una afirmación, la afirmación más absurda que podía haber dicho ¿Cómo no lo vi antes?
-No quiero ser el villano de la historia Bella pero en efecto tu padre consiguió todo aquello, dinero y poder no por bolitas de dulce- respire profundo a sabiendas de lo que diría –El te vendió- y mi mundo cayo tan profundo que pensé que no habría manera de reconstruirlo, mi respiración se acelero –Tranquila Bella, me consta que tú padre solo estaba cegado por la rabia de saber que había sido engañado pero con el tiempo lo pago caro- negué, aquello no tenia justificación –Se que él intento casarte por todos los medios con el chico Black para impedir que llegaras a manos de los Vulturis, tarde se dio cuenta del error pero lo hizo y me consta ya que él fue años atrás a pedirme ayuda- lo mire incrédulo –Tú padre tenia muy arraigado todos sus ideales acerca de las leyes y la justicia pero con el tiempo descubrió que este mundo estaba lleno de traidores dispuestos a sobornar y pasar impunes ante la ley, es por eso que con todo su orgullo por el suelo decidió pedirme ayuda para alejar a los Vulturis de ti pero en ese entonces yo estaba sumido en salvar a mi esposa que no escuchaba a nadie, quizás si lo hubiese ayudado en ese entonces Amelie estaría comigo- sus ojos se cristalizaron y sentí la necesidad de acercarme y apoyarlo pero su rostro impertérrito no me lo permitió.
-¿Qué hizo él?- pregunte asustada.
-No mucho, como te dije intento casarte con el hijo de su mejor amigo pero las amenazas al parecer fueron más firmes cuando el hijo menor de los Vulturis te conoció, ya no había vuelta atrás y al parecer la aparición de mi nieto lo desquicio por completo- intente pensar de manera racional para no sentir odio por mi padre fallecido, si las cosas eran como las decía Archibald, él había intentado apartarme de todo esto.
-Pero ellos consiguieron cobrarse lo de mi padre ¿no?
-No como se debía- dijo preocupado –Eras tú a cambio de lo que ellos le habían dado, como tu padre se negó rotundamente fue otro manera con la que ellos se cobraron –lo mire extrañada ¿Cómo si habían conseguido que me casara con él?
-No entiendo.
-Bella, tu padre fue asesinado y no precisamente por mi nieto- no supe que decirle, siempre tuve la certeza de que Edward era inocente ¿pero como demostrarlo? –Mi muchacho solo estuvo en el momento equivocado y bueno, Dídima y Alec me visitaron para encerrar a aquel joven tras inculparlo en una muerte- mis puños se cerraron con rabia, odio y resentimientos –Las vueltas de la vida es que jamás pensé que estaría encerrando a mi nieto.
-Edward esta aquí por ello, él necesita limpiar su nombre- le dije intentando calmarme.
-Así es y lo primero que necesito es que hurgues en las cosas de Alec y encuentres la solicitud que me habían enviado, es una carta en donde el explica que es un hombre del que necesitan deshacerse y que esta siendo inculpado en el jefe de policía de la ciudad, Bella con ello podemos demostrar que esa familia envío a Edward a Alcatraz- asentí decidida –Tienes que ser cuidadosa por que si te llegan a pillar buscando aquello pueden comenzar a atar cabos.
-Lo haré cuando no allá nadie- él me sonrío calidamente.
-Lo demás te lo diremos en su momento, solo procura cuidarte ¿bueno?- él en un rápido movimiento se levanto de su silla y llego a mi para darme un abrazo realmente cariñoso –Gracias por haber mantenido con vida a Edward todos esos años en los que no supe que era mi familia y gracias por devolverle la vida ahora- lo acompañe en su sonrisa amable y en ese momento Edward entro al estudio.
-¿Interrumpo algo?- pregunto preocupado.
-Nada hijo, solo agradecía su buen corazón- dijo el anciano mostrándose por primera vez como un hombre con debilidades y miedos.
-Es solo que ya se esta haciendo tarde y no quiero que Alec envíe a alguien a buscarla- me gire a Archibald y sin pensarlo le deje un beso en la mejilla.
-Gracias por confiar en mi- le dije y me separe de él para ir donde Edward quien estaba sonriente y mirando a su abuelo.
Caminamos hacia la gran puerta principal tomados de las manos, aún tenía cosas dando vueltas en mi cabeza y sabia que en algún momento debía hablarlas con Edward, estaba claro que él sabía todo aquello del asunto de mi padre.
-Puedo imaginar lo que hablaron tú y mi abuelo y antes de que comiences a regañarme, todo aquello era algo que él debía decirte por si te asaltaban dudas y yo no podía responder, además se vería un poco extraño que el supuesto culpable de su muerte hablara esas cosas de él- me gire para encararlo.
-Edward, siempre e sabido que tú no eras el culpable, incluso ese día que te separaron de mi lado, es solo que todo me había pillado desprevenida y bueno, el embarazo y todo eso no ayudaron a mi reacción- él me sonrío y me abrazo dulcemente.
-Lo se pequeña, hablando de eso- me indico el auto –Encontraras algunas bolsas con cosas para nuestro bebé, pensé que podía ayudar a la coartada y bueno…- sus mejillas se tintaron suavemente de un exquisito carmín –Quería ser el primero en comprarle algo a nuestro hijo- me puse de puntillas y simplemente lo besé con todo el amor que podía darle.
-Gracias, nuestro bebé sabrá siempre que eres el mejor padre que podría llegar a tener.
-Te amo.
-Te amo también- me quede en silencio unos minutos.
-¿Qué anda por esa cabecita?- me pregunto divertido.
-Había pensado en que quizás el viernes podríamos vernos, Alec se reunirá con unos socios, Marcus esta fuera de la ciudad, Jane- puse mala cara –Está como una loca preparando la "boda"- Edward me sonrió complacido.
-Celosa- me beso rápidamente y lo mire feo pero continúe.
-Dídima siempre sale los viernes por lo que estaré sola por la noche luego de que los pequeños duerman, había pensado en que quizás tú…- me ruborice.
-No te imaginas lo que me encantaría poder ir a verte y entrar por tu habitación como un ladrón pero…- puse mala cara al ver su semblante preocupado –He quedado con Jane para cenar fuera- bufe frustrada y completamente celosa.
-Perfecto- dije dando grandes zancadas para llegar al interior del vehiculo.
-Bella no te pongas así, no voy en plan romántico pero si todo resulta como lo espero tendremos a uno menos muy pronto- lo mire sin entender y él solo me guiño un ojo, se agacho levemente cuando estuve ya sentada en el asiento trasero y se inclino para besarme –Te juro que más pronto de lo que crees estaremos juntos- y con aquella hermosa promesa me aleje de él pero completamente segura de que cumpliría su palabra.
Bbra- .
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6/8/2014, 3:25 pm por Sammy17
» Saludos desde BOLIVIA
18/11/2013, 1:07 pm por silan
» necesito ayuda
29/9/2013, 7:32 pm por an.dii.995
» Emmm hola :) me acabo de unir mucho gusto :3
10/8/2013, 12:23 am por emy1718
» ¿Tu piel es tan suave como parece? (M +18)
17/7/2013, 5:49 pm por Qamiila Quinteros
» Soy nueva :D
25/6/2013, 5:08 pm por valeria maria delosantos
» Soy Nuevo en el Foro y ahora que hago ???
6/6/2013, 10:49 am por bella_1996
» Dakota Fanning / Michael Sheen - Imagenes/Videos de Paparazzi / Estudio/ Eventos etc.
26/5/2013, 1:44 pm por isvilce
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» Kristen Stewart - Imagenes/Videos de Paparazzi / Estudio/ Eventos etc.
25/5/2013, 2:23 pm por isvilce