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Mensaje por Qamiila Quinteros 27/5/2012, 6:41 pm

CAPITULO 31 TU Y YO

Edward nos giró, colocándose encima de mi. A patadas se terminó de quitar los pantalones y se se volvió a concentrar en mi cuerpo.

Lentamente y de manera tortuosa me quitó la falda y volvió a observarme. Aunque todavía conservaba la ropa interior me dio la sensación de quedar expuesta y me sonrojé como hacía tiempo que no lo hacía.

- Echaba de menos ese sonrojo – dijo tocándome la mejilla con dulzura – Eres tan hermosa...siempre lo has sido – me dijo al oído. Fijó su vista en el tatuaje de la cadera – No sabía que tenías esto – me acarició la mariposa – me encanta.

- Me lo hice pensando en ti – le confesé. Sonrió y me volvió a besar.

Los besos pasaron de ser apasionados a ser de necesidad, desesperados. Su lengua acariciaba mis labios con experiencia, me estaba volviendo loca.

Cuando nuestros cuerpos se juntaron pude notar el nivel de su excitación, miré hacia abajo y vi que sus boxer estaban muy abultados. Eso me excitó aún más y ahora fui yo quien hizo fuerza para girarnos. Me senté a horcajadas encima y me froté contra él. Gimió fuertemente. Alzó las manos para quitarme el sujetador y cuando consiguió deshacer el broche lo dejó caer lentamente por mis brazos, como si fuera una caricia. Pasó sus manos por mis pechos y lentamente pasó el dedo índice por mi pezones haciendo que se endurecieran aún más.

- Dios...Bella... – se acercó para besarme los pechos.

Volví a gemir, sinceramente agradecí que abajo estuviera la música alta, y también esperaba que nadie se hubiera dado cuenta de nuestra larga ausencia.

Sus labios contra mis pechos eran pura delicia. Adoraba cada milímetro de piel que besaba. Tuve que aferrarme fuertemente a su nuca cuando me lamió uno de los pezones, creí que perdería el norte con sus caricias. Siguió con su tarea mientras que yo bajaba las manos por sus abdominales y jugaba con el borde de sus boxer.

Se puso de nuevo sobre mi mientras sus besos descencían de mis pechos por mi abdomen hasta mi ombligo, donde después de lamer sopló y me hizo volver a gemir. Ahora fue su turno de jugar con mi ropa interior.

Fue bajando mis braguitas lentamente, ¿se había propuesto volverme loca esta noche o qué? Cada milímetro que la prenda bajaba más calor inundaba mi cuerpo, sentía un extraño y placentero cosquilleo en la parte baja de mi vientre. Cuando la prenda salió completamente volvió a acariciar la longitud de mis piernas desde los dedos de los pies hasta llegar a mi intimidad. Gemí casi chillando. Le miré a los ojos avergonzada y pude ver que sus orbes verdes estaban oscurecidos. Me miró y me sonrió dulcemente. Siguió besando mis piernas hasta llegar a mi vientre y fue ahí cuando abrió mis piernas y colocó su cabeza entre ellas. ¿Iba a hacer lo que creía que iba a hacer? Sentí que la sangre que me quedaba subía a mis mejillas y temblé de anticipación.

- ¿Te pasa algo, amor? - ¿me ha llamado amor?

- Es que...- solté un suspiro – me da...vergüenza – admití.

- Relájate, te va a gustar – y no lo negaba. Si sus labios en mi boca hacía que la cabeza me diera vueltas, ahí...

Cerré los ojos y sentí su lengua en mi intimidad, lamiendo lentamente de arriba abajo. Arqueé la espalda al instante, aunque él atrapó mis caderas para que no me moviera. Siguió jugando con su lengua, despacio, quizás demasiado despacio para el estado en el que me encontraba. Juro que no puedo describir lo que sentí en esos momentos. Si estos eran los preliminares...

Justo cuando su boca se centró en el punto de mi placer sentí como metía un dedo en mi interior y yo le regalé un gemido, bueno, uno detrás de otro, porque ya no pude parar.

Mis manos se fueron hacia su sedoso cabello. Edward estaba cogiendo un ritmo frenético y yo sentía que algo dentro de mí iba a explotar.

- Edward – gemí – no...no puedo...

Y noté como mi cuerpo se arqueaba por el placer y mi cabeza se echaba para atrás mientras de mi boca salía un sonoro jadeo. Indescriptible, maravilloso. El nudo de placer que se había formado en mi bajo vientre se deshizo en una explosión maravillosa. Me sentía en el cielo. Cuando me recuperé alcé la cabeza y le miré. Tenía la sonrisa torcida que a mi me gustaba y los labios rojos y húmedos. Era un pecado verle así.

- Edward, yo... - tartamudeé – ¡Dios! - fue lo único que logré decir. Sonrió más ampliamente y se relamió los labios.

- Sabes muy dulce – me dijo al oído y con una voz tremendamente sensual.

Esas palabras volvieron a encender la llama en mí, ese calor líquido volvió a extenderse por mi cuerpo. Quería que se sintiera como yo me había sentido, quería hacerle disfrutar como él lo había hecho conmigo, quería que gritara mi nombre. Me senté encima de él y empecé a besarle de nuevo. Sentí un ligero cambio de sabor en su boca, mi esencia todavía estaba en sus labios.

Seguí dándole besos hasta llegar a sus abdominales, pero llegó el dilema. ¿Cómo sabré si lo estoy haciendo bien? No tenía experiencia, pero él sí. ¿Y si no le gustaba? Él notó mi indecisión.

- Amor, no tienes por qué hacer nada que no quieras – dijo apartándome el pelo de la cara y atrayéndome hacia la suya para besarme.

- Pero quiero que sientas lo que yo he sentido – le dije al oído.

Decidí meter mi mano en su ropa interior y empecé a acariciarle. Edward cerró los ojos y me regaló un precioso gemido, pero detuvo mi mano antes de que siguiera con mi labor. Le miré extrañada. Oh, algo no estaba haciendo bien. Bajé la mirada.

- Lo siento – fue lo único que se me ocurrió decir, estaba avergonzada.

- Parece que esa es la frase de la noche – sonrió - ¿Por qué lo sientes? - dijo levantándome la cara por el mentón – ¿Piensas que no me gusta lo que me haces? - asentí – Tu me haces sentir en el cielo. Si te he detenido es porque no querrás que esto acabe antes de empezar, ¿no? - ahora sí me sonrojé violentamente – No sabes lo que me haces – me dijo en el oído.

Me giró de nuevo y se colocó entre mis piernas. El contacto de nuestros cuerpos me estaba llevando a la locura, pero a él todavía le quedaba una prenda puesta, así que empecé a quitársela. Terminó quitándosela a patadas como había hecho con los pantalones minutos antes.

Miré hacia su entrepierna y abrí mucho los ojos. Oh dios mio, eso no va a caber. Era muy...grande. Él notó el cambio de mi cara.

- Cielo, si no quieres hacerlo...

- Si, si, si quiero hacerlo, lo que pasa es que...es muy...grande – dije en un susurro.

- Oh – y sus mejillas se sonrosaron, era tan adorable verle avergonzado...- ¿Nunca te han dicho que dices unas cosas estupendas? - puso una sonrisa pícara.

Me abrió más las piernas y se colocó entre ellas. Acarició nuevamente mi intimidad, estaba lista de nuevo. Cogió un preservativo de su mesilla y rápidamente se lo puso. Se colocó en mi entrada, ese simple roce hizo que los dos gimiéramos al unisono. Fue entrando poco a poco hasta que se topó con mi pureza. Volvió a mirarme hasta que le dije que sí con la cabeza.

Fue entonces cuando sentí el dolor. Cuando se adentró más sentí como si me estuvieran clavando mil agujas por un segundo. No pude evitar el grito seco de dolor que me salió. Me agarré a él con fuerza y cerré fuertemente los ojos esperando que el dolor pasara.

- Amor, relájate, ¿estás bien? Podemos parar si quieres – él estaba temblando.

- No, no...sólo espera un momento – susurré.

Cuando entendí que lo peor ya había pasado moví un poco las caderas para darle a entender que siguiera. Empezó a gemir de nuevo mientras se introducía lentamente una y otra vez en mí.

El dolor pasó casi por completo y dio la bienvenida a una sensación más que placentera. Enrollé mis piernas en sus caderas y comencé a moverme. Edward se movía cada vez un poco más rápido y cambió el ángulo de las embestidas. Tocó un punto sensible de mi interior y un grito de placer se escapó de mis labios, pero él paró en seco. Por Dios, no te pares ahora.

- ¿Te duele, te he hecho daño? - sonreí al ver su preocupación. Negué con la cabeza.

- Me...me estaba gustando. Mucho.

Sonrió y volvió a unir nuestros cuerpos. Una capa de sudor nos envolvió a los dos, la fricción entre nuestros cuerpos era delirante. Paseé mis manos por su espalda hasta llegar a su trasero y le empujé más contra mí.

Los jadeos y los gemidos inundaron la habitación. Cielo santo, sus jadeos eran música celestial para mis oídos.

Subió el ritmo de sus embestidas y yo ya no podía jadear más alto, para ese entonces había perdido la vergüenza hace rato.

- Edward – gemí.

- Vuelvelo a decir – dijo entre jadeos.

- ¿El...qué? - balbuceé.

- Mi...mi nombre. Quiero...que grites mi nombre.

Y subió aún más el ritmo de las embestidas. Sentí que no podía más, el calor que había sentido antes volvió a aparecer en mi vientre pero elevedo a la máxima potencia. Mi liberación estaba cerca.

- ¡Edward! - grite – no...puedo más – jadeé.

- Bella – gimió.

Sentí que mi cuerpo se deshacía debajo de él, lo único que pude hacer fue gritar fuertemente su nombre mientras que clavaba mis uñas en su espalda. Vagamente pude oír que él también gritaba mi nombre y para después caer desplomado sobre mi pecho.

Los dos seguíamos jadeando y empapados en sudor. Salió de mi cuerpo y sentí de repente un vacío horroroso. Él rio por el gruñido que me salió, no quería estar separada de él ni un milímetro.

Nos giró y me tumbó sobre su pecho. El ritmo de su corazón estaba alterado, aún teníamos las respiraciones agitadas.

- Ha sido...- empezó a decir mientras me aprataba el pelo de la cara.

- Increíble – terminé yo. El se rio sonoramente.

- Lo mismo digo – y me besó en la cabeza – ¿Cómo estás? - dijo mirándome a la cara.

- ¿Cómo crees que estoy? – y me empecé a reír – ¿y tu?

- Yo estoy en el cielo – ambos sonreímos. Un bostezo salió sin querer de mi boca, me sentía cansada – Duérmete, amor – me dijo mientras nos tapaba con la sábana y me apretaba contra su cálido cuerpo.

El sol dio de lleno en mi cara despertándome. Tenía que ser precisamente hoy el día en el que Forks estuviera soleado. Estaba durmiendo como un bebé, maldito sol.

Edward tenía su cuerpo pegado a mi espalda y su mano me tenía firmemente agarrada por la cintura. Durmiendo era hermoso, tenía esos dulces labios entreabiertos y el pelo despeinado de manera caótica. Debería de estar prohibido.

Los recuerdos de la noche anterior azotaron mi mente y no pude evitar sonreír. Fue...lo fue todo para mí. Realmente sentí amor en sus actos, ternura y la forma en la que se preocupaba por mi...

Otras dudas asaltaron mi mente, ¿y si él no había sentido lo mismo que yo? ¿Lo habría disfrutado de igual manera? ¿Y...y si no había estado a la altura? Yo no tenía experiencia, pero él si...y mucha. En un minuto toda mi autoestima decayó. Dios mio, ¿y si al despertar se diera cuenta de que había sido un error? Entré en pánico.

Decidí darme una ducha para luego escapar de allí y de mis pensamientos.

Me deshice de su abrazo y me metí en el baño. Tenía dos puertas así que debía de estar conectado a la habitación de al lado. Cerré con pestillo por si acaso.

Me metí en la ducha y me relajé al instante en que el agua tocó mi piel, algo que agradecí porque me dolía todo el cuerpo, aunque qué dolor más maravilloso...

Cogí un poco del champú de Edward y me lavé el pelo, le tenía asqueroso de todo lo que sudé anoche. Mmmm, olía a él...

Salí de la ducha y cogí una toalla grande que estaba en la estantería. Me miré en el espejo, mis ojos brillaban aunque estaban tristes por los pensamientos que había tenido hace un momento. Un golpe en la puerta de sacó de mis pensamientos.

- ¿Bella? ¿Bella, estás ahí? – mmm, Edward.

- Sí, estoy aquí – contesté.

- ¿Te pasa algo? ¿Estás bien? - me encantaba que se preocupara por mí, para que negarlo.

- Si, estoy bien, me estoy duchando.

- ¿Puedo entrar? - se apresuró a decir. Sonreí.

- No, espera que ya salgo.

Pero decidí hacerle sufrir un poco, parecía ansioso. Me senté en la taza del váter y después de 5 minutos decidí salir. Estaba sentado en el borde de la cama. Desnudo. Toma ya.

- Ya era hora, un minuto más y tiro la puerta abajo – dijo sentándome a su lado y besándome en la frente. No pude evitarlo, mi mirada se fue a su entrepierna.

- ¿No...no te puedes tapar un poco? – sonrió ampliamente.

- No me digas que después de lo de anoche te da vergüenza verme desnudo.

- No...vergüenza precisamente no me da – el ya conocido calor de mi vientre volvió a visitarme – me...desconcentras.

- ¿Yo te desconcentro? Pues tu no sabes lo pecaminosa que estás ahora mismo – dijo mirándome todo el cuerpo.

Se giró y me besó apasionadamente. Me apartó de la cara los mechones de pelo mojado que tenía pegados a los lados. Me cogió por la cintura y profundizó el beso explorando mi boca.

- ¿Eso quiere decir...que lo de anoche te gustó? - le pregunté en el oído.

Me cogió por las caderas y me sentó a horcajadas sobre él. Estaba excitado. Muy excitado.

- ¿Eso responde a tu pregunta? - me dijo con voz ronca.

Al unir nuestras intimidades no pude evitar la mueca de dolor de mi cara. Todavía me molestaba un poco.

- ¿Te duele mucho? - me preguntó cogiéndome de la cara con ambas manos.

- Solo un poco.

- ¿Te hice mucho daño anoche?

- Ójala todos los dolores fueran como el de anoche – le dije en el oído.

- Mmmm, ¿qué podría hacer para que te sintieras mejor? - dijo mientras acariciaba mis costados.

Acto seguido sonrió con malicia y metió su mano por debajo de la toalla hasta llegar a mi intimidad y en ese instante se me olvidó el dolor. Gemí fuertemente.

- ¿Te sientes mejor así? - preguntó riéndose. Asentí como pude.

Volvió a acariciarme y tuve que agarrarme a sus hombros. Ahora quería tocarle yo a él y aproveché la situación. Comencé a bajar tortuosamente las manos por su pecho. Cuando llegué a los abdominales rompió el beso que me estaba dando, pero no dejó de acariciarme abajo.

- Bella, si, si, si – dijo.

- ¿Si qué, Edward?

- Tócame – dijo de una forma que debería de ser ilegal.

Empecé con movimientos suaves, no sabía si de la manera en que lo estaba haciendo era la correcta, hasta que empecé a oír sus gemidos. Sus jadeos y los míos se mezclaban en la habitación, marcaban una sinfonía perfecta.

La toalla que cubría mi cuerpo resbaló hasta mi trasero, momento en que aprovechó para lamerme el pecho derecho.

Sentía que estábamos cerca, las caricias que nos estábamos dando mutuamente pronto nos llevarían al cielo.

- Edward Anthony Cullen – la puerta se abrió violentamente – Oh dios mío, pero tu...- me señaló Rose – y tú – y señaló a Edward.
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Mensaje por Ebys Cullen 31/5/2012, 1:35 pm

ME ENCANTA ME ENCANTA ME ENCANTAAAA!!!!.... Rose no podía ser menos inopotuna...ufff me ENAMORE DE ESTA HISTORIAAA!!!
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Mensaje por Qamiila Quinteros 31/5/2012, 7:05 pm

CAPITULO 32 - DECLARACIONES

Mi estado se podía definir en algo así como...tierra, trágame. Miré la cara de Rosalie, los ojos como platos...No, mejor tierra tragame y no me dejes salir. Ambos habíamos dejado de tocarnos y yo lentamente me bajé de su cuerpo y me tapé con la toalla.

- ¡Edward! - gritó Rose tapándose los ojos con su mano – ¡Tapa tus miserias! - dijo señalando su entrepierna. Estaba completamente desnudo delante de su hermana. Y todavía excitado.

- Que pasa cariñ...¡Oh cielo santo! - no, no, no, Emmet no – ¡Edward! ¡Sacaste en la fiesta al pequeño Eddie! - dijo dando palmas. Colleja de Rose – ¡Auch!

Ambos estaban de pie en el marco de la puerta mirando la escena atónitos y sin decir ni una palabra.

- Yo...- dijo mi amiga avergonzada – yo...¿por qué no echáis el pestillo?

- Rose – dijo Edward – Podrías...- y le hizo señas para que se fueran.

- Oh, vamos cariño, Edward quiere terminar lo que no ha podido, dejemosle que meta el gol – dijo Emmet. Mi cara estaba roja no, lo siguiente.

- ¡Emmet! - grité.

- Qué son esos grit...oh dios mio – vale, la frase de la mañana – ¡Bella! Con razón anoche no te encontraba por ninguna parte, ¡me tenías preocupada! – chilló Alice.

- Chicos, por favor – empezó Edward – ¿nos...podríais dejar que al menos...nos...vistamos? - tenía las mejillas sonrosadas, la situación era muy vergonzosa.

- Chicos, veeenga – la voz de Jasper, venga pasen y vean, si queréis damos entrada, pensé – Dejadlos un poco de intimidad, vamos a desayunar – y les fue empujando hacia el pasillo – Chicos, el desayuno estará en un rato – gritó Jasper desde la puerta.

Edward y yo nos miramos sin saber qué decir. En el fondo la situación había sido cómica así que comenzamos a reírnos fuertemente.

Hasta que bajé mi vista y vi que, a pesar de todo, Edward seguía excitado.

- ¡Edward! - dije señalándole. El miró hacia el bulto que se formaba en la sábana.

- Oh, bueno...¡Qué le voy a hacer! - parecía avergonzado – Soy un adolescente hormonado al lado de una mujer hermosa y completamente desnuda, no creo que sea raro. S...supongo que una ducha me vendrá bien.

- Que sea con agua fría – me reí.

- A no ser...- dijo quitándose la sábana quedando totalmente expuesto ante mí – que te quieras duchar conmigo – y lamió mi cuello. Gemí.

- Eh...no...no creo q...que sea lo más...aconsejable, tus hermanos están con el radar puesto – balbuceé. Nada me apetecía más que tener a Edward conmigo bajo el agua caliente, los dos juntos...pero de imaginar que podrían vernos otra vez...

- Está bien, pero luego tendremos que terminar lo que hemos empezado – y se fue a la ducha.

Temblé de anticipación. Cuando me repuse de la promesa de Edward recogí mi ropa esparcida por toda la habitación y me vestí. El agua seguía corriendo en el baño, así que miré la habitación en la que me encontraba. Anoche tenía cosas más interesantes en las que fijarme.

Tenía una pared en su totalidad forrada de discos y libros, alguno de ellos entre mis favoritos. Había gran cantidad de clásicos tanto de una cosa como de otra.

Por los títulos que leí corroboré que Edward tenía muy buen criterio además de inteligencia. En verdad no aparentaba ser como era en realidad. Hace unos días no me imaginaba que Edward pudiera escuchar música clásica, por ejemplo, o que entre sus libros estuviera Orgullo y Prejuicio. Sonreí al haber descubierto al verdadero Edward.

Me sobresalté cuando unos brazos envolvieron mi cintura y me atrajeron. Apartó mi pelo todavía humedecido y me besó el cuello.

- No te había oído – susurré.

- Cuando quieras alguno, ya sabes – dijo señalando la estantería.

- Me ha sorprendido.

- ¿El qué? - dijo girándome para quedar cara a cara. Sus labios...su pelo mojado..

- T...tus preferencias culturales – balbuceé. Él se rió.

- ¿Por qué te ha sorprendido?

- Nunca pensé que te gustara Debussy, por ejemplo.

- Pues es mi favorito, lo escucho casi a diario.

- Anda, vístete antes de que explote – dije apartándole de mi.

Se fue hasta su armario riéndose, oh, música de ángeles para mis oídos. Sacó ropa y empezó a vestirse. Decidí mirar hacia otro lado, la imagen del cuerpo desnudo de Edward me perturbaba, y aún quedaba lo peor, enfrentarnos a los chicos. Creo que Emmet hará que me avergüence hasta en fin de mis días.

- Ya está – dijo.

Cielo santo, estaba guapísimo. Llevaba unos vaqueros negros con una camiseta blanca ceñida al cuerpo y una camisa de cuadros encima. Juraría que se me cayó la baba.

Bajamos cogidos de la mano. Ese pequeño gesto significó mucho para mi.

Cuando entramos en la cocina todos dejaron de comer para levantar la cabeza y mirarnos. Emmet empezó a mover las cejas sugerentemente mientras sonreía y los demás soltaban risillas tontas.

Edward me separó la silla y me ayudó a sentarme. Otra cosa nueva que aprendí de él, era un caballero.

- ¡Oh, Edward, que mono! ¿No te estarás amariconando? - bromeó Emmet.

- Emmet – le regañó Rose.

- Vale, vale – y siguió comiendo.

Edward y yo nos mirábamos, todos nos encontrábamos en un silencio bastante incómodo. Bueno, incómodo para nosotros dos. No sé que era mejor, si el absoluto silencio o las bromas pesadas de Emmet.

- Bueno, ya está bien – dijo Edward dando un golpe al bote del café – ¿Qué pasa?

- Edward, no terminar de rematar te agria el carácter – dijo Emmet.

- Emmet – le regañó Rose, aunque me sorprendió que no le pegara una colleja.

- Es verdad, Rose, se ha puesto de mala leche porque el pequeño Eddie se ha quedado sin su ración de...- colleja de Rose – ¡Auch!

- Emmet, estás avergonzando a Bella – dijo Jazz. Sí, en verdad sentía mi cara arder.

- Jazz, estaban copulando delante de nosotros – siguió Emmet riéndose.

- Bueno – dijo Edward – No creo que te vayas a traumatizar por ello. Llevo ya algunos años oyendo los gritos que pegas con mi hermana cuando follais y aquí estoy – terminó con un tono entre cómico e indignado.

A los dos segundos todos estallamos en risas, aunque a Edward le costó un poco más. Para mí fue vergonzoso que nos vieran, pero para él debió de ser muy desagradable, tendría que aguantar a sus hermanos en casa.

- Chicos, no pasa nada – intervino Jazz – el sexo es lo más normal entre las parejas.

¿Parejas? Eh...Vale, ¿Edward y yo qué éramos? Pasamos prácticamente de no hablarnos a hacer el amor. Por otro lado él me había dicho que estaba enamorado de mi, pero yo a él no le dije nada...No le hacía falta pensar mucho para saber que estaba locamente enamorada de él, pero necesitaba aclarar en qué punto estábamos nosotros.

Terminamos de desayunar y Edward se ofreció a llevarme a casa. Realmente estaba un poco cansada y quería que mi padre viera que me encontraba perfectamente.

Andamos hasta el volvo que estaba aparcado en el garaje. Me abrió la puerta del copiloto. Guau, me podría acostumbrar a esto. Arrancó el coche y puso rumbo a mi casa.

- ¿Edward? - le pregunté una vez dentro.

- Dime.

- Lo que me dijiste anoche...que tu estas...enamorado de mi...¿es cierto? - pregunté tímidamente.

- ¿Acaso lo dudas? - dijo con pena. Suspiró y aparcó el coche en el arcén – Bella, sé que es normal que no termines de confiar en mí por lo que pasó, pero escúchame bien – me cogió la cara con sus manos – nunca, nunca volveré a hacerte daño, nunca, y todo lo que te dije anoche es cierto. Estoy enamorado de ti, desde que volviste no he parado de pensar en ti, desde que me torturaste bailando conmigo en aquella fiesta soñé con probar tus labios – pasó su pulgar por mi labio inferior – Anoche me devolviste la vida, Bella. Me sentía vacío cuando me ignorabas. Me sentía triste cuando no querías ni pronunciar mi nombre. Me sentí lleno de rabia cuando vi cómo ese cabrón te tocaba. Y anoche me sentí completo. Nunca...nunca antes había sentido lo que sentí anoche contigo, Bella. Fue más allá que el acto físico, más allá de la atracción sexual, lo fue todo – me reí – ¿Qué?

- Eso mismo es lo que pienso de lo de anoche, lo fue todo. Y yo también estoy enamorada de ti. En realidad nunca dejé de estarlo, por mucho que lo negara. Cierto que al principio quise darte una lección por lo que me hiciste pasar – hizo una mueca de dolor – pero cada vez se me hacía más difícil. No pronunciaba tu nombre porque me hacía daño pensar que tú no eras para mí, que todavía no era digna de ti.

- Schhh, no digas eso. Yo si que no te merezco, deberías odiarme y sin embargo no solo me perdonas sino que también me correspondes. No puedo pedir más.

- Yo solo pido que no me dejes.

- Nunca.

Y nos besamos al principio de manera tierna para dar paso a la pasión.

Estábamos en un tramo de carretera poco transitado por lo que decidí arriesgar. Me puse a horcajadas sobre él en el asiento del piloto. Vale, la postura no era la más cómoda, el volante se me clavaba en un punto determinado de mi columna, pero me daba lo mismo.

Me tomó por la cintura y me apretó más contra él. Yo pasé mis manos por su pelo alborotándole aun mas sus mechones y moví mis caderas. Gimió en mi boca. Cuando empezaba a meter su mano debajo de mi camiseta sonó mi móvil. Ahora gemí yo, pero de frustración al ver que no paraba de sonar.

- Deberías cogerlo – negué mientras seguía besándole. Se rio – Quizás sea importante, igual es tu padre.

Eso me convenció. El pobre estaba muy nervioso desde mi incidente y se preocupaba mucho por mi. A regañadientes rebusqué el teléfono en mi bolso sin bajarme del regazo de Edward.

- ¿Diga? - dije mientras Edward jugaba con un mechón de mi pelo.

- Bella, soy yo Jake.

- ¡Jake! - grité y Edward gruñó. Yo rodé los ojos. Me gustaba verle celoso – ¿Que tal?

- Pues ahora mismo en la puerta de tu casa, pero no estáis. Venía a hacerte una proposición.

- Wow, una proposición. ¿Indecente? - y Edward se tensó.

- Totalmente indecente – se rió – Esta tarde tu padre bajará a la reserva a ver unos partidos con mi padre y con Harry. ¿Te gustaría bajar? Así podemos charlar un poco. Tengo cosas que contarte.

- Uf, realmente me apetecía ver a Jake y a los chicos, pero por otro lado si mi padre no iba a estar en casa...podría estar un rato a solas con Edward. ¡Agh! ¿Qué hago?

- Eh...Jake, en unos minutos estoy ahí, ¿de acuerdo?

- Vale, perfecto.

- ¿Qué quería? - gruñó Edward cuando colgué.

- Quiere que baje a la Push, al parecer mi padre bajará esta noche a ver el partido beisbol – dije colocándome de nuevo en el asiento del copiloto.

- ¿Y qué vas a hacer?

- No lo sé – suspiré – hace tiempo que no veo a Jake...- gruñó – ¡Edward, es mi amigo! - rodó los ojos. Puso el coche en marcha de nuevo – Venga, nos conocemos desde que tenemos pañales. Compartía chupete con él. Es como mi hermano.

- Justo. Es "como" tu hermano, pero no lo es.

- ¿Por qué te cae tan mal Jake?

- Pues...porque casi me parte la boca – toma ya, eso no lo sabía, tendré que hablar con él.

- ¿Cuando?

- Cuando te fuiste – murmuró.

- Oh...

- Y en su momento no lo veía, pero ahora sólo de pensar que ha compartido contigo muchas más cosas que yo...me pone malo.

- Habrá compartido muchas, pero no las mejores – le sonreí seductoramente.

- Tonta Bella – y me dedicó mi sonrisa torcida.

Llegamos a mi casa rápidamente. Jake estaba apoyado en su coche y se sorprendió mucho al ver con quien venía.

- ¡Jake! - grité mientras le daba un abrazo. No pude oír lo que murmuraba Edward.

- Bella, me alegro de verte, pero...¿me podrías decir qué haces con Cullen? – dijo a modo de susurro.

- Jake, tengo mucho que contarte...han cambiado mucho las cosas.

- Ya veo, creí que le habías olvidado.

- Ni mucho menos, Jake – Edward tosió a nuestras espaldas – ¿Edward? - le hice un movimiento para que se acercara. Rodó los ojos pero se acercó.

- Black – le dijo a modo de saludo.

- Cullen – contestó Jake. Nos distanciamos un poco de Edward para hablar – Bueno, Bella, supongo que hoy no bajarás a la Push, pero espero verte pronto por allí – se calló por un momento, nos miró a ambos y suspiró – He hablado con tu padre, está en el pueblo comprando cosas para esta noche, así que irá directamente a casa. Nos ha dicho que te llamará en un rato. Así que estarás sola en casa – dijo alzando una ceja – Y tranquila, que no diré nada a tu padre sobre que la sanguijuela está contigo – eso último lo susurró.

- ¡Jake! - le di un golpe en el brazo – Gracias – y le abracé.

- Cullen – se despidió.

- Black.

Mi amigo se marchó. Me gustaba que Jake no me reprochara ni me echara nada en cara. Él aguantó mis llantos y mis penas cuando Edward me ignoraba y ahora simplemente me facilitaba las cosas para estar con él. Tenía a un ángel como amigo. Y tenía a otro ángel de pelo broncíneo a mi lado.

- ¿Pasas? - le pregunté.

- ¿Se puede? ¿No estará dentro tu padre? Puede pensar que me estoy aprovechando de ti y, cariño, es policía, tiene pistola y...- le tapé la boca con un beso.

- Y no está ni aparecerá hasta cerca de las doce de la noche y son las...- miré el reloj – cinco de la tarde. Tenemos tiempo para hacer lo que quieras.

- ¿Lo que quiera? - puso una sonrisa juguetona en sus labios.

- Lo que quieras – susurré en su oído.

- ¡Vamos! - y tiró de mi hasta llegar a la puerta.

- ¿Ansioso?

- No sabes cuanto – me dijo mientras me quitaba las llaves y abría él la puerta. Me reí ante su desesperación.

- Edward – dije ya dentro del salón – ¿no deberíamos comer un poco primero? Son las cinco de la tarde y no hemos comido.

- Pero amor, hemos desayunado hace un rato – lloriqueó.

- Edward, ¿quieres coger energía para lo que vendrás después? - le reté. Pareció pensarlo.

- Vale, pero algo rápido y ligero, quiero recuperar el tiempo perdido – volví a reírme.

Preparé unos sandwiches de pollo y una ensalada. Realmente tenía hambre ya que por los motivos obvios no había disfrutado del desayuno. Una vez terminamos de comer Edward se abalanzó sobre mí.

- ¡Edward! Dejame que por lo menos me lave los dientes - Hizo un puchero – ¿Quieres acompañarme? - le dije levantado las cejas.

- Claro.

Le tomé de la mano y subimos juntos las escaleras. Abrí la puerta de mi dormitorio y le hice un gesto para que se sentara en mi cama. Él observó detenidamente la estancia.

- Ya sé que no es tan grande como la tuya ni está decorada con tanto gusto pero...es mía – bromeé.

- Por eso me encanta, porque es tuya. Aquí todo huele a ti – sonreí como una tonta.

- Eh...vale, voy a quitarme esta ropa – todavía llevaba la ropa de la fiesta, aunque no me la quitaría en la vida, olía a él...Cogí una camisola de dormir y ropa interior.

- No tardes – dijo desde mi cama.

Uf, cielo santo, tenía a Edward en mi cama y estábamos solos en casa y de sobra sabía lo que iba a pasar. El calor sofocante volvió a mi cuerpo. Edward era como mi estufa personal. Así que decidí darme otra ducha rápida ya que estaba un poco tensa aún. Me lavé los dientes y me puse mi camisola negra y unas braguitas del mismo color, pasé del sujetador, total para lo que iba a durar puesto. Salí del cuarto de baño dirección a mi cuarto y cuando abrí la puerta Edward seguía casi de la misma postura. Cuando me vio abrió mucho la boca y me miró de arriba abajo. Vale que la camisola me quedara un poco ajustada y algo corta, evidentemente lo había hecho con intención, por eso no me la ponía nunca para dormir. Me resultaba algo incómoda con el frío que hacía en Forks.

- Edward – le llamé – es de mala educación mirar fijamente a las personas – sonreí.

- Es que estás...bueno...Dios...ven aquí – me resultaba sumamente gracioso ver a Edward tartamudear.

- Me acerqué a él y apenas me dio tiempo de parpadear. Me colocó a horcajadas sobre él, de la misma postura y sitio en el que nos habían pillado esta mañana.

- Te dije que acabaríamos lo que empezamos – susurró.

- A-ha.

- Pues vamos a ello, ¿no? - solo pude asentir sonriendo.

Comenzó a besarme en el cuello para subir por mi mandíbula hasta mi boca, donde atacó sin piedad. Mis manos se movieron inconscientemente hacia su pelo, me encantaba, y allí enredé mis dedos. Sus manos tocaban mis pechos por encima de la tela, pellizcaba mi piel sin compasión y jedeé sonoramente. Quería sentir su piel, tenía mucha ropa encima así que le quité la camisa que llevaba abierta y comencé a deshacerme de su camiseta, él me ayudó. Pasé mis dedos por su piel expuesta y le sentí temblar. Comenzó a subir sus manos por mis muslos mientras seguía atacando mi boca. En esos momentos sentía mi humedad crecer, quería notarle, así que moví mis caderas en busca de roce y le encontré. Él estaba muy excitado. Decidí abrir su pantalón y colé mi mano dentro de su ropa interior. Comencé a acariciarle al mismo tiempo que él hacía mis braguitas a un lado para tocarme.

Pronto encontramos el ritmo...Hasta que de repente mi móvil sonó, pero no tenía la más mínima intención de contestar.

- Bella - jadeó – tu...padre, cógelo – gruñí, pero tenía razón, alargué la mano a la mesilla y cogí el aparato de las narices.

- ¿Diga? - dije separándome un poco de él.

- ¡Bella!¡Oh dios, me tienes que contar todo! Antes no hemos podido hablar y...

- ¡Alice! Ahora no puedo – dije recalcando ahora. Edward rodó los ojos, pero siguió tocándome. Se me escapó un gemido.

- Oh, ¿estáis ahora juntos?

- ¡Si! - fue respuesta y gemido, Edward me estaba matando y mantenía en su cara una sonrisa maligna.

- Estais...estais...

- A-ha – estoy...en el cielo, más o menos.

- Lo siento, lo siento, ya si...eso...hablamos luego – y colgó. Tiré el móvil en la mesilla.

- Edward – jadeé.

Y volví a meter la mano en su pantalón, seguía acariciándole y cuando volvimos a coger ritmo volvió a sonar mi teléfono. Suspiramos los dos a la vez mientras juntamos las frentes.

- Ahora sí...será mi padre – dije como pude – ¿Sí?

- Hija, soy yo, ¿qué tal?

- B...bien – demasiado bien.

- Vale, es que verás, después del partido nos vamos a juntar aquí todos un rato y...bueno, tenemos cervezas para emborrachar a un elefante, así que me quedaré a dormir en casa de Billy, estaría muy mal que a mí me pusieran una multa por conducir ebrio. Puedes llamar a Alice para que no te quedes sola – descuida, no voy a estar sola.

- Eh...v..vale, estaré bien, no te preocupes.

- Cualquier cosa llámame, ¿vale?

- Sí – y rápidamente colgué.

- Ahora sí – dijo Edward mordiéndome el labio inferior.

- Si, si, si.

Y volvimos a besarnos y a tocarnos. Ya no nos interrumpirían más, o eso esperaba.

Edward me quitó mi camisola, ¿qué hacía todavía puesta? Acarició mis senos libres de tela. Pasó su nariz por el contorno de mi clavícula, llegó a mi cuello donde succionó con fuerza. Oh, eso dejaría marca, marcada por Edward, sonreí. Como pude le quité los pantalones sin alejarme de él y volví a colocarme encima. Empezaba a bajarme mis braguitas negras cuando sonó su móvil. Arggg, me daban ganas de gritar. Lo cogió con visible enfado.

- ¡Es que no me vais a dejar echar un polvo o qué! - gritó. Yo empecé a reírme pero él se puso blanco – Papá – ups, dejé de reírme.


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CAPITULO 33 - TANYA, PIERDETE

- Sí – bajó la mirada – Sí, estoy con ella – dijo mirándome. Ups – ¡Papa! - y se sonrojó, ¿qué le habrá dicho? - De acuerdo, vale. ¡Que si! - y colgó.

- Tu padre – asintió – ¿Que te ha dicho?

- Mmmm, luego te lo digo.

Y me quitó de un tirón las bragas. Yo hice lo mismo con su ropa interior. Siguió tocándome, pero le cogí las manos para que parara. Me miró extrañado y yo negué con la cabeza sonriendo. La idea me rondaba la cabeza desde ayer, pero no sabía como hacerlo, claro que si no probaba...

Le empujé para que se tumbara y empecé a besarle el cuello para bajar lentamente por su cuerpo. Cuando llegué al ombligo entendió lo que iba a hacer.

- B..Bella...no hace falta...

- Schhh, quiero hacerlo, pero no tengo experiencia, así que me tendrás que decir si hago algo mal.

Seguí hasta su intimidad. Empecé besándole, a lo que respondió con un siseo. Luego lamí su extensión y jadeó. Vale, no lo estaré haciendo tan mal. Me metí en la boca todo lo que pude y acaricié el resto con la mano. Empecé a moverme, despacio al principio, pero al oír sus jadeos aumenté el ritmo. Sus manos se aferraron en mi pelo, con firmeza pero sin hacerme daño, y me indicó el ritmo a seguir. Mi nombre y gimoteos salían de su boca inundando la habitación. Sentí que apartaba mi pelo para ver el espectáculo y soltó un improperio seguido de un fuerte jadeo. Sonreí para mis adentros. Se agarró a mis sábanas con fuerza. Yo estaba excitada simplemente de oírle.

- Bella, a..apartate...no...puedo más – jadeó.

Yo negué con la cabeza. Oí un gemido fuerte y sentí algo caliente en mi boca. Siempre pensé que sería asqueroso, pero en ese momento no me lo pareció. Edward respiraba de manera entrecortada y tenía una sonrisa boba en el rostro. Me acercó hasta sus labios y me besó con ternura.

- Tú también sabes muy dulce – le dije en el oído. Sonrió – ¿Te ha gustado?

- Mmm, ha sido...alucinante, increible, maravilloso... – le callé con un beso.

Nos giró de forma que quedé debajo de él. Tocó mi intimidad y se restregó contra mí. Me sorprendí al notarle de nuevo excitado.

- ¿Ya? - le pregunté.

- Tu y mis hormonas me domináis.

No se de donde ni en qué momento lo sacó, pero se puso un preservativo y de una vez entró en mí.

Simplemente maravilloso, incluso mejor que ayer, porque hoy ya no había ningún rastro de dolor. Mi nombre salía de sus labios en forma de jadeos en numerosas ocasiones.

- Edward – ahogué un gemido en su boca.

- Grítalo, grita mi nombre – jadeó.

- Edward – y subió el ritmo.

- Me encanta que lo digas, Bella – los movimientos eran frenéticos.

- ¡Edward!

- M..más a..alto – dijo de manera entrecortada. Ya no pude más.

- ¡Edward!

Y toqué de nuevo el cielo junto a él. Después de moverse un par de veces más, Edward susurró mi nombre y se desplomó sobre mi todavía jadeando.

Apoyó su cara en mi pecho, en el lado del corazón y cerró los ojos.

- Guau – fue todo lo que pude decir.

- Si, guau – se rió - ¿Te he dicho que me encanta que grites mi nombre?

Se bajó de mi pecho y me pegó a él. Besó suavemente mi pelo.

- ¿Estás cansada?¿Quieres dormir un poco?

- No, lo último que quiero hacer ahora mismo es dormir.

- Vaya, te estás convirtiendo en toda una pervertida – bromeó.

- Sí, si ayer no me hubieras hecho todas esas cosas yo seguiría siendo casta y pura, por lo tanto la culpa la tienes tú – se separó un poco de mi y entrecerró los ojos.

- Te recuerdo que fuiste tú – me señaló – la que te metiste sin permiso en mi habitación y la que se abalanzó sobre mí. Yo solo me dejé hacer – sonrió.

- Sí, claro. Y ahora me dirás que no te agradó mi visita – dije fingiendo un puchero.

- Oh, claro que no me gustó, con las torturas a las que me sometiste...- se rió a carcajadas. Me encantaba que riera de esa manera – Por cierto, ¿cuando vendrá tu padre?

- Parece ser que esta noche no volverá, me ha dicho que llame a Alice para no quedarme sola esta noche...- dije poniendo ojitos.

- ¿Ni de coña harás eso verdad? ¿No llamarás a Alice estando yo aquí, no?

- No sé...prueba a ver si me convences...- empezó a besar y a lamer mi cuello. Me encendí sólo con ese movimiento – V...vale, vale, me has convencido – y se rió – Por cierto, ¿que te ha dicho a ti tu padre? - recordé el marrón que le había pillado.

- Bueno...- dijo rascándose la cabeza – Aparte del marrón tan obvio, me preguntó que si estaba contigo, que los chicos le habían dicho algo... – miré hacia abajo, que vergüenza – que me había llamado antes pero que no tenía cobertura. Me llamaba para decirme que había llamado el entrenador que quería hablar conmigo. Supongo que será para convencerme de que no deje el equipo.

- Y no lo dejarás, ¿cierto?

- Bella, tú mejor que nadie sabes que no conseguí el puesto por mis propios méritos, no...no lo veo justo, ahora que estás aquí. Me recuerdas como lo conseguí.

- ¡No! ¡No, Edward! Tienes que seguir, lo necesitas para conseguir tu beca. No lo dejes, por favor – le pedí.

- Bella, yo...

- Además si no fueras tan bueno jugando al fútbol no seguirías en el equipo, míralo de esa forma.

- No se...

- Por favor...- intenté poner uno de los pucheritos tipo Alice.

- Está bien lo pensaré – dijo.

- Además, yo soy la capitana de las animadoras, llevaré una falda muy corta, delante de mucha gente, la mayoría chicos...

- Vale, me has convencido. No lo dejaré por nada del mundo – sonreí abiertamente.

- ¿Y qué más te dijo tu padre? Te vi un poco...sonrojado.

- Bueno...me dijo que le pusiera la gabardina al pequeño Eddie antes de salir de marcha – dijo con la cabeza gacha.

- ¿Qué? - y empecé a reírme a carcajadas. Vaya manera de decirle a tu hijo que se cuide.

- ¡Bella! ¡No tiene gracia, eso ha sido muy vergonzoso! ¿Mis hermanos? Pfff, Emmet va a reirse durante semanas...pero, ¿mi padre? - seguí riéndome – Además, recuerda que mi padre sabe que estaba contigo – se me cortó la risa de golpe.

- Sí, tienes razón, es vergonzoso y no tiene gracia – admití.

- Bueno, o sea que tenemos tu casa para nosotros solos – dijo alzando las cejas sugerentemente. Asentí – ¿Pues vamos a aprovecharla, no?

Vaya ímpetu que tenía el hombre. Aunque no puedo decir que me disgustara ni mucho menos. Igual Edward tenía razón y me estaba convirtiendo en una pervertida...Me importaba muy poco.

Nos quedamos dormidos abrazados a altas horas de la madrugada.

Me desperté y lo primero que hice fue tantear mi cama en busca de Edward, pero no había nadie. Entré en pánico, ¿se ha marchado? ¿Por qué? Son las...seis y media de la mañana. No entramos al instituto hasta dentro de dos horas.

Iba a levantarme para ver si estaba en el baño cuando encontré un papel doblado en la almohada. La letra de Edward.

Amor, me he marchado antes muy a mi pesar para que tu padre no me pille en tu casa. No quiero ni imaginar lo que puede hacerme con su pistola si nos encuentra de una forma poco decorosa en tu cama. Pasaré a buscarte para ir juntos al instituto, no quiero pasar ni un minuto lejos de ti en la medida de lo posible. Ya te estoy echando de menos, amor.

Te veo en un rato, princesa.

Edward

Olí el papel, tenía un leve rastro de su perfume. Suspiré como una idiota.

Una llamada en mi puerta me sobresaltó.

- ¿Bella? ¿Estás despierta? - oh, mi padre y estoy un poco desnuda. Remetí bien las mantas de mi cama.

- Sí, papá, pasa.

- Cariño, he venido a cambiarme, pero ya me voy. Venía a ver como estabas y a ver que tal había ido la fiesta.

- Genial, papá. Me divertí mucho – bueno, en eso al menos no mentía.

- Me alegro, hija. Me voy ya, ¿vale? Eh...- me miró frunciendo el ceño - ¿Seguro que estás bien? Parece que estás un poco...acalorada. Igual tienes fiebre – oh si, fiebre...la que tuve anoche, papá.

- No...me encuentro bien...será la calefacción , papá. ¡Ten cuidado! – dije cambiando de tema.

- Está bien...luego te llamo.

Después de oler la almohada como veinte veces decidí levantarme. Lentamente me metí en la ducha y me arreglé. Me tiré un buen rato delante del armario, parecería una tontería pero quería estar guapa, quería que Edward babeara literalmente delante de mi.

Escogí unos vaqueros oscuros pitillo y un suéter con escote en pico de color rosa palo. Decidí ponerme botines con un poco de tacón.

Bajé y desayuné despacio, tenía tiempo. Después de lavarme los dientes me senté en la cocina a esperar a Edward...Sí, ahí estaba el ruido del motor del volvo que tan bien conocía. Salí pitando cuando oí el claxon.

Ahí estaba mi dios heleno personal, asquerosamente guapo, esperándome con la puerta del copiloto abierta.

- Hola, princesa – me miro de arriba abajo – estás preciosa – y me besó suavemente en los labios.

- Y tu. Estas perfecto, como siempre.

Llegamos enseguida al instituto, menos de tres minutos, realmente conducía como un loco, pero me gustaba, subidón de adrenalina para animarte por la mañana.

Cuando llegamos todos se giraron al ver que llegábamos juntos, y cuando digo todos es todos.

Yo era tema de conversación por dos motivos, volvía a clases después de lo de James y llegaba en el coche de Edward. Incluso Tanya, Lauren y compañía se giraron para mirarnos. Pude ver que a Tanya le salía humo por las orejas.

No sé por qué, pero me puse muy nerviosa; tantos pares de ojo sobre mi me hacían sentirme insegura. Edward lo notó, me sonrió y me cogió de la mano. Caminamos juntos hasta el coche de Rose. Los chicos ya habían llegado y nos miraban con sonrisas burlonas. Qué futuro más duro nos espera...

- Oh, Edward, ¿ya está más contento el pequeño Eddie? – Emmet y sus bromas. Esperé la colleja de Rose, pero la miré y vi que se estaba partiendo de risa. Oh, ¿queréis jugar? Juguemos.

- Emmet, creo poder contestarte. No es pequeño Eddie, creeme, y sí, puedo decir que está más que contento – le dije alzando una ceja. Todos se rieron.

- ¡Joder! - dijo Rose – Hemos creado un monstruo.

- Ya lo creo – murmuró Alice.

- Oh, no, zorra a la vista, me voy antes de que la coja de los pelos – soltó Rose.

Tanya venía hacia nosotros con aires de grandeza y meneando las caderas en un intento de ser seductora. En estos momentos lo único que resultaba era patética. No entiendo como Tanya había caído tan bajo en apenas 2 años, antes no daba esta imagen tan sumamente penosa que daba ahora.

- Vaya, Edward, ¿ahora te dedicas a ser niñero? - dijo Tanya mirándome – Por cierto, no me extraña que te pase lo que te pasa, me han dicho que el otro día ibas vestida como una put...

- ¡Tanya! - gritó Edward – ¡Ni se te ocurra insultarla!

- ¿O si no qué? - se acercó demasiado a él – ¿Vas a castigarme? - intentó besarle pero se apartó con asco.

- ¡No te acerques a mí!

- ¿Ahora no quieres que me acerque a ti? ¿Te tengo que recordar cuantas veces has estado en mi cama? - oh, eso dolió tanto que no pude ni abrir la boca para encararla.

- No, por desgracia me acuerdo. Creeme, si pudiera lo borraría de mi mente.

- ¿Qué...? Mira, Edward, no se que te ha pasado, ¡pero de lo que estoy segura es que volverás a mi cuando te canses de esta pequeña zorra!

- ¡Te he dicho que no la insultes! - dijo cogiéndose el puente de la nariz. Se estaba poniendo furioso y estaba intentado contenerse.

- Per...

- ¡Tanya! - la cogió con fuerza del brazo – No quiero que mires a Bella, no quiero que te acerques a ella, no quiero que la insultes, no quiero que respires del mismo aire que ella, ¿entendido?

- Vaya, si que estás muy centrado en tu labor de niñero – dijo tocándose el brazo donde Edward le había cogido.

- No soy su niñero, soy su novio, así que ya sabes – y me cogió de la mano y nos metió dentro del edificio.

¿Había dicho que era mi novio? ¿Había oído bien? Guau.

- ¿Así que eres mi novio? - pregunté de manera cautelosa mientras andábamos por el pasillo.

- Eh...si, ¿no? Vamos si tu quieres, porque si no quieres te entiendo y...podemos esperar un poco... a que...no se...

Era muy gracioso cuando se ponía nervioso. Le callé con un beso y al separarme de él pude ver que una gran cantidad de personas nos estaban mirando. Me daba igual.

Edward me acompañó hasta mi clase de álgebra y se despidió de mi con un beso. Una vez dentro me senté en mi sitio. Todos me miraban aunque realmente no sabía sobre que me querían preguntar en concreto.

Mike se acercó y se sentó detrás de mi.

- Eh...Bella, ¿qué tal estás de lo del otro día?

- Bien, ya estoy bien, gracias por preguntar Mike – Mike era igual de cotillo que Jess, será verdad que todo se pega.

- Sí, hemos...estado preguntando a Alice y eso...- se quedó por un momento en silencio – Así que tu y Cullen – dijo al fin.

- Sí – dije a modo de "no me preguntes más".

- Pues...me parece raro.

- ¿Por qué? - la conversación iba hacia un tono cansino.

- Pues porque él jugó contigo, se rio de ti y ahora tu vas y...

- Mike, todos os reíais de mi – dije irónicamente.

- Pero no es lo mismo tu...

- Newton – casi rugí – Tú mismo me vacilaste muchas veces y ahora te tengo detrás de mí como una mosca cojonera, así que... – se quedó blanco.

Parece ser que mis palabras hicieron el efecto que esperaba que tuvieran, porque no volvió a dirigirme la palabra en toda la hora.

Cada vez que acababa mi clase Edward me esperaba a la salida para acompañarme a la siguiente. Era un cielo.

En la hora de la comida vino conmigo con su bandeja y me sorprendió lo que hizo.

- Chicos – dijo acercándose a la mesa donde me sentaba con mis amigos – ¿Puedo sentarme con vosotros? - todos se miraron entre ellos.

- Claro, Edward, come con nosotros – dijo Jazz.

- Vale.

- ¿Por qué no te quieres sentar con los chicos del equipo? - dijo Rose.

- Pues...porque me apetece estar con vosotros y con mi novia – y siguió comiendo tan tranquilo como si hubiese dicho que estaba lloviendo.

Todos se miraron entre si sonriendo. Emmet se levantó de su silla y se puso a aplaudir y Alice le siguió y todos nos miraron. Jazz y Rose rodaron los ojos y nos sonrieron cálidamente.

- Edward, más te vale no hacerla daño – dijo Emmet volviendo a su silla.

- Sí tio, queremos mucho a Bella y la hemos visto pasarlo muy mal. Cuidala – dijo Jasper. Realmente le quería mucho, era como un hermano, bueno, últimamente tenía muchos hermanos postizos.

- Eso no hace falta que lo digáis, la cuidaré como a mi corazón – dijo tocándome la mejilla.

- Eh, si os ponéis babosos yo me largo – dijo Emmet poniendo cara de asco.

- Emmet, cielo, callate un ratito y no estropees este bonito momento – le regañó Rose – Edward confío en que lo la cagues – le señaló.

- Sabes que te quiero, ¿hermanita? - dijo Edward, me emocioné mucho, al parecer los hermanos se estaban reconciliando.

- ¡Cállate, Edward! – dijo Rose con los ojos algo enrojecidos.

- Rose cariño, ¿estas emocionada? - la abrazó Emmet.

- ¿Yo? ¿Por este imbécil? - señaló a Edward – Ni de coña, se me ha metido algo en el ojo, voy al baño a mirarme – y se fue seguida de Emmet.

- Me alegro de que volváis a llevaros bien – le dije al oído a mi novio.

- Y yo. Es muy bruta diciendo las cosas, pero tenía la razón en todo este tema.

- Pues se había vuelto a enfadar contigo – dijo Jazz.

- ¿Por qué?

- Bueno, ayer iba a tu habitación a echarte la bronca por desaparecer de tu fiesta, pero cuando os vio...Supongo que se le ha pasado ya el cabreo.

- Oh – fue lo único que atinó a decir Edward. Para entonces yo parecía un farolillo rojo.

Después de almorzar entre risas partimos cada cual a nuestras clases. Bueno, literatura allá vamos.

Cuando entré estaba Angela en una mesa con el asiento de al lado vacío. Me acerqué a ella.

- ¿Se puede?

- Oh, claro, Bella, siéntate conmigo.

- ¿Qué tal ha ido todo por aquí? - realmente desde que vine no había podido cruzar más de dos palabras con ella.

- Bueno, más o menos todo igual. ¿Sabes que Ben y yo somos novios formales? Ya sabes, algo serio.

- Me alegro mucho por ti, Ang.

- Sí, llevamos seis meses – se la veía de verdad feliz, más o menos como yo me sentía – Y tu qué tal con...

- Genial – fue todo lo que pude decir.

- Me alegro de que todo se haya solucionado entre vosotros, de verdad. La semana que faltaste después de tu incidente Edward estaba como ido, no parecía él. Estaba como ausente.

Entró el sr Berty y no pudimos continuar la conversación. ¿Qué le pasaría a Edward durante esos días? Tendré que averiguarlo.


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CAPITULO 34 - CONFESIONES

Las clases pasaron lo más lentas posibles. Sólo quería salir y ver a Edward, que me cogiera de la mano y me besara y...Para, Bella. ¡Malditas hormonas!

Cuando la clase acabó ahí estaba mi dios heleno personal. ¡Ah, cómo me gustaba!

- Hola, preciosa – dijo cogiéndome la mano.

- Hola – no lo pide evitar y me ruboricé.

- Me encanta – dijo tocándome la mejilla con sus finos dedos.

Para entonces todos nos miraban. Bien, si había alguien que no supiera que estábamos juntos, ya lo sabría. Miró a los lados con esa sonrisa torcida y acto seguido me besó. No un beso suave e inocente. No. Todo lo contrario. Un beso pasional y urgente que de no haber estado en medio del instituto y con una veintena de alumnos alrededor nuestro no sé que hubiera pasado.

Cuando nos apartamos para poder respirar miré a nuestro alrededor y, efectivamente, todos nos miraban y empezaron a cuchichear.

- ¡Chicos! - el vozarrón de Emmet rompió el momento – Por Dios, esas demostraciones de amor tan efusivas en un centro escolar y lleno de adolescentes hormonados deberían estar prohibidas. Aquí hay menores – bromeó.

- Bueno, no creo que se vayan a asustar porque bese a mi novia – remarcó la palabra y lo dijo lo suficientemente alto para que los que estaban cerca lo oyeran. Y ahiiii vaaamos. Los pocos alumnos que aún no nos mraban se giraron en nuestra dirección con los ojos de par en par.

Salimos hacia el aparcamiento abrazados. Seguían mirándonos. De hecho, no nos quitaron ojo hasta que nos metimos en el coche y arrancamos.

- Edward, ¿qué ha sido eso?

- ¿El qué? - intentó hacerse el inocente.

- El numerito del pasillo – dije enarcando una ceja.

- Oh, bueno, quiero que todos sepan que eres mi novia – sonrió ampliamente.

- Creo que les había quedado claro al vernos llegar juntos de la mano.

- De todos modos quería asegurarme. No quiero que ningún chico te mire de la forma que te han estado mirando todos durante estas semanas – dijo muy serio.

- Y cómo han estado mirándome, ¿si se puede saber? - quería jugar un poquito.

- Bueno, ya sabes, con...ojos...libidinosos.

- ¿Con ojos libidinosos? - volví a subir la ceja.

- Sí, parecía que en cualquier momento se iban a tirar a tu cuello. ¡Me ponía enfermo! - frunció el ceño.

- Vaya. No sabía que llegaba a ese punto.

- Eres demasiado apetecible para tu propio bien, amor – sonreí como una estúpida – ¿Qué? ¿De qué te ríes?

- Me...me gusta cuando me llamas amor – me sonrió tiernamente.

Llegamos a mi casa. Salimos del coche y nos sentamos en el porche. Charlie supuestamente no vendría hasta la noche, podríamos...Bella, contrólate. Edward notó mi dilema.

- ¿Qué te ocurre?

- No, estaba pensando que mi padre no viene hasta tarde, pero...nunca se sabe...- se echó a reir.

- Bella, me gustaría mucho estar un rato contigo...- se acercó y me besó suavemente – Pero no quiero tener problemas con mi estrenado suegro, así que me conformo con estar un rato aquí contigo hablando.

- Vale – le dí la mano y le llevé hasta el porche. Nos sentamos en las escaleras de la entrada – En verdad quería preguntarte algo.

- Lo que quieras – dijo mientras jugaba con mis dedos.

- Bueno, estuve hablando con Angela y me dijo que cuando yo falté a clases la otra semana estabas un poco...decaído. Además Jazz también me dijo algo parecido. ¿Qué es lo que te ocurría? Ahora te veo bien.

- Bella, ahora estoy bien porque estoy contigo. Verás, yo...ya sabes que en cuanto te vi me enamoré de ti, de echo...tu...antes...arrgg. No me gustaba ni un pelo cuando se metían con la gente, ¿vale? Yo...en el fondo no quería hacerte lo que te hice, ¿sabes? En serio, lo pasé mal cuando Alec...- le callé los labios con un dedo.

- Edward, no te atormentes, es el pasado.

- Ya, Bella, pero no lo puedo olvidar. Mira, yo...Mejor que te lo cuente desde el principio. La historia es larga...

- Tenemos tiempo, siempre que quieras...

- Vale. Yo estaba muy unido a mis hermanos, sobre todo a Rosalie, por eso de ser la única chica y eso...- sonrió – Íbamos a todos los sitios juntos, dentro y fuera del instituto. Mi hermana empezó con Emm, uno de mis mejores amigos. Todo era perfecto. Pero yo...quise probar...conocer a más gente, relacionarme con los demás...Empecé a entablar amistad con los chicos de los equipos. Todo era genial, enseguida me acogieron como uno de ellos. Yo nunca vi la necesidad de pertenecer a ningún equipo...También noté que las chicas no pasaban por alto mis...encantos, y empecé a aprovecharme de ello – hizo una mueca – Ya sabes...ellos lo hacían, yo también. Entretanto veía cómo te despreciaban y me lamentaba por ello. Quería que dejaran de hacerlo, yo me sentía mal cuando oía cómo te insultaban. No deberían de hacer eso con nadie...Cuando empecé a hablar contigo y vi la clase de persona que eras empecé a encontrarme en un dilema. No te lo merecías. Tu no.

- Siempre creí que me ignorabas.

- No, para nada. No te voy a mentir, por entonces no te miraba con los ojos que te miro ahora...- miró al suelo avergonzado – De todos modos nunca hice nada para evitar aquello. Ellos seguían metiéndose contigo y yo seguía callado. A fin de cuentas...era uno de ellos...Luego me enteré que a los deportistas les concedían más créditos y becas para la Universidad. Yo quería ir a Darmouth, pero si mi media de notas no subía no me aceptarían, ya que bajé el ritmo cuando me junté con ellos...Así que decidí ingresar en el equipo de fútbol. Se me daba bien cuando jugaba con Emm y Jazz, así que no creí que fuera a tener problemas. Pero Alec tenía ganas de jugar...Y yo como un tonto caí en su dijo que tú me mirabas mucho, que de seguro te gustaba...Tú siempre estabas sola, se supone que eras la rarita – hizo una mueca de desagrado – así que lo único que tenía que hacer era "seducirte", invitarte al baile y que aceptaras para luego...reirse a tu costa...En un principio dudé, pero me convencieron diciendo que no era para tanto, que sólo querías estar a mi lado un rato, como las demás y que tampoco sería para tanto, yo...sabía que en el fondo no era verdad. Me mirabas con tanta devoción...Pero de todos modos la idea no me pareció tan descabellada. Yo simplemente tenía que llevarte al baile y al pasillo donde ellos me dijeron, nada más...Y el puesto de capitán sería mío. Jamás – dijo cogiéndome con fuerza la mano – Jamás, me enteré de lo que hizo Tanya esa noche, Bella. Te lo juro. No era mi intención provocarte ese enorme daño. Cuando me enteré de que te habló de esa manera y de que te pegó me dieron ganas de ir y arrastrarla por todo el pueblo. No me enteré de nada hasta que volviste...Me arrepiento...me arrepiento tanto de haber estado con ella...Yo...esa noche...me acosté con ella, ¿sabes? - me dolió el alma de saber que mientras yo lloraba por él, él estaba en los brazos de la zorra – Yo...perdí mi virginidad con ella...sólo quería quitarme el malestar que sentía y...

- Edward, no tienes por qué...

- Amor, déjame contarte todo, lo tengo que sacar de aquí – se señaló el pecho – Después de aquella noche todo cambió. Parecía que todo iba viento en popa. Me acostaba con la chica más popular del instituto, iba a ser capitán del equipo y, por lo tanto, iría a la Universidad que yo quería. Mi popularidad iba en aumento y me daba igual que Rose se quejara por ello...Dejé de lado a mis hermanos, dejé de tocar el piano, iba con unas y con otras...Hasta que empezó el nuevo curso y tú simplemente desapareciste...Pregunté haciendome el desinteresado por tí y lo único que supe es que te habías ido a estudiar fuera y que probablemente no vendrías...Sentí que yo era el culpable de todo...Luego fueron pasando los meses y poco a poco la culpa fue disolviendose...Pensé que igual habías encontrado tu lugar, quizás unos buenos amigos, alguien que supiera valorarte...Yo seguí con mis locuras y alejandome cada vez más de mis hermanos...Los rumores sobre que volverías se extendieron por el pueblo y los chicos empezaron a confabular contra tí...pensaron darte la bienvenida a su modo, pero yo jamás quise participar en ello...Por una parte quería verte y por otra me daba miedo que me odiases, aunque tuvieras todo el derecho del mundo...La culpa empezó a apoderarse de mí, así que use a Tanya para distraerme, salía con ella e intentaba desconectar...pero era imposible. Y de repente, un día en Port Angeles la ví. A una chica preciosa con el pelo marrón y largo y un cuerpo escultural. Había algo en su mirada que me resultaba familiar, pero no lograba recordar. Ese fue el primer día que te vi después de tanto tiempo – me tocó la mejilla y sonrió – No pude sacarte de mi mente ni tan siquiera sabía si te volvería a ver...Incluso soñaba contigo sin saber que eras tú...Tanya se dio cuenta de que ya no la hacía el mismo caso que antes, aunque yo no tenía nada serio con ella...No se despegaba de mí...Cuando te volví a ver en mi casa, en la fiesta de Rose...parecía que mi corazón se salía de mi pecho...estabas hermosa. Disfruté como un niño cunado te tuve entre mis brazos bailando y cuando pude rozar tus labios...Cuando me dijiste que eras Isabella me sentí morir. No...no daba crédito. Me sentí como un monstruo. Te tuve tan cerca y te separé de mí haciendo que me odiaras y con razón...Después de eso no podía sacarte de mi mente ni un minuto. Mientras tanto Tanya se empeñaba en seguir a mi lado, pero para mi era imposible, además estaba empezando a sentir aversión por ella...su compañía no me agradaba, quería la tuya...quería volver a acariciarte, quería besarte...Me maldije por aquella noche, Bella. ¿Cómo no supe apreciar tus sentimientos antes? - volvió a mirar al suelo – Se me partía el corazón cada vez que evitabas decir mi nombre...Estabas tan fría y tan distante...y todo fue por mi culpa...Luego vino tu amigo y veía como le abrazabas y como le besabas y me daban ganas de agarrarle del cuello...- solté una risa tonta – en serio Bella, nunca había sentido esos celos enfermizos...no quería que te tocara nadie, sólo yo...pero eso era imposible. Tu me odiabas y no creía que hubiera forma de cambiar eso. Ahí fue cuando me replanteé dejar el equipo, ya me las apañaría con lo de la Universidad...cada vez que te veía la culpa me mataba...Alec se enteró de todo e ideó un plan contra mí. Se enteró de mis sentimientos hacia ti...Y convenció a James, un amigo suyo, para...atacarte...Yo por supuesto no supe nada hasta que Tyler me lo contó y gracias a él llegué a ti ese día...Quise matar a ese desgraciado. ¡No tenía derecho a tocarte sin tu permiso! Si no hubiera escapado no sé que hubiera pasado...Cuando te vi tan frágil y desvalida sentí la necesidad de protegerte...y cuando te envolví en mis brazos y tú no te negaste me sentí lleno, me sentí completo.

- Yo también – admití. Me sonrió y siguió.

- Pero cuando Black llegó al hospital y te abrazó de esa manera mi corazón volvió a apagarse. Me sentí morir, creí que él ocupaba tu corazón, se os veía tan...compenetrados...Sentí que sobraba así que me fui a casa a hundirme en mi miseria. Creí que lo tenía todo perdido contigo...Estuve deprimido toda la semana y sin valor suficiente para llamarte y preguntarte cómo estabas. Jazz lo notó y le conté todo, aunque él ya había intuido que tu me gustabas...Me animó mucho...Y cuando te vi en mi fiesta y...después pasó lo que pasó...Fue maravilloso, simplemente. Nunca había sentido nada de esto por nadie. Nunca había hecho el amor de esa manera con nadie – me sonrojé cuando dijo eso – Bueno, quizás porque nunca hice el amor...propiamente dicho.

- Edward – estaba sin palabras ante tal declaración de sentimientos – Yo...nunca dejé de pensar en ti, nunca. Mi vida cambió radicalmente, pero tu siempre estuviste en mi mente...Ni tan siquiera pude besar a nadie antes...- agaché la cabeza – Cuando lo intentaba te veía a ti...- me alzó el mentón con sus dedos y me miró fíjamente.

- ¿No...no habías besado a nadie...hasta la otra noche?

- No...- estaba avergonzada.

- Sabes...me alegro de que yo fuera el primero...el primero en todo.

Posiblemente me hubiera avergonzado hasta extremos insospechados pero cuando me quise dar cuenta estaba besándome y se me olvidó todo a mi alrededor.

Alguien tosió molestamente delante de nosotros y me aparté rápidamente pensando que era mi padre.

- ¿Qué pasa tortolitos? ¿Tan concentrados estais que no os dais cuenta de mi presencia? - dijo Alice con las manos en jarras.

- ¡Alice! Me has asustado, pensé que eras mi padre.

- ¿Ves que tenga bigote? - bromeó – No soy tu padre, pero os aconsejo que no alargueis la sesión de besos porque no tardará en llegar – miré al cielo y vi que había oscurecido. Se me había pasado el tiempo volando.

- Tienes razón, Alice – dijo Edward levantándose – Es tarde. Además no quiero que Charlie practique tiro libre conmigo – bromeó – Hasta mañana, amor – y me besó dulcemente – Oh, Alice, por cierto, gracias.

- ¿Por qué? - preguntó extrañada.

- Por ayudar tanto a Bella cuando lo necesitaba.

- Edward, eso no me lo tienes que agradecer. Además ella sola se hace querer – Edward se acercó y la besó en la mejilla.

- De todos modos, gracias – y se metió en el volvo para marcharse.

No pude evitar suspirar. Tenía al chico perfecto. Era mucho mejor de lo que me había imaginado años atrás. Miré a Alice y me miraba divertida.

- ¿Qué? - pregunté.

- Me tienes que contar todo con pelos y señales.

- ¡Alice, va a venir mi padre!

- Bueno, pero me quedaré a cenar y a dormir. Dos pucheritos a Charlie y listo – dijo con una enorme sonrisa.

- Alice, eres incorregible.

- Hi, siiiii – gritó.

Pasamos a casa y preparé algo de cena. Al rato llegó mi padre y, en efecto, tras dos pucheritos consiguió quedarse a dormir en mi casa entre semana.

Alargué la cena y el baño todo lo que pude en un intento de que Alice se olvidara o se quedara dormida...pero nada más lejos de la realidad.

En serio, me aterraba el interrogatorio de mi amiga. Así que, como no pude dilatarlo más, me enfrenté a ella. Me senté en mi cama y nos miramos sin decir nada. La imagen desde fuera podía ser cómica. Alice con su pijama de Bob Esponja y yo con mi camisón de la Pantera Rosa, mirándonos.

- Cuentamelo todo.

- Alice...

- Venga, Bella, somos amigas, quiero saber si fue como te lo esperabas, si fue cariñoso contigo, si te gustó – oh, empezaba a sonrojarme.

- Oh, Dios mío...- Alice me hizo otro puchero de los suyos - Vale, vale, pero despacio, con tranquilidad.

- Vale – dijo dando palmitas – ¿Cómo comenzó todo?

Le conté la escena de la cocina, como me dijo lo que sentía por mi y lo que hizo cuando me corté el dedo.

- Guau, que sexy – dijo poniendo morritos – Eso te pondría a mil, ¿no?

- Sí, no lo puedo negar – confesé.

- ¿Que pasó después?

- Bueno, salió escopetado después de declararse y sentí la necesidad de seguir hablando con él, de decirle que yo sentía lo mismo, así que Jazz me dijo donde estaba y...fui.

- ¿Y?

- Entré en su habitación...

- ¿Y?

- ¡Alice!¡Ya sabes lo que pasó! Por favor, me da vergüenza.

- Bella, lo que hicisteis es lo más natural del mundo. Además te recuerdo que todo vimos como...

- ¡Alice!

- Está bien, omito ese detalle. En serio, ¿cómo fue? ¿Te dolió? ¿Fue cariñoso? ¿Era como te lo esperabas? ¡Cuentameee!

- Bueno, todo fue muy...natural...No pensé en lo que hacía, me guié por mis sentimientos y lo único que quería era estar con él así que cuando le vi en su habitación, en su sofá...le besé.

- ¿Y qué sentiste?

Sentí...me sentí flotar. Sentí que nunca quería estar se parada de él. El beso se tornó más apasionado y...

- ¿Y?

- Acabamos como tu y yo sabemos.

- Sigue.

- Le dije que era virgen y me dijo que podíamos esperar y eso...

- ¡Que tierno!

- Sí, pero yo no tenía intención de parar, mi cuerpo se negaba.

- Bella...- me dijo sonriendo tiernamente.

- Sí...así que me dejé llevar...

- Cuenta, cuenta.

- Fue muy cariñoso, y muy atento. Quiso para cuando vio mi cara cuando...tú ya me entiendes...

- Oh, eso dice mucho de su parte – dijo seria.

- Sí, estuvo pendiente de mi en todo momento – reconocí.

- ¿Te dolió mucho?

- Un poco, pero enseguida se me pasó – me ruboricé excesivamente – ¡Fue increíble!

- Bella, me alegro mucho por ti. ¡Haceis una pareja taaaan bonita! Además Edward no es para nada como aparenta ser. Se le ve muy dulce y tierno cuando está contigo...

- Es maravilloso...

- Oye, ¿y tienes pensado decirselo a tu padre?

- ¡Ups! - es verdad mi padre, ¿cómo justificaré cuando mi novio venga a buscarme a casa? - Pues...se lo diré...poco a poco. Dejaré que le vea por aquí por casa y que se haga a su presencia...

Seguimos contandonos confesiones durante un buen rato y después decidimos dormirnos, el día estuvo completito.

Me quedé dormida pensando en todo lo que me dijo Edward. Mi novio. Guau.

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[size=24]EN EL PRÓXIMO CAPITULO


Bella era mía y de nadie más. Yo había sido el primero en besarla, el primero en tocarla y el primero en amarla...Sí, vale, parece que me estoy amariconando...me da igual. Desde aquella noche en la que estuve con Bella comprendí el significado hacer el amor. Nunca lo había hecho. Siempre había tenido sexo sin amor, un acto en el que aliviar los instintos, nada más. Desde aquella noche mi perspectiva del sexo cambió radicalmente. Incluso un tierno beso en los labios ahora significaba un mundo para mi...
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Mensaje por Qamiila Quinteros 16/6/2012, 2:56 am

CAPITULO 35 - MI FELICIDAD ERES TU

Si alguna vez me preguntasen que era para mi la felicidad sin duda les hablaría de este momento. Que estaba pillado por Bella no era ningún secreto. Pero cuando la tuve en mi cocina, a escasos centímetros de mi, con su olor a fresas invadiendo todo mi espacio y mirándome con esos ojos color chocolate...sí, en esos momentos me di cuenta de que no estaba pillado por ella. Estaba enamorado hasta las trancas.

¿Cómo no me había dado cuenta antes? Tenía todos los síntomas de enamoramiento de los que había oído hablar y que nunca padecí. No dormía, no comía y sentía un profundo dolor en el pecho cada vez que me ignoraba deliberadamente. A parte de ese instinto protector desde que el hijo de puta de James la atacó.

Era consciente de que los días posteriores al ataque de Bella yo había estado insoportable, taciturno y deprimido y por varias razones. Lo primero, al ver a Bella siendo atacada por ese cabrón había hecho que mi sangre hirviera, le habría roto todos y cada uno de los huesos de su cara por tocar a Bella sin su consentimiento; los dos puñetazos que le di no llegaron a calmar mi rabia en lo más mínimo. Y pobre de él si se volvía a cruzar en mi camino. Y lo segundo...ver aparecer a Jacob Black en el hospital...arrgg. No le había vuelto a ver desde el día en que casi me parte las piernas...ni ganas que tenía. Había pasado un año y pico y ahora estaba más alto, más fuerte y sí...más atractivo. Justo del tipo de chico en el que se podía fijar Bella. De hecho me hice una paja mental al verlos ahí abrazados y llegué a pensar que podían estar juntos...Pero no. El premio especial era para mi y sólo para mi.

Bella era mía y de nadie más. Yo había sido el primero en besarla, el primero en tocarla y el primero en amarla...Sí, vale, parece que me estoy amariconando...me da igual. Desde aquella noche en la que estuve con Bella comprendí el significado hacer el amor. Nunca lo había hecho. Siempre había tenido sexo sin amor, un acto en el que aliviar los instintos, nada más. Desde aquella noche mi perspectiva del sexo cambió radicalmente. Incluso un tierno beso en los labios ahora significaba un mundo para mi.

Ni que decir tiene que desde que estoy con Bella – sí, estoy con ella, es mi novia por si no ha quedado claro – las relaciones con mis hermanos han cambiado para mejor. Ya no me peleo con Rose veinticinco horas al día, de hecho ha dejado de insultarme casi por completo. Mucho ha influído el que haya dejado de salir definitivamente con mis amigos, excepto con Tyler; le debo una al capullo por avisarme de lo de Alec.Y ahora vuelvo a ser el de antes con Emmet y con Jasper. Vuelvo a ser yo, pero mejorado. Ahora sí que tengo todo lo que quería. Mi vida no podía ser mejor.

Y más en estos momentos. Bella y yo habíamos aprovechado que mi casa estaba vacía para estudiar para el examen de biología, la única clase que compartíamos juntos...los libros nos habían durado en las manos lo que la ropa puesta. Habíamos hecho el amor dos veces y mi cuerpo aún pedía por más. Nunca me podría hartar de estar con Bella.

Estábamos en mi cama desnudos sobre las sábanas. Bella se había quedado dormida, hacía una media hora que su respiración se había acompasado. Dormía con una mano bajo la cara, como si fuera un bebé, aumentando ese halo de inocencia que la caracterizaba, aunque el momento no era para nada inocente. Su espalda estaba pegada a mi pecho y su perfecto culo estaba en ese preciso punto de mi cuerpo que ya reclamaba atención. Retiré su sedoso pelo y sumergí la nariz en ese punto secreto de su nuca en el que el olor a fresas de su champú era intoxicante. La piel delicada de la zona me estaba llamando, así que la besé suavemente, acariciandola con la nariz muy despacio para no despertarla.

La suavidad de su piel me enloquecía, sobre todo en la piel entre su cintura y sus caderas...pasé el dedo índice por esa zona, aunque me gustaba aún más pasar ese mismo dedo por las puntas rosadas de sus pechos. Levanté un poco la cabeza para mirarla y gemí. Aún tenía los pezones sonrojados por los besos que le había dado minutos antes y por el roce de mi incipiente barba...

Esa imagen hizo que mi ingle protestara de nuevo. Me debatía entre tener un dolor de huevos severo o despertarla y volver a la carga de nuevo...hasta que se movió aprisionando con el culo esa parte de mi cuerpo en concreto. Moví las caderas despacio haciendo que mi miembro se rozara contra ella y otra vez y...oh. Déjalo antes de que tengas un problema, pervertido de mierda. Cogí las sábanas y la colcha y decidí tapar el cuerpo de Bella para evitar caer en la tentación y así dejarla dormir un poco más.

- ¿Qué haces, Edward? - murmuró con voz ronca.

- Schhh. Duerme un poco más, preciosa.

Se dio la vuelta y me miró con los ojos un poco desenfocados por el sueño. Y cuando me sonrió de esa manera mi mundo se desarmó de nuevo. Era hermosa, ¿cómo no me había dado cuenta antes de lo que tenía en frente? Se acercó aún más si cabe a mi y pasó una pierna por mi cintura. Jadeó cuando nuestros sexos se rozaron.

- ¿De verdad quieres que me duerma, Edward? - susurró moviendose contra mi. Ahora fue mi turno de jadear.

- Sinceramente...no – soltó una pequeña carcajada que me hizo sonreir.

- Me lo imaginaba.

Se puso encima de mi y me besó de manera apasionada. Bajó por mi cuello y por mi pecho de manera que su melena me rozara la piel en todo momento; sabía que eso me ponía como loco. Mis manos viajaron de su cintura hasta sus pechos. Pellizqué sus pezones erguidos mientras abandonaba su boca para centrarme en su cuello. Bella mientras tanto seguía moviendo las caderas de manera que tenía que ser ilegal. Yo no estaba para muchos meneos, y nunca mejor dicho. Ya estaba bastante excitado de antes así que mi cuerpo estaba al límite. Bella debió de darse cuenta porque alargó la mano hacia el cajón de mi mesilla y cogió un preservativo. Mientras se encargaba de abrir el pequeño envoltorio no dejé de besarla y acariciarla. Metí la mano entre nuestros cuerpos y jadeé cuando me la encontré tan preparada para mi.

Poco a poco y de manera tortuosa, Bella me colocó el preservativo. La ayudé con mis manos a alzar las caderas y...la gloria. Estar dentro de Bella y compartir estos momentos con ella era como estar en el mismo cielo. Cuando cogimos ese delicioso ritmo Bella se dedicó a morder y a besar mis labios mientras metía las manos por mi pelo y me arañaba con suavidad la nuca; me encantaba verla en este estado. Me encantaba verla perder los papeles, verla de manera salvaje sabiendo que era yo el que le provocaba esas sensaciones. Era por mi por mis manos, por mi lengua, por mi cuerpo... Un escalofrío de placer me atravesó la columna.

- Bella – susurré.

No podía más, así que nos giré sin separar nuestros cuerpos. Ahora era yo el que llevaba el ritmo, el que imponía los pasos en este sensual baile. Sus jadeos, esos sonidos que provocaba por el placer que sentía me volvían loco. La animé para que enredara las piernas en mis caderas para hacer la penetración más profunda. Acercó sus labios a mi oreja y me jadeó en el oído a sabiendas de que eso me excitaba como un animal, así que metí de nuevo la manos entre nuestros cuerpos y acaricié el pequeño botón del placer de Bella; yo no iba a aguantar mucho más y quería irme con ella. Y así fue. A los pocos segundos ambos jadeamos presos de un brutal orgasmo. Caí casi desmadejado sobre el pecho de Bella. Aún temblaba de placer y su corazón aún estaba acelerado. Por mi. Era por mi. Sonreí como un idiota.

- ¿Sabes? - jadeó aún en busca de aire – Creo que voy a venir a estudiar más a menudo a tu casa – mi sonrisa se ensanchó aún más.

- Por mi encantado – dije mientras me retiraba con cuidado de su cuerpo – Adoro cada minuto que paso contigo – sus mejillas adquirieron ese precioso tono rosado - ¿No estás cansada? - le dije mientras acariciaba su estómago.

- Un poco – reconoció – Ser animadora es más duro de lo que pensaba...las tenía infravaloradas – me reí por el comentario – Es verdad...no se como me dejé engañar por Alice – dijo mientras me pasaba las manos por el pelo.

- A mi me encanta verte con ese uniforme...haces que pierda la cordura – susurré.

- Déjalo ya, ¿quieres? - me reí al verla tan sonrojada. Iba a torturarla un poco más cuando oí el ruido de un motor. Bella me miró con horror – Dime que esta vez sí has cerrado bien la puerta. Ya nos habían pillado dos veces.

- Si, he echado el pestillo, pero no descarto la idea de acorazar la puerta...Emmet es capaz de tirarla abajo un día de estos...

Me levanté de la cama de mala gana y Bella me imitó. Se desperezó y estiró su cuerpo haciendo que sus pechos sobresalieran...justo para alargar la mano y...

- Edward, tus hermanos – dijo señalando la ventana con una sonrisa traviesa en los labios.

Me quedé con las ganas de acariciarla, pero tenía razón. Mis hermanos estaban como locos por volver a pillarnos en una situación comprometida por el simple hecho de avergonzarnos, así que mejor no tentar la suerte. Fuimos recogiendo nuestras ropas que estaban esparcidas por todo el suelo de la habitación. Bella se había puesto esas braguitas negras que me hacían enloquecer; estaba buscando algo y la expresión de su cara era casi cómica. Revisé mi habitación y encontré lo que buscaba. Me acerqué hasta el escritorio y cogí el sujetador que hacía juego. Estaba colgando de una esquina de mi ordenador.

- No tengo ni idea de cómo ha podido llegar ahí – bromeé mientras le abrochaba el sujetador.

Estábamos terminando de vestirnos cuando mi puerta tembló. Bella me miró mortificada.

- Chiiicoooos, ¡pero si hoy os ha dado tiempo de cerrar la puerta! – canturreó Emmet – Dejad el mete saca para más tarde, ya hemos llegaaaadoooo.

- Como si no nos hubiéramos dado cuenta con tus rugidos de oso en celo – grité a traves de la madera.

Bella terminó de recoger sus cosas mientras yo cogía su mochila. Cuando al fin bajamos al salón pudimos ver a los chicos. Alice y Jasper estaban a su bola, ambos en su burbuja personal...los que realmente me daban miedo eran Rosalie y Emmet.

- Bella – dijo Emmet – Tu pelo...parece que vienes de echar un casquete – Bella se colocó los mechones rebeldes de su melena a toda prisa con la cara como un tomate.

- Eres taaan gracioso, Emmet – espetó.

- Eso dicen – bromeó el hermano oso.

- ¿Qué? ¿Habeis estudiado bien biología? - dijo Rosalie riendose - ¿De qué es el examen? ¿Del aparato reproductor?

- Ja, ja, ja – dije irónico – Dejadlo ya, ¿vale? Como si vosotros no hicierais lo mismo – me acerqué a Bella y la abracé por la cintura.

- Es que se te pone una cara de gilipollas cuando la miras – dijo mi hermana con ojos soñadores – Nunca pensé que diría esto, pero haceis una pareja de la leche.

- Lo que tengo que aguantar – susurré al oído a Bella. Se rió bajito - ¿Te llevo a casa? - asintió.

- Llevala a casa, pero ya sabes...nada de sobeteo a ver si te va a pillar el suegro ahí dandole todo lo...- colleja de Rose.

- Vamos – le dije a mi novia ignorando a mi amigo.

La ayudé a subirse al coche y puse rumbo a su casa. Alternaba mi mirada entre la carretera y la cara de Bella. La idea llevaba rondándome un par de días...

- Me gustaría que conocieras a mis padres, Bella – me miró y me sonrió.

- Pero si ya los conozco...

- Como mi novia, quiero presentarte como mi novia – abrió los ojos – Llevamos ya algunas semanas y quiero que sepan que si estoy así de feliz es por ti – el orgullo me pudo cuando sentí que su respiración se aceleraba.

- Está bien, cuando quieras...aunque me asusta un poco...- dijo mordiendose el labio.

- Tranquila, que no muerden – bromeé.

- Entonces...quizás deberíamos hacer lo mismo con mi padre – la sonrisa abandonó mis labios y tragué en seco.

- Eso si que me asusta a mi – ahora fue su turno de reir - ¿Qué? No se me olvida ni por asomo de que tu padre es poli, tiene una pistola en casa...argg. Si le caigo mal puede agujerearme el trasero y eso no sería gracioso – se rió aún más fuerte – Está bien, iré a presentrarme a tu padre de nuevo, pero si me dispara será tu culpa.

- No lo hará. Él es feliz si yo lo soy – paré el coche delante de su casa – y lo soy, créeme – me cogió la cara con las manos y me besó – Mucho.

- Mañana vengo a buscarte, ¿vale? Luego te llamo para darte las buenas noches - dije apartando su pelo de la cara.

Me dio otro beso en los labios y se marchó. Me quedé mirandola hasta que la vi desaparecer tras la puerta.

Tenía intención de ir directo a casa, pero el indicador de la gasolina empezó a parpadear. Bendita la gracia que me hacía tener que bajarme del coche para echar gasolina con el frio que hacía, pero no quería correr el riesgo de quedarme en mitad de la carretera. Así que cogí el desvío hasta la gasolinera. Me abroché el abrigo hasta arriba mientras llenaba el depósito del coche. Justo cuando estaba colocando la manguera en el surtidor escuché su voz.

- Vaya, vaya...si Eddie va solito...¿ya has dejado a la nena en su casita?

Me di la vuelta y miré con desprecio a Tanya. Su coche estaba el el surtidor de al lado. La ignoré deliberadamente como llevaba haciendo ya unos días.

- Vamos, Eddie...no pasa nada si me hablas un poquito...como viejos amigos que somos...

- Tu y yo no somos nada, Tanya – espeté.

- Lo quieras o no tu y yo sí que fuimos algo...ay Eddie, no me gusta nada el cambio que has dado...- dijo moviendo su falsa melena.

- Deja-de-llamarme-Eddie– remarqué cada palabra.

- ¿Sabes qué? - se acercó a mi – Llegará un día en el que te des cuenta de que esa niñata y tu no teneis nada que hacer y volverás a mi como un perro.

- Deja de insultar a Bella de una puta vez. Y no volvería a ti ni aunque fueras la única mujer en el mundo, creéme – me di la vuelta para meterme en el coche.

- Ya me lo dirás, Edward...te vas a tragar tus propias palabras.

Sin dedicarla ni un minuto más de mi tiempo cerré la puerta y puse rumbo a mi casa. ¿Qué demonios la pasa a esta chica? Decidí que no valía la pena malgastar mis pensamientos en ella. Era demasiado feliz como para preocuparme por sus palabras, ¿no?

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CAPITULO 36 - CONOCIENDO A LOS SUEGROS


Las semanas pasaban y mi relación con Edward iba viento en popa.

Venía prácticamente todos los días a buscarme para ir al instituto y he de decir que, después de un par de semanas de ser el centro de atención, la gente dejó de fijarse en nosotros. Incluso Tanya y su séquito dejaron de molestarme, es decir, todo iba genial.

Los chicos y nosotros salíamos en parejas a cenar o a tomar algo, siempre íbamos juntos y a mi eso me encantaba. Mi relación con ellos pareció estrecharse aún más si cabe. Rosalie me daba los mejores consejos para todo, Emmet, aunque me gastaba las bromas más pesadas, se hacía querer, era como un niño de cinco años, así que le quería como a mi hermano pequeño, a pesar de su tamaño. Jasper se convirtió en mi confidente, mi hermano mayor. Y Alice...Alice era Alice, mi super amiga. No podía estar más agradecida por los amigos que tenía.

Edward cada día me demostraba lo bueno que era. Tan dulce, romántico, a veces tan salvaje...Era mi mitad. Mi corazón latía a la par que el suyo.

Mi padre empezó a sospechar algo. Edward pasaba mucho por mi casa y la excusa de "pasaba por aquí" no colaba, ya que vivíamos en puntas opuestas. De todos modos Edward quería que nos presentásemos a nuestros padres de manera formal, ya llevábamos saliendo casi dos meses, tiempo más que suficiente para conocer a los suegros, según él.

- Papá...- dije con mi más tierna voz.

- Dime, pequeña.

- Estooo...Edward va a venir esta tarde – me mordí el labio inferior.

- Vale, de todos modos pasa más tiempo aquí que en su casa...- bromeó.

- Verás...es que quiere presentarse de manera formal...como...mi...novio – susurré. Mi padre me miró y suspiró.

- Bella, ¿por qué será que no me sorprende?

- ¿No...te sorprende? - estaba alucinada, llegué a pensar que montaría un pollo o algo así.

- Para nada, se veía a la legua...Hija...desde el día que vino a buscarte para ese baile...supe que te gustaba...Además no se me escapa una, recuerda que soy policía.

- Oh.

Así que Edward vino a mi casa y se presentó como mi novio. Sorprendentemente mi padre y él conectaron a través del deporte. Edward le contaba batallitas del equipo y mi padre le invitó a ver los partidos con él siempre que quisiera. Alucinante. Aunque tengo que decir que fue un alivio muy grande para mi saber que mi padre aceptaba la relación.

Mi madre también se puso muy contenta e insistió en que antes de ir a la universidad fuéramos a visitarles. Edward enseguida aceptó la propuesta. Una vez que se le quitó el miedo a la pistola de mi padre, parecía encantado de conocer a sus suegros, ¿no se supone que los chicos huyen de eso?

Ahora tocaba mi turno, es decir, conocer a sus padres. Bueno, al doctor Cullen ya le conocía, del hospital, aunque eso no mitigaba mis nervios. ¿Y si no les gustaba? ¿Cómo sería la madre de Edward? ¿Sería amable conmigo? Ya se sabe, las suegras...

Poco antes de las navidades quedamos para cenar en la casa de los Cullen. Irían Emmet y Rosalie, Jazz y Alice y Edward y yo. Eso me tranquilizaba un poco, aunque con las bromitas de Emmet...no sabía qué era mejor.

Cuando llegamos a su casa me sorprendió mucho. Bien, yo ya había estado aquí antes un par de veces, pero siempre en una fiesta, es decir, nunca la había visto con muebles y esas cosas. Estaba decorada con un gusto infinito. Los sillones eran blancos y mullidos, había una delicada mesa de cristal en el centro y tenían una gran tele de plasma. Tamaño familiar, vamos. También había una mesa muy grande con una docena de sillas alrededor y los detalles estaban repartidos por doquier, de manera sutil. Cada jarrón y cada cuadro en el sitio indicado.

Una mujer de mi estatura más o menos salió de la cocina con un delantal, pero de manera elegante. No tendría más de cuarenta años, era esbelta, cara en forma de corazón y unos ojos verdes preciosos. De acuerdo, ya sé de quien sacó Edward los ojos. Tenía una expresión amable en la cara y el pelo de color caramelo enmarcaba a la perfección las lineas de su rostro.

- Bella, cariño, ¡por fin te conozco! - dijo mientras me abrazaba – Parece mentira qu viviendo en un pueblo apenas hayamos coincidido. Tanto he oído hablar de ti...

- Espero que bien – bromeé.

- Oh, por supuesto. Y por lo veo no me mintieron, eres preciosa – dijo guiñándo un ojo a Edward. Me sonrojé.

- Gracias, señora Cullen.

- ¡Ah! No, eso sí que no, no me llames señora por favor, me hace sentir mayor – me susurró al oído – Llámame Esme – asentí riendo. Esta mujer era un encanto.

- ¡Bella! - me saludó el doctor Cullen.

- Ni se te ocurra llamarlo señor – me susurró Esme divertida – Llámale Carlisle, lleva muy mal lo de la edad. Le están saliendo unas canas sospechosas – y se rio.

- Cariño, te he oído. Bella, cielo, bienvenida.

- Gracias...a todos.

Cenamos todos juntos mientras Emmet gastaba sus bromas de siempre. Estuvieron recordando momentos de cuando eran pequeños, las travesuras que hacían, cuando empezó Edward a tocar el piano, cuando Rosalie le dio la primera colleja a Emmet...allá por parvulario. Me reí muchisimo. Los padres de Edward eran encantadores.

Una vez terminada la cena fuimos al salón a tomar café. Charlábamos de cosas sin importancia, en un ambiente distendido y familiar. Me sentía realmente a gusto.

- Bella, ¿vienes conmigo? Quiero enseñarte una cosa – me dijo Edward al oído.

- ¿A donde?

- Ven – y me cogió de la mano y me dirigió fuera de la sala.

- Cuidado con lo que hagais, que todo se oye. Intentad ser silenciosos – Emmet, a veces me encantaría estrangularlo, pero era demasiado grande para mí – ¡Auch! - Rosalie nunca fallaba, debía de tener callo en la mano de tantas collejas.

- ¿A donde me llevas?

- Quiero que escuches algo – me sonrió tiernamente mi novio.

Llegamos a una sala muy espaciosa donde había unos grandes ventanales que daban directamente al bosque. A la derecha había un sillón y una chaiselonge y en el medio del salón se encontraba un maravilloso piano de cola negro. Era precioso.

Edward se acercó al piano y se sentó en el taburete. Le palmeó haciendo un gesto para que me sentara a su lado. Me sonrió y empezó a tocar una maravillosa melodia. Era magnifica. Las notas fluian por toda la sala creando un ambiente único. Le miré y tenía los ojos cerrados y una bonita sonrisa en los labios. La melodía subió de categoría, era una pieza sublime, nunca había oído nada tan perfecto como esa música. Las últimas notas se dispersaron por la estancia, rebotando en mi mente y en mis oídos. Edward seguía con los ojos cerrados.

- Edward, es...es...

- ¿Te gusta? - dijo mirandome a los ojos con una sonrisa.

- Es...maravillosa...

- La compuse pensando en ti. Bella, tu me inspiras esto.

No lo pude evitar y lo besé, más bien me lancé sobre él. Nunca me había imaginado que alguna vez en mi vida alguien compusiese una canción para mí, y menos aún si ese alguien era Edward.

Alguien carraspeó con gracia cuando el beso empezó a subir de nivel. Miramos hacia la puerta. Era Esme. Mi cara debía de ser un poema...qué vergüenza...

- Perdón por la interrupción chicos, pero no lo pude evitar. Hacía tanto tiempo que Edward no tocaba de esa manera...

- ¡Mamá! - dijo avergonzado.

- Es verdad, cielo. Me alegra verte así. Me alegra verte tan bien con tus hermanos y sobre todo me alegra que al fin hayas encontrado a alguien a quien amar de verdad.

- Mamá, me voy a sonrojar.

- Chicos, venga, vayamos al salón antes de que Emmet empiece con sus bromas. Mi hija no pudo darme un yerno más infantil – y se marchó riendo.

Las palabras de Esme me abrumaron. Alguien a quien amar de verdad. Me conformaba con que el me amara la cuarta parte de lo que lo hacía yo.

Las Navidades llegaron rápidamente. Este año lo estaba deseando. Años atrás no me entusiasmaban mucho las fiestas, pero ahora me moría por decorar la casa, por ponerme un gorro de Papa Noel y por ir de compras – si, si,si...eso nunca se lo confesaré a Alice – Tenía ganas de vivir, quería reirme, saltar...estaba feliz.

Me lo pasé genial lanzando bolas de nieve en el jardin de los Cullen. Había caído una gran nevada y esa parte de la casa estaba especialmente preciosa...hasta que llegamos nosotros. Jazz corría detrás de Alice intentando que esta no resbalara, pero el duendecillo de mi amiga se lo ponía dificil. Al final acabaron los dos rodando por el suelo. Emmet tiraba bolas a diestro y siniestro, como si fuera un cañón de artillería mientras Rosalie intentaba que su pelo no se mojara, aunque acabó peor que si se hubiese metido a la ducha vestida. Edward trataba de protegerme de las bolas que me mandaba Emmet aunque una de las veces me engañó y me estampó una bola de tamaño familiar en la cara. Me tomé la revancha y se la devolví, pero erré en el disparo, lo que me frustró aún más. Lo único que conseguí fue rodar por todo el jardin hasta quedar debajo de él. En ese momento no me importó estar completamente empapada, ni que en el suelo hubiera una nevada de diez centímetros, lo único que veía era a Edward a dos centímetros de mi boca, con su precioso pelo mojado haciendo que cayera sobre su frente y sus labios...Cuando fui a besarlo...

- Chicos, id a una habitación, ¡nos estais derritiendo toda la nieve! ¡Si seguis así no vamos a poder hacer una segunda ronda! Dios, malditas hormonas – gritó Emmet.

- Emmet, eres único para joder los momentos románticos – dijo Rose mientras nosotros nos levantábamos del suelo. A la mierda el momento romántico.

- Venga Rose, están todo el día pegados como lapas. Por un momento que dejen de hacer guarrerías no les va a pasar nada – en ese momento esquivó una colleja de Rose. Uuuy.

- Emmet, que bruto eres – dijo Jazz riéndose.

- No, cuñado, tengo razón. Además – y nos miró – Chicos, estareis usando protección, ¿no? - lo dijo con fingida seriedad y yo me sonrojé violentamente.

- ¡Emmet! - gritó Edward – Claro que sí, ¿crees que tengo pájaros en la cabeza? Vamos, ¿tu me imaginas con un bebé? - bromeó Edward – ¡Ni de coña!

Justo, ni de coña. Estabamos decidiendo a qué universidad iriamos. Qué pasaría si yo ahora me...no, mejorni pensarlo. Además a mi padre le daría algo, por no decir lo que le podría hacer a mi novio. Una cosa es que se lleven bien y otra muy distinta embarazar a tu única hija.

Nochebuena y Fin de Año los pasamos en la casa de los Cullen. Mi padre vino con nosotros, obviamente. Hizo muy buenas migas con Emmet, al parecer su sentido del humor tan distinto hacía que se compenetraran bien. Hacía tiempo que no oía a mi padre reirse de esa manera. Sin contar con que salió encantado con el matrimonio Cullen.

Los meses pasaban rápidamente. No encontrabamos ya en el mes de abril en un abrir y cerrar de ojos. Parece mentira lo rápido que pasa el tiempo cuando eres plenamente feliz...aunque sinceramente, echaba de menos a alguien. No podía ver a Jacob todo lo que me hubiera gustado...cuando de vez en cuando iba con mi padre a la Push él nunca estaba. Toda la relación que mantenía con él últimamente era s traves del móvil y de los mensajes.

Ya habíamos mandado las solicitudes para la universidad. A Edward le habían admitido en Dartmouth, aunque con los créditos de deportista le podrían aceptar en casi cualquiera que él eligiera. Yo estaba esperando mi respuesta, aunque mis notas eran más que suficientes para ir a la misma. Esperaba que así fuera y que me aceptasen. Lo único que quería era ir con él a la universidad. No quería separarme de él durante tanto tiempo, sinceramente no podría.

Rose y Emmet irían a Nueva York. Emmet tenía que ir allí para opositar para profesor de gimnasia y Rose empezaría periodismo. No entendía por qué se tenían que ir tan lejos, pero comprendía que era el futuro que ellos habían elegido. Los echaría de menos, aunque todavía quedaba mucho para que se fueran. No quería pensar en ello aún.

Jazz empezaría los cursos avanzados de dirección de empresas en Port Angeles, para ayudar a Alice, y Alice por su parte haría diseño gráfico, también en Port Angeles, aunque seguirían viviendo en la casa de Alice en Forks.

Me costaría mucho separarme de ellos, pero nos veríamos en vacaciones. Aprovecharíamos cualquier oportunidad para vernos a menudo.

La primavera se dejaba ver a ratos en Forks. Estábamos a mediados de abril.

Edward vino a buscarme como cada mañana. Nunca me cansaba de mirar la perfección de su rostro. Esta mañana estaba especialmente guapo y mis hormonas empezaron a trabajar por sí solas. Hacía un par de semanas que no...habíamos intimado, si no era por una cosa era por otra, no habíamos tenido oportunidad.

Empezó a sonar cierta canción un tanto caliente por los altavoces del coche de mi novio. Perfecto. Yo con un ataque hormonal y me encuentro con esta canción. No lo pude evitar y empecé a cantar la canción sin ninguna pizca de vergüenza. Edward me miraba divertido.

- Amor, ¿esto es una indirecta? - fijo señalando el estereo.

- Mmmm, tómalo como quieras – jugué.

- Bella, no juegues conmigo, te puedes quemar – y me sonrió de lado.

¿Me podía quemar? No, ya estaba ardiendo. Suerte que llegamos al aparcamiento del instituto, si no...

Esta tarde teníamos entrenamiento así que me tocaba quedarme un rato más después de clases. No me importaba lo más mínimo. Iba a tener al lado a mi novio, con esa camiseta tan ajustada, pegándose cada vez más a su cuerpo sudoroso mientras jadeaba por el esfuerzo...Bella, por Dios, ¡te estás convirtiendo en una pervertida!

Salí del vestuario y fui hacia el gimnasio. Mientras los chicos entrenaban nosotras ensayabamos. He de decir que tener a Alice de compañera era una locura. Elegía cada canción...Empezó a sonar la música por los altavoces mientras los chicos calentaban. Nosotras por nuestra parte comenzamos con el baile. Tuve la satisfacción de ver a Edward tropezar un par de veces por mirarme. Su cara no tenía precio y mi ego subió como unos diez puntos. Me encantaba que me mirara de esa manera, con deseo. Dios, necesitaba desquitarme ya con mis hormonas o no sabría donde meterme.

El entrenamiento terminó y me quedé hablando con la entrenadora, cuando me quise dar cuenta ya no había nadie en el gimnasio. ¡Ugh! Corrí hacia los vestuarios, no me gustaba quedarme sola en un sitio tan grande. No vi a Edward por ningún lado, me estará esperando en el coche.

Me fui directa a las duchas, no pensaba meterme en el coche con mi novio toda sudada. Lo hice rápido, pero cuando salí escuché un ruido.

- ¿Hola? - idiota, haces lo mismo que en las pelis de miedo, pensé – ¿Hay alguien?

De repente noté una presencia a mis espaldas. Me di la vuelta y era Edward. Un Edward semidesnudo que iba solamente tapado de cintura para abajo con una toalla blanca, un poco pequeña, por cierto. Yo estaba en igual de condiciones, con mi toalla bien anclada en mi cuerpo.

- Que haces aqu...

No me dejó terminar la frase porque se abalanzó sobre mis labios furiosamente.

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CAPITULO 37 - SORPRESAS

Tuve que apartarme para poder respirar.

- Edward – jadeé – ¿Qué haces? Nos pueden ver.

- No, ya me he encargado de eso, estamos solos... No sabes cómo me pones, Bella – y me besó salvajemente.

Vale, para entonces yo me encontraba en el cielo. Ver a Edward fuera de control sobrepasado por sus hormonas era una delicia. No es que no me gustara cuando era dulce y romántico, pero después de dos semanas de abstinencia me apetecía de todo menos dulzura.

Me apretó contra él y estaba muy excitado. No pude evitar jadear al notarlo.

- Bella, así me tienes desde esta mañana – y dejó caer mi toalla – Primero cantando esa canción en el coche y luego con tanto movimiento... – besó mi cuello.

Mi cuerpo hacía rato que ya había reaccionado. Yo también dejé caer su toalla y de nuevo de maravillé con la perfección de su cuerpo. Me cogió de los muslos para que enrollase las piernas en sus caderas. Empezó a andar conmigo encima hasta que topamos con algo. Era un lavabo...por mi perfecto. Empecé a tocarle, pero me tomó la mano para que parara.

- Bella, no puedo más, te...necesito. No hay tiempo para eso...

Sonreí para mis adentros; hice el intento de subirme de nuevo a sus caderas cuando volvió a interrumpirme.

- No, así no. Date la vuelta – me susurró. Me puse un poco nerviosa, ¿qué quería hacer? - Amor, confia en mi, nunca haría nada que no quisieras – me dijo en el oído.

Le obedecí, confiaba plenamente en él. Cuando me giré lo comprendí todo. Había un espejo encima del lavamanos, lo suficientemente grande para reflejar nuestros cuerpos. He de decir que era la imagen más erótica que jamás había visto. Yo estaba agarrada al borde del lavabo y Edward detrás de mi, con los ojos oscurecidos de deseo y agarrándome fuertemente por las caderas, ambos con las respiraciones agitadas.

- Amor, quiero que veas como te hago el amor – me susurró de nuevo mientras lamía mi cuello – Bella, no creo que pueda ser suave – me estremecí.

- No...no quiero que seas suave.

Acarició mi espalda y luego mi intimidad. Metió sus dedos para comprobar mi humedad y cuando los sacó los lamió uno a uno. Esa imagen me encendió hasta extremos insospechados. Moví mi trasero para sentir su excitación. Un sonoro jadeo salió de mi boca.

- Edward, por favor – no podía aguantar ni un minuto más así.

Cumpliendo mis deseos, cogió una de mis piernas por la parte trasera de la rodilla y con su brazo nos sujetó en esa postura a la altura del lavabo y entró en mi fuertemente, como prometió, sin ser suave. Lejos de desagradarme, me gustó, era lo que necesitaba, porque era eso precisamente, necesidad de sentir su cuerpo junto al mío. Nuestros cuerpos humedecidos de movían frenéticamente y los jadeos y gemidos inundaban los vestuarios. Edward apartó mi pelo para poder besar y morder mejor mi cuello. Yo tenía los ojos cerrados de placer, dejándome llevar por el momento.

- Bella – jadeó – Abre...los..ojos.

- Edward...

Cuando miré al espejo de nuevo vi una imagen sumamente excitante. Edward detrás de mi agarrandome fuertemente por las caderas, probablemente me dejaría marca, pero en ese instante me daba igual. Sus labios estaban entreabiertos y jadeantes sobre mi cuello. Tuve que agarrarme al lavabo por los movimientos tan frenéticos que Edward provocaba. Soltó una de sus manos de mi cadera y tocó mi nuca, empujandome suavemente hacia adelante. No podía más, me sentía desvanecer.

- Te...amo – me jadeó en el oído.

No pude más y mi liberación llegó en un segundo. Tras dos movimientos más de Edward sentí que dejaba caer parte de su peso sobre mi espalda mientras soltaba mi pierna e intentaba estabilizarme. Nos quedamos así durante unos minutos, unidos, sin separarnos aún.

A pesar de que se sentía tan bien, salió lentamente de mi y me giró para quedar cara a cara. Acarició mis mejillas y mis labios. Su rostro estaba levemente sonrojado y todavía tenía la respiración entrecortada, al igual que yo.

- Te quiero, Bella – y besó dulcemente los labios.

- Y yo a ti – era la primera vez que nos lo decíamos con palabras.

- ¿No...habré sido muy bruto? - dijo mientras revisaba mi cuerpo.

- No, para nada.

- Pues creo que te dejé una marca en el cuello – me besó sobre el mordisco – Perdoname no era mi intención...

- Calla...no pasa nada – le callé con un beso.

Edward cogió la toalla del suelo y me secó con ternura. Nos vestimos y fuimos hacia su coche sin mediar palabra.

Una vez dentro nos miramos y no pudimos evitar reirnos a carcajadas.

- Ha estado bien, ¿eh? - me preguntó mi novio.

- Demasiado bien – admití.

- ¿Tanto como para repetirlo?

- ¡Edward! - me puse roja como un tomate – Ahora que lo pienso...¡Imaginate que nos hubiesen pillado, qué vergüenza!

- Mmm, más morboso y excitante – dijo mientras me tocaba el muslo.

- P...para, que no respondo.

Cuando llegamos a mi casa hicimos juntos la tarea y después vimos una pelicula en el salón, los dos abrazados. Podría estar siempre así.

Llegó mayo. Todo era perfecto. Todo menos que Emmet y Rose se iban a ir el mes que viene a vivir a Nueva York. Me entristecí mucho porque pensé que se irian en septiembre con el comienzo de las clases. En fin, intentaré pasar más tiempo con ellos, pensé. Aunque siempre podemos ir a visitarlos.

Estaba en mi casa repasando la tarea cuando sonó el teléfono.

- ¿Diga?

- ¡Bella!

- ¡Jake! ¡Por fin hablamos! ¿Qué tal todo? – llevaba un par de semanas sin poder comunicarme con Jacob.

- Si, he estado un poco...liado.

- ¿Liado? ¿Cómo de liado? - bromeé.

- Estoooo...- me está ocultando algo – Bella, el viernes habrá una fiesta en la Push, vendrás, ¿no?

- Jake, no se...- quería estar con Edward...

- Puede venir tu novio – lo dijo como si fuera un insulto.

- Oh, se lo diré...¿Jake qué me ocultas?

- Bella...mejor en la fiesta te lo cuento, ¿vale?

- Vale, lo entiendo, me estas chantajeando para que vaya, ¿no es así?

- Cómo me conoces – rió.

- Está bien, Jake, se lo diré a Edward, iremos a esa fiesta.

- ¡Genial! ¡Ciao, cielo!

Bien, ahora como le diré a Edward. Jake no es que sea de su devoción...pero me encantaría ir con él a la Push, es un paisaje tan...perfecto. Y además en esta época...En ese momento llamaron a la puerta.

- Amor – dijo mi novio mientras me besaba.

- Edward...estaba pesando en tí.

- Mmmm, ¿en que postura? - sonrió con malicia.

- ¡Edward! - le regañé – Me ha llamado Jake – su cara cambió de expresión.

- ¿Ah sí? ¿Y que le pasa ahora al pecho lobo? - dijo irónicamente. Ignoré el comentario.

- Nos ha invitado a una fiesta en la playa de la Push.

- ¿A los dos? - se sorprendió.

- Sí, ¿por qué te extrañas?

- Bueno, yo no le caigo bien y él no me cae bien, así que...- nos sentamos en el sofá.

- Edward, por favor...- le hice un pucherito al estilo Alice. Él rodó los ojos...no se podía resistir.

- De acuerdo, iré. ¿Cuando es la fiesta? - empecé a dar palmitas. Tanto tiempo con Alice me estaba afectando.

- Este viernes por la noche.

- Bella, imposible – parecía apesadumbrado de verdad.

- ¿Por qué?

- Porque Emmet me ha pedido que le ayude a empaquetar sus cosas para la mudanza este fin de semana. El sábado tienen que tener todo preparado para irse.

- Oh, me hubiera gustado ir a esa fiesta, además Jake me tenía que decir algo.

- Bueno, puedes ir tu, aunque no me haga gracia que vayas allí sola – ahora rodé los ojos yo – Además por una tarde que estemos sin vernos no creo que se vaya a acabar el mundo – rió – Creo que sobreviviremos.

- No se yo...- bromeé.

- Aprovechemos entonces el tiempo – y se abalanzó sobre mí en el sofá.

Como era de esperar fui sola a la Push, bueno con mi padre, me refiero a que fui sin Edward, muy a mi pesar.

Cuando llegamos había una ambiente increible. Las fogatas ya estaban ardiendo y los jovenes pululaban a lo largo de toda la playa. Además la noche acompañaba, no hacía nada de frío y el cielo estaba despejado dejando ver un cielo totalmente plagado de estrellas. En ese mismo momento eché de menos a Edward.

Mi padre fue con Billy dentro de la casa mientras yo observaba el paisaje.

- Vaya, ¿tu novio te ha dejado venir sola?

- ¡Jake! - le abracé fuertemente – No ha podido venir, está ayudando a su hermana a mudarse. Ya era hora de que tu y yo nos viéramos...casi se me estaba olvidando tu cara...

- Sí...bueno – se rascó la cabeza - Oh, ¿Rose se va? - cambio de tema...En fin, a Jake le caía muy bien Rosalie por la ayuda que me tendió en su momento.

- Sí, se va con Emmet a Nueva York, les echaré mucho de menos.

- Bueno, ¿y que tal te va con Cullen? – dijo mientras andabamos sobre la arena.

- Genial, es...maravilloso, es tan dulce y tan atento conmigo...le quiero mucho, Jake.

- En fin- , no es que sea de mi agrado, pero si ahora te hace feliz...

- Mucho, aunque llevamos apenas unos meses siento que quiero tenerle a mi lado por siempre.

- Te comprendo...- dijo mientras se rascaba la nuca de nuevo. Antes de que yo pudiera preguntarle él cambió de tema...de nuevo – ¿Ya sabes a que Universidad irás?

- Oh sí, me han aceptado en Dartmouth, recibí la respuesta hace unos días. Me iré con Edward.

- Me alegro mucho, de verdad.

- ¿Y tú? ¿Que harás al salir del instituto? Irás a la universidad...

- Bella, ven sientate – palmeó la arena.

- ¿Qué ocurre? ¿Pasa algo malo? - me estaba asustando.

- No, no ocurre nada malo, todo lo contrario – rió.

- Entonces...

- Bella, estoy con alguien y vamos en serio – oh, eso si que no me los esperaba.

- Jake, es...es...fantástico, quiero decir, porque tu estás feliz, ¿no?

- Nunca he estado más feliz, Bella – dijo con una sonrisa en los labios.

- Oh, pero dime quien es la afortunada, ¿la conozco? - realmente me sentía feliz por mi amigo, se lo merecía.

- Esto...sí, la conoces – titubeó.

- ¿Y quién es? Dímelo – le sacudí el brazo.

- Es... Leah – eso tampoco me lo esperaba.

- ¿Leah? ¿La que yo conozco? ¿La hermana de Seth?

- Sí – susurró.

- Pero...¿como? ¿Y...cuando? - esa chica era un hueso.

- Más o menos cuando tu y Cullen empezasteis. Yo...tanto tiempo la tuve enfrente y no quise verlo...Leah llevaba bastante tiempo enamorada de mi y yo...no lo vi.

- Vaya, por eso yo le caía tan mal...

- ¿Que?

- ¡Claro! ¡Yo pasaba mucho tiempo contigo y a ella le sentaba mal eso, que tonta, ¡como no lo vi antes! - dije dandome un golpe en la frente.

- Justo eso – oi una voz detrás de nosotros. Me giré y era Leah – Siempre creí que vosotros dos teníais algo – rió. Se sentó al lado de Jake y se besaron.

- Nada más lejos de la realidad, Leah, Jake y yo somos como hermanos.

- Ya, ya lo sé y lo único que puedo hacer es pedirte perdón por todas las malas miradas que te he mandado durante tanto tiempo – rió.

- Bah, eso no es nada.

- Así que serás mi dama de honor si me caso, ¿no? - me preguntó Leah.

- Por supuesto. ¿Amigas? - le tendí la mano.

- Amigas – y me apretó la mano fuertemente y me abrazó.

La noche fue genial. Los chicos de la manada, como se hacían llamar, siguieron con sus bromas y chistes alrededor de la fogata. No podía parar de reir.

- Y después de todo Quil está con Kim, aunque no deja que él la acompañe a comprar ropa, con el hobby que tiene el chico por abrir los probadores... – se rió Paul.

- Bueno, yo tengo novia, no como otros...- dijo Quil abrazando a su novia.

Pero no pararon con sus bromas. E incluso avanzaron un nivel más y empezaron a lanzarse bolitas de comida. Jake atinó de lleno en el ojo a Embry y este cogió el bote de ketchup y le salpicó toda a camiseta. Leah, Kim y yo corriamos riendo intentando escapar de la lluvia de ketchup.

- Embry, ven aquí – cantó Jake con tono asesino.

Nosotras no pudimos contener las carcajadas. Estaban pringosos hasta más no poder. Charlie salió de casa de Billy.

- Bella, nos vamos, hija.

- ¿Ya? - me lo estaba pasando genial, no quería irme.

- Bella, son las dos de la mañana y mañana me voy de pesca.

No me había dado cuenta de lo tarde que era.

Me despedí de los chicos y fui con Leah hasta la puerta de la casa de Billy, donde se encontraba Jake. Tenía la camiseta roja completamente, se la quitó porque chorreaba...iba dejando huella hallá por donde pisaba.

- Pareces un perrito caliente – bromeé.

- ¿Sí? Muy graciosa – y me manchó la nariz.

- Jake, no la manches, se pringará la ropa tan linda que trae – le regañó Leah.

- Chicos, me marcho ya, de todos modos nos veremos pronto – abracé a mi amigo. Me sentí un poco incomoda, estaba abrazandole medio desnudo con su novia al lado - Leah, me alegro por vosotros en serio – y la abracé también.

- Ven a vernos pronto, ¿vale? – me dijo.

Me despedí de ellos con la mano mientras me metía en el coche patrulla de mi padre.

Miré el movil. Oh, dios, cinco llamadas perdidas de Edward. Mañana le llamaría, ahora era tarde y estaría cansado.

Lo primero que hice cuando me levanté al dia siguiente fue llamar a Edward, pero no me contestaba. ¿Se habrá enfadado conmigo? Volví a llamarle con el mismo resultado. Oh, no debería de haber ido sin él a la playa. Volví a llamarle y nada. Él siempre llevaba el móvil encima. ¿Le habrá pasado algo? Estaba a punto de desesperarme. De hecho me estaba vistiendo para ir a su casa cuando marqué de nuevo y esta vez si me contestó.

- Amor – oh, por lo menos no estaba enfadado – Estás un poco ansiosa por oirme, ¿no?

- ¡Ugh! ¡Edward, pensé que estabas enfadado conmigo! - le regañé. Él se rió.

- Y por qué iba a estar enfadado, ¿acaso hiciste algo por lo que yo me pudiera enfadar?

- Sí, no cogerte el teléfono. ¿No estás enfadado?

- Sólo un poquito, te olvidaste de mí – puso vocecita tierna.

- Nunca me podré olvidar de ti, mi vida.

- ¿Paso a buscarte para comer juntos?

- Si quieres podemos comer en mi casa, mi padre no está...- dije tratando de ser seductora.

- En diez minutos estoy ahí.

No me dio tiempo a despedirme. Reí yo sola. A veces era tan...impulsivo.

Antes de que nos dieramos cuenta estabamos en junio. Alice ya estaba preparandolo todo para la graduación y el baile de fin de curso. Además andaba como una loca preparando la fiesta de despedida de Rose y Emmet. Se celebraría después de la graduación.

Estábamos las tres en el centro comercial. Llevábamos ya dos horas dando vueltas y Alice aún no encontraba lo que quería para cada una de nosotras. Mientras tanto iba pensando en cómo hacer la fiesta.

- Tiene que ser épica, chicas...Si hace buen tiempo podriamos hacer la fiesta en el jardin, aunque a tu madre le dará un ataque si tocan sus flores – le dijo Alice a Rose.

- Oh sí, es capaz de matar si alguien le pisa sus flores. Nada, la fiesta se hará dentro. Bella, ¿tú que opinas?

- Yo creo que...- wow, que mareo.

- Bella, ¿te encuentras bien? - dijo Rose mientras me tocaba la frente – Estás un poco pálida.

- Chicas...no...no me encuentro bien...- dije agarrandome a la pared mientras el mareo se apederaba de mi cuerpo.



_______________________________________________________________________________________________________


EN EL PRÓXIMO CAPITULO

Decidimos hacer la prueba en casa de Alice, no quería recibir tal noticia en un apestoso baño de alguna vieja cafetería. Ni que decir tiene que el viaje se me hizo eterno y entre lágrimas silenciosas.

Una vez llegamos a su casa leímos las instrucciones y me hice la prueba. Los dos minutos que había que esperar se me hicieron eternos mientras estaba sentada en la bañera con mis dos amigas, una a cada lado.

- Ya han pasado los dos minutos – me dijo Alice con cautela.

Me acerqué a la prueba y cerré los ojos fuertemente cuando vi el resultado...Dos rayas...
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Mensaje por Qamiila Quinteros 18/6/2012, 7:01 pm

CAPITULO 38 - ¿QUÉ TE PASA, BELLA?

Alice y rose me cogieron y entre las dos me ayudaron a caminar en dirección al baño para refrescarme un poco ya que no tenía muy claro por donde pisaban mis pies.

- Ven, un poco de agua te espabilará...aquí hace mucho calor, se te habrá bajado la tensión un poco,

Mi mareo iba en aumento y una sensación de nausea se apoderaba de mi cuerpo. Cuando entramos al baño y me miré en el espejo me asusté. Tenía los labios blancos haciendo juego con mi cara. Una capa de sudor me cubría la frente. Me encontraba mal, tan mal que no recordaba haberme sentido así antes.

- Bella, estás...

No dejé a Alice terminar la frase. Tuve que correr para no vomitar donde no debía. Algo malo me pasaba, yo nunca vomitaba, otras cosas no, pero el estómago le tenía fuerte.

- Bella, cielo – me dijo Rose mientras me sujetaba el pelo.

- Rose, vete, no tienes por qué ver esto – jadeé.

- Oh, no seas tonta, esto le pasa mucho a Emmet por las comilonas que se pega – no pude evitar reir, aunque una nueva arcada rompió mi risa.

- Voy a por una manzanilla – dijo Alice.

Cuando pude despegarme del inodoro me enjuagué la boca y me eché agua por la cara. Parecía que estaba un poco mejor, pero el color no llegaba a mi cara. Al menos el mal sabor de boca habia desaparecido.

- ¿Estás mejor?

- Sí, gracias Rose.

- ¿Por qué no vamos fuera? Será mejor que te de un poco el aire.

Me ayudó a levantarme y fuimos hacia la salida. Por el camino nos encontramos a Alice, que venía con una botella de agua y una manzanilla.

- ¿Estás mejor?

Asentí como pude. Una vez fuera nos sentamos en un banco el aire impactó en mi cara y me sentí muchisimo mejor. Cerré los ojos y dejé que mi corazón se calmara un poco. Aun me pitaban un poco los oídos debido al mareo.

- No se qué demonios me ha pasado – reconocí.

- ¿Te habrá sentado algo mal? - preguntó Alice.

- No se...esta mañana no he comido demasiado, tenía el estómago revuelto.

- ¿En serio? Igual es un virus – dijo Rose.

- Eso es lo que dicen los médicos cuando no tienen idea de lo que te pasa, Rose...deberías de saberlo por tu padre – bromeó Alice - ¿Te sientes algún sintoma más?

- Si, me mareo de vez en cuando...Nunca me había pasado esto...- fruncñi el ceño.

- ¿No? ¿Desde cuando te sientes mal? - preguntó Rose.

- Llevo unos días así, no sé...tampoco le he dado importancia...seguramente son los nervios de los próximos días...- Alice y Rose se miraron muy serias. Luego me miraron a mi.

- Eh...Cielo...no estarás...- Rose dejó la frase sin acabar y miró a Alice de nuevo.

- ¿Que? - apremié.

- Bella – me llamó Alice – ¿No estarás...embarazada? - cerró los ojos después de decirlo.

- ¿¡Que! - chilé – ¡No! ¡No puede ser! - bajo ningún concepto, me niego a pensar eso.

- Oh, por poder ser...¿acaso no follais como conejos?

- Rose, no seas bruta. Además ellos toman precauciones. Porque las tomais, ¿no? - preguntó Alice.

- ¡Claro! Claro que sí – respondí.

- A ver, ¿cuando tuviste tu última regla?

- Pues...

Sí estaba yo para acordarme de...espera...¡No me acordaba! Empecé a hacer cuentas...la regla me tenía que haber venido el día...¿más o menos el día dos?

- ¿A qué día estamos? - pregunté.

- A dieciocho.

- ¿Que? - volví a chillar. No, no podía ser.

- ¿Qué pasa, Bella? - preguntó Alice con temor.

- Tengo...tengo un...retraso de casi dos semanas...- susurré.

- Dios santo, Bella. ¿Esto te había pasado antes?

- Yo...no...siempre he sido muy...regular...

Rompí a llorar. Eso no podía ser. No. Tenía que ser otra cosa, cualquier otra cosa. Algún virus o alguna infección...Yo no podía estar...embarazada. No porque no quisiera tener hijos, que claro que quería, sino porque no era el momento. En septiembre me iria con Edward a la universidad...Y, por el amor de Dios, sólo tengo dieciocho años...Oh, Edward, como se lo tomaría en caso de que yo...Mal. Esto no tenía que haber pasado tan pronto. Y mi padre...

Empecé a sacudirme violentamente por el llanto. Rose y Alice me abrazaron y aguantaron mis lágrimas hasta que logré calmarme un poco.

- Bella, creo que primero tendríamos que ir a una farmacia a comprar una prueba de embarazo, ¿no? Igual es un retraso o alguna otra cosa y te estás comiendo la cabeza por nada – dijo Alice.

- Sí, vamos – me ordenó Rose mientras tiraba de mi brazo.

Fuimos a una farmacia allí mismo, en Port Angeles, no me quiero ni imaginar el revuelo que hubieramos causado en Forks, se hubiera enterado todo el pueblo nada más pisar la farmacia.

Decidimos hacer la prueba en casa de Alice, no quería recibir tal noticia en un apestoso baño de alguna vieja cafetería. Ni que decir tiene que el viaje se me hizo eterno y entre lágrimas silenciosas.

Una vez llegamos a su casa leímos las instrucciones y me hice la prueba. Los dos minutos que había que esperar se me hicieron eternos mientras estaba sentada en la bañera con mis dos amigas, una a cada lado.

- Ya han pasado los dos minutos – me dijo Alice con cautela.

Me acerqué a la prueba y cerré los ojos fuertemente cuando vi el resultado. Dos rayas. Es decir que mis sospechas se confirmaban. Un bebe. Iba a tener un bebe de Edward.

- Positivo – dije llorando silenciosamente.

¡- Bella! - las dos me abrazaron efusivamente.

- ¿Qué vas a hacer? - me preguntó Alice mientras apartaba el pelo de mi cara.

- Yo...- a la mente me vino mi pensamiento anterior "un bebe de Edward" - yo no puedo abortar, Alice, no puedo. Simplemente no me lo perdonaría en la vida. ¿Pero qué le voy a decir a Edward? ¿Y...y a mi padre? - dije de nuevo llorando.

- Bella, mi hermano lo entenderá, estas cosas pasan...sois un pareja...

- Pero el no quiere niños, Rose, me lo dijo claramente – mi llanto se acrecentó.

- Las cosas hay que hablarlas, Bella, ademas, no creo que se lo vaya a tomar mal, él te quiere. No va a dejar que pases por esto sola, de eso estoy segura.

- ¿Y mi padre Rose? ¿Qué le voy a decir a mi padre?

- Bella, escuchame – me tomó las mejillas con las manos para obligarme a mirarla – eres mayor de edad, eres una mujer adulta y como tal tienes que enfrentarte a la vida. Tu padre tendrá que aceptar tu decisión.

- ¿Cuando...se lo vas a decir? - preguntó Alice.

- Yo...necesito tiempo...todavía no me hago a la idea... miré de nuevo la prueba de embarazo.

- De acuerdo, cariño, pero no lo alargues mucho. Las cosas hay que afrontarlas cuanto antes y esto es algo que tarde o temprano se va a notar – sonó mi teléfono.

- ¿Diga?

- ¿Como esta mi preciosa novia? - hablando del rey de Roma...

- B...bien, en casa de Alice...- titubeé.

- ¿Estás bien amor? Te noto la voz rara...

- No, es que me...creo que me ha sentado algo mal y...¿donde estas?

- Oh, ya estoy de vuelta. Los chicos y yo pasaremos por casa de Alice en unos veinte minutos, ¿de acuerdo?

- Vale...Edward...

- ¿Sí?

- Te...quiero.

- Y yo a ti, amor.

Cuando colgué me quedé mirando el teléfono como si me fuera a hablar. Alcé la vista y me di cuenta que estaba sola en el baño. Las chicas me habían dejado ese minuto de intimidad. Bajé las escaleras con la prueba de embarazo aún en la mano. Todo mi mundo se había dado la vuelta...

- Vienen en veinte minutos – susurré mientras me sentaba con las chicas en el sofá.

- Bella, tu...tranquila, todo va a salir bien, estamos contigo – dijo Alice mientras me pasaba un brazo por mis hombros.

- Sí...no sabes cuanto me apena tener que irme ahora...- admitió Rose mientras hacía un pucherito.

- Chicas, gracias por...- oh, Dios...

No terminé la frase, tuve que ir corriendo al baño de la planta baja y vomitar lo poco que quedaba en mi estomago. No sé cuanto tiempo estuve ahí tirada, pero cuando quise darme cuenta estaban llamando a la puerta.

- ¿Amor? - Edward abrió la puerta - Oh, dios mio, ¿te encuentras bien? – dijo mientras me ayudaba a levantarme – Tienes muy mala cara, ¿por qué no llamamos a mi padre?

- ¡No! - exclamé – Es...algo que me habrá sentado mal...en serio...no quiero ir al médico...Además ya estoy mejor.

- ¿En serio? - me apartó un mechón sudoroso de la frente – Estás un poco pálida, cielo.

- No...de verdad, estoy muchisimo mejor – intenté mostrar una sonrisa, pero fue imposible.

Después de eso estuve toda la noche ausente, no podía parar de pensar en lo que se me venía encima. Yo, ¿con un bebe? Mi...bebe...mio y de Edward...¿como se lo tomaría él? Me sentí muy mal al engañarle esa tarde pero...temía su actitud. ¿Qué haría ahora?

Pasaron casi dos semanas más y todavía no le había dicho nada a Edward. Por un lado me sentía mal por no contarselo, él tenía derecho a saberlo, era su hijo, pero por otro lado me daba pánico que se lo tomara mal, ¿qué pasaba si decidía que no quería responsabilidades? ¿Qué pasaba si después de que se lo dijera me...dejaba?...Y mi padre era caso aparte. Cada vez que le intentaba hacer la cena tenía que salir disparada porque los olores de la comida me daban nauseas.

Evidentemente no eran tontos y se olían que algo me pasaba. Estaba como ausente. Cuando me hablaban no mostraba interés a lo que me decían y siempre respondía con monosílabos.

Además se acercaba la graduación y el baile, menos mal y gracias a Dios que era todo el mismo día, no hubiera aguantado que Alice me torturara con más vestidos.

El dia tan esperado llegó. El baile y la graduación. Hoy hablaré con Edward, tu puedes Bella. Debía decirle muchas cosas, aparte de lo obvio, no podría ir a la universidad, creo que la tripa no me dejara llegar a mi mesa de estudios...

- Bella, venga, ánimo, ya verás como todo sale bien – dijo Alice mientras me maquillaba. Habiamos quedado en que los chicos nos recogían en su casa. De hecho ya estaban abajo.

- Alice...no se...

- Bella, tengo que decirte que Edward a estado preguntando a los chicos por ti.

- ¿Qué dices Rose? - entré en pánico.

- Tranquila, Bella, ellos no saben nada – respiré un poco – Además no debes alterarte, el bebé lo nota todo – y acarició mi vientre aun plano.

No me hacía a la idea aún. Será porque no se me notaba, no sé. De todos modo Alice me había puesto un vestido precioso de color azul, el preferido de Edward, que se hacía más holgado hacía las caderas, me llegaba hasta las rodillas, y, por suerte, en los pies me puso unas sandalias de un par de centímetros de altas.

Tras media hora más de retoques, bajamos a ver a los chicos. Edward estaba precioso. Llevaba un traje negro con una camisa azul del mismo tono que mi vestido. Cuando me vio me sonrió, tomo mi mano y la besó.

- Estás preciosa – me susurró.

- Y tu estás hermoso – wow, ¿iba a tener un hijo con este dios? Espero que salga a él en todo, pensé.

Fuimos por parejas en los coches. Llegamos realmente en poco tiempo, ¿por qué demonios conducían tan rápido?

La recogida de diplomas y de orlas se hizo en el gimnasio, en el que acto seguido se realizaría el baile. La ceremonia pasó sin mayores contratiempos, que si abrazos por aquí o lágrimas por allá, yo de veras seguía ausente.

Lo tenía decidido. Esta noche le diría a Edward que estaba embarazada. No podía aguantar más. No podía mirarle a los ojos al saber que le estaba ocultando ese secreto.

Cuando conseguí zafarme del abrazo de mi padre y de Jake que vino a ver mi graduación fui hasta donde estaba Edward. Estaba con sus padre y hermanos. Después de los abrazos de rigor y las felicitaciones le cogí del brazo.

- Edward, tengo que hablar contigo – le dije mientras salíamos del gimnasio.

- ¿Pasa algo, amor?

- No, bueno...tengo que decirte algo...- le llevé hasta el pasillo principal del instituto. A lo lejos se podía oir que la música empezaba a sonar.

- Tu dirás – me sonrió de lado.

En ese momento pasaron unos camareros con unos carritos. Por el olor era comida. Y por el olor una nausea comenzó a atravesar mi cuerpo.

- ¿Estás bien?

No le pude contestar, tuve que salir corriendo para no vomitar en medio del pasillo. Cuando llegué al baño me descargué sobre él con furia. ¿Cuando iba a terminar esto? No se cuanto tiempo estuve allí. Me miré en el espejo. Parecía un zombie, el rimmel que me había puesto Alice caía a los lados de mis ojos por el esfuerzo y estaba blanca como hacía tiempo que no lo estaba. Limpié mi cara como pude y me aclaré la boca.

Salí al encuentro de Edward, me esperaba en el mismo sitio de antes, pero su expresión había cambiado. Estaba tenso.

- ¿Estás bien? - me preguntó fríamente. Tenía una de las manos en un puño y la otra portaba un papel.

- Sí...algo que me ha senta...

- ¿Algo que te ha sentado mal, no Bella? ¿Cuanto tiempo llevas así? ¿Acaso es que todo te sienta mal? - dijo elevando un poco el tono de voz.

- Edward...¿qué te ocurre?

- Bella, ¿cuando pensabas decirmelo? ¿Cuando pensabas decirme que estas embarazada? - palidecí aún más. ¿Cómo se había enterado?

- Yo...te lo iba a decir ahora pero de repente me he encontrado mal y...

- Bella, ¿de quien es el bebe?

¿Cómo?
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CAPITULO 39 - ESCÚCHAME, EDWARD

¿Como de que quien es el bebe? ¿Yo...le habré oído mal? Miré alrededor para ver si alguien más observaba la escena. Esot no tenía pinta de ser ninguna broma, no hubiera sido de buen gusto...¿estaba hablando en serio?

- ¿Qué quieres decir Edward? - susurré, para entonces yo ya estaba temblando. La cara de Edward no era la de mi Edward. Parecía furioso.

- Sabes exactamente a lo que me refiero – parecía que le iba a salir humo de la nariz.

- No...no...se a que...Edward, si no te lo he dicho antes es porque no sabía como decírtelo...- estaba a punto de llorar, no iba a aguantar mucho más.

- Te entiendo, no sabías como decirme que tu hijo es de Black, ¿no?

¿¡Que! - chillé – ¿Qué estas insinuando? Yo solo he estado contigo Edward, fuiste el primero y el único en todo – ya no sabía si lloraba de rabia o de miedo. ¿Acaso creía que yo le había engañado? ¿Cómo podía pasarse eso por su cabeza? ¡Yo le amo a él! ¡Solo a él!

- ¿Ah, si? ¿Y qué tienes que decir a esto?

Me enseñó lo que llevaba en la mano. Eran dos fotos en las que saliamos Jake y yo, las reconocí en el acto. Era en la fiesta de la Push, hace un mes. En una foto Jake estaba muy cerca de mi...y por el ángulo en que la foto estaba tomada parecía que nos íbamos a besar. En la otra yo abrazaba a Jake que se encontraba desnudo de cintura para arriba.

Me acordé en ese instante de aquel momento. Fue cuando me despedí de él y Leah en la puerta de su casa, en la Push aquella noche de fiesta. Pero...un momento, ¿por qué Leah no sale en la foto? Estaba a mi lado. ¿Y...quien demonios había sacado esa malintencionada foto?

- Edward, entre Jake y yo no hay nada, eso no es lo que parece...

- Qué típico, Bella...insultas mi inteligencia. No hay nada entre vosotros y no es lo que parece pero vas a tener un hijo de él. Bella, ¿de cuanto estás?

- Creo...creo que de un mes...

- ¡Justo! - gruñó – Hace un mes que fuiste a esa apestosa fiesta – estaba furioso, nunca le había visto así conmigo.

- Edward – lloré – yo...no he estado con nadie que no seas tu...el bebé es tuyo...

- ¡Callate! - me gritó – No digas más eso...¿Cómo me has hecho esto, Bella? Yo te amaba...

- Edward – intenté tocarle la mejilla pero se apartó, me rechazó. Eso me dolió más que si me atravesaran con un puñal. Mi llanto comenzó a elevarse – Yo te quiero a ti, sólo a ti.

- Pero te revuelcas con Black, ¿no? - ¿cómo se atreve?

- ¡No! - chillé, me daba igual que me oyeran – ¿Cómo puedes pensar que yo me he acostado con otro? ¡Es imposible, Edward!

- Bella, yo...no puedo seguir con esto...me supera totalmente - dijo mientras tiraba a mis pies las fotos con desprecio.

Entonces se marchó. Se marchó y me dejó sola en el pasillo llorando y con el alma rota de dolor.

Mi mundo se derrumbaba. ¿Cómo Edward podía pensar que yo le había engañado? ¡Si le quería más que a mi vida! No...tiene que ser una broma de mal gusto...no podía dejarme,¿qué haría yo sin él? Él era mi aire. Mi vida.

Me levanté del suelo, ¿cuando me había sentado en él? Cogí las fotos y me adentré en el gimnasio con la esperanza de encontrarle alli. Nada. Solo logré que varias personas me miraran espantados. ¿Tan mal aspecto tenía?

Salí hacia el aparcamiento y nada, el volvo ya no estaba. Me había dejado. Y lo peor, se había llevado mi corazón y mis ganas de vivir con él. Le llamé al móvil. Apagado.

Comencé a llorar de nuevo, sola en el aparcamiento, hasta que noté a alguien a mis espaldas.

- ¡Bella! - era Jazz – ¿Qué te ocurre? Hey, hey, calmate. ¿Y mi hermano? Alice me ha mandado a buscaros...

- ¡Jazz! - y comencé a llorar más fuerte.

- ¿Qué pasa? ¿Ha pasado algo?

Me fui imposible contestar, no tenía palabras suficientes para explicar lo que estaba sintiendo en estos momentos. Jasper sacó su teléfono y habló con alguien. Al minuto me encontraba enfrente de Alice, Rose y Emmet.

- ¿Qué demonios ha pasado? - gritó Rose – ¿Ha sido mi hermano? - asentí – ¡Idiota! ¿Se lo ha tomando un poco mal? - Jazz y Emmet se miraron entre ellos son comprender.

- No, Rose, peor...- y lloré aún más si cabe.

- Vamos a mi casa, Bella, no es bueno que estés así.

Me metieron en el Jeep de Emmet mientras este conducía Rose me abrazaba e intentaba calmarme. Sorprendentemente Emmet no hizo ningún comentario ni pregunta, más bien me miraba asustado.

Cuando llegamos a casa de Alice me ayudaron a sentarme en el sofá, como si me fuera a romper. No, ya estaba rota.

Alcé la vista y cuatro pares de ojos me observaban.

- Dime que te ha dicho para saber con qué intensidad tengo que abofetearle – rugió Rose.

- Rose...- lloré – Él cree...cree que es de Jacob.

- ¿De Jacob? ¿El qué? Chicas, lo siento, pero no entiendo nada – dijo Jazz.

- Jazz, estoy embarazada – casi se le salen los ojos de las cuencas.

- ¿Y...qué tiene que ver Black con todo esto? - preguntó Emmet después de recuperarse de mi respuesta.

- Cree que le engañé con Jake – y seguí llorando.

- ¿Por qué? - preguntó sin entender.

- Por esto – les enseñé las fotos. Primero pusieron cara de sorpresa y luego de pocker.

- ¿Esto...qué quiere decir? - preguntó Rose.

- Esto fue en la Push, hace un mes, justo desde que tengo el retraso...Edward estaba invitado, pero no pudo ir porque os tenía que ayudar con la mudanza...Así que fui con mi padre. Eso – señalé la foto – fue después de que los chicos y yo hicieramos una pelea con la comida. Jake se manchó la ropa y se la quitó. Eso fue justo cuando me despedía de él. ¡Por dios! ¡Su novia estaba a mi lado y mi padre a diez metros! ¿Quien pudo haber sacado esto de contexto?

- Bueno, Bella, tengo que decir que las fotos son comprometidas – dijo Jazz – Pero no para alguien que te conozca, todos sabemos que Jake es como tu hermano, además que quieres a Edward con locura. Yo no me creo nada de esto - tiró las fotos sobre la mesa - ¿Quien ha podido hacer algo así?

- ¡Maldita puta pelirroja! - gritó Rose. Todos la miramos – ¡Sí! ¡Cuando tu te fuiste con Edward Tanya y Lauren empezaron a cuchichear y a reirse como hienas! ¡Yo las vi! ¡Después se fueron por donde os fuisteis vosotros! ¡Bella, han sido ellas! ¡Hay que llamar a mi hermano!

¿Tanya? ¿Acaso no iba a dejarme nunca en paz?

Emmet marcó con su teléfono. Apagado. Alice lo intentó con el suyo. Apagado.

Lloré más fuerte. Edward no me creería, jamás. ¿Por qué? ¿Acaso simplemente ha aprovechado esta oportunidad para alejarse de mi porque ya no me quiere? Empecé a hiperventilar.

- ¿Llamamos a mi padre? - preguntó Jazz.

- ¡No! - chillé – Nada de médicos, por favor.

- La haré una tila – dijo Alice de camino a la cocina.

- ¡Estúpido Edward! - rugió Rose – ¡Oh, y que la zorra de Tanya se prepare cuando la vea porque a Nueva York me voy a llevar un trozo de cabellera de esa puta!

Conseguí calmarme un poco con la infusión de Alice. Empecé a sentirme realmente cansada. No recuerdo cuando me quedé dormida, sólo supe que unos brazos me arrullaban. Prefería que hubieran sido otros brazos...

Desperté temprano por la lluvia que retumbaba sobre la ventana. No recuerdo como llegué a la habitación ni como me puse el pijama. Tuve una sensación de deja vu, a mi mente vino la mañana en la que desperté después de mi primera borrachera en Phoenix. Aunque para nada era parecido. Aquella noche me lo pasé me muerte y anoche simplemente me quise morir.

Era un hecho. Edward me había dejado. Ya no me quería. Me sentía vacía y sola, ¿acaso todavía corría la sangre por mis venas? Lo dudaba.

Bajé a la cocina, Alice estaba haciendo tostadas. Milagrosamente el olor no me revolvió el estómago, al contrario, tenía hasta hambre. Parecía algo prosaico tener hambre después de pasar lo que pasé anoche, aunque supongo que la pequeña personita que crecía dentro de mi demandaba su alimento.

- Hola, bella durmiente, ¿qué tal te encuentras? - preguntó Alice. Estaba muy graciosa con un delantal. Me sorprendió ver que no había quemado nada de la cocina.

- Como una mierda, Alice, me siento como una mierda – reconocí – Y¿ Jazz? - Jasper pasaba más tiempo en casa de Alice que en su casa. Prácticamente vivía con ella.

- Ha salido a hacer la compra – rió - Bella, verás como Edward entra en razón. Se dará cuenta de que ha sido un montaje de esas dos arpías...

- Alice...yo no puedo obligarle a hacer algo que no quiera...él ha decidido creerlas y dejarme...no puedo hacer nada...- lágrimas silenciosas empezaron a surcar mi rostro.

- Bella...ya verás que todo se soluciona...Ahora, ¡vas a alimentar a mi sobrino! ¡Porque tu hijo será mi sobrino!

Mi hijp...Era lo único que en estos momento tenía de Edward. Mi hijo. Eso me recordó algo.

- Alice, he decidido que cuando vuelva a casa hablaré con Charlie...de todos modos supongo que medio pueblo lo sabrá ya...no se como se han enterado, si solo lo sabíamos nosotras tres.

- Bella, ya sabes, las brujas tienen oídos en todas partes...Venga, ahora come.

Desayuné como si tuviera dos estómagos. Increiblemente el desayuno me sentó bien como hacía días no me sentaba la comida.

Después del desayuno Alice me acercó a mi casa. Tenía la esperanza de que mi padre se hubiera ido de pesca para retrasar un poco el encuentro, pero no. Ahí estaba el coche patrulla.

Entré en casa y me encontré con mi padre.

- Hey, Bella, ¿qué tal anoche? – cuando vio mi cara cambió de expresión – Eh, ¿te encuentras bien? Tienes un aspecto horrible, hija – dijo mientras me tocaba la frente – ¿Ha pasado algo? ¿Has discutido con Edward? – no lo pude evitar, me tembló el labio cuando oí su nombre.

- Papá...tengo que hablar contigo...Siéntate...

- Qué pasa, hija, me estas asustando...

- Papá...estoy...embarazada – susurré.

- ¿Que? - rugió – Se tratará de una broma, ¿no? - negué lentamente con la cabeza - ¡No puede ser! ¿Ese...ese...niñato te ha dejado embarazada? ¿Y donde esta él para dar la cara, eh? - estaba rojo de la ira.

- Papa...Edward y yo no...pasamos por un buen momento – no era plan de explicarle todo el culebrón a mi padre.

- ¿Cómo que...? Te ha dejado, ¿no es cierto? - comencé a llorar – Isabella – oh. oh. Mi nombre completo, está enfadado de verdad – ¡Cómo...como has sido capaz de hacerme esto! ¿Así te he educado yo? - se pasó las manos por el pelo y resopló - Creo...que lo mejor sería que abortaras – Levanté de golpe la cabeza. ¡No! ¿Cómo podía decir eso mi padre?

- ¡No! ¡Es...es mi hijo, papá! Será tu nieto...- para entonces lloraba violentamente.

- ¡No! Bella, yo...no creo que pueda ser...Creo que lo mejor es que abortaras, en serio...Eres muy joven y...

- ¡No!- sollocé – No puedo...es mio...- inconscientemente me llevé la mano a mi tripa. El solo hecho de pensar que algo podría dañar a mi hijo me ponía furiosa.

- Pues entonces será mejor que vuelvas con tu madre, Isabella...yo...no puedo...no puedo con esto... - y se derrumbó en el sofá.

- Papá, ¿me estas echando de tu vida? - tu también, pensé.

- Isabella, por el momento no puedo con esto. Me ha...sobrepasado, será mejor que vayas con tu madre...

No quise seguir en la misma sala que mi padre. Corrí escaleras arriba a recoger mis cosas. ¿No podía dejar de llorar? Todo el mundo me echaba de sus vidas, ¿qué demonios pasaba? ¡Ni que fuera una apestada! No me iría con mi madre, no. No podría alejarme mucho de Forks, ahora menos que nunca. No se donde iría, ya lo pensaría.

Cogí un par de mudas de ropa y dinero y las metí en mi mochila. Bajé rápidamente las escaleras. Recogería mis cosas cuando no estuviera ahí mi padre. Inevitablemente pasé por el salón.

- Adios, papa, ya vendré por mis cosas – y salí de mi casa sin rumbo fijo. Y sola.
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CAPITULO 40 - COMPLICACIONES

Llevaba cinco minutos observando a Bella, justo el tiempo que hacía que se había dormido. Estaba apoyada contra el hombro de mi hermano Jasper aún con el vestido que Alice se había empeñado en ponerle. Todos estábamos inusualmente callados. Por mi parte mejor, porque si abría la boca en estos momentos no iba a ser para decir nada bueno.

Maldita zorra. Apostaba un brazo y no lo perdía a que era Tanya la que se la había jugado a Bella de la peor forma posible...y encima Edward va y cae en la trampa como un gilipollas. ¿Cómo se le pudo pasar por la cabeza esa locura? ¿Cómo pudo pensar que Bella le había engañado? Y con Jacob Black ni más ni menos...la puta pelirroja había dado en el punto débil de mi hermano. Lo que no entendía era cómo se habían enterado del embarazo de Bella; siempre nos habíamos cuidado de que nadie nos oyera. Al parecer habíamos fallado en ese punto.

Miré a Jasper. Estaba observando a Bella dormir sobre su hombro mientras cogía de la mano a Alice. En su cara aún había un signo de interrogación, aunque tenía una ligera sonrisa en los labios. Emmet era otro caso. Tenía los codos apoyados sobre las rodillas y estaba asombrosamente callado.

- No...aún no me lo puedo creer – murmuró – Bella y Edward...embarazados...- tuve que sonreir por la cara que tenía - ¿Volvemos a llamarle a ver si damos con él? - la sonrisa se me cortó en el instante.

- Yo le he llamado cinco veces y el muy idiota no lo coge – chasqué la lengua – Es tan cabezota...

- Deberíamos de avisar a la gente de que la fiesta se ha cancelado – dijo Alice – No me extrañaría nada que de aquí a un trato se llene tu casa de gente.

- Primero deberíamos subir a Bella a la habitación – dijo Jasper.

- Dejame a mi.

Emmet se adelantó y con un cuidado infinito cogió a Bella entre sus brazos intentado por todos los medios no despertarla mientras subíamos las escaleras. La tumbó en la cama y los chicos nos dejaron a Alice y a mi a solas para poder quitarla el vestido y ponerla un pijama. Bella no se enteró de nada. La pobre llevaba unos días que apenas dormía y al parecer su cuerpo había dicho basta esta noche. Mejor, necesitaba descansar.

- ¿Crees que Edward entrará en razón? - me preguntó Alice.

- Eso espero...es tan cabezota. Cuando se le mete una idea en la cabeza no hay quien se la saque.

- En eso tiene a quien parecerse – bromeó sin ganas mientras colgaba el vestido en una percha.

- Esto no tenía que haber sido así, Alice – dije sentándome al lado de Bella. La retiré el pelo que se le había pegado en la cara debido al llanto.

- Ya verás como todo se soluciona.

Tapamos bien a Bella y dejamos la luz de la mesilla encendida por si se despertaba. Los chicos estaban en la cocina con el teléfono en la mano.

- He llamado a Mike, él se encargará de correr la voz para que todos se enteren de lo de la fiesta – dijo Jasper.

- Bien – suspiré mientras me apoyaba en la encimera - ¿Habeis llamado de nuevo a Edward?

- Tres veces más, al móvil y a casa...nada – dijo Emmet mientras se acercaba a mi y me abrazaba por los hombros.

- Me da miedo que haga alguna tontería – murmuré.

- Tranquila, cariño...tiene que despejarse, tiene que pensar en lo que ha pasado...Cree que Bella le ha traicionado y necesita estar solo...¿Quieres ir a casa? - miré a mi hermano y a mi cuñada.

- No quiero dejaros solos.

- Oh vamos...Bella está como un tronco y va a seguir así hasta mañana. Marchaos a casa y descansad. Ha sido una noche dificil para todos – asentí.

- Si pasa algo llamame cuanto antes, ¿de acuerdo?

Emmet me ayudó a subir al Jeep agarrándome por la cintura. Estaba cansada, realmente cansada. Por segunda vez mi hermano hacía sufrir a Bella durante el baile de fin de curso. Aunque esta vez se había estrellado. Esta vez el sufrimiento que le estaba provocando a mi amiga era mil veces peor. No sólo la acusaba de haberle engañado, encima la dejaba sola esperando un hijo suyo. Un hijo.

- ¿Vamos a tu casa o a la mía? - me preguntó Emmet antes de arrancar.

Buena pregunta. Nada me apetecía más que llegar a mi casa y ponerme mi pijama de ositos. Pero mejor no. Mucho dudaba de que Edward apareciera hoy por casa, pero mejor no tentar la suerte. Mi nivel de rabia y de mala leche marcaba limites peligrosos para la salud.

- A tu casa...espero que tus padres no se molesten...

- Sabes de sobra que te adoran – sonrió – Además se han ido fuera a cenar para celebrar que su hijo loco se va de casa.

Miré por la ventanilla del coche de mi novio. Se podían ver a jóvenes ir y venir aún con la túnica amarilla de la graduación riendo a carcajadas, ansiosos por comenzar la universidad y abandonar este pequeño pueblo. Para Bella esa opción quedaba descartada casi por completo. Al menos perdería el primer año de carrera...con las ganas que tenía de ir con Edward a Darmouth y comenzar su vida juntos...Un sollozo involuntario se escapó de mis labios justo cuando aparcamos frente a su casa.

Emmet me cogió por la cintura hasta la entrada de su casa y una vez dentro encendió las luces. Se apoyó en la barandilla de las escaleras y me subió la cara para que le mirase.

- ¿Quieres que te prepare algo de comer? - susurró.

- No – me acerqué a él y dejé que unas lágrimas silenciosas rodaran por mi cara mojando su chaqueta.

Tiró de mi suavemente guiándome hasta su habitación, aunque el camino me le tenía aprendido de sobra. Su habitación estaba prácticamente vacía, apenas quedaba lo justo y necesario ya que en un par de semanas nos marcharíamos a Nueva York. Me sentía culpable. Edward nos había ayudado a empaquetar todas nuestras cosas...si no le hubieramos pedido ayuda ese día habría ido con Bella a la dichosa fiesta de la playa y nada de esto hubiera pasado. Me senté en la cama de Emmet presa de un llanto silencioso cada vez más incontrolable.

- Vamos, cariño – se arrodilló frente a mi y me quitó las manos de la cara – Se va a solucionar todo...ya lo verás – cogió un pañuelo y con suavidad me secó las lágrimas limpiando el rimmel que se extendía por mi cara – Voy a sacarte una camiseta para que te quites ese vestido, ¿vale?

Tras rebuscar un poco por las cajas Emmet me tendió una camiseta lo bastante grande como para que me valiera de camisón. Me ayudó a bajarme la cremallera del vestido y me puse la camiseta extra grande mientras él se quitaba su propia ropa. Abrió la ropa de la cama y me animó a meterme entre las cálidas sábanas. Me quedé sentada apoyada contra el cabecero. Mi novio me imitó.

- Personalmente...estoy alucinado. Se que he gastado muchas bromas al respecto, pero jamás me imaginé que Edward iba a dejar embarazada a Bella...al menos no tan pronto – murmuró – Yo no dudo de que el bebé sea de Edward.

- Van a tener un hijo, Emmet. Un hijo, un bebé indefenso al que cuidar...Dentro de Bella está creciendo una nueva vida que llevará mi sangre...no sabes lo que siento por dentro, Emmet – encogí las piernas y apoyé la barbilla sobre ellas – Me siento culpable.

- ¿Por qué? - me preguntó Emmet mientras me acariciaba la espalda.

- En dos semanas nos marchamos...aunque se quedan Alice y Jasper...¿qué pasará cuando comiencen las clases y Bella se quede sola? Edward seguramente se irá a Darmouth... – el no saber con exactitud lo que iba a pasar me exasperaba.

- ¿Quieres que nos quedemos?

Levanté la cabeza y miré a Emmet. No hablaba en broma, esta era una de las pocas veces que le había visto tan serio. Mi novio podía ser la persona más infantil y bromista del mundo; la mayoría de las veces se ganaba mis collejas a pulso...pero cuando quería era el chico más maduro y comprensivo del mundo. La idea era tentadora. Ahora mismo me iba a costar un triunfo alejarme de Bella, me gustaría mucho ver crecer su estómago semana tras semana, me gustaría estar presente en el nacimiento de mi sobrino...pero no podía hacer eso. Emmet estaba muy ilusionado con el programa de oposiciones que impartían en Nueva York. Sabía que él aceptaría quedarse si yo se lo pedía, pero me sentiría culpable de por vida. Me acerqué a sus labios y le besé.

- No – dije cuando nos separamos – En principio seguimos con nuestros planes.

- ¿Cuándo se lo vais a decir a tus padres? Deberian de enterarse ya...¿cómo crees que se lo van a tomar?

- Pfff, adoran a Bella y son muy comprensivos...no creo que vayan a montar un drama por todo esto...el que me preocupa más es Charlie...mierda, esperemos que no se entere de boca de ningún chismoso – espeté.

- Así que no lo sabía nadie, ¿no? ¿Lo manteníais como secreto de estado o qué?

- Eso creíamos...aún no se como se ha enterado la zorra de Tanya – dije mientras me tumbaba en la cama. Emmet me siguió.

- ¿Sabes qué? Creo que en esta vida todo se paga...Tanya es muy mala y antes o después la vida le devolverá los palos que ha estado dando.

Suspiré mientras observaba la habitación casi vacía de mi novio, apenas iluminada por la lamparita de la mesilla. Las paredes estaban vacías, no había ni estanterías ni posters ni cuadros...salvo por un sencillo marco. En él estábamos Emmet y yo al poco de empezar nuestra relación. Parecía que habían pasado mil años desde el día que nos hicimos la foto. Recuerdo perfectamente aquella tarde. Fuimos a la feria que pusieron en Port Angeles, nos montamos en todas las atracciones que pudimos. Recuerdo el mareo que le dio a Emmet tras bajarse de la noria, me reí como nunca. Luego me llevó a las casetas y tras más de diez intentos ganó un enorme peluche para mi que con mucho cariño conservaba en mi cuarto. En la foto salimos los tres. Emmet me agarraba de la cintura y me miraba con una sonrisa. Me encantaba mirar ese cuadro y acordarme de esos momentos. Mi novio miró en la misma dirección que yo y sonrió.

- Me encanta esa foto – reconoció – Estás preciosa...por eso la he dejado ahí, para que tu seas lo primero que vea al despertar.

Mis ojos se aguaron de nuevo. O es que estaba muy sensible por lo que había pasado esta noche o es que estaba perdiendo facultades. Me acerqué a sus labios y dejé que me besara con la pasión que le caracterizaba. Acaricié los cortos rizos de su nuca mientras me separaba de él. Emmet me miró con sus ojos azules.

- No se lo que se le está pasando a Edward en estos momentos por esa cabezota que tiene, pero lo debe de estar pasando muy mal...Pasase lo que pasase...yo nunca podría dejarte, Rose – le miré sin entender – Si nos pasase lo mismo, si te quedases embarazada...jamás me separaría de ti – susurró – Quería que lo supieras.

Antes de que las malditas lágrimas me delatasen de nuevo junté nuestros labios y dejé que la pasión nos llevara.

Me desperté cuando sonó el maldito despertador de Bob Esponja que Emmet tenía en la mesilla. Maldito bicho. Lo apagué como pude aún con los ojos cerrados y palpé la cama. Estaba vacía. Me levanté enrollando mi cuerpo desnudo en una sábana y miré en el cuarto de baño de Emmet.

- Buenos días, preciosa – dijo mientras se sujetaba una toalla en las caderas.

- Buenos días...

- Encima de mi escritorio te he dejado un café y unas tostadas – sonreí ampliamente.

- Eres un cielo.

- Lo se...- sonrió – Cuando desayunes si quieres vamos a tu casa a ver si sabemos algo de Edward. Le he vuelto a llamar, pero tiene el teléfono apagado.

- Está bien.

Desayuné con rapidez, saludé a los padres de Emmet y pusimos rumbo a mi casa. Edward se estaba portando como un perfecto gilipollas, pero tenía que reconocer que estaba muy preocupada por él. Llevábamos muchas horas sin saber nada de él. Por el camino llamé a Alice.

- ¿Cómo está Bella? - me preguntó Emmet.

- Alice me ha dicho que ha dormido bien y que ha comido algo...pero está muy deprimida. Dentro de un rato va a ir a su casa a contarselo a Charlie...

Cinco minutos después cogimos el pequeño camino que llegaba hasta mi casa. Abrí los ojos como platos cuando vi el volvo de Edward aparcado en el garaje. Me bajé casi de un salto del Jeep y corrí hacia la puerta.

Edward debía de haber llegado hacía poco, ya que estaba en el salón de pie. Su traje estaba arrugado, su pelo super despeinado y olía a alcohol. Un escalofrío me atravesó el cuerpo cuando me imaginé a mi hermano conduciendo en ese estado. Tenía un aspecto lamentable.

- ¡Edward! Te hemos llamado mil veces, nos tenía preocupados – le espeté.

- Déjame, Rose...no estoy de humor...- sus ojos estaban hinchados y enrojecidos.

- Dios mío, Edward...¿eres consciente de lo que estás haciendo? ¿El daño que estás causando a los demás y a ti mismo?

- ¿El daño que yo estoy causando? ¿Yo? Es a mi al que le han partido el corazón y no a ti, así que cállate, ¿vale?

- Te estás equivovando, Edward – dijo Emmet – Estás cometiendo un error y...

- ¡No soy yo el que se ha revolcado con otra, Emmet! Por Dios...va a tener un hijo de ese Black...- mi hermano se derrumbó en el sofá y sollozó.

- Eso es mentira...se que las fotos pueden dar a equívocos pero...

- Está muy claro lo que se ve en las fotos...¡No me tomeis por tonto! - gritó.

- ¿Qué pasa aquí?

Ninguno de los tres oímos la puerta, o quizás fui yo que con las prisas la dejé abierta. Mis padres entraron en casa y miraron alrededor. Aún no habíamos colocado la casa; estaba igual que la habíamos dejado para la fiesta, aunque era evidente de que allí no se había celebrado nada. Luego nos miraron a nosotros hasta que su mirada se fijó al fin en Edward.

- Hijo, ¿estás bien? - mi madre se adelantó y le tocó la frente – Estás horrible...

- Gracias – dijo irónico – Me voy a mi cuarto...

- ¿Y Bella? - preguntó mi padre. Edward se frenó en seco.

- Ni lo se ni me importa – mis padres abrieron mucho la boca.

- ¿Qué ha pasado? - Edward se quedó callado y desvió la mirada.

- Papa, mama – me acerqué a ellos y cerré fuertemente los ojos – Bella está embarazada...- ahora si que dejaron escapar una exclamación.

- Oh...Dios mio – dijo mi madre - ¿Ella se encuentra bien? - asentí ligeramente. Mis padres se miraron entre ellos – Hijo...sois muy jóvenes...pero son cosas que pasan...os apoyaremos en todo lo que decidais y...

- He dicho que no me importa lo que haga Bella, mama...yo no tengo ni voz ni voto porque el bebé no es mío.

Mis padres me miraron con la boca abierta mientras Edward subía las escaleras.

- ¿Me podeis explicar que ha pasado? - dijo mi padre.

Les conté todo lo que sabía ajena al drama que en esos momentos estaba viviendo Bella con su padre.
_______________________________________________________________________________________________________

EN EL PRÓXIMO CAPITULO...

- ¿Por qué te vas? ¿Has discutido con tu padre?

- Si – empecé a llorar más fuerte.

- Venga, venga – me abrazó – ¿Tan grave es?

- Sí...Jake, estoy embarazada – lloré de nuevo.

- ¿Que? ¿Como? ¿Y Cullen? ¿Por qué no te vas con él?

- Jake, Edward y yo...ya no estamos juntos...

¿- Como? ¿Te deja embarazada y ahora te abandona? - resopló - ¡Tendría que ir a buscarle y romperle la cara!...



_____________________________________________________________________________________________________

Bueno Bella esta esperando un Baby!!
Nos leemos en el próximo capitulo!
La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado - Página 2 80198
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Mensaje por Qamiila Quinteros 30/6/2012, 4:31 pm

CAPITULO 41 COMENZANDO...OTRA VEZ

Cogi mi coche aún anegada en lágrimas y me fui a casa de Alice de nuevo. Estaría allí un par de días hasta que encontrara donde ir, debería de empezar a buscar algo cuanto antes, pero...¿en qué lugar comenzar esta nueva etapa? ¿A dónde ir? Me sentía perdida y sola... Aunque no podía quedarme con mis amigos...tampoco quería irme muy lejos de Forks. Alice y Jazz prácticamente vivían juntos y yo no quería ser un estorbo para ellos.

Llegué a la puerta de la casa de mi amiga y llamé al timbre. Me abrió la puerta Jasper.

- Bella, ¿qué ocurre? - no pude decirle nada, rompí a llorar escandalosamente y me abrazó mientras entrábamos al salón.

- Jazz, ¿está...está Alice?

- No, ha ido a recoger un vestido a la tintorería...¿Pero qué te ocurre? Dime, sabes que me puedes contar lo que sea...

- Jazz, necesito quedarme un par de días aquí...hasta que sepa a donde voy a ir...

- Hey, hey, espera un momento, ¿como que no sabes a donde ir? - me preguntó extrañado.

- Jasper, ya se lo he dicho a mi padre – sollocé.

- Y que...

- Me ha dicho que lo mejor era que abortara...- abrió mucho los ojos – pero eso es impensable para mí. No...no puedo...Me dijo...que me fuera con mi madre. ¡Jazz, prácticamente me ha echado de casa! - volví a llorar y me abrazó más fuerte. En ese momento entró Alice.

- Jazzy, ya he vuelto...Oh dios mio, ¿Bella, qué ha pasado?

- Yo...mi padre...- sollocé – me ha dicho que me fuera de casa...

- ¡No!

- Alice, necesito quedarme aquí un par de días...hasta que encuentre algún sitio donde...

- ¡Te quedarás aquí el tiempo que sea necesario! - dijo abrazándome.

- No, Alice, solo un par de días...me buscare algo...Tengo algo de dinero ahorrado...ya sabes...además del fondo para la universidad y...

- No puedes irte sola, Bella, ya no solo se trata de ti...

- Es lo mejor, Alice...además no quiero molestaros...

- Aquí no molestas, Bella – dijo Jazz – tu eres mi hermana y la madre de mi sobrino – volví a llorar ante tal declaración.

- No – negué con la cabeza – Necesito...necesito cambiar... de... no sé, supongo que necesito pensar...

- Bella, yo no quiero que te vayas, ¿pero has pensado en volver a Phoenix con tu madre? - preguntó Alice.

- No, eso no...- negué rotundamente con la cabeza - ahora están en Jacksonville...se acaban de mudar hace poco...no, además no creo ser capaz de alejarme mucho de Forks...

- ¿Has intentado hablar con mi hermano?

No – susurré – No creo que sea buena idea...- lloré de nuevo. ¿Serán las hormonas?

Alice me preparó una infusión y poco a poco sentí que me pesaban los parpados. Me quedé dormida en el sofá. ¿Qué pasaba conmigo? ¿Tenía alguna tara? ¿Algún defecto? ¿Por qué las personas más importantes para mi me echaban de sus vidas?

Este era el segundo día que pasaba en casa de mi amiga. No tenía noticias de nadie, ni de mi padre ni de Edward. Era como si la tierra se los hubiera tragado sólo para mi.

Como prometí a mi padre, fui a recoger mis cosas el lunes cuando él se marchó a trabajar. Me acompañó Jasper con el coche de Alice para ás tenía la esperanza de que al entrar en casa me topara con alguna nota, alguna señal de mi padre pidiendome que no me fuera, que no me marchara de su vida...pero no. La casa estaba tal y como la dejé dos días antes.

Empecé a meter la ropa sin doblarla en las maletas, ¿para qué molestarme? Cogñi todos mis efectos personales incluídas las fotos que había en mi escritorio. En una de ellas estábamos Edward y yo abrazados y sonriendo. La pena me atravesó el cuerpo. ¿Como había llegado a este punto? Guardé el dinero del fondo para la universidad. No podría ir además ese dinero me haria falta para las grandes responsabilidades que se me venían encima. De repente me sentí agobiada y saturada. No tenía ni idea del camino que debía escoger. Media hora después repasé los cajones y el armario para evitar dejarme nada.

Bajé las escaleras y eché un último vistazo a la que hasta hacía dos días había sido mi casa. Memoricé todos y cada uno de los rincones donde había sido tan feliz. Cerré los ojos con fuerza para no llorar.

Cuando salí por la puerta Jasper estaba hablando con una persona a la que no esperaba ver aún. Jacob y Jasper estaban hablando en la puerta de mi...de la casa de mi padre. Mi amigo me abrazó mientras ahora dejaba escapar mi llanto.

- ¡Jake!

- Bella, ¿me puedes explicar que es lo que pasa? ¿Por qué tu padre anoche me dijo que no sabía donde estabas? ¿Por qué llevas dos maletas contigo?

- Bella, yo no le he dicho nada, pensé que sería mejor...si lo sabía por ti – dijo Jazz – Te esperaré en el coche, os dejo para que hableis.

- ¿Qué demonios pasa, Bella? - me preguntó Jacob en cuanto Jasper se alejó.

- Jake, me voy de casa – abrió mucho los ojos.

- ¿Como que te vas? ¿A donde? ¿Por qué? ¿Ha pasado algo? - estaba de los nervios.

- No se todavía a donde voy, Jake...

- ¿Por qué te vas? ¿Has discutido con tu padre?

- Si – empecé a llorar más fuerte.

- Venga, venga – me abrazó – ¿Tan grave es?

- Sí...Jake, estoy embarazada – lloré de nuevo.

- ¿Que? ¿Como? ¿Y Cullen? ¿Por qué no te vas con él?

- Jake, Edward y yo...ya no estamos juntos...- susurré.

- ¿Como? ¿Te deja embarazada y ahora te abandona? - resopló - ¡Tendría que ir a buscarle y romperle la cara! – estaba rojo de la ira.

- Jake, Jake, es mejor así...hubo...hubo un malentendido y...discutimos – omití el detalle. Si Jake se enteraba por qué me había dejado Edward sería capaz de matarlo.

- ¿Como que es mejor así? ¡Estas sola! ¡Te ha dejado sola! Y...y esperando un hujo suyo...Pero...por dios, Charlie...¿como ha sido capaz...?

- Se lo ha tomado un poco mal...eso es todo...él quería que abortara...y...bueno...- me froté los ojos.

- Bella, ¿a donde irás?

- Estoy con Alice de momento, pero me buscaré algo, no quiero ser un estorbo...

- Bella, ven conmigo – dijo cogiendome la cara con sus manos – Ven a la reserva, ven a vivir con nosotros.

- No, Jake, necesito...estar sola y pensar...los próximos meses serán duros...necesito prepararme...

- ¡No! - me abrazó – ese hijo tendrá un padre y quién mejor que yo...

- Jake, no, eso no puede ser, mi hijo ya tiene un padre...además no te puedo pedir eso...no...

- Cielo, somos como hermanos, eres mi familia...- dijo con la mano en el pecho.

- Jake, no...de verdad, te lo agradezco pero ahora lo único que os pido a todos es que respeteis mis decisiones...Por favor...

- Bella, no te será tan fácil deshacerte de nosotros, me da igual a donde vayas, siempre estaremos contigo...

Volví a llorar, las hormonas del embarazo me estaban pasando factura.

Tras despedirme de Jake, Jazz me llevó a casa. Casi en el acto empecé a buscar sitios para vivir, no quería posponer mucho el momento de volar libre...y sola. Disponía, además del fondo de la universidad, de unos ahorros. En total no era mucho, pero para tirar de momento me valdría...Debería de buscar trabajo...¿quien querrá dar trabajo a una mujer embarazada?

Tras dos horas buacando pisos empezaba a agobiarme en serio, hasta que encontré algo al alcance de mis posibilidades. Un apartamento en un primer piso en el centro de Port Angeles y a un módico precio...Además estaba relativamente cerca de Forks...Sin saber como me vino a la mente Edward...¿qué estará haciendo ahora? Llevaba casi cuatro días sin verle. ¿Estará pasando por lo mismo que yo? ¿Estaría pasandolo mal? No lo creo...Las lágrimas amenazaban con salir de nuevo...a este paso no iba a ganar para pañuelos.

- Alice, mañana iré a Port Angeles...

- Genial, yo también tengo que ir, he visto unos zapatos...- dijo rodando los ojos. Alice única para hacerme de reir. Era incorregible.

- He visto un anuncio...parece que esta bien muy es económico...

- ¿Como? ¿En Port Angeles? ¿Tan lejos?

- Alice, está a tres cuartos de hora de aquí...no es para tanto, además no creo que sea buena idea quedarme aquí...

- Pero...te echaré me menos...- me puso cara de perrito abandonado.

- Alice – le regañé – Tu vives en el centro comercial de Port Angeles – bromeé – Además en septiembre Jazz y tu estareis allí todos los días.

- Tienes razón, pero mientras tanto, apenas estamos en julio, oh...vendrás a verme todas las semanas, ¿no?

- Claro, tonta – y la abracé – ¿Me acompañarás mañana?

- Pensaba hacerlo de todos modos – rió.

Al día siguiente fuimos a ver el apartamento. Estaba en una calle céntrica de Port Angeles y relativamente cerca del centro comercial, bueno, por lo menos no me aburriría. La entrada para acceder a los apartamentos era un poco antigua y desvencijada, recé para que el interior fuera un poco mejor.

Un señor de unos cincuenta y tantos años se encargó de enseñarnos el piso. Como decía el anuncio, se trataba de un primer piso y una sola habitación. El baño era muy pequeño y la cocina estaba incluida en el salón, cocina americana, pensé con ironía. La "cocina" constaba de una cocina de fogones con un horno, una pequeña nevera y una mesa al lado haciendo las veces de encimera.

En el salón había un sillón y una mesa algo viejos. La habitación estaba completamente vacía, sólo el armario empotrado, oh, y una humedad en la esquina.

- Esto apesta, Bella. Te quedarás en mi casa y no se hable más – me susurró Alice al oído.

- Alice, este sitio es el único que me puedo permitir, además no está tan mal – dije en el mismo tono.

- ¡Ugh! Que sepas que haces esto en contra de mi voluntad...Al menos me dejarás que acomode esto un poco, ¿no?

- Sin pasarte, Alice. Esto es un alquiler, nada más.

- Bella, ¿una cama y unas cortinas al menos? - yo rodé los ojos y asentí.

Esa mima tarde cerré el contrato con el dueño. Me dijo que podría mudarme cuando quisiera aunque primero tendría que dar una mano de pintura y dejar que Alice me ayudara con los detalles.

Al día siguiente los chicos y yo pintamos la casa. Era algo así como una despedida, ya que Emmet y Rose se irían en dos días. Me e hicieron llorar, eme hicieron reir...Sentía que toda la gente a la que quería se alejaba de mi. Intenté saber algo sobre Edward preguntándole a Rose, pero esquivó habilmente todas y cada una de mis preguntas. Con eso me lo dejaba claro, seguía sin querer saber nada de mi.

Tras pintar toda la casa , bueno, las dos salas de las que constaba, y quedar nosotros mismos como un cromo de pintura, decidimos descansar un poco. Aunque duró poco, porque llamaron al portero los del camión de muebles. La cama que me compró Alice era enorme, supongo que sería porque de aquí a unos meses yo misma sería enorme. También trajeron una cómoda bastante grande y un espejo a juego.

Alice y Rose empezaron a sacar bolsas como locas. Me habían comprado de todo, desde cubiertos y mantelerías hasta sábanas y colchas. No pude evitar llorar. La emoción del momento y las hormonas me volvieron a jugar una mala pasada. No me merecía los amigos que tenía...ellos lograban sacarme una sonrisa sincera en momentos tan duros y dolorosos como estos. Edward no salía de mi mente en ningún momento del día ni de la noche...y presentía que iba a ser de esa manera durante mucho tiempo. Probablemente siempre.
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Mensaje por Qamiila Quinteros 30/6/2012, 4:58 pm

CAPITULO 42 DESTROZADO

Llevaba dos dias sin salir de mi cuarto. No tenía ganas de hablar con nadie, ni de ver a nadie...Tenía el alma destrozada desde que Tanya me mostró esas fotos. Cuando Bella se marchó corriendo al baño tuve la intención de ir tras ella, estaba preocupado porque la notaba rara desde hacía unos día, me daba miedo que estuviera enfermando. Pero Tanya y Lauren se interpusieron en mi camino.

- Tengo algo para ti, Eddie – dijo Tanya agitando unos papeles en la mano.

- ¿Tu otra vez? Mira, tengo cosas realmente importantes que hacer en vez de perder mi tiempo aquí contigo – la esquivé para ir hasta el baño.

- ¿No te interesa saber lo que hace tu liiiiinda novia cuando no está contigo? - me paré en seco y me giré despacio para encararla de nuevo – Veo que he llamado tu atención – sonrió de manera maquivélica. Lauren la imitó.

- ¿Qué coño me estás contando?

- Una imagen vale más que mil palabras, cariño.

Me entregó los papeles. Aún no se por qué accecí, no se por qué la hice caso. La cuestión es que le di la vuelta a esos papeles. Entonces mi mundo se desmoronó. Eran Bella y Jacob en frente de una casa que no conocía...en la primera foto estaban abrazados, Bella tenía la cara apoyada contra el hombro desnudo de ese maldito perro. La segunda foto era aún peor. No tenía claro si fue antes o después, pero que se habían besado estaba más que claro. Me quedé mirando esos pedazos de papeles sin saber ni qué decir ni que pensar. ¿Bella me había engañado? Eso...no era posible.

- Veo que mi sorpresa te ha dejado si palabras...- murmuró Tanya.

- Esto...esto no puede ser...no...

- Claro que puede ser...Te lo avisé pero no quisiste hacerme caso. Te dije que no durarías nada con esa niñata de mierda y así ha sido. Te la ha jugado, Edward. Ojo por ojo...

- ¿Qué? - pregunté sin entender.

- Tu te reiste de ella en su momento y ahora ella a hecho lo propio...la mosquita muerta. Yo misma hice esas fotos y vi cómo se besaban, Edward...ha hecho que caigas en sus redes para después darte la patada en el culo.

- No, no, no...

- Sí...¿No...la has notado rara estos días? - fruncí el ceño – Tu cara contesta mi pregunta...Ha ido al baño, ¿verdad? - la miré sin entender – Vamos, Edd...¿te ha comido la lengua el gato? - se rió - ¿Sabes lo que está haciendo en el baño? - mi ceño se frunció aún más – Está vomitando...porque está embarazada...¡premio gordo! - ambas se rieron a carcajadas.

- ¿Embarazada? Estás loca...me lo hubiera dicho... – susurré.

- No estoy loca. Te demuestro que la estúpida mosquita muerta te está poniendo los cuernos y yo soy la loca...tu novia está embarazada – repitió.

- No sabes lo que dices, te digo que me lo habría contado...

- A ver – se puso el dedo indice en la barbilla – Piensa razones por las que no te lo diría...mmmm, no se...¿quizás porque no sabe cómo decirte que el bebé no es tuyo? - sentí que palidecía ante esas palabras – Está de un mes, el otro día las oí a ella y a sus amigas en el cuarto de baño...mira la fecha de las fotos.

Lo hice, un mes. Dios mío...era cierto. Era cierto que Bella me había engañado de la peor manera. Se había liado con Black...e iba a tener un hijo con él. Tenía su lógica que no me contara lo del embarazo. Cuando volví a mirar a Tanya ya se había largado dejando el eco de su risa.

Mi mundo y mi futuro se esfumaron pocos minutos después cuando Bella me confirmó su embarazo. Aunque negó su relabión con Jacob. Qué típico. No podía mirarla a los ojos y saber que otro había besado esos labios, que otras manos habían tocado su cuerpo...que la vida que crecía dentro de ella pertenecía a otro.

Nunca había pensado en la posibilidad de ser padre, ni se me había pasado por la cabeza y mucho menos tan a corto plazo. Con apenas diecinueve años pensaba en hacer muchas cosas antes de ser padre...pero reconozco que en el fondo me hubiera sentido feliz y dichoso si ese niño hubiera sido mío. Habríamos superado las pruebas del destino juntos...

Bella y yo llevábamos apenas seis meses juntos, pero para mi era como si hubiera pasado toda una vida con ella. Me duele el haber pensado en ella como la chica con la que compartiría el resto de mi vida. Ella me lo daba todo...y también me lo quitó todo. Recordé cuando hablé por teléfono con ella después de esa maldita fiesta..."creí que estabas enfadado conmigo"..."¿por qué iba a estarlo?"...Dios, qué estúpido había sido...

Me sobresalté cuando llamaron a la puerta. No iba a abrir, no quería ver a nadie...

- Edward...soy yo...déjame entrar, hijo – mi madre se oía realmente triste. Dudé por unos segundos...

- Pasa...

En cuanto pasó a mi habitación mi madre miró a su alrededor. Las persianas estaban a medio subir, la ropa sucia estaba esparcida por todo el suelo y el ambiente estaba más que cargado. Sí, mi cuarto estaba hecho una verdadera pocilga y no tenía intención de poner remedio a eso. Yo mismo apestaba, así que...

- ¿Por qué no te das una ducha y bajas? Estamos muy preocupados por ti – dijo sentandose a mi lado mientras apartaba unos calcetines de mi cama.

- No tengo ganas – espeté.

- Cariño...se que lo estás pasando muy mal, que estás confundido y...

- No estoy confundido, mamá. Se lo que vi...

- Yo también se lo que viste – la miré sin entender – Tus hermanos me enseñaron las famosas fotos...Es un malentendido, Edward...El bebé es tuyo, cariño...- mi madre sonrió.

- Mira...nunca me imaginaría que diría estas palabras...Me encantaría de que así fuera, mamá...pero tengo casi la certeza de que Bella me ha engañado – confesé con la cabeza agachada.

- Pero si no la has dado tiempo a que se explique...- dijo indignada.

- No puedo verla, mamá...me duele la simple idea de estar frente a ella y saber lo que hizo...

- ¡Ugh! Eres tan...cabezota – espetó mi madre – Ya eres mayorcito para saber lo que haces pero mo consejo es que vayas a su casa y hables con ella...se nota a kilómetros que esa chica te ama...

Antes de salir mi madre me dio su habitual beso en la frente. Me quedé mirando a la nada. ¿Debería de hablar con ella? Sólo había oído la versión de Tanya y no tenía muy claro si fiarme o no de ella. ¿Qué tenía que hacer yo ahora? Me sentía como si estuviera en un maldito cruce de caminos y no tuviera ni puta idea de cual escoger. Quería ver a Bella, abrazarla y besarla y comprobar que todo era mentira...pero por otro lado me aterraba la idea de comprobar que me había traicionado.

Sin pensarmelo dos veces me fui al baño y me metí en la ducha para ir en busca de Bella. Quizás me arrepentiría de por vida por lo que iba a hacer, pero si no aclaraba algo de todo este lío me iba a volver loco.

Cuando logré que mi cuerpo oliera como una persona normal y decente y no como un animal, bajé las escaleras. Agradecí que sólo estaba mi madre en casa; no me apetecía dar explicaciones a mis hermanos; lo último que me apetecía era enfrentarme a la presumible furia de Rosalie. Mi madre me sonrió y asintió dándome ánimos; no había necesidad de palabras.

Conduje rápidamente hasta la casa de Bella. Por el camino iba repasando mentalmente las preguntas que la iba a hacer, pensaba en las respuestas razonables que me iba a dar...Dios, en el fondo me moría de ganas por verla, llevaba dos dias sin ver sus ojos chocolate y sin oler el aroma de su pelo...

Fruncí el ceño cuando a lo lejos vi el Porsche amarillo canario de Alice, como para no verlo...Y fruncí el ceño aún más cuando vi un coche rojo y algo destartalado aparcado en un lateral de la casa de Bella. Del coche se bajó Black con cara de no entender nada, maldito saco de pulgas...entonces Bella entró en escena, se acercó a él y le abrazó llorando. Sentí que la sangre me hervía en las venas, venía con intención de hablar las cosas, pero con esta imagen me quedaban casi confirmadas mis sospechas. Sabía que debía irme, era fatal para mi salud mental permanecer ahí viendo con mis propios ojos la traición...pero ignoré mi voz interior. Dejé el coche en el arcén de la carretera y me acerqué andando hasta donde estaban ellos ocultandome tras unos arbustos.

- Estoy con Alice de momento, pero me buscaré algo, no quiero ser un estorbo – no entendía nada de lo que estaba oyendo...

- Bella, ven conmigo – Black se acercó a ella y le cogió la cara con las manos – Ven a la reserva, ven a vivir con nosotros...

- No, Jake – se separó un poco de él – Necesito estar sola y pensar...los próximos meses serán duros...necesito prepararme.

- ¡No! - gritó el chucho mientras la abrazaba. Dios mío...- Ese hijo tendrá un padre...y quién mejor que yo...

Decidí alejarme antes de que mi cabeza dejara de pensar coherentemente y fuera tras Black para partirle las piernas. No, no, no...Tanya tenía razón. Bella me había engañado...todo el mundo se empeñaba en demostrar lo contrario pero ahora mismo había tenido la confirmación y de boca de uno de los interesados. "Ese hijo tendrá un padre y quien mejor que yo...". Las palabras resonaban una y otra vez en mi cabeza, torturándome, haciendome perder la poca cordura que conservaba desde hacía dos días. Tenía que romper algo, necesitaba golpear algo...y el árbol más cercano fue el receptor de mi ira incontenible. Golpeé la madera hasta que mis nudillos sangraron...irremediablemente veía la cara de el apestoso de Black en la madera de ese maldito árbol. Cuando descargué parte de mi rabia decidí salir de allí.

Me senté en el asiento de piloto de mi volvo aún parado en el arcén. Comencé a llorar sin apenas darme cuenta de que lo hacía. ¿Ahora que iba a hacer? Todo lo que había planeado, el futuro que habíamos preparado juntos...se había ido a la mierda. Me sentía perdido y descontrolado. ¿Cómo podré seguir viviendo sabiendo que Bella me había traicionado? ¿Ahora que se supone que tenía que hacer? En pocas semanas comezaríamos la universidad, a miles de kilómetros de todos...

Cerré con fuerza la puerta de mi volvo y arranqué sin saber a donde coño dirigirme. Aceleré furiosamente y me incorporé a la carretera haciendo que las ruedad chirriaran. No se cuanto tiempo estuve dando vueltas en el coche. Demasiado, quizás, ya que cuando paré era casi de noche. Miré por el espejo retrovisor de mi coche. Sin tenerlo ni pensado ni planeado me había aparcado en esas canchas en las que solíamos quedar los chicos del equipo y yo. Parecía que hacía siglos que no paraba ahí...Me bajé del coche para que el aire me despejara. Cerré los ojos y me pasé la mano por el pelo...

- Tienes mala pinta, Edward.

Abrí los ojos y vi a Tanya en frente de mi. Ella me había advertido...y yo no la había hecho caso. Desvió la mirada hasta mis manos y sonrió.

- ¿Vienes de pegar a alguien? Déjalo...no contestes...sólo espero que hayas descargado bien la rabia...- se acercó y se apoyó justo a mi lado. Su asfixiante perfume me hizo arrugar la nariz.

- No estoy de humor para charlas, Tanya – espeté.

- Me lo imagino...debe de ser muy duro enterarte de que tu novia mojigata está embarazada...de otro – sonrió con malicia - ¿Ya te ha quedado claro, no? El otro día no te veía muy convencido de las pruebas que te facilité...pero viendo tu lamentable estado me hace pensar que ya has visto la luz – dijo mirándome de arriba abajo.

- Aún no me lo puedo creer – susurré – Hace un rato los he visto...abrazandose y...- Tanya abrió mucho los ojos y ensanchó aún más la sonrisa.

- Me alegro de que lo hayas visto tu mismo con tus propios ojos...Mira que yo te quise avisar y no me hiciste caso...

- Porque no creí que...ella...fuera capaz de hacerme eso...creía que me quería – susurré.

Te mintió, a la vista está...Pero no pasa nada, Eddie...al final has entrado en razón...- se puso frente a mi y me cogió la cara con sus manos. Ni siquiera intenté apartarme – Deja que yo sea tu paño de lágrimas, Edward.

Se acercó a mi y me abrazó por el cuello. Me quedé estático, con los brazos colgando a ambos lados de mi cuerpo. No sabía que hacer...no quería tenerla cerca de mi, no quería la compasión ni la lástima de nadie...pero tampoco podía despreciarla...al fin y al cabo Tanya me había abierto los ojos respecto a Bella.
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La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado - Página 2 Empty Re: La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado

Mensaje por Qamiila Quinteros 30/6/2012, 5:03 pm

CAPITULO 43 VOLVER A VERTE

Hacía dos días que Rose y Emmet se fueron y tres que llevaba viviendo en mi nuevo hogar. No se me hacía raro estar sola en casa, porque con Charlie estaba sola todo el día. Lo que se me hacía raro pasar las noches en soledad. Me tiraba hasta altas horas de la madrugada viendo la teletienda en el pequeño televisor que me habían regalado Rose y Emmet antes de irse. Cuando lo apagaba, de puro aburrimiento, no podía evitar pensar en él. Hacía casi tres semanas que no le veía, ni oía su voz. No voy a negar que, en un momento dado, pensé que me iba a llamar, que hablaríamos y todo se solucionaría. Pero no. Ni una llamada. Tampoco quería preguntar a Jazz por él. Supongo que el tendrá que hacer su vida, ¿no? Él creé que lo he engañado. ¿Como pudo tragarse esa farsa? A él le di todo...toda mi vida...y ahora tendría un hijo de él. Me aferraba a mi hijo como si no hubiera nada más en el mundo. De hecho era lo más importante de mi vida en esos momentos. Era lo único que me quedaría de Edward...Sólo esperaba que fuera igual que él, una copia de su padre para poder recordarme día tras día que lo que tuve con él fue real...

No podía seguir así. Necesitaba ocupar mi tiempo en algo. Y buscar empleo no era una mala idea. De todos modos con lo que tengo ahorrado no tenía ni para empezar.

Busqué en el periodico local. No es que hubiera una gran cantidad de puestos a elegir, con mi experiencia y curriculum, pero encontré algo interesante. Bueno, interesante, no, pero no era un esfuerzo brutal el que tenía que hacer y el sueldo no estaba mal. El trabajo era en una oficina, pasando datos a ordenador.

Llamé al número de teléfono y quedé en esa misma tarde para hacer una entrevista. No les mentí. Lo primero que dije era que estaba embarazada. Gracias al cielo no les importó en absoluto porque el trabajo era en principio para seis meses. Uf, justo, pensé. Además trabajaba solo por las mañanas. Me venía perfecto. Con lo que ganaba podía ir pagando el alquiler y ahorrar un poco. Muy poco, he de decir.

Estaba en casa preparando algo de comer cuando llamaron a la puerta.

- ¡Bella! ¿Como estais? - dijo Alice sobando mi tripa.

- ¡Alice! Todavía no se me nota.

- Pero a los bebes hay que estimularlos cuanto antes. Haz lo que te dije, ponte los auriculares en la tripa. Dicen que los niños que escuchan música clásica en el vientre de su madre nacen más inteligentes – soltó divertida. Jasper, que venía detrás, rodó los ojos.

- Hola Bella – me saludó – ¿Has podido dormir algo más?

- Para nada, creo que mis ojeras lo demuestran. Al menos tengo una buena noticia que daros...¡He encontrado un trabajo!

- ¿Donde? ¿No harás esfuerzos? Te harán contrato, ¿no? - preguntó Alice de carrerilla.

- A dos manzanas de aquí, es en una oficina y me han hecho contrato. Jornada intensiva por las mañanas y el sueldo no está mal. ¿Le vale así a la señorita?

- Sí – y me sacó la lengua como una niña pequeña.

- Bella, tenemos que hablar de algo serio – dijo Jazz. Me asusté al instante, ¿será de Edward?

- ¿Qué ocurre?

- A ver, Bella, estás embarazada de casi dos meses y aún no has ido a que te revise un médico, ¿no crees que ya es hora de que vayas a ver cómo va todo?

- ¡Ugh! Los médicos y yo...no nos llevamos bien – dije frunciendo el ceño.

- Ya, pero mi sobrino necesita que estés bien...¿Por qué no llamamos a mi padre para que te haga una revisión?

- Tu...tus padres saben que yo...- hasta ahora no me había parado a pensar en ellos. ¿Qué pensarán de mi? Creerán que soy de lo peor. Ellos creerán a su hijo...

- Sí, Bella, lo saben todo.

- ¿Todo? ¿Qué todo? - pregunté con miedo.

- Saben que el niño es de Edward – me encogí al oir su nombre.

- ¿Como...se han enterado?

- Edward les contó lo que él creé como verdad. Yo me encargué del resto. Ellos no dudan de que el bebe es de mi hermano.

- ¿Y por qué ellos van a creerme a mi y no a él? - pregunté alucinada.

- Bella, ellos saben cuanto amas a mi hermano, no creen que tu hayas sido capaz de engañarle.

- Y...tu...hermano...

- Bueno...- se miró las manos – él...sólo va a dormir y poco más. Está enfadado con el mundo...- no quise preguntar más. No quería dañarme más.

- Vale, entonces llama a tu padre y que me revise.

Un día después de esa visita me encontraba esperando en el hospital de Forks a que me atendiera Carlisle. Fui con Jasper, ya que Alice se había levantado con un catarro horrible y no quería pegarme nada. No es que no estuviera cómoda con Jazz, pero ir a la consulta de ginecología con el hermano de tu ex...no era lo habitual.

Una joven enfermera me llamó y me hizo pasar a la consulta.

- Bella, ¿prefieres que espere aquí fuera? - preguntó Jazz. Lo pensé durante unos segundos.

- No, por favor, entra conmigo – definitivamente estaba muy nerviosa y entrar sola no me iba a venir bien, así que me tragué mi vergüenza.

- ¡Bella, hija! Cuantos días sin verte - me saludó Carlisle. Me dio un fuerte abrazo – ¿Como te encuentras? ¿Estás mejor de ánimo?

- Bueno...ahí voy...- dije sentandome en frente del escritorio.

- Mi hijo entrará en razón, ya lo verás – asentí para nada segura de sus palabras - Vale, voy a hacerte unas preguntas y luego procederemos a hacerte unas pruebas – gemí bajito, pero él me oyó y sonrió – Tranquila, que no te van a doler – Cogió una carpeta que tenía mi nombre – Bien, comenzamos, ¿fecha de tu última regla?

- Mmmm, hace dos meses apróximadamente – lo anotó – Aunque no te lo puedo decir con exactitud.

- ¿Antecedentes de enfermedades en tu familia?

- No.

- ¿Operaciones realizadas?

- Ninguna.

- Te mandaré una analítica completa para ver todos tus niveles...¿Tienes algún tipo de molestias?

- Sí, me mareo a menudo y casi todas las mañanas y algunas noches vomito.

- Bueno, eso es normal durante el primer trimestre. ¿Algún sangrado vaginal o molestias?

- No – dije ligeramente sonrojada.

- Vale. Vamos al peso, cielo.

Carlisle me ayudó a subir al peso. La bascula marcaba 51 kilos.

- Bella, ¿cuanto pesabas antes?

- Mmmm unos 53, he bajado de peso, ¿eso es malo? – me alarmé. ¿No se supone que debería engordar?

- No – dijo sonriendo – Es normal en algunas mujeres perder peso durante los primeros meses y más si lo que comes lo vomitas – respiré tranquila – Bien, Bella, ahora pasa detrás del biombo, te desnudas de cintura para abajo y te pones la bata que hay sobre la camilla.

Oh no, que vergüenza. En estos momentos me arrepentía de que Carlisle fuera mi médico. Bueno, a fin de cuentas era de confianza, me quería como a una hija y era uno de los mejores médicos del hospital.

Cuando me cambié miré a la camilla. Parecía una máquina de torturas chinas o algo así.

- Jasper, hijo, espera aquí un momento – le oí decir – Cielo, túmbate en la camilla – lo hice, después me psuso una sábana sobre las piernas. Sacó un aparato y le puso lo que parecía un profilactico. Oh Dios, ¿qué iba a hacer con eso? - Bella, esto es una ecografía vaginal – gemí interiormente – no te dolerá, puede que sea algo molesto al principio pero nada de dolor, ¿de acuerdo? - asentí.

Como me prometió no me dolió nada, un poco de molestias cada vez que movía el aparato para ver mejor, pero nada más. Miraba atento la pantalla, de vez en cuando fruncía el ceño y daba a un botoncito con el cual imprimía las imágenes que quería.

- ¿Ocurre algo malo? - pregunté asustada. No decía nada, su cara estaba totalmente concentrada en el monitor.

- ¿Eh? No, Bella, el bebé está perfectamente, estaba mirando otra cosa...Pero tranquila, que no es nada malo. Mira – me giró el monitor – eso de aquí es el corazón – señaló un puntito que se movía ritmicamente. Dios a otro boton y un sonido rítmico inundo la sala - ¿Lo oyes? - asentí emocionada – Bien...Esto de aquí es la cabecita y esto de aquí las extremidades – Wow, ¿tan pronto se podía distinguir todo? - De todos modos he sacado unas imágenes. Esme se pondrá como loca de contenta cuando vea a su nieto – sonrió.

- ¿A su nieto? ¿Es un niño? - dije ilusionada.

- No – rio – todavía es pronto para saberlo. Aunque a mi me gustaría que fuera niño, para enseñarle a jugar al fútbol – me miró tiernamente – Vistete, ya hemos terminado. Tengo que comprobar unas cosas...

Me vestí rápidamente y fui al lado de Jasper en frente del escritorio. Tenía en sus manos las fotos de las ecografías y las miraba sonriendo.

Carlisle no hacía nada más que mirar unos informes, al parecer los estaba contrastando con otros papeles. Me estaba poniendo nerviosa.

- Carlisle, ¿pasa algo?

- Mmmm, no Bella, no pasa nada es que...el feto es más grande de lo que debería ser en el tiempo de gestación que tienes...

- ¿Eso es malo? - me estaba asustando, ¿le pasaba algo a mi hijo?

- No es malo...Cielo, ¿tu última regla fue normal?

- Eh...no sé...- oh, lo recordé – no, no fue normal, sólo me duró un par de días...

- Lo que me imaginaba...Bella, no estás embarazada de dos meses, estás embarazada de casi tres – dijo sonriendo.

- ¿Qué?

- Sí, tu último periodo no fue periodo, fue un sangrado vaginal.

- ¿Y eso es malo? Pasa algo por...

- No, hija, es normal, algunas veces pasa y las mujeres lo suelen equivocar con la regla. ¿Te ha vuelto a pasar?

- No.

- Entonces no pasa nada. Todo está perfecto. Simplemente te queda por esperar un mes menos – parpadeé rápidamente - Tómate estas pastillas, es ácido fólico. Deberías de haber empezado a tomarlas antes, pero no pasa nada. Toma también estas vitaminas, te ayudarán a no tener anemia. Por lo demás...está todo bien. La enfermera te citará para los analisis y para tu próxima revisión.

- Gracias por todo, Carlisle.

- No tienes nada que agradecer. Tu eres como mi hija además serás la madre de mi nieto. Por cierto, me enteré de lo que pasó con tu padre, Bella, nosotros estamos contigo, si necesitas algo, lo que sea...

- Gracias, de verdad.

- Jasper me ha dicho que estás viviendo sola, Bella, sabes que te puedes venir con nosotros...

- No creo que sea buena idea...- susurré.

- Te entiendo...Pero te veremos de vez en cuando fuera del hospital, ¿no?

- Claro – sonreí. Eran adorables, claro que los seguiría viendo. Ahora eran lo más parecido a unos padres para mí.

- Por cierto...creo que tendrías que hablar con mi hijo, Bella. Esto demuestra que lo que le dijeron a Edward es falso...- dijo Carlisle de pronto muy serio.

- ¿Qué? - me perdí la historia.

- Bella, lo que quiere decir mi padre es que cuando tu fuiste a la fiesta de Jake ya estabas embarazada – aclaró Jazz.

- Oh – es todo lo que pude decir. Mil cosas me vinieron a la mente. ¿Se lo debería decir a Edward? ¡Claro! Le llamaría al salir del hospital.

Salimos de la consulta de Carlisle. Íbamos caminado por el pasillo cuando sonó el móvil de Jazz. Era Alice que estaba de lo nervios.

Yo por mi parte estaba feliz. Tenía las pruebas que demostraban que yo no había engañado a Edward. Él tenía que saberlo, aunque eso no significara que volviera conmigo y mucho menos que me creyera. El estar embarazada de más tiempo no significa que él crea que le he engañado igualmente.

Casi estábamos en la salida yo tenía mi móvil en la mano para intentar hablar con Edward.

- Sí, Alice, de tres meses, sabes lo que eso significa, ¿no? ¡Justo! No, no, fue un sangrado y... – le explicaba Jazz a Alice por teléfono – ¡No! tranquila, no pasa nada, está todo bien...siiii – rodó los ojos.

Al coger el último pasillo para salir por urgencias oí esa voz tan familiar, aunque no me le esperaba verle tan "bien"acompañado.
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La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado - Página 2 Empty Re: La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado

Mensaje por Qamiila Quinteros 30/6/2012, 5:05 pm

CAPITULO 44 NO QUIERO SABER NADA

Después de ver a esos dos abrazándose me volví a encerrar en mi mismo. Intentaba pasar la mayor parte de l día fuera de casa para no ver a nadie. El ambiente en mi casa a veces rallaba lo exasperante. ¿Acaso creían antes a Bella que a mi? ¿Qué era esto? ¿Una especie de complot contra mi?

Mis hermanos se encargaron de explicarles todo a mis padres. Claro, que se lo explicaron a su modo. En esta historia yo era el malo de la película y Bella la pobre martir. Genial. Por esa razón reduje las visitas a mi casa. Sólo iba a dormir cuando sabía más o menos que todos estaban dormidos, de hecho la mayoría de las veces ni me pasaba para comer.

No me despedí de mi hermana ni de Emmet. Ellos empezaban su nueva vida juntos y felices...sonaba egoista, pero no me apetecía tener frente a mi una pareja que irradiaba ilusión justo cuando yo pasaba mi peor momento. De todos modos Rosalie no quería ni verme, al menos eso era lo que me había dicho Emmet al día siguiente cuando tuvimos una breve conversación por teléfono. Me daba igual.

A estas alturas ya sabía todo el pueblo lo que había pasado. Todos sabían que la hija del jefe Swan se había quedado embarazada y que se había ido de casa. De eso me enteré hacía poco tiempo, ¿que Bella no estaba en su casa? Blanco y en botella. Bella y Jacob Black estarían viviendo juntos y felices en la reserva Quileute. Por mi perfecto.

Los cotillos del pueblo empezaron a preguntarme cuando el rumor de que el bebé de Isabella no era mío. Que si era verdad, que si era mentira, que si se veía venir algo así...me ponían de los nervios. Los únicos que me entendían un poco más eran Tyler y Tanya...asunque por separado, ya que esos dos no se aguantaban más de cinco minutos.

- Me han aceptado en la universidad de Seattle, tío – me dijo Tyler. Estábamos en las famosas canchas con unos refrescos en la mano.

- Era lo que querías, ¿no?

- Sí...llámame tonto, pero me gusta esto...me gusta Forks – sonreí.

- Lástima que sea un pueblo tan pequeño...todos se enteran de todo – murmuré.

- No les hagas caso, tío...¿Sabes...sabes algo de...ella?

- No, ni quiero...lo único que se es que ya no vive con su padre. Pffff, Black quería que se fuera con él a la Push...que les aproveche...- espeté.

- En fin...no se qué decirte...

Ambos nos quedamos callados durante unos minutos...Era verdad que llevaba muchos días sin saber nada de...ella. Jasper había decidido respetarme y dejó de insistir, ya que tuvo unos días horrorosos en los que me saturaba el móvil de mensajes que nunca eran contestados. Todos del tipo, tengo algo muy importante que decirte, tendrías que saber que Bella...Nunca terminaba de leerlos porque no necesitaba saber nada. Ya estaba hundido, no me apetecía que me pisaran más, gracias. De todas formas mi subconsciente me pasaba malas jugadas. ¿Estaría bien? ¿La estarían cuidando en la Push? ¿Iría a sus revisiones? Suspiré en alto mientras daba otro sorbo a la lata que me estaba bebiendo.

- Tu al final iras a Darmouth, ¿no? - dijo Tyler rompiendo el silencio. Le miré a los ojos. Buena pregunta.

- Pues...no lo se – Tyler alzó una ceja – Era mi sueño ir allí y comenzar medicina...pero no me apetece. Ahora mismo no quiero estar en ningún lugar...

- Oh, oh...el que no quiere estar en este lugar soy yo.

Como le miré sin entender, cabeceó hacia el espacio que hacía las veces de aparcamiento. El coche de Tanya había parado frente a nosotros. La chica bajó del coche moviendo su melena rubia al mismo tiempo que movía las caderas. Parecía que se iba a partir...

- Tío...me marcho...lo siento mucho, pero no la soporto – sonreí - ¿Seguro que te fías de ella? - la sonrisa se me cortó.

- Supongo que si...ella me abrió los ojos...- me encogí de hombros.

- Está bien, aunque yo me andaría con ojo...para mi es tan falsa como una moneda de tres pavos – murmuró – Me voy.

Justo cuando Tanya llegó a mi altura se giró y miró de arriba abajo a Tyler con desprecio. Mi amigo al menos se cortaba un poco más que ella. Cuando el coche de Tyler arrancó y se perdió por la carretera Tanay se relajó y se sentó a mi lado. Apoyó su mano en mi rodilla, aunque amablemente la rechacé. Había sido así desde que empezamos nuevamente esta relación de...amistad.

- Sabes que sólo quiero darte mi apoyo, Eddie – dijo Tanya.

- Y yo sabes que te lo agradezco, pero no quiero tener nada con nadie – dije sin mirarla.

- Lo se, lo se...Nada de acercamientos...¿Vas a quedarte toda la tarde mirando la nada?

- No tengo otra cosa mejor que hacer – dije mirándola.

- A mi se me ocurren unas cuantas cosas que podríamos hacer juntos – dijo de manera seductora. Desvié la mirada – Era broma, era broma – dijo alzando los brazos – Estás un poco agrio, Edd...- suspiró – No deberías de estar así, deberías de estar contento por haberte quitado ese peso de encima, y nunca mejor dicho – se rió de su propia broma, aunque a mi no me hizo ni pizca de gracia.

- Dejalo ya, ¿quieres?

- No tenía intención de enfadarte, Edd...¿puedo recompensarte? Ven a comer a mi casa conmigo – chasqué la lengua – Como amigos, no intentaré...tocarte nada.

Cinco minutos después pusimos rumbo a casa de Tanya. La seguí con mi coche aunque el camino me le sabía de sobra...había estado en su casa más veces de las que podía recordar. Dios mío, parecía que habían pasado siglos desde que empecé algo con Tanya...cómo me había cambiado la vida desde entonces.

Los padres de Tanya no estaban en casa, de hecho yo apenas los había visto un par de veces. Fuimos directamente a la cocina, me senté en la enorme mesa y se me quedó mirando.

- ¿Pedimos una pizza por teléfono? - preguntó Tanya mirando la cocina como si estuviera infectada.

- ¿Qué? ¿Una pizza? Vamos...seguro que tienes algo en la nevera que nos pueda servir, ¿no?

Tanya me miró con cara de "estás loco", pero aún así abrió la nevera. Después de mucho rebuscar encontró algo que parecía ser pollo y unos huevos. Tanya preparó la sartén y tocó la comida con sus uñas postizas como si fuera lo peor del mundo. Su cara de asco no tenía precio, en el fondo me lo iba a pasar bien...Era tan distinta a...Bella. La de veces que había pasado en su cocina mirándola mientras preparaba la comida, me encantaba seguir el movimiento de sus manos al amasar la pasta, cómo se relamía el labio inferior cada vez que probaba la comida...

- ¿Edward? ¡Edward! - miré a Tanya, me estaba pasando la mano por la cara - ¿Ya estás de vuelta? - preguntó irónica – Te preguntaba si querías también ensalada.

Miré la pinta que tenía el pollo. Churruscado y vomitivo. Ugh. No me iba a comer "eso" por nada del mundo, los virus estomacales y yo no nos llevábamos bien...así que una ensalada me parecía el mejor de los manjares.

- Una ensalada estaría perfecta – dije con convicción.

Tanya sacó lechuga, tomate y unas cuantas cosas más que parecían comestibles. Cortó la lechuga y la lavó – gracias a los cielos – y comenzó a cortar los tomates. Entre que tenía las manos húmedas y la poca maña con el cuchillo, Tanya se cortó en el dedo. Irremediablemente Bella volvió a mi mente. Esa noche de mi cumpleaños en la que ella me dio el mejor regalo del mundo, aquella primera noche que pasamos juntos, la noche que la ame...

- Ay – gritó Tanya – Mierda...me he jodido la manicura – tuve que rodar los ojos.

- A ver...déjame ver – el corte tenía mala pinta – Por favor, Tanya...este corte necesita puntos...¿y te preocupas por la manicura? - pregunté incrédulo.

- ¿Que necesito puntos? No me jodas...¿no me puedes poner una tirita y punto?

- Si quieres que siga sangrando hasta mañana – dije encogiendome de hombros – Tu misma.

- Ugh. Está bien...¿me acompañas al hospital? - dijo poniendo pucheros.

Suspiré exasperado, aunque aliviado...al final no tendría que comerme ese intento de menú. Le dije a Tanya que envolviera el dedo en una toalla, ya que sangraba bastante, y pusimos rumbo al hospital en mi volvo.

Cuando llegamos a la recepción pregunté por mi padre. No me hacía gracia que me viera con Tanya porque empezaría con las preguntas, pero si nos atendía él saldríamos mucho antes de urgencias.

- Señora Cope, ¿puede llamar a mi padre? Mi amiga se ha hecho un corte – señalé a Tanya que se agarraba la mano como si se le fueran a salir las tripas por la herida.

- Déjame que lo mire, cielo – hizo una llamada – Teneis que esperar un poco, me ha dicho la enfermera que está ocupado con la revisión de una paciente, aunque no taradrá mucho.

Decidimos esperar allí mismo. Solo esperaba que la espera no se alargara mucho porque Tanya se estaba poniendo insoportable.

- ¿Crees que me quedará marca? Espero que tu padre me ponga los puntos con cariño...¿Me dará muchos?

- Y yo que sé, tía...- murmuré.

Miré a ambos lados del pasillo para ver si veía la cabellera rubia de mi padre por algún lado...y me enderecé cuando vi a Jasper. ¿Qué hacía mi hermano en el hospital? ¿Habría pasado algo...? Mis preguntas silenciosas fueron respondidas en el momento en que vi a Bella. Iba detrás de mi hermano y sostenía en una mano un sobre que acariciaba con cariño y en la otra su móvil. Su rostro estaba marcado por unas profundas ojeras aunque estaba tan guapa como siempre. Juraría que la vi algo más delgada y, no se si sería mi vista, con un leve abultamiento en la parte del vientre...aunque no podía ser, era muy pronto para que se la notara nada. Nuestras miradas se cruzaron. Por su parte ella me miraba con un gesto indescifrable en el rostro...tuve que desviar la mirada para no cometer el impulso de acercarme a ella. Tanya se adelantó a mi y sonrió con malicia.

- Mira, la mojigata.

Chasqué la lengua mientras me separaba de ella. Mi hermano Jazz se giró hacia Bella, que seguía de la misma postura, y la cogió con suavidad del brazo.

- Bella, vamos al coche.

Mi hermano me lazó una significativa; entendí que no quería decirme lo que me iba a decir delante de Bella...mejor, no creía que pudiera soportar su mirada por mucho tiempo.

- Tiene mala cara, Eddie...será que el remordimiento de conciencia no la deja dormir...

- Dejalo ya, ¿quieres?

- No se merece que la defiendas, ella te engañó y...

- ¿Podría hablar un momento contigo, Edward? A solas – dijo mi hermano Jasper mirando con furia a Tanya.

- Claro – nos apartamos unos metros de Tanya – Dime – dije evitando mirarle a los ojos.

- Deberías...deberías hablar con Bella...

- Mira, vale...si vas a empezar con el mismo rollo de siempre podemos cortar ya la conversación – dije mientras me daba la vuelta.

- Espera – me giré de nuevo – Es...es importante. Viene de hacerse la primera revisión.

- ¿Y la acompañas tu? ¿Acaso no ha podido venir ese maldito saco de pulgas con ella? - no me podía creer que Black no acompañara a Bella.

- ¿Estás con ella? - señaló a Tanya - Dios mío...cabezón no...eres lo siguiente...Mira, papá ha encontrado algo en la ecografía que deberías de saber...yo no te diré nada porque no soy yo el que te lo debe de decir...- suspiró – Me voy que he dejado a Bella sola y tenemos un largo camino hasta su nueva casa.

Vi como mi hermano desaparecía del pasillo. ¿Un largo camino hasta su nueva casa? Pero si la reserva estaba apenas a veinte minutos de aquí...¿Qué habría encontrado mi padre en la ecografía? Mierda, sabía que no debería de preocuparme como lo estaba haciendo, pero era inevitable...

- Edward – me llamó mi padre que estaba al lado de Tanya - ¿Qué ha pasado?

- Me he cortado el dedo y Eddie ha dicho que necesito puntos – mi padre alzó una ceja al oir el diminutivo de mi nombre.

- Vamos a mi consulta.

Al entrar en la sala de mi padre vi que una enfermera estaba colocando la camilla para después ponerle un papel nuevo. Antes de salir de la consulta cogió el ecógrafo y se lo llevó con ella. Parpadeé varias veces.

- Dejame ver.

Mi padre empezó a mirar el dedo de Tanya. En efecto, necesitó tres puntos de sutura que mi padre realizó entre quejas y súplicas por parte de Tanya aunque el dedo estaba más que anestesiado. Yo por mi parte estaba como en otro mundo. Bella había estado aquí hacía escasos minutos, mi padre la había revisado en esa camilla, había escuchado por primera vez el corazón de su hijo...su hijo...

- Ya está – dijo mi padre mientras tapaba la herida – En una semana te pasas por tu medico de cabecera para que te quite los puntos. ¿Puedes salir un momento, Tanya? Tengo que hablar con mi hijo.

Tanya salió de la consulta algo enfadada, era la segunda vez que la excluían de una conversación, aunque no dijo nada. Mi padre se sentó frente a mi en su mesa y me miró.

- Supongo que has visto a tu hermano...y a Bella.

- Supones bien, pero no quiero hablar de ese tema.

- Hay algo que debes saber – insistió mi padre.

- ¿Tu también, papa? No me vais a hacer cambiar de opinión.

- He encontrado algo en la ecografía que te puede interesar, pero no soy yo quien debe decirtelo...

- Si esto es una encerrona para que hable con ella no me vais a convencer – dije mientras me levantaba de la silla.

- Lo está pasando mal sin motivo alguno.

- Ya...mira, solo dime algo...- mi padre asintió - ¿Ella...ella está bien? ¿La están cuidando bien?

- Su embarazo está perfecto...y si, ella se está cuidando de maravilla.

- Está bien – murmuré – Me voy a llevar a Tanya a su casa.

Tras dejar a Tanya en su casa me fui directamente a la mía y me encerré en mi habitación. ¿Qué podría interesarme a mi de una ecografía? Lo único que me interesaba era que Bella estuviera bien...y así era. Yo no tenía más que ver en toda esta historia...Por desgracia.
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La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado - Página 2 Empty Re: La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado

Mensaje por Qamiila Quinteros 30/6/2012, 5:07 pm

CAPITULO 45 TU OTRA VEZ...

Estaba Tanya en la recepción de urgencias con una venda ensangrentada en el dedo y con Edward al lado.

- Eddie, me duele el dedo – le dijo poniendo morritos.

Mi mundo se cayó por completo. Hacía menos de un mes que me había dejado y ya estaba...con otra. Y esa otra no era nada más y menos que la zorra que hizo que lo nuestro se rompiera.

Me quedé en estado de shock. En ese momento Edward se giró y abrió mucho los ojos. Me miró a mi y luego a Jasper. Estaba un poco más delgado, pero por lo demás estaba como siempre, perfecto, guapisimo.

Yo seguía de la misma postura, de hecho no era capaz de andar. Tanya me dedicó una mirada de autosuficiencia y una sonrisa burlona a la vez que se apretaba contra Edward. Quería llorar o gritar, pero no podía, seguía paralizada. Edward me miró por unos instantes y luego se giró hacia su hermano No sé que me dolió más, si verle con esa zorra o que me ignorara completamente.

- Bella, vamos al coche – me dijo Jazz mientras tiraba de mi brazo suavemente.

Salimos hacia fuera en silencio y me metió en el porsche amarillo.

- Bella, quédate aquí un momento, ahora mismo vuelvo.

Asentí, me daba igual todo. Hacía menos de dos minutos estaba ilusionada porque hablaría con él y se podrían solucionar las cosas, pero...eso ya no era posible...él había rehecho su vida. Tremendamente rápido y fácil.

Cómo fui tan estúpida. Él ya no me quería, de hecho dudaba que alguna vez me quisiera. ¿Cómo pudo olvidarme tan pronto? ¿Cómo pudo dejar de quererme tan pronto? Si es que alguna vez me quiso...Estaba llorando sonoramente cuando Jazz volvió al coche. Le agradecí internamente que me dejara llorar en silencio. Me sentía tonta, estúpida y humillada. Y tremendamente embarazada.

Los días siguientes no volvimos a hablar nada del incidente del hospital. Intenté hacer como que nada había pasado, pero dolía mucho. Demasiado.

Las semanas pasaron. Estábamos ya en julio y aunque estabamos en Forks hacía calor. Bueno, no se si lo hacía o lo tenía yo, las hormonas seguían revolucionadas.

Llegué del trabajo y me quité los zapatos por casi antes de entrar en mi pseudo-casa.

Me preparé algo ligero de comer, no quise arriesgarme, hacía ya casi dos semanas que no vomitaba nada. Puse la tele y no se cuando me quedé dormida.

Podía oír a lo lejos el timbre de la puerta, pero estaba tan cansada...y los párpados pesaban tanto...y la puerta estaba tan lejos...pero no paraba de sonar el timbre, así que pesadamente me levanté y abrí la puerta.

De nuevo me sorprendí al ver quien estaba al otro lado.

- ¡Esme! - y le di un fuerte abrazo.

- Hija, ¿como estas?

- Bien, supongo, pasa, por favor.

Entramos en el salón y pude ver que Esme lo analizaba. De repente sentí vergüenza de donde vivía. Esto era tan diferente a la casa de los Cullen...

- Bella, sinceramente me lo esperaba peor – dijo señalando el salón.

- ¿Si?

- Sí, Alice dijo que apestaba, palabras textuales – dijo riéndose. Nos sentamos en el sofá.

- ¿Quieres algo, Esme? Un café o...

- No, gracias cielo, hace un rato que he comido. Bueno, ¿como estas? ¿Alguna molestia?

- Bueno...las nauseas ya se me han pasado...pero el sueño...- Esme se rió – Tengo sueño a todas las horas del día menos por la noche.

- Si, eso me pasaba a mi cuando estaba embarazada de Edward – agaché la cabeza cuando oí su nombre. Me hacía daño – Bella, ¿no has hablado con mi hijo?

- No.

- Pero él tiene que saber que estás de casi cuatro meses. Él debe saber la verdad. ¡Ugh! ¡No se por qué mi hijo es tan cabezota! No se como se ha podido creer lo que esa niña estúpida le ha contado – sonreí, nunca había visto a Esme así.

- Yo tampoco se porque la creyó...yo sería incapaz de hacerle algo así...yo...le quiero...le quiero como a nada en este mundo.

- Dios santo, tengo unos hijos imposibles, a veces creo que el único más normal es Jasper – y rodó los ojos – Bella, Edward casi no habla con nosotros, realmente no se que se le pasa a mi hijo por la cabeza en estos momentos. Hemos intentado hablar con él, pero se cierra en banda.

- Esme...déjalo...él no os va a escuchar, él ha decidido creerse la mentira...si no confía en mi, ¿qué más puedo hacer?

- Sólo espero que no se dé cuenta demasiado tarde, hija. Ahora sí, Bella, ¿ necesitas algo? Necesitas dinero o...

- No, Esme, me apaño bien, además estoy trabajando y...el sueldo está bien...de momento...

- Bella, por favor, prometeme que si necesitas algo, lo que sea, me lo dirás. Tú eres como una hija para mi. Además ahí dentro llevas a mi futuro nieto. ¿Puedo? - dijo señalandome la tripa – Se te nota un poquito – sonrió – ¿Ya te da pataditas? - Esme tenía una sonrisa en los labios que cubría casi toda su cara.

- No, de momento no, pero creo que es pronto.

- Sí, en el momento que menos te lo esperes notaras al pequeñajo moverse.

Seguimos un rato en esa posición. Esme con su mano sobre mi tripa. Realmente se me empezaba a notar un poco. La forma de la cintura la había perdido y mi vientre estaba ligeramente redondeado, aunque aún no podía pasar por embarazada para la gente.

- Bella, ¿se...lo has dicho ya a tu madre?

- Si, se lo dije la semana pasada.

- ¿Y como se lo ha tomado? - rodé los ojos al recordarlo.

- Bueno...no se lo ha tomado bien, pero no tan mal como mi padre. Insistió en que me fuera con ellos, pero...no me quiero alejar mucho de Forks...siento que lo tengo todo allí...Aunque quedamos en que antes de que no me pudiera ver los pies iría a visitarles – me reí.

- Bueno, hija, tengo que irme, prometeme que algún día irás a comer a casa.

- Esme...

- No te preocupes, Bella, mi hijo para muy poco en casa...además está preparando su llegada a la universidad.

Se iría a Dartmouth...casi lo había olvidado...

- Bella, Edward no irá a Dartmouth – ¿como lo hizo? ¿Me leyó el pensamiento?

- ¿Que? Le habían admitido y...él quería ir...

- Ya, pero también prefiere quedarse cerca de Forks – me sonrió – Irá a la universidad de Seattle. Ha encontrado un apartamento, lo compartirá con Tyler.

¿Desde cuando Tyler y Edward eran tan amigos como para compartir apartamento? ¿Por qué querría Edward quedarse cerca de Forks?

- Bueno hija – dijo Esme levantandose – Espero verte muy pronto por casa – me abrazó y me besó – ¡Cuidaros!

De acuerdo. Me había dejado confundida al máximo. Edward no tenía nada que le retuviera aquí, por qué no se iba y rehacía su vida. Él podría...yo no. Imposible.

Estábamos a mediados de julio y yo ya estaba de cuatro meses y medio. Jazz y Alice me visitaban todas las semanas.

Esa tarde quedaron en venir para llevarme al centro comercial para hacer unas compras. Alice se empeñó en cambiar mi vestuario ya que pronto no me valdría nada. Tampoco era para tanto. Con el tiempo que tenía solo había engordado cuatro kilos, además todo se lo estaba llevando mi tripa, que no es que tuviera mucha, mi cuerpo seguía igual que antes.

Llamaron a la puerta y corrí a abrirla. Lo que no me esperaba era la sorpresa que traían con ellos.

- ¡Jake! ¡Leah! - grité, cuanto hacía que no los veía – ¡Me alegro tanto de veros! - dije abrazándolos.

- ¿Como está mi gordita? - bromeó Jake.

- ¡Jake! - le regañó Leah – ¡No está gorda! ¡Además estas guapisima! - eso si que no me lo creía. Por las noches todavía no conseguía pegar ojo.

- Bella, nos los hemos encontrado de camino – dijo Jazz – Así que, ¿que te parece si vamos todos juntos al centro comercial y allí comemos algo?

- Vale, así me contais los cotilleos de Forks, aquí me aburro un poco – aquí mi visa social era nula. Mis únicos amigos eran los libros que había rescatado de mi casa.

Como el centro comercial estaba a dos pasos fuimos andando, hacía una tarde agradable. Los chicos me hicieron reir con los chismes del pueblo. Alice me contó que Jessica le tiró un vaso de cocacola a Mike en la cabeza por baboso y Leah me contaba que al final Paul había conseguido una cita con la chica a la que escupió el refresco.

Hacía semanas que no me reía de esa manera.

Cuando llegamos a nuestro destino Alice se volvió literalmente loca. Entraba a todas las tiendas de ropa de bebes que había. Quería comprarlo todo.

- Alice, no me puedo permitir comprar todo eso.

- ¿Y quien dice que lo vas a pagar tu? - me sacó la lengua.

- Alice...

- ¡Schhh! ¡Esto se lo voy a regalar a mi sobrino! Y punto – cualquiera la llevaba la contraria – ¡Ahora iremos a mirar las cunas! - dijo dando saltitos.

- Alice...

- Será mejor que la dejes hacer a ella...-dijo Jazz y Jake y Leah se rieron.

También hizo probarme un montón de ropa premamá. Realmente me gustaba que se me empezara a notar la barriguita, eso constataba el hecho de que iba a tener un bebe. Un bebé de Edward.

Tras escoger la cuna y cargando ocho bolsas de ropa para mi y para el bebe decidimos descansar y comer algo. Mis pies pedían a gritos una tregua.

En cuanto que vi la foto enorme de una hamburguesa empecé a salivar, así que para que mi hijo no saliera con un big mac en la frente decidimos pasar. Los chicos se fueron a pedir y nosotras nos quedamos viendo las cosas que Alice me regaló. Eran unas ranitas preciosas. Las escogimos en blanco, verde y amarillo porque aún no se sabía el sexo del bebé. Todo era precioso.

- Bella, Leah y yo os queremos decir algo – dijo Jake una vez que terminamos de comer.

- ¿El qué? - ambos se cogieron de las manos y se miraron a los ojos con ternura.

- Nos vamos a casar – declaró Leah sonriendo.

- Pero...pero eso es...¡es fantástico! - grité – Es la mejor noticia que me podíais dar, chicos, me alegro mucho de verdad. ¿Y para cuando el evento?

- En tres meses.

- ¡Jake! ¡Iré a tu boda como una bola! - hice un puchero.

- Bella, yo te ayudaré. Ya verás como irás preciosa – me consoló Alice.

- Sí, claro. Tendré que tener cuidado para no dar un tripazo a nadie – lloré.

- Pero si estás guapisima, Bella – dijo Leah – además casi no has engordado.

- Ya, pero para cuando os caseis podré ir rodando – y puse morritos. Me acordé de algo en ese momento – Jake, ¿mi padre...irá?

- Bella, sabes que es mi familia, aunque no entienda como se comportó contigo...está invitado.

- ¿No has hablado con él? - preguntó Leah.

- No...desde que me fui...bueno, desde que me invitó a que me fuera no he vuelto a saber nada de él...- me puse horrorosamente triste.

- Bella – me abrazó Jasper – No te pongas así, ya verás como todo se arregla entre vosotros – y con Edward, pensé, pero no lo dije en alto.

- Además – siguió Alice – tengo una sorpresa para ti.

- Alice, sabes que no me gustan las sorpresas.

- Esta te gustará, además si no recuerdo mal se lo prometiste.

- ¿El qué? ¿A quién?

- A tu madre. Le prometiste ir a verla antes de que no te pudieras ver los pies.

- Alice, no tengo dinero para los billetes...

- ¡No te hará falta porque ya los he sacado yo! - dijo dando saltitos.

- No...no deberías haber hecho eso...- empecé a llorar de emoción, no me merecía los amigos que tenía.

- ¡No llores! Ya verás que después del viaje estarás mejor. La semana que viene te irás a Phoenix, solo será el fin de semana pero te vendrá bien.

- Muchas gracias – dije abrazandola a la vez que lloraba.

Tras quince minutos de llanto ininterrumpido mi vejiga clamaba atención. Después de convencer a las chicas de que podía ir sola me encaminé hacia el baño.

Salí del baño y me lavé las manos. Al salir al solitario pasillo me encontré con una figura. No me lo podía creer. Y estábamos él y yo. Solos. No pude evitar poner las manos sobre mi vientre.

Ya casi me había olvidado porque hacía meses que no tenía pesadillas con él. Era James. ¿Me estaba esperando? Confirmé mis sospechas cuando me sonrió y caminó hacia mi. ¿Qué haría? ¿Gritar? No podía, empezaba a hiperventilar peligrosamente. No podía hacerme daño. No podía hacer daño a mi bebé. Le tenía a menos de un palmo, casi podía sentir su asqueroso aliento en mi cara. Quería gritar, lo juro, pero no podía.

- Hola, preciosa, cuanto tiempo sin vernos – dijo con una sonrisa burlona – La última vez que nos vimos estábamos a punto de hacer algo interesante, pero cierto niñato se interpuso. Aunque tengo entendido que ya no está aquí para salvarte, ¿me equivoco?

- D...dejame en paz – y agarré más fuerte mi vientre. Él se percató.

- Oh, así que es verdad el rumor que oí. Estás esperando un nene – hizo la intención de tocarme la tripa, pero le di un manotazo. Ese cabrón no tocaría a mi hijo – Veo que sigues igual de guerrera. En realidad me da igual, eso me pone, ¿lo sabías?

Intentó besarme pero me aparté. Tuve que aguantarme las ganas de vomitar y estas no eran a causa de mi embarazo. Empezaba a encontrarme realmente mal, estaba teniendo un ataque de pánico a escala natural. James no hacía más que reirse. Quitó el agarre de mis manos de mi vientre y me las sujetó por encima de la cabeza. ¿Qué me haría? ¿Qué tipo de enfermo era? ¿Acaso no veía que estaba embarazada?

Empecé a oír ruidos, apenas unos pasos y una voz, que me resultó familiar.

- ¡Alice! - grité, James me puso la mano sobre la boca, pero le mordí y volví a gritar – ¡Alice!

Alice se encontraba al inicio del pasillo y miraba la escena con ojos horrorizados.

- Jazz corre, ¡llama a Jake!

James se puso nervioso y justo cuando levantaba la mano para darme un bofetón un golpe certero en la cabeza hizo que se desvaneciera. Jake se encontraba detrás con una cara de satisfacción increible.

- ¡Hijo de perra! - gritó.

James estaba en el suelo inconsciente. Yo por mi parte seguía hiperventilando con las manos cubriédome la tripa.

- ¡Bella! - gritó Alice – Dios, ¿como estás, qué te pasa?

No podía hablar. Creo que estaba teniendo un ataque de ansiedad o algo parecido. Lo único que quería es que mi bebe estuviera bien, no quería que nada le afectara. Intenté calmarme por él, pero me era imposible. Tuve que sentarme en el suelo porque un dolor me atravesó el pecho. ¿Qué me pasaba? No pude evitar el grito de dolor y de miedo que salió de mi boca.

Leah estaba llamando a la policía y cuando terminó de hablar se acercó a mi.

- Bella, tranquila, ya viene una ambulancia. ¿Te ha hecho algo?

- Me...duele...- Alice empezó a llorar.

- ¿Qué te duele Bella? ¡Por Dios, di algo! - gritó Jake.

- El...pecho...me cuesta res...pirar.

- Está teniendo un ataque de ansiedad. Llamaré a mi padre – dijo Jasper.

Leah y Alice estaba a mi lado intentando calmarme y Jake se encontraba al lado de James por si despertaba. Jazz volvió después de un minuto.

- Bella, mi padre irá al hospital de Port Angeles intenta respirar despacio y...- eso fue lo último que oí. Después lo vi todo negro...

__________________________________________________________________________________________________________________________________________


EN EL PRÓXIMO CAPITULO

- Se ha desmayado – mi padre cogió su chaqueta y se la puso – Ha sido por culpa de ese bastardo de James – abrí mucho los ojos.

- ¿Qué?

- Hijo, Bella al parecer ha tenido un encontronazo con James...Jasper ha llamado a un ambulancia, aunque prefiero ir yo mismo y revisarla.

Me quedé por unos segundos mirando el suelo. James. Ese cabrón...¿Que la había hecho para que tuviera un ataque de ansiedad? Pobre de él si algo le pasase a Bella o a su bebé...me iba a arrepentir de esto, pero...

- Papá, voy contigo...
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Mensaje por Ebys Cullen 4/7/2012, 12:51 pm

HHHHHHHHHHHHuuuuuu quiero massss!!!!!
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Mensaje por Qamiila Quinteros 18/7/2012, 1:31 pm

CAPITULO 46 COSAS QUE NO ENTIENDO

Era sábado y estaba con Tyler tomándome unas copas en uno de los bares del pueblo. Había dejado a Tanya en su casa; era incansable. Esta tarde había vuelto a intentar un acercamiento...con nefasto resultado para ella. ¿No podía respetarme en ese sentido? ¿No le entraba en la cabeza que ahora no estaba para nadie? No, simplemente no podía estar con ella, ni con ella ni con otra chica...la cara de Bella me venía una y otra vez a la mente, inundando mis pensamientos.

Para colmo me estaba volviendo loco. Tanya a estás alturas no tenía claro qué demonios iba a hacer, ni a donde demonios iba a estudiar. Sus padres, por una pequeña donación, estaban dispuestos a pagar la universidad que su hija prefiriese. Sin esfuerzos ni sacrificios. Así que allí la dejé, en el salón de su casa entre folletos de Universidades. Buena suerte, Tanya.

Se podía decir que este era mi momento de paz. Quedaba con Tanya porque ella me había abierto los ojos, pero era con Tyler con quien realmente me sentía a gusto. En él había descubierto un gran tipo, alguien en quien confiar y confesarle mis preocupaciones.

- Creo que voy a renunciar a ir a Darmoth, definitivamente – dije mientras bebía de mi copa. Tyler me miró con los ojos como platos.

- Tio...era tu sueño estudiar allí...

- Sí, pero...no se...ahora lo que me apetece es quedarme cerca de Forks, ugh...creo que me estás pegando tu incondicional amor por este pueblucho – ambos reímos - Se lo comenté a mi madre y bueno, a ella le encanta la idea de que no me vaya tan lejos...

- Pues nada, tío...seremos compañeros de piso. Espero que seas ordenado – bromeó brindando con su botella de cerveza, era ya la tercera – Oye, si seguimos así vamos a acabar un poco perjudicados y tenemos que coger el coche – dijo mi amigo.

- Sí...lo que menos gracia me haría es que el jefe Swan me hiciera esta noche una prueba de alcohol – dije frunciendo el ceño - No, gracias.

- Ufff, quita, quita...he visto como te mira Charlie...justo como si quisiera meterte la pistola por el culo – dijo fingiendo un escalofrío.

- Sí, y no se por qué...- murmuré – Que vaya al pecho lobo de Black y le pida explicaciones...joder.

- Creo que va siendo hora de que nos vayamos a casa...- asentí.

Ambos caminamos hasta mi coche. Sí, hacía tiempo que no bebía y he de reconocer que me tambaleaba un poquito...arg, lo que eran capaces de hacer un par de cervezas, aunque he de reconocer que estaba en un puntito justo en el que me encontraba de maravilla.

Dejé a mi amigo/futuro compañero de piso en la puerta de su casa y puse rumbo a la mía. Agradecí el hecho de que el coche de mi hermana ya no estuviera en el garaje, porque esta noche no controlaba muy bien las distancias...

Cuando entré en el salón mis padres estaban viendo la tele. Mi madre me miró a mi y luego miró el reloj de pared.

- Vaya, hoy vienes pronto, hijo – me sonrió.

- Sí...estoy un poco cansado...

- ¿Cansado? - dijo mi padre frunciendo el ceño. Se acercó a mi y lo frunció aún más – Has bebido.

- ¿Se nota? Vamos, papá...sólo han sido un par de cervezas – dije encogiendome de hombros.

- Sí, un par de cervezas, pero has cogido el coche...podrías haber tenido un accidente, hijo.

- Se cuidarme solo, ya soy mayorcito – estaba empezando a cabrearme.

- Ya lo veo – me retó mi padre – Eres un inmaduro que te fías de la primera niñata que te cuenta mentiras porque no sabe enfrentarse a lo que te depara el futuro...pensé que te había educado con unos valores, Edward.

- Pues entonces es evidente de que conmigo te equivocaste.

- Mi padre apretó la mandíbula y fue a hablar aunque en ese momento sonó el teléfono. Desvió la mirada justo para coger el auricular.

- ¿Diga? Si...- frunció el ceño - ¿Estás en Port Angeles?

Decidí largarme de allí antes de que mi padre colgara esa llamada. Era evidente que había cabreado a mi padre y con razón. Podía ser el tío más enrollado del planeta, pero cuando se enfadaba...No le había hablado bien, pero no me hacía gracia enfrentarme a su ira en estos momentos. No subí ni el primer tramo de escaleras cuando esa conversación me llamó la atención.

- Hijo, calmate...dila que respire despacio – me di la vuelta y escuché. Mi madre hizo lo mismo - ¿Has llamado ya a la ambulancia? Oh, Dios – murmuró - ¿Cómo tiene el pulso? Súbela las piernas y mantenla así hasta que llegue la ambulancia, yo voy para el hospital de Port Angeles.

Colgó el teléfono y miró a mi madre con un gesto que no supe descifrar. Estaba pálido.

- ¿Qué pasa, Carlisle? - preguntó mi madre.

- Era Jasper – mi madre se levantó de repente mientras yo volvía al salón – Cariño, Bella ha sufrido un ataque de ansiedad...

- ¿Qué? ¿Por qué? - yo me puse a la altura de mi madre que se agarraba el pecho - ¿Pero está bien?

- Se ha desmayado – mi padre cogió su chaqueta y se la puso – Ha sido por culpa de ese bastardo de James – abrí mucho los ojos.

- ¿Qué? - casi grité.

- Hijo, Bella al parecer ha tenido un encontronazo con James...Jasper ha llamado a un ambulancia, aunque prefiero ir yo mismo y revisarla.

Me quedé por unos segundos mirando el suelo. James. Ese cabrón...¿Qué demonios hacía Bella sola en Port Angeles? ¿Y que la había hecho para que tuviera un ataque de ansiedad? Pobre de él si algo le pasase a Bella o a su bebé...me iba a arrepentir de esto, pero...

- Papá, voy contigo – dije mientras cogía las llaves del mercedes.

- No estás en condiciones, Edward...- dijo mi padre negando con la cabeza.

- Sólo he bebido un par de cervezas, por Dios...no estoy borracho, ni mucho menos...por favor...tengo que ir – supliqué.

- Está bien – mi padre suspiró.

Montamos en el coche de mi padre. Yo bajé mi ventanilla casi en su totalidad para despejarme un poco. En estos momentos mi estado de aturdimiento no se debía al par de cervezas que me había tomado...Me imaginaba a Bella desmayada por culpa de ese indeseable y de lo único que tenía ganas era de sacarle los ojos, de romperle todos los huesos...¿No se supone que había una denuncia contra él? ¿Qué demonios había pasado para que ese cabronzado volviera a molestar a Bella?

Era evidente que la conducción ultra rápida la había heredado de mi padre ya que el viaje hasta el hospital de Port Angeles apenas nos había llevado media hora. Bajamos rápidamente del vehículo y en recepción preguntamos.

- Buenas noches, soy el Doctor Carlisle Cullen del hospital de Forks. Por favor, ¿me puede decir si ya ha ingresado Isabella Swan? - preguntó mi padre – Soy su...- dudó por unos segundo – Es como mi hija...- la mujer tecleó y miró a mi padre.

- Doctor Cullen, la señorita Swan acaba de llegar apenas hace unos minutos...tome el pasillo de la derecha y vaya hasta el primer box. La doctora Smith está con ella.

Caminé junto a mi padre hasta donde nos dijo la amable mujer. Estaba nervios, no sabía con lo que me iba a encontrar...Oh, oh. Ahí viene el problema. En el pasillo estaba mi hermano, abrazando a una llorosa Alice...y a su lado estaba Black junto con una chica morena con el pelo liso por los hombros. La chica era de la reserva, su piel morena y sus rasgos lo evidenciaban. Seguramente sería familiar suyo...pfff. ¿Cómo podía haber pasado por alto que quizás él estuvieera aquí? En esos momentos sentí que sobraba. Era él el que tenía derecho a estar aquí, no yo...Mi hermano me miró extrañado.

- Voy a entrar, esperad aquí – dijo mi padre.

- ¿Qué demonios haces aquí? - preguntó Jasper mientras seguía abrazando a Alice.

- ¿Tu que crees? - pregunté irónico - ¿Cómo está? - murmuré.

- ¿Cómo crees que está? - me preguntó Black – Gracias a Dios que estaba con nosotros y no sola...no se que hubiera pasado si ese hijo de puta la hubiera pillado a solas...

- ¿Y por qué demonios iba a estar sola si te tiene a ti? - Jacob frunció el ceño – No te hagas el tonto. Si alguien es el culpable de que la pasara algo ese eres tu por no cuidarla como se merece y...

En ese momento me moví unos pasos a mi derecha y a través de la pequeña ventana del box la vi. Su cara estaba roja por el llanto, su pecho estaba lleno de pegatinas y cables del electro. Pude ver su incipiente vientre...se me partió el corazón en el momento en que nuestras miradas se cruzaron. Me dieron ganas de llorar, me dieron ganas de matar a James y me dieron ganas de ahogar a Black simplemente por ser dueño de lo que yo anhelaba. Mi padre salió de la sala.

- Haced el favor de salir de aquí, Bella se pone nerviosa al veros. Y bajad el tono de voz, estamos en un hospital...no quiero peleas aquí – dijo hablándome directamente a mi a los ojos – Alice, ¿podrías entrar para ayudar a Bella a vestirse?

- Me arrepiento de no haberte partido las piernas cuando tuve ocasión. Eres un necio que no merece que Bella te tenga en el pensamiento – susurró Jacob mientras mi padre salía de ponía ante nosotros sin darme la opción de replicar.

- ¿Cómo está? ¿Está bien el bebé? - preguntó la chica que iba con Black.

- Sí, afortunadamente solo se ha tratado de un ataque de nervios, el bebé está completamente bien...ella se pondrá bien – se hizo un suspiro generalizado – Voy a redactar un parte de lesiones para la nueva denuncia...esperemos que esta vez James tenga su merecido – dijo mi padre pasándose las manos por el pelo.

Me aparté del grupo. Ya estaba bastante calentito entre unas cosas y otras; no me petecía montar un numerito en la sala de urgencias de un hospital, aunque ganas no me faltaban. Ver a ese maldito perro me había revuelto la sangre de manera literal...mejor evitar la tentación de acercarme y estamparle la mano en la cara...Debí imaginarme que iba a estar aquí...la puerta se abrió y de ella salieron Alice y Bella. Me quede sin aire cuando la vi. A pesar de los ojos rojos y su cara hinchada por el sofoco, estaba preciosa. De pie su estómago se veía más redondeado, aunque por lo demás su cuerpo estaba como siempre. Sus enormes ojos marrones se cruzaron con los míos por segunda vez esta noche...me metí las manos en los bolsillos porque no sabía qué hacer con ellas...y me adelanté hacia Bella y abrí la boca...pero me callé. ¿Qué podría decirla? ¿Qué podría decirme? Absolutamente nada, para nosotros el tiempo de hablar se había acabado. No teníamos absolutamente nada que decirnos...El padre de su hijo estaba frente a ella y yo allí no pintaba ya nada. Sin que nadie se diera cuenta me fui hasta el aparcamiento y me metí en el coche de mi padre.

No debía de haber venido. Esto sólo me había servido para martirizarme, para recordarme lo que una vez tuve y perdi...Las palabras de Jacob llenaron mi mente "no mereces que Bella te tenga en el pensamiento". ¿Qué había querido decir con eso? Ella ya no podía pensar en mi. Jugó conmigo y a la vista está que ha rehecho su vida. Genial. Yo mismo estaba a las puertas de un ataque de nervios. Ahora no podría sacarme de la mente esos ojos tristes y ese redondo y precioso vientre. Cuando mi padre abrió la puerta me sobresalté, estaba tan metido en mis pensamientos que no me di cuenta de que venía.

- Ya está...Este fin de semana se la llevará Alice en su casa...

- ¿Por qué se la lleva Alice? ¿Acaso no puede cuidarla bien el niñato ese? - mi padre me miró después de arrancar.

- Eres un cabezota que no quiere ni ver ni oir, Edward. Ni comes ni dejas comer...

No dije nada más en todo el camino, me limité a hundirme más en mi miseria y en mi asiento. Sí, lo reconozco. Me moría de ganas por saber qué hacía en su nuevo hogar, quería saber si comía lo que debía, quería saber si la estaban cuidando...y quería saber si era querida. Dios...en el fondo era un cobarde. Quería respuestas a todas esas preguntas, pero me aterraba la idea de saber que Bella me había olvidado por completo...
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Mensaje por Qamiila Quinteros 18/7/2012, 1:31 pm

CAPITULO 47 ¿QUÉ MÁS PUEDE PASAR?

Cuando me desperté estaba entrando tumbada sobre una camilla por un pasillo blanco. Una mujer con una bata blanca y cara amable intentaba hacerme reaccionar.

Cuando al fin abrí los ojos mi respiración estaba agitada y me costaba respirar, me toqué la cara y noté que tenía puesta una mascarilla. Acto seguido me toqué la tripa. ¡Mi bebe!

- Mi bebe...- dije quitandome el oxigeno.

- Schhh, calma cariño, todo esta bien no te preocupes – me dijo la mujer.

Me metieron en una sala blanca y me despojaron de la ropa de cintura para arriba. Las enfermeras empezaron a ponerme pegatinas por el pecho y a conectarme unos cables. Creía que se me iba a salir el corazón debido al estado de nervios en el que me encontraba. Alguien irrumpió en la habitación.

- Dra Smith – dijo Carlisle – es mi hija, ¿qué pasa?

- Dr Cullen, su hija ha entrado con una grave crisis de ansiedad, al parecer han intentado atacarla.

- ¿Sabe si le han cogido?

- Tranquilo, el sujeto está custodiado por la policía. Al parecer el amigo de su hija le ha dado un buen golpe en la cabeza.

- Eso me parece perfecto – murmuró Carlisle - ¿Qué diagnostico tiene?

- El electro está bien, todo lo que tiene ha sido provocado por los nervios. Ahora mismo íbamos a traer el ecógrafo para comprobar que el feto está bien.

- Carlisle – pude decir al fin.

- Hija, tranquila. No tienes nada. Ahora vamos a ver como está mi nieto – dijo sonriéndome – Doctora, ¿le importaría si fuera yo el que la examirara?

- Para nada. Si me necesita me llama – la doctora salió de la habitación.

- Tranquila, cielo – dijo mirntras me acariciaba la cabeza.

Carlisle preparó el aparato. Me puso una pasta trasparente en la tripa que estaba muy fría y empezó a pasarme el aparato por la piel.

- Bella mira, este es el corazón. ¿Te das cuenta de que se ve mucho mejor que la primera vez? - sonrió. En ese momento me calmé.

- Sí – empezaba a llorar de nuevo.

- Mira, las piernas y los brazos y esto de aquí es la columna vertebral.

- Carlisle, ¿está todo bien? - pregunté llorando.

- Sí, tranquila. Mi nieto está perfecto. La próxima ecografía que te haga se verá el sexo del bebe.

Me limpió la tripa del gel y se sentó junto a la camilla. Estaba un poco más calmada, tranquilidad fruto del calmante que me estaba entrando por vena en estos momentos.

- Bella, ¿estás mejor?

- Creo...que sí.

- ¿Qué ha pasado? Jazz no me ha podido contar gran cosa por teléfono.

- Estabamos en el centro comercial y fui al baño sola y...- empecé a llorar – y cuando salí estaba James...esperandome...Menos mal que Alice fue a ver que pasaba si no...- rompí en llanto.

- Vale, schhh – dijo acariciandome el pelo – Todo esta bien.

- No se qué hubiera hecho si le hubiera pasado algo al bebe – gimoteé.

- Bella, el bebe está perfecto y para que siga siendo así tienes que calmarte. Ahora voy a ir fuera y voy a tranquilizar a los chicos antes de que monten un escandalo en el hospital. Cuando hemos llegado no he tenido tiempo de decirles nada.

- ¿Hemos? ¿Esme está contigo? ¿Ha venido? - en estos momentos necesitaba una figura materna a mi lado.

- Eh...no, no ha sido Esme la que ha venido...Bella...

Entonces lo vi, por el cristal de la puerta. Estaba Edward con cara de preocupación esperando en el pasillo. ¿Qué hacía el aquí? ¿Por qué había venido? Yo ya no era nada suyo...¿por qué me torturaba con su presencia si no podía tenerle cerca? ¿Si no podía besarle y acariciarle? Empecé a llorar más fuerte y Carlisle lo notó. Salió de la sala y rápidamente todos salieron de mi campo de visión.

Edward...No me lo estaba poniendo nada fácil. Verle tan cerca y a la vez tan lejos hacía que mi pecho se abriera en mil partes.

La puerta de la habitación se abrió de nuevo. Era Alice.

- Bella – dijo abrazándome – Ya nos ha dicho Carlisle que esta todo bien. Qué susto nos has dado! - lloró – ¿Estás mejor? A ese cabrón se lo han llevado detenido. Enfermo, asqueroso, malnacido...

- Alice – la corté su retahila de insultos – ¿Has...visto a Edward?

- Mmm, sí. Bella se le ve muy preocupado.

- ¿Por qué? ¿Por qué no deja de aparecer en mi vida cuando él mismo se quitó de en medio? Alice...- seguí llorando.

- Él...creo que se preocupa por ti...

- Pues no se preocupó tanto cuando me dijo todo aquello esa noche, Alice. ¿Cómo pudo creerse...toda esa mierda y ahora venir aquí y...?

- Cielo, calmate. Además si no quieres no tienes por qué verle.

- Alice quiero irme de aquí – dije levantandome de la camilla.

- Hey, hey espera. Tenemos que hablar con los médicos para ver si te puedes ir.

En ese momento entró Carlisle y Edward se quedó en la puerta. Nuestras miradas se encontraron por unos segundos, creí perderme en el verde de sus ojos...

- Bella – me despertó Carlisle – Puedes irte a casa, pero...convendría que te quedaras acompañada...si quieres venir a casa nosotros...

- ¡No! Carlisle, no creo que sea buena idea.

- Carlisle, Jasper y yo nos podemos llevar a Bella este fin de semana con nosotros – dijo Alice.

- Vale, así me podré pasar a ver como está. Te parece bien, ¿cielo? - me preguntó.

- Sí, está bien...

Alice me ayudó a terminar de vestirme y me cogió por la cintura para salir de la habitación. Fuera estaban Jake, Leah y Jazz y un poco más apartado estaba Edward. Miraba a Jake con cara de odio, solo esperaba que no hubieran formado un numerito en el hospital. Hasta que miró en mi dirección.

Su vista fue de mis ojos a mi vientre. Me miró con una mezcla de preocupación y dolor que me partió el alma. Por dios, ¿que hacía aquí todavía? Él me había dejado tirada, ¿no? A qué venía, ¿a recoger los trozos?

Se abalanzaron a abrazarme todos menos él. Estaba apoyado en la pared con las manos en los bolsillos y tenía la cabeza agachada.

Después de unos minutos de preguntas y maldiciones hacia James nos encaminamos a la salida. Pasé por al lado de Edward y su fragancia de pronto me impactó en la cara. Ah, su olor, no pude evitar cerrar los ojos. Cuando los abrí me estaba mirando, hizo un ademán de hablarme, pero se calló.

Cuando me quise dar cuenta me estaban metiendo en el porsche de Alice en el asiento trasero dirección Forks.

Pasé el fin de semana en casa de Alice. Me cuidaron y me mimaron todo el tiempo y yo me dejé hacer. Los hechos pasados me había trastocado realmente. El nuevo ataque de James, ver de nuevo a Edward...

Me sorprendió que mi padre llamara a Alice, al parecer se había enterado de lo ocurrido y quiso preocuparse, pero no lo suficiente para querer hablar conmigo. Llevaba ya casi dos meses sin hablar con mi padre. Y sin verle.

Por otro lado el teléfono de Jazz sonaba constantemente. Cuando no era Rose era Emmet, también se habían enterado, y cuando no era Esme. Otras veces no quería decirme quien llamaba. ¿Sería Edward? No. Ya hizo el esfuerzo de ir al hospital, ¿para qué preocuparse más por, según él, la ex-novia preñada que le había puesto los cuernos?

El fin de semana pasó y volví a mi pseudo-hogar con mi rutina. Ya me habían traído la cuna que me compró Alice y tenía toda la ropita del bebe guardada en la coqueta. No hacía más que sobarme la barriga todo el día, ¿cuando empezará a moverse? Quería sentirle ya. Que fuera un hecho. Todas las noches miraba, antes de intentar dormir, la última ecografía de mi bebe. Me gustaría que fuese niño...y que se pareciera a su padre...

Ya era hora de hacer uso de los billetes de avión que me habían regalado mis amigos.

Pasaría un fin de semana en Phoenix con mi madre y su marido. Serviría para evadirme un poco. Ni que decir que mi madre no sabía lo que había ocurrido hace apenas una semana. No sabía lo de James ni lo iba a saber. Como así tampoco sabía en profundidad lo ocurrido con mi padre. La versión para ella es que yo había decidido independizarme. ¡Ja! De mi relación con Edward...ella tenía entendido que estabamos pasando por un mal momento. ¡Ja de nuevo! No tenía ni idea de que me había dejado por unos supuestos cuernos. ¡Cada vez que lo pienso me pongo enferma!

Al llegar allí mi madre lloró y lloró al ver mi diminuta barriga. Que si tienes que comer más, que si tienes que beber mucha leche, que si te tienes que dar no sé qué crema...No llevaba en tierra ni dos horas y ya tenía la cabeza como un bombo. Pasé un buen fin de semana si no hubiera sido por el calor y la sequedad del ambiente.

Mi madre compró una infinidad de trajecitos para su nieto. Cada vez me recordaba más a Alice. No paró de darme consejos y recomendaciones en los días que estuve allí. Mi madre no es que se tomara muy bien que me quedara embarazada tan pronto, pero se la notaba que poco a poco se estaba ilusionando.

Insistió en que me quedara unos días más con ellos, pero no podía, el trabajo me llamaba.

Me supo mal no poder ver a Nath y Peter. Al parecer estaban en un viaje en el Caribe, entrenándose para la luna de miel, palabras textuales de mi madre. Me hubiera gustado mucho poder estar con ellos.

Cuando volví a mi mini-piso y coloqué la ropita que mi madre me había comprado y noté que la foto en la que yo estaba abrazada con Edward estaba en un lugar distinto al que yo la había colocado, ¿o serán imaginaciones mías? Tanto calor, no me extraña.

Decidí echarme una siesta, así que me eché en la cama y me abracé a mi almohada. Creo que soñé con Edward porque juro que hasta podía oler su fragancia.

Mediados de agosto y cinco meses de embarazo. Era un hecho, mi barriga ya había echo acto de presencia y no podía vestirme con mi ropa normal, así que estrené uno de los vestidos que me regaló Alice. Escogí el más ligero y lo combiné con unos leggins. En fin, no podía ponerme otra cosa. Aunque aquí siempre estaba nublado el clima estaba templado, lo justo para agobiarme.

Hoy tenía que ir al hospital a hacerme una ecografía y me acompañaría Alice. Se lo debía. Así que estaba de los nervios. Hoy me dirían si era niño o niña. Cuanto me gustaría que Edward estuviera conmigo ahora. ¿Él que preferiría?

Fui en mi coche hasta Forks, aunque todos me regañaran por hacerlo. ¿Qué tenía de malo conducir estando embarazada? Además yo respetaba los límites de velocidad, no como otros, y hasta que la tripa no me deje girar el volante yo seguiré conduciendo, pensé.

Una vez en casa de Alice cambiamos a su coche y fuimos rumbo al hospital.

Allí me hicieron la misma operación de siempre. Carlisle me puso el gel congelado y transparente y empezó a pasar el ecógrafo por mi tripa.

- Aquí está mi pequeño – sonrió – Ya notarás las patadas, ¿no?

- Oh sí, sobre todo por las noches – reí. Recuerdo la primera vez que sentí a mi bebe. Parecía que me estaba corriendo un bichito por la tripa. De eso hace ya un par de semanas.

- Vale...pues se ve el sexo – dijo Carlisle con una sonrisa de satisfacción.

- ¿Si? ¿Y qué es? - dijo Alice dando saltitos.

- Quieres saberlo, ¿no? - me preguntó.

- Sí, por favor – sonreí.

- Es un niño.

- ¡Oh, yo quería que fuera niña! - dijo Alice – ¡No podré hacerle coletitas y ponerle vestidos!

Carlisle y yo nos reímos ante el comentario de mi amiga.

Yo estaba contenta, quería niño. Bueno, ante todo quería que estuviera sano. Mmm, en ese momento me dio un antojo, zumo de piña y un tortel de crema. Así que tras limpiarme rápidamente fuimos a la cafetería del hospital.

Me sentí en el cielo cuando me llevé el bollo a la boca. De verdad me supo a gloria, Alice no hacía más que reirse. Me decía que si seguía comiendo bollos el niño nacería con cabello de ángel en la cabeza. Mientras que no me saliera con el antojo de un bollo en la frente...

El móvil de Alice sonó.

- ¿Sí? - por la cara que puso era Jazz, pero su cara pasó de la alegría al desconcierto – Estoy con Bella en el hospital. ¿Qué ocurre, Jazz? Calmate – ahí empecé a asustarme – ¿Qué dices? - su cara mostraba horror – No puede ser – me enderecé en mi silla – ¿Pero cómo está? - por Dios Alice, dime algo, pensé – Entiendo – me miró – No te preocupes, no nos moveremos de aquí. Ahora te veo.

- Alice, ¿qué pasa? - las lágrimas se agolpaban en los ojos de mi amiga – ¡Alice! ¡Habla ya!

- Bella...- ahora si empezó a llorar.

- Alice dime...

- Edward – sollozó. ¿Edward? ¿Qué le pasaba a Edward?

- ¿¡Qué! - chillé.

- Ha tenido un accidente con el coche, viene de camino en una ambulacia – no puede ser, pensé. Edward no. Mi Edward no. A él no podía pasarle nada.

- Alice, ¿qué tiene? ¿Como está? - dije llorando.

- Está...no sé Bella, tienen que mirarle, están al llegar – dijo mientras andabamos por los pasillos de urgencias – Bella.

- Qué – dije llorando.

- No iba solo. Iba con Tanya.

Terminé de derrumbarme. Cerré los ojos y dejé que mis propias lágrimas me ahogaran.

Justo cuando llegábamos a la sala de espera, por urgencias pasaron rápidamente dos camillas, no pude distinguir cual de las dos llevaba a Edward.

¿Qué tenía? ¿Se pondría bien? ¡Él nunca había tenido ningún problema con el coche! Aún cuando conducía como un loco. Él controlaba al volante.

Al rato vino Jazz con cara de preocupación, llamó a Alice y hablaron durante unos segundos en privado. Alice volvió a llorar. Algo me ocultaban. ¡Demonios! ¿Por qué no me decían lo que pasaba?

A Edward no le podía pasar nada. Él tenía que estar bien. Si algo le pasara a Edward yo...yo no creía que pudiera resistirlo. Una cosa es que no me permitiera estar a su lado y otra...no quería ni pensarlo. Pero algo pasaba. Algo muy malo y que no me querían decir.

- Jazz, por favor dime algo. Dime que se va a poner bien – lloré.

- Bella, por favor, no te alteres, lo último que queremos es que tu también te enfermes – dijo Jasper.

- Solo dime que pasa, Jazz.

- Todavía no sabemos, solo se que se ha dado un golpe muy fuerte en la cabeza.

Lloré más fuerte aún. No me importaba nada. No me importaba si estaba con Tanya. No me importaba si seguía creyendo que le engañé. Solo quería que se pusiera bien.

Llegó Esme llorando y se abrazó a mi. Ella sabía cuanto amaba a su hijo, nuestro dolor era compartido. Jazz llamó a Rose y Emmet, en unas horas estarían aquí. Todo apuntaba a que pasaba algo malo. Yo solo quería saber...

Las horas pasaban y, tras varios intentos por parte de todos de que me fuera a descansar, conseguí quedarme a la espera de noticias. Noticias que nunca llegaban.

Llamaron a los familiares de Tanya. Se levantó una pareja que estaba en la otra punta de la sala de espera y se fue con el médico que les había llamado. Realmente no me importaba lo que le pasase a Tanya, suena cruel, lo sé, aunque tampoco quería que le pasara nada malo. Simplemente tenía mi corazón y mi cabeza en lo que le ocurría a Edward. Todo lo demás me daba igual. Me daba incluso igual si después de esto seguía apartandome de su vida. Lo único que quería es que saliera adelante. Que estuviera bien.

No se si pasaron minutos u horas, yo seguía derrumbada en la silla de la sala de espera sin noticias. ¿Por qué tardaban tanto? Debieron de pasar horas porque Rose y Emmet llegaron al hospital. Me abrazaron en cuanto me vieron. Yo no me podía mover, simplemente me dejaba hacer.

Todos los intentos que hicieron porque me fuera a descansar un rato fueron en vano. Me negaba a separarme de allí sin noticias de Edward.

Lo que me pareció un siglo después pudimos ver a Carlisle que llegaba abatido a la sala de espera.

- Por favor, cariño, ¿dime que está bien? ¿Por qué habeis tardado tanto? - gritó Esme – Puedo verle?

- A ver...se ha fracturado dos costillas y una de ellas le ha perforado el pulmón derecho, le han tenido que operar. De momento está estable. Tiene diversos cortes y contusiones...una de ellas bastante grave en la cabeza...

- ¿Pero se va a poner bien? Quiero verle – lloró Rose.

- Hija...no le podeis ver aún...está en el post operatorio...

- Papá – dijo Jazz con los ojos enrojecidos – ¿Qué más ocurre? Sé que algo nos ocultas, tu cara lo refleja.

- Chicos...- resopló abatido – Edward está en coma.
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Mensaje por Qamiila Quinteros 18/7/2012, 1:32 pm

CAPITULO 48 DESCUBRIENDO LA VERDAD

Después del encuentro con Bella se me quitaron las pocas ganas que tenía de hacer cosas. Verla ahí, en esa camilla tan indefensa y desvalida me había afectado más de lo que deberí única buena noticia que había recibido es que James, nada más salir del hospital – por un golpe el la cabeza por parte de Jacob – había sido detenido por la policía de Port Angeles. Como ya tenía una denuncia por parte de Bella esta vez si que se le caería el pelo e iría de cabeza a la cárcel, por obsesivo y por cabrón.

De todos modos, aunque esa noticia me animó un poco, no tenía la moral muy alta. Ese fin de semana me encerré en mi cuarto, como iba siendo costumbre cuando no me quedaba otro remedio que quedarme en casa, y me entretuve escuchando música y leyendo libros. Me estaba quedando ligeramente dormido cuando sonó la puerta de mi cuarto.

- Soy yo, ¿puedo pasar? - dijo Jasper desde el otro lado de mi puerta.

- Sí – murmuré.

- Vaya...veo que esto ya no parece una pocilga – dijo mirando a todos lados - ¿Tienes algo que hacer ahora?

- No se...déjame comprobar mi agenda – dije de manera irónica.

- Pues entonces vístete, me gustaría que me acompañaras a ver un sitio.

- ¿Qué sitio?

- Vamos, Edward...hazme este favor...Sólo nos llevará un par de horas...

No se por qué le hice caso, pero a regañadientes me vestí y me arreglé. Nos montamos en el coche de Alice – mi hermano casi se había apoderado de él – y condujo hasta el desvío de Port Angeles. Fruncí el ceño.

- ¿A Port Angeles? - le pregunté a mi hermano.

- Sí – dijo con una extraña sonrisa en los labios.

No quise preguntar más, me limité a relajarme – o a intentarlo - lo que quedaba de viaje. Cuando llegamos a la ciudad, Jasper se metió en el centro y callejeó con el coche hasta el centro comercial. Estaba a punto de preguntarle si me había traído de malditas compras cuando aparcó frente a un edificio.

- Ya hemos llegado.

Bajé del coche un poco mosqueado. ¿A dónde me había traído? La entrada del edificio estaba un poco desvencijada y tenía varios desconchones en el techo. Subió las escaleras hasta el primer piso y se paró delante de una puerta antigua y algo abombada por los años. Último modelo en seguridad, notese el sarcasmo. Sacó un juego de llaves y abrió.

¿Qué era todo esto? Esa casa era mínima, era tan pequeña que parecía una caja de cerillas. El salón tenía un sofá de dos plazas, una mesa con una tele pequeña...y una cocina incrustada en una de las esquinas. En las paredes había incipientes manchas de humedad aunque todo estaba recogido y muy limpio. Miré a mi hermano.

- ¿Puedes ver el resto de la casa, por favor?

- No me digas que Alice y tu os vais a mudar aquí...

- Me gustaría que vieras las condiciones del piso...- dijo ignorándome por completo. ¿Qué pasa? ¿Acaso quería meterse a agente inmobiliario o qué?

Me adentré en el cuarto de baño. Era muy pequeño, había más espacio dentro de la ducha que en todo el baño...y las mismas manchas de humedad en el techo. Quedaba una puerta más que estaba cerrada. Yo no entendía nada. No sabía por qué demonios me había traído mi hermano hasta este cuchitril...hasta que abrí la puerta. Era una habitación de tamaño medio con una cama de matrimonio y...una cuna. Miré extrañado a Jasper que se metió conmigo en el cuarto. Cabeceó en una dirección. Encima de la cómoda había una foto de Bella y yo...Fruncí el ceño, ahora si que no entendía nada.

- ¿Qué es todo esto, Jasper?

- Este es el famoso hogar de Bella, Edward – juro que la mandíbula me llegó al suelo - Nunca fue a la reserva a vivir...te has montado una película tu solito...

- Pero...no entiendo nada...¿Entonces por qué se fue Bella de su casa?

- Porque Charlie la echó cuando le dijo que estaba embarazada...- abrí los ojos como platos – Ella no se marchó por gusto, Edward...no sé quien te ha metido la idea en la cabeza de que Bella vivía con Jacob.

Me giré para que mi hermano no me viera la cara de gilipollas que tenía en estos momentos. La idea había nacido de mi cabeza, pero Tanya también puso mucho de su parte...Miré la cuna blanca; sus sábanas y el edredón blanco estaba perfectamente colocados. Pasé los dedos por la fina madera, era lo único que había de calidad en toda esa casa de mierda. Abrí los cajones y vi que estaban repletos de ropita de bebé pequeña. ¿Bella vivía en estas condiciones? Lo que no podía entender era por qué Jacob no se hacía cargo de su bebé...Cogí el marco de la foto en la que salíamos juntos y suspiré. Había sido tan feliz con ella...

- ¿Dónde está ahora?

- Está visitando a su madre – asentí mientras dejaba la foto en uno de los muebles.

Me acerqué a la cama, cogí la almohada y aspiré su conocido olor a fresas. Dios mío, la echaba tanto de menos...

- En serio, Edd...creo que deberías de hablar con ella...y con Tanya. Esa tía te la ha jugado y lo seguirá haciendo mientras no pongas remedio.

De vuelta en el coche me sumí en mis pensamientos. Ver la casa donde vivía Bella me había trastocado toda mi forma de pensar. No podía concebir que Bella, estando embarazada, estuviera sola en ese apestoso piso, ¿Y si se ponía mala por la noche? ¿Y si más adelante se ponía de parto estando ella sola? ¿Por qué demonios no vivía con Jacob? ¿Y si Tanya no había dicho la verdad? "Yo misma los vi besarse", me dijo cuando me enseñó las malditas fotos...Esto se iba a aclarar. Iba a hacer caso a mis hermanos y a mis padres de una vez por todas y hablaría con Tanya. Era hora de aclarar ciertos puntos de la historia...

La llamé para quedar con ella en la cafetería de Harry; mejor hacer esto en un sitio público por si me montaba un numerito de los suyos. Miré el reloj, tan ansioso estaba que había llegado un rato antes a la cita. Esperé apoyado en mi volvo hasta que vi una moto bastante potente aparcar cerca de mi. Me sorprendí cuando vi al piloto quitarse el casco. Era una chica, pero no una chica cualquiera. Era la chica que el otro día acompañaba a Jacob en el hospital. Cuando me vio se enganchó el casco en el codo y andó hacia mi con determinación y con una cara de pocos amigos...bueno, de ningún amigo...

- Cullen, tengo que hablar contigo...- fruncí el ceño.

- ¿Y tu eres...? - sonrió.

- Yo soy la prometida de Jacob.

¿La...prometida de Jacob? Los engranajes de mi mente empezaron a moverse, podía jurar que casi se oían...En mi mente hice un pequeño resumen...Bella nunca había ido a vivir a la reserva, ahora se me presenta una chica que yo creía que era familiar del pecho lobo y resulta que es...su futura mujer. El por qué todos me insistían en que hablara con Bella...

- Te estoy oyendo pensar, Cullen – dijo la chica – Soy Leah – me tendió la mano, como un autómata la saludé – Me he cansado de esta situación, ¿sabes? Ya que tu no te dignas a dar el paso para hablar con Bella...yo te voy a dar un empujoncito.

- ¿De qué me estás hablando? - dije aún alucinado.

- Mira, quería haber hablado contigo antes, pero no tenía pruebas suficientes para demostrarte que todo lo que te habían contado era mentira – la miré sin entender – La pelirroja – dijo con desprecio – Te enseñó unas supuestas fotos en las que mi novio y Bella se besaban, ¿no? - asentí – Pues yo te traigo más fotos de esa noche.

Sacó el móvil de su bolsillo y buscó una carpeta de fotos. Me pasó el móvil y me animó con la mirada a echar un vistazo. En las fotos se veía una gran fiesta, de noche...las fogatas estaban ardiendo y la comida en las mesas, los chicos peleando con comida, riendo y jugando...hasta que llegué a una foto en la que estaban Jacob y Bella abrazándose...con Leah al lado. Eran las mismas fotos que yo había visto pero desde otra perspectiva diferente. En las siguientes fotos, tras la despedida de Bella, había un par de la pareja besándose en la boca con un montón de chicos riendo a su alrededor. La miré con la boca tan abierta como un buzón.

- Y ahí acaba todo el rollo entre mi prometido y Bella...¿Cómo pudiste dejar que todo se fuera a la mierda por un cotilleo infundado? Jake y Bella son como hermanos...¡hermanos!

- Yo...bueno, no se...vi las fotos y...

- Y eres un cabeza hueca y un poco gilipollas...- la miré con una ceja alzada - Tenías que haber confiado más en la que era tu novia. Intentó explicartelo cuando no tenía nada que explicar porque era inconcebible que estuviera con otro que no fueras tu. Deberías de haber creído en ella incondicionalmente. Esa chica te ama...Dios, aún después de todo lo que ha pasado está enamorada de ti...Yo te hubiera dado una patada en los huevos – murmuró.

- Dios mío – susurré.

- Sí, Oh Dios mío...y por si te quedan dudas...Bella ya estaba embarazada de ti cuando acudió a nuestra fiesta...

¿Que Bella ya estaba embarazada cuando fue a esa fiesta? Pero si siempre nos habíamos cuidado, siempre habíamos usado preservativo y...eché cuentas y recordé la maravillosa tarde que pasamos en los vestuarios...ese día se me fue la cabeza y...

- Por el ligero color de tus mejillas veo que acabas de caer en la cuenta de algo – la chica me sonrió – Yo que tu intentaría acercarme a Bella antes de que sea demasiado tarde. Va a tener un hijo tuyo...no sigas cagándola, ¿de acuerdo? - se puso el casco y se fue hasta su moto sin despedirse.

Cielo santo...Sí. La había cagado. Había metido la pata hasta el fondo por culpa de Tanya...iba...iba a tener un bebé con Bella...mi bebé...Un montón de sentimientos se cruzaron en mi pecho. Primero rabia por ser tan imbecil de caer en la trampa de Tanya que ahora se me antojaba simple y sin fundamentos. Segundo, dolor por haber dejado sola a Bella cuando más me necesitaba...y tercero alegría de saber que ese niño que crecía dentro de ella era mío.

Fui a meterme en el coche para ir hasta Port Angeles a buscar a Bella cuando vi a Tanya. Casi se me había olvidado que había quedado con ella. Cuando vi su sonrisa socarrona me dieron ganas de romper algo. Su cuello, por ejemplo.

- Hola, Eddie.

- Eres una maldita mentirosa, Tanya – espeté.

- ¿De qué demonios me estás hablando? - dijo con el ceño fruncido.

- Tu...tu me enseñaste las fotos de Bella...dijiste que los viste besándose...eres una puta mentirosa...

- No me insultes – dijo con voz gélida - Tu mismo viste las fotos – dijo cháscando la lengua - ¿Por qué coño sacas de nuevo este tema? Pensaba que ya la habías olvidado...

- Eso es imposible, Tanya. Voy a tener un hijo con ella...Por tu culpa he estado separado de ella, la he hecho daño...Manipulaste las fotos de manera que pareciera lo que no era...No se cómo me pude fiar de alguien como tu...

- Bueno...tu podías haberte creído a tu novia y no lo hiciste...quizás no confiabas en ella...yo de eso no tengo la culpa...- mi corazón se estrujó por el dolor que me causaron sus palabras. Ella tenía razón en ese punto.

- Estás enferma, Tanya...

- ¿Qué vas a hacer? ¿Ir tras ella como el perro faldero que eres? - dijo con rabia. Ni siquiera me molesté en girarme hacía ella. No malgastaría mi tiempo en ese intento de persona.

Me di la vuelta y me metí en el asiento de mi coche. Tenía que ir a ver a Bella, tenía que rogar porque me perdonara, me arrodillaría ante ella y la suplicaría si eso fuera necesario...Estaba metiendo las marchas para acelerar cuando, sin saber cómo, Tanya se metió en el asiento del copiloto y de un codazo me apartó del volante. ¿Pero qué...? ¿Cómo se había metido dentro con el coche casi en marcha? Dimos un volantazo en medio de la carretera secundaria que iba hasta Port Angeles.

- ¿Qué demonios haces? ¡Estás loca! Voy a parar y te vas a bajar de mi coche...- dije con un ojo en ella y otro en la carretera mientras tanteaba el pedal del freno.

- Ni hablar...Edward, he luchado mucho por ti...¡No voy a dejar que una niñata se lleve lo que es mío! - dio otro volantazo mientras yo intentaba frenar, aunque metió su pierna de por medio. Se me estaba haciendo imposible controlar el coche.

- ¿Te estás oyendo? Estás enferma...yo nunca fui tuyo, Tanya...¡Deja que pare el puto coche! – la grité.

- ¡No! Si no estás conmigo no estás con nadie – susurró.

Entoncés pisó con fuerza el pedal del acelerador. La miré con los ojos desorbitados. Tanya estaba loca, estaba ida con la mirada fija en la carretera aunque con una extraña sonrisa en los labios.

- Deja que pare...por favor... – susurré.

- ¡Ni en sueños, cariño!

No se exactamente cuanto tiempo estuvimos de esa manera. Yo intentaba de todas las formas posibles pisar el pedal del freno, aunque las piernas de Tanya me lo impedían. Además, tenía sujeto el volante con una fuerza sobrenatural...y lo peor de todo es que se aproximaba una curva, pero ella no giraba el volante. A pocos metros, justo al pie de la carretera junto al arcén, había una hilera de árboles...no paraba y cada vez estaban más cerca...más cerca...No, no, no...tenía intención de que chocáramos. ¿Era capaz de provocar un accidente? ¿Hasta ese punto llegaba su retorcida y podrida mente?

- ¡Tanya, para joder! - grité.

Apenas me dio tiempo de taparme la cara con las manos, como si eso me fuera a salvar del golpe seguro...y el coche al fin chocó.
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La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado - Página 2 Empty Re: La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado

Mensaje por Qamiila Quinteros 18/7/2012, 1:35 pm

CAPITULO 49 NO ME HAGAS ESTO, EDWARD

En...coma...No, no, no...No podía ser. Edward no podía estar en coma. Él tenía que estar bien.

- Carlisle – dije caminando hacia él – ¿cuando despertará? Se va a poner bien, ¿verdad?

- Bella...¿por qué no vas a casa a descansar? Llevas muchas horas aquí y...

- Por favor – le rogué – Dime que se va a poner bien – sollocé.

- Hija...no sabemos cuando despertará...aunque el golpe ha sido fuerte creemos que no hay daño cerebral, tenemos que hacerle aún algunas pruebas...- fue a decir algo pero se calló.

- ¿Qué pasa, Carlisle? - preguntó Alice. Yo no podía hablar porque estaba llorando en brazos de Emmet.

- Necesitamos sangre para Edward, ha tenido una hemorragia importante durante la operación...En el hospital ya no disponemos del tipo de sangre de Edward...durante la operación ha tenido una pequeña hemorragia y hemos acabado con las unidades que teníamos donadas...Por desgracia ni Esme ni mis hijos tienen la misma sangre y yo tampoco. Edward tiene AB negativo, sangre compuesta. Mis hijos y Esme tienen A negativo y yo B negativo. Nuestra sangre no le sirve – en ese momento dejé de llorar, Edward y yo teníamos la misma sangre.

- Carlisle, mi sangre – dije con la respiración cortada por el llanto – Yo...soy AB negativo. Mi sangre sirve – estaría dispuesta a dar lo que fuera necesario si Edward salía adelante.

- Bella, tu no puedes donar sangre, estas embarazada. Te debilitarías tu y por tanto el bebé.

- Mi sangre tampoco sirve, soy B positivo – dijo Alice preocupada.

- La mía tampoco, Carlisle – dijo Emmet mientras volvía a abrazarme.

- ¿Qué pasará si no encontramos sangre para Edward? - lloré – Por favor, que no le pase nada...- susurré contra el pecho de mi amigo.

- Bella, ha perdido mucha sangre y está muy débil...pero haré lo que sea por encontrar sangre para mi hijo.

Volví a derrumbarme esta vez en brazos de Rosalie. Ambas lloramos juntas. ¿Qué le pasaba al destino conmigo? ¿Qué mal había hecho yo en la vida para que me pagara de esta forma?

- Carlisle – dijo una voz muy familiar – Creo que mi sangre servirá.

Alcé la cara aún sin creermelo. Era Jacob, el gesto de su cara estaba tenso, sus labios formaban una linea recta...y no venía solo. Detrás de él iba mi padre y su ayudante. Eso si que no me lo esperaba.

- Jacob, Charlie – saludó Carlisle – Jacob, hijo dime que eres AB negativo – suplicó Carlisle.

- Sí, doctor. Quiero ayudar a Edward – dijo mirándome a mí.

Yo lo único que pude hacer fue abalanzarme sobre él para abrazarle fuertemente. Le abracé con tanta fuerza que casi le ahogo. Sin duda este favor me le estaba haciendo casi más a mi que a Edward...No viviría vidas suficientes para agradecerle este gesto.

- Doctor Cullen – llamó mi padre – sabemos que no es un buen momento, pero necesitamos saber los daños causados en el accidente para empezar a trabajar con la brigada de accidentes. El accidente fue en un tramo recto y con visibilidad óptima, hay que investigar las causas del accidente – y me miró durante unos segundos para después volver a ignorarme. Intenté por todos los medio que ese desprecio no me afectara...ya tenía que lidiar con demasiadas cosas en este momento.

- Claro, Charlie, ven conmigo. Jake, ven tu también, te sacaremos sangre. Y Bella, por favor, vete a casa, descansa un poco...hasta dentro de tres horas no podreís pasar a verle. Hazlo por mi nieto – mi padre agachó la cabeza al oír el comentario y se miró los pies como si fuera algo interesantisimo.

- Pero...

- Bella, por favor...- me rogó Carlisle.

Me rendí. No tençia fuerzas para negarme o para discutir, así que dejé que Alice y Rose me llevaran a casa de mi amiga para darme una ducha y descansar un poco. Era cerca de la una de la madrugada y estaba realmente cansada.

Cuando terminé de ducharme Alice me prestó la ropa más holgada que tenía, aunque inevitablemente se ceñía a mi incipiente barriga. Cuando bajé al salón mis amigas me esperaban con un café y un plato de galletas. No tenía hambre.

- Gracias chicas, pero no tengo hambre – les dije mientras me derrumbaba en una de las sillas de la cocina y apartaba el plato.

- Bella, debes de comer...no puedes caer enferma tu también, piensa en tu bebe – me regañó Rose. Al oír bebe algo en la cabeza me hizo clic. Tomé el vaso y una galleta que mastiqué hasta el cansancio.

Ambas me miraban mientras comía. Me dolían los ojos de tanto llorar y la cabeza de tanto pensar. Edward no podía estar en coma. No. Empecé a llorar de nuevo.

- Bella – me abrazó Rose. Por el rabillo del ojo vi que Alice también lloraba – Por favor, cálmate...mi hermano se pondrá bien...Ya lo verás...Con la sangre de Jake se va a recuperar muy pronto – me acunó como si fuera una niña pequeña.

- Es lo único que quiero...

- Debes calmarte, hazlo por mi sobrino – dijo tocandome la tripa – ¡Qué redondita está tu barriga! - hizo un intento por hacerme sonreir y lo consiguió levemente – ¿Ya...se sabe lo que es?

- Es...es un niño – Rose ensanchó su sonrisa.

- ¿Ya tienes algún nombre pensado?

- Yo...yo quiero que se llame Edward, como su padre...- volví a llorar.

No me acuerdo de en qué momento me quedé dormida ni de qué iba la pesadilla que estaba teniendo. Sólo sé que miré el reloj y marcaba las cinco de la mañana y que dormir me había sentado como una pataba en el trasero. Me levanté tan rápido como pude del sillón donde me había quedado dormida y fui a la cocina. Rose ya estaba levantada y a juzgar por sus ojeras tampoco había dormido bien.

- Rose, quiero ir al hospital...

- Sí, yo también, Alice se está duchando para despejarse, en cuanto acabe nos vamos...no he podido dormir nada - murmuró.

Media hora después estabamos de camino al hospital. Allí seguía Esme, su precioso rostro estaba rojo por le llanto y cubierto por un manto de lágrimas silenciosas. Emmet estaba sentado con un café frío entre sus manos y Jasper paseaba intranquilamente por el pasillo. Todos estaban sumidos en un incómodo silencio.

- Jazz, ¿podemos pasar a verle ya? - preguntó Alice.

- Mi padre ha dicho que en cuanto termine la transfusión podremos pasar. Le han tenido que poner varias bolsas...

Ya no había rastro de mi padre. En el fondo agradecía no volver a verlo en esta circunstacia, no podría lidiar con ello ahora. También agradecía el gesto de Jake. Edward no le caía bien, fue muy noble por su parte donarle su sangre, aunque creo que Edward hubiera hecho lo mismo si hubiera sido al revés.

Apareció un demacrado Carlisle por el pasillo. Nos indicó que ya podíamos ver a Edward. Después de caminar por pasillos interminables todos juntos llegamos a la UCI. Dejé que pasaran primero sus hermanos y su madre. Salieron hechos un mar de lágrimas, ¿tan mal estaba? Me empecé a poner nerviosa. No sabía qué me esperaba dentro de esa habitación.

- Bella, creo que preferirás estar a solas con él – dijo Carlisle y yo asentí.

La última vez que había visto a Edward había sido el día del ataque de James. Verdaderamenre no me había parado a pensar cómo me le iba a encontrar, pero o que vi en la habitación me dejó sin palabras.

Parecía que estaba dormido, el gesto de su cara estaba totalmente relajado y sin un ápice de dolor debido a los calmantes y a su estado de incosciencia. Tenía un vendaje que le cubría casi toda la cabeza y varios cortes y moratones en la cara. Tenía un brazo escayolado y estaba conectado a varios aparatos que no dejaban de pitar y tenía varias vías y sueros pinchados por todo su cuerpo. Su pecho subía y bajaba ayudado por un respirador artificial conectado directamente en su boca.

Me acerqué temerosa hacia él. Quería tocarle y abrazarle pero eso no era posible. La piel expuesta de su cara y brazos estaba cubierta por cortes y moratones. No quería tocarle para no hacerle daño, aunque sabía que eso era prácticamente imposible debido a su estado.

No me di cuenta de que Carlisle entró.

- Creo que deberías hacerlo – me dijo. Le miré confusa – Tócale y hablale, Bella, le vendrá bien, además de seguro que te oirá.

- ¿Crees...crees que él puede sentirme? - asintió – Pues...Carlisle...no creo que el quisiera que yo hiciera eso...él aún debe odiarme...

- No digas eso, Bella. Habla con él, haz que te sienta, que él note que está aquí. Hay que estimularle para que despierte.

Volví mi vista hacia Edward y cuando volví para mirar a Carlisle, este ya había desaparecido.

¿En verdad querría Edward que yo le tocara? Temerosa acerqué mi mano a la suya y le acaricié. Dios, cuanto echaba de menos su piel contra la mía. Volví a notar la corriente atravesar mi mano, tal y como pasó la primera vez...parecía que habían pasado siglos desde que nuestras pieles se juntaron aquel día durante la clase de biología...Me atreví un poco más y entrelacé mis dedos con los suyos. Podía estar siempre así, piel con piel.

No pude evitar llorar. Tantas semanas sin poder acariciarle...y ahora tenía que ser bajo estado de coma.

- Edward – susurré – por favor, despierta...por favor...

Minutos después Emmet entró para sacarme. Tenía que descansar, pero yo no me quería ir de allí, quería seguir con Edward...A regañadientes y llorando me llevaron a la cafetería a que desayunara algo. Lo único que pude meter en el cuerpo sin que me dieran arcadas fue un zumo de naranja.

- Mamá, ve a descansar un rato, yo no me moveré de aquí – dijo Jazz acariciando la mejilla a Esme.

- Hijo...no quiero...- negó energicamente con la cabeza.

- Mamá, está estable...por favor, ve y descansa...- insistió Jasper.

- Esme, yo te llevo – dijo Emmet. Esme dudó, pero al fin aceptó la mano que le ofrecía su yerno.

Ambos salieron de la cafetería rumbo a la mansión Cullen. Después de volver a ver a Edward durante unos minutos, Carlisle nos obligó a irnos a casa y descansar. ¿Cuánto tiempo se alargaría este sufrimiento?

Mediados de agosto. Mi embarazo se encontraba en la semana 23, es decir cinco meses y medio aproximadamente. Edward llevaba dos semanas en coma. Su pulmón malherido funcionaba a pleno rendimiento, ya le habían quitado la respiración artificial con resultado satisfactorio...pero seguía en coma. Hacía dos días que me había apretado la mano mientras le visitaba. Carlisle me dijo que era buena señal, así que desde entonces pasaba horas y horas en su habitación a pesar de las regañinas de todos mis amigos por no descansar lo suficiente.

Tras ese pequeño aliciente no volvió a mostrar signos de que fuera a despertar. Yo ya no podía llorar más, mis ojos estaba secos y me escocían.

Ese día eran las once de la noche y seguía en el hospital, quería pasar todo el tiempo posible con Edward, ¿quien sabe si cuando despertase me iba a querer a su lado? Debía aprovechar ahora, por si luego volvía a echarme de su vida...si es que despierta, dijo una voz en mi cabeza.

Entré en la habitación cuando la enfermera terminó de cambiarle los sueros y los vendajes.

Estaba delgado, pero su rostro seguía siendo hermoso. La venda de su cabeza había desaparecido dejando al descubierto los restos de la fuerte contusión. El golpe debía de haber sido tremendo...Los cortes de su cara estaban sanando y los moratones poco a poco estaban desapareciendo. Su pelo alborotado le hacía parecer un ángel.

Me senté junto a él y tome su mano entre las mías. Acaricié sus largos dedos, su suave dorso de la mano...Me llevé la mano a la nariz e inhalé su fragancia mezclada con el olor del gel antiséptico que usaban en el hospital y luego la besé. Nada. No se movía ni un milímetro de su posición.

Empecé a sollozar, estaba empezando a desesperarme, ya eran dos semanas en coma, ¿cuanto tiempo más estará así? Sabía que había habido casos de gente que se ha tirado años en ese estado...No. Me negaba a creer en esa posibilidad. Simplemente no quería pensar en ello.

- Edward – sollocé – Por favor, despierta...por favor...no me hagas esto...tienes que despertar, tienes que conocer a tu hijo...

Llevaba días pensando en hacerlo, pero nunca me atrevía...Sobrepasé los límites que yo misma me había autoimpuesto y llevé su mano hacia mi vientre cada vez más abultado. La dejé ahí.

El pequeño Edward, como si supiera de quien era la mano, se movió.

Dos minutos después el holter empezó a pitar más rápido de lo normal y Edward comenzó a hiperventilar y a sacudirse en la cama.

Cuando me quise dar cuenta me encontraba fuera de la habitación en brazos de Esme. Todo había pasado tan rápido que no había enterado de nada. ¿Qué pasaba? ¿Esta Edward bien? Esme me llevó a la sala de espera para que no viera lo que hacían dentro de la habitación.

Minutos después, que a mi me parecieron horas, vino Carlisle con una media sonrisa en el rostro. Esme y yo nos pusimos de pié ansiosas por saber qué pasaba.

- Edward ha despertado.


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EN EL PRÓXIMO CAPITULO

Rápidamente me pusieron un gel sobre el pecho y...las placas de un desfibrilador...¿mi corazón se había parado? ¿acaso me estaba muriendo?

- ¡Carga a dos cientos! - oí a lo lejos mientras sentía unas ligeras presiones en mi pecho - ¡No reacciona! ¡Dos ciento cincuenta!

No...No podía morime ahora, no tendría sentido ahora que sabía la verdad, no podía morirme sin conocer a mi bebé...No entendía nada, me sentía extraño, no me dolía nada...y eso sin duda tenía que ser malo. Entonces cerré los ojos y me dejé llevar por la inconsciencia...



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Mensaje por Marie Valentine 20/7/2012, 1:41 am

¿sabes? AMO esta novela, tiemblo de los nervios y la emoción al leerla La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado - Página 2 329100 síguela porque... Porque es esplendida, esta bien escrita y todo pero tiene ese algo que... La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado - Página 2 240478 es genial.

¡Saludos! La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado - Página 2 676150
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Mensaje por Qamiila Quinteros 21/7/2012, 7:41 pm

CAPITULO 50 QUIERO DESPERTAR

Sabía que me había estrellado contra un árbol...creía que iba a sentir dolor por el tremendo golpe, pero no fue así. Tampoco sabía si se trataba o no de un sueño...pero era todo tan real...Sentí la bolsa del airbag chocarse contra mi piel y abrasar algunas zonas de mi cara cuando esta se reventó debido al golpe. La luna del coche rota en mil pedazos, astillas, cristales y acero retorcido por todos los lados. El sonido del acero al chocar contra la madera a más de ciento veinte kilómetros por hora era un sonido que no iba a olvidar en la vida...si es que salía airoso de esto.

Me debí de dar un golpe en la cabeza, ya que noté que por mi cara goteaba algo caliente...si, estaba herido ya que unas gotas de sangre cayeron sobre el plástico blanco del airbag que ahora reposaba desinflado sobre el volante. Vi mi propia mano derecha torcida en un ángulo antinatural, la muñeca estaba girada de manera que veía la palma de la mano sin necesidad de girarla y un gran hematoma cubría mi piel...aún así estiré el brazo para ver si Tanya seguía a mi lado. Sí, su cuerpo estaba a escasos centímetros del mío, flácido e inmóvil aunque no podía verla la cara. Pude darme cuenta de que ella no llevaba el cinturón de seguridad puesto, así que se había tragado la luna delantera por completo. Estaba inconsciente, si es que no le había pasado algo peor. Sólo quería comprobar que no había escapado. Por ella me encontraba atrapado en mi coche y no de camino a casa de Bella.

Entonces sentí que me sumí en un estado extraño de insconsciencia. A lo lejos oía las sirenas de las ambulancias, los reflejos rojos, azules y amarillos de las luces de emergencias...los gritos de mis salvadores. El coche debía de haber quedado destrozado por completo, ya que tardaron lo que a mi me pareció un siglo en sacarme. Cuando al fin metieron mi cuerpo magullado en la parte trasera de la ambulancia empecé a sentirme extraño. Era como si mis huesos no pertenecieran a mi cuerpo, como si mis articulaciones fueran de otra persona, quería reaccionar, avisar a los médicos de que no me encontraba bien, algo no iba bien...pero no podía. Sentí que rasgaban mi camisa con unas tijeras y que empezaban a ponerme pegatinas por el pecho y a conectarme a cables. Pude notar un leve pinchazo en el dorso de la mano izquierda...Dentro de este extraño estado en el que me encontraba sentí rabia, ¿Por qué Tanya había hecho esto? ¿Por qué había intentado privarme de la vida? Mis pensamientos fueron cortados cuando uno de los paratos a los que me habían conectado empezó a pitar como un loco.

Rápidamente me pusieron un gel sobre el pecho y...las placas de un desfibrilador...¿mi corazón se había parado? ¿acaso me estaba muriendo?

- ¡Carga a dos cientos! - oí a lo lejos mientras sentía unas ligeras presiones en mi pecho - ¡No reacciona! ¡Dos ciento cincuenta!

No...No podía morime ahora, no tendría sentido ahora que sabía la verdad, no podía morirme sin conocer a mi bebé...No entendía nada, me sentía extraño, no me dolía nada...y eso sin duda tenía que ser malo. El pitido fijo del aparato no dejaba de sonar...Entonces cerré los ojos y me dejé llevar por la inconsciencia...

Blanco. Todo era absolutamente blanco. La cama sobre la que me encontraba, la habitación en la que estaba...todo, incluso el paisaje que podía divisar a través de la ventana era blanco inmaculado. ¿Dónde estaba? Intenté hablar, pero no salía nada de mi boca por más que moviera mis labios ya que algo que tenía en la garganta me lo impedía. No veía qué era lo que podía tener en mi boca, pero definitivamente me impedía hablar. Noté que tampoco me podía mover cuando intenté toser. ¿Qué demonios era todo esto? ¿Qué me estaba pasando? ¿Acaso esto era el cielo? No, lo dudaba mucho. Aún en este extraño sitio en el que me encontraba era consciente de que no me había portado bien. Así que...no, definitivamente no podía estar en el cielo.

¿Cuánto tiempo llevaba aquí? ¿Horas? ¿Días? No podía calcular el paso del tiempo ya que nada en la habitacón se movía, el paisaje que veía a través de la ventana nunca cambiaba...Era como si yo mismo hubiera quedado suspendido en un lugar sin tiempo, sin cambios...A lo lejos de repente oí murmullos, quejidos e incluso algún lamento. Intenté mover las manos para llegar hasta aquellas voces, debían de estar cerca...pero nada. Era como si mi brazo pesara cien kilos y yo estaba muy débil para poder moverlo. Mi cerebro no captaba la orden que mi cuerpo le enviaba, no reaccionaba...

Había ratos en los que sentía que mi piel se humedecía, como si alguien pasara un paño húmedo o una toalla por mis brazos y mi cara, pero allí donde miraba solo podía ver paredes blancas. Era frustrante...lo sentía, pero no podía verlo ni tocarlo. Ya no sabía si era alguien de verdad o era cosa de mi imaginación, un sueño quizás. No me gustaba sentirme así. No me gustaba oir esos sollozos tan tristes sin saber de donde provenían. Quería irme de allí...tenía que irme de allí.

Un tiempo más tarde, que a mi me parecieron siglos, alguien o algo – ya que seguía viendo todo blanco - vino y me sacó algo de la garganta. Sentí como esa cosa salía lentamente de mi cuerpo dejando tras de si un pequeño alivio. Moví la lengua y paladeé varias veces intentando hablar, pero mi boca y mi garganta parecían estar cubierta enteramente de serrín. ¿Es que nadie me podía dar un poco de agua?

De nuevo más susurros conocidos, lamentos, alguien tocándome el pelo...y una delicada mano en torno a la mía. Oh, Dios...esa calidez, esa ternura infinita...Podría reconocer el tacto de esa pequeña mano incluso en este lugar, donde quiera que me encontrase. Era Bella, era mi Bella y estaba aquí conmigo. Aunque no podía verla la sentía...y eso era más que suficiente para mi. Aún en este extraño lugar me embargó una emoción enorme al saber que ella estaba conmigo aún después de portarme tan mal con ella. Quise decirla que se quedara conmigo, que no me gustaba estar solo en este sitio tan blanco. Que sabía toda la verdad y que necesitaba que perdonase...Como aún era incapaz de hablar apreté con fuerza su mano...pero después de ese esfuerzo me quedé exahusto, terriblemente cansado. Podía seguir notando su mano sobre la mía, yo quería que ella supiera que sabía que estaba ahí, que la sentía, pero no tenía fuerzas para demostrarselo. Me conformaba con seguir oyendo el susurro lejano de su dulce voz. El simple hecho de saber que ella estaba relativamente cerca me hacía sentir mucho más tranquilo.

- Edward – oí a lo lejos – Edward, por favor, por favor...despierta...no me hagas esto – sentí una cálida gota caer sobre el dorso de mi mano. ¿Estaba llorando? No...yo no quería que ella llorara más por mi... – Por favor...tienes que conocer a tu hijo...

Mi hijo. Dios mío, mi hijo...no podía seguir en este lugar, tenía que salir de esta habitación antes de que mi hijo naciera...tampoco sabía el tiempo exacto que llevaba aquí, el tiempo se me hacía eterno, tenía que intentar llegar hasta Bella...entonces mi mano se movió sola, sin esfuerzo, y se topó con algo cálido, redondo, suave...yo allí no veía nada sobre lo que pudiera estar mi mano, pero lo sentía. Desprendía un suave calor y...movimiento. Algo ligero me golpeó la mano, una sensación totalmente agradable y espectacular. Como la caricia de una pluma o el aleteo de una mariposa. Parpadeé varias veces – o al menos eso creí que hacía - en busca de lo que estaba tocando...como si fueran rápidos destellos vi de qué se trataba. Era la tripa de embarazada de Bella, mi mano estaba sobre su tripa y el golpe que había sentido era mi bebe...era totalmente impactante sentirle antes de nacer, una emoción inmensa me embargó...Hasta que de nuevo lo vi todo blanco.

No, no, no...Entonces un súbito ataque de terror me sobrevino. Sentí pánico por no poder sentir de nuevo esas sensaciones, así que intenté llenar mis pulmones de aire para gritar, pero seguía sin salir nada de mi garganta. Quise gritar, llorar, suplicar porque no me dejaran solo, porque alguien me ayudara a salir de este maldito lugar...pero era imposible, no podía...el silencio absoluto fue roto por un agudo pitido haciendo que mi corazón – o lo que quedaba de él – se sobresaltara. Miré a ambos lados, veía formas borrosas moverse rápidamente a mi alrededor...

- Está hiperventilando – oí una voz femenina pero no pude enfocar el cuerpo.

- Vamos, hijo - ¿esa era la voz de mi padre? - Despierta, por favor – me susurró mientras sentí que un líquido frío entraba en mis venas haciendo que sintiera hielo puro en mi cuerpo, aunque empecé a calmarme – Eso es, respira...despacio.

Sentí su mano sobre la mía. Sí, era mi padre...la habitación empezó a tomar forma y color. Gracias al cielo. Las paredes ahora eran azules y no blancas, desde la ventana podía ver la noche nublada, podía incluso reconocer ese olor caracteristico del desinfectante del hospital. Y podía ver los contornos de la cara de mi padre. Respiré hondo e intenté hablar pero aún no podía.

- Schh, schhh...calma, no fuerces la garganta. Has tenido un tuvo respiratorio durante muchos días. Hijo, ¿sientes dolor? Aprieta una vez mi mano si es que no y dos si es que si – apreté una vez – Bien, los calmantes están haciendo su efecto. Voy a comprobar tus pupilas – la luz de la linterna de mi padre me cegó por unos momentos – Bien, de momento está todo normal, aunque habrá que hacerte pruebas. Vamos a incorporarte un poquito.

Cada vez veía con más claridad. Un celador se acercó a mi cama y la acomodó hasta que quedé semisentado. Notaba alguna molestia en el lado derecho de mi abdomen, sin duda era el eco de lo que preveía un dolor con todas las letras, aunque si el pago por volver a estar consciente era el dolor...bienvenido era. Mi padre me miraba con una sonrisa cansada en los labios. Su perfecto rostro estaba tenso, aunque se le notaba aliviado. Estaba cansado, sus ojeras lo delataban...

- Ya era hora de que despertaras...- carraspeé.

- ¿Cuanto...- la garganta dolía – cuánto tiempo...?

- Dos semanas, Edward. Has estado dos semanas en coma – cerré los ojos con fuerza.

- Os...os oía...- mi padre se acercó a mi y me apretó la mano – Y os sentía...

- Te hemos echado de menos, hijo.

Minutos después, y tras varias pruebas de rutina en la habitación, me llevaron por un pasillo hasta otra sala para hacerme un escaner de la cabeza para ver si la contusión del accidente me había dejado algún tipo de secuelas. ¿No podían hacer esto un poco más tarde? Ahora lo que en verdad necesitaba era ver a Bella y esperar a que me perdonara por todo el daño que la había hecho...

Las pruebas se me hicieron interminables. Mi mente poco a poco estaba cada vez más despejada y mis sentidos más agudizados, aunque seguía sin estar al cien por cien, sobre todo me sentía cansado, muy cansado. Irónico si tenemos en cuenta que me había pasado dos semanas dormido. Aunque eso era relativo. Estaba un poco desubicado, pero mi padre me dijo que se me pasaría pronto. Me trasladaron en una camilla hasta otra habitación, esta vez de color verde. Nunca me había sentido tan contento de ver los colores y de sentir los olores...Me relajé sobre la almohada contento de que la cantidad industrial de calmantes que me estaban inyectando hicieran su efecto.

A los pocos minutos la puerta se abrió y entraron mis hermanos, mis amigos y mis padres aunque no había ni rastro de Bella. ¿Dónde estaba? ¿Se había ido? Sentí que el pánico acudía de nuevo a mi cuerpo, aunque lo intenté disimular al ver el rostro de dolor de mi madre. No me imaginaba lo mal que lo debía de haber pasado...

- Hijo – mi madre se abrazó a mi llorando – No sabes lo mal que lo he pasado.

- Estoy bien, mamá – susurré.

- Nos has dado un susto de muerte - me dijo Rosalie mientras me besaba las mejillas como una abuela a su nieto.

- Estábamos un poco cansados de que te hicieras el bello durmiente – bromeó Emmet. Jasper me miraba con los ojos aguados, hasta que se acercó a mi y me abrazó.

- Vaya, si llego a saber que me recibiriais así hubiera despertado antes – bromeé mientras me tumbaba de nuevo en la cama – Estoy muy cansado...

- Es normal – me explicó mi padre – Te tuvieron que operar por una perforación pulmonar...varias contusiones por todo el cuerpo, arañazos...te tuvimos que poner varias transfusiones de sangre...gracias a Jacob Black – abrí mucho los ojos.

- ¿Qué?

- Que el pecho lobo, como tu le llamas...te donó su sangre...estabas jodidillo y el te salvó el culo – dijo Emmet con una sonrisa.

- Dios mío...me he comportado como un gilipollas – susurré - ¿Bella...?

- Está fuera esperando – dijo mi madre con una sonrisa.

- Entonces es verdad, ¿no? ¿Era real cuando la oía?

- Si, hijo...venía la primera y se iba casi la última...a ver si ahora entra en razón y descansa un poco que lo necesita...

- Lo se todo, mamá – murmuré – Lo se todo...Ella...¿está bien? ¿El bebé?

- Todo está perfecto, muy cansada...pero está bien – mi madre sonrió – Es niño – me susurró.

Mi cara se estiró en una enorme sonrisa, no me importó que las heridas casi curadas me tirasen de la piel. Iba siendo hora de hacer las cosas en condiciones. Tenía que pedir perdón a mucha gente, empezando por Bella y continuando por Jacob.

- ¿Puedes decirla que pase? - le pregunté a mi padre.

- Claro, nosotros nos vamos – Emmet abrió la boca para quejarse – Emm...dejemosles un poco de intimidad, ¿vale?

Todos salieron con unas sonrisas en la cara menos mi amigo. El muy capullo quería estar el primero en todos lados...Apoyé la cabeza en la almohada y cerré los ojos. Era niño. Y era mío. Nunca pensé que diría esto, pero ese envidié a Jacob cuando pensaba que el niño era suyo, cuando pensaba que él era el padre. No me veía a mi mismo ejerciendo de padre, había veces que no podía cuidar de mi cuanto menos de un bebé. Pero lo único que quería era ver la cara de ese niño y quererle como a nada en este mundo. Tenía que empezar ya, la había cagado muchas veces con Bella y me daba pánico que esta vez no me perdonara...no sabría qué hacer si esta vez no me quisiera a su lado.

La puerta se abrió y ese sutil pero maravilloso olor a fresas inundó esa habitación en la que me encontraba. Sonreí como hacía mucho tiempo que no lo hacía. Era ella...Cuanto había echado de menos sumergir la cabeza en el pelo de Bella y empaparme de ese aroma...

Me giré y al fin la vi. Parecía que habían pasado siglos desde que la vi por última vez en la sala de urgencias del hospital de Port Angeles. Tuve que sonreir al ver su cara. Sus ojos marrones estaban abiertos como platos, como si no se terminara de creer que estaba despierto. Llevaba puesto un vestido pre mamá de ese color azul que tanto me gustaba sobre su piel haciendo que se remarcaran su tripa y sus nuevas y sugerentes curvas. Su pelo – un poco más largo – le caía hacia adelente sobre su busto...estaba preciosa, radiante, aunque unas tenues ojeras decoraban su rostro dándole un aspecto de cansada. Recordé en las condiciones en las que había estado viviendo hasta ahora. No hacía ni un par de horas que me había despertado pero una cosa si que tenía clara, iba a conseguir por todos los medios que Bella me perdonara y volviera a mi lado.
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CAPITULO 51 SENTIMIENTOS ENCONTRADOS

¿Ha despertado? Lloré de alegría y de emoción. Edward estaba despierto, por fin después de dos semanas de angustia abría los ojos.

- Cariño, ¿él está bien? - preguntó Esme.

- Está bien, un poco confundido, pero está bien.

- ¿Podemos verle?

- En un rato, hay que hacerle algunas pruebas de rutina.

- Oh, Dios santo voy a llamar a los chicos – dijo llorando.

En menos de media hora los chicos llegaron al hospital. Todos teníamos una alegría contenida. Primero tenían que comprobar que su cerebro no hubiera sufrido daños, comprobar que no tendría ninguna secuela por el fuerte golpe recibido. Estaba muy nerviosa. Nadie se había enterado, pero hacía un par de días había leído el informe médico de Edward que estaba en los pies de su cama; al parecer alguien se lo había olvidado. Había tenido una leve parada cardiopulmonar en la ambulancia el día del accidente. Yo no entendía mucho de medicina, pero si lo suficiente como para saber que durante una parada cardiopulmonar el oxigeno no llega al cerebro pudiendo causar graves daños irreversibles...¿Y si era el caso?

El tiempo pasaba horriblemente lento, no me quedaban uñas en las manos...

- ¿Familiares de Edward Cullen? - preguntó una enfermera. Todos nos levantamos – Acompañenme, por favor.

La enfermera nos condujo por unos pasillos distintos. Al parecer le habían sacado de la unidad de cuidados intensivos, eso era buena señal, ¿no? Tenía que ser bueno...

Llegamos a una habitación con un ventanal que daba al pasillo. Las cortinas estaban echadas, salvo por una leve rendija. Entonces pude verle, después de muchos días velando su sueño por fin sus preciosos ojos verdes abiertos. Pero, ¿y si él no quería verme? En ese momento me sentí fuera de lugar y decidí esperar fuera por si acaso. Me quedé sola en mitad del pasillo. Desde el pasillo pude ori los sollozos de alegría de Esme y alguna risotada por parte de Emmet. Todos, que estaban dentro de la habitación salieron y me miraron sonriendo.

- ¿Como está? - pregunté tímidamente intentando disimular mi estado de ansiedad.

- Está un poco cansado y aturdido, pero estará bien. Si sigue así en unos días irá para casa – me dijo Carlisle.

- ¿De verdad? - las lágrimas amenazaban con salir - ¿El...él está bien? ¿Totalmente?

- Sí, todo lo bien que se puede estar después de semejante golpe...pero si...además...él quiere verte, Bella.

- ¿S...si? - estaba sorprendida, ¿quería verme?

- Sí – me sonrió – anda, pasa. Nosotros estaremos en la cafetería.

Me dejaron sola y yo me quedé mirando la puerta como si me fuera a hablar. ¿Qué le diría? ¿Cómo reaccionar ante él después de todo lo que había pasado? ¿En qué punto nos encontraríamos nosotros? Respiré hondo y abrí la puerta.

Estaba con los ojos cerrados, por un momento creí que estaba dormido. El golpe de la cabeza estaba casi curado por completo y el hematoma que lo trodeaba se había disuelto dejando una mancha amarilla en vez del morado tan horroroso que había lucido días antes. Los pequeños cortes que habían salpicado su cara estaban secos. La mayoría de las agujas habían desaparecido, dejando sólo la vía que le suministraba los calmantes y el suero. Me acerqué una silla para sentarme al lado de su camilla.

Estaba mirándole llorando como una boba cuando sonrió, abrió los ojos y me miró como si fuera una revelación.

- Hola – me dijo timidamente.

- H...hola – sollocé más fuerte.

- Hey...no llores, por favor – y me miró la tripa. Una sonrisa se cruzó por su rostro – ¿Como te encuentras?

- Esa pregunta te la debería de hacer yo, ¿no crees?

- Yo...estoy bien...un poco confundido, de momento no me duele nada, pero bien...¿Tanya...? - una mueca de dolor me contrajo el rostro, ¿precisamente tenía que preguntarme a mi por ella?

- Ella...tengo entendido que tiene problemas con la vista..tenía...la pierna rota y cortes por toda la cara...el impacto contra el cristal fue muy fuerte...aunque creo que está consciente – me levanté de la silla para irme, yo ahí no pintaba nada – Creo que podrás ir a verla en cuanto te encuentres mejor...

- ¡Bella! ¡No te vayas! Por favor – me cogió de la mano – Yo...yo no quiero ver a Tanya...ella provocó el accidente...- me sorprendió escuchar eso, no tenía ni idea de cómo se había provocado el accidente – Bella, quédate conmigo, por favor – dos lágrimas cayeron de sus ojos – por favor...lo sé todo...todo...- comenzó a llorar más fuerte. Se le veía tan frágil en estos momentos...

- ¿Qué? ¿A qué te refieres? - mis ojos se empezaron a humedecer.

- Se...qué Tanya me mintió – lloró – Sé que todo fue una farsa...Sé que el bebé es mio...Bella, por favor, perdóname...

- ¿Quién...quien ha hablado contigo? - alguien le tenía que haber dicho que yo estaba embarazada de mas tiempo...

- Leah - ¿qué?

- ¿Leah...ha hablado contigo?

- Sí – siguió llorando, se me partía el alma. Contuve mis ganas de limpiarle las lágrimas – La tarde del accidente quedé con Tanya para hablar con ella, Jasper me dio buenos motivos para hacerlo, ¿sabes? - le miré sin entender – Estaba esperándola cuando me encontré con Leah en el pueblo, bueno...ella me encontró a mi, y me contó todo. Me dijo que era la prometida de Jacob y que la noche que tomaron las fotografías ella estaba con vosotros, que ella estaba presente. Me enseñó unas fotos tomadas esa misma noche durante la fiesta y luego me dijo que estabas embarazada de más tiempo, que cuando fuiste a la fiesta ya habíamos concebido al bebé...- sonrió – entonces eché cuentas y me acordé de...del día que tu y yo...lo hicimos en los vestuarios...- me sonrojé al recordarlo – ese día no usamos protección, Bella. Así que todo encajaba. Iba a buscarte cuando llegó con Tanya. Le monté un pollo por lo que había hecho, pero cuando me quise dar cuenta estaba sentada en el asiento del copiloto de mi coche y Tanya apoderándose del volante, conduciendo como una loca...lo último que recuerdo es que me dijo que si yo no estaba con ella no estaría con nadie. Vi como se acercaba peligrosamente un árbol hacia nosotros y luego...Os oía y te...sentía...sentí al bebé contra mi mano...

Estaba sin palabras...¿Tanya había intentado matar a Edward? ¡Estaba loca o que!

Empecé a llorar y me tapé la cara con las manos. Noté que Edward me cogía por las muñecas y alejaba mis manos del rostro. Su toque quemaba mi piel. Cuanto tiempo había ansiado que volviera a tocarme...Me miró a los ojos.

- Bella, dime algo...

- Yo...yo...Edward...tú creiste que yo te engañé...como pudiste...- empecé a llorar de nuevo.

- Perdoname, por favor...no sabes lo mal que lo he pasado...lejos de ti...- alzó su mano buena para acariciarme la cara. Lo hizo levemente, pero me aparté. Él me miró confundido.

- Edward...lo...lo he pasado muy mal...dame un poco de tiempo...por favor...

- Te entiendo...pero quiero que sepas que nunca he dejado de quererte, Bella, lo intenté para no hacerme más daño...pero no pude...

- Yo tampoco he dejado de quererte, pero necesito tiempo para volver a ser...como antes. Aunque creo que nada volverá a ser como antes.

- ¿Por qué? - dijo alarmado.

- Edward, voy a tener un bebé...será dificil...mi situación es dificil...

- Pero...pero yo...yo voy a estar a tu lado, yo soy su...padre – wow, eso sonó bien, pero...

- Edward, tu no querías un bebe, lo dijiste claramente – le recordé.

- Bella, las cosas pasan por algo, y yo quiero al bebe...- dijo mirando nuevamente a mi vientre.

- Yo...no puedo obligarte a nada...fue mi decisión seguir adelante...

- Tu no me obligas a nada, Bella, yo te quiero y quiero que los dos...

La puerta se abrió coartando la conversación con Edward. Era Carlisle y venía con el ayudante de mi padre a tomar declaración a Edward.

- Bella, tienes que salir. Tom tiene que tomar declaración a mi hijo...además tu tienes que descansar. ¿Por qué no vas un rato a casa a descansar y luego vienes? Edward no se moverá de aquí – bromeó.

Edward y yo nos miramos. Entre nosotros había mucha conversación pendiente. Le quería y quería estar con el siempre, pero primero tendría que confiar de nuevo en él.

Emmet y Rose me llevaron a la casa de los Cullen. Me duché y me puse ropa de dormir, eran las dos de la mañana y me sentía realmente cansada.

- Hija, ve a la habitación de Edward y duerme, necesitas descansar – me dijo Esme.

- ¿A...la habitación de Edward? ¿Él no se molestará?

- ¡No seas tonta, claro que no!

Fui a la habitación que me dijeron, no tenía ganas de llevar la contraria a nadie. Abrí la puerta y un sin fin de recuerdos vinieron a mi mente. Me acordé de la primera vez que estuve en esta habitación. La primera vez que hice el amor con Edward.

Fui hacia la cama y acaricié la colcha. Me recosté lentamente y acerqué su almohada a mi nariz. Suspiré. Olía a él...Esa fue la primera noche que pude dormir entera.

Habían pasado dos días desde que Edward despertó y su mejoría era evidente. Aunque lo intenté no pude hablar a solas con él, si no era por una cosa era por otra, así que...hoy lo intentaré.

El hospital estaba tranquilo, me encaminé por los conocidos pasillos hasta la habitación de Edward. Miré el reloj, las nueve de la mañana...¿estará dormido?

Cuando al fin llegué me sorprendió ver quien salía de la sala.

- ¡Jake! ¿Qué haces aquí? - pregunté sorprendida mientras le abrazaba.

- Bella, ¿qué tal estais?

- Bien – miré en dirección a la puerta.

- Bella, Edward quería hablar conmigo - respondió a mi pregunta no formulada.

- ¿De...qué? – pregunté con miedo.

- Me quería dar las gracias por...ya sabes...la transfusión de sangre y...y por cuidarte...yo no sabía que al parecer él malinterpretó ciertos...aspectos entre tu y yo...- dijo un poco incómodo.

- Oh...¿y?

- Todo en orden, Bella – dijo sonriendo.

- ¿Todo en orden? - ¿qué quería decir?

- Digamos que...intentaremos llevarnos bien...

- ¿Sí?

- Sí, pondremos de nuestra parte...- sonrió – Bueno, Bella, me voy a ver a Leah, me está esperando para ir a hablar con el cura – rodó los ojos – Cuidate, nos vemos, ¿vale? - me besó en la mejilla y se marchó.

¿Jake y Edward llevandose bien? ¡Ja! Eso me gustará verlo. ¿Le habrá contado Edward lo de las fotos...? Estaba en medio del pasillo ensimismada en mis pensamientos cuando dos enfermeras me interrumpieron. Al parecer estaban discutiendo, en verdad no me importaba mucho hasta que oí su nombre.

- Tu le ayudaste ayer con la comida así que hoy me toca a mi. Yo ayudaré al hijo del doctor Cullen a ducharse – dijo una enfermera rubia muy pagada de si misma.

¿Cómo? ¿Que esa niñata iba a ayudar a Edward a bañarse? ¿Le vería desnudo? ¡No! ¡Eso ni hablar! Sé que no tengo derecho, porque no se qué es lo que somos exactamente, pero si en mi mano estaba evitar que esa enfermera le tocara lo haría.

- Venga, Jane, déjame que le ayude yo...es igual de guapo que su padre – dijo la otra con ojos soñadores.

- ¡Heidi! ¡Podría ser tu padre!

- Sí, pero es guapisimo...y su hijo...mmmm

Oh, oh...Me hartaron. Cuando llegaron donde yo me encontraba las encaré y ellas me miraron con cara de no entender. La tal Jane alzó una ceja.

- ¿Nos permites? Tenemos que ayudar al paciente...

- ¿A Edward? - pregunté.

- Sí...- dijo la otra.

- Oh, no hará falta, ya le ayudo yo – le arrebaté las toallas y la protección para la escayola.

- No creo que...tu...Puedes sentirte incómoda, ya sabes, él estará...

- ¿Desnudo? - alcé una ceja – Oh, no te preocupes, no será la primera vez que le vea de esa manera – me señalé la tripa.

¡Estúpidas enfermeras! Con una sonrisa de autosuficiencia y tras dejarlas con la boca abierta y algo decepcionadas entré a la habitación.

Estaba boca arriba y tenía la cabeza mirando hacia la ventana. Tenía mejor aspecto. Cuando cerré la puerta detrás de mi giró la cabeza, me miró y me dedicó una amplia sonrisa.

- Hola – susurró.

- Buenos días – le dije.

- ¿Y eso? - me señaló las toallas.

- Oh, es para bañarte y eso...te iba a ayudar yo...pero si lo prefieres llamo a las enfermeras y yo...- dije mientras me disponía a llamar por el timbre para que vinieran. No había caído que igual él no quería que le ayudara...

- ¡No! - gritó – Por favor, no me dejan en paz...me...me gustaría que tu me ayudaras...de todos modos no creo que te vayas a asustar de verme, ¿no? - bromeó. Yo me sonrojé.

- No, claro. ¿Vamos?

Se levantó despacio de la cama y le tendí mi brazo, en el que se apoyó. De vez en cuando se mareaba debido al golpe de la cabeza, pero por lo demás estaba mucho mejor. Sólo le quedaba la escayola y en una semana se la quitarían.

Fuimos hasta el baño, una vez dentro se quitó la camisa del pijama. Me maravillé de nuevo con su cuerpo, aunque estaba visiblemente más delgado, seguía igual de hermoso que siempre. Le puse la protección en el brazo para que no se mojara la escayola, mientras lo hacía él sonreía.

Abrí el grifo del agua y regulé la temperatura, cuando me di la vuelta él ya estaba desnudo. Me sentí cohibida y miré hacia otro lado. ¿Por qué me avergonzaba de verle así? ¿Acaso era nuevo para mi? Igual me avergonzaba de los pensamientos que estaba teniendo en ese momento. Bella, ¿eres una enferma, o qué? Edward está en el hospital, le estás ayudando a asearse, ¿y tu te pones a tener pensamientos pecaminosos con él? Sacudí mi cabeza disimuladamente mientras él se introducía bajo el agua. Le preparé la esponja, se la tendí y corrí la cortina del baño.

- S...si necesitas algo estoy aquí, ¿vale? Voy por ropa limpia.

- Vale – pude adivinar cierta sonrisa tras su voz.

Cogí un pijama limpio y ropa interior que había traído Esme y fui al baño de nuevo. Antes de entrar tomé aire. Vi que sobresalía una mano tras la cortina de la ducha, estaba buscando la toalla.

- Te dije que me llamaras – dije cogiendo la toalla y acercandosela. Trás unos segundos salió de la ducha con las gotas de agua cayendole por el torso.

- No quería molestarte.

- Tu no me molestas – admití.

Él me sonrió y cogió su neceser para lavarse los dientes. Estaba tapado sólo de cintura para abajo con la toalla. Me estaba empezando a entrar un calor horroroso.

- Mmm, Edward, mejor te espero fuera, si me necesitas...

- Sí, te necesito – soltó de repente.

- ¿Qué...que necesitas? - pregunté en un susurro. Sabía que era estúpida, pero en estos momentos le daría lo que me pidiera.

- Yo...¿me...me podrías secar la espalda? – suspiré – yo no me llego...lo último que quiero es quedarme más tiempo aquí por coger un resfriado – bromeó y yo sonreí.

- Claro.

Cogí la otra toalla y empecé a secarle la espalda con cuidado, aunque ya no tenía golpes, no quería ser demasiado brusca. Cuando terminé con la espalda se dio la vuelta. Dios santo, tenía el pelo mojado y unas gotitas de agua le caían por la cara. Sus labios...

- ¿M...me secas un poco el pelo? - dijo peligrosamente cerca de mi.

- Claro - repetí.

Repetí la operación esta vez bajo su atenta mirada. Sus ojos viajaban de mi cara a mi tripa y sus labios me estaban volviendo loca. Después de todo por lo que había pasado no podía negar que seguía sintiendo el mismo amor irrevocable por él. Abrió la boca para decir algo pero en ese momento entró alguien por la puerta.

- Edward – Emmet, qué oportuno – ¡Eeeedwaaaard! - canturreó.

Edward y yo nos miramos. No era una buena situación para encontrarte con Emmet. Rodó los ojos.

- Estamos aquí – dijo con un cansino tono de voz.

- ¿Estamos? Quien...- cuando giré la cabeza ya estaba apoyado en el marco de la puerta con la boca abierta. Cuando la cerró una sonrisa burlona se formó en su rostro – ¡Pero chicos, estais en un hospital! ¡Qué estabais haciendo, cochinos!

- Emmet, solo le estaba ayudando a asearse – me defendí.

- ¿A asearse? ¿Te ha frotado bien con la esponja por todos los sitios, Eddie?

Me sonrojé furiosamente, menos mal que entró Carlisle y las bromas de Emmet se acabaron. Carlisle me miró a mi y luego a su hijo. Sonrió.

- Edward, ponte el pijama, vamos al escaner.

- ¿Para qué? - dijo Edward mientras intentaba abrocharse el pijama con una sola mano.

- Deja, ya te ayudo yo – le dije.

- Oh, que tierno – bromeó Emmet.

- Emmet – le regañó Carlisle – Hijo, es una prueba de rutina, quiero asegurarme de que tu cabeza funciona perfectamente.

- ¡Carlisle! La cabeza de Edward nunca ha funcionado bien – bromeó Emmet de nuevo.

Terminé de ayudarle con el pijama y se le llevaron al escaner. Por suerte o por desgracia me quedé sola con Emmet en la habitación. Nos sentamos en la cama.

- ¿Como está mi sobrino?

- Peleón, como su tío – le señalé.

- Qué mejor que un par de bromas para destensar el ambiente, Bella. Os veía un poco tensos.

- ¿Tensos? Emmet, te recuerdo que no he visto nada que no haya visto antes.

- Ya, cielo, yo me refería a otro tipo de tensión – movió sugerentemente las cejas.

- ¡Emmet, por Dios!

Llamaron a la puerta y pasó alguien. Todavía estaba riendome cuando me giré y vi que era mi padre. Dejé de reirme en el acto.
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CAPITULO 52 REENCUENTROS

- Perdón – dijo mi padre – Creí que estaría Edward aquí.

- No pasa nada, Jefe Swan, entre – le di a Emmet una significativa mirada que no pareció entender.

Mi padre me miró nervioso. Se notaba su incomodidad a la legua. Me miró detenidamente y luego desvió la mirada. Para mi la situación tampoco era cómoda. Tan solo me bastaba recordar el hecho de que me había invitado a abandonar mi hogar...y a abortar.

- Eh...- miró su reloj – yo...me tengo que ir...Si le podeis decir a Edward y al doctor Cullen una cosa...

- Digame – dijo Emmet con una sonrisa. Parecía feliz con toda la escena...

Pues...que la denuncia contra Tanya ya está en el juzgado de Seattle, yo mismo me he encargado de que llegara lo antes posible – bien...denuncia contra Tanya - Tengo un amigo juez y si todo va como espero se celebrará un juicio rápido, no creo que tarde mucho.

- Muchas gracias, Jefe Swan.

- Eh...de nada – me miró – Cuidate – me dijo.

Me quedé estupefacta, no solo por la visita de mi padre y el hecho de que me hubiera dirigido una palabra, que verborrea. ¿Qué era eso del juicio contra Tanya?

- Emmet, han denunciado a Tanya...

- Sí, ¿no lo sabías?

- Me lo podía imaginar, pero nadie me ha dicho nada...

- Bella – se puso serio – Sabes que Tanya conducía el coche de Edward cuando tuvieron el accidente, ¿no? - asentí – Se ha demostrado que ella lo provocó. Pegó un volantazo para empotrarse a propósito contra unos árboles. Está loca, Bella, quería matar a Edward.

Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo. Quería matarlo, y casi lo consigue.

- ¿Donde está ella ahora?

- Se la llevaron a un hospital de Seattle, al parecer las heridas de la cara son feas y eso no es lo peor. Las heridas que tiene en las retinas de los ojos por culpa del golpe...pintan muy chungas. No saben si va a recuperar la visión. Los padres se la llevaron a un cirujano reconstructor o algo así. Aunque de poco le va a servir si va a la cárcel, el abogado dice que se la acusará de homicidio en grado de tentativa.

No podía cerrar la boca. ¿Tanya podría ir a la cárcel? Oh, por Dios, que se pudra, ella intentó matar a Edward. Si es lo que se merece...

Estaban tardando mucho con el escaner. ¿Qué pasará? No creo que pase nada malo, ¿no?Ahora me encontraba sola en la habitación, esperando a que llegaran. Emmet tenía que ir a la cafetería a por el tercer desayuno del día, ¿cómo podía comer tanto este hombre?

Me recosté en el sillón y cogí mi ejemplar de cumbres borrascosas que días atrás había llevado al hospital para entretenerme. Me le había leído cientos de veces, pero me daba igual, me encantaba. Aunque poco a poco perdí la noción de lo que estaba leyendo y mis párpados se fueron cerrando.

Abrí los ojos porque noté que algo o alguien estaba muy cerca de mi. Me encontré a Edward con la mano en dirección a mi vientre, pero cuando abrí los ojos la apartó rápidamente.

- Perdón – se apresuró a decir.

- No...tienes que pedir perdón – le contesté mientras me acomodaba. Oh, el cuello dolía.

- ¿P...puedo? - me señaló la tripa.

- Es tuyo así que...- eso me salió del alma.

La cara de Edward se iluminó y al fin acarició mi vientre. Cerré los ojos cuando sentí el calor de su mano sobre mí. Llevaba ropa ligera por las fechas en las que estábamos y podía notar casi plenamente su toque. En ese momento el pequeño Edward se movió. Edward se enderezó y sonrió.

- ¡S...se ha movido! - sonrió – ¡Eso ha sido...genial!

- Sí – yo me reí – dímelo a mi por las noches cuando se pone a jugar al fútbol.

- Esme me dijo que es un niño...- dijo con la mano aún sobre mi.

- Sí...yo quería que fuera niño...

- Vaya, las madres siempre prefieren niña, ¿no? - preguntó mientras hacía círculos con su mano sobre mi piel, se sentía tan bien...

- Yo no...quería que fuese niño y que se pareciera a ti en todo – admití. Me miró con pena, pero no dejo de tocarme.

- Bella...lo siento tanto...

- No tienes por qué sentirlo, las cosas pasan por algo.

- Yo...quiero hacerme cargo del niño y...

- Edward, no tienes por qué - le corté - de verdad, fue mi decisión y yo seré la que se enfrente a las consecuencias.

- ¡No! No por favor, déjame...explicarte...yo...quiero al bebé – abrí mucho los ojos – y te quiero a ti...

- Edward no...

- Bella, por favor, no sabes lo que han sido estos meses para mi...te he echado tanto de menos...¡como fui tan estúpido! - sollozó.

- Edward, calla...

- No, no me callo, Bella – estaba llorando – Te dejé sola cuando más me necesitabas, tuviste que irte de tu casa por mi culpa, has estado viviendo en un piso de mierda y todo por mi culpa...Todo por mi culpa – sollozó.

- Edward, no...no llores por favor...- le limpié las lágrimas con mis temblorosos dedos.

- Bella, se que te he fallado, no una sino dos veces...se que será dificil para ti, pero déjame estar a tu lado, a vuestro lado...no quiero perderte ni a mi hijo tampoco – empecé a llorar después de oírle decir eso. Mi hijo...en sus labios sonaba tan bien...

- Nunca podría estar separada de ti, Edward, pero necesito organizar mis ideas. Lo único que tengo claro es que no puedo estar lejos de ti...- lloré.

- Perdoname, por favor...- acarició de nuevo mi vientre – Me he perdido tantas cosas estos meses...Y todo por una estupidez...

- Vale, Edward, no sigas...ven.

En un acto impulsivo le apoyé su cabeza contra mi pecho. Acerqué mi nariz a su cabello y aspiré el aroma, su fragancia...Él siguió llorando contra mi. Los dos lloramos juntos. ¿Qué pasará con nosotros?

Una semana después de esa conversación le dieron el alta a Edward y nuestras vidas volvieron poco a poco a la normalidad.

Me faltaba una semana para estar de seis meses y dos para que fuera mi cumpleaños. Realmente estaba un poco agobiada, ahora mismo me encontraba sin trabajo, sí, me habían despedido por el hecho de haber estado pegada en el hospital durante tres semanas. Todavía tenía algunos ahorros, pero no sabía hasta cuando durarían, además me quedaban muchas cosas que comprar para el bebe...

Rose y Emmet decidieron quedarse hasta mi cumpleaños y yo volví a mi piso. Todo este tiempo había estado entre la casa de Alice y la casa de los Cullen. Ahora volvía a mi soledad habitual.

Sí, desde que le dieron el alta a Edward hace dos días no había vuelto a hablar con él. Supongo que nos llevará algún tiempo adaptarnos, sobre todo a mi...De todos modos no había habido más acercamientos entre nosotros. Todo estaba muy reciente y yo necesitaba encontrar mi confianza perdida.

Era un sábado de finales de agosto, aburrida como una ostra y sin nada con qué distraerme. Miré el teléfono, Alice tampoco me llamaba, ¿acaso se habían olvidado de mi? Rebusqué entre mis libros, Romeo y Julieta. ¡Perfecto!

Estaba tan ensimismada con mi lectura que no me di cuenta de que había anochecido. Eran cerca de las nueve y media de la noche. Me asomé a la ventana y un relámpago rompió en el cielo. ¡Oh, perfecto! Tengo terror a las tormentas y encima sola...esta noche tampoco dormiría...Creo que era una especie de trauma infantil o algo así. Un trueno me hizo estremecer. Me metería debajo de la cama pero es que la tripa no me dejaba.

El timbre de la puerta me asustó de nuevo. ¿Quien será a estas horas? Miré por a mirilla y vi ¿a Edward? ¿Qué hacía él aquí y a estas horas?

Le abrí la puerta.

- Hola – sonrió. Ya no llevaba la escayola, en su lugar llevaba una muñequera de velcro.

- Hola – le miré, estaba precioso... - oh, pasa.

Entró en el salón y lo miró detenidamente, evaluando la sala.

- ¿Qué haces aquí? - le pregunté.

- Oh, lo siento...- se rascó la cabeza – yo...bueno...estaba con los chicos en el centro comercial y vi que se avecinaba una tormenta y..

- ¿Un momento? ¿Has venido con los chicos al centro comercial que se encuentra a dos calles de aquí y no han venido a verme?

- Esto...es que Alice tenía unos asuntos pendientes y...- ¿estaba nervioso? - De verdad, Bella, se han tenido que ir rápido.

- ¿Y tu?

- Bueno...yo...como sé que las tormentas te dan miedo...había pensado en quedarme...aqui...a...dormir – susurró. ¿Qué? Le miré confundida - Si quieres, claro, si no llamaré a que alguien venga a por mi y...- dijo sacando el móvil.

- ¡No! No, no te vayas...en serio estoy asustada por – un trueno sonó y me estremecí – por eso - Él sonrió.

Nos sentamos en el sofá y nos fundimos en un cómodo silencio. No teníamos necesidad de hablar de nada, hasta que el pequeño Edward se inquietó.

- ¡Auch! - dije sobándome la tripa.

- ¿Jugando al fútbol? - sonrió.

- Oh sí.

- ¿Puedo? - señaló mi tripa.

- No tienes por qué preguntar.

Me acarició donde el pequeño Edward me había pateado. Esto debería de haber sido así desde el principio, pensé. No lo pude evitar y coloqué mi mano sobre la de Edward. Él se sorprendió pero pronto sonrió.

- Lo siento – murmuró – Siento mucho que hayas pasado por esto tu sola...cuando Leah me enseñó las fotos de la fiesta...Dios, no entiendo como puedes estar ahí tan tranquila...deberías patearme el culo...- sonreí levemente – Casi me muero, Bella – fruncí el ceño ante esas palabras...qué ciertas habían sido – Lo...lo vi todo – susurró – Sentí cómo me ponían todos esos aparatos en la ambulancia, sentí cómo mi corazón se paraba...y lo único que podía pensar era...no, aún no. Tenía que pedirte perdón antes de ir a ningún sitio – aguanté todo lo que pude las lágrimas – El destino parecía cruel...me entero de toda la verdad y diez minutos después me estrello contra un árbol...- suspiró - No podía irme sin decirte que te quiero...

- Edward, yo...

- Bella...- susurró.

- Que – dije en el mismo tono.

- Te he echado muchisimo de menos...- se acercaba a mi peligrosamente.

Dejó de acariciarme la tripa para tomarme una mejilla con ella. Su aliento me bañaba el rostro, cuanto había anhelado esto...Suplicaba porque me besara...y lo hizo.

Juntó sus labios con los míos primero lentamente, disfrutando de nuestros sabores. Pasó su lengua por mi labio inferior y acto seguido abrí la boca y le dejé entrar. Tantos meses sin el sabor de sus labios habían sido una tortura para mi. Llevé mis manos a su nuca y enredé en mis dedos varios mechones de su pelo.

- Yo también te he echado mucho de menos – dije contra sus labios y Edward sonrió.

El beso se profundizó y yo sentía que quería más. Mi cuerpo apagado en ese sentido durante tantos meses estaba reaccionando y el calor se estaba instalando en cada poro de mi piel.

- Bella, ven...- dijo con voz ronca mientras nos dirigíamos a la habitación, ¿acaso él quería lo mismo que yo? Parece ser que sí.

Cuando me quise dar cuenta estabamos en mi cama, los dos sentados, besandonos. Su mano bajó por mi cuello, la clavícula y se detuvo en un pecho, pechos los cuales habían crecido considerablemente de tamaño.

- Mmm, Bella – susurró.

Yo sonreí. Estaba perdiendo la noción de lo que estaba ocurriendo. Me encontré tumbada sobre la cama y Edward seguía tocandome y besandome. Me volví un poco más atrevida y llevé mis manos hacia los botones de su camisa y empecé a desabrocharla. Edward me sonrió. Cuando estuvo libre de la prenda pude ver que había recuperado algo de peso, estaba mejor, no, estaba perfecto, como siempre. Pasé una mano por su pecho y él cerró los ojos ante mi toque.

Empezó a desabrochar la camisola que llevaba, dejando rápidamente parte de mi cuerpo al descubierto. La mirada de Edward fue de mi cara a mis pechos y después a mi vientre. Se levantó de golpe con los ojos como platos.

- Bella – susurró – no creo que así pueda...- dijo señalándome la tripa. ¿Qué?
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Mensaje por Qamiila Quinteros 21/7/2012, 7:46 pm

CAPITULO 53 TU Y YO...JUNTOS

¿Que así...no podía?

Vale, lo entendí. Mi cuerpo en estos momentos distaba mucho de ser lo que era. Esta bien, no le atraía, punto. Tapé mi cuerpo todo lo que pude con la camisola y me senté en la cama. Edward me miraba confundido.

- ¿Qué pasa, Bella?

- Edward, te entiendo, entiendo que yo ahora no te resulte atractiva. De verdad no pasa nada. Mi cuerpo ahora no es atrayente, lo se. Entiendo que no te guste lo que ves – el sonrió ante mi verborrea.

Perfecto. Me sentía frustrada, como una foca y encima excitada hasta más no poder y él lo único que hacía era sonreir. ¿Se estaba riendo de mi o qué? Le miré con una ceja alzada.

- Bella, dame tu mano.

- ¿Perdón? - ¿ahora qué quería?

- Trae – me cogió una mano y la metió por su pantalón y por su ropa interior. Jadeé. Estaba excitado. Bastante. Mucho – ¿Todavía crees que no me gusta lo que veo? - preguntó de forma sensual.

- Pero...

- Bella, me refería a que, llegado el momento – alzó sus cejas – creo que deberías ponerte arriba, ya me entiendes – sonrió y yo hice lo mismo – no quiero hacerte daño. No quiero haceros daño – dijo tocando piel con piel mi tripa.

- Nunca me harías daño – susurré.

Me besó de nuevo y yo empecé a desabrochar su pantalón y él con la mano buena me quitó los leggins que llevaba. Ambos nos encontrábamos en ropa interior. Se inclinó hacia mi para seguir besandome, siempre sin apretarse mucho contra mi cuerpo, con cuidado. Bajó sus labios a mis pechos, le vi las intenciones, así que me adelanté y me quité el sujetador. Rápidamente agachó su cabeza para besar mis pechos desnudos. Sus labios eran como miel contra mi piel. Más dulces y cuidadosos que nunca. Noté contra mi pierna su excitación y un gemido bajo se escapó de mis labios. Se separó un poco de mí y me sonrió. Bajó su cabeza hasta mi tripa.

- Peque – dijo hablando a mi ombligo – Mamá y papá vamos a hacer cosas de mayores – me miró y subió una ceja, no pude evitar sonreir como una boba. ¿Había dicho mamá y papá? - Así que portate bien y no mires – me reí sonoramente – Eh...y tampoco escuches – y me besó el ombligo.

Nos miramos durante unos segundos, era la primera vez que hablaba de nuestro hijo. Nuestro. Eso me llenó de felicidad. Lenta y tortuosamente me quitó las bragas y quedé expuesta a él. Acarició suavemente mi intimidad, se me escapó otro gemido.

- Edward – dije con voz ronca.

No aguanté más y le quité su ropa interior. Necesitaba sentirle para comprobar que no estaba soñando, que era real.

Con la mano buena nos giró a ambos y quedé encima de él. Observé su torso y pude ver con claridad la pequeña cicatriz de la operación. Me agaché a besarla y él volvió a acariciar mi vientre, podría estar siempre así.

Moví un poco las caderas en busca de roce y lo encontré. Estábamos más que preparados.

- Bella, si sigues así no voy a durar mucho...llevo demasiado tiempo sin esto y...

- ¿No has estado con nadie? - pregunté en un susurro.

- Imposible, Bella...tu eres la única...

Le besé con toda la ternura que pude reunir. Alcé un poco las caderas con ayuda de su mano libre y poco a poco me dejé caer sobre él. Notaba como centímetro a centímetro se introducía en mí. Delicioso y suave. Ambos nos miramos y permanecimos así unos segundos. Empecé a moverme con una agilidad que no creía posible en mi estado. Los jadeos no tardaron en salir de nuestros labios y el sudor cubrió en seguida nuestros cuerpos. Edward me cogió con un poco más de fuerza las caderas ayudandome en los movimientos. No tardaríamos mucho en acabar, los dos parecíamos necesitados.

- Bella...- jadeó – Dios...

Metió una mano entre nuestros cuerpos y acarició mi parte sensible. Ese fue el detonante para mi porque dos segundos después noté como mi cuerpo se contraía contra él y un fuerte gemido se escapaba de mi boca. Edward se encontraba en el mismo estado que yo. Teníamos la respiración entrecortada, nuestras mejillas sonrosadas y los labios hinchados. Subió su cara para alcanzar mis labios mientras permanecíamos aún unidos. Le abracé fuertemente.

- Amor – wow, me encantaba que me llamara así – Túmbate un poco, descansa.

A regañadientes me separé de él y me tumbé a su lado cara a cara. Pasó una mano por mi cintura y me atrajo hacia él.

- ¿Qué tal? ¿Estás bien? - preguntó mientras me acariciaba la mejilla.

- Sí – reí – más que bien, diría yo – él también se rió –¿ Y tu? ¿Te duele la mano?

- Para nada, amor, ahora de lo último que me acuerdo es de mi mano. ¿Por qué no intentas descansar un poco? Yo estoy contigo.

Me acurruqué contra su pecho y aspiré su aroma mientras él tarareaba la canción que un día compuso para mi. Caí rápidamente en un profundo sueño.

Wow, ese había sido un sueño increíble. Soñé que Edward venía a verme anoche y...oh, ¿y esta mano? Una mano que no era la mía me tenía fijamente sujeta por el vientre. Miré hacia abajo y...estaba desnuda.

- Buenos días, amor – dijo Edward besandome la cabeza. ¿No ha sido un sueño?

- O sea, que no ha sido un sueño, ¿no? - Pregunté pegandome más aún mi espalda en su pecho.

- Vaya...no sabía que tenías ese tipo de sueños conmigo – bromeó.

- ¡Edward! - le regañé y él sonrió sonoramente.

- Me sorprende que no te hayas despertado, es increíble como se puede mover tanto el peque.

- ¿Sí? ¿Se ha movido mucho? Realmente no me he enterado, esta ha sido una de las pocas noches que he dormido del tirón.

- Mmmm, yo también he dormido muy bien...¿ahora podría dar un beso a mi hermosa novia? - ¿eh? Me giré para encararle. Sonreía, pero se podía ver cierto temor en su mirada. Tenía miedo de que le rechazara...

- ¿Novia?

- Sí, ¿no? Novia y futura madre de mi hijo – sonrió - Dime que si, por favor - susurró.

- Claro, claro que si.

Me levanté un poco para besarle y al tocar su pecho contra mi piel fue cuando me di cuenta de que no me cubría nada, dejando expuestos mis pechos y parte de mi vientre. Me tapé ipso facto. Anoche todo estaba más oscuro...

- ¿Por qué te tapas?

- Edward...estoy un poco...enorme...por todos lados.

- ¿Estás loca? Tu cuerpo sigue igual que antes, quitando lo obvio – señaló mi tripa – Por lo demás estás perfecta, además...estás más...voluptuosa – deslizó la sábana y miró mis pechos – ¿Ves? Perfecto.

- Edward – me sonrojé – No...me digas esas cosas...

- ¿Por qué? - sonrió.

- Porque...porque...- qué calor – voy a ducharme.

Me levanté de la cama y me envolví con la sábana para ir al baño, necesitaba una ducha para despejarme, en todos los sentidos. Pero Edward decidió jugarse la gracia y tirar de la sábana para dejarme desnuda. ¿Quieres jugar? Pues no le di la opción . Seguí caminando como si no hubiera pasado nada.

Me metí debajo de la ducha y dejé que el agua caliente me despejara. Iba a coger mi champú de fresas cuando Edward interceptó mi mano. Estaba detrás de mí y, evidentemente, desnudo.

- ¿Me dejas a mi? - preguntó cogiendo mi champú.

- No deberías quitarte la muñequera, Edward – dije mirando su mano.

- Será sólo un momento. Relájate – me susurró al oído.

Empezó a masajearme con el champú, sus manos eran una delicia. Perfectas. Cogió el grifo de la ducha y me aclaró con cuidado el pelo, asegurándose de no dejar espuma.

Luego tomó el gel y comenzó a bañarme, ni que decir que me encontraba en el cielo. Empezó inocentemente por los brazos, subió hasta los hombros y bajó hasta mis pechos. No pude evitar gemir, me estaba matando. Volvió a coger un poco de gel y pasó sus enjabonadas manos por mi tripa bajando hasta mi intimidad, donde masajeó lentamente. Tuve que agarrarme a su brazo bueno para no caerme, esto era una locura. Aclaró todo mi cuerpo y me miró sonriéndome, después atacó mis labios. Era tan excitante verle bajo el agua. Su pelo le caía sobre la frente de una manera puramente sensual y sus labios mojados...una tortura. Dejó mis labios hasta bajar a mis pechos, donde hizo lo que quiso con ellos. Los besó, lamió, mordió...Podía notar su excitación contra mi cuerpo. Maravilloso.

Lo que hizo a continuación me dejó sin palabras, se arrodilló delante de mi y pasó mi pierna derecha sobre su hombro. No. No va a hacerlo, ¿verdad? Noté su lengua. Oh sí, lo ha hecho. Me agarró del trasero y siguió haciendome maravillas con la boca mientras el agua nos caía por encima. Su lengua era dulce y experta, sabía exactamente donde tocar. Noté que introducía un dedo en mi a la vez que trabajaba su lengua. No podía reprimir los grititos que salían de mi boca, no se si es que yo estaba más sensible que nunca o era el haber estado tanto tiempo sin el.

Mis manos se aferraron fuertemente a su pelo, temía caer, ya que mis piernas me estaban abandonando, pero Edward nunca dejaría que pasase eso. No podía más.

- Edward – susurré.

Él alzó la vista por un momento y me miró sin moverse de su posición. Todo era tan erótico, sonrió y siguió torturandome.

Gemí sonoramente y noté que mi cuerpo se liberaba. Edward también gimió. Lentamente subió hasta mi cara, me tomó entre sus manos y me besó. Quise devolverle el favor y le toqué, pero su excitación había desaparecido. Le miré confundida.

- Amor...demasiado tiempo sin ti...no...lo he podido evitar...- acercó sus labios a mi oreja – tus jadeos y tu sabor han me han llevado al cielo.

Oh. Me quedé sin habla. ¿Quería decir que yo le había provocado su orgasmo sin hacerle nada? Mis jadeos y mi...¿sabor? Me sonrojé y él no pudo evitar reirse. Cerró el grifo del agua y me ayudó a salir de la ducha. Se puso una toalla tapándose de cintura para abajo, cogió otra toalla y empezó a secarme con cuidado. Cuando acabó y besó mi vientre una sonrisa boba se instaló en mi cara.

De acuerdo, ahora venía lo serio. Teníamos que hablar. Estabamos los dos dos ya vestidos y sentados en el sofá de mi mini piso. Ambos teníamos una taza caliente entre las manos y nos mirábamos en silencio a los ojos.

- Bella – rompió el silencio – Yo...quiero estar contigo – sonreí automáticamente.

- Y yo contigo – le acaricié la mano – Aunque tienes razón – me miró confundido – Quizás debería patearte el culo por creerte a esa...

- Lo siento mucho, Bella – dijo cortando el insulto que tenía en la punta de la lengua para Tanya – Se que no voy a vivir vidas suficientes para rogar por tu perdón...pero por favor...amor, vuelve a Forks, por favor. No quiero estar separado de vosotros.

- Edward...a mi...me gustaría volver...pero...aquí pago poco de alquiler, no creo que encontrara nada parecido en Forks...además mi padre...

- Bella, ven a vivir conmigo – soltó de repente. ¿Como?

- E...Edward...¿como...quieres que vaya a vivir contigo? ¿A...tu casa?

- Obvio – dejé mi taza en la mesita.

- Edward, no puedo abusar de la generosidad de tus padres...simplemente, no puedo.

- Cariño, estás sin trabajo, ¿cuanto tiempo vas a poder mantener este alquiler? - iba a hablar pero me cortó – Y aunque lo tuvieras no te permitiría que trabajases con el embarazo tan avanzado, me niego.

- Edward, he trabajado durante todos estos meses y no me ha pasado nada.

- Lo se, pero si está en mi mano no lo harás. Tengo unos ahorros de la herencia de mis abuelos, mis hermanos y yo lo tenemos, con eso podríamos tirar durante algún tiempo, hasta que me recupere del todo. Después buscaré trabajo y...- le corté de inmediato.

- Pero Edward, tu irás a la universidad...faltan pocas semanas y...

- No, amor, este año no iré – ¿como? - Quiero estar a tu lado todo el tiempo que sea posible...además no estoy recuperado aún...un año sabático no nos vendrá mal – sonrió.

- Edward...deberías empezar la universidad, yo voy a estar bien...

- No – me cortó de nuevo – Además quiero ir contigo.

- ¿De qué estas hablando? Yo no puedo ir a la universidad, ¿y nuestro bebe?

- De eso ya nos ocuparemos más tarde, cuando llegue la hora. Ahora, ¿aceptarás venir a vivir conmigo? Mis padres están encantados.

¿Sabían los padres de Edward que su hijo iba a pedirme que me fuera a vivir con ellos? Edward tenía razón, no podría mantener mi mini piso durante mucho tiempo y con todo lo que me quedaba por comprar...

- Si me voy a vivir con vosotros – sonrió – quiero ser de ayuda en la casa. Quiero aportar mi granito de arena, ¿de acuerdo?

- De acuerdo.

Y se lanzó a mis labios para besarme con pasión. No se cuanto tiempo estuvimos así, pero cuando nos separamos ambos estábamos jadeando y con una sonrisa boba en el rostro.

- Vamos – jadeó – a decirselo a todos.

- Vale.

Fuimos en mi audi hasta Forks, Edward estaba de los nervios porque tuve que conducir yo, ¿cuando le entrará en la cabeza que estoy embarazada y no enferma? Cuando llegamos a su casa estaban todos reunidos.

- Qué pasa, campeón, ¿dormiste bien anoche? - bromeó Emmet. Y delante de sus padres.

- Emmet – le regañó mi novio.

- ¿Eso qué quiere decir? - miró exahustivamente la cara de Edward y este sonrió, no lo pudo evitar – ¡Sí! El pequeño Eddie anoche tuvo diversión de la buena! - estaba roja como un tomate – ¡Y Bella lo confirma!

- Emmet, deja ya a los chicos – le reprendió Esme – ¿Bella como estás cielo?

- ¿Como va a estar después del meneo de anoche? Eres un pervertido, Edward, en su estado – me señaló.

- Emmet – le miró Esme de manera reprobatoria.

- Perdón, perdón.

- ¿Como estás, hija? - volvió a preguntarme.

- Bien, muy bien – le sonreí.

- Mamá, hemos venido a deciros a todos que Bella acepta vivir con nosotros.

- Todos aplaudieron alegres. Ahora sí me sentía bien realmente.

- Bueno, chicos, creo que tendremos que ir a por las cosas de Bella – dijo Carlisle.

- ¿Por qué no vamos mañana y lo hacemos entre todos? - preguntó Jasper – Emmet y Rosalie que lleven el Jeep, Alice y yo en el Porsche y Bella y Edward con su coche. Creo que en un viaje lo podemos hacer.

- Sí, de todos modos no tengo muchas cosas – dije.

- Tenemos que traer tu ropa y la del bebé y...creo que la cama también – dijo Alice – digo yo que necesitareis una cama extra grande para vosotros y la que yo compré para Bella es muy cómoda, ¿verdad Edward? - bromeó.

- Oh, sí – todos reímos – Vale, pues mañana haremos la mudanza, ¿hoy te quedas con nosotros a dormir? - puso cara de perrito abandonado y no pude resistirme.

- Vale.

Los chicos y mis suegros se miraron entre sí y luego a Edward y a mi. ¿Qué pasa ahora? Todos sonreían. Edward asintió con la cabeza aún sonriendo.

- ¿Qué pasa? – pregunté.

- Tenemos que enseñarte algo, cielo – dijo Esme.

Me hicieron subir hasta el tercer piso, eso sí, con Edward a mi lado cogiendome de la mano. Nos paramos en la habitación de al lado de la de Edward. Cuando la puerta se abrió me quedé sin palabras.

Era la habitación de mi bebe, bueno, de nuestro bebé. Era casi tan grande como la de Edward y estaba pintada en un precioso tono azul cielo con ovejitas pintadas por las paredes. Los muebles eran de madera blanca y había una mecedora al lado de la ventana. Un montón de peluches adornaban la sala. El cambiador se encontraba al lado de la cómoda y el armario era más grande que el mío. Todo era perfecto, pero faltaba algo, de echo lo esencial. Edward lo notó.

- La cuna la traeremos mañana de tu casa – me susurró.

Me di la vuelta y pude ver que nos habían dejado solos.

- ¿Qué te parece? - me preguntó con una sonrisa.

- ¿Tan seguro estabas de que aceptaría venir a vivir contigo? - pude ver cierto sonrojo en sus mejillas que me hizo sonreir - Es...simplemente perfecto, no se como agradecerlo...no se si puedo aceptarlo...

¿Qué? Nada de eso, amor, todo esto lo hemos echo entre todos, los chicos han aportado su granito de arena para conseguir la habitación más perfecta de todas...Ayer...cuando fui a tu casa – no pude evitar sonreir, él hizo lo mismo – Veníamos del centro comercial, por eso los chicos no fueron a verte, iban cargados. Ya sabes...Alice – me reí en alto.

Suspiré y me paseé por la habitación. Me encantaba. Tenía tantas ganas de ver a mi bebé...Noté cómo Edward me abrazaba por la espalda y ponía las manos sobre mi tripa. Yo puse mis manos sobre las suyas.

- Bueno, Edward, ¿te gusta?

- ¿Qué? Claro que...- no le dejé terminar.

- Schhh, no era a ti, era al peque.

Se quedó callado. Me giré para mirar su cara y lo que me encontré fue con la sonrisa más grande que jamás vi.

- ¿L...le...le vas a llamar Edward?

- Sí, claro. En cuanto me enteré de que era niño. ¿Qué pasa? ¿No te gusta?

- Me...encanta, me encanta que le quieras llamar Edward.

Acortó la distancia y me besó, al principio con calma y luego con más pasión. Enterré mis manos en los cabellos de su nuca para acercarle más a mi. Él bajó sus manos de mi espalda a mi trasero. Iba a meter las manos por debajo de su camisa cuando la puerta se abrió de golpe.

- ¡Joder, chicos, sois unos pervertidos! ¡Iros a vuestra habitación, marranos! En el cuarto de vuestro hijo...- negó con la cabeza mientras escondía una sonrisa.

- Emmet, ¿nunca te han dicho que eres muy inoportuno? - preguntó Edward divertido, ¿por qué siempre nos pillaban?

- ¿Y vosotros nunca habeis oído hablar oir de adicción al sexo? - me cara se sonrojó fuertemente y Emmet se rió.

- Emmet...

- Venga, Edward, desde que volveis a estar juntos no os habeis despegado...¡pareceis perros, todo el día enganchados!

Se escapó de la habitación antes de que alguno de los dos le lanzaramos algo a la cabeza...Medio minuto después oímos un manotazo seguido por un grito de Rosalie. Mi novio y yo nos reímos a carcajadas. Todo volvía a ser como antes...o al menos lo estábamos intentando.
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CAPITULO 54 REORGANIZANDO NUESTRA VIDA

Me encantaba ver a Bella con esa sonrisa iluminando su cara mientras miraba la habitación de nuestro hijo.

Cuando me dieron el alta en el hospital quise dejarla su espacio durante un par de días, aunque me costara un triunfo no verla ni llamarla. Yo tenía muy claro lo que quería, la quería a ella y a nuestro bebé...pero no sabía si ella me iba a perdonar esta vez. Me había comportado como un gilipollas y casi vería normal que no me aceptase. Gracias a Dios tenía a mis amigos y hermanos para apoyarme. Sabía que no me los merecía...Los hice sufrir mucho y aún así aquí estaban brindadome todo su apoyo.

- Deja eso, Edd – me dijo Jasper. Tenía el móvil en las manos y no hacía más que darle vueltas.

- No se si mandarla un mensaje...Dios, la hecho de menos – reconocí.

- Ella te ha echado mucho de menos este tiempo atrás – dijo Rose aún un poco enfadada.

- No se que hacer...- murmuré mientras me tocaba la mano. Me habían quitado la escayola y me sentía raro – Espero que pueda perdonarme...

- Tengo una idea – dijo Alice muy sonriente. Todos la miramos para que continuara – A ver...realmente...¿Qué es lo que más deseas en este momento?

- No creo que quiera contestar a eso, enana – dijo Emmet moviendo las cejas.

- Quiero estar con ella y no separarme ni un minuto...se que no puedo recuperar el tiempo de embarazo que me he perdido...pero quiero compensarlo...- todos me miraron con una sonrisa en el rostro.

- ¿Te gustaría que ella viviera contigo? - fruncí el ceño.

- Claro.

- Creo que tengo una idea.

Diez minutos después nos encontrabamos en el tercer piso de mi casa desmontando la habitación de invitados justo al lado de la mía. Era un espacio relativamente pequeño para estar los cinco metidos, eso sin contar el volumen corporal de Emmet, así que me estaba poniendo un poco de los nervios, aunque tenía que reconocer que la idea de Alice me sedujo desde el primer momento.

- Te he dicho que tires de aquí – le decía Rose a Emmet.

- Rosi...si tiro de ahí el papel se rompera y...¡ves! Ya lo he roto...

- Normal, con esas manazas que tienes. En vez de dedos parece que tienes morcillas...– le dijo Alice – Jazz. Quita esa lámpara de ahí. Edward, ¿podemos meter esta cama y este armario en el trastero?

- Eh...- me encogí de hombros...

- Sí, hija – dijo mi madre a mis espaldas – Todo lo que no necesiteis lo podeis meter en el trastero – la miré con el ceño fruncido...y ela a mi con una sonrisa en el rostro.

- Tú sabías la idea de Alice, ¿no? - mi madre asintió con una enorme sonrisa en los labios.

- Nada me gustaría más que Bella viniera a vivir con nosotros. Necesitais estar juntos – no lo pude evitar, así que cogí a mi madre por la cintura y la estampé un beso en la mejilla.

Tras dos horas más de risas, peleas y gruñidos, la habitación quedó vacía y con el papel antiguo por los suelos.

- Bien, necesitamos papel azul con muñequitos...

- Ovejitas y nubecitas – propuso Emmet.

- Ovejitas y nubecitas – repitió Alice – Los muebles serán...blancos, como la cuna que Bella tiene en su casa...tenemos que traerla...- murmuró - Necesitamos una cómoda, una bañera, un cambiador y un armario lo suficientemente grande para toda la ropita que le voy a comprar – dijo con una sonrisa.

- Estaría bien comprar unas lámparas de esas con música suave para cuando el bebé se duerma...- propuso Jasper – He leído que a los niños les encanta.

- Si, me gusta eso.

- Y peluches...montones de peluches – dijo Emmet riéndose.

- ¿Los peluches son para ti o para tu sobrino? - bromeó Rose.

- Me...me gustaría que Bella tuviera una mecedora...ya sabeis...para cuando le de el pecho al bebé – me encogí de hombros – Ella tiene una...bueno, tenía una en su antigua habitación...

- Tendremos la mecedora más bonita, Edward. Bueno, chicos...¿cuándo vamos de compras?

Esa misma tarde nos fuimos al centro comercial de Port Angeles. Me estaba poniendo muy nervioso al saber que Bella estaba en su casa a apenas un par de manzanas de donde estábamos nosotros, pero habíamos venido con un objetivo en la mente y lo teníamos que cumplir.

Alice nos llevó de tienda en tienda. Esta era la primera vez que iba de compras con mi cuñada la enana y he de decir que fueron las peores horas de mi vida. Realmente la tenía que caer muy mal para la paliza que me dio. Los demás parecían encantados. Emmet no hacía más que entrar a las jugueterías y apretar a todos y cada uno de los botones de los muñecos que cero a doce meses. De esa parte de la compra se encargó él exclusivamente. Visitamos tooodas las tiendas de muebles. Alice escogió un armario enorme – justamente como amenazó – una cómoda y una bañera a juego. He de reconocer que se me caía la baba viendo las tiendas de artículos para bebés. Era un hecho que en poco más de tres meses iba a nacer mi hijo.

Entramos a una tienda de muebles antiguos por recomendación de Jazz. No me podía imaginar que se nos había perdido allí dentro hasta que vi sonreir a mi hermano. Me cabeceó hacia una dirección determinada y vi la mecedora más bonita que pude recordar. Era de madera oscura, fuerte pero con detalles elaborados. Era perfecta. Me podía imaginar a Bella mirando amorosamente a nuestro bebé mientras le daba el pecho. Moría de ganas por ver en directo esa imagen.

Cuando al fin Alice se dio por satisfecha y salimos del centro comercial – gracias a los cielos – era de noche y...y estaba comenzando una tormenta. A Bella le daban miedo las tormentas. Y estábamos a un par de calles de su casa...Y podría...

- Sí, Edward...te dejaremos en la puerta de su casa – sonrió Alice.

- ¿Tan obvio soy para que adivineis lo que se me pasa por la cabeza?

- Cuando se trata de Bella si, se te pone carita de carnero a medio morir – dijo Rose.

Así que vas...a casa de Bella, ¿no? A ver lo que la haces – alcé una ceja – A ver si vas a pervertir a mi sobrino antes de tiempo...- dijo Emmet con su típica sonrisa pícara.

No tengo palabras para definir lo que sentí cuando Bella no me rechazó. Tenía todo el derecho a darme una patada en el culo, pero milagrosamente no lo hizo. Hicimos el amor con ternura pero a la vez con ansias. Llevaba tanto tiempo sin tocarla, sin besarla...Fue un sueño hecho realidad. Dormir a su lado, sumergir la nariz en la piel sensible de su cuello y aspirar ese aroma suyo tan característico...me sentí en paz por primera vez en mucho tiempo.

No podía apartar las manos de esa tripita tan redondita. No podía cansarme nunca de tocar su piel y sentir bajo mis manos los movimientos de mi hijo. No veía la hora de ir a una ecografía. Quería comprobar por mi mismo que todo estaba bien, quería ver y oir su corazón, quería verle moverse con mis propios ojos...

Después de esa maravillosa noche – sin dejar de lado el momento que tuvimos en el baño – hablamos seriamente sobre nuestra situación. No me podía creer que Bella fuera a vivir conmigo. Iba a compensar con creces todas estas semanas que por mi estupidez habíamos estado alejados.

Así, que...sí. Verla con esa cara de felicidad mientras exploraba la habitación de nuestro bebé se estaba convirtiendo en un momento único.

Un par de días después de que Bella se instalara en casa con todos nosotros mi padre me llamó a su despacho. Su gesto estaba serio y tenso. En un primer momento me imaginé que era algo relacionado con Bella y con el bebé. ¿Estaría todo bien? ¿Pasaba algo?

- Tu cara me asusta, papá – le dije mientras me sentaba frente a su escritorio - ¿Pasa algo?

- En verdad...si. Es sobre Tanya – se me revolvieron las tripas al escuchar ese nombre – Como te comenté, sus padres la trasladaron a un hospital de Seattle para intentar hacer algo con su cara...Ha perdido la visión de un ojo por completo y no saben si recuperará algo de visión del otro...Los cristales se le incrustaron en la retina. No pueden hacer nada con eso, está completamente dañada – Tanya ciega...- Y su cara...bueno, aún haciendo cirugía plástica ha quedado marcada de por vida...

- La verdad es que no me interesa lo que la pase y...

- Ya se ha fijado la fecha del juicio – noté que perdía el color de mi cara – No tienes por qué declarar delante de ella, hijo. El abogado me ha dicho que si mandamos un informe exponiendo tu situación psicológica podemos solicitar una audiencia especial.

- ¿Mi situación psicológica?

- Sí...podemos exponer que ver de nuevo a esa chica podría causarte un empeoramiento en tu recuperación – y me guiñó un ojo.

- Preferiría no verla – reconocí - Pero necesito ir a ese juicio y oir por mi mismo como la condenan...- mi padre asintió - ¿Qué opina el abogado del caso?

- Según él se han encontrado pruebas concluyentes en el examen que han realizado al volvo...bueno, lo que queda de él. Lo malo es que la defensa alega enagenación mental transitoria – abrí los ojos mucho.

- ¿Eso qué quiere decir?

- Le pueden rebajar la pena considerablemente – frunció el ceño – tienen que someterla a exámenes psiquiátricos.

- Te juro que ella sabía lo que hacía, papá – gemí frustrado – Ella intentó matarme...y era consciente de ello. Lo fue en todo momento.

- No te preocupes, hijo – dijo palmeando mi mano – Haremos todo lo posible para que Tanya vaya a la cárcel el mayor tiempo posible.

Decidí no malgastar mis pensamientos en Tanya. Confiaba plenamente en la justicia y en las pruebas. El destino le había devuelto toda la maldad que había cosechado. Estaba casi ciega y con la cara destrozada...de todos modos me daba igual. Ella sola se lo había buscado...sentía un asco enorme por ella.

Los días siguientes fueron un no parar. Entre la mudanza de Bella y los preparativos de su fiesta de cumpleaños, Alice estaba en su salsa.

- ¿La has convencido para que se eche la siesta? - me pregutó Alice.

- Sí, ha refunfuñado, pero la pobre no ha tardado ni cinco minutos en dormirse.

- Genial, así podremos ultimar detalles de la fiesta de Bella – saltó la duende.

- Alice, ¿tu nunca te cansas? - dijo Rosalie mientras se sentaba en el sofá.

- No, nunca. A ver...he invitado a los chicos de la Push y a sus respectivas novias, los que la tienen.

- Bien – dije.

- ¿Bien? - me preguntó Emmet - ¿No tienes problema en que venga tu amigo el pecho lobo?

- Jacob y yo ya solucionamos nuestras diferencias. De hecho...me llamó ayer – eso llamó la atención de los chicos – en primer lugar para invitarme oficialmente a su boda – todos rieron – Y después...no se...me dijo que estaba convenciendo a Charlie para que viniera a la fiesta.

- ¿Qué? - dijo Rose – No creo que sea buena idea alterar a Bella.

- Yo pienso igual, pero Jake dice que Charlie echa mucho de menos a Bella...es normal, Rose...no se que hacer – dije pasandome las manos por el pelo.

- Quizás debamos darle una oportunidad a Charlie – dijo Jasper – Al fin y al cabo es su padre...

- Y Bella no será plenamente feliz si no le tiene a su lado – terminé la frase – En fin, creo que por intentarlo no se pierde nada.

- Bueno, Jazzy y yo nos vamos a por los adornos – dijo Alice levantándose de un salto del sofá – Adios, chicos – canturreó mientras tiraba del brazo de mi hermano.

- Pues yo voy a ver si hay algo de picar, tengo un gusanillo en el estómago...- dijo Emmet mientras se sobaba la tripa.

Nos quedamos Rosalie y yo solos. Me daba un poco de miedo, porque aunque sabía que me quería aún la notaba un poco enfadada conmigo.

- ¿Qué tal llevas la mano?

- Eh...bien, bueno...tendré que hacer un poco de rehabilitación, pero no me importa.

- Bien...- suspiró – Edward, quiero que sepas que aún creo que eres un capullo por haberle hecho a Bella la putada que la hiciste – rodó los ojos – Pero...yo...lo pasé muy mal cuando estuviste ingresado. Tenía mucho miedo de que te pasara algo...- agachó la cabeza – Sentí pánico cuando papá nos dijo que estabas en coma y...

- Rose, ¿estás llorando?

- Joder – dijo secándose la cara – Si, estoy llorando por tu puta culpa – no pude evitar sonreir – Quiero que sepas...que...te quiero, aunque seas tan cabezón como eres.

No la dije nada, simplemente me acerqué a ella y la abracé. No podía recordar el tiempo que hacía que no abrazaba a mi hermana; ella era muy dura a la hora de abrir su corazón y la echaba de menos. Nos separamos con los ojos humedecidos.

- Estas sensiblona, ¿eh? - bromeé.

- Capullo – esa es mi chica.

- He...he pensado algo, Rose – dije poniendome serio – Y quiero que me des tu opinión.

- Dime.

- Aún no le he comprado el regalo a Bella – puso cara de querer pegarme de verdad, pero la corté antes de que intentara algo – Espera, espera...Quiero regalarla algo que demuestre lo que siento por ella, algo que demuestre que lo nuestro es para siempre, que siempre voy a estar a su lado y al lado de mi hijo. Quiero que sepa que jamás me voy a separar de ella, pase lo que pase...

- Pues estás poniendo el listón muy alto a tu regalo, Edward...

- Yo...bueno, ya se lo que le quiero regalar...pero agradecería el consejo experto de una chica...- sonrió.

- ¿Y por qué no te llevas a la enana de compras?

- ¿Estás loca? - se rió a carcajadas – No vuelvo a repetir esa experiencia ni aunque me paguen...Además...creo que Alice se pondría de los nervios cuando se enterase de mi regalo.

¿Qué es? - sonreí y me acerqué a su oído para decirselo - ¡No! - abrió la boca mucho y luego sonrió ampliamente - ¿En serio? - asentí riendome – Mueve el culo, chaval...vamos a comprar ese regalo a tu novia...

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CAPITULO 55 ESTO NO ME PUEDE ESTAR PASANDO

Volví definitivamente a Forks y me instalé en la mansión Cullen. Todo iba viento en popa, yo acompañaba a Edward a su rehabilitación para su mano y él me acompañaba a las revisiones y a las clases de preparación para el parto. Era tan tierno...No podía dejar de reirme cuado hacíamos los ejercicios de las respiraciones. De imaginarme a Edward en el paritorio sujentándome la mano y respirando de esa manera tan escandalosa hacía que se me saltaran las lágrimas de la risa...aunque dudaba mucho que estando en el paritorio me dieran ganas de reir...

Los comentarios por el pueblo no tardaron en extenderse. Los rumores se expandieron como la pólvora cuando me fui de Forks, todos se enteraron de los cotilleos que decían que la hija del jefe Swan se había quedado embarazada, aunque nadie me había visto para cerciorarse de que así era...así que el cotilleo explotó literalmente cuando llego embarazada. La gente hablaba, "¿por qué la dejaría Edward?", "dicen que la hicieron fotos comprometidas con ese amigo suyo"...De todos modos los rumores fueron acallados al instante por Rose y Edward, que me reclamaba como suya y por tanto al bebé.

Estábamos preparando la fiesta de mi cumpleaños, bueno...mis amigos la estaban preparando. Yo insistí en no hacerla, pero fue inutil. Alice y Rose se encargaron de todo. Lo único en lo que insistí era en que no fuera mucha gente, sólo nosotros. Ahora lo que necesitaba era un poco de tranquilidad después de las semanas caóticas que había pasado. Así que no quería ver a decenas de personas avalanzándose sobre mi para felicitarme, ugh.

Faltaba un rato para que vinieran los invitados. Yo me encontraba en el antiguo cuarto de Rose, terminado de arreglarme. Bueno, tecnicamente me estaban arreglando ellas. Dejaron mi pelo suelto y me maquillaron suavemente. Me pusieron un vestido azul con el corte debajo del pecho haciendo que mi barriga se notara hermosamente redonda. Dios santo...me estaba poniendo enorme por momentos...

Mientras se terminaban de arreglar las chicas me fui a mi habitación. No me apetecía mucho ver cómo elegían vestidos entallados mientras a mi me tenían que meter en la ropa casi con calzador...Cuando entré vi que no estaba Edward, ¿donde se habrá metido?

Un segundo después entró por la puerta tan irresistiblemente guapo como siempre. Esos pantalones negros con esa camisa verde oscura...mmm. Me fijé en su mano. Traía un batido de chocolate, en ese mismo instante se me hizo la boca agua y no pude evitar relamerme los labios. Sí, sí, sí...me había dado por comer chocolate. Me daba igual si eran bombones, batidos, tabletas...ese se había convertido en mi punto débil. Mi novio se rió de mi expresión. Me lo tendió y bebí rápidamente intentando no mancharme con la bebida.

- Ni que me leyeras la mente – bromeé.

- ¿No me das las gracias? - me hizo un puchero.

- Por supuesto, guapo.

Me acerqué a él y me besé en los labios, cuando me fui a alejar él me acercó con fuerza pero con suavidad hacia él. Su lengua se encontró con la mía, saboreando los restos de chocolate de mi boca.

- Mmmm, está rico el batido – me dijo al oído.

- Sí, sabe mejor de tus labios...

- Estás preciosa con ese vestido...- dijo acariciandome el costado. Mmm, así íbamos un poco mal...las hormomas me tenían un poco alborotada y...

- Y tu con esos pantalones...- iba a besarle pero me apartó con delicadeza.

- Ya es la hora, cielo. No querrás que venga Emmet a buscarnos y que nos vea...acaramelados, ¿no? - ugh, no gracias.

- ¡Vamos!

Le arrastré literalmente hasta las escaleras. No podría aguantar otro marrón de parte de Emmet, con lo que hemos tenido es suficiente. Parecía que disfrutaba pillándonos en esas situaciones. No me extrañaría nada que un día tirara la puerta abajo, como dijo una vez Edward.

Cuando bajé me quedé maravillada. Se encontraban Alice y Jasper, Rose y Emmet y Carlisle y Esme, por supuesto. Además estaban Ángela y Ben y la manada al completo, incluyendo a Jake y Leah. Todos nos miraron con una enorme sonrisa en la cara y antes de bajar las escaleras me cantaron el cumpleaños feliz. Me emocioné como una tonta, tanto que Alice me tuvo que amenazar para que no arruinara el maquillaje.

- ¡Hey, Bella! - me llamó Quil – pareces un huevo Kinder – se rió.

- ¡Quil! - le pegué en el hombro – Por qué no te metes con alguien de tu tamaño. Mira que si te doy un tripazo no lo cuentas – todos se rieron.

- ¡Bella, felicidades! - me dijeron Paul, Embry y Seth.

- ¡Gracias! ¿Y Sam y Emily?

- Ahora vienen – dijo Jake abrazándome – Felicidades, enana.

- Bella, ¿que tal va el chiquitín? - me preguntó Leah.

- Creciendo, eso es ovbio – nos reímos.

La fiesta estaba genial, las chicas me habían hecho caso y no se habían pasado de la raya para nada. Pude ver como Jake y Edward hablaban animadamente entre ellos y sonreían. Según mi amigo ahora eran hermanos de sangre y eso, según él, unía a las personas. Como fuera, estaba feliz porque se había cumplido uno de mis sueños imposibles. La verdad es que nunca me imaginé que iba a presenciar como mi novio y mi mejor amigo se llevaban bien. Por su parte, Rose y Alice compartían confidencias con Leah y los chicos de la manada bromeaban con Emmet y Jasper.

Todo estaba muy bien, pero en el fondo me faltaba alguien. Mi padre. A mi madre también la echaba en falta, pero era diferente. Ella no vivía en el mismo pueblo que yo...además con ella sí hablaba, aunque fuera por teléfono. De todos modos sabía que la vería pronto, cuando naciera mi bebé, así que no me apenaba tanto el hecho de que no estuviera en mi cumpleaños. Ya lo celebraríamos juntas...

El timbre de la puerta sonó y Esme fue a abrir. Vi que pasaba Sam seguido de Emily. Pero no venían solos...Mi padre venía con ellos y venía con una expresión en el rostro que no supe descifrar. Su gesto era un cúmulo de sentimientos, se le notaba incómodo, arrepentido y sobre todo triste. Miré a Jake de manera interrogante.

- Tenía unas ganas locas de venir pero no se atrevía. al final le hemos convencido para que viniera, hace tiempo que quiere hablar contigo, pero no daba el paso...sabe que hizo las cosas mal, todos le regañamos por ello - me susurró.

- Qué...

- Charlie – dijo Carlisle – Me alegro de verte fuera del hospital. Que bueno que nos veamos en una celebración, ¿verdad? - sonrió amablemente.

- Eh...si, claro. ¿Que tal están por aquí? - estaba nervioso ya que no dejaba de tocarse el cuello de la camisa.

- Oh, bien, más tranquilos desde que todo pasó – contestó Esme.

Mi padre me miraba nervioso y yo no podía moverme de mi sitio, parecía que me habían pegado al suelo. Edward pasó una mano por mi cintura dándome ánimos.

- Amor, ¿por qué no te acercas a hablar con él? - me susurró contra el pelo.

- Edward...no puedo...

- Es tu padre, Bella...

- Es mi padre...mi padre, el mismo que me echó de casa cuando más falta me hacía porque me negué a abortar. Edward, ¡quería que matara a mi bebe! Eso es algo que llevaré en mi corazón durante toda mi vida...

- Bella, eso no estuvo bien. Tenía que haberte apoyado y no lo hizo...pero entiendele tu a él. Tampoco debió de ser fácil para él todo esto – dijo chascando la lengua.

- No se...¿Por qué le defiendes?

- No le defiendo, amor. Yo solo quiero que seas feliz y sé que no lo eres plenamente al no tener a tu padre a tu lado.

Tenía razón. Echaba terriblemente de menos a mi padre, teniendolo tan cerca. Miré hacia él y vi que estaba teniendo una pequeña charla con Jake. Bueno...más bien estaba aguantando un pequeño sermón por parte de mi amigo. Si no estuviera en esta tesitura me habría reído de la expresión de su cara. Cuando acabaron de hablar le vi que se acercaba a mi con paso nervioso. Edward se apartó para darme privacidad pero sin alejarse demasiado por si le necesitaba.

- Hija...- tosió – felicidades.

- Gracias – dije mirando al suelo. Todos parecían estar metidos en sus conversaciones, aunque no nos quitaban ojo.

- ¿Que...que tal estás?

- Ahora bien. Por lo menos ya no estoy sola – le espeté.

- Hija...- cerró los ojos como cuando le dolía mucho la cabeza – Lo siento, de verdad. Lo siento por haberte echo pasar todo esto sola.

- Ahora no estoy sola, estoy con los Cullen – dije cruzando los brazos...aunque mi tripa no me dejaba...

- Lo se y me alegro, pero me gustaría que volvieras a casa – ¿Cómo?

- ¿Qué dices, papá? ¿Qué me estás contando? - fruncí el ceño hasta el punto de ser doloroso - Tu me echaste, ¿recuerdas?

- Si y lo siento, por eso quiero enmendar todo lo malo que he echo - dijo jugando con la cremallera de la chaqueta que aún llevaba puesta.

- Papá, lo echo está echo, punto.

- Bella, hija, perdóname – parecía que iba a llorar.

- Papá, te perdoné hace tiempo, pero no puedo olvidar tan fácilmente. Las...las palabras que me dijiste fueron muy duras, prácticamente me hiciste elegir entre tu y mi hijo – me abracé protectoramente a mi pequeño – Nunca se debe obligar a alguien a elegir...

- Te entiendo...entiendo tu actitud conmigo, pero quiero que sepas que me preocupo por ti. No quiero que os falte de nada...dime al menos qué planes tienes...

- Todavía no lo sé...de momento esperar que nazca el bebe y cuando pueda empezaré a trabajar y si es posible el próximo año empezar la universidad...Aunque por el momento no está nada decidido.

- Y...y tú y Edward...¿estais juntos no? - titubeó.

- Sí, por supuesto - dije de manera rotunda.

- ¿Y qué planes teneis? No creo que vivais siempre con sus padres, ¿no?

Eso me pilló desprevenida. Es cierto, no podemos vivir para siempre en la mansión Cullen, sería un abuso de nuestra parte...Pronto seríamos uno más, y un bebé era demasiada responsabilidad...No me di cuenta de que había llegado, pero Edward se encontraba a mi lado tomandome la mano.

- Jefe Swan...creo que yo podré contestar a su pregunta.

Mi padre y yo le miramos extrañados. Edward parecía nervioso, aunque puede que fuera con la proximidad de mi padre y su pistola. Miré de nuevo a mi padre...pues nó, debería de ser por su presencia, ya que no venía con el uniforme de policía. Edward y su trasero podían estar tranquilos.

- A ver...- me miró detenidamente – Sé que esto lo tendría que hacer de otra manera, de hecho lo tenía pensado y preparado todo con la ayuda de mi hermana...pero se me ha presentado la ocasión perfecta, aquí delante de nuestra familia y amigos...- Sacó una caja del bolsillo de su pantalón, para entonces todos nos miraban expectantes – Isabella Swan, ¿me concederías el honor de casarte conmigo?

¿Había oído bien? ¿Casarme con él? Miré la cajita de terciopelo rojo que ahora se encontraba abierta, dentro se encontraba el anillo más hermoso que jamás pude ver. Era de oro blanco con un precioso diamante en forma de corazón. Tuve que parpadear varias veces. Dios mío...Edward me estaba dando un anillo...un...anillo...de compromiso...

- Si quieres que me ponga de rodillas...- dijo Edward al notar que no hablaba.

Negué con la cabeza mientras me llevaba la mano a mi boca, esto no me podía estar pasando a mi...
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EN EL PRÓXIMO CAPITULO

Pasó una mano por mi intimidad, sentía mi humedad crecer. Un sonoro jadeo abandonó mis labios.

- Edward...-gemí.

- Amor...no quiero hacerte daño – no pude evitar mirar su excitación. Me mordí el labio de manera automática.

- Por Dios, Edward, no me voy a romper. ¡Solo hazme el amor y cállate! - una sonrisa traviesa cruzó su rostro.

- ¿Eso es una orden?...


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La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado - Página 2 Empty Re: La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado

Mensaje por Qamiila Quinteros 23/7/2012, 5:07 pm

CAPITULO 56 DIOS MÍO...VOY A CASARME

¿Yo casada? Si me lo hubieran dicho hace unos meses hubiera llorado, pero de tristeza. Oh, Dios. ¿Casarme con Edward? ¿Pasar toda la vida con él? ¿Criar a nuestro hijo juntos? ¿Acaso necesitaba una respuesta tan obvia a esa pregunta?

- Amor...di lo que sea, pero di algo – suplicó mi novio.

Todo el mundo me miraba expectante. Los chicos de la manada dejaron de meter las manazas en las bandejas de los canapés, las chicas miraban con los ojos como platos al impresionante anillo y mi padre...mi padre tenía una rara expresión en la cara.

- ¿Qué quieres que diga, Edward? ¡Pues...claro que si! ¡Me quiero casar contigo!

- Bella...Ay, Bella...

Me cogió las mejillas y acercó sus labios a los míos con pasión. Demasiada pasión. Tras unos largos segundos oímos los silbidos y los aplausos de los chicos...hasta que alguien tosió de manera incómoda. Era mi padre.

- Lo siento – susurró Edward. Yo me reí cuando mi padre rodó los ojos.

- ¡Oh, venga chicos, felicidades! - gritó Emmet mientras nos abrazaba a los dos a la vez.

- Chicos...enhorabuena...- dijo Esme llorando – Sois muy jóvenes, pero estoy segura de que lo hareis de maravilla...

Uno a uno nos fueron felicitando. Oh Dios...me estaban felicitando por mi futura boda. Yo, vestida de blanco caminando hacia el altar donde me esperaría Edwatd y...para Bella, calma. Vi que mi padre habló unos segundos con Edward. No podía saber de lo que estaban hablando, pero me tranquilizó un poco la convicción que noté en Edward. Mi padre se calló y luego se volvió hacia mí.

- Hija, ¿estás segura de esto?

- No he tenido nada más claro en toda mi vida, papá. Quiero a Edward y voy a tener un hijo con él.

- Sólo espero que seas feliz y que puedas perdonarme...algún día. Aunque no haga falta decirtelo...tienes todo mi apoyo. Espero que sea yo el que te lleve al altar en el día de tu boda...

Simplemente le abracé. Mi padre no estaba muy acostumbrado a esas muestras de cariño, pero me respondió efusivamente.

- ¡Bella, Bella! - chilló Alice – Por Dios – dijo arrancandome del abrazo de mi padre – Tengo que empezar a organizar todo, porque dejarás que Esme, Rose y yo organicemos todo, ¿cierto? ¿Cierto?

- Eh, ¿si?

- ¡Perfecto! ¿Cuando será? ¿Donde quieres celebrarlo? ¿Habrá orquesta? El vestido dejamelo a mi. ¡Oh! Te casarás después de dar a luz, ¿no? - ya está, ya le había poseído el espíritu compulsivo de las compras y los preparativos.

- Alice – gemí – No quiero nada ostentoso. Sólo amigos y familia. Lo más íntimo posible.

- Yo por mi me iba ahora mismo a las Vegas y me casaba contigo – me susurró Edward.

- Ah no, ¡ni se te ocurra hacer eso! Mmmmm, arggg...Está bien, haré caso a Bella, pero por Dios casaros aquí – gruñó Alice. Edward y yo asentimos.

Estaba tan feliz. El resto de la fiesta nos la pasamos hablando de los planes de boda mientras que las chicas y yo admirabamos mi anillo. No quería ni saber lo que había costado, pero tenía pinta de caro. Muuy caro.

- Pues Edward te le quería comprar más grande, pero le presuadí diciendo que lo ostentoso no iba contigo – me explicó Rose ya que ella había sido la que le había acompañado. Alice estaba un poco enfadada por no haberse enterado de nada.

- No quiero saber el precio – murmuré – Con algo más sensillo hubiera bastado.

- Bella, ¿cuándo vas a enterarte de que mi hermano quiere todo lo mejor para ti? Quieres cuidarte y mimarte...y ya va siendo hora de que le dejes hacerlo...

Desde el sofá blanco miré a mi alrededor. Después de lo sucedido mi padre pareció relajarse un poco más y participar de manera activa en la fiesta, hablando con Carlisle y los chicos.

Me había reconciliado con mi padre y me iba a casar con el perfecto y guapo padre de mi hijo. ¿Qué más podía pedir?

El tiempo se me pasaba rápidamente feliz. Solo quería que pasara el tiempo rápido para ver la carita de mi bebe. Me quedaba como mes y medio para dar a luz y me encontraba bastante bien. Solo me había engordado la tripa, aunque eso hacía que pareciera un pequeño melón con patas.

También esperaba con ansias que el tiempo pasara para poder casarme con mi novio. Decidimos que la boda se celebraría dos meses después del nacimiento del pequeño Edward, lo justo para que yo me recuperara un poco ya que no queríamos esperar más.

Sabía que después de la boda haríamos un pequeño viaje aunque no sabía el destino, era sorpresa, según Edward. Bueno, no me importaba mucho el destino, lo importante era que estaría día y noche con Edward. Solos.

Decidimos que los primeros meses los pasaríamos en la mansión Cullen y después...después no sabía lo que pasaría, porque Esme y Carlisle insistían en que no me preocupara por nada.

Alice y Jasper empezaron sus estudios en Port Angeles y a Rose y Emmet le iba muy bien en Nueva York. A mi padre le veía varias veces a la semana.

Edward aún seguía con la rehabilitación de su mano, aunque ya la movía perfectamente, y seguía acompañándome a todas y cada una de las revisiones y de las clases para el parto. Estaba tan feliz por tenerle a mi lado en estos momentos...Era todo lo que un día soñé.

Esa noche la casa estaba en silencio, raro. Aunque Alice y Jasper vivían juntos en la casa de ella, pasaban casi todas las noches para cenar juntos; si estuvieran aquí seguro que escucharía los grititos de Alice mientras hablaba de sus clases...Así que hoy no habían aparecido y a Esme y a Carlisle no los oía por ningún lado.

- Edward, ¿por qué está la casa en silencio?

Estaba en la habitación del bebé colocando unos cuadritos bordados a mano que me había enviado mi madre. Era tan tierno...Sonrió de lado mientras se bajaba de la escalerilla y se acercó a mi.

- Porque estamos solos, mi amor – me susurró. Dios santo, ¿por qué aún me temblaban las piernas cuando hacía eso? ¿Es que nunca se me iba a pasar esa sensación que provocaba en mi cuando me sonreía de esa manera?

- Solos...¿solos? - balbuceé como un idiota.

- A-ha – me acarició la mejilla suavemente – ¿Qué te parece si...vemos una pelicula tranquilamente en nuestra habitación?

- Eh...- me estaba acariciando el cuello con el dedo índice...si seguía haciendo eso no podría ni contestar – Vale, pero voy a darme una ducha.

- Vale, no tardes – me susurró mientras salía de la habitación.

Respiré hondo un par de veces antes de serenarme. ¡Benditas hormonas! ¿Quería ver una película? Eso será lo último que hagamos, pensé. Quería volver a estar con Edward como antes, pero eso nos era imposible. Nunca estábamos solos, y cuando lo estábamos Edward me trataba como si me fuera a partir. Eso me frustraba de veras ya que yo sentía necesidad de él. En cuanto los besos iban un poco más allá...¡zas! Se separaba de mi, me besaba en la frente y me dejaba con las ganas. ¿Qué pasaba? ¿A él no le afectaban esas sesiones de besos, o qué?

Me duché rápidamente y me puse un camisón de algodón de manga corta que se adaptaba a mi barriga, estaba tan redondita...Cuando entré en la habitación ahí estaba mi dios griego personal, tendido en el medio de nuestra cama con el pantalón del pijama. Sólo con el pantalón.

Fui hacia la cama y abrió sus piernas invitándome a sentarme entre ellas. Así lo hice. Me apoyé contra su pecho, podía notar el calor que emanaba su cuerpo y eso me encantaba. Pasó las manos por mi cintura hasta mi vientre, donde masajeó en circulos.

- ¿Qué pelicula has puesto? - pregunté intentando parecer interesada.

- Una comedia romántica.

Seguimos un rato de la misma manera. A mi la película realmente me daba lo mismo, lo único que quería era estar con él, tocarle, besarle...Así que empecé a acariciarle las piernas. Pude oir una risita nerviosa detrás de mí. Me moví contra él rozándome contra su espalda y su estómago...entonces dejó de reirse para gemir bajito.

- Bella...- susurró.

- ¿Edward? - pregunté intentando sonar inocente.

- No...no hagas eso... murmuró.

- ¿Por qué?

- Por que si sigues...

Volví a restregarme contra él y gimió de nuevo. Sus manos abandonaron mi tripa para bajar un poco más...casi, casi...

- Edward...

- Bella, madre mía lo que te haría ahora mismo – me dijo al oído provocando un temblor por mi parte.

- ¿Qué? ¿Qué...me harías? - me estaba acariciando por encima de la ropa interior.

- Mmmm, ya lo sabrás...

- ¿Ya lo sabré? Por Dios Edward, ¡quiero que me lo hagas, ahora! - dije frustrada.

- No, mi vida, no quiero que nuestro hijo se asuste – gruñí – Pero mientras tanto...podemos hacer otras.

Metió la mano por mi bragas para así acariciarme libremente. Empecé a gemir sonoramente.

Me di la vuelta para quedar a horcajadas encima de él, haciendo que mi tripa y su estómago chocasen, aunque para nada nos molestaba.

Metí la mano por su pijama mientras él seguía acariciandome. Me sentía en el cielo. Era tan perfecto, no podía dejar de acariciar su pecho, su pelo y sus gemidos...era lo más musical que había escuchado nunca.

Me quitó el camisón y gimió al ver mis pechos. Podía jurar que estaban más grandes que la semana pasada...

- Quieres matarme, ¿verdad? - sonreí cuando me pasó una mano por mis pechos – Dios, Bella, estás...estás...tan...apetecible – acarició mis pezones. Apenas pude reprimir el gemido – Están más sensibles, ¿verdad? - asentí como pude ya que no encontraba mi voz.

Bajó su boca y comenzó a besar mi piel. Sus labios eran tan suaves, como plumas. Llevé mis manos a su nuca para agarrarme con fuerza.

- Edward...Edward...quiero...estar contigo. Ya.

- Amor...

Cuando me quise dar cuenta él estaba desnudo ante mi. Recorrió mi cuerpo con la mirada y terminó de quitarme mi ropa interior.

Pasó una mano por mi intimidad, sentía mi humedad crecer. Un sonoro jadeo abandonó mis labios.

- Edward...-gemí.

- Amor...no quiero hacerte daño – no pude evitar mirar su excitación. Me mordí el labio de manera automática.

- Por Dios, Edward, no me voy a romper. ¡Solo hazme el amor y cállate! - una sonrisa traviesa cruzó su rostro.

- ¿Eso es una orden?

- Si lo quieres tomar de esa manera...- sonreí.

- Vale...Creo que podemos hacerlo de la manera que me dijo Emmet – murmuró.

- ¿Que? - chillé.

¿Emmet aconsejando posturas a su cuñado? ¿Tenía que ser Emmet?¡Cielos, que vergüenza! Dejé de pensar cuando me giró suavemente quedando apoyada en el colchón. Él se puso de rodillas y abrió mis piernas para colocarse entre ellas.

- Así perfecto.

- Como tu digas...- susurré – Pero hazlo ya – sonrió.

Lentamente se introdujo en mi. Cielo santo cuanto extrañaba esta cercanía con Edward. Era dulce, cuidadoso, siempre pendiente de mi. La postura no es que fuera la más romántica, ya que no tenía el suficiente contacto que yo quería, pero en este momento daba igual. Estaba haciendo el amor con mi prometido. Oh, mi prometido...sonaba bien, ¿verdad?

Sus caricias no cesaban. Se inclinó un poco hacia mi, siempre sin aplastarme y me besó la tripa.

- Edward – jadeé.

- Bella, se siente tan bien...

No podía parar de jadear, lo único que echaba en falta ahora mismo eran sus labios, pero la tripa no nos dejaba acercarnos más.

Volvió a empujar contra mí con un poco más de ímpetu y chillé.

- ¡Edward!

- No...no voy a aguantar...

Pues no te aguantes – jadeé.

Y no se aguantó. Sentí su calor en mi interior y un enorme jadeo salió de nuestras bocas. Estaba sonrojado y sudado, pero yo le veía perfecto. Con cuidado salió de mí y se tumbó a mi lado abrazandome.

- Ven, dame un beso – susurré.

Nos envolvimos en un beso cargado de amor, lento, sin prisas, demostrando todo el amor que sentíamos el uno por el otro.

- Ha sido genial, amor – susurró.

- Sí...

- Y espera a que nazca nuestro hijo, no sabes las cosas que quiero hacerte – ronroneó y yo sentí que mi cuerpo ardía.

- Promesas, promesas...- sonrió – Dime...¿qué...quieres hacerme?

- Mmmm – me besó en la base del cuello – Ya lo verás...y lo sentirás – Dios santo, pensé – Ahora duerme, princesa.

Nos tapó a los dos con las mantas y me abrazó por detrás siempre tocando mi vientre. Así nos quedamos dormidos desnudos con nuestros cuerpos tan unidos como nuestras almas...
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La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado - Página 2 Empty Re: La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado

Mensaje por Qamiila Quinteros 23/7/2012, 5:11 pm

CAPITULO 57 HACIENDO JUSTICIA

Sonreí en silencio cuando noté otra patada de mi hijo. Era increíble como Bella podía dormir a pierna suelta con el tremendo partido que el pequeño estaba jugando en su interior. De todas formas no me extrañaba que estuviera cansada; la noche anterior fue increíble. Me encantaba estar con Bella de esa manera. Me encantaba su cuerpo de embarazada, era un extraño sentimiento de posesión que me llenaba de orgullo al saber que dentro de su cuerpo estaba creciendo mi hijo.

A Bella no le gustaba demasiado que la viera desnuda, según ella estaba enorme. Tonterías. Para mi estaba preciosa, su cuerpo estaba mucho más sensible que nunca, más receptiva...y esas curvas que se le habían formado me volvían loco. Sinceramente, tenía que aguantarme las ganas locas de avalanzarme sobre ella. Me daba miedo hacerla daño, a ella y al bebé y por eso me reprimía...pero anoche mi prometida no me lo puso nada fácil...

Prometida...sonreí mientras la acariciaba la tripita. Si meses antes, cuando Bella y yo empezamos, me hubieran dicho que nos casaríamos tan pronto me hubiera reído a carcajadas. Recuerdo la tarde que hablé con Tyler por teléfono..."Charlie Swan te ha metido la pistola por el culo para que te cases con Bella, ¿cierto?"...aún me rio al recordarlo. No, no había hecho falta ninguna amenaza. ¿Qué mejor forma de demostrarla todo mi amor por ella? De esa forma le demostraba que mis sentimientos por ella y por mi hijo eran sinceros, que quería cuidar de los dos, que...aunque me he portado como un capullo la amo más que a mi vida...Todo eso se lo expliqué a Tyler y lo entendió.

Aunque mentía al decir que no había habido amenazas...El día del cumpleaños de Bella, tras pedirla matrimonio...Charlie me había apartado de todos y me había dicho, palabras textuales: como la hagas sufrir, como derrame una sola lágrima por ti...te corto los hue...Argg, aún sentía un escalofrío al recordar la frase y el tono con el que me lo había dicho. Bueno, no le culpaba...yo hubiera hecho lo mismo.

Tapé a Bella un poco más con las mantas, en ese momento llamaron a mi puerta. Miré el reloj antes de maldecir...mierda, las once de la mañana. Una cosa era no tener que ir a clases ni nada parecido y otra levantarme a las tantas...Me puse los pantalones del pijama y una camiseta y abrí una pequeña rendija en la puerta. Era Jasper.

- ¿Os he despertado?

- No, yo ya estaba despierto...Bella duerme como un lirón – mi hermano sonrió - ¿Tu no tenías que estar en clases?

- ¿Podemos hablar un momento? - fruncí el ceño ante el cambio de mi hermano. Salí al pasillo con él.

- ¿Pasa algo?

- Esta mañana ha llegado la notificación del juicio, Edward. Es la semana que viene – sentí que mis piernas flaqueaban – Sabes que no tienes que ir si no quieres, podemos enviar los informes del psicólogo y...

- No – le corté – Prefiero ir...necesito ir – murmuré – Como le dije a papá...necesito oir el veredicto de la boca del juez...

- Te entiendo...¿Se lo vas a decir a Bella? - miré la puerta como si me fuera a hablar...No, definitivamente no se lo podía decir a Bella. Ella ahora estaba tranquila...

- No, si se lo digo ella va a querer estar conmigo en el juicio...No quiero que pase por eso. Bastante duro se me va a hacer ver a Tanya a mi...no quiero que Bella esté cerca de ella...

- Mejor – me palmeó el hombro – Si yo estuviera en tu lugar haría lo mismo. De todos modos yo iré contigo.

- Gracias – le di un breve abrazo a mi hermano.

Volví a meterme en mi habitación – nuestra habitación – y observé a Bella. Dormía en su postura habitual, con las piernas encogidas y con las manos debajo de la cara como un bebé. Durante estos días atrás pude observar como el brillo volvía a esos ojos marrones que me volvían loco, como sonreía. Atrás quedaron los malos momentos y las lágrimas...

Por eso mismo, al lunes siguiente, me encontraba con Charlie, con Jasper y con mi padre en los juzgados de Seattle. Estaba nervioso, muy nervioso...había dejado a Bella con Alice y con mi madre. Le habíamos dicho que íbamos a mirar un coche nuevo para nosotros ya que mi volvo había quedado inutilizable...Me sentía mal por mentirla, pero no quería que se pusiera nerviosa. Ya sobrepasaba los siete meses de embarazo y no quería que la pasase nada.

Jasper salió de la sala en uno de los descansos y me miró. Yo no había podido entrar aún porque tenía que declarar en calidad de testigo...La mirada de mi hermano me lo dijo todo.

- Ya han declarado los psiquiatras que la han valorado...Está muy chunga – fue lo primero que dijo al salir de la sala.

- ¿Cómo de chunga?

- Para empezar...aún va en silla de ruedas – abrí los ojos mucho – Papá dijo que se rompió la pierna por tres partes...Y su cara...ella está...

- Edward Cullen – dijo el abogado en la puerta de la sala – Ya ha sido llamado a declarar.

Cerré los ojos y me pasé la mano por el pelo. Sentí que mi hermano me apretaba el hombro con fuerza para darme ánimos; falta me iba a hacer. Cuando entré en la sala comprobé que no había mucha gente. La verdad es que no se parecía mucho a los juicios que había visto por la tele en los que la sala estaba repleta de gente. Vi al juez canoso sentado en el estrado vestido con la toga negra. Vi a Charlie vestido de paisano junto a mi padre. Ambos me miraron y asintieron con la cabeza. Respiré hondo. Delante del juez, en una de las mesas pude ver la cabellera de Tanya recogida en una coleta...Vamos, Edward...hundela, haz que pague por lo que te hizo...por lo que os hizo...

Caminé con resolución los últimos pasos que me quedaban. Esto lo hacía también por Bella, por lo que tuvo que pasar por culpa de Tanya. Juré sobre la biblia decir la verdad aún sin girarme. El juez me instó a que me sentara en el estrado. Entonces la vi.

Tanya estaba sentada frente a mi en una silla de ruedas. Su pelo, antes largo y brillante, ahora estaba corto y sin vida recogido en una coleta. Su pierna izquierda estaba cubierta por una aparatosa cédula de escayola y su cara...Una gran cicatriz recorría el lado izquiero de su cara desde el ojo hasta el labio superior dejandola una horrorosa y permanente mueca en el rostro. En el medio minuto que duró mi escrutinio no vi cambio alguno en su gesto...La miré a los ojos. El ojo izquierdo ya no era azul, sino que estaba nublado por una tela grisácea, como cuando una persona tiene cataratas. Parpadeó, enfocó el ojo derecho y me miró por unos segundos para después volver a mirarse las manos. Busqué la mirada de mi padre, sentía el corazón en la garganta...

- Señor Cullen – dijo el abogado de Tanya haciendo que enfocara toda mi atención en él - ¿Nos puede relatar como ocurrieron los hechos el día de autos?

- Ese día quedé con Tanya para hablar de asuntos personales cuando me encontré con una amiga de la familia.

- ¿Es verdad que tras esa conversación usted discutió con la señorita Denali en público? - entrecerré los ojos.

- Sí, pero apenas fueron un par de frases...

- ¿Nos puede narrar el contenido de la conversación? - miré a mi abogado confundido. Este asintió.

- Discutí con ella por un malentendido que hizo que me separara de mi prometida – Tanya alzó el ojo derecho y me miró ahogando un gemido. La ignoré deliberadamente.

- ¿Así que estaba enfadado con mi clienta?

- Pues claro que estaba enfadado, pero no se qué tiene que ver esto con el tema del accidente.

- Yo se lo aclaro, señor Cullen...¿estaba usted lo suficientemente enfadado con la señorita Denali como para acusarla de causar el accidente?

- Protesto – dijo mi abogado.

- Se acepta – señaló el juez – El señor Cullen está en calidad de testigo, no de acusado...tenga eso presente, señor Johnson.

- Bien – dijo el abogado torciendo el gesto – Solo quería apuntar que la señorita Denali fue encontrada en el asiento del copiloto. ¿Tuvo la fuerza y la agilidad suficientes como para manejar el volante y el acelerador desde su posición?

Sólo tiene que ver su pierna, señor Johnson – espeté – De no haber estado forcejeando conmigo para hacerse con el control del coche no se habría destrozado la pierna.

El resto de preguntas fueron de ese tipo, treinta y cinco minutos de tortura en los que tuve que recordar paso a paso en encuentro con Tanya aquella maldita tarde...además de esquivar los intentos de su abogado por ponerme en evidencia. ¿Qué quería? ¿Hacer que pareciera yo el culpable? Después de declarar el juez ordenó otro descanso por petición del abogado de Tanya, al parecer no se encontraba del todo bien.

Mi padre, Charlie y Jazz nos reunimos fuera con nuestro abogado.

- ¿Qué demonios le pasa a ese tio? - exclamé.

- Cálmate, hijo – pidió mi padre.

- Calma, Edward...Johnson actúa de esa manera porque sabe que tiene todas las de perder...no te preocupes por eso. Los exámenes de los psiquiatras son casi definitivos – suspiré.

- Por un momento me he sentido como un criminal ahí arriba, ¿sabes? - me pasé las manos por el pelo - Menos mal que Bella no ha venido...Papá, ¿Tanya puede verme...? - era curiosidad...

- Como te dije, perdió la visión completa del ojo izquierdo y del derecho solo conserva un veinte por ciento. Los daños son irreversibles...

Tanya desfigurada y casi ciega...Esa era una condena por sus actos malvados a parte del veredicto del jurado. Eso era algo que iba a perseguirla durante el resto de su vida recordándola aquella maldita tarde en la que me quiso matar. De hecho, no parecía ella...era más bien una cipia de mala calidad de lo que un día fue.

Sacudí la cabeza para alejar de mis pensamientos todas esas cosas negativas. Saqué el teléfono para llamar a Bella aprovechando los minutos que quedaban libres. A los dos tonos me contestó.

- Hola, preciosa.

- Hola – murmuró – No es por nada, pero...¿os queda mucho? Necesito que me rescates...Alice ya me ha probado el quinto vestido premamá, Edward...- dijo con voz tierna – Y lo peor de todo es que sigue comprandome ropa y no entiende que en unas semanas volveré a estar delgada...o eso espero – murmuró. Tuve que sonreir.

- Cuando vuelva a casa la regañaré por torturar a mi prometida – oí un suspiro a través del teléfono – No creo que tardemos mucho – miré a mi padre, me estaba haciendo señas que que teníamos que entrar de nuevo.

- ¿Qué pasa? ¿No te decides? El volvo es dificil de sustituir, ¿eh? - sonreí de nuevo.

- Y que lo digas...dile a Alice de mi parte que te deje en paz. En seguida estaré en casa. Te quiero.

- Y yo a ti – colgué justo después de que me mandara un beso.

Entré en la sala deprisa y corriendo. Me senté junto a mi hermano esperando a que entrara el juez y el jurado.

- ¿Todo bien?

- Tu novia está torturando a la mía...pero sí, todo bien – ambos sonreímos antes de ver entrar el jurado.

El juez entró y solicitó el veredicto del jurado. Pude ver a los padres de Tanya al otro lado de la sala, el rostro de la madre estaba bañado en lágrimas. Por un momento tuve un sentimiento de pena hacia esa mujer. Su única hija había quedado marcada de por vida e iba a pasar su juventud recluída en una cárcel...luego lo pensé mejor. Mi madre había llorado por mi durante las dos semanas que pasé en coma, debatiendome entre la vida y la muerte. Quizás era cruel, pero prefería ver llorar a esa mujer que ver llorar a mi madre. El portavoz se puso en pie y leyó.

- La señorita Tanya Denali, acusada de los cargos de homicidio en grado de tentativa contra el señor Edward Anthony Cullen es declarada...culpable.

Un sonoro sollozo se oyó al otro lado de la sala al mismo tiempo que nosotros cuatro suspiramos de alivio. Tanya se giró al oir el llanto de su madre, buscándola con la mirada sin poder verla. Cerró los ojos con fuerza y luego volvió a mirar hacia delante.

- Orden en la sala - ordenó el juez - La señorita Denali es condenada a quince años de prisión por los cargos que se le acusan – dijo el juez para después dar un mazazo.

En cuanto la poca gente que había se levantó de los bancos me vi envuelto en una maraña de brazos. Mi padre y mi hermano me abrazaban con fuerza mientras que Charlie me propinaba unas cuantas collejas "cariñosas" de las suyas.

- Ya acabó todo, hijo. Se ha hecho justicia – me susurró mi padre.

- Sí, al fin – murmuré – Tenía unas ganas horrorosas de que todo esto pasara...- dije mientras caminábamos hasta el exterior.

- Ahora lo que tienes que hacer es centrarte en Bella y en el pequeño que viene en camino – me aconsejó mi padre. Pude oir a Charlie murmurar algo, aunque prefería no saber lo que decía...

- Sí, ahora toca relajarse totalmente.

- Creo que no – dijo Jasper – aún tienes una boda pediente que preparar con Alice – dijo sonriendo ampliamente.

- Oh Dios – murmuré haciendo que los demás se rieran...

Ahora si...ahora tenía la certeza de que todo iba a ir bien...
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La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado - Página 2 Empty Re: La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado

Mensaje por Qamiila Quinteros 23/7/2012, 5:12 pm

CAPITULO 58 UNA BODA Y...UN NACIMIENTO

Hoy era la boda de Jake y Leah y yo estaba un poco de mal humor. Sí. Y la razón era porque mi amigo decidió casarse justo cuando yo me encontraría de ocho meses. ¡Perfecto! Apenas había engordado diez kilos, se supone que era un peso más o menos normal...pero mi tripa estaba super redonda y abultada a estas alturas del embarazo. Carlisle nos dijo a Edward y a mi que el bebé era bastante grande. ¡Genial! No tenía que haberme dicho eso sabiendo de donde va a salir. Gemí sonoramente al recordar ese punto.

- ¡Bella! - gritó Alice – Venga, vamos a vestirte.

- Alice,¿qué me vas a poner, una tienda de campaña? ¡No creo que entre en ningún vestido decente para una boda! - dije haciendo pucheros

- Bella, qué poca confianza tienes en Alice.

Me giré para ver a Rose en la puerta de mi habitación. Oh, me alegré tanto...La echaba tantisimo en falta. Rose con el paso del tiempo se había convertido en una hermana para mi. Ella había estado desde mis "comienzos" con Edward. Rose sabía lo que había sufrido y también lo feliz que era en estos momentos...

- ¡Rose! - grité mientras corría para abrazarla, aunque más bien se chocó con mi tripa.

- Wow, estás tan redondita...- dijo frotando mi estómago como si estuviese frotando una lámpara mágica.

- Rose, tu también no, por favor...Me estoy hundiendo, ¿sabes? Vosotras vais a ir preciosas...en cambio yo estoy horrible.

- Para nada – dijo Edward desde la puerta – Estás preciosa.

- Edward, tu no eres imparcial y lo sabes – le contesté.

- Si quieres te demuestro lo imparcial que soy – susurró en mi oído.

- ¡Hey, hey, que hay testigos! - gritó Rose – ¿Siguen igual de pegajosos? - le preguntó a Alice, esta asintió sonriendo – Vale, no quiero saber nada más...¡Además tenemos que preparar a la preñada!

- ¡Hey! - le dí un codazo.

Edward salió de la habitación dejándome sola con esas dos lobas. Me maquillaron de manera discreta y me peinaron con suaves ondas. Estaban echándome la laca cuando sentí una patada del pequeño Edward, pero no una patada normal y corriente como las que sentía todos los días. Esta me hizo daño. Rose notó mi cara y se tensó ligeramente.

- ¿Estás bien, Bella? Ya terminamos...si quieres puedes tumbarte un poco y...

- No, tranquila, estoy bien. Ha sido sólo una patada.

Las chicas me miraron preocupadas aunque las hice un gesto de que todo estaba en orden. Terminaron con mi pelo y se dispusieron a arreglarse ellas. Las esperé en la cama sentada ya que no me fiaba de mi misma, ultimamente podría quedarme dormida de pie.

Estaba cansada, pero estaba feliz. Esta tarde mi mejor amigo iba a casarse con la mujer de su vida y todos los amigos nos juntaríamos para celebrarlo. Me parecía mentira como mis dos grupos de amigos se llevaban tan bien. Me alegraba de veras. Además esta tarde vería a mi padre, aunque le veía varias veces a la semana me gustaba el hecho de verle en una fiesta, quería que se divirtiera. Sus únicas salidas eran a pescar los fines de semana, un planazo.

Después de un rato salieron las chicas preciosas. Alice llevaba un vestido rosado hasta las rodilla con una chaqueta a juego y Rose llevaba una falda negra de tubo y con un top rojo. Estaban perfectas. Me hundí en mi miseria, de hecho quise meterme debajo de la almohada.

- Vamos, Bella. Hay que vestirte – saltó Alice.

Traían una funda para la ropa. Ahí se encontraba mi vestido. Cuando abrieron la funda me quedé sin habla. Era un vestido azul noche con el escote en uve cruzado, llevaba un lazo un tono un poco más claro que se ajustaba a la cintura. Era vaporoso y me llegaba a las rodillas. Era perfecto y comprobé que me sentaba genial cuando las chicas me ayudaron a ponermelo.

- Es precioso – dije mirándome en el espejo mientras Alice me subía la cremallera – Y no parezco una vaca – sonreí.

- Te dije que confiaras en nosotras – sonrió Rose.

Salieron del cuarto justo cuando Edward entraba. Estaba guapisimo con un pantalón de vestir gris y una camisa azul oscuro. En la mano llevaba la chaqueta del traje...en esos momentos parecía un modelo con todas las letras.

- Bella, estas...hermosa...- me besó suavemente en los labios.

- Tu si que estás perfecto...como siempre – sonrió.

- ¿Estás lista para irnos?

Asentí, pero en ese momento volví a sentir otra patada igual de fuerte que la de antes. Tanto que hizo que me doblara un poco hacia adelante. Edward rápidamente me cogió del brazo yy me ayudó a estabilizarme. Me miró con el ceño fruncido.

- Amor, ¿estás bien?

- Eh...sí...parece que pasamos del futbol al full contact – traté de reirme pero no pude.

- En serio, Bella. Mi padre puede revisarte en un momento antes de salir...si te encuentras mal nos quedamos, Jake y Leah lo comprenderían...– suspiré, estaba muy preocupado.

- Edward – le toqué la cara – Estoy bien, de verdad. He dormido mal, estoy un poco cansada. Eso es todo. Por nada del mundo me perdería la boda de Jacob.

- ¿Seguro? - asentí – Menos mal que mi padre estará en la boda...

- Edward, faltan cuatro semanas aún. Es pronto para ponerse paranoico...el problema es que el bebé no tiene espacio suficiente para moverse y cuando lo hace...pues me duele un poquito. No es nada preocupante.

- Lo sé, cielo – suspiró - Sólo quiero que esteis bien – me besó de nuevo.

Tras bajar a velocidad de tortuga las escaleras por orden de mi prometido y sufrir las pesadas bromas de Emmet respecto a mi tamaño, nos metimos en los coches y nos encaminamos a la Push. Edward y yo viajamos con sus padres ya que puso el grito en el cielo cuando propuse conducir mi coche.

La boda se celebraría en el salón de fiestas de la Push. Era pequeño pero lo habían decorado de manera exquisita. Las sillas tenían unas fundas blancas preciosas y todo estaba decorado con flores blancas y rosas.

Los invitados empezaron a llegar. Al fin entró Jake, estaba super nervioso, no dejaba de tocarse la camisa. La marcha nupcial empezó a sonar y a los pocos minutos entró Leah. Estaba muy guapa con su vestido de novia. Era sencillo, pero simplemente perfecto. Además el tono marfil contrastaba con su tono de piel haciendola parecer deslumbrante.

La ceremonia fue muy emotiva exceptuando que a Jake se le cayeron un par de arras y todos reimos cuando se tuvo que tirar literalmente al suelo para poder recogerlas todas. La cara de vergüenza de Leah no tuvo precio. Hicieron sus votos, el novio besó a la novia...y la magia. Ya eran marido y mujer...no pude evitar que una lágrima traicionera corriera por mi cara. Nos acercamos a saludar a los novios.

- Enhorabuena, chicos. ¡Ha estado genial! - dije mientras les abrazaba a los dos a la vez.

- ¡Bella! Estas hermosa – me dijo Jake.

- Sí, pero pareces cansada, ¿te encuentras bien? - me preguntó Leah preocupada.

- Sí, estoy cansada, solo es eso. La ceremonia ha sido muy bonita, chicos. Esperemos que la nuestra sea igual.

- Lo será. ¿Tienes fecha definitiva?

- Bueno, eso está en manos de Alice – sonrieron – Pero sé que será un par de meses después de que nazca el bebé. ¡Si me casara embarazada a Alice le daría algo! - reí.

Después de charlar un poco más con ellos y de ir hacia el banquete me senté en una de las sillas. Edward llegó con mi habitual batido de chocolate. No se como lo hacía pero allá donde íbamos encontraba mi batido de chocolate preferido. La verdad es que se tenía el cielo ganado conmigo.

- Mmmm, ¿te he dicho que te quiero? - le pregunté.

- Pues no se...pero no pasa nada, ¿podrías decirmelo? Ya sabes, por si acaso – sonreí cuando separé la pajita de mis labios.

- Te quiero, Edward.

Me tomé mi batido durante el cocktel. Como nos sentamos en la misma mesa que los chicos de la manada fuimos testigos directos de las bromas y los consejos que le gritaban a Jacob para la luna de miel. Cuando trajeron la cena no pude comer nada, tenía el estómago lleno debido al batido.

- Cielo, come un poco o te marearás – me dijo Edward con la mirada preocupada.

- No tengo hambre.

- ¿Te encuentras bien? – asentí levemente con la cabeza.

Durante la cena seguí notando esas patadas y esos pequeños dolores, pero decidí no decirselo a Edward, entraría en pánico. Sabía que si le decía a Edward que me dolía algo poco tardaría en llevarme al hospital. No quería resultar una madre primeriza y ñoña que se presenta en urgencias al primer dolorcito que nota. La matrona nos había insistido especialmente en ese punto, mejor aguantar en casa hasta que las contracciones fueran muy seguidas...pero definitivamente ese no era mi caso. Estaba totalmente segura de que estos dolores no se trataban de contracciones ya que me quedaban casi cuatro semanas para tener a mi bebé, a mi pequeño Edward.

Tras el baile el recién estrenado matrimonio se fue para empezar su luna de miel y los demás nos quedamos por el salón disfrutando de la barra libre y de la comida. Nos divertimos junto a mi padre viendo como bailaban Alice y Jasper. Alice no paraba de dar saltitos mientras que Jasper intentaba seguirle el ritmo...la enana había cogido para ella sola una botella de champán de la que bebía a morro...así que no me extrañaba la marcha que tenía. Rose y Emmet...bueno, empezaron con sus demostraciones de amor en público, gracias a los cielos que se dignaron a irse a un rincón apartado a meterse mano. Dejé de reirme cuando noté otra patada. La más fuerte de todas...aunque a eso no lo llamaría exactamente patada. Era más bien como si me pincharan desde dentro, como si...como si algo quisiera abrirme para salir...oh Dios...No podía ser, aún no...Edward me miró preocupado.

- Estás bien. ¡Bella! ¡Estás pálida! - dijo tocándome la cara – Toma, bebe un poco de agua, tenias que haber comido, se te ha debido de bajar la tensión – murmuró asustado.

- Estoy bien, cariño – intenté calmarle pero fue imposible ya que otro dolor me sobrevino. Era un dolor indescriptible, un dolor que no había sentido jamás en la vida – Edward – susurré mientras le agarraba la mano.

- ¡Papa! ¡Ven! ¡Creo que Bella no se encuentra bien! - al medio minuto tenía a Carlisle enfrente de mi mirándome preocupado.

- Bella, ¿te duele? - asentí. Puso las manos sobre mi tripa y palpó – Debería de revisarla, creo que tiene contracciones...¿hace mucho que las tiene?

- Cuando hemos salido de casa ya se encontraba rara – oí a Edward a lo lejos. Ahora si que me estaba mareando...

Sentí como algo caliente bajaba por mis piernas y luego me dormí en un profundo sueño.

Tenía sueño. Mucho sueño. Quería abrir los ojos pero no podía. Quería decirles a todos que ya se me había pasado el dolor, que quería volver a casa tumbarme en nuestra cama y descansar un poco. Fui a levantarme cuando alguien me lo impidió. Abrí los ojos de repente y vi que estaba en una habitación blanca. Ya no tenía puesto el vestido azul tan bonito que me habían puesto mis amigas, en su lugar tenía una bata blanca y alrededor de mi tripa unos cables conectados a un aparato el cual emitía unos pitidos. Noté que de vez en cuando el pitido se descontrolaba. Miré a mi alrededor desorientada. Al lado de la cama estaba Carlisle hablando con una enfermera.

- Carlisle – murmuré.

- ¡Bella! ¡Gracias a Dios que te has despertado! ¿Qué tal estás?

- Eso debería de preguntartelo yo a ti – intenté sonreir, pero me encontraba muy cansada.

- Bueno, verás...- parecía preocupado. Me asusté al instante.

- Carlisle, ¿le pasa algo a mi bebe? ¿Por qué todas estas máquinas? ¿Qué pasa?

- Bella, calmate, si te pones nerviosa empeorarás las cosas. Calmate y te explico – asentí.

- ¿Donde está Edward?

- Está fuera, ahora le hago pasar. Bella, has roto aguas – ¿como? Cuando rompes aguas te pones de parto y a mí me quedan...- Te has puesto de parto – me aclaró por si no me había quedado claro.

- ¡Carlisle! Pero me quedan cuatro semanas aún, el bebé aún no puede nacer. Y...y no noto ningún dolor, no puedo estar de parto.

- Calma, hija. No sientes dolor porque te pusimos calmantes y puedes ponerte perfectamente de parto unas semanas antes de la fecha prevista. Ahora no te preocupes por eso, además el bebé ya tiene bien formados los pulmones y es bastante grande por lo que no habrá ningún problema en ese sentido.

- ¿En ese sentido? ¿Pasa algo más?

- Verás...Te has puesto de parto, pero no dilatas lo suficiente para que salga el bebé. Llevas aquí tres horas y sólo has dilatado dos centímetros.

- ¿Eso es malo?

- Es malo porque el bebé quiere salir ya y no tiene espacio para hacerlo. Te hemos monitorizado para controlar que el bebé no sufra, pero si sigues así tendremos que hacer una cesarea.

- ¿Pero el bebé está bien?

- Las pruebas dicen que el bebé está estable – me calmé un poco ante sus palabras.

- Está bien...- volví a reposar la cabeza en la almohada - ¿Puede pasar Edward?

Claro.

Salió un momento y rápidamente entro Edward. Su cara reflejaba tensión y nerviosismo; lo estaba pasando fatal por nosotros, eso era evidente. Me besó en los labios suavemente y apoyó su frente contra la mía.

- ¿Como estás, amor?

- Mejor, ahora que estás conmigo – sonrió – Edward...estoy un poco asustada...estoy de parto – susurré.

- Lo sé, pero mi padre está al mando. No dejará que nada malo le pase a nuestro hijo. Pronto le veremos la carita, cielo.

- Sí – sonreí aunque sentí un pequeño calambre - ¿Cómo están Esme y los chicos? ¿Mi padre...?

- No te preocupes por nada, tu padre está fuera...ya ha llamado a tu madre – sonrió – Está histérica, podía oir sus gritos a través del teléfono – intenté sonreir, pero noté otro calambre parecido al de esta tarde...no era un dolor cualquiera, era una contracción...

En ese momento la máquina que estaba a mi lado comenzó a pitar y sentí un fuerte dolor, el más intenso de todos. No recuerdo cómo sacaron a Edward de la habitación, lo único que vi fue a dos enfermeras a mi alrededor y luego a Carlisle leyendo las cifras y los informes de la maquina de registro que tenía a mi lado.

- Doctor...hay sufrimiento fetal – murmuró una de las enfermeras, aunque yo llegué a oirlo. Me puse muy nerviosa, eso sonaba muy mal.

- ¡Carlisle! ¿Qué pasa? - chillé.

- Bella, vamos al quirófano, hay que sacar al bebé ya – dijo con gesto grave.

- ¿Pero está bien?

No me contestó y eso me dio muy mala espina. Me llevaron al pasillo sobre la camilla. Allí estaban todos los Cullen y mi padre. Edward se acercó a mi con su cara tan blanca como el papel.

- ¡Edward, ven conmigo! No me dejes sola – sollocé agarrándole la mano. Estaba muerta de miedo.

- Bella, Edward no puede entrar, será una operación – sijo Carlisle.

- Papa – suplicó Edward.

- Hijo entiendelo, no puedes pasar. Tranquilo, saldrá todo bien, yo estaré en el quirófano.

Edward se tranquilizó un poco con las palabras de su padre. Me besó rápidamente en los labios y me llevaron al quirófano. Me quitaron la bata y me pusieron en su lugar una sábana verde. Me explicaron el tema de la anestesia aunque apenas presté atención. Lo único que m ehabía quedado claro en que me pincharían en la columna vertebral, me dormirían de cintura para abajo para hacer la cesarea. Me ayudaron a sentarme en la camilla y me colocaron para pincharme. Sentí la aguja introducirse entre mis vertebras y noté como un pequeño calambre. Me tumbaron sobre la camilla de nuevo y noté que me relajaba poco a poco, que ese dolor sordo debido a las contracciones desaparecía.

Minutos después sentí como trabajaban en mi cuerpo, era un poco desagradable, pero no sentí nunca dolor aunque sentía las manos de ese doctor dentro de mi mientras Carlisle me miraba sonriéndome para tranquilizarme. El sueño me vencía a cada minuto que pasaba, hasta que a lo lejos pude escuchar el llanto de un bebé. Simplemente sonreí.
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La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado - Página 2 Empty Re: La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado

Mensaje por Qamiila Quinteros 23/7/2012, 5:14 pm

CAPITULO 59 EL REGALO MÁS GRANDE

Apenas casi tuve tiempo de coger a Bella, afortunadamente cuando se desmayó pude cogerla entre mis brazos. Sabía que la pasaba algo, sabía que no se encontraba bien. Había estado toda la tarde muy pálida y esos pequeños gestos y movimientos me decían que algo no iba del todo bien.

Las pocas personas que quedaban en el salón acudieron rápidamente cuando me vieron con Bella en los brazos.

- ¿Qué ha pasado? - dijo Rose asustada.

- No lo se – susurré - ¡Papá! - el pobre no tardó ni dos segundos en llegar hasta nosotros.

- ¿Qué ha pasado? ¿Un mareo? - dijo tomándola el pulso.

- No, creo que le dolía algo...Dios, es tan cabezota que no me ha querido decirme nada para no alarmarme...

- Mientras la ayudábamos a vestirse ha notado un par de patadas fuertes – dijo Alice agarrándose al brazo de mi hermano.

- ¿Contracciones? - le pregunté a mi padre con temor.

- Puede ser – murmuró.

- Pero si aún falta...

- Eso da igual. Si a mi nieto le apetece salir ahora que se le va a hacer...De todos modos vamos a llevarla al hospital, allí podemos monitorear al bebe y saber qué pasa.

- Oh Dios mío...Oh Dios mío...- Charlie miraba a Bella con los ojos acuosos – Voy a ser abuelo...

- ¿No me diga que se da cuenta ahora, Jefe Swan? - dijo Emmet en tono de broma.

- Cállate – replicó.

Ignorando al bromista de mi amigo, entre mi padre y yo metimos a Bella en el mercedes. Coloqué su cabeza en mi regazo intentando que estuviera lo más cómoda posible. Mi padre se puso al volante y en el asiento del copiloto Charlie, que aún iba murmurando incoherencias. No era para menos...Oh Dios, voy a ser padre...si los dolores que había tenido Bella durante toda la tarde eran contracciones...era muy probable que en unas horas naciera mi hijo...iba ser padre...arrgg. Sentí como mi frente se humedecía y las manos me empezaban a temblar. También debí de ponerme un poco pálido, ya que mi padre me miró a través del espejo retrovisor.

- Cálmate, Edward. Así no le vas a ser de mucha ayuda a Bella.

- Voy a ser padre, papá – dije con una nota de histeria en la voz.

- Sí, me he dado cuenta – sonrió – Pero si va a ocurrir hoy...eso aún no lo sabemos. Igual todo se queda en una falsa alarma.

Miré a Bella. Aún no se había despertado, así que parecía tranquila. La toqué la mejilla. Parecía de locos que en este momento me parara a admirar la belleza de mi prometida, pero no lo podía evitar. Sus largas pestañas le llegaban hasta las mejillas donde su piel parecía porcelana. Era afortunado por tenerla conmigo...

En cuanto llegamos a la puerta de urgencias del hospital colocamos a Bella en una camilla. Quise entrar con mi padre, pero me puso una mano en el pecho impidiéndome el paso.

- Hijo – dijo con tono cansino – Portate bien y quedate en la sala de espera, ¿quieres?

Fui a replicarle pero no me dio opción ya que se se fue con rapidez por el pasillo por el que se habían llevado a Bella. Así que me tragué mis puñeteros nervios y me fui a la sala de espera...Ugh, allí estaba Charlie. El pobre estaba sentado en una de esas "comodisimas" sillas de plástico, con la corbata desabrochada y tan blanco como una hoja de papel. En realidad no sabía qué sentimiento me provocaba Charlie, si pena o miedo, no estaba seguro.

Aunque habíamos limado esperezas estaba claro que aún sentía cierta aversión por mi. Primero, dejo embarazada a su única hija. Segundo, la dejo estando embarazada. Joder, no me extrañaba que me odiase un poco. De todas formas habíamos hablado y había quedado claro que los dos queríamos lo mejor para Bella. De hecho yo se lo había demostrado el día de su cumpleaños poniendo un anillo en el dedo de su hija. Daba igual. Tampoco es que le hiciera mucha gracia que su hija se casara con diecinueve años...

Me pasé las manos por el pelo, reuní valor y me senté a su lado. Charlie miraba un punto indeterminado y fijo en la sala, parecía que no se había percatado de mi proximidad...

- Voy a ser abuelo – repitió.

- Y yo voy a ser padre – ambos nos miramos. Y sonreímos.

- Parecemos imbéciles, ¿lo sabes?

- Me lo imagino...Estoy nervioso – reconocí.

- ¿Quieres un consejo? - asentí con un poco de temor – Si crees que te vas a marear ni se te ocurra entrar al paritorio...- le miré con cara de no entender. Rodó los ojos – En el nacimiento de Bella...bueno, digamos que yo me hice el machote, entré...miré – hizo una mueca – Y simplemente me...caí – le miré con los ojos muy abiertos.

- Y será verdad.

- Totalmente. Los médicos tuvieron que dejar a Renée y atenderme a mi...me hice un chichón enorme – dijo mirándome de reojo.

En otro momento me hubiera reído por el gesto de la cara de mi suegro, pero estaba demasiado atacado de los nervios. En ese momento entraron mi madre, mis hermanos y amigos en la sala de espera de urgencias.

- ¿Se sabe algo? - dijo mi madre mientras me besaba la frente.

- Sí...voy a ser abuelo – murmuró Charlie de nuevo – Pero a parte de eso, no. No sabemos nada nuevo.

- ¿Y si nace ya? - pregunté ahora con miedo – No se si estoy preparado, no se si lo voy a hacer bien, no se...

- Schhh, cierra el pico, capullo – dijo Emmet repentinamente serio poniendome las manos en los hombros – Eres mi colega desde hace años, y aunque a veces seas un imbécil integral...se que lo vas a hacer bien. Vas a ser un buen padre, vas a amar a ese niño con todo tu ser al igual que lo haces con Bella. Así que deja de lloriquear por las esquinas, ¿estamos?

Todos nos quedamos perplejos ante el discurso que me había dado mi amigo. Así que hice lo que me dijo, intenté calmarme, por mi bien y por el de Bella, y volví a sentarme con Charlie. Aunque mi calma no duró mucho tiempo cuando vi a mi padre aparecer en la sala de espera.

- ¿Se sabe algo? - pregunté nervioso.

- Sí...está de parto, como me temí en un principio – abrí la boca para seguir preguntando, pero en seguida me cortó – Está bien...pero no dilata lo suficiente.

- ¿Cómo que no dilata? - preguntó Emmet confundido.

- Emmet, cuando una mujer va a dar a luz su vagina tiene que dilatar hasta llegar a los diez centímetros para que el bebé pueda salir – le explicó Jasper haciendo que Emmet pusiera cara de dolor – Si no dilata...

- Si no dilata la tendrás que hacer una cesarea, ¿no? - terminé la frase.

- Sí...ya ha despertado y pregunta por ti, Edward – dijo mi padre – Está muy nerviosa, así que controla tus nervios y trata de quitar esa cara de acelga descolorida que tienes, por favor.

Me arremangué las mangas de la camisa y me sequé el sudir inexistente de mis manos en la pernera del pantalón. Avancé al lado de mi padre con el corazón en la garganta. Sí, iba a ser padre, en apenas unas horas...tendría a mi bebé en mis brazos...

Cuando entré en la sala donde estaba Bella me la esperaba más nerviosa. Su tripa estaba rodeada de varios cables conectados a un monitor que pitaba de manera rítmica y constante...los latidos de mi hijo...Aunque estaba un poco pálida yo la veía hermosa como siempre.

Apenas había podido hablar con Bella dos frases cuando el aparato que tenía conectado comenzó a pitar como un loco. Una enfermera robusta me sacó con fuerza de la habitación antes de que yo pudiera comprender lo que había pasado. Mi padre entró con rapidez en la sala para volver a salir dos minutos después con expresión grave.

- Tenemos que sacar al bebé ya – dijo acelerado.

- ¿Qué pasa? - grité.

- ¡Edward! - sollozó Bella – Ven conmigo, no me dejes sola – hice el ademán de acompañarles, pero mi padre me puso la mano en el pecho impidiéndome seguir.

- No puedes venir, Edward...será una operación.

- Papá – le supliqué...

Mi padre intentó tranquilizarme con suaves palabras, aunque sólo me sirvió para ponerme más nervioso. Todos me miraron interrogantes cuando me vieron volver a la sala de espera.

- Se la han llevado al quirófano – dije mientras me derrumbaba en la silla. Todos se levantaron de sus sitios al oir mis palabras.

- ¿Cómo que al quirófano? - dijo Charlie con la cara blanca como el papel.

- La van a hacer una cesárea, no se...ella estaba tranquila, y de repente ese aparato empezó a sonar y papá dijo que se la tenían que llevar...- noté como una lágrima solitaria rodaba por mi cara.

- Tranquilo, Ed – me susurró Rosalie – Bella es fuerte y papá está con ella. No la va a pasar nada, ya verás como todo va a salir bien...

Realmente no se cuanto tiempo estuvimos esperando, pudieron ser minutos aunque a mi se me hicieron horas. Aún no sabía porqué se había llevado a Bella tan deprisa...me entraba pánico al imaginarme que pudiera haber algún tipo de problema en el quirófano. Había deseado estar con ella a su lado, cogiéndola la mano en el paritorio...al final había acabado aquí, en una sala de espera sentado en una horrible e incómoda silla de plástico mientras me sobaba una y otra vez el pelo.

- ¿No están tardando mucho? - murmuré aunque nadie me constestó.

Minutos después apareció mi padre con una gran sonrisa en los labios...entonces me relajé, aunque me avalancé sobre él en cuanto le tuve cerca.

- ¿Qué ha pasado? ¿Puedo verlos ya? ¿Están bien?

- Calma, hijo...- sonrió ampliamente – El pequeño Edward ha pesado dos kilos seiscientos gramos y ha medido cuarenta y nueve centímetros, muy bien para haber nacido cuatro semanas antes – expulsé todo el aire que estaba conteniendo.

- ¿Puedo verle? ¿Cómo está Bella?

- Bella está bien, aunque ha decidido echarse otro sueñecito – dijo haciendo que todos se rieran – Ahora está en reanimación, en un rato la llevaremos a la habitación. Así que si estás listo podemos ir a que conozcas a tu hijo.

Asentí incapaz de hablar. Conocer a mi hijo...Uff, conocer a mi hijo. Miré a Charlie, aún parecía un poco conmocionado por la noticia, aunque era evidente que estaba feliz. Me miró con los ojos vidriosos...

- Vamos, Charlie – le animé – Ven conmigo a conocer a tu nieto.

Se le iluminó la cara al pronunciar esas palabras. Charlie y yo habíamos avanzado posiciones, pero sin duda este acercamiento tenía pinta de ser el definitivo. Así que caminamos en silencio por los pasillos siguiendo a mi padre. En seguida se desvió por un pasillo con un cartel que decía neonatos. Y pronto vimos una gran cristalera con varios recién nacidos dormidos en sus cunas. Era una imagen increíble y una sensación indescriptible. Ahí estaba mi hijo, estaba intentando leer los nombres de las cunas cuando mi padre me habló.

- Es el chiquitín de la derecha.

Ahí estaba. Su carita era redondita debido a los enormes mofletes que tenía. Su piel era preciosa, sonrojada por el esfuerzo que había hecho al venir al mundo. Su pequeña cabecita estaba cubierta de una fina pelusilla de color marrón. Se me calló la baba cuando bostezó de manera cómica. Miré a Charlie, el pobre estaba llorando en silencio.

- Venga, vamos a pasar – nos animó mi padre.

Entramos a la sala en total silencio esperando a que una enfermera nos sacara a mi pequeño. A los pocos segundos apareció la misma enfermera robusta que poco antes me había sacado a rastras de la sala donde estaba Bella. Quise mirarla con rencor, pero no pude ya que en seguida comprobé que no venía sola; en sus brazos traía mi pequeño regalo.

- Cogelo con suavidad pero con firmeza – me explicó – De ese modo se sentirá seguro. Y recuerda tener cuidado con la cabecita.

Tomé a mi hijo en brazos justo como me había indicado la amable mujer. Oh Dios mío. Era muy pequeño, apenas notaba su peso en mis brazos. Tenía miedo de moverme, se veía tan pequeño y delicado...Le acaricié su carita con un dedo, su piel era tan suave que parecía seda. Me acerqué a él y le besé con cuidado la cabecita cubierta por un gorrito azul. Olía a inocencia, a bebé...

- Es precioso – murmuré.

- Sí que lo es – reconoció mi padre.

- Es muy pequeño – dije frunciendo el ceño.

- Tu le ves pequeño, Edward. Pero en realidad está muy bien de peso y tamaño.

- Soy abuelo – murmuró Charlie con los ojos húmedos.

- ¿Quieres cogerle? - pregunté. Aunque en ese momento mi hijo se puso a gimotear. Miré con miedo a mi padre - ¿Le pasa algo?

- Edward – se empezó a reir a carcajadas de mi – ¿Vas a ser tan asustadizo siempre? ¿No te has parado a pensar que lo único que le pasa es que tiene hambre?

- Oh – dije avergonzado por no haber caído en algo tan obvio.

- Vamos a llevarselo a su mamá – dijo mi padre con una sonrisa.

Acosté a mi hijo de nuevo en la cuna y fuimos de vuelta al ala de las habitaciones. Llevé yo mismo la cuna para así poder observar de nuevo la cara de mi bebé, que se había vuelto a quedar dormido por el movimiento.

Se podía decir que era el hombre más feliz del mundo viendo a mi hijo dormir...pero no. En realidad fui el hombre más jodidamente feliz cuando abrí la puerta y vi los enormes ojos de Bella mirándonos con sorpresa mientras cogía a nuestro hijo en brazos para dárselo a ella. Sí, ahora si tenía todo lo necesario para ser feliz...


__________________________________________________________________________________________________________________________________________



EN EL PRÓXIMO CAPITULO

- ¿Qué es lo que te preocupa? Bella, Puedes confiar en mí.

- Pues...es que han pasado casi tres meses desde que tuve a Edward y...el otro Edward no se ha acercado a mí...de la manera que a mi me hubiera gustado...

- Quieres decirme que Edward y tu no habeis tenido relaciones aun, ¿cierto? - asentí – Bueno, no creo que sea para tanto.

- ¡Cómo que no es para tanto! ¿Y si ya no le atraigo, Alice? - lloriqueé...
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La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado - Página 2 Empty Re: La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado

Mensaje por Qamiila Quinteros 30/7/2012, 4:31 pm

CAPITULO 60 ESPERANDO EL GRAN DÍA

No se cuanto tiempo pasé dormida, pero me levanté aún muy cansada. Lo primero que hice fue tocarme la tripa, pero ya no estaba. Miré hacia abajo y mi vientre estaba casi tan plano como antes de estar embarazada. Me dolía, eso sí. Cuando fui a incorporarme Carlisle entró por la puerta junto con Esme.

- Hija – gritó Esme – ¿Qué tal te encuentras?

- Eh...bien, Carlisle, ¿y mi bebé? ¿Como está? ¿Donde está Edward?

- Tranquila, pequeña. El bebé está bien, tuvimos que ponerle un poco de oxigeno porque hizo muchos esfuerzos, pero está perfectamente. Edward está con tu padre viendo a mi nieto – Oh, Edward y mi padre juntos – ¿Como te encuentras?

- Bien...supongo. Me duele un poco la tripa...

- Es normal, te hemos puesto 16 grapas debido a la cesarea.

- ¿Cuando podré ver al bebé?

- Voy a preguntar, de todos modos tienes que descansar, cielo...

- Carlisle...- hice un puchero al estilo alice.

- De acuerdo.

Me quedé un rato a solas con Esme. Intentó tranquilizarme pero estaba muy nerviosa. Quería ver a mi bebé y quería ver a Edward. ¿Estará bien mi hijo? ¿Por qué no puedo verlo aún? Esme estaba a punto de llamar a la enfermera para que me diera un tranquilizante cuando se abrió la puerta. La imagen más bonita se apareció ante mí. Edward empujaba la cunita de nuestro hijo y mi padre lo seguía de cerca. Tenía una sonrisa preciosa en el rostro, estaba feliz, pero se le veía cansado.

- Amor – me besó en los labios – Mira, nuestro bebé.

Me sorprendió verlo con la facilidad con la que lo cogía, con extremo cuidado pero con firmeza. Lentamente me lo colocó en mi regazo. Era perfecto. Estaba muy sonrosado, mantenía sus ojitos cerrados y su boquita formaba una perfecta o. La fina capa de cabello que cubría su cabecita era de color dorado, sin duda una mezcla de Edward y mía. Empezó a sollozar bajito.

- Creo que tiene hambre – me susurró Edward.

- Oh.

Miré a la habitación y nos habían dejado solos. Desabroche ligeramente el camisón y le ofrecí a mi hijo su alimento, que gustoso aceptó. Edward nos miraba embobado.

- Es perfecto – dijo acariciando mi mejilla. De la cual rodaban un par de lágrimas, por cierto.

- Sí...estoy tan feliz de que todo haya salido bien...

- ¿Como te encuentras, amor?

- Bien...un poco cansada, pero bien. Ahora que estás conmigo...

Se acercó a besar mis labios dulcemente mientras mi hijo tomaba su comida, iba a profundizar el beso cuando se abrió la puerta.

Entraron un montón de caras conocidas y detrás Esme, Carlisle y mi padre.

- Lo siento hijos, no he podido con ellos – dijo Esme un poco apurada.

- ¡Mamá, queremos ver a nuestro sobrino! - dijo Rose – ¡Oh Dios santo, es perfecto, es una preciosidad!

- Me da igual que sea niño, le voy a comprar ropa para que pueda cambiarse un par de veces al día – saltó Alice. Todos rodamos los ojos – ¿Qué?

- Espero que no estés incómoda con todos nosotros aquí mientras tú estás...- señaló Jasper mientras yo seguía dando el pecho al pequeño Edward.

- No, para nada chicos.

- ¿Como estás, Bella? - el que hablaba era Seth, no me sorprendió para nada ver a los chicos de la manada.

- Bien, un poco cansada.

- Bueno, Bella, ya sabes, en cuanto que crezca un poco le llevas a la Push para que aprenda a desenvolverse en la vida – bromeó Paul.

- Oh, sí, y para espiar a las niñas en los probadores – seguí con la broma.

- Golpe bajo, amigo – dijo Quil dándole un codazo.

- Veeenga, veeenga, con el que más se va a divertir será con su tío Emmet, el perfecto compañero de juegos – dijo orgulloso.

- Por favor Emmet, si el otro día te cabreaste porque no pudiste terminar un puzzle para niños de tres años – espetó Rose y todos reímos.

- Bueno, conmigo se lo pasará genial cuando le monte en el coche patrulla – dijo mi padre.

- Chicos...hey...hola...tiene horas de vida, no me le estreseis antes de tiempo – grité en broma.

Después de un rato más los chicos se fueron. Carlisle revisó de nuevo al bebé y le dejó en la habitación al lado de mi cama. Esa noche me quedé dormida al lado de mi bebé con las manos entrelazadas con las de Edward.

Nos dieron el alta a los cuatro días y nos fuimos a la mansión Cullen. Ni que decir tiene que todos nos cuidaban al bebé y a mi como si se les fuera la vida en ello.

Sin duda mi gran apoyo era Edward. Me ayudaba a cambiarle, a bañarle, a dormirle...menos en darle de comer, eso sólo lo podía hacer yo. Me encontraba realmente cansada, mis ojeras lo atestiguaban. Carlisle me dijo que podíamos darle leche de fórmula por las noches para que yo descansara un poco, pero me negué, mientras pudiera darle el pecho seguiría haciéndolo.

Había pasado un mes desde que había dado a luz y mi cuerpo ya estaba empezando a normalizarse. Mi vientre estaba casi como antes y mis redondeces estaban desapareciendo, aunque mis caderas y mis pechos quedaron más marcados.

Me preocupaba un poco el tema de la cicatriz. No es que fuera horrible ni nada de eso, pero me asustaba el hecho de que a Edward no le agradara cuando la viera, porque de echo desde que di a luz no volvió a verme desnuda. No es que tuviera ganas de intimar con él, mi cuerpo no estaba preparado aún, según Carlisle estaba en la cuarentena. Intentó en multitud de ocasiones ayudarme en la ducha o a cambiarme, pero siempre me negaba. Volví a ser la Bella indecisa que se tapaba el cuerpo y eso no me gustaba.

Hablé con Alice del tema y me dijo que era tonta, que a Edward no le desagradaría en absoluto, que él me quería y eso bastaba...pero yo no las tenía todas conmigo. ¿Y si ya no le resultaba atractiva? ¿Y si ahora mi cuerpo le daba asco? Creo que me encontraba un poco deprimida.

Realmente Edward no podía ser más atento y cariñoso conmigo.. Me trataba como a una reina y velaba por mi siempre, pero pasaba el tiempo y no se acercaba a mi como se acercaba antes. ¿Me estaré volviendo paranoica? Él es un hombre, conozco a Edward y el es muy impetuoso en ciertos aspectos de la pareja...pero parecía que cierto ímpetu había desaparecido. Ya no sabía que pensar...sabía que me quería pero...Sí, creo que estoy deprimida, pensé.

Alice comenzó con los preparativos de la boda mes y medio después de nacer el pequeño Edward, como teníamos pensado nos casaríamos en febrero y para eso quedaba mes y medio.

Nos casaríamos en la misma masión Cullen, el padre de Ángela, el señor Webber, oficiaría la boda. La celebración también sería en la casa. Atendiendo a mis peticiones, Alice invitó a un número muy reducido de gente, los amigos más allegados de Edward, algunos por mi parte y por supuesto los chicos de la Push.

Ya tenía encargado mi vestido de novia, aunque por orden de Alice, no podía verlo, ¿no se supone que es el novio el que no puede ver el vestido? Estaba nerviosa por el hecho de no ver mi propio vestido de novia, pero confiaba en Alice y en sus gustos. También compró la ropa del pequeño Edward.

Cada día estaba más adorable. Su pelo castaño claro empezaba a crecer en forma de rizos, como mi padre, y los ojos se le iban tornando de un verde casi tan intenso como los de Edward.

Ni que decir tiene que estaba hablando con mi madre más que en la última década. Estaba histerica y lo peor era que me ponía histérica a mi. No me quería ni imaginar cuando llegara a casa y me viera vestida de novia. Preparad los clinex o será la ecatombe.

El tema de la boda y el pequeño Edward me mantenían distraída, pero el tema de Edward me preocupaba. ¿Y si ya no fuera como antes?

Quedaban dos días para mi boda y ni que decir tiene que estaba super nerviosa. Mi madre había llegado revolucionando a todos, literalmente me estaba volviendo loca. Edward sabía como manejarla, se le veía extremadamente cómodo a pesar de que faltaba tan poco tiempo para el evento.

Todo a mi alrededor pasaba como un borrón.

- Hola, Bella – dijo Alice la tarde antes de mi boda. Traía unas bolsas sospechosas que trató de esconder detrás de su pequeño cuerpo.

- ¿Qué traes ahí, pequeño duende?

- Nada de lo que te tengas que asustar – dijo fingiendo inocencia.

- Alice...

- ¡Está bien, te lo diré pero no verás nada!

- ¡De acuerdo!

- ¡Es para tu luna de miel! - gritó moviendo sugerentemente las cejas.

- En primer lugar, no grites que despertarás a Edward, por cierto, ¿donde está el otro Edward?

- Le he obligado a irse a mi casa - dijo mirándose la manicura francesa.

- ¿Qué?

- ¡El novio no puede ver a la novia antes de la boda! - dijo como si fuera obvio.

- Alice, ¡ni siquiera he podido despedirme de él!

- Luego le llamarás, además a partir de mañana será todo tuyo – suspiré derrotada.

- Ahora, ¿crees que serás capaz de explicarme que es eso de la luna de miel?

- ¡Oh! Claro. Hice unas compras para tu luna de miel, ya me entiendes...

- No, no te entiendo.

- ¿Qué se supones que hacen las parejas en la luna de miel?

- Oh – me sonrojé – Alice...yo...es que...

- Bella, no me dirás que temes tu noche de bodas, no creo que haya nada que no hayas visto antes...

- ¡No es eso, Alice! - la regañé – Es que...todavía no estoy a gusto con mi cuerpo.

- Vamos, Bella, ¡eres idiota! Estás incluso mejor que antes, tienes más curvas, has madurado, estás perfecta...y respecto a la cicatriz...no es nada. Mejor tener la cicatriz en la tripa a tenerla en otro sitio – ugh, no pude evitar poner cara de dolor.

- En eso tienes razón, pero...

- ¿Qué es lo que te preocupa? Bella, Puedes confiar en mí.

- Pues...es que han pasado casi tres meses desde que tuve a Edward y...el otro Edward no se ha acercado a mí...de la manera que a mi me hubiera gustado...

- Quieres decirme que Edward y tu no habeis tenido relaciones aun, ¿cierto? - asentí – Bueno, no creo que sea para tanto.

- ¡Cómo que no es para tanto! ¿Y si ya no le atraigo, Alice? - lloriqueé.

- Oh, Bella, tu has parido a Eddie – alcé una ceja por el sobrenombre que le puso a mi hijo – Pero Edward también ha sido padre, todo es nuevo para él. Espera que esté relajado. ¡No vas a poder despegartele! Además te ama con todo su ser, Bella.

En ese momento vibró mi móvil y al mirar la pantalla no pude evitar sonreir. Alice salió de la habitación para darnos privacidad.

- Amor, me han raptado – me le pude imaginar haciendo pucheros.

- No he podido darte un beso de buenas noches.

- Mmmm, entonces mañana tienes que darme el doble.

- ¡Trato hecho!

- ¿Y Edward? ¿Se ha dormido?

- Sí, lleva un rato en su cuna.

- Me da mucha pena dejarte esta noche sóla con el bebé.

- Tranquilo, ya sabes que últimamente duerme toda la noche. Mmmm, Edward, estás con los chicos, ¿no?

- Sí...Me han dicho que Rose y Alice dormirán allí, ¿no?

- Eh...creo que sí...mmmm...

- Sueltalo, Bella...

- Esto...no pensareis ir a un club de striptease como despedida de soltero, ¿no? - soltó una fuerte carcajada.

- Amor, Emmet se acaba de quedar dormido en el sillón con el mando de la Wii en las manos y Jazz está tratando de quitarselo para que nosotros podamos jugar, pero no hay manera...Además les dije a los chicos que no quería despedida de soltero, eso es para los que están tristes por perder su libertad, yo en cambio estoy deseando de unirme a ti para siempre – mi corazón se saltó un latido al escuchar esas palabras – Eh, ¿y vosotras? No estareis pensando en ir a un boys, ¿no? - ahora me reí yo.

- Para nada, cielo. El chico al que veré desnudo ya está en casa – noté un ligero gruñido por la línea – Y está acostado en su cuna durmiendo plácidamente – noté un suspiro de alivio.

- Ya te estoy echando de menos, amor.

- Y yo a ti.

- ¿Bella?

- Dime.

- Te amo – sonreí como una tonta.

- Y yo a ti.

Colgué y me recosté en la cama con una sonrisa boba en el rostro. Mañana sería un gran día. Mañana me casaría con el amor de mi vida.
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La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado - Página 2 Empty Re: La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado

Mensaje por Qamiila Quinteros 30/7/2012, 4:32 pm

CAPITULO 61 LA ISLA DEL AMOR

Decir que estaba de los nerviosa era quedarme corta. Y encima los de alrededor no ayudaban a calmar mis nervios. Mi madre llorando por las esquinas porque su única hija se iba a casar a la tierna edad de 19 años. Esme, la pobre, terminando de colocar los adornos en la casa. Alice y Rose persiguiendome con las tenacillas y las sombras de ojos y mi padre y Carlisle cuidando de Eddie.

Alice estaba terminando de maquillarme.

- ¿Ha llegado ya? - pregunté nerviosa.

- No, todavía no, le dije a Jasper que le trajera con la hora justa. Conociendo a Edward haría lo imposible para entrar en esta habitación y verte, y eso no puede pasar. Da mala suerte.

- ¿Y Eddie? - no pude resistir, todo el mundo llamaba Eddie a mi hijo y yo terminé cayendo.

- Está con sus abuelos. ¿Te quieres calmar y callarte un rato? ¡Si no lo haces te callaré por mis propios métodos!

¡Vaaleee!

- El hecho de que no me dejaba ver lo que me estaba haciendo no ayudaba en nada a relajarme. ¿Que estaría haciendome esta pequeña demonio?

- ¡Oh, Dios santo, estás hermosa! - gritó Rose con Eddie en brazos, que venía con Esme y con mi madre.

- ¿A que soy un genio? - bromeó Alice.

- Hija, estás preciosa – lloró mi madre.

- El que está precioso es mi bebé – se me caía la baba. Rose le había puesto un pantalón y una camisa y estaba hermoso. Me miró con sus preciosos ojos verdes y me sonrió.

- Venga, Bella, es hora de vestirse.

Pude ver poco del vestido cuando lo sacó de la funda, pero lo poco que vi me gustó.

Una vez ajustado a mi cuerpo retocaron un poco mi pelo y todas las mujeres sonrieron.

- ¿Puedo verme ya? - rodé los ojos.

Alice me llevó hasta el espejo y retiró la sábana que había usado para tapar el reflejo. Cuando me vi no pude evitar abrir la boca ante la sorpresa que me llevé. El maquillaje era suave y perfecto, casi natural. El peinado consistía en una cascada de rizos que caía por mi espalda y el vestido...el vestido era de corte imperio y con caída. No era blanco, era de un beige claro y en la cintura se ajustaba con un broche y una tira de brillantes. Era simplemente perfecto. Para terminar me pusieron unos altisimos tacones, pero de nuevo me sorprendí cuando noté la comodidad de los zapatos.

- Manolo Blanick – dijo tranquilamente Alice.

¿Me había comprado unos Manolos para mi boda? ¡Dios, esta mujer estaba loca!

Mi padre entró en la habitación nervioso perdido.

- Ya han llegado – susurró. Oh Dios, ya está aquí. Me empezaron a sudar las manos – Tranquila hija - susurró de nuevo mi padre.

- Papá...agarrame fuerte al bajar las escaleras, no me fío de esto...- señalé mis pies.

Alice y Rose iban a ser mis damas de honor, así que se colocaron detrás de mi y de mi padre para bajar tras nosotros. Esme y mi madre bajaron después de besar la frente a mi pequeño. ¿Sería tan amable alguien para que me inyectasen un poco de valeriana en vena? ¿Podía estar más nerviosa?

Empecé a oír la música abajo en el salón. La señal para que bajáramos. Perfecto. Suspiré y me agarré fuerte del brazo de mi padre. Bajamos lentamente las escaleras fijandome en los peldaños con énfasis. Lo último que quería era tropezar y celebrar mi boda en la sala de rayos x de urgencias.

Cuando planté los pies en tierra firme miré la estancia. No había mucha gente pero era mi gente. Estaban Angela y Ben, los chicos de la Push, Jake y Leah, los tíos de Edward y me sorprendí al ver a Nath con Peter y María. Fue una sorpresa. Pero mi mirada buscaba otros ojos, otra sonrisa.

Ahí estaba, en el centro del salón, esperándome con su maravillosos traje negro. Resaltaba su palidez y lo hacía ver más hermoso. Llevaba la corbata gris perla y el pañuelo de la chaqueta a juego. ¿Podía ser más perfecto?

Me sonrió de lado cuando nuestras miradas se encontraron. El pequeño tramo que me separaba de él le caminé más rápido de lo debido, detalle que no pasó desapercibido por la gente haciendo que rieran levemente.

- Edward – dijo mi padre tendiendole mi mano – Te entrego a mi hija para que la cuides y la respetes, siempre – mi padre estaba a punto de llorar.

- Eso no tienes que pedirmelo, Charlie, lo haré.

Con las manos aún entrelazadas nos miramos y nos sonreímos. Con los labios y sin alzar la voz me dijo hermosa. Estábamos en nuestra burbuja personal hasta que el señor Webber tosió levemente haciendo que la gente riera de nuevo.

No hice mucho caso a la ceremonia en sí, hasta que llegó mi parte favorita.

- Isabella Marie Swan, prometo amarte y respetarte todos los días de mi vida, por toda la eternidad – pasó la alianza por mi dedo y después lo besó tiernamente. Una lágrima rodó por mi mejilla, pero él se apresuró a secarla con sus dedos.

- Edward Anthony Cullen – mi voz estaba un poco inestable – prometo quererte y cuidarte todos los días de mi vida – deslicé el anillo por su dedo y me acarició la mejilla con el dorso de su mano.

- Por el poder que se me ha otorgado yo os declaro marido y mujer. Puedes be...

Al señor Webber no le dio tiempo a acabar la frase. Los labios de Edward se chocaron contra los míos con pasión. Tanta que los invitados tuvieron que carraspear para que nos dieramos cuenta de que no estábamos solos.

Avergonzados, nos giramos para que nuestros amigos y familiares pudieran abrazarnos.

- Pequeña – dijo Nath abrazandome – ¡Te he echado de menos!

- Y yo a ti – abracé a Peter y maría.

- Estás preciosa, Bella – me dijo Peter haciendo que me sonrojara.

- Bueno, ¿vas a dejar que te abrace o qué? - dijo Jake a mis espaldas.

- ¡Jake, Leah! - os abracé a los dos a la vez – ¡No os había visto desde vuestra boda!

- ¡Sí, de boda a boda y tiro porque me toca! - bromeó Jake.

- Bella, queremos decirte algo – dijo Leah con una enorme sonrisa – ¡Vamos a tener un bebé!

- Eso es genial, chicos. ¿De cuanto estás?

- De tres meses.

- Vaya, Jake, donde pones el ojo pones la bala – bromeó Edward abrazandome por la espalda. Me encantaba que fueran amigos.

- Sí, vaya...- se sonrojó Jake.

- Bueno, esperemos que sea niña para hacer de parejita de Eddie.

Los chicos de la Push se abalanzaron sobre nosotros. Estaban enormes, Dios, ¡casi morimos ahogados por un montón de chicos hormonados! El saludo de Angela y Ben fue más calmado, cosa que agradecí. También pude conocer a los tíos de Edward, Eleazar y Carmen, una pareja encantadora.

- ¡Edward! - gritó Emmet – ¡Ven aquíiiii, que te voy a dar un par de consejos para tu noche de bodas! - bien, Emmet delante de todo el mundo, pude ver como mi padre perdió el color de la cara, ¿pero cómo pensaba que había tenido a Eddie?

- ¡Emmet! - chilló Rosalie – Bella, cielo, estoy tan contenta por ti...¡quien me iba a decir aquella noche del baile que acabarías con el idiota de mi hermano! - dijo llorando.

- Nos alegramos tanto de que esteis juntos y casados – dijo Jasper mientras le abrazaba junto con Alice.

- Chicos, gracias por ayudarme, no se que habría sido de mi sin vosotros...

- Eres nuestra hermana, Bella – dijo Jazz.

Mi madre me abrazó diciendo incoherencias entre los sollozos y Carlisle y Esme hicieron lo mismo. Mi padre no se podía despegar de Eddie, eso de ser abuelo le había llegado muy adentro.

Tras la cena vino el vergonzoso momento de quitarme la liga. Edward me la quitó con los dientes mientras los chicos gritaban y aullaban. Mi cara no podía estar más roja y encima había dejado en mi cuerpo un calor...

Bailé con mi esposo, wow, el vals. Me sorprendí gratamente por no tropezarme con estos zapatos, eran altisimos. Mientras bailabamos Edward no paraba de decirme que me amaba y besaba tiernamente los labios. Tras bailar con mi padre y con Carlisle llegó el terremoto Alice para subirme a la habitación.

- ¿Qué demonios ocurre, Alice? Quiero estar abajo con todos y...

- Vamos, se hace tarde – dijo soltando mi pelo.

- ¿Tarde?

- ¡Sí, el vuelo que te llevará a tu luna de miel! - dijo como si fuera obvio. En ese momento entró Rose.

- Vamos, son las nueve, en quince minutos tienes que estar abajo - dijo bajando la cremallera de mi vestido.

- A donde vamos...

- Schhh, no hay tiempo para eso, a no ser de que te quieras ir en el avión con tu vestido de novia.

- Vale, vale, ya me cambio. Pero – me di cuenta de algo – no sabía que íbamos a volar, no tengo las maletas hechas y...

- Bella, Alice se ha encargado de todo – Rose me señaló un par de maletas al fondo de la habitación.

- ¿Y Eddie? - dije con un repentino bajón...no quería separarme de mi pequeño.

- Eddie estará bien, todos cuidaremos de él, además será solo una semana, tranquila – mmm, una semana a solas con Edward...

Me puse el vestido que me tendió Alice y me calcé las bailarinas que me dio Rose. Mucho mejor sin tacones.

Cuando bajé las escaleras ya estaba Edward esperandome. Se había quitado la chaqueta y la corbata. Su pelo estaba más despeinado que al principio de la velada. Nos despedimos rápidamente de todos entreteniendonos un poco más en Eddie y salimos al exterior. Nos metimos en un lujoso coche con chofer. Nada más entrar Edward me cogió por la cintura y me besó con pasión. Me moría de ganas por llegar a nuestro destino.

La verdad es que no me enteré para nada del trayecto hasta el aeropuerto; sólo tenía ojos para mi marido. En cuanto me senté en el sillón del avión no lo pude evitar, me quedé dormida. Al cabo de lo que yo creía minutos alguien me despertó sacuediendome suavemente los hombros.

- Amor...despierta, hemos llegado...- me susurró mi marido.

- ¿Sí?...¿Donde estamos?

- En Brasil – abrí los ojos de golpe, Edward tenía una enorme sonrisa en el rostro.

¿Como que en Brasil, cuantas horas he dormido?

- Oh, unas cuantas...mejor – se acercó al oído y me susurró – así estarás descansada para nuestra noche de bodas...- un placentero escalofrío recorrió mi cuerpo.

Tras coger nuestras maletas nos metimos en un taxi que nos llevó por toda la ciudad. Era de noche y las luces de Río de Janeiro eran espectaculares. No podía creer que estuviéramos en Brasil, sin duda no me lo esperaba. Fue una grata sorpresa.

Cuando me quise dar cuenta el taxi paró dejándonos en el puerto donde se encontraba una infinidad de motoras y yates aparcados. Miré a Edward y alcé una ceja y le miré.

- ¿Confías en mí?

- Claro que confío en ti – le dije mientras rozaba sus labios con los míos.

- ¿Senior Cullen? - susurraron a nuestras espaldas. Era un chico de no más de diecisiete años.

- Sí, ¿Nahuel? - el chico asintió.

Nos condujo a una pequeña motora, Edward me ayudó a subirme. Una vez a bordo miré curiosa a mi marido.

- ¿A donde vamos?

- Ahora lo verás...te va a encantar.

Tras media hora de viaje nocturno por el océano pude divisar un pequeño muelle, pero...¿donde demonios estabamos? ¿En medio del océano?

Edward me ayudó a bajarme y Nahuel amablemente nos tendió las maletas. Después de asegurarse de que todo estaba bien emprendió el camino de vuelta.

- Edward, ¿una isla? - pregunté mirando a nuestro alrededor.

- Sí, una isla...solo para nosotros dos – me sonrió de lado.

- ¿Como? ¿No hay nadie más? - pude ver que al final del camino que estábamos siguiendo había una casa preciosa.

- No – rió – Esta isla pertenece a la familia – abrí la boca mucho.

- ¿Teneis una isla privada?

- Sí, mi abuelo la compró y mis padres se encargaron de construir la casa. La ha decorado mi madre, es preciosa, ya la verás.

Nos paramos delante de la puerta, Edward sacó las llaves y abrió. Como me dijo, la casa era preciosa. Estaba decorada en tonos claros. El salón tenía unos cómodos sofás blancos y unos grandes ventanales. Las lámparas estaban posicionadas dando una agradable visión del lugar. Fui a entrar a la habitación grande cuando Edward me lo impidió.

- Hagamos esto como Dios manda.

Me levantó en sus brazos y entramos a la habitación riendo. Me dejó caer suavemente en la cama. La habitación era hermosa y tenía una gran cama blanca con un dosel y una mosquitera blanca. A la derecha había una gran puerta de cristal que daba directamente a la playa.

- ¿Qué te parece?

- Esto es precioso, Edward. Nunca dejas de sorprenderme.

- Puedo sorprenderte aún más – dijo moviendo sugerentemente las cejas. De repente me entró un calor...

- Eh...creo que voy a...darme una ducha.

- No tardes, señora Cullen – me susurró en el oído desde mi espalda.

Sentí un cosquilleo en el estómago. Entonces, ¿él quería estar conmigo? Se podía decir que estaba nerviosa. ¿Y si no le gustaba mi cuerpo ahora? Dios, me sentía tan tímida de repente.

Cogí mi neceser y mi maleta y me metí en el baño. Me di una reconfortante ducha y me lavé el pelo, había pasado muchas horas en un avión. Me tomé mi tiempo desenredandome el cabello. Bien, ¿ahora que se supone que me tengo que poner? Busqué en mi maleta algún camisón o pijama cómodo, pero me topé con una bolsa de papel. Tenía un papel enganchado, lo cogí y lo abrí.

Hola, Bella, soy tu maravillosa amiga Alice, esto es un pequeño regalo de mi parte para tu noche de bodas. Más te vale ponertelo sin rechistar. Si me entero de que no te lo has puesto le daré a Emmet la suficiente información para que gaste bromas a tu costa por el resto de tu existencia. Gracias por tu colaboración. Besos, Alice.

¡Pequeño demonio! Abrí la bolsa para ver que había. Ahogué un grito. El conjunto consistía en un pequeño camisón de encaje negro a juego con un pequeño tanga. Menos mal que se dignó a meter una bata a juego. ¿Qué hago? ¿Me lo pongo? No, ¿cómo voy a salir con esto? Pero por otro lado...si no me lo pongo las represalias de Alice...¡ugh! A regañadientes conmigo misma me puse el conjunto del demonio sin tan siquiera mirarme en el espejo, si me miraba probablemente me lo quitaría. Inspiré hondo y salí hacia la habitación.
__________________________________________________________________________________________________________________________________________

EN EL PRÓXIMO CAPITULO

- Edward – gemí.

- Bella...echaba de menos esto – susurró contra mi piel.

La vibración de sus labios contra mi piel fue lo que bastó para liberarme. No obstante Edward siguió acariciandome con la lengua hasta que mi cuerpo se relajó por completo. Mis dedos se desenredaron lentamente de su pelo y él se levantó para quedar a mi altura.

- ¿Quieres probar tu sabor en mis labios?...
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La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado - Página 2 Empty Re: La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado

Mensaje por Qamiila Quinteros 12/8/2012, 1:12 pm

CAPITULO 62 ERES LO MEJOR QUE ME HA PASADO

La habitación estaba iluminada por decenas de velas esparcidas por el suelo creando el ambiente perfecto uniéndose a la luz de la luna que se colaba por el gran ventanal de la habitación que daba directamente a la playa. Y la gran cama...en ese momento se me antojaba enorme y cálida, con todos esos cojines apilados sobre las almohadas y...Edward carraspeó haciendo que centrara toda mi atención en él. Se había desabrochado aún más la camisa y se había arremangado las mangas hasta los codos. Su mirada verde paseó todo mi cuerpo haciendo que un ardor incontrolable se apoderara de mi. Y mi ego agradeció gratamente su gesto cuando su mirada se entretuvi más en el pequeño conjunto de lencería que Alice me había regalado. Suspiró antes de hablar.

- Vaya...increíble – murmuró - ¿Te gusta? - preguntó señalando la habitación.

- Me encanta – dije acercándome a uno de los barrotes de madera de la cama.

- A mi me encantas tu – dijo eliminando la distancia que nos separaba y rodeandome la cintura con sus fuertes brazos – Esto – me tocó el encaje del conjunto que llevaba puesto mientras me besaba – Te queda de vicio.

Siguió besandome y acariciándome los brazos con suaves dedos hasta que nos topamos con la cama. Acarició los tirantes del intento de bata y bajó hasta los pechos. Me los acarició por encima de la tela haciéndome suspirar...y luego bajó hasta el lazo que mantenía mi conjunto unido. Ahí fue cuando entré en pánico. Me separé de sus labios y le aparté las manos con suavidad. Frunció el ceño.

- ¿Qué pasa, cielo? - dijo acariciándome la cara.

- Es que...es que...- qué vergüenza – Me da...vergüenza que me veas...– susurré con la cabeza agachada.

- Amor, no es la primera vez que nos vamos a ver desnudos...- dijo sonriendo mientras me apartaba el pelo de la cara.

- Ya...pero...- desvié la mirada avergonzada.

- ¿Que te pasa? Dímelo, confía en mí...te recuerdo que somos marido y mujer...– sonreí u suspiré.

- No se si te va a gustar mi cuerpo, Edward. He cambiado después del embarazo, mis caderas no están tan delagadas como antes, tengo una gran cicatriz en mi tripa y...- él simplemente sonrió.

- ¿Piensas que ya no me gustas? - asentí – ¿Por qué piensas eso? - dijo acariciándome el cuello.

- Porque...bueno...desde que nació Eddie tu no...no te has acercado a mi de manera...ya sabes, íntima como lo hacías antes – me mordí el labio – No has hecho el intento de tocarme desde entonces...

- Amor – me abrazó – Tenías que descansar, tenías que reponerte...además yo no quería que te vieras obligada a hacer nada que no te apeteciera...Te veía terriblemente cansada y yo sólo quería que estuvieras bien - dijo acariciando mi pelo. Oh, sólo estaba preocupandose de mi. Me sentí idiota.

- Oh, yo pensé que era porque ya no te gustaba...porque ya no te atraía como antes.

- ¿Estás loca? Estás más hermosa que antes si cabe. Se te han quedado unas curvas tremendamente sexys...- dijo tocándome la cintura.

- Entonces...¿quieres hacer el amor conmigo? - le pregunté sonrojada.

- No – vale, ahora si que me sentía estúpida con esta ropa – No vamos a hacer el amor – se acercó a mi oído – esta noche vamos a follar.

Volví a estremecerme cuando me mordió el lóbulo de la oreja. Besó y lamió mi cuello mientras sus manos vagaban por mi cuerpo para volver al cierre. Ahora sí, le dejé que me quitara la bata dejandola caer al suelo. Su mirada recorrió varias veces mi cuerpo apenas cubierto de encaje negro.

- Definitivamente...estás muy buena – y volvió a besarme.

Las caricias de su lengua me hicieron perder la poca vergüenza que tenía así que rápidamente le quité la camisa y acaricié su piel, tan suave como siempre. Tan rápido como pude me deshice de su cinturón y de sus pantalones. Miré su cuerpo imponente, el bulto que se formaba bajo su ropa interior oscura me indicaba que estaba tan ansioso como yo por la unión que nos esperaba. Lentamente, y de manera que debía de ser ilegal, se relamió los labios.

- Túmbate ahora mismo en esa cama– me dijo con lujuria.

Me tumbé tal y como me dijo y se puso sobre mí. Repartió besos por toda mi cara para luego centrarse en mi boca, que atacó sin piedad. Acariciaba con ansias todo mi cuerpo por encima de la poca ropa que me quedaba puesta.

- Bella...esta ropa me está volviendo loco – dijo jugando con el elástico del tanga de encaje.

- Ha sido Alice – le respondí como pude.

- Pues recuerdame que le de las gracias...- murmuró.

Se apartó suavemente de mi y volvió a recorrer mi cuerpo con la mirada. Me dió una sonrisa torcida de las suyas y lentamente empezó a bajar mi ropa interior acariciando mi piel mientras tanto, justo como aquella primera noche que estuvimos juntos.

- Edward...

Cuando termino de deslizar la prenda por mis piernas la tiró hacia atrás sin mirar donde caía, subió hasta mi vientre y beso la cicatriz de la cesarea para luego acariciar mi intimidad con suavidad. Ni que decir tiene que yo ya estaba más que preparada y dispuesta para lo que quisiera hacer. Desvió la mirada por la cama como si estuviera buscando algo, estiró el brazo y cogió uno de los enormes y mullidos cojines que adornaba la cama.

- Levanta un poco, amor – me susurró.

- Hice lo que me pidió y me colocó el cojín a la altura de los riñones, haciendo que mi espalda quedara arqueada y yo estuviera totalmente expuesta ante él. Intenté cerrar las piernas en un arrebato ilógico de pudor, pero me lo impidió separnándolas de nuevo con las manos.

- Edward, que...

- Schhh, cielo, tu relajete y disfruta - sonrió con malicia.

Iba a replicar cuando noté como deslizaba un dedo arriba y abajo de mi intimidad provocando escalofríos por mi espalda, no pude evitar el jadeo al sentir su piel. Cuando pareció satisfecho con el trabajo metió dos dedos en mi interior, volví a jadear. Sus dedos exploraban mi interior, despacio...mortalmente despacio...hasta que tocaron un punto en el que creí ver el cielo.

- Dios, Edward – jadeé - ¿Qué...qué me estás haciendo?

- Estoy buscando algo...otro consejo de Emmet.

Ni siquiera me dio tiempo a replicar nada ya que otro movimiento de su mano me hizo gritar de placer. Ahora lo entendí. Me estaba buscando el punto g. Y lo mejor de todo es que lo encontró. Siguió acariciandome con sus dedos, pero yo le necesitaba a él por completo, no me podía conformar sólo con sus manos, así que tiré de sus hombros para acercar su boca a la mía. Sus labios descendieron por mi cuerpo, entreteniendose un poco más en los pechos, hasta mis caderas, donde succionó con fuerza haciéndome gemir su nombre. Sacó sus dedos de mi interior y su boca continuó el trabajo que estaba haciendo con sus manos, su lengua acariciandome de la manera más íntima posible.

- Edward – gemí.

- Bella...echaba muchisimo de menos esto – susurró contra mi piel.

La vibración de sus labios contra mi piel fue lo que bastó para liberarme. No obstante Edward siguió acariciandome con la lengua hasta que mi cuerpo se relajó por completo. Mis dedos se desenredaron lentamente de su pelo y él se levantó para quedar a mi altura.

- ¿Quieres probar tu sabor en mis labios? - me preguntó con la mirada nublada de deseo. Ni le respondí, le agarré de la nuca atrayéndole hacia mi y le besé fuertemente haciéndonos jadear a ambos.

- Mmm, Edward...- susurré.

- Si quieres luego puedes probarte...pero en otro sitio...- jadeó.

Gemí ante su proposición. No se lo que me pasaba, si era el tiempo que le había estado anhelando o que simplemente Edward provocaba en mi estas sensaciones, pero me sentía como una pervertida. Me daba igual, realmente lo estaba deseando. Quería unirme a él de todas las formas posibles...

Le bajé los boxer que incomprensiblemente aún tenía puestos y literalmente me arrancó en camisón, si se le podía llamar así al trozo de tela que llevaba puesta.

Se sentó en medio de la cama y me colocó encima de él. Nuestras intimidades se rozaron, ambos jadeamos porque estábamos preparados de nuevo. Estiró la mano para coger algo de la mesita de noche y pude ver que era un paquete de preservativos. Se los quité y los tiré al suelo. Me miró sin entender.

- No hacen falta – le dije mientras me movía sobre él haciendole jadear – Tu padre me recetó hace unas semanas la pastilla – le besé – Dice que no se fía de nosotros – se rió.

- Hace bien en no fiarse. ¿Sabes qué? Mejor, porque quiero sentirte totalmente, así que...

Levantó mis caderas y, con suavidad pero con firmeza, de un golpé se introdujo en mí cuerpo. Gemimos fuertemente. Tras unos minutos encontramos en ritmo adecuado. Su pecho se rozaba con el mío, creando una fricción maravillosa y placentera al máximo. Colocó sus manos en mi trasero empujandome contra él y tuve que agarrarme a sus hombros para encontrar la estabilidad. Los jadeos inundaban la habitación.

- ¿Sabes...por qué...me gusta este...sitio? - gimió.

- ¿Mmm?

- Porque te...puedo hacer gritar...todo lo que quiera...que nadie nos oirá.

Como para corroborarlo chillé cuando nos giró quedando él encima de mi cuerpo y comenzó a empujar con más fuerza, con más rapidez.

- Bella...

- No puedo...

Yo tampoco...

Tras dos fuertes movimientos ambos llegamos a la cima. Estabamos sudorosos con los cabellos revueltos y con las mejillas sonrosadas, pero estabamos en el cielo. Apoyé mi mejilla en su hombro húmedo y él apoyó su barbilla en mi coronilla, aún sin salir de mi interior, esperando a que nuestros cuerpos se calmaran. Cuando pude respirar le besé con calma, mostrando en ese beso todo el amor que sentía por él. Enredé mis dedos en su pelo, ahora húmedo por el ejercicio y profundizamos el beso. Acaricié toda la extensión de su espalda de arriba abajo, lentamente. Poco a poco sentí como se volvía a excitar, aún en mi interior.

- Edward...- le susurré al oído – Acepto tu propuesta – levantó la cara de la curvatura de mi cuello y me miró sin entender – Quiero probarme...en otras partes de tu cuerpo - ahora si que terminó de excitarse del todo.

Me separé de él sacandole de mi interior y le animé a que se tendiera sobre la cama. Lo entendió y se tumbó boca arriba. Me senté a horcajadas encima de él, pero dandole la espalda. Con movimientos lentos me fui colocando hasta donde yo quería. Le pude oír gemir cuando entendió lo que trataba de hacer.

Quieres matarme, ¿no? Primero todo ese encaje negro y ahora...- dijo con su cabeza entre mis piernas y yo me reí, tenía su masculinidad frente a mí y decidí jugar un poco, soplé sobre su miembro. Siseó fuertemente mientras reafirmaba el agarre de sus manos sobre mis muslos.

- ¿Estás listo? - le pregunté mirando sobre mi hombro.

- Tu deberías saberlo mejor que yo – me reí por su comentario.

Me abrió un poco más las piernas, quedando a su gusto y se agarró a mis caderas. Yo le acaricié los muslos y bajo el ombligo, alzó las caderas ante mi caricia. Sonreí de nuevo.

Cuando noté su lengua de nuevo sobre mi gemí su nombre, pero pronto me concentré en mi labor. Empecé a besar su longitud, hasta que lo metí por completo en la boca. Realmente no tardamos mucho en llegar al climax ya que las semanas de abstinencia nos había pasado factura a ambos, aunque nos dió tiempo a jugar un ratito, en ese corto espacio de tiempo la lengua, los labios se hicieron los protagonistas indiscutibles. Cuando terminamos, apoyé mi barbilla en su pierna mientras él besaba el interior de mis muslos con delizadeza. Cuando recuperé de nuevo el aliento cambié de posición para tumbarme a su lado, me abrazó por la cintura apretandome hacia su cuerpo. Aunque hacía mucho calor y la brisa que entraba por el gran ventanal era cálida, agradeci la calidez que manaba de su cuerpo. Me besó dulcemente la frente.

- Te quiero – susurraron sus labios Sobre mi cuello.

- Y yo a ti. No sabes cuanto...

- Bella...- alcé la mirada hasta encontrarme con sus preciosos ojos verdes – Tener a Eddie y casarme contigo...es lo mejor que he podido hacer en mi vida...
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