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La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado
Los personajes pertenecen a la Diosa de S. Meyer… la trama es de "Atenea85" y bueno Edward Cullen también (¿Les conté que nos casamos?, Bueno espero haberlo hecho y a las que no lo sabían ahora lo saben XD)
LA HISTORIA PERTENECE A "ATENEA85" ELLA ME DIO PERMISO PARA PUBLICAR AQUÍ EN INMORATL-LOVE ESPERO LES GUSTE
Summary: Bella es una chica tímida y solitaria debido a su aspecto poco agraciado y tuvo la idea equivocada de fijarse en el chico más popular, Edward. La vida de Bella dará un giro radical cuando Edward decide fijarse en ella...
"La noche que cambio mi vida"
ARGUMENTO
Bella es una chica tímida y solitaria. Era la friki del instituto debido a su aspecto poco agraciado y tuvo la idea equivocada de fijarse en el chico más popular, Edward. La vida de Bella dará un giro radical cuando Edward decide fijarse en ella...
PROLOGO
Mi vida era aburrida y plana. En mi casa estaba prácticamente todo el día sola y en el instituto...en el instituto era como un fantasma, transparente. Sólo me veía la gente cuando se aburrían y decidían meterse conmigo y con mi físico. Aunque ya iba siendo hora de revelarme...
Me enamoré del chico más guapo e irresistible del pueblo y cuando creí que podía tenerle comprendí que todo había sido una gran mentira...Me fui de Forks con el corazón roto, pero ese año que pasé lejos de mi casa me sirvieron para cambiar, para hacerme más fuerte...me enseñaron a aprender a vivir y a tomar las riendas de mi vida. Y todo gracias a esa noche. La noche que cambió mi vida.
CAPITULO 1 – MI RUTINA
Otro día más. Otro lunes en el que no quisiera levantarme de mi cama para ir al instituto. Además, hacía frío. Oh, que estupidez, ¿desde cuando no hacía frío en Forks? Sí, Forks, un pueblecito de la península de Olimpia en el estado de Washington en el que el cielo estaba encapotado durante el 99% del año.
Llevaba toda mi vida viviendo aquí, nací aquí. Mis padres se casaron muy enamorados nada más terminar el instituto y a los tres meses mi madre se quedó embarazada de mí. Ellos no contaban con eso, no contaban con un hijo a esa edad tan temprana, así que el matrimonio se fue haciendo imposible hasta que nací yo, y cuando yo sólo tenía tres meses mi madre, Renné, se fue de casa.
No es que me abandonara ni por el estilo. Según ella, siempre quiso tenerme a su lado, simplemente quiso dejarme con mi padre hasta que ella buscara un buen empleo y un sitio digno para vivir, pero de eso hace ya 16 años, mi edad actual. Nos llamamos de vez en cuando, conversamos un poco, nos contamos nuestras cosas y hasta dentro de 15 días aproximadamente no vuelvo a saber de ella. Más que mi madre, la considero como una amiga. Es alocada, divertida y parece que la que tiene 16 años es ella y no yo. En fin, no nos parecemos en nada, ni en la manera de ser ni en el físico. Ella es rubia, de ojos azules y siempre está bronceada, claro, que ella vive en Phoenix, Arizona.
En cambio Charlie, mi padre, y yo, somos iguales. El es el jefe de policía de Forks. Siempre se ha preocupado de mí...en la distancia. Sí, simplemente me cuida y vela por mí, porque no me falte de nada, pero sin demostrar sus sentimientos demasiado. Charlie no es de los que le gusta demostrar el cariño, es hombre de pocas palabras, vamos, que con la mirada te lo dice todo. De todos modos, desde que cumplí 13 años paso la mayor parte del día sola debido a su trabajo. No es que me moleste, pero últimamente no le veo ni los fines de semana, que es cuando se va con Harry o con Billy a pescar.
Y yo mientras me quedo en casa naciendo la colada, colocando la cocina o cualquier otra cosa. Sí, como veréis no tengo mucha vida social. Bueno, no tengo vida social. De hecho sólo tengo un amigo de verdad, Jacob Black, el hijo de Billy. Nos conocemos desde que nacimos, tiene mi misma edad y es un encanto. Desde que Charlie me regaló mi camioneta, arreglada por el mismo Jacob, le veo un poco más.
Jacob vive en La Push, en la Reserva Quileute, a unos 30 kilómetros de Forks. Es un chico muy amigable y cariñoso y siempre tiene las palabras adecuadas para cada momento. También es un poco impulsivo de vez en cuando, pero no por eso es menos encantador. Le quiero mucho. Así que ahora puedo ir cuando quiera a ver a mi querido amigo. Cuando no tengo mucha tarea del instituto me paso un rato por su taller para "ayudarle" a reparar sus coches y sus motos. Este chico dentro de un par de años será un excelente mecánico.
En fin, quitando Jacob no tengo ningún amigo. Bueno, los chicos de la reserva, la manada como se hacen llamar. Son amigos de Jacob y aunque mantenemos una excelente relación y nos llevamos muy bien, no es lo mismo. Además nuestra relación se basa básicamente en las bromas y las risas, es imposible hablar de algo serio con ellos. Son capaces de contar chistes en un cementerio.
En el instituto paso bastante desapercibida. Bueno, más bien soy como un fantasma. La gente por lo general suele ignorarme, aunque hay días que se aburren y me insultan. Eso suele pasar últimamente muy a menudo y no entiendo por qué. Yo no le hago daño a nadie, no me meto con nadie, es más, me mimetizo con el paisaje, sólo hablo cuando me preguntan los profesores.
Será que se meten conmigo por mi físico, pero yo no tengo la culpa de ser poco agraciada. Soy castaña y mi pelo se alborota con facilidad con la humedad de Forks, así que para mi comodidad me lo recojo en una coleta. Mi piel es pálida, casi transparente y mis ojos son castaños, nada espectaculares. No soy alta, pero tampoco baja y mi cuerpo es más bien flacucho. Además llevo gafas, porque soy miope, oh, algo que saqué de Renné, y llevo años soportando la ortodoncia en mis dientes. ¡Por dios! mi padre debería de detener al dentista que me está haciendo esto, ya no me acuerdo de cómo son mis dientes sin esta cosa pegada. En fin, que no soy nada agraciada. Suelo vestirme con ropa deportiva, vaqueros y sudaderas, nada ajustado, porque para una vez que decidí ponerme una camisa escotada que me regaló Renné por mi cumpleaños, las chicas del instituto se rieron de mi y me insultaron. Me llamaron golfa, toma ya. ¿Y ellas que son? Tanya es de las peores, seguida de Lauren. Por favor, no se por qué me odian tanto si a su lado soy totalmente insignificante.
Ahora se puede entender el por qué de mi aversión para ir al instituto. Y encima es lunes y hoy tengo gimnasia. Per-fec-to.
Ese lunes me dirigí al instituto en mi camioneta. Ah. Mi adorada camioneta roja. En la cabina todavía se puede oler a menta, tabaco y madera, justo lo que se huele al entrar en la casa de Billy. El trasto, como le llama mi padre, tiene edad para ser mi abuelo, pero no por ello deja de encantarme. Fue un regalo de Charlie y además me lo arregló mi hermano, mi Jacob, por lo tanto le tengo muchísimo cariño al trasto.
Pero llegar al instituto con mi camioneta era otra historia. Llevaba casi cinco meses aguantando la risa de mis compañeros cada vez que mi camioneta aparece en escena. Vale que el trasto hacía un poco de ruido al arrancar, pero tampoco era para tanto, creo.
Cuando estacioné ya había bastantes coches aparcados, pero mi mirada se posó sólo en unos de tantos coches. Un Volvo plateado, nuevo, reluciente. En ese momento el corazón empezó a repicar contra mi pecho como si fueran las alas de un colibrí.
El coche de Edward. Lo que quería decir que el ya había llegado. Bien, Bella, respira.
Ese chico me gustaba desde párbulos, no lo podía negar. Es que era perfecto, es decir, por razones obvias, yo no era una persona que se fijara mucho en lo físico, pero es que Edward lo tenía todo. Era alto, fuerte sin ser exagerado, con el pelo alborotado y de color bronce, que más de una noche soñé que acariciaba, y unos ojos verdes que me nublaban la vista. Y sus labios...¿cómo sería acariciarlos? Ese chico era un sueño...hasta que despertaba de golpe.
Edward estaba siempre rodeado de las chicas más guapas del instituto. Había salido con Jessica durante una temporada, pero lo habían dejado hace poco. Bueno, Jessica, dentro del grupo de las populares no era de las peores, pero hacía lo que Tanya, la bruja más bruja de todas, le pedía. Así que, como la bruja, perdón, Tanya se encaprichó de Edward, Jessica se tuvo que hacer a un lado.
Tampoco es que Edward se muriera de pena porque Jessica le dejara, así podía dejar de esconder sus coqueteos con las demás.
Ese era el fallo de Edward. Con nuestra tierna edad ya era un mujeriego, y lo peor, es que a ellas parecía que les daba igual que jugaran con ellas. Bueno, ese era un fallo y el otro...el otro es que me ignoraba por completo.
Bien, casi mejor eso a que él también se metiera conmigo. Cuando me hacía el centro de las burlas de mis compañeros él simplemente miraba y callaba, pero tampoco me ayudaba. Realmente no le culpo, ¿por qué Edward Cullen iba a sacar la cara por alguien como yo? A veces me hubiera gustado que él participara de las bromas pesadas para tener un motivo para odiarle libremente, pero no era así. Por mi sola no encontraba una razón por la cual odiar a Edward. Sí, me gustaría odiarle con todas mis fuerzas, simplemente para que no me gustara tanto. Últimamente se me hacía muy difícil ver cómo Tanya tonteaba con él y cómo él se la comía con los ojos.
Sí, para que negarlo, Tanya era una chica muy guapa, con un cuerpo escultural. Su color de pelo era rubio rojizo que le llegaba a media espalda. Era alta y de esbelta figura y animadora. Vamos, lo contrario a mi. Y encima se ponía esa ropa que no dejaba nada a la imaginación, por lo que todos los chicos babeaban por ella, todos incluido últimamente Edward.
Ángela me sacó en ese momento de todos mis pensamientos.
¿Isabella? ¿Te encuentras bien? Parece que te ha dado un aire – me preguntó Ángela.
Ángela era una chica muy amable que compartía algunas clases conmigo. De vez en cuando nos sentábamos juntas en la biblioteca. No es que fuéramos amigas, ni nos contábamos nuestras penas, pero éramos buenas compañeras y ella siempre me trataba bien.
Hola, Ángela, es que estoy de lunes, ya sabes – reí nerviosa para que no se diera cuenta de hacía donde estaba fija mi mirada. El Volvo. El amor que sentía por Edward le llevaba en el silencio más absoluto.
Si, ya veo – rió – Vamos dentro que hace frío, cualquiera pensará que estamos en mayo. Es increíble el frío que puede hacer en Forks en primavera.
Fui con Ángela hasta trigonometría, clase que compartíamos, allí se sentó con Ben, un chico con el que al parecer estaba saliendo. Ben era un buen tío, tampoco es que me hiciera mucho caso, pero me saludaba cuando iba con Angela.
Las clases pasaron mucho más lentas de lo que podrían. Por Dios, unos días más y vacaciones, pensé. Perdida en mis pensamientos llegué a literatura, mi asignatura favorita, pero la clase resultó terriblemente aburrida. El señor Jefferson nos mandó leer Romeo y Julieta para un examen. Vale, era uno de mis libros favoritos, pero por eso mismo era aburrido, no había en mi vida nada que fuera novedad, incluso en esto.
Gracias a Dios, llegó la hora de descanso y me aventuré hacía la cafetería. Genial. Por lo general me sentaba sola, salvo algunos días que me sentaba con Angela, y por consiguiente con Ben, para hacer algún trabajo o preparar algún examen. Pero mi tónica de todos los días era sentarme sola y dejar pasar la hora lo más rápidamente leyendo algún libro o adelantando alguna tarea
¡Isabella! - gritó Angela – ¿Quieres sentarte con nosotros? - señaló la mesa en la que se sentaban ella y Ben.
Sí, por si no lo había dicho antes, en el instituto era conocida por mi nombre completo. No me gustaba como sonaba, pero sólo me llamaban Bella las personas que me querían y como allí no había nadie que pensara que yo fuera de su agrado...lo dejé estar desde primer momento. Además, por lo general me llamaban poco por mi nombre. Solían referirse a mi con apodos "graciosos" como cuatro ojos o dientes de hierro.
Oh, no...gracias, Angela de verdad, pero tengo que adelantar unos trabajos para los finales y...mejor otro día – la saludé tímidamente apartándome hacia mi solitaria mesa.
No es que no quisiese sentarme con ella, ni mucho menos, es que no quería arrastrarla conmigo. Es decir, la gente por lo general me huía, se apartaba de mí por no ser como ellos y Angela era una buena chica e incluso podría ser una buena amiga, pero no quería que a ella le pasara lo mismo que a mí.
Así que me senté en la mesa de al lado de Angela y Ben, saqué mis libros y me dispuse a leer cuando él entró en la cafetería.
Edward Cullen entró en la cafetería al lado de Rose y Jasper, sus espectaculares hermanos gemelos y Emmet, el novio de Rose.
Emmet era un grandullón que daba miedo por su aspecto físico. Tenía unos brazos enormes y musculosos y era muy alto, con el cabello oscuro y rizado, pero muy corto. Tenía apariencia de rudo... rudeza que desaparecía cuando aparecía Rose en escena. Cuando ella estaba a su lado no había más mundo que ella. La tenía entre algodones, se notaba que la amaba y que daría lo que fuera por ella. Los envidiaba. Mucho. Si tan siquiera alguien me quisiera la cuarta parte que Emmet quería a Rose me sentiría dichosa.
Rose era una chica espectacular, era rubia, el pelo le caía en perfectas ondas hasta la mitad de la espalda, era alta, de tez clara y tenía un cuerpo que si yo tuviera autoestima, me la habría pisado hacía ya tiempo. Rose parecía que era una mujer fuerte y fría, pero en el fondo se la veía que tenía sentimientos, sobre todo cuando miraba a su novio. Creo que se creó una coraza precisamente para defenderse de los demás. Era más vulnerable de lo que aparentaba.
Lo que me hacía más extraño era que no se juntaba con las demás populares. Hacía ya tiempo que Tanya y las demás la seguían como perritos falderos esperando que alguna de ellas fueran dignas de que Rose les dirigiera la palabra, a lo que ésta siempre les despachaba de la manera más atemorizante que una mujer como ella podía provocar. Ella no necesitaba de nadie mas que de su hermano y su novio, y parecía que le bastaba con eso, por eso se podía decir que Rose no me caía mal, aunque he de reconocer que me daba un poco de miedo las pocas veces que me miraba.
Jasper tenía la misma belleza que su hermana, pelo rubio y rizado, ojos azules, alto, fuerte...otro modelo. Jasper, al contrario que su hermana, irradiaba tranquilidad por donde iba, nunca se alteraba, ni un mal gesto, ni una mala contestación a nadie, incluída yo. Se veía que era un chico amable, más amable que su hermana, eso sí, y tranquilo. Nunca elevaba la voz más de lo necesario y prefería escuchar atentamente para después opinar, por lo que había podido observar.
Y mis ojos se fijaron al fin en Edward. No podía cansarme nunca de mirarle, era perfecto. Ese día vestía una camiseta negra que cubría con una camisa gris abierta y unos vaqueros negros. Era un Dios heleno. Iba con sus hermanos, pero de seguro no se sentaría con ellos, él últimamente se sentaba con los chicos más populares y con los chicos de los equipos del instituto. Siempre me pregunté por qué nunca ingresó en ninguno de ellos, ya que poseía un físico excelente para los deportes.
En ese momento Alec, un amigo de Edward que pertenecía al equipo de fútbol, entraba a la cafetería, y me miró. ¡Oh Dios, me ha pillado babeando por Edward! pensé. Creo que empecé a hiperventilar. Sí, era una tontería, yo era una chica, normal que me gustara ese Dios de la belleza que se encontraba en la cafetería, pero YO, no me podía dar el lujo de que la gente supiera de mis sentimientos. Simplemente les valdría para meterse conmigo o ridiculizarme.
Alec se acercó a Edward con una sonrisa burlona. Mierda, mierda, pensé. Le llamó aparte y hablaron entre ellos unos minutos. Alec cabeceó hacía mí mientras le hablaba a Edward. Ge-nial, pensé. Edward me miró por un segundo para luego volver a hablar con Alec. Vale, era oficial, en estos momentos estaba teniendo un silencioso ataque de nervios. Edward mirándome a mí. Por un segundo, vale, pero me miró. Desvié mi mirada hacia Rosalie, que parecía estar escuchando apenas la conversación, y su cara pasó de la sorpresa a la indignación, para acabar mirándome furiosa perdida. Oh, sí, eso me asustó. Rosalie podía ser muy, pero que muy atemorizante. ¿Por qué me había mirado de esa forma, si ni siquiera había hablado nunca con ella?
Mis pensamientos se esfumaron al oir el choque de manos entre Edward y Alec. Este último se pasó por delante de mi mesa dedicándome otra risa burlona.
Volví mi mirada hacía la mesa de los Cullen y compañía. Rosalie parecía que discutía entre susurros con Edward, a lo que este asentía con cara de aburrimiento.
La cafetería entera se giró cuando Rosalie retiró su silla violentamente para después salir dramáticamente por la puerta. Bueno, eso no era nada nuevo, Rose había tenido estos arrebatos anteriormente. Emmet la siguió fuera. Jasper se quedó un par de minutos más hablando con Edward para después salir por la puerta. Y así me quedé mirando la puerta como si me fuera a explicar que demonios estaba pasando.
Isabella...Isabella...¿Hola?
Me giré hacia la mesa de Angela. Me estaba llamando.
¿Qué Ang? Estaba un poco...distraída.
Cullen te está mirando – ¿Qué? ¿A mí? ¿Por qué? ¿Oh, no tendré nada en la cara, no?
Eh...esto Angela...¿tengo algo en la cara?Eh...un trozo de lechuga...en los dientes...o...¿algo?
No, ¿por qué?
Bueno, parece que ciertas...personas me están mirando más de la cuenta...hoy.
Bueno, sí, eso es verdad, Cullen te sigue mirando.
Lentamente mi cabeza giró hacía donde sabía que estaba sentado. ¡Oh, por todo lo sagrado!¡Me está mirando! Mi sonrojo fue instantáneo. Y, oh, espera un momento, me ha ...¿sonreído? No, seguro que ha sido una mueca. Volví a mirarle. Oh no, lo ha vuelto a hacer, me ha vuelto a sonreir, esa sonrisa, con esos labios, lo que daría por poder acariciarlos algún día...¿Por qué me sonreiría? Seguramente le diera pena de verme aquí almorzando sola y lo hizo para que me sintiera mejor. Edward nunca me ha hablado, pero tampoco se ha metido nunca conmigo. Definitivamente no creo que sea como los demás. Un ángel como él no puede ser malo...
El timbre volvió a despertarme hoy. Definitivamente estaba teniendo un día muy raro. Hoy parecía que Bella no quería realmente salir de su burbuja. Me encaminé hacia mi clase. Biología. Y ahí estaría Edward. Oh, Dios mio.
LA HISTORIA PERTENECE A "ATENEA85" ELLA ME DIO PERMISO PARA PUBLICAR AQUÍ EN INMORATL-LOVE ESPERO LES GUSTE
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Summary: Bella es una chica tímida y solitaria debido a su aspecto poco agraciado y tuvo la idea equivocada de fijarse en el chico más popular, Edward. La vida de Bella dará un giro radical cuando Edward decide fijarse en ella...
"La noche que cambio mi vida"
ARGUMENTO
Bella es una chica tímida y solitaria. Era la friki del instituto debido a su aspecto poco agraciado y tuvo la idea equivocada de fijarse en el chico más popular, Edward. La vida de Bella dará un giro radical cuando Edward decide fijarse en ella...
PROLOGO
Mi vida era aburrida y plana. En mi casa estaba prácticamente todo el día sola y en el instituto...en el instituto era como un fantasma, transparente. Sólo me veía la gente cuando se aburrían y decidían meterse conmigo y con mi físico. Aunque ya iba siendo hora de revelarme...
Me enamoré del chico más guapo e irresistible del pueblo y cuando creí que podía tenerle comprendí que todo había sido una gran mentira...Me fui de Forks con el corazón roto, pero ese año que pasé lejos de mi casa me sirvieron para cambiar, para hacerme más fuerte...me enseñaron a aprender a vivir y a tomar las riendas de mi vida. Y todo gracias a esa noche. La noche que cambió mi vida.
CAPITULO 1 – MI RUTINA
Otro día más. Otro lunes en el que no quisiera levantarme de mi cama para ir al instituto. Además, hacía frío. Oh, que estupidez, ¿desde cuando no hacía frío en Forks? Sí, Forks, un pueblecito de la península de Olimpia en el estado de Washington en el que el cielo estaba encapotado durante el 99% del año.
Llevaba toda mi vida viviendo aquí, nací aquí. Mis padres se casaron muy enamorados nada más terminar el instituto y a los tres meses mi madre se quedó embarazada de mí. Ellos no contaban con eso, no contaban con un hijo a esa edad tan temprana, así que el matrimonio se fue haciendo imposible hasta que nací yo, y cuando yo sólo tenía tres meses mi madre, Renné, se fue de casa.
No es que me abandonara ni por el estilo. Según ella, siempre quiso tenerme a su lado, simplemente quiso dejarme con mi padre hasta que ella buscara un buen empleo y un sitio digno para vivir, pero de eso hace ya 16 años, mi edad actual. Nos llamamos de vez en cuando, conversamos un poco, nos contamos nuestras cosas y hasta dentro de 15 días aproximadamente no vuelvo a saber de ella. Más que mi madre, la considero como una amiga. Es alocada, divertida y parece que la que tiene 16 años es ella y no yo. En fin, no nos parecemos en nada, ni en la manera de ser ni en el físico. Ella es rubia, de ojos azules y siempre está bronceada, claro, que ella vive en Phoenix, Arizona.
En cambio Charlie, mi padre, y yo, somos iguales. El es el jefe de policía de Forks. Siempre se ha preocupado de mí...en la distancia. Sí, simplemente me cuida y vela por mí, porque no me falte de nada, pero sin demostrar sus sentimientos demasiado. Charlie no es de los que le gusta demostrar el cariño, es hombre de pocas palabras, vamos, que con la mirada te lo dice todo. De todos modos, desde que cumplí 13 años paso la mayor parte del día sola debido a su trabajo. No es que me moleste, pero últimamente no le veo ni los fines de semana, que es cuando se va con Harry o con Billy a pescar.
Y yo mientras me quedo en casa naciendo la colada, colocando la cocina o cualquier otra cosa. Sí, como veréis no tengo mucha vida social. Bueno, no tengo vida social. De hecho sólo tengo un amigo de verdad, Jacob Black, el hijo de Billy. Nos conocemos desde que nacimos, tiene mi misma edad y es un encanto. Desde que Charlie me regaló mi camioneta, arreglada por el mismo Jacob, le veo un poco más.
Jacob vive en La Push, en la Reserva Quileute, a unos 30 kilómetros de Forks. Es un chico muy amigable y cariñoso y siempre tiene las palabras adecuadas para cada momento. También es un poco impulsivo de vez en cuando, pero no por eso es menos encantador. Le quiero mucho. Así que ahora puedo ir cuando quiera a ver a mi querido amigo. Cuando no tengo mucha tarea del instituto me paso un rato por su taller para "ayudarle" a reparar sus coches y sus motos. Este chico dentro de un par de años será un excelente mecánico.
En fin, quitando Jacob no tengo ningún amigo. Bueno, los chicos de la reserva, la manada como se hacen llamar. Son amigos de Jacob y aunque mantenemos una excelente relación y nos llevamos muy bien, no es lo mismo. Además nuestra relación se basa básicamente en las bromas y las risas, es imposible hablar de algo serio con ellos. Son capaces de contar chistes en un cementerio.
En el instituto paso bastante desapercibida. Bueno, más bien soy como un fantasma. La gente por lo general suele ignorarme, aunque hay días que se aburren y me insultan. Eso suele pasar últimamente muy a menudo y no entiendo por qué. Yo no le hago daño a nadie, no me meto con nadie, es más, me mimetizo con el paisaje, sólo hablo cuando me preguntan los profesores.
Será que se meten conmigo por mi físico, pero yo no tengo la culpa de ser poco agraciada. Soy castaña y mi pelo se alborota con facilidad con la humedad de Forks, así que para mi comodidad me lo recojo en una coleta. Mi piel es pálida, casi transparente y mis ojos son castaños, nada espectaculares. No soy alta, pero tampoco baja y mi cuerpo es más bien flacucho. Además llevo gafas, porque soy miope, oh, algo que saqué de Renné, y llevo años soportando la ortodoncia en mis dientes. ¡Por dios! mi padre debería de detener al dentista que me está haciendo esto, ya no me acuerdo de cómo son mis dientes sin esta cosa pegada. En fin, que no soy nada agraciada. Suelo vestirme con ropa deportiva, vaqueros y sudaderas, nada ajustado, porque para una vez que decidí ponerme una camisa escotada que me regaló Renné por mi cumpleaños, las chicas del instituto se rieron de mi y me insultaron. Me llamaron golfa, toma ya. ¿Y ellas que son? Tanya es de las peores, seguida de Lauren. Por favor, no se por qué me odian tanto si a su lado soy totalmente insignificante.
Ahora se puede entender el por qué de mi aversión para ir al instituto. Y encima es lunes y hoy tengo gimnasia. Per-fec-to.
Ese lunes me dirigí al instituto en mi camioneta. Ah. Mi adorada camioneta roja. En la cabina todavía se puede oler a menta, tabaco y madera, justo lo que se huele al entrar en la casa de Billy. El trasto, como le llama mi padre, tiene edad para ser mi abuelo, pero no por ello deja de encantarme. Fue un regalo de Charlie y además me lo arregló mi hermano, mi Jacob, por lo tanto le tengo muchísimo cariño al trasto.
Pero llegar al instituto con mi camioneta era otra historia. Llevaba casi cinco meses aguantando la risa de mis compañeros cada vez que mi camioneta aparece en escena. Vale que el trasto hacía un poco de ruido al arrancar, pero tampoco era para tanto, creo.
Cuando estacioné ya había bastantes coches aparcados, pero mi mirada se posó sólo en unos de tantos coches. Un Volvo plateado, nuevo, reluciente. En ese momento el corazón empezó a repicar contra mi pecho como si fueran las alas de un colibrí.
El coche de Edward. Lo que quería decir que el ya había llegado. Bien, Bella, respira.
Ese chico me gustaba desde párbulos, no lo podía negar. Es que era perfecto, es decir, por razones obvias, yo no era una persona que se fijara mucho en lo físico, pero es que Edward lo tenía todo. Era alto, fuerte sin ser exagerado, con el pelo alborotado y de color bronce, que más de una noche soñé que acariciaba, y unos ojos verdes que me nublaban la vista. Y sus labios...¿cómo sería acariciarlos? Ese chico era un sueño...hasta que despertaba de golpe.
Edward estaba siempre rodeado de las chicas más guapas del instituto. Había salido con Jessica durante una temporada, pero lo habían dejado hace poco. Bueno, Jessica, dentro del grupo de las populares no era de las peores, pero hacía lo que Tanya, la bruja más bruja de todas, le pedía. Así que, como la bruja, perdón, Tanya se encaprichó de Edward, Jessica se tuvo que hacer a un lado.
Tampoco es que Edward se muriera de pena porque Jessica le dejara, así podía dejar de esconder sus coqueteos con las demás.
Ese era el fallo de Edward. Con nuestra tierna edad ya era un mujeriego, y lo peor, es que a ellas parecía que les daba igual que jugaran con ellas. Bueno, ese era un fallo y el otro...el otro es que me ignoraba por completo.
Bien, casi mejor eso a que él también se metiera conmigo. Cuando me hacía el centro de las burlas de mis compañeros él simplemente miraba y callaba, pero tampoco me ayudaba. Realmente no le culpo, ¿por qué Edward Cullen iba a sacar la cara por alguien como yo? A veces me hubiera gustado que él participara de las bromas pesadas para tener un motivo para odiarle libremente, pero no era así. Por mi sola no encontraba una razón por la cual odiar a Edward. Sí, me gustaría odiarle con todas mis fuerzas, simplemente para que no me gustara tanto. Últimamente se me hacía muy difícil ver cómo Tanya tonteaba con él y cómo él se la comía con los ojos.
Sí, para que negarlo, Tanya era una chica muy guapa, con un cuerpo escultural. Su color de pelo era rubio rojizo que le llegaba a media espalda. Era alta y de esbelta figura y animadora. Vamos, lo contrario a mi. Y encima se ponía esa ropa que no dejaba nada a la imaginación, por lo que todos los chicos babeaban por ella, todos incluido últimamente Edward.
Ángela me sacó en ese momento de todos mis pensamientos.
¿Isabella? ¿Te encuentras bien? Parece que te ha dado un aire – me preguntó Ángela.
Ángela era una chica muy amable que compartía algunas clases conmigo. De vez en cuando nos sentábamos juntas en la biblioteca. No es que fuéramos amigas, ni nos contábamos nuestras penas, pero éramos buenas compañeras y ella siempre me trataba bien.
Hola, Ángela, es que estoy de lunes, ya sabes – reí nerviosa para que no se diera cuenta de hacía donde estaba fija mi mirada. El Volvo. El amor que sentía por Edward le llevaba en el silencio más absoluto.
Si, ya veo – rió – Vamos dentro que hace frío, cualquiera pensará que estamos en mayo. Es increíble el frío que puede hacer en Forks en primavera.
Fui con Ángela hasta trigonometría, clase que compartíamos, allí se sentó con Ben, un chico con el que al parecer estaba saliendo. Ben era un buen tío, tampoco es que me hiciera mucho caso, pero me saludaba cuando iba con Angela.
Las clases pasaron mucho más lentas de lo que podrían. Por Dios, unos días más y vacaciones, pensé. Perdida en mis pensamientos llegué a literatura, mi asignatura favorita, pero la clase resultó terriblemente aburrida. El señor Jefferson nos mandó leer Romeo y Julieta para un examen. Vale, era uno de mis libros favoritos, pero por eso mismo era aburrido, no había en mi vida nada que fuera novedad, incluso en esto.
Gracias a Dios, llegó la hora de descanso y me aventuré hacía la cafetería. Genial. Por lo general me sentaba sola, salvo algunos días que me sentaba con Angela, y por consiguiente con Ben, para hacer algún trabajo o preparar algún examen. Pero mi tónica de todos los días era sentarme sola y dejar pasar la hora lo más rápidamente leyendo algún libro o adelantando alguna tarea
¡Isabella! - gritó Angela – ¿Quieres sentarte con nosotros? - señaló la mesa en la que se sentaban ella y Ben.
Sí, por si no lo había dicho antes, en el instituto era conocida por mi nombre completo. No me gustaba como sonaba, pero sólo me llamaban Bella las personas que me querían y como allí no había nadie que pensara que yo fuera de su agrado...lo dejé estar desde primer momento. Además, por lo general me llamaban poco por mi nombre. Solían referirse a mi con apodos "graciosos" como cuatro ojos o dientes de hierro.
Oh, no...gracias, Angela de verdad, pero tengo que adelantar unos trabajos para los finales y...mejor otro día – la saludé tímidamente apartándome hacia mi solitaria mesa.
No es que no quisiese sentarme con ella, ni mucho menos, es que no quería arrastrarla conmigo. Es decir, la gente por lo general me huía, se apartaba de mí por no ser como ellos y Angela era una buena chica e incluso podría ser una buena amiga, pero no quería que a ella le pasara lo mismo que a mí.
Así que me senté en la mesa de al lado de Angela y Ben, saqué mis libros y me dispuse a leer cuando él entró en la cafetería.
Edward Cullen entró en la cafetería al lado de Rose y Jasper, sus espectaculares hermanos gemelos y Emmet, el novio de Rose.
Emmet era un grandullón que daba miedo por su aspecto físico. Tenía unos brazos enormes y musculosos y era muy alto, con el cabello oscuro y rizado, pero muy corto. Tenía apariencia de rudo... rudeza que desaparecía cuando aparecía Rose en escena. Cuando ella estaba a su lado no había más mundo que ella. La tenía entre algodones, se notaba que la amaba y que daría lo que fuera por ella. Los envidiaba. Mucho. Si tan siquiera alguien me quisiera la cuarta parte que Emmet quería a Rose me sentiría dichosa.
Rose era una chica espectacular, era rubia, el pelo le caía en perfectas ondas hasta la mitad de la espalda, era alta, de tez clara y tenía un cuerpo que si yo tuviera autoestima, me la habría pisado hacía ya tiempo. Rose parecía que era una mujer fuerte y fría, pero en el fondo se la veía que tenía sentimientos, sobre todo cuando miraba a su novio. Creo que se creó una coraza precisamente para defenderse de los demás. Era más vulnerable de lo que aparentaba.
Lo que me hacía más extraño era que no se juntaba con las demás populares. Hacía ya tiempo que Tanya y las demás la seguían como perritos falderos esperando que alguna de ellas fueran dignas de que Rose les dirigiera la palabra, a lo que ésta siempre les despachaba de la manera más atemorizante que una mujer como ella podía provocar. Ella no necesitaba de nadie mas que de su hermano y su novio, y parecía que le bastaba con eso, por eso se podía decir que Rose no me caía mal, aunque he de reconocer que me daba un poco de miedo las pocas veces que me miraba.
Jasper tenía la misma belleza que su hermana, pelo rubio y rizado, ojos azules, alto, fuerte...otro modelo. Jasper, al contrario que su hermana, irradiaba tranquilidad por donde iba, nunca se alteraba, ni un mal gesto, ni una mala contestación a nadie, incluída yo. Se veía que era un chico amable, más amable que su hermana, eso sí, y tranquilo. Nunca elevaba la voz más de lo necesario y prefería escuchar atentamente para después opinar, por lo que había podido observar.
Y mis ojos se fijaron al fin en Edward. No podía cansarme nunca de mirarle, era perfecto. Ese día vestía una camiseta negra que cubría con una camisa gris abierta y unos vaqueros negros. Era un Dios heleno. Iba con sus hermanos, pero de seguro no se sentaría con ellos, él últimamente se sentaba con los chicos más populares y con los chicos de los equipos del instituto. Siempre me pregunté por qué nunca ingresó en ninguno de ellos, ya que poseía un físico excelente para los deportes.
En ese momento Alec, un amigo de Edward que pertenecía al equipo de fútbol, entraba a la cafetería, y me miró. ¡Oh Dios, me ha pillado babeando por Edward! pensé. Creo que empecé a hiperventilar. Sí, era una tontería, yo era una chica, normal que me gustara ese Dios de la belleza que se encontraba en la cafetería, pero YO, no me podía dar el lujo de que la gente supiera de mis sentimientos. Simplemente les valdría para meterse conmigo o ridiculizarme.
Alec se acercó a Edward con una sonrisa burlona. Mierda, mierda, pensé. Le llamó aparte y hablaron entre ellos unos minutos. Alec cabeceó hacía mí mientras le hablaba a Edward. Ge-nial, pensé. Edward me miró por un segundo para luego volver a hablar con Alec. Vale, era oficial, en estos momentos estaba teniendo un silencioso ataque de nervios. Edward mirándome a mí. Por un segundo, vale, pero me miró. Desvié mi mirada hacia Rosalie, que parecía estar escuchando apenas la conversación, y su cara pasó de la sorpresa a la indignación, para acabar mirándome furiosa perdida. Oh, sí, eso me asustó. Rosalie podía ser muy, pero que muy atemorizante. ¿Por qué me había mirado de esa forma, si ni siquiera había hablado nunca con ella?
Mis pensamientos se esfumaron al oir el choque de manos entre Edward y Alec. Este último se pasó por delante de mi mesa dedicándome otra risa burlona.
Volví mi mirada hacía la mesa de los Cullen y compañía. Rosalie parecía que discutía entre susurros con Edward, a lo que este asentía con cara de aburrimiento.
La cafetería entera se giró cuando Rosalie retiró su silla violentamente para después salir dramáticamente por la puerta. Bueno, eso no era nada nuevo, Rose había tenido estos arrebatos anteriormente. Emmet la siguió fuera. Jasper se quedó un par de minutos más hablando con Edward para después salir por la puerta. Y así me quedé mirando la puerta como si me fuera a explicar que demonios estaba pasando.
Isabella...Isabella...¿Hola?
Me giré hacia la mesa de Angela. Me estaba llamando.
¿Qué Ang? Estaba un poco...distraída.
Cullen te está mirando – ¿Qué? ¿A mí? ¿Por qué? ¿Oh, no tendré nada en la cara, no?
Eh...esto Angela...¿tengo algo en la cara?Eh...un trozo de lechuga...en los dientes...o...¿algo?
No, ¿por qué?
Bueno, parece que ciertas...personas me están mirando más de la cuenta...hoy.
Bueno, sí, eso es verdad, Cullen te sigue mirando.
Lentamente mi cabeza giró hacía donde sabía que estaba sentado. ¡Oh, por todo lo sagrado!¡Me está mirando! Mi sonrojo fue instantáneo. Y, oh, espera un momento, me ha ...¿sonreído? No, seguro que ha sido una mueca. Volví a mirarle. Oh no, lo ha vuelto a hacer, me ha vuelto a sonreir, esa sonrisa, con esos labios, lo que daría por poder acariciarlos algún día...¿Por qué me sonreiría? Seguramente le diera pena de verme aquí almorzando sola y lo hizo para que me sintiera mejor. Edward nunca me ha hablado, pero tampoco se ha metido nunca conmigo. Definitivamente no creo que sea como los demás. Un ángel como él no puede ser malo...
El timbre volvió a despertarme hoy. Definitivamente estaba teniendo un día muy raro. Hoy parecía que Bella no quería realmente salir de su burbuja. Me encaminé hacia mi clase. Biología. Y ahí estaría Edward. Oh, Dios mio.
LA HISTORIA PERTENECE A "ATENEA85" ELLA ME DIO PERMISO PARA PUBLICAR AQUÍ EN INMORATL-LOVE ESPERO LES GUSTE
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Última edición por Qamiila Quinteros el 18/8/2012, 11:49 pm, editado 2 veces
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Re: La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado
LA HISTORIA PERTENECE A "ATENEA85" ELLA ME DIO PERMISO PARA PUBLICAR AQUÍ EN INMORATL-LOVE ESPERO LES GUSTE
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CAPITULO 2 - ¿QUÉ LE PASA A LOS CULLEN?
Entre a la clase sin pena ni gloria, vamos, como siempre, y me senté en la misma mesa de siempre. Sola, por supuesto. Aquí no estaba Angela conmigo. La verdad es que me sentía menos sola en las clases que compartía con ella.
Saqué mis libros y empecé a repasar el tema que nos tocaba hoy cuando lo escuché.
Perdona, ¿puedo sentarme contigo? - me preguntó esa sedosa voz, por primera vez dirigiéndose a mí.
Levanté la vista y ahí estaba él, el magnífico portador de esa maravillosa voz. Me quedé ensimismada mirándole.
Disculpa, puedo...¿sentarme aquí? ¿Contigo?
Miré hacía la clase en un acto involuntario para ver si quedaban más mesas vacías, y sí, la clase estaba medio vacía todavía. También pude fijarme que había varios alumnos mirando la escena entre sorprendidos y anonadados. A mí nadie me hablaba y menos alguien popular, si no era para meterse conmigo, claro está.
¿Isabella? - volvió a preguntar Edward. Uff, si sabe como me llamo.
Eh...bueno...sí...claro...si quieres, aunque tu sitio de siempre esta libre...y...bueno...quizás Tanya o...o Tyler esperen que te sientes con ellos...y...
Vale, vale...si te vas a sentir incómoda ya me buscaré otro sitio...no era intención mía incomodarte... - dijo mientras cogía su mochila.
¡No! - vale, eso sonó desesperado – No me molestas...lo más mínimo, simplemente...pensé que querías sentarte con gente...como..tú - Te estas luciendo Bella, a parte de friki va a parecer que te falta un hervor.
¿Con gente como yo? - dijo señalándose – Que yo sepa tu y yo tenemos dos ojos, una nariz, una boca y dos orejas, no creo que seamos muy diferentes, ¿no?
Bien, para ese momento debía de estar más roja que un tomate maduro. No me quise ni mover, por si esa imagen se desvanecía ante mí. Esto era un sueño. Edward Cullen pidiéndome a mí sentarse conmigo y ponerse a hablar como si yo fuera..."normal".
Bien, chicos, abrid el libro por el tema 14, el sistema respiratorio de los...
Ahí dejé de escuchar. Me volví una vez más para mirar a Edward. Me miró de frente y me sonrió, dejándome ver sus hermosos y blancos dientes. Otro sonrojo. Bueno, lo que estoy sacando en claro de este día es que mi sistema circulatorio va me maravilla.
Rápidamente dejé que un par de mechones se me escaparan de mi coleta para hacer de barrera entre Edward y yo. Mejor evitar la tentación.
La clase pasó sin mayores contratiempos, excepto el más obvio, tener al chico más deseado del instituto a mi lado. Sin contar el hecho de que yo soy una friki.
El timbre nuevamente sonó para avisar del fin de clase. La próxima hora me tocaba gimnasia. Pues con el día que llevo hoy de ausente espero no hacerme mucho daño...bueno, ni lesionar a nadie, pensé.
Isabella – mmm, de nuevo su voz, podría estar todo el día escuchándole y nunca me cansaría.
¿Sí? - pregunte sonrojada.
Me preguntaba si... - el corazón me retumbaba en el pecho, ¿que quería preguntarme?
¡Edward! - la estridente voz de Lauren me resultó mucho más desagradable esta vez – Edward, ¿que haces aquí? Te estamos esperando para hacer los equipos para nuestra clase de Teatro – su mirada pasó de Edward a mi – Tú – me señaló con desdén – ¿Qué haces aquí como un pasmarote? ¿No te han dicho que es de mala educación escuchar conversaciones ajenas?
Lo siento – fue lo único coherente que pude decir.
Miré por el rabillo del ojo a Edward y le vi que observaba cómo me iba. ¿Por qué me disculpé con esa rubia de bote de Lauren? ¿Acaso no había sido ella la que había interrumpido una conversación? ¡Se metió donde no la llamaban! Edward iba a preguntarme algo, por primera vez en mi vida alguien en el instituto, aparte de Angela fue amable conmigo, y fue, ni más ni menos que Edward Cullen. Suspiré cabreada.
Me dirigí al gimnasio, a mi infierno personal, la clase de gimnasia. Sólo esperaba que tuviéramos que hacer algún ejercicio por parejas y que no quedase nadie para ponerse conmigo, así me evitaría de hacer el ejercicio y el ridículo. Sí, que le voy a hacer, soy torpe.
¡Isabella! - Me gritó Mike Newton cuando salía de los vestuarios hacia la entrada del gimnasio.
¿Sí? - Mike no me caía del todo mal, tampoco se metía excesivamente conmigo, y cuando lo hacía era para meterse con mi torpeza, nada grave. Aunque tenía que reconocer que para ser un chico era una total maruja.
¿Qué le has hecho a Cullen?
¿Eh? - Cullen, Cullen, Edward? Oh,no, me estoy volviendo a sonrojar – Yo...no se... de que...
Rosalie Cullen – me aclaró
¿Qué? ¿Que qué le he hecho a Rosalie? Yo..nada...creo - respondí nerviosa.
Pues si las miradas matasen ya estarías bajo tierra, nena.
Que demonios...oh, me fijé en Rose, compartíamos esa clase, y sí, me estaba mirando con cara de pocos amigos, bueno...con cara de ningún amigo.
Y entré en pánico cuando sus pasos se dirigieron hacia mí.
La cara de Rosalie demostraba que estaba enfadada, muy enfadada. Pero...¿conmigo?
¿Por qué me miraba así a mí? ¿Qué demonios le pasaba hoy a todo el mundo?
Rose estaba a dos pasos de mí cuando dejé de respirar inconscientemente. Ella tampoco se había metido conmigo antes, y aunque nunca habíamos hablado antes, ella por alguna razón me intimidaba un poco.
¿Swan? - me llamó con voz firme.
¿Si? - me temblaba la voz horriblemente. Se acercó dos pasos más encarándome completamente. Parecía que de un momento a otro le iba a salir humo por la nariz.
Tu y yo debemos hablar – miró alrededor y vio que nos miraban varios alumnos – a solas – sentenció. Automáticamente hice el gesto nervioso de colocarme las gafas.
Yo...yo...estas...molesta...he hecho algo que…te molestara..yo... - en ese momento lo único que tenía ganas era de llorar. Parecía que Rose me quería despellejar viva, por la mirada que seguía en su rostro.
No, Swan, todavía, no has hecho nada que me pueda molestar – enfatizó mucho la palabra todavía – a la salida te espero para hablar contigo, en el parking.
Pude oír a algunos compañeros silbar. Realmente lo había dicho en tono amenazante. Bueno, Rosalie se dirigía a todo el mundo de manera amenazante. ¿Como alguien con esa belleza inhumana puede dar tanto miedo? Me dio un escalofrío cuando la observé como se alejaba ondeando su rubia cabellera al compás de sus movimientos.
La clase pasó rápida, muy a mi pesar. ¿Quien lo diría? Yo, queriendo que la clase de gimnasia se alargue. Entré a los vestuarios y me cambié con parsimonia, sin prisas.
Sin poder alargar más ese momento me dirigí hacia la salida.
¡Isabella! - otra vez Mike, realmente prefiero que me ignore.
Dime – contesté cansina.
¿Realmente no le has hecho nada a Rosalie? Estaba muy cabreada. ¿De qué..quiere hablar...contigo? - será cotilla el chico!
Eh...mira Mike no tengo ni idea, mejor...me voy...creo que me esperan.
Me alejé del cotilla de Newton y por fin salí hacia el parking. No lo voy a negar, tenía esperanzas de que Rosalie se hubiera ido antes de que yo saliera, pero no, su flamante BMW rojo deportivo seguía ahí. ¡Mierda! Bueno, tampoco creo que vaya a ser muy malo hablar con Rosalie...a..solas. ¡Ugh! ¿Qué le podía haber hecho yo para mirarme y hablarme de esa manera?
¿Swan? - vale, llegó la hora.
Rosalie – me giré para mirarla. Iba con Emmet y con Jasper. Gracias al cielo que no venía Edward con ellos.
Rose, yo no creo que... - empezó a hablar Emmet.
Emmet, no te metas en esto – y su tono no admitía réplica.
Sí, Emmet, no estaría de más poner a Isabella en sobre aviso – dijo Jasper en tono amable.
Esta bien, me callo, no digo nada, pero yo no quiero saber nada de esto, Edward es amigo mio y yo no...
¿Qué? - pregunté yo. Reconozco que me he perdido del todo. ¿Rosalie quería hablar conmigo de Edward?
Swan, ven conmigo, vamos a hablar tu y yo – me dijo Rosalie mientras caminaba hacia el pequeño bosque que se extendía detrás de las escuela.
Bueno, no creo que se atreva a aniquilarme con trescientos alumnos a 200 metros de
nosotras. Sí, ni que les importara yo mucho. Con suerte tengo un padre policía. Hará una búsqueda por el bosque si no vuelvo a casa, pensé irónicamente.
Isabella – se dirigió por primera vez por mi nombre – quiero hablar seriamente contigo.
¿De..de qué? - estaba aterrada, estábamos en un lugar fuera de curiosos y solas, muy solas.
De Edward.
¿De tu...hermano? - respira Bella.
Sí, claro, no va a ser de mi vecino – me replicó con voz dura mientras yo intentaba que no se me escapara ninguna lágrima.
Rose pareció darse cuenta de mi estado de nervios por lo que suavizó su voz un poco.
Isabella, sólo quiero avisarte, no te acerques demasiado a mi hermano, no te conviene.
Yo...yo no me he...acercado a tu... hermano...
No, pero lo harás. Hoy se ha sentado contigo, ¿no?
Si...pero...
¿Qué te ha dicho? - me cortó rápidamente.
Na...nada, me ha pedido sentarse conmigo y al final de la clase...él...
¿Qué? ¿Qué te ha dicho? - sus cejas se juntaron de una manera que no podía ser creíble.
Na...nada. Parecía que me iba a preguntar algo...pero llegó Lauren y...se...lo llevó.
¿No llegó a decirte nada más?
No...
Uf, gracias a Lauren... por una vez en su vida esa niña estúpida hizo algo en condiciones.
Mi cara debía de ser un poema. No entendía nada. Sin embargo Rosalie parecía que se había quitado un peso de encima al decirle que no había hablado nada más con su hermano. Finalmente me miró.
Isabella, quiero que te alejes todo lo posible de mi hermano. No te quiero ver cerca de él – me dijo a escasos centímetros de mi cara.
¿Por qué? Es mi vida. ¿Y qué si me quiero acercar a él?
No sé de donde saqué el valor para hablar así a Rosalie Cullen, pero me sentó endemoniadamente mal que me impusiera el alejarme de su hermano cuando había sido hoy precisamente cuando me habló por primera vez en todos los años de instituto que llevamos. ¿Por qué no quería que me acercara a él?
Me miró de arriba a abajo. Oh, en ese momento entendí. Si Edward se dignaba a tener una amistad conmigo, aunque fuera por pena, podría salir malparado. Es decir, un popular no puede rebajarse a hablar con un friki. Su popularidad se vería mermada en el momento que él se acercara a mi.
Sí, es tu vida, pero creo que yo conozco mucho mejor a mi hermano que tú y sé que él no te conviene. Isabella, él no es una persona para ti, créeme.
Eso era cruel. Ya sé que no soy popular, ni graciosa y mucho menos guapa, pero decir que alguien como yo no merece de la compañía de alguien como Edward era simplemente doloroso. ¿Qué demonios pasa? ¿Yo no tengo derecho a que la gente me hable? ¿A que alguien se interese lo más mínimo en mi persona?
Rosalie, yo...no entiendo...ha sido tu hermano el que se ha acercado...yo...
Lo sé, sé que ha sido cosa suya, pero créeme, esto que te estoy diciendo no es una amenaza ni mucho menos, perdona si te he confundido en ese sentido, pero sí es una advertencia. Tú no eres como las chicas que van con mi hermano. Eres diferente. Y realmente no creo que después de todo esto vaya a salir ganando alguien. De verdad, Isabella, todo esto es por tu bien.
Y se fue. Se marchó dejándome en ese pequeño bosque de detrás del instituto, sola, y con sus palabras taladrándome la cabeza.
Fui hacia el parking a meterme en mi camioneta y pude ver que solo quedaban dos coches más. Rosalie, por suerte, ya se había marchado.
¿Qué demonios le había pasado hoy a todo el mundo? El día que Edward me habla y el día que prácticamente me ordenan que me aleje de él. Debería de estar contenta de lo primero, pero sinceramente, lo segundo mató mi alegría.
Y por todo lo sagrado...¿qué querría decirme Edward?
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EN EL PRÓXIMO CAPITULO...
¿Isabella?
Me llamó con esa voz tan sensual. Espera, ¿dije sensual? Mi corazón volvió a saltar en mi pecho. Si todo esto seguía así, algún día me iba a dar un infarto. Me giré para mirarle y me pude dar cuenta de que le tenía más cerca de lo que creía. Esos labios...
¿Sí?
Hola...esto...me preguntaba su luego me voy a poder sentar contigo otra vez en Biología. Creo que vamos a hacer un trabajo en parejas y me gustaría hacerlo contigo.
¿Qué? Vale, Bella, cámate. Responde coherentemente. Tu y Edward, tu amor platónico, sentados juntos otra vez...y haciendo algo juntos...
Eh...claro, si...¿por qué no?
¡Perfecto! - parecía contento – Pues luego nos vemos en clase - ¡Hasta luego, Isabella!
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LA HISTORIA PERTENECE A "ATENEA85" ELLA ME DIO PERMISO PARA PUBLICAR AQUÍ EN INMORATL-LOVE ESPERO LES GUSTE
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CAPITULO 2 - ¿QUÉ LE PASA A LOS CULLEN?
Entre a la clase sin pena ni gloria, vamos, como siempre, y me senté en la misma mesa de siempre. Sola, por supuesto. Aquí no estaba Angela conmigo. La verdad es que me sentía menos sola en las clases que compartía con ella.
Saqué mis libros y empecé a repasar el tema que nos tocaba hoy cuando lo escuché.
Perdona, ¿puedo sentarme contigo? - me preguntó esa sedosa voz, por primera vez dirigiéndose a mí.
Levanté la vista y ahí estaba él, el magnífico portador de esa maravillosa voz. Me quedé ensimismada mirándole.
Disculpa, puedo...¿sentarme aquí? ¿Contigo?
Miré hacía la clase en un acto involuntario para ver si quedaban más mesas vacías, y sí, la clase estaba medio vacía todavía. También pude fijarme que había varios alumnos mirando la escena entre sorprendidos y anonadados. A mí nadie me hablaba y menos alguien popular, si no era para meterse conmigo, claro está.
¿Isabella? - volvió a preguntar Edward. Uff, si sabe como me llamo.
Eh...bueno...sí...claro...si quieres, aunque tu sitio de siempre esta libre...y...bueno...quizás Tanya o...o Tyler esperen que te sientes con ellos...y...
Vale, vale...si te vas a sentir incómoda ya me buscaré otro sitio...no era intención mía incomodarte... - dijo mientras cogía su mochila.
¡No! - vale, eso sonó desesperado – No me molestas...lo más mínimo, simplemente...pensé que querías sentarte con gente...como..tú - Te estas luciendo Bella, a parte de friki va a parecer que te falta un hervor.
¿Con gente como yo? - dijo señalándose – Que yo sepa tu y yo tenemos dos ojos, una nariz, una boca y dos orejas, no creo que seamos muy diferentes, ¿no?
Bien, para ese momento debía de estar más roja que un tomate maduro. No me quise ni mover, por si esa imagen se desvanecía ante mí. Esto era un sueño. Edward Cullen pidiéndome a mí sentarse conmigo y ponerse a hablar como si yo fuera..."normal".
Bien, chicos, abrid el libro por el tema 14, el sistema respiratorio de los...
Ahí dejé de escuchar. Me volví una vez más para mirar a Edward. Me miró de frente y me sonrió, dejándome ver sus hermosos y blancos dientes. Otro sonrojo. Bueno, lo que estoy sacando en claro de este día es que mi sistema circulatorio va me maravilla.
Rápidamente dejé que un par de mechones se me escaparan de mi coleta para hacer de barrera entre Edward y yo. Mejor evitar la tentación.
La clase pasó sin mayores contratiempos, excepto el más obvio, tener al chico más deseado del instituto a mi lado. Sin contar el hecho de que yo soy una friki.
El timbre nuevamente sonó para avisar del fin de clase. La próxima hora me tocaba gimnasia. Pues con el día que llevo hoy de ausente espero no hacerme mucho daño...bueno, ni lesionar a nadie, pensé.
Isabella – mmm, de nuevo su voz, podría estar todo el día escuchándole y nunca me cansaría.
¿Sí? - pregunte sonrojada.
Me preguntaba si... - el corazón me retumbaba en el pecho, ¿que quería preguntarme?
¡Edward! - la estridente voz de Lauren me resultó mucho más desagradable esta vez – Edward, ¿que haces aquí? Te estamos esperando para hacer los equipos para nuestra clase de Teatro – su mirada pasó de Edward a mi – Tú – me señaló con desdén – ¿Qué haces aquí como un pasmarote? ¿No te han dicho que es de mala educación escuchar conversaciones ajenas?
Lo siento – fue lo único coherente que pude decir.
Miré por el rabillo del ojo a Edward y le vi que observaba cómo me iba. ¿Por qué me disculpé con esa rubia de bote de Lauren? ¿Acaso no había sido ella la que había interrumpido una conversación? ¡Se metió donde no la llamaban! Edward iba a preguntarme algo, por primera vez en mi vida alguien en el instituto, aparte de Angela fue amable conmigo, y fue, ni más ni menos que Edward Cullen. Suspiré cabreada.
Me dirigí al gimnasio, a mi infierno personal, la clase de gimnasia. Sólo esperaba que tuviéramos que hacer algún ejercicio por parejas y que no quedase nadie para ponerse conmigo, así me evitaría de hacer el ejercicio y el ridículo. Sí, que le voy a hacer, soy torpe.
¡Isabella! - Me gritó Mike Newton cuando salía de los vestuarios hacia la entrada del gimnasio.
¿Sí? - Mike no me caía del todo mal, tampoco se metía excesivamente conmigo, y cuando lo hacía era para meterse con mi torpeza, nada grave. Aunque tenía que reconocer que para ser un chico era una total maruja.
¿Qué le has hecho a Cullen?
¿Eh? - Cullen, Cullen, Edward? Oh,no, me estoy volviendo a sonrojar – Yo...no se... de que...
Rosalie Cullen – me aclaró
¿Qué? ¿Que qué le he hecho a Rosalie? Yo..nada...creo - respondí nerviosa.
Pues si las miradas matasen ya estarías bajo tierra, nena.
Que demonios...oh, me fijé en Rose, compartíamos esa clase, y sí, me estaba mirando con cara de pocos amigos, bueno...con cara de ningún amigo.
Y entré en pánico cuando sus pasos se dirigieron hacia mí.
La cara de Rosalie demostraba que estaba enfadada, muy enfadada. Pero...¿conmigo?
¿Por qué me miraba así a mí? ¿Qué demonios le pasaba hoy a todo el mundo?
Rose estaba a dos pasos de mí cuando dejé de respirar inconscientemente. Ella tampoco se había metido conmigo antes, y aunque nunca habíamos hablado antes, ella por alguna razón me intimidaba un poco.
¿Swan? - me llamó con voz firme.
¿Si? - me temblaba la voz horriblemente. Se acercó dos pasos más encarándome completamente. Parecía que de un momento a otro le iba a salir humo por la nariz.
Tu y yo debemos hablar – miró alrededor y vio que nos miraban varios alumnos – a solas – sentenció. Automáticamente hice el gesto nervioso de colocarme las gafas.
Yo...yo...estas...molesta...he hecho algo que…te molestara..yo... - en ese momento lo único que tenía ganas era de llorar. Parecía que Rose me quería despellejar viva, por la mirada que seguía en su rostro.
No, Swan, todavía, no has hecho nada que me pueda molestar – enfatizó mucho la palabra todavía – a la salida te espero para hablar contigo, en el parking.
Pude oír a algunos compañeros silbar. Realmente lo había dicho en tono amenazante. Bueno, Rosalie se dirigía a todo el mundo de manera amenazante. ¿Como alguien con esa belleza inhumana puede dar tanto miedo? Me dio un escalofrío cuando la observé como se alejaba ondeando su rubia cabellera al compás de sus movimientos.
La clase pasó rápida, muy a mi pesar. ¿Quien lo diría? Yo, queriendo que la clase de gimnasia se alargue. Entré a los vestuarios y me cambié con parsimonia, sin prisas.
Sin poder alargar más ese momento me dirigí hacia la salida.
¡Isabella! - otra vez Mike, realmente prefiero que me ignore.
Dime – contesté cansina.
¿Realmente no le has hecho nada a Rosalie? Estaba muy cabreada. ¿De qué..quiere hablar...contigo? - será cotilla el chico!
Eh...mira Mike no tengo ni idea, mejor...me voy...creo que me esperan.
Me alejé del cotilla de Newton y por fin salí hacia el parking. No lo voy a negar, tenía esperanzas de que Rosalie se hubiera ido antes de que yo saliera, pero no, su flamante BMW rojo deportivo seguía ahí. ¡Mierda! Bueno, tampoco creo que vaya a ser muy malo hablar con Rosalie...a..solas. ¡Ugh! ¿Qué le podía haber hecho yo para mirarme y hablarme de esa manera?
¿Swan? - vale, llegó la hora.
Rosalie – me giré para mirarla. Iba con Emmet y con Jasper. Gracias al cielo que no venía Edward con ellos.
Rose, yo no creo que... - empezó a hablar Emmet.
Emmet, no te metas en esto – y su tono no admitía réplica.
Sí, Emmet, no estaría de más poner a Isabella en sobre aviso – dijo Jasper en tono amable.
Esta bien, me callo, no digo nada, pero yo no quiero saber nada de esto, Edward es amigo mio y yo no...
¿Qué? - pregunté yo. Reconozco que me he perdido del todo. ¿Rosalie quería hablar conmigo de Edward?
Swan, ven conmigo, vamos a hablar tu y yo – me dijo Rosalie mientras caminaba hacia el pequeño bosque que se extendía detrás de las escuela.
Bueno, no creo que se atreva a aniquilarme con trescientos alumnos a 200 metros de
nosotras. Sí, ni que les importara yo mucho. Con suerte tengo un padre policía. Hará una búsqueda por el bosque si no vuelvo a casa, pensé irónicamente.
Isabella – se dirigió por primera vez por mi nombre – quiero hablar seriamente contigo.
¿De..de qué? - estaba aterrada, estábamos en un lugar fuera de curiosos y solas, muy solas.
De Edward.
¿De tu...hermano? - respira Bella.
Sí, claro, no va a ser de mi vecino – me replicó con voz dura mientras yo intentaba que no se me escapara ninguna lágrima.
Rose pareció darse cuenta de mi estado de nervios por lo que suavizó su voz un poco.
Isabella, sólo quiero avisarte, no te acerques demasiado a mi hermano, no te conviene.
Yo...yo no me he...acercado a tu... hermano...
No, pero lo harás. Hoy se ha sentado contigo, ¿no?
Si...pero...
¿Qué te ha dicho? - me cortó rápidamente.
Na...nada, me ha pedido sentarse conmigo y al final de la clase...él...
¿Qué? ¿Qué te ha dicho? - sus cejas se juntaron de una manera que no podía ser creíble.
Na...nada. Parecía que me iba a preguntar algo...pero llegó Lauren y...se...lo llevó.
¿No llegó a decirte nada más?
No...
Uf, gracias a Lauren... por una vez en su vida esa niña estúpida hizo algo en condiciones.
Mi cara debía de ser un poema. No entendía nada. Sin embargo Rosalie parecía que se había quitado un peso de encima al decirle que no había hablado nada más con su hermano. Finalmente me miró.
Isabella, quiero que te alejes todo lo posible de mi hermano. No te quiero ver cerca de él – me dijo a escasos centímetros de mi cara.
¿Por qué? Es mi vida. ¿Y qué si me quiero acercar a él?
No sé de donde saqué el valor para hablar así a Rosalie Cullen, pero me sentó endemoniadamente mal que me impusiera el alejarme de su hermano cuando había sido hoy precisamente cuando me habló por primera vez en todos los años de instituto que llevamos. ¿Por qué no quería que me acercara a él?
Me miró de arriba a abajo. Oh, en ese momento entendí. Si Edward se dignaba a tener una amistad conmigo, aunque fuera por pena, podría salir malparado. Es decir, un popular no puede rebajarse a hablar con un friki. Su popularidad se vería mermada en el momento que él se acercara a mi.
Sí, es tu vida, pero creo que yo conozco mucho mejor a mi hermano que tú y sé que él no te conviene. Isabella, él no es una persona para ti, créeme.
Eso era cruel. Ya sé que no soy popular, ni graciosa y mucho menos guapa, pero decir que alguien como yo no merece de la compañía de alguien como Edward era simplemente doloroso. ¿Qué demonios pasa? ¿Yo no tengo derecho a que la gente me hable? ¿A que alguien se interese lo más mínimo en mi persona?
Rosalie, yo...no entiendo...ha sido tu hermano el que se ha acercado...yo...
Lo sé, sé que ha sido cosa suya, pero créeme, esto que te estoy diciendo no es una amenaza ni mucho menos, perdona si te he confundido en ese sentido, pero sí es una advertencia. Tú no eres como las chicas que van con mi hermano. Eres diferente. Y realmente no creo que después de todo esto vaya a salir ganando alguien. De verdad, Isabella, todo esto es por tu bien.
Y se fue. Se marchó dejándome en ese pequeño bosque de detrás del instituto, sola, y con sus palabras taladrándome la cabeza.
Fui hacia el parking a meterme en mi camioneta y pude ver que solo quedaban dos coches más. Rosalie, por suerte, ya se había marchado.
¿Qué demonios le había pasado hoy a todo el mundo? El día que Edward me habla y el día que prácticamente me ordenan que me aleje de él. Debería de estar contenta de lo primero, pero sinceramente, lo segundo mató mi alegría.
Y por todo lo sagrado...¿qué querría decirme Edward?
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
EN EL PRÓXIMO CAPITULO...
¿Isabella?
Me llamó con esa voz tan sensual. Espera, ¿dije sensual? Mi corazón volvió a saltar en mi pecho. Si todo esto seguía así, algún día me iba a dar un infarto. Me giré para mirarle y me pude dar cuenta de que le tenía más cerca de lo que creía. Esos labios...
¿Sí?
Hola...esto...me preguntaba su luego me voy a poder sentar contigo otra vez en Biología. Creo que vamos a hacer un trabajo en parejas y me gustaría hacerlo contigo.
¿Qué? Vale, Bella, cámate. Responde coherentemente. Tu y Edward, tu amor platónico, sentados juntos otra vez...y haciendo algo juntos...
Eh...claro, si...¿por qué no?
¡Perfecto! - parecía contento – Pues luego nos vemos en clase - ¡Hasta luego, Isabella!
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
LA HISTORIA PERTENECE A "ATENEA85" ELLA ME DIO PERMISO PARA PUBLICAR AQUÍ EN INMORATL-LOVE ESPERO LES GUSTE
Qamiila Quinteros- .
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Re: La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado
Ufffff... creo que esta historia ya le lie... pero no estoy segura jejejeje... si es la que yo pienso es muy buena historia...
Qamiila, tengo que pedirte que subas una imagen para el fic... asi las chisas se pueden enterar que hay una historia nueva... si queres le puedo decir a Jane que haga la imagen... espero respuesta he imagne besotessss Ebys
Qamiila, tengo que pedirte que subas una imagen para el fic... asi las chisas se pueden enterar que hay una historia nueva... si queres le puedo decir a Jane que haga la imagen... espero respuesta he imagne besotessss Ebys
Ebys Cullen- .
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Re: La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado
Ebys Cullen escribió:Ufffff... creo que esta historia ya le lie... pero no estoy segura jejejeje... si es la que yo pienso es muy buena historia...
Qamiila, tengo que pedirte que subas una imagen para el fic... asi las chisas se pueden enterar que hay una historia nueva... si queres le puedo decir a Jane que haga la imagen... espero respuesta he imagne besotessss Ebys
A lo mejor la has leido ... esta historia se encuentra en Fanfiction.net... y yo voy a subir una imagen no te preocupes!!
Qamiila Quinteros- .
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Re: La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado
LA HISTORIA PERTENECE A "ATENEA85" ELLA ME DIO PERMISO PARA PUBLICAR AQUÍ EN INMORATL-LOVE ESPERO LES GUSTE
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CAPITULO 3 - MIKE, EL COTILLA
Llegué a mi casa y antes que nada, y para evitar la llorera por el encontronazo de Rosalie, me dispuse a hacerle la cena a Charlie. Era yo la que se encargaba de la compra y de la cocina, si tuviera que dejar a Charlie cocinar ya habríamos muerto de inanición...o de intoxicación.
Como no tenía ánimos preparé algo sencillo, hamburguesas caseras y patatas fritas. Una vez preparada la cena y metida en el horno para que no se enfriara me fui a mi cuarto para hacer la tarea. La acabé enseguida, por lo que dejé que mi mente vagara por todo lo sucedido en el día de hoy.
Primero Edward me mira y me sonríe en la cafetería después de hablar con Alec.
Rosalie me mata con la mirada y sale hecha una furia del lugar.
Después Edward no sólo vuelve a hablarme, si no que me pide permiso para sentarme a su lado, y me vuelve a sonreir.
Cuando está a punto de decirme algo le interrumpen.
Y, por último, mantengo una muy extraña conversación con Rose.
Bien, no he entendido nada de lo que ha pasado hoy. Bueno, sí, una cosa sí. Rose quiere que me aleje de su hermano prácticamente antes de acercarme. Edward siempre anda con unas y con otras, por mucho que me pese reconocerlo, y su hermana nunca se ha quejado de ello. Parece que la mayor parte del tiempo le ignora, no parece que le importe mucho lo que su hermano haga o deje de hacer. ¿Por qué se mete conmigo cuando apenas he cruzado dos frases con él?
Supongo que le quiere proteger de mí. Es decir, el rollo de la popularidad y todo eso. Sólo hemos cruzado dos palabras, por el amor de Dios, no creo que los populares dejen de hablar a Edward por dos frases que me ha dirigido y que, por cierto, no creo que me vuelva a dirigir.
El teléfono me volvió a sacar de mis pensamientos otra vez.
¿Dígame?
¿Bells? Soy Jake.
Oh, Dios mio, por fin, alguien que me habla normal en el día de hoy – era lo que necesitaba, escuchar la voz de mi amigo.
¿Qué pasa Bella? ¿Un día difícil en el instituto de los rostros pálidos? - Jacob estudia en la reserva y así se refería a mi escuela.
Si, Jake, un día completito y raro.
Bells, ¿y qué día tuyo no es raro en el instituto? - podía oir a Jake reírse al otro lado
Ja,ja, muy gracioso, Jacob. ¿Me estas llamando rarita?
Sí – dijo entre risas - Pero sabes que yo te quiero tal y como eres – dijo mientras se reía más fuerte.
Oh, gracias – dije sarcásticamente – Bueno, ¿que es lo que quieres? - pregunté en un tono de falso enfado.
Eh, cielo, no te enfades. Sólo quería decirte que el viernes haremos una pequeña cena en la playa, en la Push, y quería que vinieras. Charlie también, por supuesto.
Oh, claro que iremos Jake, además, en el fondo tengo ganas de verte – dije riéndome.
Bueno, y tú, ¿no quieres contarme el día taaan raro que has tenido hoy?
Bueno, es largo de contar, así que mejor te lo cuento el viernes, ¿te parece?
Cuando quieras, Bella.
Perfecto. El viernes nos vemos. Un beso.
Esta bien, te quiero, Bella. Adiós.
Bueno, eso era lo que necesitaba, hablar con alguien "normal". La fiesta de Jake me servirá para evadirme y para poder contarle todo lo que me ha pasado. Además, con un poco de suerte, los astros se alineen y puede que no llueva ese dia. Estábamos en primavera, una época en la que La Push se veía especialmente hermosa.
Al rato llegó Charlie, como de costumbre, hablamos un par de frases banales, y se fue al salón a ver la tele. Yo fregué los platos y me subí a mi habitación a soñar con Edward Cullen
Al día siguiente los rayos del sol me despertaron, espera...¿los rayos del sol? Me levanté rápidamente de la cama y me asomé por la ventana. Bueno, al fin la primavera se dignó a hacer acto de presencia en Forks. Hasta se podía decir que hacía calor.
Me fui al baño de buena gana y me vestí con ropa un poco más ligera que de lo normal. Me puse una preciosa camisa azul que me regaló Renée para mi cumpleaños y unos vaqueros, aunque me llevé una sudadera por si acaso. Me recogí el pelo en mi eterna coleta, me coloqué las gafas y fui hasta la cocina. Tropecé dos veces en el tramo de las escaleras. Sí, estaba nerviosa, para que negarlo. Ayer pasaron muchas cosas en el instituto. Por un lado estaba Edward hablándome y sonriéndome y por otro lado estaba Rosalie fulminándome con la mirada y con sus hirientes palabras.
En fin, todo pasa por alguna razón, ¿no? Cogí un par de barritas de cereales y me fui hacia mi camioneta.
Cuando llegué al aparcamiento del instituto me di cuenta que era muy temprano, había apenas tres coches más, aparte del mío. Fui a cerrar mi camioneta cuando vi cómo Edward aparcaba su Volvo. ¿No se supone que él venía más tarde? ¿Qué hacía Edward Cullen tan pronto en el instituto? Salió de su magnífico coche y me miró. Y me volvió a sonreir. Uf, creo mi cara pasó por toda la gama de rojos. Le devolví la sonrisa levemente, aunque más que sonrisa pareció una mueca extraña, y me encaminé a la entrada a las clases.
¿Isabella?
Me llamó con esa voz tan sensual, espera, ¿dije sensual? Mi corazón volvió a saltar en mi pecho. Si todo esto sigue así, algún día me dará un infarto. Me giré para mirarle y me pude dar cuenta de que le tenía más cerca de lo que creía. Esos labios...
¿Si?
Hola...esto...me preguntaba si luego me voy a poder sentar contigo otra vez en Biología. Creo que vamos a hacer un trabajo en parejas y me gustaría hacerlo contigo.
¿Qué?Vale, Bella, cálmate. Responde coherentemente. Tu y Edward, tu amor platónico, sentados juntos otra vez...y haciendo algo juntos...
Eh...claro, sí...¿por qué no?
!Perfecto! - parecía contento – Pues luego nos vemos en clase – !Hasta luego, Isabella!
En ese momento se giraron varios chicos de los que iban llegando para mirar extrañados la escena. Rosalie pasó por mi lado, acompañada de Emmet y seguida de Jasper y pude ver que me aniquilaba otra vez con la mirada.
Buenos dias, Isabella – me saludó Angela.
Hola – me dijo Ben.
Hola, chicos, buenos días.
¿Qué le has hecho a Cullen? - me preguntó Angela.
¿A Cullen? ¿A cual de ellos? - sonreí con desgana.
A Edward – sonrió.
¿Yo? No se... quiere que hagamos juntos el trabajo de hoy...de biología...
Bueno, pues...suerte – y Angela se fue junto con Ben.
Las clases pasaron inusualmente rápidas. La hora de descanso se me echó encima. Fui a la cafetería y me dispuse a sentarme en mi solitaria mesa cuando sentí una sombra en frente de mí.
!Hey! - saludó Newton.
Eh...¿hola? - ¿que quería ahora?
Esto...Isabella, sabes que el baile de fin de curso es el sábado que viene, ¿no?
Sí, claro – como para no saberlo, la escuela entera estaba empapelada por los carteles que anunciaban el baile. Todo un acontecimiento en un pueblo tan pequeño.
Claro, que tontería – rió tontamente – Me preguntaba si vendrías – puse cara de horror, ¿no estaría Mike Newton invitándome a ir al baile? Pareció entenderlo y me lo explicó rápidamente – Oh, no me malinterpretes, yo...ya tengo pareja...Jessica, ya sabes, tu y yo no tenemos nada que hacer...
Mike, ¿qué es lo que quieres? - me estaba empezando a irritar, en serio.
Oh, Isabella, no quería ofenderte, ni nada por el estilo, no es que nunca fuera a ir contigo al baile, simplemente no eres...mi tipo, ademas voy a ir con Jess... - puaj, Newton, tú tampoco eres mi tipo, pensé.
Newton, ¿qué quieres?
Saber si vas...a ir o ¿no?
No, no tengo intención. Bailar y yo en la misma frase...no se concibe.
Oh – se empezó a reír – había olvidado tu torpeza natural – yo miré hacia otro lado.
De todos modos podrías ir al baile, aunque no bailaras, ¿no? ¿O acaso es que nadie...te lo ha pedido?
Newton, ¿a que viene todo esto? ¿Me estas vacilando o directamente te estas riendo de mí? Casi nadie de este instituto me habla, ¿cómo va alguien a invitarme al baile? - y de pronto me puse triste ante la verdad de mis palabras.
Oh, lo siento – se veía realmente apenado – Bueno, todavía quedan unos días hasta el baile y la esperanza es lo último que se pierde, ¿no? - y sonrió de una manera que no supe descifrar.
Sí, claro.
De todos modos, si alguien te lo pidiera...¿irías? - realmente cotilla, luego dicen de las mujeres.
Mira, Mike, no lo se, si se diera el caso, que no se dará, ya lo pensaría.
El timbre interrumpió esa conversación de locos. Me sorprendió descubrir el rato que estuve hablando con Newton. Este se retiró de mi mesa y se dirigió hacia Edward. Ya empezamos con los secretitos, pensé mientras ambos me miraban.
Me encaminé hacia mi siguiente clase, oh, Dios, Biología, con Edward. Esta claro que quería correr hacia mi clase y esperar a que el se sentara a mi lado y conversaramos, aunque fueran un par de frases. Tonta, Bella, igual ni se acuerda de lo que te ha dicho esta mañana, seguramente se sentará con alguno de sus amigos...o amigas.
Cuando llegué a clase me sorprendí al verle sentado al lado de mi mesa. Pues no, parece ser que Edward no se había olvidado.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
EN EL PRÓXIMO CAPITULO
Estoy esperando, Isabella – uf, esa sonrisa.
¿A qué? - volví a perderme.
¡A que me contestes! ¿Quieres venir conmigo al baile o no?
Vale, el corazón se me saltó dos latidos. ¿Me estaba pidiendo Edward Cullen ir al baile con él?
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
CAPITULO 3 - MIKE, EL COTILLA
Llegué a mi casa y antes que nada, y para evitar la llorera por el encontronazo de Rosalie, me dispuse a hacerle la cena a Charlie. Era yo la que se encargaba de la compra y de la cocina, si tuviera que dejar a Charlie cocinar ya habríamos muerto de inanición...o de intoxicación.
Como no tenía ánimos preparé algo sencillo, hamburguesas caseras y patatas fritas. Una vez preparada la cena y metida en el horno para que no se enfriara me fui a mi cuarto para hacer la tarea. La acabé enseguida, por lo que dejé que mi mente vagara por todo lo sucedido en el día de hoy.
Primero Edward me mira y me sonríe en la cafetería después de hablar con Alec.
Rosalie me mata con la mirada y sale hecha una furia del lugar.
Después Edward no sólo vuelve a hablarme, si no que me pide permiso para sentarme a su lado, y me vuelve a sonreir.
Cuando está a punto de decirme algo le interrumpen.
Y, por último, mantengo una muy extraña conversación con Rose.
Bien, no he entendido nada de lo que ha pasado hoy. Bueno, sí, una cosa sí. Rose quiere que me aleje de su hermano prácticamente antes de acercarme. Edward siempre anda con unas y con otras, por mucho que me pese reconocerlo, y su hermana nunca se ha quejado de ello. Parece que la mayor parte del tiempo le ignora, no parece que le importe mucho lo que su hermano haga o deje de hacer. ¿Por qué se mete conmigo cuando apenas he cruzado dos frases con él?
Supongo que le quiere proteger de mí. Es decir, el rollo de la popularidad y todo eso. Sólo hemos cruzado dos palabras, por el amor de Dios, no creo que los populares dejen de hablar a Edward por dos frases que me ha dirigido y que, por cierto, no creo que me vuelva a dirigir.
El teléfono me volvió a sacar de mis pensamientos otra vez.
¿Dígame?
¿Bells? Soy Jake.
Oh, Dios mio, por fin, alguien que me habla normal en el día de hoy – era lo que necesitaba, escuchar la voz de mi amigo.
¿Qué pasa Bella? ¿Un día difícil en el instituto de los rostros pálidos? - Jacob estudia en la reserva y así se refería a mi escuela.
Si, Jake, un día completito y raro.
Bells, ¿y qué día tuyo no es raro en el instituto? - podía oir a Jake reírse al otro lado
Ja,ja, muy gracioso, Jacob. ¿Me estas llamando rarita?
Sí – dijo entre risas - Pero sabes que yo te quiero tal y como eres – dijo mientras se reía más fuerte.
Oh, gracias – dije sarcásticamente – Bueno, ¿que es lo que quieres? - pregunté en un tono de falso enfado.
Eh, cielo, no te enfades. Sólo quería decirte que el viernes haremos una pequeña cena en la playa, en la Push, y quería que vinieras. Charlie también, por supuesto.
Oh, claro que iremos Jake, además, en el fondo tengo ganas de verte – dije riéndome.
Bueno, y tú, ¿no quieres contarme el día taaan raro que has tenido hoy?
Bueno, es largo de contar, así que mejor te lo cuento el viernes, ¿te parece?
Cuando quieras, Bella.
Perfecto. El viernes nos vemos. Un beso.
Esta bien, te quiero, Bella. Adiós.
Bueno, eso era lo que necesitaba, hablar con alguien "normal". La fiesta de Jake me servirá para evadirme y para poder contarle todo lo que me ha pasado. Además, con un poco de suerte, los astros se alineen y puede que no llueva ese dia. Estábamos en primavera, una época en la que La Push se veía especialmente hermosa.
Al rato llegó Charlie, como de costumbre, hablamos un par de frases banales, y se fue al salón a ver la tele. Yo fregué los platos y me subí a mi habitación a soñar con Edward Cullen
Al día siguiente los rayos del sol me despertaron, espera...¿los rayos del sol? Me levanté rápidamente de la cama y me asomé por la ventana. Bueno, al fin la primavera se dignó a hacer acto de presencia en Forks. Hasta se podía decir que hacía calor.
Me fui al baño de buena gana y me vestí con ropa un poco más ligera que de lo normal. Me puse una preciosa camisa azul que me regaló Renée para mi cumpleaños y unos vaqueros, aunque me llevé una sudadera por si acaso. Me recogí el pelo en mi eterna coleta, me coloqué las gafas y fui hasta la cocina. Tropecé dos veces en el tramo de las escaleras. Sí, estaba nerviosa, para que negarlo. Ayer pasaron muchas cosas en el instituto. Por un lado estaba Edward hablándome y sonriéndome y por otro lado estaba Rosalie fulminándome con la mirada y con sus hirientes palabras.
En fin, todo pasa por alguna razón, ¿no? Cogí un par de barritas de cereales y me fui hacia mi camioneta.
Cuando llegué al aparcamiento del instituto me di cuenta que era muy temprano, había apenas tres coches más, aparte del mío. Fui a cerrar mi camioneta cuando vi cómo Edward aparcaba su Volvo. ¿No se supone que él venía más tarde? ¿Qué hacía Edward Cullen tan pronto en el instituto? Salió de su magnífico coche y me miró. Y me volvió a sonreir. Uf, creo mi cara pasó por toda la gama de rojos. Le devolví la sonrisa levemente, aunque más que sonrisa pareció una mueca extraña, y me encaminé a la entrada a las clases.
¿Isabella?
Me llamó con esa voz tan sensual, espera, ¿dije sensual? Mi corazón volvió a saltar en mi pecho. Si todo esto sigue así, algún día me dará un infarto. Me giré para mirarle y me pude dar cuenta de que le tenía más cerca de lo que creía. Esos labios...
¿Si?
Hola...esto...me preguntaba si luego me voy a poder sentar contigo otra vez en Biología. Creo que vamos a hacer un trabajo en parejas y me gustaría hacerlo contigo.
¿Qué?Vale, Bella, cálmate. Responde coherentemente. Tu y Edward, tu amor platónico, sentados juntos otra vez...y haciendo algo juntos...
Eh...claro, sí...¿por qué no?
!Perfecto! - parecía contento – Pues luego nos vemos en clase – !Hasta luego, Isabella!
En ese momento se giraron varios chicos de los que iban llegando para mirar extrañados la escena. Rosalie pasó por mi lado, acompañada de Emmet y seguida de Jasper y pude ver que me aniquilaba otra vez con la mirada.
Buenos dias, Isabella – me saludó Angela.
Hola – me dijo Ben.
Hola, chicos, buenos días.
¿Qué le has hecho a Cullen? - me preguntó Angela.
¿A Cullen? ¿A cual de ellos? - sonreí con desgana.
A Edward – sonrió.
¿Yo? No se... quiere que hagamos juntos el trabajo de hoy...de biología...
Bueno, pues...suerte – y Angela se fue junto con Ben.
Las clases pasaron inusualmente rápidas. La hora de descanso se me echó encima. Fui a la cafetería y me dispuse a sentarme en mi solitaria mesa cuando sentí una sombra en frente de mí.
!Hey! - saludó Newton.
Eh...¿hola? - ¿que quería ahora?
Esto...Isabella, sabes que el baile de fin de curso es el sábado que viene, ¿no?
Sí, claro – como para no saberlo, la escuela entera estaba empapelada por los carteles que anunciaban el baile. Todo un acontecimiento en un pueblo tan pequeño.
Claro, que tontería – rió tontamente – Me preguntaba si vendrías – puse cara de horror, ¿no estaría Mike Newton invitándome a ir al baile? Pareció entenderlo y me lo explicó rápidamente – Oh, no me malinterpretes, yo...ya tengo pareja...Jessica, ya sabes, tu y yo no tenemos nada que hacer...
Mike, ¿qué es lo que quieres? - me estaba empezando a irritar, en serio.
Oh, Isabella, no quería ofenderte, ni nada por el estilo, no es que nunca fuera a ir contigo al baile, simplemente no eres...mi tipo, ademas voy a ir con Jess... - puaj, Newton, tú tampoco eres mi tipo, pensé.
Newton, ¿qué quieres?
Saber si vas...a ir o ¿no?
No, no tengo intención. Bailar y yo en la misma frase...no se concibe.
Oh – se empezó a reír – había olvidado tu torpeza natural – yo miré hacia otro lado.
De todos modos podrías ir al baile, aunque no bailaras, ¿no? ¿O acaso es que nadie...te lo ha pedido?
Newton, ¿a que viene todo esto? ¿Me estas vacilando o directamente te estas riendo de mí? Casi nadie de este instituto me habla, ¿cómo va alguien a invitarme al baile? - y de pronto me puse triste ante la verdad de mis palabras.
Oh, lo siento – se veía realmente apenado – Bueno, todavía quedan unos días hasta el baile y la esperanza es lo último que se pierde, ¿no? - y sonrió de una manera que no supe descifrar.
Sí, claro.
De todos modos, si alguien te lo pidiera...¿irías? - realmente cotilla, luego dicen de las mujeres.
Mira, Mike, no lo se, si se diera el caso, que no se dará, ya lo pensaría.
El timbre interrumpió esa conversación de locos. Me sorprendió descubrir el rato que estuve hablando con Newton. Este se retiró de mi mesa y se dirigió hacia Edward. Ya empezamos con los secretitos, pensé mientras ambos me miraban.
Me encaminé hacia mi siguiente clase, oh, Dios, Biología, con Edward. Esta claro que quería correr hacia mi clase y esperar a que el se sentara a mi lado y conversaramos, aunque fueran un par de frases. Tonta, Bella, igual ni se acuerda de lo que te ha dicho esta mañana, seguramente se sentará con alguno de sus amigos...o amigas.
Cuando llegué a clase me sorprendí al verle sentado al lado de mi mesa. Pues no, parece ser que Edward no se había olvidado.
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EN EL PRÓXIMO CAPITULO
Estoy esperando, Isabella – uf, esa sonrisa.
¿A qué? - volví a perderme.
¡A que me contestes! ¿Quieres venir conmigo al baile o no?
Vale, el corazón se me saltó dos latidos. ¿Me estaba pidiendo Edward Cullen ir al baile con él?
Qamiila Quinteros- .
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Re: La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado
LA HISTORIA PERTENECE A "ATENEA85" ELLA ME DIO PERMISO PARA PUBLICAR AQUÍ EN INMORATL-LOVE ESPERO LES GUSTE
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CAPITULO 4 - ¿ESTÁS DE BROMA?
Con todo el cuidado del mundo en no tropezar y caer directamente sobre él, aunque en el fondo no sonaba tan mal, fui hasta mi mesa de Biología. No hay que decir que mi cara estaba más que granate.
- Isabella – dijo mi dios personal a modo de saludo.
- Eh...Hola.
- Veo que Mike Newton ha estado acosándote en el almuerzo – dijo en tono de broma. Respira, Bella.
- Oh, realmente puede ser muy pesado cuando se lo propone.
- Sí – sonrió de lado, ay, esa sonrisa, Bella concéntrate. ¿Por qué no viene ya el señor Banner?
- Buenos días chicos – entró el señor Banner, gracias Dios, por escucharme - Bueno, como sabreis hoy haremos la práctica de las fases de la mitosis. Se hará por parejas con el compañero de al lado. Este ejercicio puntuará para los finales de esta semana.
- Las damas primero – y dicho esto Edward me ofreció el microscopio.
Miré rápidamente por la lente. Este ejercicio iba a resultar muy sencillo. Al menos para mí. Seguramente a Edward no se le daría tan bien biología y por eso se haya querido sentar conmigo.
- Profase – dije rápidamente y fui hacia mi cuaderno para anotar la respuesta.
- ¿Puedo? - me preguntó.
- Claro – y le pasé el microscopio.
- Miró rápidamente por la lente y me miró con esos dos orbes verdes. Por un momento creí perderme en su mirada.
- Es una profase – y lo anotó con su perfecta caligrafía en su cuaderno.
- Lo que yo dije.
Lo único que hizo fue sonreír. Fuimos los dos a la vez a cambiar la muestra del microscopio cuando sin querer no rozamos la mano. En ese momento sentí lo que nunca había sentido antes. Una descarga eléctrica pareció tomarme donde Edward y yo habíamos hecho contacto. Retiré rápidamente la mano.
- Lo siento – fue todo lo que dije. La gente por lo general rehuía de mi contacto. ¿Si la mayoría no me hablaba cómo alguien iba a querer tocarme?
- No pasa nada – y me sonrió. De todos modos también me pareció que él notó esa extraña sensación.
Cambió la muestra por otra y miró otra vez por la lente.
- Anafase – apenas miró la muestra. Yo estaba segura de que había errado la respuesta por lo que le pregunté.
- ¿Puedo mirar?
- Claro – y me ofreció el microscopio.
Miré la muestra. Oh, era verdad. Anafase.
- Es... una anafase.
- Lo que yo había dicho – me contestó con las mismas palabras que yo le había dicho hacía unos minutos.
Estaba anotando la respuesta en su cuaderno cuando de repente las palabras salieron de mi boca casi sin pensar.
- ¿Por qué te has sentado conmigo? - levantó la vista de su cuaderno y me encaró.
- ¿Qué? - parecía no entender mi pregunta.
- Quiero decir, a ti se te da bien esto – dije señalando el microscopio – ¿Por qué te has sentado conmigo? Creí que te sentarías conmigo porque no tenías ni idea de este ejercicio.
- Oh, no – comenzó a sonreír de lado – bueno, simplemente quería estar cerca de ti.
¿Qué? ¿Que Edward quería estar a mi lado? Esto debía de ser una broma. Y una muy pesada.
- ¿Estas de broma?
- Eh...no – parecía sincero – ¿Por qué te iba yo a hacer algo así?
- Bueno, tu eres Edward Cullen, popular, yo Isabella Swan...friki. No deberías estar a mi lado.
- No hay nada de malo que tu y yo hablemos un poco, ¿no?
- No, claro, pe...
- Pero nada, además luego me gustaría hablar a solas contigo.
¿Qué...que les pasa a los Cullen últimamente? De ignorarme completamente durante años a querer tener confidencias conmigo.
- Es..esto...¿de qué?
- Chicos – llamó la atención el sr Banner – ¿acaso habéis terminado ya el ejercicio?
- Claro sr Banner – dijo Edward sin inmutarse – ya hemos acabado – y le entregó el cuaderno para que pudiera comprobarlo.
- Oh, veo que todas las respuestas son correctas, y en tiempo record, chicos deberíais trabajar juntos más a menudo. Podéis salir de clase, aquí lo único que haréis será desconcentrar a vuestros compañeros.
- Gracias sr Banner – dijo Edward con su sonrisa encantadora – ¿Vamos? - me preguntó.
- S..sí, claro – qué rayos quería decirme...
- Ven, vamos a la cafetería, a estas horas no habrá mucha gente – miró su reloj – nos quedan unos 20 minutos antes de que empiece la próxima clase.
- Esta bien – ni que decir que mi corazón estaba a punto de colapsar.
Llegamos a la cafetería y efectivamente había algunos alumnos dispersos por las mesas. Nos sentamos en la más alejada de todas. Me estaba muriendo de calor, posiblemente en estos momentos podría sufrir una combustión espontánea. Edward me miraba atento, lo que acrecentaba mi sofoco y mi sonrojo, así que me quité la sudadera y me quedé con la camisa azul de mi madre.
- Te queda realmente bien el color de tu camisa – dijo sincero, aparentemente.
- Eh...mmm...gracias, supongo. ¿De qué...de qué querías hablar...conmigo?
- Ah, sí, bueno, me he enterado de que este año tampoco vas a ir a baile de fin de curso –
Oh, me perdí.
- Eh, si...es que yo no...
- ¿Qué pasa, no vienes por que no tienes pareja? ¿No te lo ha pedido nadie?
- ¿Tú que crees? - sí, eso me salió del alma.
- Bueno, no es tan descabellado que un chico te pida ir al baile, ¿no?
- Sí, si se trata de mí – sonreí agriamente, tampoco es que me muriera por ir a ese tipo de bailes, pero, por Dios, que chica no querría, aunque fuera por una vez en la vida, asistir al baile de la escuela.
- Bueno... - resopló – ¿si alguien te lo pidiera, irías? Por qué todo el mundo de repente se preocupa si la friki del instituto va o no va al baile?
- No lo sé, aparte de que eso es casi imposible, que alguien me invite, yo...no se bailar, ya sabes, soy...torpe.
- Bueno, eso depende de con quien bailes, ¿no? - y me sonrió de lado.
- Puede ser.
- Dime, si alguien te invitara, ¿aceptarías?
- Pues...puede ser, no se, depende de quien me invitara.
- ¿Y si fuera yo el que te lo pida?
Ahhhh, ¿qué están escuchando mis oídos? Edward, baile e invitación no pueden ir en la misma frase. Vale, de acuerdo, esto tenía toda la pinta de ser una broma, miré a nuestro alrededor para ver si había algún idiota mirándonos y partiéndose de la risa, pero no. Los pocos alumnos que había en el local nos miraba extrañados y cuchicheaban y luego volvían a mirar a Edward, pero no había ninguno que se estuviera riendo de mí, todavía.
- ¿Qué dices, Isabella? ¿Si yo te pidiera ir al baile conmigo aceptarías?
- Yo... - di algo coherente – supongo, supongo que hipotéticamente te diría que sí. No creo que nadie en este instituto te rechazara – mierda, has hablado demasiado.
- Oh – fue lo único que pudo decir.
- ¿Con...con quién vas a ir al baile? - le pude preguntar una vez que el aire volvió a mis pulmones.
- Yo...bueno...
- Oh, perdona, no tenía que haberte preguntado...lo siento...
- No, no es eso, es que..bueno, todavía no me ha contestado la chica a la que se lo he pedido – dijo mirándome directamente a los ojos.
- Ah... - y miré hacia otro lado.
- Estoy esperando, Isabella – uf, esa sonrisa.
- ¿A qué? - volví a perderme.
- ¡A que me contestes! ¿Quieres venir conmigo al baile o no?
Vale, el corazón se me saltó dos latidos. ¿Me estaba pidiendo Edward Cullen ir al baile con él? ¿Por qué? Quiero decir, por qué no se lo pedía a Tanya, o a Lauren, o a la otra tonta rubia que...
- ¿Isabella?
- Eh...yo – fruncí el ceño – ¿Esto, por qué me lo pides a mí? Quiero decir, no es que me moleste ni mucho menos, es que me...extraña. Podrías tener a cualquier chica guapa que quisieras y...
- Bueno, pero me apetece ir contigo...¿qué dices? - abrí los ojos tanto que me dolió.
- Yo...supongo que...que sí – dije esto último en un susurro.
- Perfecto, pues mañana te diré a qué hora pasaré a buscarte el sábado, ¿te parece?
- Eh, claro – volví a mirar de reojo para ver si alguien se estaba burlando, pero no.
- Hasta luego, Isabella, que pases un buen día – y se fue dos segundos antes de que sonara el timbre.
Me encaminé hacia el pasillo a recoger mis cosas para gimnasia cuando vi que Edward cruzaba algunas palabras con sus hermanos y con Emmet y se marchaba. Rosalie volvió a dirigirme su mirada asesina y Jasper me miró y agachó la cabeza. Emmet simplemente se fue detrás de su enfurecida novia. Cuando salí de los vestuarios estaba Rosalie apoyada en el marco de la puerta del gimnasio.
- Swan – de un momento a otro juraría que le saldrían llamas por los ojos.
- ¿S...sí?
- ¡Te dije que no te acercaras a mi hermano! - casi me chilló, pude ver a Newton que pegaba la oreja.
- Yo...yo no he hecho nada...malo – balbuceé.
- No, todavía no ha pasado nada malo. De verdad, Isabella, lo digo por tu bien, alejate de él.
- ¿Pero por qué?
- Por que sí.
- Eso no me vale – bien, no solo estaba contestando a Rosalie, sino que también la estaba encarando.
- Mira, no te puedo decir más, simplemente no estropees las cosas, ¿de acuerdo?
Y se volvió para casi darme con su melena rubia en las narices. ¿Qué demonios le pasa a esta chica? Cada vez que hablo con ella me deja más confundida de lo que estaba antes. Bueno, su hermano me ha pedido que vaya al baile con él, eso no es nada malo. Estropear ¿qué? ¿Su popularidad? Bueno, él ya es mayorcito como para saber qué es lo que quiere y lo que no, ¿no? Ha sido él, el que me lo ha pedido, ¿no? Pues el sabrá lo que hace, no entiendo por qué de repente Rosalie se entromete en las citas de su hermano. Uh, cita, ¡Dios, tengo una cita con Edward!
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EN EL PRÓXIMO CAPITULO...
¿Qué? - rugió por teléfono y puedo jurar que me tuve que apartar el auricular de la oreja – No me digas que vas a ir al baile con ese...¿picaflor?
¿Perdona? - pregunté perpleja – Jake, ¿qué me estás contando? Sabes lo mucho que me gusta Edward, claro que voy a ir con él.
Pero...pero...tu no puedes ir con él – dijo enfadado.
¡Jake! - le chillé - ¿Por qué? ¿Qué pasa? Tú nunca te has metido con Edward, ¿por qué ahora si? - me estaba enfadando realmente.
Pues...porque...Bien, nunca pensé que él podría invitarte a salir – y se calló.
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Bueno espero les guste ...
En unos tres dias mas subo dos capis mas!! y la foto de portada...
Chicas he subido unos One-Shot ".FOTOGRAFIAS". Y "¿TU PIEL ES TAN SUAVE COMO PARECE?" Espero pasen a verlas tambien....
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LA HISTORIA PERTENECE A "ATENEA85" ELLA ME DIO PERMISO PARA PUBLICAR AQUÍ EN INMORATL-LOVE ESPERO LES GUSTE
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CAPITULO 4 - ¿ESTÁS DE BROMA?
Con todo el cuidado del mundo en no tropezar y caer directamente sobre él, aunque en el fondo no sonaba tan mal, fui hasta mi mesa de Biología. No hay que decir que mi cara estaba más que granate.
- Isabella – dijo mi dios personal a modo de saludo.
- Eh...Hola.
- Veo que Mike Newton ha estado acosándote en el almuerzo – dijo en tono de broma. Respira, Bella.
- Oh, realmente puede ser muy pesado cuando se lo propone.
- Sí – sonrió de lado, ay, esa sonrisa, Bella concéntrate. ¿Por qué no viene ya el señor Banner?
- Buenos días chicos – entró el señor Banner, gracias Dios, por escucharme - Bueno, como sabreis hoy haremos la práctica de las fases de la mitosis. Se hará por parejas con el compañero de al lado. Este ejercicio puntuará para los finales de esta semana.
- Las damas primero – y dicho esto Edward me ofreció el microscopio.
Miré rápidamente por la lente. Este ejercicio iba a resultar muy sencillo. Al menos para mí. Seguramente a Edward no se le daría tan bien biología y por eso se haya querido sentar conmigo.
- Profase – dije rápidamente y fui hacia mi cuaderno para anotar la respuesta.
- ¿Puedo? - me preguntó.
- Claro – y le pasé el microscopio.
- Miró rápidamente por la lente y me miró con esos dos orbes verdes. Por un momento creí perderme en su mirada.
- Es una profase – y lo anotó con su perfecta caligrafía en su cuaderno.
- Lo que yo dije.
Lo único que hizo fue sonreír. Fuimos los dos a la vez a cambiar la muestra del microscopio cuando sin querer no rozamos la mano. En ese momento sentí lo que nunca había sentido antes. Una descarga eléctrica pareció tomarme donde Edward y yo habíamos hecho contacto. Retiré rápidamente la mano.
- Lo siento – fue todo lo que dije. La gente por lo general rehuía de mi contacto. ¿Si la mayoría no me hablaba cómo alguien iba a querer tocarme?
- No pasa nada – y me sonrió. De todos modos también me pareció que él notó esa extraña sensación.
Cambió la muestra por otra y miró otra vez por la lente.
- Anafase – apenas miró la muestra. Yo estaba segura de que había errado la respuesta por lo que le pregunté.
- ¿Puedo mirar?
- Claro – y me ofreció el microscopio.
Miré la muestra. Oh, era verdad. Anafase.
- Es... una anafase.
- Lo que yo había dicho – me contestó con las mismas palabras que yo le había dicho hacía unos minutos.
Estaba anotando la respuesta en su cuaderno cuando de repente las palabras salieron de mi boca casi sin pensar.
- ¿Por qué te has sentado conmigo? - levantó la vista de su cuaderno y me encaró.
- ¿Qué? - parecía no entender mi pregunta.
- Quiero decir, a ti se te da bien esto – dije señalando el microscopio – ¿Por qué te has sentado conmigo? Creí que te sentarías conmigo porque no tenías ni idea de este ejercicio.
- Oh, no – comenzó a sonreír de lado – bueno, simplemente quería estar cerca de ti.
¿Qué? ¿Que Edward quería estar a mi lado? Esto debía de ser una broma. Y una muy pesada.
- ¿Estas de broma?
- Eh...no – parecía sincero – ¿Por qué te iba yo a hacer algo así?
- Bueno, tu eres Edward Cullen, popular, yo Isabella Swan...friki. No deberías estar a mi lado.
- No hay nada de malo que tu y yo hablemos un poco, ¿no?
- No, claro, pe...
- Pero nada, además luego me gustaría hablar a solas contigo.
¿Qué...que les pasa a los Cullen últimamente? De ignorarme completamente durante años a querer tener confidencias conmigo.
- Es..esto...¿de qué?
- Chicos – llamó la atención el sr Banner – ¿acaso habéis terminado ya el ejercicio?
- Claro sr Banner – dijo Edward sin inmutarse – ya hemos acabado – y le entregó el cuaderno para que pudiera comprobarlo.
- Oh, veo que todas las respuestas son correctas, y en tiempo record, chicos deberíais trabajar juntos más a menudo. Podéis salir de clase, aquí lo único que haréis será desconcentrar a vuestros compañeros.
- Gracias sr Banner – dijo Edward con su sonrisa encantadora – ¿Vamos? - me preguntó.
- S..sí, claro – qué rayos quería decirme...
- Ven, vamos a la cafetería, a estas horas no habrá mucha gente – miró su reloj – nos quedan unos 20 minutos antes de que empiece la próxima clase.
- Esta bien – ni que decir que mi corazón estaba a punto de colapsar.
Llegamos a la cafetería y efectivamente había algunos alumnos dispersos por las mesas. Nos sentamos en la más alejada de todas. Me estaba muriendo de calor, posiblemente en estos momentos podría sufrir una combustión espontánea. Edward me miraba atento, lo que acrecentaba mi sofoco y mi sonrojo, así que me quité la sudadera y me quedé con la camisa azul de mi madre.
- Te queda realmente bien el color de tu camisa – dijo sincero, aparentemente.
- Eh...mmm...gracias, supongo. ¿De qué...de qué querías hablar...conmigo?
- Ah, sí, bueno, me he enterado de que este año tampoco vas a ir a baile de fin de curso –
Oh, me perdí.
- Eh, si...es que yo no...
- ¿Qué pasa, no vienes por que no tienes pareja? ¿No te lo ha pedido nadie?
- ¿Tú que crees? - sí, eso me salió del alma.
- Bueno, no es tan descabellado que un chico te pida ir al baile, ¿no?
- Sí, si se trata de mí – sonreí agriamente, tampoco es que me muriera por ir a ese tipo de bailes, pero, por Dios, que chica no querría, aunque fuera por una vez en la vida, asistir al baile de la escuela.
- Bueno... - resopló – ¿si alguien te lo pidiera, irías? Por qué todo el mundo de repente se preocupa si la friki del instituto va o no va al baile?
- No lo sé, aparte de que eso es casi imposible, que alguien me invite, yo...no se bailar, ya sabes, soy...torpe.
- Bueno, eso depende de con quien bailes, ¿no? - y me sonrió de lado.
- Puede ser.
- Dime, si alguien te invitara, ¿aceptarías?
- Pues...puede ser, no se, depende de quien me invitara.
- ¿Y si fuera yo el que te lo pida?
Ahhhh, ¿qué están escuchando mis oídos? Edward, baile e invitación no pueden ir en la misma frase. Vale, de acuerdo, esto tenía toda la pinta de ser una broma, miré a nuestro alrededor para ver si había algún idiota mirándonos y partiéndose de la risa, pero no. Los pocos alumnos que había en el local nos miraba extrañados y cuchicheaban y luego volvían a mirar a Edward, pero no había ninguno que se estuviera riendo de mí, todavía.
- ¿Qué dices, Isabella? ¿Si yo te pidiera ir al baile conmigo aceptarías?
- Yo... - di algo coherente – supongo, supongo que hipotéticamente te diría que sí. No creo que nadie en este instituto te rechazara – mierda, has hablado demasiado.
- Oh – fue lo único que pudo decir.
- ¿Con...con quién vas a ir al baile? - le pude preguntar una vez que el aire volvió a mis pulmones.
- Yo...bueno...
- Oh, perdona, no tenía que haberte preguntado...lo siento...
- No, no es eso, es que..bueno, todavía no me ha contestado la chica a la que se lo he pedido – dijo mirándome directamente a los ojos.
- Ah... - y miré hacia otro lado.
- Estoy esperando, Isabella – uf, esa sonrisa.
- ¿A qué? - volví a perderme.
- ¡A que me contestes! ¿Quieres venir conmigo al baile o no?
Vale, el corazón se me saltó dos latidos. ¿Me estaba pidiendo Edward Cullen ir al baile con él? ¿Por qué? Quiero decir, por qué no se lo pedía a Tanya, o a Lauren, o a la otra tonta rubia que...
- ¿Isabella?
- Eh...yo – fruncí el ceño – ¿Esto, por qué me lo pides a mí? Quiero decir, no es que me moleste ni mucho menos, es que me...extraña. Podrías tener a cualquier chica guapa que quisieras y...
- Bueno, pero me apetece ir contigo...¿qué dices? - abrí los ojos tanto que me dolió.
- Yo...supongo que...que sí – dije esto último en un susurro.
- Perfecto, pues mañana te diré a qué hora pasaré a buscarte el sábado, ¿te parece?
- Eh, claro – volví a mirar de reojo para ver si alguien se estaba burlando, pero no.
- Hasta luego, Isabella, que pases un buen día – y se fue dos segundos antes de que sonara el timbre.
Me encaminé hacia el pasillo a recoger mis cosas para gimnasia cuando vi que Edward cruzaba algunas palabras con sus hermanos y con Emmet y se marchaba. Rosalie volvió a dirigirme su mirada asesina y Jasper me miró y agachó la cabeza. Emmet simplemente se fue detrás de su enfurecida novia. Cuando salí de los vestuarios estaba Rosalie apoyada en el marco de la puerta del gimnasio.
- Swan – de un momento a otro juraría que le saldrían llamas por los ojos.
- ¿S...sí?
- ¡Te dije que no te acercaras a mi hermano! - casi me chilló, pude ver a Newton que pegaba la oreja.
- Yo...yo no he hecho nada...malo – balbuceé.
- No, todavía no ha pasado nada malo. De verdad, Isabella, lo digo por tu bien, alejate de él.
- ¿Pero por qué?
- Por que sí.
- Eso no me vale – bien, no solo estaba contestando a Rosalie, sino que también la estaba encarando.
- Mira, no te puedo decir más, simplemente no estropees las cosas, ¿de acuerdo?
Y se volvió para casi darme con su melena rubia en las narices. ¿Qué demonios le pasa a esta chica? Cada vez que hablo con ella me deja más confundida de lo que estaba antes. Bueno, su hermano me ha pedido que vaya al baile con él, eso no es nada malo. Estropear ¿qué? ¿Su popularidad? Bueno, él ya es mayorcito como para saber qué es lo que quiere y lo que no, ¿no? Ha sido él, el que me lo ha pedido, ¿no? Pues el sabrá lo que hace, no entiendo por qué de repente Rosalie se entromete en las citas de su hermano. Uh, cita, ¡Dios, tengo una cita con Edward!
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EN EL PRÓXIMO CAPITULO...
¿Qué? - rugió por teléfono y puedo jurar que me tuve que apartar el auricular de la oreja – No me digas que vas a ir al baile con ese...¿picaflor?
¿Perdona? - pregunté perpleja – Jake, ¿qué me estás contando? Sabes lo mucho que me gusta Edward, claro que voy a ir con él.
Pero...pero...tu no puedes ir con él – dijo enfadado.
¡Jake! - le chillé - ¿Por qué? ¿Qué pasa? Tú nunca te has metido con Edward, ¿por qué ahora si? - me estaba enfadando realmente.
Pues...porque...Bien, nunca pensé que él podría invitarte a salir – y se calló.
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Bueno espero les guste ...
En unos tres dias mas subo dos capis mas!! y la foto de portada...
Chicas he subido unos One-Shot ".FOTOGRAFIAS". Y "¿TU PIEL ES TAN SUAVE COMO PARECE?" Espero pasen a verlas tambien....
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Qamiila Quinteros- .
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Re: La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado
Qamiila pleassssee subi una imagen asi lo puedo poner con los estrenos... yo comente de tu fic... pero la imagen es importante para que las chicas se enteren... Besoteeesss y muy buenos cap, aunque ya la alla leido lo estoy leyendo de nuevooooooo!!!!
jajajajajaj
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Ebys Cullen- .
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Re: La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado
ya te puse Fotografías en los estrenos... solo me falta poner esta en los estrenos... queres que te la haga yo???
BESOTES EBYS
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Re: La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado
Ebys Cullen escribió:ya te puse Fotografías en los estrenos... solo me falta poner esta en los estrenos... queres que te la haga yo???
BESOTES EBYS
Emmm subi una imagen pero no se si sirve y si no me ayudas a subir tu una pliis =)
Qamiila Quinteros- .
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Re: La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado
Los personajes pertenecen a la Diosa de S. Meyer… la trama es de "Atenea85" y bueno Edward Cullen también (¿Les conté que nos casamos?, Bueno espero haberlo hecho y a las que no lo sabían ahora lo saben XD)
LA HISTORIA PERTENECE A "ATENEA85" ELLA ME DIO PERMISO PARA PUBLICAR AQUÍ EN INMORATL-LOVE ESPERO LES GUSTE
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CAPITULO 5 - VOY A IR AL BAILE, ¿Y QUÉ?
Ese día no me importó que Rosalie me apuñalara con la mirada unas cien veces más. Me daba igual todo. Iba a ir al baile de fin de curso con Edward Cullen, mi amor platónico.
Bien, Bella, calmate, pensé. Iba a necesitar un vestido, pero con el gusto que tengo no se si yo...además tampoco disponía de mucho capital para invertir en un vestido de ese tipo, que probablemente no iba a volver a ponerme. Quizás podría hablar con Emily, la prima de Jake. Puede que ella tenga algún vestido bonito que dejarme, más o menos tenemos la misma complexión, bueno, ella tiene más delantera que yo, pero no creo que sea un gran problema. Acto seguido cogí el teléfono para llamar a Jake.
- ¿Hola? - contestó la voz gutural de Jake.
- ¡Hola, Jake!
- Hola, Bells, vaya, que contenta pareces, ¿no?
- Más que eso, Jake, necesito saber si Emily puede dejarme un vestido para el sábado - dije todo de carrerilla.
- Ey, ey, espera, creo que no te he oído bien. ¿Tú? ¿Vestido? ¿Sábado? ¿Me he perdido algo?
- Emm, sí... es el baile de fin de curso del instituto de los rostros pálidos – y solté una carcajada.
- Vale, me he vuelto a perder algo, ¿tu? ¿vestido? Sábado? Baile? Dime quien eres y que has hecho con mi amiga.
- No seas tonto, Jake – dije riéndome todavía.
- En serio, ¿cómo es que este año vas a ir al baile?
- ¡Fácil! ¡Me han invitado! - dije dando saltitos, yo, ¿dando saltitos?
- Oh, Bells, eso es genial, ¿y quien es el afortunado?
- Cullen – dije simplemente. Jake sabía lo mucho que me gusta Edward.
- ¿Cullen? ¿Qué Cullen? ¿El rubio?
- No, tonto, ese es Jasper, el que me ha invitado es Edward – y automáticamente y sin saber por qué me puse roja.
- ¿Qué? - rugió por el teléfono y puedo jurar que me tuve que apartar el auricular de la oreja – No me digas que vas a ir al baile con ese...¿picaflor?
- ¿Perdona? - pregunté perpleja - Jake, ¿qué me estas contando? Sabes lo mucho que me gusta Edward, claro que voy a ir con él.
- Pero...pero...tú no puedes ir con él – dijo enfadado.
- ¡Jake! - le chillé – ¿por qué? ¿Qué pasa? Tú nunca te has metido con Edward, ¿por qué ahora sí? - me estaba enfadando realmente.
- Pues...porque...Bien, nunca pensé que él podría invitarte a salir – y se calló.
- ¡Jake! - le espeté.
- No, Bella, es verdad, nunca me ha caído mal por el simple hecho de que nunca creí que el quisiera estar a tu lado.
- De acuerdo, mi enfado creció diez puntos en un segundo.
- ¡Jacob! - mas que gritar, rugía – yo...yo ¡creía que eras mi amigo! ¿Por qué todo el mundo se empeña en que yo no soy para Edward? ¡Hasta Rosalie me ha advertido! Yo...no lo entiendo, esto es...
- Schhh, Bells, vale, vale, no te lo he dicho para ofenderte, ¿vale? Simplemente no os veo juntos. Tu eres una chica muy dulce y muy buena y él simplemente...es un patán.
- ¡Jake, no lo conoces!
- - ¿Y tu sí? ¿Dime Bella, cuando se ha dignado a dirigirte la palabra?
Yo... ayer...- admití.
- Lo que me imaginaba, Bella, esto me huele mal, ¿y si se trata de una broma de mal gusto? No es la primera vez que te pasa.
- No, Jake, parecía sincero, yo...no creo que él sea como los demás.
- Bells, las apariencias engañan, no te confíes.
- Jake, pero yo...no puedo desperdiciar la oportunidad de vivir como una chica de mi edad, quiero vivir esas experiencias...Además quiero tomar mis propias decisiones y si me equivoco me equivoco yo, ¿vale?
- De acuerdo, Bella, tú misma, lo único que quiero es que no sufras.
- Gracias, Jake, bueno, ¿crees que Emily me puede ayudar?
- Claro, ¿por qué no te pasas esta tarde por la reserva?
- Mmm, mejor mañana por la tarde, tengo que estudiar para los exámenes finales de mañana.
- De acuerdo. Mañana te veo.
- Sí, hasta mañana, Jake.
- ¿Bella?
- ¿Sí?
- Cuidate, ¿vale?
- Si, papá – dije riéndome – Hasta mañana.
Fui a la cocina y comencé a hacer la cena. ¿Por qué todo el mundo se empeña en lo mismo? ¿Acaso no puedo ser feliz como cualquier chica de mi edad? De Rosalie me lo podía esperar, ¿pero Jake? No podía juzgar de esa manera a Edward, él no lo conoce, él no sabe lo dulce que es, y las sonrisas que estos días me ha dedicado y...esos ojos...
Por suerte no puedo estar mucho tiempo enfadada con Jake. Es mi hermano, mi puerto seguro, mi paño de lágrimas, la persona en la que más confío...por eso me dolió cuando me dijo que yo no era para Edward.
Oí como aparcaban en la puerta. Era Charlie, hoy había llegado muy pronto.
- Hey, papá – le saludé – la cena todavía no está, le falta un poco – y me acerqué y le dí un beso en la mejilla. Pareció sorprenderle el gesto.
- Vaya, que...bienvenida, ¿qué te pasa? Te veo muy contenta.
- Sí – reconocí – estooo, papá, mañana voy a ir a La Push.
- Mañana es miércoles, Bella, al día siguiente tienes clases, además el viernes vamos a ir a la fiesta de Billy, ¿no puedes esperar? Estás en época de exámenes, ¿no?
- Sí, pero no, mañana acabamos los exámenes, además te prometo llegar pronto a casa. De verdad, necesito ir – y le hice un puchero.
- Ehhh, no puedes esperar a ver a tu querido Jake, ¿no? - Charlie no perdía las esperanzas de que Jake y yo fuésemos algo más que amigos, algunas veces era desesperante.
- En realidad no voy a ver a Jake.
- ¿Ah no? - perfecto, le tendría que contar toda la historia. De todos modos se iba a enterar. Edward vendría a buscarme a mi casa el sábado.
- No, voy a ver a Emily – dije lo más rápido que pude.
- ¿Qué? Sólo he entendido prestar y baile.
- Que quiero ir a ver a Emily para que me preste un vestido para el baile de fin de curso del sábado – vocalicé todas las palabras lentamente.
- ¿Que vas a ir al baile? ¿Tu? Vale, dime quien eres y que has hecho con mi hija.
- ¡Ugh! ¡Otro igual que Jake! ¿Qué pasa? ¿Que no puedo ir al estúpido baile sin que nadie se sorprenda o quiera matarme? - bueno, sí, soné un pelín enfadada. Lo pagué con Charlie que era el que menos culpa tenía – Papá, todo el mundo va, ¿que hay de raro en que me haya decidido al final a ir?
- Bueno, Bells, hija, lo siento, no era mi intención molestarte, simplemente que tu no puedes andar por una superficie lisa sin tropezarte. No me quiero ni imaginar lo que puede pasar si tu pisas la pista de baile – esto último lo dijo con una tierna sonrisa.
- Bueno, supongo que todo depende de quién te saque a bailar – y me sonrojé al pensar en las palabras que me había dicho Edward unas horas antes.
- Bella, ¿y ese sonrojo? ¡Desembucha! ¿Con quién vas a ir al baile? Porque no creo que vayas a ir sola, ¿me equivoco? - dijo frunciendo el ceño. ¡Ahí vamos! Ahora sólo me faltaba que Charlie se pusiera en plan padre super protector.
- Ehh...esto voyconedwardcullen – volví a decir atropelladamente, ahora vendrían las preguntas indiscretas.
- Con Cullen, ¿que Cullen? ¿El rubio?
- ¡Ugh! ¡Qué le pasa a todo el mundo con Jasper! ¡No! ¡No me ha invitado el rubio! ¡Edward! ¡Edward es el que me ha invitado!
- Wow, valeee, simplemente quiero saber con quien sale mi hija – dijo un tanto asustado. Yo por lo general no elevaba mi voz nunca.
- Perdona, papá, no quería gritarte, pero parece que Jake y tú estáis conectados por la mente, pensáis las mismas cosas.
- Sí, un gran muchacho – dijo bromeando – Así que Edward...bueno, parecen buenos chicos, nunca me han dado ningún problema, ni ellos ni el grandullón que va con ellos – sonreí ante el último comentario.
- Sí...él...va a llevarme...al...baile...bueno papá, entonces no te molesta que mañana me acerque a casa de Emily, ¿verdad?
- Claro que no, Bells, sólo no vuelvas tarde, sabes que no me gusta que conduzcas por esa carretera muy de noche, ¿vale?
- Vale, papá – y le volví a besar en la mejilla. En el fondo me gustaba ver como Charlie demuestra que me quiere – en media hora estará la cena, mientras me subo a estudiar.
Por esa noche no hubo más preguntas sobre el tema. Estuve hasta las 2 de la mañana estudiando, mañana tendría tres exámenes, y si todo salía como esperaba y no tenía que recuperar ninguna asignatura, en tres días sería libre de instituto durante tres meses. ¡Vacaciones! Aunque eso significara ver menos a Edward...o quizás después del baile podría seguir viéndole...
Esa noche soñé que Rosalie me perseguía. Tenía el cabello como Medusa, en vez de pelo eran serpientes. Me seguía por todos lados hasta que me acorralaba y me decía "deja en paz a mi hermano" mientras las serpientes se me acercaban peligrosamente. Sí, puede parecer gracioso, pero cuando me desperté a las 5 de la mañana empapada en sudor, no me lo parecía lo más mínimo.
Hoy seguía haciendo sol, por lo que volví a ponerme ropa ligera y me fui rápidamente al instituto. Iba a ser un día duro. Tres exámenes finales, y sería libre.
Cuando llegué al aparcamiento el coche de Edward no estaba. Ni el de Rosalie. Gracias a Dios. ¿Se habrá enterado ya que Edward y yo vamos a ir juntos al baile? ¡Qué tontería, claro! Son hermanos, viven juntos...esas cosas.
Cuando iba andando por el pasillo había algunas chicas que me miraban burlonas. No, hoy no, que se metan conmigo otro día, pero hoy no. Increiblemente llegué a mi clase y nadie se metió conmigo ni me dijo nada malsonante, sólo miradas burlonas, bueno, eso lo podía soportar. Todavía no había visto a Angela. Las tres primeras horas pasaron con las mismas miradas burlonas sobre mi nuca...bueno, y en mi cara, eso no era nada nuevo.
Vale, sólo me quedaba un exámen de los tres de hoy. Me habían salido bastante bien, sólo me quedaba literatura, perfecto, mi favorita. El día estaba saliendo redondo si no fuera por las miradas, cuchicheos y sonrisitas de la gente.
No, no estaba siendo perfecto, todavía no había visto a Edward...ni a Rose...un escalofrío me recorrió la espalda. Oh, hablando de los reyes de Roma, pensé. En ese momento entraron por la puerta ; mi dios personal estaba guapísimo. Vestía una camiseta de manga corta de color gris oscuro que resaltaba aun más su palidez, y unos vaqueros desgastados. Se sentó con sus amigos mientras que Rose, Jasper y Emmet se sentaron en la mesa de siempre. Miré hacia Edward y me estaba observando. Me sonrojé en el instante. Me sonrió y siguió hablando con sus amigos.
Me daba miedo mirar hacia la mesa de Rose, pero miré por el rabillo del ojo y vi que me miraba con...¿lastima? Genial del odio y la furia a la lástima. ¿Será bipolar?
- ¡Isabella! - me llamó Angela.
- Hola, ¿qué tal tus exámenes?
- Oh, bueno, no te sé decir, estaba muy nerviosa, bien...no, creo que mal. Bueno, en fin, te quería preguntar, ¿te has decidido a venir al baile?
¿Ahora que se supone que debo de decir? ¿Debo proclamar a los cuatro vientos que voy a ir a la escuela con un dios de la belleza o por el contrario callarme para no estropear nada? Una parte de mi quería colgarse un cartel al cuello para que todo el mundo se enterase, pero...igual el preferiría que no se enterara nadie...Eso me puso un poco triste. Igual no quería que nadie lo supiera, pero nos verían este sábado juntos...oh, ¿y si es verdad que es todo una broma? Me estaba deprimiendo por momentos.
- ¿Hola? ¿Estas ahí? - me bromeó Ángela.
- Eh...sí, estoy aquí, todavía...todavía no lo sé. Supongo que...sí.
- Bueno, si vienes supongo que nos veremos por aquí, ¿no?
- Claro, Ang.
- Bueno, me voy que Ben me está esperando. ¡Adios!
Alcé la mano a modo de despedida. Decidí que lo mejor era mantener la boca cerrada. Mejor que nadie se enterara de lo mio con Edward, wow, como suena eso. Ya se verá todo el sábado.
Después de la charla con Angela el timbre sonó. Fui a tirar los restos de la comida a la papelera cuando mi torpeza natural salió a flote y la manzana que llevaba para la salida se me cayó. Pero nunca tocó el suelo, una pálida mano la interceptó en el camino.
- Isabella – dijo la voz de mis sueños a modo de saludo.
- Hola – y sin querer se me escapó un suspiro.
- ¿Nadie te ha dicho que la comida no se tira? - bromeó mientras me devolvía la manzana.
- Sí, ya...es que por si no te has dado cuenta...soy torpe.
- Bueno, todos tenemos fallos, ¿no?
- Unos más que otros – dije riendo con desgana.
- Isabella, me he enterado que todavía no tienes claro si vas a ir al baile o no. ¿Acaso no quieres ir conmigo? - dijo sonriendo de lado.
- ¡No! No es eso, es que...bueno...no se si tu querrás...que la gente se entere de...de que vamos juntos – dije en un susurro. Tonta Bella, ¿acaso no puedes decir dos frases coherentes seguidas delante de Edward?
- ¿Y por qué no querría que se enteraran? ¿Acaso no nos van a ver llegar juntos?
- Estaba teniendo una taquicardia severa. ¿Quería que la gente supiera que va a ir al baile conmigo? Si fuera con alguna de esas animadoras guapas, pero de cabeza hueca, lo entendería, pero...no se, no entiendo...
- Sí, pero...
- Pero nada, si la gente te pregunta si vas a ir al baile, les dices que sí, y de paso les dices que vas a ir conmigo, ¿entendido? - el tono que usó no admitía réplica.
- Va...vale.
- Así me gusta – miró hacia la puerta. Allí estaba Alec esperando, y con una estúpida sonrisa en la cara, por cierto – Bueno, Isabella, el sábado pasaré por ti a las siete por tu casa.
- ¿Sabes donde vivo? - sabía que la respuesta era negativa.
- ¡Claro! Quien no sabe donde vive el Jefe de Policía del pueblo.
- Ah, por supuesto.
- Nos vemos, Isabella – y se despidió con la mano.
- Fui, todavía sorprendida a mi siguiente clase, literatura. Cuando crucé la puerta Newton prácticamente se me echó encima.
- Isabella, ¿es cierto que vas a ir al baile con Cullen? - cuando miré hacia la clase todo el mundo me estaba mirando, esperando mi respuesta. Vi a Jasper al fondo de la clase que me miraba atento. Demasiado atento para mi gusto.
- Esto...si – la última palabra sonó más bien como una pregunta. Dirigí mi vista hacia Jasper. Ya no me miraba, parecía que estaba mandando un sms con el móvil mientras negaba con la cabeza.
- Oh, wow, vaya, vaya...- dijo Jennifer, una de las animadoras – así que la mosquita muerta va a ir al baile con Edward – dijo riéndose.
- Cállate Jenn, no lo estropees – rugió Tyler, un amigo de Edward.
- Tyler, cielo, no te enfades, simplemente es que me hace gracia...esta...friki – me señaló con desprecio.
- Lo vas a estropear – volvió a rugir Tyler.
- Bueno, bueno, solo quiero avisarla de que como sea verdad me sé de una que no le importaría pegar un par de buenos tirones de pelo a esta mosquita muerta.
- ¿Qué? - ahora fui yo la que preguntó de nuevo – yo...no...
- Mira, niñata, como se entere Tanya de que vas a ir tú con Edward, ya puedes prepararte.
- ¡Jennifer! - volvió a llamar Tyler.
- Está bien. La dejo en paz. Tú misma – me dijo mirándome de arriba abajo. Venga, de vuelta a lo mismo de siempre.
- Chicos, todos a vuestras mesas, vamos, vamos, no hay tiempo que perder – dijo el sr Berty. ¿Qué narices le había pasado a Jennifer?
Terminé el examen sin problemas, ya que era mi asignatura favorita y me marché lo antes que me fue posible.
Tenía ganas de salir de esa clase de locos. Además luego iría a visitar a mi Jake y a Emily, a ver si era capaz de obrar el milagro y lograr que algún vestido que tuviera ella me quedara decente, ¿sería eso posible?
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CAPITULO 6 - ASÍ QUE CULLEN, ¿NO?
Llegué a mi casa lo más rápido que me dejó mi trasto, que no pasaba de 80 km/h cuesta abajo, tiré mi mochila y mis cosas en la silla de la cocina y volví a mi camioneta.
El camino hacia la reserva Quileute no era excesivamente largo. Unos 20 kilometros de Forks, más o menos. El paisaje que se extendía al ir llegando a la reserva era magnífico. La playa de La Push era una hermosísima playa en forma de media luna y con unos acantilados a los lados. Era majestuosa.
No había terminado de llegar al garaje de Jake cuando ya estaba en la puerta dándome la bienvenida. El rugido de mi trasto avisaba siempre de mi llegada.
- ¡Bells! - dijo mientras corría hacia mí para abrazarme.
- Jake...no...res...piro.
- Oh, ¿perdona, estas bien? - este chico crecía por momentos, en todos los aspectos, no hacía tanto que le había visto y podría jurar que me sacaba unos 5 o 6 cm más de altura que la última vez, a parte del volumen de sus brazos.
- Sí, estoy bien, ahora que el aire llega a mis pulmones – bromeé – Jake, ¿tu que desayunas? - dije señalando sus brazos.
- Bells, esto es genética, preciosa – presumido – además, sabes que descendemos de los lobos, y los lobos son...fuertes – dijo cogiéndome en volandas.
- Vaaale, vale, Jake, mareooo - dije sujetandome las gafas.
- Esta bien, esta bien, por esta vez te dejaré de una pieza – dijo revolviéndome el pelo.
- Gracioso – le saqué la lengua.
Cuando miraba a Jake veía en él a un ser simplemente hermoso. En todos los sentidos. Era un alma limpia, siempre me aconsejaba bien, me daba ánimos cuando le contaba mis problemas en la escuela y cuando le pedía algo, se ofrecía sin más. Y físicamente era muy atrayente, no es que mi amigo me gustase, pero vamos, soy una chica y hay que reconocerlo, Jake era bello. No tan bello como Edward, que era una belleza diferente, más delicada. Jake tenía una belleza más...salvaje. Tenía el pelo largo y liso que casi siempre se recogía en una coleta. Y su complexión crecía cada vez más. Era increíble como un chico de 16 años podía tener esa musculatura. Era de espaldas anchas y brazos bien formados, y sus abdominales parecían literalmente una barra de chocolate. Además su tono de piel marrón rojizo le hacía parecer más exótico y por lo tanto más atrayente.
- Bella, despierta, ¿en qué piensas? - me preguntó Jake mientras le miraba fijamente – Es de mala educación mirar fijamente a la gente – dijo mientras se reía.
- Ja, ja. No, te estaba mirando y simplemente estaba pensando que eres hermoso – sí, a Jake le podía decir ese tipo de cosas sin sonrojarme, era mi hermano.
- Bella, de verdad, ¿te encuentras bien? - preguntó fingiendo preocupación.
- Eres tonto Jake, te estoy haciendo un cumplido y tu te lo tomas a gracia.
- Oh, gracias, Bells, vas a conseguir que me sonroje – dijo imitando mi tono de voz cuando me ruborizaba.
- ¡Idiota! En serio, seguro que en el instituto hay un montón de chicas detrás de ti.
- Totalmente equivocada. Sólo debo de resultar atractivo a los rostros pálidos. Para los de aquí soy uno más. No hay mucha diferencia entre unos y otros.
- Entonces las chicas Quileutes son tontas, porque no ven lo que tienen delante.
- Bella, para, que me voy a sonrojar de verdad.
Le di un golpe en el estómago, en el que por cierto la única que se hizo daño fui yo, mientras entrábamos en su casa.
- Hola Billy – era el padre de Jake, se quedó en silla de ruedas hace unos años por un accidente de coche.
- ¡Bella! Hacía tiempo que no venías a verme.
- Sí, he estado un poco liada, los exámenes, ya sabes.
- Bueno, pequeña, pronto tendrás vacaciones.
- Uf, sí.
- Bella, ¿que te parece si vamos ahora a la casa de Emily? Así si termináis pronto podemos dar un paseo por la playa, hace muy buena tarde, ¿qué te parece?
- Perfecto. Vamos.
La casa de Emily se encontraba a unos 200 metros de la casa de Jake, cerca de un riachuelo que desembocaba cerca de la playa. La casa, al igual que todas las de la reserva, era hermosa. Con su típico color rojizo, de madera y de un solo piso.
Tocamos al timbre y a los dos segundos apareció Emily. También era hermosa, Eh, ¿que pasa? ¡Aquí todo el mundo era guapo menos yo! No era justo. Tenía el mismo pelo negro que Jake, también lacio y con un brillo envidiable. Sus ojos eran de un color negro aceituna y su piel también era rojiza. Cuando sonreía mostraba sus dientes blancos, perfectos.
- Hey, Bella, ¿qué tal? Ya me ha hablado Jake de tu cita del sábado, he sacado algunas cosas que te pueden quedar bien – me dijo mientras me abrazaba y pasábamos al interior de la casa.
- ¿Qué tal todo, Emily? ¿Y Sam? - dije mirando la estancia. Sam era el marido de Emily. No eran excesivamente mayores que nosotros. Emily tenía 19 años y Sam 20. Parece ser que en la tribu se casaban muy pronto.
- A Sam le he mandado a hacer unos recados, ya va siendo hora de que me eche una mano con las tareas de la casa, ¿no crees? - dijo en tono divertido.
- Eso es, Emily, conviértele en un calzonazos – dijo Jake mientras no paraba de reir.
- No es ser un calzonazos, a eso se le llama cooperar.
- Sí, lo que tu digas.
- Bueno, Bella, ¿quieres comer algo? - preguntó Emily.
- No, gracias.
- Bueno, ¿al menos un refresco?
- Vale, eso esta bien.
- Bueno, pues vamos a mi habitación, vamos a probarte vestidos. Y tú – dijo señalando a Jake – te quedas aquí, como vea que asomas esa linda nariz a mi cuarto...
- Vale, vale, seré una estatua, no me moveré de aquí – murmuró.
- Calzonazos – dije mientras tosía.
- ¡Te he oído! - Gritó cuando ya habíamos llegado a la habitación de Emily.
- Tu si que sabes mantenerlos a raya, ¿eh? - me reí.
- Sí, con los hombres debe de ser así. Tienes que lograr que coman de tu mano. Es mucho más fácil.
No pude evitar reirme. Emily era encantadora, pero más les valía a Sam y a sus amigos no pasarse un poco de la raya. Una vez vi enfadada a Emily y en ese momento creí posible la leyenda de los quileutes, la que dice que descienden del lobo. Daba miedo...me podía recordar a Rosalie...
- Bueno, baile de fin de curso, ¿no?
- Sí, eso parece.
- Vas...con un chico – dijo pícaramente.
- Obvio.
- Esta bien, vamos a ver...
Empezó a sacar vestidos. Era increíble la cantidad de ropa que tenía. Y yo que hace años creí que la vida en la reserva debía de ser aburrida. Me equivocaba. Los vestidos eran hermosos, pero cuando me los probaba siempre me quedaban grandes de algún lado o simplemente enseñaban mucha piel. Me sentía un poco cohibida al mostrar mi piel. Era pálida y por lo tanto nada bonita. Además no estaba acostumbrada a lucir mucha piel, con el frío que hacía en Forks...Eso y que el cuerpo de Emily no era el mio, evidentemente, ella tenía las curvas justas donde las tenía que tener, en cambio yo...era flojucha, flaca...en fin...
Nos quedaba un último vestido. Era un poco más antiguo, pero no por ello menos bonito. Era de un color rosa pálido con cuello de barco y unas sutiles mangas de gasa. Era ajustado hasta la cadera para después terminar en una falda de capa, muy vaporosa. Evidentemente no me quedaba igual de bien que a su dueña, pero me gustaba. Simplemente había que meterlo un poco de hombros, ya que al tener menos pecho me hacía bolsas en esa zona, y listo. Emily insistió en que me lo arreglaba ella y que al día siguiente, en la fiesta de la playa me lo daba.
Por suerte teníamos el mismo número de pie y me pudo dejar unas bailarinas negras. Ni se me pasó por la cabeza siquiera el hecho de ponerme tacones, ¡qué horror!
- Bella, ¿que te vas a hacer en el pelo?
- Uhmmm, no sé, sabes que mi pelo es difícil, lo más fácil y cómodo para mí sería llevarlo recogido.
- Si, tal vez, pero no te hagas una coleta, hazte un moño bajo, algo sencillo pero diferente. Ah, y date un poco de maquillaje.
- Sí, lo había pensado – yo nunca, nunca me maquillaba, pero el sábado quería estar perfecta – de todos modos, con esto...- dije señalando mi ortodoncia.
- ¿Qué le pasa a tu ortodoncia? - Emily me miró con una cara que no supe descifrar – Oh, ya entiendo – y abrió mucho los ojos – ¡estas preocupada por si el chico que te va a llevar al baile te besa!
¿Qué? A ver, una cosa es que Edward vaya a llevarme al baile y otra cosa es que quiera besarme...Bueno, también me parecía un sueño imposible que me invitara a ir con él...y al final se ha hecho realidad...Oh, espera, y si intentara besarme, yo...oh, madre mía, sería mi primer beso...no, definitivamente Edward no puede besarme a mí, él ha estado con muchas chicas y yo...yo no tengo experiencia, él no va a querer besarme...¿o sí?
- Bella, respira. Eso es, para seguir viviendo es necesario que el aire entre a los pulmones, ¿ok?
- Sí, sí, ya...todo controlado. No, no está todo controlado, y si intenta besarme...yo no se qué hacer y...
- Schhhh, calma. Ese chico te gusta mucho, ¿no? - asentí débilmente – Bueno, pues si eso pasa, si intenta besarte y tu quieres corresponderle, simplemente cierra los ojos y dejate llevar. Tu cuerpo sabrá reaccionar. Créeme.
Después de que mi cara recuperara su color natural, salimos al salón de la casa. Estaba Jake con Sam, que al parecer había llegado ya de sus tareas.
- Hey, Bells, ¿que tal? - dijo abrazándome.
- Bien, Sam, estaría mejor si mis pies tocaran el suelo – dije riéndome.
- ¡Sam! ¡No me lesiones a Bella, que tiene una cita el sábado! No puede llegar con una pierna escayolada – le gritó Emily al tiempo que me bajaba al suelo.
- Oh, Bella, eso es cierto, tienes una cita...
- Sam, creo que tengo que irme, con Jake, tenemos que contarnos muchas cosas, asi...que me...voy.
- Vale, lo he entendido, de todos modos me enteraré igual aunque tu no me lo cuentes...- dijo riéndose.
- ¡Sam!
Fue lo último que escuché cuando salí de su casa. Fuimos caminado en un cómodo silencio hasta la playa. No me había dado cuenta de que ya estaba atardeciendo. El espectáculo era precioso. Parecía una postal. Ah, si alguna vez pudiera venir aquí con Edward...
- Así que Cullen, ¿no? - preguntó Jake. Así me gusta, Jake, directo y sin anestesia.
- Sí, parece ser que ha habido una conjunción astral o una alineación de planetas...o simplemente se ha cumplido un sueño...
- Bella...¿estás segura de que te quieres mezclar con ese tipo?
- Sí – dije en un susurro.
- Bella, se ha liado en tu cara con medio instituto, ¡apuesto a que no sabía que existías hasta hace dos días! Y ahora de repente...quiere salir contigo...no sé, hay algo en esta historia que no me cuadra.
- Jake, me gusta Edward Cullen desde que tengo uso de razón, no mates mi alegría, por favor.
- Perdona, cielo, es que...yo no soportaría que ese...niñato te lastimara.
- Jake, no es un niñato, tiene la misma edad que tú.
- Bells, he dicho niñato por no decir una palabra malsonante.
- Jake - Dije mientras rodaba los ojos – No tiene por qué pasar nada malo, es un baile, punto. Igual después del baile vuelve a...ignorarme – dije con tristeza.
- Mira, si hace eso es un imbécil. ¡Agh!
- ¿Que te pasa? - vi cómo se adelantaba unos pasos y se sentaba en la arena.
- Bella, es que...¿qué pasa? ¿En el instituto de los rostros pálidos son todos estúpidos?
- ¿Por qué dices eso?
- Cielo, no soporto ver como te tratan mal esos imbéciles, ¿por qué se meten contigo? ¿Acaso no ven lo buena persona que eres?
- No, parece ser que solo ven los brakers y las gafas – bromeé.
- No, Bells, no tiene gracia, ¿por qué no te vienes al instituto de la reserva?
- Jake – empecé a reírme.
- No, te lo digo en serio, ¿acaso ves que me ría? Aquí conoces a todos los chicos, te quieren un montón. No veo nada de malo a que te cambiaras de escuela.
- Jake, no pasa nada...intentan herirme con las palabras, pero las palabras se la lleva el viento. Además puede que mi cita del sábado no sea un completo error y puede que cambie mi vida para siempre. Vete tu a saber.
- Mira, si me entero de que ese Cullen te hace daño...yo...va a agradecer que tenga un padre médico.
- ¡Jake! ¡No seas bruto! Venga, vámonos, que me tengo que ir. Mañana nos vemos, pecho lobo – dije sacándole la lengua.
- Ja,ja, graciosa.
No le conté nada de lo sucedido en el día de hoy en la escuela. Ni las risitas tontas ni los chismes a mis espaldas. Conozco a Jake, y se que puede llegar a ser muy impulsivo, así que mejor no tentar a la suerte.
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EN EL PRÓXIMO CAPITULO...
- Isbella, antes de entrar me decirte algo – dijo relativamente cerca de mi cara por lo que su aliento me acarició de lleno. Mi corazón se aceleró al instante.
- Dime.
- No, aquí no, vamos dentro, a un lugar apartado.
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Y entonces se acercó peligrosamente a mi boca. No entendía nada. ¡Primero me dice que no quiere hacerme daño y ahora va a...besarme! ¿Oh, dios, que hago? Bien, hice lo que me dijo Emily, cierra los ojos y disfruta.
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¿Como esta? espero sea de su agrado ... les doy las gracias por haber leído ... en unos dias mas dubire 4 capitulos altiros espero me digan algo que piensan al respecto de este fic ... espero sus comentarios...
Saludos
Qamii
LA HISTORIA PERTENECE A "ATENEA85" ELLA ME DIO PERMISO PARA PUBLICAR AQUÍ EN INMORATL-LOVE ESPERO LES GUSTE
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CAPITULO 5 - VOY A IR AL BAILE, ¿Y QUÉ?
Ese día no me importó que Rosalie me apuñalara con la mirada unas cien veces más. Me daba igual todo. Iba a ir al baile de fin de curso con Edward Cullen, mi amor platónico.
Bien, Bella, calmate, pensé. Iba a necesitar un vestido, pero con el gusto que tengo no se si yo...además tampoco disponía de mucho capital para invertir en un vestido de ese tipo, que probablemente no iba a volver a ponerme. Quizás podría hablar con Emily, la prima de Jake. Puede que ella tenga algún vestido bonito que dejarme, más o menos tenemos la misma complexión, bueno, ella tiene más delantera que yo, pero no creo que sea un gran problema. Acto seguido cogí el teléfono para llamar a Jake.
- ¿Hola? - contestó la voz gutural de Jake.
- ¡Hola, Jake!
- Hola, Bells, vaya, que contenta pareces, ¿no?
- Más que eso, Jake, necesito saber si Emily puede dejarme un vestido para el sábado - dije todo de carrerilla.
- Ey, ey, espera, creo que no te he oído bien. ¿Tú? ¿Vestido? ¿Sábado? ¿Me he perdido algo?
- Emm, sí... es el baile de fin de curso del instituto de los rostros pálidos – y solté una carcajada.
- Vale, me he vuelto a perder algo, ¿tu? ¿vestido? Sábado? Baile? Dime quien eres y que has hecho con mi amiga.
- No seas tonto, Jake – dije riéndome todavía.
- En serio, ¿cómo es que este año vas a ir al baile?
- ¡Fácil! ¡Me han invitado! - dije dando saltitos, yo, ¿dando saltitos?
- Oh, Bells, eso es genial, ¿y quien es el afortunado?
- Cullen – dije simplemente. Jake sabía lo mucho que me gusta Edward.
- ¿Cullen? ¿Qué Cullen? ¿El rubio?
- No, tonto, ese es Jasper, el que me ha invitado es Edward – y automáticamente y sin saber por qué me puse roja.
- ¿Qué? - rugió por el teléfono y puedo jurar que me tuve que apartar el auricular de la oreja – No me digas que vas a ir al baile con ese...¿picaflor?
- ¿Perdona? - pregunté perpleja - Jake, ¿qué me estas contando? Sabes lo mucho que me gusta Edward, claro que voy a ir con él.
- Pero...pero...tú no puedes ir con él – dijo enfadado.
- ¡Jake! - le chillé – ¿por qué? ¿Qué pasa? Tú nunca te has metido con Edward, ¿por qué ahora sí? - me estaba enfadando realmente.
- Pues...porque...Bien, nunca pensé que él podría invitarte a salir – y se calló.
- ¡Jake! - le espeté.
- No, Bella, es verdad, nunca me ha caído mal por el simple hecho de que nunca creí que el quisiera estar a tu lado.
- De acuerdo, mi enfado creció diez puntos en un segundo.
- ¡Jacob! - mas que gritar, rugía – yo...yo ¡creía que eras mi amigo! ¿Por qué todo el mundo se empeña en que yo no soy para Edward? ¡Hasta Rosalie me ha advertido! Yo...no lo entiendo, esto es...
- Schhh, Bells, vale, vale, no te lo he dicho para ofenderte, ¿vale? Simplemente no os veo juntos. Tu eres una chica muy dulce y muy buena y él simplemente...es un patán.
- ¡Jake, no lo conoces!
- - ¿Y tu sí? ¿Dime Bella, cuando se ha dignado a dirigirte la palabra?
Yo... ayer...- admití.
- Lo que me imaginaba, Bella, esto me huele mal, ¿y si se trata de una broma de mal gusto? No es la primera vez que te pasa.
- No, Jake, parecía sincero, yo...no creo que él sea como los demás.
- Bells, las apariencias engañan, no te confíes.
- Jake, pero yo...no puedo desperdiciar la oportunidad de vivir como una chica de mi edad, quiero vivir esas experiencias...Además quiero tomar mis propias decisiones y si me equivoco me equivoco yo, ¿vale?
- De acuerdo, Bella, tú misma, lo único que quiero es que no sufras.
- Gracias, Jake, bueno, ¿crees que Emily me puede ayudar?
- Claro, ¿por qué no te pasas esta tarde por la reserva?
- Mmm, mejor mañana por la tarde, tengo que estudiar para los exámenes finales de mañana.
- De acuerdo. Mañana te veo.
- Sí, hasta mañana, Jake.
- ¿Bella?
- ¿Sí?
- Cuidate, ¿vale?
- Si, papá – dije riéndome – Hasta mañana.
Fui a la cocina y comencé a hacer la cena. ¿Por qué todo el mundo se empeña en lo mismo? ¿Acaso no puedo ser feliz como cualquier chica de mi edad? De Rosalie me lo podía esperar, ¿pero Jake? No podía juzgar de esa manera a Edward, él no lo conoce, él no sabe lo dulce que es, y las sonrisas que estos días me ha dedicado y...esos ojos...
Por suerte no puedo estar mucho tiempo enfadada con Jake. Es mi hermano, mi puerto seguro, mi paño de lágrimas, la persona en la que más confío...por eso me dolió cuando me dijo que yo no era para Edward.
Oí como aparcaban en la puerta. Era Charlie, hoy había llegado muy pronto.
- Hey, papá – le saludé – la cena todavía no está, le falta un poco – y me acerqué y le dí un beso en la mejilla. Pareció sorprenderle el gesto.
- Vaya, que...bienvenida, ¿qué te pasa? Te veo muy contenta.
- Sí – reconocí – estooo, papá, mañana voy a ir a La Push.
- Mañana es miércoles, Bella, al día siguiente tienes clases, además el viernes vamos a ir a la fiesta de Billy, ¿no puedes esperar? Estás en época de exámenes, ¿no?
- Sí, pero no, mañana acabamos los exámenes, además te prometo llegar pronto a casa. De verdad, necesito ir – y le hice un puchero.
- Ehhh, no puedes esperar a ver a tu querido Jake, ¿no? - Charlie no perdía las esperanzas de que Jake y yo fuésemos algo más que amigos, algunas veces era desesperante.
- En realidad no voy a ver a Jake.
- ¿Ah no? - perfecto, le tendría que contar toda la historia. De todos modos se iba a enterar. Edward vendría a buscarme a mi casa el sábado.
- No, voy a ver a Emily – dije lo más rápido que pude.
- ¿Qué? Sólo he entendido prestar y baile.
- Que quiero ir a ver a Emily para que me preste un vestido para el baile de fin de curso del sábado – vocalicé todas las palabras lentamente.
- ¿Que vas a ir al baile? ¿Tu? Vale, dime quien eres y que has hecho con mi hija.
- ¡Ugh! ¡Otro igual que Jake! ¿Qué pasa? ¿Que no puedo ir al estúpido baile sin que nadie se sorprenda o quiera matarme? - bueno, sí, soné un pelín enfadada. Lo pagué con Charlie que era el que menos culpa tenía – Papá, todo el mundo va, ¿que hay de raro en que me haya decidido al final a ir?
- Bueno, Bells, hija, lo siento, no era mi intención molestarte, simplemente que tu no puedes andar por una superficie lisa sin tropezarte. No me quiero ni imaginar lo que puede pasar si tu pisas la pista de baile – esto último lo dijo con una tierna sonrisa.
- Bueno, supongo que todo depende de quién te saque a bailar – y me sonrojé al pensar en las palabras que me había dicho Edward unas horas antes.
- Bella, ¿y ese sonrojo? ¡Desembucha! ¿Con quién vas a ir al baile? Porque no creo que vayas a ir sola, ¿me equivoco? - dijo frunciendo el ceño. ¡Ahí vamos! Ahora sólo me faltaba que Charlie se pusiera en plan padre super protector.
- Ehh...esto voyconedwardcullen – volví a decir atropelladamente, ahora vendrían las preguntas indiscretas.
- Con Cullen, ¿que Cullen? ¿El rubio?
- ¡Ugh! ¡Qué le pasa a todo el mundo con Jasper! ¡No! ¡No me ha invitado el rubio! ¡Edward! ¡Edward es el que me ha invitado!
- Wow, valeee, simplemente quiero saber con quien sale mi hija – dijo un tanto asustado. Yo por lo general no elevaba mi voz nunca.
- Perdona, papá, no quería gritarte, pero parece que Jake y tú estáis conectados por la mente, pensáis las mismas cosas.
- Sí, un gran muchacho – dijo bromeando – Así que Edward...bueno, parecen buenos chicos, nunca me han dado ningún problema, ni ellos ni el grandullón que va con ellos – sonreí ante el último comentario.
- Sí...él...va a llevarme...al...baile...bueno papá, entonces no te molesta que mañana me acerque a casa de Emily, ¿verdad?
- Claro que no, Bells, sólo no vuelvas tarde, sabes que no me gusta que conduzcas por esa carretera muy de noche, ¿vale?
- Vale, papá – y le volví a besar en la mejilla. En el fondo me gustaba ver como Charlie demuestra que me quiere – en media hora estará la cena, mientras me subo a estudiar.
Por esa noche no hubo más preguntas sobre el tema. Estuve hasta las 2 de la mañana estudiando, mañana tendría tres exámenes, y si todo salía como esperaba y no tenía que recuperar ninguna asignatura, en tres días sería libre de instituto durante tres meses. ¡Vacaciones! Aunque eso significara ver menos a Edward...o quizás después del baile podría seguir viéndole...
Esa noche soñé que Rosalie me perseguía. Tenía el cabello como Medusa, en vez de pelo eran serpientes. Me seguía por todos lados hasta que me acorralaba y me decía "deja en paz a mi hermano" mientras las serpientes se me acercaban peligrosamente. Sí, puede parecer gracioso, pero cuando me desperté a las 5 de la mañana empapada en sudor, no me lo parecía lo más mínimo.
Hoy seguía haciendo sol, por lo que volví a ponerme ropa ligera y me fui rápidamente al instituto. Iba a ser un día duro. Tres exámenes finales, y sería libre.
Cuando llegué al aparcamiento el coche de Edward no estaba. Ni el de Rosalie. Gracias a Dios. ¿Se habrá enterado ya que Edward y yo vamos a ir juntos al baile? ¡Qué tontería, claro! Son hermanos, viven juntos...esas cosas.
Cuando iba andando por el pasillo había algunas chicas que me miraban burlonas. No, hoy no, que se metan conmigo otro día, pero hoy no. Increiblemente llegué a mi clase y nadie se metió conmigo ni me dijo nada malsonante, sólo miradas burlonas, bueno, eso lo podía soportar. Todavía no había visto a Angela. Las tres primeras horas pasaron con las mismas miradas burlonas sobre mi nuca...bueno, y en mi cara, eso no era nada nuevo.
Vale, sólo me quedaba un exámen de los tres de hoy. Me habían salido bastante bien, sólo me quedaba literatura, perfecto, mi favorita. El día estaba saliendo redondo si no fuera por las miradas, cuchicheos y sonrisitas de la gente.
No, no estaba siendo perfecto, todavía no había visto a Edward...ni a Rose...un escalofrío me recorrió la espalda. Oh, hablando de los reyes de Roma, pensé. En ese momento entraron por la puerta ; mi dios personal estaba guapísimo. Vestía una camiseta de manga corta de color gris oscuro que resaltaba aun más su palidez, y unos vaqueros desgastados. Se sentó con sus amigos mientras que Rose, Jasper y Emmet se sentaron en la mesa de siempre. Miré hacia Edward y me estaba observando. Me sonrojé en el instante. Me sonrió y siguió hablando con sus amigos.
Me daba miedo mirar hacia la mesa de Rose, pero miré por el rabillo del ojo y vi que me miraba con...¿lastima? Genial del odio y la furia a la lástima. ¿Será bipolar?
- ¡Isabella! - me llamó Angela.
- Hola, ¿qué tal tus exámenes?
- Oh, bueno, no te sé decir, estaba muy nerviosa, bien...no, creo que mal. Bueno, en fin, te quería preguntar, ¿te has decidido a venir al baile?
¿Ahora que se supone que debo de decir? ¿Debo proclamar a los cuatro vientos que voy a ir a la escuela con un dios de la belleza o por el contrario callarme para no estropear nada? Una parte de mi quería colgarse un cartel al cuello para que todo el mundo se enterase, pero...igual el preferiría que no se enterara nadie...Eso me puso un poco triste. Igual no quería que nadie lo supiera, pero nos verían este sábado juntos...oh, ¿y si es verdad que es todo una broma? Me estaba deprimiendo por momentos.
- ¿Hola? ¿Estas ahí? - me bromeó Ángela.
- Eh...sí, estoy aquí, todavía...todavía no lo sé. Supongo que...sí.
- Bueno, si vienes supongo que nos veremos por aquí, ¿no?
- Claro, Ang.
- Bueno, me voy que Ben me está esperando. ¡Adios!
Alcé la mano a modo de despedida. Decidí que lo mejor era mantener la boca cerrada. Mejor que nadie se enterara de lo mio con Edward, wow, como suena eso. Ya se verá todo el sábado.
Después de la charla con Angela el timbre sonó. Fui a tirar los restos de la comida a la papelera cuando mi torpeza natural salió a flote y la manzana que llevaba para la salida se me cayó. Pero nunca tocó el suelo, una pálida mano la interceptó en el camino.
- Isabella – dijo la voz de mis sueños a modo de saludo.
- Hola – y sin querer se me escapó un suspiro.
- ¿Nadie te ha dicho que la comida no se tira? - bromeó mientras me devolvía la manzana.
- Sí, ya...es que por si no te has dado cuenta...soy torpe.
- Bueno, todos tenemos fallos, ¿no?
- Unos más que otros – dije riendo con desgana.
- Isabella, me he enterado que todavía no tienes claro si vas a ir al baile o no. ¿Acaso no quieres ir conmigo? - dijo sonriendo de lado.
- ¡No! No es eso, es que...bueno...no se si tu querrás...que la gente se entere de...de que vamos juntos – dije en un susurro. Tonta Bella, ¿acaso no puedes decir dos frases coherentes seguidas delante de Edward?
- ¿Y por qué no querría que se enteraran? ¿Acaso no nos van a ver llegar juntos?
- Estaba teniendo una taquicardia severa. ¿Quería que la gente supiera que va a ir al baile conmigo? Si fuera con alguna de esas animadoras guapas, pero de cabeza hueca, lo entendería, pero...no se, no entiendo...
- Sí, pero...
- Pero nada, si la gente te pregunta si vas a ir al baile, les dices que sí, y de paso les dices que vas a ir conmigo, ¿entendido? - el tono que usó no admitía réplica.
- Va...vale.
- Así me gusta – miró hacia la puerta. Allí estaba Alec esperando, y con una estúpida sonrisa en la cara, por cierto – Bueno, Isabella, el sábado pasaré por ti a las siete por tu casa.
- ¿Sabes donde vivo? - sabía que la respuesta era negativa.
- ¡Claro! Quien no sabe donde vive el Jefe de Policía del pueblo.
- Ah, por supuesto.
- Nos vemos, Isabella – y se despidió con la mano.
- Fui, todavía sorprendida a mi siguiente clase, literatura. Cuando crucé la puerta Newton prácticamente se me echó encima.
- Isabella, ¿es cierto que vas a ir al baile con Cullen? - cuando miré hacia la clase todo el mundo me estaba mirando, esperando mi respuesta. Vi a Jasper al fondo de la clase que me miraba atento. Demasiado atento para mi gusto.
- Esto...si – la última palabra sonó más bien como una pregunta. Dirigí mi vista hacia Jasper. Ya no me miraba, parecía que estaba mandando un sms con el móvil mientras negaba con la cabeza.
- Oh, wow, vaya, vaya...- dijo Jennifer, una de las animadoras – así que la mosquita muerta va a ir al baile con Edward – dijo riéndose.
- Cállate Jenn, no lo estropees – rugió Tyler, un amigo de Edward.
- Tyler, cielo, no te enfades, simplemente es que me hace gracia...esta...friki – me señaló con desprecio.
- Lo vas a estropear – volvió a rugir Tyler.
- Bueno, bueno, solo quiero avisarla de que como sea verdad me sé de una que no le importaría pegar un par de buenos tirones de pelo a esta mosquita muerta.
- ¿Qué? - ahora fui yo la que preguntó de nuevo – yo...no...
- Mira, niñata, como se entere Tanya de que vas a ir tú con Edward, ya puedes prepararte.
- ¡Jennifer! - volvió a llamar Tyler.
- Está bien. La dejo en paz. Tú misma – me dijo mirándome de arriba abajo. Venga, de vuelta a lo mismo de siempre.
- Chicos, todos a vuestras mesas, vamos, vamos, no hay tiempo que perder – dijo el sr Berty. ¿Qué narices le había pasado a Jennifer?
Terminé el examen sin problemas, ya que era mi asignatura favorita y me marché lo antes que me fue posible.
Tenía ganas de salir de esa clase de locos. Además luego iría a visitar a mi Jake y a Emily, a ver si era capaz de obrar el milagro y lograr que algún vestido que tuviera ella me quedara decente, ¿sería eso posible?
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CAPITULO 6 - ASÍ QUE CULLEN, ¿NO?
Llegué a mi casa lo más rápido que me dejó mi trasto, que no pasaba de 80 km/h cuesta abajo, tiré mi mochila y mis cosas en la silla de la cocina y volví a mi camioneta.
El camino hacia la reserva Quileute no era excesivamente largo. Unos 20 kilometros de Forks, más o menos. El paisaje que se extendía al ir llegando a la reserva era magnífico. La playa de La Push era una hermosísima playa en forma de media luna y con unos acantilados a los lados. Era majestuosa.
No había terminado de llegar al garaje de Jake cuando ya estaba en la puerta dándome la bienvenida. El rugido de mi trasto avisaba siempre de mi llegada.
- ¡Bells! - dijo mientras corría hacia mí para abrazarme.
- Jake...no...res...piro.
- Oh, ¿perdona, estas bien? - este chico crecía por momentos, en todos los aspectos, no hacía tanto que le había visto y podría jurar que me sacaba unos 5 o 6 cm más de altura que la última vez, a parte del volumen de sus brazos.
- Sí, estoy bien, ahora que el aire llega a mis pulmones – bromeé – Jake, ¿tu que desayunas? - dije señalando sus brazos.
- Bells, esto es genética, preciosa – presumido – además, sabes que descendemos de los lobos, y los lobos son...fuertes – dijo cogiéndome en volandas.
- Vaaale, vale, Jake, mareooo - dije sujetandome las gafas.
- Esta bien, esta bien, por esta vez te dejaré de una pieza – dijo revolviéndome el pelo.
- Gracioso – le saqué la lengua.
Cuando miraba a Jake veía en él a un ser simplemente hermoso. En todos los sentidos. Era un alma limpia, siempre me aconsejaba bien, me daba ánimos cuando le contaba mis problemas en la escuela y cuando le pedía algo, se ofrecía sin más. Y físicamente era muy atrayente, no es que mi amigo me gustase, pero vamos, soy una chica y hay que reconocerlo, Jake era bello. No tan bello como Edward, que era una belleza diferente, más delicada. Jake tenía una belleza más...salvaje. Tenía el pelo largo y liso que casi siempre se recogía en una coleta. Y su complexión crecía cada vez más. Era increíble como un chico de 16 años podía tener esa musculatura. Era de espaldas anchas y brazos bien formados, y sus abdominales parecían literalmente una barra de chocolate. Además su tono de piel marrón rojizo le hacía parecer más exótico y por lo tanto más atrayente.
- Bella, despierta, ¿en qué piensas? - me preguntó Jake mientras le miraba fijamente – Es de mala educación mirar fijamente a la gente – dijo mientras se reía.
- Ja, ja. No, te estaba mirando y simplemente estaba pensando que eres hermoso – sí, a Jake le podía decir ese tipo de cosas sin sonrojarme, era mi hermano.
- Bella, de verdad, ¿te encuentras bien? - preguntó fingiendo preocupación.
- Eres tonto Jake, te estoy haciendo un cumplido y tu te lo tomas a gracia.
- Oh, gracias, Bells, vas a conseguir que me sonroje – dijo imitando mi tono de voz cuando me ruborizaba.
- ¡Idiota! En serio, seguro que en el instituto hay un montón de chicas detrás de ti.
- Totalmente equivocada. Sólo debo de resultar atractivo a los rostros pálidos. Para los de aquí soy uno más. No hay mucha diferencia entre unos y otros.
- Entonces las chicas Quileutes son tontas, porque no ven lo que tienen delante.
- Bella, para, que me voy a sonrojar de verdad.
Le di un golpe en el estómago, en el que por cierto la única que se hizo daño fui yo, mientras entrábamos en su casa.
- Hola Billy – era el padre de Jake, se quedó en silla de ruedas hace unos años por un accidente de coche.
- ¡Bella! Hacía tiempo que no venías a verme.
- Sí, he estado un poco liada, los exámenes, ya sabes.
- Bueno, pequeña, pronto tendrás vacaciones.
- Uf, sí.
- Bella, ¿que te parece si vamos ahora a la casa de Emily? Así si termináis pronto podemos dar un paseo por la playa, hace muy buena tarde, ¿qué te parece?
- Perfecto. Vamos.
La casa de Emily se encontraba a unos 200 metros de la casa de Jake, cerca de un riachuelo que desembocaba cerca de la playa. La casa, al igual que todas las de la reserva, era hermosa. Con su típico color rojizo, de madera y de un solo piso.
Tocamos al timbre y a los dos segundos apareció Emily. También era hermosa, Eh, ¿que pasa? ¡Aquí todo el mundo era guapo menos yo! No era justo. Tenía el mismo pelo negro que Jake, también lacio y con un brillo envidiable. Sus ojos eran de un color negro aceituna y su piel también era rojiza. Cuando sonreía mostraba sus dientes blancos, perfectos.
- Hey, Bella, ¿qué tal? Ya me ha hablado Jake de tu cita del sábado, he sacado algunas cosas que te pueden quedar bien – me dijo mientras me abrazaba y pasábamos al interior de la casa.
- ¿Qué tal todo, Emily? ¿Y Sam? - dije mirando la estancia. Sam era el marido de Emily. No eran excesivamente mayores que nosotros. Emily tenía 19 años y Sam 20. Parece ser que en la tribu se casaban muy pronto.
- A Sam le he mandado a hacer unos recados, ya va siendo hora de que me eche una mano con las tareas de la casa, ¿no crees? - dijo en tono divertido.
- Eso es, Emily, conviértele en un calzonazos – dijo Jake mientras no paraba de reir.
- No es ser un calzonazos, a eso se le llama cooperar.
- Sí, lo que tu digas.
- Bueno, Bella, ¿quieres comer algo? - preguntó Emily.
- No, gracias.
- Bueno, ¿al menos un refresco?
- Vale, eso esta bien.
- Bueno, pues vamos a mi habitación, vamos a probarte vestidos. Y tú – dijo señalando a Jake – te quedas aquí, como vea que asomas esa linda nariz a mi cuarto...
- Vale, vale, seré una estatua, no me moveré de aquí – murmuró.
- Calzonazos – dije mientras tosía.
- ¡Te he oído! - Gritó cuando ya habíamos llegado a la habitación de Emily.
- Tu si que sabes mantenerlos a raya, ¿eh? - me reí.
- Sí, con los hombres debe de ser así. Tienes que lograr que coman de tu mano. Es mucho más fácil.
No pude evitar reirme. Emily era encantadora, pero más les valía a Sam y a sus amigos no pasarse un poco de la raya. Una vez vi enfadada a Emily y en ese momento creí posible la leyenda de los quileutes, la que dice que descienden del lobo. Daba miedo...me podía recordar a Rosalie...
- Bueno, baile de fin de curso, ¿no?
- Sí, eso parece.
- Vas...con un chico – dijo pícaramente.
- Obvio.
- Esta bien, vamos a ver...
Empezó a sacar vestidos. Era increíble la cantidad de ropa que tenía. Y yo que hace años creí que la vida en la reserva debía de ser aburrida. Me equivocaba. Los vestidos eran hermosos, pero cuando me los probaba siempre me quedaban grandes de algún lado o simplemente enseñaban mucha piel. Me sentía un poco cohibida al mostrar mi piel. Era pálida y por lo tanto nada bonita. Además no estaba acostumbrada a lucir mucha piel, con el frío que hacía en Forks...Eso y que el cuerpo de Emily no era el mio, evidentemente, ella tenía las curvas justas donde las tenía que tener, en cambio yo...era flojucha, flaca...en fin...
Nos quedaba un último vestido. Era un poco más antiguo, pero no por ello menos bonito. Era de un color rosa pálido con cuello de barco y unas sutiles mangas de gasa. Era ajustado hasta la cadera para después terminar en una falda de capa, muy vaporosa. Evidentemente no me quedaba igual de bien que a su dueña, pero me gustaba. Simplemente había que meterlo un poco de hombros, ya que al tener menos pecho me hacía bolsas en esa zona, y listo. Emily insistió en que me lo arreglaba ella y que al día siguiente, en la fiesta de la playa me lo daba.
Por suerte teníamos el mismo número de pie y me pudo dejar unas bailarinas negras. Ni se me pasó por la cabeza siquiera el hecho de ponerme tacones, ¡qué horror!
- Bella, ¿que te vas a hacer en el pelo?
- Uhmmm, no sé, sabes que mi pelo es difícil, lo más fácil y cómodo para mí sería llevarlo recogido.
- Si, tal vez, pero no te hagas una coleta, hazte un moño bajo, algo sencillo pero diferente. Ah, y date un poco de maquillaje.
- Sí, lo había pensado – yo nunca, nunca me maquillaba, pero el sábado quería estar perfecta – de todos modos, con esto...- dije señalando mi ortodoncia.
- ¿Qué le pasa a tu ortodoncia? - Emily me miró con una cara que no supe descifrar – Oh, ya entiendo – y abrió mucho los ojos – ¡estas preocupada por si el chico que te va a llevar al baile te besa!
¿Qué? A ver, una cosa es que Edward vaya a llevarme al baile y otra cosa es que quiera besarme...Bueno, también me parecía un sueño imposible que me invitara a ir con él...y al final se ha hecho realidad...Oh, espera, y si intentara besarme, yo...oh, madre mía, sería mi primer beso...no, definitivamente Edward no puede besarme a mí, él ha estado con muchas chicas y yo...yo no tengo experiencia, él no va a querer besarme...¿o sí?
- Bella, respira. Eso es, para seguir viviendo es necesario que el aire entre a los pulmones, ¿ok?
- Sí, sí, ya...todo controlado. No, no está todo controlado, y si intenta besarme...yo no se qué hacer y...
- Schhhh, calma. Ese chico te gusta mucho, ¿no? - asentí débilmente – Bueno, pues si eso pasa, si intenta besarte y tu quieres corresponderle, simplemente cierra los ojos y dejate llevar. Tu cuerpo sabrá reaccionar. Créeme.
Después de que mi cara recuperara su color natural, salimos al salón de la casa. Estaba Jake con Sam, que al parecer había llegado ya de sus tareas.
- Hey, Bells, ¿que tal? - dijo abrazándome.
- Bien, Sam, estaría mejor si mis pies tocaran el suelo – dije riéndome.
- ¡Sam! ¡No me lesiones a Bella, que tiene una cita el sábado! No puede llegar con una pierna escayolada – le gritó Emily al tiempo que me bajaba al suelo.
- Oh, Bella, eso es cierto, tienes una cita...
- Sam, creo que tengo que irme, con Jake, tenemos que contarnos muchas cosas, asi...que me...voy.
- Vale, lo he entendido, de todos modos me enteraré igual aunque tu no me lo cuentes...- dijo riéndose.
- ¡Sam!
Fue lo último que escuché cuando salí de su casa. Fuimos caminado en un cómodo silencio hasta la playa. No me había dado cuenta de que ya estaba atardeciendo. El espectáculo era precioso. Parecía una postal. Ah, si alguna vez pudiera venir aquí con Edward...
- Así que Cullen, ¿no? - preguntó Jake. Así me gusta, Jake, directo y sin anestesia.
- Sí, parece ser que ha habido una conjunción astral o una alineación de planetas...o simplemente se ha cumplido un sueño...
- Bella...¿estás segura de que te quieres mezclar con ese tipo?
- Sí – dije en un susurro.
- Bella, se ha liado en tu cara con medio instituto, ¡apuesto a que no sabía que existías hasta hace dos días! Y ahora de repente...quiere salir contigo...no sé, hay algo en esta historia que no me cuadra.
- Jake, me gusta Edward Cullen desde que tengo uso de razón, no mates mi alegría, por favor.
- Perdona, cielo, es que...yo no soportaría que ese...niñato te lastimara.
- Jake, no es un niñato, tiene la misma edad que tú.
- Bells, he dicho niñato por no decir una palabra malsonante.
- Jake - Dije mientras rodaba los ojos – No tiene por qué pasar nada malo, es un baile, punto. Igual después del baile vuelve a...ignorarme – dije con tristeza.
- Mira, si hace eso es un imbécil. ¡Agh!
- ¿Que te pasa? - vi cómo se adelantaba unos pasos y se sentaba en la arena.
- Bella, es que...¿qué pasa? ¿En el instituto de los rostros pálidos son todos estúpidos?
- ¿Por qué dices eso?
- Cielo, no soporto ver como te tratan mal esos imbéciles, ¿por qué se meten contigo? ¿Acaso no ven lo buena persona que eres?
- No, parece ser que solo ven los brakers y las gafas – bromeé.
- No, Bells, no tiene gracia, ¿por qué no te vienes al instituto de la reserva?
- Jake – empecé a reírme.
- No, te lo digo en serio, ¿acaso ves que me ría? Aquí conoces a todos los chicos, te quieren un montón. No veo nada de malo a que te cambiaras de escuela.
- Jake, no pasa nada...intentan herirme con las palabras, pero las palabras se la lleva el viento. Además puede que mi cita del sábado no sea un completo error y puede que cambie mi vida para siempre. Vete tu a saber.
- Mira, si me entero de que ese Cullen te hace daño...yo...va a agradecer que tenga un padre médico.
- ¡Jake! ¡No seas bruto! Venga, vámonos, que me tengo que ir. Mañana nos vemos, pecho lobo – dije sacándole la lengua.
- Ja,ja, graciosa.
No le conté nada de lo sucedido en el día de hoy en la escuela. Ni las risitas tontas ni los chismes a mis espaldas. Conozco a Jake, y se que puede llegar a ser muy impulsivo, así que mejor no tentar a la suerte.
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EN EL PRÓXIMO CAPITULO...
- Isbella, antes de entrar me decirte algo – dijo relativamente cerca de mi cara por lo que su aliento me acarició de lleno. Mi corazón se aceleró al instante.
- Dime.
- No, aquí no, vamos dentro, a un lugar apartado.
________________________________________________
Y entonces se acercó peligrosamente a mi boca. No entendía nada. ¡Primero me dice que no quiere hacerme daño y ahora va a...besarme! ¿Oh, dios, que hago? Bien, hice lo que me dijo Emily, cierra los ojos y disfruta.
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¿Como esta? espero sea de su agrado ... les doy las gracias por haber leído ... en unos dias mas dubire 4 capitulos altiros espero me digan algo que piensan al respecto de este fic ... espero sus comentarios...
Saludos
Qamii
Qamiila Quinteros- .
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Re: La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado
Los personajes pertenecen a la Diosa de S. Meyer… la trama es de "Atenea85" y bueno Edward Cullen también (¿Les conté que nos casamos?, Bueno espero haberlo hecho y a las que no lo sabían ahora lo saben XD)
LA HISTORIA PERTENECE A "ATENEA85" ELLA ME DIO PERMISO PARA PUBLICAR AQUÍ EN INMORATL-LOVE ESPERO LES GUSTE
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CAPITULO 6 - ASÍ QUE CULLEN, ¿NO?
Llegué a mi casa lo más rápido que me dejó mi trasto, que no pasaba de 80 km/h cuesta abajo, tiré mi mochila y mis cosas en la silla de la cocina y volví a mi camioneta.
El camino hacia la reserva Quileute no era excesivamente largo. Unos 20 kilometros de Forks, más o menos. El paisaje que se extendía al ir llegando a la reserva era magnífico. La playa de La Push era una hermosísima playa en forma de media luna y con unos acantilados a los lados. Era majestuosa.
No había terminado de llegar al garaje de Jake cuando ya estaba en la puerta dándome la bienvenida. El rugido de mi trasto avisaba siempre de mi llegada.
- ¡Bells! - dijo mientras corría hacia mí para abrazarme.
- Jake...no...res...piro.
- Oh, ¿perdona, estas bien? - este chico crecía por momentos, en todos los aspectos, no hacía tanto que le había visto y podría jurar que me sacaba unos 5 o 6 cm más de altura que la última vez, a parte del volumen de sus brazos.
- Sí, estoy bien, ahora que el aire llega a mis pulmones – bromeé – Jake, ¿tu que desayunas? - dije señalando sus brazos.
- Bells, esto es genética, preciosa – presumido – además, sabes que descendemos de los lobos, y los lobos son...fuertes – dijo cogiéndome en volandas.
- Vaaale, vale, Jake, mareooo - dije sujetandome las gafas.
- Esta bien, esta bien, por esta vez te dejaré de una pieza – dijo revolviéndome el pelo.
- Gracioso – le saqué la lengua.
Cuando miraba a Jake veía en él a un ser simplemente hermoso. En todos los sentidos. Era un alma limpia, siempre me aconsejaba bien, me daba ánimos cuando le contaba mis problemas en la escuela y cuando le pedía algo, se ofrecía sin más. Y físicamente era muy atrayente, no es que mi amigo me gustase, pero vamos, soy una chica y hay que reconocerlo, Jake era bello. No tan bello como Edward, que era una belleza diferente, más delicada. Jake tenía una belleza más...salvaje. Tenía el pelo largo y liso que casi siempre se recogía en una coleta. Y su complexión crecía cada vez más. Era increíble como un chico de 16 años podía tener esa musculatura. Era de espaldas anchas y brazos bien formados, y sus abdominales parecían literalmente una barra de chocolate. Además su tono de piel marrón rojizo le hacía parecer más exótico y por lo tanto más atrayente.
- Bella, despierta, ¿en qué piensas? - me preguntó Jake mientras le miraba fijamente – Es de mala educación mirar fijamente a la gente – dijo mientras se reía.
- Ja, ja. No, te estaba mirando y simplemente estaba pensando que eres hermoso – sí, a Jake le podía decir ese tipo de cosas sin sonrojarme, era mi hermano.
- Bella, de verdad, ¿te encuentras bien? - preguntó fingiendo preocupación.
- Eres tonto Jake, te estoy haciendo un cumplido y tu te lo tomas a gracia.
- Oh, gracias, Bells, vas a conseguir que me sonroje – dijo imitando mi tono de voz cuando me ruborizaba.
- ¡Idiota! En serio, seguro que en el instituto hay un montón de chicas detrás de ti.
- Totalmente equivocada. Sólo debo de resultar atractivo a los rostros pálidos. Para los de aquí soy uno más. No hay mucha diferencia entre unos y otros.
- Entonces las chicas Quileutes son tontas, porque no ven lo que tienen delante.
- Bella, para, que me voy a sonrojar de verdad.
Le di un golpe en el estómago, en el que por cierto la única que se hizo daño fui yo, mientras entrábamos en su casa.
- Hola Billy – era el padre de Jake, se quedó en silla de ruedas hace unos años por un accidente de coche.
- ¡Bella! Hacía tiempo que no venías a verme.
- Sí, he estado un poco liada, los exámenes, ya sabes.
- Bueno, pequeña, pronto tendrás vacaciones.
- Uf, sí.
- Bella, ¿que te parece si vamos ahora a la casa de Emily? Así si termináis pronto podemos dar un paseo por la playa, hace muy buena tarde, ¿qué te parece?
- Perfecto. Vamos.
La casa de Emily se encontraba a unos 200 metros de la casa de Jake, cerca de un riachuelo que desembocaba cerca de la playa. La casa, al igual que todas las de la reserva, era hermosa. Con su típico color rojizo, de madera y de un solo piso.
Tocamos al timbre y a los dos segundos apareció Emily. También era hermosa, Eh, ¿que pasa? ¡Aquí todo el mundo era guapo menos yo! No era justo. Tenía el mismo pelo negro que Jake, también lacio y con un brillo envidiable. Sus ojos eran de un color negro aceituna y su piel también era rojiza. Cuando sonreía mostraba sus dientes blancos, perfectos.
- Hey, Bella, ¿qué tal? Ya me ha hablado Jake de tu cita del sábado, he sacado algunas cosas que te pueden quedar bien – me dijo mientras me abrazaba y pasábamos al interior de la casa.
- ¿Qué tal todo, Emily? ¿Y Sam? - dije mirando la estancia. Sam era el marido de Emily. No eran excesivamente mayores que nosotros. Emily tenía 19 años y Sam 20. Parece ser que en la tribu se casaban muy pronto.
- A Sam le he mandado a hacer unos recados, ya va siendo hora de que me eche una mano con las tareas de la casa, ¿no crees? - dijo en tono divertido.
- Eso es, Emily, conviértele en un calzonazos – dijo Jake mientras no paraba de reir.
- No es ser un calzonazos, a eso se le llama cooperar.
- Sí, lo que tu digas.
- Bueno, Bella, ¿quieres comer algo? - preguntó Emily.
- No, gracias.
- Bueno, ¿al menos un refresco?
- Vale, eso esta bien.
- Bueno, pues vamos a mi habitación, vamos a probarte vestidos. Y tú – dijo señalando a Jake – te quedas aquí, como vea que asomas esa linda nariz a mi cuarto...
- Vale, vale, seré una estatua, no me moveré de aquí – murmuró.
- Calzonazos – dije mientras tosía.
- ¡Te he oído! - Gritó cuando ya habíamos llegado a la habitación de Emily.
- Tu si que sabes mantenerlos a raya, ¿eh? - me reí.
- Sí, con los hombres debe de ser así. Tienes que lograr que coman de tu mano. Es mucho más fácil.
No pude evitar reirme. Emily era encantadora, pero más les valía a Sam y a sus amigos no pasarse un poco de la raya. Una vez vi enfadada a Emily y en ese momento creí posible la leyenda de los quileutes, la que dice que descienden del lobo. Daba miedo...me podía recordar a Rosalie...
- Bueno, baile de fin de curso, ¿no?
- Sí, eso parece.
- Vas...con un chico – dijo pícaramente.
- Obvio.
- Esta bien, vamos a ver...
Empezó a sacar vestidos. Era increíble la cantidad de ropa que tenía. Y yo que hace años creí que la vida en la reserva debía de ser aburrida. Me equivocaba. Los vestidos eran hermosos, pero cuando me los probaba siempre me quedaban grandes de algún lado o simplemente enseñaban mucha piel. Me sentía un poco cohibida al mostrar mi piel. Era pálida y por lo tanto nada bonita. Además no estaba acostumbrada a lucir mucha piel, con el frío que hacía en Forks...Eso y que el cuerpo de Emily no era el mio, evidentemente, ella tenía las curvas justas donde las tenía que tener, en cambio yo...era flojucha, flaca...en fin...
Nos quedaba un último vestido. Era un poco más antiguo, pero no por ello menos bonito. Era de un color rosa pálido con cuello de barco y unas sutiles mangas de gasa. Era ajustado hasta la cadera para después terminar en una falda de capa, muy vaporosa. Evidentemente no me quedaba igual de bien que a su dueña, pero me gustaba. Simplemente había que meterlo un poco de hombros, ya que al tener menos pecho me hacía bolsas en esa zona, y listo. Emily insistió en que me lo arreglaba ella y que al día siguiente, en la fiesta de la playa me lo daba.
Por suerte teníamos el mismo número de pie y me pudo dejar unas bailarinas negras. Ni se me pasó por la cabeza siquiera el hecho de ponerme tacones, ¡qué horror!
- Bella, ¿que te vas a hacer en el pelo?
- Uhmmm, no sé, sabes que mi pelo es difícil, lo más fácil y cómodo para mí sería llevarlo recogido.
- Si, tal vez, pero no te hagas una coleta, hazte un moño bajo, algo sencillo pero diferente. Ah, y date un poco de maquillaje.
- Sí, lo había pensado – yo nunca, nunca me maquillaba, pero el sábado quería estar perfecta – de todos modos, con esto...- dije señalando mi ortodoncia.
- ¿Qué le pasa a tu ortodoncia? - Emily me miró con una cara que no supe descifrar – Oh, ya entiendo – y abrió mucho los ojos – ¡estas preocupada por si el chico que te va a llevar al baile te besa!
¿Qué? A ver, una cosa es que Edward vaya a llevarme al baile y otra cosa es que quiera besarme...Bueno, también me parecía un sueño imposible que me invitara a ir con él...y al final se ha hecho realidad...Oh, espera, y si intentara besarme, yo...oh, madre mía, sería mi primer beso...no, definitivamente Edward no puede besarme a mí, él ha estado con muchas chicas y yo...yo no tengo experiencia, él no va a querer besarme...¿o sí?
- Bella, respira. Eso es, para seguir viviendo es necesario que el aire entre a los pulmones, ¿ok?
- Sí, sí, ya...todo controlado. No, no está todo controlado, y si intenta besarme...yo no se qué hacer y...
- Schhhh, calma. Ese chico te gusta mucho, ¿no? - asentí débilmente – Bueno, pues si eso pasa, si intenta besarte y tu quieres corresponderle, simplemente cierra los ojos y dejate llevar. Tu cuerpo sabrá reaccionar. Créeme.
Después de que mi cara recuperara su color natural, salimos al salón de la casa. Estaba Jake con Sam, que al parecer había llegado ya de sus tareas.
- Hey, Bells, ¿que tal? - dijo abrazándome.
- Bien, Sam, estaría mejor si mis pies tocaran el suelo – dije riéndome.
- ¡Sam! ¡No me lesiones a Bella, que tiene una cita el sábado! No puede llegar con una pierna escayolada – le gritó Emily al tiempo que me bajaba al suelo.
- Oh, Bella, eso es cierto, tienes una cita...
- Sam, creo que tengo que irme, con Jake, tenemos que contarnos muchas cosas, asi...que me...voy.
- Vale, lo he entendido, de todos modos me enteraré igual aunque tu no me lo cuentes...- dijo riéndose.
- ¡Sam!
Fue lo último que escuché cuando salí de su casa. Fuimos caminado en un cómodo silencio hasta la playa. No me había dado cuenta de que ya estaba atardeciendo. El espectáculo era precioso. Parecía una postal. Ah, si alguna vez pudiera venir aquí con Edward...
- Así que Cullen, ¿no? - preguntó Jake. Así me gusta, Jake, directo y sin anestesia.
- Sí, parece ser que ha habido una conjunción astral o una alineación de planetas...o simplemente se ha cumplido un sueño...
- Bella...¿estás segura de que te quieres mezclar con ese tipo?
- Sí – dije en un susurro.
- Bella, se ha liado en tu cara con medio instituto, ¡apuesto a que no sabía que existías hasta hace dos días! Y ahora de repente...quiere salir contigo...no sé, hay algo en esta historia que no me cuadra.
- Jake, me gusta Edward Cullen desde que tengo uso de razón, no mates mi alegría, por favor.
- Perdona, cielo, es que...yo no soportaría que ese...niñato te lastimara.
- Jake, no es un niñato, tiene la misma edad que tú.
- Bells, he dicho niñato por no decir una palabra malsonante.
- Jake - Dije mientras rodaba los ojos – No tiene por qué pasar nada malo, es un baile, punto. Igual después del baile vuelve a...ignorarme – dije con tristeza.
- Mira, si hace eso es un imbécil. ¡Agh!
- ¿Que te pasa? - vi cómo se adelantaba unos pasos y se sentaba en la arena.
- Bella, es que...¿qué pasa? ¿En el instituto de los rostros pálidos son todos estúpidos?
- ¿Por qué dices eso?
- Cielo, no soporto ver como te tratan mal esos imbéciles, ¿por qué se meten contigo? ¿Acaso no ven lo buena persona que eres?
- No, parece ser que solo ven los brakers y las gafas – bromeé.
- No, Bells, no tiene gracia, ¿por qué no te vienes al instituto de la reserva?
- Jake – empecé a reírme.
- No, te lo digo en serio, ¿acaso ves que me ría? Aquí conoces a todos los chicos, te quieren un montón. No veo nada de malo a que te cambiaras de escuela.
- Jake, no pasa nada...intentan herirme con las palabras, pero las palabras se la lleva el viento. Además puede que mi cita del sábado no sea un completo error y puede que cambie mi vida para siempre. Vete tu a saber.
- Mira, si me entero de que ese Cullen te hace daño...yo...va a agradecer que tenga un padre médico.
- ¡Jake! ¡No seas bruto! Venga, vámonos, que me tengo que ir. Mañana nos vemos, pecho lobo – dije sacándole la lengua.
- Ja,ja, graciosa.
No le conté nada de lo sucedido en el día de hoy en la escuela. Ni las risitas tontas ni los chismes a mis espaldas. Conozco a Jake, y se que puede llegar a ser muy impulsivo, así que mejor no tentar a la suerte.
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CAPITULO 7 - NOCHE EN EL BAILE
El viernes en el instituto pasó tranquilo. No hubo ni rastro de Tanya, ni de Rosalie, ni de...Edwrad, muy a mi pesar este último. Espero que no se haya arrepentido...
Llegué a casa, me duche, me cambié de ropa y esperé pacientemente a Charlie. Hoy era la fiesta de Billy. Tenía muchas ganas de ver a todos los amigos de Jake.
La verdad es que todos eran muy amables conmigo. La única que era más reacia a mi presencia era Leah, pero por lo general era así de seca con todo el mundo. O al menos eso me parecía a mi.
Me sentía realmente bien entre ellos. Allí mi timidez se reducía hasta casi desaparecer. Ojalá pudiera ser así en el instituto para que todos conocieran a la autentica Bella y no a Isabella...
Charlie llegó al rato, se aseó y se quitó el uniforme y fuimos hacia la Push en el coche patrulla. Se notó que no íbamos en mi trasto porque llegamos mucho antes y sin hacer ningún ruido. Cuando estábamos aparcando la puesta de sol empezó a caer.
Hacía buena noche, por lo que decidimos cenar en la playa. Los chicos habían encendido unas fogatas y el espectáculo era maravilloso. Debido al salitre de la madera las llamas de las fogatas eran de un color azul verdoso muy intenso, realmente muy bonito.
- ¡Bella! - me saludó Seth. Seth era de los chicos más jóvenes del grupo, unos 13 años, si no recordaba mal, aunque por tamaño...¿Aquí qué comen? Era muy cariñoso y no podía estar quieto más de dos minuto en el mismo sitio. Además comía como si tuviera dos estómagos.
- Hey, Seth, ¡has crecido! - dije poniéndome a su lado para comprobarlo. ¿Qué les pasaba a los chicos Quileute? Crecían como locos.
- Si, casi 1,70 – dijo con orgullo y sacando pecho.
- Madre mía, ¡cuando tengas un par de años más te van a tener que ampliar la cama! - le bromeé.
- ¡Bellaaaa! - dijeron al unísono Quil, Embry y Paul. Iban siempre juntos a todos los sitios. Estaban todo el día gastándome bromas y picándose entre ellos – Por mucho que te estires no vas a crecer más – bromeó Embry.
- Ja, ja – le respondí con sarcasmo – no te metas conmigo, Embry, soy mayor que tú.
- ¿Mayor? Será en edad porque en tamaño...- malditos niñatos. El que menos me sacaba una cabeza.
- Chicos, no os metais con Bella – oh, Jake, mi salvador.
- Gracias, Jake – dije abrazándole y haciendo pucheritos.
- Puaj, ¡no os pongáis pegajosos! - gritó Seth poniendo cara de asco.
- Venga, vamos a cenar, esta todo listo – dijo Jacob mientras me arrastraba hacía una de las fogatas.
Me encantaban esas cenas. Los jóvenes nos sentábamos alrededor de las fogatas mientras que nuestros padres se sentaban en las mesas que se sacaban al exterior para la ocasión. Los chicos contaban historias de todo tipo a la luz de las llamas mientras comíamos, bueno, yo comía, ellos devoraban.
Esta noche se empeñaron en ponerse en evidencia unos a otros. Contaban los momentos más vergonzosos que habían pasado últimamente.
- Y entonces la chica llegó, se puso frente a Paul e intentó coquetear con él, pero al pobre le dio un ataque de pánico y le escupió toda la bebida que tenía en la boca directamente a la cara – contaba Quil – teníais que haber oído como chillaba la chica – dijo mientras se tiraba literalmente por el suelo.
- Sí, pero eso no es lo mejor, después del chapuzón de coca-cola que le dio a la pobre chica, siguió persiguiéndola por todo el centro comercial con un pañuelo en la mano para ver si todavía le daba su número – siguió Embry riéndose a carcajadas.
- No me lo puedo creer – dije sobándome la tripa. Me dolía el estómago de reirme.
- Vale, vale, Quil, no me tientes o cuento la que liaste la última vez que fuiste a comprarte ropa – dijo muy serio Paul.
- ¡Oh! ¡No, que vergüenza!
- Sí, te lo has ganado, ahora se lo contaré a todos – sonrió maliciosamente Paul – Como todos sabreis, a Quil le gusta Kim – nos miró a todos – el pequeño – le puso un brazo por los hombros – se decidió y la invitó a salir. Fue a comparase ropa para la cita y se fue a meter a un probador sin comprobar si estaba ocupado y...¡tachán! ¿Quién estaba dentro semi-en-pelotas? ¡La dulce de Kim! - dijo partiéndose de risa – Una vez que se vistió le persiguió por toda la tienda dándole bolsazos – y estalló en carcajadas.
- Pero eso no fue todo – continuó Jake – en los probadores de al lado había una tierna abuelita que presenció toda la escena. Casi llama a los policías porque creyó que Quil era un pervertido que estaba acosando a Kim – más risas.
- Vale ya, ¿no? ¿Que hubiera pasado si hubiera llamado a la policía? ¡Tendría antecedentes por acosador antes de los 18! - respondió Quil con cara de miedo.
- Y todos no reímos más fuerte aún. La noche siguió con las mismas conversaciones. Lo agradecí en el alma. Tenía que despejar la mente, relajarme, pasármelo bien. Tenía un nudo en el estómago porque cada minuto que pasaba estaba más y más cerca de mañana. Mañana, el gran día. Mi primer baile. Y con Edward.
- Hey, Bella,¿ estás con nosotros? ¿Aquí? ¿En la tierra? - me bromeó Jake.
- Eh...¡si! Estaba pensando...
- Ven, vamos a dar una vuelta – me tendió la mano para ayudar a levantarme.
- Eh, ¡no hagáis cochinadas por ahí!
- ¡Paul! - le grité.
Fuimos hacía un lugar apartado de la playa y nos sentamos en un tronco caído que hacía las veces de asiento.
- Venga, suéltalo, ¿qué te pasa? - preguntó.
- Nada.
- Bells, te conozco, te pasa algo.
- No, no es nada. Nervios por el baile, supongo.
- Ah, claro. Mira, Bella, no pasa nada, si ese Cullen te hace algo le haré una caricia con mi mano, no te preocupes – dijo extendiendo una sonrisa por su cara.
- ¡Jacob! ¡No seas burro! No me preocupa Edward, sino...los demás.
- ¿Por qué? ¡No les hagas caso! - dijo como si fuera obvio.
- Ya, ¿pero y si se empiezan a reír de mi y Edward me deja plantada en medio del baile? - esa posibilidad ya la había sopesado.
- Bella, nadie tiene por qué meterse contigo, ¡vas a ir preciosa!
- Ya, lo dices sólo para animarme, Jake, no soy ciega, sólo miope, lo que quiere decir que cuando me miro en el espejo por desgracia me veo. Veo que tengo este pelo, que no puedo hacer nada con él, estas gafas, que si me las quito no veo un huevo y este aparato – abrí la boca y me señalé – que del tiempo que le llevo se me va a oxidar – tomé aire, lo había dicho todo de carrerilla – y no me vengas con que soy muy buena persona, que lo que vale es el interior y todo ese rollo que me soltáis cuando me deprimo...
- Wow, respira – me miró con los ojos muy abiertos - Mira, yo no te lo digo para animarte. Tu, en tu estilo, eres hermosa, y cuando te digo que eres buena y que eres un cielo te lo digo de corazón. Son ellos los que no merecen la pena.
- Ya...¿y si llego mañana y Edward me mira detenidamente, se da cuenta de que yo no pego ni con cola con él y me deja plantada en mi casa?
- Bueno, tienes la suerte de tener un padre policía – le miré sin entender – si te ofende delante de él puede hacer uso de su pistola – y volvió a ensanchar la sonrisa.
- Que cavernícola eres, Jake.
- No, Bella, cavernícola él si no se molesta en conocerte. Si sólo ve la carcasa y no se molesta en descubrir tu interior...
- Gracias, Jake, no se que haría sin ti – y le abracé.
El abrazo no duró mucho, empecé a oír pasos y murmullos cuando todavía tenía la cabeza en el hombro de Jacob.
- Puaj – dijo Seth – ¡no hagáis ciertas cosas delante de mí. Soy joven y fácilmente corrompible. ¿sabeis?
- Buscad un hotel o algo así, acabamos de cenar – dijo Quil.
- Cállate, acosador de nenas – le grité de broma.
- Oh, golpe bajo, amigo – palmeó en su hombro Paul mientras todos reíamos.
Bien pasada la medianoche decidimos volver a casa. Mañana Charlie se iría pronto de pesca con Harry y no quería acostarse muy tarde.
- Bella – me llamó Jake – yo...mira si mañana pasa algo...
- Jake, de verdad no te preocupes...mo tiene por qué pasar nada...
- No, mira mañana no me moveré de aquí, si me necesitas por cualquier cosa me llamas, ¿vale?
- Vaaale, papá – me reí – te quiero – y le di un beso en la mejilla.
- Y yo a ti.
Con Jacob no me avergonzaba demostrarle todo el afecto y el cariño que sentía hacia él. Él simplemente hacía que sintiera la necesidad de decirle en voz alta mis sentimientos.
Nos metimos en el coche y me aseguré de que el vestido que me había prestado Emily no se arrugara demasiado.
Uf, que nervios, pensé. Creo que esta noche no voy a pegar ojo.
Ese sábado me levante temprano. Aún así mi padre ya se había ido de pesca, pero me había prometido que llegaría a tiempo para cuando viniera Edward a recogerme. Me miré en el espejo. Bien, tenía dos preciosas ojeras, notese el sarcasmo, debajo de mis ojos.
Bajé, desayuné algo rápido y me dispuse a recoger un poco la casa. Lo hice relativamente rápido. ¿Ahora que hago para entretenerme y no terminar de morderme los muñones que tengo por dedos? Sí, cuando me ponía nerviosa me mordía las uñas y para entonces lo único que tenía eran los dedos pelados.
Debería llamara Reneé, pensé. Con todo el ajetreo de esta semana no había hablado con ella, ni le había contado lo de mi baile. Se pondría contenta de que al fin lograra un poco de vida social. Comprobé la hora, ya que al vivir en Phoenix los horarios no cuadraban. En Phoenix sería una hora decente así que probé suerte y llamé.
- ¿Sí? - respondió al segundo tono. Raro en mi madre.
- ¡Mama! ¿Qué tal?
- Bella, hija, bien, todo bien, ¿Y tú? - se oía como jaleo.
- Eh...¿te pillo en mal momento?
- No, para nada, estaba intentando hacer una cena...- espera, ¿mi madre cocinando?
- Eh, mamá, ¿te has asegurado de que cerca de tu casa haya un parque de bomberos?
- ¡Bella! Tampoco cocino tan mal – ahogué unas risas – Bueno, se me ha quemado el pescado del horno y se me ha pegado el refrito, así que... llamaré al chino.
- Eres un caso – dije riéndome – ¿y por qué tanto preparativo para cenar? Tú siempre comes cosas pre cocinadas, ¿me pregunto por qué? - volví a reír.
- Bueno, hija...- titubeó. ¿Mi madre titubeando? - yo...tengounacita – dijo todo junto.
- Mamá, me alegro mucho, de verdad, bueno, ¿qué tal es?
- A ver...Es entrenador de beisbol, es cinco años más joven que yo y es un encanto – me dijo feliz.
- Bien, me alegro, espero que todo salga como deseas – realmente me alegraba por mi madre. Y esperaba que Charlie algún día conociera al alguien, pero por desgracia mi padre seguía enamorado de mi madre.
- Sí, eso espero, ¿bueno y tu? ¿Que tal los chicos?
- B...bien, espero.
- ¿Como que esperas? ¿Ahí algo por ahí?
- Eh...puede.
- ¿Cómo que puede? Hija, o lo hay o no lo hay. Desembucha – por eso no trataba a mi madre como madre, sino más bien como amiga.
- Bueno...voyairalbaileconedwardcullen – y solté el aire que había retenido.
- Ahhhh! - gritó, al parecer ella si que entendía el idioma de una chica histérica – ¿El bombón del instituto te ha invitado? Lo sabía, sabía que eras una rompecorazones.
- ¡Mamá!Es solo el baile...
- Por algo se empieza. ¿Qué te vas a poner? ¿Va a ir al buscarte a casa? Oh, ¡qué pregunta tan estúpida, ¡claro que te buscará! ¿Le has besado ya?
- ¡Mama! - no pude evitar sonrojarme ante la última pregunta – Me voy a poner un vestido que me ha dejado Emily, va a venir a buscarme a las 7 y no...no me ha besado – dije lo último en un susurro.
- Bella, ¡lo que daría por estar contigo y ayudarte a arreglarte!
- Mama, solo es un baile...- repetí. Vamos, como si salir con Edward esta noche llevara a casarme con él.
- No, no es un simple baile, vas a ir con el chico que te gusta, porque te gusta, se nota...esta noche puede ser muy especial. Hija, toma precauciones – dijo con un tono mortalmente serio.
- ¡Mama! - menos mal que estaba sola en casa porque mi cara tomó un peligroso tono rojo que se extendía casi hasta mi cuello.
- Bueno, yo que tu iba preparada por si acaso, nunca se sabe.
- Esto...mama, ¿no tenías una cita? Llama al chino, se te va a hacer tarde – ¡Quería acabar con esa conversación ya! No me gustaba ni un pelo el matiz que estaba tomando.
- Uy, si, hija, bueno, mañana te llamo y me cuentas todo con pelos y señales – hizo hincapié en todo.
- De acuerdo mamá, un beso.
- ¡Ciao, cariño!
Si hubiera seguido con la conversación me podría haber dado una charla de educación sexual por teléfono. Hay padres que les cuesta hablar de sexo con los hijos, pero definitivamente mi madre no era uno de ellos.
Decidí preparar la cena de mi padre para matar tiempo. Decidí hacer algo elaborado, que me llevara mucho tiempo, para así poder ocupar mi mente. Salmón relleno al horno y un bizcocho casero. Esta noche Charlie se chupará los dedos, pensé.
Cuando me quise dar cuenta eran ya las cinco, por lo que me empecé a arreglar. A ver, yo evidentemente no era muy dada a las fiestas ni a salir, tampoco sabía qué hacer con mi pelo...
Me metí en la ducha y me lavé el pelo con mi champú de fresas, dejé que el agua caliente me relajara. Entre la tensión de los nervios y la noche anterior sin poder pegar ojo me dolía toda la espalda.
La puerta de la entrada sonó.
- Bella, ya he llegado – mi padre, ¿quien sin no?
- ¡Vale, me estoy arreglando! - chillé desde mi habitación.
Me miré en el espejo de nuevo. Me sequé el pelo por completo, intentando dejarlo casi liso, aunque fallé en el intento. Con la poca maña que disponía me hice un moño bajo que no me quedó muy mal y que serviría para disimular mi alocada cabellera encrespada.
Cogí el escaso maquillaje del que disponía, cortesía de Renée, y me disimulé un poco las ojeras. Me di rimmel, aunque con las gafas apenas se me notara, y un poco de brillo en los labios, pasé del colorete por razones obvias. Bueno, en poco más de una hora tendría a Edward Cullen en mi casa.
¿Y si no venía? ¿Y si todo era una broma de mal gusto? No, él no era así. Él no podía ser así.
Respiré hondo. Bella, relájate. Y deja de pensar.
Saqué el vestido de la funda y me lo puse. No es que me apasionara el rosa, pero ese color me gustaba cómo se veía con mi piel. Además, Emily lo había dejado bastante decente.
Volví a mirarme en el espejo. Definitivamente esta noche me iba a desgastar de tanto mirarme. El reflejo que me miraba mostraba una Bella algo mejorada, pero sin milagros, evidentemente. Mis gafas y mis brakers seguían ahí. Las gafas no me las podía quitar, si con gafas tropezaba, sin ellas...y mi ortodoncia estaba pegada a conciencia, tal vez unos alicates de Charlie...
El timbre me sacó de mis pensamientos y de mis ideas de bombero. Por dios, ¿cuanto tiempo he estado pensando estupideces delante de mi espejo?
- Buenas tardes, jefe Swan – ah, la voz de mis sueños, en mi cocina, ¡en mi casa!
Tropecé tres veces antes de llegar a la puerta de mi habitación. Respiré lentamente antes de bajar las escaleras. Quería ir al baile, no a urgencias. Cuando giré para descender por el segundo tramo de escaleras y le vi se me fue el aire de los pulmones.
Estaba...precioso. Simplemente. Llevaba un traje negro que contrastaba con su piel pálida y una camisa blanca, perfecto. Él era el chico perfecto. Y esta noche era para mi. Bajé las escaleras sin contratiempos, gracias al cielo, y llegué a su lado.
- Hola – susurré tímidamente.
- Hola, Isabella, te ves muy...bien – me sonrojé al instante.
- Gracias. Tu estás...perfecto – mi padre carraspeó.
- Bueno, chicos, deberíais marcharos ya, no queréis llegar tarde, ¿no? - a mi padre se le veía claramente incómodo ante esta situación.
- Sí, claro – contestó Edward – ¿vamos? - me preguntó.
- A-ha – vaya verborrea, Bella.
Me abrió la puerta para salir. Oh, todo un caballero. Y me volvió a abrir la puerta del copiloto de su magnífico Volvo.
Al entrar su aroma me envolvió. Sí, además de ser perfecto en todos los sentidos, Edward tenía un característico dulce olor que me volvía loca. Es decir, no era ningún perfume, ni ninguna colonia, simplemente era su esencia, su piel olía así.
Ni en mis mejores sueños. No podía creer que estuviera con él en su coche. Y pensar que hasta hace un rato dudaba de que él viniera a buscarme. Que tonta me sentía ahora.
- Realmente te ves diferente, Isabella, te sienta bien ese vestido – parecía sincero.
- Gracias – seguimos con el despliegue de palabras. Va a pensar que se te han caído las neuronas en la bañera, tonta.
El resto del viaje le hicimos en un cómodo silencio hasta el parking del instituto. Me abrió la puerta del copiloto para ayudarme a salir y me tendió la mano. Dudé en cogerla, pero me miró y me sonrió, así que la acepté de buena gana.
Al tocarle mil descargas eléctricas se expandieron por mi mano, cómo el otro día en el laboratorio, sólo que esta vez mucho mas intenso, lejos de ser desagradable, me dejó una sensación de cosquilleo ahí donde su mano había acariciado la mía. Él pareció notarlo e hizo una mueca por lo que me apresuré a retirar la mano rápidamente. Miré alrededor, por si me tenía que asustar por alguna visita inesperada, pero no. El parking estaba ocupado hasta la mitad de coches, debería de haber mucha gente dentro ya.
- Isbella, antes de entrar me decirte algo – dijo relativamente cerca de mi cara por lo que su aliento me acarició de lleno. Mi corazón se aceleró al instante.
- Dime.
- No, aquí no, vamos dentro, a un lugar apartado.
Vale, Bella, calmate y respira, sobre todo respira, no te vayas a desmayar antes de tiempo por la falta de aire. ¿Qué querría decirme? ¿Por qué a un sitio apartado? Yo...o por Dios, no irá a...¿besarme por ejemplo? Empecé a hiperventilar en silencio.
Llegamos a la zona de las taquillas, en el pasillo principal. Estaba desierto, ni un alma. Y un poco oscuro, las luces de esta área estaban apagadas, por lo que estábamos iluminados por las luces de los pasillos más próximos. Mejor.
- Isabella...yo...- ¿Edward Cullen nervioso? Eso es nuevo – yo quiero decirte...
- ¿Si? - empecé a impacientarme.
- Mira, quiero que sepas...que yo no tengo nada en contra de ti – mi cara debía de ser un poema. No entendí.
- ¿Que? No...te...entiendo.
- Mira, Isabella, pase lo que pase quiero que sepas que yo no tengo nada en contra de ti, yo...mi intención no es hacerte daño, te lo juro.
- ¿Qué?
Y entonces se acercó peligrosamente a mi boca. No entendía nada. Primero me dice que no quiere hacerme daño y ahora va a...¿besarme? Oh, dios, ¿que hago? Bien, hice lo que me dijo Emily, cierra los ojos y disfruta.
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EN EL PRÓXIMO CAPITULO
- Yo...yo lo siento...de verdad...no...entiendo. Supongo que...estarás furiosa con...migo - le dije a Rose.
- ¿Contigo? - me miró como si tuviera dos cabezas – ¿Contigo por qué?
. No...no sé, esta semana...me mirabas enojada y yo...no se...Me avisaste y no te hice caso...supongo que eso aumenta tu enfado contra mí – dije mientras me apretaba más la bolsa de hielo contra la mejilla.
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Hola!
Como voy viendo la historia no es bienvenida pero voy a seguir publicándola hasta terminar .... ya que la autora me dio el permiso, es lo menos que puedo hacer :D
En unos días seguiré con los demás capítulos .... bueno si tengo tiempo capas que suba dentro de un rato otros mas! :D
LA HISTORIA PERTENECE A "ATENEA85" ELLA ME DIO PERMISO PARA PUBLICAR AQUÍ EN INMORATL-LOVE ESPERO LES GUSTE
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CAPITULO 6 - ASÍ QUE CULLEN, ¿NO?
Llegué a mi casa lo más rápido que me dejó mi trasto, que no pasaba de 80 km/h cuesta abajo, tiré mi mochila y mis cosas en la silla de la cocina y volví a mi camioneta.
El camino hacia la reserva Quileute no era excesivamente largo. Unos 20 kilometros de Forks, más o menos. El paisaje que se extendía al ir llegando a la reserva era magnífico. La playa de La Push era una hermosísima playa en forma de media luna y con unos acantilados a los lados. Era majestuosa.
No había terminado de llegar al garaje de Jake cuando ya estaba en la puerta dándome la bienvenida. El rugido de mi trasto avisaba siempre de mi llegada.
- ¡Bells! - dijo mientras corría hacia mí para abrazarme.
- Jake...no...res...piro.
- Oh, ¿perdona, estas bien? - este chico crecía por momentos, en todos los aspectos, no hacía tanto que le había visto y podría jurar que me sacaba unos 5 o 6 cm más de altura que la última vez, a parte del volumen de sus brazos.
- Sí, estoy bien, ahora que el aire llega a mis pulmones – bromeé – Jake, ¿tu que desayunas? - dije señalando sus brazos.
- Bells, esto es genética, preciosa – presumido – además, sabes que descendemos de los lobos, y los lobos son...fuertes – dijo cogiéndome en volandas.
- Vaaale, vale, Jake, mareooo - dije sujetandome las gafas.
- Esta bien, esta bien, por esta vez te dejaré de una pieza – dijo revolviéndome el pelo.
- Gracioso – le saqué la lengua.
Cuando miraba a Jake veía en él a un ser simplemente hermoso. En todos los sentidos. Era un alma limpia, siempre me aconsejaba bien, me daba ánimos cuando le contaba mis problemas en la escuela y cuando le pedía algo, se ofrecía sin más. Y físicamente era muy atrayente, no es que mi amigo me gustase, pero vamos, soy una chica y hay que reconocerlo, Jake era bello. No tan bello como Edward, que era una belleza diferente, más delicada. Jake tenía una belleza más...salvaje. Tenía el pelo largo y liso que casi siempre se recogía en una coleta. Y su complexión crecía cada vez más. Era increíble como un chico de 16 años podía tener esa musculatura. Era de espaldas anchas y brazos bien formados, y sus abdominales parecían literalmente una barra de chocolate. Además su tono de piel marrón rojizo le hacía parecer más exótico y por lo tanto más atrayente.
- Bella, despierta, ¿en qué piensas? - me preguntó Jake mientras le miraba fijamente – Es de mala educación mirar fijamente a la gente – dijo mientras se reía.
- Ja, ja. No, te estaba mirando y simplemente estaba pensando que eres hermoso – sí, a Jake le podía decir ese tipo de cosas sin sonrojarme, era mi hermano.
- Bella, de verdad, ¿te encuentras bien? - preguntó fingiendo preocupación.
- Eres tonto Jake, te estoy haciendo un cumplido y tu te lo tomas a gracia.
- Oh, gracias, Bells, vas a conseguir que me sonroje – dijo imitando mi tono de voz cuando me ruborizaba.
- ¡Idiota! En serio, seguro que en el instituto hay un montón de chicas detrás de ti.
- Totalmente equivocada. Sólo debo de resultar atractivo a los rostros pálidos. Para los de aquí soy uno más. No hay mucha diferencia entre unos y otros.
- Entonces las chicas Quileutes son tontas, porque no ven lo que tienen delante.
- Bella, para, que me voy a sonrojar de verdad.
Le di un golpe en el estómago, en el que por cierto la única que se hizo daño fui yo, mientras entrábamos en su casa.
- Hola Billy – era el padre de Jake, se quedó en silla de ruedas hace unos años por un accidente de coche.
- ¡Bella! Hacía tiempo que no venías a verme.
- Sí, he estado un poco liada, los exámenes, ya sabes.
- Bueno, pequeña, pronto tendrás vacaciones.
- Uf, sí.
- Bella, ¿que te parece si vamos ahora a la casa de Emily? Así si termináis pronto podemos dar un paseo por la playa, hace muy buena tarde, ¿qué te parece?
- Perfecto. Vamos.
La casa de Emily se encontraba a unos 200 metros de la casa de Jake, cerca de un riachuelo que desembocaba cerca de la playa. La casa, al igual que todas las de la reserva, era hermosa. Con su típico color rojizo, de madera y de un solo piso.
Tocamos al timbre y a los dos segundos apareció Emily. También era hermosa, Eh, ¿que pasa? ¡Aquí todo el mundo era guapo menos yo! No era justo. Tenía el mismo pelo negro que Jake, también lacio y con un brillo envidiable. Sus ojos eran de un color negro aceituna y su piel también era rojiza. Cuando sonreía mostraba sus dientes blancos, perfectos.
- Hey, Bella, ¿qué tal? Ya me ha hablado Jake de tu cita del sábado, he sacado algunas cosas que te pueden quedar bien – me dijo mientras me abrazaba y pasábamos al interior de la casa.
- ¿Qué tal todo, Emily? ¿Y Sam? - dije mirando la estancia. Sam era el marido de Emily. No eran excesivamente mayores que nosotros. Emily tenía 19 años y Sam 20. Parece ser que en la tribu se casaban muy pronto.
- A Sam le he mandado a hacer unos recados, ya va siendo hora de que me eche una mano con las tareas de la casa, ¿no crees? - dijo en tono divertido.
- Eso es, Emily, conviértele en un calzonazos – dijo Jake mientras no paraba de reir.
- No es ser un calzonazos, a eso se le llama cooperar.
- Sí, lo que tu digas.
- Bueno, Bella, ¿quieres comer algo? - preguntó Emily.
- No, gracias.
- Bueno, ¿al menos un refresco?
- Vale, eso esta bien.
- Bueno, pues vamos a mi habitación, vamos a probarte vestidos. Y tú – dijo señalando a Jake – te quedas aquí, como vea que asomas esa linda nariz a mi cuarto...
- Vale, vale, seré una estatua, no me moveré de aquí – murmuró.
- Calzonazos – dije mientras tosía.
- ¡Te he oído! - Gritó cuando ya habíamos llegado a la habitación de Emily.
- Tu si que sabes mantenerlos a raya, ¿eh? - me reí.
- Sí, con los hombres debe de ser así. Tienes que lograr que coman de tu mano. Es mucho más fácil.
No pude evitar reirme. Emily era encantadora, pero más les valía a Sam y a sus amigos no pasarse un poco de la raya. Una vez vi enfadada a Emily y en ese momento creí posible la leyenda de los quileutes, la que dice que descienden del lobo. Daba miedo...me podía recordar a Rosalie...
- Bueno, baile de fin de curso, ¿no?
- Sí, eso parece.
- Vas...con un chico – dijo pícaramente.
- Obvio.
- Esta bien, vamos a ver...
Empezó a sacar vestidos. Era increíble la cantidad de ropa que tenía. Y yo que hace años creí que la vida en la reserva debía de ser aburrida. Me equivocaba. Los vestidos eran hermosos, pero cuando me los probaba siempre me quedaban grandes de algún lado o simplemente enseñaban mucha piel. Me sentía un poco cohibida al mostrar mi piel. Era pálida y por lo tanto nada bonita. Además no estaba acostumbrada a lucir mucha piel, con el frío que hacía en Forks...Eso y que el cuerpo de Emily no era el mio, evidentemente, ella tenía las curvas justas donde las tenía que tener, en cambio yo...era flojucha, flaca...en fin...
Nos quedaba un último vestido. Era un poco más antiguo, pero no por ello menos bonito. Era de un color rosa pálido con cuello de barco y unas sutiles mangas de gasa. Era ajustado hasta la cadera para después terminar en una falda de capa, muy vaporosa. Evidentemente no me quedaba igual de bien que a su dueña, pero me gustaba. Simplemente había que meterlo un poco de hombros, ya que al tener menos pecho me hacía bolsas en esa zona, y listo. Emily insistió en que me lo arreglaba ella y que al día siguiente, en la fiesta de la playa me lo daba.
Por suerte teníamos el mismo número de pie y me pudo dejar unas bailarinas negras. Ni se me pasó por la cabeza siquiera el hecho de ponerme tacones, ¡qué horror!
- Bella, ¿que te vas a hacer en el pelo?
- Uhmmm, no sé, sabes que mi pelo es difícil, lo más fácil y cómodo para mí sería llevarlo recogido.
- Si, tal vez, pero no te hagas una coleta, hazte un moño bajo, algo sencillo pero diferente. Ah, y date un poco de maquillaje.
- Sí, lo había pensado – yo nunca, nunca me maquillaba, pero el sábado quería estar perfecta – de todos modos, con esto...- dije señalando mi ortodoncia.
- ¿Qué le pasa a tu ortodoncia? - Emily me miró con una cara que no supe descifrar – Oh, ya entiendo – y abrió mucho los ojos – ¡estas preocupada por si el chico que te va a llevar al baile te besa!
¿Qué? A ver, una cosa es que Edward vaya a llevarme al baile y otra cosa es que quiera besarme...Bueno, también me parecía un sueño imposible que me invitara a ir con él...y al final se ha hecho realidad...Oh, espera, y si intentara besarme, yo...oh, madre mía, sería mi primer beso...no, definitivamente Edward no puede besarme a mí, él ha estado con muchas chicas y yo...yo no tengo experiencia, él no va a querer besarme...¿o sí?
- Bella, respira. Eso es, para seguir viviendo es necesario que el aire entre a los pulmones, ¿ok?
- Sí, sí, ya...todo controlado. No, no está todo controlado, y si intenta besarme...yo no se qué hacer y...
- Schhhh, calma. Ese chico te gusta mucho, ¿no? - asentí débilmente – Bueno, pues si eso pasa, si intenta besarte y tu quieres corresponderle, simplemente cierra los ojos y dejate llevar. Tu cuerpo sabrá reaccionar. Créeme.
Después de que mi cara recuperara su color natural, salimos al salón de la casa. Estaba Jake con Sam, que al parecer había llegado ya de sus tareas.
- Hey, Bells, ¿que tal? - dijo abrazándome.
- Bien, Sam, estaría mejor si mis pies tocaran el suelo – dije riéndome.
- ¡Sam! ¡No me lesiones a Bella, que tiene una cita el sábado! No puede llegar con una pierna escayolada – le gritó Emily al tiempo que me bajaba al suelo.
- Oh, Bella, eso es cierto, tienes una cita...
- Sam, creo que tengo que irme, con Jake, tenemos que contarnos muchas cosas, asi...que me...voy.
- Vale, lo he entendido, de todos modos me enteraré igual aunque tu no me lo cuentes...- dijo riéndose.
- ¡Sam!
Fue lo último que escuché cuando salí de su casa. Fuimos caminado en un cómodo silencio hasta la playa. No me había dado cuenta de que ya estaba atardeciendo. El espectáculo era precioso. Parecía una postal. Ah, si alguna vez pudiera venir aquí con Edward...
- Así que Cullen, ¿no? - preguntó Jake. Así me gusta, Jake, directo y sin anestesia.
- Sí, parece ser que ha habido una conjunción astral o una alineación de planetas...o simplemente se ha cumplido un sueño...
- Bella...¿estás segura de que te quieres mezclar con ese tipo?
- Sí – dije en un susurro.
- Bella, se ha liado en tu cara con medio instituto, ¡apuesto a que no sabía que existías hasta hace dos días! Y ahora de repente...quiere salir contigo...no sé, hay algo en esta historia que no me cuadra.
- Jake, me gusta Edward Cullen desde que tengo uso de razón, no mates mi alegría, por favor.
- Perdona, cielo, es que...yo no soportaría que ese...niñato te lastimara.
- Jake, no es un niñato, tiene la misma edad que tú.
- Bells, he dicho niñato por no decir una palabra malsonante.
- Jake - Dije mientras rodaba los ojos – No tiene por qué pasar nada malo, es un baile, punto. Igual después del baile vuelve a...ignorarme – dije con tristeza.
- Mira, si hace eso es un imbécil. ¡Agh!
- ¿Que te pasa? - vi cómo se adelantaba unos pasos y se sentaba en la arena.
- Bella, es que...¿qué pasa? ¿En el instituto de los rostros pálidos son todos estúpidos?
- ¿Por qué dices eso?
- Cielo, no soporto ver como te tratan mal esos imbéciles, ¿por qué se meten contigo? ¿Acaso no ven lo buena persona que eres?
- No, parece ser que solo ven los brakers y las gafas – bromeé.
- No, Bells, no tiene gracia, ¿por qué no te vienes al instituto de la reserva?
- Jake – empecé a reírme.
- No, te lo digo en serio, ¿acaso ves que me ría? Aquí conoces a todos los chicos, te quieren un montón. No veo nada de malo a que te cambiaras de escuela.
- Jake, no pasa nada...intentan herirme con las palabras, pero las palabras se la lleva el viento. Además puede que mi cita del sábado no sea un completo error y puede que cambie mi vida para siempre. Vete tu a saber.
- Mira, si me entero de que ese Cullen te hace daño...yo...va a agradecer que tenga un padre médico.
- ¡Jake! ¡No seas bruto! Venga, vámonos, que me tengo que ir. Mañana nos vemos, pecho lobo – dije sacándole la lengua.
- Ja,ja, graciosa.
No le conté nada de lo sucedido en el día de hoy en la escuela. Ni las risitas tontas ni los chismes a mis espaldas. Conozco a Jake, y se que puede llegar a ser muy impulsivo, así que mejor no tentar a la suerte.
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CAPITULO 7 - NOCHE EN EL BAILE
El viernes en el instituto pasó tranquilo. No hubo ni rastro de Tanya, ni de Rosalie, ni de...Edwrad, muy a mi pesar este último. Espero que no se haya arrepentido...
Llegué a casa, me duche, me cambié de ropa y esperé pacientemente a Charlie. Hoy era la fiesta de Billy. Tenía muchas ganas de ver a todos los amigos de Jake.
La verdad es que todos eran muy amables conmigo. La única que era más reacia a mi presencia era Leah, pero por lo general era así de seca con todo el mundo. O al menos eso me parecía a mi.
Me sentía realmente bien entre ellos. Allí mi timidez se reducía hasta casi desaparecer. Ojalá pudiera ser así en el instituto para que todos conocieran a la autentica Bella y no a Isabella...
Charlie llegó al rato, se aseó y se quitó el uniforme y fuimos hacia la Push en el coche patrulla. Se notó que no íbamos en mi trasto porque llegamos mucho antes y sin hacer ningún ruido. Cuando estábamos aparcando la puesta de sol empezó a caer.
Hacía buena noche, por lo que decidimos cenar en la playa. Los chicos habían encendido unas fogatas y el espectáculo era maravilloso. Debido al salitre de la madera las llamas de las fogatas eran de un color azul verdoso muy intenso, realmente muy bonito.
- ¡Bella! - me saludó Seth. Seth era de los chicos más jóvenes del grupo, unos 13 años, si no recordaba mal, aunque por tamaño...¿Aquí qué comen? Era muy cariñoso y no podía estar quieto más de dos minuto en el mismo sitio. Además comía como si tuviera dos estómagos.
- Hey, Seth, ¡has crecido! - dije poniéndome a su lado para comprobarlo. ¿Qué les pasaba a los chicos Quileute? Crecían como locos.
- Si, casi 1,70 – dijo con orgullo y sacando pecho.
- Madre mía, ¡cuando tengas un par de años más te van a tener que ampliar la cama! - le bromeé.
- ¡Bellaaaa! - dijeron al unísono Quil, Embry y Paul. Iban siempre juntos a todos los sitios. Estaban todo el día gastándome bromas y picándose entre ellos – Por mucho que te estires no vas a crecer más – bromeó Embry.
- Ja, ja – le respondí con sarcasmo – no te metas conmigo, Embry, soy mayor que tú.
- ¿Mayor? Será en edad porque en tamaño...- malditos niñatos. El que menos me sacaba una cabeza.
- Chicos, no os metais con Bella – oh, Jake, mi salvador.
- Gracias, Jake – dije abrazándole y haciendo pucheritos.
- Puaj, ¡no os pongáis pegajosos! - gritó Seth poniendo cara de asco.
- Venga, vamos a cenar, esta todo listo – dijo Jacob mientras me arrastraba hacía una de las fogatas.
Me encantaban esas cenas. Los jóvenes nos sentábamos alrededor de las fogatas mientras que nuestros padres se sentaban en las mesas que se sacaban al exterior para la ocasión. Los chicos contaban historias de todo tipo a la luz de las llamas mientras comíamos, bueno, yo comía, ellos devoraban.
Esta noche se empeñaron en ponerse en evidencia unos a otros. Contaban los momentos más vergonzosos que habían pasado últimamente.
- Y entonces la chica llegó, se puso frente a Paul e intentó coquetear con él, pero al pobre le dio un ataque de pánico y le escupió toda la bebida que tenía en la boca directamente a la cara – contaba Quil – teníais que haber oído como chillaba la chica – dijo mientras se tiraba literalmente por el suelo.
- Sí, pero eso no es lo mejor, después del chapuzón de coca-cola que le dio a la pobre chica, siguió persiguiéndola por todo el centro comercial con un pañuelo en la mano para ver si todavía le daba su número – siguió Embry riéndose a carcajadas.
- No me lo puedo creer – dije sobándome la tripa. Me dolía el estómago de reirme.
- Vale, vale, Quil, no me tientes o cuento la que liaste la última vez que fuiste a comprarte ropa – dijo muy serio Paul.
- ¡Oh! ¡No, que vergüenza!
- Sí, te lo has ganado, ahora se lo contaré a todos – sonrió maliciosamente Paul – Como todos sabreis, a Quil le gusta Kim – nos miró a todos – el pequeño – le puso un brazo por los hombros – se decidió y la invitó a salir. Fue a comparase ropa para la cita y se fue a meter a un probador sin comprobar si estaba ocupado y...¡tachán! ¿Quién estaba dentro semi-en-pelotas? ¡La dulce de Kim! - dijo partiéndose de risa – Una vez que se vistió le persiguió por toda la tienda dándole bolsazos – y estalló en carcajadas.
- Pero eso no fue todo – continuó Jake – en los probadores de al lado había una tierna abuelita que presenció toda la escena. Casi llama a los policías porque creyó que Quil era un pervertido que estaba acosando a Kim – más risas.
- Vale ya, ¿no? ¿Que hubiera pasado si hubiera llamado a la policía? ¡Tendría antecedentes por acosador antes de los 18! - respondió Quil con cara de miedo.
- Y todos no reímos más fuerte aún. La noche siguió con las mismas conversaciones. Lo agradecí en el alma. Tenía que despejar la mente, relajarme, pasármelo bien. Tenía un nudo en el estómago porque cada minuto que pasaba estaba más y más cerca de mañana. Mañana, el gran día. Mi primer baile. Y con Edward.
- Hey, Bella,¿ estás con nosotros? ¿Aquí? ¿En la tierra? - me bromeó Jake.
- Eh...¡si! Estaba pensando...
- Ven, vamos a dar una vuelta – me tendió la mano para ayudar a levantarme.
- Eh, ¡no hagáis cochinadas por ahí!
- ¡Paul! - le grité.
Fuimos hacía un lugar apartado de la playa y nos sentamos en un tronco caído que hacía las veces de asiento.
- Venga, suéltalo, ¿qué te pasa? - preguntó.
- Nada.
- Bells, te conozco, te pasa algo.
- No, no es nada. Nervios por el baile, supongo.
- Ah, claro. Mira, Bella, no pasa nada, si ese Cullen te hace algo le haré una caricia con mi mano, no te preocupes – dijo extendiendo una sonrisa por su cara.
- ¡Jacob! ¡No seas burro! No me preocupa Edward, sino...los demás.
- ¿Por qué? ¡No les hagas caso! - dijo como si fuera obvio.
- Ya, ¿pero y si se empiezan a reír de mi y Edward me deja plantada en medio del baile? - esa posibilidad ya la había sopesado.
- Bella, nadie tiene por qué meterse contigo, ¡vas a ir preciosa!
- Ya, lo dices sólo para animarme, Jake, no soy ciega, sólo miope, lo que quiere decir que cuando me miro en el espejo por desgracia me veo. Veo que tengo este pelo, que no puedo hacer nada con él, estas gafas, que si me las quito no veo un huevo y este aparato – abrí la boca y me señalé – que del tiempo que le llevo se me va a oxidar – tomé aire, lo había dicho todo de carrerilla – y no me vengas con que soy muy buena persona, que lo que vale es el interior y todo ese rollo que me soltáis cuando me deprimo...
- Wow, respira – me miró con los ojos muy abiertos - Mira, yo no te lo digo para animarte. Tu, en tu estilo, eres hermosa, y cuando te digo que eres buena y que eres un cielo te lo digo de corazón. Son ellos los que no merecen la pena.
- Ya...¿y si llego mañana y Edward me mira detenidamente, se da cuenta de que yo no pego ni con cola con él y me deja plantada en mi casa?
- Bueno, tienes la suerte de tener un padre policía – le miré sin entender – si te ofende delante de él puede hacer uso de su pistola – y volvió a ensanchar la sonrisa.
- Que cavernícola eres, Jake.
- No, Bella, cavernícola él si no se molesta en conocerte. Si sólo ve la carcasa y no se molesta en descubrir tu interior...
- Gracias, Jake, no se que haría sin ti – y le abracé.
El abrazo no duró mucho, empecé a oír pasos y murmullos cuando todavía tenía la cabeza en el hombro de Jacob.
- Puaj – dijo Seth – ¡no hagáis ciertas cosas delante de mí. Soy joven y fácilmente corrompible. ¿sabeis?
- Buscad un hotel o algo así, acabamos de cenar – dijo Quil.
- Cállate, acosador de nenas – le grité de broma.
- Oh, golpe bajo, amigo – palmeó en su hombro Paul mientras todos reíamos.
Bien pasada la medianoche decidimos volver a casa. Mañana Charlie se iría pronto de pesca con Harry y no quería acostarse muy tarde.
- Bella – me llamó Jake – yo...mira si mañana pasa algo...
- Jake, de verdad no te preocupes...mo tiene por qué pasar nada...
- No, mira mañana no me moveré de aquí, si me necesitas por cualquier cosa me llamas, ¿vale?
- Vaaale, papá – me reí – te quiero – y le di un beso en la mejilla.
- Y yo a ti.
Con Jacob no me avergonzaba demostrarle todo el afecto y el cariño que sentía hacia él. Él simplemente hacía que sintiera la necesidad de decirle en voz alta mis sentimientos.
Nos metimos en el coche y me aseguré de que el vestido que me había prestado Emily no se arrugara demasiado.
Uf, que nervios, pensé. Creo que esta noche no voy a pegar ojo.
Ese sábado me levante temprano. Aún así mi padre ya se había ido de pesca, pero me había prometido que llegaría a tiempo para cuando viniera Edward a recogerme. Me miré en el espejo. Bien, tenía dos preciosas ojeras, notese el sarcasmo, debajo de mis ojos.
Bajé, desayuné algo rápido y me dispuse a recoger un poco la casa. Lo hice relativamente rápido. ¿Ahora que hago para entretenerme y no terminar de morderme los muñones que tengo por dedos? Sí, cuando me ponía nerviosa me mordía las uñas y para entonces lo único que tenía eran los dedos pelados.
Debería llamara Reneé, pensé. Con todo el ajetreo de esta semana no había hablado con ella, ni le había contado lo de mi baile. Se pondría contenta de que al fin lograra un poco de vida social. Comprobé la hora, ya que al vivir en Phoenix los horarios no cuadraban. En Phoenix sería una hora decente así que probé suerte y llamé.
- ¿Sí? - respondió al segundo tono. Raro en mi madre.
- ¡Mama! ¿Qué tal?
- Bella, hija, bien, todo bien, ¿Y tú? - se oía como jaleo.
- Eh...¿te pillo en mal momento?
- No, para nada, estaba intentando hacer una cena...- espera, ¿mi madre cocinando?
- Eh, mamá, ¿te has asegurado de que cerca de tu casa haya un parque de bomberos?
- ¡Bella! Tampoco cocino tan mal – ahogué unas risas – Bueno, se me ha quemado el pescado del horno y se me ha pegado el refrito, así que... llamaré al chino.
- Eres un caso – dije riéndome – ¿y por qué tanto preparativo para cenar? Tú siempre comes cosas pre cocinadas, ¿me pregunto por qué? - volví a reír.
- Bueno, hija...- titubeó. ¿Mi madre titubeando? - yo...tengounacita – dijo todo junto.
- Mamá, me alegro mucho, de verdad, bueno, ¿qué tal es?
- A ver...Es entrenador de beisbol, es cinco años más joven que yo y es un encanto – me dijo feliz.
- Bien, me alegro, espero que todo salga como deseas – realmente me alegraba por mi madre. Y esperaba que Charlie algún día conociera al alguien, pero por desgracia mi padre seguía enamorado de mi madre.
- Sí, eso espero, ¿bueno y tu? ¿Que tal los chicos?
- B...bien, espero.
- ¿Como que esperas? ¿Ahí algo por ahí?
- Eh...puede.
- ¿Cómo que puede? Hija, o lo hay o no lo hay. Desembucha – por eso no trataba a mi madre como madre, sino más bien como amiga.
- Bueno...voyairalbaileconedwardcullen – y solté el aire que había retenido.
- Ahhhh! - gritó, al parecer ella si que entendía el idioma de una chica histérica – ¿El bombón del instituto te ha invitado? Lo sabía, sabía que eras una rompecorazones.
- ¡Mamá!Es solo el baile...
- Por algo se empieza. ¿Qué te vas a poner? ¿Va a ir al buscarte a casa? Oh, ¡qué pregunta tan estúpida, ¡claro que te buscará! ¿Le has besado ya?
- ¡Mama! - no pude evitar sonrojarme ante la última pregunta – Me voy a poner un vestido que me ha dejado Emily, va a venir a buscarme a las 7 y no...no me ha besado – dije lo último en un susurro.
- Bella, ¡lo que daría por estar contigo y ayudarte a arreglarte!
- Mama, solo es un baile...- repetí. Vamos, como si salir con Edward esta noche llevara a casarme con él.
- No, no es un simple baile, vas a ir con el chico que te gusta, porque te gusta, se nota...esta noche puede ser muy especial. Hija, toma precauciones – dijo con un tono mortalmente serio.
- ¡Mama! - menos mal que estaba sola en casa porque mi cara tomó un peligroso tono rojo que se extendía casi hasta mi cuello.
- Bueno, yo que tu iba preparada por si acaso, nunca se sabe.
- Esto...mama, ¿no tenías una cita? Llama al chino, se te va a hacer tarde – ¡Quería acabar con esa conversación ya! No me gustaba ni un pelo el matiz que estaba tomando.
- Uy, si, hija, bueno, mañana te llamo y me cuentas todo con pelos y señales – hizo hincapié en todo.
- De acuerdo mamá, un beso.
- ¡Ciao, cariño!
Si hubiera seguido con la conversación me podría haber dado una charla de educación sexual por teléfono. Hay padres que les cuesta hablar de sexo con los hijos, pero definitivamente mi madre no era uno de ellos.
Decidí preparar la cena de mi padre para matar tiempo. Decidí hacer algo elaborado, que me llevara mucho tiempo, para así poder ocupar mi mente. Salmón relleno al horno y un bizcocho casero. Esta noche Charlie se chupará los dedos, pensé.
Cuando me quise dar cuenta eran ya las cinco, por lo que me empecé a arreglar. A ver, yo evidentemente no era muy dada a las fiestas ni a salir, tampoco sabía qué hacer con mi pelo...
Me metí en la ducha y me lavé el pelo con mi champú de fresas, dejé que el agua caliente me relajara. Entre la tensión de los nervios y la noche anterior sin poder pegar ojo me dolía toda la espalda.
La puerta de la entrada sonó.
- Bella, ya he llegado – mi padre, ¿quien sin no?
- ¡Vale, me estoy arreglando! - chillé desde mi habitación.
Me miré en el espejo de nuevo. Me sequé el pelo por completo, intentando dejarlo casi liso, aunque fallé en el intento. Con la poca maña que disponía me hice un moño bajo que no me quedó muy mal y que serviría para disimular mi alocada cabellera encrespada.
Cogí el escaso maquillaje del que disponía, cortesía de Renée, y me disimulé un poco las ojeras. Me di rimmel, aunque con las gafas apenas se me notara, y un poco de brillo en los labios, pasé del colorete por razones obvias. Bueno, en poco más de una hora tendría a Edward Cullen en mi casa.
¿Y si no venía? ¿Y si todo era una broma de mal gusto? No, él no era así. Él no podía ser así.
Respiré hondo. Bella, relájate. Y deja de pensar.
Saqué el vestido de la funda y me lo puse. No es que me apasionara el rosa, pero ese color me gustaba cómo se veía con mi piel. Además, Emily lo había dejado bastante decente.
Volví a mirarme en el espejo. Definitivamente esta noche me iba a desgastar de tanto mirarme. El reflejo que me miraba mostraba una Bella algo mejorada, pero sin milagros, evidentemente. Mis gafas y mis brakers seguían ahí. Las gafas no me las podía quitar, si con gafas tropezaba, sin ellas...y mi ortodoncia estaba pegada a conciencia, tal vez unos alicates de Charlie...
El timbre me sacó de mis pensamientos y de mis ideas de bombero. Por dios, ¿cuanto tiempo he estado pensando estupideces delante de mi espejo?
- Buenas tardes, jefe Swan – ah, la voz de mis sueños, en mi cocina, ¡en mi casa!
Tropecé tres veces antes de llegar a la puerta de mi habitación. Respiré lentamente antes de bajar las escaleras. Quería ir al baile, no a urgencias. Cuando giré para descender por el segundo tramo de escaleras y le vi se me fue el aire de los pulmones.
Estaba...precioso. Simplemente. Llevaba un traje negro que contrastaba con su piel pálida y una camisa blanca, perfecto. Él era el chico perfecto. Y esta noche era para mi. Bajé las escaleras sin contratiempos, gracias al cielo, y llegué a su lado.
- Hola – susurré tímidamente.
- Hola, Isabella, te ves muy...bien – me sonrojé al instante.
- Gracias. Tu estás...perfecto – mi padre carraspeó.
- Bueno, chicos, deberíais marcharos ya, no queréis llegar tarde, ¿no? - a mi padre se le veía claramente incómodo ante esta situación.
- Sí, claro – contestó Edward – ¿vamos? - me preguntó.
- A-ha – vaya verborrea, Bella.
Me abrió la puerta para salir. Oh, todo un caballero. Y me volvió a abrir la puerta del copiloto de su magnífico Volvo.
Al entrar su aroma me envolvió. Sí, además de ser perfecto en todos los sentidos, Edward tenía un característico dulce olor que me volvía loca. Es decir, no era ningún perfume, ni ninguna colonia, simplemente era su esencia, su piel olía así.
Ni en mis mejores sueños. No podía creer que estuviera con él en su coche. Y pensar que hasta hace un rato dudaba de que él viniera a buscarme. Que tonta me sentía ahora.
- Realmente te ves diferente, Isabella, te sienta bien ese vestido – parecía sincero.
- Gracias – seguimos con el despliegue de palabras. Va a pensar que se te han caído las neuronas en la bañera, tonta.
El resto del viaje le hicimos en un cómodo silencio hasta el parking del instituto. Me abrió la puerta del copiloto para ayudarme a salir y me tendió la mano. Dudé en cogerla, pero me miró y me sonrió, así que la acepté de buena gana.
Al tocarle mil descargas eléctricas se expandieron por mi mano, cómo el otro día en el laboratorio, sólo que esta vez mucho mas intenso, lejos de ser desagradable, me dejó una sensación de cosquilleo ahí donde su mano había acariciado la mía. Él pareció notarlo e hizo una mueca por lo que me apresuré a retirar la mano rápidamente. Miré alrededor, por si me tenía que asustar por alguna visita inesperada, pero no. El parking estaba ocupado hasta la mitad de coches, debería de haber mucha gente dentro ya.
- Isbella, antes de entrar me decirte algo – dijo relativamente cerca de mi cara por lo que su aliento me acarició de lleno. Mi corazón se aceleró al instante.
- Dime.
- No, aquí no, vamos dentro, a un lugar apartado.
Vale, Bella, calmate y respira, sobre todo respira, no te vayas a desmayar antes de tiempo por la falta de aire. ¿Qué querría decirme? ¿Por qué a un sitio apartado? Yo...o por Dios, no irá a...¿besarme por ejemplo? Empecé a hiperventilar en silencio.
Llegamos a la zona de las taquillas, en el pasillo principal. Estaba desierto, ni un alma. Y un poco oscuro, las luces de esta área estaban apagadas, por lo que estábamos iluminados por las luces de los pasillos más próximos. Mejor.
- Isabella...yo...- ¿Edward Cullen nervioso? Eso es nuevo – yo quiero decirte...
- ¿Si? - empecé a impacientarme.
- Mira, quiero que sepas...que yo no tengo nada en contra de ti – mi cara debía de ser un poema. No entendí.
- ¿Que? No...te...entiendo.
- Mira, Isabella, pase lo que pase quiero que sepas que yo no tengo nada en contra de ti, yo...mi intención no es hacerte daño, te lo juro.
- ¿Qué?
Y entonces se acercó peligrosamente a mi boca. No entendía nada. Primero me dice que no quiere hacerme daño y ahora va a...¿besarme? Oh, dios, ¿que hago? Bien, hice lo que me dijo Emily, cierra los ojos y disfruta.
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EN EL PRÓXIMO CAPITULO
- Yo...yo lo siento...de verdad...no...entiendo. Supongo que...estarás furiosa con...migo - le dije a Rose.
- ¿Contigo? - me miró como si tuviera dos cabezas – ¿Contigo por qué?
. No...no sé, esta semana...me mirabas enojada y yo...no se...Me avisaste y no te hice caso...supongo que eso aumenta tu enfado contra mí – dije mientras me apretaba más la bolsa de hielo contra la mejilla.
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Hola!
Como voy viendo la historia no es bienvenida pero voy a seguir publicándola hasta terminar .... ya que la autora me dio el permiso, es lo menos que puedo hacer :D
En unos días seguiré con los demás capítulos .... bueno si tengo tiempo capas que suba dentro de un rato otros mas! :D
Qamiila Quinteros- .
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Re: La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado
No, Qamiila no digas esooo!!!... yo la estoy leyendo nuevamente y a mi si me gusta... con respecto a los comentarios, yo te diria que no te fijes en eso por que hay muchas chicas que pasan la leen y no comentan yo les digo las lectoras sileciosas... asi que no te des por vencida ni te sientas mal por que no comentan... la leen mucho mas de lo que vos crees...
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Re: La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado
CAPITULO 8 - ¿POR QUÉ ME HACES ESTO, EDWARD?
Ya podía notar su fresco aliento sobre mis labios cuando un aplauso hizo que abriera los ojos. Me sorprendí al ver que estaban las luces encendidas. Edward ya no estaba a mi lado; estaba en un rincón apartado y mirando al suelo. Y había un montón de gente mirándonos. Más bien mirándome. Dos segundos después empezaron a reírse. Todos.
- Muy bien Edward – pude localizar al dueño de la voz. Alec – lo has hecho muy bien – dijo palmeando su hombro – Te lo has currado muy bien. Sabía que lo harías. Tendrás tu recompensa. Una apuesta es una apuesta.
¿Qué? ¿Una...apuesta? No entendía nada absolutamente. Miré a la gente. Pude ver a Tanya, que se adelantó y se colocó al lado de Edward, colgándose de su brazo. Lauren y Jennifer riéndose. Pude ver a Angela que me miraba con la cabeza agachada y a punto de derramar una lagrima. Empecé a ver un poco borroso, empezaba a entender lo que estaba ocurriendo, pero quería que me lo dijera él, que saliera de sus labios. Sí, era masoquista, pero me serviría para despertar de mi estúpido sueño en el que estaba sumergida hace menos de 5 minutos.
- Edward – su nombre me salió solo un quejido débil.
- Isabella, no lo hagas más difícil.
- ¿P...pero por qué yo? ¿Yo...qué te he hecho? - faltaba poco para que dejara de poder retener el llanto y no quería hacerlo delante de todos ellos.
- Isabella – rugió – no insistas.
- P...pero...
En ese momento su cara cambió de expresión a una de completa ira. Levantó la mano y por un segundo dudé de sus intenciones, lo juro. Por el rabillo del ojo miré a Tanya, que tenía una sonrisa orgullosa en su cara. Cerré los ojos instintivamente, esperando un golpe, algo. Lo único que oí fue un golpe metálico y de la impresión mis pies se enredaron al caminar hacia atrás y noté que chocaba con algo. Y dolor en el hombro. Mucho dolor.
Edward golpeó el cuadro de la boca de incendio que estaba situado en la pared detrás de mi. Con mis nervios y mi pésimo equilibrio tropecé hasta chocar con la esquina.
Cuando pude abrir los ojos y aclarame las lágrimas pude ver como Edward abandonaba el pasillo seguido de Alec y este último seguido de un grupo bastante numeroso de chicos. Rápidamente entendí lo que ocurrió. Todo era un juego. Una apuesta. Me quedé observando mis pies. Pero Tanya pronto llamó mi atención.
- Ja,ja,ja, ¿acaso pensabas que mi Edward iba a besarte? - rió con malicia – Tonta niñata estúpida. ¿Como Edward querría besar a alguien como tu? ¡Apuesto a que ahora esta reprimiendo las ganas de vomitar por haberte tenido que soportar tan cerca! El sacrificio para entrar en el equipo de fútbol ha sido enorme.
Oh, conseguir una cita conmigo a cambio de entrar en el equipo...no podía creerlo...había parecido tan sincero...
- Mira, para que lo entiendas todo perfectamente voy a hacerte el favor de explicártelo todo – continuó Tanya – Este es el último año en el instituto de Alec, el capitán del equipo y pensó en hacer un trato con Edward para que él fuera el próximo capitán, sin pruebas previas, sin esfuerzo, bueno, el esfuerzo de tenerte a ti cerca – estaba sorprendida de cómo estaba aguantando sin llorar – Así que, como era evidente cómo te comías con los ojos a Edward, lo planeó todo contigo como víctima, ya sabes, para reirnos un poco y hacerlo todo más divertido. Todo era muy sencillo. Hacerte creer que Edward estaba interesado en ti, invitarte al baile y que tu aceptaras. Y luego tenerte a punto de caramelo para...¡tachán! Que todos apareciéramos y ver la escenita para comprobar que tú habías caído. Menos mal que Alec no insistió en que Edward te besara. ¡Pobrecito! De imaginármelo se me ponen los pelos de punta.
- Isabella – oh, que bien ahora el turno de la zorra de Jennifer – ¿cómo pensaste que tu – me señaló con desdén – podías competir con nosotras por alguien como Edward? ¿Eres imbécil? Mira que te lo avisé y no quisiste hacerme caso – dijo con fingida pena.
Tenían razón, ellas estaban perfectas, con sus peinados perfectos, sus vestidos perfectos y sus caras y cuerpos perfectos. Idiotas y rematadamente tontas, pero guapas y perfectas. En cambio yo...Las lágrimas comenzaron a caer estrepitosamente por mi cara.
- Oh, le hemos tocado la fibra sensible a la nenita – dijo Tanya fingiendo un puchero – Pues esto es para que llores con motivo.
Y me pegó. Me pegó una sonora y dolorosa cachetada en mi mejilla. Me apoyé en la pared y me dejé caer hasta tocar el suelo y quedarme sentada apoyada en la pared.
Iba a abrir la boca cuando oí unos tacones. Oh, no Rosalie, no...¿qué más me podía pasar hoy? ¿Vendría a ramatarme?
Lentamente miré hacia arriba y vi a una perfecta Rosalie enfundada en un ceñido vestido rojo y subida en unos altísimos tacones. Estaba preciosa. Pero su cara demostraba enfado. No, enfado no, ira. Volví a cerrar los ojos esperando cualquier cosa.
Pero lo que oí a continuación no me lo esperaba
- ¡Tanya! - rugió. Me dio miedo. Incluso sentí retumbar las paredes, Ah, no, era mi llanto que se había descontrolado.
Tanya parecía divertirse con mis lágrimas por que no oyó el rugido de Rose. Cuando la tuvo a dos palmos volvió a rugir.
- ¡Tanya!¿Qué coño estáis haciendo? ¿Por qué no te vas a buscar al imbécil de mi hermano? ¡Vete a lamerle el culo, que es lo único que sabes hacer y deja a Isabella en paz de una puta vez!
Automáticamente levanté la vista. Rosalie Cullen defendiéndome delante de estas guarras. Tanya parecía divertirse.
- Pero Rose, no la has visto, es patética, has visto qué vestido y qué zapat...
- ¡Tanya! ¡Si de verdad no quieres que te arranque esas apestosas extensiones que llevas en tu hueca cabecita ya puedes empezar a correr!
- Pero...
- ¡Ya!
Se fueron corriendo haciendo que sus tacones golpearan sonoramente el suelo.
Bueno, solo me faltaba enfrentarme a la ira de Rose. Esperé con los ojos nuevamente cerrados.
- Hey, Isabella, ¿estas bien? - abrí lentamente los ojos y me encontré con Rose más cerca de lo que pensaba y con una verdadera mueca de preocupación. A su lado se encontraban Jasper y Emmet.
- Eh...- las lágrimas luchaban por salir de nuevo – yo...
- Oh, cielos, estás sangrando – la miré sin comprender – ¡Tu hombro!
Ya me había olvidado del golpe del hombro. No es que no me doliera, pero ahora mi atención se centraba en mi cara. Podía notar como se me estaba hinchando mi labio debido al bofetón de Tanya.
Miré hacia mi hombro. Oh, craso error, en verdad salía sangre y yo con la sangre me mareo. Juro que sentí cómo palidecía mientras el olor metálico de la sangre se colaba por mi nariz.
- ¿Te estás mareando? - me preguntó Jasper. Como pude asentí levemente – Creo que deberíamos llevarla a la enfermería.
- Sí, vamos – dijo Rose – ¿Isabella puedes andar? - me preguntó mientras me tendía la mano para ayudarme. Volví a asentir.
- No quería estar ahí, lo único que quería era huir, marcharme a mi casa y meterme en la cama a llorar hasta que me secara. Pero tampoco tenía ni ganas ni fuerza para discutir, así que me dejé de hacer. Rosalie y Emmet me agarraron por los lados.
Al sentir el aire fresco del exterior me sentí levemente mejor. Por lo menos el mareo se estaba esfumando. Cuando llegamos a la enfermería la señora Smith me atendió.
- Oh, cariño, te encuentras bien. ¿Qué te ha pasado? - dijo mirando mi cara y mi hombro.
- M..m..me caí – mentí. Pude oír a Rose bufar.
- De acuerdo. Te curaré el hombro y te daré un poco de hielo para esa carita, ¿vale? - asentí.
La señora Smith me curó el hombro rápidamente. Me puso unos puntos de aproximación, porque la herida era más profunda de lo que parecía. Me tapó la herida con un apósito y fue a por hielo. Cuando me lo tendió para que me lo pusiera en la cara la llamaron por teléfono.
- ¿Sí? Oh, dios santo, ¿por qué esta juventud bebe sin moderación? De acuerdo, en dos minutos estoy allí – y colgó – ¿Cariño, crees que te puedes quedar sola aquí un ratito? Un alumno de último año un tanto gracioso ha echado alcohol en cantidades industriales en el ponche del baile y hay un par de chavales algo perjudicados. Tengo que ir a verles.
- No se preocupe, nos quedamos con ella – habló por primera vez en la noche Emmet.
- De acuerdo – y salió de la enfermería.
- ¡No sé que es lo que se le pasa a mi estúpido hermano por su estúpida cabeza! - chilló Rosalie en cuanto la amble mujer nos dejó solos. Emmet le pasó un brazo por los hombros, pero se zafó de él enfadada.
- Rose...
- ¡No! Él no es así. ¡Desde que se junta con esa...gentuza hace cosas sin sentido!Por dios, hace dos semanas incluso se lió con Lauren, - ¡que asco! - no pude evitar que una mueca de dolor se cruzara por mi cara. Una cosa es oír los rumores de que el amor de tu vida se lía con todo bicho viviente y otra muy distinta es confirmarlo. Y de boca de su hermana.
- Rose, cálmate – dijo Jasper.
- No, Jazz. Esa gente no es buena para mi hermano. ¡Mira lo que le han hecho a hacer! - dijo señalándome.
- Tampoco le ha puesto nadie una pistola en la cabeza para que lo hiciera. Si lo ha hecho ha sido porque ha querido – dijo Emmet.
En ese momento mis lágrimas se desbordaron. Emmet tenía razón. Él, mi amor platónico había jugado conmigo, me había apostado, y él era el único culpable. Me habían dejado en evidencia de nuevo. Pero esta vez era diferente. Esta vez había sido él el causante.
- Cállate, Emmet, la has hecho llorar – dijo Rose mientras le daba una sonora colleja.
- Lo siento – me dijo mientras se sobaba la nuca.
- Yo...yo lo siento...de verdad...no...entiendo. Supongo que...estarás furiosa ¿con...migo? - le pregunté a Rose.
- ¿Contigo? - me miró como si tuviera dos cabezas – ¿Contigo por qué?
- No...no sé, esta semana...me mirabas enojada y yo...no se...Me avisaste y no te hice caso...supongo que eso aumenta tu enfado contra mí – dije mientras me apretaba más la bolsa de hielo contra la mejilla.
- ¿Estas loca? No estaba enfadada contigo, estaba furiosa con el imbécil de mi hermano – ahora la miré yo extrañada – Sí, no entiendo por qué te tienen tanta manía. Bueno, eres un poco rarita, pero ese no es motivo para que te hagan lo que te hacen.
No me lo podía creer. Rosalie defendiéndome. Dándome la razón. Por todos era conocido su mal genio y su aversión por todas las chicas de la escuela. No entendía como alguien tan insignificante como yo era capaz de sacar el lado "tierno" de Rose.
- P...pero parecía que estabas enfadada conmigo.
- Sí y no. Estaba enfadada con mi hermano por lo que iba a hacer y estaba enfadada contigo porque sabía que caerías en la trampa. Salta a la legua lo mucho que te gusta mi hermano.
- ¿Tanto se nota?
- Por supuesto, cielo, tu es que no te ves la cara cuando le miras – pude sentir como volvía el color a mi cara.
- Oh – dije avergonzada.
- Mira, Isabella, te puedo asegurar que mi hermano no merece lo que sientes por él. Todas esas guarras que están ahí fuera van detrás de él por su cara bonita y porque es popular. No se molestan en conocer su interior. Pero a ti se te nota que estás enamorada de él. Por eso te decía que tu no eres para mi hermano. No te merece.
Me quedé pensando en esas palabras. ¿Tan idealizado le tenía que no podía ver de lo que era capaz Edward? Ahora me sentía más tonta y estúpida que antes. Todos me habían advertido y yo no hice caso a ninguno por lo cegada que estaba. Ahora sí que tenía ganas de marcharme de ahí. No podía aguantar ni un segundo más en esa habitación con esas tres personas mirándome. Me levanté de la camilla y cogí mi bolso.
- ¿A donde vas? Isabella, te puedes marear, no tienes buena cara – me dijo Rose.
- Yo...tengo que irme, de verdad, ya me encuentro mucho mejor – mentí.
- Pero...
- Rose, déjala, ahora querrá estar sola – dijo Jasper.
- ¿Cómo vas a llegar a casa? - preguntó Emmet – Si quieres te podemos acercar.
Buena pregunta. Si llego a casa tan pronto y con estas pintas lo más probable es que mi padre sospeche que algo no va bien y con lo mala mentirosa que soy...oh, es capaz de venir al baile y amenazar a todo el mundo con la pistola para enterarse de lo ocurrido. No, a casa no puedo ir ahora...¡Jake! Sí, le llamaré. Le diré que venga a buscarme, pensé.
- Esto...sí, voy a llamar a un amigo. Él vendrá a buscarme – y saqué mi móvil para llamarle.
- Oh, ¿Isabella con amigos? - bromeó Emmet. La risa se le cortó con la colleja de Rosalie – ¡Auch! ¡Era broma!
Me aparté para hablar con Jake. Cogió el teléfono rápidamente. Me sorprendió que no me preguntara nada. Simplemente dijo que en 10 minutos estaría aquí.
- Ya...os podeís marchar. Id al baile, en 10 minutos vendrán a buscarme.
- Ni hablar. Esperaremos contigo – dijo Rose y su tono no admitía replica.
A los 10 minutos exactamente apareció Jake con su coche. Debió de conducir como un loco. De la Push al instituto hay unos 20 minutos en coche. Al verme se bajó rápidamente del coche y me abrazó.
- ¿Qué te ha pasado? - dijo acariciándome la mejilla que se estaba empezando a hinchar – ¿Que le ha pasado? - preguntó ahora mirándoles a ellos.
- Jake, esta bien, ellos me han ayudado. Vámonos. ¿Podemos ir a tu casa?
- Sí, mi padre esta con Harry.
- Vámonos, por favor - le supliqué – Gracias...por todo – les dije a mis salvadores.
- Isabella...cuidate. Y no te atormentes, no vale la pena. Ellos no – me dijo Jasper.
Sólo pude asentir y darles una breve sonrisa que no llegó a mis ojos. Jake me metió en el asiento del copiloto y arrancó a toda prisa.
No nos dijimos nada durante todo el camino. Algo que agradecí interiormente. Simplemente dejé que aire se colara por mi ventanilla y me pegara de lleno en la cara, relajándome la parte dolorida de la mejilla.
Llegamos a su casa. Como había dicho estaba vacía. Me senté en el sofá del salón. Jake se fue hacia la cocina a preparar algo. A los 5 minutos regresó con dos tazas de leche caliente y una manta. No me había dado cuenta hasta ahora del frío que se había levantado. Me tapé con la manta y cogí una de las tazas. Jake me miraba fijamente.
- ¿Me vas a contar que demonios ha sucedido? ¿Te has mirado en un espejo? Tienes un aspecto horrible. ¡Dime exactamente quien ha sido y que te ha hecho!
- Jake...- empecé a llorar. Me atrajo hacia su pecho.
- Dímelo, Bella – susurró contra mi pelo.
- Jacob...¡todo era mentira! Era una apuesta, yo no...no...- empecé a balbucear.
- A ver Bella, calmate y cuéntamelo todo. Quiero saber a quien exactamente tengo que partirle la cara.
- Jake, no...en fin. Mi cita con Edward era una apuesta...él me invitaba al baile y si yo caía en la trampa y lograba llevarme a un rincón apartado para intentar besarme y no me negaba...
- ¿Te ha hecho daño ese Cullen? - Dijo con desprecio – ¡Dime si te ha hecho daño y vuelvo ahora mismo a romperle la boca! - rugió.
- No, Jake, no merece la pena. Además te necesito. No te vayas de mi lado tu también.
- Esta bien. Cuéntame más.
- Cuando me llevo a un sitio oscuro y pensé que iba a besarme...apareció medio instituto...y empezaron a reirse de mi y a insultarme.
- ¿Y tu hombro y tu cara? Quien...
- Lo del hombro fue un tropiezo, mi torpeza, ya sabes – preferí omitir ciertos detalles, tal como que Edward me había levantado la mano – y la cara...
- ¿La cara qué?
- Fue...Tanya.
- ¿Quién? ¿La pelirroja hueca? - parecía no entenderlo.
- Sí, parece que es la golfa de Edward durante esta semana – Jake me miró sorprendido, normalmente yo no usaba palabras malsonantes.
- ¿Y los que estaban contigo? ¿Quienes eran?
- Jasper y Rosalie son hermanos de Edwad y Emmet es el novio de Rosalie.
- ¿Y te ayudaron?
- Sí, de hecho Rose ha estado toda la semana avisándome de que me alejara de su hermano y yo lo la hice caso...no os hice caso.
- Bueno, pequeña, ya esta bien, no te atormentes más. Además Cullen recibirá su merecido – y una sonrisa lobuna se apoderó de su rostro.
- Jake, no...no hagas nada, yo no quiero más problemas... de verdad. Prometeme que no vas a hacer nada.
- No...esta noche no - eso último lo susurró.
- ¡Jake! - le regañé - Me siento estúpida y ridícula. ¿Como pude llegar a pensar que Edward estaba interesado en mi?
- Eh, eh, él es el estúpido. Y ridículo. ¿Qué puede verle a la pelirroja loca esa? Sabes, podía arrancarle las extensiones una a una por lo que te ha hecho – no pude evitar reirme – ¿Qué? ¿De que te ríes?
- Rosalie ha hecho el mismo comentario que tu.
- Ah, una rubia que no es tonta – dijo riendo.
- En serio. No se con qué cara voy a mirarle cuando me le encuentre. Este es un pueblo pequeño...no se...no quiero ver a nadie.
- Pequeña, ven a la Push, aquí te protegeremos – bromeó.
Me acurruqué contra Jake y suspiré. Dios, ese chico era un tesoro. Aquí estaba aguantando mis lágrimas y mi berrinche sin ningún reproche ni ningún "te lo advertí". Me tapé aún más con las mantas y lentamente me fui quedando dormida en los brazos de mi amigo.
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CAPITULO 9 - ERES UN IMBÉCIL, EDWARD
Cinco minutos después de que el coche del amigo de Isabella arrancara aún seguía mirando por donde se habían marchado. Era incapaz de moverme de allí. En esos momentos no me importaba ni el frío de Forks ni que yo estuviera en tirantes.
Como si me hubiera leído la mente Emmet me pasó la chaqueta de su traje por los hombros y me frotó los brazos para darme calor. Me hundí en ella para aspirar su aroma para tranquilizarme y no cometer un hermanicidio.
- Vamos, nena...aquí ya no hacemos nada – me dijo mi novio suavemente.
- ¿Crees que estará bien?
- Se le pasará, cielo – dijo retirándome el pelo de la cara – Esa chica ha aguantado más putadas de las que pueda recordar...lo de esta noche ha sido duro para ella, pero el dolor no le va a durar para siempre.
- Joder – susurré – No se si estoy apenada o cabreada.
- Vamos, Rose...sabías que esto iba a pasar – dijo Jasper – Y sinceramente creo que al intentar evitarlo lo único que has conseguido es animar más a Edward a llevar a cabo la bromita.
- Genial, Jasper...Ahora hazme sentir culpable – eché a andar enfadada.
- No te enfades, Rose...no lo he dicho para que te sintieras mal...sabes como es Edward.
Miré los ojos de mi hermano gemelo. Eran exactamente del mismo color que los míos. Se podía decir que nos compenetrábamos bien aunque éramos polos totalmente opuestos; él era el tío más calmado y sensato de la tierra mientras que yo había veces que era tan impulsiva que no me aguantaba ni yo. Y este no era uno de mis mejores momentos. Mi cabreo estaba en cotas de record.
Mi relación con Edward estaba pasando una muy mala racha. Mi hermano era el chico más atento y cariñoso que podía haber. Era amable y muy protector conmigo, aunque yo fuera mayor que él. Éramos como uña y carne...y ahora nos habiamos convertido casi en desconocidos. Ya no íbamos al cine los fines de semana, ni hacíamos peleas de agua mientras lavabamos los cohes, ya no tocaba el piano...ahora en cambio los fines de semana salía de juerga con los amigotes, se pasaba las horas muertas entrenandose para el equipo y en vez de acariciar las teclas del piano se dedicaba a sobetear otras cosas...Aún no lograba entender el por qué de este cambio.
Pero todo fue a peor. Mucho peor. Todo empezó aquella mañana en la cafetería del instituto cuando Alec, el tío malo de último curso, le propuso a Edward la "bromita" de Isabella, como ellos decían. Bromita...y una mierda. Se metían con esa chica constantemente y ella apenas se defendía. Ugh. Si yo fuera ella habría dejado a más de una pelona como una escoba. ¿Cómo no se había dado cuenta antes de que todo era una farsa? ¿Por qué no me había creído? Recuerdo el momento en el que Jasper me mandó unmensaje en clase diciendome que era oficial, que Isabella iba a ser pareja de Edward...¿es que acaso no había pillado las indirectas directas y las risillas burlonas? Dios, cuanto podría enseñarle yo a esa chica...
Yo no había nacido para ser la mejor amiga del mundo. De hecho se podría decir que no tenía ninguna amiga y tampoco me interesaba. El grupito de las populares se había empeñado en tenerme a mi entre ellas, insistían en que me uniera al equipo de las animadoras, pero no me interesaba. Todas las chicas del instituto era unas niñatas creídas, falsas y rematadamente tontas y nunca, nunca me involucraba en peleas o riñas entre ellas. Que se buscaran la vida. Pero el caso de esta chica me había calado hondo.
Definitivamente Isabella no era una chica muy agraciada. Entre lo rarita que era y su peculiar carácter introvertido se convertía en el blanco perfecto para las bromas y las humillaciones. Me enfurecía que la gente atacara a los más débiles por no ser como ellos. Isabella no era un ideal de belleza, ni mucho menos, pero era una persona como cualquier otra y tenía sentimientos. Y al parecer esta noche le habían tocado esos sentimientos. Esa chica estaba loca por mi hermano, se le notaba a kilómetros...y hace apenas un par de horas ese imbécil le había partido el corazón.
- ¿Vamos a casa, chicos? Ahora mismo no somos precisamente el ideal de estudiante entusiasmado por su baile – dijo mi hermano.
- Tienes razón – dijo Emmet.
Era cierto. Ninguno de los tres teníamos muchos ánimos para continuar en el baile. Tampoco es que se nos fuera la vida en ir. Jasper iba sin pareja, aunque candidatas no le habían faltado, y nosotros habíamos ido simplemente para intentar evitar la humillación de Isabella. Recordar mi fracaso avivó aún más mi cabreo.
Mi novio me tomó por la cintura y caminamos hasta su Jeep. Habíamos aparcado cerca de la puerta . En ella se concenrtraban un gran número de chicos que se reían a carcajadas por la intoxicación etilica del ponche de la fiesta mientras se fumaban unos pitillos. Idiotas. Ójala por gilipollas se tiraran vomitando toda la noche.
Iba a montar en el coche de Emmet cuando unas risas de hiena llamaron mi atención. Giré la cabeza y empecé a verlo todo rojo. La loca de Tanya se estaba montando en el coche del idiota de Edward mientras este le abría la puerta con la cara embobada. Dios santo, con ese vestido negro tan apretujado y ese maquillaje no podía tener más pinta de zorra.
No lo pude evitar. Me solté del brazo de mi novio y caminé furiosa hasta el volvo. Justo cuando Edward iba a abrir la puerta del piloto me planté ante él y le cerré la puerta para que no pudiera entrar.
- ¡Tu! ¡Tu! - chillé.
- Buenas noches, Rose – dijo con ironía - ¿Disfrutando del baile? - sonrió con falsa inocencia.
- Vengo de la enfermería, niñato de mierda. ¿Tengo cara de estar pasándomelo bien?
- ¿De la enfermería? - frunció el ceño - ¿Acaso se te ha roto una uña? - me corrijo, ahora sí que lo veía todo rojo.
- ¡Eres un imbécil, Edward!
- Rose, cariño...baja un poco el tono – dijo Emmet mirando hacia los demás alumnos. Miré por la luna delantera del coche y vi la cara de cachondeo de Tanya mientras reprimía una carcajada.
- ¡Y tú deja de reirte, zorra estúpida! - conseguí que varios chicos se giraran por mi grito, pero al menos le borré la sonrisa falsa a esa gilipollas – Hemos estado en la enfermería por Isabella – miré de arriba abajo a mi hermano – No te reconozco.
- ¿Qué le ha pasado? - dijo Edward con un ligerisimo tono de culpa.
- ¿Ahora te interesa? ¿A que no tienes cojones a preguntarslo tu mismo? - desvió la mirada – Ya veo. Aprovecha tu noche y revuelcate con esa zorra – señalé a Tanya.
Me giré furiosa y comencé a andar de nuevo. Ahora sí nos montamos en el coche de Emmet. Mi hermano y mi novio iban en total silencio. Normalmente Emmet se dedicaba a cantar alguna estúpida canción mientras conducía. Esta noche no estaban los ánimos para mucho; era oficial, las cosas entre Edward y yo estaban más que negras.
No tardamos mucho en llegar a casa; a esas horas el pueblo estaba super tranquilo. En cuanto entramos me quité la chaqueta de mi nene y la dejé sobre el sillón.
- ¿Estamos solos? - pregunté mientras me quitaba los tacones.
- Sí – dijo Jazz moviendo un post-it entre los dedos – Papá y mamá están en Port Angeles. Vendrán tarde.
- Genial – no estaba con ánimos para que me preguntaran por la gran noche - Voy a quitarme el vestido y a ponerme algo cómodo.
- Si necesitas ayuda aquí estoy – dijo Emmet sonriendo de manera que sus hoyuelos se marcaran. Le di un codazo en las costillas – Oh, eso es un si, ¿verdad, nena? En cinco minutos estoy arriba – me guiñó el ojo.
Aún cuando seguía super cabreada no tuve más remedio que sonreir. Cuando Emmet se ponía en modo payaso, era imposible. Era el único que lograba sacarme una sonrisa sincera en determinados momentos.
Lo primero que hice cuando entré en mi cuarto fue quitarme las horquillas de mi recogido y masajearme el cuero cabelludo. Después me deshice del vestido rojo que llevaba y me puse mi pijama de ositos.
Como si lo hubiera estado cronometrando a los cinco minutos exactos entró Emmet. Me miró de arriba abajo y sonrió ampliamente. Sus ojos azules me observaban con humor.
- Así que nos hemos puesto el pijama anti morbo, ¿no, cielo? - me reí con desgana.
- He sido muy obvia, ¿no? - dije mientras me metía entre las sábanas.
- Un poco – dijo mientras se quitaba el traje hasta quedarse en ropa interior – Pero no me importa. Sólo quiero estar contigo sea de la forma que sea.
- Gracias por comprenderme...no es mi mejor noche.
Una vez metidos en mi cama de matrimonio Emmet se abrazó a mi con fuerza. Su gran cuerpo se adaptaba al mío a la perfección. Sin duda era mi media naranja. Era mi apoyo y mi guía. Y pensar que al principio no nos aguantábamos.
Nuestra relación al principio no era mala, era pésima. En primaria me quitaba las muñecas y me tiraba barro en el pelo mientras se reía. Pero yo no me quedaba atrás. Destripaba sus coches de juguete y le pinchaba los balones...hasta que todo cambió hace dos años, cuando me lo encontré cerca de su casa mientras intentaba arreglar el coche de segunda mano que su padre le había regalado para practicar. Estaba sudado y lleno de grasa y con el ceño fruncido ante el capó abierto, pero en ese momento me pareció el chico más guapo del mundo. Me acerqué para intentar mortificarle de alguna manera, como siempre que podía, pero me sorprendió gratamente. No tenía ni la menor idea de que le encantaba la mecanica tanto como a mi y él se sorprendió cuando yo di con la solución a su problema. Después de esa tarde, y los dos embadurnados con grasa de motor, fue cuando nos dimos nuestro primer beso. Me río cuando pienso que gracias a una bujía estoy con el chico más perfecto y cariñoso que puede haber.
- Cielo – me llamó.
- ¿Mm? - dije contra su enorme brazo.
- Espero poder oir el coche de tu padre a tiempo – me levanté para mirarle a los ojos – Tu padre es la hostia, pero creo que dejaría de serlo si me pilla en la cama de su única hija – me reí.
- No estamos haciendo nada malo. De todos modos no son tontos...ellos saben que precisamente no jugamos al parchís cuando estamos solos – volví a acurrucarme contra su brazo.
- ¿Rose?
- Dime.
- ¿Por qué te ha afectado tanto que Edward jugara con Isabella? Tu no te metes nunca en esos temas y definitivamente esa chica no es amiga tuya ni tiene pinta de que vaya a serlo jamás. ¿Por qué la defiendes?
Buena pregunta para responder a las dos de la mañana. Me separé del cuerpo de mi novio y me senté contra el cabecero pensando bien mis palabras. Emmet me imitó.
- Sabes que no estoy llevando bien el cambio de Edward – suspiré mentras cruzaba las manos sobre mi regazo – Joder, Emmet, estaba incluso más unida a el que a Jasper...Antes era dulce y atento y ahora...ahora me dan ganas de darle una colleja cada vez que le veo. Quiero que se de cuenta de que la gente con la que se junta solo le traerá problemas.
- Ya es mayorcito para elegir con quien se junta.
- Sólo tiene dieciseis años – me defendí.
- Ya. Y tu solo tienes trece meses más – el gesto de su cara cambió a picarón – Vaya fieras tus padres, ¿no? Primero gemelos y a los cuatro meses...zás. Otro bombo. Anda que se esperaron mucho para foll...
- Emmet – le corté - no estoy interesada en hablar de la vida sexual de mis padres – dije poniendo cara de asco – Ahora en serio. No me gusta el cambio que ha dado mi hermano.
- Ni a mi tampoco, nena. Pero él es libre de escoger sus amistades...
- Tu eras su amigo.
- Yo soy su amigo – remarcó el soy – Si le hago falta voy a estar por él, Rose. Y lamento de todo corazón que todo esto me haya pillado en el medio – no lo pude evitar, le di un beso rápido en los labios – Pero dime, ¿qué tiene que ver Isabella en todo lo que me has dicho? - suspiré sonoramente.
- Es lo que he dicho antes en la enfermería. Las chicas que van detrás de Edward sólo quieren estar con él por su cara bonita y por su popularidad...No le conocen realmente porque ese no es el verdadero Edward. Entonces miro a Isabella y tengo sentimientos encontrados.. Ella está enamorada de ese cretino hasta el cuello, se nota a kilómetros – suspiré de nuevo – Por un lado veo a Isabella y pienso que es justamente la persona que necesita Edward, una persona con sentimientos puros hacia él...se que no hay en todo Forks una persona mejor que ella para Edward...y por otro lado me pongo furiosa porque se que lamentablemente eso nunca será posible.
Emmet asintió cuando comprendió mi punto y volvió a besarme con suavidad. Nos volvimos a abrazar, aunque fui incapaz de cerrar los ojos para dormirme. Había sido una noche...rara. Por primera vez en mucho tiempo una persona ajena a mi entorno había sacado mi lado más humano. Mi lado más tierno. Isabella me había tocado la fibra...Sólo esperaba que Edward se diera cuenta algún día de lo mal que lo estaba haciendo.
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EN EL PRÓXIMO CAPITULO
- ¿Que ocurre, Bella? ¿Te ha pasado algo? ¡No me asustes!
- ¡No! Mamá, no me pasa nada. Yo...me preguntaba... - me mordí el labio nerviosa.
- Bella, suéltalo.
- Esto...mama, ¿podría pasar una temporada contigo? ¿En Phoenix?
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Bueno aquí os dejo un capitulo mas de esta historia y espero que sigan leyendo !!
Muchas Gracias !!
Ya podía notar su fresco aliento sobre mis labios cuando un aplauso hizo que abriera los ojos. Me sorprendí al ver que estaban las luces encendidas. Edward ya no estaba a mi lado; estaba en un rincón apartado y mirando al suelo. Y había un montón de gente mirándonos. Más bien mirándome. Dos segundos después empezaron a reírse. Todos.
- Muy bien Edward – pude localizar al dueño de la voz. Alec – lo has hecho muy bien – dijo palmeando su hombro – Te lo has currado muy bien. Sabía que lo harías. Tendrás tu recompensa. Una apuesta es una apuesta.
¿Qué? ¿Una...apuesta? No entendía nada absolutamente. Miré a la gente. Pude ver a Tanya, que se adelantó y se colocó al lado de Edward, colgándose de su brazo. Lauren y Jennifer riéndose. Pude ver a Angela que me miraba con la cabeza agachada y a punto de derramar una lagrima. Empecé a ver un poco borroso, empezaba a entender lo que estaba ocurriendo, pero quería que me lo dijera él, que saliera de sus labios. Sí, era masoquista, pero me serviría para despertar de mi estúpido sueño en el que estaba sumergida hace menos de 5 minutos.
- Edward – su nombre me salió solo un quejido débil.
- Isabella, no lo hagas más difícil.
- ¿P...pero por qué yo? ¿Yo...qué te he hecho? - faltaba poco para que dejara de poder retener el llanto y no quería hacerlo delante de todos ellos.
- Isabella – rugió – no insistas.
- P...pero...
En ese momento su cara cambió de expresión a una de completa ira. Levantó la mano y por un segundo dudé de sus intenciones, lo juro. Por el rabillo del ojo miré a Tanya, que tenía una sonrisa orgullosa en su cara. Cerré los ojos instintivamente, esperando un golpe, algo. Lo único que oí fue un golpe metálico y de la impresión mis pies se enredaron al caminar hacia atrás y noté que chocaba con algo. Y dolor en el hombro. Mucho dolor.
Edward golpeó el cuadro de la boca de incendio que estaba situado en la pared detrás de mi. Con mis nervios y mi pésimo equilibrio tropecé hasta chocar con la esquina.
Cuando pude abrir los ojos y aclarame las lágrimas pude ver como Edward abandonaba el pasillo seguido de Alec y este último seguido de un grupo bastante numeroso de chicos. Rápidamente entendí lo que ocurrió. Todo era un juego. Una apuesta. Me quedé observando mis pies. Pero Tanya pronto llamó mi atención.
- Ja,ja,ja, ¿acaso pensabas que mi Edward iba a besarte? - rió con malicia – Tonta niñata estúpida. ¿Como Edward querría besar a alguien como tu? ¡Apuesto a que ahora esta reprimiendo las ganas de vomitar por haberte tenido que soportar tan cerca! El sacrificio para entrar en el equipo de fútbol ha sido enorme.
Oh, conseguir una cita conmigo a cambio de entrar en el equipo...no podía creerlo...había parecido tan sincero...
- Mira, para que lo entiendas todo perfectamente voy a hacerte el favor de explicártelo todo – continuó Tanya – Este es el último año en el instituto de Alec, el capitán del equipo y pensó en hacer un trato con Edward para que él fuera el próximo capitán, sin pruebas previas, sin esfuerzo, bueno, el esfuerzo de tenerte a ti cerca – estaba sorprendida de cómo estaba aguantando sin llorar – Así que, como era evidente cómo te comías con los ojos a Edward, lo planeó todo contigo como víctima, ya sabes, para reirnos un poco y hacerlo todo más divertido. Todo era muy sencillo. Hacerte creer que Edward estaba interesado en ti, invitarte al baile y que tu aceptaras. Y luego tenerte a punto de caramelo para...¡tachán! Que todos apareciéramos y ver la escenita para comprobar que tú habías caído. Menos mal que Alec no insistió en que Edward te besara. ¡Pobrecito! De imaginármelo se me ponen los pelos de punta.
- Isabella – oh, que bien ahora el turno de la zorra de Jennifer – ¿cómo pensaste que tu – me señaló con desdén – podías competir con nosotras por alguien como Edward? ¿Eres imbécil? Mira que te lo avisé y no quisiste hacerme caso – dijo con fingida pena.
Tenían razón, ellas estaban perfectas, con sus peinados perfectos, sus vestidos perfectos y sus caras y cuerpos perfectos. Idiotas y rematadamente tontas, pero guapas y perfectas. En cambio yo...Las lágrimas comenzaron a caer estrepitosamente por mi cara.
- Oh, le hemos tocado la fibra sensible a la nenita – dijo Tanya fingiendo un puchero – Pues esto es para que llores con motivo.
Y me pegó. Me pegó una sonora y dolorosa cachetada en mi mejilla. Me apoyé en la pared y me dejé caer hasta tocar el suelo y quedarme sentada apoyada en la pared.
Iba a abrir la boca cuando oí unos tacones. Oh, no Rosalie, no...¿qué más me podía pasar hoy? ¿Vendría a ramatarme?
Lentamente miré hacia arriba y vi a una perfecta Rosalie enfundada en un ceñido vestido rojo y subida en unos altísimos tacones. Estaba preciosa. Pero su cara demostraba enfado. No, enfado no, ira. Volví a cerrar los ojos esperando cualquier cosa.
Pero lo que oí a continuación no me lo esperaba
- ¡Tanya! - rugió. Me dio miedo. Incluso sentí retumbar las paredes, Ah, no, era mi llanto que se había descontrolado.
Tanya parecía divertirse con mis lágrimas por que no oyó el rugido de Rose. Cuando la tuvo a dos palmos volvió a rugir.
- ¡Tanya!¿Qué coño estáis haciendo? ¿Por qué no te vas a buscar al imbécil de mi hermano? ¡Vete a lamerle el culo, que es lo único que sabes hacer y deja a Isabella en paz de una puta vez!
Automáticamente levanté la vista. Rosalie Cullen defendiéndome delante de estas guarras. Tanya parecía divertirse.
- Pero Rose, no la has visto, es patética, has visto qué vestido y qué zapat...
- ¡Tanya! ¡Si de verdad no quieres que te arranque esas apestosas extensiones que llevas en tu hueca cabecita ya puedes empezar a correr!
- Pero...
- ¡Ya!
Se fueron corriendo haciendo que sus tacones golpearan sonoramente el suelo.
Bueno, solo me faltaba enfrentarme a la ira de Rose. Esperé con los ojos nuevamente cerrados.
- Hey, Isabella, ¿estas bien? - abrí lentamente los ojos y me encontré con Rose más cerca de lo que pensaba y con una verdadera mueca de preocupación. A su lado se encontraban Jasper y Emmet.
- Eh...- las lágrimas luchaban por salir de nuevo – yo...
- Oh, cielos, estás sangrando – la miré sin comprender – ¡Tu hombro!
Ya me había olvidado del golpe del hombro. No es que no me doliera, pero ahora mi atención se centraba en mi cara. Podía notar como se me estaba hinchando mi labio debido al bofetón de Tanya.
Miré hacia mi hombro. Oh, craso error, en verdad salía sangre y yo con la sangre me mareo. Juro que sentí cómo palidecía mientras el olor metálico de la sangre se colaba por mi nariz.
- ¿Te estás mareando? - me preguntó Jasper. Como pude asentí levemente – Creo que deberíamos llevarla a la enfermería.
- Sí, vamos – dijo Rose – ¿Isabella puedes andar? - me preguntó mientras me tendía la mano para ayudarme. Volví a asentir.
- No quería estar ahí, lo único que quería era huir, marcharme a mi casa y meterme en la cama a llorar hasta que me secara. Pero tampoco tenía ni ganas ni fuerza para discutir, así que me dejé de hacer. Rosalie y Emmet me agarraron por los lados.
Al sentir el aire fresco del exterior me sentí levemente mejor. Por lo menos el mareo se estaba esfumando. Cuando llegamos a la enfermería la señora Smith me atendió.
- Oh, cariño, te encuentras bien. ¿Qué te ha pasado? - dijo mirando mi cara y mi hombro.
- M..m..me caí – mentí. Pude oír a Rose bufar.
- De acuerdo. Te curaré el hombro y te daré un poco de hielo para esa carita, ¿vale? - asentí.
La señora Smith me curó el hombro rápidamente. Me puso unos puntos de aproximación, porque la herida era más profunda de lo que parecía. Me tapó la herida con un apósito y fue a por hielo. Cuando me lo tendió para que me lo pusiera en la cara la llamaron por teléfono.
- ¿Sí? Oh, dios santo, ¿por qué esta juventud bebe sin moderación? De acuerdo, en dos minutos estoy allí – y colgó – ¿Cariño, crees que te puedes quedar sola aquí un ratito? Un alumno de último año un tanto gracioso ha echado alcohol en cantidades industriales en el ponche del baile y hay un par de chavales algo perjudicados. Tengo que ir a verles.
- No se preocupe, nos quedamos con ella – habló por primera vez en la noche Emmet.
- De acuerdo – y salió de la enfermería.
- ¡No sé que es lo que se le pasa a mi estúpido hermano por su estúpida cabeza! - chilló Rosalie en cuanto la amble mujer nos dejó solos. Emmet le pasó un brazo por los hombros, pero se zafó de él enfadada.
- Rose...
- ¡No! Él no es así. ¡Desde que se junta con esa...gentuza hace cosas sin sentido!Por dios, hace dos semanas incluso se lió con Lauren, - ¡que asco! - no pude evitar que una mueca de dolor se cruzara por mi cara. Una cosa es oír los rumores de que el amor de tu vida se lía con todo bicho viviente y otra muy distinta es confirmarlo. Y de boca de su hermana.
- Rose, cálmate – dijo Jasper.
- No, Jazz. Esa gente no es buena para mi hermano. ¡Mira lo que le han hecho a hacer! - dijo señalándome.
- Tampoco le ha puesto nadie una pistola en la cabeza para que lo hiciera. Si lo ha hecho ha sido porque ha querido – dijo Emmet.
En ese momento mis lágrimas se desbordaron. Emmet tenía razón. Él, mi amor platónico había jugado conmigo, me había apostado, y él era el único culpable. Me habían dejado en evidencia de nuevo. Pero esta vez era diferente. Esta vez había sido él el causante.
- Cállate, Emmet, la has hecho llorar – dijo Rose mientras le daba una sonora colleja.
- Lo siento – me dijo mientras se sobaba la nuca.
- Yo...yo lo siento...de verdad...no...entiendo. Supongo que...estarás furiosa ¿con...migo? - le pregunté a Rose.
- ¿Contigo? - me miró como si tuviera dos cabezas – ¿Contigo por qué?
- No...no sé, esta semana...me mirabas enojada y yo...no se...Me avisaste y no te hice caso...supongo que eso aumenta tu enfado contra mí – dije mientras me apretaba más la bolsa de hielo contra la mejilla.
- ¿Estas loca? No estaba enfadada contigo, estaba furiosa con el imbécil de mi hermano – ahora la miré yo extrañada – Sí, no entiendo por qué te tienen tanta manía. Bueno, eres un poco rarita, pero ese no es motivo para que te hagan lo que te hacen.
No me lo podía creer. Rosalie defendiéndome. Dándome la razón. Por todos era conocido su mal genio y su aversión por todas las chicas de la escuela. No entendía como alguien tan insignificante como yo era capaz de sacar el lado "tierno" de Rose.
- P...pero parecía que estabas enfadada conmigo.
- Sí y no. Estaba enfadada con mi hermano por lo que iba a hacer y estaba enfadada contigo porque sabía que caerías en la trampa. Salta a la legua lo mucho que te gusta mi hermano.
- ¿Tanto se nota?
- Por supuesto, cielo, tu es que no te ves la cara cuando le miras – pude sentir como volvía el color a mi cara.
- Oh – dije avergonzada.
- Mira, Isabella, te puedo asegurar que mi hermano no merece lo que sientes por él. Todas esas guarras que están ahí fuera van detrás de él por su cara bonita y porque es popular. No se molestan en conocer su interior. Pero a ti se te nota que estás enamorada de él. Por eso te decía que tu no eres para mi hermano. No te merece.
Me quedé pensando en esas palabras. ¿Tan idealizado le tenía que no podía ver de lo que era capaz Edward? Ahora me sentía más tonta y estúpida que antes. Todos me habían advertido y yo no hice caso a ninguno por lo cegada que estaba. Ahora sí que tenía ganas de marcharme de ahí. No podía aguantar ni un segundo más en esa habitación con esas tres personas mirándome. Me levanté de la camilla y cogí mi bolso.
- ¿A donde vas? Isabella, te puedes marear, no tienes buena cara – me dijo Rose.
- Yo...tengo que irme, de verdad, ya me encuentro mucho mejor – mentí.
- Pero...
- Rose, déjala, ahora querrá estar sola – dijo Jasper.
- ¿Cómo vas a llegar a casa? - preguntó Emmet – Si quieres te podemos acercar.
Buena pregunta. Si llego a casa tan pronto y con estas pintas lo más probable es que mi padre sospeche que algo no va bien y con lo mala mentirosa que soy...oh, es capaz de venir al baile y amenazar a todo el mundo con la pistola para enterarse de lo ocurrido. No, a casa no puedo ir ahora...¡Jake! Sí, le llamaré. Le diré que venga a buscarme, pensé.
- Esto...sí, voy a llamar a un amigo. Él vendrá a buscarme – y saqué mi móvil para llamarle.
- Oh, ¿Isabella con amigos? - bromeó Emmet. La risa se le cortó con la colleja de Rosalie – ¡Auch! ¡Era broma!
Me aparté para hablar con Jake. Cogió el teléfono rápidamente. Me sorprendió que no me preguntara nada. Simplemente dijo que en 10 minutos estaría aquí.
- Ya...os podeís marchar. Id al baile, en 10 minutos vendrán a buscarme.
- Ni hablar. Esperaremos contigo – dijo Rose y su tono no admitía replica.
A los 10 minutos exactamente apareció Jake con su coche. Debió de conducir como un loco. De la Push al instituto hay unos 20 minutos en coche. Al verme se bajó rápidamente del coche y me abrazó.
- ¿Qué te ha pasado? - dijo acariciándome la mejilla que se estaba empezando a hinchar – ¿Que le ha pasado? - preguntó ahora mirándoles a ellos.
- Jake, esta bien, ellos me han ayudado. Vámonos. ¿Podemos ir a tu casa?
- Sí, mi padre esta con Harry.
- Vámonos, por favor - le supliqué – Gracias...por todo – les dije a mis salvadores.
- Isabella...cuidate. Y no te atormentes, no vale la pena. Ellos no – me dijo Jasper.
Sólo pude asentir y darles una breve sonrisa que no llegó a mis ojos. Jake me metió en el asiento del copiloto y arrancó a toda prisa.
No nos dijimos nada durante todo el camino. Algo que agradecí interiormente. Simplemente dejé que aire se colara por mi ventanilla y me pegara de lleno en la cara, relajándome la parte dolorida de la mejilla.
Llegamos a su casa. Como había dicho estaba vacía. Me senté en el sofá del salón. Jake se fue hacia la cocina a preparar algo. A los 5 minutos regresó con dos tazas de leche caliente y una manta. No me había dado cuenta hasta ahora del frío que se había levantado. Me tapé con la manta y cogí una de las tazas. Jake me miraba fijamente.
- ¿Me vas a contar que demonios ha sucedido? ¿Te has mirado en un espejo? Tienes un aspecto horrible. ¡Dime exactamente quien ha sido y que te ha hecho!
- Jake...- empecé a llorar. Me atrajo hacia su pecho.
- Dímelo, Bella – susurró contra mi pelo.
- Jacob...¡todo era mentira! Era una apuesta, yo no...no...- empecé a balbucear.
- A ver Bella, calmate y cuéntamelo todo. Quiero saber a quien exactamente tengo que partirle la cara.
- Jake, no...en fin. Mi cita con Edward era una apuesta...él me invitaba al baile y si yo caía en la trampa y lograba llevarme a un rincón apartado para intentar besarme y no me negaba...
- ¿Te ha hecho daño ese Cullen? - Dijo con desprecio – ¡Dime si te ha hecho daño y vuelvo ahora mismo a romperle la boca! - rugió.
- No, Jake, no merece la pena. Además te necesito. No te vayas de mi lado tu también.
- Esta bien. Cuéntame más.
- Cuando me llevo a un sitio oscuro y pensé que iba a besarme...apareció medio instituto...y empezaron a reirse de mi y a insultarme.
- ¿Y tu hombro y tu cara? Quien...
- Lo del hombro fue un tropiezo, mi torpeza, ya sabes – preferí omitir ciertos detalles, tal como que Edward me había levantado la mano – y la cara...
- ¿La cara qué?
- Fue...Tanya.
- ¿Quién? ¿La pelirroja hueca? - parecía no entenderlo.
- Sí, parece que es la golfa de Edward durante esta semana – Jake me miró sorprendido, normalmente yo no usaba palabras malsonantes.
- ¿Y los que estaban contigo? ¿Quienes eran?
- Jasper y Rosalie son hermanos de Edwad y Emmet es el novio de Rosalie.
- ¿Y te ayudaron?
- Sí, de hecho Rose ha estado toda la semana avisándome de que me alejara de su hermano y yo lo la hice caso...no os hice caso.
- Bueno, pequeña, ya esta bien, no te atormentes más. Además Cullen recibirá su merecido – y una sonrisa lobuna se apoderó de su rostro.
- Jake, no...no hagas nada, yo no quiero más problemas... de verdad. Prometeme que no vas a hacer nada.
- No...esta noche no - eso último lo susurró.
- ¡Jake! - le regañé - Me siento estúpida y ridícula. ¿Como pude llegar a pensar que Edward estaba interesado en mi?
- Eh, eh, él es el estúpido. Y ridículo. ¿Qué puede verle a la pelirroja loca esa? Sabes, podía arrancarle las extensiones una a una por lo que te ha hecho – no pude evitar reirme – ¿Qué? ¿De que te ríes?
- Rosalie ha hecho el mismo comentario que tu.
- Ah, una rubia que no es tonta – dijo riendo.
- En serio. No se con qué cara voy a mirarle cuando me le encuentre. Este es un pueblo pequeño...no se...no quiero ver a nadie.
- Pequeña, ven a la Push, aquí te protegeremos – bromeó.
Me acurruqué contra Jake y suspiré. Dios, ese chico era un tesoro. Aquí estaba aguantando mis lágrimas y mi berrinche sin ningún reproche ni ningún "te lo advertí". Me tapé aún más con las mantas y lentamente me fui quedando dormida en los brazos de mi amigo.
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CAPITULO 9 - ERES UN IMBÉCIL, EDWARD
Cinco minutos después de que el coche del amigo de Isabella arrancara aún seguía mirando por donde se habían marchado. Era incapaz de moverme de allí. En esos momentos no me importaba ni el frío de Forks ni que yo estuviera en tirantes.
Como si me hubiera leído la mente Emmet me pasó la chaqueta de su traje por los hombros y me frotó los brazos para darme calor. Me hundí en ella para aspirar su aroma para tranquilizarme y no cometer un hermanicidio.
- Vamos, nena...aquí ya no hacemos nada – me dijo mi novio suavemente.
- ¿Crees que estará bien?
- Se le pasará, cielo – dijo retirándome el pelo de la cara – Esa chica ha aguantado más putadas de las que pueda recordar...lo de esta noche ha sido duro para ella, pero el dolor no le va a durar para siempre.
- Joder – susurré – No se si estoy apenada o cabreada.
- Vamos, Rose...sabías que esto iba a pasar – dijo Jasper – Y sinceramente creo que al intentar evitarlo lo único que has conseguido es animar más a Edward a llevar a cabo la bromita.
- Genial, Jasper...Ahora hazme sentir culpable – eché a andar enfadada.
- No te enfades, Rose...no lo he dicho para que te sintieras mal...sabes como es Edward.
Miré los ojos de mi hermano gemelo. Eran exactamente del mismo color que los míos. Se podía decir que nos compenetrábamos bien aunque éramos polos totalmente opuestos; él era el tío más calmado y sensato de la tierra mientras que yo había veces que era tan impulsiva que no me aguantaba ni yo. Y este no era uno de mis mejores momentos. Mi cabreo estaba en cotas de record.
Mi relación con Edward estaba pasando una muy mala racha. Mi hermano era el chico más atento y cariñoso que podía haber. Era amable y muy protector conmigo, aunque yo fuera mayor que él. Éramos como uña y carne...y ahora nos habiamos convertido casi en desconocidos. Ya no íbamos al cine los fines de semana, ni hacíamos peleas de agua mientras lavabamos los cohes, ya no tocaba el piano...ahora en cambio los fines de semana salía de juerga con los amigotes, se pasaba las horas muertas entrenandose para el equipo y en vez de acariciar las teclas del piano se dedicaba a sobetear otras cosas...Aún no lograba entender el por qué de este cambio.
Pero todo fue a peor. Mucho peor. Todo empezó aquella mañana en la cafetería del instituto cuando Alec, el tío malo de último curso, le propuso a Edward la "bromita" de Isabella, como ellos decían. Bromita...y una mierda. Se metían con esa chica constantemente y ella apenas se defendía. Ugh. Si yo fuera ella habría dejado a más de una pelona como una escoba. ¿Cómo no se había dado cuenta antes de que todo era una farsa? ¿Por qué no me había creído? Recuerdo el momento en el que Jasper me mandó unmensaje en clase diciendome que era oficial, que Isabella iba a ser pareja de Edward...¿es que acaso no había pillado las indirectas directas y las risillas burlonas? Dios, cuanto podría enseñarle yo a esa chica...
Yo no había nacido para ser la mejor amiga del mundo. De hecho se podría decir que no tenía ninguna amiga y tampoco me interesaba. El grupito de las populares se había empeñado en tenerme a mi entre ellas, insistían en que me uniera al equipo de las animadoras, pero no me interesaba. Todas las chicas del instituto era unas niñatas creídas, falsas y rematadamente tontas y nunca, nunca me involucraba en peleas o riñas entre ellas. Que se buscaran la vida. Pero el caso de esta chica me había calado hondo.
Definitivamente Isabella no era una chica muy agraciada. Entre lo rarita que era y su peculiar carácter introvertido se convertía en el blanco perfecto para las bromas y las humillaciones. Me enfurecía que la gente atacara a los más débiles por no ser como ellos. Isabella no era un ideal de belleza, ni mucho menos, pero era una persona como cualquier otra y tenía sentimientos. Y al parecer esta noche le habían tocado esos sentimientos. Esa chica estaba loca por mi hermano, se le notaba a kilómetros...y hace apenas un par de horas ese imbécil le había partido el corazón.
- ¿Vamos a casa, chicos? Ahora mismo no somos precisamente el ideal de estudiante entusiasmado por su baile – dijo mi hermano.
- Tienes razón – dijo Emmet.
Era cierto. Ninguno de los tres teníamos muchos ánimos para continuar en el baile. Tampoco es que se nos fuera la vida en ir. Jasper iba sin pareja, aunque candidatas no le habían faltado, y nosotros habíamos ido simplemente para intentar evitar la humillación de Isabella. Recordar mi fracaso avivó aún más mi cabreo.
Mi novio me tomó por la cintura y caminamos hasta su Jeep. Habíamos aparcado cerca de la puerta . En ella se concenrtraban un gran número de chicos que se reían a carcajadas por la intoxicación etilica del ponche de la fiesta mientras se fumaban unos pitillos. Idiotas. Ójala por gilipollas se tiraran vomitando toda la noche.
Iba a montar en el coche de Emmet cuando unas risas de hiena llamaron mi atención. Giré la cabeza y empecé a verlo todo rojo. La loca de Tanya se estaba montando en el coche del idiota de Edward mientras este le abría la puerta con la cara embobada. Dios santo, con ese vestido negro tan apretujado y ese maquillaje no podía tener más pinta de zorra.
No lo pude evitar. Me solté del brazo de mi novio y caminé furiosa hasta el volvo. Justo cuando Edward iba a abrir la puerta del piloto me planté ante él y le cerré la puerta para que no pudiera entrar.
- ¡Tu! ¡Tu! - chillé.
- Buenas noches, Rose – dijo con ironía - ¿Disfrutando del baile? - sonrió con falsa inocencia.
- Vengo de la enfermería, niñato de mierda. ¿Tengo cara de estar pasándomelo bien?
- ¿De la enfermería? - frunció el ceño - ¿Acaso se te ha roto una uña? - me corrijo, ahora sí que lo veía todo rojo.
- ¡Eres un imbécil, Edward!
- Rose, cariño...baja un poco el tono – dijo Emmet mirando hacia los demás alumnos. Miré por la luna delantera del coche y vi la cara de cachondeo de Tanya mientras reprimía una carcajada.
- ¡Y tú deja de reirte, zorra estúpida! - conseguí que varios chicos se giraran por mi grito, pero al menos le borré la sonrisa falsa a esa gilipollas – Hemos estado en la enfermería por Isabella – miré de arriba abajo a mi hermano – No te reconozco.
- ¿Qué le ha pasado? - dijo Edward con un ligerisimo tono de culpa.
- ¿Ahora te interesa? ¿A que no tienes cojones a preguntarslo tu mismo? - desvió la mirada – Ya veo. Aprovecha tu noche y revuelcate con esa zorra – señalé a Tanya.
Me giré furiosa y comencé a andar de nuevo. Ahora sí nos montamos en el coche de Emmet. Mi hermano y mi novio iban en total silencio. Normalmente Emmet se dedicaba a cantar alguna estúpida canción mientras conducía. Esta noche no estaban los ánimos para mucho; era oficial, las cosas entre Edward y yo estaban más que negras.
No tardamos mucho en llegar a casa; a esas horas el pueblo estaba super tranquilo. En cuanto entramos me quité la chaqueta de mi nene y la dejé sobre el sillón.
- ¿Estamos solos? - pregunté mientras me quitaba los tacones.
- Sí – dijo Jazz moviendo un post-it entre los dedos – Papá y mamá están en Port Angeles. Vendrán tarde.
- Genial – no estaba con ánimos para que me preguntaran por la gran noche - Voy a quitarme el vestido y a ponerme algo cómodo.
- Si necesitas ayuda aquí estoy – dijo Emmet sonriendo de manera que sus hoyuelos se marcaran. Le di un codazo en las costillas – Oh, eso es un si, ¿verdad, nena? En cinco minutos estoy arriba – me guiñó el ojo.
Aún cuando seguía super cabreada no tuve más remedio que sonreir. Cuando Emmet se ponía en modo payaso, era imposible. Era el único que lograba sacarme una sonrisa sincera en determinados momentos.
Lo primero que hice cuando entré en mi cuarto fue quitarme las horquillas de mi recogido y masajearme el cuero cabelludo. Después me deshice del vestido rojo que llevaba y me puse mi pijama de ositos.
Como si lo hubiera estado cronometrando a los cinco minutos exactos entró Emmet. Me miró de arriba abajo y sonrió ampliamente. Sus ojos azules me observaban con humor.
- Así que nos hemos puesto el pijama anti morbo, ¿no, cielo? - me reí con desgana.
- He sido muy obvia, ¿no? - dije mientras me metía entre las sábanas.
- Un poco – dijo mientras se quitaba el traje hasta quedarse en ropa interior – Pero no me importa. Sólo quiero estar contigo sea de la forma que sea.
- Gracias por comprenderme...no es mi mejor noche.
Una vez metidos en mi cama de matrimonio Emmet se abrazó a mi con fuerza. Su gran cuerpo se adaptaba al mío a la perfección. Sin duda era mi media naranja. Era mi apoyo y mi guía. Y pensar que al principio no nos aguantábamos.
Nuestra relación al principio no era mala, era pésima. En primaria me quitaba las muñecas y me tiraba barro en el pelo mientras se reía. Pero yo no me quedaba atrás. Destripaba sus coches de juguete y le pinchaba los balones...hasta que todo cambió hace dos años, cuando me lo encontré cerca de su casa mientras intentaba arreglar el coche de segunda mano que su padre le había regalado para practicar. Estaba sudado y lleno de grasa y con el ceño fruncido ante el capó abierto, pero en ese momento me pareció el chico más guapo del mundo. Me acerqué para intentar mortificarle de alguna manera, como siempre que podía, pero me sorprendió gratamente. No tenía ni la menor idea de que le encantaba la mecanica tanto como a mi y él se sorprendió cuando yo di con la solución a su problema. Después de esa tarde, y los dos embadurnados con grasa de motor, fue cuando nos dimos nuestro primer beso. Me río cuando pienso que gracias a una bujía estoy con el chico más perfecto y cariñoso que puede haber.
- Cielo – me llamó.
- ¿Mm? - dije contra su enorme brazo.
- Espero poder oir el coche de tu padre a tiempo – me levanté para mirarle a los ojos – Tu padre es la hostia, pero creo que dejaría de serlo si me pilla en la cama de su única hija – me reí.
- No estamos haciendo nada malo. De todos modos no son tontos...ellos saben que precisamente no jugamos al parchís cuando estamos solos – volví a acurrucarme contra su brazo.
- ¿Rose?
- Dime.
- ¿Por qué te ha afectado tanto que Edward jugara con Isabella? Tu no te metes nunca en esos temas y definitivamente esa chica no es amiga tuya ni tiene pinta de que vaya a serlo jamás. ¿Por qué la defiendes?
Buena pregunta para responder a las dos de la mañana. Me separé del cuerpo de mi novio y me senté contra el cabecero pensando bien mis palabras. Emmet me imitó.
- Sabes que no estoy llevando bien el cambio de Edward – suspiré mentras cruzaba las manos sobre mi regazo – Joder, Emmet, estaba incluso más unida a el que a Jasper...Antes era dulce y atento y ahora...ahora me dan ganas de darle una colleja cada vez que le veo. Quiero que se de cuenta de que la gente con la que se junta solo le traerá problemas.
- Ya es mayorcito para elegir con quien se junta.
- Sólo tiene dieciseis años – me defendí.
- Ya. Y tu solo tienes trece meses más – el gesto de su cara cambió a picarón – Vaya fieras tus padres, ¿no? Primero gemelos y a los cuatro meses...zás. Otro bombo. Anda que se esperaron mucho para foll...
- Emmet – le corté - no estoy interesada en hablar de la vida sexual de mis padres – dije poniendo cara de asco – Ahora en serio. No me gusta el cambio que ha dado mi hermano.
- Ni a mi tampoco, nena. Pero él es libre de escoger sus amistades...
- Tu eras su amigo.
- Yo soy su amigo – remarcó el soy – Si le hago falta voy a estar por él, Rose. Y lamento de todo corazón que todo esto me haya pillado en el medio – no lo pude evitar, le di un beso rápido en los labios – Pero dime, ¿qué tiene que ver Isabella en todo lo que me has dicho? - suspiré sonoramente.
- Es lo que he dicho antes en la enfermería. Las chicas que van detrás de Edward sólo quieren estar con él por su cara bonita y por su popularidad...No le conocen realmente porque ese no es el verdadero Edward. Entonces miro a Isabella y tengo sentimientos encontrados.. Ella está enamorada de ese cretino hasta el cuello, se nota a kilómetros – suspiré de nuevo – Por un lado veo a Isabella y pienso que es justamente la persona que necesita Edward, una persona con sentimientos puros hacia él...se que no hay en todo Forks una persona mejor que ella para Edward...y por otro lado me pongo furiosa porque se que lamentablemente eso nunca será posible.
Emmet asintió cuando comprendió mi punto y volvió a besarme con suavidad. Nos volvimos a abrazar, aunque fui incapaz de cerrar los ojos para dormirme. Había sido una noche...rara. Por primera vez en mucho tiempo una persona ajena a mi entorno había sacado mi lado más humano. Mi lado más tierno. Isabella me había tocado la fibra...Sólo esperaba que Edward se diera cuenta algún día de lo mal que lo estaba haciendo.
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EN EL PRÓXIMO CAPITULO
- ¿Que ocurre, Bella? ¿Te ha pasado algo? ¡No me asustes!
- ¡No! Mamá, no me pasa nada. Yo...me preguntaba... - me mordí el labio nerviosa.
- Bella, suéltalo.
- Esto...mama, ¿podría pasar una temporada contigo? ¿En Phoenix?
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Bueno aquí os dejo un capitulo mas de esta historia y espero que sigan leyendo !!
Muchas Gracias !!
Qamiila Quinteros- .
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Re: La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado
CAPITULO 10 - PAPÁ, ME VOY CON MAMÁ
Al par de horas Jake me despertó y me llevó a mi casa. Hicimos como que Jake y yo nos encontramos en el baile por casualidad y se ofreció a traerme a casa.
A mi padre no le pareció bien que no fuera Edward el que me trajera a casa, pero cuando le expliqué que "accidentalmente" había tropezado y me había herido, comprendió que quisiera volver a casa un poco antes. Tampoco me hizo preguntas sobre mi accidente. Por una vez di las gracias por mi eterna torpeza. Subí rápidamente a mi habitación me quité el vestido y me metí debajo de la ducha. Cuando comenzó a caerme el agua empezaron a brotar mis lágrimas. Estúpida, estúpida, me decía mentalmente. ¡Como pude ser tan tonta! Mis lágrimas se convirtieron en sollozos que eran ahogados por el agua.
Definitivamente el lunes no iría a recoger las notas. No podría mirarle a la cara. Ni a e´l ni a nadie. No podría aguantar los comentarios hirientes de todo el mundo. Esta vez me tocaron mi punto sensible. Un dolor sofocante se empezó a abrir en mi pecho y me contuve las ganas de gritar hasta quedarme sin voz.
Cuando empezó a salir el agua fría salí de la ducha. Me puse mi ropa de dormir y me metí en la cama, tapándome con mis sábanas hasta la cabeza. Y seguí llorando hasta que el sueño me venció.
Al día siguiente me levanté con un horrible dolor de cabeza y la cara pegajosa de las lágrimas resecas. Me miré en el espejo. Definitivamente mi labio se había hinchado y la herida del hombro dejaría un bonito recuerdo en forma de cicatriz. Perfecto, cada vez que me mire recordaré lo estúpida que fui ese día.
Baje a la cocina para ver a Charlie. En su lugar había una nota.
Bella
Me he ido con Billy y con Harry a pescar. Regresaré tarde así que no me esperes a cenar. Cuidate.
Papá
Perfecto, así estaré sola para poder hundirme en la miseria.
Bella, ¿como vas a afrontar este golpe? ¿Como vas a mirarle a la cara? No, no podrás mirarle. Ni siquiera podrás estar en el misma sala que él. No podrías soportarlo.
Bien, mañana no iré al instituto. Dejaré que le lleguen las notas por correo a Charlie. Pero, ¿y después? ¡No puedes ocultarte eternamente!No puedes recluirte en casa. ¿Y cuando pase el verano y tengas que volver a clase? ¡Te quedan dos años!¿Vas a soportar dos años esa situación? No, gracias.
Las lágrimas comenzaron a hacer mi visión borrosa de nuevo mientras ponía fin a mi monólogo mental.
Y de repente se me ocurrió. Jamás en mi sano juicio se me hubiera ocurrido esa idea. Reneé.
Marcharme una temporada con mi madre a Phoenix era una idea muy tentadora. ¿Pero que le diría a Charlie? ¿Papa, me voy del pueblo porque Edward Cullen se ha reído de mi y me ha destrozado el corazón? No, definitivamente no. Además mi padre no tenía ni la más remota idea de lo que yo pasaba en el instituto. Un cambio de aires. Podría alegar eso. Además hace mucho tiempo que no paso una temporada con mi madre. Unos meses allí no me harían mal. Quizás cursar un semestre en Phoenix no me mataría. Creo.
Realmente me daba miedo conocer a gente nueva, pero haría lo que fuera por alejarme del instituto de Forks. Bueno, por alejarme en sí de Forks.
Pero...¿estaría dispuesta mi madre a recogerme durante una temporada? Parece ser que mi madre estaba comenzando una relación y justo meter ahora a tu hija adolescente en casa...
Corrí hasta el teléfono para llamarla. Ni siquiera me paré para ver si era buena hora. Simplemente llamé.
- ¿Sí?
- ¿Mamá?
- Sí hija, ¿qué hora es? ¿Te ha pasado algo?
- Oh mamá, no me digas que te he despertado – ansiosa.
- Sí, pero no pasa nada, dime hija, cuéntame. Oh, ¿que tal anoche?
- Mmmm...podía haber estado mejor – mentí. Todavía no quería que se enterase mi madre. Si en verdad iba a viajar a Phoenix posiblemente se lo contaría todo, pero allí.
- Oh, venga, ¡hija cuéntame los detalles!
- Mmmm...mamá, en realidad te llamaba por otro motivo...- a ver como se lo explico.
- ¿Que ocurre, Bella? ¿Te ha pasado algo? ¡No me asustes!
- ¡No! Mamá, no me pasa nada. Yo...me preguntaba... me mordí el labio nerviosa.
- Bella, suéltalo.
- Esto...mama, ¿podría pasar una temporada contigo? ¿En Phoenix?
- ¿Tienes algún problema, Bella? ¿Has discutido con tu padre?
- No, nada de eso. Creo...creo que me vendría bien un cambio de aires – mentí.
- Oh, si es eso...¡estaré encantada de que vengas! - chilló - ¡No sabes las ganas que tengo de verte hija! Pero dime...¿qué ha dicho Charlie de todo esto? - oh, buena pregunta.
- Yo...todavía no se lo he...dicho. Aunque creo que no se opondrá. Tengo derecho a estar contigo – alegué. Realmente no quería dejar a mi padre solo, pero dadas las circunstancias...
- Bueno, hija, habla con él. Yo tampoco creo que se vaya a negar. ¿Cuando vendrías?
- Pues no se...déjame hablar primero con Charlie y ya hablamos, ¿de acuerdo? Aunque me gustaría que fuera lo antes posible.
- Vale, hija, ¡voy a prepararlo todo para cuando vengas!Voy a pintar tu cuarto y te voy a comprar unas cortinas preciosas y...
- Mamá, mamá, no te molestes de verdad.
- Oh, no es ninguna molestia.
- Bueno, mamá te llamo cuando sepa algo, ¿vale?
- ¡Vale!¡Te quiero, hija!
Bueno, por lo menos habrá alguien contento. Mi padre será otra historia, pero como realmente dije, no se puede negar a que no visite a mi madre.
Legalmente puedo elegir libremente con que progenitor quiero vivir, así que llevo muchos años sin moverme de Forks con mi padre. Únicamente veía a mi madre en vacaciones unos cuantos días y algunas navidades. Ahora le tocaba el turno a ella.
Coloqué un poco la cocina y pasé de desayunar. No tenía hambre. El estómago se me había cerrado por completo. Me subí a mi cuarto a tirarme en la cama y no lo pude evitar, empecé de nuevo a llorar hasta que el sueño me venció de nuevo.
Oi el motor de un coche al despertar. Miré mi reloj y me sorprendí. Había estado durmiendo muchas horas. Probablemente el llanto me había dejado exhausta. Me miré en el espejo y me asusté. Entre la hinchazón y los ojos rojos parecía un zombie. Corrí a lavarme la cara antes de que entrara mi padre a casa y bajé rápidamente las escaleras. Ahora le contaría a Charlie mis planes.
- Bella, ¡ya he llegado!
- Hola papá – dije restregándome los ojos.
- Hey, que te pasa, ¿te encuentras bien?
- Sí, claro – mentirosa.
- Tienes mala cara, pequeña.
- Papá, tengo que hablar contigo – dije sentándome en una de las sillas de la cocina.
- ¿Te pasa algo?
- No, verás papá...he estado hablando con mamá...y
- ¿Le pasa algo a tu madre?
- ¡No! Ella esta bien, demasiado bien, creo. Es que...bueno, había pensado en irme una temporada con ella, y quizás cursar allí un semestre. Creo...que me vendría bien. Cambiar de aires y eso – esperé su reacción.
- Bella, ¿me estás ocultando algo? ¿Pasó ayer algo que no me hayas contado? - ahí vamos, cuando mi padre se pone en modo policía...
- ¡No! No es eso, es que...bueno, quiero conocer gente nueva y eso...ya sabes, este es un pueblo muy pequeño y...ver siempre las mismas caras - rodé los ojos - y...¡necesito un cambio!
- ¡Vaya! No voy a decir que no me sorprende. ¿Lo has pensado bien? Me refiero, ¿no vas a echar de menos el pueblo? ¿Estarás bien allí?
- Sí, supongo, además sabes como es mamá, no creo que me aburra con ella.
- ¿Y Jake y los chicos de La Push? - ¡mierda! No había pensado en ello. Realmente Jake me quería y sabía que lo que iba a hacer lo necesitaba, así que supongo que lo entenderá. Además existen los mails y las video llamadas.
- Bueno, él no lo sabe todavía, pero supongo que lo entenderá. Además no me voy para siempre. Creo – esto último fue más bien un suspiro.
- ¿Y Cullen? ¿Cómo se llamaba? ¿Edwin?
- No, papá es Edward y no creo que nos echemos de menos...- frunció el ceño.
- Oh. Bueno, hija, pues no hay nada más que decir, no me puedo negar a que te vayas, pero tienes que saber que te echaré mucho de menos. Voy a sentirme muy solo – me sentí culpable. Me sentía como si fuera a abandonar a mi padre, aunque ya fuera mayorcito – ¿Cuando quieres irte?
- ¡Lo antes posible! - chillé. No quería tener la opción de cruzarme con ningún impresentable por el pueblo.
- Mmm, vale, déjame hacer unas llamadas y veremos lo que se puede hacer. Con un poco de suerte habrá billetes para el martes o el miércoles.
- Vale, gracias, papá.
Y se puso a hacer llamadas por teléfono.
Mañana debería de visitar a Jake para contarle mi viaje. Él lo entendería. Él me quería y sabía que eso era lo mejor para mí en ese momento. Huir.
Después de unas cuantas llamadas de Charlie, afortunadamente encontró un billete para ese mismo lunes a primera hora, es decir, al día siguiente. Perfecto. Todo rápido, sin que se enterase nadie. No quería que nadie supiese que estaba huyendo.
Eso sólo lo sabríamos Jake y yo. Bueno, la gente del instituto se enteraría cuando las clases comenzasen de nuevo. Probablemente ni se enterasen de que no estaba. O en realidad sí, echarían en falta alguien para ser blanco de sus bromas. Pero eso me daba igual. Para cuando eso ocurriera yo ya estaría lejos, muy lejos.
Me dispuse a hacer mis maletas, aunque la ropa que tenía no me valdría una vez llegase allí. Toda mi ropa era de invierno y en Phoenix hacía un calor sofocante. Bueno, supongo que ya me encargaría de eso cuando llegase allí. O más bien se encargaría Renée. Las compras no eran lo mío.
Terminé de hacer mis maletas y comprobé la hora. Jake ya estaría en su casa. Cogí mi camioneta y fui hacia la reserva. El ruido del motor de mi trasto alertó a Jake. Oh, mi trasto, le echaría de menos, tendría que dejarle aquí. En cuanto me oyó salió a recibirme.
- ¡Bella! ¡Qué sorpresa!¿Estás mejor? - dijo tocando la hinchazón del labio.
- Si...Jake, quería hablar contigo...
- ¿Pasa algo? Estás muy seria...- evité su mirada...¿cómo decirselo?
- Mmmm, Jake, ¿damos un paseo por la playa?
- Claro – y me cogió de la mano mientras caminábamos.
- Suéltalo – me dijo mientras nos sentábamos en el tronco.
- Verás, Jake...me voy con mi madre – solté de sopetón. Parpadeó un par de veces.
- Bueno, eso está bien, ¿cuando te vas?
- Mañana.
- Guau, anda que me lo dices con tiempo, ¿y cuando vuelves?
- No...no lo sé.
- ¿Cómo que no lo sabes? En un par de semanas estarás de vuelta, ¿no? - dijo confundido. Claramente no estaba entendiendo nada. Pensaba que me iba de visita.
- Jake, me voy una temporada, probablemente empiece allí el instituto...
- No...no puedes irte, ¿y Charlie? ¿Y...yo? - dijo enfadado.
- Charlie está de acuerdo y a ti...yo hablaré contigo todas las semanas y todos los días te dejaré correo. Casi no vas a notar que me he ido – bromeé.
- ¡Bella! ¡Me...me lo podías haber dicho antes! Se supone que soy tu amigo.
- No lo tenía planeado. Lo decidí ayer.
- Es por él, ¿verdad? - parecía que echaba humo por la nariz.
- Sí y no. Necesito alejarme de todo esto, necesito conocer gente nueva, sacar todo lo malo que he estado acumulando durante tanto tiempo aquí...
- ¡Maldito Cullen! - rugió Jake. Parecía que tenía ganas de pegar a algo...o a alguien.
- Jake, no me voy por Cullen – sí, Cullen, decidí no recordar su nombre mientras me fuera posible – me voy por mí. Esto me vendrá bien. Estoy segura. Además puedes ir a visitarme a Phoenix.
- Oh, Bella, te voy a echar tanto de menos – dijo abrazándome – ¿Te despedirás de los chicos?
- No, no quiero hacer un drama de todo esto, sólo diles que me voy un tiempo y que no me he despedido de ellos por no llorar – no quería que me dieran razones para quedarme. Eso era lo que me daba miedo.
- De acuerdo, aunque se enfadarán, lo sabes.
- Se les pasará pronto.
- Bella, nunca olvides que te quiero mucho – dijo abrazándome de nuevo.
- Y yo a ti, grandullón – dije reprimiendo las lágrimas.
Tras despedirme de mi amigo cogí mi camioneta y volví a casa a pasar mi última noche en compañía de Charlie. Quería pasar tiempo con él. No sabía exactamente mi fecha de vuelta y quería que se quedara con un buen recuerdo de mí.
Después de cenar con mi padre y fregar los platos me subí a dormir. Pero no pude. Me acordé de las palabras que le dije a Jacob, "quien sabe, quizás después de la cita con Edward me cambie la vida". Y tanto. Me va a cambiar la vida a miles de kilómetros de él. Uf, ya no podía decir en voz alta su nombre. Y la rabia que me daba era que yo a él no podría olvidarle, incluso después del daño que me había causado. En cambio él no tendría nada que olvidar, porque nunca me había tenido en su mente. Seguramente ni notaría mi ausencia en el pueblo.
Este pensamiento provocó que mis lágrimas volvieran a brotar. Estúpido Cullen...no, estúpida yo por creer que podía ser feliz con él.
Sólo espero que en Phoenix sean un poco diferentes las cosas.
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CAPITULO 11 - ¿POR QUÉ SE HA IDO ISABELLA?
Eran las ocho de la mañana de un puñetero lunes. Estaba esperando en el aparcamiento del instituto y a esas horas estaba pasmado de frío. Pero me daba igual, me sentía como el puto amo.
Bueno, ahora me sentía como el puto amo. He de reconocer que no esperaba ese tremendo bajón de moral que sentí cuando dejé a Isabella en ese pasillo a merced de todos. Joder, su cara de pena hizo que me sintiera con el mayor hijo de puta de todo Forks.
De hecho al principio no estaba seguro de llevar a cabo la bromita; no me parecía bien jugar con los sentimientos de una persona, por muy rarita que fuera Swan. Ese no era mi estilo. Nunca, en los años que llevaba en el instituto, me había metido o reído de alguien. Hasta la noche del sábado.
Mi conciencia se aliviaba un poco al recordar que la gran mayoria de alumnos se metía con ella. Nunca antes lo había hecho y ahora yo sólo era uno de muchos...o no. Swan normalmente aguantaba bromas tras broma y humillaciones casi a diario. Pero nunca se había roto como lo había hecho esa noche.
¿Y qué le habría pasado? Según la loca de mi hermana Rose la habían tenido que llevar a la enfermería...¿Qué coño le habría pasado? Mi conciencia se volvió a calmar en el momento en que recordé la torpeza natural de Isabella.
De todos modos ni nada ni nadie jodería mi momento. Primero, y gracias a Alec, ahora era el nuevo capitán del equipo de fútbol. Era de vital importancia para mi. Nadie sabía realmente por lo que quería entrar en el equipo, ni lo sabrían.
Y segundo...después de todo aquello había pasado la noche con Tanya Denali. Y fue increíble.
- ¿Y esa cara de felicidad? - dijo Emmet mientras me daba uno de sus puñetazos "cariñosos" - ¿Soñando con alguna de tus novias?
- Yo no tengo novias – dije sobándome el hombro donde me había golpeado – Y no estaba soñando, estaba recordando.
- ¿Recordando? ¿El qué...? - me miró el cuello y abrió mucho los ojos - ¿Eso es un chupetón o es que han intentado ahogarte?
- Es un chupetón – sonreí con suficiencia – Aunque mi cuello no fue lo único que se chupó, no se si me entiendes – Emmet sonrió con picardía.
- Oh, venga...¡no me digas que al fin te has estrenado! - chilló.
- Schhhh, baja la puñetera voz, tío. Tengo una reputación que mantener...
- Oh, usted perdone – dijo de forma irónica - ¿A quién te tiraste?
- A Tanya – Emmet puso cara de asco - ¿Qué?
- Ugh...Que te la podías haber buscado menos hueca, tío – dijo como si fuera obvio.
- Para tu información, no está hueca en los lugares más interesantes, ¿sabes? – me defendí.
- ¿Te acostaste con ella la noche del baile? - dijo repentinamente serio.
- Sí.
- Así que me mientras que nosotros estábamos en la enfermería con Isabella tu te estabas follando a la rubia idiota – ahí empezamos de nuevo.
- Tu también no, Emmet. Joder, creo que es suficiente con el acoso y derribo que me está haciendo Rose...¿Crees que me sentí bien con lo de la bromita?
- Pobre Edward, si hasta tiene remordimientos – dijo con sarcasmo – Ahora va a resultar que te pusieron una pistola en la cabeza para hacerlo...Si la conciencia te está jodiendo te aguantas. Te lo mereces por capullo – me pasé la mano por el pelo, claro síntoma de mi nerviosismo.
- ¿Se puede saber de qué parte estás, Emmet? Se supone que eres mi amigo, tío. Venía contento pero ahora mismo estás haciendome sentir como la mierda.
- Sólo tienes lo que te mereces – joder con Emmet. Cuando quería se ponía serio de cojones.
- Mira, no quiero seguir hablando de esto...¿y mis hermanos?
Mejor cambiar de tema. No me apetecía nada que me jodieran el resto de buen rollo que me quedaba.
- Están de camino, Rose se ha dormido y yo me he adelantado.
Justo delante de nosotros apareció Tanya. Joder. Traía puestos unos pantalones blancos tan estrechos que me preguntaba como se los había podido poner y ese sueter...ese sueter era incompatible con el clima de Forks, pero me daba igual. Yo lo estaba disfrutando y más ahora que sabía lo que había debajo.
- Hola, Eddie – dijo contoneando las caderas mientras me besaba en la comisura de los labios.
- Pffff – murmuró Emmet.
- Hola, Tanya – la saludé revelando mi sonrisa deslumbrante e ignorando a Emmet - ¿Qué tal estás?
- Estoy bien y después de lo de la otra noche mejor...no sabes la de cosas que puedo enseñarte – ronroneó en mi oído.
- Os aviso, he desayunado fuerte, así que parad con las guarradas si no quereis que vomite ante vosotros – dijo Emmet haciendo que Tanya pusiera cara de asco.
- ¿Preparado para volver a ver a tu cita del sábado? - bromeó Tanya - ¿Se habrá quitado ya ese vestido de dama de honor de los años sesenta ? - rió a carcajadas - ¡Qué patetica! Me muero de ganas por ver su cara.
- Aparte de mortificar a la gente, ¿no tienes otros hobbies, Tanya? - preguntó Emmet batiendo las pestañas. Claramente le estaba haciendo burla.
- Vamos, solo quiero comprobar si todavía sigue haciendo pucheros...oh – puso morritos – pobre niña – dijo con falso tono de pena.
- Emmet tiene razón, Tanya...dejalo ya, ¿quieres? No hace falta machacarla...
- Si, lo que tu digas...- dijo poniendo cara de fastidio - de todos modos aún no ha llegado la friki y...
- No ha venido ni vendrá.
Los tres nos giramos hacia la voz que oimos a nuestras espaldas. Era Alec, el dueño del cotarro. Joder, de verdad que parecía un mafioso. Iba casi siempre vestido con prendas oscuras y era casi tan grande como Emmet. Todos le tenían respeto y le temían a partes iguales; tenía ojos y oídos en todos lados.
- ¿Cómo que no vendrá? - preguntó Ememt entrecerrando los ojos.
- En estos momentos – miró el reloj – está tomando un avión hacia algún lugar de Arizona. Nuestra pequeña se marcha con mamá. Y he de decir que no había billete de vuelta. Asi que...Arrivederchi...Bon voyage – dijo con sonrisa falsa.
- ¿Cómo que no hay billete de vuelta? - pregunté sorprendido - ¿Cómo...cómo te has enterado?
- No hay billete de vuelta, Edd – repitió Alec - Eso ocurre cuando no tienes cerrada la fecha de vuelta...o cuando estás avergonzado hasta el cuello...no se cual de los dos motivos será – dijo con sarcasmo – Y me he enterado gracias a mis fuentes. Ya sabes – me guiñó un ojo.
- Genial – dijo Tanya - ¿Y ahora se puede saber de quien nos vamos a reir? - dijo con el ceño fruncido.
- Joder – exclamó Emmet – Yo que tu – señaló a Tanya – estaría mucho más preocupado por la reacción de Rose que por tu próxima victima, Tanya – dejó de sonreir enfadada.
- Mierda – susurré.
- Y tu hazte el favor de no cagarla más – dijo mirándome - así que no te hagas el listo delante de tu hermana. Ah, y procura no enfadarmela mucho...no imaginas lo que me cuesta quitarle el cabreo...
Emmet abandonó el aparcamiento tan serio como si estuviera en misa. Era consciente de que Alec y Tanya hablaban entre ellos y se reían, pero no les estaba escuchando.
- Edd...¿hola? - me llamó Tanya – Vamos a contarles a todos la noticia...¿vienes con nosotros? - dijo con una fría sonrisa.
- Eh...no...no. Voy a esperar a mis hermanos – mentí – Prefiero soportar la furia de Rose en privado – aunque eso no era del todo mentira.
Ambos se marcharon aún riéndose por la marcha de Isabella. ¿Acaso era gracioso? Porque yo a esa noticia no le veía la puta gracia por ningún lado. Mierda...ahora era bien consciente de que la había cagado.
Me recosté de nuevo contra mi coche y cerré los ojos en un patético intento por calmar un poco mi conciencia, aunque fracasé estrepitosamente.
- - ¡Cullen!
Me giré al oir la desconocida voz. Quien quiera que fuese, por el tono de voz estaba muy enfadado. Se trataba de un chico que venía montado en una moto negra y cuyo casco no me dejaba ver su cara. He de reconocer que cuando se bajó tragué en seco; el tipo era tan alto como yo, pero me doblaba en masa muscular y eso que hacía meses que me entrenaba a diario. Ese tío era enorme. Cuando se quitó el casco y dejó caer su melena lisa comprobé que su cara me resultaba vagamente familiar, aunque no sabía de qué. Por su tono de piel era evidente que era nativo, probablemente de la Push. Y en ese momento me miraba con un cabreo de la hostia.
¡Tú! - vino hacia mi rápidamente y me cogió del cuello de la camiseta – Sanguijuela de mierda – me empotró contra la puerta de uno de los coches aparcados – Te mereces que te parta las piernas.
- ¿Quién...quién coño eres? - dije entre acojonado y enfadado.
- Ahora mismo soy tu peor pesadilla y te puedo asegurar que no estoy en mi momento más feliz – volvió a empujarme contra el coche haciendome gemir de dolor – Joder, te partiría la boca si no fuera porque le prometí a Bella no hacerlo.
- ¿Bella? - pregunté confundido.
- Sí, Bella Swan...aunque tu igual la conoces por la friki, la fea...- me empujó de nuevo – Se ha ido por tu puta culpa...– me miró furioso y me subió dos palmos del suelo – No va a volver a llorar por ti porque está lejos...porque si volviera a derramar una sola lágrima más por ti te juro que ibas a agradecer tener un padre cirujano – me dejó en el suelo de golpe haciendome perder el equilibrio por un segundo – Y dile a la rubia de tu amiguita que mire a su alrededor antes de reirse otra vez de Bella...si se que vuelve a faltarla el respeto aunque ella ya no esté en Forks no me va a importar que sea una chica – me clavó el dedo en el pecho - ¿Entendido?
Asentí a duras penas. Mierda, definitivamente mi buen rollo se había ido de vacaciones. Primero viene Emmet a joderme la mañana y ahora este tío...No respiré hasta que no le vi subirse a la moto.
Con toda la dignidad que pude reunir miré hacia los lados y me estiré la camiseta para alisar las arrugas que las manazas de ese chico habían provocado. Al menos no había habido testigos.
Me froté los ojos con las manos. Ahora solo tenía ganas de recoger mis notas y marcharme a mi casa. Me di la vuelta para entrar al instituto. Bien, vale. Pues si que había tenido espectadores de mi patética bronca. Rose y Jasper estaban en la puerta de la entrada. Sus caras hablaban por si solas. Jooooderrrr de nuevo. Estaba claro que mi mañana podía ser aún peor. La puta ley de Murphy se había cebado conmigo.
Cerré los ojos y esperé algún grito por la parte de Rose, en cualquier momento su furia se desataría y...y nada. Abrí un ojo con miedo. Rose estaba frente a mi y me miraba casi con tristeza.
- ¿Por qué se ha ido Isabella, Edward? - pfff, como si no fuera obvio. ¿Acaso no era evidente?
- Por mi culpa, Rose. Isabella se ha ido por mi culpa – dije cansado.
- Bien – asintió con la cabeza – Me alegra de que seas consciente de que una persona ha abandonado su lugar, su casa, sus amigos...y que todo sea por tu culpa.
- Joder, Rose – murmuré – La idea fue de mis amigos y...
- Y nada – me cortó Jasper – Ellos tuvieron la idea y tu la llevaste a cabo...Podías haberte negado.
- ¿Sabes qué? - me dijo Rosalie – Te hubieras merecido que Jacob Black te partiera la cara.
Dicho esto mis hermanos se metieron en el edificio. Sí, bien. Era oficial; me sentía como el culo y como la peor persona del mundo. Y he de reconocer que por una vez en muchisimo tiempo estaba de acuerdo en algo con mi hermana. Era cierto que me habría merecido dos buenas hostias por parte del amigo de Isabella...
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EN EL PRÓXIMO CAPITULO
Me dirigí a la oficina de dirección y la secretaria me dio los partes de asistencia y un plano del instituto, junto a mis horarios. Estaba intentando leer el mapa cuando la oí.
- ¡Hey!¡Hey! - no me molesté en mirar, seguramente no fuera a mi – Hey, tú, la de la camiseta azul.
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Bueno aquí les dejo otro capitulo espero les guste !
Mierda, yo iba de azul. ¿Se habrán dado cuenta de que soy nueva o es que ya van a empezar a meterse con mi aspecto?
Al par de horas Jake me despertó y me llevó a mi casa. Hicimos como que Jake y yo nos encontramos en el baile por casualidad y se ofreció a traerme a casa.
A mi padre no le pareció bien que no fuera Edward el que me trajera a casa, pero cuando le expliqué que "accidentalmente" había tropezado y me había herido, comprendió que quisiera volver a casa un poco antes. Tampoco me hizo preguntas sobre mi accidente. Por una vez di las gracias por mi eterna torpeza. Subí rápidamente a mi habitación me quité el vestido y me metí debajo de la ducha. Cuando comenzó a caerme el agua empezaron a brotar mis lágrimas. Estúpida, estúpida, me decía mentalmente. ¡Como pude ser tan tonta! Mis lágrimas se convirtieron en sollozos que eran ahogados por el agua.
Definitivamente el lunes no iría a recoger las notas. No podría mirarle a la cara. Ni a e´l ni a nadie. No podría aguantar los comentarios hirientes de todo el mundo. Esta vez me tocaron mi punto sensible. Un dolor sofocante se empezó a abrir en mi pecho y me contuve las ganas de gritar hasta quedarme sin voz.
Cuando empezó a salir el agua fría salí de la ducha. Me puse mi ropa de dormir y me metí en la cama, tapándome con mis sábanas hasta la cabeza. Y seguí llorando hasta que el sueño me venció.
Al día siguiente me levanté con un horrible dolor de cabeza y la cara pegajosa de las lágrimas resecas. Me miré en el espejo. Definitivamente mi labio se había hinchado y la herida del hombro dejaría un bonito recuerdo en forma de cicatriz. Perfecto, cada vez que me mire recordaré lo estúpida que fui ese día.
Baje a la cocina para ver a Charlie. En su lugar había una nota.
Bella
Me he ido con Billy y con Harry a pescar. Regresaré tarde así que no me esperes a cenar. Cuidate.
Papá
Perfecto, así estaré sola para poder hundirme en la miseria.
Bella, ¿como vas a afrontar este golpe? ¿Como vas a mirarle a la cara? No, no podrás mirarle. Ni siquiera podrás estar en el misma sala que él. No podrías soportarlo.
Bien, mañana no iré al instituto. Dejaré que le lleguen las notas por correo a Charlie. Pero, ¿y después? ¡No puedes ocultarte eternamente!No puedes recluirte en casa. ¿Y cuando pase el verano y tengas que volver a clase? ¡Te quedan dos años!¿Vas a soportar dos años esa situación? No, gracias.
Las lágrimas comenzaron a hacer mi visión borrosa de nuevo mientras ponía fin a mi monólogo mental.
Y de repente se me ocurrió. Jamás en mi sano juicio se me hubiera ocurrido esa idea. Reneé.
Marcharme una temporada con mi madre a Phoenix era una idea muy tentadora. ¿Pero que le diría a Charlie? ¿Papa, me voy del pueblo porque Edward Cullen se ha reído de mi y me ha destrozado el corazón? No, definitivamente no. Además mi padre no tenía ni la más remota idea de lo que yo pasaba en el instituto. Un cambio de aires. Podría alegar eso. Además hace mucho tiempo que no paso una temporada con mi madre. Unos meses allí no me harían mal. Quizás cursar un semestre en Phoenix no me mataría. Creo.
Realmente me daba miedo conocer a gente nueva, pero haría lo que fuera por alejarme del instituto de Forks. Bueno, por alejarme en sí de Forks.
Pero...¿estaría dispuesta mi madre a recogerme durante una temporada? Parece ser que mi madre estaba comenzando una relación y justo meter ahora a tu hija adolescente en casa...
Corrí hasta el teléfono para llamarla. Ni siquiera me paré para ver si era buena hora. Simplemente llamé.
- ¿Sí?
- ¿Mamá?
- Sí hija, ¿qué hora es? ¿Te ha pasado algo?
- Oh mamá, no me digas que te he despertado – ansiosa.
- Sí, pero no pasa nada, dime hija, cuéntame. Oh, ¿que tal anoche?
- Mmmm...podía haber estado mejor – mentí. Todavía no quería que se enterase mi madre. Si en verdad iba a viajar a Phoenix posiblemente se lo contaría todo, pero allí.
- Oh, venga, ¡hija cuéntame los detalles!
- Mmmm...mamá, en realidad te llamaba por otro motivo...- a ver como se lo explico.
- ¿Que ocurre, Bella? ¿Te ha pasado algo? ¡No me asustes!
- ¡No! Mamá, no me pasa nada. Yo...me preguntaba... me mordí el labio nerviosa.
- Bella, suéltalo.
- Esto...mama, ¿podría pasar una temporada contigo? ¿En Phoenix?
- ¿Tienes algún problema, Bella? ¿Has discutido con tu padre?
- No, nada de eso. Creo...creo que me vendría bien un cambio de aires – mentí.
- Oh, si es eso...¡estaré encantada de que vengas! - chilló - ¡No sabes las ganas que tengo de verte hija! Pero dime...¿qué ha dicho Charlie de todo esto? - oh, buena pregunta.
- Yo...todavía no se lo he...dicho. Aunque creo que no se opondrá. Tengo derecho a estar contigo – alegué. Realmente no quería dejar a mi padre solo, pero dadas las circunstancias...
- Bueno, hija, habla con él. Yo tampoco creo que se vaya a negar. ¿Cuando vendrías?
- Pues no se...déjame hablar primero con Charlie y ya hablamos, ¿de acuerdo? Aunque me gustaría que fuera lo antes posible.
- Vale, hija, ¡voy a prepararlo todo para cuando vengas!Voy a pintar tu cuarto y te voy a comprar unas cortinas preciosas y...
- Mamá, mamá, no te molestes de verdad.
- Oh, no es ninguna molestia.
- Bueno, mamá te llamo cuando sepa algo, ¿vale?
- ¡Vale!¡Te quiero, hija!
Bueno, por lo menos habrá alguien contento. Mi padre será otra historia, pero como realmente dije, no se puede negar a que no visite a mi madre.
Legalmente puedo elegir libremente con que progenitor quiero vivir, así que llevo muchos años sin moverme de Forks con mi padre. Únicamente veía a mi madre en vacaciones unos cuantos días y algunas navidades. Ahora le tocaba el turno a ella.
Coloqué un poco la cocina y pasé de desayunar. No tenía hambre. El estómago se me había cerrado por completo. Me subí a mi cuarto a tirarme en la cama y no lo pude evitar, empecé de nuevo a llorar hasta que el sueño me venció de nuevo.
Oi el motor de un coche al despertar. Miré mi reloj y me sorprendí. Había estado durmiendo muchas horas. Probablemente el llanto me había dejado exhausta. Me miré en el espejo y me asusté. Entre la hinchazón y los ojos rojos parecía un zombie. Corrí a lavarme la cara antes de que entrara mi padre a casa y bajé rápidamente las escaleras. Ahora le contaría a Charlie mis planes.
- Bella, ¡ya he llegado!
- Hola papá – dije restregándome los ojos.
- Hey, que te pasa, ¿te encuentras bien?
- Sí, claro – mentirosa.
- Tienes mala cara, pequeña.
- Papá, tengo que hablar contigo – dije sentándome en una de las sillas de la cocina.
- ¿Te pasa algo?
- No, verás papá...he estado hablando con mamá...y
- ¿Le pasa algo a tu madre?
- ¡No! Ella esta bien, demasiado bien, creo. Es que...bueno, había pensado en irme una temporada con ella, y quizás cursar allí un semestre. Creo...que me vendría bien. Cambiar de aires y eso – esperé su reacción.
- Bella, ¿me estás ocultando algo? ¿Pasó ayer algo que no me hayas contado? - ahí vamos, cuando mi padre se pone en modo policía...
- ¡No! No es eso, es que...bueno, quiero conocer gente nueva y eso...ya sabes, este es un pueblo muy pequeño y...ver siempre las mismas caras - rodé los ojos - y...¡necesito un cambio!
- ¡Vaya! No voy a decir que no me sorprende. ¿Lo has pensado bien? Me refiero, ¿no vas a echar de menos el pueblo? ¿Estarás bien allí?
- Sí, supongo, además sabes como es mamá, no creo que me aburra con ella.
- ¿Y Jake y los chicos de La Push? - ¡mierda! No había pensado en ello. Realmente Jake me quería y sabía que lo que iba a hacer lo necesitaba, así que supongo que lo entenderá. Además existen los mails y las video llamadas.
- Bueno, él no lo sabe todavía, pero supongo que lo entenderá. Además no me voy para siempre. Creo – esto último fue más bien un suspiro.
- ¿Y Cullen? ¿Cómo se llamaba? ¿Edwin?
- No, papá es Edward y no creo que nos echemos de menos...- frunció el ceño.
- Oh. Bueno, hija, pues no hay nada más que decir, no me puedo negar a que te vayas, pero tienes que saber que te echaré mucho de menos. Voy a sentirme muy solo – me sentí culpable. Me sentía como si fuera a abandonar a mi padre, aunque ya fuera mayorcito – ¿Cuando quieres irte?
- ¡Lo antes posible! - chillé. No quería tener la opción de cruzarme con ningún impresentable por el pueblo.
- Mmm, vale, déjame hacer unas llamadas y veremos lo que se puede hacer. Con un poco de suerte habrá billetes para el martes o el miércoles.
- Vale, gracias, papá.
Y se puso a hacer llamadas por teléfono.
Mañana debería de visitar a Jake para contarle mi viaje. Él lo entendería. Él me quería y sabía que eso era lo mejor para mí en ese momento. Huir.
Después de unas cuantas llamadas de Charlie, afortunadamente encontró un billete para ese mismo lunes a primera hora, es decir, al día siguiente. Perfecto. Todo rápido, sin que se enterase nadie. No quería que nadie supiese que estaba huyendo.
Eso sólo lo sabríamos Jake y yo. Bueno, la gente del instituto se enteraría cuando las clases comenzasen de nuevo. Probablemente ni se enterasen de que no estaba. O en realidad sí, echarían en falta alguien para ser blanco de sus bromas. Pero eso me daba igual. Para cuando eso ocurriera yo ya estaría lejos, muy lejos.
Me dispuse a hacer mis maletas, aunque la ropa que tenía no me valdría una vez llegase allí. Toda mi ropa era de invierno y en Phoenix hacía un calor sofocante. Bueno, supongo que ya me encargaría de eso cuando llegase allí. O más bien se encargaría Renée. Las compras no eran lo mío.
Terminé de hacer mis maletas y comprobé la hora. Jake ya estaría en su casa. Cogí mi camioneta y fui hacia la reserva. El ruido del motor de mi trasto alertó a Jake. Oh, mi trasto, le echaría de menos, tendría que dejarle aquí. En cuanto me oyó salió a recibirme.
- ¡Bella! ¡Qué sorpresa!¿Estás mejor? - dijo tocando la hinchazón del labio.
- Si...Jake, quería hablar contigo...
- ¿Pasa algo? Estás muy seria...- evité su mirada...¿cómo decirselo?
- Mmmm, Jake, ¿damos un paseo por la playa?
- Claro – y me cogió de la mano mientras caminábamos.
- Suéltalo – me dijo mientras nos sentábamos en el tronco.
- Verás, Jake...me voy con mi madre – solté de sopetón. Parpadeó un par de veces.
- Bueno, eso está bien, ¿cuando te vas?
- Mañana.
- Guau, anda que me lo dices con tiempo, ¿y cuando vuelves?
- No...no lo sé.
- ¿Cómo que no lo sabes? En un par de semanas estarás de vuelta, ¿no? - dijo confundido. Claramente no estaba entendiendo nada. Pensaba que me iba de visita.
- Jake, me voy una temporada, probablemente empiece allí el instituto...
- No...no puedes irte, ¿y Charlie? ¿Y...yo? - dijo enfadado.
- Charlie está de acuerdo y a ti...yo hablaré contigo todas las semanas y todos los días te dejaré correo. Casi no vas a notar que me he ido – bromeé.
- ¡Bella! ¡Me...me lo podías haber dicho antes! Se supone que soy tu amigo.
- No lo tenía planeado. Lo decidí ayer.
- Es por él, ¿verdad? - parecía que echaba humo por la nariz.
- Sí y no. Necesito alejarme de todo esto, necesito conocer gente nueva, sacar todo lo malo que he estado acumulando durante tanto tiempo aquí...
- ¡Maldito Cullen! - rugió Jake. Parecía que tenía ganas de pegar a algo...o a alguien.
- Jake, no me voy por Cullen – sí, Cullen, decidí no recordar su nombre mientras me fuera posible – me voy por mí. Esto me vendrá bien. Estoy segura. Además puedes ir a visitarme a Phoenix.
- Oh, Bella, te voy a echar tanto de menos – dijo abrazándome – ¿Te despedirás de los chicos?
- No, no quiero hacer un drama de todo esto, sólo diles que me voy un tiempo y que no me he despedido de ellos por no llorar – no quería que me dieran razones para quedarme. Eso era lo que me daba miedo.
- De acuerdo, aunque se enfadarán, lo sabes.
- Se les pasará pronto.
- Bella, nunca olvides que te quiero mucho – dijo abrazándome de nuevo.
- Y yo a ti, grandullón – dije reprimiendo las lágrimas.
Tras despedirme de mi amigo cogí mi camioneta y volví a casa a pasar mi última noche en compañía de Charlie. Quería pasar tiempo con él. No sabía exactamente mi fecha de vuelta y quería que se quedara con un buen recuerdo de mí.
Después de cenar con mi padre y fregar los platos me subí a dormir. Pero no pude. Me acordé de las palabras que le dije a Jacob, "quien sabe, quizás después de la cita con Edward me cambie la vida". Y tanto. Me va a cambiar la vida a miles de kilómetros de él. Uf, ya no podía decir en voz alta su nombre. Y la rabia que me daba era que yo a él no podría olvidarle, incluso después del daño que me había causado. En cambio él no tendría nada que olvidar, porque nunca me había tenido en su mente. Seguramente ni notaría mi ausencia en el pueblo.
Este pensamiento provocó que mis lágrimas volvieran a brotar. Estúpido Cullen...no, estúpida yo por creer que podía ser feliz con él.
Sólo espero que en Phoenix sean un poco diferentes las cosas.
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CAPITULO 11 - ¿POR QUÉ SE HA IDO ISABELLA?
Eran las ocho de la mañana de un puñetero lunes. Estaba esperando en el aparcamiento del instituto y a esas horas estaba pasmado de frío. Pero me daba igual, me sentía como el puto amo.
Bueno, ahora me sentía como el puto amo. He de reconocer que no esperaba ese tremendo bajón de moral que sentí cuando dejé a Isabella en ese pasillo a merced de todos. Joder, su cara de pena hizo que me sintiera con el mayor hijo de puta de todo Forks.
De hecho al principio no estaba seguro de llevar a cabo la bromita; no me parecía bien jugar con los sentimientos de una persona, por muy rarita que fuera Swan. Ese no era mi estilo. Nunca, en los años que llevaba en el instituto, me había metido o reído de alguien. Hasta la noche del sábado.
Mi conciencia se aliviaba un poco al recordar que la gran mayoria de alumnos se metía con ella. Nunca antes lo había hecho y ahora yo sólo era uno de muchos...o no. Swan normalmente aguantaba bromas tras broma y humillaciones casi a diario. Pero nunca se había roto como lo había hecho esa noche.
¿Y qué le habría pasado? Según la loca de mi hermana Rose la habían tenido que llevar a la enfermería...¿Qué coño le habría pasado? Mi conciencia se volvió a calmar en el momento en que recordé la torpeza natural de Isabella.
De todos modos ni nada ni nadie jodería mi momento. Primero, y gracias a Alec, ahora era el nuevo capitán del equipo de fútbol. Era de vital importancia para mi. Nadie sabía realmente por lo que quería entrar en el equipo, ni lo sabrían.
Y segundo...después de todo aquello había pasado la noche con Tanya Denali. Y fue increíble.
- ¿Y esa cara de felicidad? - dijo Emmet mientras me daba uno de sus puñetazos "cariñosos" - ¿Soñando con alguna de tus novias?
- Yo no tengo novias – dije sobándome el hombro donde me había golpeado – Y no estaba soñando, estaba recordando.
- ¿Recordando? ¿El qué...? - me miró el cuello y abrió mucho los ojos - ¿Eso es un chupetón o es que han intentado ahogarte?
- Es un chupetón – sonreí con suficiencia – Aunque mi cuello no fue lo único que se chupó, no se si me entiendes – Emmet sonrió con picardía.
- Oh, venga...¡no me digas que al fin te has estrenado! - chilló.
- Schhhh, baja la puñetera voz, tío. Tengo una reputación que mantener...
- Oh, usted perdone – dijo de forma irónica - ¿A quién te tiraste?
- A Tanya – Emmet puso cara de asco - ¿Qué?
- Ugh...Que te la podías haber buscado menos hueca, tío – dijo como si fuera obvio.
- Para tu información, no está hueca en los lugares más interesantes, ¿sabes? – me defendí.
- ¿Te acostaste con ella la noche del baile? - dijo repentinamente serio.
- Sí.
- Así que me mientras que nosotros estábamos en la enfermería con Isabella tu te estabas follando a la rubia idiota – ahí empezamos de nuevo.
- Tu también no, Emmet. Joder, creo que es suficiente con el acoso y derribo que me está haciendo Rose...¿Crees que me sentí bien con lo de la bromita?
- Pobre Edward, si hasta tiene remordimientos – dijo con sarcasmo – Ahora va a resultar que te pusieron una pistola en la cabeza para hacerlo...Si la conciencia te está jodiendo te aguantas. Te lo mereces por capullo – me pasé la mano por el pelo, claro síntoma de mi nerviosismo.
- ¿Se puede saber de qué parte estás, Emmet? Se supone que eres mi amigo, tío. Venía contento pero ahora mismo estás haciendome sentir como la mierda.
- Sólo tienes lo que te mereces – joder con Emmet. Cuando quería se ponía serio de cojones.
- Mira, no quiero seguir hablando de esto...¿y mis hermanos?
Mejor cambiar de tema. No me apetecía nada que me jodieran el resto de buen rollo que me quedaba.
- Están de camino, Rose se ha dormido y yo me he adelantado.
Justo delante de nosotros apareció Tanya. Joder. Traía puestos unos pantalones blancos tan estrechos que me preguntaba como se los había podido poner y ese sueter...ese sueter era incompatible con el clima de Forks, pero me daba igual. Yo lo estaba disfrutando y más ahora que sabía lo que había debajo.
- Hola, Eddie – dijo contoneando las caderas mientras me besaba en la comisura de los labios.
- Pffff – murmuró Emmet.
- Hola, Tanya – la saludé revelando mi sonrisa deslumbrante e ignorando a Emmet - ¿Qué tal estás?
- Estoy bien y después de lo de la otra noche mejor...no sabes la de cosas que puedo enseñarte – ronroneó en mi oído.
- Os aviso, he desayunado fuerte, así que parad con las guarradas si no quereis que vomite ante vosotros – dijo Emmet haciendo que Tanya pusiera cara de asco.
- ¿Preparado para volver a ver a tu cita del sábado? - bromeó Tanya - ¿Se habrá quitado ya ese vestido de dama de honor de los años sesenta ? - rió a carcajadas - ¡Qué patetica! Me muero de ganas por ver su cara.
- Aparte de mortificar a la gente, ¿no tienes otros hobbies, Tanya? - preguntó Emmet batiendo las pestañas. Claramente le estaba haciendo burla.
- Vamos, solo quiero comprobar si todavía sigue haciendo pucheros...oh – puso morritos – pobre niña – dijo con falso tono de pena.
- Emmet tiene razón, Tanya...dejalo ya, ¿quieres? No hace falta machacarla...
- Si, lo que tu digas...- dijo poniendo cara de fastidio - de todos modos aún no ha llegado la friki y...
- No ha venido ni vendrá.
Los tres nos giramos hacia la voz que oimos a nuestras espaldas. Era Alec, el dueño del cotarro. Joder, de verdad que parecía un mafioso. Iba casi siempre vestido con prendas oscuras y era casi tan grande como Emmet. Todos le tenían respeto y le temían a partes iguales; tenía ojos y oídos en todos lados.
- ¿Cómo que no vendrá? - preguntó Ememt entrecerrando los ojos.
- En estos momentos – miró el reloj – está tomando un avión hacia algún lugar de Arizona. Nuestra pequeña se marcha con mamá. Y he de decir que no había billete de vuelta. Asi que...Arrivederchi...Bon voyage – dijo con sonrisa falsa.
- ¿Cómo que no hay billete de vuelta? - pregunté sorprendido - ¿Cómo...cómo te has enterado?
- No hay billete de vuelta, Edd – repitió Alec - Eso ocurre cuando no tienes cerrada la fecha de vuelta...o cuando estás avergonzado hasta el cuello...no se cual de los dos motivos será – dijo con sarcasmo – Y me he enterado gracias a mis fuentes. Ya sabes – me guiñó un ojo.
- Genial – dijo Tanya - ¿Y ahora se puede saber de quien nos vamos a reir? - dijo con el ceño fruncido.
- Joder – exclamó Emmet – Yo que tu – señaló a Tanya – estaría mucho más preocupado por la reacción de Rose que por tu próxima victima, Tanya – dejó de sonreir enfadada.
- Mierda – susurré.
- Y tu hazte el favor de no cagarla más – dijo mirándome - así que no te hagas el listo delante de tu hermana. Ah, y procura no enfadarmela mucho...no imaginas lo que me cuesta quitarle el cabreo...
Emmet abandonó el aparcamiento tan serio como si estuviera en misa. Era consciente de que Alec y Tanya hablaban entre ellos y se reían, pero no les estaba escuchando.
- Edd...¿hola? - me llamó Tanya – Vamos a contarles a todos la noticia...¿vienes con nosotros? - dijo con una fría sonrisa.
- Eh...no...no. Voy a esperar a mis hermanos – mentí – Prefiero soportar la furia de Rose en privado – aunque eso no era del todo mentira.
Ambos se marcharon aún riéndose por la marcha de Isabella. ¿Acaso era gracioso? Porque yo a esa noticia no le veía la puta gracia por ningún lado. Mierda...ahora era bien consciente de que la había cagado.
Me recosté de nuevo contra mi coche y cerré los ojos en un patético intento por calmar un poco mi conciencia, aunque fracasé estrepitosamente.
- - ¡Cullen!
Me giré al oir la desconocida voz. Quien quiera que fuese, por el tono de voz estaba muy enfadado. Se trataba de un chico que venía montado en una moto negra y cuyo casco no me dejaba ver su cara. He de reconocer que cuando se bajó tragué en seco; el tipo era tan alto como yo, pero me doblaba en masa muscular y eso que hacía meses que me entrenaba a diario. Ese tío era enorme. Cuando se quitó el casco y dejó caer su melena lisa comprobé que su cara me resultaba vagamente familiar, aunque no sabía de qué. Por su tono de piel era evidente que era nativo, probablemente de la Push. Y en ese momento me miraba con un cabreo de la hostia.
¡Tú! - vino hacia mi rápidamente y me cogió del cuello de la camiseta – Sanguijuela de mierda – me empotró contra la puerta de uno de los coches aparcados – Te mereces que te parta las piernas.
- ¿Quién...quién coño eres? - dije entre acojonado y enfadado.
- Ahora mismo soy tu peor pesadilla y te puedo asegurar que no estoy en mi momento más feliz – volvió a empujarme contra el coche haciendome gemir de dolor – Joder, te partiría la boca si no fuera porque le prometí a Bella no hacerlo.
- ¿Bella? - pregunté confundido.
- Sí, Bella Swan...aunque tu igual la conoces por la friki, la fea...- me empujó de nuevo – Se ha ido por tu puta culpa...– me miró furioso y me subió dos palmos del suelo – No va a volver a llorar por ti porque está lejos...porque si volviera a derramar una sola lágrima más por ti te juro que ibas a agradecer tener un padre cirujano – me dejó en el suelo de golpe haciendome perder el equilibrio por un segundo – Y dile a la rubia de tu amiguita que mire a su alrededor antes de reirse otra vez de Bella...si se que vuelve a faltarla el respeto aunque ella ya no esté en Forks no me va a importar que sea una chica – me clavó el dedo en el pecho - ¿Entendido?
Asentí a duras penas. Mierda, definitivamente mi buen rollo se había ido de vacaciones. Primero viene Emmet a joderme la mañana y ahora este tío...No respiré hasta que no le vi subirse a la moto.
Con toda la dignidad que pude reunir miré hacia los lados y me estiré la camiseta para alisar las arrugas que las manazas de ese chico habían provocado. Al menos no había habido testigos.
Me froté los ojos con las manos. Ahora solo tenía ganas de recoger mis notas y marcharme a mi casa. Me di la vuelta para entrar al instituto. Bien, vale. Pues si que había tenido espectadores de mi patética bronca. Rose y Jasper estaban en la puerta de la entrada. Sus caras hablaban por si solas. Jooooderrrr de nuevo. Estaba claro que mi mañana podía ser aún peor. La puta ley de Murphy se había cebado conmigo.
Cerré los ojos y esperé algún grito por la parte de Rose, en cualquier momento su furia se desataría y...y nada. Abrí un ojo con miedo. Rose estaba frente a mi y me miraba casi con tristeza.
- ¿Por qué se ha ido Isabella, Edward? - pfff, como si no fuera obvio. ¿Acaso no era evidente?
- Por mi culpa, Rose. Isabella se ha ido por mi culpa – dije cansado.
- Bien – asintió con la cabeza – Me alegra de que seas consciente de que una persona ha abandonado su lugar, su casa, sus amigos...y que todo sea por tu culpa.
- Joder, Rose – murmuré – La idea fue de mis amigos y...
- Y nada – me cortó Jasper – Ellos tuvieron la idea y tu la llevaste a cabo...Podías haberte negado.
- ¿Sabes qué? - me dijo Rosalie – Te hubieras merecido que Jacob Black te partiera la cara.
Dicho esto mis hermanos se metieron en el edificio. Sí, bien. Era oficial; me sentía como el culo y como la peor persona del mundo. Y he de reconocer que por una vez en muchisimo tiempo estaba de acuerdo en algo con mi hermana. Era cierto que me habría merecido dos buenas hostias por parte del amigo de Isabella...
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EN EL PRÓXIMO CAPITULO
Me dirigí a la oficina de dirección y la secretaria me dio los partes de asistencia y un plano del instituto, junto a mis horarios. Estaba intentando leer el mapa cuando la oí.
- ¡Hey!¡Hey! - no me molesté en mirar, seguramente no fuera a mi – Hey, tú, la de la camiseta azul.
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Bueno aquí les dejo otro capitulo espero les guste !
Mierda, yo iba de azul. ¿Se habrán dado cuenta de que soy nueva o es que ya van a empezar a meterse con mi aspecto?
Qamiila Quinteros- .
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Re: La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado
LA HISTORIA PERTENECE A "ATENEA85" ELLA ME DIO PERMISO PARA PUBLICAR AQUÍ EN INMORATL-LOVE ESPERO LES GUSTE
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CAPITULO 10 - BIENVENIDA A PHOENIX
A las ocho de la mañana me encontraba en la puerta del aeropuerto de Seattle con Charlie a mi lado. La despedida fue lo más emotiva que pudo ser, teniendo en cuenta que a mi padre le costaba mucho demostrar sus sentimientos. Bueno, y a mi también, para qué negarlo.
- Bella, hija, si cambias de idea sabes que puedes volver cuando quieras – me dijo Charlie mirándome a los ojos.
- Lo sé, papá, no te preocupes, estaré bien, de verdad.
- Vale, llámame de vez en cuando.
- ¡Claro! - y me colgué de su cuello. Eso le pilló desprevenido, pero pronto me correspondió el abrazo.
- Ejem...creo, creo que tienes que irte,¿ no querrás perder el avión? - juraría que una lágrima amenazaba con caer por su rostro.
- Sí, ya...me voy. Papá...
- ¿Sí?
- Te quiero.
- Y...yo a ti, hija.
Y me dispuse a embarcar. Me esperaba un vuelo de unas tres horas y media, así que aproveché para dormir lo que la noche anterior no pude.
La voz del piloto me despertó. Llegaríamos a Phoenix en 10 minutos. Gracias al sueño que me había echado el viaje me había resultado realmente corto.
En 10 minutos justos llegamos. Cogí mis maletas y me dispuse a buscar a mi madre entre las gente. Habíamos quedado en que iría a buscarme, pero conociendo a mi madre era capaz de haberse olvidado.
Vi una cabellera rubia entre la gente. Sí, ahí estaba. Llevaba el pelo un poco más largo que la última vez que la vi. Llevaba un bonito vestido blanco que resaltaba su precioso moreno. En verdad no parecíamos madre e hija. Bueno, ni primas lejanas. A su lado había un hombre moreno, alto y fuerte y tenía un brazo alrededor de su cintura.
- ¡Bella! Aquí – dijo moviendo violentamente los brazos.
- Mamá – grité mientras corría a abrazarme a ella. Los acontecimientos de los días anteriores hacían que mis sentimientos estuvieran a flor de piel. En cuanto me abrazó me puse a llorar.
- ¡Cariño! ¡Estoy tan...contenta de verte. Déjame verte – y me miró de arriba abajo – Eres toda una mujer, ¡estás preciosa!
- Mamá, que tengo ojos, por favor...
- Pero si estas guapísima – oh, amor de madre.
- Ejem – tosió el hombre que iba con ella.
- Oh, que tonta soy me había olvidado de Phil. Phil está es mi hija Bella, Bella este es Phil.
- Encantado, Bella – dijo Phil. Parecía muy agradable. Me dio buena impresión.
- Igualmente, Phil – dije mientras le daba la mano.
- Bueno, ¿por qué no vamos a casa y me cuentas? - dijo mi madre.
- Vale.
Del aeropuerto a casa de mi madre no había más de un cuarto de hora de viaje. En cuanto llegamos mi madre me volvió a enseñar la casa. Estaba ligeramente cambiada desde la última vez que estuve allí. Mi habitación seguía igual, quitando las cortinas nuevas que mi madre se empeñó en poner. Estaba pintada en un tono azul cielo y las cortinas, al igual que las sábanas, eran de un precioso color beige. En mi escritorio había un ordenador y un teléfono. Además mi cuarto tenía baño propio. Eso me encantaba.
Una vez en casa me di cuenta del calor sofocante que asolaba Phoenix. Tendría que hacer algo con mi ropa urgentemente o moriría deshidratada. Mi madre pareció notarlo.
- Bella, me he tomado la libertad de comprarte algunas camisetas de manga corta. Creo que te harán falta. De todos modos podemos acercarnos al centro comercial a comprar lo que necesites.
- Gracias, mamá, no hacía falta que te molestases – era increíble ver a mi madre actuando como una madre. Normalmente era yo la que ejercía ese papel cuando estaba con ella.
- Bueno, dejaré que te instales tranquilamente. Baja cuando estés lista, ¿vale? ¡Tenemos mucho de que hablar!
Gemí internamente. Mi madre no se cortaba con las preguntas. Además sabía que me iba a hacer un interrogatorio de mi pseudo-cita con Cullen. Definitivamente no le contaría la verdad. No de momento.
Coloqué mi ropa en mi armario, me cambié de camiseta y bajé. Como era de esperar me hizo un interrogatorio completo de Cullen, que esquivé demasiado bien, pero no paró. Me hizo preguntas muy vergonzosas. Que con cuantos chicos había salido, que si había besado a alguno de ellos, incluso me preguntó que si había mantenido relaciones, oh, dios, eso fue muy vergonzoso. ¿Realmente el amor de madre no le permitía verme o qué? ¿Acaso mi madre no veía que yo no era de esas chicas con la que los chicos se pelean por salir?
Los días pasaban tranquilos en casa de mi madre. Ella y Phil salían a menudo, por lo que yo me quedaba en casa sola. Eso me recordó a la situación que vivía con mi padre. No es que me molestase estar sola, estaba acostumbrada, pero me dejaba mucho tiempo libre. Así que decidí buscar un empleo, aunque fuera solamente para los meses de verano.
Estuve paseando por las calles soleadas de Phoenix hasta encontrar una librería pequeñita, en la cual había un letrero en el que decía que se buscaba dependienta.
Al entrar me recibió una mujer de unos 60 años, canosa y con cara amable. Después de charlar un rato con ella me dijo que el puesto era mío, que el empleo era para los meses de verano, en principio, y que el horario sería de 6 horas diarias, de lunes a viernes. Además el sueldo no estaba mal. Para mis gastos de sobra, aunque realmente no era el dinero lo que me movía, sino mantener la mente ocupada.
Cuando me quise dar cuenta ya estábamos a finales de agosto. El tiempo se me estaba pasando rápidamente sin darme apenas cuenta. Me lo pasaba bien con mi madre. Era graciosa, definitivamente yo no había salido a ella. Su relación con Phil se afianzaba cada día más y cada vez era mayor tiempo el que pasaban fuera, debido al trabajo de Phill. Le habían contratado como entrenador de un equipo de baseball de segunda división, así que partido que tenía, partido al que iba mi madre. Si mi padre se enterase que mi madre ahora sí se había hecho aficionada a los deportes...
Yo hablaba todas las semanas con mi padre y con Jake. A él le mandaba todos los días un mail, contándole mis cosas, anécdotas de mi madre o de mi trabajo, aunque en este no pasara nada demasiado interesante casi nunca
De vez en cuando, sólo de vez en cuando, me preguntaba qué estaría haciendo él. Cullen. ¿Como estará? ¿Con quién estará esta semana? ¿Con Tanya quizás? ¿Se habrá enterado de que yo me he ido? Claro que no, idiota. Ni se habrá dado cuenta de que faltas. Decidí desechar esos pensamientos, que hacían que la herida de mi pecho se agrandara. ¿Algún día podré olvidarle completamente? De momento no lo creo. ¡Qué triste! ¡Idiota, Cullen!
Y el día llegó. Mi temido día. El primer día de instituto en Phoenix. Me daba pavor. Por lo que me habían dicho en mi curso había 300 alumnos. 300. Y en todo el instituto de Forks había 357. Bueno, 356 ahora que yo no estaba.
Por un lado pensé que sería bueno. A más alumnos, más gente con la que mimetizarme. Pero por otro lado, era un numero mayor de gente la que se podía meter conmigo.
En fin. Me acerqué andando, ya que aquí no disponía de mi adorada camioneta. Gracias al cielo que no estaba muy lejos porque el sol, incluso a estas horas era aplastante. Aunque creo que mi ropa no me acompañaba mucho. Me puse unos vaqueros desgastados y una camiseta de manga corta de Paramore regalo de Phil. Compartíamos gustos. El resto del mundo iba en shorts y camisetas de tirantes, pero yo ya había aprendido la lección. Nada de enseñar mi cuerpo. Por el bien de la humanidad.
Una vez llegué respiré de tranquilidad. Nadie se había dado cuenta que de había una nueva incorporación, o sea, yo. Todo lo contrario que hubiera pasado en Forks. Allí hubieran estado días y días planeando la llegada de la nueva alumna. En cambio aquí había mucha gente e incluso podía ser que yo no fuera la única nueva.
Me dirigí a la oficina de dirección y la secretaria me dio los partes de asistencia y un plano del instituto, junto a mis horarios. Estaba intentando leer el mapa cuando la oí.
- ¡Hey!¡Hey! - no me molesté en mirar, seguramente no fuera a mi – Hey, tú, la de la camiseta azul.
Mierda, yo iba de azul. ¿Se habrán dado cuenta de que soy nueva o es que ya van a empezar a meterse con mi aspecto?
Lentamente me di la vuelta y pude ver a una chica pequeñita, posiblemente llegase al metro cincuenta y cinco, morena de ojos azules. Su pelo era una locura. Cada punta hacia un sitio y su cara parecía el de un hada, no, más bien un duende. Cuando finalmente la miré me mostró sus relucientes y blancos dientes. Perfectos. Se podía decir que la chica era guapa. De hecho, muy guapa. Posiblemente sería popular en el instituto. Eso me aterró. Si esa chica era popular lo único que querría hacer al hablar conmigo era burlarse. Ge-nial.
- ¡Hola! - chilló – Quizás me podrías ayudar – desconfía, me decía mi mente, pero mi corazón decía lo contrario, algo me hizo confiar en esa chica en el momento que oí su voz.
- ¿Sí? - pregunté tímidamente.
- Verás no tengo ni idea de donde está el edificio 6. Tengo allí la primera clase y...estoy perdida – dijo mirando el plano mientras fruncía el ceño. Realmente tenía una expresión muy graciosa. Un momento, ¿no sabe donde está? ¿También es nueva? Sonreí al mirar su plano.
- Estas perdida porque tienes el plano al revés – dije riéndome.
- Oh, que tonta – dijo frunciendo el ceño de nuevo.
- De todos modos yo también soy nueva así que...podemos perdernos en equipo.
- ¡Genial! – chilló – Menos mal que no soy la única nueva. Oh, que tonta, no me he presentado, me llamo Marie Alice Brandon, pero mis amigos me llaman Alice – y me plantó dos besos en la cara.
- Y yo me llamo Isabella Marie Swan, pero mis amigos de llaman Bella.
- ¡Hi! Perfecto.
Me encaminé por los largos pasillos con Alice al lado. Hablaba por los codos y me hacía reír mucho. Definitivamente había tenido mucha suerte en encontrarme con ella. Aquí no tenía a Jake, mi gran amigo, por lo que echaba de menos poder charlar con alguien de mi edad. Por suerte Alice y yo compartíamos muchas clases juntas.
La mayoría de las clases pasaron sin problemas. De echo algunas un poco aburridas, debido a que la temática que estábamos tratando ya la había dado en las clases avanzadas de Forks.
En la hora del descanso Alice y yo nos sentamos juntas. Seguimos riéndonos de todo y de nada. La verdad es que se me hacía un poco raro que una chica como Alice disfrutara de mi compañía. Ella podría estar sentada al lado de la gente guapa y con clase, pero no, prefirió sentarse conmigo. La verdad es que no pegábamos ni con cola. Ella, perfectamente vestida, con un conjunto precioso que la quedaba de maravilla, y yo con estos pelos recogidos en un moño y estos vaqueros viejos. El timbre sonó.
- Bella – había decidido que Alice me llamase Bella, no quería que en el instituto me conociesen por Isabella, me recordaba a...antes – ¿qué clase tienes ahora?
Miré el horario y mi cara cambió por completo. Biología. Como antes. Como en mi anterior instituto. La única clase que compartía con Cullen. Aquel primer día que se sentó conmigo me llenó la mente. Y mi pena empezó a salir a flote. Alice lo notó.
- Bella...¿estás bien? Te ha cambiado la cara.
- Eh, biología, mi próxima clase es biología.
- ¿Y qué pasa? ¿No te gusta? Podemos intentar cambiarla...
- No, no es eso, es que me he acordado de algo...triste.
- ¿Pero estás bien?
- Sí, ahora sí, vamos que llegaremos tarde.
Maldito Cullen que hasta una estúpida clase de biología es capaz de recordámelo.
A duras penas terminé mi clase de biología sin llorar. Habíamos echo la práctica que hice con él cunado se sentó conmigo. Cuando salimos del instituto acompañé a Alice a su coche. Se me calló la mandíbula al suelo. Yo no entendía de coches, lo único que sabía es que era espectacular. Era un Porsche amarillo canario totalmente deportivo. Y totalmente precioso.
- ¡Vaya!¡Que pedazo de coche!¡Es alucinante!¡Todos están embobados mirándole!
- Sí, suele pasar – dijo riéndose – Es raro ver a una chica de 17 conduciendo esta preciosidad.
- ¡Ni que lo digas! Tendrías que haber visto la camioneta que tenía antes. Ponerla al lado de tu coche sería vergonzoso.
- Venga, que te llevo a casa.
Me metí en el coche y nos dimos cuenta de que Alice no vivía muy lejos de mí. Quedamos para ir a pasear al centro comercial cuando terminase mi turno en la librería. Ni que decir que mi madre dio saltos de alegría cuando se enteró de que había echo una amiga.
¡Yo! Con una amiga! Solo esperaba que nada lo estropease.
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CAPITULO 13 - ¿QUÉ ME HAS HECHO?
La tarde en el centro comercial fue...divertida. Alice se paraba en todos los escaparates y chillaba cuando veía algo que le gustaba mientras tiraba de mi brazo. Quería comprárselo todo. Era una locura. Gracias a Dios, no pasamos de los escaparates. Las compras para mi eran una tortura, aunque tenía que reconocer que me hacía falta renovar mi vestuario y acomodarlo al clima de aquí. Alice pareció encantada con la idea y quedamos en que el sábado pasaríamos el día metidas en el centro comercial.
Alice me contó su historia. Ya tenía los 17 y hacía tres años que sus padres murieron en un accidente. Me sentí mal por ella cuando me lo contó, pude ver cómo se emocionaba al recordarlos. Eran adinerados, bueno, estaban forrados, por lo que todo lo que tenían paso a manos de Alice, aunque no podía disfrutarlo hasta su mayoría de edad. Por ello tenía a su tía Charlotte de tutora, aunque por temas de negocios pasaba largas temporadas sola en casa. Cuando cumpliera los 18 años, Alice sería la dueña de una importante empresa textil, de ahí su obsesión por la ropa. Su tía Charlotte era la directora general. De todos modos, Alice recibía todos los meses una importante suma de dinero para sufragar los gastos que pudiera tener.
Cambiaban mucho de domicilio debido a las sucursales de la empresa que abrían por todo el país. Esta última vez se habían mudado de Nueva York, en el que habían estado año y medio. Allí había tenido un novio, al que tuvo que dejar por razones obvias y no podía tener ninguna mascota. Se le morían todas. Me reí ante ese comentario, a mi me pasaba lo mismo. Recuerdo que maté a tres peces en dos semanas.
El físico de Alice no concordaba para nada con su carácter. Era una persona totalmente fuerte al enfrentarse a los acontecimientos de su vida. No me quiero ni imaginar cómo sería el perder a mis seres queridos y quedar prácticamente sola en la vida. Y encima ir y venir de un estado a otro, no poder nunca establecer tu hogar en un lugar fijo...Creo que yo no hubiera sido capaz.
Después llegó mi turno. Le conté por encima mi vida en Forks, mi padre, Jake, la Push, y muy por encima las cosas de instituto. No quise hablar de Cullen ni de lo que me hacían los demás. Aunque quizás debería desahogarme con alguien. Sí, se lo contaría pero más adelante.
Los días transcurrían alegres. Veía a Alice todos los días en clases y cuando salia del trabajo. Muchas noches cenaba en mi casa y a veces se quedaba a dormir y yo hacía lo mismo.
Pude conocer a su tía Charlotte. Era una mujer joven y con cierto parecido físico a Alice y, aunque era simpática y amable, era muy independiente. Suerte que Alice era muy responsable, más de lo que aparentaba.
De todos modos disfrutaba de su compañía, ya que nunca había tenido una amiga con quien compartir esos momentos.
- ¿Y nunca has tenido novio? - me preguntó un anoche.
- Eh...no, nunca.
- Pero alguna vez te habrá gustado alguien, ¿no?
- Sí, claro – de acuerdo, esta noche prepararé los clinex – pero fue hace tiempo.
- Bueno, si no me lo quieres contar ahora no tienes por qué...
- ¡No! Quiero contártelo. Necesito desahogarme.
Y le conté todo. Las burlas, el engaño de Cullen , cuando creí que me iba a pegar, el bofetón de Tanya, la ayuda de Rosalie...las noches que he llorado por él...todo.
- Dios mio, Bella, ¡por eso viniste aquí! - dijo abrazándome.
- Sí, no podía soportar estar cerca de él mientras se reía en mi cara, no podía – dije llorando.
- Schhh, venga no llores que no merece la pena. Ya pasó – y me arrulló como si fuera un bebé – ¿Pero por qué eran tan crueles contigo?
- No sé, supongo que por mi aspecto.
- Bueno, ¿sólo por eso? El físico puede cambiar a nuestro antojo.
- El mio lo dudo. Soy fea y así me quedaré – dije haciendo un puchero.
- No eres fea, Bella. Simplemente hay que hacer unos retoques y entonces estarás perfecta – y su sonrisa no me gustó para nada.
- ¿Que quieres decir?
- Quiero decir que si tu me lo permites te convertiré en un pequeño cisne, no se hable más, mañana vamos al centro comercial. Además tenemos unas compras pendientes, recuerdas?
- Alice, yo no se si...
- ¡Schh!Tu te callas – dijo señalándome con el dedo – Mira, lo intentamos y si te sientes incómoda o no te gusta lo dejamos, ¿de acuerdo? Pero por favor, déjame intentarlo – y fingió un tierno puchero.
- Vaaale, pero no te prometo nada.
Dudaba mucho que Alice lograra el milagro. No tenía materia prima con la que trabajar, así que dudaba que diera buenos resultados. De todos modos la dejaría intentarlo. ¿Qué podría perder? Además, por lo poco que conocía a Alice, era mejor no llevarla la contraría.
El día aún no había comenzado y Alice ya estaba dando saltitos en mi cama para levantarme. ¿Como alguien tan pequeño podía tener tanta energía?
Desayunamos rápido y fuimos hacia en centro comercial en el maravilloso coche de Alice.
No era como me lo había imaginado. Fue mucho peor. Me hizo probarme infinidad de modelos. Faldas, shorts, camisetas de tirantes, bikinis. Oh, sí, para ir a la playa según ella. Llevaba en Phoenix unos meses y todavía no había pisado la playa. Sólo de pensarlo se me ponían los pelos de punta, yo no me quemo, me achicharro.
Seguí probándome modelos durante horas, modelos los cuales enseñaban mucha piel. Al principio me sentía un poco incómoda, no estaba acostumbrada a llevar ese tipo de ropa, pero he de reconocer que no me quedaban tan mal como yo me había imaginado. Además el calor de la ciudad era propicio para ponerse esta ropa.
Alice me compró mucha de la ropa que me había probado y otro tanto que me compró sin probar. Se empeñó en pagar ella y por la mirada asesina que me dio no me atreví a replicar.
Compramos también unos preciosos bikinis. Alice me dijo que debería de tomar un poco el sol para quitarme un poco la cara de acelga. Muy graciosa.
- Bella, ya tenemos ropa, ahora queda el paso dos.
- ¿Paso dos?
- ¡Peluquería! - dijo dando saltos.
Oh, ese era tema aparte. Mi pelo. Si ya de por sí se encrespaba, con el clima de Phoenix parecía un estropajo. Se alborotaba de una manera escandalosa.
Una vez llegamos a la peluquería, la peluquera me deshizo el moño. Alice se colocó a su lado.
- Cariño, ¿hace cuanto que no te cortas el pelo? - me preguntó la peluquera.
- Mmmm. No recuerdo.
No me había parado a ver lo largo que estaba mi cabello, casi llegaba a la parte baja de mi espalda. Bueno, me teñirían y cortarían. Según la peluquera toqueteaba mi pelo le iba diciendo a Alice lo que haría. Según ella, yo tenía muy buen pelo, ¿seguro? y cuando terminara conmigo parecería otra. Bueno, eso no lo dudaba.
No me dejaron ver el proceso. Sentí cómo me ponían una pasta en el pelo, tuve que esperar media hora para que me lo quitaran. Después la peluquera empezó a cortar el pelo de manera que saltaban numerosos mechones en todas direcciones. Me echó espuma, que por cierto olía muy bien, y me secó el pelo con un difusor.
Cuando me giraron y me miré en el espejo casi grito.
Definitivamente ese no era mi pelo. La imagen que veía era de una chica con un radiante color marrón caoba en el pelo, con unos rizos cuidadosamente peinados que caían hasta la mitad de mi espalda.
Casi lloro de felicidad.
- ¿Te gusta Bella? Si no podem... – preguntó Alice preocupada por mi reacción.
- Me...me encanta, ¡es alucinante! - no pude reprimirlo y la abracé. De echo casi beso a la peluquera.
Y nos fuimos de allí dando saltitos las dos. Sí, yo dando saltitos. De repente Alice se paró en seco.
- Bella, paso tres.
- ¿Pero que más queda, Alice?
- Oh, ¿acaso no te das cuenta? Hay que quitarte esas horribles gafas que no dejan ver tus preciosos ojos.
Me llevó a rastras hacia la óptica. Me estuvieron graduando la vista y nos dijeron que en una hora y media mis lentillas estarían listas. Lentillas. ¡No sabía ni como se ponían!
Mientras que esperábamos decidimos comer algo. Estábamos muertas de cansancio.
- Alice, no me digas que quedan más pasos. Como me digas que vamos a estar en este sitio infernal por más tiempo me ahogaré con las tiras del bikini que me has regalado.
- No, tonta, aquí ya está todo echo. Los pasos que quedan los haremos en casa.
Gemí. O sea que mi tortura no había acabado. Bueno, en el fondo he de reconocer que me lo estaba pasando bien. Además, Alice se esmeró mucho con mi cambio. Me estaba empezando a ver con otros ojos. Y me gustaba lo que veía.
Cuando acabamos de comer fuimos a recoger mis lentillas y nos fuimos directas a casa a tirarnos en el sofá.
Según Alice, mañana completaríamos la transformación. Ni que me fuera a convertir en un vampiro.
Ese domingo, como dijo Alice, le pasaríamos en mi casa. Había venido a primera hora de la mañana con dos maletines que no me quiso decir lo que guardaban en su interior. Mi madre se rio de mi expresión antes de salir de casa. Perfecto. Me quedaba sola con el monstruo en mi casa.
Me sometió a mil torturas diferentes. Primero me dio una crema exfoliante para la cara, después me hizo una limpieza de cutis y por último me puso un potingue verde con dos pepinos en los ojos. Me reí.
- ¿De qué te ríes? ¡No te muevas o echaras a perder la mascarilla! - dijo Alice.
- ¡Me río porque huelo y me parezco a una ensalada!
Mientras hacía efecto el potingue me hizo la manicura y la pedicura.
Después de lo que parecía una eternidad me la quitó y se dispuso a maquillarme. Yo no era partidaria del maquillaje, así que se lo puse en manifiesto. Me dijo que confiara en ella, que no sería nada excesivo y que quedaría perfecta. Lo dudo mucho, pensé. Necesitaría un milagro para quedar perfecta.
Me estuvo explicando los pasos que estaba siguiendo para que yo me lo pudiera hacer cuando fuéramos a clase. Por lo más sagrado, ¿para que me maquillaría para ir a clase?
Una vez que terminó la chapa y pintura me dispuse a colocarme las lentillas. Vale, en un principio eran molestas, pero no voy a negar que una vez que mis ojos se acostumbraron al contacto eran mil veces más cómodas que las gafas. Alice me miró detenidamente.
- ¡Estás perfecta!Vamos, sólo queda la ropa – ni que decir tiene que durante todo el proceso no me dejó mirarme en el espejo.
Me sacó un conjunto que yo no hubiera escogido nunca. Una minifalda vaquera con una camiseta de manga corta con escote en pico. Tampoco podía negar que fuera feo, es más, me gustaba, pero dudaba mucho de que fuera a adaptarse a mi cuerpo.
Una vez me vestí, Alice me miró con la boca abierta.
- La transformación ha concluido – susurró.
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CAPITULO 14 - ESTA SOY YO.
La transformación ha concluido – susurró.
- ¡Dios mio, soy un genio! Estoy...emocionada – dijo limpiándose una lágrima imaginaria –¡Mañana en el instituto los chicos babearán por donde pises! ¡Estás increíble!
- Alice, no te pases, los milagros no existen.
- Ah, ¿no? ¿Y por qué no te miras en el espejo y lo ves por ti misma?
Me giré para observarme en el espejo de mi armario sin muchos ánimos. Aúnque cuando me vi no di crédito.
El reflejo me mostraba una chica a la que no conocía. Para empezar el pelo mantenía las ondas suaves hasta la mitad de la espalda que me hicieron ayer y el color marrón rojizo brillaba. Sus ojos marrones se veían con mucha más fuerza sin esas pesadas gafas, además de estar maquillados levemente en tonos beige y rosados. Los enmarcaban unas gruesas pestañas que no sabía que poseía. Los labios parecían más rellenos y suaves cubiertos por una ligera capa de brillo rosado. El rubor era parte de la casa, mío.
Y la ropa era tema aparte. La camiseta se ceñía a la perfección en mi cuerpo enseñando ligeramente mi escote. Un escote que no sabía que tenía, y que descubrí gracias a los sujetadores que me compró Alice. La falda vaquera me llegaba a la mitad del muslo, un poco corta para mi gusto, pero tampoco nada escandaloso. Tenía las piernas torneadas, un poco blancas, pero bien formadas. Y en mis pies tenía calzadas unas hermosas y peligrosas sandalias de cuña.
No lo pude evitar. Me acerqué aún más al espejo y me volví a mirar detenidamente.
Alice esperaba ansiosa una respuesta por mi parte.
- Bella, si no te gusta algo..lo podemos camb...
- ¡No! - la corté – es solo...que no me reconozco, pero...creo que me gusta. Mucho.
- ¡Hi! - gritó mientras que se abalanzaba sobre mi para abrazarme.
- Eh, Alice, no hagas eso mientras lleve esto – dije señalando mis pies – Puede haber un accidente – me reí.
- Oh, lo siento, lo siento. De todos modos ya te acostumbraras a llevarlas. Como todo, la práctica lleva a la perfección.
Cuando llegó mi madre pensó que le habían cambiado a su hija. Saltó y chilló junto con Alice mientras me miraban estusiasmadas. Le gustó mucho el cambio y se alegró de verme más contenta. Entonces aprovechó el momento.
- Hija, sólo quedan unos días para tu cumpleaños, ¿este año lo celebrarás verdad? - a mi no me gustaba celebrar mis cumpleaños, será que no tenía amigos para celebrar.
- ¡Mama! Sabes que no me gusta que me celebren. Y tampoco me gustan las sorpresas – dije mirando a Alice.
- Oh, venga, Bella. Podemos celebrarlo solo un poquito – dijo haciéndome un puchero.
- ¿Un poquito?
- ¿Sí? Te damos los regalos, nos comemos la tarta y nos vamos tu y yo a tomar algo. Venga, ¡será divertido! Por favor, ¡tengo ganas de conocer la noche de Phoenix! - dijo dando saltitos.
- Hija, te vendrá bien salir un poco. Además estas preciosa, tienes que lucirte – dijo mi madre – podrías...conocer algún chico...- dijo riéndose mientras se marchaba con Phil.
Ese simple comentario me recordó a Cullen. No podía ni quería conocer a otros chicos. Yo ya había conocido al amor de mi vida pero lamentablemente no era correspondida y mucho peor, nunca lo sería. Alice notó mi cambio.
Me fui a mi habitación antes de que alguna lágrima me delatara delante de mi madre. Alice me siguió.
- Bella, ¿que te ocurre?
- Me acordé de él – dije con la cabeza agachada.
- ¿Por lo que ha dicho tu madre? – asentí – Pero tu madre tiene razón, Bella, no puedes aferrarte a su recuerdo. Además él no actuó bien contigo. Te trató mal.
- Lo se, pero...
- Pero nada, Bella, ¡tienes que rehacer tu vida! ¡Conocer otros chicos, volverte a enamorar!
Bien, eso si que lo dudaba. Tenía el corazón destrozado y todo por su culpa. ¡Maldito Cullen!
Como predijo Alice al día siguiente en el instituto nos abordaron varios chicos. Vaya, lo que puede hacer ropa nueva y un poco de maquillaje. Alice se divirtió a su costa vacilandolos un poco, cosa que me resultaba sumamente graciosa. Pobres, ponían cara de corderitos degollados cuando Alice les rozaba la mejilla con los dedos.
Se me hacía realmente extraño que la gente del instituto me mirara con la boca abierta o que me sonrieran los chicos. De echo nunca lo vi factible. Y ahora de repente...se obró el milagro. Seguía siendo yo. Ropa nueva y lentillas, sólo eso. Y no más insultos. No más burlas.
- Bella – me llamó Alice mientras estábamos almorzando – Esta tarde me acompañarás al dentista – sentenció muy seria.
- Vale, ¿que te van a hacer?
- A mi nada.
- ¿Qué? - no lo entendía.
- A ti, te van a quitar esos hierros – me señaló la boca.
- ¡Oh dios santo! - poco me faltó para besarla en la frente - ¡No sabes las ganas que tengo!
Por la tarde fuimos al dentista y me quitaron los brackets.
Cuando me miré en el espejo aluciné. Mis dientes estaban perfectamente alineados y blanqueados. Perfectos. Podría sonreír libremente. Ya no deslumbraría a la gente cuando me diera el sol el la boca. Ya no me llamarán más dientes de hierro, bueno, eso sólo me lo llamaban en Forks.
Sí, ahora sí que no había rastro de Isabella. Ahora era Bella para todos.
El día de mi cumpleaños llegó rápidamente. Ya llevaba tres meses en Phoenix y se podía decir que mi vida había cambiado radicalmente. ¡Hasta tenía vida social!
Alice vino a mi casa a comer pastel y a darme los regalos. Mamá me regaló un iPod rosa, Phil una cámara de fotos y Alice un vale de compra para el centro comercial. Incorregible.
Antes de que Alice me sometiera a la tortura de arreglarme para esa noche, me llamó mi padre. Tras una breve pero emotiva conversación se puso Jake. Me dijo que todo por allí estaba igual que siempre. Me contó las locuras de los chicos y me dijo que en el pueblo todo estaba igual. No le pregunté si alguien había preguntado por mí, para qué. Pero me sorprendió lo que me dijo. Se encontró con Rosalie y Emmet en la tienda de comestibles, ¿Rose haciendo la compra?, y le preguntó por mi. Le dijo que me había ido con mi madre una temporada y que estaba bien. Jake me dijo que parecía preocupada y cabreada a partes iguales. No le hice ningún comentario al respecto. Después de despedirme colgué y me senté en mi cama a esperar a Alice.
- Hey, Bella, vamos que se nos hará tarde, ¡sólo tenemos dos horas para arreglarnos! - cuando vio mi cara se sentó a mi lado – ¿Qué ocurre? ¿Te ha puesto sentimental hablar con tu padre?
- No, bueno, si, un poco...
- A ver aclarate.
- He hablado con Jake...y me ha dicho que habló con su hermana.
- ¿¡¿Qué! - me chilló Alice. Cuando chillaba de esa manera podía ser capaz de ahogarla. Lo juro.
- Que se encontró con Rose el otro día y...preguntó por mí.
- ¿Y que le dijo? - me apremió Alice.
- Que estaba pasando una temporada con mi madre y que estaba bien.
- ¿Y qué más le dijo Rose a Jake? - Alice hablaba de ellos como si los conociera de toda la vida.
- Nada, que le hubiera gustado verme antes de irme...
- ¿Y...no te ha dicho nada de...él?
- No – realmente tampoco quise preguntar más a Jake. No quería confirmar las sospechas de que Cullen ni se había dado cuenta de que había huido.
- Bueno, mejor – y comenzó a torturarme con sus potingues.
Esa noche me puso un vestido negro precioso. Era ceñido hasta la cadera y desde ahí suelto hasta las rodillas y anudado al cuello. En los pies llevaba unas sandalias negras de tacón bajo. Sorprendentemente el negro ya no contrastaba tanto con mi piel, ya que me había bronceado ligeramente gracias a las sesiones de playa que tenía con Alice. Si bien no se podía decir que estaba morena, tampoco estaba trasparente como antes.
Alice llevaba un precioso vestido de tubo verde con unas altísimas sandalias de tacón negras. Se veía espectacular.
Esa noche iríamos a una discoteca del centro de Phoenix, según Alice, lo más chic. Esta se sorprendió mucho cuando le dije que nunca había pisado una discoteca. Una vez que llegamos allí nos encontramos con María, una chica de origen español que iba con nosotras a clases, y con Natalia, otra compañera del instituto. Compartíamos varias clases juntas y últimamente nos sentábamos en la misma mesa en la hora de comer.
Siendo sincera me gustó mucho el sitio. El lugar tenía una extensa pista de baile coronada con una gran bola plateada típica de discoteca. A los lados había un montón de sillones con unas pequeñas mesas. La música por supuesto estaba altísima, pero no me resultaba desagradable.
Nos sentamos las cuatro en uno de los sillones y pedimos unas copas.
- Ah-ah – dijo Alice cuando quise pedir una coca-cola – esta noche cumples 17, ya va siendo hora de que pruebes algo un poquito más fuerte. ¡Un margarita para la cumpleañera! - le gritó al camarero.
- Pero soy menor, no me van a servir alcohol y...
- Y te callas – espetó.
Bien, no voy a negar que estaba bueno. Demasiado bueno. Al tercer margarita Alice y María me sacaron a la pista a bailar. Sí, yo bailando. El alcohol recorría mis venas y simplemente me sentí bien. Me sentía desinhibida. Y seguí bailando hasta que mis piernas dijeron basta.
Al día siguiente me desperté con un dolor de cabeza horrible y con la boca seca. No recordaba como había llegado a mi casa, menos aún como había encontrado la cama. Tampoco recordé como me había puesto el pijama.
Fui a levantarme y, ¡oh! ¿Por qué me dolía la cadera? Cuando me levanté la camisa del pijama tenía una mariposa. Una preciosa mariposa multicolor tatuada en mi cadera derecha. Oh dios, ¿cuando me hice eso? ¿Qué pensara mi madre? Bueno, no podía negar que era hermosa, pero...Oh, voy a matar a Alice. Por cierto, ¿y Alice?
Mis pensamiento fueron interrumpidos por unas molestas nauseas. Apenas pude llegar al baño. Vomité hasta lo que no estaba escrito. Ya podía decir que sabía lo que era tener resaca.
Cuando me cepillé los dientes y me lavé la cara bajé hasta la cocina. Allí estaba mi madre. De acuerdo, ahora me caerá una buena por llegar borracha a casa. Lentamente me acerqué hasta donde estaba ella. Todavía no había notado que estaba ahí.
- Mamá – dije con voz tierna.
- Oh, por fin te has levantado, jovencita. ¿No ves que hora es? - el tono de su voz no me permitía saber que grado de enfado tenía.
- Mamá...yo lo siento, anoche...
- ¿Qué? Oh, no pasa nada, cariño, ¿te lo pasaste bien? Vale, no me contestes, por el estado en el que llegaste deduzco que sí.
- ¿No...no estás enfadada? Me refiero, ¿vistes como llegué a casa y no te enfadas? - ¡bravo! Llegas borracha a casa y con un tatuaje que no recuerdas haberte hecho y tu madre como si nada.
- ¿Yo? ¿Por qué iba a estar enfadada? De hecho ya iba siendo hora que salieras y conocieras mundo. Estoy enfadada porque se me hace tarde. Me tengo que ir con Phil al partido, me esta esperando y como no sabía si te despertarías en condiciones...
- Oh, no te preocupes por mi, yo...estoy bien...
- Sí, ya. Has vomitado todo, ¿no? - asentí avergonzada – Vale, tomate esto – me dio una pastilla – y toma café solo para la resaca. Se te pasará - me dio un beso y se marchó.
Me tomé lo que mi madre me aconsejó y fui corriendo a llamar a Alice cuando el timbre de la puerta sonó en ese momento.
- ¡Hola, Bella! - dijo Alice dando saltitos.
- ¡Tu! - rugí – ¿Qué me hiciste anoche? No me acuerdo ni como llegué a mi casa, ni como me quité la ropa y mucho menos me acuerdo de esto – dije señalando mi mariposa.
- ¡Oh, al final quedó preciosa! - dijo dando palmas.
- ¿Cómo me dejaste que...perdiera así las formas? ¿Como dejaste que me emborrachara?
- Te lo estabas pasando bien, ¿no? Demasiado bien, diría yo...Por cierto...¿me vas a contar que tan tu primera vez? - dijo moviendo sugerentemente las cejas.
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CAPITULO 15 - ¿CÓMO QUE VUEVLO A FORKS?
¿Qué? ¿Había oído bien? ¿Mi primera vez?
- No, Alice, dime que no he hecho nada de lo que tenga que arrepentirme – en ese momento empecé a hiperventilar. ¡No me acordaba de nada!
- ¡No! ¡No te preocupes! No has hecho nada que te implique a ti desnuda y con otra persona – respiré - Me refería a tu borrachera y a tu baile. Me sorprendió mucho que no te tropezaras en toda la noche – dijo riéndose.
- Ah, pues la borrachera, horrorosa y del baile no me acuerdo.
- Te pusiste a bailar como una descosida en la pista de baile. Yo misma tuve que espantarte a dos babosos que iban detrás de ti.
- Gracias...supongo. Esto...¿y como me hice esto? - dije señalándome la cadera.
- Bueno...esto... - se puso nerviosa. Eso le pasaba cuando quería ocultarme algo.
- Alice, suéltalo – respiró hondó.
- Cuando veníamos hacia tu casa...pasamos por una tienda de piercings y tatuajes y...bueno...te metiste dentro y le preguntaste al chico que si le parecías guapa...el te dijo que sí, que eras tan preciosa como una mariposita y...tu dijiste: ¡cariño! Hazme una, y tumbaste en la camilla y empezaste a decir...
- ¿A decir qué, Alice? - Dios, estaba muerta de la vergüenza.
- Empezaste a decir...Cullen, maldito Cullen, ahora soy guapa y bonita como una mariposa, jódete, ahora estoy buena – rompió a reír. Me imaginé la situación y yo misma me empecé a reír.
- Suena patético, ¿no?
- Un poco. Pero realmente te ha quedado muy bonita.
- Y tu, ¿como es que estás tan fresca? Yo a tu lado parezco un zombie. Tu estás perfecta.
- Ay, Bella, una que tiene buenos genes. -
- ¿Y María y Natalia?
- Se dispersaron por el lugar - dijo encogiendose de hombros.
- Oh – me podía imaginar como se dispersaron.
Después de comer nos fuimos un rato a la piscina a relajarnos.
La tarde estaba espléndida. Corría una ligera brisa que hacía más llevadero el calor.
Estábamos las dos tumbadas sobre nuestras toallas y con nuestras gafas de sol puestas cuando noté una presencia masculina sobre mi.
- Hola – dijo una atractiva voz varonil.
Alice y yo nos quitamos a la vez las gafas y lo que pude ver fue un chico muy atractivo, muy broceado y musculoso. Era alto y moreno y tenía los ojos más azules que había visto en mi vida. Era muy guapo.
- Hola, Nathaniel – dijo Alice mientras se levantaba y se daba dos besos.
- Hola, Bella – me dijo sonriéndome. ¿Cuando había conocido yo a este hombre?
- Eh... ¿hola?
- No te acuerdas de mi, ¿cierto? - dijo riéndose.
- Yo...no...¿debería?
- Sí, bailaste conmigo anoche. Bueno, volveré a presentarme. Hola me llamo Nathaliel y soy el hermano de tu amiga María – y me dio dos besos.
- Ah, el hermano de María...Encantada - ¿ha dicho que bailé con él? Sin duda la borrachera que me cogí fue apoteósica.
Se sentó con nosotras en la arena. Bueno, conmigo, porque Alice se había puesto a jugar al voleyball con unos niños. Sí, esa era Alice.
Nath me contó que tenía 20 años, que llevaba dos con su novio, sí, era gay, y que vivía cerca de la playa donde nos encontrábamos. También me dijo que trabajaba en un gimnasio y que podía entrenarme con él en la playa. Le miré como si tuviera dos cabezas; se notaba que él no me había visto en las clases de gimnasia. Me dijo que me vendría bien para mi pequeño problema de equilibrio. Eso me convenció un poco más y prometí que iría al parque a correr por las mañanas con él.
Las semanas siguieron pasando en Phoenix. Nos hicimos buenas amigas de Nath y su novio Peter y salíamos todos juntos a bailar. Sí, yo bailando y sorprendentemente lo hacía sin dañar a nadie, gracias a los pasos que me enseñaba Peter con mucha paciencia. Entramos en una rutina de salir los sábados por la noche. Eso sí, sin beber demasiado, cosas suaves. Aún recuerdo la última vez que me emborraché. Bueno, la última y la única hasta el momento.
Como le prometí a Nath, todas las mañanas iba a entrenarme con él a un parque cercano. Me sorprendí a mi misma, no solo me gustaba lo que hacía sino que también se me daba bien. En pocas semanas me había convertido en una apasionada del deporte. También empecé a ejercitar un poco mi cuerpo, para seguir con mi tarea de mantener la cabeza ocupada. El ejercicio pronto dio resultados. Mi cuerpo estaba mucho más firme y tonificado y mis curvas empezaron a moldearse.
Cuando me miraba en el espejo ya casi no me reconocía, pero lejos de encontrarme rara, el reflejo que me mostraba me encantaba. Era yo, seguía siendo yo misma, solo que era una versión mucho más mejorada. A otro nivel. Además había notado un cambio de actitud por mi parte. Me volví un poco más sociable y un poco menos vergonzosa. Un punto medio.
Nath me aconsejó que conociera chicos, a él le había contado toda la historia de Cullen. Y ahí estaba yo, conocía a un chico, hablaba con él, bailaba un poco y cuando me iba a besar...¡zas! Me acordaba de aquel fatídico día en el que Cullen casi me besa. Y le hacía la cobra, es decir, me apartaba rápidamente. Nath y Alice se reían de mi. Decían que me había vuelto experta en esquivar. ¡Maldito Cullen, que ni a miles de kilómetros me deja vivir en paz!
Nath pensaba en la posibilidad de que me hubiese quedado un trauma o algo así. Muy gracioso. De todos modos no era normal que no pudiera besar a nadie. Lo había intentado en infinidad de ocasiones, con chicos encantadores, graciosos e incluso guapos, pero nada. Cerraba los ojos y todo lo que veía era a él.
Nath me decía que si fuera a Forks y besaba a Cullen se rompería el maleficio y podría estar con quien yo quisiera...Un escalofrío me recorrió la espalda cuando la oí decir eso. No concebía la posibilidad de volver a Forks ahora y mucho menos pensaba en besar a Cullen. Arggg. Creo que empezaba a odiarle. Bueno, no creo que empezase a odiarle. Creo que ya le odiaba.
Siguieron pasando los meses. La relación de mi madre con Phil cada vez se afianzaba más. Estaba contenta por ella, pero temía que yo pudiese llegar a ser un estorbo. De todos modos mi madre nunca lo dio a entender. Además Phil me caía muy bien. Era un buen hombre y mucho más maduro que mi madre a pesar de ser más joven que ella.
Llegó mayo y con él el cumpleaños de Alice. Hizo una fiesta en su casa a la que invitó a la mitad del instituto, una exageración. Nos lo pasamos muy bien, aunque creo que a la tía de Alice le daría un ataque al ver como le habíamos dejado la casa...aunque demasiado bien para la muchedumbre de adolescentes que habíamos sido.
Alice ya tenía 18, por lo que el nombre de la empresa de sus padres le pertenecía por completo. Ahora era libre de decidir su futuro. Decidió que su tía Charlotte siguiera al frente de la dirección hasta que ella terminara la universidad, una vez terminada la carrera se haría cargo de todo.
Casi habíamos llegado a fin de curso cuando mi madre me dijo que Phil y ella querían hablar conmigo.
- Hija, Phil y yo te queremos decir una cosa.
- Oh, mama, no me digáis que voy a tener un hermanito – bromeé.
- Eh...no, todavía no – dijo Phil.
- ¿Todavía no?
- No, verás cariño, Phill y yo hemos decidido casarnos.
- Me alegro mucho por vosotros – dije mientras les besaba.
- Cielo, eso no es todo. A Phil le han ofrecido un puesto de entrenador de un equipo de primera y...ha aceptado.
- ¡Eso está genial!
- Si, verás...hija - oh no, ¿mi madre se ha puesto seria? - de momento no vamos a tener residencia fija y no me parece justo que tu vayas siguiéndonos por todo el país, así que...he hablado con Charlie...creo que lo mejor es...que vuelvas durante una temporada con él. Sólo hasta que encontremos algo más estable - no, no, no.
- Oh...¿y qué ha dicho Charlie?
- Estará encantado de que vuelvas a Forks.
No pude evitar cerrar los ojos ante esa declaración. Era un hecho. Volvería a Forks. ¿Volvería a verle?
- ¿Cuando es la boda? - pregunté temerosa. Esperaba que al menos tuviera tiempo de prepararme psicológicamente.
- En tres semanas.
- ¿Qué? ¿Tan pronto?
- Hija, será algo sencillo, solo nosotros y tus amigos, claro. Lo haremos por el juzgado así que no hay por qué esperar más.
Ah, mis amigos. ¿Qué haría sin Alice y sin Nath? Ahora que los había conocido no me imaginaba la vida sin ellos. Habían hecho mucho por mi. Todo lo que soy ahora se los debo a ellos.
Dios mío, me marcharía a Forks en tres semanas.
Esa misma tarde fui a hablar con Alice. Le conté todo. Que mi madre se casaba y que volvería a Forks con mi padre. Y con él. Aguantó mis lágrimas. Lloraba por todo. Por tener que dejar Phoenix, al que me había acostumbrado, por dejar a Nath, que era un cielo y me recordaba a Jake, y por dejarla a ella. La echaría mucho de menos. Y por supuesto lloraba porque volvería a verle. A él y a todo el grupo de golfas sin cerebro.
De repente vi que Alice entraba como en estado de shock. Se quedó fijamente mirando la pared de su habitación con sus ojos azules como platos y quieta como una estatua. He de reconocer que me asusté.
- ¿Alice? ¡Alice! Estás bien – dije zarandeándola.
- ¿Eh? ¿Qué? Yo...¡Bella! - enfocó sus ojos en mi.
- ¿Qué? - me tenía asustada.
- ¡Me voy contigo! - dijo dando saltitos.
- ¿Como que te vienes conmigo?
- Sí, soy mayor de edad, ¿recuerdas? Puedo hacer lo que quiera. Ya no tengo por qué quedarme con mi tía. Tengo carta blanca, ¡así que vamos! Tengo que buscar un sitio en el que vivir en Forks.
- ¿Y eso? Como es que...
- Bella, no me preguntes nada, simplemente lo he visto.
- ¿Que? ¿Que has visto? - Alice me estaba asustando de veras.
- Un presentimiento. He tenido el presentimiento de que tengo que ir contigo.
Preferí no ahondar más en el tema. Definitivamente que Alice viniera conmigo me tranquilizaba. Echaría de menos a Nath, pero en cambio volvería a ver a Jake y a mi padre. Jake se puso muy contento cuando se enteró de la noticia. Tenía tantas ganas de verlo...
Pero por otro lado me preocupaba mi regreso.
Por supuesto vería a Cullen, ¿o no? No se qué era lo que me ponía más ansiosa, si saber que le vería o pensar en la posibilidad de que ya no estuviera en el pueblo.
- Bells, ¿que es lo que te preocupa? - me preguntó Alice.
- Cullen – para qué andarme con rodeos.
- ¿Por qué sigues pensando en él? No tienes por qué preocuparte, lo he visto – otra vez con sus presentimientos.
- Pues me preocupa llegar y verle y también me preocupa...llegar y no verle – reconocí – Además me da pavor encontrarme con las guarras de Tanya y compañía.
- Eh, por esas zorras no te preocupes, a tu lado están acabadas.
La boda de mi madre llegó demasiado pronto. Fue muy breve pero muy bonita. Durante la breve luna de miel me fui a la casa de Alice. Estuvieron fuera una semana. Alice y yo partiríamos hacia Forks dentro de pocas semanas, a mediados de agosto estaríamos allí.
Estas últimas semanas en Phoenix las empleamos en pasar tiempo con nuestros amigos y en prepararnos para la vuelta.
Agosto vino con demasiada rapidez. Y el día de mi regreso llegó.
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EN EL PRÓXIMO CAPITULO
Apenas era consciente de lo que tramaban. ¿En serio estaban pensando en putear a Isabella? Aún no había llegado y ya la estaban haciendo la vida imposible.
- Espera, espera...¿viene de visita o para quedarse? - preguntó Tanya. Que sea de visita, que sea de visit...
- Para quedarse...- mierda - su madre se ha casado. Al parecer estorba hasta a la madre – las chicas se rieron a carcajadas.
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Bueno les dejo 4 capítulos mas !!
Como la historia ha tenido poco movimiento... voy a empezar a subir de muchos capítulos para poder terminarla luego!
Espero que estén bien ................
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CAPITULO 10 - BIENVENIDA A PHOENIX
A las ocho de la mañana me encontraba en la puerta del aeropuerto de Seattle con Charlie a mi lado. La despedida fue lo más emotiva que pudo ser, teniendo en cuenta que a mi padre le costaba mucho demostrar sus sentimientos. Bueno, y a mi también, para qué negarlo.
- Bella, hija, si cambias de idea sabes que puedes volver cuando quieras – me dijo Charlie mirándome a los ojos.
- Lo sé, papá, no te preocupes, estaré bien, de verdad.
- Vale, llámame de vez en cuando.
- ¡Claro! - y me colgué de su cuello. Eso le pilló desprevenido, pero pronto me correspondió el abrazo.
- Ejem...creo, creo que tienes que irte,¿ no querrás perder el avión? - juraría que una lágrima amenazaba con caer por su rostro.
- Sí, ya...me voy. Papá...
- ¿Sí?
- Te quiero.
- Y...yo a ti, hija.
Y me dispuse a embarcar. Me esperaba un vuelo de unas tres horas y media, así que aproveché para dormir lo que la noche anterior no pude.
La voz del piloto me despertó. Llegaríamos a Phoenix en 10 minutos. Gracias al sueño que me había echado el viaje me había resultado realmente corto.
En 10 minutos justos llegamos. Cogí mis maletas y me dispuse a buscar a mi madre entre las gente. Habíamos quedado en que iría a buscarme, pero conociendo a mi madre era capaz de haberse olvidado.
Vi una cabellera rubia entre la gente. Sí, ahí estaba. Llevaba el pelo un poco más largo que la última vez que la vi. Llevaba un bonito vestido blanco que resaltaba su precioso moreno. En verdad no parecíamos madre e hija. Bueno, ni primas lejanas. A su lado había un hombre moreno, alto y fuerte y tenía un brazo alrededor de su cintura.
- ¡Bella! Aquí – dijo moviendo violentamente los brazos.
- Mamá – grité mientras corría a abrazarme a ella. Los acontecimientos de los días anteriores hacían que mis sentimientos estuvieran a flor de piel. En cuanto me abrazó me puse a llorar.
- ¡Cariño! ¡Estoy tan...contenta de verte. Déjame verte – y me miró de arriba abajo – Eres toda una mujer, ¡estás preciosa!
- Mamá, que tengo ojos, por favor...
- Pero si estas guapísima – oh, amor de madre.
- Ejem – tosió el hombre que iba con ella.
- Oh, que tonta soy me había olvidado de Phil. Phil está es mi hija Bella, Bella este es Phil.
- Encantado, Bella – dijo Phil. Parecía muy agradable. Me dio buena impresión.
- Igualmente, Phil – dije mientras le daba la mano.
- Bueno, ¿por qué no vamos a casa y me cuentas? - dijo mi madre.
- Vale.
Del aeropuerto a casa de mi madre no había más de un cuarto de hora de viaje. En cuanto llegamos mi madre me volvió a enseñar la casa. Estaba ligeramente cambiada desde la última vez que estuve allí. Mi habitación seguía igual, quitando las cortinas nuevas que mi madre se empeñó en poner. Estaba pintada en un tono azul cielo y las cortinas, al igual que las sábanas, eran de un precioso color beige. En mi escritorio había un ordenador y un teléfono. Además mi cuarto tenía baño propio. Eso me encantaba.
Una vez en casa me di cuenta del calor sofocante que asolaba Phoenix. Tendría que hacer algo con mi ropa urgentemente o moriría deshidratada. Mi madre pareció notarlo.
- Bella, me he tomado la libertad de comprarte algunas camisetas de manga corta. Creo que te harán falta. De todos modos podemos acercarnos al centro comercial a comprar lo que necesites.
- Gracias, mamá, no hacía falta que te molestases – era increíble ver a mi madre actuando como una madre. Normalmente era yo la que ejercía ese papel cuando estaba con ella.
- Bueno, dejaré que te instales tranquilamente. Baja cuando estés lista, ¿vale? ¡Tenemos mucho de que hablar!
Gemí internamente. Mi madre no se cortaba con las preguntas. Además sabía que me iba a hacer un interrogatorio de mi pseudo-cita con Cullen. Definitivamente no le contaría la verdad. No de momento.
Coloqué mi ropa en mi armario, me cambié de camiseta y bajé. Como era de esperar me hizo un interrogatorio completo de Cullen, que esquivé demasiado bien, pero no paró. Me hizo preguntas muy vergonzosas. Que con cuantos chicos había salido, que si había besado a alguno de ellos, incluso me preguntó que si había mantenido relaciones, oh, dios, eso fue muy vergonzoso. ¿Realmente el amor de madre no le permitía verme o qué? ¿Acaso mi madre no veía que yo no era de esas chicas con la que los chicos se pelean por salir?
Los días pasaban tranquilos en casa de mi madre. Ella y Phil salían a menudo, por lo que yo me quedaba en casa sola. Eso me recordó a la situación que vivía con mi padre. No es que me molestase estar sola, estaba acostumbrada, pero me dejaba mucho tiempo libre. Así que decidí buscar un empleo, aunque fuera solamente para los meses de verano.
Estuve paseando por las calles soleadas de Phoenix hasta encontrar una librería pequeñita, en la cual había un letrero en el que decía que se buscaba dependienta.
Al entrar me recibió una mujer de unos 60 años, canosa y con cara amable. Después de charlar un rato con ella me dijo que el puesto era mío, que el empleo era para los meses de verano, en principio, y que el horario sería de 6 horas diarias, de lunes a viernes. Además el sueldo no estaba mal. Para mis gastos de sobra, aunque realmente no era el dinero lo que me movía, sino mantener la mente ocupada.
Cuando me quise dar cuenta ya estábamos a finales de agosto. El tiempo se me estaba pasando rápidamente sin darme apenas cuenta. Me lo pasaba bien con mi madre. Era graciosa, definitivamente yo no había salido a ella. Su relación con Phil se afianzaba cada día más y cada vez era mayor tiempo el que pasaban fuera, debido al trabajo de Phill. Le habían contratado como entrenador de un equipo de baseball de segunda división, así que partido que tenía, partido al que iba mi madre. Si mi padre se enterase que mi madre ahora sí se había hecho aficionada a los deportes...
Yo hablaba todas las semanas con mi padre y con Jake. A él le mandaba todos los días un mail, contándole mis cosas, anécdotas de mi madre o de mi trabajo, aunque en este no pasara nada demasiado interesante casi nunca
De vez en cuando, sólo de vez en cuando, me preguntaba qué estaría haciendo él. Cullen. ¿Como estará? ¿Con quién estará esta semana? ¿Con Tanya quizás? ¿Se habrá enterado de que yo me he ido? Claro que no, idiota. Ni se habrá dado cuenta de que faltas. Decidí desechar esos pensamientos, que hacían que la herida de mi pecho se agrandara. ¿Algún día podré olvidarle completamente? De momento no lo creo. ¡Qué triste! ¡Idiota, Cullen!
Y el día llegó. Mi temido día. El primer día de instituto en Phoenix. Me daba pavor. Por lo que me habían dicho en mi curso había 300 alumnos. 300. Y en todo el instituto de Forks había 357. Bueno, 356 ahora que yo no estaba.
Por un lado pensé que sería bueno. A más alumnos, más gente con la que mimetizarme. Pero por otro lado, era un numero mayor de gente la que se podía meter conmigo.
En fin. Me acerqué andando, ya que aquí no disponía de mi adorada camioneta. Gracias al cielo que no estaba muy lejos porque el sol, incluso a estas horas era aplastante. Aunque creo que mi ropa no me acompañaba mucho. Me puse unos vaqueros desgastados y una camiseta de manga corta de Paramore regalo de Phil. Compartíamos gustos. El resto del mundo iba en shorts y camisetas de tirantes, pero yo ya había aprendido la lección. Nada de enseñar mi cuerpo. Por el bien de la humanidad.
Una vez llegué respiré de tranquilidad. Nadie se había dado cuenta que de había una nueva incorporación, o sea, yo. Todo lo contrario que hubiera pasado en Forks. Allí hubieran estado días y días planeando la llegada de la nueva alumna. En cambio aquí había mucha gente e incluso podía ser que yo no fuera la única nueva.
Me dirigí a la oficina de dirección y la secretaria me dio los partes de asistencia y un plano del instituto, junto a mis horarios. Estaba intentando leer el mapa cuando la oí.
- ¡Hey!¡Hey! - no me molesté en mirar, seguramente no fuera a mi – Hey, tú, la de la camiseta azul.
Mierda, yo iba de azul. ¿Se habrán dado cuenta de que soy nueva o es que ya van a empezar a meterse con mi aspecto?
Lentamente me di la vuelta y pude ver a una chica pequeñita, posiblemente llegase al metro cincuenta y cinco, morena de ojos azules. Su pelo era una locura. Cada punta hacia un sitio y su cara parecía el de un hada, no, más bien un duende. Cuando finalmente la miré me mostró sus relucientes y blancos dientes. Perfectos. Se podía decir que la chica era guapa. De hecho, muy guapa. Posiblemente sería popular en el instituto. Eso me aterró. Si esa chica era popular lo único que querría hacer al hablar conmigo era burlarse. Ge-nial.
- ¡Hola! - chilló – Quizás me podrías ayudar – desconfía, me decía mi mente, pero mi corazón decía lo contrario, algo me hizo confiar en esa chica en el momento que oí su voz.
- ¿Sí? - pregunté tímidamente.
- Verás no tengo ni idea de donde está el edificio 6. Tengo allí la primera clase y...estoy perdida – dijo mirando el plano mientras fruncía el ceño. Realmente tenía una expresión muy graciosa. Un momento, ¿no sabe donde está? ¿También es nueva? Sonreí al mirar su plano.
- Estas perdida porque tienes el plano al revés – dije riéndome.
- Oh, que tonta – dijo frunciendo el ceño de nuevo.
- De todos modos yo también soy nueva así que...podemos perdernos en equipo.
- ¡Genial! – chilló – Menos mal que no soy la única nueva. Oh, que tonta, no me he presentado, me llamo Marie Alice Brandon, pero mis amigos me llaman Alice – y me plantó dos besos en la cara.
- Y yo me llamo Isabella Marie Swan, pero mis amigos de llaman Bella.
- ¡Hi! Perfecto.
Me encaminé por los largos pasillos con Alice al lado. Hablaba por los codos y me hacía reír mucho. Definitivamente había tenido mucha suerte en encontrarme con ella. Aquí no tenía a Jake, mi gran amigo, por lo que echaba de menos poder charlar con alguien de mi edad. Por suerte Alice y yo compartíamos muchas clases juntas.
La mayoría de las clases pasaron sin problemas. De echo algunas un poco aburridas, debido a que la temática que estábamos tratando ya la había dado en las clases avanzadas de Forks.
En la hora del descanso Alice y yo nos sentamos juntas. Seguimos riéndonos de todo y de nada. La verdad es que se me hacía un poco raro que una chica como Alice disfrutara de mi compañía. Ella podría estar sentada al lado de la gente guapa y con clase, pero no, prefirió sentarse conmigo. La verdad es que no pegábamos ni con cola. Ella, perfectamente vestida, con un conjunto precioso que la quedaba de maravilla, y yo con estos pelos recogidos en un moño y estos vaqueros viejos. El timbre sonó.
- Bella – había decidido que Alice me llamase Bella, no quería que en el instituto me conociesen por Isabella, me recordaba a...antes – ¿qué clase tienes ahora?
Miré el horario y mi cara cambió por completo. Biología. Como antes. Como en mi anterior instituto. La única clase que compartía con Cullen. Aquel primer día que se sentó conmigo me llenó la mente. Y mi pena empezó a salir a flote. Alice lo notó.
- Bella...¿estás bien? Te ha cambiado la cara.
- Eh, biología, mi próxima clase es biología.
- ¿Y qué pasa? ¿No te gusta? Podemos intentar cambiarla...
- No, no es eso, es que me he acordado de algo...triste.
- ¿Pero estás bien?
- Sí, ahora sí, vamos que llegaremos tarde.
Maldito Cullen que hasta una estúpida clase de biología es capaz de recordámelo.
A duras penas terminé mi clase de biología sin llorar. Habíamos echo la práctica que hice con él cunado se sentó conmigo. Cuando salimos del instituto acompañé a Alice a su coche. Se me calló la mandíbula al suelo. Yo no entendía de coches, lo único que sabía es que era espectacular. Era un Porsche amarillo canario totalmente deportivo. Y totalmente precioso.
- ¡Vaya!¡Que pedazo de coche!¡Es alucinante!¡Todos están embobados mirándole!
- Sí, suele pasar – dijo riéndose – Es raro ver a una chica de 17 conduciendo esta preciosidad.
- ¡Ni que lo digas! Tendrías que haber visto la camioneta que tenía antes. Ponerla al lado de tu coche sería vergonzoso.
- Venga, que te llevo a casa.
Me metí en el coche y nos dimos cuenta de que Alice no vivía muy lejos de mí. Quedamos para ir a pasear al centro comercial cuando terminase mi turno en la librería. Ni que decir que mi madre dio saltos de alegría cuando se enteró de que había echo una amiga.
¡Yo! Con una amiga! Solo esperaba que nada lo estropease.
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CAPITULO 13 - ¿QUÉ ME HAS HECHO?
La tarde en el centro comercial fue...divertida. Alice se paraba en todos los escaparates y chillaba cuando veía algo que le gustaba mientras tiraba de mi brazo. Quería comprárselo todo. Era una locura. Gracias a Dios, no pasamos de los escaparates. Las compras para mi eran una tortura, aunque tenía que reconocer que me hacía falta renovar mi vestuario y acomodarlo al clima de aquí. Alice pareció encantada con la idea y quedamos en que el sábado pasaríamos el día metidas en el centro comercial.
Alice me contó su historia. Ya tenía los 17 y hacía tres años que sus padres murieron en un accidente. Me sentí mal por ella cuando me lo contó, pude ver cómo se emocionaba al recordarlos. Eran adinerados, bueno, estaban forrados, por lo que todo lo que tenían paso a manos de Alice, aunque no podía disfrutarlo hasta su mayoría de edad. Por ello tenía a su tía Charlotte de tutora, aunque por temas de negocios pasaba largas temporadas sola en casa. Cuando cumpliera los 18 años, Alice sería la dueña de una importante empresa textil, de ahí su obsesión por la ropa. Su tía Charlotte era la directora general. De todos modos, Alice recibía todos los meses una importante suma de dinero para sufragar los gastos que pudiera tener.
Cambiaban mucho de domicilio debido a las sucursales de la empresa que abrían por todo el país. Esta última vez se habían mudado de Nueva York, en el que habían estado año y medio. Allí había tenido un novio, al que tuvo que dejar por razones obvias y no podía tener ninguna mascota. Se le morían todas. Me reí ante ese comentario, a mi me pasaba lo mismo. Recuerdo que maté a tres peces en dos semanas.
El físico de Alice no concordaba para nada con su carácter. Era una persona totalmente fuerte al enfrentarse a los acontecimientos de su vida. No me quiero ni imaginar cómo sería el perder a mis seres queridos y quedar prácticamente sola en la vida. Y encima ir y venir de un estado a otro, no poder nunca establecer tu hogar en un lugar fijo...Creo que yo no hubiera sido capaz.
Después llegó mi turno. Le conté por encima mi vida en Forks, mi padre, Jake, la Push, y muy por encima las cosas de instituto. No quise hablar de Cullen ni de lo que me hacían los demás. Aunque quizás debería desahogarme con alguien. Sí, se lo contaría pero más adelante.
Los días transcurrían alegres. Veía a Alice todos los días en clases y cuando salia del trabajo. Muchas noches cenaba en mi casa y a veces se quedaba a dormir y yo hacía lo mismo.
Pude conocer a su tía Charlotte. Era una mujer joven y con cierto parecido físico a Alice y, aunque era simpática y amable, era muy independiente. Suerte que Alice era muy responsable, más de lo que aparentaba.
De todos modos disfrutaba de su compañía, ya que nunca había tenido una amiga con quien compartir esos momentos.
- ¿Y nunca has tenido novio? - me preguntó un anoche.
- Eh...no, nunca.
- Pero alguna vez te habrá gustado alguien, ¿no?
- Sí, claro – de acuerdo, esta noche prepararé los clinex – pero fue hace tiempo.
- Bueno, si no me lo quieres contar ahora no tienes por qué...
- ¡No! Quiero contártelo. Necesito desahogarme.
Y le conté todo. Las burlas, el engaño de Cullen , cuando creí que me iba a pegar, el bofetón de Tanya, la ayuda de Rosalie...las noches que he llorado por él...todo.
- Dios mio, Bella, ¡por eso viniste aquí! - dijo abrazándome.
- Sí, no podía soportar estar cerca de él mientras se reía en mi cara, no podía – dije llorando.
- Schhh, venga no llores que no merece la pena. Ya pasó – y me arrulló como si fuera un bebé – ¿Pero por qué eran tan crueles contigo?
- No sé, supongo que por mi aspecto.
- Bueno, ¿sólo por eso? El físico puede cambiar a nuestro antojo.
- El mio lo dudo. Soy fea y así me quedaré – dije haciendo un puchero.
- No eres fea, Bella. Simplemente hay que hacer unos retoques y entonces estarás perfecta – y su sonrisa no me gustó para nada.
- ¿Que quieres decir?
- Quiero decir que si tu me lo permites te convertiré en un pequeño cisne, no se hable más, mañana vamos al centro comercial. Además tenemos unas compras pendientes, recuerdas?
- Alice, yo no se si...
- ¡Schh!Tu te callas – dijo señalándome con el dedo – Mira, lo intentamos y si te sientes incómoda o no te gusta lo dejamos, ¿de acuerdo? Pero por favor, déjame intentarlo – y fingió un tierno puchero.
- Vaaale, pero no te prometo nada.
Dudaba mucho que Alice lograra el milagro. No tenía materia prima con la que trabajar, así que dudaba que diera buenos resultados. De todos modos la dejaría intentarlo. ¿Qué podría perder? Además, por lo poco que conocía a Alice, era mejor no llevarla la contraría.
El día aún no había comenzado y Alice ya estaba dando saltitos en mi cama para levantarme. ¿Como alguien tan pequeño podía tener tanta energía?
Desayunamos rápido y fuimos hacia en centro comercial en el maravilloso coche de Alice.
No era como me lo había imaginado. Fue mucho peor. Me hizo probarme infinidad de modelos. Faldas, shorts, camisetas de tirantes, bikinis. Oh, sí, para ir a la playa según ella. Llevaba en Phoenix unos meses y todavía no había pisado la playa. Sólo de pensarlo se me ponían los pelos de punta, yo no me quemo, me achicharro.
Seguí probándome modelos durante horas, modelos los cuales enseñaban mucha piel. Al principio me sentía un poco incómoda, no estaba acostumbrada a llevar ese tipo de ropa, pero he de reconocer que no me quedaban tan mal como yo me había imaginado. Además el calor de la ciudad era propicio para ponerse esta ropa.
Alice me compró mucha de la ropa que me había probado y otro tanto que me compró sin probar. Se empeñó en pagar ella y por la mirada asesina que me dio no me atreví a replicar.
Compramos también unos preciosos bikinis. Alice me dijo que debería de tomar un poco el sol para quitarme un poco la cara de acelga. Muy graciosa.
- Bella, ya tenemos ropa, ahora queda el paso dos.
- ¿Paso dos?
- ¡Peluquería! - dijo dando saltos.
Oh, ese era tema aparte. Mi pelo. Si ya de por sí se encrespaba, con el clima de Phoenix parecía un estropajo. Se alborotaba de una manera escandalosa.
Una vez llegamos a la peluquería, la peluquera me deshizo el moño. Alice se colocó a su lado.
- Cariño, ¿hace cuanto que no te cortas el pelo? - me preguntó la peluquera.
- Mmmm. No recuerdo.
No me había parado a ver lo largo que estaba mi cabello, casi llegaba a la parte baja de mi espalda. Bueno, me teñirían y cortarían. Según la peluquera toqueteaba mi pelo le iba diciendo a Alice lo que haría. Según ella, yo tenía muy buen pelo, ¿seguro? y cuando terminara conmigo parecería otra. Bueno, eso no lo dudaba.
No me dejaron ver el proceso. Sentí cómo me ponían una pasta en el pelo, tuve que esperar media hora para que me lo quitaran. Después la peluquera empezó a cortar el pelo de manera que saltaban numerosos mechones en todas direcciones. Me echó espuma, que por cierto olía muy bien, y me secó el pelo con un difusor.
Cuando me giraron y me miré en el espejo casi grito.
Definitivamente ese no era mi pelo. La imagen que veía era de una chica con un radiante color marrón caoba en el pelo, con unos rizos cuidadosamente peinados que caían hasta la mitad de mi espalda.
Casi lloro de felicidad.
- ¿Te gusta Bella? Si no podem... – preguntó Alice preocupada por mi reacción.
- Me...me encanta, ¡es alucinante! - no pude reprimirlo y la abracé. De echo casi beso a la peluquera.
Y nos fuimos de allí dando saltitos las dos. Sí, yo dando saltitos. De repente Alice se paró en seco.
- Bella, paso tres.
- ¿Pero que más queda, Alice?
- Oh, ¿acaso no te das cuenta? Hay que quitarte esas horribles gafas que no dejan ver tus preciosos ojos.
Me llevó a rastras hacia la óptica. Me estuvieron graduando la vista y nos dijeron que en una hora y media mis lentillas estarían listas. Lentillas. ¡No sabía ni como se ponían!
Mientras que esperábamos decidimos comer algo. Estábamos muertas de cansancio.
- Alice, no me digas que quedan más pasos. Como me digas que vamos a estar en este sitio infernal por más tiempo me ahogaré con las tiras del bikini que me has regalado.
- No, tonta, aquí ya está todo echo. Los pasos que quedan los haremos en casa.
Gemí. O sea que mi tortura no había acabado. Bueno, en el fondo he de reconocer que me lo estaba pasando bien. Además, Alice se esmeró mucho con mi cambio. Me estaba empezando a ver con otros ojos. Y me gustaba lo que veía.
Cuando acabamos de comer fuimos a recoger mis lentillas y nos fuimos directas a casa a tirarnos en el sofá.
Según Alice, mañana completaríamos la transformación. Ni que me fuera a convertir en un vampiro.
Ese domingo, como dijo Alice, le pasaríamos en mi casa. Había venido a primera hora de la mañana con dos maletines que no me quiso decir lo que guardaban en su interior. Mi madre se rio de mi expresión antes de salir de casa. Perfecto. Me quedaba sola con el monstruo en mi casa.
Me sometió a mil torturas diferentes. Primero me dio una crema exfoliante para la cara, después me hizo una limpieza de cutis y por último me puso un potingue verde con dos pepinos en los ojos. Me reí.
- ¿De qué te ríes? ¡No te muevas o echaras a perder la mascarilla! - dijo Alice.
- ¡Me río porque huelo y me parezco a una ensalada!
Mientras hacía efecto el potingue me hizo la manicura y la pedicura.
Después de lo que parecía una eternidad me la quitó y se dispuso a maquillarme. Yo no era partidaria del maquillaje, así que se lo puse en manifiesto. Me dijo que confiara en ella, que no sería nada excesivo y que quedaría perfecta. Lo dudo mucho, pensé. Necesitaría un milagro para quedar perfecta.
Me estuvo explicando los pasos que estaba siguiendo para que yo me lo pudiera hacer cuando fuéramos a clase. Por lo más sagrado, ¿para que me maquillaría para ir a clase?
Una vez que terminó la chapa y pintura me dispuse a colocarme las lentillas. Vale, en un principio eran molestas, pero no voy a negar que una vez que mis ojos se acostumbraron al contacto eran mil veces más cómodas que las gafas. Alice me miró detenidamente.
- ¡Estás perfecta!Vamos, sólo queda la ropa – ni que decir tiene que durante todo el proceso no me dejó mirarme en el espejo.
Me sacó un conjunto que yo no hubiera escogido nunca. Una minifalda vaquera con una camiseta de manga corta con escote en pico. Tampoco podía negar que fuera feo, es más, me gustaba, pero dudaba mucho de que fuera a adaptarse a mi cuerpo.
Una vez me vestí, Alice me miró con la boca abierta.
- La transformación ha concluido – susurró.
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CAPITULO 14 - ESTA SOY YO.
La transformación ha concluido – susurró.
- ¡Dios mio, soy un genio! Estoy...emocionada – dijo limpiándose una lágrima imaginaria –¡Mañana en el instituto los chicos babearán por donde pises! ¡Estás increíble!
- Alice, no te pases, los milagros no existen.
- Ah, ¿no? ¿Y por qué no te miras en el espejo y lo ves por ti misma?
Me giré para observarme en el espejo de mi armario sin muchos ánimos. Aúnque cuando me vi no di crédito.
El reflejo me mostraba una chica a la que no conocía. Para empezar el pelo mantenía las ondas suaves hasta la mitad de la espalda que me hicieron ayer y el color marrón rojizo brillaba. Sus ojos marrones se veían con mucha más fuerza sin esas pesadas gafas, además de estar maquillados levemente en tonos beige y rosados. Los enmarcaban unas gruesas pestañas que no sabía que poseía. Los labios parecían más rellenos y suaves cubiertos por una ligera capa de brillo rosado. El rubor era parte de la casa, mío.
Y la ropa era tema aparte. La camiseta se ceñía a la perfección en mi cuerpo enseñando ligeramente mi escote. Un escote que no sabía que tenía, y que descubrí gracias a los sujetadores que me compró Alice. La falda vaquera me llegaba a la mitad del muslo, un poco corta para mi gusto, pero tampoco nada escandaloso. Tenía las piernas torneadas, un poco blancas, pero bien formadas. Y en mis pies tenía calzadas unas hermosas y peligrosas sandalias de cuña.
No lo pude evitar. Me acerqué aún más al espejo y me volví a mirar detenidamente.
Alice esperaba ansiosa una respuesta por mi parte.
- Bella, si no te gusta algo..lo podemos camb...
- ¡No! - la corté – es solo...que no me reconozco, pero...creo que me gusta. Mucho.
- ¡Hi! - gritó mientras que se abalanzaba sobre mi para abrazarme.
- Eh, Alice, no hagas eso mientras lleve esto – dije señalando mis pies – Puede haber un accidente – me reí.
- Oh, lo siento, lo siento. De todos modos ya te acostumbraras a llevarlas. Como todo, la práctica lleva a la perfección.
Cuando llegó mi madre pensó que le habían cambiado a su hija. Saltó y chilló junto con Alice mientras me miraban estusiasmadas. Le gustó mucho el cambio y se alegró de verme más contenta. Entonces aprovechó el momento.
- Hija, sólo quedan unos días para tu cumpleaños, ¿este año lo celebrarás verdad? - a mi no me gustaba celebrar mis cumpleaños, será que no tenía amigos para celebrar.
- ¡Mama! Sabes que no me gusta que me celebren. Y tampoco me gustan las sorpresas – dije mirando a Alice.
- Oh, venga, Bella. Podemos celebrarlo solo un poquito – dijo haciéndome un puchero.
- ¿Un poquito?
- ¿Sí? Te damos los regalos, nos comemos la tarta y nos vamos tu y yo a tomar algo. Venga, ¡será divertido! Por favor, ¡tengo ganas de conocer la noche de Phoenix! - dijo dando saltitos.
- Hija, te vendrá bien salir un poco. Además estas preciosa, tienes que lucirte – dijo mi madre – podrías...conocer algún chico...- dijo riéndose mientras se marchaba con Phil.
Ese simple comentario me recordó a Cullen. No podía ni quería conocer a otros chicos. Yo ya había conocido al amor de mi vida pero lamentablemente no era correspondida y mucho peor, nunca lo sería. Alice notó mi cambio.
Me fui a mi habitación antes de que alguna lágrima me delatara delante de mi madre. Alice me siguió.
- Bella, ¿que te ocurre?
- Me acordé de él – dije con la cabeza agachada.
- ¿Por lo que ha dicho tu madre? – asentí – Pero tu madre tiene razón, Bella, no puedes aferrarte a su recuerdo. Además él no actuó bien contigo. Te trató mal.
- Lo se, pero...
- Pero nada, Bella, ¡tienes que rehacer tu vida! ¡Conocer otros chicos, volverte a enamorar!
Bien, eso si que lo dudaba. Tenía el corazón destrozado y todo por su culpa. ¡Maldito Cullen!
Como predijo Alice al día siguiente en el instituto nos abordaron varios chicos. Vaya, lo que puede hacer ropa nueva y un poco de maquillaje. Alice se divirtió a su costa vacilandolos un poco, cosa que me resultaba sumamente graciosa. Pobres, ponían cara de corderitos degollados cuando Alice les rozaba la mejilla con los dedos.
Se me hacía realmente extraño que la gente del instituto me mirara con la boca abierta o que me sonrieran los chicos. De echo nunca lo vi factible. Y ahora de repente...se obró el milagro. Seguía siendo yo. Ropa nueva y lentillas, sólo eso. Y no más insultos. No más burlas.
- Bella – me llamó Alice mientras estábamos almorzando – Esta tarde me acompañarás al dentista – sentenció muy seria.
- Vale, ¿que te van a hacer?
- A mi nada.
- ¿Qué? - no lo entendía.
- A ti, te van a quitar esos hierros – me señaló la boca.
- ¡Oh dios santo! - poco me faltó para besarla en la frente - ¡No sabes las ganas que tengo!
Por la tarde fuimos al dentista y me quitaron los brackets.
Cuando me miré en el espejo aluciné. Mis dientes estaban perfectamente alineados y blanqueados. Perfectos. Podría sonreír libremente. Ya no deslumbraría a la gente cuando me diera el sol el la boca. Ya no me llamarán más dientes de hierro, bueno, eso sólo me lo llamaban en Forks.
Sí, ahora sí que no había rastro de Isabella. Ahora era Bella para todos.
El día de mi cumpleaños llegó rápidamente. Ya llevaba tres meses en Phoenix y se podía decir que mi vida había cambiado radicalmente. ¡Hasta tenía vida social!
Alice vino a mi casa a comer pastel y a darme los regalos. Mamá me regaló un iPod rosa, Phil una cámara de fotos y Alice un vale de compra para el centro comercial. Incorregible.
Antes de que Alice me sometiera a la tortura de arreglarme para esa noche, me llamó mi padre. Tras una breve pero emotiva conversación se puso Jake. Me dijo que todo por allí estaba igual que siempre. Me contó las locuras de los chicos y me dijo que en el pueblo todo estaba igual. No le pregunté si alguien había preguntado por mí, para qué. Pero me sorprendió lo que me dijo. Se encontró con Rosalie y Emmet en la tienda de comestibles, ¿Rose haciendo la compra?, y le preguntó por mi. Le dijo que me había ido con mi madre una temporada y que estaba bien. Jake me dijo que parecía preocupada y cabreada a partes iguales. No le hice ningún comentario al respecto. Después de despedirme colgué y me senté en mi cama a esperar a Alice.
- Hey, Bella, vamos que se nos hará tarde, ¡sólo tenemos dos horas para arreglarnos! - cuando vio mi cara se sentó a mi lado – ¿Qué ocurre? ¿Te ha puesto sentimental hablar con tu padre?
- No, bueno, si, un poco...
- A ver aclarate.
- He hablado con Jake...y me ha dicho que habló con su hermana.
- ¿¡¿Qué! - me chilló Alice. Cuando chillaba de esa manera podía ser capaz de ahogarla. Lo juro.
- Que se encontró con Rose el otro día y...preguntó por mí.
- ¿Y que le dijo? - me apremió Alice.
- Que estaba pasando una temporada con mi madre y que estaba bien.
- ¿Y qué más le dijo Rose a Jake? - Alice hablaba de ellos como si los conociera de toda la vida.
- Nada, que le hubiera gustado verme antes de irme...
- ¿Y...no te ha dicho nada de...él?
- No – realmente tampoco quise preguntar más a Jake. No quería confirmar las sospechas de que Cullen ni se había dado cuenta de que había huido.
- Bueno, mejor – y comenzó a torturarme con sus potingues.
Esa noche me puso un vestido negro precioso. Era ceñido hasta la cadera y desde ahí suelto hasta las rodillas y anudado al cuello. En los pies llevaba unas sandalias negras de tacón bajo. Sorprendentemente el negro ya no contrastaba tanto con mi piel, ya que me había bronceado ligeramente gracias a las sesiones de playa que tenía con Alice. Si bien no se podía decir que estaba morena, tampoco estaba trasparente como antes.
Alice llevaba un precioso vestido de tubo verde con unas altísimas sandalias de tacón negras. Se veía espectacular.
Esa noche iríamos a una discoteca del centro de Phoenix, según Alice, lo más chic. Esta se sorprendió mucho cuando le dije que nunca había pisado una discoteca. Una vez que llegamos allí nos encontramos con María, una chica de origen español que iba con nosotras a clases, y con Natalia, otra compañera del instituto. Compartíamos varias clases juntas y últimamente nos sentábamos en la misma mesa en la hora de comer.
Siendo sincera me gustó mucho el sitio. El lugar tenía una extensa pista de baile coronada con una gran bola plateada típica de discoteca. A los lados había un montón de sillones con unas pequeñas mesas. La música por supuesto estaba altísima, pero no me resultaba desagradable.
Nos sentamos las cuatro en uno de los sillones y pedimos unas copas.
- Ah-ah – dijo Alice cuando quise pedir una coca-cola – esta noche cumples 17, ya va siendo hora de que pruebes algo un poquito más fuerte. ¡Un margarita para la cumpleañera! - le gritó al camarero.
- Pero soy menor, no me van a servir alcohol y...
- Y te callas – espetó.
Bien, no voy a negar que estaba bueno. Demasiado bueno. Al tercer margarita Alice y María me sacaron a la pista a bailar. Sí, yo bailando. El alcohol recorría mis venas y simplemente me sentí bien. Me sentía desinhibida. Y seguí bailando hasta que mis piernas dijeron basta.
Al día siguiente me desperté con un dolor de cabeza horrible y con la boca seca. No recordaba como había llegado a mi casa, menos aún como había encontrado la cama. Tampoco recordé como me había puesto el pijama.
Fui a levantarme y, ¡oh! ¿Por qué me dolía la cadera? Cuando me levanté la camisa del pijama tenía una mariposa. Una preciosa mariposa multicolor tatuada en mi cadera derecha. Oh dios, ¿cuando me hice eso? ¿Qué pensara mi madre? Bueno, no podía negar que era hermosa, pero...Oh, voy a matar a Alice. Por cierto, ¿y Alice?
Mis pensamiento fueron interrumpidos por unas molestas nauseas. Apenas pude llegar al baño. Vomité hasta lo que no estaba escrito. Ya podía decir que sabía lo que era tener resaca.
Cuando me cepillé los dientes y me lavé la cara bajé hasta la cocina. Allí estaba mi madre. De acuerdo, ahora me caerá una buena por llegar borracha a casa. Lentamente me acerqué hasta donde estaba ella. Todavía no había notado que estaba ahí.
- Mamá – dije con voz tierna.
- Oh, por fin te has levantado, jovencita. ¿No ves que hora es? - el tono de su voz no me permitía saber que grado de enfado tenía.
- Mamá...yo lo siento, anoche...
- ¿Qué? Oh, no pasa nada, cariño, ¿te lo pasaste bien? Vale, no me contestes, por el estado en el que llegaste deduzco que sí.
- ¿No...no estás enfadada? Me refiero, ¿vistes como llegué a casa y no te enfadas? - ¡bravo! Llegas borracha a casa y con un tatuaje que no recuerdas haberte hecho y tu madre como si nada.
- ¿Yo? ¿Por qué iba a estar enfadada? De hecho ya iba siendo hora que salieras y conocieras mundo. Estoy enfadada porque se me hace tarde. Me tengo que ir con Phil al partido, me esta esperando y como no sabía si te despertarías en condiciones...
- Oh, no te preocupes por mi, yo...estoy bien...
- Sí, ya. Has vomitado todo, ¿no? - asentí avergonzada – Vale, tomate esto – me dio una pastilla – y toma café solo para la resaca. Se te pasará - me dio un beso y se marchó.
Me tomé lo que mi madre me aconsejó y fui corriendo a llamar a Alice cuando el timbre de la puerta sonó en ese momento.
- ¡Hola, Bella! - dijo Alice dando saltitos.
- ¡Tu! - rugí – ¿Qué me hiciste anoche? No me acuerdo ni como llegué a mi casa, ni como me quité la ropa y mucho menos me acuerdo de esto – dije señalando mi mariposa.
- ¡Oh, al final quedó preciosa! - dijo dando palmas.
- ¿Cómo me dejaste que...perdiera así las formas? ¿Como dejaste que me emborrachara?
- Te lo estabas pasando bien, ¿no? Demasiado bien, diría yo...Por cierto...¿me vas a contar que tan tu primera vez? - dijo moviendo sugerentemente las cejas.
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CAPITULO 15 - ¿CÓMO QUE VUEVLO A FORKS?
¿Qué? ¿Había oído bien? ¿Mi primera vez?
- No, Alice, dime que no he hecho nada de lo que tenga que arrepentirme – en ese momento empecé a hiperventilar. ¡No me acordaba de nada!
- ¡No! ¡No te preocupes! No has hecho nada que te implique a ti desnuda y con otra persona – respiré - Me refería a tu borrachera y a tu baile. Me sorprendió mucho que no te tropezaras en toda la noche – dijo riéndose.
- Ah, pues la borrachera, horrorosa y del baile no me acuerdo.
- Te pusiste a bailar como una descosida en la pista de baile. Yo misma tuve que espantarte a dos babosos que iban detrás de ti.
- Gracias...supongo. Esto...¿y como me hice esto? - dije señalándome la cadera.
- Bueno...esto... - se puso nerviosa. Eso le pasaba cuando quería ocultarme algo.
- Alice, suéltalo – respiró hondó.
- Cuando veníamos hacia tu casa...pasamos por una tienda de piercings y tatuajes y...bueno...te metiste dentro y le preguntaste al chico que si le parecías guapa...el te dijo que sí, que eras tan preciosa como una mariposita y...tu dijiste: ¡cariño! Hazme una, y tumbaste en la camilla y empezaste a decir...
- ¿A decir qué, Alice? - Dios, estaba muerta de la vergüenza.
- Empezaste a decir...Cullen, maldito Cullen, ahora soy guapa y bonita como una mariposa, jódete, ahora estoy buena – rompió a reír. Me imaginé la situación y yo misma me empecé a reír.
- Suena patético, ¿no?
- Un poco. Pero realmente te ha quedado muy bonita.
- Y tu, ¿como es que estás tan fresca? Yo a tu lado parezco un zombie. Tu estás perfecta.
- Ay, Bella, una que tiene buenos genes. -
- ¿Y María y Natalia?
- Se dispersaron por el lugar - dijo encogiendose de hombros.
- Oh – me podía imaginar como se dispersaron.
Después de comer nos fuimos un rato a la piscina a relajarnos.
La tarde estaba espléndida. Corría una ligera brisa que hacía más llevadero el calor.
Estábamos las dos tumbadas sobre nuestras toallas y con nuestras gafas de sol puestas cuando noté una presencia masculina sobre mi.
- Hola – dijo una atractiva voz varonil.
Alice y yo nos quitamos a la vez las gafas y lo que pude ver fue un chico muy atractivo, muy broceado y musculoso. Era alto y moreno y tenía los ojos más azules que había visto en mi vida. Era muy guapo.
- Hola, Nathaniel – dijo Alice mientras se levantaba y se daba dos besos.
- Hola, Bella – me dijo sonriéndome. ¿Cuando había conocido yo a este hombre?
- Eh... ¿hola?
- No te acuerdas de mi, ¿cierto? - dijo riéndose.
- Yo...no...¿debería?
- Sí, bailaste conmigo anoche. Bueno, volveré a presentarme. Hola me llamo Nathaliel y soy el hermano de tu amiga María – y me dio dos besos.
- Ah, el hermano de María...Encantada - ¿ha dicho que bailé con él? Sin duda la borrachera que me cogí fue apoteósica.
Se sentó con nosotras en la arena. Bueno, conmigo, porque Alice se había puesto a jugar al voleyball con unos niños. Sí, esa era Alice.
Nath me contó que tenía 20 años, que llevaba dos con su novio, sí, era gay, y que vivía cerca de la playa donde nos encontrábamos. También me dijo que trabajaba en un gimnasio y que podía entrenarme con él en la playa. Le miré como si tuviera dos cabezas; se notaba que él no me había visto en las clases de gimnasia. Me dijo que me vendría bien para mi pequeño problema de equilibrio. Eso me convenció un poco más y prometí que iría al parque a correr por las mañanas con él.
Las semanas siguieron pasando en Phoenix. Nos hicimos buenas amigas de Nath y su novio Peter y salíamos todos juntos a bailar. Sí, yo bailando y sorprendentemente lo hacía sin dañar a nadie, gracias a los pasos que me enseñaba Peter con mucha paciencia. Entramos en una rutina de salir los sábados por la noche. Eso sí, sin beber demasiado, cosas suaves. Aún recuerdo la última vez que me emborraché. Bueno, la última y la única hasta el momento.
Como le prometí a Nath, todas las mañanas iba a entrenarme con él a un parque cercano. Me sorprendí a mi misma, no solo me gustaba lo que hacía sino que también se me daba bien. En pocas semanas me había convertido en una apasionada del deporte. También empecé a ejercitar un poco mi cuerpo, para seguir con mi tarea de mantener la cabeza ocupada. El ejercicio pronto dio resultados. Mi cuerpo estaba mucho más firme y tonificado y mis curvas empezaron a moldearse.
Cuando me miraba en el espejo ya casi no me reconocía, pero lejos de encontrarme rara, el reflejo que me mostraba me encantaba. Era yo, seguía siendo yo misma, solo que era una versión mucho más mejorada. A otro nivel. Además había notado un cambio de actitud por mi parte. Me volví un poco más sociable y un poco menos vergonzosa. Un punto medio.
Nath me aconsejó que conociera chicos, a él le había contado toda la historia de Cullen. Y ahí estaba yo, conocía a un chico, hablaba con él, bailaba un poco y cuando me iba a besar...¡zas! Me acordaba de aquel fatídico día en el que Cullen casi me besa. Y le hacía la cobra, es decir, me apartaba rápidamente. Nath y Alice se reían de mi. Decían que me había vuelto experta en esquivar. ¡Maldito Cullen, que ni a miles de kilómetros me deja vivir en paz!
Nath pensaba en la posibilidad de que me hubiese quedado un trauma o algo así. Muy gracioso. De todos modos no era normal que no pudiera besar a nadie. Lo había intentado en infinidad de ocasiones, con chicos encantadores, graciosos e incluso guapos, pero nada. Cerraba los ojos y todo lo que veía era a él.
Nath me decía que si fuera a Forks y besaba a Cullen se rompería el maleficio y podría estar con quien yo quisiera...Un escalofrío me recorrió la espalda cuando la oí decir eso. No concebía la posibilidad de volver a Forks ahora y mucho menos pensaba en besar a Cullen. Arggg. Creo que empezaba a odiarle. Bueno, no creo que empezase a odiarle. Creo que ya le odiaba.
Siguieron pasando los meses. La relación de mi madre con Phil cada vez se afianzaba más. Estaba contenta por ella, pero temía que yo pudiese llegar a ser un estorbo. De todos modos mi madre nunca lo dio a entender. Además Phil me caía muy bien. Era un buen hombre y mucho más maduro que mi madre a pesar de ser más joven que ella.
Llegó mayo y con él el cumpleaños de Alice. Hizo una fiesta en su casa a la que invitó a la mitad del instituto, una exageración. Nos lo pasamos muy bien, aunque creo que a la tía de Alice le daría un ataque al ver como le habíamos dejado la casa...aunque demasiado bien para la muchedumbre de adolescentes que habíamos sido.
Alice ya tenía 18, por lo que el nombre de la empresa de sus padres le pertenecía por completo. Ahora era libre de decidir su futuro. Decidió que su tía Charlotte siguiera al frente de la dirección hasta que ella terminara la universidad, una vez terminada la carrera se haría cargo de todo.
Casi habíamos llegado a fin de curso cuando mi madre me dijo que Phil y ella querían hablar conmigo.
- Hija, Phil y yo te queremos decir una cosa.
- Oh, mama, no me digáis que voy a tener un hermanito – bromeé.
- Eh...no, todavía no – dijo Phil.
- ¿Todavía no?
- No, verás cariño, Phill y yo hemos decidido casarnos.
- Me alegro mucho por vosotros – dije mientras les besaba.
- Cielo, eso no es todo. A Phil le han ofrecido un puesto de entrenador de un equipo de primera y...ha aceptado.
- ¡Eso está genial!
- Si, verás...hija - oh no, ¿mi madre se ha puesto seria? - de momento no vamos a tener residencia fija y no me parece justo que tu vayas siguiéndonos por todo el país, así que...he hablado con Charlie...creo que lo mejor es...que vuelvas durante una temporada con él. Sólo hasta que encontremos algo más estable - no, no, no.
- Oh...¿y qué ha dicho Charlie?
- Estará encantado de que vuelvas a Forks.
No pude evitar cerrar los ojos ante esa declaración. Era un hecho. Volvería a Forks. ¿Volvería a verle?
- ¿Cuando es la boda? - pregunté temerosa. Esperaba que al menos tuviera tiempo de prepararme psicológicamente.
- En tres semanas.
- ¿Qué? ¿Tan pronto?
- Hija, será algo sencillo, solo nosotros y tus amigos, claro. Lo haremos por el juzgado así que no hay por qué esperar más.
Ah, mis amigos. ¿Qué haría sin Alice y sin Nath? Ahora que los había conocido no me imaginaba la vida sin ellos. Habían hecho mucho por mi. Todo lo que soy ahora se los debo a ellos.
Dios mío, me marcharía a Forks en tres semanas.
Esa misma tarde fui a hablar con Alice. Le conté todo. Que mi madre se casaba y que volvería a Forks con mi padre. Y con él. Aguantó mis lágrimas. Lloraba por todo. Por tener que dejar Phoenix, al que me había acostumbrado, por dejar a Nath, que era un cielo y me recordaba a Jake, y por dejarla a ella. La echaría mucho de menos. Y por supuesto lloraba porque volvería a verle. A él y a todo el grupo de golfas sin cerebro.
De repente vi que Alice entraba como en estado de shock. Se quedó fijamente mirando la pared de su habitación con sus ojos azules como platos y quieta como una estatua. He de reconocer que me asusté.
- ¿Alice? ¡Alice! Estás bien – dije zarandeándola.
- ¿Eh? ¿Qué? Yo...¡Bella! - enfocó sus ojos en mi.
- ¿Qué? - me tenía asustada.
- ¡Me voy contigo! - dijo dando saltitos.
- ¿Como que te vienes conmigo?
- Sí, soy mayor de edad, ¿recuerdas? Puedo hacer lo que quiera. Ya no tengo por qué quedarme con mi tía. Tengo carta blanca, ¡así que vamos! Tengo que buscar un sitio en el que vivir en Forks.
- ¿Y eso? Como es que...
- Bella, no me preguntes nada, simplemente lo he visto.
- ¿Que? ¿Que has visto? - Alice me estaba asustando de veras.
- Un presentimiento. He tenido el presentimiento de que tengo que ir contigo.
Preferí no ahondar más en el tema. Definitivamente que Alice viniera conmigo me tranquilizaba. Echaría de menos a Nath, pero en cambio volvería a ver a Jake y a mi padre. Jake se puso muy contento cuando se enteró de la noticia. Tenía tantas ganas de verlo...
Pero por otro lado me preocupaba mi regreso.
Por supuesto vería a Cullen, ¿o no? No se qué era lo que me ponía más ansiosa, si saber que le vería o pensar en la posibilidad de que ya no estuviera en el pueblo.
- Bells, ¿que es lo que te preocupa? - me preguntó Alice.
- Cullen – para qué andarme con rodeos.
- ¿Por qué sigues pensando en él? No tienes por qué preocuparte, lo he visto – otra vez con sus presentimientos.
- Pues me preocupa llegar y verle y también me preocupa...llegar y no verle – reconocí – Además me da pavor encontrarme con las guarras de Tanya y compañía.
- Eh, por esas zorras no te preocupes, a tu lado están acabadas.
La boda de mi madre llegó demasiado pronto. Fue muy breve pero muy bonita. Durante la breve luna de miel me fui a la casa de Alice. Estuvieron fuera una semana. Alice y yo partiríamos hacia Forks dentro de pocas semanas, a mediados de agosto estaríamos allí.
Estas últimas semanas en Phoenix las empleamos en pasar tiempo con nuestros amigos y en prepararnos para la vuelta.
Agosto vino con demasiada rapidez. Y el día de mi regreso llegó.
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EN EL PRÓXIMO CAPITULO
Apenas era consciente de lo que tramaban. ¿En serio estaban pensando en putear a Isabella? Aún no había llegado y ya la estaban haciendo la vida imposible.
- Espera, espera...¿viene de visita o para quedarse? - preguntó Tanya. Que sea de visita, que sea de visit...
- Para quedarse...- mierda - su madre se ha casado. Al parecer estorba hasta a la madre – las chicas se rieron a carcajadas.
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Bueno les dejo 4 capítulos mas !!
Como la historia ha tenido poco movimiento... voy a empezar a subir de muchos capítulos para poder terminarla luego!
Espero que estén bien ................
Qamiila Quinteros- .
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Re: La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado
CAPITULO 16 - ¿CÓMO QUE VUELVE SWAN?
Me miré en el espejo de mi armario una vez estuve vestido. Los vaqueros negros me quedaban como un puto guante y la camisa gris que llevaba no me podía sentar mejor; se notaba el ejercicio que había estado realizando este último año; no estaba tan fuerte como Emmet, pero poco me faltaba. Me pasé las manos por el pelo despeinandolo una vez más y volví a echarme colonia antes de salir de mi habitación.
Bajé las escaleras jugando con las llaves del Volvo en la mano. Había quedado con los chicos; todos estábamos ansiosos y nerviosos porque íbamos a empezar en pocas semanas nuestro último año en el instituto. Un curso más e iríamos de cabeza a la universidad. Y yo no veía el momento de ser universitario. Si aquí, en un pueblo pequeño, me comía el mundo, de imaginar lo que podía hacer en una universidad hacía que me diera vértigo.
Bajé a la cocina a desayunar algo antes de irme. Mis hermanos ya estaban sentados en la mesa, Jazz leyendo el periódico y Rose ojeando una revista de moda. Mis padres hacía rato que debían de haberse ido a trabajar.
- Pareceis hasta buenos – dije mientras me servía una taza de café.
- Tu no lo pareces ni dormido – espetó Rose. Ni que decir tiene que aún no habíamos limado asperezas. Arrugó su perfecta nariz mientras me olfateaba – Jesus, ¿te has echado el bote entero de colonia?
- Sí, me quedaba sólo medio frasco y he dicho...¡qué coño! No voy a dejar este poco que me queda – dije con ironía mientras mi hermana rodaba los ojos – Es Obsession de Calvin Klein, me costó sesenta pavos – le expliqué a Jasper.
- Sesenta hostias – murmuró Rose. No pude evitar negar con la cabeza.
- ¿Has quedado con Tanya? - preguntó Jazz.
- No, he quedado con los chicos...aunque supongo que aparecerá por allí...- dije quitando importancia.
- Edward – me llamó Rose – Yo que tu tendría cuidado...- me dijo muy seria – Te sigues juntando con esas guarrillas...un día de estos te pegarán algo y se te caerá la polla a trozos – Jasper se tapó la cara con el periódico para reirse.
- Estás de un gracioso que tiras para atrás, Rosalie. ¿Acaso me ves cara de idiota? Se cuidarme perfectamente.
- ¿Me preguntas a mi que si te veo cara de idiota? - rodó los ojos de nuevo – ¿Necesitas saber la respuesta?
- Chicos, haya paz – dijo Jasper – no son ni las diez de la mañana...dejemos las peleas para más tarde...
- Sí, las peleas me vienen mejor por la tarde – dije sonriendo a Rose – Me he levantado de buen rollito, ¿sabeis?
- ¿A qué se debe tu buen humor? ¿Al revolcón que te diste con Lauren hace un par de días? Yo me creía que tenías exclusividad con Tanya – dijo Rose devolviendome la sonrisa.
- Yo no tengo exclusividad con nadie, hermanita. Estoy con quien quiero cuando me apetece...Estoy contento porque dentro de poco empezamos el instituto...
- Pues a mi madrugar y aguantar los tostones de aritmetica del señor Berty a primera hora no me ponen nada contento – murmuró Jasper.
- Ni a mi...lo que me entusiasma es que es el último curso. Joder, no veo la hora de ir a la universidad – dije mordiendo un bollo.
- Oh, sí...Cuidado universitarias...ahí va Edward Cullen – bromeó Rose..
- Tu riete, hermanita...me da igual – dejé mi taza en el fregadero y cogí mis llaves – Tengo pensado triunfar en todo lo que me proponga.
Me fui hasta mi volvo. Rose era imposible. Nuestra relación no había mejorado ni una pizca. Siempre estábamos en un tira y afloja que la mayoría de las veces acababa en una gran bronca.
Seguían sin gustarle mis amistades. No soportaba a nadie, ni chicos ni chicas. Rose los llamaba los malotes y las guarrillas. Quizás no fueran el ideal de virtudes, pero vamos...todos teníamos algún defectillo, ¿no? Al menos entre mis amigos yo era alguien; en mi casa era uno más y para colmo el que sobraba. Si ya de por si casi siempre era dificil la convivencia entre hermanos, con unos gemelos...
En cambio ahora era el tío más popular del instituto. El ser el capitán del equipo y la salida de Alec del instituto me habían colocado en ese puesto. Me gustaba ser conocido y popular, pero a veces me agobiaba que me siguieran a todos lados y que me preguntaran a mi por todo. De todos modos tenía que dar las gracias a que Alec no había abandonado el pueblo; no había ido a la universidad, sin duda eso no iba con él. Desde que dejó los estudios trabajaba en la tienda de los Newton, así que se podía decir que aún movía los hilos de vez en cuando.
Puse el reproductor del coche y poco a poco me relajé con las notas que salían por los altavoces. Claro de Luna de Debussy. Sin duda esto tendría que desaparecer en cuanto viese a mis colegas, de lo contrario tendría cachondeo para unas semanas. Según ellos esto no era música, era mariconeo, al igual que el piano.
Aparqué cerca de las canchas de baloncesto donde solíamos quedar. Ya había un grupo bastante numeroso.
- ¿Qué pasa, cabrón? - me saludó Riley palmeando mi espalda.
- Buenos días, Riley – dije de forma irónica - ¿Y los demás?
- Ahora vienen – dijo Felix – Oh, oh, ahí viene Tanya – me susurró.
- En efecto, ahí estaba Tanya. Aprovechando los últimos dias cálidos en Forks llevaba puesta una falda demasiado corta para su seguridad y en esos momentos venía hacia mi moviendo las caderas con claras insinuaciones. Se acercó a mi y me sonrió.
- Hola, Eddie – pude ver que Felix me dejaba solo ante el peligro. Ten amigos para esto.
Sinceramente empezaba a cabrearme el diminutivo de Tanya. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que Emmet, cuando me gastaba bromas sexuales, se refería a mi pene como Eddie. Cada vez que alguien me llamaba de esa manera me recordaba a Emmet riéndose a mi costa.
- Te he dicho mil veces que dejes de llamarme Eddie, Tanya.
- Como quieras, Edward – remarcó mi nombre – Me he enterado de una cosa – dijo pasandome el dedo índice por el pecho – Te acostaste con Lauren el otro día – no era una pregunta.
- ¿Y qué? Te recuerdo que no es la primera vez que me enrollo con ella - sus cejas perfectamente arregladas se alzaron – Oh, vamos...no estarás celosa, ¿no?
- Para nada – dejó de tocarme el pecho – No tenemos nada serio, no quieres una relación...bien, por mi perfecto. Yo tampoco lo quiero – dijo cruzando los brazos.
- Sólo quiero divertirme, Tanya. Ya tendré tiempo para comprometerme en algo serio...cuando encuentre a la persona idónea – frunció el ceño.
- ¿Cómo que...?
La pregunta de Tanya fue interrumpida por la risa estridente de Lauren y Jennifer. Jesús...se las podía oir a kilómetros. Vinieron rápidamente hasta nosotros haciendo aspavientos con las manos y dando saltitos. Sencillas como ellas solas. A saber qué tripa se les habría roto ahora.
- Traemos noticias – dijo Lauren mientras me miraba en un intento de ser seductora. Miré hacia otro lado, ya no me interesaba.
- Muy buenas noticias – remarcó Jennifer.
- ¿A qué no sabeis a quién he atendido hoy en la cafetería? - preguntó Lauren.
- ¿A quién? - dijo Tyler con tono cansino.
- Al jefe Swan – ambas chicas saltaron como si hubieran visto a Brad Pitt. Todos nos miramos extrañados.
- ¿Y? ¿Cuántos días de la semana va Charlie Swan a comer a la cafetería? ¿Cinco? ¿Seis? - preguntó Tanya de manera irónica.
- Qué graciosa, Tanya – espetó Lauren – La noticia interesante no es la persona, sino lo que ha dicho – todos la miramos para que continuara – Isabella Swan vuelve a Forks.
Nos quedamos todos callados por unos segundos, asimilando la noticia...hasta que de repente todos los chicos empezaron a reirse. ¿De qué coño se reían? A mi no me hacía ni puta gracia y a mi conciencia menos. Estaba sin palabras. Oh Dios. ¿Cómo que Isabella volvía? ¿Cuánto tiempo hacía que se había ido? ¿Unos meses? ¿Un año? ¿Por qué volvía ahora? ¿Por qué no venía el año que viene, cuando yo estuviera lejos de Forks? Sinceramente no me creía capaz de cruzarme con ella y mirarla a la cara sin sentirme un capullo integral.
- ¡Genial! Ya estamos tardando en prepararla una bienvenida como solo ella se merece – chilló Tanya mientra aplaudía.
- ¡Qué pena que Alec ya no esté en el instituto! Con la de ideas tan buenas que se le ocurrían...- murmuró Jennifer.
- Da igual que Alec no esté en clases, el muy capullo puede ayudarnos a preparar algo cuando salga del trabajo – dijo Felix.
- Ya, pero no podrá ver su cara cuando le hagamos la putada...
Apenas era consciente de lo que tramaban. ¿En serio estaban pensando en putear a Isabella? Aún no había llegado y ya la estaban haciendo la vida imposible.
- Espera, espera...¿viene de visita o para quedarse? - preguntó Tanya. Que sea de visita, que sea de visit...
- Para quedarse...- mierda - su madre se ha casado. Al parecer estorba hasta a la madre – las chicas se rieron a carcajadas.
- ¿Cuándo...cuándo viene? - pregunté.
- En un par de semanas – me respondió Lauren - ¿Por qué? ¿Se te está ocurriendo alguna idea en la que te incluya a ti? - preguntó con malicia.
- ¿Qué? No, no, no...yo no...¡ni de coña! Vamos...¿no fue suficiente con lo que la hicimos? - todos los chicos me miraron como si tuviera dos cabezas.
- ¿Estás loco, Eddie? - dijo Tanya riéndose – Desde que se fue Isabella no ha habido diversión de la buena en el instituto...me apetece celebrar la llegada de la friki como Dios manda, simplemente eso...¿Acaso no quieres participar en esto? - dijo entrecerrando los ojos.
Buena pregunta. Si participaba en la broma mi conciencia no me dejaría vivir en paz, y con razón, eso sin contar con lo que Rose sería capaz de hacerme si se me ocurría hacer algo en contra de Isabella. No, definitivamente participar en la bromita/putada no era opción para mi. Pero por otro lado, si no participaba sería desleal a mis amigos...¿Ahora que se supone que tengo que hacer?
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CAPITULO 17 - DE VUELTA A FORKS
Reneé y Phil nos llevaron al aeropuerto. El coche de Alice llegaría en una semana a Forks, había conseguido que se lo llevaran en tiempo record. La enana tenía un poder de convicción demasiado persuasivo. Tras despedirnos de todos entre lágrimas embarcamos en el avión.
Durante todo el camino Alice no paró de hablar. Hablaba de lo que haríamos al llegar, de cómo iba a decorar la pequeña casita que había encontrado muy cerca de la mía, que iba a hacer una fiesta de inauguración, que teníamos que ir de compras...
El viaje se pasó rápido debido a la verborrea de mi amiga. Cuando llegamos al aeropuerto Charlie nos estaba esperando. Estaba como siempre, con su uniforme de policía perenne y con una expresión ansiosa en la cara. Cuando me vio parpadeó varias veces.
- Hija, pequeña, ¿eres tú? - mi padre no se creía que fuera su hija – Pareces...otra, estás guapísima.
- Gracias, papá – dije dándole un abrazo – Mira, esta es Alice.
- Encantada jefe Swan – y se colgó de su cuello.
- Oh, esta bien...igualmente – dijo un muy sonrojado Charlie.
Fuimos hasta casa en el coche patrulla. Echaba de menos este maldito coche. Le pregunté por Jake, ya que quería ir a verle cuanto antes, pero me dijo que había ido a visitar a su hermana, que había dado a luz a un niño, y que no vendría hasta empezar el instituto. ¿La hermana de Jake era madre? Juraría que sólo tenía un año más que nosotros. Tendría que esperar para ver a mi Jacob...con las ganas que tenía de achucharle un poco.
Le comenté a mi padre que echaba de menos mi trasto. Llevaba mucho tiempo sin conducir y me apetecía oir el murmullo de mi motor. Bueno, tratandose de mi camioneta debería decir rugido.
Charlie casi se ahoga cuando estábamos aparcando en casa.
- Verás, Bella...ha habido un pequeño problema con tu camioneta – hizo incapié en pequeño.
- ¿Qué problema? – chillé.
- Bueno, Harry y yo la cogimos un día para ir de pesca y...se murió.
- ¿Como que se murió?¿Qué le hicisteis a mi trasto?
- El motor...explotó. Bum – dijo gesticulando con las manos – Hasta siempre – y se encogió de hombros.
- ¿Y qué voy a hacer yo sin mi trasto? – dije haciendo un puchero.
- Tranquila, Bella, podemos manejarnos con mi coche cuando me lo traigan – me dijo Alice. Realmente ir caminando hasta la escuela bajo la llovizna no era lo que más me apetecía en este mundo. Y menos cuando me había acostumbrado al clima de Phoenix.
- No, hija espera, tengo una sorpresa.
- ¿Una sorpresa? - a mi no me gustaban las sorpresas.
- Sí, bueno. Tómalo como un regalo de bienvenida. De todos modos Jake ha hecho casi todo el trabajo – dijo rascandose la cabeza.
- ¿De qué estas hablando, papá?
- Ven a verlo por ti misma.
Nos dirigió hacia el patio trasero de la casa. Allí escondido había un precioso coche de 3 puertas de un maravilloso color rojo brillante. Era pequeño, pero definitivamente era mejor que mi adorado trasto. Me senté en el asiento del piloto y encendí el motor. Sonaba de maravilla. Salí del coche y me abracé a mi padre.
- Gracias, gracias, gracias – le dije.
- Bueno, vale hija. Además fue Jake el que lo arregló. Tiene 7 o 8 años, no es nuevo ni mucho menos. Tenía unas abolladuras y unos arañazos y Jake se encargó de repararlo y pintarlo. Ha quedado mejor de lo que me lo imaginaba.
- Es fantástico, papá. ¡Me encanta!
Mi padre se fue al trabajo mientras nosotras nos instalamos. Primero estuvimos en mi casa deshaciendo las maletas y luego fuimos a la de Alice. La casa estaba en buenas condiciones y amueblada, pero ella quería ponerla a su gusto, así que decidimos aprovechar e ir al centro comercial de Port Angeles en mi coche.
Estuvimos en las tiendas de decoración primero y luego nos pasamos a comprar algo de ropa para adaptarnos al clima de Forks. Después de diez bolsas cada una fuimos a comer algo, estábamos muertas de cansancio.
Estábamos sentandonos en un local de comida rápida cuando le vi. No puede ser.
Estaba hermoso. No hay otra palabra. Mis recuerdos no le habían hecho justicia. Cullen brillaba con luz propia. Estaba mucho mas musculoso, sus brazos estaban más torneados y fuertes y su espalda más ancha. Su pelo deliciosamente despeinado. Su rostro pálido y sus preciosos ojos verdes seguían tal y como los recordaba. Y sus labios, su sonrisa...
Y entonces la guarra de Tanya se le colgó del cuello. Era asquerosa. Seguía con su apestoso maquillaje, con su apestoza ropa de guarrilla y con sus apestosas extensiones; algún día se le pudrirá el pelo.
Se inclinó hacia él y le besó, bueno, mejor dicho, casi se le come. No pude evitar una mueca de asco al presenciar la escena. Bueno, asco y...tristeza.
- ¿Que te pasa, Bella? Ni que hubieras visto una rata – dijo Alice.
- Sí, si he visto una rata, una bien grande – o más bien dos...
- Que...
- Cullen.
- ¿Donde? - dijo mientras miraba a todos lados. Ahí vamos Alice, con discrección...
- Ahí – dije señalando en dirección a ellos sin querer volver a mirar.
- Oh Dios mio, se le va a tragar – Tanya seguía comiéndose a Cullen – Es asquerosa. Ah, y has visto que pintas de guarrilla lleva. Es Tanya, ¿verdad?
- Sí...
- Venga, Bella, vámonos, ya hemos visto suficiente.
Cogimos el coche y fuimos hasta casa sin abrir la boca hasta que llegamos a mi casa. Una vez dentro subimos a mi habitación y nos sentamos en mi cama. Yo no podía abrir la boca. No pensaba verle tan pronto. Y definitivamente no con esa guarra metiéndole la lengua hasta el esófago. Maldito Cullen, por qué tenía que ser tan irresistible, tan guapo y tan...inalcanzable.
¿Y si Tanya y él eran novios? ¿Podría aguantar el tener que verlos todos los días?¿Juntos? No creo que mi estomago pudiera aguantarlo. Por Dios Bella, por qué te preocupas por el idiota de Cullen.
- Bella, ¿como estas? - aun no me salían las palabras – Por favor, dime algo.
- Yo...no esperaba verle tan...pronto. Tampoco me esperaba ver a Tanya tan pronto...esperaba tener tiempo para prepararme para verlos...Tampoco sabía que iban a estar juntos...parecían estar tan...bien...
- Bella, no te preocupes por ellos...- dijo mientras se le extendía una risa maliciosa por la cara.
- ¿Que estás pensando? Alice, no estoy para juegos y menos en estos momentos.
- Bueno...estás muy cambiada...¿cierto? - asentí – casi ni tu padre te reconoció – asentí – ¿Que te hace pensar que ellos te van a reconocer?
- Alice, mi nombre, soy la hija del jefe de policía, es un pueblo pequeño en el que todo el mundo se entera de todo...¿te vale con eso o sigo?
- No, no te reconocerán...haremos todo lo posible para evitarlo...
- ¿Por qué quieres que no me reconozcan? Al final sabrán quien soy – no veía por donde quería ir.
- Ellos jugaron contigo, ¿no? Pues ahora quiero jugar yo con ellos.
- Alice...- me estaba temiendo lo peor...
- ¡Schhh! Tenemos tiempo de planearlo, ¿cuando empiezan las clases?
- Dentro de una semana.
- ¡Hi! ¡Perfecto!
- Qué quieres hacer...
- ¡Schhh! ¿Quieres devolverles todo lo que te han hecho pasar? - la idea era tentadora, total, ¿que podía perder?
- Sí.
- Esa es mi chica. Nos divertiremos de verdad y les daremos su merecido. A todos.
No quise preguntar más. ¿Qué ideas retorcidas tendría en su cabecita mi duende personal? Cuando Alice proponía algo era porque sabía que iba a dar resultados. La idea de vengarme de ellos es tentadora, ¿pero no estaría rebajándome a su nivel? La respuesta es no. Que se jodan. Uh, que mala me he vuelto. Maldito Cullen, preparate.
Esa semana estuvimos trabajando en mejorar la casa de Alice. Todo lo que había comprado para la casa quedaba genial. Alice tenía un gusto exquisito para todo.
Una vez que hubo quedado a su gusto decidimos darnos un respiro. Esa noche iríamos a tomar algo a Port Angeles. Hacía mucho tiempo ya que no salíamos y decidimos darnos el lujo de salir y bailar.
Iríamos en el Porsche de Alice, que ya le habían traído. Cenaríamos y después a disfrutar, que la noche es joven. Sólo esperaba no encontrarme a alguien conocido allí. Bueno, sólo esperaba no encontrarme a cierta persona.
Alice me dio un conjunto que llevaba una falda negra ajustada y una camiseta roja de tirantes. Encima llevaba un blazer del mismo color y unos zapatos de tacón. Demasiado tacón para mi gusto. Después de que mi padre me dijese diez veces que me tapase un poco que sino cogería frío, salimos dirección a nuestra fiesta. Gracias a Dios que Alice se había ganado a mi padre, todo lo que ella decía o hacía estaba bien hecho. A veces creo que confíaba más en ella que en mi.
Cenamos en un sitio de comida mediterránea. Estaba todo buenísimo. Luego nos dirigimos hacia la discoteca. Era un sitio que habían inaugurado hace poco y estaba bastante bien. Alice y yo pedimos en la barra algo suave y nos fuimos a bailar. Estaba sonando una canción de Justin Timberlake bastante movida por lo que nos desmelenamos un poco. He de decir que me sentía un poco observada, si bien había un montón de ojos puestos en nosotras, la mayoría chicos, era una sensación diferente. Alguien me estaba mirando directamente a mi.
Tenía que escapar del foco de las miradas así que me fui al baño.
No hice más que entrar por la puerta cuando una voz muy familiar me llamó.
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CAPITULO 18 - ¿PLANEAMOS LA VENGANZA?
- ¿Isabella? - mierda, mierda. ¿No se supone que estoy irreconocible? Lentamente me di la vuelta y vi a la dueña de la voz. Rosalie – ¿Isabella...eres...tu? - dijo mirándome de arriba abajo con la boca abierta.
- Sí, pero no me llames Isabella. Ahora todos mis amigos me llaman Bella.
- Dios...Santo...estas...estas...diferente, ¡estás guapa! - dijo abriendo mucho más los ojos.
Ella estaba igual de bella que siempre. Llevaba un vestido negro ceñido a su escultural cuerpo y unos altisimos tacones. Tenía el cabello un poco más largo, pero del mismo color y las mismas ondas perfectas cayendo por su espalda.
- Sí, ahora estoy guapa – dije recalcando lo de ahora.
- Isabella...Bella, ¿por qué te marchaste? ¿Donde has estado? ¿Que...qué te ha pasado? - dijo señalándome de arriba abajo - Un día me encontré con tu amigo Jacob, pero no me quiso dar muchas explicaciones.
- Bueno...es una historia un poco larga, pero supongo que sabes más o menos lo que me impulsó a irme...- dije frunciendo los labios.
- Yo...lo sentí tanto ese día...me hubiera gustado mantener el contacto contigo...desapareciste...
- Supongo que nadie notaría mucho mi ausencia...a no ser de que no encontraran otra persona con la que meterse...
- Bella, ¿por qué no salimos de aquí y hablamos? - asentí – Déjame avisar a los chicos que nos vamos – entré en pánico – Oh, no te preocupes, Edward no ha venido hoy con nosotros. Salió con la zorra de Tanya.
No pude evitar una punzada de dolor en el pecho cuando oí su nombre. Me había negado a decirlo e incluso a pensarlo y ahora, después de borrar ese nombre de mi memoria, me provocaba un tremendo sentimiento doloroso al escucharlo. ¡Qué tontería!
Salimos de la discoteca Rosalie, Alice y yo hacia el aparcamiento.
- Rosalie, esta es Alice, mi amiga y mi mejor apoyo mientras estuve fuera.
- ¡Hola! ¡Encantada! - dijo Alice mientras le daba dos besos. Me sorprendí mucho al ver que Rose le correspondía el saludo. Ella no besaba a nadie mas que a Emmet. Y mucho menos a alguna chica.
- Igualmente. Voy a llamar a los chicos para que vengan. Se van a alegrar de verte – dijo sonriéndome.
- Vale – suspiré.
- Rosalie...- dijo Alice – necesitamos hacer una prueba...- oh, no...esa cara no me gustaba nada...
- ¿Prueba? ¿Que prueba? - dijo frunciendo el ceño.
- No les digas a ellos que es Bella - y ensanchó su sonrisa.
- ¿Por qué?
- Necesitamos saber si la reconocen - sabía perfectamente qué derroteros estaban tomando los pensamientos de Alice.
- Bueno, Emmet no creo – sonreí – pero Jasper no caerá. Creo que te va a conocer enseguida. ¿Por qué...?
- Por que queremos jugar un poco...ya te contaremos – dijo Alice sonriendo.
Jasper y Emmet llegaron a los 5 minutos. Jasper seguía en su linea, guapo, alto apuesto, perfecto mientras que Emmet...creo que veía a Emmet más grande. Cuando llegaron a nuestra altura miraron a Rose, luego a mi y a Alice y luego a Rose también. Rose no era una chica de tener amigas, debió de resultarles muy raro verla charlando amigablemente con dos chicas a las que supuestamente no conocían de nada.
- Rose...nos presentas a tus...¿amigas? - preguntó Jasper. Me di cuenta que se quedó más tiempo del necesario mirando a Alice. Sonriendo como un bobo, he de decir.
- Eh...¡claro! Esta es Alice y esta es...Bella.
- ¡Encantado! - dijo Emmet moviendo enérgicamente la mano – Cielo, por fin unas amigas con las que irte a comprar. Jasper, ¡nos libramos de las duras tardes en el centro comercial!
- Callate, Emmet – y le dio una colleja. Creo que eso nunca cambiaría.
- ¡Auch! - dijo Emmet sobándose la cabeza.
- Mucho gusto, señorita – dijo Jasper tomándole la mano a Alice para besarsela.
- Igualmente – dijo ella con una sonrisa tonta en los labios.
- Ejem – tosió Rose. Rodó los ojos cuando los dos se sonrojaron a la vez.
- Oh, mucho gusto a ti también – y me miró a los ojos y frunció el ceño – Yo...yo a ti...¡tu cara me suena! Tu...¿Bella? Espera...¡No! - dijo mirándome de arriba abajo – ¿Tu...eres Isabella?
- A-ah, pero mejor llamame Bella.
- ¡Oh, cielo santo! - dijo Emmet – ¿que te han hecho? ¡Mírate! 1Estás hasta buena¡
- ¡Emmet! - chillamos Rose y yo a la vez.
- Es la verdad, ¡no te había conocido! - y se acercó y me cogió en volandas.
- Emmet...aire...- susurré.
- ¡Emmet que la ahogas...!- gritó Rose.
- Perdón – dijo con un puchero.
- Bella, quien te ha hecho...¿esto? - me preguntó Jasper aún asombrado.
- Yo – dijo Alice.
- Pues que buen gusto tienes...
- Gracias – ¿era mi imaginación o estaban coqueteando?
- Verás cuando se enteren en Forks – dijo Emmet - Se va a liar parda...
- ¡No! - chillamos Alice y yo a la vez – no le debéis decir a nadie que Bella ha vuelto.
- ¿Pero por qué? En seguida se enterarán, si es que no lo saben ya, es un pueblo pequeño todo el mundo sabe todo – dijo Jasper.
- Sí, saben que Isabella la hija del Jefe de policía vuelve, pero nadie sabe que Isabella es Bella – explicó Alice.
- ¿Y por qué no queréis que nadie lo sepa? - preguntó Jasper entrecerrando los ojos.
- Porque queremos venganza – dijo Alice con una sonrisa diabólica.
- Bella, ¿no estarás pensando en hacerle la puñeta a mi hermano? - dijo Rose.
- En verdad a tu hermano...y a unos cuantos más...- pareció pensárselo.
- ¡Perfecto! ¿Hay sitio para una más en el plan?
Después de hacer jurar a Emmet que no diría nada, nos fuimos a casa. Alice, Rosalie y yo quedamos en casa de la primera para contar nuestras historias y ponernos al día con el plan.
Le contamos lo que hicimos en Phoenix, como había sido mi cambio, nuestros amigos de allí...
También le conté las razones exactas por las que me fui y lo mal que lo pasé cuando me enteré de que tenía que regresar. Rose escuchaba atenta mi historia, parecía que le interesaba de verdad. Realmente nunca creí que Rose pudiera interesarse en otra cosa que no fuera Emmet...o su pelo. En estos momentos parecíamos tres amigas de toda la vida en una fiesta de pijamas.
- Bueno, ¿entonces que tenéis planeado exactamente? - preguntó Rose. Ella tenía más ganas de venganza que yo, y eso que el perjudicado en parte iba a ser su hermano – ¿Qué le vais a hacer al idiota de mi hermano?
- Pues había pensado en tenerle a huevo...muy a huevo y antes de que las manos vayan al pan...tachán, darle una patada en el culo y decir que Bella es Isabella – dijo Alice.
- Alice, yo no voy a hacer eso, ¡no voy a ser capaz!
- Oh, si que vas a ser capaz – repuso convencida.
- Mmmm, chicas la base es buena. Me gusta el plan pero hay que pulirlo - que el cielo me ayude. No había una mente diabólica sino dos.
- Rose, yo...sabes que no puedo hacerlo...me pondré nerviosa y lo estropearé todo.
- ¿Te pone nerviosa estar cerca del gilipollas de mi hermano? - dijo alzando las cejas.
- Si...- susurré.
- Bueno, está la opción B – dijo Alice.
- ¿Y cual es la opción B? - dije un tanto asustada.
- Lo mismo que la A pero con alcohol – y se extendió su risa maliciosa.
- No, no, no, Alice, la última vez que me emborraché acabé con un tatuaje que me ocupa media cadera, no, ¡ni hablar!
- ¿Te emborrachaste y no sabes cuando te tatuaste? - pregunto Rose – Jooder, que heavy – dijo riéndose a carcajadas.
- Bueno, tu eliges, ¿por las buenas o por las malas? - preguntó Alice.
- Por las buenas – dije enfurruñada.
- Vale, ahora toca pulir el plan. Necesitamos un montón de gente, cuanto más mejor, ambiente distendido, música...¡necesitamos una fiesta, chicas! – dijo Rosalie – y yo tengo la solución. Los chicos y yo habíamos pensado en hacer una fiesta...ya sabéis, despidiendo las vacaciones y todo eso...
- ¿Vais a hacer una fiesta por el fin de las vacaciones? - pregunté.
- Bella, cielo, sólo es una excusa para hacer una fiesta – me explicó Alice.
- Oh.
- Vale. La fiesta será la semana que viene así que hay que prepararte. Tenemos tiempo, pero hay que hacer muchas cosas...Hay que ir de compras, hacerte las uñas...
- Hey, hey, Alice, para el carro de verdad no creo que...
- ¡Schhh!Alice tiene razón – el turno de Rose – ¡En la fiesta tu cometido será poner cachondo al imbécil de mi hermano como si fuera un león en celo! Así que nos harás caso en todo lo que te digamos.
- Wow, Rose, ¿te ha poseído el espíritu de un camionero? - bromeó Alice.
- Yo...¡ugh!No se si esto vale la pena, chicas...no, no...me pondré nerviosa...
- Tú tranquila, lo tendrás todo controlado – Alice y sus visiones de futuro.
- ¿Tú crees que querrá acercarse a mi? No se si caerá en la trampa Me da que a tu hermano le van más las rubias altas y oxigenadas – sinceramente tenía pocas esperanzas de que yo pudiera gustarle a Cullen por muy cambiada que esté.
- Cariño, con la ropa que te vamos a poner y lo buena que estás ahora mi hermanito no se va a poder resistir. Le tendrás comiendo de tu mano. Le conozco.
Eso hasta que no lo vea con mis propios ojos no me lo creo. Cullen comiendo de mi mano...Sí, definitivamente una idea tentadora, muy tentadora. Y cuando le tenga en su punto, ¡zas! Golpe bajo. Cullen, donde las dan las toman.
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CAPITULO 19 - FIESTA, GENTE NUEVA...Y UNA CHICA PRECIOSA
En estos momentos la cama de Tanya se me hacía pequeña. Muy pequeña. Aunque la cama era de matrimonio ella se empeñaba en pegarse a mi como una maldita lapa. Pasó una pierna por mi cadera y empezó a besarme el cuello de nuevo. Ya era suficiente por hoy en el estado de ánimos en el que me encontraba. Tenía la mente en muchos sitios y definitivamente esa habitación no era uno de ellos.
- Eddie, cariño... - me susurró en el oído - ¿puedes estar a lo que estás? - me separé de ella cabreado. Si ya estaba poco predispuesto a volver a hacer algo con ella ahora se me había cortado el rollo del todo.
- Dos cosas Tanya...no me llames Eddie y mucho menos cariño, ¿de acuerdo? - dije mientras me levantaba de la cama.
- Se sentó en la cama mirándome con aquellos ojos azules fríos como el hielo sin hacer ningún ademán para cubrir su cuerpo desnudo.
- Perdona por intentar ser cariñosa contigo – dijo irónicamente.
- No quiero que seas cariñosa conmigo, Tanya – dije poniéndome mi camisa.
- Pues bien que vienes a mi casa a hacer el amor conmigo...
- Oh, por favor – dije rodando los ojos – Yo no hago el amor contigo...Desde un principio sabes que esta relación no va de eso.
- Lo se perfectamente. No hace falta que me lo repitas cada vez que nos vemos – dijo poniendose una bata mientras me taladraba con la mirada – Sólo quería despedirme a lo grande.
- ¿Despedirte?
- Sí, me voy a ver a mis tíos a Alaska antes de que empiecen las clases – si, soy cruel, pero en esos momentos la idea de tener a Tanya un poquito lejos de mi me hacía querer bailar la danza de la victoria.
- ¿Cuándo te vas?
- En un par de días – dijo encendiendose un cigarro. Arrugué la nariz - ¿Qué?
- No me gusta el olor a tabaco.
- Pues que te jodan, Edward – alcé una ceja mientras cogía las llaves de mi coche.
- ¿Que me jodan? Sabes que eso no es un problema para mi, Tanya – entrecerró los ojos. Bien, a eso si que le llamaba yo hacer la mirada del tigre - ¿sabes qué? Voy a ir empezando a buscar candidatas que te suplan en tu ausencia. Buenas noches y buen viaje – dije sonriendo inocentemente.
Al salir a la calle agradecé el fresco de la noche; al menos tendría que dar la razón a Rose en algo, el perfume de Tanya era agobiante. Toda ella me resultaba agobiante de un tiempo a esta parte...No me gustaba que me llamara todos los días, no me gustaba que intentara cogerme de la mano por la calle, no me gustaba que se colgara de mi brazo y, definitivamente, no me gustaba que me llamara Eddie. Ella sabía perfectamente que lo nuestro era algo abierto y sin compromiso.
Sí, empezaba a estar un poco hasta los cojones de Tanya. Y la cosa fue a peor desde que Lauren nos dio la "maravillosa" noticia de que Isabella volvía a Forks. No hacía más que maquinar y pensar maquiavelicos planes para darle la bienvenida a su manera. ¿Qué le pasaba a Tanya con esa chica? ¿Por qué la odiaba tanto? Físicamente hablando Isabella no tenía nada que hacer al lado de Tanya por no hablar de la popularidad. De todas formas los demás no se quedaban atrás. Según ellos necesitaban pasarselo bien en su último año de instituto. Eso me parecía estupendo, ¿pero tenía que ser mortificando a una persona? Yo lo hice una vez y no lo volvería a hacer. Esto no lo sabía nadie, pero tras el encontronazo con Jacob, el amigo de Isabella, tuve un bajón de la hostia. Y no quería volver a pasar por aquello ni de coña.
Decidí ir directamente a casa; era un sábado por la noche, apenas eran las dos de la mañana. Los chicos habrían salido, seguramente, pero mis ánimos no estaban para muchos trotes. Entre la pesada de Tanya, la vuelta de Isabella y el comienzo del último curso estaba que me subía por las paredes.
Rodé los ojos cuando el jeep de Emmet en mi garaje. De las horas que pasaba a la semana en mi casa podríamos apadrinarle...Metí la cerradura lo más silencioso que pude; si Emmet estaba en mi casa un sábado por la noche había muy altas posibilidades de que se estuviera pegando el lote con mi hermana...no quería molestar, pero tampoco quería ver nada, así que entré con los ojos prácticamente cerrados. Esperaba oir sonido de besuqueos o algo parecido, pero no. Abrí un ojo casi con miedo y me sorprendí al ver que el salón estava vacío y sin signos de haber sido ocupado por esos dos recientemente. Fruncí el ceño al comprender que la parejita seguramente estaba en el piso de arriba. Mejor, así me ahorraría los gritos de Rose por haber interrumpido algo.
Fui a la cocina a por un vaso de leche pero me paré en la puerta cuando los oí hablar, pero no estaban solos. También estaba Jasper. Al parecer había reunión de hermanos/cuñado.
- Joder, me ha dado un subidón de la hostia – ahí está la camionera de mi hermana – Aún no me lo puedo creer.
- Dios, Rose...¡estás dando saltitos! - gritó Emmet. ¿Mi hermana dando saltos? - Y tu, Jasper...puedes cerrar ya la boca. Te pueden entrar moscas, ¿sabes?
- Es que...es que me he quedado sin palabras...
- La morenita te ha dejado loco, ¿no? - preguntó Emmet. Joder, esto se ponía interesante por momentos. Sí, soy un puto cotilla.
- Sí...una chica muy guapa...
- Jasper esta sonrojado – canturreó Emmet. Esto si que era novedad, mi hermano sonrojado por una chica.
- Cállate, Emmet – le regañó mi hermana – Yo también estoy sin palabras. No me puedo creer lo que se puede hacer con ropa nueva y un poco de maquillaje. Espectacular – ahora si que me había perdido.
- Me estoy imaginando la cara de todos cuando vean a las chicas nuevas – se rió Emmet – Aunque cuando se enteren de que es...
Y justo en el punto más interesante de la conversación...va y me suena el puñetero móvil de los cojones. Mierda.
- ¿Edward? - dijo Rose asomando la cabeza – Joder, ¿acaso no te han dicho que escuchar conversaciones ajenas es de muy mala educación? - dijo con los brazos en jarras.
- Esta también es mi cocina, ¿recuerdas? - dije pasando a la cocina con la poca dignidad que me quedaba tras mi pillada.
Mientras entraba miré el móvil con ganas de estamparle. Ya podían haberme llamado los chicos en otro momento...a tomar por culo mi cotilleo. ¿Había oído que venían nuevas chicas?
- Eres un imbecil, Edward – dijo Rose.
- ¿Esa es la frase del año, hermanita? - dije mientras me servía mi ansiado vaso de leche.
- ¿Y tu no tenías que estar en la cama de Tanya haciendo guarrerías en vez de venir aquí y jodernos la existencia? - ambos hicimos un pulso de miradas.
- Chicos, ya vale, ¿no? - dijo Jasper.
- Así que te ha gustado una chica, ¿no? ¿La has entrado? - le pregunté mientras me sentaba en un taburete e ignoraba de nuevo a Rose.
- Ya tendrá tiempo de entrarla. ¿verdad Jasper? - dijo Emmet mientras le palmeaba la espalda de mi sonrojado hermano.
- Así que es verdad que vendrán chicas nuevas...¿Están buenas? - Rose me taladró con la mirada. Otra vez - ¿Qué?
- No te preocupes, Edward...pronto averigüarás si va a venir alguien nuevo o no...De todas formas las noticias en un pueblo tan pequeño. Por cierto...la semana que viene habrá fiesta – dijo Rose con una gran sonrisa.
- ¿Dónde?
- Aquí, en casa – fruncí el ceño.
- ¿Aquí? ¿Y a cuento de qué vamos a hacer una fiesta? Mama y papa nos pueden crujir si se enteran.
- Vamos a hacer una fiesta...de despedida del verano – Rose miró a Jasper y a Emmet – Van a venir todos. Tu también estás invitado, obviamente – y puso cara de niña buena.
- Gracias por invitarme a una fiesta en mi propia casa – dije irónico – De todos modos no me puedo creer que te hayas decidido a hacer vida social. Me muero de ganas por verte como anfitriona.
- Bueno, Edd...la gente cambia y a veces esos cambios pueden ser épicos – Jasper y Emmet se rieron. Sin duda yo me estaba perdiendo algo y no me hacía ni puta gracia – En fin... Dile a la guarrilla de Tanya que firmo una brevisima tregua...ella también está invitada – ahora si que sentí que los ojos se me salían de las cuencas.
- ¿Qué me estás contando, Rosalie? Tu odias a Tanya.
- Vaaamos, estoy de buen rollito. Dile que venga, que le va a encantar el ambiente y la gente de la fiesta.
- Un detalle por tu parte, pero eso no será posible...se va en un par de días a Alaska.
- Oh, que peeeenaaaa – dijo Rose fingiendo pucheritos – Se va a perder el evento del año – Jasper tosió para disimular una risa.
- ¿Sabes qué? Estais muy raros...dime...¿qué habeis bebido? Tú – señalé a Rose – convertida en una persona super social – Tú – señalé a Jasper – Pillado por una tía.
- Eh – se quejó mi hermano.
- Y tu – señalé a Emmet – sin duda algo te pasa porque aún no te has metido conmigo...Estais raros de cojones.
- Uy, que gracioso estás, Edward...tu ven a la fiesta, que te lo vas a pasar de lujo.
Me fui a la cama algo mosqueado. Esos tres estaban muy, muy raros. Algo se tramaban y realmente me escocía no saber qué era. Afortunadamente en este pueblo nos enterábamos pronto de las cosas, así que no tendría que esperar mucho para enterarme de lo que ocurría.
Quedaban un par de días para la fiesta de Rose. Dios, era raro decir eso de "la fiesta de Rose". ¿Qué bicho le habría picado para hacer una fiesta en casa? Sería nuestra primera fiesta. Íbamos a aprovechar la escapada romántica de nuestros padres para liarla parda.
Con Tanya fuera de combate, gracias a los cielos, y mis colegas haciendo planes para la fiesta, decidí aprovechar e ir al centro comercial para comprarme algo de ropa.
Mi hermana llevaba un par de días más rara de lo normal. Había ratos que incluso me hablaba con normalidad y sin insultarme. Toda una novedad. Así que seguí su consejo de "ponte guapo para el gran evento del año" y aquí estaba yo, en el aparcamiento del centro comercial con una tarde de compras por delante. Quien lo diría.
Me bajé del coche y cuando me giré para encaminarme hacia la puerta tuve que parpadear dos veces. A apenas unos pocos metros de mi una montaña de unas quince bolsas parecía moverse sola. Pero eso no fue lo que llamó mi atención. Fue la chica que había debajo. Volví a parpadear. Era la chica más...más...hermosa que podía recordar. Me quedé clavado en mi sitio sin poder moverme; sólo la veía a ella.
Su pelo era castaño y bajo los tenues rayos del sol su melena ondulada tenía reflejos caobas. Era menuda y delgada, pero lo poco que me dejaban ver las bolsas se veía que estaba proporcionada, muy bien proporcionada. Su piel estaba ligeramente bronceada y sus labios...carnosos, rosados...totalmente apetecibles...en esos momentos estaban fruncidos en un gracioso gesto. Estaba intentando sacar las llaves del coche y debido a la carga que llevaba no podía...hasta que se le cayeron un par de bolsas. Tuve que sonreir por el gesto de su cara. Se agachó para cogerlas, pero decidí adelantarme; no me lo pensé dos veces y me fui a ayudar a mi damisela en apuros.
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EN EL PRÓXIMO CAPITULO
Esperé a ver que Cullen abandonara el aparcamiento para ir hacia el coche de Rose.
Llegué hiperventilando al sitio de comida rápida donde estaban las chicas.
- Bella, ¿qué te pasa? - me preguntó Rose – Vuelves a ser pálida.
- Eh...Dios...Cullen...- murmuré.
- ¿Qué? ¿Mi...hermano? - asentí todavía hiperventilando – ¿Te ha...te ha visto? - asentí de nuevo – ¿Y que ha pasado? ¿Te ha hecho algo el imbécil de mi hermano?
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¡Gracias por leer!
Qamiila Quinteros- .
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Re: La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado
CAPITULO 20 - VENGANZA, PRIMER ASALTO
Me levanté temprano y baje a desayunar. Mi padre ya se había ido al trabajo por lo que otra vez me tocaría desayunar sola. Preparé unas tostadas y un poco de leche con miel, para mitigar el frío ya que ya me había acostumbrado al calor de Phoenix, y me senté en la mesa de la cocina. No había empezado a morder la tostada cuando llamaron a la puerta.
- ¡Jake! - grité al verle mientras me colgaba de su cuello. Él me miraba sorprendido.
- ¿Bells? ¿Eres tu? - dijo mirandome de arriba abajo.
- Síiii, soy yo. Qué ganas tenía de verte. Te he echado mucho de menos. No sabes la falta que me has hecho.
- Vaya, yo...también, esto...¿que te han hecho? A ver, que estas muy guapa, pero...¿cómo has cambiado...tanto? - me reí mientras nos sentabamos en la cocina a desayunar.
Jake estaba más grande que la última vez si cabe. Se había cortado el pelo y estaba mucho más guapo. Me reí cuando le dije que así estaba mucho más occidental. Parecía más hombre.
Le conté todo. Lo referente a Phoenix, la boda de mi madre, mis amigos...Él bromeó conmigo todo lo que pudo, hasta se rió de mi porque dijo que hasta estaba morena.
Me dijo que los chicos de La Push tenían muchas ganas de verme y que probablemente rompería más de un corazón por allí. Él me contó el nacimiento de su sobrino, cómo arregló mi coche y las locuras que hicieron en la playa. Prometí ir a verle muy pronto con Alice. Tenía ganas de que se conocieran.
Faltaban dos días para la famosa fiesta de Rose.
Por el pueblo ya se había extendido la noticia de que Isabella Swan volvía a casa, pero afortunadamente nadie me vió. Hacíamos todo lo posible por evitar el centro del pueblo por si alguien me reconocía. Esa tarde iríamos al centro comercial de Port Angeles para hacer unas compras.
Fuimos las tres en el maravilloso BMW de Rose y atacamos todas las tiendas nada más llegar. Tengo que decir que le estaba cogiendo el puntillo a esto de las compras. Tampoco es que me gustara, lo que me gustaba era el resultado.
Alice y Rose me eligieron una falda corta de color negro y volantes. Me tapaba lo justo. Eso de "poner cachondo a Cullen" lo cumplirían al pie de la letra. Para la parte de arriba eligieron una camiseta anudada al cuello de color azul cielo, que contrastaba muy bien con mi pseudo-moreno de piel. Pasamos por Victoria´s Secret, para renovar interiores, palabras textuales de Alice. Para mí escogió unos escandalosos conjuntos de encaje, por Dios, ¿cuando usaré yo eso? También compramos unos zapatos preciosos. Eran peligrosamente altos, pero preciosos. Eran unos peet toe de color negro con unos brillantitos encima del tacón. Después fuimos a la peluquería y a hacernos la manicura y la pedicura. No quise saber lo que nos gastamos, ya que Alice se empeñó en pagar todo, con eso de que es una mujer emprendedora y dueña de una empresa famosa...
Decidimos comer algo, pero las bolsas nos molestaban mucho así que me ofrecí a llevarlas al coche, eso si es que entraban en el maletero. Además necesitaba que me diera el aire.
Caminé como pude por el centro comercial bajo la atenta mirada de algunas personas y no me extrañaba. Debía de llevar como quince kilos de ropa encima.
Cuando estaba intentando sacar las llaves del bolso se me cayeron un par de bolsas, ¿no se supone que era menos torpe? Cuando fui a agacharme para recogerlas una pálida mano se me adelantó. Y cuando miré hacia arriba vi unos ojos verdes. Unos preciosos e irresistibles ojos verdes. Edward.
- Toma tus bolsas – dijo esa seductora voz aterciopelada. Tenía su sonrisa torcida. Sus labios...
- Mmmm...gracias – dije mirándole más tiempo del necesario.
- Eh...¿te conozco de algo? Tu cara me suena... - dijo frunciendo el ceño.
- No, no creo. Gracias por las bolsas – y me di la vuelta rápidamente para irme.
- De todos modos si te conociera no se me podría olvidar tu cara. La cara de un ángel es difícil de olvidar – dijo a mis espaldas. Podía notar que su figura no se había movido un milímetro de donde estábamos.
Luchando contra mi fuerza de voluntad conseguí no girarme y encararle para decirle quien era y el daño que me había echo. ¿Ahora si soy digna de ti? ¿Ahora soy un ángel? Eso pareció olvidarlo hace más de un año en el baile. Maldito Cullen. Confirmado, te odio.
Esperé a ver que Cullen abandonara el aparcamiento para ir hacia el coche de Rose.
Llegué hiperventilando al sitio de comida rápida donde estaban las chicas.
- Bella, ¿qué te pasa? - me preguntó Rose – Vuelves a ser pálida.
- Eh...Dios...Cullen...- murmuré.
- ¿Qué? ¿Mi...hermano? - asentí todavía hiperventilando – ¿Te ha...te ha visto? - asentí de nuevo – ¿Y que ha pasado? ¿Te ha hecho algo el imbécil de mi hermano?
- No...yo...
- ¡Habla! - gritó Alice – ¿Te ha reconocido? - negué con la cabeza.
- Iba al aparcamiento y se me cayeron un par de bolsas y...y alguien se me adelantó. Cuando miré hacia arriba era Cullen.
- ¿Y que te dijo? Por que algo te habrá dicho para que vengas así, ¿no?
- Me...me dijo que si nos conocíamos de algo y yo me apresuré a negarlo.
- ¿Y nada más? ¿El gilipollas de mi hermano no te ha dicho nada? - asentí – ¿El qué?
- Me ha dicho que le sonaba de algo pero que si me conociera de algo seguramente no podría olvidar mi cara, que parezco un ángel – sus caras eran un poema. Acto seguido estallaron en carcajadas – Eh, ¿de qué os reís? A mi no me hace gracia, ¡casi me descubre!
- Nos reímos porque mi hermanito ya ha caído en tus redes.
- ¿Que...?
- Le has gustado. Cuando te vea en casa va a flipar y el plan saldrá a pedir de boca – dijo Alice.
- Ja, ja – nótese el sarcasmo – Ahora que soy así – dije señalándome – soy digna de sus atenciones. Antes...
- Bella, tía, no te atormentes, además recibirá su merecido. Él y las zorras del insti.
Cada vez tenía más ganas de cobrarme la venganza, pero después de tenerle tan cerca no se si podré soportarlo. Todo de él me llamaba, deseaba estar a su lado y a la vez deseaba hundirlo. Dios mio, ¡como te odio Cullen!
Estaba todo planeado. El gran día de la fiesta había llegado. Alice había convencido a mi padre para que esa noche dejara quedarme a su casa a dormir. El pobre aún me sobreprotegía demasiado.
Pasé toda la tarde en su casa preparándonos para el evento y he de decir q ue tuve que tomarme dos tilas. Estaba super nerviosa, ¿como reaccionaré al verle de nuevo? ¿Qué iba a hacer al estar a su lado?
Una vez que me puse el revelador conjunto y esos preciosos pero peligrosos zapatos me miré en el espejo de Alice.
Me gustaba lo que veía y en el fondo esperaba que a él también le gustase. ¿Pero en qué estas pensando, idiota? Vas machacar su ego, ¡no te preocupes por lo que el vaya a pensar al verte!
Alice notó que estaba teniendo un debate mental conmigo misma.
- Bella, no te preocupes, todo va a salir como está planeado. Tengo la sensación de que va a salir todo bien – y me lo creía. Viniendo de Alice...
- ¿Quien va a estar en la fiesta? - pregunté cambiando de tema.
- Eh...creo que medio instituto. El equipo de fútbol, los más populares y por supuesto las zorras. A Rose le dará un ataque de nervios de soportarlas en su casa. No ha tenido más remedio que invitarlos a todos, como son amigos de...
- Ah, ya. Bueno, supongo que mejor. Cuanta más gente vea el numerito mejor – que malvada, Dios.
- Bella, es la hora. Vamos al coche.
Asentí. Cogimos nuestras chaquetas y fuimos hacia la casa de los Cullen. Alice me había dicho que los padres de Rose se habían ido de escapada romántica o algo parecido así que no habría padres a la vista. Nunca había estado en la casa Cullen pero por todos era sabido que era una casa enorme y preciosa.
Era evidente que los Cullen tenían dinero. Carlisle, el padre, era un eminente cirujano del hospital de Port Angeles y Esme, la madre, era una reputada decoradora de casas antiguas.
La casa estaba en las afueras de Forks, en medio del bosque y, como había imaginado, era espectacular. Era blanca y tenía unos grandes ventanales. Tenía tres pisos y en la parte trasera, probablemente, tendría un enorme jardín. Era hermosa.
En la entrada había una infinidad de coches, en los que pude distinguir el coche de Tyler, el de Mike, el de la guarra de Lauren...no vi por ningún sitio el de Tanya...También vi el coche de Ben. Probablemente Angela tambien estuviera, me haría ilusión verla...
Rose estaba en la puerta esperándonos. Nos hizo entrar por la puerta trasera, no queríamos que nadie nos descubriera. Bueno, que me descubrieran a mi. Entramos y llegamos a la cocina. Una espaciosa y bonita cocina. Había bebida y vasos por todos lados. La fiesta no hacía ni media hora que había comenzado y la gente al parecer ya se estaba divirtiendo de lo lindo.
- Chicas, llegáis tarde, ¡casi me da algo! - gritó Rose.
- Ataque de nervios – dijo Alice señalándome.
- Bien, no te preocupes, Bella, mi hermano aún no ha bajado de su habitación, se está arreglando todavía, imbécil presumido – y rodó los ojos – ¡Te ves espectacular! - dijo mientras me quitaba el abrigo.
- Chicas, creo que es hora de hacer acto de presencia en la fiesta – dijo Alice.
Y fuimos hacia el salón, donde estaba todo el mundo.
Se habían currado la fiesta. Era increíble, parecía que en vez de en una casa estábamos en una discoteca. Las luces estaba apagadas, pero colocaron estratégicamente unos focos de colores en ciertos lugares del salón, que era enorme, por cierto.
El hueco que hacía las veces de pista estaba más iluminado que el resto y la música sonaba fuertemente del equipo de mezclas que habían alquilado para la ocasión. Era Jasper el que se encargaba de la música.
A un lado de la estancia habían colocado unas mesas que hacían las veces de barra, donde estaba Emmet sirviendo copas. Parecía estar feliz de estar ahí.
Luego ojeé el resto de la sala. Vi a Mike y a Jessica, también estaba Ben, Angela, Eric, el equipo completo de futbol, Alec...¿qué hacía aquí si ya había acabado el instituto?...y el grupo de las zorras. Ni rastro de Cullen.
- Venga, Bella, vamos a ver a Emmet – dijo Rose.
- ¡Beellaaa! - dijo Emmet, salió de su lugar y vino a abrazarme – Wow , a mi cuñado le dará algo cuando te vea – dijo mirándome por completo – Y a mi otro cuñado también – dijo mirando a Alice y moviendo sugerentemente las cejas. ¡Oh, Alice sonrojada! Jasper saludó efusivamente desde su lugar.
Rose sustituyó a Emmet un rato y se puso a servir copas. Alice y yo seguíamos en un lugar oscuro pero cerca de Rose, todavía no quería que me viera nadie, una cara "nueva" llamaría en seguida la atención.
Alice me dio un codazo y cabeceó hacía una dirección.Y entonces le vi bajar las escaleras.
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CAPITULO 21 - QUE EMPIECE EL SHOW
Estaba asquerosamente guapo. Llevaba unos vaqueros oscuros y una camisa negra con los tres primeros botones desabrochados. Su pelo estaba imposiblemente despeinado, delicioso. Bella, idiota, quieres hundirle, no pienses en él así.
Se fue con sus amigos después de saludar a las zorras. ¡Ugh! ¿Con cuantas de ellas se habrá acostado? Posiblemente con el noventa por ciento de ellas. Ese pensamiento me enfureció.
Rose nos llamó con la mano para que fuéramos hasta ella.
- Bien, el cuco ya está en el nido – dijo Rose sonriendo maliciosamente – Pero vamos a dejar que coja un poco de confianza.
- Yo...yo no puedo – dije intentando huir. Alice me cogió del brazo.
- ¿A donde crees que vas? Vamos a hacer lo que tenemos planeado y punto.
- Pero...
- Pero...ni peros ni leches – dijo.
Estuvimos un rato más pegadas a Rose. La gente que venía a por sus copas nos miraba a Alice y a mí entre extrañados y maravillados. Al parecer nadie era lo bastante atrevido como para hablar a las guapas invitadas. Noté que Mike me miraba con cara de baboso, oh Mike, ¿no se supone que yo no era tu tipo? Fue a acercarse hacia nosotras cuando Jessica se colgó de su cuello y se le llevó a bailar. Puso cara de frustración. Perfecto, no hubiera aguantado mucho rato a Mike en mi estado de nervios.
Vi que Edward se acercaba a por su copa, pero en ese momento lo interceptó Lauren por el camino. ¡Arg! Esa guarra le está tocando. Dios Bella, cálmate. A ti Cullen no te interesa de ese modo, me abofeteé mentalmente, aunque sonreí en mi fuero interno cuando se deshizo facilmente de ella y volvió con sus amigos. Parece que se olvidó de su copa.
Suspiré sonoramente.
- Bella, creo que va siendo hora de que hagas tu aparición estelar – dijo Alice.
- Uf, espera, necesito prepararme – dije cerrando los ojos.
Quizás te vendría bien una copa – dijo Rose.
- Mmmmm, no se si es buena idea, el alcohol y yo...no nos llevamos bien...
- Algo suave...- dijo Rose mirando las botellas – Una cerveza...- entonces vi como Cullen se mordía el labio inferior y se pasaba la mano por su pelo, despeinándolo aún mas. Dios, no podría hacerlo. No...no podría hacerlo...Por lo menos no sobria.
- Rose, un red bull – dije muy seria.
- Bueno, no lleva alcohol, solo esperemos que no te de muchas alas y te escapes – dijo riéndose.
- Con whiskey – dije todavía seria.
- Bella, no creo... – empezó Alice.
- Alice por favor, me apetece – no, no me apetece. Lo necesito - además estáis conmigo, no creo que me dejéis hacer una locura, ¿no?
Rose me sirvió la bebida negando con la cabeza. Uf, sabía fuerte, pero empecé a relajarme cuando el alcohol empezó a recorrer mis venas.
No podía apartar mi mirada de él. En ese momento empezó a sonar Bad romance, y gemí sonoramente aferrando mi vaso. Alice me dio dos palmaditas en el hombro. Agradecí a los cielos cuando acabó la canción y empezó a sonar una sugerente canción de Nine Inch Nails. Bieeeen, el plan de "poner cachondo a Cullen" iba viento en popa. Esta canción y el alcohol me terminaron de encender, así que apuré mi copa y no sé cómo, me encaminé al centro de la pista.
Comencé a moverme sugerentemente. Los chicos empezaron a mirarme. Sonreí al imaginarme haciendo esto hace año y medio. Hubiera sido imposible el simple hecho de ir a una fiesta de este tipo y más aún el hecho de bailar sin herir a nadie a tres metros a la redonda.
Continué con mi baile. Algunos chicos se acercaban, pero rápidamente los despachaba. No se de donde saqué el valor suficiente.
De repente noté que alguien se colocaba detrás de mí. Iba a despacharle cuando su aroma me golpeó fuertemente la nariz. Era él. Cullen. Y le tenía pegado a mi bailando al ritmo que yo ponía.
Respiré profundamente, todavía no podía encararle, así que seguí con su pecho pegado a mi espalda. Nunca le había tenido así de cerca. Su pecho era fuerte, se sentía deliciosamente bien estar así a su lado. Rápidamente deseché ese pensamiento.
Colocó sus manos en mi cintura. Su tacto me recordó aquel momento en clase de biología cuando nuestras manos se tocaron por error. Pero ahora era diferente, era mucho más intenso. Sus manos quemaban mi piel allí donde tocaban. Instintivamente su cabeza se inclinó un poco para oler mi pelo. Me sentí desfallecer cuando hizo eso. Busqué con la mirada a Rose y Alice, que me hicieron muecas de que todo iba bien. Pude ver que mucha gente nos miraba. En ese momento eramos el centro de atención.
Decidí moverme de una manera un poco más provocadora, así que empecé a mover mis caderas de forma que mi cuerpo se frotara con el suyo. Definitivamente era el efecto del alcohol, sino yo no hubiera sido capaz de hacer eso.
Su cuerpo respondió casi al instante. En la parte baja de mi espalda noté su excitación. Me tensé al instante. Nunca había notado la excitación de un hombre tan cerca. Bueno, nunca había notado la excitación de un hombre. Sus manos bajaron hasta mis caderas, aferrándolas con fuerza y pegándome más a él. Un calor comenzó a recorrer mi cuerpo, mis venas estaban en llamas. Se inclinó hacia un lado de mi cuello y me besó. Hizo un camino de besos hasta mi hombro. El hombro que esa noche me había herido, dejándome una "preciosa" cicatriz. Eso me devolvió a la realidad. Por un momento perdí la noción del tiempo y de mi alrededor, casi me dejo llevar por el momento. Casi correspondo a Cullen. Y ese no era mi cometido, mi cometido era hacer que se sintiera como yo me sentí aquella noche en el baile.
Me di la vuelta para tenerle cara a cara.
Le tenía a menos de tres centímetros de mi boca. En ese momento podría besarle. Le tenía en mis manos. Le tenía justo donde quería. Además seguía excitado, muy excitado. Tragué en seco y desvié mi mirada de sus labios a sus ojos. Él miró hacia abajo, para ver mi escote y después sus ojos tomaron los míos. Y me sonrió.
Algo me decía que volvería a verte – me susurró en el oído. Le sonreí de la manera más seductora que pude.
Seguimos bailando un poco más frente a frente y muy pegados el uno al otro con sus manos en la parte baja de mi espalada.
- Eres un ángel – dijo acariciándome la mejilla. Su toque era celestial, sus manos suaves...
Se acercó peligrosamente a mis labios. Estábamos a milímetros el uno del otro, podía notar su aliento fresco en mi boca y su respiración levemente alterada en anticipación. Perdí la noción del tiempo y dejé que mis labio rozaran los suyos levemente, sólo un pequeño roce...
A mi mente volvió la noche maldita noche en la que mi vida cambió y bruscamente me aparté bruscamente de él.
- Yo...perdona, no quería ofenderte – dijo disculpándose. Pude ver que varias personas nos miraba atentamente. A Cullen no le rechazaba nadie.
- Pensabas que te iba a besar, Cullen – le dije las mismas palabras que me dijeron aquella noche. Más que hablar escupía las palabras. Me miró extrañado.
- ¿Yo...tu...me..me conoces? - miraba toda la extensión de mi cara esperando encontrar las respuestas a sus preguntas – Tu cara...tu cara me suena, pero no...
- Claro que te tiene que sonar. Probablemente te reíste de mi durante semanas enteras – ahora la gente hizo corrillo y el murmullo se oía incluso a través de la música.
- No se... no sé de que me hablas, perdona si te he...¿Quien eres? - balbuceó.
- ¿Te acuerdas del baile de fin de curso? - abrió mucho los ojos. Ahora parecía entender. Me miró de arriba abajo y la gente de alrededor hizo lo mismo. Un "oh" generalizado inundó la sala.
- No...no puede ser, ¿Isabella? - susurró.
- Sí, claro que puede ser – escupí.
- P...pero tu – dijo señalándome.
- Cullen – ¿noté dolor? en su cara cuando le llamé. Lo dije de forma que parecía un insulto – Ya no soy la misma de antes. Conmigo ya no se juega – dije mirándole de arriba abajo – No, si en el fondo te tendré que dar las gracias por ser como soy ahora. Ahora ve con tus amigos o a tirarte a la zorra de Tanya – me di la vuelta y me fui hacia la puerta de entrada sin mirar atrás.
- Vamos, vamos, ¡que siga la fiesta! Vaaamos, aquí ya no hay nada que hacer, Jazz, ¡música! - la voz de Rose fue lo último que pude oír antes de salir al exterior.
¡Bella! - dijo Alice – Bella, ¿como estas? - asentí – Has dejado a todos alucinados. Van a estar semanas hablando de esto – dijo dando saltitos – Tenías que haberle visto la cara a Edward...
Me sentí extraña. Por un lado liberada de darle su merecido delante de todos, pero por otro lado sentí que me rebajaba a su nivel. Le había despreciado delante de todo el mundo, ¿pero acaso él no había hecho lo mismo? Bueno, la diferencia es que cuando él me rompió el corazón yo le veía como mi gran amor en potencia. En cambio ahora él a mi me veía como su polvo de una noche en potencia. ¡Ugh! ¡Maldito Cullen!
Pensándolo fríamente no se de donde reuní el valor suficiente para soltar todo lo que dije y delante de tanta gente.
Pensé en el breve roce de sus labios...¡Arggg!Deja de pensar eso. A partir de ahora le debes ver como tu enemigo potencial. Te odiará más si cabe después de esta noche...
- ¿Bella? - dijo Alice moviendo su mano delante de mi cara.
- Creo que la guerra ha empezado – dije con rostro impasible.
- Si, esto no ha hecho más que empezar – dijo dando saltos – Tendrías que haber visto a todo el mundo, te miraban entre maravillados y asustados. Parecía que te iba a salir fuego de los ojos – dijo riéndose.
- Bueno...supongo que me he liberado...
No sé cuanto tiempo estuvimos en silencio ahí en la fría noche. Mi piel estaba tan caliente que no me había dado cuenta de que estaba en la calle y sin abrigo.
Empezó a salir gente de la casa y cuando me vieron me miraron otra vez de arriba abajo.
- Isabella...- se acercó Mike – estás...estás...- le alcé una ceja – estás impresionante.
- Mike, creí que no era tu tipo – dije con sarcasmo.
- Eh, bueno...yo...
- Mike – chilló Jessica, que cuando me tuvo a su altura me miró interrogante – Isabella...
- Bella, no quiero que nadie me llame Isabella, ¿entendido?
- Oh, perfecto...¿supongo que nos veremos en clases? - sonó más a pregunta. Asentí – De acuerdo, adiós – y se llevó a Mike casi arrastras.
- Isab...Bella – era Angela – ¡Estás preciosa! ¿Qué te han hecho? ¡Tu cambio es fantástico! - parecía sincera. Me acerqué y la abracé levemente. Angela era una buena persona.
- Angela, me alegro de verte, en serio.
- Bella, tienes que decirme como lo has conseguido – dijo señalándome – Bueno, nos veremos en clases – volví a asentir.
Después salieron los chicos del equipo. Alec me miró desfiante y yo no me quedé atrás. Puse mis brazos en jarra y le miré con desprecio. Él sonrió con malicia y me dio una mirada lujuriosa que me dio asco.
Después salieron las zorras, que me miraron de manera que no supe descifrar. Ya nos encargaríamos más adelante de ellas. ¿Donde estaría Tanya...?
- Rose, y Tanya, ¿por qué no ha venido?
- Está en Alaska visitando a sus tíos. Aunque apuesto que ya se ha enterado de lo ocurrido. Cuando vuelva intentará sacarte los ojos – dijo Rose.
- ¿Por qué? ¿Está con tu hermano? - podría ser, estaban el otro día juntos en el centro comercial.
- Nah, creo que tienen una relación abierta o algo así.
- Es asqueroso...
- Sí...
- Vamos, Bella, nos marchamos a casa – dijo Alice.
- Sí, vamos, quiero salir de aquí ya.
Después de la fiesta no volví a ver a Cullen.
Pasaron los días y solo faltaban dos para la vuelta al instituto y tres para mi cumpleaños. Alice se había empeñado en hacer una fiesta 2 por 1: inauguración de su casa y mi cumpleaños. Conociendo a Alice y a Rose la fiesta sería apoteósica. Per-fec-to.
Nos pasamos estos dos días ultimando los preparativos para la vuelta a clases.
Nuestra llegada al pueblo ya era un hecho. Nadie se sorprendería de vernos porque ya nos conocían. Afortunadamente no nos habíamos cruzado aún con demasiados chicos por el pueblo.
El primer día de clases llegó. Alice quedó en pasar a buscarme para ir al instituto en su flamante Porsche.
Llegamos en menos de cinco minutos al aparcamiento de la escuela con la música de Muse a todo volumen. Todos se giraron para ver de donde provenía la música y las mandíbulas se les cayeron al suelo cuando vieron que éramos nosotras.
Ambas bajamos riéndonos del coche. Le dije a Alice que después tendría que lavar el coche, todos babeaban ante él.
Eché una ojeada por el aparcamiento y vi que el BMW de Rose entraba seguido del Volvo. Puse mala cara, no pude evitarlo. Por fin le vería de nuevo. Cuando se bajó del coche vi que venía acompañado. Tanya. ¡Ugh!
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CAPITULO 22 - TOCADO O HUNDIDO
Me quedé mirando como un imbecil la puerta por donde había salido Isabella. Bueno, Bella.
Aún no podía creer que la preciosa chica que había visto en el centro comercial de Port angeles hace un par de días y que no había podido sacarme de la cabeza era Swan. La famosa frase de: cuidado con lo que deseas porque puede convertirse en realidad era un claro ejemplo de lo que había pasado conmigo.
Nunca me había pasado algo parecido. Esa chica, a la que apenas pude ver unos instantes, no había salido de mi cabeza ni un segundo. Necesitaba oir de nuevo su voz, necesitaba saber su nombre, necesitaba volver a verla...y esta noche se habían cumplido todos mis deseos, aunque con un nefasto resultado.
Bella Swan me había dejado a la altura del betún y delante de todos. Cuando fui consciente de ese hecho, miré a mi alrededor; aunque mi hermana había ordenado subir a todo volumen la música la gran mayoría de gente aún seguía centrada en mi.
La verdad es que los entendía. A mi, Edward Cullen, el tío más popular del instituto, me habían vacilado. Y lo mejor de todo es que había sido vacilado por la friki Swan ahora convertida en la preciosidad Bella Swan.
Me lo merecía. Por capullo y por cabrón, pero no podía evitar la rabia que sentía en mi interior.
- ¿Estás bien, tío? - me preguntó Tyler mientras salía del salón y me dirigía al jardín de mi madre.
- No tengo palabras para definir lo que ha pasado, tío – dijo Felix – aún no me creo que ese pedazo de tía buena sea la friki Swan.
- Las chicas tienen un mosqueo...dicen que se les ha jodido la broma de bienvenida de la friki pero yo creo que están celosas – dijo Riley - Y no me extraña...¿Quién podía imaginar que la gafotas tendría ese culito...?
- ¡Basta ya! - grité – ¡Largaos ahora mismo! - los chicos me miraron como si fuera verde.
- ¿Qué coño te pasa? - me preguntó Riley – Nosostros no tenemos la culpa que Isabella te haya dado una patada en el culo delante de todos.
- Quiero que me dejeis solo, ¿vale? ¿Es tan dificil entender eso?
Los chicos abandonaron el jardín, gracias a los cielos. "Ese culito...". Me habían dado ganas de estampar a Riley por ese comentario y lo habría hecho si llega a salir alguna parida más de esa bocaza que tiene.
Me pasé la mano por el pelo mientras me sentaba en una de las tumbonas del jardín. Se podía decir que este era el lugar idóneo para relajarse, pero en estos momentos no estaba haciendo su función.
¿Ahora qué iba a hacer yo? ¿No querías volver a ver a esa chica? Pues toma chica.
Para empezar, el cachondeito por lo de esta noche seguro que duraría varios días. Tendría que soportar la reacción de Tanya aunque a estas horas alguna de las cotorras de sus amigas ya se lo habría contado. De Rose mejor ni hablemos...estará riéndose de mi semanas enteras...y lo mejor de todo, ¿ahora como me iba a sacar a Bella de la mente? Mierda, mierda, mierda...esto era lo que más me preocupaba...nunca me había pasado esto y me tiene que pasar justo con ella. No había más chicas en el mundo. No.
- ¿Cómo estás? - me giré para ver a mi hermano Jasper.
- Si vienes a rematarme no te vas a tener que esforzar mucho...
- Vengo en son de paz – dijo alzando las manos – Sólo quiero saber qué tal estás...
- Jodido – dije mientras Jazz se sentaba en la hamaca de al lado.
- Bueno...es normal. Has quedado como el culo delante de todos tus amigos...
- Te lo he dicho. ¿Vienes a animarme o a hundirme? - dije irónico – Tú lo sabías, ¿no? Sabias que me iban a hacer una putada...
- Sí – dijo con sinceridad – Y no me pareció mala idea...Tu se la jugaste a Bella y ahora ella te la juega a ti...así de sencillo – se encogió de hombros – Aunque tienes que reconocer que la venganza de Bella ha sido una minucia en comparación con lo que tu la hiciste.
- ¿Por qué? El plan de la putada ha sido el mismo...- exactamente igual.
- No...ella estaba pillada por ti...muy pillada...En cambio tus sentimientos hacia Bella no iban más allá que un polvo rápido en algún lugar de la casa, al menos hasta hace unos minutos.
Vale, eso no lo voy a negar. Si digo que no había pensado justo en eso estaría mintiendo. Quería saber si sus labios eran tan suaves como parecían, quería oler su pelo, ese recién descubierto aroma a fresas, quería tocar su piel y quería hundirme en ella...sí, bien...estaba jodido.
- Sí, dando ánimos eres único – murmuré.
- Bueno – dijo Jazz levantandose – Me voy antes de que Rose me grite por no estar en mi puesto...Ya sabes, Edward...en un par de semanas todo estará olvidado, al fin y al cabo solo ha sido una broma...
Me quedé solo cuando mi hermano salió de allí; seguramente nadie tenía huevos a venir a verme en el estado de ánimos en el que estaba. Con toda la discrección que fue posible, salí del jardín y subí las escaleras hasta mi cuarto. En este momento no era el alma de la fiesta precisamente. Me tumbé en la cama mientras le daba al play del reproductor de música. A los pocos segundos empezaron a fluir melodías de piano atenuando un poco el ruido de abajo.
Necesitaba dejar de pensar, necesitaba desconectar y estar solo y pensar en lo que había pasado y...y a tomar por culo mi intento de relax cuando el puñetero teléfono sonó. Estaba empezando a cogerle manía de veras.
- ¿Diga?
- ¡Dime que me están vacilando! - la voz chillona de Tanya salió del teléfono para incrustarse de lleno en mi tímpano. ¿Por qué no habré mirado antes la pantalla?
- Para empezar, no chilles Tanya. ¿Ya te han contado tus amiguitas el cotilleo?
- O sea, que es verdad...¿me puedes decir exactamente cómo ha sido el cambio de la friki?
- Tanya, creo que va siendo hora de que aceptes que Isabella Swan ya no es una friki. El cambio ha sido...ha sido espectacular – susurré.
- ¿Espectacular? Edward, no me jodas – espetó – No me puedo creer que el cambio haya sido tan radical...no me lo creo...¿por qué coño nadie ha hecho una foto?
- Mira, Tanya...no estoy de humor para tus gilipolleces...
- Claro, ¿cómo vas a estar de humor? Mira que intentar enrollarte con la friki...
- Deja de llamarla friki, ¿quieres?
- ¿Qué pasa? ¿Te ha gustado? - vale, mi paciencia rozaba límites peligrosos.
- Tanya, ha sido una noche muy rara...antes de mandarte a la mierda o más lejos prefiero colgarte, ¿vale? No veremos cuando vuelvas - colgué el teléfono apretando la tecla con más fuerza de la necesaria.
Bien, pues por esta noche sólo me faltaba que me cayera un meteorito en la cabeza. De hecho me dolia como si ya me hubiera caido. Subí la musica clásica para no oir el jaleo de abajo, me tapé la cabeza con la almohada.
Al día siguiente me levanté de la misma postura. Me duché con agua fría para espabilarme, me vestí y bajé a la cocina. No había rastro de la fiesta. Los sillones estaban en su sitio, los jarrones de mi madre pulcramente colocados y la televisión de plasma a salvo. Todo en orden...hasta que entré en la cocina y vi al trío. Rose, Emmet y Jazz estaban tan frescos como una lechuga.
- Buenos días, Eddie – canturreó mi hermana - ¿Cómo has dormido, campeón? - esto iba a ser peor de lo que me esperaba.
- Ríete de mi ahora que puedes, Rosalie – dije mientras me sentaba en la mesa – Te salió bien la jugada. Caí en la trampa como una puta mosca...Tu ganas.
- Donde las dan las tomas, tío – dijo Emmet con la boca llena de donuts - ¿A que Bella está muy guapa? - dijo moviendo las cejas.
- Casi se le salen los ojos de las cuencas al pobre – bromeó Jazz.
- Pues tú cállate. Anoche no le quitabas ojo a Alice...te mola un huevo, ¿eh? – dijo Emmet.
- ¿Quién es Alice? - me atreví a preguntar.
- Ni te fijaste en ella, ¿verdad? La que hizo posible el milagro. Cambió a Bella y fue la cabeza pensante de tu patada en las pelotas – sonrió Rose con malicia.
- Bien...la daré las gracias en cuanto la vea...
- Vaaamos, vaaamos...una bromita de nada – Rose batió las manos restando importancia – Eso sí. Diles a los mafiosos de tus amigos que hacen algo a Bella, aunque sea mirarla más tiempo de la cuenta, y se las verán conmigo. Eso por no recordarte a su amigo Jacob el armario de cuatro puertas, ¿entendido? - tragué en seco.
- No dejaría que la lastimaran – dije con sinceridad.
- Tu ya lo hiciste...- murmuró mi hermana.
- Deja eso ya, ¿quieres? Ojo por ojo...joder, ya he pagado por lo que hice – más de lo que pensais...
Faltaban dos días para el comienzo de las clases y todo el subidón que sentía por empezar se había esfumado desde la noche de la fiesta. Ahora no tenía ni pizca de ganas de pisar el instituto.
De todos modos no había vuelto a ver a Bella o a la nueva chica, Alice. Una vez hecha su aparición estelar no se las vio mucho más por Forks. Aunque eso no mitigaba el cachondeo y la guasa que tenían mis amigos conmigo...los muy cabrones.
Aquí estaban bromeando a mi costa cuando delante de nosotros aparcó el coche de Tanya. Perfecto. Con las ganas que tenía de verla en estos momentos, notese el sarcasmo.
- Ahora mismo quiero que me conteis que coño ha pasado mientras yo no estaba aquí – espetó delante de nosotros.
- Hola Tanya, ¿qué tal en Alaska? Nosotros bien...- dijo Felix con ironía – Como si no supieras ya lo que ha pasado. Estas dos – dijo señalando a Jennifer y a Lauren – han estado pegadas al móvil como dos lapas...
- Pero si quieres yo te hago el resumen...- dijo Riley – la Swan ha pateado a Eddie en las pelotas – los chicos rieron de nuevo.
- Callate si no quieres que te patee yo las tuyas...creéme, tengo un zurdazo perfecto – dije haciendo que el bocazas se callara.
- Haya paz, chicos – dijo Tyler.
- Estoy esperando – chilló Tanya - ¿Dónde coño está la friki?
- No se la ha vuelto a ver desde la fiesta – Felix se encogió de hombros – Tenías que haberlo visto...En cuanto Eddie vio a la pedazo de mujer que tenía delante entró a matar, empezó a subir la temperatura y en el punto más caliente...¡zas! Va la tía y nos dice que es Isabella. Increíble – Tanya me perforó con la mirada.
- Vamos, no puedo creer que esté tan cambiada como para que tu – me señaló con el dedo – quisieras follartela.
- En realidad, sí – dijo Jennifer – Por mucho que me pese decirlo, a esa petarda la queda la ropa de lujo...se ha quitado las gafas y se ha soltado el pelo...
- Por no hablar de las tetas y el culo...- dijo Riley.
- ¿Puedes dejar de mencionar una por una las partes del cuerpo de Bella? - dije con toda la calma que pude reunir.
- ¡Ugh! ¡Callaros ya! - gritó Tanya – Eres idiota, Edward – venga, ahí vamos de nuevo – Con Swan...ahora que sabes que es ella no te acercarás, ¿no? - me pinché el puente de la nariz con los dedos.
- ¿Podemos hablar un momentito a solas? - asintió mientras la llevaba donde estaban los coches aparcados – Primero, no quiero que me vuelvas a chillar o a insultar haya o no haya gente delante, ¿de acuerdo? Segundo, me acercaré o estaré con quien me de la gana. Tú no eres nada mío, no puedes imponerme nada – si las miradas matasen yo ya estaría muerto. Un par de veces – Y tercero, no quiero que tu y tus amiguitas urdais un plan siniestro para putear a Bella. A parte de mi ira tendreis que lidiar con la de Rosalie – Tanya captó el punto y asintió de mala gana.
- Con una condición – señor, ¿te caigo mal? - El primer día de instituto quiero llegar contigo – suspiré. Sinceramente me esperaba algo peor.
- Si tu mente maquiavélica se va a tomar unas vacaciones, acepto.
- Tranquilo, Edd...te doy mi palabra.
Sí, claro. La palabra de Tanya valía tanto como una moneda de tres céntimos...Sólo esperaba un par de cosas: que la vida no se me complicara más de lo que ya estaba y...y poder sacarme a Bella un poquito de mi mente.
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CAPITULO 23 - INVITACIÓN DE CUMPLEAÑOS
- ¡Hey, chicas! - dijo Emmet – ¡Hola guapetona! - dijo dándome el abrazo del oso y cogiéndome en volandas. No pude evitar reirme a carcajadas. En ese momento Cullen me miró. Mirada indescifrable. Y si las miradas matasen Tanya ya me hubiera matado.
- Qué le has hecho a Tanya, ¿Bella? - preguntó Jasper.
- Todavía nada – le devolví la mirada matadora a Tanya y acto seguido se colgó del cuello de Cullen. Me sorprendió ver que él la apartaba de su lado.
- Vamos dentro antes de que le quite a alguien el maquillaje a hostias – me sorprendí de mi propio comentario.
- Vaya, aprendes rápido – dijo Emmet pasándome un brazo por los hombros.
- Sí, demasiado tiempo con nosotras – dijo Rose guiñándome un ojo.
Alice y yo fuimos a por nuestro horario al despacho de la señora Hope. Teníamos un par de clases juntas. Tendremos que ver si coincidimos con Rose y con los chicos.
Las dos horas siguientes fueron un auténtico caos. Que si Bella que guapa estás, que si Bella me encanta tu pelo, que si Bella qué mal dejaste a Cullen el otro día, que si Bella voy a ir a tu fiesta de cumpleaños...¡hipócritas!
En todo el tiempo que estuve en Forks pasé mis cumpleaños con la única compañía de mi padre y Jake con los chicos de la Push. ¿Ahora se interesan por que vamos a hacer una fiesta y porque estoy un poquito cambiada?
En la tercera hora tuve que aguantar al baboso de Mike. Y más de lo mismo. Que si Bella que bien te sienta ese color, que como te fue en Phoenix, que si te quieres sentar con nosotros...¿Qué? Pasé muchos años sentándome sola y ahora...¡Ugh!
Esto me molestaba y me divertía a la vez. Me molestaba porque yo seguía siendo la misma a pesar de tener un aspecto diferente y me divertía ver la cara de la gente al decir que Isabella Swan está buena. Jaja.
Llegó la hora del almuerzo y fui a sentarme con Alice y compañía. Mike puso cara de decepción, ¿qué se cree? ¿Que soy tonta y voy a correr a sentarme junto a él? Además, yo no soy su tipo. No, si en el fondo me divertía con todo esto.
- ¡Bella, Bella, Bella! - llamó Alice cuando todavía ni me había sentado.
- Que, que, que.
- ¡Animadoras!
- ¿Qué? Animadoras...¿Qué? - Me encogí de hombros, no entendía.
- ¡Tu y yo vamos a hacer las pruebas para animadoras! - dijo dando saltitos.
- ¿Que? - grité lo que provocó que la gente que aún no nos estaba observando nos mirara - Ni de coña, Alice. ¿Que pinto yo haciendo una prueba para animadora? Además soy torp...
- ¡Schhh! Esa excusa ya no me vale, ya no eres torpe, o por lo menos no tanto. Ya puedes andar por lo liso sin tropezar.
- Esa ha sido buena – dijo Emmet riéndose.
- Cállate, Emmet – y colleja de Rose.
- ¡Auch! Perdón – dijo mirándome.
- No es buena idea. Además siempre he pensado que las animadoras son unas oxigenadas de cabeza hueca que no pueden decir si rubia es con b o con v.
- Vale, para eso vamos a hacer la prueba tu y to, ¡para deshacer la leyenda!
- No...
- ¿Quieres joderle la existencia a esa? - dijo Rose cabeceando hacía la puerta. Era Tanya, que por cierto seguía como un perrito faldero a Cullen. Este me miró y apartó la mirada enseguida.
- Si, supongo, ¿y qué tiene que ver todo esto con ella? Ella ya es animadora, ¿no?
- Sí, pero el puesto de capitana esta vacante y la entrenadora cree que lo más justo es elegirla por prueba – dijo Rose.
- No se si yo podré...
- Claro que podrás y todo saldrá bien, confía en mi – dijo Alice con una sonrisa en la cara.
- De acuerdo – dije resoplando – Pero si me rompo una pierna tú serás la que me lleve a cuestas – la amenacé.
- Merecerá la pena, además imagínate su cara si te eligen a ti. Se lo tiene muy creído. Ya va siendo hora de que alguien le baje los humos – dijo Rose.
- Esa podría ser una buena venganza...Aunque no creo que sea suficiente por lo que te hizo...
- Alice, déjalo...no importa...
- Sí, si importa, ya pensaremos algo...
- Bien, ¿chicos qué clase tenéis ahora? - dije cambiando de tema.
- A Rose y a mi nos toca historia – dijo Jazz – y después literatura.
- A mi álgebra y química – dijo Alice haciendo un puchero.
- A mi música y gimnasia – dijo Emmet. El pobre tendría que haber acabado el año pasado, pero repitió.
- A mi...-dije mirando mi horario – Biología y gimnasia, como el último curso que estuve aquí – solo espero que Cullen no esté en mi clase – Bueno, por lo menos gimnasia la tengo contigo – le dije a Emmet dándole un codazo.
- Oh no, ¡me pondré un casco por si acaso!
- Ja-ja-ja.
Cuando sonó el timbre nos fuimos hacia nuestras clases. Entré en el laboratorio de biología y vi que había una mesa de dos plazas vacía. Perfecto, solo espero que no se siente nadie conmigo por favor. Cuando entré estaban más o menos todos colocados en los sitios que habían elegido así que pensé que estaría sentada sola cuando su voz me sobresaltó. ¡Ugh!
- ¿Puedo? - dijo Cullen señalando la silla.
- Que yo sepa no tiene mi nombre puesto así que tu mismo – eso es Bella, suena fuerte, que no se note que pareces un flan.
- Vale...- susurró.
Para ese momento ya había mucha gente mirándonos. No, parecía que no se habían olvidado del incidente de la fiesta. Empecé a mirar por la ventana para evitar hacer contacto visual con él. Gracias a los cielos el profesor Banner llegó enseguida. Nos mandó hacer un test para ver si manteníamos el nivel de estudios. Era realmente fácil, así que lo acabé enseguida. Me levanté y se lo entregué. A los dos minutos Cullen hizo lo mismo.
Notaba que su mirada me taladraba mientras yo seguía con mi vista en la ventana.
- Mañana es tu cumpleaños – no era una pregunta. Me lo estaba afirmando. Asentí.
- Vas a dar una fiesta – otra afirmación y otro asentimiento con mi cabeza, no quería mirarle, menos aún hablarle.
- Estoy invitado – ¿qué? ¿He oído bien?
- ¿Como? - y me giré para encararle.
- Chicos, más bajo – dijo el señor Banner.
- Que estoy invitado a tu fiesta de cumpleaños – mi mirada se desvió a esos labios que estuve a punto de probar la otra noche. Bella, es el enemigo, concéntrate.
- ¿Quien? - no me salían más palabras.
- Mi...hermana.
- ¿Por.?...¿Como?...Déjalo – no entendía nada y preferí no pensar en ello. Ya me explicaría Rose. Rose no aguantaba a su hermano, ¿por qué querría invitarle a una fiesta? De hecho, ¿por qué tenía que ser a mi fiesta a la que invitarle?
- Yo...Bella...se que no he hecho bien las cosas...si tu y yo pudiéramos hablar...
- Yo contigo no tengo nada de que hablar.
Y el timbre me salvó. Rápidamente salí de clase hasta los vestuarios para cambiarme.
Gimnasia fue mucho mejor de lo que esperaba. A parte de no ser tan patosa como antes tenía a Emmet. Me reí mucho. Hicimos un partidillo de baloncesto. No podía parar de reír cuando me cogía en volandas y me acercaba a la canasta para que encestara, como si fuera una niña pequeña.
Tanya y Lauren me miraban desde el otro lado del gimnasio. Eso era lo único malo de esa clase. Tenía que soportar la presencia de ese par de zorras.
Cuando salimos al aparcamiento me sorprendió no ver el Porsche de Alice. ¿Donde estaba? Jazz tampoco estaba. Cuando vi a Rose la asalté a preguntas.
- ¿Donde está Alice? ¿Y tu hermano?
- Alice se ha mareado un poco y Jazz se ha ofrecido a llevarla a casa – dijo elevando sugerentemente las cejas.
- Oh – y se me escapó una risita - Supongo me me vendrá bien un paseo – había venido con ella por lo tanto estaba sin medio para llegar a casa.
- Ah no, eso ni hablar, nosotros te llevamos – dijo Emmet. Me cuidaba como a su hermana pequeña.
Cuando me dirigía al coche de Rose pude ver que Cullen no me quitaba ojo. Ya tenía a Tanya pegado a su brazo, pero no parecía hacerla mucho caso. Andaban juntos hasta el Volvo de él cuando la estridente voz de Jessica llamó mi atención.
- ¡Vaya pedazo de hombre! - dijo gritando.
- Es guapisimo – dijo otra, creo que era Jennifer.
- ¡No, es más que guapo y mira que moto!
Giré para ver quien era el adonis al que todas admiraban y me quedé sin palabras al ver quien había venido.
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EN EL PRÓXIMO CAPITULO
Justo cuando terminé de bajar las escaleras entró Cullen. Tanya estaba zorreando con alguien del equipo, así que supuse que vinieron a la fiesta por separado.
Tuve la satisfacción de ver cómo casi se le salen los ojos de las cuencas al verme. Rose se rió sonoramente al ver la reacción de su hermano y me dio un codazo. Realmente ver a Cullen con esa cara me alentó a seguir jugando, aunque en el fondo sabía que esto estaba mal. Además el juego se podía poner en mi contra...Deseché esos pensamientos enseguida.
Pude ver que Cullen venía hacia mi y de repente mi seguridad se vino abajo. Cuando le tuve frente a frente intenté poner la cara más casual que pude.
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¡Gracias por leer!
Qamiila Quinteros- .
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Re: La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado
Sabes que me acabo de dar cuentaaaa!!!!.... que pensé que esta historia la había leído y no... jejejeje... fue una muy parecida... así que te digo que me estoy volviendo ADICTA a ella... SIGUE SUBIENDOOOO ME ENCANTAAAA!!!!!
Ebys Cullen- .
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Re: La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado
CAPITULO 24 - SEGUNDO ASALTO
- ¡Nath! – grité, y todo el mundo se giró para mirarme a mí, incluidos Tanya y Cullen.
- ¡Bella! - dijo abrazándome. Me cogió por las piernas para que las pasase por sus caderas. Era una postura un poco rarita para estar en el instituto, pero me daba igual, además era Nath. Pude ver por el rabillo del ojo cómo se les caía a todos la mandíbula al suelo.
- ¡Cómo te he echado de menos! - dije besándole en la mejilla y bajándome de encima de él.
- Y yo a ti, preciosa – todo el mundo nos miraba. Bueno, supongo que esto compensa todo el tiempo que estuvieron ignorándome.
- ¿Qué haces aquí? Dios, ¡cómo me alegro de tenerte aquí conmigo!
- Tu cumpleaños, ¿cómo me lo perdería? Además, ¡quiero ver que locura haces esta vez cuando te emborraches! - todo el mundo miraba la escena con la boca abierta.
- ¡Nath!Solo fue una vez y... tampoco fue para tanto...
- Ya, ya, tu padre no te ha visto el tatuaj...
- ¡Nath! Tenemos espectadores – eso último lo susurré.
- Oh, perdón.
Cullen nos miraba sin poder creerselo. Su mirada pasaba de Nath a su mano, que estaba fuertemente anclada en mi cadera. Después de dos miradas de tigre más se fue en su coche con la guarra.
- Ese es...- asentí – Es guapo. Está muy bueno...
- Nath, estás delante de sus hermanos – dije señalando a los chicos.
- Oh, perdón, que maleducado. Encantado, soy Nath, un amigo de Phoenix.
- Mira este es Emmet - le señalé – y esta es Rose.
Después de las presentaciones y demás me monté en la moto con Nath en dirección a la casa de Alice. Me encantó ver las caras de las chicas en el último vistazo que dí hacia el instituto. Si la envidia fuera tiña...
Cuando llegamos a su casa Alice estaba en el sillón con la cabeza recostada en el hombro de Jazz. Eran encantadores. Alice se puso como loca cuando vio a Nath y empezó a dar saltitos a su alrededor.
- Rose, por cierto, ¿me quieres explicar por qué has invitado a tu hermano a la fiesta?
- Eh...bueno, pensamos que podíamos seguir torturándole un poco más. Creo que lo que hicimos el otro día no paga lo que te hicieron pasar.
- Chicas, yo creo que ya está bien, ¿no? Además lo único que quiero es estar lo más alejada de él...
- ¿Estás segura de eso? - me preguntó Nath.
- ¿Por qué dices eso?
- Por nada, Bella. Te darás cuenta por ti misma cuando llegue el momento.
- ¿Que había querido decirme? Lo dejé pasar y nos pusimos a contarnos nuestras batallitas.
Nath me dijo que su novio Peter llegaría mañana, que se había quedado en Seattle cerrando unas gestiones, por lo visto iban a abrir un gimnasio nuevo. Eso me recordó el tiempo que hacía que no pisaba uno...bueno, si me cogían de animadora haría ejercicio, eso sin duda. Nos contó como estaba su hermana María y como seguían las cosas por Phoenix. Nos dijo que la gente de nuestro curso nos echaba mucho de menos.
Yo por mi parte le conté lo que había pasado con Cullen, nuestra venganza realizada y las que quedaban por hacer.
Nath se quedó en casa de Alice esa noche.
Mi padre estaba enterado de la fiesta y me dio permiso para quedarme después en casa de mi amiga. Sin duda mi padre estaba todo emocionado de que al fin tuviera amigos. Quedé con mi padre en que al día siguiente vendría Nath a conocerle. Gruñó un poco, si no estaba acostumbrado a tratar con amigas mías, excepto Alice, ya no hablo de amigos. Se quedó un poco más relajado cuando le dije que estaba pillado y que era con otro chico. Él sólo se fiaba de Jake en cuanto a chicos se refería.
Eso me hizo recordar. Jake. No podría venir a la fiesta. Al parecer había vuelto a ver a su hermana, ya que su marido tenía que viajar y no quería que se quedase sola con el recién nacido. Me hubiera gustado que estuviera aquí.
Al día siguiente quedamos todos en casa de Alice. La ayudamos a preparar la casa y a hacer las últimas compras. La casa había quedado muy bien decorada. Parecía una macrodiscoteca, aunque la casa fuera mucho más pequeña que la de los Cullen, no envidiaría nada a la anterior fiesta.
Eran las 7 y los invitados llegarían sobre las 9, así que disponíamos de dos horas para acicalarnos.
Después de bañarnos nos metimos en el cuarto de Alice y lo pusimos patas arriba. Nadábamos entre sombras de ojos, rizadores y planchas para el pelo.
A decir verdad estaba un poco nerviosa. Hoy vería a Cullen de nuevo. Cuando lo veía juro que por un lado me daban ganas de pegarle, pero por otro lado miraba sus labios y sus ojos y...¡Aghhh! Bella, concéntrate, ¡es el enemigo!
Rose sacó mi conjunto. Tengo que decir que eligieron hasta mi ropa interior. Eso fue un poco vergonzoso. Mi atuendo era un vestido rojo de tirantes ajustado al cuerpo que no llegaba ni mucho menos a la rodilla, algo que ni después de mi "transformación" me pondría. En los pies unas sandalias negras con plataforma y tacón altísimo.
- Rose, yo no me voy a poner eso – dije señalando el vestido.
- Oh sí, claro que te lo pondrás. Además, creía que habías dejado de ser la Bella mojigata. ¿Desde cuando te asusta un vestido?
- Desde ahora – gemí – se me va a ver todo, además esos zapatos...para eso dame una escalera y me subo a ella. ¿Cuantos centímetros de tacón tienen? ¿Nueve? ¿Diez?
- Con plataforma 12. Bella, deja de lloriquear y póntelo.
- ¿Por qué? Es mi cumpleaños, deja que me ponga lo que quiera.
- No. Tenemos que seguir con el plan de enloquecer a mi hermano.
- ¿Enloquecer a tu hermano? Por Dios, apuesto que ahora me odia.
- Bella, no hagas ni suposiciones ni apuestas – dijo Alice entrando en el cuarto – Hazme caso. Tu dejate aconsejar por nosotras y punto.
Los presentimientos de Alice empezaban a darme miedo. Siempre parecía acertar con todo. Hasta ahora todo lo que me había aconsejado me había salido bien.
Las chicas me peinaron y me maquillaron. El maquillaje fue suave, fue en el peinado en lo que se dejaron la piel. Me le alisaron por completo, muy difícil tratándose de mi pelo. Guau, liso me llegaba casi hasta la parte baja de mi espalda.
Las chicas estaba preciosas. Alice llevaba un vestido azul palabra de honor y Rose llevaba una minifalda de color blanco y un top negro.
La música a cargo de Jazz empezó a sonar. Era la hora de bajar.
Con cuidado y apoyándome en la barandilla bajé las escaleras. Alice estaba tentando mi olvidada torpeza al ponerme estas cosas en los pies.
Justo cuando terminé de bajar las escaleras entró Cullen. Tanya estaba zorreando con alguien del equipo, así que supuse que vinieron a la fiesta por separado.
Tuve la satisfacción de ver cómo casi se le salen los ojos de las cuencas al verme. Rose se rió sonoramente al ver la reacción de su hermano y me dio un codazo. Realmente ver a Cullen con esa cara me alentó a seguir jugando, aunque en el fondo sabía que esto estaba mal. Además el juego se podía poner en mi contra...Deseché esos pensamientos enseguida.
Pude ver que Cullen venía hacia mi y de repente mi seguridad se vino abajo. Cuando le tuve frente a frente intenté poner la cara más casual que pude.
- Eh...Bella...felicidades – me dijo sonriéndome – Estas...- dijo mirándome de arriba abajo – Estás hermosa – dijo en un suspiro.
- ¿Ahora estoy hermosa, Cullen?
- Yo...yo no he dicho nunca que tu no fueras guapa...yo pensé que...
- ¡Hey, hey hey, cumpleañera! - dijo Nath. Se lo agradecí interiormente. No sabía si lo que me decía Cullen me enfadaría más o que. ¡Que estoy guapa! ¡No le parecía tan guapa el día que me dejó como una mierda en mitad de un pasillo del instituto! - ¡Pero que guapa e irresistible estás esta noche! - me levantó del suelo me abrazó delante de él. Parecía que le había pegado con cola, porque no se movió ni un milímetro.
- Gracias, Nath. Tu estás cómo siempre, impresionante – dije de manera seductora. Había empezado el juego y Nath sería la pieza clave. Él se prestaría sin problemas.
- Me vas a ruborizar, preciosa – dijo cogiéndome por la cintura – ¿Vamos a por unas copas?
- Claro. Si me disculpas – le dije a Cullen en tono seco.
Una vez que nos apartamos donde estaban las bebidas Nath y yo nos comenzamos a reír.
- ¡Pobre!¿Has visto que cara ha puesto? - dijo Nath sobándose la tripa.
- Sí, pero que no te de pena, al enemigo ni agua – le respondí intentado que no se me corriera el rimmel.
Era increíble. Cuando le tenía cerca me daban ganas de pegarle y de besarle a mismo tiempo. Besar. ¿Algún día dejaría de hacer la cobra? Nath pareció leerme los pensamientos.
- Bella, ¿has dejado de practicar la cobra o sigues atormentando a los chicos sin tus besos?
- Eh...no lo volví a intentar.
- Igual si haces lo que te aconsejé...Igual si le besas...- dijo señalando a Cullen que nos miraba atento.
- Intenté besarle a él, Nath, pero me recordó aquella maldita noche y me aparté antes de tiempo. Además no creo que me haga bien estar tan cerca de él. La otra noche, cuando le tuve tan cerca, cuando me besó por el cuello...sentí cosas muy raras.
- ¿Pero buenas o malas?
- Ambas. Cada vez que estoy cerca de él tengo sentimientos encontrados. Por un lado quiero besarle y enredar mis manos en su pelo y por otro le pegaría hasta que se me durmiera la mano.
- Joder, Bella, aprendes rápido.
- Eso es lo que dicen por ahí – dije riéndome.
- Cullen te está mirando – me dijo en el oído – ¿Y si seguimos jugando?
- ¿Por qué queréis hacer esto vosotros? - no sabía a donde quería llegar todos con este jueguecito.
- Personalmente quiero saber su reacción al verte coquetear con alguien.
- Pero...
- Schhh...ven, hazme caso, vamos a bailar.
Empezó a sonar una canción muy sensual de Beyoncé. Nath me cogió de la mano y me llevó hasta el centro del salón que hacía las veces de pista. Miré a Rose y asintió con la cabeza. El juego comenzaba de nuevo.
Nath me cogió las manos y se las llevó a su nuca, me agarró de la cintura y empezamos a movernos. Echaba de menos bailar con él, la de noches que bailamos en Phoenix. Nos movíamos al ritmo de la música, Nath se colocó de manera que una pierna suya quedara entre las mías y continuamos bailando. Se podía decir que el baile se estaba poniendo caliente. Algunos hicieron corro y se pusieron a mirarnos. Cullen también, pero lejos de la pista. Apretaba su vaso como si se le fuera la vida en ello.
- Creo que le estamos enfadado – me dijo Nath en mi oído.
- ¿Por qué se iba a enfadar? - le contesté en su oreja.
- Eso tendrás que descubrirlo tu.
Y me giró de manera que mi espalda quedara pegada a su pecho. Colocó una mano en mi cadera mientras que con la otra me apartó el pelo para darme un beso en el cuello. Me recordó la noche que baile con Cullen. Cerré los ojos ante este pensamiento.
Cuando los abrí pude observar que muchas de las chicas presentes me miraban con envidia a la vez que los chicos miraban mal a Nath.
La canción se terminó y fuimos a por otra copa. Menos mal que el alcohol ya no tenía ese efecto devastador en mi.
Estábamos riéndonos Nath y yo cuando Cullen se acercó.
- Bella, ¿que...que ha sido eso? - preguntó atropellando las palabras.
- ¿Que ha sido qué, Cullen?
- Mmmm...puedes dejar de llamarme así – dijo pellizcándose el puente de la nariz – Tengo nombre – dijo claramente molesto. Bien, eso le molestaba.
- Pero Cullen es tu apellido, ¿no? - asintió y seguí con el juego – ¿Qué ha sido el qué, Cullen? - no pude evitar una sonrisilla tonta.
- El numerito que has montado hace un momento. Todos los chicos te miraban como si fueras un trozo de carne.
- Muy bien, ¿y qué? No creo que a ti te importe lo más mínimo – y miré sus labios, concentrate Bella.
- Mmmm...esto...- balbuceó – ¿y quien es este? - preguntó señalando a Nath.
- ¿Y a ti que más te da?
- ¿Es tu novio? - esto era el colmo. ¿Quien se creía que era para interrogarme de esa manera?
- ¿Y si lo fuera qué? ¿Yo te pregunto con quien te acuestas? - abrió la boca pero no le salieron las palabras.
- Parece mayor para ti – se acercó a mi oído – Igual quiere aprovecharse de ti.
- ¿Como tu lo hiciste aquella noche? Me usaste como un pañuelo, cuando ya no te hacía falta me tiraste – volvió a quedarse sin palabras.
- Bella – consiguió decir – Yo...no sabes cuanto lo sient...
- ¡Eddie! - gritó Tanya detrás de él – Eddie, por fin te encuentro – dijo haciendo un lamentable puchero.
- He estado aquí todo el tiempo – dijo secamente.
- Isabella – me dijo Tanya – bonito espectáculo el que has dado antes, parecías digna del mejor club de striptease del país, sólo te faltaba la barra – oh, ¿me estaba llamando guarra? - Eddie vamos, no me has echo caso en toda la noche.
- Claro, si no hubieras estado zorreando por la fiesta con todo ser humano con pene te habrías dado cuenta de que Cullen estaba aquí solo – no sé como me salieron las palabras, pero me quedé muy a gusto. Cullen abrió mucho los ojos y a Nath se le escapó una carcajada.
- ¿Me estás llamando zorra, niñata? - empezó a ponerse de todos los colores – ¿Quién te crees que eres para insultarme en la cara delante de todo el mundo?Estúpida – alzó la mano como aquella noche en la que me pegó. Fui más rápida de que ella y le intercepté la mano en el camino. Noté que Cullen se tensó.
- ¿Que vas a hacer, Tanya? ¿Pegarme como aquella noche? - pude ver que Cullen abrió mucho los ojos – Ya no soy la estúpida de antes. Ya no me das miedo. ¿Y quien te crees que eres tu? Tu si que eres una niñata, das pena, Tanya – y apartó con brusquedad la mano que la estaba agarrando. Cullen tenía el ceño fruncido.
- Eres una maldita zorra, Isabella – dijo gritando.
- ¿Yo soy la zorra? Tanya, yo no me he acostado con medio instituto. Apuesto que lo debes de tener como el canal de la Mancha – dije señalando sus partes.
Todo el mundo estalló en una sonora carcajada. Tanya se fue dando un portazo tras ponerse de todos los colores posibles hasta llegar al rojo. Cullen seguía con el ceño fruncido, me miró por un momento y se marchó. Supuse que se fue detrás de Tanya a consolarla. Que te aproveche Cullen, vete detrás de tu zorra. ¿Por qué demonios se enfadó por mi baile con Nath si ahora corría detrás de ella?
- Eso ha estado muy bien, Bella – dijo Nath todavía riéndose. La fiesta había vuelto a la normalidad, como si no hubiera pasado nada salvo algunos comentarios.
- Sí, esa zorra sólo tiene lo que se busca.
- Wow, Bella, impresionante – dijo Emmet alzándome en volandas.
- Emmet, que se me ve lo que no debe...
- Oh, perdón, no queremos que Mike tenga una combustión espontánea – dijo señalandole. El muy baboso no me quitaba ojo – Que asco, creo que tendrás que pasar el mocho por donde está él, Alice.
- Puaj. Que asco – dijo poniendo una mueca.
- El que va a tener una combustión espontanea como todo siga así será mi hermano – dijo Jazz – casi se le salen los ojos cuando te ha visto.
- Ya será para menos. Además tiene a su guarrilla personal – y todos se rieron.
- Mi hermano se está cansando de ella – siguió Jazz – No creo que aguante mucho más sus tonterías, además no tienen nada serio. Creo que es todo meramente sexual – no pude evitar poner cara de asco. Jazz se rió – Sí, la verdad es que tiene que estar un poco desesperado, no se que puede ver en ella.
- Sí, tio. A ver, la chica no es fea – dijo Emmet – claro que con lo que lleva en la cara...apuesto que cuando se quita el maquillaje y se mira en el espejo se asusta – y todos nos reímos.
- Creo que tu lista de enemigos va en aumento – dijo Alice.
- No creo que aumente. Simplemente siempre lo han sido.
Subí al cuarto que Alice me había preparado para dormir, me quité la ropa y me puse el pijama. Los chicos seguían abajo, pero me apetecía estar sola.
No podía dejar de pensar en lo que había pasado. Tanya había estado a punto de pegarme de nuevo, pero además de impedírselo la dejé en evidencia delante de todos. Realmente no se de donde saqué al valor suficiente.
Por otro lado la reacción de Cullen...no sabía como interpretarla. Por un lado parecía que no quería estar a su lado, pero luego corre detrás de ella. ¡Maldito Cullen!
No puedo negar que me sentí como me taladraban el pecho cuando vi que fue detrás de ella. ¡Ugh! Al enemigo ni agua, Bella. Además, no te interesa lo que haga con su vida. Él no pertenece a la tuya, y tampoco quieres...¿o no?
- ¡Nath! – grité, y todo el mundo se giró para mirarme a mí, incluidos Tanya y Cullen.
- ¡Bella! - dijo abrazándome. Me cogió por las piernas para que las pasase por sus caderas. Era una postura un poco rarita para estar en el instituto, pero me daba igual, además era Nath. Pude ver por el rabillo del ojo cómo se les caía a todos la mandíbula al suelo.
- ¡Cómo te he echado de menos! - dije besándole en la mejilla y bajándome de encima de él.
- Y yo a ti, preciosa – todo el mundo nos miraba. Bueno, supongo que esto compensa todo el tiempo que estuvieron ignorándome.
- ¿Qué haces aquí? Dios, ¡cómo me alegro de tenerte aquí conmigo!
- Tu cumpleaños, ¿cómo me lo perdería? Además, ¡quiero ver que locura haces esta vez cuando te emborraches! - todo el mundo miraba la escena con la boca abierta.
- ¡Nath!Solo fue una vez y... tampoco fue para tanto...
- Ya, ya, tu padre no te ha visto el tatuaj...
- ¡Nath! Tenemos espectadores – eso último lo susurré.
- Oh, perdón.
Cullen nos miraba sin poder creerselo. Su mirada pasaba de Nath a su mano, que estaba fuertemente anclada en mi cadera. Después de dos miradas de tigre más se fue en su coche con la guarra.
- Ese es...- asentí – Es guapo. Está muy bueno...
- Nath, estás delante de sus hermanos – dije señalando a los chicos.
- Oh, perdón, que maleducado. Encantado, soy Nath, un amigo de Phoenix.
- Mira este es Emmet - le señalé – y esta es Rose.
Después de las presentaciones y demás me monté en la moto con Nath en dirección a la casa de Alice. Me encantó ver las caras de las chicas en el último vistazo que dí hacia el instituto. Si la envidia fuera tiña...
Cuando llegamos a su casa Alice estaba en el sillón con la cabeza recostada en el hombro de Jazz. Eran encantadores. Alice se puso como loca cuando vio a Nath y empezó a dar saltitos a su alrededor.
- Rose, por cierto, ¿me quieres explicar por qué has invitado a tu hermano a la fiesta?
- Eh...bueno, pensamos que podíamos seguir torturándole un poco más. Creo que lo que hicimos el otro día no paga lo que te hicieron pasar.
- Chicas, yo creo que ya está bien, ¿no? Además lo único que quiero es estar lo más alejada de él...
- ¿Estás segura de eso? - me preguntó Nath.
- ¿Por qué dices eso?
- Por nada, Bella. Te darás cuenta por ti misma cuando llegue el momento.
- ¿Que había querido decirme? Lo dejé pasar y nos pusimos a contarnos nuestras batallitas.
Nath me dijo que su novio Peter llegaría mañana, que se había quedado en Seattle cerrando unas gestiones, por lo visto iban a abrir un gimnasio nuevo. Eso me recordó el tiempo que hacía que no pisaba uno...bueno, si me cogían de animadora haría ejercicio, eso sin duda. Nos contó como estaba su hermana María y como seguían las cosas por Phoenix. Nos dijo que la gente de nuestro curso nos echaba mucho de menos.
Yo por mi parte le conté lo que había pasado con Cullen, nuestra venganza realizada y las que quedaban por hacer.
Nath se quedó en casa de Alice esa noche.
Mi padre estaba enterado de la fiesta y me dio permiso para quedarme después en casa de mi amiga. Sin duda mi padre estaba todo emocionado de que al fin tuviera amigos. Quedé con mi padre en que al día siguiente vendría Nath a conocerle. Gruñó un poco, si no estaba acostumbrado a tratar con amigas mías, excepto Alice, ya no hablo de amigos. Se quedó un poco más relajado cuando le dije que estaba pillado y que era con otro chico. Él sólo se fiaba de Jake en cuanto a chicos se refería.
Eso me hizo recordar. Jake. No podría venir a la fiesta. Al parecer había vuelto a ver a su hermana, ya que su marido tenía que viajar y no quería que se quedase sola con el recién nacido. Me hubiera gustado que estuviera aquí.
Al día siguiente quedamos todos en casa de Alice. La ayudamos a preparar la casa y a hacer las últimas compras. La casa había quedado muy bien decorada. Parecía una macrodiscoteca, aunque la casa fuera mucho más pequeña que la de los Cullen, no envidiaría nada a la anterior fiesta.
Eran las 7 y los invitados llegarían sobre las 9, así que disponíamos de dos horas para acicalarnos.
Después de bañarnos nos metimos en el cuarto de Alice y lo pusimos patas arriba. Nadábamos entre sombras de ojos, rizadores y planchas para el pelo.
A decir verdad estaba un poco nerviosa. Hoy vería a Cullen de nuevo. Cuando lo veía juro que por un lado me daban ganas de pegarle, pero por otro lado miraba sus labios y sus ojos y...¡Aghhh! Bella, concéntrate, ¡es el enemigo!
Rose sacó mi conjunto. Tengo que decir que eligieron hasta mi ropa interior. Eso fue un poco vergonzoso. Mi atuendo era un vestido rojo de tirantes ajustado al cuerpo que no llegaba ni mucho menos a la rodilla, algo que ni después de mi "transformación" me pondría. En los pies unas sandalias negras con plataforma y tacón altísimo.
- Rose, yo no me voy a poner eso – dije señalando el vestido.
- Oh sí, claro que te lo pondrás. Además, creía que habías dejado de ser la Bella mojigata. ¿Desde cuando te asusta un vestido?
- Desde ahora – gemí – se me va a ver todo, además esos zapatos...para eso dame una escalera y me subo a ella. ¿Cuantos centímetros de tacón tienen? ¿Nueve? ¿Diez?
- Con plataforma 12. Bella, deja de lloriquear y póntelo.
- ¿Por qué? Es mi cumpleaños, deja que me ponga lo que quiera.
- No. Tenemos que seguir con el plan de enloquecer a mi hermano.
- ¿Enloquecer a tu hermano? Por Dios, apuesto que ahora me odia.
- Bella, no hagas ni suposiciones ni apuestas – dijo Alice entrando en el cuarto – Hazme caso. Tu dejate aconsejar por nosotras y punto.
Los presentimientos de Alice empezaban a darme miedo. Siempre parecía acertar con todo. Hasta ahora todo lo que me había aconsejado me había salido bien.
Las chicas me peinaron y me maquillaron. El maquillaje fue suave, fue en el peinado en lo que se dejaron la piel. Me le alisaron por completo, muy difícil tratándose de mi pelo. Guau, liso me llegaba casi hasta la parte baja de mi espalda.
Las chicas estaba preciosas. Alice llevaba un vestido azul palabra de honor y Rose llevaba una minifalda de color blanco y un top negro.
La música a cargo de Jazz empezó a sonar. Era la hora de bajar.
Con cuidado y apoyándome en la barandilla bajé las escaleras. Alice estaba tentando mi olvidada torpeza al ponerme estas cosas en los pies.
Justo cuando terminé de bajar las escaleras entró Cullen. Tanya estaba zorreando con alguien del equipo, así que supuse que vinieron a la fiesta por separado.
Tuve la satisfacción de ver cómo casi se le salen los ojos de las cuencas al verme. Rose se rió sonoramente al ver la reacción de su hermano y me dio un codazo. Realmente ver a Cullen con esa cara me alentó a seguir jugando, aunque en el fondo sabía que esto estaba mal. Además el juego se podía poner en mi contra...Deseché esos pensamientos enseguida.
Pude ver que Cullen venía hacia mi y de repente mi seguridad se vino abajo. Cuando le tuve frente a frente intenté poner la cara más casual que pude.
- Eh...Bella...felicidades – me dijo sonriéndome – Estas...- dijo mirándome de arriba abajo – Estás hermosa – dijo en un suspiro.
- ¿Ahora estoy hermosa, Cullen?
- Yo...yo no he dicho nunca que tu no fueras guapa...yo pensé que...
- ¡Hey, hey hey, cumpleañera! - dijo Nath. Se lo agradecí interiormente. No sabía si lo que me decía Cullen me enfadaría más o que. ¡Que estoy guapa! ¡No le parecía tan guapa el día que me dejó como una mierda en mitad de un pasillo del instituto! - ¡Pero que guapa e irresistible estás esta noche! - me levantó del suelo me abrazó delante de él. Parecía que le había pegado con cola, porque no se movió ni un milímetro.
- Gracias, Nath. Tu estás cómo siempre, impresionante – dije de manera seductora. Había empezado el juego y Nath sería la pieza clave. Él se prestaría sin problemas.
- Me vas a ruborizar, preciosa – dijo cogiéndome por la cintura – ¿Vamos a por unas copas?
- Claro. Si me disculpas – le dije a Cullen en tono seco.
Una vez que nos apartamos donde estaban las bebidas Nath y yo nos comenzamos a reír.
- ¡Pobre!¿Has visto que cara ha puesto? - dijo Nath sobándose la tripa.
- Sí, pero que no te de pena, al enemigo ni agua – le respondí intentado que no se me corriera el rimmel.
Era increíble. Cuando le tenía cerca me daban ganas de pegarle y de besarle a mismo tiempo. Besar. ¿Algún día dejaría de hacer la cobra? Nath pareció leerme los pensamientos.
- Bella, ¿has dejado de practicar la cobra o sigues atormentando a los chicos sin tus besos?
- Eh...no lo volví a intentar.
- Igual si haces lo que te aconsejé...Igual si le besas...- dijo señalando a Cullen que nos miraba atento.
- Intenté besarle a él, Nath, pero me recordó aquella maldita noche y me aparté antes de tiempo. Además no creo que me haga bien estar tan cerca de él. La otra noche, cuando le tuve tan cerca, cuando me besó por el cuello...sentí cosas muy raras.
- ¿Pero buenas o malas?
- Ambas. Cada vez que estoy cerca de él tengo sentimientos encontrados. Por un lado quiero besarle y enredar mis manos en su pelo y por otro le pegaría hasta que se me durmiera la mano.
- Joder, Bella, aprendes rápido.
- Eso es lo que dicen por ahí – dije riéndome.
- Cullen te está mirando – me dijo en el oído – ¿Y si seguimos jugando?
- ¿Por qué queréis hacer esto vosotros? - no sabía a donde quería llegar todos con este jueguecito.
- Personalmente quiero saber su reacción al verte coquetear con alguien.
- Pero...
- Schhh...ven, hazme caso, vamos a bailar.
Empezó a sonar una canción muy sensual de Beyoncé. Nath me cogió de la mano y me llevó hasta el centro del salón que hacía las veces de pista. Miré a Rose y asintió con la cabeza. El juego comenzaba de nuevo.
Nath me cogió las manos y se las llevó a su nuca, me agarró de la cintura y empezamos a movernos. Echaba de menos bailar con él, la de noches que bailamos en Phoenix. Nos movíamos al ritmo de la música, Nath se colocó de manera que una pierna suya quedara entre las mías y continuamos bailando. Se podía decir que el baile se estaba poniendo caliente. Algunos hicieron corro y se pusieron a mirarnos. Cullen también, pero lejos de la pista. Apretaba su vaso como si se le fuera la vida en ello.
- Creo que le estamos enfadado – me dijo Nath en mi oído.
- ¿Por qué se iba a enfadar? - le contesté en su oreja.
- Eso tendrás que descubrirlo tu.
Y me giró de manera que mi espalda quedara pegada a su pecho. Colocó una mano en mi cadera mientras que con la otra me apartó el pelo para darme un beso en el cuello. Me recordó la noche que baile con Cullen. Cerré los ojos ante este pensamiento.
Cuando los abrí pude observar que muchas de las chicas presentes me miraban con envidia a la vez que los chicos miraban mal a Nath.
La canción se terminó y fuimos a por otra copa. Menos mal que el alcohol ya no tenía ese efecto devastador en mi.
Estábamos riéndonos Nath y yo cuando Cullen se acercó.
- Bella, ¿que...que ha sido eso? - preguntó atropellando las palabras.
- ¿Que ha sido qué, Cullen?
- Mmmm...puedes dejar de llamarme así – dijo pellizcándose el puente de la nariz – Tengo nombre – dijo claramente molesto. Bien, eso le molestaba.
- Pero Cullen es tu apellido, ¿no? - asintió y seguí con el juego – ¿Qué ha sido el qué, Cullen? - no pude evitar una sonrisilla tonta.
- El numerito que has montado hace un momento. Todos los chicos te miraban como si fueras un trozo de carne.
- Muy bien, ¿y qué? No creo que a ti te importe lo más mínimo – y miré sus labios, concentrate Bella.
- Mmmm...esto...- balbuceó – ¿y quien es este? - preguntó señalando a Nath.
- ¿Y a ti que más te da?
- ¿Es tu novio? - esto era el colmo. ¿Quien se creía que era para interrogarme de esa manera?
- ¿Y si lo fuera qué? ¿Yo te pregunto con quien te acuestas? - abrió la boca pero no le salieron las palabras.
- Parece mayor para ti – se acercó a mi oído – Igual quiere aprovecharse de ti.
- ¿Como tu lo hiciste aquella noche? Me usaste como un pañuelo, cuando ya no te hacía falta me tiraste – volvió a quedarse sin palabras.
- Bella – consiguió decir – Yo...no sabes cuanto lo sient...
- ¡Eddie! - gritó Tanya detrás de él – Eddie, por fin te encuentro – dijo haciendo un lamentable puchero.
- He estado aquí todo el tiempo – dijo secamente.
- Isabella – me dijo Tanya – bonito espectáculo el que has dado antes, parecías digna del mejor club de striptease del país, sólo te faltaba la barra – oh, ¿me estaba llamando guarra? - Eddie vamos, no me has echo caso en toda la noche.
- Claro, si no hubieras estado zorreando por la fiesta con todo ser humano con pene te habrías dado cuenta de que Cullen estaba aquí solo – no sé como me salieron las palabras, pero me quedé muy a gusto. Cullen abrió mucho los ojos y a Nath se le escapó una carcajada.
- ¿Me estás llamando zorra, niñata? - empezó a ponerse de todos los colores – ¿Quién te crees que eres para insultarme en la cara delante de todo el mundo?Estúpida – alzó la mano como aquella noche en la que me pegó. Fui más rápida de que ella y le intercepté la mano en el camino. Noté que Cullen se tensó.
- ¿Que vas a hacer, Tanya? ¿Pegarme como aquella noche? - pude ver que Cullen abrió mucho los ojos – Ya no soy la estúpida de antes. Ya no me das miedo. ¿Y quien te crees que eres tu? Tu si que eres una niñata, das pena, Tanya – y apartó con brusquedad la mano que la estaba agarrando. Cullen tenía el ceño fruncido.
- Eres una maldita zorra, Isabella – dijo gritando.
- ¿Yo soy la zorra? Tanya, yo no me he acostado con medio instituto. Apuesto que lo debes de tener como el canal de la Mancha – dije señalando sus partes.
Todo el mundo estalló en una sonora carcajada. Tanya se fue dando un portazo tras ponerse de todos los colores posibles hasta llegar al rojo. Cullen seguía con el ceño fruncido, me miró por un momento y se marchó. Supuse que se fue detrás de Tanya a consolarla. Que te aproveche Cullen, vete detrás de tu zorra. ¿Por qué demonios se enfadó por mi baile con Nath si ahora corría detrás de ella?
- Eso ha estado muy bien, Bella – dijo Nath todavía riéndose. La fiesta había vuelto a la normalidad, como si no hubiera pasado nada salvo algunos comentarios.
- Sí, esa zorra sólo tiene lo que se busca.
- Wow, Bella, impresionante – dijo Emmet alzándome en volandas.
- Emmet, que se me ve lo que no debe...
- Oh, perdón, no queremos que Mike tenga una combustión espontánea – dijo señalandole. El muy baboso no me quitaba ojo – Que asco, creo que tendrás que pasar el mocho por donde está él, Alice.
- Puaj. Que asco – dijo poniendo una mueca.
- El que va a tener una combustión espontanea como todo siga así será mi hermano – dijo Jazz – casi se le salen los ojos cuando te ha visto.
- Ya será para menos. Además tiene a su guarrilla personal – y todos se rieron.
- Mi hermano se está cansando de ella – siguió Jazz – No creo que aguante mucho más sus tonterías, además no tienen nada serio. Creo que es todo meramente sexual – no pude evitar poner cara de asco. Jazz se rió – Sí, la verdad es que tiene que estar un poco desesperado, no se que puede ver en ella.
- Sí, tio. A ver, la chica no es fea – dijo Emmet – claro que con lo que lleva en la cara...apuesto que cuando se quita el maquillaje y se mira en el espejo se asusta – y todos nos reímos.
- Creo que tu lista de enemigos va en aumento – dijo Alice.
- No creo que aumente. Simplemente siempre lo han sido.
Subí al cuarto que Alice me había preparado para dormir, me quité la ropa y me puse el pijama. Los chicos seguían abajo, pero me apetecía estar sola.
No podía dejar de pensar en lo que había pasado. Tanya había estado a punto de pegarme de nuevo, pero además de impedírselo la dejé en evidencia delante de todos. Realmente no se de donde saqué al valor suficiente.
Por otro lado la reacción de Cullen...no sabía como interpretarla. Por un lado parecía que no quería estar a su lado, pero luego corre detrás de ella. ¡Maldito Cullen!
No puedo negar que me sentí como me taladraban el pecho cuando vi que fue detrás de ella. ¡Ugh! Al enemigo ni agua, Bella. Además, no te interesa lo que haga con su vida. Él no pertenece a la tuya, y tampoco quieres...¿o no?
Última edición por Qamiila Quinteros el 20/5/2012, 7:40 pm, editado 1 vez
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Re: La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado
Qamiila Quinteros escribió:CAPITULO 24 - SEGUNDO ASALTO
¿ESTE ES EL TITULO Y EL CAPITULO?... Y EL RESTOOOOOOO!!!! jejeje, me falta todo lo que pasooo
Ebys Cullen- .
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Re: La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado
¿ESTE ES EL TITULO Y EL CAPITULO?... Y EL RESTOOOOOOO!!!! jejeje, me falta todo lo que pasooo [/quote]
jajajaj ... Lo siento se fue la luz y tenia el notebook sin la batería... después salí y no me había podido conectar!!
Pero acá estoy!
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Re: La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado
CAPITULO 25 - NO QUIERO SER COMO TÚ
Bien, en estos momentos tenía muchas cosas en la cabeza. Y ninguna buena. ¿Había oído bien? ¿Había dicho Bella que Tanya la pegó la famosa noche del baile? ¿Por qué coño no me había enterado yo de eso?
Salí de la casa de Alice, a la que al fin pude conocer y ponerle cara, en busca de Tanya, aunque no tuve que esforzarme mucho. Tanya estaba rodeada por sus amigas y he de decir que aún estaba tan roja de la rabia como un tomate maduro. Sólo le faltaba echar humo por la nariz.
En cuanto me vio se abalanzó a mi cuello e intentó abrazarme haciendo pucheros falsos.
- Eddie...¿has visto lo que esa niñata me ha dicho delante de todos? ¡Me ha llamado zorra! - dijo lloriqueando.
- Tanya, apartate – dije intentando desenroscar sus brazos de mi cuello aunque parecía inutil - ¡Apartate! - grité. Las amigas de Tanya dieron un respingo y Tanya se apartó de mi furiosa.
- Si vienes a animarme no estás ayudando mucho, Edward. Ahora mismo te necesito – dio un paso hacia mi con los brazos por delante para engancharme de nuevo pero la esquivé.
- Ni vengo a animarte ni a abrazarte, Tanya – miré a las chicas - ¿Podeis dejarnos a solas? - Tanya cabeceó y las chicas obedecieron al instante como los perritos falderos que eran - ¿Se puede saber qué demonios hiciste con Bella la noche del baile?
- ¿Yo? - fingió inocencia – No se de que me estás hablando.
- Lo sabes perfectamente. La pegaste – desvió la mirada con una mueca de desdén.
- ¿La crees a ella antes que a mi?
- Sí – Tanya me perforó con la mirada – Eres rastrera, Tanya – dije mirándola de arriba abajo.
- ¿Ahora soy rastrera? No te lo parecía cuando me llamabas para acostarte conmigo – dijo alzando la barbilla.
- Otra vez con lo mismo...¿Qué significan unos polvos sin importancia? Eso es lo que tu has sido en mi vida...algo sin importancia. No quiero estar cerca de gente como tu – me di la vuelta para montarme en el volvo.
- ¿Gente como yo? - me paré en seco pero sin girarme para mirarla – Tú eres igual que yo, Edward. Estamos en el mismo grupo.
No me giré. Tanya podría tener algo de razón. O mucha. Se podía decir que yo también era rastrero. Y mala persona. Y un capullo. Había jugado con Bella y ahora me había devuelto la patada multiplicada por dos.
Me metí en el Volvo para irme a mi casa. No tenía ganas de ver a nadie. Llevaba unos días que necesitaba estar solo. Por todo lo sagrado...Bella había venido para quedarse en el pueblo y en mi mente...Pero ahora lo que no me podía sacar de la cabeza era a ese...chulo playa. ¿Quién demonios era el chico de la moto? ¿Quién era el chico que hacía pocos minutos se había restregado con Bella delante de todos? ¡Arg! Ahora mismo me sentía como un puñetero león enjaulado...sí, lo reconozco...la rabia me estaba carcomiendo. De hecho, las palabras se escaparon de mi boca cuando le pregunté a Bella quien era el tipo en cuestión.
Me habían dado ganas de pegarle cuando le vi llegar el día anterior en esa fabulosa moto y más cuando vi cómo se abrazaba a Bella. Y me dieron ganas de estrujarle cuando ella le enroscó las piernas alrededor de sus caderas. ¿Serían amigos? ¿O algo más? ¡Pffff!
Estaba cabreado. Estaba tremendamente enfadado conmigo mismo. Vamos, era Edward Cullen, el terror de las nenas...yo no me pillaba por nadie...hasta ahora. Nunca me había sentido así...Y tenía que ser con la chica que más me odiaba en la faz de la tierra. Fa-bu-lo-so.
Aparqué y entré en mi casa. Mis padres estaban sentados, mi padre leyendo lo que parecían ser unos informes del hospital y mi madre viendo un programa de decoración en la tele.
- Hijo – dijo mi madre – Qué pronto has llegado...- frunció el ceño - ¿Pasa algo? - si, mil cosas.
- No...no, es que estaba cansado y eso...- mentiroso.
- Hijo, te entrenas demasiado para el equipo – me regañó mi padre – Tómatelo con calma.
- Sí...eso es lo que tengo que hacer...tomarmelo con calma – y mucha paciencia – Voy a mi cuarto.
- ¡Que descanses! - me chilló mi madre mientras subía las escaleras.
Me metí en mi habitación y me quité la ropa que llevaba para ponerme un pantalón de pijama. Me tumbé en la cama y cerré los ojos.
Yo era el claro ejemplo de cómo complicarte la vida en menos de una semana. Hace unos días se podía decir que yo era feliz. O más o menos. Tenía mis amigos, tenía las chicas que quería incluída Tanya y tenía popularidad...ahora mis amigos se habían convertido en unos cabrones que se reían a mi costa, las chicas del pueblo ya no me interesaban, había empezado a odiar gradualmente a Tanya y...bueno, me quedaba la popularidad. Pero, ¿de qué me servía? Sólo para recordarme que era el mayor de todos los capullos.
Cerré los ojos y visualicé perfectamente a Bella. Esta noche estaba bellisima...y muy caliente. Ese vestido rojo abrazaba su cuerpo como una segunda piel y realzaba sus bien formados contornos...por Dios, ¿cómo no me había fijado antes en ese culo? Su cuerpo...simplemente era perfecto. Su pelo, su boca y su forma de moverse...me volvía loco. Bella me hacía excitarme con tan sólo mirarla, si pudiera tocarla de nuevo no se lo que pasaría...Hasta que tuvo que entrar en escena ese musculitos bronceado. Había deseado ser yo el que bailara con Bella esta noche. Hubiera dado cualquier cosa por ser yo el que se moviese al compás suyo, ser yo el que la acariciase...maldito hijo de perra...Para colmo el muy cabrón parecía un modelo de anuncio de perfume para hombre...gilipollas.
Me sobresalté cuando la puerta de mi habitación fue aporreada con violencia. Miré el reloj extrañado, sólo había alguien que maltratase mi puerta de esa manera...Sí, era Emmet. Abrió la puerta y asomó la cabeza un poco; estaba sonriendo de manera que sus famosos hoyuelos se marcaban de manera graciosa, casi cómica.
- ¿Estás visible? ¿Se puede pasar o estás en pelotas? No me gustaría tener ese recuerdo en mi mente y...
- Cállate y pasa – le corté. Mi amigo se acercó hasta mi cama y se sentó en el borde - ¿Cómo es que no estás en la fiesta?
- Prefiero huir antes del final...así no me enganchan para recoger – sonrió infantilmente – Además ya se ha quedado Jasper con las chicas...ese capullo al final triunfa con Alice – movió las cejas.
- Esa chica me mira como si quisiera perforarme el cráneo...- dije mientras me incorporaba.
- Normal, eres un capullo – dijo tumbándose en mi cama.
- Y tu muy buen amigo, ¿sabes? - dije irónico. Nos quedamos unos segundos sin decir nada, cada uno con sus pensamientos - ¿Sabes...- tosí – sabes quién es ese chico? ¿El musculitos?
- Se llama Nath...él y Bella se conocieron en Phoenix y...- Emmet se calló, se levantó de golpe de la cama y me miró muy serio - ¿No estarás celoso?
- ¿Yo? Sí, claro...venga ya, tío...es...pura curiosidad – mentiroso de nuevo.
- Ya – Emmet se levantó y puso los brazos en jarra – Aunque parezca que la mayoría de las veces no me entero de las cosas, a mi no se me engaña, Eddie. Te mola un huevo Bella, eso no me lo puedes negar, y estás celoso hasta la coronilla del musculitos como tu le llamas...¿Qué voy a hacer contigo, Edward? - volvió a ensanchar su sonrisa. A saber qué se le habría ocurrido ahora – Por cierto...te has enterado ya, ¿no?
- Ilumíname – dije dejándome caer de espaldas en la cama.
- El lunes se presenta Bella a las pruebas para ser animadora.
- ¿Qué? - me levanté de golpe de la cama con demasiado ímpetu - ¿Cómo que quiere ser animadora? Me estás vacilando, Emmet...Bella se tropezaba con sus propios pies...
- Ya, y antes era un poquito más fea, no te jode...la gente cambia Eddie...parece mentira que no te hayas dado cuenta cómo se mueve ahora...- miró el reloj – Me voy a recoger a mi Rose...mañana vamos todos a la playa de la Push...Que sueñes con los angelitos – canturreó mientras se largaba de mi cuarto.
¿Bella de animadora? ¿Pero en qué mundo estamos? Sólo me faltaba que la cogieran...no, no, no. No podría concentrarme en mi equipo si tenía a Bella a escasos metros de mi con esa faldita tan corta y ese top tan estrecho y moviendose al ritmo de la música y...sí, mejor vete a dormir, Edward.
El lunes me levanté super motivado por tener que ir al instituto, notese la ironía. Gracias a los cielos el comienzo del día fue tranquilo, ya que cuando bajé a desayunar mis hermanos ya se habían ido.
Pero la llegada al instituto fue otro cantar...un minuto después de que yo aparcara Bella hizo su aparición estelar. Ya no traía esa vieja camioneta descolorida...ahora traía un coche azul y con la música a todo volumen. Cuando se bajó del coche casi me da algo...esos pantalones pitillos se adaptaban a esas curvas traseras que tan loco me habían vuelto desde que las descubrí y aunque llevaba un jersey de lana, su escote en pico dejaba entrever un precioso canalillo...Su pelo bailaba a su alrededor con cada paso que daba y para cuando se mordió el labio inferior yo tenía una taquicardia severa...Señor, mátame que me dolerá menos.
Iba a entrar al edificio cuando vi que la interceptaba Jessica por el camino. Dios mío...Jessica...¿en qué estaba pensando cuando salí con ella? Era cotilla, chismosa y el tono de su voz te podía dar de entera...aunque era definitivamente mejor que Tanya, si lo miramos bien.
Era consciente de que me estaba volviendo un cotilla y un marujo, pero aún así decidí quedarme un rato, para ver si pillaba algo y...¡bingo! Sabía que Jess no me defraudaría; no tardó ni dos nanosegundos en preguntarla por el famoso musculitos...hasta que Lauren apareció en escena y jodió mis intentos de cotilleo. Rubia corta-rollos. Venga, a la mierda.
Me metí en clase sin ninguna gana. Me senté en mi mesa y recé para que la mañana se pasara lo más rápido posible...o no. Cuando finalizaran las clases se harían las famosas pruebas para las animadoras...dudaba mucho que mi pobre salud mental pudiera soportar un bailecito de Bella en minifalda, por muy mal que lo pudiera llegar a hacer.
- Me he descojonado de la risa, tío – dijo Newton mientras entraba por la puerta.
- A mi en el fondo me ha dado un poco de pena...- dijo Tyler – Bueno, ¡qué cojones! ¡No, no me ha dado pena...! - ambos chicos se rieron a carcajadas.
- ¿Qué pasa? Vuestras risas se asemejan a los chillidos de una hiena en celo – dije mientras los chicos se sentaban a mi lado.
- Tío, eres un capullo – espetó Tyler – No sabes cómo de mal ha dejado Bella a Lauren...
- ¿Qué ha pasado?
- Pues que Lauren ha intentado dejar mal a Bella por el baile que se marcó el otro día en la fiesta de la nueva y ha salido escaldada – explicó Tyler – Y delante de todos.
- Parece ser que la nueva Bella es una caja de sorpresas, ¿no? - me preguntó Newton mientras me guiñaba un ojo.
Afortunadamente vino el profesor a salvarme de los codazos y los guiños de Newton.
Pero las clases no son eternas y la jornada llegó a su fin...para dar paso a las pruebas de animadoras. Yo como capitán del equipo, tenía que estar presente...Por el tema de inculcar los valores por los que se rige el equipo, deportividad, esfuerzo y tesón. Toma ya. Yo, que había conseguido el puesto de capitán de una forma muy deportiva y con mucho esfuerzo...
Reuní toda mi fuerza de voluntad y con toda la parsimonia que me fue posible fui hasta los vestuarios. Me hice tanto el remololón que cuando quise llegar ya no había nadie por los alrededores.
Y me sorprendí cuando vi a alguien en unos de los bancos. Fui hacia las taquillas para cambiarme de ropa cuando vi que era Bella. Llevaba puesta la falda del uniforme de animadora...apenas le tapaba lo justo y mi mente fue a mil por hora aunque sabía perfectamente que debajo llevaba un pantaloncito corto. Y lo "peor" no fue eso...lo peor fue que en la parte de arriba no llevaba nada más que un sujetador de encaje blanco que moldeaba sus bien formados pechos de una manera increíble...bien, me corrijo. Lo peor de lo peor fue cuando Bella se percató de mi presencia. Gracias a mi visión periférica, ya que yo seguía mirando sus pechos, supe que ella me estaba mirando a los ojos...y algo enfadada. La miré a los ojos y...bien, me corrijo. No estaba algo enfadada, estaba extremadamente enfadada.
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CAPITULO 26 ¿YO DE ANIMADORA?
Ese fin de semana fuimos los chicos y yo, Nath y Peter incluidos, a la playa de la Push. Era septiembre, por lo tanto no hacía ese frío cortante que siempre hacía en Forks. Teníamos que aprovechar antes de que llegaran las lluvias.
Estuvimos con Jake y con los chicos de la reserva. Se sorprendieron mucho al verme tan cambiada y bromearon conmigo. Empezaron con las batallitas y Alice no dudó en relatar mis contadas borracheras a lo que correspondieron con sonoras carcajadas.
Después de cenar en la playa y pasear por la arena volvimos a casa.
Mañana sería el gran día: la prueba para ser animadora. La idea no me apasionaba, pero sólo con imaginar la cara de Tanya y Lauren si me cogían...Aceptaba gustosa.
Al día siguiente me levanté, me aseé y me vestí. Me puse unos pantalones pitillo negros y una camiseta de manga larga gris con algo de escote y en los pies, mis converse.
Decidí llevar mi precioso coche para lucirlo un poco. Si mi trasto me gustaba, esa preciosidad roja era mi delirio.
Llegué al aparcamiento con la música alta y todos se giraron para verme. Sonreí hacia mis adentros, pasé de que todos me ignoraran a ser el centro de atención. Hace algún tiempo eso me hubiera incomodado, pero ahora le estaba cogiendo gustillo.
- Qué contenta vienes hoy, Bella. No tendrá algo que ver el chico del otro día...- dijo Jessica con su habitual tono nasal. No es que me cayera muy mal, bueno, cuando estuvo saliendo con Cullen la odié en silencio, pero su presencia tampoco me agradaba. Se la veía interesada y falsa. Además de cotilla.
- Bueno, fue una sorpresa agradable volver a verle – dije siguiendo el juego cuando observé a Cullen que nos miraba no muy lejos de nosotras.
- O sea...¿que es tu novio? - cotilla rematada. Cullen pareció poner más interés en la conversación.
- ¿Y por qué crees que es mi novio? Según vosotros nunca tendría novio, no veo por qué ahora iban a cambiar las cosas – que siga el juego, pensé. Vi que Lauren se acercaba un poco más.
- Bueno, las personas cambian, Bella. ¿Es tu novio? - ¡qué pesada!
- Es...digamos que es amigo mio. Muy buen amigo mio – si confirmaba que no era mi novio se acababa el juego.
- ¿Y con tus amigos te restriegas de esa manera? - dijo Lauren desde atrás.
- No hice nada malo, Lauren – dije fingiendo inocencia – Yo solo bailaba con un amigo, tu con los tuyos juegas al teto...ya sabes...tu te agachas y él te la... – dije aguantando las risas. Oí a Emmet carcajearse a lo lejos.
- ¿Qué...que estás queriendo insinuar?
- ¿Yo? - dije señalándome – Nada, que a mi me gusta bailar con mis amigos y a ti te gusta follarte a los tuyos, simplemente – la carcajada fue sonora en el aparcamiento. Se giró de forma muy teatral y se marcho hacia el edificio.
- Entonces...- Jessica otra vez – ¿No es tu novio? Lo digo porque...bueno, el chico está muy bien..No mme importaría intentar algo...- Pobre Mike, esto cada vez se ponía mejor.
- Oh, claro que no hay problema. Intenta algo con él antes de que vuelva a Phoenix. Es un encanto de chico – me gustaría ver el intento de seducción de Jessica. Seducir a un gay, genial, hoy me reiría.
Una vez que llegué al interior del edificio me fui hacia mi taquilla y metí mi mochilla.
- ¡Hola! - gritó Alice.
- Joder, Alice, me matarás de un susto un dia de estos.
Perdona, es que lo del aparcamiento ha estado muy bien. Bella, tengo que agradecerte los buenos momentos y las risas que estoy pasando a tu lado – dijo con fingida seriedad y poniéndose la mano en el corazón – Me estoy riendo más en estos días que en toda mi vida.
- Ya lo creo. De verdad que no se de donde me sale el valor para hacer y decir lo que hago. Nunca me creí capaz de hacerles frente.
- Bueno, el tiempo pone a cada uno en su lugar. Vale, una vez dicho esto...toma – y me extendió una bolsa.
- ¿Qué es esto?
- La ropa para la prueba de animadoras. ¡Te quedará genial!
Abrí la bolsa y saqué la ropa. Era el uniforme con el que ensayaban las animadoras. Era una falda-pantalón muy corta de color blanco con el bajo ribeteado en azul y la parte de arriba era un top son mangas y con escote pronunciado.
- Oh, creía que eso de "animar" a los jugadores era otra cosa. Con esto vamos a animar otras cosas además del partido.
- Y ese es el de ensayos, tienes que ver el oficial.
- Alice, ¿crees que esto saldrá bien? - dije señalando el conjunto.
- Por supuesto, confía en mi.
La prueba sería una vez terminadas las clases, clases que para mi frustración pasaron demasiado pronto.
Me retrasé un poco charlando con Angela. Cuando llegué a los vestuarios ya estaban vacíos, todo el mundo estaba en el gimnasio, así que me apresuré a cambiarme. Me puse primero la falda del demonio. Dios, quedaba más corta de lo que pensaba, menos mal que lleva pantaloncito debajo. Me estaba quitando la camiseta cuando noté una presencia en la espalda.
- Oh dios, lo siento, pensé que no había nadie – dijo Cullen. ¡Ugh! Lentamente me di la vuelta y se sorprendió al ver que era yo.
- ¿Qué haces aquí? - le chillé. Vi como su mirada iba de mi cara a mi pecho y tragaba en seco. Miré hacia abajo y me di cuenta de que no me había terminado de cambiar. Mis pechos eran cubiertos por un sujetador blanco que contrastaba con mi piel. En un acto reflejo me tapé con la camiseta.
Y..yo...bueno...- tartamudeó sin dejar de mirarme – Es...estos son los vestuarios, ¿no? ¿Pues que voy a hacer? ¡Cambiarme! - dijo nervioso.
- ¿Cambiarte? ¿Para qué? Hoy es la prueba de animadoras.
- Así que no era broma, ¿no? Es verdad que vas a hacer la prueba...- asentí con la cabeza - Oh, pues...vale. Yo...yo me voy a cambiar porque tengo que estar presente...
- ¿Por qué? - volví a chillar. No podría concentrarme con él delante.
- Porque soy el capitán del equipo, ¿recuerdas?
Claro que recordé. Volví a recordar cómo me apostó para poder convertirse en el capitán. Le miré a la cara y parecía apenado. Pasé por su lado y me dispuse a ponerme la camiseta por el camino sin importarme que alguien pudiera verme en ropa interior.
Cuando llegué al gimnasio Alice se abalanzó sobre mí.
- ¿Donde estabas? ¡Creí que habías huido!
- Estaba cambiándome – dije señalando los vestuarios – Y alguien me entretuvo – la vista de Alice se ensanchó cuando vio a Cullen salir por la misma puerta que yo.
- ¿Que...? ¿Estabais ahí los dos...solos? Y tu...estabas...estabas...
- Sí Alice, estaba medio en pelotas cuando Cullen entró – oí a Jazz reírse bajito.
Al parecer había venido a apoyar a Alice. Eché una ojeada por el gimnasio y pude ver en la otra punta a Tanya con Lauren haciéndome la mirada del tigre. Las demás chicas me miraban sorprendidas y no era de extrañar. Si me tropezaba andando por lo llano, ¿cómo no me iba a accidentar bailando? Afortunadamente la mayoría de los presentes ya me habían visto en acción con el baile.
Cullen se sentó al lado del entrenador y me miró fijamente. Tanya se dio cuenta y murmuró algo al oído a Lauren.
- Bien chicas, la prueba será por parejas. Primero haremos una pre selección y escogeremos a las mejores y una vez elegidas a las mejores entre ellas escogeremos a la capitana del equipo. Podéis elegir a la pareja que queráis.
- Tu conmigo, Bella – dijo Alice cogiéndome de la mano.
Éramos bastantes chicas. Todas se pusieron por parejas y la prueba comenzó.
Constaba de improvisar un baile con la música que te pusieran.
Mientras sonaba la música miré a Cullen, que apartó su mirada al encontrarse con la mía. ¿Por qué me miraba? Tanya se encontraba al otro lado del gimnasio, que la mirase a ella que para eso se la follaba. Bella, concentrate, pensé.
Llegó nuestro turno y Jazz y Emmet, que había llegado con Rose, empezaron a silbar y a aplaudir.
La canción era una de Avril Lavigne muy movida, y empezamos a bailar. Nos salió muy bien y cuando acabamos las dos no pudimos reprimir las risas. Me había salido. ¡Me había salido bien!Todo el gimnasio nos miraba con la boca abierta, Cullen incluido. Parecía que les habíamos sorprendido. Emmet empezó a aplaudir más fuerte y Jazz sonreía embobado a Alice.
Éramos las últimas por lo que empezó la pre selección.
- Bien, chicas, los nombres que voy a decir a continuación son los de las elegidas, a las demás gracias por participar – y empezó a nombrar – Samanta, Lisa, Anette...- dejé de escuchar por un momento para ver que Cullen me miraba. Aparté la vista de él – Tanya, Alice y Bella. Ahora de entre las elegidas escogeremos a la capitana.
- ¡Bella! Nos han cogido. ¡Te lo dije! - gritó Alice – Oh, al parecer a Lauren no la han cogido. Se ha ido a llorar al vestuario – dijo con fingida pena. Sólo pude reirme.
La selección de la capitana fue de la misma manera que antes. Empezamos por parejas y fueron eliminando.
Sorprendentemente al final sólo quedábamos Lisa, Tanya y yo. Volvimos a bailar y eliminaron a Lisa. No me lo podía creer, me estaba saliendo perfecto. Tanya y yo mano a mano. Pude ver que Cullen fruncía el ceño. Miré a Tanya y tenía una risa maliciosa en el rostro.
Comenzamos de nuevo. El baile estaba yendo bien hasta que noté como Tanya me empujaba ligeramente y yo caía al suelo de culo. La música paró y ella comenzó a reírse señalándome. Cullen se levantó pero se volvió a sentar cuando noté que unos fuertes brazos me levantaba del suelo. Era Nath. ¿Cuando había llegado?
- Entrenadora, se ha caído la muy torpe – dijo Tanya señalándome en un intento de que todos se rieran de mi. Cerré los ojos esperando las carcajadas. Pero nada.
- ¡Tanya! - gritó la entrenadora – ¿Me puedes explicar que es lo que ha pasado?
- ¿Qué? Pregunteselo a ella. Yo no tengo la culpa si es torpe y se tropieza con sus pies.
- Tanya, te daré la oportunidad de explicarte.
- ¿Yo? Yo no tengo nada que explicar – dijo enfadada.
- Bien, hablaré con ellos – dijo señalando al entrenador y al capitán del equipo.
- ¿Qué demonios ha pasado? - preguntó Nath.
- Esta...zorrona, me ha empujado y me he caído.
- Bueno, afortunadamente lo han visto todos, no creo que lo dejen pasar por alto.
- No se...parece que Cullen también opina y...no creo que se ponga de mi parte – dije mirándole. Estaba hablando con los entrenadores y gesticulando con las manos. Y luego volvió a mirarme.
- Silencio – dijo la entrenadora – Tanya, no vamos a permitir este tipo de comportamientos en nuestro equipo. El compañerismo es uno de nuestros pilares así que, sintiéndolo mucho quedas expulsada del equipo. Tu puesto lo ocupará Lisa.
- ¿Que? - chilló – Yo no le he hecho nada. ¡Es injusto!
- Tanya, por favor – dijo señalándole la puerta – Bella, serás la nueva capitana del equipo, felicidades – me dijo.
- Gracias – dije sonriendo. Wow, yo animadora. ¡ Yo de animadora! Cuando se entere mi padre no se lo va a creer.
¿Y ahora qué? Pues a celebrarlo con mis amigos. ¡Fiesta!
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CAPITULO 27 - NO ME TOQUES
Estábamos en el aparcamiento discutiendo como celebrarlo. Quedaríamos mañana e iríamos a Port Angeles.
Estábamos riéndonos cuando escuché su voz.
- Bella – me giré lentamente.
- ¿Qué quieres, Cullen? - sí, reconozco que sonaba muy cortante.
- Yo...- suspiró – podríamos hablar un poco ¿a...solas? - dijo señalando a mis amigos.
- ¿Qué quieres? - Repetí, no tenía intención de ir con él a ningún sitio. La última vez que me dijo que quería hablar conmigo terminamos muy mal.
- Solo...solo quiero decirte algo...y luego si quieres me ignoras de nuevo.
- De acuerdo, tienes cinco minutos – y me alejé unos metros de los chicos – ¿Que?
- Yo...mira siento lo que ha pasado antes, no era mi intención entrar al vestuario cuando tu...- y su mirada recorrió mi cuerpo – bueno, eso, que fue sin mala intención, de verdad – vaya, eso me lo creí – y también por lo de Tanya – y me miró fijamente a los ojos.
- Mira, Cullen, eso no tiene importancia, además todos han visto que me ha empujado. Cada uno tiene lo que se merece. Lo que me sorprende es que no hayas corrido detrás de ella como el otro día en la fiesta.
¿Qué? - parecía confundido – Yo...yo no fui detrás de nadie la otra noche. Le dije un par de cositas que teníamos pendientes y me fui a casa. Solo – ¿Qué?
- Yo creí que te fuiste detrás de ella...a consolarla, como estáis juntos...
- ¿Qué? No,no, no. Yo no tengo nada con ella, además...
- Mira, Cullen, no me tienes que dar explicaciones.
- Ya, pero es que ella no es nada mio. Además después de ver lo que ha hecho hoy...y después de saber lo que ella hizo esa noche...
- ¿De qué estas hablando?
- La...la noche del baile...yo no sabía que ella te había pegado – dijo apenado y con la cabeza gacha. Hice una mueca al recordarlo - Yo no...yo no sabía nada. Rose me contó que te tuvieron que llevar a la enfermería por...
- ¡Bella! - llamó Nath a lo lejos – ¿Estás bien? - mi cara debía de ser un poema.
- Viene tu novio – gruñó Cullen.
- Eh, ¿estás bien? - me dijo Nath tocándome la cara.
- Mmmm si, estoy bien – dije con una falsa sonrisa.
- Preciosa, nos ha surgido un imprevisto y nos tenemos que ir antes – dijo delante de Cullen, que no se había movido un milímetro.
- ¿Ha pasado algo? - dije preocupada.
- No, nada malo, ni mucho menos. Era una sorpresa pero...bueno, os lo voy a contar – dijo mientras Peter se acercaba y le tomaba de la mano – ¡Nos vamos a vivir juntos! - y se dieron un beso en la boca. La cara de Cullen no tenía precio. El chico que hace dos minutos se pensaba que era mi novio se estaba besando con otro tío. Pude ver un matiz de...¿alivio? En su cara.
- Oh, chicos, me alegro mucho – dije abrazándoles.
- Sí, nos vamos porque parece ser que los dueños de la casa la van a abandonar antes de tiempo. Así que debemos comenzar la mudanza cuanto antes. Lo siento, pero no podremos celebrar lo tuyo con vosotros. Bella, tenemos que irnos ya, el avión sale dentro de cuatro horas y tenemos que preparar todo. ¿Vienes?
- ¡Claro! - miré a Cullen – Si me disculpas...
- ¿Podremos hablar en otra ocasión? - dijo esperanzado.
- Puede - Y me marché con mis amigos.
¿Qué demonios me querría decir? Me fui con los chicos en el coche de Rose.
- ¿¡Qué quería el estúpido de mi hermano? - dijo Rose.
- ¡Rose! ¡No seas tan dura con el! - espetó Jazz. Vaya, él nunca replica a su hermana.
- ¡Jazz! ¿Le estas defendiendo? ¡No me lo puedo creer! ¡Acaso no te acuerdas de cómo estaba Bella esa noche!
- Sí, y se que lo que pasó no se puede justificar con nada, sólo digo que...igual él quiere cambiar.
Chicos, dejemos de discutir, en serio, no merece la pena – dije en tono conciliador.
- Si, además hay que planear una salida para celebrar lo nuestro – dijo Alice – ¡Oh, y hay que ir de compras!
Gemí. Lo de ir de compras lo había superado e incluso podía decir que me gustaba, lo que me aterraba era Alice. Si de por si hay que temer a una adolescente en un centro comercial a mi amiga con veinte tarjetas de crédito en su cartera no había quien la parara.
Después de despedir a Peter y Nath nos fuimos a casa. Esa tarde decidi no salir, estaba cansada. Al parecer la prueba me había dejado exhausta.
Empecé a pensar en Cullen. ¿Por qué quería darme explicaciones? No era nada mio. Y si se follaba o no a Tanya no era mi problema. Aunque dijo que no eran nada. Bueno, seguramente ya tendría a otra con la que revolcarse.
De sobra era sabida la fama de Cullen. Claro, como era irresistible... ¡Idiota!¡Por qué piensas en él así!
De todos modos llevaba unos días queriendo decirme algo y yo no le había dado oportunidad. ¿Qué querría decirme?
Era cierto que a veces le pillaba mirándome con cara de pena o...no sé. Quizás arrepentimiento. Deseché esa idea al momento.
Ya me había quedado claro como era él. Confié en él y me la metió doblada. Bueno, a mi no. Vaya pensamientos que tienes, Bella, dije para mis adentros.
También recordé su cara al verme en los vestuarios y aunque he de reconocer que fue un poco vergonzoso ver su cara no tenía precio. Me dieron ganas de decirle, cariño, esto estaba debajo de aquel vestido esa noche. Te lo perdiste.
Luego pensé en mi nombramiento como capitana de las animadoras. Tendría que pasar mucho tiempo viendo a Cullen, ahora tendríamos que estar juntos después de clases, él para entrenar y yo para ensayar. Ahora no me parecía tan buena idea. Qué demonios, si era buena idea, sólo por ver la cara de ese par de zorras. Volví a reírme, pero esta vez en voz alta. Cualquiera que me viera riéndome sola pensaría que estoy loca.
Y me dormí pensando en la vuelta de tuerca que había dado mi vida.
Al día siguiente cuando entré en clase de biología, después del almuerzo, estaba Cullen sentado en mi mesa, con una silla vacía a su lado. Miré por toda el aula y vi que no quedaba ni un sitio libre. ¡Mierda! Tenía que haberme aguantado las ganas de ir al baño, ¿cómo se me había hecho tan tarde?
Fui a sentarme con cara de resignación a su lado. Sabía que él quería hablar conmigo y ahora le estaba brindando la oportunidad en bandeja.
Me senté e intenté mirar por la ventana.
- Buenos días, Bella – me giré para verle.
- Hola – murmuré muy bajito.
- Yo...bueno...no sabía que tu...- tosió – que tu amigo...era...esto...estaba ¿comprometido? – dijo soltando todo el aire de golpe – Siento haberme metido ayer en lo que no me llamaban. Creí que era tu novio. No era mi intención actuar tan...tan..celoso – dijo esto en susurro. ¿Donde demonios estaba el profesor? ¿Por qué no entraba para comenzar la clase?
- Eh...no creo que te tengas que sentir celoso – su cara se relajó – tu y yo no somos nada – y cerró los ojos fuertemente.
- Chicos – llamó la señora Cope – El profesor Banner está indispuesto. Nos ha enviado un listado de ejercicios para que los realicéis por parejas – Dios, tú me odias, ¿cierto? La señora Cope fue pasando las hojas por las mesas – No armeis alboroto – y se fue.
- Bella, yo...
- ¿Qué quieres, Cullen? - le corté.
- ¿Puedes hacer el favor de dejar de llamarme por mi apellido? Me molesta un poco, ¿sabes?
- Lo sé – y sonreí con malicia. Él suspiró.
- ¿Podemos hablar ahora? Parece que todo el mundo se confabula para que no pueda hablar contigo – reí levemente. Eso era verdad.
- Te escucho – esto no va a acabar bien, pensé. Le tenías que haber dicho que no querías saber nada de él, que no quieres oírle. Mi mirada se fue a su boca. Uf, Bella, concéntrate.
- Primero quiero decirte que lo siento mucho – dijo suspirando. Su aliento me rozó la cara. Por un momento cerré los ojos. Su aliento... - Por...aquella noche...no sé cómo me presté a...
- ¿A joderme la vida? - le pregunté.
- No creí que fuera a ser para tanto. No creí que te gustara tanto – oh, si solo me hubieras gustado, ¡estaba enamorada de ti!
- Sí, si fue para tanto. Tú no sabes por lo qué pasé durante muchos días.
- Yo...lo siento...
- ¡No! Durante mucho tiempo fui humillada, insultada...llegaron a pegarme...yo...yo creí que aquella noche tu...ibas a darme un bofetón...
- ¡No! ¿Cómo iba yo a hacer eso?
- Levantaste la mano delante de mi cara, ¿qué querías que pensara? Me asustaste mucho cuando oí el puñetazo que diste a la boca de incendios y me caí. Y para rematar tu amiguita termina lo que tu empezaste – le dije con rencor, recordándolo todo como si hubiera sido ayer.
- Yo...¿cómo piensas que yo quisiera hacerte daño de esa manera? - e intentó cogerme la mano. Bella, no se lo permitas o estarás perdida. Aparté mi mano.
- Cullen, los golpes y las heridas se curan, lo que me hiciste tú, no.
Me levanté y me fui hacia el baño. Las lágrimas amenazaban con salir y no quería que me viera derrumbarme delante de él. No.
Me metí en el baño y me mojé la nuca. Sentí que se habría la puerta del baño y alguien se puso detrás de mi. Al levantar la vista y mirar por el espejo vi que era él.
- Estás en el baño de las chicas – le recordé.
- Me da igual. ¿Estás bien?
- Perfectamente. ¿No me ves? - dije señalándome.
- Sólo quiero que sepas que siento mucho lo que te hice. Alec me convenció, me dijo que no sería para tanto. En su momento no lo vi tan mal. Los dos saldríamos ganando. Tu tendrías tu momento de gloria y yo tendría mi equipo.
- ¿Qué me estás contando? ¡Yo nunca me acercaría a nadie por interés! No me interesa toda esa panda de estúpidos hipócritas que no ven más allá de sus ojos. ¿¡Acaso piensas que soy otra persona por haber cambiado mi aspecto? Soy la misma!Por Dios, yo...yo tenía sentimientos y a nadie le importaba. Qué pasa, ¿que por ser una friki yo no sentía? Yo...yo estaba enamorada de ti...- está bien eso se me escapó – Yo...no había sentido nada parecido por nadie...
Bella...- su cara tenía una expresión de profundo dolor – Yo no sabía...- intentó tocarme la cara y me aparté – Bella...yo...estoy...
- ¿Qué hacéis aquí? - chilló la señora Hope desde la puerta.
- Eh...me sentía un poco mal y...Cullen me acompañó – mentí rápidamente.
- Está bien – dijo escrutándonos con la mirada – No hagáis ninguna tontería – y cerró la puerta.
- Bella...yo...- intentó acariciarme de nuevo pero le corté.
- No me interesa nada de lo que me digas, Cullen – y me marché del baño.
- No tuve valor para volver a clase de biología. Me fui hacia el patio trasero y me senté en uno de los bancos en los que comíamos cuando hacía buen tiempo.
- ¿Qué te ocurre, Bella? - Jasper.
- Jasper – y me puse a llorar. Él lo único que hizo fue atraerme a su pecho y dejar que me desahogara. Estuvo así hasta que se me pasó el llanto un poco.
- Bella, ¿que ha pasado? - dijo apartándome el pelo de la cara.
- Tu...tu hermano – balbuceé.
- ¿Que pasa con mi hermano? - él estaba tranquilo, todo lo contrario que Rose cuando le hablaba de su hermano.
- Se ha disculpado conmigo – y volví a llorar.
- ¡Vaya! Menos mal que te ha pedido perdón no me quiero ni imaginar qué pasaría si te copiara en un examen, por ejemplo – y ambos reímos. Jazz me trasmitía una sensación de calma como nadie lo hacía – ¿Y qué más te ha dicho? - ahora parecía más interesado.
- Iba a decirme algo, pero la sra Cope interrumpió nuestra conversación en el baño de las chicas...
- ¡Uff, con lo recatada que es! - me reí – ¡Seguro que pensó que estabais haciendo cochinadas!
- ¡Jazz! - le dí un golpe en el brazo – La verdad es que puso una cara como si estuviera viendo un fantasma – reconocí.
- ¿Y no te dijo nada más mi hermano?
- No...no le dejé.
- Bella, no estoy defendiendo a mi hermano, pero igual deberías de escucharle. Ahora que no está Rose te diré una cosa, pero a ella chitón – hice como si mi cerrara mi boca con un candado y se rió – Rose y mi hermano se llevaban muy bien antes. Mi hermano cuidaba de ella por ser la única chica y se querían mucho, a veces me daban envidia, se supone que yo soy su gemelo – sonreí ante este comentario – Pero mi hermano empezó a juntarse con la gente del equipo, dejó a Jess para ir con Tanya...y dejó un poco de lado a Rose hasta llegar a apenas verse por casa. Además empezó a hacer todo lo que sus supuestos amigos le decían. Incluso dejó de tocar el piano porque decían que eso no iba con ellos. Cambió mucho.
- Por eso Rose odia a Cull...a tu hermano.
- Sí. El odio de Rose hacia mi hermano es un escudo que utiliza ella para protegerse de lo mal que se siente lejos de él. Le echa de menos. Y me parece mal que Rose no se de cuenta de que mi hermano está cambiando...
- ¿Está cambiando? ¿A qué te refieres?
- Lleva un par de semanas tocando el piano de nuevo y sale mucho menos con sus amigos. El otro día llamó Alec a casa y discutieron, parece ser que ya no se hablan. Cuando sale de los entrenamientos ya no se queda con sus compañeros, va a casa y se mete a escuchar música en su cuarto...Vuelve a ser un poco como antes.
- Vaya, no sabía que tu hermano había cambiado tanto.
- Mira Bella, yo no soy quien para decirte qué es lo que tienes que hacer o no, pero te doy un consejo, escucha a mi hermano. Te aseguro que él lo último que quiere es volver a hacerte daño – y se levantó del banco – te lo aseguro – y se marchó sin opción a decirle nada.
Me quedé pensando en las palabras de Jasper. Yo sé que puedo confiar totalmente en él, nunca me mentiría y menos en un tema como este.
¿Que habrá querido decir? ¿Qué es eso de que no quiere hacerme daño? Más daño que el que me hizo no creo que sea posible.
Pasé la clase de gimnasia un poco ausente, ni las bromas de Emmet conseguían despertarme. Además hoy tocaba entrenamiento y las animadoras debíamos estar allí. Menos mal que tengo a Alice conmigo, pensé.
Durante todo el entrenamiento Cullen estuvo mirando como ensayábamos, parecía perdido en sus pensamientos. Incluso el entrenador le tuvo que llamar al orden un par de veces.
Una vez terminaron los entrenamientos y llegué a casa las chicas me recogieron para ir a hacer unas compras. Aún nos quedaba la celebración por ser animadoras. Bueno, realmente era una excusa para hacer una salida.
Después de lo que pareció una eternidad y después de 5 bolsas cada una fuimos a descansar a casa.
Alice convenció a mi padre de que el sábado me quedara en su casa ya que no sabíamos a que hora llegaríamos. No quería que mi padre se quedara toda la noche esperándome en el sofá. Pobre, desde que empecé a salir estaba en un sin vivir.
Ya era sábado. Me fui con Alice a su casa para arreglarnos. Como siempre, después de dos horas de intensa tortura quedé a su gusto. Me puso la camisa azul que me compró el otro día, una falda vaquera y mis zapatos negros de tacón.
Quedamos con Rose y los chicos aquí. Emmet trajo su enorme Jeep y nos metimos todos dirección a Port Angeles, a la nueva discoteca.
Nos sentamos en unos de los sillones y pedimos nuestras bebidas.
- Yo una coca cola – dije.
- ¡Vaya! ¡La enana ha dejado el alcohol! - dijo Emmet.
- ¡Cállate! - dijo Rose dándole una colleja – ¡cualquiera que te oiga va a pensar que Bella es una borrachilla!
- Perdón – dijo Emmet mientras yo le sonreía.
Llegó un momento en el que me pareció sobrar. Rose se estaba comiendo literalmente a Emmet y Alice y Jasper se fueron a bailar. Yo como pude me aparté un poco en el sillón para dejar un poco de intimidad a los tortolitos.
Todo el mundo restregándome su amor en mi cara mientras que yo estoy más sola que la una, ¡perfecto!
Miré hacia la entrada y vi que Alec entró con un chico. Por un momento me tensé, creí que vendría con Cullen, pero no, era otro chico. Además Jazz me había dicho que habían discutido.
Miraron por toda la estancia y se cruzaron con mi mirada. Alec le dijo algo al chico en el oído y ambos sonrieron. El chico que iba con Alec era atractivo, era rubio y entre las luces del garito parecía que tenía los ojos azules. Pero estaba lejos de gustarme. Había algo en él que no me convencía.
Miré hacia la parejita que tenía al lado. ¡Agh! Seguían de la misma manera, se van a ahogar, ¡por Dios!
Fui hacia el baño y tengo que decir que me costó un triunfo, el sitio estaba lleno. Y cuando salí fue aún peor. Qué pasa, ¿que no hay más garitos que este? Volví al sillón. Alice y Jasper habían desaparecido, a saber donde estaban y haciendo qué, y Rose y Emmet...caso aparte. Miré hacia la barra y Alec y su amigo seguían mirando en mi dirección. Realmente me estaba agobiando. Mucho. Decidí salir a tomar un poco el aire sin preocuparme de coger mi chaqueta.
Una vez fuera me separé del bullicio de la entrada y fui caminado un poco hasta llegar a unos coches que estaban apartados.
Noté unos pasos detrás de mi. Supuse que era Alice, que vendría a ver lo que me pasaba cuando me llamó una voz que no conocía.
- ¿Bella? - me giré para ver al amigo rubio de Alec. ¿Por qué me llamaba por mi nombre?
- ¿Te...te conozco? - dije con voz temblorosa. No me gustaba como me miraba.
- No, pero a mi me han hablado mucho de ti – y se acercó dos pasos hacia mi. Yo los retrocedí.
- ¿S...si? ¿Quién?
- Alec, iba contigo al instituto – y se acercó dos pasos más mientras yo retrocedía de nuevo.
- Yo...yo no hablaba mucho con él – tartamudeé. Esto no me gustaba nada – Además ya no va al instituto.
- Bueno, eso no quita que no sepa cosas de ti, Bella. Me ha dicho que has cambiado mucho y la verdad, yo no se cómo serías antes pero ahora estas...comestible – ¿comestible? Me miró de arriba abajo y avanzó dos pasos más. Yo intenté retroceder pero choqué contra la puerta de un coche.
- T...tengo que volver adentro, me están esperando – e intenté ir hacia el bullicio.
- No, no – dijo cogiéndome con fuerza del brazo – Tus amigos están ocupados, no creo que te echen en falta en un rato. Además tu y yo podemos divertirnos – y pegó su cuerpo al mio.
Intentó besarme pero le esquive. Me cogió de las manos fuertemente para que no pudiera zafarme de su agarre. Me estaba haciendo daño. Intenté gritar pero me dio un bofetón. De la fuerza de este me caí al suelo. Por qué me estaba haciendo esto si ni siquiera me conocía? Me cogió por la cintura para levantarme. Para entonces sollozaba sin control, apenas era capaz de decir algo legible. Estaba aterrada. No podía gritar y nadie parecía escucharme por la música a pesar que apenas están a a 200 metros de nosotros y los pocos que nos miraban pensarían que éramos una pareja en busca de intimidad.
Empezó a tocarme por encima de la ropa e intentó meter su mano por debajo de mi falda. Intenté gritar de nuevo pero me calló con otro bofetón.
No contento con tocarme por encima de la ropa me abrió la camisa de un tirón haciendo que los botones saltaran y dejando expuestos mis pechos que besaba por encima del sujetador.
Me estaban dando ganas de vomitar, no creía que pudiera resistir eso mucho más. Y nadie venía por mí.
Volvió a intentar besarme pero volví a esquivarle.
- Vas a hacer lo que yo te diga, pequeña zorra – dijo el chico y comenzó a bajarse la cremallera del pantalón.
Yo abrí mucho los ojos e intenté correr, pero el me agarró por la espalda y caí al suelo. Entonces oí rechinar los neumáticos de un coche. Éste se paró delante de nosotros y alguien bajó del asiento del conductor. No podía ver si era alguien conocido o no porque las lágrimas se amontonaban en mis ojos impidiéndome la visión, pero sí pude oírle.
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EN EL PRÓXIMO CAPITULO
- Bueno...esta mañana he ido a la tienda de deportes donde trabaja Alec y he oido una conversación por teléfono. Tenía que ver con Bella – como si fuera un resorte me levanté de mi sitio.
- ¿Con Bella?
- Sí, no lo he podido escuchar bien...pero saben por donde han salido esta noche Bella y tus hermanos...Edward, creo que van a intentar hacerla algo, aunque no se el qué.
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Gracias por leer!
Qamiila Quinteros- .
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Re: La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado
Geniallllll!!!! esperando por masss....
Ebys Cullen- .
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Re: La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado
En La Tarde Subo Mas Capis!
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Re: La noche que cambio mi vida (M +18) Terminado
CAPITULO 28 - YA HAS CAMBIADO, EDWARD
Los chicos quería que me quedara con ellos a tomar algo, pero no me apetecía. Ya no. Me fui a casa directamente y fui hasta la sala de música. Me senté en la butaca delante de mi piano. Llevaba unos días haciendolo porque acariciar las teclas de nuevo me relajaba y realmente necesitaba estos momentos como el agua.
Aún estaba con la boca abierta y por varias razones. Después del día de hoy, Bella Swan me había demostrado que con ella todo era posible. ¿Bella de animadora? Si, evidentemente ya había visto y comprobado que ahora no se movía nada mal, pero...¿animadora? No había dado un duro por ella, hasta que vi como bailaba al son de la música y sin querer seguí durante toda la coreografía el vaivén de su falda y la forma en que su pelo se movía y...déjalo, ¿quieres?
Contra todo pronóstico, Bella llegó a la prueba final, la prueba de la que saldría la nueva capitana y (redoble de tambores)...¿con quién se tendría que batir en "duelo"? Con Tanya, créetelo. Tanya llevaba dos años en el puesto, siempre pasaba las pruebas...hasta hoy.
La cosa iba bien, ambas a lo suyo, sin ningún fallo aparente...hasta que Tanya tuvo que meter la manaza y empujar a Bella haciendo que esta cayera casi despatarrada al suelo. Y de nuevo sentí ganas de ahogar a Tanya. Hubo un gran silencio en el gimnasio y yo aproveché y me levanté para ayudarla y cual fue mi sorpresa cuando el machote musculitos se me adelantó. Me senté de mala gana en mi asiento mientras miraba como el dichoso modelo de anuncio le apartaba el pelo de la cara a Bella.
Evidentemente, y más después de ese "incidente", descalificamos a Tanya y Bella se proclamó capitana. Que el cielo me ayude y por varias razones. Primero, tener que aguantar la ira devastadora de Tanya por votar en su contra y segundo...tener que concentrarme en los partidos con Bella contoneándose en minfalda a escasos metros de mi.
Pero mi lista de sorpresas no acaba ahí. No.
Me sentía estúpido...me porté como un imbécil celoso delante de Bella y sin motivos. La presencia del musculitos se me estaba haciendo muuuuy cuesta arriba y mis ansisas explotaron...para darme en toda la cara. Resultó que el famoso chulo playa no tiene, tuvo ni tendrá nada con Bella...porque era gay. Gay. Me sentí como un perfecto gilipollas cuando se besó con su novio o quienquiera que fuese delante de mis narices. Bien, el capullo podía haberme dado pistas para no quedar como un idiota.
Y para rematar la lista...la llamada de Alec. Ayer por la noche mi "amigo" me llamó para salir con ellos. Si no me convencieron los otros no lo iba a hacer él. Me echó en cara que había cambiado mucho, que ya no era el de antes y que si dejaba el equipo, como había oído que iba a hacer, me iba a arrepentir. Ja. Lo último que me faltaba es que Alec "el mafias" me acojonara.
Dejé de tocar las teclas sin sentido para recordar algunas melodías que compuse cuando tocaba a diario. Cerré los ojos y dejé que mi mente viajara cuando todo era más sencillo, cuando no tenía preocupaciones sin sentimientos de culpa. No se cuanto tiempo llevaba allí acariciando mi piano, cuando la voz de mi hermano me sacó de mis pensamientos.
- Es una melodía preciosa – dijo apoyado en el marco de la puerta.
- ¿Llevas mucho tiempo ahí? - pregunté girandome hacia él.
- Nah...un par de minutos. ¿Puedo? - me preguntó señalando el butacón. Asentí y le hice hueco – Llevas unos días tocando y eso me gusta. Lo ehcaba de menos.
- Vaya – me pasé la mano por el pelo avergonzado.
- Vamos...cuando estás frustrado y aporreas las teclas se te oye en toda la casa, créeme – ambos reímos.
- Yo también echaba de menos esto...el reirnos juntos y bromear.
- Lo se – dijo Jazz pasando los dedos por el contorno del piano – Porque yo también echo en falta estos momentos. Quiero reirme y bromear contigo, quiero contarte mis cosas...
- Sí, parece que tienes mucho que contarme, ¿no? - se empezó a sonrojar – Estás con Alice – se sonrojó aún más - ¡Estás con Alice!
- Sí – admitió – Es...es...está loca, ¿sabes? Pero es increíble. Su forma de ver la vida después de los momentos tan duros por los que ha pasado provoca mi instinto sobreprotector, quiero cuidarla, quiero que esté bien...quiero quererla – dijo ruborizado.
- Me alegro mucho, Jasper, espero que os vaya bien – al menos a uno de los dos le iban bien las cosas. Jazz me miró como si me hubiera leído el pensamiento.
- Sabes que si haces bien las cosas a ti también te puede ir bien.
- ¿Hacer bien las cosas? Me hablas en términos muy generales, Jazz.
- Con Bella, Edward. Hacer bien las cosas con Bella.
- Me has pedido justo lo que no se hacer. Lo único que se hacer con Bella es cagarla, tío.
- Bueno, y quedar mal delante de ella – dijo riéndose – Tenías que haberte visto la cara cuando viste a Nath con Peter – se rió más.
- Te refieres al musculitos chulo piscinas y su novio, ¿no? - Jasper se rió más fuerte – Sí, riete...joder, soy patético.
- Sí...es un poco patético...
- No se...no se que hacer para mejorar con Bella, Jasper. Cada vez que la miro a la cara recuerdo que aquella noche fui un cabrón con todas las letras...No estoy a gusto siendo como soy, Jazz...quiero cambiar, quiero volver a ser el Edward de antes...pero no se cómo – he aquí un arrebato de sinceridad.
- Ya has cambiado, Edward...aunque tu no te des cuenta. Es lo que esta mañana le he dicho a Bella y...
- Hey, hey...¿has hablado con Bella? ¿De mi?
- Y como iba diciendo – buena forma de ignorarme – Para empezar, has vuelto a tocar el piano, pasas mucho tiempo en casa, sales muy poco y apenas vas con tus amigos...
- No me apetece estar con ellos, no...no quiero ser como ellos – susurré – De hecho...estoy pensando en dejar el equipo...ser el capitán hoy por hoy me hace sentirme aún más culpable-
- Me parece muy inteligente por tu parte, la mayoría no son buenos para ti. Aunque la idea de dejar el equipo me parece estúpida, no vas a conseguir nada dimitiendo – se levantó de la butaca y puso sus manos en mis hombros – ¿Quieres que te diga algo? Aunque me diera mil veces contra la pared seguiría intentando acercarme a Bella y arreglar las cosas...te sorprenderías gratamente.
Me guiñó un ojo y se fue antes de darme opción a someterle a un tercer grado y preguntarle por su conversación con Bella.
Arreglar las cosas con ella...si, si, si...como no me caiga un consejo del cielo lo llevo claro si no quiere ni verme...por el amor de Dios, ni siquiera pronuncia mi nombre...
Pasé la semana como pude hasta que llegó el famoso sábado. Y digo famoso porque había oído hablar a mi hermana de este día hasta el cansancio. Por lo visto esta noche iban a celebrar el tema de Bella y las animadoras...bendita la gracia que me hacía. Por lo que había oído iba a ir a no se qué sitio en Port Angeles...ya me podía imaginar a todos los chicos detrás de Bella como babosos asquerosos...arrrg. La vena del cuello se me hinchaba hasta límites peligrosos.
Era la una de la mañana y ya me habían llamado los chicos tres veces para quedar. Otra vez. Tras tres negativas pensé que no volverían a llamar, pero me equivoqué. El tesioso telefonito sonó otra vez. Esta vez era Tyler.
- Podeis seguir llamando hasta que se os canse el puto dedo por marcar...no voy a quedar esta noche con vosotros. Lo puedo decir más alto pero no más claro, joder.
- ¿Qué me estás contando? No estoy con los chicos, estoy en casa – fruncí el ceño.
- Joder, tío...pensé que me llamabas otra vez para quedar...estos cabrones son unos malditos pesados.
- No, no he querido salir con ellos, hay un ambiente rarito...verás...he llamado para contarte una cosa. Si Alec se entera algún día de que te lo he dicho yo me corta los huevos, así que yo no te he dicho nada.
- Mi boca está cerrada – me senté en la cama – Dime.
- Verás...corren rumores de que estás pillado por Bella y, tío, no me extraña, ¿vale? La chica ahora es algo así como perfecta...de todos modos los rumores no acaban ahí. Alguien dice que ha oído que vas a dejar el equipo...y...Alec se ha enterado.
- Ya me lo dijo él mismo el otro día...¿Y qué? Yo puedo hacer lo que quiera con mi vida, ¿no? Además a Alec no le debería de importar lo que hagamos en el instituto.
- Ya...pero parece ser que si le importa y...bueno...esta mañana he ido a la tienda de deportes donde trabaja y he oido una conversación por teléfono. Tenía que ver con Bella – como si fuera un resorte me levanté de mi sitio.
- ¿Con Bella?
- Sí, no lo he podido escuchar bien...no se cómo coño se ha enterado, pero saben por donde han salido esta noche Bella y tus hermanos...Edward, creo que van a intentar hacerla algo, aunque no se el qué.
- ¿Cómo que van a hacerla algo? - grité – No me jodas, Tyler y dime qué escuchaste exactamente.
- Oí a Alec decir que si querías dejar el equipo te iban a joder y qué mejor manera que teniendo un encuentro con la Swan...lo siento tío, pero no pude oir nada más sin que se diera cuenta.
- Mierda, mierda...
- ¿Sabes donde han ido? Si quieres voy contigo, tío...
- Se donde están y gracias, pero prefiero ir solo. No sabes lo que te agradezco esta llamada, Tyler.
Me puse una camisa, cogí las llaves del coche y bajé disparado para el garaje. Mi madre estaba en el salón revisando unas muestras de tejido cuando me vio pasar.
- Hijo, ¿te marchas? Pensé que no ibas a salir – dijo quitándose las gafas.
- Una cosita de última hora, mamá.
- ¿Estás bien, hijo?
- Sí, no te preocupes – me acerqué y la besé la frente.
- Ten cuidado – me dijo preocupada.
Vale, no era yo precisamente el que tenía que tener cuidado. Me daba igual que fuera Alec, su vecino o el presidente, pobre de aquel que intentara hacerle algo a Bella.
El viaje hasta Port Angeles se me hizo eterno. Aún no me podía entrar en la cabeza lo que me había dicho Tyler. ¿Hasta donde podía llegar la mente retorcida de Alec? Y sobre todo, ¿por qué? ¿Por qué era Bella la que tenía que pagar las consecuencias de mis actos? Parecía que Alec tenía una fijación enfermiza por ella, no lo podía entender.
Llegué a la zona de copas en la que estaba el garito que iban a inaugurar orientándonme con los carteles que había pegados por las paredes. Había mucha gente, muchos chicos y chicas por todos lados que me impedían ir a la velocidad que quería...hasta que reparé en un lugar apartado.
Apenas había un par de coches aparcados por aquel lugar y el volumen de gente era mucho menor. Había dos personas agazapadas en un coche, podían parecer dos chicos en busca de un lugar para meterse mano si no fuera por el hecho de que la chica parecía estar llorando o gritando...mi sangre empezó a hervir cuando avancé con el coche y vi que era Bella y que el hijo de puta de James estaba con ella. En cuestión de segundos lo vi todo rojo y más aún cuando vi que la daba un bofetón. Maldito cabronazo. Sin pensarmelo dos veces apreté a fondo el pedal del acelerador preso de una furia incontenible.
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CAPITULO 29 - TE ODIO...PORQUE TE NECESITO
- Apártate de ella ahora mismo, James o te arranco la cabeza – dijo Cullen.
- Vamos, Edward, sólo nos estábamos divirtiendo, ya que tu en su momento no la quisiste...- no pudo terminar. Cullen le propinó un puñetazo haciendo sangrar al tal James.
- A mi no me parece que ella se estuviera divirtiendo, hijo de puta – y le dio otro puñetazo haciendo que se cayera al suelo.
Yo miraba la escena perpleja. Cullen estaba pegando al tío que intentó aprovecharse de mi. El tal James se levantó para defenderse y devolver el golpe pero Cullen fue más rápido y le volvió a dar de lleno en la cara haciendole sangrar esta vez por el labio. A la tercera embestida no tuvo tanta suerte ya que el rubio apartó a Cullen de un empujón empotrandole contra la puerta de su volvo. Acto seguido llegó otro coche, la puerta del copiloto se abrió desde dentro y James aprovechó un descuido de Cullen para escapar en el coche antes de que cumpliera la amenaza de arrancar cabezas.
Cullen me miró horrorizado. Rápidamente se acercó a mi.
- Bella, cielo, estás bien – asentí como pude - Estás helada – dijo tocándome los brazos. Se quitó su chaqueta y me la puso por encima tapándome mi cuerpo expuesto – ¿Te ha...te ha hecho algo? ¡Te ha golpeado! Por dios, ¡Bella di algo! ¿Qué más te ha hecho ese desgraciado? - parecía desesperado.
- Edward – y me abracé con mis manos en su cuello.
Él me correspondió el abrazo y me atrajo hacia él. Me decía que me calmara, que todo iba a estar bien, mientras me acariciaba la espalda. En sus brazos me sentí más segura, me sentí bien. Además el aroma de su piel me calmaba, fue como un sedante para mí. No se cuanto tiempo estuvimos así.
- ¡Bella! - gritó Alice, y rápidamente saqué la cabeza del pecho de Edward, sí, volvía a llamarlo Edward. Abrió mucho los ojos cuando le vio y los abrió aún más cuando vio los golpes en mi cara y mi camisa rasgada – ¿¡Que...Que ha pasado! - chilló.
- ¿No le habrás hecho nada? - preguntó Rose furiosa.
- ¿Cómo crees que yo le pudiera hacer algo así? - respondió Edward gritando.
- Un...un tal James – balbuceé – entró con Alec y...y...yo salí a tomar el aire...y...intentó...- y rompí a llorar de nuevo. Edward me llevó la cabeza a su pecho y su aroma me embriagó de nuevo, me relaje al instante.
- ¿Se ha aprovechado de ti? - rugió Rose.
- Me...me ha pegado y...me ha...me ha tocado – las ganas de vomitar volvieron así como las lágrimas. Me había provocado un asco horrible la sensación de sus manos en mi piel.
- En cuanto me encuentre con ese malnacido no le van a reconocer ni en su casa – dijo Emmet furioso.
- Iba a darle más de su propia medicina, pero el cabrón se me ha escapado – dijo Edward atrayéndome más a él.
- Chicos, deberíamos de llevar a Bella al hospital a que la vea un médico – dijo Jazz.
- Sí, vamos, voy a llamar a papá a ver si tiene guardia.
No tenía fuerzas de negarme. Edward me llevó hasta su coche y me sentó en el asiento trasero. Alice se sentó conmigo y me abrazó. Llegamos al hospital en un suspiro.
Una vez llegamos Edward me tomó por la cintura y me condujo por los pasillos del hospital seguidos de los chicos. Me metió en un despacho con una camilla y un carrito con cosas médicas. Entramos él y yo solos.
Me miraba pero no me decía nada, yo no podía levantar la vista del suelo, me sentía sucia. Imaginé que es lo que hubiera pasado si Edward no hubiera llegado a tiempo. Me puse a llorar de nuevo y Edward volvió a abrazarme.
La puerta se abrió pero fui incapaz de deshacerme de los brazos de Edward, me sentía muy bien así.
- Edward – dijo una melodiosa voz. Levanté mi cara y vi a un hombre muy apuesto, de unos cuarenta años, rubio y con los ojos azules. Tenía una mirada amable y en su bata ponía Dr Cullen. El padre de Edward – ¿Que ha pasado?
- Han...- tosió – han intentado aprovecharse de ella.
- ¿Sabes quien ha sido? ¿Le has visto? - asintió – Bien, pues cuando examine a Bella deberéis ir a la comisaría a denunciar. ¿Sabe tu padre lo que ha pasado, Bella? - dijo mirándome con dulzura.
- N...no, estábamos en Port Angeles. Pero todavía no quiero que le llaméis, por favor – me apresuré a decir – no quiero preocuparle, además estoy bien, en serio.
- Bueno, eso lo tengo que decidir yo – dijo guiñándome un ojo – De todos modos después de revisarte avisaremos a tu padre, ¿de acuerdo? - asentí – Ahora Edward, por favor sal.
- Papá, yo me quedo.
- Hijo, por favor, Bella ahora es mi paciente, no puede haber nadie en la consulta mientras la examino – Edward fue a reclamar, pero su padre le cortó – Hijo, en cuanto termine te llamo para que pases.
Y Edward salió murmurando. El doctor se giró para mirarme. No me extraña que tuviera unos hijos tan guapos, él era hermoso. Nunca le había visto a pesar de las veces que había visitado el hospital. Al parecer había estado trabajando en un hospital de Port Angeles, pero le concedieron el traslado. Además viajaba por todo el país dando conferencias, era un eminente cirujano.
- Bueno, Bella, dime que ha pasado – le conté lo ocurrido y los golpes me había dado.
Estuvo mirándome los golpes de la cara, que se estaban empezando a hinchar.
- Bella, no tienes nada roto, pero te van a salir unos buenos moratones. Toma, date esto – me tendió una crema – cada 6 horas. Te calmará el dolor y se te disolverán antes – luego miró mis brazos – Sí, son moratones superficiales. Te ha hecho algo más, Bella, ¿ha...ha llegado a ...abusar de ti?
- No, estaba empezando a tocarme cuando llegó Edward y evitó que fuera a mayores – y las lágrimas comenzaron a salir de nuevo.
- Vale, Bella, tranquilizate – dijo acariciándome la cabeza – Estás muy nerviosa, te voy a poner un calmante, ¿de acuerdo? - asentí. Vi como sacaba un bote con un líquido transparente y una vía. Entré de nuevo en pánico.
- ¿M...me va a pinchar?
- Tranquila, no te dolerá – dijo sonriendo. Y fue verdad, cuando me quise dar cuenta tenía la vía puesta y el goteo con el tranquilizante – Bueno, me voy a hacer el parte de lesiones para la denuncia. Edward está fuera, ¿le digo que pase? - asentí – Vale, descansa, dentro de un rato vendré a verte.
No terminó de salir por la puerta cuando entró ó una silla y la puso al lado de la camilla en la que estaba recostada.
- ¿Qué tal estás? - dijo mirando los morados que empezaban a salirme.
- Ahora mejor – no lo pude evitar, me sentía mejor si él estaba cerca de mí.
- Mi padre me ha dicho que los golpes no son de importancia, desaparecerán pronto – y me sonrió.
- ¿Cómo...cómo llegaste? Estabas cerca o...
- No, me llamó Tyler. Me dijo que había oído a Alec hablar con alguien por teléfono, sabían que ibais a estar en Port Angeles. Tyler oyó que decían algo sobre ti, pero no pudo saber a lo que se referían, aunque parecía que no era nada bueno. Yo me quedé intranquilo así que decidí dar una vuelta por donde se suponía que ibais a estar.
- ¿Por qué Alec habló de mi con ese...tipo? Parecía que me conocía.
- Bella, Alec y yo discutimos el otro día. Al parecer quería vengarse de mi.
- ¿Vengarse de ti? ¿A través de mi? ¿Por qué? No..no lo entiendo – estaba confundida.
- Alec...bueno...Alec se ha enterado de que tu a mi...- la puerta se abrió de golpe.
- Bella, ¿que demonios ha pasado? - preguntó Jake en un grito. Su vista pasó de mi a Edward. Me miró confundido – ¿Qué demonios hace él aquí, qué te ha hecho?
- Jake, Edward no me ha hecho nada, al contrario, si no llega a ser por él...- mi voz se quebró.
- Pequeña – dijo Jake mientras se acercaba y me abrazaba. Vi a Edward que se marchaba, quise gritarle que no se fuera, que quería que se quedara conmigo, pero ya fue tarde.
- Jake, ¿cómo te has enterado?
- Bueno, tu padre te llamó y como no cogías el teléfono llamó a tu amiga Alice. Esta se derrumbó, se puso a llorar y se lo contó todo. Tu padre está hablando con el doctor en su despacho.
- Oh, estará muy preocupado.
- Ni te lo imaginas, ¿qué demonios ha pasado?
Le conté todo lo ocurrido y cuando terminé volví a llorar. Estaba muy sensible y lo peor de todo, echaba de menos los abrazos de Edward en estos momentos.
El padre de Edward vino y me quitó la vía. Realmente me encontraba un poco más relajada después de ponerme el tranquilizante. Me dijo que estuviera unos días de reposo hasta que mis nervios se mejorasen. Me dijo que nada de instituto durante unos días.
Cuando salí Alice seguía llorando en brazos de Jasper y Emmet estaba sentado con Rosalie sobre su regazo.
- Oh, Bella – dijo Alice abrazándome y llorando – Lo siento mucho, te dejamos sola y...- comenzó a sollozar más fuerte.
- Hey, Alice, no pasa nada, estoy bien, mirame, de verdad, solo son golpes leves.
- Bella, tendrá su merecido – dijo Emmet muy serio.
- Ese déjamele a mi – dijo mi padre a mis espaldas mientras me abrazaba – Cuando le cojamos estará un tiempo a la sombra, de eso me encargaré yo – le sonreí levemente. Me gustaba ver que mi padre se preocupaba de mi – Vamos a casa hija, tienes que estar cansada.
- Sí, los calmantes me han dejado un poco grogui – me sentía somnolienta – Jasper – me acerqué a él para que no nos oyera nadie – ¿y Edward?
- Se ha ido a casa, dice que quiere estar solo.
- Vamos hija – dijo mi padre mientras mis amigos nos seguían al exterior.
- ¿Le...le ha pasado algo? - volví a preguntar a Jasper.
- Bella, eso será mejor que se lo preguntes tú personalmente.
Y Charlie y Jacob me llevaron a casa para que descansara. Tenía que hablar con Edward.
Los días pasaban lentos en mi casa. Ya me encontraba bien, además mis moratones habían desaparecido casi por completo y no me dolía nada. Lo malo venía a la hora de dormir, tenía pesadillas muy vividas.
Alice y los chicos me visitaban todos los días un rato, pero de Edward no sabía nada aún. No me atrevía a preguntar a las chicas por miedo a que se enfadaran, se supone que a mi no me interesaba para nada, Emmet...empezaría a gastarme bromas de mal gusto. Así que decidí preguntar a Jasper. Confiaba plenamente en él y no me juzgaría para nada.
Las chicas fueron a comprar unas pizzas y refrescos con Emmet. Era el momento, Jazz se quedó conmigo para que no me quedara sola.
- Jazz – le llamé, estaba intentando buscar una película decente para poder ver.
- Dime, Bella.
- Eh...esto...¿y Edward?
- Oh, ¿ya le llamas por su nombre? - dijo riéndose.
- Sí...supongo. ¿Esta...le pasa algo?
- Eh...bueno, creo que anda un poco...de bajón.
- ¿Por qué? ¿Ha pasado algo en el instituto? ¿Se ha vuelto a pelear con Alec?
- Que yo sepa no. Está un poco deprimido, eso es todo. ¿Por qué te preocupas tanto? Pensé que no querías saber nada de él – dijo alzando una ceja y dejando las películas.
- Yo...bueno...supon...supongo que no le agradecí lo del otro día. Si no hubiera sido por él...- me dio un escalofrío. Jazz lo notó y me pasó una mano por los hombros.
- ¿Sólo por eso?
- Yo...sí...bueno, no – balbuceé.
- Vaya – y sonrió de manera tierna – ¿Te interesa mi hermano? - bien, Jazz a bocajarro.
- Eh...sí – admití con la cabeza agachada – Pensarás que estoy loca...después de lo que pasé por su culpa...
- Las personas y las situaciones cambian, Bella. Lo importante es que te has dado cuenta que le necesitas.
- Si, le necesito, pero no creo que sea recíproco.
- Bella, ¿no viste como te trató el otro día? Se desvivió por ti la otra noche - vaya, eso me gustó oírlo.
- Jazz, era una situación un poco extrema. Tú o Emmet hubierais actuado como él.
- Hubiéramos actuado como él pero con sentimientos diferentes.
- ¿A qué te refieres? - en ese momento llegaron los chicos con las pizzas.
- Quizás deberías de hablar con él de una vez por todas.
- Bella, ¿ya te ha contado Jazz lo de la fiesta en su casa? - dijo Alice mientras se abrazaba a Jazz dando saltitos.
- ¿Qué fiesta? - dije mirándole.
- Este fin de semana celebraremos el cumpleaños de Edward y como está un poco deprimido vamos a hacerle una fiesta sorpresa en casa.
- Oh – fue todo lo que pude decir.
- ¿Vendrás, no? Papá te dijo que unos días de reposo, ya ha pasado una semana. Creo que te deberías de entretener un poco – dijo Rose.
- Sí, por favor, ven a la fiesta...He comprado una falda que te quedará divina – dijo Alice botando en las piernas de Jazz. Este rodó los ojos y no pude contenerme la risa.
- Os podéis quedar a dormir en casa si vemos que la fiesta se desmadra – dijo Jazz mirándome a los ojos.
- No sé si mi padre se quedará tranquilo si no vengo a dormir...
- ¡Bella! Estamos todos contigo, nosotros te cuidamos – gritó Emmet desde la cocina.
- Sí, además dejame a mi tu padre – rio Alice.
- Vale, pues tenemos fiesta – dije finalmente. Todos sonrieron.
- Podrías aprovechar para hablar con Edward – me dijo Jazz al oído.
Pero no tuve opción de responderle. Emmet vino de la cocina con una pizza en cada mano y nos pusimos a ver películas hasta que vino mi padre, que se nos unió gustoso. A mi padre le caían muy bien mis amigos. Él sabía que con ellos me cuidarían siempre.
Él dudaba un poco de Edward aún, aunque no se le podía llamar amigo. Mi padre siempre sospechó que mi partida a Phoenix fue por su culpa, nada más lejos de la realidad. De todos modos yo sabía que le agradecía cómo se había portado conmigo la noche del incidente.
Miré el reloj de la pared. ¡Las doce! Me había quedado dormida y cuando miré a mi alrededor la escena era de lo más cómica.
Alice se había quedado dormida con la boca abierta en el regazo de Jazz y se le estaba cayendo la baba literalmente. Jazz no estaba mucho mejor, se le había caído la cabeza hacia atrás. Emmet y Rosalie estaban besándose ajenos al mundo exterior. Y mi padre estaba roncando en el sofá individual.
Tosí fuertemente para que se desperezaran y al cabo de los diez minutos mi casa se quedó vacía. Dejé a mi padre en el sofá, más que dormir parecía que había caído en coma. Me subí a mi habitación e intenté dormir.
Imposible. La siestecita que me eché en el sofá me robó el sueño.
¿Por qué me habría dicho Jasper esas cosas? ¿Qué le pasaría a Edward? Te estás preocupando, Bella, pensé. Sí, para qué negarlo. El tener el otro día a Edward conmigo así el otro día me valió para darme cuenta de que a su lado me sentía completa. Le necesitaba a mi lado. Necesitaba que me abrazase en estos momentos. ¿Y si él no estaba interesado de la misma manera que yo? ¿Y si solo quería jugar? Lo del otro día no parecía un juego, la situación no daba pie. ¿Será verdad que está cambiando? Debería de hablar con él, pero me aterraba la idea. ¡Edward, te odio por necesitarte tanto!
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CAPITULO 30 - EDWARD ESTÁ ENAMORADO
Quedaban un par de horas para la fiesta de cumpleaños de Edward y Alice estaba torturándome. Me maquilló de manera que mis casi desaparecidos moratones quedasen ocultos totalmente. Me hizo un bonito peinado de ondas y me puso la ropa que me compró, una falda blanca con un poco de vuelo por encima de la rodilla y una camiseta de tirantes azul cielo. Me puso unas mortales sandalias blancas. No me quejé de nada, todo era muy bonito.
Cuando terminó de arreglarse, que por cierto estaba guapisima, Alice me condujo a su coche.
Jazz y Rose esperaban en su casa para preparar la sorpresa. Desde el incidente Rose y Edward se habían acercado un poco más y me alegraba por ello. No debe de ser muy agradable odiar a tu hermano pequeño
Cuando llegamos había un montón de coches aparcados en la puerta. Bien, la popularidad de Edward había llevado a la mitad del instituto a su fiesta.
- Alice, ¿no se molestarán los padres de Edward por tanta fiesta en su casa? - le pregunté.
- Ellos están fuera. Por lo visto Carlisle tiene que dar una conferencia en Nueva york.
- Vaya, ¿y se van a perder el cumpleaños de su hijo?
- No, me dijo Jazzy que el cumpleaños de Edward es el martes que viene, pero aprovecharon para preparar la fiesta ahora por el viaje de sus padres.
- Ah.
Una vez dentro pudimos ver que había un montón de caras conocidas, gente del instituto y del pueblo. Permanecían todos en silencio por orden de Rose, como para no hacerla caso con el genio que se gastaba.
- Cuando Jasper baje con Edward todos gritamos a la vez sorpresa, ¿entendido? - dijo Rose. Sí, parecía que se llevaban mejor, al menos se había tomado muchas molestias para que la fiesta saliera perfecta.
Todos asentimos. Esperamos unos minutos hasta que oímos unos pasos. Cuando pisaron el último tramo de escaleras todos gritamos "sorpresa" y todo el mundo se acercó al cumpleañero.
Su cara no tenía precio, por un lado le agradó la sorpresa, pero por otro parecía que su mirada carecía de brillo, algo le faltaba. ¿Qué le pasaría?
En cuanto la masa de gente me dejó me acerqué a él para felicitarle.
- Felicidades, Edward – le dije con una leve sonrisa.
- Gracias – y se le iluminó la cara – No sabía que tu también estarías aquí. ¿Cómo...cómo te encuentras?
Le fui a contestar pero un chico del equipo se le llevó tirándole del brazo.
Busqué a los chicos, pero parecía que ya estaban ocupados, cada uno con su pareja. Genial.
Después de que 6 personas me preguntaran por lo que me pasó, como para no enterarse en un pueblo pequeño, sentí la necesidad de salir del salón. A la calle no, pensé, me recordaba lo de la otra noche, así que me fui a la cocina.
Asomé la cabeza para comprobar que no había nadie. Perfecto, estaba desierta. Era blanca y muy grande. Nada parecida a la mía. Me senté en uno de los taburetes y vi que había una botella de martini. Hacía mucho tiempo que no tomaba una copa, además no me hará mal, pensé. Estaba buscando un limón para ponerle en el vaso cuando alguien me sobresaltó.
- ¿Te puedo ayudar en algo? - Me giré y vi a Edward apoyado en el marco de la puerta. Estaba guapisimo con la ropa que llevaba, esa camisa con los primerso botones desabrochados...
- Eh...limón, para esto – dije señalando el vaso de martini.
- Toma – dijo cogiendo uno de un frutero.
- Gracias – le sonreí – ¿quieres? - le señalé la botella.
- Vale – uh, tu y yo con una botella de alcohol...concentrate, Bella.
- ¿Por qué no estás con tus invitados? ¿No te ha gustado la fiesta? - le pregunté mientras le servía una copa y cortaba el limón.
- Sí, no es eso, es que estaba un poco...agobiado, con tanta gente...
- ¿Edward Cullen agobiado por la gente? - me reí – Yo creía que disfrutabas de que las chicas corrieran detrás de ti – bromeé.
- Bueno, la gente cambia. Además he tenido unos días...difíciles – dijo frunciendo el ceño.
- ¿Por qué? - le pregunté.
- Bueno...creo que debería de contártelo. Esto te concierne a ti – me tensé – Es por lo del otro día...Alec fue el que planeó lo de tu accidente, Bella – dijo mirándome a los ojos.
- Eso ya me lo dijiste, pero no entiendo por qué – dejé de partir el limón para mirarle.
- Alec se ha enterado de que quiero dejar el equipo y está enfadado conmigo.
- ¿Por qué quieres dejarlo?
- Bella, yo no estoy en el equipo por méritos propios – dijo agachando la cabeza – lo conseguí después de aquel baile...
- Bueno, dejemos eso a parte, tu eres uno de los mejores jugadores que tenemos.
- Pero me siento culpable – me miró a los ojos – Desde que volviste entendí que hice mal aquella noche.
- ¿Tan importante era para ti ser estar en el equipo? ¿No te valía con la popularidad que ya tenías? - lo dije de sopetón, lo tenía guardado dentro.
- No fue por eso, Bella.
- Entonces...- le animé para que continuara.
- Era por la beca y los créditos de deportista para la universidad, para ir a Darmouth me faltaba nota y perteneciendo al equipo me concedían la beca – vaya, eso si que no me lo esperaba.
- No...sabía que lo hacías por la universidad, creí que era por tu afán de protagonismo.
- Nadie sabe los verdaderos motivos, sólo tu y Jasper. La gente tiene un concepto muy equivocado de mi – dijo desviando su mirada.
- ¿Y cómo eres realmente? - dije cambiando de tema, no quería incomodarlo más. Continué cortando el limón.
- Yo...supongo que soy cariñoso, me gusta tocar el piano, quiero mucho a los míos...y...y...estoy enamorado de ti...- ¿qué?
¿Qué me había dicho? Tendría que haber escuchado mal, desvié la mirada para mirarle con tan mala suerte que me corté en el dedo.
- Ay – dije mirándome el dedo, mala idea, la sangre me marea.
- A ver, déjame verte – dijo cogiéndome la mano para ver la herida – No es nada – dijo sonriéndome tímidamente.
Y lo que hizo a continuación me dejó sin palabras. Se acercó mi dedo a su boca y chupó la sangre que salía de él. Fue una mezcla de erotismo y ternura sentir como me acariciaba el dedo con su lengua. Mi cara debía de ser un poema y al parecer lo notó.
- Perdón – dijo sacándose mi dedo de su boca - Como se que te incomoda la sangre...perdoname, de verdad.
Y se marchó por la puerta.
Me quedé don la boca abierta. Me das explicaciones de tu vida, me dices que estás enamorado de mi, me chupas el dedo de una forma muy erótica y ahora, ¿coges y te vas?
Lo entendí todo, malinterpretó mi cara.
Dios santo, mi cara se debía al shock que me causaron los hechos, no porque ni mucho menos me disgustara lo que hizo. De hecho me gusto mucho. Demasiado. Sólo deseé que me volviera a hacer lo mismo, pero en la boca.
Fui hacia el salón y busqué entre la gente hasta que sentí que alguien me tocaba el hombro.
- ¿Buscas a alguien? - me preguntó Jazz.
- A Edward – ¿para qué mentir? Lo único que quería era encontrarle.
- Ha subido las escaleras, supongo que estará en su habitación – le miré para que siguiera hablando, cuantas habitaciones tendría esta casa? - Tercer piso, la primera puerta a la derecha – y me sonrió.
Subí las escaleras y el ruido de la música se hacía cada vez más tenue.
Cuando llegué a la habitación que me dijo Jazz empujé la puerta. No estaba cerrada con pestillo. Pasé sin preguntar.
Una vez dentro vi a Edward tumbado en un sofá de cuero negro con los ojos cerrados y unos auriculares puestos. No se había dado cuenta de mi presencia. Me acerqué a él y en ese momento me di cuenta de que tenía unas ganas horribles de tocarle la cara, los labios...quería besarle...
Abrió los ojos y me miró sorprendido, pero acto seguido me sonrió avergonzado, ¿Edward avergonzado? Se quitó los auriculares.
- ¿Tienes mejor...el...dedo? - balbuceó señalándome el dedo e incorporándose quedando sentado. Yo me senté a su lado.
- Sí, tu cura ha sido mano de santo – dije riéndome.
- Yo...Bella...lo que ye dije en la cocina...entiendo que no te fíes de mí, pero...
Le puse un dedo sobre sus labios para que se callase. Si me tenía que decir algo sería después. Oh, sus labios, eran lo más suave que había tocado en mi vida.
Lentamente me acerqué a ellos y él cerró los ojos. Podía notar cómo su aliento rozaba mis labios. Tenía miedo de que no le gustara, yo no había besado a nadie aún.
De pronto él eliminó la distancia que nos separaba y juntó nuestros labios.
Eran lo más dulce que había probado en toda mi vida. Eran suaves y se movían con maestría sobre mis labios tímidos. Alcé mi mano para tocar su mejilla, como imaginaba, suave y dulce. Todo en él parecía ser suave y dulce. Él me cogió con sus manos de la nuca y me sentí en el cielo cuando su lengua me acarició el labio inferior.
Abrí mi boca y dejé que se colara dentro, era exquisito, dulce, caliente...
Empecé a notar un calor desconocido por mi cuerpo. Ese calor me hacía querer estar más cerca de Edward, quería sentirle de forma más intensa. Él parecía querer lo mismo y acto seguido me cogió de la cintura y me colocó encima de él a horcajadas.
Así mucho mejor. Sus labios bajaron por mi mandíbula hasta mi cuello, mientras sus manos me acariciaban la espalda. Yo mientras tanto recorría los músculos de sus brazos con mis manos.
Su boca volvió a la mía, y el calor se apoderó otra vez de mí.
Fui un poco más allá, no lo pude evitar. Metí las manos debajo de su camisa para sentir su piel. Edward soltó un gemido bajo. Reí en su boca, pero no me dejó seguir. No se en qué momento nos levantó, pero de repente me vi tumbada en su enorme cama debajo de él, su cuerpo aprisionando de manera gloriosa el mío.
Enredé mis manos en su pelo, era sedoso, sus mechones se resbalaban entre mis dedos como si fueran plumas.
No se de donde saqué el valor pero empecé a desabrocharle la camisa, quería verle, quería sentirle piel con piel.
Pero de repente él se apartó de mi y me miró. Me avergoncé al instante, yo nunca había estado de esta manera con nadie ni mucho menos y temí estropear el momento.
- Bella – dijo con voz ronca – yo...no sé...igual es muy pronto...yo...temo que te sientas incómoda. Está muy reciente...lo del otro día - terminó en un suspiro. No se había molestado, se estaba preocupando por mí. Eso terminó de convencerme.
- Yo...quiero estar contigo.
- Bella...
Y volvió a besarme. Terminé de quitarle la camisa y pude deleitarme con la perfección de su cuerpo. Era una escultura griega, su pecho era terso y musculoso y sus abdominales estaban perfectamente marcados. Pasé mi mano desde su pecho hasta sus abdominales. Volvió a gemir, me encantaba que yo pudiera tener ese efecto sobre él.
Nos giró dejándome a mi arriba y pude observar con todo detalle su torso desnudo. No pude evitar sonreir. Se levantó para que su cara quedara a la altura de la mía y volvió a besarme con dulzura.
Comenzó a jugar con el borde de mi camiseta y fue poco a poco levantándola tocando la piel que iba quedando expuesta. Su toque me provocaba una sensación indescifrable, maravillosa. Cuando se cansó de jugar con mi camiseta me la fue quitando poco a poco y me miró como pidiéndome permiso. Asentí y me la terminó de quitar.
Bajó su mirada a mis pechos y puso su sonrisa torcida. Mientras yo le acariciaba el pelo él fue pasando lentamente sus manos por el borde del sujetador haciendo que se me escapara un vergonzoso gemido.
Eso pareció encenderle, ya que después de eso su mano fue subiendo por mis muslos hasta llegar al borde de mi ropa interior.
En ese momento me tensé. No había sido consciente de a donde estábamos llegando porque, sinceramente, me estaba gustando lo que sus manos me hacían sentir. Ese era el punto de no retorno. Sabía perfectamente cómo acabaríamos esa noche y era lo único que deseaba en el mundo, estar con él. Siempre lo había deseado.
Al notar mi tensión alejó su mano de piel, eso me frustró, no quería que parara.
- Perdón, no quería incomodarte – dijo mirándome a los ojos.
- No, no, no me incomodas para nada – balbuceé – Lo que pasa...bueno, esto es nuevo para mi...y...
- No...has hecho nunca...- dejó incompleta la frase. Negué con la cabeza.
- Soy virgen – abrió los ojos de golpe.
- Bella, no tenemos por qué hacer esto hoy – se apresuró a decir – Tenemos tiempo, no...- no le dejé terminar, le callé con un beso.
- Pero yo si quiero – y bajé la mirada – A no ser que tu no...
- !No! Cómo piensas que yo no quiero...- dijo mirándome los labios – No quiero que te sientas obligada por la situación. No quiero que hagas nada de lo que te puedas arrepentir mañana – terminó diciendo mirándome a los ojos.
- Quiero hacerlo y quiero hacerlo contigo, con nadie más. Nunca me arrepentiré de esto.
No concebía hacer esto con otra persona, tenía que ser él. Y volví a besarle. Empecé a desabrocharle el cinturón y los pantalones. Tengo que reconocer que estaba un poco nerviosa. Era un hecho, esa noche iba a perder mi virginidad, iba a hacer el amor por primera vez e iba a ser con Edward Cullen, que hacía escasos momentos me había confesado que estaba enamorado de mi.
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EN EL PRÓXIMO CAPITULO
Sonrió y volvió a unir nuestros cuerpos. Una capa de sudor nos envolvió a los dos, la fricción entre nuestros cuerpos era delirante. Paseé mis manos por su espalda hasta llegar a su trasero y le empujé más contra mí.
Los jadeos y los gemidos inundaron la habitación. Cielo santo, sus jadeos eran música celestial para mis oídos.
Subió el ritmo de sus embestidas y yo ya no podía jadear más alto, para ese entonces había perdido la vergüenza hace rato...
Los chicos quería que me quedara con ellos a tomar algo, pero no me apetecía. Ya no. Me fui a casa directamente y fui hasta la sala de música. Me senté en la butaca delante de mi piano. Llevaba unos días haciendolo porque acariciar las teclas de nuevo me relajaba y realmente necesitaba estos momentos como el agua.
Aún estaba con la boca abierta y por varias razones. Después del día de hoy, Bella Swan me había demostrado que con ella todo era posible. ¿Bella de animadora? Si, evidentemente ya había visto y comprobado que ahora no se movía nada mal, pero...¿animadora? No había dado un duro por ella, hasta que vi como bailaba al son de la música y sin querer seguí durante toda la coreografía el vaivén de su falda y la forma en que su pelo se movía y...déjalo, ¿quieres?
Contra todo pronóstico, Bella llegó a la prueba final, la prueba de la que saldría la nueva capitana y (redoble de tambores)...¿con quién se tendría que batir en "duelo"? Con Tanya, créetelo. Tanya llevaba dos años en el puesto, siempre pasaba las pruebas...hasta hoy.
La cosa iba bien, ambas a lo suyo, sin ningún fallo aparente...hasta que Tanya tuvo que meter la manaza y empujar a Bella haciendo que esta cayera casi despatarrada al suelo. Y de nuevo sentí ganas de ahogar a Tanya. Hubo un gran silencio en el gimnasio y yo aproveché y me levanté para ayudarla y cual fue mi sorpresa cuando el machote musculitos se me adelantó. Me senté de mala gana en mi asiento mientras miraba como el dichoso modelo de anuncio le apartaba el pelo de la cara a Bella.
Evidentemente, y más después de ese "incidente", descalificamos a Tanya y Bella se proclamó capitana. Que el cielo me ayude y por varias razones. Primero, tener que aguantar la ira devastadora de Tanya por votar en su contra y segundo...tener que concentrarme en los partidos con Bella contoneándose en minfalda a escasos metros de mi.
Pero mi lista de sorpresas no acaba ahí. No.
Me sentía estúpido...me porté como un imbécil celoso delante de Bella y sin motivos. La presencia del musculitos se me estaba haciendo muuuuy cuesta arriba y mis ansisas explotaron...para darme en toda la cara. Resultó que el famoso chulo playa no tiene, tuvo ni tendrá nada con Bella...porque era gay. Gay. Me sentí como un perfecto gilipollas cuando se besó con su novio o quienquiera que fuese delante de mis narices. Bien, el capullo podía haberme dado pistas para no quedar como un idiota.
Y para rematar la lista...la llamada de Alec. Ayer por la noche mi "amigo" me llamó para salir con ellos. Si no me convencieron los otros no lo iba a hacer él. Me echó en cara que había cambiado mucho, que ya no era el de antes y que si dejaba el equipo, como había oído que iba a hacer, me iba a arrepentir. Ja. Lo último que me faltaba es que Alec "el mafias" me acojonara.
Dejé de tocar las teclas sin sentido para recordar algunas melodías que compuse cuando tocaba a diario. Cerré los ojos y dejé que mi mente viajara cuando todo era más sencillo, cuando no tenía preocupaciones sin sentimientos de culpa. No se cuanto tiempo llevaba allí acariciando mi piano, cuando la voz de mi hermano me sacó de mis pensamientos.
- Es una melodía preciosa – dijo apoyado en el marco de la puerta.
- ¿Llevas mucho tiempo ahí? - pregunté girandome hacia él.
- Nah...un par de minutos. ¿Puedo? - me preguntó señalando el butacón. Asentí y le hice hueco – Llevas unos días tocando y eso me gusta. Lo ehcaba de menos.
- Vaya – me pasé la mano por el pelo avergonzado.
- Vamos...cuando estás frustrado y aporreas las teclas se te oye en toda la casa, créeme – ambos reímos.
- Yo también echaba de menos esto...el reirnos juntos y bromear.
- Lo se – dijo Jazz pasando los dedos por el contorno del piano – Porque yo también echo en falta estos momentos. Quiero reirme y bromear contigo, quiero contarte mis cosas...
- Sí, parece que tienes mucho que contarme, ¿no? - se empezó a sonrojar – Estás con Alice – se sonrojó aún más - ¡Estás con Alice!
- Sí – admitió – Es...es...está loca, ¿sabes? Pero es increíble. Su forma de ver la vida después de los momentos tan duros por los que ha pasado provoca mi instinto sobreprotector, quiero cuidarla, quiero que esté bien...quiero quererla – dijo ruborizado.
- Me alegro mucho, Jasper, espero que os vaya bien – al menos a uno de los dos le iban bien las cosas. Jazz me miró como si me hubiera leído el pensamiento.
- Sabes que si haces bien las cosas a ti también te puede ir bien.
- ¿Hacer bien las cosas? Me hablas en términos muy generales, Jazz.
- Con Bella, Edward. Hacer bien las cosas con Bella.
- Me has pedido justo lo que no se hacer. Lo único que se hacer con Bella es cagarla, tío.
- Bueno, y quedar mal delante de ella – dijo riéndose – Tenías que haberte visto la cara cuando viste a Nath con Peter – se rió más.
- Te refieres al musculitos chulo piscinas y su novio, ¿no? - Jasper se rió más fuerte – Sí, riete...joder, soy patético.
- Sí...es un poco patético...
- No se...no se que hacer para mejorar con Bella, Jasper. Cada vez que la miro a la cara recuerdo que aquella noche fui un cabrón con todas las letras...No estoy a gusto siendo como soy, Jazz...quiero cambiar, quiero volver a ser el Edward de antes...pero no se cómo – he aquí un arrebato de sinceridad.
- Ya has cambiado, Edward...aunque tu no te des cuenta. Es lo que esta mañana le he dicho a Bella y...
- Hey, hey...¿has hablado con Bella? ¿De mi?
- Y como iba diciendo – buena forma de ignorarme – Para empezar, has vuelto a tocar el piano, pasas mucho tiempo en casa, sales muy poco y apenas vas con tus amigos...
- No me apetece estar con ellos, no...no quiero ser como ellos – susurré – De hecho...estoy pensando en dejar el equipo...ser el capitán hoy por hoy me hace sentirme aún más culpable-
- Me parece muy inteligente por tu parte, la mayoría no son buenos para ti. Aunque la idea de dejar el equipo me parece estúpida, no vas a conseguir nada dimitiendo – se levantó de la butaca y puso sus manos en mis hombros – ¿Quieres que te diga algo? Aunque me diera mil veces contra la pared seguiría intentando acercarme a Bella y arreglar las cosas...te sorprenderías gratamente.
Me guiñó un ojo y se fue antes de darme opción a someterle a un tercer grado y preguntarle por su conversación con Bella.
Arreglar las cosas con ella...si, si, si...como no me caiga un consejo del cielo lo llevo claro si no quiere ni verme...por el amor de Dios, ni siquiera pronuncia mi nombre...
Pasé la semana como pude hasta que llegó el famoso sábado. Y digo famoso porque había oído hablar a mi hermana de este día hasta el cansancio. Por lo visto esta noche iban a celebrar el tema de Bella y las animadoras...bendita la gracia que me hacía. Por lo que había oído iba a ir a no se qué sitio en Port Angeles...ya me podía imaginar a todos los chicos detrás de Bella como babosos asquerosos...arrrg. La vena del cuello se me hinchaba hasta límites peligrosos.
Era la una de la mañana y ya me habían llamado los chicos tres veces para quedar. Otra vez. Tras tres negativas pensé que no volverían a llamar, pero me equivoqué. El tesioso telefonito sonó otra vez. Esta vez era Tyler.
- Podeis seguir llamando hasta que se os canse el puto dedo por marcar...no voy a quedar esta noche con vosotros. Lo puedo decir más alto pero no más claro, joder.
- ¿Qué me estás contando? No estoy con los chicos, estoy en casa – fruncí el ceño.
- Joder, tío...pensé que me llamabas otra vez para quedar...estos cabrones son unos malditos pesados.
- No, no he querido salir con ellos, hay un ambiente rarito...verás...he llamado para contarte una cosa. Si Alec se entera algún día de que te lo he dicho yo me corta los huevos, así que yo no te he dicho nada.
- Mi boca está cerrada – me senté en la cama – Dime.
- Verás...corren rumores de que estás pillado por Bella y, tío, no me extraña, ¿vale? La chica ahora es algo así como perfecta...de todos modos los rumores no acaban ahí. Alguien dice que ha oído que vas a dejar el equipo...y...Alec se ha enterado.
- Ya me lo dijo él mismo el otro día...¿Y qué? Yo puedo hacer lo que quiera con mi vida, ¿no? Además a Alec no le debería de importar lo que hagamos en el instituto.
- Ya...pero parece ser que si le importa y...bueno...esta mañana he ido a la tienda de deportes donde trabaja y he oido una conversación por teléfono. Tenía que ver con Bella – como si fuera un resorte me levanté de mi sitio.
- ¿Con Bella?
- Sí, no lo he podido escuchar bien...no se cómo coño se ha enterado, pero saben por donde han salido esta noche Bella y tus hermanos...Edward, creo que van a intentar hacerla algo, aunque no se el qué.
- ¿Cómo que van a hacerla algo? - grité – No me jodas, Tyler y dime qué escuchaste exactamente.
- Oí a Alec decir que si querías dejar el equipo te iban a joder y qué mejor manera que teniendo un encuentro con la Swan...lo siento tío, pero no pude oir nada más sin que se diera cuenta.
- Mierda, mierda...
- ¿Sabes donde han ido? Si quieres voy contigo, tío...
- Se donde están y gracias, pero prefiero ir solo. No sabes lo que te agradezco esta llamada, Tyler.
Me puse una camisa, cogí las llaves del coche y bajé disparado para el garaje. Mi madre estaba en el salón revisando unas muestras de tejido cuando me vio pasar.
- Hijo, ¿te marchas? Pensé que no ibas a salir – dijo quitándose las gafas.
- Una cosita de última hora, mamá.
- ¿Estás bien, hijo?
- Sí, no te preocupes – me acerqué y la besé la frente.
- Ten cuidado – me dijo preocupada.
Vale, no era yo precisamente el que tenía que tener cuidado. Me daba igual que fuera Alec, su vecino o el presidente, pobre de aquel que intentara hacerle algo a Bella.
El viaje hasta Port Angeles se me hizo eterno. Aún no me podía entrar en la cabeza lo que me había dicho Tyler. ¿Hasta donde podía llegar la mente retorcida de Alec? Y sobre todo, ¿por qué? ¿Por qué era Bella la que tenía que pagar las consecuencias de mis actos? Parecía que Alec tenía una fijación enfermiza por ella, no lo podía entender.
Llegué a la zona de copas en la que estaba el garito que iban a inaugurar orientándonme con los carteles que había pegados por las paredes. Había mucha gente, muchos chicos y chicas por todos lados que me impedían ir a la velocidad que quería...hasta que reparé en un lugar apartado.
Apenas había un par de coches aparcados por aquel lugar y el volumen de gente era mucho menor. Había dos personas agazapadas en un coche, podían parecer dos chicos en busca de un lugar para meterse mano si no fuera por el hecho de que la chica parecía estar llorando o gritando...mi sangre empezó a hervir cuando avancé con el coche y vi que era Bella y que el hijo de puta de James estaba con ella. En cuestión de segundos lo vi todo rojo y más aún cuando vi que la daba un bofetón. Maldito cabronazo. Sin pensarmelo dos veces apreté a fondo el pedal del acelerador preso de una furia incontenible.
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CAPITULO 29 - TE ODIO...PORQUE TE NECESITO
- Apártate de ella ahora mismo, James o te arranco la cabeza – dijo Cullen.
- Vamos, Edward, sólo nos estábamos divirtiendo, ya que tu en su momento no la quisiste...- no pudo terminar. Cullen le propinó un puñetazo haciendo sangrar al tal James.
- A mi no me parece que ella se estuviera divirtiendo, hijo de puta – y le dio otro puñetazo haciendo que se cayera al suelo.
Yo miraba la escena perpleja. Cullen estaba pegando al tío que intentó aprovecharse de mi. El tal James se levantó para defenderse y devolver el golpe pero Cullen fue más rápido y le volvió a dar de lleno en la cara haciendole sangrar esta vez por el labio. A la tercera embestida no tuvo tanta suerte ya que el rubio apartó a Cullen de un empujón empotrandole contra la puerta de su volvo. Acto seguido llegó otro coche, la puerta del copiloto se abrió desde dentro y James aprovechó un descuido de Cullen para escapar en el coche antes de que cumpliera la amenaza de arrancar cabezas.
Cullen me miró horrorizado. Rápidamente se acercó a mi.
- Bella, cielo, estás bien – asentí como pude - Estás helada – dijo tocándome los brazos. Se quitó su chaqueta y me la puso por encima tapándome mi cuerpo expuesto – ¿Te ha...te ha hecho algo? ¡Te ha golpeado! Por dios, ¡Bella di algo! ¿Qué más te ha hecho ese desgraciado? - parecía desesperado.
- Edward – y me abracé con mis manos en su cuello.
Él me correspondió el abrazo y me atrajo hacia él. Me decía que me calmara, que todo iba a estar bien, mientras me acariciaba la espalda. En sus brazos me sentí más segura, me sentí bien. Además el aroma de su piel me calmaba, fue como un sedante para mí. No se cuanto tiempo estuvimos así.
- ¡Bella! - gritó Alice, y rápidamente saqué la cabeza del pecho de Edward, sí, volvía a llamarlo Edward. Abrió mucho los ojos cuando le vio y los abrió aún más cuando vio los golpes en mi cara y mi camisa rasgada – ¿¡Que...Que ha pasado! - chilló.
- ¿No le habrás hecho nada? - preguntó Rose furiosa.
- ¿Cómo crees que yo le pudiera hacer algo así? - respondió Edward gritando.
- Un...un tal James – balbuceé – entró con Alec y...y...yo salí a tomar el aire...y...intentó...- y rompí a llorar de nuevo. Edward me llevó la cabeza a su pecho y su aroma me embriagó de nuevo, me relaje al instante.
- ¿Se ha aprovechado de ti? - rugió Rose.
- Me...me ha pegado y...me ha...me ha tocado – las ganas de vomitar volvieron así como las lágrimas. Me había provocado un asco horrible la sensación de sus manos en mi piel.
- En cuanto me encuentre con ese malnacido no le van a reconocer ni en su casa – dijo Emmet furioso.
- Iba a darle más de su propia medicina, pero el cabrón se me ha escapado – dijo Edward atrayéndome más a él.
- Chicos, deberíamos de llevar a Bella al hospital a que la vea un médico – dijo Jazz.
- Sí, vamos, voy a llamar a papá a ver si tiene guardia.
No tenía fuerzas de negarme. Edward me llevó hasta su coche y me sentó en el asiento trasero. Alice se sentó conmigo y me abrazó. Llegamos al hospital en un suspiro.
Una vez llegamos Edward me tomó por la cintura y me condujo por los pasillos del hospital seguidos de los chicos. Me metió en un despacho con una camilla y un carrito con cosas médicas. Entramos él y yo solos.
Me miraba pero no me decía nada, yo no podía levantar la vista del suelo, me sentía sucia. Imaginé que es lo que hubiera pasado si Edward no hubiera llegado a tiempo. Me puse a llorar de nuevo y Edward volvió a abrazarme.
La puerta se abrió pero fui incapaz de deshacerme de los brazos de Edward, me sentía muy bien así.
- Edward – dijo una melodiosa voz. Levanté mi cara y vi a un hombre muy apuesto, de unos cuarenta años, rubio y con los ojos azules. Tenía una mirada amable y en su bata ponía Dr Cullen. El padre de Edward – ¿Que ha pasado?
- Han...- tosió – han intentado aprovecharse de ella.
- ¿Sabes quien ha sido? ¿Le has visto? - asintió – Bien, pues cuando examine a Bella deberéis ir a la comisaría a denunciar. ¿Sabe tu padre lo que ha pasado, Bella? - dijo mirándome con dulzura.
- N...no, estábamos en Port Angeles. Pero todavía no quiero que le llaméis, por favor – me apresuré a decir – no quiero preocuparle, además estoy bien, en serio.
- Bueno, eso lo tengo que decidir yo – dijo guiñándome un ojo – De todos modos después de revisarte avisaremos a tu padre, ¿de acuerdo? - asentí – Ahora Edward, por favor sal.
- Papá, yo me quedo.
- Hijo, por favor, Bella ahora es mi paciente, no puede haber nadie en la consulta mientras la examino – Edward fue a reclamar, pero su padre le cortó – Hijo, en cuanto termine te llamo para que pases.
Y Edward salió murmurando. El doctor se giró para mirarme. No me extraña que tuviera unos hijos tan guapos, él era hermoso. Nunca le había visto a pesar de las veces que había visitado el hospital. Al parecer había estado trabajando en un hospital de Port Angeles, pero le concedieron el traslado. Además viajaba por todo el país dando conferencias, era un eminente cirujano.
- Bueno, Bella, dime que ha pasado – le conté lo ocurrido y los golpes me había dado.
Estuvo mirándome los golpes de la cara, que se estaban empezando a hinchar.
- Bella, no tienes nada roto, pero te van a salir unos buenos moratones. Toma, date esto – me tendió una crema – cada 6 horas. Te calmará el dolor y se te disolverán antes – luego miró mis brazos – Sí, son moratones superficiales. Te ha hecho algo más, Bella, ¿ha...ha llegado a ...abusar de ti?
- No, estaba empezando a tocarme cuando llegó Edward y evitó que fuera a mayores – y las lágrimas comenzaron a salir de nuevo.
- Vale, Bella, tranquilizate – dijo acariciándome la cabeza – Estás muy nerviosa, te voy a poner un calmante, ¿de acuerdo? - asentí. Vi como sacaba un bote con un líquido transparente y una vía. Entré de nuevo en pánico.
- ¿M...me va a pinchar?
- Tranquila, no te dolerá – dijo sonriendo. Y fue verdad, cuando me quise dar cuenta tenía la vía puesta y el goteo con el tranquilizante – Bueno, me voy a hacer el parte de lesiones para la denuncia. Edward está fuera, ¿le digo que pase? - asentí – Vale, descansa, dentro de un rato vendré a verte.
No terminó de salir por la puerta cuando entró ó una silla y la puso al lado de la camilla en la que estaba recostada.
- ¿Qué tal estás? - dijo mirando los morados que empezaban a salirme.
- Ahora mejor – no lo pude evitar, me sentía mejor si él estaba cerca de mí.
- Mi padre me ha dicho que los golpes no son de importancia, desaparecerán pronto – y me sonrió.
- ¿Cómo...cómo llegaste? Estabas cerca o...
- No, me llamó Tyler. Me dijo que había oído a Alec hablar con alguien por teléfono, sabían que ibais a estar en Port Angeles. Tyler oyó que decían algo sobre ti, pero no pudo saber a lo que se referían, aunque parecía que no era nada bueno. Yo me quedé intranquilo así que decidí dar una vuelta por donde se suponía que ibais a estar.
- ¿Por qué Alec habló de mi con ese...tipo? Parecía que me conocía.
- Bella, Alec y yo discutimos el otro día. Al parecer quería vengarse de mi.
- ¿Vengarse de ti? ¿A través de mi? ¿Por qué? No..no lo entiendo – estaba confundida.
- Alec...bueno...Alec se ha enterado de que tu a mi...- la puerta se abrió de golpe.
- Bella, ¿que demonios ha pasado? - preguntó Jake en un grito. Su vista pasó de mi a Edward. Me miró confundido – ¿Qué demonios hace él aquí, qué te ha hecho?
- Jake, Edward no me ha hecho nada, al contrario, si no llega a ser por él...- mi voz se quebró.
- Pequeña – dijo Jake mientras se acercaba y me abrazaba. Vi a Edward que se marchaba, quise gritarle que no se fuera, que quería que se quedara conmigo, pero ya fue tarde.
- Jake, ¿cómo te has enterado?
- Bueno, tu padre te llamó y como no cogías el teléfono llamó a tu amiga Alice. Esta se derrumbó, se puso a llorar y se lo contó todo. Tu padre está hablando con el doctor en su despacho.
- Oh, estará muy preocupado.
- Ni te lo imaginas, ¿qué demonios ha pasado?
Le conté todo lo ocurrido y cuando terminé volví a llorar. Estaba muy sensible y lo peor de todo, echaba de menos los abrazos de Edward en estos momentos.
El padre de Edward vino y me quitó la vía. Realmente me encontraba un poco más relajada después de ponerme el tranquilizante. Me dijo que estuviera unos días de reposo hasta que mis nervios se mejorasen. Me dijo que nada de instituto durante unos días.
Cuando salí Alice seguía llorando en brazos de Jasper y Emmet estaba sentado con Rosalie sobre su regazo.
- Oh, Bella – dijo Alice abrazándome y llorando – Lo siento mucho, te dejamos sola y...- comenzó a sollozar más fuerte.
- Hey, Alice, no pasa nada, estoy bien, mirame, de verdad, solo son golpes leves.
- Bella, tendrá su merecido – dijo Emmet muy serio.
- Ese déjamele a mi – dijo mi padre a mis espaldas mientras me abrazaba – Cuando le cojamos estará un tiempo a la sombra, de eso me encargaré yo – le sonreí levemente. Me gustaba ver que mi padre se preocupaba de mi – Vamos a casa hija, tienes que estar cansada.
- Sí, los calmantes me han dejado un poco grogui – me sentía somnolienta – Jasper – me acerqué a él para que no nos oyera nadie – ¿y Edward?
- Se ha ido a casa, dice que quiere estar solo.
- Vamos hija – dijo mi padre mientras mis amigos nos seguían al exterior.
- ¿Le...le ha pasado algo? - volví a preguntar a Jasper.
- Bella, eso será mejor que se lo preguntes tú personalmente.
Y Charlie y Jacob me llevaron a casa para que descansara. Tenía que hablar con Edward.
Los días pasaban lentos en mi casa. Ya me encontraba bien, además mis moratones habían desaparecido casi por completo y no me dolía nada. Lo malo venía a la hora de dormir, tenía pesadillas muy vividas.
Alice y los chicos me visitaban todos los días un rato, pero de Edward no sabía nada aún. No me atrevía a preguntar a las chicas por miedo a que se enfadaran, se supone que a mi no me interesaba para nada, Emmet...empezaría a gastarme bromas de mal gusto. Así que decidí preguntar a Jasper. Confiaba plenamente en él y no me juzgaría para nada.
Las chicas fueron a comprar unas pizzas y refrescos con Emmet. Era el momento, Jazz se quedó conmigo para que no me quedara sola.
- Jazz – le llamé, estaba intentando buscar una película decente para poder ver.
- Dime, Bella.
- Eh...esto...¿y Edward?
- Oh, ¿ya le llamas por su nombre? - dijo riéndose.
- Sí...supongo. ¿Esta...le pasa algo?
- Eh...bueno, creo que anda un poco...de bajón.
- ¿Por qué? ¿Ha pasado algo en el instituto? ¿Se ha vuelto a pelear con Alec?
- Que yo sepa no. Está un poco deprimido, eso es todo. ¿Por qué te preocupas tanto? Pensé que no querías saber nada de él – dijo alzando una ceja y dejando las películas.
- Yo...bueno...supon...supongo que no le agradecí lo del otro día. Si no hubiera sido por él...- me dio un escalofrío. Jazz lo notó y me pasó una mano por los hombros.
- ¿Sólo por eso?
- Yo...sí...bueno, no – balbuceé.
- Vaya – y sonrió de manera tierna – ¿Te interesa mi hermano? - bien, Jazz a bocajarro.
- Eh...sí – admití con la cabeza agachada – Pensarás que estoy loca...después de lo que pasé por su culpa...
- Las personas y las situaciones cambian, Bella. Lo importante es que te has dado cuenta que le necesitas.
- Si, le necesito, pero no creo que sea recíproco.
- Bella, ¿no viste como te trató el otro día? Se desvivió por ti la otra noche - vaya, eso me gustó oírlo.
- Jazz, era una situación un poco extrema. Tú o Emmet hubierais actuado como él.
- Hubiéramos actuado como él pero con sentimientos diferentes.
- ¿A qué te refieres? - en ese momento llegaron los chicos con las pizzas.
- Quizás deberías de hablar con él de una vez por todas.
- Bella, ¿ya te ha contado Jazz lo de la fiesta en su casa? - dijo Alice mientras se abrazaba a Jazz dando saltitos.
- ¿Qué fiesta? - dije mirándole.
- Este fin de semana celebraremos el cumpleaños de Edward y como está un poco deprimido vamos a hacerle una fiesta sorpresa en casa.
- Oh – fue todo lo que pude decir.
- ¿Vendrás, no? Papá te dijo que unos días de reposo, ya ha pasado una semana. Creo que te deberías de entretener un poco – dijo Rose.
- Sí, por favor, ven a la fiesta...He comprado una falda que te quedará divina – dijo Alice botando en las piernas de Jazz. Este rodó los ojos y no pude contenerme la risa.
- Os podéis quedar a dormir en casa si vemos que la fiesta se desmadra – dijo Jazz mirándome a los ojos.
- No sé si mi padre se quedará tranquilo si no vengo a dormir...
- ¡Bella! Estamos todos contigo, nosotros te cuidamos – gritó Emmet desde la cocina.
- Sí, además dejame a mi tu padre – rio Alice.
- Vale, pues tenemos fiesta – dije finalmente. Todos sonrieron.
- Podrías aprovechar para hablar con Edward – me dijo Jazz al oído.
Pero no tuve opción de responderle. Emmet vino de la cocina con una pizza en cada mano y nos pusimos a ver películas hasta que vino mi padre, que se nos unió gustoso. A mi padre le caían muy bien mis amigos. Él sabía que con ellos me cuidarían siempre.
Él dudaba un poco de Edward aún, aunque no se le podía llamar amigo. Mi padre siempre sospechó que mi partida a Phoenix fue por su culpa, nada más lejos de la realidad. De todos modos yo sabía que le agradecía cómo se había portado conmigo la noche del incidente.
Miré el reloj de la pared. ¡Las doce! Me había quedado dormida y cuando miré a mi alrededor la escena era de lo más cómica.
Alice se había quedado dormida con la boca abierta en el regazo de Jazz y se le estaba cayendo la baba literalmente. Jazz no estaba mucho mejor, se le había caído la cabeza hacia atrás. Emmet y Rosalie estaban besándose ajenos al mundo exterior. Y mi padre estaba roncando en el sofá individual.
Tosí fuertemente para que se desperezaran y al cabo de los diez minutos mi casa se quedó vacía. Dejé a mi padre en el sofá, más que dormir parecía que había caído en coma. Me subí a mi habitación e intenté dormir.
Imposible. La siestecita que me eché en el sofá me robó el sueño.
¿Por qué me habría dicho Jasper esas cosas? ¿Qué le pasaría a Edward? Te estás preocupando, Bella, pensé. Sí, para qué negarlo. El tener el otro día a Edward conmigo así el otro día me valió para darme cuenta de que a su lado me sentía completa. Le necesitaba a mi lado. Necesitaba que me abrazase en estos momentos. ¿Y si él no estaba interesado de la misma manera que yo? ¿Y si solo quería jugar? Lo del otro día no parecía un juego, la situación no daba pie. ¿Será verdad que está cambiando? Debería de hablar con él, pero me aterraba la idea. ¡Edward, te odio por necesitarte tanto!
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CAPITULO 30 - EDWARD ESTÁ ENAMORADO
Quedaban un par de horas para la fiesta de cumpleaños de Edward y Alice estaba torturándome. Me maquilló de manera que mis casi desaparecidos moratones quedasen ocultos totalmente. Me hizo un bonito peinado de ondas y me puso la ropa que me compró, una falda blanca con un poco de vuelo por encima de la rodilla y una camiseta de tirantes azul cielo. Me puso unas mortales sandalias blancas. No me quejé de nada, todo era muy bonito.
Cuando terminó de arreglarse, que por cierto estaba guapisima, Alice me condujo a su coche.
Jazz y Rose esperaban en su casa para preparar la sorpresa. Desde el incidente Rose y Edward se habían acercado un poco más y me alegraba por ello. No debe de ser muy agradable odiar a tu hermano pequeño
Cuando llegamos había un montón de coches aparcados en la puerta. Bien, la popularidad de Edward había llevado a la mitad del instituto a su fiesta.
- Alice, ¿no se molestarán los padres de Edward por tanta fiesta en su casa? - le pregunté.
- Ellos están fuera. Por lo visto Carlisle tiene que dar una conferencia en Nueva york.
- Vaya, ¿y se van a perder el cumpleaños de su hijo?
- No, me dijo Jazzy que el cumpleaños de Edward es el martes que viene, pero aprovecharon para preparar la fiesta ahora por el viaje de sus padres.
- Ah.
Una vez dentro pudimos ver que había un montón de caras conocidas, gente del instituto y del pueblo. Permanecían todos en silencio por orden de Rose, como para no hacerla caso con el genio que se gastaba.
- Cuando Jasper baje con Edward todos gritamos a la vez sorpresa, ¿entendido? - dijo Rose. Sí, parecía que se llevaban mejor, al menos se había tomado muchas molestias para que la fiesta saliera perfecta.
Todos asentimos. Esperamos unos minutos hasta que oímos unos pasos. Cuando pisaron el último tramo de escaleras todos gritamos "sorpresa" y todo el mundo se acercó al cumpleañero.
Su cara no tenía precio, por un lado le agradó la sorpresa, pero por otro parecía que su mirada carecía de brillo, algo le faltaba. ¿Qué le pasaría?
En cuanto la masa de gente me dejó me acerqué a él para felicitarle.
- Felicidades, Edward – le dije con una leve sonrisa.
- Gracias – y se le iluminó la cara – No sabía que tu también estarías aquí. ¿Cómo...cómo te encuentras?
Le fui a contestar pero un chico del equipo se le llevó tirándole del brazo.
Busqué a los chicos, pero parecía que ya estaban ocupados, cada uno con su pareja. Genial.
Después de que 6 personas me preguntaran por lo que me pasó, como para no enterarse en un pueblo pequeño, sentí la necesidad de salir del salón. A la calle no, pensé, me recordaba lo de la otra noche, así que me fui a la cocina.
Asomé la cabeza para comprobar que no había nadie. Perfecto, estaba desierta. Era blanca y muy grande. Nada parecida a la mía. Me senté en uno de los taburetes y vi que había una botella de martini. Hacía mucho tiempo que no tomaba una copa, además no me hará mal, pensé. Estaba buscando un limón para ponerle en el vaso cuando alguien me sobresaltó.
- ¿Te puedo ayudar en algo? - Me giré y vi a Edward apoyado en el marco de la puerta. Estaba guapisimo con la ropa que llevaba, esa camisa con los primerso botones desabrochados...
- Eh...limón, para esto – dije señalando el vaso de martini.
- Toma – dijo cogiendo uno de un frutero.
- Gracias – le sonreí – ¿quieres? - le señalé la botella.
- Vale – uh, tu y yo con una botella de alcohol...concentrate, Bella.
- ¿Por qué no estás con tus invitados? ¿No te ha gustado la fiesta? - le pregunté mientras le servía una copa y cortaba el limón.
- Sí, no es eso, es que estaba un poco...agobiado, con tanta gente...
- ¿Edward Cullen agobiado por la gente? - me reí – Yo creía que disfrutabas de que las chicas corrieran detrás de ti – bromeé.
- Bueno, la gente cambia. Además he tenido unos días...difíciles – dijo frunciendo el ceño.
- ¿Por qué? - le pregunté.
- Bueno...creo que debería de contártelo. Esto te concierne a ti – me tensé – Es por lo del otro día...Alec fue el que planeó lo de tu accidente, Bella – dijo mirándome a los ojos.
- Eso ya me lo dijiste, pero no entiendo por qué – dejé de partir el limón para mirarle.
- Alec se ha enterado de que quiero dejar el equipo y está enfadado conmigo.
- ¿Por qué quieres dejarlo?
- Bella, yo no estoy en el equipo por méritos propios – dijo agachando la cabeza – lo conseguí después de aquel baile...
- Bueno, dejemos eso a parte, tu eres uno de los mejores jugadores que tenemos.
- Pero me siento culpable – me miró a los ojos – Desde que volviste entendí que hice mal aquella noche.
- ¿Tan importante era para ti ser estar en el equipo? ¿No te valía con la popularidad que ya tenías? - lo dije de sopetón, lo tenía guardado dentro.
- No fue por eso, Bella.
- Entonces...- le animé para que continuara.
- Era por la beca y los créditos de deportista para la universidad, para ir a Darmouth me faltaba nota y perteneciendo al equipo me concedían la beca – vaya, eso si que no me lo esperaba.
- No...sabía que lo hacías por la universidad, creí que era por tu afán de protagonismo.
- Nadie sabe los verdaderos motivos, sólo tu y Jasper. La gente tiene un concepto muy equivocado de mi – dijo desviando su mirada.
- ¿Y cómo eres realmente? - dije cambiando de tema, no quería incomodarlo más. Continué cortando el limón.
- Yo...supongo que soy cariñoso, me gusta tocar el piano, quiero mucho a los míos...y...y...estoy enamorado de ti...- ¿qué?
¿Qué me había dicho? Tendría que haber escuchado mal, desvié la mirada para mirarle con tan mala suerte que me corté en el dedo.
- Ay – dije mirándome el dedo, mala idea, la sangre me marea.
- A ver, déjame verte – dijo cogiéndome la mano para ver la herida – No es nada – dijo sonriéndome tímidamente.
Y lo que hizo a continuación me dejó sin palabras. Se acercó mi dedo a su boca y chupó la sangre que salía de él. Fue una mezcla de erotismo y ternura sentir como me acariciaba el dedo con su lengua. Mi cara debía de ser un poema y al parecer lo notó.
- Perdón – dijo sacándose mi dedo de su boca - Como se que te incomoda la sangre...perdoname, de verdad.
Y se marchó por la puerta.
Me quedé don la boca abierta. Me das explicaciones de tu vida, me dices que estás enamorado de mi, me chupas el dedo de una forma muy erótica y ahora, ¿coges y te vas?
Lo entendí todo, malinterpretó mi cara.
Dios santo, mi cara se debía al shock que me causaron los hechos, no porque ni mucho menos me disgustara lo que hizo. De hecho me gusto mucho. Demasiado. Sólo deseé que me volviera a hacer lo mismo, pero en la boca.
Fui hacia el salón y busqué entre la gente hasta que sentí que alguien me tocaba el hombro.
- ¿Buscas a alguien? - me preguntó Jazz.
- A Edward – ¿para qué mentir? Lo único que quería era encontrarle.
- Ha subido las escaleras, supongo que estará en su habitación – le miré para que siguiera hablando, cuantas habitaciones tendría esta casa? - Tercer piso, la primera puerta a la derecha – y me sonrió.
Subí las escaleras y el ruido de la música se hacía cada vez más tenue.
Cuando llegué a la habitación que me dijo Jazz empujé la puerta. No estaba cerrada con pestillo. Pasé sin preguntar.
Una vez dentro vi a Edward tumbado en un sofá de cuero negro con los ojos cerrados y unos auriculares puestos. No se había dado cuenta de mi presencia. Me acerqué a él y en ese momento me di cuenta de que tenía unas ganas horribles de tocarle la cara, los labios...quería besarle...
Abrió los ojos y me miró sorprendido, pero acto seguido me sonrió avergonzado, ¿Edward avergonzado? Se quitó los auriculares.
- ¿Tienes mejor...el...dedo? - balbuceó señalándome el dedo e incorporándose quedando sentado. Yo me senté a su lado.
- Sí, tu cura ha sido mano de santo – dije riéndome.
- Yo...Bella...lo que ye dije en la cocina...entiendo que no te fíes de mí, pero...
Le puse un dedo sobre sus labios para que se callase. Si me tenía que decir algo sería después. Oh, sus labios, eran lo más suave que había tocado en mi vida.
Lentamente me acerqué a ellos y él cerró los ojos. Podía notar cómo su aliento rozaba mis labios. Tenía miedo de que no le gustara, yo no había besado a nadie aún.
De pronto él eliminó la distancia que nos separaba y juntó nuestros labios.
Eran lo más dulce que había probado en toda mi vida. Eran suaves y se movían con maestría sobre mis labios tímidos. Alcé mi mano para tocar su mejilla, como imaginaba, suave y dulce. Todo en él parecía ser suave y dulce. Él me cogió con sus manos de la nuca y me sentí en el cielo cuando su lengua me acarició el labio inferior.
Abrí mi boca y dejé que se colara dentro, era exquisito, dulce, caliente...
Empecé a notar un calor desconocido por mi cuerpo. Ese calor me hacía querer estar más cerca de Edward, quería sentirle de forma más intensa. Él parecía querer lo mismo y acto seguido me cogió de la cintura y me colocó encima de él a horcajadas.
Así mucho mejor. Sus labios bajaron por mi mandíbula hasta mi cuello, mientras sus manos me acariciaban la espalda. Yo mientras tanto recorría los músculos de sus brazos con mis manos.
Su boca volvió a la mía, y el calor se apoderó otra vez de mí.
Fui un poco más allá, no lo pude evitar. Metí las manos debajo de su camisa para sentir su piel. Edward soltó un gemido bajo. Reí en su boca, pero no me dejó seguir. No se en qué momento nos levantó, pero de repente me vi tumbada en su enorme cama debajo de él, su cuerpo aprisionando de manera gloriosa el mío.
Enredé mis manos en su pelo, era sedoso, sus mechones se resbalaban entre mis dedos como si fueran plumas.
No se de donde saqué el valor pero empecé a desabrocharle la camisa, quería verle, quería sentirle piel con piel.
Pero de repente él se apartó de mi y me miró. Me avergoncé al instante, yo nunca había estado de esta manera con nadie ni mucho menos y temí estropear el momento.
- Bella – dijo con voz ronca – yo...no sé...igual es muy pronto...yo...temo que te sientas incómoda. Está muy reciente...lo del otro día - terminó en un suspiro. No se había molestado, se estaba preocupando por mí. Eso terminó de convencerme.
- Yo...quiero estar contigo.
- Bella...
Y volvió a besarme. Terminé de quitarle la camisa y pude deleitarme con la perfección de su cuerpo. Era una escultura griega, su pecho era terso y musculoso y sus abdominales estaban perfectamente marcados. Pasé mi mano desde su pecho hasta sus abdominales. Volvió a gemir, me encantaba que yo pudiera tener ese efecto sobre él.
Nos giró dejándome a mi arriba y pude observar con todo detalle su torso desnudo. No pude evitar sonreir. Se levantó para que su cara quedara a la altura de la mía y volvió a besarme con dulzura.
Comenzó a jugar con el borde de mi camiseta y fue poco a poco levantándola tocando la piel que iba quedando expuesta. Su toque me provocaba una sensación indescifrable, maravillosa. Cuando se cansó de jugar con mi camiseta me la fue quitando poco a poco y me miró como pidiéndome permiso. Asentí y me la terminó de quitar.
Bajó su mirada a mis pechos y puso su sonrisa torcida. Mientras yo le acariciaba el pelo él fue pasando lentamente sus manos por el borde del sujetador haciendo que se me escapara un vergonzoso gemido.
Eso pareció encenderle, ya que después de eso su mano fue subiendo por mis muslos hasta llegar al borde de mi ropa interior.
En ese momento me tensé. No había sido consciente de a donde estábamos llegando porque, sinceramente, me estaba gustando lo que sus manos me hacían sentir. Ese era el punto de no retorno. Sabía perfectamente cómo acabaríamos esa noche y era lo único que deseaba en el mundo, estar con él. Siempre lo había deseado.
Al notar mi tensión alejó su mano de piel, eso me frustró, no quería que parara.
- Perdón, no quería incomodarte – dijo mirándome a los ojos.
- No, no, no me incomodas para nada – balbuceé – Lo que pasa...bueno, esto es nuevo para mi...y...
- No...has hecho nunca...- dejó incompleta la frase. Negué con la cabeza.
- Soy virgen – abrió los ojos de golpe.
- Bella, no tenemos por qué hacer esto hoy – se apresuró a decir – Tenemos tiempo, no...- no le dejé terminar, le callé con un beso.
- Pero yo si quiero – y bajé la mirada – A no ser que tu no...
- !No! Cómo piensas que yo no quiero...- dijo mirándome los labios – No quiero que te sientas obligada por la situación. No quiero que hagas nada de lo que te puedas arrepentir mañana – terminó diciendo mirándome a los ojos.
- Quiero hacerlo y quiero hacerlo contigo, con nadie más. Nunca me arrepentiré de esto.
No concebía hacer esto con otra persona, tenía que ser él. Y volví a besarle. Empecé a desabrocharle el cinturón y los pantalones. Tengo que reconocer que estaba un poco nerviosa. Era un hecho, esa noche iba a perder mi virginidad, iba a hacer el amor por primera vez e iba a ser con Edward Cullen, que hacía escasos momentos me había confesado que estaba enamorado de mi.
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EN EL PRÓXIMO CAPITULO
Sonrió y volvió a unir nuestros cuerpos. Una capa de sudor nos envolvió a los dos, la fricción entre nuestros cuerpos era delirante. Paseé mis manos por su espalda hasta llegar a su trasero y le empujé más contra mí.
Los jadeos y los gemidos inundaron la habitación. Cielo santo, sus jadeos eran música celestial para mis oídos.
Subió el ritmo de sus embestidas y yo ya no podía jadear más alto, para ese entonces había perdido la vergüenza hace rato...
Qamiila Quinteros- .
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6/8/2014, 3:25 pm por Sammy17
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18/11/2013, 1:07 pm por silan
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29/9/2013, 7:32 pm por an.dii.995
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10/8/2013, 12:23 am por emy1718
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