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Porcelana
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Porcelana
Los personajes de esta historia no me pertenecen, son de S. Meyer, y la historia tampoco, es creeación de una amiga, T.G Kika, que con su autorización subí esta hermosa historia. Muy buena la verdad. Muy interesante, espero que les guste.
PORCELANA
"La mente es tan delicada y frágil como la porcelana, pero a diferencia de esta ¿Será posible juntar los trozos de una mente destrozada?"
Prefacio
"-Eres tan bonita. Igual que las muñecas de porcelana. No, aun mas preciosa y aun más delicada- dijo pasando su mano con delicadeza desde mi pómulo hasta mi barbilla. Y en ese momento no supe que hacer, si alejarme de él y no volver a esa habitación o quedarme ahí y recibir su atención aunque para él fuera una muñeca de porcelana, aunque nuestros sentimientos no fueran los mismos."
01 Retos
La vida nos lleva por rumbos que no esperábamos, nos conduce a caminos no planeados porque al fin y al cabo nos lleva a donde se supone pertenecemos.
Ó al menos eso esperaba.
No es fácil renunciar a un sueño pero cuando no tenemos los recursos necesarios para cumplirlos, no queda de otra.
No fue sencillo abandonar mi meta de estudiar medicina, aunque desde un principio sabía que no podría costearme la carrera. Mis padres me lo habían advertido, es irónico como mis propios padres habían destrozado mis esperanzas, pero viéndolo en perspectiva me habían abierto los ojos a la realidad.
Si, la realidad dura y cruel que nos envuelve día a día y a la que fui obligada a despertar desde muy temprano. Pero desde pequeña decidí que eso no me arruinaría la vida, que intentaría verle el lado bueno a todo, porque si algo había entendido con el paso del tiempo es que las cosas tienen siempre dos lados.
Así que intente estudiar algo parecido, y que más parecido a un doctor que una enfermera, tuve que esforzarme mucho para poder pagar la escuela de enfermería pero milagrosamente lo hice, yo sola, sin ayuda de mis padres ni nadie más.
Tal vez no era lo que quería, pero igual podía ayudar a las personas y era algo con lo podía vivir el resto de mi vida porque me gustaba lo que hacía o al menos lo que haría.
Ahora, conseguir empleo, ese era otro reto.
Al terminar la escuela de enfermería no podía encontrar empleo. Intenté en muchos hospitales pero no empleaban personas sin experiencia. Era realmente frustrante, es decir ¿Cómo se supone que tendré experiencia si no me contratan?
En fin, tuve que probar en el hospital psiquiátrico. Estaba renuente a ir a un lugar así pero al acabarse mis opciones posibles no me quedo más que probar ahí.
Los nervios me invadieron en el momento en que se me permitió entrar. Me sentí observada por cada uno de los individuos que se encontraban en ese patio, en los pasillos, viéndome desde las pequeñas ventanas de sus habitaciones, esa sensación ha sido la más aterradora que jamás ha podido recorrer mi ser. Quería irme, no me sentía cómoda en ese lugar; pero debía recordar el motivo de mi presencia en ese lugar.
El director del hospital accedió a atenderme. Carlisle Cullen, es su nombre. Al principio mostro su renuencia a aceptar a una joven sin ninguna experiencia en un lugar como ese.
Le asegura de una y mil maneras que pondría todo de mi parte para poder aprender cómo se trabajaba ahí. Pero hubo un momento en que se quedo en blanco, como si recordara algo importante.
Antes de darme una contestación suspiro.
-Señorita Swan, le daré la oportunidad de trabajar aquí. Solo que trabajara con un solo interno. Será su enfermera privada. ¿Qué le parece la idea?
-Claro que me parece bien, podría empezar cuando usted me dijera.- conteste alegremente. El doctor me indico el día que debía volver para empezar mi nuevo empleo.
Aunque la alegría me duro muy poco cuando a mi mente llegaron varias dudas preocupantes.
¿Quién sería tan importante?
O quizá sería una mejor pregunta: ¿Qué tan descolocado estaría para necesitar una enfermera privada?
Esos pensamientos me ponían aun más nerviosa, pero el Dr. Cullen, me había asegurado que no era peligroso. Y yo esperaba que el me estuviera diciendo la verdad.
El día que me habían indicado para presentarme llego, y por una parte estaba agradecida con eso, me volvía loca en mi diminuto apartamento, sola.
Cuando llegue, lo primero que se me entrego en la entrada fue un gafete que me identificaba como parte del staff que laboraba ahí, se me indico que debía reportarme primero con la enfermera a cargo. Cuando pude entrar, busque la estación de enfermeras para reportarme. Cuando llegue ahí pude ver una enfermera recostada contra el escritorio revisando descuidadamente unos papeles.
-Buenos días – me saludo cuando noto mi presencia.
-Buenos días. Disculpa busco a jefa de enfermeras.- dije, suponiendo que no fuera ella.
-Esa es Sue, yo soy Jessica, así que eres la nueva?-dijo con una mirada inquisidora mientras me sonreía socarronamente- Eso es genial, lástima que te toca cuidar al problemático- dijo de forma despectiva.
-¿A qué te refieres?
-Es el paciente más detestable que pueda haber. No habla, no se toma los medicamentos. Dios, es más fácil tratar con los pacientes mas trastornados que con él, al menos ellos llegan a hacerte caso, el es peor que un niño.- dijo lo ultimo rodando los ojos con una cara de frustración.
-Stanley ¿Qué no tienes rondas que hacer? – apareció una mujer detrás de ella, se veía un poco mayor pero me inspiraba más confianza que la chica con quien hablaba.
-Ya voy, Sue-dijo mientras tomaba de nuevo sus papeles y salió de ahí bufando.
-No le hagas caso, ella es una mentirosa compulsiva, deberían internarla aquí.
-No se preocupe, yo soy…
-Isabella Swan, ya lo sabía. El doctor Cullen me aviso que vendrías. Soy Sue Clearwater, es un gusto.- dijo sonriendo mientras tomaba mi mano para estrecharla. Luego la soltó y empezó a rebuscar entre los papeles que tenía en el escritorio.
Ten- dijo extendiéndome un papel con el horario y los nombres de los medicamentes del paciente, había un historial a nombre de Edward Anthony Masen Cullen. Me gusto ese nombre, me pareció como el nombre que tendría un caballero o algo así. De repente note su ultimo apellido: "Cullen", como el doctor. La curiosidad me gano y tuve que preguntar.
-¿El joven es familiar del doctor?- le pregunte tímidamente, no quería parecer una entrometida
-Si, es su sobrino. –Dijo sin mirarme mientras rebuscaba entre unos papeles- bien, aquí tienes tus horarios. Y puedes tomar uno de los casilleros vacios para tus cosas, ten este uniforme- dijo extendiendo un paquete- y por tu bien no te juntes mucho con Stanley, ella es muy… comunicativa, por decir algo. Ve, acomoda tus cosas y cámbiate, te avisare cuando llegue el Dr. Cullen, ¿De acuerdo?- sonrió mientras yo solo asentí y ella se fue.
Camine un poco confusa por los pasillos hasta que di con los casilleros, al fondo de la habitación había uno sin dueño, pude acomodar mis pocas pertenecientes, mi bolso con mis pocas cosas necesarias como mi celular, aunque no sabía para que nadie me llamaba, mi ipod, y mis documentos, un cambio de ropa por cualquier cosa.
Aproveche que no había nadie y pude cambiar mi ropa por el uniforme, no era feo, una falda blanca junto a una blusa celeste. Guarde mi ropa junto al resto de mis pertenencias.
Mientras cerraba el casillero escuche la puerta abrirse. Escuche dos voces.
-Así es, la nueva trabajara con el sobrino del doctor. Pobrecita, no sabe lo que le espera.- decía la enfermera que había encontré temprano.
-Si, tienes razón. Pobre mujer, debe ser una novata. ¿Crees que soporte una semana?- dijo la otra chica.
-Que va. No dura ni tres días. Ya verás- eso fue lo último que escuche antes que ellas salieran.
Esa platica me había preocupado, es más me espanto. De por sí, ya estaba nerviosa por ser mi primer trabajo y ahora esto. Era terriblemente preocupante.
Antes de salir, me vi en el espejo intentando parecer serena aunque realmente estuviera muerta del pánico.
Volví a la estación y ahí Sue me indico que el doctor me estaba esperando para hablar conmigo.
- Antes de que vallas ¿Puedo darte un consejo?- solo asentí, recibiría encanta cualquier consejo que ella me diese- Tenle paciencia, ha sufrido demasiado y no merece que las personas lo maltraten- dijo con sus ojos llenos de pena. Era todo lo contrario a lo que había percibido en las dos enfermeras que había escuchado antes y eso me confundió más.
Me dirigí a la oficina, aun un poco nerviosa. No sabía que esperar, después escuchar los rumores no sabía si creer en la palabra del doctor, o en esas mujeres que trabajaban ahí.
-Buenos días- me saludo cortésmente era un hombre amable, y muy guapo. La primera vez que lo vi pensé que mejor debía ser modelo – ¿Lista para conocer a tu nuevo paciente?
-Si.
-Solo debo darte unas indicaciones. Estas aquí únicamente para tratarlo a él, así que no te distraigas.-dijo viéndome seriamente, solo asentí ante su indicación- Su nombre, como supongo ya sabes, es Edward Masen. El no es peligroso, es un poco arisco, se encierra en su propio mundo, el puede llegar a ser como un niño. Debido a un acontecimiento trágico en su niñez, tiene cierto apego a un objeto en particular: una muñeca de porcelana- decía las palabras de manera triste, como si esa tragedia estuviera también ligada a él. Seguimos caminando por los pasillos del lugar, fue un recorrido muy largo, nos estábamos adentrando mucho en las instalaciones a cada paso que daba el lugar se volvía mas escalofriante para mi, era como una cárcel oscura; luego de caminar mucho y pasar por muchas habitaciones vacías nos detuvimos frente a una puerta, el saco un manojo de llaves y la abrió. Yo intentaba imaginarme como seria esa persona de quien me hablaba.
-De cualquier cosa que pudiera suceder te dirigirás directamente a mí o a Sue- yo solo asentí mientras entrabamos a la habitación.
De cierta manera era diferente a como yo me lo había imaginado, era lo contrario al resto del lugar. Había una cama muy bien arreglada, y en las paredes había repisas que estaba llenas de cuadernos. Había una mesa y en ella había una hermosa muñeca de porcelana adornando el lugar, todo parecía como la habitación que te gustaría tener en tu casa, espaciosa y de cierta manera inexplicable iluminada; reparaba mas en el lugar cuando de repente mi vista viajo directamente hacia una esquina de la habitación, sentado en una silla estaba el, era todo lo contrario a lo que había imaginado, era quizá el chico más guapo que hubiera visto, tenía un rostro muy hermoso, note que tenía unos hermoso ojos verdes, pero era un verde apagado, como si se volvieran negros. Vestía ropas normales, como si estuviese listo para salir. Mi vista volvió a su rostro. No sabía en porque repare tanto en detalles de su perfil, pero pude notar algo en sus facciones que me hacían sentir cierta pena por él, sus ojos no reflejaban nada ni alegría ni tristeza, estaban vacios y su mirada parecía cansada.
-¿Edward?- hablo el doctor, el joven solo levanto la mirada pero él no se movió de su lugar, veía al doctor como estudiando su rostro.
-Edward, ella es Isabella Swan, ahora estará encargada de ti, se amable con ella ¿Si?- le dijo el doctor poniendo su mano en el hombro de él, pero él no hizo nada, solo tenía su mirada puesta en mí, me sentí un poco nerviosa. Sus ojos me analizaban como deseando ver en mi alma, y sentí que quizás lo había logrado. Después de un momento volvió a dirigir su mirada al doctor con una expresión que no pude descifrar pero creo que el doctor Cullen lo hizo.
El doctor suspiro, y se giro hacia mí.
-Cuando tiene ánimos, le gusta dibujar. Ayúdalo en lo que puedas. Y por favor te lo suplico, no lo dejes mucho tiempo solo. Y…- su voz se corto- tenle paciencia.- repitió las palabras que me había dicho Sue.
Pude ver en sus ojos tristeza al decirme aquella petición. Suponía que para él su sobrino era alguien muy importante en su corazón.
-No se preocupe doctor, le aseguro que lo cuidare lo mejor que pueda.- dije intentando darle una sonrisa que lo reconfortara.
-Gracias-dijo devolviéndome una sincera sonrisa.
Cuando el salió de la habitación, vi la hoja con los horarios y me fije que era hora de que desayunara, ya que aparentemente alguien mas ya lo había arreglado. Me pregunte si había sido alguna de esas enfermeras chismosas, y luego pude darme cuenta que no podrían haber sido ellas, lo más seguro que hubiera sido Sue, ya que ella lo apreciaba, podía verlos en sus palabras para referirse a él.
-Hola- le dije acercándome a él.-Soy Isabella, pero si tu quieres puedes llamarme Bella- el no respondió nada, solo me veía fijo, como sorprendido.
-¿Te gustaría comer?- intente preguntándole dulcemente. No obtuve respuesta. Suspire.
-Ok, digamos que sí. Quédate tranquilo en un momento vuelvo, ¿si?- le dije suavemente.
Salí de la habitación a buscar su desayuno, Sue me indico que debía ir a la cocina a pedirlo.
Al cabo de unos minutos me entregaron una charola con comida, nada apetitosa podría agregar, me daba mucha pena darle de comer eso. Y recordé que en mi bolso tenía un sándwich para mi almuerzo y un jugo. Eso sería mucho mejor que esto.
Corrí a los casilleros y lo saque. Cuando volvía a la habitación el ahora estaba sentado en la mesa, parecía susurrarle cosas a la muñeca en la mesa. Eso me espanto un poco. Pero decidí no hacer caso.
-Mira te traje algo de comer.
Nada, Sabia que él me entendía pero ni atisbo que quisiese contestarme. Suspire nuevamente, este día sería realmente largo.
Puse la charola en la mesa frente a el, y con cuidado descubrí el sándwich y abrí el jugo.
-Vamos cómelo, te aseguro que esta bueno– intente animarlo a que comiera pero nada.
- Por favor come-
Pero nada. Ya me estaba desesperando. "Se paciente, se paciente" me repetía.
El solo me veía expectante, como si esperaba algo.
-Vamos, come- pensé por un momento, el doctor me dijo que le gustaba dibujar- y después podemos intentar dibujar- dije intentando animarlo. Y en ese instante sus ojos se iluminaron un poco. Volví a poner un trozo de sándwich en sus labios y esta vez abrió su boca para morderlo, de ahí el tomo el resto del pan y se lo termino por su cuenta. Luego le extendí el jugo y él se lo tomo sin chistar. Sonreí, al menos había logrado que comiera sin mucho problema.
Salí de la habitación con la charola vacía y la puse en una mesita para que luego la llevaran, pase recogiendo las medicinas que se suponía debía tomar luego de que comiera.
Ese sería otro reto.
PORCELANA
"La mente es tan delicada y frágil como la porcelana, pero a diferencia de esta ¿Será posible juntar los trozos de una mente destrozada?"
Prefacio
"-Eres tan bonita. Igual que las muñecas de porcelana. No, aun mas preciosa y aun más delicada- dijo pasando su mano con delicadeza desde mi pómulo hasta mi barbilla. Y en ese momento no supe que hacer, si alejarme de él y no volver a esa habitación o quedarme ahí y recibir su atención aunque para él fuera una muñeca de porcelana, aunque nuestros sentimientos no fueran los mismos."
01 Retos
La vida nos lleva por rumbos que no esperábamos, nos conduce a caminos no planeados porque al fin y al cabo nos lleva a donde se supone pertenecemos.
Ó al menos eso esperaba.
No es fácil renunciar a un sueño pero cuando no tenemos los recursos necesarios para cumplirlos, no queda de otra.
No fue sencillo abandonar mi meta de estudiar medicina, aunque desde un principio sabía que no podría costearme la carrera. Mis padres me lo habían advertido, es irónico como mis propios padres habían destrozado mis esperanzas, pero viéndolo en perspectiva me habían abierto los ojos a la realidad.
Si, la realidad dura y cruel que nos envuelve día a día y a la que fui obligada a despertar desde muy temprano. Pero desde pequeña decidí que eso no me arruinaría la vida, que intentaría verle el lado bueno a todo, porque si algo había entendido con el paso del tiempo es que las cosas tienen siempre dos lados.
Así que intente estudiar algo parecido, y que más parecido a un doctor que una enfermera, tuve que esforzarme mucho para poder pagar la escuela de enfermería pero milagrosamente lo hice, yo sola, sin ayuda de mis padres ni nadie más.
Tal vez no era lo que quería, pero igual podía ayudar a las personas y era algo con lo podía vivir el resto de mi vida porque me gustaba lo que hacía o al menos lo que haría.
Ahora, conseguir empleo, ese era otro reto.
Al terminar la escuela de enfermería no podía encontrar empleo. Intenté en muchos hospitales pero no empleaban personas sin experiencia. Era realmente frustrante, es decir ¿Cómo se supone que tendré experiencia si no me contratan?
En fin, tuve que probar en el hospital psiquiátrico. Estaba renuente a ir a un lugar así pero al acabarse mis opciones posibles no me quedo más que probar ahí.
Los nervios me invadieron en el momento en que se me permitió entrar. Me sentí observada por cada uno de los individuos que se encontraban en ese patio, en los pasillos, viéndome desde las pequeñas ventanas de sus habitaciones, esa sensación ha sido la más aterradora que jamás ha podido recorrer mi ser. Quería irme, no me sentía cómoda en ese lugar; pero debía recordar el motivo de mi presencia en ese lugar.
El director del hospital accedió a atenderme. Carlisle Cullen, es su nombre. Al principio mostro su renuencia a aceptar a una joven sin ninguna experiencia en un lugar como ese.
Le asegura de una y mil maneras que pondría todo de mi parte para poder aprender cómo se trabajaba ahí. Pero hubo un momento en que se quedo en blanco, como si recordara algo importante.
Antes de darme una contestación suspiro.
-Señorita Swan, le daré la oportunidad de trabajar aquí. Solo que trabajara con un solo interno. Será su enfermera privada. ¿Qué le parece la idea?
-Claro que me parece bien, podría empezar cuando usted me dijera.- conteste alegremente. El doctor me indico el día que debía volver para empezar mi nuevo empleo.
Aunque la alegría me duro muy poco cuando a mi mente llegaron varias dudas preocupantes.
¿Quién sería tan importante?
O quizá sería una mejor pregunta: ¿Qué tan descolocado estaría para necesitar una enfermera privada?
Esos pensamientos me ponían aun más nerviosa, pero el Dr. Cullen, me había asegurado que no era peligroso. Y yo esperaba que el me estuviera diciendo la verdad.
El día que me habían indicado para presentarme llego, y por una parte estaba agradecida con eso, me volvía loca en mi diminuto apartamento, sola.
Cuando llegue, lo primero que se me entrego en la entrada fue un gafete que me identificaba como parte del staff que laboraba ahí, se me indico que debía reportarme primero con la enfermera a cargo. Cuando pude entrar, busque la estación de enfermeras para reportarme. Cuando llegue ahí pude ver una enfermera recostada contra el escritorio revisando descuidadamente unos papeles.
-Buenos días – me saludo cuando noto mi presencia.
-Buenos días. Disculpa busco a jefa de enfermeras.- dije, suponiendo que no fuera ella.
-Esa es Sue, yo soy Jessica, así que eres la nueva?-dijo con una mirada inquisidora mientras me sonreía socarronamente- Eso es genial, lástima que te toca cuidar al problemático- dijo de forma despectiva.
-¿A qué te refieres?
-Es el paciente más detestable que pueda haber. No habla, no se toma los medicamentos. Dios, es más fácil tratar con los pacientes mas trastornados que con él, al menos ellos llegan a hacerte caso, el es peor que un niño.- dijo lo ultimo rodando los ojos con una cara de frustración.
-Stanley ¿Qué no tienes rondas que hacer? – apareció una mujer detrás de ella, se veía un poco mayor pero me inspiraba más confianza que la chica con quien hablaba.
-Ya voy, Sue-dijo mientras tomaba de nuevo sus papeles y salió de ahí bufando.
-No le hagas caso, ella es una mentirosa compulsiva, deberían internarla aquí.
-No se preocupe, yo soy…
-Isabella Swan, ya lo sabía. El doctor Cullen me aviso que vendrías. Soy Sue Clearwater, es un gusto.- dijo sonriendo mientras tomaba mi mano para estrecharla. Luego la soltó y empezó a rebuscar entre los papeles que tenía en el escritorio.
Ten- dijo extendiéndome un papel con el horario y los nombres de los medicamentes del paciente, había un historial a nombre de Edward Anthony Masen Cullen. Me gusto ese nombre, me pareció como el nombre que tendría un caballero o algo así. De repente note su ultimo apellido: "Cullen", como el doctor. La curiosidad me gano y tuve que preguntar.
-¿El joven es familiar del doctor?- le pregunte tímidamente, no quería parecer una entrometida
-Si, es su sobrino. –Dijo sin mirarme mientras rebuscaba entre unos papeles- bien, aquí tienes tus horarios. Y puedes tomar uno de los casilleros vacios para tus cosas, ten este uniforme- dijo extendiendo un paquete- y por tu bien no te juntes mucho con Stanley, ella es muy… comunicativa, por decir algo. Ve, acomoda tus cosas y cámbiate, te avisare cuando llegue el Dr. Cullen, ¿De acuerdo?- sonrió mientras yo solo asentí y ella se fue.
Camine un poco confusa por los pasillos hasta que di con los casilleros, al fondo de la habitación había uno sin dueño, pude acomodar mis pocas pertenecientes, mi bolso con mis pocas cosas necesarias como mi celular, aunque no sabía para que nadie me llamaba, mi ipod, y mis documentos, un cambio de ropa por cualquier cosa.
Aproveche que no había nadie y pude cambiar mi ropa por el uniforme, no era feo, una falda blanca junto a una blusa celeste. Guarde mi ropa junto al resto de mis pertenencias.
Mientras cerraba el casillero escuche la puerta abrirse. Escuche dos voces.
-Así es, la nueva trabajara con el sobrino del doctor. Pobrecita, no sabe lo que le espera.- decía la enfermera que había encontré temprano.
-Si, tienes razón. Pobre mujer, debe ser una novata. ¿Crees que soporte una semana?- dijo la otra chica.
-Que va. No dura ni tres días. Ya verás- eso fue lo último que escuche antes que ellas salieran.
Esa platica me había preocupado, es más me espanto. De por sí, ya estaba nerviosa por ser mi primer trabajo y ahora esto. Era terriblemente preocupante.
Antes de salir, me vi en el espejo intentando parecer serena aunque realmente estuviera muerta del pánico.
Volví a la estación y ahí Sue me indico que el doctor me estaba esperando para hablar conmigo.
- Antes de que vallas ¿Puedo darte un consejo?- solo asentí, recibiría encanta cualquier consejo que ella me diese- Tenle paciencia, ha sufrido demasiado y no merece que las personas lo maltraten- dijo con sus ojos llenos de pena. Era todo lo contrario a lo que había percibido en las dos enfermeras que había escuchado antes y eso me confundió más.
Me dirigí a la oficina, aun un poco nerviosa. No sabía que esperar, después escuchar los rumores no sabía si creer en la palabra del doctor, o en esas mujeres que trabajaban ahí.
-Buenos días- me saludo cortésmente era un hombre amable, y muy guapo. La primera vez que lo vi pensé que mejor debía ser modelo – ¿Lista para conocer a tu nuevo paciente?
-Si.
-Solo debo darte unas indicaciones. Estas aquí únicamente para tratarlo a él, así que no te distraigas.-dijo viéndome seriamente, solo asentí ante su indicación- Su nombre, como supongo ya sabes, es Edward Masen. El no es peligroso, es un poco arisco, se encierra en su propio mundo, el puede llegar a ser como un niño. Debido a un acontecimiento trágico en su niñez, tiene cierto apego a un objeto en particular: una muñeca de porcelana- decía las palabras de manera triste, como si esa tragedia estuviera también ligada a él. Seguimos caminando por los pasillos del lugar, fue un recorrido muy largo, nos estábamos adentrando mucho en las instalaciones a cada paso que daba el lugar se volvía mas escalofriante para mi, era como una cárcel oscura; luego de caminar mucho y pasar por muchas habitaciones vacías nos detuvimos frente a una puerta, el saco un manojo de llaves y la abrió. Yo intentaba imaginarme como seria esa persona de quien me hablaba.
-De cualquier cosa que pudiera suceder te dirigirás directamente a mí o a Sue- yo solo asentí mientras entrabamos a la habitación.
De cierta manera era diferente a como yo me lo había imaginado, era lo contrario al resto del lugar. Había una cama muy bien arreglada, y en las paredes había repisas que estaba llenas de cuadernos. Había una mesa y en ella había una hermosa muñeca de porcelana adornando el lugar, todo parecía como la habitación que te gustaría tener en tu casa, espaciosa y de cierta manera inexplicable iluminada; reparaba mas en el lugar cuando de repente mi vista viajo directamente hacia una esquina de la habitación, sentado en una silla estaba el, era todo lo contrario a lo que había imaginado, era quizá el chico más guapo que hubiera visto, tenía un rostro muy hermoso, note que tenía unos hermoso ojos verdes, pero era un verde apagado, como si se volvieran negros. Vestía ropas normales, como si estuviese listo para salir. Mi vista volvió a su rostro. No sabía en porque repare tanto en detalles de su perfil, pero pude notar algo en sus facciones que me hacían sentir cierta pena por él, sus ojos no reflejaban nada ni alegría ni tristeza, estaban vacios y su mirada parecía cansada.
-¿Edward?- hablo el doctor, el joven solo levanto la mirada pero él no se movió de su lugar, veía al doctor como estudiando su rostro.
-Edward, ella es Isabella Swan, ahora estará encargada de ti, se amable con ella ¿Si?- le dijo el doctor poniendo su mano en el hombro de él, pero él no hizo nada, solo tenía su mirada puesta en mí, me sentí un poco nerviosa. Sus ojos me analizaban como deseando ver en mi alma, y sentí que quizás lo había logrado. Después de un momento volvió a dirigir su mirada al doctor con una expresión que no pude descifrar pero creo que el doctor Cullen lo hizo.
El doctor suspiro, y se giro hacia mí.
-Cuando tiene ánimos, le gusta dibujar. Ayúdalo en lo que puedas. Y por favor te lo suplico, no lo dejes mucho tiempo solo. Y…- su voz se corto- tenle paciencia.- repitió las palabras que me había dicho Sue.
Pude ver en sus ojos tristeza al decirme aquella petición. Suponía que para él su sobrino era alguien muy importante en su corazón.
-No se preocupe doctor, le aseguro que lo cuidare lo mejor que pueda.- dije intentando darle una sonrisa que lo reconfortara.
-Gracias-dijo devolviéndome una sincera sonrisa.
Cuando el salió de la habitación, vi la hoja con los horarios y me fije que era hora de que desayunara, ya que aparentemente alguien mas ya lo había arreglado. Me pregunte si había sido alguna de esas enfermeras chismosas, y luego pude darme cuenta que no podrían haber sido ellas, lo más seguro que hubiera sido Sue, ya que ella lo apreciaba, podía verlos en sus palabras para referirse a él.
-Hola- le dije acercándome a él.-Soy Isabella, pero si tu quieres puedes llamarme Bella- el no respondió nada, solo me veía fijo, como sorprendido.
-¿Te gustaría comer?- intente preguntándole dulcemente. No obtuve respuesta. Suspire.
-Ok, digamos que sí. Quédate tranquilo en un momento vuelvo, ¿si?- le dije suavemente.
Salí de la habitación a buscar su desayuno, Sue me indico que debía ir a la cocina a pedirlo.
Al cabo de unos minutos me entregaron una charola con comida, nada apetitosa podría agregar, me daba mucha pena darle de comer eso. Y recordé que en mi bolso tenía un sándwich para mi almuerzo y un jugo. Eso sería mucho mejor que esto.
Corrí a los casilleros y lo saque. Cuando volvía a la habitación el ahora estaba sentado en la mesa, parecía susurrarle cosas a la muñeca en la mesa. Eso me espanto un poco. Pero decidí no hacer caso.
-Mira te traje algo de comer.
Nada, Sabia que él me entendía pero ni atisbo que quisiese contestarme. Suspire nuevamente, este día sería realmente largo.
Puse la charola en la mesa frente a el, y con cuidado descubrí el sándwich y abrí el jugo.
-Vamos cómelo, te aseguro que esta bueno– intente animarlo a que comiera pero nada.
- Por favor come-
Pero nada. Ya me estaba desesperando. "Se paciente, se paciente" me repetía.
El solo me veía expectante, como si esperaba algo.
-Vamos, come- pensé por un momento, el doctor me dijo que le gustaba dibujar- y después podemos intentar dibujar- dije intentando animarlo. Y en ese instante sus ojos se iluminaron un poco. Volví a poner un trozo de sándwich en sus labios y esta vez abrió su boca para morderlo, de ahí el tomo el resto del pan y se lo termino por su cuenta. Luego le extendí el jugo y él se lo tomo sin chistar. Sonreí, al menos había logrado que comiera sin mucho problema.
Salí de la habitación con la charola vacía y la puse en una mesita para que luego la llevaran, pase recogiendo las medicinas que se suponía debía tomar luego de que comiera.
Ese sería otro reto.
Twilight_Edwella- Cantidad de envíos : 25
Fecha de nacimiento : 24/11/1992
Edad : 31
Empleo /Ocio : Estudio
Puntos : 19
Fecha de inscripción : 15/03/2010
Re: Porcelana
que pena me esta dando .........pero creo que esta muy interesante la historia espero el siguiente
xole- .
- Cantidad de envíos : 12045
Fecha de nacimiento : 30/12/1979
Edad : 44
Localización : al norte de españa
Empleo /Ocio : peluquera / estar con mi niño / leer
Mini-Blog : I love my life becouse my life are you
Puntos : 12075
Fecha de inscripción : 28/06/2009
Re: Porcelana
amiguita la imagen¡¡¡¡
Atal- .
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Fecha de nacimiento : 02/08/1970
Edad : 54
Localización : Chile
Empleo /Ocio : fans
Mini-Blog : un día a la vez....
Puntos : 6809
Fecha de inscripción : 21/03/2009
Re: Porcelana
PRIMER DIA DE INTENTOS Y DESCUBRIMIENTOS
Cuando recogí los medicamentos, revise los nombres, tal vez no supiera mucho de farmacología pero reconocía los dos medicamentos que llevaba; era un anti psicótico y un antidepresivo, me estremecí de pensar que el chico que me esperaba en la habitación necesitaba ese tipo de drogas. Mientras tomaba un vaso y lo llenaba de agua pensaba en lo incomoda que me ponía la situación, la verdad me ponía de los pelos que no hablara, me desesperaba pero la verdad, sabía que no debía ser su culpa, por alguna razón de peso estaba en un lugar así y tomaba ese tipo de medicamentos.
Camine de regreso hacia su habitación cuando abrí la puerta lo encontré sentado frente a la mesa, tenía un cuaderno frente a él y por lo que vi estaba empezando a trazar líneas en el.
-Hey, empezaste sin mí- dije a modo de reproche, pero lo hice más para empezar una conversación con él.
El solo levanto la mirada del cuaderno, me vio por unos segundos y volvió a bajar la mirada. Estaba realmente exasperada por su actitud, pero intentaba pensar de manera racional.
Coloque el vaso con agua en la mesa y le extendí las pastillas
-Antes de que sigas, debes tomarte esto- para mi sorpresa agarro las pastillas y se las tomo de un solo trago sin la necesidad del agua y luego volvió a sumergirse en lo que hacía.
El estaba demasiado concentrado en sus dibujos así que yo empecé a curiosear el cuarto. No había mucho que ver, por las reglas del lugar no se permitían varias de las cosas que el tenia, pero supuse que gracias al Dr. Cullen el tenia cierto tipo de libertades. Lo que llenaba el cuarto eran los mucho cuadernos en los estantes, sentía curiosidad por ver que había en ellos pero no me atrevía, temía la reacción de Edward. Aunque hasta ese momento el se veía realmente tranquilo no quería molestarle. El tiempo paso muy lentamente, el seguía ahí dibujando sin prestarme atención a mí, estaba muy segura que podía haber una explosión nuclear y el no se daría cuenta.
Así que deje que mi lado curioso ganara, tome el primer cuaderno que estaba en una de las repisas y empecé a hojearlo. Mi primera impresión: incomprensión. En ese cuaderno no había más que garabatos. Páginas enteras manchadas, volviéndolas oscuras con pequeños espacios blancos. Ese cuaderno estaba completamente lleno de garabatos, no le encontré ningún sentido, así que lo volví a poner en su lugar. Luego tome el siguiente cuaderno de la repisa. Segunda impresión: asombro. En el habían bocetos, dibujos incompletos de un rostro. No sabía identificar que era, solo podía ver la siluetas de la nariz y los ojos. El cuaderno estaba a la mitad, el resto estaba en blanco.
Y así fue revisando los cuadernos, uno por uno, y para mi sorpresa en todos había dibujos de la hermosa muñeca de porcelana que estaba en la mesa. No había dibujos de otra cosa que no fuese ella.
-Es Elizabeth- la voz me saco de mis pensamientos. Y en ese momento me di cuenta que el que me hablaba era Edward. Su voz parecía muy segura era fuerte pero al mismo tiempo era un sonido hermoso, lo que había dicho no lo entendí.
-¿Perdón, que dijiste?- pregunte esperando que el siguiera hablándome.
-La de los dibujos. Es Elizabeth- contesto sin mirarme. Aun concentrado en lo que estaba dibujando.
La comprensión me golpeo. El nombre de la muñeca era Elizabeth.
-Son unos dibujos muy hermosos ¿Quién te enseño a dibujar?- seguí la conversación lo mejor que pude, quería que se diera cuenta que podía hablar conmigo, si estaba ahí era para ayudarlo y para hacerle algo de compañía. El suspiro pesadamente antes de contestarme.
-Elizabeth me enseño- su respuesta me dejo fría. ¿Él pensaba que la muñeca le había enseñado a dibujar? ¡Oh!, Dios mío ayúdame, pensé en ese momento, estaba realmente asustada, pero no debía dejar que Edward se diera cuenta de mi estado.
-¿No me dirás que estoy loco?- preguntó con desdén aun sin levantar la mirada de su cuaderno.
Trague saliva intentando controlarme para que mi voz sonara tranquila.
-No ¿Debería?- intenté sonar segura de lo que decía.
El se dio vuelta hacia mí bruscamente, viéndome con sorpresa en sus ojos pero así como se volteo volvió a su posición original para seguir dibujando.
-Bueno, al menos dos personas no creen que estoy tan mal- dijo más para el que para mí. Luego de eso el volvió a sumergirse en su mutismo, pero al menos habíamos hecho un avance, habíamos hablado un poco. Esperaba que con un poco más de tiempo pudieras sostener una conversación un poco mas…. normal, por decir algo.
Paso como una hora en la hubo completo silencio en la habitación, no escuchaba nada más que la respiración de ambos y de vez en cuando Edward ponía el lápiz en la mesa o hacia otro movimiento. Todo ese tiempo me la pase preguntándome qué tipo de desorden psiquiátrico tendría Edward, no era esquizofrenia ni ningún tipo de demencia de la que tuviera conocimiento, tampoco era como que supiera mucho de psiquiatría, suspire, tal vez si leyera su historia clínica pudiera darme una idea, estuve a punto de buscarlo cuando escuche el ruido de la puerta abriéndose, cuando fije mi vista ahí pude ver al doctor Cullen entrar.
-Buenas tardes- me saludo cortésmente.
-Buenas tardes- le contesté.
-Solo venia a ver como les iba- dijo mientras veía a Edward, quien una vez más no le había dado importancia a la presencia del doctor.
-Muy bien, Edward es muy tranquilo.
-Me alegro mucho que estén bien, creo que es hora que salgas a almorzar algo.
-Pero…- titubee, no estaba segura de dejar a Edward solo.
-No te preocupes, me quedare yo un rato- me sonrió y yo le devolví la sonrisa. No me equivocaba con él, quería mucho a su sobrino.
Salí de la habitación y recorrí los pasillos hasta llegar de nuevo al ala principal, que a diferencia de la mañana, estaba muy concurrida. Veía doctores de un lado para otro, y enfermeras rondando los pasillos.
-Ahí estas- escuche una voz conocida.- Pensé que nunca saldrías- era la enfermera que conocí esta mañana, Jessica.
-Hola- la salude cordialmente a pesar del comentario que había hecho a espaldas mías.
- ¿Vas a almorzar?
- Si, supongo.
-¿supones?- me contesto de manera irónica.
- Sí, bueno, no tengo que almorzar- dije recordando que le había dado mis alimentos a Edward.
-Ven, te daré del mío- me jalo hacia una parte del hospital donde había muchas mesas -¿y qué tal te ha ido?
-Bien, el señor Masen es muy tranquilo- intenté hablarle de la manera más profesional posible.
-¿En serio?- preguntó con incredulidad en su voz-¿no te ha asustado ni nada?
-¿Por qué lo dices?
-Bueno, yo estuve con él un tiempo y… es un poco tétrico. Y esa muñeca….- se estremeció ante el recuerdo- es espantosa.
-No lo creo. Es muy linda- le dije sonriendo.
-¿Estás loca o qué?
-No que yo sepa- le conteste divertida. Pude ver en su rostro la contradicción que sentía al no tener las respuestas que esperaba de mí. Ella no siguió interrogándome, solo se dedico a comer, me había dado una parte de su almuerzo, debía recordar un día de estos traerle algo a ella, si no quería ser conocida como la quita almuerzos, teniendo en cuenta lo "comunicativa" que era ella. Cuando termino dijo que debía irse, que debía estar pendiente del pabellón de mujeres y se fue.
Yo también debía regresar. Mientras caminaba por partes del hospital que no conocía, pude ver la mirada inquisitiva de varias enfermeras incluso algunos doctores. Solo me preguntaba el porqué.
Cuando por fin llegue a la habitación de Edward, pude escucharlo hablar con Carlisle.
-Ella no piensa que estoy tan loco- escuche la voz de Edward.-Intenta ser amable y buena conmigo.
-¿Y eso te alegra?
-Mucho, creo que es la primera enfermera que no me mira con desprecio o temor- mi corazón se estrujo ante sus palabras. Eso le dio sentido a las palabras de Sue: "Ha sufrido demasiado y no merece que las personas lo maltraten". Me quede ahí parada frente a la puerta.
No escuche lo que Carlisle le contesto. Estaba muy enfrascada en mis propios pensamientos, el solo quería que no le temieran, que no lo repudiaran. Era triste pensar que yo era la primera que él sentía que no lo veía así, una punzada de culpabilidad me golpeo: yo si le temía.
El golpe que me dio la puerta al abrirse me saco de mis pensamientos.
-¡Discúlpame!- dijo el doctor Cullen cuando me vio tirada en el suelo- No me imagine que estarías parada frente a la puerta- rio mientras tomaba mi mano para ayudarme a levantarme.
-No se preocupe, fue mi culpa- dije completamente apenada. Cuando subí la mirada pude ver sus ojos azules chispeantes de felicidad.
-Me gustaría hablar contigo antes de que entres con Edward- me limité a asentir y a seguirlo.
Una vez en su oficina, me ofreció asiento.
-Las horas de almuerzo las tomo para ir a hablar con él. Es parte de su terapia- dijo mientras él se sentaba.
-No le gusta hablar mucho conmigo, pero felizmente hoy hablo más de lo normal. Me contó que has sido muy amable con el- dijo con una sonrisa.
-He hecho lo posible de que este cómodo- era la verdad, estaba ahí para asegurar su bienestar.
-Y realmente me alegro de eso ¿Has leído su historia clínica?
-No- estaba muy apenada, debía ser lo primero que debía haber revisado.
-Edward fue diagnosticado como un disociador de la realidad. El ha llegado un punto que la realidad y las cosas de su mente se han mezclado a tal grado que no sabe cuál es cual. Y en su caso vive más en su realidad- se tomó el tiempo de explicarme bien su condición.
-¿Sabes quién es Elizabeth?
-¿La muñeca?- pregunte dudosa.
-Pare él, ella es Elizabeth, pero no.- Le dio vuelta a un portarretrato doble. En un lado había una foto de él, un poco más joven junto a una hermosa mujer de cabello color caramelo y mirada soñadora ella cargaba a un bebe. Al otro lado había una hermosa dama; si, dama, no había otra palabra para describir la elegancia de la joven mujer que yo veía, era realmente hermosa de cabello rojizo y ojos azules, ella sostenía en sus piernas a un niño de hermosos ojos verdes y cabello broncíneo.
-Ella es mi querida Elizabeth- dijo señalando a la mujer y al niño- Mi amada hermana menor y la madre de Edward.
-Es muy hermosa- dije lo único que se me vino a la mente, pero me quede viendo al pequeño Edward, tenía una gran sonrisa y sus ojitos verdes rebosaban de alegría. Calcule que en la foto tenía unos tres o cuatro años, pero pude reconocer las facciones del joven que yo conocía escondidas en ese pequeño niño.
-Creo que ahora podrías entender un poco acerca del cariño de Edward por esa muñeca. No le temas, le costara mucho poder tener una relación sociable contigo pero te aseguro que lo intentara.
-No se preocupe doctor, le aseguro que hare todo lo posible porque Edward este bien.
-Eso es todo lo que pido.
Cuando Salí de la oficina, tenía más dudas que respuestas.
Ahora entendí un poco, si. Edward de alguna manera retorcida asociaba a la muñeca con su madre. Pero eso me explicaba el porqué, porque estaba recluido aquí. Tenía muchas dudas, pero no tuve el valor de preguntarle a Carlisle. Pero estaba muy segura que era algo realmente malo, porque al referirse a "su querida Elizabeth" lo hizo con nostalgia y dolor en su voz. Era como si no quisiese hablar de ella pero debía hacerlo.
Una parte de mi se sintió feliz, por cómo me hablo sabia que a nadie más le había contado las razones de Edward para estar así, había confiado en mí y no desperdiciaría esa confianza.
Camine de regreso a la habitación de Edward, cuando entre el estaba sentado en la cama con el cuaderno en sus manos.
Me vio entrar y se puso de pie. Me dio el cuaderno y se volvió a sentar.
Pude ver lo que había dibujado, una vez mas era Elizabeth, la muñeca. Era un dibujo realmente exquisito, digno de estar en un museo. Edward tenía talento. Era muy realista, muy delicado y cuidadoso en cada uno de los trazos.
-Elizabeth te quedo muy hermosa- elogie su trabajo. Espere a que reaccionara de algún modo, pero no hizo nada.
Doble el cuaderno y lo puse en el estante que le correspondía.
-Gracias- susurró, giré para verlo. Miraba el suelo, pero estaba segura que lo había escuchado.
-No hay de que- le conteste, mientras buscaba nuevamente los horarios que me habían proporcionado.
Comió su almuerzo con mucha dificultad, sabía que no le gustaría esa horrible comida. Pero para el día siguiente le traería algo mejor.
La tarde paso lenta pero sin ningún problema. Edward se la paso en silencio, cosa que de momento no me incomodo.
Cuando se hizo de noche, note que Edward se revolvía en la cama.
Era casi la hora de irme. Debía estar hasta las ocho de la noche, pero antes de irme debía darle un último medicamento. Un somnífero. No entendía él para que de darle eso, pero yo no podía discutir con las ordenes que tenía el doctor para con él.
Cuando estaba de regreso en la habitación Edward se había cambiado de ropa, a una especie de pijama. Edward no necesitaba de mí, era una persona independiente, normal, quizás hasta podría vivir fuera de este lugar por su cuenta.
Le di la medicina y una vez se la tomo de un solo trago. Se recostó en la cama, supuse que esperando a que el somnífero hiciese efecto.
Me acerque a la cama para despedirme de él.
-Edward, ha sido un gusto estar contigo hoy- le dije en un susurro.
-A mí también me ha gustado que estés aquí- dijo mientras sus ojos se cerraban.
Sonreí ante su respuesta. Salí de la habitación, poniéndole llave como me había indicado el doctor.
Al salir le entregue las llaves a Sue, quien me esperaba.
Cuando por fin estuve en la calle, suspire cansadamente. Solo era mi primer día de trabajo y ya me había encariñado con él, lo que pude entender de su condición me hizo sentir cierta ternura hacia él, cierta necesidad de protegerlo. De alguna manera yo quería que el estuviese bien, que se sintiese feliz. Y eso era lo que haría el tiempo que se me permitiera trabajar con él.
Tome un taxi para llegar a mi departamento.
Cuando entre, revise los mensajes de la contestadora. Solo había uno, de mi madre. Quería saber cómo me había ido en mi primer día.
Me hubiese gustado marcarle pero ya era demasiado tarde para eso. Lo haría después.
Cambie mi ropa para poder acostarme a descansar. Pero recordé el historial de Edward. Lo había traído conmigo, lo busque en mi bolsa.
Era algo pesado, era muy grueso.
Empecé a leerlo con curiosidad. Lo primero eran datos generales, su nombre y su edad, Edward tenía 22 años, era menor que yo por un año.
Cuando leí a la edad que lo habían internado, me sentía muy mal por él. Había sido internado a la edad de doce años, por un tal doctor Aro Vulturie.
Seguí leyendo hasta la parte de diagnostico, en resumidas cuentas era lo que Carlisle me había dicho, Disociación de la Realidad. Hubo algo que me llamo la atención: Represión de recuerdos, "Ha reprimido recuerdos, la falta de ellos lo confunden y lo compensa utilizando a la muñeca como escape, se cree que inconscientemente se está protegiendo de esos recuerdos traumáticos, pero de igual manera lo afectan a nivel subconsciente originándole pesadillas muy vividas". Releí ese párrafo, pero no pude entenderlo muy bien.
El resto era más que nada avanzas o en el caso la falta de estos en las terapias, al menos hasta cinco años atrás, cuando el nombre de su doctor cambio por el de Carlisle Cullen.
Pero no decía nada de lo que le había pasado. En ese momento me reprendí, sabía que no debía impórtame las razones, solo debía cuidarlo.
Cerré el expediente y lo tire sobre la cómoda, cuando hice eso una foto se salió de en medio de las paginas y cayó al suelo.
Me levante a recogerla, y cuando la vi una sonrisa se dibujo en mi rostro. Era una foto de Edward, reciente. Sus ojos no eran los mismos que de niño, no había ni pisca de alegría en ellos. Pero yo intentaría cambiar eso. Intentaría hacerlo sonreír.
Cuando recogí los medicamentos, revise los nombres, tal vez no supiera mucho de farmacología pero reconocía los dos medicamentos que llevaba; era un anti psicótico y un antidepresivo, me estremecí de pensar que el chico que me esperaba en la habitación necesitaba ese tipo de drogas. Mientras tomaba un vaso y lo llenaba de agua pensaba en lo incomoda que me ponía la situación, la verdad me ponía de los pelos que no hablara, me desesperaba pero la verdad, sabía que no debía ser su culpa, por alguna razón de peso estaba en un lugar así y tomaba ese tipo de medicamentos.
Camine de regreso hacia su habitación cuando abrí la puerta lo encontré sentado frente a la mesa, tenía un cuaderno frente a él y por lo que vi estaba empezando a trazar líneas en el.
-Hey, empezaste sin mí- dije a modo de reproche, pero lo hice más para empezar una conversación con él.
El solo levanto la mirada del cuaderno, me vio por unos segundos y volvió a bajar la mirada. Estaba realmente exasperada por su actitud, pero intentaba pensar de manera racional.
Coloque el vaso con agua en la mesa y le extendí las pastillas
-Antes de que sigas, debes tomarte esto- para mi sorpresa agarro las pastillas y se las tomo de un solo trago sin la necesidad del agua y luego volvió a sumergirse en lo que hacía.
El estaba demasiado concentrado en sus dibujos así que yo empecé a curiosear el cuarto. No había mucho que ver, por las reglas del lugar no se permitían varias de las cosas que el tenia, pero supuse que gracias al Dr. Cullen el tenia cierto tipo de libertades. Lo que llenaba el cuarto eran los mucho cuadernos en los estantes, sentía curiosidad por ver que había en ellos pero no me atrevía, temía la reacción de Edward. Aunque hasta ese momento el se veía realmente tranquilo no quería molestarle. El tiempo paso muy lentamente, el seguía ahí dibujando sin prestarme atención a mí, estaba muy segura que podía haber una explosión nuclear y el no se daría cuenta.
Así que deje que mi lado curioso ganara, tome el primer cuaderno que estaba en una de las repisas y empecé a hojearlo. Mi primera impresión: incomprensión. En ese cuaderno no había más que garabatos. Páginas enteras manchadas, volviéndolas oscuras con pequeños espacios blancos. Ese cuaderno estaba completamente lleno de garabatos, no le encontré ningún sentido, así que lo volví a poner en su lugar. Luego tome el siguiente cuaderno de la repisa. Segunda impresión: asombro. En el habían bocetos, dibujos incompletos de un rostro. No sabía identificar que era, solo podía ver la siluetas de la nariz y los ojos. El cuaderno estaba a la mitad, el resto estaba en blanco.
Y así fue revisando los cuadernos, uno por uno, y para mi sorpresa en todos había dibujos de la hermosa muñeca de porcelana que estaba en la mesa. No había dibujos de otra cosa que no fuese ella.
-Es Elizabeth- la voz me saco de mis pensamientos. Y en ese momento me di cuenta que el que me hablaba era Edward. Su voz parecía muy segura era fuerte pero al mismo tiempo era un sonido hermoso, lo que había dicho no lo entendí.
-¿Perdón, que dijiste?- pregunte esperando que el siguiera hablándome.
-La de los dibujos. Es Elizabeth- contesto sin mirarme. Aun concentrado en lo que estaba dibujando.
La comprensión me golpeo. El nombre de la muñeca era Elizabeth.
-Son unos dibujos muy hermosos ¿Quién te enseño a dibujar?- seguí la conversación lo mejor que pude, quería que se diera cuenta que podía hablar conmigo, si estaba ahí era para ayudarlo y para hacerle algo de compañía. El suspiro pesadamente antes de contestarme.
-Elizabeth me enseño- su respuesta me dejo fría. ¿Él pensaba que la muñeca le había enseñado a dibujar? ¡Oh!, Dios mío ayúdame, pensé en ese momento, estaba realmente asustada, pero no debía dejar que Edward se diera cuenta de mi estado.
-¿No me dirás que estoy loco?- preguntó con desdén aun sin levantar la mirada de su cuaderno.
Trague saliva intentando controlarme para que mi voz sonara tranquila.
-No ¿Debería?- intenté sonar segura de lo que decía.
El se dio vuelta hacia mí bruscamente, viéndome con sorpresa en sus ojos pero así como se volteo volvió a su posición original para seguir dibujando.
-Bueno, al menos dos personas no creen que estoy tan mal- dijo más para el que para mí. Luego de eso el volvió a sumergirse en su mutismo, pero al menos habíamos hecho un avance, habíamos hablado un poco. Esperaba que con un poco más de tiempo pudieras sostener una conversación un poco mas…. normal, por decir algo.
Paso como una hora en la hubo completo silencio en la habitación, no escuchaba nada más que la respiración de ambos y de vez en cuando Edward ponía el lápiz en la mesa o hacia otro movimiento. Todo ese tiempo me la pase preguntándome qué tipo de desorden psiquiátrico tendría Edward, no era esquizofrenia ni ningún tipo de demencia de la que tuviera conocimiento, tampoco era como que supiera mucho de psiquiatría, suspire, tal vez si leyera su historia clínica pudiera darme una idea, estuve a punto de buscarlo cuando escuche el ruido de la puerta abriéndose, cuando fije mi vista ahí pude ver al doctor Cullen entrar.
-Buenas tardes- me saludo cortésmente.
-Buenas tardes- le contesté.
-Solo venia a ver como les iba- dijo mientras veía a Edward, quien una vez más no le había dado importancia a la presencia del doctor.
-Muy bien, Edward es muy tranquilo.
-Me alegro mucho que estén bien, creo que es hora que salgas a almorzar algo.
-Pero…- titubee, no estaba segura de dejar a Edward solo.
-No te preocupes, me quedare yo un rato- me sonrió y yo le devolví la sonrisa. No me equivocaba con él, quería mucho a su sobrino.
Salí de la habitación y recorrí los pasillos hasta llegar de nuevo al ala principal, que a diferencia de la mañana, estaba muy concurrida. Veía doctores de un lado para otro, y enfermeras rondando los pasillos.
-Ahí estas- escuche una voz conocida.- Pensé que nunca saldrías- era la enfermera que conocí esta mañana, Jessica.
-Hola- la salude cordialmente a pesar del comentario que había hecho a espaldas mías.
- ¿Vas a almorzar?
- Si, supongo.
-¿supones?- me contesto de manera irónica.
- Sí, bueno, no tengo que almorzar- dije recordando que le había dado mis alimentos a Edward.
-Ven, te daré del mío- me jalo hacia una parte del hospital donde había muchas mesas -¿y qué tal te ha ido?
-Bien, el señor Masen es muy tranquilo- intenté hablarle de la manera más profesional posible.
-¿En serio?- preguntó con incredulidad en su voz-¿no te ha asustado ni nada?
-¿Por qué lo dices?
-Bueno, yo estuve con él un tiempo y… es un poco tétrico. Y esa muñeca….- se estremeció ante el recuerdo- es espantosa.
-No lo creo. Es muy linda- le dije sonriendo.
-¿Estás loca o qué?
-No que yo sepa- le conteste divertida. Pude ver en su rostro la contradicción que sentía al no tener las respuestas que esperaba de mí. Ella no siguió interrogándome, solo se dedico a comer, me había dado una parte de su almuerzo, debía recordar un día de estos traerle algo a ella, si no quería ser conocida como la quita almuerzos, teniendo en cuenta lo "comunicativa" que era ella. Cuando termino dijo que debía irse, que debía estar pendiente del pabellón de mujeres y se fue.
Yo también debía regresar. Mientras caminaba por partes del hospital que no conocía, pude ver la mirada inquisitiva de varias enfermeras incluso algunos doctores. Solo me preguntaba el porqué.
Cuando por fin llegue a la habitación de Edward, pude escucharlo hablar con Carlisle.
-Ella no piensa que estoy tan loco- escuche la voz de Edward.-Intenta ser amable y buena conmigo.
-¿Y eso te alegra?
-Mucho, creo que es la primera enfermera que no me mira con desprecio o temor- mi corazón se estrujo ante sus palabras. Eso le dio sentido a las palabras de Sue: "Ha sufrido demasiado y no merece que las personas lo maltraten". Me quede ahí parada frente a la puerta.
No escuche lo que Carlisle le contesto. Estaba muy enfrascada en mis propios pensamientos, el solo quería que no le temieran, que no lo repudiaran. Era triste pensar que yo era la primera que él sentía que no lo veía así, una punzada de culpabilidad me golpeo: yo si le temía.
El golpe que me dio la puerta al abrirse me saco de mis pensamientos.
-¡Discúlpame!- dijo el doctor Cullen cuando me vio tirada en el suelo- No me imagine que estarías parada frente a la puerta- rio mientras tomaba mi mano para ayudarme a levantarme.
-No se preocupe, fue mi culpa- dije completamente apenada. Cuando subí la mirada pude ver sus ojos azules chispeantes de felicidad.
-Me gustaría hablar contigo antes de que entres con Edward- me limité a asentir y a seguirlo.
Una vez en su oficina, me ofreció asiento.
-Las horas de almuerzo las tomo para ir a hablar con él. Es parte de su terapia- dijo mientras él se sentaba.
-No le gusta hablar mucho conmigo, pero felizmente hoy hablo más de lo normal. Me contó que has sido muy amable con el- dijo con una sonrisa.
-He hecho lo posible de que este cómodo- era la verdad, estaba ahí para asegurar su bienestar.
-Y realmente me alegro de eso ¿Has leído su historia clínica?
-No- estaba muy apenada, debía ser lo primero que debía haber revisado.
-Edward fue diagnosticado como un disociador de la realidad. El ha llegado un punto que la realidad y las cosas de su mente se han mezclado a tal grado que no sabe cuál es cual. Y en su caso vive más en su realidad- se tomó el tiempo de explicarme bien su condición.
-¿Sabes quién es Elizabeth?
-¿La muñeca?- pregunte dudosa.
-Pare él, ella es Elizabeth, pero no.- Le dio vuelta a un portarretrato doble. En un lado había una foto de él, un poco más joven junto a una hermosa mujer de cabello color caramelo y mirada soñadora ella cargaba a un bebe. Al otro lado había una hermosa dama; si, dama, no había otra palabra para describir la elegancia de la joven mujer que yo veía, era realmente hermosa de cabello rojizo y ojos azules, ella sostenía en sus piernas a un niño de hermosos ojos verdes y cabello broncíneo.
-Ella es mi querida Elizabeth- dijo señalando a la mujer y al niño- Mi amada hermana menor y la madre de Edward.
-Es muy hermosa- dije lo único que se me vino a la mente, pero me quede viendo al pequeño Edward, tenía una gran sonrisa y sus ojitos verdes rebosaban de alegría. Calcule que en la foto tenía unos tres o cuatro años, pero pude reconocer las facciones del joven que yo conocía escondidas en ese pequeño niño.
-Creo que ahora podrías entender un poco acerca del cariño de Edward por esa muñeca. No le temas, le costara mucho poder tener una relación sociable contigo pero te aseguro que lo intentara.
-No se preocupe doctor, le aseguro que hare todo lo posible porque Edward este bien.
-Eso es todo lo que pido.
Cuando Salí de la oficina, tenía más dudas que respuestas.
Ahora entendí un poco, si. Edward de alguna manera retorcida asociaba a la muñeca con su madre. Pero eso me explicaba el porqué, porque estaba recluido aquí. Tenía muchas dudas, pero no tuve el valor de preguntarle a Carlisle. Pero estaba muy segura que era algo realmente malo, porque al referirse a "su querida Elizabeth" lo hizo con nostalgia y dolor en su voz. Era como si no quisiese hablar de ella pero debía hacerlo.
Una parte de mi se sintió feliz, por cómo me hablo sabia que a nadie más le había contado las razones de Edward para estar así, había confiado en mí y no desperdiciaría esa confianza.
Camine de regreso a la habitación de Edward, cuando entre el estaba sentado en la cama con el cuaderno en sus manos.
Me vio entrar y se puso de pie. Me dio el cuaderno y se volvió a sentar.
Pude ver lo que había dibujado, una vez mas era Elizabeth, la muñeca. Era un dibujo realmente exquisito, digno de estar en un museo. Edward tenía talento. Era muy realista, muy delicado y cuidadoso en cada uno de los trazos.
-Elizabeth te quedo muy hermosa- elogie su trabajo. Espere a que reaccionara de algún modo, pero no hizo nada.
Doble el cuaderno y lo puse en el estante que le correspondía.
-Gracias- susurró, giré para verlo. Miraba el suelo, pero estaba segura que lo había escuchado.
-No hay de que- le conteste, mientras buscaba nuevamente los horarios que me habían proporcionado.
Comió su almuerzo con mucha dificultad, sabía que no le gustaría esa horrible comida. Pero para el día siguiente le traería algo mejor.
La tarde paso lenta pero sin ningún problema. Edward se la paso en silencio, cosa que de momento no me incomodo.
Cuando se hizo de noche, note que Edward se revolvía en la cama.
Era casi la hora de irme. Debía estar hasta las ocho de la noche, pero antes de irme debía darle un último medicamento. Un somnífero. No entendía él para que de darle eso, pero yo no podía discutir con las ordenes que tenía el doctor para con él.
Cuando estaba de regreso en la habitación Edward se había cambiado de ropa, a una especie de pijama. Edward no necesitaba de mí, era una persona independiente, normal, quizás hasta podría vivir fuera de este lugar por su cuenta.
Le di la medicina y una vez se la tomo de un solo trago. Se recostó en la cama, supuse que esperando a que el somnífero hiciese efecto.
Me acerque a la cama para despedirme de él.
-Edward, ha sido un gusto estar contigo hoy- le dije en un susurro.
-A mí también me ha gustado que estés aquí- dijo mientras sus ojos se cerraban.
Sonreí ante su respuesta. Salí de la habitación, poniéndole llave como me había indicado el doctor.
Al salir le entregue las llaves a Sue, quien me esperaba.
Cuando por fin estuve en la calle, suspire cansadamente. Solo era mi primer día de trabajo y ya me había encariñado con él, lo que pude entender de su condición me hizo sentir cierta ternura hacia él, cierta necesidad de protegerlo. De alguna manera yo quería que el estuviese bien, que se sintiese feliz. Y eso era lo que haría el tiempo que se me permitiera trabajar con él.
Tome un taxi para llegar a mi departamento.
Cuando entre, revise los mensajes de la contestadora. Solo había uno, de mi madre. Quería saber cómo me había ido en mi primer día.
Me hubiese gustado marcarle pero ya era demasiado tarde para eso. Lo haría después.
Cambie mi ropa para poder acostarme a descansar. Pero recordé el historial de Edward. Lo había traído conmigo, lo busque en mi bolsa.
Era algo pesado, era muy grueso.
Empecé a leerlo con curiosidad. Lo primero eran datos generales, su nombre y su edad, Edward tenía 22 años, era menor que yo por un año.
Cuando leí a la edad que lo habían internado, me sentía muy mal por él. Había sido internado a la edad de doce años, por un tal doctor Aro Vulturie.
Seguí leyendo hasta la parte de diagnostico, en resumidas cuentas era lo que Carlisle me había dicho, Disociación de la Realidad. Hubo algo que me llamo la atención: Represión de recuerdos, "Ha reprimido recuerdos, la falta de ellos lo confunden y lo compensa utilizando a la muñeca como escape, se cree que inconscientemente se está protegiendo de esos recuerdos traumáticos, pero de igual manera lo afectan a nivel subconsciente originándole pesadillas muy vividas". Releí ese párrafo, pero no pude entenderlo muy bien.
El resto era más que nada avanzas o en el caso la falta de estos en las terapias, al menos hasta cinco años atrás, cuando el nombre de su doctor cambio por el de Carlisle Cullen.
Pero no decía nada de lo que le había pasado. En ese momento me reprendí, sabía que no debía impórtame las razones, solo debía cuidarlo.
Cerré el expediente y lo tire sobre la cómoda, cuando hice eso una foto se salió de en medio de las paginas y cayó al suelo.
Me levante a recogerla, y cuando la vi una sonrisa se dibujo en mi rostro. Era una foto de Edward, reciente. Sus ojos no eran los mismos que de niño, no había ni pisca de alegría en ellos. Pero yo intentaría cambiar eso. Intentaría hacerlo sonreír.
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Twilight_Edwella- Cantidad de envíos : 25
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Re: Porcelana
pobre Edawrd que le habra hecho estar asi ....seguro que Bella consigue hacerle sonrreir ....
Twilight_Edwella has puesto dos veces el mismo capitulo
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xole- .
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Re: Porcelana
ya lo arregle XOLE y el capitulo me encanto...
amiga dime como pongo la imagen¡¡¡ debes pasarmela
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Atal- .
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Re: Porcelana
RUTINAS, CAMBIOS Y ANGELES
Con dificultad abrí los ojos ante el sonido escandaloso de mi despertador. Aun adormilada busque a tientas el aparato antes que mis vecinos se despertasen por mi alboroto, cuando por fin lo encontré en el buro junto a mi cama lo apague y volví a tirarme en la cama. No sentía ánimos de levantarme y estaba haciendo un frio espantoso, solo deseaba enrollarme en mis sabanas y dormir hasta que ya no tuviese ganas. Pero una vez más la realidad me cayó encima, recordando que ahora era una mujer trabajadora, tenia responsabilidades y no podía darme el lujo de quedarme en la cama y dormir hasta deshoras.
Me levante y busque las cosas necesarias para empezar mi día.
Me di un baño rápido sino moriría de hipotermia. Cuando Salí del baño me seque y me puse mi uniforme, prepare el desayuno y algo para almorzar. Me arregle el cabello, luego busque mis cosas para meterlas a mi maletín. Me di cuenta que algo me faltaba, no sabía qué. Regrese a mi habitación, rebuscando en todas partes para intentar encontrar lo que no sabía que me faltaba. Cuando fije mi vista en mi mesita de noche me di cuenta que era. El historial médico, me golpee en la frente reprendiéndome por ser tan descuidada, tome el pesado folder para meterlo a mi maletín cuando note que la foto se encontraba debajo de el, sonreí al ver su imagen, no sabía porque solo su rostro me llenaba de ternura, tuve la tentación de dejar la fotografía en su lugar. ¿No se darían cuenta que faltaba, verdad? volví a golpearme la frente ante mis ilógicos pensamientos, para que me la quedaría yo? tome la fotografía y la metí entre los papeles. Guarde el folder con cuidado en mi maletín y Salí de la habitación. Tome la comida que había preparado para el almuerzo y la guarde en mi maletín. Mire el reloj por casualidad, dándome cuenta que ya era un poco tarde. Me fije si no había dejado algo mal puesto antes de salir, me cerciore de que no olvidaba las llaves antes de cerrar la puerta.
Mientras bajaba las escaleras, una chica iba subiendo las escaleras corriendo. Me dio un suave "Buenos días", pero no me dio tiempo de contestarle. Me fije que era la chica que vivía en el departamento junto al mío, me di cuenta que no sabía su nombre, así que en alguna ocasión debía irme a presentar, quien sabe que como vecinas en algún momento necesitemos de la otra. Hice la nota mental de ese detalle antes de salir del edificio.
Me tomo veinte minutos llegar al hospital, justo a mi hora de llegada.
Pase saludando a Sue, luego lleve mis cosas al casillero. Ya sabía lo que debía hacer, así que saque el desayuno que le había traído y de un solo pase por sus medicamentos. Empecé el recorrido a la habitación de Edward, me di cuenta que con un solo día ya me sabía bien el camino. Cuando estuve frente a la puerta de la habitación de Edward tome un fuerte respiro antes de abrirla, cuando entre Edward estaba recostado en su cama, estaba cambiado pero no se levantaba de la cama.
-Buenos días- salude, el se sentó en la cama para verme fijamente por un momento.
-Hola- me saludo dándome una pequeña sonrisa, o al menos yo quise creer que era una sonrisa. Fue algo tan tenue y tan rápido que no podía asegurarlo.
-Mira te traje desayuno. Son panqueques, los hice yo. Espero que te gusten.- dije poniendo el plato en la mesa, el me veía extrañado.
Se levanto de la cama y camino hacia la mesa. Veía el plato y luego a mí.
-¿no te gustan?- pregunte, tal vez había errado trayéndole eso.
-No es eso, es solo que…… No entiendo porque te tomas molestias conmigo.
-¿molestias?- dije confundida
-Trayéndome comida. Por si no sabes aquí hacen comida para los internos.- dijo viéndome como si la que necesitase ser internara fuera yo-
-Me vas a decir que te gusta la comida que dan aquí?- pregunte incrédula.
-No, claro que no. Pero esto está fuera de tus responsabilidades- me quede un poco sorprendida con su argumento, no pensé que él pudiera razonar conmigo de esa manera.
-Sabes? el hecho que este aquí no me hace retrasado, si es lo que piensas.- me avergoncé por lo que dijo, y claro el tenía razón.
-Yo….-
-No te preocupes.- me corto mientras se sentaba en la mesa.- Y sí, me gustan los panqueques, aunque no los comía hacía mucho tiempo-
-Me alegra que te gusten.- dije mientras sonreía, el me miro durante un momento pero luego se dedico a comer.
Termino el desayuno, él sabía lo que seguía. Se tomo los medicamentos rápido y luego empezó a dibujar sin decirme nada. La mañana pasó igual que el día anterior, en completo mutismo, así que adelantándome a eso traje un libro para intentar entretenerme un rato, era uno de mis favoritos: Romeo y Julieta. Cuando me di cuenta ya era mediodía, pronto el doctor Cullen vendría y yo tendría que salir nuevamente a la realidad.
Recogí las cosas que tenia, lista para salir.
-¿Ansiosa por salir de aquí?- pregunto Edward, sin mirarme. Pude percatarme la nota de tristeza en su voz.
-No, pero pronto vendrá el doctor Cullen así que debo estar preparada para salir. La verdad es que me agrada esta aquí.- dije, intentando hacerlo sentir bien.
-Si, claro- lo oí decir con sarcasmo pero no le hice caso.
Cuando Carlisle entro, me saludo, habla un minuto con el de cómo había estado el día y luego Salí de ahí.
No sabía exactamente qué hacer, no esperaba encontrarme con Jessica otra vez. Camine por los pasillos pensando en las palabras que me había dicho.
A pesar de que yo intentaba entablar un poco de cordialidad él se encerraba en sí mismo. Bufe.
-Que difícil es esto- murmure mientras caminaba distraídamente.
Busque en mi casillero y saque mi iPod, me quede sentada en ese salón, no tenia nadie con quien hablar y la verdad en ese momento no quería. Escuche mi música como por una hora, el tiempo no pasaba para mí cuando escuchaba música, así que cuando me fije en la hora corrí para llegar a la habitación de Edward.
Entre y me di cuenta que el doctor ya se había ido.
-Perdóname, no me di cuenta de la hora- le dije a Edward.
-No te preocupes.- dijo el sin inmutarse. Le serví su almuerzo y comió si hablarme. El resto de la tarde paso igual. Nadie dijo nada más allá de lo necesario. Sin darme cuenta llego la hora de irme, le di los sedantes y me despedí de él.
Llegue a casa me cambie de ropa y me tire en mi cama, ese día había sido de alguna manera mas difícil que el día anterior. Rápidamente caí dormida.
Los días pasaron convirtiéndose en semanas, y las semanas en meses. Sin darme cuenta ya llevaba trabajando en el hospital tres meses, y la verdad nada había mejorado.
Todos los días eran la misma rutina. Como la del segundo día, había pequeñas diferencias como que Edward a veces me hablaba mas, o las horas de almuerzo las pasabas con alguna enfermera como Jessica, que gracias a ella conocía a todos los que trabajaban en el hospital, o su amiga Ángela y a veces hasta Sue comía conmigo. Pero el trato con Edward se había estancado simples saludos de cortesía o pequeñas pláticas de cosas monótonas. Aunque con esas simples platicas había aprendido pequeñas cosas de Edward, como que le gustaba mucho la pasta, así que procuraba preparársela seguido o que prefería chocolate en los panqueques en vez de miel también me había dado cuenta de que le gustaba mucho el color azul, decía que deseaba colorear sus dibujos y que le encantaría el azul para los vestidos de Elizabeth, cuando pude le compre unos lápices de colores esperando que se sintiera feliz con ellos, pero solo me dio las gracias y volvió a su mundo de dibujos; supuse que le habían agradado porque de dedico a pintar sus hermoso retratos de Elizabeth. Elizabeth se había vuelto parte de mi vida diaria, no me espantaba cuando él hablaba de ella, me imaginaba que las cosas que decía eran en referencia a su madre, yo deseaba que así fuera. Una ocasión el menciono que Elizabeth le cantaba en las noches pero que ya no lo hacía, y yo pensé que tal vez era alusión a algún hermoso recuerdo que tuviese con su madre.
Otra cosa que se había sumado a mi rutina eran las llamadas de mi madre. Casi cada noche ella me llamaba para saber cómo estaba, y claro yo aprovechaba para saber de ellos. Aunque hace algunos días el noto triste, distante; me preocupa. Y me preocupa aun mas era que cada vez que pedía hablar con papa ella decía que estaba dormido o algo así. Las primeras veces lo pase pero después me asuste, algo malo debía estar pasando y mi madre no quería decirme.
Una noche ella me dijo lo que mas temía.
-Cariño, tu padre está muy mal- sollozaba a través del teléfono.- En estos momentos está en el hospital, le han diagnosticado un caso muy grave de Tuberculosis y no tengo el dinero para el tratamiento. Hija, sé que no debería pedirte ayuda para eso, pero no se a quien más acudir.-dijo soltándose a llorar
-Mami, no llores. Hare lo posible de mandarte dinero pronto, si? ya verás que papa se pondrá bien. Dale un beso de mi parte. Adiós.- Colgué el teléfono antes de empezar a llorar.
Pensar en mi papa enfermo me destrozo el corazón, imaginar al fuerte Charlie Swan, a mi héroe, a mi padre, en una cama de hospital me hizo sentir impotente. Necesitaba conseguir el dinero y pronto, pero como lo haría? esa pregunta no me dejo pegar el ojo en toda la noche. Llore por la desesperación y la angustia toda la noche, no me di cuenta cuando los rayos del sol se empezaron a colar por mi ventana. Solo me levante por inercia y empecé a preparar todo para ese día, aun sin dejar de pensar en mi padre.
Llegue al hospital y nadie padeció percatarse de mis ojeras y mis ojos rojos. No era como si yo desease compasión o algo así, pero en momentos como estos se necesitan una palabra de aliento, una mano amiga, un hombro en el que llorar y yo no lo tenía.
Cruce los pasillos en modo automático hasta llegar a la habitación de Edward. Entre como todos los días, con una sonrisa en los labios y en mis manos un plato con su desayuno, aunque esta vez mi sonrisa no era sincera, y no era porque Edward no se la mereciera, era porque no sentía alegría ese día y mis ojos no podrías proyectar algo inexistente en mí.
-Buenos días- dije casi como un murmullo.
-Buenos días- me saludo él, como ya era hábito el estaba vestido como si estuviese a punto de salir.
-Bueno, hora del desayuno. Hoy traje huevos revueltos- dije intentando sonar animada, pero claro no resulto.
El como de costumbre no dijo nada, solo se sentó en la mesa dispuesto a desayunar. Yo me senté en su cama a esperar a que terminara. Mi mente volvió a mi preocupación: mi papa. No sabía qué hacer, mi sueldo no sería suficiente, tal vez debería buscar un trabajo de medio tiempo en otro lado, pensaba. No me di cuenta que Edward se sentó junto a mí, hasta que sentí la cama hundirse por su peso.
-¿Por qué lloras?- me pregunto con suave voz. Me sorprendí por su pregunta, ¿lloraba?
Subí mi mano a mis mejillas y me di cuenta que silenciosas lagrimas bajaban por ella. Rápidamente pase mi mano intentando borrarlas.
-No estoy llorando. No te preocupes, si?- dije intentando zanjar el tema. El se me quedo viendo un momento. Pensé que se levantaría y me dejaría sola pero sus acciones me sorprendieron. Paso su mano delicadamente por debajo de mis ojos, luego la guio por mis mejillas manchadas por las lagrimas y las limpio cuidadosamente con el dorso de su mano.
-Estas triste. Tú nunca estas triste. Algo te pasa, y está bien que no me lo digas. Pero no me gusta verte llorar.- dijo mientras acariciaba mi mejilla. Un sentimiento extraño se formo en mi pecho frente a su muestra de ¿cariño? Podría decir que era una muestra de cariño luego de haber sido como una desconocida para el por mucho tiempo? Lo mire a los ojos, descubriendo que en ellos se formaban lágrimas.
-Cariño, ¿porque lloras tu?
-Ya te dije, no me gusta verte llorar. Por favor no lo hagas- sus palabras hicieron que mi corazón latiera aceleradamente.
-Ok, no llorare pero tu tampoco lo hagas.- le dije intentando que mi llanto se detuviese, pero en mi cabeza ya habían demasiadas cosas que no haría que me detuviese.
Primero, la preocupación por mis padres, la aflicción por conseguir el dinero para su tratamiento que era lo que me consumía. Y ahora, la ternura de las palabras de Edward había formado un nudo en mi garganta que solo se liberaría después de dejar salir las lágrimas.
Sin quererlo empecé a llorar más fuerte y esta vez los sollozos salieron de mi garganta fuertemente. Edward me miraba con cara de preocupación, no sabiendo que hacer. Yo solo me tape mi rostro con las manos, deseando así retener el llanto que me embargaba. De repente sentí unos brazos rodeándome, y un tierno calor que me llenaba, abrí mis ojos para encontrarme en los brazos de Edward, me sostuvo durante mucho tiempo hasta que mi llanto se apago. Por fin el se separo de mi, volvió a pasar sus manos por mi rostro y por si ese día no me había sorprendido lo suficiente lo siguiente que hizo me dejo sin habla, se acerco a mí y me dio un pequeño beso en la frente.
-Ya no llores más. Eres muy linda para hacerlo- susurro y se levanto de la cama. Yo me quede ahí como estatua.
Definitivamente ese era un cambio en su actitud.
Como si nada hubiese pasado se sentó y dibujo como siempre. Más rápido de lo que creí paso el tiempo, y era momento de que saliera de ahí. Ese día no tenia apetito, solo quería estar sola. Me encerré en la sala de los casilleros para que nadie me viese así.
Cuando la hora reglamentaria paso, yo empecé mi camino de regreso.
-Isabella, me gustaría hablar contigo antes- dijo el doctor Cullen cuando nos topamos en uno de los pasillos.
Me dirigí a su oficina. Una vez dentro el tomo asiento y me pidió que me sentara.
-¿te sucede algo? ¿Estas enferma?-
-No me pasa nada doctor- dije evadiendo su mirada
-Edward me dijo que estabas llorando. El está muy preocupado por ti y me insistió en que hablara contigo y que te ayudara.
-El…. le dijo eso?- pregunte incrédula
-Aunque no lo creas el te aprecia demasiado. Es algo raro en el- dijo lo ultimo como meditándolo.- Me dirás que pasa?-
-Problemas familiares- me limite a contestarle.
-Podría ayudarte en algo?-
-Me da mucha pena decirlo, pero me gustaría que me adelantara algo de mi sueldo- susurre bajando la mirada.
-Que sucede?-pregunto el preocupado
-Mi papa está muy enfermo y mi madre me pidió ayuda pero no tengo el dinero necesario para su tratamiento. Por favor Dr. Cullen, no se lo pediría si no fuera necesario.
-Yo lo sé, Bella. Puedo decirte así, verdad?
-Co… como lo sabe?
-Edward solo se refiere a ti como Bella. – dijo sonriendo- en que hospital esta tu padre?
-En el hospital general de Forks. Porque?- pregunte confundida
-No te preocupes más. Tu padre tendrá la mejor atención en ese lugar.- dijo mientras anotaba algunas cosas.
-Pero… que va hacer?
-Llamare a algunos colegas de ahí. Y yo pagare los gastos.
-No puedo permitir eso. Yo podría pagarlo, solo deme un adelanto de mi salario, le prometo que no se lo volveré a pedir.-
-ya te dije que no te preocupes. Te lo descontare de a poco de tus salarios. Así está bien?- dijo sonriendo ante mi testarudez
-Se lo agradezco. No sabe cuánto.- dije al borde de las lagrimas, pero esta vez de alegría.
-No llores de nuevo- dijo riendo- Ya puedes retirarte.
Cuando Salí de su oficina sentí como si había quitado un peso de mí. Papa se pondría bien y se lo debía al doctor Cullen y al ángel que me esperaba.
Cuando volvía a su habitación, el me esperaba. Estaba atento a la puerta y en cuanto me vio cruzarla bajo la cabeza como escondiéndose de mí.
Entre sin decir nada, pero en cuanto estuve a espaldas del musite un suave "gracias".
-Cualquier cosa por verte sonreír- dijo él en contestación, aunque no estaba muy segura si el de verdad lo había dicho o yo lo había imaginado.[b]
Con dificultad abrí los ojos ante el sonido escandaloso de mi despertador. Aun adormilada busque a tientas el aparato antes que mis vecinos se despertasen por mi alboroto, cuando por fin lo encontré en el buro junto a mi cama lo apague y volví a tirarme en la cama. No sentía ánimos de levantarme y estaba haciendo un frio espantoso, solo deseaba enrollarme en mis sabanas y dormir hasta que ya no tuviese ganas. Pero una vez más la realidad me cayó encima, recordando que ahora era una mujer trabajadora, tenia responsabilidades y no podía darme el lujo de quedarme en la cama y dormir hasta deshoras.
Me levante y busque las cosas necesarias para empezar mi día.
Me di un baño rápido sino moriría de hipotermia. Cuando Salí del baño me seque y me puse mi uniforme, prepare el desayuno y algo para almorzar. Me arregle el cabello, luego busque mis cosas para meterlas a mi maletín. Me di cuenta que algo me faltaba, no sabía qué. Regrese a mi habitación, rebuscando en todas partes para intentar encontrar lo que no sabía que me faltaba. Cuando fije mi vista en mi mesita de noche me di cuenta que era. El historial médico, me golpee en la frente reprendiéndome por ser tan descuidada, tome el pesado folder para meterlo a mi maletín cuando note que la foto se encontraba debajo de el, sonreí al ver su imagen, no sabía porque solo su rostro me llenaba de ternura, tuve la tentación de dejar la fotografía en su lugar. ¿No se darían cuenta que faltaba, verdad? volví a golpearme la frente ante mis ilógicos pensamientos, para que me la quedaría yo? tome la fotografía y la metí entre los papeles. Guarde el folder con cuidado en mi maletín y Salí de la habitación. Tome la comida que había preparado para el almuerzo y la guarde en mi maletín. Mire el reloj por casualidad, dándome cuenta que ya era un poco tarde. Me fije si no había dejado algo mal puesto antes de salir, me cerciore de que no olvidaba las llaves antes de cerrar la puerta.
Mientras bajaba las escaleras, una chica iba subiendo las escaleras corriendo. Me dio un suave "Buenos días", pero no me dio tiempo de contestarle. Me fije que era la chica que vivía en el departamento junto al mío, me di cuenta que no sabía su nombre, así que en alguna ocasión debía irme a presentar, quien sabe que como vecinas en algún momento necesitemos de la otra. Hice la nota mental de ese detalle antes de salir del edificio.
Me tomo veinte minutos llegar al hospital, justo a mi hora de llegada.
Pase saludando a Sue, luego lleve mis cosas al casillero. Ya sabía lo que debía hacer, así que saque el desayuno que le había traído y de un solo pase por sus medicamentos. Empecé el recorrido a la habitación de Edward, me di cuenta que con un solo día ya me sabía bien el camino. Cuando estuve frente a la puerta de la habitación de Edward tome un fuerte respiro antes de abrirla, cuando entre Edward estaba recostado en su cama, estaba cambiado pero no se levantaba de la cama.
-Buenos días- salude, el se sentó en la cama para verme fijamente por un momento.
-Hola- me saludo dándome una pequeña sonrisa, o al menos yo quise creer que era una sonrisa. Fue algo tan tenue y tan rápido que no podía asegurarlo.
-Mira te traje desayuno. Son panqueques, los hice yo. Espero que te gusten.- dije poniendo el plato en la mesa, el me veía extrañado.
Se levanto de la cama y camino hacia la mesa. Veía el plato y luego a mí.
-¿no te gustan?- pregunte, tal vez había errado trayéndole eso.
-No es eso, es solo que…… No entiendo porque te tomas molestias conmigo.
-¿molestias?- dije confundida
-Trayéndome comida. Por si no sabes aquí hacen comida para los internos.- dijo viéndome como si la que necesitase ser internara fuera yo-
-Me vas a decir que te gusta la comida que dan aquí?- pregunte incrédula.
-No, claro que no. Pero esto está fuera de tus responsabilidades- me quede un poco sorprendida con su argumento, no pensé que él pudiera razonar conmigo de esa manera.
-Sabes? el hecho que este aquí no me hace retrasado, si es lo que piensas.- me avergoncé por lo que dijo, y claro el tenía razón.
-Yo….-
-No te preocupes.- me corto mientras se sentaba en la mesa.- Y sí, me gustan los panqueques, aunque no los comía hacía mucho tiempo-
-Me alegra que te gusten.- dije mientras sonreía, el me miro durante un momento pero luego se dedico a comer.
Termino el desayuno, él sabía lo que seguía. Se tomo los medicamentos rápido y luego empezó a dibujar sin decirme nada. La mañana pasó igual que el día anterior, en completo mutismo, así que adelantándome a eso traje un libro para intentar entretenerme un rato, era uno de mis favoritos: Romeo y Julieta. Cuando me di cuenta ya era mediodía, pronto el doctor Cullen vendría y yo tendría que salir nuevamente a la realidad.
Recogí las cosas que tenia, lista para salir.
-¿Ansiosa por salir de aquí?- pregunto Edward, sin mirarme. Pude percatarme la nota de tristeza en su voz.
-No, pero pronto vendrá el doctor Cullen así que debo estar preparada para salir. La verdad es que me agrada esta aquí.- dije, intentando hacerlo sentir bien.
-Si, claro- lo oí decir con sarcasmo pero no le hice caso.
Cuando Carlisle entro, me saludo, habla un minuto con el de cómo había estado el día y luego Salí de ahí.
No sabía exactamente qué hacer, no esperaba encontrarme con Jessica otra vez. Camine por los pasillos pensando en las palabras que me había dicho.
A pesar de que yo intentaba entablar un poco de cordialidad él se encerraba en sí mismo. Bufe.
-Que difícil es esto- murmure mientras caminaba distraídamente.
Busque en mi casillero y saque mi iPod, me quede sentada en ese salón, no tenia nadie con quien hablar y la verdad en ese momento no quería. Escuche mi música como por una hora, el tiempo no pasaba para mí cuando escuchaba música, así que cuando me fije en la hora corrí para llegar a la habitación de Edward.
Entre y me di cuenta que el doctor ya se había ido.
-Perdóname, no me di cuenta de la hora- le dije a Edward.
-No te preocupes.- dijo el sin inmutarse. Le serví su almuerzo y comió si hablarme. El resto de la tarde paso igual. Nadie dijo nada más allá de lo necesario. Sin darme cuenta llego la hora de irme, le di los sedantes y me despedí de él.
Llegue a casa me cambie de ropa y me tire en mi cama, ese día había sido de alguna manera mas difícil que el día anterior. Rápidamente caí dormida.
Los días pasaron convirtiéndose en semanas, y las semanas en meses. Sin darme cuenta ya llevaba trabajando en el hospital tres meses, y la verdad nada había mejorado.
Todos los días eran la misma rutina. Como la del segundo día, había pequeñas diferencias como que Edward a veces me hablaba mas, o las horas de almuerzo las pasabas con alguna enfermera como Jessica, que gracias a ella conocía a todos los que trabajaban en el hospital, o su amiga Ángela y a veces hasta Sue comía conmigo. Pero el trato con Edward se había estancado simples saludos de cortesía o pequeñas pláticas de cosas monótonas. Aunque con esas simples platicas había aprendido pequeñas cosas de Edward, como que le gustaba mucho la pasta, así que procuraba preparársela seguido o que prefería chocolate en los panqueques en vez de miel también me había dado cuenta de que le gustaba mucho el color azul, decía que deseaba colorear sus dibujos y que le encantaría el azul para los vestidos de Elizabeth, cuando pude le compre unos lápices de colores esperando que se sintiera feliz con ellos, pero solo me dio las gracias y volvió a su mundo de dibujos; supuse que le habían agradado porque de dedico a pintar sus hermoso retratos de Elizabeth. Elizabeth se había vuelto parte de mi vida diaria, no me espantaba cuando él hablaba de ella, me imaginaba que las cosas que decía eran en referencia a su madre, yo deseaba que así fuera. Una ocasión el menciono que Elizabeth le cantaba en las noches pero que ya no lo hacía, y yo pensé que tal vez era alusión a algún hermoso recuerdo que tuviese con su madre.
Otra cosa que se había sumado a mi rutina eran las llamadas de mi madre. Casi cada noche ella me llamaba para saber cómo estaba, y claro yo aprovechaba para saber de ellos. Aunque hace algunos días el noto triste, distante; me preocupa. Y me preocupa aun mas era que cada vez que pedía hablar con papa ella decía que estaba dormido o algo así. Las primeras veces lo pase pero después me asuste, algo malo debía estar pasando y mi madre no quería decirme.
Una noche ella me dijo lo que mas temía.
-Cariño, tu padre está muy mal- sollozaba a través del teléfono.- En estos momentos está en el hospital, le han diagnosticado un caso muy grave de Tuberculosis y no tengo el dinero para el tratamiento. Hija, sé que no debería pedirte ayuda para eso, pero no se a quien más acudir.-dijo soltándose a llorar
-Mami, no llores. Hare lo posible de mandarte dinero pronto, si? ya verás que papa se pondrá bien. Dale un beso de mi parte. Adiós.- Colgué el teléfono antes de empezar a llorar.
Pensar en mi papa enfermo me destrozo el corazón, imaginar al fuerte Charlie Swan, a mi héroe, a mi padre, en una cama de hospital me hizo sentir impotente. Necesitaba conseguir el dinero y pronto, pero como lo haría? esa pregunta no me dejo pegar el ojo en toda la noche. Llore por la desesperación y la angustia toda la noche, no me di cuenta cuando los rayos del sol se empezaron a colar por mi ventana. Solo me levante por inercia y empecé a preparar todo para ese día, aun sin dejar de pensar en mi padre.
Llegue al hospital y nadie padeció percatarse de mis ojeras y mis ojos rojos. No era como si yo desease compasión o algo así, pero en momentos como estos se necesitan una palabra de aliento, una mano amiga, un hombro en el que llorar y yo no lo tenía.
Cruce los pasillos en modo automático hasta llegar a la habitación de Edward. Entre como todos los días, con una sonrisa en los labios y en mis manos un plato con su desayuno, aunque esta vez mi sonrisa no era sincera, y no era porque Edward no se la mereciera, era porque no sentía alegría ese día y mis ojos no podrías proyectar algo inexistente en mí.
-Buenos días- dije casi como un murmullo.
-Buenos días- me saludo él, como ya era hábito el estaba vestido como si estuviese a punto de salir.
-Bueno, hora del desayuno. Hoy traje huevos revueltos- dije intentando sonar animada, pero claro no resulto.
El como de costumbre no dijo nada, solo se sentó en la mesa dispuesto a desayunar. Yo me senté en su cama a esperar a que terminara. Mi mente volvió a mi preocupación: mi papa. No sabía qué hacer, mi sueldo no sería suficiente, tal vez debería buscar un trabajo de medio tiempo en otro lado, pensaba. No me di cuenta que Edward se sentó junto a mí, hasta que sentí la cama hundirse por su peso.
-¿Por qué lloras?- me pregunto con suave voz. Me sorprendí por su pregunta, ¿lloraba?
Subí mi mano a mis mejillas y me di cuenta que silenciosas lagrimas bajaban por ella. Rápidamente pase mi mano intentando borrarlas.
-No estoy llorando. No te preocupes, si?- dije intentando zanjar el tema. El se me quedo viendo un momento. Pensé que se levantaría y me dejaría sola pero sus acciones me sorprendieron. Paso su mano delicadamente por debajo de mis ojos, luego la guio por mis mejillas manchadas por las lagrimas y las limpio cuidadosamente con el dorso de su mano.
-Estas triste. Tú nunca estas triste. Algo te pasa, y está bien que no me lo digas. Pero no me gusta verte llorar.- dijo mientras acariciaba mi mejilla. Un sentimiento extraño se formo en mi pecho frente a su muestra de ¿cariño? Podría decir que era una muestra de cariño luego de haber sido como una desconocida para el por mucho tiempo? Lo mire a los ojos, descubriendo que en ellos se formaban lágrimas.
-Cariño, ¿porque lloras tu?
-Ya te dije, no me gusta verte llorar. Por favor no lo hagas- sus palabras hicieron que mi corazón latiera aceleradamente.
-Ok, no llorare pero tu tampoco lo hagas.- le dije intentando que mi llanto se detuviese, pero en mi cabeza ya habían demasiadas cosas que no haría que me detuviese.
Primero, la preocupación por mis padres, la aflicción por conseguir el dinero para su tratamiento que era lo que me consumía. Y ahora, la ternura de las palabras de Edward había formado un nudo en mi garganta que solo se liberaría después de dejar salir las lágrimas.
Sin quererlo empecé a llorar más fuerte y esta vez los sollozos salieron de mi garganta fuertemente. Edward me miraba con cara de preocupación, no sabiendo que hacer. Yo solo me tape mi rostro con las manos, deseando así retener el llanto que me embargaba. De repente sentí unos brazos rodeándome, y un tierno calor que me llenaba, abrí mis ojos para encontrarme en los brazos de Edward, me sostuvo durante mucho tiempo hasta que mi llanto se apago. Por fin el se separo de mi, volvió a pasar sus manos por mi rostro y por si ese día no me había sorprendido lo suficiente lo siguiente que hizo me dejo sin habla, se acerco a mí y me dio un pequeño beso en la frente.
-Ya no llores más. Eres muy linda para hacerlo- susurro y se levanto de la cama. Yo me quede ahí como estatua.
Definitivamente ese era un cambio en su actitud.
Como si nada hubiese pasado se sentó y dibujo como siempre. Más rápido de lo que creí paso el tiempo, y era momento de que saliera de ahí. Ese día no tenia apetito, solo quería estar sola. Me encerré en la sala de los casilleros para que nadie me viese así.
Cuando la hora reglamentaria paso, yo empecé mi camino de regreso.
-Isabella, me gustaría hablar contigo antes- dijo el doctor Cullen cuando nos topamos en uno de los pasillos.
Me dirigí a su oficina. Una vez dentro el tomo asiento y me pidió que me sentara.
-¿te sucede algo? ¿Estas enferma?-
-No me pasa nada doctor- dije evadiendo su mirada
-Edward me dijo que estabas llorando. El está muy preocupado por ti y me insistió en que hablara contigo y que te ayudara.
-El…. le dijo eso?- pregunte incrédula
-Aunque no lo creas el te aprecia demasiado. Es algo raro en el- dijo lo ultimo como meditándolo.- Me dirás que pasa?-
-Problemas familiares- me limite a contestarle.
-Podría ayudarte en algo?-
-Me da mucha pena decirlo, pero me gustaría que me adelantara algo de mi sueldo- susurre bajando la mirada.
-Que sucede?-pregunto el preocupado
-Mi papa está muy enfermo y mi madre me pidió ayuda pero no tengo el dinero necesario para su tratamiento. Por favor Dr. Cullen, no se lo pediría si no fuera necesario.
-Yo lo sé, Bella. Puedo decirte así, verdad?
-Co… como lo sabe?
-Edward solo se refiere a ti como Bella. – dijo sonriendo- en que hospital esta tu padre?
-En el hospital general de Forks. Porque?- pregunte confundida
-No te preocupes más. Tu padre tendrá la mejor atención en ese lugar.- dijo mientras anotaba algunas cosas.
-Pero… que va hacer?
-Llamare a algunos colegas de ahí. Y yo pagare los gastos.
-No puedo permitir eso. Yo podría pagarlo, solo deme un adelanto de mi salario, le prometo que no se lo volveré a pedir.-
-ya te dije que no te preocupes. Te lo descontare de a poco de tus salarios. Así está bien?- dijo sonriendo ante mi testarudez
-Se lo agradezco. No sabe cuánto.- dije al borde de las lagrimas, pero esta vez de alegría.
-No llores de nuevo- dijo riendo- Ya puedes retirarte.
Cuando Salí de su oficina sentí como si había quitado un peso de mí. Papa se pondría bien y se lo debía al doctor Cullen y al ángel que me esperaba.
Cuando volvía a su habitación, el me esperaba. Estaba atento a la puerta y en cuanto me vio cruzarla bajo la cabeza como escondiéndose de mí.
Entre sin decir nada, pero en cuanto estuve a espaldas del musite un suave "gracias".
-Cualquier cosa por verte sonreír- dijo él en contestación, aunque no estaba muy segura si el de verdad lo había dicho o yo lo había imaginado.[b]
Twilight_Edwella- Cantidad de envíos : 25
Fecha de nacimiento : 24/11/1992
Edad : 31
Empleo /Ocio : Estudio
Puntos : 19
Fecha de inscripción : 15/03/2010
Re: Porcelana
ya empieza ha reaccionar............. .que bien me encanta Edward tan tierno
xole- .
- Cantidad de envíos : 12045
Fecha de nacimiento : 30/12/1979
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Localización : al norte de españa
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Mini-Blog : I love my life becouse my life are you
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Re: Porcelana
es muy lindo este Edward. Me encanta eta historia
isabel- Cantidad de envíos : 23
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Re: Porcelana
Me alegro que les guste la historia, recuerden que no es m{ia, es de T.G KIKA.!
Twilight_Edwella- Cantidad de envíos : 25
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6/8/2014, 3:25 pm por Sammy17
» Saludos desde BOLIVIA
18/11/2013, 1:07 pm por silan
» necesito ayuda
29/9/2013, 7:32 pm por an.dii.995
» Emmm hola :) me acabo de unir mucho gusto :3
10/8/2013, 12:23 am por emy1718
» ¿Tu piel es tan suave como parece? (M +18)
17/7/2013, 5:49 pm por Qamiila Quinteros
» Soy nueva :D
25/6/2013, 5:08 pm por valeria maria delosantos
» Soy Nuevo en el Foro y ahora que hago ???
6/6/2013, 10:49 am por bella_1996
» Dakota Fanning / Michael Sheen - Imagenes/Videos de Paparazzi / Estudio/ Eventos etc.
26/5/2013, 1:44 pm por isvilce
» Ashley Greene - Imagenes/Videos de Paparazzi / Estudio/ Eventos etc.
26/5/2013, 1:43 pm por isvilce
» 'Hold on to me'
26/5/2013, 1:39 pm por isvilce
» MAP TO THE STARS
26/5/2013, 1:37 pm por isvilce
» Taylor Lautner - Imagenes/Videos de Paparazzi / Estudio/ Eventos etc.
25/5/2013, 2:43 pm por isvilce
» Kristen Stewart
25/5/2013, 2:30 pm por isvilce
» Imagenes/Videos Paparazzi
25/5/2013, 2:25 pm por isvilce
» Kristen Stewart - Imagenes/Videos de Paparazzi / Estudio/ Eventos etc.
25/5/2013, 2:23 pm por isvilce