Autocontrol (+18)

Jajaja dios! no sé porque hay que ponerle ese +18, si de todas formas todo el mundo lo va a leer.
Por lo menos esos '+18' a mí como que me llaman a leer jajaja I'm a freak, i know. Bueno, este es el primer fic Twilight que he escrito en mi vida... (el segundo que subo en el foro, de todas formas). Bueno, el '+18' por ahora significa: tallas en doble sentido, comentarios bulgares, pensamientos inapropiados (ja.ja.ja.) y insultos.


(Jasper POV)

Hacía como si escuchara a Emmett y Edward hablar animadamente en los vestidores, mientras intentaba con todas mis fuerzas concentrarme en controlar mi instinto. Yo no había respirado desde que habíamos iniciado la clase de educación física. Estaba tenso, con la mandíbula apretada y las manos crispadas en puños.

Odiaba educación física.

No es que fuera malo en deportes (todo lo contrario), pero era terrible con tantos humanos alrededor. A mitad de la clase ya estaba desesperado.

Oía sus corazones bombear más rápido.

Veía sus caras enrojecidas por el calor y el cansancio.

Sentía el rítmico palpitar de sus venas cuando estaban exhaustos.

Incluso, podía llegar a imaginarme el sabor que tendrían.

Y justo hoy, después de la eterna prueba de resistencia, al profesor se le ocurre decirnos que lo esperemos en los vestidores porque debía decirnos algo.

No me había dado cuenta que mis hermanos habían dejado de hablar y ahora me miraban preocupados.

En momentos así, sabiendo que Edward lee cada uno de mis pensamientos, que sabe lo difícil que se me hace esto, me siento débil y vulnerable.

Edward comenzó a sentirse triste y culpable. Me miraba con tristeza.

"¡Maldito hermano leedor de mentes! Si sigues mirándome así te rompo la cara aquí mismo" grité en mi interior, sabiendo que el me escucharía.

Edward hizo una mueca de disgusto.

- Gracias por esperarme, muchachos. – dijo el entrenador desde la puerta. Todos se voltearon a verlo y yo clavé la vista al piso. "Necesito salir de aquí" – Bueno, - continuó el entrenador. Edward estaba preocupado por mí, dudaba de mi autocontrol. – Simplemente quería decirles… eh… recordarles que dentro de tres semanas es el torneo de fútbol americano, en el cual participan los mejores jugadores de los mejores institutos del estado de Washington. – Le sonrió ansiosamente a todos (en especial a Emmett).

"Pobre iluso"

Rosalie jamás dejaría que Emmett se alejara de ella. Es demasiado egoísta y posesiva como para dejarlo viajar solo al torneo.

Por fin el entrenador nos dejo salir. Me deslicé con agilidad entre la gente y fui el primero en salir. Troté unos metros y inhalé tanto aire que de haber sido un globo me hubiera reventado (no lo necesitaba, pero era costumbre).

Miré a Emmett y a Edward que se acercaban lentamente y me miraban extrañados, mientras yo exhalaba lentamente el aire. Les miré con autosuficiencia y dije:

- Soportable – Edward levantó una ceja y nos dirigimos al aparcamiento.

Rosalie nos esperaba allí en su enorme y ostentoso carro rojo. Emmett se subió al auto de un salto humano y cuando se sentó, Rosalie le dio un beso en la mejilla a modo de saludo. Ambos nos miraron a Edward y a mí, y se despidieron con un gesto, encendieron el auto y se fueron.

- Van a cazar. – me dijo Edward, contestando a mi pregunta interna. Había olvidado que este fin de semana se iban a cazar. - Yo también iré, pero primero debo ir con Bella.

- Aha.

Sentí unos suaves y delgados brazos rodear con fuerza mi cintura. Me rodeó hasta quedar frente a mí sin soltarme de la cintura.

- Hola – la saludé sonriendo. Era gracioso, yo jamás sonreía, pero cuando la veía no podía evitarlo. Y es que su felicidad me embriagaba y yo sólo podía sucumbir a ella.

Me devolvió al instante la sonrisa y nos dirigimos al Volvo, sin dejar de mirarnos. Edward ya estaba dentro y encendió el motor incluso antes de que cerrara la puerta.

Notaba la incomodidad de Edward que, al igual que todas las veces que nos íbamos a casa en su auto, estaba latente. Alice y yo estábamos en el asiento trasero, ella miraba el paisaje y yo la miraba a ella desde el extremo opuesto del asiento.

En cuestión de minutos llegamos a casa. Me bajé del auto y le abrí la puerta a Alice, que me cogió del brazo y se despidió de Edward con la mano, aunque él ya se hubiera ido.

Entramos con calma, y ella se quitó las zapatillas, los calcetines y se dejó caer sobre el sofá, apoyando su cabeza en un apoyabrazos y los pies en el otro. Me acerqué a ella con calma y, tomando con una delicadeza innecesaria sus piernas, las levante para sentarme en el sofá y después colocarlas sobre las mías.

Aún andaba con la ropa de deporte; unas calzas cortas negras y una camiseta apretada rosa pastel. Se veía demasiado tentadora, demasiado.

Comencé a dibujar con los dedos círculos en sus piernas de manera inconciente. Los tobillos, las rodillas, los muslos…

Escuche a Esme en el piso de arriba corriendo unos muebles. Alice suspiró.

- Jazz… - puse toda mi atención en aquella voz dulce e inocente de soprano que tiene ella. – Esme dijo que necesitabas relajarte – Alice estaba nerviosa, yo no entendía porqué. Levanté una ceja. "¿desde cuando me dice lo que piensa Esme de mí?" – Creo que tiene razón. Así que me dijo que si tú querías… podíamos irnos un par de semanas a su Isla. – Ah, así que eso era.

- Sabes la respuesta. – le dije, mirándola seriamente.

- De hecho, es una pregunta. – Le sonreí sin ganas y ella lo notó inmediatamente. Se sentó (en mis piernas, porque aún las suyas estaban sobre las mías) y me abrazó casi sin tocarme. Fruncí el ceño, la rodeé con mis brazos y la pegué a mí firmemente. A veces sentía que le daba asco tocarme.

"Tiene todo el derecho, eres un monstruo y lo sabes. Ella es demasiado para ti, no la mereces."

- Debo ir a cambiarme. – se levantó lentamente, me besó la mejilla.

- ¿Tu quieres ir? – inquirí.

-¿Por qué no? – lo dijo con un tono indiferente, pero a mí no podía engañarme. Sentía sus ansias por ir ahí.

- Sé que sabes la respuesta.

- Yo también lo sé. – Sonrió dulcemente y subió al segundo piso con ese grácil y natural andar que me encanta.

Esme seguía moviendo muebles arriba, desesperada e incomoda por algo. El ruido era casi insoportable. Me percaté que Emmett y Rosalie habían llegado a la casa porque ambos emanaban una gran cantidad de lujuria, placer, impaciencia y deseo desde su alcoba.

"Ok, ahora ya sé porque Esme mete tanta bulla."

Los gemidos de Rose comenzaron a retumbar por toda la casa. Me hundí en el sofá, como lo había hecho Alice, e intente concentrarme en el sonido de los muebles al moverse.

jajajaj pobre Jazz .............gracias por esta nueva historia espero el proximo

siii esta rebueno