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Little Pink Envelope
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Little Pink Envelope
Este es un muy lindo fanfic que me dejaron traducir y como me dijo que tengo todos los derechos sobre el fic traducido... se los comparto :D ojala les guste n-n
Disclaimer: TRADUCCION... original de Fall Down Again Bella
NOTA: para quien se pregunta que significa "POV" es la abreviatura para "Point Of View" o sea "Punto De Vista" en ingles n-n y cambia segun el personaje que cuenta la historia por ejemplo: BELLA POV quiere decir que la historia la esta contando Bella y asi n-n
Bella POV
-¡Vamos Bella! ¡Esta es tu fiesta de graduación de secundaria! ¡Relájate! – me dijo Alice Brandon. Alice era mi absoluta mejor amiga, con sus características de duende y su adoración por las compras. Su negro cabello espigado estaba ligeramente revuelto, como el elegante vestido color plata que llevaba puesto.
-Alice tu sabes que el alcohol no me sienta bien – le murmuré, mirando con recelo la bebida que tenía en la mano. Era de color rosa y tenía una sombrilla saliendo del vaso junto a la pajilla. Alice ya se había tomado cuatro e iba dando tumbos por todos lados pronunciando mal todas sus palabras. Estábamos en una fiesta de graduación organizada para nosotras dos. Estábamos en la gran casa de Alice, con el piso de abajo lleno de chicos borrachos. Yo solo había tomado una cerveza hasta ahora, no quería llegar a estar demasiado ebria.
-Vamos Bella. Esta noche solo pasará una vez en la vida. ¡Casi no hay alcohol! Por favor – suplicó, de su labio inferior le salió un puchero. Ella sacudió su bebida frente a mi cara. Olía a fresas. – Por favor Bella.
-Alice. – gemí ante mi derrota. Ella sonrió, sintiendo una victoria fácil. Presionó la rosada y frutal bebida en mis manos. Tomé un cuidadoso sorbo por la pajilla… era deliciosa. Tomé un sorbo más largo, disfrutando el sabor en mi lengua. Hice un pequeño sonido de “Mmmm” y Alice sonrió.
-Te lo dije – cantó. Le hice mala cara. Jasper Hale, el novio de Alice, vino, derrumbándose sobre la silla a un lado de Alice. Bueno, técnicamente, era el esposo de Alice ahora. Jasper y Alice se habían fugado dos semanas atrás a Las Vegas pretendiendo haber estado en una casa en la playa el fin de semana. Yo era la única que sabía que mi mejor amiga estaba casada. Estaban esperando para decirles a sus padres hasta después de la graduación y la fiesta. Así que creo, técnicamente, que Alice ya no era Alice Brandon. Ahora es Alice Hale. Jasper tiró a su esposa sobre su regazo y comenzó a besarla ferozmente. Yo giré mis ojos, voleándome para mirar a otro lado, no queriendo sentirme más enferma de lo que ya estaba. Y la vista que tuve me dejó sin aliento.
Era como un Dios, como ver un ángel en la carne. Sus ojos verdes como esmeraldas fueron los primeros que atrajeron mi mirada. Brillaban como estrellas, como diamantes. Tenía unos perfectos pómulos y una nariz muy recta, todo en proporción. Su cabello tenía un desordenado color bronce, cayendo de forma casual pero sexy sobre su cara. Él llevaba vaqueros y una camisa tipo polo, ambos cabiendo cómodamente sobre su musculoso cuerpo. No me sorprendería si estaba babeando. Le di otro largo trago a mi bebida y me sorprendí cuando la noté vacía. Rápidamente tome otra de la mesa, terminándomela en dos tragos mientras veía al chico que parecía Dios.
-Alice – dije después de otra bebida. Yo no había mirado lejos de su perfecta cara desde que lo vi. El estaba hablando con alguien que reconocí que era de nuestra escuela, bebiendo una cerveza. Ella se alejó de Jasper, haciendo un desagradable y ruidoso sonido de bebé.
-¿Qué? – ella gruñó, obviamente enojada por la interrupción.
-¿Quién es ese? – pregunté, señalando hacia donde el guapo chico se encontraba. Sus labios formaban una magnifica sonrisa torcida mientras hablaba con alguien. Sentí que el aliento se detenía en mi garganta.
-Ese en mi primo Edward Masen. ¡Ve a hablar con él! – me exigió antes de apretar sus labios contra los de Jasper de nuevo. Lo oí gemir y decidí levantarme. Comencé a hacerme camino a través del cuarto, tratando de encontrarme otra bebida. Me tropezaba ligeramente, añadiendo eso al hecho de que soy bastante torpe, no era una sana combinación. Me tropecé en el borde de la alfombra, yéndome encima de un cuerpo duro como la roca. Sentí que alguien me sostuvo y escuché una risa musical.
-Lo siento – dijo la voz, tan suave como el terciopelo. Miré hacia abajo y noté una gran mancha sobre el vestido blanco que estaba usando, probablemente su cerveza. Luego mire hacia la cara de donde venía la suave voz, y casi me ahogo. Era Edward, el chico que parecía Dios, el ángel. El primo de Alice.
-Está bien – dije arrastrando ligeramente las palabras. El rió de nuevo. – Estoy segura que Alice tendrá algo con lo que me pueda cambiar arriba. – le sonreí y comencé a subir las escaleras a trompicones. Pero me tropecé… otra vez. Pero esta vez un par de brazos fuertes me agarraron alrededor de la cintura.
-¿Tal vez debería ayudarte? – sugirió. Su aliento olía ligeramente a alcohol, pero no parecía tan borracho como yo. Yo asentí calladamente. El me recogió en sus brazos, sosteniéndome con un estilo nupcial. Yo me reí un poco y me incliné sobre su pecho. Podía oír el constante latir de su corazón, y sentirlo en mi mejilla. Fue muy reconfortante.
-Estamos en la habitación de Alice – Su voz sonaba muy cerca, su tibio aliento en mi oreja, mandando escalofríos a todo mi cuerpo. Gentilmente me bajó y me puso sobre mis pies, manteniendo un brazo alrededor de mi solo por si acaso.
-Estoy bien – le aseguré. Quitó su brazo a regañadientes, dando un pequeño paso hacia atrás. Pude caminar hasta el armario sin caerme ni matarme a mí misma. Sonreí triunfalmente. Busqué entre los bastidores, tratando de encontrar algo que me pudiera quedar. Finalmente me decidí por una gran camiseta que parecía que era de Jasper. Me quité el vestido sin pensar, quedándome solo con el sujetador y las bragas. El grito apagado detrás de mí fue la única cosa que me alertó de su presencia.
Me giré con la camiseta detrás de mí. Los ojos de Edward estaban totalmente abiertos y viajaban de arriba abajo por todo mi cuerpo, más persistentemente en las áreas que todavía llevaba cubiertas. Yo llevaba sujetador y bragas color azul medianoche, ambos de encaje bordado. La respiración de Edward se rompió en pequeños gritos apagados. Yo estaba envalentonada. Dejé la camiseta en el suelo y caminé unos cuantos pasos más cerca de él.
-¿Te gusta esto? – le pregunté, batiendo mis pestañas. El tragó saliva y asintió. Caminé un paso más cerca de él, ya no había espacio alguno entre nuestros cuerpos. Reposé mis brazos sobre su cuello y apreté mis labios sobre su oreja. - ¿No te gustaría mejor en el suelo? – El gimió con mis palabras y al instante me recogió en sus brazos, besándome ferozmente. Solté un gemido dentro de su boca. No tenía ni idea de dónde venía toda esta nueva confianza, probablemente el alcohol. Pero me gustó.
El envolvió sus fuertes brazos alrededor de mi cintura y me levantó un poco del suelo. Yo envolví mis piernas alrededor de la suya [N/A su cintura… XD malpensados…], presionándome contra el tan fuerte como podía. Su lengua entró a mi boca y yo junte la mía a la suya [N/A la lengua…], ambas moviéndose como un remolino. Después de un momento, necesité separarme y tomar un poco de oxígeno. Edward me puso contra la pared, presionando sus labios contra mi cuello. Moví mis brazos y comencé a tirar del dobladillo de su camisa. Él entendió de inmediato el mensaje. Me llevó a la cama, presionándome contra el colchón. Lo jalé hacia abajo, justo encima de mí, quitándole rápidamente su camisa sobre su cabeza. Estaba maravillada con sus esculpidos músculos, mis dedos corrían sobre su abdomen, sobre su amplio pecho.
No recuerdo más acerca de esa noche. Todo sucedió tan rápido. Nuestra ropa terminó en una pila en el suelo, nuestros cuerpos se moldeaban el uno al otro en todos los sentidos. Fue lleno de lujuria y pasión, pero se sintió más como hacer el amor que como tener sexo sin sentido. Él fue muy tierno y suave, especialmente cuando se dio cuenta de que era mi primera vez. Me besó con amor, mis labios, mi cuello, cualquier lugar que pudo encontrar. Recuero muy claramente su olor, aromatizado y varonil, mezclado un poco con el olor rancio del alcohol. Recuerdo la forma en la que cada una de mis curvas encajaba como pieza de rompecabezas en su cuerpo. Recuerdo algunas rondas de puro gozo. Me había quedado dormida en sus brazos.
A la mañana siguiente me desperté con dolor de cabeza y sólo pocos detalles en mi memoria de la noche anterior. Mi lengua se sentía como algodón dentro de mi boca. Había un par de cálidos brazos que me rodeaban por la cintura. Me desperté, completamente desorientada. Mis ojos se abrieron como platos. Estaba completamente desnuda. Los recuerdos de la noche anterior llegaron a mi cabeza. Mierda. Yo normalmente no era un chica-de-una-noche realmente, Edward fue mi primera vez incluso teniendo sexo, sin hablar de la estancia-de-una-sola-noche, pero tiempos desesperados requieren medidas desesperadas. Miré el reloj. Eran las cinco de la mañana.
Me bajé con cuidado de la cama, manteniendo mis ojos lejos del magnífico hombre que estaba sobre ella [N/A sobre la cama… XD no sobre la otra XD]. Saqué mi sujetador y bragas de la noche de ayer y agarré la camiseta que me iba a poner. Deslicé mis pies hacia la recámara que Alice me había dado y besé al hombre dormido una vez en la frente. Sentí una oleada de tristeza por tener que dejarlo – como si estuviera dejando una parte de mí atrás. Lo ignoré y corrí escaleras abajo, tratando de hacerlo lo más calladamente posible. Tomé las llaves de mi carro.
-Así que… ¿Tú y mi primo, he? – me congelé. Alice estaba sentada en la mesa de la cocina, con una taza de café en sus manos.
-¿Cómo lo sabes? – le pregunté. ¡Oh Dios! Espero que nadie más lo sepa.
-Bueno, cuando fui a mi cama para irme a dormir, me encontré a mi primo y a ti desnudos debajo de las sábanas. Por cierto, gracias por darme el susto de mi vida. – se burló, haciendo una cara de disgusto. Yo suspiré – Estaba realmente sorprendida de que mi grito de asco no los despertara.
-Yo estaba ebria. Y él derramó algo sobre mi vestido así que me lo quité y una cosa llevó a la otra… - le dije mientras encogía los hombros.
-Pero ahora te estas yendo. ¿No lo verás de nuevo? – preguntó, sus ojos me miraban con súplica, a pesar de que tenían un color rojo por la resaca.
-Me estoy mudando a Florida, Alice. Nunca funcionará – sacudí mi cabeza – Será mejor que me marche. No se suponía que me quedara a dormir. – Alice se puso de pie y arrojó sus brazos alrededor de mí, con lágrimas saliendo de sus ojos.
-Te extrañaré – dijo, lloriqueando levemente. Sus lágrimas desencadenaron las mías y pronto las dos estábamos llorando sobre los brazos de la otra.
-También te extrañaré Alice. Eres la mejor amiga que una chica pueda tener. – murmuré, sollozando ligeramente.
-Te amo. Tú siempre serás como mi hermana Bella – prometió – incluso si ahora necesito quemar toda mi ropa de cama. – le sonreí un poco.
-También te amo Alice – la abracé una última vez antes de correr hacia afuera y comenzar a conducir. Lloré casi todo el camino de regreso a casa, empezaba a extrañar a mi hiperactiva mejor amiga.
Llegué a casa para toparme con la cara de desaprobación de mis padres. Charlie se enojó un poco cuando se fijó en mi apariencia. Miré hacia abajo y me di cuenta de que llevaba puesta la camiseta de Jasper, la que estaba en el armario de Alice.
-Lo siento – murmuré. Corrí escaleras arriba, tratando de no llorar. Mis maletas ya estaban empacadas, estaba completamente lista para partir. Iba a la Universidad de Florida. Estaba planeado desde hace meses que me iría el día después de la graduación. Me cambié con una de mis propias chamarras y volví abajo.
-Bella – dijo Renee en tono de advertencia mientras bajaba las escaleras, con las bolsas en mis manos.
-Lo sé mamá. Fue estúpido, estaba un poco ebria – admití. No tenía caso mentir. Regresé a casa a las cinco de la mañana con la camiseta de un chico puesta – No va a suceder de nuevo – Renee suspiró, tratando de decidir si estaba más triste porque me iba o si más enojada porque había pasado la noche con un chico. La tristeza ganó.
-¿Te tienes que ir tan lejos de Forks? – preguntó, su cara hizo un puchero. La envolví con mis brazos.
-Te amo mamá – le respondí.
-También te amo – me volví hacia Charlie. Él todavía tenía en ceño fruncido.
-No te preocupes papá, fue cosa de una sola noche. Lo prometo – hice una pequeña cruz sobre mi corazón para mostrarle que era enserio. El me respondió con una sonrisa.
-Te amo Bells. Te vamos a extrañar – dijo rudamente, abrazándome.
-También te amo – murmuré. Besó mi frente antes de que Renee me diera otro abrazo.
-Pórtate bien. Diviértete. Cuídate. Te amo – me besó en la mejilla. Tomé mis maletas y Charlie me ayudó a acomodarlas dentro del coche.
-Adiós – suspiré y me subí en la nueva Toyota Pirus que mis padres me habían comprado.
-Adiós – dijeron Charlie y Renee al unísono. Sentía las lágrimas en mis ojos mientras me conducía por la carretera de Forks, lágrimas por dejar a mis padres, mi casa, mis amigos. Lágrimas por dejar a un Dios griego dormido en la cama de Alice, sin siquiera haberle pedido su número o haberle dicho mi nombre…
Tomatazos? Lechugazos?
Disclaimer: TRADUCCION... original de Fall Down Again Bella
NOTA: para quien se pregunta que significa "POV" es la abreviatura para "Point Of View" o sea "Punto De Vista" en ingles n-n y cambia segun el personaje que cuenta la historia por ejemplo: BELLA POV quiere decir que la historia la esta contando Bella y asi n-n
Bella POV
-¡Vamos Bella! ¡Esta es tu fiesta de graduación de secundaria! ¡Relájate! – me dijo Alice Brandon. Alice era mi absoluta mejor amiga, con sus características de duende y su adoración por las compras. Su negro cabello espigado estaba ligeramente revuelto, como el elegante vestido color plata que llevaba puesto.
-Alice tu sabes que el alcohol no me sienta bien – le murmuré, mirando con recelo la bebida que tenía en la mano. Era de color rosa y tenía una sombrilla saliendo del vaso junto a la pajilla. Alice ya se había tomado cuatro e iba dando tumbos por todos lados pronunciando mal todas sus palabras. Estábamos en una fiesta de graduación organizada para nosotras dos. Estábamos en la gran casa de Alice, con el piso de abajo lleno de chicos borrachos. Yo solo había tomado una cerveza hasta ahora, no quería llegar a estar demasiado ebria.
-Vamos Bella. Esta noche solo pasará una vez en la vida. ¡Casi no hay alcohol! Por favor – suplicó, de su labio inferior le salió un puchero. Ella sacudió su bebida frente a mi cara. Olía a fresas. – Por favor Bella.
-Alice. – gemí ante mi derrota. Ella sonrió, sintiendo una victoria fácil. Presionó la rosada y frutal bebida en mis manos. Tomé un cuidadoso sorbo por la pajilla… era deliciosa. Tomé un sorbo más largo, disfrutando el sabor en mi lengua. Hice un pequeño sonido de “Mmmm” y Alice sonrió.
-Te lo dije – cantó. Le hice mala cara. Jasper Hale, el novio de Alice, vino, derrumbándose sobre la silla a un lado de Alice. Bueno, técnicamente, era el esposo de Alice ahora. Jasper y Alice se habían fugado dos semanas atrás a Las Vegas pretendiendo haber estado en una casa en la playa el fin de semana. Yo era la única que sabía que mi mejor amiga estaba casada. Estaban esperando para decirles a sus padres hasta después de la graduación y la fiesta. Así que creo, técnicamente, que Alice ya no era Alice Brandon. Ahora es Alice Hale. Jasper tiró a su esposa sobre su regazo y comenzó a besarla ferozmente. Yo giré mis ojos, voleándome para mirar a otro lado, no queriendo sentirme más enferma de lo que ya estaba. Y la vista que tuve me dejó sin aliento.
Era como un Dios, como ver un ángel en la carne. Sus ojos verdes como esmeraldas fueron los primeros que atrajeron mi mirada. Brillaban como estrellas, como diamantes. Tenía unos perfectos pómulos y una nariz muy recta, todo en proporción. Su cabello tenía un desordenado color bronce, cayendo de forma casual pero sexy sobre su cara. Él llevaba vaqueros y una camisa tipo polo, ambos cabiendo cómodamente sobre su musculoso cuerpo. No me sorprendería si estaba babeando. Le di otro largo trago a mi bebida y me sorprendí cuando la noté vacía. Rápidamente tome otra de la mesa, terminándomela en dos tragos mientras veía al chico que parecía Dios.
-Alice – dije después de otra bebida. Yo no había mirado lejos de su perfecta cara desde que lo vi. El estaba hablando con alguien que reconocí que era de nuestra escuela, bebiendo una cerveza. Ella se alejó de Jasper, haciendo un desagradable y ruidoso sonido de bebé.
-¿Qué? – ella gruñó, obviamente enojada por la interrupción.
-¿Quién es ese? – pregunté, señalando hacia donde el guapo chico se encontraba. Sus labios formaban una magnifica sonrisa torcida mientras hablaba con alguien. Sentí que el aliento se detenía en mi garganta.
-Ese en mi primo Edward Masen. ¡Ve a hablar con él! – me exigió antes de apretar sus labios contra los de Jasper de nuevo. Lo oí gemir y decidí levantarme. Comencé a hacerme camino a través del cuarto, tratando de encontrarme otra bebida. Me tropezaba ligeramente, añadiendo eso al hecho de que soy bastante torpe, no era una sana combinación. Me tropecé en el borde de la alfombra, yéndome encima de un cuerpo duro como la roca. Sentí que alguien me sostuvo y escuché una risa musical.
-Lo siento – dijo la voz, tan suave como el terciopelo. Miré hacia abajo y noté una gran mancha sobre el vestido blanco que estaba usando, probablemente su cerveza. Luego mire hacia la cara de donde venía la suave voz, y casi me ahogo. Era Edward, el chico que parecía Dios, el ángel. El primo de Alice.
-Está bien – dije arrastrando ligeramente las palabras. El rió de nuevo. – Estoy segura que Alice tendrá algo con lo que me pueda cambiar arriba. – le sonreí y comencé a subir las escaleras a trompicones. Pero me tropecé… otra vez. Pero esta vez un par de brazos fuertes me agarraron alrededor de la cintura.
-¿Tal vez debería ayudarte? – sugirió. Su aliento olía ligeramente a alcohol, pero no parecía tan borracho como yo. Yo asentí calladamente. El me recogió en sus brazos, sosteniéndome con un estilo nupcial. Yo me reí un poco y me incliné sobre su pecho. Podía oír el constante latir de su corazón, y sentirlo en mi mejilla. Fue muy reconfortante.
-Estamos en la habitación de Alice – Su voz sonaba muy cerca, su tibio aliento en mi oreja, mandando escalofríos a todo mi cuerpo. Gentilmente me bajó y me puso sobre mis pies, manteniendo un brazo alrededor de mi solo por si acaso.
-Estoy bien – le aseguré. Quitó su brazo a regañadientes, dando un pequeño paso hacia atrás. Pude caminar hasta el armario sin caerme ni matarme a mí misma. Sonreí triunfalmente. Busqué entre los bastidores, tratando de encontrar algo que me pudiera quedar. Finalmente me decidí por una gran camiseta que parecía que era de Jasper. Me quité el vestido sin pensar, quedándome solo con el sujetador y las bragas. El grito apagado detrás de mí fue la única cosa que me alertó de su presencia.
Me giré con la camiseta detrás de mí. Los ojos de Edward estaban totalmente abiertos y viajaban de arriba abajo por todo mi cuerpo, más persistentemente en las áreas que todavía llevaba cubiertas. Yo llevaba sujetador y bragas color azul medianoche, ambos de encaje bordado. La respiración de Edward se rompió en pequeños gritos apagados. Yo estaba envalentonada. Dejé la camiseta en el suelo y caminé unos cuantos pasos más cerca de él.
-¿Te gusta esto? – le pregunté, batiendo mis pestañas. El tragó saliva y asintió. Caminé un paso más cerca de él, ya no había espacio alguno entre nuestros cuerpos. Reposé mis brazos sobre su cuello y apreté mis labios sobre su oreja. - ¿No te gustaría mejor en el suelo? – El gimió con mis palabras y al instante me recogió en sus brazos, besándome ferozmente. Solté un gemido dentro de su boca. No tenía ni idea de dónde venía toda esta nueva confianza, probablemente el alcohol. Pero me gustó.
El envolvió sus fuertes brazos alrededor de mi cintura y me levantó un poco del suelo. Yo envolví mis piernas alrededor de la suya [N/A su cintura… XD malpensados…], presionándome contra el tan fuerte como podía. Su lengua entró a mi boca y yo junte la mía a la suya [N/A la lengua…], ambas moviéndose como un remolino. Después de un momento, necesité separarme y tomar un poco de oxígeno. Edward me puso contra la pared, presionando sus labios contra mi cuello. Moví mis brazos y comencé a tirar del dobladillo de su camisa. Él entendió de inmediato el mensaje. Me llevó a la cama, presionándome contra el colchón. Lo jalé hacia abajo, justo encima de mí, quitándole rápidamente su camisa sobre su cabeza. Estaba maravillada con sus esculpidos músculos, mis dedos corrían sobre su abdomen, sobre su amplio pecho.
No recuerdo más acerca de esa noche. Todo sucedió tan rápido. Nuestra ropa terminó en una pila en el suelo, nuestros cuerpos se moldeaban el uno al otro en todos los sentidos. Fue lleno de lujuria y pasión, pero se sintió más como hacer el amor que como tener sexo sin sentido. Él fue muy tierno y suave, especialmente cuando se dio cuenta de que era mi primera vez. Me besó con amor, mis labios, mi cuello, cualquier lugar que pudo encontrar. Recuero muy claramente su olor, aromatizado y varonil, mezclado un poco con el olor rancio del alcohol. Recuerdo la forma en la que cada una de mis curvas encajaba como pieza de rompecabezas en su cuerpo. Recuerdo algunas rondas de puro gozo. Me había quedado dormida en sus brazos.
A la mañana siguiente me desperté con dolor de cabeza y sólo pocos detalles en mi memoria de la noche anterior. Mi lengua se sentía como algodón dentro de mi boca. Había un par de cálidos brazos que me rodeaban por la cintura. Me desperté, completamente desorientada. Mis ojos se abrieron como platos. Estaba completamente desnuda. Los recuerdos de la noche anterior llegaron a mi cabeza. Mierda. Yo normalmente no era un chica-de-una-noche realmente, Edward fue mi primera vez incluso teniendo sexo, sin hablar de la estancia-de-una-sola-noche, pero tiempos desesperados requieren medidas desesperadas. Miré el reloj. Eran las cinco de la mañana.
Me bajé con cuidado de la cama, manteniendo mis ojos lejos del magnífico hombre que estaba sobre ella [N/A sobre la cama… XD no sobre la otra XD]. Saqué mi sujetador y bragas de la noche de ayer y agarré la camiseta que me iba a poner. Deslicé mis pies hacia la recámara que Alice me había dado y besé al hombre dormido una vez en la frente. Sentí una oleada de tristeza por tener que dejarlo – como si estuviera dejando una parte de mí atrás. Lo ignoré y corrí escaleras abajo, tratando de hacerlo lo más calladamente posible. Tomé las llaves de mi carro.
-Así que… ¿Tú y mi primo, he? – me congelé. Alice estaba sentada en la mesa de la cocina, con una taza de café en sus manos.
-¿Cómo lo sabes? – le pregunté. ¡Oh Dios! Espero que nadie más lo sepa.
-Bueno, cuando fui a mi cama para irme a dormir, me encontré a mi primo y a ti desnudos debajo de las sábanas. Por cierto, gracias por darme el susto de mi vida. – se burló, haciendo una cara de disgusto. Yo suspiré – Estaba realmente sorprendida de que mi grito de asco no los despertara.
-Yo estaba ebria. Y él derramó algo sobre mi vestido así que me lo quité y una cosa llevó a la otra… - le dije mientras encogía los hombros.
-Pero ahora te estas yendo. ¿No lo verás de nuevo? – preguntó, sus ojos me miraban con súplica, a pesar de que tenían un color rojo por la resaca.
-Me estoy mudando a Florida, Alice. Nunca funcionará – sacudí mi cabeza – Será mejor que me marche. No se suponía que me quedara a dormir. – Alice se puso de pie y arrojó sus brazos alrededor de mí, con lágrimas saliendo de sus ojos.
-Te extrañaré – dijo, lloriqueando levemente. Sus lágrimas desencadenaron las mías y pronto las dos estábamos llorando sobre los brazos de la otra.
-También te extrañaré Alice. Eres la mejor amiga que una chica pueda tener. – murmuré, sollozando ligeramente.
-Te amo. Tú siempre serás como mi hermana Bella – prometió – incluso si ahora necesito quemar toda mi ropa de cama. – le sonreí un poco.
-También te amo Alice – la abracé una última vez antes de correr hacia afuera y comenzar a conducir. Lloré casi todo el camino de regreso a casa, empezaba a extrañar a mi hiperactiva mejor amiga.
Llegué a casa para toparme con la cara de desaprobación de mis padres. Charlie se enojó un poco cuando se fijó en mi apariencia. Miré hacia abajo y me di cuenta de que llevaba puesta la camiseta de Jasper, la que estaba en el armario de Alice.
-Lo siento – murmuré. Corrí escaleras arriba, tratando de no llorar. Mis maletas ya estaban empacadas, estaba completamente lista para partir. Iba a la Universidad de Florida. Estaba planeado desde hace meses que me iría el día después de la graduación. Me cambié con una de mis propias chamarras y volví abajo.
-Bella – dijo Renee en tono de advertencia mientras bajaba las escaleras, con las bolsas en mis manos.
-Lo sé mamá. Fue estúpido, estaba un poco ebria – admití. No tenía caso mentir. Regresé a casa a las cinco de la mañana con la camiseta de un chico puesta – No va a suceder de nuevo – Renee suspiró, tratando de decidir si estaba más triste porque me iba o si más enojada porque había pasado la noche con un chico. La tristeza ganó.
-¿Te tienes que ir tan lejos de Forks? – preguntó, su cara hizo un puchero. La envolví con mis brazos.
-Te amo mamá – le respondí.
-También te amo – me volví hacia Charlie. Él todavía tenía en ceño fruncido.
-No te preocupes papá, fue cosa de una sola noche. Lo prometo – hice una pequeña cruz sobre mi corazón para mostrarle que era enserio. El me respondió con una sonrisa.
-Te amo Bells. Te vamos a extrañar – dijo rudamente, abrazándome.
-También te amo – murmuré. Besó mi frente antes de que Renee me diera otro abrazo.
-Pórtate bien. Diviértete. Cuídate. Te amo – me besó en la mejilla. Tomé mis maletas y Charlie me ayudó a acomodarlas dentro del coche.
-Adiós – suspiré y me subí en la nueva Toyota Pirus que mis padres me habían comprado.
-Adiós – dijeron Charlie y Renee al unísono. Sentía las lágrimas en mis ojos mientras me conducía por la carretera de Forks, lágrimas por dejar a mis padres, mi casa, mis amigos. Lágrimas por dejar a un Dios griego dormido en la cama de Alice, sin siquiera haberle pedido su número o haberle dicho mi nombre…
Tomatazos? Lechugazos?
Re: Little Pink Envelope
emmm bueno es diferente, pero esta muy interesante que picarona bella jajaja
Bbra- .
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Re: Little Pink Envelope
Cápitulo 2
Disclaimer: los personajes pertenecen a Stephenie Meyer. La historia es de Fall Down Again Bella.
Bella POV
Tres meses después…
-Soy Rosalie McCarty. Soy tu compañera de cuarto – Ella me tendió su mano y yo la sacudí lentamente. Era la chica más hermosa que jamás había visto. Su largo cabello rubio caía por su espalda y parecía brillar. Su piel era pálida y perfecta. Tenía el cuerpo que toda chica moriría por tener.
-Bella Swan – me presenté. Sostuve el pequeño palo que había usado detrás de mi espalda, no quería asustarla aún.
-¿Has estado aquí un tiempo cierto? – me preguntó de forma curiosa. Ella se dio la vuelta y pude guardar el pequeño palo en mi bolso, ocultándolo de la vista.
-Sí, desde junio – le contesté temblorosamente.
-Wow. Tres meses. ¿Qué has estado haciendo todo este tiempo? - preguntó amablemente. Vomitando, teniendo locos cambios de humor, ya sabes, lo normal, pensé.
-Oh, la mayor parte del tiempo familiarizándome con la zona. Soy de un pequeño pueblo y fue difícil encontrar el camino la primera vez – le contesté sinceramente.
-Oh bueno, así que… ¿Sabrás donde hay un Starbucks? [N/A local donde venden bebidas con café] – preguntó.
-Seguro. ¿Quieres que te lo muestre? – Ella asintió con gratitud. Recogí mi bolso y nos fuimos. Charlamos durante todo el camino. Había un Starbucks en el campus, cerca de nuestro dormitorio.
-Me casé después de graduarme de la preparatoria – dijo casualmente – Eso fue hace un año. Nuestro aniversario fue en Julio.
-Así que… ¿Eres estudiante de segundo año? – le pregunté. Ella asintió.
-Mi hermano hizo lo mismo con su novia – me dijo – Tal vez ya tengan familia – bromeó. Yo me reí ligeramente.
-Yo no tengo novio ni marido ni nada – suspiré tristemente. Rosalie rió suavemente.
-Emmett, mi esposo, es como un oso de peluche gigante. Es enorme y musculoso en el exterior pero es realmente dulce en el interior – me dijo, muy sonriente ante la mención de su marido.
-Tú lo amas – dije.
-Sí – asintió con nostalgia – Toda mi vida quise casarme y tener hijos. La escuela solo es un extra.
-¿Estás planeando tener hijos pronto? – le pregunté cuidadosamente. Ella se encogió de hombros.
-Probablemente no hasta después de la Universidad – Habíamos llegado al Starbucks, abrí la puerta y nos detuvimos a ordenar nuestros cafés. Nos sentamos en una mesa y empezamos a charlar de nuevo.
-¡Oh! Oye ¿Tienes una llave extra de la habitación? – Preguntó Rosalie de repente – Todavía no tengo una.
-Claro, espera – le dije, mostrándole una amplia sonrisa. La había puesto en mi bolsa hace poco. Voltee la bolsa para sacarla… y la pequeña prueba de embarazo positiva cayó.
Rosalie dio un grito apagado y ambas nos quedamos mirándonos un momento. Pero luego me pareció recuperar la sensibilidad de mis extremidades y la agarré, empujándola de nuevo en mi bolso. Saqué la llave y se la entregué a Rosalie. Ella me estaba mirando con los ojos como platos.
-¿Estás embarazada? – susurró.
-¡Shhh! – le dije instantáneamente, mis ojos voltearon a ver la habitación con pánico. Nadie estaba oyendo nuestra conversación. Me incliné sobre la mesa y me acerqué a ella – Si. Tenado tres meses de retraso. Por favor, no digas nada – le supliqué.
-No lo haré – prometió al instante – Es tu elección… ¿Sabes quién es el padre? – asentí ¿por qué molestarme diciéndole mentiras? Iba a vivir con ella un tiempo… a menos que ella quisiera cambiar de compañera de cuarto después de esto. No la voy a culpar si lo hiciera.
-Precisamente es el chico de la fiesta. Tuve sexo con él la noche antes de irme de ahí. Acabo de descubrir que estoy embarazada – le dije tranquilamente. Ella asintió, sus ojos aún estaban muy abiertos.
-Estadía de una noche – murmuró Rosalie. Yo asentí – Wow. ¿Todavía no sabes… lo que harás? – Vi un poco de dolor en sus ojos cuando decía eso.
-Yo… yo realmente no lo sé. No quiero tener un aborto… no creo que pueda matar a un bebé inocente – le dije sinceramente. En los ojos de Rosalie pude ver una inmensa sensación de alivio. Podría decirse que ella no estaba en pro del aborto.
-¿Adopción? – preguntó.
-No lo sé… - me aparté un poco de ella, sentía que mis ojos comenzaban a llenarse de agua – No sé si quiero dar a este bebé en adopción, estoy segura de que le puedo dar un hogar feliz, y mucho amor. Pero ¿No crees que el bebé sería más feliz con alguien más? – para mi sorpresa, Rosalie me acarició la mano suavemente.
-Es totalmente tuyo – dijo suavemente, sus ojos azul cielo eran calmados y cálidos – Si piensas que puedes cuidar de éste bebé, hacerlo feliz, y eso es lo que quieres, entonces tenlo. Si no… dáselo a alguien que lo merezca.
-Gracias Rosalie – murmuré, luchando contra mis lágrimas.
-Volvamos a la habitación – sugirió. Yo asentí. Tiramos nuestros cafés. Rosalie me envolvió con uno de sus brazos mientras caminábamos de regreso. Estaba sorprendida de la forma en la que ella cuidaba de alguien que apenas conocía. Estaba extremadamente agradecida. Yo necesitaba una amiga. Abrí la puerta y dejé mi bolso sobre mi cama. Rosalie se hundió en su cama, dando palmaditas a un lado de ella. Fui junto a ella y me envolvió con su brazo de nuevo.
-Bella sé que ésta es una decisión difícil – dijo Rosalie suavemente – Pero creo que amarás a este bebé. Creo que podrás cuidar de él. Creo que serás una madre maravillosa.
-Gracias Rosalie – dije. Descansé mi cabeza sobre su hombro y empecé a sollozar. Sollocé, sollocé y sollocé. Lloré hasta que estaba segura de que no quedaba nada de humedad en mi cuerpo. Rosalie estuvo conmigo todo el tiempo, sin decir nada. Después de unas cuantas horas, sentí que ya tenía control sobre mis emociones.
-Oye Bella – dijo Rosalie tímidamente. Yo asentí - ¿Le vas a… decir al padre? – me congelé. ¿Lo haría?
¿Qué se supone que le diría? Hola soy la chica con la que tuviste sexo en la cama de tu prima. Estoy embarazada con tu bebé. Bueno, adiós. Estoy segura de que funcionaría. Pero ¿Qué otra opción tenía? Podría no decirle… tal vez eso era lo mejor, para todos nosotros. Sabía que nada funcionaría entre nosotros dos. Probablemente él ya tenía una nueva novia, probablemente se olvidó de mí, sólo otra clavija en su cabecera. Tal vez sería mejor si me quedaba con el bebé para mí misma. Dejémoslo vivir su vida. Fue mi error, no el suyo.
-Yo… yo no lo creo – le dije después de pensarlo un minuto – Creo que estará mejor si no lo sabe. Digo, él ni siquiera sabe mi nombre – Rosalie suspiró, largo y bajo.
-¿Eso es lo mejor para ti? ¿Lo mejor para el bebé? – preguntó tranquilamente. Lo pensé. El bebé podría crecer sin un padre. Pero entonces, ¿Realmente era mejor que fuera de casa en casa como un animal? O… ¿Y si en realidad él no quería al bebé? ¿Y si decidía no tener nada que ver con el bebé? ¿Podría yo con eso? Y… por mucho que pensara en él, acerca de esa maravillosa noche, sabía que no funcionaría nada entre nosotros. No podríamos estar felices sabiendo que lo que nos mantendría unidos era haber tenido sexo y un bebé. Nunca funcionaría. Nunca.
-Si – le contesté sinceramente – Lo es – Rosalie suspiró de nuevo.
-Muy bien. Si eso es lo que quieres. – Me sonrió cálidamente, sacando su celular – Voy a llamar a Emmett.
-¡Oye Rose! – la llamé rápidamente. Ella se detuvo - ¿Porqué tú y Emmett no viven juntos? – Había sido al azar, pero tenía curiosidad. Ella rió suavemente.
-Él va a una escuela que está a un par de horas de distancia. Sería muy inconveniente si no viviéramos en nuestras escuelas – respondió. Tomó su teléfono y salió al pasillo, cerrando la puerta detrás de ella.
Me senté de nuevo en la cama, cerrando mis ojos mientras presionaba mi cabello contra la almohada. Hace unos meses, no me tenía nada de qué preocuparme, excepto de las calificaciones. Y ahora estaba embarazada, con el bebé de un completo extraño. Lo único que sabía de él eran su nombre y su cara. Un fuerte zumbido sonaba a través de la habitación y me tomó un minuto darme cuenta de que mi teléfono estaba vibrando. Alice estaba llamando.
Me quedé frente al teléfono durante un rato. Si respondía, Alice sabría que algo pasaba. Me pediría que le contara. Si se lo decía, me haría decírselo a Edward. No podía decirle a él. Yo no sería una carga para él con esto. Así que eso significaba que no podría hablar con Alice.
El teléfono cayó en silencio. Alice había colgado. Era la primera vez que no le respondía desde que vine a Florida. Siempre hablábamos por las noches. Pero sabía que era lo mejor para mí, para el bebé, dejar de contestarle. No iba a hablar con nadie de Forks, además de mis padres. No podía dejar que nadie se enterara, nadie más que ellos. Y tenía que asegurarme de que no dijeran nada. Este sería mi secreto. No podría visitar Forks otra vez si lo necesitaba. Me quedaría a vivir en Florida el resto de mi vida. Tal vez si tengo suerte podría encontrar un marido, casarme y tener hijos con él también. Yo ya tenía a Rosalie. Podía reemplazar a todos en Forks con Floridanos.
Pero Alice ha sido mi mejor amiga desde que éramos niñas. Nunca hubo secretos entre nosotras. Y ahora estaba manteniendo el secreto más grande de mi vida lejos de mi amiga. Pero el padre de ese secreto resultaba ser el primo de mi verdadera mejor amiga. Gruñí. ¿Por qué todo tiene que ser tan complicado?
Después de unos minutos, Rosalie volvió a la habitación. Yo fingí estar dormida. No me sentía con ánimos para hablar con alguien ahora mismo. Necesitaba tiempo para mí, para poder resolver las cosas. Me quedé en silencio hasta que escuche la cerradura del baño y la ducha encenderse. Entonces me senté sobre la cama.
Había tomado mis decisiones. Tendría al bebé. Lo mantendría y lo amaría lo mejor que pudiera. No le diría nada a Edward. Lo dejaría vivir su vida sin la carga de mi error. Y debía… romper lazos con Alice. Alice se enteraría del bebé y Edward lo averiguaría. Y no podía dejar que eso sucediera. No podía arruinar la vida de Edward con esto. O peor aún, no creo que pudiera manejar el dolor de verlo odiar a nuestro bebé. Sé que eso dolería más que cualquier otra cosa. Había tomado mis decisiones.
Entonces ¿Por qué duele tanto?
Disclaimer: los personajes pertenecen a Stephenie Meyer. La historia es de Fall Down Again Bella.
Bella POV
Tres meses después…
-Soy Rosalie McCarty. Soy tu compañera de cuarto – Ella me tendió su mano y yo la sacudí lentamente. Era la chica más hermosa que jamás había visto. Su largo cabello rubio caía por su espalda y parecía brillar. Su piel era pálida y perfecta. Tenía el cuerpo que toda chica moriría por tener.
-Bella Swan – me presenté. Sostuve el pequeño palo que había usado detrás de mi espalda, no quería asustarla aún.
-¿Has estado aquí un tiempo cierto? – me preguntó de forma curiosa. Ella se dio la vuelta y pude guardar el pequeño palo en mi bolso, ocultándolo de la vista.
-Sí, desde junio – le contesté temblorosamente.
-Wow. Tres meses. ¿Qué has estado haciendo todo este tiempo? - preguntó amablemente. Vomitando, teniendo locos cambios de humor, ya sabes, lo normal, pensé.
-Oh, la mayor parte del tiempo familiarizándome con la zona. Soy de un pequeño pueblo y fue difícil encontrar el camino la primera vez – le contesté sinceramente.
-Oh bueno, así que… ¿Sabrás donde hay un Starbucks? [N/A local donde venden bebidas con café] – preguntó.
-Seguro. ¿Quieres que te lo muestre? – Ella asintió con gratitud. Recogí mi bolso y nos fuimos. Charlamos durante todo el camino. Había un Starbucks en el campus, cerca de nuestro dormitorio.
-Me casé después de graduarme de la preparatoria – dijo casualmente – Eso fue hace un año. Nuestro aniversario fue en Julio.
-Así que… ¿Eres estudiante de segundo año? – le pregunté. Ella asintió.
-Mi hermano hizo lo mismo con su novia – me dijo – Tal vez ya tengan familia – bromeó. Yo me reí ligeramente.
-Yo no tengo novio ni marido ni nada – suspiré tristemente. Rosalie rió suavemente.
-Emmett, mi esposo, es como un oso de peluche gigante. Es enorme y musculoso en el exterior pero es realmente dulce en el interior – me dijo, muy sonriente ante la mención de su marido.
-Tú lo amas – dije.
-Sí – asintió con nostalgia – Toda mi vida quise casarme y tener hijos. La escuela solo es un extra.
-¿Estás planeando tener hijos pronto? – le pregunté cuidadosamente. Ella se encogió de hombros.
-Probablemente no hasta después de la Universidad – Habíamos llegado al Starbucks, abrí la puerta y nos detuvimos a ordenar nuestros cafés. Nos sentamos en una mesa y empezamos a charlar de nuevo.
-¡Oh! Oye ¿Tienes una llave extra de la habitación? – Preguntó Rosalie de repente – Todavía no tengo una.
-Claro, espera – le dije, mostrándole una amplia sonrisa. La había puesto en mi bolsa hace poco. Voltee la bolsa para sacarla… y la pequeña prueba de embarazo positiva cayó.
Rosalie dio un grito apagado y ambas nos quedamos mirándonos un momento. Pero luego me pareció recuperar la sensibilidad de mis extremidades y la agarré, empujándola de nuevo en mi bolso. Saqué la llave y se la entregué a Rosalie. Ella me estaba mirando con los ojos como platos.
-¿Estás embarazada? – susurró.
-¡Shhh! – le dije instantáneamente, mis ojos voltearon a ver la habitación con pánico. Nadie estaba oyendo nuestra conversación. Me incliné sobre la mesa y me acerqué a ella – Si. Tenado tres meses de retraso. Por favor, no digas nada – le supliqué.
-No lo haré – prometió al instante – Es tu elección… ¿Sabes quién es el padre? – asentí ¿por qué molestarme diciéndole mentiras? Iba a vivir con ella un tiempo… a menos que ella quisiera cambiar de compañera de cuarto después de esto. No la voy a culpar si lo hiciera.
-Precisamente es el chico de la fiesta. Tuve sexo con él la noche antes de irme de ahí. Acabo de descubrir que estoy embarazada – le dije tranquilamente. Ella asintió, sus ojos aún estaban muy abiertos.
-Estadía de una noche – murmuró Rosalie. Yo asentí – Wow. ¿Todavía no sabes… lo que harás? – Vi un poco de dolor en sus ojos cuando decía eso.
-Yo… yo realmente no lo sé. No quiero tener un aborto… no creo que pueda matar a un bebé inocente – le dije sinceramente. En los ojos de Rosalie pude ver una inmensa sensación de alivio. Podría decirse que ella no estaba en pro del aborto.
-¿Adopción? – preguntó.
-No lo sé… - me aparté un poco de ella, sentía que mis ojos comenzaban a llenarse de agua – No sé si quiero dar a este bebé en adopción, estoy segura de que le puedo dar un hogar feliz, y mucho amor. Pero ¿No crees que el bebé sería más feliz con alguien más? – para mi sorpresa, Rosalie me acarició la mano suavemente.
-Es totalmente tuyo – dijo suavemente, sus ojos azul cielo eran calmados y cálidos – Si piensas que puedes cuidar de éste bebé, hacerlo feliz, y eso es lo que quieres, entonces tenlo. Si no… dáselo a alguien que lo merezca.
-Gracias Rosalie – murmuré, luchando contra mis lágrimas.
-Volvamos a la habitación – sugirió. Yo asentí. Tiramos nuestros cafés. Rosalie me envolvió con uno de sus brazos mientras caminábamos de regreso. Estaba sorprendida de la forma en la que ella cuidaba de alguien que apenas conocía. Estaba extremadamente agradecida. Yo necesitaba una amiga. Abrí la puerta y dejé mi bolso sobre mi cama. Rosalie se hundió en su cama, dando palmaditas a un lado de ella. Fui junto a ella y me envolvió con su brazo de nuevo.
-Bella sé que ésta es una decisión difícil – dijo Rosalie suavemente – Pero creo que amarás a este bebé. Creo que podrás cuidar de él. Creo que serás una madre maravillosa.
-Gracias Rosalie – dije. Descansé mi cabeza sobre su hombro y empecé a sollozar. Sollocé, sollocé y sollocé. Lloré hasta que estaba segura de que no quedaba nada de humedad en mi cuerpo. Rosalie estuvo conmigo todo el tiempo, sin decir nada. Después de unas cuantas horas, sentí que ya tenía control sobre mis emociones.
-Oye Bella – dijo Rosalie tímidamente. Yo asentí - ¿Le vas a… decir al padre? – me congelé. ¿Lo haría?
¿Qué se supone que le diría? Hola soy la chica con la que tuviste sexo en la cama de tu prima. Estoy embarazada con tu bebé. Bueno, adiós. Estoy segura de que funcionaría. Pero ¿Qué otra opción tenía? Podría no decirle… tal vez eso era lo mejor, para todos nosotros. Sabía que nada funcionaría entre nosotros dos. Probablemente él ya tenía una nueva novia, probablemente se olvidó de mí, sólo otra clavija en su cabecera. Tal vez sería mejor si me quedaba con el bebé para mí misma. Dejémoslo vivir su vida. Fue mi error, no el suyo.
-Yo… yo no lo creo – le dije después de pensarlo un minuto – Creo que estará mejor si no lo sabe. Digo, él ni siquiera sabe mi nombre – Rosalie suspiró, largo y bajo.
-¿Eso es lo mejor para ti? ¿Lo mejor para el bebé? – preguntó tranquilamente. Lo pensé. El bebé podría crecer sin un padre. Pero entonces, ¿Realmente era mejor que fuera de casa en casa como un animal? O… ¿Y si en realidad él no quería al bebé? ¿Y si decidía no tener nada que ver con el bebé? ¿Podría yo con eso? Y… por mucho que pensara en él, acerca de esa maravillosa noche, sabía que no funcionaría nada entre nosotros. No podríamos estar felices sabiendo que lo que nos mantendría unidos era haber tenido sexo y un bebé. Nunca funcionaría. Nunca.
-Si – le contesté sinceramente – Lo es – Rosalie suspiró de nuevo.
-Muy bien. Si eso es lo que quieres. – Me sonrió cálidamente, sacando su celular – Voy a llamar a Emmett.
-¡Oye Rose! – la llamé rápidamente. Ella se detuvo - ¿Porqué tú y Emmett no viven juntos? – Había sido al azar, pero tenía curiosidad. Ella rió suavemente.
-Él va a una escuela que está a un par de horas de distancia. Sería muy inconveniente si no viviéramos en nuestras escuelas – respondió. Tomó su teléfono y salió al pasillo, cerrando la puerta detrás de ella.
Me senté de nuevo en la cama, cerrando mis ojos mientras presionaba mi cabello contra la almohada. Hace unos meses, no me tenía nada de qué preocuparme, excepto de las calificaciones. Y ahora estaba embarazada, con el bebé de un completo extraño. Lo único que sabía de él eran su nombre y su cara. Un fuerte zumbido sonaba a través de la habitación y me tomó un minuto darme cuenta de que mi teléfono estaba vibrando. Alice estaba llamando.
Me quedé frente al teléfono durante un rato. Si respondía, Alice sabría que algo pasaba. Me pediría que le contara. Si se lo decía, me haría decírselo a Edward. No podía decirle a él. Yo no sería una carga para él con esto. Así que eso significaba que no podría hablar con Alice.
El teléfono cayó en silencio. Alice había colgado. Era la primera vez que no le respondía desde que vine a Florida. Siempre hablábamos por las noches. Pero sabía que era lo mejor para mí, para el bebé, dejar de contestarle. No iba a hablar con nadie de Forks, además de mis padres. No podía dejar que nadie se enterara, nadie más que ellos. Y tenía que asegurarme de que no dijeran nada. Este sería mi secreto. No podría visitar Forks otra vez si lo necesitaba. Me quedaría a vivir en Florida el resto de mi vida. Tal vez si tengo suerte podría encontrar un marido, casarme y tener hijos con él también. Yo ya tenía a Rosalie. Podía reemplazar a todos en Forks con Floridanos.
Pero Alice ha sido mi mejor amiga desde que éramos niñas. Nunca hubo secretos entre nosotras. Y ahora estaba manteniendo el secreto más grande de mi vida lejos de mi amiga. Pero el padre de ese secreto resultaba ser el primo de mi verdadera mejor amiga. Gruñí. ¿Por qué todo tiene que ser tan complicado?
Después de unos minutos, Rosalie volvió a la habitación. Yo fingí estar dormida. No me sentía con ánimos para hablar con alguien ahora mismo. Necesitaba tiempo para mí, para poder resolver las cosas. Me quedé en silencio hasta que escuche la cerradura del baño y la ducha encenderse. Entonces me senté sobre la cama.
Había tomado mis decisiones. Tendría al bebé. Lo mantendría y lo amaría lo mejor que pudiera. No le diría nada a Edward. Lo dejaría vivir su vida sin la carga de mi error. Y debía… romper lazos con Alice. Alice se enteraría del bebé y Edward lo averiguaría. Y no podía dejar que eso sucediera. No podía arruinar la vida de Edward con esto. O peor aún, no creo que pudiera manejar el dolor de verlo odiar a nuestro bebé. Sé que eso dolería más que cualquier otra cosa. Había tomado mis decisiones.
Entonces ¿Por qué duele tanto?
Re: Little Pink Envelope
reinis q bien q continuaste la historia, esta buenisima
Bbra- .
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Re: Little Pink Envelope
Capítulo 3
Disclaimer: los personajes pertenecen a Stephenie Meyer. La historia es de Fall Down Again Bella
Bella POV
Seis meses después…
Mi teléfono vibró de nuevo, como cada noche desde hace días. No podía creer que ella siguiera marcándome. Se me rompía el corazón cada vez que veía su nombre parpadear en la pantalla. Pero ella nunca dejó de intentarlo. Me quedé viendo el teléfono hasta que el nombre de Alice se desvaneció en la pantalla. Incluso después de seis meses, no se dio por vencida. El bebé dio una fuerte patada y yo puse una mano sobre mi estómago. Todo había comenzado en torno a los cuatro meses y medio. Los rumores se difundieron, desde uno donde mi esposo murió en un accidente de avión hasta el de que me había acostado con el compañero de mi esposo y planeábamos huir juntos. Nadie sabía que en realidad se trataba de un encuentro de una noche. No me molesté en decírselo a nadie. Rosalie y Emmett eran los únicos que sabían la verdad.
En realidad, a veces los rumores eran realmente divertidos. Recuerdo a la primera persona que dijo algo, una mala excusa para un humano llamado Lauren Mallory. Ella y su esbirro de mejor amiga Jessica Stanley nos odiaron a Rosalie y a mí desde la primera vez que nos vimos. Odiaban a Rosalie por su belleza, Probablemente me odiaban a mí por asociación.
FLASHBACK
-Así que, Bella – se mofó Lauren – he notado que has ganado algo de peso. – Rosalie le resplandeció y mis ojos rápidamente se posaron en mi estómago. Tenía mi vientre un poco abultado, no se notaba realmente a menos de que usara algo ajustado, como lo que traía puesto en este momento.
-Sí, he ganado un poco – afirmé calmadamente. La sonrisa burlona de Lauren fue borrada de inmediato de su rostro. Probablemente ella esperaba que me saliera llorando o algo así. Pero no era como si no lo supiera. Como si no lo esperara.
-Bueno, probablemente deberías reducir las calorías. A ningún chico le gustan las chicas gordas – dijo, tratando de obtener una mala reacción de mí parte.
-Ningún chico quiere a una chica embarazada tampoco pero eso no me molesta – le repliqué. Lauren se congeló mientras Rosalie se reía disimuladamente.
-Estas… ¿embarazada? – dijo ahogadamente. Yo asentí.
-Es por eso que he ganado peso. Eso es lo que usualmente sucede cuando estás embarazada – le dije como si se lo estuviera explicando a un niño pequeño. Los ojos de Lauren se redujeron.
-Bueno, me imaginé que una zorra como tú quedaría embarazada justo al empezar la escuela – dijo. Yo solo me reí.
-Vaya Lauren debes ser más idiota de lo te ves, y eso si que es algo difícil de hacer. Si me hubiera embarazado justo al empezar la escuela no se me notaría todavía. No se nota hasta que pasan por lo menos cuatro meses – le dije, rodando mis ojos ante su estupidez.
-Oh… - dijo, tratando de pensar una respuesta ingeniosa – Aún así eres una zorra por haber quedado embarazada.
-Tu madre si es una zorra – murmuró Rosalie. Exploté en risas.
-Gracias Lauren – le dije sinceramente, dándole palmaditas en la mano. Entonces el profesor entro en el salón – ¡Adiosito! – cantamos Rosalie y yo al unísono mientras Lauren caía derrotada frente a su escritorio.
FIN FLASHBACK
-¿El bebé está pateando de nuevo? – preguntó Rosalie. Ella estaba descansando en su cama, leyendo un libro. Yo asentí.
-Creo que el bebé está listo para salir, está pateando como loco – bromeé. Rosalie sonrió. No pude haber pedido una mejor compañera de cuarto. Siempre estuvo conmigo durante todo este calvario, a pesar de que apenas me conocía. Nunca me preguntó quién era quien llamaba todas las noches. Me ayudaba cuando lo necesitaba y me dejaba sola cuando necesitaba estar sola. Era la mejor amiga que una chica pudiera pedir. Ella y yo estábamos pensando en conseguir un apartamento donde pudiera cuidar mejor al bebé.
-Emmett viene esta noche y pensé que podríamos ver una película o algo – sugirió. Yo asentí.
-Seguro. Y tan pronto como pierda todo este peso, vamos a la playa. Echo de menos la playa – lloriqueé. Rosalie se rió.
-Seguro que sí Bella – gorjeó. La puerta se abrió y Emmett llegó pisoteando a la habitación. Tiró a Rosalie hacia sus brazos para darle un rápido beso antes de venir hacia mí. Me abrazó brevemente antes de ponerse de rodillas para hablarle al bebé. Lo hacía casi todas las noches. Tenía conversaciones… con mi estómago.
-¡Hola ahí adentro! – dijo, su voz se volvió dulce y suave. Puso una mano sobre mi estómago y el bebé lo pateó - ¡Es el tío Emmett! ¿Cómo has estado? – Hizo una pausa como si estuviera escuchándolo. El bebé volvió a patearlo – Bueno, me imagino que se está haciendo incómodo ahí, A de ser muy estrecho adentro. ¿Por qué no simplemente sales? – de repente, sentí u fuerte dolor en el estómago y fluidos que corrían por mis piernas.
-¡Mierda! – dije sin aliento, agarrándome del colchón. Mi respiración se volvió cortada – Creó que la fuente se rompió – la mirada de Emmett era de horror.
-¡Yo sólo estaba bromeando! – le gritó a mi estómago - ¡Quédate ahí! No salgas todavía, no puede ser tan malo – Rosalie se rió de él, yéndose a coger mi maleta y la del bebé.
-Vámonos – dijo – Emmett, ayuda a Bella a llegar al coche – Emmett se levantó y me tomó de las manos, dejándome apretar las suyas. Me llevó hasta su monstruoso Jeep y me dejó en el asiento de atrás. Rosalie se deslizó en la parte trasera conmigo, tomando mis manos con las suyas. Se las apreté de una manera que me imagino debió ser dolorosa, pero Rosalie solo sonrió.
-Estarás bien Bella – me dijo aliviada – Hemos ido a un millón de clases, leímos cada libro escrito al respecto. Sabemos lo que tenemos que hacer – encontré un poco irónico el hecho de que Rosalie estaba jugando la parte del “marido”.
-Me duele Rose – gimoteé.
-Lo sé Bella, lo sé, todo acabará pronto – prometió. Emmett iba conduciendo por la calle tan rápido como podía. Casi atropella a una anciana que caminaba por la acera. Ella nos levantó su dedo medio mientras la pasábamos.
Llegamos al hospital muy rápido y me llevaron dentro. La doctora que había estado viendo me llevó a una habitación y Rosalie me ayudó a cambiarme con una bata de hospital. Me llevaron a una cama y el doctor me revisó.
-Bueno, tienes alrededor de cuatro centímetros de dilatación, tenemos que esperar un poco más – dijo disculpándose. Yo gemí en respuesta – Quédate lo más cómoda posible, probablemente vamos a estar aquí bastante tiempo – yo gimoteé.
-Está bien Bella – dijo Rosalie, sosteniendo mi mano – Sé que duele, pero todo estará bien. Todo habrá terminado antes de que te des cuenta.
-Todavía faltan horas Rose – gemí mientras la contracción pasaba. Parecía que Rosalie no tenía nada que decir a eso.
-Vamos a pensar en nombres ¿qué hay de eso? – dijo tratando de distraerme. No estaba funcionando – Si es niño ¿qué nombre le pondrás?
-Brendan – le dije sin aliento.
-Brendan ¿qué? – insistió.
-Edward… Brendan… Esward – dije, sin aliento otra vez.
-Brendan Edward Swan – dijo Rosalie probando para ver como se escuchaba – Me gusta.
-¡Gah!- grité mientras tenía otra contracción.
-¿Y nombres de niña? ¿Qué pasa si es una niña? – dijo Rosalie desesperadamente, tratando de hacerme pensar en cualquier otra cosa que no fuera el dolor.
-Alexa – logré decirle después de un rato.
-Alexa ¿qué?
-¡Ugh! – gemí, incapaz de responder.
-Alexa Ugh Swan – bromeó Emmett – Que bonito nombre le escogiste – yo me reí débilmente en cuanto pasó la contracción.
-Rosalie Alice. Ella tendrá dos segundos nombres – contesté, mi nueva mejor amiga y mi vieja mejor amiga. Muy conveniente.
-Oh, gracias Bella – dijo Rosalie, con una enorme sonrisa en sus labios.
-Me ayudaste todo este tiempo Rose. Te necesitaba y tú estabas ahí para mí – le dije sinceramente. Rosalie me iba a responder pero otra me llegó otra contracción. Gemí de dolor, apretando su mano de nuevo.
Aproximadamente cuatro horas más tarde, estaba exhausta. Ya era casi la una de la mañana. Emmett estaba medio dormido en el sillón que estaba a un lado de mí. Rosalie aún sostenía mi mano, pero parecía quedarse dormida de vez en cuando.
-¿Cómo estás Bella? – dijo la doctora, entrando a la habitación.
-Cansada – admití. Ella se acercó y me revisó de nuevo.
-Bueno Bella ya tienes diez centímetros ¿Estás lista para pujar? – me preguntó. Inhalé fuertemente y asentí.
-Está bien Bella. Cuenta hasta diez en tu cabeza mientras pujas, bien y fuerte – me indicó. Rosalie se sentó derecha y golpeó a Emmett. El brincó y se volteó. Vio lo que estaba pasando y sonrió abiertamente.
-¿Listo, Bella? – asentí – En tres. Uno. Dos. Tres – yo pujé tan fuerte como pude. Dolía, dolía mucho. Pero seguí pujando.
-Uno más, uno más – me alentó la doctora. Pujé una vez más y la sala se llenó con el llanto del bebé. Dejé salir una temblorosa risa mientras las enfermeras limpiaban al bebé.
-Es una niña – anunció una de ellas. Me reí de nuevo, alegremente. Una niña, mi niña, mi bebita.
-¿Cómo la llamarás? – me preguntó la doctora mientras llenaba el certificado de nacimiento.
-Alexa Rosalie Alice Swan – le dije suavemente.
-La fecha oficial de nacimiento es 22 de Marzo. Fueron solamente 52 minutos después del 21 – dijo la doctora.
-¿La puedo abrazar? – pregunté - ¿Por favor?
-Por supuesto – dijo la enfermera. Ella la colocó sobre una manta rosa y me la entregó. Miré su pequeña cara. Era perfecta. Tenía un poco de cabello castaño en la cabeza y mi cara en forma de corazón con casi todas mis facciones. La única cosa que heredó de Edward fueron sus ojos. Parecían un par de brillantes esmeraldas, los brillantes diamantes que aún recuerdo. Copias exactas. Ella era hermosa.
-Hola cariño – gorjeé, estrechándola contra mi pecho – Hola Lexie. Hola hermosa.
-¿Lexie? – preguntó Rosalie de forma curiosa.
-Sobrenombre – le informé. Ella asintió. Lexie dejó salir un pequeño lloriqueo y yo la sacudí con cuidado, los instintos maternales ya me estaban llegando.
-¿Puedo abrazarla? – preguntó Rosalie, mirándola con mucho amor.
-Claro – susurré, entregándole a Lexie suavemente.
-Rose… Emmm… - dije con cautela.
-¿Hmmm? – respondió Rosalie, balanceando a Lexie en sus brazos. Emmett se inclinó sobre ella, jugando con una de sus pequeñas manos.
-Chicos ¿Podrían ser sus padrinos? – pregunté. Rosalie me miro sus ojos llenos de lágrimas.
-Me encantaría – dijo con gratitud.
-Gracias – murmuré.
-A mi también Bells – estalló Emmett alegremente. Lexie empezó a llorar a causa del repentino ruido – Oops ¡Vaya! – rodé mis ojos, inclinándome para tomarla de nuevo. Rosalie la deslizó suavemente en mis brazos.
-Gracias por estar conmigo todo este tiempo. Ustedes han sido los mejores amigos jamás he merecido – dije, besando suavemente a Lexie.
-Mereces amigos Bella. Todo el mundo los merece – dijo Rosalie mientras se inclinaba para besar mi mejilla, luego la frente de Lexie – Regresaremos a primera hora mañana.
-Duerme bien Bella. Ya que no dormirás mucho próximamente – dijo Emmett. Le saqué la lengua y él se rió. Besó mi mejilla y luego la de Lexie.
-Gracias chicos. Adios.
-Adios – Ambos se fueron tomados de la mano. Lexie estaba muy quieta en mis brazos. Sus ojos empezaban a cerrarse.
-Duerme mi bebé – le susurré – Te amo. Duerme, Alexa Rosalie Alice Swan.
Disclaimer: los personajes pertenecen a Stephenie Meyer. La historia es de Fall Down Again Bella
Bella POV
Seis meses después…
Mi teléfono vibró de nuevo, como cada noche desde hace días. No podía creer que ella siguiera marcándome. Se me rompía el corazón cada vez que veía su nombre parpadear en la pantalla. Pero ella nunca dejó de intentarlo. Me quedé viendo el teléfono hasta que el nombre de Alice se desvaneció en la pantalla. Incluso después de seis meses, no se dio por vencida. El bebé dio una fuerte patada y yo puse una mano sobre mi estómago. Todo había comenzado en torno a los cuatro meses y medio. Los rumores se difundieron, desde uno donde mi esposo murió en un accidente de avión hasta el de que me había acostado con el compañero de mi esposo y planeábamos huir juntos. Nadie sabía que en realidad se trataba de un encuentro de una noche. No me molesté en decírselo a nadie. Rosalie y Emmett eran los únicos que sabían la verdad.
En realidad, a veces los rumores eran realmente divertidos. Recuerdo a la primera persona que dijo algo, una mala excusa para un humano llamado Lauren Mallory. Ella y su esbirro de mejor amiga Jessica Stanley nos odiaron a Rosalie y a mí desde la primera vez que nos vimos. Odiaban a Rosalie por su belleza, Probablemente me odiaban a mí por asociación.
FLASHBACK
-Así que, Bella – se mofó Lauren – he notado que has ganado algo de peso. – Rosalie le resplandeció y mis ojos rápidamente se posaron en mi estómago. Tenía mi vientre un poco abultado, no se notaba realmente a menos de que usara algo ajustado, como lo que traía puesto en este momento.
-Sí, he ganado un poco – afirmé calmadamente. La sonrisa burlona de Lauren fue borrada de inmediato de su rostro. Probablemente ella esperaba que me saliera llorando o algo así. Pero no era como si no lo supiera. Como si no lo esperara.
-Bueno, probablemente deberías reducir las calorías. A ningún chico le gustan las chicas gordas – dijo, tratando de obtener una mala reacción de mí parte.
-Ningún chico quiere a una chica embarazada tampoco pero eso no me molesta – le repliqué. Lauren se congeló mientras Rosalie se reía disimuladamente.
-Estas… ¿embarazada? – dijo ahogadamente. Yo asentí.
-Es por eso que he ganado peso. Eso es lo que usualmente sucede cuando estás embarazada – le dije como si se lo estuviera explicando a un niño pequeño. Los ojos de Lauren se redujeron.
-Bueno, me imaginé que una zorra como tú quedaría embarazada justo al empezar la escuela – dijo. Yo solo me reí.
-Vaya Lauren debes ser más idiota de lo te ves, y eso si que es algo difícil de hacer. Si me hubiera embarazado justo al empezar la escuela no se me notaría todavía. No se nota hasta que pasan por lo menos cuatro meses – le dije, rodando mis ojos ante su estupidez.
-Oh… - dijo, tratando de pensar una respuesta ingeniosa – Aún así eres una zorra por haber quedado embarazada.
-Tu madre si es una zorra – murmuró Rosalie. Exploté en risas.
-Gracias Lauren – le dije sinceramente, dándole palmaditas en la mano. Entonces el profesor entro en el salón – ¡Adiosito! – cantamos Rosalie y yo al unísono mientras Lauren caía derrotada frente a su escritorio.
FIN FLASHBACK
-¿El bebé está pateando de nuevo? – preguntó Rosalie. Ella estaba descansando en su cama, leyendo un libro. Yo asentí.
-Creo que el bebé está listo para salir, está pateando como loco – bromeé. Rosalie sonrió. No pude haber pedido una mejor compañera de cuarto. Siempre estuvo conmigo durante todo este calvario, a pesar de que apenas me conocía. Nunca me preguntó quién era quien llamaba todas las noches. Me ayudaba cuando lo necesitaba y me dejaba sola cuando necesitaba estar sola. Era la mejor amiga que una chica pudiera pedir. Ella y yo estábamos pensando en conseguir un apartamento donde pudiera cuidar mejor al bebé.
-Emmett viene esta noche y pensé que podríamos ver una película o algo – sugirió. Yo asentí.
-Seguro. Y tan pronto como pierda todo este peso, vamos a la playa. Echo de menos la playa – lloriqueé. Rosalie se rió.
-Seguro que sí Bella – gorjeó. La puerta se abrió y Emmett llegó pisoteando a la habitación. Tiró a Rosalie hacia sus brazos para darle un rápido beso antes de venir hacia mí. Me abrazó brevemente antes de ponerse de rodillas para hablarle al bebé. Lo hacía casi todas las noches. Tenía conversaciones… con mi estómago.
-¡Hola ahí adentro! – dijo, su voz se volvió dulce y suave. Puso una mano sobre mi estómago y el bebé lo pateó - ¡Es el tío Emmett! ¿Cómo has estado? – Hizo una pausa como si estuviera escuchándolo. El bebé volvió a patearlo – Bueno, me imagino que se está haciendo incómodo ahí, A de ser muy estrecho adentro. ¿Por qué no simplemente sales? – de repente, sentí u fuerte dolor en el estómago y fluidos que corrían por mis piernas.
-¡Mierda! – dije sin aliento, agarrándome del colchón. Mi respiración se volvió cortada – Creó que la fuente se rompió – la mirada de Emmett era de horror.
-¡Yo sólo estaba bromeando! – le gritó a mi estómago - ¡Quédate ahí! No salgas todavía, no puede ser tan malo – Rosalie se rió de él, yéndose a coger mi maleta y la del bebé.
-Vámonos – dijo – Emmett, ayuda a Bella a llegar al coche – Emmett se levantó y me tomó de las manos, dejándome apretar las suyas. Me llevó hasta su monstruoso Jeep y me dejó en el asiento de atrás. Rosalie se deslizó en la parte trasera conmigo, tomando mis manos con las suyas. Se las apreté de una manera que me imagino debió ser dolorosa, pero Rosalie solo sonrió.
-Estarás bien Bella – me dijo aliviada – Hemos ido a un millón de clases, leímos cada libro escrito al respecto. Sabemos lo que tenemos que hacer – encontré un poco irónico el hecho de que Rosalie estaba jugando la parte del “marido”.
-Me duele Rose – gimoteé.
-Lo sé Bella, lo sé, todo acabará pronto – prometió. Emmett iba conduciendo por la calle tan rápido como podía. Casi atropella a una anciana que caminaba por la acera. Ella nos levantó su dedo medio mientras la pasábamos.
Llegamos al hospital muy rápido y me llevaron dentro. La doctora que había estado viendo me llevó a una habitación y Rosalie me ayudó a cambiarme con una bata de hospital. Me llevaron a una cama y el doctor me revisó.
-Bueno, tienes alrededor de cuatro centímetros de dilatación, tenemos que esperar un poco más – dijo disculpándose. Yo gemí en respuesta – Quédate lo más cómoda posible, probablemente vamos a estar aquí bastante tiempo – yo gimoteé.
-Está bien Bella – dijo Rosalie, sosteniendo mi mano – Sé que duele, pero todo estará bien. Todo habrá terminado antes de que te des cuenta.
-Todavía faltan horas Rose – gemí mientras la contracción pasaba. Parecía que Rosalie no tenía nada que decir a eso.
-Vamos a pensar en nombres ¿qué hay de eso? – dijo tratando de distraerme. No estaba funcionando – Si es niño ¿qué nombre le pondrás?
-Brendan – le dije sin aliento.
-Brendan ¿qué? – insistió.
-Edward… Brendan… Esward – dije, sin aliento otra vez.
-Brendan Edward Swan – dijo Rosalie probando para ver como se escuchaba – Me gusta.
-¡Gah!- grité mientras tenía otra contracción.
-¿Y nombres de niña? ¿Qué pasa si es una niña? – dijo Rosalie desesperadamente, tratando de hacerme pensar en cualquier otra cosa que no fuera el dolor.
-Alexa – logré decirle después de un rato.
-Alexa ¿qué?
-¡Ugh! – gemí, incapaz de responder.
-Alexa Ugh Swan – bromeó Emmett – Que bonito nombre le escogiste – yo me reí débilmente en cuanto pasó la contracción.
-Rosalie Alice. Ella tendrá dos segundos nombres – contesté, mi nueva mejor amiga y mi vieja mejor amiga. Muy conveniente.
-Oh, gracias Bella – dijo Rosalie, con una enorme sonrisa en sus labios.
-Me ayudaste todo este tiempo Rose. Te necesitaba y tú estabas ahí para mí – le dije sinceramente. Rosalie me iba a responder pero otra me llegó otra contracción. Gemí de dolor, apretando su mano de nuevo.
Aproximadamente cuatro horas más tarde, estaba exhausta. Ya era casi la una de la mañana. Emmett estaba medio dormido en el sillón que estaba a un lado de mí. Rosalie aún sostenía mi mano, pero parecía quedarse dormida de vez en cuando.
-¿Cómo estás Bella? – dijo la doctora, entrando a la habitación.
-Cansada – admití. Ella se acercó y me revisó de nuevo.
-Bueno Bella ya tienes diez centímetros ¿Estás lista para pujar? – me preguntó. Inhalé fuertemente y asentí.
-Está bien Bella. Cuenta hasta diez en tu cabeza mientras pujas, bien y fuerte – me indicó. Rosalie se sentó derecha y golpeó a Emmett. El brincó y se volteó. Vio lo que estaba pasando y sonrió abiertamente.
-¿Listo, Bella? – asentí – En tres. Uno. Dos. Tres – yo pujé tan fuerte como pude. Dolía, dolía mucho. Pero seguí pujando.
-Uno más, uno más – me alentó la doctora. Pujé una vez más y la sala se llenó con el llanto del bebé. Dejé salir una temblorosa risa mientras las enfermeras limpiaban al bebé.
-Es una niña – anunció una de ellas. Me reí de nuevo, alegremente. Una niña, mi niña, mi bebita.
-¿Cómo la llamarás? – me preguntó la doctora mientras llenaba el certificado de nacimiento.
-Alexa Rosalie Alice Swan – le dije suavemente.
-La fecha oficial de nacimiento es 22 de Marzo. Fueron solamente 52 minutos después del 21 – dijo la doctora.
-¿La puedo abrazar? – pregunté - ¿Por favor?
-Por supuesto – dijo la enfermera. Ella la colocó sobre una manta rosa y me la entregó. Miré su pequeña cara. Era perfecta. Tenía un poco de cabello castaño en la cabeza y mi cara en forma de corazón con casi todas mis facciones. La única cosa que heredó de Edward fueron sus ojos. Parecían un par de brillantes esmeraldas, los brillantes diamantes que aún recuerdo. Copias exactas. Ella era hermosa.
-Hola cariño – gorjeé, estrechándola contra mi pecho – Hola Lexie. Hola hermosa.
-¿Lexie? – preguntó Rosalie de forma curiosa.
-Sobrenombre – le informé. Ella asintió. Lexie dejó salir un pequeño lloriqueo y yo la sacudí con cuidado, los instintos maternales ya me estaban llegando.
-¿Puedo abrazarla? – preguntó Rosalie, mirándola con mucho amor.
-Claro – susurré, entregándole a Lexie suavemente.
-Rose… Emmm… - dije con cautela.
-¿Hmmm? – respondió Rosalie, balanceando a Lexie en sus brazos. Emmett se inclinó sobre ella, jugando con una de sus pequeñas manos.
-Chicos ¿Podrían ser sus padrinos? – pregunté. Rosalie me miro sus ojos llenos de lágrimas.
-Me encantaría – dijo con gratitud.
-Gracias – murmuré.
-A mi también Bells – estalló Emmett alegremente. Lexie empezó a llorar a causa del repentino ruido – Oops ¡Vaya! – rodé mis ojos, inclinándome para tomarla de nuevo. Rosalie la deslizó suavemente en mis brazos.
-Gracias por estar conmigo todo este tiempo. Ustedes han sido los mejores amigos jamás he merecido – dije, besando suavemente a Lexie.
-Mereces amigos Bella. Todo el mundo los merece – dijo Rosalie mientras se inclinaba para besar mi mejilla, luego la frente de Lexie – Regresaremos a primera hora mañana.
-Duerme bien Bella. Ya que no dormirás mucho próximamente – dijo Emmett. Le saqué la lengua y él se rió. Besó mi mejilla y luego la de Lexie.
-Gracias chicos. Adios.
-Adios – Ambos se fueron tomados de la mano. Lexie estaba muy quieta en mis brazos. Sus ojos empezaban a cerrarse.
-Duerme mi bebé – le susurré – Te amo. Duerme, Alexa Rosalie Alice Swan.
Re: Little Pink Envelope
Capítulo 4
Disclaimer: los personajes pertenecen a Stephenie Meyer. La historia es de Fall Down Again Bella
Bella POV
Cino años después… 15 de diciembre
-Vamos, Bella – lloriqueó Rosalie. Apenas había entrado a su casa y ya estaba fastidiándome. ¿Por qué había venido otra vez? Oh, sí. Estaba en una misión – No tienes otros planes para Navidad. Será mejor para Lexie si viene con nosotros. ¡Te divertirás!
-Rose… No quiero sentirme una carga para tu hermano – le dije con cierta incertidumbre. Ella había estado tratando de convencerme de ir a la cena de Navidad con su hermano y su esposa un largo rato. Normalmente, Lexie y yo pasábamos juntas la Navidad en Florida. A veces, Renee y Charlie venían a pasar el tiempo con nosotras. Pero la mayor parte del tiempo éramos solamente nosotras dos. Este año, sin embargo, el hermano de Rosalie y su esposa se estaban mudando a Florida y querían bautizar su nueva casa con el lanzamiento de una cena de Navidad.
Siempre solía pasar la Navidad con la familia de Alice. Charlie y Renee me llevaban a la casa de los Brandon para abrir regalos y cenar. Alice y yo abríamos los regalos juntas y después los intercambiábamos, siempre riendo de los que no nos gustaban. No había vuelto a hablar con Alice desde el día en que me di cuenta de que estaba embarazada. Ella llamó todos los días durante un año. Todavía me llama, de vez en cuando. Nunca le respondía, a pesar de que me mataba ver su nombre parpadear en la pantalla.
-¡A él no le importa en lo absoluto! – persistió Rosalie, sacándome de mis pensamientos sobre mi mejor amiga – Y Lexie – puso mala cara, haciendo que saliera de su cara una extraña expresión, como si fuera un cachorro. Mi única debilidad. Era mi versión de la kriptonita.
-Rose… - dije, mordiéndome los labios. Estaba cayendo y ella lo sabía. Ella rió maliciosamente.
-¡Sabía que si irías! ¡Él se va a poner muy feliz! – chilló, abrazándome con rapidez – Te va a encantar pasar la Navidad con nosotros. Siempre ponemos un enorme árbol navideño y un montón de regalos y…
-Sin exagerar – la interrumpí.
-Por supuesto que no – me respondió rápidamente – Y luego mi mamá cocina una enorme cena con jamón y espagueti y un pastel de chocolate que está para morirse – se lamió los labios.
-Ese sí es un buen pastel – asintió Emmett, que estaba a un lado de ella. Yo rodé mis ojos. Esos dos eran como niños en Navidad, literalmente. Lexie no era tan mala como ellos.
-¿Jamón, espagueti y pastel de chocolate? Suena delicioso – murmuré sarcásticamente.
-Oh, no seas tan aguafiestas – dijo Rosalie, rodando sus ojos – Entonces, ¿qué regalo le darás a Lexie esta Navidad? – preguntó con impaciencia.
-Aún no estoy segura… estaba pensando en regalarle un cachorro – le informé. Emmett saltó con impaciencia.
-¡Dale un Rotwailler! ¡O un Pitbull! – gritó. Yo rodé mis ojos.
-Sabes que no creo que mi hija de cinco años vaya a querer un perro de ataque. Salvajes, diría yo – le dije sarcásticamente – Estaba buscando alguno y pensé en un Coton de Tulear. Es una raza rara francesa que no necesita mucho espacio y se mantiene alrededor de las doce libras. El perro perfecto para ella, creo.
-Aww – suspiró Rosalie – Suena adorable ¿Ya has elegido a uno?
-De hecho… ya lo tengo.
-¿Y?
-Está en el carro. Y… necesito un lugar donde mantenerla - dije, mordiéndome el labio. Rosalie pareció entenderlo de inmediato pero Emmett aún me miraba confundido – Desde que no puedo meterlo en mi casa, Lexie la encontraría.
-Por supuesto que la vamos a cuidar nosotros por ahora – prometió Rosalie.
-Espera, espera, espera – dijo Emmett, sosteniéndose las manos – No voy a tener un perro marica en mi casa.
-Lo harás si quieres tu regalo especial de Navidad – su voz se tornó seductiva en el final y le guiñó un ojo. Emmett soltó un gemido.
-Está bien, la cuidaremos aquí por ahora y luego la llevaremos a casa de tu hermano para dársela a Lexie – dijo.
-Buen chico – dijo Rosalie, dándole palmaditas en la cabeza condescendientemente. A Emmett ni siquiera pareció importarle – Ve por ella, ¡Quiero verla! – dijo emocionada. Yo me reí u regresé al carro, cogiendo una pequeña jaula. El perro ladró ligeramente adentro de ella. Era de un color totalmente blanco con una pequeña mancha café en la parte superior de su cabeza y en las orejas. Era como una pequeña bola de pelusa.
-Aquí está – anuncié felizmente, abriendo la jaula. El perro caminó tímidamente hacia afuera, cayendo sobre mi regazo en ese instante – Deberíamos ponerle un nombre.
-¡Ripper! – sugirió Emmett. Rodé mis ojos.
-Nombres que a Lexie le pudieran gustar, Emmett – el asintió.
-Killer – sólo rodé mis ojos.
-¿Qué tal Princess (Princesa) o Angel? ¿O Snowball (Bola de Nieve)? – sugirió Rosalie.
-Demasiado común… ¿Qué tal Sadie? Siempre me a gustado ese nombre para un perro – dije con nostalgia.
-Sadie Swan. Me gusta – dijo Rosalie con una risa.
-Sadie será – la recogí, poniéndola sobre mi pecho como si fuera un bebé – Oye Sadie – ella jadeó en respuesta.
-¿La puedo agarrar? – preguntó Emmett muy emocionado. Yo me reí, entregándosela. El la puso sobre su regazo y le rascó suavemente bajo su barbilla.
-Tengamos un cachorro Rose – dijo Emmett. Ella rodó sus ojos.
-Siempre quieres lo que tiene Bella. Primero querías un bebé cuando tenía a Lexie y ahora que ella tiene a Sadie quieres un perro. Necesitas tener tus propias ideas. Tal vez podríamos tener un gato – sugirió. Emmett y yo nos estremecimos.
-Sin gato – dijo Emmett con firmeza. Tuve que estar de acuerdo. Odiaba a los gatos. Simplemente no eran para mí. Rosalie vio nuestras expresiones, que eran idénticas, y suspiró.
-Honestamente, ustedes son muy similares incluso para su propio bien – murmuró. Miró hacia el reloj.
-Oye Bella ¿No deberías recoger a Lexie de su cita de juegos? – dijo. Miré el reloj, eran casi las cinco.
-Oh, sí. Gracias por esta chicos, significa mucho – Rosalie me besó en la mejilla, después lo hizo Emmett. Acaricié a Sadie una última vez – Se una buena chica mientras no estoy – le dije, besando su peluda frente.
Me volví y salí, pero no antes de escuchar a Emmett gritar.
-¡Rose creo que se orinó encima de mí!
Me estaba muriendo de risa en el momento en el que alcancé mi carro. Me subí a mi Toyota Pirus, mucho más vieja ahora, y me dirigí a la dirección que Angela y Ben me habían dado.
Los mejores amigos de Lexie eran un par de gemelos llamados Mike y Molly. Eran de la misma edad y Angela y Ben Cheney eran sus padres. Eran un poco mayores que yo, pero nos llevábamos muy bien. La mayor parte del tiempo sólo hablábamos mientras los niños jugaban o algo. Ellos eran de un lugar muy cerca de Forks. Nunca les dije que yo era de Forks.
Por lo general, Mike y Molly venían a mi apartamento a jugar, pero tenía que esconder el regalo de Lexie, por lo que esta vez Ben y Angela estaban cuidando de Lexie por mí. Aparentemente tenían un amigo en casa que se iba a pasar con ellos la Navidad, tal vez más si quería. Si le gustaba Florida iba a buscar un apartamento. Mike y Molly cumplirían seis en Febrero. El cumpleaños de Lexie no era sino hasta Marzo.
Rosalie y Emmett vivían cerca de la escuela a donde había ido, así que normalmente pasaba por ahí todos los días. A pesar de que ya habíamos terminado a escuela, seguimos siendo muy amigos. No podría pensar en dejar de ser amigos con ellos, especialmente desde que Lexie los consideraba sus tíos. Ella los amaba y yo también. Ella apenas conocía a sus abuelos, no conocía a su padre y yo no tenía hermanos. Son la única familia que tenemos.
No había tenido muchas citas desde que tenía a Lexie. En primer lugar, ¿quién quería salir con una chica que tenía un bebé? Tenía mis opciones muy limitadas. Había estado saliendo con un chico, Mike Newton, por un tiempo, casi un año. Dijo que me amaba pero yo podría decir que no se preocupaba por Lexie en lo absoluto. La veía más como una molestia y nunca la quiso. Así que rompí con él. No podía amar a alguien que no amara a mi bebé. Ella era mi vida entera, la única persona que ha estado conmigo incluso en los momentos más difíciles. Ella me amaba incondicionalmente y eso es todo lo que puedo pedir. Mike era un amargado. Culpó a Lexie cuando rompí con él. Se fue, muy enojado. No lo había visto mucho desde entonces.
Entré al camino de la casa de Angela y Ben. Había un desconocido Volvo plateado en el espacio que estaba delante de mí. Me estacioné y salté de mi carro, asegurándome de no dejar evidencia de que había escondido ahí al cachorro. Caminé tres pasos hasta la puerta y toqué. Después de un momento, Angela me abrió, se veía ligeramente atareada.
-Hola Bella – dijo alegremente.
-Hola Angela – respondí.
-Los niños están en el salón. Pasa – dijo. Entré y cerré la puerta detrás de mí. Me tomó unos cuantos pasos llegar al salón. Pude ver a alguien abrazando a Lexie. Estaba de espaldas a mí. Vestía unos jeans y una sudadera gris, su cabello era color bronce y estaba despeinado. Me pareció muy familiar.
-Tus ojos son iguales a los míos – dijo Lexie asombrada. Le alcanzó la cara y suavemente le tocó los ojos. Él se rió con lo que me pareció una muy familiar risa musical. No. No puede ser, cabello color bronce y ojos verdes. ¿Podría ser una coincidencia? Lexie notó que yo estaba ahí, congelada frente a ella, con la boca abierta.
-¡Mami! – cantó, lanzándome una amplia sonrisa. El hombre en sus brazos se dio la vuelta. Oh, no. Oh, no, no, no, no, no. No es posible.
-Hola – dijo con una voz como de terciopelo, dándome una sonrisa torcida – Soy Edward Masen.
Mier-da.
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dejandoles dos nuevos caps! n.n sorry por la tardanza chicas! aii me dejan sus coments
Disclaimer: los personajes pertenecen a Stephenie Meyer. La historia es de Fall Down Again Bella
Bella POV
Cino años después… 15 de diciembre
-Vamos, Bella – lloriqueó Rosalie. Apenas había entrado a su casa y ya estaba fastidiándome. ¿Por qué había venido otra vez? Oh, sí. Estaba en una misión – No tienes otros planes para Navidad. Será mejor para Lexie si viene con nosotros. ¡Te divertirás!
-Rose… No quiero sentirme una carga para tu hermano – le dije con cierta incertidumbre. Ella había estado tratando de convencerme de ir a la cena de Navidad con su hermano y su esposa un largo rato. Normalmente, Lexie y yo pasábamos juntas la Navidad en Florida. A veces, Renee y Charlie venían a pasar el tiempo con nosotras. Pero la mayor parte del tiempo éramos solamente nosotras dos. Este año, sin embargo, el hermano de Rosalie y su esposa se estaban mudando a Florida y querían bautizar su nueva casa con el lanzamiento de una cena de Navidad.
Siempre solía pasar la Navidad con la familia de Alice. Charlie y Renee me llevaban a la casa de los Brandon para abrir regalos y cenar. Alice y yo abríamos los regalos juntas y después los intercambiábamos, siempre riendo de los que no nos gustaban. No había vuelto a hablar con Alice desde el día en que me di cuenta de que estaba embarazada. Ella llamó todos los días durante un año. Todavía me llama, de vez en cuando. Nunca le respondía, a pesar de que me mataba ver su nombre parpadear en la pantalla.
-¡A él no le importa en lo absoluto! – persistió Rosalie, sacándome de mis pensamientos sobre mi mejor amiga – Y Lexie – puso mala cara, haciendo que saliera de su cara una extraña expresión, como si fuera un cachorro. Mi única debilidad. Era mi versión de la kriptonita.
-Rose… - dije, mordiéndome los labios. Estaba cayendo y ella lo sabía. Ella rió maliciosamente.
-¡Sabía que si irías! ¡Él se va a poner muy feliz! – chilló, abrazándome con rapidez – Te va a encantar pasar la Navidad con nosotros. Siempre ponemos un enorme árbol navideño y un montón de regalos y…
-Sin exagerar – la interrumpí.
-Por supuesto que no – me respondió rápidamente – Y luego mi mamá cocina una enorme cena con jamón y espagueti y un pastel de chocolate que está para morirse – se lamió los labios.
-Ese sí es un buen pastel – asintió Emmett, que estaba a un lado de ella. Yo rodé mis ojos. Esos dos eran como niños en Navidad, literalmente. Lexie no era tan mala como ellos.
-¿Jamón, espagueti y pastel de chocolate? Suena delicioso – murmuré sarcásticamente.
-Oh, no seas tan aguafiestas – dijo Rosalie, rodando sus ojos – Entonces, ¿qué regalo le darás a Lexie esta Navidad? – preguntó con impaciencia.
-Aún no estoy segura… estaba pensando en regalarle un cachorro – le informé. Emmett saltó con impaciencia.
-¡Dale un Rotwailler! ¡O un Pitbull! – gritó. Yo rodé mis ojos.
-Sabes que no creo que mi hija de cinco años vaya a querer un perro de ataque. Salvajes, diría yo – le dije sarcásticamente – Estaba buscando alguno y pensé en un Coton de Tulear. Es una raza rara francesa que no necesita mucho espacio y se mantiene alrededor de las doce libras. El perro perfecto para ella, creo.
-Aww – suspiró Rosalie – Suena adorable ¿Ya has elegido a uno?
-De hecho… ya lo tengo.
-¿Y?
-Está en el carro. Y… necesito un lugar donde mantenerla - dije, mordiéndome el labio. Rosalie pareció entenderlo de inmediato pero Emmett aún me miraba confundido – Desde que no puedo meterlo en mi casa, Lexie la encontraría.
-Por supuesto que la vamos a cuidar nosotros por ahora – prometió Rosalie.
-Espera, espera, espera – dijo Emmett, sosteniéndose las manos – No voy a tener un perro marica en mi casa.
-Lo harás si quieres tu regalo especial de Navidad – su voz se tornó seductiva en el final y le guiñó un ojo. Emmett soltó un gemido.
-Está bien, la cuidaremos aquí por ahora y luego la llevaremos a casa de tu hermano para dársela a Lexie – dijo.
-Buen chico – dijo Rosalie, dándole palmaditas en la cabeza condescendientemente. A Emmett ni siquiera pareció importarle – Ve por ella, ¡Quiero verla! – dijo emocionada. Yo me reí u regresé al carro, cogiendo una pequeña jaula. El perro ladró ligeramente adentro de ella. Era de un color totalmente blanco con una pequeña mancha café en la parte superior de su cabeza y en las orejas. Era como una pequeña bola de pelusa.
-Aquí está – anuncié felizmente, abriendo la jaula. El perro caminó tímidamente hacia afuera, cayendo sobre mi regazo en ese instante – Deberíamos ponerle un nombre.
-¡Ripper! – sugirió Emmett. Rodé mis ojos.
-Nombres que a Lexie le pudieran gustar, Emmett – el asintió.
-Killer – sólo rodé mis ojos.
-¿Qué tal Princess (Princesa) o Angel? ¿O Snowball (Bola de Nieve)? – sugirió Rosalie.
-Demasiado común… ¿Qué tal Sadie? Siempre me a gustado ese nombre para un perro – dije con nostalgia.
-Sadie Swan. Me gusta – dijo Rosalie con una risa.
-Sadie será – la recogí, poniéndola sobre mi pecho como si fuera un bebé – Oye Sadie – ella jadeó en respuesta.
-¿La puedo agarrar? – preguntó Emmett muy emocionado. Yo me reí, entregándosela. El la puso sobre su regazo y le rascó suavemente bajo su barbilla.
-Tengamos un cachorro Rose – dijo Emmett. Ella rodó sus ojos.
-Siempre quieres lo que tiene Bella. Primero querías un bebé cuando tenía a Lexie y ahora que ella tiene a Sadie quieres un perro. Necesitas tener tus propias ideas. Tal vez podríamos tener un gato – sugirió. Emmett y yo nos estremecimos.
-Sin gato – dijo Emmett con firmeza. Tuve que estar de acuerdo. Odiaba a los gatos. Simplemente no eran para mí. Rosalie vio nuestras expresiones, que eran idénticas, y suspiró.
-Honestamente, ustedes son muy similares incluso para su propio bien – murmuró. Miró hacia el reloj.
-Oye Bella ¿No deberías recoger a Lexie de su cita de juegos? – dijo. Miré el reloj, eran casi las cinco.
-Oh, sí. Gracias por esta chicos, significa mucho – Rosalie me besó en la mejilla, después lo hizo Emmett. Acaricié a Sadie una última vez – Se una buena chica mientras no estoy – le dije, besando su peluda frente.
Me volví y salí, pero no antes de escuchar a Emmett gritar.
-¡Rose creo que se orinó encima de mí!
Me estaba muriendo de risa en el momento en el que alcancé mi carro. Me subí a mi Toyota Pirus, mucho más vieja ahora, y me dirigí a la dirección que Angela y Ben me habían dado.
Los mejores amigos de Lexie eran un par de gemelos llamados Mike y Molly. Eran de la misma edad y Angela y Ben Cheney eran sus padres. Eran un poco mayores que yo, pero nos llevábamos muy bien. La mayor parte del tiempo sólo hablábamos mientras los niños jugaban o algo. Ellos eran de un lugar muy cerca de Forks. Nunca les dije que yo era de Forks.
Por lo general, Mike y Molly venían a mi apartamento a jugar, pero tenía que esconder el regalo de Lexie, por lo que esta vez Ben y Angela estaban cuidando de Lexie por mí. Aparentemente tenían un amigo en casa que se iba a pasar con ellos la Navidad, tal vez más si quería. Si le gustaba Florida iba a buscar un apartamento. Mike y Molly cumplirían seis en Febrero. El cumpleaños de Lexie no era sino hasta Marzo.
Rosalie y Emmett vivían cerca de la escuela a donde había ido, así que normalmente pasaba por ahí todos los días. A pesar de que ya habíamos terminado a escuela, seguimos siendo muy amigos. No podría pensar en dejar de ser amigos con ellos, especialmente desde que Lexie los consideraba sus tíos. Ella los amaba y yo también. Ella apenas conocía a sus abuelos, no conocía a su padre y yo no tenía hermanos. Son la única familia que tenemos.
No había tenido muchas citas desde que tenía a Lexie. En primer lugar, ¿quién quería salir con una chica que tenía un bebé? Tenía mis opciones muy limitadas. Había estado saliendo con un chico, Mike Newton, por un tiempo, casi un año. Dijo que me amaba pero yo podría decir que no se preocupaba por Lexie en lo absoluto. La veía más como una molestia y nunca la quiso. Así que rompí con él. No podía amar a alguien que no amara a mi bebé. Ella era mi vida entera, la única persona que ha estado conmigo incluso en los momentos más difíciles. Ella me amaba incondicionalmente y eso es todo lo que puedo pedir. Mike era un amargado. Culpó a Lexie cuando rompí con él. Se fue, muy enojado. No lo había visto mucho desde entonces.
Entré al camino de la casa de Angela y Ben. Había un desconocido Volvo plateado en el espacio que estaba delante de mí. Me estacioné y salté de mi carro, asegurándome de no dejar evidencia de que había escondido ahí al cachorro. Caminé tres pasos hasta la puerta y toqué. Después de un momento, Angela me abrió, se veía ligeramente atareada.
-Hola Bella – dijo alegremente.
-Hola Angela – respondí.
-Los niños están en el salón. Pasa – dijo. Entré y cerré la puerta detrás de mí. Me tomó unos cuantos pasos llegar al salón. Pude ver a alguien abrazando a Lexie. Estaba de espaldas a mí. Vestía unos jeans y una sudadera gris, su cabello era color bronce y estaba despeinado. Me pareció muy familiar.
-Tus ojos son iguales a los míos – dijo Lexie asombrada. Le alcanzó la cara y suavemente le tocó los ojos. Él se rió con lo que me pareció una muy familiar risa musical. No. No puede ser, cabello color bronce y ojos verdes. ¿Podría ser una coincidencia? Lexie notó que yo estaba ahí, congelada frente a ella, con la boca abierta.
-¡Mami! – cantó, lanzándome una amplia sonrisa. El hombre en sus brazos se dio la vuelta. Oh, no. Oh, no, no, no, no, no. No es posible.
-Hola – dijo con una voz como de terciopelo, dándome una sonrisa torcida – Soy Edward Masen.
Mier-da.
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Re: Little Pink Envelope
siiiiiiiiiiiiiiiii edward al fin
Bbra- .
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Re: Little Pink Envelope
juajajajajajaja las deje asi jajajajajajaja en medio del regreso de Edward... les dejo nuevos caps
Capítulo 5
Disclaimer: los personajes pertenecen a Stephenie Meyer. La historia es de Fall Down Again Bella
Bella POV
15 de diciembre
Previamente:
-Hola – dijo con una voz como de terciopelo, dándome una sonrisa torcida – Soy Edward Masen.
Mier-da
....................
Puso su mano frente a mí mientras yo me le quedé mirando antes de darme cuenta de lo que quería. Deslicé mi mano entre la suya y la sacudí. Su toque era tal como lo recordaba. Sólo que lo recordaba en lugares muy diferentes…
-Soy Bella Swan – me las arreglé para tartamudear mi nombre.
-¿Nos hemos visto antes? Me pareces muy familiar – preguntó, mientras sentía que sus ojos recorrían todo mi rostro.
-No lo creo – balbuceé, con los nervios en mi estómago. Sabía que nunca habíamos intercambiado nuestros nombres esa noche. Sucedió hace años y estaba oscuro. Sólo conocía su nombre porque Alice me lo había dicho. Sólo me quedaba esperar que él no me reconociera. Digo, ¿por qué habría de esperar ver a la chica con la que durmió seis años atrás en Forks, Washington ahora en Florida? Finalmente él se encogió de hombros y pude respirar con alivio.
-Tu hija es hermosa – dijo suavemente.
-Gracias – murmuré. Lexie se estiró hacia mí y la tomé de los brazos de Edward.
-Edward, esta es mi mami – dijo Lexie – Mami, este es Edward. Él tiene mis ojos.
-Sí, los tiene – asentí suavemente mientras Edward se reía en silencio - ¿Te la pasaste bien hoy? – Lexie asintió angelicalmente.
-Estuve muy bien. Mike y Molly y yo jugamos a la casita y Mike era el papi y yo era la mami y Molly era el bebé – me informó alegremente.
-Vaya – dije, fingiendo estar impresionada. Ella sonrió.
-Y Angie y Ben eran la abuela y el abuelo y Edward era como el Tío Emm – continuó – salvo que el Tío Emm tiene músculos más grandes – me reí disimuladamente.
-Bueno, es bueno saber que quien quiera que sea este Emm puede hacerse cargo de mi si hago algo malo ¿cierto Lexie? – se burló Edward.
-¡Cierto! – rió Lexie. No podía dejar de pensar en lo que diría Edward si yo le decía que él era el padre de Lexie. ¿Estaría feliz? ¿Confundido? ¿Indiferente? Parecía ser realmente bueno con ella ahora, y eso que sólo pensaba que era la hija de la amiga de un amigo. Sacudí mi cabeza, sacando de ella esa serie de pensamientos. Pasé cinco años sin decirle nada, podía esperar otro poco.
-Bueno, mejor nos vamos a casa – dije, lanzándole una mirada furtiva a Edward. El me respondió con una sonrisa torcida. Mis mejillas se enrojecieron.
-¿Tenemos que? – Lexie puso mala cara.
-Sí. Verás a Molly y a Mike mañana cuando ellos vayan a la casa – le prometí. Sus ojos se iluminaron.
-¿Edward puede venir también? ¿Por favor, mami? – ella suplicó. Me mordí el labio. ¿Podría pasar una tarde entera con el padre de mi hija… sin decirle que él es el padre de mi hija?
-Bueno, si a Edward no le molesta entonces es bienvenido a ir – dije, hablándole directamente a él.
-¿Por favor, Edward? – suplicó Lexie, con un puchero en su cara. Vi a Edward derretirse con su puchero. Siempre funcionaba conmigo también.
-Seguro Lexie – dijo, lanzándole una amplia sonrisa. Ella se puso a dar saltitos de la emoción.
-Entonces yo, Mike y Molly podemos jugar juntos y ¡ustedes dos pueden jugar juntos también! – Lexie chilló feliz. Me sonrojé con las insinuaciones sexuales de la frase. Edward pareció notarlo y se rió disimuladamente.
-Me encantaría jugar con tu mami, Lexie – dijo con un tono de voz bastante seductor. Temblé ligeramente mientras él reía silenciosamente. Podría decir que él se estaba burlando de mí así que le hice una cara, haciéndole saber que había entendido sus palabras. Él se rió de nuevo.
-Genial – canturreó – Vamos a casa mami, quiero espagueti para la cena.
-Bueno, entonces espagueti será – le prometí, tocando ligeramente su nariz con mi dedo. Ella rió – Entonces, te veo mañana – Edward asintió. Le di mi dirección antes de irme. Él nos encaminó a la puerta.
-Adiós Bella – dijo con una voz seductora. No estaba segura si fue intencionalmente seductor o no – Adiós Lexie.
-Adiós – exhalé mientras Lexie agitaba la mano como despedida. Até a Lexie en su asiento en el coche y salimos a la calle, mi mente daba vueltas.
Llegamos a casa y le cocine una cena rápida a Lexie, con mi mente en otro lugar todo el tiempo. ¿Qué estaba haciendo Edward en Florida? ¿Acaso se acordaba de mí? ¿Se acordaba de aquella noche? El dijo que yo le parecía familiar, pero pudo haber dormido con cientos de chicas con cabello castaño y ojos marrones. Pero todavía no entiendo porqué Edward esta en Florida. No es como si él solo se levantara y decidiera”Creo que iré a Florida el día de hoy”. Tal vez está aquí por su trabajo o algo.
Logré que Lexie se quedara dormida leyéndole su libro de cuentos favorito, La Bella y La Bestia. Ella creía que Bella era como yo, y que nuestros nombres fueran iguales le divertía. Me aseguré de que estuviera profundamente dormida antes de entrar en mi habitación. Tenía una caja con ropa que tenía que acomodar. Agarré un sujetador y fui a meterlo a uno de mis cajones cuando me di cuenta de algo. Un pequeño sobre rosa.
Suspiré, poniendo el sujetador encima del sobre, no quería verlo. Dentro había un certificado de nacimiento y una carta a Edward, explicándole todo sobre Lexie. La había escrito la noche que ella nació. Pero nunca planeé enviársela. Ni siquiera sé porqué me quedé con ella. Simplemente no podía tirarla a la basura. Era lo único que me conectaba con él ahora. Todo lo que quedó. Suspiré de nuevo, escondiendo el pequeño sobre rosa cuidadosamente bajo el sujetador de encaje azul y cerré de golpe el cajón. En este momento, eso era la última coma en la que necesitaba pensar.
16 de diciembre
-¿Qué quieren como bocadillo niños? – pregunté, mientras trataba de alcanzar el gabinete. Molly, Mike y Lexie estaban sentados en la mesa de la cocina, esperando pacientemente su merienda.
-¡Oreos! [N/A Galletas de chocolate] – los tres gritaron al unísono. Yo me reí, sacando el paquete del gabinete. Tomé tres para cada uno, poniéndolos en platos pequeños. Les serví un vaso con leche a los tres y se los entregué. Ellos empezaron a comer. Yo me reí de nuevo y el timbre sonó. Fui a ver quién era.
-¿Hola?
-Soy Edward – su voz sonaba musical, a pesar de la estática del intercomunicador.
-Pasa – le dije, presionando el botón para que abriera la puerta. Regresé a la cocina para encontrar a los niños manchados con chocolate en toda la boca y mejillas. Me reí y mojé una toalla de papel, limpiando las manchas de chocolate de sus caras.
-Vayan a jugar – les dije.
-Está bien – cantó Lexie. Saltó fuera de su silla, Molly y Mike corrieron detrás de ella - ¡Hola Edward! – me giré y lo vi, muy seguro, apoyado en el marco de la puerta, con su famosa sonrisa torcida. Le sonreí tímidamente como respuesta.
-¡Pórtate bien! – le dije a Lexie mientras los tres salían corriendo hacia la sala, sacando una caja de plastilina. Rodé mis ojos – Puedes sentarte – le dije a Edward. Nunca quitó sus ojos de mí mientras se hundía en la silla. Rápidamente me aparté de su intensa mirada, haciendo una taza de té.
-¿Quieres una? – le pregunté sobre mi hombro, sin voltear a verlo.
-No, gracias – dijo suavemente. Lo serví y me senté en una silla a su lado. Mis ojos chocolate se encontraron con sus ojos esmeralda, que eran idénticos a los de Lexie. La misma forma, exactamente el mismo tono de verde brillante, aún brillaban de la misma forma en que lo hacían aquella noche. Me sorprendió que él no hiciera la conexión. Pero, de nuevo, él no sabía que habíamos tenido relaciones sexuales así que probablemente piensa que es imposible…
-Así que, ¿dónde está tu esposo? – él rompió el silencio primero.
-No estoy casada – le informé. Sus cejas se levantaron al oír mi respuesta.
-¿Enserio? ¿Tienes novio? – preguntó. Yo sonreí maliciosamente.
-¿Por qué está tan interesado en mi vida amorosa Señor Masen? – le pregunté bromeando.
-De hecho sólo tengo curiosidad sobre el padre de Lexie. Ustedes dos, ¿aún siguen juntos? – preguntó.
-En realidad nunca estuvimos juntos… fue cosa de una noche, estábamos ebrios. No he hablado con él desde entonces – le dije, siento totalmente sincera.
-Oh – dijo Edward suavemente – así que ¿entonces estás soltera?
-Sí lo estoy – me reí tontamente – Tuve un novio hace un tiempo pero no funcionó. Necesito a alguien que nos ame a mí y a Lexie ¿sabes? – él asintió en silencio.
-Entonces ¿has educado a Lexie tu sola todo este tiempo? – preguntó. Yo asentí – Es muy valiente de tu parte. Fuerte. Conozco a muchas personas que no serían capaces de manejarlo. Pero ella es una niña muy dulce.
-Ella es toda mi vida – le dije sinceramente. Eché un vistazo a la otra habitación y la vi apretando un poco de plastilina rosa entre sus manos – La amo.
-Tú, Bella Swan, eres una persona increíble – dijo al fin. Yo me sonrojé.
-¿Y qué has hecho con tu vida desde… desde la secundaria? – me trabé en la última parte, casi dije “desde la última vez que te vi”. Pero, desde que se supone que no lo conozco, eso realmente no tenía sentido.
-En realidad fui a la facultad de medicina – dijo, su voz sonaba modesta – Vine aquí a trabajar en un hospital. Sólo me estoy quedando con Angela y Ben hasta que encuentre mi propio lugar. Ben y yo fuimos juntos a la escuela - ¡Vaya! Eso explica porqué dejó Forks y porqué conocía a Ben y a Angela - ¿Tu en qué trabajas? – mordí un poco mi labio.
-Trabajo en una editorial. La mayor parte del tiempo solo leo y corrijo manuscritos. Es mucho más fácil trabajar desde casa para poder cuidar a Lexie – le respondí. Él asintió.
-Y… ¿Quién es el Tío Emm? – preguntó después de un breve silencio.
-¿Quién? – pregunté, completamente confundida.
-El Tío Emm – repitió – Ese que tiene músculos más grandes que los míos – me dio una sonrisa torcida.
-Oh – le dije cuando me di cuenta de lo que hablaba – Emmett. Él es el esposo de mi vieja compañera de cuarto. Ella me ayudó a través de todo esto, ya que estaba sola. No tengo hermanos, así que básicamente ellos son nuestra única familia.
-¿Sus músculos son realmente más grandes que los míos? – preguntó. Yo me reí.
-Sí – le contesté la verdad. Su cara hizo un puchero falso – Pero no por mucho. Tú todavía eres un hombre fuerte – bromeé y él se rió.
-Y tú eres una graciosa y hermosa mujer – dijo suavemente. Me sonrojé, pero le sonreí, sintiendo una sensación de placer.
-No sé si yo diría hermosa – le contradije tranquilamente, manteniendo mis ojos sobre la mesa.
-Bella – dijo Edward con desaprobación. No miré hacia arriba así que levantó mi barbilla suavemente con sus manos. Mis ojos chocolate encontraron sus ojos esmeralda – Tú eres hermosa. Tan hermosa – su rostro estaba a sólo centímetros del mío. Podía oler ese familiar aroma, pero ahora sin el del alcohol rancio. Me incliné más cerca de él.
-¡Mami me corté mi dedo! – salté, buscando a Lexie alrededor para encontrarla de pie en la puerta, sosteniendo su dedo enfrente de ella. Me puse de pie, deseando poner un poco de espacio entre Edward y yo. Todavía estaba sin aliento, por haber estado tan cerca de él. Pero estaba confundida. Comencé a hablarle hace dos días. Tres si gemir su nombre cuenta. Y yo casi lo besaba. No besé a Mike hasta la cuarta cita.
-¿Qué pasó? – le pregunté. Era un pequeño corte, más como uno provocado por un pedazo de papel. Incluso no estaba sangrando. Pero los niños siempre son demasiado dramáticos.
-Me tropecé y caí sobre nuestra torre de bloques – gimoteó. Rodé mis ojos. Desafortunadamente Lexie había heredado mi torpeza.
-¿Quieres una bandita? – ella asintió, con su labio inferior saliendo un poco. Fui al gabinete y agarré una caja con banditas de Dora la Exploradora. Desenvolví una y se la puse en su pequeño dedo. Ella sonrió.
-¿Un besito? – me preguntó. Levanté su mano y besé el dedo donde había colocado la bandita. Ella pasó saltando frente a mí, le ofreció su mano a Edward. Él sonrió y besó su dedo también.
-¿Todo mejor? – ella asintió alegremente.
-Gracias mami. Gracias Edward – regresó bailando a la habitación, de nuevo con sus amigos. Lo curioso acerca de la torpeza de Lexie era que ella era muy graciosa cuando lo intentaba. Pero si no ponía atención, ella siempre se caía. Me volví de nuevo a Edward, sintiendo mis mejillas rojas. Un incómodo silencio nos envolvió.
-Bella podrías… - empezó a decir, pero fue cortado por el sonido del timbre. Maldecí internamente a quien quiera que fuera y lo que fuera que quisiese.
-Contén ese pensamiento – dije, sosteniendo un dedo frente a él para decirle que volvería en un segundo. Caminé lo más rápido que pude sin correr hasta alcanzar el intercomunicador - ¿Sí? – gruñí.
-Soy Angela. Vine a recoger a los niños – miré el reloj. ¿Ya eran las cinco de la tarde?
-Pasa – dije, mientras accionaba el botón que la dejaría entrar. Caminé de regreso a la cocina y vi a Edward esperando pacientemente, con una pequeña sonrisa en su cara – Angela vino a recoger a los niños – le informé. El asintió, pero no habló. Estaba muriendo internamente por querer seguir su pensamiento, pero no quería presionarlo.
-¡Mamá! – gorjearon dos voces al unísono. Oí la cálida risa de Angela cuando ella entró a la habitación, con cada uno de sus hijos en un brazo. Se inclinó y les dio a ambos un beso en la frente.
-Ayúdenle a Lexie a limpiar – les dijo. Ellos asintieron y regresaron a la sala – Gracias por cuidar a los niños Bella. Y también a Edward – yo me reí.
-Fue un placer – Confía en mí, añadí para mí misma.
-Me estaba preguntando si ustedes no quieren ir a la playa con nosotros mañana. Es sábado y se supone que el tema será “los años 70’s” así que me imaginé que sería divertido para los niños – sugirió Angela.
-La playa en Diciembre – murmuró Edward, agitando la cabeza – No sé si algún día voy a acostumbrarme a este clima.
-Sólo espera hasta la primer visita de un huracán. Tomarás el primer vuelo de regreso a Forks – dije con una risa. Edward me miró con mucha curiosidad.
-¿Cómo supiste que yo era de Forks? – preguntó, arrugando la frente. Oh mierda. Oh mierda, mierda, mierda.
-Umm… - busqué en mi cerebro algún tipo de respuesta ¿Qué diablos se supone que debía decir? ¿Suerte, tal vez? – Me imaginé que si Angela es de Forks tú lo serías también – finalmente logré balbucear una respuesta. Edward sólo asintió, mirándome como si tuviera cuatro cabezas y tres ojos.
-Así que ¿vienen chicos? – preguntó Angela.
-Seguro, si Lexie quiere ir – le respondí al instante. Me encantaba la playa, descansar bajo el sol. Especialmente en invierno cuando hay menos turistas.
-Yo también iré – decidió Edward.
-Genial. Los veré mañana entonces. Los podría recoger aquí… pero mi carro iría lleno – dijo Angela mientras se mordía un poco el labio.
-Puedo llevar a Bella y a Lexie, y a ti, ben y los gemelos pueden ir en su carro – sugirió Edward. Hice un baile interior ante la idea de tener más tiempo a solas con él. Pero rápidamente fruncí el ceño, dándome cuenta de que tendría que tratar aún más para que no se diera cuenta de nada.
-Eso sería genial – le contesté. Edward me sonrió torcidamente.
-Genial. Los veo mañana entonces – dijo Angela. Me despedí de ella mientras recogía a los gemelos y se iba. Lexie entró a la cocina y se acurrucó en mi regazo, bostezando.
-¿Cansada? – ella asintió. La besé en la frente. Me giré para ver a Edward viéndome con una media sonrisa en su rostro. Le sonreí tímidamente.
-Será mejor que me vaya también – suspiró. Me complacía escuchar que no sonaba demasiado feliz ante ese hecho.
-Te veo mañana – le respondí. Él vino hacia a mí, se inclinó y por una fracción de segundo estaba segura de que iba a besarme. Pero entonces besó la parte superior de la cabeza de Lexie. Ella ya estaba profundamente dormida. Levantó su cara así que nuestros ojos quedaron al mismo nivel, con sólo unos centímetros de separación.
-Hasta mañana – asintió. Estaba prácticamente sin aliento como para responderle. Se rió ligeramente antes de darse la vuelta e irse hacia la puerta. Sacudí mi cabeza, tratando de disipar mis pensamientos del hermoso hombre que acababa de dejar mi casa. Y entonces, algo se me ocurrió.
Iba a ver a Edward en sin camiseta mañana. Claro que ya había visto su pecho una vez, pero estaba oscuro y no recuerdo mucho. Y después, otro pensamiento vino a mi mente.
Tenía que encontrar un bikini.
Capítulo 5
Disclaimer: los personajes pertenecen a Stephenie Meyer. La historia es de Fall Down Again Bella
Bella POV
15 de diciembre
Previamente:
-Hola – dijo con una voz como de terciopelo, dándome una sonrisa torcida – Soy Edward Masen.
Mier-da
....................
Puso su mano frente a mí mientras yo me le quedé mirando antes de darme cuenta de lo que quería. Deslicé mi mano entre la suya y la sacudí. Su toque era tal como lo recordaba. Sólo que lo recordaba en lugares muy diferentes…
-Soy Bella Swan – me las arreglé para tartamudear mi nombre.
-¿Nos hemos visto antes? Me pareces muy familiar – preguntó, mientras sentía que sus ojos recorrían todo mi rostro.
-No lo creo – balbuceé, con los nervios en mi estómago. Sabía que nunca habíamos intercambiado nuestros nombres esa noche. Sucedió hace años y estaba oscuro. Sólo conocía su nombre porque Alice me lo había dicho. Sólo me quedaba esperar que él no me reconociera. Digo, ¿por qué habría de esperar ver a la chica con la que durmió seis años atrás en Forks, Washington ahora en Florida? Finalmente él se encogió de hombros y pude respirar con alivio.
-Tu hija es hermosa – dijo suavemente.
-Gracias – murmuré. Lexie se estiró hacia mí y la tomé de los brazos de Edward.
-Edward, esta es mi mami – dijo Lexie – Mami, este es Edward. Él tiene mis ojos.
-Sí, los tiene – asentí suavemente mientras Edward se reía en silencio - ¿Te la pasaste bien hoy? – Lexie asintió angelicalmente.
-Estuve muy bien. Mike y Molly y yo jugamos a la casita y Mike era el papi y yo era la mami y Molly era el bebé – me informó alegremente.
-Vaya – dije, fingiendo estar impresionada. Ella sonrió.
-Y Angie y Ben eran la abuela y el abuelo y Edward era como el Tío Emm – continuó – salvo que el Tío Emm tiene músculos más grandes – me reí disimuladamente.
-Bueno, es bueno saber que quien quiera que sea este Emm puede hacerse cargo de mi si hago algo malo ¿cierto Lexie? – se burló Edward.
-¡Cierto! – rió Lexie. No podía dejar de pensar en lo que diría Edward si yo le decía que él era el padre de Lexie. ¿Estaría feliz? ¿Confundido? ¿Indiferente? Parecía ser realmente bueno con ella ahora, y eso que sólo pensaba que era la hija de la amiga de un amigo. Sacudí mi cabeza, sacando de ella esa serie de pensamientos. Pasé cinco años sin decirle nada, podía esperar otro poco.
-Bueno, mejor nos vamos a casa – dije, lanzándole una mirada furtiva a Edward. El me respondió con una sonrisa torcida. Mis mejillas se enrojecieron.
-¿Tenemos que? – Lexie puso mala cara.
-Sí. Verás a Molly y a Mike mañana cuando ellos vayan a la casa – le prometí. Sus ojos se iluminaron.
-¿Edward puede venir también? ¿Por favor, mami? – ella suplicó. Me mordí el labio. ¿Podría pasar una tarde entera con el padre de mi hija… sin decirle que él es el padre de mi hija?
-Bueno, si a Edward no le molesta entonces es bienvenido a ir – dije, hablándole directamente a él.
-¿Por favor, Edward? – suplicó Lexie, con un puchero en su cara. Vi a Edward derretirse con su puchero. Siempre funcionaba conmigo también.
-Seguro Lexie – dijo, lanzándole una amplia sonrisa. Ella se puso a dar saltitos de la emoción.
-Entonces yo, Mike y Molly podemos jugar juntos y ¡ustedes dos pueden jugar juntos también! – Lexie chilló feliz. Me sonrojé con las insinuaciones sexuales de la frase. Edward pareció notarlo y se rió disimuladamente.
-Me encantaría jugar con tu mami, Lexie – dijo con un tono de voz bastante seductor. Temblé ligeramente mientras él reía silenciosamente. Podría decir que él se estaba burlando de mí así que le hice una cara, haciéndole saber que había entendido sus palabras. Él se rió de nuevo.
-Genial – canturreó – Vamos a casa mami, quiero espagueti para la cena.
-Bueno, entonces espagueti será – le prometí, tocando ligeramente su nariz con mi dedo. Ella rió – Entonces, te veo mañana – Edward asintió. Le di mi dirección antes de irme. Él nos encaminó a la puerta.
-Adiós Bella – dijo con una voz seductora. No estaba segura si fue intencionalmente seductor o no – Adiós Lexie.
-Adiós – exhalé mientras Lexie agitaba la mano como despedida. Até a Lexie en su asiento en el coche y salimos a la calle, mi mente daba vueltas.
Llegamos a casa y le cocine una cena rápida a Lexie, con mi mente en otro lugar todo el tiempo. ¿Qué estaba haciendo Edward en Florida? ¿Acaso se acordaba de mí? ¿Se acordaba de aquella noche? El dijo que yo le parecía familiar, pero pudo haber dormido con cientos de chicas con cabello castaño y ojos marrones. Pero todavía no entiendo porqué Edward esta en Florida. No es como si él solo se levantara y decidiera”Creo que iré a Florida el día de hoy”. Tal vez está aquí por su trabajo o algo.
Logré que Lexie se quedara dormida leyéndole su libro de cuentos favorito, La Bella y La Bestia. Ella creía que Bella era como yo, y que nuestros nombres fueran iguales le divertía. Me aseguré de que estuviera profundamente dormida antes de entrar en mi habitación. Tenía una caja con ropa que tenía que acomodar. Agarré un sujetador y fui a meterlo a uno de mis cajones cuando me di cuenta de algo. Un pequeño sobre rosa.
Suspiré, poniendo el sujetador encima del sobre, no quería verlo. Dentro había un certificado de nacimiento y una carta a Edward, explicándole todo sobre Lexie. La había escrito la noche que ella nació. Pero nunca planeé enviársela. Ni siquiera sé porqué me quedé con ella. Simplemente no podía tirarla a la basura. Era lo único que me conectaba con él ahora. Todo lo que quedó. Suspiré de nuevo, escondiendo el pequeño sobre rosa cuidadosamente bajo el sujetador de encaje azul y cerré de golpe el cajón. En este momento, eso era la última coma en la que necesitaba pensar.
16 de diciembre
-¿Qué quieren como bocadillo niños? – pregunté, mientras trataba de alcanzar el gabinete. Molly, Mike y Lexie estaban sentados en la mesa de la cocina, esperando pacientemente su merienda.
-¡Oreos! [N/A Galletas de chocolate] – los tres gritaron al unísono. Yo me reí, sacando el paquete del gabinete. Tomé tres para cada uno, poniéndolos en platos pequeños. Les serví un vaso con leche a los tres y se los entregué. Ellos empezaron a comer. Yo me reí de nuevo y el timbre sonó. Fui a ver quién era.
-¿Hola?
-Soy Edward – su voz sonaba musical, a pesar de la estática del intercomunicador.
-Pasa – le dije, presionando el botón para que abriera la puerta. Regresé a la cocina para encontrar a los niños manchados con chocolate en toda la boca y mejillas. Me reí y mojé una toalla de papel, limpiando las manchas de chocolate de sus caras.
-Vayan a jugar – les dije.
-Está bien – cantó Lexie. Saltó fuera de su silla, Molly y Mike corrieron detrás de ella - ¡Hola Edward! – me giré y lo vi, muy seguro, apoyado en el marco de la puerta, con su famosa sonrisa torcida. Le sonreí tímidamente como respuesta.
-¡Pórtate bien! – le dije a Lexie mientras los tres salían corriendo hacia la sala, sacando una caja de plastilina. Rodé mis ojos – Puedes sentarte – le dije a Edward. Nunca quitó sus ojos de mí mientras se hundía en la silla. Rápidamente me aparté de su intensa mirada, haciendo una taza de té.
-¿Quieres una? – le pregunté sobre mi hombro, sin voltear a verlo.
-No, gracias – dijo suavemente. Lo serví y me senté en una silla a su lado. Mis ojos chocolate se encontraron con sus ojos esmeralda, que eran idénticos a los de Lexie. La misma forma, exactamente el mismo tono de verde brillante, aún brillaban de la misma forma en que lo hacían aquella noche. Me sorprendió que él no hiciera la conexión. Pero, de nuevo, él no sabía que habíamos tenido relaciones sexuales así que probablemente piensa que es imposible…
-Así que, ¿dónde está tu esposo? – él rompió el silencio primero.
-No estoy casada – le informé. Sus cejas se levantaron al oír mi respuesta.
-¿Enserio? ¿Tienes novio? – preguntó. Yo sonreí maliciosamente.
-¿Por qué está tan interesado en mi vida amorosa Señor Masen? – le pregunté bromeando.
-De hecho sólo tengo curiosidad sobre el padre de Lexie. Ustedes dos, ¿aún siguen juntos? – preguntó.
-En realidad nunca estuvimos juntos… fue cosa de una noche, estábamos ebrios. No he hablado con él desde entonces – le dije, siento totalmente sincera.
-Oh – dijo Edward suavemente – así que ¿entonces estás soltera?
-Sí lo estoy – me reí tontamente – Tuve un novio hace un tiempo pero no funcionó. Necesito a alguien que nos ame a mí y a Lexie ¿sabes? – él asintió en silencio.
-Entonces ¿has educado a Lexie tu sola todo este tiempo? – preguntó. Yo asentí – Es muy valiente de tu parte. Fuerte. Conozco a muchas personas que no serían capaces de manejarlo. Pero ella es una niña muy dulce.
-Ella es toda mi vida – le dije sinceramente. Eché un vistazo a la otra habitación y la vi apretando un poco de plastilina rosa entre sus manos – La amo.
-Tú, Bella Swan, eres una persona increíble – dijo al fin. Yo me sonrojé.
-¿Y qué has hecho con tu vida desde… desde la secundaria? – me trabé en la última parte, casi dije “desde la última vez que te vi”. Pero, desde que se supone que no lo conozco, eso realmente no tenía sentido.
-En realidad fui a la facultad de medicina – dijo, su voz sonaba modesta – Vine aquí a trabajar en un hospital. Sólo me estoy quedando con Angela y Ben hasta que encuentre mi propio lugar. Ben y yo fuimos juntos a la escuela - ¡Vaya! Eso explica porqué dejó Forks y porqué conocía a Ben y a Angela - ¿Tu en qué trabajas? – mordí un poco mi labio.
-Trabajo en una editorial. La mayor parte del tiempo solo leo y corrijo manuscritos. Es mucho más fácil trabajar desde casa para poder cuidar a Lexie – le respondí. Él asintió.
-Y… ¿Quién es el Tío Emm? – preguntó después de un breve silencio.
-¿Quién? – pregunté, completamente confundida.
-El Tío Emm – repitió – Ese que tiene músculos más grandes que los míos – me dio una sonrisa torcida.
-Oh – le dije cuando me di cuenta de lo que hablaba – Emmett. Él es el esposo de mi vieja compañera de cuarto. Ella me ayudó a través de todo esto, ya que estaba sola. No tengo hermanos, así que básicamente ellos son nuestra única familia.
-¿Sus músculos son realmente más grandes que los míos? – preguntó. Yo me reí.
-Sí – le contesté la verdad. Su cara hizo un puchero falso – Pero no por mucho. Tú todavía eres un hombre fuerte – bromeé y él se rió.
-Y tú eres una graciosa y hermosa mujer – dijo suavemente. Me sonrojé, pero le sonreí, sintiendo una sensación de placer.
-No sé si yo diría hermosa – le contradije tranquilamente, manteniendo mis ojos sobre la mesa.
-Bella – dijo Edward con desaprobación. No miré hacia arriba así que levantó mi barbilla suavemente con sus manos. Mis ojos chocolate encontraron sus ojos esmeralda – Tú eres hermosa. Tan hermosa – su rostro estaba a sólo centímetros del mío. Podía oler ese familiar aroma, pero ahora sin el del alcohol rancio. Me incliné más cerca de él.
-¡Mami me corté mi dedo! – salté, buscando a Lexie alrededor para encontrarla de pie en la puerta, sosteniendo su dedo enfrente de ella. Me puse de pie, deseando poner un poco de espacio entre Edward y yo. Todavía estaba sin aliento, por haber estado tan cerca de él. Pero estaba confundida. Comencé a hablarle hace dos días. Tres si gemir su nombre cuenta. Y yo casi lo besaba. No besé a Mike hasta la cuarta cita.
-¿Qué pasó? – le pregunté. Era un pequeño corte, más como uno provocado por un pedazo de papel. Incluso no estaba sangrando. Pero los niños siempre son demasiado dramáticos.
-Me tropecé y caí sobre nuestra torre de bloques – gimoteó. Rodé mis ojos. Desafortunadamente Lexie había heredado mi torpeza.
-¿Quieres una bandita? – ella asintió, con su labio inferior saliendo un poco. Fui al gabinete y agarré una caja con banditas de Dora la Exploradora. Desenvolví una y se la puse en su pequeño dedo. Ella sonrió.
-¿Un besito? – me preguntó. Levanté su mano y besé el dedo donde había colocado la bandita. Ella pasó saltando frente a mí, le ofreció su mano a Edward. Él sonrió y besó su dedo también.
-¿Todo mejor? – ella asintió alegremente.
-Gracias mami. Gracias Edward – regresó bailando a la habitación, de nuevo con sus amigos. Lo curioso acerca de la torpeza de Lexie era que ella era muy graciosa cuando lo intentaba. Pero si no ponía atención, ella siempre se caía. Me volví de nuevo a Edward, sintiendo mis mejillas rojas. Un incómodo silencio nos envolvió.
-Bella podrías… - empezó a decir, pero fue cortado por el sonido del timbre. Maldecí internamente a quien quiera que fuera y lo que fuera que quisiese.
-Contén ese pensamiento – dije, sosteniendo un dedo frente a él para decirle que volvería en un segundo. Caminé lo más rápido que pude sin correr hasta alcanzar el intercomunicador - ¿Sí? – gruñí.
-Soy Angela. Vine a recoger a los niños – miré el reloj. ¿Ya eran las cinco de la tarde?
-Pasa – dije, mientras accionaba el botón que la dejaría entrar. Caminé de regreso a la cocina y vi a Edward esperando pacientemente, con una pequeña sonrisa en su cara – Angela vino a recoger a los niños – le informé. El asintió, pero no habló. Estaba muriendo internamente por querer seguir su pensamiento, pero no quería presionarlo.
-¡Mamá! – gorjearon dos voces al unísono. Oí la cálida risa de Angela cuando ella entró a la habitación, con cada uno de sus hijos en un brazo. Se inclinó y les dio a ambos un beso en la frente.
-Ayúdenle a Lexie a limpiar – les dijo. Ellos asintieron y regresaron a la sala – Gracias por cuidar a los niños Bella. Y también a Edward – yo me reí.
-Fue un placer – Confía en mí, añadí para mí misma.
-Me estaba preguntando si ustedes no quieren ir a la playa con nosotros mañana. Es sábado y se supone que el tema será “los años 70’s” así que me imaginé que sería divertido para los niños – sugirió Angela.
-La playa en Diciembre – murmuró Edward, agitando la cabeza – No sé si algún día voy a acostumbrarme a este clima.
-Sólo espera hasta la primer visita de un huracán. Tomarás el primer vuelo de regreso a Forks – dije con una risa. Edward me miró con mucha curiosidad.
-¿Cómo supiste que yo era de Forks? – preguntó, arrugando la frente. Oh mierda. Oh mierda, mierda, mierda.
-Umm… - busqué en mi cerebro algún tipo de respuesta ¿Qué diablos se supone que debía decir? ¿Suerte, tal vez? – Me imaginé que si Angela es de Forks tú lo serías también – finalmente logré balbucear una respuesta. Edward sólo asintió, mirándome como si tuviera cuatro cabezas y tres ojos.
-Así que ¿vienen chicos? – preguntó Angela.
-Seguro, si Lexie quiere ir – le respondí al instante. Me encantaba la playa, descansar bajo el sol. Especialmente en invierno cuando hay menos turistas.
-Yo también iré – decidió Edward.
-Genial. Los veré mañana entonces. Los podría recoger aquí… pero mi carro iría lleno – dijo Angela mientras se mordía un poco el labio.
-Puedo llevar a Bella y a Lexie, y a ti, ben y los gemelos pueden ir en su carro – sugirió Edward. Hice un baile interior ante la idea de tener más tiempo a solas con él. Pero rápidamente fruncí el ceño, dándome cuenta de que tendría que tratar aún más para que no se diera cuenta de nada.
-Eso sería genial – le contesté. Edward me sonrió torcidamente.
-Genial. Los veo mañana entonces – dijo Angela. Me despedí de ella mientras recogía a los gemelos y se iba. Lexie entró a la cocina y se acurrucó en mi regazo, bostezando.
-¿Cansada? – ella asintió. La besé en la frente. Me giré para ver a Edward viéndome con una media sonrisa en su rostro. Le sonreí tímidamente.
-Será mejor que me vaya también – suspiró. Me complacía escuchar que no sonaba demasiado feliz ante ese hecho.
-Te veo mañana – le respondí. Él vino hacia a mí, se inclinó y por una fracción de segundo estaba segura de que iba a besarme. Pero entonces besó la parte superior de la cabeza de Lexie. Ella ya estaba profundamente dormida. Levantó su cara así que nuestros ojos quedaron al mismo nivel, con sólo unos centímetros de separación.
-Hasta mañana – asintió. Estaba prácticamente sin aliento como para responderle. Se rió ligeramente antes de darse la vuelta e irse hacia la puerta. Sacudí mi cabeza, tratando de disipar mis pensamientos del hermoso hombre que acababa de dejar mi casa. Y entonces, algo se me ocurrió.
Iba a ver a Edward en sin camiseta mañana. Claro que ya había visto su pecho una vez, pero estaba oscuro y no recuerdo mucho. Y después, otro pensamiento vino a mi mente.
Tenía que encontrar un bikini.
Re: Little Pink Envelope
Capítulo 6
Disclaimer: los personajes pertenecen a Stephenie Meyer. La historia es de Fall Down Again Bella
La canción mencionada en este capítulo es... Nobody's perfect - Hannah Montana
Bella POV
17 de diciembre
-Bella, sólo úsalo. Necesitabas un bikini y yo escogí uno para ti. ¡Te ves muy bien! – insistió Rosalie. Me miré a mi misma en el espejo. La parte inferior del bikini era negro con lunares, un cinturón blanco con lunares negros atado en la parte superior, con una hebilla negra en la cadera. La parte superior era blanca con lunares negros y cruzada por el frente. Eso hacía que mis senos se vieran más grandes – Te tienes que ver sexy para ese tal Edward – dijo mientras me guiñaba el ojo.
-Esto no es apropiado como para que una madre lo use – traté de argumentar. Le había llamado a Rosalie ayer por la noche, diciéndole que iba a ir a la playa con un chico muy sexy mañana. Ella insistió en darme un bikini. Convenientemente olvidé decirle a Rosalie que Edward era en realidad el padre de Lexie. Llegó en la mañana con un bikini y un vestido en la mano. El vestido era de un sencillo color blanco que caía a mitad de mi muslo y dejaba ver un poco más de lo necesario.
-Sí lo es. ¡Sólo tienes veinticuatro Bella! Simplemente tuviste un bebé siendo muy joven. Aún tienes un buen cuerpo, todo el peso del bebé se ha ido. ¡Presúmelo hermana! – ella insistió. Yo suspiré. Sabía que Rosalie no me iba a dejar irme de la casa sin que estuviera usando este bikini. Era inútil discutir.
-Bien – suspiré ante mi derrota - ¿Dónde está Lexie?
-Ella se está cambiando en el baño – saqué mi pareo y golpeé la puerta del baño.
-Lexie nena, ¿estás lista? – pregunté.
-Sí mami – abrí la puerta. Ella estaba ahí parada con un lindo traje de dos piezas. Ambas eran blancas con un diseño floral muy colorido en ellas. La parte inferior era una pequeña falda. Me entregó su vestido, color turquesa y un poco largo, con una gran flor azul en la parte inferior. Se lo puse sobre la cabeza.
-¿Acaso no luces adorable? – dijo Rosalie, entrando al baño. Lexie se sonrojó.
-Gracias Tía Rosie – Rosalie se había convertido en Rosie cuando Lexie comenzó a hablar. Ella no podía pronunciar el nombre completo de Rosalie, así que sólo le decía Rosie y así se le quedó.
-No hay problema cariño. Ahora recuerda mostrarle lo que tienes a todos los niños de la playa ¿de acuerdo? – dijo. La golpeé ligeramente en el brazo.
-Esta bien Tía – dijo Lexie sonriendo tímidamente.
-Me tengo que ir. Si mami se cambia su traje de baño me lo haces saber ¿de acuerdo? – ella se arrodilló para quedar al nivel de Lexie, haciéndole saber que era en serio. Lexie asintió como si fuera muy importante – Buena chica. ¡Adiós chicas! Diviértanse – me guiñó un ojo y yo rodé mis ojos.
-¡Adiós Tía! – gorjeó Lexie mientras Rosalie se iba - ¿Cuándo va a venir Edward? – me preguntó con impaciencia.
-Pronto – le prometí.
-¿Podemos hacer un castillo de arena cuando lleguemos allí? Y tú me puedes meter al agua – dijo emocionada.
-Seguro – me reí. Ella me miró con impaciencia. El intercomunicador comenzó a sonar - ¿Hola? – pregunté, ya sabiendo quién era.
-Soy Edward ¿están listas para irnos? – odiaba cuando podía reconocer su voz tan fácilmente. Y cómo al instante sentía miles de mariposas inundando mi estómago.
-Sí, bajamos en un minuto – le dije - ¿Lista Lexie?
-¡Sipi! – gritó ella, corriendo a toda velocidad hacia la puerta. Yo me reí, la alcanzé a detener mientras corría y la abrazé sobre mi cadera. Ella arrojó sus brazos alrededor de mi cuello y se sostuvo ahí. Deslicé mis gafas de sol enmarcadas de blanco sobre mis ojos y agarré mi gran bolso de mimbre antes de ir escaleras abajo para encontrarnos con Edward. Se veía impresionante con un par de pantalones cortos colos azul medianoche y una playera blanca, esperando frente a un Volvo plateado. Tenía una media sonrisa en el rostro cuando nos vio. Él abrió primero una de las puertas de atras y vi que había puesto un asiento especial para Lexie.
-Puedes dejar tu bolso en la parte de atrás también, si quieres - dijo Edward educadamente. Yo le di una rápida sonrisa mientras ponía a Lexie en su asiento, dejando mi bolso a sus pies. Cuando termine de acomodarla salí y cerré la puerta. Edward estaba parado frente al lado del copiloto, manteniendo la puera abierta para que yo subiera. Me deslicé en el asiento, murmurandole rápidamente un gracias.
-Mami ¿podemor oir el radio? - preguntó Lexie.
-Eso depende de Edward - le dije, volteando a verlo.
-¿Qué te gustaría escuchar?- él preguntó.
-¡Radio Disney! - respondió instantáneamente. Edward sonrió, encendiendo el radio y buscando en todas las estaciones hasta que la encontró.
-¡Me encanta esta canción! - gritó Lexie. Era una canción de Hannah Montana.
Everybody makes mistakes!
Everybody has those days
Everybody knows what,
What I’m talking ‘bout,
Everybody gets that way!
Lexie cantaba desde el asiento trasero. Edward y yo nos reimos.
-¿Emocionado por nadar en agua que está a mas de veinte grados? - le pregunté a Edward en tono de burla.
-Debería de ser un buen cambio - dijo - Al menos no me pondré azul después de nadar un par de minutos - me reí.
-Estoy pensando en... - comenzó Lexie, haciendo que jugaramos su juego favorito - ...algo grande y azul y arena.
-Es... ¿la playa? - adiviné.
-¡Sí! ¡Tu turno!
-Estoy pensando en alguien con cabello rubio y largo y que esta casada con Tío Em.
-¡Tía Rosie! - cantó.
-¡Sí!
-Oye Edward - dijo Lexie, su voz se tornó un tanto simulada, como cuando ella sabía que lo que estaba a punto de decir la metería en problemas, pero lo iba a decir de cualquier forma.
-¿Si Lexie? - preguntó Edward, imitando el mismo tono de voz.
-Tía Rosie le dijo a Mami que se tenía que ver sexy para ti - lo repitió con una risitia. Mis mejillas se volvieron de un brillante color rojo mientras Edward se reía.
-Lexie - la regañé. Ella se mordío el labio culpablemente, pero siguió riéndose. Puse mis rodillas contra mi pecho y enterré mi cara entre mis manos, hasta que la risa de Lexie y Edward paró.
-Ya estamos aquí Bella - quité mis manos de mi cara y me sorprendió ver la cara de Edward a sólo milímetrosde la mia. Mi respiración se detuvo en mi garganta - Probablemente deberías ir a sacar a Lexie - yo sólo asentí, con aturdimiento, hasta que el salió del carro, riendose ligeramente. Le fruncí el ceño a su espalda. ¿Cómo se atrevía a saber cómo era que él me afectaba? El ya había abierto mi puerta para que saliera cuando el aturdimiento se fué. Él fué hacia la cajuela para sacar una hielera y yo me las arreglé para salir del carro con las rodillas aún temblándome. Desabroché a Lexie y deslicé mi bolso en mi brazo.
-¿Podémor ir a nadar primero mami? - preguntó Lexie ansiosamente. Coloqué mi brazo libre en mi cadera y le di una mirada de desaprobación.
-¿Cuántas veces te he dicho que no repitas lo que dice Mami o Tía Rosie en la casa? - le pregunté. Ella miró hacia abajo culpablemente.
-Lo siento mami - suspiró tristemente. Hizo un adorable puchero y yo la predone inmediatamente. No podía permanecer enojada con ella si ponía esa cara.
-Esta bien nena - le contesté, dándole muchos, ruidosos y húmedos besos en toda la cara. Ella se rió y trató de irse. Yo me reí con ella y me volví para ver a Edward mirandonos con algo en sus ojos... ¿envidia? ¿adoración? No estaba segura. Se fue tan rápido en cuanto notó que me di cuenta.
-¿Lista? - me preguntó. Asentí. Caminamos hasta la playa, nos encontramos con Angela, Ben y los gemelos después de caminar unos cuantos metros. Los gemelos estaban cavando en la arena mientras esperaban que nosotros llegaramos. Ambos brincaron cuando nos vieron y comenzaron a dar saltitos mientras reían.
-¿Podemos ir a nadar? - preguntaron al unísono. Angela rió.
-Dénles un minuto para que se acomoden - les dijo. Ellos pusieron mala cara y se hundieron en la arena. Edward puso dos sillas en la arena y me ofreció una a mí. Me senté, totalmente agradecida, y puse a Lexie en mi regazo.
-Protector solar primero - dije. Ella renegó.
-¡Odio el protector solar! - dijo mientras ponía mala cara.
-¿No quieres ir a nadar? - ella asintió - Entonces tienes que ponerte protector solar. Incluso traigo el que está en spray.
-¿Edward puede hacerlo? - estaba sorprendida de lo mucho que Lexie quería a Edward. Normalmente le tomaba más tiempo sentirse cómoda con las personas, especialmente con los adultos ¿Tal vez ella sabía inconcientemente que él era su padre? Lo dudo. Tal vez incluso los niños pequeños notaban lo magnífico que él era. Pero él es su padre, así que es un poco extraño. Bueno, ya basta con mis pensamientos.
-Si a él no le molesta - dije, volteandome para mirarlo. Edward sonrió.
-No me molesta ni un poco - Lexie chilló alegremente y se acomodó ella sola en su regazo. Le pasé a Edward el spray con protector solar y el le quitó el vestido a Lexie y comenzó a ponerle el spray. Yo saqué el bote de loción bronceadora que había llevado y me quité el vestido. Sus ojos se movieron de arriba a abajo hasta que se encontraron con los mios. Sus ojos estaban llenos de lujuria (O.O) Me mordí el labio y me volví, dándole la espalda, mientras me reía discretamente. Puse un poco de protector solar en mi mano y comenzé a ponerlo en mi pierna. Escuché que la respiración de Edward se incrementaba y me mordí la lengua para evitar reirme.
-Oye Lexie ¿por qué no te levantas para que pueda ponerte en la espalda? - sugirió Edward, su voz sonaba entrecortada. Me reí ligeramente mientras Lexie se levantaba de su regazo. Edward estaba tratando de mantener sus ojos lejos de mi pero parecía que no era capaz de eso. Comenzé a ponerme protector solar en mi pecho, mientras el me veía desvergonzadamente (,) Pasé mis dedos debajo de los tirantes de mi traje de baño, mientras continuaba poníendome en protector solar. Sus ojos se abrieron aún más. Me reí de nuevo, pero esta vez sonrojándome.
-Oye Lexie ¿lista para ir al agua? - le pregunté entusiasmada, aún riéndome de Edward. Él estaba frunciendo el ceño y se movia incomodamente.
-¡Sí! - gritó alegremente. Le puse un par de flotadores en los brazos - ¿Pueden venir Molly y Mike también?
-Seguro, si Edward quiere venir al agua y ayudarme - dije, con mis ojos fijos en su cara.
-Seguro - asintió. Se levantó y se quitó la playera (*babas*) Creí que iba a darme un ataque al corazón. O que finalmente iba a dejar de respirar. Sus músculos estaban firmemente esculpidos, su pecho sudaba ligeramente. Era la cosa más sexy que jamás había visto. Él tomó a Molly y los cinco caminaron hacia el agua. Me tomó un minuto darme cuenta que se había movido, así que tomé a Lexie de la mano y las dos corrimos detrás de ellos. Me zambullí en el agua cuando sentí el agua llegar a mis rodillas. Podía oír a Lexie reirse destrás de mi cuando emergí.
-Ven aquí - dije, abriendo mis brazos. Ella saltó al agua, dejando que los flotadores la detuvieran mientras pataleaba para llegar a mi. La abrazé y ella rió fuertemente. Ella se hizo para atrás y hundió la cabeza en el agua. Se levantó un segundo después, su cabello castaño chorreaba. Estaba sonriendo ampliamente, sin importarle que el agua salada no le entrara a la boca. Me volteé y sólo vi a Edward. Angela y Ben estaban al borde del agua, cada uno sosteniendo a uno de los gemelos. Ellos nos saludaron y nosotros les saludamos de vuelta. El agua me llegaba arriba de la cintura y las olas un casi hasta mi cuello. Pero era una excelente nadadora y sabía que Edward estaría bien.
-¡Quiero nadar hacia Edward! - gritó Lexie.
-Muy bien, ¿listo Edward? - lo llamé. El asintió, abriendo los brazos. Espere hasta que llegara una ola y dejé ir a Lexie. Ella medio flotaba, medio nadaba hacia Edward. El rió, levantándola y dándole vueltas mientras ella reía. Me sorprendía lo mucho que él lucía... como un padre. Y el era un padre. Su padre para ser exactos. Que irónico.
-¡Buen trabajo Lexie! - dijo, su voz estaba llena de un verdadero entusiasmo. Lexie envolvió sus brazos alrededor de su cuello y lo abrazó. Ella tenía una enorme sonrisa en el rostro.
-¿Puedo sumergirme más? - le preguntó a Edward.
-Seguro. Respira hondo - la sostuvo hasta que el agua le llegó al cuello - ¿Lista? - ella respiró hondo y asintió. Edward la sostuvo de las manos mientras ella se hundía en el agua. Cuando el la sacó del agua ella estaba tosiendo y escupiendo. Una cara de pánico que era igual a la mía, cruzó su rostro. La levantó y le dio palmaditas en la espalda. Ella sacaba agua cada vez que tosia. Nadé los pocos metros que nos separaban lo más rápido que pude.
-¿Estas bien cariño? - dije casi sin aliento. Ella asintió lentamente, un par de lágrimas se deslizaban por sus mejillas.
-Me t-tragué el a-agua - dijo débilmente. Extendí mis brazos y Edward me la entregó.
-Oh cariño - suspiré, sosteniendola contra mi pecho. Ella tosió una vez más antes de respirar profundamente un par de veces. Suspiré con alivio y oí a Edward suspirar a mi lado.
-Me quiero salir - dijo suavemente.
-Claro que sí nena - la saqué del agua, Edward nos seguía se cerca. Cuando llegamos a nuestro puesto, Edward extendió una toalla para que Lexie se recostara. La acosté suavemente, cubriendo su cuerpo con otra toalla para que no la quemara el sol, dejando solamente su cabeza sin cubrir. Me hundí en la silla de playa que estaba a un lado de ella, dejando que mis dedos jugaran con su cabello distraidamente. Me incliné hacia atrás, dejando que el sol secara mi cuerpo.
-¿Bella? - la voz de Edward estaba aun lado de mi oreja, mandando escalofrios por toda mi espalda. Volteé la cara hacia él. Me sonrió torcidamente.
-¿Si? - le respondí.
-Le puedes decir a Tía Rosie que le estoy agradecido. Te ves muy sexy - Se rió silenciosamente antes de sentarse en la silla que estaba a un lado de mí, recostándose sobre ella y cerrando los ojos. El agua estaba cayendo lentamente de sus músculos. Tirité levemente. Este iba a er un día bastante largo.
Un par de horas después...
Estaba sosteniendo a una ya dormida Lexie en mis brazos. Edward me había acompañado hasta nuestro apartamento, llevando mis bolsos para que no tuviera que despertar a Lexie. Lo invité a pasar y él aceptó, se sentó en la mesa mientras ponía a Lexie en su cama. Tenía puesto mi vestido de nuevo y mi cabello estaba atado en una cola de caballo. El cabello de Edward estaba desordenadado de la misma forma en la que se había secado, callendo de forma sexy sobre sus ojos. Lexie se había dormido alrededor de una hora después de que Edward y yo la sacamos del agua. Él incluso la dejó enterrarlo en la arena, (n_n) con ayuda de Molly y Mike. Eso fue gracioso. Cuando regresé de acostar a Lexie, el estaba esperando en la puerta.
-Me tengo que ir - dijo disculpándose - Mi prima me sigue llamando y necesito ver que quiere, y conociendola, será una conversación muy larga - me preguntaba si estaba hablando de Alice. Ellos eran primos después de todo y ella siempre hablaba mucho por teléfono. Una ola de tristeza me envolvió más que nada al recordar a mi vieja mejor amiga, pero también, en parte, porque no quería que Edward se fuera. Sabía que era loco pensar que lo extrañaría, especialmente porque que lo conozco desde hace un par de días. Pero me sentía extrañamente conectada con él. Tal vez por Lexie ¿Quién sabe?
-Esta bien - suspiré tristemente - Hoy me divertí mucho. Creo que Lexie ya te ama - el sonrió.
-Yo también me diverti. Y yo también ya amo a Lexie. Es imposible no hacerlo - dijo. Le sonreí. Una de sus manos tentativamente rozó mi mejilla. Atrajo sus labios hacia los míos gentilmente. Amaba la forma en la que sus labios se sentían sobre los míos, suaves y cálidos, moviendose suavemente conmigo. Él se separó después de un pequeño momento. Podía sentir mis mejillas rojas, y una amplia sonrisa en todo mi rostro.
-¿Mami? - la voz de Lexie soltaba risitas detrás de mí. Ella estaba sosteniendo du peluche favorito en su mano y tenía una sonrisa juguetona en sus labios.
-Hasta luego Bella - suspiró con nostalgia - Hasta luego Lexie.
-Hasta pronto Edward - ella cantó en respuesta. El me dirijió una última sonrisa antes de irse. Me volví para ver a Lexie. Ella aún estaba sonriendo.
-¿Qué? - dije finalmente.
-Me gusta Mami - decidió - Puedes besarlo todo lo que quieras - me reí. Me pregunto... ¿que diría si le dijera que él era su papá? Probablemente se emocionaría.
-Bien - dije, tomando su mano para ayudarla a subir las escaleras y que se fuera a la cama de nuevo. Porque quiero besarlo mucho más.
Disclaimer: los personajes pertenecen a Stephenie Meyer. La historia es de Fall Down Again Bella
La canción mencionada en este capítulo es... Nobody's perfect - Hannah Montana
Bella POV
17 de diciembre
-Bella, sólo úsalo. Necesitabas un bikini y yo escogí uno para ti. ¡Te ves muy bien! – insistió Rosalie. Me miré a mi misma en el espejo. La parte inferior del bikini era negro con lunares, un cinturón blanco con lunares negros atado en la parte superior, con una hebilla negra en la cadera. La parte superior era blanca con lunares negros y cruzada por el frente. Eso hacía que mis senos se vieran más grandes – Te tienes que ver sexy para ese tal Edward – dijo mientras me guiñaba el ojo.
-Esto no es apropiado como para que una madre lo use – traté de argumentar. Le había llamado a Rosalie ayer por la noche, diciéndole que iba a ir a la playa con un chico muy sexy mañana. Ella insistió en darme un bikini. Convenientemente olvidé decirle a Rosalie que Edward era en realidad el padre de Lexie. Llegó en la mañana con un bikini y un vestido en la mano. El vestido era de un sencillo color blanco que caía a mitad de mi muslo y dejaba ver un poco más de lo necesario.
-Sí lo es. ¡Sólo tienes veinticuatro Bella! Simplemente tuviste un bebé siendo muy joven. Aún tienes un buen cuerpo, todo el peso del bebé se ha ido. ¡Presúmelo hermana! – ella insistió. Yo suspiré. Sabía que Rosalie no me iba a dejar irme de la casa sin que estuviera usando este bikini. Era inútil discutir.
-Bien – suspiré ante mi derrota - ¿Dónde está Lexie?
-Ella se está cambiando en el baño – saqué mi pareo y golpeé la puerta del baño.
-Lexie nena, ¿estás lista? – pregunté.
-Sí mami – abrí la puerta. Ella estaba ahí parada con un lindo traje de dos piezas. Ambas eran blancas con un diseño floral muy colorido en ellas. La parte inferior era una pequeña falda. Me entregó su vestido, color turquesa y un poco largo, con una gran flor azul en la parte inferior. Se lo puse sobre la cabeza.
-¿Acaso no luces adorable? – dijo Rosalie, entrando al baño. Lexie se sonrojó.
-Gracias Tía Rosie – Rosalie se había convertido en Rosie cuando Lexie comenzó a hablar. Ella no podía pronunciar el nombre completo de Rosalie, así que sólo le decía Rosie y así se le quedó.
-No hay problema cariño. Ahora recuerda mostrarle lo que tienes a todos los niños de la playa ¿de acuerdo? – dijo. La golpeé ligeramente en el brazo.
-Esta bien Tía – dijo Lexie sonriendo tímidamente.
-Me tengo que ir. Si mami se cambia su traje de baño me lo haces saber ¿de acuerdo? – ella se arrodilló para quedar al nivel de Lexie, haciéndole saber que era en serio. Lexie asintió como si fuera muy importante – Buena chica. ¡Adiós chicas! Diviértanse – me guiñó un ojo y yo rodé mis ojos.
-¡Adiós Tía! – gorjeó Lexie mientras Rosalie se iba - ¿Cuándo va a venir Edward? – me preguntó con impaciencia.
-Pronto – le prometí.
-¿Podemos hacer un castillo de arena cuando lleguemos allí? Y tú me puedes meter al agua – dijo emocionada.
-Seguro – me reí. Ella me miró con impaciencia. El intercomunicador comenzó a sonar - ¿Hola? – pregunté, ya sabiendo quién era.
-Soy Edward ¿están listas para irnos? – odiaba cuando podía reconocer su voz tan fácilmente. Y cómo al instante sentía miles de mariposas inundando mi estómago.
-Sí, bajamos en un minuto – le dije - ¿Lista Lexie?
-¡Sipi! – gritó ella, corriendo a toda velocidad hacia la puerta. Yo me reí, la alcanzé a detener mientras corría y la abrazé sobre mi cadera. Ella arrojó sus brazos alrededor de mi cuello y se sostuvo ahí. Deslicé mis gafas de sol enmarcadas de blanco sobre mis ojos y agarré mi gran bolso de mimbre antes de ir escaleras abajo para encontrarnos con Edward. Se veía impresionante con un par de pantalones cortos colos azul medianoche y una playera blanca, esperando frente a un Volvo plateado. Tenía una media sonrisa en el rostro cuando nos vio. Él abrió primero una de las puertas de atras y vi que había puesto un asiento especial para Lexie.
-Puedes dejar tu bolso en la parte de atrás también, si quieres - dijo Edward educadamente. Yo le di una rápida sonrisa mientras ponía a Lexie en su asiento, dejando mi bolso a sus pies. Cuando termine de acomodarla salí y cerré la puerta. Edward estaba parado frente al lado del copiloto, manteniendo la puera abierta para que yo subiera. Me deslicé en el asiento, murmurandole rápidamente un gracias.
-Mami ¿podemor oir el radio? - preguntó Lexie.
-Eso depende de Edward - le dije, volteando a verlo.
-¿Qué te gustaría escuchar?- él preguntó.
-¡Radio Disney! - respondió instantáneamente. Edward sonrió, encendiendo el radio y buscando en todas las estaciones hasta que la encontró.
-¡Me encanta esta canción! - gritó Lexie. Era una canción de Hannah Montana.
Everybody makes mistakes!
Everybody has those days
Everybody knows what,
What I’m talking ‘bout,
Everybody gets that way!
Lexie cantaba desde el asiento trasero. Edward y yo nos reimos.
-¿Emocionado por nadar en agua que está a mas de veinte grados? - le pregunté a Edward en tono de burla.
-Debería de ser un buen cambio - dijo - Al menos no me pondré azul después de nadar un par de minutos - me reí.
-Estoy pensando en... - comenzó Lexie, haciendo que jugaramos su juego favorito - ...algo grande y azul y arena.
-Es... ¿la playa? - adiviné.
-¡Sí! ¡Tu turno!
-Estoy pensando en alguien con cabello rubio y largo y que esta casada con Tío Em.
-¡Tía Rosie! - cantó.
-¡Sí!
-Oye Edward - dijo Lexie, su voz se tornó un tanto simulada, como cuando ella sabía que lo que estaba a punto de decir la metería en problemas, pero lo iba a decir de cualquier forma.
-¿Si Lexie? - preguntó Edward, imitando el mismo tono de voz.
-Tía Rosie le dijo a Mami que se tenía que ver sexy para ti - lo repitió con una risitia. Mis mejillas se volvieron de un brillante color rojo mientras Edward se reía.
-Lexie - la regañé. Ella se mordío el labio culpablemente, pero siguió riéndose. Puse mis rodillas contra mi pecho y enterré mi cara entre mis manos, hasta que la risa de Lexie y Edward paró.
-Ya estamos aquí Bella - quité mis manos de mi cara y me sorprendió ver la cara de Edward a sólo milímetrosde la mia. Mi respiración se detuvo en mi garganta - Probablemente deberías ir a sacar a Lexie - yo sólo asentí, con aturdimiento, hasta que el salió del carro, riendose ligeramente. Le fruncí el ceño a su espalda. ¿Cómo se atrevía a saber cómo era que él me afectaba? El ya había abierto mi puerta para que saliera cuando el aturdimiento se fué. Él fué hacia la cajuela para sacar una hielera y yo me las arreglé para salir del carro con las rodillas aún temblándome. Desabroché a Lexie y deslicé mi bolso en mi brazo.
-¿Podémor ir a nadar primero mami? - preguntó Lexie ansiosamente. Coloqué mi brazo libre en mi cadera y le di una mirada de desaprobación.
-¿Cuántas veces te he dicho que no repitas lo que dice Mami o Tía Rosie en la casa? - le pregunté. Ella miró hacia abajo culpablemente.
-Lo siento mami - suspiró tristemente. Hizo un adorable puchero y yo la predone inmediatamente. No podía permanecer enojada con ella si ponía esa cara.
-Esta bien nena - le contesté, dándole muchos, ruidosos y húmedos besos en toda la cara. Ella se rió y trató de irse. Yo me reí con ella y me volví para ver a Edward mirandonos con algo en sus ojos... ¿envidia? ¿adoración? No estaba segura. Se fue tan rápido en cuanto notó que me di cuenta.
-¿Lista? - me preguntó. Asentí. Caminamos hasta la playa, nos encontramos con Angela, Ben y los gemelos después de caminar unos cuantos metros. Los gemelos estaban cavando en la arena mientras esperaban que nosotros llegaramos. Ambos brincaron cuando nos vieron y comenzaron a dar saltitos mientras reían.
-¿Podemos ir a nadar? - preguntaron al unísono. Angela rió.
-Dénles un minuto para que se acomoden - les dijo. Ellos pusieron mala cara y se hundieron en la arena. Edward puso dos sillas en la arena y me ofreció una a mí. Me senté, totalmente agradecida, y puse a Lexie en mi regazo.
-Protector solar primero - dije. Ella renegó.
-¡Odio el protector solar! - dijo mientras ponía mala cara.
-¿No quieres ir a nadar? - ella asintió - Entonces tienes que ponerte protector solar. Incluso traigo el que está en spray.
-¿Edward puede hacerlo? - estaba sorprendida de lo mucho que Lexie quería a Edward. Normalmente le tomaba más tiempo sentirse cómoda con las personas, especialmente con los adultos ¿Tal vez ella sabía inconcientemente que él era su padre? Lo dudo. Tal vez incluso los niños pequeños notaban lo magnífico que él era. Pero él es su padre, así que es un poco extraño. Bueno, ya basta con mis pensamientos.
-Si a él no le molesta - dije, volteandome para mirarlo. Edward sonrió.
-No me molesta ni un poco - Lexie chilló alegremente y se acomodó ella sola en su regazo. Le pasé a Edward el spray con protector solar y el le quitó el vestido a Lexie y comenzó a ponerle el spray. Yo saqué el bote de loción bronceadora que había llevado y me quité el vestido. Sus ojos se movieron de arriba a abajo hasta que se encontraron con los mios. Sus ojos estaban llenos de lujuria (O.O) Me mordí el labio y me volví, dándole la espalda, mientras me reía discretamente. Puse un poco de protector solar en mi mano y comenzé a ponerlo en mi pierna. Escuché que la respiración de Edward se incrementaba y me mordí la lengua para evitar reirme.
-Oye Lexie ¿por qué no te levantas para que pueda ponerte en la espalda? - sugirió Edward, su voz sonaba entrecortada. Me reí ligeramente mientras Lexie se levantaba de su regazo. Edward estaba tratando de mantener sus ojos lejos de mi pero parecía que no era capaz de eso. Comenzé a ponerme protector solar en mi pecho, mientras el me veía desvergonzadamente (,) Pasé mis dedos debajo de los tirantes de mi traje de baño, mientras continuaba poníendome en protector solar. Sus ojos se abrieron aún más. Me reí de nuevo, pero esta vez sonrojándome.
-Oye Lexie ¿lista para ir al agua? - le pregunté entusiasmada, aún riéndome de Edward. Él estaba frunciendo el ceño y se movia incomodamente.
-¡Sí! - gritó alegremente. Le puse un par de flotadores en los brazos - ¿Pueden venir Molly y Mike también?
-Seguro, si Edward quiere venir al agua y ayudarme - dije, con mis ojos fijos en su cara.
-Seguro - asintió. Se levantó y se quitó la playera (*babas*) Creí que iba a darme un ataque al corazón. O que finalmente iba a dejar de respirar. Sus músculos estaban firmemente esculpidos, su pecho sudaba ligeramente. Era la cosa más sexy que jamás había visto. Él tomó a Molly y los cinco caminaron hacia el agua. Me tomó un minuto darme cuenta que se había movido, así que tomé a Lexie de la mano y las dos corrimos detrás de ellos. Me zambullí en el agua cuando sentí el agua llegar a mis rodillas. Podía oír a Lexie reirse destrás de mi cuando emergí.
-Ven aquí - dije, abriendo mis brazos. Ella saltó al agua, dejando que los flotadores la detuvieran mientras pataleaba para llegar a mi. La abrazé y ella rió fuertemente. Ella se hizo para atrás y hundió la cabeza en el agua. Se levantó un segundo después, su cabello castaño chorreaba. Estaba sonriendo ampliamente, sin importarle que el agua salada no le entrara a la boca. Me volteé y sólo vi a Edward. Angela y Ben estaban al borde del agua, cada uno sosteniendo a uno de los gemelos. Ellos nos saludaron y nosotros les saludamos de vuelta. El agua me llegaba arriba de la cintura y las olas un casi hasta mi cuello. Pero era una excelente nadadora y sabía que Edward estaría bien.
-¡Quiero nadar hacia Edward! - gritó Lexie.
-Muy bien, ¿listo Edward? - lo llamé. El asintió, abriendo los brazos. Espere hasta que llegara una ola y dejé ir a Lexie. Ella medio flotaba, medio nadaba hacia Edward. El rió, levantándola y dándole vueltas mientras ella reía. Me sorprendía lo mucho que él lucía... como un padre. Y el era un padre. Su padre para ser exactos. Que irónico.
-¡Buen trabajo Lexie! - dijo, su voz estaba llena de un verdadero entusiasmo. Lexie envolvió sus brazos alrededor de su cuello y lo abrazó. Ella tenía una enorme sonrisa en el rostro.
-¿Puedo sumergirme más? - le preguntó a Edward.
-Seguro. Respira hondo - la sostuvo hasta que el agua le llegó al cuello - ¿Lista? - ella respiró hondo y asintió. Edward la sostuvo de las manos mientras ella se hundía en el agua. Cuando el la sacó del agua ella estaba tosiendo y escupiendo. Una cara de pánico que era igual a la mía, cruzó su rostro. La levantó y le dio palmaditas en la espalda. Ella sacaba agua cada vez que tosia. Nadé los pocos metros que nos separaban lo más rápido que pude.
-¿Estas bien cariño? - dije casi sin aliento. Ella asintió lentamente, un par de lágrimas se deslizaban por sus mejillas.
-Me t-tragué el a-agua - dijo débilmente. Extendí mis brazos y Edward me la entregó.
-Oh cariño - suspiré, sosteniendola contra mi pecho. Ella tosió una vez más antes de respirar profundamente un par de veces. Suspiré con alivio y oí a Edward suspirar a mi lado.
-Me quiero salir - dijo suavemente.
-Claro que sí nena - la saqué del agua, Edward nos seguía se cerca. Cuando llegamos a nuestro puesto, Edward extendió una toalla para que Lexie se recostara. La acosté suavemente, cubriendo su cuerpo con otra toalla para que no la quemara el sol, dejando solamente su cabeza sin cubrir. Me hundí en la silla de playa que estaba a un lado de ella, dejando que mis dedos jugaran con su cabello distraidamente. Me incliné hacia atrás, dejando que el sol secara mi cuerpo.
-¿Bella? - la voz de Edward estaba aun lado de mi oreja, mandando escalofrios por toda mi espalda. Volteé la cara hacia él. Me sonrió torcidamente.
-¿Si? - le respondí.
-Le puedes decir a Tía Rosie que le estoy agradecido. Te ves muy sexy - Se rió silenciosamente antes de sentarse en la silla que estaba a un lado de mí, recostándose sobre ella y cerrando los ojos. El agua estaba cayendo lentamente de sus músculos. Tirité levemente. Este iba a er un día bastante largo.
Un par de horas después...
Estaba sosteniendo a una ya dormida Lexie en mis brazos. Edward me había acompañado hasta nuestro apartamento, llevando mis bolsos para que no tuviera que despertar a Lexie. Lo invité a pasar y él aceptó, se sentó en la mesa mientras ponía a Lexie en su cama. Tenía puesto mi vestido de nuevo y mi cabello estaba atado en una cola de caballo. El cabello de Edward estaba desordenadado de la misma forma en la que se había secado, callendo de forma sexy sobre sus ojos. Lexie se había dormido alrededor de una hora después de que Edward y yo la sacamos del agua. Él incluso la dejó enterrarlo en la arena, (n_n) con ayuda de Molly y Mike. Eso fue gracioso. Cuando regresé de acostar a Lexie, el estaba esperando en la puerta.
-Me tengo que ir - dijo disculpándose - Mi prima me sigue llamando y necesito ver que quiere, y conociendola, será una conversación muy larga - me preguntaba si estaba hablando de Alice. Ellos eran primos después de todo y ella siempre hablaba mucho por teléfono. Una ola de tristeza me envolvió más que nada al recordar a mi vieja mejor amiga, pero también, en parte, porque no quería que Edward se fuera. Sabía que era loco pensar que lo extrañaría, especialmente porque que lo conozco desde hace un par de días. Pero me sentía extrañamente conectada con él. Tal vez por Lexie ¿Quién sabe?
-Esta bien - suspiré tristemente - Hoy me divertí mucho. Creo que Lexie ya te ama - el sonrió.
-Yo también me diverti. Y yo también ya amo a Lexie. Es imposible no hacerlo - dijo. Le sonreí. Una de sus manos tentativamente rozó mi mejilla. Atrajo sus labios hacia los míos gentilmente. Amaba la forma en la que sus labios se sentían sobre los míos, suaves y cálidos, moviendose suavemente conmigo. Él se separó después de un pequeño momento. Podía sentir mis mejillas rojas, y una amplia sonrisa en todo mi rostro.
-¿Mami? - la voz de Lexie soltaba risitas detrás de mí. Ella estaba sosteniendo du peluche favorito en su mano y tenía una sonrisa juguetona en sus labios.
-Hasta luego Bella - suspiró con nostalgia - Hasta luego Lexie.
-Hasta pronto Edward - ella cantó en respuesta. El me dirijió una última sonrisa antes de irse. Me volví para ver a Lexie. Ella aún estaba sonriendo.
-¿Qué? - dije finalmente.
-Me gusta Mami - decidió - Puedes besarlo todo lo que quieras - me reí. Me pregunto... ¿que diría si le dijera que él era su papá? Probablemente se emocionaría.
-Bien - dije, tomando su mano para ayudarla a subir las escaleras y que se fuera a la cama de nuevo. Porque quiero besarlo mucho más.
Re: Little Pink Envelope
edward esta enamorado tambien
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Re: Little Pink Envelope
esta muy buena la historia se ve q edward esta enamorado de bella pero q va ecer cuando se entere q lexie es su hija ojala publiques pronto
vaneian08- .
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Re: Little Pink Envelope
y ke pso
esta genial
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esta genial
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Elizabeth le françoise- .
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Re: Little Pink Envelope
siii porfi seria genial ver que pasa .......
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6/8/2014, 3:25 pm por Sammy17
» Saludos desde BOLIVIA
18/11/2013, 1:07 pm por silan
» necesito ayuda
29/9/2013, 7:32 pm por an.dii.995
» Emmm hola :) me acabo de unir mucho gusto :3
10/8/2013, 12:23 am por emy1718
» ¿Tu piel es tan suave como parece? (M +18)
17/7/2013, 5:49 pm por Qamiila Quinteros
» Soy nueva :D
25/6/2013, 5:08 pm por valeria maria delosantos
» Soy Nuevo en el Foro y ahora que hago ???
6/6/2013, 10:49 am por bella_1996
» Dakota Fanning / Michael Sheen - Imagenes/Videos de Paparazzi / Estudio/ Eventos etc.
26/5/2013, 1:44 pm por isvilce
» Ashley Greene - Imagenes/Videos de Paparazzi / Estudio/ Eventos etc.
26/5/2013, 1:43 pm por isvilce
» 'Hold on to me'
26/5/2013, 1:39 pm por isvilce
» MAP TO THE STARS
26/5/2013, 1:37 pm por isvilce
» Taylor Lautner - Imagenes/Videos de Paparazzi / Estudio/ Eventos etc.
25/5/2013, 2:43 pm por isvilce
» Kristen Stewart
25/5/2013, 2:30 pm por isvilce
» Imagenes/Videos Paparazzi
25/5/2013, 2:25 pm por isvilce
» Kristen Stewart - Imagenes/Videos de Paparazzi / Estudio/ Eventos etc.
25/5/2013, 2:23 pm por isvilce