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Alarmas (+18)
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Alarmas (+18)
Si, cabras. Otra vez yo jajaja tengo varios one shot y cosillas de twilight para subir aquí, aunque a veces me desespera no recibir ningún comentario xddd no estoy acostumbrada, porque donde los subo son bastante leídos :$ No soy muy fan de la pareja, pero siempre he querido ver a Esme loca e infiel. xdd Carlie no, él es devoto y buenito. Pero Esme es otra historia, después de leer que su poder era 'amar con pasión' , mi mente no dejó de imaginarla como la ninfómana sado-masoquista Sra. Cullen :D Es mi personaje favorito. :9
Ignoren el Partypants de la foto, es lo mismo que si digiera ConsuFer. No estoy plageando a nadie.
Sus manos apretaron el manubrio del vehículo un poco más, nervioso. La lluvia comenzaba a caer con más fuerza. Bajó la velocidad y le echó una ojeada a la hoja de papel sobre el asiento del copiloto. En ella, un elaborado mapa hecho a mano sobre cómo llegar a la casa. Recordaba que había estado en esa casa hacia tiempo, unos cinco o seis años atrás, por lo que cuando su colega le dijo que habían enviado un boceto con la dirección, agradeció mentalmente y tomó las llaves del auto antes de salir.
Encontró la entrada gracias a que al parecer el autor del dibujo en la hoja era bastante detallista. Teniendo la hoja sólo un idiota se hubiera perdido. Detuvo el motor del auto a unos metros de la entrada y guardó el boceto en la guantera antes de levantar la vista hacia la casa. Sus ojos oscuros se abrieron atónitos.
- Completamente arruinada – pensó en voz alta. La casa frente a él era completamente distinta a la que él recordaba. Probablemente hubieran demolido la anterior. Ahora no quedaba nada de lo que alguna vez había sido una hermosa casa construida poco después de los 30. Incluso aquella era lo suficientemente grande para siete personas. Suspiró, sabía que la familia que vivía aquí tenía bastante dinero, pero no creyó que fueran otra de esas estúpidas familias derrochadoras.
Su mano envolvió con fuerza el mango de la puerta antes de salir.
La puerta hizo un ruido sordo al verse azotada contra el carro al ser cerrada por el hombre que miraba su reloj con alivio; 12.30pm. Con algo de suerte, termino con esto rápido, antes que los niños vuelvan del instituto, pensó, pero no tuvo suerte. Una de las chicas apareció en la puerta principal cuando Charlie subía las escaleras hasta la misma. Se le veía algo alterada. Cuando se acercó un poco más para darle a la 'chica' una inspección más de cerca, su garganta se secó y el aire se le atoró en ella. No parecía una chica de instituto, pero la criatura frente a él no podía ser la sra. Cullen. ¡Ni siquiera aparentaba treinta, por amor de Dios! Menos mal que al menos su ropa le hacía pensar -vagamente- a lo que podría ser una madre; una blusa blanca y una falda de talle alto ajustada que debió haber sido azul oscuro antes de llenarse de manchas de pintura color crema. El policía se volvió completamente consiente del sujetador negro bajo el delgado material de la blusa.
Había oído que la esposa del doctor Cullen era una perfecta ama de casa, pero no describiría con esas palabras a la persona que se hallaba frente a él. Más bien estaba pensando en una de esas sensuales secretarias que tienen los empresarios. Joven, sexy y curvilínea.
Llevaba el cabello color caramelo recogido en una desarmada coleta, haciendo que algunas ondas rebeldes cayeran gracilmente sobre su rostro en forma de corazón. Su cuerpo era delgado y pequeño, pero no por eso menos curvilíneo. Sus expresivos ojos dorados fijos en el hombre, quedaban a la altura de su mentón.
Dio un paso al frente y estiró su mano hacia ella. Una sonrisa cruzó inmediatamente los labios de la mujer al hacer contacto con la cálida piel del hombre.
- Charlie Swan – la oyó decir, con voz melodiosa y suave. No dijo nada al notar que no era una pregunta. – Muchas gracias por venir hasta aquí. Creí que no vendría luego de saber qué clase de problema era, sé que es tonto, pero realmente no sé qué hacer.
En Forks no había ninguna compañía de alarmas y, aunque fuese un pueblo pequeño y bastante seguro, aquella casa en particular se hallaba bastante alejada del resto. Así que, alguien le había dicho al doctor Cullen que la comisaría se podría ocupar de aquello. Realmente Charlie no estaba acostumbrado a esta clase de trabajo, pero los Cullen eran ahora una de las familias más importantes del lugar.
- Es parte del trabajo, señora Cullen – respondió, esperando que la pequeña figura frente a él fuera realmente la señora Cullen. También aprovechó para repetirse un par de veces que estaba casada.
Ella se mantuvo quiera en la puerta mirándolo en shock. Él sabía que lo estaba esperando, o por lo menos la señora Cullen lo estaba.
Tragó nervioso, temiendo que se hubiera confundido y frente a él se encontrara una de las hijas en vez de la madre. ¿Acaso iba a dejarlo aquí bajo la lluvia todo el día o qué? La oyó suspirar.
- Entre, por favor – dijo, apoyando su nívea mano en su hombro para guiarlo hasta dentro. – Lamento el calor, pero con la lluvia que hay afuera no puedo dejar muchas ventanas abiertas y el aire acondicionado aún no esta instalado. Personalmente no me molesta, pero creo que será necesario tenerlo.
- Es útil cuando uno lo necesita, pero no creo que haga mucha falta. El calor es completamente soportable.
- ¿Pero qué dirán mis invitados? – río.
"No vayan ahí" pensó Charlie, recordando lo que Billy le había dicho al enterarse. Los Cullen no eran como las típicas familias de Forks, pero no se les debía juzgar por su dinero, especialmente si esta pequeña belleza frente a él era la sra. Cullen, que ahora le sonreía.
- Gracias, sr. Swan, por sus modales. Sé que esto es un horno.
- Charlie está bien, señora Cullen – dijo, mirando el vestíbulo y la sala de entrada. No le importaba el diseño, pero haría cualquier cosa para evitar mirar aquellos hipnotizantes ojos ámbar.
- En tal caso, llámeme Esme.
- Esme – le siguió, sintiendo cómo el nombre salía de su boca. Exótico. - ¿Por dónde empiezo? ¿Alguna habitación a la que no debería entrar?
- La oficina de Carlisle. Aunque no te preocupes, iré contigo, Charlie – dijo, sonriendo al momento de decir su nombre. – No quiero que te pierdas.
- Seguro – dijo, y puso los ojos en blanco cuando ella se volteó. - ¿Ustedes son siete?
Ella no tenía edad suficiente para ser madre de adolescentes, aunque fuesen adoptados. A qué edad se había casado? A los dieciséis?
- Edward, Alice, Emmett, Jasper, Rosalie, Carlisle y yo. Con cinco adolescentes creo que la casa nos quedará pequeña – bromeó. Un segundo después se detuvo y Charlie estuvo apunto de estrellarse contra ella. La mujer sugirió iniciar en el segundo piso, y aunque tenía más sentido empezar por el primero, Charlie ya la estaba siguiendo por las escaleras antes de pensar en decir no.
Vio con elegancia como sus desnudos pies se deslizaban por los escalones y como su falda subía por sus muslos a cada paso que daba. Justo antes de que la falda terminara de arremolinarse alrededor de sus caderas, Esme la jaló hacia abajo con un saltito.
Sexy, rica, joven y ama de casa, pensó. Ella debía estar en Hollywood, filmando alguna película. Preferentemente una porno.
Ella tenía que levantar casi completamente su cabeza para hacer contacto visual mientras hablaba y señalaba las seis habitaciones sin camas. Las había encargado en Seattle, pero aún no habían llegado. Charlie miraba su trasero mientras caminaban, apenas prestando atención a otra cosa.
- Yo quería que los chicos iniciaran las clases a tiempo, pero fue imposible. Gracias a Dios, empezamos las renovaciones antes de que Carlisle obtuviera el trabajo.
- ¿Renovaciones? – la palabra había cogido su atención. – Creí que todo esto era nuevo.
- No, sólo lo es la entrada. Preferí quedarme con varios elementos de la casa original, como el porche trasero, la cocina, la bodega, el jardín y una que otra habitación. Normalmente intento combinar lo antiguo y lo moderno en mis diseños.
- ¿Tus diseños? – No importaba que Charlie los odiara. Si ella había diseñado la casa, significaba que incluso era más que una cara bonita.
- Soy diseñadora… bueno, lo era. Ya veremos que tan mala soy como ama de casa. Podía tener un cliente o dos en Seattle. Incluso en Alaska siempre trabajé – Esme se detuvo en el marco de una de las habitaciones. - ¡Oops, habitación equivocada! – comenzó a reír, rompiendo contacto visual. – Ese es el mío.
Esme ya le había mostrado a Charlie el "dormitorio principal". ¿Acaso ella tenía su propia habitación?
- Está todo hecho un desastre aquí dentro. Por favor, discúlpame – Ella se inclinó para recoger unas hojas del piso, apoyándose en un pie y levantando hacia atrás el otro. Una sonrisa se formó en su rostro cuando su pie desnudo tocó la pierna del policía.
Si tan sólo ella supiera cuándo había sido la última vez que Charlie había tenido algún tipo de contacto accidental con una mujer, seguramente se reiría.
- ¿Bajamos? – preguntó, enderezándose. Charlie asintió, dejándola pasar a su lado antes de seguirla. Charlie volvió a mirar su falda, pero suspiró al notar que no había alcanzado a ver que tan arriba había llegado pues ella lo había bajado. – Vayamos al jardín. Estoy preocupada con el garaje y el acceso a la piscina – Se dio vuelta, esperando a que el hombre la alcanzara. – Lo siento. No es que yo no lo respete a usted o a sus compañeros, pero estamos muy lejos y no tenemos vecinos. Pasaré la mayor parte del tiempo aquí sola, y mis hijos se preocupan por mí.
- Yo también lo haría – dijo, aunque se arrepintió en seguida por haber sonado algo cercano. Esme seguía sonriendo cuando volvió a voltear y comenzó a caminar de nuevo, bajando su falda. – No hay nadie cerca de aquí. Si ocurre una emergencia nadie sabría. Un poco de protección de más no le hace daño a nadie – continuó, sonando profesional, aunque sabía que aquello era completa mentira. Nadie en Forks sería lo suficientemente estúpido como para entrar y robar a los Cullens. Aquel era un pueblo pequeño. Charlie ni siquiera aseguraba la puerta se su casa.
Esme le señaló la sala de teatro, la de juegos y el garaje, antes de llegar a la sala de la piscina, junto al jardín. Las ventanas estaban abiertas ya que no importaba si la habitación se mojaba. Ahí dentro debía haber unos diez grados menos que en el resto de la casa.
- Por favor, discúlpame – le oyó decir, antes de sentir como tocaba delicadamente su antebrazo al pasar junto a él. Dió dos pasos rápidos y saltó a la piscina.
Charlie tuvo que hacer uso de toda su compostura para no saltar tras ella.
Sólo está coqueteado, se dijo a sí mismo. Ella no tenía más de treinta y era rica. Todo el mundo sabe que la gente así se comporta diferente. Ellos no tienen límites.
La vio aparecer cerca de la escalera y salir de la piscina. Su blusa completamente ceñida a su cuerpo y un par de botones desabrochados, exponiendo la parte superior de sus pechos y algo de su sujetador.
Comenzó a reírse mientras arreglaba su blusa. Tal vez simplemente es muy espontánea, consideró Charlie.
- Joder. De verdad lo siento. El calor me estaba matando. Uno de los beneficios de tener una piscina es que no hay nadie que te mire con desaprobación cuando te lanzas a la piscina vestida. ¿Me pasas aquella toalla? – pidió, apuntando hacia una de las sillas para tomar sol, en donde había una toalla. - ¿Tienes hijos?
No, definitivamente no está coqueteando, se dijo mientras se agachaba a recoger la enorme toalla turquesa.
- Una hija – contestó. – Vive con su madre fuera del estado.
- Hmm. Iba a invitarlos a utilizar la piscina. My hijo mayor y yo somos los únicos que la utilizamos – comentó, mientras se agachaba y estrujaba el agua de su cabello. – Me encanta nadar. Nuestra piscina en Alaska era como mi santuario. Si quiere puedes venir a usarla, Charlie. Sólo llama antes, porque nos gusta salir con los chicos a acampar o ir fuera de la ciudad seguido.
No esta coqueteando, sólo esta siendo amable. Charlie extendió la mano para ayudarla a pararse.
Ella le sonrió, pero ignoró su mano y se levantó por su cuenta. Agarró suavemente su brazo para empujarlo hacia Charlie, pero se detuvo al notar que era más firme y musculoso de lo que ella había creído. Sonrió y levantó la vista hacia él.
- ¿Quieres limonada? Recién exprimida – ofreció, apretando levemente su brazo.
- Seguro. Gracias, señora Cullen.
Esme volvió a reír cuando entraron de nuevo a la casa. – Lo siento, Charlie – dijo, mirándolo por sobre su hombro. – Sigue el camino de agua hasta la cocina – bromeó y su sonrisa creció al notar que a Charlie le había hecho gracia. – Siéntete libre de mirar – agregó al entrar a la cocina. Charlie mordió su labio inferior. Por supuesto que ella se refería a la casa, pero él estaba bastante cómodo mirándola exclusivamente a ella desde atrás.
- Bien, Charlie, ¿cuán es el diagnostico?
Él tomó asiento en una de las sillas cercanas a los mesones, suspirándo.
- El vidrio es lo suficientemente ancho como para que no puedan romperlo, pero aún así podrían abrirlas, ya que las cerraduras no son muy seguras. Sugiero colocar censores de movimiento en las ventanas y las puertas que den al exterior. Además de un par de alarmas contra incendios, por supuesto.
Esme se colocó de puntillas para alcanzar un vaso de vidrio de uno de los estantes, pero se detuvó para mirarlo por sobre su hombro.
– Cuánto?
Charlie le calculó un momento antes de contestar. – Es un trabajo bastante complicado. Llamé a este tío – sacó una tarjeta de su bolsillo. – y pídale lo que necesita. Él le dirá cuánto cuesta todo en total. Luego llame a este – sacó un bolígrafo y una pequeña libreta. Anotó un número y el nombre de Billy sobre el mismo. – Es un amigo. Está certificado y hace un excelente trabajo, aunque está en silla de ruedas. Su hijo, Jake, y sus amigos de la reserva hacen la mayoría del trabajo en terreno. – le extendió la hoja de papel. -Probablemente también le hagan un descuento.
Esme empujó la hoja hacia Charlie. - ¿Te importaría? Soy un poco tímida. Tú podrías decirle a tu amigo que estaría encantada, pero creo que prefiero a una empresa local – dijo alejándose. Si ella se hubiera sonrojado, Charlie se hubiera tragado lo de la timidez.
- ¿Estás en servicio? – preguntó, mientras Charlie la miraba ir de un lado a otro de la cocina, buscando cosas, con elegancia.
- No – contestó. Levemente arrepentido cuando notó lo cortante que había sido.
Joder, pensó, intentando ignorar la razón por la cual encontraba su cuerpo tan atrayente. Tal vez era un poco más baja, tal vez un poco más curvilínea, con el cabello un poco más castaño y las facciones más marcadas, pero tenía un aire similar al de Réene, su ex esposa. Aunque más dulce y definitivamente más atractiva.
Esme sonreía, mostrando sus blancos y perfectos dientes, que invitaban a Charlie a tomar su vaso de limonada. Ella le acercó la jarra y luego se volteó para volver a intentar coger el vaso de los estantes. Está vez dio un saltito, pero no lo alcanzó, así que se agachó un poco y volvió a saltar, está vez dándose algo de impulso extra con la mesa.
Él intentó no reír. Justo cuando recordaba que Réene jamás había sido tímida, Esme había vuelto a saltar. Era bastante sexy verla completamente estirada intentando alcanzar el condenado vaso. Al tercer saltó el borde de su falta quedó atrapado en la barra y reveló, muy ligeramente, su tanga negra.
Sus ojos color chocolate se abrieron como platos al instante y sintió la boca repentinamente seca.
Finalmente, ella alcanzó a agarrar el vaso y bajó hasta el suelo con elegancia. Dejó el vaso en la mesa para arreglarse el vestido.
- Lo siento – le oyó susurrar, antes de verla girar la cabeza para mirarlo por sobre su hombro con una pequeña sonrisa. - ¿Me creerías si te digo que fue un accidente?
- Por supuesto. No tiene que avergonzarse – Él quería terminar la frase con un 'señora Cullen' y recordarse a sí mismo que estaba desvistiendo mentalmente a una mujer casada, que era torpe, no tímida.
Sirvió limonada en el vaso y le encajó un limón en el borde. Lo deslizó hasta él y de un salto se sentó en uno de los asientos, cruzando las piernas.
Ella seguía sonriendo. – Por favor, dime que helará pronto.
- Siempre nieva en Octubre – le dijo antes de tomar un sorbo de su vaso. – Esta deliciosa. Gracias. – Bebió otro trago, pero se detuvo al darse cuenta que se había acabado la mitad del vaso en dos sorbos.
- Puedes servirte toda la que quieras. Es lo menos que puedo hacer por ti.
Charlie se bebió el resto del vaso sin más provocación. Luego, se lo tendió amablemente a Esme, que lo tomó complacida. Se escurrió fuera del asiento hacia el otro extremo del mesón en donde estaba el jarro. Su falda deslizándose hacia arriba a medida que caminaba.
No, aquella mujer no era similar a Réene, ni en lo más mínimo. Ella no soltaría algún comentario obvio, como Réene. Tampoco negaría su torpeza y fingiría saberlo todo. Tal vez esta era su última obertura. Él sabía que ella era completamente conciente del comportamiento de su falda. Toda la situación en sí era deliberada. Todo esto no era más que un simple coqueteo.
Lo había sido todo el tiempo.
La observó girar la cabeza hacia él desde donde estaba parada. Tan lentamente que le pareció eterno. Esta era su última oportunidad.
Charlie dio un paso adelante, sus zapatos haciendo que la madera crujiera bajo él. Ella suspiró, antes de que él la tocara. Con ambas manos él la sujeto por los hombros y la obligó a mirarlo.
- ¿Si, Charlie? – susurró sonriendo, mientras él arrastraba una de sus manos por su espalda hacia la curva de su trasero y hacia la cara interna de sus muslos. Ambos sabían que la piscina no tenía nada que ver con la humedad entre sus piernas. Charlie deslizó su dedo por sobre la tela, disfrutando al ver cómo ella cerraba los ojos e inclinaba levemente la cabeza hacia delante. Una sonrisa se formó bajo su bigote cuando metió un dedo en ella.
Las típicas palabras se le vinieron a la mente: estrecha, húmeda y sensible, pero no tan caliente como creía. Sexy, si, pero la sensación no era tan cálida como esperada, o recordaba. Obviamente había pasado mucho tiempo desde que había tocado a una mujer así. Charlie removió su dedo antes de volver a meter, esta vez dos, más lentamente.
Esme gimió, aferrándose a la chaqueta de Charlie. Charlie quitó los dedos, para asegurarse que aquel fuese un gemido de placer.
- Oh, si – le oyó susurrar prácticamente sin mover los labios. Esme se echó hacia atrás, apoyándose en el borde de la mesa.
Charlie quitó la mano que tenía en su hombro y se las ingenió para desabrochar sus pantalones y bajar la cremallera. Suspiró aliviado al ya no sentir los repentinamente angostos pantalones, una vez que cayeron hasta sus rodillas.
Comenzó a mover los dedos cuando encontró su clítoris, comenzando a jugar con ella. Esme volvió a gemir y sus manos fueron a parar en su nuca, jalándolo hacia abajo para que sus labios se encontraran.
Se sorprendió un poco al notar la diferenta entre el beso y la personalidad de la mujer. Ella era dulce y delicada, pero sus besos eras firmes y desesperados. Un gemido de disgusto se ahogó entre sus bocas cuando él sacó sus dedos de ella. Luego, rompió el beso y de llevó los dedos a la boca; más dulce de lo que recordaba.
Gimió al notar un par de manos colándose por su boxers. Bajó la vista y se encontró con los ojos de la mujer fijos en su erección. Volvió a gemir cuando ella comenzó a masturbarlo. Sus suaves y frías manos se deslizaban por toda su longitud con un ritmo constante, delirante.
La agarró por los hombros y la dio vuelta. Esme jadeó ante el inesperado movimiento, pero no se opuso e inclinó la parte superior de su cuerpo sobre la mesa. Charlie levantó la falda y bajó sus bragas.
Presionó su miembro contra su culo, disfrutando como ella se tensaba en anticipación. Comenzó a penetrarla, sin dejar de mirar su rostro; ojos cerrados y boca entreabierta. Siguió su camino lentamente, con ambas manos en sus caderas, manteniendo la falda amontonada alrededor de ellas.
Se planteó la situación unos segundos, ahora ya que depués no podría ser capaz ni de decir su propio nombre. Charlie no tenía dudas en su mente que iba a follar a la mujer que tenía delante y tampoco tenía dudas en que ella quería ser follada. Pero Esme era proporcionada y pequeña, demasiado. Charlie no quería hacerle daño, pero verla ahí, jadeando con los ojos cerrados y la boca entreabierta, la coleta ya completamente desarmada, las piernas abiertas y los codos contra los azulejos de la mesa...Oh, Dios. Prácticamente se lo estaba rogando.
Charlie terminó de entrar en ella con un movimiento rápido. La oyó gemir, mientras se acostumbraba un poco al tamaño de su miembro. Esme se enderezó y su espalda quedó contra su pecho. Alzándo sólo la mano derecha de sus caderas, se coló en la blusa de la mujer, subiéndola lo más rápido que sus manos le permitían. Hundió la cabeza en la curva de su cuello y comenzó a trazar caminos de besos a lo largo de este. Sonrió al sentir a Esme comenzar a desabrochar su propia blusa, jadeando.
Justo cuando ella terminaba de desabrochar el último botón, sintió como Charlie la embestía, haciendo que su cadera se estrellase contra el borde del mesón de azulejos color ladrillo. Sus delgadas y pequeñas manos fueron a parar sobre este para no perder el equilibro. Gimió y mordió su labio.
Charlie volvió a sonreír, antes de delizar sus manos por su terso y suave abdomen para alcanzar el sujetador. Coló una mano y tomó con fuerza uno de los pechos. Con tanta fuerza que cualquiero mujer se quejaría o gritaría, pero el hecho de que Esme simplemente jadeara con más fuerza y dejara caer su cabeza hacia atrás, apoyándola en su hombro, como si le agradara su brusquetad, lo excitaba de sobremanera.
Comenzó a jugar con su pezón al mismo tiempo que volvió a embestirla, ésta vez con más fuerza. Ambos gimieron, y Esme levantó un brazo para agarrar el áspero y oscuro cabello de Charlie, enredándo sus dedos en él y jalándolo.
Unos segundes después y las embestidas de Charlie ya habían agarrado ritmo. Rápido, brusco, fluído. Delirante.
El sonido de gemidos y jadeos llenaban la cocina, mientras el olor a sexo se colaba por cada rincón, cada cajón del lugar. Charlie sacó la mano de la cadera de Esme y la coló por la falda, comenzando a jugar con el lugar más sensible de su cuerpo. Sonrió al sentirla temblar contra él.
Estaba cerca, estaban, lo sentía. La sentía a ella gemir y aferrarse a la mesa con una fuerza inhumana. Si Charlie hubiera tenido la mente clara en ese momento, tal véz se hubiera preguntado cómo podía una pequeña y delicada mujer como Esme, deformar la orilla de la mesa con sus dedos. Suerte que este no era el caso. La sintió arquearse, apretándo más sus hombros contra su pecho a la vez que sus musculos internos apretaban su miembro. Charlie ahogó un gemido en el hombro de la mujer y la embistió una última vez. Ambos llegaron al climax al mismo tiempo.
- Mierda... - gimió él con voz ronca.
Esme apoyó la mitad superior de su cuerpo nuevamente contra la mesa, intentando regular su respiración. Charlie dió un pasó hacia atrás y se apoyó en el mesón del lado contrario de la cocina. Una sonrisa cruzó su rostro al ver a Esme aún dándole la espalda; la falda al rededor de las caderas y las bragas enredadas en los tobillos.
Sus ásperas manos alcanzaron sus boxers y sus pantalones, volviendo a vestirse. Esme no tenía que darse vuelta para saber exactamente que estaba haciendo el hombre tras ella, pero sólo cayó en la cuenta cuando oyó el cierre de sus pantalones subir. Se dió la vuelta y comenzó a reacomodarse la ropa, repentinamente incómoda.
Una vez lista, se enderezó y le quedó mirando. Charlie tragó con dificultad; ya no quedaba nada de los dulces ojos dorados que se le habían estado insinuando toda la tarde. Un par de orbes negras lo miraban con deseo. Ahora la que tragó fue Esme, bajando la vista y moviéndo levemente la cabeza.
- Mis hijos llegarán pronto.
Sus miradas volvierona encontrarse. Charlie aún respirada agitado, pero asintió.
- Te harás cargo de lo de las alarmas? Lo apreciaría mucho - su voz ahora no era más que un susurro, sus ojos fijos en él. Cada movimiento, cada gesto.
- Será un placer hacerme cargo de la seguridad de su casa - contestó, volviendo a asentir. Una pequeña sonrisa se coló en los carnosos labios de Esme. - Ha sido un placer trabajar para usted - agregó, aclarandos la garganta al notar que su voz aún estaba algo ronca.
- Mis hijos llegarán pronto - repitió, bajándo la vista. Claramente no quiere que estes aquí cuando los cinco críos lleguen, le dijo una voz interior.
Charlie asintió y se dirigió a la salida.
Ignoren el Partypants de la foto, es lo mismo que si digiera ConsuFer. No estoy plageando a nadie.
Alarmas: Charlie & Esme.
"Si respetas la importancia de tu trabajo, éste, probablemente, te devolverá el favor."
"Si respetas la importancia de tu trabajo, éste, probablemente, te devolverá el favor."
Sus manos apretaron el manubrio del vehículo un poco más, nervioso. La lluvia comenzaba a caer con más fuerza. Bajó la velocidad y le echó una ojeada a la hoja de papel sobre el asiento del copiloto. En ella, un elaborado mapa hecho a mano sobre cómo llegar a la casa. Recordaba que había estado en esa casa hacia tiempo, unos cinco o seis años atrás, por lo que cuando su colega le dijo que habían enviado un boceto con la dirección, agradeció mentalmente y tomó las llaves del auto antes de salir.
Encontró la entrada gracias a que al parecer el autor del dibujo en la hoja era bastante detallista. Teniendo la hoja sólo un idiota se hubiera perdido. Detuvo el motor del auto a unos metros de la entrada y guardó el boceto en la guantera antes de levantar la vista hacia la casa. Sus ojos oscuros se abrieron atónitos.
- Completamente arruinada – pensó en voz alta. La casa frente a él era completamente distinta a la que él recordaba. Probablemente hubieran demolido la anterior. Ahora no quedaba nada de lo que alguna vez había sido una hermosa casa construida poco después de los 30. Incluso aquella era lo suficientemente grande para siete personas. Suspiró, sabía que la familia que vivía aquí tenía bastante dinero, pero no creyó que fueran otra de esas estúpidas familias derrochadoras.
Su mano envolvió con fuerza el mango de la puerta antes de salir.
La puerta hizo un ruido sordo al verse azotada contra el carro al ser cerrada por el hombre que miraba su reloj con alivio; 12.30pm. Con algo de suerte, termino con esto rápido, antes que los niños vuelvan del instituto, pensó, pero no tuvo suerte. Una de las chicas apareció en la puerta principal cuando Charlie subía las escaleras hasta la misma. Se le veía algo alterada. Cuando se acercó un poco más para darle a la 'chica' una inspección más de cerca, su garganta se secó y el aire se le atoró en ella. No parecía una chica de instituto, pero la criatura frente a él no podía ser la sra. Cullen. ¡Ni siquiera aparentaba treinta, por amor de Dios! Menos mal que al menos su ropa le hacía pensar -vagamente- a lo que podría ser una madre; una blusa blanca y una falda de talle alto ajustada que debió haber sido azul oscuro antes de llenarse de manchas de pintura color crema. El policía se volvió completamente consiente del sujetador negro bajo el delgado material de la blusa.
Había oído que la esposa del doctor Cullen era una perfecta ama de casa, pero no describiría con esas palabras a la persona que se hallaba frente a él. Más bien estaba pensando en una de esas sensuales secretarias que tienen los empresarios. Joven, sexy y curvilínea.
Llevaba el cabello color caramelo recogido en una desarmada coleta, haciendo que algunas ondas rebeldes cayeran gracilmente sobre su rostro en forma de corazón. Su cuerpo era delgado y pequeño, pero no por eso menos curvilíneo. Sus expresivos ojos dorados fijos en el hombre, quedaban a la altura de su mentón.
Dio un paso al frente y estiró su mano hacia ella. Una sonrisa cruzó inmediatamente los labios de la mujer al hacer contacto con la cálida piel del hombre.
- Charlie Swan – la oyó decir, con voz melodiosa y suave. No dijo nada al notar que no era una pregunta. – Muchas gracias por venir hasta aquí. Creí que no vendría luego de saber qué clase de problema era, sé que es tonto, pero realmente no sé qué hacer.
En Forks no había ninguna compañía de alarmas y, aunque fuese un pueblo pequeño y bastante seguro, aquella casa en particular se hallaba bastante alejada del resto. Así que, alguien le había dicho al doctor Cullen que la comisaría se podría ocupar de aquello. Realmente Charlie no estaba acostumbrado a esta clase de trabajo, pero los Cullen eran ahora una de las familias más importantes del lugar.
- Es parte del trabajo, señora Cullen – respondió, esperando que la pequeña figura frente a él fuera realmente la señora Cullen. También aprovechó para repetirse un par de veces que estaba casada.
Ella se mantuvo quiera en la puerta mirándolo en shock. Él sabía que lo estaba esperando, o por lo menos la señora Cullen lo estaba.
Tragó nervioso, temiendo que se hubiera confundido y frente a él se encontrara una de las hijas en vez de la madre. ¿Acaso iba a dejarlo aquí bajo la lluvia todo el día o qué? La oyó suspirar.
- Entre, por favor – dijo, apoyando su nívea mano en su hombro para guiarlo hasta dentro. – Lamento el calor, pero con la lluvia que hay afuera no puedo dejar muchas ventanas abiertas y el aire acondicionado aún no esta instalado. Personalmente no me molesta, pero creo que será necesario tenerlo.
- Es útil cuando uno lo necesita, pero no creo que haga mucha falta. El calor es completamente soportable.
- ¿Pero qué dirán mis invitados? – río.
"No vayan ahí" pensó Charlie, recordando lo que Billy le había dicho al enterarse. Los Cullen no eran como las típicas familias de Forks, pero no se les debía juzgar por su dinero, especialmente si esta pequeña belleza frente a él era la sra. Cullen, que ahora le sonreía.
- Gracias, sr. Swan, por sus modales. Sé que esto es un horno.
- Charlie está bien, señora Cullen – dijo, mirando el vestíbulo y la sala de entrada. No le importaba el diseño, pero haría cualquier cosa para evitar mirar aquellos hipnotizantes ojos ámbar.
- En tal caso, llámeme Esme.
- Esme – le siguió, sintiendo cómo el nombre salía de su boca. Exótico. - ¿Por dónde empiezo? ¿Alguna habitación a la que no debería entrar?
- La oficina de Carlisle. Aunque no te preocupes, iré contigo, Charlie – dijo, sonriendo al momento de decir su nombre. – No quiero que te pierdas.
- Seguro – dijo, y puso los ojos en blanco cuando ella se volteó. - ¿Ustedes son siete?
Ella no tenía edad suficiente para ser madre de adolescentes, aunque fuesen adoptados. A qué edad se había casado? A los dieciséis?
- Edward, Alice, Emmett, Jasper, Rosalie, Carlisle y yo. Con cinco adolescentes creo que la casa nos quedará pequeña – bromeó. Un segundo después se detuvo y Charlie estuvo apunto de estrellarse contra ella. La mujer sugirió iniciar en el segundo piso, y aunque tenía más sentido empezar por el primero, Charlie ya la estaba siguiendo por las escaleras antes de pensar en decir no.
Vio con elegancia como sus desnudos pies se deslizaban por los escalones y como su falda subía por sus muslos a cada paso que daba. Justo antes de que la falda terminara de arremolinarse alrededor de sus caderas, Esme la jaló hacia abajo con un saltito.
Sexy, rica, joven y ama de casa, pensó. Ella debía estar en Hollywood, filmando alguna película. Preferentemente una porno.
Ella tenía que levantar casi completamente su cabeza para hacer contacto visual mientras hablaba y señalaba las seis habitaciones sin camas. Las había encargado en Seattle, pero aún no habían llegado. Charlie miraba su trasero mientras caminaban, apenas prestando atención a otra cosa.
- Yo quería que los chicos iniciaran las clases a tiempo, pero fue imposible. Gracias a Dios, empezamos las renovaciones antes de que Carlisle obtuviera el trabajo.
- ¿Renovaciones? – la palabra había cogido su atención. – Creí que todo esto era nuevo.
- No, sólo lo es la entrada. Preferí quedarme con varios elementos de la casa original, como el porche trasero, la cocina, la bodega, el jardín y una que otra habitación. Normalmente intento combinar lo antiguo y lo moderno en mis diseños.
- ¿Tus diseños? – No importaba que Charlie los odiara. Si ella había diseñado la casa, significaba que incluso era más que una cara bonita.
- Soy diseñadora… bueno, lo era. Ya veremos que tan mala soy como ama de casa. Podía tener un cliente o dos en Seattle. Incluso en Alaska siempre trabajé – Esme se detuvo en el marco de una de las habitaciones. - ¡Oops, habitación equivocada! – comenzó a reír, rompiendo contacto visual. – Ese es el mío.
Esme ya le había mostrado a Charlie el "dormitorio principal". ¿Acaso ella tenía su propia habitación?
- Está todo hecho un desastre aquí dentro. Por favor, discúlpame – Ella se inclinó para recoger unas hojas del piso, apoyándose en un pie y levantando hacia atrás el otro. Una sonrisa se formó en su rostro cuando su pie desnudo tocó la pierna del policía.
Si tan sólo ella supiera cuándo había sido la última vez que Charlie había tenido algún tipo de contacto accidental con una mujer, seguramente se reiría.
- ¿Bajamos? – preguntó, enderezándose. Charlie asintió, dejándola pasar a su lado antes de seguirla. Charlie volvió a mirar su falda, pero suspiró al notar que no había alcanzado a ver que tan arriba había llegado pues ella lo había bajado. – Vayamos al jardín. Estoy preocupada con el garaje y el acceso a la piscina – Se dio vuelta, esperando a que el hombre la alcanzara. – Lo siento. No es que yo no lo respete a usted o a sus compañeros, pero estamos muy lejos y no tenemos vecinos. Pasaré la mayor parte del tiempo aquí sola, y mis hijos se preocupan por mí.
- Yo también lo haría – dijo, aunque se arrepintió en seguida por haber sonado algo cercano. Esme seguía sonriendo cuando volvió a voltear y comenzó a caminar de nuevo, bajando su falda. – No hay nadie cerca de aquí. Si ocurre una emergencia nadie sabría. Un poco de protección de más no le hace daño a nadie – continuó, sonando profesional, aunque sabía que aquello era completa mentira. Nadie en Forks sería lo suficientemente estúpido como para entrar y robar a los Cullens. Aquel era un pueblo pequeño. Charlie ni siquiera aseguraba la puerta se su casa.
Esme le señaló la sala de teatro, la de juegos y el garaje, antes de llegar a la sala de la piscina, junto al jardín. Las ventanas estaban abiertas ya que no importaba si la habitación se mojaba. Ahí dentro debía haber unos diez grados menos que en el resto de la casa.
- Por favor, discúlpame – le oyó decir, antes de sentir como tocaba delicadamente su antebrazo al pasar junto a él. Dió dos pasos rápidos y saltó a la piscina.
Charlie tuvo que hacer uso de toda su compostura para no saltar tras ella.
Sólo está coqueteado, se dijo a sí mismo. Ella no tenía más de treinta y era rica. Todo el mundo sabe que la gente así se comporta diferente. Ellos no tienen límites.
La vio aparecer cerca de la escalera y salir de la piscina. Su blusa completamente ceñida a su cuerpo y un par de botones desabrochados, exponiendo la parte superior de sus pechos y algo de su sujetador.
Comenzó a reírse mientras arreglaba su blusa. Tal vez simplemente es muy espontánea, consideró Charlie.
- Joder. De verdad lo siento. El calor me estaba matando. Uno de los beneficios de tener una piscina es que no hay nadie que te mire con desaprobación cuando te lanzas a la piscina vestida. ¿Me pasas aquella toalla? – pidió, apuntando hacia una de las sillas para tomar sol, en donde había una toalla. - ¿Tienes hijos?
No, definitivamente no está coqueteando, se dijo mientras se agachaba a recoger la enorme toalla turquesa.
- Una hija – contestó. – Vive con su madre fuera del estado.
- Hmm. Iba a invitarlos a utilizar la piscina. My hijo mayor y yo somos los únicos que la utilizamos – comentó, mientras se agachaba y estrujaba el agua de su cabello. – Me encanta nadar. Nuestra piscina en Alaska era como mi santuario. Si quiere puedes venir a usarla, Charlie. Sólo llama antes, porque nos gusta salir con los chicos a acampar o ir fuera de la ciudad seguido.
No esta coqueteando, sólo esta siendo amable. Charlie extendió la mano para ayudarla a pararse.
Ella le sonrió, pero ignoró su mano y se levantó por su cuenta. Agarró suavemente su brazo para empujarlo hacia Charlie, pero se detuvo al notar que era más firme y musculoso de lo que ella había creído. Sonrió y levantó la vista hacia él.
- ¿Quieres limonada? Recién exprimida – ofreció, apretando levemente su brazo.
- Seguro. Gracias, señora Cullen.
Esme volvió a reír cuando entraron de nuevo a la casa. – Lo siento, Charlie – dijo, mirándolo por sobre su hombro. – Sigue el camino de agua hasta la cocina – bromeó y su sonrisa creció al notar que a Charlie le había hecho gracia. – Siéntete libre de mirar – agregó al entrar a la cocina. Charlie mordió su labio inferior. Por supuesto que ella se refería a la casa, pero él estaba bastante cómodo mirándola exclusivamente a ella desde atrás.
- Bien, Charlie, ¿cuán es el diagnostico?
Él tomó asiento en una de las sillas cercanas a los mesones, suspirándo.
- El vidrio es lo suficientemente ancho como para que no puedan romperlo, pero aún así podrían abrirlas, ya que las cerraduras no son muy seguras. Sugiero colocar censores de movimiento en las ventanas y las puertas que den al exterior. Además de un par de alarmas contra incendios, por supuesto.
Esme se colocó de puntillas para alcanzar un vaso de vidrio de uno de los estantes, pero se detuvó para mirarlo por sobre su hombro.
– Cuánto?
Charlie le calculó un momento antes de contestar. – Es un trabajo bastante complicado. Llamé a este tío – sacó una tarjeta de su bolsillo. – y pídale lo que necesita. Él le dirá cuánto cuesta todo en total. Luego llame a este – sacó un bolígrafo y una pequeña libreta. Anotó un número y el nombre de Billy sobre el mismo. – Es un amigo. Está certificado y hace un excelente trabajo, aunque está en silla de ruedas. Su hijo, Jake, y sus amigos de la reserva hacen la mayoría del trabajo en terreno. – le extendió la hoja de papel. -Probablemente también le hagan un descuento.
Esme empujó la hoja hacia Charlie. - ¿Te importaría? Soy un poco tímida. Tú podrías decirle a tu amigo que estaría encantada, pero creo que prefiero a una empresa local – dijo alejándose. Si ella se hubiera sonrojado, Charlie se hubiera tragado lo de la timidez.
- ¿Estás en servicio? – preguntó, mientras Charlie la miraba ir de un lado a otro de la cocina, buscando cosas, con elegancia.
- No – contestó. Levemente arrepentido cuando notó lo cortante que había sido.
Joder, pensó, intentando ignorar la razón por la cual encontraba su cuerpo tan atrayente. Tal vez era un poco más baja, tal vez un poco más curvilínea, con el cabello un poco más castaño y las facciones más marcadas, pero tenía un aire similar al de Réene, su ex esposa. Aunque más dulce y definitivamente más atractiva.
Esme sonreía, mostrando sus blancos y perfectos dientes, que invitaban a Charlie a tomar su vaso de limonada. Ella le acercó la jarra y luego se volteó para volver a intentar coger el vaso de los estantes. Está vez dio un saltito, pero no lo alcanzó, así que se agachó un poco y volvió a saltar, está vez dándose algo de impulso extra con la mesa.
Él intentó no reír. Justo cuando recordaba que Réene jamás había sido tímida, Esme había vuelto a saltar. Era bastante sexy verla completamente estirada intentando alcanzar el condenado vaso. Al tercer saltó el borde de su falta quedó atrapado en la barra y reveló, muy ligeramente, su tanga negra.
Sus ojos color chocolate se abrieron como platos al instante y sintió la boca repentinamente seca.
Finalmente, ella alcanzó a agarrar el vaso y bajó hasta el suelo con elegancia. Dejó el vaso en la mesa para arreglarse el vestido.
- Lo siento – le oyó susurrar, antes de verla girar la cabeza para mirarlo por sobre su hombro con una pequeña sonrisa. - ¿Me creerías si te digo que fue un accidente?
- Por supuesto. No tiene que avergonzarse – Él quería terminar la frase con un 'señora Cullen' y recordarse a sí mismo que estaba desvistiendo mentalmente a una mujer casada, que era torpe, no tímida.
Sirvió limonada en el vaso y le encajó un limón en el borde. Lo deslizó hasta él y de un salto se sentó en uno de los asientos, cruzando las piernas.
Ella seguía sonriendo. – Por favor, dime que helará pronto.
- Siempre nieva en Octubre – le dijo antes de tomar un sorbo de su vaso. – Esta deliciosa. Gracias. – Bebió otro trago, pero se detuvo al darse cuenta que se había acabado la mitad del vaso en dos sorbos.
- Puedes servirte toda la que quieras. Es lo menos que puedo hacer por ti.
Charlie se bebió el resto del vaso sin más provocación. Luego, se lo tendió amablemente a Esme, que lo tomó complacida. Se escurrió fuera del asiento hacia el otro extremo del mesón en donde estaba el jarro. Su falda deslizándose hacia arriba a medida que caminaba.
No, aquella mujer no era similar a Réene, ni en lo más mínimo. Ella no soltaría algún comentario obvio, como Réene. Tampoco negaría su torpeza y fingiría saberlo todo. Tal vez esta era su última obertura. Él sabía que ella era completamente conciente del comportamiento de su falda. Toda la situación en sí era deliberada. Todo esto no era más que un simple coqueteo.
Lo había sido todo el tiempo.
La observó girar la cabeza hacia él desde donde estaba parada. Tan lentamente que le pareció eterno. Esta era su última oportunidad.
Charlie dio un paso adelante, sus zapatos haciendo que la madera crujiera bajo él. Ella suspiró, antes de que él la tocara. Con ambas manos él la sujeto por los hombros y la obligó a mirarlo.
- ¿Si, Charlie? – susurró sonriendo, mientras él arrastraba una de sus manos por su espalda hacia la curva de su trasero y hacia la cara interna de sus muslos. Ambos sabían que la piscina no tenía nada que ver con la humedad entre sus piernas. Charlie deslizó su dedo por sobre la tela, disfrutando al ver cómo ella cerraba los ojos e inclinaba levemente la cabeza hacia delante. Una sonrisa se formó bajo su bigote cuando metió un dedo en ella.
Las típicas palabras se le vinieron a la mente: estrecha, húmeda y sensible, pero no tan caliente como creía. Sexy, si, pero la sensación no era tan cálida como esperada, o recordaba. Obviamente había pasado mucho tiempo desde que había tocado a una mujer así. Charlie removió su dedo antes de volver a meter, esta vez dos, más lentamente.
Esme gimió, aferrándose a la chaqueta de Charlie. Charlie quitó los dedos, para asegurarse que aquel fuese un gemido de placer.
- Oh, si – le oyó susurrar prácticamente sin mover los labios. Esme se echó hacia atrás, apoyándose en el borde de la mesa.
Charlie quitó la mano que tenía en su hombro y se las ingenió para desabrochar sus pantalones y bajar la cremallera. Suspiró aliviado al ya no sentir los repentinamente angostos pantalones, una vez que cayeron hasta sus rodillas.
Comenzó a mover los dedos cuando encontró su clítoris, comenzando a jugar con ella. Esme volvió a gemir y sus manos fueron a parar en su nuca, jalándolo hacia abajo para que sus labios se encontraran.
Se sorprendió un poco al notar la diferenta entre el beso y la personalidad de la mujer. Ella era dulce y delicada, pero sus besos eras firmes y desesperados. Un gemido de disgusto se ahogó entre sus bocas cuando él sacó sus dedos de ella. Luego, rompió el beso y de llevó los dedos a la boca; más dulce de lo que recordaba.
Gimió al notar un par de manos colándose por su boxers. Bajó la vista y se encontró con los ojos de la mujer fijos en su erección. Volvió a gemir cuando ella comenzó a masturbarlo. Sus suaves y frías manos se deslizaban por toda su longitud con un ritmo constante, delirante.
La agarró por los hombros y la dio vuelta. Esme jadeó ante el inesperado movimiento, pero no se opuso e inclinó la parte superior de su cuerpo sobre la mesa. Charlie levantó la falda y bajó sus bragas.
Presionó su miembro contra su culo, disfrutando como ella se tensaba en anticipación. Comenzó a penetrarla, sin dejar de mirar su rostro; ojos cerrados y boca entreabierta. Siguió su camino lentamente, con ambas manos en sus caderas, manteniendo la falda amontonada alrededor de ellas.
Se planteó la situación unos segundos, ahora ya que depués no podría ser capaz ni de decir su propio nombre. Charlie no tenía dudas en su mente que iba a follar a la mujer que tenía delante y tampoco tenía dudas en que ella quería ser follada. Pero Esme era proporcionada y pequeña, demasiado. Charlie no quería hacerle daño, pero verla ahí, jadeando con los ojos cerrados y la boca entreabierta, la coleta ya completamente desarmada, las piernas abiertas y los codos contra los azulejos de la mesa...Oh, Dios. Prácticamente se lo estaba rogando.
Charlie terminó de entrar en ella con un movimiento rápido. La oyó gemir, mientras se acostumbraba un poco al tamaño de su miembro. Esme se enderezó y su espalda quedó contra su pecho. Alzándo sólo la mano derecha de sus caderas, se coló en la blusa de la mujer, subiéndola lo más rápido que sus manos le permitían. Hundió la cabeza en la curva de su cuello y comenzó a trazar caminos de besos a lo largo de este. Sonrió al sentir a Esme comenzar a desabrochar su propia blusa, jadeando.
Justo cuando ella terminaba de desabrochar el último botón, sintió como Charlie la embestía, haciendo que su cadera se estrellase contra el borde del mesón de azulejos color ladrillo. Sus delgadas y pequeñas manos fueron a parar sobre este para no perder el equilibro. Gimió y mordió su labio.
Charlie volvió a sonreír, antes de delizar sus manos por su terso y suave abdomen para alcanzar el sujetador. Coló una mano y tomó con fuerza uno de los pechos. Con tanta fuerza que cualquiero mujer se quejaría o gritaría, pero el hecho de que Esme simplemente jadeara con más fuerza y dejara caer su cabeza hacia atrás, apoyándola en su hombro, como si le agradara su brusquetad, lo excitaba de sobremanera.
Comenzó a jugar con su pezón al mismo tiempo que volvió a embestirla, ésta vez con más fuerza. Ambos gimieron, y Esme levantó un brazo para agarrar el áspero y oscuro cabello de Charlie, enredándo sus dedos en él y jalándolo.
Unos segundes después y las embestidas de Charlie ya habían agarrado ritmo. Rápido, brusco, fluído. Delirante.
El sonido de gemidos y jadeos llenaban la cocina, mientras el olor a sexo se colaba por cada rincón, cada cajón del lugar. Charlie sacó la mano de la cadera de Esme y la coló por la falda, comenzando a jugar con el lugar más sensible de su cuerpo. Sonrió al sentirla temblar contra él.
Estaba cerca, estaban, lo sentía. La sentía a ella gemir y aferrarse a la mesa con una fuerza inhumana. Si Charlie hubiera tenido la mente clara en ese momento, tal véz se hubiera preguntado cómo podía una pequeña y delicada mujer como Esme, deformar la orilla de la mesa con sus dedos. Suerte que este no era el caso. La sintió arquearse, apretándo más sus hombros contra su pecho a la vez que sus musculos internos apretaban su miembro. Charlie ahogó un gemido en el hombro de la mujer y la embistió una última vez. Ambos llegaron al climax al mismo tiempo.
- Mierda... - gimió él con voz ronca.
Esme apoyó la mitad superior de su cuerpo nuevamente contra la mesa, intentando regular su respiración. Charlie dió un pasó hacia atrás y se apoyó en el mesón del lado contrario de la cocina. Una sonrisa cruzó su rostro al ver a Esme aún dándole la espalda; la falda al rededor de las caderas y las bragas enredadas en los tobillos.
Sus ásperas manos alcanzaron sus boxers y sus pantalones, volviendo a vestirse. Esme no tenía que darse vuelta para saber exactamente que estaba haciendo el hombre tras ella, pero sólo cayó en la cuenta cuando oyó el cierre de sus pantalones subir. Se dió la vuelta y comenzó a reacomodarse la ropa, repentinamente incómoda.
Una vez lista, se enderezó y le quedó mirando. Charlie tragó con dificultad; ya no quedaba nada de los dulces ojos dorados que se le habían estado insinuando toda la tarde. Un par de orbes negras lo miraban con deseo. Ahora la que tragó fue Esme, bajando la vista y moviéndo levemente la cabeza.
- Mis hijos llegarán pronto.
Sus miradas volvierona encontrarse. Charlie aún respirada agitado, pero asintió.
- Te harás cargo de lo de las alarmas? Lo apreciaría mucho - su voz ahora no era más que un susurro, sus ojos fijos en él. Cada movimiento, cada gesto.
- Será un placer hacerme cargo de la seguridad de su casa - contestó, volviendo a asentir. Una pequeña sonrisa se coló en los carnosos labios de Esme. - Ha sido un placer trabajar para usted - agregó, aclarandos la garganta al notar que su voz aún estaba algo ronca.
- Mis hijos llegarán pronto - repitió, bajándo la vista. Claramente no quiere que estes aquí cuando los cinco críos lleguen, le dijo una voz interior.
Charlie asintió y se dirigió a la salida.
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Re: Alarmas (+18)
amiga... no te desesperes por no tener tantos comentarios, aqui las chikas son un poco timidas, yo se que las leen pero les cuesta dejar sus huellas jejej pero no te preocupes estamos agradecidas porque dejas aqui para el delite de las que leemos y comentamos...besitos y ya tienes una fans....
Atal- .
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Re: Alarmas (+18)
tiene razon Atal aqui no somos muchas las que dejamos nuestros comentarios pero aqui estamos .............ahora mismo no puedo leerlo pero prometo que en un ratito dejo mi comentario me gusto la sinopsis y creo que va ha ser interesante ver a esta Esme un poco salidilla ....besitos agur
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Re: Alarmas (+18)
si se ve bien pillina jejej
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Re: Alarmas (+18)
joder con Esme .........donde se quedo la mama tierna y dulce
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Re: Alarmas (+18)
no se que me ha pasado aqui jaja de verdad me he revelado jajaj
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Re: Alarmas (+18)
que te has revelado????.....no guapa directamente te has bajado las bragas ........bueno ahora me toca a mi consolar al Doctorcito
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Re: Alarmas (+18)
jajajaja me alegra que les haya gustado xdd :)
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Re: Alarmas (+18)
es muy diferente amiga y me ha gustado..jiji
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6/8/2014, 3:25 pm por Sammy17
» Saludos desde BOLIVIA
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» necesito ayuda
29/9/2013, 7:32 pm por an.dii.995
» Emmm hola :) me acabo de unir mucho gusto :3
10/8/2013, 12:23 am por emy1718
» ¿Tu piel es tan suave como parece? (M +18)
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» Soy nueva :D
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