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Re: Estás libre esta noche? (+18) (Completo)
mentira, ya somos tres
que mono Edward con el oso :)
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que mono Edward con el oso :)
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MarinaCullen- .
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Estás libre esta noche? (+18)
MarinaCullen escribió:mentira, ya somos tres
que mono Edward con el oso :)
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mentira ya somos cuatro
porfa sube el otro capi pronto
alejandra_vazquez88- .
- Cantidad de envíos : 128
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Re: Estás libre esta noche? (+18) (Completo)
Hola chicas!
Mil gracias por sus comentarios, aquí les dejo el siguiente capítulo.
Saludos
Aún estaba perdida en la intensa sensación del clímax que acababa de alcanzar, gracias a sus profundos besos en mi parte más intima, cuando tocaron la puerta, miré asustada a Edward y me dio una gran sonrisa y un ligero beso en los labios.
– Yo abro, no te preocupes – dijo y se levantó del sillón.
Yo me quedé ahí, sumida para evitar que el repartidor me viera y cuando Edward cerró la puerta me enderecé, tomé mi blusa del suelo y me la puse, aún seguía dándome vergüenza que Edward me viera desnuda y más si él estaba completamente vestido, puso la pizza en la mesa del comedor mientras yo me levantaba y caminaba.
– ¿Adónde vas, corazón?
– A ponerme algo encima.
– ¿Para qué si te lo voy a quitar? – exclamó divertido y sensual.
– Bueno, no voy a comer desnuda mientras tú estás vestido.
– Eso se arregla muy fácil, ahorita me quito la ropa.
– No te atrevas, eso es algo que quiero hacer yo con mis propias manos.
– Uy, siendo así no moveré un dedo y te obedeceré.
Le sonreí y entré a mi habitación, me puse una polera larga y amplia, aproveché para ver lo que realmente me interesaba, el calendario, no quería llevarme una sorpresa, no estaba preparada para una responsabilidad tan grande y menos sin planearla, además, aún no sabía exactamente el rumbo que tomaría la relación con Edward, así que para que tomar riesgos innecesarios, sólo esperaba que estuviera preparado como siempre si resultaba que estaba en uno de esos días peligrosos para tener relaciones sin protección. Afortunadamente no lo estaba, y me hice una nota mental de llamar al día siguiente al ginecólogo para sacar una cita.
Salí y me senté al lado de Edward, que estaba en el sillón mirando el televisor, me dio un pedazo de pizza y él tomó otro. En eso pasaron un sensual comercial de Emmett y Rosalie, donde anunciaban una marca de preservativos que de inmediato reconocí.
– ¿Seguro que no eres el dueño de la empresa?
– No, cuando hicieron el anuncio parte de su pago fue en especie y como Emmett no los necesita, porque está casado, me los regalo a mí.
– Ahora comprendo porque siempre estás preparado.
– Y vieras el dinero que me ahorré – respondió divertido.
Terminamos de comer y fui a lavar los platos mientras él veía el noticiero. Regresé y me senté en sus piernas de nuevo, él me abrazó de la cintura y yo recargué mi cabeza en su hombro, comencé a darle pequeños besos en el cuello y él suspiró, fui desabrochando su camisa y apagó el televisor, me cargó y me llevó a la recámara, cerró la puerta con su pie y me colocó en la cama, yo me hinqué y terminé de quitarle la camisa, le besé el torso en tanto le desabrochaba el cinturón y el pantalón, lo bajé al igual que su bóxer, entonces él me detuvo.
–Te dije que te haría feliz, esta noche es sólo para ti – exclamó quitándome la polera y luego él terminó de quitarse su ropa.
Miró mi cuerpo completamente desnudo, entrelazamos las manos y frotó mis labios con los suyos para después besarme dulce y apasionadamente mientras apretábamos las manos como si quisiéramos fundirlas en una sola. Después me hizo acostarme en la cama y tomó una de mis piernas, empezó a besarla desde el tobillo, en tanto una de sus manos bajaba por ella acariciándola suavemente, subió besando hasta mi pantorrilla, ahí se entretuvo un rato y después siguió hasta la parte trasera de mi rodilla, cada beso y cada caricia elevaban mi pulso y mi respiración, era tan cierto eso de que sabía exactamente donde tocarme y cómo hacerlo, lo miraba hacer su ritual y eso me excitaba más, Edward realmente estaba disfrutando del sabor de mi piel.
Llegó a mi muslo y se concentró en él; besándolo, lamiendo, succionando para luego detenerse en mi entrepierna, sentía su aliento sobre la piel y se me erizaba, a cada momento más anhelaba por sentirlo dentro de mí. Pasó por mi pelvis, se detuvo en mi ombligo, yo doblé la otra pierna y él la acarició con las yemas de sus dedos y después delicadamente con sus uñas, la sensación me hizo arquearme y volvió a pasar sus uñas a lo largo de toda mi pierna, para este punto mi respiración era totalmente errática y los jadeos escapaban cada vez con más frecuencia.
Llegó a mis senos y estuvo besándolos y acariciándolos en tanto mis manos se entretenían con sus cabellos finos y sedosos. Siguió subiendo dejando besos entre mis pechos y continuó con su camino de besos ahora en mi cuello, con sus dientes jugó con él y yo apretaba su espalda, continuó hasta el lóbulo de mi oreja y luego exhaló en ella, todo mi cuerpo se erizó ante su tibio aliento, besó mi frente, mis párpados, mis mejillas, mi nariz y finalmente mis labios que lo devoraron con impaciencia. Se separó escasos milímetros mirándome con pasión y deseo, pero había algo nuevo en su mirada, algo aún más excitante, un brillo que en nada se parecía al de nuestro primer encuentro.
– Edward, hazme el amor – musité con voz apenas audible.
Me respondió con una gran sonrisa en su rostro, tomó mis piernas y las subió para que quedaran sostenidas en sus hombros y entró en mí, esta vez dejé que el gemido se escuchara, él volvió a sonreír mientras entraba y salía en un delicioso ritmo que me hizo apretar la colcha. Nos mirábamos fijamente, ambos estábamos sumergidos en el inmenso placer que experimentábamos, el no poder besarnos intensificaba aún más la excitación y el goce del momento, además, que podíamos observar plenamente las expresiones retorcidas de cada uno, en tanto, nuestros gemidos se mezclaban en el aire envolviendo la habitación. Edward aumentó el ritmo de sus movimientos más y más, enloqueciéndome, haciendo que me perdiera completamente en el deleite que su cuerpo me proporcionaba y de pronto una nueva y cálida sensación recorrió mi interior cuando él llegó al orgasmo y sus fluidos me inundaron provocando que yo también llegara al éxtasis emitiendo un intenso grito que se unió al de él.
Volvimos a amarnos un par de veces más, casi sin descanso, nos cubrimos de besos y caricias, repetíamos nuestros nombres sin cesar, a la par de apasionadas palabras que antes no decíamos y que hacían que la experiencia fuera aún más satisfactoria.
– Hasta mañana Edward – dije con la voz adormilada y los ojos casi cerrados.
– Hasta mañana corazón – me dio un pequeño beso en la mano – te quiero.
– Yo también te quiero.
Nos quedamos dormidos con las manos y las piernas entrelazadas. La alarma incesante del despertador sonó y a mí me parecieron que habían pasado apenas cinco minutos desde que me dormí. Me estiré para apagarlo y sentí su brazo aferrado a mi cintura y su cuerpo pegado al mío, era inevitable que una sonrisa se dibujara en mi rostro. Tomé su mano para retirarla y levantarme, pero me apretó más contra él.
– Edward, tengo que ir a trabajar – repliqué.
– No vayas.
– Amor, yo qué más quisiera que quedarme aquí contigo, pero en verdad no puedo, estoy llevando casi la mitad de las cuentas de la agencia y hay mucho que hacer – dije colocándome encima de él.
– Repórtate enferma, por favor – suplicó acariciando mis brazos.
– En serio que no puedo, además, recuerda que Scott nos vio ayer juntos, seguro no lo creería – respondí enmarañando aún más su cabello.
– Bella, no debe preocuparte el quedarte sin trabajo, yo tengo muchos contactos, podría recomendarte en la mejor agencia de Nueva York.
– Te lo agradezco Edward, pero prefiero ganarme las cosas por mí misma, no quiero que digan que si tengo trabajo es por ti y no por mi talento.
Me sonrió, deslizando su dedo pulgar por mis labios y luego me besó en tanto su mano bajaba aún más allá de la cintura haciendo que mi pulso se elevara mientras sentía como su cuerpo reaccionaba debajo del mío.
– Edward, por favor, tengo que meterme a bañar – objeté en un susurro.
– Sólo otro beso, ¿sí? – respondió dando la vuelta para quedar sobre mí.
– No quiero llegar tarde – dije mientras sentía como frotaba su sexo con el mío y besaba mi cuello, alterándome más.
– Te prometo que será rápido – musitó en mi oído y luego lo lamió.
– Aún nos queda la noche de hoy – exclamé acariciando su espalda.
– Faltan muchas horas – dijo entrando en mí nuevamente.
– Dijiste que… ah… sólo un beso… – señalé con la voz entre cortada moviéndome a su ritmo constante.
– No puedo evitarlo… tengo hambre de ti… – agregó moviéndose más rápido y besándome frenéticamente en tanto mis uñas recorrían su espalda.
– En serio… ¿no te tomas nada? – pregunté sintiendo aún más la intensidad de sus movimientos dentro de mí.
– No corazón… tú eres mi única droga.
Embistió en mí unas veces más hasta que exploté e instantes después él lo hizo también y luego volvió a besarme en los labios.
– Buenos días, corazón – exclamó mirándome y sonriendo.
– Buenos días, cariño, ¿ya puedo ir a bañarme?
– ¿Es necesario?
– Sí, ya te dije que debo ir a trabajar.
– Está bien – se acostó a un lado y me levanté de la cama – ¿quieres que te lave la espalda? – añadió en tono sensual.
– Hoy no, tengo que ducharme rápido y sé que contigo sería imposible – respondí entrando al baño y cerrando la puerta sintiéndome feliz como nunca antes.
Había sido el mejor despertar de toda mi vida, me volvía loca que me dijera corazón y más cuando pronunciaba esas dos extraordinarias palabras que me hacían flotar, pero no sólo que las dijera sino que me lo demostrara, Edward me quería tanto como yo a él, ayer me lo había dejado muy claro con todas sus actitudes.
Salí del baño envuelta en una toalla y lo vi acostado en la cama boca arriba, con sus manos detrás de su cabeza, me sonrió al verme, yo le devolví la sonrisa y abrí el closet para sacar la ropa que me pondría, sentí que me abrazó y me dio un beso en el hombro y luego recargó su cabeza.
– Qué bonito cantas – exclamó haciendo que me sonrojara.
– Oh dios, que vergüenza que me hayas escuchado.
– Bella, ¿cuántas veces he recorrido tu cuerpo desnudo sin ningún pudor y te avergüenzas porque te escuché cantar? – dijo en tono divertido y más me sonrojé.
– Es que no lo hago bien y no me gusta que me escuchen.
– Claro que lo haces bien, te hace falta un poco más de confianza en ti misma.
– Creo que necesitas que te revisen los oídos o bañarte mejor.
– Me encanta tu sentido del humor.
– Ya déjame vestir que no te encantara verme de malas.
– No importa, ya sé lo gratificantes que resultan las reconciliaciones.
– Edward, apenas tengo el tiempo justo para llegar a la hora exacta.
– Está bien – me dio un beso en la cabeza – ¿almorzamos juntos? – añadió soltándome.
– Tengo que ver primero mi agenda, a ver si no tengo otro compromiso – dije divertida mientras me quitaba la toalla para ponerme la ropa interior.
– Está bien licenciada, esperaré su llamada – respondió en tanto abrochaba mi sostén.
– ¿Te quedarás aquí todo el día?
– Si no te molesta sí.
– Por supuesto que no me molesta.
Terminé de vestirme, me peiné rápidamente, me puse los zapatos y tomé mi bolso. Edward se puso la misma ropa del día anterior y me acompañó a tomar un taxi, me dio varios besos en la boca como despedida y casi tuve que empujarlo para poder subir al auto, “te quiero”, gesticulé dentro del taxi y le mandé un beso con la mano que él cachó en el aire y se llevó su mano a su boca “yo también te quiero” alcancé a leer en sus labios antes de perderlo de vista.
Llegué justo a las nueve a la agencia, afortunadamente, Scott no llegaba todavía, así que de inmediato me puse a trabajar y a responder los correos que tenía. Aproximadamente una hora después llegó mi jefe, entró a mi oficina y cerró la puerta, yo comencé a temblar y sentí un trasudor frío recorrer mi cuerpo, se sentó frente a mí con sus manos entrelazadas sobre el escritorio.
– Buenos días, Bella – dijo serio.
– Buenos días, Scott, ¿cómo estás? – respondí mirándolo un tanto asustada.
– Bien, gracias, a ti no te lo preguntó porque se te ve – exclamó y yo agaché la mirada – Bella, es necesario que hablemos de lo que vi ayer en esta oficina.
– Lo sé, te pido mil disculpas y acataré la decisión que tomes al respecto sin chistar.
– Tranquila Bella, no voy a despedirte por algo así, sin embargo, sí quiero que te quedé claro que no deja de ser una falta del respeto y si vuelve a repetirse tendré que aplicar el reglamento y levantarte una acta administrativa, en esta ocasión, por ser la primera vez y porque eres una valiosa y dedicada empleada, sólo será de forma verbal.
– Gracias Scott, te juro que no volverá a pasar.
– Por otro lado, sabes bien que no me gusta meterme donde no me llaman, pero como ya te lo he dicho en otras ocasiones, te estimo y me preocupo por ti, por eso me siento en la obligación de decirte lo que pienso.
– Adelante Scott, te escucho.
– Entiendo que estés en toda la libertad de rehacer tu vida, de hecho me da gusto ver que no has caído en depresión por lo de tu ex, pero, quizá deberías estar un tiempo sola, analizar todos los errores de esa relación para evitar repetirlos y… no me lo tomes a mal, no pretendo intrigar, pero Edward Cullen no es un buen partido.
– ¿Por qué lo dices?, ¿lo conoces? – pregunté casi con el corazón en la boca, conocía bien a Scott y sabía que cuando decía algo tenía una buena razón para hacerlo.
– Una sobrina de mi esposa salió con él cuando iban en la universidad, es el típico chico mimado que no toma a las mujeres en serio y menos cuando no son de su nivel social, Bella, no sé si ha cambiado o sigue igual, lo único que no quiero es que vuelvan a lastimarte, no me gustaría verte sufrir, sólo te pido que andes con pies de plomo, sin duda es un chico guapo y adulador, pero comprueba que en verdad quiere algo serio contigo, es lo único que te pido, si me permites el consejo, claro está.
– Te lo agradezco Scott, la verdad, a veces, te veo como un padre y créeme que apreció mucho tus palabras y tus consejos.
– Yo también te veo como una hija, ahora a trabajar, señorita.
Scott salió de mi oficina y me quedé pensando en lo que me dijo, que francamente no era nada nuevo para mí, si supiera en qué condiciones lo conocí, lo cual me hizo darme cuenta que teníamos que inventar algo, eso de que fuimos juntos a la universidad, al menos, mis conocidos no lo creerían.
Edward me llamó para ponernos de acuerdo para la hora del almuerzo y le pedí que se adelantara al restaurante porque luego se llenaba y yo no contaba con mucho tiempo. A la una salí y al llegar no pudo ser mayor mi sorpresa cuando vi a una guapa chica vestida de forma provocativa que estaba a punto de besar a Edward que le sonreía como si nada y entonces las palabras de Scott vinieron a mi mente.
Fragmento de la canción: Acaríciame.
Intérprete: María Conchita Alonso
Mil gracias por sus comentarios, aquí les dejo el siguiente capítulo.
Saludos
Capítulo 19:
Amor de piel
Acaríciame
Con manos locas enloquéceme
Con uñas y sonrisas ámame
Acaríciame
Tan suave como el aire amor
Tan fuerte como el huracán que ciega mi mente
Acaríciame
Y empápame de tu ternura amor
Contágiame de esa locura que hay en tu vientre
Acaríciame
Que estoy al rojo vivo, tómame
Que soy todo latidos, toda piel
Y sé feliz teniéndome
Amor de piel
Acaríciame
Con manos locas enloquéceme
Con uñas y sonrisas ámame
Acaríciame
Tan suave como el aire amor
Tan fuerte como el huracán que ciega mi mente
Acaríciame
Y empápame de tu ternura amor
Contágiame de esa locura que hay en tu vientre
Acaríciame
Que estoy al rojo vivo, tómame
Que soy todo latidos, toda piel
Y sé feliz teniéndome
Aún estaba perdida en la intensa sensación del clímax que acababa de alcanzar, gracias a sus profundos besos en mi parte más intima, cuando tocaron la puerta, miré asustada a Edward y me dio una gran sonrisa y un ligero beso en los labios.
– Yo abro, no te preocupes – dijo y se levantó del sillón.
Yo me quedé ahí, sumida para evitar que el repartidor me viera y cuando Edward cerró la puerta me enderecé, tomé mi blusa del suelo y me la puse, aún seguía dándome vergüenza que Edward me viera desnuda y más si él estaba completamente vestido, puso la pizza en la mesa del comedor mientras yo me levantaba y caminaba.
– ¿Adónde vas, corazón?
– A ponerme algo encima.
– ¿Para qué si te lo voy a quitar? – exclamó divertido y sensual.
– Bueno, no voy a comer desnuda mientras tú estás vestido.
– Eso se arregla muy fácil, ahorita me quito la ropa.
– No te atrevas, eso es algo que quiero hacer yo con mis propias manos.
– Uy, siendo así no moveré un dedo y te obedeceré.
Le sonreí y entré a mi habitación, me puse una polera larga y amplia, aproveché para ver lo que realmente me interesaba, el calendario, no quería llevarme una sorpresa, no estaba preparada para una responsabilidad tan grande y menos sin planearla, además, aún no sabía exactamente el rumbo que tomaría la relación con Edward, así que para que tomar riesgos innecesarios, sólo esperaba que estuviera preparado como siempre si resultaba que estaba en uno de esos días peligrosos para tener relaciones sin protección. Afortunadamente no lo estaba, y me hice una nota mental de llamar al día siguiente al ginecólogo para sacar una cita.
Salí y me senté al lado de Edward, que estaba en el sillón mirando el televisor, me dio un pedazo de pizza y él tomó otro. En eso pasaron un sensual comercial de Emmett y Rosalie, donde anunciaban una marca de preservativos que de inmediato reconocí.
– ¿Seguro que no eres el dueño de la empresa?
– No, cuando hicieron el anuncio parte de su pago fue en especie y como Emmett no los necesita, porque está casado, me los regalo a mí.
– Ahora comprendo porque siempre estás preparado.
– Y vieras el dinero que me ahorré – respondió divertido.
Terminamos de comer y fui a lavar los platos mientras él veía el noticiero. Regresé y me senté en sus piernas de nuevo, él me abrazó de la cintura y yo recargué mi cabeza en su hombro, comencé a darle pequeños besos en el cuello y él suspiró, fui desabrochando su camisa y apagó el televisor, me cargó y me llevó a la recámara, cerró la puerta con su pie y me colocó en la cama, yo me hinqué y terminé de quitarle la camisa, le besé el torso en tanto le desabrochaba el cinturón y el pantalón, lo bajé al igual que su bóxer, entonces él me detuvo.
–Te dije que te haría feliz, esta noche es sólo para ti – exclamó quitándome la polera y luego él terminó de quitarse su ropa.
Miró mi cuerpo completamente desnudo, entrelazamos las manos y frotó mis labios con los suyos para después besarme dulce y apasionadamente mientras apretábamos las manos como si quisiéramos fundirlas en una sola. Después me hizo acostarme en la cama y tomó una de mis piernas, empezó a besarla desde el tobillo, en tanto una de sus manos bajaba por ella acariciándola suavemente, subió besando hasta mi pantorrilla, ahí se entretuvo un rato y después siguió hasta la parte trasera de mi rodilla, cada beso y cada caricia elevaban mi pulso y mi respiración, era tan cierto eso de que sabía exactamente donde tocarme y cómo hacerlo, lo miraba hacer su ritual y eso me excitaba más, Edward realmente estaba disfrutando del sabor de mi piel.
Llegó a mi muslo y se concentró en él; besándolo, lamiendo, succionando para luego detenerse en mi entrepierna, sentía su aliento sobre la piel y se me erizaba, a cada momento más anhelaba por sentirlo dentro de mí. Pasó por mi pelvis, se detuvo en mi ombligo, yo doblé la otra pierna y él la acarició con las yemas de sus dedos y después delicadamente con sus uñas, la sensación me hizo arquearme y volvió a pasar sus uñas a lo largo de toda mi pierna, para este punto mi respiración era totalmente errática y los jadeos escapaban cada vez con más frecuencia.
Llegó a mis senos y estuvo besándolos y acariciándolos en tanto mis manos se entretenían con sus cabellos finos y sedosos. Siguió subiendo dejando besos entre mis pechos y continuó con su camino de besos ahora en mi cuello, con sus dientes jugó con él y yo apretaba su espalda, continuó hasta el lóbulo de mi oreja y luego exhaló en ella, todo mi cuerpo se erizó ante su tibio aliento, besó mi frente, mis párpados, mis mejillas, mi nariz y finalmente mis labios que lo devoraron con impaciencia. Se separó escasos milímetros mirándome con pasión y deseo, pero había algo nuevo en su mirada, algo aún más excitante, un brillo que en nada se parecía al de nuestro primer encuentro.
– Edward, hazme el amor – musité con voz apenas audible.
Me respondió con una gran sonrisa en su rostro, tomó mis piernas y las subió para que quedaran sostenidas en sus hombros y entró en mí, esta vez dejé que el gemido se escuchara, él volvió a sonreír mientras entraba y salía en un delicioso ritmo que me hizo apretar la colcha. Nos mirábamos fijamente, ambos estábamos sumergidos en el inmenso placer que experimentábamos, el no poder besarnos intensificaba aún más la excitación y el goce del momento, además, que podíamos observar plenamente las expresiones retorcidas de cada uno, en tanto, nuestros gemidos se mezclaban en el aire envolviendo la habitación. Edward aumentó el ritmo de sus movimientos más y más, enloqueciéndome, haciendo que me perdiera completamente en el deleite que su cuerpo me proporcionaba y de pronto una nueva y cálida sensación recorrió mi interior cuando él llegó al orgasmo y sus fluidos me inundaron provocando que yo también llegara al éxtasis emitiendo un intenso grito que se unió al de él.
Volvimos a amarnos un par de veces más, casi sin descanso, nos cubrimos de besos y caricias, repetíamos nuestros nombres sin cesar, a la par de apasionadas palabras que antes no decíamos y que hacían que la experiencia fuera aún más satisfactoria.
– Hasta mañana Edward – dije con la voz adormilada y los ojos casi cerrados.
– Hasta mañana corazón – me dio un pequeño beso en la mano – te quiero.
– Yo también te quiero.
Nos quedamos dormidos con las manos y las piernas entrelazadas. La alarma incesante del despertador sonó y a mí me parecieron que habían pasado apenas cinco minutos desde que me dormí. Me estiré para apagarlo y sentí su brazo aferrado a mi cintura y su cuerpo pegado al mío, era inevitable que una sonrisa se dibujara en mi rostro. Tomé su mano para retirarla y levantarme, pero me apretó más contra él.
– Edward, tengo que ir a trabajar – repliqué.
– No vayas.
– Amor, yo qué más quisiera que quedarme aquí contigo, pero en verdad no puedo, estoy llevando casi la mitad de las cuentas de la agencia y hay mucho que hacer – dije colocándome encima de él.
– Repórtate enferma, por favor – suplicó acariciando mis brazos.
– En serio que no puedo, además, recuerda que Scott nos vio ayer juntos, seguro no lo creería – respondí enmarañando aún más su cabello.
– Bella, no debe preocuparte el quedarte sin trabajo, yo tengo muchos contactos, podría recomendarte en la mejor agencia de Nueva York.
– Te lo agradezco Edward, pero prefiero ganarme las cosas por mí misma, no quiero que digan que si tengo trabajo es por ti y no por mi talento.
Me sonrió, deslizando su dedo pulgar por mis labios y luego me besó en tanto su mano bajaba aún más allá de la cintura haciendo que mi pulso se elevara mientras sentía como su cuerpo reaccionaba debajo del mío.
– Edward, por favor, tengo que meterme a bañar – objeté en un susurro.
– Sólo otro beso, ¿sí? – respondió dando la vuelta para quedar sobre mí.
– No quiero llegar tarde – dije mientras sentía como frotaba su sexo con el mío y besaba mi cuello, alterándome más.
– Te prometo que será rápido – musitó en mi oído y luego lo lamió.
– Aún nos queda la noche de hoy – exclamé acariciando su espalda.
– Faltan muchas horas – dijo entrando en mí nuevamente.
– Dijiste que… ah… sólo un beso… – señalé con la voz entre cortada moviéndome a su ritmo constante.
– No puedo evitarlo… tengo hambre de ti… – agregó moviéndose más rápido y besándome frenéticamente en tanto mis uñas recorrían su espalda.
– En serio… ¿no te tomas nada? – pregunté sintiendo aún más la intensidad de sus movimientos dentro de mí.
– No corazón… tú eres mi única droga.
Embistió en mí unas veces más hasta que exploté e instantes después él lo hizo también y luego volvió a besarme en los labios.
– Buenos días, corazón – exclamó mirándome y sonriendo.
– Buenos días, cariño, ¿ya puedo ir a bañarme?
– ¿Es necesario?
– Sí, ya te dije que debo ir a trabajar.
– Está bien – se acostó a un lado y me levanté de la cama – ¿quieres que te lave la espalda? – añadió en tono sensual.
– Hoy no, tengo que ducharme rápido y sé que contigo sería imposible – respondí entrando al baño y cerrando la puerta sintiéndome feliz como nunca antes.
Había sido el mejor despertar de toda mi vida, me volvía loca que me dijera corazón y más cuando pronunciaba esas dos extraordinarias palabras que me hacían flotar, pero no sólo que las dijera sino que me lo demostrara, Edward me quería tanto como yo a él, ayer me lo había dejado muy claro con todas sus actitudes.
Salí del baño envuelta en una toalla y lo vi acostado en la cama boca arriba, con sus manos detrás de su cabeza, me sonrió al verme, yo le devolví la sonrisa y abrí el closet para sacar la ropa que me pondría, sentí que me abrazó y me dio un beso en el hombro y luego recargó su cabeza.
– Qué bonito cantas – exclamó haciendo que me sonrojara.
– Oh dios, que vergüenza que me hayas escuchado.
– Bella, ¿cuántas veces he recorrido tu cuerpo desnudo sin ningún pudor y te avergüenzas porque te escuché cantar? – dijo en tono divertido y más me sonrojé.
– Es que no lo hago bien y no me gusta que me escuchen.
– Claro que lo haces bien, te hace falta un poco más de confianza en ti misma.
– Creo que necesitas que te revisen los oídos o bañarte mejor.
– Me encanta tu sentido del humor.
– Ya déjame vestir que no te encantara verme de malas.
– No importa, ya sé lo gratificantes que resultan las reconciliaciones.
– Edward, apenas tengo el tiempo justo para llegar a la hora exacta.
– Está bien – me dio un beso en la cabeza – ¿almorzamos juntos? – añadió soltándome.
– Tengo que ver primero mi agenda, a ver si no tengo otro compromiso – dije divertida mientras me quitaba la toalla para ponerme la ropa interior.
– Está bien licenciada, esperaré su llamada – respondió en tanto abrochaba mi sostén.
– ¿Te quedarás aquí todo el día?
– Si no te molesta sí.
– Por supuesto que no me molesta.
Terminé de vestirme, me peiné rápidamente, me puse los zapatos y tomé mi bolso. Edward se puso la misma ropa del día anterior y me acompañó a tomar un taxi, me dio varios besos en la boca como despedida y casi tuve que empujarlo para poder subir al auto, “te quiero”, gesticulé dentro del taxi y le mandé un beso con la mano que él cachó en el aire y se llevó su mano a su boca “yo también te quiero” alcancé a leer en sus labios antes de perderlo de vista.
Llegué justo a las nueve a la agencia, afortunadamente, Scott no llegaba todavía, así que de inmediato me puse a trabajar y a responder los correos que tenía. Aproximadamente una hora después llegó mi jefe, entró a mi oficina y cerró la puerta, yo comencé a temblar y sentí un trasudor frío recorrer mi cuerpo, se sentó frente a mí con sus manos entrelazadas sobre el escritorio.
– Buenos días, Bella – dijo serio.
– Buenos días, Scott, ¿cómo estás? – respondí mirándolo un tanto asustada.
– Bien, gracias, a ti no te lo preguntó porque se te ve – exclamó y yo agaché la mirada – Bella, es necesario que hablemos de lo que vi ayer en esta oficina.
– Lo sé, te pido mil disculpas y acataré la decisión que tomes al respecto sin chistar.
– Tranquila Bella, no voy a despedirte por algo así, sin embargo, sí quiero que te quedé claro que no deja de ser una falta del respeto y si vuelve a repetirse tendré que aplicar el reglamento y levantarte una acta administrativa, en esta ocasión, por ser la primera vez y porque eres una valiosa y dedicada empleada, sólo será de forma verbal.
– Gracias Scott, te juro que no volverá a pasar.
– Por otro lado, sabes bien que no me gusta meterme donde no me llaman, pero como ya te lo he dicho en otras ocasiones, te estimo y me preocupo por ti, por eso me siento en la obligación de decirte lo que pienso.
– Adelante Scott, te escucho.
– Entiendo que estés en toda la libertad de rehacer tu vida, de hecho me da gusto ver que no has caído en depresión por lo de tu ex, pero, quizá deberías estar un tiempo sola, analizar todos los errores de esa relación para evitar repetirlos y… no me lo tomes a mal, no pretendo intrigar, pero Edward Cullen no es un buen partido.
– ¿Por qué lo dices?, ¿lo conoces? – pregunté casi con el corazón en la boca, conocía bien a Scott y sabía que cuando decía algo tenía una buena razón para hacerlo.
– Una sobrina de mi esposa salió con él cuando iban en la universidad, es el típico chico mimado que no toma a las mujeres en serio y menos cuando no son de su nivel social, Bella, no sé si ha cambiado o sigue igual, lo único que no quiero es que vuelvan a lastimarte, no me gustaría verte sufrir, sólo te pido que andes con pies de plomo, sin duda es un chico guapo y adulador, pero comprueba que en verdad quiere algo serio contigo, es lo único que te pido, si me permites el consejo, claro está.
– Te lo agradezco Scott, la verdad, a veces, te veo como un padre y créeme que apreció mucho tus palabras y tus consejos.
– Yo también te veo como una hija, ahora a trabajar, señorita.
Scott salió de mi oficina y me quedé pensando en lo que me dijo, que francamente no era nada nuevo para mí, si supiera en qué condiciones lo conocí, lo cual me hizo darme cuenta que teníamos que inventar algo, eso de que fuimos juntos a la universidad, al menos, mis conocidos no lo creerían.
Edward me llamó para ponernos de acuerdo para la hora del almuerzo y le pedí que se adelantara al restaurante porque luego se llenaba y yo no contaba con mucho tiempo. A la una salí y al llegar no pudo ser mayor mi sorpresa cuando vi a una guapa chica vestida de forma provocativa que estaba a punto de besar a Edward que le sonreía como si nada y entonces las palabras de Scott vinieron a mi mente.
Fragmento de la canción: Acaríciame.
Intérprete: María Conchita Alonso
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Re: Estás libre esta noche? (+18)
me encanto pero quien sera esa chica que esta a punto de besar a Edward y lo repito como quisiera ser Bella
otra cosa para cuando el proximo capitulo
besos para todas
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besos para todas
alejandra_vazquez88- .
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Re: Estás libre esta noche? (+18) (Completo)
Seguro que lo de Ed y la chica provocativa será un mal entendido, o eso espero
bueno :) me gustó mucho el cap, quien no desearía ser Bella
SUBE PRONTO!
bueno :) me gustó mucho el cap, quien no desearía ser Bella
SUBE PRONTO!
MarinaCullen- .
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Re: Estás libre esta noche? (+18) (Completo)
D:
qe le sucede!...
conqe Bella no haga lo
mismo qe la otrababoza
de gritar frente a todo el
mundo!
mmm.. como dijo la persona de arriba,
debe ser una eqivocacion o algo D:..
debe serlo x(!... sino, qe Edward venga
a mxli para qe me conosca y asi
qe le sucede!...
conqe Bella no haga lo
mismo qe la otra
de gritar frente a todo el
mundo!
mmm.. como dijo la persona de arriba,
debe ser una eqivocacion o algo D:..
debe serlo x(!... sino, qe Edward venga
a mxli para qe me conosca y asi
Re: Estás libre esta noche? (+18) (Completo)
eso debe ser una confucion definitivamente, edward no le haria eso
Bbra- .
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Re: Estás libre esta noche? (+18) (Completo)
apuesto lo que quieran que la mujer se le esta insinuando mucha #$!&@ y si es edward mucho $#"!&* como se le ocure hacerle eso a bella solo espero que no sea que la este engañando por que lo golpeare bueno literalmente jajajaja
bueno espero que subas otro capi rapido por que las dudas nos carcomen y podren nuestro cerebro jajaja
bueno espero que subas otro capi rapido por que las dudas nos carcomen y podren nuestro cerebro jajaja
Irina Denali- .
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Re: Estás libre esta noche? (+18) (Completo)
Hola chicas!!!
Muchas gracias por seguir leyendo y comentando esta historia, aquí les dejo el siguiente capítulo.
Saluditos
– Buenas tardes – dije seria y molesta, ambos voltearon a verme.
– Corazón, al fin llegas – exclamó Edward tomándome de la mano y me dio un beso en los labios ante la mirada atónita de la tipa que tuvo que moverse hacia atrás – mira, te presento a Valery, una vieja amiga, Valery, ella es Isabella Swan, mi novia.
– Mucho gusto – dijo con una sonrisa fingida mientras me recorría con una mirada fulminante y yo estaba quizá más sorprendida que ella por la presentación.
– Igualmente – respondí en toco seco.
– Un placer verte Eddy – enfatizó mirándolo y sonriéndole coquetamente – cuando quieras llámame, sabes dónde encontrarme – agregó dándole un beso en la mejilla.
Yo me quedé trabada, era el colmo de la desfachatez, poco le importo que Edward le dijera que yo era su novia y le coqueteó en mis narices, sentí como me hervía la sangre y di un paso al frente, pero Edward me detuvo parándose frente a mí.
– Bella, no querrás hacer un escándalo en un lugar público.
– Que tipa tan descarada y tú como si nada dejándote que te besara – exclamé furiosa, si no podía desquitar mi coraje con ella, lo haría con él.
– Un beso en la mejilla no es besar, Bella – explicó sonriendo.
– Pero, los vi cuando llegué y su intensión no era precisamente dártelo en la mejilla.
– Me encanta cuando te pones celosa – dijo abrazándome y poniendo su frente en la mía – ¿en verdad pensaste que yo iba a permitir que eso sucediera?
– Pues, le sonreías muy animadamente – respondí con menos coraje porque su aliento estaba colándose por mi nariz.
– No es mi estilo portarme grosero y menos con las mujeres, sin embargo, iba a rechazarla sutilmente, claro que lo mejor fue que tú llegaste – aclaró acariciándome la mejilla con el dorso de su mano.
– Pero, te coqueteo descaradamente – repliqué en un tono más tranquilo.
– Y podría haberse desnudado y mi respuesta iba a ser la misma – tomó mi mentón con su mano y me miró directo a los ojos – Bella, hace mucho que dejé de estar con otras mujeres, grábate esto muy bien aquí – puso un dedo en mi sien – y aquí – lo puso en mi pecho a la altura del corazón – la única que me importa eres tú, a la única que quiero es a ti – me dio un beso en los labios – con la única que me interesa compartir mi cama es contigo – susurró en mi oído y me abrazo fuertemente.
Volvió a desarmarme por completo, no pude expresar palabra alguna, estaba por demás emocionada y a la vez avergonzada por haber pensando durante un segundo que me engañaba y sólo buscaba burlarse de mí, no cabía duda que los celos nublaban la razón y jamás los había sentido con tanta fuerza, ni siquiera con Jennifer.
– Aunque, para serte sincero, me da gusto que esto haya pasado – exclamó y me solté para mirarlo – porque tus celos me demuestran cuanto me quieres.
– ¿Y todavía te atreves a dudarlo?
– No, pero me encanta confirmarlo – enfatizó y me dio otro beso.
– ¿De verdad no ibas a dejar que te besara?
– Por supuesto que no, te lo juro, Bella, entiendo tu desconfianza, pero si de algo debes estar segura es que jamás te engañaría, no tengo ninguna necesidad de hacerlo, ya vamos a comer, anda.
Me recorrió la silla para que me sentara y después él se sentó frente a mí. Ambos pedimos ensalada y mientras nos las llevaban, Edward me acariciaba una mano, entonces me sentí más tranquila, pero aún así le conté lo que Scott me había dicho de él y volvió a reiterarme que no tenía porque preocuparme, que no me negaba que sí había sido así, pero que ya había cambiado.
– Bella, ya ni siquiera tengo el celular al que me llamabas.
– ¿Cómo que no lo tienes? – pregunté sorprendida.
– Ese número era exclusivo para esas citas, pero ya lo tiré porque no tengo ninguna intensión de seguir involucrado en eso.
– ¿En serio?
– Sí, encontré algo mucho mejor y sin buscarlo, llegaste tú y ahora todo es diferente – agregó y me dio un beso en la mano – anota el número de mi blackberry – añadió y me lo dictó, pero no borre el otro, quería asegurarme que me decía la verdad.
Me sentí feliz, como nunca antes, al enterarme que ya no estaba en esa sociedad o lo que fuera. Me acompañó a la oficina y le di mi llave del departamento, nos dimos un beso y entré al edificio. Arreglé todo lo necesario para la junta que tendríamos con el Sr. Jackson a las 3:30. Scott se fue a las siete y me dijo que ya me podía ir yo también, así que apagué la computadora, tomé mi bolso y salí de la oficina. Edward me estaba esperando afuera del edificio, me recibió con un beso y nos marchamos.
Cuando llegamos al departamento me lleve una grata sorpresa, la mesa estaba puesta para dos personas y en el centro había un hermoso arreglo de alcatraces, lo miré boquiabierta y lo abracé efusivamente luego de darle un beso.
– Edward, ¿cómo sabías que los alcatraces son mis flores preferidas?
– Sé más cosas de ti de las que te imaginas – respondió guiñándome un ojo.
– ¿Ah sí?, ¿y cómo puede ser eso?
– Es un secreto, siéntate que la cena ya está lista.
– ¿Te ayudo en algo?
– No corazón, tú vienes de trabajar, debes estar cansada, aunque espero que no tanto para el postre – dijo en tono sensual.
Me sirvió una copa de vino y fue a la cocina, regresó con una charola con pescado y en la otra mano una bandeja con ensalada, me sirvió en un plato el pescado y en el otro la ensalada y después se sirvió él, puso algo de música y se sentó frente a mí. Cenamos tranquilamente y me comentó que Alice le había llamado para confirmar mi asistencia a su boda y él le aseguró que por ningún motivo faltaría.
– Por cierto, corazón, ¿puedes permiso para faltar ese viernes?, por favor, me gustaría llegar al ensayo, ¿sabes?, soy el padrino.
– ¿En serio?, no tenía idea, voy a hablar con Scott, si no se puede, llego el sábado yo sola y así no te pierdes el ensayo.
– De ninguna manera, tienes que llegar conmigo.
– Cierto, que soy tu “novia” – exclamé en tono chistoso – no se vería bien si llego sola.
– Exacto, daría la impresión que estamos disgustados.
– Edward… hablando en serio… ¿por qué le dijiste a esa chica que soy tu novia?
– ¿No lo eres?
– ¿Lo soy?
– ¿No quieres serlo?
– ¿Lo quieres tú?
– ¿Vas a seguir respondiéndome con preguntas?
– ¿Vas a seguir evadiéndolas?
– ¿Vas a continuar evadiéndolas tú?
– Edward, en serio, esto no es ningún juego – dije un tanto seria.
– Para mí tampoco lo es Bella – dio un suspiro – sé que no te lo he preguntado formalmente, pero así te considero.
– No tienes que preguntarlo, las palabras se las lleva el viento, lo que cuentan son los hechos, sólo me tomó por sorpresa escuchártelo decir… ¿me presentarás de igual forma con tu familia? – pregunté con cierto temor.
– Por supuesto, ¿no te agrada la idea?
– No es eso.
– ¿Qué es lo que en realidad te preocupa, Bella?
– Yo no soy de tu clase, Edward, tú has estudiado en las mejores escuelas privadas, yo siempre en públicas y si pude costearme la carrera fue porque trabajaba.
– No conoces a los Cullen, mi familia no es nada pretenciosa, créeme que lo que menos les importara es tu status social, has tratado con Alice, ¿acaso te ha hecho menos?
– No, pero, eran cuestiones de trabajo, ahora se trata de su hermano y se ve que te adora, ¿qué pasara si se entera no fuimos juntos a la universidad?
– Nada, en primera estará demasiado feliz y entusiasmada por su boda y en segunda no es nada rencorosa, además le caes muy bien.
– No me gustan las mentiras y no creo que a ella tampoco, a nadie le gustan.
– Tranquila, no tiene porque enterarse, pero si te tranquiliza le diremos “la verdad”.
– ¿Qué? – pregunté con pánico.
– Podemos tergiversarla un poco, que nos conocimos en el bar del Rose Imperial el día de tu cumpleaños, que te envíe una copa de cortesía y después platicamos, volvimos a encontrarnos un par de veces más y coincidimos de casualidad en el desfile, ¿qué te parece?
– Podría ser, pero aún así que vergüenza.
– No tienes nada de que preocuparte, mi familia te adorara porque eres adorable y encantadora, ya verás – me guiñó el ojo.
Terminamos de cenar y Edward se ofreció amablemente a lavar los trastes, entonces yo entré a mi habitación y saqué un baby doll que me había comprado aquella vez que fui a la tienda de ropa interior, pero que aún no había estrenado porque tenía pensado hacerlo en el siguiente encuentro en el hotel que ya no se dio porque nos conocimos oficialmente, así que ahora era un buen momento para estrenarlo, combinado con un poco de juego que se me ocurrió, así que me lo puse y encima un abrigo, tomé mi celular y marqué a su blackberry.
– Hola – respondió en tono sensual.
– ¿Estás libre esta noche? – pregunté usando el mismo tono que él.
– La verdad no, estoy en casa de mi novia – dijo siguiéndome el juego.
– Es una verdadera lástima… ardo en deseos de verte, acariciarte, besarte, desnudarte, recorrer tu cuerpo.
– Uf, no sigas que me harás hacer algo que no quiero.
– Vamos, no tiene porque enterarse tu novia… además, lo prohibido es más excitante, ¿no crees?
– Definitivamente.
– Me han dicho que eres un dios en la cama y me encantaría comprobarlo y, por tu tono de voz, creo que no exageraron, tienes una voz endemoniadamente sensual, has despertado más mi deseo por ti.
– ¿En serio piensas que mi voz es sensual? – exclamó enfatizándola más.
– Demasiado… mi cuerpo ha empezado a… alterarse sólo de escucharte.
– Tu voz también es muy sexy, ¿así eres tú?
– ¿Por qué no vienes y lo compruebas por ti mismo?
– Está bien, ¿cómo te reconozco?
– Sólo traigo puesto un abrigo negro – respondí y le colgué.
Salió de la cocina y yo estaba parada en la entrada de mi habitación, tenía un brazo estirado recargado en el umbral de la puerta y le sonreí coquetamente, lamiéndome los labios, Edward me recorrió con la mirada.
– Hola extraño – dije y le guiñé un ojo.
– Hola belleza, en verdad eres tan sexy como tu voz.
– Y espera que me ponga en acción – agregué y lo jalé de la camisa.
Lo besé desenfrenadamente, él me pegó a su cuerpo y entramos a la habitación, lo giré y lo hice sentarse en la cama, me quité el abrigo y le mostré mi atuendo, el cual consistía en un hermoso sostén rojo con encaje negro en las orillas de las copas, una tanga roja también con encaje negro en la orilla de arriba y una pequeña bata de satín roja también con encaje que se anudaba de la parte de arriba.
– Lo dicho, sí que eres sexy.
– Esta noche yo te haré feliz a ti.
Me acerqué y le abrí la camisa con fuerza, los botones salieron volando y se la arranqué, él suspiró, rápidamente le quité el pantalón, su cuerpo había reaccionado, así que me hinqué y tomé su erección en mis manos y la recorrí con mis labios y mi lengua, despacio y suave, a diferencia de la rapidez con que lo había desnudado. Él apoyó sus manos en la cama y echó la cabeza hacia atrás, gimiendo en respuesta a mis caricias, yo seguí tocando y besando toda su masculinidad, lanzó pequeños gritos de placer y me pedía que no parara, así que yo le obedecía hasta que sentí que casi alcanzaba el clímax, me detuve.
Me levanté y caminé unos pasos, alejándome de él, puse un poco de música y le bailé sensualmente mientras me quitaba las pocas prendas que traía. Sus ojos ardían en deseo al igual que los míos, me acerqué y le lamí los labios, él me tomó por la cintura y me hizo sentarme en él uniendo al fin nuestros cuerpos que se movieron acompasadamente y comencé a gemir más fuerte que él.
– Me enloqueces como nadie lo había hecho Be…
– Shh, regla número uno, no nombres – dije poniéndole un dedo en los labios.
– Encantadora y sexy desconocida.
– Así es más excitante, hermoso y sensual desconocido.
En un movimiento me hizo girar y quedo encima de mí, nos besamos mientras seguía introduciéndose en mí cada vez con mayor intensidad, lamió mi cuello y luego mis senos, yo subía y bajaba mis manos por su espalda hasta sus nalgas, aumentó aún más sus movimientos y sentí como ambos llegábamos al orgasmo gritando al unísono.
– Al demonio con las reglas, me fascinas Bella, me vuelves loco y cada vez tengo más ansias de ti – susurró en mi oído, aún con la respiración agitada.
– Tú también me enloqueces como nadie Edward, te quiero.
– Yo te quiero más – respondió y me besó.
Recargó su cabeza en mi hombro, yo se la acaricié y no supe en que momento nos quedamos dormidos. El despertador volvió a hacer de las suyas a la mañana siguiente regresándome a la realidad, podría quedarme con él todo el día en la cama, pero los deberes me llamaban. Edward lo apagó, ya que estaba de ese lado, acarició mi abdomen mientras me regalaba una hermosa sonrisa.
– Buenos días, señorita, creo que será la causante de un fuerte disgusto con mi novia por haberme quedado a dormir con usted y no con ella.
– Seguro encontrará la forma de reconciliarse con ella, dicen que eso es lo mejor de las peleas – le di un beso en los labios – buenos días.
– Y lo he comprobado, gracias por darme un pretexto para discutir con ella – puso un mechón de mi cabello detrás de mi oreja – creo que es hora de tomar un baño, ¿tú si dejarás que te lave la espalda?
Fragmento de la canción: Games people play.
Intérprete: The Alan Parsons Project.
Traducción: Anne Hilldweller
Muchas gracias por seguir leyendo y comentando esta historia, aquí les dejo el siguiente capítulo.
Saluditos
Capítulo 20:
Juegos de amor
Juegos que la gente practica, ¿lo tomas o lo dejas?
Las cosas que se dicen, ¿son honorables?
Si te prometo la luna y las estrellas, ¿me lo creerías?
Juegos que la gente practica en la mitad de la noche
Las cosas que se dicen, no lo hacen correcto
Si te digo la verdad ahora, ¿la creerías?
Juegos que la gente practica en la mitad de la noche
Juegos de amor
Juegos que la gente practica, ¿lo tomas o lo dejas?
Las cosas que se dicen, ¿son honorables?
Si te prometo la luna y las estrellas, ¿me lo creerías?
Juegos que la gente practica en la mitad de la noche
Las cosas que se dicen, no lo hacen correcto
Si te digo la verdad ahora, ¿la creerías?
Juegos que la gente practica en la mitad de la noche
– Buenas tardes – dije seria y molesta, ambos voltearon a verme.
– Corazón, al fin llegas – exclamó Edward tomándome de la mano y me dio un beso en los labios ante la mirada atónita de la tipa que tuvo que moverse hacia atrás – mira, te presento a Valery, una vieja amiga, Valery, ella es Isabella Swan, mi novia.
– Mucho gusto – dijo con una sonrisa fingida mientras me recorría con una mirada fulminante y yo estaba quizá más sorprendida que ella por la presentación.
– Igualmente – respondí en toco seco.
– Un placer verte Eddy – enfatizó mirándolo y sonriéndole coquetamente – cuando quieras llámame, sabes dónde encontrarme – agregó dándole un beso en la mejilla.
Yo me quedé trabada, era el colmo de la desfachatez, poco le importo que Edward le dijera que yo era su novia y le coqueteó en mis narices, sentí como me hervía la sangre y di un paso al frente, pero Edward me detuvo parándose frente a mí.
– Bella, no querrás hacer un escándalo en un lugar público.
– Que tipa tan descarada y tú como si nada dejándote que te besara – exclamé furiosa, si no podía desquitar mi coraje con ella, lo haría con él.
– Un beso en la mejilla no es besar, Bella – explicó sonriendo.
– Pero, los vi cuando llegué y su intensión no era precisamente dártelo en la mejilla.
– Me encanta cuando te pones celosa – dijo abrazándome y poniendo su frente en la mía – ¿en verdad pensaste que yo iba a permitir que eso sucediera?
– Pues, le sonreías muy animadamente – respondí con menos coraje porque su aliento estaba colándose por mi nariz.
– No es mi estilo portarme grosero y menos con las mujeres, sin embargo, iba a rechazarla sutilmente, claro que lo mejor fue que tú llegaste – aclaró acariciándome la mejilla con el dorso de su mano.
– Pero, te coqueteo descaradamente – repliqué en un tono más tranquilo.
– Y podría haberse desnudado y mi respuesta iba a ser la misma – tomó mi mentón con su mano y me miró directo a los ojos – Bella, hace mucho que dejé de estar con otras mujeres, grábate esto muy bien aquí – puso un dedo en mi sien – y aquí – lo puso en mi pecho a la altura del corazón – la única que me importa eres tú, a la única que quiero es a ti – me dio un beso en los labios – con la única que me interesa compartir mi cama es contigo – susurró en mi oído y me abrazo fuertemente.
Volvió a desarmarme por completo, no pude expresar palabra alguna, estaba por demás emocionada y a la vez avergonzada por haber pensando durante un segundo que me engañaba y sólo buscaba burlarse de mí, no cabía duda que los celos nublaban la razón y jamás los había sentido con tanta fuerza, ni siquiera con Jennifer.
– Aunque, para serte sincero, me da gusto que esto haya pasado – exclamó y me solté para mirarlo – porque tus celos me demuestran cuanto me quieres.
– ¿Y todavía te atreves a dudarlo?
– No, pero me encanta confirmarlo – enfatizó y me dio otro beso.
– ¿De verdad no ibas a dejar que te besara?
– Por supuesto que no, te lo juro, Bella, entiendo tu desconfianza, pero si de algo debes estar segura es que jamás te engañaría, no tengo ninguna necesidad de hacerlo, ya vamos a comer, anda.
Me recorrió la silla para que me sentara y después él se sentó frente a mí. Ambos pedimos ensalada y mientras nos las llevaban, Edward me acariciaba una mano, entonces me sentí más tranquila, pero aún así le conté lo que Scott me había dicho de él y volvió a reiterarme que no tenía porque preocuparme, que no me negaba que sí había sido así, pero que ya había cambiado.
– Bella, ya ni siquiera tengo el celular al que me llamabas.
– ¿Cómo que no lo tienes? – pregunté sorprendida.
– Ese número era exclusivo para esas citas, pero ya lo tiré porque no tengo ninguna intensión de seguir involucrado en eso.
– ¿En serio?
– Sí, encontré algo mucho mejor y sin buscarlo, llegaste tú y ahora todo es diferente – agregó y me dio un beso en la mano – anota el número de mi blackberry – añadió y me lo dictó, pero no borre el otro, quería asegurarme que me decía la verdad.
Me sentí feliz, como nunca antes, al enterarme que ya no estaba en esa sociedad o lo que fuera. Me acompañó a la oficina y le di mi llave del departamento, nos dimos un beso y entré al edificio. Arreglé todo lo necesario para la junta que tendríamos con el Sr. Jackson a las 3:30. Scott se fue a las siete y me dijo que ya me podía ir yo también, así que apagué la computadora, tomé mi bolso y salí de la oficina. Edward me estaba esperando afuera del edificio, me recibió con un beso y nos marchamos.
Cuando llegamos al departamento me lleve una grata sorpresa, la mesa estaba puesta para dos personas y en el centro había un hermoso arreglo de alcatraces, lo miré boquiabierta y lo abracé efusivamente luego de darle un beso.
– Edward, ¿cómo sabías que los alcatraces son mis flores preferidas?
– Sé más cosas de ti de las que te imaginas – respondió guiñándome un ojo.
– ¿Ah sí?, ¿y cómo puede ser eso?
– Es un secreto, siéntate que la cena ya está lista.
– ¿Te ayudo en algo?
– No corazón, tú vienes de trabajar, debes estar cansada, aunque espero que no tanto para el postre – dijo en tono sensual.
Me sirvió una copa de vino y fue a la cocina, regresó con una charola con pescado y en la otra mano una bandeja con ensalada, me sirvió en un plato el pescado y en el otro la ensalada y después se sirvió él, puso algo de música y se sentó frente a mí. Cenamos tranquilamente y me comentó que Alice le había llamado para confirmar mi asistencia a su boda y él le aseguró que por ningún motivo faltaría.
– Por cierto, corazón, ¿puedes permiso para faltar ese viernes?, por favor, me gustaría llegar al ensayo, ¿sabes?, soy el padrino.
– ¿En serio?, no tenía idea, voy a hablar con Scott, si no se puede, llego el sábado yo sola y así no te pierdes el ensayo.
– De ninguna manera, tienes que llegar conmigo.
– Cierto, que soy tu “novia” – exclamé en tono chistoso – no se vería bien si llego sola.
– Exacto, daría la impresión que estamos disgustados.
– Edward… hablando en serio… ¿por qué le dijiste a esa chica que soy tu novia?
– ¿No lo eres?
– ¿Lo soy?
– ¿No quieres serlo?
– ¿Lo quieres tú?
– ¿Vas a seguir respondiéndome con preguntas?
– ¿Vas a seguir evadiéndolas?
– ¿Vas a continuar evadiéndolas tú?
– Edward, en serio, esto no es ningún juego – dije un tanto seria.
– Para mí tampoco lo es Bella – dio un suspiro – sé que no te lo he preguntado formalmente, pero así te considero.
– No tienes que preguntarlo, las palabras se las lleva el viento, lo que cuentan son los hechos, sólo me tomó por sorpresa escuchártelo decir… ¿me presentarás de igual forma con tu familia? – pregunté con cierto temor.
– Por supuesto, ¿no te agrada la idea?
– No es eso.
– ¿Qué es lo que en realidad te preocupa, Bella?
– Yo no soy de tu clase, Edward, tú has estudiado en las mejores escuelas privadas, yo siempre en públicas y si pude costearme la carrera fue porque trabajaba.
– No conoces a los Cullen, mi familia no es nada pretenciosa, créeme que lo que menos les importara es tu status social, has tratado con Alice, ¿acaso te ha hecho menos?
– No, pero, eran cuestiones de trabajo, ahora se trata de su hermano y se ve que te adora, ¿qué pasara si se entera no fuimos juntos a la universidad?
– Nada, en primera estará demasiado feliz y entusiasmada por su boda y en segunda no es nada rencorosa, además le caes muy bien.
– No me gustan las mentiras y no creo que a ella tampoco, a nadie le gustan.
– Tranquila, no tiene porque enterarse, pero si te tranquiliza le diremos “la verdad”.
– ¿Qué? – pregunté con pánico.
– Podemos tergiversarla un poco, que nos conocimos en el bar del Rose Imperial el día de tu cumpleaños, que te envíe una copa de cortesía y después platicamos, volvimos a encontrarnos un par de veces más y coincidimos de casualidad en el desfile, ¿qué te parece?
– Podría ser, pero aún así que vergüenza.
– No tienes nada de que preocuparte, mi familia te adorara porque eres adorable y encantadora, ya verás – me guiñó el ojo.
Terminamos de cenar y Edward se ofreció amablemente a lavar los trastes, entonces yo entré a mi habitación y saqué un baby doll que me había comprado aquella vez que fui a la tienda de ropa interior, pero que aún no había estrenado porque tenía pensado hacerlo en el siguiente encuentro en el hotel que ya no se dio porque nos conocimos oficialmente, así que ahora era un buen momento para estrenarlo, combinado con un poco de juego que se me ocurrió, así que me lo puse y encima un abrigo, tomé mi celular y marqué a su blackberry.
– Hola – respondió en tono sensual.
– ¿Estás libre esta noche? – pregunté usando el mismo tono que él.
– La verdad no, estoy en casa de mi novia – dijo siguiéndome el juego.
– Es una verdadera lástima… ardo en deseos de verte, acariciarte, besarte, desnudarte, recorrer tu cuerpo.
– Uf, no sigas que me harás hacer algo que no quiero.
– Vamos, no tiene porque enterarse tu novia… además, lo prohibido es más excitante, ¿no crees?
– Definitivamente.
– Me han dicho que eres un dios en la cama y me encantaría comprobarlo y, por tu tono de voz, creo que no exageraron, tienes una voz endemoniadamente sensual, has despertado más mi deseo por ti.
– ¿En serio piensas que mi voz es sensual? – exclamó enfatizándola más.
– Demasiado… mi cuerpo ha empezado a… alterarse sólo de escucharte.
– Tu voz también es muy sexy, ¿así eres tú?
– ¿Por qué no vienes y lo compruebas por ti mismo?
– Está bien, ¿cómo te reconozco?
– Sólo traigo puesto un abrigo negro – respondí y le colgué.
Salió de la cocina y yo estaba parada en la entrada de mi habitación, tenía un brazo estirado recargado en el umbral de la puerta y le sonreí coquetamente, lamiéndome los labios, Edward me recorrió con la mirada.
– Hola extraño – dije y le guiñé un ojo.
– Hola belleza, en verdad eres tan sexy como tu voz.
– Y espera que me ponga en acción – agregué y lo jalé de la camisa.
Lo besé desenfrenadamente, él me pegó a su cuerpo y entramos a la habitación, lo giré y lo hice sentarse en la cama, me quité el abrigo y le mostré mi atuendo, el cual consistía en un hermoso sostén rojo con encaje negro en las orillas de las copas, una tanga roja también con encaje negro en la orilla de arriba y una pequeña bata de satín roja también con encaje que se anudaba de la parte de arriba.
– Lo dicho, sí que eres sexy.
– Esta noche yo te haré feliz a ti.
Me acerqué y le abrí la camisa con fuerza, los botones salieron volando y se la arranqué, él suspiró, rápidamente le quité el pantalón, su cuerpo había reaccionado, así que me hinqué y tomé su erección en mis manos y la recorrí con mis labios y mi lengua, despacio y suave, a diferencia de la rapidez con que lo había desnudado. Él apoyó sus manos en la cama y echó la cabeza hacia atrás, gimiendo en respuesta a mis caricias, yo seguí tocando y besando toda su masculinidad, lanzó pequeños gritos de placer y me pedía que no parara, así que yo le obedecía hasta que sentí que casi alcanzaba el clímax, me detuve.
Me levanté y caminé unos pasos, alejándome de él, puse un poco de música y le bailé sensualmente mientras me quitaba las pocas prendas que traía. Sus ojos ardían en deseo al igual que los míos, me acerqué y le lamí los labios, él me tomó por la cintura y me hizo sentarme en él uniendo al fin nuestros cuerpos que se movieron acompasadamente y comencé a gemir más fuerte que él.
– Me enloqueces como nadie lo había hecho Be…
– Shh, regla número uno, no nombres – dije poniéndole un dedo en los labios.
– Encantadora y sexy desconocida.
– Así es más excitante, hermoso y sensual desconocido.
En un movimiento me hizo girar y quedo encima de mí, nos besamos mientras seguía introduciéndose en mí cada vez con mayor intensidad, lamió mi cuello y luego mis senos, yo subía y bajaba mis manos por su espalda hasta sus nalgas, aumentó aún más sus movimientos y sentí como ambos llegábamos al orgasmo gritando al unísono.
– Al demonio con las reglas, me fascinas Bella, me vuelves loco y cada vez tengo más ansias de ti – susurró en mi oído, aún con la respiración agitada.
– Tú también me enloqueces como nadie Edward, te quiero.
– Yo te quiero más – respondió y me besó.
Recargó su cabeza en mi hombro, yo se la acaricié y no supe en que momento nos quedamos dormidos. El despertador volvió a hacer de las suyas a la mañana siguiente regresándome a la realidad, podría quedarme con él todo el día en la cama, pero los deberes me llamaban. Edward lo apagó, ya que estaba de ese lado, acarició mi abdomen mientras me regalaba una hermosa sonrisa.
– Buenos días, señorita, creo que será la causante de un fuerte disgusto con mi novia por haberme quedado a dormir con usted y no con ella.
– Seguro encontrará la forma de reconciliarse con ella, dicen que eso es lo mejor de las peleas – le di un beso en los labios – buenos días.
– Y lo he comprobado, gracias por darme un pretexto para discutir con ella – puso un mechón de mi cabello detrás de mi oreja – creo que es hora de tomar un baño, ¿tú si dejarás que te lave la espalda?
Fragmento de la canción: Games people play.
Intérprete: The Alan Parsons Project.
Traducción: Anne Hilldweller
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Re: Estás libre esta noche? (+18) (Completo)
se ve que están muy enamorados
no tengo time!
sube siguiente capítulo pronto ;)
no tengo time!
sube siguiente capítulo pronto ;)
MarinaCullen- .
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Re: Estás libre esta noche? (+18) (Completo)
si realmente se ven encantadores que envidia
Irina Denali- .
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Re: Estás libre esta noche? (+18)
Irina Denali escribió:si realmente se ven encantadores que envidia
estoy completamente decuerdo con ustedes
me encanta esta historia pero tardas mucho en subir entre un capitulo y otro pero sige escribiendo haci muchas felicidades pero sube el otro lo antes posible gracias por el capi
besos para todas chicas
alejandra_vazquez88- .
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Re: Estás libre esta noche? (+18) (Completo)
Hola chicas!
Mil gracias por seguir al pendiente de esta historia, aquí les traigo el siguiente capítulo.
Saludos
El tiempo se había pasado volando después del susto que me llevé al creer que estaba embarazada, ahora me encontraba en mi departamento esperando a Edward, que al fin regresaba de Londres, para irnos al aeropuerto, ya que había llegado la fecha de la boda de Alice. Scott sí me había dado permiso de ausentarme un día, Irina, la nueva chica que trabajaba en la agencia, había resultado muy eficiente y de inmediato se puso al corriente de las cuentas, incluso llevó un par de clientes nuevos, así que no hubo ningún problema para tomarme el día.
Cuando escuché que tocaban la puerta mi corazón se aceleró, un mes alejados había sido una eternidad, a pesar de que a diario hablábamos y nos veíamos frecuentemente por la webcam, pero no era para nada lo mismo a sentirlo, olerlo, tocarlo y demás. Abrí y lo recibí con un gran abrazo, nos besamos desesperadamente, su sabor era realmente exquisito, mucho mejor a como lo recordaba y mi cuerpo se estremeció al sentir sus brazos rodearme y sus manos acariciando mi espalda en tanto yo le acariciaba el cuello y sus cabellos, cortamos el beso hasta que ya no podíamos respirar. Edward tomó mi rostro con sus manos.
– Hola corazón, me alegra tanto volver a estar contigo, te extrañé horrores.
– Yo también te extrañé muchísimo, cariño.
– Este fin de semana será inolvidable, lo prometo – me dio un beso en los labios – vámonos ya, corazón.
Tomó mi maleta y bajamos, volvimos a besarnos en el ascensor mientras con nuestras manos acariciábamos nuestros sexos encima de la ropa, anhelaba que me hiciera suya en ese momento, pero teníamos el tiempo contado. Salimos del edificio y nos estaba esperando un taxi, el chofer subió mi maleta a la cajuela y luego de subir, arrancó. Después de poco más de media hora llegamos al aeropuerto, registramos las maletas y caminamos a la sala de espera, yo me senté y Edward fue a comprar unos dulces.
– ¡Bella! – escuché que me dijeron y levanté la vista.
– Eric – exclamé al ver al chico con rasgos orientales que me miraba con una gran sonrisa.
– El mismo, wow, que sorpresa, cuanto tiempo, déjame darte un abrazo – dijo y me levanté del asiento – dios, que hermosa te has puesto.
– Gracias, tú siempre tan amable.
– No es amabilidad mujer, es la pura verdad – exclamó separándose, pero sosteniéndome de las manos – de verdad luces maravillosa y radiante.
– Porque la felicidad se refleja en el rostro – exclamó Edward bastante serio y yo retiré mis manos, entonces él me abrazó por la cintura acercándome a su cuerpo – y Bella y yo somos muy felices, ¿verdad, corazón?, por cierto, ¿no me vas a presentar? – agregó molesto.
– Sí, claro, Eric Yorkie, un ex compañero de la preparatoria, él es Edward Cullen… – no pude decir que era mi novio, Eric sabía de mi relación con Jacob y además se llevaban muy bien, había estado en mi fiesta sorpresa de cumpleaños hacía dos años.
– Su novio, para mayor información – añadió aún más molesto.
– ¿Cullen?, ¿eres hermano de Emmett, el jugador de Pieles Rojas?
– Sí – respondió en tono seco.
– Encantado de conocerte, admiró mucho a tu hermano, de los mejores jugadores actuales – dijo y le extendió la mano.
– Gracias, los Cullen siempre somos los mejores en todo lo que hacemos – respondió estrechándole la mano de mala gana y la retiró casi de inmediato.
– Bella, me dio muchísimo gusto verte, suerte en tu viaje.
– Gracias Eric, cuídate y buen viaje.
– Hasta luego – dijo incómodo y ya ni siquiera me dio la mano y se alejó.
– Es increíble, te dejo sola dos minutos y cuando regresó te encuentro muy abrazada y de lo más feliz con un tipo cualquiera que después te toma de las manos como si nada.
– No era un tipo cualquiera, fuimos juntos a la preparatoria y solíamos ser amigos, no estaba intentando besarme como la tal Valery a ti, ni me coqueteó en tu cara.
– “De verdad luces maravillosa y radiante” – exclamó arremedando su voz – ¿crees que soy idiota?, eso es coquetear aquí y en China.
– Era un cumplido de amigos, verdaderos amigos no como tu “amiguita” Valery, que casi se te echa encima en plena calle, ya me imagino que clase de amigos eran.
– ¿Y por qué la juzgas?, al menos ella no tenía novio cuando se acostó conmigo.
No pude creer que me echara eso en cara, la rabia y la desilusión me inundaron y le di una fuerte bofetada que hasta le volteé la cabeza de lado.
– No quiero volver a verte en mi vida – dije con los dientes apretados tratando de contener el llanto y me alejé.
– Perdóname Bella, por favor, perdóname no quise decir eso – dijo en tono suplicante alcanzándome y abrazándome por detrás.
– Suéltame, no quisiste decirlo, pero lo hiciste y no puedes borrarlo con un simple perdóname – dije con la voz entrecortada por las lágrimas.
– Soy un completo idiota, lo sé, golpéame todo lo que quieras, pero no me dejes, por favor, te quiero demasiado y los celos me trastornan, no concibo la idea de que otro hombre te abrace y te agarre, perdóname te lo suplico.
– Piensas que voy a hacerte lo mismo que a Jacob, ¿verdad? – dije soltándome y volteando para encararlo, limpiándome furiosa las lágrimas.
– No, por supuesto que no, lo nuestro es muy diferente, su relación ya estaba rota cuando yo llegué a tu vida y él no te quería como yo, perdóname Bella, te lo ruego – agregó y vi que se iba a hincar, pero lo detuve.
– No hagas eso por favor, no me hagas quedar en ridículo frente a la gente.
– Haré lo que sea con tal de que me perdones, eres lo más importante en mi vida, ya te lo he dicho y no me cansaré de repetirlo – dijo con lágrimas en los ojos.
– Vaya forma de demostrarlo.
– Perdóname, el amor que siento por ti es demasiado intenso, por eso me enferma verte con alguien más, pero no es que dude de ti, por favor, perdóname, ya llamaron para abordar el avión, te juro que te lo recompensaré, no me dejes y menos ahora, mi familia nos espera, te lo suplico – agregó y una lágrima resbaló por su mejilla.
– Eres increíble Edward – guardé silencio unos segundos – iré contigo, porque Alice m invitó directamente, pero no sé si pueda perdonarte, me dolió muchísimo lo que me dijiste, me llamaste una cualquiera.
– No, te juro que no quise decir eso, la rabia me hizo decir semejante estupidez, pero jamás he pensado que lo seas.
Volvieron a llamar para abordar el avión, así que caminé y él me alcanzó, abordamos y tomamos nuestros respectivos lugares, me abroché el cinturón de seguridad y cerré los ojos, no quería hablar con él, había sido un golpe muy bajo y no me lo merecía, él era el menos indicado para reprocharme ese tipo de cosas, con todo el historial que tenía. Minutos después me levanté y fui al baño, me eché agua en la cara y me quedé apoyada en el lavabo después de secarme, tocaron a la puerta y dije que estaba ocupado, pero insistieron, resignada suspiré y la abrí, era Edward que me hizo entrar de nuevo y él también entró cerrando la puerta con seguro.
– ¿Qué haces?, ¿estás loco?
– Sí, completamente loco por ti – respondió y me besó, pero no le correspondí.
Sus manos acariciaron mi cuerpo mientras su boca luchaba por abrirse paso en la mía, quería resistirme, pero el lugar era tan estrecho que nuestros cuerpos estaban muy juntos y la verdad es que lo necesitaba con urgencia, a pesar de que a veces jugábamos por la webcam no se comparaba a tenerlo en vivo, a sentir su aliento, percibir su delicioso olor, sus manos acariciándome y el sabor de sus besos que me habían excitado desde que pasó por mí al departamento, así que dejé de luchar y le correspondí el beso desenfrenadamente mientras nuestras manos presurosas desabrocharon los pantalones de ambos que bajamos hasta los tobillos.
Pegó aún más su cuerpo sin entrar todavía en mí en tanto seguíamos besándonos con desesperación, yo estaba lista para recibirlo, así que él separó sólo lo suficiente mi pierna para entrar en mí, finalmente, me mordió el labio inferior, mientras se movía rápidamente dentro y fuera de mi cuerpo, yo me aferré a su espalda y eché mi cabeza hacia atrás que topó con la pared, él me mordisqueó el cuello siguiendo con sus movimientos veloces hasta que ambos alcanzamos el clímax y nos besamos para acallar los gemidos.
Yo tenía los ojos cerrados y nos separamos sólo lo mínimo, él seguía estando dentro de mí y sus labios rozaban los míos, después abrí los ojos y lo miré fijamente al igual que él a mí.
– ¿Ya me perdonas?, por favor – dijo con un hilo de voz.
– No abuses de mi vulnerabilidad en este momento.
– Sé que soy un idiota y no merezco tu perdón, la única defensa que tengo es este amor que cada día crece más y me supera, por eso dije eso, sin pensar.
– ¡Dios!, Edward, en verdad quiero estar enojada contigo, muy enojada, incluso quisiera odiarte en este instante, pero no puedo, ejerces demasiado poder en mí, estoy completamente enamorada de ti y abusas porque lo sabes.
– Jamás he querido abusar de ti, entonces, ¿sí me perdonas?
– La verdad no lo sé, no será fácil olvidar lo que me dijiste.
– Haré que lo olvides, lo juro por nuestro amor.
– Si no te quisiera tanto juro que no hubiera subido a este avión por nada del mundo.
– Sabes que yo te quiero tanto como tú a mí, eso jamás lo olvides.
– Tú tampoco Edward, porque el amor puede acabarse en cualquier momento, yo lo sé muy bien y no me gustaría que esto acabará mal.
– Entonces, ¿sí me perdonas? – insistió en tono más suplicante.
– Depende como te portes, salgamos ya, ¿sí?, no quiero que alguien nos descubra.
Me dio un beso presionando fuerte mis labios y salió de mí, nos subimos rápidamente los pantalones y salimos de ahí, tratando que nadie se diera cuenta que lo hacíamos del mismo baño, tomamos de nuevo nuestros asientos y me abrazó, después se separó un poco y sacó una hoja de su pantalón.
– Casi se me olvidaba, toma, repasa esto porque vas a ayudarme a darles una sorpresa a Alice y Jasper – dijo entregándomela y la empecé a leer.
– ¿Es una canción? – pregunté con pánico ante la idea de la sorpresa.
– Sí, la cantaremos en el ensayo de la boda.
– Oh no Edward, no habrá manera de que me hagas cantar frente a tu familia.
– Oh sí lo harás Bella, no quiero adelantar mi discurso de mañana de la recepción oficial, así que hoy cantaremos.
– No, de ninguna manera.
– ¿Ni por qué te lo pido yo? – dijo rozando mi nariz con la suya.
– ¿Te lo mereces? – repliqué tratando de no caer en su encanto.
– Tal vez no, pero entonces, hazlo por Alice, no se lo espera y le encantará.
– Me da vergüenza cantar en público – finalmente acepté.
– Pero, lo haces muy bien, en serio, además, yo no soy cantante profesional tampoco – señaló acariciando mi mejilla con las yemas de sus dedos.
– Pero, estoy segura que cantas mejor que yo.
– Claro que no, anda corazón, por favor.
– Pero, Edward, sólo he cantado en la ducha.
– Y te repito que no lo haces mal – me dio un suave beso en los labios – piensa que es un regalo para mi hermana pequeña, anda di que sí.
– Lo voy a pensar, ¿ok?
– Está bien, por ahora me conformo con eso.
Terminé de leer la canción y era realmente hermosa, todo lo que decía yo lo sentía por Edward, a pesar de sus arranques de celos, entonces, me entró la curiosidad por conocer la historia de amor de Alice y Jasper.
– Edward, está canción es preciosa.
– Yo la escribí – dijo muy orgulloso.
– ¿En serio? – pregunté más que sorprendida.
– Sí, ahora que estuve en Europa, en mis ratos de soledad.
– Y por cierto, ¿cómo fue que se conocieron Alice y Jasper?
– Por Rosalie, es su hermana, ella y Emmett estuvieron juntos en la preparatoria y se hicieron novios, pasó con nosotros una Navidad y Jasper la acompañó, la chispa surgió a primera vista, esa semana no se separaron ni un momento Alice y él, pero eran muy jóvenes los dos, después se dejaron de ver un tiempo y cuando volvieron a reunirse se hicieron novios, luego ella se fue a Paris y él la esperó, en cuanto regresó le pidió matrimonio y de inmediato empezaron con los preparativos, ¿te acuerdas que cuando nos conocimos te dije que no estaba disponible el fin de semana?
– Por supuesto que lo recuerdo – respondí mientras me ruborizaba, me habían pasado mil rollos por la cabeza por su ausencia y aparte había hecho su extraña sugerencia.
– Ese fin de semana fue cuando hicieron formal su compromiso, así que tuve que volar a Seattle para estar presente.
– Yo pensé que… eras casado y tenías que estar con tu familia.
– ¿En serio pensaste que era casado?
– Sí, eran tan raras esas reglas que pensé que las tenías por temor a que tu esposa descubriera tu secreto.
– Ay corazón, tienes una mente muy creativa, pero te equivocaste, sí estuve con mi familia, pero con mis padres y mis hermanos.
– Jamás se me ocurrió.
– Por cierto, tú no me has contado nada de tu familia.
– No hay mucho que contar, soy hija única, mis padres se divorciaron cuando yo tenía cinco años y viví con Renée, mi madre, hasta los dieciséis, cuando se casó por segunda vez me fui a vivir con Charlie, mi papá, hasta que terminé la carrera y luego me fui a Nueva Jersey por el trabajo, pero ellos son muy fríos, hace mucho que no hablamos, Renée viaja constantemente porque su esposo es beisbolista y Charlie es jefe de policía en Forks, así que siempre está ocupado y también volvió a casarse hace año y medio.
– Me apena escuchar eso, no tienen idea de la magnífica hija que tienen.
– Gracias, pero nunca fui prioridad en sus vidas, ambos son muy egoístas.
– Que mal, la familia es muy importante, quizá deberías tú de dar el paso para acercarse a ellos, estoy seguro que te aman.
– Supongo que sí, pero no sé, me cuesta trabajo acercarme a ellos, a pesar que viví con ambos son prácticamente desconocidos para mí, los veía muy poco.
– Deberías hacer el intento, me gustaría conocerlos pronto.
– Lo intentaré, pero no te prometo nada.
Finalmente llegamos a Miami, tomamos un taxi y Edward le dio la dirección. Al llegar, y mientras bajaban las maletas de la cajuela, observé la casa y quedé maravillada, era enorme, de tres pisos y una fachada blanca de portada de revista de arquitectura. Un sirviente salió y metió las maletas, Edward entrelazó su mano con la mía y entramos.
Caminamos por un largo pasillo y en ambos costados había varios autos último modelo de diversas marcas y colores. Llegamos a la sala que era bastante amplia y en un lado había una escalera de caracol, yo sentí que los nervios me inundaron por completo al ver a toda su familia de pie esperándonos, Edward notó mi nerviosismo porque me temblaba la mano y me la apretó con fuerza dándome confianza mientras sentía la mirada de los seis– integrantes que parecían estarme analizando.
Fragmento de la canción: Mar y arena.
Intérprete: Ana Gabriel.
Mil gracias por seguir al pendiente de esta historia, aquí les traigo el siguiente capítulo.
Saludos
Capítulo 21:
Reencuentro
Dicen que el amor es ciego
Que te pone a diario en peligro
Y otros dicen que no existe
Que es antiguo amarse entre dos
Pero, ¿en realidad qué saben?
No conocen nuestro amor
Somos como mar y arena
Nos necesitamos para beber este amor
Somos más que un simple anhelo
O un deseo vago
Es mucho más nuestro amor
Reencuentro
Dicen que el amor es ciego
Que te pone a diario en peligro
Y otros dicen que no existe
Que es antiguo amarse entre dos
Pero, ¿en realidad qué saben?
No conocen nuestro amor
Somos como mar y arena
Nos necesitamos para beber este amor
Somos más que un simple anhelo
O un deseo vago
Es mucho más nuestro amor
El tiempo se había pasado volando después del susto que me llevé al creer que estaba embarazada, ahora me encontraba en mi departamento esperando a Edward, que al fin regresaba de Londres, para irnos al aeropuerto, ya que había llegado la fecha de la boda de Alice. Scott sí me había dado permiso de ausentarme un día, Irina, la nueva chica que trabajaba en la agencia, había resultado muy eficiente y de inmediato se puso al corriente de las cuentas, incluso llevó un par de clientes nuevos, así que no hubo ningún problema para tomarme el día.
Cuando escuché que tocaban la puerta mi corazón se aceleró, un mes alejados había sido una eternidad, a pesar de que a diario hablábamos y nos veíamos frecuentemente por la webcam, pero no era para nada lo mismo a sentirlo, olerlo, tocarlo y demás. Abrí y lo recibí con un gran abrazo, nos besamos desesperadamente, su sabor era realmente exquisito, mucho mejor a como lo recordaba y mi cuerpo se estremeció al sentir sus brazos rodearme y sus manos acariciando mi espalda en tanto yo le acariciaba el cuello y sus cabellos, cortamos el beso hasta que ya no podíamos respirar. Edward tomó mi rostro con sus manos.
– Hola corazón, me alegra tanto volver a estar contigo, te extrañé horrores.
– Yo también te extrañé muchísimo, cariño.
– Este fin de semana será inolvidable, lo prometo – me dio un beso en los labios – vámonos ya, corazón.
Tomó mi maleta y bajamos, volvimos a besarnos en el ascensor mientras con nuestras manos acariciábamos nuestros sexos encima de la ropa, anhelaba que me hiciera suya en ese momento, pero teníamos el tiempo contado. Salimos del edificio y nos estaba esperando un taxi, el chofer subió mi maleta a la cajuela y luego de subir, arrancó. Después de poco más de media hora llegamos al aeropuerto, registramos las maletas y caminamos a la sala de espera, yo me senté y Edward fue a comprar unos dulces.
– ¡Bella! – escuché que me dijeron y levanté la vista.
– Eric – exclamé al ver al chico con rasgos orientales que me miraba con una gran sonrisa.
– El mismo, wow, que sorpresa, cuanto tiempo, déjame darte un abrazo – dijo y me levanté del asiento – dios, que hermosa te has puesto.
– Gracias, tú siempre tan amable.
– No es amabilidad mujer, es la pura verdad – exclamó separándose, pero sosteniéndome de las manos – de verdad luces maravillosa y radiante.
– Porque la felicidad se refleja en el rostro – exclamó Edward bastante serio y yo retiré mis manos, entonces él me abrazó por la cintura acercándome a su cuerpo – y Bella y yo somos muy felices, ¿verdad, corazón?, por cierto, ¿no me vas a presentar? – agregó molesto.
– Sí, claro, Eric Yorkie, un ex compañero de la preparatoria, él es Edward Cullen… – no pude decir que era mi novio, Eric sabía de mi relación con Jacob y además se llevaban muy bien, había estado en mi fiesta sorpresa de cumpleaños hacía dos años.
– Su novio, para mayor información – añadió aún más molesto.
– ¿Cullen?, ¿eres hermano de Emmett, el jugador de Pieles Rojas?
– Sí – respondió en tono seco.
– Encantado de conocerte, admiró mucho a tu hermano, de los mejores jugadores actuales – dijo y le extendió la mano.
– Gracias, los Cullen siempre somos los mejores en todo lo que hacemos – respondió estrechándole la mano de mala gana y la retiró casi de inmediato.
– Bella, me dio muchísimo gusto verte, suerte en tu viaje.
– Gracias Eric, cuídate y buen viaje.
– Hasta luego – dijo incómodo y ya ni siquiera me dio la mano y se alejó.
– Es increíble, te dejo sola dos minutos y cuando regresó te encuentro muy abrazada y de lo más feliz con un tipo cualquiera que después te toma de las manos como si nada.
– No era un tipo cualquiera, fuimos juntos a la preparatoria y solíamos ser amigos, no estaba intentando besarme como la tal Valery a ti, ni me coqueteó en tu cara.
– “De verdad luces maravillosa y radiante” – exclamó arremedando su voz – ¿crees que soy idiota?, eso es coquetear aquí y en China.
– Era un cumplido de amigos, verdaderos amigos no como tu “amiguita” Valery, que casi se te echa encima en plena calle, ya me imagino que clase de amigos eran.
– ¿Y por qué la juzgas?, al menos ella no tenía novio cuando se acostó conmigo.
No pude creer que me echara eso en cara, la rabia y la desilusión me inundaron y le di una fuerte bofetada que hasta le volteé la cabeza de lado.
– No quiero volver a verte en mi vida – dije con los dientes apretados tratando de contener el llanto y me alejé.
– Perdóname Bella, por favor, perdóname no quise decir eso – dijo en tono suplicante alcanzándome y abrazándome por detrás.
– Suéltame, no quisiste decirlo, pero lo hiciste y no puedes borrarlo con un simple perdóname – dije con la voz entrecortada por las lágrimas.
– Soy un completo idiota, lo sé, golpéame todo lo que quieras, pero no me dejes, por favor, te quiero demasiado y los celos me trastornan, no concibo la idea de que otro hombre te abrace y te agarre, perdóname te lo suplico.
– Piensas que voy a hacerte lo mismo que a Jacob, ¿verdad? – dije soltándome y volteando para encararlo, limpiándome furiosa las lágrimas.
– No, por supuesto que no, lo nuestro es muy diferente, su relación ya estaba rota cuando yo llegué a tu vida y él no te quería como yo, perdóname Bella, te lo ruego – agregó y vi que se iba a hincar, pero lo detuve.
– No hagas eso por favor, no me hagas quedar en ridículo frente a la gente.
– Haré lo que sea con tal de que me perdones, eres lo más importante en mi vida, ya te lo he dicho y no me cansaré de repetirlo – dijo con lágrimas en los ojos.
– Vaya forma de demostrarlo.
– Perdóname, el amor que siento por ti es demasiado intenso, por eso me enferma verte con alguien más, pero no es que dude de ti, por favor, perdóname, ya llamaron para abordar el avión, te juro que te lo recompensaré, no me dejes y menos ahora, mi familia nos espera, te lo suplico – agregó y una lágrima resbaló por su mejilla.
– Eres increíble Edward – guardé silencio unos segundos – iré contigo, porque Alice m invitó directamente, pero no sé si pueda perdonarte, me dolió muchísimo lo que me dijiste, me llamaste una cualquiera.
– No, te juro que no quise decir eso, la rabia me hizo decir semejante estupidez, pero jamás he pensado que lo seas.
Volvieron a llamar para abordar el avión, así que caminé y él me alcanzó, abordamos y tomamos nuestros respectivos lugares, me abroché el cinturón de seguridad y cerré los ojos, no quería hablar con él, había sido un golpe muy bajo y no me lo merecía, él era el menos indicado para reprocharme ese tipo de cosas, con todo el historial que tenía. Minutos después me levanté y fui al baño, me eché agua en la cara y me quedé apoyada en el lavabo después de secarme, tocaron a la puerta y dije que estaba ocupado, pero insistieron, resignada suspiré y la abrí, era Edward que me hizo entrar de nuevo y él también entró cerrando la puerta con seguro.
– ¿Qué haces?, ¿estás loco?
– Sí, completamente loco por ti – respondió y me besó, pero no le correspondí.
Sus manos acariciaron mi cuerpo mientras su boca luchaba por abrirse paso en la mía, quería resistirme, pero el lugar era tan estrecho que nuestros cuerpos estaban muy juntos y la verdad es que lo necesitaba con urgencia, a pesar de que a veces jugábamos por la webcam no se comparaba a tenerlo en vivo, a sentir su aliento, percibir su delicioso olor, sus manos acariciándome y el sabor de sus besos que me habían excitado desde que pasó por mí al departamento, así que dejé de luchar y le correspondí el beso desenfrenadamente mientras nuestras manos presurosas desabrocharon los pantalones de ambos que bajamos hasta los tobillos.
Pegó aún más su cuerpo sin entrar todavía en mí en tanto seguíamos besándonos con desesperación, yo estaba lista para recibirlo, así que él separó sólo lo suficiente mi pierna para entrar en mí, finalmente, me mordió el labio inferior, mientras se movía rápidamente dentro y fuera de mi cuerpo, yo me aferré a su espalda y eché mi cabeza hacia atrás que topó con la pared, él me mordisqueó el cuello siguiendo con sus movimientos veloces hasta que ambos alcanzamos el clímax y nos besamos para acallar los gemidos.
Yo tenía los ojos cerrados y nos separamos sólo lo mínimo, él seguía estando dentro de mí y sus labios rozaban los míos, después abrí los ojos y lo miré fijamente al igual que él a mí.
– ¿Ya me perdonas?, por favor – dijo con un hilo de voz.
– No abuses de mi vulnerabilidad en este momento.
– Sé que soy un idiota y no merezco tu perdón, la única defensa que tengo es este amor que cada día crece más y me supera, por eso dije eso, sin pensar.
– ¡Dios!, Edward, en verdad quiero estar enojada contigo, muy enojada, incluso quisiera odiarte en este instante, pero no puedo, ejerces demasiado poder en mí, estoy completamente enamorada de ti y abusas porque lo sabes.
– Jamás he querido abusar de ti, entonces, ¿sí me perdonas?
– La verdad no lo sé, no será fácil olvidar lo que me dijiste.
– Haré que lo olvides, lo juro por nuestro amor.
– Si no te quisiera tanto juro que no hubiera subido a este avión por nada del mundo.
– Sabes que yo te quiero tanto como tú a mí, eso jamás lo olvides.
– Tú tampoco Edward, porque el amor puede acabarse en cualquier momento, yo lo sé muy bien y no me gustaría que esto acabará mal.
– Entonces, ¿sí me perdonas? – insistió en tono más suplicante.
– Depende como te portes, salgamos ya, ¿sí?, no quiero que alguien nos descubra.
Me dio un beso presionando fuerte mis labios y salió de mí, nos subimos rápidamente los pantalones y salimos de ahí, tratando que nadie se diera cuenta que lo hacíamos del mismo baño, tomamos de nuevo nuestros asientos y me abrazó, después se separó un poco y sacó una hoja de su pantalón.
– Casi se me olvidaba, toma, repasa esto porque vas a ayudarme a darles una sorpresa a Alice y Jasper – dijo entregándomela y la empecé a leer.
– ¿Es una canción? – pregunté con pánico ante la idea de la sorpresa.
– Sí, la cantaremos en el ensayo de la boda.
– Oh no Edward, no habrá manera de que me hagas cantar frente a tu familia.
– Oh sí lo harás Bella, no quiero adelantar mi discurso de mañana de la recepción oficial, así que hoy cantaremos.
– No, de ninguna manera.
– ¿Ni por qué te lo pido yo? – dijo rozando mi nariz con la suya.
– ¿Te lo mereces? – repliqué tratando de no caer en su encanto.
– Tal vez no, pero entonces, hazlo por Alice, no se lo espera y le encantará.
– Me da vergüenza cantar en público – finalmente acepté.
– Pero, lo haces muy bien, en serio, además, yo no soy cantante profesional tampoco – señaló acariciando mi mejilla con las yemas de sus dedos.
– Pero, estoy segura que cantas mejor que yo.
– Claro que no, anda corazón, por favor.
– Pero, Edward, sólo he cantado en la ducha.
– Y te repito que no lo haces mal – me dio un suave beso en los labios – piensa que es un regalo para mi hermana pequeña, anda di que sí.
– Lo voy a pensar, ¿ok?
– Está bien, por ahora me conformo con eso.
Terminé de leer la canción y era realmente hermosa, todo lo que decía yo lo sentía por Edward, a pesar de sus arranques de celos, entonces, me entró la curiosidad por conocer la historia de amor de Alice y Jasper.
– Edward, está canción es preciosa.
– Yo la escribí – dijo muy orgulloso.
– ¿En serio? – pregunté más que sorprendida.
– Sí, ahora que estuve en Europa, en mis ratos de soledad.
– Y por cierto, ¿cómo fue que se conocieron Alice y Jasper?
– Por Rosalie, es su hermana, ella y Emmett estuvieron juntos en la preparatoria y se hicieron novios, pasó con nosotros una Navidad y Jasper la acompañó, la chispa surgió a primera vista, esa semana no se separaron ni un momento Alice y él, pero eran muy jóvenes los dos, después se dejaron de ver un tiempo y cuando volvieron a reunirse se hicieron novios, luego ella se fue a Paris y él la esperó, en cuanto regresó le pidió matrimonio y de inmediato empezaron con los preparativos, ¿te acuerdas que cuando nos conocimos te dije que no estaba disponible el fin de semana?
– Por supuesto que lo recuerdo – respondí mientras me ruborizaba, me habían pasado mil rollos por la cabeza por su ausencia y aparte había hecho su extraña sugerencia.
– Ese fin de semana fue cuando hicieron formal su compromiso, así que tuve que volar a Seattle para estar presente.
– Yo pensé que… eras casado y tenías que estar con tu familia.
– ¿En serio pensaste que era casado?
– Sí, eran tan raras esas reglas que pensé que las tenías por temor a que tu esposa descubriera tu secreto.
– Ay corazón, tienes una mente muy creativa, pero te equivocaste, sí estuve con mi familia, pero con mis padres y mis hermanos.
– Jamás se me ocurrió.
– Por cierto, tú no me has contado nada de tu familia.
– No hay mucho que contar, soy hija única, mis padres se divorciaron cuando yo tenía cinco años y viví con Renée, mi madre, hasta los dieciséis, cuando se casó por segunda vez me fui a vivir con Charlie, mi papá, hasta que terminé la carrera y luego me fui a Nueva Jersey por el trabajo, pero ellos son muy fríos, hace mucho que no hablamos, Renée viaja constantemente porque su esposo es beisbolista y Charlie es jefe de policía en Forks, así que siempre está ocupado y también volvió a casarse hace año y medio.
– Me apena escuchar eso, no tienen idea de la magnífica hija que tienen.
– Gracias, pero nunca fui prioridad en sus vidas, ambos son muy egoístas.
– Que mal, la familia es muy importante, quizá deberías tú de dar el paso para acercarse a ellos, estoy seguro que te aman.
– Supongo que sí, pero no sé, me cuesta trabajo acercarme a ellos, a pesar que viví con ambos son prácticamente desconocidos para mí, los veía muy poco.
– Deberías hacer el intento, me gustaría conocerlos pronto.
– Lo intentaré, pero no te prometo nada.
Finalmente llegamos a Miami, tomamos un taxi y Edward le dio la dirección. Al llegar, y mientras bajaban las maletas de la cajuela, observé la casa y quedé maravillada, era enorme, de tres pisos y una fachada blanca de portada de revista de arquitectura. Un sirviente salió y metió las maletas, Edward entrelazó su mano con la mía y entramos.
Caminamos por un largo pasillo y en ambos costados había varios autos último modelo de diversas marcas y colores. Llegamos a la sala que era bastante amplia y en un lado había una escalera de caracol, yo sentí que los nervios me inundaron por completo al ver a toda su familia de pie esperándonos, Edward notó mi nerviosismo porque me temblaba la mano y me la apretó con fuerza dándome confianza mientras sentía la mirada de los seis– integrantes que parecían estarme analizando.
Fragmento de la canción: Mar y arena.
Intérprete: Ana Gabriel.
AnneHilldweller- .
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Re: Estás libre esta noche? (+18)
me encanto el capitulo para cuando el proximo queiro saber como reciben a bella en la casa y como la envidio como quisiera ser ella
alejandra_vazquez88- .
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Re: Estás libre esta noche? (+18) (Completo)
bueno yo tambien la emvidio pero que reconciliacion jajajaja por eso me peleo todos lo dias quero saber como le ve ahora en casa de su novio espero el otro capi pronto besos
Irina Denali- .
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Re: Estás libre esta noche? (+18) (Completo)
haha xD
siempre me lo he dicho O:!
cuando viaje en avion,
siempre stare pendiente de
los qe ntran al BAñO xD!
se siente feo qe la fam
de tu novio te spere toda
junta para aludarte
siempre me lo he dicho O:!
cuando viaje en avion,
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los qe ntran al BAñO xD!
se siente feo qe la fam
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junta para aludarte
Última edición por Hanafloo el 27/10/2009, 7:10 pm, editado 1 vez
Re: Estás libre esta noche? (+18) (Completo)
aiis.. pobre BELLS! está más nerviosa T.T bueno seguro que irá fantasticamente bien!
Sube siguiente capítulo rapido está muy interesante *_______*
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MarinaCullen- .
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Re: Estás libre esta noche? (+18) (Completo)
Hola chicas!!!
Muchas gracias por sus comentarios, aquí les dejo el siguiente capítulo.
Saluditos
– ¡Edward!, llegaron justo a tiempo, el ensayo pronto comenzará – exclamó Alice entusiasmada y corrió a abrazarlo.
– ¿Y cómo creías que me lo iba perder, duendecillo?, el padrino tiene que estar presente.
– ¡Qué emoción!, la madrina también ya llegó – se soltó de Edward y luego me abrazó a mí – que gusto de verte Bella, que bueno que sí viniste, por cierto, tú y yo tenemos una plática pendiente – señaló y yo la miré asustada, pero ella me sonrió.
– Hermanita, por favor, déjame abrazar a la mujer que por fin ha hecho sentar cabeza al Casanova de mi hermano – dijo Emmett sonriendo y Alice se apartó, me sentí tan pequeña envuelta en esos musculosos brazos – que gusto volver a verte y más de saber que eres novia de Edward, pensé que se nos quedaba solterón el muchacho – se separó y puso sus manos en mis hombros – ya ves lo que dicen Bella, hermano saltado, hermano quedado – añadió en tono divertido.
– Emmett, compórtate, ¿qué va pensar Bella de tus afirmaciones? – intervino su mamá, que me dio una tierna sonrisa y también me abrazó – bienvenida linda – añadió amablemente.
– Pues, son la pura verdad, yo ya hasta estaba pensando en rifarlo, no sabes el susto que me dio cuando Alice anunció su boda y este hermano mío sin novia, no, no podía haber un solterón en la familia, ¿qué iban a pensar de él?
– Emmett ya basta, por favor – dijo seria su mamá después de soltarme.
– No se preocupe señora, es mejor ir conociendo la personalidad de cada uno.
– Esme, por favor, dime Esme y háblame de tú, hija.
– Está bien, me costará trabajo, pero lo intentare… Esme.
– A mí también dime Carlisle, por favor, no me gusta que me hablen de usted, me hace sentirme viejo y aún no lo estoy – señaló y también me abrazó.
– Gracias por el recibimiento – dije abrazándolo todavía.
– No tienes nada que agradecer, eres la novia de Edward y es lo menos que podemos hacer para agradecerte que estés aquí en un evento tan especial para la familia.
– Al contrario, gracias por la invitación.
– No tienes nada que agradecer Bella, yo quería que estuvieras aquí y eso que aún no andabas con mi hermano, pero tuve un presentimiento y no me equivoqué – dijo Alice y después soltó una risita traviesa.
Rosalie se acercó y me saludó de beso en la mejilla al igual que Jasper, que lo hizo después que ella y luego tomó a Alice de la mano. Emmett abrazó a Rosalie y la miró como pidiéndole permiso para hablar y ella le sonrió asintiendo.
– Pues ya que está toda la familia completa, mi esposa y yo tenemos que hacerles un anuncio – exclamó de lo más feliz y le dio un beso en los labios – diles, mi amor.
– Bueno, el lunes pasado fui al médico y me confirmó mis sospechas, estoy embarazada, tengo ocho semanas – anunció y Emmett puso su mano sobre su vientre.
– ¡Felicidades!, hasta que le atinaste hermano, ya tres años de casados y sin bebés, estaba empezando a creer que te habían dado un golpe mortal en el americano – exclamó Edward y lo abrazó.
– Es que quisimos prolongar la luna de miel y además estuvimos practicando mucho para que nuestro primer hijo saliera perfecto.
– Entonces se parecerá a Rosalie porque tú de perfecto no tienes nada.
– ¡Envidioso!, yo también espero que tus hijos se parezcan a Bella.
– Creo que es un poco apresurado hablar de hijos Emmett, apenas iniciamos nuestra relación – dije sonrojada ante tal idea.
– Cierto, todavía te puedes arrepentir de compartir tu vida con este hombre.
– Chicos, ya estuvo bueno de sus comentarios, harán que de verdad Bella se arrepienta, pero de haber venido – los regañó Carlisle, pero ellos sólo se rieron.
Yo estaba más que sorprendida por la calidez de la familia, jamás me imaginé el recibimiento que me darían ni mucho menos la forma en que se llevaban entre ellos, se notaba la unión y el amor que se tenían. Alice dio saltitos de alegría y los abrazó efusiva, Emmett hasta la levantó en el aire mientras ella se reía. Carlisle abrazó orgulloso a Esme y le dio un beso en la frente, después de haber abrazado y felicitado a su hijo y a su nuera. Jasper también los felicito y les dijo que era el mejor regalo de bodas que podrían darle. Edward me abrazó y me dio un beso en los labios.
– ¿Ya se te pasaron los nervios?
– Sí, tienes una hermosa familia.
– Y ahora es más hermosa porque tú ya perteneces a ella – dijo y me guiñó un ojo.
Le respondí con una gran sonrisa, no pude decirle nada más, me emocionaba la idea de pertenecer a esa familia, era como siempre había deseado tener una. Alice anunció que en una hora iniciaría el ensayo, así que apenas teníamos tiempo para arreglarnos.
Edward me tomó de la mano y subimos las escaleras hasta el tercer piso, la última habitación era la suya. Tenía las paredes blancas, la enorme cama estaba pegada a la pared del lado izquierdo, al frente estaba el tocador y al lado había un par de puertitas que supuse eran el armario, del lado que entramos había un mueble con un moderno aparato de sonido, varios libros y cds, y otra puerta que debía ser el baño, lo más bonito era el gran ventanal así que me asomé y luego salí al balcón, el mar en todo su esplendor lucía tranquilo. Edward me abrazó por atrás.
– ¿Te gusta?
– Mucho, la vista es preciosa.
– Y contigo aquí lo es mucho más – con su mano movió mi cabeza para poder besarme en los labios – como tenemos poco tiempo es buena idea bañarnos juntos.
– Precisamente porque tenemos poco tiempo, no es buena idea, ya te conozco, así que mejor nos bañamos separados.
– Prometo portarme bien.
– Eso dijiste la otra vez y llegué tarde a mi trabajo, así que hoy no me arriesgaré – le di un ligero beso en los labios y me separé.
Me di una rápida ducha y salí envuelta en una toalla, Edward traía puesto solo su bóxer y me miro pícaramente, pero yo moví negativamente la cabeza, él cambió su mirada a súplica y yo miré hacia el techo, pero aún así me abrazó.
– Edward, basta, por favor – dije mientras me besaba el cuello – tenemos que estar listos en 35 minutos – repliqué mientras mi temperatura se elevaba.
– Es suficiente tiempo, podemos hacerlo rápido como en el avión – respondió metiendo su mano por debajo de la toalla para masajear mi nalga.
– No, tengo que arreglarme bien, quiero verme linda – refuté quitando su mano.
– Bella, ya eres linda, no necesitas hacerte mucho – dijo acariciando mi mejilla – corazón, por favor, un mes de abstinencia fue mucho tiempo, estoy muy ansioso por ti.
– Yo también Edward, pero no podemos dejar que el fuego nos nuble la razón, no podemos hacer esperar a tu familia, además, recuerda que dormiremos juntos.
– Corrección Bella, compartiremos la cama, pero ni creas que te voy a dejar dormir y menos si me dejas con las ganas ahorita.
– Está bien, no dormiremos en la noche, pero ahora tenemos un compromiso que cumplir, por favor, piensa en Alice… además, ¿no vamos a ensayar la canción?
– Está bien, sólo porque cantarás conmigo me meteré a duchar en este instante.
– Y de preferencia con agua helada.
– Que cruel eres conmigo, pero en la noche me desquitaré.
Moví la cabeza sonriendo mientras sacaba mi ropa de la maleta, me puse la interior y encima un sencillo vestido beige de tirantes que me llegaba a la rodilla, unas sandalias del mismo color y después cepillé mi cabello, empezaba a maquillarme cuando Edward salió del baño y se me quedó viendo.
– ¿Qué?, ¿hoy tampoco podía usar un vestido de este color?
– No es eso, levántate por favor – dijo extendiéndome sus manos, yo las tomé y me levanté mirándolo extrañada, me hizo darme una vuelta – wow, te ves hermosa.
– Pero, aún no me maquillo.
– No lo necesitas, ya eres hermosa.
– Adulador.
– Encantadora.
– Ya date prisa, anda.
Me dio un beso en los labios y empezó a vestirse mientras me explicaba las instrucciones para la canción. Yo estaba muy nerviosa por eso, no sé cómo pude aceptar, empecé a hacer respiraciones con los ojos cerrados y Edward me abrazó por la cintura y me aseguró que todo saldría bien, abrí los ojos y fue mi turno de asombrarme, Edward se veía bellísimo, con un pantalón y una camisa blancos que hacían resaltar sus hermosos ojos color topacio, notó la expresión en mi rostro y me sonrió para luego darme un pequeño beso en los labios, entrelazó mi mano y bajamos.
Atravesamos un gran salón en el que había varias personas corriendo de un lado a otro arreglando unas mesas y unas sillas, salimos a la enorme terraza que ya estaba prácticamente lista para la boda, había un pasillo en medio de una cantidad considerable de sillas y una chica le estaba dando unas indicaciones a Alice, supuse que era la organizadora. Había otras parejas además de la familia y cuando Alice se desocupó me los presento, eran la madrina, las damas y sus respectivos novios, así como los papás de Jasper y Rosalie. El sacerdote llegó y nos acomodamos en nuestros lugares para ver el ensayo que dio inicio, tanto Alice como Jasper traían ropa de color durazno. Sus votos fueron muy conmovedores y en cuanto terminó pasamos al salón.
Sólo había dos mesas preparadas y en ese momento me invadieron los nervios y me mordí el labio inferior. En una nos sentamos la familia y en la otra las amigas de Alice, y nos sirvieron la cena. Emmett estuvo bromeando casi todo el tiempo y acariciando las mejillas de Rosalie que sólo se reía por las ocurrencias de su marido. Alice y Jasper derramaban miel y casi podría estar segura que no sabían de qué estábamos hablando. Esme y Carlisle estaban sonrientes mirando felices a sus hijos y yo entré en pánico cuando sentí la mano de Edward recorrer mi muslo por debajo de la mesa y lo miré casi fulminándolo, en cambio, él me sonrió mientras me apretaba suavemente el muslo casi a la altura de la ingle y lo miré aún más seria, pero contrariamente a lo que quería lograr, él estaba de lo más divertido deslizando su mano por mi pierna hasta que afortunadamente la madrina dijo que era el turno de que hablara el padrino y entonces Edward tuvo que ponerse de pie, levantó la mano y en ese momento entraron cuatro personas con un piano.
– Bueno, como la verdad no soy muy bueno para los discursos y como sólo tengo el oficial, hoy haré algo diferente – anunció y fue a sentarse frente al piano y probó el micrófono – pero, para esto necesito la ayuda de la señorita Bella Swan, mi hermosa novia, por cierto, un aplauso, por favor.
Yo sentí que me ardían las mejillas por el intenso rubor que había en ellas mientras todos los presentes aplaudían y yo me ponía de pie mucho más nerviosa que en un principio y camine hacia él que me esperaba con una gran sonrisa, me senté a su lado y puso la hoja con la letra de la canción sobre el piano.
– Esta canción es dedicada a los novios, espero que les guste, creo que refleja lo que siente cada uno por el otro – empezó a tocar y en la nota precisa comenzó a cantar.
Fuimos acercándonos mientras cantábamos y al terminar estábamos tan juntos que nuestras narices se rozaban, me olvidé de todo, sólo estaba concentrada en la letra de la canción y en su mirada fija en la mía, creo que hasta me había olvidado de respirar.
– Junto a ti quiero estar el resto de mi vida – musitó Edward en mi oído– soy capaz de cruzar el Atlántico nadando sólo para llegar a ti, estoy profunda y totalmente enamorado de ti, Bella Swan – añadió y me quedé sin habla.
Los aplausos fueron los que me devolvieron a la realidad y sonreí recordando donde y con quienes estábamos. Edward me dio un dulce beso en los labios ante el grito de todos los presentes y nos levantamos y regresamos a la mesa.
Nos felicitaron por la canción, Alice estaba sumamente emocionada y nos abrazó agradeciéndonos el momento, yo estaba en shock por las palabras de Edward, no me las esperaba. Estuvimos platicando un rato más y Esme nos dijo que a la mañana siguiente nos esperaban a las 9:30 para desayunar. Poco a poco se fueron yendo todos hasta que nos quedamos solos Edward y yo.
Me tomó de la mano y caminamos al piano, nos sentamos en el largo banquillo. Empezó a tocar una dulce y sensual melodía mientras yo lo miraba, al terminar me besó humedeciendo primero mis labios hasta que su lengua alcanzó la mía y se unieron en una sincronía perfecta de movimientos, en tanto su mano subía por mi costado levantando un poco el vestido para luego posarse en uno de mis senos que acarició al tiempo que su lengua recorría mi cuello. Cerré los ojos sintiendo como mi pulso y mi respiración se elevaban.
– Edward, alguien puede vernos – dije al sentir su mano en mi entrepierna.
– Eso tiene solución.
Se levantó y puso el seguro en ambas puertas y corrió las cortinas del lado que daba a la terraza. Volvió a sentarse a mi lado con sus piernas a los costados del banquillo me rodeó por la cintura y comenzó a besar mi hombro.
– Edward, estamos en tu casa y tu familia también.
– Tranquila, nadie se dará cuenta te lo aseguro, pronto estarán dormidos.
– Mejor vamos a la recámara.
– Después iremos, te dije que esta noche no dormirías – susurró en mi oído mientras con la punta de su lengua recorría mi oreja.
Su mano acariciaba mi muslo hasta que llegó a la ingle y en automático abrí las piernas, él comenzó a frotar mi sexo encima de la ropa interior excitándome lo suficiente para querer sentirlo ya dentro de mí, así que me levanté y me senté sobre él con mis piernas a sus costados. Besó la base de mis senos que sobresalían del vestido en tanto nuestros sexos se rozaban.
Me pidió que me levantara y eso hice, me cargó y me colocó sobre el piano, subió mi vestido y después me quitó la ropa interior, hundió su cabeza entre mis piernas y comenzó a recorrer mi parte más íntima con su lengua, empecé a jadear mientras me sostenía de mis antebrazos con la cabeza hacia atrás.
Mis jadeos parecían impulsarlo a seguir recorriéndome, pues lo hacía sin cesar aumentando y disminuyendo la velocidad de sus movimientos, tratando de que su lengua tocara lo más profundo de mi ser que se pudiera, yo tenía abierta la boca y me lamía los labios sintiendo como mi cuerpo ardía por sus húmedos besos que seguía proporcionándome en cada rincón. No pude evitar soltar un gritito cuando a la par de su lengua sentí que me introducía un dedo y luego lo sacaba y volvía a meterlo en un acompasado ritmo que me estaba enloqueciendo hasta que sentí alcanzar al éxtasis y me mordí un dedo para no gritar.
Me ayudó a bajar del piano, mis piernas me temblaban y me besó apasionadamente en tanto su mano bajaba el cierre del vestido y me lo quitaba por completo. Desabroché su camisa y se la quité, volvimos a besarnos mientras nuestros pechos se unían y el recorría mi columna vertebral con las yemas de sus dedos hasta llegar a mis nalgas que acarició.
Se desabrochó el pantalón y se lo quitó mientras yo lamía uno de sus pezones y el otro lo acariciaba. Cuando estuvimos desnudos nos recorrimos con la mirada, en ambos cuerpos se notaba la excitación, mis pezones estaban firmes al igual que su miembro, de pronto fijo sus ojos en el lado izquierdo de mi abdomen y pasó dos dedos por el pequeño parche adherido a mi piel y me regaló una sonrisa de complicidad, pues sabía que con eso no era tan necesario usar un preservativo.
Me pidió que me hincara en el banquillo y después me hizo apoyar las manos en el mismo, él se coloco detrás y entró en mí de un tirón, sentí como mi cuerpo se contrajo hacia él y me tomó de las caderas para iniciar con su delicioso vaivén. Después, una de sus manos la subió por mi contorno hasta llegar a uno de mis senos que estuvo acariciando en tanto continuaba con sus certeros movimientos que me fascinaban cada vez más. Posteriormente, se aferró a mis caderas moviéndose a mayor velocidad hasta que sentí su orgasmo dentro de mí acompañado de un gruñido que me hizo llegar a mí también. Se quedó unos instantes sin moverse, aún dentro de mí, exhaló fuertemente y después se separó y me ayudó a ponerme de pie y me abrazó efusivamente.
– La noche apenas empieza corazón y juro que no te daré tregua – dijo en voz baja.
Canción: Junto a ti.
Intérprete: Timbiriche.
Muchas gracias por sus comentarios, aquí les dejo el siguiente capítulo.
Saluditos
Capítulo 22:
Junto a ti
Junto a ti
– ¡Edward!, llegaron justo a tiempo, el ensayo pronto comenzará – exclamó Alice entusiasmada y corrió a abrazarlo.
– ¿Y cómo creías que me lo iba perder, duendecillo?, el padrino tiene que estar presente.
– ¡Qué emoción!, la madrina también ya llegó – se soltó de Edward y luego me abrazó a mí – que gusto de verte Bella, que bueno que sí viniste, por cierto, tú y yo tenemos una plática pendiente – señaló y yo la miré asustada, pero ella me sonrió.
– Hermanita, por favor, déjame abrazar a la mujer que por fin ha hecho sentar cabeza al Casanova de mi hermano – dijo Emmett sonriendo y Alice se apartó, me sentí tan pequeña envuelta en esos musculosos brazos – que gusto volver a verte y más de saber que eres novia de Edward, pensé que se nos quedaba solterón el muchacho – se separó y puso sus manos en mis hombros – ya ves lo que dicen Bella, hermano saltado, hermano quedado – añadió en tono divertido.
– Emmett, compórtate, ¿qué va pensar Bella de tus afirmaciones? – intervino su mamá, que me dio una tierna sonrisa y también me abrazó – bienvenida linda – añadió amablemente.
– Pues, son la pura verdad, yo ya hasta estaba pensando en rifarlo, no sabes el susto que me dio cuando Alice anunció su boda y este hermano mío sin novia, no, no podía haber un solterón en la familia, ¿qué iban a pensar de él?
– Emmett ya basta, por favor – dijo seria su mamá después de soltarme.
– No se preocupe señora, es mejor ir conociendo la personalidad de cada uno.
– Esme, por favor, dime Esme y háblame de tú, hija.
– Está bien, me costará trabajo, pero lo intentare… Esme.
– A mí también dime Carlisle, por favor, no me gusta que me hablen de usted, me hace sentirme viejo y aún no lo estoy – señaló y también me abrazó.
– Gracias por el recibimiento – dije abrazándolo todavía.
– No tienes nada que agradecer, eres la novia de Edward y es lo menos que podemos hacer para agradecerte que estés aquí en un evento tan especial para la familia.
– Al contrario, gracias por la invitación.
– No tienes nada que agradecer Bella, yo quería que estuvieras aquí y eso que aún no andabas con mi hermano, pero tuve un presentimiento y no me equivoqué – dijo Alice y después soltó una risita traviesa.
Rosalie se acercó y me saludó de beso en la mejilla al igual que Jasper, que lo hizo después que ella y luego tomó a Alice de la mano. Emmett abrazó a Rosalie y la miró como pidiéndole permiso para hablar y ella le sonrió asintiendo.
– Pues ya que está toda la familia completa, mi esposa y yo tenemos que hacerles un anuncio – exclamó de lo más feliz y le dio un beso en los labios – diles, mi amor.
– Bueno, el lunes pasado fui al médico y me confirmó mis sospechas, estoy embarazada, tengo ocho semanas – anunció y Emmett puso su mano sobre su vientre.
– ¡Felicidades!, hasta que le atinaste hermano, ya tres años de casados y sin bebés, estaba empezando a creer que te habían dado un golpe mortal en el americano – exclamó Edward y lo abrazó.
– Es que quisimos prolongar la luna de miel y además estuvimos practicando mucho para que nuestro primer hijo saliera perfecto.
– Entonces se parecerá a Rosalie porque tú de perfecto no tienes nada.
– ¡Envidioso!, yo también espero que tus hijos se parezcan a Bella.
– Creo que es un poco apresurado hablar de hijos Emmett, apenas iniciamos nuestra relación – dije sonrojada ante tal idea.
– Cierto, todavía te puedes arrepentir de compartir tu vida con este hombre.
– Chicos, ya estuvo bueno de sus comentarios, harán que de verdad Bella se arrepienta, pero de haber venido – los regañó Carlisle, pero ellos sólo se rieron.
Yo estaba más que sorprendida por la calidez de la familia, jamás me imaginé el recibimiento que me darían ni mucho menos la forma en que se llevaban entre ellos, se notaba la unión y el amor que se tenían. Alice dio saltitos de alegría y los abrazó efusiva, Emmett hasta la levantó en el aire mientras ella se reía. Carlisle abrazó orgulloso a Esme y le dio un beso en la frente, después de haber abrazado y felicitado a su hijo y a su nuera. Jasper también los felicito y les dijo que era el mejor regalo de bodas que podrían darle. Edward me abrazó y me dio un beso en los labios.
– ¿Ya se te pasaron los nervios?
– Sí, tienes una hermosa familia.
– Y ahora es más hermosa porque tú ya perteneces a ella – dijo y me guiñó un ojo.
Le respondí con una gran sonrisa, no pude decirle nada más, me emocionaba la idea de pertenecer a esa familia, era como siempre había deseado tener una. Alice anunció que en una hora iniciaría el ensayo, así que apenas teníamos tiempo para arreglarnos.
Edward me tomó de la mano y subimos las escaleras hasta el tercer piso, la última habitación era la suya. Tenía las paredes blancas, la enorme cama estaba pegada a la pared del lado izquierdo, al frente estaba el tocador y al lado había un par de puertitas que supuse eran el armario, del lado que entramos había un mueble con un moderno aparato de sonido, varios libros y cds, y otra puerta que debía ser el baño, lo más bonito era el gran ventanal así que me asomé y luego salí al balcón, el mar en todo su esplendor lucía tranquilo. Edward me abrazó por atrás.
– ¿Te gusta?
– Mucho, la vista es preciosa.
– Y contigo aquí lo es mucho más – con su mano movió mi cabeza para poder besarme en los labios – como tenemos poco tiempo es buena idea bañarnos juntos.
– Precisamente porque tenemos poco tiempo, no es buena idea, ya te conozco, así que mejor nos bañamos separados.
– Prometo portarme bien.
– Eso dijiste la otra vez y llegué tarde a mi trabajo, así que hoy no me arriesgaré – le di un ligero beso en los labios y me separé.
Me di una rápida ducha y salí envuelta en una toalla, Edward traía puesto solo su bóxer y me miro pícaramente, pero yo moví negativamente la cabeza, él cambió su mirada a súplica y yo miré hacia el techo, pero aún así me abrazó.
– Edward, basta, por favor – dije mientras me besaba el cuello – tenemos que estar listos en 35 minutos – repliqué mientras mi temperatura se elevaba.
– Es suficiente tiempo, podemos hacerlo rápido como en el avión – respondió metiendo su mano por debajo de la toalla para masajear mi nalga.
– No, tengo que arreglarme bien, quiero verme linda – refuté quitando su mano.
– Bella, ya eres linda, no necesitas hacerte mucho – dijo acariciando mi mejilla – corazón, por favor, un mes de abstinencia fue mucho tiempo, estoy muy ansioso por ti.
– Yo también Edward, pero no podemos dejar que el fuego nos nuble la razón, no podemos hacer esperar a tu familia, además, recuerda que dormiremos juntos.
– Corrección Bella, compartiremos la cama, pero ni creas que te voy a dejar dormir y menos si me dejas con las ganas ahorita.
– Está bien, no dormiremos en la noche, pero ahora tenemos un compromiso que cumplir, por favor, piensa en Alice… además, ¿no vamos a ensayar la canción?
– Está bien, sólo porque cantarás conmigo me meteré a duchar en este instante.
– Y de preferencia con agua helada.
– Que cruel eres conmigo, pero en la noche me desquitaré.
Moví la cabeza sonriendo mientras sacaba mi ropa de la maleta, me puse la interior y encima un sencillo vestido beige de tirantes que me llegaba a la rodilla, unas sandalias del mismo color y después cepillé mi cabello, empezaba a maquillarme cuando Edward salió del baño y se me quedó viendo.
– ¿Qué?, ¿hoy tampoco podía usar un vestido de este color?
– No es eso, levántate por favor – dijo extendiéndome sus manos, yo las tomé y me levanté mirándolo extrañada, me hizo darme una vuelta – wow, te ves hermosa.
– Pero, aún no me maquillo.
– No lo necesitas, ya eres hermosa.
– Adulador.
– Encantadora.
– Ya date prisa, anda.
Me dio un beso en los labios y empezó a vestirse mientras me explicaba las instrucciones para la canción. Yo estaba muy nerviosa por eso, no sé cómo pude aceptar, empecé a hacer respiraciones con los ojos cerrados y Edward me abrazó por la cintura y me aseguró que todo saldría bien, abrí los ojos y fue mi turno de asombrarme, Edward se veía bellísimo, con un pantalón y una camisa blancos que hacían resaltar sus hermosos ojos color topacio, notó la expresión en mi rostro y me sonrió para luego darme un pequeño beso en los labios, entrelazó mi mano y bajamos.
Atravesamos un gran salón en el que había varias personas corriendo de un lado a otro arreglando unas mesas y unas sillas, salimos a la enorme terraza que ya estaba prácticamente lista para la boda, había un pasillo en medio de una cantidad considerable de sillas y una chica le estaba dando unas indicaciones a Alice, supuse que era la organizadora. Había otras parejas además de la familia y cuando Alice se desocupó me los presento, eran la madrina, las damas y sus respectivos novios, así como los papás de Jasper y Rosalie. El sacerdote llegó y nos acomodamos en nuestros lugares para ver el ensayo que dio inicio, tanto Alice como Jasper traían ropa de color durazno. Sus votos fueron muy conmovedores y en cuanto terminó pasamos al salón.
Sólo había dos mesas preparadas y en ese momento me invadieron los nervios y me mordí el labio inferior. En una nos sentamos la familia y en la otra las amigas de Alice, y nos sirvieron la cena. Emmett estuvo bromeando casi todo el tiempo y acariciando las mejillas de Rosalie que sólo se reía por las ocurrencias de su marido. Alice y Jasper derramaban miel y casi podría estar segura que no sabían de qué estábamos hablando. Esme y Carlisle estaban sonrientes mirando felices a sus hijos y yo entré en pánico cuando sentí la mano de Edward recorrer mi muslo por debajo de la mesa y lo miré casi fulminándolo, en cambio, él me sonrió mientras me apretaba suavemente el muslo casi a la altura de la ingle y lo miré aún más seria, pero contrariamente a lo que quería lograr, él estaba de lo más divertido deslizando su mano por mi pierna hasta que afortunadamente la madrina dijo que era el turno de que hablara el padrino y entonces Edward tuvo que ponerse de pie, levantó la mano y en ese momento entraron cuatro personas con un piano.
– Bueno, como la verdad no soy muy bueno para los discursos y como sólo tengo el oficial, hoy haré algo diferente – anunció y fue a sentarse frente al piano y probó el micrófono – pero, para esto necesito la ayuda de la señorita Bella Swan, mi hermosa novia, por cierto, un aplauso, por favor.
Yo sentí que me ardían las mejillas por el intenso rubor que había en ellas mientras todos los presentes aplaudían y yo me ponía de pie mucho más nerviosa que en un principio y camine hacia él que me esperaba con una gran sonrisa, me senté a su lado y puso la hoja con la letra de la canción sobre el piano.
– Esta canción es dedicada a los novios, espero que les guste, creo que refleja lo que siente cada uno por el otro – empezó a tocar y en la nota precisa comenzó a cantar.
Junto a ti no conozco el miedo
No hay camino que yo no pueda andar
Junto a ti
Junto a ti es tanto lo que siento
Que mi pecho está a punto de estallar
Junto a ti
Y es tan lógico que mi corazón
No me pide ninguna explicación
Me indicó mi entrada
Junto a ti yo me siento libre
Sé que puedo crecer cada vez más
Junto a ti
Junto a ti nada es imposible
Porque todo se ve con claridad
Junto a ti
Y es tan lógico que mi corazón
No me pide ninguna explicación
Ambos:
Este amor es tan real
Como ver y respirar
Y nos hace fuertes
Más allá de toda la gente
Y del qué dirán
Este amor es tan real
Como el agua y como el mar
Y nos da respuestas
Sin dudar a cada pregunta
Con seguridad
Yo:
Junto a ti no conozco el miedo
Edward:
Porque todo se ve con
Ambos:
Cla–ri– dad.
No hay camino que yo no pueda andar
Junto a ti
Junto a ti es tanto lo que siento
Que mi pecho está a punto de estallar
Junto a ti
Y es tan lógico que mi corazón
No me pide ninguna explicación
Me indicó mi entrada
Junto a ti yo me siento libre
Sé que puedo crecer cada vez más
Junto a ti
Junto a ti nada es imposible
Porque todo se ve con claridad
Junto a ti
Y es tan lógico que mi corazón
No me pide ninguna explicación
Ambos:
Este amor es tan real
Como ver y respirar
Y nos hace fuertes
Más allá de toda la gente
Y del qué dirán
Este amor es tan real
Como el agua y como el mar
Y nos da respuestas
Sin dudar a cada pregunta
Con seguridad
Yo:
Junto a ti no conozco el miedo
Edward:
Porque todo se ve con
Ambos:
Cla–ri– dad.
Fuimos acercándonos mientras cantábamos y al terminar estábamos tan juntos que nuestras narices se rozaban, me olvidé de todo, sólo estaba concentrada en la letra de la canción y en su mirada fija en la mía, creo que hasta me había olvidado de respirar.
– Junto a ti quiero estar el resto de mi vida – musitó Edward en mi oído– soy capaz de cruzar el Atlántico nadando sólo para llegar a ti, estoy profunda y totalmente enamorado de ti, Bella Swan – añadió y me quedé sin habla.
Los aplausos fueron los que me devolvieron a la realidad y sonreí recordando donde y con quienes estábamos. Edward me dio un dulce beso en los labios ante el grito de todos los presentes y nos levantamos y regresamos a la mesa.
Nos felicitaron por la canción, Alice estaba sumamente emocionada y nos abrazó agradeciéndonos el momento, yo estaba en shock por las palabras de Edward, no me las esperaba. Estuvimos platicando un rato más y Esme nos dijo que a la mañana siguiente nos esperaban a las 9:30 para desayunar. Poco a poco se fueron yendo todos hasta que nos quedamos solos Edward y yo.
Me tomó de la mano y caminamos al piano, nos sentamos en el largo banquillo. Empezó a tocar una dulce y sensual melodía mientras yo lo miraba, al terminar me besó humedeciendo primero mis labios hasta que su lengua alcanzó la mía y se unieron en una sincronía perfecta de movimientos, en tanto su mano subía por mi costado levantando un poco el vestido para luego posarse en uno de mis senos que acarició al tiempo que su lengua recorría mi cuello. Cerré los ojos sintiendo como mi pulso y mi respiración se elevaban.
– Edward, alguien puede vernos – dije al sentir su mano en mi entrepierna.
– Eso tiene solución.
Se levantó y puso el seguro en ambas puertas y corrió las cortinas del lado que daba a la terraza. Volvió a sentarse a mi lado con sus piernas a los costados del banquillo me rodeó por la cintura y comenzó a besar mi hombro.
– Edward, estamos en tu casa y tu familia también.
– Tranquila, nadie se dará cuenta te lo aseguro, pronto estarán dormidos.
– Mejor vamos a la recámara.
– Después iremos, te dije que esta noche no dormirías – susurró en mi oído mientras con la punta de su lengua recorría mi oreja.
Su mano acariciaba mi muslo hasta que llegó a la ingle y en automático abrí las piernas, él comenzó a frotar mi sexo encima de la ropa interior excitándome lo suficiente para querer sentirlo ya dentro de mí, así que me levanté y me senté sobre él con mis piernas a sus costados. Besó la base de mis senos que sobresalían del vestido en tanto nuestros sexos se rozaban.
Me pidió que me levantara y eso hice, me cargó y me colocó sobre el piano, subió mi vestido y después me quitó la ropa interior, hundió su cabeza entre mis piernas y comenzó a recorrer mi parte más íntima con su lengua, empecé a jadear mientras me sostenía de mis antebrazos con la cabeza hacia atrás.
Mis jadeos parecían impulsarlo a seguir recorriéndome, pues lo hacía sin cesar aumentando y disminuyendo la velocidad de sus movimientos, tratando de que su lengua tocara lo más profundo de mi ser que se pudiera, yo tenía abierta la boca y me lamía los labios sintiendo como mi cuerpo ardía por sus húmedos besos que seguía proporcionándome en cada rincón. No pude evitar soltar un gritito cuando a la par de su lengua sentí que me introducía un dedo y luego lo sacaba y volvía a meterlo en un acompasado ritmo que me estaba enloqueciendo hasta que sentí alcanzar al éxtasis y me mordí un dedo para no gritar.
Me ayudó a bajar del piano, mis piernas me temblaban y me besó apasionadamente en tanto su mano bajaba el cierre del vestido y me lo quitaba por completo. Desabroché su camisa y se la quité, volvimos a besarnos mientras nuestros pechos se unían y el recorría mi columna vertebral con las yemas de sus dedos hasta llegar a mis nalgas que acarició.
Se desabrochó el pantalón y se lo quitó mientras yo lamía uno de sus pezones y el otro lo acariciaba. Cuando estuvimos desnudos nos recorrimos con la mirada, en ambos cuerpos se notaba la excitación, mis pezones estaban firmes al igual que su miembro, de pronto fijo sus ojos en el lado izquierdo de mi abdomen y pasó dos dedos por el pequeño parche adherido a mi piel y me regaló una sonrisa de complicidad, pues sabía que con eso no era tan necesario usar un preservativo.
Me pidió que me hincara en el banquillo y después me hizo apoyar las manos en el mismo, él se coloco detrás y entró en mí de un tirón, sentí como mi cuerpo se contrajo hacia él y me tomó de las caderas para iniciar con su delicioso vaivén. Después, una de sus manos la subió por mi contorno hasta llegar a uno de mis senos que estuvo acariciando en tanto continuaba con sus certeros movimientos que me fascinaban cada vez más. Posteriormente, se aferró a mis caderas moviéndose a mayor velocidad hasta que sentí su orgasmo dentro de mí acompañado de un gruñido que me hizo llegar a mí también. Se quedó unos instantes sin moverse, aún dentro de mí, exhaló fuertemente y después se separó y me ayudó a ponerme de pie y me abrazó efusivamente.
– La noche apenas empieza corazón y juro que no te daré tregua – dijo en voz baja.
Canción: Junto a ti.
Intérprete: Timbiriche.
AnneHilldweller- .
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Re: Estás libre esta noche? (+18) (Completo)
hahah hermoso ensayo y hermosas palabras de Edward a Bells! quien no desearía ser Bella
jejej bueno sube pronto :)
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MarinaCullen- .
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Re: Estás libre esta noche? (+18) (Completo)
Gracias por comentar chica
Aquí va el siguiente capítulo.
Nos vestimos y salimos del salón tomados de la mano, le pedí que me mostrara la casa e iniciamos con el recorrido por la enorme cocina que estaba a un lado del salón, después seguía el comedor, la sala, bajamos unas escaleras y llegamos a la piscina que era iluminada por la luz de la luna llena que brillaba en lo alto del cielo.
– ¿Qué te parecería nadar un poco? – sugirió abrazándome.
– Suena bien, pero tendríamos que subir a ponernos el traje de baño.
– ¿Y quién dijo que forzosamente se necesita traje de baño para nadar? – exclamó sonriéndome con esa típica osadía en su rostro.
– No, no, no, eso no lo haré.
– Anda, será divertido.
– Edward, además de tu familia, hay quien sabe cuántas personas trabajando.
– Pero no tienen porque venir aquí, además supongo que ya se irán a dormir.
– Eso es lo que tú y yo deberíamos de hacer también.
– Pero, después de nadar, anda corazón, sólo un ratito, te aseguro que nadie se enterará, seguro que todos deben estar haciendo lo mismo que tú y yo.
– ¡Edward!, ¿no tienes respeto por tu familia?
– Claro que lo tengo, pero eso no me impide ver la realidad, Bella, ¿de dónde crees que salimos mis hermanos y yo?, ¿por qué crees que Rosalie está embarazada?
– No pongas esas imágenes en mi cabeza, por favor.
– No te asustes corazón, desde niño me enseñaron a ver el sexo de lo más natural, tal cual es, una función del cuerpo y no tiene nada de malo hacerlo, al contrario, así que vamos a la piscina.
– Pero, ¿cómo vamos a atravesar la casa todos mojados para llegar a la habitación?
– No te preocupes por eso, ¿ves este mueble? – dijo y se paró frente a uno pequeño que no había visto – aquí se guardan las toallas – explicó en tanto abría la puertita y sacaba dos – ¿lo ves?, asunto arreglado.
– Que loco estás – exclamé sonriendo y moviendo la cabeza.
– Ya sabes bien la razón de mi locura – respondió y se quitó toda la ropa – ¿te ayudo?
– No, gracias, yo puedo sola – dije y me despojé también de toda mi ropa.
Edward se aventó un clavado casi perfecto mientras que yo caminé a la escalera para bajar, sintiendo como el viento acariciaba mi cuerpo y erizaba mi piel. Cuando entré a la piscina Edward me recibió, el agua estaba un poco fría y me sugirió que diéramos algunas vueltas para acostumbrarnos a la temperatura. Acepté, pero le dije que no era muy buena nadadora y me respondió que no era una competencia, así que nos sumergimos y nadamos hasta el otro extremo y de regreso. Edward llegó primero y me esperó, me echó agua al llegar y yo le devolví la maniobra, estuvimos jugando un rato hasta que me di por vencida y volvimos a nadar al otro lado y otra vez de regreso.
En esta ocasión, Edward me tendió sus brazos, le tomé las manos y me acerqué a él, puso mis manos alrededor de su cuello y bajó las de él a mi espalda, nos fundimos en un apasionado beso por varios minutos hasta que Edward lo rompió para deslizar sus labios a mi cuello en tanto acariciaba uno de mis senos por debajo del agua, lo cual producía una reacción más excitante así que deslicé mi mano por su torso hasta llegar a su sexo que empecé a acariciar y sentí como respondía en mi mano.
Volvimos a besarnos y después él me recargó en la esquina de la piscina, con una mano me sostuve del barandal de la escalera y lo rodeé con mis piernas por su cintura y él entro en mí al igual que un poco de agua que hizo más placentera la sensación. Puso una de sus manos también en el barandal y comenzó a moverse exquisitamente mientras me miraba con esa sonrisa retorcida que adoraba.
Yo trataba de gemir lo más bajo que se pudiera, pero a veces no podía reprimirme por lo intensa que era la sensación de su cuerpo y el agua chocando contra el mío. No dejábamos de mirarnos, nos lamíamos los labios y exhalábamos en nuestras bocas, sentí que perdí el control de mi cuerpo cuando ambos llegamos al clímax y Edward me mordió el labio inferior.
– Te amo Bella – dijo mirándome fijamente todavía en mi interior.
– Yo también te amo Edward, con todo mi corazón.
Volvimos a besarnos y después nos abrazamos y salió de mí. Nos quedamos abrazados hasta que nuestras respiraciones volvieron a su curso normal y después salimos de la piscina, temblando de frío. Edward me cubrió de inmediato con la toalla y después él se puso una también, nos secamos, tomamos nuestra ropa y entramos a la casa. Subimos las escaleras y al llegar arriba nos encontramos a Emmett que venía caminando por el pasillo y quise que la tierra me tragara.
– Ah que muchachitos – exclamó Emmett con una amplia sonrisa.
– ¿Y tú adónde vas a esta hora? – preguntó Edward para desviar el tema mientras yo me ponía detrás de él para tratar de cubrirme.
– Rosalie tiene antojo de limones así que voy a la cocina por unos… aunque me doy cuenta que no es la única con antojos en esta casa – dijo de lo más divertido.
– Buenas noches, Emmett – respondió Edward ignorando el comentario.
– Buenas noches jóvenes, no se desvelen mucho que mañana desayunamos temprano y no quiero que se estén durmiendo en la boda.
– Espero que a ti te deje dormir Rosalie o serás tú el que se esté durmiendo.
– De ningún modo, yo soy fuerte, descansan, ¿eh?, recuerden que mi habitación está pegada a la suya y me daré cuenta si están dormidos o no.
Edward movió la cabeza negativamente y seguimos caminando, yo ni siquiera quise voltear cuando pasé al lado de Emmett que bajó las escaleras.
– Que vergüenza.
– No te preocupes corazón, ignóralo como yo.
– No podré mirarlo a los ojos mañana.
– Bella, no quiero que vuelvas a decir eso, no tienes nada de que avergonzarte, eres mi novia y ya te dije que no estábamos haciendo nada malo.
– No, pero, es tu casa y siento que le hemos faltado al respeto.
– Tranquila corazón, créeme que Emmett y Rosalie también tienen su historia y no nada más en esta casa, una vez los pillé en la biblioteca en la de Seattle.
– No quiero detalles, por favor.
– Ok, sólo te lo digo para que no te alarmes.
– ¿Así que eso de exponerse a que los descubran viene de familia?
– Creo que sí, al menos del lado masculino, nunca he pillado a Alice y más le valía.
– Ay, tu lado machista tenía que aflorar – dije moviendo la cabeza negativamente.
– No es eso, es obvio que ya lo ha hecho con Jasper, pero, de aceptarlo a verlo – se sacudió como si le hubieran dado escalofríos – es mi hermanita.
– Típico – exclamé mirando hacia el techo y él me abrazó y me besó la mejilla.
Abrí los ojos con dificultad cuando sentí los tibios rayos del sol tocar mi espalda desnuda y me encontré con la imagen más hermosa frente a mí que me hizo despertar por completo, Edward con su cabello revuelto estaba acostado de lado mirándome y, al darse cuenta de que ya estaba despierta, me sonrió y acarició mi mejilla.
– Buenos días, corazón – dijo y me dio un tierno beso en los labios.
– Buenos días, mi amor – respondí en sus labios sonriéndole.
– Me encanta como suena eso.
– ¿Hace mucho que despertaste? – pregunté mientras le acariciaba su mejilla.
– Como diez minutos, te ves tan hermosa dormida, tan pacífica.
– Tú me das esa paz – aseguré acariciando ahora sus labios – ¿qué hora es?
– 8:15 – respondió y luego besó mis dedos.
– Hora de levantarse.
– Sí, ¿quieres bañarte primero?
– Estaba pensando que… podríamos bañarnos los dos.
– Esa idea me fascina.
Nos levantamos y entramos al baño, nos lavamos los dientes. Después dejamos correr el agua de la regadera y mientras salía caliente nos besamos, luego nos colocamos debajo de ésta y nos enjabonamos el cabello mutuamente, él a mí y yo a él, nos enjuagamos y luego él tomó la esponja y comenzó a restregarme la espalda, bajó a mis piernas, me giré y me lavó los senos, el abdomen y los brazos, posteriormente yo hice lo mismo con él. Una vez que terminamos nos abrazamos y nos besamos bajo el chorro de agua tibia, la sensación era maravillosa, excitante, pero sabía que nos esperaban y no intenté nada más ni él tampoco. Cerré la llave, él tomó una toalla, me secó, y luego yo a él también.
Salimos y nos vestimos, yo me puse una polera ligera y un pants, él también una polera y un short. Me cepilló el cabello y yo a él, sin decirnos nada, era un momento mágico en el cual las palabras salían sobrando. Cuando terminamos bajamos con las manos entrelazadas. En el comedor estaba toda la familia y me enterneció tanto ver que Emmett le estaba dando fruta a Rosalie en la boca, quien estaba encantada de que su marido la consintiera.
– Buenos días – dijimos Edward y yo al mismo tiempo.
– Buenos días, hijos – respondió Esme con una tierna sonrisa.
– Vaya, pensé que no se levantarían a tiempo, par de… tórtolos – exclamó Emmett.
– Amor, es muy temprano para que empieces a molestar – dijo seria Rosalie.
– Cierto, mi hijo no debe enterarse de las travesuras de sus tíos – señaló mientras le acariciaba el abdomen – aunque quizá pronto podrías tener con quien jugar – añadió.
Rosalie tomó un trozo de piña con el tenedor y se lo puso en la boca a Emmett mientras todos nos reímos. Edward y yo nos sentamos en una orilla de la mesa, frente a Alice y Jasper que se veían nerviosos.
– ¿Listos para el gran momento? – les pregunté.
– Sí, más que lista – respondió Alice entusiasmada.
– Yo también, aunque la verdad, tengo un poco de nervios – exclamó Jasper.
– Es comprensible, pero estoy segura que les va a ir muy bien, se ve que se adoran.
– Eso sí, esta hermosa niña me conquistó desde la primera vez que la vi.
– Y tú a mí, osito, nunca imaginé pasar mi vida con alguien más.
– Sha la la la la la – empezó a tararear Emmett la canción Historia de amor.
– No nos critiques – dijo Alice y le sacó la lengua – o te grabo dándole de comer a tu esposa y lo subo al Youtube para que te vean tus seguidores – agregó riéndose.
– Pequeña malévola, no serías capaz.
– Sabes muy bien que sí, no me retes.
– Tranquilos chicos, discúlpalos Bella, creo que les dimos demasiada libertad de niños y por eso ahora se comportan así – aclaró Carlisle.
– No te preocupes, yo soy hija única y me hubiera encantado tener hermanos, supongo que nos llevaríamos así.
– Pues ya nos tienes a nosotros – aseguró Alice guiñándome un ojo.
– Gracias, la verdad estoy muy sorprendida, pensé que eran la típica familia millonaria que no se prestaba atención y que cada quien andaba por su lado.
– No Bella, a nosotros nos interesa mucho la integración familiar y desde pequeños se la inculcamos a nuestros hijos, sé que se molestan entre ellos porque es su forma de demostrarse cuanto se quieren – dijo Esme.
– Eso es lindo.
– Corazón, no sabes lo que acabas de decir, le estás dando armas al enemigo.
– ¿Me estás llamando enemigo Edward Cullen?, no le hagas caso Bella, no lo soy, al contrario, te admiro porque lograste conquistar al soltero más codiciado del mundo hotelero… aunque tengo una ligera sospecha de cómo fue que eso sucedió – exclamó en tono pícaro levantando las cejas.
– Amor, deja de darle ese ejemplo a nuestro hijo – intervino Rosalie dándole un ligero golpe en la cabeza y todos nos reímos de la expresión de Emmett.
Seguimos desayunando entre bromas y anécdotas, me sentía tan a gusto rodeada de todos ellos, era una verdadera familia y deseé con toda el alma pertenecer a ella. Edward me miraba y me sonreía, creo que estaba feliz por la aceptación que yo había tenido y por lo rápido que me había integrado a ellos. Alice nos pidió a las mujeres que a mediodía fuéramos a su recámara para que nos arreglara el estilista que había contratado. Mientras tanto Edward terminó por mostrarme el resto de la casa.
Como cinco minutos antes de las doce entré a la habitación de Alice que estaba sola y, me puse a curiosear las fotos que tenía en su mueble, me llamó la atención una donde Edward se veía muy sonriente abrazando a una linda chica, ambos lucían muy jóvenes, debían estar en la adolescencia.
– ¿Quién es ella? – pregunté y Alice se acercó a mí.
– Tanya, su primera novia, ahí tenían quince años.
– Es muy bonita.
– Sí… lo era y una gran chica también.
– ¿Lo era? – pregunté asombrada.
– Fue una trágica historia, ¿no te la ha contado Edward?
– No, no hemos tocado ese tema.
– Espero que no me mate por decírtela, siéntate.
Me arrimó una silla y ella se sentó en la cama.
– Tanya era una pariente lejana, su familia pasaba con nosotros todas las navidades y desde niños ella y Edward fueron muy unidos, hasta que él le pidió que fuera su novia cuando ambos tenían catorce años, se adoraban, pero ella una vez me confesó que Edward jamás se lo había dicho, que era súper tierno y amoroso, sin embargo, no había pronunciado te amo, yo se lo sugerí a él y cuando cumplieron un año de novios finalmente él le dijo las dos palabras, esa foto es de ese día – hizo una pausa y suspiró con tristeza – a la mañana siguiente, que ella iba a la escuela, la atropellaron y murió instantáneamente porque se golpeó la cabeza en el filo de la banqueta.
– Que terrible – exclamé acongojada.
– Jamás he visto llorar a mi hermano como esa vez, quedó totalmente destrozado, incluso cayó en un estado catatónico, dejó de comer, de hablar y de dormir muchos días, diario iba al panteón y era el único momento en el que hablaba, le decía una y otra vez que la amaba, mis papás estaban muy asustados, temían lo peor, Edward se estaba dejando morir de a poco y no aceptaba la ayuda de nadie.
– ¿Y entonces qué fue lo que lo ayudo a superarlo?
– Jennifer, ella era nuestra vecina y desde niños jugaban, incluso ella se quedaba a dormir en nuestra casa y él en la de ella, hasta llegaron a salir juntos, con sus respectivas parejas, cuando pasó la tragedia, Jennifer estaba en Canadá y al regresar se encontró con un zombie y se propuso sacarlo adelante, lo consolaba cuando lloraba, le compró libros de tanatología y se los leía, lo obligaba a comer, a hablar, a salir, hasta a dormir y afortunadamente Edward se dejó ayudar por ella y poco a poco lo fue superando y volvió a ser él aunque no igual, cuando entró a la preparatoria empezó a salir con una y otra chica, pero sin engancharse de ninguna, supongo que le daba miedo volver a tener una pérdida, así que jamás volvió a tener novia, hasta ahora que anda contigo.
– Dios, cuanto debió sufrir, pobrecito – miré hacia el techo afligida – ahora comprendo porque es tan unido a Jennifer.
– Sin ella Edward no estaría aquí, yo hasta llegué a pensar que se casarían algún día.
– Bueno, nadie sabe lo que pasara en el futuro, aún son jóvenes ambos.
– Bella, me extraña muchísimo que digas eso, Edward te adora, se nota a simple vista por la forma en que te mira, no había tenido una novia en doce años y ahora estás tú aquí, con su familia, nunca llevó a la casa ni siquiera a amigas y aunque yo te haya invitado, en ese momento él no tenía ninguna razón para traerte, además la canción que cantaron ayer, a pesar que nos la dedicó a Jasper y a mí, estoy segura que la hizo pensando en su amor, no en el mío, le agradezco el detalle, sin embargo, esa canción era para ti, no sé como lo lograste, pero con la única mujer que Edward quiere estar es contigo, a Jennifer la quiere mucho, pero como hermana, he visto como se tratan y a ella jamás la mirado como a ti, así que no seas tontita, él sólo se casará contigo.
– Pero… ¿Edward y Jennifer alguna vez tuvieron algo que ver?
– Creo que sería mejor que yo te respondiera esa pregunta – exclamó Jennifer desde la puerta.
Alice y yo volteamos sorprendidas porque no escuchamos cuando la abrió.
Fragmento de la canción: The longer we make love.
Intérpretes: Lisa Stansfield & Barry White.
Traducción: Anne Hilldweller.
Aquí va el siguiente capítulo.
Capítulo 23:
Algo que jamás hubiera pensado
No pienses… sólo siente
Sólo hazlo
Mientras más hacemos el amor
Más cercana a ti quiero estar
No puedo tener suficiente
Amo la forma en que me enloqueces
Cualquier momento es el adecuado
Para compartir el amor conmigo
Y nene, mientras tanto
Estaré esperando ansiosamente
Te necesito más y más cada día
Algo que jamás hubiera pensado
No pienses… sólo siente
Sólo hazlo
Mientras más hacemos el amor
Más cercana a ti quiero estar
No puedo tener suficiente
Amo la forma en que me enloqueces
Cualquier momento es el adecuado
Para compartir el amor conmigo
Y nene, mientras tanto
Estaré esperando ansiosamente
Te necesito más y más cada día
Nos vestimos y salimos del salón tomados de la mano, le pedí que me mostrara la casa e iniciamos con el recorrido por la enorme cocina que estaba a un lado del salón, después seguía el comedor, la sala, bajamos unas escaleras y llegamos a la piscina que era iluminada por la luz de la luna llena que brillaba en lo alto del cielo.
– ¿Qué te parecería nadar un poco? – sugirió abrazándome.
– Suena bien, pero tendríamos que subir a ponernos el traje de baño.
– ¿Y quién dijo que forzosamente se necesita traje de baño para nadar? – exclamó sonriéndome con esa típica osadía en su rostro.
– No, no, no, eso no lo haré.
– Anda, será divertido.
– Edward, además de tu familia, hay quien sabe cuántas personas trabajando.
– Pero no tienen porque venir aquí, además supongo que ya se irán a dormir.
– Eso es lo que tú y yo deberíamos de hacer también.
– Pero, después de nadar, anda corazón, sólo un ratito, te aseguro que nadie se enterará, seguro que todos deben estar haciendo lo mismo que tú y yo.
– ¡Edward!, ¿no tienes respeto por tu familia?
– Claro que lo tengo, pero eso no me impide ver la realidad, Bella, ¿de dónde crees que salimos mis hermanos y yo?, ¿por qué crees que Rosalie está embarazada?
– No pongas esas imágenes en mi cabeza, por favor.
– No te asustes corazón, desde niño me enseñaron a ver el sexo de lo más natural, tal cual es, una función del cuerpo y no tiene nada de malo hacerlo, al contrario, así que vamos a la piscina.
– Pero, ¿cómo vamos a atravesar la casa todos mojados para llegar a la habitación?
– No te preocupes por eso, ¿ves este mueble? – dijo y se paró frente a uno pequeño que no había visto – aquí se guardan las toallas – explicó en tanto abría la puertita y sacaba dos – ¿lo ves?, asunto arreglado.
– Que loco estás – exclamé sonriendo y moviendo la cabeza.
– Ya sabes bien la razón de mi locura – respondió y se quitó toda la ropa – ¿te ayudo?
– No, gracias, yo puedo sola – dije y me despojé también de toda mi ropa.
Edward se aventó un clavado casi perfecto mientras que yo caminé a la escalera para bajar, sintiendo como el viento acariciaba mi cuerpo y erizaba mi piel. Cuando entré a la piscina Edward me recibió, el agua estaba un poco fría y me sugirió que diéramos algunas vueltas para acostumbrarnos a la temperatura. Acepté, pero le dije que no era muy buena nadadora y me respondió que no era una competencia, así que nos sumergimos y nadamos hasta el otro extremo y de regreso. Edward llegó primero y me esperó, me echó agua al llegar y yo le devolví la maniobra, estuvimos jugando un rato hasta que me di por vencida y volvimos a nadar al otro lado y otra vez de regreso.
En esta ocasión, Edward me tendió sus brazos, le tomé las manos y me acerqué a él, puso mis manos alrededor de su cuello y bajó las de él a mi espalda, nos fundimos en un apasionado beso por varios minutos hasta que Edward lo rompió para deslizar sus labios a mi cuello en tanto acariciaba uno de mis senos por debajo del agua, lo cual producía una reacción más excitante así que deslicé mi mano por su torso hasta llegar a su sexo que empecé a acariciar y sentí como respondía en mi mano.
Volvimos a besarnos y después él me recargó en la esquina de la piscina, con una mano me sostuve del barandal de la escalera y lo rodeé con mis piernas por su cintura y él entro en mí al igual que un poco de agua que hizo más placentera la sensación. Puso una de sus manos también en el barandal y comenzó a moverse exquisitamente mientras me miraba con esa sonrisa retorcida que adoraba.
Yo trataba de gemir lo más bajo que se pudiera, pero a veces no podía reprimirme por lo intensa que era la sensación de su cuerpo y el agua chocando contra el mío. No dejábamos de mirarnos, nos lamíamos los labios y exhalábamos en nuestras bocas, sentí que perdí el control de mi cuerpo cuando ambos llegamos al clímax y Edward me mordió el labio inferior.
– Te amo Bella – dijo mirándome fijamente todavía en mi interior.
– Yo también te amo Edward, con todo mi corazón.
Volvimos a besarnos y después nos abrazamos y salió de mí. Nos quedamos abrazados hasta que nuestras respiraciones volvieron a su curso normal y después salimos de la piscina, temblando de frío. Edward me cubrió de inmediato con la toalla y después él se puso una también, nos secamos, tomamos nuestra ropa y entramos a la casa. Subimos las escaleras y al llegar arriba nos encontramos a Emmett que venía caminando por el pasillo y quise que la tierra me tragara.
– Ah que muchachitos – exclamó Emmett con una amplia sonrisa.
– ¿Y tú adónde vas a esta hora? – preguntó Edward para desviar el tema mientras yo me ponía detrás de él para tratar de cubrirme.
– Rosalie tiene antojo de limones así que voy a la cocina por unos… aunque me doy cuenta que no es la única con antojos en esta casa – dijo de lo más divertido.
– Buenas noches, Emmett – respondió Edward ignorando el comentario.
– Buenas noches jóvenes, no se desvelen mucho que mañana desayunamos temprano y no quiero que se estén durmiendo en la boda.
– Espero que a ti te deje dormir Rosalie o serás tú el que se esté durmiendo.
– De ningún modo, yo soy fuerte, descansan, ¿eh?, recuerden que mi habitación está pegada a la suya y me daré cuenta si están dormidos o no.
Edward movió la cabeza negativamente y seguimos caminando, yo ni siquiera quise voltear cuando pasé al lado de Emmett que bajó las escaleras.
– Que vergüenza.
– No te preocupes corazón, ignóralo como yo.
– No podré mirarlo a los ojos mañana.
– Bella, no quiero que vuelvas a decir eso, no tienes nada de que avergonzarte, eres mi novia y ya te dije que no estábamos haciendo nada malo.
– No, pero, es tu casa y siento que le hemos faltado al respeto.
– Tranquila corazón, créeme que Emmett y Rosalie también tienen su historia y no nada más en esta casa, una vez los pillé en la biblioteca en la de Seattle.
– No quiero detalles, por favor.
– Ok, sólo te lo digo para que no te alarmes.
– ¿Así que eso de exponerse a que los descubran viene de familia?
– Creo que sí, al menos del lado masculino, nunca he pillado a Alice y más le valía.
– Ay, tu lado machista tenía que aflorar – dije moviendo la cabeza negativamente.
– No es eso, es obvio que ya lo ha hecho con Jasper, pero, de aceptarlo a verlo – se sacudió como si le hubieran dado escalofríos – es mi hermanita.
– Típico – exclamé mirando hacia el techo y él me abrazó y me besó la mejilla.
Abrí los ojos con dificultad cuando sentí los tibios rayos del sol tocar mi espalda desnuda y me encontré con la imagen más hermosa frente a mí que me hizo despertar por completo, Edward con su cabello revuelto estaba acostado de lado mirándome y, al darse cuenta de que ya estaba despierta, me sonrió y acarició mi mejilla.
– Buenos días, corazón – dijo y me dio un tierno beso en los labios.
– Buenos días, mi amor – respondí en sus labios sonriéndole.
– Me encanta como suena eso.
– ¿Hace mucho que despertaste? – pregunté mientras le acariciaba su mejilla.
– Como diez minutos, te ves tan hermosa dormida, tan pacífica.
– Tú me das esa paz – aseguré acariciando ahora sus labios – ¿qué hora es?
– 8:15 – respondió y luego besó mis dedos.
– Hora de levantarse.
– Sí, ¿quieres bañarte primero?
– Estaba pensando que… podríamos bañarnos los dos.
– Esa idea me fascina.
Nos levantamos y entramos al baño, nos lavamos los dientes. Después dejamos correr el agua de la regadera y mientras salía caliente nos besamos, luego nos colocamos debajo de ésta y nos enjabonamos el cabello mutuamente, él a mí y yo a él, nos enjuagamos y luego él tomó la esponja y comenzó a restregarme la espalda, bajó a mis piernas, me giré y me lavó los senos, el abdomen y los brazos, posteriormente yo hice lo mismo con él. Una vez que terminamos nos abrazamos y nos besamos bajo el chorro de agua tibia, la sensación era maravillosa, excitante, pero sabía que nos esperaban y no intenté nada más ni él tampoco. Cerré la llave, él tomó una toalla, me secó, y luego yo a él también.
Salimos y nos vestimos, yo me puse una polera ligera y un pants, él también una polera y un short. Me cepilló el cabello y yo a él, sin decirnos nada, era un momento mágico en el cual las palabras salían sobrando. Cuando terminamos bajamos con las manos entrelazadas. En el comedor estaba toda la familia y me enterneció tanto ver que Emmett le estaba dando fruta a Rosalie en la boca, quien estaba encantada de que su marido la consintiera.
– Buenos días – dijimos Edward y yo al mismo tiempo.
– Buenos días, hijos – respondió Esme con una tierna sonrisa.
– Vaya, pensé que no se levantarían a tiempo, par de… tórtolos – exclamó Emmett.
– Amor, es muy temprano para que empieces a molestar – dijo seria Rosalie.
– Cierto, mi hijo no debe enterarse de las travesuras de sus tíos – señaló mientras le acariciaba el abdomen – aunque quizá pronto podrías tener con quien jugar – añadió.
Rosalie tomó un trozo de piña con el tenedor y se lo puso en la boca a Emmett mientras todos nos reímos. Edward y yo nos sentamos en una orilla de la mesa, frente a Alice y Jasper que se veían nerviosos.
– ¿Listos para el gran momento? – les pregunté.
– Sí, más que lista – respondió Alice entusiasmada.
– Yo también, aunque la verdad, tengo un poco de nervios – exclamó Jasper.
– Es comprensible, pero estoy segura que les va a ir muy bien, se ve que se adoran.
– Eso sí, esta hermosa niña me conquistó desde la primera vez que la vi.
– Y tú a mí, osito, nunca imaginé pasar mi vida con alguien más.
– Sha la la la la la – empezó a tararear Emmett la canción Historia de amor.
– No nos critiques – dijo Alice y le sacó la lengua – o te grabo dándole de comer a tu esposa y lo subo al Youtube para que te vean tus seguidores – agregó riéndose.
– Pequeña malévola, no serías capaz.
– Sabes muy bien que sí, no me retes.
– Tranquilos chicos, discúlpalos Bella, creo que les dimos demasiada libertad de niños y por eso ahora se comportan así – aclaró Carlisle.
– No te preocupes, yo soy hija única y me hubiera encantado tener hermanos, supongo que nos llevaríamos así.
– Pues ya nos tienes a nosotros – aseguró Alice guiñándome un ojo.
– Gracias, la verdad estoy muy sorprendida, pensé que eran la típica familia millonaria que no se prestaba atención y que cada quien andaba por su lado.
– No Bella, a nosotros nos interesa mucho la integración familiar y desde pequeños se la inculcamos a nuestros hijos, sé que se molestan entre ellos porque es su forma de demostrarse cuanto se quieren – dijo Esme.
– Eso es lindo.
– Corazón, no sabes lo que acabas de decir, le estás dando armas al enemigo.
– ¿Me estás llamando enemigo Edward Cullen?, no le hagas caso Bella, no lo soy, al contrario, te admiro porque lograste conquistar al soltero más codiciado del mundo hotelero… aunque tengo una ligera sospecha de cómo fue que eso sucedió – exclamó en tono pícaro levantando las cejas.
– Amor, deja de darle ese ejemplo a nuestro hijo – intervino Rosalie dándole un ligero golpe en la cabeza y todos nos reímos de la expresión de Emmett.
Seguimos desayunando entre bromas y anécdotas, me sentía tan a gusto rodeada de todos ellos, era una verdadera familia y deseé con toda el alma pertenecer a ella. Edward me miraba y me sonreía, creo que estaba feliz por la aceptación que yo había tenido y por lo rápido que me había integrado a ellos. Alice nos pidió a las mujeres que a mediodía fuéramos a su recámara para que nos arreglara el estilista que había contratado. Mientras tanto Edward terminó por mostrarme el resto de la casa.
Como cinco minutos antes de las doce entré a la habitación de Alice que estaba sola y, me puse a curiosear las fotos que tenía en su mueble, me llamó la atención una donde Edward se veía muy sonriente abrazando a una linda chica, ambos lucían muy jóvenes, debían estar en la adolescencia.
– ¿Quién es ella? – pregunté y Alice se acercó a mí.
– Tanya, su primera novia, ahí tenían quince años.
– Es muy bonita.
– Sí… lo era y una gran chica también.
– ¿Lo era? – pregunté asombrada.
– Fue una trágica historia, ¿no te la ha contado Edward?
– No, no hemos tocado ese tema.
– Espero que no me mate por decírtela, siéntate.
Me arrimó una silla y ella se sentó en la cama.
– Tanya era una pariente lejana, su familia pasaba con nosotros todas las navidades y desde niños ella y Edward fueron muy unidos, hasta que él le pidió que fuera su novia cuando ambos tenían catorce años, se adoraban, pero ella una vez me confesó que Edward jamás se lo había dicho, que era súper tierno y amoroso, sin embargo, no había pronunciado te amo, yo se lo sugerí a él y cuando cumplieron un año de novios finalmente él le dijo las dos palabras, esa foto es de ese día – hizo una pausa y suspiró con tristeza – a la mañana siguiente, que ella iba a la escuela, la atropellaron y murió instantáneamente porque se golpeó la cabeza en el filo de la banqueta.
– Que terrible – exclamé acongojada.
– Jamás he visto llorar a mi hermano como esa vez, quedó totalmente destrozado, incluso cayó en un estado catatónico, dejó de comer, de hablar y de dormir muchos días, diario iba al panteón y era el único momento en el que hablaba, le decía una y otra vez que la amaba, mis papás estaban muy asustados, temían lo peor, Edward se estaba dejando morir de a poco y no aceptaba la ayuda de nadie.
– ¿Y entonces qué fue lo que lo ayudo a superarlo?
– Jennifer, ella era nuestra vecina y desde niños jugaban, incluso ella se quedaba a dormir en nuestra casa y él en la de ella, hasta llegaron a salir juntos, con sus respectivas parejas, cuando pasó la tragedia, Jennifer estaba en Canadá y al regresar se encontró con un zombie y se propuso sacarlo adelante, lo consolaba cuando lloraba, le compró libros de tanatología y se los leía, lo obligaba a comer, a hablar, a salir, hasta a dormir y afortunadamente Edward se dejó ayudar por ella y poco a poco lo fue superando y volvió a ser él aunque no igual, cuando entró a la preparatoria empezó a salir con una y otra chica, pero sin engancharse de ninguna, supongo que le daba miedo volver a tener una pérdida, así que jamás volvió a tener novia, hasta ahora que anda contigo.
– Dios, cuanto debió sufrir, pobrecito – miré hacia el techo afligida – ahora comprendo porque es tan unido a Jennifer.
– Sin ella Edward no estaría aquí, yo hasta llegué a pensar que se casarían algún día.
– Bueno, nadie sabe lo que pasara en el futuro, aún son jóvenes ambos.
– Bella, me extraña muchísimo que digas eso, Edward te adora, se nota a simple vista por la forma en que te mira, no había tenido una novia en doce años y ahora estás tú aquí, con su familia, nunca llevó a la casa ni siquiera a amigas y aunque yo te haya invitado, en ese momento él no tenía ninguna razón para traerte, además la canción que cantaron ayer, a pesar que nos la dedicó a Jasper y a mí, estoy segura que la hizo pensando en su amor, no en el mío, le agradezco el detalle, sin embargo, esa canción era para ti, no sé como lo lograste, pero con la única mujer que Edward quiere estar es contigo, a Jennifer la quiere mucho, pero como hermana, he visto como se tratan y a ella jamás la mirado como a ti, así que no seas tontita, él sólo se casará contigo.
– Pero… ¿Edward y Jennifer alguna vez tuvieron algo que ver?
– Creo que sería mejor que yo te respondiera esa pregunta – exclamó Jennifer desde la puerta.
Alice y yo volteamos sorprendidas porque no escuchamos cuando la abrió.
Fragmento de la canción: The longer we make love.
Intérpretes: Lisa Stansfield & Barry White.
Traducción: Anne Hilldweller.
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Re: Estás libre esta noche? (+18)
me encanto el capito insisto como me gustaria ser Bella seguro que Edward pronto le propone matrimonio
pero no seas mala sube mas capitulos y sige escribiendo haci me encantan tus historias
bueno gracias por el capitulo y espero el otro con ancias
muchos besos para todas
pero no seas mala sube mas capitulos y sige escribiendo haci me encantan tus historias
bueno gracias por el capitulo y espero el otro con ancias
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alejandra_vazquez88- .
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Re: Estás libre esta noche? (+18) (Completo)
Gracias por seguir comentando
Aquí va el siguiente capítulo.
– Hola Jen, ¿cómo estás?
– Bien Alice, gracias, Bella que gusto de verte – le medio sonreí avergonzada – ¿así que quieres saber si Edward y yo anduvimos? – dijo entrando a la recámara.
– Alice acaba de contarme lo de Tanya y cómo ayudaste a Edward a salir adelante.
– Además de que has visto como nos tratamos, ¿no? – asentí con la cabeza – está bien, te contaré la verdad – se sentó al lado de Alice – cuando teníamos 17 años, en una fiesta jugamos botella, alguien me puso de “castigo” besarlo durante minuto y medio y yo encantada lo hice, porque sí, Edward me gustaba desde que me acuerdo, pero en ese beso comprendí que éramos como hermanos, que no había química entre nosotros como pareja y cuando lo platicamos, ambos estuvimos de acuerdo, olvidamos ese beso y seguimos siendo confidentes como hasta ahora, ¿aclarada la duda?
– Sí, pero… dan la impresión de ser amigos con derechos.
– Es una táctica que usamos ya sea para alejar a alguien o confirmar si le interesamos.
– ¿O sea que están confabulados para cortar las expectativas si alguien no les gusta y si les interesa otra persona lo hacen para darle celos?
– Suena medio perverso, pero sí, le he espantado a varias y él a mí a algunos tipejos.
– ¿Entonces tú ya sabías de mí desde antes que nos descubrieras?
– Sí.
– Hija, acaban de llegar el estilista y el maquillista – anunció Esme.
Yo me quedé de una pieza, ahora comprendía muchas cosas y porque ella había cambiado su actitud hacia él de repente, Edward quería corroborar mi interés por él, pequeño tramposo, entonces me pregunté desde cuando él había roto la tercera regla. Me sacaron de mis pensamientos cuando me dijeron que sería la primera que arreglarían, ya que Jennifer dijo que tenía que bañarse y Alice tenía que vestirse antes de que la peinaran.
El chico inició con su trabajo, me recogió todo el cabello en un moderno chongo en el que se veían las ondas de mis cabellos, dejó algunos rizos colgando en ambos lados de la cara y el flequillo peinado de lado, después pasé con el maquillista y me sentí como una celebridad, me preguntó de qué color era mi vestido y le dije que azul, así que de ese color me maquilló los ojos, me miré al espejo cuando terminó y casi no me reconocí, vaya que sabían hacer bien su trabajo.
Mientras tanto peinaban a Rosalie y maquillaban a Jennifer. Por su parte, Esme ayudaba a Alice a ponerse el hermoso y moderno vestido blanco, diseñado por ella misma, una vez que lo tuvo puesto se sentó con sumo cuidado para que la peinaran y maquillaran, entonces fui a mi recámara para cambiarme de ropa.
Entré y estaba vacía, así que cuidadosamente me quité la polera y luego el pants, saqué mi vestido del enorme armario que parecía una recámara más y me lo puse al igual que mis sandalias, estaba mirándome al espejo cuando Edward entró.
– Wow, voy a ser la envidia de toda la fiesta, te ves bellísima, corazón.
– Gracias – dije sonriéndole y dándome una vuelta, de pronto la triste historia vino a mi mente y lo abracé con todas mis fuerzas y le acaricié la espalda – gracias por dejarme entrar en tu vida.
– Las gracias debería de dártelas yo a ti, tú fuiste la que me llamó, ¿recuerdas?
– Sí, pero… – me quedé callada, no sabía si era buena idea que él supiera que Alice me había contado sobre su primera novia – tú rompiste las reglas… ¿desde cuando Edward?, necesito saberlo, por favor.
– Casi desde el principio, ¿recuerdas la noche en que llovió? – asentí con la cabeza – me quedé contigo hasta mucho después que amaneció, era mentira que no traía coche, si te lo dije fue porque no quería ilusionarte, yo mismo no quería ilusionarme, estaba muy confundido Bella y quizá rompí las reglas antes que tú.
– Te amo Edward, creo que te amé desde el primer segundo que te vi.
– Creo que yo también, eres la única mujer con la que hecho el amor y, si me lo preguntas, no sabría decirte exactamente cuando sentí esa diferencia, así que como veras, definitivamente el agradecido de que hayas entrado a mi vida soy yo – me besé tiernamente los labios – ahora tengo que cambiarme, nos toca recibir a los invitados.
– ¡Qué nervios!
– Relájate, te ves preciosa, impresionarás a todos, ya verás.
Cuando vi el color de su camisa me quedé sorprendida, era azul, del mismo tono que mi vestido, cuando se lo hice notar me dijo que estábamos en sincronía y me guiñó un ojo. Bajamos y salimos a la terraza, ya había algunos invitados que platicaban con Emmett y Rosalie. Más tarde Edward me presentó a sus tíos Aro, Cayo y Marcus, hermanos de Carlisle, muy serios ellos, por cierto.
A las seis en punto nos colocamos en nuestros respectivos lugares, todos los Cullen en primera fila, Jennifer y su hermano detrás de nosotros y del otro lado los papás de Jasper. Calculé que serían unos 200 invitados. El sacerdote ya se encontraba en el altar y Jasper también, visiblemente contento y nervioso. La melodía empezó a sonar y entraron las damas, con vestidos color lila y una cinta rosa en la cintura, cuando llegaron a su lugar Alice hizo su aparición, del brazo de Carlisle, comenzaron a caminar por el pasillo, ambos con una gran sonrisa. Al llegar al altar, Carlisle entregó la mano de Alice a Jasper que la recibió gustoso y se pararon frente al padre que dio inicio a la ceremonia. Dijeron sus votos emocionados y después Edward y la madrina les colocaron el lazo. Al terminar, Alice y Jasper se dieron un dulce beso y después caminaron por el pasillo mientras les aventaban pétalos de margaritas.
Pasamos al salón, una pequeña banda de cuatro músicos amenizaba con melodías suaves, todos empezaron a tomar sus lugares, Alice y Jasper en la mesa de honor, uno de los músicos les pidió que pasaran a bailar su primera pieza como el matrimonio Hale y todos les aplaudimos, Edward me tomó la mano por debajo de la mesa y me sonrió, estaba tan feliz por su hermana. Los músicos siguieron tocando, algunos se pararon a bailar y un par de horas después sirvieron la cena. En cuanto terminamos de comer, anunciaron que era momento de las palabras del padrino y Edward se puso de pie.
– Buenas noches a todos, es para mí un gran honor dirigirme a ustedes, Alice y Jasper, es un poco difícil para mí ver a mi hermanita como toda una mujer casada, todavía la recuerdo brincando por toda la casa usando coletas y calcetas, pero el tiempo pasa y el amor tocó a su puerta y me da muchísimo gusto que haya sido de un chico ejemplar como lo es Jasper, bienvenido a la familia. Bien, tenía preparado un largo discurso, pero lo olvide en la maleta, así que sólo les diré lo siguiente.
Tomó un respiro.
– Amor es como encontrar un oasis en el desierto, hay muchos espejismos, pero sólo uno es el verdadero. Alice, Jasper mis mejores deseos para esta aventura que inician juntos, estoy seguro que serán inmensamente felices y que formaran una preciosa familia, hermanita te adoro, cuñado, más te vale que te portes bien con ella, ¿ok? – dijo con su típica sonrisa traviesa y levantó su copa – ¡Salud por los novios!
¡Salud!, exclamamos todos los presentes levantando nuestras copas y después bebimos el champagne. Edward me sonrió y me extendió su mano.
– ¿Bailamos? – propuso caballerosamente.
– No soy muy buena, pero si he hecho otras locuras por ti, ¿qué más da un simple baile? – respondí sonriendo y tomando su mano.
Nos levantamos y caminamos a la pista, ahí estaban Emmett y Rosalie, que nos vieron y nos sonrieron, al igual que Esme y Carlisle, que no podían ocultar su felicidad. Edward puso una mano en mi cintura y con la otra tomó una de mis manos y coloqué la restante sobre su hombro, empezamos a movernos al ritmo de la tranquila melodía, Edward tenía apoyado su mentón al lado de mi frente y danzábamos suavemente, me dejé llevar completamente por él y creo que no lo hice tan mal. Terminó la canción y regresamos a la mesa.
La fiesta siguió, bailamos otras melodías, platicamos y después llegó el momento de aventar la liga. Alice se sentó en una silla en medio de la pista y Jasper se la quitó lentamente mientras los hombres silbaban rodeándolos.
– ¿Sabes?, es la primera vez que Edward se une a ese ritual – dijo Jennifer sentándose a mi lado.
– ¿En serio?, ¿no lo hizo en la boda de Emmett? – pregunté sorprendida.
– No, y ni en ninguna otra boda, así que me da mucho gusto que hayas terminado con Jacob y hoy estés aquí.
– Veo que entre tú y Edward no hay secretos.
– No te creas, sí los hay, no le cuento todo lo que hago, ni él a mí tampoco, pero ese no es el punto, la semana pasada me encontré a Jacob en un bar.
– ¿En serio?, ¿y cómo está?
– Bien, dentro de lo que cabe, me contó todo lo que pasó entre ustedes, sus mutuos engaños, te admiro, yo no sé si hubiera tenido el valor para confesar algo así.
– Tenía que saber la verdad.
– Pues sí, de alguna u otra manera se iba a enterar y fue mejor que lo supiera por ti.
– ¿Piensas que soy de lo peor?
– No Bella, a veces el destino se presenta de una forma extraña, pero las cosas se acomodan de tal forma para que estemos con quien debemos estar y el tuyo definitivamente es con Edward y de la misma forma Jacob encontrará a la mujer con la deba pasar el resto de su vida, su relación sólo fue una experiencia más, por cierto, también terminó con ella, que tipa más desagradable.
– ¿Y ella se lo tomó tan tranquila?, a mí me amenazó.
– Obvio no, estuvo acosándolo, pero él tomó cartas en el asunto y logró que le pusieran una orden de restricción, así que, frustrada, regresó a vivir con sus papás a San Diego.
– ¿Y de todo eso hablaron en una noche?
– La mayoría sí, casi nos sacaron con la escoba y como platicamos muy a gusto intercambiamos números de celular y mails, así que hemos seguido en contacto.
– Te gusta, ¿verdad? – dije recordando la escena de ellos viendo el partido de hockey.
– Es muy lindo y tenemos muchas cosas en común, pero no sé, necesita poner en orden su cabeza y su corazón… claro que yo no tengo prisa.
En eso, Alice gritó que aventaría el ramo, yo no quería ir, pero Jennifer me jaló y nos paramos detrás junto con varias chicas que estaban emocionadas. Alice estuvo jugando un rato a aventarlo hasta que lo hizo finalmente y le tocó a Jennifer que gritó entusiasmada, aunque la verdad yo no creía en esa tradición.
Poco después, Alice y Jasper se despidieron, para partir a su luna de miel en las Bahamas, ella me abrazó fuertemente y después me tomó de las manos.
– Me voy muy feliz y no sólo porque me he casado con el hombre que amo, también porque en unos meses seré ¡tía!, pero más por saber que Edward ha encontrado finalmente el amor y me alegra tanto, gracias Bella por este regalo.
– Gracias a ti por tus palabras, la verdad no sé qué decirte.
– No tienes que decirme nada, sólo ser feliz con mi hermano – me dio un beso en la mejilla, se separó y lo abrazó a él.
Después Edward me abrazó y vimos como se iban en un hermoso carro convertible, que traía amarradas las tradicionales latas y el letrero que anunciaban que eran recién casados, Alice mandó besos y se despidió levantando la mano, al igual que Jasper que luego puso el auto en marcha y se alejaron.
Estuvimos un rato más en la fiesta y cuando quedaban pocos invitados, Edward tomó una botella de champagne, un par de copas y me tendió el brazo, yo le sonreí y se lo tomé. Caminamos por la playa y no muy lejos de la casa había como una especie de cama, con cuatro barrotes a los lados y un techo de donde colgaba un velo blanco. Nos sentamos ahí, Edward destapó el champagne sirvió en ambas copas y me dio una.
– Por ti, por mí y por nuestro amor – dijo chocando mi copa.
– Por nosotros y porque nuestro amor dure toda la eternidad.
Nos bebimos el contenido de las copas, después dejó la botella y las copas en la arena. Se acercó a mí y me acostó, me acarició un brazo y yo le acaricié su rostro, suspiré y lo acerqué a mí para besarlo con pasión y amor, nuestras lenguas se entrelazaron, acariciándose suavemente, saboreándose. Edward se colocó encima de mí, puso su mano sobre mi muslo y lo acarició, subiendo y bajando por debajo del vestido, luego rompió el beso para mordisquear mi cuello.
Me abrazó y se giró para que yo quedara encima de él, le sonreí y me enderecé, quedando hincada sobre él, con mis piernas a los costados, empecé a desabrochar su camisa y se la quite por completo, besé y lamí su torso perfecto, deteniéndome en sus pezones con los que jugueteé un buen rato, mientras miraba como su pecho subía y bajaba al ritmo de su acelerada respiración, bajé por su abdomen y volví a detenerme en su ombligo, sus jadeos se intensificaron. Me detuve y volví a enderezarme, bajé el cierre del vestido, él quiso ayudarme, pero le moví la cabeza negativamente, tomé sus manos y las puse a los lados de su cabeza y lo besé unos segundos para después volver a hincarme.
Bajé los tirantes del vestido y quedaron mis senos al descubierto, él subió sus manos y me los acarició mientras yo me soltaba el cabello. Lo detuve para despojarlo de su pantalón y su bóxer, me lamí los labios al ver su erección y mi corazón terminó por dispararse completamente, me quité el vestido y la ropa interior. Tomé su masculinidad entre mis manos, pero Edward me pidió que me volteara para que él pudiera también besar mi parte más íntima, así que le obedecí.
Sentí su tibia lengua recorrer mis pliegues mientras yo hundía su erección en mi boca y la sacaba, proporcionándole el mismo placer que él me estaba dando, en momentos era tan intenso que no podía seguir con mis besos y exhalaba en la punta de su sexo y a veces él se detenía por mis caricias y jadeaba en mi interior. De pronto sentí como mi cuerpo se estremecía completamente al llegar al éxtasis total y después seguí con mi labor y segundos después Edward lo alcanzó también, emitiendo un grito profundo que fue sofocado por el ruido del mar que era nuestro cómplice al igual que la luna.
Me bajé y me acosté a su lado, le acaricié nuevamente el rostro, sus párpados, su nariz, sus labios y después nos besamos, aún tenía el sabor de mi intimidad en su boca y eso volvió a encenderme intensificando el beso con ansias y hambre en tanto sentía como mi cuerpo entero se excitaba, pero sabía que tenía que esperar unos minutos así que rompí el beso y ambos tomamos aire. Nos miramos sin decir nada, sólo se escuchaba el sonido de las olas, suspiré y él me sonrió de la forma en que sabía que me enloquecía, yo le sonreí también y después cerré los ojos.
Estaba quedándome dormida cuando sentí su peso sobre mí y su boca devorando uno de mis senos, abrí los ojos de par en par y me mordí los labios, separé mis piernas y le di la bienvenida a su masculinidad que estaba más que lista para entrar en mí, el gemido fue intenso, Edward se sonrió y comenzó a moverse lentamente, entrelazó sus manos con las mías y las puso encima de mi cabeza, pegó su frente a la mía y yo le suplicaba por más y repetía su nombre una y otra vez, le rogaba que no se detuviera.
Después puso su cabeza sobre mi hombro y susurraba mi nombre en mi oído acompañado de intensos gemidos que me hacían enloquecer. Prácticamente le ordené que se moviera más rápido y me hizo caso, embistiendo una y otra vez en mí con fuerza hasta que ambos llegamos al orgasmo y Edward se dejó caer en mi pecho totalmente rendido y extasiado al igual que yo.
– Quédate así, por favor, un rato más, quiero seguir unida a ti.
– Lo que tú quieras corazón – respondió y me besó los labios – te amo Bella.
– Te amo Edward y amo la forma en que me haces el amor.
Nos quedamos así unos momentos, él recostado sobre mi hombro y yo acariciándole sus cabellos, después me dijo que pronto amanecería así que nos levantamos y nos vestimos, caminamos a la orilla de la playa y nos sentamos, Edward detrás de mí envolviéndome con sus piernas y sus brazos. Poco a poco el sol fue apareciendo en el horizonte, este era el mejor amanecer de toda mi vida, sin duda era un nuevo comienzo, al lado de un extraordinario hombre que jamás imaginé encontrar, sólo esperaba que todo siguiera igual de perfecto, pero, ¿qué podría salir mal?
Fragmento de la canción: Soy tuya.
Intérprete: Litzy (álbum de la telenovela DKDA)
Aquí va el siguiente capítulo.
Capítulo 24:
Unión de dos almas
Gracias por darme tu calor
Soy tuya desde aquel momento
En que rozaste mi piel
Pues siempre eres mi firmamento en cada anochecer
En el lenguaje de mis besos diré
Que sólo ti te amaré
Sólo en ti es en quien siempre pienso
Esto es un amor sin condiciones
A tu lado estaré
Y siempre me entregaré
Porque soy tuya, tuya, tuya
Unión de dos almas
Gracias por darme tu calor
Soy tuya desde aquel momento
En que rozaste mi piel
Pues siempre eres mi firmamento en cada anochecer
En el lenguaje de mis besos diré
Que sólo ti te amaré
Sólo en ti es en quien siempre pienso
Esto es un amor sin condiciones
A tu lado estaré
Y siempre me entregaré
Porque soy tuya, tuya, tuya
– Hola Jen, ¿cómo estás?
– Bien Alice, gracias, Bella que gusto de verte – le medio sonreí avergonzada – ¿así que quieres saber si Edward y yo anduvimos? – dijo entrando a la recámara.
– Alice acaba de contarme lo de Tanya y cómo ayudaste a Edward a salir adelante.
– Además de que has visto como nos tratamos, ¿no? – asentí con la cabeza – está bien, te contaré la verdad – se sentó al lado de Alice – cuando teníamos 17 años, en una fiesta jugamos botella, alguien me puso de “castigo” besarlo durante minuto y medio y yo encantada lo hice, porque sí, Edward me gustaba desde que me acuerdo, pero en ese beso comprendí que éramos como hermanos, que no había química entre nosotros como pareja y cuando lo platicamos, ambos estuvimos de acuerdo, olvidamos ese beso y seguimos siendo confidentes como hasta ahora, ¿aclarada la duda?
– Sí, pero… dan la impresión de ser amigos con derechos.
– Es una táctica que usamos ya sea para alejar a alguien o confirmar si le interesamos.
– ¿O sea que están confabulados para cortar las expectativas si alguien no les gusta y si les interesa otra persona lo hacen para darle celos?
– Suena medio perverso, pero sí, le he espantado a varias y él a mí a algunos tipejos.
– ¿Entonces tú ya sabías de mí desde antes que nos descubrieras?
– Sí.
– Hija, acaban de llegar el estilista y el maquillista – anunció Esme.
Yo me quedé de una pieza, ahora comprendía muchas cosas y porque ella había cambiado su actitud hacia él de repente, Edward quería corroborar mi interés por él, pequeño tramposo, entonces me pregunté desde cuando él había roto la tercera regla. Me sacaron de mis pensamientos cuando me dijeron que sería la primera que arreglarían, ya que Jennifer dijo que tenía que bañarse y Alice tenía que vestirse antes de que la peinaran.
El chico inició con su trabajo, me recogió todo el cabello en un moderno chongo en el que se veían las ondas de mis cabellos, dejó algunos rizos colgando en ambos lados de la cara y el flequillo peinado de lado, después pasé con el maquillista y me sentí como una celebridad, me preguntó de qué color era mi vestido y le dije que azul, así que de ese color me maquilló los ojos, me miré al espejo cuando terminó y casi no me reconocí, vaya que sabían hacer bien su trabajo.
Mientras tanto peinaban a Rosalie y maquillaban a Jennifer. Por su parte, Esme ayudaba a Alice a ponerse el hermoso y moderno vestido blanco, diseñado por ella misma, una vez que lo tuvo puesto se sentó con sumo cuidado para que la peinaran y maquillaran, entonces fui a mi recámara para cambiarme de ropa.
Entré y estaba vacía, así que cuidadosamente me quité la polera y luego el pants, saqué mi vestido del enorme armario que parecía una recámara más y me lo puse al igual que mis sandalias, estaba mirándome al espejo cuando Edward entró.
– Wow, voy a ser la envidia de toda la fiesta, te ves bellísima, corazón.
– Gracias – dije sonriéndole y dándome una vuelta, de pronto la triste historia vino a mi mente y lo abracé con todas mis fuerzas y le acaricié la espalda – gracias por dejarme entrar en tu vida.
– Las gracias debería de dártelas yo a ti, tú fuiste la que me llamó, ¿recuerdas?
– Sí, pero… – me quedé callada, no sabía si era buena idea que él supiera que Alice me había contado sobre su primera novia – tú rompiste las reglas… ¿desde cuando Edward?, necesito saberlo, por favor.
– Casi desde el principio, ¿recuerdas la noche en que llovió? – asentí con la cabeza – me quedé contigo hasta mucho después que amaneció, era mentira que no traía coche, si te lo dije fue porque no quería ilusionarte, yo mismo no quería ilusionarme, estaba muy confundido Bella y quizá rompí las reglas antes que tú.
– Te amo Edward, creo que te amé desde el primer segundo que te vi.
– Creo que yo también, eres la única mujer con la que hecho el amor y, si me lo preguntas, no sabría decirte exactamente cuando sentí esa diferencia, así que como veras, definitivamente el agradecido de que hayas entrado a mi vida soy yo – me besé tiernamente los labios – ahora tengo que cambiarme, nos toca recibir a los invitados.
– ¡Qué nervios!
– Relájate, te ves preciosa, impresionarás a todos, ya verás.
Cuando vi el color de su camisa me quedé sorprendida, era azul, del mismo tono que mi vestido, cuando se lo hice notar me dijo que estábamos en sincronía y me guiñó un ojo. Bajamos y salimos a la terraza, ya había algunos invitados que platicaban con Emmett y Rosalie. Más tarde Edward me presentó a sus tíos Aro, Cayo y Marcus, hermanos de Carlisle, muy serios ellos, por cierto.
A las seis en punto nos colocamos en nuestros respectivos lugares, todos los Cullen en primera fila, Jennifer y su hermano detrás de nosotros y del otro lado los papás de Jasper. Calculé que serían unos 200 invitados. El sacerdote ya se encontraba en el altar y Jasper también, visiblemente contento y nervioso. La melodía empezó a sonar y entraron las damas, con vestidos color lila y una cinta rosa en la cintura, cuando llegaron a su lugar Alice hizo su aparición, del brazo de Carlisle, comenzaron a caminar por el pasillo, ambos con una gran sonrisa. Al llegar al altar, Carlisle entregó la mano de Alice a Jasper que la recibió gustoso y se pararon frente al padre que dio inicio a la ceremonia. Dijeron sus votos emocionados y después Edward y la madrina les colocaron el lazo. Al terminar, Alice y Jasper se dieron un dulce beso y después caminaron por el pasillo mientras les aventaban pétalos de margaritas.
Pasamos al salón, una pequeña banda de cuatro músicos amenizaba con melodías suaves, todos empezaron a tomar sus lugares, Alice y Jasper en la mesa de honor, uno de los músicos les pidió que pasaran a bailar su primera pieza como el matrimonio Hale y todos les aplaudimos, Edward me tomó la mano por debajo de la mesa y me sonrió, estaba tan feliz por su hermana. Los músicos siguieron tocando, algunos se pararon a bailar y un par de horas después sirvieron la cena. En cuanto terminamos de comer, anunciaron que era momento de las palabras del padrino y Edward se puso de pie.
– Buenas noches a todos, es para mí un gran honor dirigirme a ustedes, Alice y Jasper, es un poco difícil para mí ver a mi hermanita como toda una mujer casada, todavía la recuerdo brincando por toda la casa usando coletas y calcetas, pero el tiempo pasa y el amor tocó a su puerta y me da muchísimo gusto que haya sido de un chico ejemplar como lo es Jasper, bienvenido a la familia. Bien, tenía preparado un largo discurso, pero lo olvide en la maleta, así que sólo les diré lo siguiente.
Tomó un respiro.
– Amor es como encontrar un oasis en el desierto, hay muchos espejismos, pero sólo uno es el verdadero. Alice, Jasper mis mejores deseos para esta aventura que inician juntos, estoy seguro que serán inmensamente felices y que formaran una preciosa familia, hermanita te adoro, cuñado, más te vale que te portes bien con ella, ¿ok? – dijo con su típica sonrisa traviesa y levantó su copa – ¡Salud por los novios!
¡Salud!, exclamamos todos los presentes levantando nuestras copas y después bebimos el champagne. Edward me sonrió y me extendió su mano.
– ¿Bailamos? – propuso caballerosamente.
– No soy muy buena, pero si he hecho otras locuras por ti, ¿qué más da un simple baile? – respondí sonriendo y tomando su mano.
Nos levantamos y caminamos a la pista, ahí estaban Emmett y Rosalie, que nos vieron y nos sonrieron, al igual que Esme y Carlisle, que no podían ocultar su felicidad. Edward puso una mano en mi cintura y con la otra tomó una de mis manos y coloqué la restante sobre su hombro, empezamos a movernos al ritmo de la tranquila melodía, Edward tenía apoyado su mentón al lado de mi frente y danzábamos suavemente, me dejé llevar completamente por él y creo que no lo hice tan mal. Terminó la canción y regresamos a la mesa.
La fiesta siguió, bailamos otras melodías, platicamos y después llegó el momento de aventar la liga. Alice se sentó en una silla en medio de la pista y Jasper se la quitó lentamente mientras los hombres silbaban rodeándolos.
– ¿Sabes?, es la primera vez que Edward se une a ese ritual – dijo Jennifer sentándose a mi lado.
– ¿En serio?, ¿no lo hizo en la boda de Emmett? – pregunté sorprendida.
– No, y ni en ninguna otra boda, así que me da mucho gusto que hayas terminado con Jacob y hoy estés aquí.
– Veo que entre tú y Edward no hay secretos.
– No te creas, sí los hay, no le cuento todo lo que hago, ni él a mí tampoco, pero ese no es el punto, la semana pasada me encontré a Jacob en un bar.
– ¿En serio?, ¿y cómo está?
– Bien, dentro de lo que cabe, me contó todo lo que pasó entre ustedes, sus mutuos engaños, te admiro, yo no sé si hubiera tenido el valor para confesar algo así.
– Tenía que saber la verdad.
– Pues sí, de alguna u otra manera se iba a enterar y fue mejor que lo supiera por ti.
– ¿Piensas que soy de lo peor?
– No Bella, a veces el destino se presenta de una forma extraña, pero las cosas se acomodan de tal forma para que estemos con quien debemos estar y el tuyo definitivamente es con Edward y de la misma forma Jacob encontrará a la mujer con la deba pasar el resto de su vida, su relación sólo fue una experiencia más, por cierto, también terminó con ella, que tipa más desagradable.
– ¿Y ella se lo tomó tan tranquila?, a mí me amenazó.
– Obvio no, estuvo acosándolo, pero él tomó cartas en el asunto y logró que le pusieran una orden de restricción, así que, frustrada, regresó a vivir con sus papás a San Diego.
– ¿Y de todo eso hablaron en una noche?
– La mayoría sí, casi nos sacaron con la escoba y como platicamos muy a gusto intercambiamos números de celular y mails, así que hemos seguido en contacto.
– Te gusta, ¿verdad? – dije recordando la escena de ellos viendo el partido de hockey.
– Es muy lindo y tenemos muchas cosas en común, pero no sé, necesita poner en orden su cabeza y su corazón… claro que yo no tengo prisa.
En eso, Alice gritó que aventaría el ramo, yo no quería ir, pero Jennifer me jaló y nos paramos detrás junto con varias chicas que estaban emocionadas. Alice estuvo jugando un rato a aventarlo hasta que lo hizo finalmente y le tocó a Jennifer que gritó entusiasmada, aunque la verdad yo no creía en esa tradición.
Poco después, Alice y Jasper se despidieron, para partir a su luna de miel en las Bahamas, ella me abrazó fuertemente y después me tomó de las manos.
– Me voy muy feliz y no sólo porque me he casado con el hombre que amo, también porque en unos meses seré ¡tía!, pero más por saber que Edward ha encontrado finalmente el amor y me alegra tanto, gracias Bella por este regalo.
– Gracias a ti por tus palabras, la verdad no sé qué decirte.
– No tienes que decirme nada, sólo ser feliz con mi hermano – me dio un beso en la mejilla, se separó y lo abrazó a él.
Después Edward me abrazó y vimos como se iban en un hermoso carro convertible, que traía amarradas las tradicionales latas y el letrero que anunciaban que eran recién casados, Alice mandó besos y se despidió levantando la mano, al igual que Jasper que luego puso el auto en marcha y se alejaron.
Estuvimos un rato más en la fiesta y cuando quedaban pocos invitados, Edward tomó una botella de champagne, un par de copas y me tendió el brazo, yo le sonreí y se lo tomé. Caminamos por la playa y no muy lejos de la casa había como una especie de cama, con cuatro barrotes a los lados y un techo de donde colgaba un velo blanco. Nos sentamos ahí, Edward destapó el champagne sirvió en ambas copas y me dio una.
– Por ti, por mí y por nuestro amor – dijo chocando mi copa.
– Por nosotros y porque nuestro amor dure toda la eternidad.
Nos bebimos el contenido de las copas, después dejó la botella y las copas en la arena. Se acercó a mí y me acostó, me acarició un brazo y yo le acaricié su rostro, suspiré y lo acerqué a mí para besarlo con pasión y amor, nuestras lenguas se entrelazaron, acariciándose suavemente, saboreándose. Edward se colocó encima de mí, puso su mano sobre mi muslo y lo acarició, subiendo y bajando por debajo del vestido, luego rompió el beso para mordisquear mi cuello.
Me abrazó y se giró para que yo quedara encima de él, le sonreí y me enderecé, quedando hincada sobre él, con mis piernas a los costados, empecé a desabrochar su camisa y se la quite por completo, besé y lamí su torso perfecto, deteniéndome en sus pezones con los que jugueteé un buen rato, mientras miraba como su pecho subía y bajaba al ritmo de su acelerada respiración, bajé por su abdomen y volví a detenerme en su ombligo, sus jadeos se intensificaron. Me detuve y volví a enderezarme, bajé el cierre del vestido, él quiso ayudarme, pero le moví la cabeza negativamente, tomé sus manos y las puse a los lados de su cabeza y lo besé unos segundos para después volver a hincarme.
Bajé los tirantes del vestido y quedaron mis senos al descubierto, él subió sus manos y me los acarició mientras yo me soltaba el cabello. Lo detuve para despojarlo de su pantalón y su bóxer, me lamí los labios al ver su erección y mi corazón terminó por dispararse completamente, me quité el vestido y la ropa interior. Tomé su masculinidad entre mis manos, pero Edward me pidió que me volteara para que él pudiera también besar mi parte más íntima, así que le obedecí.
Sentí su tibia lengua recorrer mis pliegues mientras yo hundía su erección en mi boca y la sacaba, proporcionándole el mismo placer que él me estaba dando, en momentos era tan intenso que no podía seguir con mis besos y exhalaba en la punta de su sexo y a veces él se detenía por mis caricias y jadeaba en mi interior. De pronto sentí como mi cuerpo se estremecía completamente al llegar al éxtasis total y después seguí con mi labor y segundos después Edward lo alcanzó también, emitiendo un grito profundo que fue sofocado por el ruido del mar que era nuestro cómplice al igual que la luna.
Me bajé y me acosté a su lado, le acaricié nuevamente el rostro, sus párpados, su nariz, sus labios y después nos besamos, aún tenía el sabor de mi intimidad en su boca y eso volvió a encenderme intensificando el beso con ansias y hambre en tanto sentía como mi cuerpo entero se excitaba, pero sabía que tenía que esperar unos minutos así que rompí el beso y ambos tomamos aire. Nos miramos sin decir nada, sólo se escuchaba el sonido de las olas, suspiré y él me sonrió de la forma en que sabía que me enloquecía, yo le sonreí también y después cerré los ojos.
Estaba quedándome dormida cuando sentí su peso sobre mí y su boca devorando uno de mis senos, abrí los ojos de par en par y me mordí los labios, separé mis piernas y le di la bienvenida a su masculinidad que estaba más que lista para entrar en mí, el gemido fue intenso, Edward se sonrió y comenzó a moverse lentamente, entrelazó sus manos con las mías y las puso encima de mi cabeza, pegó su frente a la mía y yo le suplicaba por más y repetía su nombre una y otra vez, le rogaba que no se detuviera.
Después puso su cabeza sobre mi hombro y susurraba mi nombre en mi oído acompañado de intensos gemidos que me hacían enloquecer. Prácticamente le ordené que se moviera más rápido y me hizo caso, embistiendo una y otra vez en mí con fuerza hasta que ambos llegamos al orgasmo y Edward se dejó caer en mi pecho totalmente rendido y extasiado al igual que yo.
– Quédate así, por favor, un rato más, quiero seguir unida a ti.
– Lo que tú quieras corazón – respondió y me besó los labios – te amo Bella.
– Te amo Edward y amo la forma en que me haces el amor.
Nos quedamos así unos momentos, él recostado sobre mi hombro y yo acariciándole sus cabellos, después me dijo que pronto amanecería así que nos levantamos y nos vestimos, caminamos a la orilla de la playa y nos sentamos, Edward detrás de mí envolviéndome con sus piernas y sus brazos. Poco a poco el sol fue apareciendo en el horizonte, este era el mejor amanecer de toda mi vida, sin duda era un nuevo comienzo, al lado de un extraordinario hombre que jamás imaginé encontrar, sólo esperaba que todo siguiera igual de perfecto, pero, ¿qué podría salir mal?
Fragmento de la canción: Soy tuya.
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AnneHilldweller- .
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Re: Estás libre esta noche? (+18) (Completo)
ummm quiero ser bella enserio esta historua hace que me enamore mas de edward hay es que lo amo por que es tan hermoso espero que subas pronto otro capi besos
Irina Denali- .
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Re: Estás libre esta noche? (+18) (Completo)
hahah se ven tan hermosos :) por cierto, bonita boda, y grandes y chistosas bromas de Emmett; hahah.
Ed&Bells hacen una perfecta pareja :)
Ed&Bells hacen una perfecta pareja :)
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