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Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
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Zafrina
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
KPOV
Bueno. Definitivamente pensé que se había dado cuenta. Y si no me equivocaba, yo lo había dicho un par de veces… Me sentía realmente sorprendida…
Me invadió una especie de nostalgia por todo lo que no podía ver y por todo lo que no podía hacer. Pensaba en todo lo que yo jamás podría ofrecerle, lo que jamás le podría dar, y solo me dañaba más. Y cuando esto sucedía, en lo único que pensaba era en que nada de esto debía ser. Yo no debía estar aquí; con él. Debía irme y alejarme lo más lejos posible de su persona. Pero como siempre, la necesidad por él era mayor.
Robert se desembarazó un poco de la situación, o eso creía yo, mientras pasaba a mi lado y me abría la puerta de su vehículo. Su mirada era de disculpa, pero yo no quería que se sintiera así.
—Robert, no te preocupes por no saber —le dije y mi comentario sonó estúpido a pesar de toda la sinceridad con la que hablaba—. Es lago sin importancia. De verdad —insistí antes de que él cerrara la puerta de mi lado, me dirigiera una sonrisa de asentimiento y continuara caminando para pasar a sentarse a mi lado en el lugar del conductor, por supuesto.
Me ofreció otra sonrisa con ferviente aceptación que logró precisamente aquello; sentirme aceptada, y para mi fue imposible resistirme, por lo que terminé uniéndome a ella.
Conversamos de forma casual de su vida, y que por la cual yo mostraba cada vez más interés, mientras él conducía concentrándose en la calle y yo miraba de vez en cuando las luces que pasaban por fuera de la ventana, pero siempre volviendo la mirada hacia el perfil de Robert.
Noté que aferraba sus manos al volante nerviosamente y una oleada de preocupación porque algo pudiera estar mal (o más que el de por sí ya mal estaba, en realidad) me invadió haciendo que una pregunta saliera de mis labios.
—Robert, ¿estás bien?
Solo era una simple pregunta. Pero entonces, ¿por qué me aterraba tanto una respuesta?
—¡Claro que estoy bien! —respondió exageradamente sorprendido.
Aquello no era cierto.
Tal vez en este pequeño lapsus, se había dado cuenta de un montón de cosas de las cuales debería haberse dado cuenta desde el primer día.
Me sentí miserable. Merecidamente culpable por hacerle pasar por esto. Pero antes de que pudiera decir cualquier cosa, Robert se había estacionado frente a un restaurante. Habíamos llegado.
Lo miré mordiéndome el labio sintiendo mi frustración como hacía ponerme cada vez más nerviosa. Pero él sonrió resueltamente. Como si todo lo que había notado nunca lo hubiese visto y todo había sido solo producto de mi imaginación
Se palpó los bolsillos y comenzó a salir. No estaba segura de lo que había sido eso, pero cuando quise salir del vehículo, como él lo estaba haciendo y aun sintiéndome confusa, Robert me detuvo.
—Espera un segundo —dijo bajándose del auto rodeándolo rápidamente para colocarse junto a la puerta a mi lado cortando la acción del aparcacoches, quien iba a abrirme la puerta, para hacerlo él mismo cortésmente con una enorme sonrisa.
Robert me confundía demasiado… Definitivamente.
Extendió su brazo hacia mí para que lo tomara y así como cuando lo vi por primera vez esta noche, noté lo elegante y guapo que se veía vestido de negro. Con su piel clara contrastando ampliamente al color de su ropa, la cual solo lo hacía verse perfecto, y a la vez, sus verdes orbes resaltaban con gracia y un brillo innato en aquel rostro apuesto e inocentemente maduro.
Pero había algo que me llamaba la atención desde que salimos de su apartamento: llevaba zapatillas, y la sola vista de ellas me hacía sonreír. Él era único.
Tomé su mano al salir del vehículo y no noté nada más a mi alrededor que solo él, su hipnótica mirada y su radiante sonrisa. Ni siquiera fui consciente de lo que le decía al aparcacoches, porque mi atención no conseguía otro foco mejor en ninguna parte.
Apretó mi mano sintiendo su tacto tibio. Añorable y reconfortantemente tibio, y al igual a como lo había hecho en su apartamento, me hizo girar sobre mis misma sintiéndome como si fuera una verdadera bailarina, y haciendo que mi… bueno, no sé qué era precisamente lo que saltaba en mi interior en donde debía estar mi corazón. Pero algo había allí embriagado de emoción que me hizo sonreír abiertamente.
¿Por qué su sonrisa y su mirada tenían que nublar mi mente; mi sentido común de esa manera?
—Sé que lo había mencionado antes, y no se cuantas veces lo he pensado, pero te ves hermosa —me dijo sonriendo con su mirada.
Un gracias no era suficiente, y tal vez no hacia falta para decirle como me sentía. Yo solo deseé que mi mirada dijera mucho más de lo que yo misma podía decir.
Quise derrumbar mi muralla para que entendiera el más profundo agradecimiento que sentía hacia él, aunque fuera solo por ese momento.
Me atrajo hacia él por un costado y me encaminó hacia la puerta del restaurante en donde una mujer, que de inmediato lo reconoció, nos hizo pasar hacia una mesa ya reservada por él.
Sentí la emoción de la mujer, pero también la incomodidad de Robert por ello, así que mientras seguíamos caminando, le susurré al oído para que solo él escuchara.
—Si gustas, podría hacer que la recepcionista olvide que te ha visto.
Bueno. Definitivamente pensé que se había dado cuenta. Y si no me equivocaba, yo lo había dicho un par de veces… Me sentía realmente sorprendida…
Me invadió una especie de nostalgia por todo lo que no podía ver y por todo lo que no podía hacer. Pensaba en todo lo que yo jamás podría ofrecerle, lo que jamás le podría dar, y solo me dañaba más. Y cuando esto sucedía, en lo único que pensaba era en que nada de esto debía ser. Yo no debía estar aquí; con él. Debía irme y alejarme lo más lejos posible de su persona. Pero como siempre, la necesidad por él era mayor.
Robert se desembarazó un poco de la situación, o eso creía yo, mientras pasaba a mi lado y me abría la puerta de su vehículo. Su mirada era de disculpa, pero yo no quería que se sintiera así.
—Robert, no te preocupes por no saber —le dije y mi comentario sonó estúpido a pesar de toda la sinceridad con la que hablaba—. Es lago sin importancia. De verdad —insistí antes de que él cerrara la puerta de mi lado, me dirigiera una sonrisa de asentimiento y continuara caminando para pasar a sentarse a mi lado en el lugar del conductor, por supuesto.
Me ofreció otra sonrisa con ferviente aceptación que logró precisamente aquello; sentirme aceptada, y para mi fue imposible resistirme, por lo que terminé uniéndome a ella.
Conversamos de forma casual de su vida, y que por la cual yo mostraba cada vez más interés, mientras él conducía concentrándose en la calle y yo miraba de vez en cuando las luces que pasaban por fuera de la ventana, pero siempre volviendo la mirada hacia el perfil de Robert.
Noté que aferraba sus manos al volante nerviosamente y una oleada de preocupación porque algo pudiera estar mal (o más que el de por sí ya mal estaba, en realidad) me invadió haciendo que una pregunta saliera de mis labios.
—Robert, ¿estás bien?
Solo era una simple pregunta. Pero entonces, ¿por qué me aterraba tanto una respuesta?
—¡Claro que estoy bien! —respondió exageradamente sorprendido.
Aquello no era cierto.
Tal vez en este pequeño lapsus, se había dado cuenta de un montón de cosas de las cuales debería haberse dado cuenta desde el primer día.
Me sentí miserable. Merecidamente culpable por hacerle pasar por esto. Pero antes de que pudiera decir cualquier cosa, Robert se había estacionado frente a un restaurante. Habíamos llegado.
Lo miré mordiéndome el labio sintiendo mi frustración como hacía ponerme cada vez más nerviosa. Pero él sonrió resueltamente. Como si todo lo que había notado nunca lo hubiese visto y todo había sido solo producto de mi imaginación
Se palpó los bolsillos y comenzó a salir. No estaba segura de lo que había sido eso, pero cuando quise salir del vehículo, como él lo estaba haciendo y aun sintiéndome confusa, Robert me detuvo.
—Espera un segundo —dijo bajándose del auto rodeándolo rápidamente para colocarse junto a la puerta a mi lado cortando la acción del aparcacoches, quien iba a abrirme la puerta, para hacerlo él mismo cortésmente con una enorme sonrisa.
Robert me confundía demasiado… Definitivamente.
Extendió su brazo hacia mí para que lo tomara y así como cuando lo vi por primera vez esta noche, noté lo elegante y guapo que se veía vestido de negro. Con su piel clara contrastando ampliamente al color de su ropa, la cual solo lo hacía verse perfecto, y a la vez, sus verdes orbes resaltaban con gracia y un brillo innato en aquel rostro apuesto e inocentemente maduro.
Pero había algo que me llamaba la atención desde que salimos de su apartamento: llevaba zapatillas, y la sola vista de ellas me hacía sonreír. Él era único.
Tomé su mano al salir del vehículo y no noté nada más a mi alrededor que solo él, su hipnótica mirada y su radiante sonrisa. Ni siquiera fui consciente de lo que le decía al aparcacoches, porque mi atención no conseguía otro foco mejor en ninguna parte.
Apretó mi mano sintiendo su tacto tibio. Añorable y reconfortantemente tibio, y al igual a como lo había hecho en su apartamento, me hizo girar sobre mis misma sintiéndome como si fuera una verdadera bailarina, y haciendo que mi… bueno, no sé qué era precisamente lo que saltaba en mi interior en donde debía estar mi corazón. Pero algo había allí embriagado de emoción que me hizo sonreír abiertamente.
¿Por qué su sonrisa y su mirada tenían que nublar mi mente; mi sentido común de esa manera?
—Sé que lo había mencionado antes, y no se cuantas veces lo he pensado, pero te ves hermosa —me dijo sonriendo con su mirada.
Un gracias no era suficiente, y tal vez no hacia falta para decirle como me sentía. Yo solo deseé que mi mirada dijera mucho más de lo que yo misma podía decir.
Quise derrumbar mi muralla para que entendiera el más profundo agradecimiento que sentía hacia él, aunque fuera solo por ese momento.
Me atrajo hacia él por un costado y me encaminó hacia la puerta del restaurante en donde una mujer, que de inmediato lo reconoció, nos hizo pasar hacia una mesa ya reservada por él.
Sentí la emoción de la mujer, pero también la incomodidad de Robert por ello, así que mientras seguíamos caminando, le susurré al oído para que solo él escuchara.
—Si gustas, podría hacer que la recepcionista olvide que te ha visto.
Zafrina- .
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Fecha de nacimiento : 04/04/1990
Edad : 34
Localización : ahora??? muy buena pregunta...
Empleo /Ocio : estudiante... o eso creo...
Mini-Blog : dolce far niente...
Puntos : 1013
Fecha de inscripción : 13/05/2009
Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
RPOV
En un principio estaba incómodo por la intensa mirada de la recepcionista, y a medida que avanzábamos entre las mesas, aquello iba aumentando en el resto de la multitud. Pero luego, el suave roce del aliento de Katherine en mi oído hizo que el bello de la nunca se me erizara placenteramente, pero solo fueron las palabras que dijo las que dieron paso a la sorpresa.
—Si gustas, podría hacer que la recepcionista olvide que te ha visto.
Quería saber si lo que decía era una broma o no, pero ya habíamos llegado a la mesa que había reservado, así que me detuve y me concentré en hacerla sentir bien.
Tomé su abrigo para ayudar a quitárselo y cuando éste se deslizaba delicadamente por sus finos brazos, noté su espalda marfileña descubierta completamente hasta donde terminaba la línea de la misma. No llevaba corpiño… No creí que fuera así…
Sentí la necesidad de tocar y besar la piel de sus hombros. Rozar la línea de su espalda y estar disfrutando de su cálido y frío dulce aroma para siempre.
Reaccioné rápidamente y puse su abrigo en la silla para luego correrla y así se pudiera sentar.
—Gracias —dijo suavemente sonriendo en cuanto me senté frente a ella.
Nunca había hecho esto antes: Llevar a una mujer a un restaurante y esas cosas que estaba haciendo igual a como lo veía en películas antiguas, así que, ¿se veía muy forzado? ¿Por eso sonreía de esa manera acusadora?
Pero antes de que siguiera con mis preguntas mentales, sus penúltimas palabras se me vinieron a la cabeza y necesité saber.
—Katherine, hace un rato dijiste que si quería podías hacer que la recepcionista olvidara que me había visto —comenté. Ella asintió con la cabeza y sus ojos mostraban su curiosidad—. ¿De verdad puedes hacer eso? —pregunté finalmente.
—Podría —respondió, pero no terminé de comprender a qué se refería.
—¿Qué quieres decir?
—Quiero decir que sí; podría, pero solo si mi dieta fuera distinta.
¿Su dieta? ¿Los vampiros hacen dieta?
Tiene que haber visto mi expresión de confusión en el rostro, porque sonrió y de inmediato me explicó.
—Si me alimentara normalmente y como cualquier otro… vampiro —tomó tiempo para decir esa palabra—, podría hacer eso y mucho más.
Oh. Lo comprendía, pero ¿cómo se podía alimentar, entonces?
Recordé aquella vez, aquella noche. La primera vez, y la única en realidad, en la que me había mordido y fundamentalmente, se había alimentado de mi sangre. Y así como ese pensamiento llegó a mi mente, los celos, algo extraños y desconocidos para mí, me invadieron al pensar en ella alimentándose de otros hombres.
Quise saber si era como me lo imaginaba, pero en ese momento llegó un camarero para entregarnos la carta con el menú, también el cual no le quitaba la vista de encima a Katherine.
Si pudiera, lo golpearía, me dije, y también golpearía a cualquier otro que la mirara así, y me sorprendí por como sonaba eso, ya que se supone que yo no era un troglodita… (tal vez ahora podía entender un poco más a Michael, el novio de Kris)
Sorpresivamente había bastantes cosas que estaban aflorando en mí que antes no había notado. Era como si hubiera una bestia dentro de mí, pero de inmediato, una ola de tranquilidad la invadió cuando noté que Katherine solo me miraba a mí. La cual lamentablemente solo duró hasta que él se fue y los celos volvieron a aparecer por no saber aún si ella se alimentaba de todos como lo hizo conmigo.
—¿Cómo se supone que se alimenta cualquier otro vampiro? —inquirí tratando de que mi voz sonara casual para no reflejar lo que en verdad me estaba incomodando, pero sonaba algo exagerada, porque se dio cuenta y sonrió levemente, aunque de pronto sus ojso mostrron algo de frustración.
—Mmm… —artículo analizando en como me podía responder tal vez, y humedeció sus labios rosa pálido para seguir con lo que yo necesitaba oír—. De sangre humana —respondió finalmente.
Estaba confundido. Yo intuía eso por regla general sobre cultura popular vampírica, e incluso había ayudado en saciar su sed, pero acaso, ¿no era lo que ella hacía siempre?
—¿Acaso, tú no bebes eso? —pregunté compungido, pero noté que mi pregunta había sonado algo despectiva—. Lo siento —me apresuré a decir.
—No lo hagas —dijo como si nada hubiese pasado, pero la frustración era evidente en sus ojos—. Y en realidad, quiero que sepas que la vez en que te… mordí…, cuando bebí de tu sangre, aquella fue la primera vez que mordía a un mortal en mucho tiempo.
La bestia que estaba celosa en mi interior se calmó, pero aún no terminaba de entenderlo todo.
—Pero si tú dices que fue la primera vez en mucho tiempo, ¿de qué te alimentabas, entonces?
Suspiró.
—Es por eso que te dije que mi dieta era distinta y tampoco me refería a que comiera como cualquier mortal, porque eso tampoco lo hacía desde hace tiempo —explicó—, pero me refería a que no bebo sangre humana habitualmente como cualquier otro de mi especie, lo hace, y esa es precisamente la razón por la cual no puedo hacer muchas de la cosas que mis pares harían, como hacerle olvidar a la recepcionista que te había visto.
Oh. Uh.
—¿Y por qué no ya bebes sangre humana? —inquirí con curiosidad—. La otra vez lo hiciste.
—Si, y lo siento mucho.
Su mirada era cabizbaja.
—No lo hagas —esta vez fui yo quien lo dijo—. No tienes por qué hacerlo, no me importaría darte de mi sangre otra vez.
Muy sinceramente lo decía y me percaté de algo: Era más fácil hablar ahora de ello que antes, incluso a pesar de la oleada de deseo en mí.
—No lo entiendes. Lo que hice esa vez fue muy peligroso para ti. ¡Si algo te hubiese ocurrido, si yo te…! —su voz había ido aumentando de volumen a medida que hablaba al igual que lo había estado haciendo su nivel de compunción, pero abruptamente se detuvo, para luego continuar hablando con más clama. Una clama controlada—. La mayoría de los vampiros no pueden detenerse. La satisfacción es tan grande que no pueden controlarse, y creo que recuerdas a que me refiero —concluyó con una risa sin ánimos.
—Pero tú sí te detuviste —la incité a confiar.
—Es cierto —comentó pensativa—. Tal vez no soy tan débil como pienso.
¡Débil!... Prefería dejar eso así.
—Entonces tú no te alimentas de sangre humana y por eso dices no tener los otros… “poderes”… que los demás vampiros tienen —resumí.
—Así es. La sangre que bebo me mantiene viva y sana, pero no es poderosa para mí.
—Pero, ¿por qué no bebes sangre humana como cualquier otro vampiro? —insistí—. Tienes la determinación para detenerte, además, es solo sobrevivir.
Estaba en silencio retorciendo firmemente una servilleta en sus delgadas manos.
—“Sobrevivir” —repitió sin ánimos—. Sobrevivo. Eso hago —me aseguró y tomó aire sonoramente—. Todo partió hace ya varios años —comenzó y yo me acomodé en el asiento para escucharla con atención—, cuando hice algo que no debí hacer hecho —dijo en voz baja y concluyó.
Creí que iba a decir algo más.
—¿Mataste a alguien? —inquirí apenado por ella.
—No técnicamente —respondió deteniéndose en el retorcer de la servilleta para mirarme firmemente—. Nunca he matado a nadie.
—Entonces, ¿por qué?
—Solo digamos que después de eso, nunca he querido tomar algo de alguien sin su consentimiento —respondió. Y okey, en otras palabras, me decía que no quería hablar más de eso y yo tampoco la iba a obligar. Había avanzado mucho atravesando aquella muralla que la cubría, pero de todas maneras quería que supiera cuál era mi postura con respecto a su decisión.
—Pero yo te ofrecí de mi sangre, y cuando vuelva a ofrecértela, no quiero que te preocupes por nada malo que pudiera ocurrir —comenté honestamente. Si ella volvía a beber de un mortal, como ella lo llamaba, quería que fuera de mí y no de nadie más.
Me miró fijamente con una expresión que mostraba seriedad, y creo que también vi sorpresa… no estuve seguro, pero en ese momento llegó el camarero a pedir nuestra orden impidiendo que indagara más en esa mirada.
Honestamente, ninguno de los dos había mirado el menú, pero en un solo par de segundos en que los ojos azules de Katherine escrutaron la carta, le indicó al camarero que quería ordenar lasaña dirigiéndole una sonrisa deslumbrante que hizo que el camarero balbuceara. Pero me pareció que Katherine no lo notaba. ¿Pensaba que todos actuaban así?
Yo ordené lo mismo no queriendo ver la carta y deseando que el camarero se fuera pronto.
Después de unos cortos minutos en los cuales ella me preguntaba sobre mi vida y mis gustos nuevamente (y después también de dejar de lado casualmente nuestra antigua conversación), la comida llegó.
—Será algo distinto —comentó mirando su plato con el ceño fruncido.
—Si no quieres comer eso, podría ofrecerte mi menú personal —bromeé alzando una ceja lascivamente hacia ella. Era más fácil hablar sobre algo con una sonrisa de por medio, aunque todo lo que decía era realmente sincero. Y sobre todo teniendo en cuenta que aún tenía el beso de hace dos días en mi cabeza y en mis labios, o la sensación de su mordida de hace meses también.
Quería volver a besarla, pero tenía los mismos nervios a como si nunca lo hubiera hecho antes. Este proceso estaba siendo como empezar de nuevo con ella, dejando algo de timidez de lado y creando mi propia confianza. Pero debo reconocer que en vez de ser tedioso o estresante o cualquier otro sinónimo para llamar al proceso, lo cierto es que era excitante e intrigante.
—Aunque si rechazas esa opción, podría llevarte a comer comida rápida también. Es muy buena, aunque algo grasosa.
Sonrió al confesarle mi placer culpable después de insinuarle otra opción.
—No te preocupes. Yo solo me refería a que después de tanto tiempo sin probar comida como ésta, será distinto —se explicó.
“Tanto tiempo…”, repitió mi mente.
—Katherine, ¿qué edad tienes? —inquirí tratando de que la pregunta sonara delicada.
—Eso no se le pregunta a una mujer —bromeó sonriendo, algo incómoda noté, entonces suspiró y dijo—, solo digamos que tengo más que tú.
—Te ves joven —comenté sinceramente— y definitivamente no mayor que yo, sobre todo al notar tu rostro infantil.
—¡Infantil! —repitió con humor.
Ok. No era esa la palabra indicada.
—¿Inocente? —hice un intento de corregir la palabra dicha anteriormente, y ella seguía con la misma expresión, pero esta vez no me tomé la molestia de corregirla, porque en el fondo eso era ella; una mujer impregnada de inocencia, y a la vez misterio y sensualidad.
—Dejémoslo así —dijo después de una pequeña risa suave—. Y por cierto, tengo… 18 en estricto rigor.
—¡18! ¡Wow! —repetí sorprendido—. No tienes la edad suficiente para beber —bromeé alejando el aperitivo de su lado y ambos nos unimos en risas armoniosas.
Continuamos comiendo, conversando, comiendo y conversando, pero siempre de mí. Siempre me hacía una pregunta tras otra. Sobre mis amigos, mi música, mi trabajo, mi familia, y yo respondía, pero quería saber sobre ella.
—¿Cómo era tu madre? —inquirí antes de que nos trajeran el postre: Mouse de chocolate había escogido ella.
Sus manos se entrelazaron y noté como se frotaba un pulgar con el otro, o mejor dicho, como frotaba el anillo plateado de su mano izquierda con el otro pulgar. Aquel anillo que había notado tantas veces.
En un principio estaba incómodo por la intensa mirada de la recepcionista, y a medida que avanzábamos entre las mesas, aquello iba aumentando en el resto de la multitud. Pero luego, el suave roce del aliento de Katherine en mi oído hizo que el bello de la nunca se me erizara placenteramente, pero solo fueron las palabras que dijo las que dieron paso a la sorpresa.
—Si gustas, podría hacer que la recepcionista olvide que te ha visto.
Quería saber si lo que decía era una broma o no, pero ya habíamos llegado a la mesa que había reservado, así que me detuve y me concentré en hacerla sentir bien.
Tomé su abrigo para ayudar a quitárselo y cuando éste se deslizaba delicadamente por sus finos brazos, noté su espalda marfileña descubierta completamente hasta donde terminaba la línea de la misma. No llevaba corpiño… No creí que fuera así…
Sentí la necesidad de tocar y besar la piel de sus hombros. Rozar la línea de su espalda y estar disfrutando de su cálido y frío dulce aroma para siempre.
Reaccioné rápidamente y puse su abrigo en la silla para luego correrla y así se pudiera sentar.
—Gracias —dijo suavemente sonriendo en cuanto me senté frente a ella.
Nunca había hecho esto antes: Llevar a una mujer a un restaurante y esas cosas que estaba haciendo igual a como lo veía en películas antiguas, así que, ¿se veía muy forzado? ¿Por eso sonreía de esa manera acusadora?
Pero antes de que siguiera con mis preguntas mentales, sus penúltimas palabras se me vinieron a la cabeza y necesité saber.
—Katherine, hace un rato dijiste que si quería podías hacer que la recepcionista olvidara que me había visto —comenté. Ella asintió con la cabeza y sus ojos mostraban su curiosidad—. ¿De verdad puedes hacer eso? —pregunté finalmente.
—Podría —respondió, pero no terminé de comprender a qué se refería.
—¿Qué quieres decir?
—Quiero decir que sí; podría, pero solo si mi dieta fuera distinta.
¿Su dieta? ¿Los vampiros hacen dieta?
Tiene que haber visto mi expresión de confusión en el rostro, porque sonrió y de inmediato me explicó.
—Si me alimentara normalmente y como cualquier otro… vampiro —tomó tiempo para decir esa palabra—, podría hacer eso y mucho más.
Oh. Lo comprendía, pero ¿cómo se podía alimentar, entonces?
Recordé aquella vez, aquella noche. La primera vez, y la única en realidad, en la que me había mordido y fundamentalmente, se había alimentado de mi sangre. Y así como ese pensamiento llegó a mi mente, los celos, algo extraños y desconocidos para mí, me invadieron al pensar en ella alimentándose de otros hombres.
Quise saber si era como me lo imaginaba, pero en ese momento llegó un camarero para entregarnos la carta con el menú, también el cual no le quitaba la vista de encima a Katherine.
Si pudiera, lo golpearía, me dije, y también golpearía a cualquier otro que la mirara así, y me sorprendí por como sonaba eso, ya que se supone que yo no era un troglodita… (tal vez ahora podía entender un poco más a Michael, el novio de Kris)
Sorpresivamente había bastantes cosas que estaban aflorando en mí que antes no había notado. Era como si hubiera una bestia dentro de mí, pero de inmediato, una ola de tranquilidad la invadió cuando noté que Katherine solo me miraba a mí. La cual lamentablemente solo duró hasta que él se fue y los celos volvieron a aparecer por no saber aún si ella se alimentaba de todos como lo hizo conmigo.
—¿Cómo se supone que se alimenta cualquier otro vampiro? —inquirí tratando de que mi voz sonara casual para no reflejar lo que en verdad me estaba incomodando, pero sonaba algo exagerada, porque se dio cuenta y sonrió levemente, aunque de pronto sus ojso mostrron algo de frustración.
—Mmm… —artículo analizando en como me podía responder tal vez, y humedeció sus labios rosa pálido para seguir con lo que yo necesitaba oír—. De sangre humana —respondió finalmente.
Estaba confundido. Yo intuía eso por regla general sobre cultura popular vampírica, e incluso había ayudado en saciar su sed, pero acaso, ¿no era lo que ella hacía siempre?
—¿Acaso, tú no bebes eso? —pregunté compungido, pero noté que mi pregunta había sonado algo despectiva—. Lo siento —me apresuré a decir.
—No lo hagas —dijo como si nada hubiese pasado, pero la frustración era evidente en sus ojos—. Y en realidad, quiero que sepas que la vez en que te… mordí…, cuando bebí de tu sangre, aquella fue la primera vez que mordía a un mortal en mucho tiempo.
La bestia que estaba celosa en mi interior se calmó, pero aún no terminaba de entenderlo todo.
—Pero si tú dices que fue la primera vez en mucho tiempo, ¿de qué te alimentabas, entonces?
Suspiró.
—Es por eso que te dije que mi dieta era distinta y tampoco me refería a que comiera como cualquier mortal, porque eso tampoco lo hacía desde hace tiempo —explicó—, pero me refería a que no bebo sangre humana habitualmente como cualquier otro de mi especie, lo hace, y esa es precisamente la razón por la cual no puedo hacer muchas de la cosas que mis pares harían, como hacerle olvidar a la recepcionista que te había visto.
Oh. Uh.
—¿Y por qué no ya bebes sangre humana? —inquirí con curiosidad—. La otra vez lo hiciste.
—Si, y lo siento mucho.
Su mirada era cabizbaja.
—No lo hagas —esta vez fui yo quien lo dijo—. No tienes por qué hacerlo, no me importaría darte de mi sangre otra vez.
Muy sinceramente lo decía y me percaté de algo: Era más fácil hablar ahora de ello que antes, incluso a pesar de la oleada de deseo en mí.
—No lo entiendes. Lo que hice esa vez fue muy peligroso para ti. ¡Si algo te hubiese ocurrido, si yo te…! —su voz había ido aumentando de volumen a medida que hablaba al igual que lo había estado haciendo su nivel de compunción, pero abruptamente se detuvo, para luego continuar hablando con más clama. Una clama controlada—. La mayoría de los vampiros no pueden detenerse. La satisfacción es tan grande que no pueden controlarse, y creo que recuerdas a que me refiero —concluyó con una risa sin ánimos.
—Pero tú sí te detuviste —la incité a confiar.
—Es cierto —comentó pensativa—. Tal vez no soy tan débil como pienso.
¡Débil!... Prefería dejar eso así.
—Entonces tú no te alimentas de sangre humana y por eso dices no tener los otros… “poderes”… que los demás vampiros tienen —resumí.
—Así es. La sangre que bebo me mantiene viva y sana, pero no es poderosa para mí.
—Pero, ¿por qué no bebes sangre humana como cualquier otro vampiro? —insistí—. Tienes la determinación para detenerte, además, es solo sobrevivir.
Estaba en silencio retorciendo firmemente una servilleta en sus delgadas manos.
—“Sobrevivir” —repitió sin ánimos—. Sobrevivo. Eso hago —me aseguró y tomó aire sonoramente—. Todo partió hace ya varios años —comenzó y yo me acomodé en el asiento para escucharla con atención—, cuando hice algo que no debí hacer hecho —dijo en voz baja y concluyó.
Creí que iba a decir algo más.
—¿Mataste a alguien? —inquirí apenado por ella.
—No técnicamente —respondió deteniéndose en el retorcer de la servilleta para mirarme firmemente—. Nunca he matado a nadie.
—Entonces, ¿por qué?
—Solo digamos que después de eso, nunca he querido tomar algo de alguien sin su consentimiento —respondió. Y okey, en otras palabras, me decía que no quería hablar más de eso y yo tampoco la iba a obligar. Había avanzado mucho atravesando aquella muralla que la cubría, pero de todas maneras quería que supiera cuál era mi postura con respecto a su decisión.
—Pero yo te ofrecí de mi sangre, y cuando vuelva a ofrecértela, no quiero que te preocupes por nada malo que pudiera ocurrir —comenté honestamente. Si ella volvía a beber de un mortal, como ella lo llamaba, quería que fuera de mí y no de nadie más.
Me miró fijamente con una expresión que mostraba seriedad, y creo que también vi sorpresa… no estuve seguro, pero en ese momento llegó el camarero a pedir nuestra orden impidiendo que indagara más en esa mirada.
Honestamente, ninguno de los dos había mirado el menú, pero en un solo par de segundos en que los ojos azules de Katherine escrutaron la carta, le indicó al camarero que quería ordenar lasaña dirigiéndole una sonrisa deslumbrante que hizo que el camarero balbuceara. Pero me pareció que Katherine no lo notaba. ¿Pensaba que todos actuaban así?
Yo ordené lo mismo no queriendo ver la carta y deseando que el camarero se fuera pronto.
Después de unos cortos minutos en los cuales ella me preguntaba sobre mi vida y mis gustos nuevamente (y después también de dejar de lado casualmente nuestra antigua conversación), la comida llegó.
—Será algo distinto —comentó mirando su plato con el ceño fruncido.
—Si no quieres comer eso, podría ofrecerte mi menú personal —bromeé alzando una ceja lascivamente hacia ella. Era más fácil hablar sobre algo con una sonrisa de por medio, aunque todo lo que decía era realmente sincero. Y sobre todo teniendo en cuenta que aún tenía el beso de hace dos días en mi cabeza y en mis labios, o la sensación de su mordida de hace meses también.
Quería volver a besarla, pero tenía los mismos nervios a como si nunca lo hubiera hecho antes. Este proceso estaba siendo como empezar de nuevo con ella, dejando algo de timidez de lado y creando mi propia confianza. Pero debo reconocer que en vez de ser tedioso o estresante o cualquier otro sinónimo para llamar al proceso, lo cierto es que era excitante e intrigante.
—Aunque si rechazas esa opción, podría llevarte a comer comida rápida también. Es muy buena, aunque algo grasosa.
Sonrió al confesarle mi placer culpable después de insinuarle otra opción.
—No te preocupes. Yo solo me refería a que después de tanto tiempo sin probar comida como ésta, será distinto —se explicó.
“Tanto tiempo…”, repitió mi mente.
—Katherine, ¿qué edad tienes? —inquirí tratando de que la pregunta sonara delicada.
—Eso no se le pregunta a una mujer —bromeó sonriendo, algo incómoda noté, entonces suspiró y dijo—, solo digamos que tengo más que tú.
—Te ves joven —comenté sinceramente— y definitivamente no mayor que yo, sobre todo al notar tu rostro infantil.
—¡Infantil! —repitió con humor.
Ok. No era esa la palabra indicada.
—¿Inocente? —hice un intento de corregir la palabra dicha anteriormente, y ella seguía con la misma expresión, pero esta vez no me tomé la molestia de corregirla, porque en el fondo eso era ella; una mujer impregnada de inocencia, y a la vez misterio y sensualidad.
—Dejémoslo así —dijo después de una pequeña risa suave—. Y por cierto, tengo… 18 en estricto rigor.
—¡18! ¡Wow! —repetí sorprendido—. No tienes la edad suficiente para beber —bromeé alejando el aperitivo de su lado y ambos nos unimos en risas armoniosas.
Continuamos comiendo, conversando, comiendo y conversando, pero siempre de mí. Siempre me hacía una pregunta tras otra. Sobre mis amigos, mi música, mi trabajo, mi familia, y yo respondía, pero quería saber sobre ella.
—¿Cómo era tu madre? —inquirí antes de que nos trajeran el postre: Mouse de chocolate había escogido ella.
Sus manos se entrelazaron y noté como se frotaba un pulgar con el otro, o mejor dicho, como frotaba el anillo plateado de su mano izquierda con el otro pulgar. Aquel anillo que había notado tantas veces.
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
—Mi madre murió cuando era pequeña —contestó frotando sus manos, y bueno, tenía que haberlo supuesto—, así que no la recuerdo en realidad.
—Lo lamento.
—No te preocupes, eso fue hace mucho tiempo —dijo sin darle importancia, pero su pulgar aún seguía frotando su anillo
—Ese anillo, ¿era de tu madre? —pregunté al notar sus acciones y al suponer que así era.
—¿Éste? Oh, no. Este anillo lo mandó a hacer mi padre después de que mi madre muriera, cuando nos mudamos a Nueva Orleans. Era su manera de simbolizar que estábamos siempre juntos —contestó y su mirada era distante.
Sin dudarlo, ese anillo era demasiado especial para ella y le traía recuerdos de su familia, lo que me hacía pensar que había trepado un poco más su muralla, entendiendo un poco más de su misterio. Lo único que quería era que se sintiera a gusto junto a mí. Ya sea riendo o hablándome de todo lo que lo atormentaba.
Contemplé su mano izquierda y el anillo con el extraño escudo en él (de seguro era de su familia) y recordé lo que me había estado poniendo nervioso desde que veníamos en el auto.
—Katherine, me gustaría darte algo —dije en voz baja después de tomar un potente aire sintiéndome como todo un experto, pero ¡Demonios, yo lo era!
Saqué la pequeña caja cuadrada y plana de terciopelo negro de mi bolsillo, la cual había estado tanteando de vez en cuando para darme ánimos. La levanté y la puse frente a ella, quien la miraba con el ceño fruncido.
—¿Qué es eso? —inquirió.
Alcé la pequeña caja un poco más cerca para que la viera y la abrí dejando ver el gargantilla de platino que había encontrado especialmente para ella, y digo especialmente para ella, porque el colgante pequeño que tenía, era una delicada piedra de lapislázuli adherida a una lámina de platino y en la cual había mandado a grabarla unas palabras.
—Lapislázuli —dijo en voz baja mirando la piedra.
—Así es. Me recuerdan a la pureza, la magia, la delicadeza y la intensidad de tus ojos —expresé honestamente sintiendo como mis mejillas se sonrojaban por voluntad propia.
Lo saqué de la caja y me levanté para que yo mismo lo colocara en su cuello.
—¿Puedo?
—No debías haberlo hecho —me dijo de inmediato.
—Pero quise hacerlo —la interrumpí—, además, nunca hago lo que me dicen —bromeé y ella sonrió, así que volví a repetir mi petición—. ¿Puedo?
Ella asintió con la cabeza.
Deslicé la gargantilla suavemente por su cuello y noté como mis manos temblaban al tratar de cerrar el broche de ésta.
Antes de dejar el collar en su lugar, dejé un rápido y sutil beso en su hombro derecho al no poder contenerme ante la tentación y volví a sentarme en mi lugar con el estómago presa de una exquisita sensación de nerviosismo.
El collar hacía perfecto juego con el vestido, sus ojos y su piel. Todo era definitivamente perfecto.
Su mano estaba en la gargantilla y su mirada fija en mí, y poco a poco comenzó a dibuja una tenue sonrisa en sus labios.
—¿Te gusta? —quise saber embargado por la emoción.
—Es hermoso —me respondió y supe que era sincera.
Estaba feliz…, solo esperaba no arruinarlo.
—No tanto como tú —le dije, pero en ese momento llegó el camarero con el postre.
¿Por qué interrumpirán tanto?, me pregunté.
Comimos el mouse de chocolate mientras yo admiraba como Katherine degustaba del dulce manjar notoriamente. Bueno, algo diferente a su dieta de sangre no humana… mmm… ¿sangre animal, entonces? Ok. No conocía otro tipo de sangre, pero como ella misma dijo; Esto era una cena distinta. Ninguna mujer, ni siquiera vampiro, podía resistir el chocolate.
Pagué la cuenta y la ayudé a levantarse mientras me sentía orgulloso de llevarla a mi lado ante la fija mirada de los camareros y del aparcacoches.
—¿Qué te parece si vamos a bailar? ¿te apetece? —le pregunté de forma casual, aunque en realidad ya lo tenía planeado desde antes.
—No creo que sea una buena idea —respondió mirando a su alrededor—. Tengo un mal presentimiento.
—¿Qué quieres decir? —inquirí confundido mirando a nuestro alrededor, pero solo viendo mi auto que se acercaba (bueno, que lo traían. El auto no se conduce solo).
—No lo sé con seguridad. Solo es un presentimiento —repitió—. Creo que es mejor que… vuelva a casa.
Me entregaron las llaves sintiéndome desilusionado porque las cosas no resultaron del todo como lo había planeado.
Tomé su cintura mientras la hacía pasar al auto y corrí a sentarme a mi lugar para estar lo más pronto con ella.
***********************************************
la segunda parte la coloco cuando termine de pasarla en limpio y corregirla...
—Lo lamento.
—No te preocupes, eso fue hace mucho tiempo —dijo sin darle importancia, pero su pulgar aún seguía frotando su anillo
—Ese anillo, ¿era de tu madre? —pregunté al notar sus acciones y al suponer que así era.
—¿Éste? Oh, no. Este anillo lo mandó a hacer mi padre después de que mi madre muriera, cuando nos mudamos a Nueva Orleans. Era su manera de simbolizar que estábamos siempre juntos —contestó y su mirada era distante.
Sin dudarlo, ese anillo era demasiado especial para ella y le traía recuerdos de su familia, lo que me hacía pensar que había trepado un poco más su muralla, entendiendo un poco más de su misterio. Lo único que quería era que se sintiera a gusto junto a mí. Ya sea riendo o hablándome de todo lo que lo atormentaba.
Contemplé su mano izquierda y el anillo con el extraño escudo en él (de seguro era de su familia) y recordé lo que me había estado poniendo nervioso desde que veníamos en el auto.
—Katherine, me gustaría darte algo —dije en voz baja después de tomar un potente aire sintiéndome como todo un experto, pero ¡Demonios, yo lo era!
Saqué la pequeña caja cuadrada y plana de terciopelo negro de mi bolsillo, la cual había estado tanteando de vez en cuando para darme ánimos. La levanté y la puse frente a ella, quien la miraba con el ceño fruncido.
—¿Qué es eso? —inquirió.
Alcé la pequeña caja un poco más cerca para que la viera y la abrí dejando ver el gargantilla de platino que había encontrado especialmente para ella, y digo especialmente para ella, porque el colgante pequeño que tenía, era una delicada piedra de lapislázuli adherida a una lámina de platino y en la cual había mandado a grabarla unas palabras.
—Lapislázuli —dijo en voz baja mirando la piedra.
—Así es. Me recuerdan a la pureza, la magia, la delicadeza y la intensidad de tus ojos —expresé honestamente sintiendo como mis mejillas se sonrojaban por voluntad propia.
Lo saqué de la caja y me levanté para que yo mismo lo colocara en su cuello.
—¿Puedo?
—No debías haberlo hecho —me dijo de inmediato.
—Pero quise hacerlo —la interrumpí—, además, nunca hago lo que me dicen —bromeé y ella sonrió, así que volví a repetir mi petición—. ¿Puedo?
Ella asintió con la cabeza.
Deslicé la gargantilla suavemente por su cuello y noté como mis manos temblaban al tratar de cerrar el broche de ésta.
Antes de dejar el collar en su lugar, dejé un rápido y sutil beso en su hombro derecho al no poder contenerme ante la tentación y volví a sentarme en mi lugar con el estómago presa de una exquisita sensación de nerviosismo.
El collar hacía perfecto juego con el vestido, sus ojos y su piel. Todo era definitivamente perfecto.
Su mano estaba en la gargantilla y su mirada fija en mí, y poco a poco comenzó a dibuja una tenue sonrisa en sus labios.
—¿Te gusta? —quise saber embargado por la emoción.
—Es hermoso —me respondió y supe que era sincera.
Estaba feliz…, solo esperaba no arruinarlo.
—No tanto como tú —le dije, pero en ese momento llegó el camarero con el postre.
¿Por qué interrumpirán tanto?, me pregunté.
Comimos el mouse de chocolate mientras yo admiraba como Katherine degustaba del dulce manjar notoriamente. Bueno, algo diferente a su dieta de sangre no humana… mmm… ¿sangre animal, entonces? Ok. No conocía otro tipo de sangre, pero como ella misma dijo; Esto era una cena distinta. Ninguna mujer, ni siquiera vampiro, podía resistir el chocolate.
Pagué la cuenta y la ayudé a levantarse mientras me sentía orgulloso de llevarla a mi lado ante la fija mirada de los camareros y del aparcacoches.
—¿Qué te parece si vamos a bailar? ¿te apetece? —le pregunté de forma casual, aunque en realidad ya lo tenía planeado desde antes.
—No creo que sea una buena idea —respondió mirando a su alrededor—. Tengo un mal presentimiento.
—¿Qué quieres decir? —inquirí confundido mirando a nuestro alrededor, pero solo viendo mi auto que se acercaba (bueno, que lo traían. El auto no se conduce solo).
—No lo sé con seguridad. Solo es un presentimiento —repitió—. Creo que es mejor que… vuelva a casa.
Me entregaron las llaves sintiéndome desilusionado porque las cosas no resultaron del todo como lo había planeado.
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la segunda parte la coloco cuando termine de pasarla en limpio y corregirla...
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me encantaaaa pero quiero saber q pasa xq se va asi??
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
no se va asi como asi, es solo que aun no paso en limpio el resto, pero ya veras.....
pd: al parecer a citly no le gusta mucho que haya "otra" entre rob y kris
jajajaja
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
jajajaja bueno nosotras necesitan un espacio para olvidarnos de robsten
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
siii viva el NO robsten, heyy como seria robert+Katherin??
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
seria especial, al menos ella no andaria con un condimento al lado...
hace estornudar....
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siiii jajajaja tenemos q aprobechar nuestro momento
viva katbert
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
aunque hay que reconocer que suena... horrible !!!!! jajajaj
y katerob???
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
lo seee pero no se me ocurrio mas nada, ese tampoco me gusta, de aqui a mañan inventamos una mejor
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
okey, dokey
solo ahce falta un buen sueño... con robert,.... jajajaj
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
clarooooo q con rob pero sin kate ni kris, nosotras en su lugar
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
me creerías si te dijera que yo soy katherine????
solo fue el primer nombre en mi mente,,, original...
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
jejeje lo pense, pero no sabia si era tu nombre real
bueno tu sueña con tu historia y yo sueño pero sustituyendote
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
bienvenida seas
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
estaba loqueando un poco
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
chicas... ehm. tienen algun problema en que la segunda parte sea algo para mayores de 18??? jejeje
me avisan y publico jeje
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