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Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
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Zafrina
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
la hermana?? me vas a matar kate jajajajaja q loca eres como se te ocurren estas cosas
balthazar no la mato y se la quedo como premio de consolacion?? bueno no importa cada vez esta mejor pliss no me hagas esperar mucho
ERES MI IDOLA
balthazar no la mato y se la quedo como premio de consolacion?? bueno no importa cada vez esta mejor pliss no me hagas esperar mucho
ERES MI IDOLA
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
a cabo de leerla y realmente estoy sorprendida por lo de kriss y por la vampiro q salio despues ajajaj y porque se fue donde Rob a caso tambien quiere algo con él??
Amiga realmente muy buena..cada vez esta mejor jajaj
Idola,...yo no he podido continuar la mia, pero bueno espero no te demores con el proximo capitulo
Amiga realmente muy buena..cada vez esta mejor jajaj
Idola,...yo no he podido continuar la mia, pero bueno espero no te demores con el proximo capitulo
Atal- .
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
si poble kris
pero no importa el esta con algien mejor el amor eterno y la nueva q ni se acerque a rob el ya tiene dueña yo (jeje ya quisiera )
pero no importa el esta con algien mejor el amor eterno y la nueva q ni se acerque a rob el ya tiene dueña yo (jeje ya quisiera )
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
Disculpen la demora, chicas, pero bueno, no las lateo más y aquí un nuevo capítulo que espero que les guste.
Capítulo 12: FURIA
Capítulo 12: FURIA
[justify]KPOV
¿Cómo se supone que afrontas una vida inventada que ni siquiera te corresponde vivir? Ya no estás viva. Ya no eres mortal y tampoco inmortal como muchos piensan. Ya ni siquiera sabes lo que eres… No sabes si tienes un alma a la cual aferrarte y sentirte orgullosa, y no sabes si tienes algo en tu interior que sea propio además de rencor.
No mereces querer y mucho menos que te quieran, y solo tienes que aferrarte a una patética y vacía existencia privada no solo del brillo del sol, si no que también privada del brillo que tiene ver un mundo y un entorno pasar ante ti, el cual no tienes ni el más mínimo derecho de tocar.
¿Por qué creía que sería diferente? Porque Robert me hizo sentir diferente…
Pero yo no soy diferente. Desde hace más de cien años que no soy diferente de ser una maldecida por el destino y por Dios; por Abraxas, por Zeus, por Buda, por Krishna y por todos los dioses de jamás me recibirían en su seno cuando dejara de existir, y eso solo si es que ya no estaba dejando de existir al ver perder lo único que le había dado sentido a tantos años de profunda soledad y agonía.
Y como si antes me hubiera importado y le hubiera encontrado un sentido a tal estupidez…
¿Por qué creí que esta historia sería diferente?, me seguía preguntando.
Elizabeth me aborreció desde el primer instante en que supo lo que era, y antes fue Marianne, mi hermana y mi devoción quien me odió.
Pero Robert no lo hizo. Es más, decía que me amaba. Repetía que me amaba y por eso lo pensé.
Pero no sería así. Esto no sería diferente.
Vi su rostro y su mirada soñadora teñirse por el dolor que le estaba provocando antes de marcharme de su apartamento sin poder hacer nada para remediarlo. Pero si lo amaba tanto, ¿por qué me permitía lastimarlo?
Claro, porque me importaba que siguiera con vida más que ninguna otra cosa, por eso lo dejaría después de asegurarme que estuviera a salvo y sin ninguna amenaza por mi culpa.
Estuve frente a su edificio observando una sola ventana ubicada en el quinto piso la cual ya estaba cerrada.
Cómo luchaba con mis deseos de volver y besar esos labios. Poder sentir su aroma al estar enterrada en su pecho desnudo… y eso mismo me lastimaba, porque jamás volvería a ocurrir.
Era un cigarrillo tras otro sentada en una banca tras el cobijo de las sombras que siempre me acompañaban, hasta que vi aquella luz molesta de su apartamento apagarse.
Se iría a dormir y descansaría en un mar de sueños felices en los que nunca se habría topado conmigo. Lejos de toda la pesadilla que le había traído a su tranquila vida como mortal sin que lo supiera.
Me imaginaba estando a su lado; compartiendo su paz y descansando entre sus brazos absorbiendo su dulzura y su calidez masculina que hacía temblar mis rodillas y me hacía pensar una vez más que todavía estaba viva. Pero no, debía buscar.
Caminé.
Sí, caminé entre las calles de la ciudad, siempre viendo y siempre buscando, aunque fuera un solo mísero rastro que me diera una pista de donde podía estar Balthazar, y mientras caminaba por una vereda en la que transitaban solo algunas personas ajenas a mi pasar, una imagen proveniente de un puesto de revistas ya cerrado a través del vidrio llamó mi atención. En la portada de una revista del día, había una fotografía de Robert y yo la noche en la que me invitó a cenar. No me fijé en el enunciado y solo la expresión de mí en la imagen se llevó mi más absoluta impresión. ¿Podía verme así de feliz a su lado?
Con una mueca de disgusto aparté ese pensamiento y seguí caminando consciente de que en cualquier esquina podría ver algo, o eso quería, pero no fue así. Incluso llegué caminando y no corriendo hasta el bosque al que acostumbraba ir siempre, pero no encontré ni un solo vestigio que me pudiera indicar el paradero de Balthazar.
Pero, ¿qué debía buscar, entonces? ¿Un camino de cadáveres desangrados?
Si, eso sin duda sería lo más macabro…
Pero lamentablemente, lo más acertado.
RPOV
¿Una hermana?
Katherine jamás me había dicho que tenía una hermana, y menos que era como ella… Aunque en realidad jamás me había dicho muchas cosas sobre su vida y su pasado. Pero ¿por qué no la había mencionado? Mencionó a su padre y su madre, pero nunca a ella...
—No es muy cortés de tu parte tenerme con la mano extendida —habló Marianne que aún mantenía su mano en alto hacia mí para un saludo.
Aunque todavía estaba mudo por la impresión, actué de inmediato por inercia estrechando su fría y delgada mano pálida contra la mía, y ahora que sabía quien era y mientras más la observaba, era incapaz de no ver qué me resultaba tan familiar.
Marianne tenía los ojos de un extraño color marrón, así como el color de las avellanas, y llevaba el cabello liso y algo más claro que Katherine, pero a pesar de además ser de un rostro más alargado, tenía rasgos bastante parecidos a los de su hermana.
—¿Eres su hermana? —hablé finalmente tomándole el real significado a lo que decían mis labios.
—Bueno, es lo que he dicho —afirmó con despreocupación y soltó mi agarre.
Después de unos segundos en que estaba embobado, me di cuenta que yo aún extendía mi mano, y algo incómodo la bajé para apegarla a mi cuerpo mientras la seguía observando, incluso me di cuenta que Marianne podía ser mayor que Katherine, o eso parecía.
—Por tu expresión, veo que no me ha mencionado ante ti —comenzó a pasearse por el apartamento observándolo todo y hablando con completa calma—, aunque conociéndola como creo, no me extraña que no lo hiciera, puedo imaginarme el por qué.
—¿Qué quieres decir? —pregunté de inmediato ante la extraña confesión.
—Es solo que… han habido algunos… problemas familiares —contestó moviendo levemente su cabeza con resignada aceptación, pero no como si le importara, más bien como si lo fingiera.
Diferencias familiares…
¿Habían peleado?... Tal vez por eso no sabía nada de Marianne… aunque también podía ser porque Katherine no me quería sabiendo sobre su vida; no me tenía confianza.
Tras cada paso que dio haciendo eco con sus tacones y en los que no le quité la vista de encima, finalmente llegó hasta mí nuevamente y su mirada me escrutó con destreza mientras comenzaba a hablar.
—Veo a qué se debe que mi hermanita haya salido a la luz.
Su vista bajó por mi abdomen y solo en ese momento recordé que solo me cubría una pequeña toalla.
—Disculpa, yo… —comencé a decir pero aún no terminaba de hablar cuando ya estaba en mi habitación poniéndome una camiseta y un par de jeans.
Mi mente trabajaba a mil asimilando la idea de que Katherine tuviera una hermana y que evidentemente no se hablaban, por no mencionar el hecho de todo lo que esto podía significar en la vida de Katherine. Y por supuesto, que también era un vampiro. ¡Si hasta tenían el mismo anillo!
Volví a la sala y la vi sentada en el diván de cuero negro en el que se había sentado su hermana desde la primera vez que vino.
¿El gusto por el sillón estaba en los genes?
Me instalé frente a ella y la miré antes de comenzar a hablar, pero ¡cielos!, el parecido se hacía más evidente a cada minuto. Solo que el rostro de Katherine tenía una particular inocencia plasmada por la impronta de un sufrimiento bien disimulado que ya había aprendido a ver, y la diferencia se hacía mayor al notar la artera mirada y la leve sonrisa de Marianne al dirigirse a mí.
—Y ustedes, ¿hace cuánto que no… se ven? —pregunté absorto en lo que podría ser su respuesta.
—Hace… más de cien años, quizás —dijo mirándose las uñas.
Cien años... ¡Dios mío! ¿A qué grado había sido su pelea?
Yo no podía recordar cuando fue la última vez que peleé con alguna de mis hermanas, y cuando eso ocurrió, no era por más de un par de horas que duraba. Realmente no podía imaginarme la dimensión de sus diferencias para pasar tantos años sin hablarse.
Pero si no se hablaban en más de cien años, Katherine debía tener…
—Pero ¿quién los cuenta? —agregó interrumpiendo el rumbo de mis pensamientos con completa despreocupación—. Un año es solo la vuelta completa de la tierra alrededor del sol. Son solo una unidad de tiempo que depende del contexto de tu vida, y en tal caso, un año para mí no significaría lo mismo para ti.
¡Aún así son más de cien años!
—¿Y qué fue lo que sucedió para que dejaran de verse? —quise saber. Todo lo que me pudiera decir me serviría para ayudar a Katherine.
Pero mientras ponía atención a su respuesta, vi un letal refulgir en su mirada que me cortó la respiración de inmediato. Luego pareció estar divertida por algo y rió.
—No te asustes, que no muerdo —comentó riendo aún más con su lasciva mirada dirigida hacia mí—, a menos que quieras.
Yo recordaba esas mismas palabras hace ya algunos meses, pero no habían tenido el mismo efecto en mí.
Y no solo podía recordar eso, si no que también recordaba el por qué de que ella supiera como me sentía: Sus dones.
—¿Por qué no vas y se lo preguntas a ella? —continuó con un ligero gesto de su mano derecha—. Eso, sin duda, sería bastante interesante de escuchar.
¿Interesante?, me pregunté con ironía.
Interesante y también una gran hazaña si volvía a verla…
—Pero, ¿qué te trajo por acá? —le pregunté no sabiendo que más decir, y fue como si le hubiese hablado a un extranjero que estaba de visita—. Quiero decir… que después de tantos años… ¿Vas a reconciliarte con ella?
Soltó una escueta carcajada monocorde en lo que alcancé a ver unos colmillos que sobresalían amenazadoramente para mí.
—¿Reconciliarme con ella? —preguntó con ironía—. Eso sería… divertido.
Me resultó imposible descifrar su oculto trasfondo. Había resentimiento, eso se notaba, y se me ocurrió que eso debía tener la culpa de la melancolía que Katherine me intentaba ocultar, y también por lo mismo, jamás me había hablado de su hermana.
Le hacía daño.
—¿Por qué has venido hasta acá, entonces? —inquirí—, porque no has hablado aún con ella —agregué al darme cuenta de aquello sin que me lo dijera.
—Tienes razón, no he hablado con ella aún, aunque para ser sincera, nunca lo he hecho de todas las veces en que la he encontrado —confesó—. Solo vine hasta acá creyendo que podrías hablarme de ella, pero al parecer, sabes mucho menos que yo.
Y desgraciadamente tenía razón, solo que esta vez no me incomodó tanto como lo había imaginado. Ella era su hermana y aunque la conocía más que yo, aún no era suficiente.
Como para haber venido hasta mí…?
Al percatarme de sus palabras: “no he hablado con ella aún, aunque para ser sincera, nunca lo he hecho de todas las veces en que la he encontrado”, fue imposible que no soltara la pregunta que me estaba dando vueltas en la cabeza.
—¿Y qué es diferente esta vez para que quisieras hablarle?, porque me imagino que les quieres hablar, ¿o no?
—No lo sé aún — me respondió después de algunos segundos—, pero como te dije antes, quería conocer qué fue lo que sacó a mi hermanita a la luz.
—¿A la luz?
—Si, vamos —hizo un gesto de exagerada incredulidad—, ¿no has visto la prensa estos días? Katherine se ha hecho bastante famosa —concluyó riendo a lo que me apresuré a decir.
—Eso fue un accidente que no…
—Claro que lo sé, solo estaba bromeando —me interrumpió.
Qué extraño sentido del humor, pensé.
—A lo que me refería, era que quería saber cuál es el especial acontecimiento que ha ocurrido para que se dejara ver tan íntimamente con alguien después de tanto tiempo.
¿Tanto tiempo? ¿Especial?
Si esto era especial y su hermana aún no hablaba con ella (como para que tuviese alguna clase de efecto negativo en su actitud tan de pronto), ¿qué había sucedido para que quisiera alejarse?
—Pero como también te dije antes —continuó—, ya veo cuál es el motivo.
Aunque en estos momentos estaba vestido, la incomodidad por su lasciva mirada no fue menor.
—¡Incluso volvió a la vieja escuela! —exclamó divertida.
¿Vieja escuela? ¿Y se supone que yo debía saber qué significa eso?
—¿Qué vieja escuela?
Hizo señas con su mano en mi cuello y lo entendí perfectamente. Me habían hecho tantas veces esas señas, que ya podía reconocer a qué se refería, y sin que hubiese tenido la necesidad de decir lo que respondió.
—Creo que tampoco te imaginas el tiempo que ha pasado sin que haya bebido la sangre de un humano.
Pude ver un refulgir en su mirada tras el rumbo de sus palabras, las cuales me recordaron a las palabras de Katherine hace unos días acerca de que todos los vampiros no son iguales al beber sangre.
<<“La mayoría de los vampiros no pueden detenerse. La satisfacción es tan grande que no pueden controlarse”>>
Tal vez Marianne no era como Katherine...
—Ella lo hace porque no se siente bien tomando algo de alguien sin su consentimiento —me apresuré a decir a modo de garantía, pero solo conseguí que soltara otra fuerte carcajada.
—¿De verdad dijo eso? —soltó con incredulidad entre risas que me descolocaban por la poca importancia que le daba.
Cuando se logró calmar después de unos segundos, guardó silencio por otros más, y solo miró sus uñas con forzado detenimiento, y de pronto, palabras sin ánimos salieron de su boca sin previo aviso.
—Esas son las ironías de la vida... Nunca dejan de sorprenderme, si hasta pareciera que cada una es más irónica que la anterior.
Esta mujer hablaba en… ¡griego! No entendía qué quería decir con lo que hablaba y tampoco lo explicaba, pero no estaba dispuesto a preguntarle a cada momento que soltaba algo extraño. Lo único que me quedaba por hacer era utilizar sus palabras como en un rompecabezas o un crucigrama y descifrarlas.
¿Qué tenía de irónico no tomar algo de alguien sin su consentimiento? Sobre todo cuando se tomaban en cuenta los peligros que había de por medio.
—¿Sabes una cosa? —preguntó y solo en ese momento me percaté que mi miraba estaba fija en la mesa preguntándome cosas. De inmediato alcé la vista para mirarla y darme cuenta que me miraba fijamente—, tú me recuerdas a alguien.
—¿Alguien? —repetí.
—Así es, pero no puedo recordar a quién —respondió frunciendo el ceño, como si indagara en sus recuerdos.
¿Cuántos rostros habrá visto a lo largo de su existencia? Y todos pasando por su cabeza ahora mismo. Después de todo, son más de cien años…
—Marianne —dije después de seguir el rumbo de mis cavilaciones—, si se supone que no se hablan hace más de cien años, ustedes ¿cuántos… años…?
—¿Cuántos años tenemos? —terminó la pregunta por mí y yo solo asentí—. ¿Sabías que esa pregunta no se le hace a una mujer?
Lo mismo que me había respondido Katherine, pero yo seguía teniendo curiosidad. Esa vez me dijo que tenía 18, pero yo sabía que solo era su edad… ¿biológica?
[justify]
Última edición por Zafrina el 13/8/2009, 8:15 pm, editado 1 vez
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
—Bien, veamos —habló después de un suspiro interrumpiendo el silencio que había entre ambos, y al mirarla comprendí que me respondería. Obtendría una respuesta—: Yo me convertí, al igual que Katherine, en el año 1900, así que llevamos siendo lo que somos… 109 años con aproximación, pero tomándolo desde un ángulo general —continuó como si hablara sobre el clima de mañana o un partido de futbol… Pero luego me di cuenta, por mis cálculos, de que prácticamente no se veían desde que eran vampiros—, yo tenía 23 en ese entonces, así que en conclusión tengo 122 años y Katherine tiene 117 —concluyó.
¡Vaya! Simplemente increíble. 117 años… Y aún así la amaba.
—Katherine tiene un anillo igual al tuyo —comenté después de largos segundos silencio.
—Así es —contestó con recelo esta vez—. Nuestro padre mandó a hacer los anillos después de que mi madre muriera, como una manera de simbolizar…
—De que estaban siempre juntos —la interrumpí recordando las palabras de su hermana me había dicho hace dos días, pero al contrario de lo que esperaba fuera su reacción, pareció molestarle aún más, logrando lanzarme su resentimiento a través de su mirada.
Katherine con una pena incomprensible, y Marianne con un resentimiento muy grande.
Estas mujeres necesitaban una seria conversación a solas.
—¿Tienen más hermanos? —me apresuré a preguntar tratando de pasar por alto su expresión que amenazaba con pulverizar a cualquiera que se le cruzara por delante, pero mi pregunta pareció causarle aún más rencor.
—No —respondió—. Nuestra madre murió después de que Katherine naciera.
Uh. Oh. Eso yo no lo sabía. Me estaba poniendo totalmente incómodo ante la situación. No es para menos…
Entre disimuladas miradas hacia Marianne, noté como miraba su anillo fijamente con la mano extendida sobre su rodilla, pero también me pude percatar que rozaba sus dedos contra su dedo índice sobre otro anillo plateado que llevaba en la misma mano del grueso anillo con el escudo que ya conocía.
—Aún tiene el anillo —comentó en voz alta tras una bufido interrumpiendo el silencio que se había instalado de momento en la sala—. Qué extraño. Creí que lo dejaría atrás como lo hizo con su anillo de compromiso.
¿Compromiso? ¿Escuché bien? ¿Katherine había estado comprometida?
—¿Qué compromiso? —pregunté sintiendo como se aceleraba mi corazón y como ella cambiaba de golpe su humor.
—¿No sabes? —inquirió con satisfacción—. Al parecer mi hermanita no habla mucho contigo.
Su comentario me molestó de inmediato y solo notaba como mis puños se cerraban con fuerza apretándose entre sí, clavando las uñas en mi palma.
—Bueno, ante tu evidente ignorancia respecto al tema, me voy a permitir contarte todo lo que yo sé —siguió mientras se regodeaba de sus palabras, pero debo reconocer que fue imposible no sentir curiosidad por lo que decía—. Una semana antes de que mi bella hermanita se casara, desapareció, y nadie de nosotros supo lo que sucedió con ella por meses, incluso creímos que estaba muerta. Pero en realidad ella había “cambiado”, ya no era “la misma de antes” —dijo con ironía y aunque no entendí su sarcasmo, si entendí lo que me estaba diciendo; Katherine ya era vampiro, ya había firmado su contrato, como lo llamaba—, pero luego apareció de la noche a la mañana y dejó su anillo de compromiso en…
De pronto se detuvo en sus palabras, tal como si hubiese recordado algo de golpe.
Pero ¿su anillo de compromiso en…?
—¡Thomas! —exclamó.
—Si, ese es mi segundo nombre —respondí extrañado por de su inusual y extraño arranque, pero ella chasqueó la lengua y me ignoró.
—No, tú no —me increpó moviendo su mano con desdén—. Thomas Delade, el prometido de Katherine. ¡Tú me recuerdas a él!
KPOV
Llegué al barranco preguntándome en cuanto tiempo más esto se terminaría. Cuando tendría mi redención al fin.
Clamaba al oscuro cielo por una respuesta, pero que nunca había nada, como siempre. Como todas las noches en que suplicaba lo mismo, jamás tenía una respuesta.
Y yo que creía que Dios había perdonado todos mis errores…
El bosque estaba en completo silencio atento a cualquier movimiento que hiciera el depredador. Solo el susurro del viento contra los arboles me decía que no estaba sola, aunque yo esperaba que fuera otra mi compañía.
La vida del bosque solo estaba atenta al menor movimiento que hicieran mis músculos. Pero yo solo escuchaba y observaba. Observaba y sufría.
El dolor por perder lo único que amaba en ese entonces iba aumentando a tal grado que cortaba mi respiración y desgarraba mi pecho muerto por dentro. Las lágrimas que un día creí inexistentes en mí, querían salir, pero como tantas otras veces, estas se retuvieron por el rencor que corría en mis venas. Quería llorar por la angustia y el dolor de lo que una pérdida estaba significando…
No. No solo una pérdida: Muchas pérdidas, y todas, producto del actuar de la mente retorcida de un solo individuo.
Si Balthazar no me hubiera hecho esto, yo habría vivido mi vida como se supone que tenía que ser, como me correspondía vivirla. Y en el caso de que me hubiera matado, como muchas veces lo preferí, Thomas jamás habría pensado que lo había dejado y no se habría suicidado por especular que no lo quería, solo hubiese sido en duro golpe, pero los hechos no abrían tomado el rumbo que tomaron ante mi partida. Mi hermana no me habría odiado por ser lo que era, y mi padre jamás habría muerto de dolor por perder a sus dos únicas hijas. Pero por sobre todo, jamás habría venido a causarle tanto dolor a Robert al creer poder tener una vida normal.
¡Por qué nada es como tiene que ser!
Mi dolor y mi angustia fueron tomando otro matiz, otro tinte; el tinte de la ira, y ya no podía ser completamente consciente de todo lo que pasaba por mi mente en esos momentos y solo exploté gritando y golpeando el suelo con mis manos.
—¡POR QUÉ ME HICISTE ESTO, BALTHAZAR! —las palabras rasgaron mi garganta hacia el cielo deseando que él me escuchara—. ¡PORQUE NO VIENES, ME TOMAS Y ACABAS CONMIGO! ¡POR QUÉ NO TE APARECES Y TERMINAS CON TODO ESTO DE UNA BUENA VEZ!
Y mis gritos, como siempre, no tuvieron una respuesta además del eco que cortó el silencio de todo el espeso bosque.
Sencillamente estaba sola, y únicamente me quedaría esperar.
Esperar tanto por la inminente llegada de la devastación a mi existencia mientras que la agonía se hacía intensa, como esperar en ese bosque hasta antes del amanecer para así volver a casa y seguir torturándome.
Pero por ahora, aún quedaban bastantes horas y bastantes árboles que pudiesen resistir la furia contenida por tantos años, la cual creí enterrar una vez en lo más profundo de mi ser, pero que a la vez, no parecieron poder seguir yaciendo allí.
RPOV
No sabía si sentirme ofendido, insignificante o solo una simple copia barata de alguien que ni siquiera conocía.
Katherine se había comprometido con ese tal Thomas Delade. Se iba a casar con él y era porque lo amaba. ¿Por qué otra cosa sería, si no?
Pero a mi no me quería, yo no era más que alguien a quien podría recordarle su antiguo prometido… Eso era yo para ella.
Había estado todo tan bien entre nosotros, y de la noche a la mañana todo se iba esfumando… Y yo pensando que lo que sucedía era por mi culpa.
Se acercó a mí en busca de un reemplazo para quien amaba, pero cuando se dio cuenta de que no era como ese tal Delade, había decidido irse excusándose en cosas que yo ni siquiera entendía. Había sido un estúpido… y además había dejado que bebiera de mi sangre.
Que oportuna había sido Marianne al venir esta noche. Si no, hubiera seguido creyendo que Katherine sentía algo por mí.
¡Qué imbécil! ¡Qué maldito imbécil! ¿Cómo me pude dejar engañar de esa manera?
Y yo diciendo que la amaba, mientras que ella se burlaba de lo que yo sentía.
¿Por qué siempre me tienen que suceder estas cosas a mí? Que acaso, ¿jamás podría encontrar a alguien que me amara como yo a ella?
—Te quedaste mudo —comentó Marianne con una sonrisa sacándome de aquel resentido ensimismamiento que me embargaba, mientras que mis nudillos estaban blancos por la presión de mis puños—. ¿Hubo algún problema en lo que dije?
—No. No hubo ningún problema.
Mi respuesta fue escueta y de golpe, lo reconozco, incluso descortés tomando en cuenta que Marianne no tenía ninguna culpa como su hermana, pero no podía pensar con claridad mientras que un sinfín de divagaciones gritaban por ser analizadas.
—A mí no me parece que fuera así —dijo con deleite, pero no me importó, solo tenía espacio para la rabia.
Era tan espeso el resentimiento, que me parecía que nunca antes podría haber llegado a sentirlo de esa manera. Por primera vez creí en lo de “Del Amor al Odio, un paso”.
Tal parecía que mi suerte en el amor no mejoraría nunca, y eso que ni siquiera creía en la suerte.
—Incluso te pusiste pálido —seguía hablando.
Me levanté del sillón y comencé a pasearme como un frenético por la sala. En el fondo yo mismo me decía que estaba exagerando, pero no lo podía controlar; era mi pensamiento bajo otro. Subyacentemente sabía que todos mis arranques eran sin fundamentos concretos como para estar seguro de algo, pero la rabia no se iba.
¡Diablos!
Pero qué podías pensar cuando una mujer increíble se acerca a ti porque sí, y luego te enteras que tal vez le recuerdas a un prometido que murió hace años, y que por cierto amó, como a mí no podría hacerlo. Y a todo esto se suma que de la noche a la mañana había decidido dejarme…
¿Qué otra cosa podría pensar?
—¿Estás seguro que no te sucede nada? —insistió Marianne apareciendo de pronto frente a mí sin hacer ningún ruido. Salté por el susto—, porque a mí no me parece que sea así.
—No-hagas-eso —exigí marcando las palabras una por una.
—¿Hacer qué?
—Aparecer y desaparecer de la nada —le dije tras su comentario fingidamente inocente.
—Yo no aparezco y desaparezco. No soy una charlatana ni una maldita maga —refutó con humor.
Qué agradable sentido del humor, me repetí de nuevo.
—Katherine se movía con normalidad —la increpé.
—Si. Katherine, Katherine —repitió despectivamente—. En serio, sé cuál es el motivo de que se haya fijado en ti. Lo que realmente no sé, es qué viste en ella. Es tan… melodramática.
Suspiró logrando que su labio inferior sobresaliera levemente con molestia.
—Pero en fin, siempre termina consiguiendo lo que quiere —agregó.
Mi flujo sanguíneo aumentó, al igual que mis pulsaciones y sobre todo, mi enojo. Tal vez yo era una de esas tantas cosas a las que se refería su hermana, y ahora que se había aburrido, me dejaba.
—Es cierto. Parece que no te ha hecho muy feliz algo de lo que te he dicho —continuó hablando ajena a mi molestia—, porque si mal no recuerdo, cuando llegué podría jurar que me confundiste con ella y dijiste que tenían algunas cosas pendientes. Y tu reacción ahora, me dice que ella ha hecho lago muy, muy malo contigo. ¿O me equivoco?
—¿De qué hablas? ¿Cómo puedes sacar esas conclusiones?
Mis preguntas eran vagas, y era obvio que ella tenía razón. No era tonta y cualquiera se podría haber dado cuenta.
—Vamos, creí que sabías como somos “nosotros” —dijo dibujando unas pequeñas comillas con sus dedos por encima de su cabeza—. Puedo percibir lo que sientes mucho mejor de lo que te podrías llegar a imaginar, o incluso más de lo que tú mismo podrías llegar a entenderte —concluyó riendo.
Cierto.
Entonces no hablaría más y dejaría que ella adivinase todo, pensé con ironía.
—¿Sabes otra cosa? —siguió hablando y sin palabras la seguí observado directamente a sus ojos café, temiendo que con lo próximo que saliera, fuera que también le recordaba a… ¡un amante!—. Creo que no tienes por qué pasarlo mal por culpa de Katherine. Siempre se las encarga par joder la vida del resto, y creo que podrías tal vez mirar a alguien a tu altura —concluyó y por primera vez no me molestó ni me incomodó su lasciva mirada.
Con un lento movimiento colocó ambas manos en mi pecho y se acercó.
—Yo te daría mucho más de lo que ella podría.
Mi mente trabajaba a mil asimilando el momento, y cuando veía sus labios rojos a solo unos centímetros de mí, un chispazo repentino en el fondo de mi consciencia me dijo que me alejara.
Extraño. No supe quién estaba más desconcertado; si ella no sé por qué, o yo por lo que estaba pasando, pero antes de que pudiera seguir la corriente del rumbo de mis pensamientos y conclusiones que parecían salir cada vez con más dificultad, Marianne me escrutó con su mirada nuevamente.
—No te preocupes—dijo sonriendo y mostrando con sutileza sus colmillos (mmm… Katherine nunca los mostraba…, pensé), al tiempo que rozaba sus manos en mi abdomen antes de apartarlas—, tengo paciencia. Sé que terminarás cediendo, y cuando ocurra; esperaré.
Se acercó otra vez, pero esta vez con un rápido movimiento al principio y luego lento, depositó un beso en la comisura de mi boca, despertando una extraña lujuria que me costaba refrenar.
Apretaba mis puños de nuevo conteniéndome para no ceder como me había retado, pero se hacía difícil, y mucho más cuando no lo terminaba de comprender.
Caminó hacia el balcón y estuvo unos segundos observando hacia calle.
—Es tan molesto entrar y salir por las ventanas, y luego saltar como si fueras un delincuente —soltó con desdén antes de volver su mirada hacia mí—. Pero bueno, ten la seguridad de que nos volveremos a ver, chico Cullen.
Dio un resoplido de molestia y saltó.
Comencé poco a poco a ser consciente otra vez de todo lo que estaba sucediendo.
En conclusión, Katherine no quería estar conmigo y tal vez la razón fuera porque le recordaba a su prometido, pero cundo se dio cuenta de que no era como él se desilusionó, y por eso se iría. Sin aclarar las cosas y ser honesta conmigo, se iría.
Si hasta tenía que aparecer una hermana, de la que nunca me habló, para enterarme de todo. Y la cual me dice en una noche, más de lo que ella había sido capaz de decir en varios meses.
Me había utilizado y yo me había permitido sentir lo que sentía sin siquiera conocerla bien. Y apenas con saber solo un poco de quien era y como era; creía amarla.
Ah. Y además de lo que ya ocurría de por sí, Marianne, su propia hermana, se me había insinuado…
No, no se me había insinuado, se había declarado abiertamente en contra de Katherine y a favor de tener algo conmigo. Cero insinuaciones, fue directo a la médula.
Simplemente, todo lo que me estaba ocurriendo no tenía sentido.
Y para la coronación, a todo esto se le sumaba la declaración de Kristen.
En definitiva, esa noche no fue precisamente la mejor que he tenido, y por una vez, aunque era prácticamente imposible al tomar en cuenta todo lo que significaba lo que me estaba sucediendo, quise no pensar en nada más...
¡Vaya! Simplemente increíble. 117 años… Y aún así la amaba.
—Katherine tiene un anillo igual al tuyo —comenté después de largos segundos silencio.
—Así es —contestó con recelo esta vez—. Nuestro padre mandó a hacer los anillos después de que mi madre muriera, como una manera de simbolizar…
—De que estaban siempre juntos —la interrumpí recordando las palabras de su hermana me había dicho hace dos días, pero al contrario de lo que esperaba fuera su reacción, pareció molestarle aún más, logrando lanzarme su resentimiento a través de su mirada.
Katherine con una pena incomprensible, y Marianne con un resentimiento muy grande.
Estas mujeres necesitaban una seria conversación a solas.
—¿Tienen más hermanos? —me apresuré a preguntar tratando de pasar por alto su expresión que amenazaba con pulverizar a cualquiera que se le cruzara por delante, pero mi pregunta pareció causarle aún más rencor.
—No —respondió—. Nuestra madre murió después de que Katherine naciera.
Uh. Oh. Eso yo no lo sabía. Me estaba poniendo totalmente incómodo ante la situación. No es para menos…
Entre disimuladas miradas hacia Marianne, noté como miraba su anillo fijamente con la mano extendida sobre su rodilla, pero también me pude percatar que rozaba sus dedos contra su dedo índice sobre otro anillo plateado que llevaba en la misma mano del grueso anillo con el escudo que ya conocía.
—Aún tiene el anillo —comentó en voz alta tras una bufido interrumpiendo el silencio que se había instalado de momento en la sala—. Qué extraño. Creí que lo dejaría atrás como lo hizo con su anillo de compromiso.
¿Compromiso? ¿Escuché bien? ¿Katherine había estado comprometida?
—¿Qué compromiso? —pregunté sintiendo como se aceleraba mi corazón y como ella cambiaba de golpe su humor.
—¿No sabes? —inquirió con satisfacción—. Al parecer mi hermanita no habla mucho contigo.
Su comentario me molestó de inmediato y solo notaba como mis puños se cerraban con fuerza apretándose entre sí, clavando las uñas en mi palma.
—Bueno, ante tu evidente ignorancia respecto al tema, me voy a permitir contarte todo lo que yo sé —siguió mientras se regodeaba de sus palabras, pero debo reconocer que fue imposible no sentir curiosidad por lo que decía—. Una semana antes de que mi bella hermanita se casara, desapareció, y nadie de nosotros supo lo que sucedió con ella por meses, incluso creímos que estaba muerta. Pero en realidad ella había “cambiado”, ya no era “la misma de antes” —dijo con ironía y aunque no entendí su sarcasmo, si entendí lo que me estaba diciendo; Katherine ya era vampiro, ya había firmado su contrato, como lo llamaba—, pero luego apareció de la noche a la mañana y dejó su anillo de compromiso en…
De pronto se detuvo en sus palabras, tal como si hubiese recordado algo de golpe.
Pero ¿su anillo de compromiso en…?
—¡Thomas! —exclamó.
—Si, ese es mi segundo nombre —respondí extrañado por de su inusual y extraño arranque, pero ella chasqueó la lengua y me ignoró.
—No, tú no —me increpó moviendo su mano con desdén—. Thomas Delade, el prometido de Katherine. ¡Tú me recuerdas a él!
KPOV
Llegué al barranco preguntándome en cuanto tiempo más esto se terminaría. Cuando tendría mi redención al fin.
Clamaba al oscuro cielo por una respuesta, pero que nunca había nada, como siempre. Como todas las noches en que suplicaba lo mismo, jamás tenía una respuesta.
Y yo que creía que Dios había perdonado todos mis errores…
El bosque estaba en completo silencio atento a cualquier movimiento que hiciera el depredador. Solo el susurro del viento contra los arboles me decía que no estaba sola, aunque yo esperaba que fuera otra mi compañía.
La vida del bosque solo estaba atenta al menor movimiento que hicieran mis músculos. Pero yo solo escuchaba y observaba. Observaba y sufría.
El dolor por perder lo único que amaba en ese entonces iba aumentando a tal grado que cortaba mi respiración y desgarraba mi pecho muerto por dentro. Las lágrimas que un día creí inexistentes en mí, querían salir, pero como tantas otras veces, estas se retuvieron por el rencor que corría en mis venas. Quería llorar por la angustia y el dolor de lo que una pérdida estaba significando…
No. No solo una pérdida: Muchas pérdidas, y todas, producto del actuar de la mente retorcida de un solo individuo.
Si Balthazar no me hubiera hecho esto, yo habría vivido mi vida como se supone que tenía que ser, como me correspondía vivirla. Y en el caso de que me hubiera matado, como muchas veces lo preferí, Thomas jamás habría pensado que lo había dejado y no se habría suicidado por especular que no lo quería, solo hubiese sido en duro golpe, pero los hechos no abrían tomado el rumbo que tomaron ante mi partida. Mi hermana no me habría odiado por ser lo que era, y mi padre jamás habría muerto de dolor por perder a sus dos únicas hijas. Pero por sobre todo, jamás habría venido a causarle tanto dolor a Robert al creer poder tener una vida normal.
¡Por qué nada es como tiene que ser!
Mi dolor y mi angustia fueron tomando otro matiz, otro tinte; el tinte de la ira, y ya no podía ser completamente consciente de todo lo que pasaba por mi mente en esos momentos y solo exploté gritando y golpeando el suelo con mis manos.
—¡POR QUÉ ME HICISTE ESTO, BALTHAZAR! —las palabras rasgaron mi garganta hacia el cielo deseando que él me escuchara—. ¡PORQUE NO VIENES, ME TOMAS Y ACABAS CONMIGO! ¡POR QUÉ NO TE APARECES Y TERMINAS CON TODO ESTO DE UNA BUENA VEZ!
Y mis gritos, como siempre, no tuvieron una respuesta además del eco que cortó el silencio de todo el espeso bosque.
Sencillamente estaba sola, y únicamente me quedaría esperar.
Esperar tanto por la inminente llegada de la devastación a mi existencia mientras que la agonía se hacía intensa, como esperar en ese bosque hasta antes del amanecer para así volver a casa y seguir torturándome.
Pero por ahora, aún quedaban bastantes horas y bastantes árboles que pudiesen resistir la furia contenida por tantos años, la cual creí enterrar una vez en lo más profundo de mi ser, pero que a la vez, no parecieron poder seguir yaciendo allí.
RPOV
No sabía si sentirme ofendido, insignificante o solo una simple copia barata de alguien que ni siquiera conocía.
Katherine se había comprometido con ese tal Thomas Delade. Se iba a casar con él y era porque lo amaba. ¿Por qué otra cosa sería, si no?
Pero a mi no me quería, yo no era más que alguien a quien podría recordarle su antiguo prometido… Eso era yo para ella.
Había estado todo tan bien entre nosotros, y de la noche a la mañana todo se iba esfumando… Y yo pensando que lo que sucedía era por mi culpa.
Se acercó a mí en busca de un reemplazo para quien amaba, pero cuando se dio cuenta de que no era como ese tal Delade, había decidido irse excusándose en cosas que yo ni siquiera entendía. Había sido un estúpido… y además había dejado que bebiera de mi sangre.
Que oportuna había sido Marianne al venir esta noche. Si no, hubiera seguido creyendo que Katherine sentía algo por mí.
¡Qué imbécil! ¡Qué maldito imbécil! ¿Cómo me pude dejar engañar de esa manera?
Y yo diciendo que la amaba, mientras que ella se burlaba de lo que yo sentía.
¿Por qué siempre me tienen que suceder estas cosas a mí? Que acaso, ¿jamás podría encontrar a alguien que me amara como yo a ella?
—Te quedaste mudo —comentó Marianne con una sonrisa sacándome de aquel resentido ensimismamiento que me embargaba, mientras que mis nudillos estaban blancos por la presión de mis puños—. ¿Hubo algún problema en lo que dije?
—No. No hubo ningún problema.
Mi respuesta fue escueta y de golpe, lo reconozco, incluso descortés tomando en cuenta que Marianne no tenía ninguna culpa como su hermana, pero no podía pensar con claridad mientras que un sinfín de divagaciones gritaban por ser analizadas.
—A mí no me parece que fuera así —dijo con deleite, pero no me importó, solo tenía espacio para la rabia.
Era tan espeso el resentimiento, que me parecía que nunca antes podría haber llegado a sentirlo de esa manera. Por primera vez creí en lo de “Del Amor al Odio, un paso”.
Tal parecía que mi suerte en el amor no mejoraría nunca, y eso que ni siquiera creía en la suerte.
—Incluso te pusiste pálido —seguía hablando.
Me levanté del sillón y comencé a pasearme como un frenético por la sala. En el fondo yo mismo me decía que estaba exagerando, pero no lo podía controlar; era mi pensamiento bajo otro. Subyacentemente sabía que todos mis arranques eran sin fundamentos concretos como para estar seguro de algo, pero la rabia no se iba.
¡Diablos!
Pero qué podías pensar cuando una mujer increíble se acerca a ti porque sí, y luego te enteras que tal vez le recuerdas a un prometido que murió hace años, y que por cierto amó, como a mí no podría hacerlo. Y a todo esto se suma que de la noche a la mañana había decidido dejarme…
¿Qué otra cosa podría pensar?
—¿Estás seguro que no te sucede nada? —insistió Marianne apareciendo de pronto frente a mí sin hacer ningún ruido. Salté por el susto—, porque a mí no me parece que sea así.
—No-hagas-eso —exigí marcando las palabras una por una.
—¿Hacer qué?
—Aparecer y desaparecer de la nada —le dije tras su comentario fingidamente inocente.
—Yo no aparezco y desaparezco. No soy una charlatana ni una maldita maga —refutó con humor.
Qué agradable sentido del humor, me repetí de nuevo.
—Katherine se movía con normalidad —la increpé.
—Si. Katherine, Katherine —repitió despectivamente—. En serio, sé cuál es el motivo de que se haya fijado en ti. Lo que realmente no sé, es qué viste en ella. Es tan… melodramática.
Suspiró logrando que su labio inferior sobresaliera levemente con molestia.
—Pero en fin, siempre termina consiguiendo lo que quiere —agregó.
Mi flujo sanguíneo aumentó, al igual que mis pulsaciones y sobre todo, mi enojo. Tal vez yo era una de esas tantas cosas a las que se refería su hermana, y ahora que se había aburrido, me dejaba.
—Es cierto. Parece que no te ha hecho muy feliz algo de lo que te he dicho —continuó hablando ajena a mi molestia—, porque si mal no recuerdo, cuando llegué podría jurar que me confundiste con ella y dijiste que tenían algunas cosas pendientes. Y tu reacción ahora, me dice que ella ha hecho lago muy, muy malo contigo. ¿O me equivoco?
—¿De qué hablas? ¿Cómo puedes sacar esas conclusiones?
Mis preguntas eran vagas, y era obvio que ella tenía razón. No era tonta y cualquiera se podría haber dado cuenta.
—Vamos, creí que sabías como somos “nosotros” —dijo dibujando unas pequeñas comillas con sus dedos por encima de su cabeza—. Puedo percibir lo que sientes mucho mejor de lo que te podrías llegar a imaginar, o incluso más de lo que tú mismo podrías llegar a entenderte —concluyó riendo.
Cierto.
Entonces no hablaría más y dejaría que ella adivinase todo, pensé con ironía.
—¿Sabes otra cosa? —siguió hablando y sin palabras la seguí observado directamente a sus ojos café, temiendo que con lo próximo que saliera, fuera que también le recordaba a… ¡un amante!—. Creo que no tienes por qué pasarlo mal por culpa de Katherine. Siempre se las encarga par joder la vida del resto, y creo que podrías tal vez mirar a alguien a tu altura —concluyó y por primera vez no me molestó ni me incomodó su lasciva mirada.
Con un lento movimiento colocó ambas manos en mi pecho y se acercó.
—Yo te daría mucho más de lo que ella podría.
Mi mente trabajaba a mil asimilando el momento, y cuando veía sus labios rojos a solo unos centímetros de mí, un chispazo repentino en el fondo de mi consciencia me dijo que me alejara.
Extraño. No supe quién estaba más desconcertado; si ella no sé por qué, o yo por lo que estaba pasando, pero antes de que pudiera seguir la corriente del rumbo de mis pensamientos y conclusiones que parecían salir cada vez con más dificultad, Marianne me escrutó con su mirada nuevamente.
—No te preocupes—dijo sonriendo y mostrando con sutileza sus colmillos (mmm… Katherine nunca los mostraba…, pensé), al tiempo que rozaba sus manos en mi abdomen antes de apartarlas—, tengo paciencia. Sé que terminarás cediendo, y cuando ocurra; esperaré.
Se acercó otra vez, pero esta vez con un rápido movimiento al principio y luego lento, depositó un beso en la comisura de mi boca, despertando una extraña lujuria que me costaba refrenar.
Apretaba mis puños de nuevo conteniéndome para no ceder como me había retado, pero se hacía difícil, y mucho más cuando no lo terminaba de comprender.
Caminó hacia el balcón y estuvo unos segundos observando hacia calle.
—Es tan molesto entrar y salir por las ventanas, y luego saltar como si fueras un delincuente —soltó con desdén antes de volver su mirada hacia mí—. Pero bueno, ten la seguridad de que nos volveremos a ver, chico Cullen.
Dio un resoplido de molestia y saltó.
Comencé poco a poco a ser consciente otra vez de todo lo que estaba sucediendo.
En conclusión, Katherine no quería estar conmigo y tal vez la razón fuera porque le recordaba a su prometido, pero cundo se dio cuenta de que no era como él se desilusionó, y por eso se iría. Sin aclarar las cosas y ser honesta conmigo, se iría.
Si hasta tenía que aparecer una hermana, de la que nunca me habló, para enterarme de todo. Y la cual me dice en una noche, más de lo que ella había sido capaz de decir en varios meses.
Me había utilizado y yo me había permitido sentir lo que sentía sin siquiera conocerla bien. Y apenas con saber solo un poco de quien era y como era; creía amarla.
Ah. Y además de lo que ya ocurría de por sí, Marianne, su propia hermana, se me había insinuado…
No, no se me había insinuado, se había declarado abiertamente en contra de Katherine y a favor de tener algo conmigo. Cero insinuaciones, fue directo a la médula.
Simplemente, todo lo que me estaba ocurriendo no tenía sentido.
Y para la coronación, a todo esto se le sumaba la declaración de Kristen.
En definitiva, esa noche no fue precisamente la mejor que he tenido, y por una vez, aunque era prácticamente imposible al tomar en cuenta todo lo que significaba lo que me estaba sucediendo, quise no pensar en nada más...
¬¬* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * *
Disculpen la tardanza, pero ya empecé mis clases!!!!!!
Yupi!!!
No mentira, hubiese preferido seguir teniendo vacaciones...
Pero en fin, ojala que les haya gustado.
Cuídense y adiós.
Y recuerden:
<<“Sigan creyendo”
¿Cómo saben si algún día se les aparece un vampirito de pelo cobrizo, o uno rubio, o uno moreno a darles un poco de emoción a su vida?
¿Cómo saben?>>
Jajajaja
Ah, y se me olvidaba. Próximo capítulo: “Conclusiones Apresuradas”
Disculpen la tardanza, pero ya empecé mis clases!!!!!!
Yupi!!!
No mentira, hubiese preferido seguir teniendo vacaciones...
Pero en fin, ojala que les haya gustado.
Cuídense y adiós.
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<<“Sigan creyendo”
¿Cómo saben si algún día se les aparece un vampirito de pelo cobrizo, o uno rubio, o uno moreno a darles un poco de emoción a su vida?
¿Cómo saben?>>
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Zafrina- .
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
¿Cómo saben si algún día se les aparece un vampirito de pelo cobrizo, o uno rubio, o uno moreno a darles un poco de emoción a su vida?
¿Cómo saben?>> ojala katie ojala y si se parece rob mejor
amo tu historia cada vez se pone mejor ahora con la hermana q paso con balthazar, sera q mariane hizo lo q katherin no pudo?? y ahora se le ofrece a rob (bueno no es q no la entienda)
¿Cómo saben?>> ojala katie ojala y si se parece rob mejor
amo tu historia cada vez se pone mejor ahora con la hermana q paso con balthazar, sera q mariane hizo lo q katherin no pudo?? y ahora se le ofrece a rob (bueno no es q no la entienda)
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
genial amiga¡¡
espero no te demores
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
si pliss no te demores q estoy emocionadisima con la historia
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
hey hola!!! soy yulibar estado leyendo la historia y me ha encantado completamente es imprecionate el nivel de imaginacion y de redacion a escribir tu historia realmete es emacionante y ni se diga del suspeso que nos haces sentir entre capitulo a capitulo añorando cada vez mas el otro enserio que he queda impresionada con la historia lastima que que no esta el otro capitulo enserio que quuisiera saber el desenlace de la historia y te agradeceria que lo publicaras rapido por que no puedo de la emocion y enserio me encanto el capitulo en que kat y rob tu estubiero muy juntos espero que tengas uno que otro capitulo haci jajajaj y que pena que escriba este comentario tan largo pero ten en cuanta que en ninguno de los otros te avia algado anque te lo merecias y gracias por la historia jajaja estare espernado con ancias a que publiques el otro capitulo
Irina Denali- .
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
kate tienes una nueva fan
no te preocupes linda los post no tienen limites jeje solo q no hagas doblepost
no te preocupes linda los post no tienen limites jeje solo q no hagas doblepost
Bbra- .
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
Katrina Denali hola me encantan tus apuntes y de casualidad sabes si kate se demora en colocar el siguente capitulo? y lamento llamarte por tu apodo pero no se tu nombre por que soy nueva haci que lo siento
Irina Denali- .
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
Bueno amiga yo no soy Katrina jajaj ella se llama Barbie y en cuanto a la historia Zafrina se toma su tiempo pero no te preocupes no se olvida de nosotras
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
jeje hola linda yo soy barbie, Siobhan (atal) es la q esta escribiendo una historia, yo no soy buena en eso de escribir
y kate se tarda un poco en los cap xq se encarga de hacerlos perectos
y kate se tarda un poco en los cap xq se encarga de hacerlos perectos
Bbra- .
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
creo que incluso voy a llorar por sus comentarios!!!! en serio, son muy lindas todas
y yulibar: gracias por unirte a nosotras
por cierto, yo soy kate.
en cuanto a la tardanza; estoy estudiando y el tiempo a veces se me hace cortísimo, incluso no habia podido leer sus comentarios hasta ahora (y gracias nuevamente )
pero siempre estoy escribiendo y por eso pronto les traere un nuevo cap para que lean!!!
eso si, ahora no puedo abrir el archivo del cap (sale con una decodicficacion demasiado extraña ), asi que en la noche tratare de actualizar o a mas tardar, mañana.
en fin, chicas gracias nuevamente yulibar por unirte a nosotras, y por supuesto a barbie y atal que siempre estan apoyandome...
adios, y "sigan creyendo" jajajaa
Zafrina- .
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
hay kate gracias por darme la bienvenida al igual que barbie y atal
y pues me encanta tu historia pero primero estan tus estudios haci que no te descuides con ellos por complacernos con tu exelenticima historia vale y pues ya sabes que yo soy fanatica y fiel a tu historia no importa cuanto te demores gracias de nuevo todas son muy lindas son un sol por resivirme con agrado
y pues me encanta tu historia pero primero estan tus estudios haci que no te descuides con ellos por complacernos con tu exelenticima historia vale y pues ya sabes que yo soy fanatica y fiel a tu historia no importa cuanto te demores gracias de nuevo todas son muy lindas son un sol por resivirme con agrado
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
yulibar escribió:hay kate gracias por darme la bienvenida al igual que barbie y atal
y pues me encanta tu historia pero primero estan tus estudios haci que no te descuides con ellos por complacernos con tu exelenticima historia vale y pues ya sabes que yo soy fanatica y fiel a tu historia no importa cuanto te demores gracias de nuevo todas son muy lindas son un sol por resivirme con agrado
yulibr bienvenidaaaaaa!! wuajajaj un poco trade te la doy
kate es una maestra para la escritura
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
ahh
gracias, las quiero tanto
* * * * * * *
Oh!!!! Ya llevamos 13 capítulos y más de 90 páginas!!!! (formato Word, claro. jajaja )
Y pensar que comenzó como un one-shot…
Increíble, no?
Bueno, antes de seguir con el siguiente capítulo, tengo que hacer un alcance sobre un error de escritura por un mal cálculo a causa de un descuido en el capítulo anterior (12, Furia):
Cuando Robert le pregunta a Marianne sobre la edad de ella y de su hermana, ella contesta que llevan siendo vampiros 109 años, pero que en su totalidad, y al tener una 23 y la otra 18, respectivamente, sus edades en total deberían ser de 122 y 117 años.
ERROR
Por si acaso y si es que importara en realidad (porque no sé si a ustedes les importe mucho, me refiero), sus edades deberían ser de 132 y 127 años respectivamente. Ese era el error.
Bueno, no molesto más y aquí si que va el decimotercer capítulo.
“NUNCA HAY QUE APRESURARSE EN CONCLUSIONES IMPORTANTES”
* * * * * * * * * * *
Capítulo 13: CONCLUSIONES APRESURADAS
gracias, las quiero tanto
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Oh!!!! Ya llevamos 13 capítulos y más de 90 páginas!!!! (formato Word, claro. jajaja )
Y pensar que comenzó como un one-shot…
Increíble, no?
Bueno, antes de seguir con el siguiente capítulo, tengo que hacer un alcance sobre un error de escritura por un mal cálculo a causa de un descuido en el capítulo anterior (12, Furia):
Cuando Robert le pregunta a Marianne sobre la edad de ella y de su hermana, ella contesta que llevan siendo vampiros 109 años, pero que en su totalidad, y al tener una 23 y la otra 18, respectivamente, sus edades en total deberían ser de 122 y 117 años.
ERROR
Por si acaso y si es que importara en realidad (porque no sé si a ustedes les importe mucho, me refiero), sus edades deberían ser de 132 y 127 años respectivamente. Ese era el error.
Bueno, no molesto más y aquí si que va el decimotercer capítulo.
“NUNCA HAY QUE APRESURARSE EN CONCLUSIONES IMPORTANTES”
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Capítulo 13: CONCLUSIONES APRESURADAS
RPOV
Iba de camino a los estudios del canal 3 para la entrevista simultánea con las demás personas del elenco de la película. Los lobos, y los vampiros…
Pero aquella descripción de vampiros que no acertaban completamente a como realmente eran. Y yo ya sabía bastante acerca de eso.
Iba conduciendo en mi coche tratando de poner la máxima atención posible a la calle, pero en realidad, no estaba muy concentrado, y en mi mente solo había espacio para el sinfín de preguntas sobre la verdad de lo que estaba ocurriendo a mi alrededor, si lo podría llamar así.
Después de dormir y pasar toda la mañana pensando en los acontecimientos acaecidos la noche anterior, reconozco que las conclusiones a las cuales llegué sobre Katherine durante la visita de Marianne y de lo que me dijo; fueron antes de tiempo. Sabía que estaba exagerando al lapidarla de la manera en que lo estaba haciendo, pero prometo que sentía como si la rabia de anoche no fuera mía. Como si inconscientemente hubiese sido impuesta.
Jamás me había gustado juzgar a una persona o una situación sin reconocer el trasfondo del asunto antes, pero anoche había caído dentro de mis propios valores.
Podía ser que Marianne, la que por cierto se me había insinuado abiertamente ante mi extraña y estupefacta parálisis de consciencia, pudiera encontrarme un cierto parecido al ex prometido de Katherine, pero tal vez para ella no era así. Y en el remoto caso de que lo fuera, le demostraría que no era como ese Thomas; le demostraría que podía ser mucho mejor y podía darle la felicidad que sé que en el fondo anhelaba.
Solo había que hablar las cosas…
Recordaba que me había dicho que se iría, pero mi empeño en evitar que se marchara, y aunque durante la visita de Marianne pareciera haberse extinguido, hoy en la mañana había retornado con fuerzas incluso mayores que antes.
Había pensado en ir hasta la casona al aún tener sus llaves en mi poder, y hablar cuanto antes de lo que había ocurrido, pero era demasiado temprano… o tarde para ella… No se en realidad, el punto es que debería haberse dormido hace poco y no me gustaría molestarla. Además, deduje que sería conveniente para la conversación que ella viniese a mí primero.
Debía tomar las cosas con calma y todo se solucionaría…
Si. Todo se solucionaría, incluyendo que debía saber conllevar la declaración de Marianne en cuanto a mí, y el claro desagrado en contra de su hermana, lo que según un extraño augurio en mi subconsciente, me decía que yo podría quedar en algún momento entre ellas dos…
Esperaba que no fuera así.
Notaba que había demasiado rencor en entre ellas, o por lo menos por parte de Marianne ya que Katherine nunca lo había expresado de ninguna forma, ni siquiera cuando habló de su familia, aunque no haya mencionado a su hermana…
Espera. Ella dijo bastantes veces que había hecho cosas malas en su pasado. ¿Se refería a lo que sea que sucedió entre ellas? ¿Por eso Marianne le guardaba tanto rencor?
Demonios. Necesitaba cuanto antes saber un sinfín de cosas sobre Katherine para poder entender qué sucedía en estos momentos y aclarar mis dudas y aflicciones sobre ella. Quería poder ayudarla y darle mi apoyo, y para eso necesitaba ganarme su confianza como fuera.
Era increíble como ayer me había alterado tanto por lo que me había enterado, y ahora lo comprensivo y abierto a escuchar que estaba.
Definitivamente anoche, una bestia irracional se había apoderado de mi mente por unos momentos… Sobre todo al recordar sentir la lujuria que se sentía por la hermana de quien en realidad amaba. Eso sí que había sido incomprensible para mí, tomando en cuenta que yo solo tenía mente y cuerpo para Katherine.
Es cierto que a veces las personas sienten cosas por otra gente que no son precisamente sus parejas, pero yo no me sentía así con Katherine aunque oficialmente no fuera mi pareja, y no podía encontrar una coherencia para todo lo que yo no podía explicarme ante lo que ocurrió.
Comencé a escuchar unos extraños sonidos que interrumpían mis recuerdos, y de golpe me di cuenta que estaba detenido en un semáforo que ya daba la luz verde. Los autos de más atrás hacían sonar sus cláxones para que avanzara.
Para cuando llegué a los estudios del canal 3, en la entrada me encontré con una tropa de periodistas tratando de entrar. El guardia apenas los podía contener y tuve que conducir despacio para no llevarme a ninguno de ellos por delante. Aunque si hubiese sido otro, no me hubiese importado llevarme al de las fotografías de hace dos días.
Después de un cuarto de hora, estaba en maquillaje junto algunos de mis compañeros: Nikki, Jackson, Peter y Ashley, pero ni rastro de Kristen en cuanto seguí recordando acontecimientos de ayer, lo que por lo menos me daba tiempo para saber como enfrentar aquello.
Oía como los demás conversaban animadamente alrededor de mí estando en el set después de que nos dieran algunas instrucciones como acostumbraban, pero aún mis pensamientos se negaban a abandonar el día anterior estando absorto en él. No me cabía en la cabeza que solo hubieran pasado algunas horas desde que todo me dijera que las cosas podrían cambiar, incluso contra mi voluntad
Todo me parecía tan lejano e inverosímil…
—Hey, Rob —escuché de pronto y al levantar la mirada me encontré con Taylor saludándome, mientras que a su lado iba Kristen, quien me evitó notoriamente y fue de inmediato donde estaba Nikki.
—Hola —respondí sin muchos ánimos.
Pasé un largo momento bajo el interrogatorio de Taylor antes de que comenzara el programa y nos pusieran tras un montón de cámaras, pero parecía ausente. Aún no podía dejar de lado algunas cosas.
Las preguntas fueron las mismas de siempre, a excepción de algunas que se ganaron mi sorpresa al ser bastante originales, pero fueron pocas. Luego llegó un momento incómodo, de aquellos que nunca podían faltar.
—Se ha comentado bastante acerca de la relación entre dos de los integrantes del elenco —comenzó a decir la animadora, y de inmediato anticipé el rumbo de su dirección—, pero tomando en cuenta las fotografías que se publicaron hace un par de días en los medios sobre ti, Robert. ¿Deja esto, de cierta manera, en jaque aquellos rumores? Porque aquellas fotografías eran reales y existen testigos que te vieron.
—Los rumores son solo eso; Rumores. Nada es cierto —me apresuré a decir dejando de lado todo lo que nos decían siempre sobre el marketing, y de momento pude sentir la nerviosa mirada de Kristen sobre mí.
No la culpaba que se sintiera incómoda. Yo habría estado peor en su lugar, pero no podía hacer más en esa situación. No podía acercarme y decirle en frente de todos que no se preocupara.
—Pero todos veíamos una química especial entre ustedes que nos daba a pensar que sí había una relación tras ella, “extra” a sus papeles de la película —insistió, pero antes de que pudiera perder el control, Peter se interpuso arrojándome un salvavidas.
—Somos actores y actuamos como tales. Siempre con la profesionalidad por delante.
Las miradas entre Kristen y yo fueron rápidas pero intensas, como si hubiese sido una conexión de momento. Pero luego ella bajó su vista y no pude evitar sentirme horrible por no poder hacer algo más que dirigirle una mirada. Si tan solo pudiera hacer algo por remediar esto también.
—Robert —seguía insistiendo la animadora—, entonces ¿nos podrías decir quién era la misteriosa chica que te acompañaba aquella noche?
—Solo una amiga —contesté automáticamente restándole importancia—, pero lo que nos convoca es la película, ¿o no? —agregué incluyendo un poco de humor y sonrisas para que no se evidenciara mi molestia.
—Por supuesto que sí, pero por más que averiguásemos sobre ella, nadie parece conocerla además de ti —continuó ignorando mi amable cambio de tema—. Incluso ayer se conoció donde vivía, pero…
—Oh. Ella no vive allí —me apresuré a mentir sin pensar en el sentido de psicología inversa que se le podría atribuir a mis palabras, pero por lo menos podía intentar algo—. A estas alturas ya todos deberíamos saber que no podemos creer en la primera persona que dice saber algo de quien no conoce —concluí.
Por un momento las palabras que dije me parecieron que no eran dirigidas a la animadora precisamente, si no que eran mejor dicho para mí. Yo creía conocer a Katherine, pero tal vez la realidad que yo quería ver fuera distinta de lo que yo pensaba. Como una vez ella misma me había hecho ver; que el límite de lo que podía ver estaba en el límite de lo que quería creer, y ahora yo no quería creer en algunas ideas que se me venían a la cabeza acerca de ella.
Y de vuelta a la desconfianza.
Pero podría ser…
—¿Y nos podrías dar su nombre, siquiera? —preguntó interrumpiendo mis cavilaciones.
Definitivamente los periodistas nunca se cansaban, aunque si lo pensaba bien, tendría que aprender algo de ellos si pretendía ayudar a Katherine, porque aquel camino sería quizás muy largo.
—Creo que no —respondí finalmente antes de unos comerciales.
No podía imaginarme si los demás chicos estaban molestos de que se enfocaran de momento en mí estando todos ellos, aunque tal vez estaban acostumbrados a ese tipo de cosas de cualquier periodista al estar expuestos a los medios diariamente. Pero al menos de vuelta de comerciales, nos soltaron a Kristen y a mí, y comenzaron a torturar a Jackson y Ashley.
Iba de camino a los estudios del canal 3 para la entrevista simultánea con las demás personas del elenco de la película. Los lobos, y los vampiros…
Pero aquella descripción de vampiros que no acertaban completamente a como realmente eran. Y yo ya sabía bastante acerca de eso.
Iba conduciendo en mi coche tratando de poner la máxima atención posible a la calle, pero en realidad, no estaba muy concentrado, y en mi mente solo había espacio para el sinfín de preguntas sobre la verdad de lo que estaba ocurriendo a mi alrededor, si lo podría llamar así.
Después de dormir y pasar toda la mañana pensando en los acontecimientos acaecidos la noche anterior, reconozco que las conclusiones a las cuales llegué sobre Katherine durante la visita de Marianne y de lo que me dijo; fueron antes de tiempo. Sabía que estaba exagerando al lapidarla de la manera en que lo estaba haciendo, pero prometo que sentía como si la rabia de anoche no fuera mía. Como si inconscientemente hubiese sido impuesta.
Jamás me había gustado juzgar a una persona o una situación sin reconocer el trasfondo del asunto antes, pero anoche había caído dentro de mis propios valores.
Podía ser que Marianne, la que por cierto se me había insinuado abiertamente ante mi extraña y estupefacta parálisis de consciencia, pudiera encontrarme un cierto parecido al ex prometido de Katherine, pero tal vez para ella no era así. Y en el remoto caso de que lo fuera, le demostraría que no era como ese Thomas; le demostraría que podía ser mucho mejor y podía darle la felicidad que sé que en el fondo anhelaba.
Solo había que hablar las cosas…
Recordaba que me había dicho que se iría, pero mi empeño en evitar que se marchara, y aunque durante la visita de Marianne pareciera haberse extinguido, hoy en la mañana había retornado con fuerzas incluso mayores que antes.
Había pensado en ir hasta la casona al aún tener sus llaves en mi poder, y hablar cuanto antes de lo que había ocurrido, pero era demasiado temprano… o tarde para ella… No se en realidad, el punto es que debería haberse dormido hace poco y no me gustaría molestarla. Además, deduje que sería conveniente para la conversación que ella viniese a mí primero.
Debía tomar las cosas con calma y todo se solucionaría…
Si. Todo se solucionaría, incluyendo que debía saber conllevar la declaración de Marianne en cuanto a mí, y el claro desagrado en contra de su hermana, lo que según un extraño augurio en mi subconsciente, me decía que yo podría quedar en algún momento entre ellas dos…
Esperaba que no fuera así.
Notaba que había demasiado rencor en entre ellas, o por lo menos por parte de Marianne ya que Katherine nunca lo había expresado de ninguna forma, ni siquiera cuando habló de su familia, aunque no haya mencionado a su hermana…
Espera. Ella dijo bastantes veces que había hecho cosas malas en su pasado. ¿Se refería a lo que sea que sucedió entre ellas? ¿Por eso Marianne le guardaba tanto rencor?
Demonios. Necesitaba cuanto antes saber un sinfín de cosas sobre Katherine para poder entender qué sucedía en estos momentos y aclarar mis dudas y aflicciones sobre ella. Quería poder ayudarla y darle mi apoyo, y para eso necesitaba ganarme su confianza como fuera.
Era increíble como ayer me había alterado tanto por lo que me había enterado, y ahora lo comprensivo y abierto a escuchar que estaba.
Definitivamente anoche, una bestia irracional se había apoderado de mi mente por unos momentos… Sobre todo al recordar sentir la lujuria que se sentía por la hermana de quien en realidad amaba. Eso sí que había sido incomprensible para mí, tomando en cuenta que yo solo tenía mente y cuerpo para Katherine.
Es cierto que a veces las personas sienten cosas por otra gente que no son precisamente sus parejas, pero yo no me sentía así con Katherine aunque oficialmente no fuera mi pareja, y no podía encontrar una coherencia para todo lo que yo no podía explicarme ante lo que ocurrió.
Comencé a escuchar unos extraños sonidos que interrumpían mis recuerdos, y de golpe me di cuenta que estaba detenido en un semáforo que ya daba la luz verde. Los autos de más atrás hacían sonar sus cláxones para que avanzara.
Para cuando llegué a los estudios del canal 3, en la entrada me encontré con una tropa de periodistas tratando de entrar. El guardia apenas los podía contener y tuve que conducir despacio para no llevarme a ninguno de ellos por delante. Aunque si hubiese sido otro, no me hubiese importado llevarme al de las fotografías de hace dos días.
Después de un cuarto de hora, estaba en maquillaje junto algunos de mis compañeros: Nikki, Jackson, Peter y Ashley, pero ni rastro de Kristen en cuanto seguí recordando acontecimientos de ayer, lo que por lo menos me daba tiempo para saber como enfrentar aquello.
Oía como los demás conversaban animadamente alrededor de mí estando en el set después de que nos dieran algunas instrucciones como acostumbraban, pero aún mis pensamientos se negaban a abandonar el día anterior estando absorto en él. No me cabía en la cabeza que solo hubieran pasado algunas horas desde que todo me dijera que las cosas podrían cambiar, incluso contra mi voluntad
Todo me parecía tan lejano e inverosímil…
—Hey, Rob —escuché de pronto y al levantar la mirada me encontré con Taylor saludándome, mientras que a su lado iba Kristen, quien me evitó notoriamente y fue de inmediato donde estaba Nikki.
—Hola —respondí sin muchos ánimos.
Pasé un largo momento bajo el interrogatorio de Taylor antes de que comenzara el programa y nos pusieran tras un montón de cámaras, pero parecía ausente. Aún no podía dejar de lado algunas cosas.
Las preguntas fueron las mismas de siempre, a excepción de algunas que se ganaron mi sorpresa al ser bastante originales, pero fueron pocas. Luego llegó un momento incómodo, de aquellos que nunca podían faltar.
—Se ha comentado bastante acerca de la relación entre dos de los integrantes del elenco —comenzó a decir la animadora, y de inmediato anticipé el rumbo de su dirección—, pero tomando en cuenta las fotografías que se publicaron hace un par de días en los medios sobre ti, Robert. ¿Deja esto, de cierta manera, en jaque aquellos rumores? Porque aquellas fotografías eran reales y existen testigos que te vieron.
—Los rumores son solo eso; Rumores. Nada es cierto —me apresuré a decir dejando de lado todo lo que nos decían siempre sobre el marketing, y de momento pude sentir la nerviosa mirada de Kristen sobre mí.
No la culpaba que se sintiera incómoda. Yo habría estado peor en su lugar, pero no podía hacer más en esa situación. No podía acercarme y decirle en frente de todos que no se preocupara.
—Pero todos veíamos una química especial entre ustedes que nos daba a pensar que sí había una relación tras ella, “extra” a sus papeles de la película —insistió, pero antes de que pudiera perder el control, Peter se interpuso arrojándome un salvavidas.
—Somos actores y actuamos como tales. Siempre con la profesionalidad por delante.
Las miradas entre Kristen y yo fueron rápidas pero intensas, como si hubiese sido una conexión de momento. Pero luego ella bajó su vista y no pude evitar sentirme horrible por no poder hacer algo más que dirigirle una mirada. Si tan solo pudiera hacer algo por remediar esto también.
—Robert —seguía insistiendo la animadora—, entonces ¿nos podrías decir quién era la misteriosa chica que te acompañaba aquella noche?
—Solo una amiga —contesté automáticamente restándole importancia—, pero lo que nos convoca es la película, ¿o no? —agregué incluyendo un poco de humor y sonrisas para que no se evidenciara mi molestia.
—Por supuesto que sí, pero por más que averiguásemos sobre ella, nadie parece conocerla además de ti —continuó ignorando mi amable cambio de tema—. Incluso ayer se conoció donde vivía, pero…
—Oh. Ella no vive allí —me apresuré a mentir sin pensar en el sentido de psicología inversa que se le podría atribuir a mis palabras, pero por lo menos podía intentar algo—. A estas alturas ya todos deberíamos saber que no podemos creer en la primera persona que dice saber algo de quien no conoce —concluí.
Por un momento las palabras que dije me parecieron que no eran dirigidas a la animadora precisamente, si no que eran mejor dicho para mí. Yo creía conocer a Katherine, pero tal vez la realidad que yo quería ver fuera distinta de lo que yo pensaba. Como una vez ella misma me había hecho ver; que el límite de lo que podía ver estaba en el límite de lo que quería creer, y ahora yo no quería creer en algunas ideas que se me venían a la cabeza acerca de ella.
Y de vuelta a la desconfianza.
Pero podría ser…
—¿Y nos podrías dar su nombre, siquiera? —preguntó interrumpiendo mis cavilaciones.
Definitivamente los periodistas nunca se cansaban, aunque si lo pensaba bien, tendría que aprender algo de ellos si pretendía ayudar a Katherine, porque aquel camino sería quizás muy largo.
—Creo que no —respondí finalmente antes de unos comerciales.
No podía imaginarme si los demás chicos estaban molestos de que se enfocaran de momento en mí estando todos ellos, aunque tal vez estaban acostumbrados a ese tipo de cosas de cualquier periodista al estar expuestos a los medios diariamente. Pero al menos de vuelta de comerciales, nos soltaron a Kristen y a mí, y comenzaron a torturar a Jackson y Ashley.
Zafrina- .
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Localización : ahora??? muy buena pregunta...
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
Media hora después, el programa por fin terminaba, y otra media hora más tarde, estaba con mi rostro libre de cualquier cosmético extraño y sus olores. El único olor de algo así, quería sentirlo directamente de la piel de Katherine y no de otra persona. Incluyéndome.
Terminaba de alistarme para marcharme, cuando Kristen se acercó a mí. Estaba nerviosa y no había que se experto ni adivino, o incluso tener dones de vampiros reales para darse cuenta.
—Hola —dijo con una forzada sonrisa.
—Hola —contesté tratando de devolvérsela aunque me costara un poco, o bastante.
Se aclaró la garganta y se aseguró de que nadie pudiera escuchar para seguir hablando.
—Escucha. Sobre lo de ayer… —comenzó a decir con voz titubeante entre sus palabras—, me gustaría que lo olvidaras. Sé que no viene al caso, pero quisiera que todo fuera como antes. Eres una gran persona y no me gustaría perderte por mi estupidez, yo…
—No te preocupes —la interrumpí apreciando de corazón el afecto que me dirigía. Era muy importante para mí—. Ayer no ocurrió nada y todo será como antes —concluí.
Pero en el fondo ambos sabíamos que a pesar del cariño, nada podía ser como antes. Y justo ese preciso momento incómodo era la prueba concluyente y viviente de eso porque antes no ocurría.
Traté de establecer una conversación trivial, pero era dificultosa. Lo único que recuerdo antes de salir fueron algunas palabras de Kristen con una sonrisa amable, pero forzada en su pálido rostro.
—Suerte con tu chica —dijo sin ser consciente que necesitaría mucho más que suerte para lo que se me venía encima, pero lo aceptaría con gusto con tal de tener a Katherine conmigo.
Salimos al estacionamiento mientras el sol de la tarde daba de lleno sobre nuestras cabezas. Hubiese sido agradable ese calor, siempre y cuando no hubiese escuchado de pronto a los periodistas que había visto antes en el acceso al canal, entrando como estampida dirigidos hacia nosotros. Habían pasado las medidas de seguridad y el guardia los trataba de empujar hacia la salida a duras penas y sin mucho éxito.
Las preguntas llovían sorprendiéndome de que todas fueran dirigidas hacia mí. Los que me acompañaban sonreían nerviosamente por el caos intentando apartarse mientras que yo estaba en medio de todo.
No entendía nada de lo que estaba sucediendo, y mucho menos de lo que decían, así que comencé a caminar hacia atrás huyendo de ellos y dejando la seguridad de mi coche atrás al ser imposible llegar hasta él. Me di vuelta sin saber a donde me dirigía y un vehículo plateado me golpeó de lleno en el muslo. No iba rápido, por fortuna, ya que solo estaba saliendo. ¡Pero vaya que dolía! Me golpeó duro, y causó tal conmoción, que los flashes no tardaron en aparecer.
El tipo que conducía se bajó del auto y Taylor, Kristen y otros más, se apresuraron en aparecer a mi lado.
—¡¿Estás bien?! ¡¿Estás bien?! —preguntaban todos a la vez, pero entre el caos, no sabía quién estaba hablando.
—Lo estoy —logré decir.
El golpe no era nada grave a pesar de que dolía como un infierno. Solo me quedaría un moretón más tarde, nada que no haya tenido antes... Aunque por distintas razones...
Llegaron más guardias como refuerzo, y entre todos lograron sacar a los periodistas que habían allanado el estacionamiento.
Después de un rato, y cuando ya se podía sentir la calma, comenzaron a preguntar nuevamente, esta vez sabiendo de quien iba cada pregunta.
—¿Seguro estás bien? —inquirió Nikki preocupada por mí mientras, que yo me encontraba sentado en el capó del auto.
Ya todo había pasado, pero la voz no me salía, así que solo asentí con un movimiento cabeza.
—¿Necesitas un médico? —preguntó esta vez Kristen con el ceño fruncido, también mirándome preocupada por como me encontraba, y volví a negar con la cabeza.
Qué más daba. Era un pequeño golpe, nada grave.
Cuando convencí a todos de que estaba bien, aunque para eso hubiese tenido que saltar sobre un pie como bufón para comprobarlo, pude subir a mi coche y marcharme a la seguridad de mi apartamento. Sin estampidas de periodistas ni de fans locas (algunas, no todas [N/A: La autora no se refiere a las fans de Inmortal-Love, jajaja]), y sin vehículos que te pudieran golpear. Solo un par de hermanas con un rencor entre ellas y que subían por mi ventana del quinto piso de un edificio. Ah, y que además; eran vampiros… de las de verdad.
Después de conducir por más de veinticinco minutos, al llegar a mi apartamento y ver la serenidad de mi hogar, su tranquilidad, pero también al ver lo vacío que se veía todo, finalmente decidí que iría a correr en la noche.
Hace días que no podía hacerlo por lo que sucedía cada noche, y eso tal vez me despejara la mente de momento. Y solo si Katherine no iba, pero tal y como avanzaban las horas, estaba siendo lo más probable.
¿Estaría algún día mi apartamento ajeno al vacío que reinaba ahora y con solo alegría desbordando por todos los rincones?
Esperaba que fuera así. No me gustaría estar solo en este mundo, y ojalá quien me acompañara fuera mi chica vampiro.
KPOV
Lunes trece de Julio y eran las nueve de la noche en punto.
Me desperté sintiendo un vacío enorme en mi estómago mientras veía el techo de mi habitación en completa oscuridad como siempre. La misma rutina desde hace cerca de un año y medio, y antes de eso, lo mismo pero en otros lugares.
Con todo lo que estaba ocurriendo, ni siquiera había recordado que aunque no moriría de hambre, si seguían pasando los días sin alimentarme, la necesidad y la desesperación se irían haciendo mayor y no quería que eso volviera a suceder. No quería volver a los días en que el hambre me hiciera cometer una estupidez de la que luego de seguro me arrepentiría.
Encendí una vela que había encima de mi velador junto a la cama y la luz dio de lleno en el collar del lapislázuli que se encontraba allí desde anoche, un frío e inerte testimonio de lo que pronto dejaría atrás con todo el dolor de mi desgarrada alma… Cierto. Yo no tenía alma, pero entonces sería con todo el dolor de lo que me provocaba tanto amor por un humano, por un mortal, por una frágil vida que me tomé el derecho de poner en peligro acercándome a ella por un estúpido anhelo.
Después de una larga ducha y de ya estar vestida con unos jeans y una blusa azul oscuro de seda, me senté a la orilla de la cama con mi violín en mano mientras sacaba algunas notas que me dieran suficiente valor para salir esa noche a la calle. Esa noche podía ser la noche en que volviera mi pasado destruyendo todo mis sueños de intentar ser normal de nuevo.
Pero mejor así. Que me encontrara era mejor que seguir poniendo en peligro a Robert.
Las notas de mi violín avanzaban mientras que pensaba en él, hasta que sin darme cuenta, había creado una melodía en su nombre. Así como una vez le escribí una a mi padre, ahora le había escrito una a Robert. ¿Podría tocarla para él algún día?
No, Katherine. Deja esto como está. Ya has hecho bastante daño, ya has interferido bastante…
Encendí el televisor para asegurarme de que toda la estupidez y la parafernalia del día anterior se hubieran terminado, y así salir tranquila y sin ningún peligro… Además del que ya me acechaba desde hace décadas, claro. Es cierto que no oía nada extraño desde afuera, pero a estas alturas nunca estaría de más asegurarme.
Pasé los canales uno por uno escuchando un par de segundos de lo que decían, no sorprendiéndome de cómo iba todo en el exterior.
Películas, asaltos, circos televisivos, violaciones, comedias, atentados, Discovery Chanel (ese programa me gustaba), asesinatos, y de nuevo, circos televisivos. Nada nuevo en un mundo como el de hoy.
Si tan solo las personas se dieran cuenta de la oportunidad que tenían de disfrutar su vida como era, sin disconformidades, estoy segura que les podrían encontrar un nuevo rumbo a ellas.
Si tan solo se detuvieran a ver lo que pasaba delante de ellos e hicieran algo por remediarlo, podrían disfrutar mucho mejor todo… Pero lamentablemente no era así. ¿Acaso tendría que decírselo alguien que hubiera visto pasar bastantes años desperdiciados ante él? ¿Privado de las cosas más bellas que podría entregar este mundo y que ellos si podían disfrutar?
Ni siquiera podía recordar cuando fue la última vez que vi el amanecer o un atardecer en la playa…
Acababa de cambiar un canal mientras trataba de recordar algunas cosas de mi vida humana, cuando una mujer que pronunciaba los encabezados de las noticias del circo televisivo me sacó de golpe de mis ensoñaciones.
>>Tal parece que Robert Pattinson no puede estar tranquilo ni un solo día —comenzó relatando la animadora, logrando enfocar toda mi atención en sus palabras—. Después de una seguidilla de noticias que lo ponen a él como centro de la atracción. Hoy en la tarde, y tras salir de una entrevista para un programa en vivo en los estudios del canal 3, en el que por cierto se le intentó sacar alguna información sobre su última conquista (sin éxito para los reporteros), una multitud de periodistas que lograron burlar las medidas de seguridad del canal lograron llegar hasta el estacionamiento en donde se lanzaron sobre Robert con preguntas que el actor no era capaz de responder —suspiré con resignación. Además de la vida que llevaba, yo le daría más problemas—. Se notaba bastante estresado, según algunos comentarios de los presentes. El acoso constante de las fans y de la prensa, en este caso, lo tomó desprevenido, logrando que producto del asalto, el actor tratara de huir de los reporteros, caminando directamente hacia un vehículo que en esos momentos salía del estacionamiento, golpeándolo de lleno ante la estupefacción de los presentes —concluyó antes de pasar a unas imágenes en donde efectivamente un auto plateado lo golpeaba de costado.
Mis manos cubrieron mi boca en un gesto de consternación por lo que estaba viendo.
¡Cómo podía sucederle algo así en un lugar donde se supone que debiera tener un mínimo de resguardo!
Dios mío. Si le sucedía algo yo…
>>Robert salió ileso de lo acontecido, incluso caminando para demostrar que estaba bien, pero esto nos da a pensar algunas cosas; ¿hasta dónde podrían llevar los acosos periodísticos al joven actor? Y esta es solo una situación más en la vida diaria de Robert desde que se ha convertido en un de los solteros más codiciados de los medios. ¿Podrá esta situación constante llevarlo a estar cerca de la muerte como ocurrió esta tarde? —concluyó por fin la mujer como si lo que dijera fuera lo más cómico y natural del mundo. Como si esas cosas pasaran todos los días… Aunque tal vez fuera así…
Pero lo más horrible de lo que acababa de ver, no era que los periodistas pudieran llevar a Robert a una situación de la que saliera mal herido, si no que tal vez fuera yo quien lo causara finalmente permaneciendo aún cerca y viéndolo todos los días…
Pero debía saber que estaba bien, como decían los medios. Eran poco más de las once de la noche, pero aún así podría estar despierto.
Marqué su número en el celular y comenzó a sonar hasta que pasó al buzón de voz.
Otra vez, y nada. Una más, y otra, pero no contestaba.
¡Dios! ¿Y si el golpe había sido grave? ¿O si tal vez le ocurrió algo más, pero por mi culpa?
Jamás me perdonaría que le sucediera algo. Jamás me perdonaría tener su muerte a mis espaldas. Ya no quería más muertes tiñendo la patética existencia que llevaba hasta ahora, no quería seguir tiñendo lo que quedaba de mi humanidad.
Destrabé la ventana y eché una mirada al frente de la casona, hacia la calle y me cercioré de que todo estuviera en calma. Perfecto. Un salto y a correr. Pero cuando miré hacia abajo me sorprendí al ver al fotógrafo moreno, de nuevo entre los arbustos.
¡Maldición! ¿Es que no se cansaba?
En fin, no podía salir por allí y arriesgarme a que me viera de nuevo. Esta vez no sería capaz de engatusarlo como la noche anterior. El no haberme alimentado, me estaba pasando la cuenta…
Recordándolo; debía comer cuanto antes.
Bueno, me aseguraría de que Robert estuviera bien y luego iría a lo mío.
Salí por la puerta, pero no sin antes asegurarme de dejar la ventana abierta para entrar más tarde, ya que cerrando la puerta por fuera, no podría abrirla sin la llave que le había entregado a Robert. Bajé las escaleras, también aseverándome de no toparme con nadie en el camino que me pudiera reconocer luego.
Escuchaba algunas voces desde algunas de las habitaciones, pero nada que fuera ni remotamente peligroso.
Terminaba de alistarme para marcharme, cuando Kristen se acercó a mí. Estaba nerviosa y no había que se experto ni adivino, o incluso tener dones de vampiros reales para darse cuenta.
—Hola —dijo con una forzada sonrisa.
—Hola —contesté tratando de devolvérsela aunque me costara un poco, o bastante.
Se aclaró la garganta y se aseguró de que nadie pudiera escuchar para seguir hablando.
—Escucha. Sobre lo de ayer… —comenzó a decir con voz titubeante entre sus palabras—, me gustaría que lo olvidaras. Sé que no viene al caso, pero quisiera que todo fuera como antes. Eres una gran persona y no me gustaría perderte por mi estupidez, yo…
—No te preocupes —la interrumpí apreciando de corazón el afecto que me dirigía. Era muy importante para mí—. Ayer no ocurrió nada y todo será como antes —concluí.
Pero en el fondo ambos sabíamos que a pesar del cariño, nada podía ser como antes. Y justo ese preciso momento incómodo era la prueba concluyente y viviente de eso porque antes no ocurría.
Traté de establecer una conversación trivial, pero era dificultosa. Lo único que recuerdo antes de salir fueron algunas palabras de Kristen con una sonrisa amable, pero forzada en su pálido rostro.
—Suerte con tu chica —dijo sin ser consciente que necesitaría mucho más que suerte para lo que se me venía encima, pero lo aceptaría con gusto con tal de tener a Katherine conmigo.
Salimos al estacionamiento mientras el sol de la tarde daba de lleno sobre nuestras cabezas. Hubiese sido agradable ese calor, siempre y cuando no hubiese escuchado de pronto a los periodistas que había visto antes en el acceso al canal, entrando como estampida dirigidos hacia nosotros. Habían pasado las medidas de seguridad y el guardia los trataba de empujar hacia la salida a duras penas y sin mucho éxito.
Las preguntas llovían sorprendiéndome de que todas fueran dirigidas hacia mí. Los que me acompañaban sonreían nerviosamente por el caos intentando apartarse mientras que yo estaba en medio de todo.
No entendía nada de lo que estaba sucediendo, y mucho menos de lo que decían, así que comencé a caminar hacia atrás huyendo de ellos y dejando la seguridad de mi coche atrás al ser imposible llegar hasta él. Me di vuelta sin saber a donde me dirigía y un vehículo plateado me golpeó de lleno en el muslo. No iba rápido, por fortuna, ya que solo estaba saliendo. ¡Pero vaya que dolía! Me golpeó duro, y causó tal conmoción, que los flashes no tardaron en aparecer.
El tipo que conducía se bajó del auto y Taylor, Kristen y otros más, se apresuraron en aparecer a mi lado.
—¡¿Estás bien?! ¡¿Estás bien?! —preguntaban todos a la vez, pero entre el caos, no sabía quién estaba hablando.
—Lo estoy —logré decir.
El golpe no era nada grave a pesar de que dolía como un infierno. Solo me quedaría un moretón más tarde, nada que no haya tenido antes... Aunque por distintas razones...
Llegaron más guardias como refuerzo, y entre todos lograron sacar a los periodistas que habían allanado el estacionamiento.
Después de un rato, y cuando ya se podía sentir la calma, comenzaron a preguntar nuevamente, esta vez sabiendo de quien iba cada pregunta.
—¿Seguro estás bien? —inquirió Nikki preocupada por mí mientras, que yo me encontraba sentado en el capó del auto.
Ya todo había pasado, pero la voz no me salía, así que solo asentí con un movimiento cabeza.
—¿Necesitas un médico? —preguntó esta vez Kristen con el ceño fruncido, también mirándome preocupada por como me encontraba, y volví a negar con la cabeza.
Qué más daba. Era un pequeño golpe, nada grave.
Cuando convencí a todos de que estaba bien, aunque para eso hubiese tenido que saltar sobre un pie como bufón para comprobarlo, pude subir a mi coche y marcharme a la seguridad de mi apartamento. Sin estampidas de periodistas ni de fans locas (algunas, no todas [N/A: La autora no se refiere a las fans de Inmortal-Love, jajaja]), y sin vehículos que te pudieran golpear. Solo un par de hermanas con un rencor entre ellas y que subían por mi ventana del quinto piso de un edificio. Ah, y que además; eran vampiros… de las de verdad.
Después de conducir por más de veinticinco minutos, al llegar a mi apartamento y ver la serenidad de mi hogar, su tranquilidad, pero también al ver lo vacío que se veía todo, finalmente decidí que iría a correr en la noche.
Hace días que no podía hacerlo por lo que sucedía cada noche, y eso tal vez me despejara la mente de momento. Y solo si Katherine no iba, pero tal y como avanzaban las horas, estaba siendo lo más probable.
¿Estaría algún día mi apartamento ajeno al vacío que reinaba ahora y con solo alegría desbordando por todos los rincones?
Esperaba que fuera así. No me gustaría estar solo en este mundo, y ojalá quien me acompañara fuera mi chica vampiro.
KPOV
Lunes trece de Julio y eran las nueve de la noche en punto.
Me desperté sintiendo un vacío enorme en mi estómago mientras veía el techo de mi habitación en completa oscuridad como siempre. La misma rutina desde hace cerca de un año y medio, y antes de eso, lo mismo pero en otros lugares.
Con todo lo que estaba ocurriendo, ni siquiera había recordado que aunque no moriría de hambre, si seguían pasando los días sin alimentarme, la necesidad y la desesperación se irían haciendo mayor y no quería que eso volviera a suceder. No quería volver a los días en que el hambre me hiciera cometer una estupidez de la que luego de seguro me arrepentiría.
Encendí una vela que había encima de mi velador junto a la cama y la luz dio de lleno en el collar del lapislázuli que se encontraba allí desde anoche, un frío e inerte testimonio de lo que pronto dejaría atrás con todo el dolor de mi desgarrada alma… Cierto. Yo no tenía alma, pero entonces sería con todo el dolor de lo que me provocaba tanto amor por un humano, por un mortal, por una frágil vida que me tomé el derecho de poner en peligro acercándome a ella por un estúpido anhelo.
Después de una larga ducha y de ya estar vestida con unos jeans y una blusa azul oscuro de seda, me senté a la orilla de la cama con mi violín en mano mientras sacaba algunas notas que me dieran suficiente valor para salir esa noche a la calle. Esa noche podía ser la noche en que volviera mi pasado destruyendo todo mis sueños de intentar ser normal de nuevo.
Pero mejor así. Que me encontrara era mejor que seguir poniendo en peligro a Robert.
Las notas de mi violín avanzaban mientras que pensaba en él, hasta que sin darme cuenta, había creado una melodía en su nombre. Así como una vez le escribí una a mi padre, ahora le había escrito una a Robert. ¿Podría tocarla para él algún día?
No, Katherine. Deja esto como está. Ya has hecho bastante daño, ya has interferido bastante…
Encendí el televisor para asegurarme de que toda la estupidez y la parafernalia del día anterior se hubieran terminado, y así salir tranquila y sin ningún peligro… Además del que ya me acechaba desde hace décadas, claro. Es cierto que no oía nada extraño desde afuera, pero a estas alturas nunca estaría de más asegurarme.
Pasé los canales uno por uno escuchando un par de segundos de lo que decían, no sorprendiéndome de cómo iba todo en el exterior.
Películas, asaltos, circos televisivos, violaciones, comedias, atentados, Discovery Chanel (ese programa me gustaba), asesinatos, y de nuevo, circos televisivos. Nada nuevo en un mundo como el de hoy.
Si tan solo las personas se dieran cuenta de la oportunidad que tenían de disfrutar su vida como era, sin disconformidades, estoy segura que les podrían encontrar un nuevo rumbo a ellas.
Si tan solo se detuvieran a ver lo que pasaba delante de ellos e hicieran algo por remediarlo, podrían disfrutar mucho mejor todo… Pero lamentablemente no era así. ¿Acaso tendría que decírselo alguien que hubiera visto pasar bastantes años desperdiciados ante él? ¿Privado de las cosas más bellas que podría entregar este mundo y que ellos si podían disfrutar?
Ni siquiera podía recordar cuando fue la última vez que vi el amanecer o un atardecer en la playa…
Acababa de cambiar un canal mientras trataba de recordar algunas cosas de mi vida humana, cuando una mujer que pronunciaba los encabezados de las noticias del circo televisivo me sacó de golpe de mis ensoñaciones.
>>Tal parece que Robert Pattinson no puede estar tranquilo ni un solo día —comenzó relatando la animadora, logrando enfocar toda mi atención en sus palabras—. Después de una seguidilla de noticias que lo ponen a él como centro de la atracción. Hoy en la tarde, y tras salir de una entrevista para un programa en vivo en los estudios del canal 3, en el que por cierto se le intentó sacar alguna información sobre su última conquista (sin éxito para los reporteros), una multitud de periodistas que lograron burlar las medidas de seguridad del canal lograron llegar hasta el estacionamiento en donde se lanzaron sobre Robert con preguntas que el actor no era capaz de responder —suspiré con resignación. Además de la vida que llevaba, yo le daría más problemas—. Se notaba bastante estresado, según algunos comentarios de los presentes. El acoso constante de las fans y de la prensa, en este caso, lo tomó desprevenido, logrando que producto del asalto, el actor tratara de huir de los reporteros, caminando directamente hacia un vehículo que en esos momentos salía del estacionamiento, golpeándolo de lleno ante la estupefacción de los presentes —concluyó antes de pasar a unas imágenes en donde efectivamente un auto plateado lo golpeaba de costado.
Mis manos cubrieron mi boca en un gesto de consternación por lo que estaba viendo.
¡Cómo podía sucederle algo así en un lugar donde se supone que debiera tener un mínimo de resguardo!
Dios mío. Si le sucedía algo yo…
>>Robert salió ileso de lo acontecido, incluso caminando para demostrar que estaba bien, pero esto nos da a pensar algunas cosas; ¿hasta dónde podrían llevar los acosos periodísticos al joven actor? Y esta es solo una situación más en la vida diaria de Robert desde que se ha convertido en un de los solteros más codiciados de los medios. ¿Podrá esta situación constante llevarlo a estar cerca de la muerte como ocurrió esta tarde? —concluyó por fin la mujer como si lo que dijera fuera lo más cómico y natural del mundo. Como si esas cosas pasaran todos los días… Aunque tal vez fuera así…
Pero lo más horrible de lo que acababa de ver, no era que los periodistas pudieran llevar a Robert a una situación de la que saliera mal herido, si no que tal vez fuera yo quien lo causara finalmente permaneciendo aún cerca y viéndolo todos los días…
Pero debía saber que estaba bien, como decían los medios. Eran poco más de las once de la noche, pero aún así podría estar despierto.
Marqué su número en el celular y comenzó a sonar hasta que pasó al buzón de voz.
Otra vez, y nada. Una más, y otra, pero no contestaba.
¡Dios! ¿Y si el golpe había sido grave? ¿O si tal vez le ocurrió algo más, pero por mi culpa?
Jamás me perdonaría que le sucediera algo. Jamás me perdonaría tener su muerte a mis espaldas. Ya no quería más muertes tiñendo la patética existencia que llevaba hasta ahora, no quería seguir tiñendo lo que quedaba de mi humanidad.
Destrabé la ventana y eché una mirada al frente de la casona, hacia la calle y me cercioré de que todo estuviera en calma. Perfecto. Un salto y a correr. Pero cuando miré hacia abajo me sorprendí al ver al fotógrafo moreno, de nuevo entre los arbustos.
¡Maldición! ¿Es que no se cansaba?
En fin, no podía salir por allí y arriesgarme a que me viera de nuevo. Esta vez no sería capaz de engatusarlo como la noche anterior. El no haberme alimentado, me estaba pasando la cuenta…
Recordándolo; debía comer cuanto antes.
Bueno, me aseguraría de que Robert estuviera bien y luego iría a lo mío.
Salí por la puerta, pero no sin antes asegurarme de dejar la ventana abierta para entrar más tarde, ya que cerrando la puerta por fuera, no podría abrirla sin la llave que le había entregado a Robert. Bajé las escaleras, también aseverándome de no toparme con nadie en el camino que me pudiera reconocer luego.
Escuchaba algunas voces desde algunas de las habitaciones, pero nada que fuera ni remotamente peligroso.
Zafrina- .
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
Llegué a tiempo record hasta el edificio de Robert y me instalé bajo el amparo de las sombras a observar.
La luz de su apartamento estaba apagada.
Tal vez estaba durmiendo y por eso no contestaba su teléfono, pero ¿cómo estar segura?
Solo sería un vistazo. Un vistazo y me aseguraría de que estuviera bien, luego me iría y cazaría antes de seguir buscando. Si, eso haría. Sería lo más sano, y después seguiría adelante con mis planes hasta marcharme como se lo había prometido.
Tras certificar que nadie pudiera verme, subí al balcón y con cuidado abrí la ventana que otras veces había estado abierta para mí. No tenía seguro como le había pedido que la mantuviera, aunque pensándolo bien, un seguro no sería impedimento para nadie, menos para Balthazar.
Entré a la estancia oscura y de inmediato su aroma inundó mis sentidos como cada vez que entraba a su apartamento. Me sentía como una niña en una tienda de muñecas.
Aquella esencia me reconfortó con su calidez indirecta. Pero su voz no me recibió diciendo mi nombre como todas las otras veces, solo había silencio. Ni siquiera podía escuchar su respiración atravesando las paredes. Él no estaba aquí.
—¡Robert! —llamé inútilmente y nadie contestó.
Maldición. Había salido, y de noche…
Marqué su número nuevamente con la esperanza que esta vez respondiera, pero el teléfono sonó desde la sala de estar. No lo llevaba consigo.
La ansiedad comenzó a hacer acto de presencia afligiéndome el hecho de no saber donde estaba y no poder protegerlo.
Vamos, Katherine. Piensa. ¿Dónde está?, me repetía internamente. Cálmate, piensa bien, si no está aquí, ¿dónde podría estar?
¡Podría estar en cualquier parte! En el Shot Club, con su familia… O tal vez se puso algo grave y estaba en el hospital en estos momentos… O incluso, con su compañera de elenco siguiendo mi consejo; aunque me doliera reconocerlo.
Veamos, es lunes por la noche. ¿Dónde podría estar un lunes por la noche sin su teléfono?
Y entonces recordé sus palabras después de que me invitara a cenar:
<<“Es que antes de saber si volverías o no, me lo pasaba durmiendo en el sillón por si venías, incluso al principio ya no salía de noche, ni trotaba, ni nada por esperarte”>>.
¡Claro! ¡Estaba trotando!
Tal vez estuviera en el parque central como la primera vez que lo vi y decidí seguirlo pensando que podría parecerse a Thomas, aunque claro, ya sabía que eso no era así.
Sin perder más tiempo, salí por el balcón y me dirigí hacia el parque con la esperanza de poder encontrarlo pronto, lo cual se hacía complejo al tener que moverme a velocidad humana mientras la buscaba.
Estaba dándome por vencida en encontrarlo allí, ya barajando las posibilidades de un nuevo destino de búsqueda, cuando su esencia me golpeó sutilmente. Era apenas perceptible, pero estaba tan alerta y acostumbrada a él, que lo distinguí de entre otros efluvios. Lo seguí varios metros hasta que logré ver su figura vestida con unos pantalones deportivos y una sudadera con capucha de colores neutros, moviéndose acompasadamente entre paso y paso al trotar.
Estaba bien. Estaba a salvo.
Suspiré de alivio al verlo de nuevo y sin proponérmelo ni planearlo, lo llamé.
—¡Robert!
RPOV
Katherine no fue a mi apartamento, ni tampoco llamó esa noche.
¿Significaba eso que no la vería nunca más sin saber por qué?
No quería que fuera así, pero ¿cómo poder evitar algo que no entiendes muy bien por qué sucede?
Tal vez anoche fue la última vez en que la vi, a pesar de que dijo que seguiría viniendo para asegurarse de que estuviera seguro.
“Estar seguro…”
¿De qué? ¿Por qué? No sé. Lo único que sabía era que estaba perdido en deducciones que por más que parecieran avanzar a una conclusión, no llegaban a ninguna parte, y ahora, solo me encontraba trotando en el parque central como tantas otras veces lo hice cuando necesitaba liberas mis tensiones.
Corrí algunos minutos, pero cuando alcanzaba a dar la tercera vuelta, una voz que creí que jamás escucharía otra vez y la cuál creí haber imaginado por los deseos de escucharla de nuevo, dijo mi nombre.
Volteé sin pensarlo dos veces y me encontré con sus ojos mirándome fijamente estando ahora frente a mí.
No lo había imaginado, era real.
Si tan loco no podía estar a pesar de que algunas personas lo pensaran, o incluso aunque a veces, yo mismo lo pensara.
Avancé hasta ella sin desviar mi mirada hacia otro lugar, tratando de memorizar cada detalle de su rostro por si mis planes, los cuales eran hacer que se quedara conmigo, no dieran resultado. Memorizaría las curvas de sus labios húmedos y suaves, y el azul profundo de sus ojos que me hipnotizaban. Memorizaría la línea que dibujaba y enmarcaba su rostro, su cuello, y todo su cuerpo, el cual había tenido el privilegio de disfrutar en una experiencia como ninguna otra vivida.
Estuve a su lado por fin, pero de inmediato me pareció notar en su expresión que no estaba muy contenta al haberme llamado, o más bien, que arrepentida.
—Katherine, hola —dije conteniendo las ganas de abalanzarme sobre ella y volver a hacerla mía.
Con una mano aparté la capucha de la sudadera que llevaba esperando cualquier respuesta de su parte que parecía nunca llegar.
—Hola —dijo finalmente forzando una sonrisa.
Suspiré.
¿Cómo pude haberme molestado tanto anoche por lo que dijo Marianne, cuando ni siquiera estaba seguro de que fuera tan importante para Katherine?...
Cierto. Debíamos hablar sobre eso, y yo debía hacer mis preguntas antes de lanzarme con conjeturas concluyentes. Pero sería luego, más tarde le diría lo que había sucedido, primero tenía que saber otras cosas.
—Me alegra verte otra vez —le dije—. Con todo lo que me dijiste anoche, no sabía qué pensar.
Esta vez no contestó, solo comenzó a mirar frenéticamente a su alrededor con la misma expresión de pánico que se estaba haciendo frecuente en ella desde hace un par de días.
Seguí su mirada, pero no había nada ni nadie por ninguna parte, así que volví a mirarla a ella buscando respuestas que parecía nunca querer otorgarme.
—¿Sucede algo?
—No —contestó simplemente antes de moverse algunos pasos para quedar debajo de la oscuridad de un árbol.
La seguí, y me preparé para poder hablarle directamente.
—Necesitamos hablar y bien lo sabes. Sé que en el fondo lo sabes.
Apoyó su espalda contra el árbol y suspiró sonoramente.
—Creí que habíamos hablado anoche.
—No —la desafié—. Tú hablaste anoche. Yo escuché anoche. Tú ordenaste anoche. Y yo “NO” acepté anoche. De hecho, hay varias cosas que no te he dicho todavía.
O varias cosas que no te he preguntado, mejor dicho, pensé.
—Y en tal caso —agregué—, ¿por qué estás aquí, entonces? Dijiste que guardarías distancias.
—Te llamé a tu teléfono, pero no contestabas y tampoco estabas en tu apartamento —respondió mirando cualquier otra parte a excepción de mí—, solo quería ver si estabas bien.
De nuevo con lo de estar bien… ¿Por qué de pronto tanta obsesión con respecto a eso?
—Además vi las noticias de hoy y me preocupé por lo que ocurrió —concluyó.
Cierto, ya lo recordaba. El asunto del pequeño incidente con el vehículo, de hecho, era tan pequeño que si no fuera por una ligera molestia en el muslo, no lo recordaría.
Trató de esbozar una de sus sonrisas que cortaban mi flujo sanguíneo, pero ésta se tiñó por el nerviosismo y nunca llegó a su mirada. Solo había silencio entre ambos, el cual me vi en la obligación de romper.
—Si quieres que todo se termine. ¿Por qué te preocupas por mí? —pregunté ansiando una respuesta que me convenciera de lo que en el fondo quería saber, pero ésta no llegaba—. Se supone que yo ya no te importo, si decidiste de la noche a la mañana…
—Si me importas —soltó de golpe interrumpiéndome y luego volvió a bajar su mirada, arrepentida.
Una sonrisa se curvó en mis labios inconscientemente por su respuesta, ya que si yo aún le importaba, ella no podía irse y todo ser así como así. Además, si todo es como lo estaba pensando, deseando y queriendo, debía haber algo que pudiera hacer para que se quedara. Le demostraría que esto podría funcionar a pesar de sus negativas. Como fuera, pero lo haría.
—Vuelve a tu apartamento. Estarás bien allí—me indicó de pronto—.Yo tengo que marcharme.
¿Qué? ¿Cómo? ¡NO! No se iría de nuevo tan fácilmente.
Hizo ademán de alejarse apartándose del árbol, pero antes de que se moviera coloqué mis manos contra el tronco alrededor de sus hombros impidiéndole el paso. Sabía que podría zafarse de mí cuando quisiera, pero el que aún no lo haya hecho, solo me indicaba lo que ya intuía; que no quería irse.
—Nop —le dije al tiempo que negaba con mi cabeza y le sonreía cuando me miró pidiendo que la dejara ir—. Esta vez no te irás.
Sin dejar que reprochara algo, le besé presionando su cuerpo contra él árbol que nos amparaba. Fue un beso rápido y cálido, pero profundo; lo suficientemente intenso para que me dijera lo que quería saber… de nuevo.
Aunque se comportó de manera reticente al principio, finalmente me devolvió el beso antes de apartarme cuando noté que me correspondía con más ímpetu. Luego volví a reparar en sus ojos, viendo un destello en su mirar mientras que su respiración se aceleraba.
—Continuemos hablando —le dije sonriendo conforme—. Explícame de nuevo. ¿Por qué de pronto no quieres estar más conmigo?
Miró a su alrededor molesta.
—No somos iguales y esto jamás funcionaría —contestó—. Puedes estar bien ahora, pero no será así luego, tenlo por seguro.
—Respuesta equivocada —dije antes de volver a besarla y sentir sus labios suaves y fríos rosando contra los míos.
Sus labios eran lo más sublime conocido para mí, podría fácilmente estar así por horas y sentirme en la gloria, pero debía seguir, y aunque soltó un gemido que solo me tentaba por hacerla mía, me aparté nuevamente para mirarla. Pero no se notaba muy cómoda. En tal caso, yo tenía otras intenciones.
—Repito, entonces. ¿Por qué no quieres estar conmigo?
—No quiero lastimarte —respondió.
—Error —la interrumpí y volví a besarla.
Era gracioso de cierto modo lo que estaba ocurriendo. La besaba, pero no se apartaba, cuando era ella misma quién me decía que esto debía terminarse.
—Robert, detente, por favor —me pidió apartándome de su alcance, y alcancé a ver como su mirada refulgía otra vez, pero ahora con mayor intensidad que antes.
—¿Por qué haces todo tan difícil? —le exigí—. Si solo quieres marcharte porque no me quieres, solo dilo, no tienes por qué montar este espectáculo
—No es por eso — soltó en apenas un susurro, tan inaudible que ni siquiera estuve seguro de que esas fueran sus palabras, pero de todas maneras, las di por dichas.
—Es que no quiero entender la razón de esto, sobre todo cuando me devuelves el beso de la manera en que lo haces —me defendí—. Hace solo dos días me decías que no podías apartarte de mí y de la noche a la mañana decides irte… Y toma en cuenta todo esto; aún estás aquí cuando ambos sabemos que no te costaría nada apartarme de tu camino.
—Tienes razón —dijo en lo que pensé que se daría por vencida, pero en vez de eso, soltó una escueta risa sin ánimos y me apartó—. Con tu permiso.
Cuando se marchaba la volví a besar.
—Detente-por-favor —me interrumpió marcando cada palabra y esta vez colocando ambas manos sobre mi pecho.
Cerró sus ojos, pero al abrirlos, vi de nuevo al brillo en ello. Algunos recuerdos hicieron conexión. Ese refulgir me dijo que no era satisfacción.
—¿Estás bien? —pregunté bajando mis brazos preocupado.
—No. Debo ir a cazar —soltó de inmediato—. Desde el viernes que no me… alimento —terminó la frase con dificultad al igual que su respiración.
Oh. Ya lo entendía.
—¿Por qué no te habías alimentado? —quise saber reprochándola de cierto modo, mal que mal, eran más de dos días, y aunque no sabía si la diferencia en la necesidad de ingerir alimentos era igual para ella y para mí, como pensé antes, son dos días.
—Tenía… asuntos que resolver —contestó dando un par de pasos.
“Asuntos”.
Más material para preguntarle más tarde sobre ello. Debían ser esos asuntos los que la hicieron cambiar de opinión desde el viernes. Yo aún podía recordar cuando me dijo: “No creo que pueda mantenerme alejada de ti”.
—Bebe de mí —le ofrecí exponiendo mi cuello con gusto, por lo que soltó una corta carcajada de nuevo.
—¿Te crees banco de sangre, ahora? ¿Donador voluntario?—preguntó con el sarcasmo impregnando su suave voz, y su mirada con molestia—. Las donaciones se pueden realizar solo una vez al mes y tú ya pasaste tu cuota para este.
Ignoré su comentario y no me molestó. Ella se veía mucho más molesta por ella misma de lo que yo me podría sentir, y aunque necesitaba seguir hablando con ella, de momento no pondría en riesgo su salud.
—Bebe de mí —insistí—. A mí no me importa.
—Muy bien “señor a mi no me importa nada”, resulta que a mí si me importa —reprochó apartándose aún más.
Por sus bromas y su sarcasmo, no estaba de buen humor y deduje de inmediato que cuando le dijera lo que había sucedido anoche, nada mejoraría, pero debía hacerlo.
Veía como comenzaba a alejarse y ya no podía seguir retrasándolo por más tiempo. Era el momento de hablar, pero ¿cómo?
—¡Jacobs! —solté logrando que se detuviera.
Y bueno; tal vez no fue la mejor manera de comenzar con esto…
La luz de su apartamento estaba apagada.
Tal vez estaba durmiendo y por eso no contestaba su teléfono, pero ¿cómo estar segura?
Solo sería un vistazo. Un vistazo y me aseguraría de que estuviera bien, luego me iría y cazaría antes de seguir buscando. Si, eso haría. Sería lo más sano, y después seguiría adelante con mis planes hasta marcharme como se lo había prometido.
Tras certificar que nadie pudiera verme, subí al balcón y con cuidado abrí la ventana que otras veces había estado abierta para mí. No tenía seguro como le había pedido que la mantuviera, aunque pensándolo bien, un seguro no sería impedimento para nadie, menos para Balthazar.
Entré a la estancia oscura y de inmediato su aroma inundó mis sentidos como cada vez que entraba a su apartamento. Me sentía como una niña en una tienda de muñecas.
Aquella esencia me reconfortó con su calidez indirecta. Pero su voz no me recibió diciendo mi nombre como todas las otras veces, solo había silencio. Ni siquiera podía escuchar su respiración atravesando las paredes. Él no estaba aquí.
—¡Robert! —llamé inútilmente y nadie contestó.
Maldición. Había salido, y de noche…
Marqué su número nuevamente con la esperanza que esta vez respondiera, pero el teléfono sonó desde la sala de estar. No lo llevaba consigo.
La ansiedad comenzó a hacer acto de presencia afligiéndome el hecho de no saber donde estaba y no poder protegerlo.
Vamos, Katherine. Piensa. ¿Dónde está?, me repetía internamente. Cálmate, piensa bien, si no está aquí, ¿dónde podría estar?
¡Podría estar en cualquier parte! En el Shot Club, con su familia… O tal vez se puso algo grave y estaba en el hospital en estos momentos… O incluso, con su compañera de elenco siguiendo mi consejo; aunque me doliera reconocerlo.
Veamos, es lunes por la noche. ¿Dónde podría estar un lunes por la noche sin su teléfono?
Y entonces recordé sus palabras después de que me invitara a cenar:
<<“Es que antes de saber si volverías o no, me lo pasaba durmiendo en el sillón por si venías, incluso al principio ya no salía de noche, ni trotaba, ni nada por esperarte”>>.
¡Claro! ¡Estaba trotando!
Tal vez estuviera en el parque central como la primera vez que lo vi y decidí seguirlo pensando que podría parecerse a Thomas, aunque claro, ya sabía que eso no era así.
Sin perder más tiempo, salí por el balcón y me dirigí hacia el parque con la esperanza de poder encontrarlo pronto, lo cual se hacía complejo al tener que moverme a velocidad humana mientras la buscaba.
Estaba dándome por vencida en encontrarlo allí, ya barajando las posibilidades de un nuevo destino de búsqueda, cuando su esencia me golpeó sutilmente. Era apenas perceptible, pero estaba tan alerta y acostumbrada a él, que lo distinguí de entre otros efluvios. Lo seguí varios metros hasta que logré ver su figura vestida con unos pantalones deportivos y una sudadera con capucha de colores neutros, moviéndose acompasadamente entre paso y paso al trotar.
Estaba bien. Estaba a salvo.
Suspiré de alivio al verlo de nuevo y sin proponérmelo ni planearlo, lo llamé.
—¡Robert!
RPOV
Katherine no fue a mi apartamento, ni tampoco llamó esa noche.
¿Significaba eso que no la vería nunca más sin saber por qué?
No quería que fuera así, pero ¿cómo poder evitar algo que no entiendes muy bien por qué sucede?
Tal vez anoche fue la última vez en que la vi, a pesar de que dijo que seguiría viniendo para asegurarse de que estuviera seguro.
“Estar seguro…”
¿De qué? ¿Por qué? No sé. Lo único que sabía era que estaba perdido en deducciones que por más que parecieran avanzar a una conclusión, no llegaban a ninguna parte, y ahora, solo me encontraba trotando en el parque central como tantas otras veces lo hice cuando necesitaba liberas mis tensiones.
Corrí algunos minutos, pero cuando alcanzaba a dar la tercera vuelta, una voz que creí que jamás escucharía otra vez y la cuál creí haber imaginado por los deseos de escucharla de nuevo, dijo mi nombre.
Volteé sin pensarlo dos veces y me encontré con sus ojos mirándome fijamente estando ahora frente a mí.
No lo había imaginado, era real.
Si tan loco no podía estar a pesar de que algunas personas lo pensaran, o incluso aunque a veces, yo mismo lo pensara.
Avancé hasta ella sin desviar mi mirada hacia otro lugar, tratando de memorizar cada detalle de su rostro por si mis planes, los cuales eran hacer que se quedara conmigo, no dieran resultado. Memorizaría las curvas de sus labios húmedos y suaves, y el azul profundo de sus ojos que me hipnotizaban. Memorizaría la línea que dibujaba y enmarcaba su rostro, su cuello, y todo su cuerpo, el cual había tenido el privilegio de disfrutar en una experiencia como ninguna otra vivida.
Estuve a su lado por fin, pero de inmediato me pareció notar en su expresión que no estaba muy contenta al haberme llamado, o más bien, que arrepentida.
—Katherine, hola —dije conteniendo las ganas de abalanzarme sobre ella y volver a hacerla mía.
Con una mano aparté la capucha de la sudadera que llevaba esperando cualquier respuesta de su parte que parecía nunca llegar.
—Hola —dijo finalmente forzando una sonrisa.
Suspiré.
¿Cómo pude haberme molestado tanto anoche por lo que dijo Marianne, cuando ni siquiera estaba seguro de que fuera tan importante para Katherine?...
Cierto. Debíamos hablar sobre eso, y yo debía hacer mis preguntas antes de lanzarme con conjeturas concluyentes. Pero sería luego, más tarde le diría lo que había sucedido, primero tenía que saber otras cosas.
—Me alegra verte otra vez —le dije—. Con todo lo que me dijiste anoche, no sabía qué pensar.
Esta vez no contestó, solo comenzó a mirar frenéticamente a su alrededor con la misma expresión de pánico que se estaba haciendo frecuente en ella desde hace un par de días.
Seguí su mirada, pero no había nada ni nadie por ninguna parte, así que volví a mirarla a ella buscando respuestas que parecía nunca querer otorgarme.
—¿Sucede algo?
—No —contestó simplemente antes de moverse algunos pasos para quedar debajo de la oscuridad de un árbol.
La seguí, y me preparé para poder hablarle directamente.
—Necesitamos hablar y bien lo sabes. Sé que en el fondo lo sabes.
Apoyó su espalda contra el árbol y suspiró sonoramente.
—Creí que habíamos hablado anoche.
—No —la desafié—. Tú hablaste anoche. Yo escuché anoche. Tú ordenaste anoche. Y yo “NO” acepté anoche. De hecho, hay varias cosas que no te he dicho todavía.
O varias cosas que no te he preguntado, mejor dicho, pensé.
—Y en tal caso —agregué—, ¿por qué estás aquí, entonces? Dijiste que guardarías distancias.
—Te llamé a tu teléfono, pero no contestabas y tampoco estabas en tu apartamento —respondió mirando cualquier otra parte a excepción de mí—, solo quería ver si estabas bien.
De nuevo con lo de estar bien… ¿Por qué de pronto tanta obsesión con respecto a eso?
—Además vi las noticias de hoy y me preocupé por lo que ocurrió —concluyó.
Cierto, ya lo recordaba. El asunto del pequeño incidente con el vehículo, de hecho, era tan pequeño que si no fuera por una ligera molestia en el muslo, no lo recordaría.
Trató de esbozar una de sus sonrisas que cortaban mi flujo sanguíneo, pero ésta se tiñó por el nerviosismo y nunca llegó a su mirada. Solo había silencio entre ambos, el cual me vi en la obligación de romper.
—Si quieres que todo se termine. ¿Por qué te preocupas por mí? —pregunté ansiando una respuesta que me convenciera de lo que en el fondo quería saber, pero ésta no llegaba—. Se supone que yo ya no te importo, si decidiste de la noche a la mañana…
—Si me importas —soltó de golpe interrumpiéndome y luego volvió a bajar su mirada, arrepentida.
Una sonrisa se curvó en mis labios inconscientemente por su respuesta, ya que si yo aún le importaba, ella no podía irse y todo ser así como así. Además, si todo es como lo estaba pensando, deseando y queriendo, debía haber algo que pudiera hacer para que se quedara. Le demostraría que esto podría funcionar a pesar de sus negativas. Como fuera, pero lo haría.
—Vuelve a tu apartamento. Estarás bien allí—me indicó de pronto—.Yo tengo que marcharme.
¿Qué? ¿Cómo? ¡NO! No se iría de nuevo tan fácilmente.
Hizo ademán de alejarse apartándose del árbol, pero antes de que se moviera coloqué mis manos contra el tronco alrededor de sus hombros impidiéndole el paso. Sabía que podría zafarse de mí cuando quisiera, pero el que aún no lo haya hecho, solo me indicaba lo que ya intuía; que no quería irse.
—Nop —le dije al tiempo que negaba con mi cabeza y le sonreía cuando me miró pidiendo que la dejara ir—. Esta vez no te irás.
Sin dejar que reprochara algo, le besé presionando su cuerpo contra él árbol que nos amparaba. Fue un beso rápido y cálido, pero profundo; lo suficientemente intenso para que me dijera lo que quería saber… de nuevo.
Aunque se comportó de manera reticente al principio, finalmente me devolvió el beso antes de apartarme cuando noté que me correspondía con más ímpetu. Luego volví a reparar en sus ojos, viendo un destello en su mirar mientras que su respiración se aceleraba.
—Continuemos hablando —le dije sonriendo conforme—. Explícame de nuevo. ¿Por qué de pronto no quieres estar más conmigo?
Miró a su alrededor molesta.
—No somos iguales y esto jamás funcionaría —contestó—. Puedes estar bien ahora, pero no será así luego, tenlo por seguro.
—Respuesta equivocada —dije antes de volver a besarla y sentir sus labios suaves y fríos rosando contra los míos.
Sus labios eran lo más sublime conocido para mí, podría fácilmente estar así por horas y sentirme en la gloria, pero debía seguir, y aunque soltó un gemido que solo me tentaba por hacerla mía, me aparté nuevamente para mirarla. Pero no se notaba muy cómoda. En tal caso, yo tenía otras intenciones.
—Repito, entonces. ¿Por qué no quieres estar conmigo?
—No quiero lastimarte —respondió.
—Error —la interrumpí y volví a besarla.
Era gracioso de cierto modo lo que estaba ocurriendo. La besaba, pero no se apartaba, cuando era ella misma quién me decía que esto debía terminarse.
—Robert, detente, por favor —me pidió apartándome de su alcance, y alcancé a ver como su mirada refulgía otra vez, pero ahora con mayor intensidad que antes.
—¿Por qué haces todo tan difícil? —le exigí—. Si solo quieres marcharte porque no me quieres, solo dilo, no tienes por qué montar este espectáculo
—No es por eso — soltó en apenas un susurro, tan inaudible que ni siquiera estuve seguro de que esas fueran sus palabras, pero de todas maneras, las di por dichas.
—Es que no quiero entender la razón de esto, sobre todo cuando me devuelves el beso de la manera en que lo haces —me defendí—. Hace solo dos días me decías que no podías apartarte de mí y de la noche a la mañana decides irte… Y toma en cuenta todo esto; aún estás aquí cuando ambos sabemos que no te costaría nada apartarme de tu camino.
—Tienes razón —dijo en lo que pensé que se daría por vencida, pero en vez de eso, soltó una escueta risa sin ánimos y me apartó—. Con tu permiso.
Cuando se marchaba la volví a besar.
—Detente-por-favor —me interrumpió marcando cada palabra y esta vez colocando ambas manos sobre mi pecho.
Cerró sus ojos, pero al abrirlos, vi de nuevo al brillo en ello. Algunos recuerdos hicieron conexión. Ese refulgir me dijo que no era satisfacción.
—¿Estás bien? —pregunté bajando mis brazos preocupado.
—No. Debo ir a cazar —soltó de inmediato—. Desde el viernes que no me… alimento —terminó la frase con dificultad al igual que su respiración.
Oh. Ya lo entendía.
—¿Por qué no te habías alimentado? —quise saber reprochándola de cierto modo, mal que mal, eran más de dos días, y aunque no sabía si la diferencia en la necesidad de ingerir alimentos era igual para ella y para mí, como pensé antes, son dos días.
—Tenía… asuntos que resolver —contestó dando un par de pasos.
“Asuntos”.
Más material para preguntarle más tarde sobre ello. Debían ser esos asuntos los que la hicieron cambiar de opinión desde el viernes. Yo aún podía recordar cuando me dijo: “No creo que pueda mantenerme alejada de ti”.
—Bebe de mí —le ofrecí exponiendo mi cuello con gusto, por lo que soltó una corta carcajada de nuevo.
—¿Te crees banco de sangre, ahora? ¿Donador voluntario?—preguntó con el sarcasmo impregnando su suave voz, y su mirada con molestia—. Las donaciones se pueden realizar solo una vez al mes y tú ya pasaste tu cuota para este.
Ignoré su comentario y no me molestó. Ella se veía mucho más molesta por ella misma de lo que yo me podría sentir, y aunque necesitaba seguir hablando con ella, de momento no pondría en riesgo su salud.
—Bebe de mí —insistí—. A mí no me importa.
—Muy bien “señor a mi no me importa nada”, resulta que a mí si me importa —reprochó apartándose aún más.
Por sus bromas y su sarcasmo, no estaba de buen humor y deduje de inmediato que cuando le dijera lo que había sucedido anoche, nada mejoraría, pero debía hacerlo.
Veía como comenzaba a alejarse y ya no podía seguir retrasándolo por más tiempo. Era el momento de hablar, pero ¿cómo?
—¡Jacobs! —solté logrando que se detuviera.
Y bueno; tal vez no fue la mejor manera de comenzar con esto…
Zafrina- .
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Fecha de inscripción : 13/05/2009
Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
KPOV
Robert se estaba comportando bastante extraño esa noche... bueno, no extraño, pero si diferente. A cada momento se lanzaba con preguntas que no podía responder por completo y tenía que darle solo la verdad a medias. Y luego sin más proemios, me besaba, logrando romper mis defensas y a la vez asegurándose, de seguro, de lo que más tarde me increpaba.
Deducía que algo no andaba bien conmigo por mi pronta actitud alejada hacia él. No era tonto. Él se daba cuenta, poniéndomelo aún más difícil, pero solo podía responderle con los hechos concretos y no menos importantes que le había mencionado anoche.
Hubo momentos en que no pude soportar tener su cuerpo presionando el mío contra el árbol, sobre todo al sentir su esencia como la degustación de un cóctel en mi boca en el momento menos oportuno. Su aroma y el golpetear de su sangre contra mis labios en cada frenético beso que me arrancaba eran como una tortura de las que hace décadas no había dejado que ocurriese, y eso que solo habían pasado dos días y nos dos semanas como fue mi antigua experiencia.
¿Por qué tenía que ser tan irresistible?
Estaba siendo fuerte, lo sabía. Apretaba mis puños sin siquiera tocar su rostro conteniéndome, pero me obligaba a apartarme aunque no quisiera salir jamás de entre sus brazos, ya que debía asegurarme de que volviera a su apartamento cuanto antes. El mero hecho de estar de noche en un lugar público en sus brazos no ayudaba en nada a la protección de Robert si mi creador aparecía, pero esperaría a que se fuera, vigilándolo desde lo más cerca posible que me permitieran mis instintos sin interferir más en el correr de su vida, aunque ya me había equivocado bastante al hablarle esta noche… y todas las anteriores, también.
Con la respiración entrecortada, la boca haciéndoseme agua y las insistencias de Robert en que bebiera de su sangre cuando en esos momentos me estaba torturando maquiavélicamente sin saberlo con ella, y además, cuando ya había prometido una vez nunca volver a beber la sangre de alguien aunque él me provocara romper dos veces esa promesa, traté de defender lo que quedaba de mi voluntad evitando su tentadora oferta con palabras de sarcasmo con la intención de alejarlo a pesar de que no me hiciera caso , y comencé a alejarme para estar en un lugar apropiado para mi situación.
No quería morderlo. Él no era una bolsa de sangre andante de la cual me podía abastecer cuando quisiera. Él era un ser humano como una vez yo también lo fui y no quería tratarlo como otra cosa. Además yo lo amaba y se merecía aunque fuera un mínimo de respeto de mi parte al causarle tantos problemas.
Avancé unos cuantos pasos dejándolo bajo el árbol, cuando escuché de su voz una palabra que no había escuchado en demasiados años quizá, y solo dirigida hacia mí.
¿De dónde había sacado él ese nombre?
Me detuve en seco de inmediato sin voltear creyendo haber escuchado mal, pero no fue así.
—Jacobs —volvió a repetir, pero esta vez lo hizo en un susurro apenas audible.
¿Coincidencias del destino que siguen atormentándome?
—¿De qué hablas? —inquirí, volteando impávidamente para verlo.
Trataba de ver en su expresión alguna señal por semejante coincidencia y el por qué de ella, pero no podía concentrarme y se me hacía imposible descubrirla.
—Katherine Jacobs. Ese es tu nombre —afirmó acercándose.
¿Cómo podía él saber algo así? Yo no recordaba en ningún momento habérselo comentado, de hecho, ni siquiera recordaba la última vez que mencioné ese nombre. Yo misma solo vivía como una sombra entre los mortales, para ellos apenas existía, a excepción de cuando era estrictamente necesario, claro. Sin nombre. Sin identidad. Tampoco podía recordar haber sido capaz de contarle algo más sobre mí a él, pero ahora me llamaba como una vez mi padre, mi madre y la gente me conoció.
—¡Cómo sabes eso! —exigí acercándome hasta estar solo a algunos centímetros de su cuerpo, olvidando toda compostura y toda inhibición al acercarme a él.
No creo que mi expresión haya sido muy amigable, ya que de inmediato el corazón de Robert comenzó a acelerarse, entonces retrocedió un paso alejándose de mí. No me cupo duda que logró ver al vampiro que yo quería enterrar dentro de mí.
Con vergüenza y arrepentimiento por mi reacción o lo que había causado en él, suspiré calmando el tono de mi voz y volví a preguntar, pero esta vez con el máximo sosiego que me permitía mi ansiedad.
—Robert, respóndeme. ¿Cómo sabes eso?
Él también suspiró, pero dándose por vencido. Me di cuenta que había estado guardando lo que diría por todo este momento.
—Anoche… —comenzó, escogiendo cuidadosamente las palabras que utilizaría—, después de que te marcharas, vino alguien a verme.
—¿Alguien? —repetí consternada.
Hace un rato, cuando estuve en su apartamento, no percibí ninguna otra esencia que no fuera la de él. Había pasado un día desde la supuesta visita que mencionaba, eso era cierto, además de que no me había alimentado y estaba limitada sobre mis reflejos, pero ¿cómo ni siquiera pude percibir algo?
¿Quién iría y hablaría sobre mí? ¿Balthazar? ¿Él fue capaz de venir y solo hablar con Robert y no hacerle daño?
No. Eso era imposible de creer, tan imposible como que yo pudiera vivir sin beber sangre nunca más. Por mucho que él pudiera cambiar en todos estos años, no podía solo haber hablado de mí sin amenazas o hacerle daño…
—Así es —respondió Robert—. Su nombre es Marianne y dijo que era tu hermana, incluso tenía el mismo anillo que tienes tú —concluyó apuntando con su mano la mía, algo nervioso.
El mundo se calló a mis pies en ese mismo instante. ¿Podía haber escuchado bien? ¿Marianne?
No. Esto era simplemente imposible de creer. No podía ser real. No podía ser ella.
—Robert, ¿de qué estás hablando? —le exigí, viéndome incrédula por lo que decía.
—Digo que después de que te fueras anoche, vino una mujer que decía ser tu hermana. Fue quien me dijo tu nombre, lo cual por lo demás, tú nunca me habías dicho.
—Imposible —balbuceé—. No puede ser ella. No puede.
Esto no tenía ni el más mínimo sentido para mí. ¿Por qué?
—¿Dónde está? —exigí de inmediato, pero no pudo responderme.
—Lo siento, Katherine. No lo sé —se excusó—. Pero ¿qué está sucediendo?
Ignoré su pregunta, no podía saber nada por el momento… ¿o tal vez si? No. No podía.
—Robert, vuelve a tu apartamento, por favor —le ordené. Había cosas por hacer—. Y no salgas —agregué.
—¿Qué? ¡No! ¡Tenemos que hablar! ¡Yo necesito saber que está sucediendo! —comenzó—. Necesito saber por qué te alteraste tanto, y por qué no se ven hace más de cien años. ¡Es tu hermana!
¿Cómo sabía eso, también? ¿Podía ser cierto?
—No tienes nada que saber —lo frené.
“En la ignorancia estaba su seguridad”
—Si, tengo que saber. Ella dijo algunas cosas y necesito saber la verdad —exigió y pude ver como sus mejillas se tornaban de un tono algo carmesí por la molestia, pero lo ignoré.
Él no sabría la verdad. Tal vez no podría soportarlo.
Comencé a caminar estando consciente de que solo debía alejarme un poco para que Robert no me viera y así asegurarme de que volviera a su apartamento y estuviera a salvo, aunque por lo de ayer, no era suficiente.
¡Cielos! ¿Cómo el destino podía seguir jugando de esta manera conmigo? ¿Qué estaba sucediendo? ¿Que acaso no le bastaba con todo lo que ya había pasado?
—¡Katherine, espera! —decía sin moverse.
—No, vete —le ordené sin mirarlo, y con un solo movimiento, me quité de su rango de visión.
Esperé. Incapaz de ir hasta él y mitigar mis ansias de que supiera sobre mi vida y mi pasado. Si hasta el hambre había pasado a segundo plano y le restaba importancia ahora, a pesar de la quemazón.
Esto no podía estar siendo peor.
Primero; me enamoro de un mortal. Segundo; Balthazar podría venir a mí otra vez por mi torpeza. Tercero; tenía que dejar a Robert por la misma razón anterior. Y ahora, ¿Marianne?
Robert se marchó a su apartamento a toda prisa tras estar apenas unos segundos observando el lugar en donde yo había desaparecido. Lo seguí, y cuando me aseguré de que ya entraba al edificio, de inmediato me alejé en busca de respuestas.
Eso era lo único que en esos momentos podía buscar.
Hace ya más de cien años había dado por concluidas mis suposiciones, y al parecer, todas antes de tiempo, porque nada parecía estar teniendo sentido ahora.
¿Qué podía significar todo esto?
Robert se estaba comportando bastante extraño esa noche... bueno, no extraño, pero si diferente. A cada momento se lanzaba con preguntas que no podía responder por completo y tenía que darle solo la verdad a medias. Y luego sin más proemios, me besaba, logrando romper mis defensas y a la vez asegurándose, de seguro, de lo que más tarde me increpaba.
Deducía que algo no andaba bien conmigo por mi pronta actitud alejada hacia él. No era tonto. Él se daba cuenta, poniéndomelo aún más difícil, pero solo podía responderle con los hechos concretos y no menos importantes que le había mencionado anoche.
Hubo momentos en que no pude soportar tener su cuerpo presionando el mío contra el árbol, sobre todo al sentir su esencia como la degustación de un cóctel en mi boca en el momento menos oportuno. Su aroma y el golpetear de su sangre contra mis labios en cada frenético beso que me arrancaba eran como una tortura de las que hace décadas no había dejado que ocurriese, y eso que solo habían pasado dos días y nos dos semanas como fue mi antigua experiencia.
¿Por qué tenía que ser tan irresistible?
Estaba siendo fuerte, lo sabía. Apretaba mis puños sin siquiera tocar su rostro conteniéndome, pero me obligaba a apartarme aunque no quisiera salir jamás de entre sus brazos, ya que debía asegurarme de que volviera a su apartamento cuanto antes. El mero hecho de estar de noche en un lugar público en sus brazos no ayudaba en nada a la protección de Robert si mi creador aparecía, pero esperaría a que se fuera, vigilándolo desde lo más cerca posible que me permitieran mis instintos sin interferir más en el correr de su vida, aunque ya me había equivocado bastante al hablarle esta noche… y todas las anteriores, también.
Con la respiración entrecortada, la boca haciéndoseme agua y las insistencias de Robert en que bebiera de su sangre cuando en esos momentos me estaba torturando maquiavélicamente sin saberlo con ella, y además, cuando ya había prometido una vez nunca volver a beber la sangre de alguien aunque él me provocara romper dos veces esa promesa, traté de defender lo que quedaba de mi voluntad evitando su tentadora oferta con palabras de sarcasmo con la intención de alejarlo a pesar de que no me hiciera caso , y comencé a alejarme para estar en un lugar apropiado para mi situación.
No quería morderlo. Él no era una bolsa de sangre andante de la cual me podía abastecer cuando quisiera. Él era un ser humano como una vez yo también lo fui y no quería tratarlo como otra cosa. Además yo lo amaba y se merecía aunque fuera un mínimo de respeto de mi parte al causarle tantos problemas.
Avancé unos cuantos pasos dejándolo bajo el árbol, cuando escuché de su voz una palabra que no había escuchado en demasiados años quizá, y solo dirigida hacia mí.
¿De dónde había sacado él ese nombre?
Me detuve en seco de inmediato sin voltear creyendo haber escuchado mal, pero no fue así.
—Jacobs —volvió a repetir, pero esta vez lo hizo en un susurro apenas audible.
¿Coincidencias del destino que siguen atormentándome?
—¿De qué hablas? —inquirí, volteando impávidamente para verlo.
Trataba de ver en su expresión alguna señal por semejante coincidencia y el por qué de ella, pero no podía concentrarme y se me hacía imposible descubrirla.
—Katherine Jacobs. Ese es tu nombre —afirmó acercándose.
¿Cómo podía él saber algo así? Yo no recordaba en ningún momento habérselo comentado, de hecho, ni siquiera recordaba la última vez que mencioné ese nombre. Yo misma solo vivía como una sombra entre los mortales, para ellos apenas existía, a excepción de cuando era estrictamente necesario, claro. Sin nombre. Sin identidad. Tampoco podía recordar haber sido capaz de contarle algo más sobre mí a él, pero ahora me llamaba como una vez mi padre, mi madre y la gente me conoció.
—¡Cómo sabes eso! —exigí acercándome hasta estar solo a algunos centímetros de su cuerpo, olvidando toda compostura y toda inhibición al acercarme a él.
No creo que mi expresión haya sido muy amigable, ya que de inmediato el corazón de Robert comenzó a acelerarse, entonces retrocedió un paso alejándose de mí. No me cupo duda que logró ver al vampiro que yo quería enterrar dentro de mí.
Con vergüenza y arrepentimiento por mi reacción o lo que había causado en él, suspiré calmando el tono de mi voz y volví a preguntar, pero esta vez con el máximo sosiego que me permitía mi ansiedad.
—Robert, respóndeme. ¿Cómo sabes eso?
Él también suspiró, pero dándose por vencido. Me di cuenta que había estado guardando lo que diría por todo este momento.
—Anoche… —comenzó, escogiendo cuidadosamente las palabras que utilizaría—, después de que te marcharas, vino alguien a verme.
—¿Alguien? —repetí consternada.
Hace un rato, cuando estuve en su apartamento, no percibí ninguna otra esencia que no fuera la de él. Había pasado un día desde la supuesta visita que mencionaba, eso era cierto, además de que no me había alimentado y estaba limitada sobre mis reflejos, pero ¿cómo ni siquiera pude percibir algo?
¿Quién iría y hablaría sobre mí? ¿Balthazar? ¿Él fue capaz de venir y solo hablar con Robert y no hacerle daño?
No. Eso era imposible de creer, tan imposible como que yo pudiera vivir sin beber sangre nunca más. Por mucho que él pudiera cambiar en todos estos años, no podía solo haber hablado de mí sin amenazas o hacerle daño…
—Así es —respondió Robert—. Su nombre es Marianne y dijo que era tu hermana, incluso tenía el mismo anillo que tienes tú —concluyó apuntando con su mano la mía, algo nervioso.
El mundo se calló a mis pies en ese mismo instante. ¿Podía haber escuchado bien? ¿Marianne?
No. Esto era simplemente imposible de creer. No podía ser real. No podía ser ella.
—Robert, ¿de qué estás hablando? —le exigí, viéndome incrédula por lo que decía.
—Digo que después de que te fueras anoche, vino una mujer que decía ser tu hermana. Fue quien me dijo tu nombre, lo cual por lo demás, tú nunca me habías dicho.
—Imposible —balbuceé—. No puede ser ella. No puede.
Esto no tenía ni el más mínimo sentido para mí. ¿Por qué?
—¿Dónde está? —exigí de inmediato, pero no pudo responderme.
—Lo siento, Katherine. No lo sé —se excusó—. Pero ¿qué está sucediendo?
Ignoré su pregunta, no podía saber nada por el momento… ¿o tal vez si? No. No podía.
—Robert, vuelve a tu apartamento, por favor —le ordené. Había cosas por hacer—. Y no salgas —agregué.
—¿Qué? ¡No! ¡Tenemos que hablar! ¡Yo necesito saber que está sucediendo! —comenzó—. Necesito saber por qué te alteraste tanto, y por qué no se ven hace más de cien años. ¡Es tu hermana!
¿Cómo sabía eso, también? ¿Podía ser cierto?
—No tienes nada que saber —lo frené.
“En la ignorancia estaba su seguridad”
—Si, tengo que saber. Ella dijo algunas cosas y necesito saber la verdad —exigió y pude ver como sus mejillas se tornaban de un tono algo carmesí por la molestia, pero lo ignoré.
Él no sabría la verdad. Tal vez no podría soportarlo.
Comencé a caminar estando consciente de que solo debía alejarme un poco para que Robert no me viera y así asegurarme de que volviera a su apartamento y estuviera a salvo, aunque por lo de ayer, no era suficiente.
¡Cielos! ¿Cómo el destino podía seguir jugando de esta manera conmigo? ¿Qué estaba sucediendo? ¿Que acaso no le bastaba con todo lo que ya había pasado?
—¡Katherine, espera! —decía sin moverse.
—No, vete —le ordené sin mirarlo, y con un solo movimiento, me quité de su rango de visión.
Esperé. Incapaz de ir hasta él y mitigar mis ansias de que supiera sobre mi vida y mi pasado. Si hasta el hambre había pasado a segundo plano y le restaba importancia ahora, a pesar de la quemazón.
Esto no podía estar siendo peor.
Primero; me enamoro de un mortal. Segundo; Balthazar podría venir a mí otra vez por mi torpeza. Tercero; tenía que dejar a Robert por la misma razón anterior. Y ahora, ¿Marianne?
Robert se marchó a su apartamento a toda prisa tras estar apenas unos segundos observando el lugar en donde yo había desaparecido. Lo seguí, y cuando me aseguré de que ya entraba al edificio, de inmediato me alejé en busca de respuestas.
Eso era lo único que en esos momentos podía buscar.
Hace ya más de cien años había dado por concluidas mis suposiciones, y al parecer, todas antes de tiempo, porque nada parecía estar teniendo sentido ahora.
¿Qué podía significar todo esto?
* * * * * * * * * * * * * * * *
Que tal, chicas?? Les gustó??? Eso si, disculpen el retraso…
Pobre Robert; siempre que necesita saber algo, Katherine lo deja marcando ocupado . Pero ya verá…
Saben que me he dado cuenta que al escribir tanto, tal vez se me pueden haber ido quedando algunas cosas en el tintero (o tal vez algún error, como el de arriba ).
Si algo he omitido, Uds. me dicen, ok???
No se, tal vez un detalle o algo… son varias páginas!!!
Pero por si acaso hay algo que sea importante mencionar… ustedes me dicen.
gracias nuevamente a todas...
En fin, chicas; recuerden siempre seguir creyendo…
Esa es mi única esperanza de que algún día me encuentre con algún sexy vampiro,
y si no es vampiro, un chico que sea como ROBERT!!!!!!
JAJAJA
Y prepárense para el “Próximo capítulo: Una Historia no Contada”
Que tal, chicas?? Les gustó??? Eso si, disculpen el retraso…
Pobre Robert; siempre que necesita saber algo, Katherine lo deja marcando ocupado . Pero ya verá…
Saben que me he dado cuenta que al escribir tanto, tal vez se me pueden haber ido quedando algunas cosas en el tintero (o tal vez algún error, como el de arriba ).
Si algo he omitido, Uds. me dicen, ok???
No se, tal vez un detalle o algo… son varias páginas!!!
Pero por si acaso hay algo que sea importante mencionar… ustedes me dicen.
gracias nuevamente a todas...
En fin, chicas; recuerden siempre seguir creyendo…
Esa es mi única esperanza de que algún día me encuentre con algún sexy vampiro,
y si no es vampiro, un chico que sea como ROBERT!!!!!!
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
ooooo por Dios omg omg omg quedo la historia en un momento culminante lastima que no halla mas pero me esperare ....... aunque en el ultimo capitulo y con todo repeto katherin me estaba callendo mal a dejar asi a rob ya que el le esta entregando su corazon ell deberia dejar caer sus barreras pronto por que si ella no lo quiere, aqui hay muchas que si lo amamos jajajajaja
espero que el proximo capitulo sea tan emocionante como este ...... enserio que escribes estupento kate
hola Ginger Masen gracias por tu bienvenida y si sabes que tines la razon kate es una maestra para escribir eso no lo pongo en duda y gracias por la bienvenida
EDITADO POR ADMINISTRACION, NO SE PUEDE HACER DOBLE POST
espero que el proximo capitulo sea tan emocionante como este ...... enserio que escribes estupento kate
hola Ginger Masen gracias por tu bienvenida y si sabes que tines la razon kate es una maestra para escribir eso no lo pongo en duda y gracias por la bienvenida
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Irina Denali- .
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
Kate q bueno esta amiga eres un genio
pero ya q tanto misterio esa katherin q termine de contarle a rob, ya quiero saber q paso con su hermana y xq blathazar no la buscado
pero ya q tanto misterio esa katherin q termine de contarle a rob, ya quiero saber q paso con su hermana y xq blathazar no la buscado
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
jajaja
gracias!!!!!!!!
pero en el proximo capitulo sabran todo...bueno, no todo. pero si muchas cosas...
y con respecto a balthazar, el asunto es q.............................................
tendran que esperar!!!
gracias!!!!!!!!
pero en el proximo capitulo sabran todo...bueno, no todo. pero si muchas cosas...
y con respecto a balthazar, el asunto es q.............................................
tendran que esperar!!!
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
heyyyyy kate aveces pienso que haces lo haces por maldad como tu mensaje jajajajajajajaja el de tenernos a la espectativa y solo darnos una pruebita del capitulo que viene pero te entiendo haci todo lo hace mas emocionante realmente te comportas como una escritora profecional mejor dicho con lo que escriviste de de baldazar me que de me tocaesperar por leerla pero bueno tocara esperar jajajajaja y kate una cosas eres una maestra
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Re: Una Historia Diferente (Fanfiction sobre Rob) (+18)
gracias!!!!!!!!!!!!!!!!!!1
Hola, chicas. ¿Cómo están?
No ha pasado mucho tiempo, o si?
En fin, este capítulo, y tal y como su nombre lo dice, es sobre una historia que no se había contado (obvio, jaja)… hasta ahora… Xd
* * * * * * * * *
Capítulo 14: UNA HISTORIA NO CONTADA
Hola, chicas. ¿Cómo están?
No ha pasado mucho tiempo, o si?
En fin, este capítulo, y tal y como su nombre lo dice, es sobre una historia que no se había contado (obvio, jaja)… hasta ahora… Xd
* * * * * * * * *
Capítulo 14: UNA HISTORIA NO CONTADA
RPOV
Cuando llegué a mi apartamento, de inmediato fui en busca de las llaves de mi auto, y además, tomé las que Katherine me había entregado el sábado por la mañana del lugar de donde vivía.
Ella había tomado la noticia sobre su hermana peor de lo que me imaginé, y no podía permitirme que estuviera sola en estos momentos. La contrariedad en su expresión me decía que esto había sido mucho más grande de lo que pude esperar, pero tan pronto como pudo, se marchó sin darme respuestas como siempre lo hacía, y de cierta manera o en otras palabras; cada vez que sentía que la de su vida era invadida. Pero yo aún necesitaba saber que había sucedido y qué significaba yo en comparación al Thomas que fue su prometido, así que por lo tanto, después de que me dejara marcando ocupado y al no saber a donde se dirigía, no me quedó otra opción que ir a la casona y esperarla, en el caso de que aún no se encontrara allí.
Teniendo las llaves en mi poder, bajé a toda prisa por el ascensor, salí del edificio hasta llegar a mi coche y comencé a conducir entre las calles a toda velocidad recordando el camino exacto hasta el norte de la ciudad que era en donde se ubicaba la casona.
No me costó trabajo encontrarla a pesar de que mi mente estaba aún en la reacción de Katherine ante lo que había dicho, la cual también, era mayor que el hecho de saber que ella no podía irse así como así, mal que mal, ella misma lo había dicho antes; “no podía alejarse aunque quisiera”, y esto definitivamente me decía que no puede haber surgido su idea de pronto en solo dos días.
Estacioné el vehículo una cuadra más allá de la entrada la casona. No sé muy bien el por qué de que lo hiciera tomando en cuenta la hora que era: más de las una de la mañana, pero aún así apagué el motor y comencé a caminar hasta la entrada del lugar en donde vivía y en donde se supone que encontraría todas mis respuestas.
Saqué las llaves de mi bolsillo, y en el mismo recorrido que hice el viernes por la noche y con la misma claridad que tenía ahora, llegué hasta la puerta ubicada al final de las escaleras en el tercer piso. Di un par de golpes a la puerta, y solo en el caso de que ya se encontrara allí, pero al no obtener respuesta desde el interior introduje la llave a la cerradura y entré a la oscuridad de la habitación, la cual me recibió igual a como lo había hecho antes. La diferencia esta vez, era que ésta oscuridad solo inquietaba; tanto por no tener a Katherine a mi lado, como porque la situación previa no fuera una cena, si no que prácticamente fue una discusión.
Saqué un encendedor para alumbrar mis pasos y de a poco comencé a prender las velas que iba encontrando, hasta que la habitación quedó bañada en una tenue luz mortecina que traía recuerdos a mi mente. Todo se veía igual a la última vez que pisé este lugar, solo que no había desorden y tampoco ropa en el suelo que evidenciara lo que había sucedido momentos antes.
Me senté en la orilla de la cama con dosel blanco e inconscientemente las imágenes del cuerpo de Katherine cubierto por las suaves sábanas blancas que insinuaban su perfección, además de la sensación de sus besos y caricias, comenzaron a pasar por mis pensamientos una y otra vez de manera incansable e irrefrenable, hasta que por el rabillo del ojo, un destello brillante desde el velador junto a la cama llamó mi atención.
Era el collar que yo le había obsequiado, y la luz anaranjada de las llamas de las velas daba de lleno en la piedra de lapislázuli. Con una mano lo tomé dejando colgar el dije para verlo a contraluz, mientras que con la otra, lo volteé para leer las palabras que había pedido que grabaran en él para ella.
“Solo por ser mi Amor. Solo por que tú eres mi amor”.
Eran tan breves esas palabras y tan simples los motivos por los que yo estuviera allí esa noche esperándola, que no quedaban en mi mente espacios para posibles cuestionamientos. No podía haber nada más que incondicionalidad en esto, tal y como se supone que debe ser, pero a la vez era tan compleja la situación que le estaba llevando a Katherine sin un sentido que yo supiera, porque, ¿por qué no iba a permitir que la quisieran?
Dejé nuevamente el collar que me recordaba a la intensidad de sus ojos sobre el velador y comencé a caminar alrededor de la habitación viendo las cosas que antes no había podido ver.
Habían varios CD’s en una repisa junto a su equipo de música. Algunos grupos antiguos que no conocía y otros modernos que yo escuchaba con frecuencia, pero por sobre todo, había mucha música clásica y estilos similares. Beethoven, Vivaldi, Edward Grieg, Eric Satie, Sebastian Bach, Chopin, y solo por mencionar algunos de los que vi a simple vista. Había bastante variedad y mucho de donde elegir para una cálida tarde en la cual relajarse bajo la sombra de un árbol…
Pero Katherine no podía salir a la luz del sol.
Seguí recorriendo con mi mirada los demás estantes entre débil luz que me otorgaban las velas, y me percaté que también había una cantidad impresionante de libros con títulos tan variados como en una librería, desde literatura clásica hasta literatura infantil. Incluso había algunos libros que me leía mi madre cuando era niño. Antologías de Wilde junto a otros escritores, y también, gran diversidad.
De la repisa de más arriba de donde seguí observando, me llamó la atención un libro que no tenía título visible y que solo me mostró una cubierta de tela burdeo cuando lo tomé.
Era antiguo. Se evidenciaba tanto por el desgaste del forro, como por la amarillenta apariencia de los bordes de las páginas cuando lo abrí, pero a pesar de eso, también percibía que era un texto muy cuidado.
Se trataba de un libro de Poemas de Edgar Allan Poe, según las letras negras de la segunda página de la antigua edición, y más arriba de su título impreso, me percaté de que había una dedicatoria escrita a mano con negras letras despreocupadas, pero estilizadas; letras femeninas.
Con Amor, para mi Arthur.
De tu amada esposa,
Ángela.
Ninguno de los nombres hizo eco en mis recuerdos, pero antes de que siguiera buscando más indicios de ello, tras abrir el libro en donde había marcado un poema titulado “A Alguien en el Paraíso” cayeron un par de fotografías.
Eran antiguas, al igual que el libro, y en la primera de ellas había una pareja vestida con trajes de época que inconscientemente me recordaban a las fotografías que tomaban en algunos estudios especializados, en donde la gente se disfrazaba y a las fotos les daban unos tonos sepia o en blanco y negro para que parecieran antiguas, aunque era más que obvio que a estas no se les había hecho ningún tipo de montaje. Eran completamente originales, tanto por calidad como por definición, aún así, podía ver a un hombre joven de pie sonriendo ampliamente detrás de una mujer muy bella que supuse que sería su esposa, la cual se encontraba sentada y tenía a una bebé entre sus brazos.
El parecido de la mujer con Katherine era increíble, era incluso más sorprendente que el parecido con Marianne, quien, si no me hubiese dicho la relación de hermanas entre ellas, yo no habría sido capaz de encontrar las similitudes sin detención. Pero ahora no era necesaria ninguna previa indicación para encontrar el parecido.
¿Será ésta su familia?
La bebé podría ser perfectamente Katherine y las demás personas sus padres, pero ¿cómo saberlo? Era solo una bebé la que aparecía.
Volteé la imagen para ver que decía, en el caso de que hubiera algún nombre o algo, pero solo encontré una fecha escrita en ella: Diciembre de 1878.
No me decía mucho… Bueno, aparte de que era “muy” antigua…
Después de un par de segundos, pasé a la segunda fotografía que seguía la misma línea de la primera: parecer un montaje de estudios especializados. Vi al mismo hombre que antes, pero esta vez, con bastantes años encima. No estaban acompañándolo ni la mujer, ni la bebé (obvio, la bebé debería haber crecido mucho…) pero en vez de ellas, se encontraban dos jóvenes de pie sonriendo; una a cada lado del hombre que se encontraba sentado. Una de ellas era Marianne y la otra era Katherine. Fue imposible no reconocerlas a pesar del cambio en los atuendos.
Era increíble que esas dos jóvenes que parecían quererse tanto la una a la otra en la fotografía, llevaran más de cien años sin hablarse siendo hermanas. Ahora no había rastro de aquellas especiales sonrisas y no dejaba de repetirme una y otra vez lo sorprendente que era que las cosas pudieran cambiar tan drásticamente…
Como la razón que me traía aquí ahora, pensé; Lo de “cambiar drásticamente”.
Pero no permitiría que siguiera ocurriendo así para Katherine. Yo le devolvería la sonrisa a la mujer que amaba costara lo que me costara, aunque para eso tuviera que dar la vuelta al mundo en ochenta días, como decía el título de uno de sus libros.
Cuando llegué a mi apartamento, de inmediato fui en busca de las llaves de mi auto, y además, tomé las que Katherine me había entregado el sábado por la mañana del lugar de donde vivía.
Ella había tomado la noticia sobre su hermana peor de lo que me imaginé, y no podía permitirme que estuviera sola en estos momentos. La contrariedad en su expresión me decía que esto había sido mucho más grande de lo que pude esperar, pero tan pronto como pudo, se marchó sin darme respuestas como siempre lo hacía, y de cierta manera o en otras palabras; cada vez que sentía que la de su vida era invadida. Pero yo aún necesitaba saber que había sucedido y qué significaba yo en comparación al Thomas que fue su prometido, así que por lo tanto, después de que me dejara marcando ocupado y al no saber a donde se dirigía, no me quedó otra opción que ir a la casona y esperarla, en el caso de que aún no se encontrara allí.
Teniendo las llaves en mi poder, bajé a toda prisa por el ascensor, salí del edificio hasta llegar a mi coche y comencé a conducir entre las calles a toda velocidad recordando el camino exacto hasta el norte de la ciudad que era en donde se ubicaba la casona.
No me costó trabajo encontrarla a pesar de que mi mente estaba aún en la reacción de Katherine ante lo que había dicho, la cual también, era mayor que el hecho de saber que ella no podía irse así como así, mal que mal, ella misma lo había dicho antes; “no podía alejarse aunque quisiera”, y esto definitivamente me decía que no puede haber surgido su idea de pronto en solo dos días.
Estacioné el vehículo una cuadra más allá de la entrada la casona. No sé muy bien el por qué de que lo hiciera tomando en cuenta la hora que era: más de las una de la mañana, pero aún así apagué el motor y comencé a caminar hasta la entrada del lugar en donde vivía y en donde se supone que encontraría todas mis respuestas.
Saqué las llaves de mi bolsillo, y en el mismo recorrido que hice el viernes por la noche y con la misma claridad que tenía ahora, llegué hasta la puerta ubicada al final de las escaleras en el tercer piso. Di un par de golpes a la puerta, y solo en el caso de que ya se encontrara allí, pero al no obtener respuesta desde el interior introduje la llave a la cerradura y entré a la oscuridad de la habitación, la cual me recibió igual a como lo había hecho antes. La diferencia esta vez, era que ésta oscuridad solo inquietaba; tanto por no tener a Katherine a mi lado, como porque la situación previa no fuera una cena, si no que prácticamente fue una discusión.
Saqué un encendedor para alumbrar mis pasos y de a poco comencé a prender las velas que iba encontrando, hasta que la habitación quedó bañada en una tenue luz mortecina que traía recuerdos a mi mente. Todo se veía igual a la última vez que pisé este lugar, solo que no había desorden y tampoco ropa en el suelo que evidenciara lo que había sucedido momentos antes.
Me senté en la orilla de la cama con dosel blanco e inconscientemente las imágenes del cuerpo de Katherine cubierto por las suaves sábanas blancas que insinuaban su perfección, además de la sensación de sus besos y caricias, comenzaron a pasar por mis pensamientos una y otra vez de manera incansable e irrefrenable, hasta que por el rabillo del ojo, un destello brillante desde el velador junto a la cama llamó mi atención.
Era el collar que yo le había obsequiado, y la luz anaranjada de las llamas de las velas daba de lleno en la piedra de lapislázuli. Con una mano lo tomé dejando colgar el dije para verlo a contraluz, mientras que con la otra, lo volteé para leer las palabras que había pedido que grabaran en él para ella.
“Solo por ser mi Amor. Solo por que tú eres mi amor”.
Eran tan breves esas palabras y tan simples los motivos por los que yo estuviera allí esa noche esperándola, que no quedaban en mi mente espacios para posibles cuestionamientos. No podía haber nada más que incondicionalidad en esto, tal y como se supone que debe ser, pero a la vez era tan compleja la situación que le estaba llevando a Katherine sin un sentido que yo supiera, porque, ¿por qué no iba a permitir que la quisieran?
Dejé nuevamente el collar que me recordaba a la intensidad de sus ojos sobre el velador y comencé a caminar alrededor de la habitación viendo las cosas que antes no había podido ver.
Habían varios CD’s en una repisa junto a su equipo de música. Algunos grupos antiguos que no conocía y otros modernos que yo escuchaba con frecuencia, pero por sobre todo, había mucha música clásica y estilos similares. Beethoven, Vivaldi, Edward Grieg, Eric Satie, Sebastian Bach, Chopin, y solo por mencionar algunos de los que vi a simple vista. Había bastante variedad y mucho de donde elegir para una cálida tarde en la cual relajarse bajo la sombra de un árbol…
Pero Katherine no podía salir a la luz del sol.
Seguí recorriendo con mi mirada los demás estantes entre débil luz que me otorgaban las velas, y me percaté que también había una cantidad impresionante de libros con títulos tan variados como en una librería, desde literatura clásica hasta literatura infantil. Incluso había algunos libros que me leía mi madre cuando era niño. Antologías de Wilde junto a otros escritores, y también, gran diversidad.
De la repisa de más arriba de donde seguí observando, me llamó la atención un libro que no tenía título visible y que solo me mostró una cubierta de tela burdeo cuando lo tomé.
Era antiguo. Se evidenciaba tanto por el desgaste del forro, como por la amarillenta apariencia de los bordes de las páginas cuando lo abrí, pero a pesar de eso, también percibía que era un texto muy cuidado.
Se trataba de un libro de Poemas de Edgar Allan Poe, según las letras negras de la segunda página de la antigua edición, y más arriba de su título impreso, me percaté de que había una dedicatoria escrita a mano con negras letras despreocupadas, pero estilizadas; letras femeninas.
Con Amor, para mi Arthur.
De tu amada esposa,
Ángela.
Ninguno de los nombres hizo eco en mis recuerdos, pero antes de que siguiera buscando más indicios de ello, tras abrir el libro en donde había marcado un poema titulado “A Alguien en el Paraíso” cayeron un par de fotografías.
Eran antiguas, al igual que el libro, y en la primera de ellas había una pareja vestida con trajes de época que inconscientemente me recordaban a las fotografías que tomaban en algunos estudios especializados, en donde la gente se disfrazaba y a las fotos les daban unos tonos sepia o en blanco y negro para que parecieran antiguas, aunque era más que obvio que a estas no se les había hecho ningún tipo de montaje. Eran completamente originales, tanto por calidad como por definición, aún así, podía ver a un hombre joven de pie sonriendo ampliamente detrás de una mujer muy bella que supuse que sería su esposa, la cual se encontraba sentada y tenía a una bebé entre sus brazos.
El parecido de la mujer con Katherine era increíble, era incluso más sorprendente que el parecido con Marianne, quien, si no me hubiese dicho la relación de hermanas entre ellas, yo no habría sido capaz de encontrar las similitudes sin detención. Pero ahora no era necesaria ninguna previa indicación para encontrar el parecido.
¿Será ésta su familia?
La bebé podría ser perfectamente Katherine y las demás personas sus padres, pero ¿cómo saberlo? Era solo una bebé la que aparecía.
Volteé la imagen para ver que decía, en el caso de que hubiera algún nombre o algo, pero solo encontré una fecha escrita en ella: Diciembre de 1878.
No me decía mucho… Bueno, aparte de que era “muy” antigua…
Después de un par de segundos, pasé a la segunda fotografía que seguía la misma línea de la primera: parecer un montaje de estudios especializados. Vi al mismo hombre que antes, pero esta vez, con bastantes años encima. No estaban acompañándolo ni la mujer, ni la bebé (obvio, la bebé debería haber crecido mucho…) pero en vez de ellas, se encontraban dos jóvenes de pie sonriendo; una a cada lado del hombre que se encontraba sentado. Una de ellas era Marianne y la otra era Katherine. Fue imposible no reconocerlas a pesar del cambio en los atuendos.
Era increíble que esas dos jóvenes que parecían quererse tanto la una a la otra en la fotografía, llevaran más de cien años sin hablarse siendo hermanas. Ahora no había rastro de aquellas especiales sonrisas y no dejaba de repetirme una y otra vez lo sorprendente que era que las cosas pudieran cambiar tan drásticamente…
Como la razón que me traía aquí ahora, pensé; Lo de “cambiar drásticamente”.
Pero no permitiría que siguiera ocurriendo así para Katherine. Yo le devolvería la sonrisa a la mujer que amaba costara lo que me costara, aunque para eso tuviera que dar la vuelta al mundo en ochenta días, como decía el título de uno de sus libros.
Zafrina- .
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