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Mensaje por MAJO 13/7/2011, 3:43 pm

[b]weno q puedo deciir maz q me enknta la hiiztoriia en ezpeciial loz lemmons weno todo tambn q me encanta q eztan enamoradoz ii no ze dan cuanta waaaaaa...... iia quelo vr q paza ziiiiii!!!!!
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Mensaje por Citly Patzz 18/7/2011, 3:40 pm

Capitulo 16
"Oui"

Me quería.

Suspiré profundamente, bostezando contra su cálida piel, moviéndome más cerca hacia el
sonido de su corazón. Cada noche que pasábamos juntos me despertaba en la misma
postura: tumbado sobre ella, presionando mi cara en sus pechos y mis brazos rodeándola
con firmeza. Me sentía atraído por Bella, incluso cuando dormíamos, como si mi cuerpo
ansiara el suyo cuando mi mente dormitaba.

En mis 28 años, había pasado la noche con varias mujeres. A veces las abrazaba cuando
dormíamos, pero no era como esto. Justo como cuando estábamos despiertos, no me
sentía lo suficientemente cerca, como si mi cuerpo creyera que abrazándome a ella con
fuerza pudiéramos quedarnos anclados para siempre. Tenía que admitir que esa idea
sonaba cada vez mejor, cuando me lo imaginaba.

Me tumbé apoyado sobre mi codo, observándola. La luz de la luna llena entraba por la
ventana, iluminando su habitación lo suficiente para poder verla, dibujado siluetas de
árboles susurrantes a lo largo de las paredes y depositando en ella su suave resplandor
azul. Suspiró mientras dormía, apretando sus labios y frunciendo el ceño ligeramente
mientras reajustada su postura. Su pelo oscuro caía de mis propias manos,
esparciéndose a lo largo de las blancas almohadas, descansando su mano derecha al
lado de su cabeza y la izquierda encima de su pecho. Nunca dejaría de maravillarme lo
preciosa que era. Alcancé su mano izquierda, acariciando con mis dedos toda su piel. La
agarré y planee un beso en su palma, admirando sus largos y delicados dedos, sin ningún
tipo de joyería.

De repente una imagen se me pasó por la mente. Me vi a mi mismo arrodillado,
deslizando un precioso anillo en su dedo, pidiéndole que fuera suyo para siempre, y ella
para mí. La claridad de esa escena era tan apabullante que casi me quita el aliento.
Presioné mi frente contra su pecho y cerré los ojos con fuerza, deseando poder
calmarme, dejando atrás esa mezcla de pánico y euforia que me había evocado la
escena. Me llamó la atención cuan diferente era este sentimiento de ahora del del pasado.
Por primera vez, tenía ante mi un futuro incierto, y estaba aterrorizado. Como si hubiera
sentido mi lucha, Bella retorció sus dedos alrededor de los míos mientras dormía,
relajándome casi sin darme cuenta. Unas respiraciones profundas y treinta y dos latidos
del corazón de Bella más tarde, me sentí calmado… y casi dormido.

Me separé de ella, rodando sobre mi espalda y eché un vistazo al techo oscurecido casi
sin prestar atención. Estaba perdido pensando en Bella, en nosotros, en lo que yo quería
darle. En segundos ella se movió, acurrucándose a mi lado, apoyando su cabeza en mi
hombro y su pierna sobre mi cadera. La acerqué a mí, girando mi cuerpo hacia ella y
cerrando los ojos de nuevo, concentrándome en lo perfecta que quedaba a mi lado. Pasé
mis dedos distraídamente por si pelo y volví a pensar en lo cerca que había estado de
joderlo todo.

Me moví ligeramente hasta el borde de la cama, buscando en los bolsillos traseros de mis
pantalones una caja delgada y alargada de Dior. Me volví a tumbar y la abracé con fuerza
otra vez, abriendo la caja y pasando mi dedo por los delicados eslabones del brazalete,
con la palabra “Oui“ uniendo los dos extremos. La luz de la luna brillaba sobre la
superficie pulida, y aunque era una pieza de joyería muy simple, representaba todo lo que
Bella era: natural, elegante y hermosa. Una palabra tan simple, gravada con una escritura
simple en suave platino nos representaba: nuestra conexión, nuestra pasión y nuestra
promesa.

Afortunadamente, ella entendería el significado.

Lo saqué de la cajita, y lo puse alrededor de la muñeca de Bella, buscando a tientas el
pequeño broche. Me preocupé momentáneamente que ella pusiera algún tipo de objeción
o discrepara por hacerle un regalo, pero la sensación de orgullo que sentí al verla
durmiendo tan solo con mi brazalete encima, rápidamente eclipsó mis miedos.

Después del fiasco con Emmett en mi apartamento, la pasada mañana, sabía que
necesitaba mostrarle como me sentía, algo tangible que la hiciera recordar lo que
significábamos el uno para el otro. Me pasé el resto de ese día en mi despacho, llamando
a unos cuantos antiguos colegas de Louis Vuitton, para tener en mis manos ese brazalete.
No hubiera sido tan fácil recibirlo en un plazo tan breve; era una de las ventajas de tener
dinero y poder.

Mi estómago se retorció al recordar su cara de dolor e indiferencia cuando se fue de mi
apartamento, sabiendo que el único culpable era yo. Me sentí indefenso frente a Emmett,
sabiendo que ella estaba en la habitación escuchando cada palabra. Incluso yo mismo me
sorprendí por la facilidad con que las mentiras salían de mi boca; ahora volvía de manera
natural a la persona fría y sin corazón donde me solía esconder en mis quehaceres
diarios.

Sabía que Emmett sentía que estaba actuando de manera sospechosa, pero yo no tenía
ni idea de que él realmente ya se lo figuraba. Consideré por un momento la posibilidad de
que Rose pudiera haber soltado algo, pero rápidamente lo descarté. Ella me había dado
su palabra y a pesar de nuestras diferencias, la creía.

Incluso cuando éramos niños, Emmett siempre había sido el que mejor me conocía,
siempre viendo más allá de lo que yo mismo quería. Ayer había sido implacable,
convencido de que me estaba comportando inapropiadamente.
Me mataba que tuviera razón.

De repente me sentía enfadado y acorralado en una esquina, gritando que ella no
significaba nada para mí. En el momento en que mis palabras salieron de mi boca, una
sensación de culpabilidad y terror me golpeó violentamente el pecho, sabiendo, sin ni
siquiera ver su cara, que la había herido.

Finalmente, cuando había logrado convencer a Emmett para que se fuera, el sonido de un
teléfono móvil vibrando llenó el salón. Observé como se daba cuenta de que no estaba
solo, asumiendo de que tenía alguna mujer conmigo, y disculpándose antes de irse.
Él no era el único que debía disculparse.

Cuando volví con ella, supe instantáneamente que el daño ya estaba hecho. Estaba
distante, y evitaba mirarme a los ojos mientras se vestía, inventándose la excusa de que
había quedado con una amiga. Intenté calmar sus miedos, recordándole que solo había
dicho esas cosas porque le había prometido mantener nuestro secreto. Intentó decirme
que todo iba bien, pero a estas alturas ya la conocía demasiado bien, y era incapaz de
disimular delante de mí. Me las apañé para convencerla de que volviera a pasar la noche
conmigo, jugando con su debilidad por mis caricias. Recé en silencio cuando ella aceptó
sin demasiado entusiasmo, prometiéndome a mi mismo que haría las cosas bien.
Y las haría bien por que la necesitaba. Porque la quería.

Por primera vez en mi vida, conocía la profundidad de esas palabras.
El sonido de mi estómago vacío me recordó que no habíamos cenado. Sonreí al pensar
que esto nos solía pasar a menudo. Dándole un pequeño beso en su pecho y otro en sus
labios, salí de la cama, con cuidado para no despertarla.

Casi estallo en risas mientras intentaba contar las veces que me había imaginado en su
habitación. Una de mis fantasías mas recurrentes consistía en imaginármela tumbada
sobre su cama y follármela hasta que perdiera el sentido. La segunda iba sobre hacérselo
sobre la mesa de mi despacho.

Encontré mis bóxers en la silla de al lado de la cama, me los puse y caminé hacia el
salón, cerrando la puerta silenciosamente. La sala era más grande de lo que pensaba, y
las enormes ventanas se alineaban en las paredes color chocolate, avisándome de que
debía encender la luz. El suelo era del mismo color cereza que la habitación, cubiertos
también por una alfombra. Era obvia la gran dedicación que había en cada detalle de la
sala; desde las fotografías en blanco y negro que adornaban las paredes, hasta la
lámpara araña de cristal que colgaba sobre dos grandes y cómodos sofás, colocados
enfrente de una decorada chimenea.

Cogí una manzana del bol que había sobre la mesita, tomándome mi tiempo para admirar
algunas de las fotos, reconociendo a Bella instantáneamente. Había fotos de los que,
supuse, serían sus padres, otras con algunos adolescentes y bastantes recientes. Me
detuve en cuanto reconocí una que ya había visto antes. La misma fotos que decoró la
mesa de mi despacho durante años, en un marco digital; una preciosa chica morena
estaba de pie entre mis padres, sonriéndome. Sabía que la chica de la foto era Bella
desde que habíamos empezado a trabajar juntos, pero verla aquí, en su casa, era surreal.
Siempre supe que Bella pasaba tiempo con mi familia, pero obviamente me había
desinteresado por la importancia de ellos en su vida. Me acordé de verla con Carrington.
Parecían muy cómodas, como si para la niña fuera la cosa más natural del mundo estar
en el regazo de Bella. Verlas juntas evocó en mí un sentimiento que nunca había sentido.
Por primera vez en mi vida, la idea de tener niños se convertía en una posibilidad, en
lugar de un acontecimiento vagamente ambientado en un futuro lejano.
Mi cuerpo se tensó y me enderecé cuando dos brazos rodearon mi cintura.

-“Aquí estás,“ susurró lentamente, plantando un beso en mi espalda.

-“Tenía hambre,“ murmuré, girándome en sus brazos, y enseñándole la manzana mordida.

-“Intenté no despertarte.“

-“Uhmm. Bueno, mi sábana se había ido,“ respondió, abrazándome con más fuerza y
levantando la barbilla.

-“Te echo de menos cuando no estás allí.“

Sonreí y me incliné para besar suavemente sus labios, deleitado de que se hubiera
referido a la manera en como la abrazaba mientras dormía.

-“Veamos que podemos hacer para asegurarme de que no me echas de menos,“ susurré
contra sus labios. Asintió y acaricié su mejilla con el reverso de mi mano.

-“Recuerdas la regla acerca de que no podía irme sin darte un beso de despedida?“

-“Sí,“ respondí mientras seguía acariciando su cara.

-“Me gustaría la misma regla para ti,“ dijo suavemente, con un ápice de tristeza en su voz.

Mi mano se detuve y la miré a los ojos. Le preocupaba que me fuera?

-“Prometo que nunca me iré sin besarte primero. No voy a irme a ningún lado, cariño…
además, te besé. Justo aquí,“ susurré, acariciando con mi pulgar su labio superior,
plantado ahí un pequeño beso.

-“Y aquí,“ me aparté ligeramente y me incliné, cubriendo su pecho con mi boca mientras ella gemía.

-“Te he dicho ya lo mucho que me gustas con mi camisa?“

-“Puede que lo mencionaras,“ dijo suspirando, mientras mi boca se movía hacia el otro
pecho. Sus manos se aferraron a mi pelo, atrayéndome a ella. Mi lengua se movía sobre
su pezón endurecido por encima del fino algodón de mi camisa, mordiéndolo un poco,
sintiendo como me endurecía al escuchar los sonidos que ella hacía.

-“No has dicho que querías comer?“ preguntó casi sin aliento, moviendo sus dedos por mi pelo.

-“Oh, estoy a punto de hacerlo.“

Me puse de rodillas enfrente de ella, levantando el borde de la camisa y agarrando sus
caderas con mis manos, atrayéndola a mí. Los músculos de su estómago se tensaron
bajo mis labios mientras besaba el trayecto hasta su ombligo.

-“Pero-“ dijo, protestando.

-“Shh…,“ respondí, empujando ligeramente su espalda, haciendo que el cuero del sillón
chirriara cuando se tumbó sobre el.

-“No puedo esperar.“

-“Edward,“ susurró suavemente, mirándome a los ojos en la oscuridad.

Coloqué las palmas de mis manos en el interior de sus muslos, apartándolos, dejándola
abierta y expuesta para mí. Mis ojos viajaron por su cuerpo, perfectamente iluminado por
la tenue luz de la luna. Deslicé mis manos hacia sus caderas, llevándola hasta el borde
del sofá, haciendo que jadeara. Sin malgastar más tiempo, levanté sus piernas,
colocándolas sobre mis hombros, girando mi cabeza para besar su muslo.

-“Dímelo, Bella.“ murmuré contra su piel. Gimió en alto y tiró de mi pelo, guiándome hacia
delante.

-“Te quiero,“ susurró. Escuchar esas palabras de nuevo, hizo que cayera mi último muro de
compostura.

En el momento en que mis labios la tocaron, fui incapaz de detener el gruñido que emanó
desde lo más profundo de mi pecho. Acaricié con mis labios la delicada y desnuda piel de
lado a lado, cerrando mis ojos. Todo sobre ella me abrumaba: sus sonidos, su olor y
especialmente, su sabor. Inhalando profundamente, gruñí de nuevo, pudiendo saborearla
literalmente antes de que mi lengua hiciera contacto.

Su cuerpo vibró debajo de mí y aumenté la presión agarrando sus caderas.

-“Tranquila, cariño. Paciencia.“ susurré con mis labios flotando justo encima de ella.

-“Ya sabes que siempre te lo hago muy bien.“ Levanté la vista para mirarla.

-“Verdad?“

Podía ver en la oscuridad la forma de sus pezones endurecidos a través de la fina tela de
mi camisa, con sus pechos subiendo y bajando rápidamente, acompasando su respiración
acelerada. Verla tan excitada y físicamente afectada por la mera anticipación de mis
caricias, mandó una ola de excitación a mi ya dolorosa y dura entrepierna.

-“Verdad, Bella?“ El aliento que solté al decir esas palabras abanicó su piel pegajosa,
haciendo que levantara las caderas del cuero del sofá. Incrementé la fuerza de mi agarre,
sujetándola con más firmeza, emocionado cuando susurró un 'sí', sonando más como un
ruego que como una respuesta.

Acaricié su piel con la punta de mi lengua, trazando círculos lentamente sin tocar su
clítoris. Gimoteó un poco, pero con una sonrisa en sus labios mientras la saboreaba con
largas lametadas, finalmente dándole lo que quería.

-“Sí. Oh Dios, Edward, sí. Oh joder, Edward.“

Dios, si seguía así, me iba a correr solo con escucharla.

-“Te quiero dentro de mí,“ rogó, acariciando mi cara con sus dedos.

-“Quieres decir… así?“ Aparté una mano de su cadera, y abriéndola deslicé mi lengua
dentro, gimiendo al saborearla.

-“Joder, cariño,“ Comencé a decir, apartándome para sustituir mi lengua por mis dedos.

-“Puedo saborearnos a ambos. Tienes idea de lo jodidamente caliente que es eso?“

Me volví insaciable, lamiendo, chupando y saboreando, dejando que los sonidos y los
movimientos incontrolados de su cuerpo mientras llegaba al clímax, me abrumaban.
Levanté la mirada y esperé, esperando a ver el momento exacto en que llegara su
orgasmo.

Estaba tan preciosa. Ojos cerrados, boca cerrada, completamente ajena al resto del
mundo excepto del placer que le estaba dando. Estaba deseando clavarme en su interior,
para aliviar esa necesitad dolorosa que sentía, pero quería que todo fuera para ella. Un
pequeño e insignificante agradecimiento por todo lo que había traído a mi vida.
Tomé su clítoris en mi boca, chupando ligeramente, observando como su cuerpo se
arqueaba y se tensaba alrededor de mis dedos. Sus manos tiraron de mi pelo con fiereza
y gritó mi nombre mientras se corría. Planté un beso en cada uno de sus muslos
temblorosos, y puse su pie en el suelo, besando su cuerpo.

“Estás tan preciosa cuando te corres,“ susurré contra la suave piel de debajo de su oreja.

Agarró mi pelo y me atrajo a ella, besándome profundamente y gimiendo en mi boca
mientras se saboreaba a si misma. Sus manos se movieron por mi pecho y mi estómago,
y sentí un escalofrío cuando sus dedos acariciaron mi polla. Agarré sus manos con las
mías, y sacudo la cabeza.

“No, cariño.“

“Pero-“

“No, no hay peros. Hoy todo es para ti,“ susurré contra sus labios.

-“De todos modos, me gusta esto cuando estoy contigo.“ Nos reímos y moví mi mano para enredarla en su pelo.

-“Déjame dártelo todo.“

Me miró pensativa por un momento, antes de sujetar mi mandíbula y besarme
suavemente.

-“Hablando de dar cosas,“ comenzó a decir, señalando la joya que había alrededor de su
muñeca.

- “Te importaría decirme de donde ha salido esto?“

Agarré su muñeca, plantando un beso en la delicada cadena y la miré a los ojos.

- “Quería darte algo,“ comencé a decir, sin estar muy seguro de mi mismo. “Algo que te recordara… lo que…“ me quedé sin palabras, no muy seguro de como describirlo.

-“Lo entiendo,“ susurró. -“Y es precioso. Nunca me lo quitaré.“

No podía expresar con palabras lo mucho que amaba a estar mujer. Enredé mis manos
en su pelo y la atraje a mí, intentando colmar todo lo que sentía mientras la besaba
apasionadamente. Cuando me aparté y volví a recuperar el aliento, descansé mi frente
sobre la suya.

-“Te quiero, Bella. Recuerda eso siempre.“ Ella asintió, con la misma excitación que yo
sentía.

-“Yo también te quiero. Vas a dejar que te dé de comer?“ Se rió en cuanto yo arqueé una
ceja. “Comida.“ Enfatizó.

-“Por favor,“ contesté riendo, besando su frente antes de ofrecerle mi mano para que se
pusiera de pie.

-“Allí está la cocina,“ dijo señalando. -“Voy a arreglarme. Enseguida estoy.“

Observé como caminaba hacia la habitación, admirando la manera en que sus largas
piernas se mostraban en mi camisa, y no pude evitar sonreír. Estar con ella era tan fácil,
tan diferente a las otras relaciones que había tenido en el pasado. Ella me entendía, a
veces terminaba mis frases antes de que pusiera terminarlas en mi propia cabeza. La
misma visión que había tenido mientras la miraba dormir volvió a mi mente, y me pregunté
como sería pasar cada día de esta manera.

Sacudí la cabeza y me di cuenta de que me estaba adelantando; todavía teníamos que
decírselo a todo el mundo. Mi estómago se encogió y aparté esa idea de mi cabeza. Me
quería concentrar en ahora. Estábamos juntos, y yo estaba jodidamente contento. Por
primera vez iba a dejar de ser un obsesivo, y simplemente disfrutar.

Entré en la cocina, y encendí una pequeña lámpara que había sobre una mesita cercana
a la puerta. El espacio era amplio y obviamente había sido decorado por alguien que
pasaba aquí mucho tiempo. Como el resto de las habitaciones, era espacioso y aireado,
lleno de cosas que a los dos nos encantaban. Grandes gabinetes de arce adornaban las
paredes, con una tabla de cortar a juego en el centro de las baldosas de la encimera. Era
bonita y elegante, y me imaginé la cara de mi madre si alguna vez lo viera. Otra punzada
de culpa me recorrió el cuerpo, mientras me preguntaba por primera vez que pensaría si
supiera lo nuestro.

Escuché el sonido del agua corriendo al otro lado del pasillo y me dirigí a la nevera,
abriéndola para examinar lo que había. Cuando escuché el sonido de sus pisadas, saqué
una pizza congelada y levanté la mirada para ver a Bella caminando con un par de shorts
masculinos color marfil y una camiseta a juego. Aparentemente mi cara traicionó a mi
mente porque se rió. Joder, me encantaba escuchar ese sonido.

-“Supuse que si ibas a andar por aquí en ropa interior..“ dijo señalando mis bóxer negros.
“.. yo debía hacer lo mismo.“

-“Creo que deberíamos hacer de eso una nueva regla,“ respondí pícaramente, mientras
mis ojos viajaban por su cuerpo.

-“Me encantas con mi ropa puesta, así que no me quejaré.“

-“Muy bien,“ respondió, elevándose sobre los dedos de sus pies y besándome, sonriendo
contra mis labios.

-“Lo añadiré a la lista. Y de ninguna manera vamos a comernos esto.“

Cogió la pizza de mis manos y la volvió a meter en la nevera, sacando otros ingredientes
y colocándolos sobre la encimera.

-“Si quieres pizza, haremos una.“ Se detuvo y miró el reloj. “A no ser que estés cansado, claro.“

Seguí su mirada hasta el reloj de acero que había en la pared. La 1:15 de la madrugada.

-“Cualquier cosa menos cansado,“ dije con rapidez, mientras mi corazón saltaba por la
brillante sonrisa que iluminó su cara.

-“Dime que tengo que hacer.“

Arqueó una ceja y su mirada se paseó hambrienta por mi cuerpo. Sacudí mi cabeza y
sonreí. Se volvió hacia el horno y sacó una piedra para pizza de un armario, colocándola
en el interior para precalentar.

-“Podemos usar una base preparada que tengo aquí. Quieres el queso cortado o rayado?“

Durante los veinte minutos siguientes formamos un gran equipo, y justo como en el
trabajo, resultaba muy fácil. Hablamos y reímos; le robé besos y la pillé mirando mi pecho
en contables ocasiones. Limpié mientras ella secaba los platos y los colocaba en una pila.
Cuando terminó de hacer la cena, la seguí con la comida y una botella de vino hasta el
salón. Una hora más tarde, con los estómagos llenos y la botella de vino tinto casi vacía,
nos sentamos en el suelo. Bella se apoyó en el sofá y yo me tumbé, con la cabeza
apoyada en su regazo, con los ojos cerrados mientras ella pasaba sus manos por mi pelo.

-“Qué querías ser de mayor cuando eras pequeño?“ me preguntó, continuando el juego de
las 20 preguntas. La respuesta era fácil.

-“Mi padre.“

-“De verdad? Quiero decir, no hay nada de malo en serio. Es un hombre maravilloso y lo
quiero tanto como a mi propio padre, pero los niños siempre quieren ser bomberos o
súper héroes.“

-“No,“ respondí con nostalgia.

- “Es el tipo de hombre que siempre quise ser. Además de quererlo por razones obvias, lo respeto más que a nadie. He visto como construía nuestra empresa desde los cimientos. Nadie tiene más integridad que él. Es todo lo que siempre quise ser.“ Mi voz se fue apagando, mientras el sonido de mis palabras se mofaban de mí.

Bella se quedó callada por un momento.

-“Creo que te subestimas. Tu padre habla de ti con muchísimo orgullo. El día que me
ofreció mi ascenso, me contó lo orgulloso que estaba de ti, lo duro que fue ver como te
fuiste, sabiendo lo diferente que eres de tu hermano y que necesitabas ir por tu cuenta.
Ojalá pudieras ver la expresión de su cara cuando anunció que volvías a casa.“

-“De verdad?“ me giré para mirarla. Mi padre me había pedido muchas veces, a lo largo de
los años, que volviera a Chicago, pero yo siempre lo rechazaba. No quería sacar
provecho del nombre Cullen. El día que se acabó la cosa con Rachel, supe que era hora
de volver. La inminente jubilación del, por entonces, actual jefe de finanzas, me presentó
una oportunidad que parecía casi destinada a mí. Veinticuatro horas después de
presentar mi dimisión en Louis Vuitton, comencé a hacer mis planes para marcharme de
París. Nunca había pensando que mi vuelta a casa significaba tanto para mi padre.

-“De verdad,“ me aseguró, inclinándose para besarme con suavidad. Continuó jugando por
mi pelo mientras yo pensaba en lo que había dicho. Los minutos pasaron antes de que su
voz irrumpiera en mis pensamientos.

-“Me encanta tu pelo,“ dijo más para ella que para mí, con un suspiro.

-“Necesito cortármelo ya,“ respondí, pasando mis manos por mi pelo instintivamente.

-“No, todavía no, Normalmente te lo dejas crecer un poco más.“ contestó distraída,
enredando mechones en sus dedos.

-“Ah, sí?“

-“MMmhhmmm,“ dijo asintiendo.

-“Te has dado cuenta de eso?“

-“Por supuesto. Tu pelo es una de las primeras cosas que me llamaron la atención sobre
ti… incluso antes de conocernos.“

Me senté y me giré para mirarla, atrayéndola entre mis piernas abiertos para que nuestras
caras estuvieran a pocos centímetros.

-“Qué quieres decir con "antes de conocernos"?“

Me miró algo avergonzaba y sujeté su barbilla, forzándola a mirarme a los ojos.

-“Bueno, me he pasado mucho tiempo en casa de tus padres, y tu madre tiene un montón
de fotos tuyas por todas partes. Me acuerdo que le pregunté por ti, pensando en lo guapo
que eras.“

-“Lo hiciste?“ pregunté estupefacto. Continué mirándola, intentando entender el hecho de
que ella pensara en mí antes de conocernos.

-“Eres insanamente guapo, Edward. Y lo sabes,“ respondió con una sonrisa. -“De hecho…
olvídalo.“ añadió, sacudiendo la cabeza.

-“Qué?“

-“No. No es nada. Es una tontería.“ Apartó la mirada, interesada de repente en algo
inexistente en el techo. Pero que-? Y entonces, se me ocurrió.

-“Es sobre mi apodo?“

Sus ojos se abrieron de par en par, disparando sobre los míos.

Bingo.

-“Cómo lo sabes?“ respiró horrorizada. Tuve que reírme por la expresión de horror de su
cara.

- “Fue Angela, verdad? Dios, sabía que no podría guardar un secreto si le dedicabas
una sonrisa.“

Dejó caer su cabeza hacia atrás en el sofá y cubrió su cara con las manos.

-“Bella,“ comencé a decir, fallando en mi intento por no reírme.

- “Bella, mírame. No fue Angela la que me lo dijo. Venga, siéntate.“

A regañadientes, dejó que la abrazara. Tenía la cara sonrojada por la vergüenza.

-“Lo primero de todo, no fue Angela, fue mi familia. Y segundo, no hay nada por lo que
tengas que avergonzarte. Fui un capullo. Un frío y arrogante gilipollas que hizo tu vida
miserable y lo siento más de lo que piensas.“ Me miró por el rabillo del ojo, mientras
desaparecía poco a poco el color de sus mejillas.

-“La verdad es que cuando me lo dijeron, mi primera reacción fue sentirme halagado. Tú, la mujer más sexy que había conocido, pensaba que estaba bueno. No tienes ni idea de lo que significó para mí.“

La comisura de sus labios se volvió una sonrisa mientras me miraba. Acaricié sus brazos
por las puntas de mis dedos mientras me acercaba más a ella.

-“De verdad? No estabas furioso?“ me preguntó escéptica.

-“No, cariño. Tengo que admitir que me cabreé un poco cuando descubrí que lo sabía
incluso mi madre. Pero no podría decirte todas las noches que me tumbaba en mi cama y
me la cascaba pensando en como me llamabas.“ Sonrió mientras continuaba.

-“Y tengo que confesar que también vi tu foto antes de conocernos.“

-“Cuándo?“

-“En un montón de fotos que me mandó mi madre un año.“ Señalé la chimenea.

-“Tú también tienes la misma foto justo ahí. Estaba tan intrigado por ti.“ Susurré, acariciando
con mi mano su brazo y su pelo.

-“Eras tan guapa… Y había algo más, algo más profundo que ni siquiera puedo ponerle un nombre. La primera vez que te vi, me quitaste el aliento.“

Nuestras caras se acercaron, dejando nuestras bocas a escasos milímetros.

-“A veces me pregunto,“ murmuré, acariciando sus labios con los míos, “desde cuando te
quiero.“

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A la mañana siguiente me desperté entre sus brazos, exhausto, dolorido y más feliz que
nunca. Miré el reloj en la mesilla de noche, y a Bella, que todavía estaba dormida.
Habíamos estado despiertos hasta las 4 de la madrugada; quizás la resistencia no era del
todo un problema. Le aparté el pelo de la cara y me incliné para plantar una linea de
besos a lo largo de su cuello.

-“Bella, tengo que irme,“ susurré suavemente.

Gimió adormilada y se giró hacia mí.

-“No, no te vayas. Quédate y duerme.“

-“Cariño, tengo que irme. Aquí no tengo ropa y tengo una reunión en el centro en tres
horas.“

-“Mierda,“ gruñó. “Entonces yo también. Qué hora es? Es como si acabara de irme a
dormir.“

-“Es que acabas de irte a dormir,“ me reí contra su clavícula.

-“Son las 7.“

-“Sabes, yo era muy rígida con mis horarios, siempre iba al gimnasio por la mañana antes
de trabajar. Has cortado en seco toda mi rutina.“ me dijo provocando.

-“Oh, creo que ya has hecho un ejercicio muy completo,“ gruñí. Ella gimió en alto mientras
yo acariciaba sus pechos.

-“No has dicho algo acerca de una reunión?“ preguntó cuando sus manos comenzaban a
acercarse a mí.

Gruñí frustrado, dándole un último beso contra su pecho y maldiciendo mi ya notable
erección.

-“Sí“ suspiré exacerbado.

Giró sobre si misma, apoyándose en su codo para salir de la cama. Busqué por el suelo
mi ropa interior pero no los encontré.

-“Buscabas esto?“ me giré para ver su larga pierna en el aire. La sábana estaba enredada
alrededor de su cadera y mis bóxer colgaban de su pie. Dios, amaba a esta mujer.

Bien. A este juego pueden jugar dos.

-“No,“ dije sin darle importancia, recogiendo mis pantalones del suelo y poniéndomelos.

-“Esta vez te los regalo,“ La expresión de su cara no tenía precio, y no pude evitar reírme
por encima de mi hombro. Terminé de vestirme rápidamente y me senté en el borde de la
cama para calzarme.

Escuché el frufrú de la sábana y sentí como sus brazos rodeaban mis hombros. El calor
de su cuerpo presionando mi espalda traspasaba el fino algodón. Giré mi cabeza y la
besé, pasando mis manos por mi espalda y encontrando calor, desnudez y piel.

-“Mmmm, Bella. No juegas limpio.“

-“Creo que alguien dijo una vez, mientras me lleve a ti, no me importa.“

Me puse de pie y me giré para mirarla, arrodillándome en la cama y presionando su
cuerpo desnudo contra el mío, vestido.

-“Ya me tienes, nunca dudes de eso,“ dije, trazando círculos con mi pulgar sobre su
brazalete.

“No lo hago,“ susurró terminando de abotonar mi camisa.

-“Te veo en unas pocas horas.“

“Unas pocas horas,“ sonreí, afirmando sus palabras.

- “Te quiero.“

La besé durante un tiempo largo, despacio, antes de irme muy a mi pesar.
Ciento sesenta y tres minutos más tarde, estaba sentado junto con mi padre, mi hermano
y el resto de los ejecutivos en la parte trasera de la limusina de la empresa, escuchando la
mitad de lo que estaban discutiendo. Aparentemente, mi falta de concentración me había
hecho perder el anuncio de la contratación de un nuevo ejecutivo. Con un suspiro de
resignación, me prometí a mi mismo no volver a cometer ese mismo error.

Esa promesa se desvaneció en cuando un par de largas piernas con unos tacones
dorados aparecieron por la puerta del coche. Era ella..? Mi polla comenzó a endurecerse
ante el mero hecho de que probablemente llevaría ese vestido de nuevo. Escuché su voz
afuera del coche y tuve que reprimirme físicamente para no salir y verla.

Angela entró primero para sentarse al lado de Emmett. A pesar de mi distracción, hice mi
mejor esfuerzo para saludarla, solo apartando mi mirada de la puerta por un breve
momento. Podía escuchar a Bella hablando, despidiéndose del joven conductor. Cómo se
llamaba? Jared? Jeffrey? Se llamara como se llamase, no me gustaba la manera en que
siempre la miraba. Estaba a punto de salir y cargarla en mi hombro, cuando de repente mi
hermano habló.

-“Tío, ese chaval está colado por Bella.“ dijo con tono provocador, inclinando su cuerpo
hacia mí.

-“Sí,“ murmuré, intentando parecer desinteresado.

- “Ya lo veo.“

Unos momentos más tarde, apareció por la puerta y fui incapaz de apartar la mirada. Se
sentó a mi lado, y mi corazón y mi entrepierna renacieron nada más verla con ese vestido
blanco. Cerró la puerta tras de si y bajé la mirada a mi carpeta, mirando mi tarea,
intentado ignorar la manera en que su olor me embriagaba y me arrasaba.

-“Caballeros,“ dijo en voz baja, asintiendo a cada uno de los que estaban en el coche.

-“Bella, qué tal estás?“ le preguntó mi padre de manera amigable. Estaba claro, por el tono
de su voz, que se alegraba de verla.

-“Estoy genial, Carlisle. Cómo estás tú?“

Continué observándola por el rabillo del ojo mientras hablaba con todos, percatándome de
como tenia cruzadas las piernas, y de como sus dedos acariciaban desinteresadamente el
brazalete que adornaba su muñeca.

Mi brazalete.

Llegamos temprano y le hice un gesto para que se quedara sentada, explicándole a los
demás que iríamos enseguida. En cuando se cerró la puerta, la atraje hacia mí, agarrando
su pelo y buscando con mi boca la suya, de manera hambrienta. Jadeó en cuanto la
abracé con furia, transformando ese jadeo en gemidos mientras su cuerpo se fundía con
el mío.

-“Sabes cuando deseaba hacer esto?“ dije contra su cuello.

-“Ese vestido… no creo que pueda seguir cuerdo el resto del día si llevas puesto ese jodido vestido.“

-“Este vestido?“ preguntó confusa,

-“Edward, este es el vestido más modesto que tengo.“

-“Dios, lo se, no tiene puto sentido. Hay algo en el… el color, la manera en que lo luces…
me pregunto que llevas debajo.“ Mis manos comenzaron a moverse sobre sus muslos,
retorciendo la tela del vestido con mis dedos.

-“Vale, escucha,“ dijo, deteniendo mi mano.

-“Si puedes mantenerte cuerdo durante el resto del día,“ se detuvo y arqueó una ceja.

- “Dejaré que me lo arranques esta noche.“

-“Dios,“ gruñí. Mi cabeza cayó contra el respaldo del asiento mientras pasada los dedos
por mi pelo.

-“Estoy muy jodido.“

Me giré en cuanto escuché su risa, miradora con el ceño fruncido.

-“Esto no tiene gracia.“

Intentó sin éxito esconder su sonrisa.

-“Venga, puedes hacerlo.“

-“Para ti es fácil decirlo. No vas a ir por ahí empalmada todo el día,“

En ese punto, ni siquiera intentó no reírse. Intenté no mirarla pero fue imposible. Con un
suspiro resignado, agarré su cara entre mis manos.

-“Un último beso?“

Se inclinó y presionó sus labios contra los míos, antes de señalar la puerta.
Asentí, agarré mi maleta y mi carpeta y salí antes que ella, sujetando la puerta y
ayudándola a salir, mientras el sol de la mañana brillaba. La luz se proyectaba en su pelo
oscuro, largo y recogido en suaves ondas en el centro de su cuello. Mi mano dolía por
tocarla mientras entrábamos en el edificio, por entrelazar mis dedos con los suyos, o color
mi mano en el centro de su espalda. Solo tendría que reunir un poco más de moderación.
La sala de conferencias estaba en la planta principal y entramos solo unos minutos más
tarde que los demás, que todavía se estaban saludando. Observé como mi padre sonreía
a Bella, caminando delante de mí y separando una silla para que ella se sentara. Mi
estómago se retorció en una mezcla de culpabilidad y celos por no poder hacer eso yo
mismo.

-“Señorita Swan, tiene los informes de los precios y beneficios?“ pregunté despacio,
tomando asiento junto a ella. Empezó a buscar entre sus expedientes, colocando el
requerido en mi mano.

-“Sí, señor Cullen.“ Nuestros ojos se encontraron por un momento, acariciando nuestros
dedos ligeramente más de lo apropiado. Ese simple roce tan íntimo hizo que se me
acelerara el pulso.

-“Gracias,“ murmuré, mirándola a los ojos de nuevo. En ese momento supe que esta
reunión se iba a poner muy interesante.

La siguiente hora pasó puntualmente. Bella se sentó a escasos centímetros de mí,
tomando notas y apuntándome información cuando era apropiado, pero yo estaba
constantemente alerta de cada uno de sus movimientos. No me había dado cuenta de lo
que duro que era mantener las distancia una vez que aceptamos nuestros sentimientos.
Sabía que mantenerlo en secreto era lo mejor por ahora, pero yo ya estaba sintiendo la
tensión emocional. Estaba orgulloso de mi amor por Bella, y más orgulloso de que ella me
quisiera. No quería esconder eso. A pesar de nuestro acuerdo, ya sabía que deberíamos
hacer algunos cambios muy pronto.

Me puse de pie para presentar mi parte del proyecto, discutiendo acerca de las ganancias
y los márgenes de beneficio, consciente de que ella me estaba mirando todo el rato.
Incluso en la oscuridad de la sala, tan solo iluminada por la proyección del Powerpoint,
sentía como su mirada se clavaba en mí. Era algo que nunca antes había experimentado.
Cuando volví a sentarme para escuchar, con mi parte terminada, mis ojos volaron hasta
sus piernas cruzadas. Por debajo del dobladillo de su vestido se atisbaba una tira mínima
de encaje, tan fina e insignificante que nadie se daría cuenta.

Pero yo si me di cuenta.

Mis dedos dolían por tocarlo, por alcanzar sus suaves muslos y taparlos o descubrirlos
más. Aún no me había decidido.

Pasaron unos cuantos minutos más, y con cada uno de ellos, mi atención se centraba
más y más en las pequeñas tiras de encaje marfil. Miré a mi alrededor, satisfecho de que
nadie me prestara atención, y deslicé mi mano por debajo de la mesa, levantando la falda.

-“No estoy seguro si eso era para ti o para mí.“ susurré.

Se mordió el labio y sonrió para mí, encontrando mis ojos en la oscuridad. Tenía que
apartar mi mano de su muslo, pero ya podía sentir la electricidad que se generaba entre
los dos. Consciente del resto de personas en la sala, le di un pequeño pellizco a su
pierna antes de apartar mi mano, sintiendo en mis dedos el cosquilleo por la perdida de
contacto. Observé como se aclaraba la garganta rápidamente antes de volver a poner
atención en sus papeles. Una sonrisa, pequeña y avergonzada, se dibujó en la comisura
de sus labios. Me encantaba ver que estaba tan afectada por mi como yo por ella.
A las 10 y 10, con caricias preliminares en las manos, nos dirigimos de nuevo a la oficina.
La conversación en el coche fue animada, con Emmett contando a todo el mundo la
historia de su intento para enseñarle a Carrington a jugar al fútbol el fin de semana.
Normalmente hubiera tenido toda mi atención, pero estaba ocupado con mi Blackberry.
Con un solo email, encargué un enorme ramo de orquídeas rosas para Bella. Llegarían
esta noche. Ahora sabía que quedarían perfectas en la mesilla de su habitación. Fui
incapaz de dejar de sonreír mientras escribía el mensaje que quería que acompañara al
ramo. La miré, sentada frente a mí, perdida, mirando su agenda. Ciertamente, parecía
tener más capacidad de concentración y desconexión de las distracciones que yo.
Observé por debajo de mis pestañas como repiqueteaba su bolígrafo contra su labio
inferior antes de agarrarlo con los dientes. Gruñí sin darme cuenta y volví a mirar mi
teléfono, escribiéndole un mensaje.

E: 6 horas antes de que ese vestido desaparezca.

El teléfono vibró en silencio en su mano, y pulsó varios botones. Observé como la
expresión de su cara cambiaba en el momento en que se dio cuenta de que el mensaje
era mío. Levantó una ceja, mirando hacia arriba antes de escribir y volver a su agenda.

B: Realmente son 5 horas y 37 minutos. Créeme. Estoy contando.

Joder. Era buena…

E: Qué llevas debajo de ese vestido?

De nuevo, estaba actuando como si no pasara nada mientras miraba su teléfono y
escribía su respuesta. Parecía que se estaba tomando su tiempo mientras respondía,
pero enseguida lo entendí cuando mi móvil vibró. En vez de un mensaje, había un link:

B: http://www.laperla.com/en-row/underwear/briefs/cfilpd0010220?e=&f-size=&fstyle=
sld_pezzzsld_ta&f-variant=&s=relevance

Dios mío. El link me llevó directo al website de La Perla, con una foto de las bragas
exactas que llevaba puestas. Maldita sea, esa tira tan delgada de satén y encaje parecía
tan fácil de arranc-

-“Edward? Estás bien?“ La voz de mi padre irrumpió mis pensamientos y levanté la barbilla
para mirarlo. Cinco pares de ojos me miraron, incluidos los de Bella.

Vaya actriz.

-“Por supuesto,“ respondí, quitándole importancia con un movimiento de mano.

-“Solo estaba comprobando mis correos.“

Más tranquilo, asintió con la cabeza y volvió a la conversación. No me perdí la sonrisa de
Bella antes de volver a su tarea.

E: Vienes a comer conmigo?

Esperé, intentando pillarla desprevenida.

B: Me encantaría.

Cuando llegamos al parking y nos bajamos, le prometí a mi hermano que lo vería más
tarde esa misma tarde en una reunión.

-“Hambienta?“ le pregunté, señalando mi coche.

-“Mucho.“ dijo entre risas.

Le abrí la puerta, observando como se sentaba en el asiento, prometiéndome a mi mismo
que me comportaría correctamente. Íbamos a reuniones y comidas siempre juntos, así
que no estaba particularmente preocupado por las apariencias. No hubo ni un momento
aburrido en la conversación mientras nos dirigíamos a un restaurante italiano en la
periferia de la ciudad. Sostuve su mano todo el tiempo, disfrutando del simple hecho de
poder tocarla, y aliviado por el roce de su pulgar, trazando círculos perezosos en mi mano.
En cuando aparqué, apagué el motor y me giré hacia ella.

-“Gracias por venir.“

Sonrió ampliamente, mientras yo me consumía pensando lo mucho que la adoraba.

-“Me agrada tenerte para mi sola durante un rato.“

Nos quedamos sentados en el coche, bajo la sombra de un gran roble. Los indicios del
verano nos rodeaban; hierba brillante, flores coloridas, grupos de gente disfrutando del
sol. Pero lo único que yo veía era ella. Sus ojos volaron hasta mi boca, mientras mis
dedos acariciaban el delgado tirante derecho de su sujetador.

-“No puedo creer lo mucho que te deseo ahora mismo,“ dije, con voz grave.

-“Se acabará esto alguna vez?“ Deslicé mi mano por su pelo, sujetando su nuca y atrayéndola a mí mientras mi pulgar acariciaba la suave piel de su garganta.

-“Espero que no.“ Susurró contra mis labios entreabiertos, y cerré los ojos para saborear
su cálido aliento en mi lengua.

Acorté la distancia y presionó su boca contra la mía, tomando delicadamente mi labio superior entre los suyos. Gemí ante la urgencia que ese besó mandó a todo mi cuerpo, endureciéndome al instante y maldiciendo el hecho de que mi coche no tuviera asiento trasero. Me aparté, presionando mi frente contra la suya, y sintiendo bajo mi pulgar, como su sangre fluía con rapidez.

-“Me encantaría que nos quedáramos aquí sentados y besarnos todo el día, pero si
quieres comer conmigo antes de mi próxima reunión, tenemos que salir ahora de este
coche.“ murmuré rápidamente. Se rió y besé su pelo, sonriendo por el familiar olor a
naranjas.

-“Espera aquí.“ le ordené. Salí del coche y caminé hasta su puerta, para abrirla.

Le ayudé a salir y una vez más, admire la manera en que ese maldito vestido se apretaba
a su cuerpo. Coloqué mi mano en su espalda de manera posesiva mientras caminamos
hacia el restaurante.

Había reservado una pequeña y apartada mesa al fondo del comedor, y aparté su silla
para que ella se sentara.

-“Nunca había estado aquí,“ murmuró mientras leía el menú.

-“A mi me encanta. Vengo aquí siempre que necesito escapar de la ciudad,“ añadí, sin
necesidad de leer mi menú.

- “Tienen el mejor ossobuco que he tomado fuera de Italia.“

Sacudió su cabeza, sonriendo. -“Nunca lo he probado.“

-“Bien, puedes probar del mío.“ Le ayudé a elegir y continuamos nuestra conversación del
coche.

-“Vale,“ comenzó, mirándome de manera apreciativa mientras me quitaba la chaqueta del
traje y la colgaba en el respaldo de mi silla.

- “Vacaciones familiares favoritas?“

Estiré el brazo y alcancé su mano en la mesa, entrelazando nuestros dedos.

- “Uhmm… Esa es difícil. Tuvimos la oportunidad de viajar un montón, pero creo que mis mejores recuerdos son de cuando pasamos el verano en nuestra casa de la playa; juegos en la
arena, aprender a nadar en el mar. Ser simplemente un niño. Y tú?“

Suspiró. -“Hace tiempo que no veo el océano. Apuesto a que eras adorable.“

-“Bueno, puedes preguntarle a mi madre.“ Me reí, poniendo los ojos en blanco.

-“Estoy seguro de que le encantará hablar de eso. Contesta a mi pregunta.“

-“Solía ir a Chicago cada verano para estar con mi madre. Supongo que esa es la razón
por la que me quedé después de que ella fallecería. Así siento que todavía la tengo cerca.

“ Acaricié su mano.

-“No tienes ni idea de lo agradecido que estoy de que lo hicieras.“ le contesté con
suavidad.

Nuestra comida llegó y continuamos haciéndonos preguntas mientras comíamos.

-“Primera vez?“

-“Primera vez qué?“ preguntó con las cejas arqueadas. Me incliné y coloqué los codos
sobre la mesa, muriéndome de curiosidad.

-“Primera, primera vez.“ contesté, enfatizando cada palabra.

-“En serio?“

-“En serio.“

Se aclaró la garganta y tomó un gran sorbo de agua.

-“Tenía 17 años y él 18. Salimos durante el último año de instituto.“ Yo ya estaba sintiendo
como mi presión sanguínea se incrementaba, imaginándome a algún adolescente con
mala pinta tocando a la guapísima chica que había visto en las fotos de mi casa.

-“Lo cierto es que ya lo conoces.“

-“Perdona?“ pregunté, mirándola estupefacto.

-“Sí,“ respondió, enrollando su pasta con el tenedor.

-“David, el chico que me encontré en Seattle.“

Oh. David.

Mi mano fue automáticamente hasta el puente de mi nariz mientras recordaba el día en
que nos encontramos a su ex-novio. El mismo David que la había abrazado y la había
hecho reír. El mismo David que ella misma se había alegrado de ver, y que obviamente
todavía estaba enamorado de ella y que ahora vivía en Chicago.

Ese David.

-“Así que David fue el primero,“ mi voz era llana, y de algún modo no fue fácil preguntar lo
que tenía pensando. Quería saber sobre su primera vez pero no me había dado cuenta de
que era tan… real. -“Y?“

-“Y qué?“

-“Cuéntame,“ dije, intentado enmascarar los celos enfurecidos que corrían por mi interior.

-“Bueno, fue en un campo de maíz. Todavía recuerdo el sonido del viento entre el maíz.“

-“Un campo de maíz? Suena al comienzo de una película de terror.“ murmuré. Qué tipo de
cretino se lleva a una chica a un campo de maíz para tener sexo por primera vez?

-“Cierto, suena raro ahora.“ contestó riendo.

-“Pero fue dulce, y un caballero. Así que después de todo, no fue un mal modo de perder la virginidad.“

-“Lo querías?“

Levanté mi mirada y me encontré con la suya, aterrorizado de lo que podría contestar.
Aterrorizado de que todo el amor que sentía por ella, lo hubiera compartido con otro.

-“Pensaba que sí… pero todos esos sentimientos que todos sentimos de jóvenes e
inexpertos son ciegos. No creo que supiera lo que significaba la palabra amor hasta que
te conocí.“ Apretó mi mano mientras hablaba, intentando suavizarme. Obviamente ya
sabía que había estado con otros hombres antes, pero saberlo y realmente escuchar los
detalles, eran dos cosas totalmente distintas. Podía sentir, literalmente, como mis
tendencias cavernícolas comenzaban a salir a la superficie.

-“Y tú qué?“

-“Qúe?“ contesté distraído. Había estado calculando cuando tiempo que llevaría llegar a la
oficina de David y estrangularlo.

-“Tu primera vez?“ me recordó gentilmente.

-“Oh, no es nada tan excitante como un campo de maíz. Ni mucho menos.“ odiaba el tono
de mi voz, pero no podía evitarlo. Frunció el ceño y me miró.

-“Vale, vale. Tenía 16 años y estaba en segundo grado. Habíamos estado jugando al fútbol y unos cuantos fuimos hasta casa de un amigo a pasar la noche. Él tenía una hermana mayor, en la universidad y… bueno, ya sabes.“ Me encogí de hombros.

-“Y dime, has estado con él más de una vez?“

-“Espera, espera, espera.“ me dijo, interrumpiendo. “Tú tenías 16 y ella? 18?“

-“Supongo. No has contestado a mi pregunta.“

-“Y tú no estás contestado a la mía.“

-“No hay mucho más que contar. Duró dos minutos. Yo estaba prácticamente listo para
correrme incluso antes de que ella aceptara. Me agrada que esto te parezca tan
divertido.“ le contesté sarcástico, mirándola mientras ella se doblaba de la risa.

-“Ahora responde a mi puta pregunta.“

-“Oh dios,“ dijo secándose las lágrimas.

-“Eso es… sabiendo como eres ahora… Dios.. Esa pobre chica, si solo supiera lo que se ha perdido.“ Joder… quería a esta mujer.

-“Y sí, me acosté con él más de una vez.“ respondió mientras mi mandíbula se apretaba como
respuesta.

-“Cuántas veces es más de una vez?“

-“En serio, Edward? Con cuántas mujeres te has acostado tú?“

-“Bueno…“

-“Quisiste a alguna de ellas?“ La rapidez de su pregunta me pilló desprevenido.

-“Te quiero“ dije, esperando apaciguarla.

-“Y yo también te quiero. Pero eso no responde a mi pregunta.“

Mi estómago se retorció con culpabilidad, como siempre me pasaba cuando pensaba en
ella.*

-“Sí,“ mantuve el tono de mi voz, esperando que no surgiera el dolor que sentía.

-“Quién?“ podía ver la misma lucha en sus ojos que yo sentía hace un momento. De
verdad lo quería saber?

-“Se llamaba Rachel. La conocí cuando vivía en París.“

-“Qué ocurrió?“

-“Se acabó.“

“Por qué?“ tomó un sorbo de agua, intentando parecer casual.

-“Simplemente… se acabó.“ dije con finalidad.

-“Por qué se terminó con David?“

Me miró sorprendida al volver a centrar mi atención en él.

-“Uhm… David era genial, pero yo me iba a ir del instituto y no quería una relación a
distancia.“

Sentí como mi mandíbula se apretaba en tensión.

-“Así que las cosas no funcionaban, o es que perdiste interés?“

-“No. Simplemente me lo supuse, como si tuviera que ser así. De alguna manera hemos
terminado juntos. Por eso me sorprendió verlo aquel día.“

Mi puño se cerró bajo la mesa. Era en eso en lo que estaba pensando? Que él volvió a su
vida porque estaban “destinados“ o una mierda de esas? Tiré abruptamente la servilleta
sobre la mesa, mirándola.

-“Has terminado?“ mi voz era más brusca de lo necesario.

-“Qué?“ me preguntó, con clara expresión de confusión en su cara. Cerré los ojos y solté
todo el aire.

-“He dicho: Has Ter.Mi.Na.Do?“

Puso los ojos en blanco, dejó su vaso de agua sobre la mesa y se levantó. -“Vaaaale.“

Agarró su bolso y yo su codo, digiriéndonos fuera del restaurante.

-“Cuál es tu puñetero problema?“ me preguntó, apartando el codo de mí, todavía confusa e
irritada. No respondí a su pregunta y evité mirarla mientras caminábamos hacia el coche.
Ella camina deprisa, y abrió la puerta antes de que yo pudiera hacerlo.

Me metí dentro, arranqué el coche y salí del parking, agarrando el volante con tanta
fuerza que mis nudillos se pusieron blancos. Por supuesto que ella estaba pensando en
eso. Cómo me pude haber metido en este embrollo? Había tenido suerte con Mike, y
aparentemente con David, pero algún día, alguien iba a venir y separarme de ella.
Separarme de ella de una manera que no sería así, si no nos escondiéramos.

La sangre me hervía mientras pensaba en todas esas cosas que quería hacer con ella
pero no podía, todo por la situación que nosotros mismos habíamos creado.

-“Vas a decirme que coño está pasando?“ me preguntó desde el asiento del copiloto.

-“Es eso lo que pensaste el día que lo viste? Que tu Principe Encantado había vuelto a tu
vida para salvarte del cabrón de tu jefe?“

Sus ojos se abrieron con incredulidad. El chirriante sonido de mi teléfono móvil cortó el
silencio mientras ella abría la boca para hablar.

-“Joder!“ grité, sacándolo de mi bolsillo. Tomé aire y respondí, reflejando en mi tono el
estado actual de mi mente. La voz confusa de un posible cliente sonó al otro lado del
aparato. Hice mi mejor esfuerzo por calmarme. Bella ni siquiera esperó hasta que paré el
coche por completo. Abrió la puerta, la cerró con un portazo y se fue hecha una furia.
Podía joderse más el día?

-“Bella!“ grité para que volviera. Ella no miró atrás y desapareció en el edificio. Terminé
rápidamente mi llamada y corrí hacia nuestra oficina, sabiendo que ella estaría allí. Tal y
como me imaginé, escuché como tiraba contra la mesa papeles y archivos tan pronto
como salí del ascensor.

-“Tú. A mi despacho. Ahora.“ le dije mientras pasaba por su lado.

-“Es que has perdido el juicio?“ me gritó detrás de mí. Me giré para mirarla mientras
cerraba la puerta y caminaba hacia mí, chocando sus palmas contra mi pecho.

-“No vuelvas a hablarme así nunca más.“

-“Vayamos al grano, Bella,“ le dije caminando hacia ella. Dio tres pasos hacia atrás,
dejando salir un pequeño jadeo mientras su cuerpo chocaba contra la ventana que había
al lado de mi despacho. Puse cada mano a ambos lados de su cabeza, atrapándola.

-“Tú...“ susurré con voz grave, acercando mi boca a ella. “… eres mía. De nadie más. Ni de
Mike, ni de David. Nadie te va a separar de mí. Es mi nombre el que gritas por las noches.
Soy yo el que hace te corras como nunca. Es mi polla por la que suplicas. Soy yo a quien
quieres, Bella. Yo.“

Sus ojos se cerraron y tembló cuando mi mano sujetó su mejilla, mientras su pecho subía
y bajaba con rápidas respiraciones.

-“Mírame,“ dije gruñendo, mientras mi mano acariciaba su mejilla.

-“Te quiero más allá de cualquier razón, Bella. Nadie te va a separar de mí.“

Con un jadeo tembloroso, abrió los ojos y deslizó su mano por mis caderas. Nuestras
miradas se clavaron, mientras me agarraba con fuerza, acercándonos. Este momento era
tan parecido a cuando comenzamos y a la vez tan diferente. Dos personas obstinadas,
llenas de ira y lujuria insaciable, de pie al borde de un precipicio, sabiendo que el
siguiente paso lo cambiara todo.

La diferencia, sin embargo, reafirmó cualquier emoción que me precedía. Esta vez mi
deseo no era conducido por la necesidad de consumir mi control, si no por el amor que
sentía con cada respiración y con cada latido de mi corazón.

Sería completa mi vida si seguía escondiendo mi amor por ella?

La respuesta era no.

Mi siguiente paso ya estaba decidido. Iba a hacer las cosas bien. Pero primero…

Llevé mi mano hasta su pelo y lo agarré, acortando la distancia entre nosotros. Mi pulso
palpitaba en mis orejas mientras la saboreaba, dejando escapar un pequeño gemido
mientras mi lengua acariciaba la suya. Ese sonido fue directo a mi entrepierna. Sus dedos
se enroscaron con fuerza en mi pelo, guiándome hacia donde ella quería. Paseé mis
manos por sus curvas, encontrándome con piel cálida mientras acariciaba su muslo. Con
un movimiento fluido, coloqué su pierna en mi cadera, presionándola contra la ventana.
Acarició con sus uñas mi piel mientras me quitaba la chaqueta con furia, dejando que
cayera al suelo desde mis hombros. Jadeó mientras la levantaba ligeramente,
recolocando nuestros cuerpos y presionando mi erección contra ella. Mis labios
encontraron su cuello, chupando y mordiendo su garganta, sin preocuparme dejarle
alguna marca. Ella era mía; su corazón, su mente y su cuerpo.

Apartándola del resto del mundo, me acerqué más a ella, sin dejar de besarla mientras
daba los cuatro pasos hasta mi mesa. La solté para sentarla sobre la madera y me puse
entre sus piernas abiertas.

-“Nadie podría separarme de ti,“ susurró contra mi boca abierta, levantando mi camisa,
sacándola del pantalón.

-“Nunca he querido tanto a nadie…“ Jadeó en cuanto deslicé su vestido por sus hombros, exponiendo tanta piel como podía; mis dientes mordisquearon su perfecta y suave piel.

-“Es como si no pudiera respirar hasta que no estoy contigo.“

Su voz era ronca y desesperada. Se deshizo de mi corbata mientras sus palabras rompían el
nudo de celos que tenía en el pecho.

-“Ya no controlo lo que pienso. Todo… todo te pertenece.“

Sus dedos comenzaron a desabrochar mi camisa, arrancándola, exponiendo mi pecho a
sus fervientes besos, mientras los botones de marfil caían al suelo. Puse mis manos
sobre sus caderas, mientras la acercaba a mí, gruñendo cuando sentí el calor a través de
su ropa interior. Con dedos temblorosos bajó la mano por mi estomago hasta el cinturón.
El sonido metálico del cierre y su respiración frenética nos envolvió. Bajó mi cremallera y
mis pantalones se deslizaron por mis caderas, besando mi piel a medida que bajaba.

-“Te quiero tanto, Bella,“ susurré, guiándola para que se tumbara en la mesa. Por fin
estaba cumpliendo mi fantasía: su pelo oscuro esparcido por mi mesa, su precioso cuerpo
abierto, y esperándome. Levantó la cabeza y agarrando mi camisa, me atrajo a ella.

-“Esto, fuera.“ dije gruñendo, levantando su vestido por encima de sus caderas, dejando
totalmente a la vista las pequeñas tiras de encaje color marfil.

-“Oh, joder.. sí,“ dijo suplicando. -“Por favor.“ El sonido de su ruego, tan necesitado, me
quitó el aliento. Agarré las delicadas tiras de tela en mi puño, y las usé para acercarla
bruscamente hacia mí, chocando la longitud de mi entrepierna contra el encaje mojado.

-“Sí, sí.“ gruñó de nuevo, levantando su mano por encima de su cabeza y tirando el teclado
de mi ordenador al suelo.

- “Joder, haz eso de nuevo.“

Repetí la hazaña; su cuerpo se deslizó hacia abajo sobre la suave madera, chocando
contra mí.

-“Joder, Bella. Todos estos meses, deseando tocarte… deseando que me tocaras. Cuando
termine, te vas a doblar, y te lo voy a hacer desde detrás. Se lo mucha que te gusta
hacerlo así. Verdad, Bella?“ Agarró mi pelo con más fuerza, acercándome aún más a ella,
embriágandome por el sonido de sus gemidos y el de la tela rompiéndose y cayendo al
suelo.

-“No puedo esperar a llegar a casa y romper este vestido,“ dije jadeando, acariciando su
pezón por encima de la tela.

-“Te quiero completamente desnuda debajo de mí, con tu pelo esparcido por mi almohada y tus preciosas tetas saltando mientras te follo.“

Presioné la punta de mi polla contra ella y agarré sus caderas con fuerza, observando
como entraba toda mi longitud en su cuerpo. Cerré mis ojos y me detuve, deleitándome al
sentirme envuelto por ella. Levantó sus caderas, tomándome más adentro y gruñí,
saliendo por completo antes de volver a embestirla. Colocó sus piernas encima de mis
hombros y se agarró a los bordes de la mesa, para que pudiera embestirla más
bruscamente.

Pero no tenía le mente nublada. Todavía sabía que estábamos en mi despacho, que
había gente al otro lado de estas paredes. Escuchaba pisadas en el pasillo, el tráfico en la
calla y los teléfonos sonando en la distancia. Sabía que debería importarme, pero no era
así.

-“Nunca estoy lo suficientemente cerca,“ dije jadeando.

-“No hay nada más difícil cuando estoy contigo.. o.. joder… incluso dentro de tí.“

Su cuerpo se deslizaba sobre la brillante superficie con cada una de mis embestidas, con
el pelo enredado, sujetándose con las manos. Arqueó la espalda, colocando las palmas
sobre la mesa y tirando un montón de documentos al suelo, mientras una nube de
papeles revoloteaba a nuestro alrededor. El monitor del ordenador se agitó, amenazando
con caerse, los bolígrafos rodaron por la mesa, cayendo una a uno sobre la alfombra.
Besé la longitud de sus piernas desnudas, sintiendo como sus sexis zapatos
descansaban cerca de mi cabeza, y apreté mis manos sobre su cadera para entrar más
profundamente. Gimió cuando aceleré mis movimientos, agarrando mi camisa abierta
mientras su cuerpo se golpeaba con el mío.

-“Tócate, cariño. Quiero verlo.“ Mi voz sonaba brusca y desesperada, intentando alargarlo
para ver como se corría ella primero. Se llevó una mano entre nuestros cuerpos,
acariciando con sus dedos mi abdomen mientras encontraba su clítoris. Gruñí, y gruñí
mientras veía sus dedos entre su piel desnuda para acariciarse a si misma, tensando los
músculos una vez que cogió el ritmo. Mis brazos temblaban encima de ella y mi pecho
pesaba por el esfuerzo. Sentí como mi cuerpo se tensaba en anticipación, mientras el
incendio que había estado prolongando comenzaba a extenderse, sintiendo finalmente la
perfecta fricción de su interior.

-“Edward,“ susurró, mirándome y clavando las uñas de su mano libre dolorosamente en mi
hombro. Esa visión hizo que gritara, concentrándome en su cuerpo.

Ella estaba cerca.

Tiré bruscamente de su vestido hacia abajo, dejando su pecho derecho a la vista mientras
mis ojos hambrientos lo devoraban y mi mano lo agarraba, sintiendo en mis dedos su
endurecido pezón. Soltó un taco, arqueando la espalda de nuevo y tensando su cuerpo a
mi alrededor.

-“Justo ahí. Edward… justo ahí.“

-“Joder… Así?“

-“Sí… Oh Dios,“ gimió con un susurró. Mi orgasmo comenzó a formarse en mi cuerpo y no
iba a ser capaz de alargarlo más. Agarrando el borde de la mesa de manera casi
dolorosa, usé toda la fuerza de mi cuerpo para embestirla, mientras mi polla palpitaba en
su interior. Puse una mano sobre su boca, silenciando sus gritos mientras se tensaba y su
cuerpo se tensaba a mi alrededor mientras se corría. Con manos temblorosas coloqué
sus piernas alrededor de mis caderas y me colapsé en su interior, mientras mis
temblorosos brazos ya no eran capaces de sostener mi peso.

Me abrazó y descansé en sus pechos mientras sus brazos rodeaban mi cuello y sus
dedos se movían por mi pelo Su corazón latía con fuerza en mi oído y planté un beso en
su piel sudada.

-“Ven conmigo a París.“ Las palabras salieron solas de mi boca antes de darme cuenta de
lo que había dicho: mi corazón se aceleró mientras esperaba su respuesta.

-“Qué?“ sus manos se detuvieron en mi pelo mientras levantaba la cabeza para ver mi
cara. Me levanté, apoyándome en mis antebrazos y la miré, apartando mechones de pelo
de su frente.

-“Deja que te lleve a París. Quiero llevarte a mi café, agarrar tu mano y pasear por el
Sena.“ Dije excitado.

-“Por favor, di que sí, Bella.“

-“Vale,“ respondió entre risas.

-“Vamos a París.“

Sujeté su cabeza y la atraje hacia mí, sonriendo contra sus labios. -“Te quiero.“

-“Yo también te quiero.“

-“Podemos ir en Navidad, cuando la oficina cierre durante dos semanas. Así todavía
podremos vernos todos los días“

Su expresión vaciló un poco, mientras sus ojos miraban hacia abajo.

-“Bella?“ pregunté, levantando su barbilla para mirarla a los ojos. Antes de que pudiera
responder, el sonido del teléfono de mi mesa rompió el silencio. Me puse de pie,
subiéndome los pantalones y abrochándome el cinturón, y ayudándola a ella a levantase,
antes de descolgar.

-“Edward Cullen.“

-“Edward, te necesito arriba inmediatamente.“

-“Sí, señor.“ respondí, con mi atención puesta de llena en Bella, mirando como se vestía.

-“Estaré en cinco minutos.“

Colgué el teléfono y me giré hacia ella.

-“Tengo que ir arriba.“ Hice una pausa, mirándola escépticamente.

-“Bella, estás bien? Te he hecho daño, verdad?“

Sacudió la cabeza y se metió en el baño, volviendo con una de las camisas que guardaba
siempre allí.

-“No, claro que no. Estoy bien. Solo un poco… agotada.“ Sonrió, pero yo sabía que pasaba
algo.

-“Estás segura?“ incliné mi cabeza para mirarla mejor. Ella asintió.

-“Vale. Por qué no vas al baño y te arreglas un poco. Yo recogeré esto y subiré a ver que quiere mi padre. Cuando vuelva podemos irnos a casa y comenzar a planear nuestro viaje.“ Me arrimé a ella,pasando mis dedos por su pelo, y sonriendo.

-“Estaré esperando.“ dijo susurrando, descansando su mejilla contra mi pecho.

Besé su pelo y volvió al baño. Algo iba mal, pero no tenía ni idea del qué. Me quité mi
camisa rota y me puse una nueva. Recogí las cosas que se habían caído, y me reí
mientras recogía la pila de papeles que se esparcían por todo el suelo.

Aparentemente las declaraciones de amor no habían ayudado a apaciguar nuestro
descontrol.

Rodeé la mesa y recogió sus bragas rotas, sonriendo cuando abrí el cajón para guardarla
con las demás. Cuando volviera se lo enseñaría, no podía esperar para ver su reacción.

-“Bella? Vuelvo enseguida, de acuerdo?“ le dije a través de la puerta.

-“De acuerdo.“ contestó.

-Comprobé por última vez mi despacho y después de echarme un vistazo en el espejo que
colgaba al lado de la mesa de Bella, me dirigí al ascensor. Mi mente estaba pensando en
llevar a Bella a París, enseñarle todo lo que a mi me encantaba y poder verlo a través de
sus ojos. Sonreí y sacudí la cabeza cuando las puertas doradas se abrieron, y me di
cuenta de que aún estaba sudado.

Salí del asesor y continué por el pasillo, sonriendo a la asistente de mi padre y
saludándola con la mano. Llamé a la puerta, entré en su despacho y le sonreí.

Pero él no me sonrió.

Supe en ese momento que...... finalmente, nos habían pillado.


***********************************************************************************************************

Yo se que me quieren matar por dejarlas asi, pero es que me fui de vacaciones y no tenia por donde comunicarme mil disculpas niñas "La Oficina" (M +18 ) COMPLETO - Página 6 22750
pero bueno aca les traigo este capi y para decilres que solo nos quedan tres capitulos mas para el final del fic OMG!!! se acerca lo bueno, asi que disfrutenlo mucho...
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Mensaje por MAJO 18/7/2011, 5:50 pm

waaaaa..... q largo el cap pro me encanto iia quelo ver lo que le diic carliiizle a Ed ii como van laz cozaz con Bella iiwal q le pazo pa q ze ponga acii waaaa... actualiiza prontoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO......
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Mensaje por Jane 19/7/2011, 1:38 am

naaaaaa Citly....no queria matarte......bueno si jajajajajajaja no no es cierto, pero valio la pena la espera, me estoy muriendo de la emocion....y falta poco....siiiii!!!!
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Mensaje por Karnnlizz 19/7/2011, 12:02 pm

Que??????????????? Como que los descubrieron!!!!!!!!!!! OMG que le dira Carlisle??? Y POrque Bella se puso asi????? Nooooo, no quiero que termine!!!!!!!!!!!!! Porfis no me dejes asi, muero por saber que pasara!!!!!!!!!!!!!!!! :) "La Oficina" (M +18 ) COMPLETO - Página 6 329100
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Mensaje por Atal 21/7/2011, 1:31 am

Amiga, por fin me puse al día con este fic que has traído, de verdad está genial, me encantó y lamento que solo quedan tres capítulos, pero en fin.... espero el próximo y espero hablar contigo pronto, besos :)
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Mensaje por Citly Patzz 21/7/2011, 1:36 am

Atal escribió:Amiga, por fin me puse al día con este fic que has traído, de verdad está genial, me encantó y lamento que solo quedan tres capítulos, pero en fin.... espero el próximo y espero hablar contigo pronto, besos :)

Wola atal.. que bueno que te gusto y verte por aca, mas tarde actualizare "La Oficina" (M +18 ) COMPLETO - Página 6 570333

y me urge hablar contigo atal, sobre unos problemillas con los fics, te mando un mail por que no puedo mandar mps "La Oficina" (M +18 ) COMPLETO - Página 6 54995 besitos
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Mensaje por Atal 21/7/2011, 10:44 am

amiga, si es por la historia que supuestamente estaba en el foro sin autoriazion, ya lo solucioné... en todo caso te mande un email besitos y actualiza con otro capitulo.... esta re buena la historia :)
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Mensaje por Citly Patzz 2/8/2011, 9:29 pm

Capitulo 17
"Descuidos"


Edward POV

Mi padre estaba sentando en su enorme mesa, con la barbilla apoyada sobre sus dedos
tensados, con una expresión endurecida en la cara. Mis ojos examinaron la sala,
deteniéndome en el familiar rostro de un hombre, sentado enfrente de mi padre. Mi
mandíbula se tensó y mi estómago dio un vuelco mientras comenzaba a atar cabos. Lo
miré, y me sonrió.

-“Edward,“ dijo mi padre, mientras estiraba los brazos sobre la mesa para coger su pluma
dorada.

-“Creo que ya conoces al señor Darby.“
Asentí.

-“Sí, señor.“

Pensé en la cena de aquella noche, lo encantado que estaba de volver a ver a mi viejo
amigo. Mi padre cogió aire.

-“Edward, te he llamado porque el señor Darby ha hecho unas acusaciones muy graves contra ti. Pensé que lo mejor sería que pudieras defenderte tú mismo.“ Un nudo pesado se asentó en mi pecho mientras él continuaba hablando.

“Ha dicho que durante el tiempo que tú y la señorita Swan pasasteis en Seattle, tu
comportamiento fue inapropiado. Para ser más específicos, ha dicho que fue testigo de
como os besabais apasionadamente antes de entrar en su habitación juntos.“

Su voz sonaba incrédula, parecía que casi se estaba mofando y sentí como mis hombros
se relajaban un poco. Me di cuenta de que no me había llamado para darme una
reprimenda, si no para que yo me defendiera de lo que él pensaba eran falsas
acusaciones.

El silencio en la sala me presionó, amplificando mi falta de palabras. Mis ojos se fijaron en
el suelo, a modo de defensa. Escuché como alguien se aclaraba la garganta, pero no
sabía muy bien quien. Mi padre se puso de pie, rodeando la mesa y caminando hacia la
puerta.

-“Creo que ya hemos terminado, señor Darby. Gracias por informarme.“ Hizo una pausa,
haciendo que el prologando silencio incrementando mi miedo. “Y apreciaría su
discreción.“

-“Por supuesto, Carlisle.“

La puerta se cerró y exhalé profundamente, caminando hasta las amplias ventanas. Y
esperé.

-“Desde cuándo?“ me preguntó una voz demasiado calmada.

Dudé, todavía aferrado a la promesa que había hecho de mantener nuestra relación en
secreto.

-“Unos cuantos meses.“

Suspiró con fuerza, fijando la mirada en la vista que ofrecían las ventanas.

-“Edward,“ el sonido de mi nombre, con tono de decepción, desgarró mi estómago.

-“Si hubiera creído, por un segundo, que lo que decía era verdad, nunca hubiéramos discutido
esto delante de él.“

-“Lo se.“

-“Así que, no me equivoco cuando digo que esa es la razón por la que parecías distraído
últimamente.“

No era una pregunta. Era una afirmación.

-“Sí, señor.“ Mi voz era indecisa, casi irreconocible incluso para mí. La silla de piel rechinó
cuando se volvió a sentar. Levanté la barbilla para mirarlo. Estaba pensativo mientras que
tu tono de voz desmentía su rabia, su calma y su reproche.

No me miró a los ojos.

-“Edward, decir que estoy decepcionado contigo no expresaría ni la mitad de lo que siento
ahora mismo. Eres mi hijo, pero también eres un ejecutivo de esta empresa, y por lo
tanto, los demás confiaban en ti. Tu comportamiento demuestra tu desprecio por todo
eso.“ Hizo una pausa, y pude ver un destello de tristeza en su expresión.

-“Ya se que estamos hablando de Bella, pero tienes idea de las consecuencias que podría haber
contra ella si sale a la luz? Esto no es solo cosa tuya, Edward.“

-“Sí, señor. Lo se,“ me aclaré la garganta y lo miré a los ojos.

- “Toda la responsabilidad es mía.“

-“No tiene que ver con que asumas toda la responsabilidad. Si eso pasara, tu familia y las
familias de tus empleados podrían verse perjudicados,“ dijo, con un evidente tono de
desapruebo en su voz.

-“Esperaba más de ti, hijo.“

Una profunda sensación de vergüenza me desgarró. Había decepcionado a mi padre; la
única persona cuya opinión, hasta el momento, me importaba más de la de cualquier otra.

-“Lo se,“ respondí, clavando la mirada en la madera de su mesa. Había algo más que
decir?“

-“Te das cuenta de que si hubiera sido otra persona, los dos estaríais despedidos sin
más?“

-“Sí, señor. Lo se.“

Esperó y volví a levantar la cabeza para mirarlo, siendo visible como le pesaba todo lo
que pensaba. Comenzó a sacar un montón de papeles, depositándolos en la mesa
mientras pensaba sus próximas palabras.

-“No puedo permitir que Bella continúe trabajando para ti,“ dijo con solemnidad. La
finalidad de sus palabras me decía que no habría discusión sobre eso. Me quedé helado
mientras la realidad del momento comenzaba a ser muy clara; Bella ya no trabajaría para
mí.

-“Como ya sabes, el próximo mes comenzará a trabajar aquí un nuevo ejecutivo.
Trabajé con él hace años, y ya tiene mi aprobación. Necesitará una asistente.“ Hizo una
pausa, asintiendo con la cabeza mientras tomaba su decisión.

- “Me encargaré de todos los arreglos para que Bella se traslade, y con suerte, nadie hablará.“ Alcé la mirada mientras él continuaba.

-“Si decide quedarse, claro está.“

Tragué saliva, mirándolo de nuevo, mientras sus últimas palabras me rompían por dentro.
Me miró mientras levantaba las cejas, sabiendo que sus palabras me habían dolido. Sentí
como algo en mi interior se removía, la vergüenza de haber decepcionado a mi padre
rápidamente se transformó en miedo. Miedo por como reaccionaría ella.

Iba a ser devastador para Bella, de eso estaba seguro. Pero no se iría… o sí?

Observé como descolgaba el teléfono. Asumí que estaba hablando con su asistente, pero
no pude registrar sus palabras.

Mi cuerpo parecía de plomo, con mis pies clavados en el mismo sitio mientras mi mente
pensaba en los posibles resultados. Por mucho que odiaba que la verdad saliera a la luz
de esta manera, de alguna manera me sentía liberado al saber que los demás se
enteraran por fin.

Más allá de la culpa y el miedo, había algo de liberación; como si me hubiera quitado un
peso de encima. Podríamos por fin dar un paso hacia adelante. Seguramente ella lo vería
de esta manera; adiós a esconderse, adiós a salir a escondidas de nuestros apartamentos
de madrugada. Podría decirle a todo el mundo que la quiero. Podríamos ir de la mano.
Podría pedirle que se-

Escuché una alegre y familiar voz desde recepción que irrumpió mis pensamientos. Entró
en la sala y mi cuerpo respondió a ella inmediatamente. Mi respiración se tranquilizó y mis
músculos se relajaron ligeramente; el férreo nudo que tenía comenzaba a aflojarse.
La deseaba, incluso ahora. Tenía ganas de estar con ella, y aliviar el dolor al que pronto
se iba a tener que enfrentar. Mis dedos ansiaban sentirla, coger su mano y enfrentarnos a
esto juntos. Atravesó el despacho para quedarse a mi lado, mientras el sonido de su
vestido, moviéndose entre sus piernas cuando andaba y su olor, me llenaban. Su
presencia me calmaba.

Me miró a los ojos, y sus labios se transformaron en una preciosa sonrisa, dedicada
solamente a mí. Intenté devolvérsela, tan solo pudiendo dibujar una sonrisa triste.
Las ondas brillantes de su pelo habían desaparecido, por culpa de mis manos
enredándose en el. Sus labios estaban rojos. Su cuello estaba cubierto por pequeñas
rojeces, resultado de mi barba y mis dientes. El escote de su vestido estaba arrugado,
debido a mi desesperada necesidad por verla y tocarla. Estos detalles eran tan ínfimos
que estaba seguro de que solo alguien que la examinara tanto como, podría darse cuenta.
Pero en cuando mi padre la miró con ojos decepcionados, supe que él también se había
percatado.

Bella nos miró a los dos y su sonrisa desapareció.

-“Señor Cullen?“ preguntó, mirando a mi padre. Exhalé profundamente, preparándome a
mi mismo para lo que se nos venía encima.

-“Bella,“ comenzó a decir, con voz profesional.

-“Estoy seguro de que ya sabes que el próximo mes comenzará a trabajar un nuevo ejecutivo. “

-“Sí, señor.“ respondió confusa. Observó como mi padre comenzaba a sacar papeles de su
maletín, concentrando su mirada en el.

-“He decidido traspasarte a su oficina.“

-----------------------------------------------------

Bella POV

Mi estómago dio un brinco.

-“Perdona?“ pregunté, girándome para mirar a Edward, convencida de que había
escuchado mal.

-“No lo entiendo.“

En el momento en que vi la expresión de Edward, lo supe. Cerré mis ojos mientras sentía
que se me hundía el mundo.

-“Mientras tanto, seguirás recibiendo el pago administrativo, hasta que-“

-“Papá,“ lo cortó Edward con una súplica apasionada. Carlisle lo miró con reproche, antes
de cerrar su maletín y continuar hablando:

-“No voy a seguir discutiendo esto. Edward puede responder a cualquier pregunta que
tengas.“ dijo, finalizando la conversación.

Fijé la mirada en el suelo, sintiendo las punzadas de las lágrimas que querían salir.
No iba a llorar. No aquí.

Enfadada conmigo misma y dispuesta a mantener la compostura, endurecí mi expresión;
erguí la espalda y levanté la barbilla para mirarlo a los ojos. Podía sentir mi corazón
palpitando en mis oídos, mi piel caliente e incómoda y mis uñas se clavaban
dolorsamente en las palmas de mis manos. Pero no podía derrumbarme ahora.
Su expresión se relajó ligeramente, y eso solo profundizó mi vergüenza. No podía culpar a
Carlisle por lo que estaba haciendo; en todo caso, me merecía algo mucho peor. Había
visto a otros empleados ser despedido por infracciones menos graves, y sabía que mi
puesto de trabajo solo se salvaba por mi relación con su familia. Saber eso, y que lo había
decepcionado, me dolía más de lo que hubiera imaginado.

-“Sí, señor.“ respondí con voz temblorosa.

Escuché como Edward suspiraba a mi lado y vi como agachaba la cabeza. Carlisle no me
miró durante un rato, e inmediatamente me recordó a mi padre y en como reaccionaría si
supiera lo que había hecho. El silencio y la tensión empezaba a crecer hasta que se
aclaró la garganta y se levantó de su silla.

-“Tengo una reunión,“ dijo, mirando a su hijo.

-“Disculparé tu ausencia, y te espero verte en casa esta noche.“

Una vez más, su tono era firme, sin dejar ocasión para más argumentos. Edward
murmuró algo y Carlisle asintió, recogiendo su maletín de la mesa y dirigiéndose a la
puerta. El sonido de la puerta al cerrarse rompió el silencio de la sala. Continué mirando
a la silla vacía, sin saber que decir, sin entender todavía lo que estaba pasando
realmente.

-“Bella,“ dijo suavemente. “Lo siento tanto.“

-“No,“ dije sacudiendo ligeramente la cabeza.

-“No lo hagas. Ya soy mayorcita, Edward. Sabía exactamente a lo que venía.“

-“Pero no deberías-“

-“No,“ dije, cortándole en seco, pidiéndole que no se disculpara por lo que habíamos
hecho.

-“Cómo..?“

No estaba segura de si quería saber como Carlisle se había enterado. Cuando pensaba
en ello, me había imaginado tantas veces la manera en que seríamos pillados, cada
posibilidad más humillante que la anterior.

Con un suspiro, caminó hacia la ventana, pasándose las manos por el pelo:

-“Seattle,“ comenzó a decir, con algo de amargura en su voz.

-“La noche que fui a cenar al centro… tú te quedaste en el hotel… me encontré en la cena con un amigo de la universidad,“ Sacudió la cabeza y se rió con dureza.

-“No tenía ni idea de que se alojaba en el mismo hotel.“ Hizo una pausa, apoyando las manos en la ventana. “Al parecer, nos vio juntos… al salir del ascensor, después de estar en la azotea.“

Mi estómago dio un brinco cuando recordé con claridad aquel momento. Recordé sus
labios sobre los míos mientras nos besábamos, caminando hacia mi habitación. Asentí
automáticamente.

-“No estoy seguro de porqué se lo ha dicho a mi padre, aunque mentiría si dijera que me
sorprendió.“

-“Por qué?“ pregunté atontada, sabiendo que la respuesta no importaba.

-“Mencionó algo sobre que quería mudarse a Chicago… yo solo…“ se rió de nuevo,
malhumorado, rascándose bruscamente la barbilla.

- “Supongo que no tuvo reparos en cortar la garganta de cualquier con tal de subir puestos.“

Asentí de nuevo, más para mi misma que como una respuesta a todo lo que él decía. Una
a una, las piezas del puzzle comenzaban a unirse, y de repente, el pánico comenzó a
invadirme. Carlisle lo sabía, Esme lo sabría. Mi padre, probablemente, se acabaría
enterando, como el resto de los empleados de la empresa, cuando se anunciara la noticia
de mi traspaso. Mi nuevo jefe… todo el mundo sabría que yo…
Sentí como me mareaba y me incliné sobre la mesa para apoyarme, intentando reprimir
las nauseas que sentía. Mi estómago se encogió, y aunque sentía que jadeaba, me
faltaba aire en los pulmones. Tenía la garganta seca, y mientras intentaba respirar mi
cuerpo temblaba por el esfuerzo.

“Bella?“ Edward se giró y comenzó a caminar hacia mí, con una inconfundible
preocupación en su voz.

- “Estás bien?“

Sacudí la cabeza y cerré los ojos, intentando calmar mi respiración; el sonido de mi pulso
taladraba mis oídos.

-“Se como te sientes, pero-“

-“Qué sabes que?“ le pregunté, mientras la rabia quemaba mi pecho.

-“Se como te sientes,“ volvió a decir, deténiendose enfrente de mí y tomando mis manos
entre las suyas.

-“Pero todo saldrá bien. Pasaremos esto y estaremos bien.“

-“Cómo puedes decir eso?“ le pregunté, conmocionada por su indiferencia y separando
mis manos de las suyas.

- “Cómo puedes decir que todo saldrá bien?“

-“Porque saldrá bien,“ respondió, manteniendo la calma de su voz.

-“Esto terminará, y todos se olvidarán. No dejes que te ganen, Bella.“

Una lágrima de rabia se deslizó por mi mejilla al darme cuenta de que, de alguna manera,
me estaba dejando vencer.

-“Bella, necesito que te tranquilices.“ Puso sus manos a ambos lados de mi cara y me miró
a los ojos.

-“Hay gente ahí fuera.“ dijo, señalando la puerta del despacho.

- “Y este no es el lugar adecuado para tener esta discusión.“

Asentí, sabiendo que tenía razón e instintivamente me incliné hacia él, rodeando su
cintura con mis brazos y presionando mi frente contra su pecho. Me recorrió el cuerpo un
escalofrío mientras sus brazos me abrazaban, acercándome a él como si pudiera
protegerme de cualquier cosa.

Si tan solo pudiera hacerlo…

Lo agarré con fuerza, mientras sus labios acariciaban mi pelo, haciéndome sentir cómoda
sus caricias, su olor, su cercanía. Por un momento sentí desaparecer el peso del mundo.
Lo quería, y él me quería.

El pánico del principio comenzó a desaparecer mientras permanecía abrazada a él. Mis
pulmones comenzaron a abrirse, y los estruendos de mis latidos se volvieron más
normales, mientras mi mano trazaba círculos en mi espalda.

-“Te quiero, Bella,“ murmuró contra mi pelo.

-“Todo saldrá bien. De alguna manera, las cosas se arreglarán.“

Cerrando los ojos para reprimir las lágrimas, asentí ligeramente; mi habilidad para traducir
mis pensamientos desordenados y erráticos en palabras, me había abandonado. Nuestro
momento de paz se vio interrumpido cuando unos cuchicheos, desde recepción,
comenzaron a invadir el despacho. Edward se aclaró la garganta y se apartó un poco,
flexionando las rodillas hasta que sus ojos se quedaron a la altura de los míos.

-“Estás bien?“ frunció el ceño, evidenciando la preocupación en su cara.

-“Yo solo…“ comencé a decir, sintiendo de nuevo que la calma me abandonaba.

“Necesito irme.“ Mi voz no era más que un susurro, y su preocupación comenzó a aumentar.

-“Bella-“ Sacudí la cabeza.

-“No puedo… esto es demasiado.“

Se volvió a erguir y suspiró profundamente.

-“Puedo verte esta noche?“

Intenté deshacer el nudo de mi garganta tragando saliva. Mi boca estaba seca, y me
encontré a mí misma intentando no vomitar. Mis ojos miraron el suelo por un momento, y
rodeé su cuerpo con mis brazos.

-“Yo solo…“ comencé a decir mientas las palabras se escapaban de mi mente. Sacudí la
cabeza y presioné mis manos contra su pecho.

-“Necesito irme durante un tiempo. Te llamaré. Lo prometo.“

Me giré para irme, pero me atrapó con sus brazos, sujetando mi cuello con su mano y
encontrando mi boca con la suya. Me besó apasionadamente, devorando mis labios y
agarrando mi pelo con fuerza, acercándome a él.

-“Te quiero,“ dijo jadeando. Su mano se deslizó hacia abajo por mi cuello y mi hombro para
agarrar mi mano y llevarla hasta su pecho, mientras su pulgar acariciaba el brazalete que
me había regalado.

-“Por favor, recuerda eso.“

-“Yo también te quiero,“ le dije suavemente pero con voz temblorosa.
Dando un paso hacia atrás, lo volví a mirar por un momento. Hizo una mueca de
desagrado mientras me observaba salir del despacho, con sus ojos llenos de tensión y
preocupación.

Veritè

En cuanto salí a la recepción, no tuve duda de que nos habían estado escuchando. Los
demás estaban convenientemente ocupados con papeleo, que les permitía evitar el
contacto visual. Caminé rápido hasta mi oficina para recoger mi bolso, asegurándome que
no me encontraba con nadie por el camino. Rápidamente llegué a mi coche y salí del
garaje, comenzando la familiar ruta hasta mi apartamento.

El mundo parecía emborronarse a mi alrededor mientras conducía, dejando finalmente
que las lágrimas cayeran por mis mejillas. Volví a pensar en lo ocurrido en el despacho de
Carlisle, la manera en que evitaba mirarme, con un indicio en su voz de que lo había
traicionado. Era como haber decepcionado a mi propio padre, y no estaba segura de
poder arreglarlo. Otro sollozo volvió a salir de mi pecho en cuanto me lo imaginé
contándoselo a Esme.

Esme, quien había sido como una madre desde que perdí a la mía, quien me había dicho
que me quería y me miraba con tanto orgullo, ahora iba a saber que había mentido y la
manera en que me había comportado.

Emmett se enteraría, Angela… mi padre. Un sentimiento de absoluta angustia se apoderó
de mí en cuanto pensé hasta donde me había llevado mi comportamiento, mientras salía
del coche y me metía en el ascensor. En cuando cerré la puerta de mi apartamento y eché
un vistazo a todo el espacio, cerré los ojos con fuerza, esperando que la calidez y la
seguridad de mi hogar me reconfortaran.

Pero encontré silencio en vez de comodidad, y vació en vez de seguridad. Caminé hasta
la cocina y me serví un vaso de agua, mientras mis ojos se fijaban en la piedra para
cocinar pizzas que había sobre la encimera, los platos limpios y las copas de vino de la
pasada noche. Recordé como bromeábamos en esa misma habitación, robándonos besos
y riendo. Nos vi sentados en el salón, con su cabeza en mi regazo mientras me contaba lo
mucho que quería y respetaba a su padre.

Mi corazón se encogió al pensar en como se debería sentir Edward al haber
decepcionado a su padre. Me sequé las mejillas, mojadas por las lágrimas, mientras
comenzaba a llorar de nuevo.

Me dirigí a mi habitación, ignorando las fotos de las que habíamos estado hablando
mientras pasaba por delante de ellas y del sofá donde habíamos hecho el amor, y me
detuve en la puerta del dormitorio. Ver mi cama deshecha, con las sábanas enredadas y
mi ropa tirada por el suelo, fue otro recuerdo físico de lo perfecto que había sido todo
unas horas antes.

Fui hasta mi cama, quitándome los zapatos y tumbándome sobre ella, presionando mi
cara sobre la almohada donde él había dormido. Su olor permanecía en el suave algodón,
llevando con el el dolor que siempre sentía cuando estábamos separados. Todavía
vestida, pero sin importarme, me cubrí con el edredón, enterrándome en su calidez.
Sabía que finalmente nos descubrirían; podría vivir bajo las miradas y las preguntas, pero,
qué pasa con Edward? Habíamos discutido en el despacho de Carlisle sobre como
reaccionaría la gente, y me dolía que no hubiera tenido en cuenta mis sentimientos.
Podría vivir él con con las cosas que, inevitablemente, la gente iba a decir sobre mí? La
gente hablaría, lo creyeran o no. Las lágrimas comenzaron a desaparecer, y mis sollozos
se menguaron en ocasionales suspiros. Me acurruqué en la seguridad de mi cama,
mientras el olor de Edward me inducía a una especie de adormecimiento reconfortante.
Mis sentimientos eran encontrados; la rabia luchaba contra el miedo y el temor. Cada uno
de ellos me superaba. Estaba enfadada con el hombre que había usado nuestras vidas
como peones para ascender en la empresa. Estaba enfada con Edward por su ingenuo
optimismo de que las cosas saldrían bien, e incluso más enfadada conmigo misma por
permitir que las cosas llegaran tan lejos. Mirando hacia atrás vi todos los errores tontos
que había hecho por, simplemente, estar más cerca de él. Debería haber pedido un
traslado, o dejar mi trabajo, o mejor aún, permanecer alejada de él.

Acaricié la delicada cadena de mi muñeca y no pude evitar sonreír. Nunca había sido
capaz de alejarme de él. Había tenido tanto miedo; preocupada de que Edward solo me
quisiera para una relación física, pensando que solo podría estar con él si permanecía
alejada. Nunca podría haber imagino que mis sentimientos eran correspondidos.

Pensé en como habíamos estado juntos esta mañana; las caricias tiernas, los besos
apasionados. Las horas que nos pasábamos explorando nuestros cuerpos, sintiéndolo en
mi interior, atrapada en su firme abrazo. La absoluta adoración en sus ojos cuando me
miraba. Sabía que me quería, pero era suficiente? Se cansaría de los obstáculos de
nuestro camino?

Me quedé dormida en algún momento, y me desperté por el sonido de mi móvil vibrando.
Me incliné sobre el borde de la cama, cogí el bolso y saqué el móvil; tenía cinco mensajes
y cuatro llamadas perdidas. Los mensajes eran de Edward, preguntándome si estaba en
casa, asegurándose de que estaba bien y pidiéndome que lo llamara en cuanto pudiera.
Las llamadas eran de Angela, y mi estómago se encogió por la ansiedad mientras me
preguntaba porqué me había llamado tantas veces en tan solo quince minutos.

Lo llamé a él primero, sintiendo como se me caía el alma a los pies cuando me salió el
buzón de voz. Le dejé un simple mensaje y colgué para llamar a Angela, dando un brinco
en cuando el teléfono comenzó a sonar en mi mano, mientras las palabras “Angela Weber
Trabajo“ aparecían en la pantalla.

-“Oh dios mío! Bella! Menos mal que has contestado. Qué demonios está pasando?“
preguntó, prácticamente gritándole al auricular.

-“Hola, Angela,“ contesté tímidamente.

-“Bella, qué está pasando? El señor Cullen está dentro con su hermano y…“ hizo una
pausa y supe que la cosa era peor de lo que pensaba. Solo podía imaginarme a lo que se
estaba enfrentando ahí dentro.

-“Escucho poca cosa pero.. Bella,“ su voz bajó de tono, sonando como una disculpa.

-“Están hablando de ti.“

-“Lo se,“ contesté suavemente, sorprediéndome de lo extraño que me parecía el no
negarlo.

-“Bella?“ preguntó confusa.

-“Dios, Angela, lo siento tanto. No quería mentirte,“ mi voz era temblorosa y me mordí el
labio, aterrorizada de lo que pensaría de mi cuando lo supiera.

-“Uhm… Edward y yo-“

-“Edward?“ preguntó incrédula.

-“Sí, Edward y yo, nos hemos estado… viendo.“ bajé la cabeza, deseando que la noticia no
fuera muy drástica de aceptar para ella.

-“Qué? Oh dios mío, Bella,“ dijo con voz gentil y comprensiva. Casi pude visualizar en mi
cabeza su cara, presionando las puntas de sus dedos en sus labios, y abriendo los ojos
estupefacta… y decepcionada.

-“Lo se,“ susurré, incapaz de subir más el volumen de mi voz.

-“Lo siento tanto, Angela.“

-“Bella, no tienes que disculparte conmigo. Soy tu amiga por encima de todo.“ Me di cuenta
una vez más de lo afortunada que era de tenerla en mi vida.

-“Gracias. No tienes idea de lo mucho que significa para mí.“ Escuché un golpe agudo que
venía del salón.

-“Escucha, Angela, tengo que irme. Hay alguien aquí, pero prometo llamarte más tarde.“

Nos despedimos y fui hasta la la puerta de la entrada, sorprendida de encontrarme con un
hombre sujetando un jarrón con las flores rosas más bonitas que había visto.

-“Bella Swan?“

-“Sí“

Asintió y me entregó una pequeña carpeta. Firmé rápidamente, entregándome las flores.

-“Gracias“, dije distraídamente, cerrando la puerta.

Exhalé profundamente mientras entraba en la cocina, mientras que el olor de las orquídea
y las lilas de calla inundaba la casa. Puse el vaso en la encimera y vi una tarjeta. Mi
corazón empezó a latir rápidamente mientras abría el pequeño sobre, metido entre las
flores, y mi mente se olvidó momentáneamente de los problemas. Me mordí el labio,
nerviosa, y descaradamente entusiasmada cuando vi quien me las había mandado.

Pour la femme de mes revés.
Para la mujer de mis sueños.
Con cariño, tu BB

No pude evitar sonreír cuando leí la tarjeta, sacudiendo la cabeza por el apodo que había
elegido para mi:

Para la mujer de mis sueños.

Esas palabras me habrían llenado de alegría esta mañana, pero ahora, por muy
hermosas y sentidas que eran, inundaron mi pecho de ansiedad. Me incliné de nuevo,
inhalando profundamente, dejando que la dulce esencia me embriagara, agradeciendo
ese pequeño momento de respiro.

Volví a dejar la tarjeta, cogiendo el jarrón y llevándolo a la mesa del comedor. Me senté y
lo contemplé en silencio, preguntándome como Edward podía saber siempre lo que
necesitaba exactamente.

Me había sentido aprensiva por sus sentimientos, y que hubiera encontrado la manera de
decir que me quería en el momento exacto en que lo necesitaba. Había estado
preocupada buscando mi lugar en su vida, y sin montar un espectáculo o con palabras
innecesarias, me entregó su brazalete mientras yo dormía. Incluso ahora, preocupada por
mi futuro, y decepcionada a mi misma por haber herido a la gente que me rodeaba, de
alguna manera Edward había conseguido que sonriera.

Volví a mirar la hora y gruñí. No iba a haber manera de que me quedara aquí sentada y
esperar a ver que iba a pasar. Necesitaba distraerme y debatir mis opiniones. Así que
decidí conducir para despejarme.

Conduje hasta las afueras de la ciudad, con la ventana abierta, la música a todo volumen
y pensando en todo lo que había pasado. Pensé en nuestra conversación, la manera en
que había perdido los nervios cuando mencioné a David. Recordé como me presionaba
contra la ventana de su despacho y la manera en que mi cuerpo reaccionaba a pesar de
su enfado. Recordé la manera en que me había tomado sobre su mesa, perdidos en
nuestros cuerpos, olvidando que el mundo seguía existiendo ahí fuera. Me pidió que fuera
con él a París, y aunque al principio la idea me entusiasmo, cuando mencionó ir en
Navidad, me di cuenta de que todavía planeaba mantener las cosas en secreto unos
cuantos meses más.

Tenía que haber ido por delante. Necesitaba tiempo pero, cuáles eran mis planes para
decírselo a todo el mundo? Nos seguía viendo a nosotros, todavía como un secreto?
Negué con la cabeza en cuanto me di cuenta de que no iba a ponerme a considerar eso
ahora. Solo podía rezar para que fuéramos lo suficientemente fuertes para sobrevivir a
todo esto.

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Una hora más tarde, las puertas del ascensor se abrieron y lo vi al final del pasillo. Estaba
murmurando para si mismo. Su chaqueta y su corbata estaban tiradas en el suelo, y se
pasaba nervioso las manos por el pelo mientras permanecía de pie frente a la puerta de
mi apartamento. Cuánto tiempo llevaría ahí?

Estaba a diez pasos de él cuando se detuvo de repente, girándose y acortando la
distancia entre nosotros con unos pocos pasos, acogiéndome en sus brazos.

-“Bella,“ suspiró, presionando sus labios contra mi pelo mientras me acercaba a él. Solo
pude responder con un murmullo, relajando mi cuerpo en el suyo, y rodeando su cuello
con mis brazos. Cerré los ojos y me entregué al momento; regocijándome en la sensación
de su cuerpo presionado contra el mío, su olor y paz al estar entre sus brazos. Me levantó
ligeramente, elevando mis pies del suelo mientras nos abrazábamos. Sentí como su
corazón latía contra mi pecho, y su aliento caliente en mi pelo mientras sus dedos
trazaban pequeños círculos donde me agarraba.

-“Te quiero,“ susurré, plantando un beso en su cuello mientras me volví a bajar al suelo.
Su mano sujetó mi nuca mientras sus ojos buscaban mi cara. Intenté leer su expresión;
parecía ansioso. El ceño fruncido y la mandíbula apretada no hicieron nada para calmar la
sensación de incomodidad que se cernía sobre mí. Puse mi mano sobre su cara,
acariciando suavemente con mi pulgar el pliegue que formaban sus cejas sobre su frente.
Exhalé, mientras una pequeña sensación de alivio me invadía, sintiendo sus suaves
facciones bajo mi mano.

-“Gracias,“ dijo en voz baja. Asentí, entendiendo que me agradecía algo más que mi
declaración de amor.

-“De nada.“ respondí, aguantando la respiración cuando su pulgar acarició mi labio
superior, mientras su mirada se fijaba en mi boca.

Con un pequeño, casi tentativo, movimiento, se inclinó hacia mí, rozando con sus suaves
labios mi boca antes de apartarse. Vaciló mientras nuestras bocas se quedaban a un
suspiro de distancia, y su pecho bajaba y subía al mismo tiempo que el mío. Respiró en
mi boca y me estremecí; tenía los labios tan cerca que podía saborearlos, y su aliento era
cálido y dulce contra mi lengua. Sentí algo de incertidumbre y me aparté, queriendo
mirarlo a los ojos para cuestionarlo. Su abrazó se tensó y sacudió la cabeza.

-“Quédate,“ murmuró contra mi boca, cabeceando, y acariciando mis labios con los suyos.
Sin decir una palabra, pude sentir que algo había cambiado. Él se resistía, tratándome
como si me fuera a romper o a huir. Mi ansiedad se incrementó, y mi mente pesaba a toda
velocidad en todas las posibilidades de lo que podía haber pasado.

-“Edw-“ comencé a preguntar, exponiendo el pánico en esa pequeña palabra. Su otra
mano se movió para sujetar mi cara, moviendo su pulgar entre nosotros para presionar
mis labios.

-“Shh. Podemos… podemos ser nosotros, tan solo?“ susurró, dándome un pequeño beso
en la esquina de mi boca.

-“Por un momento? Te prometo que te lo contaré todo.“ hizo una
pausa, moviendo su cabeza hacia adelante para acariciar mis labios suavemente.

-“Pero ahora mismo, necesito esto. Por favor.“

Su pequeño ruego desmenuzó mi preocupación y me levanté sobre los dedos de mis
pies, acortando nuestra distancia y presionando totalmente mis labios sobre su boca.
Gimió suavemente por el contacto, incrementando la presión pero sin profundizar el beso.
Me mecí entre sus brazos, evidenciando su amor y adoración incluso ahora.
Se apartó un poco, despacio, dándome un beso final en la frente antes de mirarme a los
ojos.

-“Podemos entrar?“

-“Por supuesto,“ susurré, besándole una vez más. “Estás bien?“

Asintió con la cabeza, señalando la puerta y recogiendo la corbata y la chaqueta del
suelo. Se quedó detrás de mí, cogiendo mi mano mientras yo cerraba la puerta. Entró y
dejó su chaqueta sobre la silla, dirigiéndonos al sofá. Se sentó en el sofá y yo en su
regazo, descansando la cabeza en la curva de su cuello. Suspiré cuando sus brazos me
rodearon, mientras sus dedos jugueteaban con los mechones de mi coleta. Cerré los ojos
e intenté disfrutar de su cercanía, dejando atrás mis preocupaciones y frustraciones del
momento.

Sentía su pulso acelerado en mi oído, y mi cuerpo subiendo y bajando al ritmo de su
respiración mientras permanecíamos sentados en un cómodo silencio. Me dio un beso en
mi nariz, acariciándome con sus dedos la piel de mi muñeca. Me estremecí ligeramente,
dejándome la piel de gallina por donde pasada sus dedos, por debajo de mi camisa, por
mis costillas. Trazó círculos en mi espalda mientras yo jugaba con los botones de su
camisa, acariciando los músculos suaves de su pecho y abdomen.

-“Por qué me quieres?“ me preguntó despacio.

Fruncí el ceño, sorprendida por su pregunta.

-“Porque me dejas ser quien soy, y me quieres por ello,“ susurré contra su cuello.

-“Eres brillante, e inteligente. Quieres a tu familia sin cuestionártelo. Eres divertido y sexy. Me
haces sentir guapa y lista,“ hice una pausa, dándole un pequeño beso en su oreja.

-“Haces que lo quiera ser todo para ti.“

Su respiración se detuvo y tragó saliva, tensando los músculos de su cuello contra mis
labios.

-“Lo eres todo para mi,“ repitió, mirándome a los ojos.

-“Lo sabes, verdad?“

-“Lo se,“ respondí honestamente. Sabía que nos quedaba mucho camino por recorrer, y
que vendrían muchas más cosas, pero su amor era algo de lo que ya no dudaba.

-“Bella,“ comenzó a decir, girando su cuerpo ligeramente y poniendo mi cabeza sobre su
hombro, “No era mi intención menospreciar tus preocupaciones. Nunca haría eso. Es solo
que…. no quería que la gente se enterara de esta manera,“ dijo con tono de disculpa. Me
deshizo la coleta, pasando su mano por mi pelo, mientras su otra mano acariciaba mi
brazo.

-“Lo se,“ dije suavemente, pasando mis dedos por su clavícula, acariciando la linea de
pelo. A pesar de que nuestro temperamento a menudo sacaba lo mejor de nosotros, sabía
en lo más profundo de mi corazón que no era su intención ser condescendiente.

-“Creo que esto puede ser algo bueno, Bella.“

“Algo bueno?“ pregunté confusa, sin entender como era posible que viera algo bueno en
todo esto.

-“Sí. Ya no tendremos que escondernos.“ Sentí como mi frustración se evaporaba con esas
palabras solo con imaginarme la posibilidad.

- “Las cosas pueden ser ahora simplemente normales.“

-“Qué significa lo normal? Nunca hemos sido normales antes. Sabemos como hacerlo?“
Cuestioné con un rastro de miedo en mi voz.

-“Claro que sabemos lo que es normal, es lo que hemos estado haciendo hasta ahora, solo
que lo escondíamos,“ dijo él suavemente.

Recordé los pocos momentos que compartimos, viendo películas juntos, preparando la
cena, aprendiendo el uno del otro. Momentos como esos.

Quería una vida llena de esos momentos.

-“Y se que esto te entristecerá,“ comenzó a decir con indecisión.

-“Pero no necesitas ese trabajo. Yo puedo cuidar de ti.“

-“No quiero que cuides de mí,“ dije oponiéndome, con un tono de voz que rozaba la
frustración.

-“Quiero mi propio éxito. Ya se que no es nada comparado con una carrera
como la tuya, pero mi trabajo es importante para mí.“
Apartó un mechón de pelo, colocándolo detrás de mi oreja y suspiró.

-“Lo se, cariño, y lo entiendo,“ dijo, colocando su mano en mi cadera.

-“Pero no creo que la gente reaccioné de la manera que tu crees.“

-“Cómo puedes decir eso?“ pregunté, apartándome de él y poniéndome de pie. “Edward,
puede que pienses que la gente no hablará, pero no es así. Necesitas prepararte para
ello, en vez de vivir en tu propio mundo de fantasía donde asumes que todo el mundo
será feliz porque tú y yo nos queremos.“

Su cara se crispó ligeramente mientras se levantaba.

-“No soy un ingenuo, Bella. Se que no todo el mundo lo entenderá, pero no creo que vaya a ser tan malo como tú piensas.“

-“Edward, tienes que dar un paso atrás. Mira las cosas desde fuera y piensa en como
reaccionarías si vieras a dos personas en nuestra situación. Piensa en como lo verías a
él; piensa en la opinión que tendrías de ella. Tu perspectiva es masculina.“

-“Qué se supone que significa eso?“ preguntó frunciendo el ceño, con tono brusco y
rozando la rabia.

-“Significa que eres un hombre y yo una mujer. El mundo nos va a juzgar a distinto nivel,
Edward. Nada más importa. Como tú eres un hombre importante, siempre serás conocido
como el tío que se acostó con su secretaria. Es un cliché, típico de grandes ejecutivos, al
que no darán mayor importancia, y que no valdrá la pena juzgar.“ Podía sentir como me
enfadaba cada vez más, y no por la situación, si no porque Edward hubiera pasado eso
por alto.

- “Y como yo soy la mujer, siempre seré la zorra caza fortunas que se tiró a su jefe para ascender.“

-“Así que, estás diciendo eso porque soy un hombre. No crees que puede haber una
posibilidad de que esté igual de pringado por esto que tú?“ Me miró, mientras su pecho
subía y bajaba violentamente. Me estremecí. No había considerado esa posibilidad; que
él también estuviera avergonzado por toda esta historia. Comenzó a dar vueltas por el
salón, moviendo sus manos bruscamente por su pelo.

-“Entiendo que estés disgustada, pero yo…“ se detuvo enfrente de la chimenea y cogiendo el marco donde estaba la foto de sus padres conmigo. “No puedes permitir que la gente trace una brecha entre nosotros.“

-“No estoy permitiendo nada,“ contesté.

- “Pero quiero que estés preparado, necesitas estás preparado. Porque con el tiempo alguien, en algún momento, va a decir algo a tus espaldas, sea de ti o de mí. Alguien me llamará zorra, o pondrá en duda mi integridad, y necesito asegurarme de que puedes lidiar con eso. Porque a pesar de lo que pienses, pasará. Ya ha pasado en la empresa. No entiendo porque no te das cuenta. Es porque realmente no lo ves, o porque no quieres verlo? Porque, honestamente, el hecho de que ni siquiera intentes entenderlo es lo que más me duele ahora mismo!“

-“Bella, no quería decir eso,“ comenzó a decir, pero lo corté al instante.

-“Cómo voy a mirar a tus padres a la cara? Qué pasa con mi padre? O tu hermano?“ grité,
mientras lágrimas de rabia comenzaban a formarse en mis ojos.

- “A juzgar por tu cara, asumo que esta conversación no va a terminar bien.“

Su ceño se frunció y me miró confuso, frotándose la mandíbula.

-“Cómo sabes que he hablado con mi hermano?“

-“Angela me llamó,“ contesté mordaz.

-“Y hay algo más. Cómo voy a volver a entrar en ese edifico? Mirar a mis compañeros, a mis amigos, a la cara, y no sentir que me están juzgando? Tú podrías? Independientemente de lo que sintamos el uno por el otro, no va a importar en el gran esquema de las cosas, Edward. No para ellos. Siempre serás el jefe y yo la secretaria. Siempre.“

-“Y estás pensando en eso ahora, Bella?“ contestó, pasando sus manos por su pelo,
frustrado, dejándolas caer a ambos lados de su cuerpo.

-“Supe desde el primer momento que esto podría pasar, pero imaginármelo y vivirlo, con dos cosas muy distintas. Por eso tienes que estar preparada, y necesito saber que que no vas a dejar que esto nos separe… que no te vas a cansar de las miradas y los chismes, y finalmente decidir que no vale la pena.“

Parpadeé con rabia, intentando borrar las lágrimas que caían por mi cara.

-“No quiero ser la próxima Rachel!“ grité, mientras un sollozo rompía mi pecho.

-“No quiero ser la próxima mujer que dejes sin más explicación que un 'simplemente se acabó' “

Se estremeció, girando la cara como si le hubiera dado una bofetada. Exhaló
profundamente y miró al suelo. Nos quedamos de pie, en silencio. Mi cuerpo temblaba por
todas las emociones reprimidas. Cuando volvió a levantar la mirada, su cara estaba pálida
y sus facciones, tensas.

-“Bella, yo..“ dijo con la voz rota, mientras temblaba ligeramente.

-“No,“ espeté, sacudiendo la cabeza.

-“No puedo hacer esto ahora. Necesitas ir a ver a tus padres y enfrentarte a esto, y yo…“ hice una pausa, sintiendo como temblaba, mientras un escalofrío me recorría el cuerpo.

-“Necesito algo de tiempo.“

Asintió, mirándome a los ojos y apretando la mandíbula.

-“Puedo venir esta noche?“

El dolor me desgarró por dentro, casi quitándome el aliento.

-“No creo que sea buena idea.“

-“Vale,“ contestó despacio.

-“Si eso es lo que quieres…“

No era lo que quería. Lo que más quería en el mundo era correr a sus brazos y sentirme
reconfortada con sus caricias. Pero no podía. No quería hablar, ni pensar. Nos quedamos
así un momento antes de que se diera la vuelta para coger su chaqueta, deteniéndose a
mi lado mientras se dirigía a la puerta. Sus dedos acariciaron mi brazo.

-“Te quiero, Bella.“ dijo suavemente.

-“Quererte no es el problema,“ respondí, clavando la mirada en el suelo. Se inclinó y beso
mi cabeza, acariciando mi pelo con sus labios. Cerré los ojos, mientras una nueva oleada
de lágrimas se formaban detrás de mis párpados, mordiéndome el labio para evitar
detenerlo.

Con un suspiro de resignación, se dio la vuelta y salió por la puerta, cerrándola tras de si.
El sonido de la cerradura hizo eco a través mi apartamento vació. Me sentía clavada en el
suelo en el momento en que él se fue, mientras las lágrimas caían por mis mejillas. Me
balanceé ligeramente, sintiendo como el agotamiento y la desesperación amenazaban
con desbordarme. Caminé despacio hasta la puerta, cerrando con llave y presionando mi
mejilla contra la fría madera.

El ascensor llegó desde la entrada y escuché como se abrían las puertas. Cerrando mis
ojos con fuerza, se me escapó un sollozo al imaginármelo entrando en el ascensor y
desapareciendo de mi vista.

Caminé hasta mi habitación, tambaleándome, intentando ver a través de mi vista nublada
por el llanto, y me tiré en la cama. Una vez más, me hundí debajo de las sábanas, y lloré
hasta quedarme dormida.

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Unas horas después, me desperté. Con los ojos cerrados, mi mano se deslizó por debajo
de las sábanas, retrocediendo al instante al sentir el espacio vació que había a mi lado.
En ese momento, la realidad volvió de golpe a mi consciencia y me di la vuelta, llevando
las rodillas hasta mi pecho.

No estaba segura de que hora era; el sol había desaparecido y mi habitación estaba a
oscuras, iluminada por la luz de la luna. Mi garganta y mi boca estaban secas, y mi cara
áspera, por las lágrimas. Mi cuerpo se sacudió en el silencio, y mis ojos borrosos
intentando concentrarse en la luz roja que parpadeaba al otro lado de la habitación. Con
un suspiro, salí a regañadientes de la cama y cogí mi móvil, llevándolo conmigo a las
sábanas otra vez. Mi pecho se estremeció cuando me sequé los ojos con la sábana y
presioné el botón de mensajes de mi BlackBerry.

Todos los mensajes eran de Edward, esperando a que los leyera, unos en inglés y otros
en francés, pero todos me hicieron llorar de nuevo.

6:32 - Todavía recuerdo la primera vez que me di cuenta de que te quería.
6:44 - Se que te he ocultado cosas. Te lo contaré todo. Por favor, dame la
oportunidad.
7:14 - Je ne peux vivre sans toi.
Copié y pegué el mensaje en el traductor: “No puedo vivir sin ti.“
8:26 - Je suis a toi.
No necesitaba traducirlo. Me lo había dicho en incontables veces: “Soy tuyo.“
9:12 - Quiero serlo todo para ti.
9:35 - Lo siento. Ahora lo entiendo.
10:07 - Je vais t'aimer toujours.
Volví a usar el traductor y un sollozo escapó de mi pecho en cuanto leí las palabras: “Voy
a quererte siempre.“
10:32 - Por favor, dime que todavía me quieres.

Acaricié la pantalla con mi dedo, rompiéndome el corazón al imaginare la desesperación
que debió sentir cuando escribió esas palabras. Lo quería muchísimo, con cada fibra de
mi ser y con cada aliento que tomaba. Él consumió mi cuerpo y cada pensamiento que yo
tenía. La perspectiva de una una vida sin él era agobiante. Miré la hora; el último mensaje
lo había mandado hacía doce minutos. Estaría despierto, esperando mi respuesta.
De verdad me lo contaría todo? De verdad lo entendía? Me di la vuelta en la cama,
mirando hacia la oscuridad, con el móvil aferrado a mí. Por primera vez, una chispa de
esperanza incendió mi pecho. Lo quería, absolutamente. Sabía en lo más profundo de mi
corazón que no habría nadie más para mí. Volví a pensar en lo que me había dicho Alice.
Valía la pena arriesgarlo todo por él?

Sin duda.

Incluso antes de darme cuenta de que lo quería, sabía que mi vida había cambiado para
siempre. Siempre supe, y lo había aceptado, que cuando él desapareciera, se llevaría mi
corazón con él.

Cerrando los ojos, recordé la manera en que me había preguntado porqué lo quería, con
un tono tímido e inseguro de su voz que nunca había escuchado. Volví a pensar en mis
respuestas, sintiendo que eran verdad incluso ahora.

Miré el reloj, considerando si mandarle un mensaje. Quizás podría llamarlo, o incluso…
Me imaginé su cara de sorpresa cuando me abriera la puerta, la manera en que me
acogería en sus brazos y me besaría. Me erguí, sintiendo como el dolor de mi pecho
comenzaba a desaparecer. Alcancé su almohada y la abracé, cerrando los ojos e
inhalando profundamente. Su olor todavía estaba aferrado a la tela y recordé como era
tenerlo tumbado a mi lado, con su cálida piel presionada a mi cuerpo desnudo, la manera
en que me tocaba y como susurraba tiernamente en la oscuridad.

Releí sus mensajes y mi mente se despejó.

Podía ir junto a él. Podía decirle que quería ser suya, tanto tiempo como él quisiera. Salí
de la cama, me lavé la cara y me peiné, guardando el teléfono en mi bolso antes de salir
por la puerta. Me metí en el coche y salí del garaje, agradeciendo el poco tráfico de estas
horas. En poco tiempo ya estaba allí. El portero me devolvió la sonrisa y me abrió la
puerta para dejarme pasar.

Mis nervios comenzaron a calmarse cuando traspasé las puertas color bronce del asesor.
Presioné el botón de su planta, sacando el móvil y volviendo a leer sus mensajes,
asegurándome de que estaba haciendo lo correcto. El ascensor se detuvo y tomando aire
para calmarme, salí al elegante y luminoso pasillo.

Pero me detuve en seco ante lo que estaban viendo mis ojos.

Justo al final del pasillo, él estaba en la puerta de su apartamento, y sus manos sujetaban
la cara de una preciosa rubia.

Parpadeé varias veces, segura de que eso no podía estar pasando, esperando poder ver
otra cosa cada vez que abría los ojos. Mi mente me decía que tenía que haber una
explicación, no podía ser lo que parecía ser, pero mi corazón…

Vi que ella había estado llorando, pero eran lágrimas de alegría. Sonrió con adoración, y
él le devolvió la sonrisa. Se susurraron algo en francés, y observé como él cogía su mano
y la llevaba a su boca, plantando un pequeño beso en sus dedos. Ella se inclinó hacia él y
susurró, y los brazos de Edward la abrazaron, balanceando sus cuerpos. Era algo obvio
para mí y para cualquier que los viera.

Mi visión se nubló mientras veía como se abrazaban, la manera en que sus manos
acariciaban el pelo de Edward y como él enterraba su cara en su cuello. Sacudí la
cabeza. No me había dado cuenta de que me había movida hasta que mi espalda chocó
contra la parte trasera del ascensor, apartándolos de mi vista. Me quité las gafas y me
sequé las lágrimas con manos temblorosas, sin apenas darme cuenta de que se habían
caído al suelo.

El silencio me rodeó, tan solo podía escuchar el murmullo del ascensor mientras
descendía.

Estaba respirando?

Las puertas se abrieron y salí.

-“Señorita Swan?“ una voz me llamó.

-“Señorita, está bien?“

Sacudí la cabeza e hice un ademán, dirigiéndome a mi coche. Salí del garaje, y giré a la
izquierda, conduciendo por la carretera vacía, como si hubiera puesto el piloto automático.
Saqué mi tarjeta y aparqué en el espacio reservado para “Bella Swan“ por última vez.
El edificio estaba vacío mientras caminaba hacia el familiar ascensor, con mi mente
concentrada en una única cosa. Llegué a mi oficina y abrí la puerta con la llave. Encendí
la pequeña lámpara que había en mi mesa, y mis ojos comenzaron a examinar la sala,
viendo momentos en vez de cosas.

Con un suspiro profundo, atravesé la oficina hasta su despacho, aspirando el aroma a
madera y cuero que llenaba el aire. Las luces de Chicago entraban a través de las
grandes ventanas, y me dirigí a su cuarto de baño, llevando conmigo una caja vacía,
esperando encontrar mis cosas. Cuando me di la vuelta para salir, mis ojos se fijaron en
algo de tela que había detrás de la papelera. Me agaché para cogerlo, y el dolor volvió a
mi pecho, esparciéndose por mi cuerpo mientras me consumía.

Agarré su camisa, tocando con mis dedos los ojales sin botones, arrancados. Sin
pensarlo, la llevé a mi nariz y aspiré profundamente, oliéndolo a él. Me quedé así,
sabiendo que lo más inteligente que podía haber era tirarla, pero no podía. Con un suspiro
de derrota, me puse de pie, y cuidadosamente doblé su camisa y salid el baño.
Sin mirar atrás volví a mi mesa. La camisa fue lo primero que metí en la caja, buscando
rápidamente entre mis cajones.

-“Bella?“

Di un brinco y me giré rápidamente. Mi estómago se encogió en cuando vi a Carlisle de
pie junto al marco de la puerta. Parecía cansado, aunque su aspecto seguía siendo
impecable, tan parecido a su hijo, con el pelo revuelto. Tenía la mandíbula apretada, con
el ceño fruncido y con expresión de dolor en su rostro.

-“Carlisle,“ comencé a decir, mirando al suelo. No podía mirarlo; no podía soportar la
decepción en sus ojos.

-“No pensé que hubiera nadie más aquí.“

-“Bella,“ dijo suspirando, caminando hacia mí. “Creo que tenemos que hablar.“
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Mensaje por Nejix 3/8/2011, 9:01 am

Oh has vuelto Citly que bien !!!!
Pero quien diablos es la rubia????? Bella se va???? o por Dios que malvada eres en dejarnos asi
cariños Nejix

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Mensaje por MAJO 3/8/2011, 12:07 pm

waaa.... wolap me encanta zii q zii x diioz quiien ez la rubiia de segura es Rachell pero q hace con Edward ii juzto cuando Bella va a deciirle q zii lo quiiere pero xq todo ezto paza waaa.... enzeriio Bella ze va.... va a dejar a Edward ii q quiiere Carlisle
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Mensaje por Jane 3/8/2011, 12:29 pm

quien esa esa rubia ????????????????.....OMG!!......esta historia me mata de la emocion!!!
Jane
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Mensaje por Ebys Cullen 3/8/2011, 4:42 pm

SEguro que las cosas con Carlise van a estar super bien... PERO QUIEN ES LA RUBIIIIAAA?????... pero confio en el Sr. Cullen... se que la ama... pero no se las instensiones de la rubia esa que se viene a meter en el medio lkdjsfklsdjflksdjfk
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Mensaje por Jane 3/8/2011, 6:58 pm

seguro es la RACHEL, la franchuta esa.... "La Oficina" (M +18 ) COMPLETO - Página 6 417394 yo tambien confio en Cullen....mas le vale!!....
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Mensaje por Citly Patzz 13/8/2011, 2:11 am



Capitulo 19
Veritè (Segunda parte)

La puerta se cerró despacio, y el sonido que produjo retumbó en todo el pasillo. Me quedé
quieto, mientras el sonido de mi propia respiración resonaba en mis oídos; un silencio
aturdidor y tenso que me rodeaba. Mi mano persistía, agarrando con fuerza el frío metal
del pomo como si fuera mi último enlace con ella.

No era capaz de irme.

Con un suspiro de reproche, solté finalmente mi mano, observando como los dedos se
apartaban y mi brazo caía con fuerza a mi lado. No podía moverme. Deseaba más que
nada poder volver atrás y quedarme con ella. El no estar con ella me dolía con una
intensidad que no había sentido antes, como si hubiera perdido una parte de mí al otro
lado de la puerta.

Muy a mi pesar me alejé, dirigiéndome hacia el ascensor, sorprendido de que mis pies
pudieran moverse. En todo el tiempo que habíamos estado juntos nunca me había
echado. Incluso en los peores momentos, cuando los dos intentábamos apartarnos el uno
del otro, ella nunca dijo no.

Y yo nunca había sentido este vacío.

Me las apañé para llegar a mi coche, ignorando las caras y las voces que iban pasando a
mi lado. Mi mano abrió torpemente la puerta del brillante Porsche negro. Esta acción me
hubiera dado un subidón de adrenalina, pero ahora solo quería sentirme cómodo,
escondiéndome en la oscuridad, tras los cristales tintados. Descansé mi espalda en el
respaldo de cuero, apretando con fuerza los puños a ambos lados de mi cuerpo. La
oscuridad del cuelo y las estrellas que emergían no se registraron en mi cabeza; mi
concentración todavía estaba fija en la mujer que estaba dieciséis pisos encima de mí.
Los ojos rojos y la expresión rota en su cara quemarían para siempre mi vista.

Sentí de repente un entumecimiento en cuando mi puño golpeó el volante. El súbito dolor
era un alivio al peso casi sofocante que se había instalado en mi pecho. Flexioné los
dedos e inspeccioné los daños, haciendo una mueca por mi estupidez. Cerré los ojos e
intenté llenar mis pulmones. Respiré profundamente, pero el olor de Bella me rodeaba, y
mi pecho se expandió con dolor. De repente, sentirla tan agudamente a mi alrededor y en
mi cabeza, me abrumaba, y el dolor de mi mano se volvió un dolor sordo, palpitante.
Todo saldrá bien. Tiene que salir bien.

Me repetía esas palabras como un bucle rítmico, aferrándome a ellos como si pudieran
llevarme a buen término. Mi móvil vibró en mi bolsillo, irritándome el sonido del suave
zumbido. Exhalé profundamente, apretando la mandíbula, intentando poner a fin a
cualquier esperanza que tenía de que pudiera ser ella. Lo miré con ojos cansados,
instantáneamente decepcionado, aunque esperaba un número desconocido que había
visto varias veces en el identificador de llamadas, en lo que iba de día. Masajeé mis
sienes, apreté la mandíbula y exhalé con fuerza, intentando sofocar la rápida agitación
que sentí por la insistente llamada anónima, por la situación, por mí mismo… joder,
incluso por Bella. No podía ocuparme del trabajo ahora. Joder, no podía tratar con nadie
ahora mismo. Sin pensar nada más, silencié la llamada y lancé el teléfono al asiento del
copiloto.

Encendí el coche, arranqué el motor y el suave zumbido me sirvió como una distracción
momentánea a la sensación de vacío que se había instalado en mi estómago. Después
de pisar el embrague, avancé sin problemas, obligándome a concentrarme en la caja de
cambios y el suave ronroneo del coche. Conduje hacia la salida del garaje, con los ojos
fijos en el frente, sin querer mirar al coche plateado tan familiar, aparcado a mi derecha.

Los neumáticos chirriaron mientras salía a la transitada calle, mirando en el espejo
retrovisor como el edificio de apartamentos y la mujer que había dentro, desaparecían en
la distancia. Empecé el trayecto hacia la casa de mis padres, a sabiendas de que lo que
allí me esperaba, no sería agradable. Me debatía entre el anhelo de acabar con esto y
llegar a casa y beber hasta el estupor, olvidando este día, como si no hubiera pasado
nada.

Aparqué delante de la enorme casa, apagué el motor y esperé. Los minutos iban
pasando; el cielo gris se volvió oscuro, y sin embargo, seguía sin coraje suficiente. Mi
padre había estado furioso todo el día. Comedido, pero furioso.
Mi hermano, por el otro lado…

Me froté la mandíbula distraídamente de nuevo y me estremecí, recordando su expresión
de incredulidad y traición al darse cuenta de que le había mentido. Ser prudente no era su
punto fuerte.

La única persona que me faltaba por discutir, era mi madre. Levanté la vista y miré la
casa, brillando en la penumbra de la tarde, concentrando la vista en la ventana de la
habitación donde estaba seguro que estaría ella, esperando por mí. Sabiendo que había
sido un cobarde, guardé el móvil en el bolsillo y subí, moviéndome despacio por el camino
iluminado. Si podía lidiar con la rabia de mi padre, la de mi hermano y la de Bella en un
solo día, ciertamente podía con esto. O eso esperaba.

Justo cuando llegué a la puerta, se abrió. Mi padre estaba allí, esperando por mí, con una
expresión en su cara poco característica. Pensé en todas las batallas que había tenido
que luchar en mi nombre durante el día de hoy.

-“Hola, papá,“ dije despacio.

-“Hijo,“ contestó afectuoso, abriendo la puerta por completo y dejándome pasar. -“Tu madre
está arriba, esperándote.“

Asentí con la cabeza y subí las escaleras, acariciando el caoba del pasamanos con la
palma de mi mano. Alcancé el tercer piso y continué andando por el pasillo, haciendo una
pausa al pasar por una puerta de uso poco frecuente. Incapaz de dar la vuelta, giré el
antiguo pomo, obligado a verlo de nuevo. Entré en el cuarto de baño y cerré la puerta
suavemente detrás de mí, presionando el interruptor y entrecerrando los ojos cuando la
luz artificial bañó la sala. Todo se veía como aquel día, menos la luz del sol que entraba
por la ventana abierta, y la brisa que levantaba la cortina de gasa y la mujer que quería
me miraba a los ojos a través del espejo. Recordé lo posesivo que me había sentido
aquella noche, cuando ansiaba hacerla mía. Ya la quería de aquellas? Ya había capturado
mi corazón con la misma fuerza irrompible con que había capturado mi cuerpo?
Mis dedos acariciaron el móvil en mi bolsillo. Mi deseo de poder darle lo que me había
pedido, tiempo, se peleaba con mi necesidad de estar conectado con ella.
Saqué el móvil y escribí las palabras atrapadas en mi mente:

Todavía recuerdo la primera vez que me di cuenta de que te quería.

Presioné el botón de envío sin pensármelo. No esperaba su respuesta, y sacudí la cabeza
al darme cuenta de que quizás tendría el móvil apagado. A pesar de eso, el simple acto de
decírselo todo, incluso con pequeñas palabras a través del móvil, me proporcionó algo de
consuelo.

Me giré, colocando mi mano sobre la puerta, y cerré los ojos al recordar como empujaba
su cuerpo bruscamente contra la misma.

“Verás, quiere algo que es mío, y no puede tenerlo.“

Me acordé de como me sentía al decir esas palabras en alto, como la verdad, enterrada
en mi gruñido, había arrancado algo en mi interior.

-“Puedo hacer lo que quiera, señor Cullen,“ me contestó, aunque de aquellas, ya podía
notar la incertidumbre en su voz.

“Y no soy tuya.“

Sonreí a pesar de mi mal humor. Era eso cierto? O ella ya me pertenecía de la misma
manera que yo le pertenecía? Caminé hasta la mesa, acariciando con mis dedos las
pequeñas botellas de cristal que allí había, recordando el sonido que hacían cuando me la
tiré contra el tocador. Había estado implacable, casi cruel mientras hablaba con ella.

-“Lo deseas?“ le pregunté bruscamente mientras la rabia comenzaba a hervirme la sangre.

-“Respóndeme.“ Me aguantó la mirada mientras su pecho pesaba, pero no dijo nada.

-“Loves?“ Mis dedos se movían por su abdomen, por debajo de su falda y sobre sus muslos.

-“Te hace sentir así?“

La tomé con tanta fuerza, como si quisiera castigarla por atormentarme, por llenar mi
cabeza con imágenes de lo que no podía poseer.

Ahora cuando pensaba en las cosas que había hecho, mi estómago se encogía, y me
daba nauseas. Por qué no se lo había dicho, simplemente? Por qué no había sido
honesto… sobre todo? Mi miedo por lo que sentía me hizo sentir cobarde, haciendo que
protegiera cualquier sentimiento que tuviera. No era propio de mí, pero definía nuestros
comienzos.

Las palabras que había dicho anoche, se repitieron en mi cabeza.

-“No quiero ser la próxima Rachel! No quiero ser la próxima mujer que dejes sin más
explicación que un “simplemente se acabó“

Me incliné sobre la mesa, sentándome en el pequeño taburete, cerrando los ojos con
fuerza al recordar su cara al borde de las lágrimas. Yo le había hecho eso… y ella tenía
razón. Esperaba que yo ocultara lo sentía, porque tenía que hacerlo. Esperaba
respuestas vagas. Cuántas veces había intentado preguntármelo? Cuántas veces había
evadido una respuesta? No iba a volver a cometer el mismo error…

Mandé otro mensaje, esperando que ella lo viera y me creyera.

Se que te he ocultado cosas. Te lo contaré todo. Por favor, dame la oportunidad.

Tomé aire, y me puse de pie, estudiándome en el espejo antes de salir. Con la mano en el
pomo me di la vuelta, dejando que mis ojos vagaran por toda la sala otra vez,
prometiéndome en silencio que si me daba la oportunidad, lo haría correctamente.
Salí al pasillo, y continué hasta la sala de música, escuchando las suaves notas del piano
a través de la puerta cerrada. Llamé con suavidad y me indicó que entrara. Entré en la
sala que me traía tantos recuerdos de mi infancia.

Mi madre estaba sentada de espaldas a mí, moviendo sus dedos con gracia sobre las
teclas, e incluso ahora, fui incapaz de detener la sonrisa que asomó por las esquinas de
mi boca. Siempre le había encantado tocar, incluso nos forzó a Emmett y a mí a tomar
clases cuando éramos niños. Éramos terribles. Gimoteamos y lloriqueamos hasta que se
dio por vencida, tocando mientras nosotros construíamos fuertes y hacíamos carreras con
nuestros Hot Wheels debajo del piano. Todavía recordaba como observábamos sus pies
presionando los pedales, la manera en que cada acorde vibraba encima de nuestras
cabezas.

Se detuvo y se giró, indicándome en silencio que me sentara a su lado. Atravesé la
habitación mientras ella volvía a tocar, tomando asiento a su lado, en el banco. Nos
sentamos en silencio unos largos minutos, escuchando las notas perfectamente tocadas y
su melodía. Su ejecución se desaceleró, derivando en algo tranquilo y suave, y sentí su
suspiro a mi lado.

-“Lo siento,“ dije mientras observaba sus dedos recorrer las teclas.

-“Así no es como te he educado, Edward,“ murmuró, con voz calmada pero sonando
decepcionada.

-“Lo se.“

-“Y eso está pasando desde hace cuánto tiempo?“

Puse mis manos sobre mis muslos, intentado calmar mi inquietud nerviosa.

-“Meses, semanas… ni yo estoy seguro.“

-“Cuando Bella vino a cenar?“

Hice una mueca, y tragué saliva. -“Sí.“

-“Hmmm.“

Su reacción aparentemente indiferente me tomó por sorpresa, e incliné la cabeza para
mirarla, con mi cara desfigurada por la frustración mientras intentaba descifrar su
expresión. Su voz estaba tranquila y controlada.

-“Eso explica algunas cosas, supongo. Pero no todo.“

-“Lo se,“ comencé a decir, pasando mis dedos por el pelo, bruscamente.

-“He sido tan gilipollas con ella.“

-“Para ser honesta, la primera vez que conocí a Bella, me enamoré. Me recordaba tanto a
ti…“ dijo, con un tono de voz lejano.

-“Pero me di por vencida cuando os vi juntos. Era obvio que erais tóxicos el uno para el otro. A pesar de mis intentos por suavizar las cosas, parecía que solo iba a peor. Nunca soñé con…“ su voz se fue apagando por un breve momento, y luego suspiró.

- “Como he dicho, supongo que ahora tiene sentido.“ Sacudió la
cabeza ligeramente, pasando los dedos por las teclas negras.

-“Solo se lo que tu padre me ha contado.“ Hizo una pausa, casi deteniendo los dedos.

-“Pero quiero escucharlo de ti, Edward. Ayúdame a que lo entienda. Qué sientes por ella?“

-“La quiero, mamá. Más que a nada.“ contesté inmediatamente. Ella asintió despacio
mientras digería la respuesta.

-“Y Bella?“

Hice una pausa, bajando la mirada, mientras un momento de duda entraba en mi cabeza
por primera vez.

-“Sí.“ respondí suavemente.

-“Sí?“ se inclinó hacia delante para mirarme a los ojos.

-“Quiero decir… me quería. Nos lo dijimos, pero…“ me callé, incapaz de articular el miedo
que había estado creciendo en mi interior desde que había dejado el apartamento de
Bella. La habitación se llenó de silencio y se giró para tomar mi mano entre las suyas.

-“Cuéntame.“

Tragué saliva y exhalé profundamente, concentrándome en la calidez y confort de la mano
de mi madre.

- “Yo… no he sido honesto con todo, con la manera en que la trataba antes,
con Rachel..“ me fui callando, al darme cuenta de que cada error era peor que el anterior.

-“Con un montón de cosas.“

Esperó a que continuara hablando, pero que más podía decir? Había hecho tantas cosas
mal, y no tenía absoluta idea de como podría arreglarlo. Después de un largo momento,
respiró hondo y me dio un pequeño pellizco en mi mano.

-“Sabes, lo que tu padre y yo siempre hemos querido para tu hermano y para ti, es
felicidad, sin tener en cuenta con quien la compartierais. Si estabas luchando con tus
sentimientos, tan destrozado, Edward, me hubiera gustado que vinieras a hablar conmigo.
Me hubiera gustado que hubieras hablado con cualquier de nosotros.“ Sus ojos cayeron,
mirándome con dolor.

Volví a pensar en el dolor que le había causado a los mujeres más importantes de mi vida
por ser tan egoísta. Y mi pecho se encogió. Comencé a hablar, explicándole cada detalle
que podía: la atracción que sentía por Bella desde hacía tanto, el acercamiento ineludible,
cuando me di cuenta en Seattle de que la quería de verdad, y como se había
profundizado todo entre nosotros desde aquello.

Me sentía bien que alguien, por fin, supiera esto. Poder expresar lo que sentía por Bella,
lo que antes había censurado. No tenía ni idea de cuanto tiempo estuvimos hablando, ni
cuanto tiempo nos sentamos en silencio después de que ella entrelazara su brazo con el
mío, apoyando su cabeza en mi hombro.

-“Te quiere, Edward. No tengo ninguna duda sobre ello. Pero tienes que hacer las cosas
bien, y tengo todas mis esperanzas depositadas en ti.“ Su voz parecía calmada,
dándome comodidad.

-“No se ni por donde empezar, mamá. Le he hecho daño tantas veces; y si esta ha sido su
última palabra?“

Sacudió la cabeza, colocando la palma de su mano sobre mi mejilla y me miró a los ojos.

-“Edward, ella no podría alejarse de ti aunque piense que te desprecia. Dale algo de
tiempo, y luego compórtate como el hombre que tu padre y yo hemos criado. Se honesto
con ella y cuéntale todo lo que merece saber. Deja que ella decida, en vez de asumir
como debe manejar la situación. Y por encima de eso, respeta sus sentimientos. Ella te
quiere, y la has herido. Piensa en ello.“

Asentí lentamente, mientras ella se inclinaba y besaba mi mejilla, tomando mi mano
mientras nos levantábamos para ir a ver a mi padre.

---------------------------------------------------------

Después de lo que parecieron horas, salí de casa, a la fría brisa de la noche y comprobé
mi móvil, sin sorprenderme de que no hubiera mensajes. Lo sacudí y me dirigí a mi coche.
Ella me había pedido tiempo, y se lo iba a dar, pero no iba a darme por vencido. Presioné
la pantalla y usé la luz para escribir otro mensaje, las palabras que tanto había susurrado.

Je suis a toi.
Yo soy tuyo.

Presioné el botón de envío, y observé como el mensaje desaparecía de la pantalla, otra
vez oscurecida. Tragué saliva y me froté el pecho, intentado disuadir el sentimiento de
vacío que poco a poco había vuelto. Me quedé de pie en la oscuridad, con la mano en la
puerta de mi coche y mirando a la nada. Qué estaría haciendo ella ahora? Habría recibido
mis mensajes o todos mis ruegos y mis palabras de amor seguían sin leerse en su móvil?
Esperaba que fuera lo segundo.

El camino a casa en coche fue largo y solitario, con la radio apagada y mi móvil silenciado
en el asiento del copiloto. Volví a pensar en esa mañana, en el sofá, la manera en que la
sentía en mis brazos, la necesidad de tener ese momento de normalidad con ella antes de
hablar. Había entrado en frenesí, caminando delante de su apartamento como una
especie de acosador. Me había dado cuenta de que incluso con todo lo que había pasado
entre nosotros, nos pertenecíamos, pero sus vecinos no me conocían. No le había dado
una llave de mi apartamento, ni ella a mi del suyo. Todo parecía temporal, pero eso
cambiaría si me diera una oportunidad.

En seguida me di cuenta de que se había cambiado el vestido, poniéndose algo más
cómodo. Sus ojos estaban rojos, con semblante de dolor y preocupación. En el momento
en que la vi no pude detenerme. El peso que sentía en mi pecho desaparecía, y casi corro
hacía ella, necesitando sentirla en mis brazos. Suspiré aliviado, acercándola a mi y
levantándola del suelo mientras aspiraba su familiar olor, embriagándome.

“Te quiero,“ susurró mientras yo cerraba los ojos. Le temblaban los labios mientras los
presionaba contra mi cuello. Con esas dos palabras, me sentí en casa y todo lo demás
desapareció.

“Gracias,“ murmuré fijando mis ojos en sus labios. La abracé y sentí como temblaba en
mis brazos, agradecido de que ella estuviera tan afectada por esto como lo estaba yo.
Cerré los ojos y saboreé su aliento en sus labios, tan cerca de los míos. Qué pasaba si
esta era la última vez que la sentía de esta manera? Huiría cuando se enterara de todo lo
discutido hoy? Que realmente había más gente que sabía lo de nuestro pequeño secreto.
Pude ver como me notó preocupado cuando se apartó de mi. Necesitaba calmar sus
miedos. Los demás se habían callado, seguramente no sería un problema tan importante
como parecía. Yo sabía que mi padre y mi hermano no estaban de acuerdo, pero eso no
importaba realmente. Estábamos enamorados. La gente vería eso.
La besé con suavidad y la seguí adentro, sentándome en el sofá antes de atraerla hacia
mí. Durante un buen rato simplemente nos abrazamos, pasando mis dedos por sus suave
piel y enredándolos en su pelo. Sus manos cálidas acariciaban mi pecho, e intenté
memorizar cada momento, para grabar en mi mente como era sentirla de esta manera.

“Por qué me quieres?“ le pregunté sin pensar muy bien las palabras antes de que salieran
de mis labios. Su respuesta me sorprendió, no porque como ella me veía a mí, si no
porque como se veía a si misma. Sabía que ella era mi mundo? Tenía mi corazón en sus
manos, y nunca iba a ser capaz de dárselo a otra.

Sonó una bocina, sacándome de mis pensamientos. Miré la luz verde del semáforo y
aceleré, conduciendo la pequeña distancia que quedaba hasta llegar a mi casa. Después
de aparcar y apagar el coche, volví a coger el móvil y sin pensarlo un segundo, escribí
otro mensaje.

Je va t'aimer toujours.
Voy a quererte siempre.

Mi mente todavía pensaba en ella mientras salía del ascensor. Cerré la puerta y observé
mi apartamento. Incluso en la oscuridad supe que la chica de la limpieza había estado
aquí; el olor de la manera pulida y los desinfectantes sustituían ahora el olor penetrante
de Bella.

Dejé las llaves y la cartera en la mesita y caminé hasta la cocina, cogiendo una botella de
agua e ignorando la luz que parpadeaba en mi contestador automático. Sabía que no era
ella, y todo lo demás, podía esperar. Atravesé el salón, deteniéndome enfrente de las
grandes ventanas y mirando hacia la noche d Chicago. La vista era tan bonita como
cualquier otra noche, pero no quería mirar el familiar horizonte. No quería apreciar su
resplandor y simetría yo solo.

Quería ver a Bella mientras la iluminaban las luces de la ciudad, sus ojos moviéndose por
el paisaje y sus labios curvándose en una sonrisa. Me preguntaba si ella recordaba la
primera vez que estuvimos juntos. Ella necesitaba saber que me tenía desde nuestra
primera caricia.

Solo habían pasado 24 horas desde que nos reímos, haciendo pizza juntos en la mitad de
la noche. Desde que le había hecho el amor en su cama. Presioné mis manos sobre mis
ojos mientras intentaba no pensar en su cuerpo debajo del mío, la manera en que
susurraba mi nombre, sentir sus uñas clavándose en mi piel sudada. Me pasé las manos
por el pelo y vi mi reflejo en el cristal.

Patético.

El dolor de mi pecho crecía y mis pulmones continuaban vacíos incluso cuando cogía
grandes bocanadas de aire. Me tiré en la cama y me aferré a las almohadas, cerrando los
ojos. Mientras los recuerdos se desvanecían de nuevo en mi habitación vacía, mi corazón
latía con fuerza en mi pecho, invadiéndome el pánico como una oleada de frío.
No podía perderla.

Por primera vez en mi vida no tenía miedo, estaba listo para entregarme por completo y
pertenecer a una sola persona. Todavía me querría? Miré la hora. Habían pasado horas
sin obtener una respuesta suya. Me diría algo? Necesitaba saberlo. Mi parte racional
sabía que simplemente estaría tomándose el tiempo que necesitaba, pero mi corazón
estaba roto. Con las manos temblorosas, le envié el último mensaje.
Por favor, dime que todavía me quieres.

Presioné el botón de envío mientras el cansancio me invadía; el resto tenía que correr de
su cuenta.

------------------------------------------------

Dos sonidos me despertaron de mi breve escape de sueño: el teléfono vibró en la
almohada a mi lado y un golpe insistente se filtró desde la sala de estar. Mis ojos se
agitaron mientras trataba de luchar contra la consciencia, sin querer romper la superficie
de vuelta a la realidad. Parpadee encendiendo la luz y mirando la hora, preguntándome
quien podría estar en mi puerta tan tarde. Mi corazón saltó cuando me di cuenta de que
podría ser Bella. Tan pronto como me pude mover, salté de la cama, agarrando mi
camiseta mientras corría fuera de la habitación. Mi cuerpo vibraba con la anticipación de
tenerla en mis brazos otra vez. No estaba preparado para lo que me encontré al otro lado
de la puerta.

-“¿Rachel?”-Me quedé sin aliento, sin poder ocultar la conmoción que sentí al verla aquí.

-“Edward”- Suspiro ella, dejando caer el teléfono de su oreja, cuando el alivio se hizo paso
sobre ella.

-“Estaba muy preocupada por ti”.

Ella dio un paso adelante, envolviendo con sus brazos mi cuerpo congelado. Parpadee
varias veces mientras ella me abrazaba, sorprendido por la forma familiar en la que ella
encajaba contra mí y por la forma en que ella estaba. Lentamente pasé mis brazos
alrededor de su cintura.

-“No puedo creer que estés aquí”- le dije en su pelo, mientras su familiar olor se
apoderaba de mi, el año transcurrido desde que nos habíamos visto pareció esfumarse.
Cerré los ojos con fuerza. El día había sido muy estresante y estaba abrumado por el
hecho de que ella estuviese en mi puerta.”

-Que…no entiendo” Di un paso atrás y tomé su cara entre mis manos, buscando su rostro. Era aún más hermosa de lo que recordaba.

-“Lo se”-respondió ella, sacudiendo la cabeza ligeramente y enjuagándose las lagrimas de
su cara.

-“¿Estas bien?” suspiré, cayendo fácilmente en las redes del francés que había hablado
exclusivamente durante seis años.

Ella sonrió alegremente, toda su cara se encendió.

-“Edward, solo quería decirte que, ¡Me voy a casar!”

-¿Qué tu qué?-respondí incapaz de contener mi sonrisa. Le cogí su mano izquierda,
encantado de ver el hermoso anillo que llevaba en su dedo. Lo llevé a mi boca y lo besé
suavemente.

- “Dios estoy tan feliz por ti, Rachel”

Ella se inclinó y me susurró: -“Estoy bien ahora, Edward. Esta bien.” Su simple declaración
alivió algo dentro de mi pecho, la culpa que había estado cargando todo este tiempo se
evaporó con sus palabras. Envolví mis brazos alrededor de ella con fuerza.

-“Gracias”- suspiré, con mis brazos apretando a su alrededor, disfrutando de la silenciosa
liberación, la liberación que tanto necesitaba.

Ella se apartó para encontrarse con mis ojos y su sonrisa se tambaleó, su frente arrugada
por la preocupación.

-"¿Edward? buscó en mi cara, seguramente encontrándose con mis
ojos rojos y mi agotada apariencia.”Edward, ¿Que te ocurre? Preguntó con voz de pánico
y expresión repentinamente alarmada

Miré hacia abajo brevemente, tragué saliva, dispuesto a negar que mi mente empezó a
trabajar en cientos de excusas que explicasen mi estado actual. Pero cuando la miré de
nuevo, supe que no tenía sentido mentirle a ella. Rachel había sido la única mujer que
había amado, la única mujer a aparte de Bella de la que había estado emocionalmente
cerca. Tenía que ser honesto, a partir de ahora.

-“¿Por qué no entras?” le dije, dando un paso atrás y acercándome a mi puerta.

Ella asintió y siguió dentro. Vi como se sentó en el sofá, mirando vacilante mi
apartamento, fijándose en todo y seguramente viendo cosas que ella recordaba.
Me senté junto a ella y me pasé la mano por el pelo, tratando de decidir por donde
empezar.

-“Edward, no hace falta que me lo cuentes todo. Yo solo quiero asegurarme de que estás
bien” dijo en voz baja, inclinándose hacia delante y colocando su mano sobre mi rodilla.
Sonreí, agarrando su mano con la mía. A pesar de todo lo que había ocurrido entre
nosotros, que ella me ofreciese su amistad significaba más para mí de lo que jamás
podría expresar.

-“Estoy bien” empecé a decir riendo y sacudiendo la cabeza “Bueno, eso es una jodida
mentira. No estoy bien” Me pasé la mano por la cara y me recosté en el sofá. “Soy un
idiota, he dejado escapar lo mejor que me ha pasado en la vida por ser demasiado
cobarde y no ser honesto con ella” Me detuve de repente, dándome cuenta de cómo
debió sonar “Oh Dios, Rachel yo...

-“No” dijo ella, apartando su mano en señal de protesta. “No sientas que has encontrado a
alguien, Edward. No voy a mentirte. Pasé mucho tiempo enfadada contigo, sufriendo y
pensando porqué no podías seguir amándome como lo hacías…Pero he seguido
adelante. Hemos seguido adelante.” Sonrió, reclamando de nuevo mi mano.”Ahora veo
que tenías razón, que solo amar a alguien no es suficiente, que debes esperar hasta que
encuentres tu corazón” Miró su anillo, con una alegría tan palpable que no podía ser
contenida.”Lo he encontrado, y él es perfecto”

Me miró, no podía dejar de sonreír. Yo sabía exactamente de lo que estaba hablando. La
escuché feliz cuando me contó cómo se conocieron, cómo su relación avanzó y cómo
ella supo que él era la persona destinada a estar con ella.

Con un suspiro suave y contenido se detuvo. “Vuelvo a revivirlo una y otra vez” me dijo
con una carcajada. “Cuéntame sobre esa mujer que obviamente te ha robado el corazón”
Se lo conté todo: la forma estúpida en la que había manejado la situación , lo aterrado que
estaba de que ella no quisiese arreglar las cosas, y cómo sabía que Bella era la mujer con
la que quería pasar el resto de mi vida. Y como la maravillosa persona que ella era, me
escuchó….y se sintió feliz por mí.

Continuamos poniéndonos al día durante un buen rato después de eso. Estar juntos de
esta forma era tan natural, como viejos amigos que perdieron el contacto.

-“Espera un momento” comencé, dándome cuenta de repente de que no tenía ni idea de
cómo había llegado ella hasta aquí. “¿Qué estás haciendo en Chicago? Quiero decir,
pensé que todavía seguías en París”.

-“Lo estaba. Nosotros, Ethan y yo, estaremos en Chicago esta noche. Él esta ahora en el
bar de abajo haciendo unas cuantas llamadas telefónicas-hizo una pausa, mirándome
extrañamente incómoda por un momento. Me incliné hacia delante apretando su mano de
forma tranquilizadora. Ella sonrió en agradecimiento antes de continuar. “¿Te gustaría
conocerlo?”

Para ser honesto, yo sólo quería que esta noche terminase. Después de todo lo ocurrido
hoy, bajar abajo y socializar sonaba como la última cosa que quería hacer. Pero mirando a
sus ojos y viendo la absoluta felicidad reflejada en ellos hacia mí, sabía que tenía que
conocerle y darle las gracias como un hombre responsable.

-“Por supuesto” dije en voz baja, sonriendo ante el chillido de placer que se el escapó.

-“Dame un segundo para arreglarme y bajamos”

Ella asintió con la cabeza, poniéndose de pie para mirar alrededor mientras me dirigía a
mi cuarto.

Me cambié rápidamente de camisa y me observé en el espejo, me detuve en la puerta
volviendo a mirar mi teléfono que permanecía sobre la cama. Mis ojos se posaron sobre
la alfombra mientras batallaba conmigo mismo si debía comprobar una vez más si había
algún mensaje de Bella. Con un profundo suspiro, acorté la pequeña distancia y lo cogí,
presionando la pantalla para ver el estado.

No hay mensajes.

Mi mandíbula se apretó y mi estómago se encogió, ya fuese de dolor o de ira, no estaba
seguro. Yo sabía que necesitaba tiempo pero ¿Cómo podía simplemente ignorarme?
Arrojé el teléfono a la cama con más fuerza de la necesaria, me volví rápidamente y
maldiciendo en voz baja volví a la sala de estar.

Logré una sonrisa cuando la mirada de Rachel encontró la mía, y si había notado el
cambio de estado de ánimo, ella no lo mencionó. Hablamos de recuerdos que habíamos
dejado atrás a medida que nos dirigíamos al ascensor, dejé que su presencia me calmase
un poco. Cuando las puertas se abrieron, le indiqué con un gesto que pasase ella primero
y presioné el botón para ir abajo.

-“Oh,“ comenzó a decir, agachándose para recoger algo del suelo.
-“Parece que a alguien se le han caído las gafas.“

Me acerqué a ella, clavando los ojos en las familiares gafas que sujetaba.

-“Parecen de…“ me detuve mientras se las cogía, pensativo mientras consideraba la
posibilidad. Las giré sobre mi mano, pasando el pulgar sobre el logo en relieve, sabiendo
que lo había visto en incontables veces. Mi pulso se aceleró y mi mente pensó con
rapidez mientras seguía inspeccionándolas. No podían ser de Bella… o sí? Por qué no
las había visto al subir? Pensé en todo lo que me había pasado hoy. Cabría la posibilidad
de que hubiera venido a mi edificio? Podría haber decidido… darme una oportunidad?

-“Edward?“

-“Oh dios,“ dije jadeando, sin darme cuenta de que me había movido hasta que el metal
frío del interior del ascensor chocó con mi camisa. Mi estómago daba vueltas y todo el
aire de mis pulmones se escapó mientras observaba la escena en mi cabeza.
Bella venía a verme.
Bella me veía con Rachel.
Bella saliendo tan rápido que no se dio cuenta de que sus gafas se habían caído al suelo.
No.

Miré hacia arriba cuando el timbre de llegada resonó en el pequeño espacio, mientras que
en el panel de botones se indicaba que habíamos llegado a la entrada.

Tenía que encontrarla.

Me enderecé y me aparté de la pared, olvidando todas las razones por las que estaba
aquí. Rachel se movió para colocarse detrás de mi, poniendo gentilmente su mano sobre
mi hombro .

-“No voy a perderla,“ comencé a hablar, sin dirigirme a nadie en particular. Las puertas del
ascensor se abrieron y salí, deteniéndome cuando alguien bloqueó mi camino. Miré hacia
arriba, preparado para disculparme cuando me congelé.

-“Bella?“ pregunté incrédulo, seguro de que la mujer que tenía delante era producto de mi
mente exhausta. Se dio la vuelta cuando escuchó mi voz, y pude escuchar su respiración
atrapándose en su garganta cuando sus ojos me miraron. El tiempo pareció detenerse
cuando nos miramos a la cala, toda mi concentración estaba puesta en ella.

-“Edward,“ dijo con un jadeo. Las voces a nuestro alrededor parecían inaudibles mientras
observaba su cara de cansada. Se mordió el labio y miró hacia abajo por un momento. Mi
estómago se encogió, intentando darle sentido a lo que estaba sucediendo.

Había venido a por mí.

Alguien se aclaró la garganta detrás de mí, y mi mente apenas pudo registrar que no
estaba solo.

-“Edward?“ preguntó Rachel, moviéndose a mi lado. Sabía que estaba esperando una
respuesta pero no podía apartar mis ojos de Bela… no podía pensar en otra cosa; Bella
había vuelto.

No estaba huyendo.

-“Edward?“ volvió a decir Rachel suavemente. “Dísculpame.“ La miré mientras ella sonreía.

-“Llámame cuando puedas.“

Asentí y observé como se aproximaba a Bella, sin estar seguro de que estaba haciendo.

Bella no se inmutó cuando Rachel cogió sus manos, mirándome por encima de su
hombro.

-“Creo,“ comenzó a decir en francés, girándose hacia Bella con una sonrisa. “que él por fin
ha encontrado su corazón.“

Bella parpadeó como respuesta, frunciendo el ceño frustrada, sin tener ni idea de lo que
Rachel había dicho. Con una última sonrisa, Rachel nos dejó enfrente del ascensor.

Mientras se marchaba, me di cuenta de que por primera vez en un año, era totalmente
libre

Miré hacia abajo, hacia las gafas que todavía tenía en mis manos.

-“Son tuyas?“ le pregunté suavemente.

Los ojos de Bella se entrecerraron mientras las miraba, y se las ofrecí.

-“No me había dado cuenta de que se me habían caído,“ susurró cogiéndolas de mis
manos. Asentí, confirmando mis sospechas. Me acerqué un poco más, metiendo las
manos en los bolsillos para evitar tocarla.

-“Estabas aquí… hace un rato?“

-“Sí,“ respondió en voz muy baja. Mi pecho se estrechó mientras mis brazos dolían por
abrazarla. Ahí estaba ella, insegura de lo que había pasado y de alguna manera, con
suficiente fe en mí para volver.

Nunca me la merecería.

Exhalé y me moví más cerca, tomando con cautela sus manos. Levantó la barbilla para
mirarme a los ojos y sonreí al ver la determinación en su cara.

-“Vienes conmigo?“ le pregunté, trazando círculos en su palma con mi pulgar. Asintió y me
dio un pequeño apretón en las manos antes de dirigirnos al ascensor, presionando el
botón que nos llevaba a mi planta.

Nos quedamos de pie, en silencio, con su brazo apretado contra el mío, tanto que podía
sentir el calor a través de su camisa. No quería dejar su mano. Las puertas se abrieron y
salimos, dirigiéndonos por el pasillo hasta mi apartamento. Le hice un gesto para que
entrara primero y cerré la puerta silenciosamente, deteniéndome antes de girarme para
mirarla. Mi mente estaba acelerada por los cientos de cosas que necesitaba decirle,
sabiendo que ninguna de ellas arreglaría lo que, probablemente, sentía Bella esta noche.
Se quedó frente de a la ventana, esperando, seguramente preguntándose que estaba
haciendo aquí.

-“Bella,“ comencé a decir, respirando fuertemente, mi suspiro fue lo único que se escucho
en la sala.

-“Fui a la oficina,“ dijo suavemente. -“Esta noche.. después de irme.“

Fruncí el ceño, confuso, preguntándome porqué había empezado por ahí, y deseando
poder verle la cara. Me moví para encender una pequeña lámpara al lado del sofá antes
de que ella me detuviera.

-“No, no lo hagas,“ protestó. “Es que… me gusta que esté así. Con las luces encendidas
no puedo ver la ciudad.“

Mi corazón dio una sacudida al ver esa pequeña similitud entre los dos. Asentí, aunque
sabía que no podía verme, y me senté en el brazo del sofá, cerca de donde ella estaba.
Desde donde estaba sentado, podía ver su perfil; podía ver como se mordía el labio,
como jugaba ansiosa con uno de sus rizos que caían por su hombro.

-“Fuiste a la oficina?“ le pregunté, dándome un brinco el estómago, mientras mis
respiración se aceleraba. Ella asintió, contemplando el precioso horizonte de la ciudad al
otro lado del cristal.

-“Lo has dejado,“ dije afirmando, tragando saliva mientras las nauseas
me invadían. Me incliné hacia delante, poniendo mis manos sobre mis rodillas mientras
intentaba calmar el terror abrumador que llenaba cada célula de mi cuerpo. Sabía que
pasaría tarde o temprano. Si no era honesto con ella ahora, toda la culpa sería mía.

-“Bella… por favor… por favor no me dejes.“ Mi voz estaba rota, y mi cuerpo temblaba
mientras la imagen de ella dejándome se repetía una y otra vez en mi cabeza.

- “Deja que te lo cuente todo, por favor. Por favor, Bella. Te quiero demasiado… haré lo que sea.“
Se giró para mirarme, mientras la luz de la ciudad se reflejaba en las lágrimas que
encharcaban sus ojos.

-“No voy a irme.“ comenzó a decir, con un visible temblor sacudiendo su cuerpo.
-“No podría… aunque quisiera.“

Exhalé todo el aire de golpe mientras el alivio me invadía.

-“Lo que viste…“ me fui callando, sacudiendo mi cabeza mientras me imaginaba la escena
a través de sus ojos.

- “Bella, estoy seguro de que sabes que esa era Rachel. Vino a decirme que va a casarse, que me perdona por haberla dejado. Cariño, se lo que puede parecer, pero tienes que saber que te quiero… que nunca podría… lo eres todo para mí. Mi vida es tuya, todo lo que tengo… todo lo que soy, es tuyo.“ Observé como una lágrima se deslizaba por su mejilla, iluminaba por la tenue luz.

-“Lo se..“ dijo despacio, mientras nos mirábamos a los ojos en la oscuridad. Quería tanto
abrazarla, para seca sus lágrimas. Mis brazos temblaron y cerré los puños, clavando las
uñas en las palmas de mis manos.

-“Comencé a guardar mis cosas,“ dijo murmurando
mientras yo sacudía la cabeza, intentado disipar la escena de entrar en la oficina y ver su
mesa vacía.

-“Tu padre estaba allí. Me sorprendió mientras recogía las cosas de mi mesa.“
Se quedó callada, pensando, moviendo sus ojos hacia la ventana otra vez.

-“Hemos hablado.“

-“Mi padre estaba allí?“

-“Sí,“ dijo con un jadeo, abrazándose.

-“Qué es lo que ha dicho?“ pregunté, incapaz de ocultar el terror en mi voz.

-“Que me quería como a su propia hija,“ su voz se rompió mientras caían más lágrimas. En
ese momento le estaba tan agradecido a mi padre, sabiendo lo mucho que quería a mis
padres, lo herida que se sentía por haberlos decepcionado. Cogió aire temblorosa y
continuó.

-“Y básicamente me dijo lo que ya sabía, que ahora eras una persona diferente,
que habías cambiado.“

-“Así es, Bella.“

-“Dijo que siempre habías actuado como si el peso del mundo estuviera sobre tus
hombros… pero que habían visto un cambio, y que sabían que el cambio había sido yo.“

Nos miramos a los ojos, y por primera vez desde nuestra primera caricia, no vi dudas en
ellos.

-“Es verdad.“

-“Vi algo, y perdí los estribos. Siento tanto haber dejado que mis miedos y mis
inseguridades reemplazaran todo lo que se sobre ti… sobre el hombre que has
demostrado ser. Pero ya no tengo miedo, Edward. Creo que… para que podamos seguir
adelante, necesitaba darme cuenta por mi misma. Se que me quieres.“ dijo firmemente
mientras dejaba caer sus brazos a ambos lados de su cuerpo.

-“Muchísimo,“ dije, necesitando abrazarla, para asegurarme de que estaba aquí conmigo.
Como si me hubiera leído la mente, se movió, parándose enfrente de mí. Levanté el brazo
y cogí sus manos, acariciando el brazalete que todavía llevaba puesto. Se situó entre mis
piernas y la atraje hacia mí, presionando mi cara contra su estómago, cerrando los ojos
mientras sus manos acariciaban mi pelo.

-“Te quiero, Edward.“ Besó mi cabeza y suspiró, mientras yo la abrazaba con más fuerza.

-“Has vuelto,“ susurré en su camisa, dándome cuenta de la magnitud de sus palabras.

-“Se ha terminado eso de huir de ti.“

Me separé para mirarla, buscando su cara con mis ojos. A pesar de todo, había dejado de
lado sus miedos. Pasé mi mano por su cuerpo con las puntas de mis dedos acariciando
su piel húmeda.

-“Gracias,“ susurré, sonriendo. -“Bella, tenemos tanto de que hablar.“

-“Sí,“ respondió despacio. Sentí como sonreí bajo mi mano.

-“Y no voy a irme a ningún lado.“

Sonreí y la abracé, acercándola hacia mi cara y acariciando sus labios con los míos.- “Te
quiero,“ murmuré contra su boca. Suspiró con fuerza, con una mezcla de satisfacción y
alivio evidente en el sonido. “Es tarde,“ dije, notando como su cuerpo se inclinaba hacia
mi.

Asintió, riendo un poco. -“Estoy tan cansada.“

-“Venga.“ Me puse de pie y la cogí, llevándola a mi habitación. Nos desvestimos uno al
otro, despacio. Besé su barbilla, su oreja, su ombligo. Me susurró un te quiero contra mi
hombro y besó mis labios suavemente. No había frenesí, solo la necesidad de estar
cerca. Subimos a la cama juntos, sintiendo de repente mi cansancio mientras nos cubría
con el edredón. Su cuerpo se amoldó al mío, entrelazando nuestras piernas mientras mis
brazos la abrazaban. La última cosa que escuché antes de quedarme dormido fue un
suspiro contenido de la mujer que sabía que nunca volvería a irse.

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Me desperté más tarde. La habitación todavía estaba oscura y su cuerpo cálido y suave
dormía a mi lado. Levanté mi barbilla para verla. Estaba ensimismado por la manera en
que sus pechos se levantaban con cada respiración, por la manera en que su pelo se
esparcía por mi almohada y como su lengua lamía sus labios, para humedecerlos. Mi
mente todavía se centraba en el hecho de que ella había vuelto conmigo. A pesar de todo
lo que había visto, me creía lo suficiente como para volver. Y a eso había que añadirle que
ya no teníamos que escondernos más. Podría salir con ella, besarla delante de mi familia,
y decirle al mundo que era mía.

De repente estaba hambriento por tocarla.
Planté un beso en su pecho, embriagándome con su familiar y delicado olor. Lamí
alrededor su pezón, tomándolo en mi boca, incapaz de reprimir un gemido al sentirla con
mis labios. Mientras lamía gentilmente, ella gimió y sus manos se movieron hasta mi pelo,
agarrándolo.

-“Edward,“ suspiró, y la necesidad en su voz fue directa a mi entrepierna. Me moví hasta el
otro pezón, tomándolo con mis dientes y mordisqueándolo. Jadeó, arqueando la espalda,
moviendo sus caderas contra las mías.

-“Perdona por despertarte,“ murmuré contra su piel, besando el camino hasta su cuello.

-“Pero no podía estar aquí tumbado contigo un segundo más sin poder tocarte.“

-“Uhmm… me alegro.“ dijo con un suspiro, separando las piernas mientras me ponía en
medio. Su pulso latía rápido bajo mis labios, y su calor hizo que gimiera mientras me
acariciaba contra ella.

-“Te quiero tanto,“ susurré en su oído. No puedo esperar para decirle a todos que eres
mía.“ Besé su mandíbula, enredando mis manos en su pelo, y atrayendo sus labios a los
míos.

-“Sin esconderse más.“ susurró en mi boca.

-“Nunca más.“

Nuestros labios se movían al unísono, enredando mi lengua con la suya mientras
profundizaba el beso. Con dedos temblorosos acarició mi mandíbula, haciendo audible el
sonido de sus dedos rozando la barba de mi barbilla. Agarré con mis dientes su labio
inferior, y lo lamí. Mi mano se movió por todo su cuerpo desnudo, hasta su cadera.
Choqué mi cadera contra ella, gruñendo en su boca mientras su humedad me envolvía.
Mis dedos continuaron por su pierna, hasta alcanzar su tobillo, llevando su pierna a mi
pecho.

Gimió en alto mientras movía mis caderas, con la nueva postura alineándome
perfectamente para alcanzar su clítoris.

-“Eso está genial,“ gimió mientras me movía sobre ella. -“No.. no pares.“

Cerré los ojos y me concentré en la sensación de deslizarme sobre ella de esta manera.
Su suavidad y su calor me consumían mientras me movía. Era la tortura más dulce; saber
que con un simple cambio de ángulo, podía estar dentro de su cuerpo. Deslizó la mano
entre nosotros y acarició mi polla. Aparté un poco mi cuerpo para ver como colocaba la
punta en su entrada, acariciándola en círculos.

-“Oh joder, cariño,“ susurré. Mi pecho pesaba y mi cuerpo dolía por el esfuerzo de no
moverme, de dejarle el control a ella. Una calidez me invadió cuando se movió hacia
delante, y observamos como la punta de mi polla entraba en ella.

-“Oh, Edward,“ jadeó, cerrando los ojos y apretando los músculos de su interior a mi
alrededor.

-“Por favor, Bella.“ rogué, con la urgencia de embestirla, de sentir el interior de su cuerpo.
Moví mis manos por sus caderas, agarrándola con fuerza. Me moví más profundamente
hasta que mis caderas se fusionaron con las suyas.

-“Espera,“ murmuró contra mis labios. -“Necesito sentirte.“

-“Lo se, cariño.“ La besé despacio, pasando mis brazos por debajo de ella, acercándola a
mí. -“Dime que me quieres.“

-“Te quiero.“ Sentí sus palabras vibrar bajo mis labios.

- “Muévete dentro de mí, Edward.“

Mis manos exploraron su cuerpo mientras nos besábamos, dejándole la piel de gallina.
Doblé las piernas para embestirla mejor, con mis manos sobre sus muslos, pegándome
más a ella. Nos dimos la vuelta y se puso encima de mí, con las palmas sobre mi pecho y
sus piernas a ambos lados de mis caderas.

-“Eres tan preciosa,“ dije mientras mis ojos devoraban su cuerpo.

-“Tú también,“ respondió provocativa, sin aliento. Sus palmas acariciaron mi pecho,
dándose apoyo mientras me cabalgaba. Echó la cabeza hacia atrás y me senté,
colocando una mano detrás de su cabeza, y la otra acariciando sus pechos y su cintura.
Arqueó la espalda, ofreciéndose a mí mientras su pelo acariciaba mis piernas con cada
movimiento.

-“Más fuerte, Edward,“ dijo gruñendo, moviendo sus caderas contra las mías. La tumbé
sobre su espalda y me moví sobre ella una vez más, besando su pierna mientras la
colocaba sobre mi hombro, y comencé a embestir una vez más. Se aferró a las sábanas
que había al lado de su cabeza, retorciéndola con los dedos.

-“Así?“ le pregunté, golpeando con más fuerza mis caderas, notando el sudor de su pecho
y sus hombros.

-“Dios, sí,“ jadeó. -“Justo ahí, oh por favor… justo ahí.“

-“Estoy tan cerca, cariño,“ tragué saliva con fuerza, sintiendo mi boca seca y los músculos
de mi estómago en tensión.

-“Puedo sentirte… puedo sentír que te vas a correr. Oh dios…“

Dijo mi nombre en alto, arqueando la espalda y levantando las caderas mientras yo las
agarraba con fuerza, intentando que no se moviera mientras que con una última
embestida, me corrí dentro de ella. Con un suspiro exhausto, nos di la vuelta otra vez,
extendiendo los brazos a ambos lados de mi cabeza. Presionó su cara contra mi cuello
mientras intentaba recuperar el aliento.

-“Dios mío,“ jadeé, pasando mi mano por el pelo y por mi cara. Apoyó la barbilla en mi
pecho, sonriéndome ampliamente, con su pelo alborotado. Miró hacia la ventana antes de
volver a mirarme.

-“Buenos días, guapo,“ se rió suavemente mientras le retiraba el pelo de su frente sudada.

-“Uhmm… muy buenos días.“ dije provocando, guiñándole un ojo mientras la atraía hacia
mí. Le di un pequeño beso en los labios antes de inclinar la cabeza para hablar, poniendo
un tono serio. “

-Puedo decirte algo?“ Cerró los ojos y suspiró mientras pasaba mis dedos
por su pelo salvaje.

-“Así es exactamente como quiero despertarme cada mañana.“ Sus ojos se abrieron para
encontrarse con los míos.

-“Bella, eres el amor de mi vida, nunca habrá otra para mí.
Nunca.“ Tomé su cara entre mis manos y continué.

-“Cada día que estuve con Rachel sabía que no estaba hecha para mí, y supe desde el primer día que te conocí, que tú sí lo estabas.“

-“De verdad?“ preguntó con voz temblorosa.

Suspiré profundamente, mirándola de nuevo a los ojos.

-“Permanecí con Rachel por razones erróneas. Nuestra relación era cómoda, segura y fácil. Me quedé con ella porque todo el mundo esperaba eso de mí, a pesar de saber que mis sentimientos hacia ella nunca serían tan profundos. Rachel es guapa, una mujer entregada, y cuando dijo que
quería más… cuando quiso lo que tanta gente quiere… me fui.“ Tragué saliva y fijé la vista
en el mechón de su su pelo que estaba enredado en mi dedo. “Quería casarse y tener
niños, y me entró el pánico porque no quería esas cosas. No con ella. Le dije que ya no la
quería, que se merecía a alguien que pudiera darle todo eso. “

-“Y ahora?“ me preguntó despacio.

-“Y ahora,“ suspiré, inclinando la cabeza para mirarla a los ojos de nuevo.

-“Veo que debería haber terminado mucho antes. Seguí con ella porque era fácil. Nunca
discutíamos, y pensaba que queríamos las mismas cosas. Ella se perdió en nosotros. La
hería tanto cuando la deje; dejó de trabajar, se encerró en ella misma. Y yo-“

-“Volviste a casa,“ terminó con un susurro.

Asentí, intentando leer su expresión. “Esa primera vez que te vi, de pie, en mi oficina,
riendo… Bella, sentí en ese momento lo que nunca sentí con Rachel.“ Su aliento se
atrapó en su garganta mientras esperaba a que continuara.

- “Estaba aterrorizado. No podía dejar de pensar en ti, daba igual de cuantas manera lo intentara… siempre estabas ahí. Pensé que si quizás me odiaras, y que yo me obligara a odiarte, todo estaría bien.“

Una lágrima cayó por su mejilla y se la sequé.

-“Pero no dio resultado,“ dije suavemente, sacudiendo la cabeza.

-“Eras la cosa más sexy que había visto: argumentativa, con fuerza de voluntad, obstinada, inteligente. Yo fui tonto del culo, y tú nunca dejaste que me saliera
con la mía.“ Sonreí y acaricié su mandíbula con el reverso de mis dedos.

-“Estaba atormentado por desearte tanto, Bella. La oficina se había convertido en mi infierno
personal… pero no había manera de que pudiera dejado. Le ves el sentido?“

-“Sí,“ dijo, apoyándose en mi mano.

- “Nunca entendí que te había hecho para que me odiaras.“

-“Tú no hiciste nada.“ respondí, inclinándome para besarla suavemente. Mis dedos se
movieron arriba y abajo por su brazo mientras intentaba explicarme.

-“Me convencí a mi mismo de que podía maneja la situación, y entonces llegó aquella primera noche. Estabas tan cerca, podía olerte y sentirte en el aire. Todo lo que hice fue mover un brazo y…hacértelo. Cuando tú no te apartaste, cuando dejaste que te tocara tanto… estar dentro
de ti…“ mi voz se fue apagando, atrayendo su cara hacia la mía. “Estaba perdido. Se
convirtió en algo más que desear tu cuerpo. Te deseaba a ti.“

-“Yo siempre te he deseado,“ susurró, acercando nuestras bocas. Sentí cada palabra
mientras las pronunciaba.

-“Me tienes, siempre me has tenido,“ respondí, abriendo los ojos y buscando su cara. “Y
nunca te dejaré ir otra vez.“

Sus dedos se retorcieron en mi pelo mientras me acercaba a ella, presionando su boca
contra la mía. “Demuéstramelo,“ dijo jadeando, presionando su mano en mi pelo.

-“Demuéstrame lo que deseabas.“

Gruñí y nos tumbé de lado, presionando la longitud de nuestros cuerpos. “Deseaba
tocarte, y enseñarte lo bien que conoces mi cuerpo.“ Le dije, temblando cuando su mano
agarró mi entrepierna, haciendo círculos sobre la punta. “Quería que conocieras cada
detalle.“

-“Como esto? preguntó, acariciando toda la longitud con la palma de su mano.

-“Dios, sí,“ siseé, golpeando mis caderas contra ella mientras continuaba provocándome.
Sus manos se movían despacio, devastándome a la perfección.

-“Qué más?“

-“Quería tocarte,“ respondí. “Quería que sintieras con cada caricia que me gustaba todo de
ti.“

Sentí como cogía una de mis manos y la colocaba sobre uno de sus pechos.

-“Como esto?“ Sabía exactamente lo que quería; primero, mi palma sobre ella, sintiendo su peso
sobre mi mano. Lo siguiente, los dedos pellizcando suavemente. Y finalmente, un
pequeño apretón. Ella gimió, como si lo supiera.
-“Sí,“ suspiré contra ella, perdido en la sensación de tocar su cuerpo, sabiendo que nadie
la conocería de esta manera, y que nadie la haría sentir así.

-“Qué más?“

-“Quería que dijeras mi nombre,“ la pellizque un poco antes de inclinar para besarla.

-“Quería llamarte Bella.“ Levanté su pierna y la coloqué sobre mi cadera, moviendo mi
mano hasta su cuelo para darme más firmeza.

- “Y después de Seattle, solo quería estar contigo, sin estar enfadados todo el tiempo. Quería verte feliz, y poder demostrarte como mi corazón se abría cada vez que veía tu sonrisa. Quería que me quisieras.“ Me moví entre sus piernas.

-“Quería que me quisieras como yo te quería.“

-“Yo te quiero.“ dijo, respirando contra mi cuello, y pasando sus labios por mi garganta,
atrapando mi cintura con sus piernas.

-“Edward, por favor..“ Empujando ligeramente, me deslicé en su interior de nuevo. Giré la cabeza para buscar sus labios, esperando por los míos. Agarré sus manos y las coloqué encima de su cabeza, presionándolas contra las sábanas.

-“Te quiero, Bella.“ le dije mientras continuaba golpeando sus caderas con las mías.

-“Quiero hacerte mía,“ dije entre besos.

-“Quiero despertarme contigo cada mañana, y que te duermas entre mis brazos cada noche.“

Jadeó despacio debajo de mí mientras

presionaba mis labios contra su mejilla, moviéndome hasta su oreja, susurrando.

- “Quiero ver a mi hijo creciendo dentro de ti.“

Me agarró con más fuerza como respuesta, acercándome con sus piernas mientras
gritaba suavemente mi nombre. Sentí como su cuerpo se arqueaba contra el mío mientras
embestía en su interior, completamente perdido en sus brazos.

-“Yo también quiero esas cosas,“ murmuró contra mis labios. Un momento de claridad
rompió mis pensamientos. Nos vi como una pareja, sin gente estorbando, tratando de
separarnos. Sabía, sin duda alguna, que yo le pertenecía y que ella siempre sería mía.
Entendía sus miedos y sabía que había puesto todo de su parte para creer en nosotros.
El sol empezaba a asomarse, iluminando con sus rayos la habitación a través de las
ventanas. Mi mano todavía estaba entrelazada con la de ella, y llevándola a mi boca,
planté un beso en su dedo anular. Sabía que iba a poner ahí un anillo. Ese pensamiento
me abrumó. Mientras la miraba, abrió sus ojos. Se mordió el labio antes de tomar mi cara
entre sus manos y besarme con la misma pasión que yo sentía.

-“No aguanto más,“ susurró contra mis labios.

-“Por favor, córrete conmigo…“

Me beso despacio, mientras nuestras manos entrelazadas se presionaban contra nuestros
cuerpos. Nos corrimos a la vez, envueltos en una nube de jadeos y respiraciones
entrecortadas. Nuestros brazos y piernas temblaban por el cansancio mientras nos
abrazábamos. Apartó el pelo de mi frente para darme un beso, antes de poner su mano
sobre mi pecho.

-“Sabes que quiero hacer?“ pregunté a través de mi pesada respiración.

-“Qué?“

-“Llevarte a desayunar,“ respondí con simpleza. Ella se rió suavemente, y sonreí,
escuchando ese sonido que se había vuelto tan preciado para mí.

-“Y por qué quieres hacer eso?“ preguntó.

-“Todo lo que quiero está justo en esta cama.“ La miré y me sonrió.

-“Porque quiero llevarte a la calle más concurrida de Chicago,“ comencé a decir, llevando sus dedos hasta mi boca, y acariciándolos con mis labios una
vez más.

- “Y quiero llevarte de la mano.“......



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Mensaje por Ebys Cullen 13/8/2011, 6:23 pm

HHHHHHHOOOOOOOOOOOOOOOOO POR DIOS!!!!!!.... LLORE COMO UNA CONDENADA..... ME MORI CON ESTE CAPITULOOOO!!!!!!!.... ESTE SR. CULLEN POR DIOS... SIN PALABRAS!!!!!... LO AMOOOOO!!!!
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Mensaje por Jane 14/8/2011, 1:11 am

OMG!!!!....no quiero q termineeeeeee.....awwwwwwwwwwwwww llore....este Sr. Cullen me mata de amor!!!!!!!...... "La Oficina" (M +18 ) COMPLETO - Página 6 329100
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Mensaje por Karnnlizz 16/8/2011, 12:36 pm

Noooooooo!!! Porq tiene que terminar si es perfecta!!!!!!!!!!!!!! Me encanta, este capitulo ha sido de lo más romantico!!!!!!!! Amo el fic con todo mi ser es como Edward, sexy y romantico a la vez. No nos atormetes, actualiza pronto please!! "La Oficina" (M +18 ) COMPLETO - Página 6 792523
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Mensaje por Nejix 16/8/2011, 4:52 pm

Amo al Sr. Cullen ... "La Oficina" (M +18 ) COMPLETO - Página 6 240478
es una pena que se acabe este fic "La Oficina" (M +18 ) COMPLETO - Página 6 54995
cariños nejix

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Mensaje por MAJO 19/8/2011, 3:28 pm

OHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH..... q liindo zii q zii iia no awanto ii iio q penze q Bella ze iiba pro mejor azii iia arreglaron laz cozaz ii pa mii q Edward iia miizmiito le propone matriimoniio ggg..... iio qlo zaber como fue la charla de Carlizle ii Bella zii q zii ..... waa pero q bn q an tan bn juntoz ziii... ii Edward iia le aiia aclarado todo ziii...
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"La Oficina" (M +18 ) COMPLETO - Página 6 Empty Re: "La Oficina" (M +18 ) COMPLETO

Mensaje por Fanny 25/8/2011, 7:27 pm

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Mensaje por Citly Patzz 30/8/2011, 12:50 pm

Epílogo

Él suspiró satisfecho, con la cabeza hacia atrás, rodeando perezosamente mi hombro. Lo
vi estirar sus largas piernas, para a continuación descansarlas en el borde de la bañera
de porcelana. El agua goteaba en su pelo, cada gota aterrizaba rítmicamente contra mi
pecho antes de gotear hacia abajo por el desagüe. El vapor perfumado de vainilla se
arremolinaba a nuestro alrededor, los sonidos de las animadas calles de París flotando
por la ventana abierta.

Presioné mis labios contra su sien, cerrando los ojos, sintiendo la paz.

-“¿Sabes que vamos a coger una pulmonía no?” dijo en broma, su tono me causó una
sonrisa.

-“Hmmm” suspiré, mi sonrisa cada vez mayor. “No estoy segura de que me importe en
este momento”

Se rió en voz baja, las profundas vibraciones me hacían cosquillas en mi pecho. “Debería
importarte antes de que estés demasiado enferma como para disfrutar de nuestras
vacaciones” me contestó, inclinando la cabeza hacia atrás para mirarme.

Miré abajo hacia él, incapaz de resistir besarle con su boca tan cerca.

-“Suena tan hermoso” suspiré, mis ojos vagaron hacia la Torre Eiffel iluminada en el cielo
oscuro. El cielo por la noche aquí no estaba lleno de estrellas, pero se veía la ciudad. No
es que haya visto mucho de ella, desde nuestra llegada nos resultaba difícil salir de la
habitación. No me quejaba, había disfrutado cada minuto de mi tiempo aquí con él. El
suave sonido de su risa, el tintineo de las copas de vino y las cuerdas de un violín que
llegaba a nosotros desde una cafetería varios pisos debajo de nuestro ático. “Pero…
puede que tengas razón”

Le besé una vez más antes de que él se acercara al borde bruscamente, llegando a cerrar
el pestillo del ornamento de la gran ventana.

Observaba, fascinada la forma de sus brazos extendidos, hipnotizada por el juego de los
músculos de su espalda mientras eran flexionados y contraídos. El agua se derramó
alrededor de nosotros mientras se volvía para encontrar mi mirada, elevando la comisura
de su boca, su risa haciendo eco en los elaborados azulejos del baño.

Sacudió la cabeza y se inclinó para besar mis labios suavemente antes de volver a su
asiento entre mis piernas. “Quiero tu atención indivisa”

-“Confía en mi, ya la tienes” le aseguré.

-“¿Estas segura de que no quieres ir a otro lugar?” preguntó de nuevo con sus manos
acariciando alrededor de mis gemelos, poco apoco masajeando el músculo.

-“Mmmmm” gemí ante la sensación, mirándole estupefacta “De ninguna manera, estoy
perfectamente contenta como estoy”

Él volvió a reír. “Estoy seguro de que lo estas”

Envolví mis brazos alrededor de sus hombros, atrayéndolo hacia mí, besando un lado de
su cuello antes de pasar mis dedos por su pelo “¿Cómodo?”

-“Mucho” inclinó la cabeza y suspiró, haciéndome cosquillas en mi piel húmeda “¿Pero
esto es todo lo que quieres que te enseñe de París?

-“¿De que estas hablando? Hemos visto toneladas” le tranquilicé, pensando en todo lo
que había compartido conmigo. Mis dedos rozaron a lo largo de su pecho, la línea de pelo
y el duro músculo tan familiar bajo mis manos.

-“Sí” comenzó “Sin embargo, las noches aquí son hermosas, y siempre parece que
terminan aquí” sonrió, señalando a la bañera.

-“O en la cama” me burlé, mis dientes raspando su cuello “O en la silla, o en…”

-“Cariño” gimió, sonreí notando la piel de gallina de sus brazos.

-“Lo se, lo se. Sólo unos minutos más”

Asintió con la cabeza, volviendo a besar mi barbilla “Si sigues así nunca saldremos…
como ayer”

Me encontré con sus ojos, me reí apretando mi agarre a su alrededor y descansando mi
cara contra su cuello.

-“Pienso que quiero una bañera como esta en la nueva casa”

-“Creo que es una gran idea cariño” comenzó, recorriendo mi brazo con sus dedos
“Aunque no tengo ni idea de si vamos a ser capaces de hacer algo más”
Me reí, suspirando en su hombro “Nuestra casa” repetí, conteniendo la alegría a duras
penas como cada vez que hablamos de esto, sonreí y me mordí el labio, podría estallar
en cualquier momento.

Nuestros ojos se encontraron de nuevo, su mano cálida y húmeda tocó mi mejilla, su
sonrisa tan amplia como la mía.

-“Nuestra casa”

Dos horas más tarde, me senté en la cama, terminando mi conversación telefónica con su
madre.

-“¿No es París el lugar más hermoso que has visto jamás?” preguntó, la maravilla y el
ensueño no pasaban desapercibidos. “Lo viví las veces que fuimos de visita”

-“Es increíble” estuve de acuerdo “Hemos ido a todos los sitios que quería ver-el Louvre,
los Campos Elíseos, por su puesto la Torre Eiffel. Pero también me ha enseñado los
viñedos, incluso su antiguo apartamento. Visitarlo con alguien que realmente habla
francés ha sido…” Me callé, recordando mi reacción hacia él simplemente cuando
ordenaba nuestra cena.

-“Oh créeme” comenzó misteriosamente” Se exactamente lo que quieres decir.
Mi mano libre se acercó a cubrir mis ojos, sacudiendo la cabeza con una pequeña
sonrisa “Oh Dios Mío”

Ella rió también, continuando nuestra conversación, relatándome su viaje más reciente
aquí. La facilidad de nuestra conversación me recordó lo cercanas que nos habíamos
vuelto. En esos momentos me sorprendía a mí misma preguntándome si todo esto era
real; las cosas habían cambiado tanto en los últimos meses.

A pesar de las protestas de su familia, nunca tomé el puesto del nuevo presidente
ejecutivo. En su lugar opté por volver a la escuela y ser voluntaria en el centro de
tratamiento que mi madre había visitado. Con el dinero que ella me dejó demostrando ser
un regalo de Dios y con el apoyo de mi cariñoso novio, me las arreglé para hacerlo muy
bien por mi cuenta. Con una excepción, sin embargo. Después de hacer que una gran
cantidad de mi ropa interior se arruinase, finalmente acepté su cuenta en La Perla.

Era algo en lo que los dos estábamos de acuerdo.

Pero a pesar de todo lo que había sucedido y las consecuencias que nuestras decisiones
habían tenido en mi carrera, estar con el amor de mi vida me había cambiado de una
manera que nunca habría imaginado, y por primera vez, no sentía la necesidad de
probarme a mí misma ante cualquier persona. Tenía el amor y el respeto del hombre de
mis sueños. El resto eran simplemente matices.

No hubo un solo momento en el que lamenté haber renunciado al trabajo que había
definido una vez mi identidad. Sabía que había oportunidades aún mayores que me
esperaban en el futuro, pero, por el momento, estaba disfrutando de una felicidad que
nunca había conocido. No fui la única en sentirme de esa manera; vi el cambio en él y lo
mismo hizo su familia.

Nunca olvidaré las palabras que me dijo su padre.

-“Mi hijo puede ser un hombre difícil” había dicho, con los ojos lejanos. “Pero estas
últimas semanas, ha sido diferente. Sonríe mas, bromea con su familia…no parece llevar
el peso del mundo sobre sus hombros. Ahora sé, que el cambio eres tú. Independiente de
cómo se produjo, estamos muy agradecidos por eso.”

Esas fueron las palabras que llevaba conmigo, por lo que mis decisiones fueron más
fáciles de lo que alguna vez imaginé posible. Su padre tenía razón, por supuesto, pero él
también ha cambiado la forma en la que veía el mundo y mi lugar en él.

-“¿Vais a salir a cenar esta noche?” su tono inquisitivo me trajo de vuelta al presente.

-“¿Lo siento, que decías?

Ella se rió a sabiendas “¿Que habéis planeado para esta noche?

-“Oh” dije, sacudiendo la cabeza por mi distracción. “Vamos a ir a la ópera”

-“¿Qué vais a ver?” me animó.

El sonido de la puerta de la ducha abriéndose me llamó la atención. Con la espalda
apoyada en la cabecera de la cama, vi su piel reflejada en el espejo.

La puerta estaba entreabierta, el delicado pan de oro de los apliques iluminando su casi
desnudo y mojado cuerpo. Su toalla colgada bajo sus caderas mientras se apoyaba en el
lavabo, la cuchilla se movía con experta precisión por su angulada mandíbula y su
barbilla. A pesar de lo mucho que estaba disfrutando esta conversación, quería unirme a
él.

-“Vamos a ver La Boheme” contesté distraídamente mientras se movía dentro y fuera de
mi vista “y hay un lugar secreto al que está decidido a llevarme esta semana”

-“Bueno” bromeó “No tengo en absoluto la menor idea de donde puede ser” Rodé los
ojos, sabiendo que todo el mundo estaba, obviamente, ocultándome algo, pero me
distraje una vez más cuando desapareció tras la puerta.

-“Estoy emocionada” me recuperé, pensando rápidamente. “Hablando de eso…necesito
terminar de prepararme. ¿Quieres que le diga que te llame cuando tenga un rato libre?” le
pregunté, con mas ganas ahora.

-“Solo os doy mi amor y que os divirtáis” respondió. “Os quiero a los dos, dale un beso a
mi hijo de mi parte” sonreí por el afecto de su voz.

-“Lo haré. También os queremos”

Colgué el teléfono, lo lancé sobre la silla y me dirigí al baño. Asomándome a la puerta,
quedándome sin aliento, ya que el borde de su tatuaje era visible por encima de la toalla.
-“Toc, toc” dije, reuniéndome con su mirada en el espejo.

Al entrar, él se detuvo, dejando la cuchilla y dirigiéndose a mi con los ojos moviéndose
hambrientos sobre mi. “Cariño, te ves absolutamente preciosa”

-“Gracias” murmuré, incapaz de quitar mis ojos de él. “Tu, hmm…no estas nada mal
tampoco.”

Se rió, acortando la distancia entre nosotros, haciendo una pausa para pasar su dedo por
el profundo escote de mi vestido. Puse mis manos sobre su pecho, disfrutando en silencio
de la manera en que su corazón se aceleró bajo mis palmas.

-“Una vez mas…no estoy seguro de si quiero salir de esta habitación” susurró en mi pelo.
Cerré los ojos mientras su cálido aliento me invadió, mis sentidos se centraron en el
camino de sus manos. Ligeramente, sus dedos fueron viajando a través de mis hombros y
el cuello, deteniéndose y enredándose en mi pelo. Me encantaba la forma en que me
tocaba, y si seguía así, no estaba segura de querer salir tampoco.

Tragué fuerte, seguro que pudo oírme, conocía cada una de mis reacciones hacia él. El
tiempo no había disminuido la atracción física que sentía por él, en todo caso se había
intensificado. No era capaz de resistirme ahora mas de lo que lo había hecho la primera
noche. Cuando levanté la barbilla para mirarle a los ojos, supe que él estaba tan
impotente como yo.

Se inclinó ligeramente, con los ojos entrecerrados y fijos en mi boca, cogiendo mi labio
inferior con su pulgar.

-“No puedo imaginar estar en otro sitio. Gracias por venir conmigo” dijo suavemente,
rozando su nariz contra la mía.

-“Gracias por pedírmelo” le respondí sin aliento.

“Gracias por quererme.“ Sus labios se detuvieron antes de alcanzar los míos,
abrazándome con fuerza.

“Gracias por hacer que te quiera.“

Sonrió contra mis labios por un breve momento antes de cerrar sus ojos. Sujetó mi
cabeza y me atrajo hacia él, gimiendo con suavidad mientras acortaba la distancia entre
nosotros. Cada nervio de mi cuerpo se incendió en el momento en que su boca cubrió la
mía.

Olía a champú y a crema de afeitar, y su piel seguía estando cálida y ligeramente húmeda
por la toalla. Mis manos descendieron por su pecho, acariciando con los dedos el borde
de la toalla, deseosa de quitársela, de sentirlo en mi mano. Dejó sus labios sobre los
míos, provocándome pero sin profundizar el beso. Gimoteé cuando se apartó y apoyó su
frente sobre la mía.

-“Tenemos que irnos,“ dijo explicándose con respiración laboriosa mientras plantaba un
beso en mi pelo.

-“Lo se.“ Mis manos continuaron moviéndose gentilmente sobre si piel, acariciando los
músculos de sus hombros. Dio un paso hacia atrás y sujetó mi cara entre sus manos.

-“Sabes lo que voy a hacer?“ preguntó con sonrisa pícara, haciendo que mi pulso se
acelerara. “Voy a llevarte a cenar esta noche con ese vestido puesto.“ Me dio un beso en
la mejilla. “Sabiendo que todos los hombres estarán observándote, y que eres mía.“ Sus
labios acariciaron las esquinas de mi boca. “Y cuando volvamos...“ su voz se profundizó
mientras sus ojos se clavaban en mis labios otra vez. “… voy a hacerte el amor.“ Me besó
los labios. “Hasta que salga el sol.“

------------------------------------------------

Edward POV
Dos días más tarde.

Caminamos de la mano por las estrechas calles de adoquines, disfrutando de la noche
estrellada. La acera todavía estaba mojada por la reciente tormenta, y el aire denso olía a
lluvia. Caminábamos lentamente por la abarrotada calle, ambos perdidos en nuestros
pensamientos. No había nada incómodo en nuestro silencio; tan solo disfrutábamos de
estar juntos.

Doblamos una esquina familiar y sentí una ansiedad conmovedora. Me concentré en
donde estábamos y lo que significaba esta noche, dejando que su cercanía me calmara
mientras nos acercábamos al café. Las ventanas estaban llenas de carteles luminosos
que centelleaban y decoración navideña. Cogí aire profundamente mientras mis pulmones
se llenaban con el familiar olor de la piedra mojada, café y canela que venían de la
panadería dos tiendas más abajo. Comencé a preguntarme como pude apartarme de esto
tanto tiempo, como me las había apañado para no volver al lugar que había significado
tanto para mí. Y mientras mis pensamientos volvían a centrarse en la mujer que tenía a mi
lado, lo supe:

Tuve que encontrarla primero.

Entonces volví mi cabeza para observarla, sonriendo ampliaste ante su fascinación.
Estaba disfrutando de la ciudad, de simplemente caminar junto a mí, empapándose de
todos los detalles de la misma manera que yo hice la primera vez que vine. Tenía grandes
esperanzas en nuestra primera vez aquí, pero de ninguna manera estaba preparado para
la manera en que su felicidad me afectaba. Sus ojos podrían iluminar las calles por las
que caminábamos, deteniéndose en las pequeñas boutiques, las terrazas de las
cafeterías, los mercados tan coloridos. Observé la ciudad a través de sus ojos,
detallándolo todo - las diferencias, las excentricidades - a través de su excitada mirada.
Su alegría se convirtió en mi alegría, una lección más de como el verdadero amor me
había atrapado.

Sacudí la cabeza, mirando a nuestras manos enlazadas balanceándose silenciosamente
entre nosotros, haciendo que mi corazón se hinchara por ese gesto tan simple y todo lo
que significaba para mí.

Ella suspiró, atrayendo mi atención a su cara. Su nariz y mejillas estaban rojas, y su pelo
caía en ondas sobre sus hombros. Los primeros copos de nieve brillaban como diamantes
en sus pestañas, y volaban cada vez que respiraba. El frió nocturno de diciembre era
suficiente para obligarnos a ponernos abrigos y guantes, considerando incluso no salir.
Pero nada en este mundo podría hacer que cambiara mis planes para esta noche.
Sin pensármelo más, la atraje hacia mí, rodeándola con mis brazos por los hombros
mientras continuaba guiándonos hacia nuestro destino. Me devolvió el gesto, poniendo
sus brazos alrededor de mi cintura y apoyando la cabeza en mi pecho.

-“Y eso por qué?“ me preguntó mientras la liberaba de mi abrazo, levantando su barbilla
para mirarla.

-“Porque estás aquí,“ respondí, besando su cabeza y sonriendo.
Suspiró con alegría, inclinándose hacia mí mientras caminábamos, escuchando los
sonidos de los villancicos navideños, ampliando nuestra felicidad. Estábamos llegando;
una esquina mas y estaríamos allí.

Mi mente se concentró en los regalos que llevaba guardados en el bolsillo de mi abrigo, y
pensé en su inevitable reacción al verlos. Sabía desde hacía meses que quería que fuera
mi mujer, pero siempre lo alargaba, preocupado por si era demasiado pronto. Poco
después de hacer pública nuestra relación, le propuse que viviéramos juntos, ya que no
había noche que no pasáramos juntos. Me sorprendió cuando me preguntó si
malinterpretada las cosas, si existía la posibilidad de que quisiéramos futuros distintos.
Tumbados uno al lado del otro en mi sofá, mis manos acariciaron su pelo en la oscuridad,
y hablamos toda la noche. Hablamos de verdad.

Me habló acerca de sus miedos: que yo solo había estado interesado en un único tipo de
relación con ella, que me quería desde Seattle y que desde ese día había estado
preparándose para perderme. Me contó como decidió dejar de luchar contra eso y como
me iba queriendo cada día más y más. Hablamos más sobre su miedo a decepcionar a mi
familia, de lo agradecida que estaba por su amor y aceptación, y como deseaba que su
madre todavía viviese para poder conocerme.

Calmaba mis miedos con tanta facilidad; sus palabras eran un bálsamo para mi ego
dañado, me ayudaban a darme cuenta de que los dos habíamos necesitado tiempo para
adaptarnos. Desde aquella noche, nunca me aparté, prometiéndome a mi mismo que le
daría todo el tiempo que ella necesitara; que necesitáramos. A pesar de nuestros planes,
apenas pasamos una noche separados.

Las cosas no fueron del todo perfectas, por supuesto. Ella decidió no quedarse en la
empresa, algo que acepté a regañadientes. Pero tal y como predijo, hubo gente que habló
de nuestra relación y sabía que a veces intentaba que yo no lo supiera. Me sentía
culpable que ella hubiera dejado el trabajo que tanto amaba, y me preocupaba que al final
me lo echara en cara.

También había días que discutíamos. Una de esas cosas que me volvían loco era su
voluntad tan fuerte. Era tan terca e independiente como yo, algo que solía llevarnos a
acaloradas discusiones, pero nunca dejaba que me encerrara en mi mismo y me hacía
ver mi estupidez. La quería incluso más por eso.

Bella había madurado tanto en el tiempo que llevábamos juntos, siempre recordándome
que lo que teníamos era lo que importaba; el resto ……………… Me volví a enamorar de
ella durante todo el tiempo siguiente, viéndola no como la mujer a la que no podía
resistirme, si no como la amiga sin la que nunca podría vivir.

Hace unas pocas semanas, mi padre me había puesto al día sobre una posible oficina en
Nueva York. Mi primera reacción fue declinarla, pensando instantáneamente en ella. No
había manera de que pudiera tomar una decisión de ese calibre sin consultárselo. Sabía
que no podía vivir sin ella, de eso estaba seguro. Sentiría ella lo mismo? Cuando se
aproximaba la fecha límite, se lo mencioné. Su respuesta me sorprendió y alegró a la vez.
Me miró contemplativa durante un momento, a los ojos, diciéndome que estaba preparada
y quería que fuéramos.

Supe que era el momento.

Al siguiente día cuando salí a comprar, en el momento en que vi el anillo que ahora
estaba en mi bolsillo, supe que era perfecto para ella. Me las apañé como pude para
mantenerlo escondido, soñando todo este tiempo con el día en que la haría mi mujer.
Mientras girábamos la última esquina y pude ver mi cafetería, la intensidad de mi
anticipación me dejó sin palabras.

“Es este?“ me preguntó excitada, recordando la historia que le había contado, de como
había cambiado mi sendero en la vida la noche que visité ese pequeño café años atrás.
Asentí mientras le abría la puerta, y mi cabeza se sumergió en los recuerdos de mi
pasado, en las esperanzas que tenía para el futuro. Todo culminaba con este poderoso
momento que literalmente me quitaba el aliento.

Casi siete años atrás, estaba sentado en el mismo sitio, aterrorizado y lleno de dudas,
sabiendo que mi vida estaba en un cruce de caminos. Sabiendo que mi próximo
movimiento moldearía el resto de mi vida. Pensé en la canción que sonaba aquella noche,
Je ne regrette rien, y como la letra había moldeado el hombre que debía ser.

Percatada de estado de ánimo, me miró con curiosidad mientras caminábamos hacia una
mesa en el fondo. Estaba sorprendido por lo poco que el sitio había cambiado. Desde la
tenue iluminación hasta las mesas de hierro, este lugar seguía el mismo, todavía
colocadas como habían estado años atrás.

Observé como ojeaba el menú, mordiéndose el labio y frunciendo el ceño de manera
adorable, intentando entender el francés. Quizás nuestras lecciones habían sido
productivas después de todo. Miró hacia arriba y se encontró con mis ojos, mirándome
preocupada desde el otro lado de la mesa.

-“Cariño?“

Puso su mano encima de la mía, acariciándola gentilmente, y levanté la barbilla para
mirarla a los ojos. La misma preocupación resonaba en mi corazón. Me moví para
entrelazar nuestros dedos; no podía ver un futuro para mi mismo sin incluirla a ella, como
mi compañera, mi mejor amiga, mi mujer.

Mirándola a los ojos, viendo su preocupación, dejé que todas mis dudas cayeran de mis
hombros. A pesar de lo que pudiera contestarme esta noche, me quería.
Completamente.

Pasé mi pulgar sobre su anillo y sonreí, intentando recordar cada segundo de todo esto.
Ella se inclinó hacia adelante, dejando sus labios a milímetros de los míos y me acarició la
mejilla.

-“Te quiero,“ susurró, plantando un beso cerca de mi oreja. Jadeó suavemente y levantó la
cabeza, mirando por encima de mi hombro.

-“Está nevando.“ Me giré brevemente y observé los copos de nieve que caían al suelo, antes de volver mi atención a ella de
nuevo.

-“Es tan bonito,“ murmuró, con la felicidad plasmada en su cara.

-“Lo es.“ dije alcanzando su mejilla y acariciándola con la parte delantera de mis dedos.

-“Je ne regrette rien,“ murmuré para mí mismo, mi corazón comenzó a latir más rápido al
saber lo que venía a continuación. La completa verdad de esas palabras resonaban en mi
interior. Se giró y sonrió con complicidad, comprendiendo la familiar frase.

-“Sabes…“ comencé a decir, antes de que ella pudiera hablar. “Antes, eso siempre había sido verdad. Los errores me ayudaron a madurar. Pero ahora entiendo que, de todos los errores que
he cometido en mi vida, el único del que me arrepiento es no haberte querido antes; te
mantuve alejada durante tanto tiempo.“

-“Yo..“ comenzó a decir, pero yo continué.

-“Nunca quise estar sin ti, cariño,“ comencé, acariciando su mandíbula con mi pulgar.
-“Estoy tan agradecido de que me quieras. Tengo tantos defectos… he cometido tantos
errores, y a pesar de todo eso, tú me quieres.“

Ella sacudió la cabeza mientras acariciaba mi pelo con su mano.

-“Te quiero tal y como eres.“

Cerré los ojos y absorbí sus palabras, sintiendo como la verdad de ellas me embriagaba.
Besé su mano antes de meter la mía en el bolsillo, y coloqué las piezas sobre la mesa,
ante ella. Su mirada siguió la mía y observé como su expresión capturaba ese momento
de completo entendimiento.

-“Oh dios mío,“ dijo casi jadeando, colocando una mano temblorosa sobre su boca
mientras sus ojos brillaban por las lágrimas. “

-Yo no…“ En la mesa había una pequeña figura de la torre Eiffel, con el anillo colocado a su
alrededor.

-“Quiero darte el mundo,“ le dije, moviéndome para arrodillarme frente a ella.

-“Esto es solo la primera pieza.“ Cogí sus manos entre las mías, besando el reverso antes de mirarla a los ojos, observando como las lágrimas descendían por sus mejillas sonrojadas.

-“No pienso dejar pasar un segundo más sin decirte lo que significas para mí. Nos ha llevado
un tiempo llegar aquí pero te deseo de una manera que nunca jamás querré a nadie.“
Saqué el anillo.

-“Quieres casarte conmigo?“

Ella asintió, incapaz de hablar y tomé su mano con la mía, colocando el anillo en su dedo.
Lo besé gentilmente, cerrando los ojos mientras la magnitud de lo que esto significaba,
me invadía.

Había dicho “sí“

Me acerqué hasta quedarme arrodillado entre sus piernas. -“Te quiero,“ susurré, secando
una lágrima con mi pulgar. Cuando me miró, sus ojos estaban llenos de amor y alegría, y
me sentí realizado, más fuerte de lo que había sido nunca. Agarró mi camisa y me atrajo
hacia ella, chocando sus labios contra los míos.

-“Yo también te quiero,“ me dijo sin aliento entre besos.

-“Te quiero más de lo que creía.“

Me reí con los ojos llorosos mientras me besaba la cara, haciendo un puño con sus
manos en mi pelo.

El mundo a nuestro alrededor había desaparecido mientras sus labios se encontraban con
los míos. Las voces desaparecían en el fondo, la música flotaba como un murmullo
distante. Mis sentidos se concentraban en la mujer que tenía en mis brazos, sintiendo su
pelo sedoso en mis dedos, su sabor, los sonidos que hacía.

-“Llévame al hotel,“ murmuró, acariciando la forma de mi mandíbula. Asentí, levantándome
de un salto y dejando unos cuantos billetes sobre la mesa, antes de coger su mano y salir
por la puerta.

Prácticamente corrimos la distancia hasta nuestro hotel mientras los copos de nieve caían
a nuestro alrededor, deténiendonos varias veces para besarnos fervientemente. En
cuanto entramos en el ascensor yo ya estaba preparado para arrancarle la ropa, pero
mantuve la paciencia. Cuando las puertas se abrieron, salimos al pasillo, sin importarme
si nos veían y encantado de no tener que preocuparme por eso nunca más. Abrí la puerta
con la tarjeta y la tiré en cuantro entramos en la habitación, cerrando la puerta mientras su
cuerpo se presionaba con brusquedad.

-“Te necesito,“ jadeó, moviendo los dedos frenéticamente para desabrochar mi chaqueta,
con sus labios recorriendo mi cuello.

-“Aquí?“, pregunté. Ya tenía el abrigo tirando en el suelo, y la camisa prácticamente
arrancada y tirada en la silla que tenía al lado.

-“Por favor,“ dijo rogando. Mi camisa pronto siguió a la suya y me estremecí cuando la fría
madera de la puerta chocó contra mi espalda. El sonido de mi cinturón y cremallera siguió
al del roce del pantalón vaquero, pero no tenía tiempo para concentrarme mientras ella lo
bajaba por mis caderas.

Nos giré, colocándola a ella contra la puerta, y bajando mis manos por sus piernas y por
debajo de su falda.. Gruñí cuando sentí sus medias, y tracé con mis dedos las lineas del
liguero negro que me dejó que le comprara unos días antes. Continué explorando lo que
se escondía de mi vista, haciendo una pausa cuando me encontré con algo inesperado.

-“Joder, cariño. Esto es lo que creo que es?“ le pregunté, sintiendo la textura del delicado
encaje bajos mis dedos. Ella asintió y dejé caer la cabeza sobre su hombro, recordando
esas bragas colgadas del perchero. Le subí la falda hasta sus caderas, presionando mi
polla contra el encaje húmedo.

-“Joder,“ gruñó mientras sus manos se enredaban en mi pelo. -“Házmelo como solías
hacerlo.“

Sus simples palabras dispararon algo salvaje y primario en mi pecho.

-“Quieres decir, como cuando no podía respirar hasta que estaba dentro de ti?“ le
pregunté, gruñendo mientras su lengua acariciaba su labio superior.

-“Sí,“ respondió.

Mis manos se movieron hasta su cintura, casi revoloteando en la delicada cremallera de
su falda, con su pesada tela interrumpiéndonos. Jadeó cuando la deslicé por sus caderas
y aterrizó alrededor de sus pies.

-“Cómo me volvía loco imaginándome que te volvía a tocar?“ murmuré contra sus labios,
acariciando sus costillas con sus dedos, sintiendo como su piel reaccionaba a mi tacto.

-“Joder, sí“

-“Cómo cada día me imaginaba lo que llevabas debajo de la ropa?“ Tracé la forma de su
pecho por debajo del sujetador, pellizcando el pezón por encima del suave encaje,
provocando en ella suaves gemidos que me incitaban a continuar.

-“Yo te imaginaba desnudo,“ susurró mientras apartaba los tirantes de sus hombros. “Cada
día.“

-“Imaginaba como sería tu sabor,“ me arrodillé, pasando mis labios por sus pechos antes
de agarrar su pezón rosa con mi boca. Gemí en cuanto lo sentí contra mi boca, mientras
ella agarraba con fuerza mi pelo.

-“Me encanta cuando hablas así,“ susurró apoyando la cabeza contra la puerta.
Me moví hasta su otro pecho, mordisqueándolo con los dientes y explotando con mi mano
cada centímetro de su piel.

-“Quería hacértelo en cada sitio que nos rodeaba. En mi mesa, en tu mesa, en mi coche,
en la sala de conferencias…,“ Me las apañé para deslizar una mano entre sus piernas,
trazando círculos en su clítoris. Se arqueó ante m tacto, como siempre solía hacer.

-“Te gusta eso, verdad?“ le pregunté en voz baja, sonriendo contra su piel.

-“Todavía recuerdo como me sentí… al tenerte por fin dentro de mí,“ respondió sin aliento.
Levanté la mirada y me encontré con sus ojos.

-“Nos habías imaginado de esta manera, cariño?“ le pregunté. Quería saber si había
estado tan atormentada como yo.

-“Todo el tiempo… desde la primera vez que te vi.“

Me puse de pie, gruñendo contra su boca, recordando como necesitaba sentirla de esta
manera, y como me encantaba que pudiéramos hablar sobre eso ahora. Mi mano agarró
el negro satén, y mi pulgar tanteó los delicados botones a lo largo de su espalda.

-Así que quieres que te lo haga como solía hacerlo…“ le dije provocando, llevando mis
manos hasta sus caderas y girándola hasta encarar la puerta. Eso era jodidamente sexy.
“-Joder,“ murmuré, acariciando con mis dedos la tela. -“Esto es tan y como pensé que
sería.“

Le aparté el pelo hacia un lado, y mis labios acariciaron su hombro, agarrando con mi
mano la tela. Besé su oreja. -“Es una pena que tenga que romperla. Quieres que lo haga?“
Arqueó la espalda y asintió en silencio, apretando su culo contra mí.

Me encantaba que ella quisiera eso.

-“La tengo tan dura ahora,“ murmuré, pasando mi mandíbula por su cuello, sabiendo que el
tacto rasposo solo añadía placer a su desesperación. -“Quiero que digas mi nombre.“
Observé como la delicada tela se apretaba contra su piel, y su cuerpo temblaba por mis
palabras. -“Grita mi nombre.“

Una a uno, los pequeños botones cedieron y cayeron a la alfombra. Todos los músculos
de su espalda se tensaban con cada respiración, haciendo palpable su anticipación. Los
arranqué completamente, haciendo que jadeara mientras apartaba por completo la tela de
su cuerpo. Gimió en alto, presionando su frente contra la madera.

-“Eres tan preciosa,“ dije jadeando, enredando mis manos en su cintura, moviendo mis
ojos hambrientos por sus curvas.

-“No puedo esperar a que seas mi mujer.“

Se giró rápidamente y me atrajo hacia ella, agradeciéndome en silencio mis palabras. Su
calor contra mí era increíble, pero el suave encaje de su sujetador no era bienvenido.
Quería sentirla y ella quería lo mismo; la necesidad en su fiero beso casi me pone de
rodillas.

-“Esto… fuera.“ dijo contra mi boca mientras se lo quitaba.

El espacio entre nosotros se lleno de gemidos y susurros de placer, mientras sus dedos
se deslizaban por mi cuerpo hasta agarrar mi miembro. Sus uñas me arañaban
ligeramente, sintiendo la suave piel de su pulgar acariciando despacio la punta. Cerré los
ojos, sintiendo cada dedo cerca de mí.

-“Te necesito,“ susurró, moviendo las manos hasta mi cuello, acercándome. Mi polla
descansaba contra su estómago, y levanté la mirada, buscando su cara con mis ojos,
antes de volver a su boca.

Joder, yo también la necesitaba.

Con un solo movimiento la levanté, presionando su espalda contra la puerta, mientras un
temblor sacudió mi cuerpo cuando ella me envolvió con sus piernas. Mis labios
acariciaron su hombro en cuanto entré en ella, estremeciéndome cuando su calidez me
envolvió. Su cabeza cayó hacia adelante y su mano se movió hacia mi nueva,
agarrándose a mi pelo.

-“Todavía como la primera vez?“ le pregunté, apenas incapaz de hablar.

-“Sí,“ jadeó, apretando más las piernas, flexionando sus muslos a mi alrededor. Con mi
cara enterrada en su cuello, comencé a moverme en su interior, deslizando su cuerpo
contra la madera con cada embestida.

-“Todavía recuerdo cada segundo… como te veías debajo de mí.“ susurré, lamiendo
gentilmente su cuello.

-“Como te veías mientras me follabas. Como me sentía al saber que yo hacía que me
miraras así.“ dijo con fiereza, chocando sus caderas contra las mías, nuestros
movimientos perfectamente sincronizados como siempre.

-“Era como la fantasía que siempre había tenido,“ jadeé, encantado por la manera en que
ella se agarraba a mis hombros, a mi pelo, y cualquier sitio que alcanzara. Ahora quería
más, así que entré más profundo, más duro, presionando mis dedos en su piel.
Levantó los brazos sobre su cabeza, buscando algo para agarrarse.

-“Si me lo hubieras hecho antes, te habría dejado… podías tener cualquier parte de mi
cuerpo si quisieras.“

“No digas eso,“ le rogué. “No digas que podía haber estado contigo todo ese tiempo.“
Mi cabeza cayó sobre su hombro, tensando mis músculos mientras mi liberación
comenzaba a formarse.

-“Te deseaba tanto,“ jadeó contra mi pelo. “Y ahora eres mío.“
Y ahora eres mío.

Era suyo.

-“Oh dios, cariño.. joder,“ jadeé, abrumado por sus palabras, sintiendo que comenzaba a
temblar.

-“Allí,“ dijo señalando.

Lo entendí y la llevé con piernas temblorosas hasta el diván que había al lado,
desenroscando sus piernas de mi cintura en cuanto me senté.

-“No,“ comenzó a decir, sacudiendo la cabeza. -“Túmbate.“ Sentí las palmas de sus manos
empujando bruscamente el pecho, y el suave terciopelo contra mi espalda.

Mis ojos la consumieron, y mis manos acariciaron su piel, agarrando sus pechos cuando
comenzó a moverse encima de mí. Ella era la perfección, completamente perdida en la
sensación de nuestros cuerpos conectados. Se pasó la lengua por su labio inferior antes
de agarrarlo con los dientes, cerrando los ojos concentrada, y su pelo cayendo en
cascada por su piel sudada.

Sus pezones rozaron las palmas de mi mano mientras me cabalgaba, y los acaricié con
mis dedos antes de pellizcarlos ligeramente.

-“Más fuerte,“ jadeó, agarrando mi mano, animándome a embestirla más firmemente. Me
gustaba eso de ella, que pudiera decirme lo que quería. Levantó una pierna sobre mi
hombro, forzándome a penetrarla más profundamente. La fricción que rodeaba a mi polla
era demasiado perfecta como para aguantar.

-“Voy a correrme… voy a correrme,“ gemí, aterrorizado de que ella aún no hubiera llegado.
Moví mi mano entre nosotros, trazando círculos sobre su clítoris. -“Estás cerca?“

-“Joder, sí,“ gruñó. “Más.“ Con mi mano libre la agarré con más fuerza, levantando las
caderas del diván para enterrarme más profundamente.- “Sí, justo así.“

Se inclinó hacia adelante, moviendo su mano sobre mi pecho y clavando las uñas en mi
piel. Con un gruñido, me comencé a tensar, esparciéndose la sensación de mis piernas y
estómago por todo mi cuerpo. Gimió mi nombre, sonando desesperada mientras sentía
como se corría a mi alrededor.

Agradecido de poder terminar, cerré los ojos y con una última embestida, me liberé en su
interior. Ella se colapso contra mi pecho.

-“Eso ha sido..“ dijo entre jadeos.
-“Lo se,“ respondí con voz temblorosa. -“Siempre lo es.“ La rodeé con mis brazos. -“No se si
podré andar.“

Se rió contra mi cuello y besé su pelo, exhalando profundamente mientras intentaba
recuperar el aliento. Pasé mis manos por su espalda desnuda, deleitándome en estos
momentos de perfección.

-“Tienes frío?“ le pregunté cuando sentí un escalofrío en su cuerpo.

-“No,“ respondió suavemente. Me reí mientras me sentaba, llevándola conmigo hasta
nuestra cama de enorme tamaño. La tumbé y yo me tumbé detrás, atrayendo su espalda
hacia mi pecho. “Te quiero,“ murmuré, colocando su pelo sobre la almohada. Suspiró y
giró la cabeza para besarme.

-“No puedo creer que vayamos a casarnos,“ dijo sonriendo.

-“Lo se,“ respondí, pasando mis labios por su cuello y mandíbula. “No puedo creer que te
haya engañado para que me dijeras que sí.“

Se rió de nuevo. Ese sonido seguía siendo mi favorito. Levantó la mano para admirar su
anillo.

-“Seremos señor y señora,“ dijo despacio, y sentí como se dibujaba una sonrisa en su
cara.

-“Dios mío,“ dije sin aliento, girando su cara para encontrar sus labios otra vez. “No
había…“

-“Lo se,“ respondió. “Yo tampoco.“

Dejé que la idea de su nombre junto al mío se repitiera una y otra vez en mi cabeza, sin
estar preparado para saber como debería sentirme. De repente todo parecía tan real.
Íbamos a casarnos; algún día tendríamos hijos. A pesar de todos los obstáculos que el
mundo había puesto en nuestro camino, que nosotros habíamos puesto, lo habíamos
conseguido.

Había aceptado ser mía, y yo suyo.

Me imaginé como sería verla embarazada de mi hijo, construir una familia juntos. Ella
había hecho que me diera cuenta de lo mucho que deseaba esas cosas, lo excitado que
estaba por comenzar nuestra vida juntos.

-“Cuándo quieres que nos casemos?“ le pregunté, pasando mis dedos por su brazo. Se
quedó pensativa un momento antes de responder.

-“Creo que este verano.“ Giró la cabeza para mirarme. -“Es pronto?“

Sonreí y sacudí la cabeza.- “Me casaría contigo mañana.“ Le contesté. -“Cuántos hijos
quieres?“

-“Dos,“ respondió, asintiendo con la cabeza ligeramente.

-“Pronto?“ pregunté, acercándome más y descansando mi mano sobre las suyas.

-“Pronto.“

Exhalé profundamente, sintiéndome completo. Mis párpados comenzaron a cerrarse en
cuanto el cansancio comenzó a invadirme.

Me levanté a la mañana siguiente con mis brazos agarrados a una almohada, no a mi
prometida. Me froté los ojos y me pasé la mano por mi rasposa mandíbula, sentándome y
mirando alrededor de la fría habitación, sin estar preparado para lo que iba a ver.
Las puertas del balcón estaban abiertas, y mirando hacia las vacías calles de Paris,
estaba ella. Me puse de pie despacio, apoyando mi espalda contra el marco de las
puertas, con la sábana atada a mis caderas mientras mis ojos se movían sobre todo su
cuerpo. Estaba completamente desnuda y sus brazos descansaban sobre la barandilla,
con la espalda arqueada mientras el sol iluminaba su suave piel. Los rayos matutinos
brillaban sobre la única cosa que llevaba puesto; su anillo de compromiso. Llevaba el pelo
recogido sobre su cabeza, dejando caer pequeñas ondas que se movían por la brisa fría
del aire.

Me moví despacio hasta quedar detrás de ella, sonriendo cuando sus brazos se
levantaron por encima de su cabeza para aferrarse a mi pelo. Nos tapé con la sábana,
acercándola a mí, y plantando una línea de besos por su cuello.


“Buenos días,“ susurré, deleitándome en como su cuerpo se inclinaba hacia mí.

-“Mmmm buenos días.“

-“No tienes frío?“ le pregunté, abrazándola más fuerte en un intento por calentar su frío
cuerpo con el mío. Ella se encogió de hombros.

-“Estaba empezando a hacer un poco de frío,“ respondió. “Pero es todo tan precioso y me
siento tan…“ Su voz se fue apagando y señaló la Torre Eiffel.

Sabía exactamente lo que quería decir.

Mi mano se movió despacio por su cuerpo, descansando mi brazo en su cintura. Puse mi
barbilla en su hombro y observé como el mundo se movía. Una suave sonrisa se dibujó
en su mejilla, apretada contra la mía. Cerré los ojos y le di otro beso en su cuello,
temblando en cuanto un corriente de sensaciones me embriagó. Me quedé allí de pie,
llenando mis pulmones con el familiar olor que tanto había echado de menos, acariciando
su piel con mis labios, sabiendo que todo lo que podía desear de este mundo estaba en
mis brazos.

-“Te quiero,“ susurró, moviendo su mano hasta colocarla sobre la mía.

-“Le coeur a ses raisons, “ murmuré contra su piel, cerrando los ojos, entendiendo el
significado de esas palabras por completo.

-“El corazón tiene sus razones,“ dijo suavemente, traduciendo perfectamente mis palabras.

-“Que la raison ne connait pas.“ Sonreí, esperando a que continuara.

-“Lo cual no significa nada.“

THE END



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Mensaje por MAJO 30/8/2011, 1:46 pm

waaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.............................................................................................
q liinda iia me enknti zii q zii waa... de lo mejor ezta de lo mejor q mal q ze termiino
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"La Oficina" (M +18 ) COMPLETO - Página 6 Empty Re: "La Oficina" (M +18 ) COMPLETO

Mensaje por Karnnlizz 30/8/2011, 3:15 pm

OMGGGGGGGGGG!!!!!!!!!!! Es el final perfecto!!!!!!!!!!! Voy a extrañar muchisimo los encuentros de estos dos!! Me hubiera encantando ver la boda pero fue maravilloso, lloré cuando Edward le pidió matrimonio a Bella!!!!!!!!!!!!!!! Fue tan romántico!!!!!!!!! Me encanto de verdad ha sido de los mejores fic q he leído es uno de mis favoritos!!!!!!!!!!!! Espero verte por otro historia pronto. Gracias por hacer que me enamore mas de Edward Cullen y por hacer que ame el frances!!!!!!!!!!!!!!! "La Oficina" (M +18 ) COMPLETO - Página 6 546704
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"La Oficina" (M +18 ) COMPLETO - Página 6 Empty Re: "La Oficina" (M +18 ) COMPLETO

Mensaje por Jane 30/8/2011, 11:45 pm

OMG!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!.....awwwwwwwwwwwww tengo ganas de llorar de la emocion "La Oficina" (M +18 ) COMPLETO - Página 6 54995 q final, perfectoooooooooo!!.....Dios, estoy de acuerdo con vos Karnnlizz amo a Edward Cullen mas q nunca!!!.....lindisima historiaaaaa!!.....yo uqiero un novio asi "La Oficina" (M +18 ) COMPLETO - Página 6 329100
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