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Cowboy de mi corazón-Completada
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Pandy_Cullen
Atal
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Re: Cowboy de mi corazón-Completada
Capítulo 40: Nuestra vida empieza aquí
Los labios del recién matrimonio Cullen tardaron varios minutos en separarse, aún con los gritos y aplausos de la gente... hasta que el joven notó que su pequeña necesitaba tomar un poco de aire. Poco a poco, pese a que no le apetecía en absoluto, tuvo que deshacer el beso, hasta que sus frentes de nuevo quedaron pegadas, mirándose ambos con una sonrisa segundos antes de que Edwardy ella se giraran, para quedar frente a los invitados.
Cómo un resorte la joven castaña avanzó unos pasos, para recibir el emocionado abrazo de sus cuñadas y de Esme.
-¡Bella, Bella, Bella!- botaba Nessie mientras se abrazaban.
-No puedo creerlo...- murmuraba, todavía aturdida a cuenta de lo que acababa de ocurrir hacía escasos minutos. Cuándo su cuñada por fin la soltó, los brazos de Esme la rodearon en un maternal abrazo.
-Ha sido una boda preciosa- le susurraba la buena mujer.
-Ya lo creo- contestó ella, con una sonrisa de felicidad en su cara; justo en el momento en el que Esme se retiraba de su lado, para felicitar a su marido, Rose y Alice se plantaron frente a ella, con una sonrisa maliciosa en el rostro.
-Traidoras- las acusó divertida Bella, antes de echarse también en sus brazos.
-No te enfades, Bells- le suplicó Rosalie -no podíamos cargarnos la sorpresita-.
-Sorpresita...- repitió la joven, pensativa -¿qué haréis cuándo sea un sorpresón?- bromeó, riendo ya mucho más relajada.
-No nos pongas a prueba- le advirtió Alice entre risas. Justo en ese momento se acercaron los chicos.
-Ven aquí, cuñada- la llamó Emmet, antes de levantarla del suelo y abrazarla, acción que repitieron Jake y Jasper.
-Muchas gracias, chicos- les agradeció emocionada, una vez la soltaron.
-No podíamos perder a nuestra cocinera favorita- exclamó el hermano mayor, lo que hizo que la aludida rodara los ojos.
-Cómo no, Jayky- contestó, con una sonrisa malvada, haciendo reír al pequeño grupo. Justo en ese momento, Carlisle y Edward se acercaron a ellos.
-Enhorabuena hija- le felicitó el patriarca, también abrazándola -espero que seáis muy felices- les deseó.
-Gracias- susurró ella, de nuevo emocionada -gracias a todos- les agradeció de corazón. En ese momento Edward rodeó su cintura con su brazo, pegándola a su pecho y dejando un pequeño beso en su sien.
-Pero... ¿cómo habéis montado todo ésto?- les preguntó, todavía alucinada.
La familia sonrió cómplice, debido a la pregunta de la joven, que los miraba de hito en hito, esperando una respuesta. Finalmente, fue su propio marido el que habló.
-Nos repartimos la tarea- le explicó con una sonrisa -puede que no haya sido la boda que tú desearas, per...- Bella le interrumpió.
-Ha sido perfecto- le contradijo, mirándole con cariño -absolutamente todo-.
-Esme y yo nos encargamos de la decoración- empezó a relatar Nessie -Jasper y Emmet han montado el lugar de la ceremonia y la enorme mesa para la cena-.
-Alice y yo nos entretuvimos con el vestido y demás complementos- siguió relatando Rosalie, tomando la palabra a su pelirroja cuñada. La todavía sorprendida novia frunció ligeramente el ceño.
-¿Y cómo habéis hecho que el vestido me quede exacto?, ¿cómo habéis acertado con la talla exacta?- interrogó con una ceja alzada. Edward sonrió de manera disimulada, al igual que Alice y Rose, que tomó de nuevo la palabra.
-Bueno... tuvimos algo de ayuda con eso- Bella la miró sin entender, hasta que observó cómo Leah y el resto se acercaban a ellos. En milésimas de segundo su mente ató cabos.
-¿Así que para ésto... pasé la tarde del sábado pasado?- le preguntó a su amiga, cuándo llegó a su altura -la supuesta boda a la que estabas invitada, y yo probándome vestidos de fiesta para que tú tuvieras una mejor perspectiva...- meditó en voz alta -¡lo sabíais todo!- les reprochó de manera graciosa.
-No podíamos decir nada- se excusó inocentemente Annie, con Cindy a su lado riendo divertida.
-Por supuesto que lo sabíamos; Edward nos llamó para ponernos al corriente... y tenía que informar a Alice y Rose, para su cometido- se carcajeó su morena amiga, para adelantarse un paso y abrazarla -enhorabuena Bells-.
-Gracias chicos- les agradeció Edward, después de unos minutos de más abrazos y felicitaciones.
-De modo que éstos- señaló Zack con la mano al resto de los Cullen- son tus famosos hermanos-.
-Los mismos- admitió Edward -y él es mi padre Carlisle, el auténtico jefe del Killarney- el hombre sonrió con simpatía, acercándose a ellos.
-Un rancho precioso- admiró Randall, estrechándole la mano, lo mismo que hizo Zack.
-Muchas gracias por invitarnos- agradeció Annie.
-Nada de eso- corrigió Carlisle -los amigos de Bella son siempre bienvenidos; espero lo paséis bien, consideraos en vuestra casa - les deseó, ganándose una sonrisa por parte del pequeño grupo.
Carlisle y Esme se reunieron con los padres de Rose y el resto de invitados, pero los jóvenes permanecieron reunidos unos minutos más, en los cuales Bella fue descubriendo cómo habían urdido el plan.
-Vaya...- exclamaba una y otra vez, realmente sorprendida -¿y tú?- se giró, posando la vista en su recién estrenado esposo -¿qué te tocó hacer?-.
-Sólo me dejaron elegir las alianzas y el anillo- le contó, con una pequeña sonrisa -¿te gustan?- sondeó -sino se pueden cambiar-.
-Ni hablar- respondió de manera automática -son preciosas, me encantan- murmuró en voz baja, dejando un pequeño beso en sus labios. Puso sentir el leve suspiro de alivio que salió de los labios del joven, provocándole unas deliciosas cosquillas... su marido... todavía no se hacía a la idea.
-Yo también he cooperado- refutó Jake, pagado de sí mismo, mientras mecía a una de sus hijas, que se había despertado en medio de tanto alboroto.
-Hum... déjame pensar- contestó Bella, mientras ponía una graciosa mueca pensativa -tú te has ocupado de la cena- adivinó, provocando las risas sofocadas del resto.
-Ehhhh... no es gracioso- exclamó -es mi regalo de bodas; no iba a hacerte cocinar en tu propia boda-.
-A dios gracias- rodó los ojos Edward.
-He probado más de cinco caterings distintos- le explicó, con una sonrisa satisfecha.
-Y tú encantado, seguro- le devolvió la jugada Bella, entre risas -muchas gracias Jake- le dijo de manera sincera, una vez que pasó el divertido momento.
Los hermanos, acompañados de los compañeros de universidad se dirigieron hacia la carpa dónde se serviría la cena; después de que los peones del rancho y el resto de invitados felicitara a los novios, y de posar para algunas fotos, por fin la pareja pasó unos minutos a solas. Sin decir una palabra, se abrazó al joven, escondiendo su cara en su cuello.
-¿Estás más tranquila?- le susurró su marido, pasando sus manos por su espalda.
-Un poco- murmuró con voz temblorosa; se estaba volviendo a emocionar, y tuvo que tomar varias respiraciones antes de poder hablar de nuevo -Edward,nunca habría esperado ésto, y...- éste le interrumpió.
-No se me ocurría otra forma de pedirte perdón- le confesó, haciendo que le mirara a los ojos -pero quiero que tengas clara una cosa; y es que soy muy feliz-.
-Lo sé- sonrió su mujer con cariño; nunca podría olvidar el brillo en sus ojos verdes durante la ceremonia -todo ha valido la pena; y no puedo expresar lo feliz que soy; cuándo ayer hablábamos por teléfono, mi mente sólo estaba pensando en una cosa... que llegara el domingo; te he echado mucho de menos- sollozó suavemente.
-Yo también pequeña- contestó mientras la envolvía de nuevo con sus brazos -te prometo que me ganaré tu perdón día a día... no merecías sufrir así-.
-No tengo nada que perdonarte, Edward- le corrigió -es un nuevo comienzo para nosotros, y sé que a partir de ahora, intentaremos llevar mejor las cosas-.
-Nuestra vida empieza aquí... señora Cullen- Bella sonrió al escuchar su recién estrenado apellido -soy un hombre con suerte, me he casado con la mujer más increíble y bonita del mundo- el sonrojo regresó a las mejillas de su mujer, y Edward no pudo reprimir las ganas de volver a besarla, esta vez de manera más apasionada, aprovechando ese pequeño momento de intimidad.
Las bocas de ambos bailaban en perfecta sincronía, y la joven se estremeció al sentir las caricias que las manos de Edward dejaban por su espalda y sus costados; lo mismo le pasó a éste, disfrutado de los dedos de Bella enredarse en su pelo, agarrándolo con suavidad. El asunto se estaba caldeando por momentos, y fue el propio Edward el que, de nuevo, tuvo que romper el beso.
-No sabes las ganas que tengo de continuar con ésto... pero si no damos señales de vida alguien vendrá a buscarnos- el joven rió encantado ante el puchero lastimoso que puso su mujer -después- susurró en su oído, dejando un pequeño beso tras él... la piel de la joven castaña se erizó, pensando en lo que vendría... pero su corazón pegó un bote al oír de repente una voz.
-¡Eddie, Bells...!- oyeron que gritaba Jake -no os adelantéis, la noche de bodas es más tarde... ahora venid, que los comensales esperan-.
La joven vio de reojo cómo su esposo rodaba los ojos, y sofocando la risa, tomó su mano para volver a los jardines, dónde los invitados esperaban.
0o0o0o0o0o0
La cena estuvo deliciosa, y después de varios brindis, y de un discurso por parte del padrino, aludiendo que Bella, sin duda alguna, ostentaría el récord como la chica que menos tiempo había estado prometida, los novios abrieron el baile, al que poco a poco fue uniéndose el resto de la gente.
Bella disfrutó cómo nunca, y después de bailar con Carlisle, todos sus cuñados y parte de los peones del rancho y otros invitados, por fin pudo volver a dónde quería estar, a los brazos de su flamante marido.
-¿Te diviertes?- le preguntó el joven, dejando un pequeño beso en su frente y rodeando su cintura.
-Mucho- admitió con una sonrisa -pero creo que alguien no lo pasará tan bien mañana- objetó divertida, viendo la marcha que llevaban sus cuñados en la pista, al igual que sus amigos de San Antonio y la mayoría de los peones.
-Ya los conoces- se encogió éste de hombros, haciendo alusión a sus hermanos; justo en ese momento los padres de Rosalie y Jenks y su esposa se acercaron a ellos, puesto que ya se retiraban. Unos minutos después, Carlisle y Esme también se acercaron hasta ellos.
-¿Qué hacéis que no estáis bailando?- les interrogó su padre.
-Nos despedíamos de Jenks y de Vicent- le explicó éste -y creo que nosotros también nos vamos a retirar- murmuró, mirando a su esposa con una sonrisa.
-Tenéis la maleta en el coche- les recordó Esme -si queréis aprovechar que todo el mundo está bailando...-.
-Será lo mejor- aprobó Edward, rodeando los hombros de Bella -lo prefiero antes de que Jake y compañía la armen- exclamó con resignación. Se despidieron de ellos con un abrazo, y agarrando fuertemente la mano de su esposa, se encaminaron con paso apresurado a los garajes. Carlisle y Esme permanecieron en la entrada principal de la casa hasta que vieron el volvo deslizarse prácticamente en silencio hasta la verja de entrada, para tomar la carretera hacia en centro de Hunstville.
-Todo ha salido bien- respiró el hombre con tranquilidad, mirando a su secreta pareja con una sonrisa.
-Cierto- contestó la mujer -serán muy felices, ya lo verás-.
-Yo también lo creo- le dio la razón -otro que abandona el nido- suspiró.
-Y Jasper no creo que tarde mucho en hacerlo- añadió Esme de manera cómplice, acercándose a él y pasando las manos por su espalda. Carlisle agachó un poco su cabeza, para besar suavemente sus labios, antes de volver a la parte trasera del jardín, con el resto de invitados.
0o0o0o0o0o0
Apenas media hora más tarde, los recién casados llegaban a uno de los hoteles más lujosos de Hunstville, dónde Edward había reservado una de las suites para pasar la noche. Al traspasar el umbral, con ella en brazos, la boca de la joven se abrió de la impresión, al echar un vistazo rápido a la enorme habitación.
Una pequeña sala de estar precedía al dormitorio, presidida por una enorme cama de matrimonio; todo ello estaba elegantemente decorado con muebles de diseño muy costosos.
-¿Te gusta?- interrogó el joven a su pequeña, todavía con ella en sus brazos.
-Es preciosa... y enorme- susurró, todavía alucinada, escaneando con sus ojos cada rincón. Edward la posó con delicadeza en el suelo, para cerrar y comprobar que habían subido la maleta.
Todavía enfundada en su traje de novia, paseó por la enorme suite, hasta que llegó a la terraza; era casi tan grande cómo el dormitorio, incluso tenía mesa y sillas para poder desayunar ahí por la mañana. Acercándose a la barandilla de piedra, apoyó sus brazos, echando un vistazo al paisaje que se veía desde allí. Junio ya era un mes muy caluroso en Texas, y la noche también lo estaba siendo. Al estar en uno de los pisos más altos, había una perspectiva inmensa de Hunstville, en la que las luces que iluminaban los edificios contrastaban con la oscuridad.
Se quedó absorta contemplando el paisaje, y su vista se elevó, mirando el cielo, cuajado de pequeñas y relucientes estrellas... cómo aquel lugar que tan buenos recuerdos le traían, y todos ellos relacionados con su Edward.
No sintió a su marido acercase a ella, y se sobresaltó cuándo sus brazos la rodearon por detrás; pero inmediatamente se relajó ante su toque, apoyándose en su pecho. Se había quitado la chaqueta y la corbata, y también había remangado las mangas de su camisa hasta los codos.
-¿En qué piensas?- oyó que le preguntaba Edward.
-Nada importante- se encogió de hombros -ahora que toda ha terminado, mi mente ha regresado a la tierra- se explicó de manera graciosa -estaba acordándome de los exámenes que me quedan- rodó los ojos.
-Sólo son dos semanas más, cariño; y después de eso podrás relajarte y disfrutar- la consoló, dejando un suave beso en el tope de su cabeza.
-Pero por eso mismo; no podremos irnos de viaje de novios- exclamó la joven, un poco frustrada. Su marido arqueó las cejas, dándole la vuelta entre sus brazos para que lo mirase.
-¿Quién ha dicho que no tendremos viaje de novios?- le reclamó, sonriendo con malicia -por supuesto que lo tendremos; en cuánto termines el último examen nos iremos... así que la luna de miel simplemente está aplazada- le explicó.
-¿Y a dónde iremos?- le preguntó, ilusionada.
-Cómo tenemos dos semanas para reservarlo, puedes pensarlo con calma... e iremos dónde tú quieras- le prometió.
-Hum... eso suena tentador- susurró ella en voz baja, acercando sus labios a los de él, y dejando un suave beso -tendré que pensarlo- meditó, dejando otro beso en la boca del joven -pero ahora sólo quiero pensar en una cosa- Edward captó de inmediato el mensaje, así que en un rápido movimiento volvió a tomar a su esposa en brazos, y sin dejar de succionar de manera suave su labio inferior, la condujo hasta el dormitorio, posándola con delicadeza en la cama.
Las manos de la joven se anclaron en la parte de atrás de la cabeza de Edward, agarrando con sus puños mechones de cabello cobrizo y acercándole a su cuerpo.
-Bella...- murmuraba Edward su nombre una y otra vez, cubriendo su rostro y su cuello con tiernos besos; el corazón de su esposa aceleraba su ritmo de manera alarmante, pero el no dejaba de repartir caricias con sus labios.
-Bésame por favor- le rogó la joven, empujando su cabeza de nuevo hacia su boca; sin ninguna contemplación, sus lenguas invadieron la boca del otro, en una lucha ardiente. El joven ranchero no se dio cuenta del momento en el que su mujer había desabrochado su camisa, y ahogó el gemido que las manos de Bella provocaron al acariciar su pecho.
-Dios... sabes que es peligroso hacerme eso, ¿verdad?- susurró contra su clavícula, para después depositar pequeños besos por todo el nacimiento de sus senos... pero la joven hizo caso omiso, y sus manos bajaron de manera tortuosa por el torso de Edward, llegando a sus caderas, que arañó de forma cuidadosa con las uñas.
Un siseo de placer escapó de la garganta del joven; poniéndose de pie, ante la mirada atónita de su esposa, se deshizo de su camisa; pero en vez de tumbarse de nuevo a su lado, tomó una de las pequeñas manos de Bella, haciendo que también se pusiera de pie.
-¿Qué...- la pregunta quedó inconclusa, ya que mientras que los labios del joven volvían a su cuello, sus manos se entretuvieron con los diminutos botones de su vestido de novia.
-Aunque estás preciosa con él puesto... no sabes las ganas que tenía de quitártelo de una santa vez- le dijo, dejando un suave beso en el lóbulo de su oreja derecha. Unos minutos después, que al joven se le hicieron interminables, el vestido cayó a los pies de la joven, revelando la existencia de un sexy conjunto de ropa interior de encaje blanco; el sujetador sin tirantes hacía que su escote se viera realzado... pero lo que en verdad le volvió loco fue el culotte de encaje y las medias, perfectamente sujetas con unas ligas.
-Preciosa...- susurró -y toda mía...- añadió a la vez que la volvía a atraer a sus brazos y besándola con pasión.
-Sólo tuya- le respondió su pequeña entre besos, aferrándose a él con todas sus fuerzas y devolviéndole el beso con el mismo ímpetu.
Bella no sabía el momento exacto en el que ambos volvieron a tumbarse en la cama, completamente desnudos; se besaban cómo si su vida dependiera de ello, y sus manos parecían haber tomado vida propia, recorriendo a sus anchas sus cuerpos. Edward abandonó los suaves y pequeños labios de su esposa, para recorrer con ellos su cuello, su clavícula... parando un buen rato en sus pechos, lamiéndolos con delicadeza, e incluso tironeando de ellos con los dientes.
-Edward...- gemía y jadeaba la joven, con los dedos enredados en su pelo, apretándole contra sus senos. Escalofríos de placer recorrían cada nervio de su cuerpo, concentrándose todas en su bajo vientre... demasiados días sin amarse, sin ser una sola persona, y esa necesidad crecía con cada caricia que Edward le regalaba. Su marido dejó sus pechos, para volver a escalar de forma lenta y deliciosa por su cuerpo, con una meta, de nuevo sus labios.
Sintió en su estómago la también creciente necesidad del joven, y en un natural movimiento abrazó con sus piernas la cintura de éste. La deliciosa fricción de sus cuerpos desnudos cada vez era más insoportable... y de su boca brotó un gemido de placer al sentir su intimidad ser dulcemente invadida.
-Ahhhhh... Edward- jadeó, echando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos, dejando expuesto su cuello para ser besado.
-Mía... mi mujer- murmuró el joven contra su cuello de cisne, besándolo con delicadeza.
-Edward...- gimió de nuevo, pasando las manos por su espalda y haciendo que las envestidas fueran cada vez más contundentes.
-Tan caliente, tan estrecha...- gemía el joven, moviéndose dentro y fuera de ella, volviéndose loco a cada embestida -y toda mía...-.
-Sólo tuya- consiguió responder la joven, arañando su espalda, intentado soportar todo ese placer que empezaba a acumularse en su bajo vientre.
-Cariño... dios... -jadeaba el joven, invadiendo el delicado centro de su pequeña. Sintió su pequeño cuerpo arquearse, y supo que estaba muy cerca de terminar. Las embestidas pasaron a ser fuertes y frenéticas.
De nuevo Bella sintió esa espiral de sensaciones concentrase en su bajo vientre, y los labios de su marido acallaron el intenso jadeo que salió de su garganta al llegar a un poderoso orgasmo que recorrió su cuerpo de la cabeza a los pies; su cuerpo todavía temblaba cuándo abrió los ojos y se topó con el rostro de Edward, con la mandíbula fuertemente apretada y los ojos cerrados, llegando también al final.
Minutos después, la pareja intentaba tomar aire; sus cuerpos perlados de sudor todavía buscaban un resquicio de contacto entre ellos; la cabeza de Bella reposaba en el cuello de Edward, escondiendo allí su cara. El joven agarraba firmemente su cintura y acariciaba la mano que su esposa tenía apoyada en su pecho, jugando con los anillos. No necesitaban palabras para comunicarse, estaban cómodos en ese íntimo silencio.
Poco a poco, la respiración de su mujer se hizo pausada y tranquila. Edward observó unos minutos la preciosa expresión de su pequeña, que había caído agotada en un reparador sueño. Besó suavemente su frente, su nariz y su mejilla, disfrutando de la tersura y calidez de su piel.
-Buenas noches, cariño- le deseó casi para sus adentros, acomodándose de nuevo en la almohada y cerrando también los ojos.
0o0o0o0o0o0
A la mañana siguiente, Bella se revolvió de manera tranquila, pero algo le impedía moverse con libertad. Abrió lentamente sus ojos, y al despejar su vista se encontró de lleno con unos mares esmeralda, que la miraban con dulzura. Se dio cuenta de que estaba acurrucada junto al cuerpo de su marido, con la cabeza apoyada en su hombro. Los brazos de Edward la acunaban cómo si fuera un bebé, y estaba muy cómoda dentro de ellos.
-Buenos días cariño- le susurró éste, muy bajito.
-Hola- contestó ella, quitando un mechón rebelde de pelo cobrizo que caía por su frente -¿has descansado? -su esposo sonrió mientras afirmaba con una sonrisa.
-¿Y tú?-.
-Hacía mucho que no dormía tan bien- admitió Bella -me quedaría aquí todo el día... pero sé que tenemos que volver a San Antonio- protestó con voz de pena.
-Si quieres podemos volver mañana- le ofreció, pero la joven desechó el ofrecimiento.
-Tengo que retomar los exámenes, y prefiero estar allí- le explicó -¿pasaremos antes por casa, a despedirnos?- le interrogó.
-Ese es el plan; así dejamos los trajes, comemos con la familia y de paso nos despedimos de todos- le contó -no volveremos a Hunstville en unas cuantas semanas, hasta que regresemos de nuestra luna de miel-.
-Qué ganas de que llegue- exclamó, ilusionada -además, ya sé dónde me gustaría ir- Edward la miró, dejando que se explicara -me gustaría conocer Irlanda- su novio la miró sorprendido.
-¿En verdad quieres ir allí?-.
-¿Recuerdas mi primera navidad en el rancho?; esa en la que te regalé el libro con las fotos antiguas- el joven asintió -pues lo he ojeado en más de una ocasión; los paisajes son preciosos... y sé que a ti te gustaría conocer tus orígenes-.
-¿Estás segura?- le preguntó de nuevo el joven; su pequeña afirmó con la cabeza de manera enérgica -entonces Irlanda será nuestro destino- sonrió -gracias cariño-.
-No tienes que dármelas por nada- contestó su pequeña, pasando un dedo por sus labios.
Edward cerró los ojos, disfrutando de ese pequeño roce, que le producía un leve cosquilleo. Besó con delicadeza la yema de sus dedos, para segundos después besar con suavidad sus labios... los labios de su mujer... su pequeña estrellita.
-Te amo- le dijo, estrechándola entre sus brazos, más todavía.
-Yo también a ti... cowboy- respondió Bella, deseosa de empezar otra etapa de su vida en comùn, con ellos de permanentes protagonistas.
FIN
Los labios del recién matrimonio Cullen tardaron varios minutos en separarse, aún con los gritos y aplausos de la gente... hasta que el joven notó que su pequeña necesitaba tomar un poco de aire. Poco a poco, pese a que no le apetecía en absoluto, tuvo que deshacer el beso, hasta que sus frentes de nuevo quedaron pegadas, mirándose ambos con una sonrisa segundos antes de que Edwardy ella se giraran, para quedar frente a los invitados.
Cómo un resorte la joven castaña avanzó unos pasos, para recibir el emocionado abrazo de sus cuñadas y de Esme.
-¡Bella, Bella, Bella!- botaba Nessie mientras se abrazaban.
-No puedo creerlo...- murmuraba, todavía aturdida a cuenta de lo que acababa de ocurrir hacía escasos minutos. Cuándo su cuñada por fin la soltó, los brazos de Esme la rodearon en un maternal abrazo.
-Ha sido una boda preciosa- le susurraba la buena mujer.
-Ya lo creo- contestó ella, con una sonrisa de felicidad en su cara; justo en el momento en el que Esme se retiraba de su lado, para felicitar a su marido, Rose y Alice se plantaron frente a ella, con una sonrisa maliciosa en el rostro.
-Traidoras- las acusó divertida Bella, antes de echarse también en sus brazos.
-No te enfades, Bells- le suplicó Rosalie -no podíamos cargarnos la sorpresita-.
-Sorpresita...- repitió la joven, pensativa -¿qué haréis cuándo sea un sorpresón?- bromeó, riendo ya mucho más relajada.
-No nos pongas a prueba- le advirtió Alice entre risas. Justo en ese momento se acercaron los chicos.
-Ven aquí, cuñada- la llamó Emmet, antes de levantarla del suelo y abrazarla, acción que repitieron Jake y Jasper.
-Muchas gracias, chicos- les agradeció emocionada, una vez la soltaron.
-No podíamos perder a nuestra cocinera favorita- exclamó el hermano mayor, lo que hizo que la aludida rodara los ojos.
-Cómo no, Jayky- contestó, con una sonrisa malvada, haciendo reír al pequeño grupo. Justo en ese momento, Carlisle y Edward se acercaron a ellos.
-Enhorabuena hija- le felicitó el patriarca, también abrazándola -espero que seáis muy felices- les deseó.
-Gracias- susurró ella, de nuevo emocionada -gracias a todos- les agradeció de corazón. En ese momento Edward rodeó su cintura con su brazo, pegándola a su pecho y dejando un pequeño beso en su sien.
-Pero... ¿cómo habéis montado todo ésto?- les preguntó, todavía alucinada.
La familia sonrió cómplice, debido a la pregunta de la joven, que los miraba de hito en hito, esperando una respuesta. Finalmente, fue su propio marido el que habló.
-Nos repartimos la tarea- le explicó con una sonrisa -puede que no haya sido la boda que tú desearas, per...- Bella le interrumpió.
-Ha sido perfecto- le contradijo, mirándole con cariño -absolutamente todo-.
-Esme y yo nos encargamos de la decoración- empezó a relatar Nessie -Jasper y Emmet han montado el lugar de la ceremonia y la enorme mesa para la cena-.
-Alice y yo nos entretuvimos con el vestido y demás complementos- siguió relatando Rosalie, tomando la palabra a su pelirroja cuñada. La todavía sorprendida novia frunció ligeramente el ceño.
-¿Y cómo habéis hecho que el vestido me quede exacto?, ¿cómo habéis acertado con la talla exacta?- interrogó con una ceja alzada. Edward sonrió de manera disimulada, al igual que Alice y Rose, que tomó de nuevo la palabra.
-Bueno... tuvimos algo de ayuda con eso- Bella la miró sin entender, hasta que observó cómo Leah y el resto se acercaban a ellos. En milésimas de segundo su mente ató cabos.
-¿Así que para ésto... pasé la tarde del sábado pasado?- le preguntó a su amiga, cuándo llegó a su altura -la supuesta boda a la que estabas invitada, y yo probándome vestidos de fiesta para que tú tuvieras una mejor perspectiva...- meditó en voz alta -¡lo sabíais todo!- les reprochó de manera graciosa.
-No podíamos decir nada- se excusó inocentemente Annie, con Cindy a su lado riendo divertida.
-Por supuesto que lo sabíamos; Edward nos llamó para ponernos al corriente... y tenía que informar a Alice y Rose, para su cometido- se carcajeó su morena amiga, para adelantarse un paso y abrazarla -enhorabuena Bells-.
-Gracias chicos- les agradeció Edward, después de unos minutos de más abrazos y felicitaciones.
-De modo que éstos- señaló Zack con la mano al resto de los Cullen- son tus famosos hermanos-.
-Los mismos- admitió Edward -y él es mi padre Carlisle, el auténtico jefe del Killarney- el hombre sonrió con simpatía, acercándose a ellos.
-Un rancho precioso- admiró Randall, estrechándole la mano, lo mismo que hizo Zack.
-Muchas gracias por invitarnos- agradeció Annie.
-Nada de eso- corrigió Carlisle -los amigos de Bella son siempre bienvenidos; espero lo paséis bien, consideraos en vuestra casa - les deseó, ganándose una sonrisa por parte del pequeño grupo.
Carlisle y Esme se reunieron con los padres de Rose y el resto de invitados, pero los jóvenes permanecieron reunidos unos minutos más, en los cuales Bella fue descubriendo cómo habían urdido el plan.
-Vaya...- exclamaba una y otra vez, realmente sorprendida -¿y tú?- se giró, posando la vista en su recién estrenado esposo -¿qué te tocó hacer?-.
-Sólo me dejaron elegir las alianzas y el anillo- le contó, con una pequeña sonrisa -¿te gustan?- sondeó -sino se pueden cambiar-.
-Ni hablar- respondió de manera automática -son preciosas, me encantan- murmuró en voz baja, dejando un pequeño beso en sus labios. Puso sentir el leve suspiro de alivio que salió de los labios del joven, provocándole unas deliciosas cosquillas... su marido... todavía no se hacía a la idea.
-Yo también he cooperado- refutó Jake, pagado de sí mismo, mientras mecía a una de sus hijas, que se había despertado en medio de tanto alboroto.
-Hum... déjame pensar- contestó Bella, mientras ponía una graciosa mueca pensativa -tú te has ocupado de la cena- adivinó, provocando las risas sofocadas del resto.
-Ehhhh... no es gracioso- exclamó -es mi regalo de bodas; no iba a hacerte cocinar en tu propia boda-.
-A dios gracias- rodó los ojos Edward.
-He probado más de cinco caterings distintos- le explicó, con una sonrisa satisfecha.
-Y tú encantado, seguro- le devolvió la jugada Bella, entre risas -muchas gracias Jake- le dijo de manera sincera, una vez que pasó el divertido momento.
Los hermanos, acompañados de los compañeros de universidad se dirigieron hacia la carpa dónde se serviría la cena; después de que los peones del rancho y el resto de invitados felicitara a los novios, y de posar para algunas fotos, por fin la pareja pasó unos minutos a solas. Sin decir una palabra, se abrazó al joven, escondiendo su cara en su cuello.
-¿Estás más tranquila?- le susurró su marido, pasando sus manos por su espalda.
-Un poco- murmuró con voz temblorosa; se estaba volviendo a emocionar, y tuvo que tomar varias respiraciones antes de poder hablar de nuevo -Edward,nunca habría esperado ésto, y...- éste le interrumpió.
-No se me ocurría otra forma de pedirte perdón- le confesó, haciendo que le mirara a los ojos -pero quiero que tengas clara una cosa; y es que soy muy feliz-.
-Lo sé- sonrió su mujer con cariño; nunca podría olvidar el brillo en sus ojos verdes durante la ceremonia -todo ha valido la pena; y no puedo expresar lo feliz que soy; cuándo ayer hablábamos por teléfono, mi mente sólo estaba pensando en una cosa... que llegara el domingo; te he echado mucho de menos- sollozó suavemente.
-Yo también pequeña- contestó mientras la envolvía de nuevo con sus brazos -te prometo que me ganaré tu perdón día a día... no merecías sufrir así-.
-No tengo nada que perdonarte, Edward- le corrigió -es un nuevo comienzo para nosotros, y sé que a partir de ahora, intentaremos llevar mejor las cosas-.
-Nuestra vida empieza aquí... señora Cullen- Bella sonrió al escuchar su recién estrenado apellido -soy un hombre con suerte, me he casado con la mujer más increíble y bonita del mundo- el sonrojo regresó a las mejillas de su mujer, y Edward no pudo reprimir las ganas de volver a besarla, esta vez de manera más apasionada, aprovechando ese pequeño momento de intimidad.
Las bocas de ambos bailaban en perfecta sincronía, y la joven se estremeció al sentir las caricias que las manos de Edward dejaban por su espalda y sus costados; lo mismo le pasó a éste, disfrutado de los dedos de Bella enredarse en su pelo, agarrándolo con suavidad. El asunto se estaba caldeando por momentos, y fue el propio Edward el que, de nuevo, tuvo que romper el beso.
-No sabes las ganas que tengo de continuar con ésto... pero si no damos señales de vida alguien vendrá a buscarnos- el joven rió encantado ante el puchero lastimoso que puso su mujer -después- susurró en su oído, dejando un pequeño beso tras él... la piel de la joven castaña se erizó, pensando en lo que vendría... pero su corazón pegó un bote al oír de repente una voz.
-¡Eddie, Bells...!- oyeron que gritaba Jake -no os adelantéis, la noche de bodas es más tarde... ahora venid, que los comensales esperan-.
La joven vio de reojo cómo su esposo rodaba los ojos, y sofocando la risa, tomó su mano para volver a los jardines, dónde los invitados esperaban.
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La cena estuvo deliciosa, y después de varios brindis, y de un discurso por parte del padrino, aludiendo que Bella, sin duda alguna, ostentaría el récord como la chica que menos tiempo había estado prometida, los novios abrieron el baile, al que poco a poco fue uniéndose el resto de la gente.
Bella disfrutó cómo nunca, y después de bailar con Carlisle, todos sus cuñados y parte de los peones del rancho y otros invitados, por fin pudo volver a dónde quería estar, a los brazos de su flamante marido.
-¿Te diviertes?- le preguntó el joven, dejando un pequeño beso en su frente y rodeando su cintura.
-Mucho- admitió con una sonrisa -pero creo que alguien no lo pasará tan bien mañana- objetó divertida, viendo la marcha que llevaban sus cuñados en la pista, al igual que sus amigos de San Antonio y la mayoría de los peones.
-Ya los conoces- se encogió éste de hombros, haciendo alusión a sus hermanos; justo en ese momento los padres de Rosalie y Jenks y su esposa se acercaron a ellos, puesto que ya se retiraban. Unos minutos después, Carlisle y Esme también se acercaron hasta ellos.
-¿Qué hacéis que no estáis bailando?- les interrogó su padre.
-Nos despedíamos de Jenks y de Vicent- le explicó éste -y creo que nosotros también nos vamos a retirar- murmuró, mirando a su esposa con una sonrisa.
-Tenéis la maleta en el coche- les recordó Esme -si queréis aprovechar que todo el mundo está bailando...-.
-Será lo mejor- aprobó Edward, rodeando los hombros de Bella -lo prefiero antes de que Jake y compañía la armen- exclamó con resignación. Se despidieron de ellos con un abrazo, y agarrando fuertemente la mano de su esposa, se encaminaron con paso apresurado a los garajes. Carlisle y Esme permanecieron en la entrada principal de la casa hasta que vieron el volvo deslizarse prácticamente en silencio hasta la verja de entrada, para tomar la carretera hacia en centro de Hunstville.
-Todo ha salido bien- respiró el hombre con tranquilidad, mirando a su secreta pareja con una sonrisa.
-Cierto- contestó la mujer -serán muy felices, ya lo verás-.
-Yo también lo creo- le dio la razón -otro que abandona el nido- suspiró.
-Y Jasper no creo que tarde mucho en hacerlo- añadió Esme de manera cómplice, acercándose a él y pasando las manos por su espalda. Carlisle agachó un poco su cabeza, para besar suavemente sus labios, antes de volver a la parte trasera del jardín, con el resto de invitados.
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Apenas media hora más tarde, los recién casados llegaban a uno de los hoteles más lujosos de Hunstville, dónde Edward había reservado una de las suites para pasar la noche. Al traspasar el umbral, con ella en brazos, la boca de la joven se abrió de la impresión, al echar un vistazo rápido a la enorme habitación.
Una pequeña sala de estar precedía al dormitorio, presidida por una enorme cama de matrimonio; todo ello estaba elegantemente decorado con muebles de diseño muy costosos.
-¿Te gusta?- interrogó el joven a su pequeña, todavía con ella en sus brazos.
-Es preciosa... y enorme- susurró, todavía alucinada, escaneando con sus ojos cada rincón. Edward la posó con delicadeza en el suelo, para cerrar y comprobar que habían subido la maleta.
Todavía enfundada en su traje de novia, paseó por la enorme suite, hasta que llegó a la terraza; era casi tan grande cómo el dormitorio, incluso tenía mesa y sillas para poder desayunar ahí por la mañana. Acercándose a la barandilla de piedra, apoyó sus brazos, echando un vistazo al paisaje que se veía desde allí. Junio ya era un mes muy caluroso en Texas, y la noche también lo estaba siendo. Al estar en uno de los pisos más altos, había una perspectiva inmensa de Hunstville, en la que las luces que iluminaban los edificios contrastaban con la oscuridad.
Se quedó absorta contemplando el paisaje, y su vista se elevó, mirando el cielo, cuajado de pequeñas y relucientes estrellas... cómo aquel lugar que tan buenos recuerdos le traían, y todos ellos relacionados con su Edward.
No sintió a su marido acercase a ella, y se sobresaltó cuándo sus brazos la rodearon por detrás; pero inmediatamente se relajó ante su toque, apoyándose en su pecho. Se había quitado la chaqueta y la corbata, y también había remangado las mangas de su camisa hasta los codos.
-¿En qué piensas?- oyó que le preguntaba Edward.
-Nada importante- se encogió de hombros -ahora que toda ha terminado, mi mente ha regresado a la tierra- se explicó de manera graciosa -estaba acordándome de los exámenes que me quedan- rodó los ojos.
-Sólo son dos semanas más, cariño; y después de eso podrás relajarte y disfrutar- la consoló, dejando un suave beso en el tope de su cabeza.
-Pero por eso mismo; no podremos irnos de viaje de novios- exclamó la joven, un poco frustrada. Su marido arqueó las cejas, dándole la vuelta entre sus brazos para que lo mirase.
-¿Quién ha dicho que no tendremos viaje de novios?- le reclamó, sonriendo con malicia -por supuesto que lo tendremos; en cuánto termines el último examen nos iremos... así que la luna de miel simplemente está aplazada- le explicó.
-¿Y a dónde iremos?- le preguntó, ilusionada.
-Cómo tenemos dos semanas para reservarlo, puedes pensarlo con calma... e iremos dónde tú quieras- le prometió.
-Hum... eso suena tentador- susurró ella en voz baja, acercando sus labios a los de él, y dejando un suave beso -tendré que pensarlo- meditó, dejando otro beso en la boca del joven -pero ahora sólo quiero pensar en una cosa- Edward captó de inmediato el mensaje, así que en un rápido movimiento volvió a tomar a su esposa en brazos, y sin dejar de succionar de manera suave su labio inferior, la condujo hasta el dormitorio, posándola con delicadeza en la cama.
Las manos de la joven se anclaron en la parte de atrás de la cabeza de Edward, agarrando con sus puños mechones de cabello cobrizo y acercándole a su cuerpo.
-Bella...- murmuraba Edward su nombre una y otra vez, cubriendo su rostro y su cuello con tiernos besos; el corazón de su esposa aceleraba su ritmo de manera alarmante, pero el no dejaba de repartir caricias con sus labios.
-Bésame por favor- le rogó la joven, empujando su cabeza de nuevo hacia su boca; sin ninguna contemplación, sus lenguas invadieron la boca del otro, en una lucha ardiente. El joven ranchero no se dio cuenta del momento en el que su mujer había desabrochado su camisa, y ahogó el gemido que las manos de Bella provocaron al acariciar su pecho.
-Dios... sabes que es peligroso hacerme eso, ¿verdad?- susurró contra su clavícula, para después depositar pequeños besos por todo el nacimiento de sus senos... pero la joven hizo caso omiso, y sus manos bajaron de manera tortuosa por el torso de Edward, llegando a sus caderas, que arañó de forma cuidadosa con las uñas.
Un siseo de placer escapó de la garganta del joven; poniéndose de pie, ante la mirada atónita de su esposa, se deshizo de su camisa; pero en vez de tumbarse de nuevo a su lado, tomó una de las pequeñas manos de Bella, haciendo que también se pusiera de pie.
-¿Qué...- la pregunta quedó inconclusa, ya que mientras que los labios del joven volvían a su cuello, sus manos se entretuvieron con los diminutos botones de su vestido de novia.
-Aunque estás preciosa con él puesto... no sabes las ganas que tenía de quitártelo de una santa vez- le dijo, dejando un suave beso en el lóbulo de su oreja derecha. Unos minutos después, que al joven se le hicieron interminables, el vestido cayó a los pies de la joven, revelando la existencia de un sexy conjunto de ropa interior de encaje blanco; el sujetador sin tirantes hacía que su escote se viera realzado... pero lo que en verdad le volvió loco fue el culotte de encaje y las medias, perfectamente sujetas con unas ligas.
-Preciosa...- susurró -y toda mía...- añadió a la vez que la volvía a atraer a sus brazos y besándola con pasión.
-Sólo tuya- le respondió su pequeña entre besos, aferrándose a él con todas sus fuerzas y devolviéndole el beso con el mismo ímpetu.
Bella no sabía el momento exacto en el que ambos volvieron a tumbarse en la cama, completamente desnudos; se besaban cómo si su vida dependiera de ello, y sus manos parecían haber tomado vida propia, recorriendo a sus anchas sus cuerpos. Edward abandonó los suaves y pequeños labios de su esposa, para recorrer con ellos su cuello, su clavícula... parando un buen rato en sus pechos, lamiéndolos con delicadeza, e incluso tironeando de ellos con los dientes.
-Edward...- gemía y jadeaba la joven, con los dedos enredados en su pelo, apretándole contra sus senos. Escalofríos de placer recorrían cada nervio de su cuerpo, concentrándose todas en su bajo vientre... demasiados días sin amarse, sin ser una sola persona, y esa necesidad crecía con cada caricia que Edward le regalaba. Su marido dejó sus pechos, para volver a escalar de forma lenta y deliciosa por su cuerpo, con una meta, de nuevo sus labios.
Sintió en su estómago la también creciente necesidad del joven, y en un natural movimiento abrazó con sus piernas la cintura de éste. La deliciosa fricción de sus cuerpos desnudos cada vez era más insoportable... y de su boca brotó un gemido de placer al sentir su intimidad ser dulcemente invadida.
-Ahhhhh... Edward- jadeó, echando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos, dejando expuesto su cuello para ser besado.
-Mía... mi mujer- murmuró el joven contra su cuello de cisne, besándolo con delicadeza.
-Edward...- gimió de nuevo, pasando las manos por su espalda y haciendo que las envestidas fueran cada vez más contundentes.
-Tan caliente, tan estrecha...- gemía el joven, moviéndose dentro y fuera de ella, volviéndose loco a cada embestida -y toda mía...-.
-Sólo tuya- consiguió responder la joven, arañando su espalda, intentado soportar todo ese placer que empezaba a acumularse en su bajo vientre.
-Cariño... dios... -jadeaba el joven, invadiendo el delicado centro de su pequeña. Sintió su pequeño cuerpo arquearse, y supo que estaba muy cerca de terminar. Las embestidas pasaron a ser fuertes y frenéticas.
De nuevo Bella sintió esa espiral de sensaciones concentrase en su bajo vientre, y los labios de su marido acallaron el intenso jadeo que salió de su garganta al llegar a un poderoso orgasmo que recorrió su cuerpo de la cabeza a los pies; su cuerpo todavía temblaba cuándo abrió los ojos y se topó con el rostro de Edward, con la mandíbula fuertemente apretada y los ojos cerrados, llegando también al final.
Minutos después, la pareja intentaba tomar aire; sus cuerpos perlados de sudor todavía buscaban un resquicio de contacto entre ellos; la cabeza de Bella reposaba en el cuello de Edward, escondiendo allí su cara. El joven agarraba firmemente su cintura y acariciaba la mano que su esposa tenía apoyada en su pecho, jugando con los anillos. No necesitaban palabras para comunicarse, estaban cómodos en ese íntimo silencio.
Poco a poco, la respiración de su mujer se hizo pausada y tranquila. Edward observó unos minutos la preciosa expresión de su pequeña, que había caído agotada en un reparador sueño. Besó suavemente su frente, su nariz y su mejilla, disfrutando de la tersura y calidez de su piel.
-Buenas noches, cariño- le deseó casi para sus adentros, acomodándose de nuevo en la almohada y cerrando también los ojos.
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A la mañana siguiente, Bella se revolvió de manera tranquila, pero algo le impedía moverse con libertad. Abrió lentamente sus ojos, y al despejar su vista se encontró de lleno con unos mares esmeralda, que la miraban con dulzura. Se dio cuenta de que estaba acurrucada junto al cuerpo de su marido, con la cabeza apoyada en su hombro. Los brazos de Edward la acunaban cómo si fuera un bebé, y estaba muy cómoda dentro de ellos.
-Buenos días cariño- le susurró éste, muy bajito.
-Hola- contestó ella, quitando un mechón rebelde de pelo cobrizo que caía por su frente -¿has descansado? -su esposo sonrió mientras afirmaba con una sonrisa.
-¿Y tú?-.
-Hacía mucho que no dormía tan bien- admitió Bella -me quedaría aquí todo el día... pero sé que tenemos que volver a San Antonio- protestó con voz de pena.
-Si quieres podemos volver mañana- le ofreció, pero la joven desechó el ofrecimiento.
-Tengo que retomar los exámenes, y prefiero estar allí- le explicó -¿pasaremos antes por casa, a despedirnos?- le interrogó.
-Ese es el plan; así dejamos los trajes, comemos con la familia y de paso nos despedimos de todos- le contó -no volveremos a Hunstville en unas cuantas semanas, hasta que regresemos de nuestra luna de miel-.
-Qué ganas de que llegue- exclamó, ilusionada -además, ya sé dónde me gustaría ir- Edward la miró, dejando que se explicara -me gustaría conocer Irlanda- su novio la miró sorprendido.
-¿En verdad quieres ir allí?-.
-¿Recuerdas mi primera navidad en el rancho?; esa en la que te regalé el libro con las fotos antiguas- el joven asintió -pues lo he ojeado en más de una ocasión; los paisajes son preciosos... y sé que a ti te gustaría conocer tus orígenes-.
-¿Estás segura?- le preguntó de nuevo el joven; su pequeña afirmó con la cabeza de manera enérgica -entonces Irlanda será nuestro destino- sonrió -gracias cariño-.
-No tienes que dármelas por nada- contestó su pequeña, pasando un dedo por sus labios.
Edward cerró los ojos, disfrutando de ese pequeño roce, que le producía un leve cosquilleo. Besó con delicadeza la yema de sus dedos, para segundos después besar con suavidad sus labios... los labios de su mujer... su pequeña estrellita.
-Te amo- le dijo, estrechándola entre sus brazos, más todavía.
-Yo también a ti... cowboy- respondió Bella, deseosa de empezar otra etapa de su vida en comùn, con ellos de permanentes protagonistas.
FIN
Atal- .
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Re: Cowboy de mi corazón-Completada
Epílogo
Tres años después...
-Por el poder que me confiere el estado de Texas, yo os declaro marido y mujer; puede besar a la novia- la voz del celebrante rompió la atmósfera de silencio y expectación que había en los jardines del rancho Killarney, que se había convertido en el improvisado escenario de las bodas familiares.
La multitud estalló en aplausos cuándo los flamantes novios se besaron de manera discreta, pero dulce. Por fin, después de tantos años, Esme Platt pasaba a ser la señora de Carlisle Cullen.
Situados en la primera fila, Jake y Nessie sonreían e intentaban aplaudir, ya que cada uno de ellos tenía a Claire y Valerie en brazos; las pequeñas ya contaban tres años de edad, y eran la delicia de sus padres... y de toda la familia; con su pelo moreno y los ojos color avellana de Nessie... e igual de revoltosas que Owen, que con cuatro años era la viva imagen de Emmet, pero con los rizos rubios de Rose, que aplaudía feliz, a la vez que su marido se llevaba los dedos a la boca, silbando ruidosamente.
-¡Así se hace, papá!- le jaleó Jasper, elevando el puño hacia arriba en un gesto de victoria; Alice, su esposa desde hace un año, reía encantada.
-Les ha costado- exclamó divertido Edward, mirando a su pequeña estrellita, que sonreía emocionada.
-Ya lo creo- le dio la razón; el joven la acercó a su cuerpo, apoyándola en su pecho y dejando un pequeño beso en su frente. La joven no había podido evitar que sus ojos se aguaran en la ceremonia... quería a Esme y a Carlisle cómo si fueran sus propios padres, y estaba muy feliz por ellos.
Una vez terminó la ceremonia, los novios fueron acaparados por multitud de invitados, deseosos de felicitar al nuevo matrimonio... pero el primer abrazo lo recibieron de sus hijos y nietos, que ese día ejercieron de anfitriones. Los jardines del rancho estaban a rebosar, allí no cabía un alfiler. Carlisle Cullen conocía a muchísima gente dentro y fuera de Hunstville, y todos ellos habían querido apoyar a su amigo. Los padres de Rose, Alice y Nessie; Jenks y su familia...y por supuesto todos los peones del rancho... todos estaban allí en un día que Jake había calificado de histórico.
-¿Cómo sienta eso de ser una mujer casada?- interrogó Bella a la novia; ésta, elegantemente vestida con un discreto traje de falda y chaqueta en tonos beige, le sonrió con complicidad.
-No está mal- musitó pensativa, pero con un gesto divertido en su cara.
-Bienvenida al club de las señoras Cullen- la felicitó Rose, riendo. La buena mujer abrazó de nuevo a las que consideraba sus hijas... no había estado tan nerviosa en la vida, pero todo había valido la pena. En otro grupo, Carlisle y sus hijos conversaban de manera animada con varios de los invitados. Una sonrisa pletórica estaba instalada en el rostro del patriarca, que recibía una y mil felicitaciones, con graciosas coletillas cómo ya era hora, y cosas así.
La comida transcurrió en un ambiente distendido; los hermanos, junto con Leah y Randall, estaban acomodados en una mesa, charlando y riendo sin parar. Hacía un año que tanto ella cómo Bella habían terminado la carrera, y Leah y su marido no duraron un sólo segundo en mudarse a Hunstville cuándo ella, junto a su castaña amiga, habían sido contratadas para el Jardín de Infancia que se inauguró en la localidad hacía apenas dos años. Carlisle Cullen ayudó a Randall a establecer aquí su negocio de construcción, por lo que Bella estaba feliz de tener aquí a una de sus mejores amigas; incluso el marido de Leah hizo buenas migas con el resto de los hermanos... y eran considerados parte de la familia.
-Hace dos días hablé con Cindy- le contó ésta a Bella.
-¿Cómo les va?- le preguntó -yo la semana pasada recibí un correo de Annie- el resto de sus compañeros seguían viviendo en San Antonio, pero mantenían contacto permanente con ellos.
-Bien- le explicó -no me contaron gran cosa- se explicó.
-¿No iban a venir a pasar unos días, antes de que acaben las vacaciones?- preguntó Edward, rodeando los hombros de su esposa con un brazo. Era el primer sábado de septiembre, y dentro de pocos días Bella y Leah comenzarían un nuevo curso escolar.
-Eso le dije yo a Annie; pero estaba pendiente de las fechas de un curso que quiere hacer, y todavía no sabía- se explicó su pequeña.
-Yo creo que Zack y Cindy si van a venir- meditó Leah en voz alta... pero justo en ese momento la multitud se calló... Emmet se había puesto de pie, dirigiéndose hacia dónde estaba la orquesta y tomando el micrófono.
-¿Crees que es buena idea que él haya preparado el discurso?- susurró Alice a su marido, en voz baja.
-¿Prefieres un discurso de Jake?- le contestó el rubio ranchero con otra pregunta, mientras arqueaba una ceja.
-Te aseguro que yo, no- rodó los ojos Nessie, ante la cara de reproche de su marido.
-Ehhhh...- exclamó el aludido, visiblemente ofendido -¿qué tienen de malo mis discursos?-.
-¿Qué hay menores presentes, y que no necesitan oír cómo haces mención a la noche de bodas?- objetó Edward, cómo si fuera obvio, provocando las risas sofocadas del resto de la mesa.
-Estaba preparado- contraatacó, pagado de si mismo -no iba a permitir que mis princesitas oyeran esas cosas; por eso había traído tres pares de tapones para los oídos-.
-Gran idea, cariño- siseó Nessie, suspirando con paciencia, y volviendo su vista hacia el escenario, dónde el segundo de los hermanos cuadraba los hombros para tomar la palabra.
Esme sonreía, al igual que Carlisle, cuándo Emmet llamó la atención de la gente... pero éste rezaba para sus adentros; conociendo a sus hijos, se esperaba cualquier cosa.
-Queridos amigos, familia... - empezó a relatar, con voz pausada -hoy es un día grande para el rancho Killarney... el jefe ha pillado cacho- la cara de Esme se tornó de un rojo intenso, a la vez que los ojos de su padre se abrían de manera desmesurada. Jazz y Edward tosieron para disimular la carcajada, mientars que los ojos de Rosalie Cullen lanzaban dagas a su marido.
-¿Decíais algo acerca de mis discursos?- preguntó Jake, mirando al resto de sus hermanos con una sonrisa socarrona.
-Nah... era un broma- el recién estrenado matrimonio dejó escapar el aire, respirando aliviados -es un día muy feliz para nosotros; todos sabéis que para mi padre no existió otra mujer que nuestra madre -en su cara se dibujó una pequeña sonrisa, al igual que en las de todos los miembros de la familia -pero también era hora de que recuperara la ilusión... y la persona más indicada para ello estaba a su lado desde hace mucho tiempo; una mujer a la que toda la familia adoramos- todos posaron sus ojos en Esme, que azorada bajaba la cabeza; su ya marido tomó una de sus manos, dejando un suave beso en el dorso y entrelazando los dedos.
-De momento se está portando- aprobó Randall, ya completamente familiarizado con el carácter bromista de los hermanos Cullen.
-Veremos- musitó Bella, pasando los dedos por el brazo de su marido, para después volver su atención hacia el escenario.
-No sabéis lo contentos que estamos por ellos- continuó Emmet de manera solemne -quién nos lo iba a decir... el anuncio de su boda fue toda una sorpresa- canturreó con diversión, y esbozando una sonrisa maléfica, gesto que compartió la mesa de sus hermanos en pleno.
-Por favor... no- siseó su padre en voz baja.
-Dime que no va a contar eso, Carlisle- le imploró Esme, mirándole con aprensión.
La mente de Carlisle Cullen viajó unos meses atrás en el tiempo... a un día de febrero, que tardaría mucho, mucho tiempo en olvidar...
Era un sábado cómo otro cualquiera; los hermanos habían cumplido con sus obligaciones en el rancho, y cómo era costumbre en ese día de la semana, comían todos juntos en la casa principal. Las pequeñas Claire y Valerie, al igual que Owen, ya habían comido y estaban sumidos en su siesta; Bella y las chicas ayudaban a Esme mientras esperaban a los chicos... y Carlisle llevaba toda la mañana encerrado en su despacho.
Aunque cada hermano ya tenía su propio hogar, les gustaba reunirse en torno a la mesa de la casa principal; entre semana, las chicas tenían su propio horario de trabajo, y los pequeños ya iban a la escuela primaria, de modo que no todos los días coincidía la familia entera. Las costumbres se mantenían, y Bella seguía siendo la cocinera principal de la familia, para alborozo de sus cuñados y el fastidio de su marido... aunque según ella, estaba más que encantada de hacerlo.
La joven daba los últimos retoques al aliño de la ensalada, y el asado de ternera esperaba pacientemente en el horno a que llegaran los chicos. Rose y Alice preparaban los platos y cubiertos; justo en ese momento Nessie entró en la cocina.
-¿Ya habéis terminado por ahí arriba?- interrogó Bella a su pelirroja cuñada.
-Ya está todo, y los pequeños duermen profundamente- le confirmó; se quedó callada, sopesando sus palabras -chicas- las llamó; sus cuñadas se giraron, mirándola -¿no notáis a Esme muy rara estos días?-.
-Ahora que lo mencionas...- dijo Rose, pasados unos minutos -un poco, sí-.
-Está cómo inquieta, y nerviosa- añadió Bella.
-Pues Carlisle está igual o peor que ella- habló Alice, bajando la voz -puede que se hayan peleado-.
-Es posible- pero a Nessie no le convencía mucho ese razonamiento; iba a añadir algo... pero oyeron voces en el exterior de la puerta de la cocina... los chicos habían llegado. Decidieron dejar el tema, y se apresuraron en terminar de poner la mesa.
-Hola familia- saludó Jake de manera general; sus hermanos pasaron detrás suyo. Después de saludar a su esposa con un beso y de preguntar por sus niñas, sus pasos le llevaron directamente al horno.
-¿Qué tenemos de menú?- interrogó a la vez que se frotaba las manos, mirando a través del cristal de la pequeña puerta.
-Asado de ternera- le sacó Alice de dudas, después de recibir a su esposo con un beso.
-Y ni se te ocurra meter las manos en mi comida- añadió Bella, cruzándose de brazos; Edward sonreía divertido, rodeándole la cintura.
-No he hecho nada, que me registren- protestó de manera graciosa, levantando ambas manos. Bella rodó los ojos, para por fin, saludar a Edward.
-Hola vaquero- susurró sobre sus labios, para después dejar un tierno beso en ellos.
-Hola cariño, ¿cómo ha ido la mañana?- se interesó, rodeando su pequeña cintura con sus manos.
-Bien... metida en la cocina y ayudando a Esme- le explicó con una pequeña sonrisa. El joven la escuchaba embelesado... en los más de dos años que llevaban casados, habían pasado por momentos buenos y no tan buenos; se sentía afortunado de tener a su mujer a su lado, apoyándole cómo siempre lo había hecho. Las inseguridades estaban muertas y enterradas, y cuándo discutían, cómo todos los matrimonios, eran por otro tipo de cuestiones; y de alguna manera u otra, siempre lo terminaban arreglando. Y si había algo de lo que arrepintiese, era de no haberse casado antes con ella; Bella era su otra mitad -¿y tú?- le interrogó ella.
-Hemos terminado de cambiar la maquinaria de la nave de engorde- le contó; llevaban con eso casi dos semanas, y por fin habían concluido -ahora sólo quiero descansar; en cuánto lleguemos a casa no pienso moverme del sofá-.
-Contaba con ello- le guiñó un ojo -he ido al video club, y he alquilado cuatro pelis, para hoy y para mañana; ¿te hace en plan?- le sondeó, guiñando un ojo.
-Siempre que tu vayas incluida, seguro- sonrió de manera torcida, dejando un corto beso en sus labios -tú también debes descansar; trabajas de lunes a viernes y los fines de semana aquí y en nuestra casa-.
-Bueno... meditó la joven -tú también me ayudas en casa...- le recordó su pequeña. Su pequeño debate se vio interrumpido por el carraspeo de Jasper.
-¿Podríais dejar vuestros asuntos de limpieza para otro momento?- sugirió -el asado va a salir corriendo del horno, a este paso- Bella rodó los ojos, y su esposo iba a replicar, pero justo en ese momento aparecieron Esme y Carlisle por la puerta de la cocina.
-Hola hijos- les saludó de manera general, con voz cansada -¿comemos?- todos se miraron extrañados; su padre parecía nervioso, y Esme no hacía más que retorcerse las manos, gesto que denotaba intranquilidad por su parte.
Sus hijos y nueras decidieron dejarlo pasar, y se sentaron en torno a la mesa, dispuestos a comer. Su padre apenas abrió la boca más que para hacerles preguntas concernientes al trabajo; Esme apenas levantó la vista de su plato. Cuándo terminaron y tomaron el café, su padre se puso de pie, carraspeando.
-Me gustaría que hablásemos todos en el salón- Jake iba a abrir la boca, pero la mirada que le dirigió su padre hizo que desechara la idea. Sin decir una sola palabra más, Carlisle se adelantó, dirigiéndose a su despacho un momento mientras el resto tomaba posesión de los sofás.
-¿Qué les pasa?- exclamó Edward, cuándo Esme también se disculpó un momento, saliendo en dirección a la cocina. Su pequeña se encogió de hombros, sin entender nada tampoco.
-A saber qué mosca les ha picado- rodó los ojos su hermano Emmet, ganándose un codazo por parte de su mujer, avisándole de que entraban por la puerta. Una vez tomaron asiento, el patriarca Cullen resopló de manera audible, infundiéndose ánimos así mismo.
-¿Pasa algo malo, papá?- le preguntó Jasper, ya preocupado.
-¿Nuestros amados vecinos han vuelto a las andadas?- demandó Jake; desde el desagradable encontronazo con el ex marido de Alice, los Denali habían mantenido las distancias... y Nessie rezaba por que las cosas siguieran tal cómo estaban.
-No es eso... veréis hijos... ésto es muy complicado para mi- comenzó su discurso, mesándose el cabello con una mano -sabéis que para mi vuestra madre ha sido la mujer más importante de mi vida... pero desde hace algún tiempo... no estoy sólo- los ojos de los presentes se abrieron, debido a la sorpresa... ¿por fin iban a confesar?.
-Papá, no creo qu...- empezó a decir Jasper.
-No me interrumpas- Bella estaba sorprendida; su suegro era un hombre de palabra fácil... nunca le había visto tan serio y nervioso, tratando de buscar las palabras oportunas -cómo os iba diciendo... eso ha cambiado desde hace algún tiempo... puede que os pille de sorpresa; pero hace unos días le pedí a la mujer más maravillosa del mundo que se casara conmigo- se puso de pie, tomando la mano de Esme y levantándose ambos -sé que puedes pareceros precipitado, pero no voy a engañaros- los oídos de sus hijos y de sus nueras no daban crédito a lo que estaban escuchado, y sus caras eran de asombro total -ésto no es un capricho, hace mucho tiempo que mantenemos una relación en secreto... y quiero darle el lugar que se merece en esta casa- concluyó, mirando a su pareja con una pequeña sonrisa.
-Sé que ésto os ha pillado de sorpresa- habló la buena mujer, con voz temblorosa -pero os puedo asegurar que amo a vuestro padre, con todo mi corazón... al igual que a vosotros os considero mis chicos; por eso tanto vuestro padre cómo yo necesitamos vuestra bendición- concluyó, esbozando una sonrisa nerviosa.
Los hermanos y sus esposas estaban mudos y petrificados...pero después de unos segundos, los ocho rompieron en estruendosas carcajadas, dejando a su padre y a Esme con el ceño fruncido, mirándoles extrañados.
-Nos pilla de sorpresa, dice...- reía Jake, que se sujetaba la tripa mientras reía.
-Precipitado- musitaba Edward, limpiándose las lágrimas; a su lado, su pequeña escondía la cara en su pecho, riendo sin parar, al igual que Nessie y Alice, que no paraban de retorcerse.
-Parecían dos adolescentes confesando...- el comentario de Jasper de nuevo elevó el tono de las risas.
-¿Qué demonios...?- masculló Carlisle, mosqueado.
-Por favor...pero si el tema era de dominio público- les explicó Rosalie, sonriendo sin parar; al escuchar ese comentario Esme sintió que la sangre abandonaba su rostro; Carlisle no daba crédito a lo que oía.
-Yo os pillé abrazados en el avión, el día que vine a vivir a Killarney- se explicó Bella cómo pudo, haciendo un esfuerzo por sofocar las carcajadas.
-Por amor de dios, papá- le dijo Emmet -¿en serio pensabais que no estábamos al tanto?- les interrogó, intentando parecer serio. Las caras de póquer de Carlisle y Esme respondieron por si solas, y la sala volvió a estallar en incontrolables risas.
-Traidores- siseó Carlisle entre dientes, rodando los ojos. Cuándo los ánimos se calmaron, Jake se levantó, tomando la palabra en nombre de todos sus hermanos.
-Ya estabais tardando- les regañó a ambos, cómo si fueran niños pequeños -papá; no tienes que pedirnos permiso para nada... y menos si es para convertir a Esme en la nueva señora Cullen-.
-Sabes lo mucho que te queremos... y no sé a dónde habríamos ido a parar si tú no hubieras estado en esta casa- añadió Emmet. Los ojos de la buena mujer se aguaron, debido a esas palabras.
-Owen y las peques te llaman abuelita; y sabes que lo eres, a todos los efectos- le guiñó un ojo Rosalie.
-Gracias a ti, papá no se ha sentido solo- exclamó Edward, sonriéndole con cariño, lo mismo que Bella.
-Eres cómo una más de nuestra pandilla- le recordó Alice, a lo que Nessie afirmó, moviendo enérgicamente la cabeza.
-Y para mi, sois cómo mis padres- siguió Bella.
-Así que si lo que queréis es nuestra bendición... la tenéis desde hace más de diez años- terminó Jasper el pequeño discurso.
-Ohhh chicos- sollozó Esme; los cuatro hermanos se dirigieron hacia la sorprendida pareja, al igual que sus mujeres, para abrazarlos y felicitarlos por tan estupenda noticia.
-Muchas gracias hijos... pero ésta me la vais a pagar- les advirtió, apuntándoles con el dedo índice.
-¿Por?- inquirió Edward, de manera inocente.
-Por todo el cachondeo que habrá habido a nuestra costa todos estos años- explicó cómo si fuera obvio.
-¿Te refieres a cuándo os espiábamos... o cuándo os pillábamos en pleno beso de película?- la habitación de nuevo rompió en risas, incluida Esme, ante la cara de mosqueo de Carlisle, dándose paciencia para sus adentros...
-Pero cómo ya le dejamos claro ese día- el discurso de su hijo le sacó de su trance -no podía haber elegido a una mujer mejor... si ellos son felices, nosotros también lo somos- la sonrisa aliviada volvió al rostro de la pareja protagonista del día -así que por eso brindamos- la multitud alzó sus copas, al igual que el improvisado orador -por los señores Cullen, salud-.
-¡Salud!- coreó la gente, chocando las copas.
-Y por cierto... también quiero aprovechar la ocasión para felicitarlos por el nuevo nieto que viene en camino- terminó de decir, con una sonrisa inmensa. Los ojos de su padre de nuevo se volvieron a abrir de manera desmesurada, a la vez que en la mesa de sus hermanos los gritos se hacían notables.
-¡Rose!- chilló Alice, levantándose para felicitar a su cuñada. Bella, Nessie y Leah hicieron lo mismo, mientras que sus maridos aplaudían a su hermano Emmet.
-¿Por qué no nos lo dijiste antes?- le reclamó su suegro, que junto con Esme se había acercado a la mesa.
-Emmet quería daros la sorpresa, se encogió de hombros Rosalie; su marido ya se había acercado a la mesa, y era abrazado por sus hermanos. Los padres de Rosalie abrazaban felices a su hija, ya que tampoco sabían nada del asunto.
-Hijo, qué alegría- murmuró Carlisle, palmeándole el hombro y visiblemente emocionado.
-Otro pequeño correteando- exclamó Esme, encantada con la noticia.
-¿Para cuándo?- preguntó Jazz.
-Últimos de marzo- respondió Rose -estoy de dos meses y medio-.
-Bonita fecha- le dijo Edward, también encantado por la noticia... hoy en verdad era un día feliz.
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Después de esos momentos de alegría y celebración, y de que todo el mundo deseara los mejores deseos a los futuros padres, el baile dio comienzo. Todo el mundo se mezcló en la pista, hasta que Edward tomó de la mano a su mujer, alejándose del gentío y escondiéndose ambos en un rincón del jardín, lejos de miradas indiscretas.
-Lo necesitaba- susurró ella, quitándose por unos minutos los zapatos negros de tacón.
-¿Estás cansada, cariño?- ella afirmó con la cabeza, abrazándose a él y apoyando su cara en su pecho.
-Es una maravillosa noticia, otro bebé...- exclamó feliz.
-Cierto... - aprobó el joven pensativo -¿seguimos con lo planeado... o dejamos que Rose y Emmet disfruten de su momento?- su pequeña levantó la cabeza, separándose un poco de su cuerpo.
-No creo que aguanten otra bomba informativa por hoy... ¿qué tal si lo dejamos para mañana?- su marido sonrió cómplice, rodeando su cintura con un brazo y pegándola de nuevo a su cuerpo.
-Creo que será lo mejor- le dio la razón, antes de besar sus labios con ternura y apoyar sus manos entrelazadas en el vientre de la joven...lugar dónde los próximos siete meses, crecería su mayor tesoro.
Tres años después...
-Por el poder que me confiere el estado de Texas, yo os declaro marido y mujer; puede besar a la novia- la voz del celebrante rompió la atmósfera de silencio y expectación que había en los jardines del rancho Killarney, que se había convertido en el improvisado escenario de las bodas familiares.
La multitud estalló en aplausos cuándo los flamantes novios se besaron de manera discreta, pero dulce. Por fin, después de tantos años, Esme Platt pasaba a ser la señora de Carlisle Cullen.
Situados en la primera fila, Jake y Nessie sonreían e intentaban aplaudir, ya que cada uno de ellos tenía a Claire y Valerie en brazos; las pequeñas ya contaban tres años de edad, y eran la delicia de sus padres... y de toda la familia; con su pelo moreno y los ojos color avellana de Nessie... e igual de revoltosas que Owen, que con cuatro años era la viva imagen de Emmet, pero con los rizos rubios de Rose, que aplaudía feliz, a la vez que su marido se llevaba los dedos a la boca, silbando ruidosamente.
-¡Así se hace, papá!- le jaleó Jasper, elevando el puño hacia arriba en un gesto de victoria; Alice, su esposa desde hace un año, reía encantada.
-Les ha costado- exclamó divertido Edward, mirando a su pequeña estrellita, que sonreía emocionada.
-Ya lo creo- le dio la razón; el joven la acercó a su cuerpo, apoyándola en su pecho y dejando un pequeño beso en su frente. La joven no había podido evitar que sus ojos se aguaran en la ceremonia... quería a Esme y a Carlisle cómo si fueran sus propios padres, y estaba muy feliz por ellos.
Una vez terminó la ceremonia, los novios fueron acaparados por multitud de invitados, deseosos de felicitar al nuevo matrimonio... pero el primer abrazo lo recibieron de sus hijos y nietos, que ese día ejercieron de anfitriones. Los jardines del rancho estaban a rebosar, allí no cabía un alfiler. Carlisle Cullen conocía a muchísima gente dentro y fuera de Hunstville, y todos ellos habían querido apoyar a su amigo. Los padres de Rose, Alice y Nessie; Jenks y su familia...y por supuesto todos los peones del rancho... todos estaban allí en un día que Jake había calificado de histórico.
-¿Cómo sienta eso de ser una mujer casada?- interrogó Bella a la novia; ésta, elegantemente vestida con un discreto traje de falda y chaqueta en tonos beige, le sonrió con complicidad.
-No está mal- musitó pensativa, pero con un gesto divertido en su cara.
-Bienvenida al club de las señoras Cullen- la felicitó Rose, riendo. La buena mujer abrazó de nuevo a las que consideraba sus hijas... no había estado tan nerviosa en la vida, pero todo había valido la pena. En otro grupo, Carlisle y sus hijos conversaban de manera animada con varios de los invitados. Una sonrisa pletórica estaba instalada en el rostro del patriarca, que recibía una y mil felicitaciones, con graciosas coletillas cómo ya era hora, y cosas así.
La comida transcurrió en un ambiente distendido; los hermanos, junto con Leah y Randall, estaban acomodados en una mesa, charlando y riendo sin parar. Hacía un año que tanto ella cómo Bella habían terminado la carrera, y Leah y su marido no duraron un sólo segundo en mudarse a Hunstville cuándo ella, junto a su castaña amiga, habían sido contratadas para el Jardín de Infancia que se inauguró en la localidad hacía apenas dos años. Carlisle Cullen ayudó a Randall a establecer aquí su negocio de construcción, por lo que Bella estaba feliz de tener aquí a una de sus mejores amigas; incluso el marido de Leah hizo buenas migas con el resto de los hermanos... y eran considerados parte de la familia.
-Hace dos días hablé con Cindy- le contó ésta a Bella.
-¿Cómo les va?- le preguntó -yo la semana pasada recibí un correo de Annie- el resto de sus compañeros seguían viviendo en San Antonio, pero mantenían contacto permanente con ellos.
-Bien- le explicó -no me contaron gran cosa- se explicó.
-¿No iban a venir a pasar unos días, antes de que acaben las vacaciones?- preguntó Edward, rodeando los hombros de su esposa con un brazo. Era el primer sábado de septiembre, y dentro de pocos días Bella y Leah comenzarían un nuevo curso escolar.
-Eso le dije yo a Annie; pero estaba pendiente de las fechas de un curso que quiere hacer, y todavía no sabía- se explicó su pequeña.
-Yo creo que Zack y Cindy si van a venir- meditó Leah en voz alta... pero justo en ese momento la multitud se calló... Emmet se había puesto de pie, dirigiéndose hacia dónde estaba la orquesta y tomando el micrófono.
-¿Crees que es buena idea que él haya preparado el discurso?- susurró Alice a su marido, en voz baja.
-¿Prefieres un discurso de Jake?- le contestó el rubio ranchero con otra pregunta, mientras arqueaba una ceja.
-Te aseguro que yo, no- rodó los ojos Nessie, ante la cara de reproche de su marido.
-Ehhhh...- exclamó el aludido, visiblemente ofendido -¿qué tienen de malo mis discursos?-.
-¿Qué hay menores presentes, y que no necesitan oír cómo haces mención a la noche de bodas?- objetó Edward, cómo si fuera obvio, provocando las risas sofocadas del resto de la mesa.
-Estaba preparado- contraatacó, pagado de si mismo -no iba a permitir que mis princesitas oyeran esas cosas; por eso había traído tres pares de tapones para los oídos-.
-Gran idea, cariño- siseó Nessie, suspirando con paciencia, y volviendo su vista hacia el escenario, dónde el segundo de los hermanos cuadraba los hombros para tomar la palabra.
Esme sonreía, al igual que Carlisle, cuándo Emmet llamó la atención de la gente... pero éste rezaba para sus adentros; conociendo a sus hijos, se esperaba cualquier cosa.
-Queridos amigos, familia... - empezó a relatar, con voz pausada -hoy es un día grande para el rancho Killarney... el jefe ha pillado cacho- la cara de Esme se tornó de un rojo intenso, a la vez que los ojos de su padre se abrían de manera desmesurada. Jazz y Edward tosieron para disimular la carcajada, mientars que los ojos de Rosalie Cullen lanzaban dagas a su marido.
-¿Decíais algo acerca de mis discursos?- preguntó Jake, mirando al resto de sus hermanos con una sonrisa socarrona.
-Nah... era un broma- el recién estrenado matrimonio dejó escapar el aire, respirando aliviados -es un día muy feliz para nosotros; todos sabéis que para mi padre no existió otra mujer que nuestra madre -en su cara se dibujó una pequeña sonrisa, al igual que en las de todos los miembros de la familia -pero también era hora de que recuperara la ilusión... y la persona más indicada para ello estaba a su lado desde hace mucho tiempo; una mujer a la que toda la familia adoramos- todos posaron sus ojos en Esme, que azorada bajaba la cabeza; su ya marido tomó una de sus manos, dejando un suave beso en el dorso y entrelazando los dedos.
-De momento se está portando- aprobó Randall, ya completamente familiarizado con el carácter bromista de los hermanos Cullen.
-Veremos- musitó Bella, pasando los dedos por el brazo de su marido, para después volver su atención hacia el escenario.
-No sabéis lo contentos que estamos por ellos- continuó Emmet de manera solemne -quién nos lo iba a decir... el anuncio de su boda fue toda una sorpresa- canturreó con diversión, y esbozando una sonrisa maléfica, gesto que compartió la mesa de sus hermanos en pleno.
-Por favor... no- siseó su padre en voz baja.
-Dime que no va a contar eso, Carlisle- le imploró Esme, mirándole con aprensión.
La mente de Carlisle Cullen viajó unos meses atrás en el tiempo... a un día de febrero, que tardaría mucho, mucho tiempo en olvidar...
Era un sábado cómo otro cualquiera; los hermanos habían cumplido con sus obligaciones en el rancho, y cómo era costumbre en ese día de la semana, comían todos juntos en la casa principal. Las pequeñas Claire y Valerie, al igual que Owen, ya habían comido y estaban sumidos en su siesta; Bella y las chicas ayudaban a Esme mientras esperaban a los chicos... y Carlisle llevaba toda la mañana encerrado en su despacho.
Aunque cada hermano ya tenía su propio hogar, les gustaba reunirse en torno a la mesa de la casa principal; entre semana, las chicas tenían su propio horario de trabajo, y los pequeños ya iban a la escuela primaria, de modo que no todos los días coincidía la familia entera. Las costumbres se mantenían, y Bella seguía siendo la cocinera principal de la familia, para alborozo de sus cuñados y el fastidio de su marido... aunque según ella, estaba más que encantada de hacerlo.
La joven daba los últimos retoques al aliño de la ensalada, y el asado de ternera esperaba pacientemente en el horno a que llegaran los chicos. Rose y Alice preparaban los platos y cubiertos; justo en ese momento Nessie entró en la cocina.
-¿Ya habéis terminado por ahí arriba?- interrogó Bella a su pelirroja cuñada.
-Ya está todo, y los pequeños duermen profundamente- le confirmó; se quedó callada, sopesando sus palabras -chicas- las llamó; sus cuñadas se giraron, mirándola -¿no notáis a Esme muy rara estos días?-.
-Ahora que lo mencionas...- dijo Rose, pasados unos minutos -un poco, sí-.
-Está cómo inquieta, y nerviosa- añadió Bella.
-Pues Carlisle está igual o peor que ella- habló Alice, bajando la voz -puede que se hayan peleado-.
-Es posible- pero a Nessie no le convencía mucho ese razonamiento; iba a añadir algo... pero oyeron voces en el exterior de la puerta de la cocina... los chicos habían llegado. Decidieron dejar el tema, y se apresuraron en terminar de poner la mesa.
-Hola familia- saludó Jake de manera general; sus hermanos pasaron detrás suyo. Después de saludar a su esposa con un beso y de preguntar por sus niñas, sus pasos le llevaron directamente al horno.
-¿Qué tenemos de menú?- interrogó a la vez que se frotaba las manos, mirando a través del cristal de la pequeña puerta.
-Asado de ternera- le sacó Alice de dudas, después de recibir a su esposo con un beso.
-Y ni se te ocurra meter las manos en mi comida- añadió Bella, cruzándose de brazos; Edward sonreía divertido, rodeándole la cintura.
-No he hecho nada, que me registren- protestó de manera graciosa, levantando ambas manos. Bella rodó los ojos, para por fin, saludar a Edward.
-Hola vaquero- susurró sobre sus labios, para después dejar un tierno beso en ellos.
-Hola cariño, ¿cómo ha ido la mañana?- se interesó, rodeando su pequeña cintura con sus manos.
-Bien... metida en la cocina y ayudando a Esme- le explicó con una pequeña sonrisa. El joven la escuchaba embelesado... en los más de dos años que llevaban casados, habían pasado por momentos buenos y no tan buenos; se sentía afortunado de tener a su mujer a su lado, apoyándole cómo siempre lo había hecho. Las inseguridades estaban muertas y enterradas, y cuándo discutían, cómo todos los matrimonios, eran por otro tipo de cuestiones; y de alguna manera u otra, siempre lo terminaban arreglando. Y si había algo de lo que arrepintiese, era de no haberse casado antes con ella; Bella era su otra mitad -¿y tú?- le interrogó ella.
-Hemos terminado de cambiar la maquinaria de la nave de engorde- le contó; llevaban con eso casi dos semanas, y por fin habían concluido -ahora sólo quiero descansar; en cuánto lleguemos a casa no pienso moverme del sofá-.
-Contaba con ello- le guiñó un ojo -he ido al video club, y he alquilado cuatro pelis, para hoy y para mañana; ¿te hace en plan?- le sondeó, guiñando un ojo.
-Siempre que tu vayas incluida, seguro- sonrió de manera torcida, dejando un corto beso en sus labios -tú también debes descansar; trabajas de lunes a viernes y los fines de semana aquí y en nuestra casa-.
-Bueno... meditó la joven -tú también me ayudas en casa...- le recordó su pequeña. Su pequeño debate se vio interrumpido por el carraspeo de Jasper.
-¿Podríais dejar vuestros asuntos de limpieza para otro momento?- sugirió -el asado va a salir corriendo del horno, a este paso- Bella rodó los ojos, y su esposo iba a replicar, pero justo en ese momento aparecieron Esme y Carlisle por la puerta de la cocina.
-Hola hijos- les saludó de manera general, con voz cansada -¿comemos?- todos se miraron extrañados; su padre parecía nervioso, y Esme no hacía más que retorcerse las manos, gesto que denotaba intranquilidad por su parte.
Sus hijos y nueras decidieron dejarlo pasar, y se sentaron en torno a la mesa, dispuestos a comer. Su padre apenas abrió la boca más que para hacerles preguntas concernientes al trabajo; Esme apenas levantó la vista de su plato. Cuándo terminaron y tomaron el café, su padre se puso de pie, carraspeando.
-Me gustaría que hablásemos todos en el salón- Jake iba a abrir la boca, pero la mirada que le dirigió su padre hizo que desechara la idea. Sin decir una sola palabra más, Carlisle se adelantó, dirigiéndose a su despacho un momento mientras el resto tomaba posesión de los sofás.
-¿Qué les pasa?- exclamó Edward, cuándo Esme también se disculpó un momento, saliendo en dirección a la cocina. Su pequeña se encogió de hombros, sin entender nada tampoco.
-A saber qué mosca les ha picado- rodó los ojos su hermano Emmet, ganándose un codazo por parte de su mujer, avisándole de que entraban por la puerta. Una vez tomaron asiento, el patriarca Cullen resopló de manera audible, infundiéndose ánimos así mismo.
-¿Pasa algo malo, papá?- le preguntó Jasper, ya preocupado.
-¿Nuestros amados vecinos han vuelto a las andadas?- demandó Jake; desde el desagradable encontronazo con el ex marido de Alice, los Denali habían mantenido las distancias... y Nessie rezaba por que las cosas siguieran tal cómo estaban.
-No es eso... veréis hijos... ésto es muy complicado para mi- comenzó su discurso, mesándose el cabello con una mano -sabéis que para mi vuestra madre ha sido la mujer más importante de mi vida... pero desde hace algún tiempo... no estoy sólo- los ojos de los presentes se abrieron, debido a la sorpresa... ¿por fin iban a confesar?.
-Papá, no creo qu...- empezó a decir Jasper.
-No me interrumpas- Bella estaba sorprendida; su suegro era un hombre de palabra fácil... nunca le había visto tan serio y nervioso, tratando de buscar las palabras oportunas -cómo os iba diciendo... eso ha cambiado desde hace algún tiempo... puede que os pille de sorpresa; pero hace unos días le pedí a la mujer más maravillosa del mundo que se casara conmigo- se puso de pie, tomando la mano de Esme y levantándose ambos -sé que puedes pareceros precipitado, pero no voy a engañaros- los oídos de sus hijos y de sus nueras no daban crédito a lo que estaban escuchado, y sus caras eran de asombro total -ésto no es un capricho, hace mucho tiempo que mantenemos una relación en secreto... y quiero darle el lugar que se merece en esta casa- concluyó, mirando a su pareja con una pequeña sonrisa.
-Sé que ésto os ha pillado de sorpresa- habló la buena mujer, con voz temblorosa -pero os puedo asegurar que amo a vuestro padre, con todo mi corazón... al igual que a vosotros os considero mis chicos; por eso tanto vuestro padre cómo yo necesitamos vuestra bendición- concluyó, esbozando una sonrisa nerviosa.
Los hermanos y sus esposas estaban mudos y petrificados...pero después de unos segundos, los ocho rompieron en estruendosas carcajadas, dejando a su padre y a Esme con el ceño fruncido, mirándoles extrañados.
-Nos pilla de sorpresa, dice...- reía Jake, que se sujetaba la tripa mientras reía.
-Precipitado- musitaba Edward, limpiándose las lágrimas; a su lado, su pequeña escondía la cara en su pecho, riendo sin parar, al igual que Nessie y Alice, que no paraban de retorcerse.
-Parecían dos adolescentes confesando...- el comentario de Jasper de nuevo elevó el tono de las risas.
-¿Qué demonios...?- masculló Carlisle, mosqueado.
-Por favor...pero si el tema era de dominio público- les explicó Rosalie, sonriendo sin parar; al escuchar ese comentario Esme sintió que la sangre abandonaba su rostro; Carlisle no daba crédito a lo que oía.
-Yo os pillé abrazados en el avión, el día que vine a vivir a Killarney- se explicó Bella cómo pudo, haciendo un esfuerzo por sofocar las carcajadas.
-Por amor de dios, papá- le dijo Emmet -¿en serio pensabais que no estábamos al tanto?- les interrogó, intentando parecer serio. Las caras de póquer de Carlisle y Esme respondieron por si solas, y la sala volvió a estallar en incontrolables risas.
-Traidores- siseó Carlisle entre dientes, rodando los ojos. Cuándo los ánimos se calmaron, Jake se levantó, tomando la palabra en nombre de todos sus hermanos.
-Ya estabais tardando- les regañó a ambos, cómo si fueran niños pequeños -papá; no tienes que pedirnos permiso para nada... y menos si es para convertir a Esme en la nueva señora Cullen-.
-Sabes lo mucho que te queremos... y no sé a dónde habríamos ido a parar si tú no hubieras estado en esta casa- añadió Emmet. Los ojos de la buena mujer se aguaron, debido a esas palabras.
-Owen y las peques te llaman abuelita; y sabes que lo eres, a todos los efectos- le guiñó un ojo Rosalie.
-Gracias a ti, papá no se ha sentido solo- exclamó Edward, sonriéndole con cariño, lo mismo que Bella.
-Eres cómo una más de nuestra pandilla- le recordó Alice, a lo que Nessie afirmó, moviendo enérgicamente la cabeza.
-Y para mi, sois cómo mis padres- siguió Bella.
-Así que si lo que queréis es nuestra bendición... la tenéis desde hace más de diez años- terminó Jasper el pequeño discurso.
-Ohhh chicos- sollozó Esme; los cuatro hermanos se dirigieron hacia la sorprendida pareja, al igual que sus mujeres, para abrazarlos y felicitarlos por tan estupenda noticia.
-Muchas gracias hijos... pero ésta me la vais a pagar- les advirtió, apuntándoles con el dedo índice.
-¿Por?- inquirió Edward, de manera inocente.
-Por todo el cachondeo que habrá habido a nuestra costa todos estos años- explicó cómo si fuera obvio.
-¿Te refieres a cuándo os espiábamos... o cuándo os pillábamos en pleno beso de película?- la habitación de nuevo rompió en risas, incluida Esme, ante la cara de mosqueo de Carlisle, dándose paciencia para sus adentros...
-Pero cómo ya le dejamos claro ese día- el discurso de su hijo le sacó de su trance -no podía haber elegido a una mujer mejor... si ellos son felices, nosotros también lo somos- la sonrisa aliviada volvió al rostro de la pareja protagonista del día -así que por eso brindamos- la multitud alzó sus copas, al igual que el improvisado orador -por los señores Cullen, salud-.
-¡Salud!- coreó la gente, chocando las copas.
-Y por cierto... también quiero aprovechar la ocasión para felicitarlos por el nuevo nieto que viene en camino- terminó de decir, con una sonrisa inmensa. Los ojos de su padre de nuevo se volvieron a abrir de manera desmesurada, a la vez que en la mesa de sus hermanos los gritos se hacían notables.
-¡Rose!- chilló Alice, levantándose para felicitar a su cuñada. Bella, Nessie y Leah hicieron lo mismo, mientras que sus maridos aplaudían a su hermano Emmet.
-¿Por qué no nos lo dijiste antes?- le reclamó su suegro, que junto con Esme se había acercado a la mesa.
-Emmet quería daros la sorpresa, se encogió de hombros Rosalie; su marido ya se había acercado a la mesa, y era abrazado por sus hermanos. Los padres de Rosalie abrazaban felices a su hija, ya que tampoco sabían nada del asunto.
-Hijo, qué alegría- murmuró Carlisle, palmeándole el hombro y visiblemente emocionado.
-Otro pequeño correteando- exclamó Esme, encantada con la noticia.
-¿Para cuándo?- preguntó Jazz.
-Últimos de marzo- respondió Rose -estoy de dos meses y medio-.
-Bonita fecha- le dijo Edward, también encantado por la noticia... hoy en verdad era un día feliz.
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Después de esos momentos de alegría y celebración, y de que todo el mundo deseara los mejores deseos a los futuros padres, el baile dio comienzo. Todo el mundo se mezcló en la pista, hasta que Edward tomó de la mano a su mujer, alejándose del gentío y escondiéndose ambos en un rincón del jardín, lejos de miradas indiscretas.
-Lo necesitaba- susurró ella, quitándose por unos minutos los zapatos negros de tacón.
-¿Estás cansada, cariño?- ella afirmó con la cabeza, abrazándose a él y apoyando su cara en su pecho.
-Es una maravillosa noticia, otro bebé...- exclamó feliz.
-Cierto... - aprobó el joven pensativo -¿seguimos con lo planeado... o dejamos que Rose y Emmet disfruten de su momento?- su pequeña levantó la cabeza, separándose un poco de su cuerpo.
-No creo que aguanten otra bomba informativa por hoy... ¿qué tal si lo dejamos para mañana?- su marido sonrió cómplice, rodeando su cintura con un brazo y pegándola de nuevo a su cuerpo.
-Creo que será lo mejor- le dio la razón, antes de besar sus labios con ternura y apoyar sus manos entrelazadas en el vientre de la joven...lugar dónde los próximos siete meses, crecería su mayor tesoro.
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Re: Cowboy de mi corazón-Completada
Outtake: Una casa de locos
Bella observaba desde la ventana de la cocina los delicados copos de nieve que empezaban a caer; el presente invierno era uno de los más fríos que recordaba ella desde que vivía en Texas, así que la casa estaba especialmente concurrida. Faltaban dos días para la cena de Nochebuena, y debido al clima helado, los niños no podían salir a jugar al jardín... de modo que todos estaban perdidos por alguna parte de la casa.
Ayer fue un día especial para los pequeños, que junto con los felices abuelos Esme y Carlisle, montaron el enorme árbol de navidad en el salón de la casa familiar. En septiembre se habían cumplido dos años de la boda del jefe del rancho Killarney, y desde entonces una sonrisa perpetúa estaba instalada en el rostro de ambos; su suegro había delegado la mayor parte de los asuntos del rancho en sus hijos, y ahora se dedicaba a consentir junto a su esposa a los que eran, según sus propias palabras, los reyes y reinas de la casa.
Con un pequeño suspiro, bajó su vista de nuevo, para seguir mezclando los ingredientes, para formar la masa de unas deliciosas galletas, a petición de los niños... y de Jasper. A lo lejos oía las risas de sus sobrinos Owen y Matthew, o cómo era llamado en la familia el menor de sus sobrinos, Matt. Añadió la cantidad justa de levadura, y después agregó dos gotas de zumo de limón y una pizca de vainilla... justo cuándo iba a tomar el bote del azúcar, sintió que tiraban de su pantalón; al volver la cabeza, se encontró con la sonrisa inocente de una de sus sobrinas.
-Tía Bella, quiero otra galleta- dijo poniendo carita de cordero degollado. Ella sonrió, limpiándose las manos con un trapo y quedando a su altura. Ya tenían cinco añitos, Owen seis... era increíble cómo pasaba el tiempo.
-¿De cuáles... Valerie?- preguntó con cautela; a excepción de sus padres, al resto todavía les costaba mucho distinguirlas, las pequeñas eran como dos gotas de agua; al ver que se tapaba la boca con una de sus manitas, se auto corrigió -¿o eres Claire, pillina?- le preguntó de nuevo, haciéndole cosquillas. La pequeña rió encantada.
-Nooooooo- dijo entre carcajadas -soy Val- le sacó de dudas -yo quiero de chocolate; y Claire de limón- la joven meneó divertida la cabeza, dirigiéndose a la despensa y sacando dos galletas.
-Pero no hay más- le advirtió, intentando parecer seria -enseguida vais a comer- la niña agitó enérgicamente la cabeza, para después salir corriendo en dirección al cuarto de juegos.
Carlisle y Esme habían instalado un inmenso cuarto para que los niños se divirtieran, en el piso inferior; cada vez que entrabas allí era un caos... a Bella le recordaba a su aula del Jardín de Infancia, con todos sus pequeños alumnos correteando. Así mismo, en el piso superior habían acondicionado dos dormitorios, uno para los chicos y otro para las chicas.
Justo en esos momentos, Esme entraba por la puerta de la cocina, cargada de bolsas, al igual que Jasper y Alice. La joven se adelantó para ayudarla, y saludar a sus cuñados, que venían del médico.
-Todos a la vez- exclamó divertida.
-Nos hemos encontrado a Esme en el garaje- le explicó Alice, dejando su abrigo y su bolso encima de la mesa.
-¿Haciendo galletas, cuñada?- preguntó su marido, cómo un niño de cinco años, a la vez que dejaba una de las bolsas en la encimera de la cocina.
-Después de la guerra que distéis ayer, no me ha quedado otra- exclamó ella, cruzándose de brazos; al tener los mismos días de vacaciones que los niños, era ella la que se quedaba en la casa principal con toda la tropa, para ayudar a los abuelos, ya que sus cuñados trabajaban... y por supuesto, para cocinar.
-Es por una buena causa- se disculpó, posando una mano en el vientre de su mujer, sintiendo las pataditas de su hijo -tenemos antojos-.
-¿Tú también?- negó divertida Esme con la cabeza, mientras que la cara de Alice reflejaba un mohín de paciencia.
-Seguro- rodó los ojos su cuñada, que se fue a ayudar a Esme a colocar las compras.
-¿Ya está la comida?- le preguntó su suegra.
-En unos minutos- le confirmó ésta -espero que los niños no protesten al ver el puré de verduras- musitó con resignación.
-¿Puré?- interrogó Emmet, que también había llegado, junto con Rosalie -puag- dijo, poniendo cara de rechazo.
-Ni se te ocurra hacer eso delante de los niños- le advirtió su mujer -o no comerán y la tendremos de nuevo- se giró hacia Alice -¿cómo va todo?- le interrogó, con una sonrisa.
-Jayden está perfecto- exclamó feliz -¿y tú?- Rose estaba embarazada de nuevo, de apenas tres meses... no lo decían en voz alta, pero todos intuían que no pararían hasta conseguir a la niña.
-Hoy no me he levantado muy bien- les relató -sin embargo ahora estoy hambrienta- pero Emmet les interrumpió, cambiando radicalmente de tema.
-¿En serio que vais a ponerle Jayden al niño?- les preguntó a los futuros padres.
-Por supuesto que no- refutó Jasper, muy serio; su mujer arqueó una ceja.
-¿Por qué no?- le reclamó, cruzándose de brazos.
-No pienso ponerle Jayden a ningún hijo mío- le explicó -además, el que voy a ir al registro justo después que nazca soy yo... así que yo decidiré- los presente ahogaron la carcajada.
-No te atreverás- le amenazó Alice.
-No apuestes contra mí- le recordó éste, con su sonrisa socarrona.
-Asno integral- siseó entre dientes su mujer, provocando la carcajada de Emmet.
-Igual que cuándo discutían sobre el asunto de la música en los establos- meneó la cabeza, negando divertido.
Nessie también entró por la puerta de la cocina en ese instante, saludando a todos y dirigiéndose al cuarto de juegos, a ver a las pequeñas. El resto se afanó en preparar la mesa, para que los pequeños comieran. Emmet y Jasper estaban apoyados en la encimera, charlando, cuándo dos niños rubios, ataviados con penachos de plumas y armados con flechas y hachas de juguete, entraron cómo un vendaval, imitando el grito de los indios y lanzando las flechas hacia Jasper.
-¡Muerte al rostro pálido!- chilló Owen, dándole con el hacha de juguete en la pierna.
-¡Merte osto paido!- repitió cómo un loro su hermano Matt, pegándole con una flecha en la otra pierna y brincando de manera graciosa con sus pequeño piececillos.
-¡Demonios!- se quejó Jasper, que lanzó dagas en dirección a su hermano Emmet, que se partía de risa con la escena, al igual que el resto de los presentes -Em, ¿sería mucho pedir que controlaras a tus hijos?- le pidió, mosqueado.
-Chicos- les llamó la atención su padre, pero sus hijos se plantaron enfrente suyo, cruzándose de brazos.
-Sólo cumplimos órdenes del jefe de la tribu- se explicó Owen muy serio.
-¡Efe tibu!- exclamó Matt, de manera graciosa. Emmet y Jasper rodaron los ojos.
-Gran Lobo Feroz nos lo ha ordenado- siguió explicándose Owen; justo en ese momento Claire y Valerie, llevando de la mano a su primita Meredith, entraron a la cocina. La más pequeña se soltó de la mano de sus primas, para correr a los brazos de su madre.
-Teno hambe- se quejó con un gracioso puchero.
-Enseguida comemos, cariño- le dijo Bella, dejando un besito en su mejilla. Su pequeña la miró con esos ojos verdes que había heredado de su padre, al igual que sus rasgos. De ella solo tenía la naricita y el pelo castaño, aunque un par de tonos más claro que el suyo.
Bella la sentó en la mesa, para ponerle el babero, al igual que hicieron Esme y Nessie con las gemelas; de mientras, Owen y Matt seguían dando explicaciones.
-Pues le decís a Gran Lobo Feroz que capture al abuelo Carlisle, y dejáis al tío Jazz tranquilo- negoció con sus sobrinos; justo en ese momento el aludido entró en la cocina.
-Abelo- le llamó Meredith, haciéndole un gesto con la mano. Éste se acercó a sus tres nietas, llenándolas de besos.
-¿Cómo están mis niñas?- les pregunto, para después volverse a sus nietos -¿quién debe capturarme?- les interrogó -¿y quién es Gran Lobo Feroz?-.
-¿Me llamaba alguien?- preguntó Jake, entrando por la puerta, llevando una cinta alrededor de su frente, con tres plumas detrás de su cabeza. Bella contuvo la risa, al igual que el resto... menos Nessie, que miraba en dirección a su marido con una ceja arqueada.
-Creo que ya sabemos quién es Gran Lobo Feroz- dijo ésta, rodando los ojos.
-Te queda muy bien el tocado- se carcajeó Emmet, al igual que Jasper.
-Peor que los niños- musitaba su padre, resignado -por amor de dios, Jacob...-.
-Niños, a comer- les llamó Rosalie a los pequeños, que pasaron olímpicamente de su madre, saliendo a todo correr de la cocina -¡Owen y Matthew Cullen, a la mesa ya!- les ordenó levantando el tono de voz -¿podrías hacer el favor de traer a tus hijos?- le pidió a su marido, de manera resignada.
-Chicos- les llamó su padre, saliendo de la cocina para ir en su busca -mamá se está enfadando...-.
Afortunadamente, diez minutos después consiguieron que todos los niños estuvieran en la mesa, vigilados por los adultos e intentando que comieran el puré de verduras.
-Vamos, Meredith, otro poquito más- la animaba Bella, pero su hija arrugaba la nariz cada vez que su madre le acercaba la cuchara.
-No guta pue- se quejó, con tono lastimoso.
-A mi tampoco- habló también Owen; Claire miró a su madre, sentada a a su lado, con cara de pena.
-Hay que comer de todo cariño, y eso incluye el puré- le explicó con paciencia Nessie, llenando la cuchara.
-No me extraña que no les guste a ninguno- rodó los ojos Jake, que fue fulminado por los allí presentes con la mirada.
-A papá tampoco le gusta- se quejó de nuevo Claire, cruzándose de brazos; su madre se mordió la lengua para no replicar a su marido.
-No eres de gran ayuda, hijo- siseó su padre entre dientes.
Justo en el momento que Bella se levantó para vigilar la comida de los mayores, su pequeña hija se escapó de la silla, corriendo hacia la puerta.
-¡Papiii!- la sonrisa de Edward no pudo ser más amplia cuándo tomó a su pequeña en brazos, mirándola con adoración, aunque tuviera parte de su cara y su babero lleno de puré.
-Hola mi niña- dijo, dejando un pequeño beso en su mejilla -¿te has vuelto a escapar de mamá?- le interrogó divertido.
-E que pue no guta- le explicó, con su graciosa vocecilla; sonrió divertido, y después de saludar a los presentes, se acercó a su esposa.
-Creo que alguien se quería escapar- le dijo, antes de bajar su cabeza y besar los labios de Bella -hola cariño-.
-Hola- le saludó ésta de vuelta -¿cómo ha ido la mañana?-.
-He estado esperando en el banco durante casi una hora- le contó, con un deje de fastidio -por lo demás, sin novedades- se encogió de hombros.
-¿Todo bien, hijo?- Carlisle se acercó a su posición; en su mente se dibujó una sonrisa de nostalgia, al ver en padre e hija los ojos verde esmeralda de su primera mujer, y recordando cómo se emocionó cuándo Edward y Bella anunciaron que era una niña, y que llevaría el nombre de su abuela.
-Las transferencias están hechas- le confirmó -sólo queda que firmes unos papeles que te he dejado en el despacho-.
-Esta tarde les echo un vistazo, gracias hijo- le palmeó un hombro, para volver a acercarse a la mesa.
-Bueno señorita- sus ojos enfocaron a su hija, que pasaba uno de sus deditos por su cuello -ahora tú y yo nos vamos a sentar, y nos vamos a comer todo el puré que ha hecho mamá, está muy bueno- la pequeña arrugó el ceño, negando con la cabeza.
-Vamos cielo, sólo unas cucharadas más- le pidió Bella.
-Y si te comes todo lo que dice mamá, por la tarde iremos a ver a los terneros- negoció Edward; a la niña le encantaba ir a los establos, a ver a los animales. Una pequeña sonrisa apareció en la carita de Meredith, que sentada en las rodillas de su padre, terminó su comida. Bella se sentó al lado de ellos... era increíble ver a Edward con la niña; siempre que no estaba de viaje, él era el encargado de darle la cena, y mecerla hasta que su pequeña caía dormida... era un padre estupendo.
Una vez que los niños terminaron de comer, se fueron hacia el salón de juegos, dónde Esme les puso una película, para que permanecieran un rato tranquilos.
-Por fin- exclamó Bella -misión cumplida-.
-Ya te digo- resopló Rosalie, llevando los vasos de sus hijos al lavavajillas. Alice sonrió divertida.
-Ya nos lo contarás- le advirtió Nessie, guiñándole un ojo. Todos tomaron asiento, y se dispusieron a comer, teniendo una comida relativamente tranquila. Ya en los postres, salió a la palestra el tema estrella que desde hace algunos años se debatía todas las navidades en esa casa.
-Bien... ¿quién se viste de Papa Noel este año?- preguntó Jake, cruzándose de brazos.
-¿No estarás hablando en serio?- le preguntó Nessie, arqueando una ceja.
-Los niños disfrutan cómo enanos- se defendió Emmet.
-En ese caso vístete tú- replicó Jazz, totalmente molesto -yo ya me gané un puntapié de Owen el año pasado- su esposa no pudo contener la risa, al igual que Bella y Esme.
-Con lo bien que te quedaba la barba blanca- suspiró cómicamente Edward.
-Y el cojín que te pusiste para simular la barriga- Jasper miró a su padre con una ceja arqueada.
-Gracias por burlarte, papá- siseó sarcástico.
-De nada, hijo; no he podido evitarlo- se encogió inocentemente de hombros, para después tomar un sorbo de café.
-Pues yo creo que deberías ser tú de nuevo- meditó Jake en voz alta.
-¿Y por qué yo?- seguía protestando su rubio hermano -que se vistan Emmet o Edward-.
-Yo me ofrezco para el año que viene- se escaqueó sutilmente el hermano pequeño.
-Esa excusa la utilizaste el año pasado; no cuela- objetó Emmet.
Los minutos siguientes estuvieron presididos por un divertido debate, en los cuales los hermanos se lanzaban la pelota los unos a los otros.
-Definitivamente, sois peores que los niños- protestó Bella, rodando los ojos, y levantándose junto a Esme y el resto de sus cuñadas.
-Ya lo creo hija mía... ya lo creo- le dio la razón Carlisle -Edward, vamos a revisar esos papeles en un momento- le medio ordenó.
Emmet, Jake y Jasper se quedaron en la cocina, dejando a un lado el dichoso tema de Papá Noel y centrado su atención en temas concernientes al rancho. Alice y Esme se fueron escaleras arriba un momento, y Rose, Nessie y Bella se encaminaron a la habitación de juegos. Owen y las gemelas veían entretenidos la película, Matt estaba dormido en el sofá, y la pequeña Meredith, sentada en el suelo, jugaba con una muñeca, dándole de comer.
-¿Qué haces?- se arrodilló Bella junto a su hija.
-Tene hambe- le encantaban los balbuceos de su pequeña, y las graciosas muecas que ponía.
-¿No ves la película, cómo los primos?- le preguntó de nuevo, acariciándole el pelo. La pequeña negó de manera graciosa con la cabeza, para levantarse y sentarse en el regazo de su madre. Vio cómo Rose se agachaba, cogiendo a su pequeño hijo en brazos y sentándose en el sofá.
-Esta noche tendremos juerga- rodó los ojos Rose, pero mirando a Matt con una sonrisa.
-Ya somos dos- se unió Nessie, que también se había sentado junto a sus hijas; Valerie se había apoyado en ella, y sus ojos se cerraban por momentos.
-¿Onde ta papi?- le preguntó Meredith a su madre.
-Está hablando con el abuelo- le explicó -pero enseguida termina; ¿quieres ir a ver a los terneritos?- le ofreció. Su pequeña afirmó con la cabeza, de manera enérgica.
-Vamos entonces- dijo levantándose, y tomando a su pequeña en brazos -Owen, Claire, ¿queréis venir también?-.
-Cuándo termine la peli- le pidió Owen a su madre.
-En un rato os alcanzamos- contestó Nessieviendo que los pequeños no tenían ninguna intención de dejar la película a medias.
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Una vez le puso el abrigo, el gorro y la bufanda, y después de que ella se abrigara también, ambas salieron a la parte trasera del jardín. Bella reía divertida viendo los esfuerzos de su hija por andar; no había mucho espesor de nieve, pero al ser tan pequeña le costaba. Se acercó a ella, tomando su manita para ayudarle a andar.
-¡Papi!- gritó la pequeña, al ver la figura de Edward andar hacia ellas -amos a ve teneitos- le pidió.
-Vamos entonces- el joven acató los deseos de su hija, tomándola en brazos. Su pequeña apoyó una mejilla en su hombro, tarareando una canción en voz baja.
-¿No ha dormido siesta?- le preguntó a la joven, pasándole el brazo que tenía libre por la cintura, atrayéndola a su lado. Le encantaba pasear así con su mujer y su hija... sus dos estrellitas.
-No parece- contestó ella, mirando a la niña -no se agota nunca- exclamó divertida.
-Eso es cierto- le dio la razón su marido -¿la mañana ha transcurrido tranquila en casa?- Bella afirmó con un gesto de cabeza, para después relatarle el episodio de los indios, ya que todavía no había llegado.
-Jake- rodó de manera cómica los ojos -creo que disfruta con el kit de los indios más que los niños- su mujer se carcajeó divertida, y siguieron hablando de manera animada hasta que llegaron a la nave de los terneros.
Edward dejó a su pequeña en el suelo, que con pasos apresurados y graciosos se acercó a uno de los pesebres.
-Mia mami- llamó a la joven, señalando al pequeño animalito con uno de sus deditos -ta comendo- decía curiosa, inclinando su cabecita en un gesto entre pensativo y curioso.
-Porque se tiene que hacer grande, igual que tú- le explicó Bella; arrollidándose a su altura, al igual que hizo Edward. La pequeña acercó una de sus manos al ternero, pero éste se revolvió un poco, pegándole un pequeño susto, que hizo reír a sus padres.
-No pasa cariño- la tranquilizó Edward, acercando su propia mano al animal, para acariciarle la cabeza; su pequeña sonrió por la escena, dando pequeños saltitos.
-¡Io quero, io quero!- le pidió a su padre. Volvió a cogerla en brazos, para adentrarse un poco más y acercar a su hija al animalillo; Meredith hizo de nuevo el amago de acercar su manita, pero no estaba muy convencida del asunto.
-Despacito, así- su padre le tomó la manita, para posarla en la cabeza del ternero -¿lo ves?; no hace nada- su pequeña sonrió encantada, y su pequeña manita se movió de manera precavida.
-Oa teneito- Edward sonrió al escuchar cómo su niña saludaba al animal, mirándole curiosa.
Bella se quedó rezagada, mirando cómo padre e hija iban pasando por todos los pesebres, viendo a los terneros. Era increíble la complicidad que tenían; nunca había visto a Edward tan feliz, y todavía recordaba cómo sus ojos de su marido se aguaron el día que Meredith nació, mirándola cómo si fuera el mayor tesoro que se hubiera descubierto.
-¡Mami, men!- Bella accedió a la petición de su pequeña hija; su esposo la había dejado en el suelo, y correteaba feliz, observando todo con sus curiosos ojos.
Edward tomó su mano, entrelazando sus dedos y atrayéndola a su cuerpo, dejando un pequeño beso en sus labios. Ambos siguieron a su hija varios pasos por detrás, a lo largo de todo el establo. La joven castaña no podía pedir más, y cada día que pasaba daba las gracias a su padre, ya que gracias a él ella recaló en esa maravillosa casa de locos.
Bueno niñas, aquí les dejo todos los capítulos de esta hermosa historia, y mil disculpas por no no actualizar antes, gracias a la autora por permitirme publicarla en el foro y gracias a ustedes por leerla...
Bella observaba desde la ventana de la cocina los delicados copos de nieve que empezaban a caer; el presente invierno era uno de los más fríos que recordaba ella desde que vivía en Texas, así que la casa estaba especialmente concurrida. Faltaban dos días para la cena de Nochebuena, y debido al clima helado, los niños no podían salir a jugar al jardín... de modo que todos estaban perdidos por alguna parte de la casa.
Ayer fue un día especial para los pequeños, que junto con los felices abuelos Esme y Carlisle, montaron el enorme árbol de navidad en el salón de la casa familiar. En septiembre se habían cumplido dos años de la boda del jefe del rancho Killarney, y desde entonces una sonrisa perpetúa estaba instalada en el rostro de ambos; su suegro había delegado la mayor parte de los asuntos del rancho en sus hijos, y ahora se dedicaba a consentir junto a su esposa a los que eran, según sus propias palabras, los reyes y reinas de la casa.
Con un pequeño suspiro, bajó su vista de nuevo, para seguir mezclando los ingredientes, para formar la masa de unas deliciosas galletas, a petición de los niños... y de Jasper. A lo lejos oía las risas de sus sobrinos Owen y Matthew, o cómo era llamado en la familia el menor de sus sobrinos, Matt. Añadió la cantidad justa de levadura, y después agregó dos gotas de zumo de limón y una pizca de vainilla... justo cuándo iba a tomar el bote del azúcar, sintió que tiraban de su pantalón; al volver la cabeza, se encontró con la sonrisa inocente de una de sus sobrinas.
-Tía Bella, quiero otra galleta- dijo poniendo carita de cordero degollado. Ella sonrió, limpiándose las manos con un trapo y quedando a su altura. Ya tenían cinco añitos, Owen seis... era increíble cómo pasaba el tiempo.
-¿De cuáles... Valerie?- preguntó con cautela; a excepción de sus padres, al resto todavía les costaba mucho distinguirlas, las pequeñas eran como dos gotas de agua; al ver que se tapaba la boca con una de sus manitas, se auto corrigió -¿o eres Claire, pillina?- le preguntó de nuevo, haciéndole cosquillas. La pequeña rió encantada.
-Nooooooo- dijo entre carcajadas -soy Val- le sacó de dudas -yo quiero de chocolate; y Claire de limón- la joven meneó divertida la cabeza, dirigiéndose a la despensa y sacando dos galletas.
-Pero no hay más- le advirtió, intentando parecer seria -enseguida vais a comer- la niña agitó enérgicamente la cabeza, para después salir corriendo en dirección al cuarto de juegos.
Carlisle y Esme habían instalado un inmenso cuarto para que los niños se divirtieran, en el piso inferior; cada vez que entrabas allí era un caos... a Bella le recordaba a su aula del Jardín de Infancia, con todos sus pequeños alumnos correteando. Así mismo, en el piso superior habían acondicionado dos dormitorios, uno para los chicos y otro para las chicas.
Justo en esos momentos, Esme entraba por la puerta de la cocina, cargada de bolsas, al igual que Jasper y Alice. La joven se adelantó para ayudarla, y saludar a sus cuñados, que venían del médico.
-Todos a la vez- exclamó divertida.
-Nos hemos encontrado a Esme en el garaje- le explicó Alice, dejando su abrigo y su bolso encima de la mesa.
-¿Haciendo galletas, cuñada?- preguntó su marido, cómo un niño de cinco años, a la vez que dejaba una de las bolsas en la encimera de la cocina.
-Después de la guerra que distéis ayer, no me ha quedado otra- exclamó ella, cruzándose de brazos; al tener los mismos días de vacaciones que los niños, era ella la que se quedaba en la casa principal con toda la tropa, para ayudar a los abuelos, ya que sus cuñados trabajaban... y por supuesto, para cocinar.
-Es por una buena causa- se disculpó, posando una mano en el vientre de su mujer, sintiendo las pataditas de su hijo -tenemos antojos-.
-¿Tú también?- negó divertida Esme con la cabeza, mientras que la cara de Alice reflejaba un mohín de paciencia.
-Seguro- rodó los ojos su cuñada, que se fue a ayudar a Esme a colocar las compras.
-¿Ya está la comida?- le preguntó su suegra.
-En unos minutos- le confirmó ésta -espero que los niños no protesten al ver el puré de verduras- musitó con resignación.
-¿Puré?- interrogó Emmet, que también había llegado, junto con Rosalie -puag- dijo, poniendo cara de rechazo.
-Ni se te ocurra hacer eso delante de los niños- le advirtió su mujer -o no comerán y la tendremos de nuevo- se giró hacia Alice -¿cómo va todo?- le interrogó, con una sonrisa.
-Jayden está perfecto- exclamó feliz -¿y tú?- Rose estaba embarazada de nuevo, de apenas tres meses... no lo decían en voz alta, pero todos intuían que no pararían hasta conseguir a la niña.
-Hoy no me he levantado muy bien- les relató -sin embargo ahora estoy hambrienta- pero Emmet les interrumpió, cambiando radicalmente de tema.
-¿En serio que vais a ponerle Jayden al niño?- les preguntó a los futuros padres.
-Por supuesto que no- refutó Jasper, muy serio; su mujer arqueó una ceja.
-¿Por qué no?- le reclamó, cruzándose de brazos.
-No pienso ponerle Jayden a ningún hijo mío- le explicó -además, el que voy a ir al registro justo después que nazca soy yo... así que yo decidiré- los presente ahogaron la carcajada.
-No te atreverás- le amenazó Alice.
-No apuestes contra mí- le recordó éste, con su sonrisa socarrona.
-Asno integral- siseó entre dientes su mujer, provocando la carcajada de Emmet.
-Igual que cuándo discutían sobre el asunto de la música en los establos- meneó la cabeza, negando divertido.
Nessie también entró por la puerta de la cocina en ese instante, saludando a todos y dirigiéndose al cuarto de juegos, a ver a las pequeñas. El resto se afanó en preparar la mesa, para que los pequeños comieran. Emmet y Jasper estaban apoyados en la encimera, charlando, cuándo dos niños rubios, ataviados con penachos de plumas y armados con flechas y hachas de juguete, entraron cómo un vendaval, imitando el grito de los indios y lanzando las flechas hacia Jasper.
-¡Muerte al rostro pálido!- chilló Owen, dándole con el hacha de juguete en la pierna.
-¡Merte osto paido!- repitió cómo un loro su hermano Matt, pegándole con una flecha en la otra pierna y brincando de manera graciosa con sus pequeño piececillos.
-¡Demonios!- se quejó Jasper, que lanzó dagas en dirección a su hermano Emmet, que se partía de risa con la escena, al igual que el resto de los presentes -Em, ¿sería mucho pedir que controlaras a tus hijos?- le pidió, mosqueado.
-Chicos- les llamó la atención su padre, pero sus hijos se plantaron enfrente suyo, cruzándose de brazos.
-Sólo cumplimos órdenes del jefe de la tribu- se explicó Owen muy serio.
-¡Efe tibu!- exclamó Matt, de manera graciosa. Emmet y Jasper rodaron los ojos.
-Gran Lobo Feroz nos lo ha ordenado- siguió explicándose Owen; justo en ese momento Claire y Valerie, llevando de la mano a su primita Meredith, entraron a la cocina. La más pequeña se soltó de la mano de sus primas, para correr a los brazos de su madre.
-Teno hambe- se quejó con un gracioso puchero.
-Enseguida comemos, cariño- le dijo Bella, dejando un besito en su mejilla. Su pequeña la miró con esos ojos verdes que había heredado de su padre, al igual que sus rasgos. De ella solo tenía la naricita y el pelo castaño, aunque un par de tonos más claro que el suyo.
Bella la sentó en la mesa, para ponerle el babero, al igual que hicieron Esme y Nessie con las gemelas; de mientras, Owen y Matt seguían dando explicaciones.
-Pues le decís a Gran Lobo Feroz que capture al abuelo Carlisle, y dejáis al tío Jazz tranquilo- negoció con sus sobrinos; justo en ese momento el aludido entró en la cocina.
-Abelo- le llamó Meredith, haciéndole un gesto con la mano. Éste se acercó a sus tres nietas, llenándolas de besos.
-¿Cómo están mis niñas?- les pregunto, para después volverse a sus nietos -¿quién debe capturarme?- les interrogó -¿y quién es Gran Lobo Feroz?-.
-¿Me llamaba alguien?- preguntó Jake, entrando por la puerta, llevando una cinta alrededor de su frente, con tres plumas detrás de su cabeza. Bella contuvo la risa, al igual que el resto... menos Nessie, que miraba en dirección a su marido con una ceja arqueada.
-Creo que ya sabemos quién es Gran Lobo Feroz- dijo ésta, rodando los ojos.
-Te queda muy bien el tocado- se carcajeó Emmet, al igual que Jasper.
-Peor que los niños- musitaba su padre, resignado -por amor de dios, Jacob...-.
-Niños, a comer- les llamó Rosalie a los pequeños, que pasaron olímpicamente de su madre, saliendo a todo correr de la cocina -¡Owen y Matthew Cullen, a la mesa ya!- les ordenó levantando el tono de voz -¿podrías hacer el favor de traer a tus hijos?- le pidió a su marido, de manera resignada.
-Chicos- les llamó su padre, saliendo de la cocina para ir en su busca -mamá se está enfadando...-.
Afortunadamente, diez minutos después consiguieron que todos los niños estuvieran en la mesa, vigilados por los adultos e intentando que comieran el puré de verduras.
-Vamos, Meredith, otro poquito más- la animaba Bella, pero su hija arrugaba la nariz cada vez que su madre le acercaba la cuchara.
-No guta pue- se quejó, con tono lastimoso.
-A mi tampoco- habló también Owen; Claire miró a su madre, sentada a a su lado, con cara de pena.
-Hay que comer de todo cariño, y eso incluye el puré- le explicó con paciencia Nessie, llenando la cuchara.
-No me extraña que no les guste a ninguno- rodó los ojos Jake, que fue fulminado por los allí presentes con la mirada.
-A papá tampoco le gusta- se quejó de nuevo Claire, cruzándose de brazos; su madre se mordió la lengua para no replicar a su marido.
-No eres de gran ayuda, hijo- siseó su padre entre dientes.
Justo en el momento que Bella se levantó para vigilar la comida de los mayores, su pequeña hija se escapó de la silla, corriendo hacia la puerta.
-¡Papiii!- la sonrisa de Edward no pudo ser más amplia cuándo tomó a su pequeña en brazos, mirándola con adoración, aunque tuviera parte de su cara y su babero lleno de puré.
-Hola mi niña- dijo, dejando un pequeño beso en su mejilla -¿te has vuelto a escapar de mamá?- le interrogó divertido.
-E que pue no guta- le explicó, con su graciosa vocecilla; sonrió divertido, y después de saludar a los presentes, se acercó a su esposa.
-Creo que alguien se quería escapar- le dijo, antes de bajar su cabeza y besar los labios de Bella -hola cariño-.
-Hola- le saludó ésta de vuelta -¿cómo ha ido la mañana?-.
-He estado esperando en el banco durante casi una hora- le contó, con un deje de fastidio -por lo demás, sin novedades- se encogió de hombros.
-¿Todo bien, hijo?- Carlisle se acercó a su posición; en su mente se dibujó una sonrisa de nostalgia, al ver en padre e hija los ojos verde esmeralda de su primera mujer, y recordando cómo se emocionó cuándo Edward y Bella anunciaron que era una niña, y que llevaría el nombre de su abuela.
-Las transferencias están hechas- le confirmó -sólo queda que firmes unos papeles que te he dejado en el despacho-.
-Esta tarde les echo un vistazo, gracias hijo- le palmeó un hombro, para volver a acercarse a la mesa.
-Bueno señorita- sus ojos enfocaron a su hija, que pasaba uno de sus deditos por su cuello -ahora tú y yo nos vamos a sentar, y nos vamos a comer todo el puré que ha hecho mamá, está muy bueno- la pequeña arrugó el ceño, negando con la cabeza.
-Vamos cielo, sólo unas cucharadas más- le pidió Bella.
-Y si te comes todo lo que dice mamá, por la tarde iremos a ver a los terneros- negoció Edward; a la niña le encantaba ir a los establos, a ver a los animales. Una pequeña sonrisa apareció en la carita de Meredith, que sentada en las rodillas de su padre, terminó su comida. Bella se sentó al lado de ellos... era increíble ver a Edward con la niña; siempre que no estaba de viaje, él era el encargado de darle la cena, y mecerla hasta que su pequeña caía dormida... era un padre estupendo.
Una vez que los niños terminaron de comer, se fueron hacia el salón de juegos, dónde Esme les puso una película, para que permanecieran un rato tranquilos.
-Por fin- exclamó Bella -misión cumplida-.
-Ya te digo- resopló Rosalie, llevando los vasos de sus hijos al lavavajillas. Alice sonrió divertida.
-Ya nos lo contarás- le advirtió Nessie, guiñándole un ojo. Todos tomaron asiento, y se dispusieron a comer, teniendo una comida relativamente tranquila. Ya en los postres, salió a la palestra el tema estrella que desde hace algunos años se debatía todas las navidades en esa casa.
-Bien... ¿quién se viste de Papa Noel este año?- preguntó Jake, cruzándose de brazos.
-¿No estarás hablando en serio?- le preguntó Nessie, arqueando una ceja.
-Los niños disfrutan cómo enanos- se defendió Emmet.
-En ese caso vístete tú- replicó Jazz, totalmente molesto -yo ya me gané un puntapié de Owen el año pasado- su esposa no pudo contener la risa, al igual que Bella y Esme.
-Con lo bien que te quedaba la barba blanca- suspiró cómicamente Edward.
-Y el cojín que te pusiste para simular la barriga- Jasper miró a su padre con una ceja arqueada.
-Gracias por burlarte, papá- siseó sarcástico.
-De nada, hijo; no he podido evitarlo- se encogió inocentemente de hombros, para después tomar un sorbo de café.
-Pues yo creo que deberías ser tú de nuevo- meditó Jake en voz alta.
-¿Y por qué yo?- seguía protestando su rubio hermano -que se vistan Emmet o Edward-.
-Yo me ofrezco para el año que viene- se escaqueó sutilmente el hermano pequeño.
-Esa excusa la utilizaste el año pasado; no cuela- objetó Emmet.
Los minutos siguientes estuvieron presididos por un divertido debate, en los cuales los hermanos se lanzaban la pelota los unos a los otros.
-Definitivamente, sois peores que los niños- protestó Bella, rodando los ojos, y levantándose junto a Esme y el resto de sus cuñadas.
-Ya lo creo hija mía... ya lo creo- le dio la razón Carlisle -Edward, vamos a revisar esos papeles en un momento- le medio ordenó.
Emmet, Jake y Jasper se quedaron en la cocina, dejando a un lado el dichoso tema de Papá Noel y centrado su atención en temas concernientes al rancho. Alice y Esme se fueron escaleras arriba un momento, y Rose, Nessie y Bella se encaminaron a la habitación de juegos. Owen y las gemelas veían entretenidos la película, Matt estaba dormido en el sofá, y la pequeña Meredith, sentada en el suelo, jugaba con una muñeca, dándole de comer.
-¿Qué haces?- se arrodilló Bella junto a su hija.
-Tene hambe- le encantaban los balbuceos de su pequeña, y las graciosas muecas que ponía.
-¿No ves la película, cómo los primos?- le preguntó de nuevo, acariciándole el pelo. La pequeña negó de manera graciosa con la cabeza, para levantarse y sentarse en el regazo de su madre. Vio cómo Rose se agachaba, cogiendo a su pequeño hijo en brazos y sentándose en el sofá.
-Esta noche tendremos juerga- rodó los ojos Rose, pero mirando a Matt con una sonrisa.
-Ya somos dos- se unió Nessie, que también se había sentado junto a sus hijas; Valerie se había apoyado en ella, y sus ojos se cerraban por momentos.
-¿Onde ta papi?- le preguntó Meredith a su madre.
-Está hablando con el abuelo- le explicó -pero enseguida termina; ¿quieres ir a ver a los terneritos?- le ofreció. Su pequeña afirmó con la cabeza, de manera enérgica.
-Vamos entonces- dijo levantándose, y tomando a su pequeña en brazos -Owen, Claire, ¿queréis venir también?-.
-Cuándo termine la peli- le pidió Owen a su madre.
-En un rato os alcanzamos- contestó Nessieviendo que los pequeños no tenían ninguna intención de dejar la película a medias.
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Una vez le puso el abrigo, el gorro y la bufanda, y después de que ella se abrigara también, ambas salieron a la parte trasera del jardín. Bella reía divertida viendo los esfuerzos de su hija por andar; no había mucho espesor de nieve, pero al ser tan pequeña le costaba. Se acercó a ella, tomando su manita para ayudarle a andar.
-¡Papi!- gritó la pequeña, al ver la figura de Edward andar hacia ellas -amos a ve teneitos- le pidió.
-Vamos entonces- el joven acató los deseos de su hija, tomándola en brazos. Su pequeña apoyó una mejilla en su hombro, tarareando una canción en voz baja.
-¿No ha dormido siesta?- le preguntó a la joven, pasándole el brazo que tenía libre por la cintura, atrayéndola a su lado. Le encantaba pasear así con su mujer y su hija... sus dos estrellitas.
-No parece- contestó ella, mirando a la niña -no se agota nunca- exclamó divertida.
-Eso es cierto- le dio la razón su marido -¿la mañana ha transcurrido tranquila en casa?- Bella afirmó con un gesto de cabeza, para después relatarle el episodio de los indios, ya que todavía no había llegado.
-Jake- rodó de manera cómica los ojos -creo que disfruta con el kit de los indios más que los niños- su mujer se carcajeó divertida, y siguieron hablando de manera animada hasta que llegaron a la nave de los terneros.
Edward dejó a su pequeña en el suelo, que con pasos apresurados y graciosos se acercó a uno de los pesebres.
-Mia mami- llamó a la joven, señalando al pequeño animalito con uno de sus deditos -ta comendo- decía curiosa, inclinando su cabecita en un gesto entre pensativo y curioso.
-Porque se tiene que hacer grande, igual que tú- le explicó Bella; arrollidándose a su altura, al igual que hizo Edward. La pequeña acercó una de sus manos al ternero, pero éste se revolvió un poco, pegándole un pequeño susto, que hizo reír a sus padres.
-No pasa cariño- la tranquilizó Edward, acercando su propia mano al animal, para acariciarle la cabeza; su pequeña sonrió por la escena, dando pequeños saltitos.
-¡Io quero, io quero!- le pidió a su padre. Volvió a cogerla en brazos, para adentrarse un poco más y acercar a su hija al animalillo; Meredith hizo de nuevo el amago de acercar su manita, pero no estaba muy convencida del asunto.
-Despacito, así- su padre le tomó la manita, para posarla en la cabeza del ternero -¿lo ves?; no hace nada- su pequeña sonrió encantada, y su pequeña manita se movió de manera precavida.
-Oa teneito- Edward sonrió al escuchar cómo su niña saludaba al animal, mirándole curiosa.
Bella se quedó rezagada, mirando cómo padre e hija iban pasando por todos los pesebres, viendo a los terneros. Era increíble la complicidad que tenían; nunca había visto a Edward tan feliz, y todavía recordaba cómo sus ojos de su marido se aguaron el día que Meredith nació, mirándola cómo si fuera el mayor tesoro que se hubiera descubierto.
-¡Mami, men!- Bella accedió a la petición de su pequeña hija; su esposo la había dejado en el suelo, y correteaba feliz, observando todo con sus curiosos ojos.
Edward tomó su mano, entrelazando sus dedos y atrayéndola a su cuerpo, dejando un pequeño beso en sus labios. Ambos siguieron a su hija varios pasos por detrás, a lo largo de todo el establo. La joven castaña no podía pedir más, y cada día que pasaba daba las gracias a su padre, ya que gracias a él ella recaló en esa maravillosa casa de locos.
Bueno niñas, aquí les dejo todos los capítulos de esta hermosa historia, y mil disculpas por no no actualizar antes, gracias a la autora por permitirme publicarla en el foro y gracias a ustedes por leerla...
Atal- .
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Re: Cowboy de mi corazón-Completada
Oh ha sido hermoso todo es una linda historia preciosa ame el final!!!!!
cariños Nejix
cariños Nejix
Nejix- .
- Cantidad de envíos : 131
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Re: Cowboy de mi corazón-Completada
Es tuvo genial la historia y el final fue
Increíble gracias Atal
Increíble gracias Atal
sharon- Cantidad de envíos : 6
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6/8/2014, 3:25 pm por Sammy17
» Saludos desde BOLIVIA
18/11/2013, 1:07 pm por silan
» necesito ayuda
29/9/2013, 7:32 pm por an.dii.995
» Emmm hola :) me acabo de unir mucho gusto :3
10/8/2013, 12:23 am por emy1718
» ¿Tu piel es tan suave como parece? (M +18)
17/7/2013, 5:49 pm por Qamiila Quinteros
» Soy nueva :D
25/6/2013, 5:08 pm por valeria maria delosantos
» Soy Nuevo en el Foro y ahora que hago ???
6/6/2013, 10:49 am por bella_1996
» Dakota Fanning / Michael Sheen - Imagenes/Videos de Paparazzi / Estudio/ Eventos etc.
26/5/2013, 1:44 pm por isvilce
» Ashley Greene - Imagenes/Videos de Paparazzi / Estudio/ Eventos etc.
26/5/2013, 1:43 pm por isvilce
» 'Hold on to me'
26/5/2013, 1:39 pm por isvilce
» MAP TO THE STARS
26/5/2013, 1:37 pm por isvilce
» Taylor Lautner - Imagenes/Videos de Paparazzi / Estudio/ Eventos etc.
25/5/2013, 2:43 pm por isvilce
» Kristen Stewart
25/5/2013, 2:30 pm por isvilce
» Imagenes/Videos Paparazzi
25/5/2013, 2:25 pm por isvilce
» Kristen Stewart - Imagenes/Videos de Paparazzi / Estudio/ Eventos etc.
25/5/2013, 2:23 pm por isvilce